"El realismo es esencialmente moderno porque vive de la luz y del tiempo".
Sobre estas dos ideas rondó ayer la intervención del crítico y catedrático de Historia del Arte, Francisco Calvo Serraller, que inauguró el curso El realismo en el arte contemporáneo en la Universidad de Verano de El Escorial. Durante el curso, se proyectará la película El sol del membrillo, de Víctor Erice, y habrá una mesa redonda en la que participarán artistas representados del realismo, como Antonio López y Julio López Hernández, junto a otros como Luis Gordillo y Guillermo Pérez Villalta.
Unos 150 alumnos, en su mayoría mujeres, se han matriculado al curso El realismo en el arte contemporáneo que comenzó ayer en El Escorial, bajo al dirección del catedrático y crítico de arte de EL PAÍS Francisco Calvo Serraller y la secretaría de María Luisa Martín de Argila, subdirectora de Actividades Culturales del Círculo de Bellas Artes de Madrid.El curso se celebra con el trasfondo de la polémica sobre el realismo y el posterior debate sobre las distintas formas de ver la realidad, tras la negativa del pintor Antonio López a inaugurar su exposición antológica en el Centro de Arte Reina Sofía en las fechas inicialmente previstas en protesta por la exclusión de la corriente realista en la colección permanente del museo.
En su intervención, Calvo Serraller señaló la pretensión del curso de "abrir interrogantes más que de traer claridades" y de poder contestar a la pregunta de si es legítimo enfrentar realismo y vanguardia, -"dos términos cuyo uso está empezando a perder significado y generan equívocos"- y si, finalmente, no hay que hacerlo ¿qué significados cabe otorgar y dónde situar a estos realismos contemporáneos supervivientes?
Herencia greco-latina
Calvo Serraller, en una exposición pormenorizada y muy didáctica, comenzó señalando cómo el realismo no es una cualidad esencial del arte, sino una muy específica del arte occidental, fiel heredero de la concepción clásica greco-latina, que concebía el arte como una imitación de la realidad.Una imitación de la realidad por parte del artista que ya entonces se consideraba, como escribió el mismo Platón, un arte inferior y no estimulante por su "incapacidad de trascender las apariencias, en contraposición con los filósofos y poetas de la época". Es en esta época donde se implanta, según Calvo Serraller, la "idea de la jerarquización de la imitación". "Ya no es igual pintar cualquier tema y se establece una diferencia clara entre una pintura noble que selecciona respecto a la realidad y la innoble", señaló el crítico y catedrático, quien explicó que, con la llegada del arte como tal en el siglo XV, esta pintura imitativa de la realidad adquiere una trascendentalidad hasta entonces inexistente, debido a la aportación de dos criterios: "El artista no debe sólo imitar la realidad, sino que debe seleccionar las partes bellas, y, además, la obra debe tener un trasfondo moral importante. Con la crisis irreversible del clasicismo occidental, en torno a 1750, y el origen del mundo contemporáneo, esta interpretación del arte como una fiel representación de la realidad entra en una crisis definitiva y la verdad y la expresión transforman la fealdad en belleza artística". "Hay una guerra de liberación contra la belleza y se levantan las restricciones que se habían impuesto al realismo", explicó Calvo Serraller. "Ya hay algo más importante que la mera belleza, que son la verdad y la expresión".
Unos 150 alumnos, en su mayoría mujeres, se han matriculado al curso El realismo en el arte contemporáneo que comenzó ayer en El Escorial, bajo al dirección del catedrático y crítico de arte de EL PAÍS Francisco Calvo Serraller y la secretaría de María Luisa Martín de Argila, subdirectora de Actividades Culturales del Círculo de Bellas Artes de Madrid.El curso se celebra con el trasfondo de la polémica sobre el realismo y el posterior debate sobre las distintas formas de ver la realidad, tras la negativa del pintor Antonio López a inaugurar su exposición antológica en el Centro de Arte Reina Sofía en las fechas inicialmente previstas en protesta por la exclusión de la corriente realista en la colección permanente del museo.
En su intervención, Calvo Serraller señaló la pretensión del curso de "abrir interrogantes más que de traer claridades" y de poder contestar a la pregunta de si es legítimo enfrentar realismo y vanguardia, -"dos términos cuyo uso está empezando a perder significado y generan equívocos"- y si, finalmente, no hay que hacerlo ¿qué significados cabe otorgar y dónde situar a estos realismos contemporáneos supervivientes?
Herencia greco-latina
Calvo Serraller, en una exposición pormenorizada y muy didáctica, comenzó señalando cómo el realismo no es una cualidad esencial del arte, sino una muy específica del arte occidental, fiel heredero de la concepción clásica greco-latina, que concebía el arte como una imitación de la realidad.Una imitación de la realidad por parte del artista que ya entonces se consideraba, como escribió el mismo Platón, un arte inferior y no estimulante por su "incapacidad de trascender las apariencias, en contraposición con los filósofos y poetas de la época". Es en esta época donde se implanta, según Calvo Serraller, la "idea de la jerarquización de la imitación". "Ya no es igual pintar cualquier tema y se establece una diferencia clara entre una pintura noble que selecciona respecto a la realidad y la innoble", señaló el crítico y catedrático, quien explicó que, con la llegada del arte como tal en el siglo XV, esta pintura imitativa de la realidad adquiere una trascendentalidad hasta entonces inexistente, debido a la aportación de dos criterios: "El artista no debe sólo imitar la realidad, sino que debe seleccionar las partes bellas, y, además, la obra debe tener un trasfondo moral importante. Con la crisis irreversible del clasicismo occidental, en torno a 1750, y el origen del mundo contemporáneo, esta interpretación del arte como una fiel representación de la realidad entra en una crisis definitiva y la verdad y la expresión transforman la fealdad en belleza artística". "Hay una guerra de liberación contra la belleza y se levantan las restricciones que se habían impuesto al realismo", explicó Calvo Serraller. "Ya hay algo más importante que la mera belleza, que son la verdad y la expresión".
Según el crítico de arte, esta crisis de la mera imitación de la realidad sólo se hace visible a partir de las vanguardias históricas del siglo XX. Sin embargo, Calvo Serraller explicó que ni las vanguardias del siglo XIX, -una de las cuales adoptó precisamente el título de realista- ni tampoco las del XX, en las que han seguido proliferando toda suerte de movimientos realistas, se han demostrado incompatibles con el realismo.
"La idea de enfrentar vanguardia y realismo es absurda; el arte realista del siglo XX no sólo es un arte afin a la vanguardia, sino muchas veces expresión de esa misma vanguardia; y el realismo es esencialmente moderno porque vive de la luz y el tiempo", fueron los tres mensajes que sirvieron de colofón a la intervención de Calvo Serraller.
La explosión de los 80
La antológica en el Centro de Arte Reina Sofía del pintor realista español contemporáneo por excelencia, Antonio López, y las largas colas para visitarla -entre el 4 de mayo y el 7 de julio la han visto 267.932 personas- fue uno de los temas que surgió durante el coloquio posterior a la conferencia. Serraller, para quien el valor de Antonio López tiene que ver con la calidad de la interpretación de la realidad y no con el parecido con esa realidad, -"todo realismo no está confrontado en la mayor o menor realidad de sus cuadros, sino en la mayor dignidad de la interpretación de esa realidad"-, recordó como en los años cincuenta, los cuadros de una exposición de este pintor manchego en la Dirección General de Bellas Artes, fueron adquiridos en su totalidad por un ciudadano norteamericano por el precio de 32.000 pesetas, ante la pasividad del público español.
"El éxito de Antonio López viene encarrilado por el extranjero", dijo Calvo Serraller, quien recordó que ha sido la galería norteamericana Marlborough la que impulsó internacionalmente la obra del pintor manchego.
"La aceptación de la pintura de Antonio López por parte de la sociedad española es muy reciente. Sólo con la explosión artística de los años 80, en los que la sociedad española se abre al arte contemporáneo, se acepta y se valora no sólo la obra de Antonio López, sino también la de Antòni Tápies, Luis Gordillo y otros".
Una espectadora más
No quiere romper su intimidad y aislamiento. A sus 58 años, Carmen Laffón, la primera artista española que expuso en el Museo Reina Sofía de Madrid, el año pasado, y figura representativa del realismo, asiste como una espectadora más al curso que ayer comenzó en El Escorial. Toma apuntes como, cualquier alumno y se esconde en su anonimato para pasar inadvertida. "Yo no sé si soy pintora realista", dice Laffón, después de insistir muy dulcemente en que ella no tiene nada que teorizar. "Mis sentimientos y mis vivencias están en mis cuadros", señala esta artista sevillana, que se define a sí misma como una "pintora aislada, fruto de una época, un tiempo y una ciudad". Carmen Laffón, premio nacional de Artes Plásticas en 1982, se identificó por completo con el recorrido didáctico y pormenorizado que sobre el realismo realizó Francisco Calvo Serraller. "Ha puesto las cosas en su sitio", dijo la pintora sevillana, quien, a pesar de estar anunciada como participante en la mesa redonda del próximo viernes junto a los también realistas Antonio López y Julio López Hernández, y Luis Gordillo y Guillermo Pérez Villalta, no subirá al estrado. "Yo soy espectadora y receptora, pero no protagonista de nada".
El curso contará con la proyección de la película El sol del membrillo, dirigida por Víctor Erice, y en la que se cuenta el intento de Antonio López de retratar el tiempo a través del deterioro de un membrillo. El escritor Manuel Vicent hablará el jueves sobre Realismo e hiperrealismo, a lo que seguirá una mesa redonda con José Antonio Fernández Ordóñez, Calvo Serraller y el propio Vicent.
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