Mostrando entradas con la etiqueta Japón. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Japón. Mostrar todas las entradas

jueves, 7 de julio de 2016

Japón. Identifican al niño, Shoji Tanisaki, carbonizado que aparece en la icónica fotografía de Nagasaki


El rostro ovalado y la forma de los ojos del adolescente es "similar" en ambas imágenes, por lo que el experto concluyó que es, con un alta probabilidad, este niño japonés, que residía cerca de la zona cero el ataque y a quien sus hermanas menores reconocieron en la fotografía en 2015.

Agencias

Un experto forense japonés ha logrado identificar 71 años después al protagonista de "Cuerpo carbonizado de un niño cerca de la zona cero", una de las fotografías más icónicas del bombardeo atómico a Nagasaki al final de la II Guerra Mundial.

La comparación de los rasgos del niño que aparece en la imagen captada por el fotógrafo japonés Yosuke Yamahata con otra del pequeño cedida por su familia permitió a un científico de la Universidad japonesa de Kyushu desvelar que se trata de Shoji Tanisaki, de 13 años, según informaron ayer los medios japoneses.


La impactante imagen, que muestra en blanco y negro un cadáver sobre escombros prácticamente carbonizado, fue captada por Yamahata el 10 de agosto de 1945 en Nagasaki, apenas un día después de que Estados Unidos lanzase la bomba atómica sobre esta ciudad japonesa en la que fallecieron alrededor de 74.000 personas.

Pese a que la fotografía ha estado expuesta durante años en este Museo de la Bomba Atómica dedicado a la tragedia nuclear, no fue hasta el año pasado cuando las hermanas de Shoji Tanisaki se percataron de que la víctima retratada en la imagen se parecía a su hermano mayor, quien murió en el ataque.

El hijo del fotógrafo, Shogo Yamahata, explicó a Efe que regaló esta fotografía a las ancianas, quienes le contactaron el pasado otoño para indagar sobre la identidad del chico de la imagen intuyendo que era su hermano.

Posteriormente, la fotografía fue analizada en la Universidad nipona de Kyushu a petición de una asociación civil de víctimas y se confirmó que Shoji Tanisaki era el protagonista de la icónica imagen.

Miyoko Nishikawa, de 78 años y una de las hermanas de la víctima, se lamenta de no haber logrado identificar los restos de su hermano mayor antes del fallecimiento de sus padres, según Yamahata. "Mi hermana y yo reconocimos a Shoji en la imagen. Nos pusimos muy contentas al verle de nuevo. Lo único que conservamos de él es un paraguas y una botella de agua dañados por la radiación", contó emocionada la otra hermana de la víctima, Kei Yamaguchi, en una rueda de prensa emitida por la cadena pública NHK.

El responsable de la fotografía, Yosuke Yamahata, trabajaba como fotógrafo militar para el Gobierno nipón y fue el primero en retratar el estado en el que quedó la ciudad tras el bombardeo ejecutado por Estados Unidos el 9 de agosto de 1945, el segundo de la historia tras el que sufrió Hiroshima días antes.

Falleció en 1966, a los 48 años, a causa de un cáncer que desarrolló al haberse expuesto a la radiación de la ciudad japonesa.

Además de la imagen "Cuerpo carbonizado de un niño cerca de la zona cero", sus fotografías de otras víctimas, como una madre japonesa amamantando a su bebé, y las que reflejan la devastación que causó el ataque atómico se han convertido en un símbolo contra las armas nucleares.

lunes, 10 de agosto de 2015

Nagasaki, víctima olvidada del horror. El impacto de la bomba sobre Hiroshima ensombrece el recuerdo del segundo ataque.



Japón  aún estaba conmocionado Habían pasado tan solo tres días desde que la primera bomba atómica de la trágica historia de las guerras  estallase sobre la ciudad de HiroshimaPero a las 11.02 del 9 de agosto de 1945, en el extremo sur del país, en Nagasaki, el avión estadounidense B-29 Boxcar pilotado por el general Charles W. Sweeney lanzó la segunda bomba, de plutonio y con una carga incluso mayor que la anterior. Con la misma carga emocional que hace tres días, pero con un mensaje al Gobierno nipón mucho más directo contra el abandono del pacifismo en la Constitución, Japón conmemoró ayer el 70 aniversario de aquel trágico día, aún presente en la memoria de sus ciudadanos.

Hiroshima, la primera ciudad en recibir el ataque atómico, y la que padeció un mayor número de víctimas —140.000 en 1945— ha centrado las miradas. Nagasaki, que perdió 70.000 ciudadanos, ha pasado en general más desapercibida.

A su ceremonia en recuerdo de las víctimas y en exigencia de la paz mundial acudió, como el 6 de agosto a Hiroshima, el primer ministro japonés, Shinzo Abe. Frente a la mirada de las autoridades locales y algunos de los supervivientes de los bombardeos nucleares —los hibakusha— reiteró su llamamiento al fin absoluto de las armas nucleares, su mensaje habitual en estas conmemoraciones. Sí tuvo buen cuidado, a diferencia de hace tres días, en subrayar el respeto a los principios pacifistas, una mención habitual en otras ocasiones y que omitió hace tres días, algo que le valió numerosos reproches.

La opinión pública nipona se encuentra profundamente dividida ante la reinterpretación constitucional que promueve el Gobierno de Abe. Una serie de proyectos de ley, ya aprobados por la Cámara Baja y pendientes solo del visto bueno de la Cámara Alta, consagrarán una mayor participación de las fuerzas armadas japonesas en misiones en el exterior. Aunque el Ejecutivo insiste en que el papel de sus militares será muy limitado y siempre en ayuda de aliados en peligro, sus críticos le acusan de abandonar un pacifismo consagrado en la Carta Magna vigente desde la posguerra y que ha sido una de las señas de identidad del país desde entonces.

El alcalde de Nagasaki se hizo eco de ese sentir: “Mucha gente se pregunta si el principio pacifista de Japón, que nos impide involucrarnos en ninguna guerra, está siendo erosionado por esta iniciativa”, manifestó en la ceremonia Tomihisa Taue. “Nunca debemos abandonar este principio, sobre el que se ha construido la prosperidad del Japón actual. No podemos olvidar los recuerdos trágicos que nos dejó la guerra”, prosiguió.

La orografía como escudo
El impacto de Fat Man —como se llamó a esa segunda la bomba atómica— en Nagasaki segó la vida de más de 74.000 personas. El daño, a diferencia de lo que sucedió tres días antes en Hiroshima, fue mitigado sin embargo por la orografía de la ciudad, rodeada de valles y colinas. El pronóstico meteorológico también ayudó: la proximidad de nubes hizo que la bomba se arrojara contra un barrio periférico, en lugar del centro. Cuando la bomba cayó sobre la ciudad, Estados Unidos ya conocía el horror que había ocasionado en Hiroshima. Tras esos impactos, más la declaración de guerra rusa el 8 de agosto, la participación de Japón en la guerra tenía las horas contadas.

Seis días después de Nagasaki, el 15 de agosto, el emperador Hirohito, con cierta oposición en las Fuerzas Armadas, difundió un comunicado radiofónico en el que anunciaba la capitulación de su país  frente a Estados Unidos.

MÁS INFORMACIÓN


http://internacional.elpais.com/internacional/2015/08/10/actualidad/1439158023_587177.html

jueves, 6 de agosto de 2015

70 aniversario del bombardeo atómico sobre Japón



“Como único pueblo atacado por una bomba nuclear, tenemos la misión de conseguir un mundo sin armas nucleares”. El primer ministro japonés, Shinzo Abe, renovaba así el compromiso de su país contra ese armamento, en la ceremonia para conmemorar el 70 aniversario del lanzamiento contra Hiroshima de la primera bomba atómica. Alrededor de 55.000 personas, según las cifras oficiales, habían acudido a rendir homenaje a las cerca de 140.000 víctimas de aquel ataque y participar en un llamamiento para la paz mundial. Frágiles, algunos de ellos en silla de ruedas, decenas de hibakusha -supervivientes de la bomba- habían desafiado al fuerte calor para recordar el peor día de su historia y rendir homenaje a sus padres, hermanos, familiares o amigos que perdieron la vida aquel 6 de agosto de 1945 o en los días y meses que le siguieron.

A las 8.15, los sonidos de una campana marcaron el momento preciso en que estalló la bomba. Los participantes, entre los que se encontraban representantes de un centenar de países, y dignatarios como el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, guardaron un minuto de silencio, solo roto por el silencio de las cigarras. El homenaje había comenzado con una ofrenda de agua recolectada en 17 puntos de la ciudad, en recuerdo de las víctimas que, con terribles quemaduras, murieron suplicando algo de beber.

En su intervención, Abe anunció que su país presentará una nueva propuesta de resolución ante la Asamblea General de la ONU en los próximos meses sobre la abolición de las armas nucleares, y dar un nuevo empuje a la idea como anfitrión el año próximo de la cumbre anual del G7. “Es nuestra tarea dar a conocer la inhumanidad de las armas nucleares, sin barreras generacionales ni fronterizas”, afirmó el primer ministro.

Su llamamiento contra las armas nucleares tenía este año un contexto especial. Abe se encuentra en pleno proceso para lograr la aprobación en el Parlamento de una serie de leyes que permitirán que, por primera vez y en determinadas circunstancias, este país pueda participar en misiones de combate fuera de su territorio para ayudar a aliados en peligro. Para el Gobierno nipón, la reinterpretación de la Constitución pacifista vigente desde la posguerra es algo necesario que permitirá al país una relación militar más equilibrada con sus aliados, principalmente con Estados Unidos. Para sus críticos, representa una iniciativa anticonstitucional que pone al país más cerca de verse implicado en un conflicto bélico tras 70 años de paz ininterrumpida.

Entre las voces más críticas se encuentran, precisamente, la de los hibakusha. “Es algo anticonstitucional”, afirma Hiromi Hasai, catedrático jubilado de Física Nuclear en la Universidad de Hiroshima y superviviente del ataque atómico, que se hace eco de la opinión que ya han expresado algunos catedráticos de Derecho nipón. “Abe quiere estar del lado de los ganadores, pero en una guerra nunca hay ganadores. Nosotros decimos no a la guerra, no a que las cosas se decidan mediante el uso de la fuerza”. Un grupo de hibakusha, Nihon Hydankyo, criticó duramente al Gobierno después de que la Cámara baja aprobara los proyectos de ley el mes pasado.

Los que vivieron la guerra temen también que el primer ministro intente rebajar el próximo día 15, en su discurso de conmemoración de fin de la II Guerra Mundial, las disculpas que han repetido Gobiernos previos.

Esta semana, el ministro de Defensa, Gen Nakatani, reavivó la polémica al admitir que en teoría los proyectos de ley que se debaten, y a los que la Cámara baja ya ha dado su visto bueno, podrían permitir que Japón transportara armas nucleares para sus aliados. Inmediatamente, no obstante, se apresuró a precisar que se trataría de un supuesto muy improbable.

Abe fue reelegido en las elecciones anticipadas del pasado diciembre pero su popularidad ha caído progresivamente desde entonces y se encuentra por debajo del 40%, según las encuestas. El primer ministro no aludió en absoluto a la polémica durante su breve discurso en Hiroshima. Sí se oyeron gritos aislados entre el público, cuando el jefe de Gobierno terminó su intervención, de “¡no queremos guerra!”.

El resto de participantes se ciñó también al mensaje pro abolición de las armas nucleares.“Para coexistir debemos abolir el mal absoluto y la total inhumanidad que representan las armas”, señaló el alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui. Pero, a diferencia de Abe, Matsui sí pareció aludir a la polémica sobre la nueva actitud más militarista del Gobierno japonés. “Trabajar con paciencia y perseverancia (para lograr sistemas de seguridad que permitan eliminar la amenaza nuclear) será vital, y requerirá que promovamos por todo el mundo el camino a la paz verdadera revelado por el pacifismo de la Constitución japonesa”, subrayó Matsui.

Las heridas de Hiroshima. Japón afronta sus contradicciones en el 70º aniversario de la bomba. El país, que nunca hizo un debate sincero sobre su imperialismo, quiere recuperar el uso de la fuerza militar

Cada año, el 6 de agosto, Japón conmemora el aniversario de la destrucción de Hiroshima por la bomba atómica estadounidense que arrasó la ciudad, en un abrir y cerrar de ojos, y se llevó por delante las vidas de decenas de miles de personas.

Sin duda, el 70º aniversario, que se cumple este año, se conmemorará con ganas. En esta ocasión la palabra clave es paz. La ceremonia tendrá lugar en el Parque Conmemorativo de la Paz de Hiroshima, construido en 1954 cerca del punto donde estalló la bomba. A las 8.15, hora en que tuvo lugar el bombardeo, el primer ministro, Shinzo Abe, y otros dignatarios se unirán a los ciudadanos de a pie en oraciones silenciosas. Seguirá el repique de las “campanas de la paz”, la lectura de una “declaración de paz”, y se echarán a volar palomas al cielo que un día cubrió la nube en forma de hongo.

La paz es, por sí misma, una condición difícil de objetar. Puede actuar como el mínimo común denominador que une a personas con convicciones políticas dispares e incluso antiguos enemigos. Las plegarias por la paz, que aluden sobre todo al abrumador sufrimiento infligido a las víctimas de las bombas de Hiroshima y Nagasaki (atacada el 9 de agosto), también permiten a muchos japoneses eludir una tarea aún más difícil: reconciliar las interpretaciones opuestas sobre las causas que llevaron a la guerra y desencadenaron la mayor hecatombe nuclear de la historia.

Es fácil olvidar que, en 1945, las armas nucleares eran vistas como una prolongación natural de las preferencias estratégicas de un país para enfrentarse al enemigo. Bajo la doctrina de la guerra total, los civiles que estaban en la retaguardia, incluidas las mujeres y los niños, también eran considerados combatientes. El bombardeo alemán de Gernika de 1937 conmocionó al mundo, pero con el tiempo todas las potencias aceptaron la idea de que las víctimas civiles formaban parte integrante de aquella guerra total, bien porque los bombardeos de precisión contra objetivos militares se consideraban demasiado complejos, bien porque convertir a los civiles en un blanco se consideraba una estrategia desmoralizadora eficaz, o bien, y cada vez más a medida que la guerra se prolongaba, por ambas razones.

Japón se anticipó al Blitz [el bombardeo continuado de Reino Unido por parte de la Alemania nazi] y fue uno de los primeros países en lanzar bombas sobre civiles, en particular en Chongqing, adonde Chang Kai-shek había trasladado la capital china, desde finales de 1938. Cuando las fuerzas aliadas también empezaron a hacerlo, lo llevaron hasta sus últimas consecuencias en Hamburgo, Berlín y otros muchos lugares de Alemania, alcanzando su punto culminante con el lanzamiento de bombas incendiarias sobre ciudades japonesas. Tokio sufrió el mayor ataque aéreo del 9 al 10 de marzo de 1945 (entre 80.000 y 100.000 muertos en una noche).

Cuando Tokio se rindió, el 15 de agosto de 1945, más de 200 ciudades japonesas habían sido bombardeadas. Los que vivían en los centros urbanos huían en masa al campo, echando por tierra la idea de los planificadores de la guerra total de que todos y cada uno de los japoneses lucharían hasta el final. Okinawa había caído, y a la población civil se la dejó morir de hambre debido a una red de minas submarinas sembradas por Estados Unidos que impedían el transporte de los ya escasos suministros de alimentos. Sobre todo, la entrada de la Unión Soviética en la guerra el 9 de agosto convirtió la invasión desde dos frentes, el soviético y el estadounidense en una perspectiva aterradora para los líderes japoneses.

Es posible que las bombas atómicas precipitasen el ritmo de los acontecimientos, pero el temor a la Unión Soviética e incluso a una situación revolucionaria en Japón eran motivos convincentes para que el país se rindiese.

El Japón más conservador cree que mientras se hable de paz se evitará el examen de sus propias agresiones

Así pues, nació el nuevo Japón, con una Constitución pacifista en la que renunciaba a la guerra. El borrador fue redactado por Estados Unidos, si bien gran parte de la burocracia de los tiempos de guerra permaneció intacta, y algunos de los líderes de esa época no tardaron en volver a ocupar cargos públicos. Sobre todo llama la atención que el emperador Hirohito, en cuyo nombre se libró la guerra, se convirtiese en símbolo de la paz. Las autoridades estadounidenses de ocupación temían, tal vez injustificadamente, que sin él se produjesen disturbios, y más tarde necesitaban a Japón como aliado estable en la época de la Guerra Fría. Con el emperador de la guerra aún en el trono, se convirtió en imposible discutir abiertamente las fuentes de la responsabilidad de las autoridades japonesas durante la época bélica (con atrocidades cometidas en China, Vietnam o Indonesia a raíz del afán imperialista del régimen, pero también las consecuencias brutales que tuvo para el pueblo japonés entrar en la guerra).

En todo caso, Japón demostró ser un valioso aliado de Estados Unidos, y con la ayuda de una rápida recuperación económica, pronto sintió la tentación de olvidar el oscuro pasado bélico. No es de extrañar que en el país no haya habido el equivalente a la “genuflexión” de Willy Brandt, cuando el canciller de la República Federal de Alemania se arrodilló espontáneamente ante el monumento al levantamiento del gueto de Varsovia en una demostración inequívoca del arrepentimiento alemán.

El Japón más conservador y oficialista, todavía dominado por la extrema derecha, continúa dando por sentado que, mientras se siga hablando de paz, podrá evitar hacer un examen de otros aspectos más sórdidos de su historia agresiva e imperialista, dicho sea sin perjuicio de algunas admirables iniciativas civiles, periodísticas, artísticas y académicas emprendidas a lo largo del tiempo para dar pie a un debate público sincero. Existe una clara división entre aquellos que consideran la guerra como un noble, aunque fallido, intento de defender los intereses del país y los que la ven como un trágico error.

El uso frívolo de un lenguaje pacifista tiene sus riesgos. El 15 de julio, el Gobierno de Shinzo Abe impuso en el Congreso un nuevo proyecto de ley de seguridad que permitiría a Japón enviar ayuda militar a sus aliados como parte de la seguridad colectiva. Esto ha hecho caer en picado el índice de aprobación del primer ministro. Ante el temor de que la normativa pueda involucrar a Japón en el uso de la fuerza militar activa que el país ha rechazado como una cuestión de identidad nacional de la época de posguerra, alrededor de 150 intelectuales, entre ellos un premio Nobel de física y una conocida académica feminista, se han opuesto conjuntamente a la legislación calificándola de equivocada y despótica. Al mismo tiempo, decenas de miles de personas han salido a las calles en una imagen que recuerda a las manifestaciones antinucleares que siguieron al desastre de Fukushima.

La triple catástrofe del terremoto, el tsunami y la explosión de los reactores nucleares que sacudió el noreste de Japón en marzo de 2011 es profundamente relevante para la actual retórica popular, ya que sirvió como llamada de atención para muchos japoneses, a los que con frecuencia se acusa de pasividad fatalista e indiferencia ante la política. Puede que los dos primeros fuesen desastres naturales, pero el tercero fue claramente causado por la mano del hombre, consecuencia de años de mala gestión y de la decidida presión del régimen conservador a favor de la energía nuclear desde mediados de la década de 1950.

En tiempos más ingenuos, el Gobierno casi había convencido a los ciudadanos de que la energía nuclear era “segura”, y de que Japón, siendo como era el único país de la historia víctima de un bombardeo nuclear, mostraría al resto del mundo cómo emplearla con un fin pacífico. El fiasco de Fukushima puso de manifiesto que lo que tanto tiempo se había calificado de “seguro” no lo era en absoluto. Y cuando se trata del uso de la fuerza militar, muchos japoneses también ponen objeciones a la versión de la paz del Gobierno de Abe. Por lo tanto, es posible que los que este año pronunciarán una oración por la paz en Hiroshima aparentemente unidos, al fin y al cabo no lo estén tanto.

Eri Hotta es historiadora japonesa y autora de Japón 1941 / El camino a la infamia: Pearl Harbor (Galaxia Gutenberg, 2015).

viernes, 10 de mayo de 2013

_- Escuelas japonesas sin exámenes

_- En las escuelas japonesas, los estudiantes no pasan ningún examen hasta que llegan a cuarto grado (10 años)!

¿Por qué?
Debido a que la meta para los primeros 3 años de las escuelas no es juzgar los conocimientos o el aprendizaje del niño, sino establecer las buenas costumbres y el desarrollo de su carácter!

Sí, eso es lo que nuestros sabios nos enseñan: Modales, buenos hábitos, ANTES que conocimiento!

¿Se podría extender este método a todo el mundo?

viernes, 2 de noviembre de 2012

Un tsunami de deudas ahoga a la economía mundial

La economía mundial navega en un mar de deudas. La suma de la deuda estatal, provincial, municipal, individual, hipotecaria, corporativa, financiera y bancaria sugiere que en cualquier momento la nave puede naufragar o estrellarse contra el témpano de lo impagable.

Un colosal estudio comparativo de la consultora Mc Kinsey Global Institute mostró que en 2009 la deuda total de Japón -la más grande del mundo desarrollado– era de un 471% de su PIB (es decir, de todo lo que produce su economía en un año). Le seguía Reino Unido con un 466%. Estados Unidos "apenas" tenía un 300%.

Muchos economistas opinan que esta gigantesca desproporción entre la riqueza anual que produce un país y lo que adeuda se explica por un mecanismo que en las últimas tres décadas ha cambiado la faz del capitalismo actual: la financialización.

"Es una manera de conceptualizar la creciente importancia de actores e instituciones financieros en la economía y de las finanzas como fuente de ganancias. Esto explica el crecimiento del crédito en la década de 2000 y las causas de la actual crisis", le explicó a BBC Mundo Adam Leaver, autor de tres libros sobre el tema e investigador y miembro de CRESC (Centro de Investigación del Cambio Socio-Cultural) de Manchester.

En el capitalismo tradicional, los bancos le prestaban a la industria que producía ganancias con el consumo de sus productos, dinero con el que pagaba su crédito, alegraba la vida de sus accionistas y reinvertía para ampliar el proceso productivo.

En el capitalismo de las últimas tres décadas se produce una explosión de lo que en inglés se denomina con la sigla FIRE (Financiamiento, seguro y sector inmobiliario) que ha crecido tanto en proporción al PIB como en detrimento de la economía productiva.

Hagan juego
Las grandes corporaciones tienen ramas financieras que con frecuencia generan más ganancias que lo que las empresas producen y venden. En Estados Unidos la General Motors pasó a ganar más con el otorgamiento de créditos para la adquisición de automóviles que con la misma venta de vehículos.

"Las empresas del sector real, productivo, empiezan a comportarse como empresas financieras. La misma General Motors estuvo en la venta de hipotecas de casas. Uno puede argumentar que prestar plata para que le compren autos entra en la lógica productiva. Pero invertir en el mercado hipotecario es otra cosa. Funciona como sustituto de una inversión productiva para obtener una ganancia a corto plazo. Es una clara señal de cómo la financiarización afecta la inversión y el cambio tecnológico", indicó a BBC Mundo el profesor de economía comparada de la Universidad de Cambridge Gabriel Palma.

A nivel individual, el símbolo más cotidiano de esta financiarización es la tarjeta de crédito, que antes de los '80 era tratada con reverencia de club exclusivo y hoy se ha convertido en un medio de pago de la vida diaria.

Pero la explosión del crédito va mucho más allá de la tarjeta. En el estallido financiero de 2008 la gota que desbordó el vaso de una economía endeudada hasta las cejas fue el préstamo hipotecario a hogares sin recursos: las llamadas hipotecas subprime o de alto riesgo.

Los estudios sobre el período del boom muestran que en Estados Unidos los hogares pasaron a gastar en el pago de intereses de tarjetas de crédito y préstamos casi el doble de lo que gastaban en comida y vestimenta.

En Reino Unido la deuda individual o familiar llegó a ser un 165% del ingreso disponible (ingreso que queda luego de pagados los impuestos).

Según Paolo Dos Santos, experto bancario de SOAS, la Escuela de Estudios Africanos y Asiáticos de la Universidad de Londres, este cambio vino de la mano de un repliegue del estado benefactor como garante de salud, educación, vivienda y jubilación que fue funcional para la expansión del sistema financiero.

"En los últimos 30 años, la política social en muchos países desarrollados se ha basado en la transferencia del riesgo y el costo de estos servicios sociales del estado al individuo. Este tiene que recurrir al sistema bancario para poder financiar la educación de su hijo o un seguro médico o su jubilación", señaló Dos Santos a la BBC.

¿Y en América Latina?
La financiarización es un proceso global, pero en América Latina aparece acentuada por la falta de regulación y competencia.

Si uno toma como ejemplo el reciente balance anual del banco español Santander se ve que Brasil y Chile arrojan ganancias infinitamente superiores a las de países desarrollados.

"Brasil, por ejemplo, tiene el 15% de los activos del Santander, es decir, sus préstamos para consumo, empresas, etc., pero representa el 30% de sus utilidades mundiales. En países como el Reino Unido es a la inversa. La falta de regulación y competencia les permite a los bancos obtener ganancias absurdamente altas", señaló Palma a BBC Mundo.

Dicho de otra manera, las ganancias no se deben a una meritoria competitividad comparativa de América Latina en términos de calidad, servicio y eficiencia sino a las fallas del sistema regulatorio en que operan.

El Partido de los Trabajadores de Lula ha sido elogiado por los grandes centros financieros mundiales por su política "realista", pero un informe reciente de la Federación de Comercio de San Pablo muestra que la tasa de interés promedio que pagan los brasileños es del 230% anual.

El cálculo es que el servicio de la deuda individual brasileña será de un 30% del ingreso disponible este año. En Estados Unidos se considera que cuando la deuda alcanza el 14% la situación es de alto riesgo.

Brasil y Chile no son excepciones. En Perú el crédito se cuadruplicó en esos cinco años. En México el nivel de morosidad en el pago de microfinanciamiento del consumo se sitúa entre el 20 y el 30%.

"El crédito lubrica la economía, pero un exceso de deuda en el ingreso de los hogares se traduce en un estancamiento del consumo. En América Latina el problema no es el monto de la deuda sino su servicio por las condiciones leoninas que tienen muchos créditos. Esta financiarización tiene un impacto en la inversión. Es más negocio ganar con un producto financiero que invertir en la economía real. Una parte importante de la élite industrial de Sao Paulo abandonó la producción por las finanzas", indicó a BBC Mundo Palma.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Un cable de WikiLeaks muestra críticas al programa nuclear japonés

Un cable de la embajada estadounidense en Japón, filtrado por WikiLeaks y sacado a la luz pública por The Guardian, muestra cómo Taro Kono, un miembro de la cámara baja nipona, critica las actividades de energía nuclear de Japón. Los puntos criticados por Kono son diversos, pero se refieren fundamentalmente a la forma de actuar por parte del Ministerio de Economía, Comercio e Industria (METI) y las empresas eléctricas del país. El cable, con fecha de finales de 2008, recoge estas críticas realizadas durante una cena entre este miembro de la cámara baja en la que también estaban presentes miembros del Agregado Energético y Económico.

Taro Kono, según el cable de la embajada estadounidense, se mostró muy en contra del programa nuclear de Japón y de su forma de hacer las cosas. Especialmente se hace referencia a temas relacionados con el costo y la seguridad de la energía nuclear. Se afirma que las compañías electicas japonesas habrían ocultado costes y problemas con la energía nuclear mientras que el sobrecoste usado en estas áreas se había puesto en el programa de reciclaje de uranio de cara a la opinión pública.

También se critica que las eléctricas, después del accidente sucedido en el reactor de Monju en 1996, se han enfocado en planes para el reprocesamiento de los materiales en lugar de cancelar los planes nucleares.

Hollywood se preocupa más por su taquilla en Japón que por las víctimas
“Ya que los trenes no funcionan con total normalidad, no se sabe cuántos cines funcionarán este fin de semana en Tokio, una zona menos afectada por el terremoto de 8,9 que ha asolado el norte de Japón”, se lamentaba el Hollywood Reporter el sábado, apenas 48 horas después del tremor. “Ni en los nueve mercados que hay por todo el país ni en el territorio en general”.

Como es de esperar, los estrenos previstos se vieron deslucidos. La catástrofe obligó a cerrar 680 cines por todo el país, 110 de ellos en Tokio. Así que Enredados, que en su primer fin de semana en Estados Unidos recaudó 48 millones, se ha quedado en unos (por otro lado, casi inexplicables, dadas las circunstancias) 1,75 millones en el Japón devastado. En total, la taquilla nipona bajó un 52%. Milagrosamente poco para un país en su peor crisis en 60 años. Pero quizá demasiado para esta industria. Así que los estudios han tomado (y anunciado sin miramientos) medidas. Contaban con Japón para rentabilizar títulos como Linterna Verde, Kung Fu Panda 2 o Transformers 3. Ayer, en una serie de anuncios entre el narcisismo y la celeridad corporativa, empezaron a explicar la reconfiguración de su estrategia nipona.

Warner ha anunciado la retirada de Más allá de la vida, de Clint Eastwood, porque mostraba muy gráficamente cómo un tsunami asolaba el sureste asiático. Y entre bastidores, cancelaba el estreno de El Rito, un drama sobrenatural que protagoniza Anthony Hopkins, para no perjudicar su potencial taquillero.Sony sopesa ahora hacer lo mismo con Battle: Los Angeles, que pensaba estrenar a principios de abril. La película ofrece exactamente lo que promete en el título (la destrucción de California) y Sony sospecha que haya perdido su gancho comercial en un país asolado.

Clint Eastwood, por primera vez, se adentra en el género sobrenatural con "Mas allá de la vida". Recomiendo la película por lo bien hecha que está, no por el contenido; un reflejo en el cine de la moda actual de la vuelta al espiritismo, al más allá... La dirección es soberbia y esos actores se mueven en su salsa, una exquisita muestra de sabores inolvidables; desde el encanto y la frescura de la francesa Cécile De France (Marie Lelay) a la bondad, ingenuidad e inocencia de los chicos George y Frankie McLaren (Marcus/ Jacob) o la madurez y el dominio del actor Matt Damon (George) que muestra sus poderes sobrenaturales. Tres personajes redondos, tres historias entrañables, tres ciudades magnificas; San Francisco, Londres, París. Tanta perfección merecía otra causa mejor, más auténtica, en un mundo donde sobran tantas imposturas, engaños y mentiras. Lo que ahora se hace, quizás con estos sucesos -crisis económica y terremoto tsunami del Japón-, tan evidente y necesario como nunca.

miércoles, 27 de octubre de 2010

City of Life and Death. Ciudad de vida y muerte

Ayer martes vimos en el cine-club City of Life and Death (chino: 南京! 南京!, pinyin: Nánjīng! Nánjīng!) en pocas palabras, una extraordinaria película, para mi a no perderse. Comentando a la salida con los amigos "debería ser más difundida" "para ver absolutamente". Es la tercera película del director chino Lu Chuan. Trata sobre la batalla de Nankín y los sucesos posteriores, conocidos como el "saco de Nankín" o la masacre de Nankín durante la segunda Guerra Sino-Japonesa. La película también se conoce como Nanking! Nanking! o Nanjing! Nanjing!.


La música, en la que los tambores juegan un importante papel, sencillamente genial. La fotografía, los movimientos de masas y el guión son toda una lección de buen cine. Es una película que muestra la guerra, la terrible guerra, para ir en contra de todas las guerras y a favor de la paz y la vida, aunque como dice un protagonista "a veces sea más fácil morir que vivir". Un papel importante lo juega el alemán John Rabe, (sobre el que se ha estrenado hace poco otra película) representante de los intereses de la empresa alemana Siemens en Nankin, como ocurrió en la vida real, ya que fue elegido representante de los extranjeros en la ciudad al pertenecer al partido nazi y ser alemán, con la esperanza de que pudiese mantener buenas relaciones con sus aliados japoneses, para que respetaran la zona de protección que establecieron. No fue así





No ha sido elegida por China para competir en los Oscars a Mejor Película de Habla No Inglesa. Fue olvidada por varios festivales importantes, como Cannes o Venecia. Y fue San Sebastián la que le ofreció el escaparate que se merece este sobrecogedor filme chino que retrata la masacre de Nanking, la capital china en aquella época, a manos del ejército japonés en la II Guerra Mundial.Desde que se proyectó en el Zinemaldia, estaba claro que este filme tenía que salir ganador del festival, y así fue porque se llevó una merecida Concha de Oro. Más aquí.

Críticas.
Escalofriante (...) Si el arranque posee el poder de conmoción del mejor cine bélico, el desarrollo de la tragedia te pone los pelos de punta." (Carlos Boyero: Diario El País)

"Lu Chuan decide 'spielbergizar', en el mejor sentido de la palabra, su modo de narrar el episodio. No es 'La lista de Schindler', ni tampoco 'Salvar al soldado Ryan', pero hay tramos de este espectáculo cinematográfico que no tienen que envidiar en nada a ninguna de ellas." (E. Rodríguez Marchante: Diario ABC)

"Una producción sencillamente impresionante (...) Desde el primer segundo, la cinta se desentiende de la verdad, por sí sola brutal, para entregarse al menos noble arte de desenterrar cadáveres. Hablamos de propaganda." (Luis Martínez: Diario El Mundo) (Crítica sencillamente impresentable por lo que se ve en la película y lo que se sabe históricamente, entre otros documentos, por el diario del propio John Rabe. Así se escriben las críticas, por otra parte, en contradicción con otras que aquí se exponen.)

"Cine grandioso y contenido al mismo tiempo, impresionante en las formas, respetuoso con lo que cuenta." (Ricardo Aldarondo: Fotogramas)

Otras críticas aquí de Página 12.

jueves, 8 de abril de 2010

Fritz Bauer. Una película recuerda que la renazificación experimentada en la restaurada Alemania de Adenauer, tuvo gloriosas excepciones.


Que a usted el nombre de Fritz Bauer (1903-1968) no le diga nada es comprensible. Más curioso es que este jurista socialdemócrata de origen judío siga siendo casi un desconocido en Alemania, donde su figura ha tenido que ser rescatada, con ciertas dificultades, por una biografía editada el año pasado y una película que se estrenó en el último festival de cine de Berlín.

Ninguna calle alemana lleva el nombre de Fritz Bauer, ninguna plaza recuerda el lugar donde nació, vivió o murió. Nunca fue condecorado. Pero, quizá, lo peor sea el desconocimiento de su figura entre los estudiantes de derecho, un aviso de que el regreso a la historia es un ejercicio que cada generación debe practicar para no perder la memoria. En la Alemania de hoy, la memoria del periodo de posguerra en la zona de ocupación aliada y la posterior RFA, vende mucho menos que la memoria de la dictadura germano oriental, constantemente recordada y evocada hasta en su más mínimo detalle policial.

Jurista y socialdemócrata
 Resistente antinazi, ex preso, exiliado en Dinamarca y luego en Suecia, donde editó la revista "Sozialistische Tribüne" con Willy Brandt, Fritz Bauer fue un jurista suabo nacido en Stuttgart, que fue detenido por la Gestapo en 1933 por ser miembro del SPD y expulsado de la judicatura por su origen judío. En 1949 regresó a la judicatura dispuesto a participar en la reconstrucción, física y moral, del país. Bauer entra en la historia alemana por tres motivos.

El primero de ellos es por haber sido iniciador del "Proceso Remer" de marzo de 1952, contra el General nazi Otto Ernst Remer, por difamación y calumnia contra los conspiradores de la "Operación Valkiria" que intentaron matar a Hitler el 20 de julio de 1944. Remer los tachaba de "traidores a la patria" y el gobierno federal parecía estar de acuerdo con ello, pues negaba la pensión de viudedad a la esposa de Claus von Stauffenberg, el principal conspirador. Remer fue condenado a tres meses, que eludió huyendo a España, donde murió en Marbella en 1997 tras un largo historial de negacionismo del Holocausto. Pero la resistencia fue rehabilitada. Desde entonces ya no se pudo tachar de "traidores" a sus protagonistas.

El segundo, es por el caso Adolf Eichmann. Fritz Bauer recibió en 1957 una carta de un antiguo compañero de campo de concentración residente en Buenos Aires revelándole que el jefe del departamento responsable de la deportación y aniquilación de los judíos, vivía en Buenos Aires. Su hija, explicaba el amigo, había conocido a un hijo de Eichmann, que vivía con otro apellido, y le habían chocado los fuertes juicios antisemitas del chico. El paradero de Eichmann, que había escapado de Alemania ayudado por el Vaticano, era conocido por los servicios secretos alemanes y norteamericanos. Bauer sabía que poner el caso en manos de la justicia alemana significaba perderlo, porque los jueces alemanes advertirían a Eichmann, y éste desaparecería. Así que se lo comunicó directamente al Mosad, que secuestró felizmente a Eichmann en Buenos Aires en 1960 (no había tratado de extradición entre ambos países), y se lo llevó a Israel, donde fue debidamente juzgado y ejecutado.

El tercer y principal motivo por el que Bauer entra en la historia es en su calidad de promotor, en 1958, de los Procesos de Auschwitz: seis juicios celebrados entre 1963 y 1968, contra 27 matarifes responsables directos del campo de exterminio, oficiales de las SS y la Gestapo. Aquello fue una proeza.

No hubo desnazificación
En Alemania Occidental, en términos generales, no hubo desnazificación. Los juicios aliados en Alemania contra los nazis fueron poca cosa y el nuevo Estado alemán los protegió y amnistió. El tribunal interaliado de Nuremberg que se proponía llevar a juicio a cinco mil personas, no juzgó más que a 210. En diversos juicios, norteamericanos, británicos y franceses condenaron a 5000 personas, de las que apenas 700 lo fueron a la pena capital. Más del 90% de los miembros de las SS ni siquiera llegaron a ser juzgados.

"No sólo no hubo desnazificación, sino que hubo una renazificación, no en el sentido de que los ex nazis estuvieran otra vez en su puesto para construir un nuevo Auschwitz, sino en el de que ayudaron a levantar esta Alemania conservadora, democrática y capitalista", me explicó el Catedrático Ossip K. Flechtheim, en los años ochenta.

Flechtheim, un compañero de Bauer, también de origen judío, que fue fiscal en varios de los procesos de Nuremberg y falleció en 1998, no conocía, "ni un solo caso" de juristas de la administración nazi que fuese juzgado y castigado ante los tribunales. Incluso la mayor parte de los veinticinco miembros de la comisión de asesores del Consejo Constituyente (Parlamentarisches Rat) que redactó la constitución alemana de 1949, habían estado en activo durante el nazismo.

Los intentos de la administración aliada de ocupación por depurar la justicia, la administración pública y la policía chocaron con enormes dificultades. Se intentaba evitar un modelo de policía, alejado de las tradiciones absolutistas que desembocaron en la Gestapo. En julio de 1945 los aliados emitieron unas directrices en materia de depuración de funcionarios y de limitación del nefasto poder legislativo que la tradición prusiana ponía en manos de la policía, prohibiendo los decretos policiales y potenciando una organización descentralizada, de tipo anglosajón, y desmilitarizada de la futura policía. El mismo año, el Cuartel General aliado consideraba que, "con los vigentes criterios de desnazificación, el 75% de los funcionario rasos y el 90% de los oficiales de la policía no serían aptos para el servicio". Hans Christoph Seebohm, que tres años después sería Ministro de Transportes con el Canciller Konrad Adenauer, expresaba en 1946 la mentalidad imperante al exigir públicamente "respeto" a la cruz gamada, símbolo por el que habían muerto, "tantos soldados alemanes".

A medida que los aliados transferían competencias a la administración alemana, los propósitos democratizadores chocaban con una acción obstruccionista y restauradora. Los aliados descubrieron, por ejemplo, que en la primera mitad de 1948 sólo ocho de los diez mil registros domiciliarios practicados por la policía en once ciudades con administración alemana de Württemberg-Baden (un Land del suroeste así llamado desde 1945 hasta 1952, que no coincide del todo con los límites del actual Baden-Württemberg), contaban con el correspondiente permiso judicial. El Ministro del Interior responsable, el socialdemócrata Fritz Ulrich, consideraba esta práctica, "una vieja y buena tradición". Ese tipo de irregularidades era generalizado en todo el país, y un documento oficial norteamericano de la época consideraba la "necesidad de fortalecer la resistencia civil de los alemanes contra las prácticas contrarias a la ley", explica el sociólogo e historiador Falco Werkentin.

 Cuando en febrero de 1951 se creó una "Guardia Federal de Protección de Fronteras", que en realidad era una tropa militarizada dirigida a la intervención interior, el Bundesgrenzschutz, se constató que el 62% de sus oficiales eran ex militares de la Wehrmacht y sólo el 7% ex funcionarios de policías. Otro 31% lo componían ex policías que habían sido transferidos a la Wehrmacht durante el nazismo. Los manuales de instrucción anti-insurgente de ese cuerpo tomaban como inspiración las experiencias en ese sentido del periodo 1918-1943, incluida la represión de la "lucha contra el bandidaje" durante la Segunda Guerra Mundial, lo que se refería al combate contra la resistencia, y operaciones como el aplastamiento de la insurrección de Varsovia y otras masacres del frente ruso.

 Purga anticomunista
 A medida en que se fue entrando en una dinámica de guerra fría, los aliados fueron abandonando escrúpulos y perspectivas reformadoras en beneficio de un frente anticomunista que valoraba más la seguridad y firmeza anticomunista de un ex nazi que el peligro potencial que éste pudiera representar para un orden democrático. Es así como en lugar de desnazificación, la administración alemana procedió a una limpieza de comunistas. En enero de 1948, una investigación realizada en Baviera contabilizó un 2,9% de miembros del Partido Comunista Alemán (KPD) y un 5,2% de simpatizantes en la policía municipal. En la policía regional las cifras eran 0,26% y 0,9%, respectivamente. El mismo año, el Ministro del Interior socialdemócrata de Renania del Norte-Westfalia informó que el 56% de los altos funcionarios de su policía procedían del partido nazi (NSDAP) y de las SS.

 La campaña contra los comunistas se mantuvo pese a que la influencia comunista iba descendiendo claramente en Alemania Occidental. A partir de 1953, el KPD ya nunca superó el 5% de los votos en las elecciones, pero los comunistas y sus simpatizantes siguieron siendo objeto preferente de la policía y la justicia, con cerca de 100.000 sumarios, fiscales y policiales, abiertos entre 1951 y 1961.

 La judicatura ofrecía un panorama similar; en Baviera el 81% de los jueces tenían un pasado nazi, mientras que en Württemberg-Baden, el 50%. "En Hesse", me explicó Flechtheim, "los norteamericanos nombraron a un conocido mío para que buscara jueces sin antecedentes nazis. Consiguió reunir a una cuarentena, a los que situó en los puestos más altos. Luego, la administración de justicia pasó a manos alemanas y después de un año, de aquellos cuarenta sólo dos permanecían en su puesto: los demás habían sido relegados a puestos de poca monta, en el registro de propiedad y similares".

 En 1949, las directrices de la Alta Comisión Aliada insisten todavía, en un tono que ya parece de desesperación, en que, "la organización de la policía no se centralice de tal forma que suponga una amenaza a la forma democrática de gobierno". Pronto se vería que ese propósito, así como en general el de reformar la burocracia de Estado de la Alemania ocupada, fracasó, en parte debido a las dificultades de una política desbordada por las urgencias y prioridades de la reconstrucción de un país que estaba literalmente en ruinas, en parte por las resistencias del objeto de esa reforma, y en parte también por la consideración, expresada en una publicación del Departamento de Estado norteamericano de 1947, de que una enérgica desnazificación habría tenido, "consecuencias revolucionarias para la vida política y económica del país".

Francotirador y humanista
 Los procesos de Francfort que Bauer inició, fueron una pequeña excepción en ese contexto restaurador. Condenar a algunos de aquellos 27 monstruos, aunque fuera a penas leves por prescripción, tuvo una gran importancia. Para hacerse una idea del ambiente, en los procesos los acusados fueron saludados militarmente por algunos de los policías cuando pasaban delante de ellos en la misma sala de la Audiencia de Francfort, y Bauer, que era el fiscal, recibió amenazas e insultos durante aquellos juicios.

 En el contexto de la Alemania de Adenauer, Bauer era un democratizador genuino, un hombre que no estaba interesado en la venganza sino en la justicia y el arrepentimiento –era un adversario de la pena de muerte- y que creía fervientemente en la redención de Alemania, asunto en el que cifraba todas sus esperanzas en la juventud. El movimiento de 1968, que en Alemania fue más profundo que en Francia y derribó culturalmente gran parte de aquella herencia, le dio la razón en lo que tuvo de ajuste de cuentas generacional con los nazis y la cultura que había hecho posible el nazismo. Bauer fue un precursor.

 En 1962 su ensayo, "Sobre las raíces de la acción nazi" debía ser distribuido en las escuelas de Renania-Westfalia, pero el Ministro de Cultura del Land, Eduard Orth, lo prohibió. Emplazado para una discusión pública con Bauer, Orth declinó acudir, pero envió en su lugar a una joven promesa de su partido. Se llamaba Helmuth Kohl y en el debate con Bauer, el joven Kohl defendió la idea de que aun era "demasiado pronto para hacer un juicio moral sobre el nazismo".

Una muerte oscura
 El jurista distinguía tres sujetos en el origen del nazismo; "primero, los nazis que propugnaban ideas y actitudes nazis, una minoría importante. Segundo, la gente autoritaria y cruel educada en el militarismo prusiano y en la tradición de Lutero. Tercero, la gran masa de obedientes, conformistas y oportunistas", decía. Unos y otros, coincidían en que el humanismo, la compasión y la solidaridad, son síntomas de flojera e ingenuidad mental, una idea que ahora la nueva derecha hace suya con el concepto "buenismo", explica Ilona Ziok, la directora que le ha dedicado a Bauer un largo documental. Con ese discurso y actitud, Bauer fundó, en 1961, la "Humanistische Unión", la organización de derechos humanos más influyente de la moderna Alemania cuyo objetivo era, "la liberación de las ataduras de la obediencia automática al Estado", que llevaron a Alemania a tan funestos resultados.

 El Fiscal de Hesse trabajaba a contracorriente. Quien marcaba la línea era Eduard Dreher, el encargado de la reforma del código penal en el Ministerio de Justicia a partir de 1954. Fue Dreher quien impuso la prescripción para los crímenes de "complicidad con asesinato" que liberó de toda responsabilidad a los nazis y tuvo el efecto de una amnistía. Las medidas de gracia de los años cincuenta tuvieron por resultado que a final de aquella década todos los nazis condenados por tribunales de guerra se encontrasen en libertad sin terminar condena. Nada más lógico si se recuerda el pasado de Dreher, que en 1943 había sido fiscal especial en Innsbruck, encargado de revisar sentencias a cadena perpetua para convertirlas en pena capital, lo que envió a centenares de "delincuentes políticos" a la muerte. Bauer, al contrario, fue el reformador del derecho penal y de la legislación penitenciaria alemana y el luchador por una valoración apropiada del Holocausto. "Por todo eso fue visto como adversario y enemigo", afirma Ziok, que dice haber encontrado "muchas dificultades" para financiar su película, dos veces rechazada por el Ministerio de Cultura.

Fritz Bauer murió a finales de junio de 1968. Encontraron su cuerpo en la bañera de su casa, en lo que se dijo pudo ser suicidio o accidente. Que un hombre tan tenaz y voluntarioso cometiera suicidio, es poco creíble. "Mucha gente cree que fue asesinado, pocos creen que fue suicidio o accidente", dice Ziok. No hubo autopsia. "Toda la documentación sobre su muerte desapareció en el incendio de un archivo jurídico de Francfort", explica la directora.

 Gracias, sobre todo, a las presiones de abajo del movimiento de 1968, Alemania emprendió un considerable examen de conciencia sobre su pasado nazi, que hoy continúa. La ventaja de Alemania respecto a Japón, país que aun hoy honra como patriotas a sus criminales de guerra, es enorme y manifiesta. Al mismo tiempo, Alemania y Japón tienen en común el haber prácticamente anulado la gran ventaja moral que extrajeron de su condición de derrotados en la Segunda Guerra Mundial, al legalizar hoy la utilización de sus fuerzas armadas fuera de sus fronteras, que sus respectivas constituciones complicaban.
Rafael Poch.
http://www.lavanguardia.es/lv24h/20100405/53901298496.html