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sábado, 26 de marzo de 2022

Conducir por la vida con el freno de mano puesto.

Atrapados por la guerra, la pandemia, la erupción de un volcán, la inflación galopante, la subida del precio de la luz y de los carburantes, el desabastecimiento de los mercados… y otros males mayores, corremos el riesgo de olvidar problemas psicológicos que pasan inadvertidos. Uno de ellos es el de la autoestima de nuestros niños, niñas y jóvenes.

Hace unos días recibí un largo mensaje de Cristina Gutiérrez-Lestón, directora de la experiencia educativa La Granja, que comenzó hace años en Barcelona y ahora ha llegado también a Madrid. La Granja es una experiencia de alto nivel educativo que trabaja las emociones de niños y jóvenes en un espacio de ocio situado en plena naturaleza. Miles de niños y de jóvenes han pasado por esta vivencia que tiene el cielo por techo y echa sus raíces en el terreno de las emociones.

En el mensaje plantea Cristina una cuestión de enorme importancia: muchos niños y jóvenes de hoy muestran una inquietante baja autoestima. Es un fenómeno preocupante por todo lo que significa y por las consecuencias que ese hecho tiene para la infancia y la juventud. Dice Maxwel Maltz que la baja autoestima es como conducir por la vida con el freno de mano puesto.

Cristina comparte en su comunicado algunos casos con los que se encuentra en su trabajo: “Yo no soy importante, ni soy amiga mía. No me merezco tratarme bien porque no lo valgo”, dice Anna, una niña de 10 años. Anna, además, añadió: “a veces me hago una bolita en la cama y lloro en silencio, y no quiero que nadie me escuche”.

“Me odio a mí mismo: no me gusto físicamente, ni mi comportamiento ni como soy. Tengo un corazón blando, pero lo protejo con una capa de piedra dura y negra”, confiesa Javi, un niño de 10 años.

“Yo, cuando me enfado conmigo, voy al espejo y me insulto. Y me critico mirándome directamente a los ojos. En la escuela estoy más alegre, pero por dentro sufro siempre”, dice Sara, 9 años

Dice Cristina: “Es lo que ahora nos encontramos prácticamente cada día los profesionales de La Granja: bajísima autoestima. Nuestro proyecto de ocio educativo se transformó hace 18 años, en un espacio donde, además, se entrenaban las competencias emocionales de niños, jóvenes y docentes (con una metodología avalada por el Grupo de Investigación en Orientación Psicopedagógica de la Universidad de Barcelona). Ya entonces, las carencias emocionales que veíamos en los niños/as, debidos en buena parte a la sobreprotección, hicieron que nos replanteáramos nuestro proyecto educativo, por donde cada año pasan más de 20.000 alumnos de escuelas públicas y privadas”.

Nos alegra, añade Cristina, el nuevo Real Decreto del Ministerio de Educación para fomentar la autoestima en infantil el próximo curso, pero no es suficiente. En los 38 años que llevo trabajando con niños/as, nunca he visto lo que me encuentro cada día y con una intensidad que empieza a rayar la patología mental de manera global; una ansiedad que los ahoga, un estrés que los hace andar sin sentido, también un desánimo y una apatía que no les permite sonreír (una chica de 13 años me dijo ayer “yo no sé sonreír”). También vemos mucha rabia sin regulación que los hace pegarse e insultarse como una nueva forma de relacionarse, y por supuesto un miedo atroz, de aquel que paraliza.

Además, la tristeza lleva a muchos a la autolesión y el aislamiento, junto con notable y profunda baja autoestima y desconexión con uno mismo. Soy positiva y paciente, pero ahora es necesario y urgente que los medios nos ayudéis a los educadores en esta especie de lucha que tenemos para la salud emocional, haciendo programas o secciones serias y con periodicidad, y en espacios con una alta audiencia para que las herramientas para afrontar estos problemas en casa o en el aula, o en el trabajo, puedan llegar a toda la sociedad”.

Los seres humanos disfrutamos de una asombrosa aptitud para observarnos, analizarnos y valorarnos interiormente. La introspección es una maravillosa cualidad de la especie humana. El concepto de uno mismo se forja desde la infancia.

Cuando hablamos de alta autoestima es necesario diferenciar la autoestima saludable o constructiva basada en cualidades que fomentan el sano bienestar del individuo y de los demás, de la autoestima narcisista o destructiva que se alimenta del sentimiento de superioridad o de poder sobre el prójimo.

Los dos extremos son nocivos. La autoestima destructiva nos lleva a la depresión y, en última instancia, al suicidio. El otro extremo nos lleva a la petulancia y al narcisismo. El alcalde Nueva York, Edward I. Koch, en una entrevista realizada en la televisión, dijo al periodista: “¡Pero basta ya de mí! Hablemos de ti… ¿Qué piensas de mí?”. Es un grave error considerarse el ombligo del mundo.

Luis Rojas Marcos publicó hace algunos años un libro titulado “La autoestima. Nuestra fuerza secreta”. Define la autoestima como “el sentimiento, placentero de afecto o desagradable de repulsa, que acompaña a la valoración global que hacemos de nosotros mismos”.

William James es el primer investigador que analizó metódicamente el fenómeno de la autoestima. Sus ideas, plasmadas en 1980 en un texto pionero (Principios de psicología), han servido durante un siglo de modelo a todos los estudiosos de esta capacidad única de los seres humanos.

James sostenía que a la hora de valorarnos solemos manejar tres componentes. El primero y más importante es el “yo espiritual”. Este componente se refiere a nuestras facultades mentales, las creencias, y las inclinaciones más íntimas, nuestro estilo de pensar, de sentir y de actuar. En definitiva, los rasgos de nuestra personalidad. En segundo lugar, el “yo social”, las cualidades o defectos que reconocen en nosotros los demás, y la buena o mala reputación que tenemos en nuestro entorno social. El “yo material” es el tercer componente e incluye nuestra imagen corporal, las riquezas, el patrimonio económico y las propiedades que son importantes para nosotros.

Vivimos una época en la que los medios nos presentan a los triunfadores, a los que tienen éxito, a los que han llegado a la cumbre del deporte, de la canción, del dinero, de la belleza, de la política… ¿Qué es, al lado de estos semidioses, un joven que no tiene dinero, ni trabajo, ni fama, ni poder, ni presente, ni futuro?

Hay que pensar en la manera de fortalecer la autoestima. ¿Qué podemos hacer los adultos, padres y madres, y también el profesorado? Existe una amplísima bibliografía sobre el tema. Tengo delante una docena de libros: “Cómo educar la autoestima”, de José Antonio Alcántara; “Educar en la autoestima”, de María José Quiles; “La autoestima”, de Christophe André…

Es importante lo que nosotros pensamos de nuestros hijos o alumnos. Nosotros somos el espejo en el que se miran. Cargar de reproches, de descalificaciones, de desprecios, es el mejor modo de destruir un buen autoconcepto.

Es preciso evitar las profecías de autocumplimiento: Tú no vales, tú no sirves, tú nunca podrás, tú nunca llegarás, tú nunca aprenderás, tú nunca serásLa profecía de un suceso se suele convertir en el suceso de la profecía.

Es necesario cultivar la asertividad. Ayudarle a tomar conscientemente las decisiones por sí mismo, que se responsabilice de las consecuencias, que tenga libertad para equivocarse.

Conviene ayudar a que se acepte a sí mismo: su imagen, su origen, sus capacidades, su forma de ser y de relacionarse, su propia historia, con sus éxitos y sus fracasos.

No hay que hacer comparaciones destructivas. Siempre habrá otro más listo, más guapo, más fuerte, más competente, más simpático, más sociable, más atractivo… Cuando el punto de comparación es un hermano, la situación se agrava.

Hay que saber gestionar los errores, de modo que sean fuente de aprendizaje y no de desaliento. Es importante que no se humille a quien cometa una equivocación.

Es bueno fijar unos objetivos alcanzables para poder lanzarse, desde el logro, a nuevas metas. Por eso es importante que se ajusten los fines a los medios de que se dispone.

Sobre todo, hay que manifestar afecto y cariño de una forma auténtica, persistente y clara. De esa forma puede entender, que es digno de amor porque es como es.

Una cuestión decisiva la de la autoestima. “De todos los juicios que hacemos a lo largo de la vida, ninguno es tan relevante como el que hacemos sobre nosotros mismos. Porque este juicio es el motor de nuestra existencia”, dice Nathaniel Branden en su libro “Honrando el yo”. ¡A la tarea!

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2022/03/19/con-el-freno-de-mano-puesto/

miércoles, 2 de marzo de 2022

_- La poderosa emoción que nos ayuda a tomar mejores decisiones. El arrepentimiento.


_- Parece una escena de un romance épico.

En 1981, un joven estadounidense llamado Bruce viajaba por el norte de Francia cuando una morena guapa llamada Sandra se subió a su tren, en París, y se sentó a su lado.

La conversación surgió con facilidad, y pronto estaban riendo y tomados de la mano.

Cuando llegaron al destino de Sandra, una estación en Bélgica, se besaron y, en un impulso, Bruce consideró saltar del tren con ella para ver a dónde lo llevaría la vida. En cambio, rápidamente escribió su nombre y la dirección de sus padres en un trozo de papel.

Casi tan pronto como las puertas se cerraron, Bruce se arrepintió de no haber seguido su instinto. Después de su regreso a Estados Unidos, recibió una carta de Sandra.

"Tal vez sea una locura, pero cuando pienso en ti, sonrío", decía, pero, misteriosamente, no contenía la dirección del remitente.

En las décadas posteriores a ese encuentro, Bruce nunca dejó de preguntarse qué podría haber pasado si se hubiera bajado del tren.

Papel clave
La anécdota es solo una de las 16.000 historias que el autor Daniel Pink recopiló en su World Regret Survey (Sondeo Mundial sobre el Arrepentimiento).

Analizando estos datos y basándose en los últimos experimentos científicos, Pink ha podido identificar cuatro tipos diferentes de arrepentimiento y los tipos de eventos que tienen más probabilidades de conducir a cada uno de ellos.

El arrepentimiento es una emoción compleja, ya que implica un pensamiento contrafáctico.

Esta investigación, descrita en el nuevo libro de Pink, El poder del arrepentimiento, nos ayuda a comprender el papel crucial que juega el arrepentimiento en nuestras vidas, desde ayudándonos a cultivar amistades y tomar decisiones responsables hasta sopesar riesgos.

También destaca qué tipo de arrepentimiento es más profundo y sugiere muchas formas de hacer las paces con nuestras propias decepciones y errores.

Je ne regrette rien (no me arrepiento de nada)
Al igual que muchas emociones negativas, el arrepentimiento a menudo se considera un sentimiento puramente indeseable, uno que debemos acallar siempre que sea posible.

Considera la canción más famosa de Edith Piaf, o los muchos otros artistas, desde Emmylou Harris hasta Robbie Williams, que han cantado sobre la filosofía de vivir "sin remordimientos".

Los psicólogos, sin embargo, han demostrado que puede ser una emoción eminentemente útil. "Creo que sería una muy, muy mala idea eliminar los arrepentimientos en tu vida", dice Aidan Feeney, profesor de psicología de la Universidad Queen's en Belfast, Irlanda del Norte.

"Es un mecanismo para aprender a mejorar tu toma de decisiones, una señal de que tal vez necesites repensar tu estrategia".

El arrepentimiento es una emoción compleja, ya que implica un pensamiento contrafáctico, señala. Requiere la capacidad de imaginar opciones alternativas para eventos que ya sucedieron y la capacidad de comparar y contrastar esos diferentes resultados para determinar cuál hubieras preferido.

El arrepentimiento es uno de los temas más discutidos en las parejas.

Debido a esta complejidad, los niños pequeños suelen ser incapaces de sentir arrepentimiento y la emoción tiende a surgir alrededor de los seis o siete años.

La propia investigación de Feeney ha probado cómo la emoción es esencial para desarrollar una comprensión de la gratificación retrasada: nuestra capacidad de posponer una pequeña recompensa ahora para obtener una mayor recompensa después.

Experimento
Trabajando con Teresa McCormack, Aidan Feeney presentó dos cajas a un grupo de niños de 6 a 7 años. Las cajas estaban equipadas con un bloqueo temporizado, con una configuración para que una se abriese después de 30 segundos y la otra después de 10 minutos.

Los cronómetros de arena colocados al lado de cada caja mostraban a los niños cuánto tiempo tendrían que esperar para que se desbloqueara. Se les dijo que podían elegir elegir una caja para ganar su premio.

Esta tarea era un poco injusta, ya que los niños no sabían qué había en cada caja, por lo que la mayoría optó por la que se abrió primero, que contenía dos dulces. Solo después de que tomaron su decisión, les dijeron que si hubieran esperado a que se abriera la otra caja, podrían haber tenido cuatro dulces en su lugar, duplicando su premio.

Después de que los niños aprendieron esto, el equipo probó si sentían algún remordimiento por haber tomado la decisión equivocada. Al día siguiente, los psicólogos volvieron a presentar a los niños la misma tarea.

Los niños empiezan a tener sentimientos de arrepentimiento después de los 6, 7 años.

Descubrieron que los que habían desarrollado una sensación de arrepentimiento eran mucho más propensos a esperar la recompensa más grande, en comparación con los niños que aún no albergaban la emoción.

El arrepentimiento, al parecer, les ayudó a ser más pacientes para poder dominar la tentación de ir con el placer inmediato. La gratificación retrasada de este tipo es una forma esencial de autocontrol y se cree que es muy importante para el éxito de las personas en la vida.

Si puedes posponer el placer de jugar un juego de computadora para estudiar para los exámenes, por ejemplo, es más probable que obtengas un lugar en una buena universidad, lo que a su vez llevará a finanzas más estables para el futuro.

El arrepentimiento, el gran "maestro"
La literatura psicológica abunda en muchos otros ejemplos de los beneficios del arrepentimiento. El arrepentimiento por una mala negociación comercial ayuda a las personas a asegurarse de obtener mejores acuerdos en el futuro, por ejemplo.

Y si tomamos una decisión apresuradamente, el sentimiento de arrepentimiento asegura que consideremos una gama más amplia de información en el futuro.

Dichos hallazgos deberían ayudarnos a replantear la emoción de manera más positiva, dice Pink.

"Deberíamos ver el arrepentimiento como un maestro, tratando de decirnos algo importante".

Los cuatro sabores del arrepentimiento
El papel fundamental del arrepentimiento en nuestra cognición puede explicar por qué tantas personas lo experimentan con tanta frecuencia. Pink habla en particular de un estudio de 1984, que examinó las conversaciones de parejas casadas y de estudiantes universitarios.

Muchos arrepentimientos se centran en haber perdido por falta de atención relaciones con familiares o amigos.

Dentro de estas grabaciones, el arrepentimiento fue la segunda emoción más discutida después del amor. El hallazgo encaja con uno de los propios cuestionarios de Pink, que preguntaba con qué frecuencia las personas experimentan arrepentimiento. Alrededor del 20% de los encuestados afirmó sentir la emoción "todo el tiempo".

Al analizar los contenidos específicos de su Sondeo Mundial sobre el Arrepentimiento, Pink descubrió que los mayores arrepentimientos de la mayoría de las personas caen en uno de cuatro campos diferentes:

-Los fundacionales giran en torno a una falta de responsabilidad, que ha traicionado nuestra necesidad de estabilidad. Esto incluiría arrepentimientos por faltar a la escuela, gastar demasiado o descuidar tu salud, malos hábitos que tuvieron consecuencias negativas a largo plazo para la vida.

-Los arrepentimientos por falta de audacia provienen de ser demasiado cauteloso. Como descubrió Bruce en ese tren que viajaba por Francia y Bélgica, a veces se nos presentan oportunidades que pueden cambiarnos la vida.

-Los arrepentimientos morales se centran en otras personas, a quienes hemos lastimado con nuestras propias fallas. Engañar a una pareja es uno de los ejemplos más obvios y comunes.

-Los vinculados a la falta de conexión, que se refieren a la pérdida de relaciones con familiares, amigos o colegas, a menudo por simple negligencia.

"Estas cuatro [clases de] arrepentimiento se expresan una y otra vez en todo el mundo", dice Pink.

Cómo evitar futuros arrepentimientos
Curiosamente, los arrepentimientos respecto las conexiones, resultaron ser la experiencia más común en la encuesta de Pink. En su opinión, siempre debemos reconectarnos cuando sentimos que se está creando una distancia.

Arrepentirnos puede ayudarnos en el futuro a tomar mejores decisiones.

"Si te estás preguntando si comunicarte o no con alguien, el simple hecho de estar en esa encrucijada responde la pregunta", dice. "Eso, para mí personalmente, ha sido la mayor lección de esto".

De manera similar, el predominio de los arrepentimientos por falta de audacia nos muestra el peligro de ser demasiado temerosos de asumir riesgos; a veces está bien ser impulsivo.

Eso no significa que debamos abrazar activamente el peligro por capricho, pero en muchos casos "la gente ve más peligro del que realmente existe", dice Pink.

Esto puede ser particularmente cierto en los casos en que la timidez nos impiden buscar una oportunidad de trabajo única en la vida o acercarnos a un posible interés amoroso. Podemos tener la esperanza de escapar de la decepción o la vergüenza, pero a cambio, nos quedaremos para siempre preguntándonos "¿y si...?".

Una estrategia general para evitar el arrepentimiento futuro es imaginar deliberadamente los peores resultados potenciales antes de tomar una decisión, sugiere Pink.

Esta técnica podría ser particularmente útil para evitar los arrepentimientos morales y fundacionales, cuando no actúas de una manera que respete tus valores y preserve tu salud y felicidad futuras.

... y cómo lidiar con los arrepentimientos que tienes
La investigación de Pink también nos ofrece formas de hacer frente a los arrepentimientos que ya tenemos. Dados sus beneficios, ciertamente no queremos suprimir el sentimiento por completo, pero ciertas estrategias pueden ayudarnos a regular esta emoción, para que escuchemos su mensaje sin revolcarnos en la tristeza de nuestros errores pasados.

Pink explica que el primer paso es la divulgación. Cuando reprimimos los sentimientos dolorosos, pueden empeorar, pero hablar sobre la situación nos ayuda a verla de manera más analítica.

Si no tienes ganas de compartir tu arrepentimiento con otro ser humano, la investigación muestra que escribir un ensayo privado puede ser igual de productivo. Poner la emoción en palabras parece ayudarnos a procesar nuestros sentimientos de manera más constructiva.

En segundo lugar, puedes practicar la autocompasión, en lugar de caer en una autocrítica tóxica. Para hacerlo, debes dejar de castigarte con afirmaciones como "soy un perdedor" que enmarca tu error como una señal de un defecto innato e irreparable.

En cambio, puedes tratar de identificar los factores contextuales que podrían haberte empujado a tomar la decisión equivocada y recordar que no estás solo en tu dolor.

"A veces creemos que nuestra experiencia es más única de lo que realmente es; podrías pensar que eres la única persona que se ha arrepentido", dice Pink. "Pero créeme, no eres tan especial".

La investigación realizada por Kristin Neff, profesora asociada de la Universidad de Texas, Austin, en EE.UU., muestra que las personas que cultivan la autocompasión tienden a recuperarse del estrés y la tristeza más rápidamente y, lo que es más importante, también es más probable que cambien su comportamiento en el futuro en comparación con las personas autocríticas, para no cometer dos veces los mismos errores.

En otras palabras, una vez que hayas reconocido tu error, está más que bien tomarse un respiro.

Finalmente, Pink aboga por una estrategia psicológica conocida como autodistanciamiento, en la que tratas de tomar algún tipo de perspectiva externa sobre tus problemas.

Podrías imaginarte aconsejando a un amigo con un problema similar, por ejemplo. Varios estudios han demostrado que, al igual que la práctica de la autocompasión, esto puede ayudarnos a ver nuestra situación de manera más filosófica sin que nuestro pensamiento se vea abrumado por la emoción.

Nunca es tarde para arrepentirse y tratar de hacer cambios.

Puede que nunca sea demasiado tarde para empezar a sanar. Para su libro, Pink entrevistó a algunos de los participantes del sondeo. A través de estas conversaciones, supo que algunos ahora están tratando de compensar sus traiciones pasadas, mientras que otros repentinamente han decidido ponerse en contacto con amigos perdidos.

Parece que la encuesta los ayudó a aceptar sus sentimientos y los impulsó a actuar.

Bruce, por ejemplo, está tratando de hacer las paces con su mayor arrepentimiento. Más de 40 años desde que él y Sandra perdieron el contacto, recientemente publicó un mensaje en la sección de "conexiones perdidas" de Craigslist Paris, con la esperanza de que finalmente puedan volver a verse.

Él no puede cambiar el pasado, pero, habiendo llegado a un acuerdo con su arrepentimiento, puede intentar recuperar todo el tiempo perdido.

Esta nota fue publicada originalmente en BBC Worklife.

https://www.bbc.com/mundo/vert-cap-60366878

martes, 16 de octubre de 2018

Los tres ingredientes de la receta del amor

Intimidad, pasión y compromiso son los tres elementos que componen el amor de pareja. De su combinación surgen diferentes tipos de relación. Será más sólida la que contenga los tres y menos la que se base en uno

"EL AMOR es un intenso anhelo (deseo y necesidad) de unión con el otro”.
Así comienza el curso Anatomía del Amor, que cada año imparte la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid. “El amor, y no el sexo como se cree, es el auténtico mecanismo de supervivencia de la especie: las crías morirían sin el cuidado conjunto del padre y la madre durante sus primeros años de vida”. Eso explica Manuel de Juan Espinosa, el catedrático de Psicología que dirige el curso, para afirmar que ese sublime sentimiento es la fuerza más potente que mueve el mundo.

El argumento de Espinosa no dista del que, con más cinismo quizá, sostenía en su Metafísica del amor ­sexual el filósofo Schopenhauer cuando dio un giro biologicista a la filosofía al afirmar que el amor no era más que una coartada del sexo para perpetuar la especie. Dos siglos después de aquel escándalo, los científicos ya no cuestionan la teoría psicobiológica del amor, que se desarrolla en tres fases equivalentes al ciclo reproductivo:

— El deseo: La atracción sexual, la libido. Es lo que hace que elijamos a una pareja y no a otra en función de parámetros meramente físicos, relacionados con preferencias genéticas y criterios reproductivos.

— La pasión amorosa: Es el momento de la unión física de la pareja, cuando la relación se consuma y se mantiene. Su fundamento biológico es la procreación.

— El apego: Es el sentimiento profundo hacia el compañero a largo plazo, que responde a la necesidad de crianza, sin el cual la supervivencia de las crías estaría en riesgo.

Que la estructura del amor esté asociada a su origen reproductivo no obsta para que se repita de la misma manera entre personas de cualquier edad, sea fértil o no; se da igualmente con independencia de la voluntad de procrear y de la opción sexual de ambos miembros de la pareja.

El amor puede comenzar en cualquiera de esas fases. Cada una está gobernada por redes cerebrales diferentes, con químicas distintas que generan comportamientos variados (conductas, esperanzas, sueños…), pero todos con un mismo fin: la consumación sexual imprescindible para la supervivencia de la especie.

Los tres ingredientes de la receta del amor
En paralelo a esta clasificación de las fases basada en criterios biológicos, la mayoría de los estudios actuales sobre la psicología de este sentimiento se basan en la teoría triangular del amor, elaborada por el psicólogo Robert Sternberg. Según este profesor de la Universidad de Yale, el amor de pareja se compone de tres elementos:

— La intimidad, que comprende los sentimientos de conexión, vínculo afectivo y, especialmente, la autorrevelación, que en psicología significa revelar al otro aspectos íntimos de uno mismo.

— La pasión, que supone el deseo intenso de unión sexual o romántica con el otro.

— El compromiso, que supone la decisión de amar a otra persona y la promesa de mantener vivo ese sentimiento.

De la combinación de estos tres pilares surgen diferentes tipos de amor. Será más sólido el que contenga los tres y menos los amores basados en uno. El encaprichamiento sería el más básico y frágil, eso que llamamos “amor a primera vista”, que surge de la pasión sin intimidad ni compromiso. En el “amor romántico” existe una unión sentimental y pasional, pero carece de compromiso: es el típico amor de verano.

La relación ideal es el amor consumado, el único que contiene los tres elementos.
Es la relación perseguida por todos, pero la más difícil de conseguir y, sobre todo, de mantener en el tiempo: es casi imposible si no hay un compromiso de los miembros de la pareja para mantener los tres engranajes bien engrasados. Conservar la admiración mutua, manifestar el afecto con frecuencia, preservar el respeto, cuidar la propia imagen, mantener espacios propios, cultivar afinidades y aceptar al otro como es son algunas de las claves para que la relación amorosa sea satisfactoria y duradera.

La pasión amorosa de la primera teoría es el tiempo fisiológico que corresponde al amor romántico de la segunda: es el momento tórrido de la relación, cuando la sexualidad está más presente. Es eso que llaman enamoramiento. Este estado es transitorio: según los expertos, dura aproximadamente un año. Para Freud, si se prolongara durante muchos años, se trataría de un amor patológico.

El psicólogo especialista en relaciones amorosas Walter Riso asegura que “el enamoramiento parece rayar en la patología y, en ocasiones, no es otra cosa que una obsesión exacerbada”. En su libro Guía práctica para superar la dependencia emocional: 13 pasos para amar con independencia y libertad (Phrònesis) numera las actitudes más frecuentes en el enamoramiento:

-Idealización del otro. 
-Exclusividad (solo te apetece sexualmente tu pareja). 
-Apego (pensar que nada tiene sentido sin el otro). 
-Ilusión de permanencia (creer que ese amor es único). 
-Pensamientos obsesivos (la mente estará al servicio de la otra persona). 
-Sentido de fusión (sensación de ser almas gemelas). 
-Riesgos irracionales (la conducta se hace compulsiva).

Esta locura, provocada por una tormenta hormonal que se retroalimenta, sería preocupante si no fuera un estado transitorio. En un año como máximo acabará. Con suerte, y con una dosis equilibrada de intimidad, compromiso y pasión, se transformará en el perseguido amor consumado.

https://elpais.com/elpais/2018/10/08/eps/1539005783_857877.html

https://youtu.be/bFgwNUP9Yos