A fuerza de insistir en la importancia de la calidad de la enseñanza, los profesores y profesoras corremos el riesgo de olvidar la necesidad que tenemos de aprender. Una línea divisoria parece separar la etapa de ser alumno y la de ser profesor. Durante la primera se aprende y durante la segunda se enseña. Lo que voy a plantear en este artículo es la necesidad que tenemos los profesores de franquear esa raya para convertirnos en aprendices crónicos, la absoluta conveniencia de estar abiertos al aprendizaje.
(continuar leyendo) (Tomado del Adarve)
viernes, 28 de agosto de 2009
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