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sábado, 7 de octubre de 2023

5 de los mejores países para vivir, según los extranjeros (y 2 están en América Latina)

Mexico, 

El primer puesto de la lista de este año es para México, que ha estado entre los cinco primeros desde 2014. Navegar por los matices de una nueva cultura, buscar los lugares favoritos de los lugareños o hacer nuevos amigos: vivir en el extranjero conlleva tanto alegrías como retos. Pero dependiendo del estilo de vida que se busque, algunos lugares hacen la vida del expatriado más fácil que otros.

Internations, una de las mayores redes de expatriados del mundo, ha elaborado su informe anual Expat Insider, que clasifica los mejores países en función de evaluaciones de 56 aspectos, como el coste de la vida, la vivienda y la disponibilidad de Internet de alta velocidad.

Más de 12.000 expatriados de 171 nacionalidades y residentes en 172 países o territorios respondieron a un cuestionario, que dio como resultado una ecléctica y a veces sorprendente lista que abarca todo el planeta.

Hablamos con residentes de algunos de los países mejor clasificados para saber qué aspectos de la vida ayudan a los expatriados a sentirse como en casa y les permiten construir una nueva vida allí.

Turistas en Playa del Carmen FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES Pie de foto,

México goza de todos los paisajes, la calidez y el servicio de su gente.

México A la cabeza de la lista de este año se encuentra México, que ha estado entre los cinco primeros desde 2014.

El país ocupa el primer puesto en el índice de facilidad para conseguir alojamiento y en la subcategoría de amabilidad local, lo que también se traduce en puntuaciones altas a la hora de encontrar nuevos amigos.

De hecho, 75% de los expatriados entrevistados afirmó que era fácil hacer amigos locales en el país, frente a sólo 43% a escala mundial.

"Son de las personas más amistosas que he conocido", aseguró el holandés Aemilius Dost, que vive en México desde hace año y medio y escribe en su blog sobre la experiencia. "Disfruto mucho de las interacciones que tengo cuando compro fruta y verdura fresca en el mercado local. La sencillez del estilo de vida es fácil de adoptar".

Puede resultar difícil navegar por la burocracia mexicana, pero es fácil conservar el visado de residencia si se cumplen los requisitos. No es necesario haber permanecido en el país durante un periodo determinado para mantener el visado.

Aunque el inglés se habla en las zonas más turísticas, a los expatriados les resultará más fácil aprender español antes de llegar. Incluso si no se es un experto en el momento de la mudanza, un poco de práctica puede ayudar mucho: "Poco a poco, su conocimiento del español empezará a crecer", dice Julien Casanova, fundador de Oaxaca Travel Tips, que lleva cinco años viviendo en México y es originario de EE UU.

Los expatriados también expresan un profundo aprecio por la cultura y la historia de México, lo que se refleja en su máxima puntuación en la subcategoría "cultura y acogida".

"La estrecha relación con la familia y la tradición está presente en toda la cultura mexicana", afirma Casanova, "y por eso me encanta vivir en la ciudad de Oaxaca. Es una ciudad increíblemente festiva con profundas raíces en su pasado prehispánico."

Y en México no faltan ciudades que los expatriados puedan considerar su nuevo hogar. "México tiene todos los paisajes, todos los climas, toda la gastronomía y la cultura. Y lo mejor de todo, la calidez y el servicio de la gente, el buen humor constante, el ambiente de fiesta permanente vayas donde vayas. Todo", dijo Elizabeth Lemos, una uruguaya que vive en México desde 2022 y actúa como embajadora internacional (organizando encuentros locales para expatriados). "En México puedes encontrar tu lugar en el mundo".

Puerta de Serranos, era una de las doce entradas a la antigua ciudad de Valencia FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES Pie de foto,

Ciudades como Valencia y Málaga tienen más de 300 días de sol al año y una temperatura media de 18ºC.

España 
España lleva desde 2014 entre los diez primeros países del índice de calidad de vida de la encuesta, gracias a su cultura y vida nocturna, sus oportunidades de ocio y tiempo libre y su clima moderado.

"Aunque el sur y el norte del país son muy diferentes, las temperaturas son en general suaves y agradables", afirma Patricia Palacios, cofundadora de España Guide. Es española, pero ha vivido y trabajado en Alemania, EE.UU y Argentina.

Palacios asegura que el clima es una de las principales ventajas de vivir en el país. "Por ejemplo, ciudades como Valencia y Málaga tienen más de 300 días de sol al año y una temperatura media de 18ºC".

Ella también aprecia las opciones gastronómicas que ofrece el clima mediterráneo, el paisaje y la arquitectura, influidos por tantas culturas a lo largo de los años.

El coste de la vida sigue siendo más bajo en España que en otros países europeos, lo que puede ser una bendición o una maldición dependiendo de tu estatus profesional, ya que los salarios locales tienden a ser más bajos.

"Definitivamente sería mejor si pudieras trabajar a distancia y obtener mayores ingresos en el extranjero para poder tener un mejor nivel de vida", aconseja Palacios. Y aunque el país cuenta con un alabado programa de visados para nómadas digitales, también afirma que ser trabajador independiente puede acarrear quebraderos de cabeza burocráticos y un "impuesto para autónomos" que se suma a los impuestos normales.

Según Palacios, los lugareños suelen ser relajados, amables y acogedores, sobre todo con los que intentan aprender el idioma. "Son muy pacientes con los extranjeros que tienen un conocimiento limitado del español, lo que puede ser muy importante cuando se empieza en un país nuevo", afirma.

Según la encuesta de Internations, 80% de los expatriados se siente como en casa en el país, lo que representa 8% más que la media mundial.

Dicho esto, recomienda a quienes se trasladen a España que tomen clases de español. "Sólo si hablas el idioma podrás sacar el máximo partido a tu nueva vida en España", afirma. "También es una forma de mostrar respeto y aprecio por la cultura local".

Vista de Ciudad de Panamá FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES Pie de foto,

Los expatriados califican a Panamá como uno de los cinco países donde es más fácil obtener un visado.

Panamá Este país centroamericano ocupa el tercer puesto del índice gracias a sus altas puntuaciones en las categorías de facilidad para encontrar alojamiento, facilidad para hacer amigos y cultura y bienvenida.

Al igual que España, el país ha adoptado un visado para nómadas digitales, con una de las tasas más bajas del mundo; de hecho, los expatriados califican el país como uno de los cinco en los que es más fácil obtener un visado.

El clima y las condiciones meteorológicas también contribuyen a la buena posición del país: ocupa el puesto 11 en este subíndice.

"Panamá tiene un clima increíble, según mis preferencias personales: 24-29°C todo el año, y una buena mezcla de lluvia y sol", afirma la expatriada estadounidense Sarah Bajc, propietaria del hotel local Camaroncito EcoResort & Beach.

El país también está geográficamente más cerca de Estados Unidos, lo que le facilita recibir llamadas y visitar a familiares y amigos después de 10 años viviendo en Asia.

Baréin Vista de la ciudad de Manama FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES Pie de foto,

Manama es la ciudad más grande de Bahréin y su capital nacional.

Baréin, el único país de Oriente Medio entre los 10 primeros, ocupó el noveno puesto y fue el país que más mejoró en la lista de 2022 a 2023, subiendo 19 puestos.

Baréin también fue el país que más subió en el índice de finanzas personales, ya que casi la mitad de los expatriados entrevistados valoraron el coste de la vida de forma más favorable que en 2022 y declararon estar muy satisfechos con su situación financiera.

El país también obtuvo buenas puntuaciones en varios tipos de índices, ocupando el primer puesto en la categoría Expat Essentials, que incluye temas como la administración (como abrir una cuenta bancaria), la vivienda, el acceso digital y el idioma.

También es uno de los lugares más fáciles para obtener un visado y tratar con las autoridades locales, y 78% de los encuestados afirmó que es fácil vivir aquí sin hablar árabe.

Los residentes también aseguran que el aprecio por la vida en el país y sus ventajas crece con el tiempo.

"Durante las reuniones y eventos de expatriados, es inevitable que otros expatriados hablen con entusiasmo de lo hermoso que es el país y de lo bien acogidos que se sienten por amigos y colegas de Baréin", afirma la embajadora internacional Sharmila Vadi, originaria de la India y residente en Manama, la capital de Baréin, desde hace 23 años.

"Casi todo el mundo con el que hables coincidirá en lo cálidos y culturalmente acogedores que son el país y su gente".

Vadi menciona un entorno de trabajo acogedor, pero lo suficientemente competitivo como para fomentar el desarrollo profesional. "La brillante combinación de la mano de obra bien formada de Baréin, que trabaja codo con codo con expatriados cualificados, crea un entorno de trabajo muy estimulante que propicia el intercambio de conocimientos, lo que conduce a un fantástico crecimiento profesional para todos", asegura.

Señala que muchos expatriados han alcanzado el éxito profesional y han acabado quedándose más tiempo del previsto al inicio, incluso comprando propiedades.

Vadi también ha visto aumentar la oferta de ocio en los últimos años, sobre todo en los meses previos al Gran Premio de Baréin (la prueba de Fórmula 1 que se celebra en marzo), cuando tienen lugar conciertos de estrellas internacionales, exposiciones de arte y otras actividades creativas.

El Festival de Primavera de la Cultura, que se celebra cada año, reúne talentos y exposiciones de todo el mundo (como poesía turca y el Festival de Cine de Japón), al tiempo que pone de relieve la riqueza cultural y los lugares históricos del propio país.

"Siempre hay mucho que esperar en términos de entretenimiento, lo que nos permite disfrutar de un buen equilibrio entre trabajo y vida privada", dice Vadi. "Esto hace que a veces sea emocionante y a veces lo suficientemente tranquilo como para que vivir aquí sea una experiencia bastante agradable".

Malasia La estatua del Dios Murugan en Malasia FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES Pie de foto,

Malasia tiene una sorprendente variedad de paisajes, culturas, ciudades y cocinas.

En el cuarto puesto del índice general, Malasia ascendió este año en el subíndice de calidad de vida, y los residentes situaron al país en el tercer puesto en cuanto a disponibilidad de oportunidades para viajar.

El país del Sudeste Asiático también obtuvo buenas puntuaciones en amabilidad local y finanzas personales.

Malasia, que comprende dos regiones (Malasia Peninsular y Malasia Oriental, en la isla de Borneo), es una base excelente para quienes deseen viajar con frecuencia.

"La posibilidad de llegar a todo el Sudeste Asiático en un vuelo de dos horas convierte al país en el centro de la región, permitiendo un fácil acceso a los mercados regionales", afirma Shawn Bhushan, residente y embajador internacional, que nació ahí pero también ha vivido en Singapur, Londres, Hong Kong y Miami.

Además disfruta explorando el propio país, cuya inmensidad "permite descubrir la gastronomía, viajar a ciudades antiguas, lugares patrimonio de la UNESCO, islas, historia, geografía y religiones".

Bhushan considera que el coste de la vida en Malasia es bastante manejable, y que los ingresos y los gastos generales son fáciles de equilibrar.

El inglés está muy extendido y la lengua local se escribe en alfabeto romanizado, lo que facilita su lectura a los angloparlantes [y a todos los que hablan algunos de los más de 60 idiomas que usan ese tipo de alfabeto, incluyendo el español].

Tras trabajar como profesora y vivir dos años en Malasia, Sarah Bajc añade que allí se respeta mucho la educación: "La cultura malaya valora la educación y mis alumnos (y sus padres) me trataban con mucho cariño y respeto", recuerda.

Bajc dice que ha hecho muchos amigos en la comunidad malaya tradicional, así como en las comunidades india y china, pero señala que hay una diferencia entre la amistad social y la aceptación genuina que los expatriados pueden encontrar difícil a largo plazo.

Dicho esto, los expatriados afirman que al principio es fácil relacionarse con la población local. "En muchos ambientes se respira un aire de tranquilidad social en el que se puede entablar una conversación y la gente responde con humildad y sinceridad", afirma Bhushan.

https://www.bbc.com/mundo/articles/c1djnee43jlo

sábado, 17 de octubre de 2020

John Reed, antes de Octubre



Se cumplen cien años de la muerte del autor de ‘Diez días que estremecieron al mundo’, la gran crónica de la revolución bolchevique. Antes de viajar a Rusia, Reed ya había escrito otra obra maestra: ‘México insurgente’

Casi al final de su vida, enfermo y confinado en una celda de la estación de policía de Abo, en Finlandia, John Reed siente todavía la necesidad de contarle al mundo sus experiencias, tal y como le aconsejara en Harvard su mentor literario, el profesor Charles Townsend Copeland. Apenas dispone de algunas hojas para escribir, garabatea ideas y poemas en el reverso de los telegramas que recibe de su compañera, la periodista Louise Bryant, desde Estados Unidos, y esboza la trama de varias novelas con tintes autobiográficos. The Tides of Men (Las mareas de hombres), titula uno de esos proyectos. Pero el tifus lo acecha ya. Morirá unos meses más tarde en un hospital de Moscú, ya junto a Louise. El 19 de octubre de 1920, tres años después de haber sido testigo del asalto al poder de los bolcheviques, será enterrado en el Kremlin junto a los mártires de la revolución. Su libro Diez días que estremecieron al mundo, bendecido por Lenin, lo había catapultado al éxito. Antes de su etapa rusa, Reed ya había conocido el vértigo de la revolución en un escenario muy distinto, la inmensidad del desierto de Chihuahua. De sus cuatro meses junto a la División del Norte de Pancho Villa nacería otra obra maestra del periodismo: México insurgente.

La vida de Reed da un giro de 180 grados cuando cruza el río Bravo en diciembre de 1913. Enviado a México por la revista Metropolitan y el periódico New York World, va a ser testigo privilegiado de la primera revolución del siglo XX. Reed se entusiasma. Para entonces ya se ha fogueado como reportero en varios conflictos sociales, como la huelga de los trabajadores de la seda en Paterson (New Jersey), declarada a principios de ese año. “Hay una guerra en Paterson. Pero es un curioso tipo de guerra. Toda la violencia es obra de un bando: los dueños de las fábricas. Estos controlan la policía, la prensa y los juzgados”, escribe en la revista The Masses. Durante esos días eléctricos conocerá a quien será uno de sus faros políticos, Bill Haywood, líder del Industrial Workers of the World (IWW), con quien compartirá celda fugazmente y a quien homenajeará unos meses más tarde al representar en el Madison Square Garden un espectáculo teatral sobre la huelga de Paterson con la participación de los propios obreros. Como Reed, Haywood también tendrá reservado un lugar en la necrópolis de la Plaza Roja de Moscú.

En su voluminosa biografía sobre Pancho Villa, el escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II se refiere a Reed como el gran cronista de esa etapa de la revolución en su país. A finales de diciembre de 1913, cuando pisa suelo mexicano, Reed tiene 26 años (había nacido en Portland, Oregón, el 22 de octubre de 1887). “Viste un traje de pana amarillo brillante, dispone de cuenta de gastos, carga 14 diferentes clases de píldoras y vendajes”, documenta Taibo. Unos días antes, en El Paso (Texas), Reed empieza a ser consciente del complejo tablero de intereses que se despliega en la frontera. Un espeso entramado de espías, contrabandistas de armas, traficantes de ganado, periodistas ociosos y vividores de toda laya. Es el centro de los conspiradores del mundo, piensa Reed: “Cada vez que un gran hombre abandona el refugio del hotel, le persigue en la calle la sombra de un detective, a quien sigue otro, cuyos movimientos son observados por un tercero, y así sucesivamente”. Los enfrentamientos entre federales (a las órdenes del dictador Victoriano Huerta) y constitucionalistas (con Venustiano Carranza a la cabeza) están a tiro de prismáticos. Y, pese a las balas perdidas que se cuelan en la ciudad y causan víctimas, la frivolidad prevalece. El lujoso hotel Paso del Norte, que alberga a gran cantidad de toda esa fauna conspirativa, ofrece una limonada en su azotea con un cautivador anuncio: “The only hotel in the world offering its guests a safe comfortable place to view a mexican revolution (El único hotel del mundo que ofrece a sus huéspedes un lugar seguro y cómodo para observar la revolución mexicana)”.

Reed será uno de los pocos periodistas que podrá juzgar in situ en qué consiste el experimento revolucionario mexicano

Reed inicia su andadura mexicana en el polvoriento pueblo de Ojinaga, donde se han acantonado las tropas federales de Huerta tras ser hostigadas por los villistas. Ahí arranca México insurgente, una recopilación de crónicas que no seguirá un orden cronológico. Enseguida solicita una entrevista con el general Salvador Mercado, pero su telegrama lo intercepta Pascual Orozco, otro uniformado del mismo rango y lengua afilada: “Estimado y honorable señor: Si usted pone un pie en Ojinaga, lo colocaré ante el paredón y con mi propia mano tendré el gran placer de hacerle algunos agujeros en la espalda”, le advierte el espadón. Reed no se amilana ante las baladronadas de Orozco, cruza la frontera y entrevista a Mercado, un hombre “preocupado e irresoluto” que le echa en cara el supuesto apoyo de Estados Unidos a las tropas de Villa.

Sin más dilación, el reportero estadounidense irá en busca del hombre del que habla todo el mundo, ese bandido devenido guerrillero, el general Pancho Villa, cuyas hazañas militares se transmiten de pueblo en pueblo agrandando su leyenda. José Doroteo Arango, su verdadero nombre, se había hecho célebre en Chihuahua durante sus muchos años de bandolerismo. Adscrito a la causa constitucionalista de Carranza, aplicaba ahora una justicia revolucionaria más próxima al ideario de Robin Hood que a las enseñanzas de un socialismo que solo despertaba su curiosidad. “El socialismo, ¿es una cosa posible?”, querrá saber Pancho Villa cuando se encuentre con Reed. “Yo solo lo veo en los libros y no leo mucho”. La prensa estadounidense, sin embargo, habla ya sin tapujos del “socialismo villista”. Reed será uno de los pocos periodistas que podrá juzgar in situ en qué consiste ese experimento revolucionario. Su compromiso político previo le ayudará a entender qué está ocurriendo en México.

La bohemia roja
Durante sus años de estudiante en Harvard (1906-1910), Reed no se involucró en la política. Allí se dedicó a otras cosas. Fue un gran deportista, un consumado animador de veladas y un alumno aventajado de las enseñanzas literarias de Copey (el sabio profesor Copeland a quien dedicará su libro sobre México). Una vez instalado en Nueva York, su concepción del mundo cambiaría radicalmente gracias a la relación que establece con la denominada “bohemia roja” de Manhattan. A golpe de tertulia se va cincelando el nuevo John Reed.

Fue el periodista y editor Lincoln Steffens quien introdujo a Reed en la escena artística e intelectual que bullía alrededor de Washington Square. Steffens, a quien había conocido en Harvard, le facilitó también su primer trabajo como periodista en The American Magazine, una revista literaria y política de amplia difusión. Pero su creciente concienciación política lo acabará llevando a la redacción de la revista izquierdista The Masses, fundada en 1911. “Sensibles a todos los nuevos vientos que soplan (…) Ese es nuestro ideal”, rezaba su manifiesto. A Max Eastman, editor de la revista, Reed le había parecido en una primera impresión un joven demasiado impulsivo. Tal vez por ello lo sentó en un despacho a seleccionar los poemas que llegaban a la redacción y que, previamente, habían sido rechazados por la prensa capitalista. En esa época (1912), Reed escribió The Day in Bohemia, un largo texto poético sobre la atmósfera de creatividad y rebelión que se respiraba en el Greenwich Village neoyorquino.

Poco tiempo después, muy lejos de las tertulias políticas de Manhattan, Reed asistirá maravillado a la insurrección de todo un pueblo. El 26 de diciembre de 1913 franquea las puertas del palacio de gobierno de Chihuahua donde le aguarda un Villa que, sin estudios ni lecturas, está haciendo la revolución a su manera. El flamante gobernador militar de la región emite su propia moneda para pagar salarios, reduce por decreto el precio de la carne, reparte entre los campesinos tierras expropiadas a los terratenientes y ordena construir medio centenar de escuelas. El carisma del Centauro del Norte eclipsará a Reed, como en su día lo hiciera el sindicalista Haywood y más tarde lo hará Lenin.

A Villa le cae en gracia ese periodista curioso que se preocupa por los de abajo. Jack, como lo llaman sus amigos norteamericanos, pasará a ser Juanito en México (Chatito para Villa). Solo otro gringo gozará de sus favores: el fotógrafo Otis Aultman, autor de imágenes legendarias de Villa y su tropa. Reed dispondrá del uso gratuito del telégrafo y el tren. No solo eso. El general lo invita a sus reuniones y le asegura que podrá acompañarlo a sus campañas militares. En las filas de la División del Norte compartirá Reed comida y tabaco con esos campesinos humildes que pelean en huaraches por la tierra que trabajan.

La maquinaria de guerra villista no cesa. Se avecina una gran ofensiva sobre la estratégica ciudad de Torreón. El reportero está en el centro de la acción y se siente útil. Al viajar con la División del Norte, tiene acceso directo a Villa, habla con él, observa sus movimientos y constata la camaradería de que hace gala con sus hombres. Es un peón más en armas. El Villa que emerge de las conversaciones con Reed es un personaje con muchas aristas (“tenía una extraordinaria sagacidad natural”). No reniega de la violencia (y así se lo hace saber a su interlocutor cuando este se interesa por la brutalidad de algunos de sus oficiales), pero rechaza tajantemente las acusaciones que lo presentan como un violador. Es consciente de su papel en la historia, el de un jefe militar al servicio de los desposeídos sin pretensiones de sentarse en la silla presidencial del Palacio Nacional. Reed querrá saber de forma insistente (“por mandato” de su periódico) si esa falta de ambición política es sincera. Y la respuesta de Villa será siempre la misma: “Sería una desgracia para México que un hombre inculto fuera su presidente. Hay una cosa que yo no haré: es la de aceptar un puesto para el que no estoy capacitado. Existe una sola orden de mi jefe (Carranza) que me negaría a obedecer si me la diera: la de ser presidente”.

Retrato de un guerrillero
Si Reed supo trasladar a los lectores de Estados Unidos la esencia de México, su retrato de Villa logró cambiar también la imagen del bandolero sin escrúpulos que hasta entonces predominaba sobre el personaje. El periódico Los Angeles Times lo calificaba de “bandido y asesino” y The Sun veía la revolución como el “socialismo bajo un déspota”. Reed ofrecerá otra cara de ese “hijo de peones ignorantes que nunca fue a la escuela”: “Los soldados lo idolatraban por su valentía, por su sencillo y brusco buen humor. Lo he visto con frecuencia cabizbajo en su catre, dentro del reducido vagón rojo en que viajaba siempre, contando chistes familiarmente con veinte soldados andrajosos tendidos en el suelo, en las mesas o las sillas”.

Su retrato de Villa logró cambiar también la imagen del bandolero sin escrúpulos que hasta entonces predominaba sobre el personaje

Sus vivencias con la División del Norte le aportan a Reed un material de primera mano sobre la revolución. Pero la censura de prensa impuesta por Villa para pasar desapercibido en su avance por el desierto impiden al periodista enviar sus crónicas desde el frente. Necesita un telégrafo y se las ingenia para subirse a un tren-hospital y regresar a El Paso. Sus crónicas rezuman verosimilitud por la lograda ambientación que recrea, la reproducción del habla de los campesinos analfabetos, la descripción minuciosa del día a día de los combatientes, sus charlas con el jefe insurgente… Nada que ver con los fantasiosos artículos enviados por la mayoría de los corresponsales que no han salido de sus hoteles en El Paso.

Las crónicas de Reed no son un mero relato de los hechos. No pretende ser neutral ni objetivo. Ha tomado partido por un bando y lo deja claro desde el principio (“habíamos tomado Bermejillo la tarde del día anterior”). Su editor en el Metropolitan Magazine, Carl Hovey, lo felicita en cada entrega. Reed le llega a sugerir que elimine o retoque aquellos pasajes en los que detecte una excesiva emotividad. Pero no hay nada que revisar, le responde Hovey. Al contrario. Su apasionada visión de México enriquece sus crónicas. La fama del reportero va extendiéndose. Ha nacido una estrella mediática. Algunos de sus amigos reaccionan con ironía ante ese México en el que Jack es siempre protagonista: “Hay mucho de Reed y sospecho que muy poco de México”, dirá el dramaturgo Dave Carb. Para Robert A. Rosenstone, autor de una de las biografías más completas sobre Reed, Romantic Revolutionary, el reportero tal vez no era consciente de que estaba escribiendo sobre la revolución mexicana al mismo tiempo que esbozaba un fragmento de su propia autobiografía. En cualquier caso, según su biógrafo, Reed consiguió capturar el espíritu de la revolución: “México insurgente es un libro para los ojos, una gran panorámica, como los grandes murales de los pintores mexicanos”. Su trascendencia radicará precisamente en esa identificación del autor con el objeto de su obra. Siguiendo a Rosenstone y corrigiendo en parte a Carb, podría decirse que en el libro hay mucho de Reed, pero también mucho de México. Al leer sus crónicas mexicanas, el escritor Walter Lippmann, excompañero de Harvard, caerá rendido ante la “genialidad” de un Reed que es a la vez reportero, poeta, escritor y activista. Todas esas facetas impregnan unas narraciones que, a juicio de Lippmann, aunaban una clase magistral de historia y la mejor literatura.

Cuando Reed regresa a Nueva York en abril de 1914 se encierra en su piso durante unas semanas para dar forma a México Insurgente con algunos textos añadidos a sus crónicas. El libro se publicará en julio de ese año en Estados Unidos. Tendrán que pasar cuatro décadas para que vea la luz en México. En Almost Thirty, un texto autobiográfico escrito en 1916, Reed rememoraba así sus cuatro meses en México, “tal vez el periodo más satisfactorio de mi vida”: “Descubrí que las balas no son tan aterradoras, que el temor a la muerte no es una cosa tan grande y que los mexicanos son maravillosamente simpáticos (…) Me hallé de nuevo a mí mismo. Escribí mejor que nunca”.

La publicación de México insurgente potenciará la figura de Reed. Escribe sin descanso poemas, relatos, manifiestos políticos de orientación comunista… Su vocación periodística lo lleva de nuevo a la primera línea del frente. Ha estallado la Primera Guerra Mundial. Reed regresa a un continente que ya visitó en 1910 nada más graduarse, en un viaje iniciático sin rumbo fijo y con el bolsillo medio vacío (llegó a dormir bajo las estrellas en el Retiro madrileño). Siente que los trabajadores son los grandes perdedores de ese “vil conflicto de intereses capitalistas que sangra a los pueblos europeos”. Y antes de que concluya la guerra viajará a Rusia arrastrado por una marea interior que no puede reprimir. Reed está preparado ya para contarle al mundo la Revolución de Octubre.

martes, 3 de julio de 2018

La victoria de López Obrador lleva al poder a la izquierda en México. El líder de Morena obtiene un 53% de los votos, según el conteo rápido, 30 puntos más que Ricardo Anaya y José Antonio Meade, que reconocen su derrota antes de conocer los datos oficiales.

Andrés Manuel López Obrador, sí, AMLO, será presidente de México.



Andrés Manuel López Obrador en el escenario del Zócalo de la Ciudad de México saluda a sus seguidores.Por primera vez, un político curtido como líder social, que mira hacia la izquierda, gobernará el país de habla hispana más grande del mundo, la segunda economía de América Latina, el vecino del sur de la gran potencia universal. Según el conteo rápido del Instituto Nacional Electoral, logró entre el 53% y 53,8% de los votos, por delante de Ricardo Anaya (22%-22,8%) y José Antonio Meade (15,7%-16,3%). Más claro: López Obrador es el presidente con mayor respaldo de la historia de México. No hizo falta, en cualquier caso, esperar a tener resultados oficiales. Tras conocerse las encuestas de salida, sus dos rivales, reconocieron la derrota y felicitaron al ganador. México no solo ha elegido presidente, también un futuro distinto. La victoria supone un tsunami político. Morena, el partido de López Obrador, gobernará también la Ciudad de México y obtiene el poder en varias gobernaciones. Si hace 18 años el país decidió poner fin a la hegemonía del PRI después de 70 años, ahora exige una transición, un cambio de régimen tras dos décadas de alternancia entre los partidos tradicionales.

El triunfo de López Obrador es la constatación de que el país exige a gritos un cambio. El hartazgo y el enojo con el sistema actual han podido más que cualquier otro factor. México le brinda la oportunidad a quien se lo había denegado en dos ocasiones. A los 64 años, el líder de Morena promete una transformación a la altura de la Independencia, la Reforma y la Revolución. A partir de ahora ya las grandilocuentes propuestas deberán ser aterrizadas. López Obrador deberá concretar cómo acabará con la corrupción más allá de la honestidad que promulga y tendrá que definir un plan para reducir los niveles de violencia.

México ha dado en las urnas la espalda al legado de Enrique Peña Nieto, encarnado en José Antonio Meade y ha rechazado el cambio que proponía Ricardo Anaya. Lo ha hecho de manera abrumadora en una jornada democrática como se recuerdan pocas: sin apenas incidentes que resaltar; sin acusaciones de fraude de ida y vuelta. Una tranquilidad pasmosa, comparada con el turbulento día a día que azota el país.

Uno de los mayores desafíos de López Obrador desde esta noche hasta el 1 de diciembre que asuma la presidencia - cinco largos meses de transición- será abordar la forma de superar la polarización generada durante una campaña repleta de crispación. Su figura, pese a contar con un respaldo mucho mayor del que tuvo en sus dos primeros intentos, sigue siendo motivo de confrontación. El líder de Morena ha sabido incorporar a críticos a su proyecto, pero sigue teniendo furibundos detractores, que no confían en él. Consideran que la aparente moderación de su discurso es una fachada. Si para la elección consiguió despejar la idea de que es un peligro para México, a partir de ahora deberá alejar los fantasmas que lo consideran un autoritario y que gobernará para todos los mexicanos. En su primera intervención tras la victoria, López Obrador llamó "a la reconciliación de todos los mexicanos", al tiempo que lanzó un mensaje de tranquilidad para los inversores y el sector empresarial.

La contundente victoria de López Obrador pone patas arriba el sistema tradicional de partidos de México. Desde 1988, la política mexicana ha girado principalmente en torno al partido hegemónico PRI; el conservador PAN y el progresista PRD. Todo eso puede quedar reducido a cenizas. Tan significativa es la victoria del líder de Morena como la derrota del resto de partidos. La irrupción de Morena, la formación creada ad hoc por López Obrador, como principal fuerza en el Congreso, pone a la izquierda ante un reto ingente, en la medida en que el triunfo lo ha logrado en coalición con un partido, Encuentro Social. En el polo ideológico opuesto, la formación evangélica se prepara para tener en el Congreso un peso que jamás había soñado.

Más incierto será el camino para el PRI y el PAN. En el caso del tricolor, no solo abandonará el Gobierno el próximo 1 de diciembre. Al mal resultado de Meade se suma, a falta de resultados concretos, la más que previsible pérdida de poder a nivel local, lo que obliga al partido que está en el imaginario de todos los mexicanos desde hace décadas a iniciar una travesía en el desierto. Nunca antes el PRI se ha visto ante este escenario. La apuesta por Meade, un tecnócrata con amplia trayectoria en el Gobierno con el que Peña Nieto pretendía contener el desgaste de su administración y del partido, resultó un fiasco. La losa era demasiado pesada. Además, las fracturas internas volvieron inviable una campaña condenada al fracaso desde el inicio.

El final del sexenio plagado de violencia y corrupción, junto a los resultados de esta elección, complican sobremanera la imagen del presidente –durará cinco meses aún en el cargo- y deja muy tocado al grupo que le ha apoyado todo este tiempo. Entre muchos dirigentes del denominado viejo PRI cunde la preocupación de que, de no lograr una transición rápida en el poder del partido, la estructura se pueda ver absorbida por el ascenso de Morena.

El futuro de la derecha tampoco es nada halagüeño. El PAN se ve ahora envuelto en una encrucijada. Ricardo Anaya entregó su caudal político al éxito del Frente, una alianza con la izquierda, que propició desde la presidencia del partido conservador. La apuesta, no obstante, generó una división en el PAN. Los detractores del candidato consideran que, de haber ido en solitario, el tradicional partido opositor mexicano hubiese tenido más opciones de enfrentarse a López Obrador. Los gestos contra Anaya se han multiplicado desde el mismo momento de su designación. También la dirigencia del PAN ha movido ficha al respecto. Horas antes de la elección, la formación expulsó a varios dirigentes con peso antaño, una señal que muchos interpretaron como la aceptación de la derrota por anticipado, un intento por contener una crisis que se antoja inevitable.

México afronta desde este lunes una nueva era. Un desafío que trasciende a un país de 120 millones de personas, que ha decidido abrir la puerta del poder a la izquierda.

https://elpais.com/internacional/2018/07/02/mexico/1530496335_470433.html?rel=lom

Claudia Sheinbaum arrasa en la capital mexicanaLa candidata del partido de López Obrador vence a su principal rival, Alejandra Barrales (del Frente) y logra un triunfo histórico: que el Ejecutivo federal y el de la Ciudad de México estén controlados por la misma formación.

martes, 14 de marzo de 2017

Naturalista italiano, se hizo pasar por inmigrante sin papeles para viajar de Guatemala a EE UU y contarlo en 'El camino de la bestia'. Flaviano Bianchini: “En México, los bananos valen más que las personas”

Quien recuerde Cabeza de turco —la experiencia de Günter Wallraff, que se hizo pasar por inmigrante turco para padecer y retratar sus duras condiciones de vida en la Alemania de los ochenta— entenderá bien El camino de la bestia, un libro de simulación y pesadilla como el que hizo vibrar a Europa en 1985.

Flaviano Bianchini, italiano nacido en 1982, decidió despojarse de su identidad, sus documentos y su ropa y se inventó a Aymar Blanco, un falso peruano que emprende desde Guatemala el camino ilegal para llegar a Estados Unidos. Tardó 21 días en atravesar México escondido en trenes, encarcelado a veces, refugiado otras, dormido en contra de su voluntad cuando le vencía el sueño, saqueado en el camino y mareado en el desierto, pero más de tres años en escribirlo ante el bloqueo que sufrió por una experiencia que “escribía, borraba, reescribía y borraba otra vez porque no lograba ponerle sentido”.

- Usted siempre podía abandonar, proclamar que era italiano y evitar la cárcel, las torturas que sufrió. ¿Fue difícil mantener ese engaño a sus compañeros de viaje?

- No, porque empecé el viaje disfrazado de Aymar Blanco, pero lo acabé como Aymar Blanco. Cuando me encarcelaron, por ejemplo, podía haber abandonado mi papel, decir que era italiano y salir. Cuando crucé Ciudad de México también. En una hora podía haberme sentado a tomar una cerveza. Pero no lo hice y después ya no había vuelta atrás. Entré tanto en el personaje que ya era uno de ellos. La idea de engañarles ni siquiera se me ocurrió porque yo era Aymar Blanco y lo que podía quitarles en comida que les correspondiera se lo he devuelto con un documento que creo que puede ayudar.

Bianchini habla perfectamente español con retazos de varios acentos americanos. Su trabajo como especialista en daños a la salud en la ONG Source International le ha llevado a defender comunidades indígenas de Honduras, Guatemala y Perú afectadas por la llegada de empresas mineras. Pero este libro le ha situado en otro sitio. “La experiencia te cancela, te anula toda forma de humanidad”, explica en conversación por Skype.

La primera regla del migrante es no fiarse de nadie porque detrás de cualquier otro puede haber un ladrón, alguien que te va a vender a las mafias o, en el mejor de los casos, que va a correr más que tú si la policía asalta el tren. “Es la regla número uno y todo inmigrante la viola porque es innatural”. Surgen entonces pequeñas alianzas, inconstantes y momentáneas para buscar un refugio u otras vías pero entonces llega el otro riesgo del que también hay que huir: y es tomarle cariño a los demás. “Perdimos a dos personas en el trayecto final en el desierto, de noche, creo que eran dos mujeres embarazadas pero era mejor no saberlo porque no puedes hacer nada, no puedes volverte a buscarlas”. Los migrantes pierden hermanos, amigos, novias por el camino “y siguen adelante cuando lo humano sería pararse a irles a buscar”.

Pero volver atrás significa perder al grupo, perder a un guía que no frena y quedarse vagando sin norte en el desierto. “Te vuelves animal: hay que comer, beber, esconderse, escapar y ya”.

En la zona fronteriza no solo la oscuridad y la inmensidad amenazan a los inmigrantes, sino los pozos envenenados por los “minutemen”, los estadounidenses blancos que esperan armados a los extranjeros y que han cimentado la victoria de Donald Trump. “Aunque construyan más muro no van a evitar el paso, simplemente requerirá mayor organización”. Bianchini recuerda que siempre hubo frontera, los mexicanos pasaban a hacer la cosecha y volvían a casa en invierno pero “desde que está el muro ya no vuelven”. “Lo único que va a parar la inmigración es un mejoramiento de la situación”.

El camino de la bestia (Pepitas de Calabaza) nos deja las reglas de un migrante para sobrevivir, pero sobre todo nos arroja las verdaderas reglas que rigen un mundo sin aliados ni defensas. “Aunque Jesús era en el fondo un hijo de migrantes, hasta Dios se ha olvidado de ellos”, dice en el libro.

Bianchini concluye con la contradicción más angustiosa que vivió en su inmersión: “Ese tren es la metáfora de este mundo de extremos: los bananos viajan legalmente, las personas no. El banano tiene más valor que el ser humano que viaja encima de él y para mí eso representa el mundo de hoy, los bienes materiales tienen más valor que los seres humanos”.

http://cultura.elpais.com/cultura/2017/01/08/actualidad/1483896186_273040.html

sábado, 3 de enero de 2015

Los nueve del balandro. Un grupo de vascos se fabricó su propio bote en 1950 para escapar a México y huir de la represión franquista. Sus descendientes recuperan su memoria

"Jueves 24 de agosto 1950. Día 40. Amaneció, salvo en cine, nunca había visto un espectáculo como el que se me presentaba. Dicen que las islas del Pacífico son bonitas, pero esta era maravillosa, eso me parecía". Félix San Mamés Loizaga veía tierra y lo escribía en su diario. Un mes después de partir de Santurtzi (Bizkaia) en un balandro fabricado a escondidas, él y otros ocho vascos atracaban en Trinidad y Tobago. Todavía quedaban 51 días para alcanzar México, tierra prometida donde habían depositado todas sus esperanzas para escapar del franquismo.

El barco de vela de casco pequeño se llamaba Montserrat y acababa de cruzar el Atlántico. Los propios tripulantes lo habían construido encubierto en el taller de embarcaciones Alsa, al lado de un cuartel de la Guardia Civil. "¿Es ese su balandro?" preguntaron dos agentes una noche. San Mamés, pálido, contestó que sí. "Allí han olvidado un saco". Avisaron y se fueron. Nadie sospechó nada hasta que meses después notaron su ausencia.

El balandro fue desguazado hace décadas. 64 años después su espíritu regresa a casa a bordo de una réplica hecha por el propio Félix y donada por sus hijas y nietas al Museo Marítimo de Bilbao. Allí,  los descendientes han dedicado a la epopeya una exposición donde recopilan toda clase de objetos: el diario original (publicado en La Travesía del Montserrat), fotografías, una carta de compromiso firmada por los nueve antes de la partida y la misiva de Gobernación de México que concedía a Félix cobijo político y trabajo como técnico de marina en Veracruz son algunas de las joyas.

El grupo fue elegido con sumo cuidado por los hermanos Algorri. Como si prepararan un golpe cinematográfico. Los dueños de Alsa no buscaban amistades, sino trabajadores especializados. Los nueve del balandro eran profesionales del mar. San Mamés, con 24 años, era carpintero y remero. Manuel Barinagarrementería, modelista naval. Agustín Palacios, herrero. José Ramón Bilbatúa, mecánico y encargado del motor. Buscaban huir de la represión franquista. Trataban, en muchos casos, de evitar una cárcel segura.

Pero no todo salió como esperaban. La bobina ardió al llegar a Canarias y un mes de viaje se transformó en tres. Como Colón, hicieron su viaje sin radio, y los aparejos se les rompieron, además, tratando de pescar pesados bonitos oceánicos.

"Tenían suerte. Rodearon los siete huracanes con los que se cruzaron. Lo malo es que no me llevaron", bromea su sobrino Juan José San Mamés, que repitió décadas más tarde la travesía para huir del servicio militar español. Lleva txapela y la ikurriña en el pecho, pero su acento suena a mezcla de vasco e inglés. Se casó con su prima, hija de Félix, y con ella vive en San Francisco, donde produce vainilla ecológica. La exposición vuelve a poner en contacto a las nueve familias. Algunos visitan la tierra de sus ancestros por primera vez.

Félix regresó en 1974. Lo que más le sorprendió a su hija Carmen entonces fue que los vecinos todavía lo reconocieran al pasar. Su única pena: no haber visto a su madre, que murió en 1966, por última vez. Era vasco sin dejar de ser mexicano, y mexicano sin dejar de ser vasco, decía.

El balandro Montserrat desapareció, pero el nombre sigue vivo en su nieta, que, con su acento mexicano, vuelve a casa. Ha dominado el baile del aurresku, aprende euskera y se ha echado novio en Bilbao. Las aguas vuelven a traer a los San Mamés a su origen. Montserrat echa anclas en el puerto de salida. http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/11/11/paisvasco/1415734003_625967.html