jueves, 19 de junio de 2025

La socióloga francesa que se infiltró en las casas de los ultrarricos para desnudar cómo funciona la servidumbre moderna

Alizée Delpierre

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¿Qué pasa entre los ricos y sus criados de puertas para adentro?

Es una pregunta que ha seducido a escritores y cineastas por siglos.
 

La socióloga Alizée Delpierre decidió abordarla científicamente.

Le interesaba entender los sofisticados sistemas de servidumbre que construyen las personas más ricas del mundo dentro de sus casas para satisfacer sus necesidades y excéntricos deseos.

Alizée recorrió lujosos apartamentos en el centro de París y hermosas mansiones en la Costa Azul.

Escuchó a una mujer decirle a su criada: "Me pregunto si algún día va a entender que quiero dos cubitos de hielo, no tres". Una mayordoma le contó que su jefe desayunaba dos huevos y medio. Supo de casas en las que la distancia de los cubiertos en la mesa se debe medir milimétricamente.

Y fue un paso más allá. Se convirtió ella misma en niñera y ayudante de cocina a medio tiempo para una mujer de la aristocracia parisina. Terminó incluso yendo a vivir durante unos meses a la residencia de la familia en China como au pair (cuidadora de niños).

El resultado de su investigación de años sobre el tema es Servir a los ricos, un libro, recientemente publicado en español, en el que se adentra en las relaciones de codependencia que tienen lugar en los lujosos salones de las residencias francesas, pero que, con algunas diferencias, pasan también en el resto del mundo.

Yendo a lo más profundo de la intimidad de los ricos, la socióloga revela lo que el trabajo doméstico tiene que ver con problemas del mundo globalizado como la inmigración y la desigualdad.

Y plantea preguntas sobre el dinero y el poder relevantes para personas de cualquier clase social.

Delpierre es investigadora del Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia. Lo que sigue es una versión editada de su conversación con BBC Mundo.

La socióloga Alizée Delpierre describe la relación entre los ricos y sus criados como una "explotación dorada".

Tu libro ha generado mucho interés, porque parte de tu investigación consistió en infiltrarte en la casa de los millonarios. ¿Qué te permitió esa metología?

Bueno, la infiltración no fue lo único que hice.

Primero hice muchas entrevistas con ricos y con criados y criadas. Y con estas logré conseguir mucha información sobre la relación entre los patrones y los criados.

Pero yo también quería estudiar la relación entre los criados mismos, y para eso no me estaban sirviendo.

Al convertirme en una criada en las casas de los ricos, pude ver que entre los criados hay jerarquías, hay relaciones de amistad, de amor, pero también competencia.

Son personas que pueden ganar mucho sirviendo a los ricos, pero que tienen que mostrarles a sus patrones que trabajan muy bien, que son dóciles, que escuchan todas las órdenes, etc. A veces, eso crea una competencia.

En el libro describes la relación entre los patrones y los criados como una "explotación dorada". ¿A qué te refieres?

"Explotación dorada" es un oxímoron que me sirve para explicar que los criados están en una situación de explotación porque trabajan de manera ilimitada, pero, así como trabajan mucho, ganan mucho.

Yo misma vi cómo, a pesar de que yo era una criada solo de medio tiempo, los patrones me pedían que trabajara mucho más de lo que habíamos acordado.

Entonces, los criados que trabajan en las casas de los ricos todos los días, que duermen allí -porque esa es una condición para trabajar para los ricos-, trabajan todo el día y también la noche.

Por ejemplo, las mujeres que cuidan a los niños casi no duermen. Tienen que dormir en las camas o en las habitaciones de los niños, así que no duermen muy bien por la noche. Y en el día tienen que cocinar para los niños, salir con ellos, etc.

Es un tipo de explotación, porque no tienen tiempo de hacer otra cosa que trabajar.

La parte "dorada" es que ganan muchísimo: €3.000, €4.000, €5.000, hasta €12.000 al mes (el salario mínimo mensual en Francia es de €1802). Si comparamos a los criados con el resto de la población que trabaja, hacen parte de los ricos.

También reciben muchos regalos muy caros: el teléfono, ropa, comida, etc.

Me sorprendí mucho en las casas de los ricos al ver que los regalos para los criados podían ser ropa de Chanel, un bolso de una marca que no conocía porque es solo para los ultrarricos, etc.

Delpierre señala que las personas que trabajan en las casas de los ultrarricos están en situación de explotación, porque solo tienen tiempo para trabajar.

Entonces, estos criados tienen mucho dinero, tienen muchos regalos muy caros, pueden comer la comida de los ricos, duermen en las casas de los ricos que son muy grandes y bellas. Tienen muchas condiciones materiales que son muy buenas.

La explotación dorada es un sistema que consiste en que, entre más dinero y más regalos les dan los ricos a sus criados, más legitimados están para pedirles que trabajen más.

Entonces, se crea una especie de deuda. Los criados creen que tienen que trabajar para compensar los regalos y el dinero que les han dado.

Es evidente que en este tipo de trabajo lo laboral se mezcla con lo personal. ¿Qué efecto tiene esto? ¿Cómo describirías esa relación emocional entre los ricos y sus criados?

Cuando vives con una persona, sea quien sea, inevitablemente terminas teniendo una relación que no es solo de trabajo.

Hay emociones, hay afección, hay amor, amor para los patrones, amor para los niños de los patrones. Es una relación casi familiar.

Decir que los criados son parte de una familia no se puede entender solo como una retórica hipócrita. Las emociones son reales.

De hecho, es justamente porque los criados hacen parte de la familia que los ricos se permiten pedirles más de lo que se le podría pedir a otro tipo de trabajador.

La sociología que ha estudiado las relaciones intrafamiliares ha mostrado que es en las familias donde se encuentran las formas más marcadas de dominación y de violencia. Y eso pasa porque no hay nadie que pueda ver lo que pasa en la intimidad de la casa.

Como los criados hacen parte de la familia, los ricos los ven como personas que pueden utilizar como quieran, pero también, por ejemplo, se preocupan por su salud y la de sus familiares. Me encontré con muchos criados que viven en las casas de los ricos con sus niños, y los ricos pagan la escuela, la comida, el médico, etc.

Es ambivalente.

Según Delpierre, las dinámicas que rigen el servicio doméstico en la actualidad no distan mucho de las del pasado.

Hay entonces una cercanía innegable, pero también en el libro describes que hay una cierta distancia. ¿Cómo marcan los ricos esa distancia con sus criados?

De muchas maneras.

Una de ellas es espacial. En las casas de los ricos, los criados no pueden andar por todas las partes de la casa. No pueden utilizar la piscina, no pueden ir a la parte de la casa donde los ricos se reúnen con sus amigos. No pueden circular libremente.

En las más grandes que vi, hay corredores diferentes para los criados y para los jefes, para que los jefes no vean siempre a los criados.

Otra manera en que los jefes ponen distancia es cambiándoles los nombres de los criados. Si tu nombre es Juan, te pueden decir Joseph, por ejemplo.

Y hay una racialización en ese cambio de nombre. Cuando los criados son extranjeros, y es el caso de muchos de los criados hoy, los jefes les cambian los nombres por un nombre francés. Es una violencia simbólica, como dice Pierre Bourdieu.

Hay patrones que les ponen siempre el mismo nombre a sus criados. Por ejemplo, la niñera siempre se llama María. Si llega una nueva niñera, es María.

Es una manera de mostrar la superioridad del rico sobre las otras personas, que son despersonalizadas.

Es imposible pasar por alto el hecho de que la enorme mayoría de las personas que se dedican a este trabajo son mujeres, algunas de ellas negras o latinas. ¿Qué lugar tienen esas identidades? ¿Cómo se ponen sobre la mesa el género y la raza en el trabajo doméstico?

La raza y el género en el mercado del trabajo doméstico son centrales en la manera de reclutar a los criados.

Es un mercado en el que no te vendes con un currículum. No necesitas diplomas y tampoco los hay.

Los patrones tienen que identificar otras cualidades para elegir a los mejores criados, y lo que termina pasando es que las habilidades son esencializadas.

Por ejemplo, solo las mujeres pueden ocuparse de los niños, porque se cree que tienen una tendencia natural a hacerlo, mientras que los conductores solo son hombres, por el prejuicio de que son quienes saben conducir bien. No encontré un solo niñero en las casas de los ricos.

En el mercado del trabajo doméstico también se ponen en juego muchos estereotipos raciales.

En el mercado del trabajo doméstico, el género y la raza son los principales criterios para contratar, explica la socióloga. Por ejemplo, en Francia se dice que las mujeres negras son cariñosas. Y entonces los patrones quieren mujeres negras para cuidar a los niños pequeños. Ahí hay una representación muy racista y colonial de la mujer africana como destinada a tener muchos hijos y ser una madre.

Incluso los blancos están también racializados. Los ricos prefieren tener blancos o blancas en la cima de la jerarquía doméstica. Los mayordomos, por ejemplo, suelen ser de países europeos.

Por supuesto, los prejuicios no son exclusivos del mercado del trabajo doméstico, pero en este el género y la raza son los criterios primarios para elegir a los empleados.

El cine y la literatura muchas veces han representado la relación entre los ricos y sus criados. Tú misma mencionas en el libro Parásitos, la famosa película coreana de 2019. En esta y muchas otras historias, se muestra a unos ricos amenazados por la servidumbre. ¿Encontraste algo de esto en tu investigación? ¿Les tienen miedo los ricos a su servidumbre?

Es interesante, porque en estas películas se muestra siempre a unos criados que se vengan por toda la dominación que sus jefes han ejercido sobre ellos.

Pero la realidad es diferente. No encontré ningún criado que haya matado a sus jefes (risas). Sí encontré algunos que habían robado a sus jefes, pero es muy raro.

En la mayor parte de los casos, los ricos no tienen realmente miedo de los criados, porque saben que tienen todo el poder. Saben que, sin su dinero, los criados no son nada. Sin sus casas, los criados no tienen donde dormir.

Si un criado decidiera apelar a la justicia, los ricos tendrían todas las de ganar porque sus amigos son abogados. Tienen mucho capital social. Saben que son intocables. Saben que nada les podrían pasar. Los pocos casos que encontré en las cortes en los que un criado demandó a su patrón los ganaron los ricos.

Entonces no, no tienen miedo de los criados. De lo único que tienen miedo es de que se vayan, de que encuentren otra casa para trabajar. Por eso en el libro yo toco el tema de los sueños de los jefes.

Algunos jefes me contaron: "Esta noche soñé que mi niñera se iba y que yo no sabía cómo hacer con mis niños". Estas personas tienen sirvientes todos los días. No saben cocinar.

Una mujer me dijo que no sabía llevar a sus niños a la escuela, no sabía qué calle tenía que tomar, etc. Entonces tenía mucho miedo del día que su niñera le dijera "me voy a otra casa" o "estoy retrasada".

En Servir a los ricos, Delpierre estudia también las relaciones jerarquizadas que hay entre los criados.

En el libro también abordas la discusión que se ha dado recientemente sobre cuál es el vocabulario que se usa para hablar del trabajo doméstico y qué es lo políticamente correcto. En español, por ejemplo, ahora se procura hablar de "trabajadores domésticos", no de "sirvientes" o "criados". ¿Cómo se habla del tema en las casas de los ricos? Y tú, ¿tienes alguna postura al respecto?

En francés, los ricos suelen hablar de domestiques o bonnes.

Domestiques deriva en la palabra en latín domus, que significa casa.

Y es importante, yo pienso, poner el acento en la palabra casa. La particularidad de estas relaciones es que ocurren en la casa. Es un espacio de trabajo muy especial. Atípico. Es el espacio de la familia, del secreto, de la intimidad, etc., y por eso se dan las relaciones como se dan.

Me parece inconveniente usar términos institucionales, como trabajo doméstico, porque esconden la dominación. Y, por supuesto, no es que esté en contra de la lucha de los trabajadores que defienden que se reconozca que es un trabajo.

Pero no es por hablar de "trabajadores domésticos" que las condiciones de los trabajadores mejoran y la relación con sus patrones cambia.

La realidad de las condiciones de trabajo de los criados hoy es prácticamente la misma que ha habido a lo largo de la historia.

Como socióloga, decidí quedarme solo con la palabra domestiques y no con el término trabajadores domésticos para señalar la continuidad histórica entre la domesticidad de hoy con la de antes.

Si usamos "trabajo doméstico", marcamos una ruptura frente al servicio doméstico de la vieja Europa. Y mi postura como científica es que, aunque algunas cosas han cambiado, es la misma domesticidad.

Millones y millones de mujeres en el mundo, sobre todo pobres y migrantes, son criadas. Y más y más personas están contratando personas para que trabajen en sus casas por horas, como au pair, etc.

Ahí hay una pregunta pendiente para todos, no solo para los ultrarricos: ¿Qué hacemos con el trabajo doméstico? ¿Lo deberíamos hacer nosotros mismos? ¿Le deberíamos pagar a otro por hacerlo? ¿Le deberíamos pedir a nuestros familiares que nos ayuden gratuitamente?

Es una pregunta muy universal.

Alizée Delpierre es investigadora del Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia.

miércoles, 18 de junio de 2025

_- Esperanza Aguirre: “A la larga, la dictadura fue mejor que la II República”.

La expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, este miércoles en el Café Comercial de Madrid.
La expresidenta madrileña, madrina política de Ayuso, pide al PP que imite al ultra Milei Dice Isabel Díaz Ayuso en el prólogo del libro de Esperanza Aguirre Una liberal en política (Deusto), que los madrileños tienen “una deuda de gratitud” con ella, presidenta de la región durante nueve años. Pero su mandato acumula casos de corrupción (Lezo, Púnica, Gürtel, Ciudad de la Justicia...) y sus antiguos cargos (Ignacio González, Francisco Granados, Alfredo Prada, Alberto López Viejo...) reúnen peticiones o condenas de decenas de años de prisión que la ministra con José María Aznar aún minimiza, pese a que dimitió por los escándalos. Este fin de semana participa en un acto con el presidente argentino, Javier Milei, el exdiputado de Vox Iván Espinosa de los Monteros y el periodista Iker Jiménez, habitual propagador de bulos. Fuera de la primera línea desde 2017, Aguirre (73 años) trata de inyectar su “liberalismo radical” en el PP. De momento, la prologuista de su nuevo libro es su mejor alumna.

Pregunta. Dice: “La derecha debería hacer suyas muchas de las propuestas que predica Milei. Aunque solo sea porque, como Thatcher y Reagan, provoca la violencia de todos los seguidores del social-comunismo”. ¿A qué se refiere con violencia? ¿Le gustaría ver a un Milei en España?
Respuesta. Con lo de la violencia me refiero a violencia verbal, a que los excita. Y me encantaría ver un Milei en España, pero aquí a nadie le gusta presumir de motosierra. Con una gran dosis de histrionismo que aquí nos choca, ha conseguido atraer a la juventud.

P. Vincula el nacimiento de Vox a la renuncia del PP a la defensa de sus principios y valores. ¿Le ha hecho Vox en estos años alguna oferta para pasarse a sus filas?
R. No. Conozco bien a Santiago Abascal y es una persona estupenda. Discrepo en muchos temas con Vox, por ejemplo, yo soy partidaria del Estado autonómico, pero estoy de acuerdo en lo más importante: la unidad de España, la defensa de la propiedad, de la vida, del imperio de la ley... El nacimiento de Vox lo vinculo, sobre todo, al incumplimiento del programa electoral del PP. En 2011 teníamos una mayoría de 186 escaños y no cumplimos el programa. Montoro [Cristóbal, ministro de Hacienda] subió los impuestos, de lo que curiosamente está muy orgulloso; íbamos a cambiar el método de elección del Consejo General del Poder Judicial, Alberto Ruiz-Gallardón llegó a presentar el proyecto y lo tuvo que retirar, seguramente le obligaron. No derogamos la ley de memoria histórica... Zapatero, y en eso hay que copiar al adversario, nada más llegar, retiró a las tropas de Irak, derogó el Plan Hidrológico Nacional y suspendió la entrada en vigor de la Ley de Calidad de la Educación.

P. En este libro revela algún dato más, que no contaba en Yo no me callo, sobre el congreso del PP de Valencia de 2008. Afirma que Pedro J. Ramírez, entonces director de El Mundo, le pidió que presentase su candidatura frente a la de Mariano Rajoy y que Aznar y Francisco Álvarez Cascos, a los que llegó a consultar, se lo desaconsejaron. ¿Qué peso diría que tiene hoy su corriente, el liberalismo “radical”, como usted misma lo llama, en el PP?
R. La noche electoral, Viri [Elvira Fernández, esposa de Rajoy] me dijo: ‘Por favor, dile que lo deje’. Y no se lo dije. Sabía que presentarme era prácticamente imposible porque había que tener 600 avales de compromisarios electos, Madrid tenía 200 y a mí solo me apoyaba el País Vasco de María San Gil. Y además se casaba mi hijo. Si Mariano hubiera hecho lo que parecía que iba a hacer la noche electoral, es muy posible que yo me hubiera presentado. Consulté, efectivamente, con Cascos y Aznar y los dos me dijeron que lo mejor era que se presentara Mariano. ¿Y qué peso tiene hoy mi corriente en el PP? Diría que peso pluma, pero en dos temas fundamentales se ha tomado la decisión liberal: vivienda [en contra del criterio de control de precios] y energía nuclear [a favor].

P. En la página 119 del libro dice: “Esta confusión que lleva a muchos a creer que es el Estado el que crea puestos de trabajo es la misma que lleva a muchos a creer que es el Estado el que tiene la responsabilidad de educar a sus hijos o cuidar de la salud de las personas o de ocuparse de las personas mayores”. Pero en la página 194 asegura que ha sido la derecha “la que mejor ha asegurado el Estado del bienestar”. Parece una contradicción: ¿Usted cree o no en el Estado del bienestar?
R. Yo no creo en el Estado de bienestar para nada. Creo que los ciudadanos tienen que elegir por sí mismos la educación que quieren para sus hijos. Esto de que los hijos no son de los padres, que nos dijo Celaá [Isabel, exministra de Educación] me parece un disparate. Y el Estado no tiene por qué ocuparse de la sanidad de todos.

P. Pero si no hubiera sanidad pública, mucha gente no podría permitirse un ingreso hospitalario, un trasplante...
R. La Sanidad pública la pagan las comunidades autónomas. A mí no me parece mal que haya sanidad o educación públicas, una cosa más que se puede elegir.

P. Hay gente que no tiene capacidad de elegir, esa capacidad suele darla el dinero.
R. No. Tú puedes elegir entre los colegios concertados o públicos y lo mismo en la sanidad si eres funcionario. Se podría dar a toda la población esa capacidad de elegir y, de hecho, en Madrid, conseguimos que las listas de espera bajaran porque dábamos a elegir: si quieres menos de 30 días, te vas a esta clínica privada y la pagábamos nosotros, y si quieres quedarte en tu hospital público, hay esta cola y tendrás que esperar lo que sea.

P. ¿Que la administración destine recursos al sector privado no termina deteriorando al público?
R. Todo lo contrario. La competencia siempre es favorable. Cuando la administración pública funciona en monopolio es el desastre.

P. Los profesores de la pública no lo ven igual.
R. Yo lo que hago es dar a elegir. A los socialistas no les gusta que los demás elijan, les gusta la clientela cautiva. Y a esos profesores de la pública les gustará eso, pese a que están mejor pagados.

P. “Hoy existe en España un marcado caudillismo. Lenin, Stalin, Mao, Castro, Chávez, Maduro y Kim Jong-un han sido o son los sinónimos de sus regímenes. Igual que Sánchez, cuyos rasgos de despotismo narcisista son evidentes y cuya pasión por mandar es indiscutible”. ¿En qué ve similitudes entre Kim Jong-un y Sánchez o entre Corea del Norte y España?
R. Entre Corea del Norte y España yo no veo similitudes. Lo que veo es que Sánchez es narcisista, enfocado solo a mantener el poder a cualquier precio. Un mentiroso compulsivo al que solo le importa el relato, no la verdad, y por ese camino vamos. Sánchez ha cogido la ideología de todos los que le han apoyado, la de los independentistas, que es romper España, y la de los comunistas, que quieren quitar a Felipe VI y poner a un sucedáneo de Maduro, que muy bien podría ser Sánchez.

P. ¿Aznar no era era narcisista? ¿Conoce a algún candidato a la presidencia de un gobierno, incluida usted misma, que no haya querido mandar?
R. Yo no diría que Aznar era narcisista. Y todos los candidatos que conozco lo que querían era aplicar un programa.

La expresidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre, en el Café Comercial en Madrid este miércoles. Jaime Villanueva

P. En el libro es más amable con Franco que con Sánchez. Sostiene que el presidente del Gobierno persigue “una dictadura disfrazada de democracia” y del dictador asegura: “Quitando los primeros años, en los que el régimen de Franco usó saludos y formas falangistas, parecidos a los fascistas de Mussolini, el resto del tiempo fue, sencillamente, un régimen autoritario muy preocupado por el orden público, que permitió la aparición de la clase media con múltiples oportunidades de progresar” y que “muy pronto fue reconocido por el resto de países occidentales como el que había evitado que en España triunfara el comunismo”. ¿El encarcelamiento de miles de presos políticos y las torturas en la sede actual del Gobierno madrileño eran muestras de preocupación o represión? ¿Se puede hablar de oportunidades cuando el Régimen multó a los familiares de miles de fusilados, incautó sus bienes, los depuró de sus puestos de trabajo y forzó al exilio a miles de personas?.
R. Era una dictadura represiva, pero permitió que surgiera la clase media. Claro, a los que habían matado ¿cómo iban a tener oportunidades de progresar? Pero España creció de una manera exponencial.

P. ¿Considera, como cree que hicieron el resto de países occidentales, que el golpe de 1936 estaba justificado “para evitar que en España triunfara el comunismo”?
R. Para evitar que en España triunfara el comunismo no. El golpe del 36 estuvo causado por el asesinato de José Calvo Sotelo. Si el Gobierno de entonces hubiera reaccionado ante eso, no sé si Franco se hubiera unido a la conspiración que existía, pero aquello fue la gota que desbordó el vaso. Y lo que digo es que en la II República no se respetaban los derechos, los medios de comunicación no podían publicar cosas que no gustaran... No fue para nada un régimen de libertades.

P. ¿Y el que vino después sí? ¿La dictadura fue mejor?
R. No creo que fuera mejor en los primeros años, pero a la larga sí fue mejor.

P. Sostiene que la ley de memoria es “nefasta” y que “ha resucitado odios y rencores”. ¿Qué casos de enfrentamiento conoce a raíz de esta legislación, que lleva aplicándose desde 2007?
R. Están retirando algunas cosas que no se entiendo por qué y mantienen la estatua de Largo Caballero, el Lenin español.

P. ¿Cree que debería haber hoy estatuas o calles dedicadas a Franco?
R. No, pero no se pueden borrar 40 años de la historia de España, que tienen muchísimas cosas negativas, hechos vergonzosos, pero también hechos positivos. Lo que digo es que lo que pretende la ley es imponer un relato falso. A nosotros nos daban una asignatura que se llamaba Formación del Espíritu Nacional y no imponían el relato.

P. ¿Cree que el franquismo no impuso un relato en la dictadura?
R. Por supuesto que pretendían imponerlo. Desconozco si se impuso o no.

P. ¿Ha leído las leyes de memoria que considera nefastas y que llama a derogar?
R. La primera la leí en su día y el primer artículo me gustó muchísimo, luego ya no, pero de esto hace mucho tiempo. La nueva [la de 2022] no la he leído.

P. Relata que cuando le comunicó al Rey que dimitía, en 2012, él le respondió: “Eso es lo que yo tendría que hacer”. ¿Qué opina de los escándalos que rodean hoy al rey emérito?
R. Pienso que quien esté libre del pecado, que tiene la primera piedra.

P. Pero la ejemplaridad debería formar parte de una institución como la monarquía, ¿no?
R. Evidentemente. Por eso tenemos a un Rey que es ejemplar.

P. ¿Le decepcionó el comportamiento de su padre?
R. No. El rey Juan Carlos ha hecho por España mucho más que cualquier otra figura histórica porque teniendo todos los poderes, se los cedió al pueblo español. Una cosa es lo que hizo el Rey por España y otra cosa es que haya tenido sus fallos, como los tenemos todos.

P. ¿Acertó Felipe VI al retirarle a su padre la asignación presupuestaria?
R. El rey Felipe hizo en todo momento lo que creía que tenía que hacer.

P. Cargos del PP en sus gobiernos acumulan decenas de años de condena de cárcel por corrupción o tienen aún causas pendientes con la justicia. Cuentas en el extranjero, testaferros, contratos amañados, financiación ilegal, dopaje electoral … Dedica buena parte del libro a celebrar su gestión al frente de la Comunidad de Madrid, pero apenas alude a esos escándalos de corrupción, salvo para decir que sigue sin saber por qué González entró en la cárcel ¿Conoce otros gobiernos en España con esa acumulación de cargos procesados y esos años de condena?
R. Mire dónde estamos ahora: Leire, Ábalos, Koldo, Aldama...

P. En esos casos aún no hay condenas. En los que afectan a sus gobiernos hay varias, y causas aún pendientes.
R. Con Prada la sentencia reconoce que no se ha llevado un duro, pero lo que creen que hizo mal es que en la Ciudad de la Justicia dedicó mucho dinero a promocionarla [El proyecto fue presentado 72 veces y llevó aparejado viajes pagados a Nueva York o Singapur. El acto de colocación de la primera piedra costó más de un millón] y solo hizo un edificio. Si resulta que malversar si no te lo llevas al bolsillo es bueno si eres nacionalista y si eres consejero autonómico no... A Granados lo condenaron por hablar con un Guardia Civil [fue condenado por un delito agravado de aprovechamiento de revelación de secreto por funcionario público para destruir pruebas y esconder dinero y además le piden ocho años por la financiación ilegal y tiene otras causas pendientes]. López Viejo fue condenado [a 27 años de prisión] porque se llevaba comisiones y yo lo condeno, pero al lado de Ábalos, ¡vamos!

P. Al igual que Vox, critica con dureza la Agenda 2030, los objetivos de Naciones Unidas para el desarrollo sostenible. Dice que es la agenda de los comunistas. ¿La ONU es comunista?
R. Total. Milei dio un discurso sensacional en la ONU explicando que cuando se crea es un organismo bienintencionado, pero que ha derivado en unas agendas disparatadas, como la 2030. Los artículos los apoyamos todos, pero el modo de llevarlos a cabo, el “sostenible”, el “inclusivo”... son palabras comunistas.

P. ¿Qué tiene de comunista la palabra “sostenible”?
R. Que no podemos tener energía abundante y barata. La agenda 2030 pretende empobrecernos y, de hecho, Europa se está empobreciendo por culpa de esa agenda.

P. Afirma que cultivó su ideología liberal, entre otras cosas, leyendo The Economist. La revista coronó a España como la mejor economía avanzada de 2024. ¿Se ha dado de baja en la suscripción?
R. Esa suscripción fue hace 40 años. The Economist ya no es lo que era. Mucho mejor el Daily Telegraph [periódico conservador que apoyó el Brexit y que ha asegurado, sin pruebas, que el apagón se debió a un supuesto experimento de las autoridades españolas para saber cuánta generación verde era capaz de digerir el sistema eléctrico nacional ante un futuro escenario sin nucleares].

https://elpais.com/espana/2025-06-05/esperanza-aguirre-a-la-larga-la-dictadura-fue-mejor-que-la-ii-republica.html 

Aguirre, sin sonrojarse

Leo la entrevista realizada a Esperanza Aguirre, publicada en su periódico el 5 de junio, y me quedo atónita. ¿Es posible que de verdad se crea lo que dice en sus respuestas? Respuestas, por otra parte, teñidas de ese desparpajo rayano en la cara dura que ejercen tanto ella como su alumna predilecta, y envueltas en un decálogo neoliberal despiadado. Pero, claro, como ya escribió alguien hace años, Aguirre es una señora que ha perdido hacía mucho tiempo la capacidad de sonrojarse. 

Izaskun Azurmendi. Madrid 

(De cartas al director de El País)

martes, 17 de junio de 2025

Rebecca Solnit: «Silicon Valley y la IA son enemigos de la democracia y del clima»

Fuentes: Climática


La escritora estadounidense, que se ha convertido en una referencia global para el feminismo, defiende en Madrid “una resistencia climática radical, pero alegre y optimista”, y cuestiona la “ideología aislacionista” que proponen los ultrarricos de Silicon Valley: “Vivimos en una pandemia de soledad global”.

A los 64 años, Rebecca Solnit, escritora, historiadora y autora de una veintena de libros sobre un amplísimo abanico de temas (el feminismo, la historia de la cultura occidental y los indígenas de Estados Unidos, el poder popular, los cambios sociales y los movimientos de insurrección, la esperanza y los desastres climáticos, entre otros), se define como una activista medioambiental. Pero su militancia es novedosa, poco común en la lucha climática. Está empecinada en construir relatos sobre un “futuro posible”, en resaltar los “éxitos sin victorias” –un litigio perdido contra una petrolera que genera una mayor sensibilidad social; la inauguración de un parque eólico que no elimina los combustibles fósiles pero que suma un escalón en la descarbonización– que, sin el eco de los medios de comunicación y de las redes sociales, abundan a lo largo y ancho del planeta.

En su primera visita a Madrid y con su nuevo libro recién publicado, El camino inesperado (Lumen), Solnit participó este martes en el Centro de Cultura Contemporánea Condeduque –auditorio con entradas agotadas– de una charla abierta con la periodista, escritora e investigadora Marta Peirano, especializada en las relaciones entre tecnologías informáticas y el poder.

La autora estadounidense, convertida en un faro para el feminismo tras popularizar el término mansplaining en su libro Los Hombres me explican cosas, entregó muchas reflexiones, hilvanadas todas desde una irrenunciable filosofía: el mundo necesita luchar por el pan (alimentos, techos, energía, trabajos, educación), pero también “muchas rosas”, placer, cultura, naturaleza, belleza y alegría. “El placer es clave en cualquier resistencia. El anticapitalismo y la resistencia climática pueden ser radicales, pero también alegres”, señaló.

Solnit advirtió que “la amnesia es una debilidad para la democracia” y lamentó que estemos caminando a un mundo “sin memoria”, donde toda la información que se consume en el plano digital fomenta un “presente sin pasado”. Esta desmemoria colectiva, agregó, es amiga del “derrotismo” y el “catastrofismo”.

Puso el ejemplo de la “revolución de las energías limpias”, que “poco a poco” están permitiendo lo impensado tiempo atrás: la merma de los combustibles fósiles. “La acción climática es invisible para mucha gente porque los avances son lentos. Pero el crecimiento de estas energías en los últimos 25 años es impresionante”, afirmó.

También se refirió a la desazón global que generó la pérdida del derecho al aborto en Estados Unidos. “Se ha perdido la protección federal, pero muchos estados la conservan. Al ampliar la lente, uno ve que en Argentina, España y México, por mencionar algunos países, se ha ganado este derecho. Es decir, la panorámica más amplia es de ampliación de derechos, no de retroceso. Yo nací y me crié en un mundo sin este derecho. No hay tantas derrotas como parecen”, insistió.

Un problema para Solnit es estar rodeada “de gente que se rinde fácilmente”. “Mi trabajo es convencer a esta gente que no nos podemos dar el lujo de rendirnos, de la necesidad de una contrahistoria. La historia está llena de sorpresas. El pesimismo es fácil. Pero lo cierto es que el mundo cambia, no siempre es predecible y no siempre va a peor”, profundizó sobre la bandera de la esperanza.

Escasez artificial

Gran parte de su disertación giró en torno al triunfo de “la ideología aislacionista”, perpetuada desde Silicon Valley, con tecnologías que están generando una “pandemia de soledad global” –niños que odian los teléfonos porque interfieren en la relación con sus padres, por ejemplo– y con un ChatGPT que es “un simulador de inteligencia muy poco fiable”. Contó que en Estados Unidos muchas empresas de salud usan la inteligencia artificial para decidir las coberturas que se aprueban y las que se rechazan. “Corremos el riesgo de que la inteligencia artificial nos lleve a la estupidez global”, analizó.

Y agregó: “Necesitamos un psicólogo o novio de la inteligencia artificial como si hubiese escasez de seres humanos. El capitalismo crea todo el tiempo escasez artificial, de eso se alimenta el capitalismo. Necesitamos construir el mundo de la escasez en un mundo de la abundancia. Esto es un proyecto contracapitalista. La escasez no es real. Hay un problema enorme de distribución”.

Calificó a los ultrarricos de “miserables”, de “hombres insaciables” que fomentan el aislamiento social y la desmemoria. “Elon Musk dice que no podemos permitirnos alimentar a niños hambrientos y cierra un departamento de ayuda internacional. Silicon Valley y la IA ya son un enemigo de la democracia y del clima”. Lo que los gigantes tecnológicos no saben, dijo Solnit intentando rebatir la supuesta perfección de la IA, es que “una buena carta de amor nunca la podrá escribir ChatGPT”.

El neoliberalismo nos cuenta una historia reducida de nosotros mismos

Sobre la necesidad de romper el circulo contagioso de la desesperanza, la escritora se aferró a la “enorme resistencia” de las personas más afectadas por el cambio climático, de quienes, cada vez con más frecuencia, pierden todo en catástrofes ambientales. Nombró el caso del huracán Katrina –que vale también para la DANA en Valencia–, donde la gente altruista y solidaria socorrió a sus vecinos antes de la llegada de los equipos de rescates y de las cámaras de televisión.

“La gente no se siente poderosa porque está acostumbrada a esas películas de superhéroes en las que salvan al mundo. No vemos la historia más común, cómo las personas invisibles cambian el planeta”, razonó. “He aprendido que los medios no cuentan estas historias. Gente que en esos momentos de angustia ha encontrado sensación de comunidad, de conexión, de propósito, de vida pública. El neoliberalismo, al final y al cabo, nos cuenta una historia reducida de nosotros, pero somos capaces de construir historias más allá de la de simples consumidores privatizados”, resumió.

lunes, 16 de junio de 2025

«Bola de confusión»: la depresión que viene

Fuentes: Prison Radio 


Cuando pensamos en la economía, la mayoría de nosotros sentimos una «bola de confusión»; esto no es solo una gran canción de la época de R & B (Ritmo y Blues). La frase significa que están sucediendo cosas alrededor que no dejan de confundirnos y por lo tanto, de desestabilizarnos. Porque al estar confundidos, no es posible moverse. Psicológicamente es ser como un venado inmovilizado por los faros.

Pensemos en la economía de hoy. Estamos entrando en la «era de las tarifas», casi sin precedente en la historia moderna estadounidense. Según los tipos del Fondo Monetario Internacional –especialistas en obtener y guardar dinero que hablan de la acumulación capitalista– la caída en la actividad económica en Estados Unidos se está acercando a tasas comparables a las de 1932. Cuando escuché estas palabras, un escalofrío me recorrió los huesos, porque 1932 marcó la Era de la Gran Depresión.

Escucharán en cada canal, con la posible excepción de Fox o Newsmax, a un economista diciendo que nos estamos acercando a una recesión. Una recesión significa dos trimestres de actividad económica a la baja, o sea, varios meses, seis meses o más.

Nadie se atreve a usar “la palabra con d”, y no me refiero a la democracia. “La palabra con d” es depresión, una de las palabras más temidas en el idioma inglés, pero el FMI acaba de hablar de esto. Sus voceros no simplemente sacaron cualquier número al decir 1932. Hablaron en lenguaje económico para decirles a otros economistas, historiadores y analistas que la economía se está acercando a una depresión. Y esta noticia debería preocupar a todos los que vivimos en este país.

Es cierto que la gran mayoría de la actividad económica en Estados Unidos es generada por los consumidores. Esto significa que cuando la gente sale a comprar, se convierte en el motor de la economía estadounidense. Y por eso la economía estadounidense es tan robusta. Pero si eso es cierto, lo contrario también lo es. Cuando haya una falta de ese tipo de actividad económica, entonces la recesión y, sí, la depresión, están en el futuro.

No es nada que celebrar, sino algo en lo que pensar y considerar muy seriamente.

Con amor y sin miedo, soy Mumia Abu-Jamal.

Estos comentarios se graban por Prison Radio. prisonradio.org

13 de mayo de 2025

The Temptations. Ball of Confusion 

domingo, 15 de junio de 2025

La enseñanza en América Latina: una práctica aún desconectada de la ciencia del aprendizaje.

Según el informe PISA 2022, el 75% de los jóvenes de 15 años del territorio no alcanza el nivel mínimo de competencia en matemáticas, y más de la mitad no logra dicho nivel en lectura y ciencias

Si alguien del siglo XIX nos visitara hoy, probablemente lo que más reconocería sería una escuela y la forma en que enseñamos. La ciencia cognitiva nació en 1885 con el trabajo del psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus, quien explicó por qué olvidamos gran parte de lo que se nos enseña en la escuela y cómo contrarrestar esta “curva del olvido”.

A lo largo del último siglo, esta disciplina ha florecido (en academia), logrando avances significativos en la comprensión científica de cómo aprenden los seres humanos y generando un sólido cuerpo de evidencia sobre cómo optimizar la enseñanza y el aprendizaje. El aprendizaje es, ante todo, un proceso cognitivo. Sin embargo, los expertos en ciencias cognitivas siguen operando al margen del sistema educativo —incluyendo la formación docente, el liderazgo escolar y los procesos de transformación educativa. Lamentablemente, los sistemas educativos —incluidos los de América Latina— continúan enseñando como si este conocimiento no existiera. Esta desconexión entre la ciencia del aprendizaje y las prácticas en el aula constituye uno de los obstáculos más graves para mejorar la calidad educativa y promover el desarrollo socioeconómico en la región.

Los educadores siguen aplicando enfoques guiados más por la intuición o la tradición que por la evidencia científica. Se privilegian las clases magistrales, las prácticas mecánicas, las tareas descontextualizadas y las evaluaciones memorísticas, aun cuando las investigaciones demuestran que el aprendizaje profundo requiere motivación intrínseca, conexión emocional, práctica deliberada, metacognición, funciones ejecutivas, codificación dual, práctica de recuperación y retroalimentación oportuna, entre otros elementos.

Según el informe PISA 2022, el 75% de los jóvenes de 15 años en América Latina no alcanza el nivel mínimo de competencia en matemáticas, y más de la mitad no logra dicho nivel en lectura y ciencias. En países como República Dominicana, Panamá, Paraguay y Guatemala, más del 70% de los alumnos se ubican por debajo del nivel básico. Esto sugiere que, más allá de factores estructurales como la pobreza o la infraestructura, las prácticas pedagógicas actuales no están generando aprendizaje significativo.

Estas cifras son alarmantes, pero aún más preocupante es que los estudiantes más vulnerables son quienes más sufren las consecuencias. La brecha de rendimiento entre estudiantes de distintos niveles socioeconómicos persiste e incluso se amplía: el 88% de los alumnos de bajo nivel socioeconómico no alcanza la suficiencia en matemáticas, frente a un 55% entre sus pares más privilegiados. La región enfrenta no solo un reto de calidad educativa, sino también un desafío estructural de equidad.

En América Latina, los sistemas educativos atraviesan una doble crisis: bajos niveles de aprendizaje que no desarrollan las habilidades necesarias para acceder a empleos dignos en una economía moderna, y un profesorado sin las herramientas para provocar aprendizaje, lo que los deja frustrados y sobrecargados. Naturalmente, tanto el estudiante como el docente resienten un sistema que inhibe el éxito de sus esfuerzos.

Esta crisis es el reflejo de una causa raíz frecuentemente ignorada: prácticas de enseñanza basadas en intuiciones, más que en investigaciones científicas sobre el aprendizaje humano. Según el informe de la OCDE (Unlocking High-Quality Teaching, 2025), los docentes dependen de mitos o creencias anecdóticas sobre cómo aprenden los estudiantes. Al mantener la enseñanza desligada del aprendizaje, se fomenta de manera indirecta la inequidad extrema y el subdesarrollo socioeconómico, ya que pocos estudiantes logran desarrollar su potencial académico y profesional.

La brecha entre cómo se enseña y cómo se aprende ha sido ampliamente documentada por investigadores destacados en ciencia cognitiva durante décadas. Como afirma Sanjay Sarma, profesor del MIT y autor de GRASP: “No solo podemos poner en práctica los descubrimientos de la ciencia cognitiva, estamos éticamente obligados a hacerlo; los beneficios [de alinear la enseñanza con la ciencia del aprendizaje] son tan profundos que la inacción en este punto equivaldría a una mala praxis”. A pesar de ello, una alineación significativa sigue siendo esquiva.

Una investigación realizada por COGx entre el 2023 y 2024 reveló que más del 93% de los docentes tienen conceptos erróneos o creen en mitos sobre cómo aprenden los estudiantes, mientras que menos del 2% puede explicar las habilidades cognitivas que sus alumnos necesitan para aprender. Esta desconexión no solo impide la inclusión con personalización efectiva, pero también fomenta la inatención, desmotivación y desinterés por aprender de los estudiantes. Rara vez los educadores reciben formación en la ciencia del aprendizaje o en prácticas pedagógicas basadas en evidencia.

De forma similar, el informe 2024 de la Academia Nacional de Educación de EE UU (Reimagining Balanced Assessment Systems) advierte que la enseñanza y la evaluación guiadas por la intuición conducen a objetivos mal alineados y a resultados desiguales. Plantea la necesidad de marcos de evaluación coherentes y equilibrados, basados en evidencia sobre la motivación y el aprendizaje, en lugar de depender de medidas superficiales del rendimiento académico. Los docentes necesitan herramientas no solo para evaluar, sino para comprender si su enseñanza se alinea con principios comprobados de la ciencia cognitiva y el desarrollo emocional.

Un análisis reciente de ERIC (Education Resources Information Center) y recomendaciones de la OCDE coinciden en las siguientes prioridades urgentes para los países de la región: reconocer la importancia de la ciencia cognitiva en la educación, que hasta ahora ha permanecido al margen de las políticas educativas; transitar hacia una docencia basada en evidencia: capacitar a los docentes en principios de la ciencia del aprendizaje y asegurar que los planes de estudio, metodologías y evaluaciones estén alineados con lo que se sabe sobre cómo aprenden las personas; transformar la formación docente inicial y continua: garantizar que universidades y centros de formación preparen a los futuros maestros para aplicar prácticas pedagógicas basadas en evidencia científica y que cuenten con oportunidades constantes de actualización; y fomentar comunidades profesionales de aprendizaje: crear espacios donde los docentes puedan reflexionar, observarse mutuamente, compartir prácticas y construir una cultura colaborativa de mejora continua.

Incorporar estas ideas exige replantear cómo se prepara, apoya y retiene a los docentes. Los distritos escolares deben invertir en desarrollo profesional que integre modelos de aprendizaje holísticos, que consideren el papel de la cognición, el comportamiento y las emociones en el aprendizaje (basados en evidencia) y que promuevan una alfabetización evaluativa sólida. Equipar a los maestros con estrategias fundamentadas en la investigación puede ayudar a provocar el aprendizaje y asegurar que todos los estudiantes, sin importar su origen, reciban una educación eficaz y transformadora.

En lugar de seguir preguntándonos por qué los estudiantes no aprenden, deberíamos preguntarnos por qué seguimos enseñando de maneras que no funcionan. Es hora que los expertos en educación inviten a los expertos en ciencias cognitivas a diseñar y transformar los sistemas educacionales.

sábado, 14 de junio de 2025

El transistor


Su tamaño y encapsulado definen cuánta potencia puede disipar


El transistor es el componente electrónico más famoso de la historia. Gracias a su creación, se propulsó el desarrollo de muchas tecnologías, como las computadoras, los celulares, los satélites, el internet y prácticamente cualquier dispositivo electrónico de consumo que tenemos actualmente. Por esto y otras razones, la invención del transistor es considerada una de las más importantes del siglo XX.


Antes de 1947, los tubos de vacío (o válvulas electrónicas) eran los componentes principales en los circuitos electrónicos para amplificar señales o actuar como interruptores. Sin embargo, eran grandes, frágiles, calurosos y poco eficientes.

Había una necesidad urgente de encontrar un reemplazo más confiable, pequeño y duradero… y ahí es donde entran los protagonistas.

Los tres científicos trabajaban en los Laboratorios Bell, un centro de investigación de AT&T:

John Bardeen: físico teórico, especialista en mecánica cuántica.

Walter Brattain: físico experimental, experto en superficies de materiales.

William Shockley: físico y líder del equipo, tenía un enfoque más gerencial y teórico.

En diciembre de 1947, Bardeen y Brattain lograron construir el primer transistor de punta de contacto, un dispositivo capaz de amplificar señales electrónicas.

Shockley, molesto por no haber participado directamente en ese momento, trabajó por su cuenta y, al poco tiempo, diseñó un tipo más eficiente de transistor: el transistor de unión, que se convertiría en la base de la electrónica moderna.

En 1956, los tres recibieron el Premio Nobel de Física por su invención. Sin embargo, hubo tensiones entre ellos: Shockley fue polémico por dejar fuera del reconocimiento a otros miembros del equipo. Eventualmente, fundó su propia compañía, Shockley Semiconductor, que jugó un papel clave en la creación de Silicon Valley.

Posteriormente a la invención del primer transistor, inició una avalancha de innovaciones. En 1950, aparecieron los primeros productos comerciales con transistores, usados principalmente en radios portátiles, más ligeras y resistentes que las de válvulas. Pocos años después, Texas Instruments fabricó el primer transistor de silicio, más resistente que el de germanio. En 1959, Mohamed Atalla y Dawon Kahng, en Bell Labs, inventaron el transistor MOSFET (transistor de efecto de campo de óxido metálico). Este era mucho más pequeño, eficiente y escalable, dando inicio a la revolución de la electrónica digital.

De 1960 a 1970 se empezaron a combinar varios transistores en un solo chip, y nació el concepto de microchip, dando paso a la creación de microprocesadores.

Actualmente, se fabrican transistores de solo unos nanómetros de tamaño. Se usan en procesadores como los de Intel, AMD, Apple, entre otros. Pero también se están investigando nuevas tecnologías, como los transistores cuánticos, transistores de un solo electrón y transistores orgánicos. Tal parece que el transistor vino para quedarse y continuará evolucionando en los años por venir.

viernes, 13 de junio de 2025

«La austeridad sirve para disciplinar a la clase trabajadora» Entrevista a la profesora de Economía Clara E. Mattei

Fuentes: CTXT [Foto: Anton Brink]


Con la publicación de El orden del capital, traducido por Isadora Carolina Prieto y Anna Hernández y editado por Capitán Swing, Clara E. Mattei (Italia, 1988) pone en nuestras manos una de las intervenciones más incisivas sobre la historia y el presente de la austeridad. Profesora de economía y directora del Centro de Economía Heterodoxa (CHE, por sus siglas en inglés) en la Universidad de Tulsa (Oklahoma), Mattei explica en esta entrevista que la austeridad no es un instrumento técnico destinado a sanear las finanzas públicas. Por el contrario, se trata de una herramienta política de dominación del capital frente al trabajo, destinada a reforzar el poder del primero, reprimir la disidencia del segundo y clausurar toda posibilidad de un futuro alternativo al establecido como inevitable. A través del análisis histórico del periodo de entreguerras y su eco en el presente –desde las guerras arancelarias de Trump hasta las luchas por la autogestión y la democracia económica–, esta profesora desmantela el mito de la neutralidad de los “expertos” económicos y reivindica el conocimiento popular y la organización colectiva como claves para imaginar otro orden y construirlo.

Quisiera empezar por su proceso de investigación para el libro. ¿Hubo momentos o etapas, en cuanto a los archivos o marcos teóricos, que fueron especialmente importantes para el desarrollo de su trabajo?

A veces se subestima lo mucho que las fuentes primarias nos hablan todavía a día de hoy. A menudo expresan ideas muy actuales, pero de forma más directa. En el trabajo de archivo se encuentra de todo, pero cuando das con documentos que expresan claramente la lógica de la austeridad –como el “trabaja duro, vive con esfuerzo, ahorra”–, por ejemplo, en las conferencias de Bruselas o cuando lees cartas como la de Montagu Norman, gobernador del Banco de Inglaterra, apoyando abiertamente a Mussolini –donde dice que fue “el hombre adecuado en un momento crítico”–, esos momentos son reveladores. Confirman que lo que estás reconstruyendo encuentra un fuerte respaldo en las visiones de quienes hicieron la historia en aquel momento.

¿Por qué eligió centrarse en Gran Bretaña e Italia en el período de entreguerras? ¿Qué había de particularmente destacable en ese momento para su enfoque?

Lo hice principalmente porque conozco los idiomas, lo cual es esencial para trabajar con fuentes primarias. Pero también porque Italia y Gran Bretaña ofrecen un contraste muy revelador, que se supone potencialmente opuesto, tanto ideológica como institucionalmente. Por un lado, la cuna del liberalismo parlamentario y el imperialismo; por el otro, un país más atrasado que también es el lugar de nacimiento del fascismo. Y sin embargo, lo interesante es cómo ambos gestionaron de forma similar el capitalismo tras la Primera Guerra Mundial, especialmente frente al empoderamiento de la clase trabajadora, que puso en cuestión dos pilares fundamentales del orden, como son el trabajo asalariado y la propiedad privada de los medios de producción. En ambos casos recurrieron a tecnócratas para justificar políticas de austeridad, idénticas a las que hoy se utilizan para extraer de la gente sus recursos y socavar su poder, con el objetivo de mantener la economía como un ente aparentemente eterno e invencible. Pero esta “invencibilidad” es en realidad el resultado de una intervención estatal activa, no de un libre mercado. El laissez faire es una construcción ideológica: es el Estado interviniendo para beneficiar a las élites económicas. Y eso sigue ocurriendo hoy.

¿Qué paralelismos ve entre los regímenes de austeridad que estudia y los impulsos de austeridad posteriores a 2008 o al covid, u otras políticas recientes?

Creo que hay una clara continuidad tanto en cómo se justifican como en cómo se aplican estas políticas. Su propósito sigue siendo debilitar a la clase trabajadora. Lo que llamo en el libro la “trinidad de la austeridad” –disciplina fiscal, monetaria y laboral que se traduce en recortes del gasto social, privatizaciones y reformas laborales regresivas– es un patrón recurrente en la historia del capitalismo. En el trabajo que estoy desarrollando ahora, trato de mostrar cómo incluso en los llamados “años dorados” esta lógica estuvo presente, de igual modo que lo ha seguido estando desde la década de los setenta hasta la actualidad.

A mi modo de ver, la austeridad está en el ADN del capitalismo. No puede haber capitalismo sin austeridad. No es solo una reacción temporal ante crisis o desafíos revolucionarios en los que la gente puede llegar a cuestionar la economía, sino una necesidad estructural: el sistema, al basarse en la subordinación de la mayoría, es frágil y necesita de una protección constante. Se crean así las condiciones políticas de manera continua para la reproducción del orden del capital. Europa ha sido un laboratorio de esta lógica de austeridad industrial, con privatizaciones, desregulación y precarización laboral. En EEUU, esto se refleja en los contratos por horas no garantizadas y salarios bajos, que trasladan el riesgo económico directamente al trabajador.

La militarización no rompe con la lógica de la austeridad; al contrario, la refuerza.

Por otro lado, algunos han querido ver en el auge del militarismo en la Europa actual una forma de intervencionismo keynesiano posneoliberal, pero eso es un reductivismo engañoso. La militarización no rompe con la lógica de la austeridad; al contrario, la refuerza. Se recortan gastos sociales con el pretexto de rearmarse, lo que canaliza recursos públicos hacia corporaciones privadas. Esto no empodera a los trabajadores, porque el gasto social podría fortalecerles y poner al sistema en problemas. Por el contrario, redirigir los recursos hacia unos pocos da sustento a un sistema de lucro privado, incluso a lomos de guerras sin fin como la de Ucrania o la destrucción genocida de Palestina. Todo para incrementar el valor de las acciones de las corporaciones, no solo de armamento, sino también tecnológicas como Google o Microsoft, que hacen millones gracias a ello, por ejemplo, a través de contratos con el ejército israelí.

En definitiva, la lógica del lucro está en contradicción directa con las necesidades humanas. La economía actual no está hecha para servir a las personas, sino para extraer, explotar y destruir a expensas del clima, generaciones futuras y gente inocente, y es importante decirlo con claridad.

La austeridad no tiene nada que ver con combatir la inflación

¿Qué tipos de resistencia a la austeridad surgieron en el período que estudió, y cómo fueron reprimidos o cooptados? ¿Cómo resuena eso en la actualidad, también a la hora de pensar la austeridad como una herramienta para clausurar la aparición de futuros alternativos?

El período de 1919-1920 muestra cuán exitoso e inteligente fue el proyecto de la austeridad. No en términos de equilibrar presupuestos, porque nunca lo hace –de hecho, es muy costoso–, sino en lo que se refiere a su capacidad para reprimir las expectativas de cambio y aumentar la explotación del trabajo. La austeridad no tiene nada que ver con combatir la inflación, como se vende, sino con disciplinar a la clase trabajadora.

Una de las claves para eso fue lo que, en términos gramscianos, denominaríamos la construcción del consenso social. Para frenar los impulsos transformadores del proletariado, como los consejos obreros donde los trabajadores tomaban decisiones económicas y participaban en la construcción de nuevas instituciones, los “expertos” impusieron la idea de que solo ellos entendían la economía. Así, deslegitimaron el conocimiento popular y comunitario, y comenzaron a difundir el mito de que no hay clases sociales, sino solo individuos, y que el experto habla en nombre del bien común de todos, de toda la nación.

Esta retórica técnica y “apolítica”, que reestablecía el equilibrio económico, fue fundamental para neutralizar toda alternativa. Con ello, se redujo el campo de análisis en favor de una supuesta objetividad, se naturalizaron instituciones como la propiedad privada y el trabajo asalariado –sin cuestionar sus fundamentos históricos–, y luego se universalizó este orden como si fuera inevitable. Así surge la idea thatcheriana de “no hay alternativa” [TINA, por sus siglas en inglés].

Las universidades hoy están organizadas precisamente para evitar que el conocimiento sea empoderador

Entender cómo los “expertos” sirven de coacción social por medio de la trinidad de la austeridad y cómo se construye esta autoridad “experta” es un acto de empoderamiento. Nos permite deconstruir la falsa objetividad del discurso económico dominante y reabrir la posibilidad de pensar alternativas a este. Es importante señalar que las universidades hoy están organizadas precisamente para evitar que el conocimiento sea empoderador para los estudiantes, razón por la cual muchos de ellos en la actualidad se rebelan contra cómo se les educa.

En última instancia, la clave está en recuperar el conocimiento colectivo como herramienta de transformación, y entender cómo este se ha intentado suprimir históricamente aplicando la austeridad también a la producción de conocimiento.

¿Qué le llevó precisamente a interpretar la austeridad como un arma política y no como una solución técnica o científica? ¿Y cómo le sirvió para desarrollar la noción de “orden del capital”, como la forma esencial de las relaciones sociales bajo el capitalismo?

Al estudiar la historia, muchas intuiciones teóricas, como las del marxismo, se vuelven evidentes. Por ejemplo, que el capital no es una cosa, sino una relación social, es algo que los economistas nunca tienen en cuenta. La economía dominante –incluso en versiones progresistas como la de Piketty– sigue tratando al capital como algo técnico, como dinero o insumos para la producción, lo cual define al capital en términos que lo fetichiza y lo universaliza. Sin embargo, el sistema económico se basa en las personas. El primero en darse cuenta de esto fue Marx, que dijo que la economía se fundamentaba en las relaciones sociales entre personas, lo cual la convierte en una disciplina política por definición, porque remite al poder y las relaciones de poder, a quién toma las decisiones y quién se beneficia de la producción.

Desde esa mirada, empezamos a pensar de una forma más emancipatoria: si este es un sistema político, ¿qué le da continuidad y qué mecanismos se activan para ello? Entonces, la austeridad se presenta como una herramienta clave para sostener ese orden del capital. No es la única, pero sí una forma muy clara de gestión social: sirve para contener y moldear a la sociedad según los intereses del capital. Y si esto es así, también podríamos organizarnos socialmente de otra forma.

Lo interesante es que en momentos históricos como este, incluso figuras como Trump, aunque desde una agenda opuesta, han dejado en evidencia que la economía es profundamente política. Con sus aranceles, por ejemplo, ha roto con la narrativa de que la globalización es un proceso natural e inevitable para los seres humanos. Por supuesto, no lo hace para liberar a los trabajadores, a los que les está aplicando severas políticas de austeridad –por ejemplo, cortando dos billones de dólares en gasto social y reduciendo más de cuatro billones en impuestos a las empresas y los ricos, como parte de una guerra contra los pobres. Pero Trump está mostrando, por un lado, que no hay economía separada de las decisiones políticas y, por otro, paradójicamente, que el sistema es potencialmente modificable.

Esto es interesante porque, al final, si tomamos en serio la dimensión social, histórica y política de la economía, deberíamos abrir más espacio a experiencias presentes que cuestionan los pilares fundamentales del capitalismo que ya mencioné: el trabajo asalariado y la propiedad privada de los medios de producción.

Ya que menciona esto, quería preguntarle sobre el vínculo entre la austeridad, como instrumento histórico para disciplinar a la clase, y las guerras arancelarias actuales, que Trump y otros se esfuerzan en presentar como políticas en favor del empleo nacional, aunque el costo real recaiga precisamente en la clase trabajadora. ¿Cree que los aranceles funcionan también como una herramienta para gestionar el descontento complementaria a la austeridad?

Es una buena forma de plantearlo. Esta guerra arancelaria funciona como una herramienta para gestionar el descontento social, aunque la efectividad de sus resultados sea incierta. La idea de que los trabajadores estadounidenses se beneficiarán de estas guerras comerciales es pura fantasía: las corporaciones solo reubicarán empleos si el entorno para la producción y la generación de beneficios les resulta favorable, y con el nivel de automatización actual, eso es muy improbable.

Lo que sí está claro es que los trabajadores tendrán que hacer frente a precios más altos, ya que las empresas aprovechan cualquier excusa para subirlos y aumentar sus beneficios, incluso si los costos reales no lo justifican. En un país donde el 52% de las familias no pueden cubrir sus necesidades básicas y el 78% vive al día, esto agrava una situación ya crítica. La gente está en estado de pobreza extrema en este país, y los aranceles no van a ayudarles.

Mientras tanto, la austeridad clásica continúa, con recortes brutales a programas sociales como Medicaid, Medicare o la educación pública, que afectan sobre todo a los más vulnerables. Esto ya no convence ni siquiera a la base de Trump, así que los aranceles sirven más como narrativa del “hacer América grande de nuevo” que como solución real. En definitiva, encubren un sistema que sigue extrayendo riqueza de los trabajadores, al tiempo que exponen las contradicciones de un orden global en crisis.

Lo que está claro es que EEUU es un imperio en decadencia. Está perdiendo. China y los BRICS son ya un poder económico muy superior, y EEUU busca reafirmar su poder mediante gestos agresivos, pero poco efectivos. Es una farsa que va a acelerar su aislamiento. Esto, combinado con su apoyo incondicional a Israel, Netanyahu y el genocidio en curso, está deteriorando tanto su poder económico como su legitimidad política en el mundo.

Escuchar a Trump decir que podría adueñarse de Gaza, después de haber asesinado y desplazado a quienquiera que quede, es un signo inequívoco de que EEUU no puede representar más el centro de cualquier pacto mundial que nos propongamos, que es algo de lo que todos los liberales en este país todavía están convencidos. Algunos incluso dicen eso de que “Trump es malo, pero no tan malo como otras alternativas”, en referencia a Rusia, China o lo que tengan en mente. ¿En serio? Así que es interesante ver cómo incluso esos liberales que están tan convencidos de la superioridad estadounidense no tienen capacidad para defender lo que está sucediendo. Es una gran farsa. Y Europa debería dejar de ser tan servil a EEUU, pero no creo que lo haga.

Quería ahondar en el tema de la guerra arancelaria como síntoma de una crisis más profunda de legitimidad del orden del capital, similar a la que describe tras la Primera Guerra Mundial. Si así fuera, ¿qué tipo de orden cree que podría surgir de este momento?

Evidentemente, no se trata solo de EEUU frente al resto del mundo. Más bien, lo que se está haciendo cada vez más obvio es que hasta la esperanza de conseguir un trabajo alienante y mal pagado en industrias insostenibles como la automotriz ya no es suficiente ni deseable como horizonte de vida. Hay que imaginar algo mejor para las próximas generaciones.

Están sucediendo muchas cosas importantes. Existen muchas iniciativas subterráneas y poco visibilizadas que ofrecen alternativas reales y exigen retomar las raíces de experiencias sobre las que he escrito. Una de ellas es la autogestión obrera, una demanda histórica clave para una verdadera democracia económica, porque permite que las personas participen en las decisiones sobre sus condiciones materiales de vida y fomenta modelos de producción sostenibles y comunitarios que no se basan únicamente en el lucro. Porque una vez que los trabajadores refuerzan los lazos con sus comunidades, priorizan la sostenibilidad ecológica de estas. Hay grandes ejemplos concretos en el mundo, como el del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST) en Brasil, que ha desarrollado exitosamente proyectos agroecológicos autogestionados e inspiran a muchos movimientos a presionar a los gobiernos para recuperar la tierra.

@AlejoPedregal
Fuente:

jueves, 12 de junio de 2025

Cómo tener una conversación difícil sobre algo que te afecta (y por qué conviene no evitarla)

Dos mujeres conversan con una taza de te en la mano.

Fuente de la imagen,Getty Images

Pie de foto,Si la idea de tener que expresar lo que sientes te revuelve el estómago, la psicóloga Kimberley Wilson tiene un plan.
  • Au
¿Cómo le dices a tu amigo que algo que ha estado haciendo te duele? ¿O cómo hablas con tu madre sobre algo espinoso? ¿O pides un aumento de sueldo? ¿O incluso le pides a tu pareja que pruebe algo nuevo en la cama?

Todos, en algún momento, hemos tenido o tendremos algún conflicto, tensión, preocupación o incomodidad que preferiríamos borrar de nuestras vidas.

En muchos casos, lo que se requiere es una buena conversación... y algunas son difíciles.

La naturaleza de la conversación difícil es que no sabes lo que va a pasar, y podría ser malo: te puede hacer sentir vulnerable y expuesto, y es posible que obtengas información que no quieres.

Es por eso que tratamos de evadirlas.

Si solo pensar en este tipo de conversaciones te revuelve el estómago, no estás solo.

La mayoría evitamos momentos como esos, pero ¿qué tan importante es afrontar nuestros problemas interpersonales de frente?

"Hay una gran cantidad de situaciones difíciles, ¿verdad? Si quieres un ascenso, si estás en una relación y tal vez tu vida sexual ya no es tan buena, si tienes un amigo y las cosas se están poniendo un poco raras o distantes o algo ha cambiado y no sabes qué es, si tu mamá está constantemente criticando tu cuerpo...", le dice a la BBC la psicóloga colegiada Kimberley Wilson.

"Necesitas tener una conversación difícil con esa persona, quien quiera que sea, para que la situación cambie: todo lo que quieres está al otro lado de esa conversación.

"Pero a veces creemos que, si ignoramos el problema, simplemente desaparecerá.

"No es así".

Y eso trae repercusiones.

Cuando no hay honestidad, la relación deja de ser profunda, y al mantener el silencio, se acumula el resentimiento.

El resultado puede ser un estallido, lo cual es mucho más destructivo que una conversación, o un adormecimiento de la relación, pues terminas simplemente dejándola ir.

Eso es una pena, particularmente porque hablar podría cambiarlo todo.

Si la idea de tener esas conversaciones difíciles te repele y estás a punto de dejar de leer, Kimberley Wilson tiene un plan para ayudarte a enfrentarlas.

Paso a paso

El plan tiene 10 pasos, y "los primeros tres son de preparación".

"No se trata de lanzarse directamente, sino de cómo nos preparamos psicológicamente.

"El primer paso es pensar en los costos reales del statu quo:

Hasta qué punto siento que evitar la conversación está mellando mis valores de honestidad y autenticidad.

Cómo el evitar la conversación está afectando otras cosas en mi vida.

Cómo al no demostrarme coraje a mí mismo, me estoy impidiendo crecer y ser más valiente de otras maneras". Piensa que al no expresar lo que sientes, de cierta manera estás diciéndote que no eres una persona valiosa, que no consideras que vale la pena defender tus sentimientos, ni valoras la honestidad, o tus metas, o a ti mismo.

En otras palabras, la incomodidad imaginada de la conversación es más importante que el malestar real que estás sintiendo.

¿Cómo hacerlo? Planeando, preparándose y concientizándose de los beneficios, incluso si las cosas no resultan bien.

"El paso #2 es: Haz lo contrario. Piensa en los beneficios: ¿Qué podrías lograr con esa conversación?", plantea Wilson.

"Ten en cuenta que los beneficios puede que sean solo para ti. Eso es muy importante, porque a menudo una de las razones por las que posponemos estas conversaciones es que pensamos que no tiene sentido porque no puedes cambiar a la otra persona.

"El secreto es que ese no es el punto.

"El propósito importante de la gran conversación es demostrarte a ti mismo que eres alguien a quien vale la pena defender. Tal vez no consigas lo que quieres de la otra persona, pero sí lo que quieres de ti mismo.

"Posiblemente te quedará la sensación de que efectivamente puedes hacer cosas difíciles: tuviste la conversación que te parecía imposible, y si pudiste hacer eso, ¿de qué más serás capaz?

"Y a menudo, incluso si la otra persona no puede o no está dispuesta a cambiar, te respetará más por ser tú mismo", indica la psicóloga.

El paso #3 es hacer un análisis del costo-beneficio.

"Mira tus dos listas y piensa si vale la pena", explica.

"No hace falta que vayas por el mundo teniendo todas y cada una de las conversaciones difíciles.

"Tenemos una cantidad finita de energía y tenemos una cantidad finita de relaciones, y la idea es poner el esfuerzo donde tiene que ir".

Si decides que, al fin y al cabo, no vale la pena, perfecto.

Si consideras que es necesario hablar, hay otros 7 pasos que te pueden ayudar.

Tenemos que hablar

El paso #4 es pedir apoyo.

"Habla con un amigo u otro ser querido y dile: 'Estoy a punto de hacer esto que me parece realmente aterrador o desalentador. ¿Puedo contar con tu apoyo?'.

"Es bueno saber que hay alguien a tu lado".

El siguiente paso es iniciar la conversación. Recuerda que si tú estás nervioso, la otra persona también. "Es el más difícil", apunta Wilson.

"De hecho, hay varios ejemplos de gente haciéndolo muy mal, a menudo usando la que podría ser una de las peores frases del lenguaje humano: 'Tenemos que hablar'".

Da hasta escalofríos, así como "necesito decirte algo".

"Te provoca una sensación horrible porque está repleta de ambigüedad, y a la mente humana no le gusta la ambigüedad", sostiene la experta.

Ese vacío de certeza tendemos a rellenarlo con nuestros peores miedos: me van a gritar, me odian, se viene alguna catástrofe.

"Así que nunca, nunca, nunca empieces una conversación con frases como esas".

La psicóloga sugiere aprovechar la tecnología moderna.

"Ayuda, porque puedes enviar un mensaje, diciendo algo como: 'He estado pensando en nuestra relación, y realmente quiero estar lo más cerca posible. ¿Estarías dispuesto a conversar? ¿Cuándo funcionaría para ti en la próxima semana?'.

"Así que le estás dando a la persona un aviso, estás pidiendo un tiempo en un futuro cercano, y les estés dando una opción.

"Y en ese momento pueden decir que no. Pueden decir que en realidad no están interesados en hablar".

Pero si se niegan a hablar contigo, ¿no es algo terrible?

"No tanto", opina Wilson, "porque si dicen que no, entonces todavía puedes decirte a ti mismo algo realmente importante: 'lo intenté. Di ese paso'. En todo caso, obtienes los beneficios del coraje y el esfuerzo.

"Y luego puedes hacer la pregunta de seguimiento: ¿Por qué no? Y si te dicen que sencillamente no pueden o quieren hacerlo, no hay problema, pues al menos ya saben que algo está pasando".

La ventaja es que no tienes que seguir fingiendo.

Así no se dé la charla, "hay un poco más de realidad y un poco más de honestidad en lo que está pasando".

Y puedes reevaluar la relación y tomar una decisión.

"¿Continúo dirigiendo mi energía, mi inversión y mi afecto hacia esta persona, o puedo redirigirla hacia quienes están más interesados en tener una relación real conmigo?

"El solo intentar tener la conversación te da opciones".

Ahora, si la persona está dispuesta a hablar contigo...

El consejo de la psicóloga: escribir.

Paso #6: prepararse.

"Cuando estamos en una situación emocionalmente tensa, es probable que nos sintamos ansiosos y cuando nos invade la ansiedad, la parte de nuestro cerebro que controla los impulsos, la planificación, el pensamiento y la razón, se apaga.

"Tienes que prepararte para eso".

Wilson señala que algo muy útil en estas situaciones es escribir lo que quieres decir, y no sólo como guía en caso de que te sientas abrumado y pierdas el hilo, sino como una carta que le podrías dar a la otra persona.

"Tenemos que tener en cuenta los sentimientos de la otra persona. Puede que también esté nerviosa e incluso que la hayas tomado por sorpresa, pues no tenía ni idea de lo que estabas sintiendo".

Si le puedes dar lo que escribiste, esa persona puede leerlo cuando esté más tranquila, y tener tiempo para asimilar y procesar todo.

Y así, inexorablemente, llegamos al momento de tener la conversación.

El temido paso #7

Ahora sí vas a tener la conversación, y la psicóloga sugiere que sea en persona, si es posible.

"Una de las razones por las que tenemos rostros tan expresivos es porque la comunicación no verbal es muy importante, y gran parte de los matices y la ternura se pueden perder cuando están escritos".

Recomienda además volver a hablar del tema.

"No esperes resolver todo en una sesión de media hora.

"Cuando la adrenalina baja, ambos pueden asimilar lo dicho, y tienen la oportunidad de darle sentido a lo que está sucediendo. Así que siempre sugiero tener una semana entre la parte 1 y la parte 2 de la conversación.

"Esencialmente, esos son los últimos pasos, es decir, 8, 9 y 10", que son...

Pareja en un banco sentada, conversando, de espaldasFuente de la imagen,Getty Images Pie de foto,Hay unas conversaciones difíciles muy delicadas, como aquellas en las que lo que quieres expresar es tu preocupación por el bienestar de un ser querido.

#8. Dale tiempo a la otra persona para pensar y responder.

Puede que la otra persona no supiera que te sentías así o que estuviera abrumada por las emociones. Aunque quieras respuestas o explicaciones, es justo complacerla. Muestra curiosidad por su punto de vista.

#9. Recuperar y regular

Las emociones afectan físicamente al cuerpo y es probable que esta sea una conversación intensamente emotiva. No planees hacer nada después. Despeja tu agenda y haz espacio para actividades que te ayuden a reducir tus niveles de estrés y emoción, como caminar por la naturaleza, escribir en un diario o simplemente dormir.

#10. Retoma la conversación

No esperes resolver tu problema en una sola sesión. La otra persona sentirá muchas emociones y también necesitará tiempo para recuperarse y procesar la conversación.

Quizás podrías esperar una semana y luego enviarle un mensaje como: "¿Te parece bien que tengamos otra conversación?".

Entonces, no se trata de buscar conflictos en tu vida, perseguir retazos de antagonismo, confrontar a cada persona que se oponga a ti de alguna manera.

Pero hay relaciones que realmente importan, y resolver asuntos problemáticos requiere tiempo, esfuerzo y, en algunos casos, comprensión.

Unas de las más delicadas de esas conversaciones difíciles son las que tienes con seres queridos que de alguna manera se están haciendo daño a sí mismos.

"Si estuviera preocupada por alguien, esencialmente seguiría los mismos pasos. La diferencia es que necesitas más paciencia porque puede ser que en ese momento no sean capaces de tolerar o siquiera escuchar lo que tienes que decir.

"Lo importante es que eso se alojará en el fondo de sus mentes para cuando estén listos, y entonces sabrán que te preocupas por ellos y que los quieres tanto que tuviste la valentía de hablarles para decirles básicamente que los amas.

"No hay soledad más grande que sufrir y pensar que nadie se ha dado cuenta".

Hablar de lo que nos preocupa "puede acercarnos de una manera mucho más real, y eso se convierte en una base para un poco más de honestidad, un poco más de autenticidad, un poco más de introspección, y tal vez un poco más de generosidad si esas situaciones se vuelven a presentar", concluye Kimberley Wilson.

"Ese es el poder de la conversación difícil".