lunes, 16 de octubre de 2023
El agosto en que Carmen Laforet cruzó el telón de acero
La autora de ‘Nada’ quiso conocer la Polonia comunista el verano de 1967 y viajó acompañada de su amiga íntima Linka Babecka, espía aliada, disidente antisoviética, musa literaria y periodista
Carmen Laforet iluminó con una novela sórdida y transgresora la escena literaria de los años cuarenta. Nada fue un fenómeno único: una mujer desconocida de solo 23 años escribía con línea clara una obra existencial que demolía los patrones femeninos, le concedían el Premio Nadal imponiéndose a un escritor que colaboraba con los nazis (el favorito, César González-Ruano) y lograba un éxito arrollador, casi un anticipo del modelo pop. Todo sucedía durante la instauración a plomo de una dictadura nacionalcatólica en plena posguerra española.
Laforet le dedicó Nada a Linka Babecka. Tiempo después, citando a D. H. Lawrence, escribió que si existiera “una amistad jurada más profunda, más fuerte, más indestructible que el amor y el matrimonio”, ella la había encontrado en Babecka. Para construir el personaje de Ena se había inspirado en ella. Era una figura novelesca, aunque no la que cuenta Laforet en Nada. Nacida en Varsovia en 1922, pertenecía a una familia aristocrática que había huido a comienzos de la Segunda Guerra Mundial de la doble invasión nazi y soviética de Polonia. Solía recordar cómo su madre en la fuga había abandonado una maleta en la vía pública para que subiera otra persona al coche. En el exilio español frecuentaba los círculos intelectuales y fue la propia Babecka quien presentó a Laforet a Manuel Cerezales, periodista y editor con olfato para reconocer el filón de la novela y recomendarle que la presentara a un premio que acababa de nacer en 1944, el Nadal. También trabajó para los aliados en tareas de inteligencia y cooperó en operaciones clandestinas de evacuación de soldados polacos. Su misión consistía en esconderlos en prostíbulos para homosexuales en el Barrio Chino de Barcelona.
“En muchas ocasiones le acompañaba Laforet”, dice la politóloga polaca Małgorzata Mizerska-Wrotkowska, que en un simposio sobre relaciones culturales entre España y el mundo comunista durante la Guerra Fría, organizado en Berna por la Sociedad Suiza de Musicología, arrojó luz sobre la amistad entre las dos mujeres. “Era un lugar apropiado para la clandestinidad por su mala reputación, pero poco seguro para ellas. Resulta curioso que Laforet omita siempre este episodio cuando cita sus años en Barcelona con Linka. Babecka fue arrestada y pasó un mes en una prisión de mujeres”
Acabada la guerra, Babecka se convierte en la voz polaca de las emisiones anticomunistas de RNE dirigidas a los países de la órbita soviética. También edita en español la revista Polonia hasta 1969 y abre la casa de modas Linkaya en la calle de Espartinas 4 de Madrid, punto de encuentro de la nobleza polaca en el exilio. La historiadora González Caizán, que la conoció, recuerda que, por su mordacidad, las autoridades polacas se referían a ella en sus órganos de propaganda como la “serpiente de Madrid”.
En agosto de 1967 Laforet y Babecka deciden cruzar el telón de acero. “¿Por qué no inventas un viaje a Polonia y vamos juntas”, propuso Linka. “Mi profesión es inventar”, respondió Carmen. El trayecto de la España franquista a la Polonia soviética no era fácil. Logró que la revista La actualidad española, donde firmaba una columna semanal, la enviase como reportera para escribir una serie de crónicas, publicadas entre noviembre y diciembre de 1967, y que la acompañara Babecka camuflada como intérprete. En Polonia la editorial que tradujo Nada en los sesenta, Iskry, ha publicado una edición crítica con las crónicas, Za żelazną kurtyną. Podróż do Polski w 1967 roku (Tras el telón de acero. Viaje a Polonia en el año 1967).
Viajan hasta París y se suben al expreso de Moscú que atravesaba Polonia. Fueron las únicas en apearse en Varsovia. Las recibe la traductora de Nada al polaco y familiares de Linka, que comprueba cómo el hogar de su infancia aún conserva las cicatrices de metralla de la guerra. Laforet puede cobrar sus derechos de autor y entrevista a los intelectuales orgánicos recomendados por la editorial Iskry; habla con poetas, antiguos terratenientes, taxistas; ve una sociedad sin clases y una Iglesia católica contestataria. Conocen Varsovia, Cracovia, Poznan, Wrocław, Gdansk, Gydnia, los Cárpatos, el mar Báltico.
¿Babecka no temía por su seguridad? “Sí, y su familia estaba preocupada, pero el deseo de regresar a su tierra natal era más fuerte. Para el régimen comunista era persona non grata, si bien entró en Polonia como Carolina Babecka Pons, una turista española que había obtenido un visado polaco en París, lo que probablemente relajó la vigilancia de los servicios secretos”, dice Mizerska-Wrotkowska. Y añade: “Ambas arriesgaron mucho, porque en 1967 Polonia y España no mantenían relaciones diplomáticas o consulares. Si algo sucedía, no tenían la oportunidad de refugiarse en la embajada o el consulado”.
Tras casi un mes de viaje, quisieron extender su visado, lo que disparó la tensión. Las convocaron a una entrevista envenenada con un oficial del Servicio de Seguridad, Babecka lo criticó en español ignorando que manejaba el idioma (había combatido en las Brigadas Internacionales) y, cuando lo descubrió, se asustó. El viaje acabaría poco después.
También hubo roces entre las amigas. La politóloga explica que para el lector polaco el relato de Laforet es superficial y demasiado halagador con el régimen comunista. “Una tiene la impresión de que ve aspectos muy positivos en el sistema, que Polonia le debe el progreso social y las mejoras de vida del campesinado. A Babecka no le debieron gustar sus opiniones. A lo largo de los años, en charlas con amigos, recordaría con frecuencia el viaje, pero siempre sin mencionar los reportajes de Laforet”, dice Mizerska-Wrotkowska, que apunta que la escritora se inventa en el texto algunos de los pareceres de su amiga. “Por ejemplo, cuando escribe: ‘Aunque Rusia, como Alemania, es un enemigo tradicional de Polonia, Linka parecía contenta de que la amistad polaco-soviética y el estado de subordinación fueran una protección para su país”.
Tras ganar el Nadal, “la chica rara”, como la llamaba Carmen Martín Gaite para ilustrar que los raros eran los demás, se casó con Cerezales, primer lector de Nada, y tuvieron cinco hijos. La historia que comenzó como un cuento de hadas moderno acabó como en la novela Yoga, de Carrère, y el acuerdo de divorcio del autor francés con su exesposa: Cerezales impuso como condición para separarse en 1970 que Laforet firmara ante notario que no podría escribir nada sobre sus 24 años de vida conyugal.
Laforet le dedicó a Babecka un clásico de la literatura en español del siglo XX. Luce en todas las traducciones salvo en la versión polaca, en la que se silenció el cariño para protegerla a ella y a su familia en Polonia. El comunismo se derrumbó, pero Linka Babecka aún sigue en la sombra en Nada.
https://elpais.com/cultura/2023-08-29/el-agosto-en-que-carmen-laforet-cruzo-el-telon-de-acero.html#:~:text=En%20agosto%20de%201967%20Laforet,Polonia%20sovi%C3%A9tica%20no%20era%20f%C3%A1cil.
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domingo, 15 de octubre de 2023
¿Buscas pareja? Necesitas hacer un ‘casting’ sentimental.
El IV Observatorio del Derecho de Familia de la Asociación Española de Abogados de Familia (Aeafa) ha abordado las causas más habituales por las cuales las parejas deciden divorciarse, y entre ellas destaca “la elección de una pareja con un carácter incompatible e irreconciliable con el nuestro”. La razón por la que señalamos este motivo, y no otros del listado, es porque la incompatibilidad de caracteres o incluso los estilos de vida opuestos son aspectos que están presentes desde el comienzo de la relación, es decir: la pareja estaba condenada ya al game over desde la casilla de salida. Aunque cada vez somos más conscientes de la importancia de hacer caso a las denominadas red flags (por más que, según un estudio de la aplicación Bumble realizado a través de Ipsos Digital, uno de cada tres españoles no termina de identificar las ‘banderas rojas’ en sus citas y relaciones), en ocasiones caemos en un clásico de los fracasos amorosos: creer que podemos cambiar a la otra persona.
El fantasma del cambio
Verónica Alcanda, headhunter sentimental y dueña de Alcanda Matchmaking, subraya el error que supone pensar que cambiar a alguien es posible, pues puede llevar a la manipulación emocional, al chantaje, al abuso psicológico y conducir al autoengaño, evitando además que aceptemos a nuestra pareja tal y como es.
“Las personas no cambiamos radicalmente, sino que evolucionamos y nos adaptamos para superar barreras en la vida o ser más felices. Pero esta evolución es una decisión personal en la que uno ha de querer cambiar, porque tendemos a comportarnos siempre igual, por lo que cambiar un hábito adquirido durante muchos años no es tarea fácil. Se requiere una gran fuerza de voluntad y, si ese cambio viene impuesto, nunca funcionará o si lo hace, será por complacer a una tercera persona y no se mantendrá en el tiempo”, explica. Lara Ferreiro, autora de Adicta a un gilipollas, coincide en opinar que intentar cambiar al otro es un inmenso error, pues asegura que emerge una absoluta falta de conciencia de quien verdaderamente es esa persona y entran en marcha expectativas poco realistas ante el imán del denominado ‘fantasma del cambio’. “Por si fuera poco, se puede generar cierto resentimiento y la otra persona se sentirá presionada, juzgada y no valorada. Se potenciarán comportamientos manipuladores para intentar cambiar al otro, cuando en realidad hay cosas que no se pueden negociar”, advierte.
Oda a la flexibilidad
Alcanda indica que hemos de evaluar, sin embargo, si a la hora de buscar pareja estamos poniendo unas preferencias realistas o si están impidiendo la posibilidad de establecer una relación satisfactoria. “En mi opinión, ser demasiado exigente puede ser contraproducente y limitar las oportunidades de encontrar una pareja compatible. Este tipo de peticiones me suceden mucho a la hora de perfilar las parejas de mis clientes. Por ejemplo, es habitual que los hombres quieran a mujeres más jóvenes y que ellas busquen a hombres de una altura determinada, a lo que yo siempre les digo que incluso después de haber analizado su porqué y comprenda que es un tema antropológico muy arraigado en nuestro ADN, que una persona sea unos centímetros más alta o unos años más joven no es algo que nos vaya a hacer más o menos felices. La pareja y la felicidad son cosas mucho más profundas que eso, y no ser flexible en temas tan superficiales nos limita mucho a la hora de encontrar la felicidad con alguien. Como dijo Lao Tse, ‘Si eres flexible, te mantendrás recto”, por lo que hallarás a tu pareja perfecta con mayor facilidad”, asegura.
El ‘casting’ amoroso
Lara Ferreiro recomienda a sus pacientes hacer un auténtico casting cuando buscan pareja, pues dice que somos una empresa de recursos humanos emocionales, por lo que al igual que las compañías hacen bien el proceso de selección de personal, tendríamos que hacer lo mismo en el amor. “Es importante conocernos lo suficiente como para saber lo que queremos y lo que no. Habría que hacer una lista con tarjetas verdes, naranjas y rojas.
1. Las verdes son las que indican cómo debería ser la relación y esa pareja,
2. Mientras que las naranjas son esas cosas medio tóxicas que si siguen ocurriendo, te llevarán a dejar la relación.
3. Por último, las rojas son las cosas que con que ocurran una vez, harán que la relación se termine, como para algunos puede ser una infidelidad o descubrir que el otro está tonteando en las aplicaciones.
Este listado es vital para evitar hacernos daño más adelante, así como para ahorrarnos tiempo y energía. En el momento en el que detectes algo que encaja en la categoría de las tarjetas rojas, has de romper y dejar de involucrate”, dice la psicóloga.
“Siempre digo que en el amor ocurre como en las campañas electorales. Durante los tres primeros meses la otra persona es maravillosa: hace regalos, falsas promesas de amor, dice lo que queremos escuchar… Pero lo importante son los hechos y si cumple lo que dice. Lo fundamental no es lo que sientes por esa persona cuando estás con ella, sino cuando estás sin ella. Si te escribe, si te llama, si te sientes mal…”, advierte. “Hay que tener cuidado con quien dice estar conociendo a alguien que le encanta y al momento, añade un ‘pero’… Ese ‘pero’ es un problema, porque cuando te estás enamorando de verdad, hay una idealización y una intoxicación de oxitocina, por lo que si aún así comenzamos con los ‘peros’, puede ser que nos hallemos ante un caso de atelofobia, o que esa persona en realidad no nos encante tanto y ese ‘pero’ en el fondo sea una señal de que no nos convence o que sencillamente estemos ansiosos por buscar una relación y nos queramos conformar con alguien. Lo importante es saber si los ‘peros’ son negociables, y esto es algo que depende de las tarjetas rojas de cada una”, añade Ferreiro.
Habrá a quien le horrorice la idea de que para encontrar pareja sea necesario hacer una suerte de lista de la compra en la que se detalle todo lo necesario para encontrar el amor, y habrá quien piense que hacer un listado con lo que tiene que tener la pareja idónea es una suerte de manifestación, es decir, de “pedirle al universo lo que deseas”, algo que Viola Davis confesó a Oprah que es exactamente lo que hizo para encontrar a su pareja. “Me dijeron que le pidiera a Dios todo lo que buscaba en un hombre, incluyendo aspectos físicos. Así que me arrodillé y dije que quería a un hombre robusto y negro, del Sur, que ya hubiera estado casado y que tuviera hijos, porque no quería agobio alguno en ese campo. Alguien que quizás fuera o hubiera sido actor, por lo que comprendiera a la comunidad artística, que fuera a la Iglesia y que amase a Dios”, explica la actriz, que asegura que a las tres semanas y media conoció a su pareja, que reunía todas las cualidades que ella buscaba.
Cómo buscar pareja de forma efectiva
Pero no es solo importante pedir lo que buscamos, sino saber preguntar las cuestiones idóneas para recaudar toda la información necesaria y que el proceso de casting no tenga fisuras. “Tienes que saber en qué momento estás y si tanto tú como la otra persona habéis resuelto el duelo anterior, porque si alguno no ha llegado a la fase de neutralización, no es conveniente buscar pareja. Por eso tienes que preguntar al otro cuánto tiempo lleva sin pareja, así como acerca de sus estudios, su trabajo, su relación con la familia, dónde se ve en cuatro o cinco años, si quiere tener hijos, qué hobbies tiene, qué opina de la infidelidad y si ha sido infiel… Al comienzo hay que ponerse estricta, pero no hay que hacerlo de forma compulsiva”, explica Ferreiro.
Verónica Alcanda, autora de Por qué no encuentro pareja: reflexiones de una head-hunter sentimental, asegura que lo más importante para encontrar a la persona idónea es empoderarse y ser capaces de decidir lo que se busca en una relación. Dice que implica tener en cuenta varios aspectos importantes:
“Siempre digo que en el amor ocurre como en las campañas electorales. Durante los tres primeros meses la otra persona es maravillosa: hace regalos, falsas promesas de amor, dice lo que queremos escuchar… Pero lo importante son los hechos y si cumple lo que dice. Lo fundamental no es lo que sientes por esa persona cuando estás con ella, sino cuando estás sin ella. Si te escribe, si te llama, si te sientes mal…”, advierte. “Hay que tener cuidado con quien dice estar conociendo a alguien que le encanta y al momento, añade un ‘pero’… Ese ‘pero’ es un problema, porque cuando te estás enamorando de verdad, hay una idealización y una intoxicación de oxitocina, por lo que si aún así comenzamos con los ‘peros’, puede ser que nos hallemos ante un caso de atelofobia, o que esa persona en realidad no nos encante tanto y ese ‘pero’ en el fondo sea una señal de que no nos convence o que sencillamente estemos ansiosos por buscar una relación y nos queramos conformar con alguien. Lo importante es saber si los ‘peros’ son negociables, y esto es algo que depende de las tarjetas rojas de cada una”, añade Ferreiro.
Habrá a quien le horrorice la idea de que para encontrar pareja sea necesario hacer una suerte de lista de la compra en la que se detalle todo lo necesario para encontrar el amor, y habrá quien piense que hacer un listado con lo que tiene que tener la pareja idónea es una suerte de manifestación, es decir, de “pedirle al universo lo que deseas”, algo que Viola Davis confesó a Oprah que es exactamente lo que hizo para encontrar a su pareja. “Me dijeron que le pidiera a Dios todo lo que buscaba en un hombre, incluyendo aspectos físicos. Así que me arrodillé y dije que quería a un hombre robusto y negro, del Sur, que ya hubiera estado casado y que tuviera hijos, porque no quería agobio alguno en ese campo. Alguien que quizás fuera o hubiera sido actor, por lo que comprendiera a la comunidad artística, que fuera a la Iglesia y que amase a Dios”, explica la actriz, que asegura que a las tres semanas y media conoció a su pareja, que reunía todas las cualidades que ella buscaba.
Cómo buscar pareja de forma efectiva
Pero no es solo importante pedir lo que buscamos, sino saber preguntar las cuestiones idóneas para recaudar toda la información necesaria y que el proceso de casting no tenga fisuras. “Tienes que saber en qué momento estás y si tanto tú como la otra persona habéis resuelto el duelo anterior, porque si alguno no ha llegado a la fase de neutralización, no es conveniente buscar pareja. Por eso tienes que preguntar al otro cuánto tiempo lleva sin pareja, así como acerca de sus estudios, su trabajo, su relación con la familia, dónde se ve en cuatro o cinco años, si quiere tener hijos, qué hobbies tiene, qué opina de la infidelidad y si ha sido infiel… Al comienzo hay que ponerse estricta, pero no hay que hacerlo de forma compulsiva”, explica Ferreiro.
Verónica Alcanda, autora de Por qué no encuentro pareja: reflexiones de una head-hunter sentimental, asegura que lo más importante para encontrar a la persona idónea es empoderarse y ser capaces de decidir lo que se busca en una relación. Dice que implica tener en cuenta varios aspectos importantes:
● La autoevaluación: “Antes de buscar una pareja, es importante reflexionar sobre uno mismo. Pregúntate si te estás dando lo que quieres en la vida y si te sientes satisfecha contigo misma. Invierte en tu bienestar y trabaja en tu madurez emocional y seguridad personal y en caso de necesitarlo, trabaja en tu autoestima”, asegura.
● Evitar la desesperación: “No busques pareja de forma desesperada. Evita lanzarte a la primera persona que encuentres sin filtro. Tómate tu tiempo para conocer a alguien y detecta los errores que has cometido en relaciones anteriores para corregirlos”, dice.
● Define tus expectativas: “Antes de iniciar la búsqueda, reflexiona sobre qué buscas en una pareja. Piensa en qué tipo de relación deseas, qué necesitas que te aporte y qué aspectos son importantes para ti”, señala Alcanda.
● No te fuerces: “Espera hasta que estés preparada emocionalmente y hayas superado relaciones anteriores. El momento ideal para buscar pareja varía para cada persona”, señala.
● La honestidad y la comunicación abierta son fundamentales en una relación de pareja, por lo que recomienda buscar a alguien con quien poder ser auténticos y compartir pensamientos y sentimientos.
● Utiliza diferentes métodos: considera diferentes formas de buscar pareja y sal de tu zona de confort. “Apúntate a actividades, asiste a eventos sociales donde te inviten tus más allegados o contrata los servicios de un headhunter sentimental que pueda ayudarte en la búsqueda de una pareja compatible a tu modo de vida, tus valores y tus proyectos de vida”, recomienda.
Citas después de los 60: muchas rosas, algunas espinas. Para “The Golden Bachelor” y otros solteros de cierta edad, puede haber malas citas y comienzos en falso. Pero el romance puede ser infinitamente mejor después de décadas de experiencia de vida.
Cuando Janet Ha, de 65 años, intentó por primera vez las citas online en febrero, lo encontró “confuso y extraño”.
El ex de veintitantos años de su hijo la ayudó a crear un perfil en Bumble, pero todas sus coincidencias iniciales se centraron en ligar.
"Había marcado 'algo casual', porque no pensé que estuviera buscando una relación, pero no me di cuenta de lo que eso significaba en Bumble", dijo Ha, riendo.
Rápidamente aprendió a navegar por la aplicación, pero todavía no estaba segura de lo que quería. Su matrimonio de casi 30 años terminó en divorcio y sus hijos crecieron. “Simplemente ya no quería tener que cuidar a nadie”, dijo Ha, una maestra de Minnesota que planea jubilarse en la primavera de 2024.
Las citas entre estadounidenses mayores están en el centro de atención gracias al próximo estreno de “The Golden Bachelor”, que sigue a Gerry Turner, un viudo de 72 años, en su búsqueda para encontrar una pareja en un programa derivado de “Bachelor” que presenta a solteros. 60 años y más. (Lo ideal, ha dicho Turner, es un socio “con mucha energía” al que le pueda gustar el pickleball o el golf).
Aunque es poco probable que los reality shows reflejen las experiencias típicas de las personas mayores solteras, millones de ellas buscan el amor y sus historias a menudo se pasan por alto. Las personas mayores que se citan enfrentan todos los desafíos que enfrentan sus contrapartes más jóvenes (agotamiento, fantasmas, iluminación con gas), pero muchos de ellos han descubierto que las citas pueden ser infinitamente mejores cuando no tienes tanto que demostrar.
La narrativa predominante en torno al creciente número de adultos mayores solteros tiende a centrarse en los riesgos del aislamiento y la soledad. Pero Sindy Oh, psicóloga clínica autorizada en Los Ángeles, dijo que le sorprendió lo diferentes que pueden ser las citas para sus clientes mayores porque tienen un sentido de sí mismos mucho más fuerte. “Han aceptado quiénes son y se presentan tal como son”, dijo.
'Sexo alucinante'
Aunque la introducción de la Sra. Ha a las citas en línea fue desfavorable, hace cuatro meses golpeó directamente a Mike Ecker, de 64 años, un electricista divorciado de Wisconsin.
Si se hubieran conocido cuando tenían veintitantos años, la Sra. Ha dijo: "No creo que me hubiera sentido atraída por él, y no creo que él se hubiera sentido atraído por mí", describiéndose a sí misma como una "ciudadana". chica” y el Sr. Ecker como un “chico rural”. Pero su relación se formó fácil e instantáneamente. Cada vez que la Sra. Ha coincidía con alguien, le preguntaba con qué canción estaba “vibrando” la persona. El señor Ecker envió “Invisible” de Trey Anastasio. Parecía una señal, ya que la señora Ha había estado pensando mucho en la invisibilidad de las mujeres mayores.
En su tercera cita, la Sra. Ha condujo tres horas desde su casa hasta la de él para poder pasar el fin de semana juntos. Desde entonces, han pasado juntos casi todos los fines de semana, jugando al Yahtzee y al naipe, cocinando y teniendo lo que Ha describió como sexo “alucinante”. (El secreto, dijo, es la buena comunicación).
"Estamos realmente abiertos a hablar de todo de una manera que nunca antes había experimentado", dijo la Sra. Ha. “Antes tenía miedo de mostrar quién era realmente en una relación, porque podrían irse. Y ya no tengo eso en absoluto”.
'Disparo de un cañón'
Uno de cada tres baby boomers es soltero, dijo Susan Brown, distinguida profesora de sociología en la Universidad Estatal de Bowling Green que estudia los cambios demográficos en el matrimonio y el divorcio, y se estima que el 14 por ciento de las personas solteras entre 57 y 85 años están en una " relación de noviazgo”.
David, de 61 años, describió sentirse como si le hubieran “disparado desde un cañón” cuando comenzó a salir después de que su matrimonio de 25 años terminara en divorcio. Dijo que había encontrado “la soledad de un matrimonio frío incluso más que estar solo” y ahora está experimentando con el poliamor y la no monogamia. Había tenido indicios de estas cosas durante su matrimonio mayoritariamente asexuado, pero nunca sintió que pudiera explorar esos lados de sí mismo, y describió la confianza que ahora siente como "una característica notable de las citas en la mediana edad". (David pidió que solo se usara su nombre por respeto a la privacidad de su ex esposa).
"Una cosa que descubrí rápidamente es: 'Vaya, realmente no tienes que jugar ningún juego en este momento de la vida'", dijo David, que vive en California. “No tengo que contar ninguna historia que no sea cierta sobre mí. Y ellos tampoco”.
Kathy Denton, de 64 años, dijo que ahora se siente “más audaz”, en parte porque ya no siente la presión que antes sentía para sentar cabeza. Ha podido divertirse con algunos de los hombres que conoció a través de sitios de citas, incluso si ninguno ha sido una pareja a largo plazo. Un “hombre encantador” le preparaba “las mejores sopas y desayunos”; otro la llevó a su condominio en Florida y le mostró “cómo divertirse otra vez”.
A Denton le gustaría volver a enamorarse, pero también se ha “enamorado” de sí misma, dijo, y se da cuenta de que ella es la única compañía que necesita. Va a la playa, pasa tiempo con amigos y planea inscribirse en una clase de vidrieras. “Si tuviera que pasar el resto de mi vida sola, ahora estaría bien”, dijo Denton, que vive en Michigan. "Amo mi vida."
'Necesitamos mucha paciencia'
Tener citas después de los 60 no es todo color de rosa. Varias personas entrevistadas para este artículo mencionaron lo frustrante que es conocer personas cuyos comportamientos tóxicos se han calcificado durante décadas.
"Necesitamos mucha paciencia unos con otros para deshacer parte de esta mierda por la que hemos pasado", dijo Denton, quien agregó que había salido con hombres que resultaron ser mentirosos compulsivos o que sospechaba que tenían problemas con el alcohol. . Ha interactuado con hombres que claramente no se molestaron en leer su perfil, dijo, y otros que le enviaron fotos desnuda. Algunas personas que se citan también mencionaron la disfunción sexual, la reducción del grupo de citas para mujeres mayores y la amenaza de ser estafadas.
Pero para la Sra. Ha y el Sr. Ecker, abrirse el uno al otro les ha traído a ambos una felicidad sorprendente en esta etapa de sus vidas. El Sr. Ecker había estado saliendo intermitentemente durante 10 años antes de conocer a la Sra. Ha, y estaba saliendo de una racha particularmente difícil cuando se conectaron. Su madre y su querido perro habían muerto, él había terminado una relación de tres años y había perdido una parte de sus ahorros debido a la volatilidad del mercado de valores, justo cuando se preparaba para jubilarse.
Ahora, él y la Sra. Ha están planeando juntos la siguiente etapa de sus vidas, pensando en cómo quieren que sea la jubilación. Se sienten afortunados de haberse encontrado. “Desde el primer mensaje que me envió”, dijo. "He sentido que esto ha sido guiado y fuera de nuestro control".
El ex de veintitantos años de su hijo la ayudó a crear un perfil en Bumble, pero todas sus coincidencias iniciales se centraron en ligar.
"Había marcado 'algo casual', porque no pensé que estuviera buscando una relación, pero no me di cuenta de lo que eso significaba en Bumble", dijo Ha, riendo.
Rápidamente aprendió a navegar por la aplicación, pero todavía no estaba segura de lo que quería. Su matrimonio de casi 30 años terminó en divorcio y sus hijos crecieron. “Simplemente ya no quería tener que cuidar a nadie”, dijo Ha, una maestra de Minnesota que planea jubilarse en la primavera de 2024.
Las citas entre estadounidenses mayores están en el centro de atención gracias al próximo estreno de “The Golden Bachelor”, que sigue a Gerry Turner, un viudo de 72 años, en su búsqueda para encontrar una pareja en un programa derivado de “Bachelor” que presenta a solteros. 60 años y más. (Lo ideal, ha dicho Turner, es un socio “con mucha energía” al que le pueda gustar el pickleball o el golf).
Aunque es poco probable que los reality shows reflejen las experiencias típicas de las personas mayores solteras, millones de ellas buscan el amor y sus historias a menudo se pasan por alto. Las personas mayores que se citan enfrentan todos los desafíos que enfrentan sus contrapartes más jóvenes (agotamiento, fantasmas, iluminación con gas), pero muchos de ellos han descubierto que las citas pueden ser infinitamente mejores cuando no tienes tanto que demostrar.
La narrativa predominante en torno al creciente número de adultos mayores solteros tiende a centrarse en los riesgos del aislamiento y la soledad. Pero Sindy Oh, psicóloga clínica autorizada en Los Ángeles, dijo que le sorprendió lo diferentes que pueden ser las citas para sus clientes mayores porque tienen un sentido de sí mismos mucho más fuerte. “Han aceptado quiénes son y se presentan tal como son”, dijo.
'Sexo alucinante'
Aunque la introducción de la Sra. Ha a las citas en línea fue desfavorable, hace cuatro meses golpeó directamente a Mike Ecker, de 64 años, un electricista divorciado de Wisconsin.
Si se hubieran conocido cuando tenían veintitantos años, la Sra. Ha dijo: "No creo que me hubiera sentido atraída por él, y no creo que él se hubiera sentido atraído por mí", describiéndose a sí misma como una "ciudadana". chica” y el Sr. Ecker como un “chico rural”. Pero su relación se formó fácil e instantáneamente. Cada vez que la Sra. Ha coincidía con alguien, le preguntaba con qué canción estaba “vibrando” la persona. El señor Ecker envió “Invisible” de Trey Anastasio. Parecía una señal, ya que la señora Ha había estado pensando mucho en la invisibilidad de las mujeres mayores.
En su tercera cita, la Sra. Ha condujo tres horas desde su casa hasta la de él para poder pasar el fin de semana juntos. Desde entonces, han pasado juntos casi todos los fines de semana, jugando al Yahtzee y al naipe, cocinando y teniendo lo que Ha describió como sexo “alucinante”. (El secreto, dijo, es la buena comunicación).
"Estamos realmente abiertos a hablar de todo de una manera que nunca antes había experimentado", dijo la Sra. Ha. “Antes tenía miedo de mostrar quién era realmente en una relación, porque podrían irse. Y ya no tengo eso en absoluto”.
'Disparo de un cañón'
Uno de cada tres baby boomers es soltero, dijo Susan Brown, distinguida profesora de sociología en la Universidad Estatal de Bowling Green que estudia los cambios demográficos en el matrimonio y el divorcio, y se estima que el 14 por ciento de las personas solteras entre 57 y 85 años están en una " relación de noviazgo”.
David, de 61 años, describió sentirse como si le hubieran “disparado desde un cañón” cuando comenzó a salir después de que su matrimonio de 25 años terminara en divorcio. Dijo que había encontrado “la soledad de un matrimonio frío incluso más que estar solo” y ahora está experimentando con el poliamor y la no monogamia. Había tenido indicios de estas cosas durante su matrimonio mayoritariamente asexuado, pero nunca sintió que pudiera explorar esos lados de sí mismo, y describió la confianza que ahora siente como "una característica notable de las citas en la mediana edad". (David pidió que solo se usara su nombre por respeto a la privacidad de su ex esposa).
"Una cosa que descubrí rápidamente es: 'Vaya, realmente no tienes que jugar ningún juego en este momento de la vida'", dijo David, que vive en California. “No tengo que contar ninguna historia que no sea cierta sobre mí. Y ellos tampoco”.
Kathy Denton, de 64 años, dijo que ahora se siente “más audaz”, en parte porque ya no siente la presión que antes sentía para sentar cabeza. Ha podido divertirse con algunos de los hombres que conoció a través de sitios de citas, incluso si ninguno ha sido una pareja a largo plazo. Un “hombre encantador” le preparaba “las mejores sopas y desayunos”; otro la llevó a su condominio en Florida y le mostró “cómo divertirse otra vez”.
A Denton le gustaría volver a enamorarse, pero también se ha “enamorado” de sí misma, dijo, y se da cuenta de que ella es la única compañía que necesita. Va a la playa, pasa tiempo con amigos y planea inscribirse en una clase de vidrieras. “Si tuviera que pasar el resto de mi vida sola, ahora estaría bien”, dijo Denton, que vive en Michigan. "Amo mi vida."
'Necesitamos mucha paciencia'
Tener citas después de los 60 no es todo color de rosa. Varias personas entrevistadas para este artículo mencionaron lo frustrante que es conocer personas cuyos comportamientos tóxicos se han calcificado durante décadas.
"Necesitamos mucha paciencia unos con otros para deshacer parte de esta mierda por la que hemos pasado", dijo Denton, quien agregó que había salido con hombres que resultaron ser mentirosos compulsivos o que sospechaba que tenían problemas con el alcohol. . Ha interactuado con hombres que claramente no se molestaron en leer su perfil, dijo, y otros que le enviaron fotos desnuda. Algunas personas que se citan también mencionaron la disfunción sexual, la reducción del grupo de citas para mujeres mayores y la amenaza de ser estafadas.
Pero para la Sra. Ha y el Sr. Ecker, abrirse el uno al otro les ha traído a ambos una felicidad sorprendente en esta etapa de sus vidas. El Sr. Ecker había estado saliendo intermitentemente durante 10 años antes de conocer a la Sra. Ha, y estaba saliendo de una racha particularmente difícil cuando se conectaron. Su madre y su querido perro habían muerto, él había terminado una relación de tres años y había perdido una parte de sus ahorros debido a la volatilidad del mercado de valores, justo cuando se preparaba para jubilarse.
Ahora, él y la Sra. Ha están planeando juntos la siguiente etapa de sus vidas, pensando en cómo quieren que sea la jubilación. Se sienten afortunados de haberse encontrado. “Desde el primer mensaje que me envió”, dijo. "He sentido que esto ha sido guiado y fuera de nuestro control".
NYT
sábado, 14 de octubre de 2023
_- Yanis Varoufakis: “El capitalismo está muerto. El nuevo orden es una economía tecno-feudal”.
_- Varoufakis creó en febrero de 2016 Democracy in Europe Movement 2025 (DiEM25).
El exministro de Finanzas griego advierte que los políticos no tienen nada que hacer ante el creciente poder de las grandes empresas.
Yanis Varoufakis (Atenas, 1961) enciende el portátil que arranca el Zoom que ilumina la cámara del estudio de su casa de Atenas. Uno de los economistas más conocidos e influyentes del mundo saluda, amable, al otro lado. Por primera vez en muchos años —se lo había prometido a su mujer, Danae— se ha tomado unos días de vacaciones en agosto en el Egeo. Pero un mes después está, puntual, el día acordado. “He vuelto a coger las herramientas”. “Vamos allá”, lanza. Comencemos por la memoria.
Varoufakis estudió en el colegio privado Moraitis, y después cursó dos posgrados en Matemáticas y Economía en las universidades de Essex y Birmingham. Ha enseñado en Australia, Estados Unidos, y desde 2000 imparte clases de Economía en la Universidad de Atenas. Pero su vida, y por qué no, su “mito”, procede de la política. Fue ministro de Finanzas griego entre enero y julio de 2015. Días de piedra —su enfrentamiento con Wolfgang Schäuble, exministro de Finanzas de la antigua canciller Angela Merkel, se cuenta ya en los libros de historia económica y se contempla en la película Comportarse como adultos (2019), del director Costa-Gavras—, meses interminables de la crisis soberana griega. Cuando la Troika (Banco Central Europeo, BCE, el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea) exprimió, con sus condiciones para el rescate, hasta el último euro del pueblo griego. Los ciudadanos votaron en contra de un sufrimiento social —denominado austeridad— que duraría años. Varoufakis dimitió a los cinco meses del cargo.
En febrero de 2016 creó Democracy in Europe Movement 2025 (DiEM25) y en mazo de 2018 —como antiguo miembro del partido de izquierdas Syriza— funda MeRA25, la “rama política” del movimiento. Regresa al parlamento heleno. Desde entonces, este “marxista libertario” —así se define, con evidente sentido de la provocación— ha encadenado, también, éxitos en los anaqueles de las librerías. Adults in the Room (Comportarse como adultos, editorial Deusto) y And the Weak Suffer What They Must? (¿Y los pobres sufren lo que deben?, Deusto) fueron superventas. Y también ha dado a la imprenta Talking to My Daughter: A Brief History of Capitalism, The Global Minotaur (El minotauro global, editorial Capitan Swing) o Technofeudalism. What Killed Capitalism (acaba de publicarse en inglés por Random House y en España lo publicará Deusto en febrero de 2024 con el título de Tecnofeudalismo. El sigiloso sucesor del capitalismo).
Brillante con los títulos, uno de sus últimos artículos se titula: Dejemos arder los bancos. También ha acuñado términos para una época: “Capitalismo en la nube”, “colonialismo moderno”, “desdolarización”, “austeridad global”, “riesgo moral”, “modificación de la conducta” o “tecnofeudalismo”. Pese a que no lo pretenda, se impregna algo, en muchos de sus párrafos, del pesimismo del filósofo Emil Cioran (1911-1955) y su tentación de existir: “Escribir es una cuestión de vida o muerte”.
Sin duda, su último libro también posee el horizonte de cierta tristeza. Nace de una conversación, hace muchos años, en 1993, en la casa de Paleo Faliro, con su padre, comunista, Giorgios. Estaba intentando conectarle a internet. “¿Ahora que las computadoras hablan unas con otras, esta Red hará imposible derrocar al capitalismo?”, “¿o finalmente revelará su talón de Aquiles?”.
Pregunta. ¿O lo ha mostrado ya?
Respuesta. Alexa, de Amazon, por ejemplo, no es nada más que un portal detrás del cual hay un sistema totalitario centralizado creado para satisfacer a su dueño, Jeff Bezos. Hace cuatro cosas al mismo tiempo. Nos entrena para que le dictemos lo que queremos. Nos vende de manera directa lo que sabemos que “queremos”, prescindiendo de cualquier mercado real. Logra que reproduzcamos su capital en la nube (es decir, es una máquina inmensa de modificación del comportamiento), porque con nuestro trabajo, sin remunerar, publica reseñas o valora productos. Y, finalmente, amasa enormes rentas de los capitalistas que están dentro de esta red, generalmente el 40% del precio de venta. Esto no es capitalismo ¡Bienvenidos al tecnofeudalismo!
P. ¿Cuál es su hipótesis?
R. El capitalismo ahora está muerto. Ha sido reemplazado por la economía tecno-feudal y un nuevo orden. En el fondo de mi tesis existe una ironía que puede sonar al principio confusa, pero que queda clara en el libro: lo que está matando al capitalismo… es el propio capitalismo. No el capital que conocíamos desde el amanecer de la era industrial. Sino una nueva forma, una mutación, que ha ido creciendo en las dos últimas décadas. Mucho más poderoso que su predecesor que, como un virus estúpido y demasiado entusiasta, ha matado a su huésped. ¿Por qué se ha producido esto? Debido a dos causas principales: la privatización de internet por Estados Unidos, pero también las grandes tecnológicas chinas. Junto a la manera en la cual los gobiernos occidentales y los bancos centrales respondieron a la gran crisis de 2008.
El capitalismo ha sido reemplazado por la economía tecno-feudal y un nuevo orden
El último libro de Varoufakis advierte de la imposibilidad hoy de la socialdemocracia o de esa falsa promesa que es el mundo cripto. “Detrás de la criptoaristocracia, los únicos verdaderos beneficiarios de estas tecnologías han sido las mismas instituciones que estos criptoevangelistas se suponía querían derrocar: Wall Street y el conglomerado de las grandes tecnológicas. Por ejemplo, “JP Morgan y Microsoft recientemente han unido fuerzas para dirigir un “consorcio de cadenas de bloques”, basado en los centros de datos de Microsoft, con el objetivo de aumentar su poder en los servicios financieros”, escribe el exministro en Tecnofeudalismo.
P. Vamos camino de los 600 días desde que empezó la guerra en Ucrania. ¿Qué piensa y qué impacto tiene en la economía?
R. Mis pensamientos son los mismos que el primer día que Putin invadió Ucrania. Es una guerra que acabará rápidamente si hay un acuerdo de paz, de lo contrario puede durar décadas. Si continúa no habrá ganadores, solo perdedores. Cientos de miles de ucranios muertos, cientos de miles de rusos muertos. Empobrecerá a Europa y hará más miserable a África. Occidente debe ofrecer al mandatario ruso un acuerdo muy sencillo. Volver a donde estaba antes de febrero de 2022. A cambio, Ucrania nunca será miembro de la OTAN. Es la solución austriaca —forma parte de Europa, tiene Ejército, es una democracia liberal—, pero no de la Organización. Es la única posibilidad que coincide con los intereses ucranios, y evita el sacrificio y el empobrecimiento.
Varoufakis creó en febrero de 2016 Democracy in Europe Movement 2025 (DiEM25).
P. Europa envejece, el crecimiento es lento, el centro económico del mundo se desplaza al sur de Asia. ¿Qué futuro aguarda al continente? ¿Un resort de lujo para las vacaciones de extranjeros millonarios?
R. No habrá una ruptura de la Unión Europa. Ha sido salvada por Mario Draghi [expresidente del BCE] gracias a la inyección de billones de euros. Estamos entrando en un periodo de declive. Estuve reunido hace un mes con el presidente de México, López Obrador, y la Unión Europea no les preocupa. Desde luego quieren tener buenas relaciones, y todo eso. Pero lo que cuenta para ellos es Estados Unidos y los BRICS [Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica]. Piense en la geopolítica, sobre todo después de la guerra en Ucrania. Piense en la OTAN, sea lo que sea. No es la política europea: es la suya. Su secretario general es quien decide nuestra política. Imagine —ojalá fuera así— que mañana hay una mesa de paz. ¿Quiénes estarían sentados? Zelenski (Ucrania), Putin (Rusia), Xi Jinping (China), Modi (India) y Biden (Estados Unidos). ¿Quién representaría a Europa? Nadie. No tenemos líderes. Los polacos, estonios, lituanos no confían en Emmanuel Macron [presidente de Francia] ni en Olaf Scholz [canciller alemán] porque piensan que están demasiado cerca de Putin. ¿Imagina una Unión Europea representada por alguien distinto a Alemania o Francia? Es peor que una crisis, nos estamos convirtiendo en irrelevantes.
P. Ahora algunos políticos alemanes reconocen el error de la austeridad, como usted defendió cuando negociaba el rescate griego.
R. Solo dicen eso después de retirarse. Deberías ser juzgado por lo que haces cuando estás en la Administración. Eso es lo que cuenta. El resto nada me importa. El ministro de finanzas germano, Christian Lindner, está impulsando la austeridad. Nunca admitirán que se equivocan. El modelo económico alemán está muriendo y Europa le sigue detrás. ¿Cuáles son las industrias del futuro? Energía solar, eólica, baterías y desarrollo de software. La UE ni siquiera existe porque no invierte nada. ¿Qué van a hacer con China, que tiene el monopolio absoluto de las baterías?
P. ¿Por qué no existe en Europa un metaverso o un Amazon?
R. Por lo mismo: nadie invierte. Hemos perdido 14 años practicando la austeridad. El sistema de telefonía móvil de Alemania resulta casi tercermundista. Es un país subdesarrollado en temas de digitalización. Han aprobado, con todos esos años de retraso, un presupuesto de digitalización de 200.000 millones de euros en el próximo quinquenio. Unos 50.000 millones menos de lo previsto. ¿Sabe que aún usan el fax?
“No tenemos un Amazon porque hemos perdido 14 años con la austeridad”
P. ¿Qué poderes tienen los políticos frente a las grandes corporaciones?
R. Cero [hace el gesto con los dedos frente a la cámara]. Hace tiempo los políticos tenían un peso. Franklin Roosevelt (Estados Unidos), Willy Brandt (Alemania), Harold Wilson (Reino Unido) o incluso Nixon. Podían cambiar las cosas. Sentar a la gente alrededor de la mesa. Ahora ya no existen los sindicatos. No hay nadie que se siente con ellos. Pero si chocas contra el sistema, te elimina.
P. China, Singapur, India, Arabia Saudí, entre otros, han demostrado que se puede crecer y generar prosperidad, siendo en la práctica dictaduras, autarquías o naciones con dudoso respeto a los derechos humanos, o sea, sin ser democracias.
R. Nos olvidamos de la historia. La democracia nunca fue parte del capitalismo. Ya en el siglo XIX, en Gran Bretaña, el filósofo John Stuart Mill (1806-1873) defendía el liberalismo frente a la democracia. Respetaba los derechos de propiedad, la libertad de expresión… Pero el liberalismo era lo contrario al capitalismo. El partido oficial chino dice, bien: nosotros somos liberales como los británicos. Reconocen la propiedad privada, si tienes una casa no te la pueden quitar, puedes acumular tanto dinero como quieras, hacer negocios. Esto es liberalismo. Mientras no digas nada en contra del partido. ¿Esto es tan diferente en Gran Bretaña? ¿Vio la coronación de Carlos III? Había fuera de la Cámara de los Comunes un profesor que mostró una pancarta en blanco. Fue arrestado por falta de respeto al Rey. Bien. ¿Esto no es libertad de expresión, verdad? ¿Son los Estados Unidos una democracia? ¿En serio? Tienes un partido en el Gobierno con dos caras distintas. Trump era una pobre excusa como ser humano. Cambió el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, deshizo el pacto nuclear que Obama había firmado con Irán, empezó la guerra fría contra China. Llegó Biden. Se supone que iba a ser el anti-Trump. ¿Ha cambiado algo? No, lo ha empeorado. Aumentó la guerra fría, se ha enemistado más con Irán, y Cuba sufre un embargo peor que con el expresidente. Claro que prefería cenar con Biden antes que con Trump. Sin embargo, se supone que esto no es lo que debería ser una democracia.
P. ¿Es el feminismo compatible con el actual sistema económico?
R. El capitalismo solo trae enormes cargas, terribles. Una es la explotación de la mujer. La única forma de que las mujeres puedan prosperar es a costa de otras mujeres. No, al final, y en la práctica, el feminismo y el capitalismo democrático son incompatibles.
El capitalismo solo trae enormes cargas, terribles. Una es la explotación de la mujer
Si algo es Yanis Varoufakis es duro. Quizá proceda de los días en que su padre, Giorgios, un ingeniero especializado en el acero, comunista, le enseñaba frente al fuego de una chimenea de ladrillos rojos (en una casa modesta) las propiedades de los metales. Le ha servido en la formación, en la política europea o cuando en marzo pasado un grupo de “matones a sueldo”, en palabras de Varoufakis, le dio una tremenda paliza mientras el exministro cenaba en el popular barrio de Exarchia de Atenas con varios activistas europeos. Los “matones” le gritaban y le acusaban de que se había “vendido a la Troika”. Tras el incidente, el exministro de Finanzas acabó en el hospital. “No vamos a dejar que nos dividan”, escribió en Twitter. “¡Seguimos adelante!”.
Nacido en la década de 1920, Giorgios, cuyos padres eran griegos, creció en El Cairo (Egipto) antes de entrar en la Universidad de Atenas para estudiar Química. Pero se vio atrapado en la guerra civil griega (marzo de 1946-octubre de 1949). Fue detenido e interrogado por la policía. Se negó a denunciar a sus compañeros comunistas y pasó cuatro años en la cárcel. Más tarde, cuando reinició sus estudios, una mujer conservadora se fijó en él. Su nombre: Eleni. La futura madre de Varoufakis. Al final, las ideas de su padre calaron en ella y el comunismo se convirtió en el paisaje de sus conversaciones.
Años después preguntaría a sus padres qué era para ellos la libertad. Su madre, dijo, la posibilidad de escoger a tus socios y tus proyectos. Su padre replicó: tiempo para leer, experimentar y escribir.
Esta enseñanza trascurre en todos sus libros. Incluso en el peor de los tiempos. Giorgios, sometido al régimen de extrema derecha, tuvo muchos problemas para encontrar trabajo. La policía secreta hacía todo lo posible para que fuera despedido. Con cierta fortuna —aunque el sueldo era inferior al que le correspondía— le contrató la acería Halyvourgiki, como asistente del director. En una especie de justicia aplazada, con el tiempo llegó a ser presidente del consejo de administración.
Este fue su entorno. La cárcel, la dureza, los represaliados. Pero el régimen no tardó en colapsar. Quizá gracias a este sentido de que, pese a todo, la vida también es perseverancia, tenga dos doctorados (Economía y Matemáticas), haya sido exministro de finanzas o imparta clases en Estados Unidos, Australia o Atenas. Todo ocurre en la infancia. El resto es la inexorable repetición de los días. En la Universidad de Sídney, cuando estaba dando clases, conoció a Margarite, la madre de Xenia, una profesora de historia greco-australiana. Se enamoraron y se casaron. Fueron a vivir a Grecia. Pero la relación no funcionó y rompieron. Margarite regresó a Australia sin saber que estaba embarazada. Cuando se enteró volvió a Grecia. Tenían que darse otra oportunidad. “Sin embargo, la relación no funcionaba. Y ella se marchó de nuevo a Australia. Fue una pesadilla. Porque echaba mucho de menos a mi hija”, comentó en The Guardian. Como consuelo, la dormía por las noches a través de Skype.
En este frágil estado emocional descubrió por casualidad en una galería de arte la instalación titulada Breathe, un trabajo de la creadora Danae Stratou. Una obra en la que respiran el agua y la tierra. Quedó impresionado. Coincidieron en una cena y se enamoraron. Ahora vive en Atenas con los dos hijos de Stratou. Ella —que participó en la 48ª edición (1999) de la prestigiosa Bienal de Venecia— procede de una familia muy adinerada gracias a la empresa textil, Peiraiki-Patraiki, creada por su padre, Phaidron Stratos, rondando el Peloponeso.
“Me gusta que el Gobierno de coalición español siga junto pese a los problemas”
P. Pocos economistas dudan de que hoy resulta más importante, para prosperar en la vida, la familia en la que naces que todo el esfuerzo que le dediques.
R. Así es. La lotería del nacimiento. Vivimos en sociedades muy desiguales. El mayor predictor de nuestro futuro es la riqueza y la situación de nuestras familias.
P. Por primera vez en décadas de democracia, hay un Gobierno en España que es una coalición progresista.
R. Mis mejores deseos. Me gusta que permanezcan juntos a pesar de los problemas. Pero será imposible cambiar las cosas hasta que haya una respuesta muy clara a la pregunta: ¿qué se debería hacer con la Unión Europa? España jamás ha tenido una contestación y es un error.
P. En su libro Talking to My Daughter (Conversaciones con mi hija, editorial Destino) muestra a Xenia las amenazas del capitalismo. ¿En qué mundo cree que vivirá?
R. Nunca, nunca, nunca hago predicciones, porque si me forzara a responderle mi contestación sería muy triste. Desde luego, no creo que las cosas en el futuro vayan bien. Esto es distinto a dar las noticias del tiempo. Las sociedades carecen del derecho a vaticinar porque lo que cuenta es el resultado de nuestras acciones, de lo que hacemos. Somos depositarios del deber moral de actuar.
P. En su nuevo libro, BlackRock, la mayor gestora de fondos del mundo por activos bajo gestión, es parte del problema. Cuando escucha a Larry Fink, su presidente, comentar que seguirá invirtiendo en petróleo y gas porque lo demandan sus clientes a pesar de su apuesta por los fondos sostenibles, ¿qué piensa?
R. Tiene razón. La única solución es desmantelar la compañía.
P. Drástico.
R. Bueno, también el capitalismo hay que desmontarlo. Soy de izquierdas.
Las fuentes de donde beben sus recuerdos
Los mitos clásicos griegos, el Manifiesto comunista (Marx), la Teoría de la Relatividad de Albert Einsten, la serie de televisión Mad Men, y el papel de Don Draper, Star Trek, la Teoría general del empleo, el interés y el dinero (John Keynes), la película Metrópolis (1927) o el tratado utópico La ciudad del sol del filósofo y dominico italiano Tommaso Campanella. El economista griego Yanis Varoufakis es capaz de usar estas telas tan dispares para construir un brillante patrón con el que narra el mundo en el que vivimos. El peligro cierto de las grandes tecnológicas, la falta de apoyo a la transición verde, la guerra en Ucrania o cómo la socialdemocracia es ahora imposible. Este es el recorrido que plantea al lector en su último libro, Tecnofeudalismo. El asesinato del capitalismo (Random House). No es solo un texto de economía. Es el propio Varoufakis, sus recuerdos de niño, su relación con sus padres, el aprendizaje del pensamiento crítico. El viaje a la noche más oscura del alma con uno de los pensadores más luminosos de nuestro tiempo. Ya saben. Quien toca este libro toca a un hombre.
viernes, 13 de octubre de 2023
_- PSICOLOGÍA. Cómo recuperar la atención que hemos perdido con las pantallas.
_- Somos propensos a distraernos. Para recuperar la capacidad de concentración, ayuda apartarse de las distracciones y optar por actividades como el deporte y la lectura
Nos resulta difícil resistir la tentación de no echar un vistazo al móvil, aunque estemos con amigos y no esperemos nada urgente. O concentrarnos en una tarea sin distraernos con nada. Una de las causas de lo que nos ocurre hay que buscarla en una habilidad innata y silenciosa: la atención sostenida, que parece estar en caída libre. Según Johann Hari, autor de El valor de la atención (Planeta, 2023), esta discreta habilidad se está debilitando debido al exceso de información en el que vivimos, en especial, desde la llegada de los dispositivos móviles. Desde 1986 a 2007, la información a la que estábamos expuestos a través de cualquier soporte se multiplicó por más de cuatro veces, según un artículo publicado en Science. Es de suponer que en la actualidad dicha cifra se haya incrementado considerablemente por las redes sociales. Pues bien, vivir rodeados de tanta información tan volátil, que caduca tan rápido, nos conduce a un mundo de constantes distracciones que termina debilitando nuestra atención, defiende Hari. Y, todo ello, tiene consecuencias poco deseadas, aunque no las veamos a simple vista.
El hábito de leer mensajes breves o pasar vídeos rápidamente acostumbra a nuestra mente a quedarse en lo superficial y a no profundizar. Puede que leamos más, pero no necesariamente comprendemos más. El juego está pensado para seguir consumiendo contenidos, no para que reflexionemos sobre ellos; lo que daña el pensamiento crítico, la creatividad y nos hace caer en soluciones simplistas. Reflexionar requiere tiempo, un cierto esfuerzo y alejarnos de las distracciones. De hecho, estar expuestos a interrupciones perjudica nuestras respuestas a los problemas. Como se demostró en un estudio realizado en Hewlett Packard hace unos años, la distracción tecnológica, como recibir llamadas o correos electrónicos, reduce el cociente intelectual con el que trabajamos en 10 puntos. Los estudiantes que hacen una prueba y están expuestos a recibir mensajes en el móvil tienen un 30% de peores notas que aquellos que se concentraban en la tarea. Además, hemos de tener en cuenta que somos realmente propensos a distraernos. Nos cuesta mucho concentrarnos y no cambiar de actividad alegremente. De hecho, se estima que un profesional en la oficina es capaz de estar focalizado en una misma actividad un máximo de tres minutos, según la Universidad de California en Irvine, o un estudiante cambia de tarea cada 65 segundos.
Si nuestra mente está llena de distracciones, somos más torpes. Y no solo eso, afecta también a nuestras relaciones personales y a nuestra propia satisfacción vital. Es difícil darle el valor que se merecen nuestros seres queridos si estamos atrapados por el móvil. O es complicado disfrutar profundamente de algo —o entrar en el estado de flujo, como diría el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi— si nos interrumpen con cualquier cosa.
Pero no está todo perdido, ni mucho menos. Tenemos la capacidad de entrenar nuestra atención sostenida. La responsabilidad de nuestra falta de concentración no está solo en los dispositivos móviles. De hecho, Nir Eyal, autor de Indistractable (BenBella Books, 2019), sugiere lidiar con los factores internos que nos hacen más sensibles a las distracciones, como el aburrimiento, huir de situaciones incómodas o de lo que nos duele (si no, recordemos cómo consumíamos contenido por internet durante la pandemia para olvidar lo que estaba sucediendo). Por todo ello, el primer paso para recuperar nuestra atención sostenida consiste en hacer un análisis introspectivo: realizar una autocrítica sincera sobre el uso de los dispositivos en nuestra vida, sobre qué emociones intenta aliviar y el precio que pagamos. Necesitamos tomar conciencia de cómo nos afecta la pérdida de atención a lo que hacemos, a las relaciones personales y a nuestra satisfacción vital.
Una vez realizada dicha reflexión y autocrítica, hemos de pasar a la acción. Por un lado, necesitamos reducir nuestras distracciones al máximo. Como es de imaginar, la principal causa suele provenir de los dispositivos y necesitamos tomar decisiones. Algunos compromisos son fáciles de intuir, pero difíciles de conseguir si no nos lo tomamos en serio: comprometernos a consultar redes o correos solo a determinadas horas, pasear sin el móvil, desconectarnos de internet si no lo necesitamos cuando estamos haciendo algún trabajo en el ordenador…, es decir, buscar estrategias que nos ayuden a reducir lo que secuestra realmente nuestra atención. En la medida que lo vayamos practicando diariamente, iremos ganando nosotros el control sobre los dispositivos y no viceversa.
En paralelo, recuperar la atención no solo pasa por reducir las distracciones, sino también por sustituirlas por algo. Si habitualmente dedicamos mucho tiempo a redes sociales, necesitamos cambiarlo por algo que nos aporte más, ya sea deporte, descanso sin hacer nada, disfrutar del placer de la conversación, una afición o leer. Es decir, invertir el tiempo en aquello que nos hace más felices y realizados. Todo ello requiere un compromiso serio para recuperar nuestra atención y disfrutar del placer de estar presentes.
Nos resulta difícil resistir la tentación de no echar un vistazo al móvil, aunque estemos con amigos y no esperemos nada urgente. O concentrarnos en una tarea sin distraernos con nada. Una de las causas de lo que nos ocurre hay que buscarla en una habilidad innata y silenciosa: la atención sostenida, que parece estar en caída libre. Según Johann Hari, autor de El valor de la atención (Planeta, 2023), esta discreta habilidad se está debilitando debido al exceso de información en el que vivimos, en especial, desde la llegada de los dispositivos móviles. Desde 1986 a 2007, la información a la que estábamos expuestos a través de cualquier soporte se multiplicó por más de cuatro veces, según un artículo publicado en Science. Es de suponer que en la actualidad dicha cifra se haya incrementado considerablemente por las redes sociales. Pues bien, vivir rodeados de tanta información tan volátil, que caduca tan rápido, nos conduce a un mundo de constantes distracciones que termina debilitando nuestra atención, defiende Hari. Y, todo ello, tiene consecuencias poco deseadas, aunque no las veamos a simple vista.
El hábito de leer mensajes breves o pasar vídeos rápidamente acostumbra a nuestra mente a quedarse en lo superficial y a no profundizar. Puede que leamos más, pero no necesariamente comprendemos más. El juego está pensado para seguir consumiendo contenidos, no para que reflexionemos sobre ellos; lo que daña el pensamiento crítico, la creatividad y nos hace caer en soluciones simplistas. Reflexionar requiere tiempo, un cierto esfuerzo y alejarnos de las distracciones. De hecho, estar expuestos a interrupciones perjudica nuestras respuestas a los problemas. Como se demostró en un estudio realizado en Hewlett Packard hace unos años, la distracción tecnológica, como recibir llamadas o correos electrónicos, reduce el cociente intelectual con el que trabajamos en 10 puntos. Los estudiantes que hacen una prueba y están expuestos a recibir mensajes en el móvil tienen un 30% de peores notas que aquellos que se concentraban en la tarea. Además, hemos de tener en cuenta que somos realmente propensos a distraernos. Nos cuesta mucho concentrarnos y no cambiar de actividad alegremente. De hecho, se estima que un profesional en la oficina es capaz de estar focalizado en una misma actividad un máximo de tres minutos, según la Universidad de California en Irvine, o un estudiante cambia de tarea cada 65 segundos.
Si nuestra mente está llena de distracciones, somos más torpes. Y no solo eso, afecta también a nuestras relaciones personales y a nuestra propia satisfacción vital. Es difícil darle el valor que se merecen nuestros seres queridos si estamos atrapados por el móvil. O es complicado disfrutar profundamente de algo —o entrar en el estado de flujo, como diría el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi— si nos interrumpen con cualquier cosa.
Pero no está todo perdido, ni mucho menos. Tenemos la capacidad de entrenar nuestra atención sostenida. La responsabilidad de nuestra falta de concentración no está solo en los dispositivos móviles. De hecho, Nir Eyal, autor de Indistractable (BenBella Books, 2019), sugiere lidiar con los factores internos que nos hacen más sensibles a las distracciones, como el aburrimiento, huir de situaciones incómodas o de lo que nos duele (si no, recordemos cómo consumíamos contenido por internet durante la pandemia para olvidar lo que estaba sucediendo). Por todo ello, el primer paso para recuperar nuestra atención sostenida consiste en hacer un análisis introspectivo: realizar una autocrítica sincera sobre el uso de los dispositivos en nuestra vida, sobre qué emociones intenta aliviar y el precio que pagamos. Necesitamos tomar conciencia de cómo nos afecta la pérdida de atención a lo que hacemos, a las relaciones personales y a nuestra satisfacción vital.
Una vez realizada dicha reflexión y autocrítica, hemos de pasar a la acción. Por un lado, necesitamos reducir nuestras distracciones al máximo. Como es de imaginar, la principal causa suele provenir de los dispositivos y necesitamos tomar decisiones. Algunos compromisos son fáciles de intuir, pero difíciles de conseguir si no nos lo tomamos en serio: comprometernos a consultar redes o correos solo a determinadas horas, pasear sin el móvil, desconectarnos de internet si no lo necesitamos cuando estamos haciendo algún trabajo en el ordenador…, es decir, buscar estrategias que nos ayuden a reducir lo que secuestra realmente nuestra atención. En la medida que lo vayamos practicando diariamente, iremos ganando nosotros el control sobre los dispositivos y no viceversa.
En paralelo, recuperar la atención no solo pasa por reducir las distracciones, sino también por sustituirlas por algo. Si habitualmente dedicamos mucho tiempo a redes sociales, necesitamos cambiarlo por algo que nos aporte más, ya sea deporte, descanso sin hacer nada, disfrutar del placer de la conversación, una afición o leer. Es decir, invertir el tiempo en aquello que nos hace más felices y realizados. Todo ello requiere un compromiso serio para recuperar nuestra atención y disfrutar del placer de estar presentes.
Pilar Jericó es autora del blog Laboratorio de felicidad
´´´´´
jueves, 12 de octubre de 2023
¿Qué es progresista hoy día en España?
La falta de modelo territorial en el PSOE, un partido que se presenta a sí mismo como «de Estado» pero que no tiene clara su configuración territorial y funcional, la deriva soberanista de los dirigentes más influyentes de Sumar, y el papel determinante para conformar mayorías que tiene el nacionalismo supremacista y neoliberal de Junts se están convirtiendo en una mezcla explosiva.
No voy a debatir ahora si el tema de las lenguas es prioritario o no, la constitucionalidad de la amnistía, o si conviene celebrar una consulta en Cataluña. Yo creo que el plurilingüismo enriquece a una nación; siempre he pensado que vencer y perdonar es vencer dos veces, como escribió Calderón de la Barca; y soy partidario de que los pueblos puedan decidir por sí mismos su futuro, así que nada mejor que una consulta, algo -por cierto- que hasta el propio Rajoy reclamó formalmente a Zapatero para Cataluña el 25 de abril de 2006 en el Congreso de los Diputados.
Lo que me parece que el PSOE y Sumar están haciendo mal en la presente coyuntura son dos cosas. Una, permitir que el independentismo establezca el orden de prioridades, haciendo que el debate político y social gire en torno a cuestiones (como la amnistía) que no son las fundamentales para lo que a mí me parece que es el cogollo de la política progresista: mejorar las condiciones de vida de los grupos sociales más desfavorecidos. Y otra, dejarse llevar por la lógica del independentismo y el soberanismo que (lógica e incluso legítimamente) implica debilitar la fortaleza del Estado del que quieren separarse.
Este último me parece un error garrafal porque, sin un Estado fuerte y que funcione bien, es imposible llevar a cabo políticas progresistas. Máxime, cuando además formamos parte de un entramado supranacional que ya disminuye por su cuenta nuestra capacidad de decisión y maniobra, y no siempre en beneficio de ese tipo de políticas.
Pondré cuatro ejemplos para que se entienda mejor mi preocupación y lo que quiero señalar. a) Según acaba de demostrar Funcas, la carencia material severa de los españoles más pobres no ha dejado de subir desde 2019. b) Más del 60% de las familias que debían recibir el Ingreso Mínimo Vital que aprobó el gobierno progresista no lo han recibido y sólo ha llegado a la quinta parte de la población bajo el umbral de pobreza. c) La desigualdad ha aumentado en España en los últimos años de gobierno progresista. d) También se ha incrementado la violencia de género.
Si ha habido quizá más voluntad que nunca para resolver esos problemas y se ha dado prioridad a los recursos destinados a ello, algo debe estar fallando, y yo me planteo una hipótesis de la que tengo la impresión de que no se quiere hablar en los medios progresistas: ¿no podría ser que tengamos una organización territorial y funcional del Estado inadecuada, con una central y 17 autonómicas ineficientes que, en conjunto, no están funcionando como debieran?
No soy partidario del Estado centralista y menos en una España tan diversa y plurinacional como reconocen la propia Constitución y los diferentes estatutos de autonomía. Pero eso es una cosa y otra no entender que, si se quiere hacer política progresista, se necesita un Estado fuerte, equilibrador y eficiente, y no débil. Lo contrario de lo que resulta cuando se cede permanentemente ante las demandas y prioridades del nacionalismo del privilegio y del independentismo.
No voy a debatir ahora si el tema de las lenguas es prioritario o no, la constitucionalidad de la amnistía, o si conviene celebrar una consulta en Cataluña. Yo creo que el plurilingüismo enriquece a una nación; siempre he pensado que vencer y perdonar es vencer dos veces, como escribió Calderón de la Barca; y soy partidario de que los pueblos puedan decidir por sí mismos su futuro, así que nada mejor que una consulta, algo -por cierto- que hasta el propio Rajoy reclamó formalmente a Zapatero para Cataluña el 25 de abril de 2006 en el Congreso de los Diputados.
Lo que me parece que el PSOE y Sumar están haciendo mal en la presente coyuntura son dos cosas. Una, permitir que el independentismo establezca el orden de prioridades, haciendo que el debate político y social gire en torno a cuestiones (como la amnistía) que no son las fundamentales para lo que a mí me parece que es el cogollo de la política progresista: mejorar las condiciones de vida de los grupos sociales más desfavorecidos. Y otra, dejarse llevar por la lógica del independentismo y el soberanismo que (lógica e incluso legítimamente) implica debilitar la fortaleza del Estado del que quieren separarse.
Este último me parece un error garrafal porque, sin un Estado fuerte y que funcione bien, es imposible llevar a cabo políticas progresistas. Máxime, cuando además formamos parte de un entramado supranacional que ya disminuye por su cuenta nuestra capacidad de decisión y maniobra, y no siempre en beneficio de ese tipo de políticas.
Pondré cuatro ejemplos para que se entienda mejor mi preocupación y lo que quiero señalar. a) Según acaba de demostrar Funcas, la carencia material severa de los españoles más pobres no ha dejado de subir desde 2019. b) Más del 60% de las familias que debían recibir el Ingreso Mínimo Vital que aprobó el gobierno progresista no lo han recibido y sólo ha llegado a la quinta parte de la población bajo el umbral de pobreza. c) La desigualdad ha aumentado en España en los últimos años de gobierno progresista. d) También se ha incrementado la violencia de género.
Si ha habido quizá más voluntad que nunca para resolver esos problemas y se ha dado prioridad a los recursos destinados a ello, algo debe estar fallando, y yo me planteo una hipótesis de la que tengo la impresión de que no se quiere hablar en los medios progresistas: ¿no podría ser que tengamos una organización territorial y funcional del Estado inadecuada, con una central y 17 autonómicas ineficientes que, en conjunto, no están funcionando como debieran?
No soy partidario del Estado centralista y menos en una España tan diversa y plurinacional como reconocen la propia Constitución y los diferentes estatutos de autonomía. Pero eso es una cosa y otra no entender que, si se quiere hacer política progresista, se necesita un Estado fuerte, equilibrador y eficiente, y no débil. Lo contrario de lo que resulta cuando se cede permanentemente ante las demandas y prioridades del nacionalismo del privilegio y del independentismo.
La revolución matemática que se gestó en una granja de ovejas
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Periodismo Científico
Tiempo 4 de lectura
El joven Newton retornó a los 23 años a su pequeña aldea natal de Woolsthorpe, en Lincolnshire (Inglaterra), huyendo de la peste bubónica que provocó el cierre de la Universidad de Cambridge y que llegó a matar a la quinta parte de la población de Londres. Y en la granja de ovejas de su familia, sin apenas contacto con el mundo exterior, realizó una de las hazañas intelectuales más asombrosas de la historia.
En tan solo dos años, de 1665 a 1666, Newton desarrolló simultáneamente el cálculo diferencial e integral, además de sus teorías sobre la naturaleza de la luz y sobre la fuerza de la gravedad. Las nuevas herramientas matemáticas y físicas ideadas por el inglés en aquel corto periodo revolucionaron la ciencia de su época y son la base del mundo tecnológico actual.
El cálculo infinitesimal, aunque se engloba estrictamente en el ámbito matemático, ha resultado ser un lenguaje poderoso que permite describir las leyes de la naturaleza con una precisión asombrosa. Con las ideas de Isaac Newton (25 de diciembre de 1642 – 20 de marzo de 1726, según el calendario vigente entonces en Inglaterra) hoy se estudian el movimiento de nubes, los mares, las órbitas de satélites, las infecciones víricas, el diseño de vehículos, el crecimiento económico…
Newton concibió dos conceptos matemáticos revolucionarios: el de derivada e integral. La derivada se relaciona con la evolución en el tiempo de magnitudes como la velocidad y la aceleración. Es una tasa de cambio instantánea, que indica de qué manera (cómo de rápido) se están modificando las magnitudes. En geometría, la derivada permite calcular las pendientes de curvas y, en consecuencia, la recta tangente a una curva dada.
Por otro lado, la integral se emplea para calcular áreas y volúmenes, así como encontrar centros de gravedad de cuerpos. Lo sorprendente es que ambas nociones están relacionadas por una de las más bellas expresiones de las matemáticas, el teorema fundamental del cálculo infinitesimal, que afirma que la derivación y la integración son operaciones inversas; es decir, al aplicarlas sucesivamente se vuelve al valor de inicio.
Periodismo Científico
Tiempo 4 de lectura
El joven Newton retornó a los 23 años a su pequeña aldea natal de Woolsthorpe, en Lincolnshire (Inglaterra), huyendo de la peste bubónica que provocó el cierre de la Universidad de Cambridge y que llegó a matar a la quinta parte de la población de Londres. Y en la granja de ovejas de su familia, sin apenas contacto con el mundo exterior, realizó una de las hazañas intelectuales más asombrosas de la historia.
Retrato de Isaac Newton, una copia de una pintura de Sir Godfrey Kneller. Fuente: Wikimedia
En tan solo dos años, de 1665 a 1666, Newton desarrolló simultáneamente el cálculo diferencial e integral, además de sus teorías sobre la naturaleza de la luz y sobre la fuerza de la gravedad. Las nuevas herramientas matemáticas y físicas ideadas por el inglés en aquel corto periodo revolucionaron la ciencia de su época y son la base del mundo tecnológico actual.
El cálculo infinitesimal, aunque se engloba estrictamente en el ámbito matemático, ha resultado ser un lenguaje poderoso que permite describir las leyes de la naturaleza con una precisión asombrosa. Con las ideas de Isaac Newton (25 de diciembre de 1642 – 20 de marzo de 1726, según el calendario vigente entonces en Inglaterra) hoy se estudian el movimiento de nubes, los mares, las órbitas de satélites, las infecciones víricas, el diseño de vehículos, el crecimiento económico…
Newton concibió dos conceptos matemáticos revolucionarios: el de derivada e integral. La derivada se relaciona con la evolución en el tiempo de magnitudes como la velocidad y la aceleración. Es una tasa de cambio instantánea, que indica de qué manera (cómo de rápido) se están modificando las magnitudes. En geometría, la derivada permite calcular las pendientes de curvas y, en consecuencia, la recta tangente a una curva dada.
Por otro lado, la integral se emplea para calcular áreas y volúmenes, así como encontrar centros de gravedad de cuerpos. Lo sorprendente es que ambas nociones están relacionadas por una de las más bellas expresiones de las matemáticas, el teorema fundamental del cálculo infinitesimal, que afirma que la derivación y la integración son operaciones inversas; es decir, al aplicarlas sucesivamente se vuelve al valor de inicio.
La granja de la familia de Newton, en Woolsthorpe. Crédito: Hel-hama
En 1669 Newton entregó a su mentor, Isaac Barrow, un manuscrito, De analysi per aequationes numero terminorum infinitas, en el que aparecen por primera vez las bases del nuevo cálculo diferencial. En él, Newton expone un método aproximado para resolver ecuaciones, hoy llamado método de Newton-Raphson y enuncia y demuestra una fórmula para calcular para el área encerrada por una parábola generalizada. Esta expresión ya había sido hallada antes por otro matemático inglés, John Wallis (1616-1703), pero la novedad introducida por Newton radicaba en las técnicas usadas, que él llamaba “método de las fluxiones” y el “método del inverso de las fluxiones”.
MATEMÁTICAS PARA ESTUDIAR EL MOVIMIENTO
Su trabajo era, en la práctica, la primera aplicación del teorema fundamental del cálculo infinitesimal a un ejemplo concreto, que mostraba que los métodos de las tangentes (derivadas) y las cuadraturas (áreas, es decir, integrales) estaban inversamente relacionados entre sí.
La obra más importante de Newton en este tema fue De methodis serierum et fluxionum, publicada póstumamente en 1736. Allí introducía el concepto de fluente, como cantidad que varía respecto al tiempo, y el de fluxión, como su velocidad o la derivada con respecto al tiempo. Newton, además, desarrolló los algoritmos para el cálculo de fluxiones: las que actualmente conocemos como reglas para derivar sumas, productos, cocientes…, que estudiamos en los primeros cursos de bachillerato.
También mostró cómo calcular el área de una curva, lo que actualmente se llama calcular la primitiva de una función (y que en su terminología era “obtener la fluente de una fluxión”). Asimismo, Newton aplicó su recién creado cálculo a problemas de máximos y mínimos. Y así logró resolver, uno a uno, los problemas que habían inquietado a todos sus antecesores: científicos como los italianos Bonaventura Cavalieri y Evangelista Torricelli; los franceses Gilles de Roberval, René Descartes, Pierre de Fermat, entre muchos otros, habían realizado trabajos en esa línea, dedicados a resolver problemas concretos de la física, pero sin haber llegado a encontrar una solución general como hizo Newton.
Sus dos nuevas herramientas (derivada e integral) se sumaban a las operaciones elementales de las matemáticas y eran idóneas para analizar el movimiento — y, por tanto, casi todos los fenómenos físicos. En base a estas ideas, Newton desarrolló toda una matemática nueva, el análisis matemático, que hoy en día sigue siendo una de las ramas más activas en la investigación.
UNA AMARGA POLÉMICA CIENTÍFICA
Sin embargo, el joven Newton no puso mucho empeño en difundir sus resultados. Aunque entregó su primer tratado a Isaac Barrow en 1669 y enviaron algunas copias a diferentes círculos matemáticos de Inglaterra, no fue publicado formalmente hasta 1711. Mientras tanto otro matemático, Gottfried Leibniz, había desarrollado una teoría equivalente. Cuando Newton recibió noticias de estos trabajos, tardó poco en reclamar su autoría del cálculo infinitesimal, lo que dio lugar a una amarga polémica que involucró incluso a sociedades científicas.
Lo cierto es que es posible que ambos llegaran a ideas parecidas en el mismo período. Ya a principios del siglo XVII se habían empezado a desarrollar métodos matemáticos que involucraban procesos infinitos para calcular áreas delimitadas por curvas o volúmenes, o para encontrar máximos y mínimos de ciertos problemas. El propio Newton admitió, en una carta a su colega (y rival) Robert Hooke: “Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido a hombros de gigantes”.
Modestia aparte, el genio de Newton dejó una huella imborrable en el desarrollo de la civilización moderna, y su figura intelectual no ha tenido un igual, tal y como se lee en su epitafio: “¡Mortales, congratulaos de que un hombre tan grande haya existido para honra de la raza humana!”.
David Martín de Diego y Ágata Timón
MATEMÁTICAS PARA ESTUDIAR EL MOVIMIENTO
Su trabajo era, en la práctica, la primera aplicación del teorema fundamental del cálculo infinitesimal a un ejemplo concreto, que mostraba que los métodos de las tangentes (derivadas) y las cuadraturas (áreas, es decir, integrales) estaban inversamente relacionados entre sí.
La obra más importante de Newton en este tema fue De methodis serierum et fluxionum, publicada póstumamente en 1736. Allí introducía el concepto de fluente, como cantidad que varía respecto al tiempo, y el de fluxión, como su velocidad o la derivada con respecto al tiempo. Newton, además, desarrolló los algoritmos para el cálculo de fluxiones: las que actualmente conocemos como reglas para derivar sumas, productos, cocientes…, que estudiamos en los primeros cursos de bachillerato.
También mostró cómo calcular el área de una curva, lo que actualmente se llama calcular la primitiva de una función (y que en su terminología era “obtener la fluente de una fluxión”). Asimismo, Newton aplicó su recién creado cálculo a problemas de máximos y mínimos. Y así logró resolver, uno a uno, los problemas que habían inquietado a todos sus antecesores: científicos como los italianos Bonaventura Cavalieri y Evangelista Torricelli; los franceses Gilles de Roberval, René Descartes, Pierre de Fermat, entre muchos otros, habían realizado trabajos en esa línea, dedicados a resolver problemas concretos de la física, pero sin haber llegado a encontrar una solución general como hizo Newton.
Sus dos nuevas herramientas (derivada e integral) se sumaban a las operaciones elementales de las matemáticas y eran idóneas para analizar el movimiento — y, por tanto, casi todos los fenómenos físicos. En base a estas ideas, Newton desarrolló toda una matemática nueva, el análisis matemático, que hoy en día sigue siendo una de las ramas más activas en la investigación.
UNA AMARGA POLÉMICA CIENTÍFICA
Sin embargo, el joven Newton no puso mucho empeño en difundir sus resultados. Aunque entregó su primer tratado a Isaac Barrow en 1669 y enviaron algunas copias a diferentes círculos matemáticos de Inglaterra, no fue publicado formalmente hasta 1711. Mientras tanto otro matemático, Gottfried Leibniz, había desarrollado una teoría equivalente. Cuando Newton recibió noticias de estos trabajos, tardó poco en reclamar su autoría del cálculo infinitesimal, lo que dio lugar a una amarga polémica que involucró incluso a sociedades científicas.
Lo cierto es que es posible que ambos llegaran a ideas parecidas en el mismo período. Ya a principios del siglo XVII se habían empezado a desarrollar métodos matemáticos que involucraban procesos infinitos para calcular áreas delimitadas por curvas o volúmenes, o para encontrar máximos y mínimos de ciertos problemas. El propio Newton admitió, en una carta a su colega (y rival) Robert Hooke: “Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido a hombros de gigantes”.
Modestia aparte, el genio de Newton dejó una huella imborrable en el desarrollo de la civilización moderna, y su figura intelectual no ha tenido un igual, tal y como se lee en su epitafio: “¡Mortales, congratulaos de que un hombre tan grande haya existido para honra de la raza humana!”.
David Martín de Diego y Ágata Timón
miércoles, 11 de octubre de 2023
Arruinando la economía desde 1970
La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder
(Eduardo Galeano)
La economía capitalista desde 1974 en adelante, solo para poner un año de referencia, se asemeja mucho a la leyenda japonesa del espíritu Aka-Manto, un espectro que aparece en lugares públicos para darle a elegir a sus víctimas entre dos papeles: uno azul y otro rojo. Si la víctima selecciona el papel rojo, Aka-Manto procederá a cortarle el cuello con un cuchillo hasta teñir su ropa de rojo con la sangre de la víctima. Si se elige el color azul, el espíritu lo estrangulará hasta la muerte, logrando con ello que su rostro y piel adquieran la misma coloración azul del papel. El mundo no ha podido escoger otro color, y cuando tímidamente lo hizo entre tenues gamas de grises, la consecuencia fueron las mismas, la muerte. Al parecer la única posibilidad de sobrevivir sería indicarle al fantasma que en economía no se necesita papel alguno para el juego, se puede elegir otro pasatiempo donde no siempre los trabajadores y los pobres sean víctima o mártires.
Casi todos los indicadores desde 1974 a la fecha tienen la misma lógica que la comparación entre productividad y salario real de Estados Unidos mostrada en el cuadro. Desde 1979 a 2022 la productividad creció un 69.6%, mientras que los salarios por hora lo hicieron en un 11.3%, es decir, 6.15 veces menos que la productividad. ¿Quién se quedó con la diferencia? Si el indicador fuera el salario real, (descontándole la inflación) el salario ha estado más congelado que Wall Disney durante los últimos 43 años.
La productividad mide cuánto ingreso total se genera en toda la economía. El salario se define como la compensación promedio de los trabajadores, la referencia apropiada sería el “salario medio de los trabajadores”, aproximadamente el 80% de la fuerza laboral estadounidense. Como muestra la figura, los salarios de estos trabajadores aumentaron junto con la productividad desde 1948 hasta finales de los años setenta. Pero eso no sucedió por casualidad, ocurrió porque se adoptaron políticas específicas con el objetivo intencional de distribuir ampliamente los beneficios del crecimiento entre las clases capitalista y los trabajadores. Cuando se abandonó estos objetivos político intencionales, a finales de los años 1970 y después, los salarios y la productividad divergieron.
La coyuntura actual se parece a la de los años setenta, pero se ha desmejorado de manera inhumana desde entonces. La economía está saliendo de dos crisis, 2008 y la pandemia de 2020, como lo hizo durante la estanflación (recesión con inflación) de los años setenta, idéntica definición en la actualidad. Pero si bien la inflación se aceleró, ha sido notoriamente menor a la crisis del petróleo de mediados de setenta, como muestra el cuadro, aunque el crecimiento ha sido peor. La energía si tuvo un fuerte aumento como muestra el gráfico, pero a diferencia de los setenta, la eficiencia en su gasto, apoyada en terribles políticas energéticas de austeridad, incrementos de la tasa de interés que congelaron la demanda, llevó a que los efectos fueran menores a las de los años setenta.
Evolución precio del barril de petróleo a valores 2010
Otro punto a tener en cuenta por su similitud con la actualidad es que la estanflación de los setenta coincidió con la primer ola global de deuda. Entre 1960 y 2020 hubo cinco recesiones globales, 1975, 1982, 1991, 2009 y 2020, según los estudios del Banco Mundial (véase Recesiones Globales), la deuda pública aumentó entre 4 y 15 puntos porcentuales del PBI durante los cinco años posteriores a estos eventos. Es decir, las deudas estatales aumentaron un 4% del PBI entre 1975-1980, en 15% entre 1982-1987, 9% entre 1991-1996 y 4% entre 2009 y 2014, para cerrar con un 100% en un año para el 2020. Pero lo importante es que durante el fin de los años setenta y los ochenta, los niveles de deuda de América Latina explotaron, condenándola para el futuro en un sistema de endeudamiento perfectamente diseñado. A cada recesión la caída fue mayor, la salida más tardía y las perdidas más intensas y sostenidas, y la concentración del ingreso más notoria. Esta lógica llevó a la recomposición de esta extraña ecuación donde, desde los años sesenta en adelante, los salarios se estancaron, la inflación se elevó, la pobreza aumentó y la riqueza se concentró de manera desmedida.
Todo va de la mano. Las bajas tasas de interés permitieron que los petrodólares fueran prestados como deuda a economías en vías de desarrollo en la primera ola de deuda, que se aceleró en 2010 con la cuarta ola que, hasta antes del 2020, significó el más amplio y rápido aumento de deuda de las economías de mercados emergentes de los últimos 50 años, especialmente en América Latina y los países de bajos ingresos. Si bien las similitudes son preocupantes, las diferencias llaman más la atención que las semejanzas. En el trascurso de estos 43 años sucedió algo que modifico la ecuación. Las materias primas subieron menos que en los setenta, pero deberían de haber alentado a los países exportadores de petróleo y alimentos del sur global a tener un mejor pasar, y no lo hicieron. Deuda, inflación, congelamiento salarial, beneficios por productividad y concentración del ingreso aumentaron la degradación económica de las sociedades.
A partir de finales de la década de 1970, los formuladores de políticas comenzaron a desmantelar todos los baluartes políticos que ayudaban a garantizar que los salarios de los trabajadores crecieran con la productividad. Se toleró el exceso de desempleo, disciplinando los salarios para mantener bajo control cualquier posibilidad de inflación. Los aumentos del salario mínimo se hicieron cada vez más pequeños y raros, y en algunos casos completamente desfasados. La legislación laboral no logró seguir el ritmo de la creciente hostilidad de los empleadores hacia los sindicatos. Se redujeron las tasas impositivas sobre los ingresos más altos, y fueron eliminadas políticas fiscales progresivas, como quienes más ganan, pagan más. Desregulaciones contra los trabajadores –desde la desregulación de las industrias del transporte por carretera y de las aerolíneas hasta el retroceso de la política antimonopolio, el desmantelamiento de las regulaciones financieras y más – tuvieron éxito una y otra vez.
En esencia, las decisiones políticas adoptadas para suprimir el crecimiento salarial impidieron que el crecimiento salarial potencial, impulsado por el aumento de la productividad, se tradujera en un crecimiento salarial real para la mayoría de los trabajadores. El resultado de este cambio de política fue la marcada divergencia entre la productividad y el salario medio de los trabajadores que se muestra en el gráfico. Una aumenta de manera desmedida mientras la otra se mantiene estable.
Después de 1979, la productividad creció a un ritmo significativamente más lento en comparación con décadas anteriores. Pero como el crecimiento salarial del trabajador medio se desaceleró aún más, surgió una gran brecha entre productividad y salario. La creciente fisura en medio de una desaceleración del crecimiento de la productividad nos dice que, el mismo conjunto de políticas que suprimieron el crecimiento salarial para la gran mayoría de los trabajadores durante los últimos 43 años, también estuvieron asociadas con una desaceleración del crecimiento económico general. En resumen, el crecimiento económico se volvió más lento y más radicalmente desigual.
Una cosa es clara, si los costos están congelados y los precios aumentan, quien se queda con los beneficios son quienes obtuvieron las mayores ganancias desde la década de 1980. Se llama rentabilidad. Costos laborales estables, costos estables de los bienes intermedios y precios de los productos exorbitantes, la diferencia está en los beneficios. Pero esta idea se ha ido madurando durante todos estos años. Pérdidas de beneficios, flexibilización laboral, pérdida del poder de compra, hace que en la actualidad el desempleo no sea un problema, sino el valor del salario. Los asalariados son pobres.
Las políticas monetarias apuntan a bajar la inflación y reconstruir reservas ante la falta de crédito por el ahogo de la deuda dado los aumentos de la tasa de interés. Las políticas fiscales son presas de la austeridad para bajar subsidios y beneficios y no brindar incentivos a la producción, sólo pagar las deudas. El mundo se acostumbró a que los pobres sigan pobres y los ricos tengas facilidades crediticias y fiscales para poder generar trabajos con menores sueldos, más flexibles, sin aportes, o directamente marginales.
La creciente brecha entre la productividad y el salario típico de los trabajadores es que los ingresos van a todas partes excepto a los sueldos del 80% inferior de los trabajadores. Si no termina en los bolsillos de los trabajadores, ¿adónde se fue todo el crecimiento del ingreso que implica la línea de productividad creciente?
Los multimillonarios aumentaron su riqueza en 3,9 billones de dólares entre el 18 de marzo y el 31 de diciembre de 2020, y los 10 más ricos experimentaron colectivamente un incremento de 540.000 millones de dólares, según Oxfam. Los multimillonarios han tenido una pandemia increíble, los diez más ricos duplicaron su patrimonio y 160 millones de personas han caído en la pobreza durante la COVID-19. Pero no fue la pandemia, sino el modelo creado desde fines de los setenta. El mismo que a cada paso, cada año, arroja una mayor pobreza sin dar solución alguna a los problemas sociales. Así nace, se reproduce y crece el tsunami fascista, si nadie da soluciones, ¿quizás ellos sí?
Lo extraño es que queda claro quien se quedó con la productividad de hacer un vaso. Y después de hacer 10 vasos con el mismo personal, o menos, y en menos tiempo, con el mismo salario, pero con un precio por vaso 10 veces mayor. Bienvenidos a la estanflación de los setenta, menos crecimiento, más inflación, deuda ilimitada, menos Estado, menos salarios y con el Estado del bienestar en franca desintegración. Todo este orden es aceptado y no cuestionado, todo sea por admitir las responsabilidades de los compromisos asumidos, aunque los hijos también son compromisos y quieren comer, pero eso es otro capítulo.
Casi todos los indicadores desde 1974 a la fecha tienen la misma lógica que la comparación entre productividad y salario real de Estados Unidos mostrada en el cuadro. Desde 1979 a 2022 la productividad creció un 69.6%, mientras que los salarios por hora lo hicieron en un 11.3%, es decir, 6.15 veces menos que la productividad. ¿Quién se quedó con la diferencia? Si el indicador fuera el salario real, (descontándole la inflación) el salario ha estado más congelado que Wall Disney durante los últimos 43 años.
La productividad mide cuánto ingreso total se genera en toda la economía. El salario se define como la compensación promedio de los trabajadores, la referencia apropiada sería el “salario medio de los trabajadores”, aproximadamente el 80% de la fuerza laboral estadounidense. Como muestra la figura, los salarios de estos trabajadores aumentaron junto con la productividad desde 1948 hasta finales de los años setenta. Pero eso no sucedió por casualidad, ocurrió porque se adoptaron políticas específicas con el objetivo intencional de distribuir ampliamente los beneficios del crecimiento entre las clases capitalista y los trabajadores. Cuando se abandonó estos objetivos político intencionales, a finales de los años 1970 y después, los salarios y la productividad divergieron.
La coyuntura actual se parece a la de los años setenta, pero se ha desmejorado de manera inhumana desde entonces. La economía está saliendo de dos crisis, 2008 y la pandemia de 2020, como lo hizo durante la estanflación (recesión con inflación) de los años setenta, idéntica definición en la actualidad. Pero si bien la inflación se aceleró, ha sido notoriamente menor a la crisis del petróleo de mediados de setenta, como muestra el cuadro, aunque el crecimiento ha sido peor. La energía si tuvo un fuerte aumento como muestra el gráfico, pero a diferencia de los setenta, la eficiencia en su gasto, apoyada en terribles políticas energéticas de austeridad, incrementos de la tasa de interés que congelaron la demanda, llevó a que los efectos fueran menores a las de los años setenta.
Evolución precio del barril de petróleo a valores 2010
Otro punto a tener en cuenta por su similitud con la actualidad es que la estanflación de los setenta coincidió con la primer ola global de deuda. Entre 1960 y 2020 hubo cinco recesiones globales, 1975, 1982, 1991, 2009 y 2020, según los estudios del Banco Mundial (véase Recesiones Globales), la deuda pública aumentó entre 4 y 15 puntos porcentuales del PBI durante los cinco años posteriores a estos eventos. Es decir, las deudas estatales aumentaron un 4% del PBI entre 1975-1980, en 15% entre 1982-1987, 9% entre 1991-1996 y 4% entre 2009 y 2014, para cerrar con un 100% en un año para el 2020. Pero lo importante es que durante el fin de los años setenta y los ochenta, los niveles de deuda de América Latina explotaron, condenándola para el futuro en un sistema de endeudamiento perfectamente diseñado. A cada recesión la caída fue mayor, la salida más tardía y las perdidas más intensas y sostenidas, y la concentración del ingreso más notoria. Esta lógica llevó a la recomposición de esta extraña ecuación donde, desde los años sesenta en adelante, los salarios se estancaron, la inflación se elevó, la pobreza aumentó y la riqueza se concentró de manera desmedida.
Todo va de la mano. Las bajas tasas de interés permitieron que los petrodólares fueran prestados como deuda a economías en vías de desarrollo en la primera ola de deuda, que se aceleró en 2010 con la cuarta ola que, hasta antes del 2020, significó el más amplio y rápido aumento de deuda de las economías de mercados emergentes de los últimos 50 años, especialmente en América Latina y los países de bajos ingresos. Si bien las similitudes son preocupantes, las diferencias llaman más la atención que las semejanzas. En el trascurso de estos 43 años sucedió algo que modifico la ecuación. Las materias primas subieron menos que en los setenta, pero deberían de haber alentado a los países exportadores de petróleo y alimentos del sur global a tener un mejor pasar, y no lo hicieron. Deuda, inflación, congelamiento salarial, beneficios por productividad y concentración del ingreso aumentaron la degradación económica de las sociedades.
A partir de finales de la década de 1970, los formuladores de políticas comenzaron a desmantelar todos los baluartes políticos que ayudaban a garantizar que los salarios de los trabajadores crecieran con la productividad. Se toleró el exceso de desempleo, disciplinando los salarios para mantener bajo control cualquier posibilidad de inflación. Los aumentos del salario mínimo se hicieron cada vez más pequeños y raros, y en algunos casos completamente desfasados. La legislación laboral no logró seguir el ritmo de la creciente hostilidad de los empleadores hacia los sindicatos. Se redujeron las tasas impositivas sobre los ingresos más altos, y fueron eliminadas políticas fiscales progresivas, como quienes más ganan, pagan más. Desregulaciones contra los trabajadores –desde la desregulación de las industrias del transporte por carretera y de las aerolíneas hasta el retroceso de la política antimonopolio, el desmantelamiento de las regulaciones financieras y más – tuvieron éxito una y otra vez.
En esencia, las decisiones políticas adoptadas para suprimir el crecimiento salarial impidieron que el crecimiento salarial potencial, impulsado por el aumento de la productividad, se tradujera en un crecimiento salarial real para la mayoría de los trabajadores. El resultado de este cambio de política fue la marcada divergencia entre la productividad y el salario medio de los trabajadores que se muestra en el gráfico. Una aumenta de manera desmedida mientras la otra se mantiene estable.
Después de 1979, la productividad creció a un ritmo significativamente más lento en comparación con décadas anteriores. Pero como el crecimiento salarial del trabajador medio se desaceleró aún más, surgió una gran brecha entre productividad y salario. La creciente fisura en medio de una desaceleración del crecimiento de la productividad nos dice que, el mismo conjunto de políticas que suprimieron el crecimiento salarial para la gran mayoría de los trabajadores durante los últimos 43 años, también estuvieron asociadas con una desaceleración del crecimiento económico general. En resumen, el crecimiento económico se volvió más lento y más radicalmente desigual.
Una cosa es clara, si los costos están congelados y los precios aumentan, quien se queda con los beneficios son quienes obtuvieron las mayores ganancias desde la década de 1980. Se llama rentabilidad. Costos laborales estables, costos estables de los bienes intermedios y precios de los productos exorbitantes, la diferencia está en los beneficios. Pero esta idea se ha ido madurando durante todos estos años. Pérdidas de beneficios, flexibilización laboral, pérdida del poder de compra, hace que en la actualidad el desempleo no sea un problema, sino el valor del salario. Los asalariados son pobres.
Las políticas monetarias apuntan a bajar la inflación y reconstruir reservas ante la falta de crédito por el ahogo de la deuda dado los aumentos de la tasa de interés. Las políticas fiscales son presas de la austeridad para bajar subsidios y beneficios y no brindar incentivos a la producción, sólo pagar las deudas. El mundo se acostumbró a que los pobres sigan pobres y los ricos tengas facilidades crediticias y fiscales para poder generar trabajos con menores sueldos, más flexibles, sin aportes, o directamente marginales.
La creciente brecha entre la productividad y el salario típico de los trabajadores es que los ingresos van a todas partes excepto a los sueldos del 80% inferior de los trabajadores. Si no termina en los bolsillos de los trabajadores, ¿adónde se fue todo el crecimiento del ingreso que implica la línea de productividad creciente?
Los multimillonarios aumentaron su riqueza en 3,9 billones de dólares entre el 18 de marzo y el 31 de diciembre de 2020, y los 10 más ricos experimentaron colectivamente un incremento de 540.000 millones de dólares, según Oxfam. Los multimillonarios han tenido una pandemia increíble, los diez más ricos duplicaron su patrimonio y 160 millones de personas han caído en la pobreza durante la COVID-19. Pero no fue la pandemia, sino el modelo creado desde fines de los setenta. El mismo que a cada paso, cada año, arroja una mayor pobreza sin dar solución alguna a los problemas sociales. Así nace, se reproduce y crece el tsunami fascista, si nadie da soluciones, ¿quizás ellos sí?
Lo extraño es que queda claro quien se quedó con la productividad de hacer un vaso. Y después de hacer 10 vasos con el mismo personal, o menos, y en menos tiempo, con el mismo salario, pero con un precio por vaso 10 veces mayor. Bienvenidos a la estanflación de los setenta, menos crecimiento, más inflación, deuda ilimitada, menos Estado, menos salarios y con el Estado del bienestar en franca desintegración. Todo este orden es aceptado y no cuestionado, todo sea por admitir las responsabilidades de los compromisos asumidos, aunque los hijos también son compromisos y quieren comer, pero eso es otro capítulo.
Fuente:
martes, 10 de octubre de 2023
El coste de la no amnistía
Catalunya es la única “nacionalidad o región” que tiene un Estatuto contrario al pactado por su Parlament y las Cortes y al votado en referéndum por sus ciudadanos. Esta anomalía tiene que ser corregida con una negociación de tipo político.
Inicialmente el debate sobre la eventual amnistía ha girado acerca de la constitucionalidad o no de la misma. Da la impresión de que ya ha dejado de ser así, aunque siempre habrá alguien que siga manteniendo dicha opinión, que tendrá la posibilidad de expresarse a través de un recurso de inconstitucionalidad en el momento en que las Cortes Generales la aprueben. Pero la opinión dominante acerca de la constitucionalidad de la amnistía, acerca de que la amnistía tiene cabida en la Constitución, se va imponiendo con cada vez más fuerza. Así como también la convicción de que el eventual recurso de inconstitucionalidad tendrá pocas posibilidades de prosperar.
La mayoría parlamentaria para la aprobación de la ley se está fraguando en negociaciones discretas, que todo parece indicar que acabarán con éxito. De ello tendrá que dar una explicación convincente el actual candidato designado por el Rey en el discurso ante el Pleno del Congreso de los Diputados en la sesión de investidura. En ese momento es posible que todavía no esté concretada la redacción definitiva del proyecto de ley de amnistía, pero sí tiene que estar concretado que la amnistía forma parte del programa de Gobierno con base en el cual Pedro Sánchez solicitará la confianza de la Cámara.
Tan es así que un politólogo tan acreditado como Lluís Orriols ha pasado a plantear la aprobación de la amnistía en términos del coste que podría tener para el PSOE y qué debería hacer para minimizar dicho coste: “Amnistía contra políticas sociales”.
No tengo ninguna objeción que hacer al artículo de Orriols, con el que coincido sin reserva de ningún tipo. Simplemente querría plantear el problema desde una perspectiva inversa, la del coste de la no amnistía. Y no solamente desde la perspectiva de que no habría investidura y se tendrían que repetir las elecciones, sino desde la más transcendente de cómo sería posible abordar la integración de Catalunya dentro del Estado, en el futuro en que es posible hacer predicciones, si el PSOE no aborda de frente la amnistía en el debate de investidura
El debate constituyente propiamente dicho de 1978 se inició el viernes 5 de mayo en la Comisión de Asuntos Constitucionales y Libertades Públicas del Congreso de los Diputados. Debe subrayarse que básicamente fue en esta Comisión y no en el Pleno del Congreso donde se debatió sustancialmente la Constitución.
Y en ese viernes 5 de mayo se hizo la única valoración global en todo el debate constituyente de la nueva Constitución por parte de los parlamentarios que intervinieron en nombre de los distintos grupos parlamentarios, que coincidieron en la mayor parte de los casos con los portavoces oficiales de dichos grupos, pero no siempre. Hay que destacar, por ejemplo, que fue Felipe González y no Gregorio Peces Barba quien intervino en nombre del PSOE.
Lo más llamativo de dicha sesión fue la coincidencia general en que la Constitución del 78 sería juzgada por la respuesta que diera al problema de la integración de las “nacionalidades y regiones” en el Estado. Este sería el canon por el que se juzgaría el éxito o el fracaso de la Constitución. Y aunque no se dijo expresamente, a nadie se le ocultaba que se estaba hablando de Catalunya. También del País Vasco, pero, sobre todo, de Catalunya. El País Vasco disponía de la pista de aterrizaje del “concierto” y de los “derechos históricos”. Catalunya no, a pesar de que su autonomía había tenido más presencia que ninguna otra en la historia constitucional española desde que la democracia hace acto de presencia.
De ahí que la fórmula de la integración de “las nacionalidades” en el Estado está pensada, sobre todo, para Catalunya. Para el País Vasco también. Y no para Galicia, aunque no se diga en el texto constitucional. El constituyente español intuía que en Catalunya estaba el problema. Que, si no lo había en Catalunya, no lo habría en ninguna otra “nacionalidad” o “región”.
La fórmula es conocida: combinación de una democracia representativa sui generis con la democracia directa. Democracia representativa sui generis, porque la fórmula de integración arranca de un Proyecto de Estatuto de Autonomía que aprueba el Parlament, que se pacta a continuación por una delegación del Parlament y la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados, y, una vez acordado el texto entre ambas, se somete a referéndum de la población destinataria de la norma. Una vez ratificada en referéndum, las Cortes Generales le imprimen el sello de Ley Orgánica exigido por el artículo 81 de la Constitución.
Pacto entre dos Parlamentos más Referéndum. Esta es la Constitución territorial para Catalunya.
Con base en esa Constitución se aprobó el Estatuto de Autonomía de 1980 y también el de 2006. Desde el punto de vista del proceso estatuyente, definido tanto en la Constitución como en el Estatuto de Autonomía, no hay la más mínima tacha de inconstitucionalidad. La integración de Catalunya en el Estado se definió exactamente igual en 1980 que en 2006.
Alianza Popular estuvo en contra de la fórmula de integración de las “nacionalidades” en el Estado durante toda la década de 1980. Fue en el Congreso de refundación de AP como PP en 1989 donde por primera vez se aceptó el Estado de las Autonomías. Pero fue una aceptación con reservas. Aceptaba el Estado de las Autonomías con la condición de reservarse una suerte de derecho de veto para cualquier reforma que pudiera introducirse, independientemente de que su tramitación fuera acorde de manera inequívoca con el bloque de la constitucionalidad.
Dicha reserva la expresaría en primer lugar frente al Plan Ibarretxe sin mayores consecuencias, porque la reforma del Estatuto Vasco se había producido con el voto de Batasuna y acabó siendo no admitido a trámite en el Pleno de toma en consideración por el Congreso de los Diputado
s. Frente a la reforma del Estatuto de Autonomía de Catalunya no pudo argumentar nada similar. El PP renunció a participar en la negociación de la reforma y se limitó a interponer un recurso de inconstitucionalidad, una vez que el Estatuto estaba en vigor, consiguiendo cuatro años después que el Tribunal Constitucional, con algunos miembros con mandato caducado y tras algunas operaciones constitucionalmente inexplicables, como la recusación de Pablo Pérez Tremps, anulara un buen número de artículos e impusiera la interpretación obligatoria de muchos más.
El Tribunal Constitucional desautorizó el pacto entre el Parlament y las Cortes Generales y desconoció el resultado del referéndum, es decir, quebró la Constitución territorial de Catalunya y le impuso el Estatuto de Autonomía del PP. El desorden desde entonces ha sido permanente y generalizado, acabando con la aplicación del artículo 155 y las consecuencias judiciales de dicha aplicación.
Catalunya es la única “nacionalidad o región” que tiene un Estatuto de Autonomía contrario al pactado por su Parlament y las Cortes Generales y al votado en referéndum por sus ciudadanos. Esta anomalía tiene que ser corregida. Y ello exige una negociación de tipo político, que no puede producirse mientras el tema esté en manos del poder judicial. De ahí la necesidad de la amnistía.
En pocas palabras: la amnistía puede tener un coste para el PSOE. La no amnistía tiene un coste para todo el Estado.
Inicialmente el debate sobre la eventual amnistía ha girado acerca de la constitucionalidad o no de la misma. Da la impresión de que ya ha dejado de ser así, aunque siempre habrá alguien que siga manteniendo dicha opinión, que tendrá la posibilidad de expresarse a través de un recurso de inconstitucionalidad en el momento en que las Cortes Generales la aprueben. Pero la opinión dominante acerca de la constitucionalidad de la amnistía, acerca de que la amnistía tiene cabida en la Constitución, se va imponiendo con cada vez más fuerza. Así como también la convicción de que el eventual recurso de inconstitucionalidad tendrá pocas posibilidades de prosperar.
La mayoría parlamentaria para la aprobación de la ley se está fraguando en negociaciones discretas, que todo parece indicar que acabarán con éxito. De ello tendrá que dar una explicación convincente el actual candidato designado por el Rey en el discurso ante el Pleno del Congreso de los Diputados en la sesión de investidura. En ese momento es posible que todavía no esté concretada la redacción definitiva del proyecto de ley de amnistía, pero sí tiene que estar concretado que la amnistía forma parte del programa de Gobierno con base en el cual Pedro Sánchez solicitará la confianza de la Cámara.
Tan es así que un politólogo tan acreditado como Lluís Orriols ha pasado a plantear la aprobación de la amnistía en términos del coste que podría tener para el PSOE y qué debería hacer para minimizar dicho coste: “Amnistía contra políticas sociales”.
No tengo ninguna objeción que hacer al artículo de Orriols, con el que coincido sin reserva de ningún tipo. Simplemente querría plantear el problema desde una perspectiva inversa, la del coste de la no amnistía. Y no solamente desde la perspectiva de que no habría investidura y se tendrían que repetir las elecciones, sino desde la más transcendente de cómo sería posible abordar la integración de Catalunya dentro del Estado, en el futuro en que es posible hacer predicciones, si el PSOE no aborda de frente la amnistía en el debate de investidura
El debate constituyente propiamente dicho de 1978 se inició el viernes 5 de mayo en la Comisión de Asuntos Constitucionales y Libertades Públicas del Congreso de los Diputados. Debe subrayarse que básicamente fue en esta Comisión y no en el Pleno del Congreso donde se debatió sustancialmente la Constitución.
Y en ese viernes 5 de mayo se hizo la única valoración global en todo el debate constituyente de la nueva Constitución por parte de los parlamentarios que intervinieron en nombre de los distintos grupos parlamentarios, que coincidieron en la mayor parte de los casos con los portavoces oficiales de dichos grupos, pero no siempre. Hay que destacar, por ejemplo, que fue Felipe González y no Gregorio Peces Barba quien intervino en nombre del PSOE.
Lo más llamativo de dicha sesión fue la coincidencia general en que la Constitución del 78 sería juzgada por la respuesta que diera al problema de la integración de las “nacionalidades y regiones” en el Estado. Este sería el canon por el que se juzgaría el éxito o el fracaso de la Constitución. Y aunque no se dijo expresamente, a nadie se le ocultaba que se estaba hablando de Catalunya. También del País Vasco, pero, sobre todo, de Catalunya. El País Vasco disponía de la pista de aterrizaje del “concierto” y de los “derechos históricos”. Catalunya no, a pesar de que su autonomía había tenido más presencia que ninguna otra en la historia constitucional española desde que la democracia hace acto de presencia.
De ahí que la fórmula de la integración de “las nacionalidades” en el Estado está pensada, sobre todo, para Catalunya. Para el País Vasco también. Y no para Galicia, aunque no se diga en el texto constitucional. El constituyente español intuía que en Catalunya estaba el problema. Que, si no lo había en Catalunya, no lo habría en ninguna otra “nacionalidad” o “región”.
La fórmula es conocida: combinación de una democracia representativa sui generis con la democracia directa. Democracia representativa sui generis, porque la fórmula de integración arranca de un Proyecto de Estatuto de Autonomía que aprueba el Parlament, que se pacta a continuación por una delegación del Parlament y la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados, y, una vez acordado el texto entre ambas, se somete a referéndum de la población destinataria de la norma. Una vez ratificada en referéndum, las Cortes Generales le imprimen el sello de Ley Orgánica exigido por el artículo 81 de la Constitución.
Pacto entre dos Parlamentos más Referéndum. Esta es la Constitución territorial para Catalunya.
Con base en esa Constitución se aprobó el Estatuto de Autonomía de 1980 y también el de 2006. Desde el punto de vista del proceso estatuyente, definido tanto en la Constitución como en el Estatuto de Autonomía, no hay la más mínima tacha de inconstitucionalidad. La integración de Catalunya en el Estado se definió exactamente igual en 1980 que en 2006.
Alianza Popular estuvo en contra de la fórmula de integración de las “nacionalidades” en el Estado durante toda la década de 1980. Fue en el Congreso de refundación de AP como PP en 1989 donde por primera vez se aceptó el Estado de las Autonomías. Pero fue una aceptación con reservas. Aceptaba el Estado de las Autonomías con la condición de reservarse una suerte de derecho de veto para cualquier reforma que pudiera introducirse, independientemente de que su tramitación fuera acorde de manera inequívoca con el bloque de la constitucionalidad.
Dicha reserva la expresaría en primer lugar frente al Plan Ibarretxe sin mayores consecuencias, porque la reforma del Estatuto Vasco se había producido con el voto de Batasuna y acabó siendo no admitido a trámite en el Pleno de toma en consideración por el Congreso de los Diputado
s. Frente a la reforma del Estatuto de Autonomía de Catalunya no pudo argumentar nada similar. El PP renunció a participar en la negociación de la reforma y se limitó a interponer un recurso de inconstitucionalidad, una vez que el Estatuto estaba en vigor, consiguiendo cuatro años después que el Tribunal Constitucional, con algunos miembros con mandato caducado y tras algunas operaciones constitucionalmente inexplicables, como la recusación de Pablo Pérez Tremps, anulara un buen número de artículos e impusiera la interpretación obligatoria de muchos más.
El Tribunal Constitucional desautorizó el pacto entre el Parlament y las Cortes Generales y desconoció el resultado del referéndum, es decir, quebró la Constitución territorial de Catalunya y le impuso el Estatuto de Autonomía del PP. El desorden desde entonces ha sido permanente y generalizado, acabando con la aplicación del artículo 155 y las consecuencias judiciales de dicha aplicación.
Catalunya es la única “nacionalidad o región” que tiene un Estatuto de Autonomía contrario al pactado por su Parlament y las Cortes Generales y al votado en referéndum por sus ciudadanos. Esta anomalía tiene que ser corregida. Y ello exige una negociación de tipo político, que no puede producirse mientras el tema esté en manos del poder judicial. De ahí la necesidad de la amnistía.
En pocas palabras: la amnistía puede tener un coste para el PSOE. La no amnistía tiene un coste para todo el Estado.
En busca de la hegemonía militar y cultural Barbie y la era nuclear
En 1945, en el seco y soleado suroeste de Estados Unidos, se produjeron dos acontecimientos que alterarían el curso de la historia. Uno fue la prueba Trinity, la primera detonación nuclear del mundo y el momento que llevaría a Robert Oppenheimer a pronunciar una cita del Bhagavad Gita: «Ahora me he convertido en la Muerte, la destructora de mundos». El otro fue la fundación de [la empresa estadounidense de juguetes] Mattel.
La coincidencia de las fechas de estreno de las películas Oppenheimer y Barbie provocó un frenesí entre el público cinéfilo precisamente porque parecen muy opuestas. Y sin embargo, en el fondo, ambas comparten más de lo que muestra la cámara: son historias de Estados Unidos en guerra –-una guerra definida por el éxito de Oppenheimer y sus colegas, y que a su vez define a la muñeca más vendida. El mundo en el que nació Barbie, y del que se convertiría en símbolo y soldado, no existía antes de la primera detonación nuclear en la madrugada del 16 de julio.
Para quienes se encontraban en el emplazamiento de la prueba Trinity, la gravedad de lo presenciado fue evidente desde el primer momento. Como William Laurance, un periodista del New York Times seleccionado por los militares para cubrir el evento, dijo emocionado: «Uno se sentía como si hubiera tenido el privilegio de presenciar el nacimiento del mundo, de estar presente en el momento de la Creación, cuando el Señor dijo: ‘Hágase la luz'». Había dado comienzo la era nuclear.
A partir del Proyecto Manhattan, la guerra, la economía y la relación entre ambas quedarían profundamente alteradas. La consiguiente carrera de armamento nuclear sentaría las bases de la Guerra Fría, dotando a la lucha ideológica entre el capitalismo estadounidense y el comunismo soviético de un peso existencial. Como la amenaza de destrucción mutua asegurada obligaba a las dos superpotencias a abandonar el conflicto directo y competir por el poder de otras maneras, EE.UU. utilizaría cada vez más su economía como arma de guerra.
En 1951, el sociólogo David Reisman publicó un relato ficticio de una campaña de bombardeo estadounidense contra los soviéticos llamada «Operación Abundancia». Apodada «La Guerra del Nylon», la campaña imaginada por Reisman no incluía bombas, sino el bombardeo aéreo del país comunista con medias de nailon, paquetes de cigarrillos, yoyós y kits de peluquería caseros. Era, escribió, «una idea de una simplicidad apabullante: si se permitía al pueblo ruso probar las riquezas de América, no toleraría durante mucho tiempo a unos gobernantes que le ofrecieran tanques y espías en lugar de aspiradoras y salones de belleza”.
En cierto sentido, era la conclusión lógica de una sinergia económica generada durante la Segunda Guerra Mundial y personificada por el Proyecto Manhattan. Con un coste que superaba los dos mil millones de dólares (equivalentes a más de 30.000 millones en la actualidad), el proyecto implicó una colaboración sin precedente entre el ejército y sectores civiles como la manufactura y las instituciones académicas. Este espíritu colaborativo sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial y potenció que el incipiente complejo militar-industrial se expandiera rápidamente durante la Guerra Fría.
El aumento vertiginoso del gasto en defensa generó nuevas industrias y puestos de trabajo, impulsando un período de prosperidad y ampliando rápidamente la clase media de EE.UU. Los estadounidenses, que salían de décadas de depresión y racionamiento de guerra, estaban preparados para consumir como nunca antes. Y la siempre presente amenaza de un ataque nuclear generó una actitud defensiva en torno al American Way of Life –una vida caracterizada en gran parte por la posesión de objetos materiales. La “libertad» se convirtió en el derecho a consumir libremente; el consumo se convirtió en un deber patriótico, un medio no sólo de lograr la realización personal, sino también de fortalecer la economía nacional y mantener a raya a los comunistas.
A medida que los estadounidenses con el bolsillo lleno se apresuraban a engalanarse con los lujos del Sueño Americano, las mismas empresas que fabricaban esas riquezas materiales se dedicaban a producir materiales de guerra. Los creadores de bienes de consumo se basaron en la experiencia de la fabricación militar y las innovaciones de los tiempos de guerra inundaron la sociedad de productos de consumo. El plástico, cuya producción se había cuadruplicado durante la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en la savia de una nueva era de producción en masa.
Aprovechando el auge de la posguerra, tanto de materiales de fabricación baratos como de bebés, la industria del juguete estadounidense se disparó. Los niños, más que nunca, se habían convertido en un consumidor demográfico por sí mismos: entre 1939 y 1953, el valor total de la industria creció de 86,7 a 608,2 millones de dólares.
En 1955, la aún joven Mattel tomaría dos decisiones que la impulsarían a la vanguardia de la industria. Con una medida que revolucionaría la publicidad de juguetes, la empresa acordó patrocinar el show del Club de Mickey Mouse, promocionando su nombre y sus productos directamente a un público infantil. Y contrataron al ingeniero de Raytheon Jack Ryan, diseñador de los misiles teledirigidos Hawk y Sparrow, como director de investigación y desarrollo. Contratado por “experiencia en la era espacial”, Ryan permanecería en la empresa durante veinte años, desarrollando una serie de juguetes perdurables como la muñeca Chatty Cathy y los coches de colección Hot Wheels. Pero el diseño por el que más se le conoce –cuyo nombre figura en los títulos de la mayoría de sus obituarios– es el de la muñeca Barbie.
Aunque Ryan realizaría importantes mejoras en la construcción de Barbie, su esbelta figura rubia fue modelada a imitación de la muñeca alemana Bild Lilli, un objeto humorístico para adultos que había llamado la atención de la cofundadora de Mattel, Ruth Handler, en un viaje a Europa. El personaje de Lilli en el que se basaba dicha muñeca procedía de una tira cómica creada para el número inaugural de Bild, un tabloide de extrema derecha fundado en Alemania Occidental en 1952 y tan dedicado a la lucha contra el comunismo que las autoridades de Alemania Oriental crearían su propio tabloide para contrarrestar la propaganda de Bild.
Lilli era una creación esencialmente capitalista, una cazafortunas que se las arreglaba en el mundo de la posguerra seduciendo a hombres ricos. Su apariencia era parte integrante de este objetivo. A menudo aparece dibujada en diversos estados de desnudez; por ejemplo, sujetando un periódico sobre su cuerpo desnudo y acompañada del diálogo «nos peleamos y se llevó todos los regalos que me había hecho». Aunque los creadores de Barbie eliminaron este trasfondo (y finalmente esa muñeca dejó de producirse), el cuerpo de Lilli, producto de las condiciones socioeconómicas en las que fue creada, permanecería intacto.
Lilly representaba el tipo de chica que podías conseguir si eras rico. Personificaba –como personaje y como producto– un consumismo que se alineaba con los objetivos políticos estadounidenses en Alemania Occidental. Desde 1948 Alemania Occidental había estado recibiendo asistencia estadounidense bajo el Plan Marshall, una iniciativa que pretendía revitalizar las economías de la Europa Occidental diezmadas por la guerra. El plan estaba diseñado, al menos parcialmente, para limitar y socavar el poder soviético en la región, asegurando el atractivo del capitalismo para sus habitantes. En un lenguaje paralelo al de Reisman en Operación Abundancia, el político republicano que pronto sería Secretario de Estado, John Foster Dulles, declaró en referencia a la necesidad del Plan: «La única manera en que se puede reunificar Alemania es creando unas condiciones en el oeste de Europa que sean tan atractivas, que susciten tal atracción en el este, que los soviéticos sean incapaces de mantener el control de la Alemania del Este”.
En 1959, el año del lanzamiento de Barbie, Estados Unidos necesitaba más que nunca reafirmar su supremacía económica. En 1948 seguía siendo la única potencia nuclear del mundo y disfrutaba de las prebendas de una floreciente economía posbélica, mientras que la URSS se estaba recomponiendo de la destrucción causada por la ocupación nazi. Pero a finales de la década de los 50 los soviéticos lograron una serie de éxitos científicos y económicos sin equivalente en EE.UU. Preocupado por si dicho éxito hacía al modelo soviético más atractivo para el mundo en vías de desarrollo, el entonces presidente Eisenhower se puso a la cabeza de una ofensiva psicológica para socavarlo.
Las dos naciones organizaron una especie de intercambio cultural en 1959 –una Exposición Nacional Estadounidense en Moscú y una Exposición Soviética en Nueva York– supuestamente con la intención de fomentar la comprensión y colaboración mutuas. Pero el verdadero objetivo de EE.UU., que no puso límite a sus exhibiciones de coches, moda, innovaciones domésticas y otros, era ilustrar a los ciudadanos de la URSS sobre la abundancia de consumo que estaba teniendo lugar en el capitalismo americano. Esta exhibición, esperaban los estadounidenses, vendería a los soviéticos el sueño americano y les convencería de que su propio gobierno –y el sistema económico que representaba– les estaba fallando.
Hasta qué punto la Exposición consiguió alcanzar sus objetivos continúa siendo objeto de debate. Pero las demandas de consumo eran ciertamente causa de creciente preocupación para los líderes soviéticos. Alrededor de esta época, el gobierno empezó a recoger datos sobre preferencias e inclinaciones de consumo, llegando a crear una partida para consumo familiar con prestaciones para comprar objetos como neveras y televisores. El entonces primer ministro Nikita Kruschof, sin dejar de hacer hincapié en una economía soviética basada en la defensa y la industria pesada, prometió en repetidas ocasiones que el consumo per cápita en la URSS superaría al de Estados Unidos.
“Hagamos que los rusos deseen lo que nosotros tenemos”, escribió el empresario industrial Norman Winston, que actuaba como asesor especial en la Exposición, haciéndose eco una vez más de la lógica de Operación Abundancia. “Que se lo pidan a gritos a sus dirigentes. Y que el clamor sea tan fuerte que exija respuesta. Tal vez entonces los líderes rusos, para mantener contento a su pueblo, desvíen algunas de sus instalaciones de fabricación de armas a la producción de muebles, batidoras eléctricas y casas prefabricadas”.
Lanzada al mercado meses antes de la inauguración de la Exposición Nacional Estadounidense en Moscú, Barbie –y su enorme variedad de ropas y accesorios– era un símbolo oportuno de “lo que tenemos”, un icono del consumo que la exposición se había esforzado tanto en vender. Entre 1959 y 1976 se pusieron a la venta alrededor de 43 juegos de Barbie, 32 conjuntos de mobiliario y 16 vehículos, y en EE.UU. Mattel comercializaría la friolera de 1179 trajes: 656 para Barbie más otros para Ken, Skipper, la prima Francie y otros miembros del universo Barbie. Como dijo [la revista] Business Week en 1961: «No son las muñecas, es la ropa».
Su complejo vestuario, que incluía atuendos como el “conjunto para picnic”, “la compradora urbana” o la “Barbie-coa” (indumentaria para barbacoas) tenía como meta enseñar a las chicas de clase media cómo vestir en determinados lugares, una función en la que hacía hincapié la estrategia de mercadotecnia de Mattel: “[Nuestro objetivo es] convencer a mamá de que Barbie convertirá a su hija en una ‘señorita elegante’ a partir de una niña burda, desaliñada, y posiblemente masculina». Debemos subrayar los detalles de los vestidos y el modo en que pueden enseñar a una niña vulgar a usar complementos». Se trataba, en otras palabras, de una herramienta para producir la próxima generación de consumidores estadounidenses, difundiendo la noción de que la clave de la felicidad era tener más, más, más.
Barbie nunca llegó a estar a la venta en la Unión Soviética. Su debut en Rusia se produciría en 1992, coincidiendo muy de cerca con la disolución de la URSS. Un titular del L.A. Times proclamaba en relación con su llegada: “La jovencitas sueñan con tenerla, los padres con poder pagarla”; su importancia en el imaginario estadounidense como símbolo de la supremacía de EE.UU. no se había visto empañada por el paso del tiempo.
En la actualidad Barbie supone alrededor de una tercera parte de los 5.000 millones de dólares de las ventas anuales de Mattel. Representa, en palabras del antiguo presidente y director ejecutivo de la compañía, Jill Barad, una “marca poderosa a escala mundial”. Con su debut cinematográfico, su espíritu consumista se muestra en todo su esplendor con una serie impresionante de marcas colaboradoras, que van más allá de las evidentes marcas de ropa, de esmalte de uñas o de patines hasta incluir desde productos de bollería hasta cepillos de dientes, pasando por videoconsolas, velas… la lista no tiene fin.
A lo largo de sus 64 años de existencia, el significado político y cultural de la muñeca Barbie ha eludido cualquier interpretación sencilla. Se la ha promocionado como modelo de mujer independiente y vilipendiado como vendedora de estándares de belleza imposibles. Se la ha considerado un icono feminista y tachado de fantasía sexista. Pero una cosa es cierta: Barbie es una capitalista. Su objetivo básico no es empoderar a las niñas ni mantenerlas sometidas a la mirada masculina. Su objetivo es, sobre todo, hacerlas consumir: muñecas, ropa, zapatos, casas de ensueño. Se trata de inculcarles respeto por lo material: en resumen, vender el sueño americano, preservar el American Way of Life.
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