lunes, 9 de diciembre de 2024

Por qué EE.UU. es el único país del mundo que se niega a ratificar la Convención de los Derechos del Niño

Niños estadounidenses de diversas razas y géneros frente a una bandera de EE.UU.

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El 20 de noviembre de 1989, apenas 11 días después de la caída del Muro de Berlín, la Organización de Naciones Unidas aprobó uno de sus acuerdos más exitosos y emblemáticos: la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN).

El tratado, diseñado para proteger a los menores, fue el primero que reconoció que los niños y adolescentes tienen derechos propios y que los adultos son responsables de garantizarlos.

A partir de la firma, los Estados miembro de la ONU comenzaron a ratificar la CDN a través de votaciones en sus respectivos Parlamentos.

A día de hoy, 196 países han sancionado la Convención, convirtiéndola en el tratado de derechos humanos más ampliamente ratificado de la historia.

Sin embargo, hay un solo país que no ha completado este proceso y que, por ende, no está comprometido legalmente a acatar el acuerdo: Estados Unidos.

Aquí te explicamos cuál es la importancia de la CDN, por qué a 35 años de su aprobación EE.UU. sigue sin ratificarla y qué impacto tiene esa decisión.

¿Qué es la Convención sobre los Derechos del Niño?

Se trata de un tratado internacional que reconoce los derechos humanos de los niños, definidos como personas menores de 18 años.

Hasta la firma de este acuerdo los niños no eran reconocidos como sujetos de derecho. De hecho, hasta la Segunda Guerra Mundial se consideraba legal que trabajasen a la par de los adultos en muchos países.

La CDN no sólo estableció los derechos básicos a los que deben acceder todos los niños, sino que también hizo a las personas adultas responsables de esos derechos.

Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), "la convención ve al niño como individuo y como miembro de una familia y una comunidad, con derechos y responsabilidades apropiados para su edad y su etapa de desarrollo".

Dos niños refugiados somalíes 
 
Dos niños refugiados somalíes

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La Convención busca proteger a los niños en todo el mundo.

Definida por el organismo como una "ley internacional", brinda los siguientes derechos a "todos los niños, sin discriminación de ninguna clase":

  • Medidas especiales de protección y asistencia
  • Acceso a la educación y la atención de la salud
  • Que puedan desarrollar plenamente sus personalidades, capacidades y talentos
  • Que crezcan en un ambiente de felicidad, amor y comprensión
  • Que reciban información sobre la manera en que pueden alcanzar sus derechos y participar en el proceso de una forma accesible y activa

¿Por qué no lo ratifica EE.UU.?

A pesar de que Washington firmó la CDN en 1995, durante el gobierno del demócrata Bill Clinton, el país nunca cumplió con la obligación de ratificar el tratado a través de su Congreso.

Ninguno de los gobernantes que lideraron el país en estas casi tres décadas desde la firma, ya sean demócratas o republicanos, enviaron el tratado ante el Senado para su ratificación, dejando su aplicación inválida desde el punto legal.

El último intento por llevarlo ante la Cámara Alta fue en 2020, cuando la legisladora demócrata Ilhan Omar presentó una resolución llamando a que se vote, intento que no prosperó.

La principal traba tiene que ver con el hecho de que quienes adhieren a la convención se comprometen a adecuar su marco normativo para incluir los 54 artículos que conforman la CDN, y así garantizar su aplicación en ese país, un paso que EE.UU. nunca ha dado.

Los defensores del tratado en ese país sostienen que la convención representa un estándar internacional básico de protección infantil y advierten que la falta de ratificación deja a EE.UU. en una posición única y aislada a nivel mundial.

Sin embargo, hasta ahora los partidarios de la convención no han logrado reunir el consenso necesario para que sea tratado por el Senado.

Incluso a pesar de que muchos gobiernos estadounidenses han dicho que respaldan los derechos descritos en la CDN.

La diputada demócrata Ilhan Omar

La diputada demócrata Ilhan Omar

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La diputada demócrata Ilhan Omar intentó ratificar la convención en 2020. 

Uno de los principales escollos que enfrentan quienes abogan por su ratificación es que, para que un tratado internacional sea ratificado en EE.UU., se necesita el apoyo de una mayoría de dos tercios en la Cámara Alta, un consenso difícil de lograr dadas las objeciones de quienes temen que la CDN pueda limitar la autoridad del país en ciertos temas.

Tres preocupaciones

Los grupos que se resisten a la ratificación, principalmente alineados con el Partido Republicano, consideran que suscribir legalmente la Convención podría llevar a interferencias en tres áreas:

1. Autoridad parental

La CDN incluye derechos como el de los niños a expresar sus opiniones en asuntos que los afectan (Artículo 12), lo que algunos grupos conservadores interpretan como una amenaza a la autoridad parental.

Estos objetores creen que otorgar a los niños derechos legales podría interferir en la capacidad de los padres para tomar decisiones en la crianza y educación de sus hijos.

Según la ONG Parental Rights, la convención le da demasiado poder al Estado, haciendo que los padres "pierdan su derecho a ser padres", y "socava" a la familia con resultados frecuentemente "trágicos y devastadores" para los mismos niños.

"(La CDN) establece que 'en todos los asuntos relacionados con los niños, la consideración primordial será el interés superior del niño'. Pero, ¿quién decide cuál es el 'mejor interés' de su hijo? Usted, no el gobierno", afirma el organismo en su sitio web.

Jo Becker, directora de incidencia de la división de derechos infantiles de Human Rights Watch (HRW) le dijo a BBC Mundo que "esta fuerte oposición de organizaciones conservadoras" es la principal causa por la que no se ha ratificado la CDN en EE.UU.

"Algunos críticos incluso han dicho que les daría a los asistentes sociales más poder que a los padres para decidir sobre sus hijos", señala.

"Pero esta creencia es falsa. Hay numerosas referencias en la convención a los roles y responsabilidades de los padres y la importancia de su lugar en la crianza de los niños. Así que están leyendo incorrectamente la CDR", asegura.

"Los únicos casos en los que un Estado puede suplantar el rol de los padres es cuando hay claros indicios de violencia, abandono o maltrato de niños. Y creo que la mayoría de las personas estarían de acuerdo en que en esos casos es apropiado que los niños sean puestos bajo el cuidado del Estado", afirma.

Donald Trump hablando ante la Asamblea General de la ONU en 2018

Donald Trump hablando ante la Asamblea General de la ONU en 2018

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Donald Trump cree que EE.UU. podría perder poder si ratifica un tratado que es gobernado por la ONU.

2. Soberanía nacional

Los sectores conservadores también temen que ratificar la CDN afecte la soberanía del país al permitir que una convención internacional tenga influencia sobre las leyes internas relacionadas con los derechos de los niños.

"Nunca entregaremos la soberanía de EE.UU. a una burocracia global no electa e irresponsable... EE.UU. está gobernado por estadounidenses", dijo en 2018 ante la Asamblea General de la ONU el entonces presidente Donald Trump.

"Según el Artículo VI de nuestra propia Constitución, un tratado ratificado se convierte en 'la ley suprema del país'", advierte, por su parte, Parental Rights.

El organismo resalta que, mientras que para otras naciones la ratificación de este tratado "es, en el mejor de los casos, una declaración de aspiraciones (y para muchas, como Irán, China y Corea del Norte, una mera cortina de humo política)", en EE.UU. una ratificación le daría a la convención rango de ley federal.

"Algunos, en especial miembros del Partido Republicano, están preocupados de que ratificar cualquier instrumento internacional socavará la soberanía de EE.UU., y por eso han pasado unos 20 años desde que EE.UU. ratificó cualquier tratado de derechos humanos", observa Becker, de HRW.

La experta reconoce que si EE.UU. ratificara la convención "efectivamente estaría legalmente obligado a cumplirla", pero asegura que "las leyes estadounidenses seguirían aplicando y no le daría a la ONU la autoridad para intervenir en las vidas de familias o de sustituir la ley de EE.UU.”, como temen quienes se oponen a la ratificación.

3. Impacto legal

Este teórico conflicto entre el derecho internacional y las leyes estatales y federales del país es la tercera cuestión que frena la sanción de este tratado.

En particular preocupa un tema en el que las leyes estadounidenses se contradicen con la convención.

"La CDN establece claramente que los niños nunca deben ser sentenciados a cadena perpetua sin libertad condicional por delitos cometidos antes de los 18 años y en EE.UU. aún tenemos más de 20 Estados que permiten condenas de por vida sin libertad condicional para crímenes cometidos antes de los 18", detalla la defensora de derechos infantiles.

Maños de un niño esposado

Maños de un niño esposado

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EE.UU. permite encarcelar a los menores de edad de por vida, algo que la convención prohíbe. Sin embargo, Becker afirma que esto no debería ser una barrera para la ratificación.

"EE.UU. podría presentar una reserva sobre este tema en particular, diciendo que está preparado para cumplir con todas las otras obligaciones de la convención", sostiene.

Consecuencias

Los defensores de la CDN consideran que es fundamental para la protección de niños y niñas porque establece una obligación legal y moral de los Estados a garantizar su derecho a la salud, educación y seguridad social, y su protección contra la violencia, los conflictos armados, el matrimonio infantil y la explotación.

En ese sentido, señalan que la no ratificación de EE.UU. no solo deja a ese país a contramano del mundo, dañando su reputación internacional y socavando su autoridad en cuestiones que afectan a los niños, hasta el punto de quedar como hipócritas en esta área.

También denuncian que no adherirse a la convención deja a los menores estadounidenses desprotegidos.

"HRW realizó una evaluación de las leyes en los 50 Estados del país y podemos afirmar que ni uno solo tiene leyes que cumplan con los estándares de la convención", afirma Becker.

"Por lo tanto todos los días, los niños en EE.UU. están viviendo con menos protección legal de la que tendrían si EE.UU. ratificara la convención".

Sin embargo, algunos defensores de los derechos infantiles creen que organismos como HRW y otros que hace décadas abogan por la ratificación deberían cambiar su enfoque.

"Debido a la oposición conservadora y a la norma de política internacional de EE.UU. de no ratificar los tratados internacionales de derechos humanos, es probable que EE.UU. nunca ratifique la Convención sobre los Derechos del Niño", escribió en la Revista de Derechos del Niño la académica de la Universidad de Plymouth Charlotte Galvin.

"Si bien algunos activistas pueden estar en desacuerdo, probablemente sería mejor invertir los recursos en presionar al gobierno para que reforme las leyes nacionales que actualmente están en conflicto con las disposiciones de la convención", opinó.

Niños con camisetas con banderas de diferentes países, incluyendo EE.UU.

Niños con camisetas con banderas de diferentes países, incluyendo EE.UU.

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Los defensores de la CDN sostienen que los niños estadounidenses están en desventaja por la negativa del país a ratificar el tratado.

Gaza

Por otra parte, también hay quienes relativizan la importancia de la CDN, remarcando que la ONU tiene poco poder para hacerla cumplir, incluso entre quienes la han ratificado.

El caso que hoy genera más polémica es el de Israel, país que firmó la convención en 1990 y la ratificó al año siguiente.

Según Unicef, la guerra que lleva a cabo ese país contra Hamás en la Franja de Gaza, en represalia por los ataques del 7 de octubre de 2023, ha causado la muerte de más de 14.000 niños palestinos.

En septiembre pasado, a Israel le tocó comparecer ante el Comité de los Derechos del Niño, el grupo de expertos que tiene la responsabilidad de supervisar de manera periódica si los países cumplen con las obligaciones legales establecidas por la convención.

En sus conclusiones, el comité realizó una condena muy enérgica de las acciones militares de Israel en Gaza e instó al país a que ponga fin de inmediato a la matanza y las lesiones de niños allí.

"La muerte atroz de niños es casi única en la historia", denunció a la prensa el vicepresidente del comité, Bragi Gudbrandsson.

Sin embargo, esta condena no ha frenado las acciones de Israel, que acusó al comité de tener una "agenda política" y responsabilizó de las muertes de niños palestinos a los dirigentes de Hamás que "se esconden" entre la población civil.

domingo, 8 de diciembre de 2024

Datos, grilletes y pilas bautismales para no olvidar la esclavitud

Figuras expuestas en el Museo Nacional de la Esclavitud de Angola, en Luanda.
Figuras expuestas en el Museo Nacional de la Esclavitud de Angola, en Luanda.
El director del Museo Nacional de la Esclavitud de Angola, Vladimiro Fortuna, considera fundamental investigar y difundir este drama para no repetir el fenómeno: “La esclavitud interrumpió durante 400 años que hubiese una sociedad dinámica y con desarrollo local en África”

Un veinteañero de piel negra brillante trepa divertido por un árbol de 10 metros con una agilidad pasmosa en las impactantes cataratas de Kalandula, en el centro de Angola. Está fuerte y sano, trabaja en un hotel y vive con su mujer en esta remota región de abrumadora naturaleza. Eso hoy. De los siglos XVI al XIX habría sido uno de los mejores candidatos para ser capturado como esclavo y explotar sus cualidades para el progreso de otros países. No de su tierra. “La esclavitud interrumpió durante 400 años que hubiese una sociedad dinámica y con desarrollo local en África”, expone Vladimiro Fortuna (Luanda, 42 años). Es el director del Museo Nacional de la Esclavitud de Angola, situado en su capital, Luanda, desde donde se estableció el principal puerto de embarque de personas esclavizadas de la costa atlántica africana. Hay cierto consenso en que fueron al menos 12 millones de africanos los llevados a América en ese periodo para ser explotados y privados de libertad.

El museo, fundado en 1977, se erige frente a ese Atlántico en lo que fuera la capilla de un traficante utilizada para los bautismos forzosos y los cambios de nombres de los apresados antes de zarpar en infames barcos de bandera portuguesa, británica, francesa, española... Una pila de piedra con forma de concha para el agua bendita atestigua este pasado en el pequeño edificio junto a látigos, cadenas, grilletes, palmetas, maquetas de naves y figuras de mujeres desnudas encadenadas cargando sacos en las cabezas. Las ilustraciones de las paredes muestran el hacinamiento infesto en el que se colocaba a los esclavizados en las bodegas durante la travesía atlántica, llamada middle passage (pasaje del medio), donde las torturas impunes se mezclaban con las infecciones y las muertes entre la oscuridad de las maderas.
Una pila bautismal en uno de los expositores del Museo Nacional de la Esclavitud de Angola. Una pila bautismal en uno de los expositores del Museo Nacional de la Esclavitud de Angola. Anadolu (Anadolu Agency via Getty Images)

Solo unos baobabs más atrás de este antiguo templo está el despacho de Fortuna, donde se mueve cuidadoso entre columnas de apuntes y libros. Se enfrenta a lo que considera un debate abierto en la sociedad africana sobre si recordar u olvidar este nefando drama de consecuencias todavía palpables. El estigma y la culpa flanquean este silencio manifiesto. “La esclavitud puede generar un sentimiento de inferioridad en la sociedad africana que también está vinculado al racismo. El fenómeno tiene un efecto psicológico en la población”, contextualiza Fortuna. “Las nuevas generaciones pueden pensar que la esclavitud es solo una práctica que se impuso a la población negra, pero ha existido siempre y en muchísimas culturas, no solo se ha ejercido contra la población negra. Por eso es tan importante que se comprenda bien”, propone.

De otro lado, Fortuna menciona también la culpa que puede perseguir todavía a quienes ejercieron estas prácticas: “Está documentado que en Brasil, por ejemplo, se quemaron archivos y documentos para evitar su culpabilidad”, ilustra. El debate se compone de mil y una aristas. Entre ellas se vislumbra también el mutismo de las familias de apellidos ilustres que levantaron sus imperios a costa del tráfico, la falta de asunción de responsabilidad y perdón de los Estados que perpetuaron la atrocidad, la implicación de una iglesia que participaba en esta estructura de comercio o la participación en las redes de los mismos africanos. Los intereses por mantener oculto este drama son evidentes, pero también se levantan voces para resignificarlo y pedir una reparación justa de los ingentes daños causados, tanto económicos como de violencia, racismo y desigualdad.

En este imbricado debate, Fortuna se posiciona a favor de la difusión del pasado esclavista a través de la documentación y la ciencia. “Esta historia es la historia de la humanidad y no estudiarla nos puede condenar a repetir el fenómeno. Necesitamos mucha más investigación”, clama este maestro de Historia, que reconoce que no es un tema del interés general entre los angoleños y que la inversión académica no es proporcional al grado de importancia de lo acontecido. Como ejemplo, un treintañero angoleño que visita el museo comenta que él no ha estudiado en profundidad la esclavitud durante su etapa escolar.
Exterior del actual Museo Nacional de la Esclavitud de Angola, ubicado en lo que fue una capilla para bautizar a los esclavos, en Luanda. Exterior del actual Museo Nacional de la Esclavitud de Angola, ubicado en lo que fue una capilla para bautizar a los esclavos, en Luanda. Ángeles Lucas

Rescatar una cultura

No obstante, Fortuna observa que cada vez hay más interés y se analiza más el fenómeno. Uno de los últimos estudios que ha consultado sugiere que la población actual de las regiones angoleñas en las que más personas fueron desarraigadas tiene una media de estatura más baja. “Los traficantes tenían sus preferencias, y seleccionaban a los hombres más altos. Ahora, donde el tráfico fue más intenso, la estatura de los habitantes es más baja en relación con la población del sur y del interior, donde hubo menos incidencia”, argumenta. En otro panel del museo se expone en un mapa el proceso por el que se fue arrancando de sus territorios a cada una de estas personas: las capturas comenzaron en las áreas más cercanas a los puertos y se fueron expandiendo tierra adentro conforme pasaban los siglos.

Otro efecto de la sangría demográfica fue que muchas sociedades se quedaban compuestas fundamentalmente de mujeres y niños, aunque a ellas también las raptaban, pero en menor medida. “Se notan además diferencias en aspectos culturales, como la lengua. Las regiones más colonizadas, donde hubo más tráfico, tienen más elementos europeos o solo se habla portugués”, explica. Y aquí abre otro debate: el del rescate y enseñanza en las escuelas de la rica diversidad cultural de su país, absorbida en parte por la colonización portuguesa. Y del otro lado, también hubo un trasvase cultural hacia las otras orillas. Cada esclavo llevaba consigo la diversidad de sus etnias, sus idiomas, sus costumbres, su manera de trabajar, de bailar, de curar las heridas o de cocinar. Un legado que, en lo tangible, todavía puede verse en los instrumentos de música de las vitrinas del museo o en manifestaciones físicas como la capoeira, desarrollada en Brasil con influencias de Angola.

Fortuna pone ahínco en destacar que, a finales del siglo XV, cuando los portugueses llegaron al antiguo reino del Congo, hoy Angola, se tejió un periodo de convivencia y de intercambio cultural y religioso. “Los primeros documentos apuntan a que existía una relación de cooperación, de contacto. Por eso vemos que el proceso de dominación fue paulatino”, reflexiona Fortuna, que termina por establecer diferencias incluso en la forma de ejercer la esclavitud entre africanos y europeos. “La esclavitud ha existido siempre y en todos sitios, y es una realidad que ya se daba en África. Pero era distinta. Por ejemplo, no era eterna, se ejercía más bien como castigo temporal por adulterio, robo o deuda. Y no tenía ese carácter de marcada violencia”, matiza. Y prosigue: “Tampoco tenía el marcado carácter de comercialización de los europeos”.
 
Grillete en el Museo Nacional de la Esclavitud de Angola (Luanda).

Grillete en el Museo Nacional de la Esclavitud de Angola (Luanda). Lola Hierro

Y aquí es donde aparece un elemento clave que va parejo al actual estudio de la esclavitud: la expansión del capitalismo. “Está íntimamente relacionado. La idea de acumulación de la riqueza es impulsada por la esclavitud”, ilustra. Esta tesis, defendida también, entre otros, por Edward E. Baptist en La mitad nunca ha sido contada: la esclavitud y la creación del capitalismo estadounidense (Ed. Basic Books), revela la absoluta dependencia de la explotación de los africanos para el crecimiento económico de los norteamericanos. “La necesidad de mano de obra para trabajar en las plantaciones o para producir bienes muy valorados llevó a los africanos a estar esclavizados en otras tierras y, a veces, también en África”, resume este investigador de un mercado del que se enriquecieron traficantes de los tres continentes.

Y entre otras consecuencias del lastre que arrastra todavía el fantasma de la esclavitud, como puede ser la ralentización de la prosperidad, y por ende, conflictos territoriales, y por ende, migraciones forzosas, Fortuna destaca también el racismo recalcitrante. “Es necesario deconstruir ciertos conceptos que fueron creados en un determinado momento de la historia. El estigma en relación con los hombres africanos es consecuencia de la esclavitud y los propios africanos tienen también que quitarse ese complejo. Cuando se comprende lo que sucede hay más posibilidades de destruir los prejuicios, y eso es lo importante”, concluye.
El director del Museo Nacional de la Esclavitud de Angola, Vladimiro Fortuna, en Luanda.

El director del Museo Nacional de la Esclavitud de Angola, Vladimiro Fortuna, en Luanda.

sábado, 7 de diciembre de 2024

Por qué duelen los oídos en los aviones y cómo prevenirlo.

El “oído de avión” es un término genérico que engloba diversos síntomas causados por los rápidos cambios de altitud y presión atmosférica.

P: A veces me duelen los oídos durante los vuelos. ¿Por qué ocurre esto y qué puedo hacer al respecto?

Cuando vuelas a miles de metros de altura, los cambios en la presión de la cabina pueden ser francamente desagradables, causando problemas potenciales como inflamación abdominal, dolores de cabeza y, sí, dolores de oído.

El “oído de avión” es un término genérico que engloba diversos síntomas causados por los rápidos cambios de altitud y presión atmosférica, dijo David Gudis, otorrinolaringólogo del Hospital NewYork-Presbyterian/Columbia. Para algunas personas, no es más que una sensación de taponamiento que amortigua temporalmente la audición. Para otras, la afección puede causar un dolor intenso e incluso dañar el tímpano.

“La buena noticia es que suele resolverse por sí solo”, dijo Gudis. “Solo que puede ser muy incómodo hasta que eso sucede”. Puede tardar desde segundos hasta días, añadió.

¿Por qué te duelen los oídos cuando viajas en avión?
En el espacio que hay detrás del tímpano, u oído medio, hay una estructura llamada trompa de Eustaquio, que conecta el oído medio con la parte posterior de la nariz y la garganta. La trompa de Eustaquio se encarga de mantener homogénea la presión del aire entre el oído medio y el entorno.

Mantener equilibrada la presión del aire es “algo en lo que normalmente no tenemos que pensar”, dijo Esther X. Vivas, catedrática de otorrinolaringología de la Facultad de Medicina de la Universidad Emory de Atlanta. Normalmente podemos hacerlo bostezando o tragando, lo que contrae los músculos que abren la trompa de Eustaquio, dijeron los expertos.

Pero cuando la presión atmosférica cambia rápidamente durante un vuelo, puede ser difícil para la trompa de Eustaquio “seguir el ritmo”, dijo Gudis. Esto puede hacernos sentir que necesitamos bostezar o “destaparnos los oídos” para forzar la trompa a abrirse y que pueda pasar el aire, dijo Gregory Levitin, otorrinolaringólogo del Sistema de Salud Monte Sinaí en la ciudad de Nueva York.

Si el aire no puede pasar por la trompa de Eustaquio, la presión del aire dentro de tus oídos no será la misma que la presión del aire a tu alrededor, dijo Levitin. Puedes pensarlo como que “tu oído no puede respirar muy bien”, dijo Vivas.

La presión desigual puede estirar el tímpano y causar dolor, dijeron los expertos. También puede ahogar la audición al impedir que el tímpano responda adecuadamente a las ondas sonoras.

¿Por qué algunas personas son más propensas al oído de avión?
Hay varias explicaciones, dijeron los expertos, pero el culpable más común es tener congestión de las vías respiratorias altas antes de volar.

El oído medio y la trompa de Eustaquio tienen un revestimiento mucoso que atrapa y protege de las bacterias nocivas. Pero cuando estás congestionado por algo como un resfriado, alergias o una infección sinusal, el revestimiento puede hincharse, lo que puede obstruir la trompa, dijo Howard W. Francis, profesor de otorrinolaringología de la Facultad de Medicina de la Universidad Duke.

Volar con una infección de oído también puede aumentar tus probabilidades de experimentar síntomas de oído de avión poco comunes pero graves y dolorosos, como la rotura del tímpano, dijo Francis. Si tienes una infección de oído y tienes previsto volar, considera la posibilidad de cambiar tus planes de viaje, si es posible, dijo Francis.

El oído de avión suele desaparecer una vez que el aire puede pasar a través de la trompa de Eustaquio, lo que puede ocurrir en cuestión de segundos, minutos, horas o pocos días desde el inicio de los síntomas, dijeron los expertos.

La forma más rápida de tratarlo es “destaparse los oídos”, dijo Vivas. Intenta forzarte a bostezar, o mastica chicle o bebe sorbos de agua para conseguir tragar.

Si eso no funciona, dijo Gudis, prueba la maniobra de Valsalva, una técnica respiratoria que consiste en cerrar la boca y pellizcarte la nariz mientras exhalas suavemente.

Cualquier síntoma que dure semanas, sea extremadamente molesto o se produzca cada vez que vueles debe provocar una visita a un otorrinolaringólogo, dijo Gudis.

¿Cómo puedes prevenir el oído de avión?
Si estás congestionado pero tienes que tomar un vuelo, utiliza un espray descongestionante nasal entre 30 y 60 minutos antes del despegue, dijo Levitin.

Intentar la maniobra de Valsalva mientras el avión asciende o desciende puede ayudar a prevenir totalmente los síntomas, añadió Francis.

Quien vuele con frecuencia o experimente a menudo el oído de avión, tal vez desee consultar a su médico sobre los tubos de ventilación, pequeños tubos huecos que se introducen quirúrgicamente en el tímpano para facilitar el flujo de aire al oído medio.

Pero, en general, la mayoría de la gente puede prevenir el oído de avión con estrategias mucho más sencillas, dijo Gudis. “Es muy raro que los pacientes necesiten una intervención para este tipo de problema”.

viernes, 6 de diciembre de 2024

Canciones inolvidables

Besame, besame mucho,



Amado mio.



La vie en rose



Sous le Ciel de Paris



Piensa en mi



Natalia Lafourcade - Piensa en Mí



Tú sí sabes quererme



Nunca Es Suficiente



Mi Religión



Amor, Amor de Mis Amores



Más de 80 veces



El Secreto De La Vida - JUAN VALDERRAMA & LUIS PASTOR



PASION VEGA - GRACIAS A LA VIDA Pasión Vega



Romance de curro el Palmo (Serrat)



Dondequiera Que Estés



Joan Manuel Serrat - Un mundo raro, de José Alfredo Jiménez



Les Feuilles Mortes : Yves Montand



con letra



French Latino - Historia de un Amor



Pasión Vega y Serrat, Lucia



Pasión Vega Garganta con arena



Pasión Vega, Lejos de Lisboa




jueves, 5 de diciembre de 2024

_- EL SÍNDROME DE STEPHEN CANDIE

Stephen, el personaje del mayordomo negro que odiaba a los de su raza
_- Stephen, el personaje del mayordomo negro que odiaba a los de su raza
En la película de culto ”Django desencadenado” de Quentin Tarantino, estrenada en 2012, se da vida a Stephen Candie, un mayordomo negro interpretado magistralmente por Samuel L. Jackson. Stephen es el peor verdugo de los esclavos de su misma raza en una plantación algodonera en el estado sureño de Mississippi en 1858.

Stephen, el mayordomo negro del amo blanco, Mr. Calvin J. Candie (Leonardo DiCaprio) no solo odia a la gente de su raza, también se cree blanco, rubio y de ojos azules. Y su amo Candie deja que su negro más servil se crea un Candie... mientras le sea útil. En la película hay una escena donde Stephen se enfurece al ver un hombre negro (Django ) montado a caballo. Y se dirige a su amo diciéndole enfurecido:

— ¿Ha visto, amo? ¡Ese negro tiene un caballo!
— Y… ¿Tú quieres un caballo, Stephen?
— ¿Pa’ qué quiero yo un caballo? ¡Lo que quiero es que él no lo tenga!

El síndrome de Stephen Candie se refiere a los que defienden los privilegios del patrón, más que el mismo patrón. Son aquellos que se sienten felices si el patrón anda contento ese día… tan felices que si tuvieran rabo lo agitarían como un perro. Son los que vuelven a casa a cenar con una sonrisa satisfecha, como si fuera lo mejor que les pasó en el día, suspiran y dicen: “Andaba contento el patrón hoy…”.

USTEDES CONOCEN A LOS “STEPHEN CANDIE”

Tal y como está estructurada la sociedad de hoy, es el ámbito propicio para que florezcan como una plaga los “Stephen Candie”. Como el mayordomo negro, esos “esclavos”, creen pertenecer a una clase social superior a la de sus congéneres. Los “amos” les han hecho creer que son “clase media”. Ellos reniegan de la clase trabajadora,
 
"Esos vagos son chusma que pretende vivir del Estado y sus paguitas”.

Creen en la meritocracia y en el sistema neoliberal de la no intervención del Estado en la economía de mercado, pero buscan con denuedo el atajo, la puerta de atrás o la gatera que les indica el amigo, el familiar o el politicastro de turno, para darles acceso a mejores puestos, o a estamentos que les abran las puertas para cobrar subvenciones a fondo perdido. Se autodenominan “emprendedores”, pero siempre con “padrinos”, siempre arropados por la oligarquía que les dan acceso a contratos amañados con “sobre-costes” con cargo al dinero de todos.

Los “Stephen Candie” son la incongruencia llevada hasta la estulticia más supina. En sus mentes se produce la enajenación ideológica. Que no es otra cosa que ser ajeno, es decir, estar fuera de uno mismo o verse a sí mismo como alguien extraño. Podríamos decir que es un trampantojo de la propia realidad personal, un espejismo de verse en una situación ficticia o como alguien diferente: un autoengaño del que no se es consciente porque no se quiere ser consciente. Algo más complicado de entender y de explicar de lo que en principio parece y de muy difícil solución. Defender a los ricos siendo un asalariado implica una enajenación ideológica que deriva en algo similar al “Síndrome de Estocolmo”, que consiste en que una persona secuestrada termina por colaborar con su secuestrador.

Esa enajenación ideológica les hace obviar todas las tropelías y corruptelas que realizan continuamente sus “amos” sin ningún reparo, mediante los partidos políticos afines a los que ponen a trabajar a su dictado y que aprueban leyes que siempre les benefician y que van en detrimento de los “Stephen Candie”. A esos “negros” con ínfulas de “blanco” se les bombardea continuamente desde Los medios de comunicación afines, hasta que somatizan los eslóganes más absurdos y estrambóticos como el de ¡Que te vote Txapote! O las mentiras más flagrantes como la de que ”ETA sigue viva”.

Los “Stephen Candie” actuales defienden, con un fanatismo a ultranza, a sus propios maltratadores. Los respaldan con un apasionamiento y una tenacidad desmedida y lo que dicen sus “amos, y sus “perros” de jauría, es decir, la prensa canallesca tipo “OKK” Diario, La SinRazón, o el “ABCdiario”, para ellos son poco menos que “dogmas de fe”, algo que no se cuestiona porque es la verdad absoluta. Los “Stephen Candie” consideran que el resto de la humanidad, que no son y piensan como ellos, están poco menos que “adoctrinados” o lobotomizados, por eso ellos tratan de salvarnos de las feroces garras del “Social-comunismo-filoetarra-bolchevique-bolivariano y perroflauta” que nos tiene oprimidos y esclavizados. Ellos tratan de hacernos ver que en “su lado” estaremos a salvo. Si de algo sabemos en este país es de “Salvapatrias”.

BURGUESÍA Y PLEITESÍA

Puedo entender, pero no compartir, que la burguesía se “enroque” para defender sus prebendas, canonjías y privilegios. Ellos reclaman esas prerrogativas y exenciones porque están convencidos de que se las merecen, incluso las reclaman como vitalicias. Consideran que son una justa compensación por lo “mucho” realizado para “contribuir” a la sociedad a la que pertenecen, pero con la que no confraternizan. Ellos sólo se codean con sus “pares”, nunca se mezclan con el vulgo, con la plebe; son chusma.

Los “Stephen Candie” rinden pleitesía a todos esos burgueses con los que ansían cruzar la vista, que les pasen la mano por el lomo y les tiren las migajas de las sobras. Se muestran ufanos cuando hablan con otros congéneres de sus “amos” y de su “cercanía” a ellos, de lo “buenos” que son y de lo considerados que se muestran con ellos. Se pavonean altivos con sus semejantes esgrimiendo una cierta petulancia para marcar distancia tratando de enviar el mensaje subliminal de ”Yo me relaciono con D. Fulano y D. Mengano, y tu no”.

Un vano intento de dar envidia, cuando, en realidad, lo que producen es lástima. Vivir en esa impostura tiene que ser agotador y frustrante, pero, como dice el dicho ”Antes muerta que sencilla”.

Los “Stephen Candie” nos se dan cuenta de que se sirven de ellos, porque están obnubilados y les han hecho creer que son imprescindibles y de confianza, y los utilizan para sus arcanas confabulaciones, intrigas y tejemanejes, muchas veces de testaferros, de cabezas de turco y de chivos expiatorios. Y cuando no les sirven, por la razón que sea, que casi siempre es nimia, se deshacen de ellos y cogen otros, como los Kleenex; de usar y tirar. Y uno se pregunta pasmado ¿Estos “Stephen Candie” vienen con cerebro? Y si lo traen de serie ¿Lo han utilizado alguna vez para algo? Porque no puedo entender cómo es posible que alguien diga algo, actúe o proceda de una manera que menoscaba sus derechos, y que perjudica sus intereses, y todo por el mero hecho de conseguir una mísera lisonja o solamente una palmadita en la espalda de unos tipos al que les importan menos Los “Stephen Candie” que el problema mundial del cambio climático o los ahogados del Mediterráneo.

CIUDADANOS Y SÚBDITOS

En este país coexisten dos mentalidades antagónicas absolutamente opuestas por el vértice. Los que se consideran ciudadanos; que son personas libres consideradas como miembros “activos” de un Estado; titulares de derechos políticos y sometidos a sus leyes. Y por otro lado están los que se consideran súbditos que son sujetos “subordinados voluntariamente” a la autoridad de un superior con obligación de obedecerle.

Aristóteles, que junto a Platón fueron los padres de la filosofía occidental, decía sobre el ciudadano: ”... a menudo se discute sobre el ciudadano y, en efecto, no todos están de acuerdo en quién es ciudadano. El que es ciudadano en una democracia con frecuencia no es ciudadano en una oligarquía”.

Si vamos al diccionario de la RAE el término oligarquía en su segunda acepción dice:
“Grupo reducido de personas que tiene poder e influencia en un determinado sector social, económico y político."
El diccionario de español de la prestigiosa Universidad de Oxford tiene una definición todavía más acertada ”Sistema de gobierno en la que el poder está en manos de unas pocas personas pertenecientes a una clase social privilegiada” lean las tres últimas palabras y habrán avanzado en el concepto.

Muchas veces me he preguntado, imagino que muchos conciudadanos también, porque un trabajador asalariado, que no deja de ser un “obrero”, aunque Los “Stephen Candie” renieguen de ello, decía que, me causa una extrañeza incomprensible ver como un “obrero” puede votar a unos partidos reaccionarios que le van a recortar hasta las pestañas por expreso deseo de la burguesía, que es la que manda de verdad, y a la que los “Stephen Candie” idolatran. Debe ser algo parecido al “masoquismo”.

Vuelvo al diccionario de la RAE y busco sobre el vocablo en cuestión, y dice en su segunda definición
"Complacencia en sentirse humillado o maltratado”.

Me pregunto qué complacencia se puede obtener en que a uno le recorten derechos civiles y laborales, en que le aumenten la edad de jubilación, en que le recorten las pensiones, en que le cierren ambulatorios y urgencias, en que se recorten o anulen las prestaciones a incapacitados, en que desaparezcan el instituto de la mujer y los juzgados de violencia machista, por enumerar algunas cosas que harían los partidos a los que apoya la oligarquía patria. ¿Eso les produce complacencia a los “Stephen Candie”?

Tomado de la red

miércoles, 4 de diciembre de 2024

Antoni Bolinches, psicólogo y sexólogo: “La pareja es la mejor escuela de aprendizaje vital que existe”

El filósofo, psicólogo clínico, sexólogo y experto en relaciones de pareja expone su método para sufrir menos y mejor en su último libro, ‘Psicoterapia para el mal de amores’, donde los fracasos sentimentales se convierten en oportunidades para crecer y facilitar la llegada del amor armónico.

El amor sigue siendo la asignatura más difícil en ese curso que todos tenemos pendiente que es la educación sentimental. El amor y el sujeto amoroso, la pareja, han provocado a lo largo de la historia tanta dicha como sufrimiento, tanta inspiración como desánimo, tantas expectativas como desilusiones. Tantas películas con final feliz como canciones tristes. Sufrir por amor se perfila entonces como ese mal inevitable que, tarde o temprano, se presenta a cualquiera que haya querido pasar por el mundo con su corazón a pleno rendimiento. Esta idea admitida por la sabiduría popular es la que quiere desmentir, en parte, Antoni Bolinches en su último libro, Psicoterapia para el mal de amores (Urano, 2024).

Este filósofo, psicólogo clínico y sexólogo nacido en Barcelona en 1947, creador de la Terapia Vital, expone en su última obra su matemática de los sentimientos, que explica la mecánica de una relación de pareja, y propone convertir el sufrimiento amoroso en una escuela de aprendizaje vital que nos capacitará para sufrir cada vez menos y disfrutar cada vez más de las relaciones de pareja.

Bolinches, que ha tocado el tema del amor en anteriores libros como El arte de enamorar (1998) y Amor al segundo intento (2006), y que lleva a sus espaldas años como terapeuta individual y de pareja, infunde un rayo de optimismo en torno a esa relación tan compleja que es el amor entre dos personas. Amigo de los aforismos, sentencia: “Cuando el amor nos deja, nosotros nos encontramos y cuando nosotros nos encontramos, el amor ya no nos deja”.

PREGUNTA. En su libro sostiene que la pareja es la mejor escuela de aprendizaje vital y mejoramiento personal que existe, porque en ella se imparte un curso de formación permanente. ¿A qué se refiere?
RESPUESTA. A que en ninguna clave de relación influyen tantos parámetros distintos. Los integrantes de una pareja son compañeros de piso, económicos, sexuales, de tareas del hogar, de vida. En esa interacción surgen roces y puntos de fricción de discrepancia de criterios; por lo tanto, ha de haber una conciliación con el otro, que empieza con una conciliación interior, porque para que yo me concilie contigo debo primero conciliarme conmigo. En ese sentido es la mejor escuela porque en ningún otro tipo de relación se dan tantas variantes, entre ellas la sexual y la antisexual, plasmada en el hecho de dormir juntos. ¡Y ya no te digo cuando uno de los dos ronca!

P. ¿Cree que la pareja está en crisis? Hay gente que incluso sostiene que está en peligro de extinción.
R. No creo que esté en peligro de extinción, sino en necesidad de regeneración. No hemos encontrado una manera mejor, o menos mala, de estructurar la sociedad que la pareja monogámica. Lo que sí cambiará es el modelo de pareja, pasaremos de la pareja única a la monogamia sucesiva. Es decir, uniones que duran unos años y se rompen, luego pasamos por un periodo de sensualidad no monógama y nuevamente volvemos a emparejarnos. En este tema yo propongo elegir mejor, gestionar mejor y aportar más. Y respecto al poliamor, mi consejo es que antes de correr hay que saber andar.

P. Un fenómeno que vemos entre los más jóvenes es que se emparejan antes que sus padres. Son relaciones poco duraderas pero se mueven de pareja en pareja, cuando generaciones anteriores solían disfrutar de la soltería en su adolescencia y temprana juventud y buscaban un compañero más tarde. ¿A qué obedece este comportamiento?
R. Es cierto, y tiene su lógica porque empiezan antes sexualmente y, si se acoplan bien, siguen como pareja. Pero son parejas sexuales, no estables, con una esperanza de vida corta. El concepto de pareja de los jóvenes no está concebido desde el compromiso, sino como una alianza sexual.

P. ¿Qué une más a la pareja, el amor o el sexo?
R. Ahora, por desgracia o por suerte, todas las parejas empiezan por la primera pata de las cuatro, que yo tipifiqué en mi anterior libro Amor al segundo intento, que es el buen acoplamiento sexual. Si esto no funciona ya no se forma la pareja aunque los caracteres sean compatibles, las escalas de valores similares o aunque haya un proyecto de vida convergente. 

Portada del libro 'Psicoterapia para el mal' de amores (Urano, 2024), el nuevo libro de Antoni Bolinches.Portada del libro 'Psicoterapia para el mal' de amores (Urano, 2024), el nuevo libro de Antoni Bolinches.

P. Mucha gente se acerca al amor, a la pareja como tabla de salvación, esperando que resuelva sus problemas, mejore su vida y le brinde felicidad. “Tú lo que necesitas es un buen novio/a”, se oye como solución definitiva. Pero, como dice en su libro, hay que estar bien para poder encontrar una buena pareja.
R. Hay una expectativa de que la pareja contribuye a nuestra estabilidad y una presión social para no estar solo a partir de cierta edad. Es cierto que las posibilidades de encontrar una buena pareja aumentan a medida que maduramos y nos sentimos mejor con nosotros mismos, pero, al mismo tiempo, la pareja es también un espacio enorme de aprendizaje que nos ayuda a conseguir esa madurez.

P. ¿Qué es lo peor que le puede pasar a la pareja? Porque pensamos que es la ruptura, pero vivir en un estado semilatente, de respiración asistida, puede ser más destructivo y dejar más secuelas.
R. Lo peor es que se instale la convivencia neurótica autodestructiva, que se alimenta de las agresiones recíprocas. Pasan dos cosas: unos hacen de la necesidad virtud, superan la dificultad y mejoran la relación y otros se instalan en una convivencia de agresiones recíprocas y se convierten en parejas neuróticas. Las personas se diferencian más por el tipo de soluciones que aportan que por el tipo de problemas que tienen.

P. ¿La infidelidad sigue siendo la principal causa de ruptura? Según comenta en el libro, una de cada tres parejas la supera, otra rompen y otra sigue pero, tras un tiempo, se da cuenta que el problema no se ha resuelto y rompe. También señala que la infidelidad femenina se sigue perdonando menos.
R. La infidelidad sigue siendo la primera causa de ruptura en parejas jóvenes. Y sí, todavía se perdona menos la de la mujer. Hay una diferencia: al hombre le importa más la infidelidad sexual de su mujer y a esta le importa más la infidelidad sentimental. Y aún hay otra diferencia en la manera de computar que gráficamente sería: cuando el hombre se entera de que la mujer está enamorada de otro, este le pregunta: “¿Pero te has ido a la cama con él?”. Y si ella dice no, pues le contesta: “Ya lo arreglaremos”. En cambio cuando la mujer descubre la infidelidad del marido, la pregunta es: “¿Te has enamorado?”. Y si este dice no, ella piensa que todavía hay arreglo.

P. Dice también en el libro que las rupturas las suele hacer quien da más amor del que recibe.
R. Sí, por defraudación de expectativa, o porque se siente traicionado, como en el caso de la infidelidad. Puedes querer pero haces una ruptura reactiva, puesto que me has puesto los cuernos te dejo. Dejas pero no quieres dejar. El que rompe porque ha sido infiel tiene sentimiento de culpa, pero el que rompe porque le han sido infiel tiene tres problemas que resolver. Primero, se le rompe el estilo de vida que lleva, sin desearlo. Segundo, su red de relaciones, la manera de gestionar los afectos y el hecho de compartir el proyecto de vida se le ha alterado sin su deseo ni preparación. Tercero, al perder al sujeto amoroso, no solo lo pierde sino que le queda una herida en su autoestima.

P. Hay también muchos malentendidos respecto a lo que hay que hacer tras una ruptura. Buscar otra pareja inmediatamente; tratar de no pensar en ello; o en demonizar al otro, en vez de hacer autocrítica. Todo lo contrario a lo que usted aconseja.
R. Cuanto más maduro eres más productivo es el sufrimiento y ese sufrimiento es el que te hará madurar más. Empieza ahí la espiral de crecimiento. Hay que estar en actitud de disposición al aprendizaje. Primero, hay que aceptar la parte de responsabilidad en lo sucedido, porque lo que pasa entre dos nunca es responsabilidad de uno solo. Segundo, tener claro que criticar al otro no te mejora a ti. Si nos preguntamos por qué nos dejan, o incluso se lo preguntamos al que lo hace, y aceptamos parte de las cosas que nos dice, no hay duda de que estaremos mejorando. Es necesario un periodo de introspección, de entre seis meses y un año, para asimilar la pérdida, ganar en seguridad y madurez y estar en mejores condiciones de gestionar una mejor elección y futura relación. Sobre todo, no hay que caer en conductas autodestructivas. Y, además, si vas al terapeuta o lees algún libro, pues mejor que mejor.

P. Habla también de que hay que sufrir. Ahora, tiene que ser un sufrimiento productivo. “Quien aprende a sufrir, aprende a madurar; y quien aprende a madurar deja de sufrir”, dice en su libro. ¿Es una asignatura difícil positivizar el sufrimiento?
R. Sí, porque, además, la pareja es el ámbito más intenso de relación y, por lo tanto, el sufrimiento será mayor. Como se suele decir popularmente, hay que pasar página, porque si no pasamos página no superamos la situación. Pero primero hay que leer la página y entenderla, y después pasarla. Y, como subrayo en el libro, a mayor seguridad menor sufrimiento. Los inseguros y con baja autoestima sufren más. Aunque también hay la idea de que si no se sufre tanto es porque no se estaba muy enamorado; esgrimida, generalmente, por los que no quieren desestabilizarse a sí mismos y prefieren pensar que el otro no tenía el mismo grado de amor, en vez de pensar que ellos no lo gestionaron tan bien. La diferencia no está en la calidad del amor sino en la bondad de cómo se gestiona el desamor.

P. En su libro habla de cuatro pasos para conseguir el amor armónico: aprender a elegir, aprender a construir, aprender a compartir y aprender a negociar. ¿Qué es lo más complicado?
R. Para aprender a elegir tenemos que pasar por elecciones erróneas. De hecho, mi teoría es que la primera elección no es una verdadera elección. Es la conjunción de dos necesidades, dos atracciones y dos situaciones. Para elegir con éxito se necesita un aprendizaje vital. Aprender a negociar es la clave de la buena convivencia porque nadie es perfecto, nadie puede aportarnos todo lo que esperamos y hay que negociar para compartir, para aportar, para gestionar, para renunciar, para comprender. De hecho, muchas parejas rompen por la descompensación en las aportaciones recíprocas. Cuando uno da mucho y el otro da muy poco.

P. ¿No cree que ser soltero a una determinada edad vuelve a ser un estigma social? La figura de la solterona vuelve con fuerza, tras años desaparecida.
R. Es la tesis de la mujer invisible, de acuerdo con los cánones de belleza asociados a la juventud. Y que muchas mujeres siguen aceptando. Si se ve a un hombre mayor solo, de 50 años, que sobre el papel se ve una persona aceptable, se tiende a pensar que está solo porque quiere. Pero ese mismo perfil en una mujer se traduce en que está sola porque no encuentra a nadie. Y es posible que no encuentre la compañía adecuada, porque la mujer ya no se conforma con relaciones pobres y porque hay un desfase entre mujeres evolucionadas y hombres desorientados. No hay suficientes hombres maduros para todas. Es triste.

P. ¿Qué le diría a esta gente que ha tirado la toalla a una determinada edad por encontrar pareja cuando le gustaría tenerla, en parte, porque los espacios para ligar se han reducido mucho a las redes sociales?
R. Las redes sociales tienen un efecto ambivalente. Por un lado optimizan, teóricamente, las posibilidades de contacto, pero frivolizan la clave de relación y, a la vez, hay mucho fingimiento. Pero es verdad que estamos en un mal momento para los buenos amores. ¿Qué propongo? El mejoramiento personal. Primero no tirar la toalla sin sudarla y segundo, sudemos en el ámbito adecuado para poder tener éxito. Y ahí, cuanto menos buscas más encuentras; pero para buscar hay que ser suficiente buena compañía para ti mismo. Entonces te conviertes en buena compañía para los demás. El arte de enamorar es el arte de mejorar.

martes, 3 de diciembre de 2024

Puré de papas con aceite de oliva (patatas)

Olive Oil Mashed Potatoes

Este puré de papas es muy fácil de hacer y tiene el beneficio adicional de ser vegano. Una buena dosis de ajo le da un toque cremoso. Asegúrate de usar un buen aceite de oliva. (Para todo lo que necesitas saber para hacer papas perfectas, visita nuestra guía de papas  potato guide. )

2 libras de papas de pulpa amarilla, como Yukon Gold o German Butterball, peladas y cortadas en trozos de 1 pulgada 
8 dientes de ajo, pelados 
Sal 
¼ taza de aceite de oliva extra virgen

Paso 1 Ponga a hervir agua en una cacerola grande. Agregue las papas, el ajo y 2 cucharaditas de sal y cocine a fuego lento hasta que las papas estén tiernas, aproximadamente 15 minutos. 

Paso 2 Escurra las papas y el ajo, reservando 1 taza del líquido de cocción. Haga un puré con las papas y el ajo. Bata con aceite de oliva y luego diluya hasta obtener la consistencia deseada con el líquido de cocción reservado. Verifique el condimento y sirva. 


lunes, 2 de diciembre de 2024

_- La otra Gran Depresión

_- En 1989 la juventud de Alemania Oriental derribó el Muro de Berlín llevada por sus sueños de libertad y prosperidad. Sin embargo, el programa de reformas que pronto se le impuso tuvo unos efectos devastadores, comparables a los que tiene una guerra.

El verbo inglés “to gaslight”, “hacer luz de gas”, es un verbo transitivo. El diccionario Merriam-Webster lo define como “la manipulación psicológica de una persona, generalmente a lo largo de un largo periodo de tiempo, que hace que la víctima dude de la validez de sus propios pensamientos, de su percepción de la realidad o de sus recuerdos”. Se si hace luz de gas a una persona, es de esperar que reaccione furiosamente cuando se dé cuenta. Cuando se hace luz de gas a millones de personas respecto a cómo perciben un generalizado periodo turbulento en los ámbitos político y económico, es de esperar algo mucho peor.

Empezó hace 35 años, en noviembre de 1989, cuando unas exaltadas multitudes treparon a un Muro de Berlín que de pronto se había vuelto irrelevante. Desde Polonia a Bulgaria cayeron los regímenes comunistas. Los antiguos Estados autocráticos celebraron elecciones libres y limpias. Y en diciembre de 1991 la bandera soviética ondeó por última vez en el Kremlin. La Guerra Fría acababa de manera inesperada: fue un momento de un enorme optimismo respecto a un futuro más próspero.

La ciudadanía del bloque del este se deleitó con la introducción de la democracia, la abolición de las restricciones para viajar y la desaparición del opresivo aparato de seguridad del Estado. Los mercados libres iban a sustituir a las obsoletas empresas estatales, lo que prometía crecimiento económico y una muy deseada abundancia consumista. La población, harta de las largas colas, de la escasez y de unos productos manufacturados de inferior calidad, anhelaban nuevos y relucientes productos importados.

Por supuesto, al demoler la economía de planificación centralizada también se acabó con el empleo garantizado y con una sociedad que se esforzaba por proporcionar una red de seguridad social que cubriera las necesidades básicas de toda la población, aunque se aseguró a la ciudadanía que todo iba a ir bien. El 1 de julio de 1990 (el día en que la República Federal de Alemania y la República Democrática Alemana unificaron sus monedas) el canciller alemán Helmut Kohl prometió en un discurso televisado que “ninguna persona estará peor que antes y muchas estarán mejor”.

Las cosas no sucedieron como estaba previsto. Lo que ocurrió en la mayoría de aquellos antiguos países socialistas fue que hubo un declive económico más largo y más profundo que el que hubo durante la Gran Depresión de la década de 19430, un desastre absolutamente devastador para las vidas de unos 420 millones de personas, aproximadamente el 9% de la población mundial en 1989. Tanto si se mide por la caída de la producción económica, el estallido de la hiperinflación, el colapso de las tasas de natalidad, el repentino crecimiento de la desigualdad y la delincuencia violenta, o por el aumento generalizado del paro, de los desplazamientos y del exceso de muertes vinculadas a las políticas neoliberales, no había precedentes en época de paz de los daños humanos colaterales de la creación de economías de mercado.

“Demasiado shock y muy poca terapia”
Basándonos en datos de diferentes fuentes oficiales de 27 países postcomunistas, Mitchell A Orenstein y yo hemos demostrado que durante los diez primeros años de la transición desde el socialismo al capitalismo el 47% de la población de Europa del Este y de Eurasia cayó por debajo del umbral de pobreza establecido por el Banco Mundial para esta región: 5,50 dólares al día. Para el año 1999 unos 191 millones de hombres, mujeres y niños sufrían graves privaciones materiales. La tasa total de pobreza se mantuvo por encima del nivel de 1990 hasta 2005, cuando la crisis financiera mundial azotó la región con una segunda oleada de dolor (1). El PIB per capita de las repúblicas sucesoras de la Unión Soviética se hundió casi un 7% anual entre 1990 y 1998.

Podría haber dudas respecto a la calidad de los datos estadísticos de los países del bloque soviético anteriores a 1990, pero cuando las poblaciones padecen un difícil situación económica, los científicos sociales pueden buscar pruebas sobre cambios repentinos tanto en la fertilidad, la mortalidad y la morbilidad, como respecto a cambios profundos de las opciones de vida y los comportamientos sociales. El Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo concluyó en 2017 que las y los niños nacidos a principios de la década de 1990 son de media un centímetro más bajos que aquellos nacidos antes o después, un dato que refleja los efectos físicos de las deficiencias de micronutrientes y del estrés psicosocial (2). La diferencia de estatura es similar a la que los investigadores descubren en a bebés nacidos en zonas de guerra.

Algunos asesores occidentales habían predicho que la transición económica iba a provocar momentos muy duros e incluso lo denominaron “terapia de choque”. Con todo, creían que las recesiones pasarían rápidamente y que las alegrías de la libertad política harían más resilientes a las personas. El economista sueco Anders Åslund comentó en 1992 que, como la población quería un cambio fundamental, “está dispuesta a aceptar bastante sufrimiento para lograrlo” (3).

Sin embargo, en 1993 saltaron las alarmas cuando un enfurecido electorado ruso votó en contra del rápido ritmo del cambio económico. Millones de personas del antiguo bloque del Este se encontraron sin trabajo o se vieron obligadas a aceptar una jubilación anticipada mientras que la liberalización de los precios, la inestabilidad macroeconómica y la hiperinflación devoraban sus ahorros de toda una vida. Las personas corrientes observaron con horror el aumento de la delincuencia y de la corrupción mientras que las antiguas élites de los partidos se convertían de la noche a la mañana en una nueva clase depredadora de oligarcas. Un nivel de desigualdad desconocido hasta entonces dividió a las sociedades entre unas pocas personas superricas y vastos ejércitos de personas indigentes.

El entonces asesor principal sobre Rusia del presidente estadounidense Bill Clinton, Strobe Talbott, admitió ante este rechazo que las reformas de libre mercado habían consistido en “demasiado shock y muy poca terapia”. El prestigioso economista húngaro János Kornai se mostró abiertamente preocupado por la «weimarización» de Europa del Este. Aunque al principio Kornai era partidario de la terapia de choque y de que los mercados se liberaran de la intervención estatal, acabó mostrándose cauteloso ante los riesgos potenciales de la gran depresión postcomunista. “La disminución de los ingresos reales de una parte considerable de la población y el fenómeno hasta ahora desconocido del paro generalizado han provocado un enorme descontento económico”, escribió Kornai en 1993. “Si la fuerza y el alcance de este descontento llegan a un umbral crítico, supondrá un grave peligro” (4). Tras recordar las condiciones que había en la Alemania de la década de 1930 que habían llevado al poder a Adolf Hitler, Kornai advirtió que “la desilusión provocada por la economía es un fértil caldo de cultivo para la demagogia, las promesas fáciles y el deseo de un liderazgo de mano dura”.

No se hizo caso de estas advertencias y se empezó a hacer luz de gas. Respondiendo directamente al comentario de Strobe Talbott, el primer ministro de Estonia, Mart Laar, opinó que “los rusos necesitan más terapia de choque, no menos” (5). En 1994 Laar reconoció en un artículo de opinión del New York Times que “en los pueblos de la región hay un grave descontento con la terapia de choque”. No obstante, en vez de reconocer que existía un sufrimiento real, Laar afirmó que la población rusa se quejaba como “niños malcriados” y sugirió que “esos niños se convierten en unos adultos desobedientes, arrogantes y tiranos”.

Como la Gran Depresión Postcomunista continuó a lo largo de la década de 1990, los organismos de la ONU empezaron a documentar sus efectos nocivos sobre la salud y el bienestar de las poblaciones afectadas, y empezaron a preocuparse por las consecuencias políticas a largo plazo de ese malestar social generalizado. Un informe del Programa de la ONU para el Desarrollo de 1999 concluyó que desde 1990 habían perdido la vida 9.7 millones de hombres adultos debido al alcoholismo, al consumo de drogas y al suicidio (6).

A pesar de esa masacre social, los defensores de la ideología fundamentalista del libre mercado persistieron en sus políticas cortas de miras. Dos economistas del Banco Mundial se preguntaban en un análisis de 2002 sobre la primera década de la transición: “¿Pueden los gobiernos de los países de Europa del Este y de la antigua Unión Soviética tratar de estimular el crecimiento fomentando nuevas empresas mientras posponen el dolor de liquidar los antiguos sectores hasta el momento en que se haya establecido una protección? La respuesta es no”.

En vez de cambiar de rumbo, las instituciones financieras internacionales cambiaron su relato. Cuando los neoliberales se dieron cuenta de que la recesión no iba a ser tan breve ni tan superficial como habían previsto al principio, afirmaron que no había otra salida, que su método era el más rápido y eficaz. Cuando el Banco Mundial reconoció que la población de Bielorrusia (cuyo gobierno autocrático había rechazado la terapia de choque y mantenido la propiedad estatal) en realidad estaba sufriendo menos que la de aquellos países en los que se había aplicado la terapia de choque, los economistas occidentales empezaron a poner en duda la existencia estadística de la Gran Depresión Postcomunista. En 2001 Åslund afirmó que el colapso de la producción económica de la década de 1990 era un “mito”. Sugirió que “el bienestar real podría no haberse visto afectado” por el inicio de las reformas económicas (7). La población de Europa del Este no solo sufrió el peor desastre económico desde la Gran Depresión de la década de 1930, sino que se le dijo que no estaba ocurriendo. Un caso de libro de hacer luz de gas.

Pagar el precio de la arrogancia política
El miedo que János Kornai tenía en 1993 a la “weimarización” parece muy clarividente en 2024. Han surgido dirigentes iliberales como Vladímir Putin en Rusia, Viktor Orban en Hungría y otros como reacción al persistente sentimiento de frustración debido tanto las promesas incumplidas de democracia y libre mercado, como a la sensación que hay en esos países de tener un estatus de segunda clase en Occidente. Dirk Oschmann explica en su libro publicado en 2023 The East: A West German Invention [El Este: un invento de Alemania Occidental] que a pesar de las muchas cosas buenas que vivieron tras la unificación, muchas personas de Alemania del Este recuerdan todavía hoy “una historia de 30 años de difamación, descrédito, ridiculización y gélida exclusión tanto individual como colectiva” (8).

El partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) obtuvo en las recientes elecciones regionales unos resultados sin precedentes en el este de Alemania, ya que quedó en primera posición en Turingia con casi el 33% de los votos, en Sajonia obtuvo el 30,6% de los votos, justo por detrás de los democristianos, y quedó segundo en Brandeburgo, con el 29,9%, apenas un 1,2% menos que los socialdemócratas.

Sí, el comunismo al estilo soviético fue una catástrofe para muchas personas, pero con unas pocas excepciones notables, el triunfalismo cortoplacista de Occidente propio de la Guerra Fría llevó a una profundamente defectuosa transición a los mercados capitalistas. El mundo paga hoy el precio de esta arrogancia política. El daño y la subsiguiente luz de gas que los líderes occidentales perpetraron contra las poblaciones del bloque del Este no justifican la invasión militar de Ucrania por parte de Putin, ni tampoco justifican la políticas iliberales de Orban en Hungría ni deberían justificar las deportaciones masivas de personas emigrantes que quiere hacer AfD. Con todo, cuando se crean eriales que se sabe producen monstruos, no se debería fingir sorpresa cuando los monstruos aparecen.

Notas:
(1) Kristen Ghodsee y Mitchell Orenstein, Taking Stock of Shock. Social Consequences of the 1989 Revolutions, Oxford University Press, 2021.

(2) ‘Transition report 2016-17’, European Bank for Reconstruction and Development, 4 de noviembre de 2016.

(3) Anders Åslund, Post-Communist Economic Revolutions. How Big a Bang?, Center for Strategic and International Studies, Washington, DC, 1992.

(4) János Kornai, ‘Transformational recession. A general phenomenon examined through the example of Hungary’s development’, Harvard Institute of Economic Research Working Papers, 1993.

(5) Mart Laar, ‘The Russians need more shock therapy, not less’, The New York Times, 27 de enero de 1994.

(6) ‘The Human Cost of Transition: Human Security in South East Europe’, United Nations Development Programme, 1998

(7) Anders Åslund, ‘The myth of output collapse after communism’, Carnegie Endowment for International Peace, 13 de marzo de 2001.

(8) Dirk Oschmann, Der Osten, eine westdeutsche Erfindung, Ullstein, Berlín, 2023.

Kristen R Ghodsee es profesora de Estudios de Rusia y Europa del Este, y miembro del Grupo de Graduados en Antropología de la Universidad de Pensilvania.

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

 Texto original: 

domingo, 1 de diciembre de 2024

8 factores que pueden aumentar tu riesgo de enfermedad cardiaca.

Credit...Ilustración por Andrei Cojocaru; fotografías por Getty Images
Ya no solo es el colesterol y la presión arterial: en los últimos años, los expertos han empezado a pensar de forma más amplia sobre lo que impulsa el riesgo de padecimientos del corazón.

Las enfermedades cardiacas son la principal causa de muerte de hombres y mujeres en Estados Unidos, y lo han sido durante más de 100 años, a pesar de los grandes avances en salud pública.

Desde hace años, los médicos saben que la hipertensión, el colesterol alto, la diabetes y el tabaquismo aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular. Suelen utilizar estos factores para calcular el riesgo individual de los pacientes y orientar las recomendaciones terapéuticas. Pero en los últimos años, los expertos han empezado a pensar de forma más amplia sobre lo que impulsa el riesgo de enfermedad cardiovascular.

Sadiya Khan, cardióloga preventiva de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern, dijo que, con el descenso del tabaquismo y la disponibilidad de mejores tratamientos para el colesterol y la tensión arterial, las tasas de mortalidad por ataque cardíaco y accidente cerebrovascular han descendido en el último medio siglo. Pero varios factores amenazan ahora con ralentizar —o incluso revertir— ese progreso, entre ellos el aumento de afecciones metabólicas como la obesidad y la diabetes y las crecientes tasas de insuficiencia cardiaca.

En reconocimiento de estos cambios, la Asociación Americana del Corazón publicó el año pasado una nueva calculadora de riesgos, denominada PREVENT, que incluye medidas de salud metabólica y renal y permite a los médicos predecir el riesgo de insuficiencia cardíaca, además del de ataque cardíaco y accidente cerebrovascular.

“No creo que los principales factores de riesgo de enfermedad cardiovascular hayan cambiado necesariamente”, dijo Michael Nanna, cardiólogo intervencionista de la Facultad de Medicina de Yale. “Pero creo que hay un mayor reconocimiento de un conjunto más amplio de factores de riesgo de lo que los cardiólogos pensábamos tradicionalmente”.

Los grandes factores de riesgo siguen existiendo
Las afecciones que provocan la acumulación de placas en las paredes internas de los vasos sanguíneos son una gran preocupación. A medida que las placas crecen, estrechan el espacio disponible para que fluya la sangre, lo que puede causar síntomas como dolor torácico. Con el tiempo, las placas pueden desprenderse y obstruir una arteria que lleva sangre al corazón o al cerebro, provocando un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular, explicó Jeremy Sussman, profesor asociado de medicina interna de la Facultad de Medicina de la Universidad de Míchigan.

Colesterol elevado: el colesterol es un componente principal de la placa. Aunque el colesterol es esencial para funciones corporales como la producción de hormonas y vitaminas, cuando es demasiado alto puede acumularse en las paredes arteriales, combinándose con grasa, calcio y otras sustancias de la sangre para formar placas, dijo Khan, quien dirigió el comité de la Asociación Americana del Corazón que desarrolló la nueva calculadora de riesgos.

Presión arterial alta: la hipertensión puede dañar las arterias, forzándolas a tensarse y volverse rígidas en lugar de permanecer elásticas. Esto puede aumentar la acumulación de placa, dijo Khan. La hipertensión también sobrecarga el corazón. Esto aumenta el riesgo de insuficiencia cardíaca, que se produce cuando el músculo cardíaco no puede bombear suficiente sangre para satisfacer las necesidades de sangre y oxígeno del organismo.

Diabetes: Las personas con diabetes de tipo 1 o de tipo 2 tienen más probabilidades de tener el colesterol alto o desequilibrado y la presión arterial alta, y tener tanto diabetes como uno de estos factores de riesgo adicionales agrava la probabilidad de padecer una enfermedad cardiaca, dijo Khan.

Edad: se cree que la edad aumenta el riesgo de cardiopatía, en parte porque el daño que el colesterol y la presión arterial producen en los vasos sanguíneos se acumula con el tiempo, dijo Sussman.

El tabaquismo: Fumar es como un envejecimiento acelerado, dijo Khan. “Con el mismo nivel de colesterol o el mismo nivel de presión arterial, tus vasos sanguíneos tendrán peor aspecto”, dijo. Eso no solo significa más placa, sino que también aumenta la probabilidad de que la placa se desprenda y forme un coágulo sanguíneo.

Fumar también provoca inflamación, que es un tema común subyacente a todos los factores de riesgo de las enfermedades cardiacas, dijeron los médicos. Las investigaciones sugieren cada vez más que la inflamación desempeña un papel importante en el desarrollo de las placas y en su ruptura.

El sexo: generalmente se considera que los hombres corren mayor riesgo, aunque las enfermedades cardíacas son también la principal causa de muerte de las mujeres estadounidenses, cuyo riesgo tiende a aumentar después de la menopausia.

También se considera importante la salud metabólica Los factores de riesgo de enfermedad cardiaca rara vez existen de forma aislada. “La mayoría de la gente no solo tiene hipertensión ni solo tiene diabetes”, dijo Khan.

En atención a la coincidencia entre las enfermedades cardiacas, renales y metabólicas y sus mecanismos subyacentes comunes, la Asociación Americana del Corazón acuñó el año pasado el término “síndrome cardio-reno-metabólico” para definir este conjunto de problemas de salud relacionados.

Un factor inicial clave en el desarrollo del síndrome, según el documento que lo describe, es la acumulación de tejido adiposo excesivo y disfuncional, sobre todo en el abdomen. Esto puede provocar inflamación, resistencia a la insulina y, con el tiempo, diabetes, enfermedad renal crónica y cardiopatía.

Por este motivo, la nueva calculadora incluye datos como el índice de masa corporal (una medida controvertida pero muy utilizada de la obesidad) y la tasa de filtración glomerular estimada, que indica a los médicos lo bien que funcionan tus riñones.

Los médicos también pueden utilizar la hemoglobina A1C, un indicador de la media de azúcar en sangre durante tres meses, y el cociente albúmina-creatinina en orina, una medida del estado de salud de tus riñones, para estimar el riesgo de forma más granular en los pacientes de mayor riesgo.

La raza importa
Los estadounidenses negros tienen más riesgo de morir de enfermedad cardiovascular que los blancos. En promedio, desarrollan hipertensión arterial y diabetes entre cuatro y seis años antes que sus coetáneos blancos, dijo Khan, y también presentan tasas más elevadas de enfermedad renal avanzada. Los estadounidenses asiáticos del sur y los nativos estadounidenses también tienen mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, dijo Nanna.

Debido a estas diferencias, una antigua calculadora de riesgos utilizaba fórmulas distintas para personas blancas y negras. No existía una opción separada para las personas de otras razas porque históricamente los datos sobre esos grupos eran limitados.

La Asociación Americana del Corazón eliminó la raza como consideración independiente en su nueva calculadora de riesgo. Esto se hizo para reconocer que la raza es una construcción social, no un factor biológico, dijo Khan. La raza sigue siendo importante en lo que respecta al riesgo de enfermedad cardiovascular, dijo, pero al desarrollar las ecuaciones de PREVENT, el comité descubrió que las disparidades raciales quedaban reflejadas en otros factores de riesgo y que el modelo predecía con exactitud el riesgo en todos los grupos raciales.

La calculadora incluye el código postal en un esfuerzo por captar elementos de “privación social”, como los bajos ingresos o el desempleo, que pueden afectar a los resultados de salud.

Las calculadoras son solo una parte de la prevención 

El colesterol alto, la hipertensión, la obesidad y la diabetes pueden tratarse con medicamentos o cambios en el estilo de vida, como adoptar una dieta sana y hacer ejercicio. Dejar de fumar también puede reducir significativamente el riesgo de ataque cardíaco o accidente cardiovascular.

“Sin duda queremos asegurarnos de que abordamos cualquier factor de riesgo que sea fácil de detectar”, dijo Nanna.

Algunos factores de riesgo, como el origen racial y los antecedentes familiares, están fuera del control de las personas, pero siguen siendo relevantes para las decisiones sobre el tratamiento, dijeron los médicos. Alguien que tenga antecedentes familiares significativos —un progenitor que haya sufrido un ataque cardíaco antes de los 50 años, o varios familiares cercanos con cardiopatías— puede justificar un examen más detenido o un tratamiento, aunque la puntuación de riesgo de esa persona sea baja, dijo Sussman.

Los estudios han revelado que la nueva calculadora estima el riesgo de enfermedad cardiaca de las personas aproximadamente un 50 por ciento más bajo, de media, que las calculadoras anteriores, lo que suscita la preocupación de que menos personas alcancen el umbral para que se les prescriba una estatina o un fármaco antihipertensivo. Pero Khan y otros dijeron que las calculadoras anteriores habían sobrestimado el riesgo porque se basaban en datos antiguos, de cuando las tasas de ataque cardíaco y de accidente cerebrovascular eran más elevadas, y señalaron que los umbrales para la medicación pueden cambiar a medida que se adopte la nueva herramienta.

Sea cual sea la calculadora utilizada, los médicos dijeron que necesitan obtener una imagen lo más clara posible del riesgo de cardiopatía y de los posibles beneficios del tratamiento para cualquier paciente. “Esperar a que la gente tenga esta enfermedad no va a ser nuestra solución”, dijo Khan. “Necesitamos prevención”.