Al defender la ejecutoria del Gobierno de Sánchez, el expresidente Zapatero está defendiendo su propio legado y está, sobre todo, defendiendo la permanencia de una democracia digna de tal nombre en nuestro país. Parece que hay gente a la que esto le molesta.
— Las elecciones de España son una batalla clave en la lucha europea contra el neofascismo
Enric Juliana, en su artículo de este pasado domingo, 'El aviso de Gordon Brown', toma como punto de partida el artículo del exprimer ministro británico, 'Las elecciones de España son una batalla clave en la lucha europea contra el neofascismo', para hacer una reflexión sobre la decisión de José Luis Rodríguez Zapatero de intervenir muy activamente en la campaña electoral del 23 J. La intervención de Gordon Brown fue decisiva para que los escoceses no aprobaran el referéndum de independencia de Escocia, que se daba prácticamente por perdido o por ganado dependiendo de la perspectiva de cada uno. Ni el primer ministro conservador, David Cameron, ni el exprimer ministro laborista Tony Blair, tenían peso alguno en Escocia. Fue Gordon Brown el que tuvo que bajar a la arena, a fin de convencer a sus compatriotas de que la permanencia en el Reino Unido era lo mejor para Escocia. Una mayoría no amplia, pero sí clara, de los escoceses así lo acabaron entendiendo.
Lo que hizo Gordon Brown es lo que está haciendo José Luis Rodríguez Zapatero en la campaña electoral del 23 J. Ha entendido perfectamente la gravedad de la situación, interna e internacional. Interna por las consecuencias que la derrota puede tener para la izquierda española y para el renacimiento de una suerte de neofranquismo. España es el único país europeo que ha tenido que constituirse democráticamente sin haber hecho un ajuste de cuentas con el Régimen fascista nacido de la guerra civil. El fascismo no es para la democracia española un recuerdo más o menos lejano, como lo es para Italia, sino algo que no ha dejado de estar presente en ningún momento desde la guerra civil. El neofascismo en España tiene una dimensión distinta a la que pueda tener en cualquier otro país europeo occidental. Conecta directamente con nuestro inmediato pasado. Contra esto es contra lo que lucha Zapatero.
Desde la perspectiva internacional no es menos relevante lo que pase el 23 J. Si España se suma a Italia, es la naturaleza misma de la Unión Europea la que se puede poner en cuestión. Hasta el momento la Unión Europea ha sido el club más exigente de Estados democráticamente constituidos que ha existido en el mundo. Ella misma no está constituida democráticamente, porque no existe un “pueblo europeo” como lugar de residenciación del poder. Pero las instituciones de la Unión han exigido que la democracia, sin adjetivos, sea la forma política imperante en todos los Estados miembros. Las excepciones de las autollamadas “democracias iliberales” han sido pocas y no han puesto en cuestión la naturaleza inequívocamente democrática de la Unión. Pero el número de tales democracias empieza a aumentar ominosamente. La opción española puede ser determinante en dicho proceso. Contra esto es contra lo que lucha Zapatero.
Es lo que ha conducido a José Luis Rodríguez Zapatero a entrar en campaña. Esto y la defensa de su ejecutoria como presidente del Gobierno durante dos legislaturas. Zapatero ha sido, con mucha diferencia, el presidente del Gobierno con mayor sensibilidad en todo lo relativo al ejercicio de los derechos fundamentales en general y en lo que afecta a minorías que hasta que no llegó él a la Moncloa o no han tenido reconocimiento alguno de su singularidad o lo han tenido de forma muy débil. Por eso, lo está haciendo con una legitimidad indiscutible.
La legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo, la ley de promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia y creación de la red de servicios de atención, la ley de igualdad efectiva entre mujeres y hombres, la nueva ley de educación con la introducción de la Educación para la Ciudadanía, la creación de los Juzgados de Violencia sobre la Mujer, la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, La ley de plazos…Esta es parte de la trayectoria de los Gobiernos presididos por J. L. Rodríguez Zapatero, que ha supuesto un avance mayúsculo del principio de igualdad jamás visto en la historia de nuestro país y que está amenazado en estas elecciones. Sin la ejecutoria de J. L. Rodríguez Zapatero España sería una democracia “muy antigua”.
La Ley de Memoria Histórica, con la que, por primera vez, se ha intentado iniciar un proceso de reparación, en la medida de lo posible, de las violaciones de derechos fundamentales que se produjeron durante la guerra y, muy especialmente, en los años posteriores a la misma, que no fue anulada por la mayoría absoluta del PP en 2011, pero que se dejó de financiar por el Gobierno presidido por Mariano Rajoy que es casi lo mismo. Es lo que le ocurrirá a la Ley de Memoria Democrática de 2022, si el PP y Vox gobiernan.
La preocupación por el medio ambiente con la creación de un instrumento como la Unidad Militar de Emergencia, atacado ferozmente por el PP, que llegó a calificarla de “capricho” y “cuestionó su constitucionalidad” por entender que chocaba con la misión fundamental de las Fuerzas Armadas recogidas en la Constitución. Ahora ya no se pone en cuestión, pero se toman iniciativas como la proposición de ley andaluza sobre regadíos en la corona del Parque Nacional de Doñana. Y, por supuesto, el negacionismo del “cambio climático” por Vox.
La defensa de la política antiterrorista de su Gobierno, que fue el que acabó con ETA sin contraprestación de ningún tipo, a diferencia de lo que hizo en su momento el Gobierno presidido por José María Aznar.
Y la defensa de las pensiones, que en contra de lo que viene diciendo el PP, tuvieron un crecimiento muy superior en el conjunto de los años de Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, que en los años de Gobierno de Mariano Rajoy. Más todavía si se toma en consideración la “hucha de las pensiones”, que el Gobierno de Zapatero recibió en 2004 con 19.000 millones y dejó en 2011 con 66.000. Mariano Rajoy la dejó en 2018 en 5.000. Zapatero, a pesar de tener que hacer frente a una crisis espantosa, no redujo en un solo euro la hucha de las pensiones. Mariano Rajoy la vació.
Al defender la ejecutoria del Gobierno de Pedro Sánchez, José Luís Rodríguez Zapatero está defendiendo su propio legado y está, sobre todo, defendiendo la permanencia de la democracia, de una democracia digna de tal nombre, en nuestro país. Parece que hay gente a la que esto le molesta.
https://www.eldiario.es/contracorriente/zapatero-campana_132_10383127.html
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miércoles, 19 de julio de 2023
sábado, 20 de mayo de 2023
«Elites en contra del establishment» y las paradojas del discurso neofacista
Hitler no se parecía mucho a los alemanes de los años 30, pero fue el perfecto instrumento de catarsis que canalizó no sólo las frustraciones del pueblo alemán por la humillación del Tratado de Versalles, sino también por los problemas económicos y la galopante inflación generada por las condiciones draconianas impuestas por las potencias vencedoras de la Primera Guerra―no por obra y gracia del gobierno anterior. Razón por lo cual, no solo no llegó al poder por un golpe de Estado ni por una revolución, sino por el sistema institucional de entonces. Poco después, por la misma frustración popular, logró hipnotizar a millones con su histrionismo y un odio fácil a los chivos expiatorios, inoculado desde los nuevos medios de comunicación.
Al menos en estos momentos, la política representativa no representa a los ciudadanos sino a sus miedos y a sus deseos más irracionales, barnizados, como siempre, por una capa de brutal sensatez e incuestionable obviedad. Esta ola Neofascista, además, es la expresión visceral de las frustraciones sociales, exactamente cómo lo fue hace cien años. El histrionismo físico y verbal, la narrativa visceral de los Javier Milei son la catarsis de la frustración popular; de la cual el actual gobierno de Argentina es más un receptáculo que el primer responsable.
Porque la ideología importada de las colonias siempre fue manufacturada en las metrópolis imperiales para mantenerlas distraídas, divididas y funcionales, el discurso central de Milei de “destruir el establishment” es la copia del discurso y hasta el despeinado con los que ganaron Boris Johnson en Inglaterra, Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil y Giorgia Meloni en Italia, entre tantos otros: todos prometieron y prometen que van a “luchar contra el establishment”.
Que el establishment, que el orden heredado es el problema, es algo en lo que todos podemos estar de acuerdo. Los desacuerdos son las orientaciones y cómo se manipula y se secuestran las aspiraciones populares.
Creo que los votantes deben hacerse una pregunta muy simple: ¿A quiénes creen ustedes que votarían los miembros del establishment? ¿A qué opción política creen ustedes que los grandes bancos, las grandes corporaciones privadas, nacionales y transnacionales, apoyan de formas directas e indirectas? ¿A qué opción política creen que apoya la oligarquía nacional e internacional, esos viejos linajes de familias patricias? O, por lo menos, ¿a qué candidato creen los ciudadanos que toda esa micro élite del verdadero poder internacional quisiera ver en el provisorio y casi irrelevante poder político de cada país?
Claro, para no hablar de las transnacionales se habla de otros trans. El objetivo es distraer una discusión macropolítica a la micropolítica de una pseudo guerra cultural. La respuesta está desnuda a la luz del día, pero la han convertido en una estatua a la que pocos prestan atención. Para enmascarar una realidad incontestable, se crean brujas, comunistas y conspiraciones marcianas. Sin embargo, aun aceptando la fantasía de un poder comunista o marciano dominando la mente de las personas, ¿alguien podría ser tan necio y negar que el poder real se concentra en las finanzas y en la acumulación de capitales que nunca descansan de crear fortalezas mediáticas, ideológicas y culturales como antes los señores feudales levantaban castillos con el sudor de sus vasallos para luego enviarlos a sus guerras, a las que iban a morir en nombre de Dios?
Fracasado por unanimidad, contrafactual por tradición, el neoliberalismo fue reemplazado por el neofascismo. Pongamos, por ejemplo, Argentina: Los Macri fueron reemplazados por los Milei. Aunque en teoría el liberalismo se opone al fascismo, esto nunca importó a quienes administraban el poder de las naciones. Los liberales ingleses podían, de vez en cuando, criticar la brutalidad del Imperio Británico, pero en sus teorías y ecuaciones abstractas, las colonias no existían. El problema era que los esclavos y los salvajes no entendían eso de la libertad anglosajona.
Esa tradición continuó hasta hoy, razón por lo cual los liberales y neoliberales se ponen furiosos cuando alguien menciona la existencia del imperialismo, de los poderes hegemónicos que deben ser considerados en cualquier explicación social, económica y cultural del mundo.
El liberalismo nunca, jamás fue practicado por los imperios, por las potencias hegemónicas capitalistas. Siempre fue una ideología de exportación y una práctica frecuente de las colonias. Ejemplos en la historia no sólo sobran sino que son consistentes y, sobre esto, ya nos detuvimos por años en libros y artículos.
El casamiento del liberalismo y, sobre todo del neoliberalismo con los fascismo de turno fue y es otra tradición. Bastaría con recordar desde el industrial Henry Ford hasta el mogul de los medios de prensa y de la industria cultural William Hearst, pasando por un enorme número de CEOs y millonarios, todos patriotas capitalistas y nazis sin disimulos, hasta que se inventó el discurso de “la lucha contra el comunismo”. En Asia, África y América latina abundaron los golpes de Estados promovidos y financiados por las potencias económicas y sus títeres liberales, campeones de un “libre mercado” que nunca (nunca) existió.
Los neoliberales apoyaron las brutales dictaduras militares y fascistas en abrumadora mayoría hasta encontrarnos hoy con la misma tradición: ¿o alguien podría decir que los poderosos empresarios, las corruptas y dictatoriales corporaciones traman en la oscuridad para que lleguen al poder político opciones independentistas de izquierda? ¿Sí? You’ve got to be kidding me.
Hoy todas las organizaciones y alianzas de extrema derecha, aparte de ser herederos directos de las dictaduras militares del siglo XX, se definen como liberales y campeones del “libre mercado”. ¿Casualidad? No. ¿Contradicción? Teóricamente, sí. En la práctica, nunca lo fue. Desde el nacimiento del liberalismo, pasando por la esclavitud hasta el actual imperio de las corporaciones financieras, “libertad” y “libre mercado” significan “nuestra libertad de disponer de la libertad ajena”. De ahí esos gritos histéricos de “¡viva la libertad, carajo!”
También los esclavistas del siglo XIX gritaban en los congresos y en los periódicos que la esclavitud era la única forma de expandir el orden, el imperio de la ley y la libertad. Su orden, su imperio, su ley y su libertad. Esa es la libertad liberal. Cuando los de abajo reclaman sus derechos, son vistos como los inquisidores veían a las brujas y herejes: como peligrosos instrumentos del demonio. Así, hasta los niños aprendieron a temer a las brujas, no a quienes las quemaban vivas. Del terrorismo de la Inquisición, de los imperios, de los mercaderes de la muerte, nada.
Como dicen que dijo Mark Twain, “la historia no se repite, pero rima”. Hoy el neofascismo rima con el fascismo, como las prohibiciones de libros y la censura a los profesores en el Estados Unidos de Ron De Santis rima con la inquisición que obligó a Galileo Galilei a desdecirse de su idea de que la Tierra gira alrededor del Sol, ya que el dogma, la tradición y las buenas costumbres de la gente de bien decían lo contrario.
Al menos en estos momentos, la política representativa no representa a los ciudadanos sino a sus miedos y a sus deseos más irracionales, barnizados, como siempre, por una capa de brutal sensatez e incuestionable obviedad. Esta ola Neofascista, además, es la expresión visceral de las frustraciones sociales, exactamente cómo lo fue hace cien años. El histrionismo físico y verbal, la narrativa visceral de los Javier Milei son la catarsis de la frustración popular; de la cual el actual gobierno de Argentina es más un receptáculo que el primer responsable.
Porque la ideología importada de las colonias siempre fue manufacturada en las metrópolis imperiales para mantenerlas distraídas, divididas y funcionales, el discurso central de Milei de “destruir el establishment” es la copia del discurso y hasta el despeinado con los que ganaron Boris Johnson en Inglaterra, Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil y Giorgia Meloni en Italia, entre tantos otros: todos prometieron y prometen que van a “luchar contra el establishment”.
Que el establishment, que el orden heredado es el problema, es algo en lo que todos podemos estar de acuerdo. Los desacuerdos son las orientaciones y cómo se manipula y se secuestran las aspiraciones populares.
Creo que los votantes deben hacerse una pregunta muy simple: ¿A quiénes creen ustedes que votarían los miembros del establishment? ¿A qué opción política creen ustedes que los grandes bancos, las grandes corporaciones privadas, nacionales y transnacionales, apoyan de formas directas e indirectas? ¿A qué opción política creen que apoya la oligarquía nacional e internacional, esos viejos linajes de familias patricias? O, por lo menos, ¿a qué candidato creen los ciudadanos que toda esa micro élite del verdadero poder internacional quisiera ver en el provisorio y casi irrelevante poder político de cada país?
Claro, para no hablar de las transnacionales se habla de otros trans. El objetivo es distraer una discusión macropolítica a la micropolítica de una pseudo guerra cultural. La respuesta está desnuda a la luz del día, pero la han convertido en una estatua a la que pocos prestan atención. Para enmascarar una realidad incontestable, se crean brujas, comunistas y conspiraciones marcianas. Sin embargo, aun aceptando la fantasía de un poder comunista o marciano dominando la mente de las personas, ¿alguien podría ser tan necio y negar que el poder real se concentra en las finanzas y en la acumulación de capitales que nunca descansan de crear fortalezas mediáticas, ideológicas y culturales como antes los señores feudales levantaban castillos con el sudor de sus vasallos para luego enviarlos a sus guerras, a las que iban a morir en nombre de Dios?
Fracasado por unanimidad, contrafactual por tradición, el neoliberalismo fue reemplazado por el neofascismo. Pongamos, por ejemplo, Argentina: Los Macri fueron reemplazados por los Milei. Aunque en teoría el liberalismo se opone al fascismo, esto nunca importó a quienes administraban el poder de las naciones. Los liberales ingleses podían, de vez en cuando, criticar la brutalidad del Imperio Británico, pero en sus teorías y ecuaciones abstractas, las colonias no existían. El problema era que los esclavos y los salvajes no entendían eso de la libertad anglosajona.
Esa tradición continuó hasta hoy, razón por lo cual los liberales y neoliberales se ponen furiosos cuando alguien menciona la existencia del imperialismo, de los poderes hegemónicos que deben ser considerados en cualquier explicación social, económica y cultural del mundo.
El liberalismo nunca, jamás fue practicado por los imperios, por las potencias hegemónicas capitalistas. Siempre fue una ideología de exportación y una práctica frecuente de las colonias. Ejemplos en la historia no sólo sobran sino que son consistentes y, sobre esto, ya nos detuvimos por años en libros y artículos.
El casamiento del liberalismo y, sobre todo del neoliberalismo con los fascismo de turno fue y es otra tradición. Bastaría con recordar desde el industrial Henry Ford hasta el mogul de los medios de prensa y de la industria cultural William Hearst, pasando por un enorme número de CEOs y millonarios, todos patriotas capitalistas y nazis sin disimulos, hasta que se inventó el discurso de “la lucha contra el comunismo”. En Asia, África y América latina abundaron los golpes de Estados promovidos y financiados por las potencias económicas y sus títeres liberales, campeones de un “libre mercado” que nunca (nunca) existió.
Los neoliberales apoyaron las brutales dictaduras militares y fascistas en abrumadora mayoría hasta encontrarnos hoy con la misma tradición: ¿o alguien podría decir que los poderosos empresarios, las corruptas y dictatoriales corporaciones traman en la oscuridad para que lleguen al poder político opciones independentistas de izquierda? ¿Sí? You’ve got to be kidding me.
Hoy todas las organizaciones y alianzas de extrema derecha, aparte de ser herederos directos de las dictaduras militares del siglo XX, se definen como liberales y campeones del “libre mercado”. ¿Casualidad? No. ¿Contradicción? Teóricamente, sí. En la práctica, nunca lo fue. Desde el nacimiento del liberalismo, pasando por la esclavitud hasta el actual imperio de las corporaciones financieras, “libertad” y “libre mercado” significan “nuestra libertad de disponer de la libertad ajena”. De ahí esos gritos histéricos de “¡viva la libertad, carajo!”
También los esclavistas del siglo XIX gritaban en los congresos y en los periódicos que la esclavitud era la única forma de expandir el orden, el imperio de la ley y la libertad. Su orden, su imperio, su ley y su libertad. Esa es la libertad liberal. Cuando los de abajo reclaman sus derechos, son vistos como los inquisidores veían a las brujas y herejes: como peligrosos instrumentos del demonio. Así, hasta los niños aprendieron a temer a las brujas, no a quienes las quemaban vivas. Del terrorismo de la Inquisición, de los imperios, de los mercaderes de la muerte, nada.
Como dicen que dijo Mark Twain, “la historia no se repite, pero rima”. Hoy el neofascismo rima con el fascismo, como las prohibiciones de libros y la censura a los profesores en el Estados Unidos de Ron De Santis rima con la inquisición que obligó a Galileo Galilei a desdecirse de su idea de que la Tierra gira alrededor del Sol, ya que el dogma, la tradición y las buenas costumbres de la gente de bien decían lo contrario.
lunes, 3 de octubre de 2022
_- Georgia Meloni: qué es el neofascismo, por qué avanza en Italia y qué consecuencias puede tener para el resto de Europa
_- El 28 de octubre de 1922, los "camisas negras" de Benito Mussolini marchaban sobre Roma e Italia inauguraba el régimen fascista.
Un siglo después, casi día por día, y por primera vez desde la Segunda Guerra mundial, el partido mas votado en Italia hunde sus raíces en el posfascismo, y ha recuperado un lema que popularizó "Il Duce": "Dios, patria y familia".
En apenas una década, Giorgia Meloni, la gran vencedora del los comicios que ha celebrado Italia, ha conseguido llevar a su partido, Hermanos de Italia, desde la marginalidad al centro político e, inexorablemente, al palacio Chigi, sede del Ejecutivo. Se prevé que el presidente de la república, Sergio Mattarella, le encargue formar gobierno en las próximas semanas.
¿Cómo ha sido esa progresión?
Después de la Segunda Guerra Mundial, Alemania llevó a cabo un proceso de "desnazificacion" y un doloroso ajuste de cuentas con su pasado. En Italia, sin embargo, se decidio mirar para otro lado.
Por miedo a que las purgas de antiguos fascistas pudieran generar inestabilidad, las potencias aliadas hicieron la vista gorda ante la creación de nuevos partidos herederos de "Il Duce" y sus ideas. No solo eso, muchos símbolos y monumentos fascistas siguieron -y siguen- presentes en las calles italianas, como los fascios que adornan aún muchas de las tapas de alcantarilla de Roma.
Así surgió en 1946 Movimiento Social Italiano (MSI), fundado por Giorgio Almirante, que había sido jefe de gabinete del último ministerio de Propaganda fascista.
Giorgia Meloni no ha escondido nunca su admiración por Almirante. En 2018, ella misma difundió un fotomontaje que tituló "De Giorgio a Giorgia", en el que se presentan uno al lado del otro con idénticos eslóganes: "Podemos mirarte a los ojos". En 2020, cuando se cumplían 32 años de su muerte, la ahora vencedora de los comicios en Italia homenajeó a Almirante en Twitter con estas palabras: "Un gran hombre, un gran político, un patriota".
Con la caída del bloque comunista, surgieron nuevos partidos de derecha. Uno de ellos, Forza Italia, liderado por el multimillonario Silvio Berlusconi, incluyó en su coalición de gobierno en 1994 al MSI, liderado entonces por Gianfranco Fini. El posfascismo entró en el gobierno, y ante los ojos de los italianos, argumenta Luciano Cheles, de la Universidad de Grenoble, "le dio respetabilidad".
Gianfranco Fini fue el primer líder posfascista en entrar en un gobierno en Italia.
El partido pasó a llamarse Alianza Nacional y una joven Giorgia Meloni, que con 15 años había militado en el MSI, se convirtió en la líder de sus juventudes.
Hermanos de Italia nace de ese caldo de cultivo. "Han cambiado muchos postulados, han cambiado algunos aspectos, aunque son, por supuesto, un partido de derechas que tiene sus raíces en el movimiento posfascista", analiza Lorenzo Pregliasco, profesor de Ciencias Políticas de la universidad de Bolonia.
Los orígenes del partido, argumenta Cheles, están estrechamente conectados con los partidos neofascistas, pero Hermanos de Italia y Giorgia Meloni se encuentran con una disyuntiva: "por una parte, quieren presentar una imagen respetable, de moderación y modernidad, y por ello han dicho que han cortado el cordón umbilical con el fascismo. Pero, por otra parte, no quieren perder una parte del electorado que cree que una forma moderna del fascismo es aún válida y aceptable".
Simbología fascista
Esas raíces están presentes en toda la simbología del partido.
La más evidente es la llama tricolor, el símbolo del Movimiento social Italiano que Hermanos de Italia ha mantenido. Una llama que, por cierto, también adoptó el Frente Nacional en Francia -aunque con los colores de la bandera gala- y que, más estilizada, conserva la Reagrupación Nacional de Marine Le Pen.
"Pero en su propaganda hay muchísimas más referencias al fascismo, algunas más o menos escondidas porque están hechas para ser comprendidas por los fascistas y aquellos que están familiarizados con su simbología", explica Cheles, experto en iconografía política.
Uno de los ejemplos que ha encontrado Cheles es el mismo himno de las juventudes de Alianza Nacional, que Meloni dirigió durante años: "se trata de 'Mañana me pertenece', que es una canción que canta un joven nazi en la película "Cabaret" de Bob Fosse (1972). Aún sigue siendo un eslogan que aparece en gran parte de la propaganda de Giorgia Meloni".
El propio Giorgio Almirante, al que Meloni admira tanto, es otro de los ejemplos: cada nuevo número de la newsletter de Hermanos de Italia lleva su foto, que también está en la página web de la formación, revela el experto.
Cuáles son sus postulados
Hermanos de Italia hunde sus raíces en el posfascismo pero, ¿qué conserva de esa filosofía?
Umberto Eco consideraba que el fascismo "no tenía esencia" y que Mussolini no había tenido una filosofía particular: "solo tenía retórica". El fascismo, aseguró el célebre semiólogo, filósofo y escritor italiano en un discurso en 1995, "era un totalitarismo confuso, un collage de distintas ideas políticas y filosóficas, una colmena de contradicciones".
No había, por lo tanto, una filosofía particular detrás del fascismo, pero "emocionalmente estaba firmemente fijado a ciertos cimientos arquetípicos", como el culto a la tradición, el miedo a la diferencia, el populismo selectivo o el machismo.
Hermanos de Italia conserva algunas de estas raíces culturales, como detalla a BBC Mundo la periodista italiana Annalisa Camilli: "tienen un discurso fuerte contra la inmigración y contra los derechos de las mujeres, están en contra del aborto y quieren aumentar la tasa de natalidad en Italia, que es la más baja de Europa. En este sentido, son muy tradicionalistas, de ahí su lema, "Dios, patria, familia".
Sin embargo, apunta Camilli, " se han emancipado de ese pasado. Ahora son un partido moderno de ultraderecha, más parecido a otros partidos como la Reagrupación Nacional de Marine Le Pen, Vox en España o el partido de Victor Orban en Hungría. Buscan un consenso en torno a ciertos pilares como la lucha contra la inmigración ilegal, la promoción de una identidad nacional y las políticas de apoyo a la natalidad".
Un siglo después, casi día por día, y por primera vez desde la Segunda Guerra mundial, el partido mas votado en Italia hunde sus raíces en el posfascismo, y ha recuperado un lema que popularizó "Il Duce": "Dios, patria y familia".
En apenas una década, Giorgia Meloni, la gran vencedora del los comicios que ha celebrado Italia, ha conseguido llevar a su partido, Hermanos de Italia, desde la marginalidad al centro político e, inexorablemente, al palacio Chigi, sede del Ejecutivo. Se prevé que el presidente de la república, Sergio Mattarella, le encargue formar gobierno en las próximas semanas.
¿Cómo ha sido esa progresión?
Después de la Segunda Guerra Mundial, Alemania llevó a cabo un proceso de "desnazificacion" y un doloroso ajuste de cuentas con su pasado. En Italia, sin embargo, se decidio mirar para otro lado.
La Marcha sobre Roma dio paso a la dictadura fascista de Benito Mussolini.
Por aquel entonces, el Partido Comunista italiano era el mayor de toda Europa occidental y los aliados, inmersos en la dinámica de la Guerra Fría, tenían un objetivo principal: que los comunistas no llegaran al poder.
Así surgió en 1946 Movimiento Social Italiano (MSI), fundado por Giorgio Almirante, que había sido jefe de gabinete del último ministerio de Propaganda fascista.
Giorgia Meloni no ha escondido nunca su admiración por Almirante. En 2018, ella misma difundió un fotomontaje que tituló "De Giorgio a Giorgia", en el que se presentan uno al lado del otro con idénticos eslóganes: "Podemos mirarte a los ojos". En 2020, cuando se cumplían 32 años de su muerte, la ahora vencedora de los comicios en Italia homenajeó a Almirante en Twitter con estas palabras: "Un gran hombre, un gran político, un patriota".
Con la caída del bloque comunista, surgieron nuevos partidos de derecha. Uno de ellos, Forza Italia, liderado por el multimillonario Silvio Berlusconi, incluyó en su coalición de gobierno en 1994 al MSI, liderado entonces por Gianfranco Fini. El posfascismo entró en el gobierno, y ante los ojos de los italianos, argumenta Luciano Cheles, de la Universidad de Grenoble, "le dio respetabilidad".
Gianfranco Fini fue el primer líder posfascista en entrar en un gobierno en Italia.
El partido pasó a llamarse Alianza Nacional y una joven Giorgia Meloni, que con 15 años había militado en el MSI, se convirtió en la líder de sus juventudes.
Hermanos de Italia nace de ese caldo de cultivo. "Han cambiado muchos postulados, han cambiado algunos aspectos, aunque son, por supuesto, un partido de derechas que tiene sus raíces en el movimiento posfascista", analiza Lorenzo Pregliasco, profesor de Ciencias Políticas de la universidad de Bolonia.
Los orígenes del partido, argumenta Cheles, están estrechamente conectados con los partidos neofascistas, pero Hermanos de Italia y Giorgia Meloni se encuentran con una disyuntiva: "por una parte, quieren presentar una imagen respetable, de moderación y modernidad, y por ello han dicho que han cortado el cordón umbilical con el fascismo. Pero, por otra parte, no quieren perder una parte del electorado que cree que una forma moderna del fascismo es aún válida y aceptable".
Simbología fascista
Esas raíces están presentes en toda la simbología del partido.
La más evidente es la llama tricolor, el símbolo del Movimiento social Italiano que Hermanos de Italia ha mantenido. Una llama que, por cierto, también adoptó el Frente Nacional en Francia -aunque con los colores de la bandera gala- y que, más estilizada, conserva la Reagrupación Nacional de Marine Le Pen.
"Pero en su propaganda hay muchísimas más referencias al fascismo, algunas más o menos escondidas porque están hechas para ser comprendidas por los fascistas y aquellos que están familiarizados con su simbología", explica Cheles, experto en iconografía política.
Uno de los ejemplos que ha encontrado Cheles es el mismo himno de las juventudes de Alianza Nacional, que Meloni dirigió durante años: "se trata de 'Mañana me pertenece', que es una canción que canta un joven nazi en la película "Cabaret" de Bob Fosse (1972). Aún sigue siendo un eslogan que aparece en gran parte de la propaganda de Giorgia Meloni".
El propio Giorgio Almirante, al que Meloni admira tanto, es otro de los ejemplos: cada nuevo número de la newsletter de Hermanos de Italia lleva su foto, que también está en la página web de la formación, revela el experto.
Cuáles son sus postulados
Hermanos de Italia hunde sus raíces en el posfascismo pero, ¿qué conserva de esa filosofía?
Umberto Eco consideraba que el fascismo "no tenía esencia" y que Mussolini no había tenido una filosofía particular: "solo tenía retórica". El fascismo, aseguró el célebre semiólogo, filósofo y escritor italiano en un discurso en 1995, "era un totalitarismo confuso, un collage de distintas ideas políticas y filosóficas, una colmena de contradicciones".
No había, por lo tanto, una filosofía particular detrás del fascismo, pero "emocionalmente estaba firmemente fijado a ciertos cimientos arquetípicos", como el culto a la tradición, el miedo a la diferencia, el populismo selectivo o el machismo.
Hermanos de Italia conserva algunas de estas raíces culturales, como detalla a BBC Mundo la periodista italiana Annalisa Camilli: "tienen un discurso fuerte contra la inmigración y contra los derechos de las mujeres, están en contra del aborto y quieren aumentar la tasa de natalidad en Italia, que es la más baja de Europa. En este sentido, son muy tradicionalistas, de ahí su lema, "Dios, patria, familia".
Sin embargo, apunta Camilli, " se han emancipado de ese pasado. Ahora son un partido moderno de ultraderecha, más parecido a otros partidos como la Reagrupación Nacional de Marine Le Pen, Vox en España o el partido de Victor Orban en Hungría. Buscan un consenso en torno a ciertos pilares como la lucha contra la inmigración ilegal, la promoción de una identidad nacional y las políticas de apoyo a la natalidad".
Obelisco.
FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES
Aún quedan en Italia numerosos monumentos fascistas, como este obelisco dedicado a Benito Mussolini en Roma.
Como tantos otros líderes ultraderechistas, desde Orbán al republicanismo de Donald Trump en EE.UU., la ideología de Meloni arremete contra la "izquierda globalista", contra los supuestos "lobbies LGTBI", habla de cómo la "inmigración masiva" acabará sustituyendo a los italianos "de toda la vida", es decir, a los blancos y cristianos, en línea con la teoría del "gran reemplazo" del polemista francés Renaud Camus.
"El neofascismo", reflexiona Cheles, "no lleva necesariamente camisas negras. El fascismo hoy tiene una forma más sutil, es una forma de autoritarismo cuyos elementos se resumen en no respetar las diferencias ni a las minorías, y que mantiene actitudes intolerantes hacia ciertos grupos de personas".
Dónde se alimenta el neofascismo
En un país como Italia, indica Camilli, "el fascismo es algo endémico. De alguna forma, 100 años después, los testigos han muerto y la memoria que queda no es lo suficientemente fuerte para evitarlo".
La base electoral, además, se ha vuelto mucho más líquida. Y, si algo han demostrado los italianos en los últimos años, es que siempre votan por el cambio. Los sucesivos gobiernos han generado una desafección entre los ciudadanos y el populismo parece haber llegado para quedarse. "El Movimiento 5 Estrellas ya preparó ese terreno asegurando que no había diferencias entre la izquierda y la derecha, que todo era corrupción", señala la periodista del semanario "Internazionale".
Ese discurso de indignados contra la casta y contra las élites, contra los partidos tradicionales y la política clientelar de la que muchos italianos están hartos, el mismo que abanderaban los populistas del Movimiento 5 Estrellas, ahora lo ha recogido Giorgia Meloni y Hermanos de Italia.
La coalición de ultraderecha se ha nutrido de "las clases trabajadoras que han perdido sus ahorros por la inflación, y de las clases medias que cada vez se empobrecen más y les ha prometido una 'nueva era", dice Camilli. Hace 100 años, el fascismo también prometió "una nueva era", un nuevo comienzo.
Cómo afecta a Europa
El auge de partidos de ultraderecha en toda Europa, como recientemente el de los Demócratas de Suecia, Vox en España, Ley y Justicia en Polonia o la Hungría de Orbán, de la que recientemente el Parlamento Europeo declaró que no se puede considerar una democracia plena, tienen una misma raíz, según Cheles: el aumento de la inmigración.
Viktor Orbán es el gran referente europeo de Giorgia Meloni.
"Estas ideas neofascistas se han introducido a través de este tipo de argumentos, los que dicen que Italia u otros países no se pueden permitir tener tantos extranjeros", indica el académico.
En Bruselas, aunque la Comisión Europea asegura que va a trabajar con cualquier gobierno que salga de las urnas, la preocupación es palpable.
Tanto Hermanos de Italia como La Liga, el partido de Matteo Salvini que forma parte de la coalición de ultraderecha, han llevado a cabo una fuerte retórica euroescéptica, aunque con diferencias.
En los últimos meses, Meloni ha moderado su discurso. Ha recalcado que no quiere que Italia salga ni de la Unión Europea ni de organizaciones como la OTAN. Durante la guerra de Ucrania, la líder apoyó la decisión del gobierno de Mario Draghi de mandar armas a Kiev.
La postura de sus socios de coalición, sin embargo, choca frontalmente con la de Bruselas. Salvini tiene una estrecha relación con Rusia y su partido está bajo sospecha de haber recibido financiación de Moscú. El tercer socio de la coalición, Silvio Berlusconi, también amigo íntimo de Putin, justificó recientemente la invasión rusa de Ucrania.
Pero, más allá del asunto de la guerra, lo que realmente preocupa en Bruselas es la posibilidad de que Italia, país fundador de la Unión Euroepa y su tercera economía, se convierta en otra Hungría o Polonia que ponga en peligro sus valores fundamentales.
"Existen preocupaciones a nivel internacional", reconoce Pregliasco, que también dirige la revista digital de periodismo de datos "YouTrend", "pero yo creo que la democracia italiana es más fuerte de lo que parece y, por supuesto, más fuerte de lo que lo era en 1922".
Como tantos otros líderes ultraderechistas, desde Orbán al republicanismo de Donald Trump en EE.UU., la ideología de Meloni arremete contra la "izquierda globalista", contra los supuestos "lobbies LGTBI", habla de cómo la "inmigración masiva" acabará sustituyendo a los italianos "de toda la vida", es decir, a los blancos y cristianos, en línea con la teoría del "gran reemplazo" del polemista francés Renaud Camus.
"El neofascismo", reflexiona Cheles, "no lleva necesariamente camisas negras. El fascismo hoy tiene una forma más sutil, es una forma de autoritarismo cuyos elementos se resumen en no respetar las diferencias ni a las minorías, y que mantiene actitudes intolerantes hacia ciertos grupos de personas".
Dónde se alimenta el neofascismo
En un país como Italia, indica Camilli, "el fascismo es algo endémico. De alguna forma, 100 años después, los testigos han muerto y la memoria que queda no es lo suficientemente fuerte para evitarlo".
La base electoral, además, se ha vuelto mucho más líquida. Y, si algo han demostrado los italianos en los últimos años, es que siempre votan por el cambio. Los sucesivos gobiernos han generado una desafección entre los ciudadanos y el populismo parece haber llegado para quedarse. "El Movimiento 5 Estrellas ya preparó ese terreno asegurando que no había diferencias entre la izquierda y la derecha, que todo era corrupción", señala la periodista del semanario "Internazionale".
Ese discurso de indignados contra la casta y contra las élites, contra los partidos tradicionales y la política clientelar de la que muchos italianos están hartos, el mismo que abanderaban los populistas del Movimiento 5 Estrellas, ahora lo ha recogido Giorgia Meloni y Hermanos de Italia.
La coalición de ultraderecha se ha nutrido de "las clases trabajadoras que han perdido sus ahorros por la inflación, y de las clases medias que cada vez se empobrecen más y les ha prometido una 'nueva era", dice Camilli. Hace 100 años, el fascismo también prometió "una nueva era", un nuevo comienzo.
Cómo afecta a Europa
El auge de partidos de ultraderecha en toda Europa, como recientemente el de los Demócratas de Suecia, Vox en España, Ley y Justicia en Polonia o la Hungría de Orbán, de la que recientemente el Parlamento Europeo declaró que no se puede considerar una democracia plena, tienen una misma raíz, según Cheles: el aumento de la inmigración.
Viktor Orbán es el gran referente europeo de Giorgia Meloni.
"Estas ideas neofascistas se han introducido a través de este tipo de argumentos, los que dicen que Italia u otros países no se pueden permitir tener tantos extranjeros", indica el académico.
En Bruselas, aunque la Comisión Europea asegura que va a trabajar con cualquier gobierno que salga de las urnas, la preocupación es palpable.
Tanto Hermanos de Italia como La Liga, el partido de Matteo Salvini que forma parte de la coalición de ultraderecha, han llevado a cabo una fuerte retórica euroescéptica, aunque con diferencias.
En los últimos meses, Meloni ha moderado su discurso. Ha recalcado que no quiere que Italia salga ni de la Unión Europea ni de organizaciones como la OTAN. Durante la guerra de Ucrania, la líder apoyó la decisión del gobierno de Mario Draghi de mandar armas a Kiev.
La postura de sus socios de coalición, sin embargo, choca frontalmente con la de Bruselas. Salvini tiene una estrecha relación con Rusia y su partido está bajo sospecha de haber recibido financiación de Moscú. El tercer socio de la coalición, Silvio Berlusconi, también amigo íntimo de Putin, justificó recientemente la invasión rusa de Ucrania.
Pero, más allá del asunto de la guerra, lo que realmente preocupa en Bruselas es la posibilidad de que Italia, país fundador de la Unión Euroepa y su tercera economía, se convierta en otra Hungría o Polonia que ponga en peligro sus valores fundamentales.
"Existen preocupaciones a nivel internacional", reconoce Pregliasco, que también dirige la revista digital de periodismo de datos "YouTrend", "pero yo creo que la democracia italiana es más fuerte de lo que parece y, por supuesto, más fuerte de lo que lo era en 1922".
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viernes, 16 de octubre de 2020
Proud Boys (Chicos orgullosos) son una organización neofascista, violenta y supremacista estadounidense, surgida en 2016
Proud Boys (Chicos orgullosos) son una organización neofascista, violenta y supremacista estadounidense, surgida en 2016. En el primer debate electoral con el candidato del Partido Demócrata, Joe Biden, el actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó: “Proud Boys, retrocedan y estén alerta” (los ataques terroristas de extrema derecha causaron 335 muertos en Estados Unidos entre 1994 y 2020, según el Center for Strategic International Studies).
En marzo de 2019 el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, promovió la conmemoración del golpe militar que derrocó –en 1964- al Gobierno democrático de Joao Goulart. La amenaza se extiende. Tras las elecciones regionales del pasado 21 de septiembre, el candidato del partido ultraderechista Hermanos de Italia accedió a la presidencia en la región de Las Marcas. En las municipales francesas de junio, Reagrupamiento Nacional (antiguo Frente Nacional) se hizo con la alcaldía de Perpiñán, ciudad de 120.000 habitantes. En las elecciones a los parlamentos de Sajonia y Brandemburgo –septiembre de 2019-, Alternativa para Alemania resultó el segundo partido más votado.
Para entender el crecimiento global del fascismo, el periodista e historiador Carles Senso ha publicado el libro Fascismo mainstream. Periodismo, conspiraciones, algoritmos y bots al servicio de la extrema derecha (Autoed., septiembre 2020). Concluye que el éxito actual de la extrema derecha se explica por factores como la avaricia capitalista, el desarraigo social, el proceso deshumanizador, la equidistancia, la falta de empatía, las mentiras o la crisis del periodismo. “El neofascismo no es un peligro para el capital”, afirma. La extrema derecha ha utilizado la tecnología digital y las redes sociales para conquistar el poder. Sobre el uso irreflexivo y acrítico de estas por parte de la izquierda, “hace falta más calle, más coordinación social y formación”, defiende Senso, autor de tres libros sobre la deportación de españoles a campos nazis. La entrevista en torno a su último ensayo se realizó por correo electrónico.
-¿Qué es el fascismo mainstream (tendencia mayoritaria)? ¿Cuáles son los rasgos principales?
El fascismo mainstream es una tendencia mundial mediante la cual la extrema derecha ha usado las nuevas posibilidades de las tecnologías digitales de la información para expandirse de forma desconocida, albergando espacios de poder inimaginables hace unos años, gracias a una mayor digestión ciudadana de sus planteamientos extremistas que basan su política en la exclusión de parte de la sociedad. Aceptando, eso sí, que la ideología de extrema derecha se expone fragmentada y nacionalizada, es decir, que cuenta con particularidades muy específicas en función del país en el que se desarrolla.
Sin embargo, les une las políticas de odio que favorecen un tipo de análisis social y una respuesta ante dicho examen que señala como enemigo del pueblo a las clases subalternas y a los grupos históricamente marginadas, a favor de una clase dirigente y de un sistema capitalista que nunca es puesto en cuestión. Eso y algunas intentonas de coordinación canalizadas por personajes como Bannon y su Movimiento o Internacional de la Nueva Derecha. El antiguo (aunque ahora renacido) antisemitismo se ve complementado con nuevos enemigos como son el Islam a nivel exterior y las comunidades LGTBI o feministas a nivel interno, por su supuesta voluntad de cargar contra la esencia intachable de la patria, observada ya como una nación intocable e irreductible.
-¿El neofascismo supone un repliegue identitario contra el efecto desestabilizador de la globalización?
Sí, ya que ha destruido las concepciones unitarias para favorecer una uniformización que diluye las particularidades, los fundamentos propios que justifican la exclusión. También lo hace, en el caso de Europa, la unificación continental, por lo que existía una voluntad primigenia de acabar con la unión y, posteriormente, de transformarla en una herramienta institucional más favorable al fortalecimiento de las particularidades nacionales a través de los Estados, sobre todo tras los éxitos electorales que han permitido crear un potente núcleo reaccionario en el Parlamento Europeo. El fascismo mainstream no se entiende sin la época de la posverdad, la crisis del periodismo, el desmembramiento de las redes sociales analógicas, la deslegitimación institucional o la avaricia capitalista de las plataformas tecnológicas.
-El libro recuerda los seguidores en Instagram de Trump (actualmente 22 millones), Bolsonaro (17,7 millones), Salvini (2,2 millones), Boris Johnson (1,2 millones) o Netanyahu (873.000). ¿Han sido las redes sociales una herramienta importante para que accedieran a los gobiernos?
Las emociones (alentadas con mayor facilidad en los extremos políticos) incitan a la acción mucho más que el raciocinio. “El odio motiva más que el amor”, pronunció el asesor político ultraderechista Roger Stone. Polarizando a la sociedad, las nuevas plataformas tecnológicas (redes sociales) consiguen más interacciones y, por tanto, más beneficios. La nueva política digitalizada que tanto atrae a las plataformas tecnológicas por su capacidad de crear beneficios económicos está basada en el conflicto. Es una guerra para conseguir la atención de los usuarios. Para obtener más réditos económicos Facebook, Google o Youtube necesitan enfrentar a la sociedad. Cabrearlos para hacerlos reaccionar.
Y la solución pasa por la creación de globos artificiales en los que la retroalimentación consigue activar un proceso de afianzamiento que lleva a las posiciones más radicales del espectro ideológico. De ahí que la extrema derecha (que a dicho proceso ha unido ingentes cantidades de dinero y la complicidad del mundo conservador) ha visto en las redes sociales un auténtico filón. Y las tecnológicas lo han observado en el fascismo mainstream, que ha sido bendecido por los medios de comunicación, otorgándoles el privilegio de marcar la agenda política gracias a sus soflamas mediáticas con un “producto” atractivo para las redes y la televisión por su capacidad de enfrentamiento. Antiinmigración, tradicionalismo, nativismo, euroescepticismo y antiislam en Europa; todo ello y un poco más de supremacismo y chovinismo occidental en Estados Unidos. La víctima, la salud de la sociedad.
-¿Tiene relación el ensayo con el caso de Cambridge Analytica, consultora que obtenía datos –sin autorización- sobre millones de usuarios de Facebook-, para desarrollar campañas como la de Trump en 2016 o a favor del Brexit?
Según expresó Brittany Kaiser, una de las responsables de la empresa: “Creo que en este momento es difícil pensar que la democracia está suficientemente protegida, que las elecciones son libres y justas. El uso de los datos personales ha cambiado las reglas del juego. Por su parte Christopher Wylie, el antiguo analista de datos, aduce: “Era un experimento tremendamente inmoral. Jugábamos con la psicología de toda una nación sin su consentimiento o conocimiento. Y no solo jugamos con la psicología de toda una nación, sino que lo hacíamos en un contexto de un proceso democrático”. Cambridge Analytica adquirió relevancia destacada gracias a los beneficios que reportó a las fuerzas de extrema derecha en el acceso a elementos de poder.
La información se consiguió a través de un test de personalidad que se difundió en Facebook. Contestaban preguntas a medida. De hecho, formulaban preguntas y respuestas de forma casi personalizada. Sabían dónde debían expandir el odio contra los extranjeros, dónde debían cargar contra el establishment o dónde fortalecer los mensajes contra la izquierda. La publicidad personalizada la complementaron con la elaboración de miles de noticias falsas que se expandieron como la espuma. La percepción de los votantes de los Estados Unidos de América cambió radicalmente, como también los que votaron en el Brexit. De forma artificial y por lo tanto sometiendo la libertad ciudadana. Se habla de prácticas similares en México, Malasia, Brasil, China o Australia. Y todo ello a través del robo de la información (de la identidad) de la ciudadanía y su puesta al servicio de la política sin escrúpulos.
-En Estados Unidos, los informativos del canal ultraconservador Fox News tienen una audiencia masiva. ¿Qué influencia tiene la televisión en la expansión planetaria del fascismo mainstream?
Donald Trump señaló a la prensa “discrepante” poco después de llegar al cargo, situándolos en el ojo del huracán de la ira de sus fanáticos seguidores. Llegó a tuitear “Los medios de las fake news no son mi enemigo, son el enemigo del pueblo americano”. La televisión es un espacio que, por la inmediatez, adolece de capacidad de análisis pormenorizados. Eso a nivel genérico. Es por ello que en ella un producto superfluo como Trump o cualquier dirigente del fascismo mainstream funciona tan bien. Son mensajes simples, directos, emocionales.
Según expuso Pierre Bourdieu en “Sobre la televisión”: “Este mundo lleno de guerras étnicas y de odios raciales, de violencia y de delincuencia, no es más que un entorno de amenazas incomprensible y preocupante ante el cual lo mejor que se puede hacer es retirarse y protegerse. Y, cuando va unida a expresiones de desprecio etnocéntrico o racista (como ocurre a menudo, particularmente en el caso de África o de los ‘barrios periféricos’), la evocación periodística del mundo no está hecha para movilizar y politizar; al contrario, sólo puede contribuir a aumentar los temores xenófobos, del mismo modo que la ilusión de que la delincuencia y la violencia no paran de crecer propicia las ansiedades y las fobias de quienes temen por su seguridad”.
¿Y en cuanto a la influencia, en términos generales, de los medios de comunicación?
Los medios, ante el auge del neofascismo, no pueden servir de altavoz para los mensajes de odio. Si pretenden jugar dicho papel para ganar viralidad, mejor que no cubran la actualidad política porque flaco favor hacen a la convivencia con la distribución masiva (y descontrolada) de posicionamientos que enfrentan y polarizan. Es lo que han conseguido programas televisivos de gran audiencia como los de Susana Griso o Ana Rosa Quintana que, buscando subir los índices, invitaron a dar su opinión a dirigentes de Vox cuando no contaban con representación parlamentaria (y por lo tanto no tenían la legitimidad del apoyo social) y además no para tratar temas eminentemente políticos, sino sucesos. Dicho periodismo es cómplice del ascenso de la extrema derecha por estar centrado en el beneficio económico y no en el fortalecimiento de la democracia.
-“Los movimientos de extrema derecha que se propagan por el mundo en el siglo XXI son fascismo. Con todas las comas que se quiera poner, pero sólo a nivel académico. En la calle, son fascismo”, escribes. ¿Se corre el riesgo de confundir partidos neonazis, como Amanecer Dorado en Grecia, con el gobierno nacionalista y ultracatólico de Polonia?
La caracterización o conceptualización debe servir para movilizar a las fuerzas opositoras, más que para homogeneizar o simplificar el elemento de análisis. La Historia es una confluencia inesperada de elementos que se encaminan hacia una dirección desconocida. Es clave entender el momento en su conjunto. Embadurnarse de la filosofía de dicho espacio temporal, comprender la cultura, la mentalidad de época. De cada lugar. Esta aseveración es clave también para saber diferenciar los diferentes neofascismos que se han desarrollado en el mundo del siglo veintiuno, con sus particularidades inigualables. El factor religioso en Brasil es esencial, por ejemplo, en el ascenso de Bolsonaro, con el innegable apoyo del lobby de las iglesias evangélicas. Nada se entendería sin él. Nuevos lazos de unión entre ciudadanos que, en anteriores elecciones, eligieron opciones políticas diferentes porque se dirigieron a las urnas movilizados por otros elementos en lucha. Seguramente la desigualdad social. Pero Brasil cambió y el ocupante del trono fue en este caso la consecuencia y no la causa.
-¿Y en cuanto al auge de la extrema derecha en el estado español? ¿Difiere del modo en que se ha producido el ascenso en Italia, Hungría o Polonia?
El resurgir del lazo españolista, tradicionalista y conservador ha supuesto una respuesta al Procés catalán, la consolidación de un partido a la izquierda del PSOE y el avance del feminismo. Se ha canalizado a través de un nacionalismo que también representa una contestación a los procesos de globalización que desarraigaron a las comunidades occidentales durante décadas a través de un doble factor (contradictorio) como la homogeneización bajo los parámetros culturales de los Estados Unidos de América y la mezcolanza gracias a los contactos (tanto económicos como migratorios) con múltiples comunidades mundiales. Por su parte, en Italia, Hungría o Polonia, el factor de la migración es transversal, como se pudo observar con el rechazo, durante el mandato de Salvini al frente del ministerio, de los inmigrantes del barco Aquarius (que finalmente acogió España) y otras embarcaciones, situando al país transalpino como un ejemplo de deshumanización galopante. Evidentemente que cada movimiento de la extrema derecha cuenta con particularidades en cada país, pero suponen distintas caras de un elemento común poliédrico que coincide en su respuesta a los nuevos tiempos, con su apelación a los sentimientos primarios, las emociones y la irracionalidad a través de las identidades nacionales y religiosas. Mientras la segunda (la identificación basada en la fe) es mayormente un modelo vital bastante inamovible, el primero está sometido a interpretaciones, dada la flexibilidad de términos como nación, país o pueblo. Es por ello que dichos movimientos extremistas no dudan en moldear el “producto” en conflicto a la medida de sus intereses.
-¿Qué responsabilidad tiene la izquierda? Si tiene alguna, ¿cuáles son, a tu juicio, los principales errores?
Corría por las redes un diseño que exponía un claro “Tacha al facha”. Creó en un grupo anarquista de Facebook un amplio debate sobre si es conveniente o no plantar cara en el mundo digital a los múltiples perfiles que lanzan mensajes de odio y que provocan la polarización social. Algunos defendían la conveniencia al considerar que no se puede dejar en manos de los neofascistas una plataforma tan importante en la creación del relato en la actualidad, sobre todo entre los jóvenes. Sin embargo, dicho argumento queda en entredicho si se considera que dicha confrontación no se produce con personas con capacidad de reaccionar y cambiar de opinión, sino que chocan con bots automatizados para lanzar los mismos mensajes. De forma repetitiva y machacona. No hay debate. Como reflejo y analizo en el libro, hay partidos políticos subvencionando que se vuelquen camiones de mierda a través de las redes sociales para controlar el debate gracias al dominio del tema en discusión.
Ni que decir tiene que buena parte de las fuerzas progresistas han caído en el macabro juego, ayudando a amplificar mucho más (las redes sociales premian los contenidos con más interacción) los mensajes de odio escupidos contra migrantes pobres, mujeres, homosexuales o izquierdistas. Por Internet corría un meme en el que se veían a dos personas con un perro y ella decía: “Que bonito ¿Cómo se llama?”, a lo que contestaba el propietario: “Revolucionario de Facebook”. La chica insistía: “¿Puedo acariciarlo?” y el remataba: “Sí, claro, no hace nada”. Pues eso. Hace falta más calle, más coordinación social y más formación.
-¿Qué relación hay entre el crecimiento del fascismo a escala global con lo que calificas de “seres frustrados, hiperactivos e irreflexivos?
La identidad pública depende hoy más de la imagen que se traslada a través del ficticio mundo de las redes sociales que de la vida analógica. Las redes sociales permiten al individuo verse reflejado a modo de creación artística, no tal cómo es, sino cómo le gustaría ser. O más bien, cómo le gustaría que le viesen los demás. El comportamiento primigenio en dicha acción es la autocensura, la feroz crítica sobre una representación del yo que se cree débil. La búsqueda de la reciprocidad se inicia con la pretensión de la homogeneización para encauzar en el grupo, en la comunidad. Porque la identidad nace de la interacción. Es necesario el retorno. Pensamos que la irrelevancia social está vinculada a la falta de éxito.
El proceso reidentitario vivido en las últimas décadas como respuesta a la insensible globalización ha provocado una pretensión casi enfermiza por formar parte de algo. Pero dicho anhelo sólo responde al pavor que se experimenta cuando se piensa en la posibilidad de quedar socialmente expulsado. Es por eso que se siguen prácticas de moda para contar con argumentos en la integración en el colectivo. La última APP la observamos como una llave a la aceptación. Al reconocimiento de los otros. Las redes sociales permiten un mitin en el que cada persona presente puede subir al estrado y opinar. Es un baño de multitudes regado de la satisfacción del aplauso fácil y el elogio interesado. Vacío pero efectivo en el mecanismo de unir a los ya convencidos y fortalecer las razones de combate frente a los disidentes. Sugestión de masas sin salir de la comodidad de la cama.
-De nuevo la importancia de las redes sociales…
Las redes sociales permiten fortalecer permanentemente los vínculos afectivos con el simple objetivo de asegurar la existencia de los seres. El éxito social se mide en Likes. De forma artificial, se establecen vínculos que, a través de acciones de reconocimiento, se utilizan (sin que sirvan en el largo recorrido) para aliviar la incertidumbre de un tiempo fugaz y fragmentado. Al trasladarse las comunidades de afecto al teléfono móvil, apagarlo produce angustia. Perderlo, pavor. Sin el móvil, vuelve la soledad en una sociedad individualizada y sin bisagras. Un desamparo agravado por el anonimato en un tiempo en el que nada puede ser peor que ser un elemento insignificante diluido en la masa. Tu amigo en Facebook sustituye a tu vecino, pero el primero nunca tiene sal y mucho menos te ayuda cuando sufres un repentino soponcio al subir por la escalera. La ansiedad de la soledad, a la larga (cuando la reflexión pausada y compleja se impone) no desaparece con las comunidades imaginadas de protección creadas a nivel digital.
-¿Y respecto a la “crisis del periodismo”? ¿Qué casos concretos destacarías?
Se podrían citar miles, prácticamente coincidentes con cada redacción, emisora o plató. Todos los medios viven sus crisis en la actualidad porque las nuevas plataformas tecnológicas han eliminado las intermediaciones y la verdad vive una época de depresión, acechada por aquellos que se benefician cuando todo va mal. Por supuesto, en dicha crisis han tenido buena parte de culpa un sector del periodismo, que interpretó su aproximación a la política y los sectores económicos como magníficas oportunidades para configurarse una vida de lujo, como bien recoge David Jiménez en su libro sobre su paso por la dirección de El Mundo.
Ha habido periodistas y medios ganando mucho dinero gracias a vender el código deontológico. Cuando la tormenta perfecta ha acechado a la profesión, no ha existido red de seguridad porque la ciudadanía ya no ha estado para sostener a unos medios que se interpretan como parciales e interesados. Sólo las propuestas originales y sinceras se abren paso. Aquellas que basan su interpretación del periodismo en la búsqueda de la verdad, sin venderse al mejor postor. Esas que cuentan con el apoyo de la ciudadanía, que las sostiene con sus aportaciones porque a través de ellas obtienen información, no una cámara de eco para escuchar lo que quieren oír.
-Citas en el libro movimientos relevantes, aunque posiblemente poco conocidos por el gran público, como Generación Identitaria. ¿Podrías caracterizarlo?
Generación Identitaria es un nuevo intento de limpieza de cara a los viejos parámetros extremistas que se venían desarrollando. Originario de Francia, se ha expandido a más de veinte países y abogan por reafirmar la identidad patria, protagonizando ataques a migrantes, cadenas humanas contra refugiados o incluso fletando barcos para vilipendiar a las ONG que intentan salvar vidas en el Mediterráneo. Austria se ha definido en las últimas décadas como uno de los centros neurálgicos del neonazismo, con su cénit con el gobierno entre el joven conservador del Partido Popular, Sebastian Kurz, en coalición con la formación ultraderechista Partido de la Libertad, que duró más bien poco por el escándalo de corrupción que se desveló en una discoteca en Ibiza. Sin embargo, el país ha resultado la cuna de nuevos movimientos que han ayudado a vestir de Prada a los nuevos fascistas. Son los nazis hípsters.
Es el caso de Martin Sellner, líder de Generación Identitaria en el país, que ha conseguido situarse en el centro del debate político. Con indumentaria impropia del fascismo clásico y un modo de vida más “cercano” al ciudadano medio, Sellner y sus afines han logrado introducir mensajes de odio en la discrepancia política de Austria, lateralizando hacia la derecha la opción electoral. En los numerosos videos que durante meses ha estado subiendo a la plataforma Youtube, se ha acompañado de la influencer ultraderechista americana Brittany Pettibone, con gran capacidad para canalizar teorías de la conspiración. Sellner defendió su militancia neonazi pura durante su juventud porque defiende que “no había alternativa”. Un joven que mantuvo en su momento contacto con Brenton Tarrant, el neonazi que asesinó a más de cincuenta personas en varias mezquitas de Nueva Zelanda y que en los meses anteriores había financiado a los grupúsculos de la formación tanto en Francia como en Austria.
Generación Identitaria se creó en Francia en 2012 y desde entonces se ha expandido por decenas de países como Alemania, Italia o Reino Unido, con la propagación de las teorías del gran reemplazo. Se le han encontrado vinculaciones directas con las formaciones de extrema derecha clásicas y con actos violentos y terroristas.
-¿Es posible establecer una relación entre la extrema derecha y los programas económicos ultraliberales, como el que elevó a Bolsonaro a la presidencia de Brasil?
Como afirmaba Pauwels: “Para la Elite del Poder americana e internacional el neofascismo no es sin embargo una amenaza, sino más bien una bendición, porque impide un diagnóstico de las causas de los problemas socioeconómicos, diagnóstico que podría deteriorar los privilegios de que disfrutan dentro del sistema y que amenazan al sistema mismo (…) Hoy los neofascistas están esperando impacientes a que las Elites del Poder necesiten sus servicios, y no hay garantía de que su momento no llegue nunca. Si esto ocurre, la historia no sólo no tendría final, sino que se repetiría”. El proteccionismo comercial que proclaman los fascistas mainstream intenta revertir la deslocalización sufrida durante décadas pero sin llegar a cuestionar el neoliberalismo y el capitalismo financiero, con una protección de las élites empresariales.
-Por último, ¿puede el fascismo mainstream representar en algún caso una amenaza para el sistema?
El neofascismo no es un peligro para el capital. El modelo económico no es inherente al fascismo. Antes bien, el fascismo se caracteriza por una adaptación camaleónica a las circunstancias para perpetuarse en el poder. Modelo económico y fascismo se exponen como elementos plásticos y adaptables a las circunstancias. La extrema derecha nunca ha dudado en proteger los derechos de las élites empresariales y financieras y los privilegios de las clases más altas. Nunca han protestado por el hecho de que personas de nacionalidad ajena adquieran automáticamente el derecho a pedir el permiso de estancia o el de residencia en España cuando compran un piso de más de medio millón de euros. En 2019 se batió por séptimo año consecutivo la concesión de dichos visados dorados, según la terminología coloquial. Se concedieron 681, un 14% más que en 2018. El visado que soliciten, además, es de dos años renovables por periodos de cinco. China, Brasil, India o Rusia son los principales países de procedencia de los demandantes. Simplemente es un ejemplo.
Según el filósofo Augusto Klappenbach: “El mal se esconde. Y sus causas nunca se presentan como el resultado de decisiones tomadas por seres humanos de carne y hueso, sino como subproductos de una situación económica de la que nadie es responsable. Además de banal, el mal de hoy es impersonal. Y así como los ejecutivos diluyen su responsabilidad en otros, los poderes públicos justifican sus políticas en las exigencias de anónimos mercados y en instituciones que están fuera de sus competencias”.
En marzo de 2019 el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, promovió la conmemoración del golpe militar que derrocó –en 1964- al Gobierno democrático de Joao Goulart. La amenaza se extiende. Tras las elecciones regionales del pasado 21 de septiembre, el candidato del partido ultraderechista Hermanos de Italia accedió a la presidencia en la región de Las Marcas. En las municipales francesas de junio, Reagrupamiento Nacional (antiguo Frente Nacional) se hizo con la alcaldía de Perpiñán, ciudad de 120.000 habitantes. En las elecciones a los parlamentos de Sajonia y Brandemburgo –septiembre de 2019-, Alternativa para Alemania resultó el segundo partido más votado.
Para entender el crecimiento global del fascismo, el periodista e historiador Carles Senso ha publicado el libro Fascismo mainstream. Periodismo, conspiraciones, algoritmos y bots al servicio de la extrema derecha (Autoed., septiembre 2020). Concluye que el éxito actual de la extrema derecha se explica por factores como la avaricia capitalista, el desarraigo social, el proceso deshumanizador, la equidistancia, la falta de empatía, las mentiras o la crisis del periodismo. “El neofascismo no es un peligro para el capital”, afirma. La extrema derecha ha utilizado la tecnología digital y las redes sociales para conquistar el poder. Sobre el uso irreflexivo y acrítico de estas por parte de la izquierda, “hace falta más calle, más coordinación social y formación”, defiende Senso, autor de tres libros sobre la deportación de españoles a campos nazis. La entrevista en torno a su último ensayo se realizó por correo electrónico.
-¿Qué es el fascismo mainstream (tendencia mayoritaria)? ¿Cuáles son los rasgos principales?
El fascismo mainstream es una tendencia mundial mediante la cual la extrema derecha ha usado las nuevas posibilidades de las tecnologías digitales de la información para expandirse de forma desconocida, albergando espacios de poder inimaginables hace unos años, gracias a una mayor digestión ciudadana de sus planteamientos extremistas que basan su política en la exclusión de parte de la sociedad. Aceptando, eso sí, que la ideología de extrema derecha se expone fragmentada y nacionalizada, es decir, que cuenta con particularidades muy específicas en función del país en el que se desarrolla.
Sin embargo, les une las políticas de odio que favorecen un tipo de análisis social y una respuesta ante dicho examen que señala como enemigo del pueblo a las clases subalternas y a los grupos históricamente marginadas, a favor de una clase dirigente y de un sistema capitalista que nunca es puesto en cuestión. Eso y algunas intentonas de coordinación canalizadas por personajes como Bannon y su Movimiento o Internacional de la Nueva Derecha. El antiguo (aunque ahora renacido) antisemitismo se ve complementado con nuevos enemigos como son el Islam a nivel exterior y las comunidades LGTBI o feministas a nivel interno, por su supuesta voluntad de cargar contra la esencia intachable de la patria, observada ya como una nación intocable e irreductible.
-¿El neofascismo supone un repliegue identitario contra el efecto desestabilizador de la globalización?
Sí, ya que ha destruido las concepciones unitarias para favorecer una uniformización que diluye las particularidades, los fundamentos propios que justifican la exclusión. También lo hace, en el caso de Europa, la unificación continental, por lo que existía una voluntad primigenia de acabar con la unión y, posteriormente, de transformarla en una herramienta institucional más favorable al fortalecimiento de las particularidades nacionales a través de los Estados, sobre todo tras los éxitos electorales que han permitido crear un potente núcleo reaccionario en el Parlamento Europeo. El fascismo mainstream no se entiende sin la época de la posverdad, la crisis del periodismo, el desmembramiento de las redes sociales analógicas, la deslegitimación institucional o la avaricia capitalista de las plataformas tecnológicas.
-El libro recuerda los seguidores en Instagram de Trump (actualmente 22 millones), Bolsonaro (17,7 millones), Salvini (2,2 millones), Boris Johnson (1,2 millones) o Netanyahu (873.000). ¿Han sido las redes sociales una herramienta importante para que accedieran a los gobiernos?
Las emociones (alentadas con mayor facilidad en los extremos políticos) incitan a la acción mucho más que el raciocinio. “El odio motiva más que el amor”, pronunció el asesor político ultraderechista Roger Stone. Polarizando a la sociedad, las nuevas plataformas tecnológicas (redes sociales) consiguen más interacciones y, por tanto, más beneficios. La nueva política digitalizada que tanto atrae a las plataformas tecnológicas por su capacidad de crear beneficios económicos está basada en el conflicto. Es una guerra para conseguir la atención de los usuarios. Para obtener más réditos económicos Facebook, Google o Youtube necesitan enfrentar a la sociedad. Cabrearlos para hacerlos reaccionar.
Y la solución pasa por la creación de globos artificiales en los que la retroalimentación consigue activar un proceso de afianzamiento que lleva a las posiciones más radicales del espectro ideológico. De ahí que la extrema derecha (que a dicho proceso ha unido ingentes cantidades de dinero y la complicidad del mundo conservador) ha visto en las redes sociales un auténtico filón. Y las tecnológicas lo han observado en el fascismo mainstream, que ha sido bendecido por los medios de comunicación, otorgándoles el privilegio de marcar la agenda política gracias a sus soflamas mediáticas con un “producto” atractivo para las redes y la televisión por su capacidad de enfrentamiento. Antiinmigración, tradicionalismo, nativismo, euroescepticismo y antiislam en Europa; todo ello y un poco más de supremacismo y chovinismo occidental en Estados Unidos. La víctima, la salud de la sociedad.
-¿Tiene relación el ensayo con el caso de Cambridge Analytica, consultora que obtenía datos –sin autorización- sobre millones de usuarios de Facebook-, para desarrollar campañas como la de Trump en 2016 o a favor del Brexit?
Según expresó Brittany Kaiser, una de las responsables de la empresa: “Creo que en este momento es difícil pensar que la democracia está suficientemente protegida, que las elecciones son libres y justas. El uso de los datos personales ha cambiado las reglas del juego. Por su parte Christopher Wylie, el antiguo analista de datos, aduce: “Era un experimento tremendamente inmoral. Jugábamos con la psicología de toda una nación sin su consentimiento o conocimiento. Y no solo jugamos con la psicología de toda una nación, sino que lo hacíamos en un contexto de un proceso democrático”. Cambridge Analytica adquirió relevancia destacada gracias a los beneficios que reportó a las fuerzas de extrema derecha en el acceso a elementos de poder.
La información se consiguió a través de un test de personalidad que se difundió en Facebook. Contestaban preguntas a medida. De hecho, formulaban preguntas y respuestas de forma casi personalizada. Sabían dónde debían expandir el odio contra los extranjeros, dónde debían cargar contra el establishment o dónde fortalecer los mensajes contra la izquierda. La publicidad personalizada la complementaron con la elaboración de miles de noticias falsas que se expandieron como la espuma. La percepción de los votantes de los Estados Unidos de América cambió radicalmente, como también los que votaron en el Brexit. De forma artificial y por lo tanto sometiendo la libertad ciudadana. Se habla de prácticas similares en México, Malasia, Brasil, China o Australia. Y todo ello a través del robo de la información (de la identidad) de la ciudadanía y su puesta al servicio de la política sin escrúpulos.
-En Estados Unidos, los informativos del canal ultraconservador Fox News tienen una audiencia masiva. ¿Qué influencia tiene la televisión en la expansión planetaria del fascismo mainstream?
Donald Trump señaló a la prensa “discrepante” poco después de llegar al cargo, situándolos en el ojo del huracán de la ira de sus fanáticos seguidores. Llegó a tuitear “Los medios de las fake news no son mi enemigo, son el enemigo del pueblo americano”. La televisión es un espacio que, por la inmediatez, adolece de capacidad de análisis pormenorizados. Eso a nivel genérico. Es por ello que en ella un producto superfluo como Trump o cualquier dirigente del fascismo mainstream funciona tan bien. Son mensajes simples, directos, emocionales.
Según expuso Pierre Bourdieu en “Sobre la televisión”: “Este mundo lleno de guerras étnicas y de odios raciales, de violencia y de delincuencia, no es más que un entorno de amenazas incomprensible y preocupante ante el cual lo mejor que se puede hacer es retirarse y protegerse. Y, cuando va unida a expresiones de desprecio etnocéntrico o racista (como ocurre a menudo, particularmente en el caso de África o de los ‘barrios periféricos’), la evocación periodística del mundo no está hecha para movilizar y politizar; al contrario, sólo puede contribuir a aumentar los temores xenófobos, del mismo modo que la ilusión de que la delincuencia y la violencia no paran de crecer propicia las ansiedades y las fobias de quienes temen por su seguridad”.
¿Y en cuanto a la influencia, en términos generales, de los medios de comunicación?
Los medios, ante el auge del neofascismo, no pueden servir de altavoz para los mensajes de odio. Si pretenden jugar dicho papel para ganar viralidad, mejor que no cubran la actualidad política porque flaco favor hacen a la convivencia con la distribución masiva (y descontrolada) de posicionamientos que enfrentan y polarizan. Es lo que han conseguido programas televisivos de gran audiencia como los de Susana Griso o Ana Rosa Quintana que, buscando subir los índices, invitaron a dar su opinión a dirigentes de Vox cuando no contaban con representación parlamentaria (y por lo tanto no tenían la legitimidad del apoyo social) y además no para tratar temas eminentemente políticos, sino sucesos. Dicho periodismo es cómplice del ascenso de la extrema derecha por estar centrado en el beneficio económico y no en el fortalecimiento de la democracia.
-“Los movimientos de extrema derecha que se propagan por el mundo en el siglo XXI son fascismo. Con todas las comas que se quiera poner, pero sólo a nivel académico. En la calle, son fascismo”, escribes. ¿Se corre el riesgo de confundir partidos neonazis, como Amanecer Dorado en Grecia, con el gobierno nacionalista y ultracatólico de Polonia?
La caracterización o conceptualización debe servir para movilizar a las fuerzas opositoras, más que para homogeneizar o simplificar el elemento de análisis. La Historia es una confluencia inesperada de elementos que se encaminan hacia una dirección desconocida. Es clave entender el momento en su conjunto. Embadurnarse de la filosofía de dicho espacio temporal, comprender la cultura, la mentalidad de época. De cada lugar. Esta aseveración es clave también para saber diferenciar los diferentes neofascismos que se han desarrollado en el mundo del siglo veintiuno, con sus particularidades inigualables. El factor religioso en Brasil es esencial, por ejemplo, en el ascenso de Bolsonaro, con el innegable apoyo del lobby de las iglesias evangélicas. Nada se entendería sin él. Nuevos lazos de unión entre ciudadanos que, en anteriores elecciones, eligieron opciones políticas diferentes porque se dirigieron a las urnas movilizados por otros elementos en lucha. Seguramente la desigualdad social. Pero Brasil cambió y el ocupante del trono fue en este caso la consecuencia y no la causa.
-¿Y en cuanto al auge de la extrema derecha en el estado español? ¿Difiere del modo en que se ha producido el ascenso en Italia, Hungría o Polonia?
El resurgir del lazo españolista, tradicionalista y conservador ha supuesto una respuesta al Procés catalán, la consolidación de un partido a la izquierda del PSOE y el avance del feminismo. Se ha canalizado a través de un nacionalismo que también representa una contestación a los procesos de globalización que desarraigaron a las comunidades occidentales durante décadas a través de un doble factor (contradictorio) como la homogeneización bajo los parámetros culturales de los Estados Unidos de América y la mezcolanza gracias a los contactos (tanto económicos como migratorios) con múltiples comunidades mundiales. Por su parte, en Italia, Hungría o Polonia, el factor de la migración es transversal, como se pudo observar con el rechazo, durante el mandato de Salvini al frente del ministerio, de los inmigrantes del barco Aquarius (que finalmente acogió España) y otras embarcaciones, situando al país transalpino como un ejemplo de deshumanización galopante. Evidentemente que cada movimiento de la extrema derecha cuenta con particularidades en cada país, pero suponen distintas caras de un elemento común poliédrico que coincide en su respuesta a los nuevos tiempos, con su apelación a los sentimientos primarios, las emociones y la irracionalidad a través de las identidades nacionales y religiosas. Mientras la segunda (la identificación basada en la fe) es mayormente un modelo vital bastante inamovible, el primero está sometido a interpretaciones, dada la flexibilidad de términos como nación, país o pueblo. Es por ello que dichos movimientos extremistas no dudan en moldear el “producto” en conflicto a la medida de sus intereses.
-¿Qué responsabilidad tiene la izquierda? Si tiene alguna, ¿cuáles son, a tu juicio, los principales errores?
Corría por las redes un diseño que exponía un claro “Tacha al facha”. Creó en un grupo anarquista de Facebook un amplio debate sobre si es conveniente o no plantar cara en el mundo digital a los múltiples perfiles que lanzan mensajes de odio y que provocan la polarización social. Algunos defendían la conveniencia al considerar que no se puede dejar en manos de los neofascistas una plataforma tan importante en la creación del relato en la actualidad, sobre todo entre los jóvenes. Sin embargo, dicho argumento queda en entredicho si se considera que dicha confrontación no se produce con personas con capacidad de reaccionar y cambiar de opinión, sino que chocan con bots automatizados para lanzar los mismos mensajes. De forma repetitiva y machacona. No hay debate. Como reflejo y analizo en el libro, hay partidos políticos subvencionando que se vuelquen camiones de mierda a través de las redes sociales para controlar el debate gracias al dominio del tema en discusión.
Ni que decir tiene que buena parte de las fuerzas progresistas han caído en el macabro juego, ayudando a amplificar mucho más (las redes sociales premian los contenidos con más interacción) los mensajes de odio escupidos contra migrantes pobres, mujeres, homosexuales o izquierdistas. Por Internet corría un meme en el que se veían a dos personas con un perro y ella decía: “Que bonito ¿Cómo se llama?”, a lo que contestaba el propietario: “Revolucionario de Facebook”. La chica insistía: “¿Puedo acariciarlo?” y el remataba: “Sí, claro, no hace nada”. Pues eso. Hace falta más calle, más coordinación social y más formación.
-¿Qué relación hay entre el crecimiento del fascismo a escala global con lo que calificas de “seres frustrados, hiperactivos e irreflexivos?
La identidad pública depende hoy más de la imagen que se traslada a través del ficticio mundo de las redes sociales que de la vida analógica. Las redes sociales permiten al individuo verse reflejado a modo de creación artística, no tal cómo es, sino cómo le gustaría ser. O más bien, cómo le gustaría que le viesen los demás. El comportamiento primigenio en dicha acción es la autocensura, la feroz crítica sobre una representación del yo que se cree débil. La búsqueda de la reciprocidad se inicia con la pretensión de la homogeneización para encauzar en el grupo, en la comunidad. Porque la identidad nace de la interacción. Es necesario el retorno. Pensamos que la irrelevancia social está vinculada a la falta de éxito.
El proceso reidentitario vivido en las últimas décadas como respuesta a la insensible globalización ha provocado una pretensión casi enfermiza por formar parte de algo. Pero dicho anhelo sólo responde al pavor que se experimenta cuando se piensa en la posibilidad de quedar socialmente expulsado. Es por eso que se siguen prácticas de moda para contar con argumentos en la integración en el colectivo. La última APP la observamos como una llave a la aceptación. Al reconocimiento de los otros. Las redes sociales permiten un mitin en el que cada persona presente puede subir al estrado y opinar. Es un baño de multitudes regado de la satisfacción del aplauso fácil y el elogio interesado. Vacío pero efectivo en el mecanismo de unir a los ya convencidos y fortalecer las razones de combate frente a los disidentes. Sugestión de masas sin salir de la comodidad de la cama.
-De nuevo la importancia de las redes sociales…
Las redes sociales permiten fortalecer permanentemente los vínculos afectivos con el simple objetivo de asegurar la existencia de los seres. El éxito social se mide en Likes. De forma artificial, se establecen vínculos que, a través de acciones de reconocimiento, se utilizan (sin que sirvan en el largo recorrido) para aliviar la incertidumbre de un tiempo fugaz y fragmentado. Al trasladarse las comunidades de afecto al teléfono móvil, apagarlo produce angustia. Perderlo, pavor. Sin el móvil, vuelve la soledad en una sociedad individualizada y sin bisagras. Un desamparo agravado por el anonimato en un tiempo en el que nada puede ser peor que ser un elemento insignificante diluido en la masa. Tu amigo en Facebook sustituye a tu vecino, pero el primero nunca tiene sal y mucho menos te ayuda cuando sufres un repentino soponcio al subir por la escalera. La ansiedad de la soledad, a la larga (cuando la reflexión pausada y compleja se impone) no desaparece con las comunidades imaginadas de protección creadas a nivel digital.
-¿Y respecto a la “crisis del periodismo”? ¿Qué casos concretos destacarías?
Se podrían citar miles, prácticamente coincidentes con cada redacción, emisora o plató. Todos los medios viven sus crisis en la actualidad porque las nuevas plataformas tecnológicas han eliminado las intermediaciones y la verdad vive una época de depresión, acechada por aquellos que se benefician cuando todo va mal. Por supuesto, en dicha crisis han tenido buena parte de culpa un sector del periodismo, que interpretó su aproximación a la política y los sectores económicos como magníficas oportunidades para configurarse una vida de lujo, como bien recoge David Jiménez en su libro sobre su paso por la dirección de El Mundo.
Ha habido periodistas y medios ganando mucho dinero gracias a vender el código deontológico. Cuando la tormenta perfecta ha acechado a la profesión, no ha existido red de seguridad porque la ciudadanía ya no ha estado para sostener a unos medios que se interpretan como parciales e interesados. Sólo las propuestas originales y sinceras se abren paso. Aquellas que basan su interpretación del periodismo en la búsqueda de la verdad, sin venderse al mejor postor. Esas que cuentan con el apoyo de la ciudadanía, que las sostiene con sus aportaciones porque a través de ellas obtienen información, no una cámara de eco para escuchar lo que quieren oír.
-Citas en el libro movimientos relevantes, aunque posiblemente poco conocidos por el gran público, como Generación Identitaria. ¿Podrías caracterizarlo?
Generación Identitaria es un nuevo intento de limpieza de cara a los viejos parámetros extremistas que se venían desarrollando. Originario de Francia, se ha expandido a más de veinte países y abogan por reafirmar la identidad patria, protagonizando ataques a migrantes, cadenas humanas contra refugiados o incluso fletando barcos para vilipendiar a las ONG que intentan salvar vidas en el Mediterráneo. Austria se ha definido en las últimas décadas como uno de los centros neurálgicos del neonazismo, con su cénit con el gobierno entre el joven conservador del Partido Popular, Sebastian Kurz, en coalición con la formación ultraderechista Partido de la Libertad, que duró más bien poco por el escándalo de corrupción que se desveló en una discoteca en Ibiza. Sin embargo, el país ha resultado la cuna de nuevos movimientos que han ayudado a vestir de Prada a los nuevos fascistas. Son los nazis hípsters.
Es el caso de Martin Sellner, líder de Generación Identitaria en el país, que ha conseguido situarse en el centro del debate político. Con indumentaria impropia del fascismo clásico y un modo de vida más “cercano” al ciudadano medio, Sellner y sus afines han logrado introducir mensajes de odio en la discrepancia política de Austria, lateralizando hacia la derecha la opción electoral. En los numerosos videos que durante meses ha estado subiendo a la plataforma Youtube, se ha acompañado de la influencer ultraderechista americana Brittany Pettibone, con gran capacidad para canalizar teorías de la conspiración. Sellner defendió su militancia neonazi pura durante su juventud porque defiende que “no había alternativa”. Un joven que mantuvo en su momento contacto con Brenton Tarrant, el neonazi que asesinó a más de cincuenta personas en varias mezquitas de Nueva Zelanda y que en los meses anteriores había financiado a los grupúsculos de la formación tanto en Francia como en Austria.
Generación Identitaria se creó en Francia en 2012 y desde entonces se ha expandido por decenas de países como Alemania, Italia o Reino Unido, con la propagación de las teorías del gran reemplazo. Se le han encontrado vinculaciones directas con las formaciones de extrema derecha clásicas y con actos violentos y terroristas.
-¿Es posible establecer una relación entre la extrema derecha y los programas económicos ultraliberales, como el que elevó a Bolsonaro a la presidencia de Brasil?
Como afirmaba Pauwels: “Para la Elite del Poder americana e internacional el neofascismo no es sin embargo una amenaza, sino más bien una bendición, porque impide un diagnóstico de las causas de los problemas socioeconómicos, diagnóstico que podría deteriorar los privilegios de que disfrutan dentro del sistema y que amenazan al sistema mismo (…) Hoy los neofascistas están esperando impacientes a que las Elites del Poder necesiten sus servicios, y no hay garantía de que su momento no llegue nunca. Si esto ocurre, la historia no sólo no tendría final, sino que se repetiría”. El proteccionismo comercial que proclaman los fascistas mainstream intenta revertir la deslocalización sufrida durante décadas pero sin llegar a cuestionar el neoliberalismo y el capitalismo financiero, con una protección de las élites empresariales.
-Por último, ¿puede el fascismo mainstream representar en algún caso una amenaza para el sistema?
El neofascismo no es un peligro para el capital. El modelo económico no es inherente al fascismo. Antes bien, el fascismo se caracteriza por una adaptación camaleónica a las circunstancias para perpetuarse en el poder. Modelo económico y fascismo se exponen como elementos plásticos y adaptables a las circunstancias. La extrema derecha nunca ha dudado en proteger los derechos de las élites empresariales y financieras y los privilegios de las clases más altas. Nunca han protestado por el hecho de que personas de nacionalidad ajena adquieran automáticamente el derecho a pedir el permiso de estancia o el de residencia en España cuando compran un piso de más de medio millón de euros. En 2019 se batió por séptimo año consecutivo la concesión de dichos visados dorados, según la terminología coloquial. Se concedieron 681, un 14% más que en 2018. El visado que soliciten, además, es de dos años renovables por periodos de cinco. China, Brasil, India o Rusia son los principales países de procedencia de los demandantes. Simplemente es un ejemplo.
Según el filósofo Augusto Klappenbach: “El mal se esconde. Y sus causas nunca se presentan como el resultado de decisiones tomadas por seres humanos de carne y hueso, sino como subproductos de una situación económica de la que nadie es responsable. Además de banal, el mal de hoy es impersonal. Y así como los ejecutivos diluyen su responsabilidad en otros, los poderes públicos justifican sus políticas en las exigencias de anónimos mercados y en instituciones que están fuera de sus competencias”.
domingo, 24 de noviembre de 2019
_- La huella de la extrema derecha en Madrid: revisionismo histórico y llamamientos a la represión
_- El Ayuntamiento de Madrid y su peligroso revisionismo histórico
Ramón Górriz y José Babiano
El pasado 19 de septiembre, por iniciativa de varios europarlamentarios de extrema derecha, el Parlamento Europeo aprobó la resolución titulada «Importancia de la memoria histórica europea para el futuro de Europa». Se trata de una resolución reaccionaria que tergiversa la historia europea y oculta el antifascismo como valor fundante de la Europa democrática de la segunda postguerra. Una resolución que equipara nazismo y comunismo, como si el comunismo no tuviese una historia poliédrica que incluye la resistencia al nazifascismo y la lucha por la libertad en España, Portugal o Grecia, dictaduras que omite la resolución. La resolución del 19 de septiembre no es sino un subproducto tardío de la Guerra Fría. Un constructo de victoria imperial que ignora que en países como Hungría o Polonia se han puesto en pie políticas de glorificación de los colaboracionistas.
Basándose en esta ominosa resolución, el Portavoz del Grupo Municipal de Vox trasladó al Ayuntamiento de Madrid una proposición en la sesión del pleno del pasado 30 de octubre. Dicha proposición ha sido aprobada con los votos favorables de PP, Ciudadanos y Vox. En la exposición de motivos de la misma se menciona la paralización de la construcción de la estela conmemorativa de las 2934 víctimas fusiladas en las tapias del Cementerio del Este (actualmente de La Almudena, en Madrid) en los primeros años de la dictadura. La nueva corporación de derechas ha paralizado dicha estela con la patraña de que 335 de esos fusilados fueron «chequistas»; es decir, después de la condena de tribunales marciales sumarísimos de carácter ilegítimo, ocho décadas después, la mayoría de derechas de la corporación condena a las víctimas por segunda vez.
No es la única manipulación histórica. De igual modo, en la exposición de motivos aparece la mentira de que el régimen franquista no colaboró con el holocausto. En realidad, la negativa de Serrano Suñer, ministro de Exteriores, a reclamar a los cerca de 9.000 republicanos españoles en manos de los nazis, les condujo directamente a los campos de exterminio y a la mayoría de ellos a la muerte.
En la misma línea de tergiversaciones, se convierte a víctimas en verdugos, como en los casos de Largo Caballero –legítimo presidente del gobierno español desde septiembre de 1936 a mayo de 1937 y posterior internado en un campo nazi- o Marcos Ana, uno de los presos que más años de condena purgó en las mazmorras del franquismo desde su adolescencia.
En la parte resolutiva, la proposición establece la celebración del 23 de agosto como día de las víctimas del estalinismo y del nazismo, omitiendo el franquismo como régimen criminal. Establece asimismo la celebración del 10 de mayo, fecha de la llegada del diplomático franquista Sanz Briz a Budapest, quien salvaría a una cantidad muy importante de víctimas judías de su fatal destino durante la Segunda Guerra Mundial.
El ayuntamiento también resuelve difundir el mapa de «checas» de Madrid, como si esos centros de detención no fuesen reutilizados en 1939 para encarcelar a miles de madrileños por el simple hecho de defender el régimen legitimo y legalmente constituido que fue la Segunda República, por ostentar un cargo político en la administración municipal o por pertenecer a un sindicato o a un partido de izquierda. La proposición aprobada menciona en un par de ocasiones los estudios del Instituto CEU de Estudios Históricos de la Universidad San Pablo CEU, un grupo conservador y confesional dedicado durante largo tiempo a blanquear el franquismo.
En resumen, la proposición aprobada por la corporación municipal derechista en Madrid es una proposición revisionista y negacionista, que manipula el pasado histórico, al objeto de blanquear la dictadura franquista y ocultar la lucha de la resistencia contra ese régimen de tiranía. Y ello cuando, en realidad, la fuente de los derechos y las libertades, maltrechos a veces, que se disfrutan hoy en nuestro país no es otra que el antifranquismo, cuyo principal motor resultó ser el movimiento obrero.
Las personas y organizaciones de convicciones democráticas no pueden sino rechazar este acuerdo municipal, comprometiéndose en la causa de la memoria democrática y de la exigencia, marcada por Naciones Unidas, de verdad, justicia, y reparación de las víctimas del franquismo.
https://blogs.publico.es/verdad-justicia-reparacion/2019/11/09/el-ayunta
Vox marca el paso en Madrid
Carlos Girbau
El pasado 7 de noviembre, durante el último pleno de la Asamblea de Madrid, saltó el escándalo. Por 66 votos a favor y 58 en contra se aprobó una proposición no de ley (PNL) presentada por uno de los diputados de Vox, José Ignacio Arias, en la que se solicitaban las siguientes barbaridades: (1) Que el gobierno central procediera a la ilegalización inmediata de los partidos separatistas que atenten contra la unidad de la nación con los instrumentos legales a su alcance o proveyendo de las reformas legales que se habiliten para ello; (2) que inscriba a los CDR [Comités para la Defensa de la República] en la lista europea de organizaciones criminales y terroristas, remitiendo a tal fin el expediente con los datos relativos a la investigación judicial seguida por la Audiencia Nacional; y (3) que se procediera de inmediato a suspender cualquier pago y en su caso, revocar y ordenar el reintegro de todo tipo de subvenciones o ayudas públicas que pudieran estar percibiendo de cualquier organismo autonómico los CDR o cualquier otra asociación u organización que tenga relación directa o indirecta con los mismos.
Tras presentar dos enmiendas formales que, por otra parte, no fueron admitidas por Vox ni sirvieron para tapar la vergüenza de la propuesta, PP y C’s dieron su apoyo a semejante ataque a los más básicos derechos democráticos.
Lo ocurrido en la asamblea madrileña demuestra que el caballo que marca el paso y tira de toda la derecha española en sus diversas acepciones es Vox. La votación desnudó la incapacidad del resto de la derecha, más allá de supuestas tácticas electorales de última hora, de ofrecer otro discurso diferente al de los franquistas y su letanía de más represión, más prohibición, más rechazo a la libre opinión, más racismo, más opresión sobre la mujer, además de amplias exenciones fiscales para los más ricos. Esta es la primera conclusión que se extrae de los votos del día 7, aunque ahora a los jefes estatales de PP y C’s, les haya entrado vértigo al ver el resultado práctico de su discurso e intenten tomar cierta distancia con la decisión de sus representantes en la asamblea autonómica.
Lo que manifiesta la situación vivida en la cámara madrileña es que para poder seguir implantando la opción política que se basa en un giro profundamente reaccionario y franquista, la derecha española (en todas sus variantes) debe ir más allá de la Constitución del 78. Dicho de otra manera: que la actual Carta Magna y el conjunto de reglamentos y leyes que de ella se desprenden no le son suficientes para sostener lo que ellos entienden de manera paradójica “por orden constitucional y la actual unidad de España”.
Porque la derecha que llama y exige a todo el mundo a mantenerse dentro de un supuesto espíritu de la transición, no ha tenido empacho alguno en olvidarlo cuando así le ha convenido y saltárselo debatiendo una proposición que destruye la llamada separación de poderes, la libertad de opinión, asociación, de concurrencia electoral y de representación. De hecho la propia izquierda en la Cámara (PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos), que votó en contra de la PNL ultra derechista, no obtuvo ningún éxito en sus llamamientos a que PP y C’s se desmarcaran de la misma en nombre del pacto constitucional.
El gobierno de Sánchez (PSOE) ya ha puesto el asunto en manos de la abogacía del Estado para que estudie recurrir la decisión parlamentaria ante el Tribunal Constitucional (TC). Pero más allá de si el asunto finalmente llega al TC, de lo que decida y de cuándo lo decida, la cuestión planteada por la votación en la Asamblea madrileña no cambia un ápice. El tridente de la derecha se desliza cada vez de forma más indisimulada por un camino en el que la única norma válida es aquella que le permite mantener su orden y su ley, su España y su unidad. La constitución del 78 que tan profusamente se usa contra la voluntad del pueblo de Catalunya o de su Parlament, está claro que en Madrid pesa muy poco cuando están en juego “las cosas de comer”. Frente a ello, la izquierda debe oponer más pronto que tarde barreras reales y firmes a un giro reaccionario, barreras para las que, por otro lado, se demuestra que nuestra actual constitución vale de bastante poco.
www.sinpermiso.info, 9 de noviembre 2019
Ramón Górriz presidente de la Fundación 1º de Mayo de CC OO.
José Babiano director del Área de Historia, Archivo y Biblioteca de la Fundación 1º de Mayo. Carlos Girbau Es concejal de Ahora Ciempozuelos, activista social y amigo de Sin Permiso.
http://www.sinpermiso.info/textos/la-huella-de-la-extrema-derecha-en-madrid-revisionismo-historico-y-llamamientos-a-la-represion
Ramón Górriz y José Babiano
El pasado 19 de septiembre, por iniciativa de varios europarlamentarios de extrema derecha, el Parlamento Europeo aprobó la resolución titulada «Importancia de la memoria histórica europea para el futuro de Europa». Se trata de una resolución reaccionaria que tergiversa la historia europea y oculta el antifascismo como valor fundante de la Europa democrática de la segunda postguerra. Una resolución que equipara nazismo y comunismo, como si el comunismo no tuviese una historia poliédrica que incluye la resistencia al nazifascismo y la lucha por la libertad en España, Portugal o Grecia, dictaduras que omite la resolución. La resolución del 19 de septiembre no es sino un subproducto tardío de la Guerra Fría. Un constructo de victoria imperial que ignora que en países como Hungría o Polonia se han puesto en pie políticas de glorificación de los colaboracionistas.
Basándose en esta ominosa resolución, el Portavoz del Grupo Municipal de Vox trasladó al Ayuntamiento de Madrid una proposición en la sesión del pleno del pasado 30 de octubre. Dicha proposición ha sido aprobada con los votos favorables de PP, Ciudadanos y Vox. En la exposición de motivos de la misma se menciona la paralización de la construcción de la estela conmemorativa de las 2934 víctimas fusiladas en las tapias del Cementerio del Este (actualmente de La Almudena, en Madrid) en los primeros años de la dictadura. La nueva corporación de derechas ha paralizado dicha estela con la patraña de que 335 de esos fusilados fueron «chequistas»; es decir, después de la condena de tribunales marciales sumarísimos de carácter ilegítimo, ocho décadas después, la mayoría de derechas de la corporación condena a las víctimas por segunda vez.
No es la única manipulación histórica. De igual modo, en la exposición de motivos aparece la mentira de que el régimen franquista no colaboró con el holocausto. En realidad, la negativa de Serrano Suñer, ministro de Exteriores, a reclamar a los cerca de 9.000 republicanos españoles en manos de los nazis, les condujo directamente a los campos de exterminio y a la mayoría de ellos a la muerte.
En la misma línea de tergiversaciones, se convierte a víctimas en verdugos, como en los casos de Largo Caballero –legítimo presidente del gobierno español desde septiembre de 1936 a mayo de 1937 y posterior internado en un campo nazi- o Marcos Ana, uno de los presos que más años de condena purgó en las mazmorras del franquismo desde su adolescencia.
En la parte resolutiva, la proposición establece la celebración del 23 de agosto como día de las víctimas del estalinismo y del nazismo, omitiendo el franquismo como régimen criminal. Establece asimismo la celebración del 10 de mayo, fecha de la llegada del diplomático franquista Sanz Briz a Budapest, quien salvaría a una cantidad muy importante de víctimas judías de su fatal destino durante la Segunda Guerra Mundial.
El ayuntamiento también resuelve difundir el mapa de «checas» de Madrid, como si esos centros de detención no fuesen reutilizados en 1939 para encarcelar a miles de madrileños por el simple hecho de defender el régimen legitimo y legalmente constituido que fue la Segunda República, por ostentar un cargo político en la administración municipal o por pertenecer a un sindicato o a un partido de izquierda. La proposición aprobada menciona en un par de ocasiones los estudios del Instituto CEU de Estudios Históricos de la Universidad San Pablo CEU, un grupo conservador y confesional dedicado durante largo tiempo a blanquear el franquismo.
En resumen, la proposición aprobada por la corporación municipal derechista en Madrid es una proposición revisionista y negacionista, que manipula el pasado histórico, al objeto de blanquear la dictadura franquista y ocultar la lucha de la resistencia contra ese régimen de tiranía. Y ello cuando, en realidad, la fuente de los derechos y las libertades, maltrechos a veces, que se disfrutan hoy en nuestro país no es otra que el antifranquismo, cuyo principal motor resultó ser el movimiento obrero.
Las personas y organizaciones de convicciones democráticas no pueden sino rechazar este acuerdo municipal, comprometiéndose en la causa de la memoria democrática y de la exigencia, marcada por Naciones Unidas, de verdad, justicia, y reparación de las víctimas del franquismo.
https://blogs.publico.es/verdad-justicia-reparacion/2019/11/09/el-ayunta
Vox marca el paso en Madrid
Carlos Girbau
El pasado 7 de noviembre, durante el último pleno de la Asamblea de Madrid, saltó el escándalo. Por 66 votos a favor y 58 en contra se aprobó una proposición no de ley (PNL) presentada por uno de los diputados de Vox, José Ignacio Arias, en la que se solicitaban las siguientes barbaridades: (1) Que el gobierno central procediera a la ilegalización inmediata de los partidos separatistas que atenten contra la unidad de la nación con los instrumentos legales a su alcance o proveyendo de las reformas legales que se habiliten para ello; (2) que inscriba a los CDR [Comités para la Defensa de la República] en la lista europea de organizaciones criminales y terroristas, remitiendo a tal fin el expediente con los datos relativos a la investigación judicial seguida por la Audiencia Nacional; y (3) que se procediera de inmediato a suspender cualquier pago y en su caso, revocar y ordenar el reintegro de todo tipo de subvenciones o ayudas públicas que pudieran estar percibiendo de cualquier organismo autonómico los CDR o cualquier otra asociación u organización que tenga relación directa o indirecta con los mismos.
Tras presentar dos enmiendas formales que, por otra parte, no fueron admitidas por Vox ni sirvieron para tapar la vergüenza de la propuesta, PP y C’s dieron su apoyo a semejante ataque a los más básicos derechos democráticos.
Lo ocurrido en la asamblea madrileña demuestra que el caballo que marca el paso y tira de toda la derecha española en sus diversas acepciones es Vox. La votación desnudó la incapacidad del resto de la derecha, más allá de supuestas tácticas electorales de última hora, de ofrecer otro discurso diferente al de los franquistas y su letanía de más represión, más prohibición, más rechazo a la libre opinión, más racismo, más opresión sobre la mujer, además de amplias exenciones fiscales para los más ricos. Esta es la primera conclusión que se extrae de los votos del día 7, aunque ahora a los jefes estatales de PP y C’s, les haya entrado vértigo al ver el resultado práctico de su discurso e intenten tomar cierta distancia con la decisión de sus representantes en la asamblea autonómica.
Lo que manifiesta la situación vivida en la cámara madrileña es que para poder seguir implantando la opción política que se basa en un giro profundamente reaccionario y franquista, la derecha española (en todas sus variantes) debe ir más allá de la Constitución del 78. Dicho de otra manera: que la actual Carta Magna y el conjunto de reglamentos y leyes que de ella se desprenden no le son suficientes para sostener lo que ellos entienden de manera paradójica “por orden constitucional y la actual unidad de España”.
Porque la derecha que llama y exige a todo el mundo a mantenerse dentro de un supuesto espíritu de la transición, no ha tenido empacho alguno en olvidarlo cuando así le ha convenido y saltárselo debatiendo una proposición que destruye la llamada separación de poderes, la libertad de opinión, asociación, de concurrencia electoral y de representación. De hecho la propia izquierda en la Cámara (PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos), que votó en contra de la PNL ultra derechista, no obtuvo ningún éxito en sus llamamientos a que PP y C’s se desmarcaran de la misma en nombre del pacto constitucional.
El gobierno de Sánchez (PSOE) ya ha puesto el asunto en manos de la abogacía del Estado para que estudie recurrir la decisión parlamentaria ante el Tribunal Constitucional (TC). Pero más allá de si el asunto finalmente llega al TC, de lo que decida y de cuándo lo decida, la cuestión planteada por la votación en la Asamblea madrileña no cambia un ápice. El tridente de la derecha se desliza cada vez de forma más indisimulada por un camino en el que la única norma válida es aquella que le permite mantener su orden y su ley, su España y su unidad. La constitución del 78 que tan profusamente se usa contra la voluntad del pueblo de Catalunya o de su Parlament, está claro que en Madrid pesa muy poco cuando están en juego “las cosas de comer”. Frente a ello, la izquierda debe oponer más pronto que tarde barreras reales y firmes a un giro reaccionario, barreras para las que, por otro lado, se demuestra que nuestra actual constitución vale de bastante poco.
www.sinpermiso.info, 9 de noviembre 2019
Ramón Górriz presidente de la Fundación 1º de Mayo de CC OO.
José Babiano director del Área de Historia, Archivo y Biblioteca de la Fundación 1º de Mayo. Carlos Girbau Es concejal de Ahora Ciempozuelos, activista social y amigo de Sin Permiso.
http://www.sinpermiso.info/textos/la-huella-de-la-extrema-derecha-en-madrid-revisionismo-historico-y-llamamientos-a-la-represion
viernes, 23 de noviembre de 2018
_- La internacional neofascista. Diez conjeturas sobre la aceleración parda.
_- Jorge Elbaum
CLAE / El Cohete a la Luna
El pueblo de los países pobres se mata trabajando para financiar el desarrollo de los países ricos. El Sur financia al Norte, y especialmente a las clases dominantes de los países del Norte. El medio de dominación más poderoso es actualmente la deuda. -Jean Ziegler
1. Bolsonaro no está solo.
Los climas políticos son contagiosos. Existen variadas formas de mímesis en la historia. Enlazar los procesos simultáneos que se dan en los distintos puntos cardinales implica aceptar que estamos viviendo un peligroso cambio de época. Desde la crisis económico-financiera de 2008 se aceleraron los discursos xenófobos, los desplazamientos poblacionales y los mecanismos sutiles o brutales de proteccionismo cultural y étnico: la parafernalia neoliberal de las fronteras abiertas se transformó en una maquinaria dispuesta para el desprecio al otro.
Una carga de provincianismo racista acompañada del recrudecimiento de las guerras comerciales más o menos abiertas. El supremacismo blanco de Trump que envía soldados para detener a hondureños desesperados, es el espejo de la Europa islamofóbica (constituidos estos últimos en los perseguidos judíos del presente). Quienes suscribieron la guerra civil en Siria clausuraron después las compuertas para las oleadas de desesperados que escapaban de los bombardeos.
En Italia la Liga Norte de Matteo Salvini empieza a discutir su Brexit. En Austria el partido neonazi FPÖ forma parte de la coalición gubernamental con dos ministerios, el de relaciones exteriores y el del interior. En Finlandia y en Suecia tres de cada diez ciudadanos apoyan a partidos que reivindican la discriminación y la superioridad blanca, haciendo caso omiso a las humillaciones que sufren diariamente los migrantes.
En Hungría, el premier Viktor Orban convoca a expresar la identidad moral y étnica de los magyares por sobre el resto de los habitantes. Marine Le Pen sigue conservando el favor de un cuarto de los franceses y por primera vez desde la Segunda Guerra un partido nazi entra en el Bundestag de la mano de Alternativa por Alemania, sin que el sistema político germano haya apelado a las cacareadas prohibiciones que existen sobre el discurso hitlerista.
En Polonia el partido Ley y Justicia de Jarosław Kaczyński impulsa y aprueba normativas revisionistas, condescendientes con los colaboracionistas nazis, quienes —según las nuevas normas— deben ser considerados como perseguidos por los soviéticos, luego de la Gran Guerra Patria. En Holanda Geert Wilders llama a prohibir las mezquitas y, en Israel, Netanyahu impone una Ley que legitima el apartheid, al tiempo que muchas democracias occidentales lo premian con el traslado de la embajada a Jerusalén, sin considerar la continuidad de la ocupación de Palestina.
2. El casino.
Existe una ofensiva reaccionaria motivada por la crisis estructural que se origina en la financierización. Este modelo de acumulación logra extorsionar al mundo productivo mediante la exigencia de rentabilidades solo alcanzables mediante la brutal precarización, la flexibilidad y la caída del poder adquisitivo de los salarios. La trampa radica en que el capital productivo se fuga hacia paraísos fiscales exigiendo que el mundo del trabajo maximice la explotación para poder competir con la rentabilidad ofrecida por su lógica rentística.
Su expresión más violenta son los fondos buitre defendidos por equipos de abogados expertos en guerras jurídicas dispuestos a saquear las arcas estatales de los países que se endeudan con apoyo del FMI y las élites locales. Por su parte, los Macri, Temer, Piñera y otros se ven beneficiados con cuantiosas comisiones (provenientes de la emisión de títulos de deuda) y sobre todo con la expectativa de convertirse en futuros CEOs de las empresas transnacionales que adquirirán las destrozadas redes productivas locales, mediante inversiones ínfimas.
3. Camisas pardas.
Los movimientos reaccionarios siempre han sido el resultado del intento de democratización de las sociedades y del desafío a los sectores privilegiados. Frente a Espartaco en Roma, a la irrupción de los trabajadores en 1870 o en 1917, y/o a la conformación del peronismo de la década del ’40, los poderes fácticos se aliaron con el objetivo de ahogar cualquier posibilidad de darle cabida o continuidad a la extensión de la equidad y la libertad. Todos los procesos de reacción responden al miedo que sienten los sectores del privilegio a perder el control del tablero: Bolsonaro y el resto de las derechas en el mundo irrumpen como expresión desesperada ante los posibles avances de los sectores democráticos.
Quienes los votan han sido cooptados por el terror ante la invasión de los extraños, a quienes se presenta como los responsables de amenazar aquello que se ha conquistado: el ultraliberalismo produce las condiciones de la marginalidad y la violencia y se ofrece para solucionar el problema con mano dura, homofobia, misoginia y etiquetamientos variados. El temor sistémico es inoculado a través de murmuraciones repetidas por los medios hegemónicos que instigan a la aceptación inmediata de respuestas rápidas y crueles. En forma paralela, el delito, el narcotráfico y la imbricación de los organismos de seguridad en los entramados oscuros del poder mafioso, aumentan con los efectos del ultraliberalismo y la falta de proyectos sociales colectivos esperanzadores.
4. Meteorología.
Las convocatorias a la violencia de Estado son exitosas cuando existe una ciudadanía carente de conciencia crítica, y al mismo tiempo ajena a los procesos de participación democrática cotidiana. Los climas reaccionarios necesitan fabricar enemigos internos y externos y de ser posible combinarlos. Pueden ser elegidos entre los más débiles y vulnerables con la condición de despertar desconfianzas generalizadas: migrantes, nacionalidades foráneas o portadores de características étnicas o fenotípicas suelen ser las víctimas prioritarias. Estos etiquetamientos son útiles para ocultar el proceso de deterioro que generan las políticas de acrecentamiento de la riqueza. Al instigar al odio hacia un enemigo se busca cambiar el eje del debate real sobre la producción material cultural y simbólica de las crisis que sus políticas producen.
5. Bienes.
La inclusión social expresada en el consumo aparece como una paradoja: el neoliberalismo excluye al tiempo que sus opositores, los sectores progresistas, intentan expandir el mercado interno. Cuando esto último sucede, los incluidos se desesperan por conservar lo que han adquirido y se identifican con facilidad con los discursos privatistas y discriminatorios. Desprecian a quienes están subsidiados por el Estado, porque los consideran competidores ilegítimos de su ascenso social.
6. Pánico.
Las olas reaccionarias hacen brotar los miedos atávicos de una sociedad y los redirigen hacia sujetos alejados de los generadores de la crisis. Los brasileños no votaron específicamente por los nazis sino, mayoritariamente, contra la inseguridad y contra la corrupción instalada como expresión (única) del PT, obviando la permanente estafa estructural que supone la fuga de capitales, el endeudamiento y la carga impositiva mayoritaria sobre los sectores más empobrecidos de las sociedades.
7. Pátina.
Ni Bolsonaro ni Trump ni Netanyahu ni Salvini ni Le Pen ni Macri son antisistema: son el corazón brutal del sistema, la expresión más cabal del capitalismo rentista, su versión más fidedigna y transparente. Todos ellos son tributarios de un nuevo sentido común basado en un doble soporte cultural: espiritual y académico.
Una teología de la prosperidad individual (santa y egoísta), y unos discursos econométricos que fetichizan las cuantificaciones obviando las orientaciones valorativas, como si pudiesen existir estas últimas en formatos ajenos al comportamiento humano. De esa manera se ofrecen ante los impávidos receptores como portadores de un halo divino y de una carcasa científica. Anuncian repetidamente que Dios y la Verdad los escoltan.
8. Damocles
En ese marco, las opciones que ofrece la globalización en términos de sistema político son tres: el pacto continuista que consiste en competir por nimiedades, sin discutir los puntos centrales del sistema. Desmontar el sistema de partidos en nombre de un “que se vayan todos”, dejándole al mercado la oferta electoral de vedettes, deportistas o actores para gobernar sin presiones. O la propuesta de derechas basadas en la persecución, la proscripción, la guerra jurídica y la deslegitimación mediática.
Cualquier oposición del tipo productivista, que pretenda limitar la especulación y valorizar el trabajo, será acusada de populista y descalificada en los altares bienpensantes del poder mundial. El modelo de democracia al que se puede acceder, aquel que autorizan, sólo es el que se ofrece como funcional a la financierización extorsiva.
9. Aniquilamiento
La lógica del mercado busca exterminar a la política porque ese es el único territorio donde las grandes mayorías pueden lograr la democratización de algo. Solo la remanida voluntad general o su versión remasterizada, el poder popular, pueden hacerle frente.
10. Atenti
Los que vienen marchando no son los santos.
https://www.youtube.com/watch?v=IDeX9IHQiXg
Los pastores guerreros del neoliberalismo argentino, argamasa espiritual de la oleada reaccionaria.
Jorge Elbaum: Sociólogo, doctor en Ciencias Económicas, analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la). Publicado en elcohetealaluna.com
El pueblo de los países pobres se mata trabajando para financiar el desarrollo de los países ricos. El Sur financia al Norte, y especialmente a las clases dominantes de los países del Norte. El medio de dominación más poderoso es actualmente la deuda. -Jean Ziegler
1. Bolsonaro no está solo.
Los climas políticos son contagiosos. Existen variadas formas de mímesis en la historia. Enlazar los procesos simultáneos que se dan en los distintos puntos cardinales implica aceptar que estamos viviendo un peligroso cambio de época. Desde la crisis económico-financiera de 2008 se aceleraron los discursos xenófobos, los desplazamientos poblacionales y los mecanismos sutiles o brutales de proteccionismo cultural y étnico: la parafernalia neoliberal de las fronteras abiertas se transformó en una maquinaria dispuesta para el desprecio al otro.
Una carga de provincianismo racista acompañada del recrudecimiento de las guerras comerciales más o menos abiertas. El supremacismo blanco de Trump que envía soldados para detener a hondureños desesperados, es el espejo de la Europa islamofóbica (constituidos estos últimos en los perseguidos judíos del presente). Quienes suscribieron la guerra civil en Siria clausuraron después las compuertas para las oleadas de desesperados que escapaban de los bombardeos.
En Italia la Liga Norte de Matteo Salvini empieza a discutir su Brexit. En Austria el partido neonazi FPÖ forma parte de la coalición gubernamental con dos ministerios, el de relaciones exteriores y el del interior. En Finlandia y en Suecia tres de cada diez ciudadanos apoyan a partidos que reivindican la discriminación y la superioridad blanca, haciendo caso omiso a las humillaciones que sufren diariamente los migrantes.
En Hungría, el premier Viktor Orban convoca a expresar la identidad moral y étnica de los magyares por sobre el resto de los habitantes. Marine Le Pen sigue conservando el favor de un cuarto de los franceses y por primera vez desde la Segunda Guerra un partido nazi entra en el Bundestag de la mano de Alternativa por Alemania, sin que el sistema político germano haya apelado a las cacareadas prohibiciones que existen sobre el discurso hitlerista.
En Polonia el partido Ley y Justicia de Jarosław Kaczyński impulsa y aprueba normativas revisionistas, condescendientes con los colaboracionistas nazis, quienes —según las nuevas normas— deben ser considerados como perseguidos por los soviéticos, luego de la Gran Guerra Patria. En Holanda Geert Wilders llama a prohibir las mezquitas y, en Israel, Netanyahu impone una Ley que legitima el apartheid, al tiempo que muchas democracias occidentales lo premian con el traslado de la embajada a Jerusalén, sin considerar la continuidad de la ocupación de Palestina.
2. El casino.
Existe una ofensiva reaccionaria motivada por la crisis estructural que se origina en la financierización. Este modelo de acumulación logra extorsionar al mundo productivo mediante la exigencia de rentabilidades solo alcanzables mediante la brutal precarización, la flexibilidad y la caída del poder adquisitivo de los salarios. La trampa radica en que el capital productivo se fuga hacia paraísos fiscales exigiendo que el mundo del trabajo maximice la explotación para poder competir con la rentabilidad ofrecida por su lógica rentística.
Su expresión más violenta son los fondos buitre defendidos por equipos de abogados expertos en guerras jurídicas dispuestos a saquear las arcas estatales de los países que se endeudan con apoyo del FMI y las élites locales. Por su parte, los Macri, Temer, Piñera y otros se ven beneficiados con cuantiosas comisiones (provenientes de la emisión de títulos de deuda) y sobre todo con la expectativa de convertirse en futuros CEOs de las empresas transnacionales que adquirirán las destrozadas redes productivas locales, mediante inversiones ínfimas.
3. Camisas pardas.
Los movimientos reaccionarios siempre han sido el resultado del intento de democratización de las sociedades y del desafío a los sectores privilegiados. Frente a Espartaco en Roma, a la irrupción de los trabajadores en 1870 o en 1917, y/o a la conformación del peronismo de la década del ’40, los poderes fácticos se aliaron con el objetivo de ahogar cualquier posibilidad de darle cabida o continuidad a la extensión de la equidad y la libertad. Todos los procesos de reacción responden al miedo que sienten los sectores del privilegio a perder el control del tablero: Bolsonaro y el resto de las derechas en el mundo irrumpen como expresión desesperada ante los posibles avances de los sectores democráticos.
Quienes los votan han sido cooptados por el terror ante la invasión de los extraños, a quienes se presenta como los responsables de amenazar aquello que se ha conquistado: el ultraliberalismo produce las condiciones de la marginalidad y la violencia y se ofrece para solucionar el problema con mano dura, homofobia, misoginia y etiquetamientos variados. El temor sistémico es inoculado a través de murmuraciones repetidas por los medios hegemónicos que instigan a la aceptación inmediata de respuestas rápidas y crueles. En forma paralela, el delito, el narcotráfico y la imbricación de los organismos de seguridad en los entramados oscuros del poder mafioso, aumentan con los efectos del ultraliberalismo y la falta de proyectos sociales colectivos esperanzadores.
4. Meteorología.
Las convocatorias a la violencia de Estado son exitosas cuando existe una ciudadanía carente de conciencia crítica, y al mismo tiempo ajena a los procesos de participación democrática cotidiana. Los climas reaccionarios necesitan fabricar enemigos internos y externos y de ser posible combinarlos. Pueden ser elegidos entre los más débiles y vulnerables con la condición de despertar desconfianzas generalizadas: migrantes, nacionalidades foráneas o portadores de características étnicas o fenotípicas suelen ser las víctimas prioritarias. Estos etiquetamientos son útiles para ocultar el proceso de deterioro que generan las políticas de acrecentamiento de la riqueza. Al instigar al odio hacia un enemigo se busca cambiar el eje del debate real sobre la producción material cultural y simbólica de las crisis que sus políticas producen.
5. Bienes.
La inclusión social expresada en el consumo aparece como una paradoja: el neoliberalismo excluye al tiempo que sus opositores, los sectores progresistas, intentan expandir el mercado interno. Cuando esto último sucede, los incluidos se desesperan por conservar lo que han adquirido y se identifican con facilidad con los discursos privatistas y discriminatorios. Desprecian a quienes están subsidiados por el Estado, porque los consideran competidores ilegítimos de su ascenso social.
6. Pánico.
Las olas reaccionarias hacen brotar los miedos atávicos de una sociedad y los redirigen hacia sujetos alejados de los generadores de la crisis. Los brasileños no votaron específicamente por los nazis sino, mayoritariamente, contra la inseguridad y contra la corrupción instalada como expresión (única) del PT, obviando la permanente estafa estructural que supone la fuga de capitales, el endeudamiento y la carga impositiva mayoritaria sobre los sectores más empobrecidos de las sociedades.
7. Pátina.
Ni Bolsonaro ni Trump ni Netanyahu ni Salvini ni Le Pen ni Macri son antisistema: son el corazón brutal del sistema, la expresión más cabal del capitalismo rentista, su versión más fidedigna y transparente. Todos ellos son tributarios de un nuevo sentido común basado en un doble soporte cultural: espiritual y académico.
Una teología de la prosperidad individual (santa y egoísta), y unos discursos econométricos que fetichizan las cuantificaciones obviando las orientaciones valorativas, como si pudiesen existir estas últimas en formatos ajenos al comportamiento humano. De esa manera se ofrecen ante los impávidos receptores como portadores de un halo divino y de una carcasa científica. Anuncian repetidamente que Dios y la Verdad los escoltan.
8. Damocles
En ese marco, las opciones que ofrece la globalización en términos de sistema político son tres: el pacto continuista que consiste en competir por nimiedades, sin discutir los puntos centrales del sistema. Desmontar el sistema de partidos en nombre de un “que se vayan todos”, dejándole al mercado la oferta electoral de vedettes, deportistas o actores para gobernar sin presiones. O la propuesta de derechas basadas en la persecución, la proscripción, la guerra jurídica y la deslegitimación mediática.
Cualquier oposición del tipo productivista, que pretenda limitar la especulación y valorizar el trabajo, será acusada de populista y descalificada en los altares bienpensantes del poder mundial. El modelo de democracia al que se puede acceder, aquel que autorizan, sólo es el que se ofrece como funcional a la financierización extorsiva.
9. Aniquilamiento
La lógica del mercado busca exterminar a la política porque ese es el único territorio donde las grandes mayorías pueden lograr la democratización de algo. Solo la remanida voluntad general o su versión remasterizada, el poder popular, pueden hacerle frente.
10. Atenti
Los que vienen marchando no son los santos.
https://www.youtube.com/watch?v=IDeX9IHQiXg
Los pastores guerreros del neoliberalismo argentino, argamasa espiritual de la oleada reaccionaria.
Jorge Elbaum: Sociólogo, doctor en Ciencias Económicas, analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la). Publicado en elcohetealaluna.com
miércoles, 4 de enero de 2017
Entrevista a Alberto Garzón, Coordinador general de Izquierda Unida. “El populismo de izquierda no busca reconstruir la izquierda sino demolerla”
Entrevistamos a Alberto Garzón en la redacción de La Marea tras la victoria de Donald Trump en EEUU y con el ambiente en Europa enrarecido por el auge de la extrema derecha. Preguntamos al coordinador general de IU, por las causas del ascenso de los neofascismos y sobre los retos a los que se presenta la izquierda para limitar su implantación.
¿Cuáles cree que son las causas principales del auge actual de opciones neofascistas en Europa y el mundo?
Cada país tiene sus singularidades y no hay respuestas simples. Una de las variables fundamentales es que la extrema derecha sabe canalizar la rabia y la frustración de un espacio social al que llamaríamos los perdedores de la globalización, aquellos sectores sociales que durante las últimas décadas han visto mermadas sus capacidades materiales para desarrollar un proyecto propio como consecuencia de la dinámica del capitalismo y de la globalización. Esta frustración se canaliza a través de actitudes políticas que, en este caso, transmiten la xenofobia, el racismo o el machismo como una suerte de herramienta protectora que le devuelva sus supuestos privilegios. Fundamentalmente, es el aspecto económico el que hace que los perdedores de la globalización apoyen estas opciones en ausencia de alternativas.
¿Qué responsabilidad tiene la izquierda del auge de estas opciones?
La izquierda clásica nació como expresión de la clase obrera y las clases más populares, explotadas y oprimidas. Esto ha ido mutando. Es obvio que la clase trabajadora ha cambiado mucho en los últimos siglos y la izquierda institucional cada vez ha estado menos vinculada con los sectores sociales menos desfavorecidos, en algunos casos incluso despreciándolos, como describe Owen Jones en Chavs. No se establece una relación de igual a igual entre la izquierda institucional y estos sectores. Por otra parte, la izquierda ha ido centrándose en temas como el ecologismo o el feminismo, que para mí son imprescindibles, pero lo ha hecho a costa de abandonar las vivencias cotidianas y materiales de las clases populares. Esto explica por qué sectores claramente víctimas de la globalización, como los parados, apuestan fundamentalmente por partidos de derecha como PP y Ciudadanos, en torno a un 21%; otro 20% se abstiene; un 11% vota al Partido Socialista, y sólo un 13% en este momento vota a Unidos Podemos. Creo que es una manifestación clara de que hay una izquierda desconectada de los intereses de la clase que dice representar.
¿Qué peso pudo haber tenido en esto la Tercera Vía de Tony Blair?
Por decirlo de una forma provocadora, la izquierda se hizo más pija en la medida en que se ha institucionalizado al aceptar los códigos y los contornos de un sistema que por naturaleza es injusto. La Tercera Vía de Blair lo que hacía era comprar las instituciones del capitalismo y también el discurso que justificaba este capitalismo, dejando huérfana a las capas de la población que sufrían las consecuencias de este sistema, huérfana de referencias políticas. Esta gente luego encuentra un espacio en la extrema derecha por falta de alternativa, entre muchos otros factores. En España la situación es distinta a la del Reino Unido y EEUU, pero hay un correlato. Existe una izquierda institucionalizada que desde la transición aceptó que el régimen del 78 era el mejor instrumento para la vida de las personas. Pero éstas han seguido sufriendo regresiones políticas, sociales, económicas. La izquierda institucionalizada se ha ido alejando de la vida cotidiana de la gente que más sufre la precariedad, el desempleo y la opresión. El discurso y la práctica de esta izquierda se ha hecho ininteligible y pueden ser el caldo de cultivo para una extrema derecha también en nuestro país. Es la señal de alarma que hemos de ver.
¿Cree que el discurso anti-establishment que emplean formaciones de izquierda puede ser contraproducente ya que los frutos luego los recogen opciones de extrema derecha?
Creo que sí hay que tener un discurso anti-establishment y rupturista pero lo que no puedes es calcar los discursos xenófobos ni tirar por esa línea. Una cosa es aceptar que el sistema es malo y que por lo tanto tu eres antisistema. Eso es correcto, pero no puedes comprar, como hacen los socialistas en Francia, el discurso o parte del discurso xenófobo para mitigar. Eso alimenta a la bestia. No se trata de enfrentarse a la extrema derecha con nuestra capacidad discursiva porque es muy difícil explicarle a la gente que sus problemas cotidianos de no poder la luz o alimentarse tres veces al día tienen que ver con un sistema económico frente a un discurso que culpa a los inmigrantes. Si esa batalla discursiva es la solución estamos perdidos. La solución no es discursiva, es de práctica política. Eso quiere decir que necesitas organizaciones que estén en el núcleo del conflicto. Un desahucio es un conflicto social, igual que un despido o un asesinato machista. Allí deben estar las organizaciones mostrando solidaridad y ayudando a las víctimas de la crisis, especialmente de la crisis de la globalización. A la hora de prestar esta ayuda sí que se debe emplear el discurso que explica cuáles son las causas de la crisis. Así es posible canalizar la rabia y la frustración por la vía de la izquierda. Eso siempre había sido una enseñanza de la izquierda clásica. Está claro que el anarquismo y el movimiento obrero socialista no entraron en España por la vía de los manifiestos sino por la práctica. La solución no es copiar los discursos sino ser coherente con una práctica que lleva incorporado un discurso coherente.
¿No hubiera sido más práctico para mejorar las condiciones materiales de la gente haber llegado a un pacto con el Partido Socialista?
No, porque nosotros decimos que las soluciones no van a venir solo del lado de las instituciones. Las transformaciones sociales se hacen fundamentalmente fuera del parlamento. Tiene que ver con las transformaciones que hace el propio capitalismo fuera de las instituciones, tiene que ver con la autoorganización de la gente en sus barrios, con el cambio de la concepción del mundo. Un ejemplo para entender el fondo de estos debates algo abstracto es la Plataforma para los Afectados de las Hipotecas (PAH). Es lo que Gramsci llamó intelectual orgánico o colectivo, es estar en el centro del conflicto, praxis política, acompañado de un discurso pedagógico que sea capaz de elevar la rabia a compromiso político. Imaginemos que la PAH en vez de tener estos valores de izquierda hubiera tenido valores de extrema derecha. Probablemente, hoy estaríamos hablando de otro fenómeno. La extrema derecha podía haber aprovechado ese espacio para introducir su discurso fascista con más facilidad, precisamente por vincularlo a la praxis política.
Como Amanecer Dorado en Grecia, que ayuda a las víctimas de la crisis económica, o el Hogar Social en Madrid…
Efectivamente, no es una situación nueva. El marxismo siempre se ha interpretado como la filosofía de la praxis. Quizás lo que le ha transformado fue el giro posmoderno de los años 1960 y 1970, que le dio cada vez más peso al discurso. En España la rabia se ha canalizado a través de un 15-M, por lo tanto la extrema derecha tiene más dificultad en encontrar espacios. Pero no cabe la menor duda de que el triunfo de la iglesia católica se debe a su capacidad de solucionar los problemas de la gente. Cuando cogen el pan, cogen la biblia. Todo eso es evidente para todo el mundo menos una élite academicista que sigue encerrada en su torre de marfil.
Así también funciona cierto caciquismo en muchas partes de España.
Sí, también. La izquierda ha pecado durante mucho tiempo de desinteresarse por las cuestiones materiales. La derecha, sin embargo, sí se preocupa por ellas, y su discurso está muy vinculado a las vivencias cotidianas. Cuando el PP habla de recuperación económica en las familias, se entiende como “puedo tener trabajo” y “puedo comer”. Ese es el populismo más profundo que tiene el PP. Mientras, la izquierda habla de otros asuntos, que insisto son imprescindibles, como el ecologismo, el feminismo, los derechos civiles, pero a costa de abandonar la parte material de la vida. A final esta izquierda ha entrado en una contradicción consigo mismo. Decimos representar una clase social que no nos vota.
En EEUU desde los sectores más progresistas se ha ridiculizado a Trump y sus seguidores. ¿Este clasismo puede existir también en Unidos Podemos?
Cuando uno ve que hay jóvenes anti-Trump en las grandes ciudades, con una visión cosmopolita y una comprensión de ser ganadores de la globalización, jóvenes que en términos clásicos llamaríamos pequeños burgueses, que queman las zapatillas New Balance porque su director o empresario ha dicho que apoya a Trump, es en el fondo una forma de demostrar cierto desprecio a las razones por las que Trump ha ganado, en cierta medida porque parte de la clase trabajadora se ha sentido empujada a votarle. Porque la victoria de Trump tiene que ver con este cambio de la clase trabajadora, en este caso blanca, que le vota más que a otros candidatos republicanos. Analizar esto es mucho más importante para la izquierda, en lugar de demostrar y decir qué idiotas son los votantes de Trump. Las causas son materiales, también racistas, pero en el fondo del racismo también hay causas materiales. Los que viven en burbujas pequeño burguesas sencillamente no son capaces de ver lo que ocurre en barrios más populares. Es un problema de entendimiento y es el gran riesgo de la izquierda. Deberíamos cambiar también la composición de nuestras organizaciones, otorgar cupos para que haya dirigentes que son trabajadores manuales, trabajadores precarios, del ámbito de los cuidados, es decir hacer del partido un reflejo más puro de lo que es la sociedad que pretende representar. En Unidos Podemos los dirigentes somos fundamentalmente expresión de gente que es víctima de la crisis pero no por las mismas razones por las que lo es la gente en los barrios más populares. Somos jóvenes que han sufrido una falta de perspectivas por causa de la crisis, sin ascensores sociales, expulsados de las universidades o del trabajo, viviendo en el mundo de la precariedad, aunque hemos tenido ciertos soportes como apoyo familiar o del Estado social. Pero es muy difícil que pertenezcamos al sector que lleva cinco años sin ningún ingreso. Cuando hay gente que dice orgullosa que los votantes de Podemos son los más cultos, que confunden con los más preparados, para nosotros debería ser un problema.
También es un problema que Unidos Podemos tenga dificultades para llegar a sectores rurales…
En IU sí que llegamos con facilidad porque hay una tradición fuerte campesina vinculada al movimiento obrero, como en Andalucía. Pero es verdad que Podemos ha tenido una irrupción más fuerte en las grandes ciudades, en los sectores digamos más ilustrados, y tiene más dificultad de llegar al mundo rural. Hay que reflexionar y aceptar el enfoque de clase para ver dónde están las deficiencias y dónde están las posibilidades de resolverlas. En UP efectivamente tenemos el riesgo de decir representar a una clase pero que en el tiempo se está abriendo un camino muy amplio para la extrema derecha porque nosotros somos incapaces de cubrir este espacio, un espacio que todavía cubren PP, PSOE, Ciudadanos, el espacio de la gente más desposeída que cree que votar a estos partidos es mejor que votar a UP.
¿Y qué puede hacer Unidos Podemos hoy para mejorar las condiciones materiales de esta gente?
continuar aquí:Antonio Maestre y Thilo Schäfer
¿Cuáles cree que son las causas principales del auge actual de opciones neofascistas en Europa y el mundo?
Cada país tiene sus singularidades y no hay respuestas simples. Una de las variables fundamentales es que la extrema derecha sabe canalizar la rabia y la frustración de un espacio social al que llamaríamos los perdedores de la globalización, aquellos sectores sociales que durante las últimas décadas han visto mermadas sus capacidades materiales para desarrollar un proyecto propio como consecuencia de la dinámica del capitalismo y de la globalización. Esta frustración se canaliza a través de actitudes políticas que, en este caso, transmiten la xenofobia, el racismo o el machismo como una suerte de herramienta protectora que le devuelva sus supuestos privilegios. Fundamentalmente, es el aspecto económico el que hace que los perdedores de la globalización apoyen estas opciones en ausencia de alternativas.
¿Qué responsabilidad tiene la izquierda del auge de estas opciones?
La izquierda clásica nació como expresión de la clase obrera y las clases más populares, explotadas y oprimidas. Esto ha ido mutando. Es obvio que la clase trabajadora ha cambiado mucho en los últimos siglos y la izquierda institucional cada vez ha estado menos vinculada con los sectores sociales menos desfavorecidos, en algunos casos incluso despreciándolos, como describe Owen Jones en Chavs. No se establece una relación de igual a igual entre la izquierda institucional y estos sectores. Por otra parte, la izquierda ha ido centrándose en temas como el ecologismo o el feminismo, que para mí son imprescindibles, pero lo ha hecho a costa de abandonar las vivencias cotidianas y materiales de las clases populares. Esto explica por qué sectores claramente víctimas de la globalización, como los parados, apuestan fundamentalmente por partidos de derecha como PP y Ciudadanos, en torno a un 21%; otro 20% se abstiene; un 11% vota al Partido Socialista, y sólo un 13% en este momento vota a Unidos Podemos. Creo que es una manifestación clara de que hay una izquierda desconectada de los intereses de la clase que dice representar.
¿Qué peso pudo haber tenido en esto la Tercera Vía de Tony Blair?
Por decirlo de una forma provocadora, la izquierda se hizo más pija en la medida en que se ha institucionalizado al aceptar los códigos y los contornos de un sistema que por naturaleza es injusto. La Tercera Vía de Blair lo que hacía era comprar las instituciones del capitalismo y también el discurso que justificaba este capitalismo, dejando huérfana a las capas de la población que sufrían las consecuencias de este sistema, huérfana de referencias políticas. Esta gente luego encuentra un espacio en la extrema derecha por falta de alternativa, entre muchos otros factores. En España la situación es distinta a la del Reino Unido y EEUU, pero hay un correlato. Existe una izquierda institucionalizada que desde la transición aceptó que el régimen del 78 era el mejor instrumento para la vida de las personas. Pero éstas han seguido sufriendo regresiones políticas, sociales, económicas. La izquierda institucionalizada se ha ido alejando de la vida cotidiana de la gente que más sufre la precariedad, el desempleo y la opresión. El discurso y la práctica de esta izquierda se ha hecho ininteligible y pueden ser el caldo de cultivo para una extrema derecha también en nuestro país. Es la señal de alarma que hemos de ver.
¿Cree que el discurso anti-establishment que emplean formaciones de izquierda puede ser contraproducente ya que los frutos luego los recogen opciones de extrema derecha?
Creo que sí hay que tener un discurso anti-establishment y rupturista pero lo que no puedes es calcar los discursos xenófobos ni tirar por esa línea. Una cosa es aceptar que el sistema es malo y que por lo tanto tu eres antisistema. Eso es correcto, pero no puedes comprar, como hacen los socialistas en Francia, el discurso o parte del discurso xenófobo para mitigar. Eso alimenta a la bestia. No se trata de enfrentarse a la extrema derecha con nuestra capacidad discursiva porque es muy difícil explicarle a la gente que sus problemas cotidianos de no poder la luz o alimentarse tres veces al día tienen que ver con un sistema económico frente a un discurso que culpa a los inmigrantes. Si esa batalla discursiva es la solución estamos perdidos. La solución no es discursiva, es de práctica política. Eso quiere decir que necesitas organizaciones que estén en el núcleo del conflicto. Un desahucio es un conflicto social, igual que un despido o un asesinato machista. Allí deben estar las organizaciones mostrando solidaridad y ayudando a las víctimas de la crisis, especialmente de la crisis de la globalización. A la hora de prestar esta ayuda sí que se debe emplear el discurso que explica cuáles son las causas de la crisis. Así es posible canalizar la rabia y la frustración por la vía de la izquierda. Eso siempre había sido una enseñanza de la izquierda clásica. Está claro que el anarquismo y el movimiento obrero socialista no entraron en España por la vía de los manifiestos sino por la práctica. La solución no es copiar los discursos sino ser coherente con una práctica que lleva incorporado un discurso coherente.
¿No hubiera sido más práctico para mejorar las condiciones materiales de la gente haber llegado a un pacto con el Partido Socialista?
No, porque nosotros decimos que las soluciones no van a venir solo del lado de las instituciones. Las transformaciones sociales se hacen fundamentalmente fuera del parlamento. Tiene que ver con las transformaciones que hace el propio capitalismo fuera de las instituciones, tiene que ver con la autoorganización de la gente en sus barrios, con el cambio de la concepción del mundo. Un ejemplo para entender el fondo de estos debates algo abstracto es la Plataforma para los Afectados de las Hipotecas (PAH). Es lo que Gramsci llamó intelectual orgánico o colectivo, es estar en el centro del conflicto, praxis política, acompañado de un discurso pedagógico que sea capaz de elevar la rabia a compromiso político. Imaginemos que la PAH en vez de tener estos valores de izquierda hubiera tenido valores de extrema derecha. Probablemente, hoy estaríamos hablando de otro fenómeno. La extrema derecha podía haber aprovechado ese espacio para introducir su discurso fascista con más facilidad, precisamente por vincularlo a la praxis política.
Como Amanecer Dorado en Grecia, que ayuda a las víctimas de la crisis económica, o el Hogar Social en Madrid…
Efectivamente, no es una situación nueva. El marxismo siempre se ha interpretado como la filosofía de la praxis. Quizás lo que le ha transformado fue el giro posmoderno de los años 1960 y 1970, que le dio cada vez más peso al discurso. En España la rabia se ha canalizado a través de un 15-M, por lo tanto la extrema derecha tiene más dificultad en encontrar espacios. Pero no cabe la menor duda de que el triunfo de la iglesia católica se debe a su capacidad de solucionar los problemas de la gente. Cuando cogen el pan, cogen la biblia. Todo eso es evidente para todo el mundo menos una élite academicista que sigue encerrada en su torre de marfil.
Así también funciona cierto caciquismo en muchas partes de España.
Sí, también. La izquierda ha pecado durante mucho tiempo de desinteresarse por las cuestiones materiales. La derecha, sin embargo, sí se preocupa por ellas, y su discurso está muy vinculado a las vivencias cotidianas. Cuando el PP habla de recuperación económica en las familias, se entiende como “puedo tener trabajo” y “puedo comer”. Ese es el populismo más profundo que tiene el PP. Mientras, la izquierda habla de otros asuntos, que insisto son imprescindibles, como el ecologismo, el feminismo, los derechos civiles, pero a costa de abandonar la parte material de la vida. A final esta izquierda ha entrado en una contradicción consigo mismo. Decimos representar una clase social que no nos vota.
En EEUU desde los sectores más progresistas se ha ridiculizado a Trump y sus seguidores. ¿Este clasismo puede existir también en Unidos Podemos?
Cuando uno ve que hay jóvenes anti-Trump en las grandes ciudades, con una visión cosmopolita y una comprensión de ser ganadores de la globalización, jóvenes que en términos clásicos llamaríamos pequeños burgueses, que queman las zapatillas New Balance porque su director o empresario ha dicho que apoya a Trump, es en el fondo una forma de demostrar cierto desprecio a las razones por las que Trump ha ganado, en cierta medida porque parte de la clase trabajadora se ha sentido empujada a votarle. Porque la victoria de Trump tiene que ver con este cambio de la clase trabajadora, en este caso blanca, que le vota más que a otros candidatos republicanos. Analizar esto es mucho más importante para la izquierda, en lugar de demostrar y decir qué idiotas son los votantes de Trump. Las causas son materiales, también racistas, pero en el fondo del racismo también hay causas materiales. Los que viven en burbujas pequeño burguesas sencillamente no son capaces de ver lo que ocurre en barrios más populares. Es un problema de entendimiento y es el gran riesgo de la izquierda. Deberíamos cambiar también la composición de nuestras organizaciones, otorgar cupos para que haya dirigentes que son trabajadores manuales, trabajadores precarios, del ámbito de los cuidados, es decir hacer del partido un reflejo más puro de lo que es la sociedad que pretende representar. En Unidos Podemos los dirigentes somos fundamentalmente expresión de gente que es víctima de la crisis pero no por las mismas razones por las que lo es la gente en los barrios más populares. Somos jóvenes que han sufrido una falta de perspectivas por causa de la crisis, sin ascensores sociales, expulsados de las universidades o del trabajo, viviendo en el mundo de la precariedad, aunque hemos tenido ciertos soportes como apoyo familiar o del Estado social. Pero es muy difícil que pertenezcamos al sector que lleva cinco años sin ningún ingreso. Cuando hay gente que dice orgullosa que los votantes de Podemos son los más cultos, que confunden con los más preparados, para nosotros debería ser un problema.
También es un problema que Unidos Podemos tenga dificultades para llegar a sectores rurales…
En IU sí que llegamos con facilidad porque hay una tradición fuerte campesina vinculada al movimiento obrero, como en Andalucía. Pero es verdad que Podemos ha tenido una irrupción más fuerte en las grandes ciudades, en los sectores digamos más ilustrados, y tiene más dificultad de llegar al mundo rural. Hay que reflexionar y aceptar el enfoque de clase para ver dónde están las deficiencias y dónde están las posibilidades de resolverlas. En UP efectivamente tenemos el riesgo de decir representar a una clase pero que en el tiempo se está abriendo un camino muy amplio para la extrema derecha porque nosotros somos incapaces de cubrir este espacio, un espacio que todavía cubren PP, PSOE, Ciudadanos, el espacio de la gente más desposeída que cree que votar a estos partidos es mejor que votar a UP.
¿Y qué puede hacer Unidos Podemos hoy para mejorar las condiciones materiales de esta gente?
continuar aquí:Antonio Maestre y Thilo Schäfer
La Marea
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