Hay que intentar poner fin a la utilización del poder judicial y del TC como instrumentos para imponer una determinada política. Hay que convertir en imposible en España la estrategia del Partido Republicano estadounidense.
El primer golpe de estado en el sentido más fuerte del término protagonizado por el poder judicial se produjo en los Estados Unidos de América en el año 2000. Ante la evidencia de que el recuento de los votos en el Estado de Florida conducía inexorablemente a la victoria de Al Gore sobre George Bush Jr., la Corte Suprema ordenó la detención del recuento, permitiendo de esta manera que el candidato republicano se convirtiera en presidente de los Estados Unidos.
Nunca podremos saber qué habría pasado si Al Gore hubiera sido presidente. ¿Se hubiera producido el atentado de las Torres Gemelas en 2001 o se hubiera abortado la operación terrorista? ¿Se habría iniciado la guerra de Irak con base en la mentira de las “armas de destrucción masiva” en manos de Sadam Hussein o se habría evitado? No podremos tener nunca respuestas para estos interrogantes, pero tampoco podremos dejar de tener dudas acerca de la posible respuesta que hubieran tenido con un presidente con la formación y la fibra moral de Al Gore.
En todo caso, lo que dejó claro la Corte Suprema de Estados Unidos es que desde el poder judicial se puede dar un golpe de Estado y sustituir la manifestación de voluntad de los ciudadanos expresada mediante el derecho de sufragio por la voluntad de los magistrados designados por Presidentes republicanos. No fue la mayoría demócrata expresada en las urnas la que decidió quién iba a ser presidente, sino la mayoría republicana en la Corte Suprema la que tomó la decisión.
Ese precedente, del que la propia Corte Suprema de los Estados Unidos se avergüenza y no ha vuelto a mencionar en ninguna decisión posterior, no ha vuelto a repetirse con esa contundencia ni en Estados Unidos ni en ningún otro país. Pero ha seguido ocupando un lugar destacado en la estrategia del Partido Republicano. El control de la Corte Suprema, que siempre ha jugado un papel importante en la estrategia política de los dos partidos de gobierno, demócrata y republicano, ha adquirido una nueva dimensión a partir de la sentencia del año 2000 que hizo a George Bush Jr. presidente. De ahí que la mayoría republicana en el Senado impidiera que Barack Obama pudiera proponer un candidato para una vacante en el último año de su mandato y que, sin embargo, Donald Trump pudiera proponer una candidata en los últimos meses del suyo tras la muerte de Ruth Bader Ginsburg. Ello le ha permitido a la Corte Suprema eliminar el derecho a la interrupción del embarazo reconocido en 1973 en el caso Roe vs. Wade y le permite tener en la cartera la adopción de otras varias decisiones que pueden influir de manera importante en el resultado de las próximas elecciones.
Como acabo de decir, en ningún otro país se ha reproducido la conducta de la Corte Suprema, pero la influencia del precedente del año 2000 se ha hecho notar fuera de los Estados Unidos. De manera diversa en los distintos países, pero de manera inequívoca. En Hungría y Polonia se ha expresado a través de reformas legislativas para controlar la composición del Tribunal Supremo. En Brasil se expresó a través del procesamiento y condena de manera fraudulenta de Lula da Silva para que no pudiera competir en las elecciones, favoreciendo de esta manera la elección de Bolsonaro.
Y en España se haría uso de dicho precedente, no a través del poder judicial en sentido estricto, sino a través del Tribunal Constitucional con ocasión de la reforma del Estatuto de Autonomía de Cataluña. El PP consiguió que una norma aprobada cumpliendo escrupulosamente lo previsto para su reforma tanto en el propio Estatuto de Autonomía como en la Constitución y que había sido el resultado de un pacto entre el Parlament y las Cortes Generales ratificado posteriormente en referéndum, fuera parcialmente anulada por el TC, que impuso además una interpretación vinculante de un buen número de artículos, con lo que dejaba sin sentido la reforma aprobada.
La STC 31/2010, como he subrayado en varias ocasiones, fue un golpe de Estado, en la medida en que el TC quebró los dos pilares en que descansaba el pacto de 1978 sobre la Constitución Territorial: el pacto entre el Parlament y las Cortes Generales y el referéndum de ratificación de dicho pacto. El TC anuló el pacto entre los dos Parlamentos y desconoció el resultado del referéndum. Desde entonces el TC de manera ininterrumpida y, a continuación, la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo, con el aval de un Consejo General del Poder Judicial con mandato prorrogado, han sido los instrumentos de elaboración de política territorial por parte del PP hasta hoy.
El golpe de Estado del 2010 a través del TC, le permitió al PP conseguir en 2011 la mayor acumulación de poder de toda su historia, aunque dicha acumulación la agotaría en una legislatura. En las elecciones del 2015 la derecha pasaría a ser minoritaria, aunque hasta la moción de censura de 2018 no se podrían extraer las consecuencias en la forma de cambio de gobierno.
A esa pérdida del Gobierno ha respondido el PP boicoteando la renovación del CGPJ, con éxito hasta el momento, y también la del TC, aunque esta última no ha podido mantenerla. Pero no sin haber intentado en estas últimas semanas dar un golpe con la finalidad de crear una situación que pudiera poner en cuestión la continuidad de la legislatura.
La derecha española lleva imitando la estrategia del Partido Republicano desde principios de los noventa del siglo pasado. José María Aznar construyó el PP con el partido republicano de Ronald Reagan como punto de referencia. Después se sumó a la estrategia de George Bush Jr. en la guerra de Irak. Y en la misma dirección siguió Mariano Rajoy con la utilización descarada del CGPJ, TC, TS y AN, para llegar al poder primero y para limitar las consecuencias de la pérdida del Gobierno después.
El sistema político español necesita ser desinfectado primero y reformado después, para evitar que el poder judicial pueda ser utilizado políticamente de manera desviada. Hay que intentar poner fin a la utilización del poder judicial y del TC como instrumentos para imponer una determinada política. Hay que convertir en imposible la imitación de la estrategia del Partido Republicano de los Estados Unidos. Todavía queda mucha tarea por hacer. Espero que nadie lo pierda de vista. 2023 va a ser un año decisivo.
Javier Pérez Royo
https://www.eldiario.es/contracorriente/viene-corte-suprema-estados-unidos_132_9862365.html
sábado, 14 de enero de 2023
_- Ensaladilla rusa por Karlos Arguiñano ¡un plato tradicional, riquísimo y fácil de preparar!
_- Karlos Arguiñano
Tiempo de preparación: 15 minutos | Tiempo total: 45 minutos
Karlos Arguiñano te enseña cómo preparar la ensaladilla rusa. Es un entrante muy sencillo a base de patata, zanahoria y huevo cocido cortado en dados con guisantes, atún y acompañado de mayonesa. La ensaladilla rusa se puede preparar de un día para otro y a la hora de servirla bastará con añadirle la mayonesa.
Ingredientes (4 personas):
2-3 patatas (450 g)
4 zanahorias
2 huevos
20 aceitunas rellenas
3 cucharadas de guisantes en conserva
2 latas de atún en aceite (200 g)
2/4 de mayonesa casera
sal
perejil
Elaboración de la receta de Ensaladilla rusa:
Pon las patatas (limpia y con piel) a cocer a fuego suave en una cazuela con agua fría. Pela las zanahorias y añádelas. Déjalas cocer (patatas y zanahorias) durante 25 minutos. A los 25 minutos de cocción,introduce los huevos, 1 cucharada de sal y deja cocer durante 10 minutos más.
Escurre el agua, deja que se temple todo. Reserva las zanahorias en un plato y pela las patatas y el huevo.
Pica la patata y el huevo en daditos. Corta las zanahorias en 4 cuartos a lo largo. Apila los trozos y córtalas perpendicularmente hasta conseguir trocitos pequeños.
Corta las aceitunas por la mitad y después finamente.
Pon la patata, el huevo, la zanahoria y las aceitunas en un cuenco grande, agrega los guisantes y el atún desmigado.Incorpora la mayonesa, mezcla suavemente. Prueba, pon a punto de sal y sirve. Adorna con una rama de perejil.
Consejo:
En esta ocasión, no hemos añadido vinagre al agua de cocción de las patatas porque, como es para preparar una ensaladilla, no importa que las patatas se rompan en la cocción.
Cómo hacer mayonesa casera, paso a paso:
Prepara una deliciosa mayonesa de forma fácil y rápida. Perfecta para acompañar tus platos. Tan sólo necesitas cuatro ingredientes: 1 huevo, vinagre, aceite de oliva y sal. ¡Manos a la obra! ¿Cuál es el origen de la ensaladilla rusa?
Todo apunta a que, como su propio nombre indica, la ensaladilla rusa es de origen ruso. Existen diferentes teorías respecto a su procedencia, aunque prevalece la idea de que la receta original y más conocida fue elaborada por primera vez en Moscú por un chef franco-belga, llamado Lucien Oliver.
¿Qué ingredientes lleva la receta original?
La ensaladilla rusa tradicional se prepara a base de patatas, atún, zanahorias y guisantes. También se le pueden añadir otros ingredientes como huevo cocido, aceitunas, pimientos rojos o cualquier tipo de verdura.
¿Te gusta la ensaladilla rusa? En Cocina Abierta disponemos de una gran variedad de propuestas que te van a encantar ¡disfruta degustándolas!
Tiempo de preparación: 15 minutos | Tiempo total: 45 minutos
Karlos Arguiñano te enseña cómo preparar la ensaladilla rusa. Es un entrante muy sencillo a base de patata, zanahoria y huevo cocido cortado en dados con guisantes, atún y acompañado de mayonesa. La ensaladilla rusa se puede preparar de un día para otro y a la hora de servirla bastará con añadirle la mayonesa.
Ingredientes (4 personas):
2-3 patatas (450 g)
4 zanahorias
2 huevos
20 aceitunas rellenas
3 cucharadas de guisantes en conserva
2 latas de atún en aceite (200 g)
2/4 de mayonesa casera
sal
perejil
Elaboración de la receta de Ensaladilla rusa:
Pon las patatas (limpia y con piel) a cocer a fuego suave en una cazuela con agua fría. Pela las zanahorias y añádelas. Déjalas cocer (patatas y zanahorias) durante 25 minutos. A los 25 minutos de cocción,introduce los huevos, 1 cucharada de sal y deja cocer durante 10 minutos más.
Escurre el agua, deja que se temple todo. Reserva las zanahorias en un plato y pela las patatas y el huevo.
Pica la patata y el huevo en daditos. Corta las zanahorias en 4 cuartos a lo largo. Apila los trozos y córtalas perpendicularmente hasta conseguir trocitos pequeños.
Corta las aceitunas por la mitad y después finamente.
Pon la patata, el huevo, la zanahoria y las aceitunas en un cuenco grande, agrega los guisantes y el atún desmigado.Incorpora la mayonesa, mezcla suavemente. Prueba, pon a punto de sal y sirve. Adorna con una rama de perejil.
Consejo:
En esta ocasión, no hemos añadido vinagre al agua de cocción de las patatas porque, como es para preparar una ensaladilla, no importa que las patatas se rompan en la cocción.
Cómo hacer mayonesa casera, paso a paso:
Prepara una deliciosa mayonesa de forma fácil y rápida. Perfecta para acompañar tus platos. Tan sólo necesitas cuatro ingredientes: 1 huevo, vinagre, aceite de oliva y sal. ¡Manos a la obra! ¿Cuál es el origen de la ensaladilla rusa?
Todo apunta a que, como su propio nombre indica, la ensaladilla rusa es de origen ruso. Existen diferentes teorías respecto a su procedencia, aunque prevalece la idea de que la receta original y más conocida fue elaborada por primera vez en Moscú por un chef franco-belga, llamado Lucien Oliver.
¿Qué ingredientes lleva la receta original?
La ensaladilla rusa tradicional se prepara a base de patatas, atún, zanahorias y guisantes. También se le pueden añadir otros ingredientes como huevo cocido, aceitunas, pimientos rojos o cualquier tipo de verdura.
¿Te gusta la ensaladilla rusa? En Cocina Abierta disponemos de una gran variedad de propuestas que te van a encantar ¡disfruta degustándolas!
viernes, 13 de enero de 2023
CAMBIO CLIMÁTICO. Cristina Aleixendri: “Rusia y China tienen mucho interés en que se derrita el Ártico para abrir nuevas rutas mercantes”.
La ingeniera ganadora del Premio Talgo ha participado en la invención de una vela para propulsar barcos cargueros que ya se comercializa con éxito
Cristina Aleixendri (Barcelona, 31 años), practicando una humildad tan femenina que raya el síndrome del impostor, dice que en su empresa, Bound4blue, ella es “bombera torera”. Con esa expresión jocosa, esta ingeniera aeronáutica, se refiere a que además de ser una de las inventoras de un sistema de propulsión sostenible para cargueros que comercializa ella misma, levanta financiación, cierra acuerdos con inversores, justifica subvenciones públicas, representa a su compañía ante organismos públicos y privados, hace labores de marketing y habla con la prensa, que en esta ocasión se interesa por ella porque acaba de recibir el Premio Talgo a la excelencia profesional de la mujer en la ingeniería: “Estos premios ofrecen referentes a las niñas para que no piensen que un ingeniero es un mecánico cubierto de grasa. Eso me pasaba a mí de niña, cuando quería estudiar medicina”
Pregunta. ¿Por qué no hizo medicina al final?
Respuesta. A mí lo que me gustaba de los médicos es que yo siempre quise trabajar por un propósito y veía un propósito muy noble salvar vidas. Pero entonces mi profesora de matemáticas, que era ingeniera informática, me cogió por banda en un pasillo, me metió en el despacho y me dijo: “Yo veo que te brillan los ojos cuando estás en física y en matemáticas”. Entonces nos pusimos a repasar ingeniería por ingeniería y me explicó lo que cada una podía hacer para generar un impacto en el mundo y, bueno, me salvó la vida porque los años de la carrera lo pasé genial, ¿eh? (risas)
P. Explíqueme un poco su noción de pasarlo genial…
R. Los matemáticos hacen modelos. Los físicos los aplican a un problema real. Y luego llegamos los ingenieros a destrozarlo todo porque cogemos las fórmulas y decimos, mira esto no me sirve pero igual así, sí. Y al final pues los aviones vuelan, los cohetes van a la luna y salvamos vidas poniendo en marcha los mecanismos que hay en los hospitales. Estudiar ingeniería es levantarte cada mañana sabiendo que tienes muchos problemas por resolver delante tuyo y que vas a descubrir cómo funciona el mundo. Es apasionante.
P. ¿Cree que de la misma forma que en el pasado se asociaba a las mujeres esas profesiones “de cuidados”, como enfermería o medicina, ahora se piensa que por naturaleza somos buenas gestoras y por tanto “emprendedoras”?
R. Creo que en general la palabra emprendedor está un poco, entre comillas, prostituida. Está muy de moda intentar ser emprendedor cuando hay muchas vías para hacer tener éxito profesional y generar un impacto en el mundo. Dicho esto, mi sector, el marítimo, tiene muy poca presencia femenina. Por ejemplo en torno al 2% de los marineros son mujeres y en el trabajo en tierra solo en los países nórdicos se llega al 20% de presencia femenina.
Cristina Aleixendri, ingeniera de la empresa Bound4blue. Barbera del Valles, 20 de diciembre de 2022. ALBERT GARCIA
P. Está viajando muchísimo para vender su proyecto, ¿no?
R. Esta semana estuve en Londres, en la Organización Marítima Internacional, que es un cuerpo que depende de Naciones Unidas y está planteando nuevas regulaciones globales para que el transporte marítimo sea más sostenible. Es muy interesante enseñarle a todos los delegados de todos los países una solución que les permite moverse de forma menos contaminante sin dejar de ser rentables.
P. ¿Y cómo se consigue eso?
R. Con una especie de vela que funciona igual que las alas de un avión, solo esto en lugar de sostener la nave en el aire, la empuja. Está inspirada en un sistema creado para el buque oceanográfico de Cousteau por Bertrand Charrier, quien ahora también trabaja en nuestro equipo. Nosotros mejoramos su tecnología, que cuando fue creada no podía mover unidades grandes. Aumentamos un 30% su eficiencia aerodinámica y así podemos mover barcos mercantes, que son los que más impacto medioambiental generan, como si fuesen coches híbridos.
P. ¿Se pueden plantear mercantes que se muevan al cien por cien con velas?
R. Se podría plantear. Ya lo hizo Cristóbal Colón. En los principios de la navegación los barcos mercantes iban a vela. Pero los clientes no piden eso porque entonces tendrían que ir siguiendo los vientos y así no todas las rutas serían transitables. Con este sistema cuando tengas buen viento, como por ejemplo en el Atlántico Norte, en el Pacífico o en el Báltico, prescindes del motor y así se reduce el consumo de combustible y las emisiones.
P. ¿No le impresionó mucho a Charrier que tres jóvenes como ustedes quisieran continuar con su legado?
R. Yo creo que él simplemente quiere ver cómo su sistema se implanta. Cuando nos conoció simplemente quería aportar todo lo que sabía después de más de 15 años embarcado en el Calypso.
P. ¿Tiene miedo a volar una ingeniera aeronáutica como usted?
R. ¡Sí! Cuanto más sabes, peor. Yo me subo a un avión y empiezo a mirar si han abierto los flaps o a fijarme en las velocidades críticas. Mi profesor de aviación decía que si se intenta un aterrizaje de emergencia una vez y se fracasa, a la segunda, por probabilidad, el avión tiene un accidente. Pero también es verdad que cuando hay una turbulencias sabes que el avión está preparado para volar sin motores y planear y estás muchísimo más tranquila que la demás gente.
P. ¿Se ha hecho rica con este proyecto?
R. Creo que llevo una gran vida y me considero muy afortunada porque viajo alrededor del mundo y conozco a gente increíble pero rara vez voy en primera.Tuve mucha suerte de nacer en una familia muy trabajadora que sacrificó muchas cosas para darnos la mejor educación posible. Cuando perdí a mi madre me independicé y entonces trabajé en un montón de cosas para salir adelante, desde investigadora en la universidad hasta profesora particular. Así que cuando empecé a ganar dinero fue muy satisfactorio. Pero no me pego grandes lujos: vivo en un pueblecito a las afueras de Barcelona, con mi huerto, gallinas, mis dos perros, mis paseos por la montaña. Allí no llega Glovo, así que imagínate.
P. ¿Y es usted optimista o pesimista con respecto a los retos de sostenibilidad que afronta el mundo?
R. Creo que si todos los países no están alineados para el cambio, va a ser muy complicado. Por ejemplo, Rusia y China tienen mucho interés en que se derrita el Ártico para poder abrir nuevas rutas mercantes, lo que es una catástrofe. Tecnológicamente podemos. Está por ver si los investigadores van a ser capaces de convencer a la mitad que solo se mueve por el egoísmo humano.
Cristina Aleixendri (Barcelona, 31 años), practicando una humildad tan femenina que raya el síndrome del impostor, dice que en su empresa, Bound4blue, ella es “bombera torera”. Con esa expresión jocosa, esta ingeniera aeronáutica, se refiere a que además de ser una de las inventoras de un sistema de propulsión sostenible para cargueros que comercializa ella misma, levanta financiación, cierra acuerdos con inversores, justifica subvenciones públicas, representa a su compañía ante organismos públicos y privados, hace labores de marketing y habla con la prensa, que en esta ocasión se interesa por ella porque acaba de recibir el Premio Talgo a la excelencia profesional de la mujer en la ingeniería: “Estos premios ofrecen referentes a las niñas para que no piensen que un ingeniero es un mecánico cubierto de grasa. Eso me pasaba a mí de niña, cuando quería estudiar medicina”
Pregunta. ¿Por qué no hizo medicina al final?
Respuesta. A mí lo que me gustaba de los médicos es que yo siempre quise trabajar por un propósito y veía un propósito muy noble salvar vidas. Pero entonces mi profesora de matemáticas, que era ingeniera informática, me cogió por banda en un pasillo, me metió en el despacho y me dijo: “Yo veo que te brillan los ojos cuando estás en física y en matemáticas”. Entonces nos pusimos a repasar ingeniería por ingeniería y me explicó lo que cada una podía hacer para generar un impacto en el mundo y, bueno, me salvó la vida porque los años de la carrera lo pasé genial, ¿eh? (risas)
P. Explíqueme un poco su noción de pasarlo genial…
R. Los matemáticos hacen modelos. Los físicos los aplican a un problema real. Y luego llegamos los ingenieros a destrozarlo todo porque cogemos las fórmulas y decimos, mira esto no me sirve pero igual así, sí. Y al final pues los aviones vuelan, los cohetes van a la luna y salvamos vidas poniendo en marcha los mecanismos que hay en los hospitales. Estudiar ingeniería es levantarte cada mañana sabiendo que tienes muchos problemas por resolver delante tuyo y que vas a descubrir cómo funciona el mundo. Es apasionante.
P. ¿Cree que de la misma forma que en el pasado se asociaba a las mujeres esas profesiones “de cuidados”, como enfermería o medicina, ahora se piensa que por naturaleza somos buenas gestoras y por tanto “emprendedoras”?
R. Creo que en general la palabra emprendedor está un poco, entre comillas, prostituida. Está muy de moda intentar ser emprendedor cuando hay muchas vías para hacer tener éxito profesional y generar un impacto en el mundo. Dicho esto, mi sector, el marítimo, tiene muy poca presencia femenina. Por ejemplo en torno al 2% de los marineros son mujeres y en el trabajo en tierra solo en los países nórdicos se llega al 20% de presencia femenina.
Cristina Aleixendri, ingeniera de la empresa Bound4blue. Barbera del Valles, 20 de diciembre de 2022. ALBERT GARCIA
P. Está viajando muchísimo para vender su proyecto, ¿no?
R. Esta semana estuve en Londres, en la Organización Marítima Internacional, que es un cuerpo que depende de Naciones Unidas y está planteando nuevas regulaciones globales para que el transporte marítimo sea más sostenible. Es muy interesante enseñarle a todos los delegados de todos los países una solución que les permite moverse de forma menos contaminante sin dejar de ser rentables.
P. ¿Y cómo se consigue eso?
R. Con una especie de vela que funciona igual que las alas de un avión, solo esto en lugar de sostener la nave en el aire, la empuja. Está inspirada en un sistema creado para el buque oceanográfico de Cousteau por Bertrand Charrier, quien ahora también trabaja en nuestro equipo. Nosotros mejoramos su tecnología, que cuando fue creada no podía mover unidades grandes. Aumentamos un 30% su eficiencia aerodinámica y así podemos mover barcos mercantes, que son los que más impacto medioambiental generan, como si fuesen coches híbridos.
P. ¿Se pueden plantear mercantes que se muevan al cien por cien con velas?
R. Se podría plantear. Ya lo hizo Cristóbal Colón. En los principios de la navegación los barcos mercantes iban a vela. Pero los clientes no piden eso porque entonces tendrían que ir siguiendo los vientos y así no todas las rutas serían transitables. Con este sistema cuando tengas buen viento, como por ejemplo en el Atlántico Norte, en el Pacífico o en el Báltico, prescindes del motor y así se reduce el consumo de combustible y las emisiones.
P. ¿No le impresionó mucho a Charrier que tres jóvenes como ustedes quisieran continuar con su legado?
R. Yo creo que él simplemente quiere ver cómo su sistema se implanta. Cuando nos conoció simplemente quería aportar todo lo que sabía después de más de 15 años embarcado en el Calypso.
P. ¿Tiene miedo a volar una ingeniera aeronáutica como usted?
R. ¡Sí! Cuanto más sabes, peor. Yo me subo a un avión y empiezo a mirar si han abierto los flaps o a fijarme en las velocidades críticas. Mi profesor de aviación decía que si se intenta un aterrizaje de emergencia una vez y se fracasa, a la segunda, por probabilidad, el avión tiene un accidente. Pero también es verdad que cuando hay una turbulencias sabes que el avión está preparado para volar sin motores y planear y estás muchísimo más tranquila que la demás gente.
P. ¿Se ha hecho rica con este proyecto?
R. Creo que llevo una gran vida y me considero muy afortunada porque viajo alrededor del mundo y conozco a gente increíble pero rara vez voy en primera.Tuve mucha suerte de nacer en una familia muy trabajadora que sacrificó muchas cosas para darnos la mejor educación posible. Cuando perdí a mi madre me independicé y entonces trabajé en un montón de cosas para salir adelante, desde investigadora en la universidad hasta profesora particular. Así que cuando empecé a ganar dinero fue muy satisfactorio. Pero no me pego grandes lujos: vivo en un pueblecito a las afueras de Barcelona, con mi huerto, gallinas, mis dos perros, mis paseos por la montaña. Allí no llega Glovo, así que imagínate.
P. ¿Y es usted optimista o pesimista con respecto a los retos de sostenibilidad que afronta el mundo?
R. Creo que si todos los países no están alineados para el cambio, va a ser muy complicado. Por ejemplo, Rusia y China tienen mucho interés en que se derrita el Ártico para poder abrir nuevas rutas mercantes, lo que es una catástrofe. Tecnológicamente podemos. Está por ver si los investigadores van a ser capaces de convencer a la mitad que solo se mueve por el egoísmo humano.
jueves, 12 de enero de 2023
Un estudio alerta de que España es el tercer país de la OCDE con más colegios gueto.
El informe, que analiza la situación de 64 países, 28 de ellos de la OCDE, pone de manifiesto que España es el que más segrega a los alumnos en centros según su renta familiar, por detrás de Turquía y Lituania
España es uno de los países europeos con mayor número de colegios gueto, situación que se da cuando el nivel de concentración de alumnado con bajos recursos socioeconómicos en un mismo centro supera el 50%. Es, por tanto, uno de los países que más divide a los estudiantes de primaria en diferentes centros educativos en función de su renta familiar, según un estudio pionero de la ONG Save the Children y el centro de estudios EsadeEcPol (dependiente de la escuela de negocios Esade), que analiza datos de 64 países. Esta segregación escolar genera que los alumnos más desaventajados se concentren en los mismos centros y vean reducidas sus posibilidades de relacionarse con niños de otros estratos sociales, lo que deriva en sociedades menos integradoras.
Los dos autores del estudio han analizado por primera vez los datos socioeconómicos del perfil de los alumnos que se desprenden del informe internacional TIMSS (Estudio de las Tendencias en Matemáticas y Ciencias, en sus siglas en inglés), que elabora desde 1995 y cada cuatro años la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo (IEA son sus siglas en inglés). El TIMSS mide las competencias en Matemáticas y Ciencias de los alumnos de 4º de primaria (niños de 10 años) de 64 países, 28 de ellos pertenecientes a la OCDE ―del total de 37 integran el organismo―. En esa comparativa internacional, uno de los apartados configura un índice socioeconómico construido a partir de tres componentes: el número de libros del hogar, la carencia de materiales escolares y el nivel educativo más elevado entre los dos progenitores del alumno. Con esas variables, se construye un índice para conocer el capital sociocultural y económico de las familias.
La gran caída de alumnos que ya está cambiando la escuela Una vez analizados esos datos, los investigadores, Lucas Gortázar y Álvaro Ferrer, concluyen en el estudio, titulado Diversidad y libertad: reducir la segregación escolar respetando la capacidad de elección de centro, que España ocupa la tercera posición, por detrás de Turquía y Lituania, en segregación escolar en los colegios de primaria de los 64 países analizados ―de diferentes continentes y niveles de desarrollo, como Chile, Hungría, Alemania, Marruecos, Filipinas o Sudáfrica―.
El estudio se sustenta sobre un índice que mide la segregación del 0 al 1 donde la media de la OCDE se sitúa en 0,26. A la cabeza en desigualdad están Turquía (0,40), Lituania (0,34) y España (0,32), mientras que los que la presentan en menor medida son Finlandia (0,19), Dinamarca (0,20) y Japón (0,20). La Comunidad de Madrid es la única región de España que ofreció a TIMSS sus datos en abierto, y de ellos se desprende que en Primaria su índice de segregación es del 0,34, por encima del 0,32 de media de España.
En los últimos años, la Comisión Europea, el Comité de Derechos del Niño o la ONU han urgido a España a revisar y aprobar políticas que frenen la segregación escolar, que afecta al 46,8% de los centros educativos del país —9 de cada 10 son públicos—, según el estudio Magnitud de la segregación escolar por nivel socioeconómico, publicado en 2018 por dos investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid. Estos analizaron los datos socioeconómicos de los estudiantes reflejados en el informe PISA 2014, que mide las competencias en Matemáticas, Ciencias y comprensión lectora de los alumnos de secundaria de 15 años de los países de la OCDE. Este nuevo estudio de Save the Children y EsadeEcPol analiza por primera vez en España la segregación de los alumnos de primaria.
Lucas Gortázar, coautor del informe, expone: “En el debate político se ha puesto sobre la mesa el derecho que tienen las familias a elegir el centro educativo que quieren para sus hijos, pero la situación de segregación escolar en España pone de manifiesto que son necesarias políticas que aseguren una matriculación equilibrada tanto en centros públicos como concertados”. Los investigadores analizaron también los datos del perfil socioeconómico de los alumnos de 15 años del informe PISA 2018 y extrajeron que la Comunidad de Madrid es la región que registra una mayor segregación en la ESO (0,41), mientras otras comunidades como La Rioja (0,21), Cantabria (0,22) Aragón (0,23) presentan los niveles más bajos, similares a los de Canadá (0,23), Irlanda (0,23) o Noruega (0,20). La media de segregación por motivos socioeconómicos en la ESO de España (0,29) está al mismo nivel que la media del resto de países de la OCDE (0,29).
El problema, señala Álvaro Ferrer, coautor del informe, son las “dinámicas de huida que se generan” cuando las familias de clase media deciden a qué centros, mayoritariamente públicos, no quieren llevar a sus hijos por la alta concentración de alumnos con pocos recursos o inmigrantes. “Es muy importante que por parte de la Administración se trabaje con las familias autóctonas en los prejuicios que tienen con la diversidad de perfiles en las aulas, cuando la evidencia científica muestra que los estudiantes con progenitores con estudios superiores no ven afectado su rendimiento académico”.
En los últimos años, señala el informe, organismos internacionales como la OCDE o la UNESCO han alertado de los riesgos sociales y económicos que puede generar una “segregación escolar excesiva”. El hecho de que exista un amplio número de centros con una elevada proporción de alumnado vulnerable puede elevar las tasas de abandono escolar temprano ―jóvenes entre 18 y 24 años que no continuaron sus estudios y obtuvieron, como mucho, el título de la ESO; España está a la cabeza con un 16%, frente al 10% de media de la UE―, aumentar el desgaste y la desafección de estudiantes y profesores, y repercutir en la cohesión social o el mercado de trabajo.
Xavier Bonal, catedrático de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona, cree que los alumnos “construyen sus objetivos vitales muy influenciados por los de sus compañeros de aula, si el alumnado de entorno desfavorecido no está expuesto a otro tipo de aspiraciones, probablemente se estanque”. La falta de diversidad en las clases puede afectar a la capacidad de aprendizaje de ese alumnado, a la probabilidad de que obtengan un título, e incluso a sus ingresos en la vida adulta.
Según dos investigaciones recientes, una de ellas dirigida por Xavier Bonal, la segregación escolar no se produce mayoritariamente en zonas periféricas deprimidas, sino dentro de barrios con una composición social diversa. “Hay escuelas que a una distancia de 100 metros son radicalmente distintas, puede que una de ellas concentre al alumnado inmigrante y acabe convertida en un gueto; las políticas de la Administración han sido insuficientes para frenar este fenómeno”, indica Bonal.
Para Gortázar y Ferrer, las políticas “juegan un papel muy importante”, y ponen como ejemplo el llamado sistema de elección controlada acuñado por la OCDE y puesto en marcha en países como Bélgica, en el que la Administración da a las familias la opción de escoger colegio con ciertas limitaciones y con mecanismos para asegurar la integración, como porcentajes máximos por centro de alumnos desaventajados, incentivos económicos para las escuelas que admiten a un mayor número de estos estudiantes o la eliminación de las cuotas (empleadas en la concertada).
Pauline Musset, analista de la OCDE, explica sobre el sistema Pupil Premium, que otorga una cuantía extra a los centros británicos por cada estudiante que percibe beca de comedor: “Cuando se da una libertad total de elección, hay más desigualdad y mayor segregación. Los países que han mejorado su diversidad en las aulas, como Reino Unido, han puesto en marcha sistemas de financiación extra, han dotado a esos centros de un mayor número de profesores y han reducido las ratios. Esta medida hace que para los colegios sea más atractivo escolarizar a alumnos con menos capital”.
Otro caso de éxito es el de Flandes (Bélgica), donde se ha puesto en marcha el llamado sistema de doble lista, que supone reservar plazas en el proceso de matriculación para alumnos con rentas bajas y altas, de modo que se garantiza la mezcla. En esta región, en ningún caso las familias son obligadas a matricular a sus hijos en determinados centros; a través de campañas informativas se anima a las familias a romper sus esquemas. En España, Cataluña es la primera autonomía que ha aprobado un pacto contra la segregación escolar que obliga a las escuelas a reservar un porcentaje de plazas para alumnos con pocos recursos o dificultades de aprendizaje.
Aunque la nueva ley educativa, Lomloe, aprobada el pasado noviembre, es la primera normativa estatal que aborda el problema de la segregación e incluye un paquete de medidas para frenarla, la decisión final está en manos de las autonomías, que son las que diseñan los procesos de admisión. Los autores del informe hacen una serie de recomendaciones, como organizar visitas para que familias de clase media conozcan escuelas de alta complejidad, dar soporte a esos centros para que puedan comunicar su proyecto educativo a la comunidad, o animar a progenitores socialmente aventajados a que elijan en grupo uno de esos centros para equilibrar su composición.
Mejora de la escuela pública
A la hora de escoger un centro, señala el informe, la escuela concertada presenta en España algunas ventajas, como la jornada escolar partida o un servicio de comedor más amplio. En el caso de la Comunidad de Madrid, un 60% de los colegios públicos ya han implantado la jornada continua (las clases terminan a las dos de la tarde), mientras que en la red concertada solo lo han hecho un 3%. “Las familias”, señala Xavier Bonal, “necesitan tener a sus hijos más horas en la escuela, además de por una cuestión de conciliación, por asegurarse de que las horas de la tarde van a estar bien empleadas. Los profesores que son funcionarios han luchado por conseguir la jornada continua, ignorando las consecuencias sobre el aprendizaje, sobre todo, de los más desaventajados”.
Sobre el comedor escolar, un 71,6% de los colegios públicos en España tiene este servicio, frente al 82,2% de los concertados y privados. En secundaria, solo un 11,4% de los públicos lo ofrece, frente al 85% de los concertados y privados. Solo un 2,9% del alumnado de la ESO en centros públicos hizo uso de este servicio el curso pasado, frente al 24% de los estudiantes de la concertada y la privada, según datos del Ministerio de Educación.
https://elpais.com/educacion/2021-04-28/espana-lidera-la-creacion-de-colegios-gueto-por-detras-de-turquia-y-lituania.html#?rel=mas
España es uno de los países europeos con mayor número de colegios gueto, situación que se da cuando el nivel de concentración de alumnado con bajos recursos socioeconómicos en un mismo centro supera el 50%. Es, por tanto, uno de los países que más divide a los estudiantes de primaria en diferentes centros educativos en función de su renta familiar, según un estudio pionero de la ONG Save the Children y el centro de estudios EsadeEcPol (dependiente de la escuela de negocios Esade), que analiza datos de 64 países. Esta segregación escolar genera que los alumnos más desaventajados se concentren en los mismos centros y vean reducidas sus posibilidades de relacionarse con niños de otros estratos sociales, lo que deriva en sociedades menos integradoras.
Los dos autores del estudio han analizado por primera vez los datos socioeconómicos del perfil de los alumnos que se desprenden del informe internacional TIMSS (Estudio de las Tendencias en Matemáticas y Ciencias, en sus siglas en inglés), que elabora desde 1995 y cada cuatro años la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo (IEA son sus siglas en inglés). El TIMSS mide las competencias en Matemáticas y Ciencias de los alumnos de 4º de primaria (niños de 10 años) de 64 países, 28 de ellos pertenecientes a la OCDE ―del total de 37 integran el organismo―. En esa comparativa internacional, uno de los apartados configura un índice socioeconómico construido a partir de tres componentes: el número de libros del hogar, la carencia de materiales escolares y el nivel educativo más elevado entre los dos progenitores del alumno. Con esas variables, se construye un índice para conocer el capital sociocultural y económico de las familias.
La gran caída de alumnos que ya está cambiando la escuela Una vez analizados esos datos, los investigadores, Lucas Gortázar y Álvaro Ferrer, concluyen en el estudio, titulado Diversidad y libertad: reducir la segregación escolar respetando la capacidad de elección de centro, que España ocupa la tercera posición, por detrás de Turquía y Lituania, en segregación escolar en los colegios de primaria de los 64 países analizados ―de diferentes continentes y niveles de desarrollo, como Chile, Hungría, Alemania, Marruecos, Filipinas o Sudáfrica―.
El estudio se sustenta sobre un índice que mide la segregación del 0 al 1 donde la media de la OCDE se sitúa en 0,26. A la cabeza en desigualdad están Turquía (0,40), Lituania (0,34) y España (0,32), mientras que los que la presentan en menor medida son Finlandia (0,19), Dinamarca (0,20) y Japón (0,20). La Comunidad de Madrid es la única región de España que ofreció a TIMSS sus datos en abierto, y de ellos se desprende que en Primaria su índice de segregación es del 0,34, por encima del 0,32 de media de España.
En los últimos años, la Comisión Europea, el Comité de Derechos del Niño o la ONU han urgido a España a revisar y aprobar políticas que frenen la segregación escolar, que afecta al 46,8% de los centros educativos del país —9 de cada 10 son públicos—, según el estudio Magnitud de la segregación escolar por nivel socioeconómico, publicado en 2018 por dos investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid. Estos analizaron los datos socioeconómicos de los estudiantes reflejados en el informe PISA 2014, que mide las competencias en Matemáticas, Ciencias y comprensión lectora de los alumnos de secundaria de 15 años de los países de la OCDE. Este nuevo estudio de Save the Children y EsadeEcPol analiza por primera vez en España la segregación de los alumnos de primaria.
Lucas Gortázar, coautor del informe, expone: “En el debate político se ha puesto sobre la mesa el derecho que tienen las familias a elegir el centro educativo que quieren para sus hijos, pero la situación de segregación escolar en España pone de manifiesto que son necesarias políticas que aseguren una matriculación equilibrada tanto en centros públicos como concertados”. Los investigadores analizaron también los datos del perfil socioeconómico de los alumnos de 15 años del informe PISA 2018 y extrajeron que la Comunidad de Madrid es la región que registra una mayor segregación en la ESO (0,41), mientras otras comunidades como La Rioja (0,21), Cantabria (0,22) Aragón (0,23) presentan los niveles más bajos, similares a los de Canadá (0,23), Irlanda (0,23) o Noruega (0,20). La media de segregación por motivos socioeconómicos en la ESO de España (0,29) está al mismo nivel que la media del resto de países de la OCDE (0,29).
El problema, señala Álvaro Ferrer, coautor del informe, son las “dinámicas de huida que se generan” cuando las familias de clase media deciden a qué centros, mayoritariamente públicos, no quieren llevar a sus hijos por la alta concentración de alumnos con pocos recursos o inmigrantes. “Es muy importante que por parte de la Administración se trabaje con las familias autóctonas en los prejuicios que tienen con la diversidad de perfiles en las aulas, cuando la evidencia científica muestra que los estudiantes con progenitores con estudios superiores no ven afectado su rendimiento académico”.
En los últimos años, señala el informe, organismos internacionales como la OCDE o la UNESCO han alertado de los riesgos sociales y económicos que puede generar una “segregación escolar excesiva”. El hecho de que exista un amplio número de centros con una elevada proporción de alumnado vulnerable puede elevar las tasas de abandono escolar temprano ―jóvenes entre 18 y 24 años que no continuaron sus estudios y obtuvieron, como mucho, el título de la ESO; España está a la cabeza con un 16%, frente al 10% de media de la UE―, aumentar el desgaste y la desafección de estudiantes y profesores, y repercutir en la cohesión social o el mercado de trabajo.
Xavier Bonal, catedrático de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona, cree que los alumnos “construyen sus objetivos vitales muy influenciados por los de sus compañeros de aula, si el alumnado de entorno desfavorecido no está expuesto a otro tipo de aspiraciones, probablemente se estanque”. La falta de diversidad en las clases puede afectar a la capacidad de aprendizaje de ese alumnado, a la probabilidad de que obtengan un título, e incluso a sus ingresos en la vida adulta.
Según dos investigaciones recientes, una de ellas dirigida por Xavier Bonal, la segregación escolar no se produce mayoritariamente en zonas periféricas deprimidas, sino dentro de barrios con una composición social diversa. “Hay escuelas que a una distancia de 100 metros son radicalmente distintas, puede que una de ellas concentre al alumnado inmigrante y acabe convertida en un gueto; las políticas de la Administración han sido insuficientes para frenar este fenómeno”, indica Bonal.
Para Gortázar y Ferrer, las políticas “juegan un papel muy importante”, y ponen como ejemplo el llamado sistema de elección controlada acuñado por la OCDE y puesto en marcha en países como Bélgica, en el que la Administración da a las familias la opción de escoger colegio con ciertas limitaciones y con mecanismos para asegurar la integración, como porcentajes máximos por centro de alumnos desaventajados, incentivos económicos para las escuelas que admiten a un mayor número de estos estudiantes o la eliminación de las cuotas (empleadas en la concertada).
Pauline Musset, analista de la OCDE, explica sobre el sistema Pupil Premium, que otorga una cuantía extra a los centros británicos por cada estudiante que percibe beca de comedor: “Cuando se da una libertad total de elección, hay más desigualdad y mayor segregación. Los países que han mejorado su diversidad en las aulas, como Reino Unido, han puesto en marcha sistemas de financiación extra, han dotado a esos centros de un mayor número de profesores y han reducido las ratios. Esta medida hace que para los colegios sea más atractivo escolarizar a alumnos con menos capital”.
Otro caso de éxito es el de Flandes (Bélgica), donde se ha puesto en marcha el llamado sistema de doble lista, que supone reservar plazas en el proceso de matriculación para alumnos con rentas bajas y altas, de modo que se garantiza la mezcla. En esta región, en ningún caso las familias son obligadas a matricular a sus hijos en determinados centros; a través de campañas informativas se anima a las familias a romper sus esquemas. En España, Cataluña es la primera autonomía que ha aprobado un pacto contra la segregación escolar que obliga a las escuelas a reservar un porcentaje de plazas para alumnos con pocos recursos o dificultades de aprendizaje.
Aunque la nueva ley educativa, Lomloe, aprobada el pasado noviembre, es la primera normativa estatal que aborda el problema de la segregación e incluye un paquete de medidas para frenarla, la decisión final está en manos de las autonomías, que son las que diseñan los procesos de admisión. Los autores del informe hacen una serie de recomendaciones, como organizar visitas para que familias de clase media conozcan escuelas de alta complejidad, dar soporte a esos centros para que puedan comunicar su proyecto educativo a la comunidad, o animar a progenitores socialmente aventajados a que elijan en grupo uno de esos centros para equilibrar su composición.
Mejora de la escuela pública
A la hora de escoger un centro, señala el informe, la escuela concertada presenta en España algunas ventajas, como la jornada escolar partida o un servicio de comedor más amplio. En el caso de la Comunidad de Madrid, un 60% de los colegios públicos ya han implantado la jornada continua (las clases terminan a las dos de la tarde), mientras que en la red concertada solo lo han hecho un 3%. “Las familias”, señala Xavier Bonal, “necesitan tener a sus hijos más horas en la escuela, además de por una cuestión de conciliación, por asegurarse de que las horas de la tarde van a estar bien empleadas. Los profesores que son funcionarios han luchado por conseguir la jornada continua, ignorando las consecuencias sobre el aprendizaje, sobre todo, de los más desaventajados”.
Sobre el comedor escolar, un 71,6% de los colegios públicos en España tiene este servicio, frente al 82,2% de los concertados y privados. En secundaria, solo un 11,4% de los públicos lo ofrece, frente al 85% de los concertados y privados. Solo un 2,9% del alumnado de la ESO en centros públicos hizo uso de este servicio el curso pasado, frente al 24% de los estudiantes de la concertada y la privada, según datos del Ministerio de Educación.
https://elpais.com/educacion/2021-04-28/espana-lidera-la-creacion-de-colegios-gueto-por-detras-de-turquia-y-lituania.html#?rel=mas
miércoles, 11 de enero de 2023
Stéphane Vigneault: “El origen de la segregación escolar está en las cuotas de la concertada”.
El activista quebequés pide a los gobiernos más control sobre las escuelas privadas para acabar con la selección de los alumnos según su capacidad económica
Cuando Stéphane Vigneault (47 años) se encontró en la tesitura de tener que elegir escuela para sus hijas, descubrió un sistema educativo, el de Quebec, totalmente selectivo y unos padres angustiados porque sus hijos deben pasar un examen para acceder a las mejores escuelas del país, las privadas concertadas, para evitar las públicas, convertidas en guetos. Viendo que no estaba solo en su indignación, este licenciado en Ciencias Políticas fundó en 2017 la entidad École Ensemble, que trabaja para presionar al Gobierno para conseguir un sistema más equitativo. Vigneault recibe a este diario en la Fundación Jaume Bofill, aprovechando su participación en el Congreso Europeo sobre Segregación Escolar ECASS, celebrado en Barcelona a mediados de diciembre.
Pregunta. ¿Tiene solución la segregación escolar?
Respuesta. Sí, por supuesto.
P. ¿Hay soluciones comunes que se puedan aplicar en los diferentes países?
Cuando Stéphane Vigneault (47 años) se encontró en la tesitura de tener que elegir escuela para sus hijas, descubrió un sistema educativo, el de Quebec, totalmente selectivo y unos padres angustiados porque sus hijos deben pasar un examen para acceder a las mejores escuelas del país, las privadas concertadas, para evitar las públicas, convertidas en guetos. Viendo que no estaba solo en su indignación, este licenciado en Ciencias Políticas fundó en 2017 la entidad École Ensemble, que trabaja para presionar al Gobierno para conseguir un sistema más equitativo. Vigneault recibe a este diario en la Fundación Jaume Bofill, aprovechando su participación en el Congreso Europeo sobre Segregación Escolar ECASS, celebrado en Barcelona a mediados de diciembre.
Pregunta. ¿Tiene solución la segregación escolar?
Respuesta. Sí, por supuesto.
P. ¿Hay soluciones comunes que se puedan aplicar en los diferentes países?
R. Es una buena pregunta porque creo que las soluciones deben diseñarse a medida, según cada sistema educativo. Pero sí creo que hay elementos comunes. Lo primero es que el Estado considere el sistema educativo como uno, incluyendo públicas y privadas. Y segundo, si el centro recibe dinero público, este debe velar por el interés público. El Gobierno no puede inyectar dinero y después desentenderse de lo que pasa en la privada.
P. ¿Cómo deben trabajar por el interés público?
P. ¿Cómo deben trabajar por el interés público?
R. No seleccionando a los alumnos.
P. ¿Las cuotas deberían desaparecer?
P. ¿Las cuotas deberían desaparecer?
R. Sí. En todos los países pasa igual, si hay selección de alumnos, hay segregación.
P. Entonces, ¿el problema son las concertadas?
P. Entonces, ¿el problema son las concertadas?
R. Sí, el origen de la segregación escolar está en las concertadas y sus cuotas.
En Quebec los padres no eligen la escuela, es la escuela la que elige a los alumnos
P. ¿Cuál es la situación en Quebec?
En Quebec los padres no eligen la escuela, es la escuela la que elige a los alumnos
P. ¿Cuál es la situación en Quebec?
R. En Canadá hay un sistema federal, y ni el Gobierno estatal ni los municipios tienen competencias. Toda la regulación en educación depende de las provincias, y cada una tiene una normativa diferente. En Quebec tenemos escuelas públicas y privadas subvencionadas. Estas últimas reciben fondos públicos, que pueden representar el 75% de los ingresos. Las cuotas que pagan las familias son obligatorias y pueden ascender a unos 3.500 euros anuales. Estos centros seleccionan a los estudiantes de dos maneras: con las cuotas y con el examen de acceso. Los padres no eligen la escuela, es la escuela la que elige a los alumnos. Los mejores alumnos van a la concertada y los que no se pueden pagar la cuota se quedan en la pública.
El problema es que algunas públicas se percataron de esto y hacia los años noventa decidieron competir con las subvencionadas y crearon las escuelas públicas selectas, que ponían su punto fuerte en el deporte, el arte o el ámbito internacional. Y empezaron a seleccionar a los alumnos también con cuotas y con exámenes de ingreso. Así, actualmente tenemos privadas subvencionadas, públicas selectas y públicas normales, y aquí se concentran los alumnos con dificultades, inmigrantes…
P. ¿En qué consiste la propuesta de École Ensemble?
El problema es que algunas públicas se percataron de esto y hacia los años noventa decidieron competir con las subvencionadas y crearon las escuelas públicas selectas, que ponían su punto fuerte en el deporte, el arte o el ámbito internacional. Y empezaron a seleccionar a los alumnos también con cuotas y con exámenes de ingreso. Así, actualmente tenemos privadas subvencionadas, públicas selectas y públicas normales, y aquí se concentran los alumnos con dificultades, inmigrantes…
P. ¿En qué consiste la propuesta de École Ensemble?
R. Proponemos dos modelos de escuelas privadas: uno sería con financiación al 100% por el Gobierno, como las públicas. Aquí las privadas podrían seguir siendo privadas, pero siguiendo las mismas reglas que las públicas: sin selección de alumnos ni cuotas. Es lo que bautizamos como escuelas contratadas. Esto es lo que hizo Finlandia. Y el segundo modelo serían privadas no contratadas, sin ningún tipo de financiación pública para las que quieran seguir seleccionando los alumnos.
P. ¿Y los gobiernos tienen suficiente dinero para asumir el 100% de la financiación de las privadas?
P. ¿Y los gobiernos tienen suficiente dinero para asumir el 100% de la financiación de las privadas?
R. Por un lado, el Gobierno necesitará aportar más dinero [a las escuelas contratadas]. Pero en el caso de que la privada lo rechace, se pasa del 75% de financiación a cero, y esto implica mucho ahorro.
P. Eso depende de cuántas privadas renuncien a la financiación.
P. Eso depende de cuántas privadas renuncien a la financiación.
R. Nosotros hicimos una previsión mirando el Estado de Ontario, con un perfil social parecido, y vimos que allí el 6% de las escuelas son privadas. Extrapolamos los cálculos y vimos que nuestra propuesta no supone un sobrecoste, sino que el Gobierno se ahorraría dinero.
P. En la segregación, las familias tienen un papel clave, porque muchas optan por escuelas privadas para no llevar a sus hijos a centros con muchos alumnos vulnerables. ¿Cómo se cambia esto?
P. En la segregación, las familias tienen un papel clave, porque muchas optan por escuelas privadas para no llevar a sus hijos a centros con muchos alumnos vulnerables. ¿Cómo se cambia esto?
R. A las familias hay que ofrecerles educación gratis, proximidad, buenas actividades extracurriculares y diversidad de alumnos. Pero para ello es necesario rehacer las zonas escolares para que barrios de diferente nivel puedan acceder a los mismos centros. Y también conseguir que todas las escuelas tengan un perfil parecido de alumnos. Y en los casos que no se pueda, como último recurso, el Gobierno debe aportar más recursos en ayudas para los alumnos, material para la escuela…
A las familias hay que ofrecerles educación gratis, proximidad y diversidad de alumnos
P. ¿La escuela pública debe ganar prestigio respecto a la privada?
A las familias hay que ofrecerles educación gratis, proximidad y diversidad de alumnos
P. ¿La escuela pública debe ganar prestigio respecto a la privada?
R. Si a una familia se le asigna una concertada seguramente pensará que le ha tocado la lotería. Pero con nuestro sistema, con el tiempo los resultados de su escuela, que antes eran muy altos, bajarán por la mayor diversidad de alumnos, mientras que los de la pública subirán. Y entonces la mentalidad cambiará.
P. ¿Qué consecuencias tiene la segregación escolar?
P. ¿Qué consecuencias tiene la segregación escolar?
R. A lo mejor el concepto de segregación es un poco abstracto, pero es muy importante. Quebec tiene el nivel más alto de abandono escolar de Canadá, tanto de alumnos como de profesores. Cuando los docentes salen de la carrera van a parar a las escuelas públicas con más concentración de alumnos vulnerables. Se encuentran con muchos problemas en clase, pero no tienen experiencia, así que se queman rápidamente. Según las estadísticas que tenemos, una cuarta parte de docentes ha abandonado el trabajo en los últimos cinco años, y no vuelven a la carrera docente. Y esto tiene consecuencias para el sistema y para la sociedad.
La escuela debería ser el sitio donde te encuentras a gente que no es como tú. Pero si eres un niño de origen inmigrante y ves que el resto va a otras escuelas, ¿qué mensaje le estamos dando? Claramente, que es menos importante y que nunca va a llegar al mismo nivel que los otros. Además, es un grave problema para la cohesión [social] porque, si no hay una mezcla, no hay conocimiento de los otros. Yo pago impuestos y sé que es útil porque fui a clase con alumnos menos favorecidos, pero si los ricos no conocen otro tipo de personas pensarán: “¿Por qué tengo que pagar impuestos?” No se identifican con los pobres, ni los pobres se identifican con los ricos.
P. ¿A los gobiernos les falta valentía para luchar contra la segregación?
La escuela debería ser el sitio donde te encuentras a gente que no es como tú. Pero si eres un niño de origen inmigrante y ves que el resto va a otras escuelas, ¿qué mensaje le estamos dando? Claramente, que es menos importante y que nunca va a llegar al mismo nivel que los otros. Además, es un grave problema para la cohesión [social] porque, si no hay una mezcla, no hay conocimiento de los otros. Yo pago impuestos y sé que es útil porque fui a clase con alumnos menos favorecidos, pero si los ricos no conocen otro tipo de personas pensarán: “¿Por qué tengo que pagar impuestos?” No se identifican con los pobres, ni los pobres se identifican con los ricos.
P. ¿A los gobiernos les falta valentía para luchar contra la segregación?
R. Sí, necesitan ser valientes, el status quo es más fácil. Pero tienen que saber que los resultados se notan rápidamente. En París, hace unos años impulsaron una experiencia en dos escuelas, una frente a otra; a una iban los ricos blancos y a la otra, los negros pobres. Lo que hicieron fue esto: un año matriculaban todos los alumnos de primero de secundaria en uno de los centros; al año siguiente, los de primero se matriculaban en el otro instituto. Al cabo de un tiempo, los dos centros eran iguales, con el mismo perfil de alumnos. Los padres con alto nivel económico protestaron mucho, pero el Gobierno se mantuvo firme. Con el tiempo las familias blancas también vieron que no pasaba nada si se mezclaban, que era la sociedad real, y empatizaron con las otras familias. Al principio se necesita valentía para empezar, pero funciona.
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Stéphane Vigneault
martes, 10 de enero de 2023
Carta a Sus Majestades los Reyes Magos con postdata para Felipe VI
Juan Torres López, Publicado en Público.es el 6 de enero de 2023
Queridos Melchor, Gaspar y Baltasar: Habiendo comprobado desde mi infancia su extraordinaria generosidad y su mágica capacidad de transformar en realidad tantas de mis ilusiones, me permito pedirles en esta ocasión tan solo tres regalos sobre las cuestiones económicas de las que Sus Majestades saben que modestamente me ocupo.
Sobre la crisis que estamos viviendo, les pido que hagan que sea breve y leve y que las previsiones sobre su gravedad y naturaleza estructural que vengo realizando resulten equivocadas, aunque eso hiciera que se vendan menos ejemplares de mi nuevo libro Más difícil todavía que aparecerá en febrero.
En particular, quisiera pedirles que desplieguen Sus Majestades todo su poder para hacer que los organismos internacionales que constantemente nos supervisan y controlan y muy especialmente el Banco Central Europeo dejen de equivocarse en sus predicciones y, sobre todo, que no vuelvan a ser ellos, con sus medidas equivocadas, quienes creen los problemas que se supone deben resolver, como viene sucediendo desde hace décadas.
En relación con la economía española, me gustaría que Sus Majestades hicieran que se cumpla el vaticinio que vengo haciendo desde mayo de 2019, cuando comenzaba a manifestarse la crisis estructural que hay detrás de la subida de precios que estamos sufriendo: si nuestros gobernantes y las fuerzas sociales aciertan y son capaces de diseñar y asumir conjuntamente una estrategia nacional, de intereses del país y no de los grupos de más poder, España podrá aprovechar la gran oportunidad que esta crisis le brinda para que nuestra economía salga fortalecida y con mucho mejor desenvolvimiento.
Les pido, para que ello sea posible, que concedan a la derecha económica y política española el don de la generosidad y la virtud del realismo para que sea capaz de reconocer lo que de positivo hay en nuestra situación económica y no mientan sobre lo que de verdad ocurre para tratar de vencer de cualquier forma y en particular a base de mentiras, a sus adversarios. Sé que es mucho pedir a Sus Majestades que hagan patriotas a las derechas españolas, para que entiendan que España va mucho más allá de sus idearios conservadores e intereses oligárquicos, o que dejen de ser nacionalistas, excluyentes y en consecuencia totalitarias. Pero me atrevo a pedírselo confiando en su generoso poder y por el bien de los millones de españolas y españoles que estamos hartos de la polarización, del cainismo y del odio a quien no es exactamente igual que los nacionalistas, de uno u otro lado, que se creen exclusivos depositarios de la identidad de su patria.
Quisiera pedirles también, mis queridos Reyes Magos, que concedan al gobierno que ahora tiene la responsabilidad de decidir sobre los destinos de nuestra economía las dosis que sean suficientes de lucidez y prudencia para evitar que siga metiéndose innecesariamente en charcos que no conducen nada más que a enturbiar su buena gestión en las cuestiones más importantes. Esto, al revés que mi anterior petición, puede que parezca a Sus Majestades una cuestión nimia o apenas sin importancia, pero déjenme tomarme la osadía de indicarles que no es así. Resulta desolador que un gobierno que mejora las cifras del empleo, el problema que más han sufrido los españoles durante décadas, que combate la subida de precios con más éxito que los demás de su entorno, que está marcando a Europa las líneas a seguir y el que más medidas de protección a familias y empresas ha tomado en muchos años, eche fango sobre sus éxitos por sus continuas manifestaciones de división interna o por empeñarse en tomar medidas sobre cuestiones de segundo orden tan polémicas y desacertadas que ni sus partidarios podemos defender.
Para terminar, puesto que tengo entendido que todos los monarcas se consideran primos entre sí y que, por tanto, deben tener indudable ascendencia sobre nuestro actual Jefe de Estado, el Rey Felipe VI, me permito pedirles un último regalo a manera de suplicante postdata.
Deben saber Sus Majestades, que el artículo 56.1 de nuestra Constitución establece que el Rey «arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones».
Sucede, sin embargo, que don Felipe de Borbón viene incumpliendo este mandato pues nada ha hecho para moderar y arbitrar con el fin de evitar la situación irregular en la que se encuentran algunas de nuestras instituciones, cuando el principal partido de la oposición se niega explícitamente y con argumentos expresamente ilegítimos a tomar las medidas a las que está obligado para hacer que nuestras funcionen con la regularidad y normalidad debidas.
El hecho de que la máxima autoridad de nuestro Estado, su representación primera y más elevada, el rey de España, no ejerza la función que le encomienda la ley de leyes es tan grave que me permito solicitarles que adviertan a su primo de la vergüenza y la indignación que su comportamiento está provocando en millones de sus compatriotas, hasta el punto de que él mismo está reforzando la idea de que más valiera que abdicara si sigue comportándose de esa manera. Algo que va a resultar obligado que le reclamen quienes defendemos el cumplimiento de la ley y la Constitución como base de la vida democrática.
En la confianza de que se hagan reales mis deseos, les deseo toda clase de felicidad y ya espero con renovada ilusión su llegada en 2024.
Sobre la crisis que estamos viviendo, les pido que hagan que sea breve y leve y que las previsiones sobre su gravedad y naturaleza estructural que vengo realizando resulten equivocadas, aunque eso hiciera que se vendan menos ejemplares de mi nuevo libro Más difícil todavía que aparecerá en febrero.
En particular, quisiera pedirles que desplieguen Sus Majestades todo su poder para hacer que los organismos internacionales que constantemente nos supervisan y controlan y muy especialmente el Banco Central Europeo dejen de equivocarse en sus predicciones y, sobre todo, que no vuelvan a ser ellos, con sus medidas equivocadas, quienes creen los problemas que se supone deben resolver, como viene sucediendo desde hace décadas.
En relación con la economía española, me gustaría que Sus Majestades hicieran que se cumpla el vaticinio que vengo haciendo desde mayo de 2019, cuando comenzaba a manifestarse la crisis estructural que hay detrás de la subida de precios que estamos sufriendo: si nuestros gobernantes y las fuerzas sociales aciertan y son capaces de diseñar y asumir conjuntamente una estrategia nacional, de intereses del país y no de los grupos de más poder, España podrá aprovechar la gran oportunidad que esta crisis le brinda para que nuestra economía salga fortalecida y con mucho mejor desenvolvimiento.
Les pido, para que ello sea posible, que concedan a la derecha económica y política española el don de la generosidad y la virtud del realismo para que sea capaz de reconocer lo que de positivo hay en nuestra situación económica y no mientan sobre lo que de verdad ocurre para tratar de vencer de cualquier forma y en particular a base de mentiras, a sus adversarios. Sé que es mucho pedir a Sus Majestades que hagan patriotas a las derechas españolas, para que entiendan que España va mucho más allá de sus idearios conservadores e intereses oligárquicos, o que dejen de ser nacionalistas, excluyentes y en consecuencia totalitarias. Pero me atrevo a pedírselo confiando en su generoso poder y por el bien de los millones de españolas y españoles que estamos hartos de la polarización, del cainismo y del odio a quien no es exactamente igual que los nacionalistas, de uno u otro lado, que se creen exclusivos depositarios de la identidad de su patria.
Quisiera pedirles también, mis queridos Reyes Magos, que concedan al gobierno que ahora tiene la responsabilidad de decidir sobre los destinos de nuestra economía las dosis que sean suficientes de lucidez y prudencia para evitar que siga metiéndose innecesariamente en charcos que no conducen nada más que a enturbiar su buena gestión en las cuestiones más importantes. Esto, al revés que mi anterior petición, puede que parezca a Sus Majestades una cuestión nimia o apenas sin importancia, pero déjenme tomarme la osadía de indicarles que no es así. Resulta desolador que un gobierno que mejora las cifras del empleo, el problema que más han sufrido los españoles durante décadas, que combate la subida de precios con más éxito que los demás de su entorno, que está marcando a Europa las líneas a seguir y el que más medidas de protección a familias y empresas ha tomado en muchos años, eche fango sobre sus éxitos por sus continuas manifestaciones de división interna o por empeñarse en tomar medidas sobre cuestiones de segundo orden tan polémicas y desacertadas que ni sus partidarios podemos defender.
Para terminar, puesto que tengo entendido que todos los monarcas se consideran primos entre sí y que, por tanto, deben tener indudable ascendencia sobre nuestro actual Jefe de Estado, el Rey Felipe VI, me permito pedirles un último regalo a manera de suplicante postdata.
Deben saber Sus Majestades, que el artículo 56.1 de nuestra Constitución establece que el Rey «arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones».
Sucede, sin embargo, que don Felipe de Borbón viene incumpliendo este mandato pues nada ha hecho para moderar y arbitrar con el fin de evitar la situación irregular en la que se encuentran algunas de nuestras instituciones, cuando el principal partido de la oposición se niega explícitamente y con argumentos expresamente ilegítimos a tomar las medidas a las que está obligado para hacer que nuestras funcionen con la regularidad y normalidad debidas.
El hecho de que la máxima autoridad de nuestro Estado, su representación primera y más elevada, el rey de España, no ejerza la función que le encomienda la ley de leyes es tan grave que me permito solicitarles que adviertan a su primo de la vergüenza y la indignación que su comportamiento está provocando en millones de sus compatriotas, hasta el punto de que él mismo está reforzando la idea de que más valiera que abdicara si sigue comportándose de esa manera. Algo que va a resultar obligado que le reclamen quienes defendemos el cumplimiento de la ley y la Constitución como base de la vida democrática.
En la confianza de que se hagan reales mis deseos, les deseo toda clase de felicidad y ya espero con renovada ilusión su llegada en 2024.
El problema de fondo de la economía española y de España en general
Publicado en Público.es el 26 de diciembre de 2022
https://juantorreslopez.com/el-problema-de-fondo-de-la-economia-espanola-y-de-espana-en-general/
Quienes analizan la economía española suelen destacar siempre algunos problemas mayores bien conocidos: un modelo productivo poco innovador y con insuficiente capacidad para generar empleo, servicios de poco valor, excesiva especialización en algunas actividades… Yo creo, sin embargo, que nuestra economía tiene un problema de fondo principal: está dominada por una auténtica oligarquía que lastra su desarrollo y le impide progresar como sería deseable.
El término oligarquía significa literalmente gobierno de unos pocos. Aristóteles lo usaba en su Política para expresar la desviación o degeneración de la aristocracia (el gobierno de los mejores), cuando se gobierna sin otro fin que el interés personal de la minoría misma gobernante. Joaquín Costa, en su clásica obra Oligarquía y caciquismo en España, la definía de esa manera: «gobierno del país por una minoría absoluta, que tiende exclusivamente a su interés personal, sacrificándole el bien de la comunidad.»
Hoy día, las cosas son de otro modo. La democracia representativa se ha reforzado y el poder oligárquico actúa algo más disimulado, pero con la misma o mayor influencia.
La existencia de una auténtica oligarquía que impone sus intereses al conjunto de los españoles se ha puesto de relieve en numerosas investigaciones. Por citar tan solo tres de ellas, mencionaré la de Antonio Maestre (Franquismo S.A.), la de Andrés Villena (Las redes de poder en España. Élites e intereses contra la democracia) y otra algo anterior de Iago Santos (La elite del poder económico en España. Un estudio de redes de gobernanza empresarial) en la que se muestra que 1.400 personas controlaban recursos equivalentes al 80,5% del PIB.
La oligarquía española no solo controla la inmensa mayoría de las grandes empresas que dominan, sobre todo, los mercados y actividades estratégicas de nuestra economía, como banca y finanzas, energía, construcción, distribución comercial, telecomunicaciones… Su gran disposición de recursos le permite controlar igualmente las instituciones en las que se toman decisiones que pueden afectarle, bien para imponer su voluntad, bien para impedir que se impongan intereses diferentes a los suyos. Y, por supuesto, los medios de comunicación.
Ciertamente, la existencia de una oligarquía poderosa que controla y domina la economía y sociedad no es algo exclusivo de España. Aunque la nuestra tiene algunas características que la hacen singular.
Como está bien documentado, la mayoría de las grandes fortunas y privilegios de la oligarquía española no provienen del mérito y la innovación, sino del reparto de la riqueza que la dictadura hizo tras la guerra civil. Y cuando las han conseguido más tarde ha sido, salvo excepciones tan honrosas como escasas, mediante la concesión administrativa, las regalías, los favores, la corrupción, el fraude y, a veces, incluso a través del robo.
Eso es lo que hace que la oligarquía española sea especialmente cobarde y temerosa. Baste recordar cómo le temblaban las piernas cuando apareció Podemos y su reacción desproporcionada, corrupta e ilegal, para hacerlo desparecer literalmente, a pesar de que en sus programas prácticamente no había medidas que no se hubieran tomado en otros países capitalistas sin que sus cimientos se hubieran hundido.
La oligarquía española no sabe acumular sin el favor y la protección del Estado y eso la ha convertido en el lastre más pesado de la economía española. Teniendo a su alcance el conseguir todo tipo de facilidades para hacer negocios multimillonarios, no necesita modernizar, ni arriesgar, ni innovar. La oligarquía española es miedosa y de ahí que sea nacionalista pero no nacional. Está envuelta siempre en banderas rojigualdas y con la boca llena de proclamas españolistas, pero nunca le ha importado salvaguardar nuestra soberanía, ni vender nuestros activos más valiosos al capital extranjero si tenía a su alcance hacer un buen negocio. Decía Gumersindo de Azcárate que en su tiempo había en España «feudalismo de un nuevo género, cien veces más repugnante que el feudalismo guerrero de la Edad Media, y por virtud del cual se esconde bajo el ropaje del Gobierno representativo una oligarquía mezquina, hipócrita y bastarda…». Es verdad que las cosas han mejorado, pero no tanto como para que estas palabras hayan perdido completamente actualidad.
Otra consecuencia del dominio oligárquico la puso de relieve Joaquín Costa: » En colectividades tan extensas y tan complicadas como son, por punto general, las nacionalidades modernas, el régimen oligárquico supone necesariamente grados, correspondientes a los distintos círculos que se señalan en el organismo del Estado». Eso quiere decir que la oligarquía necesita reproducir su forma de actuar y generar a su vez regímenes oligárquicos en el resto de la sociedad y, sobre todo, pervertir las instituciones de representación democrática.
La oligarquía es por, definición, contradictoria e incompatible con la democracia y la transparencia. Por eso es la fuente de la polarización y de la degeneración institucional; la que pudre a los partidos políticos para evitar la participación que pudiera empoderar a sus contrarios; a la administración de justicia para que la proteja por encima de cualquier otra cosa; a la política para que decida solo lo que le conviene; y a los medios para que mientan en su favor y manipulen la conciencia de la gente.
Lo que estamos viviendo en estos últimos meses es una manifestación clara de todo esto. Cuando la economía española se desempeña mejor que casi cualquier otra de la Unión Europea, la derecha política y mediática que protege a esa oligarquía no para de lanzar falsedades para hacer creer a la gente que todo va mal. La derecha judicial da un golpe de Estado para impedir que se pueda poner en peligro le defensa a ultranza de los corruptos que trabajan para la oligarquía y todo ello sin apenas disimulo. La inefable torpeza del nuevo líder de la derecha al menos ha tenido la virtud de expresar a los españoles que esto que vengo diciendo es lo que realmente sucede. Hace unos días, Alberto Nuñez Feijóo decía que mantenía bloqueada la renovación del Poder Judicial “para protegerlo” del Gobierno de Sánchez. La mitad o más de España que ganó las elecciones democrática y legítimamente no tiene derecho, según la derecha española, a ocupar las instituciones, porque eso podría no ya poner en peligro sino cuestionar el dominio oligárquico.
La economía dominada por un grupo tan reducido, egoísta y cobarde que deja gestionar sus intereses a una derecha política, judicial y mediática tan retrógrada y totalitaria, golpista, no puede funcionar como podría hacerlo la de un país tan privilegiado en recursos como el nuestro. Y una sociedad que no pone límites a ese poder corrupto que desprecia la verdad, el respeto y la paz civil está condenada al sufrimiento. Es indispensable una ofensiva democrática, una manifestación clamorosa de dignidad cargada de pedagogía, de información veraz, de respeto, patriotismo y fraternidad. Habría que darles una lección de ciudadanía responsable, pacífica y en libertad que no pudieran olvidar jamás.
El término oligarquía significa literalmente gobierno de unos pocos. Aristóteles lo usaba en su Política para expresar la desviación o degeneración de la aristocracia (el gobierno de los mejores), cuando se gobierna sin otro fin que el interés personal de la minoría misma gobernante. Joaquín Costa, en su clásica obra Oligarquía y caciquismo en España, la definía de esa manera: «gobierno del país por una minoría absoluta, que tiende exclusivamente a su interés personal, sacrificándole el bien de la comunidad.»
Hoy día, las cosas son de otro modo. La democracia representativa se ha reforzado y el poder oligárquico actúa algo más disimulado, pero con la misma o mayor influencia.
La existencia de una auténtica oligarquía que impone sus intereses al conjunto de los españoles se ha puesto de relieve en numerosas investigaciones. Por citar tan solo tres de ellas, mencionaré la de Antonio Maestre (Franquismo S.A.), la de Andrés Villena (Las redes de poder en España. Élites e intereses contra la democracia) y otra algo anterior de Iago Santos (La elite del poder económico en España. Un estudio de redes de gobernanza empresarial) en la que se muestra que 1.400 personas controlaban recursos equivalentes al 80,5% del PIB.
La oligarquía española no solo controla la inmensa mayoría de las grandes empresas que dominan, sobre todo, los mercados y actividades estratégicas de nuestra economía, como banca y finanzas, energía, construcción, distribución comercial, telecomunicaciones… Su gran disposición de recursos le permite controlar igualmente las instituciones en las que se toman decisiones que pueden afectarle, bien para imponer su voluntad, bien para impedir que se impongan intereses diferentes a los suyos. Y, por supuesto, los medios de comunicación.
Ciertamente, la existencia de una oligarquía poderosa que controla y domina la economía y sociedad no es algo exclusivo de España. Aunque la nuestra tiene algunas características que la hacen singular.
Como está bien documentado, la mayoría de las grandes fortunas y privilegios de la oligarquía española no provienen del mérito y la innovación, sino del reparto de la riqueza que la dictadura hizo tras la guerra civil. Y cuando las han conseguido más tarde ha sido, salvo excepciones tan honrosas como escasas, mediante la concesión administrativa, las regalías, los favores, la corrupción, el fraude y, a veces, incluso a través del robo.
Eso es lo que hace que la oligarquía española sea especialmente cobarde y temerosa. Baste recordar cómo le temblaban las piernas cuando apareció Podemos y su reacción desproporcionada, corrupta e ilegal, para hacerlo desparecer literalmente, a pesar de que en sus programas prácticamente no había medidas que no se hubieran tomado en otros países capitalistas sin que sus cimientos se hubieran hundido.
La oligarquía española no sabe acumular sin el favor y la protección del Estado y eso la ha convertido en el lastre más pesado de la economía española. Teniendo a su alcance el conseguir todo tipo de facilidades para hacer negocios multimillonarios, no necesita modernizar, ni arriesgar, ni innovar. La oligarquía española es miedosa y de ahí que sea nacionalista pero no nacional. Está envuelta siempre en banderas rojigualdas y con la boca llena de proclamas españolistas, pero nunca le ha importado salvaguardar nuestra soberanía, ni vender nuestros activos más valiosos al capital extranjero si tenía a su alcance hacer un buen negocio. Decía Gumersindo de Azcárate que en su tiempo había en España «feudalismo de un nuevo género, cien veces más repugnante que el feudalismo guerrero de la Edad Media, y por virtud del cual se esconde bajo el ropaje del Gobierno representativo una oligarquía mezquina, hipócrita y bastarda…». Es verdad que las cosas han mejorado, pero no tanto como para que estas palabras hayan perdido completamente actualidad.
Otra consecuencia del dominio oligárquico la puso de relieve Joaquín Costa: » En colectividades tan extensas y tan complicadas como son, por punto general, las nacionalidades modernas, el régimen oligárquico supone necesariamente grados, correspondientes a los distintos círculos que se señalan en el organismo del Estado». Eso quiere decir que la oligarquía necesita reproducir su forma de actuar y generar a su vez regímenes oligárquicos en el resto de la sociedad y, sobre todo, pervertir las instituciones de representación democrática.
La oligarquía es por, definición, contradictoria e incompatible con la democracia y la transparencia. Por eso es la fuente de la polarización y de la degeneración institucional; la que pudre a los partidos políticos para evitar la participación que pudiera empoderar a sus contrarios; a la administración de justicia para que la proteja por encima de cualquier otra cosa; a la política para que decida solo lo que le conviene; y a los medios para que mientan en su favor y manipulen la conciencia de la gente.
Lo que estamos viviendo en estos últimos meses es una manifestación clara de todo esto. Cuando la economía española se desempeña mejor que casi cualquier otra de la Unión Europea, la derecha política y mediática que protege a esa oligarquía no para de lanzar falsedades para hacer creer a la gente que todo va mal. La derecha judicial da un golpe de Estado para impedir que se pueda poner en peligro le defensa a ultranza de los corruptos que trabajan para la oligarquía y todo ello sin apenas disimulo. La inefable torpeza del nuevo líder de la derecha al menos ha tenido la virtud de expresar a los españoles que esto que vengo diciendo es lo que realmente sucede. Hace unos días, Alberto Nuñez Feijóo decía que mantenía bloqueada la renovación del Poder Judicial “para protegerlo” del Gobierno de Sánchez. La mitad o más de España que ganó las elecciones democrática y legítimamente no tiene derecho, según la derecha española, a ocupar las instituciones, porque eso podría no ya poner en peligro sino cuestionar el dominio oligárquico.
La economía dominada por un grupo tan reducido, egoísta y cobarde que deja gestionar sus intereses a una derecha política, judicial y mediática tan retrógrada y totalitaria, golpista, no puede funcionar como podría hacerlo la de un país tan privilegiado en recursos como el nuestro. Y una sociedad que no pone límites a ese poder corrupto que desprecia la verdad, el respeto y la paz civil está condenada al sufrimiento. Es indispensable una ofensiva democrática, una manifestación clamorosa de dignidad cargada de pedagogía, de información veraz, de respeto, patriotismo y fraternidad. Habría que darles una lección de ciudadanía responsable, pacífica y en libertad que no pudieran olvidar jamás.
https://juantorreslopez.com/el-problema-de-fondo-de-la-economia-espanola-y-de-espana-en-general/
lunes, 9 de enero de 2023
Cine doméstico contra el olvido: al rescate de la vida filmada antes del Holocausto.
La joya ‘Tres minutos: una exploración’ se suma a otros hallazgos de películas caseras de familias judías que buscan recuperar la memoria del mundo que aniquiló el nazismo
Los niños ríen, corren y saltan delante de la cámara. La calle y la plaza se llenan de curiosos. Hay un colmado con una mujer en la puerta y los ancianos, en el umbral de sus casas, observan disimuladamente el invento mientras algunos hombres y mujeres se suman a la algarabía infantil. Una familia sale de un restaurante, y en su escalera una niña se detiene interrumpiendo el paso mientras mira fijamente al objetivo. Son algunas de las imágenes de dos rollos de 16 milímetros, uno en blanco y negro y otro a color, del barrio judío de Nasielka, a 50 kilómetros de Varsovia, un lugar que apenas un año después había sido liquidado por los nazis. Sus 3.000 habitantes, deportados en diciembre de 1939 a guetos de diferentes localidades polacas, acabaron en el campo de exterminio de Treblinka. Apenas sobrevivieron 80 vecinos.
Estas breves escenas previas al Holocausto las encontró en 2009 Glenn Kurtz, el nieto de su autor, David Kurtz, en una vieja lata de pasta dentífrica. Su abuelo, un judío polaco que hizo fortuna en Estados Unidos, había vuelto en 1938 de vacaciones a su pueblo natal con su coche y su cámara amateur al hombro. La familia poseía una copia en DVD, pero el negativo era ya prácticamente inservible, una masa solidificada que Kurtz envió al Museo del Holocausto de Estados Unidos, situado en Washington, donde su equipo de restauración y conservación lo salvó y digitalizó. Lo que vino después es una emocionante historia de investigación y arqueología fílmica que inspiró un libro del nieto de Kurtz, y ahora una película, Tres minutos: una exploración, de la holandesa Bianca Stigter, que indaga de forma minuciosa en ese archivo para revelar quiénes eran esas personas a las que, como dice Steiger en conversación telefónica, uno solo quiere gritar, “¡Salid, salid de ahí corriendo!”.
Estrenada en España por Filmin, Tres minutos: una exploración se inscribe dentro de un proyecto de recuperación de películas domésticas impulsado por un centro que este mismo mes ha hecho público un nuevo hallazgo. Se trata de otra película escondida en un sótano. Aún en proceso de restauración, permite recordar el viaje, también rodado en 16 milímetros, de otro emigrante a Estados Unidos. Harry Roher regresó a su casa en Mykolaiv, una localidad cercana a Lviv, entonces Polonia, hoy Ucrania, con un coche, un puro y su cámara de aficionado. Se conservan 23 minutos en blanco y negro por el que desfilan familias enteras. Son granjeros y comerciantes, hombres con sombrero, traje y corbata; niñas con largas trenzas, lazos y vestidos blancos y ancianas con pañuelos de flores. Se acercan a saludar a la cámara, nerviosos y joviales. Es imposible observar estas imágenes sin estar condicionados por lo que sabemos, una barbarie fuera de campo que impregna cada plano. El destino de la mayoría de estas personas estaba cerca de allí, en el campo de exterminio de Belzec, construido a cien kilómetros del pueblo.
Fotograma de la cinta casera que aparece en 'Tres minutos: una exploración’. FILMIN
Leslie Swift, responsable del departamento de audiovisual del Museo del Holocausto, explica las razones que han llevado al centro a volcarse en la búsqueda urgente de películas caseras: “Las películas amateur son esenciales para completar el cuadro histórico y por fin se reclaman como fuentes de primera. Su relato no está dentro de la narrativa oficial ni de la propaganda. No pertenecen al discurso dominante, son relatos individuales y su estudio e identificación es muy importante porque humanizan la narrativa”. Swift explica que el efecto llamada ha sido clave, y que la película de Roher nunca hubiese llegado al museo sin la película de Kurtz. “La mayoría de nuestros fondos viene de Israel y Estados Unidos, pero estamos muy interesados en encontrar películas como estas en América Latina, ese es ahora nuestro reto. Apenas quedan supervivientes del Holocausto y trabajamos a contrarreloj, porque no se trata solo de conservar y restaurar. Nuestro objetivo es identificar al mayor número de personas que aparecen en estas películas”.
Fue una mujer que había visto la grabación de David Kurtz en la web del museo la que reconoció entre los niños que saltaban frente a la cámara a su abuelo con 13 años. Moszek Tuchendler vivía en Florida bajo el nombre de Maurice Chandler y fue clave para identificar a muchas de las 150 personas que pululan por la película. Cuando el anciano vio las imágenes por primera vez, le dijo a sus hijos: “Ahora ya sabéis que no vengo de Marte”.
La primera vez que Bianca Stigter vio las cintas de David Kurtz también fue en la web del museo. “Me llamó la atención que una de ellas fuese en color; eso la convertía en una rareza aún mayor. Las emociones eran encontradas, es imposible desligar lo que vemos de lo que sabemos. La presión que transmiten estas películas es enorme. Pero sobre todo sentí que representan una victoria contra el intento de borrar toda una cultura. Su poder es puro, son imágenes ordinarias convertidas en extraordinarias”.
El proyecto de Stigter, periodista cultural y excrítica de cine en el diario holandés NRC Handelsblad, nació del encargo del festival de Rotterdam, que solicitó a una serie de críticos un vídeo-ensayo de tema libre. Fue el embrión de un proyecto de 70 minutos producido por el cineasta británico Steve McQueen que expande los tres minutos de archivo a través de las figuras que aparecen en la cinta, pero también a través de su propia piel, esas texturas y grietas de un metraje amateur que explorado en profundidad y con sensibilidad resulta asombroso.
“El cine doméstico siempre fue algo así como el patito feo de la conservación cinematográfica”, explica Jaime Pena, programador de la Filmoteca de Galicia y autor de El cine después de Auschwitz, ensayo fundamental sobre cómo el cine moderno y contemporáneo asimiló a través de la representación de la ausencia las imágenes de los campos de concentración. “Por razones obvias y comprensibles los primeros esfuerzos estaban dirigidos a recuperar y conservar el cine en soportes profesionales, realizado con fines comerciales o artísticos”, añade Pena. Pero en los últimos tiempos el cine doméstico es uno de los objetivos más claros para las filmotecas: ahí está oculto un mundo familiar e íntimo del que raramente se ocupó el cine documental, que siempre priorizó lo excepcional y lo novedoso, no digamos ya la ficción”.
La tensión entre ausencia y presencia convierte estas películas caseras en un desafío al olvido y a quienes pusieron todo su empeño en borrar a esas personas del mapa. Como explica Leslie Swift, estas películas humanizan a las víctimas del Holocausto porque nos recuerdan la vida en común que había tras las insoportables imágenes que llegaron después y que alienaron a millones de judíos como una masa desnutrida y enferma, cadáveres en vida, o directamente muertos, a los que les negaron su pasado. Los nazis, en su perversa y perseverante cruzada hacia la fábrica de exterminio, pusieron especial empeño en confiscar todas las películas domésticas que atesoraban las familias judías. “Por eso, cada grabación salvada es un triunfo”, insiste Stigter. “La historia judía no puede estar ligada solo a la muerte, sino también a la vida, y para eso es importante conocer con exactitud todo lo que se destruyó”.
Fotograma de la cinta casera que aparece en 'Tres minutos: una exploración’.
“Por supuesto que es una forma de victoria”, agrega Pena. “Al fin y al cabo, el cometido era borrar todo, las vidas humanas y las huellas de su mismo paso por la Tierra. De ahí que existan tan pocos testimonios, sobre todo a partir de 1939, incluso que de Auschwitz apenas se conozcan las fotografías del Álbum de Auschwitz [hechas por un oficial de la SS y rescatadas de forma milagrosa por la prisionera judía Lilly Jacob] o las cuatro fotografías clandestinas de los Sonderkommandos [las únicas que testimonian el exterminio en las cámaras de gas]. La deportación implicaba la confiscación de todas las pertenencias, tanto de lo que abandonaban en sus casas como de lo que llevaban en sus maletas camino de los campos de concentración. Y ahí tuvieron que perderse muchas fotografías y muchas filmaciones domésticas: entre los judíos más acomodados tenían que estar extendidos el 9,5 y quizás también el 16 mm, como el caso de Kurtz, aunque este venía de América, no sé si en Europa era tan habitual. Pero creo que este es un terreno que va a deparar muchas sorpresas en el futuro”.
Leslie Swift coincide en que este podría ser el principio de un camino fascinante para un museo cuyos fondos audiovisuales llevan el nombre de Steven Spielberg (“hace 30 años hizo una donación generosísima que nos permitió arrancar nuestro trabajo”, comparte Swift) y a la vez alberga, entre otros, todos los brutos de Shoah, la obra de una vida de Claude Lanzmann, quien recogió, con un valor histórico y cinematográfico incalculable, los testimonios de los testigos más directos del exterminio judío y, a la vez, abanderó un enconado debate sobre el uso de las imágenes y la representación del Holocausto. “Desaparecidos los últimos testigos”, concluye Pena, “solo nos quedarán unas imágenes que nos dicen más de lo que no está y del contraste con lo que vino después que de sus propias circunstancias, por más que esté muy bien que nos muestren que esa gente también fue feliz. Al final, es el triunfo de las imágenes de archivo, por mucho que le pese a Lanzmann”.
https://elpais.com/cultura/2023-01-01/el-cine-domestico-contra-el-olvido-al-rescate-de-la-vida-filmada-antes-del-holocausto.html
Los niños ríen, corren y saltan delante de la cámara. La calle y la plaza se llenan de curiosos. Hay un colmado con una mujer en la puerta y los ancianos, en el umbral de sus casas, observan disimuladamente el invento mientras algunos hombres y mujeres se suman a la algarabía infantil. Una familia sale de un restaurante, y en su escalera una niña se detiene interrumpiendo el paso mientras mira fijamente al objetivo. Son algunas de las imágenes de dos rollos de 16 milímetros, uno en blanco y negro y otro a color, del barrio judío de Nasielka, a 50 kilómetros de Varsovia, un lugar que apenas un año después había sido liquidado por los nazis. Sus 3.000 habitantes, deportados en diciembre de 1939 a guetos de diferentes localidades polacas, acabaron en el campo de exterminio de Treblinka. Apenas sobrevivieron 80 vecinos.
Estas breves escenas previas al Holocausto las encontró en 2009 Glenn Kurtz, el nieto de su autor, David Kurtz, en una vieja lata de pasta dentífrica. Su abuelo, un judío polaco que hizo fortuna en Estados Unidos, había vuelto en 1938 de vacaciones a su pueblo natal con su coche y su cámara amateur al hombro. La familia poseía una copia en DVD, pero el negativo era ya prácticamente inservible, una masa solidificada que Kurtz envió al Museo del Holocausto de Estados Unidos, situado en Washington, donde su equipo de restauración y conservación lo salvó y digitalizó. Lo que vino después es una emocionante historia de investigación y arqueología fílmica que inspiró un libro del nieto de Kurtz, y ahora una película, Tres minutos: una exploración, de la holandesa Bianca Stigter, que indaga de forma minuciosa en ese archivo para revelar quiénes eran esas personas a las que, como dice Steiger en conversación telefónica, uno solo quiere gritar, “¡Salid, salid de ahí corriendo!”.
Estrenada en España por Filmin, Tres minutos: una exploración se inscribe dentro de un proyecto de recuperación de películas domésticas impulsado por un centro que este mismo mes ha hecho público un nuevo hallazgo. Se trata de otra película escondida en un sótano. Aún en proceso de restauración, permite recordar el viaje, también rodado en 16 milímetros, de otro emigrante a Estados Unidos. Harry Roher regresó a su casa en Mykolaiv, una localidad cercana a Lviv, entonces Polonia, hoy Ucrania, con un coche, un puro y su cámara de aficionado. Se conservan 23 minutos en blanco y negro por el que desfilan familias enteras. Son granjeros y comerciantes, hombres con sombrero, traje y corbata; niñas con largas trenzas, lazos y vestidos blancos y ancianas con pañuelos de flores. Se acercan a saludar a la cámara, nerviosos y joviales. Es imposible observar estas imágenes sin estar condicionados por lo que sabemos, una barbarie fuera de campo que impregna cada plano. El destino de la mayoría de estas personas estaba cerca de allí, en el campo de exterminio de Belzec, construido a cien kilómetros del pueblo.
Fotograma de la cinta casera que aparece en 'Tres minutos: una exploración’. FILMIN
Leslie Swift, responsable del departamento de audiovisual del Museo del Holocausto, explica las razones que han llevado al centro a volcarse en la búsqueda urgente de películas caseras: “Las películas amateur son esenciales para completar el cuadro histórico y por fin se reclaman como fuentes de primera. Su relato no está dentro de la narrativa oficial ni de la propaganda. No pertenecen al discurso dominante, son relatos individuales y su estudio e identificación es muy importante porque humanizan la narrativa”. Swift explica que el efecto llamada ha sido clave, y que la película de Roher nunca hubiese llegado al museo sin la película de Kurtz. “La mayoría de nuestros fondos viene de Israel y Estados Unidos, pero estamos muy interesados en encontrar películas como estas en América Latina, ese es ahora nuestro reto. Apenas quedan supervivientes del Holocausto y trabajamos a contrarreloj, porque no se trata solo de conservar y restaurar. Nuestro objetivo es identificar al mayor número de personas que aparecen en estas películas”.
Fue una mujer que había visto la grabación de David Kurtz en la web del museo la que reconoció entre los niños que saltaban frente a la cámara a su abuelo con 13 años. Moszek Tuchendler vivía en Florida bajo el nombre de Maurice Chandler y fue clave para identificar a muchas de las 150 personas que pululan por la película. Cuando el anciano vio las imágenes por primera vez, le dijo a sus hijos: “Ahora ya sabéis que no vengo de Marte”.
La primera vez que Bianca Stigter vio las cintas de David Kurtz también fue en la web del museo. “Me llamó la atención que una de ellas fuese en color; eso la convertía en una rareza aún mayor. Las emociones eran encontradas, es imposible desligar lo que vemos de lo que sabemos. La presión que transmiten estas películas es enorme. Pero sobre todo sentí que representan una victoria contra el intento de borrar toda una cultura. Su poder es puro, son imágenes ordinarias convertidas en extraordinarias”.
El proyecto de Stigter, periodista cultural y excrítica de cine en el diario holandés NRC Handelsblad, nació del encargo del festival de Rotterdam, que solicitó a una serie de críticos un vídeo-ensayo de tema libre. Fue el embrión de un proyecto de 70 minutos producido por el cineasta británico Steve McQueen que expande los tres minutos de archivo a través de las figuras que aparecen en la cinta, pero también a través de su propia piel, esas texturas y grietas de un metraje amateur que explorado en profundidad y con sensibilidad resulta asombroso.
“El cine doméstico siempre fue algo así como el patito feo de la conservación cinematográfica”, explica Jaime Pena, programador de la Filmoteca de Galicia y autor de El cine después de Auschwitz, ensayo fundamental sobre cómo el cine moderno y contemporáneo asimiló a través de la representación de la ausencia las imágenes de los campos de concentración. “Por razones obvias y comprensibles los primeros esfuerzos estaban dirigidos a recuperar y conservar el cine en soportes profesionales, realizado con fines comerciales o artísticos”, añade Pena. Pero en los últimos tiempos el cine doméstico es uno de los objetivos más claros para las filmotecas: ahí está oculto un mundo familiar e íntimo del que raramente se ocupó el cine documental, que siempre priorizó lo excepcional y lo novedoso, no digamos ya la ficción”.
La tensión entre ausencia y presencia convierte estas películas caseras en un desafío al olvido y a quienes pusieron todo su empeño en borrar a esas personas del mapa. Como explica Leslie Swift, estas películas humanizan a las víctimas del Holocausto porque nos recuerdan la vida en común que había tras las insoportables imágenes que llegaron después y que alienaron a millones de judíos como una masa desnutrida y enferma, cadáveres en vida, o directamente muertos, a los que les negaron su pasado. Los nazis, en su perversa y perseverante cruzada hacia la fábrica de exterminio, pusieron especial empeño en confiscar todas las películas domésticas que atesoraban las familias judías. “Por eso, cada grabación salvada es un triunfo”, insiste Stigter. “La historia judía no puede estar ligada solo a la muerte, sino también a la vida, y para eso es importante conocer con exactitud todo lo que se destruyó”.
Fotograma de la cinta casera que aparece en 'Tres minutos: una exploración’.
FILMIN
“Por supuesto que es una forma de victoria”, agrega Pena. “Al fin y al cabo, el cometido era borrar todo, las vidas humanas y las huellas de su mismo paso por la Tierra. De ahí que existan tan pocos testimonios, sobre todo a partir de 1939, incluso que de Auschwitz apenas se conozcan las fotografías del Álbum de Auschwitz [hechas por un oficial de la SS y rescatadas de forma milagrosa por la prisionera judía Lilly Jacob] o las cuatro fotografías clandestinas de los Sonderkommandos [las únicas que testimonian el exterminio en las cámaras de gas]. La deportación implicaba la confiscación de todas las pertenencias, tanto de lo que abandonaban en sus casas como de lo que llevaban en sus maletas camino de los campos de concentración. Y ahí tuvieron que perderse muchas fotografías y muchas filmaciones domésticas: entre los judíos más acomodados tenían que estar extendidos el 9,5 y quizás también el 16 mm, como el caso de Kurtz, aunque este venía de América, no sé si en Europa era tan habitual. Pero creo que este es un terreno que va a deparar muchas sorpresas en el futuro”.
Leslie Swift coincide en que este podría ser el principio de un camino fascinante para un museo cuyos fondos audiovisuales llevan el nombre de Steven Spielberg (“hace 30 años hizo una donación generosísima que nos permitió arrancar nuestro trabajo”, comparte Swift) y a la vez alberga, entre otros, todos los brutos de Shoah, la obra de una vida de Claude Lanzmann, quien recogió, con un valor histórico y cinematográfico incalculable, los testimonios de los testigos más directos del exterminio judío y, a la vez, abanderó un enconado debate sobre el uso de las imágenes y la representación del Holocausto. “Desaparecidos los últimos testigos”, concluye Pena, “solo nos quedarán unas imágenes que nos dicen más de lo que no está y del contraste con lo que vino después que de sus propias circunstancias, por más que esté muy bien que nos muestren que esa gente también fue feliz. Al final, es el triunfo de las imágenes de archivo, por mucho que le pese a Lanzmann”.
https://elpais.com/cultura/2023-01-01/el-cine-domestico-contra-el-olvido-al-rescate-de-la-vida-filmada-antes-del-holocausto.html
domingo, 8 de enero de 2023
Sinfonía de Leningrado: el poder de la música en una ciudad sitiada por los nazis.
El escritor estadounidense M. T. Anderson relata cómo la composición de Shostakóvich se convirtió en un elemento de esperanza para la población durante el asedio
Entre septiembre de 1941 y enero de 1944 la ciudad de Leningrado (actual San Petersburgo) permaneció sitiada por el ejército nazi. Durante 872 días sus habitantes estuvieron completamente cercados, más de un millón de personas murieron víctimas de un asedio inhumano. Casi un tercio de la población pereció y la supervivencia fue un acto de heroísmo cotidiano sin apenas agua potable ni alimentos. El compositor Dimitri Shostakóvich estuvo allí al inicio del cerco y anunció por radio que escribiría su séptima sinfonía dedicada a la ciudad: “Los habitantes de Leningrado que me están escuchando sepan que, en nuestra ciudad, la vida continúa...”. La promesa fue una llamada a la esperanza y funcionó como alegato para revertir la voluntad de Hitler de aniquilar completamente la ciudad. La historia de Shostakóvich y su composición la cuenta con extraordinaria minuciosidad y profusa documentación el escritor estadounidense M. T. Anderson (Cambridge, Massachusetts, 1968) en el libro Sinfonía para la ciudad de los muertos, recién publicado en español por Pop Ediciones en una cuidada edición de más de 470 páginas con traducción de María Serrano.
La sinfonía de Leningrado, como se conoció popularmente, se convirtió en un asunto de Estado. Salvar esa composición y llevarla a buen puerto desde la Unión Soviética contó incluso con la colaboración de los servicios secretos estadounidenses. M.T. Anderson, que responde a El País por correo electrónico desde su casa, “justo al otro lado del río de la ciudad de Boston”, cuenta cómo fue el proceso de elaboración del trabajo: “Tardamos cinco años en hacer toda la investigación y escribir el libro. Una parte de la historia (el contrabando de la séptima sinfonía de Shostakóvich en microfilm a Estados Unidos) nunca se había documentado antes, por lo que la investigación fue especialmente compleja. Los documentos que sobrevivieron abarcaban archivos desde las bibliotecas de Nueva York hasta las montañas de Vermont, pasando por las cámaras acorazadas de Moscú”.
El libro es una apología, como cuenta el propio Anderson, de la potencia social de la música. “El poder de la música es trascendental por varios motivos: une a las personas, para bien o para mal; prepara a los ejércitos para la acción; ayuda a la gente a llorar; incluso nos llega a convencer de que estamos enamorados. Esto es tan válido ahora como en la época de Shostakóvich. Pensemos en la forma en que la Orquesta Clásica de Kiev se reunió desafiante en una de las grandes plazas de la ciudad para tocar música mientras los rusos avanzaban hacia la ciudad la primavera pasada. La música cambia las historias que contamos sobre nosotros mismos. En el caso de los ucranianos, como ocurrió en Leningrado hace décadas, parte de la razón por la que son capaces de resistir al invasor es que creen que pueden hacerlo. Y eso cambia toda la naturaleza de la guerra”, apunta el escritor estadounidense.
La composición de Shostakóvich tuvo la particularidad de ser un reconocimiento a la ciudad y sus habitantes más que un relato de exaltación militar en el contexto de una guerra. Para Xosé Manoel Núñez Seixas, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Santiago de Compostela que conoce bien San Petersburgo y el papel de la Unión Soviética durante la II Guerra Mundial, la sinfonía es “un homenaje a todos los sectores de la ciudad que resistieron al invasor nazi”. Núñez Seixas cuenta por teléfono que todavía hoy se mantiene en la memoria de la ciudad ese relato colectivo, muy distinto al que se hizo más tarde de la batalla de Stalingrado: “Para los que sobrevivieron y muchos descendientes, la resistencia de Leningrado fue diferente. La población recuerda con orgullo cómo lograron sobrevivir en esas condiciones como una hazaña colectiva”. En esa gesta de sus habitantes, la sinfonía fue un elemento importante porque, señala, hay que recordar que entonces y ahora en Rusia la ópera es un género “popular, de precios muy asequibles”, alejada del concepto de espacio vetado solo para élites que hay en otros países.
Al escuchar la sinfonía uno tiene la sensación de atravesar una ciudad amenazada, pero también de oír una apología de la esperanza y la humanidad. “Shostakóvich decía abiertamente a sus amigos que su música no trataba solo de una ciudad o una nación, sino de la opresión del espíritu humano en todas partes. Esto es la grandiosidad del arte: aunque surge en un momento político concreto puede ir más allá, hablar a la gente a lo largo del tiempo”, cuenta Anderson. Y añade: “El amor de Shostakóvich por su ciudad está en primer plano en la sinfonía. El segundo movimiento, un intermezzo, es mucho más ligero, un recuerdo de una ciudad de salones, conciertos y palacios. Y al final de la sinfonía, como colofón, ese tema en do mayor, audaz y orgulloso, para concluir toda la gigantesca obra, como si dijera: la ciudad que amamos volverá a ser nuestra. Nuestro hogar volverá a ser nuestro. Venceremos. No os rindáis”.
Precisamente, sobre la “opresión del espíritu humano” que señala M. T. Anderson es importante la relación que Dmitri Shostakóvich y su familia tuvieron con la Revolución rusa. Un proceso que influyó enormemente en el ámbito cultural y que evolucionó hacia una dictadura cruel que afectó al compositor y que se percibe en el libro, en el contexto de las purgas estalinistas previas a la invasión nazi que sufrió también la población de Leningrado. “Shostakóvich reconocía que los ideales de la Revolución eran nobles, pero que esos ideales habían sido cooptados por líderes totalitarios. La Revolución rusa funcionó prometiendo un futuro que nunca llegó. Shostakóvich vio cómo arrestaban, torturaban y ejecutaban a sus amigos, cómo su padre enfermaba y moría de hambre durante la guerra civil, cómo su propia vida era amenazada en público. Esta doble visión era parte de su confusión”, apunta el autor. Una pulsión de desafecto y esperanza que transmite un libro que cuenta una historia monumental, la de una sinfonía escrita como reivindicación de la belleza frente a la destrucción y el totalitarismo.
Entre septiembre de 1941 y enero de 1944 la ciudad de Leningrado (actual San Petersburgo) permaneció sitiada por el ejército nazi. Durante 872 días sus habitantes estuvieron completamente cercados, más de un millón de personas murieron víctimas de un asedio inhumano. Casi un tercio de la población pereció y la supervivencia fue un acto de heroísmo cotidiano sin apenas agua potable ni alimentos. El compositor Dimitri Shostakóvich estuvo allí al inicio del cerco y anunció por radio que escribiría su séptima sinfonía dedicada a la ciudad: “Los habitantes de Leningrado que me están escuchando sepan que, en nuestra ciudad, la vida continúa...”. La promesa fue una llamada a la esperanza y funcionó como alegato para revertir la voluntad de Hitler de aniquilar completamente la ciudad. La historia de Shostakóvich y su composición la cuenta con extraordinaria minuciosidad y profusa documentación el escritor estadounidense M. T. Anderson (Cambridge, Massachusetts, 1968) en el libro Sinfonía para la ciudad de los muertos, recién publicado en español por Pop Ediciones en una cuidada edición de más de 470 páginas con traducción de María Serrano.
La sinfonía de Leningrado, como se conoció popularmente, se convirtió en un asunto de Estado. Salvar esa composición y llevarla a buen puerto desde la Unión Soviética contó incluso con la colaboración de los servicios secretos estadounidenses. M.T. Anderson, que responde a El País por correo electrónico desde su casa, “justo al otro lado del río de la ciudad de Boston”, cuenta cómo fue el proceso de elaboración del trabajo: “Tardamos cinco años en hacer toda la investigación y escribir el libro. Una parte de la historia (el contrabando de la séptima sinfonía de Shostakóvich en microfilm a Estados Unidos) nunca se había documentado antes, por lo que la investigación fue especialmente compleja. Los documentos que sobrevivieron abarcaban archivos desde las bibliotecas de Nueva York hasta las montañas de Vermont, pasando por las cámaras acorazadas de Moscú”.
El libro es una apología, como cuenta el propio Anderson, de la potencia social de la música. “El poder de la música es trascendental por varios motivos: une a las personas, para bien o para mal; prepara a los ejércitos para la acción; ayuda a la gente a llorar; incluso nos llega a convencer de que estamos enamorados. Esto es tan válido ahora como en la época de Shostakóvich. Pensemos en la forma en que la Orquesta Clásica de Kiev se reunió desafiante en una de las grandes plazas de la ciudad para tocar música mientras los rusos avanzaban hacia la ciudad la primavera pasada. La música cambia las historias que contamos sobre nosotros mismos. En el caso de los ucranianos, como ocurrió en Leningrado hace décadas, parte de la razón por la que son capaces de resistir al invasor es que creen que pueden hacerlo. Y eso cambia toda la naturaleza de la guerra”, apunta el escritor estadounidense.
La composición de Shostakóvich tuvo la particularidad de ser un reconocimiento a la ciudad y sus habitantes más que un relato de exaltación militar en el contexto de una guerra. Para Xosé Manoel Núñez Seixas, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Santiago de Compostela que conoce bien San Petersburgo y el papel de la Unión Soviética durante la II Guerra Mundial, la sinfonía es “un homenaje a todos los sectores de la ciudad que resistieron al invasor nazi”. Núñez Seixas cuenta por teléfono que todavía hoy se mantiene en la memoria de la ciudad ese relato colectivo, muy distinto al que se hizo más tarde de la batalla de Stalingrado: “Para los que sobrevivieron y muchos descendientes, la resistencia de Leningrado fue diferente. La población recuerda con orgullo cómo lograron sobrevivir en esas condiciones como una hazaña colectiva”. En esa gesta de sus habitantes, la sinfonía fue un elemento importante porque, señala, hay que recordar que entonces y ahora en Rusia la ópera es un género “popular, de precios muy asequibles”, alejada del concepto de espacio vetado solo para élites que hay en otros países.
Al escuchar la sinfonía uno tiene la sensación de atravesar una ciudad amenazada, pero también de oír una apología de la esperanza y la humanidad. “Shostakóvich decía abiertamente a sus amigos que su música no trataba solo de una ciudad o una nación, sino de la opresión del espíritu humano en todas partes. Esto es la grandiosidad del arte: aunque surge en un momento político concreto puede ir más allá, hablar a la gente a lo largo del tiempo”, cuenta Anderson. Y añade: “El amor de Shostakóvich por su ciudad está en primer plano en la sinfonía. El segundo movimiento, un intermezzo, es mucho más ligero, un recuerdo de una ciudad de salones, conciertos y palacios. Y al final de la sinfonía, como colofón, ese tema en do mayor, audaz y orgulloso, para concluir toda la gigantesca obra, como si dijera: la ciudad que amamos volverá a ser nuestra. Nuestro hogar volverá a ser nuestro. Venceremos. No os rindáis”.
Precisamente, sobre la “opresión del espíritu humano” que señala M. T. Anderson es importante la relación que Dmitri Shostakóvich y su familia tuvieron con la Revolución rusa. Un proceso que influyó enormemente en el ámbito cultural y que evolucionó hacia una dictadura cruel que afectó al compositor y que se percibe en el libro, en el contexto de las purgas estalinistas previas a la invasión nazi que sufrió también la población de Leningrado. “Shostakóvich reconocía que los ideales de la Revolución eran nobles, pero que esos ideales habían sido cooptados por líderes totalitarios. La Revolución rusa funcionó prometiendo un futuro que nunca llegó. Shostakóvich vio cómo arrestaban, torturaban y ejecutaban a sus amigos, cómo su padre enfermaba y moría de hambre durante la guerra civil, cómo su propia vida era amenazada en público. Esta doble visión era parte de su confusión”, apunta el autor. Una pulsión de desafecto y esperanza que transmite un libro que cuenta una historia monumental, la de una sinfonía escrita como reivindicación de la belleza frente a la destrucción y el totalitarismo.
Condenado a 3,5 años de prisión el cerebro de la mayor operación de fraude para lograr plazas en universidades de élite en EE UU.
William Rick Singer, de 62 años, creó una red que falsificaba resultados académicos y deportivos y sobornaba a trabajadores universitarios para que hijos de empresarios y celebridades estudiaran en centros selectos.
Tres años y medio de cárcel. Un tribunal federal en Boston ha decidido este miércoles que esta es la sentencia que William Rick Singer, de 62 años, tendrá que cumplir como cerebro de una trama que compraba plazas en universidades selectas para que estudiaran los hijos de padres muy acomodados.
La red que había montado Singer, que el FBI desarticuló en la operación llamada Varsity Blues, es la de mayores tentáculos que se haya conocido hasta el momento en el mundo de la educación en Estados Unidos. Puso de manifiesto, a lo largo de más de tres años de investigación, hasta qué punto familias muy privilegiadas estaban dispuestas a llegar a los mayores extremos, y a pagar auténticas millonadas, con tal de garantizar a sus vástagos la entrada en una universidad de élite. Y dejó en evidencia a unos centros, administradores y trabajadores ya de por sí sospechosos de elitismo.
Los fiscales habían acusado a Singer como el cerebro detrás de la operación. Una operación que abrió -como le gustaba describirlo al propio acusado- un acceso universitario “lateral” a hijos del privilegio y que, según las denuncias, “corrompió de modo tremendo la integridad del proceso de admisiones”.
La investigación de la trama comenzó en 2018. En 2019, Singer se declaró culpable de conspiración para el blanqueo de dinero, de conspiración organizada, de conspiración para defraudar a Estados Unidos y de obstrucción a la justicia. A lo largo de la investigación cooperó activamente con la policía para aportar información sobre una clientela que incluía desde directivos de algunas de las mayores empresas del país a celebridades como las actrices Lori Loughlin (Padres forzosos) o Felicity Huffmann.
Durante ese tiempo, Singer grabó centenares de conversaciones telefónicas y reuniones con padres y con entrenadores universitarios que llevaron a la detención de decenas de sospechosos. Más de cincuenta personas, entre progenitores que pagaron al cerebro de la operación, administradores que alteraron resultados de exámenes y entrenadores de universidades de elite que aceptaron sobornos a cambio de fichar a estudiantes poco atléticos, han sido declaradas culpables en la operación Varsity Blues.
La sentencia que finalmente se le ha impuesto a Singer es la mayor que se ha adjudicado en el caso. Es muy superior a lo que solicitaban sus abogados, un máximo de seis meses de cárcel. Pero también está muy por debajo de lo que habían pedido los fiscales, seis años completos de prisión.
“Sin este acusado, sin Rick Singer urdiendo esta trama, planificando esta trama y poniéndola en marcha, esto no hubiera ocurrido nunca”, han alegado los fiscales del caso
En una carta a los jueces, por su parte, Singer ha achacado su comportamiento a una mentalidad heredada de su infancia que justifica “triunfar por la vía que sea” y en la que mentir es algo aceptable si consigue el resultado que se busca. Se declara completamente arrepentido de sus actos: “al marginar lo que era correcto desde el punto de vista moral, ético y legal en favor de lo que percibía como el ‘juego’ de las admisiones en los centros universitarios, lo he perdido todo”.
El estafador, que entre 2011 y 2019 recibió hasta 25 millones de dólares de padres adinerados y residía en una vasta mansión en Orange County, al sur de Los Ángeles en California, vivía ahora en un modesto parque de caravanas en Florida.
Durante sus años de éxito, Singer cobró entre 15.000 y 75.000 dólares por sus servicios más básicos. Más de un millón en casos más complicados. El dinero se gestionaba a través de dos entidades. La primera, denominada The Edge (la ventaja, en español) College and Career Network, era una asesoría con sede en la privilegiada localidad californiana de Newport Beach que preparaba la entrada en la universidad. La segunda era The Key (la llave, en español) Worlwide Foundation, una organización sin ánimo de lucro que canalizaba los pagos camuflándolos como donaciones.
Entre las universidades donde Singer coló a sus protegidos se encuentran nombres tan prestigiosos como la de Georgetown en Washington DC, la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), Yale o Stanford.
Sus métodos eran diversos. En algunos casos, consiguió alterar las notas de los exámenes SAT y ACT, equivalentes a la EvAU española, o incluso conseguir que otra persona se presentara a la prueba en lugar de su cliente.
En otros, la vía era la deportiva. A través de sobornos o de falsificaciones conseguía persuadir a entrenadores de las universidades deseadas para que ficharan al estudiante, al que presentaba como un atleta de calidad extraordinaria que garantizaría la gloria a su equipo. En un caso especialmente complejo -que costó a los padres nada menos que 1,2 millones de dólares-, inventó todo un historial de estrella del remo para una joven. Le creó un pasado inexistente de triunfos en regatas, presentó fotos que supuestamente la mostraban en su barca y falsificó recomendaciones de un centro de estudios en China que certificaban que la muchacha había estudiado allí y entrenado allí.
En su carta al juez, Singer asegura que se “levanta cada día sintiendo vergüenza, remordimiento y pena”.
Tres años y medio de cárcel. Un tribunal federal en Boston ha decidido este miércoles que esta es la sentencia que William Rick Singer, de 62 años, tendrá que cumplir como cerebro de una trama que compraba plazas en universidades selectas para que estudiaran los hijos de padres muy acomodados.
La red que había montado Singer, que el FBI desarticuló en la operación llamada Varsity Blues, es la de mayores tentáculos que se haya conocido hasta el momento en el mundo de la educación en Estados Unidos. Puso de manifiesto, a lo largo de más de tres años de investigación, hasta qué punto familias muy privilegiadas estaban dispuestas a llegar a los mayores extremos, y a pagar auténticas millonadas, con tal de garantizar a sus vástagos la entrada en una universidad de élite. Y dejó en evidencia a unos centros, administradores y trabajadores ya de por sí sospechosos de elitismo.
Los fiscales habían acusado a Singer como el cerebro detrás de la operación. Una operación que abrió -como le gustaba describirlo al propio acusado- un acceso universitario “lateral” a hijos del privilegio y que, según las denuncias, “corrompió de modo tremendo la integridad del proceso de admisiones”.
La investigación de la trama comenzó en 2018. En 2019, Singer se declaró culpable de conspiración para el blanqueo de dinero, de conspiración organizada, de conspiración para defraudar a Estados Unidos y de obstrucción a la justicia. A lo largo de la investigación cooperó activamente con la policía para aportar información sobre una clientela que incluía desde directivos de algunas de las mayores empresas del país a celebridades como las actrices Lori Loughlin (Padres forzosos) o Felicity Huffmann.
Durante ese tiempo, Singer grabó centenares de conversaciones telefónicas y reuniones con padres y con entrenadores universitarios que llevaron a la detención de decenas de sospechosos. Más de cincuenta personas, entre progenitores que pagaron al cerebro de la operación, administradores que alteraron resultados de exámenes y entrenadores de universidades de elite que aceptaron sobornos a cambio de fichar a estudiantes poco atléticos, han sido declaradas culpables en la operación Varsity Blues.
La sentencia que finalmente se le ha impuesto a Singer es la mayor que se ha adjudicado en el caso. Es muy superior a lo que solicitaban sus abogados, un máximo de seis meses de cárcel. Pero también está muy por debajo de lo que habían pedido los fiscales, seis años completos de prisión.
“Sin este acusado, sin Rick Singer urdiendo esta trama, planificando esta trama y poniéndola en marcha, esto no hubiera ocurrido nunca”, han alegado los fiscales del caso
En una carta a los jueces, por su parte, Singer ha achacado su comportamiento a una mentalidad heredada de su infancia que justifica “triunfar por la vía que sea” y en la que mentir es algo aceptable si consigue el resultado que se busca. Se declara completamente arrepentido de sus actos: “al marginar lo que era correcto desde el punto de vista moral, ético y legal en favor de lo que percibía como el ‘juego’ de las admisiones en los centros universitarios, lo he perdido todo”.
El estafador, que entre 2011 y 2019 recibió hasta 25 millones de dólares de padres adinerados y residía en una vasta mansión en Orange County, al sur de Los Ángeles en California, vivía ahora en un modesto parque de caravanas en Florida.
Durante sus años de éxito, Singer cobró entre 15.000 y 75.000 dólares por sus servicios más básicos. Más de un millón en casos más complicados. El dinero se gestionaba a través de dos entidades. La primera, denominada The Edge (la ventaja, en español) College and Career Network, era una asesoría con sede en la privilegiada localidad californiana de Newport Beach que preparaba la entrada en la universidad. La segunda era The Key (la llave, en español) Worlwide Foundation, una organización sin ánimo de lucro que canalizaba los pagos camuflándolos como donaciones.
Entre las universidades donde Singer coló a sus protegidos se encuentran nombres tan prestigiosos como la de Georgetown en Washington DC, la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), Yale o Stanford.
Sus métodos eran diversos. En algunos casos, consiguió alterar las notas de los exámenes SAT y ACT, equivalentes a la EvAU española, o incluso conseguir que otra persona se presentara a la prueba en lugar de su cliente.
En otros, la vía era la deportiva. A través de sobornos o de falsificaciones conseguía persuadir a entrenadores de las universidades deseadas para que ficharan al estudiante, al que presentaba como un atleta de calidad extraordinaria que garantizaría la gloria a su equipo. En un caso especialmente complejo -que costó a los padres nada menos que 1,2 millones de dólares-, inventó todo un historial de estrella del remo para una joven. Le creó un pasado inexistente de triunfos en regatas, presentó fotos que supuestamente la mostraban en su barca y falsificó recomendaciones de un centro de estudios en China que certificaban que la muchacha había estudiado allí y entrenado allí.
En su carta al juez, Singer asegura que se “levanta cada día sintiendo vergüenza, remordimiento y pena”.
sábado, 7 de enero de 2023
El año del coitus interruptus de la ideología económica liberal
Hasta que estalló la pandemia, los efectos negativos de las políticas neoliberales se disimularon sin demasiada dificultad gracias al enorme poder mediático y cultural de las grandes corporaciones. La crisis de la Covid-19 demostró, ya sin paliativos, que sus principios de actuación sirven para que ganen más dinero los ricos, pero no para resolver los problemas socioeconómicos de mayor envergadura. En este año que acaba, la ideología económica neoliberal ha hecho un ridículo histórico.
Desde finales de los años setenta del siglo pasado se comenzaron a aplicar en casi todo el mundo políticas económicas inspiradas en el liberalismo decimonónico. Sus principios son bien conocidos: el mercado es el único sistema que resuelve bien los problemas económicos; el capital y las empresas son racionales y, por tanto, quienes mejor saben las decisiones que hay que tomar para que la economía funcione de la mejor manera, de modo que hay que darles la mayor libertad posible; no hay que preocuparse si la renta se concentra en los más ricos porque se producirá un goteo que hará que los ingresos lleguen a todos; la intervención del Estado es nefasta, cuanto menos impuestos se establezcan más se recaudará y lo mejor es que cada cual se resuelva sus problemas, dejando que la caridad y la buena voluntad ayude a los necesitados.
Las consecuencias de la puesta en marcha de estas políticas están perfectamente documentadas en cientos de estadísticas e investigaciones. La tasa de crecimiento de la actividad económica fue menor y cayeron los ingresos de la inmensa mayoría de la población y de las pequeñas y medianas empresas. Buscando el mayor beneficio, los capitales se orientaron hacia las finanzas especulativas, más rentables que la actividad productiva. En consecuencia de ambas circunstancias, el número de crisis, la deuda y la desigualdad alcanzaron los niveles más elevados de la historia contemporánea. El neoliberalismo fue extraordinariamente exitoso para proporcionar beneficios más elevados a las grandes corporaciones empresariales y financieras, pero debilitó a la economía productiva y la capacidad de creación de valor y riqueza: hambriento de la ganancia que se podía obtener sin límite, el capitalismo se consumía a sí mismo y enfermó de empacho.
Hasta la pandemia, todo eso se disimulaba sin problemas gracias al poder inmenso de las grandes empresas que dominan los medios de comunicación, mantienen grupos de presión capaces de influir en las decisiones políticas, y financian a académicos, magistrados, policías, militares, periodistas, partidos, organizaciones no gubernamentales o fundaciones para que difundan o apliquen las ideas que les benefician.
La crisis que empezó en 2007 fue un primer aviso y ya antes de la del Covid-19 muchos dirigentes de las mayores empresas y bancos mundiales comenzaron a darse cuenta de que las cosas estaban fallando y de que ese capitalismo voraz y embriagado de beneficio y poder estaba destrozando sus propios cimientos. Comenzaron a hablar sin ambages de la necesidad de «reiniciarlo» pero la Covid-19 puso todo patas arriba.
Cuando el planeta se vio envuelto en un shock tan traumático, ya no se pudo disimular lo que estaba pasando: una globalización concebida y diseñada con el exclusivo propósito de dar plena libertad al capital para que produzca con el menor coste posible y obtenga el máximo beneficio generaba un déficit extraordinario en seguridad y riesgos muy costosos; y dejar que solo los mercados y la iniciativa privada resolvieran los problemas económicos se reveló como suicida. Como escribió hace unos meses Joseph Stiglitz, «Estados Unidos, la superpotencia, ni siquiera podía producir productos simples como máscaras y otros equipos de protección, y mucho menos artículos más sofisticados como pruebas y ventiladores». Para evitar que la economía colapsara, los gobiernos tuvieron que intervenir masivamente, los servicios públicos resultaron esenciales y los principios neoliberales se guardaron en el cajón. Ningún gobierno tuvo la insensatez de aplicarlos. Y cuando lo hicieron, como ocurrió con la política de vacunas, se produjo un desastre. Como también dice Stiglitz, la aplicación de las reglas neoliberales de propiedad intelectual de la Organización Mundial del Comercio inhibió la producción de vacunas en muchas partes del mundo, provocando la muerte innecesaria de miles de personas.
Cuando se decía que pronto entraríamos de nuevo en la normalidad, las cosas volvieron a complicarse. La inseguridad y los bloqueos derivados de la globalización neoliberal, el enorme poder sobre los precios de las grandes empresas, la crisis climática, la especulación financiera, la debilidad del tejido empresarial que se dedica a crear riqueza y los problemas geopolíticos asociados a una sociedad mundial gobernada por los mercados y los capitales y no por instituciones democráticas… es decir, los grandes problemas que habían venido generando casi cuarenta años de políticas neoliberales se hicieron más patentes que nunca y han hecho que 2022 haya sido el año en que se ha desatado una nueva crisis. La describo con detalle en un libro de Ediciones Deusto que estará a la venta a finales del próximo enero con el título Más difícil todavía.
Pero lo interesante de lo ocurrido en estos últimos doce meses es que la ideología económica neoliberal no solo se ha mostrado de nuevo como incapaz de proporcionar algo más que beneficios a los más ricos. Ha sido el año en el que ha quedado públicamente en evidencia, haciendo un espantoso ridículo.
A los neoliberales británicos y a Lizz Truss en particular les ha correspondido el honor de protagonizar el coitus interruptus más clamoroso y transparente de la historia de la política económica. Después de repetir como papagayos el mantra neoliberal, asegurando que la solución frente a la caída de la actividad económica era bajar impuestos a los ricos, reducir el gasto público y dar plena vía libre a los mercados, provocaron tal desastre que solo pudieron aguantar cuarenta y cinco días aplicando esas ideas desde el gobierno.
No ha sido esa la única marcha atrás en 2022 del neoliberalismo económico. En España se ha tenido que reconocer que las subidas del salario mínimo han ayudado a reactivar el mercado interno gracias al mayor consumo de los trabajadores de menor renta y que no ha tenido los efectos devastadores anunciados; la bondad para fortalecer el empleo de las reformas laborales que desactivaban los aspectos más negativos de las anteriores de perfil más neoliberal; o que bajar impuestos no es lo que aumenta la recaudación. En Europa se ha terminado aceptando que hay que corregir a los mercados para frenar la subida de precios, que las empresas no sobreviven sin el apoyo del Estado, o que las inversiones públicas son imprescindibles; la Ley para la reducción de la inflación o la nueva estrategia industrial de Biden son misiles en la línea de flotación de la ideología neoliberal; y los organismos internacionales piden a los gobiernos que establezcan impuestos sobre los más ricos y las ganancias extraordinarias. Por no hablar del cambio de estrategia de miles de empresas de todo el mundo para evitar los fallos de seguridad y resiliencia a los que ha llevado el buscar tan solo el mínimo coste.
Escribió Stendhal en La cartuja de Parma que «no existe lo ridículo cuando nadie lo nota». A los neoliberales se les ha notado en este año que acaba. Los ideólogos y los burócratas de la patronal no lo reconocerán, a quien se juega los cuartos más le vale ser realistas, darse cuenta de lo que se nos viene encima y cambiar de discurso y estrategia.
Desde finales de los años setenta del siglo pasado se comenzaron a aplicar en casi todo el mundo políticas económicas inspiradas en el liberalismo decimonónico. Sus principios son bien conocidos: el mercado es el único sistema que resuelve bien los problemas económicos; el capital y las empresas son racionales y, por tanto, quienes mejor saben las decisiones que hay que tomar para que la economía funcione de la mejor manera, de modo que hay que darles la mayor libertad posible; no hay que preocuparse si la renta se concentra en los más ricos porque se producirá un goteo que hará que los ingresos lleguen a todos; la intervención del Estado es nefasta, cuanto menos impuestos se establezcan más se recaudará y lo mejor es que cada cual se resuelva sus problemas, dejando que la caridad y la buena voluntad ayude a los necesitados.
Las consecuencias de la puesta en marcha de estas políticas están perfectamente documentadas en cientos de estadísticas e investigaciones. La tasa de crecimiento de la actividad económica fue menor y cayeron los ingresos de la inmensa mayoría de la población y de las pequeñas y medianas empresas. Buscando el mayor beneficio, los capitales se orientaron hacia las finanzas especulativas, más rentables que la actividad productiva. En consecuencia de ambas circunstancias, el número de crisis, la deuda y la desigualdad alcanzaron los niveles más elevados de la historia contemporánea. El neoliberalismo fue extraordinariamente exitoso para proporcionar beneficios más elevados a las grandes corporaciones empresariales y financieras, pero debilitó a la economía productiva y la capacidad de creación de valor y riqueza: hambriento de la ganancia que se podía obtener sin límite, el capitalismo se consumía a sí mismo y enfermó de empacho.
Hasta la pandemia, todo eso se disimulaba sin problemas gracias al poder inmenso de las grandes empresas que dominan los medios de comunicación, mantienen grupos de presión capaces de influir en las decisiones políticas, y financian a académicos, magistrados, policías, militares, periodistas, partidos, organizaciones no gubernamentales o fundaciones para que difundan o apliquen las ideas que les benefician.
La crisis que empezó en 2007 fue un primer aviso y ya antes de la del Covid-19 muchos dirigentes de las mayores empresas y bancos mundiales comenzaron a darse cuenta de que las cosas estaban fallando y de que ese capitalismo voraz y embriagado de beneficio y poder estaba destrozando sus propios cimientos. Comenzaron a hablar sin ambages de la necesidad de «reiniciarlo» pero la Covid-19 puso todo patas arriba.
Cuando el planeta se vio envuelto en un shock tan traumático, ya no se pudo disimular lo que estaba pasando: una globalización concebida y diseñada con el exclusivo propósito de dar plena libertad al capital para que produzca con el menor coste posible y obtenga el máximo beneficio generaba un déficit extraordinario en seguridad y riesgos muy costosos; y dejar que solo los mercados y la iniciativa privada resolvieran los problemas económicos se reveló como suicida. Como escribió hace unos meses Joseph Stiglitz, «Estados Unidos, la superpotencia, ni siquiera podía producir productos simples como máscaras y otros equipos de protección, y mucho menos artículos más sofisticados como pruebas y ventiladores». Para evitar que la economía colapsara, los gobiernos tuvieron que intervenir masivamente, los servicios públicos resultaron esenciales y los principios neoliberales se guardaron en el cajón. Ningún gobierno tuvo la insensatez de aplicarlos. Y cuando lo hicieron, como ocurrió con la política de vacunas, se produjo un desastre. Como también dice Stiglitz, la aplicación de las reglas neoliberales de propiedad intelectual de la Organización Mundial del Comercio inhibió la producción de vacunas en muchas partes del mundo, provocando la muerte innecesaria de miles de personas.
Cuando se decía que pronto entraríamos de nuevo en la normalidad, las cosas volvieron a complicarse. La inseguridad y los bloqueos derivados de la globalización neoliberal, el enorme poder sobre los precios de las grandes empresas, la crisis climática, la especulación financiera, la debilidad del tejido empresarial que se dedica a crear riqueza y los problemas geopolíticos asociados a una sociedad mundial gobernada por los mercados y los capitales y no por instituciones democráticas… es decir, los grandes problemas que habían venido generando casi cuarenta años de políticas neoliberales se hicieron más patentes que nunca y han hecho que 2022 haya sido el año en que se ha desatado una nueva crisis. La describo con detalle en un libro de Ediciones Deusto que estará a la venta a finales del próximo enero con el título Más difícil todavía.
Pero lo interesante de lo ocurrido en estos últimos doce meses es que la ideología económica neoliberal no solo se ha mostrado de nuevo como incapaz de proporcionar algo más que beneficios a los más ricos. Ha sido el año en el que ha quedado públicamente en evidencia, haciendo un espantoso ridículo.
A los neoliberales británicos y a Lizz Truss en particular les ha correspondido el honor de protagonizar el coitus interruptus más clamoroso y transparente de la historia de la política económica. Después de repetir como papagayos el mantra neoliberal, asegurando que la solución frente a la caída de la actividad económica era bajar impuestos a los ricos, reducir el gasto público y dar plena vía libre a los mercados, provocaron tal desastre que solo pudieron aguantar cuarenta y cinco días aplicando esas ideas desde el gobierno.
No ha sido esa la única marcha atrás en 2022 del neoliberalismo económico. En España se ha tenido que reconocer que las subidas del salario mínimo han ayudado a reactivar el mercado interno gracias al mayor consumo de los trabajadores de menor renta y que no ha tenido los efectos devastadores anunciados; la bondad para fortalecer el empleo de las reformas laborales que desactivaban los aspectos más negativos de las anteriores de perfil más neoliberal; o que bajar impuestos no es lo que aumenta la recaudación. En Europa se ha terminado aceptando que hay que corregir a los mercados para frenar la subida de precios, que las empresas no sobreviven sin el apoyo del Estado, o que las inversiones públicas son imprescindibles; la Ley para la reducción de la inflación o la nueva estrategia industrial de Biden son misiles en la línea de flotación de la ideología neoliberal; y los organismos internacionales piden a los gobiernos que establezcan impuestos sobre los más ricos y las ganancias extraordinarias. Por no hablar del cambio de estrategia de miles de empresas de todo el mundo para evitar los fallos de seguridad y resiliencia a los que ha llevado el buscar tan solo el mínimo coste.
Escribió Stendhal en La cartuja de Parma que «no existe lo ridículo cuando nadie lo nota». A los neoliberales se les ha notado en este año que acaba. Los ideólogos y los burócratas de la patronal no lo reconocerán, a quien se juega los cuartos más le vale ser realistas, darse cuenta de lo que se nos viene encima y cambiar de discurso y estrategia.
_- José Manuel Fajardo: “El mal social se nutre de la gente corriente” El escritor afincado en Lisboa vuelve con una novela breve que desgrana el proceso que lleva a las personas a sacar lo peor de ellos mismos
_- El escritor afincado en Lisboa vuelve con una novela breve que desgrana el proceso que lleva a las personas a sacar lo peor de ellos mismos
Lleva escribiendo desde los ocho años. Quizá por eso José Manuel Fajardo (Granada, 65 años) ha llegado siempre demasiado pronto a casi todo. Escribía novelas históricas como Carta del fin del mundo (1996) antes de que el género viviera el bum de los últimos años. Con Una belleza convulsa (2001), sobre el secuestro de un periodista a manos de ETA, se adelantó 15 años al fenómeno que supuso Patria, de Fernando Aramburu. “Así me va”, bromea el escritor, que ha publicado una novela breve en la que une dos ciudades y dos tiempos distintos a través de la fina línea del odio. El libro, editado por el Fondo de Cultura Económica, se llama precisamente así: Odio. Granadino de nacimiento aunque criado desde los cuatro años en Madrid. Fajardo ha vivido en el País Vasco, donde escribía de terrorismo en El Mundo, hasta que la presión del entorno de ETA le hizo tomar la decisión de salir de España. ”Apliqué la técnica del yudo: utilizar la energía del enemigo contra él. Estaba agobiado y enfurecido. Así que un día me dije que tenía que pensar en mi carrera de escritor’, y decidí hacer lo que siempre había soñado: irme a París a vivir como escritor”. Recuerda. Diez años después se mudó a Lisboa, donde vive desde hace doce.
Pregunta. Llevaba diez años sin publicar. Pero ¿cuánto tiempo llevaba sin escribir?
Respuesta. He estado cinco sin escribir ficción. Tuve un frenazo inesperado, porque, después de publicar mi anterior novela, Mi nombre es Jamaica, en 2010, cerré en cierto modo un ciclo de escritura que había durado 20 años, con libros muy distintos pero que daban vueltas a las mismas ideas y preocupaciones, y me encontré en busca de un territorio nuevo. Pensé que sobre esos aspectos de la extraña construcción de España a través de amputarnos miembros de la sociedad, a fuerza de exilios, abandonos y persecuciones, ya había dicho todo lo que tenía que decir. Y me costó un tiempo encontrar un nuevo territorio.
P. ¿Llegó demasiado pronto a la novela histórica?
R. En realidad yo nunca he tenido voluntad de escribir novela histórica, yo escribo historias que ocurren en determinado momento histórico. A mí la literatura me gusta como descubrimiento, me gusta escribir desde donde no sé si soy capaz de hacerlo. Cuando ya sé que puedo escribir desde un cierto punto ya no quiero seguir ahí, quiero descubrir nuevos territorios de escritura. Eso para mí hace que la literatura siga siendo divertida y una fuente de conocimiento.
P. Da la sensación de que Odio está escrito de un tirón, igual que se lee. ¿Cómo fue el proceso?
R. Me encanta que dé esa sensación, porque es completamente falsa. La novela está escrita a lo largo de cinco años. Muy despacio, porque me costó mucho dar con la estructura. Hay una parte que transcurre en el Londres de finales del siglo XIX, pero yo no quería escribir una novela más sobre el Londres victoriano. Me rompí mucho la cabeza hasta que me di cuenta de que la intención fundamental era escribir sobre el odio en épocas distintas. Cuando comprendí que esa era la estructura que debía tener el libro, fue cuando ya di con la forma de escribirlo. Y eso me ha costado tiempo.
P. Todo empezó con un cuento, ¿verdad?
R. El origen es un cuento que escribí a petición de Fernando Marias, que era un buen amigo. A él le gustó mucho, pero me dijo que ahí había una novela, y que yo tenía que escribirla. Así que disciplinadamente me puse a darle la vuelta a esa tortilla. Quería entrar en la época del Londres victoriano y enfrentarla como en un juego de espejos al París del presente, para relatar cómo nuestro lado oscuro se manifiesta a lo largo del tiempo. Porque el odio de hoy no es una novedad. Es un odio viejo, que viene de muy atrás, y para poder entenderlo me pareció una buena idea presentarlo así.
El escritor y periodista José Manuel Fajardo, en Madrid. JUAN BARBOSA
P. Dice que quería escribir un libro que fuera como un directo a la mandíbula. ¿Lo ha conseguido?
R. Lo que buscaba era divertirme mucho escribiéndolo. Mi idea era hacer una de esas novelas cortas que a mí me encantan. Yo soy devoto de Pedro Páramo o La balada del café triste o Bartleby, el escribiente, libros que son como diamantes, pequeños, brillantes, tallados y duros. Espero haberlo logrado, pero eso lo tiene que decir el lector. Quería que fuera un libro de impacto y para eso tenía que ser breve.
P. Ninguno de los dos protagonistas son personas especialmente desgraciadas, ¿por qué los ha escogido?
R. Porque el mal social se nutre de la gente corriente. Cuando una sociedad se desquicia, no lo hace por los desesperados. Estos viven en la marginalidad y su resentimiento y odio pueden hacer ruido, pero raramente perturban el orden social, o pueden hundir la sociedad en un abismo. Esto sucede cuando las personas que no están desesperadas se psicopatizan, cuando se dejan llevar por miedos más fantasmales que reales y empiezan a temer que van a perder lo que tienen o lo que no han llegado a tener y creen que ya no van a conseguir. Empiezan a sentirse frustrados en sus deseos y a considerar que la violencia está legitimada como herramienta. Entonces esas personas normales, que no han sido víctimas de grandes afrentas, empiezan a comportarse como marginados, a convertirse en seres furibundos y a odiar a quienes son más débiles que ellos. Cuando encuentran esa espita para dar salida a su odio es cuando una sociedad se desmorona. Es lo que pasó con los fascismos del siglo XX y es un poco lo que está ocurriendo en el mundo de hoy. El libro nace por mi preocupación por este auge de la irracionalidad, el odio y la violencia que está tocando a ese tipo de personas a las que en realidad no les está pasando nada, pero viven, gritan, se enfurecen y odian como si de verdad les estuviera pasando algo.
Me preocupa este auge de la violencia que está tocando a ese tipo de personas a las que en realidad no les está pasando nada, pero se enfurecen y odian como si de verdad les estuviera pasando algo
P. ¿Cuál es el germen del odio?
R. El odio es muchas veces heredado. En la novela los padres de los protagonistas son dos misóginos y estos también lo son. En gran medida de lo que hablo es del odio al otro, al que no tiene tu color de piel, al que no tiene tu religión, no tiene tu estatus social o no es de tu país, es decir, el que es distinto. Y el primer otro que todos encontramos es el otro sexo. La primera otredad. Según un informe de la ONU de 2019, más del 90% de los homicidios en el mundo los cometen hombres. Cómo no va a existir la violencia de género. La violencia tiene género, y es esencialmente masculina. La misoginia es la primera escuela del odio al otro, y después ya puede convertirse en odio racista, xenófobo...
El primer otro que todos encontramos es el otro sexo. La misoginia es la primera escuela del odio al otro, y después ya puede convertirse en odio racista, xenófobo...
P. ¿Se ha dado cuenta de que dedica muchas más palabras a describir la fealdad y la miseria que la belleza?
R. En este libro es inevitable porque estoy hablando de la fealdad humana. La descripción es un agente activo de la narración, para mí. En estos lugares de la novela la descripción juega como espejo del alma de los personajes, esa fealdad que los rodea es el reflejo de lo que está creciendo dentro de ellos. Yo creo que, al igual que la belleza puede ser sanadora, si vives rodeado de fealdad, si comes en unos platos de plástico y vives rodeado de mugre, si todo a tu alrededor es tosco, eso enferma, eso hace que te vuelvas miserable.
P. ¿Cómo ve España cuando vuelve a su país?
R. Encuentro un país que me fascina y del que no me sé desentender. Yo creo que para mi salud espiritual y mental es bueno que viva fuera de España, porque me desespera a veces tanto que, si viviera inmerso en la sopa nacional, acabaría de los nervios de nuevo y no tengo ganas. Me da pena, porque yo luché de joven por la democracia. Es una tristeza ver cómo ahora vuelven los discursos franquistas después de habernos librado de toda esa pobreza de espíritu, porque esa dictadura, además de terrible, era mediocre, gris, sucia, con una moral infame. Me vuelve loco pensar que todo esto pueda volver.
Lleva escribiendo desde los ocho años. Quizá por eso José Manuel Fajardo (Granada, 65 años) ha llegado siempre demasiado pronto a casi todo. Escribía novelas históricas como Carta del fin del mundo (1996) antes de que el género viviera el bum de los últimos años. Con Una belleza convulsa (2001), sobre el secuestro de un periodista a manos de ETA, se adelantó 15 años al fenómeno que supuso Patria, de Fernando Aramburu. “Así me va”, bromea el escritor, que ha publicado una novela breve en la que une dos ciudades y dos tiempos distintos a través de la fina línea del odio. El libro, editado por el Fondo de Cultura Económica, se llama precisamente así: Odio. Granadino de nacimiento aunque criado desde los cuatro años en Madrid. Fajardo ha vivido en el País Vasco, donde escribía de terrorismo en El Mundo, hasta que la presión del entorno de ETA le hizo tomar la decisión de salir de España. ”Apliqué la técnica del yudo: utilizar la energía del enemigo contra él. Estaba agobiado y enfurecido. Así que un día me dije que tenía que pensar en mi carrera de escritor’, y decidí hacer lo que siempre había soñado: irme a París a vivir como escritor”. Recuerda. Diez años después se mudó a Lisboa, donde vive desde hace doce.
Pregunta. Llevaba diez años sin publicar. Pero ¿cuánto tiempo llevaba sin escribir?
Respuesta. He estado cinco sin escribir ficción. Tuve un frenazo inesperado, porque, después de publicar mi anterior novela, Mi nombre es Jamaica, en 2010, cerré en cierto modo un ciclo de escritura que había durado 20 años, con libros muy distintos pero que daban vueltas a las mismas ideas y preocupaciones, y me encontré en busca de un territorio nuevo. Pensé que sobre esos aspectos de la extraña construcción de España a través de amputarnos miembros de la sociedad, a fuerza de exilios, abandonos y persecuciones, ya había dicho todo lo que tenía que decir. Y me costó un tiempo encontrar un nuevo territorio.
P. ¿Llegó demasiado pronto a la novela histórica?
R. En realidad yo nunca he tenido voluntad de escribir novela histórica, yo escribo historias que ocurren en determinado momento histórico. A mí la literatura me gusta como descubrimiento, me gusta escribir desde donde no sé si soy capaz de hacerlo. Cuando ya sé que puedo escribir desde un cierto punto ya no quiero seguir ahí, quiero descubrir nuevos territorios de escritura. Eso para mí hace que la literatura siga siendo divertida y una fuente de conocimiento.
P. Da la sensación de que Odio está escrito de un tirón, igual que se lee. ¿Cómo fue el proceso?
R. Me encanta que dé esa sensación, porque es completamente falsa. La novela está escrita a lo largo de cinco años. Muy despacio, porque me costó mucho dar con la estructura. Hay una parte que transcurre en el Londres de finales del siglo XIX, pero yo no quería escribir una novela más sobre el Londres victoriano. Me rompí mucho la cabeza hasta que me di cuenta de que la intención fundamental era escribir sobre el odio en épocas distintas. Cuando comprendí que esa era la estructura que debía tener el libro, fue cuando ya di con la forma de escribirlo. Y eso me ha costado tiempo.
P. Todo empezó con un cuento, ¿verdad?
R. El origen es un cuento que escribí a petición de Fernando Marias, que era un buen amigo. A él le gustó mucho, pero me dijo que ahí había una novela, y que yo tenía que escribirla. Así que disciplinadamente me puse a darle la vuelta a esa tortilla. Quería entrar en la época del Londres victoriano y enfrentarla como en un juego de espejos al París del presente, para relatar cómo nuestro lado oscuro se manifiesta a lo largo del tiempo. Porque el odio de hoy no es una novedad. Es un odio viejo, que viene de muy atrás, y para poder entenderlo me pareció una buena idea presentarlo así.
El escritor y periodista José Manuel Fajardo, en Madrid. JUAN BARBOSA
P. Dice que quería escribir un libro que fuera como un directo a la mandíbula. ¿Lo ha conseguido?
R. Lo que buscaba era divertirme mucho escribiéndolo. Mi idea era hacer una de esas novelas cortas que a mí me encantan. Yo soy devoto de Pedro Páramo o La balada del café triste o Bartleby, el escribiente, libros que son como diamantes, pequeños, brillantes, tallados y duros. Espero haberlo logrado, pero eso lo tiene que decir el lector. Quería que fuera un libro de impacto y para eso tenía que ser breve.
P. Ninguno de los dos protagonistas son personas especialmente desgraciadas, ¿por qué los ha escogido?
R. Porque el mal social se nutre de la gente corriente. Cuando una sociedad se desquicia, no lo hace por los desesperados. Estos viven en la marginalidad y su resentimiento y odio pueden hacer ruido, pero raramente perturban el orden social, o pueden hundir la sociedad en un abismo. Esto sucede cuando las personas que no están desesperadas se psicopatizan, cuando se dejan llevar por miedos más fantasmales que reales y empiezan a temer que van a perder lo que tienen o lo que no han llegado a tener y creen que ya no van a conseguir. Empiezan a sentirse frustrados en sus deseos y a considerar que la violencia está legitimada como herramienta. Entonces esas personas normales, que no han sido víctimas de grandes afrentas, empiezan a comportarse como marginados, a convertirse en seres furibundos y a odiar a quienes son más débiles que ellos. Cuando encuentran esa espita para dar salida a su odio es cuando una sociedad se desmorona. Es lo que pasó con los fascismos del siglo XX y es un poco lo que está ocurriendo en el mundo de hoy. El libro nace por mi preocupación por este auge de la irracionalidad, el odio y la violencia que está tocando a ese tipo de personas a las que en realidad no les está pasando nada, pero viven, gritan, se enfurecen y odian como si de verdad les estuviera pasando algo.
Me preocupa este auge de la violencia que está tocando a ese tipo de personas a las que en realidad no les está pasando nada, pero se enfurecen y odian como si de verdad les estuviera pasando algo
P. ¿Cuál es el germen del odio?
R. El odio es muchas veces heredado. En la novela los padres de los protagonistas son dos misóginos y estos también lo son. En gran medida de lo que hablo es del odio al otro, al que no tiene tu color de piel, al que no tiene tu religión, no tiene tu estatus social o no es de tu país, es decir, el que es distinto. Y el primer otro que todos encontramos es el otro sexo. La primera otredad. Según un informe de la ONU de 2019, más del 90% de los homicidios en el mundo los cometen hombres. Cómo no va a existir la violencia de género. La violencia tiene género, y es esencialmente masculina. La misoginia es la primera escuela del odio al otro, y después ya puede convertirse en odio racista, xenófobo...
El primer otro que todos encontramos es el otro sexo. La misoginia es la primera escuela del odio al otro, y después ya puede convertirse en odio racista, xenófobo...
P. ¿Se ha dado cuenta de que dedica muchas más palabras a describir la fealdad y la miseria que la belleza?
R. En este libro es inevitable porque estoy hablando de la fealdad humana. La descripción es un agente activo de la narración, para mí. En estos lugares de la novela la descripción juega como espejo del alma de los personajes, esa fealdad que los rodea es el reflejo de lo que está creciendo dentro de ellos. Yo creo que, al igual que la belleza puede ser sanadora, si vives rodeado de fealdad, si comes en unos platos de plástico y vives rodeado de mugre, si todo a tu alrededor es tosco, eso enferma, eso hace que te vuelvas miserable.
P. ¿Cómo ve España cuando vuelve a su país?
R. Encuentro un país que me fascina y del que no me sé desentender. Yo creo que para mi salud espiritual y mental es bueno que viva fuera de España, porque me desespera a veces tanto que, si viviera inmerso en la sopa nacional, acabaría de los nervios de nuevo y no tengo ganas. Me da pena, porque yo luché de joven por la democracia. Es una tristeza ver cómo ahora vuelven los discursos franquistas después de habernos librado de toda esa pobreza de espíritu, porque esa dictadura, además de terrible, era mediocre, gris, sucia, con una moral infame. Me vuelve loco pensar que todo esto pueda volver.
viernes, 6 de enero de 2023
OÍDO COCINA Haranita, lo nuevo de Nakeima en Madrid: ‘baos’, caviar y champán por 40 euros El restaurante madrileño inaugura un local más popular a orillas de la Gran Vía: ofrece tan solo 12 platos, entre clásicos y novedades, y la mayoría están pensados para comer con las manos
El restaurante madrileño inaugura un local más popular a orillas de la Gran Vía: ofrece tan solo 12 platos, entre clásicos y novedades, y la mayoría están pensados para comer con las manos
“Llevamos una semana abiertos y hay gente que ya ha repetido tres veces”, cuenta sorprendido Gonzalo García, cocinero cofundador de Nakeima y ahora también de Haranita, en el número 5 de la calle Víctor Hugo, en Madrid. Este local recién inaugurado junto a la Gran Vía es la primera alegría gastronómica del año. Al igual que en Nakeima, donde solo se puede acceder bajo rigurosa cola en la puerta, Haranita ya cuenta con gente esperando en la calle. La diferencia es que aquí se puede jugar más con el horario, pues tiene cocina ininterrumpida desde la una de la tarde hasta la medianoche.
Nada más entrar en este nuevo espacio uno intuye que se lo va a pasar bien. La música imprime ritmo a la experiencia y se puede comer en la barra con vistas a la cocina o en las mesas altas y bajas repartidas por el establecimiento. “La hache del nombre no es muda. Tiene toda la intención”, advierte García. Este cocinero vivió seis meses en China, pasó por Nikkei225 de Luis Arévalo y, desde hace 10 años, su trabajo en Nakeima ha sido alabado por la calidad y originalidad de sus platos asiáticos. Por sus fogones han pasado cocineros de la talla de Roberto Martín Foronda, de Tripea, o Pablo López, de Brutalista, y en 2022 ganó el premio de la Comunidad de Madrid al mejor restaurante de cocina internacional. Así que tiene un buen número de fans que celebran su nueva apertura. “Haranita mantiene toda nuestra esencia, pero su carta es menos gastronómica”, puntualiza García, el restaurante donde merece la pena hacer cola Una carta breve
En esta nueva aventura, capitaneada por el cocinero de la casa Fernando Moreno, solo tienen 12 platos y la mayoría están pensados para comer con las manos. Cuentan que irán cambiando con el tiempo, pero mantienen clásicos de Nakeima como el Black bao, los siumais y una ensalada de callos fría que tuvieron en sus comienzos. La esponjosidad de sus baos, panecillos asiáticos al vapor rellenos, sigue intacta. “Son muchos años haciendo estas masas todos los días, con doble fermentación y controlando la humedad, la temperatura y el tiempo”, cuenta García. Su famoso Black bao (4 euros) está relleno de un guiso de sepia con cebolla pochada y pimienta de Sichuan. “La idea es hacer un bocata de calamares del siglo XXI en el centro de Madrid”, explica. Y los siumais, una especie de wonton caseros, van rellenos de papada de cerdo (5 euros, tres unidades).
Cuatro 'baos' de Haranita.
Otros nuevos e imprescindibles bocados de Haranita son el Chiken bao (4 euros) de pollo con curri y el Lamb bao (4 euros) relleno de un guiso tradicional de cordero con salsa de pimiento. Además, han pensado en la clientela vegana, que puede disfrutar del Veggie bao (4 euros) de boloñesa de soja texturizada o del Chop Suey (7 euros). Y si en Nakeima tuvieron un sashimi de torreznos, aquí han apostado por una elaboración algo más castiza denominada Torrezno Pekín (8,50 euros). “Tardamos dos días en hacer los torreznos. Primero los curamos en sal y vinagre, luego los horneamos y después freímos”, explica. Vienen acompañados de una ensalada de rabanitos y pepinos encurtidos, hojas de mostaza japonesa llamada mizuna y un aliño de salsa cítrica. “Tenemos pocos platos, pero con mucho trabajo detrás”, añade.
Para compartir, también ofrecen un sándwich: un Katsu Sando (8,50 euros) de jugosos contramuslos de pollo, partido en tres; y las Patatas Hilton (18 euros) con crema agria, gel de salicornia, apio y una lata de caviar. “Este plato cuesta 18 euros porque la lata de caviar ya son 15”, explica. En un futuro próximo, abrirán en la parte de abajo una pastelería para tomar allí los postres y las copas. Pero, por el momento, la experiencia completa se hace en la zona a pie de calle. Y para finalizar, hay que probar el Squirty bao (4 euros), un panecillo relleno de yemas de huevo de pato saladas.
El 'Katsu sando' es un sándwich de pollo.
Sin vino pero con champán
En el apartado de bebidas, que nadie espere encontrar vino. Aquí solo hay cerveza, refrescos y champán. “No sé cómo se va a tomar la gente que no ofrezcamos vino, pero queremos que sea todo efervescente y tenemos buen champán a precios populares (a partir de 28,50 euros la botella). En el supermercado te compras una botella de peor calidad y pagas más”, afirma.
“Llevamos una semana abiertos y hay gente que ya ha repetido tres veces”, cuenta sorprendido Gonzalo García, cocinero cofundador de Nakeima y ahora también de Haranita, en el número 5 de la calle Víctor Hugo, en Madrid. Este local recién inaugurado junto a la Gran Vía es la primera alegría gastronómica del año. Al igual que en Nakeima, donde solo se puede acceder bajo rigurosa cola en la puerta, Haranita ya cuenta con gente esperando en la calle. La diferencia es que aquí se puede jugar más con el horario, pues tiene cocina ininterrumpida desde la una de la tarde hasta la medianoche.
Nada más entrar en este nuevo espacio uno intuye que se lo va a pasar bien. La música imprime ritmo a la experiencia y se puede comer en la barra con vistas a la cocina o en las mesas altas y bajas repartidas por el establecimiento. “La hache del nombre no es muda. Tiene toda la intención”, advierte García. Este cocinero vivió seis meses en China, pasó por Nikkei225 de Luis Arévalo y, desde hace 10 años, su trabajo en Nakeima ha sido alabado por la calidad y originalidad de sus platos asiáticos. Por sus fogones han pasado cocineros de la talla de Roberto Martín Foronda, de Tripea, o Pablo López, de Brutalista, y en 2022 ganó el premio de la Comunidad de Madrid al mejor restaurante de cocina internacional. Así que tiene un buen número de fans que celebran su nueva apertura. “Haranita mantiene toda nuestra esencia, pero su carta es menos gastronómica”, puntualiza García, el restaurante donde merece la pena hacer cola Una carta breve
En esta nueva aventura, capitaneada por el cocinero de la casa Fernando Moreno, solo tienen 12 platos y la mayoría están pensados para comer con las manos. Cuentan que irán cambiando con el tiempo, pero mantienen clásicos de Nakeima como el Black bao, los siumais y una ensalada de callos fría que tuvieron en sus comienzos. La esponjosidad de sus baos, panecillos asiáticos al vapor rellenos, sigue intacta. “Son muchos años haciendo estas masas todos los días, con doble fermentación y controlando la humedad, la temperatura y el tiempo”, cuenta García. Su famoso Black bao (4 euros) está relleno de un guiso de sepia con cebolla pochada y pimienta de Sichuan. “La idea es hacer un bocata de calamares del siglo XXI en el centro de Madrid”, explica. Y los siumais, una especie de wonton caseros, van rellenos de papada de cerdo (5 euros, tres unidades).
Cuatro 'baos' de Haranita.
Otros nuevos e imprescindibles bocados de Haranita son el Chiken bao (4 euros) de pollo con curri y el Lamb bao (4 euros) relleno de un guiso tradicional de cordero con salsa de pimiento. Además, han pensado en la clientela vegana, que puede disfrutar del Veggie bao (4 euros) de boloñesa de soja texturizada o del Chop Suey (7 euros). Y si en Nakeima tuvieron un sashimi de torreznos, aquí han apostado por una elaboración algo más castiza denominada Torrezno Pekín (8,50 euros). “Tardamos dos días en hacer los torreznos. Primero los curamos en sal y vinagre, luego los horneamos y después freímos”, explica. Vienen acompañados de una ensalada de rabanitos y pepinos encurtidos, hojas de mostaza japonesa llamada mizuna y un aliño de salsa cítrica. “Tenemos pocos platos, pero con mucho trabajo detrás”, añade.
Para compartir, también ofrecen un sándwich: un Katsu Sando (8,50 euros) de jugosos contramuslos de pollo, partido en tres; y las Patatas Hilton (18 euros) con crema agria, gel de salicornia, apio y una lata de caviar. “Este plato cuesta 18 euros porque la lata de caviar ya son 15”, explica. En un futuro próximo, abrirán en la parte de abajo una pastelería para tomar allí los postres y las copas. Pero, por el momento, la experiencia completa se hace en la zona a pie de calle. Y para finalizar, hay que probar el Squirty bao (4 euros), un panecillo relleno de yemas de huevo de pato saladas.
El 'Katsu sando' es un sándwich de pollo.
Sin vino pero con champán
En el apartado de bebidas, que nadie espere encontrar vino. Aquí solo hay cerveza, refrescos y champán. “No sé cómo se va a tomar la gente que no ofrezcamos vino, pero queremos que sea todo efervescente y tenemos buen champán a precios populares (a partir de 28,50 euros la botella). En el supermercado te compras una botella de peor calidad y pagas más”, afirma.
Además, no tienen carta física de bebidas, pero los precios de las botellas de champán están pintados en un cristal en la cocina a la vista de todos. El restaurante está abierto de miércoles a sábado. Su precio medio ronda los 40 euros y remarcan que todavía están de rodaje, pero no extraña que quien lo haya probado, repita.
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