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jueves, 21 de julio de 2016

NEIL DEGRASSE TYSON / ASTROFÍSICO: “Quizás el próximo Einstein se está muriendo de hambre en Etiopía”. El sucesor de Carl Sagan incide en que la educación y la ciencia son la mejor arma contra el fanatismo religioso.

Neil deGrasse Tyson (Bronx, EE UU, 1958) es uno de los divulgadores científicos más reconocidos del mundo. Este astrofísico ha sido el relevo del gran Carl Sagan al frente de la nueva versión de la serie Cosmos, que despertó tanto éxito como vocaciones científicas en todo el mundo. De Grasse estudió en el Instituto de Ciencia del Bronx (Nueva York), un centro público de enseñanza media muy selectivo especializado en matemáticas y ciencia. Al terminar, el propio Carl Sagan lo llamó para que fuera a verle con la intención de ficharlo para su universidad, Cornell. De Grasse prefirió Harvard, pero dice que aprendió de Sagan “el tipo de persona en quien quería convertirse”. El astrofísico asiste por primera vez al festival Starmus, que se celebra hasta el sábado en Tenerife, donde ofreció esta entrevista a Materia.

Pregunta. España atraviesa una crisis económica durante la que se ha recortado mucho en ciencia y conocimiento ¿Qué le diría al próximo presidente del Gobierno de España si le pidiera consejo?
Respuesta. No, mis palabras no serían para el presidente, sino para quienes le han elegido. Necesitas que entiendan por qué un político debería o no tomar ciertas decisiones. Parecería que lo eficiente es hablar con el líder del Gobierno porque él está al mando, pero supón que tu presidente dice: ”Sí, vamos a invertir más en investigación y desarrollo”, y el público dice: “No, pero espera, tengo hambre ahora, soy pobre”. Entonces deja de funcionar, las políticas no consiguen hacerse realidad. Tienes que entender el valor de la investigación y el desarrollo. Y entonces, cuando el jefe de Gobierno decida hacerlo, todo el mundo le apoyará, no habrá debate, porque todo el mundo entiende la importancia. Si pones en marcha una serie de inversiones, unas que esperas rentabilizar en el corto plazo, otras a medio y otras a largo, siempre hay un flujo de descubrimientos que puedes señalar como resultados de tu inversión. Eso podría funcionar, siempre habría algo de qué hablar, algo inventado en España, una nueva máquina, un nuevo tratamiento médico, tecnología... Esas son las economías que liderarán la civilización a lo largo del siglo XXI.

P. Usted dice que del instituto del Bronx (Nueva York) en el que estudió han salido ocho premios Nobel, igual que en toda España, y la mayoría no son de ciencia, sino de literatura ¿Qué supone eso?
R. Los Nobel en literatura son algo muy bueno. Comunicación, ideas, historias. Es una parte fundamental de ser humano, compartir las historias de otros. Pero os tenéis que preguntar si en España os conformáis con eso, o queréis más. Si la gente no quiere más, está bien, pero entonces no os podéis quejar de que la economía no sea tan competitiva como otras en Europa o el resto del mundo. Yo preguntaría, ¿tenéis ferias de ciencia donde los estudiantes hacen sus proyectos y reciben reconocimiento por pensar de forma científica sobre el mundo? Por ejemplo, ahora estamos en el festival Starmus. Me pregunto dónde están las grandes empresas que deberían estar apoyando un evento así. Posiblemente crean que esto no es importante. Se equivocan. Importa a todo el mundo, para su futuro, incluido el económico. Puedes elegir no hacerlo, pero irás a remolque del resto del mundo, de los que inventan. Tus enfermedades se curarán gracias a los esfuerzos en investigación de otros países. No hay nada malo, pero tendréis que pagar por ello.

P. Igual los empresarios piensan que no hay un retorno económico en este tipo de iniciativas…
R. Ah claro, el retorno no vendrá en este trimestre, nada en el informe anual de actividad, es algo que llegará mucho después. La reina Isabel la Católica sabía eso. Cuando envió a Colón a su expedición no estaba pensando en recuperar su inversión el próximo año. Sabía que estaba apostando a largo plazo en el futuro de España. Y en ese caso particular podemos discutir si el imperio español fue algo bueno o malo, pero desde luego fue algo, reflejaba una visión de país. Así que si no reinviertes tus beneficios en investigación verás cómo van a cero...

P. ¿Cree que los humanos nos hacemos cada vez más irracionales, más fanáticos?
R. Lo primero que puedes pensar es culpar a la gente que se comporta de esa forma, pero yo soy un educador y tengo una visión algo diferente. Creo que hay comunidades enteras que se sienten totalmente olvidadas. Hay un grupo de gente perfectamente formada inventando cosas, ganando más riqueza porque ellos han innovado. Si no eras bueno en tus clases de matemáticas o ciencia, si lo rechazabas o simplemente fuiste formado en otros valores, la primera reacción es rechazar todo eso, pensar: Eestáis todos equivocados, sois mis enemigos". Eso es muy humano. Esto nos lleva a un cambio en el sistema educativo para enseñar a la gente qué es la ciencia y cómo y por qué funciona. No es solo un conjunto de información que podrías ignorar o apartar porque así lo eliges. ¡La ciencia es la vida! Hay ciencia en todas partes, en todo lo que nos rodea, los materiales, los tejidos, los teléfonos, los automóviles... tu móvil se comunica con satélites GPS para que sepas dónde está la casa de tu abuela y que tienes que girar a la izquierda para llegar. Esto nos recuerda que tenemos que involucrar a todo el mundo en los nuevos descubrimientos tecnológicos, no crear un planeta donde unos los tienen y otros no. Porque estos últimos los rechazarán.

P. ¿Y el hecho de que se enseñe religión en las escuelas?
R. Hay dos tipos de verdades en este mundo. Están las personales, las cosas que sabes que son reales porque las sientes. Y luego hay verdades objetivas, esas que existen independientemente de lo que sientas por ellas. E=mc2, esa es una verdad objetiva. No importa si estás o no de acuerdo con ella, es una verdad. Las religiones son verdades personales. Para conseguir que alguien esté de acuerdo con tu verdad personal tienes que adoctrinarlos o hacerlo por la fuerza, por la amenaza de muerte. Ha habido muchísimas guerras en la historia porque unas personas tenían una verdad personal y otras otra. No había forma de resolver el conflicto de forma objetiva, así que se mataron para ver quién acaba dominando a quién. Esto es malo para la civilización. Lo mejor es que te guardes tu verdad personal para ti solo. Y si consigues llegar a ser el jefe del Estado, o alguien con poder y tienes que dictar nuevas leyes, en una sociedad libre no deberías basarlas en tus verdades personales, porque las estarías forzando sobre otros que quizás no las compartan. Si vives en un país con católicos, protestantes, musulmanes, hindúes y haces una ley que no se basa en una verdad objetiva, entonces se convierte en una receta para la guerra. Es el comienzo de una teocracia, no de una democracia. Es el principio del final de una democracia informada.

P. ¿Como civilización cree que evolucionaremos a un punto en el que dejemos de exterminarnos unos a otros?
R. Vivimos en el tribalismo. Los antropólogos saben que los humanos somos tribales por naturaleza. Está mi familia y mi pueblo y, si estás fuera, eres mi enemigo. Puedes preguntarte cómo de grande quieres que sea tu tribu. ¿Incluye a todo el mundo en la Tierra? ¿A todos los humanos? Esa es probablemente la mejor solución para la sociedad. Más que mi familia, mi ciudad, la gente que habla mi idioma, los que tienen mi aspecto... Y así tomas decisiones que benefician a todos y no son excluyentes. Para eso necesitamos que nuestra civilización evolucione, como dice.

P. Stephen Hawking cree que no duraremos otro milenio en este planeta. ¿Está de acuerdo?
R. Yo no estoy de acuerdo con la utilidad de esa idea. Puede que destrocemos este planeta y que tengamos que irnos a vivir a Marte. Pero antes habrá que transformarlo para que sea como la Tierra y enviar a unos cuantos miles de millones de personas allí. Si tienes la capacidad de transformar Marte de esa forma, también puedes cambiar la Tierra para que vuelva a parecerse a lo que era. No hay necesidad de irse. Puedes arreglar las cosas aquí antes que convertir otro planeta. Así que la solución de Hawking funciona muy bien como titular de prensa, pero en la práctica nadie haría eso, simplemente arreglaríamos la Tierra.

P. Antes ha hablado de la desigualdad como razón de rechazo de la ciencia y como raíz de radicalismo. ¿Estamos mejorando o empeorando en ese aspecto?
R. La educación es clave: tener líderes bien formados, ilustrados, no corruptibles. En muchas naciones en desarrollo es su propia corrupción la que impide que todo el país crezca como debería. Podría verlo desde una postura muy egoísta y decir que quizás el próximo Einstein se está muriendo de hambre en Etiopía y nunca lo sabrás porque es un niño sin comida. Como científico quiero que todo el que tenga una posibilidad de pensar en cómo mejorar nuestra civilización tenga una oportunidad. Si Isaac Newton hubiese nacido en África, creo que nunca habría conseguido llegar a donde llegó. Se hubiera preocupado solo de no morir. Es cierto que él se mudó al campo para evitar la peste de Londres, así que sí sabía lo que hacer para sobrevivir en ese contexto. Pero si perdemos gente así en su infancia, estamos reprimiendo el avance de nuestra propia civilización. Es una de las grandes tragedias de la actualidad, que no todo el mundo tenga la oportunidad de ser todo lo que pueden.

P. ¿Qué cuestiones de la astrofísica le interesan más en la actualidad?
R. Amamos lo desconocido. Me interesan las ondas gravitacionales, la materia oscura, la energía oscura, la búsqueda de vida, ¿hay un multiverso? ¿podemos crear un agujero de gusano? ¿hay vida en Europa, una de las lunas de Júpiter?, ¿y en Marte? Me encantan todas esas preguntas. Pero la que más me gusta es esa que ni siquiera sé cómo formular aún.

http://elpais.com/elpais/2016/06/30/ciencia/1467281442_280683.html?rel=lom

domingo, 17 de julio de 2016

La (verdadera) ciencia de la felicidad. El secreto es simple: sexo, ejercicio, música y charla. Lo demás son patrañas que solo sirven para engrosar unas pocas cuentas corrientes y vaciar todas las demás.

¿Tenían razón los hedonistas? “La naturaleza”, escribió el filósofo y economista inglés Jeremy Bentham (1748-1832), padre del utilitarismo, “ha situado a la humanidad bajo el gobierno de dos amos soberanos, el dolor y el placer; a ellos corresponde en exclusiva señalar lo que debemos hacer, así como determinar lo que acabaremos haciendo”. Desde luego, la cuestión del placer y la búsqueda de la felicidad ha supuesto siempre una enorme atracción para los filósofos, de Platón a Nietzsche, de Aristóteles a Mill, de Epicuro a Hume. Y también parece irresistible para la gran masa de gente que no se dedica a la filosofía profesional, a juzgar por los grandes éxitos de ventas que está consiguiendo un enjambre de autoproclamados chamanes, presuntos profetas e irrebatibles cantamañanas que conforman lo que ya se conoce como “la industria de la felicidad”. Pero la ciencia de la felicidad es otra cosa. Lee en Materia las reflexiones de uno de los mejores psicólogos experimentales de nuestro tiempo, el psicólogo de Harvard Dan Gilbert.

Gilbert se basa en lo que se debe basar un pensador moderno: en los datos, los experimentos y las teorías que nos revelan la realidad de nuestra mente. El mundo es como es, no como nos gustaría que fuera, y esto vale tanto para los planetas y los átomos como para la asombrosa sociedad de 200.000 millones de neuronas que llevamos dentro del cráneo. Y los datos dicen que el secreto de la felicidad está en cuatro actividades cotidianas al alcance de cualquier bolsillo: sexo, ejercicio, música y conversación. Y no, leer libros de autoayuda no aparece en la lista. Esas obras solo reportan felicidad –en efectivo— a quienes las escriben.

El ruido que hacen los beocios sobre esta materia ha alcanzado tal nivel de decibelios que mucha gente piensa que la psicología es una pseudociencia. No lo es. La psicología es una parte fundamental de las llamadas ciencias cognitivas, una aleación de neurobiología, genética, biología molecular, física, matemáticas, computación, inteligencia artificial y –sí— psicología experimental que, en nuestros días, supone nuestra mejor esperanza de entender el cerebro humano, el objeto más complejo del que tenemos noticia en el universo.

Lo que ocurre, como siempre, es que hay un montón de gente dispuesta a pervertir la psicología a mayor gloria de su propio bolsillo, y otro montón aún mayor que prefiere creerse sus falacias y patrañas en vez de guiarse por el mejor instrumento de conocimiento que tenemos –y tendremos—, que es la ciencia. Lee lo que dice Gilbert y sé feliz si puedes. Confórmate con la verdad.

http://elpais.com/elpais/2016/07/15/ciencia/1468582643_207029.html

martes, 12 de julio de 2016

La ciencia de Nabokov. El escritor ruso se veía a sí mismo como un científico que narraba historias. Un nuevo libro trata de relacionar su obra con el vuelo de las mariposas.

Fue Franz Kafka quien dijo aquello de que “en la ciencia uno intenta contarle a la gente algo que nadie sabía hasta ese momento de manera en que pueda ser comprendido por todos. Pero en la poesía sucede exactamente lo opuesto”.

Así, en principio, nada le interesaba menos a ­Kafka (más preocupado por su singular poética que enseguida resulta universal) que, por ejemplo, proponer alguna explicación biológica para lo que Gregor Samsa descubre que le ha sucedido en la primera línea de La metamorfosis. Es más: Kafka dejó instrucciones —en una carta a su editor— para que esa criatura jamás fuese dibujada para ilustrar su libro. Kafka quería que el lector supiese tan poco como Samsa sobre su nuevo cuerpo y apariencia.

Lo que el escritor checo promovía en su entendimiento del yin y yang de lo científico y lo poético era, en realidad, una muestra más de un conflicto tan antiguo como el mundo. La idea es que el inexacto arte escrito es lo que narra, mientras que las ciencias más o menos exactas nos ayudan a contar. Distraerse con uno y concentrarse con las otras entonces. Lo real y lo irreal, mejor cada uno por su lado y cada quien en su sitio, y no agitar ni mezclar antes de su uso.

Al poco tiempo de que Kafka se negara a toda representación visual de su Samsa metamorfoseado —en un mundo nuevo donde todo era ciencia—, semejante prohibición probó ser irresistible de desobedecer para el escritor Vladímir Nabokov, quien concluyó sin dudarlo que se trataba de “un simple escarabajo grande” mientras procedía a bosquejarlo en pizarras y apuntes para sus conferencias en la Cornell University, añadiendo que “Kafka construyó su lenguaje a partir de los términos del derecho y de la ciencia, dándoles una suerte de precisión irónica donde no había sitio para que se inmiscuyesen los sentimientos más íntimos del autor”.

En resumen: para Nabokov, Kafka era un científico que escribía y narraba historias.

Y Nabokov para Nabokov, también.

Gozoso padecedor del don/estigma de la sinestesia (el síndrome de ver letras en colores), Nabokov definió “la textura del tiempo” de su Van en Ada o el ardor a partir de los postulados de Martin Gardner en El universo ambidiestro, y dedicó buena parte de su tiempo al estudio de las mariposas de la subvariedad blue. Luego de años de observación, Nabokov tuvo la intuición de un posible rumbo alternativo para las varias (y no única, como se creía) migraciones de esta especie sudamericana. Los profesionales del asunto de por entonces se rieron del entregado amateur, quien siempre dijo que, de no haber tenido lugar la revolución rusa, jamás hubiese escrito una novela —y hubiera optado por perseguir y alcanzar insectos—. Y restaron importancia a sus sketches de alas y antenas. Ahora estos dibujos, acompañados por estudios donde se relaciona la mecánica del vuelo con la estructura novelesca en la obra del autor, acaban de reunirse en el precioso volumen publicado por Yale University Press, Fine Lines: Vladimir Nabokov’s Scientific Art (que viene a sumarse a los ya editados sobre el tema Nabokov’s Butterflies: Unpublished and Uncollected Writings y Nabokov’s Blues: The Scientific Odyssey of a Literary Genius). Dibujados a lo largo y ancho de los moteles made in USA en los que el hombre se alojaba junto a su red y sus alfileres mientras, de paso, tomaba notas para una novela con nínfula mariposeante de nombre Lolita. El que, mucho tiempo después de muerto Nabokov, se haya probado fehacientemente —más allá y por encima de lo opuesto y lo exacto— que él estaba en lo cierto en cuanto a los movimientos de los colores de los lepidópteros, no deja de ser un acto de justicia poética.

O, si se prefiere —da igual, por encima y más allá de lo opuesto y de lo exacto—, de justicia científica.

A los profesionales de bata les atrae la posibilidad de hallar algún orden secreto en el caos de lo creativo. Esta separación de campos y polaridades es, por supuesto, más que engañosa y muy representativa de nuestro presente. Como bien avisó J. G. Ballard —de formación psiquiátrica—, “en los últimos tiempos, la ciencia se basa más y más no en la tradicional naturaleza de las ecuaciones, sino en los términos inestables de las obsesiones de aquellos sujetos, todos nosotros, para quienes se investiga. Llevamos viviendo ya muchos años en un inmenso laboratorio desbordante de máquinas que no es otra cosa que una inmensa novela”.

Tal vez de ahí el que ahora se multipliquen los textos de divulgación científica ocupándose de inspiraciones súbitas, impulsos narrativos y ocurrencias impredecibles —después de siglos de soportar esas risas operísticas del Fausto de turno entre truenos y rayos y probetas de científicos locos, inventados por la literatura—. Mal que le pese a Kafka, circulan por ahí tesis que apuestan a que el estudio de su obra permite explicar cómo la exposición a amenazas sirve para el aprendizaje de una gramática artificial. O algo así.

Y, claro, el autor de El proceso no fue, ni es, ni será el único en haber sido analizado bajo telescópicos microscopios. Hay libros y tesis que se arriesgan a un seguimiento desde el punto de vista astronómico (y alquímico y astrológico) de Don Quijote; a hacer comulgar al críptico y encriptado Finnegans Wake, de James Joyce, con la física cuántica; a sumar y restar alrededor de Borges; o que se valen de la prosa serpenteante de Marcel Proust (quien aseguraba que “nadie nos entrega la verdad, sino que debemos creerla por nosotros mismos”) para explicar que la descodificación y ordenación de un puñado de signos escritos no está incluida en una simple app del disco duro del hombre que se pueda abrir sin más, sino que se trata de una suerte de más o menos azarosa mutación que todo individuo debe desarrollar mediante el aprendizaje, porque “nuestros cerebros nunca fueron cableados para la lectura o la escritura”. De ahí que a muchas personas les cueste mucho leer y muchísimo escribir. O algo así.

Tras ellos, y en estampida, galopan y arrollan cada vez más todos esos estudios preapocalípticos (como los de Nicholas Carr y Sven Birkerts) que advierten acerca de la erosión que Google & Co. provoca en nuestras mentes, y de lo que en ellas sucede químicamente cada vez que nos adentramos en un “Había una vez…”; los que no titubean a la hora de reducir a todas las historias jamás imaginadas o vividas por el ser humano a siete tramas básicas y que se repiten y funden en diferentes combinaciones; los que se zambullen de cabeza, y con los ojos bien abiertos, en un estudio evolutivo del cómo y por qué y para qué contar historias. Sobre esto trata On the Origin of Stories: Evolution, Cognition and Fiction, un denso pero muy divertido ensayo firmado por Brian Boyd, biógrafo obsesivo y máxima autoridad en la vida y obra de Vladímir Nabokov, quien defiende —por oposición y exactitud, con sentimiento y frialdad, fundiendo tonalidades— que, además de mariposas en el estómago, también, al mismo tiempo, se pueden tener mariposas en el cerebro.

O un simple escarabajo grande.

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/06/09/actualidad/1465487757_770034.html

lunes, 11 de julio de 2016

Réplica a Jesús García Blanca. La ciencia (en general) no es un departamento servicial del Capital y el mal.

Aunque convencidos de que las contradicciones entonces aludidas se han agudizado, sin embargo, ahora nos sentimos un poco menos perplejos (lo que no quiere decir más optimistas) respecto de la tarea que habría que proponerse para que tras esta noche oscura de la crisis de una civilización despuntara una humanidad más justa en una Tierra habitable, en vez de un inmenso rebaño de atontados ruidosos en un estercolero químico, farmacéutico y radiactivo. La tarea, que, en nuestra opinión, no se puede cumplir con agitada veleidad irracionalista, sino, por el contrario, teniendo racionalmente sosegada la casa de la izquierda, consiste en renovar la alianza ochocentista del movimiento obrero con la ciencia. Puede que los viejos aliados tengan dificultades para reconocerse, pues los dos han cambiado mucho: la ciencia, porque desde la sonada declaración de Emil Du Bois Reymond -ignoramus et ignorabimus, ignoramos e ignoraremos-, lleva ya asimilado un siglo de autocrítica (aunque los científicos y técnicos siervos del estado atómico y los lamentables progresistas de izquierda obnubilados por la pésima tradición de Dietzgen y Materialismo y Empiriocriticismo no parezcan saber nada de ello); el movimiento obrero, porque los que viven por sus manos son hoy una humanidad de complicada composición y articulación. Editorial del número 1 de la revista mientras tanto (1979)

Agradezco a Jesús García Blanca [JGß] el tono de su réplica crítica. Más, si cabe, su “apreciada Rosa”. Algunas observaciones sobre el texto del “apreciado Jesús”: “Fundamentalismos científicos contra la salud” [1]:

1. Lo abre con dos citas: a) “Lo que mueve a la Ciencia no es la voluntad de saber sino la voluntad de dominar”. Humberto Galimberti b) “Es precisamente esa pretensión de la ciencia de constituirse en metadiscurso verdadero por encima de las ideologías, saberes y opiniones particulares, lo que la constituye como ideología dominante […] su capacidad de persuadirnos de que no estamos siendo persuadidos, es precisamente esa mentira verdadera de la ciencia la que hace de ella la forma más potente de ideología en nuestros días: la ideología científica”. Emmanuel Lizcano.

No acabo de ver la veracidad general de ninguna de las dos reflexiones. No veo qué voluntad de dominar moviera a Einstein, Gauss, Szilard o Gödel ni veo que esa desmesura criticada por Lizcano valga para la mayor parte de los científicos y prácticas científicas (aunque tal vez para algunos). Presentar a la ciencia como la ideología dominante de nuestro mundo es estar muy alejado de la realidad real.

1.1. No entro en el asunto ciencia-ideología, tema de complejo desarrollo que exige muchos matices. Por si fuera necesario: los científicos, como el resto de ciudadanos (sociólogos, filósofos, escritores, ingenieros, etc), suelen moverse en determinadas coordenadas ideológicas (algunas de ellas, ciertamente, muy masculinas). Pero no veo que eso afecte a las conquistas epistemológicas de la teoría de los números, de la epigenética o de la física cuántica. Otra cosa es como se presente en sociedad, como se “venda” la ciencia por parte de algunos de sus practicantes o de sus vendedores.

1.1.1. No hay ninguna que algunos “divulgadores de la ciencia” (como ocurre en tantas otras disciplinas) juegan a eso que se critica. Algunos, no todos, ni la ciencia.

2. JGB presenta así a los fundamentalistas científicos, “cuyas características y pautas de actuación resumo”:

A. “Proclaman constantemente su supuesto escepticismo mientras su actitud, comportamiento e ideas lo traicionan dejando al descubierto su auténtica naturaleza de cerrado dogmatismo”. ¿Algún ejemplo por favor? ¿De qué dogmatismo hablamos cuando hablamos de dogmatismo?

B. “Conceden a la ciencia el mismo estatus que una religión poseedora de la verdad absoluta fuera de la cual no existe salvación. Para ellos la Ciencia es la única vara de medir, el único camino al conocimiento”. Si existe esos fundamentalistas, no son científicos; son otra cosa, vendedores de humo tal vez. La ciencia es otra cosa, nada que ver con verdades absolutas, lo contrario del espíritu científico.

C. “Se consideran inmersos en una guerra santa. Su vocabulario, discurso y concepto de la realidad es de corte religioso-paranoide. Por supuesto, ellos están en el bando correcto y en posesión de la verdad frente a un enemigo que es irracional y a quien hay que combatir o convertir al precio que sea”. ¿Guerra santa? Sinceramente, no sé de qué se habla. ¿Criticar el irracionalismo anticientífico, el discurso que afirma que se cura el cáncer teniendo pensamiento positivo y mirando nuestro interior es mantener un discurso de carácter religioso-paranoide? Ningún científico que se precie considera que posee la verdad, ninguno. La descripción muestra un conocimiento muy externo de las ciencias.

D. “Su discurso está impregnado de intolerancia, fanatismo, etnocentrismo científico y fascismo subyacente”. ¿Fascismo subyacente? ¿Leo mal o se afirma que el discurso de los científicos tiene esas características? ¿El discurso de todos los científicos, incluso de aquellos que combatieron el fascismo y fueron asesinados en comisarías o en campos de exterminio? ¿Afirmar la validez del principio de incertidumbre, por ejemplo, es estar impregnado de intolerancia fanatismo, etnocentrismo? ¿Cuando los científicos advierten de los peligros atómicos emiten también un discurso fascistoide? ¿Lo mismo cuando alertan del cambio climático o de la existencia de la capaz de ozono o de los límites del crecimiento? ¿Barry Commoner también emitió un discurso impregnado de esas características?

E. “No buscan la verdad sino defender lo establecido. No dudan, niegan”. ¿Qué nudos de lo establecido defienden las comunidades científicas de manera transversal? ¿Un ejemplo? ¿Las desigualdades sociales como en el caso de V. Navarro, Joan Benach, Carles Muntaner, Carme Valls y tantos otros y otras?

F. “Su estrategia básica es la descalificación, el ataque personal, la ridiculización y la difamación. Su “argumentación” –cuando la hay- es una suma de falacias y prejuicios: apelación a la autoridad, a la mayoría, al consenso, al academicismo y hasta a la generalización más burda”. Cualquier científica sabe que todo eso no vale un pimiento, que las falacias son la destrucción de todo saber.

G. “Carecen de capacidad de autocrítica. Todas las cualidades que proclaman como necesarias -dudar, analizar, examinar y racionalizar- jamás las utilizan con sus propias creencias que, curiosamente, coinciden siempre con lo establecido, con los intereses del Poder”. ¿Con los intereses del Poder? Por ejemplo, en los casos de Galileo, Servet, Darwin, Vavilov,.. ¡Vivir para leer!

3. Un campo de actividad particularmente intenso, señala mi crítico, es el de la salud. “Los fundamentalistas son una pieza clave de la guerra contra cualquier alternativa al modelo médico dominante y vienen desplegando una gran actividad en ese sentido: artículos en sus webs, participación en medios de comunicación, intervención en redes sociales, intentos de boicot a todo tipo de actos relacionados con las medicinas naturales...”. ¿Alternativas al modelo médico dominante? ¿Por ejemplo? ¿Las corrientes antivacunas? ¿Las que negaron y niegan a existencia del SIDA?

4. Lo que le preocupa a mi interlocutor “es que una autora que ha demostrado en estas páginas ser una persona crítica con el poder, reproduzca de modo directo o indirecto las diatribas de grupos y personas que se amparan en la ciencia para atacar otras formas de conocimiento y en particular otros enfoques de la salud”. ¿Qué cosas he reproducido? ¿A qué otras formas de conocimiento se refiere? ¿A qué otros enfoque en salud? ¿Las de cuentistas con cuentos sin ningún fundamento que sacan grandes tajadas crematísticas engañando a gentes desesperadas (tengo ejemplos muy próximos)? ¿Está hablando de estas prácticas médicas alternativas?

Lo que explica del caso, del terrible caso de Julián Rodríguez, me parece totalmente desenfocado. Más aún, impropio incluso de un compañero con mirada crítica. Pero no entro en ello. El tiene razón en su descripción y yo estoy equivocada. Eso sí, sus palabras finales -que me producen temblor y algo de horror- resumen su posición:

“Conste que no creo que cualquier cosa sea válida y menos aún en el campo de la salud y de su cuidado y prevención, pero teniendo en cuenta el evidente fracaso de una medicina que se autodenomina científica mientras mantiene su alianza con una industria que pisotea los más elementales criterios del método científico controlando toda la cadena –investigación, publicación, autorizaciones de agencias, formación e información de masas- para que sirva a los fines económicos de unos y académicos de otros, teniendo en cuenta la innegable catástrofe sanitaria que esto viene provocando y teniendo presente las enormes posibilidades de numerosas disciplinas y técnicas alternativas honestas, eficaces y seguras, esta lucha contra ellas es una guerra contra nuestra propia salud”.

Desde mi punto de vista, éste es un ejemplo más de la confusión que domina algunos sectores de izquierda. ¿Alianza de la ciencia con la industria? Pienso en amigos y maestros míos médicos y me escandalizo. ¿Amigos ellos de la industria, gentes que se le han jugado una y mil veces criticando manipulaciones y despropósitos? ¿A qué desastres hará referencia mi interlocutor? ¿De qué disciplinas y técnicas alternativas honestas está hablando? ¿Eficaces, seguras? ¿En qué? ¿Guerra de médicos comprometidas durante décadas en guerra contra nuestra propia salud? ¿Pero de qué estamos hablando?

Notas.

[1] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=213332

viernes, 1 de julio de 2016

4 iniciativas tecnológicas para que los niños jueguen con la ciencia. Redacción BBC Mundo

Hoy día todo está digitalizado. Incluso la ciencia.

Y para los nativos digitales, aprender es, cada vez más, un proceso tecnológico. De hecho, durante los últimos años, varios países de América Latina han enfocado sus esfuerzos es incorporar nuevas tecnologías a sus programas educativos.

Proyectos como el "Plan Ceibal" de Uruguay, "Conectar Igualdad" en Argentina, "Una laptop por alumno" de Perú o "Habilidades digitales para todos" en México, son un buen ejemplo. Y, en todo el mundo, instituciones y gigantes tecnológicos también están desarrollando aplicaciones y programas que permiten hacer de las ciencias un verdadero juego para los niños (y también para algunos adultos). A continuación, te presentamos algunos de ellos.

1. 'Science Journal': el cuaderno científico de Google

Esta aplicación, que Google lanzó hace apenas unas semanas, quiere que los niños aprendan a pensar como si fueran científicos. Se trata de un cuaderno digital que permite hacer "experimentos", midiendo y explorando todo tipo de variables a través de un celular inteligente.

El objetivo, según dijo Google en su blog, es "poner de manifiesto al científico que está dentro de todos nosotros". "Puedes usar los sensores del celular o conectarlo a sensores externos para hacer experimentos con el mundo que te rodea", explicó la compañía en Google Play Store, la página web donde puede descargarse la aplicación. "Organiza tus ideas en proyectos, haz predicciones de qué ocurrirá, toma notas y recoge los datos de varios ensayos. Apunta los resultados y obsérvalos".

"Science Journal es el cuaderno de laboratorio que siempre llevas contigo".

2. 'Space Place': aprende sobre el espacio con la NASA La agencia espacial estadounidense (NASA, por sus siglas en inglés), cuenta con una aplicación para que los niños aprendan sobre el espacio y la astronomía de forma amena y divertida.

La plataforma, Space Place, está disponible en español y contiene gran cantidad de herramientas audiovisuales, juegos, actividades y "artesanías" que permiten construir mapas topográficos o asteroides comestibles, entre otras muchas cosas. Los usuarios podrán encontrar información sobre fenómenos como la materia oscura, los eclipses, los huracanes y datos sobre la Tierra y otros planetas de nuestro sistema solar.

3. 'NOVA': la revista científica infantil de la UNESCO La revista científica infantil NOVA es un proyecto a cargo de la Comisión Costarricense para la cooperación con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés).

Se trata de un proyecto audiovisual que incluye cuentos, juegos y otros recursos didácticos para aprender ciencias de forma lúdica.

Los artículos están dirigidos a niños de entre 9 y 15 años. La revista cuenta con índices como salud o educación ambiental, entre otros.

Es, según sus creadores, "un lugar para divertirse y aprender".

El objetivo principal es "divertir a la niñez y a la juventud mientras aprenden acerca de las ciencias naturales, las matemáticas, la tecnología y las ciencias sociales".

4. 'EAFIT': la universidad de los niños Este proyecto nació hace más de 10 años en Colombia, inspirado en una publicación de la Universidad de Tubinga, en Alemania en la que ocho nobeles respondieron preguntas de varios niños. Desde 2005, niños y jóvenes de instituciones públicas y privadas pueden hacer uso de este programa para acercarse a la ciencia a través de preguntas, conversaciones, juegos y experimentos. El equipo creativo de esta peculiar "universidad" se inspiró, según cuenta la organización en un video explicativo, en el trabajo de los investigadores y en las preguntas de niños y jóvenes para diseñar actividades y talleres y permitir la interacción entre niños y estudiantes de la universidad con base en Medellín. El programa es miembro de la Red de Popularización de la Ciencia y de la Tecnología en América Latina y el Caribe, conocida como Red-POP.
 Y tú, ¿conoces otras iniciativas?

http://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/05/160530_tecnologia_ciencia_educacion_aplicaciones_iniciativas_espanol_ninos_juegos_lb

viernes, 24 de junio de 2016

Un gato vivo y muerto en dos sitios al mismo tiempo. Investigadores de EE UU logran entrelazar grupos de cuatro fotones y mantenerlos estables, un paso necesario para la creación de ordenadores cuánticos.

Erwin Schrödinger recibió un Nobel por sus aportaciones a la física, tiene un cráter a su nombre en la cara oculta de la Luna y realizó aportaciones filosóficas fundamentales para la genética. Sin embargo, su nombre es mundialmente conocido por un experimento mental que planteó en 1935 en el que un gato podía estar muerto y vivo al mismo tiempo. En aquel caso creado para ilustrar la extrañeza de la mecánica cuántica, que el físico austriaco calificaba de ridículo, se introducía un gato en una caja de acero junto a una pequeña cantidad de material radiactivo. La cantidad era tan pequeña que solo existía un 50% de posibilidades de que durante la hora siguiente uno de los átomos decayese. Si eso sucedía, se activaría un mecanismo que llenaría la caja de ácido hidrociánico, uno de los gases tóxicos utilizados en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, y el gato moriría.

De acuerdo con los principios de la mecánica cuántica, durante el tiempo que durase el experimento, el gato estaría vivo y muerto al mismo tiempo, resultado de un fenómeno conocido como superposición. Sin embargo, esa circunstancia cambiaría cuando abriésemos la caja para acabar con la incertidumbre. En ese momento, de vuelta a la dura e incontrovertible realidad de la física clásica, el gato estaría o vivo o muerto.

Con el tiempo, los científicos han sido capaces de manipular los estados cuánticos de la materia y es posible que en el futuro este conocimiento sirva para construir potentes ordenadores cuánticos. Esta semana, en un artículo que se publica en la revista Science, un equipo de físicos de la Universidad de Yale (EE UU) muestra cómo ha logrado mantener un "gato de Schröedinger" cuántico vivo y muerto en dos lugares a la vez.

En realidad, estos gatos cuánticos son grupos de hasta cuatro fotones con estados entrelazados pese a estar en recipientes separados. El entrelazamiento es un fenómeno cuántico por el que las partículas subatómicas pueden alinear sus estados cuando están en contacto y mantenerlo después separadas, incluso a millones de kilómetros de distancia. El equipo de Yale, liderado por Chen Wang, fue capaz de introducir los fotones en receptáculos separados y modificar su estado, como el gato que está vivo o muerto, observando cómo cambiaban de forma coordinada.

El interés del trabajo, según explica Oriol Romero-Isart, investigador en el Instituto de Física Teórica de la Universidad de Innsbruck (Austria), es que “permite crear dos qbits (sistemas cuánticos que servirían para gestionar la información en ordenadores cuánticos) y aplicar correcciones para que duren más”. La inestabilidad de estos qbits hace que sean poco prácticos para construir máquinas cuánticas y es un reto para producir aplicaciones prácticas con este tipo de física. Normalmente, sin la aplicación de correcciones, un qbit se destruiría en menos de un segundo. Con las correcciones, comenzaría acercándose la posibilidad de emplear el potencial de un sistema en el que las partículas no solo sirven para codificar información a partir de unos y ceros, como en la computación convencional, sino que pueden aprovechar la posibilidad de que estén en varios estados al mismo tiempo.

La capacidad del grupo de Yale para crear “gatos de Schrödinger” de un gran número de fotones es importante porque para corregir los errores que hacen que el qbit se diluya en muy poco tiempo es mejor tener un sistema con muchas piezas. “Si nos imaginamos un sistema que pueda tener varios estados, en el que las partículas son canicas rojas y azules, si solo tienes una canica, cuando cambia el color, pierdes la información. Pero si tengo 100 canicas del mismo color, si solo cambia una de información, podría reparar el error y mantener la información gracias al resto”, explica Romero-Isart.

Las posibilidades que abren estudios como el publicado en Science son enormes, pero la extrañeza cuántica tiene sus límites. Aunque dos partículas entrelazadas seguirán estándolo aunque las mandemos a planetas separados por un millón de kilómetros, este sistema no serviría para transmitir información más rápido que la luz. La física no permite esa herejía y en este caso se conserva el dogma porque no es posible manipular a nuestro antojo el estado de esas partículas entrelazadas.

Entre las aplicaciones prácticas más cercanas de las máquinas cuánticas, Romero-Isart, que ha planteado la posibilidad de realizar un experimento en el que un objeto con millones de átomos esté en dos lugares a la vez, señala la simulación cuántica. “Se trataría de hacer un prototipo, de la misma manera que se hace con modelos de menor tamaño en aviación, para recrear un sistema cuántico muy complejo, como la física de los sólidos”, señala. “Saber cómo interaccionan los electrones en un sólido puede ayudarnos a entender cómo se puede crear un material en el que haya superconductividad a temperatura ambiente”, añade. Ahora, los materiales empleados para conducir la electricidad a temperatura ambiente, como el cobre, producen una enorme resistencia que limita su eficiencia. Este tipo de progresos llegarían antes que los ordenadores cuánticos, una tecnología posible, pero que aún requerirá mucho tiempo para hacerse realidad.

http://elpais.com/elpais/2016/05/25/ciencia/1464195525_734270.html?rel=lom

jueves, 23 de junio de 2016

5 proyectos descomunales con los que China quiere mostrar su poderío científico Rebecca Morelle BBC

China está agigantando la ciencia.

Las ambiciones científicas del país asiático son inmensas: desde la construcción de las instalaciones experimentales más grandes que se hayan visto jamás, pasando por la puesta en marcha a gran escala de los últimos avances médicos, hasta la superación de los límites de la exploración del océano y del espacio. Hace unas décadas, esta nación apenas aparecía en los ranking científicos mundiales. Ahora, en términos de inversión y ensayos publicados, sólo la supera Estados Unidos.

Pero, a pesar de su rápido progreso, China todavía tiene varios retos por superar.

Aquí te ofrecemos 5 proyectos clave que ilustran la gran fortaleza del gigante asiático en materia científica (y también algunas de sus debilidades).

1. El radiotelescopio más grande del mundo
Enclavado en un gran cráter natural, este gigante chino está a punto de empezar a respirar. Saltar el reproductorAyudaFuera del reproductor. Presione retorno para volver o el tabulador para continuar.

Una enorme antena curva, rodeada de escarpadas montañas, destella con el atardecer. Los obreros de la construcción están ocupados con los retoques finales de esta estructura que mide 500 metros de diámetro. Se trata del radiotelescopio más grande que jamás se haya construido.

En cuanto a la astronomía, en China estamos muy por detrás del resto del mundo.
Peng Bo, subdirector del FAST

"En cuanto a la astronomía, en China estamos muy por detrás del resto del mundo", comenta el profesor Peng Bo, subdirector del Telescopio de Apertura Esférica de 500 metros (FAST, por sus siglas en inglés). Pero este gigante, ubicado en la provincia de Guizhou, en el sudoeste del país, empequeñece al resto de los radiotelescopios.

Su construcción se hizo en un tiempo récord: cinco años.
Nan Rendong, de los Observatorios Astronómicos Nacionales de la Academia China de Ciencias y cerebro del proyecto, confiesa que algunas veces le pareció que no iban a superar los obstáculos y más de una vez pensó en arrojar la toalla. "Pero al final encontramos el camino".

Hasta ahora, el récord lo tenía el observatorio Aricebo, en Puerto Rico, con su antena de 305 metros de diámetro.

La apuesta China de buscar vida extraterrestre con el radiotelescopio más grande del mundo
El enorme telescopio de China simboliza el renacimiento científico del país.


El radiotelescopio chino es un poderoso símbolo del renacimiento científico del país, que en 2013 superó a Europa y se posicionó como la segunda nación que más investiga e invierte en ciencia.

Se espera que para 2020 supere a Estados Unidos.

2. Córneas de cerdo para ciegos

La industria porcina es enorme en China. Los cerdos son criados para la alimentación, pero ahora hay un nuevo destino para las partes del cerdo que no terminan en la mesa. cerdo

Una vez que el animal es sacrificado, se separan sus córneas para ser trasplantadas en seres humanos. Un quinto de la población mundial de ciegos -unos 1.400 millones- se encuentra en China. Y la enfermedad de córnea es la responsable de ello en entre 3,5 y 5 millones de los casos.

Una lesión o infección en la córnea, si no es tratada, puede llevar a la pérdida de la vista; para muchos, un trasplante de córnea es la única solución.

Pero la lista de espera es demasiado larga.
En el pasado, la principal fuente de órganos en China eran los prisioneros ejecutados.
Pero el año pasado el gobierno canceló esta controvertida práctica y empezó a animar a la gente a que donara sus córneas después de muerta. El problema es que muy pocas personas se sumaron a la iniciativa. Para contrarrestar este déficit, el gobierno chino dio luz verde a una operación experimental de trasplante de córnea de cerdo a seres humanos, y hasta ahora se han practicado unas 200.

Hasta ahora se han practicado 200 trasplantes de córnea de cerdo en humanos.

"Intentamos con muchos animales: cabras, perros, vacas y cerdos", cuenta el doctor Shao Zhengkang, presidente del Centro Internacional de Medicina Regenerativa (CRMI).

A Shao le llevó 10 años desarrollar esta técnica.
El CRMI ya ha invertido US$150 millones en el proyecto, pero Shao admite que todavía están en una etapa preliminar.

"Es un tratamiento completamente nuevo, muy distito al tradicional, así que lleva tiempo introducirlo en hospitales, pacientes y en la sociedad", aclara.

El Centro Internacional de Medicina Regenerativa de China dice que el éxito de las operaciones de trasplante de córnea de cerdo supera el 90%. La empresa asegura que la tasa de éxito de esta operación supera el 90%, aproximadamente la misma probabilidad de éxito en trasplantes de córneas humanas.

Pero hay quienes piensan que China se está moviendo muy rápido sin evaluar los riesgos o los conflictos éticos.

Y sus avances en células madre, clonación y edición de genes de embriones también está creando controversia en la comunidad científica internacional.

3. Las partículas subatómicas más raras del cosmos
En lo más profundo de una montaña de granito en la bahía Daya del sur de China, a 300 metros bajo la superficie, científicos estudian una de las partículas subatómicas más extrañas del cosmos: los neutrinos. Los neutrinos se generan a partir de reacciones nucleares y son unas de las partículas más abundantes en el Universo.

El experimento en bahía Daya es uno de los pocos del mundo que puede ayudar a comprender mejor el comportamiento de los neutrinos.

Miles de millones de neutrinos pasan a través de nosotros cada segundo, pero no podemos sentirlos o verlos; no tienen carga y apenas una pizca de masa.

Estas partículas se han descrito como lo más cercano a la nada que pueda haber.

Es una edad de oro; es muy emocionante para la física de neutrinos. Cao Jun, físico

Pero lo más raro de los neutrinos es que constantemente están cambiando; a medida que viajan por el Universo, van variando de formas (o sabores, como lo explican los científicos).

Hasta donde sabemos, no hay ninguna otra partícula que haga esto.
El experimento en la bahía Daya es uno de los pocos en el mundo que puede ayudar a los científicos a entender este extraño comportamiento.

"Cada día detectamos miles de neutrinos. Es una edad de oro, es muy emocionante para la física de los neutrinos", afirma el físico Cao Jun.
Su equipo de científicos ha logrado calcular con más precisión que nunca qué tan posible es que un neutrino cambie de una forma a otra.

El país asiático comenzó a invertir en este área en la década de 1980.

"Ahora es cuando estamos empezando a ver resultados", comenta el profesor Wang Yifang, director del Instituto de Física de Energía Alta de la Academia China de las Ciencias y supervisor del experimento. Como muchos científicos en China, Wang pasó un tiempo trabajando en el exterior, en Italia y Estados Unidos, pues el gigante asiático sólo empezó a invertir en este campo en la década de 1980. Antes, rara vez los científicos regresaban al país. Pero ahora esa fuga de cerebros se está revirtiendo. Y el retorno de investigadores está ayudando a establecer lazos con otros países.

"Creo que para todas las disciplinas, la colaboración internacional es siempre muy importante", explica Wang. "Si hay menos apertura con la comunidad internacional, habrá menos posibilidades de ser líderes".

4. El barco gigante que explorará los oceános
En un astillero al sur de Shanghái suena la música. Leones chinos bailan y globos gigantes se mueven con el viento. Una gran cantidad de gente se reúne para observar el nuevo barco para la investigación científica entrar al agua por primera vez.

El gobierno chino tiene gran interés en explorar con este barco las profundidades marinas.

La embarcación de 100 metros de eslora está equipada con un labotarorio y lo último en tecnología científica, y tendrá como misión explorar los océanos.

Pero también le servirá a China como una plataforma de lanzamiento para que los submarinos puedan llegar a las partes más profundas del océano.

"Los seres humanos sabemos mucho menos del océano de lo que sabemos de la Luna y Marte. Por eso quiero desarrollar esta instalación, para que los oceanógrafos lleguen a aguas profundas", explica el profesor Cui Weicheng.

Los humanos sabemos mucho menos del océano que de la Luna y Marte. Cui Weicheng, director de Pez Arcoíris
Cui tiene una empresa privada llamada Pez Arcoíris, que se encargó de construir el nuevo barco de investigación y desarrolla sumergibles.

Uno de sus submarinos no tripulados alcanzó los 4.000 metros de profundidad en su prueba más reciente.

Pero su objetivo último es realizar exploraciones tripuladas y llevar a seres humanos a lo más profundo del océano: la fosa de las Marianas, en el Pacífico, con una profundidad de 11.000 metros. La intensa vida de los microorganismos del fondo más profundo del mar

La primera travesía a la fosa de las Marianas la hizo en 1960 y la segunda -y hasta ahora, última- expedición tripulada la efectuó el director de Hollywood James Cameron en 2012.

El gobierno chino quiere ser el siguiente.
Las autoridades han dejado claro que el propósito es meramente científico, pero China está involucrada en disputas territoriales en el Mar de la China Meridional, donde ha reforzado su presencia militar. Las islas que China fabrica para extender su dominio marítimo

El equipo de Pez Arcoíris, sin embargo, insiste en que se trata de una operación comercial.

5. Viaje a la cara oculta de la Luna y otros proyectos espaciales
La primera incursión de China en el cosmos se produjo en 1970. Un satélite pesado y esférico fue enviado al espacio emitiendo una canción en la que exaltaba las virtudes del presidente Mao.

En las décadas siguientes -con lanzamientos de vehículos orbitales, sondas y taikonautas- el país se posicionó como un actor clave en el espacio.

La carrera espacial es una prioridad para China.

A diferencia de la mayoría de las agencias espaciales del mundo, como la NASA (EE.UU.), la ESA (Europa) o Roscosmos (Rusia), el programa espacial chino está dirigido por militares.

En 2013, descendió en la Luna la primera sonda china en casi 40 años.

El profesor Wu Weiren, director de diseño del programa lunar de China, asegura que "el programa espacial chino pone el énfasis en el éxito".
China ha hecho considerables inversiones en la carrera espacial en los últimos años.

"No es como una investigación básica ordinaria, que acepta fallos. Si falláramos aquí, las consecuencias serían enormes. Todos los directores y diseñadores están muy estresados. Y por eso somos tan reacios a un exceso de publicidad", explica Wu.

El nuevo programa de exploración espacial de China incluye un viaje de ida y vuelta la Luna y una visita a la cara oculta del satélite natural de la Tierra, programada para 2018.

No es como una investigación básica ordinaria. Si fallamos aquí, las consecuencias serían enormes. Wu Weiren, director de diseño del programa lunar de China

"La Unión Soviética y Estados Unidos han descendido varias veces en la Luna, pero ambos lo han hecho en la parte frontal (la que mira hacia la Tierra), nunca en el lado más alejado", dice Wu.

Pero China también tiene sus ojos puestos en Marte y anunció recientemente que visitará el Planeta Rojo en 2020.

No podrán, sin embargo, ir a la Estación Espacial Internacional, pues a Estados Unidos no le gusta el carácter militar de la agencia espacial china.

Por ahora, explica Wu, la solución es crear su propia estación espacial. El primer prototipo se lanzará este año.

Llegar a Marte y a la Luna son objetivos fundamentales. Image caption Llegar a Marte y a la cara oculta de la Luna son objetivos fundamentales.

"El gobierno chino está muy decidido a continuar invirtiendo en ciencia, pero también quiere darle a esta un papel central en la próxima década", dice Charlotte Liu, de la casa editorial científica Springer Nature.

Y la exploración tripulada continúa siendo una prioridad.
En 2003, Yang Liwei se convirtió en el primer taikonauta del país. Pasó 21 horas en el espacio y regresó a la Tierra convertido en un héroe nacional. Nueve más le siguieron y -este año- China se prepara para poner en órbita una nueva tripulación. BBC.

domingo, 19 de junio de 2016

Facultad de pseudociencias. ‘Materia’ publica un capítulo de ‘100 ideas. El libro para pensar y discutir en el café’, del filósofo de la ciencia Mario Bunge, en el que propone la creación de un plan de estudios universitarios específicos para dedicarse a las pseudociencias

Las pseudociencias, tales como la astrología y la quiromancia, siempre han sido populares, a menudo más que las ciencias. Ahora, cuando está de moda exigir que las universidades satisfagan la demanda del mercado, habría que enseñarlas abierta y sistemáticamente, en lugar de hacerlo solapadamente en las facultades de humanidades. El consumidor tendría que poder elegir libremente entre la Facultad de Ciencias y la Facultad de Pseudociencias. Y el diploma debiera autorizar a ejercer la profesión.

100-ideas-mario-bunge
Esta idea no es mía ni nueva; hace casi un siglo Freud, el fundador de la pseudociencia más exitosa del siglo pasado, propuso un plan detallado de una Facultad de Psicoanálisis en la Universidad de Viena. Su plan de estudios incluía numerosos cursos de psicoanálisis, mitología y literatura. Nada de psicología experimental ni de neurociencias, desde luego, porque quienes trabajan en estos campos tienen la nefasta manía de exigir pruebas.

El empresario académico que se propusiera crear una Facultad de Pseudociencias no tendría la menor dificultad en reclutar profesorado ni alumnado
El defecto del plan de Freud es que era unilateral: sólo incluía el psicoanálisis. El mío es amplio y abierto: incluye todas las principales pseudociencias conocidas, así como las por inventar. En efecto, mi plan de estudios de la Licenciatura en Pseudociencias es el que sigue.

· Primer año: Introducción a las pseudociencias, Historia de las pseudociencias, Astrología, Alquimia, Piramidología, Demonología. Trabajos prácticos: transmutación de plomo en oro; construcción de horóscopos; búsqueda de napas de agua mediante la horqueta; levitación; reconstrucción de una pirámide egipcia; entrar en contacto espiritual con un demonio.

· Segundo año: Homeopatía, Naturopatía, Psicoanálisis freudiano, Numerología. Trabajos prácticos: manufactura de remedios homeopáticos para curar el cáncer, la diabetes o el mal de amores; identificar el complejo relacionado con la bisabuela materna; hallar el significado simbólico del número de Avogadro.

¿Se legitimizan el autoengaño y la estafa al enseñarlos en la universidad?
· Tercer año: Psicoanálisis jungiano, Parapsicología, Memética, Psicología evolutiva, Grafología, Seminario I. Trabajos prácticos: encontrar las sincronías entre tsunamis y terremotos políticos; tocar la flauta a distancia; explicar la última de las 10.000 religiones registradas en los EEUU como una adaptación al medio ambiente del Paleolítico; hallar el significado simbólico de los sueños de un terrorista notorio.

· Cuarto año: Diseño inteligente (ex-Creacionismo científico), Astronomía de universos paralelos, Medicina holística, Genética egoísta, Psicoanálisis lacaniano, Derecho del ejercicio ilegal de la medicina, Filosofía de la pseudociencia, Seminario II. Trabajos prácticos: averiguar los designios del Altísimo cuando diseñó el piojo y la muela del juicio; averiguar algunos rasgos de un universo en el que fallen las leyes de la termodinámica; diagnóstico y tratamiento holístico del callo plantal; buscar el gen de la afición al fútbol, al póquer o a la pseudociencia; inventar trucos para evitar pleitos iniciados por clientes desagradecidos; elaborar una filosofía de la ovnilogía, la reflexología, el psicoanálisis o la memética.

Los seminarios I y II se dedicarían a estudiar teorías o prácticas situadas entre la ciencia y la pseudociencia, tales como las teorías de cuerdas, del comienzo del universo a partir del vacío y de la elección racional.

Preveo que el empresario académico que se propusiera crear una Facultad de Pseudociencias no tendría la menor dificultad en reclutar profesorado ni alumnado, sobre todo por cuanto en este campo no caben pruebas de idoneidad. Tampoco tendrá dificultad alguna en formar una biblioteca especializada en pseudociencias, como puede comprobarse visitando cualquier librería. Pero seguramente el empresario tendría que hacer frente a la competencia de las facultades de ciencias, medicina e ingeniería. En este caso podrá recurrir a los argumentos siguientes, que ofrezco sin cargo.

· Primero: la libertad académica incluye la libertad de enseñar cualquier cosa, incluso que dos más dos es igual a siete y que la Tierra es plana.

· Segundo: puesto que la ciencia es falible, es posible que la pseudociencia de hoy sea la ciencia de mañana.

· Tercero: en la época posmoderna todo es relativo, no hay verdades objetivas ni es necesario poner a prueba lo que se conjetura.

· Cuarto: el tiempo es oro, y se lo ahorra aprendiendo una pseudociencia en lugar de una ciencia.

· Quinto: el instrumental que necesita la investigación experimental se está haciendo tan costoso que incluso a los países más poderosos les convendría cultivar disciplinas que no requieren experimento alguno.

· Sexto: la universidad posmoderna es una empresa, y como tal tiene el derecho y el deber de suministrar los productos que demande el consumidor.

· Séptimo: en ciertos países ya funcionan facultades de humanidades en las que sólo se enseñan doctrinas posmodernas (por ejemplo, que la historia es una rama de la literatura) y facultades de psicología en las que se enseña exclusivamente el psicoanálisis. La facultad que propongo no hace sino generalizar y proclamar abiertamente lo que otras hacen en forma estrecha y solapada.

Estos argumentos me parecen impecables. Sólo me asaltan tres dudas. Primera: ¿se legitiman el autoengaño y la estafa al enseñarlos en la universidad? Segunda: ¿es necesario que la universidad deje de ser el principal taller de búsqueda de verdades? Tercera: dado que el derecho al macaneo es uno de los derechos del hombre, ¿por qué exigir diploma para ejercerlo? *

Este texto pertenece a "100 ideas. El libro para pensar y discutir en el café", de Mario Bunge, cuya nueva edición, revisada por el autor y con nuevo prólogo, forma el sexto título de la Biblioteca Bunge de Editorial Laetoli

http://elpais.com/elpais/2014/09/26/ciencia/1411758492_579724.html

Las pseudociencias ¡vaya timo! Mario Bunge

jueves, 9 de junio de 2016

¡Mordido por la cascabel muda! El ornitólogo Peter Boesman perdió una pierna por el ataque en la selva peruana de una víbora surucucú

Estaba yo tan ricamente leyendo los Consejos a los cazadores de víboras, el librito del naturalista y gran ornitólogo William Henry Hudson que es un extraño canto de amor a esas ponzoñosas serpientes, cuando, en junguiana conexión, José Luis Copete me envió una simpática foto de un adulto de Bothrops atrox (la temida víbora americana Fer-de-Lance, barba amarilla o mapanare) zampándose un agutí, un roedor considerable que llega a pesar cinco kilos. El fin de semana se animaba.

Hudson recuerda en su libro el mito de Melampos, que salvó a unas jóvenes serpientes por lo que estas, agradecidas, le concedieron el poder de entender a los animales lamiéndole las orejas. En realidad uno no dejaría que una víbora le lamiera las orejas ni aunque ello le permitiera entender, como el tal Melampos, a las termitas, escapando así del derrumbe de una viga.

Conocedor de mi interés por las serpientes que raya en lo morboso, José Luis , que acaba de regresar de una de sus maratones de observación de aves (finalizó con 211 especies, incluido el mochuelo boreal), me habló de su colega Peter Boesman, que, precisamente, "perdió la pierna por la mordedura de una Fer-de-Lance… Se la amputaron, aunque salvó la vida. El tío sigue en activo, aunque va por ahí con una pierna de plástico".

El tema me interesó muchísimo. Mi abuelo me relató de niño la ocasión en que, de expedición en la selva venezolana, a uno de los porteadores indios lo mordió en el pie una mapanare. Sin pensárselo, el hombre apoyó la extremidad en un tocón de árbol y ¡zas!, se la cortó con el machete.

El belga Boesman es un experto mundial en vocalizaciones de pájaros (además de excelente pianista) que lleva 25 años registrando cantos en los lugares más remotos. Así, no es de extrañar que se topara un desdichado día en la selva peruana con una de las serpientes más peligrosas del mundo, no una Fer-de-Lance sino, como me ha explicado él mismo, una Bushmaster (Lachesis muta muta), una cascabel muda, también llamada surucucú, shushupe y ya con gran sentido dramático (pero sin faltar a la verdad) matabueyes y "el silencioso hado de los trópicos americanos".

La rara, secreta y temida lachesis, de legendario estatus, es un pedazo de bicho, la víbora más larga, que puede llegar a los 3,6 metros y cuya mordedura, según un estudio en Costa Rica, provoca la muerte en un 80 % de los casos, incluso con antídoto. Afortunadamente es un animal difícil de ver. Prima de las cascabeles posee una espina córnea al final de la cola que vibra cuando la molestan, aunque no suena (de ahí lo de muda). Su nombre científico hace referencia a Láquesis, una de las Moiras griegas que controlaban el hilo de la vida de los seres humanos. Una delicia, vamos.

Boesman me ha explicado que no vio a la que le mordió hasta después del ataque. "Fue mientras caminábamos en fila por un sendero en la selva. Yo iba el segundo. Algo debió provocar a la serpiente. Tras morderme se apartó y se puso en posición de alerta". ¿Duele que te muerda la muerte muda? "La mordedura misma es un doloroso y breve impacto. Unos segundos después empiezas a no notar la pierna. Obviamente luego los efectos son muy dolorosos". ¿Miedo? "Nunca he sido muy aficionado a las serpientes, siempre he mantenido las distancias; eso no ha cambiado después de la mordedura". Pero el incidente le habrá provocado algo de fobia. "Puede que temporalmente tuviera menos confianza al caminar en la jungla. Pero después de un tiempo regresó el comportamiento racional".

Da que pensar que alguien se pueda tomar con tanta flema el ataque de una serpiente que te cuesta una pierna. No vamos a juzgar las dotes de contador de historias de Boesman, pero quede aquí constancia de su indudable valor

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/05/10/actualidad/1462894850_748954.html

jueves, 2 de junio de 2016

El primer telescopio se presentó hace 407 años. El invento de Galileo Galilei cambió el rumbo de la astronomía.

Las astrónomos están de fiesta, (se refiere al 25 agosto de 2009). Se cumplieron los 400 años desde la presentación oficial del primer telescopio ante el senado de Venecia, un invento con el que el científico italiano Galileo Galilei (1564-1642) cambió el rumbo de la astronomía. Este descubrimiento suponía poder ver el aspecto que los cielos ofrecían cuando se observaban con un original instrumento que aproximaba y agrandaba los objetos lejanos.

Este instrumento, un tubo con dos lentes, se había convertido, en manos de un hombre de ingenio, quizá en el más revolucionario instrumento de todos los tiempos. Todo comenzó en el inicio de 1609, cuando el genio italiano recibe noticias de la existencia de un instrumento maravilloso capaz de "acercar" los objetos. Galileo construyó su primer telescopio en el verano de aquel año y en diciembre se lanzó a observar el firmamento con instrumentos de una calidad adecuada.

Aquel invento fue también el comienzo de los quebraderos de cabeza para Galileo. La Inquisición le puso en el punto de mira porque defendía la teoría heliocéntrica: el Sol era el centro del universo y la Tierra giraba a su alrededor. El 24 de febrero de 1616 una comisión de teólogos consultores de la Inquisición censuró la teoría heliocéntrica y reafirmó la "inmovilidad" de la Tierra.

Francisco Gálvez, astrónomo de la Sociedad Malagueña de Astronomía, explica lo que supuso para aquella época poder observar el cielo. "Se descubrió que la Tierra no era el centro del universo, como se pensaba en aquella època, sino que había otros planetas en torno a los cuales giraban los objetos celestes". Recuerda que se descrubrió que existían más estrellas que las que se apreciaban a simple vista y que la Luna "no era tan perfecta como se pensaba", sino que tenía valles, montañas y montes escarpados". "Se dieron cuenta de que la Luna se parecía a la Tierra", asegura Gálvez.

Lo que vio Galileo
La Inquisición no pudo detener el avance de la ciencia. Galileo descubrió, que la Luna no era lisa, pues mostraba montañas y valles, muchas y nuevas estrellas aparecían donde antes sólo había oscuridad, la Vía Láctea no era una mancha lechosa, sino un conjunto casi infinito de pequeños puntos luminosos, y el planeta Júpiter ya no estaba sólo, sino acompañado por cuatro pequeños puntos que giraban a su alrededor.

En 1633, Galileo fue condenado, a pesar de la protección de los Medici, por los inquisidores y forzado a abjurar, de rodillas y bajo amenaza de torturas, de la teoría de Copérnico.

Precisamente semanas antes del aniversario del primer objeto que acercaba los objetos del cielo al ojo humano, otro telescopio mucho más sofisticado, el Spitzer ha detectado los restos del choque de dos incipientes planetas en torno a una estrella. La ciencia no para. Se trata de un "hecho muy poco frecuente y de corta duración pero crucial en la formación de planetas", señaló Carey Lisse, científico del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins. Y es que en la ciencia de la astronomía, la tecnología está ligada siempre con cualquier descubrimiento.

Google también lo celebra
El buscador Google, siempre tan cercano a la actualidad, ha celebrado el cumpleaños de la presentación del primer telescopio lanzando una versión de su logo customizado que recuerda este aniversario.

http://sociedad.elpais.com/sociedad/2009/08/25/actualidad/1251151202_850215.html?rel=lom

miércoles, 11 de mayo de 2016

Ondas Gravitacio… ¿qué?

“Desde que los matemáticos han invadido la teoría de la relatividad, ni yo mismo la entiendo”.

Albert Einstein (1879-1955)

La historia empieza así: “El 14 de septiembre de 2015, científicos de LIGO [por las siglas en inglés de ‘Observatorio de Interferometría Laser para ondas Gravitacionales’] detectaron por primera vez en la historia de la humanidad las arrugas en el espacio-tiempo provocadas por la fusión de dos agujeros negros, predichas hace exactamente cien años por la teoría de la Relatividad General de Albert Einstein.

El descubrimiento supone la comprobación directa de la última predicción de la teoría del gran genio, así como la primera observación de la fusión de dos agujeros negros, y la primera observación directa de un agujero negro de cualquier manera. Además, abre una nueva ventana de observación para la astronomía, que hasta ahora estaba limitada a ondas de luz…”
ondasgravitacionales
Un momento… ¿Qué? ¿Arrugas? ¿Relatividad general? ¿Espacio-ti… empo?

Mucho se puede leer ya sobre la reciente detección de las ondas gravitacionales y la increíble precisión del interferómetro LIGO. ¡Puede medir diferencias en longitudes diez mil veces más pequeñas que el tamaño de un protón! Es tan impresionante que hasta suena ridículo. Pero, ¿de qué estamos hablando? ¿De dónde viene todo esto? Si en verdad estas ondas “gravitacioblabla” se van a convertir en algo importante a partir de este descubrimiento, merece la pena retroceder un poco y olvidarse, por el momento, de LIGO, y del 14 de septiembre de 2015.

Luz, Espacio y Tiempo
Finales del siglo XIX; conforme el siglo veinte se venía abriendo paso apresuradamente, algunos experimentos comenzaron a romper la paz que científicos como James Clerk Maxwell habían creído encontrar hacía unos pocos años. (Los más famosos, por Albert Abraham Michelson y Edward Morley). Maxwell había encontrado finalmente la ansiada respuesta a la pregunta de “qué es la luz”: pues bien, la luz es una onda, como el sonido. Y lo que una onda es, por cierto, es una oscilación que transporta energía de un lado a otro. ¿Y una onda de qué? Si el sonido es una onda de presión, la luz es una onda de electricidad y de magnetismo: una onda electromagnética.

Así que, a finales del siglo XIX, los físicos creían haber alcanzado la cima. Pero los experimentos que mencioné antes arrojaban un comportamiento peculiar a la luz: su velocidad es constante, y toma siempre el mismo valor; no importa quien la emita o quien la mida. A primera vista, no suena muy peculiar, pero pensándolo bien, es bastante raro. Imagina que viajas en un tren a 100 km/h, y en un momento dado te levantas a caminar hacia la parte delantera del tren a 5 km/h. Una chica sentada en el tren mediría tu velocidad en 5 km/h. Sin embargo, un chico sentado en el andén conforme pasa el tren por su lado mediría tu velocidad en 105 km/h (la del tren más la de tu caminar). Ahora hagamos el mismo experimento mental con la luz. La velocidad de la luz es (se ha medido) 300.000 km/s. Imagina ahora que el tren en el que vas viajando se mueve a 200.000 km/s, y tú lanzas un rayo de luz hacia la parte delantera del tren (apuntas con una linterna hacia delante) a la velocidad de la luz, que ya hemos quedado que es 300.000 km/s. La chica de antes, sentada en el tren, mediría la velocidad de la luz en 300.000 km/s. Sin embargo, el chico sentado en el andén mediría 500.000 km/s (la del tren más la de la luz).

Bueno, pues en realidad no. Resulta que en todos los experimentos que se han hecho hasta el día de hoy, el chico del andén mide 300.000 km/s, exactamente lo mismo que la chica sentada en el tren. Ese “empuje” del tren parece no afectar a la luz, de manera que todo el mundo mide la misma velocidad, de 300.000 km/s, no importa cómo se mueva, esté quieto, se esté alejando o se esté acercando. Pensémoslo de otro modo: si yo trato de alcanzar un rayo de luz, aunque pueda acelerarme a velocidades cada vez más cercanas a ésta, la luz siempre se estará alejando de mí a 300.000 km/s. ¡La luz es inalcanzable!

Pero no te esfuerces aún en pensar por qué esto es así. No es una hipótesis, ni un resultado de alguna complicada teoría; es una observación, como que la Tierra da vueltas alrededor del Sol. Lo tomas o lo dejas, pero así es.

Y dado que la velocidad de la luz en el vacío es constante, se le ha asignado, como a todas las buenas constantes de la física, una letra. En este caso, la letra c. A partir de ahora, no te tengo que decir que la velocidad de la luz es 300.000 km/s. Te diré que la velocidad de la luz es c, y con eso bastará. Pero entiende que c es un número fijo y siempre es el mismo.

Einstein se dio cuenta de que cuando uno trata con la luz, no puede sumar velocidades como está acostumbrado (como en el caso del tren), y en el año 1905 publicó una nueva teoría de velocidades, tiempos y demás, a partir de este hecho de que la velocidad de la luz es constante, no importa quien la emita, o quien la mida. A esta teoría se le llama Relatividad Especial, y sus consecuencias son tremendas: las longitudes y los tiempos no son absolutos; un metro o un segundo no miden lo mismo para alguien que está quieto o para alguien que se está moviendo; los metros se contraen, y los segundos se dilatan. Lástima que estos efectos sólo son apreciables cuando las velocidades son cercanas a la velocidad de la luz. Pero me estoy desviando…

En 1907, a un matemático llamado Hermann Minkowski se le ocurrió una cosa curiosa. Dado que velocidad es igual a espacio dividido entre tiempo, podemos expresar la velocidad de la luz como c = e/t, donde e es el espacio que recorre la luz en un tiempo t. De aquí podemos despejar el tiempo, t = e/c, o el espacio, e = c·t. Y dado que c es una constante universal, que siempre vale lo mismo, sin lugar a dudas, podemos decir que el tiempo y el espacio son proporcionales, y se relacionan con esta constante de proporcionalidad, que es c. Esto quiere decir que podemos expresar el tiempo transcurrido en cualquier evento (por ejemplo, el tiempo que tardo en comerme un elote) como una longitud e dividido entre esa constante. Puedo decir que he tardado 10 minutos en comerme mi elote; o puedo decir que he tardado 180 millones de kilómetros en comerme mi elote (es decir, 10 minutos, que son 600 segundos, multiplicado por la velocidad de la luz). A efectos prácticos, estoy diciendo que en el tiempo en que me comí el elote, un rayo de luz en el vacío recorrió 180 millones de kilómetros. Es una manera de expresar un tiempo, tan válida como cualquier otra. Tan sólo que resulta absurdo hacerlo: para tiempos tan pequeños como lo que tardo en comerme un elote, los minutos son mucho más apropiados.

Pero Minkowski no se quedó en una mera cuestión de proporcionalidad. Su interpretación, mucho más profunda, fue que el espacio y el tiempo están íntimamente relacionados entre sí, de manera que uno no tiene sentido sin el otro. Para Minkowski, espacio y tiempo forman parte de una única entidad de cuatro dimensiones que él denominó espacio-tiempo. Así que el espacio-tiempo tiene cuatro coordenadas, una temporal y tres espaciales, y el tiempo y el espacio se relacionan mediante la constante c. Como ejemplo, trata de dibujar un movimiento sencillo en un gráfico espacio-tiempo simplificado. Imagina que estás de pie, y de repente saltas con todas tus fuerzas hacia arriba y vuelves a caer. ¿Cómo se dibujaría esto en el espacio-tiempo de Minkowski? Pon la coordenada que representa la altura que alcanzas con tu salto en el eje vertical, y el tiempo transcurrido en el eje horizontal. En el momento del salto subes muy rápido, y poco a poco te vas frenando para detenerte en el aire justo antes de volver a caer, acelerándote de nuevo hacia el suelo. Dibujado en el espacio-tiempo, esto es una parábola: una línea curva que sube, se tuerce y da media vuelta para volver a caer.

De buenas y a primeras, a Einstein, como seguramente te esté pasando a ti, todo esto del espacio-tiempo le pareció totalmente superfluo y sin ninguna utilidad real. Sin embargo, y como preparación para lo que se avecina, date cuenta de una cosa: en el espacio-tiempo, un movimiento acelerado (como el salto vertical de antes) siempre se representa con una línea curva.

La teoría de la Relatividad General
La idea más feliz de la vida de Einstein (tal y como él mismo lo dijo) le vino dos años después de la publicación de la teoría de la Relatividad Especial, cuando pensaba sobre qué sucedería con los sistemas acelerados. (Algo que había pasado por alto en su teoría). Imagina que estás subiendo en un elevador, y de repente, se rompen los cables que lo sostienen y el elevador cae libremente hacia el suelo. Durante la breve caída, antes del horripilante final, tú, dentro del elevador, estás experimentando lo que supone estar en gravedad cero. Si sueltas una moneda, no verás cómo ésta cae al suelo del elevador, sino que se quedará a tu lado “flotando”; porque todo, tú, el elevador y la moneda, están cayendo con la misma aceleración. Ahora imagina que estás en una cabina en el espacio, realmente en gravedad cero, e imagina que la cabina comienza a propulsarse desde “abajo” y comienza a acelerar con la misma intensidad que acelera la gravedad terrestre. El avance acelerado de la cabina te irá dejando atrás, de manera que sentirás un empuje hacia el suelo exactamente igual que si estuvieras en el campo gravitatorio terrestre. En el primer caso, estás simulando gravedad cero en la Tierra; en el segundo, estás simulando la gravedad terrestre en el espacio. Einstein se dio cuenta de que gravedad y aceleración son equivalentes, en el sentido de que lo que ocurre en presencia de una debería suceder también en presencia de la otra.

Este efecto de que, si estás en una cabina acelerada, el movimiento de la cabina te va dejando atrás, es fácil de comprobar. La próxima vez que subas a un avión, cuando el avión esté acelerando para despegar, siente como tu espalda se pega al respaldo de tu asiento, o lanza una pelota hacia el techo y verás cómo la pelota se va hacia atrás. Si esto lo haces cuando el avión ya está volando a velocidad de crucero, no sentirás nada y la pelota no se irá hacia atrás. Cuando el avión se mueve con velocidad constante es como si el avión estuviese quieto. Esto sólo funciona con movimientos acelerados.

Pero seguro que entiendes que no hay ninguna fuerza oculta en la parte de atrás del avión que atraiga a la pelota mientras el avión está acelerando; el movimiento que observo en la pelota no es real: más bien es el avión el que se mueve, pero como yo estoy amarrado al asiento, para mí parece que es la pelota la que se está moviendo. Pues bueno, este efecto también incluye a la luz; no tendría por qué no hacerlo. Si yo lanzo un rayo de luz hacia arriba o hacia un lado, conforme el avión se está acelerando, el rayo de luz se irá quedando atrás. (Claro, el efecto es pequeñísimo, porque la luz se mueve muy deprisa; para poder apreciarlo, el avión tendría que tener una aceleración grandísima).

Y aquí es donde entra la mente brillante de Einstein, y su equivalencia entre aceleración y gravedad: si un rayo de luz pareciera torcerse en presencia de una aceleración, entonces, el rayo de luz debería parecer torcerse de la misma manera en presencia de un campo gravitatorio. (La palabra “parecer” es importante aquí y quiero que la recuerdes; ten en cuenta que en el caso del avión, la pelota, o la luz, no se tuercen realmente, sino que es el avión, al acelerar, el que provoca esa ilusión). Aun así, ¿cómo va a parecer torcerse la luz en presencia de la gravedad, si (como sabemos desde hace mucho tiempo, y está demostrado por activa y por pasiva) la luz sigue siempre la trayectoria más corta entre dos puntos? Y la trayectoria más corta entre dos puntos es siempre la línea recta. ¿O no lo es?

Retrocedamos algunos siglos. Estamos, quizás, en el siglo XV, y dos imponentes carabelas surcan los mares del pacífico con sus grandes velas izadas. Imagina que los dos navíos se encuentran distanciados, pero sobre la misma línea del ecuador, y piensa que en esta época se creía que la Tierra era plana. Si los dos barcos comenzaran a navegar al mismo tiempo en trayectorias perpendiculares al ecuador, hacia arriba de su mapa por ejemplo, irían avanzando por el océano en trayectorias paralelas… ¡hasta encontrarse en el polo norte! ¿Pero cómo es posible? Si avanzaban en líneas paralelas, ¡que nunca se cortan! Lo que nuestros navegantes no saben es que la superficie por donde navegan –la de la Tierra– no es un plano, ¡sino una esfera! Y al no saber esto, podrían pensar que existe una fuerza misteriosa que está atrayendo a los barcos el uno hacia el otro, porque ellos navegaban en líneas paralelas… ¡Pero esta fuerza es una ilusión! Una ilusión debida al hecho de que se mueven en la superficie de una esfera, y no en un plano, como ellos creen. Después de todo, lo que están experimentando no es una fuerza, sino una curvatura del espacio en el que navegan.

Y aunque pareciera que las trayectorias de los dos barcos se están torciendo la una hacia la otra, no es verdad. Lo que está torcido no son las trayectorias de los barcos, ¡sino el espacio en que se mueven! Visto de otra manera, nuestras carabelas no hacen más que seguir la distancia más corta entre el ecuador y el polo, que en la superficie de una esfera no es una línea recta, sino una línea curva.

Regresemos con Einstein: en donde decíamos “carabelas” ahora diremos “luz”, y en donde decíamos “superficie de la Tierra” ahora diremos “espacio tridimensional”. Ahora quizás podamos contestar a la pregunta de ¿cómo va a parecer torcerse la luz en presencia de la gravedad, si ésta sigue siempre la trayectoria más corta? Existe una manera: esto podría ocurrir si la gravedad no fuese una fuerza realmente, sino el efecto de una curvatura del espacio tridimensional en que vivimos. De ser así, la luz se torcería con el espacio siguiendo la trayectoria más corta, que no siempre sería la línea recta.

Einstein pensó que, quizás, la presencia de una masa enorme como el Sol no ejerce ninguna fuerza misteriosa sobre los planetas, esa que se ha llamado gravedad. Por el contrario, la presencia de una masa enorme como la del Sol lo que hace es que curva el espacio a su alrededor, estirándolo de tal manera que los planetas, cometas, etcétera, no tienen más remedio que seguir una trayectoria curva a su alrededor, en forma de órbita. La manera más fácil de visualizarlo (y la más estándar) es imaginar una sábana bien estirada sobre la que se coloca una pelota en el centro: la masa de la pelota deforma la sábana de tal manera que si lanzamos una canica a su lado, el camino de ésta se torcerá siguiendo la curvatura de la sábana. Como la sábana ejerce una fricción sobre la canica, ésta puede acabar cayendo hacia la pelota; pero si no hubiera fricción, la canica se podría quedar girando alrededor de la pelota en una órbita estable, como lo hacen los planetas. Es una analogía muy buena, muy visual y muy recurrida, pero tiene un problema bastante gordo que nadie nunca menciona.

Este problema se remonta al principio de toda esta locura: la equivalencia entre aceleración y gravedad de la que partió Einstein. Piensa que todo parte de este principio, y si de repente violáramos el principio, se iría todo a la basura. Entonces, si un movimiento se ve torcido en el espacio en presencia de la gravedad, un movimiento acelerado debería también verse torcido en el espacio. Pero aquí hay algo que no cuadra: y es que un movimiento acelerado no está torcido en el espacio (por ejemplo, el salto vertical del ejemplo de antes es puramente un salto en línea recta). Para que un movimiento acelerado se vea torcido, y pueda así haber una relación entre aceleración y gravedad, se necesita la coordenada temporal. Un movimiento acelerado no aparece torcido en el espacio, pero sí en el espacio-tiempo. Para mantener la cordura, la curvatura producida por una masa enorme como el Sol no puede ser una curvatura del espacio y ya. Es totalmente necesario que esta curvatura incluya al espacio y también al tiempo. Si no, se acaba la equivalencia entre gravedad y aceleración, volvemos al principio de la historia, y no podemos seguir. Sin espacio-tiempo, es un callejón sin salida. (Volveremos con esto cuatro párrafos más adelante).

Así que cuando Einstein comenzó a tratar de describir matemáticamente esta relación entre la presencia de una masa y la curvatura que ésta produciría en el espacio para dar lugar a lo que llamamos gravedad, encontró que la única manera de hacerlo era incluyendo también al tiempo, recuperando aquella idea de Minkowski que él mismo había despreciado.

Y la tarea no fue fácil. La curvatura producida por una masa tenía que ser completamente independiente de quien la midiera (aunque el observador se estuviese moviendo y/o acelerando). Einstein tuvo que aprender a abstraerse en las matemáticas de superficies curvas en cuatro dimensiones y en el uso de tensores (dicho mal y rápido, un tensor es una matriz muy complicada que cumple con ese requisito de que es independiente del observador) con la ayuda de su amigo y antiguo compañero de clase, el matemático Marcel Grossmann. Imaginen por un momento que Einstein tenía una profunda idea sobre lo que debía ser la gravedad, un sentimiento que provenía de los mismos experimentos mentales que hemos discutido en los párrafos anteriores; pero que debía ser formalizado de alguna manera. Irónicamente, Einstein no era precisamente amante las matemáticas, y su mayor logro le acabó costando ni más ni menos que ocho años de esfuerzo, frustración, compromiso y dudas. Finalmente, en el año 1915, Albert Einstein lo consiguió. Ninguna teoría de comparable magnitud ha sido nunca gracias a la labor casi exclusiva de un único científico.

Su triunfo consiste en una complicada ecuación que describe de forma precisa cómo la presencia de una masa deforma el espacio-tiempo, y cómo esta deformación del espacio-tiempo define la trayectoria de los cuerpos que se mueven libres en su cercanía. Es la ilusión de la gravedad.

Pero, ¡mucho ojo! Si dejamos de lado el tiempo, y nos quedamos únicamente con el espacio susceptible a ser deformado, ¡la gravedad tal y como la explica Einstein no tendría ningún sentido! Imagina que suelto una pelota desde lo alto de mi balcón: la pelota está quieta entre mis manos, de repente abro los brazos y la pelota cae. Newton diría que la Tierra está ejerciendo una fuerza de atracción sobre la pelota. Einstein diría que la Tierra está curvando el espacio a su alrededor, de forma que la pelota sigue la trayectoria que queda libre de cualquier otra fuerza en un espacio curvo hasta la superficie de la Tierra. ¿Pero qué tontería es esta? ¿Qué trayectoria? ¡Si la pelota estaba quieta! Aunque fuera verdad que la Tierra curva el espacio a su alrededor, ¿por qué tendría mi pelota que ir hacia ningún lado si yo la dejé quietecita entre mis manos? Volviendo a la analogía de la sábana estirada sobre la cual se coloca una pelota y se lanza una canica, aquí tenemos el tremendísimo defecto de esta analogía: ¿por qué cae la canica hacia la pelota? ¿Porque la sábana está curvada? ¡Por supuesto que no! La canica cae hacia la pelota porque la pelota se hunde hacia abajo en la sábana; la canica cae hacia la pelota por la gravedad de la Tierra; y cuando entra en juego la gravedad de la Tierra en una analogía para comprender el efecto mismo de la gravedad, perdón, pero nuestra analogía ya no sirve. Es como tratar de definir un cactus usando la palabra “cactus”.

¿Por qué tendría mi pelota que “caer” si yo la dejé quietecita entre mis manos? La gravedad como deformación del espacio sencillamente no funciona, y no tiene sentido. Sin embargo, la gravedad como deformación del espacio-tiempo funciona a la perfección. En el espacio-tiempo nada está quieto, pues al tiempo no hay quien lo pare. Ya no se trata de otorgar una trayectoria a algo que está quieto, sino de modificar la trayectoria existente, porque la pelota “quieta” entre mis manos posee ya una trayectoria en el espacio-tiempo (se mueve en el tiempo, aunque no se mueva en el espacio). Cuando yo abro mis brazos y dejo la pelota libre, en el espacio-tiempo curvo (por la presencia de la masa de la Tierra) la pelota seguirá la trayectoria marcada por dicha curvatura, que hace que mi pelota caiga al suelo. Piénsalo bien, ayúdate si así es más fácil con un gráfico espacio-tiempo con una coordenada espacial y una temporal, como el de antes, y verás que tiene todo el sentido del mundo.

Por último, aunque se necesita un cuerpo con masa para curvar el espacio-tiempo, la curvatura es una propiedad intrínseca de este espacio-tiempo, así que la gravedad afecta a todos los cuerpos por igual, independientemente de la masa. Y lo que es más, ni si quiera se necesita un cuerpo con masa para sentir la curvatura del espacio-tiempo: según la teoría de Einstein, la luz también siente la gravedad (lo cual no es así con la teoría de Newton). De hecho, la luz lo hace de tal manera que, como mencioné antes, siempre sigue el camino más corto entre dos puntos en el espacio-tiempo; sólo que si el espacio-tiempo es curvo, este camino más corto no es la línea recta.

El siguiente paso para Einstein era decisivo. Su teoría era el resultado directo...

seguir aquí http://naukas.com/2016/03/16/ondas-gravitacio-que/

video de Albert Einstein: https://youtu.be/pItb8zKxnW0

martes, 12 de abril de 2016

La "Semana de la Ciencia Indignada" en varias universidades públicas de Madrid aborda temas para impulsar y motivar la investigación científica. El mar se está tomando como un vertedero global

Imagine una superficie tan grande como el territorio de la Península Ibérica multiplicado por tres. Ahora imagine cubrir todo ese espacio con basura, con porquería de todo tipo y procedencia. Pues así es, más o menos, la mayor de las  ‘islas de basura’,  ubicada en el Pacífico Norte, que están flotando en los océanos del planeta. Hay cuatro más repartidas por el resto de la enorme masa de agua que cubre el globo y que, desde los tiempos de la industrialización, el ser humano ha utilizado como su vertedero particular de referencia.

Se tira de todo, desde químicos contaminantes procedentes de la agricultura y las actividades extractivas, hasta las aguas negras de ciudades y cruceros (cada uno de estos barcos deja a su paso 95.000 litros de aguas residuales procedentes de los inodoros), pero lo más preocupante, lo que más está afectando a la supervivencia del hábitat marino, son las ingentes cantidades de plástico, visibles ya en casi cualquier costa. Se estima que sólo en 2015 se han vertido al mar unas 9 toneladas de este material y que para 2025 esa cantidad aumentará hasta los 16 millones.

“El gran problema es que toda esta basura tarda cientos de años en degradarse, así que si vamos sumando, la cantidad de plástico acumulado en el océano es inestimable”, señala el profesor José Manuel Serrano, doctor en Biología, en una conferencia en la Facultad de Biológicas de la Universidad Complutense de Madrid, que junto con otras universidades públicas de la comunidad celebra estos días su tercera edición de la   ‘Semana de la Ciencia Indignada’, una iniciativa para reivindicar la importancia de la investigación y la inversión frente a la política de severos recortes que vive el sector.

Cientos de años, en concreto 450, es lo que tarda en desaparecer del agua, por ejemplo, una sencilla botella de plástico. Lo mismo que un pañal de usar y tirar. Cada lata de aluminio como la de los refrescos no se degrada hasta pasado medio siglo, el hilo de nailon que se utiliza para pescar tarda 650 años más. No se conoce, por el momento, el tiempo que perdura el vidrio.

Pero ahí no queda todo. Si la basura flotante es desorbitada, la que permanece hundida en el fondo del mar es incalculable. “La cantidad de plástico vertido, en comparación con lo que se ve es bastante poco” –recuerda Serrano- “el 70% del plástico no flota. Además se fragmenta, lo que hace enormemente difícil conocer las dimensiones del problema”, añade.

Al igual que sucede en la atmósfera, en el mar las corrientes de agua provocan una especie de enormes anticiclones marinos que funcionan como remolinos de agua a cuyo centro va a parar la basura, que es absorbida poco a poco hacia el fondo del mar. “Esto se podía haber previsto”, critica el doctor en Biología, “se conoce desde hace muchísimo tiempo cómo funcionan estas corrientes y se podía haber pensado que iban a ser conflictivos para los vertidos”.

Los vertidos de plástico al mar comenzaron cuando se empezó a producir masivamente este material en los años 70, pero la concienciación sobre el verdadero problema que acarrea (100.000 mamíferos marinos mueren cada año a consecuencia del plástico y el 80% de las aves marinas lo han ingerido alguna vez) no llegó hasta que Charles Moore, un aventurero que en 1997 quedó escandalizado tras la cantidad de plásticos encontrados en su travesía por mar entre Los Angeles y Hawaii, dio la voz de alarma.

¿Y qué soluciones hay? Pues pocas. La única válida, por el momento, es reducir el consumo de plásticos, reutilizarlos y reciclarlos. Aunque existen algunos proyectos en pruebas para recoger la basura marina, están aún lejos de conseguir una solución definitiva. Otros proyectos de plásticos biodegradables, como el biopol o el quitosano trabajan también en la misma dirección.

“Todo esto tiene unas repercusiones económicas inimaginables. Afecta al turismo, a la pesca… no puedo entender cómo hay un acuerdo mundial para reducir la contaminación atmosférica y no se hace nada con la contaminación del mar”, sentencia Serrano.

Fuente original: http://www.publico.es/ciencias/mar-tomando-vertedero-global.html
(Foto de Rosa Peña: De paseo en mi barrio, después de la lluvia. Rivermark. Santa Clara. California)