sábado, 2 de septiembre de 2023

_- Un niño de pueblo


_- El año 1942 nacimos en Grajal de Campos (León) 8 niñas y 11 niños. Han pasado ochenta y un años. Lo que ha llovido, Dios mío. Lo que hemos caminado. De ese nutridísimo grupo (ahora no hay nacimientos en el pueblo) ya se nos han ido algunos con la mayoría, como se dice en algún país para hablar de la muerte.

El día 26 de agosto celebraremos en el pueblo (hoy mismo para ti, querido lector, querida lectora) la reunión anual que, amable y pacientemente, convoca cada año uno de los quintos, nuestro querido y sacrificado Félix Muñiz. Tengo delante la carta que nos ha enviado con la convocatoria, el menú y otras indicaciones. Una carta como Dios manda, debidamente sellada y matasellada. Una carta introducida y extraída del buzón con la antelación debida, como mandan los cánones. De las poquísimas de este tipo que se reciben a través de correos.

Grajal se ha ido despoblando en estos 80 años. En mi infancia el pueblo rondaba los 1.500 habitantes, hoy la población es de 214, la mayoría de elevada edad. El pueblo fue perdiendo poquito a poco la fábrica de harinas, la fábrica de galletas, el cuartel de la guardia civil, la alcoholera, la cooperativa vinícola, las escuelas, la guarnicionería, las monjas carmelitas descalzas (que se llevaron con nocturnidad las tallas del convento), la estación de ferrocarril, los comercios, el médico… Cuando se cierran las escuelas de un pueblo se extiende su certificado de defunción.

La vida de un pueblo tiene su encanto y sus servidumbres. Todo el mundo se conoce, hecho que tiene ventajas e inconvenientes. Todo el mundo sabe lo que pasa en la casa del vecino y eso permite ayudar o criticar.

En el verano el pueblo triplica o cuadruplica la población, atraída por las emociones que suscita el lugar de la tierra que fue tu cuna, por el encuentro con familiares y amigos y por las actividades culturales y recreativas que se organizan que, en el caso de Grajal, no son pocas. En instagram (grajalarteycultura) se encuentra el catálogo de todas ellas.

Grajal debe su nombre no a los conocidos pájaros (corvus frugilegus), una de las diez familias de córvidos que hay en Europa, sino a los hermanos Graco, hijos del general y estadista Tiberio Sempronio Graco y de Cornelia, de la familia de los Escipiones.

Hay un dicho popular que repiten pequeños y mayores: “Tres cosas tiene Grajal que no las tiene León: un castillo, un palacio y en la plaza un callejón”. El castillo artillero del siglo XVI, magníficamente conservado, tiene un único cañón que apunta de forma estratégicamente inexplicable hacia el pueblo y no hacia la entrada de los posibles invasores. El palacio es de estilo renacentista y está siendo rehabilitado con mucho acierto. El callejón une la plaza con el traspalacio, evitando una larga vuelta alrededor de la imponente iglesia parroquial.

Esta iglesia, que aglutina siete antiguas parroquias, tiene una peculiaridad arquitectónica de la que hablamos con orgullo los lugareños: tiene cinco esquinas y, si se le añadiera una más, tendría solo cuatro. Ahí dejo el enigma. Se celebran las fiestas patronales el día ocho de mayo, festividad de San Miguel (una aparición del arcángel en el Monte Gárgano de IItalia). Y el día nueve se celebra San Miguelín. Curioso y simpático diminutivo, que se corresponde con un festejo menor.

En la calle San Pelayo (números 19 y 22) vivían, a trescientos metros, mis abuelos paternos y maternos. Uno, alcalde de la República y el otro, teniente alcalde en otra corporación municipal de derechas, al que apodaban con el nombre de un conocido político. En el libro “Grajal de Campos: la década conflictiva (1930-1939)”, cuyo autor es Vicente Martínez Encinas, conocido glariarense (es el gentilicio de Grajal), aparecen ambos abuelos, cada uno con un papel relevante en opciones políticas opuestas. El amor de mis padres, se situó por encima de la política.

En ese mismo libro hay 12 páginas dedicadas a un hijo de mi abuelo republicano. Atenedoro Santos Encinas, hermano de mi padre, maestro de la Institución Libre de Enseñanza (he visitado en este viaje la escuela de Escobar de Campos de la que era maestro), fue fusilado en la madrugada del día 21 de junio de 1937, a la edad de 24 años, por el simple hecho de pensar de forma diferente al dictador Francisco Franco, a quien todavía algunos añoran en nuestro país. Se le condena por rebelión militar. Esa misma noche, se casó en la cárcel de León, horas antes de ser ejecutado por el piquete que acabó con su vida. En una placa que estaba en puerta de la iglesia aparecían durante la dictadura los nombres de los caídos por Dios y por España. ¿Por quién cayó mi tío? Y luego dicen que la ley de memoria democrática divide a los españoles. Lo que los divide es no reparar el daño causado.

Mi tío Vicente Santos escribió un libro, hasta ahora inédito, titulado “Recuerdos de una infancia”. Un libro que pretende dejar constancia de esta tragedia familiar, de poner historia y contexto al fusilamiento de un hermano por el dictador. El índice permite al lector situar el hecho en el espacio y en el tiempo: el reloj, la sala, la casa, la familia, las actividades, la economía, política y religión, la noche trágica, cartas desde la cárcel, epílogo…

Habla, cómo no, de la escuela. ¿Cómo dudamos algunas veces de que hayamos mejorado? En primer lugar, cuenta que había escuelas de niños y de niñas. En segundo lugar, en su escuela había un centenar de niños. En tercer lugar, a los 14 años terminaba la escolaridad obligatoria. Pero, sobre todo, en cuarto lugar, había varas de diferente grosor y longitud que se utilizaban para mantener el orden y el silencio. Cuenta una anécdota que se sitúa entre el terror y la risa. Don David, el maestro, no autorizaba a nadie a salir a la plaza (eran años en que, al no existir baños, se orinaba en la plaza). Contaré el resto con sus palabras:

“Señor, tengo ganas de orinar. Así pedían a Don David los niños más educados en la clase, cuando esta aun acogía a más de un centenar de escolares. Los más rudos decían: Señor, quiero mear. El urinario, la plaza. Pero Don David se cansó de dar permisos y ya no hubo más salidas.

Pasados algunos minutos, hacia la mitad de la escuela, un alboroto anuncia al maestro que Isidoro se pone malo. Se acerca Don David al supuesto enfermo y ve que a la altura de la ingle, el tal Isidoro tiene un enorme globo. Informan al maestro y él lo comprueba que le han atado un hilo al extremo de la piel que cubre…la cosa de orinar. Isidoro se encuentra francamente mal porque él ha orinado pero la orina ha quedado retenida entre la piel formando un balón amoratado. El maestro, con sumo cuidado, con una navajita pequeña llamada cortaplumas, busca el hilo opresor para cortarlo, cosa que consigue felizmente a costa de recibir en plena cara, él y los mirones, la avalancha del caliente liquido contenido en el improvisado globo”.

La dictadura tendió un ominoso manto de silencio sobre la historia inmediata. Yo no me enteré de este hecho truculento hasta que no tuve más de treinta años. El terror se alojaba en los huesos y corría por la sangre.

Me fui pronto a estudiar a los maristas de Venta de Baños. Era un largo vuelo que me alejó del árbol cuyas raíces se hundían en la tierra y en el tiempo. Pero las raíces siguen ahí, cada día más profundas y las ramas más acogedoras.

Conservamos la casa paterna donde vivieron también mis abuelos maternos. Una casa con su patio y su bodega. Decidimos mantenerla en lugar de construir una casa moderna, más amplia y con más comodidades.

Personajes singulares, apodos ingeniosos, historias increíbles, fiestas entrañables, costumbres ancestrales, anécdotas sabrosas, expresiones llenas de ingenio… van tejiendo el tapiz de la cultura del pueblo.

Pondré un ejemplo de anécdota protagonizada por un niño de mi calle, cuyo nombre y apodo silenciaré. Existía la costumbre de llevar al campo la comida a quienes trabajaban en tareas agrícolas. El llevó a su padre la fiambrera con un suculento plato de carne guisada. Cuando su padre abrió la fiambrera, solo había un fondo de abundante caldo. Interrogado sobre la desaparición de la carne, no se le ocurrió otra explicación que decir que se le había caído al suelo la fiambrera y que ese caldo era lo único que había podido recoger. Fantástica explicación teniendo en cuenta los polvorientos caminos que había recorrido hasta llegar a la tierra done estaba trabajando su padre..

He aquí una concreción de la España vaciada. Un histórico y hermoso pueblo que acabará desapareciendo con la muerte de los últimos habitantes. La política tiene que actuar con sensibilidad, generosidad e inteligencia para salvar esta enorme, importante y querida parte de nuestra tierra.

viernes, 1 de septiembre de 2023

Donna Strickland, Nobel de Física: “Es difícil ver el hilo que va desde las ecuaciones de Einstein hasta el GPS”.

Strickland, después de la entrevista este jueves en Madrid.Strickland, después de la entrevista este jueves en Madrid.

La investigadora, que se convirtió en 2018 en la tercera mujer de la historia galardonada en su disciplina, afirma que se puede hacer buena ciencia en cualquier sitio si se elige bien el objetivo.

Donna Strickland, (Guelph, Canadá, 64 años), ganó el premio Nobel de Física en 2018 por un trabajo de 1985 que ha mejorado la vista a millones de personas en el mundo. La técnica, creada cuando tenía 26 años junto a su director de tesis, Gérard Mourou, fue bautizada como Amplificación de Pulso Gorjeado (CPA, de sus siglas en inglés) y se convirtió pronto en el estándar para obtener láseres de alta intensidad. Esa tecnología, empleada en las cirugías para corregir la miopía, mostraba las enormes posibilidades de manipular la luz para actuar sobre la materia, aunque la científica explica que nunca investigó buscando una aplicación concreta.

Además de por su trabajo científico excepcional, Strickland se convirtió en un fenómeno al ser la tercera mujer en recibir el Nobel de Física en más de un siglo de historia. Sus predecesoras fueron la francesa Marie Curie en 1903 por sus estudios sobre la radiactividad, y la estadounidense de origen alemán Maria Goeppert-Mayer en 1963 por su trabajo sobre la estructura interna del núcleo de los átomos. Sobre esta última, Strickland asegura que “ni siquiera sabía que era una mujer” cuando la citó en su tesis, y se refirió a ella con un “él”.

Ahora, como referente para las mujeres, no cree que se deban cuestionar los avances hechos por los hombres blancos que han dominado la física, pero sí que lo imprevisible del origen de los nuevos hallazgos hace importante “no limitar el acceso a la ciencia a la mitad del mundo, porque se estará perdiendo la oportunidad de encontrar esas perlas inesperadas”. “Todo el mundo debería ser juzgado por su capacidad y nada más; cuanta más gente permitamos que participe en la ciencia, mejor estaremos”, ha afirmado durante una entrevista en la sede del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en Madrid. Esta institución le ha entregado a Strickland la Medalla de Oro, su máxima distinción.

Pregunta. ¿Cómo se continúa investigando cuando se gana el Nobel, cuando se está en la cumbre de la ciencia?

Respuesta. No estaba lista para el premio y cambió mi vida. Es probable que me haya distraído de mi investigación, he dejado solos a mis alumnos en el laboratorio quizá más de lo que debería, y además soy la tercera mujer en ganar un Nobel. Me han invitado a hablar y a viajar mucho, incluso más que a los hombres. He tomado la responsabilidad de contar al público la importancia de la ciencia. Ya he dejado mi impronta en la ciencia y ahora me he convertido en una figura pública que la fomenta.

Tenemos que parar y encontrar formas diferentes de definir qué es un buen científico

P. ¿Tiene algún proyecto científico que le gustaría culminar?
R. Me sigue gustando jugar con láseres. Irónicamente, la semana antes de recibir el Nobel por la CPA, dejé todos mis láseres CPA y cambié a otro tipo de láser de fibra. Eso es nuevo para mí y me divertirá aprender. También me ha invitado un colega, Toshi Tajima, que es el inventor del láser de aceleración, para trabajar en un proyecto para acelerar electrones con los que podemos llegar endoscópicamente hasta un tumor y erradicarlo del todo, evitando que los cirujanos tengan que cortar demasiado profundo.

P. Hace unos siglos, vivíamos en un mundo en el que todo el mundo comprendía más o menos las tecnologías de su día a día. Ahora estamos muy lejos de entender lo más básico de las tecnologías que utilizamos, como el láser. ¿Podemos hacer algo para entender el mundo en que vivimos?
R. Creo que ni siquiera los científicos conocemos del todo nuestros propios campos, pero lo importante no es comprender cada campo de la ciencia, sino que el público entienda el proceso científico. Entender que tenemos que hacer investigación fundamental para que una generación después sea posible desarrollar nuevas técnicas.

Se puede hacer buena ciencia en cualquier sitio. Creo que mi Nobel muestra eso. Yo no publiqué en revistas de alto impacto” Sucedió con la pandemia. La gente se preguntaba por qué no se tenía una vacuna desde el primer momento y, después, se pensaba que la vacuna se había desarrollado demasiado rápido y que por eso no podía ser fiable. Pero la gente no era consciente de que había gente trabajando desde hacía décadas en esta idea del ARN mensajero y en todas las ideas que hicieron posibles las vacunas. Eso permitió ayudar con el covid en un año, una rapidez que nos dejó locos.

Si la gente entendiese el proceso, en el que hay mucha gente, no solo una persona, trabajando en un problema junto a otros y laboratorios de todo el mundo, tendría más confianza. Que sepan cómo los científicos aprendemos de otros y de nuestros errores. Porque este es otro punto de la pandemia: la incertidumbre. ¿Debemos llevar mascarilla o no? Era un experimento que estaba sucediendo delante de nuestros ojos. No sabíamos si el contagio era por gotículas o aerosoles, qué cantidad era necesaria. A cada paso aprendimos y cambiamos nuestras ideas y los científicos aceptamos esa forma de pensar, pero para el público era: estos tipos no saben lo que hacen, ¿por qué deberíamos escucharlos?

P. Sobre la confianza en la ciencia, en los últimos tiempos estamos viendo cómo proliferan las publicaciones irrelevantes, investigadores que publican cientos de artículos al año que no aportan nada, científicos que se encuentran entre los más citados y son un fraude.
R. Es desafortunado. Pienso que estamos empujando la ciencia por el camino equivocado. Tenemos que parar y encontrar formas diferentes de definir qué es un buen científico, y ver qué estamos haciendo mal. Pero creo que aún son casos raros que reciben mucha publicidad, porque a los medios y a todos nos atrae más lo negativo que lo positivo. También quiero señalar que en algunos casos eran los propios colegas los que se daban cuenta de un problema y retiraban sus propios artículos de las revistas. Nos autorregulamos. Pero tenemos que mejorar y quitarnos esta idea que publicas o mueres o que debes publicar en una determinada revista o ser citado tanto.

A mí no me sucedió, porque en mis tiempos teníamos que ir a una biblioteca y mirar un libro grande y gordo para ver si nos estaban citando o no. Había pocas referencias al final de cada artículo y no nos preocupaba tanto cuánto nos citaban. En esta era digital es muy fácil mirar esos datos: en cuántos artículos, en cuántas revistas de impacto y mirar el factor de impacto. Es fácil juzgar así y todos nos hemos lanzado a ello. Espero que podamos darnos cuenta y encontrar una forma mejor de evaluar.

No todos podemos subirnos al carro de lo grande y lo guay, porque perderemos esas pequeñas perlas que hay por ahí”

P. La creciente competitividad en la ciencia hace que requiera mucho dinero, muy buenos cerebros de todo el mundo y que, al final, la ciencia ultracompetitiva se haga en un puñado de sitios en el mundo.
R. Creo que eso no es cierto. Se puede hacer buena ciencia en cualquier sitio. Creo que mi Nobel muestra eso. Yo no publiqué en revistas de alto impacto y mis artículos no fueron muy citados en los dos primeros años y, al final, gané el premio Nobel. Estoy de acuerdo en que algunos sitios tienen mucho dinero y pueden atraer a la mejor gente, que después atraen a los mejores estudiantes y atraen financiación. Eso permite que hagan más cosas que en los lugares con menos recursos. Pero espero que no perdamos la capacidad de financiar a todo el mundo.

P. Usted viene de un campus no muy grande, como es de la Universidad de Waterloo, y de un país con una población similar a la que hay en España, y ha logrado un gran éxito. Me gustaría saber si tiene algún consejo para un país de tamaño mediano como España y sin tantos recursos. ¿Cuál es la forma de elegir qué tipo de investigaciones impulsar para producir resultados significativos?
R. La pregunta es, ¿qué significa resultados significativos? Mucha gente cae en la trampa de tener que hacer algo aplicable de alguna manera en dos años. Eso significa que solo hacemos investigación aplicada y después, dentro de 20 años, no tendremos las ideas fundamentales necesarias para avanzar. Necesitamos la relatividad general para tener el GPS y es difícil ver el hilo que va desde las ecuaciones de Einstein hasta el GPS.

"Lo importante no es comprender cada campo de la ciencia, sino que el público entienda el proceso científico”

Debemos defender ante nuestros gobiernos que se debe hacer investigación básica. Y también ser conscientes de que no todos podemos subirnos al carro de la cuántica o de la inteligencia artificial. No todos podemos subirnos al carro de lo grande y lo guay, porque perderemos esas pequeñas perlas que hay por ahí. Podemos dejar lo grande para los grandes países, y que los más pequeños busquen los grandes avances que pueden surgir en cualquier lado.

Corea del Sur ha pasado de país pobre a rico porque invirtió de verdad en la ciencia y me gustaría que países como España o Canadá miren ese ejemplo, porque Corea al final de su guerra en la década de 1950 era muy pobre. Ahora tienen grandes compañías como Samsung porque han invertido casi el 5% de su PIB en I+D. Y según crecen lo siguen incrementando, porque saben que la I+D expande la economía. Hacen investigación aplicada, pero también básica, y tienen un plan a largo plazo, no solo piensan en lo inmediato.

P. Recientemente, el Papa la ha fichado para la Pontificia Academia de las Ciencias del Vaticano, donde también están Jennifer Doudna o Emmanuelle Charpentier, galardonadas con el Nobel por su investigación sobre el sistema de edición genética CRISPR. ¿Cuál es su trabajo allí?
R. El Vaticano quiere saber lo que es la ciencia y tener un grupo con muchas voces, que vengan de todo el mundo, no solo de Italia o Europa, y están incluyendo a mujeres. No es necesario ser católica, yo no lo soy. Creo que este Papa en particular está bastante preocupado por el medio ambiente y es una de las cosas que quieren promover. Sienten su responsabilidad social y quieren entender de una manera amplia la ciencia y asegurarse de que la llevamos a cabo de forma ética.

P. ¿Siente que la ciencia, en su caso la comprensión de los fundamentos físicos del mundo, dan sentido a su vida o eso lo busca en otro lugar?
R. Para mí son dos cosas completamente separadas. En nuestra cabaña, miramos hacia el oeste, sobre un gran lago, y podemos ver unas puestas de sol preciosas. Y como experta en óptica, sé por qué el sol es rojo cuando se pone. Entiendo por qué el cielo es azul: porque las nubes dispersan la luz. Lo entiendo todo desde un punto de vista óptico. Pero cada noche, cuando veo ese bonito atardecer, doy gracias a Dios por dejarnos vivir en un universo hermoso. Creo que los científicos explican cómo funciona el universo, pero no creo que puedan explicar por qué se nos dio este universo. Y no importa si fue creado por Dios o simplemente ha estado siempre ahí. Eso es independiente de mi ciencia.

Xita Rubert: “La relación verdadera empieza cuando no hay intercambio de ningún tipo” Con 27 años y solo un libro, ya apunta a valor seguro. ‘Mis días con los Kopp’ es una crítica al aislamiento de la élite académica frente a la realidad que la rodea. Es una de las obsesiones de esta profesora nacida en Barcelona, hija del filósofo Xavier Rubert de Ventós y la escritora Luisa Castro

Xila Rubert
Xita Rubert, en Barcelona.
Con 27 años y solo un libro, ya apunta a valor seguro. ‘Mis días con los Kopp’ es una crítica al aislamiento de la élite académica frente a la realidad que la rodea. Es una de las obsesiones de esta profesora nacida en Barcelona, hija del filósofo Xavier Rubert de Ventós y la escritora Luisa Castro.

Su novela Mis días con los Kopp se acaba de traducir al alemán y al portugués, y Xita Rubert (Barcelona, 27 años) está a punto de emprender un viaje para presentarla en Brasil. Cauta, incluso dulce, es, sobre todo, muy clara: “Estoy escribiendo una novela que creo que será interesante. Y espero que sea divertida. Tal vez porque me interesan cosas que son duras, ¿cómo vas a hablar de eso llorando?”.

Cuenta que llega de Atenas. Viene de estudiar griego antiguo, que añade a los idiomas que ya habla: gallego, catalán, castellano, inglés, francés o italiano —”es que mi madre estuvo viviendo allí [Luisa Castro dirigía el Instituto Cervantes de Nápoles]. Me encanta, pero los italianos no me gustan mucho”—. Vive a caballo entre el Eixample barcelonés y Nueva Jersey, donde da clase en la Universidad de Princeton al tiempo que concluye su doctorado dedicado a la belleza de la demencia.

¿Por qué le interesa la locura?
Mi tesis investiga la ignorancia fingida o la inocencia impostada porque hay personajes en la vida y en la ficción que hacen eso. El que se hace el tonto suele ser listo. Y retrata a su entorno.

¿Usted lo hace?
A veces finjo saber menos de lo que sé. La mayoría de los personajes que he investigado son mujeres. O niños, que fingen que no oyen. O enfermos. Mi padre lo hizo al final de su vida. Creo que veía que lo empezaban a tratar como a un enfermo y, cuando llegaba gente a visitarlo solo para sentirse bien, se hacía el dormido.

¿El loco es resolutivo?
Se pone por delante. Busca subterfugios para no hacer lo que no quiere hacer. La literatura está llena de esos personajes.

¿Por ejemplo?
Sócrates. Lo consideramos el gran filósofo, pero en los Diálogos de Platón aparece medio desnudo, sucio y va de tonto. Dice: “Pero explícame esto otra vez”, y acaba desmontando el discurso del otro sin dar nada por hecho. Por muy sensibles que nos creamos, como sociedad penalizamos la diferencia: el que se expresa distinto, el que tiene una discapacidad física.

¿Qué la ha acercado a la demencia?
La enfermedad de mi padre, está claro. Lo diagnosticaron cuando yo tenía 17 años. Pero de niña ya me fijaba en lo distinto. Crecí en Santiago de Compostela. Y veía a un hombre en la calle sin brazos ni piernas que se movía sobre un skate. Era básicamente un tronco, pero podía controlar los movimientos, excepto con lluvia. Con la calle convertida en río…, el agua se lo llevaba.

¿Nunca habló con él?
No. Escribí sobre él.

Que los locos son más libres ¿es un mito?
Sí.
 
La locura ¿es dolor, incomprensión, aislamiento?
La locura es lo que cada sociedad en cada momento ha definido como locura. Cuando alguien es distinto o no se expresa según las costumbres, se le califica de excéntrico o de loco. Las enfermedades mentales son dolencias reales. Lo bueno de la literatura es que, al contrario que los discursos buenistas o políticos, puede meterse en esas vidas y no tratarlas con condescendencia. Cuando estás con alguien desvalido, hay gente a la que le das pena. Pero, siendo duro llegar hasta el fondo de algo o alguien, eso te cambia, te amplía el mundo. Mi padre no murió el que era. Nació otro antes de morir… Cuando no le salían las palabras, nos inventábamos otras. Creamos un lenguaje. Y nos partíamos de risa.

Reivindicaba “el placer intenso”. ¿Fue un hombre libre?
Bueno…, lo hacía como un hombre de su época. Tenía rasgos de una persona libre, pero también de un hombre educado con patrones del siglo XIX. Seguramente por el tipo de familia de la que venía. La gracia de nuestra relación es que yo soy plenamente una mujer del siglo XXI.

La escritora Xita Rubert posa en el balcón de la sede de la editorial Anagrama, en Barcelona.

¿Qué es ser una mujer del siglo XXI?
Alguien que puede ser cualquier cosa. No opero con imágenes de lo que es una mujer. Creo que eso es algo que crean los hombres.

¿Se conoce mejor a alguien desvalido?
Puede que sí. Desvalidos estamos despojados de todos nuestros recursos sociales y del enmascaramiento.

¿Nos construimos para librarnos del miedo?
Para podernos relacionar desde la imagen que queremos que los demás tengan de nosotros. Desvalido no tienes ni imagen. Justo por eso —no soy religiosa, pero a veces me parece que es el lenguaje más apropiado—, yo he tenido un sentimiento como de milagro al ver a personas mayores acompañadas de su pareja o de cuidadores que las protegen. Cuando estás desvalido no tienes nada que ofrecer. Te quedas sin lenguaje, a veces sin movimiento, sin inteligencia, y que te quieran por puro existir es…
Milagroso.
Estamos acostumbrados a tener que aportar algo a las relaciones. Lo milagroso para mí ha sido ver cómo la relación verdadera empieza cuando no hay intercambio de ningún tipo.

“Vivimos con dignidad, miedo y alegría hasta el final”. Así se despidió de su padre en el obituario que escribió. Mucha gente vive los últimos años de un progenitor como una pérdida de parte de la propia vida. 

¿Cómo supo transformarlo en una lección de vida?
Bueno…, yo he mostrado la parte del privilegio. La otra va por dentro. Sentí la carga. Si no, sería un ángel, justo lo que piensan muchos hombres que son algunas mujeres.

¿Su hermano no lo cuidó?
Cada uno tiene su manera de cuidar. Fue complicado. A partir de cierto momento, mi padre pensaba que yo era su madre. Tuve que tomar distancia. Pero ya la había tomado antes de la enfermedad porque era muy envolvente. Si no hubiera tenido mi vida, creo que no hubiera podido cuidarlo, me hubiese aniquilado.

¿Cómo se aprende a tomar distancia de alguien que te quiere y te reta intelectualmente?
Con apoyo. Yo lo quería mucho, pero no era la única persona de mi vida. Estaban mi madre y mis compañeros. Y tengo una vocación. Siempre me agarré a escribir. No sentí que mi vida se redujera a cuidar a mi padre.

¿Sus padres se separaron cuando usted tenía…?
Cuatro años. Tengo recuerdos de la casa de Barcelona. Había un gato gordo que se llamaba La Senyoreta Calçotets. Luego nos fuimos con mi madre a Santiago. No fui consciente de que ella era escritora hasta la preadolescencia. No compartía esa parte de su vida con nosotros. Era nuestra madre. Hacía la compra, nos metía en la cama… Mis padres han sido muy cariñosos y no son narcisistas. Fueron padres cercanos. Nunca los vi como una escritora o un filósofo.

¿Los ha leído?
Más adelante. Sobre todo a mi madre. Y ahí empecé a admirarla. Pensé: qué fuerte, hay dos escritoras en la familia. ¡Como si ella no hubiera estado escribiendo siempre! [risas]. Pero mi referencia era mi tía Rosa, que es guionista. Ella se iba al plató. Y alguna vez me llevó. Me fascinó el artificio. Sentía que escribir era trabajar construyendo escenas y personajes.

Natalia Ginzburg distinguía entre escribir planificando, es decir, construir, y dejarse invadir por el desorden, lo que supondría desahogarse.

La construcción es un esfuerzo, pero también tiene momentos de desahogo. Crees que estás escribiendo una novela, pero es una trampa que te pones para poder confesar según qué cosas.

¿Por ejemplo?
Los sentimientos hacia una persona a la que le falta un hervor y cuyos padres deciden ver como un artista.

Sucede en su novela Mis días con los Kopp. ¿Se la dio a leer a su madre?
Se la envié diciéndole que sentía que tenía una primera novela. Creo que le gustó. Me la rechazaron algunas editoriales, pero me alegró que las que me gustan —Periférica y Anagrama— se interesaran. Fue doloroso elegir, pero Anagrama es… Te tratan como lo que tú quieres ser: un escritor que va a continuar escribiendo.

¿En qué idioma piensa?
Siempre hablé gallego con mi madre y catalán con mi padre. En Estados Unidos pienso en inglés.

Ha vivido una dicotomía entre Galicia y Barcelona, lo rural y lo urbano, el oficio de su abuelo materno —manual— y el de sus padres —mental—. ¿Sentía que debía elegir?
Creo que es una suerte tener puntos de vista extremos. Mis abuelos, pescadores, vienen de una familia de campesinos. Mi madre y mi tía Rosa fueron a la universidad, y la familia de mi padre es lo contrario: burgueses. Esa distancia me interesa. El tipo de historias que cuento es el de alguien que observa lo absurdo.

De haber crecido en Barcelona junto a su familia paterna, ¿hubiera sido distinta?
Creo que mucho menos inteligente.

Su padre era burgués, socialista e independentista. ¿Usted dónde está?
Tengo impulsos. Observo a las personas y cuando veo un comportamiento que no es de recibo intervengo.

No parará…
No quiero normalizar lo que no puede ser normal. Pero en según qué ambientes es más efectivo hacer que no te enteras que atacar de frente. La literatura es el modo subrepticio de protestar.

“En ciertos ambientes es más efectivo hacer que no te enteras que atacar de frente. La literatura es el modo subrepticio de protestar”, dice Xita Rubert.

¿Es una rareza que alguien de su edad lea?
Bueno…, veo que todo el mundo está con el móvil: leemos lo que le pasa al otro. Y vemos ficción televisiva. Hay gente muy inteligente escribiendo guiones. En Mis días con los Kopp lo más importante no es lo que dicen los personajes, sino cómo actúan. Y para explicar eso, lo audiovisual tiene más recursos que lo literario. En el cine mudo los gestos son psicoanalizables.

¿Ha hecho terapia?
Cuando he tocado fondo. No me resulta fácil hablar de esto… Cuando mi padre empezaba a no estar bien y no se dejaba cuidar. Él quería ser independiente hasta el fin de sus días y era difícil intentarlo. También en la adolescencia. Pero creo que me ordeno y salgo adelante. Tiene que ver con mi madre. Aunque no lo piense a diario, sé que está ahí.

¿Por qué nos cuesta molestar?
El momento bonito de cuidar a alguien es cuando te pones en sus manos y te dejas cuidar. El cuidado siente agradecimiento y el cuidador le ve sentido a lo que hace. Dicho esto, me cuesta molestar. Vivimos en un mundo acelerado. Es como si no fuéramos seres humanos, sino sujetos productores.

¿Cómo cambiarlo?
Entrando en la vida de las personas. Creo que los móviles nos están quitando la capacidad de poder estar quietos, sin pensamiento enfocado en algo que está fuera de ti. Que te interesen los demás no como objetos es una educación de la sensibilidad. La literatura ayuda a desclasificar. De pronto un personaje que es un gran cabrón es tierno. O gente aparentemente tierna es peligrosa.

¿Le dolía que sus padres no estuvieran juntos?
Nunca fue un problema. No se llevaban bien.

No se llevaban bien, pero protagonizaron la “locura” de creer que el amor podría con todo.
Se querían muchísimo. En los últimos años mi madre ha estado con él, y conmigo para poder estar con él. Somos una familia. Siento gratitud por lo que tengo.

¿No siente la necesidad de contar el otro lado de la historia, como hizo su madre, Luisa Castro, en el libro La segunda mujer que tantas devoramos?
Todas lo devoramos. Es el primer libro del #MeToo, ¿no? Estuvo, observó y describió. No hizo más.

En una escena, su madre deshoja una lechuga. La abuela Conxita se acerca y le pregunta: “¿La limpias con las manos?”.
[Risas] Claro. Es que ella no cocinaba. Por eso digo que tuve la suerte de crecer en un entorno más humilde. Con menos distancia con las cosas humanas, como la enfermedad, el dolor o la muerte.

Su padre reivindicaba el placer intenso.
Alguien puede ser filósofo y reivindicar algo, pero la herencia emocional es cómo te educan. Pese a ser una persona amorosa, es posible que se sintiera solo. Algunos padres lo pueden dar todo pero si no te han protegido…

¿Cómo se protege a una persona?
Aceptándola como es. Algunos chicos creen que te deben prometer algo para siempre. Cuando lo más que puede darte una persona es conocerte y dejarse conocer. En mi generación no he visto competencia entre mujeres. Y sí envidia en el mundo de la cultura. Sobre todo en los hombres, como si se sintieran destronados cuando a una mujer le va bien. Creo que en el fondo hay bastantes hombres que se preguntan qué hacen las mujeres tomando la palabra.

“Cuando piensan que los queremos, ni los seres salvajes son peligrosos”. ¿Amar o no amar, esa es la cuestión?
Curiosamente, sí. Más que ser o no ser. Es una tragedia ser sin amar y sin que te amen. Y no hablo del amor sexual. Pero hay una perversión: comunicar amor es una manera de domar.

Su generación ha ampliado los géneros, las opciones sexuales. ¿Defienden la libertad o el amor?
No es tanto la libertad sexual, de los setenta, como la expresión: poder demostrar en público quién eres. Esa batalla no sé si está ganada. Creo que en parte el festival, el espectáculo del Orgullo Gay, es un modo de no ocuparse de que en el día a día uno pueda salir por la calle con quien le dé la gana.

¿Es una responsabilidad tener hijos siendo mayor?
Lo que importa es el tiempo que pasáis juntos. El modo en que esa persona se queda en tu manera de mirar.

“La decadencia de la salud (lentitud) no es lo mismo que la corrupción del comportamiento (crueldad, depravación)”, ha escrito.
Procuro apartarme de quien cree que una persona muda no habla y un ciego no puede ver… Evitar mirar lo problemático o lo diferente es evitar vivir. No me gusta la palabra empatía porque se ha convertido en un eslogan que utilizan los menos empáticos, pero sé que se educa con la acción. Al final es difícil hacer lo que no han hecho contigo.

¿Tuvo una adolescencia difícil?
Me sentía muy protegida por mi madre. Mucho. Mi gran suerte ha sido crecer a su lado. Soy el ser que soy porque mi madre les da la vuelta a las cosas y se parte de risa cuando te quieres morir. Y, claro, cuando es ella la que se quiere morir, soy yo la que la hago reír.

Lleva el nombre de su abuela paterna.
Xita es de Conxita, sí. La recuerdo sentada con un hilo de voz y manos temblorosas. Cariñosa. Pero no la llegué a conocer. Mi abuela Rosa es como una filósofa japonesa. Tiene un saber ancestral y llevaba a mi abuelo por donde le daba la gana. Así crecí yo: viendo a mujeres que trabajaban, tenían ideales y decían lo que les daba la gana. Aunque mi abuela se ocupaba de la casa y del huerto, no la siento lejana. Vivía el trabajo como un deber y con agradecimiento. Para mí la escritura no tiene tanto que ver con la inspiración como con el trabajo. Cuando le dedicas suficiente tiempo, surge algo. Igual que, si le dedicas tiempo al huerto, consigues más cosas.

Con mujeres tan fuertes, ¿cómo crecen los hombres?
Como deben ser [carcajada]. Mi hermano es dulce, gentil y estudió Genética.

Ve lo bueno en todo. ¡Parece que tenga 70 años!
¿Qué vas a hacer si no? Creo que soy una persona abierta. Eso tiene un lado bueno y otro malo. A veces no sabes por qué te has metido en según qué situaciones. Digo que no a muy pocas cosas.

jueves, 31 de agosto de 2023

"La justicia nos da la razón tras 47 años". La condena en Chile a los asesinos del diplomático español Carmelo Soria durante el régimen de Pinochet


Laura González, esposa de Carmelo Soria, sujeta una fotografía del diplomático

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

La esposa de Carmelo Soria, Laura González, en 1998.


Más de 47 años después del asesinato del diplomático español Carmelo Soria en Chile, los responsables de este crimen fueron condenados.

La Corte Suprema de Chile ratificó el martes las sentencias a los 6 agentes de la temida Dirección de Inteligencia Nacional (DINA, la policía secreta del régimen de Augusto Pinochet) que secuestraron, torturaron y asesinaron a Soria.

Cuando ocurrieron los hechos, el 14 de julio de 1976, el economista y diplomático español era representante de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), organismo regional de la ONU.

Sus asesinos recibieron finalmente las sentencias definitivas tras un larguísimo proceso.

Pedro Espinoza Bravo y Raúl Iturriaga Neumann, entonces jefes de la DINA, recibieron 15 años de prisión cada uno, mientras que los agentes Juan Morales Salgado, Guillermo Salinas Torres, René Quihot Palma y Pablo Belmar Labbé fueron condenados a entre 15 y 10 años.

La Corte Suprema también emitió otras dos condenas vinculadas a este caso: cuatro años de cárcel a Eugenio Covarrubias Valenzuela por presentación de declaración falsa bajo promesa o juramento, y 600 días a Sergio Cea Cienfuegos por falsificación de instrumento público.

Secuestrado y torturado
Carmelo Soria Espinoza nació en Madrid en 1921, fue militante del Partido Comunista de España (PCE) y al inicio del régimen de facto de Francisco Franco (1939-1975) se mudó a Chile, donde pasó gran parte de su vida.

Su trabajo como jefe de la sección Editorial y de Publicaciones del Centro Latinoamericano de Demografía (Celade, dependiente de la Cepal) le otorgaba inmunidad diplomática.

Esto le permitía ayudar a perseguidos políticos a buscar asilo en sedes diplomáticas durante el régimen de Pinochet (1973-1990).
 
La tarde del 14 de julio de 1976, Soria salió de su oficina en Santiago, sector de Providencia, en su automóvil marca Volkswagen cuando fue interceptado por agentes de la Brigada Mulchén de la DINA.

“La víctima fue privada de su libertad por agentes armados de la DINA, los que lo trasladaron a un lugar oculto, donde se le mantuvo por horas vendado y amarrado, siendo sometido a interrogatorio bajo apremios físicos que le produjeron la muerte”, recoge la sentencia.

Dos días después, el vehículo apareció con el cadáver del diplomático en su interior volcado en un canal en el este de Santiago, en lo que se considera una maniobra de los servicios secretos chilenos para encubrir el asesinato y hacerlo parecer un accidente.
Recorte de prensa sobre la muerte de Carmelo Soria

FUENTE DE LA IMAGEN,LA TERCERA

Pie de foto,



Pese a la censura, la prensa de la época ya planteó dudas sobre el supuesto acciden

"Las condenas son una miseria"

Carmelo Soria estaba casado con la médica Laura González Vera, hija del premio nacional de literatura José Santos González Vera, y tenía tres hijos: Laura, Luis y Carmen.

"El poder judicial nos da la razón", expresó Carmen Soria en Facebook, tras "47 años sosteniendo una verdad silenciada".

"He vivido todos estos años con mi familia peleando porque se castigue a quienes torturaron y asesinaron a mi padre", agregó en conversación con BBC Mundo.

"Después de esperar 47 años, estas condenas muestran que la injusticia es enorme en Chile. El poder judicial y el Estado chileno se lavan las manos".

"Pasaron 47 años porque las Fuerzas Armadas se han negado a decir dónde están los cuerpos de los desaparecidos y quiénes participaron en las torturas y asesinatos", agregó.

Carmen Soria llevó a cabo en la década de 1990 una serie de acciones legales con las que logró unas primeras condenas a dos agentes, aunque finalmente estos quedaron libres al beneficiarse de la Ley de Amnistía promulgada en 1978 durante la época de Pinochet.

La familia de Soria siempre se negó a aceptar las compensaciones económicas del Estado chileno y siguió buscando justicia hasta que en 2019 los seis agentes recibieron las primeras sentencias: seis años de cárcel para cuatro de ellos y absolución para otros dos.

Ahora, sin embargo, la Corte Suprema los condenó ya de forma definitiva y con penas mayores.

Pedro Espinoza Bravo y Raúl Iturriaga Neumann ya están en la cárcel cumpliendo condena por otros crímenes cometidos en la época del régimen militar.

Unas 40.175 personas entre ejecutados políticos, desaparecidos y víctimas de prisión y tortura sufrieron la represión de Pinochet, según datos del Ministerio de Justicia y de Derechos Humanos de Chile.

La sentencia de la Corte Suprema llega semanas antes del aniversario del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 que derrocó al entonces líder Salvador Allende e instauró un régimen autoritario en el país por los siguientes 17 años.

https://www.bbc.com/mundo/articles/c99n5rw87wvo

miércoles, 30 de agosto de 2023

Por qué la velocidad a la que comes puede ser tan importante para tu salud como lo que comes


Hombre comiendo frente al computador

Mirando la TV, sentados en el escritorio con los ojos puestos en la computadora, parados frente la mesada de la cocina o, incluso, caminando.

¿Cuántas veces has desayunado o almorzado así, a las corridas, sin darte unos minutos de tiempo para saborear lo que tienes entre las manos o en el plato?

El ritmo vertiginoso de la vida diaria y a veces simplemente la pura costumbre nos lleva a comer a muy rápido.

Y aunque muchas personas prestan atención a qué tipo de alimentos se llevan a la boca, ya sea por una cuestión de peso o de salud, se suele pensar menos –o nada- en la velocidad a la que ingerimos los alimentos.

Sin embargo, el ritmo de la ingesta tiene un impacto directo en nuestra salud ya que afecta una serie de propiedades de los alimentos así como la forma en la que el cuerpo responde a ellos.

Comer rápido o despacio “cambia no solo la velocidad a la que la comida entra en tu estómago, sino también a la que entra en tu tracto gastrointestinal", le explica a la BBC la doctora Sarah Berry, experta en nutrición en el área de salud cardio-metabólica del King’s College de Londres.

"Y eso es muy importante porque tiene un efecto dominó en la liberación de muchas hormonas que te dicen qué tan lleno estás, qué tanta hambre tienes, y que además están involucradas en cómo tu cuerpo va a procesar los alimentos”, añade.

Misma comida, diferentes resultados
Una de las diferencias más visibles es que las personas que comen más rápido tienden a tener sobrepeso, una mayor acumulación de grasa en la zona de la cintura y niveles más elevados de colesterol LDL (el colesterol que conocemos como “malo”).

Quienes comen rápido suelen tener sobrepeso.

Esto se debe a que tienden a consumir más calorías -entre 100 y 200 adicionales- que contribuyen al aumento de peso, en comparación con aquellos que comen más despacio.

“Cuando comes más lento, se produce un aumento en lo que llamamos hormonas de la saciedad (PYY, GLP1) que le dicen a tu cuerpo: 'hey, estás lleno'”, señala Berry.

Al mismo tiempo, tiene lugar una “reducción en las llamadas hormonas del hambre (grelina), y eso limita el deseo de comer más”, añade la investigadora.

¿Cómo es posible que una misma comida tenga un impacto tan distinto cambiando solo la velocidad de la ingesta?

Según Berry hay dos razones.

La primera es que las señales de saciedad demoran entre 5 y 20 minutos hasta llegar al cerebro, asi que si comes rápido, dado que esta señales no han llegado, puedes continuar comiendo sin darte cuenta de que ya comiste lo suficiente.

La segunda, es que, al comer despacio, “la liberación de nutrientes en el intestino es más lenta, y eso significa que hay una liberación más sostenida y prolongada de las hormonas que te dicen que estás lleno y una supresión más prolongada de las hormonas del hambre que te dicen que comas”.

Glucosa
Es importante tratar de hacer una pausa para comer y no hacerlo rápido frente al ordenador.

Para demostrar las diferencias derivadas de la velocidad de la ingesta, Berry realizó un experimento con el corresponsal de salud y cencia de la BBC James Gallagher.

Tras colocarle un monitor para medir la concentración de glucosa en sangre, le pidió que comiense exactamente lo mismo durante dos días (un desayuno de cereales y fruta, un almuerzo de ensalada acompañada de pan y una cena de pollo con vegetales), un día de forma muy lenta y el otro mucho más rápido.

Al analizar los resultados, se vio que la respuesta fue mucho mayor el día que comió velozmente.

“Cuando comes tu comida mucho más rápido, los carbohidratos estimulan la liberación de insulina, pero esta no se libera lo suficientemente rápido como para eliminar la glucosa de tu torrente sanguíneo, por eso tiene una mayor respuesta cuando comes rápido”, dice Berry.

“Y esto es importante porque sabemos que estos grandes picos de glucosa en sangre, si se repiten en exceso a lo largo de los años, pueden aumentar el riesgo de diabetes de tipo 2, enfermedades vasculares y otras complicaciones metabólicas”, añade.

Si estás acostumbrado a comer rápido, cambiar de hábito no es sencillo, pero uno de los trucos más efectivos consiste en apoyar los cubiertos en el plato entre bocado y bocado.

Otro es hacer un esfuerzo consciente para masticar más la comida.

Y, por último, otra recomendación que además tiene muchos otros beneficios es reducir la cantidad de alimentos ultraprocesados en favor de aquellos menos procesados.

Esto es porque la textura suele ser más blanda en los alimentos altamente procesados, y esta diferencia de textura hace que se consuman a una mayor velocidad (entre un 30% y 50% más rápido).

martes, 29 de agosto de 2023

_- En el País Vasco de España: arte, cultura y un cachorro que florece.

_ - ¿Un viaje familiar centrado en la cultura tiene que ser aburrido para los niños? Nuestro escritor encuentra el equilibrio perfecto entre arte contemporáneo, armas medievales aterradoras, claustros góticos y espacios abiertos.

No todos los paseos por la playa conducen a una obra maestra modernista, y mucho menos a uno ambientado en el mar en medio de las olas.

Después de un vigorizante paseo por la explanada junto a la playa de Ondarreta en San Sebastián, España, convencí a mi familia para que siguieran adelante hasta llegar al extremo occidental de la bahía de La Concha. Allí, anclado en las rocas y azotado por las olas, se encontraba “El Peine del Viento” del escultor español del siglo XX Eduardo Chillida: tres esculturas de nueve toneladas cubiertas de óxido. Parecían garras o garras monumentales que se extendían, tratando de conectarse, un símbolo potente de la resistencia vasca a lo largo de los siglos.

También fue una señal para mi esposo y mis mellizos de 11 años, Freddie y Frida, de que pasaríamos el fin de semana buscando arte en lugares inusuales.

Con su paisaje salvajemente vertiginoso y verde y su herencia orgullosa, la región vasca ha sido durante mucho tiempo un lugar que he querido explorar con mi familia. Así que en febrero, pasamos tres días frescos, soleados y centrados en la cultura conduciendo de San Sebastián a Bilbao con varias paradas que valieron la pena en el medio.

Para el segundo día, mis hijos no querían que nuestra aventura terminara.

 Al atardecer, personas de todas las edades, incluido un niño que sostiene una pelota de fútbol, pasean por un paseo marítimo con una reja de hierro con filigranas. Sobre el agua azul, hay un hermoso cielo con rayas rojas y moradas. Por un lado, dos colinas se adentran en el agua. En lo alto de una de las colinas hay un edificio iluminado.
At sunset, people of all ages, including a boy holding a soccer ball, stroll along a seaside promenade with a filigreed iron fence. Above the blue water, there is a beautiful red-and-purple-streaked sky. On one side, two hills jut into the water. Atop one of the hills is a lit building.
En San Sebastián, una zona peatonal domina la bahía de La Concha. Las playas y el entorno costero de la ciudad se encuentran entre sus muchos atractivos. Credit... Emilio Parra Doiztua para The New York Times

San Sebastian
Conduciendo hacia la ciudad más temprano ese día, más allá de los edificios magníficamente ornamentados que bordean el tramo final del río Urumea antes de que llegue al mar, Freddie declaró que San Sebastián era "bastante genial" cuando vio grupos de niños que llevaban tablas de surf y se dirigían a la playa mientras esquivaban compradores vestidos con abrigos de piel corriendo por las aceras. Con su escena culinaria de renombre mundial, su festival de cine y su impresionante entorno natural en una cala en forma de media luna, San Sebastián puede cumplir muchos requisitos para visitantes con gustos muy variados. Incluso en febrero, la playa estaba animada, aunque solo los surfistas con trajes de neopreno y los perros que perseguían palos se aventuraban en el agua.

Los museos de la ciudad estaban vivos con una mezcla similar de energía juvenil y apreciación cultural europea de la vieja escuela. Tabakalera, un gigantesco espacio de arte polivalente dentro de una antigua fábrica de cigarrillos, presenta exhibiciones, ciclos de cine y enormes salones al aire libre, algunos con tenis de mesa y otras diversiones. Es un lugar donde los niños pueden estar expuestos a una cultura accesible, pero aún tienen espacio para correr. También hay una gran biblioteca, una pizzería y, en la última planta, un restaurante llamado LABe regentado por estudiantes del Basque Culinary Center, por lo que puede ser una experiencia de día completo.

En Tabakalera, los niños están expuestos a una cultura accesible pero todavía tienen mucho espacio para correr. En los días de lluvia, el centro puede ser un salvavidas para las familias. Credit...Emilio Parra Doiztua para The New York Times

En un día lluvioso, Tabakalera puede ser un salvavidas para una familia de visita. Pero hacía sol durante nuestra visita, y la catedral de la ciudad, con sus vastas extensiones de vitrales en tonos de joyas, era especialmente hermosa. Este verano haremos un viaje de regreso a San Sebastián, tanto para nadar en esa hermosa cala como para ver el Faro, una escultura monumental dentro de un faro abandonado en la pintoresca isla de Santa Clara de la ciudad. La artista española Cristina Iglesias excavó el suelo de la estructura y recreó en bronce las características geológicas de la roca que se encuentra debajo. Se llega en barco, solo está abierto desde junio hasta finales de septiembre.

El interior de una catedral, mirando hacia un rosetón gigante con vidrieras y varias vidrieras más pequeñas debajo y en las paredes contiguas. El interior de la catedral está oscuro, pero las ventanas están iluminadas, al igual que una estructura dorada que se eleva justo debajo del rosetón.
The interior of a cathedral, looking up toward a giant stained-glass rose window and several smaller stained-glass windows below it and on the walls next to it. The interior of the cathedral is dark, but the windows are illuminated, as is a golden structure rising to just underneath the rose window.
La catedral neogótica del Buen Pastor de finales del siglo XIX es uno de los edificios más distintivos de San Sebastián. Credit...Emilio Parra Doiztua para The New York Times

Inesperadamente, el Museo de San Telmo, que asumimos sería una muestra de orgullo regional, resultó ser un punto culminante de nuestro viaje y, al igual que la ciudad misma, tenía algo para todos. Aunque se ingresa a través de un pequeño pabellón minimalista de vidrio y concreto, el museo está construido alrededor de un claustro de monasterio gótico asombrosamente hermoso con arcos de piedra elaboradamente tallados. Al abrir una puerta lateral a la capilla oscura y malhumorada, me quedé impresionado al descubrir enormes murales de uno de mis artistas españoles favoritos, José Maria Sert, cuyas obras más conocidas a veces estaban pintadas en pan de oro o plata, y se encuentran más típicamente en escenarios glamurosos como el Rockefeller Center o las casas palaciegas de clientes adinerados en lugar de las sombrías capillas de los monasterios.

A la vuelta de la esquina había brillantes armaduras, espadas, mazas y otras armas, que Frida, actualmente enamorada de todas las cosas medievales, nos explicó en toda su letal sangre.

La pregunta más frecuente de Freddie al entrar a un museo es: “¿Tienen autos?” De hecho, este museo lo hizo: maravillosos de la década de 1970 (junto con scooters y bicicletas). Los vehículos destacaron el papel del País Vasco en la modernización de la sociedad española desde los años 60 hasta los 80, durante los últimos años de la dictadura franquista y el inicio de la democracia en el país. Yendo más atrás en el tiempo, una exhibición de más de una docena de ejemplos de sombreros de lino del siglo XVII extrañamente elaborados que tradicionalmente usaban las mujeres casadas y viudas dejó a Frida lo suficientemente perpleja como para declarar (y no por primera vez) que nunca se casaría.
Two people take a close look at a large abstract steel sculpture, which is squared off at the top, but curvy near the bottom. It is installed in a parklike setting with scattered, leafless trees and a green lawn. A few people mill around on the grounds.
Chillida Leku, en las afueras de San Sebastián, es un espacio de arte dedicado a la obra del escultor del siglo XX Eduardo Chillida. Las obras abstractas del artista están instaladas tanto al aire libre como dentro de una casa de campo en la propiedad.Credit...Emilio Parra Doiztua para The New York Times

En el polo opuesto de este popurrí de arte regional se encuentra Chillida Leku, un espacio dedicado a la obra de un solo artista, Eduardo Chillida, cuyas monumentales obras escultóricas —incluidas variaciones de “El Peine del Viento”, que vimos en la playa el el día anterior, están en (o a menudo frente a) los principales museos de arte de todo el mundo. En la década de 1980, el artista compró la propiedad, que ‌está cerca del pueblo ‌de Hernani en las afueras de San Sebastián e incluye una casa de campo del siglo XVI, para crear un compendio de sus obras instaladas tanto en interiores como en exteriores para la contemplación pastoral. E incluso con dos niños corriendo por el césped tratando de asustarse saltando desde detrás de las enormes pero elementalmente simples esculturas de acero, piedra u hormigón del artista, Chillida Leku (leku significa "lugar" en euskera) proporcionó deliciosas horas de eso. Me impresionó particularmente la forma en que algunas de las esculturas más grandes se ramificaban en la parte superior y parecían alcanzarse unas a otras pero nunca tocarse, como muchos de los árboles antiguos cercanos.

Dentro de la casa de campo de piedra y madera bellamente restaurada, una asistente de la galería llamada Anabel nos hizo hablar sobre las esculturas y proporcionó una gran cantidad de detalles fascinantes sobre el artista, como el hecho de que se formó durante años con el herrero local, lo que explica por qué algunos de sus primeras obras incorporan elementos de aperos de labranza.

Un niño pequeño con una camisa naranja de manga larga y jeans corre por la pasarela de madera de un elaborado puente colgante pintado de rojo brillante. Detrás de él hay tres personas, incluida una que podría ser su padre, y más allá y debajo del puente están los techos de edificios de color naranja rojizo, que se extienden en la distancia.

El Puente Vizcaya conecta las localidades de Guecho y Portugalete cerca de Bilbao, España. Fue diseñado por el ingeniero y arquitecto Alberto de Palacio y Elissagüe a finales del siglo XIX y reconocido por la UNESCO en 2006. Credit...Emilio Parra Doiztua para The New York Times

Conduciendo hacia el oeste
La aldea costera de Getaria, a unos 30 minutos al oeste de San Sebastián, puede ser pequeña, pero le dio al mundo dos titanes que cambiaron la historia de una forma u otra. El primero fue Juan Sebastián Elcano, el explorador español que completó la primera circunnavegación del globo en 1522 después de que Fernando de Magallanes muriera en medio de un viaje en lo que ahora es Filipinas. Regresó a España después de unos 1.200 días en el mar, regresando con un solo barco y solo 19 hombres (cinco barcos y unos 265 tripulantes partieron de España en 1519). Es un héroe célebre en su tierra natal, pero es en gran parte desconocido fuera de España, donde el mérito del viaje corresponde casi en su totalidad a Magallanes.

En cambio, el otro hijo autóctono de Getaria tiene un nombre muy conocido y que se ha convertido en una marca global. Cristóbal Balenciaga, el modisto a quien Christian Dior, Coco Chanel y otros diseñadores consideraban, en palabras de Dior, "el maestro de todos nosotros", nació aquí, hijo de un pescador local y una costurera en 1895. En su adolescencia, tenía clientes entre los nobleza española y eventualmente la familia real. Se mudó a París durante la Guerra Civil Española, donde su talento y lista de clientes se hicieron legendarios.

Con bombos y platillos, el Museo Cristóbal Balenciaga abrió sus puertas en Getaria (en el antiguo palacio de su primer cliente más ferviente) en 2011, trayendo el enrarecido mundo de la alta costura a este pintoresco pueblo. Muchos de los impresionantes vestidos expuestos fueron donados por personajes como la princesa Grace de Mónaco; la filántropa estadounidense Rachel Mellon, conocida como Bunny; el amigo y protegido de Balenciaga, Hubert de Givenchy; y otras figuras del beau monde. Es un juego divertido para los niños a través de las galerías poco iluminadas de ropa extravagante de una época diferente. La exhibición de este año, “Balenciaga Character”, se enfoca en la esencia de sus diseños y lo que los hizo tan innovadores y hermosos que otros diseñadores se sintieron casi obligados a seguir su ejemplo durante décadas.

¿Cuántos sitios del Patrimonio Mundial de la UNESCO le permiten conducir su automóvil en ellos? Yendo más hacia el oeste desde Getaria, evitamos el centro de Bilbao y nos dirigimos directamente a Las Arenas, el elegante enclave costero donde el río Nervión se encuentra con el Golfo de Vizcaya. Nuestro objetivo era ver (y utilizar) el Puente Vizcaya, un tipo de puente colgante pionero construido en 1893 y reconocido por la UNESCO en 2006. Fue diseñado por Alberto de Palacio y Elissagüe (quien también diseñó la icónica estación de tren de Atocha en Madrid). La consigna era crear un enlace entre las localidades de Guecho y Portugalete en lados opuestos del río sin obstaculizar el tráfico marítimo que era crucial para la floreciente industria siderúrgica de Bilbao. El diseño novedoso de Palacio no era una carretera sino una góndola suspendida que hoy transporta alrededor de ocho autos y una buena cantidad de peatones a través del río en un minuto, tan emocionante para mi esposo y para mí como lo fue para los niños. La cubierta que sostiene la góndola está a más de 150 pies sobre el agua, por lo que incluso los petroleros, portaaviones y algunos aviones de hoy en día han logrado pasar por debajo.

Antes, cuando abrió, había tarifas fijas para cerdos, ganado y funerales; hoy son solo automóviles, scooters, bicicletas y peatones (1 euro, o un poco más de $ 1, ida y vuelta para peatones). Cuando nos acercábamos a la torre en el lado de Portugalete del río, Freddie me apretó la mano y dijo: “Este es el mejor día de mi vida”, palabras que también pronunció en medio de las secuoyas gigantes del Parque Nacional Sequoia en California.

Una imponente escultura de un cachorro cubierto de flores y vegetación se encuentra frente a un edificio metálico abstracto con paredes curvas. A un lado hay un cartel que dice “Guggenheim Bilbao” en letras blancas sobre fondo naranja, y debajo de esas palabras, en letras rojas sobre fondo azul, “Joan Miró”. La gente se arremolina alrededor de la zona peatonal fuera del edificio. 
A towering sculpture of a puppy covered in flowers and greenery stands in front of an abstract metallic building with curvy walls. On one side is a sign that says “Guggenheim Bilbao” in white letters on an orange background, and beneath those words, in red letters on a blue background, “Joan Miró.” People are milling around the pedestrian area outside the building.
Una escultura floral de un cachorro del artista Jeff Koons recibe a los visitantes del Guggenheim Bilbao diseñado por Frank Gehry.Credit...Emilio Parra Doiztua para The New York Times

Bilbao
Desde que se inauguró el Guggenheim Bilbao diseñado por Frank Gehry en 1997, la ciudad ha ocupado un lugar importante en el circuito de viajes culturales europeos. Muchos niños se volverán locos con el cachorro floral gigante, una gran escultura a base de petunia de Jeff Koons que se encuentra frente al museo. Si está de visita en el verano, querrá saber sobre el "parque acuático" cercano, una fuente con chorros de agua variables que brotan del suelo, donde niños y adultos pueden refrescarse en el calor del mediodía.

Independientemente de las exposiciones que estén a la vista (hasta el 28 de mayo, hay una hermosa exposición de pintura de Joan Miró centrada en los primeros años del artista en París), un paseo por los ascensores de vidrio en el vestíbulo central lleno de torsión y curvas de Gehry es suficiente para satisfacer a la mayoría de los niños. No te pierdas la larga galería de monumentales esculturas en espiral de Richard Serra; Descubrí que explorar los espacios laberínticos creados por las paredes circulares de acero es un jonrón para los niños.

Cuando llegamos al museo marítimo de Bilbao, Itsasmuseum, estábamos bastante agotados y le dije al vendedor de entradas que entraríamos y saldríamos en 30 minutos. Al final, los guardias tuvieron que sacarnos a la hora de cerrar, ya que estábamos muy ocupados con las exhibiciones de modelos de barcos antiguos y pinturas de naufragios históricos. También hay exposiciones más modernas sobre la cultura del surf y el papel del río y el mar en el desarrollo de Bilbao, así como lo que se está haciendo en la ciudad para adaptarse al calentamiento global y preservar el ecosistema que ha sido su sangre. Cuando hace buen tiempo, un pequeño dique seco frente al museo permite a los visitantes explorar varios tipos de embarcaciones en uso en las vías fluviales de la ciudad.

Una monumental escultura de acero con paredes de color negro, rojo y óxido se curva en una galería de techo alto que tiene paredes curvas y arcos blancos e imponentes líneas modernas. Dos personas emergen de un estrecho pasillo formado por la escultura. 
A monumental steel sculpture with walls of black, red and rust curves around in a high-ceilinged gallery that has white curving walls and arches and imposing modern lines. Two people emerge from a narrow corridor formed by the sculpture.

“La materia del tiempo”, una escultura monumental de Richard Serra, domina una galería en el Guggenheim Bilbao. ...Emilio Parra Doiztua para The New York Times

Al igual que San Sebastián, Bilbao tiene su propio gran centro cultural polivalente en el Azkuna Zentroa Alhóndiga, un antiguo almacén de vino y aceite de oliva que estuvo vacío durante 30 años hasta que el arquitecto Philippe Starck lo reinventó como biblioteca, espacio expositivo y gimnasio, donde hay dos piscinas cubiertas en la azotea que cualquiera puede visitar por unos pocos euros al día.

Y chapotear en piscinas diseñadas por el Sr. Starck, una de las cuales tiene un piso de vidrio que da a las galerías de abajo, cuenta como una actividad cultural, sin importar su edad.

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