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viernes, 28 de febrero de 2025

_- La catadura y la caradura de Abascal y los nuevos fascistas

_- Nunca hubo tanta falsedad, cinismo, inmoralidad y falta de ideales como los que sostienen al fascismo del siglo XXI,

La justificación que el líder de Vox ha hecho en el Congreso de los Diputados de los aranceles que pretende imponer el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, es un ejemplo más de su falta de vergüenza e inmoralidad.


Dice Abascal que, si llegaran a establecerse impuestos a las exportaciones españoles, sería «por culpa» de Pedro Sánchez, puesto que se deberían a que este «no cae bien» a Trump.

La poca vergüenza de Abascal se demuestra incluso si esa fuese la verdadera razón que mueve al presidente estadounidense. ¿Cómo un líder político puede considerar en su sano juicio y apoyar al máximo responsable de una potencia mundial que toma decisiones que ponen en jaque al comercio mundial, no sólo a España, en función de que los presidentes de otras naciones le caigan bien o no? Y, sobre todo, cuando sus decisiones afectan a los ingresos y patrimonio de millones de sus compatriotas.

Lo cierto, sin embargo, es que esa no es la razón auténtica de los aranceles y Abascal lo sabe perfectamente. El propio Trump ha confirmado que impondrá aranceles sobre productos procedentes de Argentina, cuyo presidente es socio, amigo y debe caerle perfectamente. E Italia, de imponerse sobre la Unión Europea, tampoco se vería libre de ellos.

Abascal no sólo es un irresponsable si apoya a quien él mismo presenta como un loco que gobierna su país en función de sus querencias. Es un mentiroso cuando justifica los aranceles por la razón que no aduce ni quien los impone.

Según uno de los documentos programáticos de Vox (100 medidas para la España Viva), este partido está en contra del «dirigismo fiscal» y de impuestos que puedan «erosionar la competencia económica», y sostiene que el «sistema fiscal no puede convertirse en un lastre para el crecimiento económico y la creación de empleo». Esto es justamente lo que va a producir en España (en otros muchos países y en los propios Estados Unidos) la política arancelaria de Trump. A pesar de ello, Abascal no ha puesto objeción alguna a sus amenazas y las justifica.

Abascal y su partido, como Trump y todos los fascistas del siglo XXI, se proclaman liberales y defensores del libre mercado y la competencia, aunque sólo cuando eso sirve para eliminar derechos sociales y protección a los desfavorecidos; acaban con ellos para dar ayudas a oligarcas multimillonarios. Por eso les parece bien que Donald Trump se salte a la torera todos los principios que los propios liberales han establecido siempre como los que deben gobernar la política económica que salvaguarda los mercados, la competencia y la eficiencia.

Abascal y su partido se presentan como los grandes defensores de la moralidad y el orden, pero defienden a personajes como Elon Musk de quien se ha escrito en The Wall Street Journal que consume LSD, cocaína, éxtasis y hongos psicodélicos, a menudo en fiestas sexuales privadas en todo el mundo, donde los asistentes firman acuerdos de confidencialidad o entregan sus teléfonos para entrar. Les parece correcto que Donald Trump acabe con la ley que prohíbe cometer delitos de soborno y otras prácticas corruptas a las grandes empresas y bancos estadounidenses (como Goldman Sachs y JPMorgan Chase que fueron condenadas por ello). O les cae bien el propio Trump, condenado en firme por 34 delitos, varios de ellos por maltrato y abuso sexual y difamación a mujeres.

Abascal y su partido se consideran patriotas y los defensores más auténticos de España, pero desprecian, insultan y odian a los españoles que no pensamos como ellos. Son patriotas de pacotilla que descuartizan a su Patria, los peores nacionalistas que no aman ni defienden a España. La rompen en mil pedazos.

Los nuevos fascistas tienen más dinero y han acumulado más poder que los del siglo XX y por eso son posiblemente más peligrosos. Entre otras cosas y principalmente, porque están dispuestos a boicotear cualquier avance que pueda frenar la amenaza más grande que se cierne sobre la vida en el planeta, el cambio climático. Y, como acaban de mostrar cuando hablan de Gaza, porque desprecian el derecho a la vida de los seres humanos. Ni siquiera tienen su grandilocuencia y pomposidad. Hitler mató a millones de personas para construir un imperio. Trump, seguido de vasallos como Abascal, dice estar dispuesto a llevar a cabo una limpieza étnica y asesinar a palestinos inocentes para construir complejos residenciales. Son, eso sí, tan fanfarrones y acomplejados (basta ver a Abascal de puntillas para salir más elevado en las fotos) como el viejo führer asesino o Franco. El psicoanalista austríaco Alfred Adler analizó bien ese tipo de personalidades: “Cuanto mayor es el sentimiento de inferioridad que se ha experimentado, más poderoso es el afán de conquista y más violenta la agitación emocional”.



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miércoles, 5 de febrero de 2025

_- Hay que detener el fascismo

_- Un tsunami neofascista está invadiendo Europa y América con elementos del pasado y nuevas adherencias ultraderechistas. En algunos países ocupan ya el poder, en otros ejercen la oposición y pretenden ocuparlo a través de alianzas con otros partidos de derechas. Este movimiento cuenta con un entramado económico y mediático poderoso y con el apoyo del integrismo religioso. Grandes empresas multinacionales, universidades privadas, medios de comunicación, instituciones culturales y órganos judiciales defienden costumbres y valores reaccionarios.

¿Cuáles son las señas de identidad del neofascismo que nos invade? Voy a realizar un esfuerzo de síntesis, reduciendo a 22 rasgos esas señas, a sabiendas de que la complejidad del fenómeno requeriría un análisis más profundo y un espacio más amplio para exponerlo con mayor rigor.

Impone el pensamiento único y una visión del mundo y de la historia en la que todo es rígido y jerárquico.

Rehuye la complejidad en el análisis de la realidad. Todo es negro o blanco. No hay matices.

Utiliza las fake news y los bulos como formas de comunicación que intoxican el clima político y social.

Facilita el aumento de la riqueza de quienes más tienen, dejando en la miseria a los más desfavorecidos.

Defiende un discurso antisistema en el que sostiene que los partidos tradicionales han pervertido la política.

Se erige en salvador de la patria y en defensor de la libertad individual.

Privatiza servicios públicos, especialmente en las áreas de sanidad y educación, abandonando a los pobres a su suerte.

Cultiva el neoliberalismo como la forma superior de un capitalismo salvaje.

Recorta los derechos individuales, democráticos y sociales.

Niega la libertad infantil en aras del poder de las familias para imponer a los hijos lo que deben aprender y cómo deben actuar en función de sus creencias religiosas.

Desprecia los derechos humanos que son indiscutibles e inalienables.

Rechaza frontalmente la democracia y todo lo que esta conlleva.

Tiene una visión totalitaria de la realidad, con el consiguiente rechazo de la diversidad.

Defiende el desprecio y la lucha contra el socialismo como teoría y forma de gobierno.

Cultiva el miedo y el odio a todo lo diferente porque amenaza la tradición y, en consecuencia, trata de excluirlo y perseguirlo.

Rechaza, condena y persigue la homosexualidad y el feminismo y niega que exista la violencia machista.

Repudia la acogida de refugiados e inmigrantes y trata de hacer más altas las fronteras y los muros de las naciones

Impone el supremacismo blanco, la segregación, la xenofobia y el racismo.

Niega el cambio climático contra todas las evidencias científicas.

Estimula el individualismo, la competitividad y la obsesión por los resultados.

Defiende el Estado autoritario y centralizado, minusvalorando la diversidad de culturas y de lenguas.

Tiene tendencia a mitificar las glorias del pasado, ocultando y blanqueando sus dimensiones más oscuras o crueles.

Avanza el neofascismo en el mundo de manera alarmante. Ante ese avance, sobre cuyas causas debemos reflexionar rigurosamente, no podemos permanecer silenciosos e inactivos.

La nueva elección de Donald Trump como presidente de los EE.UU. me he dejado perplejo. Ya en la primera elección escribí un artículo titulado “El problema no es Donald Trump”. Decía en ese articulo que el principal problema no era la candidatura de ese personaje que despreciaba a las mujeres, que demonizaba a los inmigrantes, que anunciaba privatizaciones sin limite, que traía a sus espaldas un historial de abusos y de negocios turbios… sino que tuviera tantos millones de votantes. Y que otro problema era la eficacia del sistema educativo para formar ciudadanos inteligentes y responsables. Resulta que, pasados ocho años, se repite la victoria del mismo candidato después de un mandato calamitoso, de organizar el asalto al Capitolio, de negarse a aceptar el resultado de las elecciones que le enfrentaron a Biden, de estar inmerso en juicios por comportamientos delictivos vuelve a ser elegido para la presidencia. Y ahí tenemos al primer presidente del país más poderoso del mundo como delincuente convicto. (Solo Santiago Abascal ha sido invitado a la toma de posesión de Donald Trump. Dios los cría y ellos se juntan).

¿Hacia dónde camina la historia de Europa y América? En Italia gobierna la señora Giorgia Meloni, en Hungría Víctor Orbán, ambos de ultraderecha, en Alemana y en Francia ganan terreno los partidos de corte fascista, en Argentina gobierna Javier Milei… En España la ultraderecha gobierna con el PP algunas comunidades autónomas y no podemos olvidar que, de ganar las elecciones el PP, gobernaría con Vox y tendremos como vicepresidente al señor Abascal…

El principal problema, a mi juicio, es que entre los jóvenes estén proliferando planteamientos de índole fascista. Me dice una profesora de la Facultad que en muchas clases hay alumnos y alumnas que defienden ideas de carácter retrógado y posturas de corte fascista..

Hay que parar ese avance. Hay que detenerlo, como ciudadanos y ciudadanas, denunciando sus mentiras, rechazando su odio, combatiendo sus negacionismos, desmontando su racismo y su xenofobia, cuestionando su machismo, trabajando por la inclusión, por el bien común, por la justicia social, por la igualdad… Y, por supuesto, negándole el voto y organizando estrategias de unidad para impedir que llegue al poder.

Hay que detener el avance del fascismo, como educadores y educadoras, con una pedagogía crítica, ética, inclusiva, laica, feminista, democrática, participativa, comprometida, solidaria, ecológica, antifascista … De esa actividad educativa saldrán ciudadanos críticos y solidarios, capaces de analizar con rigor lo que sucede y de comprometerse con la construcción de una sociedad en la que podamos vivir todos y todas en igualdad. La educación no cambia el mundo, forma a las personas que van a cambiar el mundo, sostenía con acierto Paulo Freire.

Los procesos educativos no se desarrollan en la estratosfera, en el vacío, en una campana de cristal. Se producen en un contexto. La cultura neoliberal, en la que nos encontramos inmersos contradice todos los presupuestos de la educación. Por eso las escuelas tienen que ir hoy contra corriente y los profesionales que trabajamos en ellas, debemos ser también contrahegemónicos. Sé que es más difícil avanzar contracorriente que dejarse arrastrar, pero no debemos olvidar que la corriente solo arrastra a los peces muertos.

Me voy a remitir, una vez más, al libro de mi compañero y amigo Enrique Javier Díaz, profesor de la Universidad de León. Un libro que da respuesta teórica y práctica a los riesgos que supone el avance inquietante del neofascismo. Me refiero al libro “Pedagogía antifascista. Construir una pedagogía inclusiva, democrática y del bien común frente al auge del fascismo y de la xenofobia”, publicado por Octaedro en el año 2022.

Resulta de gran interés, en la primera parte de la obra, el análisis que hace el autor de los mecanismos que el neofascismo utiliza para penetrar en el sistema educativo. Dice Enrique en las primeras páginas: “Si por algo se ha distinguido el fascismo a lo largo de la historia es por el adoctrinamiento ideológico. Para el neofascismo actual todo lo que no es su ideología es adoctrinamiento; todo lo que no sea adoctrinar en su credo lo tachan de tal, con su reiterada estrategia de acusar a los demás de lo que ellos practican”.

En la segunda parte, el autor plantea cómo educar frente al fascismo. “Debemos apostar, dice, por un modelo educativo social y humano con un objetivo profundamente democrático, inclusivo y sensible con los aspectos sociales y la equidad”.

Creo que el sistema educativo es el bastión desde el que se puede hacer frente a la peligrosa invasión neofascista que nos amenaza. Por eso es tan dañino el fenómeno de privatización de la escuela pública. Debilitarla, desatenderla y minusvalorarla es colocar un torpedo en la línea de flotación de ese Arca de Noé que es la escuela como explico en mi libro “El Arca de Noé: la escuela salva del diluvio”, publicado en la Universidad mexicana de Guadalajara. Hoy diría del diluvio del fascismo.


Más sobre fascismo.

lunes, 22 de abril de 2024

MEMORIA HISTÓRICA. Un niño sin nombre entre los fusilados del barranco de Víznar.

A la izquierda, el cráneo del niño con el orificio de una bala. A la derecha bala, goma de borraz y restos de un lápiz.
A la izquierda, el cráneo del niño con el orificio de una bala. A la derecha bala, goma de borraz y restos de un lápiz.

El equipo de arqueólogos de la Universidad de Granada muestra su conmoción por el hallazgo de un pequeño de entre 11 y 14 años en una fosa común. Tenía dos impactos de bala en la cabeza, un lápiz y una goma de borrar.

Entre más de una decena de esqueletos en una fosa común en el barranco de Víznar (Granada), los arqueólogos han encontrado los restos de un niño de entre 11 y 14 años fusilado en la Guerra Civil. Le pegaron dos tiros: una bala atravesó y rompió el cráneo; la otra se encontraba todavía dentro. Junto a los huesos, apareció un lápiz de dibujar y una goma de borrar. “Estamos muy impactados. Nos ha tocado fuerte”, explica Paco Carrión, profesor de Arqueología de la Universidad de Granada, que dirige desde 2021 los trabajos de búsqueda de desaparecidos en este paraje, próximo al lugar donde fue asesinado el poeta Federico García Lorca. “Pensaba que podía ser mi nieto, me imaginaba un ser tan indefenso a punto de ser ejecutado. Fue el último cuerpo que encontramos, es decir, que lo habían matado el primero”. Tenía 14 cuerpos más encima.
 
Los restos del menor localizados en la fosa.Los restos del menor localizados en la fosa.

Los restos del menor localizados en la fosa. Los restos del menor localizados en la fosa. UNIVERSIDAD DE GRANADA

El pequeño no tiene nombre. “Desconocemos su identidad porque en ninguna fuente de las que hemos consultado y que manejan los historiadores que trabajan en el proyecto hablaban de un niño fusilado”, explica Carrión. “La hipótesis que barajamos es que una de las otras 14 víctimas que hemos encontrado en la fosa es su padre. Lo sabremos cuando se realicen los análisis genéticos en los laboratorios de la Universidad de Granada”. Nadie lo reclamaba. Si no logran encontrar familiares, los restos serán reinhumados en un memorial con los otros fusilados que no cuentan con parientes vivos. “De momento, hemos recuperado los restos de 124 personas, 34 de ellas mujeres, en 17 fosas en el barranco de Víznar. Creemos que puede haber unos 200 en total. Hemos llegado tarde, porque hasta hace apenas diez años no había fondos para realizar estos trabajos de manera científica, y ahora es difícil encontrar a todas las familias”. Medio centenar de hijos, nietos y bisnietos sigue pendiente de las identificaciones.
Los restos de la fosa.
Los restos de la fosa.  UNIVERSIDAD DE GRANADA

Es habitual que los esqueletos recuperados en fosas del franquismo correspondan a gente joven, pero no tanto. En 2010, el actor Javier Bardem puso voz a Francisco Escribano, un chaval de 18 años cuyos restos fueron recuperados en febrero de 2006 de una fosa en Fontanosas (Ciudad Real) con los de otras seis personas: su padre, dos de sus tíos y un primo suyo. Uno de los asesinos había escrito en 2004 una carta anónima al Ayuntamiento en la que confesaba el crimen y señalaba el lugar donde habían enterrado los cuerpos una madrugada de julio de 1941. La misiva, redactada a máquina y enviada desde Barcelona, explicaba que una de las víctimas “era menor de 15 años”. Los expertos determinaron, cuando exhumaron la fosa, que eran unos pocos más y correspondían al hermano de José Escribano, cabrero, al igual que el resto de hombres ejecutados de su familia.

Los trabajos en el barranco de Víznar cuentan con la financiación del Gobierno central y la colaboración de la Junta de Andalucía, presidida por Juan Manuel Moreno Bonilla, del PP. “A diferencia de otros lugares, donde gobiernan con Vox”, celebra Carrión, “aquí jamás nos han puesto un problema. Al contrario. No puedo comprender lo que están haciendo en otros territorios, derogando las leyes autonómicas de memoria y prestándose al revisionismo histórico de la extrema derecha. Esto es un tema de derechos humanos”.

martes, 2 de noviembre de 2021

_- La memoria borrada de la esclavitud en España.

_- La esclavitud fue una práctica muy habitual en España y sus colonias. Pese a su magnitud, son escasas sus huellas en el imaginario colectivo. Muchos historiadores y creadores llenan ahora con sus trabajos ese vacío

En el prólogo del Quijote, Miguel de Cervantes escribe: “Pues al cielo no le plugo / que salieses tan ladino / como el negro Juan Latino” para elogiar el manejo de la lengua de este erudito. Se trata de un esclavo negro que daba lecciones de gramática al nieto del Gran Capitán, que acabó siendo catedrático de Gramática en el siglo XVI. El Museo Metropolitano de Nueva York alberga un retrato pintado por Velázquez en 1650 de Juan de Pareja, un artista que a su vez acabó siendo un pintor importante y del que se conservan dos obras en el Prado. Fue también el esclavo del autor de Las meninas, aunque finalmente lo liberó. La esclavitud está por todas partes en la cultura española hasta el siglo XIX, como forma parte también de los ritmos del flamenco. Cuba, cuando todavía era España, fue el último territorio de Europa en abolirla. Sin embargo, aunque ocupa un lugar cada vez más prominente en la investigación académica y en las librerías, el recuerdo de la esclavitud no existe en el espacio público español.

En muchos otros países europeos el debate, impulsado por el movimiento Black Lives Matter, ya no está solo en que desaparezcan de las calles las estatuas de grandes esclavistas —como ocurrió en Barcelona con el marqués de Comillas, al que Martín Rodrigo y Alharilla ha dedicado el ensayo Un hombre, mil negocios (Crítica)—, sino en visibilizar una historia de sufrimiento y explotación. En Burdeos, desde 2019 una estatua de la esclava Modeste Testas recuerda que fue uno de los principales puertos de Francia para la trata del país. En Nantes se inauguró en 2012 un monumento a la abolición de la esclavitud, presente en muchos rincones de la ciudad, como por ejemplo en las fachadas de las casas nobles que dan al río Loira, en forma de esculturas con la cabeza de negros. Simbolizan de dónde venía la riqueza de las familias propietarias de aquellos edificios. En España, donde puertos como Cádiz o Barcelona fueron centrales en la trata atlántica, esa memoria no existe.

“En el Lazarillo está la esclavitud, también en el Quijote. Cuando te das cuenta la ves por todas partes”, explica Aurelia Martín Casares, catedrática de la Universidad de Málaga experta en este tema y autora, entre otros libros, de Juan Latino. Talento y destino. Un afroespañol en tiempos de Carlos V y Felipe II (Editorial Universidad de Granada). Martín Casares relata que empezó a trabajar en estos temas hace 20 años y que entonces no estaba presente en casi ningún libro de historia. “La memoria de la esclavitud fue silenciada. Nadie pensaba que la población esclava en el Siglo de Oro era tan importante. Ahora es cuando se empieza a tomar conciencia del racismo, de lo que ha supuesto esa historia en el mundo hispano”, sostiene. Cree que uno de los motivos de ese olvido es que no existe en la Península una población de descendientes negro­afri­canos, a diferencia de EE UU, de las colonias holandesas, danesas o de Cuba. En total, los expertos calculan que cerca de 11 millones de seres humanos fueron secuestrados y llevados como esclavos a América. Centenares de miles más murieron durante la travesía.

La ausencia de debate es una anomalía porque España fue el último país europeo en abolir la trata
“La población esclava no se autorre­produce por nacimientos. En todas las épocas las tasas de natalidad son bajas por sus condiciones de vida”, prosigue esta investigadora. “La esclavitud se reproduce por comercio, solo se mantiene donde llegan barcos negreros. Cuando la trata se paraliza o se abole, desciende drásticamente el número de esclavos. Desaparecen las huellas de estas personas esclavizadas, no se ven, sus descendientes son asimilados. También hay que tener en cuenta que en el Cádiz de la modernidad muchos esclavos proceden del Imperio Turco o del norte de África. Estos se integran sin dejar huellas visibles en la población contemporánea”.

“Francia, Inglaterra o Países Bajos han hecho todo lo posible para visibilizar las tratas y dejar claro que se responsabilizan de lo ocurrido”, señala por su parte Fabia Guillén, profesora en la Universidad de Pau y miembro del Ciresc (Centre International de Recherche sur les Esclavages, EHESS-CNRS), en París. “No fue nada fácil y hubo resistencias, pero en conjunto se admite la participación en las tratas negreras. Un aspecto fundamental que puede haber favorecido tal reconocimiento es el carácter colonial de esas tratas y formas de esclavitud. Tanto Inglaterra como Francia o Países Bajos fomentaban aquellas formas de alienación en sus respectivas colonias, muy lejos de los ojos de la metrópoli. Muy distinto parece ser el caso de España y, asimismo, Portugal e Italia, que no conocieron la ley del suelo libre y fueron partícipes de tratas y esclavización no solo en el mundo colonial, sino en su propio suelo desde la Antigüedad hasta por lo menos 1820 (para España). Puede entenderse el malestar y la dificultad a la hora de tener que mirar en el espejo una imagen poco halagüeña de su propia actuación histórica”.

Pero este olvido oficial no se corresponde en absoluto con lo que ocurre en el mundo de la cultura. Solo en los últimos meses se han publicado, aparte del libro de Martín Rodrigo y Alharilla, La esclavitud en el sur de la península Ibérica (Catarata), de Rafael M. Pérez García y Manuel F. Fernández Chaves (coordinadores); Negreros. Españoles en el tráfico y en los capitales esclavistas (Catarata), de José Antonio Piqueras; Barco de esclavos. La trata a través del Atlántico (Capitán Swing), de Marcus Rediker; o El ritmo perdido. El influjo negro en la canción española (Anagrama), reedición de un ensayo de Santiago Auserón sobre la huella de las músicas africanas en los ritmos españoles, como el flamenco.

Ese mismo tema aparece en el documental Gurumbé, del jerezano Miguel Ángel Rosales, o en el filme Cachita, la esclavitud borrada, que Álvaro Begines acaba de estrenar en diferentes plataformas. Uno de sus personajes es el esclavista malagueño Pedro Blanco, que protagoniza la novela histórica Mongo Blanco (2019), de Carlos Bardem, que aparece en el filme, mezcla de documental y recreación ficcionada. El Museo de América, en Madrid, acoge hasta febrero la exposición La esclavitud y el legado cultural de África en el Caribe, organizada por el CSIC, una muestra que recorre las distintas culturas, lenguas y pueblos de África y la esclavitud en América, desde el siglo XVI hasta su total abolición en 1886 (Cuba) y 1888 (Brasil).

“Los únicos países que no han hecho nada por la memoria de la esclavitud son Portugal y España”, asegura Martín Rodrigo y Alharilla. “¿Por qué? Una de las hipótesis es que en Francia, Gran Bretaña y Holanda hay una población afrodescendiente importante y se ha empujado desde la sociedad civil. En España, no ha sido una causa tan importante y las asociaciones existentes no han tenido la misma influencia. Si las cuestiones de memoria histórica vinculadas a la Guerra Civil y a la posguerra no se han resuelto aún y generan debate político, esta cuestión tampoco. Y es una anomalía, porque fue el último país europeo en abolir la esclavitud en sus territorios”.

En Gran Bretaña y Francia la población afrodescendiente ha mantenido vivo su recuerdo

La esclavitud en España empieza en la Antigüedad y se prolonga hasta finales del siglo XIX. La primera expedición esclavista directa entre África y América se produce en 1518 y los primeros cautivos llegan en 1520. El último territorio al que llegan esclavos es la isla de Cuba. Son 350 años, sin tener en cuenta la esclavitud en la Antigüedad y la Edad Media. Sin embargo, como explica Aurelia Martín Casares, en el siglo XIX en la Península la esclavitud era un fenómeno bastante marginal. “En 1817, un tratado firmado por Fernando VII con Gran Bretaña prohíbe el comercio de esclavos, pero respeta la esclavitud existente. En el siglo XIX tan solo pueden ser denominadas como auténticas sociedades esclavistas en el mundo occidental el sur de Estados Unidos, el área caribeña y Brasil (donde un tercio de la población eran esclavos en torno a 1860). Por supuesto en África subsahariana y en el mundo árabe sigue existiendo la esclavitud, incluso hasta bien entrado el siglo XX. En general, en la España del XVIII ya no había demanda. Se convierte en un servicio suntuario, de aristócratas y ricos, no se trata ya del patrón generalizado del XVI en que cualquiera podía comprar un esclavo o una esclava. En la España del siglo XIX no hubo un movimiento abolicionista de grandes dimensiones, no creo que su influencia marcara el final de la esclavitud, aunque algo contribuyó. No obstante, sí había una sociedad abolicionista, revistas abolicionistas… El abolicionismo estuvo ligado al sufragismo y la lucha por el voto de las mujeres”.

El profesor de la Universidad Autónoma y coordinador del Equipo Madrid de Investigaciones Históricas, José Miguel López, autor de La esclavitud a finales del antiguo régimen (Alianza), subraya que ese olvido está presente “en las calles y en las instituciones” porque no se ha hecho un trabajo de borrado sistemático de personajes que hicieron su fortuna con la esclavitud. “Vivimos una desmemoria completa: Carlos III tuvo 20.000 esclavos”, prosigue este investigador que ha querido buscar “la historia de gente sin historia”, como el último esclavo censado en Madrid, en 1830, que trabajaba para una cervecería. Aunque la esclavitud acaba en España en 1837, el proyecto de ley nunca llegó a aprobarse y muchos investigadores sospechan que hubo esclavos hasta mucho más tarde, solo que escondidos como criados o traídos ilegalmente. Incluso, López sostiene que esa misma práctica —camuflar esclavos como sirvientes— se mantuvo hasta el siglo XX en el Sáhara Occidental.

Precisamente ese enorme olvido colectivo es lo que llevó a Álvaro Begines a rodar su película, en la que mezcla la recreación de historias relacionadas con la esclavitud y la trata con entrevistas a diferentes expertos. “Estaba leyendo un ensayo y señalaba que en el siglo XVI había muchos esclavos en Sevilla, que Lope de Vega sostenía que la ciudad era como un ajedrez: uno blanco y uno negro. Nunca me había planteado que hubiese tantos, empecé a estudiar y me di cuenta de que existían muchos estudios de historiadores. Es entonces cuando me planteé dirigir un documental que abriese los ojos sobre esa realidad. Muchos potentados se enriquecieron con la esclavitud. También el clero y la nobleza”.

Una de las historias que cuenta Cachita es la de Cándida la Negra, una antigua esclava que vivió en El Puerto de Santa María (Cádiz) hasta mediados del siglo XX —falleció en 1951— y que demuestra hasta qué punto la esclavitud alcanza la historia de España más reciente. El historiador Manuel Pacheco la conoció a finales de los cuarenta, cuando ya era una anciana, y le dedicó un artícu­lo de investigación titulado Una cara de la esclavitud: la apasionante historia de ‘Cándida la negra’. Joaquín García de Romeu publicó en 2018 una novela sobre ella, La última negra.

Llegó en un cargamento de mujeres de Cuba, seguramente fletado por Antonio López, marqués de Comillas. Se trataba de hijas huérfanas de esclavas que eran exportadas a la Península “para satisfacer los deseos más oscuros” de sus compradores, explica el filme. El barco naufragó en la costa y ella salvó la vida, fue rescatada por un campesino y luego se emparejó con un gitano con el que no tuvo descendencia. Todo esto ocurre en la segunda parte del siglo XIX, cuando la trata ya era ilegal en la Península. La historia de Cándida la negra refleja la cercanía de la esclavitud, pero también las dificultades a las que se enfrentan los investigadores, porque una parte importante de la trata se hizo de forma clandestina, como ocurría con la llegada de barcos esclavistas a Cuba.

La recuperación de la memoria también puede ofrecer sorpresas desagradables: en febrero de 2018 el Tesoro del Reino Unido publicó, con el escándalo consiguiente, que cuando se abolió la esclavitud en 1833 pagó indemnizaciones a los dueños de esclavos (básicamente compró su libertad a sus dueños). No terminó de pagar a los esclavistas hasta 2015, de tal forma que los descendientes de esclavos estuvieron pagando indemnizaciones con sus impuestos a los que esclavizaron a sus padres, que no recibieron ningún tipo de compensación por sus sufrimientos. La memoria nunca es fácil. Tal vez por eso sea tan importante. Como escribe Santiago Auserón en el capítulo El canto esclavo de su ensayo: “La presencia de la negritud y su influjo musical en el Viejo Continente pertenece a una clase especial de sucesos que en la historia de España se han visto abocados a hundirse en el olvido, de suerte que nuestra memoria colectiva está como artificialmente labrada por algunos vacíos significativos”. Fuente: El País. https://elpais.com/babelia/2021-10-23/la-memoria-borrada-de-la-esclavitud-en-espana.html

lunes, 11 de mayo de 2020

200 personalidades de la cultura piden un cambio social radical Juliette Binoche es la promotora del manifiesto en 'Le Monde'

"No a un regreso a la normalidad": de Robert De Niro a Juliette Binoche, el atractivo de 200 artistas y científicos Por colectivo

Un grupo de personalidades, incluidas Madonna, Cate Blanchett, Philippe Descola, Albert Fert, lanzan un llamamiento al "Mundo", iniciado por Juliette Binoche y Aurélien Barrau, a los líderes y ciudadanos para cambiar profundamente nuestros estilos de vida, consumo y nuestros ahorros.

Tribuna
La pandemia de Covid-19 es una tragedia. Sin embargo, esta crisis tiene la virtud de invitarnos a enfrentar las preguntas esenciales.

Los resultados son simples: los "ajustes" ya no son suficientes, el problema es sistémico.

Por favor, no volvamos a la normalidad
El desastre ecológico actual es parte de una "metacrisis": la extinción masiva de la vida en la Tierra ya no está en duda y todos los indicadores apuntan a una amenaza existencial directa. A diferencia de una pandemia, por grave que sea, es un colapso global cuyas consecuencias serán más allá de toda medida.

Por lo tanto, solemnemente pedimos a los líderes y ciudadanos que salgan de la lógica insostenible que aún prevalece, para finalmente trabajar en una revisión profunda de los objetivos, valores y economías.

Punto de ruptura
El consumismo nos ha llevado a negar la vida en sí misma: la de las plantas, la de los animales y la de un gran número de humanos. La contaminación, el calentamiento global y la destrucción de espacios naturales están llevando al mundo a un punto de quiebre.

Por estos motivos, combinados con las desigualdades sociales cada vez mayores, nos parece impensable "volver a la normalidad".

La transformación radical que se requiere, en todos los niveles, requiere audacia y coraje. No tendrá lugar sin un compromiso masivo y decidido. ¿Cuándo son los actos? Es una cuestión de supervivencia, tanto como dignidad y consistencia.

Lynsey Addario, reportero senior;
Isabelle Adjani, actriz;
Roberto Alagna, cantante lírico;
Pedro Almodóvar, director;
Santiago Amigorena, escritor;
Angèle, cantante;
Adria Arjona, actriz;
Yann Arthus-Bertrand, fotógrafo, director;
Ariane Ascaride, actriz;
Olivier Assayas, director;
Josiane Balasko, actriz;
Jeanne Balibar, actriz;
Bang Hai Ja, pintor;
Javier Bardem, actor;
Aurélien Barrau, astrofísico,
miembro honorario del Institut universitaire de France;
Mikhail Baryshnikov, bailarín, coreógrafo;
Nathalie Baye, actriz;
Emmanuelle Béart, actriz;
Jean Bellorini, director;
Monica Bellucci, actriz;
Alain Benoit, físico, Academia de Ciencias;
Charles Berling, actor;
Juliette Binoche, actriz;
Benjamin Biolay, cantante;
Dominique Blanc, actriz;
Cate Blanchett, actriz;
Gilles Bœuf, ex presidente del Museo Nacional de Historia Natural;
Valérie Bonneton, actriz;
Aurélien Bory, director;
Miguel Bosé, actor, cantante; Stéphane Braunschweig, director;
Stéphane Brizé, director;
Irina Brook, directora;
Peter Brook, director;
Valeria Bruni Tedeschi, actriz, directora;
Khatia Buniatishvili, pianista;
Florence Burgat, filósofa, directora de investigación en Inrae;
Guillaume Canet, actor, director;
Anne Carson, poeta, escritora, Academia de Artes y Ciencias;
Michel Cassé, astrofísico;
Aaron Ciechanover, Premio Nobel de Química;
François Civil, actor;
François Cluzet, actor;
Isabel Coixet, directora;
Gregory Colbert, fotógrafo, director;
Paolo Conte, cantante;
Marion Cotillard, actriz;
Camille Cottin, actriz;
Penélope Cruz, actriz;
Alfonso Cuarón, director;
Willem Dafoe, actor;
Béatrice Dalle, actriz;
Alain Damasio, escritor;
Ricardo Darin, actor;
Cécile de France, actriz;
Robert De Niro, actor;
Annick de Souzenelle, escritor;
Johann Deisenhofer, bioquímico, Premio Nobel de química;
Kate del Castillo, actriz;
Miguel Delibes Castro, biólogo, Real Academia Española de Ciencias;
Emmanuel Demarcy-Mota, director;
Claire Denis, directora;
Philippe Descola, antropólogo, medalla de oro CNRS;
Virginie Despentes, escritora;
Alexandre Desplat, compositor;
Arnaud Desplechin, director;
Natalie Dessay, cantante lírica;
Cyril Dion, escritor, director;
Hervé Dole, astrofísico, miembro honorario del Institut universitaire de France;
Adam Driver, actor;
Jacques Dubochet, Premio Nobel de química;
Diane Dufresne, cantante; Thomas Dutronc, cantante;
Lars Eidinger, actor;
Olafur Eliasson, artista plástico, escultor;
Marianne Faithfull, cantante;
Pierre Fayet, miembro de la Academia de Ciencias;
Abel Ferrara, director;
Albert Fert, Premio Nobel de física;
Ralph Fiennes, actor;
Edmond Fischer, bioquímico, Premio Nobel de medicina;
Jane Fonda, actriz;
Joachim Frank, Premio Nobel de química;
Manuel García-Rulfo, actor;
Marie-Agnès Gillot, bailarina estrella;
Amos Gitaï, director;
Alejandro Gonzales Iñarritu, director;
Timothy Gowers, medalla Fiels de matemáticas;
Eva Green, actriz;
Sylvie Guillem, bailarina estrella;
Ben Hardy, actor;
Serge Haroche, Premio Nobel de física;
Dudley R. Herschbach, Premio Nobel de química;
Roald Hoffmann, Premio Nobel de química;
Rob Hopkins, fundador de ciudades en transición;
Nicolas Hulot, presidente honorario de la Fundación Nicolas Hulot para la Naturaleza y el Hombre;
Imany, cantante;
Jeremy Irons, actor;
Agnès Jaoui, actriz, directora;
Jim Jarmusch, director;
Vaughan Jones, Medalla Fields de Matemáticas;
Spike Jonze, director;
Camélia Jordana, cantante;
Jean Jouzel, climatólogo, Premio Vetlesen;
Anish Kapoor, escultor, pintor;
Naomi Kawase, directora;
Sandrine Kiberlain, actriz;
Angélique Kidjo, cantante;
Naomi Klein, escritora;
Brian Kobilka, Premio Nobel de Química;
Hirokazu Kore-eda, director;
Panos Koutras, director;
Antjie Krog, poeta;
La Grande Sophie, cantante;
Ludovic Lagarde, director;
Mélanie Laurent, actriz;
Bernard Lavilliers, cantante;
Yvon Le Maho, ecofisiólogo, miembro de la Academia de Ciencias;
Roland Lehoucq, astrofísico;
Gilles Lellouche, actor, director;
Christian Louboutin, creador;
Roderick MacKinnon, Premio Nobel de química;
Madonna, cantante; Macha Makeïeff, directora;
Claude Makélélé, futbolista;
Ald Al Malik, rapero;
Rooney Mara, actriz;
Ricky Martin, cantante; Carmen Maura, actriz;
Michel Mayor, Premio Nobel de física;
Medina, rapero;
Melody Gardot, cantante;
Arturo Menchaca Rocha, físico, ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencias;
Raoni Metuktire, jefe indio de Raoni;
Julianne Moore, actriz;
Wajdi Mouawad, director, autor;
Gérard Mouroux, Premio Nobel de física;
Nana Mouskouri, cantante;
Yael Naim, cantante;
Jean-Luc Nancy, filósofo;
Guillaume Néry, campeón mundial de apnea;
Pierre Niney, actor;
Michaël Ondaatje, escritor;
Thomas Ostermeier, director;
Rithy Panh, directora;
Vanessa Paradis, cantante, actriz;

James Peebles, Premio Nobel de física;
Corine Pelluchon, filósofa;
Joaquin Phoenix, actor; Apple, cantante; Iggy Pop, cantante; Olivier Py, director; Radu Mihaileanu, director; Susheela Raman, cantante;
Edgar Ramirez, actor;
Charlotte Rampling, actriz;
Raphaël, cantante;
Eric Reinhardt, escritor;
Residente, cantante;
Jean-Michel Ribes, director;
Matthieu Ricard, monje budista;


Richard Roberts, Premio Nobel de medicina;
Isabella Rossellini, actriz;
Cecilia Roth, actriz;
Carlo Rovelli, físico,
miembro honorario del Institut universitaire de France;
Paolo Roversi, fotógrafo;
Ludivine Sagnier, actriz;
Shaka Ponk (Sam y Frah), cantantes;
Vandana Shiva, filósofa, escritora;
Abderrahmane Sissako, director;
Gustaf Skarsgard, actor;
Sorrentino Paolo, director;
Sabrina Speich, oceanógrafa, medalla Albert Defant;
Sting, cantante;
James Fraser Stoddart, Premio Nobel de química;
Barbra Streisand, cantante, actriz, directora;
Malgorzata Szumowska, directora;
Béla Tarr, directora;
Bertrand Tavernier, director;
Alexandre Tharaud, pianista;
James Thierré, director, bailarín;
Mélanie Thierry, actriz;
Tran Anh Hung, director;
Jean-Louis Trintignant, actor;
Karin Viard, actriz;
Rufus Wainwright, cantante;
Lulu Wang, directora;
Paul Watson, navegante, escritor;
Wim Wenders, director;
Stanley Whittingham, Premio Nobel de química;
Sonia Wieder-Atherton, violonchelista;
Frank Wilczek, Premio Nobel de física;
Olivia Wilde, actriz;
Christophe Willem, cantante;
Bob Wilson, director; b Lambert Wilson, actor;
David Wineland, Premio Nobel de física;
Xuan Thuan Trinh, astrofísico;
Muhammad Yunus, economista, Premio Nobel de la Paz;
Zazie, cantante.

sábado, 26 de enero de 2019

Los 14 síntomas del fascismo eterno

Discurso pronunciado por Umberto Eco el 24 de abril de 1995 en la Universidad de Columbia, Nueva York, recogido después en Cinco escritos morales (Penguin Random House, 2010) y en Contra el fascismo (Lumen, 2018).

El Ur-Fascismo puede volver con las apariencias más inocentes. Nuestro deber es desenmascararlo y apuntar con el índice sobre cada una de sus formas nuevas, cada día, en cada parte del mundo. Libertad y liberación son una tarea que no acaba nunca

Estatua en el foro itálico de Roma.
Discurso pronunciado por Umberto Eco el 24 de abril de 1995 en la Universidad de Columbia, Nueva York, recogido después en Cinco escritos morales (Penguin Random House, 2010) y en Contra el fascismo (Lumen, 2018).

El Ur-Fascismo puede volver con las apariencias más inocentes. Nuestro deber es desenmascararlo y apuntar con el índice sobre cada una de sus formas nuevas, cada día, en cada parte del mundo. Libertad y liberación son una tarea que no acaba nunca

<p>Estatua en el foro itálico de Roma.</p>
 Estatua en el foro itálico de Roma. FLICKR


El término «fascismo» se adapta a todo porque es posible eliminar de un régimen fascista uno o más aspectos, y siempre podremos reconocerlo como fascista. Quítenle al fascismo el imperialismo y obtendrán a Franco o Salazar; quítenle el colonialismo y obtendrán el fascismo balcánico. Añádanle al fascismo italiano un anticapitalismo radical (que nunca fascinó a Mussolini) y obtendrán a Ezra Pound. Añádanle el culto la mitología celta y el misticismo del Grial (completamente ajeno al fascismo oficial) y obtendrán uno de los gurús fascistas más respetados, Julius Evola. A pesar de esta confusión, considero que es posible indicar una lista de características típicas de lo que me gustaría denominar «Ur-Fascismo», o «fascismo eterno». Tales características no pueden quedar encuadradas en un sistema; muchas se contradicen mutuamente, y son típicas de otras formas de despotismo o fanatismo, pero basta con que una de ellas esté presente para hacer coagular una nebulosa fascista.

1. La primera característica de un Ur-Fascismo es el culto de la tradición. El tradicionalismo es más antiguo que el fascismo. No fue típico sólo del pensamiento contrarrevolucionario católico posterior a la Revolución Francesa, sino que nació en la edad helenística tardía como reacción al racionalismo griego clásico. En la cuenca del Mediterráneo, los pueblos de religiones diferentes (aceptadas todas con indulgencia por el Olimpo romano) empezaron a soñar con una revelación recibida en el alba de la historia humana. Esta revelación había permanecido durante mucho tiempo bajo el velo de lenguas ya olvidadas. Estaba encomendada a los jeroglíficos egipcios, a las runas de los celtas, a los textos sagrados, aún desconocidos, de algunas religiones asiáticas. Esta nueva cultura había de ser sincrética. «Sincretismo» no es sólo, como indican los diccionarios, la combinación de formas diferentes de creencias o prácticas. Una combinación de ese tipo debe tolerar las contradicciones. Todos los mensajes originales condenen un germen de sabiduría y, cuando parecen decir cosas diferentes o incompatibles, lo hacen sólo porque todos aluden, alegóricamente, a alguna verdad primitiva. Como consecuencia, ya no puede haber avance del saber. La verdad ya ha sido anunciada de una vez por todas, y lo único que podemos hacer nosotros es seguir interpretando su oscuro mensaje. Es suficiente mirar la cartilla de cualquier movimiento fascista para encontrar a los principales pensadores tradicionalistas. La gnosis nazi se alimentaba de elementos tradicionalistas, sincretistas, ocultos. La fuente teórica más importante de la nueva derecha italiana, Julius Evola, mezclaba el Grial con los Protocolos de los Ancianos de Sión, la alquimia con el Sacro Imperio Romano. El hecho mismo de que, para demostrar su apertura mental, una parte de la derecha italiana haya ampliado recientemente su cartilla juntando a De Maistre, Guénon y Gramsci es una prueba fehaciente de sincretismo. Si curiosean ustedes en los estantes que en las librerías americanas llevan la indicación New Age, encontrarán incluso a San Agustín, el cual, por lo que me parece, no era fascista. Pero el hecho mismo de juntar a San Agustín con Stonehenge, esto es un síntoma de Ur-Fascismo.

2. El tradicionalismo implica el rechazo del modernismo. Tanto los fascistas como los nazis adoraban la tecnología, mientras que los pensadores tradicionalistas suelen rechazar la tecnología como negación de los valores espirituales tradicionales. Sin embargo, a pesar de que el nazismo estuviera orgulloso de sus logros industriales, su aplauso a la modernidad era sólo el aspecto superficial de una ideología basada en la «sangre» y la «tierra» (Blut und Boden). El rechazo del mundo moderno se camuflaba como condena de la forma de vida capitalista, pero concernía principalmente a la repulsa del espíritu del 1789 (o del 1776, obviamente). La Ilustración, la edad de la Razón, se ven como el principio de la depravación moderna. En este sentido, el Ur-Fascismo puede definirse como «irracionalismo».

3. El irracionalismo depende también del culto de la acción por la acción. La acción es bella de por sí, y, por lo tanto, debe actuarse antes de y sin reflexión alguna. Pensar es una forma de castración. Por eso la cultura es sospechosa en la medida en que se la identifica con actitudes críticas. Desde la declaración atribuida a Goebbels («cuando oigo la palabra cultura, echo la mano a la pistola») hasta el uso frecuente expresiones como «cerdos intelectuales», «estudiante cabrón, trabaja de peón», «muera la inteligencia», «universidad, guarida de comunistas», la sospecha hacia el mundo intelectual ha sido siempre un síntoma de Ur-Fascismo. El mayor empeño de los intelectuales fascistas oficiales consistía en acusar a la cultura moderna y a la intelligentsia liberal de haber abandonado los valores tradicionales.

4. Ninguna forma de sincretismo puede aceptar el pensamiento crítico. El espíritu crítico opera distinciones, y distinguir es señal de modernidad. En la cultura moderna, la comunidad científica entiende el desacuerdo como instrumento de progreso de los conocimientos. Para el Ur-Fascismo, el desacuerdo es traición.

5. El desacuerdo es, además, un signo de diversidad. El Ur-Fascismo crece y busca el consenso explotando y exacerbando el natural miedo de la diferencia. El primer llamamiento de un movimiento fascista, o prematuramente fascista, es contra los intrusos. El Ur-Fascismo es, pues, racista por definición.

6. El Ur-Fascismo surge de la frustración individual o social. Lo cual explica por qué una de las características típicas de los fascismos históricos ha sido el llamamiento a las clases medias frustradas, desazonadas, por alguna crisis económica o humillación política, asustadas por la presión de los grupos sociales subalternos. En nuestra época, en la que los antiguos «proletarios» se están convirtiendo en pequeña burguesía (y los lumpen se autoexcluyen de la escena política), el fascismo encontrará su público en esta nueva mayoría.

7. A los que carecen de una identidad social cualquiera, el Ur-Fascismo les dice que su único privilegio es el más vulgar de todos, haber nacido en el mismo país. Es éste el origen del «nacionalismo». Además, los únicos que pueden ofrecer una identidad a la nación son los enemigos. De esta forma, en la raíz de la psicología Ur-Fascista está la obsesión por el complot, posiblemente internacional. Los secuaces deben sentirse asediados. La manera más fácil para hacer que asome un complot es apelar a la xenofobia. Ahora bien, el complot debe surgir también del interior: los judíos suelen ser el objetivo mejor, puesto que presentan la ventaja de estar al mismo tiempo dentro y fuera. En América, el último ejemplo de la obsesión del complot está representado por el libro The New World Order de Pat Robertson.


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8. Los secuaces deben sentirse humillados por la riqueza ostentada y por la fuerza de los enemigos. Cuando era niño, me enseñaban que los ingleses eran el «pueblo de las cinco comidas»: comían más a menudo que los italianos, pobres pero sobrios. Los judíos son ricos y se ayudan mutuamente gracias a una red secreta de recíproca asistencia. Los secuaces, con todo, deben estar convencidos de que pueden derrotar a los enemigos. De este modo, gracias a un continuo salto de registro retórico, los enemigos son simultáneamente demasiado fuertes y demasiado débiles. Los fascismos están condenados a perder sus guerras, porque son incapaces constitucionalmente de valorar con objetividad la fuerza del enemigo.

9. Para el Ur-Fascismo no hay lucha por la vida, sino más bien, «vida para la lucha». El pacifismo es entonces colusión con el enemigo; el pacifismo es malo porque la vida es una guerra permanente. Esto, sin embargo, lleva consigo un complejo de Harmaguedón: puesto que los enemigos deben y pueden ser derrotados, tendrá que haber una batalla final, de resultas de la cual el movimiento obtendrá el control del mundo. Una solución final de ese tipo implica una sucesiva era de paz, una Edad de Oro que contradice el principio de la guerra permanente. Ningún líder fascista ha conseguido resolver jamás esta contradicción.

10. El elitismo es un aspecto típico de toda ideología reaccionaria, en cuanto fundamentalmente aristocrático. En el curso de la historia, todos los elitismos aristocráticos y militaristas han implicado el desprecio por los débiles. El Ur-Fascismo no puede evitar predicar un «elitismo popular». Cada ciudadano pertenece al mejor pueblo del mundo, los miembros del partido son los ciudadanos mejores, cada ciudadano puede (o debería) convertirse en miembro del partido pero no puede haber patricios sin plebeyos. El líder, que sabe perfectamente que su poder no lo ha obtenido por mandato, sino que lo ha conquistado con la fuerza, sabe también que su fuerza se basa en la debilidad de las masas, tan débiles que necesitan y se merecen un «dominador». Puesto que el grupo está organizado jerárquicamente (según un modelo militar), todo líder subordinado desprecia a sus subalternos, y cada uno de ellos desprecia a sus inferiores. Todo ello refuerza el sentido de un elitismo de masa.

11. En esta perspectiva, cada uno está educado para convertirse en un héroe. En todas las mitologías, el «héroe» es un ser excepcional, pero en la ideología Ur-Fascista el heroísmo es la norma. Este culto al heroísmo está vinculado estrechamente con el culto a la muerte: no es una coincidencia que el lema de los falangistas fuera «¡Viva la muerte!». A la gente normal se le dice que la muerte es enojosa, pero que hay que encararla con dignidad; a los creyentes se les dice que es una forma dolorosa de alcanzar una felicidad sobrenatural. El héroe Ur-Fascista, en cambio, aspira a la muerte, anunciada como la mejor recompensa de una vida heroica. El héroe Ur-Fascista está impaciente por morir, y en su impaciencia, todo hay que decirlo, más a menudo consigue hacer que mueran los demás.

12. Puesto que tanto la guerra permanente como el heroísmo son juegos difíciles de jugar, el Ur-Fascista transfiere su voluntad de poder a cuestiones sexuales. Éste es el origen del machismo (que implica desdén hacia las mujeres y una condena intolerante de costumbres sexuales no conformistas, desde la castidad hasta la homosexualidad). Y puesto que también el sexo es un juego difícil de jugar, el héroe Ur-Fascista juega con las armas, que son su Ersatz fálico: sus juegos de guerra se deben a una invidia penis permanente.

13. El Ur-Fascismo se basa en un «populismo cualitativo». En una democracia los ciudadanos gozan de derechos individuales, pero el conjunto de los ciudadanos sólo está dotado de un impacto político desde el punto de vista cuantitativo (se siguen las decisiones de la mayoría). Para el Ur-Fascismo los individuos en cuanto individuos no tienen derechos, y el «pueblo» se concibe como una cualidad, una entidad monolítica que expresa la «voluntad común». Puesto que ninguna cantidad de seres humanos puede poseer una voluntad común, el líder pretende ser su intérprete. Habiendo perdido su poder de mandato, los ciudadanos no actúan, son llamados sólo pars pro totoa desempeñar el papel de pueblo. El pueblo, de esta manera, es sólo una ficción teatral. Para poner un buen ejemplo de populismo cualitativo, ya no necesitamos Piazza Venezia o el estadio de Núremberg. En nuestro futuro se perfila un populismo cualitativo Televisión o Internet, en el que la respuesta emotiva de un grupo seleccionado de ciudadanos puede ser presentada o aceptada como la «voz del pueblo». En razón de su populismo cualitativo, el Ur-Fascismo debe oponerse a los «podridos» gobiernos parlamentarios. Una de las primeras frases pronunciadas por Mussolini en el parlamento italiano fue: «Hubiera podido transformar esta aula sorda y gris en un xivac para mis manipulas». De hecho, encontró inmediatamente un alojamiento mejor para sus manípulos, pero poco después liquidó el parlamento. Cada vez que un político arroja dudas sobre la legitimidad del parlamento porque no representa ya la «voz del pueblo», podemos percibir olor de Ur-Fascismo.

14. El Ur-Fascismo habla la «neolengua». La «neolengua» fue inventada por Orwell en 1984, como lengua oficial del Ingsoc, el socialismo inglés, pero elementos de Ur-Fascismo son comunes a formas diversas de dictadura. Todos los textos escolares nazis o fascistas se basaban en un léxico pobre y en una sintaxis elemental, con la finalidad de limitar los instrumentos para el razonamiento complejo y crítico. Pero debemos estar preparados para identificar otras formas de neolengua, incluso cuando adoptan la forma inocente de un popular reality-show.

Después de haber indicado los posibles arquetipos del Ur-Fascismo, concédanme que concluya. La mañana del 27 de julio de 1943 me dijeron que, según los partes leídos por radio, el fascismo había caído y Mussolini había sido arrestado. Mi madre me mandó a comprar el periódico. Fui al quiosco más cercano y vi que los periódicos estaban, pero los nombres eran diferentes. Además, después de una breve ojeada a los títulos, me di cuenta de que cada periódico decía cosas diferentes y compré uno al azar, y leí un mensaje impreso en la primera página firmado por cinco o seis partidos políticos, como Democracia Cristiana, Partido Comunista, Partido Socialista, Partido de Acción, Partido Liberal. Hasta aquel momento yo creía que había un solo partido por cada país, y que en Italia sólo existía el Partido Nacional Fascista. Estaba descubriendo que en mi país podía haber diferentes partidos al mismo tiempo. No sólo esto: puesto que era un chico listo, me di cuenta enseguida de que era imposible que tantos partidos hubieran surgido de un día para otro. Comprendí, así, que ya existían como organizaciones clandestinas. El mensaje celebraba el final de la dictadura y el regreso de la libertad: libertad de palabra, de prensa, de asociación política. Estas palabras, «libertad», «dictadura» —Dios mío— era la primera vez en mi vida que las leía. En virtud de estas nuevas palabras yo había renacido hombre libre occidental. Debemos prestar atención a que el sentido de estas palabras no se vuelva a olvidar. El Ur-Fascismo está aún a nuestro alrededor, a veces con trajes de civil. Sería muy cómodo, para nosotros, que alguien se asomara a la escena del mundo y dijera: «¡Quiero volver a abrir Auschwitz, quiero que las camisas negras vuelvan a desfilar solemnemente por las plazas italianas!». Por desgracia, la vida no es tan fácil. El Ur-Fascismo puede volver todavía con las apariencias más inocentes. Nuestro deber es desenmascararlo y apuntar con el índice sobre cada una de sus formas nuevas, cada día, en cada parte del mundo. Vuelvo a darle la palabra a Roosevelt: «Me atrevo a afirmar que si la democracia americana deja de progresar como una fuerza viva, intentando mejorar día y noche con medios pacíficos las condiciones de nuestros ciudadanos, la fuerza del fascismo crecerá en nuestro país» (4 de noviembre de 1938).

Libertad y liberación son una tarea que no acaba nunca. Que éste sea nuestro lema: «No olvidemos». Y permítanme que acabe con una poesía de Franco Forfini:

En el pretil del puente
las cabezas de los ahorcados.
En el agua de la fuente
las babas de los ahorcados.
En el enlosado del mercado
las uñas de los fusilados.
En la hierba seca del prado
los dientes de los fusilados.
Morder el aire morder las piedras
nuestra carne no es ya de hombres.
Morder el aire morder las piedras
nuestro corazón no es ya de hombres.
Pero nosotros lo leímos en los ojos de los muertos
y en la tierra haremos libertad
pero apretaron los puños de los muertos
la justicia que se hará.
Traducción: Helena Lozano Miralles.

Fuente: 
Estatua en el foro itálico de Roma. FLICKR El término «fascismo» se adapta a todo porque es posible eliminar de un régimen fascista uno o más aspectos, y siempre podremos reconocerlo como fascista.
Quítenle al fascismo el imperialismo y obtendrán a Franco o Salazar; quítenle el colonialismo y obtendrán el fascismo balcánico.

Añádanle al fascismo italiano un anticapitalismo radical (que nunca fascinó a Mussolini) y obtendrán a Ezra Pound.

Añádanle el culto la mitología celta y el misticismo del Grial (completamente ajeno al fascismo oficial) y obtendrán uno de los gurús fascistas más respetados, Julius Evola.

A pesar de esta confusión, considero que es posible indicar una lista de características típicas de lo que me gustaría denominar «Ur-Fascismo», o «fascismo eterno».

Tales características no pueden quedar encuadradas en un sistema; muchas se contradicen mutuamente, y son típicas de otras formas de despotismo o fanatismo, pero basta con que una de ellas esté presente para hacer coagular una nebulosa fascista. 

Fuente:

https://ctxt.es/es/20190116/Politica/23898/Umberto-Eco-documento-CTXT-fascismo-nazismo-extrema-derecha.htm

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