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martes, 21 de febrero de 2023

_- MORENO EN TRAJE DE FAENA PARA PRIVATIZAR CON LOS MISMOS ENGAÑOS QUE AYUSO

_- Publicado en Público.es el 17 de febrero de 2023
Si privatizar servicios públicos es tan bueno como dicen ¿por qué no lo dicen claramente en sus programas electorales? ¿por qué niegan que vayan a privatizar y luego, sin embargo, terminan privatizando, engañando a la gente?...

¿Ha oído decir alguna vez a algún dirigente político de la derecha que desea privatizar las pensiones públicas, la atención sanitaria o la educación? Seguro que no.

Sin embargo, la presencia del sector privado en la provisión de ese tipo de servicios esenciales no hace sino aumentar cuando gobierna la derecha que dice que no pretende privatizar.

En Andalucía en una sola semana se ha podido comprobar que es así

Por un lado, se ha sabido que se tramita una orden en la que se contempla la posibilidad de que entidades sanitarias privadas lleven a cabo procedimientos quirúrgicos o de diagnóstico en instituciones de la administración sanitaria pública de la Junta de Andalucía, para lo cual incluso se especifican las tarifas que habrán que desembolsar. Por otro lado, el Consejo de gobierno del martes pasado aprobó la creación de nuevas universidades privadas.

Privatizar servicios públicos es una opción legitima que cualquier partido puede defender y llevar a cabo, pero lo que hace la Junta de Andalucía, como otras comunidades gobernadas por el Partido Popular o en algún otro momento algunas del PSOE, constituye una práctica fraudulenta y muy contraria a lo que debería ocurrir en una verdadera democracia.

Una cosa es que un partido político lleve a cabo su programa y otra que engañe presentando su acción de gobierno como lo que no es, ocultando la realidad de las cosas o impidiendo que la población conozca lo que implican las decisiones que adopta y los efectos de las medidas que pone en marcha.

La mejor prueba de que esto es lo que está pasando son las inmediatas declaraciones del consejero portavoz de la Junta de Andalucía cuando se produjo revuelo mediático al saberse sus intenciones: «Es absoluta y rotundamente falso que la Junta de Andalucía vaya a privatizar la Atención Primaria», afirmó.

Lo cierto es, sin embargo, que el hecho de ceder instalaciones públicas al capital privado es ya privatizar y convertir el servicio público en una mercancía, de modo que no es que se quiera o no hacerlo, sino que una medida de esa naturaleza es pura privatización.

Tampoco es democrático privatizar el servicio público universitario aprobando la creación de universidades privadas cuando se hace -como en el caso de las dos cuya aprobación ha sido acordada- sin cumplir los requisitos de calidad que la legislación establece para esos casos, como han denunciado todos los rectores y rectoras de las universidades públicas andaluzas.
Y, sobre todo, es antidemocrático que las medidas que implican descapitalizar los servicios públicos y dar entrada al capital privado en su provisión se tomen sin establecer ningún tipo de cautelas ni previsiones presupuestarias y, por supuesto, sin promover o incluso sin permitir, cuando se hace por la vía de los hechos o no se tiene en cuenta las razones en contra, el debate público sobre sus efectos.

La razón de por qué ocurre todo esto, en Andalucía y en otras comunidades autónomas, es sencilla.

Todas las encuestas muestran que la inmensa mayoría de la población ha deseado siempre que se garantice la provisión pública de las pensiones, la atención sanitaria o la educación; entre otras cosas, porque no es difícil entender que es la única manera de garantizar su acceso universal.

Es por esa razón que sería completamente estúpido que los grupos de interés, partidos o gobiernos que han buscado o buscan privatizarlos lo digan abiertamente. Y, como no son estúpidos, nunca le dicen a la población que desean privatizar las pensiones, la atención sanitaria o la educación. ¿Cuándo han dicho Ayuso en Madrid o Moreno en Andalucía que quieren privatizarlas?

Sin embargo, esos mismos que nunca dicen que se propongan privatizar esos servicios esenciales no paran de tomar medidas que ¿casualmente? llevan a que cada día haya más presencia de capital privado en las pensiones, la salud o la educación; es decir, más privatización.

La estrategia es sencilla y muy eficaz. Saben que perderían apoyo electoral si dicen que van a privatizar esos servicios públicos y no lo dicen; pero hacen inevitable que la gente recurra al capital privado que los suministra cuando funcionan cada vez peor, porque conscientemente les dedican cada día menos dinero para financiarlos.

No es casualidad, por ejemplo, que el gobierno de la Junta de Andalucía (una de las regiones más desiguales de Europa) cierre la unidad de ictus en Huelva al mismo tiempo que dedica 1,4 millones de euros a promocionar la tauromaquia o recurre ante el Tribunal Constitucional el impuesto sobre grandes fortunas.

Efectivamente, Ayuso y Moreno negarán siempre que su propósito sea el de privatizar pero, desde que gobiernan, en sus comunidades no paran de disminuir las unidades docentes, la oferta de plazas y los profesores de la educación pública, el número de sanitarios, de centros y de prestaciones públicos. En consecuencia, los servicios públicos funcionan cada día peor y como, al mismo tiempo, dan todo tipo de financiación, privilegios y facilidades a los colegios o empresas sanitarias privadas, estos solo tienen que abrir la bolsa para acaparar a la población que necesita esos servicios y puede pagarlos.

A otra escala, sucede igual con las pensiones públicas. Desde hace años, la banca y los fondos de inversión van detrás de ese botín, pero saben que la gente las aprecia, de modo que no pueden plantear directa y expresamente que se privaticen. La estrategia consiste también en disminuir progresivamente su dotación para que cada vez más gente (la que puede) las vaya complementando con su ahorro privado.

La justificación siempre es la misma: no hay dinero, a pesar de que los hechos muestran claramente todo lo contrario. Como he repetido en otras ocasiones, una minúscula tasa de no más del 0,5 por ciento sobre todas las transacciones que se realizan en el planeta sería suficiente para financiar el gasto de todos los gobiernos sin necesidad de ningún otro impuesto (en España más o menos lo mismo). Si, ha leído bien: sin necesidad de ningún otro impuesto.

En el caso de la atención sanitaria hay otra segunda estrategia por parte del sector privado: disimular su auténtica naturaleza de negocio (incluso ya cada vez menos sanitario y en mayor medida financiero, porque las grandes entidades han sido adquiridas por los fondos de inversión) haciendo gradual la subida de tarifas, el recorte de las prestaciones y su carácter puramente selectivo y nunca universal. Y, en el caso de las pensiones, la de ocultar que los fondos de pensiones privados no son rentables y, por el contrario, sí muy peligrosos y expuestos a todo tipo de riesgos financieros,

Para que todo eso sea posible y termine en lo que verdaderamente buscan los grandes propietarios del capital privado es imprescindible que no haya debate público alguno. No se puede permitir que la población sepa lo que realmente tendría que ahorrarse cada mes para poder financiarse una pensión privada digna dentro de 30 o 40 años (suponiendo que el fondo, como suele ocurrir, no se pierda por alguna de las múltiples crisis financieras que ocurren periódicamente). No se debe saber lo que la sanidad privada cuesta en países como Estados Unidos (para la economía en conjunto y para los individuos) y cuál es realmente la posibilidad de acudir a ella para la gente corriente. Ni tampoco la relación que hay entre más sanidad privada y peor salud o más mortalidad entre los grupos de renta más baja. O tampoco lo que implica la segregación que se está produciendo en la educación concertada o privada que aniquila la movilidad social y la lucha por la igualdad de derechos y oportunidades.

La privatización es una opción legítima, como dije al principio. Sin embargo, cuando se hace de la manera que se está haciendo en España por parte de la derecha, a base de engaños y sin mostrar a la gente sus verdaderos costes e implicaciones a medio plazo, es un engaño y una violación flagrante de las reglas elementales de la democracia. No hay otra alternativa que difundir información, hacer mucha pedagogía y defender los derechos como se ha hecho siempre que se han conquistado, con valor y movilización social.

lunes, 14 de febrero de 2022

_- No dejéis que los niños vayan a él

_- Alejandro Palomas es un escritor catalán, licenciado en filosofía inglesa por la Universidad de Barcelona, master en Poesía por el New College de San Francisco y traductor en varias editoriales. Ha escrito numerosos libros: “Un país con tu nombre”, “El tiempo que nos une”, “El alma del mundo”… y así hasta 71.También es autor de la trilogía “Una madre”, “Un perro” y “Un amor”, la última de las cuales le valió el premio Nadal en 2018. Tiene ahora 55 años.

Hace unos días, ha agitado la conciencia de la sociedad al desvelar un secreto que ha estado minando su paz interior desde que tenía 8 años. Cuenta Alejandro que un hermano de La Salle, abusó sexualmente de él de forma reiterada y brutal. He oído declaraciones desgarradoras en las que cuenta, con llamativos detalles, los indecentes comportamientos de su educador. Cuesta llamar educador a una persona que se comporta así. Cuesta llamar profesor a un maltratador, a un abusador.

Cuenta Alejandro cómo un día, cuando debía subir al cuarto del religioso, sintió tal reacción de repulsa que los pies le llevaron a la salida del Colegio y luego, después del viaje de tren, en una carrera desesperada, a su casa. No podía dejar de llorar. La madre, que estaba planchando, al verle llorar sin consuelo, le preguntó por el motivo del llanto. Con tanta insistencia que el niño acabó confesando:

El hermano L. me hace cosas y me hace mucho daño… No tardó la madre en entender cuáles eran las cosas que le hacía el religioso. Los abusos se habían producido en el coche, en cuarto del profesor, en la enfermería del campamento… Una y otra vez.

Acudió el padre de Alejandro (que era miembro del AMPA y amigo del profesor L.) al Colegio y allí le pidieron discreción y le aseguraron que no se volverían a repetir los hechos. Es decir, antepusieron la salvaguarda de la imagen del Colegio a la justicia y a la defensa de la dignidad de la víctima. Y dejaron al religioso seguir instalado en una vergonzosa impunidad y en plena libertad para seguir repitiendo sus actuaciones con otras víctimas. Alejandro cuenta que el religioso comenzó, después de la queja del padre, comenzó a ignorarle, aunque hubo un nuevo intento de agresión sexual en los vestuarios, que resultó frustrado porque llegaron otras personas.

Le han preguntado a Alejandro si tenía conocimiento de otros casos como el suyo en el Colegio. Y, con honestidad que le honra, responde que no tenía noticias sobre ello.

Estremece pensar en el dolor de este niño. Y en la vida que ha tenido después. Durante muchos años, según dice, ha estado en terapia para superar el trauma. “Yo me veo como alguien solo. Soy impar y siempre lo seré. No me fío de nadie, ni de mi mejor amigo. No puedo… Vivo en una campana de cristal. Cuando voy a abrazar a un amigo, toco cristal. Después toco al amigo, pero primero, cristal. No sé explicarlo de otra forma”, concluye.

Los hechos tienen unos agravantes demoledores. El primero es la condición religiosa y educativa de quien le destruye para propiciarse unos placeres fugaces y obscenos. La mano que golpea es la que tenía que proteger. La persona que condena es la que tenia que salvar. Abusa de ese niño quien le echa encima pecados mortales que, supuestamente, le conducirán de cabeza al infierno. Es un educador el que destruye todos los cánones del respeto y la dignidad. La antítesis del proceso educativo.

El segundo agravante es que los hechos tienen lugar en el marco de una institución educativa. A la escuela se va para aprender, para convivir, para ser feliz. Pero Alejandro encuentra en esa institución una trampa mortal. Más le valiera no haber acudido nunca a ella.

El tercer agravante es la reiteración de los hechos, ya que no se trata de un abuso aislado. Se trata de un plan elaborado, de la elección cuidadosa de una víctima. Dice Alejandro, en declaraciones al periódico El País: “Desde febrero de 1975 hasta las Navidades de 1976, sufrí abusos por parte del hermano L., del Colegio de La Salle de Premià de Mar (Barcelona)”. La inicial L. es el apellido del acusado, por el que se le conocía popularmente en el colegio. La institución explica que siguió en ese mismo colegio hasta hace algunos años, aunque no aclara hasta cuándo. Ahora tiene 91 años y está retirado en una residencia para religiosos en Cambrils (Tarragona).

Un cuarto agravante es la edad de la víctima que hace que la vulnerabilidad no pueda ser mayor. A esa edad tan plástica esos abusos dejan una huella que, como se ha visto en el caso de Alejandro, permanecen casi medio siglo después. Y durarán toda la vida. Dice Alejandro: “Soy una persona mermada. A los 8 años me convertí en un superviviente”

“El hermano L., además de estar a cargo de la sección de deportes, era profesor de lengua en el Colegio de La Salle de Premià. Era muy querido y muy popular, el típico al que se acercaban todos los niños”, describe Palomas, que llegó al colegio con seis años, cuando su familia se mudó de Barcelona a Vilassar de Mar, a 25 kilómetros de la capital catalana.

“Yo era un niño, dice Alejandro, que lo somatizaba todo. Cuando estaba angustiado en el colegio, que era casi siempre, se me infectaban las amígdalas y tenía unas fiebres brutales. Llamaban a mi familia y me llevaban a casa en coche. ¿Y quién me llevaba? El hermano L.”, recuerda Palomas, que en aquel entonces cursaba 4º de EGB. Durante aquellos trayectos, asegura que el religioso abusaba de él de forma humillante. Me pregunto cómo entregaba al niño a sus padres después de lo que había pasado.

Hay una cuestión que me ha parecido especialmente cruel. Después de consumar sus abusos, le decía: “¿Te das cuenta de lo que me has obligado a hacer?”. Pienso que esa culpabilización era un retorcimiento moral de extremada crueldad. Dice al respecto Alejandro: ”Yo, que no entendía nada, me preguntaba, primero, qué había hecho él, y segundo, qué estaba haciendo yo”.

Me pregunto cómo puede vivir un religioso con esos comportamientos tan opuestos a sus convicciones. Cómo conciliar el sueño, asistir a misa, confesarse una y otra vez, hablar a otros sobre la castidad y el respeto a la dignidad de la persona.

Ha guardado ese secreto toda la vida. Y ahora lo ha contado con toda la crudeza que los hechos exigen. “Pensé que hacía falta una cara con un nombre conocido y una historia que contar”. Para él, la pregunta que suelen escuchar las víctimas, “¿por qué ahora?”, no está bien planteada. La cuestión, afirma, es: “¿por qué no hasta ahora?”. También ha contribuido a hacer estas declaraciones el hecho de haber fallecido su madre. Y haber conocido que la Institución de La Salle no aceptaba de buen grado la investigación sobre los abusos. Dice que fue decisiva la lectura del informe de El País sobre “los abusos en la congregación religiosa de La Salle”.

¿Qué hacer? En primer lugar, resulta imprescindible que las personas que han vivido este horror levanten su voz y denuncien los hechos. No por venganza. Por justicia. Y porque el silencio tiene como efecto inevitable una invitación a que se repetían los hechos impunemente.

En segundo lugar, la Iglesia y las instituciones educativas que de ella dependen tienen que colaborar con la justicia para esclarecer los hechos y, en caso de que se confirme la culpabilidad de alguno de sus miembros, pedir perdón a las víctimas y compensarlas debidamente.

En tercer lugar, la Iglesia tiene que velar para que los profesionales que se dedican a la educación sean personas equilibradas, psicológicamente sanas y, por supuesto, honestas.

A las demás víctimas de abusos sexuales, Alejandro les diría, después de envolverlas en un largo abrazo: “No eres culpable”. Él sintió culpa durante mucho tiempo.

Me ha parecido bien que el presidente del Gobierno haya querido entrevistarse con Alejandro Palomas. Podemos imaginarnos el dolor de las víctimas pero el contacto directo con ellas nos permite vivirlo en otra dimensión. Por otra parte, la víctima, en este caso, se siente escuchada y apoyada. Y pide que lo que prometa el Presidente se haga realidad sin demora.

Para todos aquellos que, desde el seno de la Iglesia, atacan la ideología de género, pienso en el hecho de que estos abusos solo se conocen en religiosos varones. No he conocido en mi vida el caso de una sola religiosa que haya abusado de niños o niñas a su cargo en instituciones educativas. ¿Podrían explicarme por qué?

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2022/02/05/no-dejeis-que-los-ninos-vayan-a-el/

sábado, 31 de agosto de 2013

La prostitución, un análisis anticapitalista

Reseña del libro "La prostitución" de Beatriz Gimeno,
Ángela Solano. La Hiedra.
La prostitución Beatriz Gimeno.
Edicions Bellaterra, 2011.   304 pgs, 22€

La prostitución, un análisis anticapitalista
Despenalizar o no regular en absoluto, ese suele ser el centro del debate. Gimeno abarca el tema ahondando en el auténtico significado de la prostitución, qué la origina y cuál es su función hoy día.

Abarcar el tema de la prostitución y hacerlo desde una postura verdaderamente feminista no es tan sencillo como puede parecer. Prueba de ello son los enconados debates que se dan entre abolicionistas y regulacionistas. Beatriz Gimeno, licenciada en Filología semítica y archivística y activista del movimiento feminista y LGTB, analiza en su libro La prostitución toda esta problemática, enfrentando y cuestionando ambas posturas para tratar de establecer una propuesta de mínimos que pueda ser compartida por ambas como punto de partida.

Plusvalía de género y estigma social
Para Gimeno, la clave reside en las relaciones que se establecen entre hombres y mujeres a través de la prostitución, lo que impide considerar el sexo como una mercancía más, ya que posee unos significados simbólicos concretos. La prostitución hunde sus raíces en las dicotomías de género y sus desigualdades, en la división sexual del trabajo y la normatividad del heterosexismo, pero también es una cuestión de clase, en la que las personas inmigrantes suelen padecer una mayor vulnerabilidad. Según Gimeno, estos son los ejes que vertebran la prostitución; para ella no se trata de comprar sexo, sino de comprar poder y simular una fantasía de dominación que reafirma la masculinidad hegemónica. A este concepto lo llama “plusvalía de género”.

Muchas dirán que la prostitución no es un problema de género porque también hay prostitutos, pero esta división sexual del trabajo donde ellas son aquello que ellos desean no es reversible. Aunque las mujeres sean usuarias de prostitución, no compran plusvalía de género, ya que no reafirman su feminidad mediante el sexo.

Gimeno también habla del “estigma social” que recae sobre las mujeres que practican la prostitución, ya que muchas feministas piensan que esa es la raíz del problema y por eso piden la consideración de la prostitución como un trabajo más. Quienes así lo hacen caerían en dos contradicciones. La primera es que cualquier legitimación de la prostitución no solo no debilita el estigma sino que lo refuerza y lo extiende a todas las mujeres. El estigma existe porque es necesario para que exista la prostitución, ya que como hemos dicho no se vende sexo sino devaluación femenina y plusvalía de género masculina.

Regulación: legitimación del sexismo
Para la autora, la segunda contradicción que se comete al defender la legalización nos remite a la teoría de que los derechos sólo se obtienen por medio del trabajo, lo que solo es un argumento válido para los neoliberales. Según Gimeno, la regulación de la prostitución sólo beneficia a los empresarios del sexo. Su razonamiento se basa en que con la regulación se divide a las mujeres en legales e ilegales, empeorando la situación de las más desfavorecidas y la de todas en general. En una sociedad globalizada con una oferta casi ilimitada las condiciones de trabajo siempre son malas, pero la autora ignora por ejemplo las conquistas que pueden alcanzarse mediante la organización de las prostitutas empleando herramientas como los sindicatos. Por otro lado, la regulación de cualquier mercado en condiciones capitalistas sirve para naturalizar y aumentar la oferta. Allí donde la prostitución tiene cierta legitimación o visibilidad social, la industria del sexo se presenta como un mundo de glamour, como sucede en Italia con las velinas de Berlusconi.

Gimeno insiste en que regular sería un gran retroceso en la lucha feminista porque implica legitimar moral y socialmente, y legitimar la prostitución es legitimar el sexismo, reforzar el discurso y las actitudes machistas y el concepto de masculinidad tradicional. Mediante la regulación lo que se controla es a las propias mujeres, sus comportamientos, sus cuerpos, su salud y su sexualidad. A cambio, como en cualquier regulación laboral en el capitalismo, se ofrecen unos derechos supeditados a los intereses de terceros, derechos que son escasos y que podrían conseguirse de otra forma.

La solución que Gimeno propone es hacer frente a la desigualdad de género estructural sin olvidar los derechos y la dignidad de estas mujeres. Debemos adoptar medidas sociales para ayudarlas y buscar la penalización de quienes se lucren con la prostitución ajena, trabar alianzas (por ejemplo entre abolicionistas y antitrafiquistas) pero sin dejar de cuestionar los roles de género y deslegitimar su demanda, influyendo en la socialización incluso desde la escuela, mediante currículos sobre sexualidad. El anticapitalismo, inseparable del feminismo, es una vez más nuestra mejor herramienta para lograrlo.
Ángela Solano es militante de En lucha / En lluita.
Fuente: http://enlucha.wordpress.com/2013/05/28/beatriz-gimeno-la-prostitucion/

Noticia aparecida hoy en el Periódico Extremadura: 20 denuncias por prostitución entre julio y agosto. 31/08/13
LA POLICIA Local ha tramitado durante los meses de junio a agosto 20 denuncias por ejercer la prostitución en la calle. La mayoría de ellas se establecieron contra un número reducido de prostitutas, según explicó la Polícia Local. Las últimas denuncias se efectuaron el jueves en el entorno de la avenida de Joaquín Costa, junto a la denominada carretera de Circunvalación, una zona donde hace años ejercen la prostitución cerca de 30 mujeres. La Policía Local realiza un seguimiento especial durante el periodo estival para evitar que regrese la prostitución en masa debido a la crisis económica. EFE
Notas:
¿Las denuncias sólo a ellas? ¿Se reconoce la causa, la llamada crisis económica, y se quiere solucionar con multas? ¿Si tuviesen el dinero de las multas se expondrían a prostituirse? ¿En qué mundo estamos? Lo que se pretende es simplemente ocultar la realidad social y continuar sin proponer ninguna solución real. Ni, aún menos, abordar el problema de la pobreza y el paro como principal causa.