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jueves, 21 de julio de 2022

_- Entrevista a David McNally, activista y profesor en la Universidad de Houston “Necesitamos un marxismo que capte el horror que la gente experimenta en su vida”


_- El marxismo gótico de David McNally, activista y profesor en la Universidad de Houston, explora las fuerzas invisibles con las que el capital domina la vida social, así como los imaginarios que movilizan zombis y vampiros para detectarlas. Es autor de los libros ‘Monstruos del mercado’ y ‘Blood and Money’.

David McNally escribió Monstruos del mercado: zombis, vampiros y capitalismo global en 2011, a la sombra de la gran crisis financiera que estalló en 2007 y la depresión económica que continuó, y de la que aún hoy sufrimos sus consecuencias. Publicado en español por Levanta Fuego, con traducción de José Luis Rodríguez, Monstruos del mercado proyecta una mirada fascinante sobre las monstruosidades del capitalismo y las diferentes formas ‘fantasmales’ que este adopta, desde su surgimiento en Inglaterra hasta su expansión colonial en África o su contemporánea eclosión global. Por medio de abundantes referencias a la literatura y la cultura popular, el marxismo gótico de McNally explora las fuerzas invisibles con las que el capital domina la vida social, así como los imaginarios que movilizan zombis y vampiros para detectarlas. De este modo, ofrece un retrato crudo pero estimulante sobre los vínculos entre cultura y economía en el mercado global actual. Monstruos del mercado, que recibió el prestigioso Premio Deutscher Memorial en 2012 a la obra marxista más innovadora, es una obra intensa y desgarradora, que además contribuye a subrayar la importancia de la literatura y la ficción para la educación y la crítica política.

Activista y profesor de Historia y Economía en la Universidad de Houston, McNally nos habla aquí de las motivaciones detrás de su trabajo; de las formas monstruosas del capital durante su expansión colonial que continúa adoptando hoy; de la riqueza “transdisciplinar” de la obra de Marx y el papel de la literatura en ella; y de la relación entre Monstruos del mercado y su último libro, Blood and Money [Sangre y dinero], donde persiste la visión esperanzadora de este autor canadiense sobre los insurgentes “monstruos de la revuelta”.

En muchas sociedades, separar a la gente de su tierra ha sido visto como un acto maligno y demoníaco. Sin embargo, en la sociedad capitalista tomamos esa desposesión como algo natural

¿Cuál fue el contexto y cuáles las referencias que inspiraron la escritura de tu libro? ¿Qué monstruos dominaban aquel momento?

Durante muchos años había investigado los procesos históricos de mercantilización y el desarrollo de los mercados del trabajo asalariado. Había observado con regularidad que la gente experimentaba la desposesión de su tierra y la necesidad de vender su fuerza de trabajo como algo extraño y monstruoso. En muchas sociedades, separar a la gente de su tierra ha sido visto como un acto maligno y demoníaco. Sin embargo, en la sociedad capitalista tomamos esa desposesión como algo natural. También había estado escribiendo sobre Walter Benjamin y Bertolt Brecht y la idea de que, para ver esta ‘extrañeza’ del capitalismo, la gente de las sociedades capitalistas ‘desarrolladas’ necesita estar distanciada (o alienada) de nuestros modos de pensamiento cotidianos. Me llamó la atención que, en la era de la globalización capitalista, en algunas partes del Sur Global la gente utilizaba imágenes de monstruosidad para representar los cambios bruscos que se producían en sus vidas. Quería explorar cómo la gente de esas zonas hacía uso de imágenes de trabajadores zombis y capitalistas vampíricos para que sus vidas tuvieran sentido. Tuve la corazonada de que estas imágenes podrían relacionarse con otros tropos monstruosos —como el de la criatura de Frankenstein— que surgieron con el nacimiento del capitalismo industrial.

¿Cómo ha cambiado ese contexto? ¿Cómo se relaciona tu libro con las diferencias y las continuidades que hay entre aquel y el contexto actual en el que vivimos? ¿Qué fantasmas rondan hoy nuestro mundo y cuáles serían las monstruosidades que marcan los cuerpos y las experiencias actuales?

El cambio reciente más importante en el contexto es la depresión económica mundial de 2009-10 y la proliferación de movimientos de protesta —desde Occupy Wall Street hasta los movimientos de las plazas y la Primavera Árabe— que surgieron tras ella. Había terminado de escribir la mayor parte de Monstruos del mercado cuando comenzó esa crisis y la nueva ola de protestas. En ese momento, los monstruos de nuestra época aparecieron con nuevos disfraces, como los banqueros de Wall Street, los líderes de la troika en Europa o políticos como Hosni Mubarak en Egipto. Luego, cuando los bancos centrales pusieron a las corporaciones y a los bancos privados en soporte vital con dinero barato, la idea de las “empresas zombi” o “firmas zombi” tomó fuerza. Lo más importante para los anticapitalistas es que, durante un breve periodo de tiempo, las clases dirigentes se vieron sorprendidas por la aparición de nuevos monstruos de la revuelta. Los jóvenes, las mujeres, la gente de color y los trabajadores urbanos se unieron para tomar las plazas de las ciudades, lanzar huelgas generales, derribar gobiernos y construir movimientos en defensa de las vidas negras. Ese momento pasó. Pero como todavía vivimos a la sombra de la crisis mundial de 2009, esos monstruos de la revuelta pueden volver a surgir en cualquier momento.

Los monstruos de nuestra época aparecieron con nuevos disfraces, como los banqueros de Wall Street o los líderes de la troika en Europa. Ese momento pasó. Pero como todavía vivimos a la sombra de la crisis mundial de 2009, esos monstruos de la revuelta pueden volver a surgir en cualquier momento

¿Cómo describirías el marxismo gótico? ¿Cómo sirve lo gótico para entender las aportaciones de Marx y el marxismo, y cómo puede contribuir el marxismo a entender lo gótico en su relación con la realidad?

Lo central para el marxismo gótico es la idea de que necesitamos imágenes y lenguaje con los que expresar la extrañeza y monstruosidad del capitalismo y la invisibilidad de las fuerzas que nos dominan. No basta con decir que el capitalismo es injusto y explotador, aunque eso sea cierto. Necesitamos un marxismo que capte el horror y el miedo que la gente experimenta en su vida cotidiana. Marx comprendió que el capitalismo sofoca a las personas, que las reduce a meros instrumentos de trabajo al servicio del capital. Incluso nos dice que los vivos están dominados por el “trabajo muerto” (máquinas, fábricas e instrumentos de producción); insiste en que el capital es un vampiro. Más aún, sostiene que los poderes del capital son “fantasmales” o “espectrales”. No se pueden ver las leyes del mercado mundial y, sin embargo, determinan si tienes trabajo, si vives en la pobreza y con mala salud, cuánto tiempo vivirás, y demás. Las fuerzas invisibles ejercen así poderes de vida y muerte. Todo esto es profundamente gótico. Pero con demasiada frecuencia los escritores de la izquierda asumen que simplemente necesitamos explicar con un discurso desapasionado y “científico” lo que está mal en el capitalismo. El marxismo gótico insiste en que tenemos que dar voz a los gritos de horror que acompañan a la vida en esta sociedad mortífera y alienante. Y nos insta a desarrollar imágenes que capten algo de los poderes invisibles que nos dominan. Donde el marxismo puede profundizar en lo gótico es insistiendo en que este mundo de criaturas mortales y fantasmales no es un mundo extraño a este, “otro mundo”. Se trata de una dimensión crucial del mundo de la explotación y la desigualdad cotidianas muy palpable.

Expones que las figuras de Frankenstein y del vampiro sirven para entender los traumas provocados por la llamada acumulación primitiva del capitalismo. ¿Cómo afectaron estos imaginarios a la visión de Marx sobre el capitalismo y sus horrores?

Estar separado de lo que sostiene tu vida es traumático. Esto se aplica no sólo a la separación de la gente. También es válido para la separación de la tierra, el agua, los bosques y otras criaturas. Así pues, la acumulación primitiva es violenta en el sentido más profundo. Y parte de esa violencia es psíquica y afectiva. Proviene de la perturbación y la destrucción de los modos de vida. Cuando se produce esa destrucción, las personas que han sufrido el despojo masivo —campesinos, africanos esclavizados, pueblos indígenas— se convierten en parias y son tratadas como menos que enteramente humanos. Esa es, por supuesto, la historia de la criatura de Frankenstein. Ha sido creado por la sociedad, pero es expulsado, perseguido y tratado como un monstruo peligroso. Esos son los elementos clave de la historia de la acumulación primitiva global del capital. El vampiro, por supuesto, representa las fuerzas del capitalismo que viven de las energías vitales —la propia carne y sangre— de los demás. No debería sorprendernos entonces que Marx compare al capital con un vampiro y denuncie su “hambre de hombre lobo” por el trabajo vivo.

Lo central para el marxismo gótico es la idea de que necesitamos imágenes y lenguaje con los que expresar la extrañeza y monstruosidad del capitalismo y la invisibilidad de las fuerzas que nos dominan

¿Cómo se relacionan estas representaciones con la expansión colonial europea y sus horrores, en particular en lo relativo a —parafraseando a Walter Rodney— “cómo Europa subdesarrolló África”? ¿Cómo resuenan hoy en día y qué formas culturales adoptan?

No debemos olvidar la ira que recorre el relato de Marx sobre la acumulación primitiva. Denuncia el exterminio de los pueblos indígenas y el comercio de los africanos esclavizados; se enfurece con los latigazos infligidos a los mendigos y a los pobres. Nos insta a recordar que el capital llega al mundo “chorreando sangre y suciedad”. Marx comprendió las barbaridades del colonialismo, pero no vivió la era del “alto imperialismo” que comenzó en la década de 1880 y estalló en conflicto durante las guerras mundiales del siglo XX. Desde entonces, hemos necesitado nuevos registros del horror para describir los crímenes del colonialismo y del fascismo que, como insistió Aimé Césaire, están interconectados. Esto significa que el marxismo debe estar hoy aún más en sintonía con los horrores de nuestro mundo. Y esos horrores incluyen el dolor psíquico de los colonizados. Esta es una de las dimensiones que Frantz Fanon captó cuando dijo que el marxismo necesita ser “estirado” hacia las condiciones coloniales. No era un llamamiento a abandonar el marxismo, sino a modificarlo, enmendarlo y ampliarlo para que pueda captar todas las dimensiones del horror colonial.

Dedicas parte de tu libro a explorar estos aspectos en la obra del escritor nigeriano Ben Okri, que escribió un poderoso y conmovedor poema a las víctimas del incendio de la Torre Grenfell, en junio de 2017. Víctimas de un “crimen social” —para usar las palabras de Engels—, las personas que vivían en Grenfell, en su mayoría racializadas, habían emigrado del Sur Global en busca de “una vida mejor” para acabar muriendo en el Norte Global. ¿Qué dice esto sobre la globalización y sus monstruos? ¿Nos ayuda la obra de Okri, por ejemplo, sus estrategias con respecto a la desfamiliarización de lo urbano y el mercado, a entender tragedias como ésta, que en este caso tienen lugar en el Norte?

Ben Okri tiene un poder único para imaginar el capitalismo por medio de las expresiones de la magia y la monstruosidad. Ve los horrores interpersonales y sociales de la vida cotidiana como manifestaciones de un sistema que la gente no controla ni comprende. Así, las tragedias aparecen como si fueran discretas rupturas de la vida normal. Pero Okri quiere mostrar los patrones profundos que operan. Nos ayuda a imaginar fuerzas sistémicas que no se ven ni se comprenden. Para ello, utiliza imágenes sobrenaturales y mágicas para describir las fuerzas deshumanizadoras que dominan la vida de las personas. Y no se priva en mostrarnos que se trata de fuerzas letales que ejercen poderes de vida y muerte. Sus novelas de la trilogía a la que pertenece El camino hambriento, ambientadas en Nigeria, entrelazan las creencias sobrenaturales del África occidental con una crítica al colonialismo y al capitalismo. Hay una inmensa solidaridad con los oprimidos que anima su obra. Y esa estaba muy presente en su poema en memoria de las víctimas del incendio de la Torre Grenfell.

Marx comprendió las barbaridades del colonialismo, pero no vivió la era del “alto imperialismo” que comenzó en la década de 1880 y estalló en conflicto durante las guerras mundiales del siglo XX. Desde entonces, hemos necesitado nuevos registros del horror para describir los crímenes del colonialismo y del fascismo

Marx era un devoto de la literatura, que hacía muchas referencias en sus textos a obras literarias y planeaba escribir algunas obras específicas sobre literatura, y tú has rescatado algunos de esos aspectos en Marx para explorar sus contribuciones. ¿Cómo afectó la literatura a los escritos de Marx y al desarrollo de sus concepciones del mundo?

Marx es un escritor de inmenso poder imaginativo. Una de las cosas más sorprendentes de sus escritos es que son lo que ahora llamaríamos obras “transdisciplinarias”. Para Marx, la filosofía, la literatura, la economía política y la historia se ocupan de los mismos problemas fundamentales sobre cómo lograr la libertad, la verdad y el florecimiento humano. Cada una de estas formas de ver el mundo aporta ideas y perspectivas únicas a la tarea de entender el mundo para cambiarlo. Además, Marx busca imágenes y conceptos que nos permitan comprender el funcionamiento interno de ese misterioso sistema llamado capitalismo. Y aquí recurre a menudo a la imaginería literaria. Personajes y expresiones de Shakespeare, Goethe y Balzac salpican sus textos, incluso aquellos más rigurosos desde el punto de vista teórico. Y pretende que nos tomemos todos ellos muy en serio. A menudo utiliza estas imágenes con intención satírica y cómica. Marx ridiculiza con frecuencia a quienes llevan las riendas del poder y nos muestra que son bufones engreídos y vanidosos, aunque peligrosos. Marx se habría dado un banquete con gente como Donald Trump y Jair Bolsonaro. Cuando leemos a Marx, tenemos que recordar que sus textos son multidimensionales, y que podemos obtener conocimientos únicos leyéndolos como filosofía, como economía política, como historia y como literatura. Pero las chispas de iluminación realmente saltan cuando los leemos en todos estos registros simultáneamente.

¿Ha infravalorado el marxismo (después de Marx) el papel de la literatura en sus esfuerzos por “explicar” el mundo?

Sí. Ha habido una desafortunada tendencia de los académicos a leer a Marx dentro de estrechas tradiciones disciplinarias que él no habría aceptado. Él escribía obras de ciencias humanas que no respetaban ninguno de esos límites disciplinarios. Y valoraba mucho los modos literarios de comprensión. Todos sabemos que la literatura tiene una inmensa fuerza imaginativa para fines educativos y Marx era especialmente consciente de ello. Al leer una novela o ver una obra de teatro, nos relacionamos con los personajes y las situaciones dramáticas de una manera que está fuera de nuestras experiencias cotidianas normalizadas. A través de estas experiencias imaginativas podemos llegar a ver y entender nuestro mundo de forma única. Esta es una de las razones por las que la casa de los Marx practicaba una especie de “culto a Shakespeare”. Estas formas literarias de imaginar nuestro mundo nunca estuvieron lejos del pensamiento de Marx. Podemos entender mejor lo que hace en un libro como El capital si somos receptivos a su uso de referencias e imágenes literarias, algo que con demasiada frecuencia se ha subestimado.

Me gustaría preguntarte por la relación entre Monstruos del mercado y tu última obra, Blood and Money [Sangre y dinero]. ¿Cuál es el vínculo entre la sangre y el mercado en el capitalismo? ¿Cómo representa el dinero sus monstruosidades y cuáles son las formas que estas adoptan actualmente en nuestro mundo?

La sangre es, por supuesto, un símbolo de la vida. Por eso es muy interesante que con el auge del capitalismo se dijera que el dinero circulaba como la sangre. Se sugirió que el dinero podría sustituir a la sangre, que podría convertirse en un nuevo medio para mantener la vida humana. Esto, por supuesto, es una contradicción dialéctica. El dinero sólo puede convertirse en una fuerza vital a través de la muerte, a través del derramamiento de sangre. De hecho, la expansión de las formas de vida monetizadas se llevó a cabo mediante el derramamiento de sangre a escala masiva. Marx cuenta esta historia en su relato de la acumulación primitiva de capital. Así que, cuando escribí Blood and Money, estaba pensando en la monstruosidad literal del ascenso del capitalismo: en la forma en que estaba ligado a la muerte de decenas de millones de pueblos indígenas, al secuestro y la migración forzada de millones de africanos y a las constantes guerras coloniales. El hecho de que los gobernadores fundadores del Banco de Inglaterra fueran inversores en el comercio de esclavos resume mucho de esto. Además, quería mostrar cómo la desposesión forzosa de millones de personas hizo inevitable la muerte —tanto la muerte social asociada a la esclavitud como las muertes reales de aquellos que perecieron con la destrucción de sus modos de vida anteriores—. Hoy en día, gran parte de esto se hace a través de la extensión global del poder corporativo, los acuerdos de ‘libre comercio’ y los programas de ajuste estructural impuestos por instituciones como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. El proceso no parece tan directa e inmediatamente violento como lo era durante el auge del capitalismo. Pero en realidad, es igualmente mortífero. Se sigue derramando sangre por dinero y yo quería mostrar cómo esto ha llegado a ser una realidad dominante de nuestra época. Por último, quería mostrar que el futuro podría seguir perteneciendo a los monstruos de la revuelta; a los movimientos insurgentes que manifiestan “no a la sangre por dinero”.

@AlejoPedregal

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/pensamiento/entrevisa-david-mcnally-monstruos-mercado-necesitamos-marxismo-capte-horror-miedo

jueves, 1 de octubre de 2020

_- La muchacha del siglo pasado. Rossana Rossanda ejemplificó en el periodismo, el ensayismo y el activismo el compromiso político e intelectual con una militancia comunista laica y heterodoxa

_- Ha muerto Rossana Rossanda (RR), “la muchacha del siglo pasado”, como se definía a sí misma en sus memorias, publicadas en el año 2007. Con 96 años, desaparece otro testigo de la historia completa del siglo XX, con la peculiaridad, difícil de encontrar en otros testigos, de pertenecer a la misma seña de identidad política durante toda su vida: RR fue una comunista laica, heterodoxa, militase donde militase, que desarrolló su actividad política como periodista y como escritora dentro de la tradición intelectualmente más brillante de esa familia ideológica: el comunismo italiano, el de Gramsci, Togliatti, Ingrao y Berlinguer, entre otros.

En sus textos y en su práctica pública se encuentra muy nítidamente lo que entiende por militar: “No se puede ser comunista de paso”; “para ser comunista no hace falta carné”; fuera del “partido” (el “partido” siempre es el PCI) hay salvación y se puede realizar una acción eficaz para transformar el mundo, etcétera. Para la izquierda heterodoxa europea (a la izquierda de los partidos comunistas), RR ha sido un mito, análogo en parte a lo que supuso Pasionaria para el comunismo oficial. Sin embargo, ella se alejó cuanto pudo de esa versión de mujer-comunista-símbolo: “De vez en cuando alguien me para amablemente: ‘¡Usted ha sido un mito!’ Ahora bien, ¿quién quiere ser un mito? Yo no. Los mitos son una proyección ajena con la que no tengo nada que ver. Me desazona. No estoy honrosamente clavada en una lápida fuera del mundo y del tiempo. Sigo metida tanto en el uno como en el otro”. Hasta ahora.

RR comenzó a luchar en la resistencia partisana a los nazis antes de acabar la Segunda Guerra Mundial. Se afilió al Partido Comunista Italiano (PCI), en el que militó hasta finales de la década de los sesenta, tras alejarse primero de su línea ideológica (frialdad ante los movimientos estudiantiles de Mayo del 68 y no condena de la invasión de Checoslovaquia por las tropas del Pacto de Varsovia en agosto de aquel año) y luego ser expulsada.

A partir de ese momento, y con un brillante grupo de dirigentes e intelectuales comunistas (Valentino Parlato, Luigi Pintor, Luciana Castellina, Lucio Magri…), fundan Il Manifesto, al mismo tiempo un periódico y un instrumento muy cercano a un partido político.

Con Il Manifesto participarán en la miriada de formaciones extraparlamentarias y a la izquierda del PCI, con quien RR logró ser diputada. A través de este artefacto, mitad medio de comunicación, mitad estructura organizativa política, RR y sus compañeros han estado constantemente presentes en el último medio siglo de vida pública, dando su versión sobre cualquier acontecimiento político, económico y social significativo. Siempre con extremas dificultades económicas y en medio de esos constantes alejamientos y escisiones que forman parte de la historia de la “izquierda coherente”, como se han calificado a veces.

En el prólogo a las memorias de RR (La muchacha del siglo pasado, Foca Editorial), Mario Troti, otro intelectual de la izquierda italiana, escribe nostálgico que esos folios son el relato de un gran amor malogrado entre Rossana y el PCI. En efecto, circula por todo el libro un aura de dolorosa desproporción entre lo que se es y lo que se hace, entre la teoría y lo conseguido, y describe cómo el amor entre la autora ahora fallecida y el PCI atraviesa todas las fases: el estado naciente de enamoramiento, los primeros contactos llenos de entusiasmo, las primeras incomprensiones que consolidan una relación, la ilusión de la identificación, el descubrimiento de lo distinto en el otro, las desconfianzas recíprocas, el ahondarse en las diferencias hasta la conciencia de la incompatibilidad y la dolorosa solución de la separación.

Por los bosques de El Escorial camina a principios de siglo un pequeño grupo de gente entre la que están RR, su compañero K. S. Karol, y sus alumnos. Han acudido a participar en un curso de verano contando su experiencia sobre el ejercicio de la política y el periodismo. Rossana trabaja en Il Manifesto, y Karol escribe y editorializa en Le Nouvel Observateur, y también ha escrito unas memorias extraordinarias (La nieve roja, Alianza). Ambos son colaboradores habituales de EL PAÍS. RR, pelo blanco, ya mayor, una mirada firme, recuerda sus encuentros y encontronazos con Jorge Semprún, camarada Federico Sánchez, y cavila sobre lo que luego será el objeto de sus memorias: las vicisitudes del comunismo y de los comunistas del siglo XX. Han terminado tan mal que es imposible no plantearse qué significaba ser comunista en el año 1943, y qué significa hoy. “Después de más de medio siglo atravesando corrientes, tropezando y retomando de nuevo mi carrera con algunos moratones de más, a la memoria le entra el reuma. No la he cultivado, conozco su indulgencia y sus trampas. También las que consisten en darle una forma. Pero memoria y forma son a su vez un hecho en medio de los hechos”.

Rossana dice a sus interlocutores: “No estoy libre de dudas”.

martes, 25 de octubre de 2016

Entrevista a la escritora y activista india Arundhati Roy. "No estoy segura de que la humanidad quiera sobrevivir".

Mediapart

La novelista, activista y ensayista india Arundhati Roy, prosigue en su intento de "despertar nuestra imaginación" contra el chovinismo, el capitalismo y los procesos en apariencia inofensivos que les permiten prosperar. Arundhati Roy, autora de El dios de las pequeñas cosas, acaba, 20 años después, una nueva novela que se publicará en inglés el año próximo y en francés a comienzos de 2018. Mientras tanto, publica dos obras que se inscriben en el combate contra los nacionalistas hindúes y el capitalismo voraz. El primero, Espectros del capitalismo (Capitán Swing), en realidad, es una recopilación de artículos centrada en las tensiones de Cachemira y la forma en las que las ONG, las fundaciones filantrópicas, las becas de estudio, los discursos tranquilizadores sobre la diversidad y el arte sirven de vehículo para el acaparamiento de tierras y la destrucción de los imaginarios en una India donde el desarrollo económico exponencial es compatible con el hecho de que "más del 80% de la población vive con menos de 50 céntimos al día".

Frente a esto, Arundhati Roy da cuenta de las luchas que intentan resistir a estos rodillos financieros e ideológicos. Si el análisis es oscuro sobre la suerte que espera una humanidad que ha aniquilado las formas de pensar diferente, suprimiendo unas formas de vida para imponer otras, Arundhati Roy sigue exigiendo el "derecho a soñar en un sistema que ha intentado transformar a todos los individuos en zombis hipnotizados hasta el punto de confundir el consumismo irreflexivo con la felicidad y la plenitud".

El segundo se titula Que devons-nous aimer? (Gallimard). Firmado junto con el actor y realizador John Cusak, es el resultado de un encuentro con Edward Snowden y Daniel Ellsberg, el antepasado de los "denunciantes", en el origen de la filtración de los "Papeles del Pentágono" durante la guerra de Vietnam. Fundamentalmente, consiste en una reflexión sobre el patriotismo, en nombre del cual dicen haber actuado Ellsberg y Snowden mientras que Arundhati Roy llama a redefinir nuestras prioridades: "un bosque virgen, una cadena de montañas o un valle fluvial son más importantes y sin duda, más dignos de amor que cualquier país jamás llegará a serlo. Podría llorar por un valle fluvial, y eso ya me ha sucedido. ¿Pero por un país?”

–Escribe que India es actualmente una superpotencia como las otras, "con bombas nucleares y una escandalosa desigualdad"… En 1988, en El fin de la imaginación, ya había declarado:"Si protestar contra la instalación de una bomba nuclear en mi cabeza es antihindú y antipatriótico, entonces yo me separo. Por la presente me autoproclamo república itinerante independiente". Casi 20 años después,

¿cómo es su relación con India?
–En India, el discurso nacionalista se ha convertido en terrorífico; eso ha desembocado en ensayos nucleares. Quienes no han celebrado esto como una señal de una gran nación han sido acusados de traición. La diferencia es que quienes estigmatizaban como antihindú a los pocos que no comulgaban con el culto de la gran potencia nuclear hoy están instalados en el poder y atrincherados detrás de sus convicciones de extrema derecha. Claro, la región está lejos de la situación siria o iraní, pero un gobierno con Modi a la cabeza, azuzando el conflicto en Cachemira y la tensión con Pakistán, ofrece razones para inquietarnos porque ahí se habla de potencias que poseen bombas nucleares.

–¿Está personalmente en el punto de mira de los nacionalistas hindúes?
–El gobierno opera subcontratando su descontento frente a las voces divergentes a la gente. Así se organizó una manifestación delante de mi domicilio organizada por el ala femenina del BJP, pidiendo mi detención. Y en el último abril, los estudiantes de la universidad Nerhu organizaron una discusión por el ahorcamiento del cachemir Afzal Guru, sobre el que escrito varios textos. Algunos grupos increparon a los estudiantes y un periodista de una cadena en continuo preguntó: ¿Quién está detrás de todo esto? ¿Por qué está aún en libertad? Los medios de comunicación propiedad de grandes empresas intimidan a las voces independientes a callarse y el gobierno subcontrata la censura a la multitud encolerizada.

–¿Cómo explicar que el crecimiento exponencial de India haya desembocado en una situación en la que las 100 personas más ricas del país detentan más de un cuarta parte del PIB? ¿Por qué la teoría del "trickle don", según la cual el crecimiento permite que la riqueza "gotee" hacia las clases desfavorecidas, se ha revelado falsa y, al contrario, hemos asistido a un masivo "gushup"(literalmente, surgimiento), proceso por el cual la concentración de la riqueza opera en detrimento de las clases pobres?
–Eso ocurre en todo el mundo; eso se llama capitalismo; no es necesario tener un diploma en economía para comprenderlo. Pero en India, este fenómeno es doble porque, al contrario que el desarrollo chino permitido por la producción y exportación de bienes manufacturados, el crecimiento indio se basa enteramente en la extracción de recursos naturales y minerales. Históricamente, los británicos y los franceses han colonizado el mundo para extraer sus preciados recursos. Hoy, en India, una élite está colonizando su propio país. Además, el capitalismo indio es especial en esto ya que las grandes empresas, como Tata por ejemplo, abarcan todos los campos de la vida, de la extracción minera a la educación o ¡los cosméticos! No son solo los pobres los que son rechazados por este sistema, sino también los pequeños comerciantes o los agricultores, entre los que los suicidios son frecuentes, mientras India se ha convertido en una economía muy potente.

–¿En qué sería el capitalismo, como escribe, una "historia de fantasmas?
–Me refiero a una cita de Marx que juzgaba que el capitalismo "de unos medios de producción e intercambio tan potentes, parece un mago que no sabe dominar las fuerzas infernales que ha convocado". Las fábricas han cerrado, los empleos han desaparecido, los sindicatos se han evaporado. Se ha dirigido a las personas que integraban el proletariado las unas contra las otras: hindúes contra musulmanes, castas contra castas, regiones contra regiones… Pero el capitalismo se ha convertido en una religión sin ninguna lógica. Ha desencadenado una psicosis colectiva. Sabemos que seguir viviendo como lo hacemos acarreará el fin del mundo y de la humanidad. Sabemos eso. Pero saber no es suficiente para cambiar el curso de las cosas.

–¿Por qué piensa que las viejas recetas que han permitido al capitalismo superar las crisis pasadas, por ejemplo, "la guerra y el mercado" sencillamente no van a funcionar?
–La fuerza del capitalismo reside en su creatividad y su capacidad de adaptación… Sí, es creativo. Es suficiente para ver hasta qué punto mientras el capitalismo supuestamente tiene por principio la competencia, y el comunismo estaría basado en la unidad, los capitalistas están unidos mientras que los comunistas están completamente divididos y son incapaces de ponerse de acuerdo. Pero estamos en una situación en la que la rapidez de circulación del dinero y del capital, altera los parámetros de la comprensión humana y hunde nuestra alma de tal manera que somos incapaces de entender. Estamos en un gran problema como especie.

–Tiene palabras muy duras para las fundaciones filantrópicas y las ONG. ¿Por qué?
–Sin duda, algunas ONG hacen un excelente trabajo pero la "onegización" de todo, permitida por la financiación "filantrópica" de algunas empresas, plantea problemas. Cuando el Estado se retira de la educación, la salud, la mayoría de los espacios que deben ser considerados como derechos inalienables, a partir de ese momento, hay que recurrir a la caridad de estos filántropos y a la acción de estas ONG. Es una quimera. Otro problema de las ONG se debe a que describen el mundo de una determinada manera. Toma a las ONG feministas, por ejemplo. Son importantes para luchar contra la mutilación sexual o los estereotipos de género. Pero la lucha de las mujeres de Chhattisgarh contra el acaparamiento de sus tierras o la de las mujeres de Orissa contra la construcción de una presa no se consideran como combates feministas dignos de ser financiados como tales.

La lucha de las mujeres contra la agenda imperialista y capitalista jamás ha sido considerada como una lucha feminista digna de apoyo. Lo que es financiado por las ONG no es malo pero es fundamental mirar qué es financiado en relación con lo que no lo es. Empresas como Rockefeller o Carnegie que tienen beneficios descomunales tuvieron la idea a comienzos del siglo XX, de reservar un pequeño porcentaje de sus beneficios para las obras filantrópicas y asegurarse de esta forma un control menos visible de la elaboración de políticas que les son útiles. Mire la manera en la que estas grandes fundaciones -Gates, Ford, Carnegie, Rockefeller- invirtieron en la industria de la educación y transformaron la idea misma de la pedagogía.

En Estados Unidos, existen excelentes universidades, con una verdadera diversidad de procedencia del alumnado que captan al conjunto de las élites del Tercer Mundo, esgrimiendo esta bandera. Pero en estos lugares, no se cuestiona en profundidad la desigualdad, el funcionamiento del capitalismo, la lucha de clases. Es una forma de adoctrinamiento perfecta porque no se parece a un miembro de la KGB que viene a buscarte y te amenaza con un arma para enviarte a un campo de reeducación. Pero sigue siendo una reeducación suave. De las filas de las grandes universidades británicas o norteamericanas, han salido buenos investigadores y universitarios pero también los primeros ministros, ministros de economía, economistas y banqueros que han contribuido a abrir la economía de su país a las corporaciones mundiales.

Se ignora y se olvida a todas aquellas personas que plantean cuestiones molestas y se atemperan las formas de pensar. Se ha hecho desaparecer toda una parte de nuestra posibilidad de imaginar un mundo diferente. La manera como han sido destruida la gente que tenía imaginarios distintos, como los pueblos de los valles de Chhattisgarh o de Orissa, es catastrófica. Pensando sin duda en desprenderse del pasado, en realidad, han destruido el futuro.

–¿Hay ejemplos de la desactivación de protestas radicales debidas a la financiación de las fundaciones?
–Esto se vio durante el movimiento de los derechos civiles en Estados Unidos, cuando las fundaciones Ford y Rockefeller financiaron con becas, subvenciones o formación, a organizaciones negras "moderadas". Más recientemente, en África del Sur, las fundaciones norteamericanas, para contrarrestar la influencia de la URSS en la ANC, decidieron financiar esta organización permitiéndole eliminar a organizaciones más radicales como el Black Consciousness Movement, de Steve Biko.

Y cuando Nelson Mandela se convirtió en el primer ministro negro de África del Sur, se plegó completamente al consenso de Washington e hizo desaparecer cualquier rastro de socialismo del programa de la ANC. Incluso dio la más alta distinción honorífica de África del Sur al general indonesio Suharto que mató a centenares de miles de comunistas en Indonesia…

Hoy, África del Sur está gobernada por antiguos militantes que se mueven en Mercedes, pero esto es suficiente para mantener el mito de la liberación de los negros. En India, al menos transcurrieron 50 años entre la descolonización y el neoliberalismo capitalista que es una forma de colonización de su propio país por las élites.

En África del Sur, no hubo ninguna transición entre estas dos dominaciones. La revolución no puede ser financiada por las ONG o por empresas que tienen interés en el statu quo y se acomodan fácilmente a una existencia domesticada y suavizada.

–Igualmente, es severa con las políticas llevadas a cabo en nombre de los Derechos Humanos. ¿Por qué?
–Es necesario matizar respecto a esta cuestión. No digo que la de los derechos humanos sea una mala política; muchos de mis mejores amigos son activistas de los derechos humanos. Pero digo que esto no es suficiente. Cuando debían constituir nuestros derechos mínimos, se han convertido en la única cosa que tenemos derecho a reclamar. El capitalismo ha reducido la idea de justicia únicamente a estos derechos mientras que el sueño de la igualdad se convertía en blasfemia. Sin embargo, los derechos humanos pueden ser un límite a nuestra imaginación política.

El concentrarse estrechamente en esta cuestión permite también el interesarse solo en la violencia y las atrocidades, reprender de la misma forma a las dos partes de un conflicto así sean los maoístas y el gobierno indio o el ejército israelí y Hamas. En India, en el estado de Cachemira, de Orissa o de Chhattisgarh, existen movimientos de resistencia que no son pacifistas sino armados porque no tiene otra opción para luchar contra el saqueo de sus recursos. Pero aunque sus reivindicaciones son justas, no obtienen el apoyo de la clase media porque practican una "violencia" pretendidamente incompatible con los derechos humanos…

–¿Qué se puede hacer frente a esto?
–No es como si nada se hubiera hecho. Se han llevado batallas. Los pobres han logrado parar a poderosas compañías mineras. Ha habido victorias pero a menudo se quedan sin visibilidad y no son famosas...

–¿Se definiría como comunista?
–No. Pero pienso que las clases sociales son un dato esencial para comprender cómo funciona el mundo y analizarlo de forma justa. No pensar en términos de clase es como un cuerpo sin esqueleto ni estructura. Pero también creo que pensar solo en términos de clase, como lo hacen ciertos comunistas, es como un esqueleto sin cuerpo.

–¿De qué puede estar formada esta "nueva imaginación" de la que escribe que necesitamos? ¿Se puede describir?
–Sí, se puede pero no en cuatro frases. Es lo que he intentado hacer en la nueva novela que estoy terminando.

–"Quizás sea el tiempo de retomar la noche" escribe. ¿Qué significa este proyecto?
–Esta frase es una referencia al gigantesco edificio de Antilia, situado en Bombay, que pertenece al hombre más rico de India, Mukesh Ambani. Es la casa más cara jamás construida, con 27 pisos, tres helipuertos, seis plantas de parking, 600 empleados domésticos… Los vecinos se quejan de que este monstruo con todas sus luces les ha robado la noche. Pero reapropiarse de la noche es también una antigua reivindicación feminista y se inscribe en la necesaria recuperación de la naturaleza violentada sea el aire o el agua…

–¿Su propuesta de suprimir la herencia le parece realista?
–La herencia es solo bienes financieros o materiales. Cuando se observa la imposición del sistema de castas en India, se comprenderá hasta que punto la herencia es también una cuestión de posición, de estatus, de derechos. Si se quiere cambiar las cosas, me parece importante empezar a pensar una forma de no perpetuar los privilegios y los bienes adquiridos.

–¿A qué llama las "guerras del modo de vida" en el libro consagrado al encuentro que tuvo con Edward Snowden en compañía de Daniel Ellsberg, otro lanzador de alertas, responsable de la filtración de los "Papeles del Pentágono" durante la guerra del Vietnam?
–El modo de vida norteamericano se ha convertido en el modo de vida europeo y el modo de vida de la élite india. Snowden y Ellsberg tuvieron razón al denunciar la crueldad de la guerra de Vietnam o la vigilancia de la NSA pero sigue siendo necesario comprender por qué Estados Unidos hace estas guerras, tanto ayer como hoy. La razón es, antes que nada, el control de los recursos y la voluntad de aprovecharlos lo más rápidamente posible. Para ello, hay que preconizar un determinado modo de vida particular basado en un apetito de consumo infinito y desenfrenado.

Es Edward Bernays, el sobrino de Freud, uno de los primeros en cambiar la forma de vender estos productos insistiendo no en la necesidad de poseer esto o aquello sino en conseguir hacer creer que tal o cual producto participaban de tu propia personalidad, de tu necesaria realización. Es el imaginario de un consumo sin límites, esa idea de que la felicidad pasa por la posesión de más y más objetos, esa forma mediante la cual creemos que la civilización y el capitalismo son una sola y misma cosa es lo que hay que volver a plantear si queremos tener una posibilidad de supervivencia. Pero no estoy segura de que la humanidad quiera sobrevivir…

–En este encuentro que tuvo con Edward Snowden y Daniel Ellsberg, se percibe que sigue reticente a los motivos patrióticos de su acción. Dicen haber actuado en nombre de cierta idea de Estados Unidos que la guerra de Vietnam o la vigilancia de NSA "traicionan".

Rechaza desde hace tiempo el chovinismo pero, si este causa algunas guerras, ¿los hombres, sin embargo, no han alcanzado los estados-nación para combatirse mutuamente?
–Yo no digo que no tengan que existir países o naciones sino que no deberían estar provistos de semejante poder esotérico como en Francia o en India, donde mucha gente estima que sus países encarnan una superioridad cultural o civilizadora. No es ninguna tontería. Hay que relajarse. ¿Cómo explicar el fracaso de escritores y artistas que proporcionan un imaginario menos mortífero que el de la bandera? Es muy frecuente que artistas y escritores se plieguen a las demandas del mercado incluso teniendo el deseo de experimentar, porque se espera de ti que experimentes pero dentro de ciertos límites.

Cuando escribí mi primera novela, El dios de las pequeñas cosas, fui bien acogida; sentí que se esperaba que yo publicara, dos años después, otra novela y así sucesivamente. Pero si yo hubiera querido satisfacer esa demanda, no hubiera podido participar en ninguna de las luchas en las que he participado, ni escribir los ensayos que he escrito. Cuando he publicado, en lugar de una nueva novela, El fin de la imaginación, quienes me habían alabado sintieron una rabia loca y me detestaron. El imaginario de consumo infinito ha penetrado en el mundo artístico y asistimos a formas de "cultural washing" lo mismo que vimos con el "green washing".

El mayor festival de literatura mundial se encuentra hoy en India, en Jaipur. Todo el mundo va allá, los editores, los escritores… Se habla de la libertad de expresión, del arte, mientras que las personas que financian el festival destruyen los pueblos de los bosques y apoyan un gobierno en el que el simple hecho de no ser hindú y nacionalista es considerado un crimen. Las compañías mineras financian festivales de cine o de literatura con gentes maravillosas que hablan bajo vigilancia de libertad de expresión mientras sus patrocinadores destruyen el mundo.

–¿Qué debemos amar entonces para retomar el título de su libro?
–Hay que reflexionar mucho, es por lo que he terminado de escribir una nueva novela sobre ese tema. Pero creo que debemos acabar con la idea de que la naturaleza debe ser sojuzgada y dominada por los seres humanos. Debemos acabar con la convicción de que el ser humano debe estar en el centro del mundo y con todos los relatos que la atraviesa.

viernes, 29 de enero de 2016

Fallece la activista por la paz y manifestante contraria a las armas nucleares Concepción Picciotto 1935- 2016.

Falleció la activista por la paz y manifestante contra las armas nucleares Concepción Picciotto. La activista es reconocida por haber acampado de forma ininterrumpida frente a la Casa Blanca desde 1981 en protesta contra las armas nucleares y la guerra. Su vigilia por la paz es ampliamente considerada como la manifestación de protesta más larga que haya tenido lugar en la historia de Estados Unidos. Las siguientes son palabras pronunciadas por Picciotto en 2014.

Concepción Picciotto expresó: “Estoy frente a la Casa Blanca desarrollando esta vigilia por la paz desde 1981, lo que hace 31 o 32 años seguidos. Éramos dos personas, desde 1981, estábamos bien en frente de la entrada, está en mi sitio web, pero hace cuatro años que mi colega Thomas falleció. Era muy comprometido, fuimos golpeados por infantes de marina, rociados con gases por agentes de policía y arrestados en varias oportunidades, además de los eventos climáticos, la nieve, la lluvia”.

Eran palabras de la activista Concepción Picciotto. Falleció el lunes en un albergue para mujeres sin hogar en Washington, D.C. Se cree que tenía 80 años.
Fuente: http://www.democracynow.org/es/2016/1/26/titulares/peace_activist_and_anti_nuclear_protester_concepcion_picciotto_dies