jueves, 8 de diciembre de 2022

Batalla de Stalingrado, octogésimo aniversario de la salvación del mundo

El conflicto bélico que Alemania desató en la Unión Soviética fue una guerra de exterminio contra los pueblos eslavos, gitanos y judíos, que para los nazis eran de raza inferior y ocupaban el espacio vital que les pertenecía a ellos, que se creían de raza superior.

La traición al pueblo checoslovaco por parte de Occidente se dio mediante el Pacto de Münich. Checoslovaquia tenía garantizada su existencia por el Pacto de Asistencia Mutua, que firmó con Francia, y por el Tratado Checo-Soviético; además, el 28 de abril de 1938, Gran Bretaña se comprometió a luchar junto a Francia si tuviera una guerra contra Alemania. Pese a ello, Chamberlain, Primer Ministro inglés, voló a entrevistarse con Hitler para lograr un acuerdo anglo-alemán. Le explicó al rey de Inglaterra que se proponía plantear a Hitler que Alemania e Inglaterra fueran “los pilares de la paz en Europa y los baluartes contra el comunismo”.

En la reunión, Hitler le exigió a Chamberlain que aquellas partes de los Sudetes checos, donde vivían más del 50% de alemanes pasaran a formar parte de Alemania. Chamberlain aceptó el traslado de los Sudetes checos al Tercer Reich. Lord Halifax, secretario de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña, fue el encargado de entregar este acuerdo a Jan Masaryk, Embajador de Checoslovaquia en Londres.

Se dio el siguiente diálogo, Lord Halifax: “Ni el Primer Ministro inglés ni yo le queremos dar consejo alguno con respecto al memorándum. Pero piénselo bien antes de responder negativamente. El Primer Ministro está persuadido de que Hitler sólo quiere los Sudetes, si lo consigue no reclamará nada más”; Masaryk: “¿Y usted cree eso?”; Lord Halifax: “Yo no he dicho que el Primer Ministro esté convencido de eso”; Masaryk: “Si ni usted ni el Primer Ministro quieren darnos ningún consejo sobre el memorándum, entonces, ¿cuál es el papel del Primer Ministro?”; Lord Halifax: “El de correo y nada más”; Masaryk: “Debo entender que el Primer Ministro se ha convertido en recadero del asesino y salteador, Hitler”; Lord Halifax, un poco turbado: “Pues, si le parece, sí”.

Alemania propuso la realización de una conferencia de cuatro potencias: Inglaterra, Francia, Alemania e Italia. No fue tomada en cuenta Checoslovaquia, que en ese corrillo perdió la quinta parte de su territorio, la cuarta parte de su población y la mitad de su industria pesada. A su delegación, que esperaba fuera del lugar de la reunión, se le comunicó verbalmente el destino nefasto de su país. Sus delegados reclamaron indignados por aquella resolución monstruosa, criminal y absurda. Les contestaron: “¡Es inútil discutir! Está decidido”.

En Münich se dieron los primeros pasos para una alianza entre Inglaterra y Alemania. La finalidad la denuncia Sir John Wheeler Bennet, historiador británico especializado en el estudio sobre Alemania: “Existía la oculta esperanza de que la agresión alemana, si se la lograba encauzar hacia el Este, consumiría sus fuerzas en las estepas rusas, en una lucha que agotaría a ambas partes beligerantes”.

Tras la entrega de Checoslovaquia a Alemania, Hitler exigió la reposición del Corredor Polaco, la devolución del puerto Dánzig y que Polonia le cediese facultades extraterritoriales para construir autopistas y líneas férreas por el territorio polaco. Luego anuló el pacto de no agresión firmado con Polonia, comenzó a reclamar las colonias que le fueron arrebatadas por Francia e Inglaterra después de la Primera Guerra Mundial y renunció al convenio naval anglo-alemán. El 1 de septiembre de 1939, fecha oficial del inició de la Segunda Guerra Mundial, Alemania invadió Polonia. Dos días después, Inglaterra y Francia le declararon la guerra a Alemania.

El 14 de mayo de 1940, los tanques alemanes rompieron las líneas defensivas francesas en la región de Sedan y se precipitaron en dirección a occidente. El 18 de mayo, el 9° ejército francés fue derrotado. El 20 de mayo, las divisiones motorizadas alemanas comandadas por von Kleist llegaron a las costas de la Mancha. El 27 de mayo, comenzó la retirada de las fuerzas inglesas de Dunquerke, operación que fue exitosa gracias a que la Wehrmacht, Fuerzas Armadas de Alemania, detuvieron inesperadamente su marcha, lo que facilitó la evacuación de las tropas británicas.

Este hecho tiene una explicación política, eliminada Francia, Hitler esperaba ponerse de acuerdo con Gran Bretaña para lograr la división de las esferas de influencia en el mundo y la creación de un frente común contra su principal enemigo, la Unión Soviética. Muchos sostienen que para esta negociación, Rudolf Hess, el segundo hombre fuerte de Alemania, voló a Gran Bretaña y se lanzó en paracaídas.

La mañana del 14 de junio, las tropas nazis entraron en París y desfilaron por los Campos Elíseos. El 21 de junio de 1940, en en el bosque francés de Compiègne, en el mismo vagón en el que 22 años atrás Alemania se habían rendido a Francia, bajo los acordes de “Deutschland Uber Alles” y el saludo nazi hecho por Hitler, Francia se rindió a Alemania. El Mariscal Petain formó un gobierno títere, pero el pueblo francés se alineó con la “Francia Libre”, cuya cabeza era el General Charles De Gaulle, o con el Partido Comunista Francés. Desde la clandestinidad, ambas fuerzas jugaron un importante papel en la lucha contra la ocupación alemana.

El 18 de diciembre de 1940, Hitler ordenó desarrollar el Plan Barbarrosa, que contemplaba la destrucción de la URSS en tres o cuatro meses; la orden de ponerlo en ejecución la dio luego de apoderarse de Europa continental, cuando trabajaban para la Wehrmacht cerca de 6.500 centros industriales europeos y en las fábricas alemanas laboraban 3’100.000 obreros especialistas extranjeros. Alemania era la más poderosa potencia imperialista del planeta y lo acompañaron en esta aventura muchos estados europeos y numerosos voluntarios del resto del mundo.

El domingo 22 de junio de 1941, Alemania dio inicio al Plan Barbarossa. Un ejército jamás visto por su experiencia y poderío, se lanzó al ataque en un frente de más de 3.500 kilómetros de extensión, desde el mar Ártico, en el norte, hasta el mar Negro, en el sur. Era un total de 190 divisiones, cinco millones y medio de soldados, 4.000 tanques, 4.980 aviones y 192 buques de la armada alemana.

El conflicto bélico que Alemania desató en la Unión Soviética fue una guerra de exterminio contra los pueblos eslavos, gitanos y judíos, que para los nazis eran de raza inferior y ocupaban el espacio vital que les pertenecía a ellos, que se creían de raza superior; por eso, el elevado número de civiles muertos y los crímenes horripilantes que hubo en los territorios ocupados de la URSS, algo que no sucedió en el resto de Europa.

Los nazis inculcaron en el pueblo alemán, y en particular en sus fuerzas armadas, la doctrina de que ellos descendían de arios, cuya raza madre, herrenrasse, fue corrompida y debilitada por la mezcla con razas inferiores; que ellos estaban destinados a convertirse en la raza de seres superiores, que debían conquistar por la fuerza Europa Oriental, Rusia y Asia Central. Hitler se creía predestinado a eliminar el comunismo, ideología que consideraba idónea para los débiles de espíritu.

Si a este mejunje doctrinario se añade el soporte del gran capital financiero mundial, que encontró en Hitler suficientes atributos de dureza y violencia, necesarios para derrotar la efervescencia revolucionaria del pueblo alemán, se comprende que él era no sólo el demagogo que engatusó a un país de grandes tradiciones libertarias y formidables pensadores, que instauró una dictadura personal y llevó a los habitantes de Alemania a la guerra, como a una manada de ciegos, sino que se trata de un fenómeno político todavía latente, que muestra su vitalidad en el mundo actual, repleto de conflictos sociales.

Lo dicho permite comprender porque el que muchos millones de soviéticos murieran de inanición en este conflicto, no fue un problema para Alemania nazi, que creyó innecesario alimentar a los prisioneros de guerra y a la población civil de la URSS. Hasta el final de la guerra, los Einsatzkommandos de Himmler exterminaron a más de tres millones de prisioneros de guerra soviéticos, a los que trataron de untermensch, en alemán subhombre o subhumano. La Masacre de Oradour-sur-Glane o la destrucción del pueblo de Lídice, se dieron por miles en la URSS, donde los Einsatzkommandos asesinaron a comunistas, rusos, judíos, gitanos, intelectuales, homosexuales, niños, mujeres y ancianos, a los que llamaron enemigos de Alemania. Erich Lahousen, oficial de los servicios secretos de la Wehrmacht, en su testimonio en Nuremberg dijo: “El General Reinecke nos explicó que la guerra entre Alemania y la URSS no se parecía a ninguna otra. El soldado del Ejército Ruso no era un combatiente en el sentido ordinario del término, sino un enemigo ideológico. Un enemigo a muerte del nacionalsocialismo, que los rusos debían ser tratados de un modo distinto a los prisioneros de guerra occidentales”.

El Mariscal Eduard von Manstein ordenó: “El sistema judío-bolchevique debe ser exterminado… El soldado alemán se presenta como portador de un concepto racial y debe apreciar la necesidad del más duro castigo para la judería… En las ciudades enemigas, gran parte de la población tendrá que pasar hambre. No se debe dar nada, por un desviado humanitarismo, ni a la población civil ni a los prisioneros de guerra”.

La guerra de Alemania contra la URSS era esperada, pero las fechas notificadas por los servicios secretos soviéticos sobre su inicio no coincidían, algunas eran reales y otras erróneas. Sólo se tenía la certeza de que no se debía provocar a Alemania, porque la Wehrmacht tenía el mayor poder destructivo conocido hasta entonces.

En los primeros meses de guerra, las fuerzas armadas de Alemania lograron acercarse a Moscú y Leningrado, dos de sus principales metas; nada parecía capaz de detener a este monstruo apocalíptico; sin embargo, el primer fracaso del Plan Barbarrosa se dio cuando la Wehrmacht fue derrotada en las puertas de Moscú y no pudo desfilar el 7 de Noviembre de 1941 por la Plaza Roja, tal cual había sido planificado, sino que lo hizo el Ejército Soviético. Después, los soldados se dirigieron al frente y ganaron la Batalla de Moscú; cosechaban el ejemplo del Mayor Klochkov, que se arrojó debajo de un tanque alemán con granadas en las manos exclamando: “Aunque Rusia es inmensa, no hay a donde retroceder, ¡detrás está Moscú!”

Sobre esta batalla el General Douglas MacArthur escribe: “En mi vida he participado en varias guerras, he observado otras y he estudiado detalladamente las campañas de los más relevantes jefes militares del pasado. Pero en ninguna parte había visto una resistencia a la que siguiera una contraofensiva que hiciera retroceder al adversario hacía su propio territorio. La envergadura y brillantez de este esfuerzo lo convierten en el logro militar más relevante de la historia”.

La siguiente y más importante victoria soviética fue en Stalingrado, donde se dio la más sangrienta y encarnizada batalla que se conoce, la suma total de las pérdidas por ambas partes supera con creces los dos millones de soldados muertos; se prolongó desde el 17 de julio de 1942 hasta el 2 de febrero de 1943, cuando, luego de largos y feroces combates, el Ejército Rojo derrotó al poderoso Sexto Ejército Alemán, fuerza élite de la Wehrmacht, comandada por el Mariscal Paulus.

En el momento en que el General Vasili Chuikov llegó a hacerse cargo de la comandancia del 62.º Ejército Soviético, que en Stalingrado enfrentó al Ejército Alemán, el Mariscal Yeriómenko le preguntó: “¿Camarada, cuál es el objetivo de su misión?” Su respuesta fue: “Defender la ciudad o morir en el intento”. Yeriómenko tuvo la certeza de que Chuikov había entendido perfectamente lo que se le exigía. Chuikov escribió: “Por todas las leyes de las ciencias militares, los alemanes debieron ganar la batalla de Stalingrado y, sin embargo, la perdieron. Es que nosotros creíamos en la victoria. Esta fe nos permitió vencer y evitó que fuésemos derrotados”.

Es que comprendía cabalmente que en Stalingrado se sellaba el destino del orbe, que si Alemania lograba derrotar a la URSS en esta batalla, se apoderaría del Cáucaso y de los recursos energéticos soviéticos, sin los cuales colapsaría todo el Frente Oriental; que después de tomar Stalingrado se le facilitaría a Alemania culminar con éxito el Plan Barbarossa y la toma posterior de Afganistán, Irán, Irak, Egipto y la India, donde las tropas alemanas se unirían con las japonesas; también, que España, Portugal y Turquía se sumarían a las naciones del Eje, con lo que los anglosajones serían eliminados de Europa continental, Asia y África; finalmente, que con la victoria en Stalingrado, Alemania y sus aliados lograría el dominio total del mundo.

Chuikov comenzó con menos de 20.000 hombres y 60 tanques, pese a ello fortificó las defensas en los lugares donde era posible contener al enemigo, especialmente, en la colina de Mamáev Kurgán, donde cayó abatido Rubén Ruiz Ibárruri, hijo único Dolores Ibárruri, la Pasionaria, dirigente comunista de España; además, estimuló la formación y el uso de francotiradores, uno de ellos, Vasili Záitsev. Seguía la doctrina del conde Súvorov: “Sorprender al contrincante significa vencerlo”. Por eso, luchaba en las condiciones que los alemanes detestaban, ello le permitía derrotarlos.

Después de tres meses de sangrientos combates, los alemanes habían capturado el 90% de la ciudad y dividido a las fuerzas soviéticas en tres bolsas estrechas. Gracias a la moral combativa de los defensores de Stalingrado, los alemanes lograron avanzar apenas medio kilómetro en doce días de la ofensiva de octubre del 1942. El 11 de noviembre, y por última ocasión, los alemanes atacaron en Stalingrado, intentaron llegar al río Volga en un frente de cinco kilómetros; el ataque fracasó porque los rusos defendieron cada metro, cada piedra de Stalingrado.

El General alemán Wilhelm Dörr escribió sobre la Batalla de Stalingrado: “El territorio conquistado se medía en metros, había que realizar feroces acciones para tomar una casa o un taller… Estábamos frente a frente con los rusos, lo que impedía utilizar la aviación. Los rusos eran mejores que nosotros en el combate casa por casa, sus defensas eran muy fuertes”. El General Chuikov fue el que ideó esa forma de lucha, en la que el espacio de separación de sus tropas de las alemanas jamás excedía el radio de acción de un lanzador de granadas.

El 19 de noviembre de 1942 comenzó la operación Urano, ofensiva soviética que había sido preparada con el mayor de los secretos, por lo que fue inesperada para los alemanes, que nunca se percataron del contraataque soviético. Al cuarto día, el 23 de noviembre, 330.000 soldados alemanes fueron cercados en un anillo de entre 40 a 60 kilómetros de amplitud, el mayor cerco que conoce la historia. El ultimátum enviado por el Mariscal Rokosovsky al General Paulus fue rechazado.

El 30 de enero, Hitler ascendió al rango de Mariscal de Campo al General Paulus. En realidad, el acenso era una orden de suicidio, pues en la historia de las guerras no hay un sólo caso en que un mariscal de campo haya caído prisionero. Pero Paulus no tenía la intención de dispararse por ese cabo bohemio, como informó a varios generales, y prohibió hacerlo a los demás oficiales, que debían seguir la suerte de sus soldados.

El 2 de febrero de 1943, luego de arduos combates en los que fracasaron todos los intentos por romper el cerco, cesó la resistencia alemana en Stalingrado. El Ejército Soviético capturó un mariscal de campo, 24 generales, 25.000 oficiales y 91.000 soldados. Paulus fue hecho prisionero y en 1944 se unió al Comité Nacional por una Alemania Libre. En 1946 fue testigo en los Juicios de Núremberg. Antes de partir hacía Dresde, donde fue jefe del Instituto de Investigación Histórica Militar de la República Democrática Alemana, declaró: “Llegué como enemigo de Rusia, me voy como un buen amigo de ustedes”. Murió en Dresde el 1 de febrero de 1957.

En la batalla de Stalingrado, la Wehrmacht perdió cerca de un millón de hombres, el 11% del total de todas las pérdidas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial, el 25% de todas las fuerzas que en esa época operaban en el Frente Oriental. Fue la peor derrota sufrida por el Ejército Alemán durante toda su historia y algo que nadie en el mundo esperaba. En Memorias de un Soldado, el General Heinz Guderian escribe: “Después de la catástrofe de Stalingrado, a finales de enero de 1943, la situación se hizo bastante amenazadora, aún sin la intervención de las potencias occidentales”.

La Batalla de Stalingrado fue el punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial y resultó una auténtica catástrofe militar para los alemanes, cuyas tropas no pararon de retroceder hasta rendirse ante el Mariscal Zhúkov en Berlín, dos años y cuatro meses después. La victoria de Stalingrado marcó el inicio de la derrota de Alemania, sentó las bases para la expulsión masiva de los invasores del territorio soviético, desbarató los planes alemanes, resquebrajó su sistema de alianzas y llenó de esperanzas a todos los pueblos de los países que luchaban contra el fascismo. La casi totalidad del material militar que se empleó en Stalingrado fue fabricado en las fábricas que los técnicos de la URSS habían trasladado desde las zonas centrales de Rusia hasta el otro lado de los Urales, con los alemanes pisándoles los talones.

La Segunda Guerra Mundial dejó cambios profundos en la estructura social del mundo y en la consciencia colectiva del género humano. La victoria aliada es la más grande epopeya de los pueblos del planeta por conquistar su derecho a la vida, contra el fascismo, que es por naturaleza propia su negación. Esta lucha no ha concluido mientras subsistan en el seno de nuestras sociedades el anticomunismo, el racismo, el chovinismo, la intolerancia y el militarismo, banderas bajo las cuales se ocultan los más bárbaros enemigos de la especie humana.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

https://rebelion.org/batalla-de-stalingrado-aniversario-80-de-la-salvacion-del-mundo/

AUDACES. Un tratado contra el auge de la posverdad y la tiranía de los falsos expertos.

Carl Bergstrom tiene un consejo: si le llega una noticia dudosa, no la comparta. El estadounidense es coautor de ‘Contra la charlatanería’, un manual de supervivencia para aprender a informarse menos, pero mucho mejor.
El estadounidense Carl Bersgtrom, biólogo teórico y evolutivo, es profesor de la Universidad de Washington y autor del libro 'Bullshit: contra la charlatanería' (Capitán Swing).

El estadounidense Carl Bersgtrom, biólogo teórico y evolutivo, es profesor de la Universidad de Washington y autor del libro 'Bullshit: contra la charlatanería' (Capitán Swing).
VICENS GIMENEZ (© VICENS GIMENEZ)
Miquel Echarri

Carl Bergstrom (Estados Unidos, 51 años) ha venido a hablar de su libro, pero sus interlocutores españoles, periodistas o no, insisten en preguntarle por Donald Trump, el asalto al Capitolio, la convulsa situación geopolítica en que estamos inmersos o el (presunto) declive del imperio estadounidense.

Algunas de esas cuestiones son abordadas, de refilón, pero con inteligencia, originalidad y rigor, en Contra la charlatanería (Calling Bullshit. The Art of Scepticism in a Data-Driven World), un ensayo editado en España por Capitán Swing y escrito a cuatro manos con el experto en información y comunicación Jevin West. Bergstrom es biólogo evolutivo y, “desde luego”, según nos cuenta, “no un experto en Trump ni en el auge imparable de la República Popular China”, pero comparte con su socio un interés por la deriva del mundo en general y del bullshit, la charlatanería, en particular.

Bullshit es una expresión de uso muy común en el argot anglosajón que también podría traducirse, en función del contexto, como patraña, falacia, idiotez o, sencillamente, tontería. Consiste, en definitiva, en un amplio espectro de mentiras más o menos interesadas que va de la propaganda política, la posverdad y las fake news al simple fanfarroneo pasando por la falta de seriedad y rigor intelectual.

Hay bullshit alevoso y contumaz en las campañas de desinformación sistemática de regímenes como los de China y Rusia, pero también en los tuits incendiarios de Trump y su caterva de supremacistas, en “los medios de comunicación basura que venderían a sus madres por un par de clics”, en estadísticas absurdas que se esgrimen como armas arrojadizas contra los escépticos o en estudios académicos que “pretenden convencernos, con datos pésimamente cocinados, de que existe una correlación directa entre tus perspectivas de éxito socioeconómico en la vida y la edad en que diste tu primer beso”.

Mal de muchos, epidemia
El bullshit, concluye Bergstrom con humor, pero también un cierto desánimo, “está en todas partes”. Prolifera por doquier y a un ritmo inédito gracias “a la caja de resonancia formidable que ha encontrado últimamente en medios de comunicación digital y en redes sociales”. Él empezó a ser consciente de la existencia de las patrañas sin fundamento siendo un niño, con apenas siete años: “Mi amigo Eric tenía cualidades asombrosas. Era fuerte, hábil, rápido, patinaba, nadaba o iba en bici mejor que nadie, y todos nos preguntábamos dónde y cómo había aprendido a hacer todo aquello. Un día nos contó que había estado en el ejército japonés y que era allí donde se lo habían enseñado. Nos lo creímos. Incluso se lo conté a mis padres, que se rieron a carcajadas de mi candidez y me hicieron sentirme un pobre crédulo. Fin de la historia. Ese fue mi primer contacto con el bullshit”.

Otras formas de charlatanería resultan, por supuesto, bastante menos infantiles e inocuas. De ahí que Bergstrom y West, “tras múltiples conversaciones amistosas sobre el auge de la posverdad y la tiranía de los falsos expertos”, planteasen, hace ya cinco años, impartir un curso de alfabetización digital avanzada en la Universidad de Washington, en Seattle, la institución en que ambos trabajan. ¿Su contenido? “Enseñar a los alumnos a informarse mejor, estimular su espíritu crítico y, en general, darles herramientas para protegerse de la proliferación abrumadora de patrañas”. Tenían incluso el título, Calling Bullshit: denunciar (o reconocer) las patrañas.

“La Universidad fue algo reticente al principio”, explica Bergstrom, “no les parecía serio que un experto en comunicación y un biólogo evolutivo se aliasen para combatir la proliferación de mentiras en los medios y las redes sociales. También encontraban poco adecuado que quisiésemos tratar el bullshit como una especie de planta infecciosa que hay que extirpar de raíz”. El caso es que, en un intento de vencer esas reticencias, los dos investigadores lanzaron una página web para explicar en qué consistiría el curso. Fue tal la expectación despertada entre los potenciales alumnos que los jerarcas universitarios acabaron dando luz verde al experimento. Las 150 plazas de la primera edición se agotaron en cuestión de minutos.

Carl Bersgtrom, retratado en Barcelona.
VICENS GIMENEZ (© VICENS GIMENEZ)

Números que no cuentan la verdad
“Con el tiempo”, explica Bergstrom, “nos fuimos especializando en un tipo muy específico de bullshit, el que mejor conocemos”. Se trata de la numerología barata, una enfermedad contemporánea que consiste en “abrumar a tus interlocutores con datos y estadísticas que, en teoría, dan a tu tesis una base empírica, pero en realidad no son más que trucos de prestidigitador barato”. Bergstrom considera ahora que “en esta era de supuesto escepticismo en que vivimos, la nueva religión ya no es ni siquiera la ciencia, sino los números”. Con frecuencia, tratamos las estadísticas como si fuesen argumentos demoledores, algo así como las pruebas periciales en un juicio, obviando que “detrás de toda estadística hay una metodología, un cierto sesgo cognitivo y, sobre todo, seres humanos que, en muchos casos, hacen un uso interesado o torpe de los números”.

Los alumnos de su curso “aprenden con relativa facilidad a detectar este tipo concreto de patrañas”. Algunos de ellos se presentan en clase “con ejemplos de bullshit basado en números francamente curiosos, no siempre fáciles de detectar”. Suelen aparecer en fuentes digitales de muy dudoso pelaje, pero a veces, “por desgracia”, se infiltran también en “medios de comunicación de tanto prestigio como The New York Times o la CNN o en revistas científicas como Nature o The Lancet”. Que la charlatanería encuentre acomodo incluso entre los que consideramos pilares del rigor y del conocimiento contemporáneo puede resultar descorazonador, pero Bergstrom lo asume con pragmatismo: “Somos humanos. Todos podemos incurrir en el bullshit de vez en cuando. Yo mismo me esfuerzo por evitarlo, pero es probable, muy a mi pesar, que al menos una décima parte de lo que digo en mis clases, mis entrevistas o mis perfiles en las redes sociales sea bullshit”.

Bergstrom y West dieron a continuación el paso de convertir la experiencia acumulada en las aulas en un libro, un auténtico manual de supervivencia en tiempos extraños con tesis tan sugerentes como que “informarse menos es el primer paso para informarse mucho mejor: hay que ignorar el falso periodismo, el de los oportunistas y advenedizos, y exigir rigor, opiniones sólidas, interpretaciones coherentes y buenos datos”. Dos tercios del libro están dedicados al análisis de ejemplos concretos, algunos de ellos muy elocuentes e incluso divertidos, “si no tuviesen consecuencias tan nefastas”. El tercio restante consiste en un completo decálogo para combatir el bullshit por tierra mar y aire.

Mentir para destruir la idea de verdad
A Bergstrom le preocupa muy especialmente el clima de impunidad y desprecio a la verdad que ha traído la creciente polarización política: “En Estados Unidos, va camino de convertirse en un problema endémico, y mucho me temo que lo estamos exportando al mundo”. Cita ejemplos “escandalosos”, como el enorme predicamento que conserva Alex Jones, periodista y teórico de la conspiración, al que califica de “mentiroso patológico”: “Un tribunal le condena por mentir a sabiendas sobre una masacre cometida en un centro escolar y sus seguidores se toman esa condena como la prueba de que quieren silenciarlo porque está en lo cierto”.

La mentira, pese a todo, no es patrimonio exclusivo de la derecha populista y sus adláteres: “Donald Trump o Mike Pence son productores de bullshit muy nocivos, pero no particularmente eficaces, porque su desprecio a la verdad es tan palmario que les condena a predicar solo para conversos”. Más eficiente resultaba, en su opinión, “Bill Clinton, un hombre que hizo un uso sistemático de la mentira como arma política, pero mentía con astucia y sutileza”. Otra paradoja que ha constatado Bergstrom es que “el bullshit es tan contagioso que con frecuencia infecta también a los que se esfuerzan por combatirlo”. Aunque aclara que no es un experto en filosofía, se atreve con un ejemplo concreto extraído de este campo: “Platón denunció las artimañas dialécticas de los grandes generadores de bullshit de su época, los sofistas, pero él mismo incurrió en argumentos tramposos y falaces en sus diálogos, porque la persuasión es un arma de doble filo, y cuando intentamos desmontar argumentos ajenos que nos irritan u ofenden es cuando más tentados estamos de recurrir al bullshit. Luego, Aristóteles, discípulo de Platón, intentó corregir el bullshit de su maestro echando mano, él mismo, de argumentos francamente dudosos”. Bergstrom describe estas derivas como “una cadena de bullshit que tiene a perpetuarse incluso entre la gente más lúcida”.

¿Cómo romper de una vez por todas el nudo gordiano? ¿Por dónde empezamos? El autor aporta un primer consejo, adaptado a la lógica viral de nuestra época: “Intente no forma parte del problema. Si le llega una información dudosa, sospechosa o que su intuición le indica que podría no ser correcta, hágase un favor y no la comparta, no la difunda”. El bullshit solo necesita un punto de apoyo para dominar el mundo, no incurramos en el error de proporcionárselo “por frivolidad, por inercia o por pereza”.

El bullshit no pretende convencernos de nada. En palabras del ajedrecista Gari Kaspárov, al que se cita en el libro, solo aspira a “sembrar dudas, crear confusión y, en última instancia, destruir la noción de verdad enturbiando así el debate público y degradando y debilitando nuestras sociedades”. Por desgracia, “es cierto que la mentira vuela y la verdad va a rastras. Es mucho más sencillo lanzar y viralizar un bulo que desmentirlo de manera eficaz y contundente”, concluye Bergstrom. Pero al menos “no propaguemos el virus, no reguemos la planta tóxica”.

El País semanal

miércoles, 7 de diciembre de 2022

_- Cómo proteger tu memoria, según un neurólogo.

_- El libro reciente de un renombrado experto en el cerebro dice que hay algunas acciones sencillas que pueden ayudar a prevenir el deterioro de la memoria que sucede con la edad.

Cuando envejecemos, nuestra memoria se deteriora. Esta es una conjetura muy arraigada en muchos de nosotros. Sin embargo, según el neurocientífico Richard Restak, neurólogo y profesor de clínica en la Escuela de Medicina y Salud de la Universidad del Hospital George Washington, ese decaimiento no es inevitable.

Restak, autor de más de 20 libros sobre la mente, tiene décadas de experiencia asesorando a pacientes con problemas de memoria. El libro más reciente del médico, The Complete Guide to Memory: The Science of Strengthening Your Mind, incluye herramientas como ejercicios mentales, hábitos de sueño y alimentación que pueden ayudar a mejorar la memoria.

Sin embargo, Restak se aventura más allá de este territorio familiar, al considerar cada faceta de la memoria: cómo la memoria está conectada con el pensamiento creativo, el impacto de la tecnología en la memoria, cómo la memoria da forma a la identidad. “El objetivo del libro es superar los problemas cotidianos de memoria”, dijo Restak.

Especialmente, la memoria funcional —que se ubica entre el recuerdo inmediato y las remembranzas a largo plazo y tiene vínculos con la inteligencia, la concentración y el desempeño. Según Restak, esta es el tipo de memoria más crucial y los ejercicios para fortalecerla deberían practicarse a diario. Pero, añadió, reforzar todas las habilidades de memoria es clave para evitar problemas de memoria posteriores.

En el libro, Restak argumenta que el deterioro de la memoria no es inevitable con el envejecimiento. En cambio, señala 10 “pecados” o “trabas que pueden conducir a recuerdos perdidos o distorsionados”. Siete fueron descritos por primera vez por el psicólogo y especialista en memoria Daniel Lawrence Schacter: “pecados de omisión”, como la distracción, y “pecados de comisión”, como los recuerdos distorsionados. A esos, Restak agregó tres de su autoría: distorsión tecnológica, distracción tecnológica y depresión.

Al final, “somos lo que podemos recordar”, dijo. Aquí hay algunos de los consejos de Restak para desarrollar y mantener una memoria saludable.

Presta más atención
Algunos fallos de memoria en realidad son dificultades de atención, no problemas de memoria. Por ejemplo, si te has olvidado del nombre de alguien que te presentaron en un cóctel, puede ser porque estabas hablando con varias personas en ese momento y no prestaste atención adecuada cuando lo escuchaste.

“La desatención es la mayor causa de las dificultades de memoria”, dijo Restak. “Significa que no codificaste el recuerdo de manera adecuada”.

Una forma de prestar atención cuando aprendes nueva información, como un nombre, es visualizar la palabra. Asociar una imagen a la palabra, dijo Restak, puede mejorar la evocación. Por ejemplo, hace poco tuvo que memorizar el nombre de un doctor, de apellido King (un ejemplo que Restak admite que es fácil). Así que imaginó a un médico varón “en bata blanca con una corona en su cabeza y un cetro en lugar de un estetoscopio en la mano”.

Busca desafíos cotidianos de memoria
Hay muchos ejercicios que puedes integrar a tu vida diaria. Restak sugirió hacer una lista de la compra y memorizarla. Al llegar a la tienda no saques de inmediato la lista (o el teléfono) y más bien intenta elegir de memoria.

“Intenta ver los elementos en su mente”, dijo, y consulta la lista solo al final, si es necesario. Si no vas a la tienda, trata de memorizar una receta. Agregó que cocinar con frecuencia es en realidad una excelente manera de mejorar la memoria funcional.

De vez en cuando, súbete al coche sin encender el GPS e intenta recorrer las calles de memoria. Un estudio pequeño de 2020 sugirió que las personas que usaban el GPS con más frecuencia con el tiempo mostraban un declive cognitivo más pronunciado en la memoria espacial tres años después.

Juega
Los juegos como el bridge y el ajedrez son estupendos para la memoria, pero también lo es un juego más simple, dijo Restak. Por ejemplo, el juego favorito de Restak para la memoria funcional es 20 Preguntas. En este juego un grupo (o una sola persona) piensa en un lugar, objeto o persona y luego la otra persona, el interrogador, hace 20 preguntas que se responden con sí o no. Para ganar, dijo, el interrogador debe retener las respuestas previas en la memoria para poder adivinar la correcta.

Otro de los ejercicios de memoria que Restak ha probado y comprobado requiere solo una pluma y un papel o una grabadora de sonido. Primero, recuerda todos los presidentes, desde el más actual hasta, digamos alguno de principios del siglo XX. Luego, haz lo mismo pero en el orden inverso. Luego nombra solo a los presidentes de cierto partido y viceversa. Al final, ordénalos por orden alfabético.

Si lo prefieres, inténtalo con jugadores de tus equipos deportivos favoritos o tus autores favoritos. La idea es hacer que tu memoria funcional esté activa “manteniendo información y moviéndola de lugar en tu mente”, escribió Restak.

Lee más novelas
Un indicador temprano de problemas de memoria, según Restak, es dejar de leer ficción. “Cuando las personas comienzan a tener dificultades de memoria, tienden a cambiar a la lectura de no ficción”, dijo.

A lo largo de décadas tratando pacientes, Restak ha notado que la ficción requiere una participación activa con el texto desde el inicio y esforzándose hasta el final. “Tienes que recordar lo que el personaje hizo en la página tres para llegar a la página 11”, dijo.

Cuidado con la tecnología
De los tres nuevos pecados de la memoria de Restak, dos están asociados a la tecnología.

Primero está lo que llama “distorsión tecnológica”. Almacenar todo en tu teléfono significa que “no lo sabes”, dijo Restak, lo cual puede socavar nuestras propias habilidades mentales. “¿Por qué molestarse en enfocarse, concentrarse y poner esfuerzo en visualizar algo cuando la cámara de un teléfono celular puede hacer todo el trabajo por ti?”, escribió.

La segunda forma en que nuestra relación con la tecnología es perjudicial para la memoria es porque a menudo nos roba la concentración de la tarea en la que estamos. “Actualmente, el mayor impedimento de la memoria es la distracción”, escribió Restak. Dado que muchas de estas herramientas han sido diseñadas para que el usuario se vuelva adicto a ellas, como resultado, a menudo nos distraen. Las personas hoy en día pueden revisar su correo electrónico mientras ven Netflix, hablan con un amigo o caminan por la calle. Todo esto dificulta nuestra capacidad de concentrarnos en el momento presente, lo cual es clave para registrar recuerdos.

Apóyate en un profesional si es necesario
Tu estado de ánimo juega un gran papel en lo que recuerdas o no recuerdas.

La depresión, por ejemplo, puede disminuir la memoria en gran medida. Entre las “personas que son referidas a neurólogos por asuntos de memoria, una de las principales causas es la depresión”, dijo Restak.

Tu estado emocional afecta el tipo de recuerdos que evocas. El hipocampo (o “centro de ingreso de memoria”, según Restak) y la amígdala (la parte del cerebro que maneja las emociones y el comportamiento emocional) están vinculados, de modo que “cuando estás de mal humor o deprimido, tiendes a recordar cosas tristes”, dijo Restak. Atender la depresión —ya sea con fármacos o psicoterapia— a menudo también restaura la memoria.

Evalúa si hay motivo para preocuparse
A lo largo de su carrera, decenas de pacientes le han pedido a Restak consejos para mejorar su memoria. Pero no todos los fallos de memoria son problemáticos. Por ejemplo, olvidar dónde aparcaste tu auto en un estacionamiento abarrotado es bastante normal. Pero no recordar cómo llegaste al estacionamiento posiblemente indica problemas de memoria.

No hay una solución sencilla para saber qué debería preocuparte, dijo Restak, mucho depende del contexto. Por ejemplo, es normal olvidar el número de habitación del hotel en el que te hospedas, pero no así la dirección de tu departamento. Si tienes alguna inquietud, es mejor consultar con un experto médico.

Hope Reese es una periodista que escribe para Vox, Shondaland, The Atlantic y otras publicaciones.

https://www.nytimes.com/es/2022/08/14/espanol/perdida-memoria-prevencion.html

_- ENTREVISTA. Inma Bermúdez, la primera española que diseñó para Ikea: “Soy más feliz con poco”

_ - La última premio Nacional de Diseño fue la primera española que trabajó para la multinacional sueca. La suya es una historia de dolor y superación. También de éxito y concienciación.
Tan realista —todo lo que dibuja es apilable, pequeño o versátil— como idealista —más volcada en el futuro del planeta que en el suyo propio—, Inma Bermúdez (Valencia, 44 años) vive en el campo valenciano, en una casa con alberca donde su madre, que tiene casa al lado, cultiva tomates. Asociada a su pareja, el arquitecto Moritz Krefter, formado en la Bauhaus de Weimar, Bermúdez creció celebrando las fideuás de los domingos y quiere que sus hijos, Otto y Carla, “criados lo más asilvestrados posible”, disfruten y no trabajen los domingos.

La suya es una historia de dolor y triunfo. ¿Qué es el premio, el éxito profesional o el amor familiar?

Está claro. Pero sin mitificar: no sé si podría haber conseguido esta familia sin el respiro que da ser económicamente independiente. Poderte mantener es poder ser.

La llaman Inma Smart (lista)…

Los suecos me pusieron ese apodo porque hice un lavabo pequeño que cabía en cualquier baño y llevaba un toallero y espacio para los cepillos de dientes y el jabón. Todo por pocos euros. Fue mi primer diseño para Ikea. Pensé que debía facilitar la vida de las familias con prisas.

¿Lo tiene en casa?

Tengo una versión. Pero no necesito tener todo lo que hago. Me gusta soltar, desprenderme de cosas. Cuando tienes niños, acumulas, y eso me agobia. Soy más feliz con poco. Necesito el vacío. Mi pareja necesita lo contrario y… pactamos.

El perchero Ekrar, que diseñó para Ikea, se convirtió en portagoteros durante la pandemia.

Ikea ofreció mobiliario. Y el equipo médico informó de lo que necesitaba. El perchero era ligero y sirvió.

¿Cuánto cuesta?

No lo sé. Poco.

24 euros. ¿Le importa lo que cuestan sus productos?

Me da rabia que los productos de Ikea, si valen poco, no despierten el aprecio de las personas. Se dice que Ikea produce consumismo. Pero es nuestra manera de valorar o no las cosas que tenemos lo que lo produce. Parece que uno no puede enamorarse de un jarrón que cuesta un euro. Yo diseño igual para Lladró que para Ikea.

¿Con la misma calidad?

En un jarrón de vidrio, claro.

¿El consumismo no lo genera el exceso de oferta?

Todo ayuda. Pero el último responsable es uno mismo. No poderse controlar por los bajos precios es quitarse la culpa de encima. Ikea es un logro para quien puede pagar poco.

“Estoy agotada. Voy a aprovechar el dinero del Premio Nacional de Diseño para parar. Para pensar. Quiero ser certera con lo que aporto”. RAÚL BELINCHÓN

¿Preferimos tener mucho que bueno?

Estamos intoxicados. El ritmo de consumo de la moda ha llegado a los muebles. Es difícil salir de ese círculo si no te das cuenta de que la tierra se muere. ¡Que este verano se quemó España! ¿Qué es lo que no vemos? Solo exculpo a los que necesitan sobrevivir. Uno que tiene cáncer no puede pensar en nada más. Pero las empresas que encima hacen publicidad con su supuesta ecología…

Usted no deja de diseñar productos. ¿Vive en una contradicción?

Intento salir de ella. Cada vez diseño menos. Pienso más lo que propongo.

¿Y de qué vive?

De entender el diseño de otra manera. De intentar, por ejemplo, que todo lo que rodea al vino en una bodega se convierta en sostenible. Dominio de la Vega tiene ya cultivo ecológico. Me llamaron para que lo comunicara. Prescindí de la cápsula cambiándola por un lacre, y en el cava, que asocia el peso de la botella a mayor precio, reduje la cantidad de vidrio del envase. Es una tradición sin sentido práctico. No diseñamos una nueva; aprovechamos los moldes existentes. Sostenibilidad también es elegir entre lo que hay cuando no hace falta más.

¿No hacer es una postura radical?

Seguro. A ver, yo creo en la vida y en las oportunidades. Pero siempre parto de la inseguridad.

Una insegura que cambió hasta el nombre de los vinos.

Soy de emociones. Quise relacionarlos con la bodega. Llevan los de los socios: El blanco de María, El tinto de Abel…

¿Cuál es su relación con el vino?

Es la fiesta. Mi abuela tenía muy poco dinero, pero bebía cava con la fideuá de los domingos.

¿Vive?

Murió cuando yo tenía tres años. Vivíamos con ella y con mi tío hasta que mi madre pudo comprarse un piso.

¿Y su padre?

Nunca estuvo.

¿No lo conoció?

Uf. La historia es muy de la España católica. Mi madre estudió enfermería y le salió plaza en Totana, en Murcia. Allí conoció a mi padre, hijo de una familia pudiente llamada Maestre. Se quedó embarazada y mi padre se desentendió. Para poder casarse con una rica heredera, mi padre tuvo que prometer que no tenía una hija en Valencia. Aunque todo el mundo sabía que la tenía porque mi madre había ido embarazada a la comunión de la hermana pequeña de mi padre. Me crie con mi abuela, mi madre, mis tíos Juani y Pedro y con canguros. Luego me convertí en una salvaje hasta que hice una terapia de grupo que me revolvió todo.

¿Qué le revolvió?

Entendí que la necesidad de que me quisieran a toda costa venía del vacío que tenía tras su repudio.

Y quiso conocerlo.

Mi madre me acompañó a Murcia y me esperó en un bar. Busqué en la guía telefónica. Miré en el buzón: Miguel Maestre Maestre, ahí estaba. Llamé a la puerta. Me preguntó quién era. Dije que tenía 21 años y me llamaba Inma. Me preguntó que qué quería. Le dije que conocerlo. “Pues ya me has conocido”, contestó. Y cerró la puerta. Lo lloré todo y volví donde estaba mi madre. Luego él murió. Nunca pudo tener hijos.

¿Cuánto de su vida decidió la ausencia de su padre?

Las primeras dos décadas, mucho. Me esforzaba por gustar. Hasta que me di cuenta de que todos mis problemas tenían que ver con el abandono. Mi madre se llama Benilde (hija de, en árabe). Ella había sentido el abandono, porque es hija de otro padre, que se fue, y lleva los apellidos de mi abuela, como yo. Cuando me dijo que ella también se había sentido abandonada, la odié de pura impotencia. Le recriminaba que en lugar de ayudarme me dijera que ese dolor se me pasaría con la vida. Empecé a consumir drogas. Llegué a tener una actitud tan negativa que mi novio me dijo que si quería seguir con él debía ir a terapia. Mi madre y yo fuimos a Proyecto Hombre. Me costó mucho. Al principio mentía todo el rato. Hasta que acepté sus reglas. Eso me salvó. La terapia me hizo ver.

Y quiso ver a su padre.

Sí. Empezar de cero.

¿Cuántas veces se puede empezar de cero?

Cada vez que lo necesitas. Lo importante es verlo. Y admitirlo. Yo me pasé media vida buscando el amor que no había tenido. Y cuando asumí que no lo iba a encontrar en mi padre, lo encontré en amigas, en mi madre y en mí misma.

Y entonces cambió de vida.

En 2001, en ese momento tan difícil en el que estaba enfrentada a todo: los novios, los estudios y mi madre, con la que he vivido toda la vida, conseguí una beca Erasmus. Me fui a vivir más que estudiar: marqué todos los destinos posibles. Y me salió Alemania porque nadie lo elegía. Pensé que con todo lo que había vivido aprender alemán sería fácil.

¿Lo fue?

Para diseñar sí, tampoco iba a estudiar microcirugía.

Socke, el perrro de Inma Bermúdez y, junto a él, su best seller, la lamparita Follow Me que produce Marset. RAÚL BELINCHÓN

En Alemania aparece usted misma como su mejor diseño.

Supongo. Allí empecé a construir la vida que quería, no la que me había tocado. Me quedé cuatro años. Y allí recibí una llamada de la familia de mi padre. Ellos sí querían conocerme. La vida es alucinante. De repente me encontré con un montón de primos. Me llevaron a conocer a mi abuela. La mujer dijo: “Eres una Maestre”. Y me abrazó. Dos años después murió mi padre. Lloré lo que me quedaba. Había fantaseado con que se arrepentiría, con que un día querría hablar y me explicaría algo. Pero no. Por eso cuando me llamaron los familiares para que las tierras de mi padre no se las llevara su viuda, dije que no quería nada. Solo el reconocimiento para mi madre. Exhumaron el cadáver y gané el juicio de paternidad.

¿Cuándo se hizo económicamente independiente?

Durante muchos años diseñaba y trabajaba de camarera. Estaba acostumbrada. Cuando era una adolescente rebelde, mi madre, que es enfermera, consiguió que me cogiesen para limpiar en la planta de oncología. Todo el mundo debería pasar por eso: por limpiar y por convivir con quien tiene poca esperanza y se esfuerza. He sido camarera de restaurante, de hogar del jubilado, de garitos de noche…, lo que quieras. Y siempre me lo he pasado bien. Es cuestión de ser positivo. Siempre hay algo bueno.

¿Fue más difícil madurar, convertirse en diseñadora o criar ahora a sus dos hijos?

Yo no quise tener hijos sin tener una vida profesional estable. Lo conseguí cuando regresé a Valencia y comencé a trabajar para Lladró e Ikea. Pero he tenido mucha suerte. La lámpara Follow Me me ha dado mucho dinero.

Es un invento: móvil, sin cable, con varias posiciones de pantalla y luz de bajo consumo.

La hice por afinidad con el director de la empresa Marset. Me dijo: “Alguien capaz de trabajar para Ikea y para Lladró tiene que ser especial. ¿Qué tipo de lámpara mejoraría la vida?”. Pensé, y al final la encontré en los catálogos antiguos de su empresa. Había una con asa metálica y la actualicé.

¿Diseñar es elegir?

Claro. Pero el que eligió fue Javier Marset, el director de la empresa. Me pidió una lámpara autónoma. Había un hueco en el mercado.

¿Se puede vivir de un solo producto?

Me ha dado tranquilidad, un colchón económico y una relación preciosa con Javier. Ha sido un éxito para los dos.

La vida real define sus diseños: un lavabo pequeño, un perchero fácil de montar.

Es que he vivido siempre en espacios pequeños y con poco dinero. Eso hace que te pienses en qué lo vas a gastar.

Es muy realista, pero vive aislada de la realidad en una casa bioclimática.

Profesionalmente, soy meticulosa; personalmente, actúo por impulso.

¿También hoy, con dos hijos?

Forma parte de mi carácter.

Su estudio se llama Inma Bermúdez. Y en él trabajan usted y su pareja, el arquitecto Moritz Krefter.

No perseguí tener un estudio propio, quería diseñar sin obsesión, tener una vida. Pero al regresar a España tuve que abrirlo. Se llama con mi nombre porque existía antes de conocer a Moritz. Por nada más. Todo el mundo dice que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, y yo, que venía de una pésima experiencia con los hombres, no sé si soy una gran mujer, pero sé que tengo un gran hombre detrás.

Qué mujer tan diferente la que se fue y la que regresó.

Saqué fuerzas para afrontar lo que me dolía y luego me puse a trabajar.

Su madre no ha dejado de acompañarla.

Nunca.

¿Quién la acompañó en los partos?

Moritz y mi madre. Ella como enfermera de quirófano [risas].

¿Por qué regresó a vivir a Valencia?

Por la buena vida: necesitaba mi tierra, a mi madre y a mis amigos. El buen vivir después de vivir en Suecia trabajando para Ikea.

¿Cuál es el buen vivir?

El sol, la poca prisa, los tomates con sabor que cultivamos, los niños asilvestrados.

Su casa no tiene ni aire acondicionado, ni calefacción ni casi acabados.

Tiene estufa de leña, aislamiento de corcho, muros de 40 centímetros y grandes ventanas. Son lo más caro de la casa.

¿Qué despertó su conciencia ecológica?

Vivir en Alemania.

Cuadernos de notas de la diseñadora. RAÚL BELINCHÓN

¿Qué le ha sido más difícil, establecerse profesionalmente o criar hijos?

Uf. Nadie me advirtió de que tener hijos a partir de cierta edad se complicaba mucho. Sufrí varios abortos espontáneos. Luego me cosieron el útero para que no se me desprendiera María. Pero murió. Tenemos un laurel plantado en el jardín que es María. En este país cuando abortas con 20 semanas tiran los fetos a un cubo. Eso debería cambiar. Uno debería poder enterrar a sus muertos. Estuve un mes sin moverme. Y ni así la salvé. Pero no lo consideran duelo. Nadie te apoya. Con 38 años, Otto fue gestado con cerclaje preventivo. Ese cerclaje me provocó una amenaza de aborto. Tras quitarlo, y seis meses de reposo absoluto, pudo por fin nacer. Cuento esto con todo detalle por si le sirve a alguien. Porque no se habla de los problemas de los partos. Ni del paso de los años para convertirse en madre.

Dice que el trabajo la salvó.

Tenía un encargo de Mercadona para hacer la línea de limpieza: recogedores, cubos, fregonas… Lo diseñé en el hospital, donde no me levanté de la cama en 18 días. Todo encajaba, ocupaba poco en casa, en el palé para el traslado…

Marca de la casa.

Lo aprendí de Ikea. Y era neutral para no invadir, para no hacerse muy visible.

¿Cómo ha vivido la crianza de sus hijos?

Mi madre y mis tíos nos han ayudado. Pero estoy agotada, por eso voy a aprovechar el dinero del Premio Nacional de Diseño para parar. Para pensar. Quiero ser certera con lo que aporto. Quiero ayudar a mitigar los problemas del cambio climático. Creo que tengo facilidad para ver soluciones y quiero hacerlo desde otro punto de vista. No se trata solo de hacer cosas. En la bodega Dominio de la Vega mi asesoramiento ha sido para hacer menos cosas. Más pequeñas, más significativas. Eso también es diseñar.

Es de la generación re: repensar, reparar, recuperar, reciclar. ¿En diseño se ha acabado la fiesta?

Hay que aprender a celebrar de otra manera. Me parece indecente no reaccionar ante lo que está pasando en el planeta. Todo: desde abrir un grifo hasta coger un avión o ir a la peluquería tiene consecuencias. ¿Qué más tiene que pasar? ¿No vemos ya que con este ritmo de consumo nos vamos a la mierda? 

martes, 6 de diciembre de 2022

_- CRÍTICA LITERARIA. ‘Las personas más raras del mundo’: una explicación de cómo la cultura cambia el cerebro

_- El evolucionista de Harvard Joseph Henrich sostiene que los ciudadanos occidentales son los humanos más extraños del planeta debido a la alfabetización extensiva de la población

¿Naturaleza o crianza? En inglés suena como un trabalenguas: nature or nurture? El debate será seguramente tan antiguo como la humanidad misma —esta niña ha salido a su padre, el chaval es igualito que su abuela—, pero llegó al mundo académico a finales del siglo XIX de la mano de Francis Galton, el primo listo de Charles Darwin. Charles era un científico serio y concienzudo. Su primo Francis era un polímata intenso y ansioso por aplicar los principios de la evolución para entender las sociedades humanas. También inventó la eugenesia y el darwinismo social, lo que sería suficiente para garantizarle un capítulo en la historia universal de la infamia. Pero sus ideas científicas, despojadas de interpretaciones políticas y económicas, siguen hoy vivas en la discusión intelectual. Hasta aquí la naturaleza.

La crianza alcanzó su apogeo unas décadas después en la psicología de ­Burrhus Skinner, el influyente conductista que convenció al mundo académico del siglo XX de que el cerebro humano nacía como una tábula rasa, una pizarra virgen en la que podía escribirse cualquier cosa que dictaran los estímulos ambientales. Skinner creía en la ingeniería social, hasta el punto de que inventó un recinto sellado (Air Crib, o cuna de aire) aislado del sonido, libre de microbios y con aire acondicionado donde creía que los bebés disfrutaban del entorno óptimo para crecer hasta los dos años. Desde su púlpito de Harvard, a mediados del siglo pasado, Skinner ejerció una influencia arrolladora sobre varias generaciones de psicólogos que aún hoy permanece inmarcesible. Genética sigue siendo una palabra fea en las aulas de humanidades. Hasta aquí la crianza.

El extraordinario libro de Joseph Henrich que nos llega ahora, Las personas más raras del mundo, editado por la dinámica Capitán Swing, expone la solución al dilema entre naturaleza y crianza con una deslumbrante elocuencia. Resolver una dicotomía suele exigir subir la escalera y percibir que, desde el balcón del piso de arriba, la contradicción se desvanece y las dos ideas opuestas se revelan como meras partes de una realidad más abstracta, más profunda y fructífera. No es naturaleza o crianza, sino naturaleza luego crianza y crianza luego naturaleza.

Sin los genes humanos no podemos aprender a leer y escribir. Pero leer y escribir modifican el cerebro. Es el argumento esencial del que emerge este libro de 799 páginas. Las personas más raras del mundo a las que se refiere el título somos los ciudadanos occidentales. Una de las principales razones es la alfabetización extensiva de la población de los países desarrollados, que por desgracia sigue siendo una rareza entre las mil culturas del planeta Tierra. Y ello no se debe a que los occidentales seamos más listos de nacimiento, sino a que nuestras sociedades y sistemas políticos nos han alfabetizado. Y a que esto ha modificado nuestro cerebro. Crianza luego naturaleza.

El autor es una fuente muy solvente. Profesor y presidente del departamento de Biología Evolutiva Humana de la Universidad de Harvard, antropólogo e ingeniero espacial, ha dirigido equipos de investigación sobre el comportamiento de las distintas sociedades humanas. Deduce de su experiencia que los sujetos utilizados en la mayoría de las investigaciones psicológicas —los ciudadanos occidentales— son muy peculiares. Con un guiño, los llama WEIRD, que significa raro, pero también son las siglas inglesas de occidental, educado, industrializado, rico y democrático. Su percepción es importante, porque implica que la psicología actual se basa en una muestra muy sesgada de la especie humana. Los ciudadanos occidentales no son extrapolables al resto de las culturas del planeta.

Las personas más raras del mundo no es un libro para neurocientíficos ni para antropólogos. Su objetivo, como debería ser el de todo libro, es la población culta de cualquier tendencia. Aquí no hay doctrina ni doctrinilla, sino argumentos basados en investigaciones solventes, incluidas las del propio autor. Henrich lleva al lector de la mano por una realidad compleja —nuestra especie lo es— mostrándole el camino no solo hasta sus conclusiones, por chocantes que resulten, sino también hacia la forma científica de obtenerlas. Esto es en sí mismo una novedad en un panorama ensayístico demasiado sesgado por las opiniones caprichosas de los autores. Henrich bebe de la tradición de Jared Diamond, en quien la sensibilidad antropológica y la creatividad científica conviven sin contradicción en el balcón del primer piso. Ambos autores son intelectuales de nuestro tiempo que han trascendido las miopes fronteras académicas que nos lastran.

Aprender a leer y a escribir modifica el cerebro, y de un modo bien interesante. Un poco por encima y por detrás de la oreja izquierda —la región occipitotemporal izquierda del córtex cerebral— moran de forma innata los procesadores especializados en interpretar el lenguaje hablado y reconocer los objetos. El lenguaje hablado está íntimamente asociado a la naturaleza humana y ha representado un papel protagonista en la evolución de nuestra especie durante cientos de miles de años. La escritura, en cambio, es un invento con poco más de 6.000 años. La genética no ha tenido tiempo de adaptarse y, por tanto, el cerebro no nace con un órgano de la escritura incorporado. Pero la cultura crea ese órgano, allí en medio del lenguaje y el reconocimiento de objetos, un nuevo procesador que se encarga de percibir las letras y las palabras, esos objetos tan especiales.

Las diferencias de las poblaciones occidentales con otras culturas son más amplias que todo eso. Los rasgos distintivos se extienden al razonamiento espacial, la atención, la memoria, la equidad, la disposición al riesgo, el reconocimiento de pautas, el pensamiento inductivo y hasta la susceptibilidad a las ilusiones ópticas. La cultura cambia el cerebro, y por eso los occidentales somos las personas más raras del mundo. Lean el libro.

Portada de 'Las personas más raras del mundo', de Joseph Henrich.
Las personas más raras del mundo
Autor: Joseph Henrich.
Traducción: Jesús Negro.
Editorial: Capitán Swing, 2022.
Formato: tapa blanda (799 páginas, 28,50 euros).

lunes, 5 de diciembre de 2022

_- 74ª FERIA DEL LIBRO DE MADRID. La Segunda República, vista sin pasión.

_- Cuatro historiadores diseccionan en un extenso ensayo los claroscuros del régimen que intentó reformar las costuras políticas y sociales de España

Sobre la Guerra Civil se ha escrito infinito, pero sobre la Segunda República escasean los estudios que la abordan con independencia de su final. Cuatro historiadores han aunado esfuerzos para tratar de ofrecer una visión sobre el primer régimen democrático instaurado en España en el siglo XX, cuyo afán reformista fue guillotinado por el más dramático de los finales. La Segunda República (Pasado y Presente), un volumen de casi 1.400 páginas, acaso sea el intento más ambicioso de la historiografía española para explicar aquellos años de luces y sombras, abiertos entre d... . La Segunda República (Pasado y Presente), un volumen de casi 1.400 páginas, acaso sea el intento más ambicioso de la historiografía española para explicar aquellos años de luces y sombras, abiertos entre dos periodos siniestros de dictaduras y guerra. “Durante años hemos vivido del libro de Gabriel Jackson, publicado en 1965. Luego ha habido otros, pero se trató de obras de síntesis y fragmentarias”, expone Josep Fontana, catedrático emérito de Historia e Instituciones Económicas por la Universidad Pompeu Fabra.

Tanto Fontana, como los autores de la obra (Eduardo González Calleja, Francisco Cobo Romero, Ana Martínez Rus y Francisco Sánchez Pérez), destacan el hecho de que por vez primera se aborda en sí misma, emancipada de su dramático desenlace (sin que esto quiera decir que se omita). “Muchos autores explican la República traumatizados por la experiencia de la guerra”, subraya González Calleja, profesor titular de Historia Contemporánea en la Universidad Carlos III, que explica que han huido tanto de la visión “propagandística” como de la “fatalista”. “A estas alturas, la República no debe ser denigrada ni reivindicada, sino analizada”, añade.

Parlamentarios más libres
Nada tiene que ver el actual sistema con el que rigió los procesos electorales en la Segunda República, más pluralista y más inestable. Francisco Sánchez cree, de hecho, que “la República se usó como contramodelo”. De entrada, “no se votaba a partidos sino a personas”. Esto propiciaba que los diputados tuviesen más autonomía a la hora de defender sus propuestas.

No había Senado, lo que agilizaba la aprobación de leyes, y las listas eran abiertas en cada circunscripción, con un sistema establecido para elegir mayorías y minorías. Había dos vueltas. “Intentaba fomentar el pluralismo. Se le ha criticado porque permite que partidos muy pequeños lleven sus representantes al Parlamento”.

En opinión de Fontana, los meses que van de abril de 1931 a julio de 1936 son uno de esos raros periodos de progreso en la historia española. A Fontana le gusta recordar una anécdota del historiador Ramón Carande, que respondió así a la petición de un periodista para definir en dos palabras la historia de España: “Demasiados retrocesos”.

Con un final que no estuvo a la altura de su civilizado principio —el rey Alfonso XIII salió hacia el exilio sin corona pero con cabeza—, la República estuvo marcada por un espíritu reformista que, en algunos mundos rígidos como el campo, pareció revolucionario. Se podría decir también que fue el primer régimen amigo de las mujeres: se aprobó el sufragio femenino en igualdad de condiciones que el masculino (a los 23 años), se le concedió igualdad jurídica y desapareció el delito de adulterio que las penalizaba.

En materia de derechos civiles, se regularon con leyes el divorcio, el matrimonio civil y los derechos de los hijos ilegítimos. La escuela pública dejó de segregar alumnos según sexos y se implantó la coeducación. “Se aprueban una serie de cambios legales fundamentales, aunque no dio tiempo a que se convirtieran en cambios sociales”, aduce Ana Martínez Rus, profesora titular de Historia Contemporánea en la Universidad Complutense. La cultura se transformó de arriba abajo. Invitar a leer fue una herramienta revolucionaria no muy apreciada en ámbitos conservadores y eclesiásticos, reacios a la instrucción de campesinos o mujeres.

Los libros como símbolo
En el Congreso, Pedro Sainz Rodríguez, diputado de Renovación Española y futuro ministro de Educación con Franco, interrogaba: “¿Para qué quieren leer a Oscar Wilde?”. Interesante cuestión en boca de un catedrático de Bibliología. “El concepto de biblioteca pública y el fomento de la lectura son de la República, que gastó mucho dinero en fondos, aunque no en personal, lo que hacía que la atención fuese voluntarista y que en algunas poblaciones se entorpeciese. Las biliotecas se convirtieron en un símbolo político”, señala Martínez Rus. Eso explica el castigo que los libros sufrirían durante la guerra y la dictadura, inmolados en hogueras y expurgados de bibliotecas como portadores del mal.

En el mundo laboral también se impulsaron novedosas normas, aunque Francisco Sánchez, profesor titular de Historia Contemporánea en la Carlos III, puntualiza su impacto en el sector industrial. “No son tan rupturistas como se las ha presentado. Beben de un debate que se venía dando desde la I Guerra Mundial. Donde se produce la gran novedad es en el campo, donde no existían los contratos por escrito y los patronos eran amos y señores del trabajo”.

Un impacto notable teniendo en cuenta que casi el 50% de la población activa española en los treinta trabajaba en el sector primario. “La cuestión agraria ha sido injustamente olvidada al estudiar la República y, sin embargo, no se entiende la Guerra Civil sin las cuestiones agrarias”, advierte Francisco Cobo, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Granada. Asegura que ni la reforma agraria fue revolucionaria (“era una ley comedida para modernizar las estructuras agrarias, pero beneficiaba a los jornaleros”) ni la conflictividad excepcional (“las huelgas no fueron mayores que en otros países europeos”).

Obras sobre armas y letras
'Voces de la trinchera (Alianza). James Matthews. Los soldados como corresponsales del frente. Las misivas, escritas entre 1938 y 1939 por combatientes del Ejército de Andalucía, rebelan hastío, sufrimiento ("Nos están saliendo telarañas en el cielo de la boca porque no tenemos ni agua para beber") y desapego hacia consignas políticas.

El final de la guerra civil (Marcial Pons). Fernando Rodríguez Miaja. Un joven de 22 años, Fernando Rodríguez Miaja, fue un testigo privilegiado de los últimos días de la guerra como secretario particular de su tío, el general José Miaja. Los coletazos del régimen republicano, ante su previsible derrota, siguen rodeados de claroscuros por la implicación de algunas autoridades en el golpe de estado de Casado y su colaboración con el quintacolumnismo.

Cuba y la guerra civil española. La voz de los intelectuales (Calambur). Niall Binns, Jesús Cano Reyes y Ana Casado Fernández. El nuevo volumen del grupo de investigación, que indaga en el impacto de la guerra en los intelectuales de América Latina, se centra en Cuba, el país Cuba fue el país latinoamericano con el mayor número de voluntarios en la guerra civil y también con el mayor número de corresponsales, algunos tan conocidos como Alejo Carpentier.

domingo, 4 de diciembre de 2022

_- Las 10 mejores universidades del mundo y cuáles son las mejor calificadas en América Latina, según el ranking de Times Higher Education

_- El índice es una referencia para los estudiantes a la hora de elegir un centro de estudios.

Las mejores universidades del mundo están en Estados Unidos y Reino Unido, pero la calidad de los institutos superiores de China está ganando terreno rápidamente.

Eso es parte de lo que se desprende delranking mundial que cada año hace el Times Higher Education, una institución británica que da seguimiento de los centros educativos de niveles superiores en el mundo.

La Universidad de Oxford encabeza el ranking por séptimo año consecutivo.

10 mejores universidades del mundo

Universidad de Oxford, Reino Unido.
Universidad de Harvard, EE.UU.
Universidad de Cambridge, Reino Unido.
Universidad de Stanford, EE.UU.
Instituto de Tecnología de Massachusetts, EE.UU.
Instituto de Tecnología de California, EE.UU.
Universidad de Princeton, EE.UU.
Universidad de California, Berkeley, EE.UU.
Universidad de Yale, EE.UU.
Imperial College London, Reino Unido 

EE.UU. y Reino Unido tienen las 10 universidades mejor evaluadas por Times Higher Education.

El ranking 

Para hacer su análisis se basa en 13 indicadores de desempeño en las áreas de enseñanza, investigación, transferencia de conocimiento y perspectiva internacional.

En el caso de América Latina, Times Higher Education incluyó instituciones de 11 países, siendo Brasil la nación que tuvo la mayor cantidad de universidades entre los primeros 20 puestos.

Las 20 mejor evaluadas de América Latina

Universidad de Sao Paulo (Brasil)
Universidad de Campinas (Brasil)
Pontificia Universidad Católica (Chile)
Universidad de Antofagasta (Chile)
Universidad de Costa Rica (Costa Rica)
Universidad de Desarrollo (Chile)
Universidad de Río Grande del Sur (Brasil)
Universidad Federal de Sao Paulo (Brasil)
Universidad Icesi (Colombia)
Universidad Peruana Cayetano Heredia (Perú)
Universidad Autónoma de Chile (Chile)
Universidad Diego Portales (Chile)
Universidad Federal de Minas Gerais (Brasil)
Universidad de Sergipe (Brasil)
Instituto Tecnológico de Monterrey (México)
Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro (Brasil)
Pontificia Universidad Javeriana (Colombia)
Universidad de La Serena (Chile)
Universidad de los Andes (Colombia)
Universidad Autónoma de Sinaloa (México)

Ascenso de China, caída de EE.UU.

La institución encargada del ranking destaca en su análisis que "la supremacía en investigación de las universidades estadounidenses está disminuyendo, en parte debido a una brecha creciente en la producción entre las universidades de élite y el resto".

En el caso de las universidades en China, resaltan que en cuanto a la calidad de la investigación, "se está poniendo al día" y aumentó su puntuación de 55,6 a 58 en este aspecto, mientras que en el caso de EE.UU. cayó de 70 puntos a 69,4. Aunque señalan que el país asiático tiene un eslabón débil: la internacionalización.

Por ejemplo, en el caso de la institución de más alto rango de China, la Universidad de Tsinghua, obtuvo un puntaje de 40,3 en perspectiva internacional este año, por debajo del 50,6 del año anterior.

EE.UU. es el país más representado en general, con 177 instituciones, y también el más representado entre las 200 principales (58).

China continental ahora tiene el cuarto número más alto de instituciones en el top 200 (11, en comparación con 10 el año pasado), superando a Australia, que ha caído al quinto lugar (junto con los Países Bajos).

La Universidad de Fudan y la Universidad Jiao Tong de Shanghái, la tercera y cuarta universidades con la puntuación más alta en China, respectivamente, aumentaron significativamente su puntuación general este año, impulsadas en gran medida por su sólido desempeño acorde a las referencias dadas.

El puntaje general promedio de las universidades en los EE. UU. aumentó en 0,1 entre 2022 y 2023, mientras que en China el aumento durante el mismo período fue de 1,6. El aumento promedio en todo el mundo fue de 0,7.

sábado, 3 de diciembre de 2022

Qué comían los antiguos romanos durante los espectáculos sangrientos en el Coliseo


Mientras en la arena los gladiadores se batían a muerte o luchaban contra bestias salvajes, en las gradas del Coliseo romano los espectadores se atiborraban de aceitunas, nueces y cerezas, según ha descubierto un equipo de arqueólogos. 
 
Los expertos han podido desenterrar restos de higos, uvas, cerezas, moras, frutos secos y otros alimentos de más de 2.000 años de antigüedad en el lugar. 
 
También se han encontrado huesos de osos y grandes felinos que probablemente se usaron en los juegos de caza del anfiteatro, muy populares en la época romana.

Los descubrimientos fueron realizados por arqueólogos que examinaron las alcantarillas del monumento, construido en el primer siglo de nuestra era.

Reliquias como estas brindan una instantánea de la "experiencia y costumbres de quienes acudían a este lugar durante las largas jornadas dedicadas a los espectáculos", explicó a la BBC Alfonsina Russo, directora del Parque Arqueológico del Coliseo.

Los investigadores aseguran que los huesos de osos y leones probablemente pertenecían a los animales que formaban parte de los juegos sangrientos del anfiteatro, en el que se enfrentaba a bestias para que lucharan entre sí o contra gladiadores.

El Coliseo, que podía albergar hasta 55.000 espectadores, estuvo en uso durante cinco siglos, entreteniendo a los romanos con luchas, martirios e incluso naumaquias, combates navales para los que la arena del circo se llenaba de agua.

Se cree que para su inauguración, en el año 80, el emperador Tito ordenó la celebración de unos juegos que duraron 100 días y en los que se mató a más de 5.000 fieras.
Gladiadores luchando en el Coliseo FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES

 Los espectáculos del Coliseo eran, a menudo, sangrientos.

En la excavación también se han encontrado huesos de animales más pequeños, como perros.

Los hallazgos forman parte de un estudio que comenzó en enero de 2021, en el que se han limpiado cerca de 70 metros de desagües y alcantarillas debajo del Coliseo, que sigue siendo uno de los lugares más visitados de Italia.

Arquitectos y arqueólogos especializados utilizaron robots guiados por cables para navegar por el complejo sistema de drenaje del anfiteatro, lo que les ayudó a comprender la vida cotidiana en Roma, así como las estructuras hidráulicas antiguas, según han explicado los investigadores.

Hasta nuestros días ha llegado el arte culinario romano, que las clases pudientes celebraban en opíparos banquetes que se prolongaban toda la noche con platillos muy elaborados. De hecho, el libro de cocina más antiguo que se conoce es romano y lo recopiló un tal Apicius.

Sin embargo, para el Coliseo, los espectadores optaban por refirgerios más sencillos, que podían compar a vendedores ambulantes que se instalaban en los alrederores del anfiteatro, donde ofrecían garbanzos, pescado frito, salchichas o bollos. En las gradas también se bebía mucho vino.

En la excavación también se han descubierto monedas antiguas, entre ellas 50 monedas de bronce que datan del período romano tardío, que abarcan aproximadamente 250-450 d.C., y una moneda conmemorativa de plata de alrededor de 170-171 d.C., que celebra los 10 años del gobierno del emperador Marco Aurelio.

El Coliseo fue el anfiteatro más grande del Imperio Romano y cayó en desuso alrededor del año 523 d.C., cuando se prohibieron los espectáculos de gladiadores y de caza. Entonces, sus túneles, huecos y galerías fueron ocupados por los habitantes de Roma, que hicieron de él una extensión de la ciudad.

En el siglo XIV, un terremoto destruyó parte del anfiteatro, que acabó convirtiéndose en basurero y cantera de la que se extraían materiales de construcción. El Renacimiento volvió a poner en valor el edificio.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-63756343

_- PSICOLOGÍA Un paseo con Freud o cómo caminar tiene efectos positivos sobre la mente


_- Un viernes de agosto de 1910, dos caminantes de mediana edad fueron vistos dando un largo paseo por las calles de Leiden. Los lugareños pudieron haber adivinado que uno, algo inquieto, buscaba el consejo del otro. Más que charla casual, fue una sesión de terapia de cuatro horas —el breve psicoanálisis de Gustav Mahler por Sigmund Freud—. El músico, habiendo trabajado en su décima sinfonía, la última antes de morir, estaba angustiado porque su esposa, Alma, estaba teniendo una aventura con el arquitecto Walter Gropius. Dejando de lado el contenido de la sesión, el contexto es instructivo: Mahler había cancelado dos citas y, cuando solicitó una tercera, la única posibilidad fue verse en el sur de Holanda, donde Freud pasaba el mes, lejos del consultorio, por lo que el encuentro tuvo que realizarse a pie. Pensando en Mahler y Freud, durante la pandemia transformé el marco de mi práctica, al proponerles a algunos de mis pacientes que realizáramos nuestras sesiones al aire libre. Caminar juntos —con la mirada hacia el horizonte, sin mirarnos a los ojos— nos permitió configurar un paradigma peripatético del diván y emprender la aventura de descubrir la cura en nuestro andar. 

La itinerancia involucra a todo nuestro ser, abre un mundo de acordes y correspondencias, condiciona la relación espacial del yo sintiente. Nuestro enlace profundo entre el movimiento corporal y el entorno facilita un enfoque plural y polifónico de las situaciones recreadas. Como la mayoría de nosotros no tenemos que dedicar mucho esfuerzo consciente al acto de caminar, la mente queda libre para deambular. Es más, la manera en que movemos el cuerpo cambia aún más la naturaleza de los pensamientos, y viceversa —al caminar a nuestro propio ritmo creamos un circuito de retroalimentación axiomático entre el ritmo del cuerpo y nuestro estado mental, que no sería fácil lograr con ningún otro tipo de locomoción—. Mientras caminamos, el ritmo de nuestros pasos oscila naturalmente con nuestros estados de ánimo y con las cadencias de nuestro monólogo interior. De igual forma, es posible cambiar activamente el ritmo de nuestros pensamientos caminando deliberadamente más rápido o disminuyendo la velocidad.

Su vínculo con la salud y su relación con la creatividad son bien sabidos. Al caminar aumentamos el flujo de oxígeno a nuestros tejidos, específicamente el cerebro. Se ha demostrado que caminar con regularidad, incluso levemente, mejora la memoria y la atención, evita el desgaste del tejido cerebral que provoca la edad, aumenta el volumen del hipocampo —una región clave para la memoria—, estimula el desarrollo de nuevas neuronas y acelera la transmisión de mensajes entre ellas. Es una estrategia fácil de implementar para aumentar la producción de ideas novedosas. La poesía y el caminar, por ejemplo, han ido siempre de la mano: Teócrito y Horacio, Dante y Petrarca, Spencer y Woolf se han representado como caminantes que deambulan por un paisaje, traduciendo su movimiento en obras de arte. Thomas de Quincey calculó que Wordsworth caminó unos 290.000 kilómetros en su vida, lo que equivale a un promedio de 10,5 kilómetros diarios desde que tenía cinco años —y su hermana Dorothy, que mantuvo un evocativo diario de sus caminatas, también era una excursionista vigorosa—.

Por supuesto que no todas las caminatas son faenas en solitario. Sarah Hanson, de la Universidad East Anglia, recalca que “caminar en grupo es diferente a caminar solo, hay una gran cantidad de activación, contacto con el entorno y, lo que es más importante, la conexión social. Las personas pueden estar juntas pero separadas… Al enfrentar problemas en los que nuestro estado mental se ve comprometido, hay algo especial en estar en un grupo de caminata”, afirma, haciendo notar que “no es necesario equipo extraordinario, ni comprar ropa cara, no es el gimnasio. Cualquiera puede acceder a la caminata en su propia comunidad, especialmente los más necesitados”. Además, este grupo incluye a menudo a ciudadanos con discapacidades, como demuestra la pintora, escritora y activista Sunaura Taylor en el vídeo Examined Life, mientras “sale a caminar”, como ella lo describe, en su silla de ruedas por Oakland, en conversación con su colega de Berkeley la filósofa Judith Butler. De hecho, en un meta­análisis frecuentemente citado —que comprende 42 estudios con 1.843 participantes—, Hanson y sus colaboradores corroboran que los grupos de caminata son efectivos, con buena adherencia y amplios beneficios para la salud, y concluyen que pueden ser una intervención prometedora como actividad proactiva de promoción de la salud.

En lugar de optar por el tradicional “paseo por el bosque” a la manera del naturalista Henry David Thoreau y tantos otros, Jane Jacobs, una de las figuras clave del urbanismo, igualmente propone un enfoque comunitario innovador centrado en caminar en espacios urbanos. Hoy día, Las caminatas de Jane son conversaciones ambulantes organizadas por personas motivadas —tú, un amigo o un grupo— dentro de tu barrio, que ayudan a descubrir y compartir algo sobre tu comunidad. Pueden enfocarse en una variedad de temas sobre cómo interactuamos, usamos y habitamos las ciudades. El programa ha logrado llevar el potencial de las conexiones comunitarias a ciudades tan variadas como Anchorage y Bombay, a través de caminatas globales, y confirma que hay infinidad de formas de galvanizar el término “peatón”.

David Dorenbaum es psiquiatra y psicoanalista.

https://elpais.com/eps/2022-11-08/caminar-tiene-ilimitados-efectos-fisicos-y-mentales.html

viernes, 2 de diciembre de 2022

COMPUTACIÓN CUÁNTICA. Nuevo hito cuántico: IBM alcanza con el nuevo procesador Osprey los 433 cúbits, más capacidad que el número de átomos del universo.

La compañía triplica la memoria del computador Eagle en un año y mantiene el plan de superar los 4.000 cúbits en 2022

“Un ordenador cuántico de 273 cúbits tiene más memoria que átomos el universo observable”, según Alberto Casas, investigador del CSIC y autor de La revolución cuántica (Ediciones B, 2022). El físico auguraba en su libro una inminente consecución de este hito, que ya se ha logrado. La multinacional IBM ha presentado este miércoles su nuevo procesador Osprey (águila pescadora), con el que ha alcanzado los 433 cúbits, más del triple de capacidad de la conseguida hace solo un año con el Eagle (127 cúbits) y una décima parte de la que esperan en 2025. Es un paso necesario para desarrollar ordenadores cuánticos efectivos, capaces de hacer cálculos prácticos a gran escala de forma robusta, sin errores.

La física clásica no explica nuestro mundo, aunque hasta ahora nos ha servido, en especial, en el ámbito macroscópico. La ciencia cuántica, que estudia la naturaleza y las interacciones a escala atómica y subatómica, comienza a aportar posibles explicaciones y mantiene dos vías que se entrecruzan: la teórica, que aspira a contestar a preguntas fundamentales, como qué es la materia oscura que conforma el universo, y la práctica, que quiere aplicar las leyes cuánticas a procesos como la computación para multiplicar exponencialmente la capacidad para estudiar y comprender la vida y todo lo que la rodea. Este último camino ha superado una nueva meta.

Un cúbit es la unidad mínima de computación cuántica y, a diferencia del bit convencional —el que se utiliza en la tecnología común—, no tiene solo dos valores (0 y 1), sino que puede tener estos o cualquier superposición de ellos. Si un superordenador actual puede hacer millones de operaciones con bites (el Summit de IBM es capaz de procesar más de 200.000 millones de cálculos por segundo), uno cuántico puede ejecutar trillones. De ahí la importancia de aumentar la capacidad de cúbits en los modelos en desarrollo y minimizar los errores que afectan a esta tecnología.

Este es uno de los logros de IBM, que mantiene su hoja de ruta para conseguir un computador cuántico efectivo. El hito anunciado este miércoles, que se ha conseguido con innovaciones en la programación (software) y en el hardware (elementos físicos o materiales de los ordenadores y sistemas informáticos), es la base para el futuro lanzamiento del Cóndor, que será el primer procesador cuántico universal de más de 1.000 cúbits. A este le seguirá el Kookaburra (Cucaburra), previsto para 2025 y que tendrá una capacidad de más de 4.000. Según el director ejecutivo de IBM, Arvind Krishna, este último computador “será capaz de ejecutar cálculos que precisarían de un ordenador tradicional de casi el tamaño de la Tierra”.

En esta carrera por la “ventaja cuántica”, término que hace referencia a desarrollos basados en esta física que superen a los computadores clásicos, también están compañías como Google o Rigetti.

Para alcanzarla, IBM no se centra solo en las propiedades cuánticas, sino que incluye también procesadores convencionales en función de su eficiencia frente a las tareas de computación. El objetivo es desarrollar un tejido de circuitos para distribuir los problemas complejos entre varios procesadores.

Quantum System Two
IBM

De esta forma, para triplicar la capacidad del Eagle (el procesador que superó la barrera de los 100 cúbits), el nuevo Osprey se incluye en un nuevo IBM Quantum System Two, un sistema modular y flexible para incorporar múltiples chips (circuitos integrados) conectados por un sistema de control. Este estará accesible en línea en el primer trimestre de 2023 y es determinante para desarrollar una arquitectura modular con comunicación cuántica —que aumenta la capacidad computacional— y con un sistema de nube híbrida que permite integrar flujos de trabajo cuánticos y clásicos. “Hemos finalizado cómo será el sistema desde una perspectiva de diseño y estamos trabajando para construirlo, ponerlo y demostrarlo el próximo año”, afirma Jay Gambetta, el físico que lidera el equipo del Centro de Investigación IBM Thomas J Watson para el desarrollo de la computadora cuántica.

Será la base del Crossbill, el primer procesador único hecho de múltiples chips, y del Flamingo, que incluirá enlaces de comunicación cuántica. Ambos desarrollos están previstos para 2024. Un año después, con la combinación de las dos tecnologías, se prevé presentar el Kookaburra, un sistema cuántico de tres procesadores y 4.158 cúbits que pretende abrir la puerta a superar la barrera de los 100.000 cúbits.

El problema del ruido
Pero para aprovechar la ventaja computacional del cúbit hay que sortear un difícil problema. Las superposiciones cuánticas de estados que permiten los trillones de combinaciones y, por lo tanto, la casi infinita capacidad de computación son muy sensibles al medio ambiente. Cualquier mínima circunstancia del entorno (temperatura, ruido electromagnético o vibración) degrada las superposiciones y genera errores.

Jian-Wei Pan, el mayor experto en computación de China, afirma que “construir un ordenador cuántico prácticamente útil y tolerante a los fallos es uno de los grandes desafíos para el ser humano”. “El obstáculo más formidable es la presencia de ruido e imperfecciones. Necesitamos usar la corrección de errores cuánticos y operaciones tolerantes a fallos para superar el ruido y escalar el sistema”, asegura.

Procesador IBM Quantum Osprey. IBM
Una de las fórmulas para paliar esta desventaja es crear entornos donde se minimicen las interacciones con el medio ambiente, como enfriar los sistemas a una temperatura cercana al cero absoluto (-273 ºC). Pero también se pueden abordar los errores una vez que se producen, aplicando sistemas, como el Qiskit Runtime Primitives que incorpora el Osprey presentado este miércoles. Este desarrollo es un entorno de sistemas clásicos y cuánticos que aumenta la velocidad y calidad de la computación. Además, se suma Dynamic Circuits, un modelo alternativo de construcción de circuitos para la corrección de errores cuánticos. IBM prevé incorporar nuevos sistemas de supresión y mitigación de fallos con el fin de ayudar a los desarrolladores del programa fundamental del sistema operativo (kernel) a administrar el ruido y subsanar errores.

Frente a las alternativas materiales, Qiskit Runtime Primitives permite llevar a la programación las soluciones frente al ruido, por lo que facilita, según la compañía, que “los usuarios incorporen la computación cuántica en sus flujos de trabajo y se acelere el desarrollo de aplicaciones cuánticas”.

Oliver Dial, jefe de arquitectura de hardware cuántico en IBM, cree que no están muy lejos de conseguir minimizar el ruido: “En los próximos dos años, podremos hacer algo que nadie ha hecho antes. Es un desafío. Si podemos proporcionar una estimación libre de ruido observable, estaremos en el rango donde podemos comenzar a resolver problemas interesantes con nuestros clientes”.

De esta forma, según IBM, la carrera cuántica que se afianza no exigirá disponer de un ordenador de esta tecnología, sino que un desarrollador podrá incorporar a sus programas determinadas funcionalidades y operaciones de cálculo cuántico que se ejecutarán en la nube y que se integrarán con fluidez en aplicaciones que aunarán la nueva tecnología y la existente.

Un computador de 4.000 cúbits será capaz de ejecutar cálculos que precisarían un ordenador tradicional de casi el tamaño de la Tierra
Arvind Krishna, director ejecutivo de IBM

Alejandro González Tudela, investigador científico en el Instituto de Física Fundamental del CSIC, cree que las posibilidades de la computación cuántica son extraordinarias y que muchas de ellas aún están por descubrir. Uno de los campos de aplicación serán, en su opinión, “las cuestiones de muchos cuerpos, con muchos elementos que interaccionan entre ellos y que son difíciles de resolver en ordenadores clásicos”. Dos ejemplos serían la simulación de moléculas o el desarrollo de nuevos materiales, campos con una dimensión exponencial inalcanzable para los sistemas tradicionales.

La inteligencia artificial (IA) y, en especial, las redes neuronales, las que intentan emular al cerebro humano, también se beneficiarán de esta tecnología para clasificar, analizar y extraer patrones y conocimiento de imágenes, palabras o conceptos de cualquier tipo de lenguaje en cualquier área. En este sentido, IBM, cuenta con un sistema capaz de interpretar el lenguaje de la química para predecir el resultado más probable de una determinada reacción.

Esta convergencia entre bits, redes neuronales y cúbits es la base tecnológica de una nueva era de descubrimientos y de un futuro revolucionario de innovaciones tanto para la ciencia como para las empresas e instituciones.

jueves, 1 de diciembre de 2022

EJERCICIO FÍSICO Caminar rápido 50 minutos a la semana reduce la mortalidad en personas que llevan décadas inactivas

Un estudio muestra que un pequeño incremento de ejercicio físico de quienes no alcanzan los mínimos recomendados reduce el riesgo de muerte prematura

Cerca del 70% de las personas que visitan a su médico de cabecera en España no alcanzan los niveles mínimos de actividad saludable recomendados: 150 minutos semanales que se superarían caminando rápido 25 minutos al día, bailando durante ese mismo tiempo o sumando los minutos en partidos de pádel o haciendo aeróbic. La tasa de mortalidad en las personas que son activas se reduce entre un 30% y un 60% respecto a las que no lo son, y el ejercicio reduce la incidencia, en mayor o menor medida, de prácticamente todas las enfermedades. Los beneficios son obvios y las pruebas acumuladas ingentes, pero las circunstancias a veces llevan a seguir haciendo cosas que no convienen.

Para medir con precisión los beneficios de recetar ejercicio como medicina y ver a partir de qué cantidades se observan los beneficios, un equipo encabezado por la Unidad de Investigación de Atención Primaria de Bizkaia del Servicio Vasco de Salud ha seguido durante 15 años a 3.357 pacientes inactivos de 11 centros de atención primaria españoles. Sus resultados, que se publican en la revista British Journal of General Practice, muestran que la mortalidad de los que alcanzaron las recomendaciones mínimas, de 150 minutos a la semana de actividad moderada o 75 de actividad fuerte, ha sido casi un 50% menor de los que permanecieron inactivos. Además, el 20% de las muertes producidas en el grupo observado durante el estudio no se habrían producido si todos los pacientes inactivos hubieran cumplido las recomendaciones.

Lo que es quizá más importante, en particular para personas que llevan hasta 40 años sin hacer prácticamente ningún tipo de ejercicio, es que las ventajas de moverse, aunque son mayores cuando se superan los niveles recomendados, empiezan a aparecer con cambios muy pequeños, por debajo de los niveles que se suelen considerar mínimos para gozar de los beneficios del ejercicio. Con un incremento de la actividad moderada de 50 minutos semanales se registró una reducción de la mortalidad del 31%.

“Este estudio representa al tipo de pacientes que un médico de atención primaria se encuentra en su día a día”, explica Gonzalo Grandes, jefe de la Unidad de Investigación de Atención Primaria de Bizkaia y líder del trabajo. “Una de las dudas que se encuentran los profesionales de la salud que ven a personas con décadas de inactividad, con muy mala forma física, obesidad y muchas veces expuestos a enfermedades crónicas como diabetes o artrosis es si merece la pena recomendarles un plan de actividad física y buscar la forma de motivarles”, continúa Grandes. “Estos resultados muestran que, incluso para estos profesionales que tienen muchas limitaciones de tiempo y necesitan priorizar, y para estos pacientes, que pueden tener poca fe en su posibilidad de cambio, los resultados se empiezan a ver con muy poco”, concluye.

El siguiente paso de Grandes y los profesionales que están trabajando en estos estudios fue desarrollar estrategias para que los profesionales puedan plantear este tipo de intervenciones médicas a través de la actividad física. “Queremos implementar la actividad física como terapia estándar para personas con patologías crónicas como las cardiovasculares, el cáncer o la diabetes, pero cualquier cambio en la práctica clínica tiene una inercia enorme. Hay profesionales que no tienen la formación necesaria para hacer un plan de actividad física e incluso habría que reorganizar la promoción de la salud pública dentro de las comunidades”, advierte.

Montserrat Romaguera, médico de familia y del deporte y autora de Mi médico me manda a paseo, un libro sobre la importancia del ejercicio para la salud, coincide en la necesidad de formación para que la actividad física no sea el último factor que tienen en cuenta los médicos y para que la prescripción de ejercicio físico sea adecuada. “Igual que con los fármacos, no para todo el mundo vale la misma dosis ni el mismo tiempo de tratamiento”, aclara Romaguera, que es miembro de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria. Pero, además, afirma que la actividad física es algo transversal que tiene que ver con cómo se piensa la sociedad.

“Los niños y los adultos están enganchados a las pantallas y mucha gente vive en lugares donde no hay zonas verdes o hacer ejercicio es difícil”, apunta. “En muchos países de Europa, la gente va en bici al trabajo, y aquí hacerlo, mezclado con un tráfico muy hostil, puede ser jugarte la vida”, ejemplifica Romaguera. España es el segundo país europeo con más obesidad infantil, solo por detrás de Malta. “Los cambios deben empezar en los planes escolares, donde la educación física está más orientada al deporte que a una educación para el ejercicio que vamos a hacer toda la vida, pero también hay que facilitar el deporte de los jóvenes, abriendo los patios de los colegios los fines de semana, o creando más carriles bici para facilitar que se use este medio de transporte”, continúa. “Hay que transformar las ciudades pensando en el ejercicio físico, que como muestran estudios como este que se acaba de publicar, son una inversión en salud, mental y física”, asevera.

Para Isabel Egoecheaga, de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, estudios como este muestran la necesidad de incidir con los pacientes en la importancia del ejercicio. “Nosotros sabemos que solo el consejo médico [que le da un profesional] a una persona que acude a la consulta, simplemente recomendándole que deje de fumar, tiene un impacto importante. Viendo resultados como estos, deberíamos incluir con más frecuencia el consejo de hacer ejercicio, aunque sea poco y no alcance las cifras recomendadas por las guías internacionales”, añade. Pese a las limitaciones de tiempo de los médicos de atención primaria, Egoecheaga recuerda que, aunque no tengan tanto tiempo en cada consulta, los médicos de familia, a diferencia de los hospitalarios, “ven al paciente más veces y pueden ir haciendo un seguimiento y realizando impacto sobre su comportamiento”, y pueden apoyarse en la enfermería, “que tiene una gran importancia en la educación de los pacientes”. “El ejercicio”, concluye, “debe ser una prescripción, como sucede con otros medicamentos, adaptada a las condiciones de cada persona, porque aunque solo quitemos un poco de sedentarismo, estaremos beneficiando al paciente”.

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