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viernes, 7 de agosto de 2020

Fueron los mejores en Selectividad hace años, ¿qué ha sido de ellos? Hablamos con cuatro jóvenes que obtuvieron más de un nueve en esta prueba

Anabel Moreno está tan orgullosa del 9,7 que sacó en la Selectividad de 2012 y de su matrícula de honor de bachillerato que lo ha incorporado a su perfil de LinkedIn. “La verdad es que me lo curré, así que creo que podría valorarse como positivo a la hora de buscar trabajo, que alguien haga tanto esfuerzo para conseguir una nota dice mucho de esa persona”, dice la joven que hoy tiene 24 años y es graduada en Traducción e Interpretación por la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.

Unos 300.000 alumnos de toda España se enfrentan estos días a la EvAU (Evaluación para el Acceso a la Universidad), conocida comúnmente como Selectividad. Pronto se conocerán los resultados y aquellos alumnos con las mejores notas recibirán la atención de los medios de comunicación. En Verne hemos querido saber qué fue de algunos de los mejores en la prueba hace unos años. Como Moreno, que recuerda que “tampoco es algo determinante para el resto de tu vida”.

Alejandro Fuentes, un arquitecto que se topó con la realidad tras la Selectividad

Alejandro Fuentes sacó un 9,39 en 2010 / Cortesía de A. Fuentes

“La carrera fue un golpe de realidad, vienes del examen de Selectividad pensando que todo es pan comido y no es así. Recuerdo aquellas navidades, tres meses después de empezar, no estaba seguro de si continuar o no”, cuenta Alejandro Fuentes, de 26 años.

Casi no recuerda el examen de Selectividad, han pasado ya nueve años desde entonces. Este joven jienense obtuvo un 13,39 sobre 14 (9,56 sobre 10) en 2010, que le valió para entrar en Arquitectura en la Universidad de Granada. “Siempre lo tuve claro, sabía que necesitaba una nota alta y fui a por ello. Cuando me matriculé, en secretaría me dijeron que por mi expediente había entrado el primero”. Por delante le quedaban cinco años de grado y uno más del máster obligatorio para habilitarse como arquitecto profesional.

Con esfuerzo y algún que otro sacrificio, terminó la carrera y el máster. “Decidí tomármelo con calma y permitirme unas vacaciones mientras preparaba mi portafolio. En arquitectura no sucede como en otras profesiones, que a lo mejor te vale solo con el currículum, aquí tienes que enseñar los trabajos que has ido haciendo a lo largo de la carrera”.

Fuentes se considera afortunado porque seis meses más tarde, a mediados de 2017, consiguió un trabajo como arquitecto junior en el estudio Architectural Matter, también en Granada, que aún hoy desempeña. “He pensado muchas veces sobre mi elección después de Selectividad. Aunque me gusta mucho mi profesión, la verdad es que la remuneración y las oportunidades de trabajo no son tan altas como en otras”.

Anabel Moreno, una traductora e intérprete que ya se ha enfrentado a la precariedad laboral

Anabel Moreno, mejor expediente de Selectividad del 2012 / Albert García

Anabel Moreno, de 24 años, acabó la carrera de Traducción e Interpretación hace tres años y, al contrario que la mayoría de sus compañeros que comenzaron un máster, decidió ver “qué se cocía en el mundo laboral”. “Empecé en un trabajo en el aeropuerto que me apasionaba, pero con unas condiciones laborales que rozaban la ilegalidad. Después estuve en un bufete de abogados traduciendo documentos y tratando con clientes internacionales".

“Vivía en un piso compartido, pero con lo que me pagaban no era suficiente, así que mis padres me ayudaban”, dice la joven, que actualmente trabaja para la productora de espectáculos de terror de su hermano y de su cuñada, en Barcelona. “Aquí hago un poco de todo y ya sí puedo mantenerme por mí misma”.

Si pudiera volver a aquel mes de junio de 2012, cree que acabaría escogiendo lo mismo, aunque tendría en cuenta otros aspectos. “Sí que lo miraría con otros ojos porque creo que hay una cierta obsesión por acceder a la universidad, mientras que las formaciones superiores están muy mal vistas. Yo cada vez estoy más a favor de este tipo enseñanzas que, aunque no sean universitarias, enseñan muchas cosas que no se enseñan en una facultad”.

Ella aún recuerda el revuelo que se montó en los medios de comunicación. “De la noche a la mañana, me encontré con que todo el mundo tenía interés por mí y me sorprendió mucho porque lo único que había hecho yo había sido estudiar, como siempre”, cuenta.

Con una nota tan alta, podía entrar en la carrera que quisiese, pero Moreno, a la que siempre le habían gustado las letras, decidió estudiar el grado de Traducción e Interpretación en la Universidad Pompeu Fabra. “Empiezas la carrera y eres uno más”. Pero añade: “La verdad es que me lo curré, así que creo que podría valorarse como positivo a la hora de buscar trabajo, que alguien haga tanto esfuerzo para conseguir una nota dice mucho de esa persona”.

Alicia Jurado obtuvo 9,9 en 2013 / Cortesía de A. Jurado

Alicia Jurado, una biotecnóloga en búsqueda de su primer trabajo

Un año después, en 2013, Alicia Jurado, 23 años, se examinó de Selectividad, quedándose a una décima de alcanzar la perfección. Aquel 9,9 le valió para entrar en la carrera de Biotecnología, en la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla), pero “para poco más”. “Cuando entras en la carrera te das cuenta de que todo es mucho más difícil, lo que has estudiado los últimos años no te vale para mucho, te tienes que poner las pilas si quieres aprobar y mantener unas notas medianamente altas”.

Jurado acabó la carrera con una nota media de 8 a pesar de haberle dedicado todo el tiempo a sus estudios. “No pude ni siquiera compaginarlo con un trabajo, requería de mucho esfuerzo, si no entendías algo, si una asignatura o un tema era muy difícil, te tenías que buscar la vida por otro lado. Ya no era como el instituto, donde yo entendía todo, me lo estudiaba y ya está”, cuenta la joven sevillana que hace un año decidió comenzar un máster en Análisis Biológico y Diagnóstico de Laboratorio en la Universidad de Granada.

“Cuando terminas la carrera te das cuenta de que hay un montón de campos de aplicación y que necesitas especializarte, yo estaba un poco perdida, pero escogí este máster que al final me ha encantado y ya sé por dónde quiero ir”, recuerda. Ahora comienza el periodo de prácticas del máster y después empezará a buscar trabajo. “Todavía no me he enfrentado a la búsqueda, pero pinta un poco complicada”, añade.

Como el resto de entrevistados, ha dudado de la elección que tomó tras hacer la Selectividad. “Es muy difícil, eres muy joven y tienes apenas dos semanas para hacer la matrícula y tomar una decisión tan importante para tu vida”.

Juan Ramón Gómez: un 10 en 2013 / Kike Para

Juan Ramón Gómez, un físico-matemático que ahora coquetea con la Filosofía

Con un 13,9, los profesores de Juan Ramón Gómez, 24 años, le animaron a que recurriese. Finalmente le subieron la nota y alcanzó la perfección: 14 sobre 14, o lo que es lo mismo, un 10. En 2013, tras este logro, el joven extremeño, de Quintana de la Serena, se trasladó a Madrid para cursar el doble grado de Matemáticas y Física en la Universidad Complutense.

Atrás quedaba la nota de Selectividad y empezaba una carrera en la que “todo era diferente”. “La gente sigue esperando ese nivel de ti, como que esa nota te va a marcar para siempre, pero no es así ni mucho menos. El nivel de dificultad es más alto y te requiere más tiempo de estudio, si quieres mantener esa excelencia, tienes que hacer un sacrificio bastante grande”, explica, “aunque yo intenté compaginarlo, sin obsesionarme, y no renunciar a mi vida social”.

El último año de la carrera empezó a trabajar como profesor en una academia de preparación para estudios de ingeniería, un empleo que aún hoy mantiene mientras estudia el grado de Filosofía en la UNED. “Acabé el año pasado la carrera, pero me parecía muy precipitado comenzar un máster, que se supone que es el siguiente paso”, cuenta. “Escogí Filosofía porque me gusta y me apetecía estudiar algo así, salirme de las ciencias puras y darle otro enfoque a lo que estoy haciendo”.

En septiembre empezará un máster en Matemáticas Avanzadas, también en la Universidad Complutense de Madrid. “Y después mi intención es seguir por la vía de la investigación, supongo que haré un doctorado. Pero voy paso a paso y viendo un poco cómo está la situación, dónde puede haber más oportunidades, aunque todo parece bastante complicado tal y cómo está la investigación ahora en España”.

https://verne.elpais.com/verne/2019/06/07/articulo/1559902825_522256.html

lunes, 30 de mayo de 2016

Las carreras con mayor tasa de empleo. Titulaciones universitarias con mayor número de ocupados en el extranjero. Los titulados de la crisis con más empleo son médicos e ingenieros.

Las titulaciones universitarias con mayor y menor salida laboral.
La encuesta emplea datos recogidos entre septiembre de 2014 y febrero de 2015. Y analiza la situación de licenciados y graduados universitarios del curso 2009-2010, con una muestra de 30.000 titulados, entrevistas directas y datos administrativos.







Las titulaciones universitarias con mayor y menor salida laboral.
http://elpais.com/elpais/2015/12/22/media/1450786621_713557.html



viernes, 9 de enero de 2015

¿Qué estudiarán los que hoy son bebés? ... trabajos que aún no existen pero usan las matemáticas y la imaginación, los elementos que construyen los empleos del futuro

Todas las palabras de este reportaje podrían estar equivocadas. O no. Porque nadie puede acertar el futuro. Pero sí imaginarlo. "El 70% de los bebés actuales trabajarán en profesiones que aún no se han inventado". La frase de Abel Linares, ex alto ejecutivo de Terra, ha resonado en la prensa durante las últimas semanas. Un eco profundo que encara algunas preguntas. ¿Qué ocupaciones darán trabajo en cinco, diez o 15 años? Los niños de ahora, ¿qué serán en el mañana? ¿Qué imagen tendrán esos puestos que estos días ni siquiera tienen nombre?

La incierta lógica de la bola de cristal revela que esos nuevos desempeños girarán en torno a la robótica y la tecnología (miniaturización, mundo cuántico, nanotecnología), la demografía (envejecimiento), la salud (cirugía a distancia), la preservación del medio ambiente, las energías alternativas y todo este universo del big data y el análisis de la información (data mining). Pero este es un futuro previsible. Busquemos otro.

En tiempos de emprendedores, uno de los más importantes de España, Rodolfo Carpintier, observa más lejos e imagina un mundo de sastres de nanotejidos, analizadores de modelos de negocio para inversores ("tendrán poco que ver con los analistas actuales, ya que deberán ser científicos y pronosticar el futuro de esos negocios", describe el business angel) y presentadores holográficos en 3D capaces de "estar" al mismo tiempo en varios sitios.

Este planeta suena lejano, pero también lo parecieron en tiempos los pilotos de aviones no tripulados o los diseñadores de prótesis en 3D, y ya están ahí. Como si lo hubiera imaginado Isaac Asimov. "Las profesiones serán mutantes, la evolución de la experiencia, más que hacer experto a quien las practique, lo transportarán a nuevas prácticas y desempeños", aventura Antonio Flores, consejero delegado de la consultora Loop New Business Models. En este paisaje desconocido aparecerán los "productores de conceptos". Personas especializadas en "hacer que las cosas pasen", en estructurar las oportunidades para ser explotadas. A la vez surgirá —según Flores— su reverso: profesiones basadas en la prevención. O sea, "evitar que los problemas sucedan". Prevenir en la salud, la seguridad, el trabajo, la vida cotidiana o la educación.

Es el advenimiento de un futuro que ya ha comenzado, aunque con cambios radicales. "Los ingenieros tendrán tantas dificultades para encontrar trabajo como ahora las tienen los estudiantes de historia", adelanta Luis Puch, profesor de Fundamentos de Análisis Económico de la Universidad Complutense de Madrid. De la quema se salvarán quienes sepan programar. Pues tiene salida la mezcla de computación y tecnología de la información. Porque la especialización es una herramienta contra la desigualdad. "En Estados Unidos un cirujano cobra diez veces más que un radiólogo", apunta Puch. La explicación hay que encontrarla en la globalización y la obsesión por reducir costes. De las pruebas se encarga una máquina y el diagnóstico se efectúa en un país emergente.

Como vemos, ni siquiera lo tecnológico resulta una garantía de tener trabajo y los puestos rutinarios, que puedan ser remplazados con tecnología, tendrán también una vida difícil. Por eso hay que mirar a las estrellas. "El conocimiento futuro vendrá del Espacio, sobre todo de los desarrollos derivados de su estudio", prevé José María Cubillo, director del departamento de Dirección de Marketing de Esic. "Asistiremos a un carrera por captar nuevo conocimiento que proceda de entender cómo funciona el Universo y de qué forma aplicarlo a nuestra vida cotidiana". Quienes sepan manejar esas nuevas habilidades tendrán "salarios sensiblemente superiores a la media".

Junto al espacio, la tierra. Habrá un retorno —según Cubillo— hacia todo lo relacionado con la persona y el disfrute de "la condición humana", como escribió André Malraux. Este nuevo renacimiento potenciará las carreras asociadas a la salud (medicina, genética, psicología, psiquiatría) y la educación de las generaciones futuras. Situado el ser humano en el centro continuará siendo importante la gestión de las organizaciones y de las personas. Por ejemplo, "dentro de la alta dirección cada vez se demandará más la capacidad para gestionar la información, el cambio, las emociones, la innovación o incluso el caos", desgrana Pedro Lara, vicerrector de Innovación Académica de la Universidad Europea. De ahí surgirán figuras como el ingeniero de tiempo, el comisario personal de información, el consultor del cambio o incluso el chaos manager. Mientras, en los arrabales tecnológicos, deberían llegar nuevas profesiones ligadas al mundo virtual, la farmacogenética, la seguridad de la información, el desarrollo de software, la medicina prenatal, la ingeniería ambiental o la realidad virtual.

Pero desde la condición humana a la globalización existe una caraterística que lo atraviesa todo: los números. La existencia se ha convertido en una sucesión de unos y ceros. Vivimos una vida numérica. El boom de lo digital, del que habla Martin Boehm, decano de programas del Instituto de Empresa, es una buena prueba. "Hoy todo tiene contenido tecnológico, por eso la tecnología debe ser parte esencial de todas las carreras", argumenta Francisco Puertas, managing director de Talento de Accenture Strategy. Este es el territorio perfecto para los matemáticos, que valen tanto para ser científico de datos como analistas en una empresa de inteligencia empresarial.

Utilizando a las matemáticas como argamasa fundamental, cambiarán los empleos alrededor de las finanzas. "Hacen falta personas muy creativas que se planten desde cero el negocio financiero y que sepan inyectarle innovación y tecnología", reflexiona Pablo Cousteau, experto del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB). Profesionales que compitan con Google, PayPal o Twitter. Los grandes "enemigos" —presentes y futuros-— del statu quo del dinero.

Sometido a la fuerza de gravedad del presente, José Antonio Herce, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI), mira con desconfianza a ese futuro. "Ni siquiera estudiamos lo que existe, como para estudiar lo que no", ironiza. Recordando los dramáticos resultados del último informe de educación PISA. Un trabajo que advierte de que lo fundamental no es cuánto se sabe, sino cómo se utiliza lo que se sabe, y ser capaz, además, de aprender lo que se ignora. Por eso Herce se enfrenta a esos "máster de fantasía" que sirven para bien poco dentro de una sociedad, la española, que "ha tirado por la borda el impagable patrimonio de las maestrías profesionales y la Formación Profesional (FP)". Quizá, en el fondo, este experto nos esté avisando de que antes de hallar trabajo en el futuro y las estrellas es necesario arreglar el desaguisado laboral del presente y la Tierra.
http://economia.elpais.com/economia/2014/12/26/actualidad/1419593786_867367.html

lunes, 5 de agosto de 2013

Los purasangre galopan en Sanlúcar. Las playas del Bajo Guadalquivir, escenario de la carrera de caballos más antigua del país, desde 1845.

Las miles de personas que acudieron este viernes a las playas de Sanlúcar de Barrameda volvieron a sentir el temblor del suelo bajo los cascos de los caballos. Los animales galopaban sobre la arena mojada de la bajamar a orillas del Guadalquivir, con el Coto de Doñana como telón de fondo sobre el que se ponía el sol del ocaso. Es una de esas estampas imprescindibles del verano gaditano que se repite desde hace más de 150 años. Desde 1845, 168 años.

Con el comienzo del primer ciclo de las Carreras de Caballos de Sanlúcar, la competición hípica más antigua de cuantas se celebran en España, se abrió la edición número 168 de esta prueba tan particular. Hasta este domingo, la franja de costa que forman las playas de Bajo de Guía, La Calzada y Las Piletas, acogerá hasta 11 pruebas distintas, a las que acuden lo más granado de turf nacional, tanto en jockeys como en cuadras y monturas. Vienen caballos de Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Irlanda, Holanda, Portugal, España y algún otro país. El espectáculo es impresionante por el escenario, la hora -la puesta de sol- el paisaje con el río y el mar y el Coto de Doñana enfrente, las miles de personas que acuden, la mayoría en familia, como a una fiesta única de tradición centenaria a la que venían sus abuelos, bisabuelos, tatarabuelos y ahora ellos con sus hijos y nietos. Aparte de la gracia del habla de los andaluces, se ven detalles curiosos como las casetas de apuestas infantiles (20 céntimos máximo) que ya forman parte de la tradición y se apuesta al caballo que pasa primero por una raya en esa zona de la caseta.  Han sido declaradas de Interés Turístico Internacional.

Las competiciones se celebran entre las siete de la tarde y las nueve de la noche, aprovechando los días de las mareas bajas vespertinas que coinciden con fines de semana del mes de agosto. La retirada del agua, en estas playas de la desembocadura del Guadalquivir, permite formar un hipódromo natural en la orilla, sobre la que galopan entre cuatro y 12 purasangre por mangas que recorren distancias que van de los 1.400, 1.600 y hasta los 1.800 metros. El cajón de salida se coloca cercano a Bajo de Guía, y la llegada, en la zona de Las Piletas. Allí es donde la Sociedad Carreras de Caballos de Sanlúcar, organizadora del evento, erige unas carpas que sirven para distintas feria de muestra y de recinto acotado para que los numerosos patrocinadores de las pruebas agasajen a sus invitados. “Es un espectáculo único”, presume el presidente de la sociedad, Rafael Hidalgo.

Pero en el brazo de arena seca, en bañador, tras las mallas de seguridad que coloca la Guardia Civil, es donde se viven con más intensidad las carreras. Allí es donde centenares de niños de la localidad colocan sus casetas de apuestas. Se trata de tenderetes de plástico, madera o cartón, cada vez más elaborados, ya que hay un concurso municipal, donde los niños y adultos pueden apostar céntimos de euro por caballo. Y la tensión es mayor porque el ejemplar que gana no es el que antes llega a la meta, sino el primero que pasa a la altura de la caseta donde se ha apostado. Los debates cuando pasa un grupo apretado de caballos forma también parte de la salsa de esta fiesta.

Por supuesto, al ser una competición dentro del circuito hípico nacional, también hay apuestas oficiales y grandes bolsas para las yeguadas y jinetes vencedores. Este año la organización entregará un total de 150.000 euros en premios en los dos ciclos de carreras. El segundo tendrá lugar los días 16, 17 y 18 de agosto, que será cuando se corran los tres Grandes Premios de esta temporada.

Este fin de semana el Estado y el Ayuntamiento despliegan un dispositivo que integra a unas 200 personas para velar por la seguridad del evento. Se calcula que cada día entre 25.000 y 35.000 aficionados contemplan las competiciones, que este viernes han recibido el premio Andalucía de los Deportes 2012 que concede la Junta. Fuente: El País.Y propia.