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domingo, 18 de agosto de 2024

_- "La democracia es lo más revolucionario". Entrevista a Tony Benn


_- En una entrevista de 2006 recientemente publicada, Tony Benn explica a Matt Kennard por qué la clase dirigente teme la verdadera democracia: entienden que significaría el fin del propio sistema capitalista.

En febrero de 2006, cuando tenía 22 años, fui a casa de Tony Benn en Holland Park Avenue, en Notting Hill, Londres, para entrevistarle sobre la Guerra contra el Terror, que entonces estaba en su violento apogeo. Como todo el mundo dice, fue increíblemente amable y comprometido, y charlamos durante horas en su sótano rodeados de libros y recortes. Yo quería hablar con él sobre el imperialismo estadounidense para un libro que estaba planeando escribir, que finalmente se convirtió en The Racket: A Rogue Reporter vs The American Empire, (El escándalo: un reportero deshonesto contra el imperio americano) publicado el mes pasado por Bloomsbury. Pero nuestra conversación derivó en todo tipo de direcciones. Al día siguiente me envió un correo electrónico. Querido Matt, me ha gustado mucho nuestra charla y tienes un libro muy bueno en ciernes", me escribió. Animar a todo el mundo era lo suyo: un político, pensador y ser humano legendario.

MK: ¿Sigue considerándose socialista?
TB: Oh Dios, sí.

¿Significa eso que eres anticapitalista?
Creo que la elección en el mundo es si la gente, los que crean la riqueza, dirigen el mundo o lo dirige la gente que posee la riqueza. Veo a Marx como el último de los profetas del Antiguo Testamento, trabajando en la Biblioteca Británica y escribiendo un libro brillante sobre el capitalismo que cualquiera podría haber hecho, pero añadiéndole una dimensión moral: que la explotación está mal.

Pero no es mi propósito ir por ahí insuflando mi ideología socialista a la gente. Creo que el análisis y la comprensión socialistas me ayudan a a) entender el mundo y b) ver lo que podríamos hacer. Y verás, creo que la democracia es lo más revolucionario; lo único que odian es la democracia. Cuando empezamos a tener democracia en el siglo XIX, lo que ocurrió fue que el poder se transfirió del mercado al colegio electoral, de la cartera a la papeleta, y la gente que era pobre pudo votar por hospitales y escuelas y museos y galerías de arte que antes eran prerrogativa de los ricos. Y creo que la democracia es lo que realmente asusta a los de arriba. De eso se trataron Thatcher y Reagan: fue una contrarrevolución cuando de repente se dieron cuenta de que la amenaza a sus privilegios no era que viniera el Ejército Rojo, sino que la democracia podía erosionar sus derechos, y no lo iban a permitir. Para mí, socialismo y democracia son indivisibles.

Si lees Mein Kampf, el libro de Hitler, que yo tengo (lo compré cuando tenía once años), Hitler dice que "la democracia conduce inevitablemente al marxismo". Es tan interesante que cuando los pobres tengan el voto, lo utilizarán para eliminar los privilegios de los ricos.

¿Cree que ahora somos más o menos democráticos?
Creo que la democracia no es un destino. No creo que el socialismo sea una estación de tren y que si cogemos el tren adecuado con el conductor adecuado, llegaremos allí. Creo que es una forma de pensar las cosas, y cada generación tiene que volver a hacerlo.

¿Está de acuerdo con Hitler en que una sociedad muy democrática conduciría inevitablemente al socialismo?
Bueno, creo que si hubiera democracia, el mundo se transformaría, porque si los millones de personas que mueren viviendo con un dólar al día tuvieran voto, redistribuirían la riqueza del mundo, y los de arriba no están dispuestos a que eso ocurra.

Pero usted siempre ha conservado la fe en el Partido Laborista Parlamentario. ¿Por qué no se ha pasado a otros grupos?
El otro día busqué por diversión en Internet cuántos partidos socialistas hay en Gran Bretaña. Está el Partido Socialista, el Partido Socialista Laborista, el Partido Socialista de los Trabajadores, el Partido Socialista de Gran Bretaña, el Partido Socialista Escocés, el Partido Comunista, el Partido Comunista de Gran Bretaña, el Partido Comunista del Marxismo-Leninismo. Hay demasiados partidos socialistas y pocos socialistas.

Más o menos uno cada uno.

Quiero decir que realmente tienes que trabajar con otra gente. Si vas en serio, tienes que encontrar la manera de convertir las aspiraciones que oyes en la calle en leyes. En mi vida como diputado, soy una hebilla entre lo que la gente quiere y cómo se llega a ello. Y si vas a ser una hebilla tienes que trabajar con otras personas, así que tengo que trabajar con otras personas.

Pero ahora, como decías, la convergencia de los partidos mayoritarios significa que tenemos que trabajar fuera del sistema político establecido.

Cuando Blair fue elegido líder del Partido Laborista, dijo: "El Nuevo Laborismo es un nuevo partido político"; ésa fue la frase que utilizó, y me alegro mucho de que lo dijera porque creó su propio partido y yo no soy miembro de él. Creo que el Nuevo Laborismo es probablemente el partido más pequeño de Gran Bretaña porque todos están en el gabinete y son muy poderosos. Pero si realmente me dedicara a hacer campaña sobre la política del Nuevo Laborismo - detendremos la construcción de viviendas sociales, privatizaremos la sanidad, obligaremos a los estudiantes a endeudarse, tendremos una prueba de recursos para los pensionistas, iremos a la guerra - nadie votaría a favor.

Por primera vez en mi vida, el público está a la izquierda de lo que se llama un 'gobierno laborista'. La gente no quiere privatizaciones, no quiere la guerra. Así que todo se está moviendo, pero estas cosas llevan su tiempo, y creo que si vas a darle sentido a la política, tienes que tener una perspectiva histórica y también reconocer que tienes que trabajar con gente con la que no estás de acuerdo. Quiero decir que el Partido Laborista nunca ha sido un partido socialista, pero siempre ha tenido socialistas dentro, igual que hay algunos cristianos en las iglesias, todo el mundo lo sabe, es un paralelismo exacto.

Yo soy socialista en el Partido Laborista, siempre ha sido así y siempre lo será. Y he vivido lo suficiente para ver a Ramsay McDonald traicionar al partido en 1931 y unirse a los conservadores. Sólo había 51 diputados laboristas en 1931. Catorce años después, fue una victoria aplastante. Así que si no tienes perspectiva histórica, no entiendes realmente lo que está pasando.

¿Qué efecto cree que tuvo el movimiento contra la guerra dentro del Partido Laborista?
Bueno, no creo que sirva de nada ir por ahí diciendo: 'Juzguen a Blair por crímenes de guerra', si estás intentando persuadir a los diputados laboristas para que voten en contra de la guerra y se les dice que tienen que ver a Blair y a Cherie encerrados. Es ridículo. Se lo dije a toda la gente. Es una locura. Puedo entender el enfado de la gente, pero es una locura. Después de todo, el propósito de la campaña es persuadir. Quiero decir, la gente se prende fuego para llamar la atención, pero no es terriblemente persuasivo.

Lo que pasa es que hay que trabajar en ello, y ahora estamos intentando ampliar mucho más el llamamiento: intentar que los abogados participen en la cuestión de la tortura y que otras personas lo hagan. El coste de la guerra! Por una fracción del coste de la guerra, se podría haber dado a todos los africanos medicamentos contra el sida, e ir aumentando gradualmente. Pero es persuasión. No pretendemos hacer una revolución en la que se prenda fuego a la BBC porque, en realidad, por muy atractivo que pueda resultar, no estamos intentando hacer eso.

Has hablado de tener que trabajar con otras personas con las que no estás de acuerdo. Esta es una pregunta personal. Me preguntaba por su relación con Enoch Powell. Fuiste a su funeral y eras amigo suyo.
Bueno, le conocí durante 51 años. Una vez, un obispo de Croydon se negó a patrocinar una reunión porque yo había asistido a su funeral. Pero Enoch no era un racista, sino un nacionalista. Yo solía burlarme de él -lo conocía muy bien- y le decía: "Mira Enoch, tú amas a la India, pero no quieres indios en Wolverhampton", y él me miraba un poco raro, y entonces yo le decía: "Tú crees en la libre circulación de capitales, pero no crees en la libre circulación de personas", y él sabía que había cometido un error.

Lo que tenía Enoch era que decía lo que pensaba y pensaba lo que decía, y era un tipo muy reflexivo. Le conocí en 1951, hace 55 años, y me dijo: 'Durante la guerra, no podía decidirme entre afiliarme al Partido Laborista o al Conservador'. Y, por supuesto, nos ayudó a ganar las elecciones de 1974 diciendo: 'Vota laborista'. Lo dijo por Europa. Creo que puede haber sido un factor en nuestra victoria en las elecciones de 1974. Te digo, ¿conoces el nombre de Eric Heffer? ¿Has oído hablar de él? Margarets en su funeral, y había alguien detrás de mí tosiendo, y me di la vuelta, y era la Sra. Thatcher - ¡ella había ido al funeral de Eric Heffer!

No lo siento, pero de todos modos, molestó a mucha gente. Tienes razón, la gente me pregunta eso, sí.

Quería terminar preguntándote qué crees que nos depara el futuro. Entrevisté a Noam Chomsky cuando estuve en Estados Unidos.

Lo conocí brevemente. Es un tipo fascinante. Tengo algunas grabaciones suyas, pero cuando habla es tan monótono -no hay ningún tipo de movimiento-, pero sus ideas son absolutamente brillantes.

Me dijo que un marciano que viniera a la Tierra no tendría muchas probabilidades de sobrevivir.
Pues no. Verás, lo que pasa con tu generación -es un argumento que uso todo el tiempo- es que sois la primera generación de la historia que tiene el poder de destruir la raza humana, con armas químicas, nucleares o biológicas. Es decir, antes podías matar a unas cuantas personas con una pica, una ametralladora o una bomba, ahora puedes acabar con la raza humana. Pero también, sois la primera generación en la historia que tiene el poder de resolver los problemas que hay. Nunca ha habido en la historia la tecnología y el dinero para proporcionar a todo el mundo una casa, a todo el mundo una escuela, a todo el mundo un hospital. Esa es la decisión que hay que tomar.

Somos como supervivientes en un bote salvavidas tras un naufragio con una sola barra de pan. Si tienes una barra de pan en un bote salvavidas, sólo hay tres maneras de distribuirlo: lo vendes para que los ricos se lo traguen, luchas por él para que los fuertes no se lo lleven todo, o lo cortas en trozos y lo compartes. Esa es la elección que hay que hacer. Y la vuestra es una generación brillante, porque lo sabéis todo, podéis usar Internet, vais de un lado a otro. Confío mucho en vuestra generación.

¿Es optimista?
Me has preguntado por el futuro: será lo que nosotros hagamos de él. Si seguimos librando guerras religiosas y guerras por el petróleo, quizá destruyamos la raza humana, pero como tengo diez nietos, no quiero que eso ocurra.

¿Cree que el medio ambiente es el problema más acuciante?
Pues sí. Cuando la gente se dé cuenta de que el enemigo no son los musulmanes, sino que estamos destruyendo el medio ambiente, quizá se den cuenta de que es el equivalente a un ataque desde Marte lo que podría unirnos.

Soy más pesimista que tú. Aunque los jóvenes tienen más acceso a las cosas, no creo que sean conscientes de los peligros que corremos.

Creo que el establishment subestima la inteligencia de la gente.

Creo que son inteligentes, sólo creo que no están interesados. Quizá empiecen a interesarse cuando el agua fluya por su casa.

Si tu hijo está en Irak, piensa en ello. Mira a Rose Gentle o a Cindy Sheehan y el impacto que han tenido. Creo que, en general, el nivel de inteligencia es mayor. El suministro de información es la cuestión clave. Los estadounidenses reconocen ahora que Internet es su mayor enemigo, porque la pluma es más poderosa que la espada y el barco es más poderoso que la bomba. No están preparados para ver esta información. Si entiendes lo que está pasando, piensas sobre ello y lo difundes, entonces captas la imaginación de la gente.

¿Filosofía para la vida?
Creo que la vida consiste en animar a la gente. A mí me animaron muchas personas a lo largo de mi vida. Todo esto de nombrar y avergonzar, tablas de clasificación y fracasos... el lenguaje de la dirección es pésimo. Pero lo hacen deliberadamente para hundirnos. Y en realidad, si te das cuenta de eso, con un poco de estímulo, todo el mundo lo hará mejor.

(Esta entrevista es un extracto del último libro de Matt Kennard, The Racket: A Rogue Reporter vs. The American Empire, (El escándalo: un reportero deshonesto contra el imperio americano) publicado por Bloomsbury).

Tony Benn (1925-2014) fue diputado del Partido Laborista durante cuarenta y siete años, ocupando los cargos de Presidente del Partido, Director General de Correos, Ministro de Tecnología y Secretario de Estado de Industria y Energía. Se presentó sin éxito a las elecciones a la vicepresidencia y a la dirección del partido en la década de 1980 y fue Presidente de la Coalición Stop the War hasta su muerte en 2014.

Opiniones:
Por ejemplo, la energía nuclear. En 1955, cuando Eisenhower dijo que estaba a favor de los "átomos para la paz", me convertí en un ferviente defensor de la misma. Como me crié con la Biblia, me gustaba la idea de convertir las espadas en arados. Como ministro de Tecnología, defendí la energía nuclear. Me dijeron, y lo creí, que la energía nuclear era barata, segura y pacífica. Habiendo estado a cargo de la energía nuclear, descubrí que no era barata ni segura y, cuando dejé el cargo, me dijeron que, durante mi período como Secretario de Estado de Energía, el plutonio de nuestras centrales nucleares se destinaba al Pentágono para fabricar armas nucleares. De modo que cada central nuclear de Gran Bretaña es una fábrica de bombas para Estados Unidos. Eso me dejó completamente conmocionado. Nada en el mundo me induciría ahora a apoyar la energía nuclear. Fue un error.

viernes, 28 de agosto de 2020

The Parasites in Labour’s Brain. Los parásitos en el cerebro de los laboristas

Es hora de que dejemos de votar con miedo y de premiar al gobierno más derechista que ha tenido el Reino Unido desde 1945.

Por George Monbiot, publicado en The Guardian el 4 de mayo de 2010

Aferrarse a la enfermera por miedo a algo peor. Aunque se ha vuelto cangrejera y viciosa, aunque ha usurpado a nuestros padres, robado nuestra herencia, amontonado nuestros juguetes y vendido la guardería, debemos escondernos detrás de sus faldas por miedo a las bestias que merodean más allá. Esto, en esencia, es lo que Polly Toynbee, Jonathan Freedland, Seumas Milne y Nick Cohen nos están diciendo que hagamos (1,2,3,4).

Al instruirnos, a lo largo de los años, a prestar atención a los temores, no a las esperanzas, tales voces han permitido a Labor abandonar todo lo que alguna vez representó, y entregarnos, armados y listos para el horno, a las grandes empresas y al Daily Mail. Estaremos atrapados así para siempre, en la triangulación de las Bermudas de New Labour, a menos que votemos por lo que creemos y no solo en contra de lo que no creemos.

Este miedo paralizante ha autorizado cuatro desarrollos trágicos. Ha permitido que se forme un consenso parlamentario que esté bien a la derecha del sentimiento público, alienando a los votantes. Ha creado espacio para ideas, como la progresiva privatización de casi todo, que eran inaceptables para las generaciones anteriores. Ha permitido a los conservadores hacer un llamamiento a los votantes moderados: si hay tan poco que divida a los dos partidos, tal cifra de votantes, ¿pueden los tories realmente ser tan malos? Y ha permitido que un partido una vez progresista forme el gobierno más derechista que este país ha sufrido desde 1945.

Comencemos donde mis colegas afirman que el historial del partido es más fuerte: pobreza y desigualdad. Durante los primeros siete años del gobierno laborista hubo un progreso real en la pobreza. Pero a partir de 2004, la tendencia fue a la inversa. En los tres años hasta 2007/8, el número de personas en hogares que viven con menos del 60% del ingreso medio aumentó en 1.3 millones: produciendo un total mejor que en 1997 pero peor que en 1989 (5). Esto fue antes de la recesión, por lo que Dios sabe lo que mostrará el próximo conjunto de cifras.

El número de personas en extrema pobreza (que viven con menos del 40% del ingreso medio) nunca disminuyó sustancialmente: se mantuvo estable durante los primeros ocho años del gobierno laborista, luego aumentó. Ahora hay 700,000 personas más en esta condición que cuando Laborista asumió el cargo, y más que en cualquier momento desde que comenzaron los registros (6). El ingreso real promedio de la décima parte más pobre disminuyó un 2% en los diez años hasta 2007/8 (7). Estas cifras, nuevamente, son anteriores a la recesión.

Los ricos, por otro lado, rara vez lo han hecho mejor. El 40% de los ingresos adicionales de que disfrutan los hogares británicos durante los años laborales ha acumulado el 10% más rico (8). El uno por ciento más rico, según el nuevo libro Injusticia de Danny Dorling, ha capturado una mayor proporción del ingreso nacional que desde principios de la década de 1930 (9). La desigualdad en el Reino Unido es ahora más alta que en cualquier otro punto desde que comenzaron los registros consistentes, en 1979 (10). Siento que eso necesita repetirse. Después de 13 años de gobierno laborista, el Reino Unido tiene niveles más altos de desigualdad que después de 18 años de gobierno conservador.

¿Por qué ha sucedido esto? En parte porque los laboristas cambiaron los impuestos de los ricos a los pobres. Redujo el impuesto de sociedades del 33% al 28% y el impuesto sobre las ganancias de capital del 40% al 18%. Introdujo un esquema de ayuda para emprendedores, gravando el primer millón de libras de ganancias de capital con solo el 10% (11). Aumentó el umbral del impuesto de sucesiones para parejas de £ 300,000 a £ 600,000 (12).

Sí, el gobierno ha introducido y fortalecido el salario mínimo, y este es un progreso real. Pero también ha bloqueado los derechos laborales de los trabajadores temporales y de agencias y ha preservado la cláusula de exclusión voluntaria en la directiva sobre el tiempo de trabajo de la UE. El viejo partido de los trabajadores ha cambiado su lealtad a los jefes, entregando puestos clave a ejecutivos corporativos y magnates de capital privado, incluso nombrando a Digby Jones, el ex jefe de la CBI, ministro de la Corona. Redujo las inspecciones en el lugar de trabajo (causando un aumento en el número de muertes en el trabajo) (13,14), eliminó el requisito de que las reuniones entre ministros y cabilderos corporativos deben registrarse (15) y detuvo el caso de corrupción contra BAe (16).

Habiendo prometido desecharlo en la oposición, ha extendido la iniciativa de financiamiento privado a sectores que los conservadores no se atrevieron a tocar. La mano de obra dejó edulcorantes en los contratos de PFI para que las corporaciones los encontraran (17), manipuló las cifras para que pareciera que el esquema entregaba valor por dinero (18), luego tuvo que rescatar a los operadores privados cuando comenzó a colapsar (19). El partido también incumplió sus promesas de renacionalizar los ferrocarriles y devolver las prisiones privadas a propiedad pública: el Reino Unido ahora tiene una mayor proporción de sus prisioneros en cárceles corporativas que Estados Unidos (20).

Si bien los laboristas han liberado a multimillonarios, nos ha enredado al resto de nosotros con 3.500 nuevos delitos (21), incluidas disposiciones que permiten a la policía declarar ilegal cualquier manifestación (22). Ha introducido órdenes de control que colocan bajo arresto domiciliario permanente sin cargos ni juicio. Ha permitido a los Estados Unidos extraditar a nuestros ciudadanos sin presentar evidencia de un delito. Ha coludido en secuestros y torturas. Gran Bretaña ahora tiene más cámaras de CCTV que cualquier otra nación (23), y una base de datos de ADN cinco veces mayor que su competidor más cercano (24). El número de prisioneros en el Reino Unido ha aumentado en un 41% desde que los laboristas asumieron el cargo (25,26).

Este gobierno bloqueó un alto el fuego en Líbano, despidió al embajador británico en Uzbekistán cuando se quejó de que el régimen estaba hirviendo a sus prisioneros (27), brindó ayuda a un ejército colombiano que colabora con escuadrones de la muerte fascistas (28), anunció una política de guerra nuclear preventiva (29) y decidimos malgastar nuestro dinero en reemplazar Trident. Pero peor, mucho peor que todo esto, lanzó una guerra ilegal en la que murieron cientos de miles. Este es el gobierno que mis colegas en The Guardian quieren salvar.

Hay un parásito llamado Toxoplasma gondii que coloniza los cerebros de las ratas, alterando su comportamiento para atraerlos al olor de sus depredadores. Las ratas buscan gatos y se las comen, permitiendo que el parásito siga circulando. Este es el nuevo trabajo. Ha colonizado un movimiento que luchó por la justicia social, la distribución y la decencia, reconectó su cerebro y lo entregó a los gatos gordos que alguna vez fueron sus enemigos.

Entiendo los riesgos de votar por los partidos más pequeños y permitir que la marioneta del guante derecho reemplace a la marioneta del guante izquierdo. Sé que los conservadores son incluso peores que este gobierno. Pero al votar por los candidatos en la lista compilada por la campaña de democracia Hang 'em (30), no todos los demócratas liberales, sino todos los reformadores con una buena posibilidad de tomar o mantener escaños, podemos romper este sistema podrido sin dejar de ser fieles a nuestras creencias.

Cualquiera sea el resultado de la elección, la verdadera lucha comienza después del 6 de mayo, mientras construimos un movimiento de democracia masiva que asegura que nunca más seamos colonizados por una clase política parasitaria, de ningún color, nuevamente. Comienza con un mitin en la Plaza del Parlamento a las 2 pm del sábado (31). Durante y después de estas elecciones, debemos exigir algo mejor, en lugar de huir de algo peor. 

https://www.monbiot.com/2010/05/03/the-parasites-in-labours-brain/#:~:text=There's%20a%20parasite%20called%20Toxoplasma,This%20is%20New%20Labour.

sábado, 14 de octubre de 2017

Reino Unido: 10 cosas que hemos aprendido del congreso laborista

1 – El Partido Laborista está más unido de lo que lo ha estado durante veinte años. Probablemente hay que remontarse a 1997 para encontrar un congreso laborista con una ausencia tal de divisiones significativas. Después del primer año de Tony Blair como primer ministro, el congreso se convirtió en escaparate de divisiones, bien en el seno de la dirección (Blair versus Brown), o entre la dirección y los afiliados. Este año ha habido una explosión de armonía, lo que en buena medida se explica por el hecho de que...

2 – La oposición interna a Corbyn se ha derrumbado dentro del Partido.Eso no se debe a que todos esos diputados y afiliados del Partido que se mostraban escépticos respecto a él el año pasado hayan visto la luz. En privado, muchos de ellos albergan todavía dudas acerca del proyecto de Corbyn, aunque los resultados de las elecciones hicieron mucho por aquietar sus temores. Pero no hay ni rastro de agenda política alternativa alguna en el Partido por el momento y no hay ningún diputado que vaya más allá de un tibio esfuerzo por articular alguna. La única excepción la constituye Europa, respecto a la cual los europeístas han estado tratando de movilizarse contra la dirección, pero...

3 – El pro-corbynismo laborista se impone a su pro-europeísmo. Ese fue el significado de la decisión del congreso de este domingo pasado (24 de septiembre) de no llevar a cabo una “votación significativa” (por usar la frase acuñada por Keir Starmer en otro contexto, al referirse al voto final del Parlamento en torno al acuerdo del Brexit) sobre la permanencia en el mercado único. Parecía un clásico apaño de los del liderazgo de la época de Blair, pero los afiliados del Partido (siguiendo la consigna oficiosa de Momentum [primer y principal grupo favorable a Corbyn dentro del Partido Laborista]) votaron abrumadoramente a favor de no llevar a cabo una votación, lo mismo que los sindicatos, de modo que se trató de una auténtica decisión democrática. Cuando los miembros de tu partido te hacen ellos el apaño es que has conseguido un grado de control que habría envidiado hasta Blair. Pero, después de algún desahogo en Twitter el domingo por la noche, los europeistas del laborismo se quedaron en buena medida tranquilos…posiblemente porque saben que la política del Partido se escurre gradualmente de su lado. Corbyn se niega a descartar el mantener para bien al Reino Unido en el Área Económica Europea después del Brexit, quizás porque está más interesado en seguir siendo líder laborista y convertirse en primer ministro que en satisfacer su escepticismo de toda la vida respecto al mercado único.

4 – El laborismo tiene un verdadero problema para aceptar que perdió las elecciones generales. El Partido parece estar sufriendo colectivamente una suerte de disonancia cognitiva en este punto, para gran regocijo de algunos periodistas. Considerando que las expectativas de lo que iba a alcanzar el laborismo antes de las elecciones generales eran tan universalmente funestas (incluyendo a los corbynistas, aunque algunos de ellos parecen haberlo olvidado), resulta comprensible su alborozo. Pero también significa que….

5 – El laborismo parece complaciente y no ha ido pensando en serio qué necesita para ganar las próximas elecciones. El paso sensato para cualquier partido que ha perdido unas elecciones generales consiste en llevar a cabo una autopsia, averiguar qué es lo que ha ido mal, y crear una estrategia en torno a lo que se precisa para ganar esos escaños que faltan. Casi no ha habido en esta semana pruebas de que el Partido esté haciendo conjuntamente nada de esto. Por el contrario, se presume de modo generalizado que, ahora que ha quedado sentado que Corbyn no representa un riesgo electoral evidente, es probable que el laborismo venza la próxima vez, porque los tories van trastabilleando y todos los gobiernos acaban inevitablemente por caer. Bien puede ser que sea eso lo que suceda, pero no tenemos garantías, y un partido más empecinado estaría diciendo cosas destinadas a incrementar su atractivo electoral. Eso no ha sucedido hasta ahora en esta semana, aunque se nos dice que Corbyn recurrirá a su discurso posterior para dirigirse no sólo al Partido sino al país en su conjunto.

6 - Corbyn mantiene un dominio tal que no sólo no ha de afrontar desafío alguno a su liderazgo sino que no hay ni siquiera un sucesor evidente. En la mayoría de los partidos políticos, en cualquier momento dado, hay alguien al que se identifica como siguiente líder a la espera. A menudo sucede que no llegan jamás a líderes (Yvette Cooper ócupó esta casilla durante unos cuantos años en la época de Miliband), pero su presencia significa que el líder está siempre, en cierta medida, a prueba. Corbyn, sin embargo, resulta tan preeminente que el habitual parloteo acerca de quién podría ser el próximo líder es extremadamente tenue. El peligro estriba en que el Partido empieza a parecerse a un culto a la personalidad. No lo es, claro, pero aunque se reconozca que hay un elemento de ironía en el cántico del “Oh, Jeremy Corbyn” que se ha convertido en himno del congreso (¿substituirá a The Red Flag [himno laborista] al término de las sesiones de hoy?), hay algo un poquitín norcoreano en todo esto.

7 – El laborismo se entiende ahora acaso mejor como partido de los jóvenes que de clase trabajadora. Es esto algo que sabemos gracias a la demografía del voto, pero ha quedado espectacularmente ilustrado en Brighton por los miles de jóvenes que han acudido a los actos de The World Transformed [TWT – El mundo transformado], organizados por Momentum, un festival de política progresista alternativa que se celebra al tiempo que el congreso. Ha estado extremadamente bien organizado y se ha visto a gente que hacía colas que daban la vuelta para oír al género de oradores que solo atraían a un publico minúsculo en actos marginales hace sólo pocos años. Después de sólo dos años, TWT parece hoy parte integral de los congresos laboristas.

8 – El sector de negocios se está tomando al laborismo mucho más en serio. Después de la elección de Corbyn como líder del Partido, muchos cabilderos empresariales que habitualmente acudían al congreso han estado ausentes. Asumieron que no tenían que preocuparse de tener que prepararse para un gobierno laborista. Pero eso ha cambiado, y este año están aquí en bloque. Podrá ser que no les guste necesariamente mucho el laborismo, pero tienen la impresión de que hay que implicarse.

9 - Corbyn está mejorando muy mucho en el manejo de los medios. Le eligieron como líder a causa de su política, no porque diera bien en television, y hasta este año sus entrevistas radiotelevisivas se habían visto enturbiadas por sus meteduras de pata o su irritabilidad. Pero en los últimos seis meses ha mejorado enormemente, y no menos en la habilidad política esencial de saber cómo esquivar preguntas delicadas (¿se acuerdan de cómo se manejó con la pregunta de Andrew Marr sobre las huelgas ilegales?). Por lo que a esto respecta, está actuando en buena medida como un político convencional, sin haber tenido que sacrificar su reputación de autenticidad, un logro inusitado.

10 – La transformación del laborismo todavía no ha concluido. Puede que Corbyn haya conseguido un completo dominio sobre el Partido, pero volver a remoderlarlo constituye un trabajo todavía en marcha y, entre bambalinas, hay nervios considerables entre aquellos parlamentarios que menos simpatizan con Corbyn respecto a dónde va a acabar el Partido, y respecto a si van a acabar siendo desechados como candidatos. El Partido aprobó ayer algunos cambios en la reglamentación, pero el fundador [Jon Lansman] de Momentum ha dejado claro que le gustaría ir más allá, y la secretaria política de Corbyn, Katy Clark, está llevando a cabo una revisión de la democracia interna del Partido – que ha provocado sorprendentemente poca discusión en el congreso – que podría acabar siendo el vehículo mediante el cual se produzca esto. Andrew Sparrow corresponsal político del diario The Guardian y como tal acudió al congreso del Partido Laborista de esta semana en Brighton.

Fuente: The Guardian, 27 de septiembre de 2017 Traducción: Lucas Antón

http://www.sinpermiso.info/textos/reino-unido-10-cosas-que-hemos-aprendido-del-congreso-laborista

viernes, 23 de junio de 2017

Corbyn ha recogido el ánimo de un Reino Unido cansado de austeridad.


Jeremy Corbyn ha protagonizado, en un lapso de seis semanas, una espectacular resurrección en los sondeos. El margen de resultados plausibles en las elecciones generales de la próxima semana va desde un modesto avance de los “tories” a un parlamento sin mayoría absoluta, pasando por un gobierno laborista en minoría. En el caso de los dos primeros resultados, Theresa May habrá fracasado en sus propios términos, y tendría que dimitir. Aun cuando, tal como parece probable, no pueda ganar Corbyn de calle, volvería a entrar en el Pasrlamento dirigiendo una oposición masivamente envalentonada. Si el laborismo lograra mayoría, Gran Bretaña se convertiría en la segunda democracia occidental después de Grecia en rechazar el modelo neoliberal desde la izquierda.
El contrraataque de Corbyn es resultado de una sagaz combinación: una hábil economía política, su afabilidad personal y la intrusion accidental de obscuras fuerzas globales en lo que había sido una campaña desvaida y provinciana.

Theresa May tenía mucho a su favor: el ejercicio del cargo, la sorpresa, el drama de su rifirrafe con Jean-Claude Juncker sobre las filtraciones de una cena privada sobre el Brexit, más la necesidad de un gobierno estable durante las negociaciones. El laborismo sabía que tenía que ofrecer algo igualmente llamativo e impresionante, y por primera vez en una generación ha podido.

La regla fiscal de John McDonnell, canciller en la sombra [responsable de Economía de la oposición], que permite préstamos para inversiones de capital pero no para gastos cotidianos, fue ridiculizada como un refrito de la vieja metodología de Ed Balls. “¿Qué hay de radical en eso?”, preguntaron los centristas del laborismo. Iban a descubrirlo.

El compromiso de solicitar un préstamo de 250.000 millones de libras para financiar un estímulo de infraestructuras se vio ahora acrecentado con un programa keynesiano de impuestos y gasto por valor de 49.000 millones anuales. La tradición fiscal laborista siempre ha sido favorable a sajar las rentas medias, por medio del impuesto sobre la renta y el IVA. McDonnell planea en cambio cargar el gravamen fiscal sobre los que más ganan, la riqueza y las grandes empresas. El resultado consistió en una medida medible por parte de cada familia en términos monetarios. Matrículas universitarias gratuitas por valor de 9.000 libras anuales; comidas escolares gratuitas por valor de 9 libras; la retirada de los recortes presupuestarios escolares que solían aproximarse a una media de 100.000 euros anuales en una escuela tipo. Más los cimientos de un sistema nórdico de atención infantil.

El equipo de Corbyn calculó que, en vez de responder a la pregunta “tory” de “¿qué clase de Brexit podemos imponer?” deberían reencuadrar el debate: ¿”en qué clase de país quiere usted vivir?”

Para los “baby boomers” fue como descubrir un viejo disco de vinilo de tus favoritos y darse cuenta de que sonaba mejor que la música de los últimos 20 años. Para las familias con hijos era sencillamente cosa de dinero en el bolsillo.

Si se hubiera encontrado con las adustas denuncias ortodoxas de los economistas del Estado pequeño que dieron forma a las medidas políticas de George Osborne, podría haberse producido una respuesta más dura. Pero Theresa May tampoco es entusiasta de la austeridad: su programa se comprometía a un déficit fiscal hasta 2025 como mínimo.

Luego se produjo la atrocidad de Manchester. Alguna gente del círculo de Corbyn se preguntó si debían desconvocarse las elecciones; parecía como mínimo que la campaña se detendría durante una semana. Lo que cambió esto fue el comportamiento de los tabloides. Aunque May se mantuvo presidencial en su tono, sus aliados de la prensa trataron de mezclar las calumnias ya conocidas contra un Corbyn acusado de blando con el terrorismo republicano [irlandés] con las difamaciones alegando que ha sido blando con el terrorismo islámico, una jugada que encolerizó y vigorizó al medio millón de afiliados laboristas.

Mientras tanto, la decisión de May de prescindir de 19.000 policías cuando es elevada e imprevisible la amenaza de terrorismo ha suscitado preguntas respecto a su capacidad de juicio y la sensatez de la austeridad en un momento de inestabilidad geopolítica.

El desafío de Corbyn en esta última semana de campaña estriba en romper la barrera del 40%. Quienes le respaldaban creyeron siempre que una agenda radical de izquierdas contribuiría a devolver al laborismo al objetivo del 35 %, y aun más allá, de la época de Ed Miliband.

El problema se cifra entonces en cómo atraer al centro político. El Reino Unido no es un país de izquierdas, es un país que cree en la equidad que ya está harto de austeridad. Un país dividido que busca una historia en torno a la cual unificarse.

Corbyn debe comprometerse a gobernar desde el centro, incluyendo a pesos pesados de las facciones centristas que se negaron a formar parte de su gabinete en la sombra. Ha declarado que los gobiernos de Escocia, Gales e Irlanda del Norte tendrán un papel institucional en las negociaciones del Brexit, pero tiene que ir más allá.

El líder laborista debería dar señales de que formaría un gobierno con apoyo interpartidario en el Parlamento, como mínimo de los Verdes y los partidos nacionalistas progresistas. Eso no sería una “coalición del caos”, siguiendo la frase de May. Más bien, se trata de lo que cualquier líder tory pro-globalista habría buscado: una máquina de crear consenso acerca de qué clase de país queremos.

Paul Mason editor de economía de Channel 4 News. Su libro "Postcapitalism: A guide to our Future", ha sido publicado por Penguin en 2015. Ha sido uno de los asesores de Jeremy Corbyn en esta campaña.
Fuente: Financial Times, 5 de junio de 2017 Traducción: Lucas Antón

http://www.sinpermiso.info/textos/corbyn-ha-recogido-el-animo-de-un-reino-unido-cansado-de-austeridad

lunes, 23 de enero de 2017

_--Entrevista a Jorge Riechmann, autor del libro “¿Derrotó el smartphone al movimiento ecologista?” (Catarata) “No controlamos al smartphone, este nos controla y conforma nuestras vidas”

_-Enric Llopis

_-El 40% de los españoles miran el móvil más de 50 veces al día y el 70% a los 30 minutos de haberse despertado, según un informe de la consultora Ditendria.

En ese contexto, “¿Derrotó el smartphone al movimiento ecologista?”. Es el título del libro recientemente publicado en Catarata por el profesor de Filosofía Moral en la Universidad Autonoma de Madrid, matemático y poeta Jorge Riechmann (Madrid, 1962).

El subtítulo de este ensayo de 256 páginas - “Para una crítica del mesianismo tecnológico”- ya avanza algunas líneas de pensamiento por las que transita el filósofo. “La creencia básica de nuestra sociedad -casi nunca formulada de manera explícita- es que la tecnociencia prevalecerá sobre las leyes de la física y la biología; es una creencia profundamente irracional, pero la cultura dominante la mantiene contra viento y marea”, afirma. Riechmann defiende la idea de contención en un sistema económico como el actual, al que adjetiva como “fosilista” y “patriarcal”. En 2012 publicó “El socialismo puede llegar sólo en bicicleta” (Catarata). Actualmente trabaja en la propuesta de un “ecosocialismo descalzo”, que podría concretarse en comunidades con algo de industria ligera, tecnologías intermedias y, sobre todo, una gran descomplejización que implicara -en el plano material- niveles de vida mucho más modestos. Sus comentarios y reflexiones pueden seguirse en el blog “tratar de comprender, tratar de ayudar”. P-En el libro ¿Derrotó el smartphone al movimiento ecologista? (Catarata, 2016) planteas los riesgos de un totalitarismo tecnológico. ¿Pero no ha ocurrido esto siempre? La irrupción de la fotografía y el cine en los albores del siglo XX inauguró nuevos tiempos de vértigo. Y García Márquez defendía el bolígrafo y la libreta de notas como arma fundamental del periodista, frente a la diabólica grabadora…

No se trata de asuntos que haya que plantear en términos de tecnofobia o tecnofilia, creo. Pero sí que deberían hacernos reflexionar sobre nuestra relación con las tecnologías. Por cierto, ya el hecho de que cuando en esta sociedad se dice “tecnología” sin más la referencia sean gadgets microelectrónicos e informáticos constituye un poderoso indicio de que las cosas no van bien. ¿Por qué la “tecnología” por antonomasia ha de ser una tableta conectada a internet, por ejemplo –y no la píldora anticonceptiva o el motocultor, pongamos por caso?

Casi todo el mundo sigue anclado en el paradigma de la herramienta aplicado a la tecnociencia... Por ejemplo, uno entre mil posibles, Jorge Marirrodriga puede articular su reflexión sobre la tecnociencia en la idea de que “la historia de la humanidad está llena de maravillosas invenciones empleadas como herramientas terroríficas” (J.M., “La tecnología avanza; hacia dónde es otra cosa”, El País, 2 de diciembre de 2016). Pero este paradigma es radicalmente inadecuado. Las herramientas las controla el usuario; las dinámicas sistémicas conforman y moldean a la gente. La tecnociencia es una dinámica sistémica, no una herramienta ni un conjunto de ellas. No controlamos al smartphone, sino que éste conforma nuestra vida, nos controla a nosotros y nosotras.

P-¿Habría algún modo de que el ser humano pudiera recuperar ese control?
La pregunta sobre si podemos orientar la tecnociencia de acuerdo con los intereses humanos básicos es verdaderamente abismal –no resulta nada claro que pueda contestarse con un “sí”. Quizá perdimos la oportunidad para ello en los años setenta del siglo XX, cuando Ivan Illich reflexionaba sobre “tecnología convivencial” y se desarrollaba cierto movimiento social en torno a las tecnologías intermedias, “blandas” y alternativas (orientadas a la autoproducción de valores de uso, no a la producción masiva para mercados capitalistas). Recomiendo echar unas horas explorando la revista/ blog Low-Tech Magazine, de fácil acceso en internet (y con versión en español).

¿Pueden las sociedades high-tech ser sustentables en el siglo XXI? Todo indica que la respuesta es: no. Ésa sería la mala noticia. La buena noticia es que sociedades low-tech pueden proporcionar una vida buena a la enorme, excesiva población humana que somos en la actualidad –a condición, eso sí, de transformar a fondo nuestra cultura y valores… Son los problemas de que me he ocupado en mi libro Autoconstrucción (2015).

P-Estas cuestiones se vinculan con la siempre creciente aceleración social…
Hoy los investigadores e investigadoras en ciencias de la Tierra nos llaman la atención sobre lo excepcional de esos decenios de desbocados crecimientos exponenciales (en la posguerra de la segunda guerra mundial) que hay que llamar la Gran Aceleración; los geólogos nos advierten sobre el Antropoceno; y sociólogos-filósofos como Hartmut Rosa tratan de desentrañar los mecanismos de nuestra enloquecida aceleración social.

Los crecimientos exponenciales incrementan, exponencialmente, la gravedad de los problemas. Que nos permitamos ignorar algo tan obvio resulta demencial. La “ley de Moore” contra la ley de la entropía: ésa es la apuesta de Silicon Valley en los arranques del siglo XXI. Cuesta creer que el mundo sea tan descabelladamente irracional como para seguirles el juego, pero así es.

La creencia básica de nuestra sociedad –casi nunca formulada de manera explícita- es que la tecnociencia prevalecerá sobre las leyes de la física y la biología (termodinámica y ecología sobre todo). Sin esa creencia no podría mantenerse la fe en el crecimiento económico constante y el “progreso”. Es una creencia profundamente irracional – pero la cultura dominante la mantiene contra viento y marea…

P-¿En qué ejemplos concretos se materializan estos principios generales?
En estas navidades de 2016-17 me fijé en una gran valla propagandística de Renfe, cerca de la estación de cercanías de Las Matas: AVE MADRID-LEON EN DOS HORAS. Esos son los triunfos de que podemos enorgullecernos, nos conmina la ideología dominante… Ay, la mayor parte de la sociedad española asumió con entusiasmo el fetichismo de la velocidad y el crecimiento económico –contra los valores alternativos de justicia, “igualibertad”, autonomía, medida humana, sustentabilidad, biofilia… El sistema sólo ve una carrera entre la autodestrucción y la tecnología, pero la verdadera carrera es entre cambio sistémico y destrucción.

-También el libro es una crítica rotunda al “transhumanismo”. ¿Se trata de una corriente filosófica, de una ideología….? ¿En qué consiste y quiénes son los adalides?
Desde hace años (por precisar, desde mi libro Gente que no quiere viajar a Marte en 2004, y antes en algunos textos que lo precedieron) he llamado la atención sobre lo siguiente. Teniendo en cuenta la dinámica autoexpansiva del capitalismo, uno no puede ser de forma coherente un true believer en el orden socioeconómico actual sin volverse “antropófugo”, es decir, sin tratar de escapar de la condición humana en dos direcciones (por lo demás vinculadas entre sí): la expansión extraterrestre en primer lugar, y la superación del organismo humano (percibido como deficiente en la era de la Máquina) en segundo lugar. Ésta última es la senda del transhumanismo, una poderosa corriente cultural que se plasma en diversas iniciativas tecnocientíficas y empresariales.

El proyecto ecologista de autocontención se enfrenta al proyecto productivista y antropófugo de extralimitación, de autotrascendencia tecnológica, con ese doble impulso de abandonar la condición humana hacia lo extraterrestre y hacia lo transhumano.

Aunque la idea de lo “transhumano” (superar al Homo sapiens hacia nuevas especies de humanos) tenga lejanos orígenes religiosos, en su forma moderna aparece seguramente con el libro de Robert Ettinger Man into Superman, de 1974. Puede hallarse una útil reflexión sobre el asunto en el capítulo 9 del libro de Ugo Bardi Los límites del crecimiento revisitados, que se tradujo al español hace un par de años.

Nuestra cultura tecnolátrica espera grandes novedades (¡y hasta la salvación!) de la robótica, la biología sintética, las nanotecnologías… No espera grandes novedades en el terreno de la convivencia humana. Contra el transhumanismo, lo esencial de nuestra tarea de autoconstrucción sería aceptar la condición humana y rechazar la dominación.

-¿En qué consiste el “ecosocialismo descalzo” que propones?
Nuestra cultura tecnólatra cree que el ingenio humano prevalecerá frente a las leyes de la termodinámica y la ecología; pero es un sueño delirante al que seguirá un despertar doloroso. Esta cultura tiene problemas masivos para asumir la realidad y fijar prioridades correctamente. Se da por sentada la continuación de una sociedad de alta energía, abundancia de recursos naturales, gran complejidad, alta tecnología -que sencillamente no está ya en nuestro futuro. ¡Nuestra idea de la liberación humana -y animal- es fosilista! El petróleo –la inmensa riqueza energética de los combustibles fósiles- nos metió en una trampa. Pero no es una trampa sólo económica, ni ecológica -es una trampa antropológica.

Los movimientos socialistas (en sentido amplio: comunistas, socialistas, anarquistas) necesitan una idea no fosilista de la liberación –y para eso deberían repensarlo casi todo. Y lo mismo sucede con los movimientos feministas, los movimientos antirracistas, los movimientos animalistas…

He acuñado la expresión “ecosocialismo descalzo” por analogía con la economía descalza de Manfred Max-Neef. No deberíamos esperar soluciones high-tech y sociedades de alta energía, sino más bien -como mejor posibilidad- comunidades con algo de industria ligera, basadas en tecnologías intermedias… Pero bajo la premisa de una gran descomplejización; y la expectativa de un nivel de vida muy modesto en lo material, en comparación con lo que hoy –de forma nada plausible- sigue prometiendo la ideología dominante.

Ecosocialismo descalzo es socialismo ecológico libre de prometeísmo, que se hace cargo de los límites biofísicos del planeta y los determinantes de la condición humana. Hoy el desafío principal es mantener el nivel de civilización que a trancas y barrancas se logró de forma parcial en el siglo XX (democracia, derechos humanos, seguridad social con sanidad universal, etc.) con un consumo de recursos naturales reducido drásticamente (a una décima parte del actual, si pensamos en las sociedades prósperas como la española hoy). A esto Harald Welzer lo llama una Modernidad decreciente, o menguante, o contractiva (eine reduktive Moderne frente a la Modernidad expansiva que marcó los últimos cinco siglos); yo lo llamo ecosocialismo descalzo.

P-¿Y en qué consiste, para el lector profano en la materia, la disyuntiva entre Barry Commonner e Ivan Illich?
Bueno, no se trata tanto de una disyuntiva excluyente como de la necesidad de una síntesis… Barry Commoner (1917- 2012) fue un ecólogo y ecologista estadounidense, científico y a la vez activista social en conjunción ejemplar, cuyo planteamiento de reconstrucción ecológica de la sociedad industrial resulta relativamente fácil de asumir por las izquierdas de raigambre marxista. Mi maestro Manuel Sacristán, por ejemplo, y todos sus amigos y discípulos de la revista mientras tanto, lo apreciaban mucho e hicieron cuanto pudieron por difundir su pensamiento. Yo tuve ocasión de volver sobre él hace poco, en un artículo titulado “Barry Commoner y la oportunidad perdida” (publicado en ENCRUCIJADAS. Revista crítica de ciencias sociales, vol. 11, 2016).

En cambio, Ivan Illich (1926- 2002) ha resultado un pensador mucho más problemático para estas tradiciones. El mismo Sacristán se refería al “ambiguo privatismo” de Illich en una conocida entrevista con la revista mexicana Naturaleza en 1983 (luego recogida en su libro póstumo Pacifismo, ecología y política alternativa, 1987). Para decirlo sin rodeos: diferentes familias de la izquierda han tendido a ver a Illich casi como un intelectual reaccionario, pero ese juicio, en el segundo decenio del siglo XXI y en medio del colapso civilizatorio en que estamos, necesita revisión. Su gran aportación -expresada en mis propios términos- es la idea de que sobrepasados ciertos límites, el desarrollo se convierte en un sobredesarrollo contraproducente. Hay que releer Energía y equidad (1973) y otros textos suyos, que contienen mucha crítica acertada y sugerencias valiosas. También desaciertos, claro, pero ¿con qué autor o autora no sucede algo semejante?

P-¿Por ejemplo?
Uno de esos desaciertos en Illich es un desenfoque importante: apuntaba su artillería pesada contra un Welfare State que se le aparecía cuasi-orwelliano, como si ése fuese el futuro de las sociedades industriales –y lo que vino fue la “nueva razón del mundo” neoliberal de Thatcher y Reagan…

Otra limitación que cabe indicar: el ecologismo ha promovido y sigue promoviendo –en mi opinión- tres valores básicos: supervivencia (o autoconservación), autonomía (libertad humana en sentido fuerte) y biofilia. (Hay que decir que, por desgracia, ninguno de los tres ha resultado de gran peso frente a aquel valor básico para las sociedades industriales que identificó Cornelius Castoriadis: el incremento ilimitado del (pseudo)dominio (pseudo)racional. Por desgracia para los habitantes –humanos y no humanos- del tercer planeta del Sistema Solar: pero ésa es otra historia.) Pues bien, de esa terna o tríada de valores básicos de los movimientos ecologistas, Illich se fijó en el segundo, pero apenas en los otros dos. Es un extraordinario analista y activista de la autonomía, pero tiene muy poco que decir sobre supervivencia o biofilia: y esto supone, sin duda, una limitación importante. (Otros intelectuales del ecologismo en aquellos años sesenta/ setenta, como los esposos Ehrlich por ejemplo, pecaban justo de la limitación contraria: tenían cosas importantes que decir sobre supervivencia y biofilia, pero en cambio eran muy ciegos para las cuestiones de autonomía.)

¿Por dónde podemos enlazar mejor los marxistas con Illich? Su noción de contraproductividad conecta con la intuición marxiana sobre el carácter ambivalente de las fuerzas productivas (que son la vez fuerzas destructivas). La crítica benjaminiana del progreso también conecta con los cuestionamientos de Illich. Creo que un marxismo benjaminiano puede desarrollarse, sin hacer violencia a los conceptos, hacia un marxismo illichiano –que puede ser un componente valioso de un ecosocialismo descalzo.

-Citas un texto de Santiago Alba Rico en el que se afirma que el capitalismo es, en lo esencial, una rebelión contra el tiempo y los límites. Dicho en otros términos, la construcción de una sociedad nihilista, desregulada y sin apenas normas. ¿Estás de acuerdo? ¿No podría afirmarse que hoy la libertad individual es muy superior a la de hace unas décadas?

Bueno, yo me cuidaría mucho de ser triunfalista con respecto a la libertad en un mundo donde gigantescas burocracias privadas no sometidas a ningún control democrático (pensemos en Google o en Goldman Sachs) deciden más sobre el destino de todas y todos nosotros que ningún gobierno electo… Y donde las políticas en curso conducen al deterioro de las condiciones para la libertad, la vida buena e incluso de la mera supervivencia de la humanidad (por no hablar de los demás seres vivos con los que compartimos la biosfera). Son asuntos para considerarlos despacio.

¿Libertad es poder elegir entre diferentes modelos de smatphone, o poder bañarse al aire libre en ríos no contaminados? ¿Libertad es optar entre bienes comerciales predeterminados heterónomamente, o poder decidir en común qué deseamos producir y consumir? ¿Libertad es selección de personal entre elites gobernantes autolegitimadas, o autodeterminación política en el seno de nuestras comunidades? Libertad de quién, libertad a costa de quién, libertad para cuántos, libertad hacia qué metas, libertad en qué sentidos, libertad con qué impactos: éstas son preguntas relevantes que no podemos dejar de plantear… Para empezar, soy de quienes piensan –con gentes como Étienne Balibar y Cornelius Castoriadis- que el concepto relevante es el de igualibertad: tenemos buenas razones para pensar que los principios de igualdad y libertad sólo pueden realizarse conjuntamente (y que las tensiones principales, como suele subrayar Zygmunt Bauman, no se dan tanto entre igualdad y libertad como entre libertad y seguridad). Esta “coimplicación” de libertad e igualdad ya la razonó uno de los grandes pensadores de la Ilustración –y por cierto, uno de los pocos que cuestionó el androcentrismo y defendió los derechos de las mujeres--, Marie Jean Antoine Nicolas de Caritat, el marqués de Condorcet (1743-1794): la desigualdad –no sólo socioeconómica, sino también de conocimientos y funciones— es enemiga tanto de la libertad efectiva como de la igualdad de derechos.

P-¿Se trata, así pues, de resolver la relación problemática de la libertad con la igualdad y la seguridad?
Y también está el enorme asunto de cómo ejercemos nuestras libertades y derechos en un “mundo lleno”, en un planeta Tierra saturado en términos ambientales, donde la humanidad ya se encuentra en situación de overshoot o extralimitación ecológica… Pensemos un momento en la polémica generada estos días navideños de 2016-17 en Madrid, a cuenta de las restricciones al tráfico automovilístico impuestas por el Ayuntamiento de la ciudad en una situación de grave contaminación atmosférica. Se ha invocado ruidosamente –sobre todo desde sectores de la derecha- el supuesto derecho del usuario individual a rodar en su coche sin trabas. Pero precisamente en un mundo en extralimitación ¡no existe tal derecho! Pues sólo puede sustanciarse a costa de la salud o las perspectivas vitales de otros individuos, humanos y no humanos… ¿Cuáles de nuestras prácticas de movilidad son generalizables y sustentables en 2017? Un coche más hoy es un campesino menos en el futuro, advertía Nicholas Georgescu-Roegen (uno de los grandes economistas del siglo XX, que tendría que ser tan famoso como Keynes –si la cultura dominante no deformase tan trágicamente la realidad): pero el futuro del que hablaba es nuestro presente.

Muchos derechos, para materializarse, exigen recursos –en última instancia, cantidades importantes de materia-energía de baja entropía. Siendo casi 7.500 millones de seres humanos en situación de extralimitación ecológica, ¿qué podemos permitirnos y qué no? Los vuelos low-cost no pueden considerarse un derecho adquirido, ni defenderse como parte de ningún paquete de “calidad de vida”. En el número 113 de la revista Ambienta, que se encuentra con facilidad en internet, hay un útil artículo de Ernest Garcia para situar estos debates: “Los derechos humanos más allá de los límites al crecimiento” (2015).

-¿Está la especie humana a tiempo de evitar el “colapso” ambiental? ¿El “colapso” supone la destrucción del planeta, o más bien de la desaparición de la vida humana tal como hoy la conocemos? ¿Se utiliza con excesiva alegría la noción de “colapso”? (Fernández Durán y González Reyes afirman que colapso, crisis y salto adelante son categorías inherentes a los sistemas complejos).

Si atendemos a la mejor información científica disponible, resulta difícil evitar la conclusión de que estamos en una trayectoria de colapso. La primera persona del plural se refiere a esa civilización industrial que, en la forma de capitalismo fosilista y patriarcal, se ha hecho por desgracia dominante en el mundo entero.

Eso no quiere decir “destrucción del planeta” (el fenómeno vida es extraordinariamente persistente, fuerte y resiliente; la vida como tal seguirá adelante) sino destrucción de las perspectivas de vida buena para los seres humanos, y por supuesto para muchos otros seres vivos también. Quiere decir ecocidio acompañado de genocidio.

Quizá una imagen que capta bien la situación en que nos encontramos sea la siguiente. En su huida hacia adelante, las sociedades industriales se parecen a un corredor en una carrera de obstáculos, pero con vallas que van acercándose y aumentando de altura (¡rendimientos decrecientes condicionados por la segunda ley de la termodinámica!)… y el corredor lo fía todo a sus zapatillas mágicas, que la multinacional del ramo está a punto de construirle –le aseguran.

P-¿Qué representan estas vallas?
Una valla es el cénit del petróleo (peak oil), pero un poco más allá está la valla aún más temible del “pico” conjunto de todas las formas no renovables de energía. Y muy cerca de ella el agotamiento de los fosfatos (con devastadoras consecuencias para el modelo dominante de agricultura industrial). Y un poco más allá la esquilmación de los acuíferos, y también la de las pesquerías mundiales. Y cerca, igualmente, los “picos” de metales y minerales esenciales para las economías industriales, desde el neodimio al litio pasando por el tantalio. Y también múltiples vallas vinculadas con la degradación de los ecosistemas y la Sexta Gran Extinción de especies vivas… Y las terribles vallas del calentamiento global, claro está, con sus múltiples consecuencias (entre ellas la acidificación de los océanos). Un horizonte que, según las previsiones optimistas, se tornará apocalíptico en la segunda mitad del siglo XXI; y según las previsiones pesimistas, antes de esas fechas (dentro de lustros, no de decenios). Compañeros, compañeras, ¿seguimos debatiendo acerca de la Renta Básica y el sexo de los ángeles –o intentamos hacernos cargo de la realidad?

Resulta demasiado arriesgado fiarlo todo a las zapatillas mágicas de la tecnociencia (por no hablar del significado ético de tanta devastación)… Así que todo indica que el colapso ecosocial va a producirse, sí o sí. En el brutal choque del capitalismo contra los límites biofísicos del planeta que determina nuestro presente, basta con poder posponer uno de esos choques contra un límite concreto unos años en el tiempo para ver aparecer otro límite enseguida, aún más imponente. Y miremos hacia donde miremos, por lo demás, los plazos se nos han acortado. No es realista -–creo yo- seguir planteando horizontes de cambio a 2050. Lo que necesitaríamos es una “contracción de emergencia” anticapitalista e igualitaria, ecosocialista y ecofeminista –pero ¿hay fuerzas para ello?

P-En libros y conferencias has citado el ejemplo de Cuba durante el Periodo Especial, tras la implosión de la URSS. ¿Por qué sería éste un modelo de “decrecimiento”? ¿Hay otros ejemplos que puedan servir como punto de referencia, o se trata de caminar hacia el decrecimiento de manera obligada, como ocurrió en Cuba, y sin modelos a los que mirar?
En lo histórico-social, aunque comprensiblemente tendemos siempre a buscar modelos (de forma “humana, demasiado humana”), deberíamos ser conscientes de que éstos apenas existen como tales. Demasiado singulares son los rasgos de cada concreta formación social en cada situación histórica concreta. ¿Quiere esto decir que no podemos aprender de las experiencias históricas del pasado? De ninguna manera –aunque ello nos cueste tanto. (Homo sapiens acumula cantidades ingentes de conocimiento, suele decir John Gray, pero parece congénitamente incapaz de aprender de la experiencia.)

De Cuba podríamos aprender lecciones valiosas: de qué forma una sociedad industrial compleja y petrodependiente hace frente a una súbita escasez energética, como ocurrió allá cuando la implosión de la Unión Soviética redujo drásticamente el abastecimiento de petróleo en muy poco tiempo, a partir de 1991-92. Emilio Santiago Muíño ha escrito una excelente tesis doctoral sobre el “Período Especial” cubano, con la vista puesta en nuestros propios “Períodos Especiales” hacia los que vamos: se titula Opción Cero y está disponible en su blog (Los Niños Perdidos, entrada del 16 de marzo de 2016).

Pero otras experiencias históricas nos ofrecen también lecciones parciales, de las que cabe aprender: el libro Colapso de Jared Diamond (2005) está precisamente articulado sobre esa premisa, vale la pena releerlo.

Un caso interesante es Bizancio. Confrontado a la posibilidad de colapso, Bizancio reaccionó bien: Joseph A. Tainter contrasta el Imperio romano de Occidente, y su triste final, con el imperio bizantino donde en el siglo VII se adoptó “una estrategia que es realmente rara en la historia de las sociedades complejas: la simplificación sistemática”. También Lewis Mumford trató esta importante cuestión histórica en El pentágono de poder.

Me gustaría insistir sobre algo que enfatizaba Joaquim Sempere (uno de los escasos intelectuales ecosocialistas de nuestro país, de la escuela de Manuel Sacristán) en una reciente entrevista que le hizo Nuria del Viso, y que se publico en la web de FUHEM- Ecosocial y en Rebelión: “La sociedad productivista-consumista genera incesantemente expectativas materiales cada vez más altas, lubricando así la tendencia al crecimiento, pero con efectos psicológicos y morales devastadores porque reproducen sin cesar la insatisfacción (que a su vez realimenta el deseo de más cosas). Tenemos que aprender a controlar la formación de nuestras propias expectativas, a adaptarlas a lo que es psíquicamente razonable y ecológicamente posible. La palabra clave en esto es autocontención.”

Pues eso: la clave es la autocontención.

-Por último, ¿ha derrotado smartphone al movimiento ecologista?
Si el ser humano fuese la medida, no de todas las cosas, pero sí de las cosas humanas; y si el sentido de la vida fuese vivir, nada en nuestra organización socioeconómica –capitalismo fosilista y patriarcal- podría funcionar como lo hace.

Seguimos en el segundo decenio del siglo XXI hablando de la Gran Encrucijada (ése es el título del libro de Fernando Prats, Yayo Herrero y Alicia Torrego publicado hace unos meses), pero en realidad ésta es la que se abría ante la humanidad hace cuatro decenios, en los años setenta del siglo XX. Y entonces tomamos el camino equivocado: la fatídica vía del capitalismo neoliberal de Margaret Thatcher y Ronald Reagan.

En los años setenta del siglo XX, eso que yo llamo ecosocialismo descalzo podía perseguirse como una opción deseable entre otras opciones posibles. (No difiere esencialmente de lo que Ivan Illich dibujaba como ideal de madurez industrial y tecnológica hacia 1975.) Hoy el elemento de constricción es mucho mayor –porque ya no somos 4.000 millones de seres humanos (ésa era la población humana mundial en 1975) sino que vamos camino de los 8.000 millones, porque hemos ido agotando toda clase de recursos naturales bióticos y abióticos, porque desgarramos cada vez más la trama de la vida, porque está en marcha un calentamiento global devastador…

Ahora ya no se trata de una opción deseable entre varias posibles: si mantenemos el valor de igualibertad básico para la izquierda, es la opción obligada. Y, pese a ello, resulta obvio que las fuerzas ecosocialistas son minúsculas en el turbulento panorama sociopolítico actual. Nuestras perspectivas, por tanto, parecen harto complicadas…



Otra entrevista:
https://lecturassumergidas.com/2015/04/29/jorge-riechmann-consumimos-el-planeta-como-si-no-hubiera-un-manana/ 

Más sobre ecología:
http://www.economiasolidaria.org/files/UN-POQUITO-DE-FISICA...pdf

"Hay un parásito llamado Toxoplasma gondii que coloniza los cerebros de las ratas, alterando su comportamiento para atraerlas al olor de sus depredadores. Las ratas buscan gatos y estos se las comen, permitiendo que el parásito siga circulando. Este es el nuevo laborismo. Ha colonizado un movimiento que luchó por la justicia social, la distribución y la decencia, cambió su cerebro y lo entregó a los gatos gordos que alguna vez fueron sus enemigos".

George Monbiot - Los parásitos en el cerebro del Laborismo - The Guardian, 04/05/2010 -

http://www.monbiot.com/archives/2010/05/03/the-parasites-in-labours-brain/

viernes, 2 de octubre de 2015

JEREMY CORBYN » 15 cosas que aprendimos en el discurso de Corbyn. Ideas de política exterior, economía, estrategia ciudadana y gustos literarios extraídos de la primera intervención del líder laborista.

Todos los ojos de la izquierda europea están puestos en el nuevo líder de la oposición británica, que promete una nueva forma de hacer política, "más honesta y más inclusiva". Jeremy Corbyn, el más izquierdista de cuantos contendían a liderar el Partido Laborista, se hizo con la victoria el pasado 12 de septiembre con un contundente 60% de los votos, pero cuenta con pocos apoyos entre los parlamentarios laboristas. Ayer martes realizó su primera intervención como líder en el Congreso anual del partido.

Estas son 15 ideas que se desprenden de un discurso que duró una hora:

1. Corbyn cree que el Partido Laborista no ha perdido, sino que ha ganado.

Como apunta Jonathan Freedland en The Guardian, durante la hora que duró el discurso de Jeremy Corbyn, el 7 de mayo desapareció de la historia y fue reemplazado por el 12 de septiembre. El Partido Laborista no fue el que cosechó hace cuatro meses su segunda derrota consecutiva, una de las más contundentes de su historia reciente, sino el que hace apenas dos semanas acometió una refundación sin precedentes al movilizar, en torno al propio Corbyn, a un sector de la ciudadanía tradicionalmente desencantado con la política. El líder recurrió a un símil futbolístico para ilustrar la, a su juicio, falta de tino de los columnistas al describir la nueva situación: “Si fueran periodistas deportivos escribiendo sobre un equipo de fútbol, dirían: ‘Han tenido un verano horrible. Tienen 160.000 nuevos seguidores. Han vendido todas las entradas. Los nuevos seguidores son jóvenes y optimistas. No sé cómo este club va a poder sobrevivir a una crisis así”. Lo cierto es que, en el discurso, apenas hubo espacio para reflexionar sobre los motivos que provocaron la derrota electoral en las pasadas elecciones generales.

2. El debate sobre la inmigración y la insistencia en su capacidad de gestionar la economía no están entre sus prioridades.

Los analistas coinciden en que la preocupación por los efectos, culturales y económicos, de la inmigración, así como la desconfianza en la capacidad del equipo de Miliband para gestionar la economía, fueron dos de los factores más importantes por los que una parte del electorado tradicional laborista se decantó por los tories o por el UKIP. Pero Corbyn no mencionó la inmigración, al margen de la crisis de los refugiados, a la que sí se refirió. Tampoco mencionó el déficit, más que de pasada. Y al contrario que en el caso de Miliband, a quien se le echaron encima el año pasado por olvidarse de mencionarlo en su discurso, lo de Corbyn no fue un despiste: directamente no estaba en sus papeles. Por lo que se escuchó en su discurso, su prioridad ahora son las 251.000 personas que votaron por él, más que los que los 11 millones de que votaron en mayo por Cameron.

3. Votará por permanecer en la Unión Europea, pero luchará por cambiarla.

Su posición en el referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea, que se celebrará antes del final de 2017, ha dado mucho que hablar desde su elección como líder. La ambigüedad que ha mostrado históricamente en el asunto fue criticada por amplios sectores de un partido que, en general, apoya con matices el estatu quo. Tanto que, en un intento por acallar las críticas, se vio obligado a declarar, poco después de su elección, que el partido apoyará la permanencia, sea cual sea el acuerdo al que llegue Cameron en sus negociaciones con el resto de Estados miembros. En su discurso de ayer no fue tan explícito. “No hay nada bueno en un primer ministro vagando por Europa intentando regatear los derechos que protegen a nuestros trabajadores”, dijo. “Como decidió nuestro Congreso ayer [por el lunes], nos opondremos a ello y defenderemos una Europa social, una Europa de unidad y solidaridad que defienda esos derechos”.

4. Primero cambiará la política, luego cambiará el país.

Corbyn habló casi más del medio que del fin. “He recibido un mandato enorme, un mandato para el cambio”, aseguró. “Lo primero y principal es que se trata de un voto para cambiar la manera en que hacemos política”. Con la ayuda de las redes sociales –“el centro de la comunicación en el futuro”- Corbyn quiere convertir al partido en un “movimiento” que funcione “en cada comunidad y en cada centro de trabajo, no solo en Westminster”.

5. Su relación con determinados medios no va a ser buena, y no le importa.

En su salto oficial del seno del partido al escenario de la política nacional, Corbyn dejó claro que cuenta con las críticas de la prensa y que está dispuesto a sobrellevarlas con humor. Lo demuestra el hecho de que dedicara las primeras líneas de su discurso a reírse de los ataques que ha recibido de los tabloides en los últimos meses, llevándolos al terreno de su nuevo estilo de liderazgo inclusivo y abierto al debate. “Noto que algunos periódicos han desarrollado un interés en mi persona”, dijo. "Según un titular, Jeremy Corbyn celebra la idea de que un asteroide barra de un plumazo la humanidad. Los asteroides son un tema bastante polémico y no es el tipo de asunto que quisiera descartar sin un debate en profundidad en el seno del partido”.

6. No es el mejor redactor de discursos de la historia, ni le adorna la virtud de la concisión.

Su discurso desafió las normas de cualquier manual de oratoria política moderna. Careció de una estructura sólida, de una narrativa atractiva y -prolongándose durante casi una hora- de concisión. Saltó de un tema a otro sin orden aparente ni ritmo. Los más optimistas lo ven como una expresión más de esa nueva forma de hacer política, más honesta, menos efectista. Pero lo peor fue que, como no tardaron en revelar los medios, recurrió al corta y pega: utilizó párrafos enteros de un texto remitido a su equipo hace dos semanas por el escritor y asesor político Richard Heller, que ya se lo había ofrecido antes, sin éxito, a Ed Miliband y a todos los líderes laboristas desde Neil Kinnock. Ojo, no se trata de plagio, ya que el propio autor reconoce que lo envió para que se utilizara en el discurso. Pero dio pie a un glorioso titular a toda página en el conservador Daily Telegraph: “Nueva política, viejo discurso”.

7. No tiene intención de ceder en su posición sobre el desarme nuclear.

El domingo, en el arranque del Congreso, Corbyn sufrió un revés al rechazar el partido someter a votación la posición oficial sobre la renovación del sistema de submarinos nucleares Trident. Se trata del único arsenal nuclear de Reino Unido, y el año próximo el Parlamento deberá pronunciarse sobre su renovación. Se trata de uno de los más espinosos debates en el seno del Partido Laborista, dividido acerca de la necesidad de que el país cuente con un sistema de disuasión nuclear. Corbyn, cuya militancia antinuclear es tan antigua como su carnet del partido, se opone frontalmente, al contrario que algunos miembros destacados de su equipo directo. Ayer insistió en que, en ese asunto, no está dispuesto a ceder: “He sido claro con mi postura sobre un asunto, y creo que me arropa el mandato de mi elección”, dijo. “No creo que gastar 100.000 millones de libras, una cuarta parte de nuestro presupuesto en Defensa, en una nueva generación de armas nucleares sea lo correcto”.

8. Se opone a una intervención en Siria, pero podría apoyarla si cuenta con el respaldo de la ONU.

Corbyn es un pacifista, pero no hasta el punto de renunciar sin matices a cualquier intervención militar. Todo indica que pronto David Cameron llevará al Parlamento su propuesta de extender la acción militar británica contra el Estado Islámico de Irak a Siria. Se trata de otro de los asuntos en que las fracturas en el partido, y en el propio Gobierno en la sombra, son más evidentes. De su discurso y del pronunciado por el portavoz de Exteriores, Hilary Benn, se puede deducir que pueden haber llegado a un compromiso de apoyar los bombardeos en Siria, solo si forma parte de un acuerdo de la ONU. “La respuesta a ese trágico y complejo conflicto no es simplemente arrojar más bombas”, advirtió Corbyn. “Reino Unido necesita un Ejército moderno para mantenernos seguros. Y para liderar misiones humanitarias y de pacificación, trabajando con y fortaleciendo las Naciones Unidas”. Por la noche, en una entrevista con Katherine Viner, directora de The Guardian, John McDonnell, portavoz de economía y principal aliado de Corbyn, optó por que se conceda a los diputados libertad de voto en este asunto. “No hemos llegado a una conclusión clara sobre Siria”, admitió. “Pero tengo que reconocer que en este asunto respeto a la gente que piensa diferente que yo, porque ir o no a la guerra es una decisión moralmente muy exigente”.

9. Va muy en serio con nacionalizar los ferrocarriles.

Horas antes de su discurso, el Congreso respaldó el compromiso de Corbyn de renacionalizar los ferrocarriles británicos. “Fue maravilloso ver cómo el Congreso aprobó nuestro plan de devolver las concesiones privadas a la titularidad pública a medida que vayan expirando”, dijo Corbyn desde el escenario. “La posición del laborismo ahora es conseguir esa red de ferrocarriles completamente integrada y pública que los británicos quieren y necesitan”. Se trata de una decisión que, en repetidas encuestas en los últimos años, comparte la mayoría de los votantes.

10. La crisis de la vivienda es prioritaria.

Lo dijo así de claro: “La política de vivienda es una prioridad absoluta”. “Puede que en ningún otra área el fracaso de los tories haya sido tan completo y dañino para la gente”, añadió, antes de señalar que en la pasada legislatura se construyeron medio millón de viviendas menos de las que se necesitaban. Su propuesta es un ambicioso programa de construcción de más de 100.000 viviendas sociales. Algo que, dijo, podría financiarse con lo que se ahorraría en ayudas al alquiler después de atacar “las rentas exorbitantes” que piden algunos caseros.

11. El viejo socialista conoce los problemas del nuevo mercado laboral.

Corbyn quiso dejar claro que no es un líder anclado en la realidad de las fábricas industriales, sino que comprende los cambios del mercado laboral. “He expresado algunas ideas sobre cómo debemos apoyar a los pequeñas empresas y a los autónomos”, explicó. “Eso es porque uno de cada siete personas en el mercado laboral trabaja para sí misma”. “Ganan menos que otros trabajadores y tienen menos seguridad”, dijo. Anunció que equipararían sus bajas de maternidad y paternidad a las de los trabajadores por cuenta ajena y que ha encargado que se estudien todas las maneras en que se puede ayudar a los autónomos.

12. La austeridad es cosa del pasado.

Siete años, el tiempo que lleva el país soportando las políticas de austeridad, es mucho tiempo en política. Ese es el argumento que utilizó Corbyn para transmitir su mensaje de que la contención en el gasto es cosa del pasado. “La austeridad de los tories es la receta desfasada y fallida del pasado”, aseguró. “Nos corresponde a nosotros, a los laboristas, aportar la alternativa. Cualquier economista dirá que, con los tipos de interés tan bajos, ahora es el momento de la inversión pública en infraestructuras”.

13. Sus preferencias literarias son las que cabría esperar.

El nuevo líder laborista citó a dos escritores en su discurso. La primera, la estadounidense Maya Angelou, poeta, novelista, ensayista y activista por los derechos humanos, que falleció en 2014. Luchó por los derechos de los negros y fue amiga de Martin Luther King y de Malcolm X. El segundo, el nigeriano Ben Okri (Minna, 1959), uno de los escritores vivos más importantes del continente africano. “No puedes controlar todos los eventos que te sucedan, pero puedes decidir que no te empequeñezcan”, citó de la primera. Del segundo, escogió esta frase: “La cosa más auténtica sobre nosotros es nuestra capacidad de crear, de sobreponernos, de perdurar, de transformar, de amar”.

14. La defensa de los derechos humanos debe ser la piedra angular de la política exterior.

El discurso de Corbyn incluyó más temas de política exterior que el que diera su predecesor, Ed Miliband, el año pasado. Entre ellos, una petición a David Cameron para que Reino Unido intervenga con el régimen de Arabia Saudí para salvar a Alí Mohammed al-Nimr, un activista pro democracia saudí condenado a muerte por decapitación y crucifixión por un delito que supuestamente cometió cuando tenía 17 años. “Debemos ser muy claros respecto a lo que defendemos en materia de derechos humanos”, concluyó Corbyn. No pidió disculpas en nombre del partido por la Guerra de Irak, como estaba previsto, pero sí la mencionó: “No ayudó a nuestra seguridad nacional cuando fuimos a la guerra con Irak desafiando a las Naciones Unidos y guiados por documentos falsos”.

15. Tiene cuatro años y medio para concretar sus políticas. ¿O no?

Corbyn quiso convertir las discrepancias que arrastra el partido en una fortaleza de su liderazgo. Todas las sensibilidades, dijo, tienen cabida en la “nueva política” que promete. “No creo que nadie ostente el monopolio de la sabiduría. Todos tenemos ideas y una visión de cómo las cosas pueden ser mejores. Quiero un debate abierto en nuestro partido y en nuestro movimiento. Escucharé a todo el mundo porque creo firmemente en que el liderazgo consiste en escuchar”. Quien viniera a Brighton buscando concreción en las posturas, tendrá que esperar. Este ha sido su discurso de presentación como líder, defienden algunos, y tiene por delante cuatro congresos más para concretar hasta las elecciones generales de 2020. Pero otros argumentan que, por mucho que el debate y la pluralidad sean la nueva tónica, el partido necesita aclarar sus posturas con urgencia en al menos dos asuntos -la decisión sobre bombardear Siria y la decisión sobre la renovación de Trident- y deberá tener listo un programa para un año 2016 con elecciones en dos plazas cruciales para el laborismo: la alcaldía de Londres y el Parlamento escocés.
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