lunes, 22 de febrero de 2010

Las rentas salariales caen el triple que las empresariales en el peor año de la crisis

El desplome de la recaudación de impuestos en 2009 facilita el aumento de la parte de la riqueza nacional que se quedan las compañías
2009 no es un año perdido para el crecimiento de la economía española. Son dos. Y, si se apura, tres. El valor del PIB, según las cuentas recién publicadas, apenas superó el billón de euros, menos que en 2007. Si se descuentan los millones hinchados por la inflación (el año pasado, sin subida de precios por primera vez en medio siglo, fue una rareza), la marcha atrás llega casi hasta 2006.
2009 no es un año perdido para el crecimiento de la economía española. Son dos. Y, si se apura, tres. El valor del PIB, según las cuentas recién publicadas, apenas superó el billón de euros, menos que en 2007. Si se descuentan los millones hinchados por la inflación (el año pasado, sin subida de precios por primera vez en medio siglo, fue una rareza), la marcha atrás llega casi hasta 2006. El soufflé de la riqueza nacional se viene abajo, pero algunas cosas no cambian: las rentas empresariales vuelven a ser las que más peso ganan en la tarta del valor añadido.
La porción de los excedentes empresariales en el reparto del PIB aumentó el pasado año, pero sólo porque fueron las rentas que salieron mejor paradas dentro del declive general. En el peor año de la crisis económica, los márgenes de empresas y profesionales autónomos bajaron un 1% respecto al valor de 2008, mientras que la remuneración de los asalariados perdió el triple, un 3%. Y la recaudación de impuestos excava aún más en el hoyo: si en 2008 se anotó un recorte del 14,6%, el año pasado rondó el 18%.
El súbito desplome de los ingresos tributarios ha trastocado las proporciones en la tarta de la riqueza nacional, cuando los cambios en el reparto del PIB suelen ser muy suaves. De 2007 a 2009, la recaudación de impuestos pasa de explicar el 10,4% del PIB a quedarse en el 7,3%. En sólo dos años, ha desandado todo lo recuperado desde la última gran crisis fiscal (y económica), la de 1993. La tarta encoge, pero la remuneración de los asalariados y las rentas empresariales aumentan su porción a costa de los impuestos. Aunque de forma desigual: las rentas del trabajo pasan del 47,6% al 48,6% y los márgenes de sociedades mercantiles y profesionales autónomos del 42% al 44,1%. En el caso de los excedentes empresariales, es el mayor mordisco a la riqueza nacional desde que se inició la serie estadística, en 1980. ALEJANDRO BOLAÑOS - Madrid - 22/02/2010 (El País)

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