Llamé a Estocolmo a Magnusson, quien fue artista antes de convertirse en escritora y ahora tiene 86 años, para que me diera algunos de sus mejores consejos sobre cómo hacer que la vida valga la pena, tengas la edad que tengas.
Magnusson reconoce que envejecer es difícil. “No puedes detener el paso del tiempo ni cómo afecta a tu cuerpo, pero puedes trabajar para mantener una mente clara y positiva”, dijo. “Puedes ser joven arriba en tu cabeza aunque te crujan las articulaciones”. Aquí sus tres consejos principales.
Acoge el kärt besvär
Esta frase sueca mezcla kärt, que significa “querido o apreciado”, y besvär, que significa “dolor”. Así, un kärt besvär podría ser pagar las facturas: una obligación molesta, pero aun así agradeces contar con el dinero para pagarla. O cuidar a quien está enfermo, como he hecho esta semana con mi hija, enferma de gripe. Cuando estoy agotada por sus interminables peticiones de contraseñas de servicios de emisión en continuo y tazas de té, enviadas por mensaje de texto, me recuerdo a mí misma que me alegro de ser lo bastante fuerte como para cuidar de ella.
Con la edad, es fácil sentirse frustrado y quejarse, dijo Magnusson. Pero la idea del kärt besvär la ayuda a vivir con alegría. “Parece que no hay más remedio que ver cada molestia como algo que debo encontrar la forma de apreciar”, señaló.
Creo que lo que Magnusson quiere decir es que está bien dejarse llevar por las emociones, sean cuales sean. Laura Carstensen, psicóloga del Centro de Longevidad de Stanford, que ha estudiado los cambios emocionales que se producen con la edad, dijo: “Observamos que las personas mayores son más propensas a manifestar una especie de mosaico de emociones que los jóvenes”. Mientras que las personas más jóvenes tienden a ser “todo positivas o todo negativas”, dijo, las personas mayores son más capaces de experimentar la alegría “con una lágrima en el ojo”, añadió.
Rodéate de jóvenes
Esta es la sencilla definición de felicidad de Magnussen: estar rodeado de gente joven. No solo aportan ideas y perspectivas nuevas, dijo, sino que oír hablar de sus planes y perspectivas “es una forma de mantenerse en sintonía con la persona joven que uno mismo fue en algún momento”.
Pasar tiempo con gente más joven también puede ser beneficioso para el cerebro, dijo Vonetta Dotson, catedrática de psicología y gerontología de la Universidad Estatal de Georgia y autora de Keep Your Wits About You: the Science of Brain Maintenance as You Age. (Mantenga su ingenio sobre usted: la ciencia del mantenimiento del cerebro a medida que envejece.)
Hay estudios que sugieren que, a medida que se envejece, sobre todo si se empieza a experimentar cierto deterioro cognitivo, socializar con personas más jóvenes y mentalmente agudas puede proporcionar el tipo de estímulo que ayuda a potenciar el funcionamiento cognitivo, explicó.
Sin embargo, Becca Levy, catedrática de epidemiología de la Escuela de Salud Pública de Yale y autora de Rompe los límites de la edad, dijo que esta convivencia de generaciones a menudo no se produce. “Porque, desafortunadamente, hay bastante segregación por edades en nuestra cultura”.
Puedes romper esa barrera si mantienes la puerta (y la nevera) abierta para los nietos, si los tienes cerca. Haz una llamada de 8 minutos a un pariente más joven. Ofrécete como voluntario para leer a los niños en la biblioteca local, o apúntate a una organización como Big Brothers Big Sisters.
Y, para mantener a los jóvenes cerca de ti, Magnusson escribe: “Hazles preguntas. Escúchalos. Dales de comer. No vuelvas a contarles sobre tu rodilla mala”.
Di ‘sí’ siempre que sea posible
Uno de los conceptos erróneos sobre las personas mayores, según Regina Koepp, psicóloga clínica y fundadora del Centro para la Salud Mental y el Envejecimiento en Burlington, Virginia, es que “son rígidas y nunca cambiarán”, dijo. “Eso no es cierto. Las personas mayores no son más rígidas que los jóvenes. Son rasgos de personalidad, no de edad”. Sin embargo, incluso los adultos mayores han interiorizado esta narrativa, dijo Koepp, “porque la han oído toda su vida”.
Para envejecer con exuberancia, hay que reconocer activamente el “edadismo interiorizado” y luchar contra él, dijo Koepp. Decir “sí” tantas veces como se pueda, añadió, “es en efecto decir ‘sí’ a la vida: ser curioso y explorador, es formar parte de la comunidad”.
Magnusson me dijo que cuanto mayor se hace, más recuerda las cosas a las que ha dicho “sí” cuando estaba a punto de decir “no”, y cómo esas experiencias han enriquecido su vida. “He descubierto que tener la mente cerrada me envejece más rápido que cualquier otra cosa”, dijo. Antes de rechazar algo —una cena, una exposición de arte, comprarse una chaqueta de cuero— se pregunta a sí misma: “¿Es que no puedo hacerlo o no quiero?”.
“Inténtalo, sea lo que sea”, dijo. “Quizá vayas a una fiesta y seas la última en irte porque te lo estás pasando muy bien”. Le pregunté a Magnusson cuándo fue la última vez que se quedó hasta el final en una fiesta. “Hace una semana”, respondió.
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