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sábado, 4 de abril de 2020

_- El negocio de controlar nuestras mentes

_- El académico y ensayista Tim Wu reconstruye en Comerciantes de atención. La lucha épica por entrar en nuestra cabeza la historia de la publicidad y la propaganda, que ha desembocado en la distracción permanente de nuestra era

Se sentó frente al ordenador dispuesto a contestar un correo. Pasaron —o más bien volaron— tres horas sin que lo hiciera y acabó preguntándose qué había sucedido. Cuenta el catedrático de Derecho de la Universidad de Columbia, experto en medios y tecnología y especializado en legislación antimonopolio, Tim Wu (Washington, 47 años), que de aquella tarde malgastada acabó saliendo su ensayo Comerciantes de atención. La lucha épica por entrar en nuestra cabeza (Capitán Swing). “Muchos sentimos que hemos perdido el control de nuestras vidas, francamente. Vivir como uno quiere tiene mucho que ver con mantener el control de tu atención y tu tiempo. La idea de que con fuerza de voluntad puedes luchar contra el ambiente que te rodea, es optimista al punto de rozar lo imposible”, apuntaba el pasado 12 de marzo. “Somos como ludópatas en un casino o exalcohólicos pensando que podemos beber una sola copa: perdemos el control y hacemos cosas que no queremos”. A Wu le preocupaba cómo se ha convertido en mercancía nuestra vida, "tanto que hablar con un amigo ha pasado a ser un modelo de negocio para las redes sociales”.

Póster de reclutamiento de la I Guerra Mundial, diseñado por J. M. Flagg.
Póster de reclutamiento de la I Guerra Mundial, diseñado por J. M. Flagg.LIBRARY OF CONGRESS

En su ensayo, este hijo de madre británica y padre taiwanés, ambos inmunólogos, criado en Canadá y formado como abogado en Harvard, rebobina y cuenta la historia de la publicidad, y la de eso que Jürgen Habermas bautizó como la esfera pública, algo que hoy está “totalmente fragmentado” y donde “no se logra resolver ningún debate, ni siquiera el del cambio climático”. Su libro también aborda la propaganda moderna —cuyo nacimiento él sitúa en los carteles de alistamiento de la I Guerra Mundial— y desemboca en Internet, los microfamosos, la cuarta pantalla o los ciberanzuelos.

Carismático y mediático, este profesor, columnista habitual en The New York Times, sabe bien de lo que habla: ha compaginado su carrera académica con el servicio público, trabajando en la oficina del fiscal de Nueva York y más adelante como asesor en asuntos de competencia en la Casa Blanca de Obama, y también pasó una temporada en Silicon Valley empleado en márketing y publicidad. “Eso afectó mi manera de pensar. Una de las cosas que aprendí es que la atención es un bien escaso: nadie escucha nada, tienes que repetir mil veces algo para que cale mínimamente en la gente. Muchos no se dan cuenta de la cantidad de información que es ignorada; la mayoría de las cosas pasan desapercibidas”, señalaba en su despacho donde luce un escritorio de los sesenta que parece sacado de la serie sobre los publicitarios de Madison Avenue, Mad Men, y una placa que trajo de casa de su abuelo en Taiwan.

¿Qué pasó con el idealismo que guió los principios de Internet? “Lo hicimos saltar por los aires. Se pensaba que cuando la humanidad se pudiera comunicar se superarían las diferencias, pero quisimos tenerlo todo y fuimos ciegos ante el corazón capitalista de la empresa”, reflexiona. “Cuando Google y Facebook pasaron a ser empresas de anuncios ganaron mucho dinero y todos los demás también quisieron ser multimillonarios. Además, los ideales del principio no se institucionalizaron, no se construyó nada para fijarlos. La única excepción es Wikipedia, que es lo que Internet pudo haber sido y debió ser”. Wu también señaló a cómo los grandes gigantes pudieron haberse constituido en entidades sin ánimo de lucro, pero este plan se topó con lo que calificó de “agujero negro estadounidense”, ese dar “rienda suelta al capitalismo” y confiar en que las cosas saldrán bien o se arreglarán más adelante.

Durante sus años en la Casa Blanca se frustró. “Hacia el final, miramos a la economía y nos preguntamos si la habíamos inflado. Salvamos la crisis, pero no hicimos un buen trabajo a la hora de frenar la concentración empresarial y la desigualdad”. Integrante del grupo de académicos y expertos conocidos como los “nuevos brandeístas” (herederos intelectuales del juez Louise Brandeis, campeón de la causa antimonopolio), hoy Wu aboga por fragmentar a los cuatro grandes (Amazon, Google, Facebook y Apple) e imponer una legislación antimonopolio acorde con los tiempos, ideas que influyeron el programa de la candidata demócrata, que ya salió de la carrera, Elizabeth Warren. Y Wu cargó con fuerza contra el papel que Facebook vuelve a jugar en la campaña presidencial de 2020. “Una de las cosas que me gusta de la UE es que a veces prohíbe cosas”, argumentaba. “EE UU no está tratando con seriedad los problemas que las redes causan en las elecciones”. ¿La política capta demasiado o demasiado poco la atención del público? “Ambas cosas”, respondía y añadía que la mezcla de política y entretenimiento es un “desastre”, que empuja a una cobertura de la política como la que se hace de las estrellas. “Además, todo acaba reducido a una especie de competición deportiva en la que la única pregunta es cómo van los nuestros, si ganan o pierden”, apuntaba. “Incluso enfrentándonos a un virus, al principio, la mitad de la conversación giraba en torno a si esto es bueno o malo para Trump. Es una locura que eso sea el filtro para interpretar el mundo. Todo se vuelve muy tribal”.

Una de las cosas que me gusta de la UE es que a veces prohíbe cosas. EE UU no está tratando con seriedad los problemas que las redes causan en las elecciones. TIM WU.

Timothy Wu en su oficina en la Universidad de Columbia en marzo.

De vuelta al mundo de la atención que nos es robada desde todos los frentes, el profesor observa en Trump una capacidad extraordinaria para atrapar al público. “Es el rey de los hackers de la atención. Se mete dentro de la cabeza de la gente. Es un showman nato. Como los propagandistas más exitosos, tiene unos mensajes muy, muy, muy sencillos que conectan muy bien, que repite infinidad de veces de forma machacona. El coronavirus es lo único que le está volviendo loco, porque esta vez no logra cambiar la historia y dar un giro al guión”, opina.

Wu prepara un nuevo libro en el que defiende que hoy no se trata de luchar por la libertad de expresión sino por mantenernos libres de propaganda. Acababa de impartir, la misma tarde en que se celebró la entrevista, la primera clase telemática tras anunciarse el fin de toda actividad presencial en el campus, y comentaba que ahora que llegaba “la viralidad de verdad”, dudaba que este término volviera a ser usado de forma casual, como cuando se dice que una noticia o meme se volvió “viral”. Reflexionaba también sobre cómo el coronavirus está paradójicamente impulsando aún más el ciberespacio: “Estamos en una especie de extraño test para ver cuán completo es el mundo virtual que construimos. En la gripe de 1918 te ponían en cuarentena y realmente lo estabas, ahora la idea es que estemos aislados, pero conectados”.

Wu se despidió vaticinando que sería uno de los últimos encuentros cara a cara, y que en unos días nada de eso sería ya posible. Por correo electrónico, una semana más tarde, según avanza la crisis, añade: “Al final Trump si ha logrado convertirse en el centro de atención, metiéndose en peleas con todo el mundo, cambiando su postura cada semana, y convirtiendo sus comparecencias diarias en telerrealidad. ¡Ángela Merkel no puede competir!”

https://elpais.com/cultura/2020-03-28/el-negocio-de-controlar-nuestras-mentes.html?rel=lom

jueves, 26 de julio de 2018

La gentrificación, además de otras cosas, perjudica nuestra alimentación

FUHEM

FUHEM Ecosocial publica un nuevo dossier bajo el título: “Gentrificación, privilegios e injusticia alimentaria” que analiza como las transformaciones comerciales de nuestras ciudades están creando nuevos hábitos de alimentación y nuevas formas de exclusión social.

Algunos lo llaman food porn por la forma en la que la comida se presenta como un objeto de deseo inalcanzable. Los medios de comunicación, con programas de cocina, revistas de gastronomía o de estilo de vida, etc. aceleran lagourmetización de ciertos productos, prácticas o lugares. Son dinámicas que se insertan dentro de procesos más amplios de gentrificación y turistificación de las ciudades.

Las ciudades se han subido al carro de la gourmetización y el turismo gastronómico para atraer a más turistas y fomentar el consumo. Así, gourmetización y gentrificación entran en relación, trasformando los paisajes comerciales y gastronómicos de las ciudades y creando nuevas fronteras y segregación. La búsqueda de estas experiencias gastronómicas asociadas a espacios particulares en la ciudades no está solo restringida a los turistas, los propios residentes se comportan cada vez más como turistas locales.

La turistificación dirigida y promovida por el Estado mediante la gentrificación de los establecimientos comerciales, impregna las ciudades españolas. ”Sin intervenciones políticas que prevengan y retrasen la gentrificación o sin una redistribución equitativa del poder económico, seguiremos viendo cómo los alimentos sirven de herramienta para desplazar a la población con menor poder adquisitivo”, apunta Joshua Sbicca Profesor de Sociología en la Universidad Estatal de Colorado.

Mercados de abastos: escaparates gastronómicos
Los mercados de abastos fueron construidos en su mayoría entre la mitad del siglo XIX y principios del XX, cuando el Estado era más proclive a involucrarse en la organización o regulación del abastecimiento y su comercio. El modelo más famoso internacionalmente es el del Mercado San Miguel en Madrid, un mercado tradicional de hierro abierto en 1916 y localizado en el centro histórico de la ciudad que fue después remodelado y reabierto en 2009 como “meca de los sibaritas”. Este mercado está ya firmemente establecido como parte de rutas turísticas, tiene horarios nocturnos (hasta las 2 de la madrugada los fines de semana), y consta principalmente de puestos de degustación de comida y bebida con algún puesto selecto de comida preparada (pescadería especializada). En el mercado de la Boquería de Barcelona, el 20% de las paradas o los puestos vendían comida para llevar (tipo cestillos de fruta cortada), y el número de turistas con cámaras sobrepasa por mucho al de vecinos que hacen la compra.

Estas nuevas prácticas gastronómicas generan nuevas formas de exclusión: ”Por un lado de grupos vulnerables como personas de rentas bajas, minorías étnicas y emigrantes o personas mayores que usaban el mercado de abastos en su función de servicio o espacio público y, por otro lado, el desplazamiento de los comerciantes más “débiles” que no consiguen adaptarse a la nueva situación, es decir, los grupos más vulnerables de las ciudades ven cómo otro espacio más se hace inaccesible”, según argumenta Sara González, profesora asociada de Geografía en la Universidad de Leeds.

Desiertos alimentarios
En Estados Unidos, la distancia media para encontrar comercios de alimentación que cubran las necesidades básicas está entre 21 y 57 kilómetros. Un desierto alimentario es considerado una zona caracterizada por la ausencia o escasez significativa de comercios de alimentación, que impide la adquisición habitual de alimentos y su posterior consumo a la población que allí reside. “Esta situación podría implicar la aparición de problemas de salud pública, como consecuencia de las dificultades para acceder a una alimentación saludable y económicamente asequible” advierte Guadalupe Ramos Truchero, profesora del Departamento de Sociología y Trabajo Social de la Universidad de Valladolid y miembro del Grupo de investigación de Sociología de la alimentación de la Universidad de Oviedo.

Para considerar una zona como desierto alimentario se estableció una distancia entre 500 y 1.000 metros o un trayecto de 10 a 15 minutos a pie para llegar a un establecimiento comercial. Pero también se añadió la opción del uso del medio de transporte público, considerando una combinación de un viaje de 10 minutos y 50 metros de recorrido de ida y vuelta andando. Lo que venía a ser unos 3 kilómetros de distancia.

La alternativa ecológica
Los últimos informes indican que el gasto por persona en España en productos ecológicos es de 36,33 euros al año, un 69% superior al consumo medio del año 2012. Por su parte, las más de 3.800 empresas industriales de agricultura ecológica generan un volumen de mercado de 1.700 millones de euros y una ocupación de 85.000 puestos de trabajo.

A pesar de estos datos positivos, el poder de transformación de la alimentación ecológica presenta límites: la mercantilización (los sellos que determinan que un producto es ecológico impactan en su coste); la posible desconexión con la persona que lo produce, ya que podemos consumir un producto adquirido en una gran cadena comercial que no contemple las condiciones sociales de las personas que lo han cultivado o elaborado; escaso compromiso político, la aproximación al consumo ecológico no tiene un carácter de transformación que permita proponer o promocionar nuevos espacios políticos; y por último, el origen no es una prioridad, disponemos de productos ecológicos que han recorrido miles de kilómetros, por lo cual, la nominación eco no considera el impacto ambiental de su transporte.

“El hecho de que las grandes cadenas de distribución hayan entrado en la corriente de lo eco, no es una buena noticia. Se convierten en centros de poder, ya que ejercen un control sobre todo el proceso que recorre un alimento desde su producción a su comercialización”, afirma Ricard Espelt, investigador en Digital Commons (DIMMONS) e Internet Interdisciplinary Institute en la Universitat Oberta de Catalunya.

Más información:

Enlace al dossier: Gentrificación, privilegios e injusticia alimentaria
Departamento de Comunicación de FUHEM
Tel. 91 431 02 80. Extensión: 5 // comunicación@fuhem.es
Avda. de Portugal, 79 (posterior)
28011 Madrid
t +34 91 431 02 80. Ext. 161

Fuente: www.fuhem.es

miércoles, 5 de junio de 2013

¡Dejen mi teléfono en paz! Guía para no sufrir más de lo necesario con las llamadas publicitarias al número fijo y al móvil

Hora de la siesta, paz y tranquilidad en la casa, suena ese teléfono fijo que casi nunca suena; además de despertarle a uno, le da un susto, ¿qué habrá pasado?: llamada publicitaria.
Sábado por la tarde, una cita para la noche pendiente de un mensaje de móvil, entra el mensaje, ilusión, bajón: mensaje publicitario. El teléfono móvil se ha convertido en tótem de la mercadotecnia, el instrumento perfecto para llegar al cliente adecuado en el instante preciso. Y el fijo también: cualquier empresa tiene derecho a llamarle a su casa si usted figura en la guía telefónica.

"No hay una legislación clara y eso favorece los atropellos de las empresas", denuncia Antonio Farriols, presidente de la Comisión de Libertades Informáticas (CLI), asociación de profesionales que lucha por la protección de datos. El sector de las telecomunicaciones es el que más trabajo generó en 2005 a la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD): 264 investigaciones, un 30% por fraude en la contratación de servicios. De los 264 expedientes, 80 acabaron en sanciones. ¿Cómo se puede defender un consumidor que no quiera recibir publicidad por teléfono? Éstas son algunas respuestas.

MÁS INFORMACIÓN
Telefónica pierde clientes mayoristas
- Tiene un mensaje nuevo. Una empresa no tiene derecho a enviar un mensaje publicitario a un móvil particular, a menos que haya solicitado y obtenido previamente el consentimiento expreso del destinatario. Hay una excepción: si se es cliente de esa compañía. En este caso, la empresa puede hacerlo pero debe facilitar un procedimiento sencillo y gratuito para que el cliente se dé de baja. Si no hay resultados en 10 días, se denuncia ante la AEPD, que puede imponer sanciones que van de 600 a 600.000 euros en función de la gravedad. En Movistar, sólo el 2% de los clientes ha solicitado que no se utilicen sus datos para el envío de promociones.

- Concursos, regalos, recargas. Algunas operadoras hacen regalos de saldo o recargas para conseguir engordar sus bases de datos y poder darles usos promocionales, señalan desde las agencias de consumidores. Otras empresas, a través de concursos con números cortos en la tele, consiguen datos que luego venden a otras empresas.

La Asociación Española de Servicios a Móviles (que dice agrupar el 80% del tráfico de tonos, logos, melodías) ha suscrito un código de conducta que garantiza el derecho del usuario a darse de baja mediante el envío de un mensaje que contenga la palabra "baja".

Al bajarse un tono o melodía, hay que estar pendiente del primer mensaje, que es en el que le dan al cliente la posibilidad de darse de baja, señalan desde CECU.

- Llamada a casa con la última gran oferta. Llaman, ofrecen un nuevo producto (una oferta de nueva línea ADSL, un clásico). Y, a menudo, a la hora de la siesta. En muchos de estos casos, son plataformas subcontratadas por las empresas las que llaman. La lucha por hacerse con un hueco en el mercado de las telecomunicaciones llevó a una competencia encarnizada que propició campañas muy agresivas hace dos años, cuenta Cristal Castro, abogada de la Confederación Española de Consumidores y Usuarios. Desde la CLI, se recomienda aprovechar esa llamada para recabar información de la empresa que solicita los datos si se desea evitar futuras llamadas. Se puede enviar un escrito a la empresa pidiendo la cancelación de datos (hay un formulario tipo que se encuentra en la web de la AEPD, www.agpd.es). Si en 10 días no se cumple, denuncia (para lo cual es importante guardar una prueba del episodio).

"Picaresca y marketing están muy cerca, si hay una forma de engañar, las empresas la utilizan", reconoce José María Cabrera, veterano cuya empresa, Publipost, lleva 42 años haciendo marketing directo. "Pero hay un código para no llamar a las ocho de la mañana ni a las nueve de la noche, es muy negativo hacerlo".

- Bórreme del listín. También se puede pedir a Telefónica que le borre a uno del listín para que la empresa no pueda conseguir el teléfono fijo particular. Aquellos cuyo apellido empieza por A caerán más fácilmente en esta tentación: reciben más llamadas de este tipo.

En España, es el consumidor el que se tiene que mover para que no le envíen publicidad, y eso no se produce muy a menudo. "La sociedad española no tiene iniciativa en estas cosas, poca gente está dispuesta a hacer los trámites para darse de baja", señala Raquel García Guillén, abogada, investigadora y autora de Spam y comunicaciones no solicitadas.

- La llamada de la máquina. Es bastante habitual la llamada en que una grabación invita a conocer unos apartamentos modernos y lujosos. También precisa de un consentimiento expreso e informado del cliente: si uno la recibe en casa y no lo ha autorizado, la empresa se está saltando la legislación, señalan en la AEPD. Suelen pedir que uno llame a un teléfono, que en ocasiones incluye una sobretarificación. Si llama, sepa que el minuto de teléfono le puede salir muy caro.

- Las listas Robinson. Son listas a las que se apunta el cliente que no desea recibir publicidad. En Estados Unidos funcionan bastante bien. En España hay una, auspiciada por la Federación de Comercio Electrónico y Marketing Directo (FECEMD). Funciona desde hace 10 años y hay 39.000 personas apuntadas. Está enfocada a la gente que no quiere recibir publicidad por correo, pero también se puede apuntar uno si no quiere que le llamen al teléfono fijo, según señala Iñaqui Uriarte, director de asuntos jurídicos de FECEMD. El consumidor rellena un formulario (www.fecemd.org/slr.asp) que se manda a las empresas de FECEMD, que lo filtran con sus propias bases de datos.
Leer más aquí en El País.

viernes, 22 de febrero de 2013

La crisis española y como resolverla con un cuento de hadas.

Sí, digo de hadas, porque la receta propuesta es que seamos optimistas debido "a lo mucho bueno que tenemos".

Sólo con optimismo no se resuelven las cosas, ni en economía, ni en salud, ni en educación. Estamos en "el reino del pensamiento positivo", de lo políticamente correcto, el que conviene al bloque hegemónico para acallar las críticas -son visiones negativas, pesimistas dicen-.

En cualquier actividad humana, para cambiar las cosas hay que actuar, las cosas no cambian solas, sobre todo para mejor.

Para mejorar la educación, de un niño o un pueblo, hay que actuar. Para curar una enfermedad, hay que actuar y, sobre todo, una enfermedad grave como la que sufrimos. Y para mejorar el empleo, hay que actuar.

Si no, que se lo pregunten a los millones de parados que no encuentran empleos, o de jóvenes suficientemente preparados, mientras ven y oyen como, privilegiados políticos corruptos, reciben sobres millonarios "a cambio de nada".

Los corruptos nos piden confianza, paciencia y optimismo. Optimismo sí, todo el optimismo del mundo para el corazón. Unido a toda la lucidez del mundo para la inteligencia, a fin de comprender bien lo que sucede, analizarlo y aplicar todas las medidas adecuadas y necesarias para acabar con este desastre. Donde miles de niños pasan hambre y miles de familias se ven desahuciadas y en la calle, a causa del paro y no poder pagar sus deudas. Mientras los bancos se quedan con sus viviendas, reciben ayudas a fondo perdido del gobierno y le siguen cobrando deudas infladas a esas familias de por vida. Lo que no ocurre ni en Portugal, ni en USA, ni en Francia,... ¿Cuándo se cambiará esa ley hecha en exclusiva para que nos exploten los bancos?

Hay que decir con el poeta Gabriel Celaya: ¡¡¡Basta!!! ¡¡¡Basta de historias y de cuentos!!!

Dicho lo anterior os invito a ver el ingenioso y optimista vídeo.