En abril de 2009, la Junta de Andalucía, a través de financiación recibida del Fondo Social Europeo, me otorgó un contrato de cuatro años de duración. El objetivo del mismo era formar a personal docente e investigador al más alto nivel en determinadas áreas de conocimiento, consideradas deficitarias por tener falta de recursos humanos. Casi cuatro años después de haberme otorgado dicho contrato, estoy a punto de ser doctor (o eso espero), tengo 5 artículos publicados en revistas de alta calidad (otros 5 sometidos a evaluación), 4 capítulos de libro, un libro editado, he presentado y defendido comunicaciones en más de 20 conferencias de investigación y de docencia (nacionales e internacionales), he realizado dos estancia de investigación, multitud de cursos para mejorar mi formación docente e investigadora (incluyendo el curso de adaptación pedagógica y el curso de iniciación al profesorado universitario novel), y he impartido conferencias, seminarios y realizado labores docentes (en total he dado unos 24 créditos de docencia). Sinceramente creo que he sobrepasado con creces lo que mi contrato exigía, mostrando con indicadores objetivos que estoy preparado para dedicarme a la docencia y a la investigación universitaria. Sin embargo, en el mejor de los escenarios posibles, suponiendo que se alinearan los planetas y un rayo de luz me diera de lleno sólo a mí, mi futuro en España estaría vinculado a un contrato mucho más precario que el que tengo actualmente y cobrando en torno a un 20% menos. Como digo, ese sería el mejor de los escenarios posibles, un escenario por el que compiten tantos investigadores e investigadoras igual o más preparados que yo. ¿Qué sentido tiene esto? La respuesta es, simple y llanamente, ninguno. No sólo es una incoherencia, es un error que lejos de beneficiar al país va a lacrar e hipotecar su senda en las próximas décadas. No por no contratarme a mí, claro está, sino por hacer gala de esa orientación en una materia que marca las diferencias cualitativas entre países, la educación.
Quizás, con un ejemplo de un ámbito diferente al académico se vea el error de manera más gráfica y más claramente. Pongamos el caso de que una compañía dedicada a la venta de coches decide pagar a uno de sus trabajadores un máster de venta personalizada valorado en 90.000€. Lo último que se le ocurriría a esa empresa una vez que el trabajador ha acabado su formación, habiendo demostrado su capacidad para vender muchos más coches, sería despedirlo o bajarle el sueldo un 20%. Al contrario, tendrá que pagar más por sus servicios y mejorar sus condiciones laborales, puesto que su rendimiento es mayor y hace a su empresa ganar mucho más dinero.
Esta situación es exactamente la misma que se ha dado en mi caso y en el de muchos otros que han disfrutado o disfrutan aún de contratos de investigación similares (becas FPU, FPI, etc.). La idea del gobierno español al contratarnos fue formar a personal excelente en el ámbito académico para mejorar, en el corto plazo, la plantilla de las universidades españolas. Así, se lograría, tanto que aumentase la productividad científica como que los futuros titulados y tituladas españoles pudiesen contar con mejores docentes que los capacitasen para ser más competitivos en sus respectivas profesiones (ver el BOE o el BOJA publicado para cada uno de los contratos de investigación mencionados). Sin embargo, cuando finaliza nuestra formación, en lugar de valorarnos más y mejorar nuestras condiciones para que revirtamos todo nuestro aprendizaje en la sociedad, lo que hace el gobierno es reírse de nosotros y de todos los que han pagado sus impuestos con la intención de que en el futuro aportásemos nuestro valor añadido a la sociedad española. Esto es justo lo que está haciendo la universidad española con los jóvenes a los que ha formado, invertir y gastar miles de euros en ellos para luego echarlos a la calle (en mi caso, la inversión aproximada que se ha hecho en los últimos 4 años ha sido de unos 90.000€).
Y el problema no es para nosotros, afortunadamente no abundan los doctores en paro y no les suele faltar el trabajo, el problema es para el país y para sus ciudadanos, para Andalucía y los que viven allí, en mi caso. En el ejemplo de la empresa de coches habría muchas empresas encantadas de contratar al susodicho trabajador con lo ojos cerrados, en nuestro caso, también hay universidades y centros de investigación públicos y privados (Europa, Asia, América Latina, Australia, África) interesados en contar con nuestros servicios, puesto que no sólo no han de desembolsar nada de dinero en nuestra formación, sino que se beneficiarán de unas competencias que pocos otros poseen y que hemos demostrado sobradamente.
Ésta es la situación en la que nos encontramos en la actualidad miles de investigadores noveles formados en España. Ante este escenario, se están produciendo dos tipos de reacciones en el gremio: la primera es aguantar a costa de paro, precariedad y muchos rezos propios y familiares para tener suerte y conseguir un contrato irrisorio en el medio plazo; la segunda, es irnos fuera de España.
En mi opinión, tomar cualquiera de estas salidas sería un error, creo que nuestro deber como investigadores, por dignidad y por ética, debe ser negarnos y plantarnos ante estos escenarios, exigiendo una tercera vía para nuestro futuro. Por dignidad, porque no podemos aceptar que se nos trate así, no es justo, ni lógico, no tiene ningún sentido, y si lo aceptamos estamos legitimando esa manera de operar e incluso me atrevería a decir que reproduciéndola y haciendo que el que venga después lo tenga si cabe aún peor. Por justicia, porque no es justo que nos hayan formado aquí, hayan invertido y apostado por nosotros, y cuando podemos devolver con nuestro trabajo el enorme desembolso que millones de ciudadanos han pagado con sus impuestos, no debemos irnos a revertir nuestro saber a otros países, no es justo, ni ético, ni moral...
Fernando García-Quero. Investigador FPDI-Junta de Andalucía, Departamento de Economía Aplicada, Universidad de Granada
lunes, 22 de octubre de 2012
Siete jueces denuncian los abusos del sistema legal de desahucios
Proponen que las ayudas del Estado a la banca se extiendan a los sobreendeudados Desde 2008, año en que comenzó la crisis, hasta hoy se han producido unas 350.000 ejecuciones hipotecarias en España. Cada día ocurren nuevos desahucios y el drama social de esta situación preocupa a los jueces.
Por esta razón el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) encargó un informe detallado a siete magistrados, informe que será analizado hoy por el órgano rector de los jueces. En él se denuncian los abusos en el sistema legal de desahucios y se critica la "mala praxis" de las entidades bancarias.
Estos siete jueces atacan los abusos que ampara el marco legal de desahucios en España y de paso recuerdan que el sistema de cobro de créditos hipotecarios que está vigente hoy en nuestro país fue creado en 1909.
La "mala praxis" de los bancos
El informe, al que tenido acceso el diario El País habla de "mala praxis de las entidades bancarias" y propone medidas que protejan a las familias que se encuentran al borde del desahucio.
Los jueces reclaman que las ayudas del Estado a la banca se extiendan al cliente sobreendeudado, siempre que éste lo sea de buena fe, ya que "en otro caso el deudor se verá abocado a la ruina, la pérdida del local donde ejerce su actividad empresarial o profesional (que es su medio de vida) o, lo que es peor, de su vivienda habitual", dice textualmente el informe.
Pero, ¿cómo se ha llegado a esta situación? Las conclusiones del texto acusan a la banca de una ligereza desmesurada a la hora de conceder crédito hipotecarios de forma generalizada "sin valorar las posibilidades reales del deudor". En concreto se afirma que realizaron una "comercialización irresponsable, cuando no torticera, de productos financieros complejos... (participaciones preferentes)".
El informe afirma que las ejecuciones hipotecarias se han quintuplicado en los últimos cuatro años y sólo en 2012 han aumentado un 20,6% respecto al año anterior. Los autores destacan que desde 2008 se han producido unas 350.000 ejecuciones hipotecarias en España y recuerdan que "no se trata de cifras frías. Cada procedimiento encierra un auténtico drama que lleva casi inexorablemente a la exclusión social de familias que, impotentes tras haber quedado en el paro o sufrir una drástica reducción de sus ingresos," no pueden pagar lo que deben.
Se necesitan "soluciones excepcionales"
Los siete jueces analizan la situación. Tras una ejecución hipotecaria el inmueble se adjudica al banco y "generalmente por un precio inferior al mercado" aumentando así los activos inmobiliarios de la entidad. Una vivienda más que seguramente no se ocupará en años ya que con la actual crisis económica ha descendido la demanda de pisos.
¿Cómo se puede salir de este círculo vicioso? La comisión de jueces propone un debate serio sobre el tema y piden "soluciones excepcionales" ante la situación excepcional que vive hoy la economía española.
En concreto, el informe presenta 18 medidas. Entre ellas los jueces proponen acuñar el término de "deudor hipotecario de buena fe" para añadir cambios en el marco jurídico que beneficien a aquellos que realmente lo necesiten.
Solicitan que el juez pueda otorgar moratorias para aplazar el pago de cuotas en casos concretoscomo desgracias familiares, paro, accidentes de trabajo o una larga enfermedad. También piden que la dación en pago se convierta en una "regulación imperativa en determinadas circunstancias": con la entrega de la vivienda se cancelaría el crédito.
Los jueces piden un mayor protagonismo para los hipotecados y plantean introducir mecanismos que permitan que el deudor pueda permanecer en su vivienda satisfaciendo un canon o buscando fórmulas como el arrendamiento o leasing. También reclaman la creación de comisiones mixtas que favorezcan salidas negociadas entre el banco y el deudor y en las que estén presentes la banca, la administración y los consumidores.
El Código de Buenas Prácticas: un fracaso
En informe critica también el Código de Buenas Prácticas implantado por el ministro de Economía y Competitividad Luis De Guindos. Los jueces aseguran que esta medida estrella del Gobierno ha fracasado, entre otras cosas, porque era algo voluntario. "No se ha alcanzado el resultado perseguido, por las estrictas condiciones para fijar las personas que pueden acogerse a las medidas, lo que supone que solo un porcentaje muy reducido, en la pobreza más absoluta, puede acogerse a esos beneficios", se queja el informe.
El Economista. Fuente: http://www.eleconomista.es/vivienda/noticias/4346270/10/12/siete-jueces-denuncian-los-abusos-en-del-sistema-legal-de-desahucios-espanol.html
Por esta razón el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) encargó un informe detallado a siete magistrados, informe que será analizado hoy por el órgano rector de los jueces. En él se denuncian los abusos en el sistema legal de desahucios y se critica la "mala praxis" de las entidades bancarias.
Estos siete jueces atacan los abusos que ampara el marco legal de desahucios en España y de paso recuerdan que el sistema de cobro de créditos hipotecarios que está vigente hoy en nuestro país fue creado en 1909.
La "mala praxis" de los bancos
El informe, al que tenido acceso el diario El País habla de "mala praxis de las entidades bancarias" y propone medidas que protejan a las familias que se encuentran al borde del desahucio.
Los jueces reclaman que las ayudas del Estado a la banca se extiendan al cliente sobreendeudado, siempre que éste lo sea de buena fe, ya que "en otro caso el deudor se verá abocado a la ruina, la pérdida del local donde ejerce su actividad empresarial o profesional (que es su medio de vida) o, lo que es peor, de su vivienda habitual", dice textualmente el informe.
Pero, ¿cómo se ha llegado a esta situación? Las conclusiones del texto acusan a la banca de una ligereza desmesurada a la hora de conceder crédito hipotecarios de forma generalizada "sin valorar las posibilidades reales del deudor". En concreto se afirma que realizaron una "comercialización irresponsable, cuando no torticera, de productos financieros complejos... (participaciones preferentes)".
El informe afirma que las ejecuciones hipotecarias se han quintuplicado en los últimos cuatro años y sólo en 2012 han aumentado un 20,6% respecto al año anterior. Los autores destacan que desde 2008 se han producido unas 350.000 ejecuciones hipotecarias en España y recuerdan que "no se trata de cifras frías. Cada procedimiento encierra un auténtico drama que lleva casi inexorablemente a la exclusión social de familias que, impotentes tras haber quedado en el paro o sufrir una drástica reducción de sus ingresos," no pueden pagar lo que deben.
Se necesitan "soluciones excepcionales"
Los siete jueces analizan la situación. Tras una ejecución hipotecaria el inmueble se adjudica al banco y "generalmente por un precio inferior al mercado" aumentando así los activos inmobiliarios de la entidad. Una vivienda más que seguramente no se ocupará en años ya que con la actual crisis económica ha descendido la demanda de pisos.
¿Cómo se puede salir de este círculo vicioso? La comisión de jueces propone un debate serio sobre el tema y piden "soluciones excepcionales" ante la situación excepcional que vive hoy la economía española.
En concreto, el informe presenta 18 medidas. Entre ellas los jueces proponen acuñar el término de "deudor hipotecario de buena fe" para añadir cambios en el marco jurídico que beneficien a aquellos que realmente lo necesiten.
Solicitan que el juez pueda otorgar moratorias para aplazar el pago de cuotas en casos concretoscomo desgracias familiares, paro, accidentes de trabajo o una larga enfermedad. También piden que la dación en pago se convierta en una "regulación imperativa en determinadas circunstancias": con la entrega de la vivienda se cancelaría el crédito.
Los jueces piden un mayor protagonismo para los hipotecados y plantean introducir mecanismos que permitan que el deudor pueda permanecer en su vivienda satisfaciendo un canon o buscando fórmulas como el arrendamiento o leasing. También reclaman la creación de comisiones mixtas que favorezcan salidas negociadas entre el banco y el deudor y en las que estén presentes la banca, la administración y los consumidores.
El Código de Buenas Prácticas: un fracaso
En informe critica también el Código de Buenas Prácticas implantado por el ministro de Economía y Competitividad Luis De Guindos. Los jueces aseguran que esta medida estrella del Gobierno ha fracasado, entre otras cosas, porque era algo voluntario. "No se ha alcanzado el resultado perseguido, por las estrictas condiciones para fijar las personas que pueden acogerse a las medidas, lo que supone que solo un porcentaje muy reducido, en la pobreza más absoluta, puede acogerse a esos beneficios", se queja el informe.
El Economista. Fuente: http://www.eleconomista.es/vivienda/noticias/4346270/10/12/siete-jueces-denuncian-los-abusos-en-del-sistema-legal-de-desahucios-espanol.html
viernes, 19 de octubre de 2012
Miles de personas protestan en Madrid contra los recortes en el sistema educativo.
Miles de personas marcharon este jueves por el centro de Madrid en protesta por los recortes a la educación anunciados por el gobierno de Mariano Rajoy.
Muchos de los asistentes al evento exigían la renuncia del ministro de educación,José Ignacio Wert, por su proyecto de recortar subvenciones, así como aumentar las tasas universitarias.
Los sindicatos aseguran que el plan incluye aumentar las horas lectivas de los docentes, lo que podría implicar el despido de miles de profesores.
Al término de la jornada la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres (CEAPA), convocó una jornada de huelga para protestar por los recortes y la reforma educativa.
La agencia española de noticias, Efe, indicó que el portavoz de CEAPA, José Luis Pazos,pidió a los padres no llevar a sus hijos a los colegios el jueves en la primera convocatoria del tipo que hace en su historia. Fuente: BBC.
Muchos de los asistentes al evento exigían la renuncia del ministro de educación,José Ignacio Wert, por su proyecto de recortar subvenciones, así como aumentar las tasas universitarias.
Los sindicatos aseguran que el plan incluye aumentar las horas lectivas de los docentes, lo que podría implicar el despido de miles de profesores.
Al término de la jornada la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres (CEAPA), convocó una jornada de huelga para protestar por los recortes y la reforma educativa.
La agencia española de noticias, Efe, indicó que el portavoz de CEAPA, José Luis Pazos,pidió a los padres no llevar a sus hijos a los colegios el jueves en la primera convocatoria del tipo que hace en su historia. Fuente: BBC.
domingo, 14 de octubre de 2012
Premio Nobel de la Paz a la Unión Europea. Un premio contra la duda
El premio Nóbel de la paz concedido a la Unión Europea es un premio contra la duda. Pretende levantar la moral a un narcisismo europeo lastimado por la crisis financiera. El discurso que Europa pronuncia y proyecta en el mundo sobre sí misma acerca de su bondad y de los valores universales de los que se considera portadora, paz, cohesión social y derechos humanos, se ha tambaleado. Se tambalea la cohesión europea, aumentan el euroescepticismo y los reproches entre naciones. El premio pretende actuar contra esa nueva inseguridad europea que, inesperadamente, ha traído la crisis. Pero hay algo más importante: se trata de la duda sobre la paz de Europa en un mundo estresado con recursos globales tan escasos como disputados.
¿Qué es históricamente Europa desde el punto de vista de la guerra y la paz? La respuesta es obvia: es la parte más guerrera del mundo. En los últimos 500 años la guerra fue la norma en este continente de naciones luchando entre ellas. Entre 1615 y 1815, cuando concluyen las guerras napoleónicas, las naciones europeas estuvieron en guerra una media de sesenta o setenta años por siglo. Hasta 1914 hubo un poco más de paz, pero Europa continuó en aquella época culminando la exportación de guerra y genocidio hacia fuera de sus fronteras: con el holocausto colonial- imperial que fue la conquista del mundo no europeo.
Ese periodo 1815-1914 de relativa paz europea, si olvidamos episodios como la guerra de Crimea o la guerra franco-prusiana, es la edad de oro de la industrialización. La industrialización fue un invento europeo que convirtió la guerra en algo mucho más mortífero. Dos guerras mundiales de inusitada mortandad e incubadas en y por Europa, fueron su resultado.
El paréntesis de paz que Europa ha conocido desde 1945 hasta hoy ha sido excepcional, 67 años, pero no hay que olvidar que tuvo lugar gracias a la tutela de dos superpotencias en tensión nuclear, es decir fue una paz bajo vigilancia y presidida por un factor, el de la destrucción masiva, que representa el escalón superior de la estupidez humana: la destrucción del planeta. Ese inquietante factor sigue ahí en el centro de nuestra civilización globalmente calentada.
En cualquier caso aquella tutela concluyó, en 1989-1991, con la retirada de la Unión Soviética, y está yendo a menos en lo que respecta a Estados Unidos. Por todo eso, la pregunta sobre si la actual Europa, con su nueva soberanía, no volverá a las andadas, tiene pleno sentido. Sobre esto dos consideraciones.
Es verdad que cuesta imaginar guerra entre naciones europeas, pero algo de ello hemos tenido en los Balcanes. En segundo lugar se constata que cada vez hay más participación europea en aventuras militares occidentales en el mundo. Si durante la guerra de Vietnam los europeos dejaron a Estados Unidos solos con la faena –ni siquiera se sumó el Reino Unido, su fiel criado- hoy casi todos los europeos están en Afganistán. En Irak ha habido una notable participación, aunque con disimulos y divisiones. En Libia se ha visto un gran protagonismo europeo, con gran iniciativa francesa, parece que hasta en el asesinato de Gadafi. Y en Siria, Europa está contribuyendo claramente a que las cosas vayan a peor alimentando la guerra civil por el procedimiento de apoyar a uno de los bandos. Por todo eso, la pregunta sobre si la actual Europa, malhumorada y desencantada, puede volver a las andadas, tiene mucho más sentido de lo que se cree. De ahí que éste sea el premio contra la duda.
Rafael Poch, La Vanguardia. Fuente: http://blogs.lavanguardia.com/berlin/?p=346
¿Qué es históricamente Europa desde el punto de vista de la guerra y la paz? La respuesta es obvia: es la parte más guerrera del mundo. En los últimos 500 años la guerra fue la norma en este continente de naciones luchando entre ellas. Entre 1615 y 1815, cuando concluyen las guerras napoleónicas, las naciones europeas estuvieron en guerra una media de sesenta o setenta años por siglo. Hasta 1914 hubo un poco más de paz, pero Europa continuó en aquella época culminando la exportación de guerra y genocidio hacia fuera de sus fronteras: con el holocausto colonial- imperial que fue la conquista del mundo no europeo.
Ese periodo 1815-1914 de relativa paz europea, si olvidamos episodios como la guerra de Crimea o la guerra franco-prusiana, es la edad de oro de la industrialización. La industrialización fue un invento europeo que convirtió la guerra en algo mucho más mortífero. Dos guerras mundiales de inusitada mortandad e incubadas en y por Europa, fueron su resultado.
El paréntesis de paz que Europa ha conocido desde 1945 hasta hoy ha sido excepcional, 67 años, pero no hay que olvidar que tuvo lugar gracias a la tutela de dos superpotencias en tensión nuclear, es decir fue una paz bajo vigilancia y presidida por un factor, el de la destrucción masiva, que representa el escalón superior de la estupidez humana: la destrucción del planeta. Ese inquietante factor sigue ahí en el centro de nuestra civilización globalmente calentada.
En cualquier caso aquella tutela concluyó, en 1989-1991, con la retirada de la Unión Soviética, y está yendo a menos en lo que respecta a Estados Unidos. Por todo eso, la pregunta sobre si la actual Europa, con su nueva soberanía, no volverá a las andadas, tiene pleno sentido. Sobre esto dos consideraciones.
Es verdad que cuesta imaginar guerra entre naciones europeas, pero algo de ello hemos tenido en los Balcanes. En segundo lugar se constata que cada vez hay más participación europea en aventuras militares occidentales en el mundo. Si durante la guerra de Vietnam los europeos dejaron a Estados Unidos solos con la faena –ni siquiera se sumó el Reino Unido, su fiel criado- hoy casi todos los europeos están en Afganistán. En Irak ha habido una notable participación, aunque con disimulos y divisiones. En Libia se ha visto un gran protagonismo europeo, con gran iniciativa francesa, parece que hasta en el asesinato de Gadafi. Y en Siria, Europa está contribuyendo claramente a que las cosas vayan a peor alimentando la guerra civil por el procedimiento de apoyar a uno de los bandos. Por todo eso, la pregunta sobre si la actual Europa, malhumorada y desencantada, puede volver a las andadas, tiene mucho más sentido de lo que se cree. De ahí que éste sea el premio contra la duda.
Rafael Poch, La Vanguardia. Fuente: http://blogs.lavanguardia.com/berlin/?p=346
La utilidad de la filosofía. “Vivimos en un clima político histérico. Necesitamos de la filosofía con la misma urgencia que la Atenas de Sócrates”, dice Martha C. Nussbaum.
En vísperas de recoger el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2012, la pensadora estadounidense habla en esta entrevista de sus creencias religiosas, sus preocupaciones sociales y su pasión por el canto.
No contestaré correos electrónicos durante el Rosh Hashana [Año Nuevo judío que suele caer a comienzos del otoño]”. Los correos electrónicos de Martha Craven Nussbaum son precisos, directos, sin concesiones a rituales sociales. Reconocida como una de las grandes filósofas actuales, profesora de Derecho y Ética en la Universidad de Chicago, autora de más de dieciséis libros (la mayoría, editados en español por Paidós) sobre filosofía griega y latina, derechos de las mujeres, filosofía política, religión e igualdad entre los humanos, Martha C. Nussbaum va al grano cuando se instala ante el ordenador. El próximo día 26 recogerá en Oviedo, de manos del príncipe Felipe, el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2012, un galardón que la ha dejado “increíblemente sorprendida, honrada y encantada”, porque, “aunque estoy al corriente de que mis libros se han publicado en España, y hay algunos jóvenes que han escrito sobre ellos, no era consciente de que se me apreciara tanto”, dice en esta entrevista realizada mediante cuestionario electrónico.
PREGUNTA. Su currículo es apabullante. Da clases, conferencias, participa en seminarios en todo el mundo, escribe libros. ¿Qué hace para relajarse de tanta tensión laboral?
RESPUESTA. Soy cantante aficionada. Canto una hora todos los días y doy recitales con cierta frecuencia. También me gusta correr. Y, sobre todo, me encanta estar con mis amigos, que son de lo más variado.
Martha C. Nussbaum nació en 1947 en Nueva York, hija de un abogado y una decoradora de interiores que dejó el trabajo para cuidar de sus dos hijas. Se educó en un colegio de Bryn Mawr (Pensilvania), un lugar que ella misma ha calificado de “elitista y esnob”. Su decisión de luchar contra las desigualdades surgió, cuenta, como una reacción a ese ambiente. Aunque no solo.
“Una de las cosas que me abrió los ojos a la realidad fue un viaje de intercambio estudiantil que hice, un verano, en el que estuve viviendo con una familia obrera, en Swansea, en el sur de Gales. Aprendí lo que es de verdad vivir en la pobreza. No me pareció ni romántico ni atractivo. Estaba siempre triste y aquello tenía poco que ver con mis sueños, porque la pobreza mata las aspiraciones y te quita las ganas de vivir”.
La aspiración inicial de la joven Martha era ser actriz. Y para ello ingresó en la Universidad de Nueva York, donde estudió Clásicas y Arte Dramático. Durante dos años se dedicó a la interpretación, como actriz profesional. “La experiencia me sirvió para ver mundo, conocer a un grupo más amplio de personas y explorar mis emociones. Todavía hoy me gusta mucho actuar, aunque, como le decía, cantar me gusta más”.
Nussbaum continuó sus estudios en la Universidad de Harvard donde descubrió, de pronto, su pasión por la filosofía. En esa prestigiosa institución se doctoró en la materia, a mediados de los setenta, y dio clases, ya casada (de hecho mantiene el apellido de su esposo, Alan Nussbaum, del que se divorció en 1987) y con una hija, Rachel, hoy profesora de universidad como ella. Nussbaum ha contado que Harvard era una verdadera prueba para mujeres en sus circunstancias.
P. ¿Ha mejorado la situación en las universidades estadounidenses?
R. Ha mejorado muchísimo en dos de los aspectos que yo contaba: el acoso sexual está muy vigilado, y es más raro, aunque no tanto como debería, y tanto padres como madres disponen de atención para los hijos. Además hay una voluntad mayor por parte del cuerpo académico masculino de compartir las tareas domésticas y el cuidado de los hijos. El ambiente es mucho mejor en ese aspecto que el de los bufetes de abogados al que están ligados muchos de mis alumnos. En ese mundo, las jornadas largas hacen imposible conciliar la vida familiar y el trabajo, por eso se ha perpetuado un sistema de dos velocidades en el que las mujeres son las que tienen trabajos a tiempo parcial.
P. Pero las mujeres empiezan a ser promocionadas por el hecho de serlo y a beneficiarse de políticas de discriminación positiva. ¿O son, a menudo, medidas puramente cosméticas?
R. Las actuaciones de afirmación, como las llamamos en Estados Unidos, son necesarias. Las más urgentes son las que sirven para crear espacios de auténtica y completa igualdad de oportunidades. Lo que significa intervenir pronto en la educación de las jóvenes y ofrecer incentivos a los padres para que las alimenten bien y las envíen a la escuela —hay todavía un abismo en términos de mortalidad y educación entre los sexos en muchos países del mundo—. Al mismo tiempo, hay que adoptar políticas que faciliten que el potencial femenino sea respetado y cultivado, lo que incluye medidas adecuadas para el cuidado de niños y ancianos, una carga que recae sobre las mujeres en todo el mundo. En estos casos, esas actuaciones, lejos de ser mera cosmética, son cuestión de vida o muerte. Y si se diera el caso de que otras lo son, habría que denunciarlo.
Nussbaum trabajó, a partir de 1986, con el premio Nobel de Economía Amartya Sen en la iniciativa sobre capacidades, un enfoque diferente para medir el desarrollo de un país, en el centro de Naciones Unidas (UNU-WIDER) dedicado a la investigación en desarrollo económico.
P. ¿Qué significó para usted recibir esa invitación de Amartya Sen?
R. Eso es incorrecto, Sen no me llamó. Fue el director del instituto, Lal Jayawardena, el que me invitó a presentar una propuesta de proyecto para ligar desarrollo económico y filosofía. Yo dirigía ese proyecto, mientras que Sen dirigía otros en el área de pobreza y nutrición. Él había desarrollado ya esa perspectiva de las capacidades. Lo que yo hice fue ocuparme del aspecto filosófico. Fue una experiencia que me abrió los ojos sobre la importancia de los problemas de desigualdad, y me puso en contacto con gente de todo el mundo interesada en el tema.
Nussbaum detalla con detenimiento este enfoque en su último libro publicado en español: Crear capacidades. Propuestas para el desarrollo humano (Paidós). En él, hace un análisis del desarrollo social y económico, que lejos de estar basado en los habituales indicadores económicos, como el producto interior bruto o la renta per capita, tiene en cuenta los medios que pone un Estado al alcance de sus nacionales para que desarrollen las capacidades que cada ser humano encierra, y que ella resume en un decálogo. Lo que mediría el verdadero desarrollo, por tanto, sería que la gente disfrutara del derecho a la vida (“a una vida de duración normal, sin muerte prematura”, especifica la autora), a la salud física, a la integridad física (“estar protegidos de los ataques violentos, incluidas las agresiones sexuales y la violencia doméstica”), o del derecho a poder usar “los sentidos, la imaginación, el pensamiento y el razonamiento de una forma verdaderamente humana”. El decálogo incluye también “el poder vivir una relación próxima y respetuosa con los animales, las plantas y el mundo real”... Más en El País.
No contestaré correos electrónicos durante el Rosh Hashana [Año Nuevo judío que suele caer a comienzos del otoño]”. Los correos electrónicos de Martha Craven Nussbaum son precisos, directos, sin concesiones a rituales sociales. Reconocida como una de las grandes filósofas actuales, profesora de Derecho y Ética en la Universidad de Chicago, autora de más de dieciséis libros (la mayoría, editados en español por Paidós) sobre filosofía griega y latina, derechos de las mujeres, filosofía política, religión e igualdad entre los humanos, Martha C. Nussbaum va al grano cuando se instala ante el ordenador. El próximo día 26 recogerá en Oviedo, de manos del príncipe Felipe, el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2012, un galardón que la ha dejado “increíblemente sorprendida, honrada y encantada”, porque, “aunque estoy al corriente de que mis libros se han publicado en España, y hay algunos jóvenes que han escrito sobre ellos, no era consciente de que se me apreciara tanto”, dice en esta entrevista realizada mediante cuestionario electrónico.
PREGUNTA. Su currículo es apabullante. Da clases, conferencias, participa en seminarios en todo el mundo, escribe libros. ¿Qué hace para relajarse de tanta tensión laboral?
RESPUESTA. Soy cantante aficionada. Canto una hora todos los días y doy recitales con cierta frecuencia. También me gusta correr. Y, sobre todo, me encanta estar con mis amigos, que son de lo más variado.
Martha C. Nussbaum nació en 1947 en Nueva York, hija de un abogado y una decoradora de interiores que dejó el trabajo para cuidar de sus dos hijas. Se educó en un colegio de Bryn Mawr (Pensilvania), un lugar que ella misma ha calificado de “elitista y esnob”. Su decisión de luchar contra las desigualdades surgió, cuenta, como una reacción a ese ambiente. Aunque no solo.
“Una de las cosas que me abrió los ojos a la realidad fue un viaje de intercambio estudiantil que hice, un verano, en el que estuve viviendo con una familia obrera, en Swansea, en el sur de Gales. Aprendí lo que es de verdad vivir en la pobreza. No me pareció ni romántico ni atractivo. Estaba siempre triste y aquello tenía poco que ver con mis sueños, porque la pobreza mata las aspiraciones y te quita las ganas de vivir”.
La aspiración inicial de la joven Martha era ser actriz. Y para ello ingresó en la Universidad de Nueva York, donde estudió Clásicas y Arte Dramático. Durante dos años se dedicó a la interpretación, como actriz profesional. “La experiencia me sirvió para ver mundo, conocer a un grupo más amplio de personas y explorar mis emociones. Todavía hoy me gusta mucho actuar, aunque, como le decía, cantar me gusta más”.
Nussbaum continuó sus estudios en la Universidad de Harvard donde descubrió, de pronto, su pasión por la filosofía. En esa prestigiosa institución se doctoró en la materia, a mediados de los setenta, y dio clases, ya casada (de hecho mantiene el apellido de su esposo, Alan Nussbaum, del que se divorció en 1987) y con una hija, Rachel, hoy profesora de universidad como ella. Nussbaum ha contado que Harvard era una verdadera prueba para mujeres en sus circunstancias.
P. ¿Ha mejorado la situación en las universidades estadounidenses?
R. Ha mejorado muchísimo en dos de los aspectos que yo contaba: el acoso sexual está muy vigilado, y es más raro, aunque no tanto como debería, y tanto padres como madres disponen de atención para los hijos. Además hay una voluntad mayor por parte del cuerpo académico masculino de compartir las tareas domésticas y el cuidado de los hijos. El ambiente es mucho mejor en ese aspecto que el de los bufetes de abogados al que están ligados muchos de mis alumnos. En ese mundo, las jornadas largas hacen imposible conciliar la vida familiar y el trabajo, por eso se ha perpetuado un sistema de dos velocidades en el que las mujeres son las que tienen trabajos a tiempo parcial.
P. Pero las mujeres empiezan a ser promocionadas por el hecho de serlo y a beneficiarse de políticas de discriminación positiva. ¿O son, a menudo, medidas puramente cosméticas?
R. Las actuaciones de afirmación, como las llamamos en Estados Unidos, son necesarias. Las más urgentes son las que sirven para crear espacios de auténtica y completa igualdad de oportunidades. Lo que significa intervenir pronto en la educación de las jóvenes y ofrecer incentivos a los padres para que las alimenten bien y las envíen a la escuela —hay todavía un abismo en términos de mortalidad y educación entre los sexos en muchos países del mundo—. Al mismo tiempo, hay que adoptar políticas que faciliten que el potencial femenino sea respetado y cultivado, lo que incluye medidas adecuadas para el cuidado de niños y ancianos, una carga que recae sobre las mujeres en todo el mundo. En estos casos, esas actuaciones, lejos de ser mera cosmética, son cuestión de vida o muerte. Y si se diera el caso de que otras lo son, habría que denunciarlo.
Nussbaum trabajó, a partir de 1986, con el premio Nobel de Economía Amartya Sen en la iniciativa sobre capacidades, un enfoque diferente para medir el desarrollo de un país, en el centro de Naciones Unidas (UNU-WIDER) dedicado a la investigación en desarrollo económico.
P. ¿Qué significó para usted recibir esa invitación de Amartya Sen?
R. Eso es incorrecto, Sen no me llamó. Fue el director del instituto, Lal Jayawardena, el que me invitó a presentar una propuesta de proyecto para ligar desarrollo económico y filosofía. Yo dirigía ese proyecto, mientras que Sen dirigía otros en el área de pobreza y nutrición. Él había desarrollado ya esa perspectiva de las capacidades. Lo que yo hice fue ocuparme del aspecto filosófico. Fue una experiencia que me abrió los ojos sobre la importancia de los problemas de desigualdad, y me puso en contacto con gente de todo el mundo interesada en el tema.
Nussbaum detalla con detenimiento este enfoque en su último libro publicado en español: Crear capacidades. Propuestas para el desarrollo humano (Paidós). En él, hace un análisis del desarrollo social y económico, que lejos de estar basado en los habituales indicadores económicos, como el producto interior bruto o la renta per capita, tiene en cuenta los medios que pone un Estado al alcance de sus nacionales para que desarrollen las capacidades que cada ser humano encierra, y que ella resume en un decálogo. Lo que mediría el verdadero desarrollo, por tanto, sería que la gente disfrutara del derecho a la vida (“a una vida de duración normal, sin muerte prematura”, especifica la autora), a la salud física, a la integridad física (“estar protegidos de los ataques violentos, incluidas las agresiones sexuales y la violencia doméstica”), o del derecho a poder usar “los sentidos, la imaginación, el pensamiento y el razonamiento de una forma verdaderamente humana”. El decálogo incluye también “el poder vivir una relación próxima y respetuosa con los animales, las plantas y el mundo real”... Más en El País.
sábado, 13 de octubre de 2012
Cien años después, la Amazonía recuerda uno de sus episodios más trágicos
Los indígenas de la región amazónica han recordado en silencio durante cien años la humillación, el dolor y la muerte ocasionados a inicios del siglo XX por la explotación del caucho.
Pero este 12 de octubre uitotos, boras, okainas y muinanes conmemoraron públicamente la tragedia, convencidos de que un mejor futuro no puede prescindir de las enseñanzas del pasado.
"El objetivo es revisar lo que pasó hace cien años y convertir toda esa mala historia en cosas buenas para el beneficio de la nueva generación", le dijo a BBC Mundo Jesús Teteye, taita (médico tradicional) del pueblo bora, una de las tribus que estuvieron a punto de ser diezmadas por los empresarios del caucho.
"Tenemos una historia tan grande, tan fuerte, tan dolorosa… Pero los ancianos ya están cerrando parte de esa historia para, como decimos por aquí, "abrir el nuevo canasto'", explicó por su parte Raúl Teteye, rector del colegio indígena que ahora opera en la infame "Casa Arana", en La Chorrera, en el departamento colombiano de Amazonas.
La "Casa Arana" es el centro de la conmemoración, que reune a indígenas llegados de Perú y Brasil, así como representantes de la comunidad internacional y del gobierno colombiano.
La edificación era, hace cien años, el principal centro de acopio de caucho de la zona. Y su propietaria, la peruano-británica Peruvian Amazon Company, hizo su fortuna explotando brutalmente a los pueblos indígenas amazónicos, mediante la amenaza, la tortura, la esclavitud y el asesinato.
Genocidio
Los abusos de la cauchería fueron documentados en su momento por el cónsul británico en Manaos, Roger Casement, el protagonista de la novela de Mario Vargas Llosa "El sueño del celta".
Según su "Libro azul del Putumayo", publicado en 1912, para esa fecha más de 40.000 indígenas habían fallecido durante la primera fiebre del caucho. Y como resultado de las denuncias de Casement, la Peruvian Amazon Company se desintegraría un año más tarde.
La "Casa Arana", sin embargo, continuaría operando hasta 1932. Y los indígenas de la zona estiman en 100.000 el total de las vidas perdidas por causa de los abusos de los empresarios del caucho.
"Fue un genocidio. Es algo que casi no se conoce en el mundo afuera de Colombia, pero tiene una importancia tremenda y mucha relevancia en asuntos de derechos humanos, medio ambiente, derechos indígenas, inversión", le dijo a BBC Mundo el embajador del Reino Unido en Colombia, John Dew, uno de los invitados al acto.
"Y es importante mostrar con mi presencia que los tiempos han cambiado y que tenemos el mismo compromiso con los derechos humanos hoy día que teníamos en la época de Casement", agregó el diplomático británico.
Para Raúl Teteye, por su parte, la actividad también es una oportunidad para que los gobiernos de Colombia, Perú, Brasil "y sobre todo la Gran Bretaña, que fue la que financió parte del dinero con el que se hizo la empresa acá, puedan hacer hacia el futuro enseñanza a sus jóvenes de como se degrada una persona humana, de como un ser humano puede ser tan horrible para el ser humano como lo fue en esa época de la Casa Arana".
"Estamos trabajando para tener esa esperanza hacia el futuro", le dijo además a BBC Mundo. "Pero sin desconocer nuestra historia tan dolorosa.
Sabiendo que, en cualquier momento, en otras partes o en este mismo lugar, puede volver a suceder" agregó. Fuente: BBC.
Pero este 12 de octubre uitotos, boras, okainas y muinanes conmemoraron públicamente la tragedia, convencidos de que un mejor futuro no puede prescindir de las enseñanzas del pasado.
"El objetivo es revisar lo que pasó hace cien años y convertir toda esa mala historia en cosas buenas para el beneficio de la nueva generación", le dijo a BBC Mundo Jesús Teteye, taita (médico tradicional) del pueblo bora, una de las tribus que estuvieron a punto de ser diezmadas por los empresarios del caucho.
"Tenemos una historia tan grande, tan fuerte, tan dolorosa… Pero los ancianos ya están cerrando parte de esa historia para, como decimos por aquí, "abrir el nuevo canasto'", explicó por su parte Raúl Teteye, rector del colegio indígena que ahora opera en la infame "Casa Arana", en La Chorrera, en el departamento colombiano de Amazonas.
La "Casa Arana" es el centro de la conmemoración, que reune a indígenas llegados de Perú y Brasil, así como representantes de la comunidad internacional y del gobierno colombiano.
La edificación era, hace cien años, el principal centro de acopio de caucho de la zona. Y su propietaria, la peruano-británica Peruvian Amazon Company, hizo su fortuna explotando brutalmente a los pueblos indígenas amazónicos, mediante la amenaza, la tortura, la esclavitud y el asesinato.
Genocidio
Los abusos de la cauchería fueron documentados en su momento por el cónsul británico en Manaos, Roger Casement, el protagonista de la novela de Mario Vargas Llosa "El sueño del celta".
Según su "Libro azul del Putumayo", publicado en 1912, para esa fecha más de 40.000 indígenas habían fallecido durante la primera fiebre del caucho. Y como resultado de las denuncias de Casement, la Peruvian Amazon Company se desintegraría un año más tarde.
La "Casa Arana", sin embargo, continuaría operando hasta 1932. Y los indígenas de la zona estiman en 100.000 el total de las vidas perdidas por causa de los abusos de los empresarios del caucho.
"Fue un genocidio. Es algo que casi no se conoce en el mundo afuera de Colombia, pero tiene una importancia tremenda y mucha relevancia en asuntos de derechos humanos, medio ambiente, derechos indígenas, inversión", le dijo a BBC Mundo el embajador del Reino Unido en Colombia, John Dew, uno de los invitados al acto.
"Y es importante mostrar con mi presencia que los tiempos han cambiado y que tenemos el mismo compromiso con los derechos humanos hoy día que teníamos en la época de Casement", agregó el diplomático británico.
Para Raúl Teteye, por su parte, la actividad también es una oportunidad para que los gobiernos de Colombia, Perú, Brasil "y sobre todo la Gran Bretaña, que fue la que financió parte del dinero con el que se hizo la empresa acá, puedan hacer hacia el futuro enseñanza a sus jóvenes de como se degrada una persona humana, de como un ser humano puede ser tan horrible para el ser humano como lo fue en esa época de la Casa Arana".
"Estamos trabajando para tener esa esperanza hacia el futuro", le dijo además a BBC Mundo. "Pero sin desconocer nuestra historia tan dolorosa.
Sabiendo que, en cualquier momento, en otras partes o en este mismo lugar, puede volver a suceder" agregó. Fuente: BBC.
viernes, 12 de octubre de 2012
España es el país con mayor desigualdad social de la eurozona
La diferencia de ingresos crece por quinto año consecutivo
Siempre ha habido ricos y siempre ha habido pobres en España. Pero nunca en los últimos años la distancia entre unos y otros fue tan grande. Ni la diferencia de ingresos tan amplia. La tasa de paro ha hecho mella en los ingresos de las familias. Más de 1,7 millones de hogares españoles, según la última Encuesta de Población Activa, tiene a todos sus miembros en paro. Y solo el 67% de los registrados en las oficinas de empleo reciben alguna ayuda o prestación del Estado. Como resultado, España ocupa una de las posiciones más preocupantes en las estadísticas que miden la desigualdad social y se ha convertido, por primera vez, en el país de los Veintisiete con mayor distancia entre las rentas altas y las bajas.
En España la brecha económica ha superado siempre la media de los socios del euro, al menos desde que arrancan las series estadísticas de Eurostat, en 1995. Pero se mantenía estable. Hasta que la crisis atacó con virulencia y la brecha comenzó a crecer hace cinco años. El llamado coeficiente Gini, que mide la diferencia de ingresos de un país, es una clara muestra de ese cambio. Si la estadística arrojara un cero, significaría que en ese país hay una igualdad perfecta. El 100 sería la desigualdad más absoluta. España sacó en 2011 un 34. El nivel más alto desde que hay registros... Leer más en El País.
Siempre ha habido ricos y siempre ha habido pobres en España. Pero nunca en los últimos años la distancia entre unos y otros fue tan grande. Ni la diferencia de ingresos tan amplia. La tasa de paro ha hecho mella en los ingresos de las familias. Más de 1,7 millones de hogares españoles, según la última Encuesta de Población Activa, tiene a todos sus miembros en paro. Y solo el 67% de los registrados en las oficinas de empleo reciben alguna ayuda o prestación del Estado. Como resultado, España ocupa una de las posiciones más preocupantes en las estadísticas que miden la desigualdad social y se ha convertido, por primera vez, en el país de los Veintisiete con mayor distancia entre las rentas altas y las bajas.
En España la brecha económica ha superado siempre la media de los socios del euro, al menos desde que arrancan las series estadísticas de Eurostat, en 1995. Pero se mantenía estable. Hasta que la crisis atacó con virulencia y la brecha comenzó a crecer hace cinco años. El llamado coeficiente Gini, que mide la diferencia de ingresos de un país, es una clara muestra de ese cambio. Si la estadística arrojara un cero, significaría que en ese país hay una igualdad perfecta. El 100 sería la desigualdad más absoluta. España sacó en 2011 un 34. El nivel más alto desde que hay registros... Leer más en El País.
"España entrará en un círculo vicioso si Alemania impone más austeridad"
Nouriel Roubini, que ha arremetido contra la austeridad alemana, y el incombustible George Soros son, cada uno a su manera, dos de los príncipes del Foro Económico Mundial. El padre de Soros -el multimillonario, filántropo y oráculo de los mercados que hizo fortuna apostando contra la libra y que ahora se dedica a dar recetas para salvar el euro- fue deportado a Siberia por los rusos. Allí, antes de escaparse para volver a Hungría y enviar a su hijo a estudiar filosofía al extranjero, llegó a fundar una especie de periódico. Puede que de ahí proceda la querencia de Soros por la prensa, que es un amor correspondido: Soros llena la plaza cada año, no falla nunca. Quizá porque sabe escoger sus temas. Hoy se ha centrado en Europa.
Apenas unas horas antes de la llegada de la canciller Merkel, que inaugura oficialmente el Foro, Soros se ha dedicado a lanzar dardos al liderazgo alemán. "Los Gobiernos europeos lo hacen todo mal. En especial Alemania, que actúa como un capataz, imponiendo disciplina fiscal. La austeridad alemana está creando tensiones que podrían romper la UE. Se puede imponer disciplina a los países a los que el déficit se les ha ido de las manos, pero entonces otros países tienen que estimular sus economías para no caer en una espiral deflacionista", ha dicho.
La reunión del Foro Económico y Mundial de Davos puede llegar a ser un lugar extraño. Por sus pasillos campan a sus anchas financieros yhedge funds (fondos de alto riesgo) a quienes la crisis europea, y en especial la griega, les viene estupendamente para ganar dinero. Pero no son mayoría: hay otro tipo de ejecutivos y empresarios que han respirado aliviados en los últimos meses, tras las medidas del BCE que han calmado -al menos por el momento- la tensión. Y luego están los gurús. Soros es sin duda uno de ellos: en las conferencias de prensa siempre acaba teniendo que aclarar que ya no especula con monedas, que sus opiniones no son una forma de hacer dinero, pese a los recelos de una parte de la audiencia.
El otro gurú es el profesor de la Universidad de Nueva York Nouriel Roubini, que hizo fortuna vaticinando la Gran Recesión cuando casi nadie la veía venir. Roubini lleva años advirtiendo de la posibilidad de una ruptura del euro o de un accidente de un gran banco europeo. Pero hoy ha modificado el tiro. En la mirilla, la misma víctima de la diana de Soros: Angela Merkel. "España y la periferia de Europa entrarán en un círculo vicioso si Alemania sigue imponiendo austeridad", ha asegurado tras una conferencia sobre riesgos globales. (El círculo vicioso es, grosso modo, el que sigue: la austeridad significa recortes. Se congela la inversión y el gasto público, se despiden funcionarios si hace falta. La gente se asusta y acaba ahorrando, gasta menos por si acaso, la demanda privada también se contrae. Entonces las empresas despiden trabajadores, no invierten, caen los beneficios empresariales. Y con ellos la recaudación de impuestos, y por lo tanto aumenta el déficit, y son necesarios nuevos recortes. Así ad infinitum. Lo que piden Soros y Roubini es que otros países estimulen su economía para que los que recortan puedan compensar esos efectos vía exportaciones.)
"Europa está haciendo exactamente lo que se necesita para entrar en recesión: austeridad en la periferia, pero también en países con más margen de maniobra, como Alemania, Francia, Holanda, Finlandia, Austria. Incluso el FMI viene diciendo que si todo el mundo hace eso a la vez, el resultado será una recesión global. Europa debería empezar a meter el crecimiento en su agenda. Pero no...
Más en El País.
Apenas unas horas antes de la llegada de la canciller Merkel, que inaugura oficialmente el Foro, Soros se ha dedicado a lanzar dardos al liderazgo alemán. "Los Gobiernos europeos lo hacen todo mal. En especial Alemania, que actúa como un capataz, imponiendo disciplina fiscal. La austeridad alemana está creando tensiones que podrían romper la UE. Se puede imponer disciplina a los países a los que el déficit se les ha ido de las manos, pero entonces otros países tienen que estimular sus economías para no caer en una espiral deflacionista", ha dicho.
La reunión del Foro Económico y Mundial de Davos puede llegar a ser un lugar extraño. Por sus pasillos campan a sus anchas financieros yhedge funds (fondos de alto riesgo) a quienes la crisis europea, y en especial la griega, les viene estupendamente para ganar dinero. Pero no son mayoría: hay otro tipo de ejecutivos y empresarios que han respirado aliviados en los últimos meses, tras las medidas del BCE que han calmado -al menos por el momento- la tensión. Y luego están los gurús. Soros es sin duda uno de ellos: en las conferencias de prensa siempre acaba teniendo que aclarar que ya no especula con monedas, que sus opiniones no son una forma de hacer dinero, pese a los recelos de una parte de la audiencia.
El otro gurú es el profesor de la Universidad de Nueva York Nouriel Roubini, que hizo fortuna vaticinando la Gran Recesión cuando casi nadie la veía venir. Roubini lleva años advirtiendo de la posibilidad de una ruptura del euro o de un accidente de un gran banco europeo. Pero hoy ha modificado el tiro. En la mirilla, la misma víctima de la diana de Soros: Angela Merkel. "España y la periferia de Europa entrarán en un círculo vicioso si Alemania sigue imponiendo austeridad", ha asegurado tras una conferencia sobre riesgos globales. (El círculo vicioso es, grosso modo, el que sigue: la austeridad significa recortes. Se congela la inversión y el gasto público, se despiden funcionarios si hace falta. La gente se asusta y acaba ahorrando, gasta menos por si acaso, la demanda privada también se contrae. Entonces las empresas despiden trabajadores, no invierten, caen los beneficios empresariales. Y con ellos la recaudación de impuestos, y por lo tanto aumenta el déficit, y son necesarios nuevos recortes. Así ad infinitum. Lo que piden Soros y Roubini es que otros países estimulen su economía para que los que recortan puedan compensar esos efectos vía exportaciones.)
"Europa está haciendo exactamente lo que se necesita para entrar en recesión: austeridad en la periferia, pero también en países con más margen de maniobra, como Alemania, Francia, Holanda, Finlandia, Austria. Incluso el FMI viene diciendo que si todo el mundo hace eso a la vez, el resultado será una recesión global. Europa debería empezar a meter el crecimiento en su agenda. Pero no...
jueves, 11 de octubre de 2012
miércoles, 10 de octubre de 2012
Manifiesto para la renovación de la historia. Eric Hobsbawm
A continuación reproducimos el texto completo "Manifiesto para la renovación de la historia" de Eric Hobsbawm publicado en la edición chilena de Le Monde Diplomatique, enero-febrero 2005.
En el curso de las últimas décadas el relativismo en la Historia ha armonizado con el consenso político. Es hora de "reconstruir un frente de la razón" para promover una nueva concepción de la Historia. A ello invita Eric Hobsbawm, en el discurso de cierre del coloquio de la Academia británica sobre historiografía marxista (13-11-2004).
"Hasta ahora, los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo; se trata de cambiarlo". Los dos enunciados de la célebre "Tesis Feuerbach" de Karl Marx inspiraron a los historiadores marxistas. La mayoría de los intelectuales que se adhirieron al marxismo a partir de la década de 1880 -entre ellos los historiadores marxistas- lo hicieron porque querían cambiar el mundo, junto con los movimientos obreros y socialistas; movimientos que se convertirían, en gran parte bajo la influencia del marxismo, en fuerzas políticas de masas. Esa cooperación orientó naturalmente a los historiadores que querían cambiar el mundo hacia ciertos campos de estudio -fundamentalmente, la historia del pueblo o de la población obrera- los que, si bien atraían naturalmente a las personas de izquierda, no tenían originalmente ninguna relación particular con una interpretación marxista. A la inversa, cuando a partir de la década de 1890 esos intelectuales dejaron de ser revolucionarios sociales, a menudo también dejaron de ser marxistas.
La revolución soviética de octubre de 1917, reavivó ese compromiso. Recordemos que los principales partidos socialdemócratas de Europa continental abandonaron por completo el marxismo sólo en la década de 1950, y a veces más tarde. Aquella revolución engendró además lo que podríamos llamar una historiografía marxista obligatoria en la URSS y en los Estados que adoptaron luego regímenes comunistas. La motivación militante se vio reforzada durante el período del antifascismo.
A partir de la década de 1950 se debilitó en los países desarrollados -pero no en el Tercer Mundo- aunque el considerable desarrollo de la enseñanza universitaria y la agitación estudiantil generaron en la década de 1960 dentro de la universidad un nuevo e importante contingente de personas decididas a cambiar el mundo. Sin embargo, a pesar de desear un cambio radical, muchas de ellas ya no eran abiertamente marxistas, y algunas ya no lo eran en absoluto.
Ese rebrote culminó en la década de 1970, poco antes de que se iniciara una reacción masiva contra el marxismo, una vez más por razones esencialmente políticas. Esa reacción tuvo como principal efecto -salvo para los liberales que aún creen en ello- la aniquilación de la idea según la cual es posible predecir, apoyándose en el análisis histórico, el éxito de una forma particular de organizar la sociedad humana. La historia se había disociado de la teleología (1).
Teniendo en cuenta las inciertas perspectivas que se presentan a los movimientos socialdemócratas y socialrevolucionarios, no es probable que asistamos a una nueva ola de adhesión al marxismo políticamente motivada. Pero evitemos caer en un occidentalo-centrismo excesivo. A juzgar por la demanda de que son objeto mis propios libros de historia, compruebo que se desarrolla en Corea del Sur y en Taiwán desde la década de 1980, en Turquía desde la década de 1990, y hay señales de que avanza actualmente en el mundo de habla árabe.
El vuelco social
¿Qué ocurrió con la dimensión "interpretación del mundo" del marxismo? La historia es un poco diferente, aunque paralela. Concierne al crecimiento de lo que se puede llamar la reacción anti-Ranke, 2, de la cual el marxismo constituyó un elemento importante, aunque no siempre se lo reconoció acabadamente. Se trató de un movimiento doble.
Por una parte, ese movimiento cuestionaba la idea positivista según la cual la estructura objetiva de la realidad era por así decirlo evidente: bastaba con aplicar la metodología de la ciencia, explicar por qué las cosas habían ocurrido de tal o cual manera, y descubrir "wie es eigentlich gewesen" [cómo sucedió en realidad]... Para todos los historiadores, la historiografía se mantuvo y se mantiene enraizada en una realidad objetiva, es decir, la realidad de lo que ocurrió en el pasado; sin embargo, no parte de hechos sino de problemas, y exige que se investigue para comprender cómo y por qué esos problemas -paradigmas y conceptos- son formulados de la manera en que lo son en tradiciones históricas y en medios socio-culturales diferentes.
Por otra, ese movimiento intentaba acercar las ciencias sociales a la historia, y en consecuencia, englobarla en una disciplina general, capaz de explicar las transformaciones de la sociedad humana. Según la expresión de Lawrence Stone, 3, el objeto de la historia debería ser "plantear las grandes preguntas del ’por qué’". Ese "vuelco social" no vino de la historiografía sino de las ciencias sociales -algunas de ellas incipientes en tanto tales- que por entonces se afirmaban como disciplinas evolucionistas, es decir históricas.
En la medida en que puede considerarse a Marx como el padre de la sociología del conocimiento, el marxismo, a pesar de haber sido denunciado erróneamente en nombre de un presunto objetivismo ciego, contribuyó al primer aspecto de ese movimiento. Además, el impacto más conocido de las ideas marxistas -la importancia otorgada a los factores económicos y sociales- no era específicamente marxista, aunque el análisis marxista pesó en esa orientación. Esta se inscribía en un movimiento historiográfico general, visible a partir de la década de 1890, y que culminó en las décadas de 1950 y 1960, en beneficio de la generación de historiadores a la que pertenezco, que tuvo la posibilidad de transformar la disciplina.
Esa corriente socio-económica superaba al marxismo. La creación de revistas y de instituciones de historia económico-social fue a veces obra -como en Alemania- de socialdemócratas marxistas, como ocurrió con la revista "Vierteljahrschrift" en 1893. No ocurrió así en Gran Bretaña, ni en Francia, ni en Estados Unidos. E incluso en Alemania, la escuela de economía marcadamente histórica no tenía nada de marxismo. Solamente en el Tercer Mundo del siglo XIX (Rusia y los Balcanes) y en el del siglo XX, la historia económica adoptó una orientación sobre todo socialrevolucionaria, como toda "ciencia social". En consecuencia, se vio muy atraída por Marx. En todos los casos, el interés histórico de los historiadores marxistas no se centró tanto en la "base" (la infraestructura económica) como en las relaciones entre la base y la superestructura. Los historiadores explícitamente marxistas siempre fueron relativamente poco numerosos.
Marx ejerció influencia en la historia principalmente a través de los historiadores y los investigadores en ciencias sociales que retomaron los interrogantes que él se planteaba, hayan aportado o no otras respuestas. A su vez, la historiografía marxista avanzó mucho en relación a lo que era en la época de Karl Kautsky y de Georgi Plekhanov, 4, en buena medida gracias a su fertilización por otras disciplinas (fundamentalmente la antropología social) y por pensadores influidos por Marx y que completaban su pensamiento, como Max Weber, 5.
Si subrayo el carácter general de esa corriente historiográfica, no es por voluntad de subestimar las divergencias que contiene, o que existían en el seno de sus componentes. Los modernizadores de la historia se plantearon las mismas cuestiones y se consideraron comprometidos en los mismos combates intelectuales, ya sea que se inspiraran en la geografía humana, en la sociología durkheimiana, 6, y en las estadísticas, como en Francia (a la vez, la escuela de los Anales y Labrousse), o en la sociología weberiana, como la Historische Sozialwissenschaft en Alemania federal, o aun en el marxismo de los historiadores del Partido Comunista, que fueron los vectores de la modernización de la historia en Gran Bretaña, o que al menos fundaron su principal revista.
Unos y otros se consideraban aliados contra el conservadurismo en historia, aun cuando sus posiciones políticas o ideológicas eran antagónicas, como Michael Postan, 7, y sus alumnos marxistas británicos. Esa coalición progresista halló una expresión ejemplar en la revista "Past and Present", fundada en 1952, muy respetada en el ambiente de los historiadores. El éxito de esa publicación se debió a que los jóvenes marxistas que la fundaron se opusieron deliberadamente a la exclusividad ideológica, y que los jóvenes modernizadores provenientes de otros horizontes ideológicos estaban dispuestos a unirse a ellos, pues sabían que las diferencias ideológicas y políticas no eran un obstáculo para trabajar juntos. Ese frente progresista avanzó de manera espectacular entre el fin de la Segunda Guerra Mundial y la década de 1970, en lo que Lawrence Stone llama "el amplio conjunto de transformaciones en la naturaleza del discurso histórico". Eso hasta la crisis de 1985, cuando se produjo la transición de los estudios cuantitativos a los estudios cualitativos, de la macro a la microhistoria, de los análisis estructurales a los relatos, de lo social a los temas culturales...
Desde entonces, la coalición modernizadora está a la defensiva, al igual que sus componentes no marxistas, como la historia económica y social.
En la década de 1970, la corriente dominante en historia había sufrido una transformación tan grande, en particular bajo la influencia de las "grandes cuestiones" planteadas a la manera de Marx, que escribí estas líneas: "A menudo es imposible decir si un libro fue escrito por un marxista o por un no marxista, a menos que el autor anuncie su posición ideológica... Espero con impaciencia el día en que nadie se pregunte si los autores son marxistas o no". Pero como también lo señalaba, estábamos lejos de semejante utopía. Desde entonces, al contrario, fue necesario subrayar con mayor energía lo que el marxismo puede aportar a la historiografía. Cosa que no ocurría desde hace mucho tiempo. A la vez, porque es preciso defender a la historia contra quienes niegan su capacidad para ayudarnos a comprender el mundo, y porque nuevos desarrollos científicos transformaron completamente el calendario historiográfico.
En el plano metodológico, el fenómeno negativo más importante fue la edificación de una serie de barreras entre lo que ocurrió o lo que ocurre en historia, y nuestra capacidad para observar esos hechos y entenderlos. Esos bloqueos obedecen a la negativa a admitir que existe una realidad objetiva, y no construida por el observador con fines diversos y cambiantes, o al hecho de sostener que somos incapaces de superar los límites del lenguaje, es decir, de los conceptos, que son el único medio que tenemos para poder hablar del mundo, incluyendo el pasado.
Esa visión elimina la cuestión de saber si existen en el pasado esquemas y regularidades a partir de los cuales el historiador puede formular propuestas significativas. Sin embargo, hay también razones menos teóricas que llevan a esa negativa: se argumenta que el curso del pasado es demasiado contingente, es decir, que hay que excluir las generalizaciones, pues prácticamente todo podría ocurrir o hubiera podido ocurrir. De manera implícita, esos argumentos apuntan a todas las ciencias. Pasemos por alto intentos más fútiles de volver a viejas concepciones: atribuir el curso de la historia a altos responsables políticos o militares, o a la omnipotencia de las ideas o de los "valores"; reducir la erudición histórica a la búsqueda -importante pero insuficiente en sí- de una empatía con el pasado.
El gran peligro político inmediato que amenaza a la historiografía actual es el "anti-universalismo": "mi verdad es tan válida como la tuya, independientemente de los hechos". Ese anti-universalismo seduce naturalmente a la historia de los grupos identitarios en sus diferentes formas, para la cual, el objeto esencial de la historia no es lo que ocurrió, sino en qué afecta eso que ocurrió a los miembros de un grupo particular. De manera general, lo que cuenta para ese tipo de historia no es la explicación racional sino la "significación"; no lo que ocurrió, sino cómo experimentan lo ocurrido los miembros de una colectividad que se define por oposición a las demás, en términos de religión, de etnia, de nación, de sexo, de modo de vida, o de otras características.
El relativismo ejerce atracción sobre la historia de los grupos identitarios. Por diferentes razones, la invención masiva de contraverdades históricas y de mitos, otras tantas tergiversaciones dictadas por la emoción, alcanzó una verdadera época de oro en los últimos treinta años. Algunos de esos mitos representan un peligro público -en países como India durante el gobierno hinduista, 8, en Estados Unidos y en la Italia de Silvio Berlusconi, por no mencionar muchos otros nuevos nacionalismos, se acompañen o no de un acceso de integrismo religioso-.
De todos modos, si por un lado ese fenómeno dio lugar a mucho palabrerío y tonterías en los márgenes más lejanos de la historia de grupos particulares -nacionalistas, feministas, gays, negros y otros- por otro generó desarrollos históricos inéditos y sumamente interesantes en el campo de los estudios culturales, como el "boom de la memoria en los estudios históricos contemporáneos", como lo llama Jay Winter, 9. "Los Lugares de memoria", 10, obra coordinada por Pierre Nora, es un buen ejemplo.
Ante todos esos desvíos, es tiempo de restablecer la coalición de quienes desean ver en la historia una investigación racional sobre el curso de las transformaciones humanas, contra aquellos que la deforman sistemáticamente con fines políticos, y a la vez, de manera más general, contra los relativistas y los posmodernistas que se niegan a admitir que la historia ofrezca esa posibilidad. Dado que entre esos relativistas y posmodernos hay quienes se consideran de izquierda, podrían producirse inesperadas divergencias políticas capaces de dividir a los historiadores. Por lo tanto, el punto de vista marxista resulta un elemento necesario para la reconstrucción del frente de la razón, como lo fue en las décadas de 1950 y 1960. De hecho, la contribución marxista probablemente sea aun más pertinente ahora, dado que los otros componentes de la coalición de entonces renunciaron, como la escuela de los Anales de Fernand Braudel, y la "antropología social estructural-funcional", cuya influencia entre los historiadores fuera tan importante. Esta disciplina se vio particularmente perturbada por la avalancha hacia la subjetividad posmoderna.
Entre tanto, mientras que los posmodernistas negaban la posibilidad de una comprensión histórica, los avances en las ciencias naturales devolvían a la historia evolucionista de la humanidad toda su actualidad, sin que los historiadores se dieran cabalmente cuenta. Y esto de dos maneras.
En primer lugar, el análisis del ADN estableció una cronología más sólida del desarrollo desde la aparición del homo sapiens en tanto especie. En particular, la cronología de la expansión de esa especie originaria de África hacia el resto del mundo, y de los desarrollos posteriores, antes de la aparición de fuentes escritas. Al mismo tiempo, eso puso de manifiesto la sorprendente brevedad de la historia humana -según criterios geológicos y paleontológicos- y eliminó la solución reduccionista de la sociobiología darwiniana, 11.
Las transformaciones de la vida humana, colectiva e individual, durante los últimos diez mil años, y particularmente durante las diez últimas generaciones, son demasiado considerables para ser explicadas por un mecanismo de evolución enteramente darwiniano, por los genes. Esas transformaciones corresponden a una aceleración en la transmisión de las características adquiridas, por mecanismos culturales y no genéticos; podría decirse que se trata de la revancha de Lamarck, 12, contra Darwin, a través de la historia humana. Y no sirve de mucho disfrazar el fenómeno bajo metáforas biológicas, hablando de "memes", 13, en lugar de "genes". El patrimonio cultural y el biológico no funcionan de la misma manera.
En síntesis, la revolución del ADN requiere un método particular, histórico, de estudio de la evolución de la especie humana. Además -dicho sea de paso- brinda un marco racional para la elaboración de una historia del mundo. Una historia que considere al planeta en toda su complejidad como unidad de los estudios históricos, y no un entorno particular o una región determinada. En otras palabras: la historia es la continuación de la evolución biológica del homo sapiens por otros medios.
En segundo lugar, la nueva biología evolucionista elimina la estricta diferenciación entre historia y ciencias naturales, ya eliminada en gran medida por la "historización" sistemática de estas ciencias en las últimas décadas. Luigi Luca Cavalli-Sforza, uno de los pioneros pluridisciplinarios de la revolución ADN, habla del "placer intelectual de hallar tantas similitudes entre campos de estudio tan diferentes, algunos de los cuales pertenecen tradicionalmente a los polos opuestos de la cultura: la ciencia y las humanidades". En síntesis, esa nueva biología nos libera del falso debate sobre el problema de saber si la historia es una ciencia o no.
En tercer lugar, nos remite inevitablemente a la visión de base de la evolución humana adoptada por los arqueólogos y los prehistoriadores, que consiste en estudiar los modos de interacción entre nuestra especie y su medio ambiente, y el creciente control que ella ejerce sobre el mismo. Lo cual equivale esencialmente a plantear las preguntas que ya planteaba Karl Marx. Los "modos de producción" (sea cual fuere el nombre que se les dé) basados en grandes innovaciones de la tecnología productiva, de las comunicaciones y de la organización social -y también del poder militar- son el núcleo de la evolución humana. Esas innovaciones, y Marx era consciente de eso, no ocurrieron y no ocurren por sí mismas. Las fuerzas materiales y culturales y las relaciones de producción son inseparables; son las actividades de hombres y mujeres que construyen su propia historia, pero no en el "vacío", no afuera de la vida material, ni afuera de su pasado histórico.
En consecuencia, las nuevas perspectivas para la historia también deben llevarnos a esa meta esencial de quienes estudian el pasado, aunque nunca sea cabalmente realizable: "la historia total". No "la historia de todo", sino la historia como una tela indivisible donde se interconectan todas las actividades humanas. Los marxistas no son los únicos en haberse propuesto ese objetivo -Fernand Braudel también lo hizo- pero fueron quienes lo persiguieron con más tenacidad, como decía uno de ellos, Pierre Vilar, 14.
Entre las cuestiones importantes que suscitan estas nuevas perspectivas, la que nos lleva a la evolución histórica del hombre resulta esencial. Se trata del conflicto entre las fuerzas responsables de la transformación del homo sapiens, desde la humanidad del neolítico hasta la humanidad nuclear, por una parte, y por otra, las fuerzas que mantienen inmutables la reproducción y la estabilidad de las colectividades humanas o de los medios sociales, y que durante la mayor parte de la historia las han contrarrestado eficazmente. Esa cuestión teórica es central. El equilibrio de fuerzas se inclina de manera decisiva en una dirección. Y ese desequilibrio, que quizás supera la capacidad de comprensión de los seres humanos, supera por cierto la capacidad de control de las instituciones sociales y políticas humanas. Los historiadores marxistas, que no entendieron las consecuencias involuntarias y no deseadas de los proyectos colectivos humanos del siglo XX, quizás puedan esta vez, enriquecidos por su experiencia práctica, ayudar a comprender cómo hemos llegado a la situación actual.
1. Teleología, doctrina que se ocupa de las causas finales.
2. Reacción contra Leopold von Ranke (1795-1886), considerado el padre de la escuela dominante de la historiografía universitaria antes de 1914. Autor, entre otros títulos, de "Historia de los pueblos romano y germano de 1494 a 1535" (1824) y de Historia del mundo" (Weltgeschichte), (1881-1888 - inconclusa).
3. Lawrence Stone (1920-1999), una de las personalidades más eminentes e influyentes de la historia social. Autor, entre otros títulos, de "The Causes of the English Revolution, 1529-1642" (1972), "The Family, Sex and Marriage in England 1500-1800" (1977).
4. Respectivamente dirigente de la socialdemocracia alemana y de la socialdemocracia rusa, a comienzos del siglo XIX.
5. Max Weber (1864-1920), sociólogo alemán.
6. Por Emile Durkheim (1858-1917), que fundó "Las reglas del método sociológico" (1895) y que por ello es considerado uno de los padres de la sociología moderna. Autor, entre otros títulos, de "La división del trabajo social" (1893) , "El suicidio" (1897).
7. Michael Postan ocupa la cátedra de historia económica en la universidad de Cambridge desde 1937. Co-inspirador, junto a Fernand Braudel, de la Asociación Internacional de Historia Económica.
8. El partido Bharatiya Janata (BJP) dirigió el gobierno indio desde 1999 hasta mayo de 2004.
9. Profesor de la universidad de Columbia (Nueva York). Uno de los grandes especialistas de la historia de las guerras del siglo XX, y sobre todo de los lugares de memoria.
10. "Les lieux de mémoire", Gallimard, París, 3 tomos.
11. Por Charles Darwin (1809-1882), naturalista inglés autor de la teoría sobre la selección natural de las especies.
12. Jean-Baptiste Lamark (1744-1829), naturalista francés, el primero en romper con la idea de permanencia de la especie.
13. Según Richard Dawkins, uno de los más destacados neodarwinistas, los "memes", son unidades de base de memoria, supuestos vectores de la transmisión y de la supervivencia culturales, así como los genes son los vectores de la subsistencia de las características genéticas de los individuos.
14. Ver fundamentalmente "Une histoire en construction: approche marxiste et problématique conjoncturelle", Gallimard-Seuil, París, 1982.
Eric Hobsbawm. Le Monde Diplomatique. Fuente: http://www.lemondediplomatique.cl/Fallece-Eric-Hobsbawm-Manifiesto.html
En el curso de las últimas décadas el relativismo en la Historia ha armonizado con el consenso político. Es hora de "reconstruir un frente de la razón" para promover una nueva concepción de la Historia. A ello invita Eric Hobsbawm, en el discurso de cierre del coloquio de la Academia británica sobre historiografía marxista (13-11-2004).
"Hasta ahora, los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo; se trata de cambiarlo". Los dos enunciados de la célebre "Tesis Feuerbach" de Karl Marx inspiraron a los historiadores marxistas. La mayoría de los intelectuales que se adhirieron al marxismo a partir de la década de 1880 -entre ellos los historiadores marxistas- lo hicieron porque querían cambiar el mundo, junto con los movimientos obreros y socialistas; movimientos que se convertirían, en gran parte bajo la influencia del marxismo, en fuerzas políticas de masas. Esa cooperación orientó naturalmente a los historiadores que querían cambiar el mundo hacia ciertos campos de estudio -fundamentalmente, la historia del pueblo o de la población obrera- los que, si bien atraían naturalmente a las personas de izquierda, no tenían originalmente ninguna relación particular con una interpretación marxista. A la inversa, cuando a partir de la década de 1890 esos intelectuales dejaron de ser revolucionarios sociales, a menudo también dejaron de ser marxistas.
La revolución soviética de octubre de 1917, reavivó ese compromiso. Recordemos que los principales partidos socialdemócratas de Europa continental abandonaron por completo el marxismo sólo en la década de 1950, y a veces más tarde. Aquella revolución engendró además lo que podríamos llamar una historiografía marxista obligatoria en la URSS y en los Estados que adoptaron luego regímenes comunistas. La motivación militante se vio reforzada durante el período del antifascismo.
A partir de la década de 1950 se debilitó en los países desarrollados -pero no en el Tercer Mundo- aunque el considerable desarrollo de la enseñanza universitaria y la agitación estudiantil generaron en la década de 1960 dentro de la universidad un nuevo e importante contingente de personas decididas a cambiar el mundo. Sin embargo, a pesar de desear un cambio radical, muchas de ellas ya no eran abiertamente marxistas, y algunas ya no lo eran en absoluto.
Ese rebrote culminó en la década de 1970, poco antes de que se iniciara una reacción masiva contra el marxismo, una vez más por razones esencialmente políticas. Esa reacción tuvo como principal efecto -salvo para los liberales que aún creen en ello- la aniquilación de la idea según la cual es posible predecir, apoyándose en el análisis histórico, el éxito de una forma particular de organizar la sociedad humana. La historia se había disociado de la teleología (1).
Teniendo en cuenta las inciertas perspectivas que se presentan a los movimientos socialdemócratas y socialrevolucionarios, no es probable que asistamos a una nueva ola de adhesión al marxismo políticamente motivada. Pero evitemos caer en un occidentalo-centrismo excesivo. A juzgar por la demanda de que son objeto mis propios libros de historia, compruebo que se desarrolla en Corea del Sur y en Taiwán desde la década de 1980, en Turquía desde la década de 1990, y hay señales de que avanza actualmente en el mundo de habla árabe.
El vuelco social
¿Qué ocurrió con la dimensión "interpretación del mundo" del marxismo? La historia es un poco diferente, aunque paralela. Concierne al crecimiento de lo que se puede llamar la reacción anti-Ranke, 2, de la cual el marxismo constituyó un elemento importante, aunque no siempre se lo reconoció acabadamente. Se trató de un movimiento doble.
Por una parte, ese movimiento cuestionaba la idea positivista según la cual la estructura objetiva de la realidad era por así decirlo evidente: bastaba con aplicar la metodología de la ciencia, explicar por qué las cosas habían ocurrido de tal o cual manera, y descubrir "wie es eigentlich gewesen" [cómo sucedió en realidad]... Para todos los historiadores, la historiografía se mantuvo y se mantiene enraizada en una realidad objetiva, es decir, la realidad de lo que ocurrió en el pasado; sin embargo, no parte de hechos sino de problemas, y exige que se investigue para comprender cómo y por qué esos problemas -paradigmas y conceptos- son formulados de la manera en que lo son en tradiciones históricas y en medios socio-culturales diferentes.
Por otra, ese movimiento intentaba acercar las ciencias sociales a la historia, y en consecuencia, englobarla en una disciplina general, capaz de explicar las transformaciones de la sociedad humana. Según la expresión de Lawrence Stone, 3, el objeto de la historia debería ser "plantear las grandes preguntas del ’por qué’". Ese "vuelco social" no vino de la historiografía sino de las ciencias sociales -algunas de ellas incipientes en tanto tales- que por entonces se afirmaban como disciplinas evolucionistas, es decir históricas.
En la medida en que puede considerarse a Marx como el padre de la sociología del conocimiento, el marxismo, a pesar de haber sido denunciado erróneamente en nombre de un presunto objetivismo ciego, contribuyó al primer aspecto de ese movimiento. Además, el impacto más conocido de las ideas marxistas -la importancia otorgada a los factores económicos y sociales- no era específicamente marxista, aunque el análisis marxista pesó en esa orientación. Esta se inscribía en un movimiento historiográfico general, visible a partir de la década de 1890, y que culminó en las décadas de 1950 y 1960, en beneficio de la generación de historiadores a la que pertenezco, que tuvo la posibilidad de transformar la disciplina.
Esa corriente socio-económica superaba al marxismo. La creación de revistas y de instituciones de historia económico-social fue a veces obra -como en Alemania- de socialdemócratas marxistas, como ocurrió con la revista "Vierteljahrschrift" en 1893. No ocurrió así en Gran Bretaña, ni en Francia, ni en Estados Unidos. E incluso en Alemania, la escuela de economía marcadamente histórica no tenía nada de marxismo. Solamente en el Tercer Mundo del siglo XIX (Rusia y los Balcanes) y en el del siglo XX, la historia económica adoptó una orientación sobre todo socialrevolucionaria, como toda "ciencia social". En consecuencia, se vio muy atraída por Marx. En todos los casos, el interés histórico de los historiadores marxistas no se centró tanto en la "base" (la infraestructura económica) como en las relaciones entre la base y la superestructura. Los historiadores explícitamente marxistas siempre fueron relativamente poco numerosos.
Marx ejerció influencia en la historia principalmente a través de los historiadores y los investigadores en ciencias sociales que retomaron los interrogantes que él se planteaba, hayan aportado o no otras respuestas. A su vez, la historiografía marxista avanzó mucho en relación a lo que era en la época de Karl Kautsky y de Georgi Plekhanov, 4, en buena medida gracias a su fertilización por otras disciplinas (fundamentalmente la antropología social) y por pensadores influidos por Marx y que completaban su pensamiento, como Max Weber, 5.
Si subrayo el carácter general de esa corriente historiográfica, no es por voluntad de subestimar las divergencias que contiene, o que existían en el seno de sus componentes. Los modernizadores de la historia se plantearon las mismas cuestiones y se consideraron comprometidos en los mismos combates intelectuales, ya sea que se inspiraran en la geografía humana, en la sociología durkheimiana, 6, y en las estadísticas, como en Francia (a la vez, la escuela de los Anales y Labrousse), o en la sociología weberiana, como la Historische Sozialwissenschaft en Alemania federal, o aun en el marxismo de los historiadores del Partido Comunista, que fueron los vectores de la modernización de la historia en Gran Bretaña, o que al menos fundaron su principal revista.
Unos y otros se consideraban aliados contra el conservadurismo en historia, aun cuando sus posiciones políticas o ideológicas eran antagónicas, como Michael Postan, 7, y sus alumnos marxistas británicos. Esa coalición progresista halló una expresión ejemplar en la revista "Past and Present", fundada en 1952, muy respetada en el ambiente de los historiadores. El éxito de esa publicación se debió a que los jóvenes marxistas que la fundaron se opusieron deliberadamente a la exclusividad ideológica, y que los jóvenes modernizadores provenientes de otros horizontes ideológicos estaban dispuestos a unirse a ellos, pues sabían que las diferencias ideológicas y políticas no eran un obstáculo para trabajar juntos. Ese frente progresista avanzó de manera espectacular entre el fin de la Segunda Guerra Mundial y la década de 1970, en lo que Lawrence Stone llama "el amplio conjunto de transformaciones en la naturaleza del discurso histórico". Eso hasta la crisis de 1985, cuando se produjo la transición de los estudios cuantitativos a los estudios cualitativos, de la macro a la microhistoria, de los análisis estructurales a los relatos, de lo social a los temas culturales...
Desde entonces, la coalición modernizadora está a la defensiva, al igual que sus componentes no marxistas, como la historia económica y social.
En la década de 1970, la corriente dominante en historia había sufrido una transformación tan grande, en particular bajo la influencia de las "grandes cuestiones" planteadas a la manera de Marx, que escribí estas líneas: "A menudo es imposible decir si un libro fue escrito por un marxista o por un no marxista, a menos que el autor anuncie su posición ideológica... Espero con impaciencia el día en que nadie se pregunte si los autores son marxistas o no". Pero como también lo señalaba, estábamos lejos de semejante utopía. Desde entonces, al contrario, fue necesario subrayar con mayor energía lo que el marxismo puede aportar a la historiografía. Cosa que no ocurría desde hace mucho tiempo. A la vez, porque es preciso defender a la historia contra quienes niegan su capacidad para ayudarnos a comprender el mundo, y porque nuevos desarrollos científicos transformaron completamente el calendario historiográfico.
En el plano metodológico, el fenómeno negativo más importante fue la edificación de una serie de barreras entre lo que ocurrió o lo que ocurre en historia, y nuestra capacidad para observar esos hechos y entenderlos. Esos bloqueos obedecen a la negativa a admitir que existe una realidad objetiva, y no construida por el observador con fines diversos y cambiantes, o al hecho de sostener que somos incapaces de superar los límites del lenguaje, es decir, de los conceptos, que son el único medio que tenemos para poder hablar del mundo, incluyendo el pasado.
Esa visión elimina la cuestión de saber si existen en el pasado esquemas y regularidades a partir de los cuales el historiador puede formular propuestas significativas. Sin embargo, hay también razones menos teóricas que llevan a esa negativa: se argumenta que el curso del pasado es demasiado contingente, es decir, que hay que excluir las generalizaciones, pues prácticamente todo podría ocurrir o hubiera podido ocurrir. De manera implícita, esos argumentos apuntan a todas las ciencias. Pasemos por alto intentos más fútiles de volver a viejas concepciones: atribuir el curso de la historia a altos responsables políticos o militares, o a la omnipotencia de las ideas o de los "valores"; reducir la erudición histórica a la búsqueda -importante pero insuficiente en sí- de una empatía con el pasado.
El gran peligro político inmediato que amenaza a la historiografía actual es el "anti-universalismo": "mi verdad es tan válida como la tuya, independientemente de los hechos". Ese anti-universalismo seduce naturalmente a la historia de los grupos identitarios en sus diferentes formas, para la cual, el objeto esencial de la historia no es lo que ocurrió, sino en qué afecta eso que ocurrió a los miembros de un grupo particular. De manera general, lo que cuenta para ese tipo de historia no es la explicación racional sino la "significación"; no lo que ocurrió, sino cómo experimentan lo ocurrido los miembros de una colectividad que se define por oposición a las demás, en términos de religión, de etnia, de nación, de sexo, de modo de vida, o de otras características.
El relativismo ejerce atracción sobre la historia de los grupos identitarios. Por diferentes razones, la invención masiva de contraverdades históricas y de mitos, otras tantas tergiversaciones dictadas por la emoción, alcanzó una verdadera época de oro en los últimos treinta años. Algunos de esos mitos representan un peligro público -en países como India durante el gobierno hinduista, 8, en Estados Unidos y en la Italia de Silvio Berlusconi, por no mencionar muchos otros nuevos nacionalismos, se acompañen o no de un acceso de integrismo religioso-.
De todos modos, si por un lado ese fenómeno dio lugar a mucho palabrerío y tonterías en los márgenes más lejanos de la historia de grupos particulares -nacionalistas, feministas, gays, negros y otros- por otro generó desarrollos históricos inéditos y sumamente interesantes en el campo de los estudios culturales, como el "boom de la memoria en los estudios históricos contemporáneos", como lo llama Jay Winter, 9. "Los Lugares de memoria", 10, obra coordinada por Pierre Nora, es un buen ejemplo.
Ante todos esos desvíos, es tiempo de restablecer la coalición de quienes desean ver en la historia una investigación racional sobre el curso de las transformaciones humanas, contra aquellos que la deforman sistemáticamente con fines políticos, y a la vez, de manera más general, contra los relativistas y los posmodernistas que se niegan a admitir que la historia ofrezca esa posibilidad. Dado que entre esos relativistas y posmodernos hay quienes se consideran de izquierda, podrían producirse inesperadas divergencias políticas capaces de dividir a los historiadores. Por lo tanto, el punto de vista marxista resulta un elemento necesario para la reconstrucción del frente de la razón, como lo fue en las décadas de 1950 y 1960. De hecho, la contribución marxista probablemente sea aun más pertinente ahora, dado que los otros componentes de la coalición de entonces renunciaron, como la escuela de los Anales de Fernand Braudel, y la "antropología social estructural-funcional", cuya influencia entre los historiadores fuera tan importante. Esta disciplina se vio particularmente perturbada por la avalancha hacia la subjetividad posmoderna.
Entre tanto, mientras que los posmodernistas negaban la posibilidad de una comprensión histórica, los avances en las ciencias naturales devolvían a la historia evolucionista de la humanidad toda su actualidad, sin que los historiadores se dieran cabalmente cuenta. Y esto de dos maneras.
En primer lugar, el análisis del ADN estableció una cronología más sólida del desarrollo desde la aparición del homo sapiens en tanto especie. En particular, la cronología de la expansión de esa especie originaria de África hacia el resto del mundo, y de los desarrollos posteriores, antes de la aparición de fuentes escritas. Al mismo tiempo, eso puso de manifiesto la sorprendente brevedad de la historia humana -según criterios geológicos y paleontológicos- y eliminó la solución reduccionista de la sociobiología darwiniana, 11.
Las transformaciones de la vida humana, colectiva e individual, durante los últimos diez mil años, y particularmente durante las diez últimas generaciones, son demasiado considerables para ser explicadas por un mecanismo de evolución enteramente darwiniano, por los genes. Esas transformaciones corresponden a una aceleración en la transmisión de las características adquiridas, por mecanismos culturales y no genéticos; podría decirse que se trata de la revancha de Lamarck, 12, contra Darwin, a través de la historia humana. Y no sirve de mucho disfrazar el fenómeno bajo metáforas biológicas, hablando de "memes", 13, en lugar de "genes". El patrimonio cultural y el biológico no funcionan de la misma manera.
En síntesis, la revolución del ADN requiere un método particular, histórico, de estudio de la evolución de la especie humana. Además -dicho sea de paso- brinda un marco racional para la elaboración de una historia del mundo. Una historia que considere al planeta en toda su complejidad como unidad de los estudios históricos, y no un entorno particular o una región determinada. En otras palabras: la historia es la continuación de la evolución biológica del homo sapiens por otros medios.
En segundo lugar, la nueva biología evolucionista elimina la estricta diferenciación entre historia y ciencias naturales, ya eliminada en gran medida por la "historización" sistemática de estas ciencias en las últimas décadas. Luigi Luca Cavalli-Sforza, uno de los pioneros pluridisciplinarios de la revolución ADN, habla del "placer intelectual de hallar tantas similitudes entre campos de estudio tan diferentes, algunos de los cuales pertenecen tradicionalmente a los polos opuestos de la cultura: la ciencia y las humanidades". En síntesis, esa nueva biología nos libera del falso debate sobre el problema de saber si la historia es una ciencia o no.
En tercer lugar, nos remite inevitablemente a la visión de base de la evolución humana adoptada por los arqueólogos y los prehistoriadores, que consiste en estudiar los modos de interacción entre nuestra especie y su medio ambiente, y el creciente control que ella ejerce sobre el mismo. Lo cual equivale esencialmente a plantear las preguntas que ya planteaba Karl Marx. Los "modos de producción" (sea cual fuere el nombre que se les dé) basados en grandes innovaciones de la tecnología productiva, de las comunicaciones y de la organización social -y también del poder militar- son el núcleo de la evolución humana. Esas innovaciones, y Marx era consciente de eso, no ocurrieron y no ocurren por sí mismas. Las fuerzas materiales y culturales y las relaciones de producción son inseparables; son las actividades de hombres y mujeres que construyen su propia historia, pero no en el "vacío", no afuera de la vida material, ni afuera de su pasado histórico.
En consecuencia, las nuevas perspectivas para la historia también deben llevarnos a esa meta esencial de quienes estudian el pasado, aunque nunca sea cabalmente realizable: "la historia total". No "la historia de todo", sino la historia como una tela indivisible donde se interconectan todas las actividades humanas. Los marxistas no son los únicos en haberse propuesto ese objetivo -Fernand Braudel también lo hizo- pero fueron quienes lo persiguieron con más tenacidad, como decía uno de ellos, Pierre Vilar, 14.
Entre las cuestiones importantes que suscitan estas nuevas perspectivas, la que nos lleva a la evolución histórica del hombre resulta esencial. Se trata del conflicto entre las fuerzas responsables de la transformación del homo sapiens, desde la humanidad del neolítico hasta la humanidad nuclear, por una parte, y por otra, las fuerzas que mantienen inmutables la reproducción y la estabilidad de las colectividades humanas o de los medios sociales, y que durante la mayor parte de la historia las han contrarrestado eficazmente. Esa cuestión teórica es central. El equilibrio de fuerzas se inclina de manera decisiva en una dirección. Y ese desequilibrio, que quizás supera la capacidad de comprensión de los seres humanos, supera por cierto la capacidad de control de las instituciones sociales y políticas humanas. Los historiadores marxistas, que no entendieron las consecuencias involuntarias y no deseadas de los proyectos colectivos humanos del siglo XX, quizás puedan esta vez, enriquecidos por su experiencia práctica, ayudar a comprender cómo hemos llegado a la situación actual.
1. Teleología, doctrina que se ocupa de las causas finales.
2. Reacción contra Leopold von Ranke (1795-1886), considerado el padre de la escuela dominante de la historiografía universitaria antes de 1914. Autor, entre otros títulos, de "Historia de los pueblos romano y germano de 1494 a 1535" (1824) y de Historia del mundo" (Weltgeschichte), (1881-1888 - inconclusa).
3. Lawrence Stone (1920-1999), una de las personalidades más eminentes e influyentes de la historia social. Autor, entre otros títulos, de "The Causes of the English Revolution, 1529-1642" (1972), "The Family, Sex and Marriage in England 1500-1800" (1977).
4. Respectivamente dirigente de la socialdemocracia alemana y de la socialdemocracia rusa, a comienzos del siglo XIX.
5. Max Weber (1864-1920), sociólogo alemán.
6. Por Emile Durkheim (1858-1917), que fundó "Las reglas del método sociológico" (1895) y que por ello es considerado uno de los padres de la sociología moderna. Autor, entre otros títulos, de "La división del trabajo social" (1893) , "El suicidio" (1897).
7. Michael Postan ocupa la cátedra de historia económica en la universidad de Cambridge desde 1937. Co-inspirador, junto a Fernand Braudel, de la Asociación Internacional de Historia Económica.
8. El partido Bharatiya Janata (BJP) dirigió el gobierno indio desde 1999 hasta mayo de 2004.
9. Profesor de la universidad de Columbia (Nueva York). Uno de los grandes especialistas de la historia de las guerras del siglo XX, y sobre todo de los lugares de memoria.
10. "Les lieux de mémoire", Gallimard, París, 3 tomos.
11. Por Charles Darwin (1809-1882), naturalista inglés autor de la teoría sobre la selección natural de las especies.
12. Jean-Baptiste Lamark (1744-1829), naturalista francés, el primero en romper con la idea de permanencia de la especie.
13. Según Richard Dawkins, uno de los más destacados neodarwinistas, los "memes", son unidades de base de memoria, supuestos vectores de la transmisión y de la supervivencia culturales, así como los genes son los vectores de la subsistencia de las características genéticas de los individuos.
14. Ver fundamentalmente "Une histoire en construction: approche marxiste et problématique conjoncturelle", Gallimard-Seuil, París, 1982.
Eric Hobsbawm. Le Monde Diplomatique. Fuente: http://www.lemondediplomatique.cl/Fallece-Eric-Hobsbawm-Manifiesto.html
martes, 9 de octubre de 2012
Más de 500 familias desalojadas por día en España
En medio de la crisis económica que afecta a España, más de 500 familias son desalojadas cada día en el país por no pagar el alquiler o las cuotas hipotecarias.
Desde 2008 se han producido cerca de 400.000 ejecuciones hipotecarias. En el primer trimestre de este año, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), entidad gubernamental, reportó 46.559 desahucios. Por día, 517 familias fueron desalojadas de sus hogares por incumplimiento de pagos.
La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), una entidad creada para llamar la atención sobre el problema, estima que a este ritmo el país terminará el 2012 con más de 180.000 familias desalojadas.
Ada Colau, activista de los derechos de vivienda y fundadora de la PAH, se queja de que la legislación protege a los bancos pero no a las personas que pierden su trabajo y no pueden pagar los préstamos.
Ella dice que en la época del auge inmobiliario el gobierno "facilitó crédito irresponsable" y que ahora anuncia recortes en el gasto de educación y salud, mientras rescata a las entidades financieras.
La PAH recoge firmas para una iniciativa legislativa popular que propone, entre otras cosas, la suspensión de los desalojos durante la crisis y la asignación de viviendas desocupadas para alquileres sociales.
"Hay que tratar a la vivienda como un derecho", afirma Colau.
De la burbuja a las casas vacías
Entre 1997 y 2007 se construyeron 390.00 viviendas al año en España, y los precios de la propiedad aumentaron un 200%. Hoy en día, las casas están vacías.
Según datos preliminares del Instituto Nacional de Estadística (INE) para el censo de este año, entre 5 y 6 millones de viviendas en el país estarían vacías, lo que representa el 20% del parque de viviendas residenciales.
Cataluña es una de las comunidades autónomas más afectadas por la crisis de la vivienda. Allí se produce el 20% de los desahucios de España, según el CGPJ.
En las acciones colectivas de la PAH, las familias que perdieron sus casas legalmente tomaron cuatro edificios vacíos embargados por los bancos en Cataluña.
Ocupación
Un edificio de la calle Pompeu Fabra, en Terrassa (a 23 km de Barcelona), está ocupada por 11 familias desde el pasado mes de diciembre. La toma de viviendas fue una manera de llamar la atención de las autoridades y ejercer presión sobre los bancos. Y también la única forma de que estas familias tengan un techo, aunque temporal.
Esto explica José Arturo Ramírez, de 44 años, soldador desempleado desde hace cuatro años, que ocupa uno de los apartamentos con su esposa, dos hijos, yerno y nieto.
Ramírez es una de las víctimas del sector más castigado de esta crisis económica, el de la construcción. "Nadie tenía la menor idea de que terminaría así, pero los bancos sí lo sabían. Era muy fácil conseguir un préstamo", recuerda... seguir leyendo aquí en la BBC.
Desde 2008 se han producido cerca de 400.000 ejecuciones hipotecarias. En el primer trimestre de este año, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), entidad gubernamental, reportó 46.559 desahucios. Por día, 517 familias fueron desalojadas de sus hogares por incumplimiento de pagos.
La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), una entidad creada para llamar la atención sobre el problema, estima que a este ritmo el país terminará el 2012 con más de 180.000 familias desalojadas.
Ada Colau, activista de los derechos de vivienda y fundadora de la PAH, se queja de que la legislación protege a los bancos pero no a las personas que pierden su trabajo y no pueden pagar los préstamos.
Ella dice que en la época del auge inmobiliario el gobierno "facilitó crédito irresponsable" y que ahora anuncia recortes en el gasto de educación y salud, mientras rescata a las entidades financieras.
La PAH recoge firmas para una iniciativa legislativa popular que propone, entre otras cosas, la suspensión de los desalojos durante la crisis y la asignación de viviendas desocupadas para alquileres sociales.
"Hay que tratar a la vivienda como un derecho", afirma Colau.
De la burbuja a las casas vacías
Entre 1997 y 2007 se construyeron 390.00 viviendas al año en España, y los precios de la propiedad aumentaron un 200%. Hoy en día, las casas están vacías.
Según datos preliminares del Instituto Nacional de Estadística (INE) para el censo de este año, entre 5 y 6 millones de viviendas en el país estarían vacías, lo que representa el 20% del parque de viviendas residenciales.
Cataluña es una de las comunidades autónomas más afectadas por la crisis de la vivienda. Allí se produce el 20% de los desahucios de España, según el CGPJ.
En las acciones colectivas de la PAH, las familias que perdieron sus casas legalmente tomaron cuatro edificios vacíos embargados por los bancos en Cataluña.
Ocupación
Un edificio de la calle Pompeu Fabra, en Terrassa (a 23 km de Barcelona), está ocupada por 11 familias desde el pasado mes de diciembre. La toma de viviendas fue una manera de llamar la atención de las autoridades y ejercer presión sobre los bancos. Y también la única forma de que estas familias tengan un techo, aunque temporal.
Esto explica José Arturo Ramírez, de 44 años, soldador desempleado desde hace cuatro años, que ocupa uno de los apartamentos con su esposa, dos hijos, yerno y nieto.
Ramírez es una de las víctimas del sector más castigado de esta crisis económica, el de la construcción. "Nadie tenía la menor idea de que terminaría así, pero los bancos sí lo sabían. Era muy fácil conseguir un préstamo", recuerda... seguir leyendo aquí en la BBC.
La pobreza se cuela en clase
Los recortes y la crisis dañan las posibilidades de los alumnos con menos recursos
Los centros privados ceden estudiantes a los concertados y estos, a los públicos
Por muchas vueltas que da, Carmen Polo no logra cuadrar el rompecabezas. Es el del curso del tupper: lograr que salgan las cuentas en una vuelta con el bolsillo, la mochila y las ayudas menguadas. “Solo entran 900 euros al mes en casa, porque mi marido trabaja tres semanas al mes por el ERE de su empresa. En la hipoteca se van 380. En la guardería del bebé, pública, 140. Esa plaza me permitía intentar trabajar, pero ahora no hay beca de comedor para mis otros dos hijos y así es imposible dejarlos a comer en el colegio. Y si no almuerzan ahí, ¿cómo voy a poder encontrar empleo?”, plantea la mujer.
Las dificultades de Polo son comunes en el arranque de un curso escolar: el creciente deterioro económico, con una cuarta parte de la población activa en paro, ahoga a un número creciente de familias y los recortes presupuestarios diezman ayudas como las de libros o comedor. Unas dificultades que, para muchos expertos, conllevan otra pesada factura que se verá más a largo plazo: el deterioro de la igualdad de oportunidades. Unas dificultades, en fin, que desembocan en el incremento de los niños afectados por la pobreza: ya son algo más de uno de cada cuatro —26,5%, casi tres puntos más que en 2007 y por encima de la media de la población general, 21,8%, según el Instituto Nacional de Estadística—. Pero la crisis también pasa factura a la clase media: provoca un trasvase de alumnos de la enseñanza privada a la concertada, y de esta, a la pública, cuyos medios se recortan.
El 26,5% de los niños son pobres, tres puntos más que en 2007
Al tiempo que echa números, Polo organiza con otras madres los lotes de libros, nuevos y usados, para las familias de la cooperativa escolar. Abarata mucho el precio —90 euros por los volúmenes de primaria—, pero este año ha tenido menos demanda: 140 de los 370 alumnos de este colegio público han quedado fuera —casi 4 de cada 10, frente a un cuarto en el curso anterior—. “Es por no haber podido dar la señal, de 30 euros. Es mucho dinero en economías de 400 y pico euros con dos o tres niños”, explica Mercedes Arroyo, directora del centro. Es el colegio público Asturias, en el barrio vallecano de Palomeras Altas, un lugar donde la crisis se ceba y al azote del paro se suma el de los tijeretazos. Un lugar, entre otros muchos, donde la cadena paro-empobrecimiento-recortes sociales atenaza con fuerza y empina aún más el arranque del curso.
La dotación de dinero público para libros —rebajada a 8.111 euros— quizá permita paliar la falta de volúmenes en los pupitres, pero ¿y la comida en un colegio donde 3 de cada 10 alumnos tenía beca el año pasado? Esas ayudas se han sustituido por precios mínimos: 1,20 euros diarios para los alumnos que antes no pagaban, 3,40 para aquellos con renta per cápita inferior a 2.450 euros al año y 4,80 para el resto. “Para muchos niños, es la única comida decente que toman al día”, asegura Ruth Fernández, presidenta de la asociación de madres y padres del centro. Así las cosas, el tupper no parece una buena solución en el Asturias, donde también echa cuentas Olga María Alves, viuda con sus tres niños en este colegio. “Sin la ayuda del año pasado, el comedor me cuesta más de lo que gano como limpiadora. Si no me dan beca, dejo el trabajo y viviremos solo con la pensión”, plantea.
Tartera rima con cartera este curso. La comida pendiente de un hilo para muchos y, además, un tercio de las familias “con serias dificultades para tener los libros y el material al completo”, calcula Jesús María Sánchez, presidente de Ceapa, la confederación laica de padres de alumnos.
"Para muchos, la única comida decente que toman es la del colegio"
“Acabo de recibir a una madre que venía con una nota del profesor: ‘Su hijo no trae los libros y no hace las tareas’. ‘Pero es que yo no puedo comprárselos’, me ha dicho”, relataba este viernes la pedagoga María Paz Pardillos, coordinadora del programa de infancia de Cáritas Segovia. En las últimas dos semanas ha recibido 52 peticiones de ayuda para la vuelta al cole. “En situaciones de crisis, los niños son los más vulnerables y a veces sus necesidades quedan en segundo plano. Primero hay que pagar el alquiler, la comida. Los libros tienen que esperar”.
“Está claro que una situación así merma la igualdad de oportunidades”, reflexiona esta experta.
El responsable de Ceapa le da la razón: el descalabro económico y su repercusión en la escuela van en detrimento de la igualdad de oportunidades, que tiene en las aulas una de sus principales herramientas. Y la directora Arroyo describe: “Cuando los niños sufren el deterioro en sus familias, a veces incluso los desahucios, sufren un estrés emocional que deriva en déficit de atención y de rendimiento”. Y no es lo mismo tener habitación propia y ordenador en casa que carecer de ello, recuerda.
“La escolarización gratuita está garantizada y la escuela mantiene su papel de igualar las posibilidades”, discrepa el responsable de Concapa, la confederación católica de padres, Luis Carbonel. “Su papel de ascensor social no está comprometido. En los estudios universitarios y los másteres tengo mis dudas”, añade. Con todo, sí ha detectado bajas en los comedores escolares y aumento de fiambreras —“es un disparate que se cobre un precio abusivo por llevarlas”—. Aunque cree que el deterioro económico puede suponer “un acicate” para el estudio, Carbonel observa sus consecuencias en la escolarización de los chavales: “Hay un trasvase de alumnos de los centros privados a los concertados, y de los concertados a los públicos”. “Eso dificulta la libertad de elección de los padres”, apostilla.
La pobreza infantil es el espejo de la desigualdad de oportunidades
Los representantes de los centros concertados —sostenidos con fondos públicos pero donde los padres suelen hacer contribuciones extras—, agrupados en Escuelas Católicas, reconocen ese trasvase y una caída del uso del comedor y de la matrícula en actividades extraescolares. Esto último, junto al recorte o la congelación de las aportaciones públicas, ha puesto a los concertados en una situación de “dificultades muy serias”, según Emilio Díaz, secretario de la Federación Española de Religiosos de Enseñanza (FERE) en la Comunidad de Madrid. “El trasvase de alumnos de la privada al conjunto de la concertada es un fenómeno claro. En el caso del bachillerato [nivel apenas subvencionado], nosotros cedemos alumnos a los institutos públicos, sobre todo porque son gratuitos. Esto se ha agravado con la crisis”, explica.
Una crisis que dispara el empobrecimiento, especialmente el de los niños.
"Iremos a una sociedad con menor movilidad social"
“Las familias con hijos están en una situación relativa cada vez peor. Tienen más dificultades que el resto para conseguir ingresos, se recortan las becas de libros y comedor, aumentan los copagos sanitarios, el IVA... Todo eso les afecta más y estrangula sus cuentas”, explica Olga Cantó, profesora de Fundamentos de Economía de la Universidad de Alcalá.
“Las repercusiones de la pobreza infantil no se verán hoy, sino mañana”, advierte esta experta que ha participado en estudios de Unicef y Cáritas. “Los niños quizá no perciben lo que les falta, pero no son capaces de medir los efectos que tendrá, por ejemplo, carecer de clases extras de inglés o música. La pobreza infantil erosiona el capital humano y quien la sufre tiene menos posibilidades de desarrollar sus potencialidades. Eso daña la igualdad de oportunidades en el futuro”, añade. Además, “la pobreza de los niños refleja hasta qué punto hay igualdad de oportunidades en un país”.
Un termómetro cuando “la cuna determina las oportunidades futuras”. Si no hay una equiparación en las condiciones de partida, “iremos a una sociedad con menor movilidad social, más desigual y con menor igualdad de oportunidades”, concluye Cantó.
Los centros privados ceden estudiantes a los concertados y estos, a los públicos
Por muchas vueltas que da, Carmen Polo no logra cuadrar el rompecabezas. Es el del curso del tupper: lograr que salgan las cuentas en una vuelta con el bolsillo, la mochila y las ayudas menguadas. “Solo entran 900 euros al mes en casa, porque mi marido trabaja tres semanas al mes por el ERE de su empresa. En la hipoteca se van 380. En la guardería del bebé, pública, 140. Esa plaza me permitía intentar trabajar, pero ahora no hay beca de comedor para mis otros dos hijos y así es imposible dejarlos a comer en el colegio. Y si no almuerzan ahí, ¿cómo voy a poder encontrar empleo?”, plantea la mujer.
Las dificultades de Polo son comunes en el arranque de un curso escolar: el creciente deterioro económico, con una cuarta parte de la población activa en paro, ahoga a un número creciente de familias y los recortes presupuestarios diezman ayudas como las de libros o comedor. Unas dificultades que, para muchos expertos, conllevan otra pesada factura que se verá más a largo plazo: el deterioro de la igualdad de oportunidades. Unas dificultades, en fin, que desembocan en el incremento de los niños afectados por la pobreza: ya son algo más de uno de cada cuatro —26,5%, casi tres puntos más que en 2007 y por encima de la media de la población general, 21,8%, según el Instituto Nacional de Estadística—. Pero la crisis también pasa factura a la clase media: provoca un trasvase de alumnos de la enseñanza privada a la concertada, y de esta, a la pública, cuyos medios se recortan.
El 26,5% de los niños son pobres, tres puntos más que en 2007
Al tiempo que echa números, Polo organiza con otras madres los lotes de libros, nuevos y usados, para las familias de la cooperativa escolar. Abarata mucho el precio —90 euros por los volúmenes de primaria—, pero este año ha tenido menos demanda: 140 de los 370 alumnos de este colegio público han quedado fuera —casi 4 de cada 10, frente a un cuarto en el curso anterior—. “Es por no haber podido dar la señal, de 30 euros. Es mucho dinero en economías de 400 y pico euros con dos o tres niños”, explica Mercedes Arroyo, directora del centro. Es el colegio público Asturias, en el barrio vallecano de Palomeras Altas, un lugar donde la crisis se ceba y al azote del paro se suma el de los tijeretazos. Un lugar, entre otros muchos, donde la cadena paro-empobrecimiento-recortes sociales atenaza con fuerza y empina aún más el arranque del curso.
La dotación de dinero público para libros —rebajada a 8.111 euros— quizá permita paliar la falta de volúmenes en los pupitres, pero ¿y la comida en un colegio donde 3 de cada 10 alumnos tenía beca el año pasado? Esas ayudas se han sustituido por precios mínimos: 1,20 euros diarios para los alumnos que antes no pagaban, 3,40 para aquellos con renta per cápita inferior a 2.450 euros al año y 4,80 para el resto. “Para muchos niños, es la única comida decente que toman al día”, asegura Ruth Fernández, presidenta de la asociación de madres y padres del centro. Así las cosas, el tupper no parece una buena solución en el Asturias, donde también echa cuentas Olga María Alves, viuda con sus tres niños en este colegio. “Sin la ayuda del año pasado, el comedor me cuesta más de lo que gano como limpiadora. Si no me dan beca, dejo el trabajo y viviremos solo con la pensión”, plantea.
Tartera rima con cartera este curso. La comida pendiente de un hilo para muchos y, además, un tercio de las familias “con serias dificultades para tener los libros y el material al completo”, calcula Jesús María Sánchez, presidente de Ceapa, la confederación laica de padres de alumnos.
"Para muchos, la única comida decente que toman es la del colegio"
“Acabo de recibir a una madre que venía con una nota del profesor: ‘Su hijo no trae los libros y no hace las tareas’. ‘Pero es que yo no puedo comprárselos’, me ha dicho”, relataba este viernes la pedagoga María Paz Pardillos, coordinadora del programa de infancia de Cáritas Segovia. En las últimas dos semanas ha recibido 52 peticiones de ayuda para la vuelta al cole. “En situaciones de crisis, los niños son los más vulnerables y a veces sus necesidades quedan en segundo plano. Primero hay que pagar el alquiler, la comida. Los libros tienen que esperar”.
“Está claro que una situación así merma la igualdad de oportunidades”, reflexiona esta experta.
El responsable de Ceapa le da la razón: el descalabro económico y su repercusión en la escuela van en detrimento de la igualdad de oportunidades, que tiene en las aulas una de sus principales herramientas. Y la directora Arroyo describe: “Cuando los niños sufren el deterioro en sus familias, a veces incluso los desahucios, sufren un estrés emocional que deriva en déficit de atención y de rendimiento”. Y no es lo mismo tener habitación propia y ordenador en casa que carecer de ello, recuerda.
“La escolarización gratuita está garantizada y la escuela mantiene su papel de igualar las posibilidades”, discrepa el responsable de Concapa, la confederación católica de padres, Luis Carbonel. “Su papel de ascensor social no está comprometido. En los estudios universitarios y los másteres tengo mis dudas”, añade. Con todo, sí ha detectado bajas en los comedores escolares y aumento de fiambreras —“es un disparate que se cobre un precio abusivo por llevarlas”—. Aunque cree que el deterioro económico puede suponer “un acicate” para el estudio, Carbonel observa sus consecuencias en la escolarización de los chavales: “Hay un trasvase de alumnos de los centros privados a los concertados, y de los concertados a los públicos”. “Eso dificulta la libertad de elección de los padres”, apostilla.
La pobreza infantil es el espejo de la desigualdad de oportunidades
Los representantes de los centros concertados —sostenidos con fondos públicos pero donde los padres suelen hacer contribuciones extras—, agrupados en Escuelas Católicas, reconocen ese trasvase y una caída del uso del comedor y de la matrícula en actividades extraescolares. Esto último, junto al recorte o la congelación de las aportaciones públicas, ha puesto a los concertados en una situación de “dificultades muy serias”, según Emilio Díaz, secretario de la Federación Española de Religiosos de Enseñanza (FERE) en la Comunidad de Madrid. “El trasvase de alumnos de la privada al conjunto de la concertada es un fenómeno claro. En el caso del bachillerato [nivel apenas subvencionado], nosotros cedemos alumnos a los institutos públicos, sobre todo porque son gratuitos. Esto se ha agravado con la crisis”, explica.
Una crisis que dispara el empobrecimiento, especialmente el de los niños.
"Iremos a una sociedad con menor movilidad social"
“Las familias con hijos están en una situación relativa cada vez peor. Tienen más dificultades que el resto para conseguir ingresos, se recortan las becas de libros y comedor, aumentan los copagos sanitarios, el IVA... Todo eso les afecta más y estrangula sus cuentas”, explica Olga Cantó, profesora de Fundamentos de Economía de la Universidad de Alcalá.
“Las repercusiones de la pobreza infantil no se verán hoy, sino mañana”, advierte esta experta que ha participado en estudios de Unicef y Cáritas. “Los niños quizá no perciben lo que les falta, pero no son capaces de medir los efectos que tendrá, por ejemplo, carecer de clases extras de inglés o música. La pobreza infantil erosiona el capital humano y quien la sufre tiene menos posibilidades de desarrollar sus potencialidades. Eso daña la igualdad de oportunidades en el futuro”, añade. Además, “la pobreza de los niños refleja hasta qué punto hay igualdad de oportunidades en un país”.
Un termómetro cuando “la cuna determina las oportunidades futuras”. Si no hay una equiparación en las condiciones de partida, “iremos a una sociedad con menor movilidad social, más desigual y con menor igualdad de oportunidades”, concluye Cantó.
lunes, 8 de octubre de 2012
El semanario 'The Economist' avisa de que España puede entrar en "una espiral de muerte" similar a Grecia
El semanario británico The Economist vuelve a centrar su atención en la delicada situación de España. Esta vez, dedica un artículo titulado "El misterioso Mariano" a advertir de que el país podría estar entrando en una "espiral de muerte" muy parecida a la griega y con una tasa de paro que supera ya el 25%.
La publicación subraya, además, que muchos ciudadanos comienzan a preguntarse si Rajoy tiene "algún plan para recuperar la confianza de los mercados y de los españoles" y destaca que las protestas empiezan a tomar rasgos violentos. "Los problemas de Rajoy están empeorando, no mejorando", se recalca en el artículo, donde se pone en duda la validez de la estrategia de ambigüedad del presidente.
En este sentido, la revista bromea con la fama de los gallegos: "Un gallego, los españoles les gusta bromear, es el tipo de persona que te encuentras en la escalera y no sabes si está subiendo o bajando. Para Mariano Rajoy, este arquetipo es una manera de sobrevivir".
El semanario analiza también la situación en Cataluña, de la que dice es "una de las regiones más endeudadas, pero también una de las mayores contribuyentes". Por eso, dice que Rajoy se enfrenta a "dos riesgos gemelos": "La ruptura del euro y la ruptura de España".
En relación al rescate, The Economist sostiene que Francia está diciendo al Ejecutivo español que "coja el dinero", pero que Alemania no quiere que lo haga, mientras que Rajoy quiere "asegurarse de que Alemania no cerrará esa puerta pillándole los dedos". También señala que Rajoy podría "estar jugando con la política" antes de las elecciones de Galicia.
Fuente: http://www.huffingtonpost.es/2012/10/07/el-semanario-the-economis_n_1946103.html
La publicación subraya, además, que muchos ciudadanos comienzan a preguntarse si Rajoy tiene "algún plan para recuperar la confianza de los mercados y de los españoles" y destaca que las protestas empiezan a tomar rasgos violentos. "Los problemas de Rajoy están empeorando, no mejorando", se recalca en el artículo, donde se pone en duda la validez de la estrategia de ambigüedad del presidente.
En este sentido, la revista bromea con la fama de los gallegos: "Un gallego, los españoles les gusta bromear, es el tipo de persona que te encuentras en la escalera y no sabes si está subiendo o bajando. Para Mariano Rajoy, este arquetipo es una manera de sobrevivir".
El semanario analiza también la situación en Cataluña, de la que dice es "una de las regiones más endeudadas, pero también una de las mayores contribuyentes". Por eso, dice que Rajoy se enfrenta a "dos riesgos gemelos": "La ruptura del euro y la ruptura de España".
En relación al rescate, The Economist sostiene que Francia está diciendo al Ejecutivo español que "coja el dinero", pero que Alemania no quiere que lo haga, mientras que Rajoy quiere "asegurarse de que Alemania no cerrará esa puerta pillándole los dedos". También señala que Rajoy podría "estar jugando con la política" antes de las elecciones de Galicia.
Fuente: http://www.huffingtonpost.es/2012/10/07/el-semanario-the-economis_n_1946103.html
domingo, 7 de octubre de 2012
Eric Hobsbawm, la última entrevista
El gran historiador recientemente fallecido en Londres concedía pocas entrevistas. Esta es la entrevista que L’Expresso consiguió hacerle el pasado mayo. En ella aborda los temas actuales de la crisis, el nuevo capitalismo y las enfermedades de la democracia. Traducido del italiano por Teresa Benítez.
La noticia de la muerte del capitalismo es por lo menos prematura, el sistema económico social que desde hace algunos siglos gobierna el mundo no está ni siquiera enfermo, y basta mirar a China para convencerse de ello y para leer el futuro. En Oriente, masas de campesinos están entrando al universo del trabajo asalariado, abandonan el mundo rural y se convierten en proletarios. Ha nacido un fenómeno nuevo, inédito en la historia: el capitalismo de Estado, donde la vieja burguesía intelectual, creativa y, si cabe, rapaz —como la describía Marx en el “Manifiesto Comunista”—, es sustituida por las instituciones públicas. En suma, esto no es el fin del mundo, y ninguna revolución está a la vuelta de la esquina, simplemente el capitalismo está mudando la piel.
Eric Hobsbawm desciende con una especie de montacargas por la empinada escalera de su casa de Highgate, en Londres, no muy lejos, precisamente, del lugar donde descansa su gran maestro e inspirador, Karl Marx. Ha sido sometido a una operación, y por eso camina con dificultad. Tiene 95 años, pero si el cuerpo muestra las marcas de la edad, la cabeza de este señor, considerado el máximo historiador contemporáneo, es la de un joven. Está escribiendo un ensayo sobre Tony Judt, un intelectual británico fallecido prematuramente, hace dos años. Habla en la BBC, está más activo que nunca. Y nunca ha dejado de ser marxista. Y, si para esta entrevista con L’Espresso, una de las poquísimas que ofrece, pidió que le mandasen las preguntas por email, y aunque comenzara según el esquema acordado, después de pocos minutos pasa a un acelerado y espontáneo diálogo con el interlocutor.
“Me pregunta si es posible el capitalismo sin crisis”, comienza. “No. A partir de Marx sabemos que el capitalismo funciona precisamente a través de crisis, y restructuraciones. El problema es que no podemos conocer la gravedad de la crisis actual porque aún estamos dentro de ella”.
¿La crisis actual es diferente de las anteriores?
Sí. Porque está ligada a un desplazamiento del centro de gravedad del planeta: desde los viejos países capitalistas hacia las naciones emergentes. Del Atlántico al Océano Índico y el Pacífico. Si en los años treinta todo el mundo estaba en crisis, a excepción de la URSS, hoy la situación es distinta. El impacto en Europa es diferente respecto de los países BRIC: Brasil, Rusia, India, China. Otra diferencia con el pasado es que, a pesar de la gravedad de la crisis, la economía mundial sigue creciendo. Aunque solo en las zonas que están fuera de lo que llamamos Occidente.
Cambiarán las relaciones de fuerza, ¿también las militares y políticas?
Por el momento, están cambiando las económicas. Las grandes acumulaciones de capital de inversión son hoy día las que pertenecen al Estado y a las empresas públicas en China. Y, de este modo, mientras en los países del viejo capitalismo el desafío es mantener los niveles de bienestar existentes —aunque yo creo que estas naciones se encuentran en un rápido declive—, para los nuevos países, los emergentes, el problema es cómo mantener el ritmo de crecimiento sin crear problemas sociales gigantescos. Está claro, por ejemplo, que China se ha dado a una especie de capitalismo en el que la presión de la marca occidental del Welfare, el Bienestar, es completamente inexistente. Ha sido sustituida en su lugar por la velocísima incorporación de las masas de campesinos al mundo del trabajo asalariado. Es un fenómeno que ha tenido efectos positivos. Queda la cuestión de si este mecanismo puede funcionar a largo plazo.
Lo que está diciendo nos lleva a la cuestión del capitalismo de Estado. El capitalismo como lo hemos conocido significaba una apuesta personal, creatividad individualismo, capacidad de invención por parte de la burguesía. ¿Puede el Estado ser tan creativo?
Hace unas semanas, The Economist versaba sobre el capitalismo de Estado. En él se planteaba la tesis de que este sistema podría ser óptimo para la creación de las infraestructuras y en lo que respecta a las inversiones masivas, pero no tan conveniente en lo concerniente a la esfera de la creatividad. Pero hay más: no es seguro que el capitalismo pueda funcionar sin instituciones como el Bienestar. El Bienestar por norma es gestionado por el Estado. Por tanto, creo que el capitalismo de Estado tiene un gran futuro.
¿Y qué hay de la innovación?
La innovación está orientada al consumidor. Pero el capitalismo del siglo XXI no debe pensar necesariamente en el consumidor. Y por otro lado, el Estado funciona bien cuando se trata de la innovación en el ámbito militar. Además, el capitalismo de Estado no tiene la obligación de garantizar un crecimiento ilimitado, lo cual es una ventaja. Al decir esto, deducimos que el capitalismo de Estado significa el fin de la economía liberal como la hemos conocido en los últimos cuarenta años. Pero es la consecuencia de la derrota histórica de aquello que yo llamo “la teología del libre mercado”, la creencia, realmente religiosa, según la cual el mercado se regula por sí mismo y no precisa de ninguna intervención externa.
Durante generaciones la palabra capitalismo rimaba con libertad, democracia, con la idea de que los individuos forjan su propio destino.
¿Estamos seguros de eso? En mi opinión, no es en modo alguno evidente la asociación de los valores que acaba usted de mencionar con determinadas políticas. El capitalismo de mercado puro no está obligatoriamente vinculado a la democracia. El mercado no funciona como teorizaban los pensadores liberales: desde Hayek a Friedmann. Lo hemos simplificado demasiado.
¿A qué se refiere?
Hace algún tiempo escribí que hemos vivido con la idea de dos vías alternativas: el capitalismo de aquí y el socialismo de allá. Pero esa es una idea estrambótica. Marx nunca la tuvo. Por el contrario, él explicaba que este sistema, el capitalismo, un día quedaría superado. Si observamos la realidad, Estados Unidos, Holanda, Reino Unido, Suiza, Japón, podemos llegar a la conclusión de que no se trata de un sistema único y coherente. Hay muchas variantes del capitalismo.
Sin embargo, los financieros prevalecen. Hay quien dice que el capitalismo podría existir sin la burguesía. ¿Cree que es acertado?
Ha emergido con fuerza una élite global compuesta por personas que lo deciden todo en el campo de la economía y que se conocen entre ellos y trabajan juntos. Pero la burguesía no ha desaparecido: existe en Alemania, quizás en Italia, menos en Estados Unidos y Reino Unido. No obstante, ha cambiado el modo en que se accede a formar parte de ella.
¿Es decir?
La información es hoy día un factor de producción.
Eso no es nada nuevo. Los Rothschild se hicieron ricos porque fueron los primeros en enterarse de la derrota de Napoleón en Waterloo, lo que les permitió desbancar la Bolsa…
Yo lo veo de otro modo. Hoy haces dinero porque controlas la información. Y este es un argumento fuerte en manos de los reaccionarios que proponen combatir a las élites educadas. Las personas que leen y que tienen una avanzada formación universitaria son las que consiguen los empleos más lucrativos. A la gente bien formada se le identifica con los ricos, con los explotadores, y eso es un verdadero problema político.
Hoy se hace dinero sin producir bienes materiales, con derivados, especulando en Bolsa.
Pero se sigue haciendo dinero también, y sobre todo, produciendo bienes materiales. Solo ha cambiado el modo en que se produce aquello que Marx llamaba el valor añadido (la parte del trabajo del obrero de la que se adueña el propietario [ Nota del redactor] ). Hoy este valor añadido ya no lo producen los trabajadores, sino los consumidores. Cuando compra un billete de avión online, usted con su trabajo gratuito, está pagando por la automatización del servicio. Por tanto, es usted el que crea la plusvalía que genera el beneficio de los propietarios. Esto es una consecuencia característica de la sociedad digitalizada.
¿Quién es hoy el propietario?
En cierto tiempo existió la lucha de clases.
El viejo proletariado ha seguido un proceso de externalización; de los antiguos países hacia los nuevos. Es allí donde debería darse la lucha de clases. Pero los chinos no saben qué es eso. Hablando en serio, quizás tengan lucha de clases, pero todavía no la hemos visto. Y añado: las finanzas son una condición necesaria para que el capitalismo camine hacia adelante, pero no indispensable. No se puede decir que el motor que mueve a China sea solo el afán de lucro.
Es una tesis sorprendente, ¿puede explicarla?
El mecanismo que está detrás de la economía china es el deseo de restaurar la grandeza de una cultura y de una civilización. Es lo contrario a lo que sucede en Francia. El mayor éxito francés de las últimas décadas ha sido Astérix. Y no es casualidad. Astérix es el retorno al remoto poblado celta que resiste al asalto del resto del mundo, un poblado que pierde pero que sobrevive. Los franceses están perdiendo, y lo saben.
Mientras tanto, en Occidente tenemos a los bancos centrales que nos dicen qué tenemos que hacer. Se habla de cuentas, de números, pero no de los deseos de los humanos, y de su futuro. ¿Se puede avanzar así?
A largo plazo no. Pero estoy convencido de que el verdadero problema es otro: la asimetría de la globalización. Algunas cosas están globalizadas, otras súper globalizadas, y otras no han sido globalizadas. Y una de las cosas que no lo ha sido es la política. Las instituciones que deciden sobre política son los Estados territoriales. Por tanto, queda abierta la cuestión de cómo tratar problemas globales sin un Estado global, sin una unidad global. Y eso afecta no solo a la economía, sino también al mayor desafío actual, el medio ambiente. Uno de los aspectos de nuestra vida que Marx no supo ver es el agotamiento de los recursos naturales. Y no me refiero al oro o al petróleo. Pongamos como ejemplo el agua. Si los chinos tuvieran que usar la mitad del agua per cápita utilizada por los estadounidenses, no habría agua suficiente en el mundo. Se trata de desafíos en los que las soluciones locales son inútiles, salvo desde el punto de vista simbólico.
¿Hay alguna solución?
Sí, siempre que se comprenda que la economía no es un fin en sí misma, sino que forma parte de la vida de los seres humanos. Esto se percibe observando la trayectoria de la crisis actual. Según las creencias anticuadas de la izquierda, la crisis debería generar revoluciones. Pero estas no se ven (exceptuando las protestas de los indignados). Y, puesto que no sabemos tampoco cuáles son los problemas que van a surgir, no podemos siquiera saber cuáles serán las soluciones.
¿Puede hacer al menos algunas previsiones?
Es extremadamente poco probable que China llegue a ser una democracia parlamentaria. Es poco probable que los militares pierdan todo el poder en la mayoría de los Estados islámicos. Usted ha defendido la necesidad de llegar a una especie de economía mixta, entre lo público y lo privado. Vuelva la vista atrás a la historia. La URSS intentó eliminar el sector privado. Y resultó ser un sonoro fracaso. Por otro lado, la tentativa ultraliberal también ha fallado miserablemente. Por tanto, la cuestión no es cómo será la combinación de lo público con lo privado, sino cuál es el objeto de esta combinación. O mejor, cuál es su objetivo. Y el objetivo no puede ser simplemente el crecimiento de la economía. No es cierto que el bienestar esté ligado al aumento del producto total mundial.
¿El objetivo de la economía es la felicidad?
Ciertamente.
Sin embargo, las desigualdades siguen creciendo.
Y están destinadas a aumentar aún más; con seguridad aumentarán dentro de los Estados, y probablemente entre unos países y otros. No tenemos ninguna obligación moral de intentar construir una sociedad más igualitaria. Un país donde hay más equidad es probablemente un país mejor, pero no está en absoluto claro el grado de igualdad que una nación es capaz de mantener.
¿Qué queda de Marx? Usted, a lo largo de toda esta conversación, no ha hablado ni de socialismo, ni de comunismo...
El hecho es que ni siquiera Marx habló mucho de socialismo ni de comunismo, pero tampoco de capitalismo. Escribía sobre la sociedad burguesa. Permanece su visión, su análisis de la sociedad. Queda la comprensión del hecho de que el capitalismo funciona generando crisis. Y por otro lado, Marx hizo algunas previsiones acertadas a medio plazo. La principal: que los trabajadores deben organizarse como partido de clase.
En Occidente se habla cada vez menos de política y cada vez más de técnica. ¿Por qué?
Porque la izquierda ya no tiene nada más que decir, no tiene un programa para proponer. Lo que queda de ella representa los intereses de la clase media formada, y claramente no están en el centro de la sociedad.
Wlodek Goldkorn. L’Espresso. Fuente: http://espresso.repubblica.it/dettaglio/hobsbawm-lultima-intervista/2192093/9/0
La noticia de la muerte del capitalismo es por lo menos prematura, el sistema económico social que desde hace algunos siglos gobierna el mundo no está ni siquiera enfermo, y basta mirar a China para convencerse de ello y para leer el futuro. En Oriente, masas de campesinos están entrando al universo del trabajo asalariado, abandonan el mundo rural y se convierten en proletarios. Ha nacido un fenómeno nuevo, inédito en la historia: el capitalismo de Estado, donde la vieja burguesía intelectual, creativa y, si cabe, rapaz —como la describía Marx en el “Manifiesto Comunista”—, es sustituida por las instituciones públicas. En suma, esto no es el fin del mundo, y ninguna revolución está a la vuelta de la esquina, simplemente el capitalismo está mudando la piel.
Eric Hobsbawm desciende con una especie de montacargas por la empinada escalera de su casa de Highgate, en Londres, no muy lejos, precisamente, del lugar donde descansa su gran maestro e inspirador, Karl Marx. Ha sido sometido a una operación, y por eso camina con dificultad. Tiene 95 años, pero si el cuerpo muestra las marcas de la edad, la cabeza de este señor, considerado el máximo historiador contemporáneo, es la de un joven. Está escribiendo un ensayo sobre Tony Judt, un intelectual británico fallecido prematuramente, hace dos años. Habla en la BBC, está más activo que nunca. Y nunca ha dejado de ser marxista. Y, si para esta entrevista con L’Espresso, una de las poquísimas que ofrece, pidió que le mandasen las preguntas por email, y aunque comenzara según el esquema acordado, después de pocos minutos pasa a un acelerado y espontáneo diálogo con el interlocutor.
“Me pregunta si es posible el capitalismo sin crisis”, comienza. “No. A partir de Marx sabemos que el capitalismo funciona precisamente a través de crisis, y restructuraciones. El problema es que no podemos conocer la gravedad de la crisis actual porque aún estamos dentro de ella”.
¿La crisis actual es diferente de las anteriores?
Sí. Porque está ligada a un desplazamiento del centro de gravedad del planeta: desde los viejos países capitalistas hacia las naciones emergentes. Del Atlántico al Océano Índico y el Pacífico. Si en los años treinta todo el mundo estaba en crisis, a excepción de la URSS, hoy la situación es distinta. El impacto en Europa es diferente respecto de los países BRIC: Brasil, Rusia, India, China. Otra diferencia con el pasado es que, a pesar de la gravedad de la crisis, la economía mundial sigue creciendo. Aunque solo en las zonas que están fuera de lo que llamamos Occidente.
Cambiarán las relaciones de fuerza, ¿también las militares y políticas?
Por el momento, están cambiando las económicas. Las grandes acumulaciones de capital de inversión son hoy día las que pertenecen al Estado y a las empresas públicas en China. Y, de este modo, mientras en los países del viejo capitalismo el desafío es mantener los niveles de bienestar existentes —aunque yo creo que estas naciones se encuentran en un rápido declive—, para los nuevos países, los emergentes, el problema es cómo mantener el ritmo de crecimiento sin crear problemas sociales gigantescos. Está claro, por ejemplo, que China se ha dado a una especie de capitalismo en el que la presión de la marca occidental del Welfare, el Bienestar, es completamente inexistente. Ha sido sustituida en su lugar por la velocísima incorporación de las masas de campesinos al mundo del trabajo asalariado. Es un fenómeno que ha tenido efectos positivos. Queda la cuestión de si este mecanismo puede funcionar a largo plazo.
Lo que está diciendo nos lleva a la cuestión del capitalismo de Estado. El capitalismo como lo hemos conocido significaba una apuesta personal, creatividad individualismo, capacidad de invención por parte de la burguesía. ¿Puede el Estado ser tan creativo?
Hace unas semanas, The Economist versaba sobre el capitalismo de Estado. En él se planteaba la tesis de que este sistema podría ser óptimo para la creación de las infraestructuras y en lo que respecta a las inversiones masivas, pero no tan conveniente en lo concerniente a la esfera de la creatividad. Pero hay más: no es seguro que el capitalismo pueda funcionar sin instituciones como el Bienestar. El Bienestar por norma es gestionado por el Estado. Por tanto, creo que el capitalismo de Estado tiene un gran futuro.
¿Y qué hay de la innovación?
La innovación está orientada al consumidor. Pero el capitalismo del siglo XXI no debe pensar necesariamente en el consumidor. Y por otro lado, el Estado funciona bien cuando se trata de la innovación en el ámbito militar. Además, el capitalismo de Estado no tiene la obligación de garantizar un crecimiento ilimitado, lo cual es una ventaja. Al decir esto, deducimos que el capitalismo de Estado significa el fin de la economía liberal como la hemos conocido en los últimos cuarenta años. Pero es la consecuencia de la derrota histórica de aquello que yo llamo “la teología del libre mercado”, la creencia, realmente religiosa, según la cual el mercado se regula por sí mismo y no precisa de ninguna intervención externa.
Durante generaciones la palabra capitalismo rimaba con libertad, democracia, con la idea de que los individuos forjan su propio destino.
¿Estamos seguros de eso? En mi opinión, no es en modo alguno evidente la asociación de los valores que acaba usted de mencionar con determinadas políticas. El capitalismo de mercado puro no está obligatoriamente vinculado a la democracia. El mercado no funciona como teorizaban los pensadores liberales: desde Hayek a Friedmann. Lo hemos simplificado demasiado.
¿A qué se refiere?
Hace algún tiempo escribí que hemos vivido con la idea de dos vías alternativas: el capitalismo de aquí y el socialismo de allá. Pero esa es una idea estrambótica. Marx nunca la tuvo. Por el contrario, él explicaba que este sistema, el capitalismo, un día quedaría superado. Si observamos la realidad, Estados Unidos, Holanda, Reino Unido, Suiza, Japón, podemos llegar a la conclusión de que no se trata de un sistema único y coherente. Hay muchas variantes del capitalismo.
Sin embargo, los financieros prevalecen. Hay quien dice que el capitalismo podría existir sin la burguesía. ¿Cree que es acertado?
Ha emergido con fuerza una élite global compuesta por personas que lo deciden todo en el campo de la economía y que se conocen entre ellos y trabajan juntos. Pero la burguesía no ha desaparecido: existe en Alemania, quizás en Italia, menos en Estados Unidos y Reino Unido. No obstante, ha cambiado el modo en que se accede a formar parte de ella.
¿Es decir?
La información es hoy día un factor de producción.
Eso no es nada nuevo. Los Rothschild se hicieron ricos porque fueron los primeros en enterarse de la derrota de Napoleón en Waterloo, lo que les permitió desbancar la Bolsa…
Yo lo veo de otro modo. Hoy haces dinero porque controlas la información. Y este es un argumento fuerte en manos de los reaccionarios que proponen combatir a las élites educadas. Las personas que leen y que tienen una avanzada formación universitaria son las que consiguen los empleos más lucrativos. A la gente bien formada se le identifica con los ricos, con los explotadores, y eso es un verdadero problema político.
Hoy se hace dinero sin producir bienes materiales, con derivados, especulando en Bolsa.
Pero se sigue haciendo dinero también, y sobre todo, produciendo bienes materiales. Solo ha cambiado el modo en que se produce aquello que Marx llamaba el valor añadido (la parte del trabajo del obrero de la que se adueña el propietario [ Nota del redactor] ). Hoy este valor añadido ya no lo producen los trabajadores, sino los consumidores. Cuando compra un billete de avión online, usted con su trabajo gratuito, está pagando por la automatización del servicio. Por tanto, es usted el que crea la plusvalía que genera el beneficio de los propietarios. Esto es una consecuencia característica de la sociedad digitalizada.
¿Quién es hoy el propietario?
En cierto tiempo existió la lucha de clases.
El viejo proletariado ha seguido un proceso de externalización; de los antiguos países hacia los nuevos. Es allí donde debería darse la lucha de clases. Pero los chinos no saben qué es eso. Hablando en serio, quizás tengan lucha de clases, pero todavía no la hemos visto. Y añado: las finanzas son una condición necesaria para que el capitalismo camine hacia adelante, pero no indispensable. No se puede decir que el motor que mueve a China sea solo el afán de lucro.
Es una tesis sorprendente, ¿puede explicarla?
El mecanismo que está detrás de la economía china es el deseo de restaurar la grandeza de una cultura y de una civilización. Es lo contrario a lo que sucede en Francia. El mayor éxito francés de las últimas décadas ha sido Astérix. Y no es casualidad. Astérix es el retorno al remoto poblado celta que resiste al asalto del resto del mundo, un poblado que pierde pero que sobrevive. Los franceses están perdiendo, y lo saben.
Mientras tanto, en Occidente tenemos a los bancos centrales que nos dicen qué tenemos que hacer. Se habla de cuentas, de números, pero no de los deseos de los humanos, y de su futuro. ¿Se puede avanzar así?
A largo plazo no. Pero estoy convencido de que el verdadero problema es otro: la asimetría de la globalización. Algunas cosas están globalizadas, otras súper globalizadas, y otras no han sido globalizadas. Y una de las cosas que no lo ha sido es la política. Las instituciones que deciden sobre política son los Estados territoriales. Por tanto, queda abierta la cuestión de cómo tratar problemas globales sin un Estado global, sin una unidad global. Y eso afecta no solo a la economía, sino también al mayor desafío actual, el medio ambiente. Uno de los aspectos de nuestra vida que Marx no supo ver es el agotamiento de los recursos naturales. Y no me refiero al oro o al petróleo. Pongamos como ejemplo el agua. Si los chinos tuvieran que usar la mitad del agua per cápita utilizada por los estadounidenses, no habría agua suficiente en el mundo. Se trata de desafíos en los que las soluciones locales son inútiles, salvo desde el punto de vista simbólico.
¿Hay alguna solución?
Sí, siempre que se comprenda que la economía no es un fin en sí misma, sino que forma parte de la vida de los seres humanos. Esto se percibe observando la trayectoria de la crisis actual. Según las creencias anticuadas de la izquierda, la crisis debería generar revoluciones. Pero estas no se ven (exceptuando las protestas de los indignados). Y, puesto que no sabemos tampoco cuáles son los problemas que van a surgir, no podemos siquiera saber cuáles serán las soluciones.
¿Puede hacer al menos algunas previsiones?
Es extremadamente poco probable que China llegue a ser una democracia parlamentaria. Es poco probable que los militares pierdan todo el poder en la mayoría de los Estados islámicos. Usted ha defendido la necesidad de llegar a una especie de economía mixta, entre lo público y lo privado. Vuelva la vista atrás a la historia. La URSS intentó eliminar el sector privado. Y resultó ser un sonoro fracaso. Por otro lado, la tentativa ultraliberal también ha fallado miserablemente. Por tanto, la cuestión no es cómo será la combinación de lo público con lo privado, sino cuál es el objeto de esta combinación. O mejor, cuál es su objetivo. Y el objetivo no puede ser simplemente el crecimiento de la economía. No es cierto que el bienestar esté ligado al aumento del producto total mundial.
¿El objetivo de la economía es la felicidad?
Ciertamente.
Sin embargo, las desigualdades siguen creciendo.
Y están destinadas a aumentar aún más; con seguridad aumentarán dentro de los Estados, y probablemente entre unos países y otros. No tenemos ninguna obligación moral de intentar construir una sociedad más igualitaria. Un país donde hay más equidad es probablemente un país mejor, pero no está en absoluto claro el grado de igualdad que una nación es capaz de mantener.
¿Qué queda de Marx? Usted, a lo largo de toda esta conversación, no ha hablado ni de socialismo, ni de comunismo...
El hecho es que ni siquiera Marx habló mucho de socialismo ni de comunismo, pero tampoco de capitalismo. Escribía sobre la sociedad burguesa. Permanece su visión, su análisis de la sociedad. Queda la comprensión del hecho de que el capitalismo funciona generando crisis. Y por otro lado, Marx hizo algunas previsiones acertadas a medio plazo. La principal: que los trabajadores deben organizarse como partido de clase.
En Occidente se habla cada vez menos de política y cada vez más de técnica. ¿Por qué?
Porque la izquierda ya no tiene nada más que decir, no tiene un programa para proponer. Lo que queda de ella representa los intereses de la clase media formada, y claramente no están en el centro de la sociedad.
Wlodek Goldkorn. L’Espresso. Fuente: http://espresso.repubblica.it/dettaglio/hobsbawm-lultima-intervista/2192093/9/0
Eric Hobsbawm y los bandidos
Un par de años atrás, en Río de Janeiro, discutía el problema de las pandillas de la ciudad con un colega brasileño, João Moreira Salles. Tratando de describir al difunto Marcinho VP, un inteligente y carismático líder criminal que había conocido bien, Salles observó: “Marcinho VP era el clásico guerrillero Hobsbawmiano”.
Se refería, por supuesto, a Eric Hobsbawm, el brillante historiador marxista británico que murió el domingo (1 de octubre de 2012) a la edad de 95 años. Las afinidades políticas de Hobsbawm lo convirtieron en blanco fácil de la crítica, especialmente después de la caída del comunismo, pero su extraordinario cuarteto de libros sobre la historia de los siglos XIX y XX fue ampliamente reconocido como un hito aun por sus enemigos ideológicos. El conservador historiador escocés Niall Ferguson se hallaba ayer entre quienes cantaban sus alabanzas.
Otro de los legados de Hobsbawm fue su investigación sin precedentes, y sus escritos, sobre bandidos y forajidos. En su libro “Bandits” (Bandidos) de 1969, que presenta a figuras tales como Salvatore Giuliano, Robin Hood y Pancho Villa, explora cómo ciertos bandidos siguieron siendo criminales mientras que otros se convirtieron en revolucionarios.
Salles me contó que en las entrevistas que hizo a Marcinho VP descubrió en él a un criminal que exponía una visión social. Parecía ser alguien que, si se daban las circunstancias, podía incluso evolucionar hacia la política. Nunca se sabría, sin embargo. Capturado y arrojado a prisión, fue estrangulado en 2003 por sus rivales.
En ese mismo viaje a Río conocí a un pandillero que había salido recientemente de prisión, la misma en la que Marcinho había sido asesinado. Me contó que se había unido a un grupo de estudio en la prisión y que había leído la biografía del Che Guevara que yo había escrito. Me preguntó muchas cosas sobre el libro, así como sobre el Che. Yo estaba intrigado por su curiosidad intelectual y le pregunté cómo se definía. La pandilla de la que era miembro importante había sido creada en los años ’70 por prisioneros políticos, observé, y su primer manifiesto había llamado a la realización de varias formas de justicia social. Sonrió y sacudió la cabeza. Me dijo: “Antes, algunos de nosotros teníamos conciencia social. Pero eso fue antes. Ahora sólo somos criminales”.
Tenía muy presente a Hobsbawm después de ese encuentro. Un par de años más tarde pude conocer al gran viejo en persona en su casa de Londres, para tomar una taza de té seguida de un vaso de whisky. Fue muy gentil y escuchó con interés mientras yo contaba las historias del submundo de Brasil y de otros lugares. Estaba interesado en Sri Lanka, un país con una antigua tradición marxista en el que yo había pasado algún tiempo hacía poco y donde acababa de terminar una guerra, y también en Colombia, donde una insurgencia de base campesina –con características tanto criminales como marxistas– había persistido por más de medio siglo. Mantuvo en reserva su opinión, sin embargo, cuando subrayé cómo, en la mayoría de los casos que había conocido, el bandido, y no el revolucionario, había demostrado ser la especie más fuerte.
En el fondo, Hobsbawm tenía algo de romántico y manifestaba una subyacente fe en la naturaleza humana. Quizás, en verdad, esto era lo que estaba en la raíz de su marxismo. En un epílogo a “Bandits” de 1999, mencionó con algo de orgullo cómo, en los ’70, miembros de un grupo campesino mexicano radical le habían hecho saber que aprobaban sus escritos sobre bandidaje social.
Apuntó: “Ello no prueba que el análisis desarrollado en este libro sea correcto. Pero puede dar a sus lectores alguna confianza en que es más que un ejercicio de anticuario o de especulación académica. Robin Hood, aun en sus formas más tradicionales, todavía significa algo en el mundo de hoy para personas como estos campesinos mexicanos. Hay muchos como ellos. Y deberían saberlo”.
En el México de hoy, el bandido psicópata Chapo Guzmán está en la cima, mientras que el revolucionario filósofo y de pipa en mano, el Subcomandante Marcos, ha quedado al margen junto con su mensaje de reforma social.
Con el tiempo, por supuesto, el péndulo puede volver a oscilar.
Eric Hobsbawm, descansa en paz.
Jon Lee Anderson. El Puercoespín. Más de Eric H. sobre Colombia. Fuente: http://www.elpuercoespin.com.ar/2012/10/02/eric-hobsbawm-y-los-bandidos-por-jon-lee-anderson/
Una entrevista al profesor Francesc Martínez Gallegos sobre Eric Hobsbawm.
Se refería, por supuesto, a Eric Hobsbawm, el brillante historiador marxista británico que murió el domingo (1 de octubre de 2012) a la edad de 95 años. Las afinidades políticas de Hobsbawm lo convirtieron en blanco fácil de la crítica, especialmente después de la caída del comunismo, pero su extraordinario cuarteto de libros sobre la historia de los siglos XIX y XX fue ampliamente reconocido como un hito aun por sus enemigos ideológicos. El conservador historiador escocés Niall Ferguson se hallaba ayer entre quienes cantaban sus alabanzas.
Otro de los legados de Hobsbawm fue su investigación sin precedentes, y sus escritos, sobre bandidos y forajidos. En su libro “Bandits” (Bandidos) de 1969, que presenta a figuras tales como Salvatore Giuliano, Robin Hood y Pancho Villa, explora cómo ciertos bandidos siguieron siendo criminales mientras que otros se convirtieron en revolucionarios.
Salles me contó que en las entrevistas que hizo a Marcinho VP descubrió en él a un criminal que exponía una visión social. Parecía ser alguien que, si se daban las circunstancias, podía incluso evolucionar hacia la política. Nunca se sabría, sin embargo. Capturado y arrojado a prisión, fue estrangulado en 2003 por sus rivales.
En ese mismo viaje a Río conocí a un pandillero que había salido recientemente de prisión, la misma en la que Marcinho había sido asesinado. Me contó que se había unido a un grupo de estudio en la prisión y que había leído la biografía del Che Guevara que yo había escrito. Me preguntó muchas cosas sobre el libro, así como sobre el Che. Yo estaba intrigado por su curiosidad intelectual y le pregunté cómo se definía. La pandilla de la que era miembro importante había sido creada en los años ’70 por prisioneros políticos, observé, y su primer manifiesto había llamado a la realización de varias formas de justicia social. Sonrió y sacudió la cabeza. Me dijo: “Antes, algunos de nosotros teníamos conciencia social. Pero eso fue antes. Ahora sólo somos criminales”.
Tenía muy presente a Hobsbawm después de ese encuentro. Un par de años más tarde pude conocer al gran viejo en persona en su casa de Londres, para tomar una taza de té seguida de un vaso de whisky. Fue muy gentil y escuchó con interés mientras yo contaba las historias del submundo de Brasil y de otros lugares. Estaba interesado en Sri Lanka, un país con una antigua tradición marxista en el que yo había pasado algún tiempo hacía poco y donde acababa de terminar una guerra, y también en Colombia, donde una insurgencia de base campesina –con características tanto criminales como marxistas– había persistido por más de medio siglo. Mantuvo en reserva su opinión, sin embargo, cuando subrayé cómo, en la mayoría de los casos que había conocido, el bandido, y no el revolucionario, había demostrado ser la especie más fuerte.
En el fondo, Hobsbawm tenía algo de romántico y manifestaba una subyacente fe en la naturaleza humana. Quizás, en verdad, esto era lo que estaba en la raíz de su marxismo. En un epílogo a “Bandits” de 1999, mencionó con algo de orgullo cómo, en los ’70, miembros de un grupo campesino mexicano radical le habían hecho saber que aprobaban sus escritos sobre bandidaje social.
Apuntó: “Ello no prueba que el análisis desarrollado en este libro sea correcto. Pero puede dar a sus lectores alguna confianza en que es más que un ejercicio de anticuario o de especulación académica. Robin Hood, aun en sus formas más tradicionales, todavía significa algo en el mundo de hoy para personas como estos campesinos mexicanos. Hay muchos como ellos. Y deberían saberlo”.
En el México de hoy, el bandido psicópata Chapo Guzmán está en la cima, mientras que el revolucionario filósofo y de pipa en mano, el Subcomandante Marcos, ha quedado al margen junto con su mensaje de reforma social.
Con el tiempo, por supuesto, el péndulo puede volver a oscilar.
Eric Hobsbawm, descansa en paz.
Jon Lee Anderson. El Puercoespín. Más de Eric H. sobre Colombia. Fuente: http://www.elpuercoespin.com.ar/2012/10/02/eric-hobsbawm-y-los-bandidos-por-jon-lee-anderson/
Una entrevista al profesor Francesc Martínez Gallegos sobre Eric Hobsbawm.
sábado, 6 de octubre de 2012
Mi hija emigró
Esta vez no voy a hablar de ciencia ni políticas de I+D; lo retomaré en el próximo post. Esta vez voy a hablar de lo que ocurre en mi casa, y que refleja lo que con toda seguridad está ocurriendo en muchos otros hogares, porque en el día de hoy la verdad es que no puedo pensar en otra cosa.
Ayer me despedí de mi hija. Emigra en busca de un futuro que no ha podido encontrar en su país y que la sociedad, o sus padres, no le ha sabido dar. Es extraordinariamente frustrante para un padre ver marchar a sus hijos, pero mantenerlos a costa nuestra no es opción porque supondría llevarles a una situación en la que quedarán atrapados sin futuro.
Vivir en el extranjero ni es nuevo para ella ni le intimida, porque en los últimos 5 años ha vivido y trabajado en Canadá, Francia e Inglaterra, pero entonces se trataba de mejorar sus cualificaciones profesionales. Ahora se trata de rebelarse contra quienes se refieren a su generación como la generación perdida.
Marchar le ha costado quedarse sin pareja, por lo que el llanto, apagado, que oía por la noche desde mi cama, se me hacía aún más amargo. Como muchos jóvenes de su edad, mi hija ha completado su formación profesional con el paso cambiado. En la primavera regresó a España con la intención de buscar un empleo en España, en lo que fuese pero a poder ser "de lo suyo".
Consiguió algunas entrevistas de trabajo, pero las condiciones siempre eran abusivas: salario de becario, 400 € al mes, para una persona con una licenciatura, un master, que domina cuatro idiomas y con experiencia laboral en el extranjero. Estos sueldos no le darían ni para comer ni para alquilar una habitación en las ciudades donde le ofertaban estos empleos. Tendría que tener una ayuda de sus padres, a lo que, por supuesto, estamos dispuestos. Pero ella no quiere seguir dependiendo de nosotros, con una ayuda que, de hecho, estaría subsidiando a los empresarios que abusan de nuestros jóvenes.
Este verano han pasado por casa, para despedirse, muchos amigos suyos. Sus conversaciones siempre giraban en torno a lo mismo: la depresión de la crisis, los despidos o el miedo a ser despedido, los abusos de los empresarios que, aprovechándose de la crisis imponen condiciones leoninas, despidiendo a buena parte de la plantilla para que los "supervivientes" hagan el trabajo del resto, intimidados por la amenaza de ir a la calle. Me pareció que se sienten culpables y quizá -como a todos- algo de culpa les corresponde, pero no el peso excesivo que estamos cargando sobre ellos.
En Mallorca, donde vivo, ha sido un año espectacular de turismo, con cifras récord de viajeros e ingresos. Un amigo que tiene un restaurante me dice que este verano ha hecho un 15 % más de caja. Sin embargo, muchas empresas del sector han despedido a buena parte de sus plantillas, de nuevo forzando al resto a asumir las tareas de los despedidos, aprovechándose del miedo a perder el empleo para aumentar sus márgenes de beneficios. ¿Es esto lo que ha conseguido la reforma laboral?.
La mayor parte de sus amigos también emigraban, unos a Alemania -sin saber alemán pero cargados de ilusión y desparpajo; otros a Uruguay, para poder desenvolverse en español, otros a Canadá, Australia, Inglaterra, Noruega...
Estoy seguro de que muchos se han ido en condiciones mucho más difíciles que mi hija o sus amigos, o que incluso, queriendo hacerlo, no se hayan podido ir porque tengan dependientes a su cargo a quienes no puedan abandonar.
La emigración no es nueva en nuestro país, pero pensábamos haberla dejado atrás en el siglo XX y haberla cambiado por la movilidad internacional. Pensábamos que nuestros jóvenes se formaban y maduraban en un país moderno, avanzado, miembro destacado de la Unión Europea, con euros en su bolsillo, y pujando por entran en el G8 ante el asombro del mundo. Todo eso era una ilusión, un escenario de cartón piedra.
Como padre me siento inmensamente frustrado y fracasado. Los padres siempre anhelamos que nuestros hijos conozcan una vida mejor que la que nosotros tuvimos, y así ha sido al menos desde que la Guerra Civil nos hizo tocar fondo. Ochenta años después estamos cayendo en barrena en una involución económica y política que, ya lo escribía hace un año, amenazaba con arrastrarnos por el túnel del tiempo hacia la España de mi infancia en los años 1960, a la que ya estamos llegando en muchas cosas.
También me siento frustrado como formador de jóvenes científicos, aunque estos, estoy convencido, tienen un mejor futuro, porque el largo período de formación de investigadores, que se completa al final de treintena, supone que estos jóvenes, de la misma edad que mi hija, a quienes dirijo tesis de doctorado y master, seguirán progresando como científicos para -espero- completar esa formación cuando nuestro país haya salido del hondo agujero en que se encuentra. Sin embargo, para ellos no será fácil, y también habrán de ser duros y resistentes para salir adelante.
Pero no se trata de compartir mis sentimientos como padre ni como formador de jóvenes investigadores, sino de mis sentimientos como ciudadano español. ¿Qué futuro espera a una sociedad en la que sus jóvenes solo tienen la opción de desaparecer o amoldarse a condiciones laborales las más de las veces abusivas y requiriendo del subsidio de sus padres?...
Nadie pide perdón a nuestros jóvenes. Yo lo quiero hacer desde aquí, por la responsabilidad, quiero creer que poca, que me toca.
Acostumbrados a comulgar con rueda de molino, ya no nos da escalofríos saber que la cifra de desempleo entre nuestros jóvenes supera el 50 % (sin contar, claro está, con los que ya se han ido, que son multitud).
Mientras la Roja siga metiendo goles y Cristiano esté alegre seguiremos embotados y aceptando con resignación estos males que se nos han echado encima, sin que nadie asuma responsabilidades y nadie pida perdón...
Hay quien se felicita, estúpidamente, de que muchos seguimos en silencio, pero algo está cambiando. Ya no nos vale más de lo mismo, ya no nos aplacan con mentiras calculadas, engaños burdos, eufemismos y la cantinela de que lo que nos pasa es que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y nos merecemos lo que pasa...
Deseo que mi hija y todos los que como ella se han ido a la emigración, sean felices y puedan en un futuro cercano regresar a su país para contribuir, con su capacidad, a nuestro futuro.
Me gustaría cerrar este texto recitando a mi hija, y a todos los jóvenes de su generación que, como ella han emigrado, el poema de José Agustín Goytosolo, Palabras para Julia; pero es mejor que lo escuchen cantado por Paco Ibáñez en su concierto en el Olympia de París. Por Carlos M. Duarte, Profesor de Investigación, CSIC, en el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA). Fuente, 6 octubre 2012, Huffington Post.
Ayer me despedí de mi hija. Emigra en busca de un futuro que no ha podido encontrar en su país y que la sociedad, o sus padres, no le ha sabido dar. Es extraordinariamente frustrante para un padre ver marchar a sus hijos, pero mantenerlos a costa nuestra no es opción porque supondría llevarles a una situación en la que quedarán atrapados sin futuro.
Vivir en el extranjero ni es nuevo para ella ni le intimida, porque en los últimos 5 años ha vivido y trabajado en Canadá, Francia e Inglaterra, pero entonces se trataba de mejorar sus cualificaciones profesionales. Ahora se trata de rebelarse contra quienes se refieren a su generación como la generación perdida.
Marchar le ha costado quedarse sin pareja, por lo que el llanto, apagado, que oía por la noche desde mi cama, se me hacía aún más amargo. Como muchos jóvenes de su edad, mi hija ha completado su formación profesional con el paso cambiado. En la primavera regresó a España con la intención de buscar un empleo en España, en lo que fuese pero a poder ser "de lo suyo".
Consiguió algunas entrevistas de trabajo, pero las condiciones siempre eran abusivas: salario de becario, 400 € al mes, para una persona con una licenciatura, un master, que domina cuatro idiomas y con experiencia laboral en el extranjero. Estos sueldos no le darían ni para comer ni para alquilar una habitación en las ciudades donde le ofertaban estos empleos. Tendría que tener una ayuda de sus padres, a lo que, por supuesto, estamos dispuestos. Pero ella no quiere seguir dependiendo de nosotros, con una ayuda que, de hecho, estaría subsidiando a los empresarios que abusan de nuestros jóvenes.
Este verano han pasado por casa, para despedirse, muchos amigos suyos. Sus conversaciones siempre giraban en torno a lo mismo: la depresión de la crisis, los despidos o el miedo a ser despedido, los abusos de los empresarios que, aprovechándose de la crisis imponen condiciones leoninas, despidiendo a buena parte de la plantilla para que los "supervivientes" hagan el trabajo del resto, intimidados por la amenaza de ir a la calle. Me pareció que se sienten culpables y quizá -como a todos- algo de culpa les corresponde, pero no el peso excesivo que estamos cargando sobre ellos.
En Mallorca, donde vivo, ha sido un año espectacular de turismo, con cifras récord de viajeros e ingresos. Un amigo que tiene un restaurante me dice que este verano ha hecho un 15 % más de caja. Sin embargo, muchas empresas del sector han despedido a buena parte de sus plantillas, de nuevo forzando al resto a asumir las tareas de los despedidos, aprovechándose del miedo a perder el empleo para aumentar sus márgenes de beneficios. ¿Es esto lo que ha conseguido la reforma laboral?.
La mayor parte de sus amigos también emigraban, unos a Alemania -sin saber alemán pero cargados de ilusión y desparpajo; otros a Uruguay, para poder desenvolverse en español, otros a Canadá, Australia, Inglaterra, Noruega...
Estoy seguro de que muchos se han ido en condiciones mucho más difíciles que mi hija o sus amigos, o que incluso, queriendo hacerlo, no se hayan podido ir porque tengan dependientes a su cargo a quienes no puedan abandonar.
La emigración no es nueva en nuestro país, pero pensábamos haberla dejado atrás en el siglo XX y haberla cambiado por la movilidad internacional. Pensábamos que nuestros jóvenes se formaban y maduraban en un país moderno, avanzado, miembro destacado de la Unión Europea, con euros en su bolsillo, y pujando por entran en el G8 ante el asombro del mundo. Todo eso era una ilusión, un escenario de cartón piedra.
Como padre me siento inmensamente frustrado y fracasado. Los padres siempre anhelamos que nuestros hijos conozcan una vida mejor que la que nosotros tuvimos, y así ha sido al menos desde que la Guerra Civil nos hizo tocar fondo. Ochenta años después estamos cayendo en barrena en una involución económica y política que, ya lo escribía hace un año, amenazaba con arrastrarnos por el túnel del tiempo hacia la España de mi infancia en los años 1960, a la que ya estamos llegando en muchas cosas.
También me siento frustrado como formador de jóvenes científicos, aunque estos, estoy convencido, tienen un mejor futuro, porque el largo período de formación de investigadores, que se completa al final de treintena, supone que estos jóvenes, de la misma edad que mi hija, a quienes dirijo tesis de doctorado y master, seguirán progresando como científicos para -espero- completar esa formación cuando nuestro país haya salido del hondo agujero en que se encuentra. Sin embargo, para ellos no será fácil, y también habrán de ser duros y resistentes para salir adelante.
Pero no se trata de compartir mis sentimientos como padre ni como formador de jóvenes investigadores, sino de mis sentimientos como ciudadano español. ¿Qué futuro espera a una sociedad en la que sus jóvenes solo tienen la opción de desaparecer o amoldarse a condiciones laborales las más de las veces abusivas y requiriendo del subsidio de sus padres?...
Nadie pide perdón a nuestros jóvenes. Yo lo quiero hacer desde aquí, por la responsabilidad, quiero creer que poca, que me toca.
Acostumbrados a comulgar con rueda de molino, ya no nos da escalofríos saber que la cifra de desempleo entre nuestros jóvenes supera el 50 % (sin contar, claro está, con los que ya se han ido, que son multitud).
Mientras la Roja siga metiendo goles y Cristiano esté alegre seguiremos embotados y aceptando con resignación estos males que se nos han echado encima, sin que nadie asuma responsabilidades y nadie pida perdón...
Hay quien se felicita, estúpidamente, de que muchos seguimos en silencio, pero algo está cambiando. Ya no nos vale más de lo mismo, ya no nos aplacan con mentiras calculadas, engaños burdos, eufemismos y la cantinela de que lo que nos pasa es que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y nos merecemos lo que pasa...
Deseo que mi hija y todos los que como ella se han ido a la emigración, sean felices y puedan en un futuro cercano regresar a su país para contribuir, con su capacidad, a nuestro futuro.
Me gustaría cerrar este texto recitando a mi hija, y a todos los jóvenes de su generación que, como ella han emigrado, el poema de José Agustín Goytosolo, Palabras para Julia; pero es mejor que lo escuchen cantado por Paco Ibáñez en su concierto en el Olympia de París. Por Carlos M. Duarte, Profesor de Investigación, CSIC, en el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA). Fuente, 6 octubre 2012, Huffington Post.
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