domingo, 21 de diciembre de 2025

El socialismo chino y el mito del fin de la historia

En 1992 el politólogo estadounidense Francis Fukuyama se atrevió a anunciar el «fin de la historia». «Con el hundimiento de la URSS, dijo, la humanidad entra en una nueva era. Conocerá una prosperidad sin precedentes». Aureolada con su victoria sobre el imperio del mal, la democracia liberal proyectaba su luz salvadora sobre el planeta asombrado. Desembarazada del comunismo, la economía de mercado debía esparcir sus bondades por todos los rincones del globo, unificando el mundo bajo los auspicios del modelo estadounidense (1). La desbandada soviética parecía validar la tesis liberal según la cual el capitalismo -y no su contrario el socialismo- se adaptaba al sentido de la historia. Todavía hoy la ideología dominante reitera esta idea simple: si la economía planificada de los regímenes socialistas cayó, es porque no era viable. El capitalismo nunca estuvo tan bien y ha conquistado el mundo.

Los partidarios de esta teoría están tanto más convencidos en cuanto que el sistema soviético no es el único argumento que habla en su favor. Las reformas económicas emprendidas por la China popular a partir de 1979, según ellos, también confirman la superioridad del sistema capitalista. ¿Acaso no han acabado los comunistas chinos, para estimular su economía, admitiendo las virtudes de la libre empresa y el beneficio, incluso pasando por encima de la herencia maoísta y su ideal de igualdad?

Lo mismo que la caída del sistema soviético demostraría la superioridad del capitalismo liberal sobre el socialismo dirigista, la conversión china a las recetas liberales parece asestar el golpe de gracia a la experiencia «comunista».

Un doble juicio de la historia, al fondo, ponía el punto final a una competición entre los dos sistemas que atravesaron el siglo XX.

El problema es que esa narración es un cuento de hadas. Occidente repite encantado que China se desarrolla convirtiéndose en «capitalista». Pero los hechos desmienten esa simplista afirmación. Incluso la prensa liberal occidental ha acabado admitiendo que la conversión china al capitalismo es un cuento. Los propios chinos lo dicen y dan argumentos sólidos. Como punto de partida del análisis hay que empezar por la definición habitual del capitalismo: un sistema económico basado en la propiedad privada de los medios de producción e intercambio. Ese sistema fue erradicado progresivamente en la China popular en el período maoísta (1950-1980) y efectivamente se reintrodujo en el marco de las reformas económicas de Deng Xiaoping a partir de 1979. De esta forma se inyectó una dosis masiva de capitalismo en la economía, pero -la precisión es importante- esa inyección tuvo lugar bajo la impulsión del Estado. La liberalización parcial de la economía y la apertura al comercio internacional muestran una decisión política deliberada.

Para los dirigentes chinos se trataba de incrementar los capitales extranjeros para acrecentar la producción interna. Asumir la economía de mercado era un medio, no un fin. En realidad el significado de las reformas se entiende sobre todo desde un punto de vista político «China es un Estado unitario central en la continuidad del imperio. Para preservar su control absoluto sobre el sistema político, el partido debe alinear los intereses de los burócratas con el bien político común, a saber la estabilidad, y proporcionar a la población una renta real aumentando la calidad de vida. La autoridad política debe dirigir la economía de manera que produzca más riqueza de forma más eficaz. De donde se derivan dos consecuencias: la economía de mercado es un instrumento, no una finalidad; la apertura es una condición de eficacia y conduce a esta directiva económica operativa: alcanzar y superar a Occidente» (2)

Es por lo que la apertura de China a los flujos internacionales fue masiva pero rigurosamente controlada. El mejor ejemplo lo proporcionan las Zonas de Exportación Especiales (ZES). «Los reformadores chinos quieren que el comercio refuerce el crecimiento de la economía nacional, no que la destruya», señalan Michel Aglietta y Guo Bai. En los ZES un sistema contractual vincula a las empresas chinas y las empresas extranjeras. China importa los componentes de la fabricación de bienes de consumo industriales (electrónica, textil, química). La mano de obra china hace el ensamblaje, después las mercancías se venden a los mercados occidentales. Este reparto de las tareas está en el origen de un doble fenómeno que no ha dejado de acentuarse desde hace 30 años: el crecimiento económico de China y la desindustrialización de Occidente. Medio siglo después de las «guerras del opio» (1840-1860) que emprendieron las potencias occidentales para despedazar China, el Imperio del Medio tomó su revancha.

Porque los chinos aprendieron la lección de una historia dolorosa, «esta vez la liberalización del comercio y las inversiones es competencia de la soberanía de China y están controladas por el Estado. Lejos de ser los enclaves que solo benefician a un puñado de «compradores», la nueva liberalización del comercio fue uno de los principales mecanismos que han permitido liberar el enorme potencial de la población» [3]. Otra característica de esta apertura, a menudo desconocida, es que beneficia esencialmente a la diáspora china, que entre 1985 y 2005 poseía el 60 % de las inversiones acumuladas, frente al 25 % por los países occidentales y el 15 % por Singapur y Corea del Sur. La apertura al capital «extranjero» fue en primer lugar un asunto chino. Movilizando los capitales disponibles, la apertura económica creó las condiciones de una integración económica asiática de la que la China popular es la locomotora industrial.

Decir que China se convirtió en «capitalista» después de haber sido «comunista» indica, pues, una visión ingenua del proceso histórico. Que haya capitalistas en China no convierte el país en «capitalista», si se entiende con esta expresión un país donde los dueños de capitales privados controlan la economía y la política nacionales. En China es un partido comunista con 90 millones de afiliados, que irriga al conjunto de la sociedad, el que tiene el poder político. ¿Hay que hablar de sistema mixto, de capitalismo de Estado? Es más conforme a la realidad, pero todavía insuficiente. Cuando se trata de clasificar el sistema chino, el apuro de los observadores occidentales es evidente. Los liberales se dividen en dos categorías: los que reprochan a China que siga siendo comunista y los que se alegran de que se haya hecho capitalista. Unos solo ven «un régimen comunista y leninista» disfrazado, aunque ha hecho concesiones al capitalismo ambiental [4]. Para otros China se ha vuelto «capitalista» por la fuerza de las cosas y esa transformación es irreversible.

Sin embargo algunos observadores occidentales intentan captar la realidad con más sutileza. Así Jean-Louis Beffa, en una publicación económica mensual, afirma directamente que China representa «la única alternativa creíble al capitalismo occidental». «Después de más de 30 años de un desarrollo inédito, escribe, ¿no es hora de concluir que China ha encontrado la receta de un contramodelo eficaz al capitalismo occidental? Hasta ahora no había surgido ninguna solución alternativa y el hundimiento del sistema comunista en torno a Rusia en 1989 consagró el éxito del modelo capitalista. Pero la China actual no lo suscribe. Su modelo económico híbrido combina dos dimensiones que saca de fuentes opuestas. La primera procede del marxismo leninismo, está marcada por un poder controlado del partido y un sistema de planificación vigorosamente aplicado. La segunda se refiera más a las prácticas occidentales, que se centra en la iniciativa individual y en el espíritu emprendedor. Cohabitan así el control del PCC sobre los negocios y un sector privado abundante» [5].

Este análisis es interesante pero vuelve a las dos dimensiones -pública y privada- del régimen chino, puesto que es la esfera pública, obviamente, la que está al mando. Dirigido por un poderoso partido comunista, el Estado chino es un Estado fuerte. Controla la moneda nacional, incluso la deja caer para estimular las exportaciones, lo que Washington le reprocha de forma recurrente. Controla casi la totalidad del sistema bancario. Vigilados de cerca por el Estado, los mercados financieros no desempeñan el papel desmesurado que se arrogan en Occidente. Su apertura a los capitales, por otra parte, está sometida a condiciones draconianas impuestas por el Gobierno. En resumen, la conducción de la economía china está en la férrea mano de un Estado soberano y no en la «mano invisible del mercado» querida por los liberales. Algunos se lamentan. Un liberal autorizado, un banquero internacional que enseña en París revela que «la economía china no es una economía de mercado ni una economía capitalista. Tampoco un capitalismo de Estado, porque en China es el propio mercado el que está controlado por el Estado» [6]. Pero si el régimen chino tampoco es un capitalismo de Estado, ¿entonces es «socialista», ya que es el propietario de los medios de producción o al menos ejerce el control de la economía? La respuesta a esta pregunta es claramente positiva.

La dificultad del pensamiento dominante para nombrar el régimen chino, como vemos, viene de una ilusión contemplada desde hace mucho tiempo: al abandonar el dogma comunista China entraría por fin en el maravilloso mundo del capitalismo ¡Sería estupendo poder decir que China ya no es comunista! Convertida al liberalismo, esta nación entraría en el derecho común. Con la vuelta al orden de las cosas, la capitulación validaría la teología del homo occidentalis. Pero sin duda se ha malinterpretado la célebre fórmula del reformador Deng Xiaoping: «poco importa que el gato sea blanco o negro si caza ratones».

Eso no significa que de igual el capitalismo o el socialismo, sino que se juzgará a cada uno por sus resultados. Se ha inyectado una fuerte dosis de capitalismo en la economía China, controlada por el Estado, porque era necesario estimular el desarrollo de las fuerzas productivas. Pero China permanece en un Estado fuerte que dicta su ley a los mercados financieros y no al revés. Su élite dirigente es patriota. Incluso aunque conceda una parte del poder económico a los capitalistas «nacionales», no pertenece a la oligarquía financiera globalizada. Adepta a la ética de Confucio, dirige un Estado que solo es legítimo porque garantiza el bienestar de 1.400 millones de chinos.

Además no hay que olvidar que la orientación económica adoptada en 1979 ha sido posible por los esfuerzos realizados en el período anterior. Al contrario que los occidentales, los comunistas chinos subrayan la continuidad -a pesar de los cambios efectuados- entre el maoísmo y el posmaoísmo. «Muchos tuvieron que sufrir por el ejercicio del poder comunista. Pero la mayoría se adhiere a la apreciación emitida por Deng Xiaoping, el cual tenía alguna razón para querer a Mao Zedong: 70 % positivo y 30 % negativo. Hoy existe una frase muy extendida entre los chinos que revela su opinión sobre Mao Zedong: Mao nos puso de pie, Deng nos hizo ricos. Y esos chinos consideran perfectamente normal que el retrato de Mao figure en los billetes de banco. Todo el apego que todavía hoy tienen los chinos a Mao Zedong se debe a que lo identifican con la dignidad nacional recuperada» [7].

Es cierto que el maoísmo acabó con 150 años de decadencia, de caos y de miseria. China estaba fragmentada, devastada por la invasión japonesa y la guerra civil. Mao la unificó. En 1949 era el país más pobre del mundo. Su PIB per cápita era alrededor de la mitad del de África y menos de tres cuartas partes del de la India. Pero de 1950 a 1980, durante el período maoísta, el PIB creció de forma regular (2,8 % de media anual), el país se industrializó y la población pasó de 552 a 1.017 millones de habitantes. Los progresos en materia de salud fueron espectaculares y se erradicaron las principales epidemias. El indicador que resume todo, la esperanza de vida pasó de 44 años en 1950 a 68 años en 1980. Es un hecho indiscutible. A pesar del fracaso del «Gran salto adelante» y a pesar del embargo occidental -que siempre se olvida mencionar- la población china ganó 24 años de esperanza de vida con Mao. Los progresos en materia de educación fueron masivos, especialmente en la primaria: el porcentaje de población analfabeta pasó del 80 % en 1950 al 16 % en 1980. Finalmente las mujeres chinas -que «sostienen la mitad del cielo», decía Mao- fueron educadas y liberadas de un patriarcado ancestral. En 1950 China estaba en ruinas. Treinta años después todavía era un país pobre desde el punto de vista del PIB por habitante. Pero era un Estado soberano unificado, equipado y dotado de una industria naciente. El ambiente era frugal, pero la población estaba nutrida, cuidada y educada como no había estado en el siglo XX.

Esta revisión del período maoísta es necesaria para comprender la China actual. Fue entre 1950 y 1980 cuando el socialismo puso las bases del desarrollo futuro. En los años 70, por ejemplo, China recogía el fruto de sus esfuerzos en materia de desarrollo agrícola. Una silenciosa revolución verde había hecho su camino aprovechando los trabajos de una Academia China de Ciencias Agrícolas creada por el régimen comunista. A partir de 1964 los científicos chinos obtienen sus primeros éxitos en la reproducción de variedades de arroz de alto rendimiento. La restauración progresiva del sistema de riego, los progresos realizados en la reproducción de semillas y la producción de abonos nitrogenados transformaron la agricultura. Como los progresos sanitarios y educativos, esos avances agrícolas hicieron posibles las reformas de Deng que han constituido la base del desarrollo posterior. Y ese esfuerzo de desarrollo colosal solo podía ser posible bajo el impulso de un Estado planificador. La reproducción de las semillas, por ejemplo, necesitaba inversiones imposibles en el marco de las explotaciones individuales [8].

En realidad la China actual es hija de Mao y Deng, de la economía dirigida que la unificó y de la economía mixta que la ha enriquecido. Pero el capitalismo liberal al estilo occidental no aparece en China. La prensa burguesa cuenta con lucidez la indiferencia de los chinos hacia nuestros caprichos. Se puede leer en Les Echos, por ejemplo, que los occidentales «han cometido el error de pensar que en China el capitalismo de Estado podría ceder el paso al capitalismo de mercado». ¿Qué se reprocha en definitiva a los chinos?

La respuesta no deja de sorprender en las columnas de un semanario liberal: «China no tiene la misma noción del tiempo que los europeos y los americanos. ¿Un ejemplo? Nunca una empresa occidental financiaría un proyecto que no fuera rentable. No es el caso de China, que piensa a largo plazo. Con su poder financiero público acumulado desde hace dos decenios, China no se preocupa prioritariamente de una rentabilidad a corto plazo si sus intereses estratégicos lo exigen». Después el analista de Les E chos concluye: «Así es mucho más fácil que el Estado mantenga el control de la economía. Lo que es impensable en el sistema capitalista tal y como lo practica Occidente no lo es en China». ¡No se puede decir mejor! (9).

Obviamente este destello de lucidez es poco habitual. Cambia la letanía acostumbrada según la cual la dictadura comunista es abominable, Xi Jinping es dios, China se desmorona bajo la corrupción, su economía se tambalea, su deuda es abismal y su tasa de crecimiento se halla a media asta. Un escaparate de tópicos y falsas evidencias en apoyo de la visión que dan de China los medios dominantes que pretenden entender a China según categorías preestablecidas muy apreciadas en el pequeño mundo mediático. ¿Comunista, capitalista, un poco de ambos u otra cosa? En las esferas mediáticas pierden los chinos. Es difícil admitir, sin duda, que un país dirigido por un partido comunista haya conseguido en 30 años multiplicar por 17 su PIB por habitante. Ningún país capitalista lo ha conseguido nunca.

Como de costumbre los hechos son testarudos. El Partido Comunista de China no renuncia a su papel dirigente en la sociedad y proporciona su armazón a un Estado fuerte. Heredero del maoísmo, este Estado conserva el control de la política monetaria y del sistema bancario. Reestructurado en los años 90, el sector público sigue siendo la columna vertebral de la economía china, representa el 40 % de los activos y el 50 % de los beneficios generados por la industria, predomina en el 80-90 % en los sectores estratégicos: siderurgia, petróleo, gas, electricidad, energía nuclear, infraestructuras, transportes, armamento. En China todo lo que es importante para el desarrollo del país y para su proyección internacional está estrechamente controlado por el Estado soberano. Un presidente de la República china nunca malvendería al capitalismo estadounidense una joya industrial comparable a Alstom, ofrecida por Macron envuelta en papel de regalo.

Si se lee la resolución final del Decimonoveno Congreso del Partido Comunista Chino (octubre de 2017), se comprueba la amplitud de los desafíos. Cuando dicha resolución afirma que «el Partido debe unirse para alcanzar la victoria decisiva de la edificación integral de la sociedad de clase media, hacer que triunfe el socialismo chino de la nueva era y luchar sin descanso para lograr el sueño chino de la gran renovación del país», hay que tomar esas declaraciones en serio. En Occidente la visión de China está oscurecida por las ideas recibidas. Se imagina que la apertura a los mercados internacionales y la privatización de numerosas empresas hacen doblar las campanas por el «socialismo chino». Nada más lejos de la realidad. Para los chinos esa apertura es la condición del desarrollo de las fuerzas productivas, no el preludio de un cambio sistémico. Las reformas económicas han permitido salir de la pobreza a 700 millones de personas, es decir, el 10 % de la población mundial. Pero se inscriben en una planificación a largo plazo en la que el Estado chino conserva el control. Hoy nuevos desafíos esperan al país: la consolidación del mercado interior, la reducción de las desigualdades, el desarrollo de las energías verdes y la conquista de las altas tecnologías.

Al convertirse en la primera potencia económica del mundo, la China popular elimina el pretendido «fin de la historia». Envía al segundo puesto a un Estados Unidos moribundo minado por la desindustrialización, el sobreendeudamiento, el desmoronamiento social y el fracaso de sus aventuras militares. Al contrario que Estados Unidos China es un imperio sin imperialismo. Ubicado en el centro del mundo, el Imperio del Medio no necesita expandir sus fronteras. Respetuosa del derecho internacional, China se conforma con defender su esfera de influencia natural. No practica el «cambio de régimen» en el extranjero. ¿No quieren vivir como los chinos? No importa, ellos no pretenden convertirlos. Centrada en sí misma, China no es conquistadora ni proselitista. Los occidentales libran una batalla contra su propio declive mientras los chinos hacen negocios para desarrollar su país. En los últimos treinta años China no ha hecho ninguna guerra y ha multiplicado su PIB por 17. En el mismo período Estados Unidos ha emprendido una decena de guerras y ha precipitado su decadencia. Los chinos han erradicado la pobreza mientras Estados Unidos desestabiliza la economía mundial y vive a crédito. En China retrocede la miseria mientras en Estados Unidos avanza. Nos guste o no el «socialismo chino» humilla al capitalismo occidental. Decididamente el «fin de la historia» puede ocultar otro.

Notas:

[1] Francis Fukuyama, La fin de l’Histoire et le dernier homme, 1993, Flammarion.

[2] Michel Aglietta et Guo Bai, La Voie chinoise, capitalisme et empire, Odile Jacob, 2012, p.17.

[3) Ibidem, p. 186.

[4] Valérie Niquet, «La Chine reste un régime communiste et léniniste», France TV Info, 18 octobre 2017.

[5] Jean-Louis Beffa, «La Chine, première alternative crédible au capitalisme», Challenges, 23 juin 2018.

[6] Dominique de Rambures, La Chine, une transition à haut risque, Editions de l’Aube, 2016, p. 33.

[7] Philippe Barret, N’ayez pas peur de la Chine !, Robert Laffont, 2018, p. 230.

[8] Michel Aglietta et Guo Bai, op. cit., p.117.

[9] Richard Hiaut, «Comment la Chine a dupé Américains et Européens à l’OMC», Les Echos, 6 juillet 2018.


Fuente: https://www.legrandsoir.info/le-socialisme-chinois-et-le-mythe-de-la-fin-de-l-histoire.html

sábado, 20 de diciembre de 2025

Cruzada contra la ignorancia

El 21,3% de los españoles creen que los años de la dictadura fueron “buenos” o “muy buenos”. El historiador Julián Casanova combate en las redes el negacionismo, pero está muy solo

Elegir a quienes gobiernan y criticarlos cuando te parezca o que te los impongan durante casi 40 años; dar un beso en la calle a tu pareja o que te envíen a la cárcel o al manicomio por homosexual, es decir, por “vago”, “maleante” y “peligroso”; ver películas, leer libros y periódicos sin censura o recibir únicamente contenidos mutilados por unas autoridades a las que les aterroriza cualquier cosa que haga pensar; divorciarte de tu maltratador o aguantar a su lado porque una comisaria moral llamada Elena Francis te ha recomendado que te pongas guapa para tu agresor —“Sea valiente, no descuide un solo instante su arreglo personal. Y cuando él llegue a casa, esté dispuesta a complacerlo en cuanto le pida...”—; que las noticias hablen de juicios con garantías y condenas de cárcel a quienes las merecen o que pedir libertad sea motivo suficiente para acabar preso o ejecutado frente a una tapia; condenar el asesinato, a los 38 años, de uno de los mejores poetas de todos los tiempos, Federico García Lorca, o aceptar que su ejecución nos privara de todos los versos que le quedaban por escribir porque “algo habría hecho”... Uno pensaría que si se les preguntase a los ciudadanos hoy qué preferirían de todas esas opciones, el 100% escogería las primeras. Sin embargo, el último barómetro del CIS ha arrojado un porcentaje sorprendente de españoles que opta por las segundas: un 21,3% cree que la dictadura franquista fue un periodo “bueno” o “muy bueno” para el país.

Tienen trabajo los sociólogos, los antropólogos, los politólogos, incluso quizá también los parapsicólogos, para explicar la querencia de un 21,3% de la población por la represión y la oscuridad. Para analizar por qué al 61% de los votantes de Vox les parece “peor” o “mucho peor” el actual régimen democrático que la dictadura franquista, esos expertos pueden remitirse a los discursos de los diputados de la extrema derecha que, desde los escaños que les han concedido unas elecciones libres, afirman que este es “el peor Gobierno en 80 años” —literalmente, un “con Franco vivíamos mejor”— y que se jactan en el hemiciclo de que, “gracias a las redes sociales, muchos jóvenes están descubriendo que la etapa posterior a la Guerra Civil no fue una etapa oscura, sino de progreso y reconciliación”. Para buscar una explicación al 35,4% de los votantes del PP que opinan que el franquismo fue “bueno” para España —4,5 puntos porcentuales más de los que creen que fue “malo”—, pueden explayarse sobre la estrategia del partido de Alberto Núñez Feijóo de imitar al competidor por la derecha: sus causas —el miedo a perder apoyo electoral— y sus consecuencias —someterse al ideario de Vox en cuestiones como el aborto, la inmigración o las políticas de memoria no ha aumentado la estimación de voto del PP, sino la de Vox—. Y, como ocurre con los problemas que alcanzan cierta magnitud, probablemente todos esos especialistas acaben apuntando en la misma dirección: la educación.

En el colectivo de quienes —después, naturalmente, de los represaliados por el franquismo—, tienen más motivos para sentirse ofendidos por esos porcentajes, los historiadores, algunos ya han tomado medidas. La encuesta no les pilla por sorpresa. Llevan años observando la expansión del virus del negacionismo, alertando de la influencia mediática y política de autores que replican tesis franquistas ante una sociedad que no ha sido suficientemente vacunada en la escuela. Algunos, como Julián Casanova, han emprendido su propia cruzada contra la ignorancia, incluida la más terca, la del sectarismo, armados con datos y fechas. El catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, quien el pasado febrero publicó una biografía de Franco, utiliza su cuenta de X (@casanovaHistory) para divulgar conocimiento y explicar, con rigor y un estilo ameno, “la dictadura en diez tuits” o “todo lo que debes saber sobre la Guerra Civil en siete vídeos”. Es una forma de contrarrestar, en democracia, 40 años de propaganda —“Aparecía en el NO-DO como caudillo militar, conductor del pueblo, deportista y abuelo venerable. Entre 1943 y 1975, los españoles pudieron verle en 375 ocasiones en actos propagandísticos; en 215 como jefe de Estado, y en 154 inaugurando pantanos y obras públicas”— y de proteger a los más jóvenes del bombardeo de desinformación que reciben en redes sociales como la propia X. Pero está muy solo, y los interesados en que el país viva entre tinieblas hacen demasiado ruido.

Las sorprendentes y variadas formas en las que la nociva bacteria E. coli ha contribuido al avance de la ciencia

Imagen de E. coli en azul y negro

Fuente de la imagen,Getty Images

Pie de foto,La bacteria con forma de bastón es conocida por causar estragos, pero hay cepas no patógenas que han tenido un rol histórico.

La Escherichia coli, más conocida como E. coli, es una de las pocas bacterias popularmente conocidas con nombre y apellido.

La razón no es muy positiva: E. coli es un grupo diverso de bacterias que normalmente viven en los intestinos humanos y animales, y algunos tipos pueden enfermar gravemente a las personas.

Es por eso que, desafortunadamente, aparece con cierta frecuencia en los medios.

Pero no todas las E. coli son iguales.

"Algunos miembros de la familia E. coli le han dado mala fama al grupo", señaló el escritor Carl Zimmer, autor de "Microcosmo: E. coli y la nueva ciencia de la vida" (2008).

No obstante, muchas de las que hacen parte de nuestra microbiota del tracto gastrointestinal son esenciales para el funcionamiento correcto del proceso digestivo, y además participan en la producción de las vitaminas B y K.

Más que eso, algunos científicos afirman que E. coli nos ha dado la respuesta al secreto de la vida misma.

"Nos ha ayudado a entender quiénes somos", señaló Zimmer.

Y es que fuera de los intestinos, durante más de un siglo y medio, su rol ha sido sorprendentemente honorable.

Esa bacteria tan común tiene un historial extraordinario, pues ha sido clave en descubrimientos científicos tan cruciales como los fundamentos de la vida.

Fue uno de los primero organismos de los que se obtuvo la secuencia de su código genético, profundizando nuestra comprensión del ADN, y por ende incrementando nuestro conocimiento sobre cómo funcionamos.

Muchas de las propiedades genéticas que gobiernan a la bacteria son válidas para nosotros y varios otros animales.

El científico Jacques Monod lo resumió diciendo: "Lo que es válido para el E. coli es válido para el elefante".

Conocimientos en la microbiología, la genética molecular y la bioquímica han sido posibles gracias al E. coli, incluyendo cómo se replica el ADN, cómo los genes crean proteínas y cómo las bacterias comparten material genético entre sí, una de las principales causas de resistencia a los antibióticos.

En biotecnología ha sido clave para múltiples hallazgos.

Uno de los más recientes involucraba E. coli diseñada genéticamente para que tras consumir una molécula derivada del plástico produjera paracetamol.

Stephen Wallace, escribiendo fórmulas químicas

Wallace ha diseñado E. coli para producir sabor a vainilla y perfume.

El autor de esa nueva manera de utilizar los residuos plásticos fue Stephen Wallace, de la Universidad de Edimburgo, quien le dijo a Zoe Corbyn de la BBC que eligió automáticamente esa bacteria, pues ciertas cepas que no son patógenas se utilizan ampliamente en laboratorios para probar si algo puede funcionar.

La E. coli es el principal "caballo de batalla" del campo, señaló el experto en biotecnología química, quien también la ha modificado genéticamente en el laboratorio para convertir los desechos plásticos en sabor a vainilla y los desechos de las alcantarillas en perfume.

Un caballo de batalla es un organismo modelo que se utiliza frecuente y consistentemente en los laboratorios.

Otros organismos modelo conocidos son los ratones, las moscas de la fruta y la levadura de panadería.

La levadura, al igual que la E. coli, también ha sido una herramienta invaluable en biotecnología, tanto en el laboratorio como a nivel industrial, pero tiene una estructura celular más compleja y diferentes aplicaciones.

"Si quieres demostrar que algo es posible con la biología, E. coli es el primer paso natural", afirma Wallace.

El uso del microbio no se limita al laboratorio.

Industrialmente, tanques de E. coli genéticamente modificados funcionan como fábricas vivientes que producen diversos productos, desde fármacos hasta diversas sustancias químicas de base para la fabricación de combustibles y disolventes.

Pero ¿cómo llegó la E. coli a convertirse en un pilar de la ciencia?

El organismo favorito

El predominio de E. coli se debe a su papel como organismo modelo para comprender los principios biológicos generales, explica Thomas Silhavy, profesor de biólogo molecular en la Universidad de Princeton, que ha estado realizando estudios en la bacteria durante unos 50 años y ha documentado su historia.

La E. coli fue aislada por primera vez en 1885 por el pediatra alemán Theodor Escherich, quien estudiaba la microbiota intestinal infantil.

Debido a su rápido crecimiento y su fácil manejo, los científicos comenzaron a utilizarla para estudiar la biología bacteriana básica.

Luego, en la década de 1940, fue catapultada al estrellato, cuenta Silhavy.

Se utilizó una cepa de E. coli no patógena (K-12) para demostrar que las bacterias no solo se dividían, sino que podían experimentar "sexo bacteriano", donde comparten y recombinan genes para obtener nuevas características.

Fue un descubrimiento histórico y E. coli se convirtió en el "organismo favorito de todos", afirma.

Posteriormente, E. coli desempeñó un papel central en muchos más descubrimientos e hitos en genética y biología molecular.

Se utilizó para ayudar a descifrar el código genético, y en la década de 1970 se convirtió en el primer organismo modificado genéticamente al insertarle ADN extraño, sentando las bases de la biotecnología moderna.

Los científicos de City of Hope Keiichi Itakura, Arthur D. Riggs, David V. Goeddel de Genetech y Roberto Crea frente a un tablero explican cómo su esfuerzo conjunto en ingeniería genética dio como resultado la primera insulina humana producida artificialmente.

Pie de foto, En 1978, científicos de City of Hope, en California, "engañaron" a la bacteria E. coli para que produjera insulina humana sintética modificándola genéticamente, y revolucionaron el tratamiento de la diabetes.

También solucionó un problema con la producción de insulina.

La insulina de ganado vacuno y porcino se había utilizado para tratar la diabetes, pero causaba reacciones alérgicas en algunos pacientes.

Pero en 1978 se creó la primera insulina humana sintética, y se produjo utilizando E. coli, un gran avance.

En 1997, se convirtió en uno de los primeros organismos en tener su genoma completo secuenciado, lo que facilitó su comprensión y manipulación.

Varias formas de E. coli han sido modificadas para el beneficio de la humanidad.

La bacteria se ha replicando en decenas de miles de institutos científicos en todo el mundo.

Es usada como una microfábrica: con las instrucciones correctas, puede ser modificada para producir rápidamente cientos de genes de proteínas específicas.

Además, es fácil de cultivar, no requiere mucha energía ni demanda condiciones de vida sofisticadas.

Y algo más es crucial para los científicos: puede ser modificada con facilidad y replicada rápidamente.

Como resultado, la bacteria ha sido usada en la producción de antibióticos, vacunas y muchas otras terapias.

Adam Feist, profesor de la Universidad de California en San Diego que desarrolla microbios para aplicaciones industriales, le explicó a la BBC por qué valora tanto este particular microbio.

Más allá del vasto conocimiento acumulado sobre su genética y las herramientas que facilitan su ingeniería, la bacteria crece rápida y predeciblemente en una amplia variedad de sustratos.

No es tan quisquillosa como otras, puede congelarse y revivirse sin problemas, y es excepcionalmente buena para albergar ADN extraño.

"Cuanto más trabajo con más microorganismos, más aprecio lo robusta que es la E. coli", afirma.

No es el único.

Sin embargo, algunos se preguntan si el predominio de E. coli podría estar impidiendo encontrar las mejores soluciones biotecnológicas para nuestros problemas.

¿Otras mejores?

Paul Jensen, microbiólogo e ingeniero de la Universidad de Michigan que estudia las bacterias que viven en nuestra boca, analizo recientemente cuán poco estudiadas han sido la mayoría de las otras bacterias en comparación con E. coli.

Su punto es que, si bien cada vez descubrimos más cosas notables que se pueden hacer con E. coli, podría haber otros microbios que hagan lo mismo de forma natural (y mejor) que no están recibiendo atención y nos estamos perdiendo sus beneficios porque no se los busca ni se los estudia.

La bioprospección en vertederos, por ejemplo, podría revelar microbios que han empezado a consumir no solo plástico, sino todo tipo de residuos, afirma.

Y podría haber bacterias que realizan actividades que ni siquiera hemos imaginado.

"Estamos tan metidos en el tema de E. coli que no investigamos lo suficiente", afirma.

3 bacterías de E. coliFuente de la imagen,Getty Images Pie de foto,

Es quizás el organismo más estudiado y contribuyó decisivamente al desarrollo de muchos conceptos fundamentales de la biología, pero hay quienes piensan que su reinado debe terminar.

Hay algunas alternativas en las que se está trabajando para aumentar las opciones, entre ellas Vibrio natriegens (V. nat), que ha comenzado a ganar atención como un potencial competidor de E. coli.

V. nat fue aislada por primera vez en un pantanal salado en el estado de Georgia, Estados Unidos, en la década de 1960, pero permaneció en gran medida ignorada en las colecciones de cultivos y congeladores hasta mediados de la década de 2010, cuando fue reconocida por su tasa de crecimiento ultrarrápida (el doble que la de E. coli), lo que podría ser una ventaja industrial significativa.

También es mucho más eficiente a la hora de absorber ADN extraño, dice Buz Barstow, ingeniero biológico y ambiental de la Universidad de Cornell, que se cuenta entre quienes desarrollan el organismo, y dice que su capacidad en comparación con la de E. coli es como "pasar de un caballo a un automovil".

El enfoque de Barstow en V. nat radica en su deseo de que los microbios se utilicen para abordar grandes desafíos de sostenibilidad, desde la producción de combustible para aviones a partir de dióxido de carbono y electricidad verde hasta la extracción de tierras raras.

"La E. coli no nos ayudará a lograr ninguna de estas visiones. La V. natriegens sí podría", afirma.

Este año, su laboratorio creó una empresa, Forage Evolution, que está trabajando en herramientas que facilitarán a los investigadores su diseño en el laboratorio.

Feist reconoce que V. nat ofrece propiedades atractivas, pero aún faltan las herramientas genéticas necesarias para un uso generalizado, y aún no ha demostrado su eficacia a gran escala.

En eso y otros aspectos, E. coli le lleva ventaja. Es quizás uno de los organismos más estudiados, tanto que algunos científicos dicen que sabemos más de ella que de nosotros mismos.

"Es difícil reemplazar a E. coli", concluye Feist.

viernes, 19 de diciembre de 2025

El desprestigio del premio Nobel por estar siendo utilizado como un activo de propaganda bélica. Julian Assange demanda a la Fundación Nobel por «facilitar crímenes de guerra» al premiar a María Corina Machado

El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, ha sacudido los cimientos de la institución más prestigiosa del mundo al presentar una denuncia penal formal en Suecia contra la cúpula directiva de la Fundación Nobel. La demanda acusa a 30 directivos de apropiación indebida de fondos y de convertir el Premio Nobel de la Paz en un «instrumento de guerra».

La acción legal surge tras la polémica concesión del galardón 2025 a la política venezolana María Corina Machado, a quien Assange señala de promover activamente una intervención militar extranjera en su país.

El núcleo de la denuncia radica en una violación directa del testamento de Alfred Nobel de 1895. Assange argumenta que el documento fundacional estipula claramente que el Premio de la Paz debe otorgarse a quien «haya conferido el mayor beneficio a la humanidad»mediante «la mayor o mejor obra por la fraternidad entre las naciones, por la abolición o reducción de los ejércitos permanentes y por la celebración y promoción de congresos de paz».

«La decisión política del comité de selección noruego no suspende el deber fiduciario de los administradores de fondos suecos», afirma Assange en la denuncia. «Cualquier desembolso que contradiga este mandato constituye una apropiación indebida de la dotación».

La denuncia detalla un patrón de declaraciones y acciones de María Corina Machado que, según Assange, la hacen «categóricamente inelegible» para el Nobel de la Paz:

Los cargos: Apropiación indebida y complicidad en crímenes

La denuncia, interpuesta ante la Autoridad de Delitos Económicos y la Unidad de Crímenes de Guerra de Suecia, apunta directamente a Astrid Söderbergh Widding (presidenta) y Hanna Stjärne (directora ejecutiva). Assange argumenta que autorizar el desembolso de 11 millones de coronas suecas (1.18 millones de USD) a Machado viola el testamento de Alfred Nobel de 1895.

Según el documento legal, el testamento exige que el premio sea para quien trabaje por la «fraternidad entre naciones» y la «abolición de ejércitos», principios que Machado habría vulnerado alpronuciarse sobre lo siguiente:

Testimonio ante el Congreso de EE. UU. en 2014: «El único camino que queda es el uso de la fuerza».

Declaración del 30 de octubre de 2025: «La escalada militar puede ser la única vía… Estados Unidos puede necesitar intervenir directamente». Respaldó ataques militares: Calificó los ataques de EE. UU. a buques civiles, con al menos 95 fallecidos, como «justificados» y «visionarios».

Dedicó el premio al conflicto: Dedicó el Nobel al presidente Donald Trump por poner a Venezuela «en términos de prioridad para la seguridad nacional de los Estados Unidos».Vínculos con conflictos externos: Se mencionan los elogios de Machado a las acciones de Israel en Gaza, calificadas como genocidio por la Corte Internacional de Justicia. Contexto de preguerra en el Caribe

Assange subraya que el premio fue otorgado en medio del mayor despliegue militar estadounidense en el Caribe desde la Crisis de los Misiles de 1962, involucrando al portaaviones USS Gerald R. Ford. Al dedicar su premio a Donald Trump, Machado habría confirmado, según la demanda, que el galardón está siendo utilizado como un activo de propaganda bélica.

El activista australiano respaldó su postura citando al también Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, quien calificó el premio a Machado como una «burla al testamento de Alfred Nobel».

Peticiones a la justicia sueca

La denuncia exige acciones drásticas e inmediatas a las autoridades de Estocolmo: Congelamiento de fondos: Bloquear de inmediato la entrega de los 11 millones de coronas y recuperar la medalla de oro. Investigación criminal: Allanar las oficinas de la Fundación Nobel para incautar correos, actas y registros financieros. Interrogatorios: Citar a declarar a los 30 implicados bajo sospecha de conspiración y facilitación de crímenes de lesa humanidad. Jurisdicción internacional: Si la justicia sueca no actúa, remitir el caso a la Corte Penal Internacional bajo el Estatuto de Roma. «Esta denuncia busca evitar que el Premio Nobel de la Paz se convierta permanentemente en un instrumento de guerra», concluye Assange, quien tras años de persecución por exponer crímenes de guerra, ahora busca sentar un precedente legal sobre la responsabilidad fiduciaria y ética de los administradores de la paz mundial.

Para más detalles sobre los estatutos legales mencionados, puede consultar el sitio oficial de la Fundación Nobel y los términos del Estatuto de Roma.

Fuente: 

jueves, 18 de diciembre de 2025

El capitalismo ama la competencia, pero la naturaleza tiene otras ideas

Fuentes: El salto [Foto: Mellifera e. V.]


Los darwinistas sociales usan la «supervivencia del más apto» como excusa para privatizar tierras o eliminar la red de seguridad social. Pero eso no reconoce cómo funciona realmente la naturaleza.

Los economistas y líderes empresariales adoptan un concepto retorcido de la evolución: las corporaciones y los sistemas sobreviven, dicen, debido a ventajas competitivas, lo que los hace superiores y capaces de dominar (o destruir) sistemas, compañías, personas y naciones más débiles.

Esto, argumentan, hace que los sistemas humanos sean como la naturaleza. Los débiles se desvanecen de los ecosistemas, mientras que los fuertes persisten: la llamada «supervivencia del más apto».

El científico cuya obra inspiró ese término no estaría de acuerdo con ellos.

Impartí una clase en la New School en la ciudad de Nueva York sobre la relación entre cultura y medio ambiente. Como les dije a mis estudiantes, los defensores del capitalismo usan la «supervivencia del más apto» y una percepción incorrecta de la competencia en el mundo natural para justificar la eliminación de las redes de seguridad social para las personas más vulnerables de nuestra sociedad, una justificación implícita, por ejemplo, en las acciones actuales de la administración vigente.

Según mi experiencia, cada vez que alguien cuestiona si la competencia debería ser un valor central —como en el capitalismo—, la gente a menudo dice: «¡Es natural! ¡Solo hay que mirar la naturaleza!».

Pero, ¿y si esta defensa del capitalismo como algo natural es defectuosa y la competencia nunca ha sido la única forma de «sobrevivir» o ser «apto» en un ecosistema? ¿Qué pasa si aquellos que interpretaron las teorías del naturalista Charles Darwin y las aplicaron a las sociedades y economías humanas simplemente seleccionaron selectivamente las partes de la teoría que parecían justificar su agenda?

Darwinismo social

A mediados de la década de 1850, Darwin comenzó a observar y estudiar cómo los organismos y las especies individuales encuentran su nicho. Cuando un animal ha encontrado su lugar y función en un ecosistema, escribió, ese animal ha encontrado su nicho. Aunque las especies pueden competir por un nicho, también pueden adaptarse y cooperar por uno. Una especie es la más apta cuando suficientes de sus miembros han encontrado un nicho dentro del ecosistema donde viven. Y cuando suficientes miembros han encontrado un nicho, Darwin explicó este proceso como «supervivencia del más apto».

En las décadas posteriores a la publicación del innovador libro de Darwin, El origen de las especies, un grupo de pensadores occidentales utilizó su teoría de la selección natural para intentar explicar la competencia feroz y cruel en la sociedad humana.

El darwinismo social, tal como lo definieron, argumenta que los individuos, grupos y pueblos están sujetos a las mismas leyes darwinianas de selección natural que las plantas y los animales. Pensadores ingleses como Herbert Spencer abogaron por esta teoría a finales del siglo XIX y principios del XX, y sigue resonando hoy en día.

El darwinismo social afirma que las clases altas han competido por ser aptas y han ganado el juego de la selección natural. Sugiere falsamente que ciertas clases sociales son superiores, y que la inequidad social y la inacción política son un resultado natural de la competencia.

No debería sorprender que los pensadores colonialistas europeos utilizaran el darwinismo social para racionalizar la presión por reformas progresistas.

Pero tal justificación se basa en un malentendido y una adulteración de las observaciones de Darwin, porque él también había observado el papel igualmente importante de la cooperación en los ecosistemas. La competencia y la cooperación son ambas naturales entre todas las especies.

La cooperación como mutualismo

Es esencial no tergiversar la dinámica del ecosistema para justificar una forma de organizar la sociedad humana.

Según el estudio de la ecología, una relación entre dos especies que ambas se benefician de la cooperación se conoce como mutualismo. Esta relación les da a ambas especies una ventaja que de otro modo no tendrían. El mutualismo es una cooperación biológica que permite a dos organismos mejorar sus posibilidades de éxito y reproducción en el ecosistema.

Por ejemplo, los delfines necesitan la ayuda del atún para encontrar los peces más pequeños de los que ambos se alimentan. Los ecólogos llaman a esto caza conjunta. En otro caso, los pájaros picabueyes se comen las garrapatas del pelaje de los antílopes impala africanos. El picabueyes se beneficia de tener una comida, y el antílope se beneficia de tener menos garrapatas molestas.

La polinización es otro ejemplo: los insectos transportan polen de una planta a otra mientras se benefician de la fuente de alimento de néctar de las flores en las que aterrizan. A medida que insectos como abejas o mariposas aterrizan en las flores para comer, también fertilizan las plantas con el polen en sus cuerpos. El polen se transfiere del estambre al estigma, lo que permite la producción de flores y frutos. Los insectos que polinizan específicamente las plantas a cambio de alimento se conocen como insectos beneficiosos.

La cooperación como adaptación

En El origen de las especies, Darwin describió un proceso en el que ciertas especies prevalecieron sobre otras porque eran mejores en la adaptación. Habían cooperado con otros organismos o con factores no vivos en su entorno para poder sobrevivir. Los ecólogos se refieren a la adaptación como el proceso de cambiar con el tiempo para que un organismo pueda estar mejor preparado para encontrar un nicho y sobrevivir en el ecosistema. Cuando el ecosistema cambia o desaparece rápidamente, la especie se ve obligada a considerar una nueva cooperación dentro del nuevo ecosistema.

Las primeras y más famosas descripciones de adaptación de Darwin fueron sus estudios de los animales de las Islas Galápagos de Ecuador. Después de observar las aves allí, Darwin notó que las formas de los picos de los pinzones se habían adaptado con el tiempo para ajustarse a las formas de lo que se estaban alimentando: flores, insectos, semillas y frutas.

Los camellos también se han adaptado con éxito a uno de los ecosistemas más duros: el desierto cálido y seco. Un camello puede pasar una semana o más sin beber agua, lo que es más de lo que la mayoría de los animales pueden tolerar. Sus cuerpos también conservan agua al no sudar a medida que aumenta la temperatura. Los camellos también pueden durar varios meses sin comida, porque almacenan grasa en sus jorobas. Sin embargo, si el desierto seco de repente se volviera frío y húmedo, un camello no estaría preparado y se vería desafiado a adaptarse rápidamente.

Algunos animales se han adaptado a sus entornos como protección contra los depredadores. Una excelente manera de evitar ser comido por un depredador es camuflarse entre el follaje. Muchos insectos, como la mantis religiosa, han evolucionado para parecerse a las hojas entre las que viven.

A lo largo de miles de años, las plantas y los animales han evolucionado para tolerar perturbaciones repentinas o condiciones persistentes en sus entornos locales. Todo organismo vivo es parte de una especie que ha descubierto cómo prosperar a pesar de las condiciones fluctuantes del ecosistema. Adaptación significa que la especie necesita rediseñarse y remodelarse para encontrar un nuevo nicho en un ecosistema cambiante. Para sobrevivir, la especie tendrá que encontrar un nuevo propósito.

Cambio climático: la falta de adaptación

Los cambios rápidos en un ecosistema, como el cambio climático, son problemáticos y no dan tiempo para que los humanos, los animales y las plantas se adapten al cambio nuevo y repentino en su ecosistema.

Los animales y las plantas se adaptan y cooperan, pero este no es un proceso rápido, y los cambios adaptativos dentro de un ecosistema pueden tomar múltiples generaciones o siglos. Una especie muere si no se adapta lo suficientemente rápido, pero las especies que muestren la mayor cooperación y adaptación tendrán una enorme ventaja al enfrentar perturbaciones y desastres.

Para llevar la idea de la adaptación un paso más allá, yo argumentaría que nuestro fracaso en combatir el cambio climático está arraigado en nuestra incapacidad humana para adaptarnos a las condiciones que causan el cambio climático. Nos adaptamos reconociendo las limitaciones de los entornos en los que vivimos y planificando en consecuencia para no explotar, consumir en exceso y contaminar. Si pudiéramos adaptarnos a las limitaciones de lo que nuestros ecosistemas pueden tolerar —por ejemplo, cuánto carbono puede tolerar nuestra atmósfera—, tendríamos una mejor oportunidad de supervivencia.

Competencia y falsa escasez

Las especies siempre están compitiendo por un nicho, ya que se esfuerzan por el mismo lugar en el ecosistema. La competencia ocurre cuando los organismos luchan por un mismo nicho o similar porque no hay un suministro adecuado de un recurso limitado en la misma área.

Por ejemplo, los guepardos y los leones se alimentan de presas similares (como impalas). Estos competidores también se matarán entre sí en la lucha por los recursos.

Cuando las especies luchan por un nicho, dependen de la competencia. La especie que gana la competencia transmite sus rasgos físicos a las generaciones futuras, mientras que la especie que pierde se extinguirá. La competencia «funciona» debido a la escasez de recursos.

Como sociedad humana, podemos decidir y organizarnos para determinar qué hacer cuando los recursos son escasos. Tenemos una función ejecutiva que nos permite gestionar o compensar la escasez. Yo argumentaría que muchos gobiernos crean escasez falsa a través de sus prioridades y políticas y las elecciones de qué programas cívicos deciden financiar y cuáles no. Esto prácticamente garantiza «perdedores» en nuestros sistemas sociales.

Reconociendo la cooperación humana

Darwin explicó en sus escritos que los «más aptos» no son necesariamente los más grandes, más fuertes o mejores luchadores del grupo. Detalló cómo una especie puede ser «apta» y sobrevivir mediante la cooperación.

La aplicación errónea de la teoría de Darwin por parte de los pensadores occidentales para centrarse selectivamente en la competencia es de gran alcance; el sesgo darwinista social hacia la competencia se ha utilizado para justificar la propiedad privada de los recursos del ecosistema en lugar de la propiedad comunal. Cuando los colonizadores desembarcaron en las Américas, Australia, Nueva Zelanda y África, dividieron las tierras indígenas de propiedad comunal y forzaron la privatización. En la propiedad privada, las personas compiten para poseer individualmente un bien del que se puede excluir el uso a otros. En la propiedad comunal, se requiere adaptación y cooperación para desarrollar una estructura de reparto.

En otra de mis conferencias, discutí cómo Elinor Ostrom ganó un Premio Nobel de Economía por su trabajo al oponerse a la inevitabilidad de la «tragedia de los comunes» e ilustrar que los recursos de propiedad comunal pueden ser bien administrados. Describió caso de estudio tras caso de estudio de cómo se desarrollaron las instituciones culturales indígenas para gestionar la cooperación, o como ella la llamó, acción colectiva, como un desafío directo a la idea de que la privatización es una parte necesaria de la modernización y el statu quo en el mundo occidental.

Los darwinistas sociales han negado los muchos aspectos y comportamientos de la sociedad humana que se basan en la cooperación, y eso ha tenido numerosas implicaciones negativas para la humanidad y el planeta. Es importante que no descuidemos e ignoremos la existencia de una cooperación exitosa dentro de nuestra propia ecología humana. Con una comprensión de la dinámica real del ecosistema, en lugar de extrapolaciones sesgadas y falsas, podemos reivindicar la cooperación.

Este análisis de Mona Shomali fue publicado originalmente en inglés en ‘The Revelator‘. Lo publicamos en español como parte de la alianza Covering Climate Now, que busca ampliar la cobertura sobre el cambio climático a nivel mundial.

Mona Shomali es una autora, artista y profesional del medio ambiente iraní-estadounidense. Su carrera comenzó como investigadora del caso Sarayaku contra Ecuador en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Como profesora adjunta, impartió clases en The New School, Pace y NYU. También ha enseñado ecología en el Jardín Botánico de Nueva York. Su libro de ficción sobre el clima, Water Mamas, explora el choque entre la espiritualidad indígena y la ciencia occidental. 

Fuente: 

miércoles, 17 de diciembre de 2025

Cambios en la dieta podrían retrasar o mitigar el deterioro cognitivo en la vejez

Investigadores españoles descubren que determinadas composiciones de la microbiota están vinculadas a funciones cerebrales como la memoria, el lenguaje y la gestión de las emociones. Alfonso Torices

Un estudio realizado por especialistas del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha abierto un esperanzador abanico de posibilidades para combatir el deterioro cognitivo que acompaña, más tarde o más temprano, el proceso de envejecimiento humano.

El trabajo apunta a que diseñar e introducir cambios en la dieta y los hábitos nutricionales que fomentasen determinadas composiciones de la microbiota intestinal, de los microorganismos que viven en el tracto digestivo de cada persona, podrían mitigar o cuando menos ralentizar determinados deterioros de la actividad cerebral vinculadas al proceso de envejecimiento, como los que sufren la memoria, el uso del lenguaje o la capacidad de gestión de las emociones.

Este trabajo, que ha sido publicado por la revista científica Scientific Reports, tiene como primer autor a José Ignacio Serrano y está liderado por María Dolores del Castillo, ambos investigadores del Grupo de Modelado Computacional de la Inteligencia, del Centro de Automática y Robótica del CSIC. Sus conclusiones son el resultado de comparar la microbiota intestinal y la actividad cerebral espontánea mediante el electroencefalograma en reposo de 54 ciudadanos sanos y mayores de 55 años.

Durante esta investigación pionera, y a la vista de qué áreas cerebrales de cada individuo presentaban diferencias, se lograron dos primeras constataciones de partida. Por un lado, que la composición de la microbiota intestinal en sujetos sanos podría influir en la actividad del cerebro. Y que, a su vez, la actividad cerebral podría influir durante el envejecimiento en funciones clave, como la memoria, el lenguaje y la cognición social (reconocimiento de emociones, empatía, normas sociales y razonamiento moral). En conclusión, se determinó que no todas las microbiotas intestinales son iguales y que su composición afecta a la actividad cerebral incluso en ausencia de enfermedad.

Estrategias preventivas
La microbiota intestinal es el principal regulador del eje intestino-cerebro, pero hasta ahora se desconocía su influencia en la actividad cerebral. En este trabajo se sugiere que diferentes perfiles de microbiota en personas mayores de 55 años sanas se asocian con diferente actividad espontánea en las áreas corticales-mediales posteriores del cerebro, involucradas en funciones como la percepción, la memoria y el procesamiento de información interna. Esto se traduce en mayor predisposición de ciertos perfiles de composición de microorganismos intestinales a determinadas enfermedades o condiciones de salud pese a tener un microbioma sano.

Las áreas cerebrales ligadas a determinados perfiles de microbiota están vinculadas con la memoria, el lenguaje y el procesamiento emocional, por lo que el trabajo evidencia que los perfiles de microbiota intestinal no patológicos, pese a no constituir una enfermedad en sí, se relacionan con la actividad cerebral asociada a funciones cognitivas que suelen deteriorarse con la edad. En consecuencia, el equipo entiende que una modificación temprana de la composición de la microbiota, a través de cambios nutricionales, tendentes a conseguir los perfiles deseados, podría retrasar o mejorar el deterioro cognitivo relacionado con el paso de los años. 


martes, 16 de diciembre de 2025

Willard Libby, el científico que descubrió el carbono 14 y logró estimar la antigüedad de casi cualquier cosa

Retrato y firma de Willard Libby.

Fuente de la imagen,Getty Images/BBC

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Lo encontraría en las aguas residuales. Willard Libby estaba seguro de que así sería.

A mediados de la década de 1940, el químico estadounidense se había fijado como objetivo encontrar en la naturaleza una forma radiactiva de carbono, el carbono 14 o radiocarbono.


Se había dado cuenta de era posible que esta forma de carbono dejara un rastro de lenta descomposición en plantas y animales muertos.

Eso significaba que se podría estimar cuándo habían muerto dependiendo de cuánto radiocarbono quedara en sus restos.

Pero antes tenía que demostrar que el carbono 14 estaba presente en la naturaleza en concentraciones que coincidieran con sus estimaciones.

Otros científicos solo habían detectado carbono 14 tras sintetizarlo en un laboratorio.

Libby dedujo que los seres vivos lo dejarían en sus excrementos, por lo que recurrió a las aguas residuales en su búsqueda. Para ser precisos, en las aguas residuales producidas por los habitantes de Baltimore.

Y encontró lo que buscaba.
Libby no lo sabía entonces, pero la idea de que usar radiocarbono para datar cosas tendría diversas utilidades.
 
Un montaje que muestra una rana montada en una vara de bambú en la mitad izquierda, y a la derecha la ilustración del esqueleto de una rana sobre un reloj de cuenta regresiva.

Fuente de la imagen,Getty Images/BBC

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Desde mediados del siglo XX, la datación por radiocarbono ha permitido confirmar la antigüedad de innumerables artefactos, ha ayudado a resolver casos de personas desaparecidas y ha enviado a prisión a traficantes de marfil.


La datación por radiocarbono incluso ha ayudado a los científicos a entender algunas complejidades del clima terrestre.

Es una de las claves que nos ayuda a desentrañar nuestro mundo.

Pero, ¿cómo surge el carbono 14?

Libby comprendió que se producía constantemente mediante rayos cósmicos que inciden en los átomos de nitrógeno de la atmósfera terrestre y modifican su estructura.

El átomo de carbono 14 resultante se combina rápidamente con el oxígeno para producir dióxido de carbono (CO2) radiactivo.

En la Tierra, las plantas absorben parte de ese CO2 radiactivo del aire a medida que crecen, al igual que los animales, incluidos los humanos, que las consumen.

Mientras una planta o un animal está vivo, repone constantemente sus reservas internas de carbono 14, pero al morir, ese proceso se detiene.

Dado que el radiocarbono se desintegra a un ritmo conocido, medir la cantidad restante en la materia orgánica indica su edad. Es como un reloj que empieza a correr en el momento en el que algo muere.

Estimaciones de materiales de hasta 50.000 años

Luego de detectar carbono 14 en el gas metano de las alcantarillas de Baltimore, Libby pasó a detectarlo en una cantidad de objetos diferentes y pudo calcular su antigüedad.

Por ejemplo, descubrió la edad de los Manuscritos del Mar Muerto (también conocidos como los Rollos de Qumrán) y del trozo de un barco que fue hallado en la tumba de Sesostris III, un rey egipcio que vivió hace casi 4.000 años.

"Es una locura", diría Libby más tarde sobre lo sorprendentes que eran sus investigaciones. "No se le puede decir a nadie que los rayos cósmicos escriben la historia de la humanidad. De ninguna manera. Así que lo mantuvimos en secreto".

Una vez que demostró que su método funcionaba, se lo hizo saber al mundo y en 1960 ganó el Premio Nobel de Química.

Su técnica funciona con material orgánico de hasta 50 000 años de antigüedad. En materiales más antiguos queda muy poco carbono 14.

La desintegración gradual del carbono 14 es lo que hace posible la datación por radiocarbono, pero eso también significa que solo se puede remontar hasta cierto punto.

Fragmento de los Manuscritos del Mar Muerto, que estuvieron entre los primeros elementos datados mediante carbono-14.

Fuente de la imagen,Getty Images/BBC

 

Pie de foto,

Los Manuscritos del Mar Muerto estuvieron entre los primeros elementos datados mediante carbono 14.
La datación por radiocarbono es ahora fundamental para comprender la historia de nuestro planeta.

"Ha sido fundamental para poner las cosas en orden, en cuanto a la posibilidad de comparar diferentes regiones en particular y comprender el ritmo del cambio", explica Rachel Wood, quien trabaja en uno de los laboratorios de datación por radiocarbono más prestigiosos del mundo, la Unidad de Aceleradores de Radiocarbono de Oxford.

Ella y sus colegas datan huesos humanos, carbón vegetal, conchas, semillas, cabello, algodón, pergamino y cerámica, pero también sustancias más extrañas.

"A veces datamos cosas realmente inusuales, como la orina fosilizada de murciélago", afirma.

El laboratorio utiliza un dispositivo llamado espectrómetro de masas con acelerador para cuantificar directamente los átomos de carbono 14 en una muestra.

Libby, en cambio, solo pudo medir la radiación emitida y, por lo tanto, inferir la cantidad de carbono 14 que contenía una muestra.

El acelerador también puede datar muestras diminutas, en algunos casos de un solo miligramo, mientras que Libby necesitaba mucho más material.

Zanjar controversias

Eliminar los contaminantes que contienen carbono puede llevar semanas, pero una vez hecho esto, el acelerador revela fácilmente la edad estimada de la muestra.

"Es emocionante poder ver los resultados de inmediato", afirma Wood.

La datación por radiocarbono ha zanjado algunas controversias de larga data.

Tomemos como ejemplo el esqueleto humano descubierto por el teólogo y geólogo William Buckland en Gales en 1823.

Buckland insistió en que no tenía más de 2.000 años y durante más de un siglo nadie pudo demostrar que estaba equivocado.

La datación por radiocarbono finalmente demostró que en realidad tenía entre 33.000 y 34.000 años, o sea, los restos humanos enterrados más antiguos conocidos en Reino Unido.

Restos humanos más recientes también han revelado sus secretos gracias a esta tecnología.

En 1975, una niña de 13 años llamada Laura Ann O'Malley fue reportada como desaparecida en Nueva York.

Se creía que los restos encontrados en el lecho de un río de California en la década de 1990 provenían de una tumba histórica, hasta que la datación por radiocarbono a principios de este año demostró que pertenecían a alguien nacido entre 1964 y 1967, quien probablemente falleció entre 1977 y 1984.

Esto coincidía con la cronología de la desaparición de O'Malley y un análisis de ADN luego confirmó que los restos eran suyos.

Los análisis forenses a menudo se basan en el método de "pulso de bomba" para la datación por radiocarbono, lo cual es posible gracias a los cientos de pruebas de armas nucleares atmosféricas que tuvieron lugar durante las décadas de 1950 y 1960.

Las explosiones expulsaron grandes cantidades adicionales de carbono 14 al aire, pero estos niveles artificialmente altos han ido disminuyendo desde entonces.

Así, al comparar las mediciones de carbono 14 con esa curva descendente, es posible datar materiales desde mediados del siglo XX en adelante con mucha precisión, con un margen de error de aproximadamente un año, en algunos casos.

"No conozco ninguna otra técnica que se acerque a esa precisión", afirma Sam Wasser, de la Universidad de Washington. "Es extraordinariamente útil".

Traficantes y falsificadores

Wasser ha analizado algunos resultados de datación por radiocarbono de muestras de marfil como parte de una serie de esfuerzos para combatir el comercio ilegal de vida silvestre.

Los datos pueden mostrar si los elefantes murieron antes o después de la prohibición de la venta de marfil de 1989, independientemente de lo que afirmen los traficantes.

Edouodji Emile N'Bouke fue encarcelado y condenado en Togo en 2014 gracias a esta evidencia.

Las pruebas de ADN revelaron el origen geográfico del marfil que traficaba y mediante la datación por radiocarbono se pudo demostrar exactamente cuándo se cazó a los elefantes.

Estas dos líneas de evidencia fueron "la prueba irrefutable, crucial para llevar a N'Bouke ante la justicia", declaró posteriormente el Departamento de Estado de EE.UU.

Hombre escribiendo una fecha en marfil.

Fuente de la imagen,Getty Images/BBC

 
Pie de foto,

Gracias a la datación por carbono 14, los científicos pueden determinar si el marfil ha sido extraído ilegalmente. 

Mediante la misma técnica se ha descubierto que obras de arte son en realidad falsificaciones.

Tomemos como ejemplo la pintura de una escena de pueblo que, según un falsificador, fue pintada en 1866.

La datación por radiocarbono confirmó que, en realidad, había sido pintada y envejecida artificialmente durante la década de 1980.

La datación por radiocarbono también ha arrojado luz sobre el cambio climático al ayudar a los científicos a comprender el efecto de las emisiones de combustibles fósiles en el clima de la Tierra.

Los estudios de glaciares y ecosistemas antiguos, por ejemplo, son mucho más precisos gracias a la tecnología de datación por radiocarbono.

Esta investigación ha servido de base para los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC en inglés), que en 2007 recibió el Premio Nobel de la Paz, junto con el ex vicepresidente estadounidense Al Gore, por su labor de difusión de información sobre el cambio climático.

"También es muy útil para quienes desean utilizar modelos climáticos para predecir cómo podría ser el clima en el futuro", afirma Tim Heaton, de la Universidad de Leeds.

Los científicos pueden utilizar registros de radiocarbono para establecer cómo cambió el clima de la Tierra a lo largo del tiempo y comparar los modelos climáticos con esos resultados, validando la precisión de los modelos.

Cada vez menos carbono 14

Pero hay otro reloj que avanza.

Los combustibles fósiles contienen grandes cantidades de carbono, pero no de carbono 14.

Los organismos que dieron origen al carbón, el gas natural y el petróleo murieron hace tanto tiempo que el carbono 14 que alguna vez contenían se descompuso hace mucho tiempo.

Esto significa que las emisiones de combustibles fósiles están diluyendo el carbono 14 en la atmósfera terrestre actual, lo que tiene un efecto directo en la cantidad de radiocarbono que llega a los seres vivos.

Heather Graven, del Imperial College de Londres, afirma que, en el caso de llegar al peor de los escenarios, con emisiones extremadamente altas a lo largo del próximo siglo, la precisión de la datación por radiocarbono podría desmoronarse.

"Algo que se ha producido recientemente tendrá la misma composición [de radiocarbono] que algo de unos 2.000 años de antigüedad", afirma.

La datación por radiocarbono no podría distinguirlos.

Humo que sale de chimeneas que queman carbón o combustibles fósiles

Fuente de la imagen,Getty Images/BBC


Pie de foto,
La quema de combustibles fósiles puede diluir la concentración de carbono 14 en la atmósfera.

Rachel Wood argumenta que estos problemas no surgirán pronto, pero Paula Reimer, profesora emérita de la Queen's University de Belfast, cree que las emisiones de combustibles fósiles sí perjudican la datación por radiocarbono y amenazan su precisión.

Reimer dedicó muchos años a aumentar la precisión de la datación por radiocarbono, realizando mediciones minuciosas del radiocarbono presente en los anillos de los árboles, por ejemplo, para revelar variaciones en los niveles atmosféricos de carbono 14 a lo largo de milenios.

Actualmente se dispone de curvas extremadamente precisas de los niveles de radiocarbono que datan de hace unos 14.000 años.

Sin embargo, las emisiones de combustibles fósiles podrían acabar con esta era de increíble precisión.

Este contenido fue creado como una coproducción entre Nobel Prize Outreach y la BBC. 

lunes, 15 de diciembre de 2025

_- Lecture de Paroles de Jacques Prévert. Les dessous des bibliothécaires

_- Un Podcast lecture d'extraits du plus célèbre recueil de poèmes de Jacques Prévert, Paroles. Amours, révolte, pacifisme, enfance ou anticléricalisme, voici les thèmes favoris de cet auteur prolixe





https://www.youtube.com/watch?v=_3EEDoKYbOU


domingo, 14 de diciembre de 2025

Por cuatro esquinitas de nada

Una de las ventajas que tienen los congresos es todo lo que se aprende en los descansos, en los pasillos, en las entradas y salidas, en las comidas, en los paseos, en las conversaciones ante un café… Es un tipo de aprendizajes que no se programa, que no es jerárquico, que no procede de los discursos de los expertos y que nos llega a todos por igual...

Me gusta decir que todo lo aprendemos entre todos. Esa dicotomía entre enseñantes y aprendices se rompe fuera de los escenarios preparados para el desarrollo de las actividades por los organizadores del Congreso. La rigidez de los espacios (el conferenciante suele hablar desde un lugar elevado y distante), la alineación de los que escuchan mientras contemplan el cogote del que está delante, la distribución de los tiempos (una hora y media para el conferenciante y media hora para distribuir entre quinientos asistentes, a quienes se recomienda que formulen de forma breve la pregunta para que puedan intervenir otras personas, la carencia de imágenes e incluso de micrófono para hacerse oír y entender de quienes piden la palabra), el dinero que se paga a quien imparte la conferencia y el que se cobra al que escucha… imponen una dirección vertical y descendente a la circulación del conocimiento o de la experiencia. Hay uno que enseña y, supuestamente, otros que aprenden. En los tiempos y los espacios no formalizados el conocimiento circula en todas las direcciones.

Es más, cuando termina la disertación del experto se abre ‘un tiempo para preguntas’. Es decir, y ahora quienes no saben, formulan preguntas al único que sabe. No es verdad. Estoy seguro de que el experto tiene muchas preguntas y de que los asistentes tienen capacidad y conocimientos para dar respuestas. Por eso a mí me gusta más hablar de intervenciones. Puede haber preguntas, claro. Pero también discrepancias, sugerencias, aclaraciones, aportaciones y comentarios de los asistentes.

He dicho todo lo que precede porque acabo de participar en el Congreso Internacional de Educación para un mundo globalizado: sostenibilidad, inclusión y justicia social, organizado por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, celebrado los días 13 y 14 del presente mes de octubre. Y puedo dar fe de muchos aprendizajes que he realizado durante esos días en conversaciones con los docentes y con los estudiantes de Pedagogía. El conocimiento no solo circula de modo descendente. Me gusta decir que las personas inteligentes aprenden siempre y que las otras tratan de enseñar a todas horas. Los profesores tenemos muchas cosas que aprender y los alumnos tienen muchas cosas que enseñar. Mi primer libro (del año 1980) se titula así: ‘Yo te educo, tú me educas’. Creo que todos tendríamos que circular por la vida con la L de aprendices que llevan en el coche quienes están comenzando a conducir. A medida que vamos aprendiendo nos vamos dando cuenta de lo mucho que ignoramos. Nicolás de Cusa hablaba de la docta ignorancia. Los sabios suelen ser humildes y los ignorantes suelen ser petulantes.

Aprendí en el Congreso muchas cosas relacionadas con la experiencia de los docentes en sus aulas y en sus escuelas, con las inquietudes y los problemas de los directivos, con los vaivenes de la legislación educativa, con los problemas de la sociedad a los que debe dar respuesta la escuela… Y, lo que quiero subrayar, es que esos aprendizajes los han vivido y disfrutado todos los asistentes, muchas veces sin ser conscientes de ello.

Esos aprendizajes a los que me refiero suelen tener un componente práctico y otro emocional. Porque tienen mucho que ver con lo que el informante hace, con lo que vive y con lo que siente.

Una profesora de la etapa de Infantil (en la que suelen florecer las inquietudes más hermosas, los materiales más creativos, las relaciones más auténticas y los compromisos más exigentes) me habla de un cuento que de forma ingeniosa, clara y contundente habla de la necesidad de que la escuela se adapte a las necesidades de los niños y las niñas, en lugar de exigir precisamente lo contrario. He dado al artículo el título del cuento. ‘Por cuatro esquinitas de nada’. Un título que me gusta porque cautiva, expresa y atrae. Las ilustraciones son sencillas y elocuentes y las voces que hacen la narración son a la vez melodiosas y contundentes.

Voy a compartir con todos los lectores y lectoras ese cuento al que, tomando café, me remitió entre sonrisas la profesora de infantil y que, en su simplicidad y su belleza, explica muy bien la necesidad que tiene la escuela de tener en cuenta la diversidad de los alumnos y las alumnas. Una diversidad infinita que yo expreso diciendo que en la escuela hay dos tipos de alumnos. Solo dos: los inclasificables y los de difícil clasificación. El cuento no es de reciente publicación ni de difícil hallazgo pero tengo que reconocer que no tenía la menor idea de su existencia. Por lo que veo, algunas amigas ya hace tiempo que lo utilizan en sus clases.

El cuento se titula ‘Por cuatro esquinitas de nada’, título preciso y precioso, a mi juicio. El autor es Jérôme Ruillier y está editado en España por la Editorial Juventud. Se puede encontrar en cualquier buscador. Tiene un montaje hermoso de voces infantiles, efectos sonoros y música sugerente. Dice así:

Cuadradito juega con sus amigos.

¡Ring! Es hora de entrar en la Casa Grande.

Pero Cuadradito no puede entrar, no es redondo como la puerta.

Cuadradito está triste.

Le gustaría entrar en la Casa Grande.

Entonces se alarga, se tuerce, se pone boca abajo, se dobla…

Pero sigue sin poder entrar.

- ¡Sé redondo!, le dicen los Redonditos.

Cuadradito lo intenta con todas sus fuerzas.

- ¡Te lo tienes que creer!, dicen los Redonditos.

- Soy redondo, soy redondo, soy redondo, repite Cuadradito.

Pero no hay nada que hacer.

- ¿Qué podemos hacer? Cuadradito es diferente, nunca será redondo.

- Pues te tenemos que cortar las esquinas, dicen los Redonditos.

- ¡Oh, no! Me dolería mucho.

Los Redonditos se reúnen en la Casa Grande y hablan durante mucho, mucho tiempo hasta que descubren que no es Cuadradito el que tiene que cambiar ¡Es la puerta!

Entonces recortan cuatro esquinitas, cuatro esquinitas de nada que permiten a Cuadradito entrar en la Casa Grande junto a todos los Redonditos.

He reflexionado (y escrito artículos y libros) sobre esta exigencia de la escuela que es la atención a la innegable diversidad. Uno de ellos, publicado hace años por la Universidad Uniminuto de Bogotá, se titula ‘La gallina no es un águila defectuosa’. Cada vez me resulta más inquietante ese carácter homogeneizador que tienen las instituciones educativas: todos, todos a la vez, todos lo mismo, todos de la misma manera y todos en los mismos tiempos. Por supuesto: todos y todas con la misma evaluación.

Me imagino a los treinta o cuarenta pacientes que un médico de familia atiende en una mañana, esperando su llegada a causa del retraso que ha provocado un desafortunado accidente de tráfico del doctor. Imaginemos que, cuando llega, les pide silencio e inmovilidad para diagnosticarlos. Les observa brevemente e, inmediatamente, extiende una receta de lo que todos y cada uno tienen que tomar y de lo que todos y cada uno tienen que hacer para solucionar el problema de salud que padecen y para mejorar el funcionamiento de su organismo. ¿Qué sucedería? No es difícil imaginarlo. Uno tendría graves problemas por ser alérgico al producto recetado, a otro no le serviría para nada y a un tercero le podría venir bien por pura casualidad. Cuánta razón tiene mi amigo José Antonio Bravo al poner el siguiente el título a un pequeño libro: ‘Enseñar desde el cerebro del que aprende’.

También he propuesto, para reflexionar sobre el tema de la atención a la diversidad la historia de Procusto, un bandido del Ática que construyó en la casa un lecho de hierro. Salía por las calles y detenía a los viandantes, les invitaba a cenar en su casa. Después de la cena les tendía sobre el lecho. Ajustaba la cabeza del individuo a la cabecera de la cama de hierro, lo extendía a lo largo y, si le sobresalían los pies o las piernas se los cortaba. Si el invitado era más corto que la cama, lo descoyuntaba para que se ajustase a las dimensiones de la cama. Es decir, que en lugar de ajustar las camas al tamaño del individuo, ajustaba el individuo al tamaño de la cama. Me preguntaba al finalizar el texto si la escuela no sería como el lecho de Procusto: un lugar en el que en vez de acomodar el currículum al tamaño de los alumnos, acomoda a los alumnos a las exigencias del currículum. Procusto significa el que descoyunta y fue ajusticiado por el rey Teseo que le aplicó el mismo castigo que él infligía a sus víctimas.

Importante cuestión sobre la que reflexioné en otro pequeño libro titulado ‘El pato en la escuela o el valor de la diversidad’. Una cuestión que no solo exige actitudes y prácticas sensibles a los docentes sino políticas inteligentes y generosas a los políticos.