miércoles, 18 de septiembre de 2024

_- Arquímedes: El Genio Griego que Movió el Mundo

_-  de Siracusa, nacido en la próspera ciudad de Siracusa en Sicilia alrededor del año 287 a. C., no solo fue un matemático y científico brillante; fue un visionario que dejó huella en la historia de la humanidad.

En una época donde el pensamiento racional y el misticismo a menudo se entremezclaban, Arquímedes encontró la manera de usar la razón y el ingenio para desentrañar los secretos del universo.

El Matemático que Desafió los Limites del Conocimiento
En su tiempo, las matemáticas eran un campo limitado por lo que se podía ver o contar. Pero Arquímedes, con su mente inquisitiva, rompió con esas barreras, sentando las bases del cálculo infinitesimal siglos antes de Newton y Leibniz.

¿Cómo se mide la curvatura de una esfera o la superficie de un cilindro? Con su método de exhausción, Arquímedes no solo respondió estas preguntas, sino que también nos acercó a la comprensión del número π, una constante que desafía nuestra imaginación incluso hoy.

El Físico que Cambió la Forma de Ver el Mundo
Mientras otros se limitaban a observar cómo flotaban los barcos, Arquímedes se sumergió —literalmente— en el estudio del comportamiento de los cuerpos en el agua.

Así formuló su famoso principio de flotación, una ley que explica cómo y por qué flotan los objetos, y que revolucionó la física y la ingeniería naval. Su famoso grito de “¡Eureka!” al descubrir este principio no fue solo una exclamación de triunfo; fue el eco de una mente que nunca dejó de explorar.

El Ingeniero y Estratega que Defendió su Ciudad con Ingenio
Arquímedes no solo se conformó con teorizar. Durante la Segunda Guerra Púnica, cuando Siracusa fue sitiada por los romanos, Arquímedes usó su ingenio para crear máquinas de guerra innovadoras.

Desde catapultas que lanzaban enormes rocas hasta espejos parabólicos que, según la leyenda, concentraban la luz solar para incendiar los barcos enemigos, cada invento de Arquímedes era un desafío a los límites de lo posible.

El tornillo de Arquímedes, diseñado para elevar agua, sigue utilizándose en muchos lugares del mundo para riego y drenaje.

Un Legado Inquebrantable
Más allá de sus invenciones y teorías, el verdadero legado de Arquímedes reside en su actitud ante el conocimiento: una mezcla de curiosidad incesante y una valentía intelectual que no se detenía ante lo desconocido.

Sus escritos, que incluyen tratados como "Sobre la Esfera y el Cilindro" y "El Arenario", continúan inspirando a científicos, matemáticos e ingenieros. Su capacidad para combinar la teoría con la práctica sigue siendo un modelo a seguir.

Arquímedes no fue solo un hombre de ciencia; fue un faro que iluminó la senda del conocimiento en tiempos de oscuridad.

Su mente insaciable y su pasión por la comprensión de los misterios del universo han dejado una marca indeleble en la historia de la humanidad.

Hoy, su espíritu sigue vivo en cada cálculo, cada fórmula, y cada invento que desafía lo establecido para crear algo nuevo. Arquímedes, el hombre que movió el mundo sin levantar un dedo, pero con una mente que nunca dejó de girar.

#CulturaGeneral

martes, 17 de septiembre de 2024

Nehru, sobre la República española: “Estoy plenamente convencido de que la victoria ha de ser vuestra”

Juan Negrín, durante una visita al frente del Ebro en 1938. Archivo Fundación Juan Negrín.
Juan Negrín, durante una visita al frente del Ebro en 1938. Archivo Fundación Juan Negrín.

Una carta inédita de Nehru revela la fascinación del movimiento anticolonial de la India con el bando republicano español, al que ayudó con comida, dinero, propaganda y una misión médica para defender la democracia.

Esta es la historia de otro mundo y de otro tiempo condensada en una carta de dos párrafos; una misiva mecanografiada que ha salido a la luz tras seis décadas dormida. La firma de puño y letra Jawaharlal Nehru: el histórico líder que liberó a la India de las cadenas británicas, que articuló la resistencia anticolonial impulsada por Gandhi –a base de desobediencia civil– y que unió y dirigió el país desde 1947 hasta su muerte, en 1964. La carta va dirigida al hijo mayor de Juan Negrín y está fechada el 31 de marzo de 1963, más de seis años después del fallecimiento en su exilio parisino del último presidente de Gobierno de la Segunda República Española. Es la historia cruzada del político que resistió sin vencer (al fascismo) y del político que venció resistiendo (al colonialismo).

En esa carta, desconocida hasta ahora, Nehru recuerda algo sucedido un cuarto de siglo antes. Corría el verano de 1938 y la Guerra Civil española se adentraba en su fase más cruenta. Con los sanguinarios bombardeos italianos al Mercado de Alicante y a la ciudad de Granollers (unos 500 muertos en total). Con la agónica resistencia republicana de la Bolsa de Bielsa. Con las tropas franquistas avanzando hacia Valencia y acorralando al Gobierno. Entonces la India era una colonia sojuzgada por el imperio británico. Europa sufría la zarpa del fascismo. Y en el tablero español se estaba jugando el futuro del mundo libre. Y Nehru, que ansiaba la libertad, quiso estar allí. En la Barcelona republicana.

MÁS INFORMACIÓN Nehru y la guerra de España

“Mientras estaba en Barcelona –teclea Nehru en su carta– tuve la primera experiencia en presenciar el bombardeo nocturno de una ciudad”. En aquellos cinco días, con sus cinco noches de bombardeos oídos desde el Hotel Majestic, Nehru vio con indignación que la misma Gran Bretaña que no concedía la independencia al pueblo indio tampoco intervenía en España para defender la democracia. Italia y Alemania sí que apoyaban militarmente a Franco. Pero Gran Bretaña no defendía al Gobierno legítimo de la República. Y fue así como Nehru unió la causa del pueblo indio a la defensa de la República española: una alianza hoy desconocida que desprende el halo romántico de otro mundo, de otro tiempo.

La carta ha aparecido en el Archivo Negrín. El presidente de la Fundación Juan Negrín, José Medina Jiménez, asegura que nunca antes había sido publicada ni se ha mencionado en ningún libro. En su opinión, simboliza la alianza de “dos luchadores en defensa del mundo libre y democrático: Nehru luchando por la descolonización de la India, y Negrín luchando por la República, convencido de que los nazis y los fascistas, si ganaban la guerra, someterían a España y Europa”.
Carta de Nehru, firmada el 31 de marzo de 1963.
 

Carta de Nehru, firmada el 31 de marzo de 1963. FUNDACIÓN JUAN NEGRÍN

Lo cierto es que a Nehru, que llegaba a España para internacionalizar la lucha del Congreso Nacional Indio para la independencia, le conmovió aquella visita. Estuvo presente en los frentes de combate, departió con las Brigadas Internacionales, vio fábricas y talleres en Badalona y Barcelona y mantuvo encuentros políticos con Pasionaria, el president Companys, el general Enrique Líster o el alcalde de Barcelona Hilari Salvadó.

En otra carta enviada a Negrín cinco meses después de aquella estancia –cuando aún todo era posible– Nehru recordaba: “Nunca olvidaré las impresiones que adquirí durante mi visita a España. El valor y la determinación del pueblo español frente a todo género de privaciones es verdaderamente maravilloso e inspirador. Estoy plenamente convencido de que la victoria ha de ser vuestra (…) Será un día grande para la libertad y la democracia mundial aquel en que la República española salga triunfante de su prueba. Puedo asegurarle que el pueblo de la India sigue esta lucha con la mayor simpatía hacia el pueblo español”.

Sin embargo, aquel deseo no se cumplió. Resistir no fue vencer.

Carmen Negrín, nieta del último presidente de Gobierno de la República, detalla el origen de esta carta desconocida, datada en la residencia del primer ministro indio en Nueva Delhi y hoy conservada en el Archivo Negrín de Las Palmas de Gran Canaria. “La carta iba dirigida a mi tío Juan, hijo mayor de mi abuelo. Mi tío quería escribir un libro sobre su padre y pidió recuerdos a varias personas que habían conocido a mi abuelo. Uno de ellos fue Nehru. Aquel libro nunca se escribió, pero quedaron varias cartas interesantes como esta de Nehru”, cuenta. También enviaron cartas para ese volumen figuras relevantes como Vincent Auriol, primer presidente de la IV República francesa, el ministro galo Jules Moch, la intelectual feminista Isabel Oyarzábal o los corresponsales norteamericanos Jay Allen y Herbert Matthews, que contaron la guerra española para los grandes periódicos de Estados Unidos.

Todos recordaban a Negrín. Pero el testimonio de Nehru, rememora su nieta, es especial. “Mi abuelo lo apreciaba. Para él, el colonialismo era incompatible con la democracia, y en eso y en muchas otras cosas coincidía tanto con Nehru como con Gandhi, cuyo pacifismo admiraba”.
 
A la izquierda, Jawaharlal Nehru, primer ministro de India, en Londres en enero de 1950, con Lady Mountbatten. A la izquierda, Jawaharlal Nehru, primer ministro de India, en Londres en enero de 1950, con Lady Mountbatten. GETTY IMAGES

En la misma línea incide José María Ridao, escritor y actual embajador de España en la India. “Nehru rechazaba que la Guerra Civil fuera una lucha entre fascismo y comunismo. Según su análisis, era una agresión de dos potencias totalitarias, Alemania e Italia, contra un sistema democrático. Los comunistas ―recuerda Nehru en su autobiografía― eran una minoría en las Cortes republicanas, por lo que la lucha era, en realidad, entre el fascismo y la democracia española. Y esa guerra, convertida para Nehru en una ‘angustia personal’, contribuyó a afianzar su idea de que la lucha anticolonial debía considerarse parte de la lucha por la democracia, no por la revolución comunista”, explica Ridao.

Precisamente un artículo de José María Ridao en EL PAÍS (Nehru y la guerra de España) hizo aflorar esta carta inédita que reposaba en un archivo que ha sobrevivido a una guerra civil, a una guerra mundial y a varias mudanzas internacionales guardado en cajas de madera y en baúles polvorientos y que la familia Negrín custodió en el exilio durante décadas. La carta, en la que Nehru subraya que su visita a España y su encuentro con Negrín permanecen “como un tesoro en su memoria”, pone de relieve el papel de los líderes de la India anticolonial durante la Guerra Civil española.

Sobre esta materia, tan poco estudiada, ha investigado el profesor Michael P. Ortiz, historiador de la Universidad de Rhode Island. En un trabajo académico publicado en inglés bajo el título ¡España! ¿Por qué? Jawaharlal Nehru, la No-Intervención y la Guerra Civil española, el profesor Ortiz detalla que los anticolonialistas indios se comprometieron con la República española de formas distintas. Organizaron colectas de alimentos, publicaron propaganda antifranquista y visitaron la España devastada por la guerra. Entre todas estas acciones, recaudaron 50.000 rupias para enviar a la República española y hasta desplegaron una misión médica en Barcelona, encabezada por el doctor Madan Mohan Lal Atal, que incluía una ambulancia con el siguiente cartel: “Comité de Ayuda España-India: A los Valientes Demócratas Españoles, del Pueblo de la India”.

En aquellos días de bombas e ideales, Nehru quiso implicar al pueblo indio en la guerra española. Eso le valió algunas críticas hasta en su propio bando por quienes consideraban que se estaba alejando de la realidad de las calles indias. España, a 7.000 kilómetros de distancia, no era una prioridad para un pueblo dividido por credos, por renta, por clases, por castas.

No obstante, aquellas críticas no amilanaron a Nehru. El profesor Ortiz rescata unas líneas escritas por el líder indio en favor de la República española, en aquellos momentos de efervescencia ideológica, que decían así: “No somos indiferentes; no podemos ser indiferentes al coraje y al heroísmo en la causa de la libertad humana. No podemos olvidar que nuestros propios intereses están en juego, nuestra propia libertad por la que trabajamos está en juego. Somos gente pobre y hambrienta, pero aun en nuestra pobreza y miseria nos compadecemos de nuestros camaradas españoles y debemos prestarles la ayuda que podamos, por pequeña que sea”. Nehru prestó esa ayuda. Y siempre lamentó que Gran Bretaña no lo hiciera.

El último recuerdo del abuelo Juan
Han pasado 65 años, más de veinticuatro mil días sin el abuelo Juan. Pero Carmen Negrín, la nieta del último presidente de Gobierno republicano de España, mantiene vivo el recuerdo de aquel hombre con el que se crió lejos de España. En su memoria sigue “con una sonrisa tierna y una mirada clara, directa y alegre”. No quiso verlo muerto. Por eso, en su mente continúa vivo el recuerdo de los últimos momentos. “Sus últimas palabras, según me contaron su compañera durante treinta años, Feliciana López de don Pablo, y mi padre, Rómulo, fueron para mi hermano y para mí. Se preocupó por nuestro porvenir y pidió a Feli, como la llamábamos, que se encargara de nosotros y, en particular, de nuestra educación. Para él, la educación era lo más importante; el conocimiento era la base para cualquier cambio profundo y mejoría de la condición humana, incluyendo la igualdad entre hombres y mujeres. Antes, había pedido a mi padre que transmitiera al Estado español los famosos recibos del oro. Se respetó su voluntad. Y creo que esas dos voluntades últimas reflejan bien su personalidad: su interés por el más frágil (en este caso sus nietos), y su pasión por España y los españoles. En efecto, se hablaba en esos momentos de un posible acercamiento con la URSS y era importante que la URSS no pudiera reclamar nada a los españoles (independientemente de quién los gobernaba). Eso, desafortunadamente, no se entendió (empezando por sus propios compañeros políticos) y ayudó a reforzar su ‘leyenda negra’, como había pasado cuando pidió la aplicación en España del Plan Marshall, el cual, como decía, no hubiera aportado nada más a Franco, pero sí hubiera ayudado a los españoles”, explica Carmen Negrín.

lunes, 16 de septiembre de 2024

La mentira destruye la democracia. Por Juan Torres López

En una entrevista publicada en Le Progrès de Lyon en 1951, el Premio Nobel de Literatura Albert Camus dijo: «La libertad consiste, en primer lugar, en no mentir. Allí donde prolifere la mentira, la tiranía se anuncia o se perpetúa».

Me viene a la cabeza el recuerdo de esa frase al leer unas declaraciones de Donald Trump en las que vuelve a mentir sin disimulo.

En el coloquio de una charla que impartió el pasado día 5 en el Economic Club de Nueva York, el multimillonario inversor John Paulson intervino para preguntarle sobre el efecto de sus políticas en el déficit fiscal. La respuesta del expresidente republicano fue la siguiente:

«Bueno, acabamos de alcanzar cifras récord que nadie jamás hubiera creído posibles. Tienes razón, más de 2 billones de dólares. Nadie pensó que esa fuera una cifra… Quiero decir, si nos remontamos a cuatro años atrás, nadie pensó que una cifra como esa fuera posible. Es una locura. Es simplemente horrible, en realidad.»

La realidad no es la que dijo Trump. Según la Oficina del Presupuesto, el déficit federal fue de 1,7 billones en 2023. Y, lo que resulta aún más impresionante: ese registro no fue, ni mucho menos, una «cifra récord». Lo cierto es que el déficit en el último año de presidencia de Trump fue de 3,13 billones de dólares, casi el doble que el de 2023.

Aunque este último registro fue alcanzado a causa de la Covid-19, la evidencia es que Trump volvió a engañar a la gente que lo estuviera escuchando o lo haya oído después. Y esa no fue su única mentira en la charla. Dijo que en el último año habían perdido el empleo 1,3 millones de trabajadores, cuando la cifra real es de unos 800.000. Afirmó que su administración había creado 7 millones de empleos, cuando la realidad es que se perdieron 2,7 millones (a diferencia de lo ocurrido en los años de Biden, con casi 16 millones de nuevos empleos). Y, entre otras cosas, dijo que salvó a la industria automotriz mediante aranceles que, en realidad, nunca estableció en ese sector.

Sobre Kamala Harris se extendió en sus mentiras y exageraciones habituales: afirmó que es marxista y que promueve «controles comunistas de precios, confiscación de la riqueza, aniquilación de la energía, el mayor aumento de impuestos jamás realizado, amnistía masiva y ciudadanía para decenas de millones de migrantes que consumirán billones de dólares en beneficios federales y destruirán la Seguridad Social y Medicare».

Sin duda, Trump no es el único político mentiroso de nuestra época, entendiendo el concepto de mentira en su doble sentido estricto: expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se piensa o se siente; o cosa que no es verdad. Aunque, ciertamente, se ha consagrado como el más compulsivo, con cifras de afirmaciones falsas o engañosas difícilmente superables: 30.573 a lo largo de sus cuatro años de mandato, según el cómputo realizado por The Washington Post.

En España no somos ajenos a este fenómeno que es claramente coincidente con el del vaciamiento progresivo de la democracia, de crisis de sus instituciones y de lo que incluso puede ser todavía peor, desprecio de los principios éticos sobre los que puede y debe sostenerse.

La democracia sirve para que la ciudadanía revele sus preferencias, delibere sobre ellas y pueda decidir con libertad, conocimiento efectivo y en igualdad de condiciones las que se asumen con prioridad al tomar las decisiones. Y lo que a mí me está resultando aterrador es que nos hayamos acostumbrado a convivir entre tanta mentira sin apenas reaccionar y sin pedir cuentas a quienes la utilizan constantemente como arma política. No sé bien si porque la sintamos como un modo más de proteger nuestra ignorancia, prejuicios o intereses, porque nos creamos indefensos e impotentes ante ella y ante los medios tan poderosos que la propagan conscientemente, o por inconsciencia sobre sus efectos devastadores.

Nuestra Constitución declara en su artículo 20.d que reconoce y protege el derecho (fundamental) a recibir «información veraz». ¿No es la mentira un atentado flagrante contra este derecho? ¿No sería hora de que reclamásemos la existencia de un poder o de instrumentos específicos para combatirla y para defender, así, a la democracia? ¿Cómo podemos callar y no hacer nada cuando mienten constantemente quienes dicen ser sus grandes y auténticos valedores?

A la vista está que los actualmente existentes o no funcionan o lo hacen muy deficientemente. La alternativa, el silencio y dejar de hacerlo, es la tiranía, como muy certeramente nos advirtió Camus

Juan Torres López

domingo, 15 de septiembre de 2024

Incompetencia, deshonestidad y codicia

Incendio de la torre Grenfell
La torre Grenfell, en llamas, el 14 de junio de 2017 en Londres.
El presidente del comité de investigación del incendio de la Torre Grenfell, en Londres, concluyó esta semana que la tragedia había sido resultado de “décadas de fracaso” urbanístico.


El fuego empezó con un fallo eléctrico en un frigorífico del cuarto piso. Las neveras antiguas son más propensas a sufrir fallos por sobrecalentamiento pero carecen de medidas de seguridad. La pólvora fue un revestimiento compuesto de paneles de aluminio Reynobond con un núcleo de polietileno altamente inflamable, fabricados por la empresa Arconic, al que habían sumado un aislamiento de espuma, altamente inflamable, fabricado por Celotex y Kingspan.

El muro de llamas se extendió hacia arriba por las paredes del edificio, metiendo la lengua por las ventanas y llenando pasillos y escaleras de gases calientes y venenosos, procedentes de la combustión. La primera hora y media ocupó 20 plantas. Media hora más tarde había subido otras diez. Para entonces, los servicios de emergencia seguían pidiendo a los vecinos que se quedaran dentro de sus casas. Más de 200 personas desobedecieron y consiguieron salir, antes de que la columna se bifurcara, llegando al centro de las fachadas este y norte. En menos de cuatro horas, las llamas se han tragado el perímetro del edificio. Los bomberos dejaron de subir.

Sir Martin Moore-Bick, presidente del comité de investigación que presentó su informe el pasado miércoles, dijo que el incendio de la Torre Grenfell donde murieron 72 personas en junio de 2017 había sido el resultado de “décadas de fracaso” por parte del Gobierno central. Y dijo que no todas las partes tenían el mismo grado de responsabilidad. Pero que todas habían contribuido, “en la mayoría de los casos por incompetencia, pero en unos pocos por deshonestidad y codicia”. Arconic y Celotex sabían que el material era muy peligroso y que no cumplía las normas de seguridad europeas. Las dos pudieron “manipular deliberadamente el proceso de pruebas, tergiversar los datos y engañar al mercado” sobre la seguridad de sus productos porque, entre 2010 y 2015, el Gobierno de David Cameron declaró la guerra a las regulaciones para reducir costes e incentivar la construcción.

Las revisiones no eran, ni frecuentes, ni exhaustivas. La renovación había sido ordenada y apenas supervisada por la administración local del distrito Real de Kensington y Chelsea. Grenfell era un edificio de viviendas sociales en uno de los barrios más exclusivos de Londres, y su objetivo era hacerla más tolerable a la vista, priorizando el costo sobre la seguridad. La oficina de protección de los inquilinos estaba en guerra con ellos. La brigada de bomberos tuvo problemas de protocolo, organización y comunicación durante y después del incendio. Sir Moore-Bick destacó el valor de la comunidad local, cuyo apoyo a las víctimas en las horas posteriores al incendio “solo resaltó las deficiencias de la respuesta oficial”.

Claude Wehrle, jefe del equipo de ventas de Arconic, declaró a la BBC que la muerte de 72 personas era una tragedia pero que él no era “la persona que tomaba las decisiones sobre la venta del revestimiento Reynobond PE”. La investigación incluye correos suyos explicado al equipo que el producto es peligroso y no cumple la normativa europea y que deben mantener esa información “very confidential”. También incluye correos a otros clientes explicando lo segura que es.

Cuesta no pensar en esa escena de El Club de la lucha en la que Edward Norton explica cómo calcula, como investigador de siniestros para una empresa de automóviles, la necesidad de retirar un modelo de automóvil que ha sido responsable de un siniestro. En este caso, el costo de promedio de las demandas por muerte, lesiones o daños del siniestro de la Torre Grenfell ha sido cero para Arconic, Celotex y Kingspan. Su deshonestidad y su codicia han resultado muy rentables. No tienen nada que cambiar.

https://elpais.com/opinion/2024-09-09/incompetencia-deshonestidad-y-codicia.html

sábado, 14 de septiembre de 2024

EXPOSICIÓN. Los nazis las querían en casa o en las fábricas, pero ellas se rebelaron contra el Tercer Reich.

On the left, Hans and Sophie Scholl with Christoph Probst, three members of the White Rose, in 1942.
A la izquierda, Hans y Sophie Scholl con Christoph Probst, los tres de la Rosa Blanca, en 1942 
Una exposición en Berlín rinde homenaje a las mujeres de diversas clases e ideologías que se jugaron la vida para hacer frente al nacionalsocialismo desde la resistencia

Sophie Scholl escribió una palabra en el reverso de la acusación que la condenaba a muerte: libertad. La historia de esta universitaria que defendió sus ideas contra el régimen de Hitler es una de las más desgarradoras de la Alemania nazi. La joven formaba parte del grupo llamado La Rosa Blanca, que repartía folletos con mensajes contra el Tercer Reich hasta que fue descubierto por la Gestapo. 

Todos sus miembros fueron condenados a muerte en la guillotina. Sophie solo tenía 21 años. Hoy en prácticamente todas las ciudades alemanas hay un colegio con su nombre, convertido en un poderoso símbolo de la resistencia pacífica.  Cuando recuerdan a las mujeres que se rebelaron contra el nacionalsocialismo los alemanes piensan en Scholl, o en Marlene Dietrich, la estrella de Hollywood que usó su fama para contarle al mundo qué clase de monstruo era el dictador, pero fueron cientos las mujeres de estratos sociales diversos e ideologías dispares quienes se jugaron la vida para luchar contra el fascismo. 

Mientras el papel de los hombres de la resistencia está muy bien documentado, el de las mujeres siempre ha sido más desconocido, algo que Johannes Tuchel, director del Centro para la Memoria de la Resistencia Alemana, califica de “vergüenza para la historiografía alemana”: “Tras la guerra, a la falta de disposición de las mujeres a testificar se sumó una falta de interés por parte de la investigación académica”.

La exposición Mujeres de la resistencia, que se exhibe en Berlín hasta noviembre, viene a saldar esa deuda histórica sacando a la superficie historias de mujeres que habían caído en el olvido. Sus retratos se exhiben ahora en la fachada del centro, un complejo monumental construido por los nazis fuera de las rutas turísticas habituales de Berlín. El edificio, cargado de simbolismo, es el lugar donde hace 80 años fueron ejecutados los protagonistas de la operación Valkiria, el coronel Claus Schenk von Stauffenberg y otros líderes de la fallida conspiración de julio de 1944 para asesinar a Hitler.

A la completa exposición permanente se suma ahora esta muestra, resultado de un encargo del Bundestag, el Parlamento alemán. En 2019, el pleno reconoció expresamente “la valentía y los logros de las mujeres en la resistencia contra el nacionalsocialismo” y destinó financiación a la laboriosa tarea de rastrear y documentar miles de trayectorias vitales.

Information about Marlene Dietrich at the 'Women in Resistance against National Socialism' exhibition. Vista de la exhibición "Frauen im Widerstand gegen den Nationalsozialismus"

CENTRO MEMORIAL A LA RESISTENCIA ALEMANA 

Information about Marlene Dietrich at the 'Women in Resistance against National Socialism' exhibition.Vista de la exhibición "Frauen im Widerstand gegen den Nationalsozialismus"


Entre las mujeres que lucharon en la resistencia había desde hijas de banqueros y militares de alto rango hasta profesoras, secretarias, ilustradoras y empleadas del hogar; desde sindicalistas, anarquistas, comunistas y socialistas, hasta católicas, protestantes y testigos de Jehová. La exposición recoge 32 semblanzas representativas de esa diversidad, mientras que la web Frauen im Widerstand permite consultar otras 300, con fotografías y la documentación que se conserva: cartas, postales o las sentencias de las que fueron descubiertas.

A todas las unía la oposición al nacionalsocialismo, que pretendía confinarlas a una vida de sometimiento. “La ideología nacionalsocialista reducía a las mujeres a un rol de madres y amas de casa”, subrayó Claudia Roth, secretaria de Estado de Cultura durante la inauguración de la muestra: “Se suponía que debían alejarse de la política, debían tener niños y criarlos, y cuidar de la familia. Los puestos de liderazgo en el estado, el partido, la economía y la sociedad estaban reservados a los hombres”. La muestra exhibe propaganda de la época nazi que ensalza la figura del ama de casa y el trabajo femenino en las fábricas, que se hizo necesario cuando los hombres estaban en el frente.

Enfrentarse al régimen era para ellas doblemente heroico. La empleada del hogar Elise Hampel, junto a su marido Otto, difundió cientos de postales por todo Berlín en las que denunciaban el Gobierno de Hitler. Su caso inspiró la popular novela Solo en Berlín, de Hans Fallada, llevada al cine en varias ocasiones. La profesora comunista Hilde Radusch y su pareja, Else Klopsch, con una discapacidad grave, desafiaron a las autoridades ofreciendo ayuda a judíos.

Otras participaron en redes más amplias. Freya von Moltke, hija de un banquero, colaboró junto a su marido en el Círculo de Kreisau, un grupo de socialistas y conservadores que debatía cómo se reorganizaría Alemania tras el fin del Tercer Reich. La secretaria Maria Terwiel, la ilustradora publicitaria Elisabeth Schumacher, la secretaria Rose Schlösinger y la oficinista comunista Hilde Coppi (cuya vida se ha llevado al cine este año) colaboraron con los grupos de resistencia anti-nazi denominados Orquesta Roja, que incitaban a la desobediencia civil, ayudaban a judíos y disidentes a escapar, y suministraban información a los aliados.

Portraits at the 'Women in Resistance against National Socialism' exhibition.
Portraits at the 'Women in Resistance against National Socialism' exhibition.Vista de la exhibición "Frauen im Widerstand gegen den Nationalsozialismus"
 CENTRO MEMORIAL A LA RESISTENCIA ALEMANA

Otras, sencillamente, cometieron el error fatal de expresar en voz alta sus críticas al führer. Como la sastra Elfriede Scholz, hermana de Erich Maria Remarque (autor de la novela antibelicista Sin novedad en el frente, prohibida por los nazis) y acérrima anti-nazi que tildó a los soldados de ganado para el matadero y le deseó la muerte a Hitler hablando con una cliente. Poco después fue delatada.

Marlene Dietrich fue quizá el mayor altavoz internacional de la resistencia. Consagrada en Hollywood, desplegó una actividad infatigable contra el Tercer Reich: se comprometió con la emigración de judíos y perseguidos políticos y financió el combate contra los nazis. “¡Chicos, no os sacrifiquéis! La guerra es una mierda y Hitler es un idiota”, dijo a los soldados de la Wehrmacht en 1944.

“La resistencia abarca todas las acciones encaminadas a perjudicar al movimiento nacionalsocialista. Esto incluye, por ejemplo, la redacción o difusión de escritos, la participación en partidos y organizaciones prohibidas, pero también la crítica individual entusiasta y la ayuda a las víctimas judías”, señala Dagmar Lieske, comisaria de la exposición.

Esta imagen romantizada de la mujer como guardiana del hogar estaba evidentemente limitada a las mujeres que encajaban en la comunidad popular, o Volksgemeinschaft, la sociedad ideal totalitaria que preconizaban los nazis. El resto quedaban fuera: tanto las que vivían vidas inconformistas como las que no cumplían los criterios raciales. A estas —judías, gitanas, discapacitadas— se las despojaba de sus derechos y se las perseguía.

Desde su llegada al poder, en 1933, los nazis ejercieron una represión asfixiante de cualquier acción de resistencia política y empezaron a enviar a campos de concentración a mujeres comunistas, socialdemócratas y sindicalistas. Hasta 1945, los tribunales civiles y los llamados tribunales populares dictaron 15.000 condenas a muerte, la mayoría de las cuales fueron ejecutadas.
A still from 'Shanghai Express' (1932), starring Marlene Dietrich, one of the women who rebelled against Nazism.
Imagen de 'El expreso de Shangai' (Josef von Sternberg, 1932), con la actriz Marlene Dietrich, una de las mujeres que se rebelaron contra  el nazismo
A still from 'Shanghai Express' (1932), starring Marlene Dietrich, one of the women who rebelled against Nazism. 

La joven taquígrafa Liselotte Hermann, detenida por suministrar información al ilegalizado partido comunista, fue la primera madre y luchadora de la resistencia que fue decapitada en la infame prisión de Plötzensee, en Berlín, en 1938. La muestra recuerda también cifras que se desconocen, como el número de mujeres a las que les arrebataron a sus hijos tras ser condenadas. Entre 1939 y el final de la guerra, más de 120.000 mujeres fueron confinadas en el campo de concentración de Ravensbrück. Más de 25.000 murieron, ya fueran asesinadas o por las inhumanas condiciones del campo.

La actividad de la resistencia se hizo especialmente arriesgada a partir del invierno de 1942-1943. La derrota de las tropas del Reich ante el ejército soviético en la decisiva batalla de Stalingrado marcó un recrudecimiento de la represión en Alemania. Los jerarcas nazis querían preservar la estabilidad interna a toda costa.

“Desde ese momento, la mayoría de las condenas a muerte contra mujeres fueron por la llamada subversión de las fuerzas de defensa. En realidad, detrás de esta acusación se escondía la supresión despiadada de cualquier crítica al sistema”, explica Johannes Tuchel, director del centro. Actividades que antes eran penadas con prisión ahora suponían la pena capital. Esa y otras argucias legales se utilizaron para condenarlas a muerte. En 1942, Schumacher fue condenada y decapitada, y en 1943 le siguieron Scholl, Hampel, Terwiel, Scholz, Coppi, y Schlösinger.

Otras, como Von Moltke, Radusch y Klopsch consiguieron evitar las condenas o eludir las detenciones. La aristócrata Erika von Tresckow, que colaboró con su marido, el general Henning von Tresckow, en la conspiración para asesinar a Hitler, convenció a las autoridades de que no sabía nada de la conjura contra el führer.

Para Roth, miembro de Los Verdes, el ejemplo de las mujeres de la exposición es hoy especialmente válido frente a quienes emplean discursos de odio y miedo para dividir a la sociedad: “Estas mujeres nos desafían a utilizar nuestro margen de maniobra aquí y ahora para proteger, defender y preservar la democracia”.

viernes, 13 de septiembre de 2024

_- A las señoras de la limpieza

_- Todos los años, desde que comencé a escribir en este espacio hace ahora veintiún años, he dedicado un artículo por estas fechas a dar la bienvenida al nuevo curso escolar.

Habituados a este prodigio de la sociedad democrática, no le damos importancia. Sin embargo es un hecho impresionante que la maquinaria del Estado ponga en marcha un proyecto de esta envergadura, en todos los niveles del sistema educativo a lo largo y ancho del país. En alguna de esas bienvenidas propuse que se celebrase la fiesta de Curso Nuevo, del mismo modo y por mayor motivo que se celebra la fiesta de Año Nuevo. Sé que algunos colegios han hecho realidad esta sugerencia. Espero que lo sigan haciendo y que otras instituciones hagan suya la iniciativas.

Este año quiero dar la bienvenida al curso escolar rindiendo homenaje de gratitud y admiración a un colectivo profesional que, con su trabajo, hace posible el desarrollo del proyecto educativo que los docentes realizan en los centros educativos. Un colectivo sin el protagonismo que tienen las autoridades académicas, la inspección, los directores y directoras, el profesorado, las familias y los propios alumnos y alumnas. Concretamente, agradeceré su trabajo a las señoras de la limpieza. En ellas veré representados otros colectivos como los conserjes, los conductores de autobús, las cocineras, las enfermeras, los administrativos, los representantes de Ayuntamientos en el Consejo Escolar, los proveedores, los encargados de la seguridad…

Hablamos de señoras de la limpieza, no de señores de la limpieza. Se trata de un gremio altamente feminizado. En nuestra cultura machista la limpieza ha sido y, al parecer, sigue siendo, una tarea feminizada. Ahí están las Kellys, las que limpian, librando su batalla de justas reivindicaciones. El nombre «Las Kellys» proviene de un popular juego de palabras en inglés: «la Kelly, la que limpia». La expresión se ha popularizado para incidir en el trabajo de las mujere que limpian hoteles. En efecto, las mujeres se han hecho cargo de tareas sencillas, humildes, escasamente remuneradas, que nadie quiere hacer.

La discriminación sigue existiendo. Algunos, de forma ingenua y equivocada, dicen que si una mujer ha llegado a alcanzar el éxito, todas pueden hacerlo. No es verdad. Se trata del mito de la excepción. No es cierto que las mujeres estén en las mismas condiciones que los hombres. Si para unos pocos puestos hay muchos y muchas aspirantes, y unas parten en peores condiciones, es lógico que los otros (las otras, en este caso) lleguen con mayor dificultad. La cultura del delantal y de la fregona todavía tienen presencia entre nosotros.

Probablemente las señoras de la limpieza de nuestros centros educativos se encuentren contentas y agradecidas por tener un trabajo fijo, regularmente (en las dos acepciones del adverbio, temporal y cantidad) remunerado en una institución escolar. Un trabajo imprescindible para que la institución funcione. ¿Podríamos imaginar un centro escolar en el que se fuese acumulando la porquería sin que unas manos enguantadas fueran limpiando lo que otros ensucian?

Humildemente, pacientemente, van moviendo las mesas, recogiendo el contenido de las papeleras, eliminando el polvo, colocando las cosas en su sitio, fregando los suelos y limpiando los cristales. Dichoso inventor de la fregona. Fue Manuel Jalón, un militar riojano que nunca cobró royalties por su creación. Los hombres y mujeres que friegan los suelos deberían hacer un monumento a este pragmático inventor, nacido en 1925

Gracias a ese trabajo, un tanto rutinario, de las señoras de la limpieza, los alumnos y las alumnas van a ir aprendiendo, van a seguir formándose para conseguir un puesto de trabajo más creativo y mejor remunerado que el que ellas realizan cada día.

Conozco algunos centros, he de añadir que se trata de colegios privados, en los que no se permite a los alumnos relacionarse con las señoras de la limpieza. Se trata de una disposición clasista. Para realizar trabajos de limpieza no hace falta haber conseguido ningún certificado académico, pero la dignidad de las personas no está vinculada a las titulaciones. Cada persona tiene su dignidad de forma consustancial, sea cual sea su raza, religión, clase, sexo o formación académica.

Los alumnos y las alumnas de esos centros suelen tener en la casa personas que realizan trabajos de limpieza. Y corren el riesgo de pensar que las señoras de la limpieza de la escuela tienen esa misma condición de ser sus sirvientas. No. Las señoras de la limpieza no están ahí para recoger lo que algunos tiran por descuido o para limpiar lo que otros ensucian de forma irresponsable. Para eso están las señoras de la limpieza, dicen algunos que se consideran señoritos de nacimiento.

Hace algunos años, exactamente catorce, publiqué en la editorial Homo Sapiens, un libro titulado “Pasión por la escuela. Cartas la comunidad educativa“. Hay en ese libro un capítulo dedicado a esos agentes del sistema educativo que trabajan en la sombra.

Quiero dar las gracias a las mujeres de la limpieza por su trabajo sacrificado, humilde y silencioso que realizan en las instituciones educativas. Si el director se ausenta una semana, todo puede seguir funcionando con normalidad, si ellas dejan de trabajar una semana, no se puede entrar en las aulas.

Sé que ponen todo su empeño en hacer las cosas bien, en que todo esté en su sitio y todo esté limpio y ordenado. Llegan con puntualidad y buen ánimo cada día. De forma silenciosa y eficaz, al cabo de unas horas todo vuelve a su sitio, todo queda ordenado y resplandeciente, como si alguien hubiese hecho magia. Sería mejor decir que realmente la hacen.

Muchas veces me ha llamado la atención el gesto de una de estas mujeres que se encuentra fregando el suelo y, al verte llegar, se detiene y te pide que pases por ese lugar que acaba de ser limpiado. Perdón, señora, suelo decir, no es justo que usted limpie y yo ensucie. El encuentro se salda con una sonrisa.

Es probable que les duelan algunos comportamientos de los alumnos y de las alumnas. Porque ellas no están para quitar chicles pegados en las mesas ni para recoger lo que queda fuera de la papelera cuando los chicos juegan al baloncesto tratando de meter a distancia las bolas de papel en la improvisada canasta, o para retirar compresas de los baños.

Su trabajo es sacrificado y humilde. Hay que limpiar los baños y no siempre los chicos y las chicas saben comportarse Las puertas de los wáteres han sido muchas veces un espacio para todo tipo de grafittis.

Hay centros en los que no se colocan rollos de papel en los baños con la excusa de que los chicos atascan los wáteres. Los profesores tienen en su mesa un rollo y los alumnos que quieren ir al baño llevan un trozo. ¿Y si está descompuesto? Lo vengo denunciado desde hace muchos años. ¿Por qué no atascan los baños en sus casas? Y otra cosa: ¿cómo van a aprender a usar los rollos si no hay rollos? No es verdad que hasta que no sean responsables no pueden ser libres sino que mientras no sean libres no pueden ser responsables.

Sería estupendo que el director o la directora presentase a los alumnos y a las alumnas a estas personas y que conociesen sus nombres. No son robots que hacen tareas ingratas, son personas de carne y hueso que tienen familia y que a veces arrastran problemas. Merecen el respeto, la admiración y la gratitud de todos por el trabajo que realizan.

Por cierto fueron estas personas quienes más sensibles se mostraron ante la carta que les había escrito en el libro que he citado más arriba. Un día, después de impartir una conferencia en un Colegio de la ciudad de Oviedo, me esperaban las señoras de la limpieza Y me preguntaron si era el autor de la carta que ellas tenían pegada en la puerta del lugar donde tenían sus uniformes y sus útiles de trabajo, porque querían decirme que nadie les había reconocido nunca que fueran tan importantes.

Mi amigo Horacio Muros, director de una escuela argentina fue llamando a los destinatarios de mis cartas, para leerles la suya y pedirles opinión sobre su contenido. Las señoras de la limpieza, según me dijo, se mostraron especialmente agradecidas.

El nuevo curso escolar llega cargado de proyectos, de ilusiones, de prometedoras experiencias de aprendizaje y de encuentro. Se irán haciendo realidad gracias al trabajo de estas personas que cada día obran el milagro de dejarlo todo limpio y ordenado.

jueves, 12 de septiembre de 2024

_- La expulsión de los moriscos españoles, un crimen de lesa humanidad

_- Hace 415 años, en 1609, comenzó a perpetrarse una página negra de la historia de España, menos publicitada que la expulsión de los judíos pero con similares efectos devastadores en la sociedad y la economía.

Seguimos en la España del siglo XVII, el Siglo de Oro de los creadores, de oro molido para una minoría de privilegiados y de oropel para la inmensa, sufrida mayoría. Tras las deslumbrantes bambalinas literarias, artísticas, científicas reina el orden bien entendido: es una de esas épocas de extremada corrupción a que tan aficionadas son, históricamente, las élites de la sociedad española.

La corte de Felipe III, ‘el Piadoso’, está dominada por su valido: Francisco de Sandoval y Rojas, marqués de Denia –recompensados sus oficios por el monarca con el ducado de Lerma y grandeza de España–, un águila en el tráfico de influencias, los sobornos, la venta de cargos públicos y, sobre todo, santo (o diabólico) patrón honorario del Colegio Oficial de Especuladores Inmobiliarios de España.

Hasta 1561, la corte de Castilla había sido, como en muchos otros países europeos, itinerante, es decir, se establecía en la ciudad donde se celebrara la convocatoria a Cortes Generales. Los planes unificadores de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón eligieron Castilla por no ser, paradójicamente, tan centralista como Aragón y su nieto Carlos V y bisnieto Felipe II mantuvieron la tradición, aunque designaran Toledo como residencia personal. En 1561, Felipe II se trasladó a Madrid, por ser ciudad fortificada por los fundadores árabes, disponer de un alcázar acondicionado por su padre, estar alejada de los centros de poder y presión de los grandes aristócratas y eclesiásticos y tener un clima apropiado para la frágil salud de su tercera esposa, Isabel de Valois. Y aunque las Cortes generales siguieron migrando por Castilla –Toledo, Aranjuez, Ocaña, Ávila, Medina del Campo, Segovia, incluso Madrid y Valladolid, que las albergó 45 veces a lo largo de la historia–, con el tiempo se convirtió en capital del imperio español.

En 1601, Lerma convence al rey, un indolente entregado a la caza, a su pasión por las artes y a sus rezos compulsivos, de la conveniencia de trasladar la capital del reino de Madrid a Valladolid, a pesar de las inútiles protestas, fiestas y rogativas de la nobleza, los comerciantes y el pueblo madrileño para que no lo hiciera. Cuando cortesanos y funcionarios llegaron a Valladolid con intención de comprar fincas para sus nuevas casas y palacios se encontraron con que el dueño de todo no era otro sino el duque de Lerma, que se había dedicado con anterioridad a comprar fincas e inmuebles vallisoletanos a un precio ridículo y ahora las vendía a precio de oro. El mismo rey estuvo un tiempo sin palacio propio, hasta que el duque le vendió el de Benavente, que él mismo había comprado meses antes. Además, Lerma quería alejar al rey de la influencia de su madre, María de Austria, recluida en el convento de las Descalzas Reales de Madrid, enemiga de las trapacerías del valido. Fallecida ésta, Lerma, que había hecho la operación inversa, comprando a la baja en el deprimido mercado inmobiliario madrileño, y cobrando exacciones a los comerciantes, convenció nuevamente al monarca de devolver la capitalidad a su sitio en 1609.

Con la muerte de Felipe III y el cambio de valido, los enemigos de Lerma hicieron limpieza y sacaron a la luz los delitos y las fortunas ilícitas de los anteriores mandamases, lo que llevó a juicio en 1619 a Lerma y a su hombre de confianza, Rodrigo Calderón, quien terminó siendo ajusticiado en la Plaza Mayor de Madrid en 1621. Pero no pudieron juzgar al duque, ya que se adelantó jugando hábilmente una carta que le salvaría la vida: solicitó al papa Pablo V que lo nombrara cardenal, lo que suponía que sólo el Sumo Pontífice podía juzgarle y, por consiguiente, eludir la justicia del nuevo rey, Felipe IV, quien, además, estaba obligado a rendirle pleitesía como alto representante de Cristo en la tierra, ya saben. El papa, que le debía de deber algún señalado favor, accedió en 1618 a la petición y le concedió el capelo cardenalicio. Ante este hecho, se hizo famosa en la corte una coplilla de Juan de Tassis, conde de Villamediana:

Para no morir ahorcado,

el mayor ladrón de España

se viste de colorado.

Lo dicho: un águila.

Aunque, cardenal y todo, finalmente, cayó, y tras vestirse de colorado, Felipe III lo desterró a su mayorazgo de Lerma y en agosto de 1624 fue condenado a devolver al reino más de un millón de ducados, unos 200 millones de euros actuales y entonces, una quinta parte de las rentas anuales de la corona.

De las honrosas capitulaciones a la persecución
Pero mucho antes de su caída, todavía le quedaba otro negocio indigno: la expulsión de los moriscos: 300.000 españoles que dejaron atrás unas 100.000 viviendas, tierras, negocios, riquezas…

Hace 415 años, el 4 de agosto de 1609, Felipe III, tras haber obtenido Lerma la unanimidad del Consejo de Estado, firmó la orden para expulsar a los moriscos de España y de todos los territorios de la Corona y con ella se consuma otro de los feroces episodios de la historia de “este país de todos los demonios”, como lo llamó el poeta Jaime Gil de Biedma.

Hubo antecedentes, unos provechosos para las arcas de la corona y de la Iglesia, la expulsión de los judíos en 1492, y otros para el reino de Cristo en España, las conversiones masivas de moriscos para huir del exterminio en que estaban empeñados sujetos como san Vicente Ferrer y el canciller de Castilla y obispo de Burgos Pablo de Santa María –el judío converso Salomón ha Levi, que había sido gran rabino de Castilla–, pero, al contrario que los judíos –’pueblo deicida’, acaparadores de bienes, recaudadores de impuestos, etcétera–, con los moriscos no había ninguna animadversión popular. De hecho, durante la llamada ‘Reconquista’ –término en discusión por la historiografía moderna–, los conquistadores cristianos habían observado en el camino de vuelta los mismos términos que habían establecido los conquistadores andalusíes en el camino de ida: respeto de la religión, costumbres, derecho del pueblo conquistado, que sólo estaba obligado, si no se convertía a la religión del conquistador, de satisfacer impuestos personales y territoriales.

De hecho, las rebeliones mudéjares (musulmanes no bautizados) y moriscas (musulmanes bautizados) de los reinados de los Reyes Católicos, Carlos V y Felipe II, obedecieron a deshonrar, impulsados por integristas intolerantes como Tomás de Torquemada y el cardenal Cisneros, las capitulaciones firmadas en 1591 por Isabel y Fernando con Boabdil el Chico para la rendición del reino de Granada.

Judíos y musulmanes de los reinos ibéricos, pronto: de España, estaban presos en un círculo infernal: mientras conservaran su creencia estaban a salvo de la feroz Inquisición, que, como pareciera natural, sólo tenía potestad sobre los creyentes en la “Verdadera Fe de Cristo”. Pero si no se convertían, eran expulsados, perdían todos los bienes que no pudieran transportar y no podían sacar oro, plata ni monedas ni joyas. Y si se convertían, se convertían en cristianos nuevos, carne de cárcel, de hoguera, de expolio…, en víctimas de la feroz Inquisición. Desde que en 1499 cambia la política religiosa en Granada, las acciones contra los moriscos se suceden cada año a lo largo de todo el siglo XVI hasta desembocar en la expulsión definitiva.

El 22 de septiembre de 1609 se dio a los moriscos de Valencia, por donde empezó la expulsión –la comunidad morisca valenciana constituía un tercio de la población–, un plazo de tres días para embarcar –obligándolos a pagar el pasaje en navíos de la flota de Flandes– “y que se echen en Berbería” con los bienes muebles que pudieran acarrear, “sin que reciban mal tratamiento, ni molestias en sus personas, ni lo que llevaren, de obra, ni de palabra”, advirtiendo que si cumplidos los tres días fueran encontrados por los caminos u otros lugares “pueda cualquier persona sin incurrir en pena alguna prenderle, y desvalijarle, entregándole al Justicia del lugar más cercano; y si se defendiere, le pueda matar”. Felipe III decía en su orden real que adoptaba el “remedio a que en conciencia estaba obligado, para aplacar a nuestro Señor que tan ofendido está desta gente”…

Apaciguar al Señor era, pues, lo principal para los católicos delincuentes; llenarse las faltriqueras –por tercios: la corona, la Iglesia y la Inquisición, descontando las prebendas y lo que se pegara a las manos de los intermediarios–, efecto colateral no buscado. El Consejo de Estado, presidido por Lerma, se oponía a la expulsión por las graves consecuencias económicas y para el desarrollo del país que supondría –en la memoria seguía presente la nefasta experiencia de la expulsión de los judíos– y argüían, razonablemente, que la falta de integración de los moriscos era culpa de “los señores”, que “se aprovechan de ellos” y los mantenían en condiciones extremas de pobreza, y puesto que se mandaban misioneros a evangelizar China y Japón, con más razón habían de emplearse en hacerlo con los moriscos españoles. Prejuicios que desaparecieron en cuanto les aseguraron a Lerma y sus secuaces que recibirían las tierras y casas de los expulsados para resarcirles de la pérdida de mano de obra tan barata como disfrutaban.

Ya se lo preguntaba el conde de Villamediana:

Cien mil moriscos salieron

y cien mil casas dejaron;

las haciendas que se hallaron,

¿en qué se distribuyeron?

La expulsión continuó en Andalucía, Extremadura y el resto de la Corona de Castilla, la Corona de Aragón –donde una sexta parte de la población era morisca– y el Reino de Murcia y, finalmente, en 1613, el incombustible valle murciano de Ricote, también llamado Valle Morisco. Miles de moriscos, ya verdaderamente cristianizados, prefirieron exiliarse en Europa antes de que los “echaran” en países de Berbería, con cuya fe nada tenían que ver, aunque sí con sus costumbres.

Puede hablarse de una verdadera guerra civil continuada donde todas las víctimas siempre, como siempre, las pusieran los mismos y del mismo lado. ¿Cuántos de esos moriscos expulsados no tendrían entre sus ancestros cristianos tan viejos como los cristianos viejos y que de grado o por fuerza hubieron de convertirse al islam siglos antes? Sin olvidar, dice la historiadora Kim Pérez Fernández-Fígares, de la Universidad de Granada, que “Hacia 1150, la población mozárabe [cristianos en la España musulmana] del centro de la Península se acrecentó cuando llegó una nueva oleada, en un impresionante vaivén: muchos descendientes de los que habían sido deportados por los almohades a Marruecos, un siglo antes (la primera expulsión de la historia de la Península, esta vez contra cristianos y hebreos) retornaron a la tierra de sus padres y se establecieron en el Reino de Toledo: muchos miles de guerreros y peones cristianos atravesaron el mar y vinieron a Toledo”.

Las ‘soluciones finales’
Y parece que aún hay que dar gracias a que el rey exterminador fuera ‘el Piadoso’, a pesar de la crueldad de las medidas que acompañaron a la Real Orden: solo seis familias de cada cien fueron autorizadas a quedarse –¿puede dudarse de qué 6% sería sino de la minoría poderosa de la comunidad musulmana?–. También podrían quedarse quienes, a criterio del funcionario verdugo, demostraran su auténtico cristianismo, además de mujeres casadas con cristianos viejos y niños menores de seis años, para ser adoptados por cristianos viejos para, claro está, ser esclavos y esclavas.

Pero gracias, porque –desde el reinado de Felipe II que ya había decretado en 1571 la expulsión de los moriscos del reino de Granada tras la rebelión de las Alpujarras y su deportación a diversas zonas de la península– las medidas propuestas por los cristianísimos inductores de la exterminación no tenían nada que envidiar a las que, siglos después, implementarán los nazis para perpetrar la Shoah genocida contra los judíos europeos: Martín de Salvatierra, obispo de Segorbe, propuso castrar a los varones y deportar a todos a Terranova y un doctor Fidalgo, prior de la orden de Calatrava, que se los pusiera en altamar en barcos sin aparejos y barrenados, a lo el duque de Alba de turno añadió que con explosivos…

Las cosas son así: como ya es normal en el país de las dos Españas, hay dos bandos, pero el tolerante de los humanistas frente al de las bestias descrito, el intolerante, no deja de ser también estremecedor: el humanista Pedro de Valencia (Zafra, Badajoz, 1555-1620) llama españoles a los moriscos y dice, además, que lo parecen –lo que es decir la pura verdad– y si figura en el bando de los tolerantes es sólo –y ya vemos que no es poco– porque de las ocho soluciones finales para la cuestión morisca de su Tratado acerca de los moriscos descarta, no sin analizarlas, la muerte, la escisión o amputación, la cautividad y la expulsión y, en cambio, recomienda la dispersión, la conversión, la permixtión o mezcla y la sujeción.

Un dominico integrista, el valenciano Jaime Bleda, que consagró su vida, decía, a “la total ruina del Imperio Mahometano y la restauración del Imperio Romano”, fue un persecutor indesmayable de los moriscos españoles ante el papado de León XI y la corte de Felipe II –ignorado por ambos por su enloquecido extremismo (no así en su pueblo, Algemesí, cuyos ayuntamientos, de derecha e izquierda, mantienen una calle en honor de su Barrabás local, la única de Valencia)–. Pero en los sucesores, el papa Pablo V y el rey Felipe III y su apéndice Lerma, encontró oídos a su obsesión y financiación para escribir su Crónica de los Moros de España (1618), ocho tomos destinados al Vaticano, en la que describe a los moriscos como “(…) muy amigos de burlerías, cuentos y novelas. Y sobre todo amicíssimos de bayles, danças, solaces, cantarzillos, alvadas, passeos de huertas y fuentes, y de todos los entretenimientos bestiales, en los que con descompuesto griterío y gritería suelen yr los moços villanos vozinglando por las calles. Tienen comúnmente gaytas y dulçainas, laúdes, sonajas, adufes. Vanagloriánse de baylones, corredores de toros, y de otros hechos semejantes de gañanes”.

Eso, lo bueno. Lo malo, “(…) capitanes, maestros y autores de los más excesivos crímenes, y más perjudiciales, a la república cristiana, de sacrílegos blasfemos, homicidas, falsarios, hechiceros, ladrones, herejes, apóstatas, promotores y ejecutores de toda maldad (…) derriban, y hacen pedaços las cruces de los caminos: que jamás confiesan, ni comulgan, ni reciben la confirmación ni la extrema Unción: que hacen mofa, y escarnio del Santísimo Sacramento del altar, con mil actos hereticales, todos los domingos y fiestas que les dicen misa: que matan a todos los cristianos que pueden a su salvo en odio, y abominación de la Fe, en particular a todos los pobres mendigos, que van a pedir limosna a sus lugares, y a otra gente simple, que pasa por ellos. Que hospedan a los moros de allende. Que a los esclavos que huyen de las galeras de Vuestra Majestad, y de sus amos, los pasan a África, comprando para ellos barcas, aunque los que se las venden publican después que se las han hurtado, o en barcas de trafago de franceses. Que por estos medios van, y vienen de Argel, siempre que quieren: y avisan allá, de cuanto pasa en España, que van proveyéndose de armas”…

La citada historiadora Fernández-Fígares lo resume así: “Los moriscos eran alegres, mientras que los cristianos eran severos”. Amor a la vida, sensualidad, sexo…; una trinidad satánica para el dominico y para el resto de propagandistas y de los exterminadores, que anima la proliferación de literatura difamatoria mediante mentiras –ya sabemos que las fake news no son de hoy– que van desde el consumo (de vino, de carne de cerdo, de caza…) a la herejía, pasando por el órgano más sensible del cristiano: el bolsillo –se los acusó de falsificar moneda, entre otros perjuicios económicos–.

Los perjuicios fueron, también, para los de siempre: los campos de pan abandonados, los ‘engenios açucareros’ parados, los arrozales mediterráneos secos, las huertas agostadas… El empobrecimiento demográfico acarreó una notable pauperización para las regiones afectadas, agravada por la crisis económica de la época –la corona se declaró en bancarrota en 1608– y el poco entusiasmo reproductivo de los cristianos.

Pero éste ya era entonces el país del “hecha la ley, hecha la trampa”. Se confió la ejecución de la orden de expulsión de los moriscos de ambas Castillas, La Mancha y Extremadura a Bernardino de Velasco y Mendoza, conde de Salazar, quien la aplicó con eficiencia: “Mezcla la misericordia con la justicia”, escribió Cervantes en el proemio de El coloquio de los perros (1613) –una ironía genial, para don Américo Castro, puesto que criticó la expulsión– y que el conde de Villamediana lo retrató con su agudeza habitual:

Al de Salazar ayer

mirarse a un espejo ví,

perdiéndose el miedo a sí

para ver a su mujer.

Pues reunía la fealdad física a la moral. En carta al rey, el 8 de agosto de 1615, dos años después de consumarse la expulsión, constata que los moriscos regresan por miles a sus lugares de origen, donde son acogidos y encubiertos, como emigrantes que vuelven a su tierra y son recibidos por sus hermanos: “En el Reino de Murcia donde con mayor desvergüenza se han vuelto cuantos moriscos del salieron por la buena voluntad con que generalmente los reciben todos los naturales y los encubren las justicias (…) que ya se han vuelto los que expelió, y los que habían ido y los que dejo condenados a galeras acuden de nuevo a quejarse el Consejo en toda el Andalucía por cartas del duque de Medina Sidonia, y de otras personas se sabe que faltan de volverse solos los que se han muerto”.

Pero parece que ni al rey ni a Lerma, quizá logrados sus objetivos de enriquecimiento y seguramente señalados por un Occidente que se civiliza con más rapidez que la civilizadora España –será el último país occidental en abolir la esclavitud…–, les importa el desvelo del feo Salazar ni la vuelta de los moriscos, que, como se queja el impotente expulsador, “se sabe que faltan de volverse solos los que se han muerto”.

miércoles, 11 de septiembre de 2024

Hace 51 años

Fuentes: El mostrador


Es importante recordar, mantener la memoria viva para que las generaciones que no vivieron esas experiencias estén al corriente de ese pasado, que, aunque obscuro, pertenece a nuestra historia.

El tiempo pasa a ritmos diversos de acuerdo a las vivencias de cada individuo, pero la memoria conserva de manera intacta aquellos sucesos que marcaron y que convulsionaron profundamente la vida de las personas.

Creo que ha sido el caso de quienes fuimos de alguna manera protagonistas principales o secundarios de esa singular experiencia de cambio social con democracia y participación ciudadana, que condujo durante mil y un días el presidente Salvador Allende y que culmina con el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.

Aunque hayan pasado 51 años en nuestra memoria aún están nítidos los acontecimientos de esa fecha y las crueldades, asesinatos, desapariciones, torturas, exilios y violaciones a los derechos de las personas y de la dignidad humana que con más o menos intensidad se prolongaron durante poco más de 16 años hasta el retorno a la democracia.

Igualmente están presentes los cambios que la dictadura militar apoyada por civiles y por los Estados Unidos produjo en la sociedad chilena imponiendo un estado totalitario, antidemocrático e individualista, antítesis de una antigua tradición republicana, solidaria y tolerante.

Perduran aún las imágenes de los prisioneros de La Moneda tirados boca abajo y maltratados por soldados cuyo uniforme evoca la vestimenta de las tropas nazis. O la terrorífica imagen del dictador Pinochet con sus lentes negros y su cara patibularia inmortalizada por el fotógrafo de la agencia Gramma, el holandés Chas Gerretsen, luego del tedeum efectuado el 19 de setiembre de 1973 en honor a las Glorias del Ejército en la Iglesia de la Gratitud Nacional; como si la felonía y la traición fuesen una gloria. Tedeum al que asistieron sin vergüenza alguna el ex presidente Gabriel González Videla, quien dejó para la posteridad su figura de bailador de conga, de perseguidor de secretarias por los pasillos de la Moneda y su traición a sus aliados comunistas; el también ex presidente conservador en lo político y menos en su vida personal Jorge Alessandri y el más presentable de todos aunque también vasallo del golpismo el demócrata Cristiano Eduardo Frei Montalva cuya familia donó ostentosamente joyas para “reconstruir el país” y que hasta hoy nadie se ha preguntado en qué dedos y gargantas de ex militares se encuentran.

Presente en la memoria está también el exilio del que muchos sufrimos, el desarraigo y la voluntad por insertarse en las diferentes sociedades y por continuar la lucha por la democracia. Lucha que le costó la vida al General Prat, al ex ministro de Salvador Allende Orlando Letelier junto a los intentos de asesinato a Bernardo Leighton, a su esposa y a Carlos Altamirano entre muchos otros atentados en el marco de la Operación Condor, organización terrorista que contó con la complicidad y el beneplácito de las dictaduras latinoamericanas y de la CIA

Muchos exiliados fuimos objeto de persecución por denunciar las atrocidades del régimen y por propiciar la democracia. En Argentina se nos persiguió, torturó y encarceló junto a nuestras esposas, dejando a nuestros hijos pequeños solos y desvalidos, peligrando ser raptados por familias de militares. Hasta el último suspiro de agonía de la dictadura se nos prohibió el ingreso al territorio nacional. Se nos negó el derecho a pasaportes y cuando se pudieron obtener, esos documentos fueron marcados con una letra “L “que indicaba que estábamos en las listas de los aborrecidos.

Una vez recuperada la democracia y aunque la alegría no haya sido del todo como se esperaba, los chilenos pudieron tomar conciencia de lo que fueron esos años de terror, de miedo, de intolerancia. Los medios de comunicación jugaron un rol fundamental en ello, al igual que las diversas Comisiones por establecer la verdad, la reconciliación, como el informe Rettig publicado en 1991. Los posteriores mea culpa de muchos conspicuos civiles que siempre dijeron que no sabían nada, que ignoraban las atrocidades o que se excusaban diciendo “algo habrán hecho” o “es necesario extirpar los males para restablecer la convivencia”, mostraron el servilismo, la condescendencia y la bajeza moral de esos personajes algunos de los cuales ocuparon altas funciones en el periodo democrático.

Es importante recordar, mantener la memoria viva para que las generaciones que no vivieron esas experiencias estén al corriente de ese pasado, que, aunque obscuro, pertenece a nuestra historia.

Agustín Muñoz. Exdirector Regional de la OIT para Las Américas.

Fuente: 

El increíble hallazgo del tercer campo que rodea a la Tierra y cómo cambia lo que se sabe del comportamiento de nuestro planeta

Viento solar

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

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Los científicos lo describen como “un agente del caos”.

Se trata de un “campo ambipolar” que rodea a la Tierra y que acaba de ser descubierto por el cohete Endurance de la NASA.

El campo, dicen los expertos, es una pieza fundamental en la forma en que funciona nuestro planeta y ahora, por primera vez, lograron medirlo.

Hasta ahora se conocían dos campos de energía que crea nuestro planeta.

El primero es el campo gravitacional, que se encarga de mantener nuestra atmósfera. Si no hay suficiente gravedad, la atmósfera escaparía al espacio.

El segundo campo es el magnético. Es el escudo que protege nuestro planeta del viento solar, la corriente de partículas cargadas que libera el Sol.

Ahora, después de años de buscarlo, finalmente se logró ubicar al tercer campo: el ambipolar.

Su función es contrarrestar la gravedad y expulsar partículas al espacio y, afirman los científicos, es tan fundamental como los campos gravitacional y magnético.

Hipótesis antigua

La hipótesis de la existencia de un campo eléctrico ambipolar se formuló por primera vez hace más de 60 años.

Se creía que este campo impulsaba el escape de la atmósfera de nuestro planeta hacia el espacio exterior por encima de los polos norte y sur de la Tierra.

“Cada vez que una nave espacial sobrevolaba los polos de la Tierra, se sentía este viento supersónico de partículas, llamado viento polar, que fluye hacia el espacio”, explica Glyn Collinson, investigador principal de la misión del cohete Endurance del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA.

“(Se pensaba que) debía haber alguna fuerza invisible acechando allí, responsable de esta salida. Pero nunca antes habíamos podido medirla porque no teníamos la tecnología necesaria”, agrega Collinson, principal autor del estudio sobre el hallazgo publicado en Nature.

Para analizar de que se trataba esa fuerza invisible, el equipo de investigadores creó el cohete Endurance y en mayo de 2022 lo lanzaron desde Svalbard, una pequeña isla al norte de Noruega.

Endurance
Endurance

FUENTE DE LA IMAGEN,NASA

Pie de foto,

El cohete Endurance fue lanzado desde Svalbard, al norte de Noruega.

“Svalbard es el único campo de cohetes del mundo donde se puede volar a través del viento polar y realizar las mediciones que necesitábamos”, dijo Suzie Imber, física espacial de la Universidad de Leicester, Reino Unido, y coautora del estudio.

El Endurance alcanzó una altitud de 768 kilómetros y amarizó 19 minutos después en el mar de Groenlandia.

Durante el vuelo suborbital de 15 minutos el Endurance midió un cambio en el potencial eléctrico de solo 0,55 voltios.

“Medio voltio no es nada ¿no es así? Es casi la misma fuerza de una de esas pequeñas baterías de reloj”, explica Collinson.

“Pero esa es exactamente la cantidad que se necesita para explicar el escape de viento polar”, agrega.

Polo Norte
Polo Norte

FUENTE DE LA IMAGEN,NASA

Pie de foto,

El Polo Norte visto desde el cohete Endurance a 768 kilómetros de altitud sobre el Ártico.

Contrarestar la gravedad

Los iones de hidrógeno, el tipo de partícula más abundante en el viento polar, experimentan una fuerza hacia afuera de este campo 10,6 veces más fuerte que la gravedad.

Eso, dicen los investigadores, es más que suficiente para contrarrestar la gravedad; de hecho, es suficiente para lanzarlos hacia el espacio a velocidades supersónicas.

Básicamente, el campo ambipolar “eleva los cielos”, dando forma a la ionósfera (una capa de la atmósfera superior).

Es “como una cinta transportadora que eleva esta atmósfera hacia el espacio”, explica Collinson.

El campo es “ambipolar”, porque funciona en ambas direcciones. Los iones arrastran a los electrones hacia abajo mientras se hunden por la gravedad.

Al mismo tiempo, los electrones elevan a los iones a mayores alturas mientras intentan escapar al espacio.

Y eleva las partículas cargadas de nuestra atmósfera superior a alturas mayores de las que alcanzarían de otro modo, lo que quizás puede haber dado forma a la evolución de nuestro planeta de maneras que aún no se han explorado.

El descubrimiento de Endurance, aseguran los investigadores, plantea muchas preguntas que, ahora, podrán comenzar a responderse.

Campo magnético de la Tierra
Campo magnético de la Tierra

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

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El campo, dicen los científicos, es una parte fundamental de la forma como funciona nuestro planeta 

Por ejemplo, cuál es la función exacta de este campo y cómo ha dado forma a nuestro planeta.

Según Glynn Clllinson, probablemente el campo ambipolar ha tenido un impacto en la evolución de la atmósfera y quizás hasta ha dejado su huella en los oceános.

Aunque aún hay muchos interrogantes sin respuesta, el hecho de que por primera vez se logró medir este tercer campo de energía de la Tierra abre muchos caminos nuevos para la exploración.

“Cualquier planeta con una atmósfera debería tener un campo ambipolar”, afirma Collinson.

“Ahora que finalmente lo hemos medido, podemos comenzar a aprender cómo ha moldeado nuestro planeta y otros a lo largo del tiempo”, concluye.