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Según el 'Índice ODS 2018', España puntúa especialmente bajo en los Objetivos de innovación, consumo y producción, cambio climático y protección de la vida submarina
España no aprueba ninguno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y puntúa especialmente bajo en los Objetivos 9 (innovación), 12 (consumo y producción), 13 (cambio climático) y 14 (vida submarina). Esto supone que el país se sitúe en el puesto número 25 en el clasificación mundial.
Así lo ha constatado el informe Índice ODS 2018 –publicado por SDG Index & Dashboards– que presenta, por primera vez, una evaluación de los esfuerzos gubernamentales para lograr los ODS y revela que ningún país está por el buen camino para alcanzar los Objetivos en 2030.
Junto al análisis global, el SDG Index ofrece unas fichas por cada país (por cada uno de los 193 Estados miembro de la ONU) en las que se detalla el grado de cumplimiento de cada uno de los indicadores que determinan los avances. Estas fichas demuestran que algunos países tienen grandes lagunas en los datos, algo que, según el informe, deberá subsanarse con mayores inversiones en datos para los ODS.
La media obtenida de los indicadores, así como su tendencia, permite calificar cada ODS con un código de colores. El grado de consecución de los Objetivos se valora con el verde, amarillo, naranja o rojo, según vaya de mejor a peor.
En el caso de España, el informe muestra que el país, además de no cumplir íntegramente con ninguno de los objetivos, está retrocediendo en los relativos a la lucha contra las desigualdades y en las alianzas para lograr los ODS.
Así, los datos muestran que el estancamiento de la Ayuda Oficial al Desarrollo y de la inversión en investigación, la elevada tasa de desempleo o la falta de una estrategia activa para la protección del océano, afectan a los resultados de España en relación a la escena internacional y, en particular, con los países de la Unión Europea.
Suecia, Dinamarca y Finlandia encabezan la clasificación
En conjunto, el SDG Index está encabezado por Suecia, Dinamarca y Finlandia, países que según el informe están en el buen camino para lograr los ODS, pero aún les queda mucho trabajo para alcanzarlos en el 2030. Alemania y Francia son los únicos países del G7 en los diez primeros puestos, y Estados Unidos cae hasta la posición 35. La República Democrática de Congo, Chad y la República Centroafricana están en los últimos puestos de la lista.
Además, el estudio permite conocer los mecanismos de implementación puestos en marcha por los países del G20, de los cuales, Brasil, México e Italia son los que han dado los pasos más relevantes para avanzar los ODS, por ejemplo, con la definición de Estrategias ODS o la creación de unidades de coordinación en sus gobiernos.
No obstante, las carencias en los medios de implementación en el G20 son todavía enormes, ya que solo India y Alemania han desarrollado evaluaciones de las necesidades en inversión. Ningún país del G20 ha alineado aún sus presupuestos nacionales con los ODS y según los datos del estudio, Estados Unidos y Rusia son los países que menos acciones han desarrollado para implementar los Objetivos.
Por otro lado, con el fin de medir los progresos desde la aprobación de la Agenda de los ODS, el SDG Index introduce tendencias que muestran si un país está avanzando en la consecución de un determinado ODS. En general, la mayoría de países están realizando avances, pero estos son más lentos en los objetivos medioambientales.
En esta línea, y aunque muchos países de renta alta prácticamente han erradicado la pobreza extrema o el hambre, obtienen sin embargo bajas puntuaciones en objetivos como "consumo y producción responsable", "acción climática" o "protección de la vida submarina".
Por su parte, los países de renta baja han realizado avances considerables en la erradicación de la pobreza, el acceso a la salud o a la educación, pero todavía tienen retos en infraestructuras o en los mecanismos para gestionar las problemáticas ambientales. Por ello, su puntuación general se mantiene todavía muy por debajo de los países de renta alta.
"Una vez más, los países del norte de Europa encabezan la lista del SDG Index y los países más pobres quedan los últimos –ha señalado el director de SDSN, Jeffrey Sachs–. Las implicaciones son muy claras: la filosofía de la economía social de mercado que equilibra el mercado, la justicia social y la economía verde es el camino de los ODS. Los países atrapados en la pobreza extrema necesitan más ayuda del resto del mundo".
En esta línea se ha pronunciado el CEO de la Fundación Bertelsmann, Aart De Geus, quien ha subrayado el "papel fundamental" de los países del G20 para lograr los ODS. "Los países ricos tienen que actuar de manera ejemplar y reducir sus efectos secundarios sobre otros, a la vez que ponen en marcha medidas para integrar los Objetivos en sus políticas nacionales", ha añadido.
Por último, el presidente de REDS, Miguel Ángel Moratinos, ha apuntado los ámbitos de la universidad, las empresas, la sociedad civil y los distintos niveles de la administración en los que España "ha trabajado de manera satisfactoria". A su juicio, el reciente nombramiento de una alta comisionada para la Agenda 2030 por el Gobierno y la creación de un ministerio de Transición Ecológica son "buenas señales" para que España pueda mejorar el próximo año su posición.
Fuente: http://www.infolibre.es/noticias/economia/2018/07/10/espana_no_cumple_ningun_requisito_los_objetivos_desarrollo_sostenible_84934_1011.html
domingo, 15 de julio de 2018
El informe olvidado que sacó las vergüenzas a Franco. Una historiadora descubre en un cajón en Suiza un demoledor análisis de la sanidad franquista elaborado por la OMS en 1967.
Un día de 2010, la historiadora Rosa Ballester se encontraba husmeando en los archivos de la Organización Mundial de la Salud en la ciudad suiza de Ginebra, en busca de informes antiguos sobre la poliomielitis en España.
De pronto, entre la montaña de papeles descoloridos, apareció un documento de 43 páginas mecanografiadas en francés, con el título Informe sobre la organización de los servicios sanitarios en España. Misión efectuada entre el 28 de septiembre y el 15 de diciembre de 1967 por el doctor Fraser Brockington. Ballester se quedó con la boca abierta.
“Nadie conocía la existencia de este informe”, recuerda ahora. “Brockington inventó la medicina social y fue una de las grandes figuras de la salud pública en el siglo XX. Y nos descubrió las vergüenzas”, relata la investigadora, de la Universidad Miguel Hernández de Elche. Brockington, que había sido catedrático de Medicina en la Universidad de Manchester, visitó España durante casi tres meses como consultor de la OMS y logró un acceso inédito a los despachos que manejaban la sanidad franquista. Su diagnóstico, una bofetada a la propaganda de la dictadura, ve ahora la luz por primera vez, más de medio siglo después de ser redactado.
El informe de 1967 denunciaba multitud de carencias. “Básicamente no existen consultas de especialidad ni consultas para cuidado prenatal, protección de la infancia, enfermedades venéreas y enfermedades pediátricas más que en las capitales de provincia”, sostenía Brockington. El médico también constataba “el fracaso de la Escuela Nacional de Sanidad en lo que respecta a la formación y a la investigación en Salud Pública” y alertaba del “desierto estadístico” que impedía conocer el estado real de la sanidad en España. “Los principios de la medicina social y preventiva”, escribía, “brillan por su ausencia”.
El denominado Informe Brockington deja claro que el estado de la sanidad española era “peor que el de muchos otros países en vías de desarrollo”, según subraya el historiador Esteban Rodríguez Ocaña, que acaba de publicar la traducción del documento en la revista especializada Gaceta Sanitaria. El expediente firmado por el médico británico era demoledor. Criticaba que Franco todavía no hubiese creado a esas alturas un Ministerio de Sanidad y que mantuviese descuartizadas las competencias en diferentes ministerios: la Dirección General de Sanidad pertenecía al Ministerio de Gobernación, pero la salud escolar dependía del Ministerio de Educación, los hospitales de la Seguridad Social se desarrollaban bajo la jurisdicción del Ministerio de Trabajo y la higiene ambiental recaía en los ministerios de Vivienda y Obras Públicas.
Era un caos con “efectos desastrosos”, según advirtió Brockington en 1967. “El escalón central se esfuerza poco o nada por coordinar su política. No existe un diálogo habitual entre los distintos ministerios”, alertaba. “Urge con premura resolver esta situación”.
Rodríguez Ocaña ha estudiado el origen de este embrollo organizativo. Tras el fin de la guerra civil en 1939, las facciones del bando ganador pelearon por repartirse el poder. Los militares católicos se hicieron con el Ministerio de la Gobernación y su Dirección General de Sanidad. Los falangistas, por su parte, se quedaron con el Ministerio de Trabajo y con el Instituto Nacional de Previsión, desde el que continuaron el programa de seguros sociales diseñado durante la República. El seguro obligatorio de enfermedad se aprobó en 1942, dejando fuera a la gran mayoría de los trabajadores del campo y a los desempleados. Con esta cobertura sanitaria, "el trabajador ya no sería un pobre que debería acogerse a la Beneficencia pública y vivir el rubor de ser hospitalizado entre mendigos, sino que sería un soldado a quien la sanidad de su ejército de paz atiende cuando ha sido baja en el servicio", aseguró en 1944 el ministro de Trabajo, José Antonio Girón de Velasco.
“La propaganda insiste en que el seguro de enfermedad lo inventó Franco, pero la ley del seguro de enfermedad estaba en julio de 1936 admitida en las Cortes. No se la inventaron los franquistas. Ya había fake news entonces”, explica Rodríguez Ocaña, de la Universidad de Granada. Tras el seguro de enfermedad se aprobaron el de vejez e invalidez, en 1947; el de desempleo, en 1961; y todos ellos se unificaron en un sistema de seguridad social en 1963, según relata Rodríguez Ocaña en su libro Salud pública en España. De la Edad Media al siglo XXI.
Otros expertos ya han mostrado que la propaganda franquista no coincidía con la realidad, como constató Brockington en 1967. “Los hechos no encajan con el interés mediático mostrado por la dictadura hacia el problema sanitario”, señalan la historiadora Jerònia Pons y la economista Margarita Vilar en su libro El seguro de salud privado y público en España. Su análisis en perspectiva histórica, publicado en 2014. “La partida de presupuestos destinados a la Dirección General de Sanidad como porcentaje del presupuesto total del Estado permaneció estancada entre 1943 (1,05%) y 1958 (1,02%)”, apuntan las autoras.
“Las recomendaciones de Brockington se quedaron en un cajón”, lamenta Rodríguez Ocaña. En 1936, el Ministerio de Sanidad era una bandera enarbolada por la República. La anarquista Federica Montseny había cogido las riendas del gabinete, convirtiéndose en la primera mujer ministra de un Gobierno español. Pero todo desapareció con la guerra civil. El Ministerio de Sanidad no se recuperó hasta 1977, dos años después de la muerte del dictador.
Durante su estancia en España, Brockington dispuso de un despacho en la Dirección General de Sanidad, en Madrid. Desde allí, viajó por varias provincias españolas para obtener información de primera mano. En su informe, el experto también denunciaba el pluriempleo de los médicos españoles. Rodríguez Ocaña ha encontrado unas notas autobiográficas en los archivos de la Universidad de Manchester en las que Brockington recuerda asombrado que el director de la Escuela Nacional de Sanidad, Valentín Matilla, compaginaba su empleo con otros 16 cargos. “Esa no era manera de trabajar”, sentencia el historiador.
Rodríguez Ocaña y Ballester sí reconocen algunas mejoras llevadas a cabo por el régimen franquista, como la erradicación de la malaria y la disminución de la mortalidad infantil. Antes de la guerra civil, entre 1930 y 1934, de cada 1.000 nacidos vivos morían 120 niños antes de cumplir un año, frente a los 80 de Francia. El número fue cayendo durante la dictadura, llegando a 70 en 1950 (52 en Francia) y a 28 en 1970 (15 en Francia), según los estudios de la socióloga Rosa Gómez Redondo.
Ballester pone el foco en el “desierto estadístico” que confirmó Brockington. “Ni siquiera había estadísticas. ¿Cómo iban a actuar las autoridades?”, reflexiona Rosa Ballester. “En el caso de la polio, había niños pequeños que quedaban paralíticos o no podían respirar. Cuando algunos de los gerifaltes españoles acudían a congresos internacionales presumían de contar con respiradores, los llamados pulmones de acero, en todas las provincias, pero cuando venían los observadores de la OMS veían que había tan pocos aparatos que los médicos tenían que elegir qué niño moría y cuál vivía”.
https://elpais.com/elpais/2018/07/05/ciencia/1530792287_881383.html
De pronto, entre la montaña de papeles descoloridos, apareció un documento de 43 páginas mecanografiadas en francés, con el título Informe sobre la organización de los servicios sanitarios en España. Misión efectuada entre el 28 de septiembre y el 15 de diciembre de 1967 por el doctor Fraser Brockington. Ballester se quedó con la boca abierta.
“Nadie conocía la existencia de este informe”, recuerda ahora. “Brockington inventó la medicina social y fue una de las grandes figuras de la salud pública en el siglo XX. Y nos descubrió las vergüenzas”, relata la investigadora, de la Universidad Miguel Hernández de Elche. Brockington, que había sido catedrático de Medicina en la Universidad de Manchester, visitó España durante casi tres meses como consultor de la OMS y logró un acceso inédito a los despachos que manejaban la sanidad franquista. Su diagnóstico, una bofetada a la propaganda de la dictadura, ve ahora la luz por primera vez, más de medio siglo después de ser redactado.
El informe de 1967 denunciaba multitud de carencias. “Básicamente no existen consultas de especialidad ni consultas para cuidado prenatal, protección de la infancia, enfermedades venéreas y enfermedades pediátricas más que en las capitales de provincia”, sostenía Brockington. El médico también constataba “el fracaso de la Escuela Nacional de Sanidad en lo que respecta a la formación y a la investigación en Salud Pública” y alertaba del “desierto estadístico” que impedía conocer el estado real de la sanidad en España. “Los principios de la medicina social y preventiva”, escribía, “brillan por su ausencia”.
El denominado Informe Brockington deja claro que el estado de la sanidad española era “peor que el de muchos otros países en vías de desarrollo”, según subraya el historiador Esteban Rodríguez Ocaña, que acaba de publicar la traducción del documento en la revista especializada Gaceta Sanitaria. El expediente firmado por el médico británico era demoledor. Criticaba que Franco todavía no hubiese creado a esas alturas un Ministerio de Sanidad y que mantuviese descuartizadas las competencias en diferentes ministerios: la Dirección General de Sanidad pertenecía al Ministerio de Gobernación, pero la salud escolar dependía del Ministerio de Educación, los hospitales de la Seguridad Social se desarrollaban bajo la jurisdicción del Ministerio de Trabajo y la higiene ambiental recaía en los ministerios de Vivienda y Obras Públicas.
Era un caos con “efectos desastrosos”, según advirtió Brockington en 1967. “El escalón central se esfuerza poco o nada por coordinar su política. No existe un diálogo habitual entre los distintos ministerios”, alertaba. “Urge con premura resolver esta situación”.
Rodríguez Ocaña ha estudiado el origen de este embrollo organizativo. Tras el fin de la guerra civil en 1939, las facciones del bando ganador pelearon por repartirse el poder. Los militares católicos se hicieron con el Ministerio de la Gobernación y su Dirección General de Sanidad. Los falangistas, por su parte, se quedaron con el Ministerio de Trabajo y con el Instituto Nacional de Previsión, desde el que continuaron el programa de seguros sociales diseñado durante la República. El seguro obligatorio de enfermedad se aprobó en 1942, dejando fuera a la gran mayoría de los trabajadores del campo y a los desempleados. Con esta cobertura sanitaria, "el trabajador ya no sería un pobre que debería acogerse a la Beneficencia pública y vivir el rubor de ser hospitalizado entre mendigos, sino que sería un soldado a quien la sanidad de su ejército de paz atiende cuando ha sido baja en el servicio", aseguró en 1944 el ministro de Trabajo, José Antonio Girón de Velasco.
“La propaganda insiste en que el seguro de enfermedad lo inventó Franco, pero la ley del seguro de enfermedad estaba en julio de 1936 admitida en las Cortes. No se la inventaron los franquistas. Ya había fake news entonces”, explica Rodríguez Ocaña, de la Universidad de Granada. Tras el seguro de enfermedad se aprobaron el de vejez e invalidez, en 1947; el de desempleo, en 1961; y todos ellos se unificaron en un sistema de seguridad social en 1963, según relata Rodríguez Ocaña en su libro Salud pública en España. De la Edad Media al siglo XXI.
Otros expertos ya han mostrado que la propaganda franquista no coincidía con la realidad, como constató Brockington en 1967. “Los hechos no encajan con el interés mediático mostrado por la dictadura hacia el problema sanitario”, señalan la historiadora Jerònia Pons y la economista Margarita Vilar en su libro El seguro de salud privado y público en España. Su análisis en perspectiva histórica, publicado en 2014. “La partida de presupuestos destinados a la Dirección General de Sanidad como porcentaje del presupuesto total del Estado permaneció estancada entre 1943 (1,05%) y 1958 (1,02%)”, apuntan las autoras.
“Las recomendaciones de Brockington se quedaron en un cajón”, lamenta Rodríguez Ocaña. En 1936, el Ministerio de Sanidad era una bandera enarbolada por la República. La anarquista Federica Montseny había cogido las riendas del gabinete, convirtiéndose en la primera mujer ministra de un Gobierno español. Pero todo desapareció con la guerra civil. El Ministerio de Sanidad no se recuperó hasta 1977, dos años después de la muerte del dictador.
Durante su estancia en España, Brockington dispuso de un despacho en la Dirección General de Sanidad, en Madrid. Desde allí, viajó por varias provincias españolas para obtener información de primera mano. En su informe, el experto también denunciaba el pluriempleo de los médicos españoles. Rodríguez Ocaña ha encontrado unas notas autobiográficas en los archivos de la Universidad de Manchester en las que Brockington recuerda asombrado que el director de la Escuela Nacional de Sanidad, Valentín Matilla, compaginaba su empleo con otros 16 cargos. “Esa no era manera de trabajar”, sentencia el historiador.
Rodríguez Ocaña y Ballester sí reconocen algunas mejoras llevadas a cabo por el régimen franquista, como la erradicación de la malaria y la disminución de la mortalidad infantil. Antes de la guerra civil, entre 1930 y 1934, de cada 1.000 nacidos vivos morían 120 niños antes de cumplir un año, frente a los 80 de Francia. El número fue cayendo durante la dictadura, llegando a 70 en 1950 (52 en Francia) y a 28 en 1970 (15 en Francia), según los estudios de la socióloga Rosa Gómez Redondo.
Ballester pone el foco en el “desierto estadístico” que confirmó Brockington. “Ni siquiera había estadísticas. ¿Cómo iban a actuar las autoridades?”, reflexiona Rosa Ballester. “En el caso de la polio, había niños pequeños que quedaban paralíticos o no podían respirar. Cuando algunos de los gerifaltes españoles acudían a congresos internacionales presumían de contar con respiradores, los llamados pulmones de acero, en todas las provincias, pero cuando venían los observadores de la OMS veían que había tan pocos aparatos que los médicos tenían que elegir qué niño moría y cuál vivía”.
https://elpais.com/elpais/2018/07/05/ciencia/1530792287_881383.html
Seis notas sobre la Liga de Salvini, el partido más leninista del nacionalpopulismo europeo
Giaime Pala
En una nota carcelaria, redactada pensando en la experiencia de la izquierda italiana recién ilegalizada por el régimen fascista de Mussolini, Antonio Gramsci consideró oportuno reflexionar sobre “la tendencia a disminuir al adversario” en política. Tendencia que veía como un “documento de la inferioridad del que la tiene; se tiende infantilmente a disminuir rabiosamente al adversario para poder creer que se le vencerá sin ninguna duda. Por eso hay oscuramente en esa tendencia un juicio acerca de la propia incapacidad y debilidad (que quiere animarse), y hasta podría reconocerse en ella un conato de autocrítica (que se avergüenza de sí misma, que tiene miedo de manifestarse explícitamente y con coherencia sistemática)”. Me he acordado de esta nota al leer el sinfín de lamentaciones, caricaturizaciones e insultos que buena parte del mainstream mediático italiano, cercano al Partido Demócrata (PD) y a Silvio Berlusconi, ha dirigido en el último mes al nuevo protagonista de la política italiana, esto es, el secretario de la Liga, y nuevo ministro del Interior, Matteo Salvini.
¿Cómo es posible —vienen a decir estos medios— que el país haya caído en manos de un político de derecha dura, xenófobo, de oratoria demagógica y con un partido detrás que hace tan solo cinco años a punto estuvo de desaparecer del mapa electoral por escándalos de corrupción?
Por ahora, las respuestas a estas preguntas brillan por su ausencia, porque —y aquí vuelvo al pensador sardo— la demonización y ridiculización del adversario sirve de excusa para soslayar el análisis racional de la reciente derrota electoral y de los propios errores. Máxime si hablamos de la Liga, una organización que, según las encuestas de estas últimas semanas, ya navega en torno al 30% de los votos, lleva la voz cantante en el gobierno recién creado junto al Movimiento 5 Estrellas (M5E) y, como han vuelto a confirmar las elecciones municipales del día 24 de junio, está penetrando en el electorado tradicionalmente de izquierdas. En este artículo me propongo esbozar algunas consideraciones que puedan ayudar a encuadrar el éxito de esta senda nacionalpopulista.
II Más vale decirlo enseguida y sin rodeos: la Liga domina la escena italiana por lo pronto porque Matteo Salvini es el mejor político italiano. No importa el disgusto —en mi caso notable— que pueda causar tamaña afirmación. Cuenta el hecho de que un análisis político serio tiene que partir de la honestidad intelectual y reconocer las capacidades del adversario al que se quiere derrotar.
En efecto, Salvini se ha demostrado un líder no solo terriblemente eficaz a la hora de comunicar sus ideas políticas, sino también capaz de tener algunas intuiciones brillantes, como la de que la vieja “Liga Norte” regionalista, folclórica y neoliberal había acabado su recorrido, y que su relanzamiento pasaba por convertirla en un partido nacional, nacionalista italiano y con un mensaje social ambiguo pero potencialmente atractivo para los trabajadores (búsqueda del pleno empleo, mantenimiento de los servicios sociales y del sistema de pensiones, mayor participación del Estado en la economía, etc.).
En segundo lugar, Salvini ha dado prueba de su astucia y paciencia: ha sabido controlar el tiempo de las negociaciones para formar gobierno, ha convencido a Berlusconi para no romper la coalición de centro-derecha pese al acuerdo de gobierno sellado con el M5E y no ha exigido inútilmente la presidencia del gobierno.
A mayor abundamiento, ha sabido apuntalar una clase dirigente experimentada en la gestión de numerosos ayuntamientos y regiones del rico norte del país. Para decirlo rápido: la Liga no es el Front National, es decir, un partido “ligero” y que hasta ahora ha basado su estrategia electoral en el tirón electoral de Marie Le Pen. Después de la transformación del Partido Demócrata en un partido de cuadros y con una militancia menguante y envejecida, la Liga es, a día de hoy, el único partido realmente existente en Italia, con una base electoral activa, dominante en el norte y en expansión en el centro y (aunque menos) en el sur de la península. Una base que Salvini mima, elogia y visita para que sus militantes y simpatizantes se sientan parte no solo de una estructura política sino también de una comunidad social unida por un vínculo casi afectivo.
En definitiva, estamos ante una organización homogénea, disciplinada y que se vuelve fuerte ante las críticas de los grandes diarios italianos. En el fondo, y hablando ahora en términos estrictamente metodológicos, la Liga es un partido leninista, si entendemos el adjetivo en un sentido amplio pero no impreciso: como sinónimo de organización, determinación, ideas claras y coherencia estratégica. No sorprende, pues, que esté dominando a su socio de gobierno, el Movimiento 5 Estrellas, al que impone su agenda política y sus prioridades de gobierno. Aunque en las elecciones de marzo de 2018 obtuvo casi el doble de votos, el partido de Beppe Grillo sufre el protagonismo de la Liga a causa de su indeterminación ideológica y fragilidad organizativa. Mientras dure el gobierno, Salvini será su hombre más fuerte en detrimento del poco carismático y “filogrillino” Giuseppe Conte.
III El programa de gobierno suscrito por la Liga y el M5E ha sido calificado por más de un analista político de “mezcla de neoliberalismo y populismo”. No es para menos, ya que —aparte de una política dura con los inmigrantes— presenta medidas fiscalmente regresivas como la introducción de un impuesto único para familias y empresas (“flat tax”) junto a la voluntad de aprobar una renta básica para los parados y un nuevo impulso a las inversiones públicas. El objetivo es reactivar la economía con una disminución de la presión fiscal y el aumento de la demanda interna, anémica desde 2010 a causa de la política de austeridad, y bajar el nivel de deuda pública italiana mediante el crecimiento del PIB del país. Ahora bien, tal y como está planteado el programa es inviable, porque implica no respetar la reducción del déficit público impuesta por la Comisión Europea. De ello se dan cuenta los dos partidos, y sobre todo la Liga, que tiene un peso mayor en los ministerios económicos y que cuenta en sus filas con economistas más preparados que los del M5E.
A tenor de lo dicho, pesa la sensación de que la Liga no ha suscrito un auténtico programa de gobierno, sino más bien una hoja de ruta flexible que tendrá que ser adaptada sobre la marcha y en función de una enervante negociación con la burocracia de Bruselas y los demás países de la zona euro. Contrariamente a lo que afirman algunos diarios españoles, la Liga no intentará sacar al país de la moneda única. Su estrategia es bastante clara y se vertebra en torno a la idea de que Italia no es la Grecia de Varoufakis: aunque lleve una década en crisis económica, no deja de ser la tercera economía y el segundo país industrial de la UE, por lo que es “demasiado grande para caer”. De ahí que su margen de negociación y de presión sea mucho más amplio. En suma, los economistas de la Liga piensan que Italia podría ser fuerte en el ámbito de la negociación precisamente porque ahora es débil en el ámbito económico. Desde Mario Monti en adelante, los gobiernos italianos partían de la premisa de que Italia era políticamente débil en la UE porque lo era también económicamente. Por ende, pensaban que la prioridad era reforzar Italia en este segundo plano, siguiendo las órdenes europeas (aunque éstas provocasen paro y desequilibrios en las cuentas públicas), para después poder ir a Bruselas a dar batalla por una política macroeconómica más expansiva (cosa que nunca ocurría, porque el país —repito— se debilitaba al seguir aquellas órdenes).
La convicción de la Liga de que la actual debilidad económica del país es al mismo tiempo su fuerza, o —si se prefiere decir de otro modo— que la moneda única no puede existir sin la adhesión de Italia, le da seguridad para tener una actitud más enérgica ante los socios europeos y, llegado el caso, poner vetos a las propuestas de reforma del euro que sean desfavorables para la economía italiana. De modo que, justo en el momento en que se acerca el final del Quantitative Easing del BCE, todos los escenarios están abiertos. Lo único que no aceptará el gobierno, o cuando menos la Liga, es acatar la lógica —seguida hasta ahora— por la cual el mantenimiento del país en la moneda única pasa por la aceptación del mercantilismo alemán. Si el gobierno de Berlín no muestra una actitud colaborativa, por ejemplo aminorando su superávit comercial a través de un aumento de los salarios y de la inflación, el gobierno italiano se mostrará pugnaz y vendrán curvas en la UE.
IV A falta de una izquierda transformadora —punto sobre el cual volveré al final— el problema reside en que los partidos de la oposición (desde los socioliberales de “Libres e Iguales” y del PD hasta Berlusconi) no pueden hacer otra oposición al nuevo gobierno que no sea —en el mejor de los casos y, como veremos en seguida, no sin contradicciones— la relativa a los derechos de los inmigrantes. Porque, desde un punto de vista económico, todos estos partidos apoyaron las medidas de austeridad y supresión de derechos sociales iniciadas con el tercer gobierno de Berlusconi (2008-2011) e intensificadas por los gobiernos de Mario Monti, Enrico Letta, Matteo Renzi y Paolo Gentiloni; a saber: contención del gasto público, dura reforma del sistema de pensiones, inclusión en la Constitución Italiana de la regla de oro presupuestaria, aprobación del Pacto Fiscal Europeo, abrogación del artículo 18 del Estatuto de los Trabajadores —que establecía que una persona con un contrato a tiempo indefinido de una empresa con más de quince trabajadores no podía ser despedida si no era por causas justificadas—, aprobación de una peligrosa (para el maltrecho sistema bancario italiano) unión bancaria europea, en tanto que basada en el sistema del “bail-in”, etc.
El resultado final de esta política austeritaria ha sido desastroso: el país acaba de dejar atrás una década de deflación, devaluación salarial y crecimiento anémico durante la cual perdió el 20% de su producción industrial, en la que el paro alcanzó los dos dígitos y diez millones de personas cayeron en la pobreza (según datos del Eurostat de 2017), y en que la deuda publica pasó del 106% del PIB de 2008 al 130% de 2018. Aun así, y ante una población en su mayoría exhausta que, desde 2013, emitía señales inequívocas de descontento político, estos partidos nunca han formulado una autocrítica seria de su acción de gobierno. Por el contrario, siguen reivindicando sus decisiones económicas, tachadas de inevitables, para impedir lo que —en algo contrafáctico, tan indemostrable como tremendista— definen siempre como “la bancarrota del país”.
Está claro que el Movimiento 5 Estrellas se ha beneficiado de su llegada tardía al Parlamento y de no haber participado en ninguno de esos gobiernos. En parte se puede decir lo mismo de la Liga, que se instaló en la oposición tras la defenestración de Berlusconi en noviembre de 2011. Con lo cual, al menos en lo que respecta a la economía, lo tuvieron fácil para presentarse ante las clases trabajadoras como fuerzas socialmente más a la izquierda que un centroizquierda oficial que, aún hoy, sigue estando incomprensiblemente orgulloso de su política económica.
V. Incluso en lo tocante a la cuestión de los inmigrantes y refugiados, la oposición carece de eficacia y credibilidad. De entrada porque la política de cierre de las fronteras estaba en el programa que Berlusconi suscribió con Salvini en la campaña electoral de principios de 2018. Y en segundo lugar porque, más allá del lenguaje asilvestrado y de la gesticulación chabacana, la línea de Salvini es continuista con la de su predecesor en el Ministerio del Interior, es decir, el dirigente del Partido Demócrata Marco Minniti. Desde finales de 2016, después de que Italia acogiera a centenares de miles de inmigrantes y refugiados, el nuevo ministro Minniti llevó adelante una política centrada en la construcción de nuevos centros de acogida, en el aumento de las expulsiones de extracomunitarios africanos que no huían de conflictos bélicos y en la firma de un acuerdo económico con cuarenta tribus libias para frenar la llegada de nuevos inmigrantes. Estas medidas funcionaron, puesto que en 2017 el número de desembarcos cayó en picado, aunque fue criticada por diferentes organizaciones humanitarias a causa de las condiciones inhumanas a las que las milicias libias, pagadas por el gobierno italiano, sometían a los inmigrantes y refugiados que llegaban a su país.
Este cambio en la política migratoria del gobierno de Matteo Renzi tuvo su origen en cálculos meramente electorales. Me explico. Como afirmó hace un año la ex ministra de Exteriores Emma Bonino, hacia 2015 Renzi pidió a los gobiernos europeos hacerse cargo de todos los inmigrantes que alcanzaran las costas italianas. Los medios de comunicación entendieron (sin que fuesen desmentidos por el PD) que, a cambio de este compromiso, el entonces presidente del gobierno obtuvo de Bruselas unos ligeros márgenes de flexibilidad fiscal y de gasto público —de los que, efectivamente, disfrutó a lo largo de su mandato—. El problema es que, ante la llegada masiva de inmigrantes —y en medio de una situación de deflación y paro elevado— la campaña antiinmigrantes de Salvini hizo mella en el electorado; y más en aquel que tenía dificultades para llegar a final de mes. Y la nueva política de mano dura de Minniti, pensada para recuperar el consenso perdido con un giro a la derecha, llegaba ya tarde. Así, en la última campaña electoral, el líder de la Liga pudo presentarse como el hombre que actuaría con la misma dureza del PD y que, a diferencia de éste, “europeizaría el problema”, en el sentido de obligar —por las buenas o por las malas— a los demás gobiernos europeos a colaborar en la solución aceptando a las respectivas cuotas de inmigrantes que la Comisión Europea fijó, inútilmente, en 2015.
Y si digo que también podría ser por las malas es porque Salvini es consciente de jugar con ventaja, ya que esta cuestión es la única que no puede solucionar el poder monetario de Mario Draghi (que hasta la fecha ha sido el verdadero factor que ha mantenido unida a una UE en crisis permanente). Quiero decir con ello que la posición del líder de la Liga, como confirman las encuestas, ha obtenido un amplio respaldo entre la población italiana porque en la práctica apenas difiere de la anterior y porque resalta las contradicciones de unos socios europeos que dejaron sola a Italia ante un problema que afectaba a todo el continente. Esta es la razón por la que la intensa campaña de los medios de comunicación afines al PD contra la xenofobia de la Liga no solo no ha funcionado, sino que hasta parece haberla reforzado. Como dijo Salvini hace más de un año, siempre a propósito del problema de los inmigrantes y los refugiados, entre el original y la fotocopia los italianos terminarían escogiendo el original. Quod est demonstrandum.
VI. Una oposición solvente a Salvini no vendrá de una respuesta moralizante y, como hemos visto, básicamente hipócrita del PD sobre el drama de los inmigrantes. Ni, como piensa un diario como La Repubblica, de la aplicación del proyecto de Emmanuel Macron en la península italiana. Mientras se insista en repetir fórmulas desgastadas acerca de la necesidad de una “modernización” neoliberal del país, al tiempo que una parte creciente de los ciudadanos no puede cubrir dignamente sus necesidades básicas, la Liga puede dormir tranquila. El tiempo de la izquierda falsamente optimista a la Renzi, que se dirigía a las “excelencias” del país y a los jóvenes que cultivaban un abstracto cosmopolitismo por haber hecho el Erasmus, ha terminado para siempre.
Salvini entendió en su momento que, después de años de devastación socioeconómica, lo que emergía en el país era una imperiosa demanda de protección social que él, como todo populista derechista, hace suya pero que interpreta mal y con la ferocidad de quien excluye al que no pertenece a la “comunidad nacional”. Con todo, esta demanda de protección es legítima y sobre ella se redactó la Constitución Italiana de 1948, nacida del consenso antifascista. La poderosa izquierda italiana de posguerra, que todavía hoy muchos recuerdan, se construyó interactuando con las clases subalternas, dándoles dignidad humana, interpretando sus necesidades materiales y construyendo junto a ellas un nuevo sentido común y una nueva visión del mundo. Aunque los tiempos hayan cambiado, y las circunstancias sociales sean diferentes, no hay motivos para pensar que, en lo esencial, dicha manera de pensar la (y de hacer) política tenga que cambiar. Sobre todo para lo poco que ha quedado a la izquierda del PD, que, desde hace una década, es víctima del ensimismamiento y la autorreferencialidad.
En Italia, la reconstrucción de una izquierda digna de tal nombre solo será posible si se recupera un discurso, y una práctica, que devuelvan el principio de esperanza a unas clases populares afligidas por la atomización social y la precariedad de sus vidas laborales. La esperanza de un futuro mejor que, por último pero no por ello menos importante, desactive los miedos que alimentan la política de Salvini y allane el camino a una política de acogida a los inmigrantes que sea realmente solidaria.
Fuente:
http://www.mientrastanto.org/boletin-170/notas/seis-notas-sobre-la-liga-de-salvini-el-partido-mas-leninista-del-nacionalpopulismo
En una nota carcelaria, redactada pensando en la experiencia de la izquierda italiana recién ilegalizada por el régimen fascista de Mussolini, Antonio Gramsci consideró oportuno reflexionar sobre “la tendencia a disminuir al adversario” en política. Tendencia que veía como un “documento de la inferioridad del que la tiene; se tiende infantilmente a disminuir rabiosamente al adversario para poder creer que se le vencerá sin ninguna duda. Por eso hay oscuramente en esa tendencia un juicio acerca de la propia incapacidad y debilidad (que quiere animarse), y hasta podría reconocerse en ella un conato de autocrítica (que se avergüenza de sí misma, que tiene miedo de manifestarse explícitamente y con coherencia sistemática)”. Me he acordado de esta nota al leer el sinfín de lamentaciones, caricaturizaciones e insultos que buena parte del mainstream mediático italiano, cercano al Partido Demócrata (PD) y a Silvio Berlusconi, ha dirigido en el último mes al nuevo protagonista de la política italiana, esto es, el secretario de la Liga, y nuevo ministro del Interior, Matteo Salvini.
¿Cómo es posible —vienen a decir estos medios— que el país haya caído en manos de un político de derecha dura, xenófobo, de oratoria demagógica y con un partido detrás que hace tan solo cinco años a punto estuvo de desaparecer del mapa electoral por escándalos de corrupción?
Por ahora, las respuestas a estas preguntas brillan por su ausencia, porque —y aquí vuelvo al pensador sardo— la demonización y ridiculización del adversario sirve de excusa para soslayar el análisis racional de la reciente derrota electoral y de los propios errores. Máxime si hablamos de la Liga, una organización que, según las encuestas de estas últimas semanas, ya navega en torno al 30% de los votos, lleva la voz cantante en el gobierno recién creado junto al Movimiento 5 Estrellas (M5E) y, como han vuelto a confirmar las elecciones municipales del día 24 de junio, está penetrando en el electorado tradicionalmente de izquierdas. En este artículo me propongo esbozar algunas consideraciones que puedan ayudar a encuadrar el éxito de esta senda nacionalpopulista.
II Más vale decirlo enseguida y sin rodeos: la Liga domina la escena italiana por lo pronto porque Matteo Salvini es el mejor político italiano. No importa el disgusto —en mi caso notable— que pueda causar tamaña afirmación. Cuenta el hecho de que un análisis político serio tiene que partir de la honestidad intelectual y reconocer las capacidades del adversario al que se quiere derrotar.
En efecto, Salvini se ha demostrado un líder no solo terriblemente eficaz a la hora de comunicar sus ideas políticas, sino también capaz de tener algunas intuiciones brillantes, como la de que la vieja “Liga Norte” regionalista, folclórica y neoliberal había acabado su recorrido, y que su relanzamiento pasaba por convertirla en un partido nacional, nacionalista italiano y con un mensaje social ambiguo pero potencialmente atractivo para los trabajadores (búsqueda del pleno empleo, mantenimiento de los servicios sociales y del sistema de pensiones, mayor participación del Estado en la economía, etc.).
En segundo lugar, Salvini ha dado prueba de su astucia y paciencia: ha sabido controlar el tiempo de las negociaciones para formar gobierno, ha convencido a Berlusconi para no romper la coalición de centro-derecha pese al acuerdo de gobierno sellado con el M5E y no ha exigido inútilmente la presidencia del gobierno.
A mayor abundamiento, ha sabido apuntalar una clase dirigente experimentada en la gestión de numerosos ayuntamientos y regiones del rico norte del país. Para decirlo rápido: la Liga no es el Front National, es decir, un partido “ligero” y que hasta ahora ha basado su estrategia electoral en el tirón electoral de Marie Le Pen. Después de la transformación del Partido Demócrata en un partido de cuadros y con una militancia menguante y envejecida, la Liga es, a día de hoy, el único partido realmente existente en Italia, con una base electoral activa, dominante en el norte y en expansión en el centro y (aunque menos) en el sur de la península. Una base que Salvini mima, elogia y visita para que sus militantes y simpatizantes se sientan parte no solo de una estructura política sino también de una comunidad social unida por un vínculo casi afectivo.
En definitiva, estamos ante una organización homogénea, disciplinada y que se vuelve fuerte ante las críticas de los grandes diarios italianos. En el fondo, y hablando ahora en términos estrictamente metodológicos, la Liga es un partido leninista, si entendemos el adjetivo en un sentido amplio pero no impreciso: como sinónimo de organización, determinación, ideas claras y coherencia estratégica. No sorprende, pues, que esté dominando a su socio de gobierno, el Movimiento 5 Estrellas, al que impone su agenda política y sus prioridades de gobierno. Aunque en las elecciones de marzo de 2018 obtuvo casi el doble de votos, el partido de Beppe Grillo sufre el protagonismo de la Liga a causa de su indeterminación ideológica y fragilidad organizativa. Mientras dure el gobierno, Salvini será su hombre más fuerte en detrimento del poco carismático y “filogrillino” Giuseppe Conte.
III El programa de gobierno suscrito por la Liga y el M5E ha sido calificado por más de un analista político de “mezcla de neoliberalismo y populismo”. No es para menos, ya que —aparte de una política dura con los inmigrantes— presenta medidas fiscalmente regresivas como la introducción de un impuesto único para familias y empresas (“flat tax”) junto a la voluntad de aprobar una renta básica para los parados y un nuevo impulso a las inversiones públicas. El objetivo es reactivar la economía con una disminución de la presión fiscal y el aumento de la demanda interna, anémica desde 2010 a causa de la política de austeridad, y bajar el nivel de deuda pública italiana mediante el crecimiento del PIB del país. Ahora bien, tal y como está planteado el programa es inviable, porque implica no respetar la reducción del déficit público impuesta por la Comisión Europea. De ello se dan cuenta los dos partidos, y sobre todo la Liga, que tiene un peso mayor en los ministerios económicos y que cuenta en sus filas con economistas más preparados que los del M5E.
A tenor de lo dicho, pesa la sensación de que la Liga no ha suscrito un auténtico programa de gobierno, sino más bien una hoja de ruta flexible que tendrá que ser adaptada sobre la marcha y en función de una enervante negociación con la burocracia de Bruselas y los demás países de la zona euro. Contrariamente a lo que afirman algunos diarios españoles, la Liga no intentará sacar al país de la moneda única. Su estrategia es bastante clara y se vertebra en torno a la idea de que Italia no es la Grecia de Varoufakis: aunque lleve una década en crisis económica, no deja de ser la tercera economía y el segundo país industrial de la UE, por lo que es “demasiado grande para caer”. De ahí que su margen de negociación y de presión sea mucho más amplio. En suma, los economistas de la Liga piensan que Italia podría ser fuerte en el ámbito de la negociación precisamente porque ahora es débil en el ámbito económico. Desde Mario Monti en adelante, los gobiernos italianos partían de la premisa de que Italia era políticamente débil en la UE porque lo era también económicamente. Por ende, pensaban que la prioridad era reforzar Italia en este segundo plano, siguiendo las órdenes europeas (aunque éstas provocasen paro y desequilibrios en las cuentas públicas), para después poder ir a Bruselas a dar batalla por una política macroeconómica más expansiva (cosa que nunca ocurría, porque el país —repito— se debilitaba al seguir aquellas órdenes).
La convicción de la Liga de que la actual debilidad económica del país es al mismo tiempo su fuerza, o —si se prefiere decir de otro modo— que la moneda única no puede existir sin la adhesión de Italia, le da seguridad para tener una actitud más enérgica ante los socios europeos y, llegado el caso, poner vetos a las propuestas de reforma del euro que sean desfavorables para la economía italiana. De modo que, justo en el momento en que se acerca el final del Quantitative Easing del BCE, todos los escenarios están abiertos. Lo único que no aceptará el gobierno, o cuando menos la Liga, es acatar la lógica —seguida hasta ahora— por la cual el mantenimiento del país en la moneda única pasa por la aceptación del mercantilismo alemán. Si el gobierno de Berlín no muestra una actitud colaborativa, por ejemplo aminorando su superávit comercial a través de un aumento de los salarios y de la inflación, el gobierno italiano se mostrará pugnaz y vendrán curvas en la UE.
IV A falta de una izquierda transformadora —punto sobre el cual volveré al final— el problema reside en que los partidos de la oposición (desde los socioliberales de “Libres e Iguales” y del PD hasta Berlusconi) no pueden hacer otra oposición al nuevo gobierno que no sea —en el mejor de los casos y, como veremos en seguida, no sin contradicciones— la relativa a los derechos de los inmigrantes. Porque, desde un punto de vista económico, todos estos partidos apoyaron las medidas de austeridad y supresión de derechos sociales iniciadas con el tercer gobierno de Berlusconi (2008-2011) e intensificadas por los gobiernos de Mario Monti, Enrico Letta, Matteo Renzi y Paolo Gentiloni; a saber: contención del gasto público, dura reforma del sistema de pensiones, inclusión en la Constitución Italiana de la regla de oro presupuestaria, aprobación del Pacto Fiscal Europeo, abrogación del artículo 18 del Estatuto de los Trabajadores —que establecía que una persona con un contrato a tiempo indefinido de una empresa con más de quince trabajadores no podía ser despedida si no era por causas justificadas—, aprobación de una peligrosa (para el maltrecho sistema bancario italiano) unión bancaria europea, en tanto que basada en el sistema del “bail-in”, etc.
El resultado final de esta política austeritaria ha sido desastroso: el país acaba de dejar atrás una década de deflación, devaluación salarial y crecimiento anémico durante la cual perdió el 20% de su producción industrial, en la que el paro alcanzó los dos dígitos y diez millones de personas cayeron en la pobreza (según datos del Eurostat de 2017), y en que la deuda publica pasó del 106% del PIB de 2008 al 130% de 2018. Aun así, y ante una población en su mayoría exhausta que, desde 2013, emitía señales inequívocas de descontento político, estos partidos nunca han formulado una autocrítica seria de su acción de gobierno. Por el contrario, siguen reivindicando sus decisiones económicas, tachadas de inevitables, para impedir lo que —en algo contrafáctico, tan indemostrable como tremendista— definen siempre como “la bancarrota del país”.
Está claro que el Movimiento 5 Estrellas se ha beneficiado de su llegada tardía al Parlamento y de no haber participado en ninguno de esos gobiernos. En parte se puede decir lo mismo de la Liga, que se instaló en la oposición tras la defenestración de Berlusconi en noviembre de 2011. Con lo cual, al menos en lo que respecta a la economía, lo tuvieron fácil para presentarse ante las clases trabajadoras como fuerzas socialmente más a la izquierda que un centroizquierda oficial que, aún hoy, sigue estando incomprensiblemente orgulloso de su política económica.
V. Incluso en lo tocante a la cuestión de los inmigrantes y refugiados, la oposición carece de eficacia y credibilidad. De entrada porque la política de cierre de las fronteras estaba en el programa que Berlusconi suscribió con Salvini en la campaña electoral de principios de 2018. Y en segundo lugar porque, más allá del lenguaje asilvestrado y de la gesticulación chabacana, la línea de Salvini es continuista con la de su predecesor en el Ministerio del Interior, es decir, el dirigente del Partido Demócrata Marco Minniti. Desde finales de 2016, después de que Italia acogiera a centenares de miles de inmigrantes y refugiados, el nuevo ministro Minniti llevó adelante una política centrada en la construcción de nuevos centros de acogida, en el aumento de las expulsiones de extracomunitarios africanos que no huían de conflictos bélicos y en la firma de un acuerdo económico con cuarenta tribus libias para frenar la llegada de nuevos inmigrantes. Estas medidas funcionaron, puesto que en 2017 el número de desembarcos cayó en picado, aunque fue criticada por diferentes organizaciones humanitarias a causa de las condiciones inhumanas a las que las milicias libias, pagadas por el gobierno italiano, sometían a los inmigrantes y refugiados que llegaban a su país.
Este cambio en la política migratoria del gobierno de Matteo Renzi tuvo su origen en cálculos meramente electorales. Me explico. Como afirmó hace un año la ex ministra de Exteriores Emma Bonino, hacia 2015 Renzi pidió a los gobiernos europeos hacerse cargo de todos los inmigrantes que alcanzaran las costas italianas. Los medios de comunicación entendieron (sin que fuesen desmentidos por el PD) que, a cambio de este compromiso, el entonces presidente del gobierno obtuvo de Bruselas unos ligeros márgenes de flexibilidad fiscal y de gasto público —de los que, efectivamente, disfrutó a lo largo de su mandato—. El problema es que, ante la llegada masiva de inmigrantes —y en medio de una situación de deflación y paro elevado— la campaña antiinmigrantes de Salvini hizo mella en el electorado; y más en aquel que tenía dificultades para llegar a final de mes. Y la nueva política de mano dura de Minniti, pensada para recuperar el consenso perdido con un giro a la derecha, llegaba ya tarde. Así, en la última campaña electoral, el líder de la Liga pudo presentarse como el hombre que actuaría con la misma dureza del PD y que, a diferencia de éste, “europeizaría el problema”, en el sentido de obligar —por las buenas o por las malas— a los demás gobiernos europeos a colaborar en la solución aceptando a las respectivas cuotas de inmigrantes que la Comisión Europea fijó, inútilmente, en 2015.
Y si digo que también podría ser por las malas es porque Salvini es consciente de jugar con ventaja, ya que esta cuestión es la única que no puede solucionar el poder monetario de Mario Draghi (que hasta la fecha ha sido el verdadero factor que ha mantenido unida a una UE en crisis permanente). Quiero decir con ello que la posición del líder de la Liga, como confirman las encuestas, ha obtenido un amplio respaldo entre la población italiana porque en la práctica apenas difiere de la anterior y porque resalta las contradicciones de unos socios europeos que dejaron sola a Italia ante un problema que afectaba a todo el continente. Esta es la razón por la que la intensa campaña de los medios de comunicación afines al PD contra la xenofobia de la Liga no solo no ha funcionado, sino que hasta parece haberla reforzado. Como dijo Salvini hace más de un año, siempre a propósito del problema de los inmigrantes y los refugiados, entre el original y la fotocopia los italianos terminarían escogiendo el original. Quod est demonstrandum.
VI. Una oposición solvente a Salvini no vendrá de una respuesta moralizante y, como hemos visto, básicamente hipócrita del PD sobre el drama de los inmigrantes. Ni, como piensa un diario como La Repubblica, de la aplicación del proyecto de Emmanuel Macron en la península italiana. Mientras se insista en repetir fórmulas desgastadas acerca de la necesidad de una “modernización” neoliberal del país, al tiempo que una parte creciente de los ciudadanos no puede cubrir dignamente sus necesidades básicas, la Liga puede dormir tranquila. El tiempo de la izquierda falsamente optimista a la Renzi, que se dirigía a las “excelencias” del país y a los jóvenes que cultivaban un abstracto cosmopolitismo por haber hecho el Erasmus, ha terminado para siempre.
Salvini entendió en su momento que, después de años de devastación socioeconómica, lo que emergía en el país era una imperiosa demanda de protección social que él, como todo populista derechista, hace suya pero que interpreta mal y con la ferocidad de quien excluye al que no pertenece a la “comunidad nacional”. Con todo, esta demanda de protección es legítima y sobre ella se redactó la Constitución Italiana de 1948, nacida del consenso antifascista. La poderosa izquierda italiana de posguerra, que todavía hoy muchos recuerdan, se construyó interactuando con las clases subalternas, dándoles dignidad humana, interpretando sus necesidades materiales y construyendo junto a ellas un nuevo sentido común y una nueva visión del mundo. Aunque los tiempos hayan cambiado, y las circunstancias sociales sean diferentes, no hay motivos para pensar que, en lo esencial, dicha manera de pensar la (y de hacer) política tenga que cambiar. Sobre todo para lo poco que ha quedado a la izquierda del PD, que, desde hace una década, es víctima del ensimismamiento y la autorreferencialidad.
En Italia, la reconstrucción de una izquierda digna de tal nombre solo será posible si se recupera un discurso, y una práctica, que devuelvan el principio de esperanza a unas clases populares afligidas por la atomización social y la precariedad de sus vidas laborales. La esperanza de un futuro mejor que, por último pero no por ello menos importante, desactive los miedos que alimentan la política de Salvini y allane el camino a una política de acogida a los inmigrantes que sea realmente solidaria.
Fuente:
http://www.mientrastanto.org/boletin-170/notas/seis-notas-sobre-la-liga-de-salvini-el-partido-mas-leninista-del-nacionalpopulismo
_- Inquietante deriva austriaca. Viena se ha sumado al frente de mano dura contra la inmigración y propone externalizar las peticiones de asilo
_- El Ejecutivo conservador de Austria, que gobierna en coalición con la ultraderecha, se ha sumado al frente europeo de la política de mano dura contra la inmigración y el asilo. La crisis abierta en la UE por esta cuestión a raíz de los cambios registrados en Alemania e Italia ha sido recibida en Viena como un espaldarazo a su restrictiva, insolidaria y antieuropea visión del fenómeno.
Días antes del Consejo Europeo de finales de junio, los ministros del Interior de Italia, Alemania y Austria coordinaron su acción. Poco después, Viena, presidenta de turno de la UE, daba su apoyo a las intransigentes posiciones del grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia). El resultado es que Austria, veterano y rico miembro de la Unión, amenaza con colaborar activamente en el entierro de principios fundamentales de la UE y en dinamitar el espacio Schengen. La decisión alemana de controlar su frontera sur permite a Viena, ha dicho el canciller, Sebastian Kurz, “tomar medidas para evitar consecuencias negativas para Austria y para su gente”. Kurz propone a sus socios europeos deslocalizar de la Unión toda petición de asilo y ha alertado de la ideología liberticida y violenta a la que son sensibles, afirma, muchos extranjeros.
El país que acogió con los brazos abiertos a miles de refugiados sirios en 2015 ha dado un giro radical que preocupa hondamente en Bruselas e inquieta incluso en el Partido Popular Europeo, al que pertenece Kurz. Pero lo cierto es que la deriva austriaca se produce en una Europa mucho más tolerante que hace un par de décadas con la xenofobia y los ataques a los derechos humanos. Entonces, la mera posibilidad de que el ultraderechista Partido de la Libertad (FPÖ) de Jörg Haider entrase en el Gobierno motivó sanciones diplomáticas contra Austria. Hoy, esa misma formación está en el poder aplicando sus inaceptables criterios.
https://elpais.com/elpais/2018/07/05/opinion/1530812646_708858.html
Días antes del Consejo Europeo de finales de junio, los ministros del Interior de Italia, Alemania y Austria coordinaron su acción. Poco después, Viena, presidenta de turno de la UE, daba su apoyo a las intransigentes posiciones del grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia). El resultado es que Austria, veterano y rico miembro de la Unión, amenaza con colaborar activamente en el entierro de principios fundamentales de la UE y en dinamitar el espacio Schengen. La decisión alemana de controlar su frontera sur permite a Viena, ha dicho el canciller, Sebastian Kurz, “tomar medidas para evitar consecuencias negativas para Austria y para su gente”. Kurz propone a sus socios europeos deslocalizar de la Unión toda petición de asilo y ha alertado de la ideología liberticida y violenta a la que son sensibles, afirma, muchos extranjeros.
El país que acogió con los brazos abiertos a miles de refugiados sirios en 2015 ha dado un giro radical que preocupa hondamente en Bruselas e inquieta incluso en el Partido Popular Europeo, al que pertenece Kurz. Pero lo cierto es que la deriva austriaca se produce en una Europa mucho más tolerante que hace un par de décadas con la xenofobia y los ataques a los derechos humanos. Entonces, la mera posibilidad de que el ultraderechista Partido de la Libertad (FPÖ) de Jörg Haider entrase en el Gobierno motivó sanciones diplomáticas contra Austria. Hoy, esa misma formación está en el poder aplicando sus inaceptables criterios.
https://elpais.com/elpais/2018/07/05/opinion/1530812646_708858.html
ANTERIORES
sábado, 14 de julio de 2018
_- Despilfarro. Una cantidad cercana a los 90.000 millones de euros ¿Geografía del despilfarro o secuestro de la política pública?
_- Federico Aguilera Klink
Rebelión
Hace unas semanas, varios medios de comunicación han destacado la publicación de un estudio titulado “Aproximación a la Geografía del despilfarro en España: balance de las últimas dos décadas”, realizado por varios geógrafos, investigadores de distintas Universidades, destacando el elevado volumen de despilfarro cercano a los 90.000 millones de euros. (http://dx.doi.org/10.21138/bage.2533) En el estudio citado se distingue entre el despilfarro, “El despilfarro significa estrictamente la falta de eficiencia, esto es, la ejecución de tareas a un coste mayor al mínimo posible, supone una disminución del PIB o un incremento de los costes operativos para conseguir el mismo PIB” y la corrupción, “La corrupción es la utilización, con medios ilegales o cuanto menos alegales, del sector público para beneficio privado ”.
Aunque el estudio presenta bastantes limitaciones, me parece que la principal es la citada distinción que, además, impide una estimación creíble del saqueo público, aunque 90.000 millones en 20 años es mucho, la cifra real tiene que ser mucho más elevada. Si entiendo bien, resulta que el despilfarro sería una cuestión técnica (falta de eficiencia) mientras que la corrupción sería la utilización del sector público en beneficio privado, algo que no cuantifica el estudio. Sin embargo, esta distinción no resulta clara ni esclarecedora puesto que despilfarro también es asignar y desperdiciar fondos públicos en Proyectos innecesarios que se sabe de antemano que son innecesarios (puesto que no van a resolver ningún problema que esté bien definido) y que, además, van a incurrir en sobrecostes adicionales como modus operandi. Por eso entiendo que el despilfarro no es solo una cuestión de eficiencia en la ejecución de un proyecto sino, con anterioridad, destinar fondos a proyectos innecesarios lo que hace inevitable la fusión entre despilfarro y corrupción. Una contabilidad adecuada de estos conceptos nos daría una cantidad varias veces superior a la que maneja el estudio.
Por ejemplo, el citado estudio en su Tabla 5, estima el gasto público en infraestructuras en Canarias, comprometido de “forma inadecuada” (véase la delicadeza del término) en 89,5 millones de euros entre 1995 y 2016. Si tenemos en cuenta que solo la construcción del innecesario e inútil puerto de Granadilla costó oficialmente más de 400 millones de euros https://www.diagonalperiodico.net/global/puerto-granadilla-disparate-urbanistico-400-millones-euros.html parece claro que las cuentas fallan estrepitosamente. Y fallan porque la distinción entre despilfarro y corrupción es irrelevante. Si tenemos en cuenta el enorme listado de obras innecesarias construídas en Canarias, y si asumimos que lo mismo ocurre en el resto de las Comunidades Autónomas, el estudio se desinfla por falta de claridad intelectual y esos 90.000 millones que tanto asustan podrían convertirse como mínimo en 900.000.
Sólo hace falta prestar atención a El Roto para entender el modus operandi de gobiernos y constructoras.
En uno de sus dibujos, El Roto hace decir a un personaje, “En cuanto hayamos terminado de crear el problema, impulsaremos la solución”.
Este breve texto de El Roto tiene, en mi opinión, la sabiduría de plantear perfectamente el problema.
Y el problema consiste en que no nos preguntamos ¿Cuál es el problema?
Y, desde mi punto de vista, el problema es que el capitalismo “contemporáneo” no puede funcionar sin el saqueo de lo público, de ahí que los gobiernos dediquen amplios esfuerzos a disfrazar las decisiones que toman para que parezcan que van en beneficio del interés general (solucionan problemas que construyen de manera ficticia) mientras en términos amplios obedecen las directrices de los grandes grupos empresariales y financieros. En otras palabras la cuestión clave consiste en estudiar quién determina realmente la política real y el uso de lo público, tanto del presupuesto público como de la configuración del marco institucional y en beneficio de quién se configura.
En este sentido, hablar de obras públicas sin estudiar a fondo el papel de SEOPAN, la Asociación de Empresas Constructoras y Concesionarias de infraestructuras (que solo se menciona una vez en el estudio y de pasada) es ignorar un actor clave en el estudio del problema.
“¿Quién financia al poder político?" En definitiva, el que paga, manda. Repasemos ahora las páginas de los diarios económicos: una y otra vez Seopan, la patronal de la construcción, presiona al Gobierno para que no caiga el volumen de dinero que recibe del erario público. Una parte de ese dinero viene de las grandes obras hidráulicas. Por tanto, ¿van a tolerar que monsergas de racionalidad, científicas o de gestión seria, amenacen sus intereses creados? Estos intereses seguirán dañando nuestra economía y nuestro medio ambiente si no acabamos con el 'golpismo hidráulico' que gobierna nuestra política del agua y que tiene no tanques, sino excavadoras, tomando el país. (La dictadura de las constructoras. Carlos De Prada, 1997).
¿Cómo explicar que Jaume Matas, ministro de Medio Ambiente con Aznar (y ahora en la cárcel), presente en 2001 su Plan Hidrológico Nacional en la sede de SEOPAN en Murcia? ¿Es que no había un local más adecuado o es que era precisamente el adecuado? Este planteamiento no es nuevo ni es conspiranoico sino que refleja una realidad bien estudiada y asentada.
Así, Bent Flyvbjerg, uno de los autores citados en el estudio de los geógrafos (pero cuya profundidad y lucidez ignoran) que está además considerado, y lo es, como la gran autoridad mundial en cuestión de megaproyectos, afirma desde su enorme experiencia en este campo, "Lo más perturbador no son las estimaciones individuales de los proyectos que son falsas, sino la enorme dimensión alcanzada por el comportamiento de buscadores de rentas seguido por las empresas que ha secuestrado y sustituído la consecución del bien público en este campo tan importante y caro de la política así como los elevados costes que este comportamiento impone sobre la sociedad (…) La política pública –para que merezca ese nombre- presupone una noción de bien público. Cuando esta noción es secuestrada, es la propia política la que está secuestrada. En lugar de ella, lo que tenemos es uno de los mayores socavamientos de la democracia: la institución pública usada para el beneficio privado. Cualquier sociedad que quiera mantenerse como tal tendrá que prevenir dicho secuestro y restaurar la distinción fundamental entre el bien público y el interés privado (Flyvbjerg, Design by Deception. The Politics of Megaproject Approval, 2005)".
Por eso, en otro de sus trabajos, Flyvbjerg ironiza con su ‘Ecuación de los megaproyectos’, que refleja perfectamente la fusión entre despilfarro, corrupción y secuestro de la política pública, ya que muestra cómo se “construye el problema” que la “política” tiene que “resolver”:
ECUACIÓN DE LOS MEGAPROYECTOS
1. SOBREESTIMACIÓN DE BENEFICIOS
+
2. SUBESTIMACIÓN DE COSTES
+
3. IGNORANCIA DE LOS IMPACTOS AMBIENTALES
+
4. VIABILIDAD DEL PROYECTO
Fuente: Flyvbjerg B., Megaprojects and Risk. An Anatomy of Ambition (2005)
Que esto lleva ocurriendo en España desde hace mucho tiempo es algo obvio, otra cosa es nuestra capacidad para hacernos preguntas relevantes y ver lo evidente, algo no demasiado bien visto en el ámbito académico. De hecho Joaquín Costa, notario aragonés, en su Oligarquía y caciquismo (1901) explicaba con claridad el sometimiento del Parlamento a los intereses de la oligarquía. Ahora es igual de claro pero más sutil o disfrazado, a veces. Un ejemplo más reciente sobre esta vinculación entre política y negocios característica del capitalismo y de la democracia actual fue el nombramiento de David Taguas, Director de la Oficina Económica del Presidente del Gobierno, es decir de Zapatero, como presidente de la patronal de las grandes constructoras SEOPAN. Dicho con más claridad, Taguas pasa, de un día para otro, de ser Director de la Oficina Económica de Zapatero a ser presidente de SEOPAN. Es el periodista Ernesto Ekaizer, en su libro “Indecentes. Crónica de un atraco perfecto (2012)”, el que señala cómo Zapatero le pidió a Miguel Sebastián (Ministro de Industria) que hiciera gestiones para situar a Taguas en el sector privado, colocándole como presidente de Seopan.
El 'favor' de colocar a Taguas en Seopan se puede entender mejor si aclaramos que Zapatero presentó en la Moncloa el 11 de Julio de 2005, quizás para calmar a las empresas constructoras por el 'recorte' del trasvase del Ebro, el PEIT, plan especial de infraestructuras y transporte 2005-2020, dotado con una inversión de 248.892 millones de €. Entre los invitados a esa presentación, “…la flor y nata de las constructoras: Florentino Pérez (ACS), Ignacio Entrecanales (Acciona), Luis del Rivero (Sacyr), Isidre Fainé (Abertis), Joaquín Ayuso (Ferrovial). La patronal estaba representada por Juan Lazcano (CNC) y Enrique Aldama (Seopan), y los sindicatos por Cándido Méndez (UGT) e Ignacio Fernández Toxo (CC OO)" . Otra presentación muy original pues parece hecha para contentar a las constructoras y no a los hipotéticos beneficiarios (usuarios) de esas obras, que quizás eran las propias constructoras, de acuerdo con lo que hemos visto. http://elpais.com/diario/2005/07/12/espana/1121119202_850215.html
Termino con una cita muy clara sobre la política hidrológica (el resto de las políticas de Obras Públicas sigue el mismo patrón) que muestra el secuestro de la política pública.
"La administración hidráulica española tiene una larga tradición en correr tupidos velos sobre los reiterados fracasos que se han construido y se siguen construyendo en toda la geografía nacional… la lista de proyectos ruinosos y de presupuestos millonarios dilapidados sería interminable…Los verdaderos ganadores del PHN están donde siempre han estado. Son los dos grandes agentes económicos que controlan tradicionalmente la política hidráulica en España: el grupo de las grandes constructoras y el de las eléctricas" Antonio Estevan. "El Plan Hidrológico Nacional: destapando la olla". Archipiélago, 2004 .
Para profundizar en esta línea se puede ir al enlace adjunto o al libro titulado ‘Economía, poder y megaproyectos’ (2009), coordinado por José Manuel Naredo y yo.
http://revistaeconomiacritica.org/sites/default/files/revistas/n17/02_Aguilera_Politica_hidrologica.pdf
Federico Aguilera Klink es Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de La Laguna
Rebelión
Hace unas semanas, varios medios de comunicación han destacado la publicación de un estudio titulado “Aproximación a la Geografía del despilfarro en España: balance de las últimas dos décadas”, realizado por varios geógrafos, investigadores de distintas Universidades, destacando el elevado volumen de despilfarro cercano a los 90.000 millones de euros. (http://dx.doi.org/10.21138/bage.2533) En el estudio citado se distingue entre el despilfarro, “El despilfarro significa estrictamente la falta de eficiencia, esto es, la ejecución de tareas a un coste mayor al mínimo posible, supone una disminución del PIB o un incremento de los costes operativos para conseguir el mismo PIB” y la corrupción, “La corrupción es la utilización, con medios ilegales o cuanto menos alegales, del sector público para beneficio privado ”.
Aunque el estudio presenta bastantes limitaciones, me parece que la principal es la citada distinción que, además, impide una estimación creíble del saqueo público, aunque 90.000 millones en 20 años es mucho, la cifra real tiene que ser mucho más elevada. Si entiendo bien, resulta que el despilfarro sería una cuestión técnica (falta de eficiencia) mientras que la corrupción sería la utilización del sector público en beneficio privado, algo que no cuantifica el estudio. Sin embargo, esta distinción no resulta clara ni esclarecedora puesto que despilfarro también es asignar y desperdiciar fondos públicos en Proyectos innecesarios que se sabe de antemano que son innecesarios (puesto que no van a resolver ningún problema que esté bien definido) y que, además, van a incurrir en sobrecostes adicionales como modus operandi. Por eso entiendo que el despilfarro no es solo una cuestión de eficiencia en la ejecución de un proyecto sino, con anterioridad, destinar fondos a proyectos innecesarios lo que hace inevitable la fusión entre despilfarro y corrupción. Una contabilidad adecuada de estos conceptos nos daría una cantidad varias veces superior a la que maneja el estudio.
Por ejemplo, el citado estudio en su Tabla 5, estima el gasto público en infraestructuras en Canarias, comprometido de “forma inadecuada” (véase la delicadeza del término) en 89,5 millones de euros entre 1995 y 2016. Si tenemos en cuenta que solo la construcción del innecesario e inútil puerto de Granadilla costó oficialmente más de 400 millones de euros https://www.diagonalperiodico.net/global/puerto-granadilla-disparate-urbanistico-400-millones-euros.html parece claro que las cuentas fallan estrepitosamente. Y fallan porque la distinción entre despilfarro y corrupción es irrelevante. Si tenemos en cuenta el enorme listado de obras innecesarias construídas en Canarias, y si asumimos que lo mismo ocurre en el resto de las Comunidades Autónomas, el estudio se desinfla por falta de claridad intelectual y esos 90.000 millones que tanto asustan podrían convertirse como mínimo en 900.000.
Sólo hace falta prestar atención a El Roto para entender el modus operandi de gobiernos y constructoras.
En uno de sus dibujos, El Roto hace decir a un personaje, “En cuanto hayamos terminado de crear el problema, impulsaremos la solución”.
Este breve texto de El Roto tiene, en mi opinión, la sabiduría de plantear perfectamente el problema.
Y el problema consiste en que no nos preguntamos ¿Cuál es el problema?
Y, desde mi punto de vista, el problema es que el capitalismo “contemporáneo” no puede funcionar sin el saqueo de lo público, de ahí que los gobiernos dediquen amplios esfuerzos a disfrazar las decisiones que toman para que parezcan que van en beneficio del interés general (solucionan problemas que construyen de manera ficticia) mientras en términos amplios obedecen las directrices de los grandes grupos empresariales y financieros. En otras palabras la cuestión clave consiste en estudiar quién determina realmente la política real y el uso de lo público, tanto del presupuesto público como de la configuración del marco institucional y en beneficio de quién se configura.
En este sentido, hablar de obras públicas sin estudiar a fondo el papel de SEOPAN, la Asociación de Empresas Constructoras y Concesionarias de infraestructuras (que solo se menciona una vez en el estudio y de pasada) es ignorar un actor clave en el estudio del problema.
“¿Quién financia al poder político?" En definitiva, el que paga, manda. Repasemos ahora las páginas de los diarios económicos: una y otra vez Seopan, la patronal de la construcción, presiona al Gobierno para que no caiga el volumen de dinero que recibe del erario público. Una parte de ese dinero viene de las grandes obras hidráulicas. Por tanto, ¿van a tolerar que monsergas de racionalidad, científicas o de gestión seria, amenacen sus intereses creados? Estos intereses seguirán dañando nuestra economía y nuestro medio ambiente si no acabamos con el 'golpismo hidráulico' que gobierna nuestra política del agua y que tiene no tanques, sino excavadoras, tomando el país. (La dictadura de las constructoras. Carlos De Prada, 1997).
¿Cómo explicar que Jaume Matas, ministro de Medio Ambiente con Aznar (y ahora en la cárcel), presente en 2001 su Plan Hidrológico Nacional en la sede de SEOPAN en Murcia? ¿Es que no había un local más adecuado o es que era precisamente el adecuado? Este planteamiento no es nuevo ni es conspiranoico sino que refleja una realidad bien estudiada y asentada.
Así, Bent Flyvbjerg, uno de los autores citados en el estudio de los geógrafos (pero cuya profundidad y lucidez ignoran) que está además considerado, y lo es, como la gran autoridad mundial en cuestión de megaproyectos, afirma desde su enorme experiencia en este campo, "Lo más perturbador no son las estimaciones individuales de los proyectos que son falsas, sino la enorme dimensión alcanzada por el comportamiento de buscadores de rentas seguido por las empresas que ha secuestrado y sustituído la consecución del bien público en este campo tan importante y caro de la política así como los elevados costes que este comportamiento impone sobre la sociedad (…) La política pública –para que merezca ese nombre- presupone una noción de bien público. Cuando esta noción es secuestrada, es la propia política la que está secuestrada. En lugar de ella, lo que tenemos es uno de los mayores socavamientos de la democracia: la institución pública usada para el beneficio privado. Cualquier sociedad que quiera mantenerse como tal tendrá que prevenir dicho secuestro y restaurar la distinción fundamental entre el bien público y el interés privado (Flyvbjerg, Design by Deception. The Politics of Megaproject Approval, 2005)".
Por eso, en otro de sus trabajos, Flyvbjerg ironiza con su ‘Ecuación de los megaproyectos’, que refleja perfectamente la fusión entre despilfarro, corrupción y secuestro de la política pública, ya que muestra cómo se “construye el problema” que la “política” tiene que “resolver”:
ECUACIÓN DE LOS MEGAPROYECTOS
1. SOBREESTIMACIÓN DE BENEFICIOS
+
2. SUBESTIMACIÓN DE COSTES
+
3. IGNORANCIA DE LOS IMPACTOS AMBIENTALES
+
4. VIABILIDAD DEL PROYECTO
Fuente: Flyvbjerg B., Megaprojects and Risk. An Anatomy of Ambition (2005)
Que esto lleva ocurriendo en España desde hace mucho tiempo es algo obvio, otra cosa es nuestra capacidad para hacernos preguntas relevantes y ver lo evidente, algo no demasiado bien visto en el ámbito académico. De hecho Joaquín Costa, notario aragonés, en su Oligarquía y caciquismo (1901) explicaba con claridad el sometimiento del Parlamento a los intereses de la oligarquía. Ahora es igual de claro pero más sutil o disfrazado, a veces. Un ejemplo más reciente sobre esta vinculación entre política y negocios característica del capitalismo y de la democracia actual fue el nombramiento de David Taguas, Director de la Oficina Económica del Presidente del Gobierno, es decir de Zapatero, como presidente de la patronal de las grandes constructoras SEOPAN. Dicho con más claridad, Taguas pasa, de un día para otro, de ser Director de la Oficina Económica de Zapatero a ser presidente de SEOPAN. Es el periodista Ernesto Ekaizer, en su libro “Indecentes. Crónica de un atraco perfecto (2012)”, el que señala cómo Zapatero le pidió a Miguel Sebastián (Ministro de Industria) que hiciera gestiones para situar a Taguas en el sector privado, colocándole como presidente de Seopan.
El 'favor' de colocar a Taguas en Seopan se puede entender mejor si aclaramos que Zapatero presentó en la Moncloa el 11 de Julio de 2005, quizás para calmar a las empresas constructoras por el 'recorte' del trasvase del Ebro, el PEIT, plan especial de infraestructuras y transporte 2005-2020, dotado con una inversión de 248.892 millones de €. Entre los invitados a esa presentación, “…la flor y nata de las constructoras: Florentino Pérez (ACS), Ignacio Entrecanales (Acciona), Luis del Rivero (Sacyr), Isidre Fainé (Abertis), Joaquín Ayuso (Ferrovial). La patronal estaba representada por Juan Lazcano (CNC) y Enrique Aldama (Seopan), y los sindicatos por Cándido Méndez (UGT) e Ignacio Fernández Toxo (CC OO)" . Otra presentación muy original pues parece hecha para contentar a las constructoras y no a los hipotéticos beneficiarios (usuarios) de esas obras, que quizás eran las propias constructoras, de acuerdo con lo que hemos visto. http://elpais.com/diario/2005/07/12/espana/1121119202_850215.html
Termino con una cita muy clara sobre la política hidrológica (el resto de las políticas de Obras Públicas sigue el mismo patrón) que muestra el secuestro de la política pública.
"La administración hidráulica española tiene una larga tradición en correr tupidos velos sobre los reiterados fracasos que se han construido y se siguen construyendo en toda la geografía nacional… la lista de proyectos ruinosos y de presupuestos millonarios dilapidados sería interminable…Los verdaderos ganadores del PHN están donde siempre han estado. Son los dos grandes agentes económicos que controlan tradicionalmente la política hidráulica en España: el grupo de las grandes constructoras y el de las eléctricas" Antonio Estevan. "El Plan Hidrológico Nacional: destapando la olla". Archipiélago, 2004 .
Para profundizar en esta línea se puede ir al enlace adjunto o al libro titulado ‘Economía, poder y megaproyectos’ (2009), coordinado por José Manuel Naredo y yo.
http://revistaeconomiacritica.org/sites/default/files/revistas/n17/02_Aguilera_Politica_hidrologica.pdf
Federico Aguilera Klink es Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de La Laguna
Da Vinci no fue un oscuro notario más porque era un hijo bastardo”. El autor de 'Steve Jobs' e 'Innovadores' publica una nueva y brillante aproximación al genio del Renacimiento
De haber nacido dentro del matrimonio que Piero, su padre, contrajo con Albiera, una rica heredera florentina, Leonardo da Vinci hubiera tenido que seguir la línea familiar que entroncaba con su tatarabuelo. “Suerte que era bastardo. Se habría convertido en un oscuro notario más”, comenta Walter Isaacson, su biógrafo más reciente.
Menos mal… El 15 de abril de 1452, el abuelo Antonio anotaba: “Me nació un nieto… Le pusieron de nombre Leonardo”. Su madre, Caterina, era una campesina del pueblo sobre la que algunos conjeturaron que se trataba de una esclava árabe, incluso china. Gracias a ese detalle, el niño quedaba fuera de todo derecho –que no atención- por parte paterna y podía recibir una educación más heterogénea. Así, y con una curiosidad compulsiva, paso a paso, nació uno de los escasos y más asombrosos genios de la innovación y el arte que ha parido la humanidad.
Y un referente para el mundo de hoy, sostiene Isaacson. La luz con que se iluminó Steve Jobs, otro de sus personajes contados en una obra de referencia, lo mismo que Albert Einstein, Benjamín Franklin o Henry Kissinger. Hombres que de algún modo u otro, entre hallazgos, ímpetu y obsesiones, cambiaron el mundo en que vivían. No siempre para bien. “La biografía es un género efectivo para contar qué nos ocurre”, asegura el autor en Madrid, donde ha venido a presentar el libro publicado por Debate.
Da Vinci se erige en el más audaz modelo renacentista. “Un hombre que supo de qué manera ciencia y arte andan absolutamente conectados. Alguien que aparece en uno de esos cruces dentro de la historia en que se da un avance crucial. En su caso, cuando se entremezclan grandes enigmas de la astronomía, la ingeniería, la anatomía y el arte con la aparición de la imprenta. En Jobs ocurre justo cuando tres inventos que nacen por separado, la computación, la red y el microchip, explotan y transforman nuestras vidas”, afirma Isaacson.
EL PÉNDULO DE LA DEMOCRACIA Y PEDRO SÁNCHEZ
Aparte de biógrafo, Walter Isaacson ha sido durante 16 años presidente del Instituto Aspen. “Una de las personas que han colaborado con nosotros es hoy presidente del Gobierno en España: Pedro Sánchez”. El líder socialista ha participado en algún encuentro promovido por esta organización que analiza liderazgos y mezcla disciplinas para tratar de comprender el mundo de hoy. Isaacson ha dejado el cargo en mayo. Pero llega a España desde Italia, donde ha quedado preocupado por el ascenso del populismo. No sólo ahí. También en Hungía, Polonia, Reino Unido. España es hoy una excepción al resto”. Y eso que Isaacson llega convenientemente espantado de la América de Trump. Y entonando una especie de mea culpa colectivo: “Durante muchos años, la globalización y el desarrollo de las nuevas tecnologías, que yo he visto como un progreso, han dejado de lado a las clases medias y desfavorecidas. Estamos pagando esas consecuencias de desatención. Pero la democracia es un péndulo. Y en Estados Unidos hemos vivido épocas peores, como el macartismo o la caza de brujas. Pasará”. Lo malo es lo que se lleva en medio por delante. ¿Tendrá remedio? -
Ninguna disciplina le resultaba ajena. Y de los genes notariales adaptó algo crucial para sus métodos: la anotación constante por escrito en miles de páginas. “El papel es tecnología punta. Con Leonardo he conseguido algo que no había logrado con Steve Jobs. Ni los ingenieros de su equipo pudieron recuperar miles de correos que me hubieran ayudado a escribir su biografía por un fallo en el sistema. Sin embargo, los cuadernos de Leonardo ahí siguen, 500 años después”.
Llenos de dibujos con lo que pudo llevar a cabo o lo que sencillamente soñó. Ahí radica la clave de lo que debe acompañar al genio. El trabajo en equipo: “Las mentes capaces de crear ideas innovadoras deben contar con alguien que las lleve a cabo, sino, sencillamente, se quedan en alucinación”, asegura Isaacson. Pero en el caso de Leonardo se daba todo: la capacidad visionaria llevada a la práctica, la adelantada y aplicada por otros siglos después, el estudio pormenorizado de la anatomía, la astronomía, la geología, la óptica, la perspectiva, la geometría, las matemáticas cara a confluir en los dos campos en que se consideraba imbatible: la ingeniería y el arte.
De hecho, según fuera el caso, daba prioridad a una sobre otra. Cuando de Florencia quiso salir, agobiado por la presión de los encargos, pidió trabajo en Milán. Pasó del reino de los Medicis al de los Sforza. En una carta donde compila sus habilidades destaca la pericia para construir armas, puentes, presas… “Además pinto…”, añade al final. Le contrataron como productor de espectáculos. “Deseaba ir a Milán para ampliar sus estudios en una universidad más abierta, conocer y rodearse de nuevos talentos que le hicieran aprender matemáticas, anatomía, botánica…”.
Nada en vano. Aquellos biógrafos que se desesperan con la teórica dispersión en tantos campos de Leonardo, se equivocan, según Isaacson. Todo confluye en su arte. Y concretamente en el misterio de una obra maestra, la Mona Lisa. “La pintó durante 16 años. Murió con ella al lado. No la dio por concluida. Todos los conocimientos del funcionamiento del cuerpo y la naturaleza, los mecanismos del sistema nervioso que producen la sonrisa acaban en este cuadro. Eso es lo que marca la diferencia. Ahí vemos su genio”.
También comprendemos la obsesión del poder por atraerlo a su órbita. La capacidad de adaptarse a sus mecenas fue otro de los rasgos distintivos de su figura. Elegante y atractivo, seductor y llamativo. Arreglado a la última moda, con un toque estrambótico de artista sin complejos, ropajes empedrados y túnicas rosáceas. Transparente y cabal en la valentía con que vivió su homosexualidad frente al caso más atormentado de su paisano y oponente florentino, Miguel Ángel, Da Vinci era toda una leyenda ya en vida.
No sólo anduvo a expensas de los Medicis en Florencia y los Sforza en Milán. Sirvió en un triángulo diabólico a los Borgia en época de Maquiavelo. “Pero acabó espantado de aquello. No siempre el poder congrega a los mejores para que sirvan a buenos propósitos”, comenta Isaacson. Da Vinci supo apartarse de ese círculo y acabar en un ambiente más noble, junto a Francisco I de Francia: “Era un rey muy refinado. Quiso introducir en la corte lo mejor del espíritu florentino renacentista y contrató a Leonardo”.
Allí llegó, más avejentado a sus 65 años de lo que aparentaba para su edad. Se instaló y se convirtió en uno de los personajes más influyentes del trono. No sólo por su pericia práctica en la ingeniería, el arte y la arquitectura. El rey lo admiraba como filósofo. En Ambois murió, cuentan que en brazos del monarca. El arte de Ingres, tiempo después, así lo plasmó. Pero como gran parte de su vida, salvo lo que se empeñó en dejar bien cotejado sobre un papel, aquello es un misterio.
https://elpais.com/cultura/2018/06/04/actualidad/1528128156_899203.html
Menos mal… El 15 de abril de 1452, el abuelo Antonio anotaba: “Me nació un nieto… Le pusieron de nombre Leonardo”. Su madre, Caterina, era una campesina del pueblo sobre la que algunos conjeturaron que se trataba de una esclava árabe, incluso china. Gracias a ese detalle, el niño quedaba fuera de todo derecho –que no atención- por parte paterna y podía recibir una educación más heterogénea. Así, y con una curiosidad compulsiva, paso a paso, nació uno de los escasos y más asombrosos genios de la innovación y el arte que ha parido la humanidad.
Y un referente para el mundo de hoy, sostiene Isaacson. La luz con que se iluminó Steve Jobs, otro de sus personajes contados en una obra de referencia, lo mismo que Albert Einstein, Benjamín Franklin o Henry Kissinger. Hombres que de algún modo u otro, entre hallazgos, ímpetu y obsesiones, cambiaron el mundo en que vivían. No siempre para bien. “La biografía es un género efectivo para contar qué nos ocurre”, asegura el autor en Madrid, donde ha venido a presentar el libro publicado por Debate.
Da Vinci se erige en el más audaz modelo renacentista. “Un hombre que supo de qué manera ciencia y arte andan absolutamente conectados. Alguien que aparece en uno de esos cruces dentro de la historia en que se da un avance crucial. En su caso, cuando se entremezclan grandes enigmas de la astronomía, la ingeniería, la anatomía y el arte con la aparición de la imprenta. En Jobs ocurre justo cuando tres inventos que nacen por separado, la computación, la red y el microchip, explotan y transforman nuestras vidas”, afirma Isaacson.
EL PÉNDULO DE LA DEMOCRACIA Y PEDRO SÁNCHEZ
Aparte de biógrafo, Walter Isaacson ha sido durante 16 años presidente del Instituto Aspen. “Una de las personas que han colaborado con nosotros es hoy presidente del Gobierno en España: Pedro Sánchez”. El líder socialista ha participado en algún encuentro promovido por esta organización que analiza liderazgos y mezcla disciplinas para tratar de comprender el mundo de hoy. Isaacson ha dejado el cargo en mayo. Pero llega a España desde Italia, donde ha quedado preocupado por el ascenso del populismo. No sólo ahí. También en Hungía, Polonia, Reino Unido. España es hoy una excepción al resto”. Y eso que Isaacson llega convenientemente espantado de la América de Trump. Y entonando una especie de mea culpa colectivo: “Durante muchos años, la globalización y el desarrollo de las nuevas tecnologías, que yo he visto como un progreso, han dejado de lado a las clases medias y desfavorecidas. Estamos pagando esas consecuencias de desatención. Pero la democracia es un péndulo. Y en Estados Unidos hemos vivido épocas peores, como el macartismo o la caza de brujas. Pasará”. Lo malo es lo que se lleva en medio por delante. ¿Tendrá remedio? -
Ninguna disciplina le resultaba ajena. Y de los genes notariales adaptó algo crucial para sus métodos: la anotación constante por escrito en miles de páginas. “El papel es tecnología punta. Con Leonardo he conseguido algo que no había logrado con Steve Jobs. Ni los ingenieros de su equipo pudieron recuperar miles de correos que me hubieran ayudado a escribir su biografía por un fallo en el sistema. Sin embargo, los cuadernos de Leonardo ahí siguen, 500 años después”.
Llenos de dibujos con lo que pudo llevar a cabo o lo que sencillamente soñó. Ahí radica la clave de lo que debe acompañar al genio. El trabajo en equipo: “Las mentes capaces de crear ideas innovadoras deben contar con alguien que las lleve a cabo, sino, sencillamente, se quedan en alucinación”, asegura Isaacson. Pero en el caso de Leonardo se daba todo: la capacidad visionaria llevada a la práctica, la adelantada y aplicada por otros siglos después, el estudio pormenorizado de la anatomía, la astronomía, la geología, la óptica, la perspectiva, la geometría, las matemáticas cara a confluir en los dos campos en que se consideraba imbatible: la ingeniería y el arte.
De hecho, según fuera el caso, daba prioridad a una sobre otra. Cuando de Florencia quiso salir, agobiado por la presión de los encargos, pidió trabajo en Milán. Pasó del reino de los Medicis al de los Sforza. En una carta donde compila sus habilidades destaca la pericia para construir armas, puentes, presas… “Además pinto…”, añade al final. Le contrataron como productor de espectáculos. “Deseaba ir a Milán para ampliar sus estudios en una universidad más abierta, conocer y rodearse de nuevos talentos que le hicieran aprender matemáticas, anatomía, botánica…”.
Nada en vano. Aquellos biógrafos que se desesperan con la teórica dispersión en tantos campos de Leonardo, se equivocan, según Isaacson. Todo confluye en su arte. Y concretamente en el misterio de una obra maestra, la Mona Lisa. “La pintó durante 16 años. Murió con ella al lado. No la dio por concluida. Todos los conocimientos del funcionamiento del cuerpo y la naturaleza, los mecanismos del sistema nervioso que producen la sonrisa acaban en este cuadro. Eso es lo que marca la diferencia. Ahí vemos su genio”.
También comprendemos la obsesión del poder por atraerlo a su órbita. La capacidad de adaptarse a sus mecenas fue otro de los rasgos distintivos de su figura. Elegante y atractivo, seductor y llamativo. Arreglado a la última moda, con un toque estrambótico de artista sin complejos, ropajes empedrados y túnicas rosáceas. Transparente y cabal en la valentía con que vivió su homosexualidad frente al caso más atormentado de su paisano y oponente florentino, Miguel Ángel, Da Vinci era toda una leyenda ya en vida.
No sólo anduvo a expensas de los Medicis en Florencia y los Sforza en Milán. Sirvió en un triángulo diabólico a los Borgia en época de Maquiavelo. “Pero acabó espantado de aquello. No siempre el poder congrega a los mejores para que sirvan a buenos propósitos”, comenta Isaacson. Da Vinci supo apartarse de ese círculo y acabar en un ambiente más noble, junto a Francisco I de Francia: “Era un rey muy refinado. Quiso introducir en la corte lo mejor del espíritu florentino renacentista y contrató a Leonardo”.
Allí llegó, más avejentado a sus 65 años de lo que aparentaba para su edad. Se instaló y se convirtió en uno de los personajes más influyentes del trono. No sólo por su pericia práctica en la ingeniería, el arte y la arquitectura. El rey lo admiraba como filósofo. En Ambois murió, cuentan que en brazos del monarca. El arte de Ingres, tiempo después, así lo plasmó. Pero como gran parte de su vida, salvo lo que se empeñó en dejar bien cotejado sobre un papel, aquello es un misterio.
https://elpais.com/cultura/2018/06/04/actualidad/1528128156_899203.html
Carlo Rovelli: “La diferencia entre pasado y futuro es un juego”. Experto en gravedad cuántica de bucles, el físico y reputado divulgador publica 'El orden del tiempo', un ensayo en el que aborda uno de los grandes misterios de la humanidad.
Carlo Rovelli (Verona, 1956) es más que un divulgador científico. Primero, porque es un físico de primera línea, uno de los fundadores de la llamada “gravedad cuántica de bucles”. Y segundo, porque la suya es una divulgación que podríamos llamar lírica.
Sus libros son auténticos ensayos poéticos y filosóficos, donde desvela los arcanos de la ciencia al profano entre citas de Marcel Proust y Grateful Dead. En el último, El orden del tiempo (Anagrama), aborda uno de los grandes misterios de la humanidad.
Rovelli nos recibe en un apartamento sobre la legendaria librería Shakespeare and Co., cedido por la propia librería, donde se aloja durante unos días en París. Para alguien que permanentemente conecta la literatura con la física no es un mal lugar.
PREGUNTA. ¿Disponemos de las palabras adecuadas para explicar las complejidades de la física?
RESPUESTA. No, y este es el problema. Pero toda la historia de la cultura consiste en aprender a decir cosas que éramos incapaces de decir. En el libro hablo del texto de la Antigüedad que dice que “abajo está arriba y arriba está abajo”. El autor se está peleando con las palabras para decir que la Tierra era redonda, y que arriba y abajo significaban cosas distintas en función de donde esté.
P. Su libro sugiere que nuestro lenguaje se fundamenta en ilusiones: arriba y abajo, de pasado y futuro. ¿No habría que inventar otro lenguaje?
R. No podemos salirnos del lenguaje, estamos dentro de él. Hay que hacerlo con lo que tenemos. Y el lenguaje cambia: palabras nuevas, significados nuevos. “Quien dice que la ciencia quiere llegar a una descripción final del mundo no la ha entendido bien”
P. El arriba y abajo ya lo hemos entendido. Pero ¿y el ahora?
R. El ahora es local y no global. Y esto es difícil digerirlo.
P. El ahora de usted, en este momento mismo, es una pequeña fracción de tiempo diferente del mío.
R. Así es. Pero a esta distancia la diferencia es negligible. A otra más grande no. Cuando los humanos comiencen a viajar en el espacio, cuando tengamos la costumbre de que mi padre se marche de viaje y él vuelva y yo sea viejo y él tenga la misma edad, entonces cambiará la manera de ver el tiempo. Veremos que no tiene sentido decir “¿qué hace papá ahora?” si está muy muy lejos. No significa nada.
P. ¿Por qué usted sería más viejo que su padre?
R. Estamos acostumbrados a ver que el tiempo transcurre a la misma velocidad en todos los lugares del mundo. Si mi padre tiene 25 años más que yo, siempre tendrá 25 años más. Pero esta concordancia sólo se debe a que vivimos en el mismo lugar y no viajamos demasiado rápido: en general, el tiempo transcurre a velocidades distintas en lugares distintos y según lo rápido que viajemos. Si mi padre viaja muy rápido, el tiempo pasa más lento para él y envejece más lentamente que yo. Así que cuando él todavía sea joven podrá reencontrarse conmigo cuando yo ya sea viejo. Estas distorsiones del tiempo, previstas por la teoría de la relatividad, se observan hoy rutinariamente en los laboratorios.
P. ¿Qué significa la frase de Anaximandro que da título a su libro?
R. La frase completa dice: “Las cosas se transforman una en otra según necesidad y se hacen mutuamente justicia según el orden del tiempo”. Ahí está la idea de entender el mundo en su evolución, su cambio. Pero lo que quería decir exactamente no lo sé. Incluso la traducción exacta de la palabra griega “orden” puede ser diferente.
P. No existe el tiempo, sino el cambio.
R. Sí, pero la ausencia de tiempo no quiere decir que todo esté congelado y bloqueado. Esto no es la ausencia del tiempo, sino la glorificación del tiempo. Si nada cambia, el tiempo pasa y las cosas siguen iguales, y el tiempo está separado de las cosas.
P. ¿Es lo que Newton decía?
R. Mientras la teoría de Newton funcionó bien, adoptamos todos la idea del tiempo externo que pasaba. Pero ha mostrado sus límites. Mercurio no gira en torno al Sol según las ecuaciones de Newton. Y cuando intentamos mejorarla, con la teoría de Einstein, nos damos cuenta de que este tiempo absoluto y fijo no es un buen instrumento para entender el mundo. Así que volvemos a la idea prenewtoniana de un tiempo que es cambio. “Cuando los humanos comiencen a viajar al espacio, cambiará la manera de ver el tiempo”
P. ¿Aristóteles?
R. Sí. La realidad es cambio, son cosas que ocurren, y medir esto es el tiempo. Es distinto del tiempo universal y absoluto, que es matemático y es el mismo para todo el mundo. Aristóteles dice: hay cosas que ocurren —el Sol en torno a la Tierra, por ejemplo— y yo mido: una, dos, tres vueltas. Y esto es el tiempo: medir el tiempo.
P. Cuando las cosas cambian, hay un pasado, un presente y un futuro.
R. Las cosas cambian, así que hay una distinción entre el antes y el después. Pero todas las ecuaciones que hemos descubierto y que describen este cambio no diferencian entre pasado y futuro. Si algo puede ocurrir así [Rovelli dibuja con el gesto una flecha imaginaria en una dirección], también pueden ocurrir así [Rovelli dibuja con el gesto una flecha imaginaria en la dirección opuesta]. El problema que sigue abierto es de dónde viene la diferencia entre pasado y futuro: por qué las dos direcciones no son iguales. Parece evidente que el pasado es diferente del futuro: el pasado lo conocemos, el futuro no. Pero cuando miramos de cerca, esta diferencia parece desaparecer.
P. ¿Podríamos acordarnos del futuro? El sentido común dice que no.
R. El sentido común está basado en el hecho de que tenemos mucha información sobre el pasado y muy poca sobre el futuro. Si nos fijamos bien, es más complicado: hay muchas cosas del pasado que no conocemos y otras de futuro que sí. Lo que ocurre es que el pasado es más conocido que el futuro. Y la razón tiene que ver con el orden y el desorden, con esta extraña propiedad de las cosas en el pasado que parecen haber sido más ordenadas: la entropía. Y esto es lo que nos permite tener más información sobre el pasado: hay rastro, memoria. Pero nos preguntamos por qué en la dirección de lo que llamamos pasado hay orden, y no lo sabemos. La idea que abordo en el libro es que este orden en el pasado no está en el mundo, sino en nuestra mirada. La diferencia entre pasado y futuro es un juego entre el mundo y nosotros. No es que el mundo sea así: es un juego, como la rotación del cielo, en el que de lo que se trata no es del cielo, sino del juego entre nosotros y el cielo. “Nos interesa la apertura de espíritu, saber que hay cosas que no conocemos aún y descubrirlas”
P. Para entender el tiempo, ¿habría que hacer más neurociencia que física?
R. Gran parte de la confusión es que mezclamos las cosas, proyectamos en la física cosas que no le corresponden. Esto es azul, esto es rojo: el espacio de colores lo conocemos bien. Rojo, azul y amarillo. Pero no tiene nada que ver con el mundo: son nuestros ojos, que tienen tres tipos de receptores diferentes. El mundo no está coloreado en rojo, azul, amarillo. Es decir, lo hemos entendido todo sobre el color y su estructura, pero no como propiedad del mundo, sino como propiedad de nuestros ojos.
P. ¿Y esto vale para el tiempo?
R. Es similar. Hay que separar lo que es la física fundamental y lo que son nuestros ojos y nuestro cerebro.
P. ¿Hay una verdad detrás del velo de la subjetividad, de las ilusiones?
R. La pregunta sobre la verdad final detrás de todos los velos no es una buena pregunta y a fin de cuentas no nos interesa. Lo que nos interesa es la apertura de espíritu, saber que hay muchas cosas que no conocemos aún y descubrirlas. Después, en cada momento de nuestra vida, nuestra historia y nuestra cultura, intentamos organizar de la mejor manera posible nuestra comprensión del mundo. Y nunca es definitivo. Quizá es porque soy cada vez más viejo, pero la idea de “dónde está la verdad final” la encuentro cada vez menos interesante.
P. Pero ¿la ciencia no tiene por objetivo precisamente intentar llegar a esta verdad?
R. La ciencia es la respuesta a la curiosidad que se abre ante nosotros. Quien dice que la ciencia quiere llegar a una descripción final del mundo no la ha entendido bien. Casi es lo contrario. La ciencia ha sido siempre la reacción en contra de la idea de que tenemos la verdad final, plantearse siempre preguntas. Buscar la verdad final es una manera de bloquear las preguntas.
El orden del tiempo. Carlo Rovelli. Traducción de Francisco José Ramos Mena. Anagrama, 2018. 182 páginas. 16,90 euros.
EL SECRETO ES ENTENDER, EXPLICAR, NO ABURRIR
Carlo Rovelli: “La diferencia entre pasado y futuro es un juego”
JAVIER SAMPEDRO
Que un libro de ciencia se traduzca a 40 idiomas y se venda como churros es un fenómeno extraordinario. Eso es lo que ocurrió con Siete breves lecciones de física, el anterior libro de Carlo Rovelli, y la razón de las expectativas sobre su recién editado El orden del tiempo (ambos en Anagrama).
¿A qué se debe este frenesí lector sobre algunas de las cuestiones más endiabladamente difíciles del conocimiento humano?
Sobre el papel, la divulgación científica se cimienta en tres puntales muy simples: entender, explicar y no aburrir. Pero la vida real no discurre sobre un papel, y hacer bien esas tres cosas resulta extraordinariamente difícil. Rovelli alcanza la excelencia en todas ellas. Como otros grandes divulgadores contemporáneos —Brian Greene, Lawrence Krauss, Sean Carroll—, es un destacado físico teórico, una subespecie humana dedicada en cuerpo y alma a entender los estratos más profundos de la realidad, a bregar con sus paradojas, guerrear con sus contradicciones, hallar una luz al final del túnel de sus misterios. Son gente acostumbrada a pensar con una profundidad penetrante y fértil. Gente especializada en entender lo más difícil.
Quizá son los otros dos puntos —explicar y no aburrir— los que hacen más especial aún a Rovelli. Porque a la claridad imprescindible en este negocio, el físico veronés añade una voluntad literaria, una vis casi poética, que convierte sus libros en unos objetos raros y preciosos, unas obras poco comunes en el género de la popularización científica. Su transparencia expositiva se basa a menudo en brillantes metáforas, en imágenes reveladoras y en una intuición aguda de lo que necesitamos los lectores para enfrentarnos al vértigo metafísico que nos plantea la física actual. Y, desde luego, no aburre nunca. No hay en su libro un solo párrafo, ni una sola frase, que no contenga un ángulo interesante, una paradoja desconcertante, una explicación luminosa.
Einstein hizo una advertencia esencial sobre los libros de ciencia para el lector general: “Hay que simplificar todo lo posible, pero ni un milímetro más”. Este es quizás el equilibrio más delicado que debe practicar un escritor científico. En toda su inextricable complejidad, la ciencia es incomprensible para el lector general (por eso los científicos pasan toda su vida formándose). Es imprescindible, por tanto, simplificar la cuestión, pero sin hacerlo hasta tal extremo que el resultado sea una caricatura o, peor aún, una mentira. Rovelli es un maestro en sostenerse sobre ese filo cortante y salir indemne.
“Quizás una de las raíces profundas de la ciencia sea también la poesía: saber ver más allá de lo visible”, escribe Rovelli. Vean también cómo describe al descubridor de la entropía, Ludwig Boltzmann: “Hombre de corazón tierno que oscila entre la exaltación y la depresión. Bajo, robusto, de cabello oscuro y rizado, su novia lo llamaba ‘mi dulce y querido gordinflón”. O la paradoja central que vertebra el libro: “La diferencia entre pasado y futuro —entre causa y efecto, entre memoria y esperanza, entre remordimiento e intención— no existe en las leyes elementales que describen los mecanismos del mundo”. Este estilo no cuadra con el cliché del sabio bondadoso y despistado que solo sabe expresarse mediante ecuaciones.
https://elpais.com/cultura/2018/06/27/babelia/1530115711_759225.html
Sus libros son auténticos ensayos poéticos y filosóficos, donde desvela los arcanos de la ciencia al profano entre citas de Marcel Proust y Grateful Dead. En el último, El orden del tiempo (Anagrama), aborda uno de los grandes misterios de la humanidad.
Rovelli nos recibe en un apartamento sobre la legendaria librería Shakespeare and Co., cedido por la propia librería, donde se aloja durante unos días en París. Para alguien que permanentemente conecta la literatura con la física no es un mal lugar.
PREGUNTA. ¿Disponemos de las palabras adecuadas para explicar las complejidades de la física?
RESPUESTA. No, y este es el problema. Pero toda la historia de la cultura consiste en aprender a decir cosas que éramos incapaces de decir. En el libro hablo del texto de la Antigüedad que dice que “abajo está arriba y arriba está abajo”. El autor se está peleando con las palabras para decir que la Tierra era redonda, y que arriba y abajo significaban cosas distintas en función de donde esté.
P. Su libro sugiere que nuestro lenguaje se fundamenta en ilusiones: arriba y abajo, de pasado y futuro. ¿No habría que inventar otro lenguaje?
R. No podemos salirnos del lenguaje, estamos dentro de él. Hay que hacerlo con lo que tenemos. Y el lenguaje cambia: palabras nuevas, significados nuevos. “Quien dice que la ciencia quiere llegar a una descripción final del mundo no la ha entendido bien”
P. El arriba y abajo ya lo hemos entendido. Pero ¿y el ahora?
R. El ahora es local y no global. Y esto es difícil digerirlo.
P. El ahora de usted, en este momento mismo, es una pequeña fracción de tiempo diferente del mío.
R. Así es. Pero a esta distancia la diferencia es negligible. A otra más grande no. Cuando los humanos comiencen a viajar en el espacio, cuando tengamos la costumbre de que mi padre se marche de viaje y él vuelva y yo sea viejo y él tenga la misma edad, entonces cambiará la manera de ver el tiempo. Veremos que no tiene sentido decir “¿qué hace papá ahora?” si está muy muy lejos. No significa nada.
P. ¿Por qué usted sería más viejo que su padre?
R. Estamos acostumbrados a ver que el tiempo transcurre a la misma velocidad en todos los lugares del mundo. Si mi padre tiene 25 años más que yo, siempre tendrá 25 años más. Pero esta concordancia sólo se debe a que vivimos en el mismo lugar y no viajamos demasiado rápido: en general, el tiempo transcurre a velocidades distintas en lugares distintos y según lo rápido que viajemos. Si mi padre viaja muy rápido, el tiempo pasa más lento para él y envejece más lentamente que yo. Así que cuando él todavía sea joven podrá reencontrarse conmigo cuando yo ya sea viejo. Estas distorsiones del tiempo, previstas por la teoría de la relatividad, se observan hoy rutinariamente en los laboratorios.
P. ¿Qué significa la frase de Anaximandro que da título a su libro?
R. La frase completa dice: “Las cosas se transforman una en otra según necesidad y se hacen mutuamente justicia según el orden del tiempo”. Ahí está la idea de entender el mundo en su evolución, su cambio. Pero lo que quería decir exactamente no lo sé. Incluso la traducción exacta de la palabra griega “orden” puede ser diferente.
P. No existe el tiempo, sino el cambio.
R. Sí, pero la ausencia de tiempo no quiere decir que todo esté congelado y bloqueado. Esto no es la ausencia del tiempo, sino la glorificación del tiempo. Si nada cambia, el tiempo pasa y las cosas siguen iguales, y el tiempo está separado de las cosas.
P. ¿Es lo que Newton decía?
R. Mientras la teoría de Newton funcionó bien, adoptamos todos la idea del tiempo externo que pasaba. Pero ha mostrado sus límites. Mercurio no gira en torno al Sol según las ecuaciones de Newton. Y cuando intentamos mejorarla, con la teoría de Einstein, nos damos cuenta de que este tiempo absoluto y fijo no es un buen instrumento para entender el mundo. Así que volvemos a la idea prenewtoniana de un tiempo que es cambio. “Cuando los humanos comiencen a viajar al espacio, cambiará la manera de ver el tiempo”
P. ¿Aristóteles?
R. Sí. La realidad es cambio, son cosas que ocurren, y medir esto es el tiempo. Es distinto del tiempo universal y absoluto, que es matemático y es el mismo para todo el mundo. Aristóteles dice: hay cosas que ocurren —el Sol en torno a la Tierra, por ejemplo— y yo mido: una, dos, tres vueltas. Y esto es el tiempo: medir el tiempo.
P. Cuando las cosas cambian, hay un pasado, un presente y un futuro.
R. Las cosas cambian, así que hay una distinción entre el antes y el después. Pero todas las ecuaciones que hemos descubierto y que describen este cambio no diferencian entre pasado y futuro. Si algo puede ocurrir así [Rovelli dibuja con el gesto una flecha imaginaria en una dirección], también pueden ocurrir así [Rovelli dibuja con el gesto una flecha imaginaria en la dirección opuesta]. El problema que sigue abierto es de dónde viene la diferencia entre pasado y futuro: por qué las dos direcciones no son iguales. Parece evidente que el pasado es diferente del futuro: el pasado lo conocemos, el futuro no. Pero cuando miramos de cerca, esta diferencia parece desaparecer.
P. ¿Podríamos acordarnos del futuro? El sentido común dice que no.
R. El sentido común está basado en el hecho de que tenemos mucha información sobre el pasado y muy poca sobre el futuro. Si nos fijamos bien, es más complicado: hay muchas cosas del pasado que no conocemos y otras de futuro que sí. Lo que ocurre es que el pasado es más conocido que el futuro. Y la razón tiene que ver con el orden y el desorden, con esta extraña propiedad de las cosas en el pasado que parecen haber sido más ordenadas: la entropía. Y esto es lo que nos permite tener más información sobre el pasado: hay rastro, memoria. Pero nos preguntamos por qué en la dirección de lo que llamamos pasado hay orden, y no lo sabemos. La idea que abordo en el libro es que este orden en el pasado no está en el mundo, sino en nuestra mirada. La diferencia entre pasado y futuro es un juego entre el mundo y nosotros. No es que el mundo sea así: es un juego, como la rotación del cielo, en el que de lo que se trata no es del cielo, sino del juego entre nosotros y el cielo. “Nos interesa la apertura de espíritu, saber que hay cosas que no conocemos aún y descubrirlas”
P. Para entender el tiempo, ¿habría que hacer más neurociencia que física?
R. Gran parte de la confusión es que mezclamos las cosas, proyectamos en la física cosas que no le corresponden. Esto es azul, esto es rojo: el espacio de colores lo conocemos bien. Rojo, azul y amarillo. Pero no tiene nada que ver con el mundo: son nuestros ojos, que tienen tres tipos de receptores diferentes. El mundo no está coloreado en rojo, azul, amarillo. Es decir, lo hemos entendido todo sobre el color y su estructura, pero no como propiedad del mundo, sino como propiedad de nuestros ojos.
P. ¿Y esto vale para el tiempo?
R. Es similar. Hay que separar lo que es la física fundamental y lo que son nuestros ojos y nuestro cerebro.
P. ¿Hay una verdad detrás del velo de la subjetividad, de las ilusiones?
R. La pregunta sobre la verdad final detrás de todos los velos no es una buena pregunta y a fin de cuentas no nos interesa. Lo que nos interesa es la apertura de espíritu, saber que hay muchas cosas que no conocemos aún y descubrirlas. Después, en cada momento de nuestra vida, nuestra historia y nuestra cultura, intentamos organizar de la mejor manera posible nuestra comprensión del mundo. Y nunca es definitivo. Quizá es porque soy cada vez más viejo, pero la idea de “dónde está la verdad final” la encuentro cada vez menos interesante.
P. Pero ¿la ciencia no tiene por objetivo precisamente intentar llegar a esta verdad?
R. La ciencia es la respuesta a la curiosidad que se abre ante nosotros. Quien dice que la ciencia quiere llegar a una descripción final del mundo no la ha entendido bien. Casi es lo contrario. La ciencia ha sido siempre la reacción en contra de la idea de que tenemos la verdad final, plantearse siempre preguntas. Buscar la verdad final es una manera de bloquear las preguntas.
El orden del tiempo. Carlo Rovelli. Traducción de Francisco José Ramos Mena. Anagrama, 2018. 182 páginas. 16,90 euros.
EL SECRETO ES ENTENDER, EXPLICAR, NO ABURRIR
Carlo Rovelli: “La diferencia entre pasado y futuro es un juego”
JAVIER SAMPEDRO
Que un libro de ciencia se traduzca a 40 idiomas y se venda como churros es un fenómeno extraordinario. Eso es lo que ocurrió con Siete breves lecciones de física, el anterior libro de Carlo Rovelli, y la razón de las expectativas sobre su recién editado El orden del tiempo (ambos en Anagrama).
¿A qué se debe este frenesí lector sobre algunas de las cuestiones más endiabladamente difíciles del conocimiento humano?
Sobre el papel, la divulgación científica se cimienta en tres puntales muy simples: entender, explicar y no aburrir. Pero la vida real no discurre sobre un papel, y hacer bien esas tres cosas resulta extraordinariamente difícil. Rovelli alcanza la excelencia en todas ellas. Como otros grandes divulgadores contemporáneos —Brian Greene, Lawrence Krauss, Sean Carroll—, es un destacado físico teórico, una subespecie humana dedicada en cuerpo y alma a entender los estratos más profundos de la realidad, a bregar con sus paradojas, guerrear con sus contradicciones, hallar una luz al final del túnel de sus misterios. Son gente acostumbrada a pensar con una profundidad penetrante y fértil. Gente especializada en entender lo más difícil.
Quizá son los otros dos puntos —explicar y no aburrir— los que hacen más especial aún a Rovelli. Porque a la claridad imprescindible en este negocio, el físico veronés añade una voluntad literaria, una vis casi poética, que convierte sus libros en unos objetos raros y preciosos, unas obras poco comunes en el género de la popularización científica. Su transparencia expositiva se basa a menudo en brillantes metáforas, en imágenes reveladoras y en una intuición aguda de lo que necesitamos los lectores para enfrentarnos al vértigo metafísico que nos plantea la física actual. Y, desde luego, no aburre nunca. No hay en su libro un solo párrafo, ni una sola frase, que no contenga un ángulo interesante, una paradoja desconcertante, una explicación luminosa.
Einstein hizo una advertencia esencial sobre los libros de ciencia para el lector general: “Hay que simplificar todo lo posible, pero ni un milímetro más”. Este es quizás el equilibrio más delicado que debe practicar un escritor científico. En toda su inextricable complejidad, la ciencia es incomprensible para el lector general (por eso los científicos pasan toda su vida formándose). Es imprescindible, por tanto, simplificar la cuestión, pero sin hacerlo hasta tal extremo que el resultado sea una caricatura o, peor aún, una mentira. Rovelli es un maestro en sostenerse sobre ese filo cortante y salir indemne.
“Quizás una de las raíces profundas de la ciencia sea también la poesía: saber ver más allá de lo visible”, escribe Rovelli. Vean también cómo describe al descubridor de la entropía, Ludwig Boltzmann: “Hombre de corazón tierno que oscila entre la exaltación y la depresión. Bajo, robusto, de cabello oscuro y rizado, su novia lo llamaba ‘mi dulce y querido gordinflón”. O la paradoja central que vertebra el libro: “La diferencia entre pasado y futuro —entre causa y efecto, entre memoria y esperanza, entre remordimiento e intención— no existe en las leyes elementales que describen los mecanismos del mundo”. Este estilo no cuadra con el cliché del sabio bondadoso y despistado que solo sabe expresarse mediante ecuaciones.
https://elpais.com/cultura/2018/06/27/babelia/1530115711_759225.html
_- De media, todos sufrimos dos o tres dramones en la vida. Supérelos, hacer frente a la adversidad de forma constructiva y salir fortalecido no es sencillo, pero es posible. La palabra clave es 'resiliencia'.
_- Dado que no vivimos en una urna de cristal (ni falta que hace), tarde o temprano, la vida le pondrá por delante una prueba difícil de superar. Un infortunio que, probablemente, tenga forma de enfermedad o de pérdida y que encajará con mayor o menor habilidad. Para aumentar la garantía de éxito, un consejo, o mejor, tres: sea flexible como el bambú, maleable como la arcilla y adáptese al cambio como un lobo. Solo así, estará en disposición de sobrellevar los peores momentos del devenir de los acontecimientos. Que, dicho sea de paso, tendrá al menos dos o tres a lo largo de su vida, según Rafaela Santos, psiquiatra y presidenta del Instituto Español de Resiliencia (IER). Parece que nadie se libra de tener que lidiar con varios sucesos trágicos, o al menos complicados, en su biografía. “El diagnóstico de una enfermedad grave, la desaparición de un ser querido, un despido o un revés económico son circunstancias por las que todos pasaremos alguna vez”, apunta.
La buena noticia es que a pesar de que estos hechos no son algo que podamos evitar ni controlar, “todas las personas contamos con la capacidad de afrontarlos de forma constructiva”, asegura Santos. A esa fuerza interior se la conoce como resiliencia, añade esta neurocientífica: “Nos permite superar cualquier situación difícil saliendo fortalecido de ella”.
Cómo salir con la lección aprendida
En este asunto, el quid de la cuestión reside en cómo salimos del embate. Porque, aunque lo ideal sería hacerlo con la lección aprendida, no siempre lo conseguimos. “Ante una situación traumática existen dos opciones: hundirse o crecer”, señala Santos, que también preside la Sociedad Española de Especialistas en Estrés Postraumático (SETEPT). “Hemos comprobado a menudo cómo muchas personas, después de haber experimentado episodios muy difíciles en su vida, cambian su forma de entender el mundo y adoptan una perspectiva más humana, priorizando lo realmente importante frente a nimiedades a las que antes otorgaban un protagonismo infundado”, añade la psiquiatra.
De forma innata, todos disponemos de recursos psicológicos para superar un suceso trágico; luego hay que entrenarse
Por su parte, la psicóloga clínica Noelia Mata, especialista en Trastornos de la Personalidad y Neuropsicología, coincide con Santos en señalar que, en ocasiones, el individuo pierde la partida. En este contexto, Mata apunta tres posibles actitudes ante la adversidad: “En primer lugar, hay gente que se apunta al victimismo echándole la culpa de lo ocurrido al mundo, a la vida o a los demás; otros, se enfurecen y se instalan en una actitud agresiva; y, por último, estarían las personas resilientes que son las que aceptan la realidad y se adaptan y enfrentan a ella”. Ahora bien, la superación constructiva de un trauma no significa que debamos pasar necesariamente por situaciones dolorosas para poder experimentar crecimiento personal. Así lo cree Santos: “Aunque muchos de los que han ganado este tipo de batallas afirman ser más felices que antes y consideran que el sufrimiento les ha llevado a ser mejores personas, no hace falta esa experiencia para ser feliz”.
Mata va más allá y, además de compartir la opinión de Santos, cree que, para desarrollar la resiliencia y en última instancia acercarnos a la felicidad, lo ideal es trabajar la capacidad de resistencia y adaptación desde la infancia. Y para respaldar su postura la experta hace referencia al neuropsiquiatra francés Boris Cyrulnik, autor de libros como Los patitos feos. La resiliencia. Una infancia infeliz no determina la vida (Debolsillo), quien defiende la idea de que el mecanismo que protege a las personas frente a las adversidades de la vida se forja en los primeros años de vida gracias a la interacción que establece con su cuidador, especialmente con la madre, que es quien provee al niño de la seguridad afectiva necesaria para crear un apego seguro.
¿Genes o voluntad?
Esa sensación de bienestar emocional a la que es posible llegar tras la superación de un suceso trágico, está al final de un recorrido que tiene su origen en los recursos psicológicos que todos disponemos de forma innata. La doctora Santos defiende con rotundidad que la resiliencia “no es una habilidad externa, sino una actitud que se desarrolla en nuestro interior gracias a la plasticidad neuronal y que se va modificando en función de las experiencias vividas”. Y anima: “Todo individuo puede acrecentar poco a poco su resiliencia”. Eso sí, también advierte que no todos tendrán el mismo éxito, ya que si no se le dedica tiempo y esfuerzo "no se alcanzarán los niveles mínimos de resistencia que garantizan la superación del suceso”.
“Aunque el sufrimiento ha llevado a muchos a ser mejores, no hay que vivir un trauma para ser feliz”, Rafaela Santos
Aunque esta psiquiatra reconoce que en un tercio de la población se puede encontrar una predisposición genética que determina la capacidad de una persona a ser resiliente, también recalca que la biología es solo parte de la explicación, “y si no se trabaja mediante el entrenamiento consciente o se moldea a través de la experiencia, no pasará de ser una capacidad en potencia”. Por su parte, la psicóloga Mata tampoco cree que el comportamiento resiliente responda en exclusiva a los dictados del ADN. Para esta psicóloga, una persona será más o menos resiliente dependiendo de la combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales. “Las variantes genéticas interactúan tanto con las ambientales como con las conductas aprendidas para enfrentarnos de forma positiva a situaciones adversas”, sostiene.
Esto no es tan sencillo como 2+2
¿Quién podría negarse a tener en sus manos las herramientas necesarias para superar un revés de la vida o alcanzar una meta determinada? Sin embargo, la psiquiatra Santos no duda un instante en recordarnos que el funcionamiento del cerebro no es tan sencillo como nos gustaría. Incluso, es mucho más complejo de lo que imaginamos, ya que se autogestiona y tiene capacidad de responder a cualquier demanda que recibe del exterior. “Intervienen en él muchos neurotransmisores, y además la mayoría de ellos están supeditados a que otros hagan de neuromodulador. Es decir, si uno falla, la cadena se rompe e impide que tomemos las decisiones correctas”, aclara.
Y, ¿cuáles son esos eslabones “neurológicos” que integran la cadena? A grandes rasgos, Santos distingue “tres cerebros” ubicados en tres alturas distintas:
1. “En primer lugar, está el cerebro más primitivo, donde se encuentran los instintos de supervivencia;
2. a continuación, el cerebro medio, que es emocional y,
3. por último, el cerebro superior o racional, el que toma las decisiones”.
Cualquier decisión que tomamos es el resultado del modo en que se conectan los tres cerebros y, si todo va bien, "es un proceso que arranca con la reacción instintiva del primero de ellos, la cual da paso a una respuesta influenciada por las emociones del cerebro medio y, por último, llega al superior que es el responsable de tomar una decisión basada en la experiencia y el conocimiento, lo cual es sin duda lo más bonito y, definitivamente, lo más humano”, explica la psiquiatra.
Hay que asumir que luchar por un objetivo implica sacrificio y sufrimiento. Y eso, según los especialistas, no es malo
Sin embargo, este recorrido ideal en ocasiones se ve truncado produciendo lo que se denomina cerebro secuestrado. Consiste en que, ante un estímulo muy estresante, "la respuesta se queda atrapada en el cerebro primitivo sin posibilidad de seguir el ascenso y tomar una decisión racional fruto de la intervención del cerebro superior”, aclara Santos.
“En cambio, si el estrés es menor se percibe como un reto y resulta motivador”.
Por su parte, la psicóloga Mata ubica la respuesta resiliente a medio camino entre lo 100% instintivo y lo totalmente racional: “Un comportamiento resiliente debe implicar una estimación de los riesgos que conlleva la adopción de una decisión o postura determinada”.
Por lo que pueda pasar...
Considerar un suceso objetivamente amenazante como un reto personal es una tarea complicada que podría simplificarse si nos preparamos para ello desde la infancia. Uno de los centros donde esto es posible es el IER. Gran parte del trabajo que se desarrolla ahí se hace desde la prevención. Es decir, preparando a las personas para afrontar las dificultades de la vida antes de que sucedan. Esta actividad se lleva a cabo con adultos, pero también se realizan programas para niños. Si entrenar un cerebro maduro es importante, aún lo es más trabajar el de los niños. Por eso, “aplicamos la neurociencia en la educación, con el fin de que los jóvenes maduren adecuadamente”, dice Santos, su presidenta.
En este sentido, y ante cualquier proceso de aprendizaje, la psiquiatra destaca en su libro Levantarse y luchar (Conecta) el valor del esfuerzo. “Cualquier persona que lucha por un objetivo, ya sea un desafío personal o en el caso de un deportista batir una marca o a un rival, debe asumir que lograrlo supondrá sacrificio y sufrimiento. Y eso no es malo”, concluye Rafaela Santos.
CÓMO SALIR FORTALECIDO DE LA ADVERSIDAD
Quizás haya heredado las espaldas de su abuelo y que sean tan anchas que pueda echarse sobre ellas los problemas propios y ajenos. Pero si no es así, con voluntad, coraje y determinación también puede conseguir unos hombros fuertes que soporten lo que venga.
La psiquiatra y neurocientífica Rafaela Santos, que participó en el pasado encuentro de salud mental Mens Sana, organizado por El Ser Creativo, señala tres pasos principales que le servirán de guía para superar la adversidad de forma constructiva:
1. Asuma la realidad. Es imprescindible que acepte lo que no puede cambiar. Haciendo referencia al neurólogo y psiquiatra Viktor Frankl, la doctora nos recuerda que la persona que no acepta la realidad sufre el doble.
2. Adáptese al cambio. En este punto, intervienen multitud de procesos neuronales cuyo fin último es encontrar nuevas vías de resolución positivas.
3. Escoja un camino. Por último, la psiquiatra nos anima a preguntarnos hacia dónde queremos crecer, y a que actuemos después en consecuencia.
Para completar la lista, la psicóloga Noelia Mata añade dos más:
4. Busque apoyo a su alrededor. Las personas de nuestro entorno nos ayudan a tener una visión más global de la situación, lo cual revierte en una mejor toma de decisiones.
5. Lleve hábitos de vida saludable. Practicar ejercicio, seguir una buena higiene del sueño o meditar con regularidad ayudan a afrontar los problemas con más energía.
https://elpais.com/elpais/2016/08/11/buenavida/1470931364_262339.html?rel=mas
La buena noticia es que a pesar de que estos hechos no son algo que podamos evitar ni controlar, “todas las personas contamos con la capacidad de afrontarlos de forma constructiva”, asegura Santos. A esa fuerza interior se la conoce como resiliencia, añade esta neurocientífica: “Nos permite superar cualquier situación difícil saliendo fortalecido de ella”.
Cómo salir con la lección aprendida
En este asunto, el quid de la cuestión reside en cómo salimos del embate. Porque, aunque lo ideal sería hacerlo con la lección aprendida, no siempre lo conseguimos. “Ante una situación traumática existen dos opciones: hundirse o crecer”, señala Santos, que también preside la Sociedad Española de Especialistas en Estrés Postraumático (SETEPT). “Hemos comprobado a menudo cómo muchas personas, después de haber experimentado episodios muy difíciles en su vida, cambian su forma de entender el mundo y adoptan una perspectiva más humana, priorizando lo realmente importante frente a nimiedades a las que antes otorgaban un protagonismo infundado”, añade la psiquiatra.
De forma innata, todos disponemos de recursos psicológicos para superar un suceso trágico; luego hay que entrenarse
Por su parte, la psicóloga clínica Noelia Mata, especialista en Trastornos de la Personalidad y Neuropsicología, coincide con Santos en señalar que, en ocasiones, el individuo pierde la partida. En este contexto, Mata apunta tres posibles actitudes ante la adversidad: “En primer lugar, hay gente que se apunta al victimismo echándole la culpa de lo ocurrido al mundo, a la vida o a los demás; otros, se enfurecen y se instalan en una actitud agresiva; y, por último, estarían las personas resilientes que son las que aceptan la realidad y se adaptan y enfrentan a ella”. Ahora bien, la superación constructiva de un trauma no significa que debamos pasar necesariamente por situaciones dolorosas para poder experimentar crecimiento personal. Así lo cree Santos: “Aunque muchos de los que han ganado este tipo de batallas afirman ser más felices que antes y consideran que el sufrimiento les ha llevado a ser mejores personas, no hace falta esa experiencia para ser feliz”.
Mata va más allá y, además de compartir la opinión de Santos, cree que, para desarrollar la resiliencia y en última instancia acercarnos a la felicidad, lo ideal es trabajar la capacidad de resistencia y adaptación desde la infancia. Y para respaldar su postura la experta hace referencia al neuropsiquiatra francés Boris Cyrulnik, autor de libros como Los patitos feos. La resiliencia. Una infancia infeliz no determina la vida (Debolsillo), quien defiende la idea de que el mecanismo que protege a las personas frente a las adversidades de la vida se forja en los primeros años de vida gracias a la interacción que establece con su cuidador, especialmente con la madre, que es quien provee al niño de la seguridad afectiva necesaria para crear un apego seguro.
¿Genes o voluntad?
Esa sensación de bienestar emocional a la que es posible llegar tras la superación de un suceso trágico, está al final de un recorrido que tiene su origen en los recursos psicológicos que todos disponemos de forma innata. La doctora Santos defiende con rotundidad que la resiliencia “no es una habilidad externa, sino una actitud que se desarrolla en nuestro interior gracias a la plasticidad neuronal y que se va modificando en función de las experiencias vividas”. Y anima: “Todo individuo puede acrecentar poco a poco su resiliencia”. Eso sí, también advierte que no todos tendrán el mismo éxito, ya que si no se le dedica tiempo y esfuerzo "no se alcanzarán los niveles mínimos de resistencia que garantizan la superación del suceso”.
“Aunque el sufrimiento ha llevado a muchos a ser mejores, no hay que vivir un trauma para ser feliz”, Rafaela Santos
Aunque esta psiquiatra reconoce que en un tercio de la población se puede encontrar una predisposición genética que determina la capacidad de una persona a ser resiliente, también recalca que la biología es solo parte de la explicación, “y si no se trabaja mediante el entrenamiento consciente o se moldea a través de la experiencia, no pasará de ser una capacidad en potencia”. Por su parte, la psicóloga Mata tampoco cree que el comportamiento resiliente responda en exclusiva a los dictados del ADN. Para esta psicóloga, una persona será más o menos resiliente dependiendo de la combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales. “Las variantes genéticas interactúan tanto con las ambientales como con las conductas aprendidas para enfrentarnos de forma positiva a situaciones adversas”, sostiene.
Esto no es tan sencillo como 2+2
¿Quién podría negarse a tener en sus manos las herramientas necesarias para superar un revés de la vida o alcanzar una meta determinada? Sin embargo, la psiquiatra Santos no duda un instante en recordarnos que el funcionamiento del cerebro no es tan sencillo como nos gustaría. Incluso, es mucho más complejo de lo que imaginamos, ya que se autogestiona y tiene capacidad de responder a cualquier demanda que recibe del exterior. “Intervienen en él muchos neurotransmisores, y además la mayoría de ellos están supeditados a que otros hagan de neuromodulador. Es decir, si uno falla, la cadena se rompe e impide que tomemos las decisiones correctas”, aclara.
Y, ¿cuáles son esos eslabones “neurológicos” que integran la cadena? A grandes rasgos, Santos distingue “tres cerebros” ubicados en tres alturas distintas:
1. “En primer lugar, está el cerebro más primitivo, donde se encuentran los instintos de supervivencia;
2. a continuación, el cerebro medio, que es emocional y,
3. por último, el cerebro superior o racional, el que toma las decisiones”.
Cualquier decisión que tomamos es el resultado del modo en que se conectan los tres cerebros y, si todo va bien, "es un proceso que arranca con la reacción instintiva del primero de ellos, la cual da paso a una respuesta influenciada por las emociones del cerebro medio y, por último, llega al superior que es el responsable de tomar una decisión basada en la experiencia y el conocimiento, lo cual es sin duda lo más bonito y, definitivamente, lo más humano”, explica la psiquiatra.
Hay que asumir que luchar por un objetivo implica sacrificio y sufrimiento. Y eso, según los especialistas, no es malo
Sin embargo, este recorrido ideal en ocasiones se ve truncado produciendo lo que se denomina cerebro secuestrado. Consiste en que, ante un estímulo muy estresante, "la respuesta se queda atrapada en el cerebro primitivo sin posibilidad de seguir el ascenso y tomar una decisión racional fruto de la intervención del cerebro superior”, aclara Santos.
“En cambio, si el estrés es menor se percibe como un reto y resulta motivador”.
Por su parte, la psicóloga Mata ubica la respuesta resiliente a medio camino entre lo 100% instintivo y lo totalmente racional: “Un comportamiento resiliente debe implicar una estimación de los riesgos que conlleva la adopción de una decisión o postura determinada”.
Por lo que pueda pasar...
Considerar un suceso objetivamente amenazante como un reto personal es una tarea complicada que podría simplificarse si nos preparamos para ello desde la infancia. Uno de los centros donde esto es posible es el IER. Gran parte del trabajo que se desarrolla ahí se hace desde la prevención. Es decir, preparando a las personas para afrontar las dificultades de la vida antes de que sucedan. Esta actividad se lleva a cabo con adultos, pero también se realizan programas para niños. Si entrenar un cerebro maduro es importante, aún lo es más trabajar el de los niños. Por eso, “aplicamos la neurociencia en la educación, con el fin de que los jóvenes maduren adecuadamente”, dice Santos, su presidenta.
En este sentido, y ante cualquier proceso de aprendizaje, la psiquiatra destaca en su libro Levantarse y luchar (Conecta) el valor del esfuerzo. “Cualquier persona que lucha por un objetivo, ya sea un desafío personal o en el caso de un deportista batir una marca o a un rival, debe asumir que lograrlo supondrá sacrificio y sufrimiento. Y eso no es malo”, concluye Rafaela Santos.
CÓMO SALIR FORTALECIDO DE LA ADVERSIDAD
Quizás haya heredado las espaldas de su abuelo y que sean tan anchas que pueda echarse sobre ellas los problemas propios y ajenos. Pero si no es así, con voluntad, coraje y determinación también puede conseguir unos hombros fuertes que soporten lo que venga.
La psiquiatra y neurocientífica Rafaela Santos, que participó en el pasado encuentro de salud mental Mens Sana, organizado por El Ser Creativo, señala tres pasos principales que le servirán de guía para superar la adversidad de forma constructiva:
1. Asuma la realidad. Es imprescindible que acepte lo que no puede cambiar. Haciendo referencia al neurólogo y psiquiatra Viktor Frankl, la doctora nos recuerda que la persona que no acepta la realidad sufre el doble.
2. Adáptese al cambio. En este punto, intervienen multitud de procesos neuronales cuyo fin último es encontrar nuevas vías de resolución positivas.
3. Escoja un camino. Por último, la psiquiatra nos anima a preguntarnos hacia dónde queremos crecer, y a que actuemos después en consecuencia.
Para completar la lista, la psicóloga Noelia Mata añade dos más:
4. Busque apoyo a su alrededor. Las personas de nuestro entorno nos ayudan a tener una visión más global de la situación, lo cual revierte en una mejor toma de decisiones.
5. Lleve hábitos de vida saludable. Practicar ejercicio, seguir una buena higiene del sueño o meditar con regularidad ayudan a afrontar los problemas con más energía.
https://elpais.com/elpais/2016/08/11/buenavida/1470931364_262339.html?rel=mas
viernes, 13 de julio de 2018
La juez archiva la supuesta donación ilegal del hígado de Abidal tras la negativa de Francia a colaborar. La Guardia Civil intervino llamadas a Sandro Rosell que apuntaban a que el órgano fue adquirido de manera irregular.
El juzgado de instrucción 28 de Barcelona archivó el pasado mes de abril la causa abierta por una posible compra ilegal de un hígado para el exjugador del Barça Éric Abidal. La Guardia Civil intervino llamadas en la causa contra el expresidente del equipo azulgrana Sandro Rosell que apuntaba a que se había conseguido ilegalmente el órgano, según ha avanzado El Confidencial. El jugador dijo que un primo suyo le había donado el órgano.
El juzgado recibió entonces el caso por parte de la Audiencia Nacional, que se inhibió, y envió una comisión rogatoria a Francia para contrastar si el donante había cobrado o no y las circunstancias del proceso. Las autoridades francesas aseguraron que el tipo penal no se correspondía con el de España, y después de recibir esa información, el juzgado archivó el tema sin practicar más diligencias, según fuentes judiciales consultadas por EL PAÍS.
Hace un año que el juzgado tenía sobre la mesa los indicios sobre la presunta compra irregular, según fuentes policiales. Hasta el momento, las diligencias que se habían llevado a cabo por parte de la Guardia Civil eran comprobar la identidad del donante del hígado e informar a la juez. En las conversaciones, Rosell, habla con un tal Juanjo que critica el comportamiento hacia la Junta por parte de Abidal, y se queja: "Es que va contra nosotros, a este tío le compramos un hígado ilegal". Rosell asiente, y su interlocutor añade: "Y vendimos que era del primo. ¡Qué era del primo!". Y Rosell acaba dándole la razón: "sí, sí, sí". En total son tres las llamadas que apuntan al presunto fraude.
La defensa de Rosell asegura que hasta el momento “no tiene conocimiento de los hechos”. “Ni de si son ciertos, ni qué juzgado instruye, ni por qué no se tiene conocimiento un año después”, según un comunicado remitido a los medios. Y señalan que resulta “del todo extraño pensar que se pueda comprar un hígado ilegal y transplantarlo en un hospital público”.
Aunque archivada, la causa sobre el transplante de Abidal, que se produjo en 2012, señala a Sandro Rosell, al propio Abidal, al entorno del expresidente del FC Barcelona y al club en sí mismo. Josep Maria Bartomeu, actual presidente de la entidad, miembro de la junta directiva de aquel y su sucesor en el cargo, aparece citado en las conversaciones interceptadas por la Guardia Civil. Además, la persona que figura en las conversaciones intervenidas es Juanjo Castillo, otro empleado del club.
Se trata de conversaciones que efectivamente se produjeron, según ha podido contrastar este diario, charlas subidas de tono y en las que se hace referencia a los enfados que se derivaron en el entorno de Rosell después de que Abidal acusara al club no solo de no haberle querido renovar el contrato una vez recuperado de la operación, sino también de no haberle pagado durante el tiempo que estuvo de baja. Si bien, las fuentes consultadas niegan saber exactamente cómo se gestionó aquel transplante en 2012 ni qué papel jugaron los servicios médicos de la entidad. Las acusaciones del jugador, por otro lado, se matizaron meses después. “Ambas partes confirman que el club ha cumplido debidamente con los compromisos contractuales que mantenía firmados con el jugador francés”, explicaba un comunicado oficial del Barça en una réplica que fue consensuada con el jugador.
Aquello sucedió en el año 2013, meses después de que el jugador dejara el club. Abidal estuvo junto al expresidente Joan Laporta en el último proceso electoral, el año 2015, presentado como el futuro secretario técnico, pero las elecciones las ganó Josep Maria Bartomeu. Curiosamente, este mes de junio el exfutbolista se incorporó a la entidad como nuevo secretario técnico. El cargo al que ya quiso optar tres años atrás. Así pues, a la espera de que el FC Barcelona ofrezca su versión de los hechos en un comunicado oficial, fuentes de la entidad se apresuran en negar que no hubo ninguna irregularidad relacionada con la intervención quirúrgica del jugador. Tres años después de la operación, la pareja de Abidal tuiteó una imagen con el donante de Abidal y su hijo.
"TODOS LOS PERMISOS ESTABAN EN REGLA" JESSICA MOUZO
Fuentes del Departamento de Salud han insistido en que toda la documentación requerida para un trasplante hepático de donante vivo estaba en orden. “Todos los permisos estaban en regla”, han dicho estas fuentes.
La donación de órganos de vivos es un proceso complejo. Para empezar, el coordinador de trasplantes del hospital donde se realice la intervención tiene que identificar el grado de parentesco o vínculo emocional entre donante y receptor (a través de documentos de identidad, justificantes de vínculo familiar, etc.) y explicarle a ambos los requisitos normativos para llevar a cabo el trasplante.
Un equipo médico especializado se encarga también de someter al donante a una evaluación médica para determinar el riesgo biológico de la intervención. Además, los sanitarios realizarán una valoración ética y social para valorar el impacto económico de la donación (las bajas laborales o las pérdidas económicas) y constatar, en última instancia que se trata de una donación altruista, tal y como marca la normativa de trasplantes. Así, el donante tendrá que responder a cuestiones como por qué quiere donar, cuál es su situación económica, laboral y familiar o si conoce las consecuencias y los riesgos de la donación.
Cada caso pasa por el Comité de Ética del centro hospitalario y, una vez el equipo médico comprueba que la decisión de donar ha sido tomada sin ningún tipo de coacción y de forma libre, el donante firma un consentimiento informado. Este documento tendrá que ser ratificado de forma expresa por el donante en un Juzgado. Allí, el donante tendrá que confirmar su consentimiento “de forma expresa, libre, consciente y desinteresada” ante el juez y en presencia del especialista que firma el certificado de salud del donante, el responsable del trasplante y quien autoriza la extracción en el centro hospitalario. El juez es quien expide, con la firma del donante, el documento de cesión del órgano, pero el trasplante no podrá realizarse hasta 24 horas después de la ratificación en el Juzgado por si el donante decide revocar el consentimiento.
https://elpais.com/ccaa/2018/07/04/catalunya/1530693740_309491.html
El juzgado recibió entonces el caso por parte de la Audiencia Nacional, que se inhibió, y envió una comisión rogatoria a Francia para contrastar si el donante había cobrado o no y las circunstancias del proceso. Las autoridades francesas aseguraron que el tipo penal no se correspondía con el de España, y después de recibir esa información, el juzgado archivó el tema sin practicar más diligencias, según fuentes judiciales consultadas por EL PAÍS.
Hace un año que el juzgado tenía sobre la mesa los indicios sobre la presunta compra irregular, según fuentes policiales. Hasta el momento, las diligencias que se habían llevado a cabo por parte de la Guardia Civil eran comprobar la identidad del donante del hígado e informar a la juez. En las conversaciones, Rosell, habla con un tal Juanjo que critica el comportamiento hacia la Junta por parte de Abidal, y se queja: "Es que va contra nosotros, a este tío le compramos un hígado ilegal". Rosell asiente, y su interlocutor añade: "Y vendimos que era del primo. ¡Qué era del primo!". Y Rosell acaba dándole la razón: "sí, sí, sí". En total son tres las llamadas que apuntan al presunto fraude.
La defensa de Rosell asegura que hasta el momento “no tiene conocimiento de los hechos”. “Ni de si son ciertos, ni qué juzgado instruye, ni por qué no se tiene conocimiento un año después”, según un comunicado remitido a los medios. Y señalan que resulta “del todo extraño pensar que se pueda comprar un hígado ilegal y transplantarlo en un hospital público”.
Aunque archivada, la causa sobre el transplante de Abidal, que se produjo en 2012, señala a Sandro Rosell, al propio Abidal, al entorno del expresidente del FC Barcelona y al club en sí mismo. Josep Maria Bartomeu, actual presidente de la entidad, miembro de la junta directiva de aquel y su sucesor en el cargo, aparece citado en las conversaciones interceptadas por la Guardia Civil. Además, la persona que figura en las conversaciones intervenidas es Juanjo Castillo, otro empleado del club.
Se trata de conversaciones que efectivamente se produjeron, según ha podido contrastar este diario, charlas subidas de tono y en las que se hace referencia a los enfados que se derivaron en el entorno de Rosell después de que Abidal acusara al club no solo de no haberle querido renovar el contrato una vez recuperado de la operación, sino también de no haberle pagado durante el tiempo que estuvo de baja. Si bien, las fuentes consultadas niegan saber exactamente cómo se gestionó aquel transplante en 2012 ni qué papel jugaron los servicios médicos de la entidad. Las acusaciones del jugador, por otro lado, se matizaron meses después. “Ambas partes confirman que el club ha cumplido debidamente con los compromisos contractuales que mantenía firmados con el jugador francés”, explicaba un comunicado oficial del Barça en una réplica que fue consensuada con el jugador.
Aquello sucedió en el año 2013, meses después de que el jugador dejara el club. Abidal estuvo junto al expresidente Joan Laporta en el último proceso electoral, el año 2015, presentado como el futuro secretario técnico, pero las elecciones las ganó Josep Maria Bartomeu. Curiosamente, este mes de junio el exfutbolista se incorporó a la entidad como nuevo secretario técnico. El cargo al que ya quiso optar tres años atrás. Así pues, a la espera de que el FC Barcelona ofrezca su versión de los hechos en un comunicado oficial, fuentes de la entidad se apresuran en negar que no hubo ninguna irregularidad relacionada con la intervención quirúrgica del jugador. Tres años después de la operación, la pareja de Abidal tuiteó una imagen con el donante de Abidal y su hijo.
"TODOS LOS PERMISOS ESTABAN EN REGLA" JESSICA MOUZO
Fuentes del Departamento de Salud han insistido en que toda la documentación requerida para un trasplante hepático de donante vivo estaba en orden. “Todos los permisos estaban en regla”, han dicho estas fuentes.
La donación de órganos de vivos es un proceso complejo. Para empezar, el coordinador de trasplantes del hospital donde se realice la intervención tiene que identificar el grado de parentesco o vínculo emocional entre donante y receptor (a través de documentos de identidad, justificantes de vínculo familiar, etc.) y explicarle a ambos los requisitos normativos para llevar a cabo el trasplante.
Un equipo médico especializado se encarga también de someter al donante a una evaluación médica para determinar el riesgo biológico de la intervención. Además, los sanitarios realizarán una valoración ética y social para valorar el impacto económico de la donación (las bajas laborales o las pérdidas económicas) y constatar, en última instancia que se trata de una donación altruista, tal y como marca la normativa de trasplantes. Así, el donante tendrá que responder a cuestiones como por qué quiere donar, cuál es su situación económica, laboral y familiar o si conoce las consecuencias y los riesgos de la donación.
Cada caso pasa por el Comité de Ética del centro hospitalario y, una vez el equipo médico comprueba que la decisión de donar ha sido tomada sin ningún tipo de coacción y de forma libre, el donante firma un consentimiento informado. Este documento tendrá que ser ratificado de forma expresa por el donante en un Juzgado. Allí, el donante tendrá que confirmar su consentimiento “de forma expresa, libre, consciente y desinteresada” ante el juez y en presencia del especialista que firma el certificado de salud del donante, el responsable del trasplante y quien autoriza la extracción en el centro hospitalario. El juez es quien expide, con la firma del donante, el documento de cesión del órgano, pero el trasplante no podrá realizarse hasta 24 horas después de la ratificación en el Juzgado por si el donante decide revocar el consentimiento.
https://elpais.com/ccaa/2018/07/04/catalunya/1530693740_309491.html
Una Menorca ancestral. Del cabo de Cavalleria al paisaje lunar entre la playa de Binimel·là y Cala Pregonda, una excursión bordeando el Mediterráneo
Ayer estuve en la Luna. Sin salir de la Tierra. Esculpida por los feroces vientos de la tramontana y nacida de los movimientos geológicos más primitivos, la costa norte de Menorca —sobre todo en el tramo que va de Binimel·là a Cala Pregonda— hace pensar a quien la visita que ha abandonado por unos instantes la superficie de nuestro planeta.
El recorrido empezó en el cabo de Cavalleria. La primavera en Menorca hace explotar la vegetación más exuberante. El verde rabioso cubre la superficie de un territorio conservado como pocos: en 1993 la isla fue declarada reserva de la biosfera, lo que implica que casi la mitad de su territorio es zona protegida y que el resto —incluidos los núcleos urbanos— debe cumplir con celosas medidas de cuidado y conservación de los recursos naturales y del patrimonio histórico y cultural que atesora.
Tal vez es por eso que Menorca parece detenida en el tiempo. Saliendo de Maó por el Camí d’en Kane, recorremos los escasos kilómetros que conducen hasta Es Mercadal. El Camí d’en Kane fue una de las primeras rutas de la isla. Recibe su nombre de sir Richard Kane, un militar irlandés que ejerció de gobernador durante la ocupación inglesa del siglo XVIII y que desarrolló la primera red de carreteras que comunicaba las diferentes localidades. Conservado como en los tiempos en que fue construido, con un espacio de calzada que apenas permite el encuentro de dos vehículos, fuerza al conductor a adoptar los hábitos de una época pretérita, en la que la velocidad de desplazamiento permitía ir observando las aves y las flores, y que volvía casi obligado el saludo a los pasajeros del coche que pasase en dirección opuesta.
Sonido de piedras
Imbuidos de aquella atmósfera de antaño, dejamos Es Mercadal para tomar uno de los cientos de caminos rurales que recorren la geografía menorquina. El arte de edificar los muros de piedra que los enmarcan es tan ancestral como la propia isla. No hay ningún aglutinante que los mantenga en pie salvo la gravedad. Una vez escuché decir a un paredador —así se llama a los hombres que los construyen— que el suyo es un oficio que se desempeña con el oído: no hay que buscar la forma ni el peso de la siguiente piedra, sino escuchar el golpe que hace al encajar con sus compañeras. Solo de ese modo se sabe que se ha dado con la correcta. Así, uno a uno, se van levantando los lindes que no solo demarcan las parcelas, sino que protegen del rudo viento del norte a los cultivos y a los animales. Se ha calculado que hay más de 11 millones de metros de pared seca a lo largo del territorio, una distancia que permitiría unir Ciutadella con Santiago de Chile.
En los alrededores del faro de Cavalleria descubrimos el trabajo que el viento ha hecho en la roca. Elevado a 96 metros sobre el nivel del mar, es el faro más antiguo de la isla. Más de 700 naufragios tuvieron lugar en la zona desde el siglo XVI y hasta que el faro se erigió en 1857. Todo el norte de Menorca es testigo de las formas que los fuertes vientos esculpen en su fisonomía. La vegetación peinada a ras de suelo y el dramático paisaje de acantilados cortados a cuchillo hacen pensar a ratos que nos encontramos en algún punto de las Tierras Altas de Escocia y no en una isla en medio del Mediterráneo. Parada obligada camino del faro es el pequeño puerto de Sanitja, enclavado al final de una bahía natural que se adentra 800 metros en tierra, y donde se supone que estuvo ubicada la ciudad romana de Sanisera. Unos 10 o 12 laúds se encuentran amarrados a un par de precarios muelles de madera componiendo una estampa de lo más auténtica.
Cala Morts Dejamos el faro y volvemos a los caminos de campiña, esta vez en dirección a Cala Pregonda (una media hora a pie). Aparcamos el coche en el estacionamiento y bajamos andando hasta la playa de Binimel·là. Los tintes de la tierra ya empiezan a sugerir tonalidades a las que no estamos acostumbrados, pero no es sino hasta enfilar el sendero que une esta playa con la que nos convoca que nos encontramos con el paisaje lunar: gres y arcillas rojizas se mezclan con rocas volcánicas y con el amarillo inusualmente intenso del marés. Parece que la combinación es el resultado de movimientos tectónicos tan antiguos que pueden ubicarse en el nacimiento de lo que hoy conocemos como Menorca, cuando esta emergió del mar como parte del supercontinente originario denominado Pangea. Un amigo pastelero me dijo que ver las capas geológicas es como ver el interior de un pastel: diferentes niveles de enfriamiento que han dado lugar a las diferentes secciones, como el frío y el calor moldean las distintas capas de una tarta. Es sin duda uno de los paisajes más originales que hayamos contemplado nunca. Curiosamente, y al ser un corredor que comunica dos playas conocidas, poca gente se detiene a observarlo.
Nos entretenemos un buen par de horas recorriendo ese planeta que en los mapas aparece con el nombre de Cala Morts. Con la caída del sol emprendemos el regreso a la realidad cotidiana a través de los intemporales caminos rurales de Menorca.
https://elviajero.elpais.com/elviajero/2018/06/28/actualidad/1530197313_466452.html
El recorrido empezó en el cabo de Cavalleria. La primavera en Menorca hace explotar la vegetación más exuberante. El verde rabioso cubre la superficie de un territorio conservado como pocos: en 1993 la isla fue declarada reserva de la biosfera, lo que implica que casi la mitad de su territorio es zona protegida y que el resto —incluidos los núcleos urbanos— debe cumplir con celosas medidas de cuidado y conservación de los recursos naturales y del patrimonio histórico y cultural que atesora.
Tal vez es por eso que Menorca parece detenida en el tiempo. Saliendo de Maó por el Camí d’en Kane, recorremos los escasos kilómetros que conducen hasta Es Mercadal. El Camí d’en Kane fue una de las primeras rutas de la isla. Recibe su nombre de sir Richard Kane, un militar irlandés que ejerció de gobernador durante la ocupación inglesa del siglo XVIII y que desarrolló la primera red de carreteras que comunicaba las diferentes localidades. Conservado como en los tiempos en que fue construido, con un espacio de calzada que apenas permite el encuentro de dos vehículos, fuerza al conductor a adoptar los hábitos de una época pretérita, en la que la velocidad de desplazamiento permitía ir observando las aves y las flores, y que volvía casi obligado el saludo a los pasajeros del coche que pasase en dirección opuesta.
Sonido de piedras
Imbuidos de aquella atmósfera de antaño, dejamos Es Mercadal para tomar uno de los cientos de caminos rurales que recorren la geografía menorquina. El arte de edificar los muros de piedra que los enmarcan es tan ancestral como la propia isla. No hay ningún aglutinante que los mantenga en pie salvo la gravedad. Una vez escuché decir a un paredador —así se llama a los hombres que los construyen— que el suyo es un oficio que se desempeña con el oído: no hay que buscar la forma ni el peso de la siguiente piedra, sino escuchar el golpe que hace al encajar con sus compañeras. Solo de ese modo se sabe que se ha dado con la correcta. Así, uno a uno, se van levantando los lindes que no solo demarcan las parcelas, sino que protegen del rudo viento del norte a los cultivos y a los animales. Se ha calculado que hay más de 11 millones de metros de pared seca a lo largo del territorio, una distancia que permitiría unir Ciutadella con Santiago de Chile.
En los alrededores del faro de Cavalleria descubrimos el trabajo que el viento ha hecho en la roca. Elevado a 96 metros sobre el nivel del mar, es el faro más antiguo de la isla. Más de 700 naufragios tuvieron lugar en la zona desde el siglo XVI y hasta que el faro se erigió en 1857. Todo el norte de Menorca es testigo de las formas que los fuertes vientos esculpen en su fisonomía. La vegetación peinada a ras de suelo y el dramático paisaje de acantilados cortados a cuchillo hacen pensar a ratos que nos encontramos en algún punto de las Tierras Altas de Escocia y no en una isla en medio del Mediterráneo. Parada obligada camino del faro es el pequeño puerto de Sanitja, enclavado al final de una bahía natural que se adentra 800 metros en tierra, y donde se supone que estuvo ubicada la ciudad romana de Sanisera. Unos 10 o 12 laúds se encuentran amarrados a un par de precarios muelles de madera componiendo una estampa de lo más auténtica.
Cala Morts Dejamos el faro y volvemos a los caminos de campiña, esta vez en dirección a Cala Pregonda (una media hora a pie). Aparcamos el coche en el estacionamiento y bajamos andando hasta la playa de Binimel·là. Los tintes de la tierra ya empiezan a sugerir tonalidades a las que no estamos acostumbrados, pero no es sino hasta enfilar el sendero que une esta playa con la que nos convoca que nos encontramos con el paisaje lunar: gres y arcillas rojizas se mezclan con rocas volcánicas y con el amarillo inusualmente intenso del marés. Parece que la combinación es el resultado de movimientos tectónicos tan antiguos que pueden ubicarse en el nacimiento de lo que hoy conocemos como Menorca, cuando esta emergió del mar como parte del supercontinente originario denominado Pangea. Un amigo pastelero me dijo que ver las capas geológicas es como ver el interior de un pastel: diferentes niveles de enfriamiento que han dado lugar a las diferentes secciones, como el frío y el calor moldean las distintas capas de una tarta. Es sin duda uno de los paisajes más originales que hayamos contemplado nunca. Curiosamente, y al ser un corredor que comunica dos playas conocidas, poca gente se detiene a observarlo.
Nos entretenemos un buen par de horas recorriendo ese planeta que en los mapas aparece con el nombre de Cala Morts. Con la caída del sol emprendemos el regreso a la realidad cotidiana a través de los intemporales caminos rurales de Menorca.
https://elviajero.elpais.com/elviajero/2018/06/28/actualidad/1530197313_466452.html
GUÍA
Entre Ciutadella y el inicio de la ruta en el cabo de Cavalleria hay 40 kilómetros (unos 50 minutos en coche) / Camí de Cavalls (camidecavalls360.com) V Turismo de Menorca (menorca.es) / Oficina de turismo de Baleares (illesbalears.travel).
Lo que deberíamos aprender de Auschwitz. El mundo necesita mantener viva la memoria del pasado y de tragedias como el Holocausto. Solo así podremos vencer la apatía que nos invade y superar nuestra incapacidad para enfrentarnos a las nuevas injusticias
Hace 73 años, el 27 de enero de 1945, el Ejército Rojo liberó a los 7.000 prisioneros que quedaban en el campo de concentración de Auschwitz. Justo antes de su huida, los alemanes habían hecho estallar las cámaras de gas y los crematorios que seguían operativos. Además, consiguieron trasladar a 100.000 prisioneros a Alemania para seguir empleándolos como mano de obra esclava. Quienes sobrevivieron en aquel campo fueron el resto de su vida el testimonio vivo de aquellos que perecieron.
Hoy, supervivientes de varios campos como Primo Levi, Elie Wiesel, Israel Gutman, Wladyslaw Bartoszewski, Simone Weil, Imre Kertész, y muchos más, no se encuentran entre los vivos. Nosotros, la generación de la posguerra, nos hemos ido quedando cada vez más solos a la hora de transmitir aquello. Parece que aún somos incapaces de gestionar de forma adecuada esa carga. No me refiero con esto a los datos de lo que sucedió, sino más bien a que en el mundo moderno vivimos cada vez más como si no hubiéramos aprendido mucho de la Shoah y de los campos.
Se suponía que el mundo iba a ser distinto después de la guerra. Se fundaron instituciones, como Naciones Unidas, para el diálogo y la cooperación a escala mundial. En Europa occidental se impulsó un proceso de unión de Estados, naciones y sociedades, lo que ahora se conoce como la Unión Europea. Se aceptaron nuevos marcos jurídicos para perseguir crímenes contra la humanidad, y Naciones Unidas hizo una definición del delito de genocidio. La función de las organizaciones no gubernamentales era apreciada y su expansión tras la guerra reforzó la influencia de la sociedad civil en las instituciones. Después del brutal conflicto armado, parecía que había que replantearse el mundo. Debido a la tragedia que supuso la pérdida de tantos civiles, esta guerra no se parecía a ninguna otra. Auschwitz se convirtió en su símbolo más claro.
Pero en aquel momento, poco después de 1945, no hubo suficiente valentía para intentar que se hiciera justicia de verdad. De los aproximadamente 77.000 miembros de las SS que trabajaron en los campos de concentración y de exterminio, solo 1.650 fueron castigados después de la guerra. Es más, ese castigo fue, en la mayoría de los casos, obvia e irritantemente insuficiente: unos cuantos años de cárcel, a menudo reducidos. Por tanto, a nadie debería extrañarle que haya quedado cierta sensación de impunidad
Hoy vemos que los esfuerzos realizados durante la posguerra —por muy legítimos y meditados que parezcan— no han soportado la prueba del tiempo. Somos incapaces de reaccionar con eficacia ante las nuevas manifestaciones de frenesí genocida. El hambre y la muerte que causan los enfrentamientos continuos entre diferentes grupos en África central no constituyen una prioridad para nuestros Gobiernos. El comercio de armas y la explotación de mano de obra crecen en las regiones más pobres del mundo. Naciones Unidas ha dejado de ser garantía de que siempre pueda haber algún tipo de esperanza en el mundo, mientras la apatía interna devora a la Unión Europea.
Al mismo tiempo, en nuestras democracias aumenta el populismo, el egoísmo nacional y nuevas formas de retórica del odio extremo. Las relaciones entre los pueblos han vuelto a militarizarse y esto profana nuestras calles y ciudades. ¿Realmente hemos cambiado tanto en las dos o tres últimas generaciones.
Antes de reunirnos, dentro de dos años, para conmemorar el 75º aniversario de la liberación de Auschwitz (el 27 de enero ha sido designado por la ONU como Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto), deberíamos hacernos varias preguntas para intentar que no se convierta en otro acto conmemorativo más, con las mismas palabras y las mismas frases repetidas, en forma de eslóganes conmovedores.
¿Qué le ocurre a nuestro mundo? ¿Qué nos ocurre a nosotros? ¿Hemos olvidado nuestro compromiso con la memoria? Si la esperanza es lo último que se pierde, ¿dónde debe arraigar si no es en la memoria? ¿Podemos atribuir a una falta de visión la superficialidad con la que impulsamos el bien? ¿La escasez de líderes políticos con sentido de Estado explica el auge de otras voces que no asumen sus propias responsabilidades? ¿Se han convertido los sondeos de opinión y los memes en las redes sociales en un dictado permanente de nuestras decisiones? ¿En verdad están dominados los mercados por aquellos que solo buscan su propio beneficio, sin querer darse cuenta de que también tienen que cumplir con deberes, por incómodos que estos resulten? ¿Podemos ignorar nuestra responsabilidad escudándonos en nuestra “incapacidad para hacer algo”, aunque se trate de las mayores tragedias?
Los esfuerzos de la posguerra no han soportado la prueba del tiempo. Somos incapaces de reaccionar ante nuevos genocidios
En una cultura que intenta vivir sin enfrentarse a la muerte, ¿queda lugar para la conmemoración de las víctimas? ¿La cacofonía que producen todas las historias personales e igualmente importantes —y a las que todo el mundo tiene derecho—aún contiene un mensaje moral liberador? ¿Es la satisfacción humana la mejor forma de medir el bien en este mundo?
Vistas las enormes disparidades que hay entre elsistema educativo y los retos a los que se debe enfrentar, ¿por qué somos incapaces de cambiarlo? ¿Está realmente justificada la proporción entre el número de clases de matemáticas frente a las de materias como la ética; frente a la enseñanza del buen uso de los medios de comunicación de masas; frente a la educación cívica y al conocimiento de las amenazas internas para la sociedad; frente al desarrollo de capacidades para formar parte de la sociedad civil? ¿Depende realmente tanto de las integrales la construcción de nuestro futuro? ¿Por qué se enseña la historia como si se tratara solo de un estudio seguro del pasado, sin ponerlo en relación con el mundo de hoy y con un futuro cada vez más inseguro?
No queremos abordar estas preguntas para poder así apartarlas, ridiculizarlas o desacreditarlas. Y da igual lo que ocurra en Congo, en Myanmar (antigua Birmania) o en el barrio de al lado. Lo cierto es que nuestros hijos —que son el futuro que importa— aprenden más sobre los sacrificios, la dignidad, la responsabilidad y los ideales con la nueva película de Star Wars que con nosotros o en el colegio.
La apatía nos invade, no porque no tengamos grandes sueños de futuro, sino porque hemos velado la imagen de nuestro pasado compartido y común, hasta del más cercano. Esta apatía es tan profunda que en la actualidad, quizá por primera vez en la historia de la humanidad, a la hora de evaluar el curso de los acontecimientos en tantos lugares, lejos y cerca de nosotros, nos resulta muy difícil distinguir entre lo que sigue constituyendo la paz y lo que ya se ha convertido en guerra.
La memoria y la responsabilidad ya no coinciden. Así es como nuestra civilización se ve privada ahora, por su propio deseo, de su experiencia pasada. ¿Vamos a dejar que Auschwitz forme parte de la historia? ¿O tal vez deberíamos pasar el tema al departamento de matemáticas?
Piotr M. A. Cywinski es historiador y director del Museo de Auschwitz-Birkenau.
Hoy, supervivientes de varios campos como Primo Levi, Elie Wiesel, Israel Gutman, Wladyslaw Bartoszewski, Simone Weil, Imre Kertész, y muchos más, no se encuentran entre los vivos. Nosotros, la generación de la posguerra, nos hemos ido quedando cada vez más solos a la hora de transmitir aquello. Parece que aún somos incapaces de gestionar de forma adecuada esa carga. No me refiero con esto a los datos de lo que sucedió, sino más bien a que en el mundo moderno vivimos cada vez más como si no hubiéramos aprendido mucho de la Shoah y de los campos.
Se suponía que el mundo iba a ser distinto después de la guerra. Se fundaron instituciones, como Naciones Unidas, para el diálogo y la cooperación a escala mundial. En Europa occidental se impulsó un proceso de unión de Estados, naciones y sociedades, lo que ahora se conoce como la Unión Europea. Se aceptaron nuevos marcos jurídicos para perseguir crímenes contra la humanidad, y Naciones Unidas hizo una definición del delito de genocidio. La función de las organizaciones no gubernamentales era apreciada y su expansión tras la guerra reforzó la influencia de la sociedad civil en las instituciones. Después del brutal conflicto armado, parecía que había que replantearse el mundo. Debido a la tragedia que supuso la pérdida de tantos civiles, esta guerra no se parecía a ninguna otra. Auschwitz se convirtió en su símbolo más claro.
Pero en aquel momento, poco después de 1945, no hubo suficiente valentía para intentar que se hiciera justicia de verdad. De los aproximadamente 77.000 miembros de las SS que trabajaron en los campos de concentración y de exterminio, solo 1.650 fueron castigados después de la guerra. Es más, ese castigo fue, en la mayoría de los casos, obvia e irritantemente insuficiente: unos cuantos años de cárcel, a menudo reducidos. Por tanto, a nadie debería extrañarle que haya quedado cierta sensación de impunidad
Hoy vemos que los esfuerzos realizados durante la posguerra —por muy legítimos y meditados que parezcan— no han soportado la prueba del tiempo. Somos incapaces de reaccionar con eficacia ante las nuevas manifestaciones de frenesí genocida. El hambre y la muerte que causan los enfrentamientos continuos entre diferentes grupos en África central no constituyen una prioridad para nuestros Gobiernos. El comercio de armas y la explotación de mano de obra crecen en las regiones más pobres del mundo. Naciones Unidas ha dejado de ser garantía de que siempre pueda haber algún tipo de esperanza en el mundo, mientras la apatía interna devora a la Unión Europea.
Al mismo tiempo, en nuestras democracias aumenta el populismo, el egoísmo nacional y nuevas formas de retórica del odio extremo. Las relaciones entre los pueblos han vuelto a militarizarse y esto profana nuestras calles y ciudades. ¿Realmente hemos cambiado tanto en las dos o tres últimas generaciones.
Antes de reunirnos, dentro de dos años, para conmemorar el 75º aniversario de la liberación de Auschwitz (el 27 de enero ha sido designado por la ONU como Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto), deberíamos hacernos varias preguntas para intentar que no se convierta en otro acto conmemorativo más, con las mismas palabras y las mismas frases repetidas, en forma de eslóganes conmovedores.
¿Qué le ocurre a nuestro mundo? ¿Qué nos ocurre a nosotros? ¿Hemos olvidado nuestro compromiso con la memoria? Si la esperanza es lo último que se pierde, ¿dónde debe arraigar si no es en la memoria? ¿Podemos atribuir a una falta de visión la superficialidad con la que impulsamos el bien? ¿La escasez de líderes políticos con sentido de Estado explica el auge de otras voces que no asumen sus propias responsabilidades? ¿Se han convertido los sondeos de opinión y los memes en las redes sociales en un dictado permanente de nuestras decisiones? ¿En verdad están dominados los mercados por aquellos que solo buscan su propio beneficio, sin querer darse cuenta de que también tienen que cumplir con deberes, por incómodos que estos resulten? ¿Podemos ignorar nuestra responsabilidad escudándonos en nuestra “incapacidad para hacer algo”, aunque se trate de las mayores tragedias?
Los esfuerzos de la posguerra no han soportado la prueba del tiempo. Somos incapaces de reaccionar ante nuevos genocidios
En una cultura que intenta vivir sin enfrentarse a la muerte, ¿queda lugar para la conmemoración de las víctimas? ¿La cacofonía que producen todas las historias personales e igualmente importantes —y a las que todo el mundo tiene derecho—aún contiene un mensaje moral liberador? ¿Es la satisfacción humana la mejor forma de medir el bien en este mundo?
Vistas las enormes disparidades que hay entre elsistema educativo y los retos a los que se debe enfrentar, ¿por qué somos incapaces de cambiarlo? ¿Está realmente justificada la proporción entre el número de clases de matemáticas frente a las de materias como la ética; frente a la enseñanza del buen uso de los medios de comunicación de masas; frente a la educación cívica y al conocimiento de las amenazas internas para la sociedad; frente al desarrollo de capacidades para formar parte de la sociedad civil? ¿Depende realmente tanto de las integrales la construcción de nuestro futuro? ¿Por qué se enseña la historia como si se tratara solo de un estudio seguro del pasado, sin ponerlo en relación con el mundo de hoy y con un futuro cada vez más inseguro?
No queremos abordar estas preguntas para poder así apartarlas, ridiculizarlas o desacreditarlas. Y da igual lo que ocurra en Congo, en Myanmar (antigua Birmania) o en el barrio de al lado. Lo cierto es que nuestros hijos —que son el futuro que importa— aprenden más sobre los sacrificios, la dignidad, la responsabilidad y los ideales con la nueva película de Star Wars que con nosotros o en el colegio.
La apatía nos invade, no porque no tengamos grandes sueños de futuro, sino porque hemos velado la imagen de nuestro pasado compartido y común, hasta del más cercano. Esta apatía es tan profunda que en la actualidad, quizá por primera vez en la historia de la humanidad, a la hora de evaluar el curso de los acontecimientos en tantos lugares, lejos y cerca de nosotros, nos resulta muy difícil distinguir entre lo que sigue constituyendo la paz y lo que ya se ha convertido en guerra.
La memoria y la responsabilidad ya no coinciden. Así es como nuestra civilización se ve privada ahora, por su propio deseo, de su experiencia pasada. ¿Vamos a dejar que Auschwitz forme parte de la historia? ¿O tal vez deberíamos pasar el tema al departamento de matemáticas?
Piotr M. A. Cywinski es historiador y director del Museo de Auschwitz-Birkenau.
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