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martes, 12 de agosto de 2014

A ambos lados de La Raya. De la ciudad portuguesa de Évora al teatro romano de Medellín, cinco deliciosas escapadas que pueden partir de Badajoz

Cerca de Badajoz, tanto de un lado como de otro de la frontera luso-española, queda mucho territorio por descubrir. Existen campos y pueblos poco explotados turísticamente que se mantienen encantadores. Plazas donde los paisanos son más frecuentes que los turistas, paisajes donde la huella del hombre es apenas perceptible y ciudades que se mueven a impulsos ciudadanos y no económicos. Cinco propuestas para vivir el lado más auténtico de este rincón del oeste peninsular partiendo desde Badajoz. Más aquí. Fuente: El País de viajes.

domingo, 13 de julio de 2014

Placeres capitales en Venecia. Una ‘pasta povera’ en el restaurante La Cusina o un cóctel Bellini en el Cips Club del hotel Cipriani. En góndola, camino de la isla Giudecca para redescubrir la ciudad de Casanova

El tiempo nos hace prisioneros y cada paso que das es un paso menos, por eso te recomiendo una vez en la vida regalarte el privilegio de poder pecar y disfrutar de alguno de los placeres perfectos que ofrece Venecia y la belleza. Los pecados que se convierten en placeres capitales.

Puedes gastarte los ahorros que no sabes si tendrás tiempo de gastar, irte de luna de miel o, como decía Truman Capote (otro asiduo del Palazzo Dandolo), tener un amigo rico, pero procura no morir sin comer, beber o amar en uno de estos rincones de la Serenísima.

Ya lo dijo Peggy Guggenheim: una vez que la ciudad te ha mirado nadie puede salvarte. Regresarás a ella una y otra vez. Volverás con una u otra excusa a la isla de los Comedores de Loto. Nada te prepara para el hechizo veneciano y nada puede apartarlo de ti, ni siquiera las hordas de turistas de un solo día que forman un torrente humano por la Strada Nuova. Incluso en lo más tórrido del Carnaval o en lo más alto de la temporada alta, Venecia puede ser solo tuya. Si miras hacia arriba, en lo más alto de este poema de piedra está el oasis perfecto para escapar no solo de la vulgaridad y de la crisis, sino también de la realidad, porque esta isla está fuera del mundo y te transportará a otro universo en el que la vida real parece un sueño.

Nuestra ruta por los mejores de los pecados capitales comienza en el edificio que se ha convertido en uno de los símbolos de Venecia: el Palazzo Dandolo, sede del hotel Danieli, o, mejor dicho, de Il Danieli, porque el Danieli no es un hotel, sino que se ha convertido en un mito. En su hall con chimenea y en un baile de máscaras, Onassis encontró la mirada de María Callas y en una de sus habitaciones con vista a la isla de San Giorgio se consumó su amor por primera vez, pero no por última. Proust, que había leído durante años sobre Venecia, describió el sonido de las campanadas desde sus ventanas. Il Danieli es el lugar perfecto para la vida eterna y para sumergirnos en los tres pecados: comer, beber, amar. Empezaremos por el menos prohibido.

01 COMER
Nadie debería morir sin haber gozado del restaurante con las mejores vistas y quizá la mejor cocina de Venecia. El Terrassa del Danieli domina la plaza del Agua, que se extiende de la Salute a la isla de San Giorgio. Su chef, Gian Nicola Colucci, mezcla los sabores de Oriente y de Occidente con platos que recuperan la cocina de los dogos venecianos. Por algo el Danieli está a pocos pasos del puente de los Suspiros y del palacio Ducal, en un extremo de la Piazza di San Marcos. Si atravesamos la piazza por la acera del café Florián, escondido en una callejuela diminuta encontraremos el hotel Europa Regina, uno de los secretos bien guardados de Venecia. Su terraza, mirando a la Salute, puede ser el refugio perfecto en Carnaval, cuando las multitudes invaden la ciudad por unas horas. Aquí está otro de mis pecados de gula favoritos, por obra y gracia del chef Alberto Fol, alma del restaurante La Cusina, que recorre Italia recuperando viejas recetas como un arqueólogo del apetito. Su pasta povera al guazzetto di frutti di mare puede convertir a un anciano en joven y a un amargado en hombre feliz, al menos el tiempo en que dura el vino y la luna sobre la iglesia de Santa Maria della Salute. Y la última sorpresa para el paladar y la pecadora lengua está al otro lado de la laguna, pero comienza en el embarcadero de San Marcos. Allí, en un buen día de verano, puede oírse jurar en veinte lenguas, pero todos los pesares quedan atrás si subimos a una góndola como hizo Casanova y nos alejamos de nuevo del gentío para escondernos en la isla de la Giudecca en otro lugar mítico de Venecia: el hotel del Orient Express, el Cipriani, donde se alojan los viajeros que quieren entrar en la leyenda del tren Venecia-Simplon, el refugio de las estrellas de Hollywood durante la Mostra de Venecia... (Ilustración Urban Sketchers)
Leer más aquí en el País de los viajes.

viernes, 4 de julio de 2014

Oporto

Ruta por Oporto. Del Café Majestic a la Fundación Serralves

Los días son tan luminosos que las fachadas de la Ribeira parecen haber sido recientemente pintadas. Rojos sobre todo, pero también amarillos y azules intensos. Otras lucen azulejos que les dan más singularidad. Terrazas, tabernas, buenos restaurantes con festines marinos, y las ropas tendidas como velas al viento. El río Duero bajo los puentes. El de Luis I (1886), por encima del muelle, todo de hierro y de dos pisos. El de María Pía (1877) o el de São João (1991), más reciente, fino, etéreo. En el de María Pía, Seyrig interpretó a Eiffel: un sueño largo, un tiovivo, un funambulismo seguro. Unos pilares junto al de Luis I nos recuerdan que allí estuvo otro anterior a todos estos, el puente Pênsil, que en 1841 sustituyó al puente de las Barcas.

Desde los muelles, desde el Postigo do Carvão, la única puerta monumental que se conserva de las 18 que tenía la muralla Fernandina (siglo XIV), observo el funicular dos Guindais, que sube hasta la Rua Augusto Rosa, es decir, va desde el muelle de la Ribeira hasta el barrio de Batalha. Oporto es dura de caminar, tiene cuestas por doquier. Ahora todo lo revisito. La Casa do Infante, donde supuestamente vino al mundo don Enrique el Navegante, y hoy es Archivo Histórico Municipal después de Casa de la Moneda o Aduana; el Mercado Ferreira Borges; el Palacio de la Bolsa; las iglesias de San Francisco y la de San Nicolás, una barroca y la otra de azulejos azules. Aparte de las vistas que se contemplan desde la plaza de la catedral, lo más interesante para mí de esta fortaleza medieval es el claustro de azulejería. En la plaza de la Libertad me entristece ver el antiguo Café Imperial convertido en un McDonald’s. Sin embargo, el Café Majestic resiste, apenas hay sitio para sentarse. Pocas veces he visto tantas mesas colocadas por metro cuadrado. Mejor esto que la comida basura. En la estación de San Bento me encuentro como en casa. Está igual que siempre. Paseo por ella como si lo hiciera, en viajes anteriores, con familiares que ya tomaron el tren sin retorno. Muy cerca entro en la Capilla de las Almas, un pequeño templo, también con fachada de azulejos que reproducen las vidas de san Francisco de Asís y santa Catalina. La Torre de los Clérigos es otro faro de la ciudad. Me sirve a mí de referencia, pero también lo era para los barcos que navegaban por el Duero.

En la plaza de Gomes Teixeira está la Universidad, la iglesia del Carmen, la librería Lello e Irmão y la Casa Oriental. A los dependientes de la librería, desbordados por los visitantes que no por los compradores de libros, les animo a que cobren la entrada. Harry Potter no les ha hecho nada bien (su autora, J. K. Rowling, vivió en la ciudad como profesora de inglés, y los turistas visitan la librería neogótica, de 1906, como uno de los lugares que inspiraron la estética de la saga juvenil). A este paso, las multitudes la derrumbarán. Ellos ponen cara de circunstancias. Me detengo tiempo viendo libros y seleccionando algunos para llevarme, pero la ola de gente me impide pararme todo el tiempo que quisiera. La escalera de madera labrada tiembla ante tanta masa como si estuviera poseída por la carcoma. ¡Ah!, qué maravilla cuando sólo estábamos los lectores. Hoy todo es espectáculo sin respeto. En la Casa Oriental, no sé cuánto tiempo durará aún, huelo el bacalao seco, las especias, el café y el chocolate que me gustaría tomar.

El libro más triste
El vecino jardín de João Chagas está dedicado a algunos poetas portugueses como, por ejemplo, Antonio Nobre, autor de So, para Pessoa el libro más triste de la literatura portuguesa, o no sé si incluso universal. Hay también varias esculturas de Jacobo Muñoz entre los plátanos centenarios. El jardín está flanqueado por tres grandes edificios. El Palacio de Justicia, de aires neorromanos; el Hospital de San Antonio, del siglo XVIII, y la antigua Cadeia da Relação (el tribunal de justicia y prisión), que hoy es el Centro Portugués de la Fotografía. El proyecto de rehabilitación fue preparado por los arquitectos Eduardo Soto Moura y Humberto Vieira. Aquí estuvieron presos Camilo Castelo Branco y Ana Plácido. Ambos estaban acusados de adulterio. Delante de lo que fue cárcel y ahora centro cultural se levanta una gran estatua del escritor portugués.

El Museo Nacional Soares dos Reis, un edificio del XVIII, contiene obras de arte muy interesantes. Un autorretrato de Aurelia de Souza (1866-1922) en rojo y azul y la escultura tremendamente inquietante de Antonio Teixeira Lopes Infancia de Caín. Muchos otros museos tiene Oporto, todos magníficos, pero el del tranvía es para mí siempre de visita obligada. Pura nostalgia, pura melancolía. ¡Cuántas vidas fueron en ellos de un lugar a otro! Ahora están vacíos, totalmente vacíos y abandonados ante nuestras miradas solitarias.

La Casa de la Música y la Fundación Serralves son dos edificios ejemplares de la arquitectura del siglo XXI. El primero, del arquitecto holandés Rem Koolhaas, un cubo muy aéreo y, a pesar del hormigón, muy transparente El segundo, del arquitecto portuense Álvaro Siza. Edificio de líneas rectas y muros blancos, con distintos desniveles y grandes ventanales que dan una iluminación rica. El museo tiene una magnífica colección de arte contemporáneo. Coincido con una exposición muy interesante para mí sobre los libros imposibles de los artistas. Libros de diversos materiales, no sólo en papel, sin escrituras o con escrituras ilegibles, pero, sobre todo, pintados en rojo, azul, verde, blanco.

La casa art déco, que está a pocos metros de distancia, es impresionante, al igual que los jardines. Pocas veces había entrado en un espacio así (en mis anteriores viajes estaba cerrada) y la sensación es grandiosa. El aire, el espacio y la luz como fuentes de vida. Además, se conservan también muebles de época, de los años veinte del pasado siglo. Las vistas desde los pasillos, escaleras y balcones interiores son tan majestuosas que no la hacen depender de esas otras vistas hacia el jardín exterior, tan inmenso y tan plácido. Vista interior intensa, vista exterior desmesurada. Un lugar extraordinario, sorprendente. No creo que en Europa (asolada por las guerras civiles) existan otras muchas muestras así. Jacques Émile Ruhlmann diseñó una obra perfecta que el tiempo ha engrandecido.

No puedo irme de Oporto sin visitar la tumba de Camilo Castelo Branco en el Prado do Repouso o Prado Longo, junto a la iglesia da Lapa, de aire masón, con un altar salomónico. La tumba es un pequeño nicho en lo más alto. Demasiado para un suicida en un cementerio católico. Solo pone su nombre. Hay una rama de laurel en bronce con motivo de uno de los centenarios. El cementerio es pequeño, como de pueblo, repleto de panteones. Los ataúdes no están tapados, sino a la vista, se exhiben como la última instalación de arte moderno de la que formaremos parte en la vida. Entre tanta muerte, recuerdo a la muchacha que acabo de ver paseando a sus dálmatas por la Rua dos Carmelitas. Me sonrió, y esa sonrisa vale por todos estos muertos, incluido Camilo; a él también le hubiera gustado este gesto de vida. “Como el lirio entre los cardos, / así mi amada entre las mozas”, dice El cantar de los cantares. Libro más santo, imposible.

De regreso a A Coruña me desvío en Vila Nova de Famalicão para de allí ir a São Miguel de Seide, un pequeño pueblo donde está la casa que habitó Camilo con Ana. La levantó Pinheiro Alves, el esposo de Ana, en el año 1830, con el dinero ahorrado en Brasil. En el invierno de 1863 se instaló allí el novelista tras la muerte del antiguo propietario, producida, en parte, por el disgusto que le había causado la absolución de los adúlteros. Desde esa fecha vivió allí el novelista con su familia hasta el 1 de junio de 1890, cuando se pegó un tiro. Una casa donde escribió gran parte de su obra, pero también donde vivió muchas desgracias. La muerte de su hijastro, con quien estaba muy unido; la locura de Jorge y las ruinas económicas de Nuno, ambos nacidos de la relación con Ana. Pero quizá lo peor de todo fue que aquella pasión amorosa, contra todos y contra todo, naufragó con los años de convivencia. Ana también era escritora, y sus celos eran producto de las reiteradas infidelidades, pero también intelectuales. Las fotos, ambos ya mayores, reflejan ese amor transformado casi en odio y desesperación. La casa del autor de Amor de perdición ardió en 1915 y varios años después fue reconstruida. En ella están las estancias habituales, las habitaciones, los salones, el gran despacho donde trabajaba y las estanterías con libros, sobre todo de autores franceses. Su dormitorio era muy austero, aún se conservan sombreros y bastones suyos. En la mecedora fue donde se pegó el tiro. Apenas veía y acababa de ser visitado por el médico amigo. La agonía le duró varias horas. Durante años escribió de pie. Camilo buscó el amor por doquier, frenéticamente, pero no fue feliz, como la mayor parte de los protagonistas de sus novelas. Onde está a felicidade? es el título de una de sus obras. ¿Quién lo sabe? Esta casa rezuma tristeza y dramatismo. La gloria a veces es una pesada carga.

Paso por Ponte de Lima, el río del olvido, y allí me incorporo a la legión de Decio Junio Bruto.
» César Antonio Molina, en El País de los Viajes.

Guía

Visitas

» Fundación Serralves (www.serralves.pt).  Rua João de Castro, 210
» Museu Soares dos Reis (www.museusoaresdosreis.pt). Rua D. Manuel II.
» Centro Portugués de Fotografía (www.cpf.pt). Largo Amor de Perdição.
» Librería Lello e Irmão. Rua das Carmelitas, 144.
» Casa da Música (www.casadamusica.com). Avenida da Boavista, 604-610.

Información

» Oficina de turismo de Oporto (www.visitporto.travel).
Fuente:  http://elviajero.elpais.com/elviajero/2014/06/26/actualidad/1403778649_462703.html
Postres para este mes en el restaurante de la Casa de la Música, aquí. Y me permito recomendar el restaurante de la fundación Serralves, en especial su bufet y el de postres.

martes, 25 de febrero de 2014

10 viajes por España

10 escapadas con alojamiento asequible
Hace unos días una lectora del blog me escribía en un comentario que estaban muy bien esos viajes maravillosos y lejanos de los que suelo hablar, pero que para la mayoría de los mortales eran lugares inalcanzables por su elevado costo. Y tenía razón. Los periodistas de viajes solemos dejarnos llevar por lo exótico y lo espectacular, y olvidamos con frecuencia hablar también de esos otros rincones más cercanos y asequibles, que en definitiva son a los que va la mayoría de viajeros. Y España está llena de ellos. Así que para enmendar mi error aquí van 10 propuestas de viaje por España económicas, que se pueden hacer con un presupuesto muy ajustado. En cada una de ellas he añadido un alojamiento de buena relación calidad/precio con habitación doble por menos de 50 euros (las tarifas pueden variar según temporada). Además en cualquiera de esos diez destinos es fácil encontrar también hostales y pensiones más baratas.

Estas son las 10 propuestas:

1. Daroca, laguna de Gallocanta y monasterio de Piedra (Zaragoza y Teruel)
Entre los valles del Jiloca y del río Piedra, al sur de Zaragoza, se abre una comarca poco conocida pero llena de encantos. En localidades como Daroca encontraremos algunos de los mejores ejemplos de mudéjar aragonés. La laguna de Gallocanta es el gran aeropuerto intermedio de miles de grullas centroeuropeas, que pasan el invierno en este humedal; uno de los mayores espectáculos que la naturaleza reserva a los amantes de la ornitología. La ruta acaba en el Monasterio de Piedra, un oasis de verdor en medio de los secarrales aragoneses.
Para dormir:, Albergue Allucant:  (en la laguna de Gallocanta), en habitaciones múltiples, 13€. Habitación doble, 50€.

2. El valle de1 Baztán (Navarra)
Encajado entre el puerto de Velate y la cordillera pirenaica, el Baztán, el valle más extenso de Navarra, es también uno de los paisajes más bucólicos y bien conservados de toda la comunidad foral. Un escenario de prados verdes y cuadriculados, caseríos de piedra y bosques de frondosas que parece sacado de un cuento de Pío Baroja. Elizondo es su capital, pero está lleno de pueblecitos encantadores con genuinos caseríos navarros, como Erratzu o Amaiur. Si dejamos el Baztán por el norte, una vez pasado el puerto de Otsondo, aparecen las cuevas de Zugarramurdi (la catedral de la brujería navarra).
Para dormir La Posada de Ziga:(Ziga), doble 50€.

3. Cabárceno y los valles de Carriedo y Pas (Cantabria)
La reutilización de una antigua mina a cielo abierto permitió crear en Cantabria uno de los parques zoológicos más originales de España. Pináculos de piedra caliza, estrechas hondonadas, valles excavados a pico y más de 4.000 árboles de 64 especies distintas forman el paisaje quebrado y laberíntico del Parque de la Naturaleza de Cabárceno, un muestrario de la fauna de los cinco continentes. Desde allí se puede remontar el río Pisueña para visitar Villacarriedo y Selaya, dos núcleos urbanos de casonas cántabras rodeadas de infinitos prados verdes. La ruta puede acabar en Liérganes tras descubrir San Roque de Riomiera, una de las tres villas pasiegas.
Para dormir: Posada La Casona de Linares (Selaya); doble, 40€.

4. Grazalema y los pueblos blancos (Cádiz y Málaga)
Una enorme masa de bosque mediterráneo (alcornoques, quejigos, encinas y algarrobos) cubre esta sierra gaditana y malagueña. Pueblos de geranios y cal como Grazalema, Benamahoma, El Bosque o Ubrique puntean de blanco el interminable lienzo verde de los árboles. Aunque la verdadera joya ecológica del Parque Natural de la sierra de Grazalema ocupa una pequeña mancha de apenas mil hectáreas, a altitudes superiores a los 1.000 metros y en suelos calizos de zonas de umbría. Es el bosque de pinsapos, una conífera emparentada con los abetos de la zona fría del hemisferio norte que hace unos 15.000 años se adaptó a estas condiciones climáticas sureñas y se quedó a vivir en unos pocos rincones de Andalucía.
Para dormir:  Hospedería Casa de las Piedras (Grazalema); doble desde 48€.

5. Los valles moriscos de la Marina Alta (Alicante)
A apenas media hora de coche de la costa alicantina, atestada de turistas y edificios de apartamentos, se abren tres valles pequeños, escondidos y de innegable sabor levantino. Son los valles más escondidos de la comarca de la Marina Alta (Gallinera, Alcalá y Ebo), últimos reductos moriscos de Alicante, un lugar donde las huertas y los azarbes, las aldeas blancas de callejuelas frescas, las palmeras y los campanarios destacando sobre la techumbre de adobe de las casas morunas nos hablan de otro Alicante muy alejado del tópico de sol y playa. Una ruta con salida y llegada en Pego por un territorio desconocido para la mayoría de viajeros.
Para dormir: Hotel Rural Barranc De L’infern (Vall d’Ebo); doble desde 50€.

6. Ruta de los tres templos (Guipúzcoa)
Los ríos Urola y Deba marcan una ruta por el corazón verde de Guipúzcoa en busca de tres de los santuarios más conocidos y queridos de Euskadi. El primero es la suntuosa basílica de Loiola, en Azpeitia, levantada sobre el solar donde nació el fundador de la Compañía de Jesús. Sin dejar el cauce del Urola, seguiremos después hacia Zumárraga y la ermita de la Antigua, una iglesia medieval con un riquísimo artesonado de madera. Tras saltar la cabecera del río Deba y visitar Oñate, la villa más señorial de la comarca, subiremos hasta el santuario de Arantzazu, la patrona de Guipúzcoa, uno de los lugares míticos de peregrinación del País Vasco.
Para dormir: Goiko Benta (Arantzazu, Oñati); doble 52€.

7. Parque de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas (Jaén)
Con 214.000 hectáreas —el mayor espacio natural protegido de España— y 24 municipios que viven de la agricultura y la ganadería encajados en su perímetro, el parque natural de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas ha pasado de ser tan solo ese lugar donde Félix Rodríguez de la Fuente filmaba las berreas de los ciervos a ser admirado por todos como una asombrosa masa forestal en medio de la Andalucía de secanos y olivares, en la que nacen el Guadalquivir y el Segura y en la que triscan en libertad miles de ciervos, gamos, muflones, cabras hispánicas y jabalís. Lo mejor es entrar por la localidad de Cazorla y recorrer el parque por la carretera que va en paralelo al pantano de El Tranco.
Para dormir: hotel rural La Hortizuela (Coto Ríos); doble desde 45€.

8. Cardona y Solsona (Barcelona y Lleida)
Una ruta por el prepirineo catalán en busca de Cardona y Solsona, dos ciudades medievales de gran importancia histórica. Cardona conserva la fortaleza más poderosa e influyente de Cataluña, hoy reconvertida en parador de turismo. Bajo su superficie se encuentra la famosa montaña de sal, uno de los yacimientos salinos más importantes de Europa; la extracción de sal ya acabó y hoy la mina se ha reconvertido en un parque turístico con visitas a las galerías. Solsona es una de las grandes ciudades monumentales de la Cataluña interior, como atestiguan sus muchos edificios religiosos y civiles.
Para dormir: hostal La Catalana (Llorenç de Morunys); doble desde 50€.

9. A Mariña (Lugo)
La carretera N-634, que une las localidades lucenses de Mondoñedo y Ribadeo, enlaza dos de los puntos más importantes de esta provincia gallega, tanto en el interior como en los rincones de la costa, bautizada como la Mariña Lucense. El litoral alberga playas tan famosas y espectaculares como la de Las Catedrales, la de Los Castros y la de Esteiro. Y pueblos pesqueros como Foz. En el interior queda Mondoñedo, una de las ciudades más monumentales de Lugo y una de las siete capitales históricas de Galicia.
Para dormir:  hotel gastronómico Boa Vista  (Viveiro); doble desde 46€.

10. Sierra de Gredos (Ávila)
La sierra de Gredos presenta las mayores elevaciones del Sistema Central y también su más variada colección de flora y fauna. Se puede empezar la ruta por el desconocido valle de Iruelas, en las riberas del río Alberche, seguir por Navaluenga y luego pasar el puerto de Serranillos para caer a la vertiente sur de Gredos y el valle del Tiétar. Una vez allí hay que visitar la mancomunidad del Barranco de las Cinco Villas: San Esteban del Valle, Santa Cruz del Valle, Villarejo del Valle, Mombeltrán y Cuevas del Valle (la que más sabor a arquitectura tradicional ha logrado conservar en su recinto urbano). Y terminar en Arenas de San Pedro, la capital del alto Tiétar.
Para dormir: hotel rural Los Molinillos (El Arenal); doble, 50€.
Fuente: Viajes El País.