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domingo, 11 de julio de 2021

_- La Educación Popular, Paulo Freire y la “muerte” de la dialéctica

_- La expresión Educación Popular circula desde hace algunos años en América Latina a través de libros, revistas y folletos. Aunque no existe un concepto universal al respecto, en general, la Educación Popular se define como una práctica social que trabaja, principalmente, en el ámbito del conocimiento, con intencionalidad, objetivos sociales, cuáles son los de contribuir a una sociedad nueva que responda a los intereses y aspiraciones de los sectores populares[1].

Aunque a veces algunos enfoques limitan la Educación Popular a las aportaciones de Paulo Freire, existen numerosos casos de pensadores, dirigentes políticos y experiencias aisladas cuya intención fue colocar la educación al servicio de las clases populares. Desde la colonia se usó la expresión “educación popular” como instrucción elemental a las capas pobres y sectores dominados[2]. Para la Ilustración europea, y sus expresiones en Latinoamérica, la educación popular consistía en instruir a los pobres para convertirlos en ciudadanos. Pero, en este caso, el pueblo es destinatario pasivo de un discurso pedagógico construido por otros, pues la elite ilustrada lo percibe como “ignorante” e incapaz de gestar iniciativas autónomas.

Sin embargo, el pedagogo venezolano Simón Rodríguez y su discípulo Simón Bolívar desarrollan otra perspectiva. Ellos ven en la educación de las masas populares una condición para formar ciudadanos y una garantía para la democratización de las jóvenes repúblicas hispanoamericanas. Más adelante, otros dirigentes sociales y políticos revolucionarios y latinoamericanistas, como José Martí, realizaron contribuciones en el mismo sentido emancipador. En ambos casos, existe un fuerte sentimiento nacionalista.

Pero, por otro lado, desde una perspectiva crítica del capitalismo, también surgieron experiencias educativas que intentaron proponer alternativas a la pedagogía dominante. Anarquistas, socialistas y comunistas procuraron crear discursos pedagógicos ligados a la transformación social. De este modo, se fue conformando una tradición pedagógica latinoamericana progresista, ligada a la educación obrera y a la formación de cuadros políticos. Sin duda, la obra ¿Qué hacer?, de Lenin, la cual se convirtió en el modo universal de educación política de los partidos comunistas y similares, fue el texto guía de tales experiencias. El dirigente bolchevique ruso depositaba en el partido la dirección política y educativa de las clases explotadas. Probablemente, una posición más creativa y crítica fue la propuesta por el peruano José Carlos Mariátegui, quien planteó la necesidad de una pedagogía nacional, popular y latinoamericana que reivindicara lo indígena y lo cultural.

Al mismo tiempo, los movimientos populistas de las décadas de 1940 y 1950 procuraron darle a la educación un carácter nacionalista y democrático, exaltando las culturas populares autóctonas y la capacidad creativa del pueblo. José Domingo Perón en Argentina, Víctor Raúl Haya de la Torre y el APRA en el Perú, Lázaro Cárdenas en México y Jorge Eliécer Gaitán en Colombia, vieron en la educación y la cultura un espacio adecuado para el desarrollo de sus movimientos. No hay que olvidar, por ejemplo, que es durante un gobierno populista, el de João Goulart, cuando Paulo Freire inicia sus experiencias educativas en ámbito nacional en Brasil[3].

A partir del concepto de concientización (conscientização, en portugués), que ha sido creado por el filósofo brasileño Álvaro Vieira Pinto[4], Paulo Freire desarrolló su concepción de la educación liberadora.

Tras el golpe militar al presidente João Goulart en 1964 en Brasil, Freire emigra a Chile, donde puede sistematizar su experiencia y asesorar programas de alfabetización. Es en el exilio, donde escribe Pedagogía del Oprimido, libro publicado en 1970 que circularía por toda América Latina e influiría sobre miles de educadores en una década en la que amplias capas de la población asumían que su desarrollo implicaba cambios estructurales. La militancia cristiana de Freire y el carácter humanista de su pensamiento permitieron que su propuesta fuese acogida al interior de la Iglesia: primero el Movimiento de Educación de Base (MEB) de Brasil y posteriormente lo hace la Conferencia del Episcopado Latinoamericano reunida en 1968 en Medellín, Colombia. De este modo, los planteamientos de Freire son incorporados en lo que más tarde llegaría a ser la Teología de la Liberación.

El método de Freire y su amplia obra configuraron un rico universo de reflexiones acerca de la educación, de la pedagogía y la ética liberadoras. Para Paulo Freire, educar significa, por ejemplo, conocer críticamente la realidad, comprometerse con la utopía de transformarla, formar sujetos de dicho cambio y desarrollar el diálogo. Pero, aunque su método constituía una profunda crítica a las prácticas educativas tradicionales, él también empezó a revelar limitaciones y ambigüedades políticas. Los problemas se referían principalmente al desconocimiento del condicionamiento de la educación por la estructura social y económica, así como a los conflictos de clase. Como consecuencia, la idea de transformar la realidad quedaba convertida en un acto abstracto.

Pero, en todo caso, Paulo Freire se ha convertido en un clásico del pensamiento educativo latinoamericano, teniendo una influencia significativa en los debates pedagógicos internacionales. Su idea de la educación bancaria, que encuentra un paralelismo con las ideas del pedagogo suizo Johann Heinrich Pestalozzi, se refiere a la concepción de educación como un proceso en lo que el educador deposita contenidos en la mente del estudiante. En lugar de observar la educación como un proceso de comunicación y diálogo consciente y con discernimiento, la educación bancaria contempla al educando como un sujeto pasivo e ignorante, que ha de aprender por medio de la memorización y repetición de los contenidos que se le inculcan.

Los relevantes aportes de Paulo Freire jugaron un rol fundamental en el desarrollo de la Educación Popular. Por otro lado, el discurso fundacional de la Educación Popular tuvo como característica central su identificación con el método dialéctico de conocimiento. Debido a la influencia del materialismo histórico, en general, se asumió que el método de la Educación Popular era el dialéctico, entendido como un conjunto de principios metodológicos que se suponía garantizaban la eficacia de las acciones educativas[5]. El principal de ellos es su relación con la praxis histórica concreta. Realizar análisis concretos de situaciones concretas. Pero hoy en día este principio ha sido ampliamente ignorado o sólo superficialmente repetido (en tono meramente formal), incluso en el contexto del legado del propio Freire. Es decir, estamos asistiendo a una especie de “muerte” de la dialéctica en la Educación Popular. La forma en que se ha abordado el pensamiento de Paulo Freire en los últimos tiempos y la manera en que se ha celebrado el centenario de su nacimiento demuestran la asfixia del pensamiento dialéctico.

Los seminarios realizados sobre su obra y los enfoques desarrollados sobre su pensamiento han sido puramente laudatorios, acercándose casi de una adoración mesiánica. No hay problematización analítica. Se ignoran las fuentes teóricas que él tuvo como referencia para construir su obra y no se analizan sus aportaciones frente a las nuevas coyunturas del siglo XXI. Lo que se hace es simplemente repetir los lugares comunes de su pensamiento, así como algunos enfoques de las décadas de 1960 y 1970. Además, hay apropiaciones populistas de sus ideas y su uso de manera arribista como forma de autopromoción personal. Estos son hechos incompatibles con el ejercicio de la crítica de la razón dialéctica. Además, tales hechos son perjudiciales para el necesario debate que se ha desarrollado en varios países de América Latina sobre la refundamentación de la Educación Popular.

El debate sobre la refundamentación de la Educación Popular está asociado a múltiples factores, como el agotamiento de los referentes discursivos con respecto a la pluralización de las prácticas y actores de la Educación Popular, la crisis del socialismo real y la atracción ejercida por nuevos planteamientos teóricos provenientes de las ciencias sociales. En cuanto al contenido de la refundamentación, se ha señalado algunos desplazamientos de los componentes del discurso fundacional de la Educación Popular. Por ejemplo:

i) de una lectura clasista ortodoxa de la sociedad, a la incorporación de otras perspectivas y categorías analíticas;
ii) de una lectura revolucionaria de “toma del poder” como única vía del cambio, a la ampliación del sentido de lo político a todas las esferas de la vida social, la reivindicación de la democracia como forma de gobierno y defensa de lo público;
iii) de una mirada económica y política de los sujetos sociales a una mirada integral de los mismos;
iv) de un énfasis en la toma de conciencia al enriquecimiento de la subjetividad individual y colectiva en todas sus dimensiones (intelectual, emocional, corporal, etc.); y,
v) del uso instrumental de las técnicas participativas a la reivindicación de lo pedagógico de la Educación Popular, la incorporación de aportes de otras corrientes teóricas y el interés por el diálogo de saberes[6].

No hay que olvidar que la vida, el ser humano, la naturaleza, son dinámicos, inacabados, constituidos-constituyéndose; se mueven, interactúan, influyen y son influidos. De ahí que el pensamiento analítico no puede dejarse aplastar por los límites de lo que ya está producido. El razonamiento dialéctico no puede someterse a las condiciones formales de una teoría, ya que, simultáneamente, debe cuestionarlas. Por ello, no se trata de enmarcarse en una teoría, pero abrirse a las posibilidades de cuestionamiento para llevar a cabo nuevos desarrollos sobre ella. Si no es así, la dialéctica se queda asfixiada, y la propia teoría se vuelve residual. Esta es una lección que el legado de Paulo Freire debería tener en cuenta en el año de su centenario.

Notas
[1] Al respecto, ver el trabajo de Jorge Osorio: “Perspectivas de la acción educativa en los noventa”, en: Alfabetizar para la democracia, Santiago de Chile: CEAAL, 1990.

[2] Ver Adriana Puigross, “Discursos y tendencias de la Educación Popular en América Latina”, en Revista Tarea, n° 3. Lima: Asociación de Publicaciones Educativas, 1987.

 [3] Al respecto, ver el libro de Afonso Torres Camilo: Educación Popular – Trayectoria y actualidad, Caracas: Universidad Bolivariana de Venezuela, 2011.

 [4] Ver una de las principales obras de Álvaro Vieira Pinto: Educação e realidade nacional, 2 vols., Rio de Janeiro: ISEB, 1960.

 [5] Véase al respecto Afonso Torres Camilo, op. cit.

 [6] Ibidem.

Ivonaldo Leite es profesor en la Universidad Federal de Paraíba, Brasil.

domingo, 2 de mayo de 2021

_- Cuento en tres rapsodias titulado: Isaac y su hija Esther.

_- Cuento en tres rapsodias titulado: Isaac y su hija Esther.

Primera
Por si fueran pocas sus preocupaciones económicas, Isaac, sefardita más pobre que las ratas, recibe por boca de su hija Esther la noticia de que quería casarse. Esther, que era la razón de su existencia, además de amantisima hija dotada de todas las cualidades que hombre alguno pudiera desear: inteligencia, salud, belleza, donaire...

De todo, menos de dote, de lo cual se avergonzaba.

Isaac le dice a Esther:
hija, tú vas a celebrar muy buena boda y quedarás muy bien con tu marido y con su familia, ya sabes que soy muy amigo del riquísimo Efraín, y no me negará un préstamo para esta ocasión.

Y se fueron padre e hija a ver a Efraín y exponerle su petición.
Efraín codicioso y desconfiado, le dice a Isaac: no puedo prestar el dinero que necesitas porque ¿cómo vas a devolverlo si no tienes nada?
Isaac, al ver la postura de Efraín, se vuelve con su hija a casa derrotado.

Al día siguiente le dice a Esther: hija, tendrás muy buena boda, vamos a casa de Efraín de nuevo. Llegados allí, Isaac le dice:
Mira Efrain, comprendo lo que me has dicho, no tengo nada que objetar.
Pero verás:
Mañana vienen a cenar a casa el futuro marido de Esther acompañado de sus padres y me gustaría que me dejaras para la cena el cucharón de plata que tienes y te lo devuelvo enseguida.

Hombre, eso sí, con mucho gusto, pero no lo estropees y me lo devuelves pronto ¿eh?

Continuación Rapsodia segunda
 
... Les da el cucharón, y padre e hija se fueron corriendo a un platero.
Le encargaron que hiciera un cucharoncito chiquitín, igual al grande.
Por la noche hicieron la cena, con el cucharón de protagonista, quedaron muy bien, y al día siguiente volvieron a casa de Efraín a devolver el cucharón y el cucharóncito que habían encargado. Efraín les dice ¿esto qué es?
Isaac le contesta: pues mira, ayer por la noche después de cenar dejamos el cucharón en el aparador y esta mañana cuando nos hemos despertado al ir a cogerlo apareció este otro pequeñito al lado.

Suponemos que es un hijito que ha tenido durante la noche, y por tanto creemos que es tuyo y por eso te lo damos. Efraín les dice: sí sí, es mío.

Todos los hijos de mis cucharones son míos.
¡Qué bien, gracias!

Pasaron dos días más y Esther e Isaac vuelven a casa de Efraín con nuevas peticiones:
Mañana vendrán a cenar a casa toda la familia del marido de Esther.
¿Nos prestarías esos dos candelabros de plata para adornar la mesa?
Claro, claro, dijo Efraín.
Tomad los dos candelabros...
Isaac y Esther fueron de nuevo al platero que les hizo dos candelabritos iguales pero muy chiquitines para mí

Misma historia que la anterior, y al día siguiente devuelven los dos candelabros a Efraín junto con los dos candelabritos, con la misma explicación y misma respuesta: ¡Los hijos de mis candelabros son míos!

Días más tarde, vuelta de padre e hija a ver a Efraín, y le dicen: mañana se casa Esther y te agradeceríamos nos prestarás toda tu vajilla de plata, fuentes, soperas y demás bandejas, y así quedaremos muy bien con todos los invitados a la boda. Efraín les dice: naturalmente, llevaros todo, pero acuérdate de traerme los hijitos que nazcan porque ya sabes que son míos...

Salen padre e hija corriendo a vender toda la vajilla, cubertería fuentes, soperas, candelabros y demás cosas de plata que les dio Efraín, y con el importe de la venta encargaron la mejor boda que pudiera darse.

Los novios felices, los invitados felices, Isaac feliz.
Y pasaron unos días...

Rapsodia tercera
(Amaia o conclusión)

... y pasan unos días...
Efraín, impaciente por no tener noticias de Isaac y de su vajilla y de sus hijitos decide ir a casa de Isaac, y le dije indignado: ¡No me has devuelto la vajilla y las demás cosas que te presté, ni los hijitos ni nada...!
Isaac que se esperaba esto le dice con cara compungida:

Ah, Efraín, verás: es que no te los puedo devolver porque se han muerto.

Efraín, ante tal respuesta, parpadea, traga saliva, digiere y monta en cólera: ¡cómo que se han muerto! ¿tú te crees que me voy a tragar eso?
Las vajillas no pueden morirse, ladrón, estafador, engañador... ahora mismo vamos a ir al Rabino, que te obligará a devolverme todo lo que te presté y además te dará castigo.

Y fueron al rabino, que escuchó atentamente a las dos partes con el mayor interés, medita, y resuelve: Si el cucharón tiene hijitos, las vajillas se mueren..."

miércoles, 21 de octubre de 2020

_- Por un dólar: Conversación con Louise Glück [Premio Nobel de Literatura 2020]

_- Este artículo apareció originalmente en 2009 en American Poet, la revista bianual de la Academy of American Poets.

Dana Levin: Quería empezar preguntándote por tu libro, A Village Life [Una vida de pueblo] (Farrar, Straus and Giroux, 2009). El tiempo se percibe espacial en el libro, como si todas las variadas voces del libro estuvieran hablando, y sucediendo todos los acontecimientos, en un momento temporal simultáneo.

Louise Glück: Hay algo tan extraño en esos poemas que he sido incapaz de ponerles un dedo encima. No se trata, desde luego, de una cualidad a voluntad o deliberada, sino que tiene que ver con esa simultaneidad. Y me sorprende que el libro tenga algo en común con "Landscape", un poema de Averno, en el que los estadios de una vida se representan por medio de secciones individuales, pero los elementos narrativos e incluso el punto de vista se mueven de sección a sección, y sin embargo lo que se representa es el conjunto de una vida. Se me ocurrió que A Village Life implica ese horrible axioma de que, al final de tu vida, el conjunto de tu vida afluye hacia atrás. Eso es lo que se me antoja que es el libro: el conjunto de una vida, pero no progresiva, no narrativa: simultánea. Y no hay drama concomitante en la idea de morir. Va más allá del drama de la pérdida del mundo; es sólo una larga exhalación.

DL: ¿Qué te enseñó estéticamente el libro?
LG: Creo que no lo sabré siquiera hasta que intente hacer algo distinto. Me acuerdo de haber hablado con Richard Siken después de Averno. No estaba escribiendo, y estaba empezando a inquietarme por ello. Paso por periodos —periodos largos— sin escribir. Y a veces ese no es el centro de mi inquietud. No es que no tenga ansiedad, es que mi ansiedad está en alguna otra parte; luego, de golpe, me quedo preocupada por mi silencio y con bastante pánico. Estaba entrando en ese periodo y dijo Richard: 'Tu próximo libro tiene que ser completamente distinto, algo así como jugar en el barro'. Y esa fue exactamente mi sensación, que había hecho todo lo que podía en el momento con poemas que operaban en un eje vertical de transcendencia y aflicción. Y este nuevo manuscrito tenía que ser más panorámico, de algún modo, e informal, con una especie de superficie que no fuera hermosa. De modo que me enseñó a escribir una superficie no hermosa. Vaya triunfo [risa sardónica].

Sólo el ser capaz de escribir un poema más largo, creo, fue interesante…Me produjo un tremendo placer escribir esos poemas. Me encantaba estar en ese mundo. Y llegar hasta allí casi sin esfuerzo. Bueno, durante un periodo corto. Ya sabes, ahora no puedo ir …

DL: Nunca se puede volver a Brigadoon.
LG: ¡No, nunca! No puedo volver a ninguno de estos lugares, a ninguno de ellos. Nunca releo mi obra anterior, así que no sé siquiera qué pensar de ella.

DL: Cada uno de tus libros presenta una voz reconociblemente tuya, y sin embargo se pueden rastrear también cambios formales diferenciados de una recopilación a otra. ¿Han sido un propósito consciente esos cambios de enfoque?
LG: Creo que el único propósito consciente es el de querer sorprenderse. La medida en que sueno a mí misma parece una especie de maldición.

DL: [risas] Eso me recuerda a[l actor] Wallace Shawn cuando decía, 'Creo que hay algo imbécil en el yo, en que todos los días tengas que levantarte y ser la misma persona'.
LG: ¡Sí! Esa es la limitación. Me alegro de que pueda parecer también una virtud.

DL: Sé que te tomas la enseñanza como una cosa muy seria y que durante más de una década has sido defensora pública de la obra de escritores que empezaban. ¿Cómo afectan a tu vida la labor de mentor y la enseñanza?
LG: Ay, cómo empezar. Se asume que esto es un acto de generosidad por mi parte: enseñar y editar. No puedo argumentar enérgicamente otra cosa. No creo que nadie haga algo que le lleve tanto tiempo, fuera de la Iglesia Católica, sin un motivo de interés propio. Lo que hago con los escritores jóvenes lo hago porque es alimento para mí. Y a veces les digo a los ganadores de estos concursos que soy Drácula y me estoy bebiendo su sangre.

Siento de modo bastante apasionado que en la medida en que seguido viva, si es que lo he seguido, como escritora y en que he cambiado como escritora, eso le debe mucho a la intensidad con la que me he sumergido en la obra, a veces muy ajena, de gente más joven que yo, gente que crea sonidos que no he oído. Eso es lo que tengo que conocer.

Prácticamente todos los escritores jóvenes por cuyo trabajo me he apasionado me han enseñado algo. De ti he aprendido una forma de hacer que un poema siga en marcha. Versos largos. No se trata de que escribiera algo que suene a ti, pero desde luego andaba intentándolo. Cuando leí el trabajo de Peter Streckfus y caí completamente hechizada por su obra, me encontré escribiendo un poema que pensaba que le había robado. Y me sentí alarmada y leí cuidadosamente el libro entero que ganó el [premio de] Yale ese año, así como el manuscrito, y no pude encontrar lo que yo había escrito en su obra, pero sentí que tenía que llamarle y disculparme.

DL: ¿Cómo se lo tomó él?
LG: La actitud de Peter hacia lo que yo considero que es robo es muy distinta. Lo que dijo es: 'Ah, creo que esto es maravilloso. Eso es lo que hacen los escritores. Estamos en un diálogo'. Y yo le dije: 'Peter, no lo entiendes: ¡he robado!' Pero, ya sabes, no lo había hecho en ningún sentido literal. Las palabras eran mías. Pero sabía de dónde venía el impulso, el estímulo. Y luego traté de hacer cosas con eso que de hecho no había visto en la obra de Peter, de manera que sentía que era mío.

DL: ¿Esperaste o te imaginaste alguna vez el gran número de lectores y el actual éxito del que goza tu obra? Cuándo echas la vista atrás a tu carrera a la trayectoria de tu carrera pública, ¿qué piensas o qué sientes?
LG: No tengo percepción de tener muchos lectores ni mucho éxito.

DL: Yo puedo dar testimonio: es algo que está ahí.
LG: Cuando voy a una lectura, cuando hago una lectura…en primer lugar, estás de pie en la parte de delante de la sala, y ves los asientos vacíos. Y ves sólo los asientos vacíos. Se debe a que te ha criado una madre que te decía: '¿Por qué sólo 98? ¿Por qué no los 100?'

DL: ¡Yo también tenía una madre así!
LG: Sí, lo sé. De manera que ves los asientos vacíos, y la gente que se marcha durante la lectura, y ves que se van y piensas: no son sencillamente más que representaciones más francas del sentimiento de la sala entera. Que todo el mundo se quiere ir, pero sólo unos cuantos atrevidos se van. Y así es cómo se siente una. ¿Y éxito? He tenido casi las mismas reseñas terribles, condescendientes o las que te condenan con una desmayada alabanza: 'Bueno, si les gusta este tipo de cosa, aquí tienen más de ello'.

De manera que no tengo sensación de éxito. Cuando me dicen que tengo gran número de lectores, pienso, 'Ah, bien, va a resultar que soy [Henry Wadsworth] Longfellow': alguien fácil de entender, que es fácil que te guste, el tipo de experiencia diluida accesible para muchos. Y yo no quiero ser Longfellow. Lo siento, Henry, pero no. En la medida en que asimilo el éxito, pienso, ay, es un fallo de la obra.

DL: ¿Como que si supieran más no te leerían en absoluto?
LG: Cuando sepan más, no me leerán nada en absoluto. 

DL: Bueno tengo ahora mismo un estudiante al que le gusta hablar de la cuota de inscripción [para participar en un premio]; ya sabes, ¿cuánto cuesta participar con este poema? Y hace poco me dijo: 'La cuota de participación de un poema de Louise Glück es como de un dólar, pero una vez te metes, el territorio es complejo'. Y es verdad: no es difícil entrar en tus poemas, pero enseguida demuestran ser muy complicados psicológicamente y complicados formalmente, en particular en cómo funcionan juntos los poemas para crear un conjunto mayor. Mi estudiante pretendía seguir la pista de todo el corpus de tu obra, pero parece que no deja de leer Ararat. Está ahí perdido, aunque no pagó más que un dólar para entrar. Voy a tener que recuperarle para que podamos seguir adelante.
LG: Bueno, eso estaría bien si fuera cierto. Espero que sea verdad.

DL: Última pregunta. Estamos viviendo en tiempos extraordinarios y lo sé por mí misma, que lidio a menudo con esto: ¿qué significa estar personal y psicoanalíticamente orientada en la página en un momento en que están pasando tantas cosas en la cultura, socio-políticamente, medioambientalmente. Muchos de mis estudiantes hacen un esfuerzo mental por ver cómo encaja la experiencia personal en la expresión pública y viceversa, en las cuestiones del público y de la oportunidad y la importación cultural. ¿Tienes algo pensado sobre esto?
LG: No creo que contestes necesariamente estas cuestiones lidiando conscientemente con ellas. Creo que pesan sobre ti, y que las soluciones se resuelven hasta cierto punto inconscientemente. Se manifiestan esas soluciones parciales en tu trabajo. Yo nunca pienso en el público. Odio esa palabra. Pienso en un lector. Creo que mis poemas buscan un lector, y que los completa el lector. Pero es el lector singular, y que esa persona exista de forma múltiple o no no establece ninguna diferencia espiritual, aunque tenga una repercusión práctica. Lo que me importa es la sutileza y profundidad de la respuesta del lector y si estas se demuestran duraderas. La idea de ampliar el público de la poesía me parece ridícula.

Creo que el poema es una comunicación entre una boca y un oído, no una boca y un oído reales sino una mente que envía un mensaje y una mente que lo recibe. Para mí, la experiencia auditiva de un poema se transmite visualmente. Lo oigo con los ojos y me disgusta leer en alto y (salvo en muy raras ocasiones) que me lean. El poema se convierte, cuando se lee en alto, en una forma mucho más sencilla, secuencial: la malla se convierte en una vía de dirección única. En cualquier caso, el conocimiento, o la esperanza de que el lector existe, es un gran consuelo.

Louise Glück poeta neoyorquina de reconocida trayectoria literaria, profesora del Williams College de Massachusetts y de la Universidad de Yale, ha recibido en 2020 el Premio Nobel de Literatura. Dana Levin poeta y profesora de Escritura Creativa en la Universidad Maryville de San Luis, Misuri, ha recibido importantes premios y becas por sus libros de poesía.

Fuente: poet.org,
The Academy of American Poets, 8 de octubre de 2020

sábado, 23 de mayo de 2020

Eduardo Mendoza: “No hay épica; estamos en casa esperando a que pase el chaparrón”

El escritor analiza desde su casa de Barcelona la crisis actual: “Claro que he tenido miedo, otra cosa es exteriorizarlo y hacer con eso literatura”

Cuando Eduardo Mendoza (Barcelona, 77 años) publicó La verdad sobre el caso Savolta Juan García Hortelano escribió en el segundo número de EL PAÍS, el 5 de mayo de hace 44 años, que sería bueno que “monopolizados por la estadística” leyeran a aquel nuevo novelista que había afrontado una historia de pistoleros, patriotas y anarquistas que vivían los restos de una guerra y se acercaban a otras de dimensiones pandémicas, la guerra civil española y la II Guerra Mundial. Muchos años después, Mendoza (Premio Cervantes de 2016) publicó El rey recibe (Seix Barral, 2018), donde recorre las distintos hechos (guerras y plagas) que lo tuvieron a él mismo como testigo en el convulso siglo XX. Vive estos años de su madurez en Londres, pero pasa el confinamiento en su ciudad, Barcelona, donde nació en medio de la Segunda Guerra Mundial. Sobre este tiempo de pandemia, el autor de Sin noticias de Gurb (ficción distópica nacida en este periódico), nos habló desde su casa, por FaceTime.

Pregunta. En El rey recibe recorre usted guerras y plagas (como el sida). En esa sucesión de hechos, ¿qué lugar ocuparía lo que nos pasa ahora?
Respuesta. Lo pienso desde hace mucho tiempo. Lo curioso será cómo lo veremos cuando tengamos un poco de perspectiva, cuando no estemos metidos en esta situación tan extraña. Nunca habíamos imaginado una cosa así. Habíamos imaginado guerras, sunamis, terremotos, pero estar encerrados en casa, ir por la calle con mascarillas, no poder tocar nada ni a nadie…, esa es una situación muy extraña. Desde los políticos a las personas normales, yo incluido, le estamos dando una dimensión épica que no tiene. Ha habido conductas abnegadas, admirables, pero lo que se dice épicas..., épicas no las hay. Estamos metidos en casa, esperando que pase el chaparrón, como animalitos que se esconden en la cáscara aguardando a que el mal se vaya. Imagina qué dirán los que vengan: hubo una época en que la gente se metió en casa, escribían unos diarios de confinamiento que realmente no valían nada, y estaban a la espera de lo que pudiera suceder, que en realidad desconocían. La incertidumbre que se plantea es en qué consiste perder y en qué consiste ganar. Perder es fácil de decirlo, porque es morir. Pero, ¿en qué consiste ganar? Vamos a ganar, se dice, pero ¿qué vamos a ganar? No sabemos. Es una batalla bien extraña esta, bien extraña.

P. Ya se dice menos, pero hubo un tiempo en el que se comentaba que íbamos a salir mejores de esto. 
R. Sí, “nada volverá a ser como antes”. Yo creo que todo volverá a ser como antes una vez que nos hayamos olvidado de esto. Ha habido cosas mucho más tremendas, como guerras y otras plagas, y al cabo del tiempo se han olvidado y los enemigos se han vuelto amigos y la gente ha vuelto a reír y a disfrutar. No cambiará la naturaleza humana por la covid-19. Desde los políticos a las personas normales, yo incluido, le estamos dando una dimensión épica que no tiene. Ha habido conductas abnegadas, admirables, pero lo que se dice épicas..., épicas no las hay

P. Vive o ha vivido en países prestigiosos, como el Reino Unido, donde ahora reside, y Estados Unidos. Ambos están en cuestión, después de ser tenidos como potencias capaces de afrontarlo todo. 
R. Esto ha servido para aprender muchas cosas, algunas de las cuales algunos que hemos vivido en esos sitios ya sospechábamos. Sabemos que son gigantes con pies de barro. Gigantes, a pesar de todo; los demás son enanos con pies de barro. Algo que me ha sorprendido mucho ha sido la falta de material, de mascarillas, de guantes. La potencia industrial tremenda que tienen Estados Unidos, el sudeste asiático, Japón, no ha sido capaz de fabricar unas mascarillas de papel con una goma y unos guantes de usar y tirar. Esto quiere decir que las cosas no son como nos las imaginábamos, que la industria no es tan poderosa. Esa es una sorpresa muy grande: ¿por qué faltaba material? ¿Por qué durante dos meses hemos estado así en un mundo de tan alta tecnología? Qué cosa más curiosa: se puede hacer un portaviones en una semana y no se pueden hacer mascarillas.

P. Cuando publicó Mauricio y las elecciones primarias, Agustí Fancelli le dijo en EL PAÍS que usted no renuncia nunca a su humor corrosivo, pase lo que pase. ¿Lo que ha vivido en la Inglaterra de Boris Johnson ha sacado a flote ese humor suyo?
R. Boris Johnson es un payaso; inteligente, ambicioso, astuto, pero un payaso de vocación. No lo puede evitar, tiene que hacer el payaso. Enfrentado a una situación así, la combinación payaso y drama es explosiva. Trump es otra cosa. Es un payaso más corrosivo, con un trasfondo peor. Es un producto de una sociedad frívola, y es un hombre de una extraordinaria frivolidad. Lo dijo: “Por aquí no pasará el virus”. Todo esto es digno de Chaplin, de Buster Keaton, de este tipo de personajes. Pero, claro, puede tener consecuencias muy graves para la cadena del poder, porque afecta a quienes están en puestos de responsabilidad ya que las cosas funcionan solas. En el momento en el que hay que tomar las riendas no tienen ni idea, ni idea.

P. Desde el punto de vista particular, ¿a usted le ha satisfecho haber pasado el confinamiento en España?
R. Es lo que elegí. Estaba en Inglaterra cuando empezó el confinamiento y pensé que la cosa no sería corta, que además yo era una de las personas que está en situación de riesgo, por la edad, y pensé que pasara lo que pasara estaría mejor en España, más protegido y con más recursos. Salí corriendo, en uno de los últimos aviones en que se permitió el viaje sin mayor dificultad, con mascarilla. Estoy muy contento de haber venido a España, y de estar en mi casa, en Barcelona. Lo que se llaman “productos de proximidad” aquí son mejores.

P. ¿Cómo ha visto la gestión de este mal entre nosotros, no solo en el ámbito político, sino también en la ciudadanía?
R. No tengo elementos de juicio. Los políticos han hecho lo que buenamente podían en una cosa de la que no sabían nada. Quizá su fallo ha sido no saber explicarlo bien, no saber confesar que no hay soluciones fáciles y que nadie sabe muy bien lo que tiene que hacer. A nivel ciudadano creo que el comportamiento ha sido muy bueno. Pero tengo una visión muy limitada: mis amigos, mi barrio, todo esto es ejemplar, todos se comportan aquí como alumnos aventajados. No sé qué ocurre en otros grupos y comunidades más apretadas, más necesitadas, en condiciones más precarias. Deduzco que el comportamiento ha sido bueno. Siempre hemos sido bastante disciplinados, más de lo que parece. Nos dicen que no fumemos y no fumamos. Nos dicen que no salgamos de casa y no salimos.

P. Aquí el disenso político es más ríspido que el se produce en otros países. ¿Lo percibe así?
R. Creo que empezó la cosa bien, con una cierta solidaridad, con el deseo de colaborar todos por el bien común. Poco a poco esto se ha ido desgastando y volvemos a los enfrentamientos, a sacar partido. La historia los juzgará. Por ejemplo, en el caso de Portugal parece que es ejemplar lo que ocurre; en Inglaterra siempre ha habido un cierto patriotismo en el mejor sentido de la palabra: que salga el país adelante, ya habrá momento de pelearse. Ellos han pasado muchas guerras y no han tenido guerras civiles recientes. Están acostumbrados a trabajar juntos. Nosotros tenemos cosas muy buenas, mejores que las que tienen los ingleses, somos más amables y generosos, pero como colectivo somos peleones, no tenemos sentido de lo que José Antonio [Primo de Rivera] llamaba “unidad de destino en lo universal”. No le hicimos ningún caso al pobre José Antonio…(!!!!)

P. Tanto en la escrituras como en lo humano, hasta en su forma de vestir, usted siempre ha dado sensación de aplomo, como si físicamente le resbalaran las cosas. En este caso, y no solo por los riesgos de la edad, sino por los hechos mismos, ¿usted ha sentido miedo?
R. Miedo lo he tenido y lo sigo teniendo. Lo tengo por mí mismo, porque pienso que en cualquier momento, por la cosa más simple e imprevisible, puedo agarrar la enfermedad y no contarlo. Y dejar interrumpido lo que estoy haciendo, lo que estoy leyendo, ¡incluso no llegar a saber cómo acabará La Liga! Cosas que parecen muy tontas hasta que realmente te enfrentas con ellas. La de cosas que no has hecho, los planes que tenías. Por supuesto, tengo mucho miedo por las personas que me rodean, por las personas que quiero. Muchos amigos o conocidos que hubieran vivido más años y que se han ido rápidamente por el coronavirus, una muerte fea y triste. Claro que he tenido miedo, otra cosa es exteriorizarlo y hacer con eso literatura.

P. ¿Y qué hace un hombre de ficciones como usted con todos estos materiales? ¿Qué pasa por su cabeza?
R. Soy muy distinto de los periodistas, no tengo ese espíritu. Con la realidad inmediata casi nunca se me ocurre hacer nada. Siempre estoy hablando de historias pasadas. Desde el punto de vista del presente, con la perspectiva actual, pero siempre de historias pasadas. Con esto que pasa ahora, en vez de observar soy observado por la realidad y ya veremos lo que pasa más adelante.

P. Cuando empezó todo esto hubo quienes se dirigieron a usted para que resucitara a Gurb y este observara, como usted dice, a los observados.
R. Me hace siempre mucha gracia esto que ocurre con Gurb. Es un personaje que me persigue, me acompaña, al que tengo mucho cariño, pero que es casi independiente de mi, porque así lo considera la gente. Lo que me pedían no era que yo escribiera, sino que yo volviera a llamar a este personaje para que él viniera y dijera lo que tuviera que decir. Pero esto es muy absurdo. Yo no puedo ahora repetir una cosa en circunstancias muy distintas. Yo soy otro, lo que pasa es otra cosa. Gurb ya se ha convertido en un personaje independiente, tengo su número de teléfono, pero nada más.

P. Si se sentara con ese personaje seguro que le hubiera dado humor a este tiempo. ¿Falta humor ahora?
R. No, no. Yo creo que hay una buena dosis de humor. Precisamente es algo que caracteriza a esta situación. La invasión de chistes que llegan por los distintos medios, gente que hace minipelículas…, nadie me manda cosas trágicas. A veces me llega alguien cantando un aria, pero en general son bromas, chistes, historias divertidas de parejas hartas de confinar, recetas de cocina. ¡Lo que hemos aprendido de cocina! El humor es siempre la cara oculta de los miedos, de problemas… Responde a una realidad del encierro, de las convivencias forzosas en unos espacios reducidos, en un tiempo para el que nadie estaba preparado. Londres es museos, teatro, bares, ¡y solo puedes ver pajaritos!

P. “Las ciudades son las grandes protagonistas de nuestras vidas”, le decía usted también al compañero Fancelli. Y ahora vive encerrado en Barcelona, una ciudad que es como un ombligo sin ventanas.
R. No sé lo que está pasando, no sé qué pasa en mi barrio, aquí al lado. Yo soy una persona que va a las ciudades y trata de ocuparlas en toda la extensión. Voy a barrios que no conozco, me meto en bares a los que no he entrado nunca… Me gusta el fenómeno ciudad. Pero ahora no sé qué pasa a 300 metros de mi casa, Barcelona vacía, Barcelona sin turistas. Hoy me decían que hay restaurantes y bares que han puesto el cartelito de “en alquiler”, porque ya han cerrado antes de pasar a la primera fase. ¿En qué se convertirá Barcelona, una ciudad que ha vivido precisamente de venderse a sí misma? No lo sé, es una gran incógnita. Pero cuando hay un momento de necesidad el salto que hay entre tener y no tener es tremendo. ¿Cómo vive esta situación la gente sin medios y cómo la vive gente con medios, con casas grandes, con una bodega bien surtida?

P. Decía usted, al hablar de El rey recibe, que las plagas y conflictos del siglo XX pasaron una enorme factura. ¿Imagina la factura de este tiempo?
R. Una cosa de la que no se habla mucho es de cómo resucitan las diferencias sociales, cómo han pasado esta situación los ricos y los pobres. Una diferencia abismal. Mientras la vida es normal, se disimula un poco, porque todo el mundo tiene sus compensaciones. Pero cuando hay un momento de necesidad el salto que hay entre tener y no tener es tremendo. ¿Cómo vive esta situación la gente sin medios y cómo la vive gente con medios, con casas grandes, con una bodega bien surtida, con una despensa llena, con dinero del que echar mano hasta que las cosas vuelvan a funcionar? No sé si las revoluciones salen de estas situaciones o no.

P. Siempre se ha mostrado atento y crítico a la realidad del periodismo. Este tiempo ha sido también el tiempo de los periodistas. ¿Cómo ve usted este instrumento social que es la prensa hoy?
R. Una de las cosas que nos ha enseñado esta situación es el valor de la prensa, de la información. En épocas de más inercia el periódico era un entretenimiento de las mañanas. Ahora es lo primero que se mira, antes de desayunar, antes de lavarse la cara. A ver si ha mejorado, o si ha empeorado la situación… Cuando salgo a aplaudir no solamente aplaudo a los sanitarios, sino a mucha más gente. A los que hacen que no falte comida en los supermercados. Y también a los periodistas, que están ahí cada mañana y que me están dando a cada momento lo que necesito para saber. Yo creo que los periodistas se habían relajado un poco y ahora han estado otra vez a la altura. El periodismo ha cumplido y sigue cumpliendo y hay que ponerle buena nota. Toda esa cuestión de los nacionalismos, que han estado tan presentes, ahora están un poquito por ahí, perdidos. Pero ya volverán, porque estas cosas no se apagan tan fácilmente.

P. La verdad sobre el caso Savolta es sobre lo que ocurre después de una guerra y antes de que ocurran otras. Cuando se reeditó este libro en 2015, celebrando 40 años desde su publicación en 1975, estaba en efervescencia el asunto de la independencia de Cataluña. Usted dijo: “No entiendo lo que pasa, no veo a dónde va, me preocupa. Me da miedo”. Ahora tantas cosas parecen desvanecerse…
R. El vuelco que han dado noticias que parecían graves y que estaban en primera página y ahora están en la página 20 o en los crucigramas…

P. “Felizmente insatisfecho” se declaraba usted tras el premio Cervantes. ¿Y ahora?
R. Cada vez menos insatisfecho. He tenido mucha suerte, y la sigo teniendo. He visto tanta gente que no ha tenido suerte, o que no la tiene, y que ha pasado por cosas tan dramáticas. No he vivido toda mi vida de cumpleaños feliz, pero he tenido una gran suerte. Este es un balance de nota bastante alta, como la que le doy a los periodistas.

P. Tras su Cervantes en 2016 decía que entonces un hueco grande que sentía era no poder llamar a su agente, Carmen Balcells [fallecida en 2015]. Ella representaba, como Hortelano, como Juan Benet, como aquellos veteranos, una época de añorada calidad…
R. De la calidad de este tiempo hablarán los que vengan luego. ¡A lo mejor nosotros somos los Hortelano y Benet de estos tiempos, quién sabe! En mi caso particular, tuve una suerte muy grande: conocí a toda esa gente. En cuanto a Carmen Balcells… Vivir en su tiempo y cerca de ella era como haber nacido en casa de millonarios, era un lujo reservado a muy pocos, era un lujo mayor que tener un yate. Hay en su agencia gente magnifica, que sigue ahí muy atenta, aunque ahora ya no estoy construyéndome una carrera y construyéndome a mi mismo. Ahora estoy, digamos, hecho o en proceso de deshacer. Tener años significa que hay cosas que ya tienes hechas, que no las tienes que volver a hacer.

https://elpais.com/cultura/2020-05-17/eduardo-mendoza-no-hay-epica-estamos-en-casa-esperando-a-que-pase-el-chaparron.html?event_log=fa&o=cerrado

jueves, 7 de mayo de 2020

Tres cuentos sobre la educación de Anthony de Mello

Tres pequeños cuentos de uno de mis autores preferidos de siempre, Anthony De Mello, del libro El canto del pájaro. ¿Tienen que ver con la educación y lo que pasa en las escuelas?

1- Cuántas veces actuamos respetando las normas con un rigor extremo pero sin mirar a los ojos?

MIRAR A SUS OJOS

El comandante en jefe de las fuerzas de ocupación le dijo al alcalde de la aldea: «Tenemos la absoluta seguridad de que ocultan ustedes a un traidor en la aldea. De modo que, si no nos lo entregan, vamos a hacerles la vida imposible, a usted y a toda su gente, por todos los medios a nuestro alcance».

En realidad, la aldea ocultaba a un hombre que parecía ser bueno e inocente y a quien todos querían, Pero ¿qué podía hacer el alcalde, ahora que se veía amenazado el bienestar de toda la aldea? Días enteros de discusiones en el Consejo de la aldea no llevaron a ninguna solución. De modo que, en última instancia, el alcalde planteó el asunto al cura del pueblo. El cura y el alcalde se pasaron toda una noche buscando en las Escrituras y, al fin, apareció la solución. Había un texto en las Escrituras que decía: «Es mejor que muera uno solo por el pueblo y no que perezca toda la nación». De forma que el alcalde decidió entregar al inocente a las fuerzas de ocupación, si bien antes le pidió que le perdonara. El hombre le dijo que no había nada que perdonar, que él no deseaba poner a la aldea en peligro. Fue cruelmente torturado hasta el punto de que sus gritos pudieron ser oídos por todos los habitantes de la aldea. Por fin fue ejecutado.

Veinte años después pasó un profeta por la – aldea, fue directamente al alcalde y le dijo: «¿Qué hiciste? Aquel hombre estaba destinado por Dios a ser el salvador de este país. Y tú le entregaste para ser torturado y muerto». «¿Y qué podía hacer yo?», alegó el alcalde. «El cura y yo estuvimos mirando las Escrituras y actuamos en consecuencia».

«Ese fue vuestro error», dijo el profeta. «Mirasteis las Escrituras, pero deberíais haber mirado a sus ojos».

2- Cuántas veces queremos cambiar a los demás, a los alumnos, olvidando que lo que necesitan es que les quieran.

NO CAMBIES
Durante años fui un neurótico. Era un ser angustiado, deprimido y egoísta. Y todo el mundo insistía en decirme que cambiara. Y no dejaban de recordarme lo neurótico que yo era.

Y yo me ofendía, aunque estaba de acuerdo con ellos, y deseaba cambiar, pero no acababa de conseguirlo
por mucho que lo intentara.

Lo peor era que mi mejor amigo tampoco dejaba de recordarme lo neurótico que yo estaba. Y también insistía en la necesidad de que yo cambiara.

Y también con él estaba de acuerdo, y no podía sentirme ofendido con él. De manera que me sentía impotente y como atrapado.

Pero un día me dijo: «No cambies. Sigue siendo tal como eres. En realidad no importa que cambies o dejes de cambiar. Yo te quiero tal como eres y no puedo dejar de quererte».

Aquellas palabras sonaron en mis oídos como música: «No cambies. No cambies. No cambies… Te quiero…».

Entonces me tranquilicé. Y me sentí vivo. Y, ¡Oh, maravilla!, cambié.

Ahora sé que en realidad no podía cambiar hasta encontrar a alguien que me quisiera, prescindiendo de que cambiara o dejara de cambiar.

3- Como profesores y padres, debemos dejar que hijos y alumnos se encuentren a sí mismos.

EL PATITO
El santón sufí Shams-e Tabrizi cuenta acerca de sí mismo la siguiente historia:

Desde que era niño se me ha considerado un inadaptado. Nadie parecía entenderme. Mi propio padre me dijo en cierta ocasión: «No estás lo suficientemente loco como para encerrarte en un manicomio ni eres lo bastante introvertido como para meterte en un monasterio. No sé qué hacer contigo».

Yo le respondí: «Una vez pusieron un huevo de pata a que lo incubara una gallina. Cuando rompió el cascarón, el patito se puso a caminar junto a la gallina madre, hasta que llegaron a un estanque. El patito se fue derecho al agua, mientras la gallina se quedaba en la orilla cloqueando angustiadamente. Pues bien, querido padre, yo me he metido en el océano y he encontrado en él mi hogar. Pero tú no puedes echarme la culpa de haberte quedado en la orilla».

miércoles, 1 de abril de 2020

Abril es el mes más cruel, T. S. Eliot, 1922

April is the cruellest month, breeding / Lilacs out of the dead land, mixing / Memory and desire, stirring / Dull roots with spring rain. (T. S. Eliot, 1922).

Abril es el mes más cruel: engendra / lilas de la tierra muerta, mezcla / recuerdos y anhelos, despierta / inertes raíces con lluvias primaverales. (Agustín Bartra, 1977).

Abril es el mes más cruel, hace brotar / lilas en tierra muerta, mezcla / memoria y deseo, remueve / lentas raíces con lluvia primaveral. (Juan Malpartida, 2001).

Abril es el más cruel de los meses, pues engendra / lilas en el campo muerto, confunde / memoria y deseo, revive / yertas raíces con lluvia de primavera. (Andreu Jaume, 2015).

Fuente: El País.

sábado, 13 de abril de 2019

El sexo de los ángeles [Minicuento - Texto completo.]

Mario Benedetti
Una de las más lamentables carencias de información que han padecido los hombres y mujeres de todas las épocas, se relaciona con el sexo de los ángeles. El dato, nunca confirmado, de que los ángeles no hacen el amor, quizá signifique que no lo hacen de la misma manera que los mortales.

Otra versión, tampoco confirmada pero más verosímil, sugiere que si bien los ángeles no hacen el amor con sus cuerpos (por la mera razón de que carecen de los mismos) lo celebran en cambio con palabras, vale decir con las adecuadas.

Así, cada vez que Ángel y Ángela se encuentran en el cruce de dos transparencias, empiezan por mirarse, seducirse y tentarse mediante el intercambio de miradas que, por supuesto, son angelicales.

Y si Ángel, para abrir el fuego, dice: “Semilla”, Ángela, para atizarlo, responde: “Surco”. El dice: “Alud” y ella, tiernamente: “Abismo”.

Las palabras se cruzan, vertiginosas como meteoritos o acariciantes como copos.

Ángel dice: “Madero”. Y Ángela: “Caverna”.

Aletean por ahí un Ángel de la Guarda, misógino y silente, y un Ángel de la Muerte, viudo y tenebroso. Pero el par amatorio no se interrumpe, sigue silabeando su amor.

Él dice: “Manantial”. Y ella: “Cuenca”.

Las sílabas se impregnan de rocío y, aquí y allá, entre cristales de nieve, circulan el aire y su expectativa.

Ángel dice: “Estoque”, y Ángela, radiante: “Herida”. El dice: “Tañido”, y ella: “Rebato”.

Y en el preciso instante del orgasmo ultraterreno, los cirros y los cúmulos, los estratos y nimbos, se estremecen, tremolan, estallan, y el amor de los ángeles llueve copiosamente sobre el mundo.

FIN

" Elvira Sastre: "El olvido de un amor no tiene tiempo"

jueves, 11 de abril de 2019

El bambú japonés

“Hace mucho, mucho tiempo, dos agricultores iban caminando por un mercado cuando se pararon ante el puesto de un vendedor de semillas al ver unas que nunca antes habían visto.

Uno de ellos preguntó: ¿qué semillas son estas?.

El mercader le respondió: son semillas de bambú, unas semillas muy especiales que vienen del lejano Oriente.

Ante la curiosidad, no pudo contenerse el agricultor y volvió a preguntar: ¿y por qué son tan especiales estas semillas? El mercader le animó: si te las llevas y las plantas lo averiguarás, tan sólo necesitan abono y agua.

Finalmente, la curiosidad se impuso y los dos agricultores se llevaron las semillas de Bambú, las plantaron, regaron y abonaron siguiendo estrictamente las instrucciones del mercader.

Tras un tiempo, los resultados no eran los esperados, apenas crecían y uno de los agricultores se dirigió al otro: el mercader nos ha engañado, esto no crece, así que no seguiré regándolas ni abonándolas.

Pero el otro agricultor pensó que no tenían nada que perder, de manera que decidió hacerse cargo y seguir manteniendo las semillas.

El tiempo pasaba y aquello seguía sin dar sus frutos.

Pero un buen día, cuando el agricultor estaba ya a punto de tirar la toalla y dejar de cultivarlas, se sorprendió al encontrarse que el bambú había crecido alcanzando una altura de 30 metros en tan solo 6 semanas”.

Como ven, el bambú no crece rápidamente por mucho que se le riegue y se le abone, es más, no sale a la superficie durante los primeros siete años. Esto haría pensar a cualquier cultivador que la semilla no es fértil, pero nada más lejos de la realidad, tras siete años el Bambú empieza a crecer con fuerza hasta alcanzar los treinta metros de altura en solo seis semanas.

Esto es debido a que el bambú durante los primeros siete años se dedica únicamente a fortalecer y desarrollar sus profundas raíces, y tras esos años es cuando empieza a crecer realmente. si en los siete años no se le cuida y mima, no se le riega y abona cada día, jamás crecerá y terminará el bambú muriendo.

La vida es como el bambú. Las cosas no producen sus frutos de un día para otro. Necesitan de paciencia, perseverancia, de realizar todos y cada uno de los días pequeñas acciones, que mañana terminarán por dar sus frutos.

Así pues, si usted no está logrando aún lo que desea pese al esfuerzo que le está suponiendo, no desespere, seguramente esté echando raíces… A esto le hemos llamado otras veces resignación o paciencia, ya desde la biblia la han impartido las clases dominante como la filosofía ideal para que forme parte indisoluble del llamado sentido común en las clases humildes. Y prometiéndoles también la deseada vida mejor en el otro mundo de cuya existencia nadie puede testimoniar ni ha vuelto. La ideología de la mentira idealista pues nace de las ideas y no de la realidad observable y material... Los cuentos de los que nos hablaba en su poema León Felipe, Me sé todos los cuentos.

Y sin duda un ejemplo claro de filosofía japonesa de trabaja, trabaja y trabaja para que los poderosos vivan mejor y tú resígnate a vivir como vives... Que con ella llegaron a jugarse la vida por el emperador haciendo de kamikaze... y después el Emperador quedó indemne y sin juzgar...

jueves, 14 de febrero de 2019

El amor es ciego. cuento de Mario Benedetti

Cuenta la leyenda que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres. Cuando el Aburrimiento había bostezado por tercera vez, la Locura, como siempre tan loca, les propuso:

– ¿Jugamos al escondite?

La Intriga se levantó con los ojos fruncidos, y la Curiosidad sin poder contenerse preguntó:

– ¿Al escondite? ¿Y cómo es eso?

Es un juego – explicó la Locura – en el que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón mientras ustedes se esconden y, cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes que encuentre, ocupará mi lugar para continuar el juego.

El Entusiasmo se halló secundado por la Euforia. La Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la Duda, e incluso la Apatía a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar, La Verdad prefirió no esconderse; ¿para qué? Si al final siempre le hallaban. La Soberbia opinó que era un juego muy tonto (en el fondo, lo que le molestaba era que la idea no había sido suya), y La Cobardía prefirió no arriesgarse.

– Uno, dos, tres…. comenzó a contar la Locura.

La primera en esconderse fue la Pereza, que como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino. La Fe subió al cielo y la Envidia se escondió tras la sombra del Triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto.

La Generosidad, casi no alcanzaba a esconderse; cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos: ¿qué si un lago cristalino? ¡Es ideal para la Belleza!; ¿Qué si la rendija de un árbol? ¿Perfecto para la Timidez; ¿qué si el vuelo de una mariposa? ¡Lo mejor para la Voluptuosidad!; ¿qué si una ráfaga de viento? ¡Magnífico para la Libertad! Así que terminó por ocultarse en un rayito de sol. El Egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo… eso sí, sólo para él.

La Mentira se escondió en el fondo de los océanos (¡mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris); y La Pasión y el Deseo en el centro de los volcanes, el Olvido …¡se me olvidó donde se escondió!… pero no es lo importante.

Cuando la Locura contaba 999.999, el Amor aún no había encontrado sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado, hasta que divisó un rosal y, enternecido, decidió esconderse entre sus flores.

– ¡Un millón! – contó la Locura y comenzó a buscar.

La primera en aparecer fue la Pereza, sólo a tres pasos de la piedra. Después escuchó a la Fe discutiendo con Dios en el cielo sobre zoología, y a la Pasión y al Deseo los sintió en el vibrar de los volcanes.

En un descuido encontró a la Envidia, y claro, pudo deducir donde estaba el Triunfo. Al Egoísmo no tuvo ni que buscarlo; él solito salió desesperado de su escondite que había resultado ser un nido de avispas.

De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la Belleza. Y con la Duda resultó más fácil todavía pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún en que lado esconderse.

Así fue encontrando a todos: el Talento entre la hierba fresca, la Angustia en una oscura cueva, la Mentira detrás del arco iris… (¡Mentira, ella estaba en el fondo del océano!), y hasta el Olvido, al que ya se le había olvidado que estaba jugando al escondite.

Pero sólo el Amor no aparecía por ningún sitio.

La Locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas y, cuando estaba a punto de darse por vencida, divisó un rosal y las rosas… Y tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto un doloroso grito se escuchó. Las espinas habían herido en los ojos al Amor y la Locura no sabía que hacer para disculparse; lloró, rogó, pidió perdón, y hasta prometió ser su lazarillo.

Desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la tierra,

El amor es ciego y la locura siempre, siempre le acompaña.

Fuente: cuento de Mario Benedetti

martes, 29 de mayo de 2018

_- 150 frases célebres de la literatura sobre el libro.

_- Como cada año, hoy 23 de abril se celebra el Día Mundial del Libro. Fecha simbólica elegida por la UNESCO por su “coincidencia” con la muerte de dos grandes escritores como Shakespeare y Cervantes, de los que este año 2016 conmemoramos el IV centenario (ambos fallecieron en 1616). También un 23 de abril nacieron – o murieron – otros escritores eminentes como Inca Garcilaso de la Vega, Maurice Druon, K. Laxness, Teresa de la Parra, Edwin Markham, Edgar Neville, Josep Pla o Manuel Mejía Vallejo. Precisamente a ellos y a su sapiencia recurrimos para entender algo más del arte de la literatura en el que es su día grande del año.

De Cicerón y Séneca a Mario Vargas Llosa y Jorge Luis Borges pasando por maestros como Cervantes, Quevedo, Oscar Wilde, Kafka o Santa Teresa de Jesús. Todos ellos han dejado para la posteridad lúcidas frases sobre los libros y la literatura, citas célebres que nos invitan a reflexionar sobre el poder de la palabra.

A continuación os dejo 150 frases célebres de grandes personajes del arte y la literatura para celebrar y reflexionar en el Día del Libro:

“Algunos libros son probados, otros devorados, poquísimos masticados y digeridos”. Sir Francis Bacon.

“Allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres”. Heinrich Heine.

“Amar la lectura es trocar horas de hastío por horas de inefable y deliciosa compañía”. John Fitzgerald Kennedy.

“Ante ciertos libros, uno se pregunta: ¿quién los leerá? Y ante ciertas personas uno se pregunta: ¿qué leerán? Y al fin, libros y personas se encuentran”. André Gide.

“Aprender a leer es lo más importante que me ha pasado en la vida”. Mario Vargas Llosa.

“Carecer de libros propios es el colmo de la miseria”. Benjamin Franklin.

“Cuando oigo que un hombre tiene el hábito de la lectura, estoy predispuesto a pensar bien de él”. Nicolás de Avellaneda.

“Cuando rezamos hablamos con Dios, pero cuando leemos es Dios quien habla con nosotros”. San Agustín.

“Cuanto menos se lee, más daño hace lo que se lee”. Miguel de Unamuno.

“De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo… Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria”. Jorge Luis Borges.

“Detesto la vulgaridad del realismo en la literatura. Al que es capaz de llamarle pala a una pala, deberían obligarle a usar una. Es lo único para lo que sirve”. Oscar Wilde.

“El estudio ha sido para mí el principal remedio contra las preocupaciones de la vida; no habiendo tenido nunca un disgusto que no me haya pasado después de una hora de lectura”. Montesquieu.

“El libro es fuerza, es valor, es fuerza, es alimento; antorcha del pensamiento y manantial del amor”. Rubén Darío.

“El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”. Miguel de Cervantes.

“El regalo de un libro, además de obsequio, es un delicado elogio”. Anónimo.

“El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta el modo imperativo”. Daniel Pennac.

“En muchas ocasiones la lectura de un libro ha hecho la fortuna de un hombre, decidiendo el curso de su vida”. Ralph Waldo Emerson.

“Erotismo y poesía: el primero es una metáfora de la sexualidad, la segunda una erotización del lenguaje”. Octavio Paz.

“Es un buen libro aquel que se abre con expectación y se cierra con provecho”. Amos Bronson Alcott.

“Hacer versos malos depara más felicidad que leer los versos más bellos”. Hermann Hesse.

“He buscado el sosiego en todas partes, y sólo lo he encontrado sentado en un rincón apartado, con un libro en las manos”. Thomas De Kempis.

“La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible”. Jorge Luis Borges.

“La escritura es la pintura de la voz”. Voltaire.

“La lectura de un buen libro es un diálogo incesante en que el libro habla y el alma contesta”. André Maurois.

“La lectura es a la mente lo que el ejercicio al cuerpo”. Joseph Addison.

“La lectura es para mí algo así como la barandilla en los balcones”. Nuria Espert .

“La lectura no da al hombre sabiduría; le da conocimientos”. William Somerset Maugham.

“La lectura nos regala mucha compañía, libertad para ser de otra manera y ser más”. Pedro Laín Entralgo.

“La literatura es el arte de la palabra”. Manuel Gayol Fernández.

“La literatura es siempre una expedición a la verdad”. Franz Kafka.

“La más noble función de un escritor es dar testimonio, como acta notarial y como fiel cronista, del tiempo que le ha tocado vivir”. Camilo José Cela.

“La pluma es la lengua del alma”. Miguel de Cervantes.

“La poesía no quiere adeptos, quiere amantes”. Federico García Lorca.

“Lee y conducirás, no leas y serás conducido”. Santa Teresa de Jesús.

“Leer un libro enseña más que hablar con su autor, porque el autor, en el libro, sólo ha puesto sus mejores pensamientos”. René Descartes.

“Libros, caminos y días dan al hombre sabiduría”. Proverbio árabe.

“Los libros no se han hecho para servir de adorno: sin embargo, nada hay que embellezca tanto como ellos en el interior del hogar”. Harriet Beecher Stowe .

“Los libros que el mundo llama inmorales son los que muestran su propia vergüenza”. Oscar Wilde.

“Los libros son amigos que nunca decepcionan”. Thomas Carlyle.

“Los libros son el mejor viático que he encontrado para este humano viaje”. Michel Eyquem de Montaigne.

“Los libros son las abejas que llevan el polen de una inteligencia a otra”. James Russell Lowell.

“Los libros son, entre mis consejeros, los que más me agradan, porque ni el temor ni la esperanza les impiden decirme lo que debo hacer”. Alfonso V el Magnánimo.

“Ningún escritor joven desea tanto la crítica constructiva como la alabanza”. William Hill.

“Nunca releo mis libros, porque me da miedo”. Gabriel García Márquez.

“Ser escritor es robarle vida a la muerte”. Alfredo Conde.

“Si cerca de la biblioteca tenéis un jardín ya no os faltará de nada”. Cicerón.

“Un hogar sin libros es como un cuerpo sin alma”. Cicerón.

“Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora”. Proverbio hindú.

“Un libro es un regalo estupendo, porque muchas personas sólo leen para no tener que pensar”. André Maurois.

“Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído”. Jorge Luis Borges.

“A veces lees un libro tan especial que quieres llevarlo contigo durante meses, incluso después de haberlo terminado, sólo para estar cerca de él”. Marcus Zusak.

“Adquirir el hábito de la lectura y rodearnos de buenos libros es construirnos un refugio moral que nos protege de casi todas las miserias de la vida”. W. Somerset Maugham.

“Aprender a leer es encender un fuego, cada sílaba que se deletrea es una chispa”. Victor Hugo.

“Cada poema es único. En cada obra late, con mayor o menor grado, toda la poesía. Cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: Ya lo llevaba dentro”. Octavio Paz.

“Con nuestros amigos los libros, si pasamos una velada en su compañía, es solo y porque realmente nos apetece”. Marcel Proust.

“Creo que la literatura tiene algo más que hacer que divertir: debe tener razón”. Max Aub.

“Creo que parte de mi amor a la vida se lo debo a mi amor a los libros”. Adolfo Bioy Casares.

“Creo que vale la pena leer porque los libros ocultan países maravillosos que ignoramos, contienen experiencias que no hemos vivido jamás. Uno es indudablemente más rico después de la lectura”. Adolfo Bioy Casares.

“Cuando aprendas a leer serás libre para siempre”. Frederick Douglass.

“Cuando leemos, creamos nuestras propias imágenes y asociaciones. El libro vive dentro de nosotros, se reinventa en nosotros a medida que lo vamos leyendo”. Jostein Gaarder.

“Cuanto más se lee, menos se imita”. Jules Renard.

“El arte de leer es, en gran parte, el arte de volver a encontrar la vida en los libros, y de comprenderla mejor gracias a ellos”. André Maurois.

“El autor sólo escribe la mitad del libro. De la otra mitad debe ocuparse el lector”. Joseph Conrad.

“El escritor escribe su libro para explicarse a sí mismo lo que no se puede explicar”. Gabriel García Márquez.

“El gran inconveniente de los nuevos libros es que nos privan de leer los antiguos”. Joseph Joubert.

“El gusto por la lectura se adquiere casi siempre en la niñez, y me sorprende que parezca tan difícil inculcarlo”. Esther Tusquets.

“El mundo está lleno de libros preciosos que nadie lee”. Umberto Eco.

“El propósito de la lectura no es conseguir que se vendan más libros, sino que los lectores disfruten más de la vida”. Holbrook Jackson.

“El tiempo para leer, al igual que el tiempo para amar, dilata el tiempo de vivir”. Daniel Pennac.

“En algún lugar de un libro hay una frase esperándonos para darle un sentido a la existencia”. Miguel de Cervantes.

“Escribir es la manera más profunda de leer la vida”. Francisco Umbral.

“Estamos habitados por libros y por amigos”. Daniel Pennac.

“Hablar de lectura obligatoria es como hablar de felicidad obligatoria”. Jorge Luis Borges.

“Estar a solas con un buen libro es ser capaz de comprenderte más a ti mismo”. Harold Bloom.

“Hace muy poco tiempo, comprendí que la literatura no es algo menor, sino el arte supremo”. César Aira.

“Hay más tesoros en los libros que en todo el botín de los piratas de la Isla del Tesoro”. Walt Disney.

“Hay peores cosas que quemar libros, una de ellas es no leerlos”. Ray Bradbury.

“Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros; hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a mi se refiere, soy incapaz de imaginar un mundo sin libros”. Jorge Luis Borges.

“Hay solo dos cosas con las que uno se puede acostar: una persona y un libro”. Ray Bradbury.

“Junto con los libros debiera venderse el tiempo suficiente para leerlos”. Arthur Schopenhauer.

“La educación ha logrado que las personas aprendan a leer, pero es incapaz de señalar lo que vale la pena leer”. George Trevelyan.

“La ilusión es hacer creer que la literatura es muy similar a la vida y es exactamente lo contrario. La vida es amorfa, la literatura es formal”. Françoise Sagan.

“La lectura adelanta el tiempo de la vida y, paradójicamente, aleja el de la muerte. Leer es buscar otras realidades para comprender mejor esta realidad”. Fabricio Caivano.

“La lectura es el único medio a través del cual nos deslizamos, involuntariamente, a menudo sin poder hacer nada, a la piel de otro, a la voz de otro, al alma de otro”. Joyce Carol Oates.

“La lectura es el viaje de los que no pueden tomar el tren”. Francis de Croisset.

“La lectura es placer, conocimiento, emoción, enajenación”. Fernando Trueba.

“La lectura es un acto de creación permanente”. Daniel Pennac.

“La lectura obligada es nefasta. Lean por placer, tengan una profunda sospecha”. Álvaro Mutis.

“La lectura, como el amor, es la piedra ideal para afinar el alma”. Paul Desalmand.

“La literatura es esencialmente soledad. Se escribe en soledad, se lee en soledad y, pese a todo, el acto de la lectura permite una comunicación profunda entre los seres humanos”. Paul Auster.

“La literatura es la sinceridad misma, la única expresión auténtica de la vida”. Joseph Roth.

“La literatura es una extraña máquina que traga, que absorbe todos los placeres, todos los acontecimientos de la vida. Los escritores son vampiros”. Bernard Henri Levy.

“La literatura está llena de cosas inútiles absolutamente necesarias”. Rosa Montero.

“La literatura no es otra cosa que un sueño dirigido”. Jorge Luis Borges.

“La literatura nos permite comprender la vida, nos habla de lo que puede ser pero también de lo que pudo haber sido… No hay nada más subversivo que la literatura”. Enrique Vila-Matas.

“La mejor característica de un libro es que provoque reacciones en el lector y le empuje a actuar”. Thomas Carlyle.

“La mujer que lee, almacena su belleza para la vejez”. Frida Kahlo.

“La radio marca los minutos de la vida; el diario, las horas; el libro, los días”. Jacques de Lacretelle.

“Las personas libres jamás podrán concebir lo que los libros significan para quienes vivimos encerrados”. Ana Frank.

“Leemos para saber que no estamos solos”. William Nicholson.

“Leemos, pero también somos leídos por otro. Interferencias entre ambas lecturas. Obligar a alguien a que sea a sí mismo como le leen los demás (esclavitud). Obligar a los demás a que nos lean como nos leemos a nosotros mismos (conquista)”. Simone Weil.

“Leer es encontrar algo que va a existir”. Italo Calvino.

“Leer lo es todo. La lectura me hace sentir que he logrado algo, he aprendido algo, que soy mejor persona”. Nora Ephron.

“Leer no es matar el tiempo, sino fecundarlo”. Herminia Brumana.

“Lo único que lamento es que nunca tendré tiempo para leer todos los libros que quiero leer”. Françoise Sagan.

“Los buenos libros son siempre campos magnéticos de cuya atracción no se puede huir”. Italo Calvino.

“Los libros han ganado más batallas que las armas”. Lupercio Leonardo de Argensola.

“Los libros solo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de la existencia: la fugacidad y el olvido”. Stefan Zweig.

“Los libros sólo tienen valor cuando conducen a la vida y le son útiles”. Hermann Hesse.

“Los libros son como espejos: mirándonos en ellos descubrimos quiénes somos”. José Luis de Villalonga.

“Los libros son compañeros, maestros, magos y banqueros de los tesoros de la mente”. Bárbara Wertheim Tuckman.

“Los libros tienen los mismos enemigos que los hombres: el fuego, la humedad, los animales y su propio contenido”. Paul Valéry.

“Los libros van siendo el único lugar de la casa donde todavía se puede estar tranquilo”. Julio Cortázar.

“Los que escriben con claridad tienen lectores; los que escriben oscuramente tienen comentaristas”. Albert Camus.

“Los verdaderos escritores son aquellos que quieren escribir, necesitan escribir, tienen que escribir”. Robert Penn Warren.

“Me resisto a considerar el afán de leer una simple afición entre otras: es una pasión, aún más, una forma de vida”. Fernando Savater.

“Mis libros están siempre a mi disposición, nunca están ocupados”. Marco Tulio Cicerón.

“No es cierto que tengamos sólo una vida: si leemos podemos vivir tantas y de tantos tipos como queramos”. Samuel I. Hayakawa.

“No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo”. Oscar Wilde.

“No hay ninguna lectura peligrosa. El mal no entra nunca por la inteligencia cuando el corazón está sano”. Jacinto Benavente.

“No importa lo ocupado que creas que estás, debes encontrar un hueco para la lectura. De lo contrario habrás escogido sumirte en la más absoluta ignorancia”. Confucio.

“No lean, como hacen los niños, para divertirse, o como hacen los ambicioso, con el propósito de la instrucción. No, lee para vivir”. Gustave Flaubert.

“Nunca se termina de aprender a leer. Tal vez como nunca se termine de aprender a vivir”. Jorge Luis Borges.

“Ordenar bibliotecas es ejercer de un modo silencioso el arte de la crítica”. Jorge Luis Borges.

“Por grandes y profundos que sean los conocimientos de un hombre, el día menos pensado encuentra en el libro que menos valga a sus ojos, alguna frase que le enseña algo que ignora”. Mariano José de Larra.

“Porque un libro que no abres es condenarlo a una especie de purgatorio esperando que alguien le de vida”. Alberto Manguel.

“Quien escribe lo que le gusta a los demás puede ser un buen escritor pero nunca será un artista”. Juan Carlos Onetti.

“Sabes que has leído un buen libro cuando al cerrar la tapa después de haber leído la última página te sientes como si hubieras perdido a un amigo”. Paul Sweeney.

“Si no podéis disfrutar leyendo un libro repetidas veces, de nada sirve leerlo ni una sola vez”. Oscar Wilde.

“Si piensas llegar a alguna parte en la vida, tienes que leer muchos libros”. Roald Dahl.

“Si un libro está bien escrito, siempre me parece que es demasiado corto”. Jane Austen.

“Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca”. Jorge Luis Borges.

“Soy un lector que escribe libros; si fuera sólo escritor estaría muerto”. Arturo Pérez-Reverte.

“Soy una persona anticuada que cree que leer libros es el pasatiempo más hermoso que la humanidad ha creado”. Wislawa Szymborska.

“Tienes que amar la lectura para poder ser un buen escritor, porque escribir no empieza contigo”. Carlos Fuentes.

“Todos los libros pueden dividirse en dos clases: libros del momento y libros de todo momento”. John Ruskin.

“Un buen libro no es aquel que piensa por ti, sino aquel que te hace pensar”. James McCosh.

“Un buen libro no sólo se escribe para multiplicar y transmitir la voz, sino también para perpetuarla”. John Ruskin.

“Un escritor es algo extraño. Es una contradicción y también un sinsentido. Escribir también es no hablar. Es callarse. Es aullar sin ruido”. Marguerite Duras.

“Un lector vive mil vidas antes de morir. Aquel que nunca lee vive solo una”. George R. R. Martin.

“Un libro de cabecera no se escoge, se enamora uno de él”. José Luis de Villalonga.

“Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado que hay dentro de nosotros”. Franz Kafka.

“Un libro es la única cosa inmortal”. Rufus Choate.

“Un libro es una cosa entre las cosas, un volumen perdido entre los volúmenes que pueblan el indiferente universo; hasta que da con su lector, con el hombre destinado a sus símbolos”. Jorge Luis Borges.

“Un libro es una prueba de que los seres humanos son capaces de hacer magia”. Carl Sagan.

“Un libro, un verdadero libro, no es alguien que nos hable, es alguien que nos oye, que sabe oírnos”. Christian Bobin.

“Uno escribe pensando en el lector que lleva dentro. Escribes o intentas escribir el libro que te gustaría leer”. Rosa Montero.

“Uno nunca termina de leer, aunque los libros se acaben”. Roberto Bolaño.

“Usted no tiene que quemar libros para destruir una cultura. Sólo tiene que hacer que la gente deje de leerlos”. Ray Bradbury.

“Vivir sin leer es peligroso, porque obliga a conformarse con la vida”. Michael Houellebecq.

Tomado de Internet https://algundiaenalgunaparte.com/2016/04/23/150-frases-celebres-de-literatura-para-el-dia-del-libro/

martes, 27 de febrero de 2018

AYUDANDO A LOS NIÑOS A TENER ÉXITO. Lo que funciona y por qué

Por Paul Tough
125 pp. Houghton Mifflin Harcourt. $ 18.99.

Hace cuatro años, el periodista del New York Times Magazine, Paul Tough, publicó un libro titulado "Cómo triunfan los niños", que argumentaba que con la obsesión moderna por aumentar los puntajes de los estudiantes en lectura y matemáticas se pierde la mayor parte de lo que importa en educación. En cambio, los rasgos de carácter como la determinación, la curiosidad, la persistencia y el autocontrol son las claves del éxito en la escuela, la universidad y la vida.

Los padres y maestros cansados ​​de las pruebas aceptaron el mensaje y Tough pasó los siguientes años hablando, viajando e informando sobre los programas que trabajan para poner en práctica estas ideas. Pero al hacerlo, se dio cuenta de una "paradoja": muchos de los educadores que eran inusualmente buenos enseñando gran dominio y autocontrol no utilizaron esas palabras para describir sus objetivos. A menudo, ni siquiera eran conscientes de que eran avatares de lo que Tough creía que era un nuevo enfoque innovador para la educación. ¿Por qué? ¿Y qué significa eso? El nuevo libro de Tough, "Helping Children Succeed", describe su intento de averiguarlo.

Menos una secuela completa de "Cómo triunfan los niños" que una breve compañía, "Helping Children Succeed" sostiene que las habilidades como la regulación emocional y la adherencia no se pueden enseñar de la misma manera que los niños son entrenados para decodificar fonemas y resolver ecuaciones cuadráticas. "Ningún niño aprendió curiosidad llenando hojas de trabajo de curiosidad", señala. En cambio, el carácter es el producto de entornos en los que los niños forman vínculos fuertes y seguros con los maestros y cuidadores, y se les enseña de maneras que estimulan su autonomía y capacidad para resolver problemas.

Para los niños pequeños agobiados por las cicatrices mentales del estrés tóxico y las infancias empobrecidas, este enfoque puede romper un ciclo generalizado de fracaso. "Las disfunciones neurocognitivas pueden convertirse rápidamente en disfunciones académicas", escribe Tough. "A medida que se retrasan, se sienten peor consigo mismos y peor en la escuela. Eso crea más estrés, que a menudo alimenta los problemas de conducta, lo que lleva, en el aula, a la estigmatización y al castigo, lo que mantiene sus niveles de estrés elevados, lo que hace que sea aún más difícil concentrarse, y así sucesivamente".

Tough es experto en traducir la jerga académica en una prosa precisa y accesible. "Helping Children Succeed" emplea la narrativa heroica estándar del progreso en las ciencias: social, cognitiva, neuro y más. Los nuevos hallazgos de investigación suelen ser un poco innovadores, contraintuitivos o reveladores. Al abordar la primera infancia, donde las políticas sociales estadounidenses son particularmente débiles, ve grandes oportunidades para ayudar a los padres en apuros a mejorar su crianza, incómodo como puede ser el juicio implícito. Los centros asequibles de aprendizaje temprano para los hijos de padres que trabajan, es decir, la mayoría de los niños, pueden ayudar a los estudiantes de bajos ingresos a ponerse al día con sus pares más adinerados.

Pero Tough reconoce que los primeros años pasan rápidamente. La mayor parte del trabajo de construcción del carácter duro tendrá que suceder en las escuelas públicas "profundamente rotas". Para encontrar ejemplos de cómo las escuelas podrían ser mejores, busca principalmente redes nacionales de escuelas como Aprendizaje Expedicionario y Logro Primero. Tough sabe que esto es complicado, y complicando, porque las escuelas charter como Achievement First se ven a menudo tan centrada en la mejora de resultados de los exámenes de lectura y matemáticas, sin descanso, - las habilidades muy “cognitivas” que su libro antes argumentado se insistirá lo suficiente, en detrimento del carácter .

Muchas escuelas chárter, explica Tough, han cambiado hacia un enfoque más equilibrado, con una disciplina menos severa y una mayor disposición a dejar que los estudiantes tengan dificultades, fracasen y aprendan de la experiencia. De lo contrario, sus expertos examinadores se fundarán en la universidad y más allá. La lección más amplia parece ser que, si bien los rasgos de carácter son distintos desde el punto de vista educativo y neurológico de la experiencia académica tradicional, los tipos de escuelas que mejor enseñan ambos conjuntos de habilidades pueden ser una misma cosa.

¿Cómo crear más escuelas de ese tipo, que son pocas y distantes? "Ayudando a los niños a tener éxito" deja sin respuesta esa pregunta, el gran enigma sin resolver de la política educativa moderna. Lo que significa que los maestros, legisladores y líderes escolares necesitan un montón de las cualidades que promueve de manera persuasiva y dura: desafíos en vista de la creciente desigualdad económica, la curiosidad de mirar más allá del dogma educativo asentado, la persistencia y el autocontrol cuando los presupuestos se encogen y las atenciones disminuyen. La ciencia del carácter se ha convertido en una nueva ventana valiosa sobre lo que debería ser la educación. Pero construir grandes escuelas sigue siendo un viejo desafío, (para el que no existe una varita mágica) aún no resuelto.

Kevin Carey es el autor de "El fin de la universidad: crear el futuro del aprendizaje y la Universidad de todos lados".

‘Helping Children Succeed,’ by Paul Tough.

https://www.nytimes.com/2016/06/12/books/review/helping-children-succeed-by-paul-tough.html?emc=edit_tnt_20160610&nlid=31217582&tntemail0=y

domingo, 5 de noviembre de 2017

El héroe de tu infancia. Los cuentos despertaron en nuestra niñez la imaginación, la creatividad y la fantasía. ¿Por qué no volver a ellos para adentrarnos en nuevos desafíos?

Érase una vez…
Cuando oímos estas palabras, algo se despierta en nuestro interior. Una conexión con aquellas ganas de saber qué pasará, a qué desafíos tendrán que enfrentarse los protagonistas. Pero hay más. También conectamos con la infancia, cuando conseguimos crecer más que en cualquier otra etapa de nuestra vida. Era un tiempo en el que teníamos expectativas, todo estaba por hacer y nada de lo que queríamos parecía imposible. Poco a poco, sin grandes lecciones, sino a través de la emoción de las aventuras, fuimos capaces por primera vez de experimentar los grandes sentimientos que nos definen como personas: justicia, valentía, lealtad, heroísmo, amor…

Con estos compañeros fuimos capaces de interiorizar valores positivos. A fuerza de querer actuar como ellos, algo de su esencia nos ayudó a formarnos. Porque, tal y como asegura Bruno Bettelheim, autor de Psicoanálisis de los cuentos de hadas, el relato infantil “al mismo tiempo que divierte al niño, le ayuda a comprenderse y alienta el desarrollo de su personalidad. Le brinda significados a diferentes niveles y enriquece su existencia de muy distintas maneras”. El famoso psiquiatra infantil nos advierte de la importancia de los cuentos de hadas en la educación, ya que ejercen una función liberadora a la vez que forman nuestra mentalidad, proporcionándonos herramientas morales, emocionales y relacionales. Es decir, ese equipo de supervivencia que necesitábamos para enfrentarnos al mundo y sus desafíos.

Si es así, ¿por qué no recuperarlos? ¿Por qué no regresar a ellos para seguir creciendo? Si lo hacemos, seguro que nos sorprenderemos y descubriremos que, como afirma G. K. Chesterton, “los cuentos de hadas son más que reales; no porque nos digan que los dragones existen, sino porque nos enseñan que se puede vencer a los dragones”. ¿Y quién no tiene dragones en su vida para vencer?

Joseph Campbell, en su libro El héroe de las mil caras, describió la estructura narrativa de los cuentos populares y de toda narración épica. Según el mitógrafo norteamericano, puede variar la historia, los personajes y las circunstancias, pero el esqueleto sigue siendo el mismo. Da igual que se trate de las aventuras de Simbad el Marino, o de Pinocho, o de Blancanieves; todos tienen los elementos e ingredientes del esquema de Campbell, conocido como el viaje del héroe. Y no solo ellos. Incluso La guerra de las galaxias los tiene. Y es que George Lucas fue el primer autor en reconocer que se había basado en el viaje del héroe para crear, en 1974, la más famosa saga de la historia del cine. Y en parte fue gracias a este esquema que Lucas consiguió realizar lo que muchos analistas reconocen como el cuento de hadas de nuestros días. Una narración que ha cautivado a niños de cualquier edad y que, como las grandes historias, tiene una frase mágica de entrada, que en este caso no es “Érase una vez…”, sino “Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana…”.

Así, teniendo presente la estructura del héroe, podemos usarla a nuestro favor. Podemos ver por las fases por las que debe pasar todo protagonista de un cuento que merezca la pena ser contado. Tal vez no habrá emperadores galácticos ni brujas que se miran al espejo preguntándose quién es la más bonita del reino, pero habrá un desafío que nos preocupa, que nos paraliza, que nos impide avanzar. Un villano, pero en forma de jefe, de falso amigo, de relación tóxica, de nuevo negocio… Y sea como sea, deberemos emprender este viaje, no renunciar a la aventura que nos propone la vida y convertirnos en el héroe de nuestra propia existencia. Es decir, estar más cerca de la persona que queríamos ser cuando escuchábamos esas historias antes de ir a dormir.

• El mundo ordinario.
Así empieza el esquema del viaje del héroe de Campbell; es decir, con nuestra vida tal y como es antes de emprender nuestra búsqueda. La realidad en la que estamos y de la que nos va a costar salir. Nos sentimos, a pesar de todo, cómodos y seguros. Es lo conocido y rutinario.

• La llamada de la aventura.
Es cuando nos damos cuenta de que en nuestro tranquilo mundo hay algo que ya no funciona. Algo se ha colado en la tranquilidad del día a día. Se empieza a plantear un desafío, un reto, una aventura. Puede ser, por ejemplo, que, sin saber muy bien por qué, empecemos a no sentirnos realizados en nuestro trabajo o consideremos la necesidad de más responsabilidades y nuevos horizontes profesionales. O que aparezca una nueva vocación en nuestro interior, o las ganas de cambiar de sector. Cualquier cosa que avecine nubes en el despejado cielo de nuestro día a día. Cada uno tendrá su llamada y cada uno sabrá que no es algo pasajero, una incomodidad que se despejará sola. Es algo que reconocemos como que necesitamos probar.

• El rechazo.
Intentamos convencernos de que se trata de nubes de paso. En esta etapa aparecen pensamientos del tipo “Estoy bien en mi trabajo, cobro un buen sueldo y tengo un horario cómodo”, “Esto no va conmigo, yo ya no tengo edad”, “A mí no me pasan estas cosas”. Seguro que todos hemos tenido esos pensamientos que pretenden salvar nuestro mundo ordinario. Nos resistimos a abandonar nuestra zona de comodidad porque tenemos miedo a lo desconocido.

• Maestro, mentor o ayuda sobrenatural.
Aquí, en este punto de la historia, aparece el maestro. Puede tener muchas formas. A veces es simplemente una influencia positiva que da alas a nuestros sueños. Puede tratarse de un business angel, en el caso de un emprendedor, o de un head hunter, si estamos buscando trabajo. O de un amigo que nos brinda un buen consejo. Puede tener forma, incluso, de “ayuda sobrenatural”, que llevado fuera del cine debemos entenderlo como aquel cúmulo de casualidades inexplicables que ocurren cuando estamos en la fase de búsqueda.

• Cruzar el umbral.
En las cinco anteriores etapas aún nos encontramos, según el esquema de Campbell, en nuestro mundo ordinario. Ahora sí. Decidimos cruzar. Salir de nuestra zona de comodidad. Hemos aceptado esa llamada que ha crecido en nuestro interior, ya sea perseguir esa vocación, o presentarnos a esa oposición, o aspirar a ese ascenso, o lanzarnos a esa relación amorosa que nos atemorizaba. Da igual. Lo cierto es que hemos decidido cruzar el umbral y adentrarnos en un nuevo mundo.

• Pruebas, aliados y enemigos.
Imaginemos que hemos decidido convertirnos en emprendedores. Aquí, en este punto, aparecen las primeras pruebas, conocemos a gente que se convierte en nuevos amigos, en inesperados compañeros del viaje. Pero todo tiene su reverso, así que también conoceremos enemigos y adversarios. Aparecerán nuevos problemas que requerirán de nuevas soluciones.

• Acercamiento.
Las nuevas circunstancias y las cosas que ya hemos vivido consiguen que estrechemos lazos con nuestros nuevos aliados. Crecemos con ellos, compartimos momentos de aprendizaje y vulnerabilidad. Poco a poco nos vamos sintiendo preparados para afrontar los desafíos que se presentan en el horizonte. Y, sobre todo, para la primera gran prueba del viaje. Todo ha sido una preparación que nos lleva hasta el próximo punto de nuestra propia historia.

• La gran prueba.
Es ese momento para el que nos hemos estado preparando. Es esa presentación a unos inversores, es ese leer el primer capítulo de la novela delante de nuestros compañeros de taller literario, es lo que sea, pero es una prueba que nos enfrentará a nuestros propios miedos y a nosotros mismos.

• Tesoro.
Nos hemos enfrentado a la gran prueba y a nosotros mismos, y salimos reforzados y recompensados. Conseguimos algo importante, un tesoro personal que nos indica que estamos avanzando. Ya no somos los mismos que decidieron abandonar la zona de confort. Podría parecer que aquí acaba la aventura. Pero no es así. Aún faltan tres pasos para completar nuestro viaje.

• Regreso.
Hay un momento en el que deberemos regresar a nuestro mundo ordinario e incorporar nuestras nuevas vivencias en él. En el camino de vuelta nos encontraremos con nuevos desafíos y una prueba final que nos hará dudar. Es el primer fracaso. Una derrota que hará que nos tambaleemos.

• Resurrección del héroe.
El héroe que hemos despertado en nosotros saldrá victorioso de la última gran prueba. Es la victoria final. Esto no significa que no habrá más derrotas, más piedras en el camino o más dificultades. Significa que ya tenemos las herramientas necesarias para seguir avanzando, que ya hemos incorporado todo lo necesario para que miremos los desafíos con confianza. Hemos ampliado nuestra área de comodidad.

• Regreso con el elixir.
Volvemos a nuestro mundo ordinario. Ya no somos los mismos. Ahora debemos compartir con los demás todo lo que hemos aprendido. Porque no hay mejor manera de seguir aprendiendo que enseñar a los demás lo que ya sabemos.

PARA SABER MÁS
El héroe de tu infancia ANNA PARINI

Libros
El héroe de las mil caras Joseph Campbell (Fondo de Cultura Económica)
En él descubriremos el viaje del héroe y cómo este esquema subyace en los relatos épicos de las más diversas culturas.

Psicoanálisis de los cuentos de hadas Bruno Bettelheim (Planeta)
Es una obra que nos revelará la importancia que tienen los cuentos populares en el desarrollo del niño y, por extensión, de nosotros mismos.

Fábulas de Esopo (Anaya)
Tenemos una buena manera de reconectar con aquello que escuchábamos en nuestra infancia y sacar nuevas lecciones para nuestro día a día.

https://elpais.com/elpais/2015/11/04/eps/1446649030_381033.html

sábado, 30 de septiembre de 2017

_- ¿El cerebro está diseñado para leer? ¿Cómo evolucionó?


Dibujo representativo del circuito de lectura del cerebro.
_- ¿Y por qué los adultos olvidan lo difícil que fue aprender a leer?
En ocasión del Hay Festival de Cartagena le preguntamos eso, y más, a Maryanne Wolf, neurocientífica cognitiva y directora del Centro de Investigaciones sobre lectura e idioma de la Universidad de Tufts, (Massachusetts, EE.UU).

¿Es verdad que el cerebro humano no estaba diseñado para leer?

Nunca fuimos diseñados para leer. Es una increíble y simple premisa que la gente nunca considera.

Entonces, ¿cómo evolucionó el cerebro y aprendió a leer?
La lectura es un invento cultural que, tal como la conocemos, comenzó hace aproximadamente 6.000 años. Esto significa que el cerebro humano, que no cambia, nunca fue creado genéticamente para leer. No hay genes específicos para la lectura y no hay un centro o estructura en el cerebro que se dedique sólo a la lectura.

Al estudiar cómo lee el cerebro, en realidad lo que se está estudiando es cómo el cerebro aprende algo nuevo, cualquier cosa fuera de su repertorio de la función de intersección cognitiva y lingüística. Y ahí es cuando empiezas a entrar en el área de la neuroplasticidad.

La edad en casi todo el mundo para aprender a leer es entre los 5 y los 7 años, aunque puede depender de acuerdo al idioma.

La plasticidad que tiene el cerebro nos permite tres cosas muy importantes:
El primer principio del diseño del cerebro es la capacidad plástica para el reordenamiento.
Al reordenar cómo se conectó la estructura original, el cerebro hace nuevas conexiones especialmente entre la percepción y el lenguaje.

El segundo principio de diseño es el de reciclaje, que es realmente maravilloso. Las neuronas originalmente están dedicadas a la percepción visual de las caras o de los objetos. Esas mismas neuronas se reciclan para identificar letras, patrones de letras e incluso las pequeñas unidades llamados morfemas. Algunas de las neuronas todavía hacen reconocimiento de objetos, pero otras se mueven literalmente al otro hemisferio para reconocer rostros.

El tercer principio es el de la automaticidad. Hay grupos de neuronas que pueden aprender a trabajar juntas muy rápido que se vuelven automáticas. Eso permitió a nuestros antepasados reconocer rápido el rastro de un animal peligroso por lo que mejoró la supervivencia. Utilizamos la misma capacidad de automatización para decodificar muy rápido. Podemos hacer la conexión al significado casi instantáneamente.

Estos tres principios de diseño permiten construir el circuito de lectura cerebral. Eso nos lleva ir un paso más allá de solo identificar una huella o una letra para elaborar mejores conexiones que generan pensamientos más complejos. Y como resultado el cerebro consigue la habilidad para leer.

¿Por qué los adultos tienden a olvidar lo difícil que fue aprender a leer?
Es una verdadera lástima que no se den cuenta del siguiente hecho histórico: nos tomó 2.000 años movernos desde el primer sistema de escritura en África a obtener pistas cognitivas. Y solo les damos a nuestros hijos 2.000 días para aprender a leer.

Quisiera que los adultos comprendan que esta epifanía cognitiva que el niño tiene que adquirir y luego debe construir su circuito cerebral de lectura en un instante, no es natural.

Cada nuevo lector tiene que hacer este circuito cerebral de lectura, no lo tienen genéticamente. Así que no lo olviden.

Hay pocas personas que adquieren esto fácilmente. Pero para la mayoría de nosotros se necesita mucho trabajo, y la exposición de los maestros es enormemente importante. Cuanto más pobre es en el entorno lingüístico o las circunstancias económicas, menos probable es que tengan exposición al material, y más tiempo tomarán en aprender a leer.

Pero científicamente, ¿por qué lo olvidamos?
Porque nuestros recuerdos entre 5 y 7 años apenas empiezan a consolidarse. Las personas que demoran más tiempo en aprender a leer, sí lo recuerdan. Los niños que se convierten en adultos y que tienen una historia en la dislexia pueden recordar lo difícil que era, porque se tarda más tiempo en aprender. ¿Eres realmente "multitarea"? La prueba que determina si tu cerebro es capaz de hacer muchas cosas bien a la vez

¿Puede un adulto aprender a leer?
Definitivamente. Se puede aprender durante toda la vida. Se puede llegar a ser alfabetizado en cualquier momento, sólo que se hace más difícil. El cerebro plástico de un niño hace que el aprendizaje del lenguaje oral y escrito sea más fácil que con el adulto.

¿Hay una edad mínima para aprender a leer?
Los niños en casi todo el mundo aprenden a leer entre los 5 y los 7 años. Claro que depende del idioma. No sólo dieta y ejercicio: qué hacer para tener un cerebro joven

¿El mecanismo para aprender a leer es igual en todas las personas?
Existe un mismo cerebro para todas las razas pero el cerebro para la lectura es diferente según los diversos sistemas de escritura. El alfabeto chino es diferente al inglés. Incluso dentro de los alfabetos hay diferencias. Por ejemplo, por los regulares que son el alemán, italiano, holandés se hace más fácil y los circuitos cerebrales son ligeramente diferentes a los del francés o el inglés.

Y con el idioma chino habrá más corteza visual en ambos hemisferios porque tiene 5000 caracteres para reconocer. El circuito del cerebro para la lectura refleja los requisitos del sistema de escritura.

http://www.bbc.com/mundo/noticias-38112045