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miércoles, 26 de junio de 2024

SEGUNDA GUERRA MUNDIAL. Max Hastings regresa a la Segunda Guerra Mundial con ‘Operación Pedestal’, un épico relato de sangre y fuego en el mar: “Inevitablemente, no todo el mundo es un héroe”

El portaviones Indomitable, de la Royal Navy, en 1943, en una imagen del Museo Royal Air Force.
El portaviones Indomitable, de la Royal Navy, en 1943, en una imagen del Museo Royal Air Force.
El popular historiador británico recupera la tremenda aventura de la flota británica enviada a socorrer Malta y de paso brinda un gran homenaje a la Royal Navy.

El prestigioso y popular historiador militar Max Hastings (Londres, 78 años) vuelve a la Segunda Guerra Mundial embarcándose en un capítulo menos conocido para el público en general que las grandes campañas y batallas icónicas de la contienda (y menos relevante), pero sin duda tremendo y lleno de emoción o, como el propio autor apunta, “una epopeya de coraje, determinación y sacrificio”. En su nuevo libro, Operación Pedestal (Crítica, 2024), Hastings narra con su inimitable estilo, caracterizado por la exhaustiva documentación y la mezcla de hálito épico y atención al factor humano, el envío en verano de 1942 de una gran flota británica, la mayor reunida desde la batalla de Jutlandia en 1916, para aliviar la dramática situación de la isla de Malta, asediada por los alemanes y los italianos. En la singladura, eleva un gran homenaje a la marina de su país.

La Operación Pedestal, apoteosis de la Royal Navy, la Marina Real, fue un monumental vía crucis marino, con cuatro días de especial calvario, marcado por los sobrecogedores ataques por mar y aire a cargo de verdaderos enjambres de submarinos, lanchas torpederas y bombarderos enemigos. El centro de la operación era un convoy de 14 mercantes (cargados varios de ellos con combustible y municiones: ideal para saltar por los aires) que iba protegido por la friolera de más de medio centenar de navíos de guerra incluidos dos acorazados (uno de ellos el poderoso HMS Nelson), cuatro portaviones (la aviación embarcada debía proporcionar cobertura sobre la marcha), siete cruceros y 32 destructores. El objetivo de esta masa de barcos de 15 kilómetros de ancho y que se perdía en el horizonte era tratar de atravesar de oeste a este un peligrosísimo Mediterráneo dominado por el Eje para acudir en ayuda de Malta, cuyo destino era una cuestión esencial no sólo desde el punto de vista estratégico sino del honor nacional, aparte de que la población estaba al borde de sufrir hambre.
El portaviones Indomitable alcanzado durante la Operación Pedestal.

El portaviones Indomitable alcanzado durante la Operación Pedestal. 

En unas páginas de las que emana todo el dramatismo y el estruendo del sangriento episodio envuelto en el fragor del mar y el ruido de los cañones, el olor del salitre y de la cordita, Hastings nos muestra la cara atroz de la guerra, pero también actos de abnegación y heroísmo, y nos traslada a un momento oscuro en el que parecía que nada podía detener a Hitler e impedir que la esvástica siguiera extendiendo su sombra sobre el mundo.

El relato de Hastings nos lleva desde las reuniones del Almirantazgo hasta las cuitas del más humilde marinero (la mayoría no sabía nadar) y las meditaciones más profundas de los submarinistas (“butta la pasta!”, era la orden más importante en los sumergibles italianos). Seguimos el convoy (y a sus enemigos) desde su formación entre grandes dudas, pues hacía poco que se había consumado el desastre del PQ17, hasta la llegada a Malta. Con ataques salvajes de los Stukas, Ju-88 y Heinkel 111, y con grandes tragedias, como el estremecedor hundimiento del portaviones Eagle por los torpedos del U-73 o la destrucción del crucero Cairo y el petrolero Ohio por los del submarino italiano Axum, mandado por Renato Ferrini. Y anécdotas como, entre otras de mascotas a bordo, la del canario que apareció en la cubierta del destructor Ashanti y el alcoholismo por estrés de la mona del Laforey, o que los submarinistas alemanes se rociaban con colonia 4711 para tratar de ocultar el tufo a lobo.
Max Hastings19/05/23 El historiador Max Hastings, fotografiado en Londres.

¿Cuál es el personaje favorito de Max Hastings en Pedestal? “Posiblemente el capitán del destructor HMS Ledbury, Roger Hill, excéntrico, impulsivo (llegó a lanzarse al agua para rescatar a los tripulantes de un hidroavión Sunderland abatido) e indisciplinado, un verdadero bucanero, pero el tipo de hombre que representaba lo mejor del espíritu de la Royal Navy. Su temperamento salvaje era lo que hacía falta en una operación como Pedestal, donde, en general, casi todos los capitanes de la Royal Navy lo hicieron muy bien. Hay que recordar el factor psicológico de que en aquel momento de la contienda, cuando los alemanes aún no habían sido detenidos en Stalingrado y Hitler iba de victoria en victoria, nadie podía estar seguro de que los nazis llegarían a ser derrotados”.

En la forma tan vívida con que Hastings cuenta la ordalía marina de Pedestal (del lado británico se perdieron 9 mercantes y 4 buques de guerra, con muchos más dañados seriamente) ha influido su experiencia directa como invitado en portaviones, submarinos y torpederas y sobre todo embarcado en 1982 en el transporte de tropas Canberra, donde iban dos batallones de Royal Marines y uno de paracaidistas, durante la Guerra de las Malvinas, que cubrió como corresponsal. “Desde luego, haber estado en un buque bajo el fuego y ver barcos explotar, arder e irse a pique, y aviones caer, me ha ayudado mucho a describir los acontecimientos de Pedestal”, señala el historiador. “Algunas armas usadas allí, como los cañones Bofors y las ametralladoras Bren, eran todavía las mismas de Pedestal. Y los equipos: me tuve que poner la misma clase de protección, casco, manoplas y capucha ignífuga que los marinos que zarparon hacia Malta. La de las Falklands, las Malvinas como dicen ustedes, fue una guerra muy anticuada. La mayoría de los capitanes tenían como referencia las películas de la Segunda Guerra Mundial y parecía que revivían esas historias. Un día, en el puente de mando de una fragata, escuché a un oficial gritar: ‘Recordad chicos, ¡cuando vengan vamos a enviarlos al infierno!’, lo mismo que decían los capitanes de Pedestal “.
El maltrecho mercante 'Ohio' llega a Malta.

El maltrecho mercante 'Ohio' llega a Malta.  

El historiador aprecia “un pedigrí, una línea” en los oficiales de la Royal Navy por los que tiene una debilidad —al parecer también por el mujeriego comandante italiano de cruceros Alberto da Zara, que se decía que había seducido a Wallis Spencer, futura duquesa de Windsor— y de los que canta en su libro su “excelencia y bravura” como émulos de Nelson y Jack Aubrey. “Le voy a contar una historia muy snob. De camino a las Falkland me dijo un oficial de la marina: ‘Eres un privilegiado, vas a ser testigo de cómo la Royal Navy entra en combate mandada por última vez por gentlemen; luego todos serán mecánicos de garaje”. Hastings continúa: “Admiro mucho el ethos de la Royal Navy, todo el mundo celebra los Spitfires y el glamour de la RAF, pero seguir adelante mientras observas cómo van hundiendo uno por uno los barcos de tu flota, atravesar las pavesas humeantes en que se han convertido los buques de tus camaradas, para eso has de desplegar el tipo de valentía que hacía falta para ganar la guerra”. Solo le falta entonar el Rule, Britannia!

Hastings describe, sin embargo, cómo, en el otro lado del espectro, en Pedestal algunas tripulaciones de mercantes perdieron los nervios y abandonaron sus barcos aunque estos no estaban en peligro de hundirse. “Así es, cuando un carguero explotaba por efecto de los ataques, a veces los del siguiente, que presenciaban la escena, se lanzaban aterrorizados al mar; si todos hubieran hecho lo mismo no hubiera llegado ni un solo barco a Malta. Es comprensible. Pasa en todas las batallas: inevitablemente, no todo el mundo es un héroe. Lo sorprendente no es que algunos saltaran, sino que tantos no lo hicieran. Y no hay que olvidar que las tripulaciones de los mercantes, que no eran buques de guerra, no eran soldados”.
El submarino italiano 'Cobalto' alcanzado por el fuego de los escoltas del convoy, antes de hundirse.
 El submarino italiano 'Cobalto' alcanzado por el fuego de los escoltas del convoy, antes de hundirse.

¿Qué opina de la novela Mar cruel, de Nicholas Monsarrat, de la que toma el título para uno de sus capítulos? “¡Fabulosa! Siempre he sido un gran admirador. Uno de los libros más destacables sobre la Segunda Guerra Mundial. Muestra de manera fidedigna cómo era la vida en un barco de guerra de la Royal Navy. Cómo la mayor parte del tiempo no estaban en acción sino alertas y en condiciones muy penosas. A bordo de un buque de gran tamaño aún podía ser soportable, pero en las unidades pequeñas, fragatas, corbetas, era extraordinario lo que tenías que soportar, y hay que recordar que nueve décimas parte de la tripulación no eran profesionales sino personal reclutado. Una de las cosas que me fascina de los marineros es que si eres soldado puedes escaquearte de la acción, incluso los pilotos tienen opciones, pero en un barco haces lo que el capitán quiere. No te queda otro que acompañarlo, así decida embestir un submarino. No eres diferente de un esclavo romano en una galera. Incluso si el capitán ordena un movimiento suicida has de secundarlo”.

Los aviadores y marinos italianos fueron muy valientes, y uno de sus submarinos protagonizó el ataque más devastador de un sumergible en la guerra”

Aunque Operación Pedestal sea en gran parte una loa a los marinos británicos y a la Royal Navy, Hastings trata bien al enemigo. Destaca, y sorprende por ello, su retrato de los italianos. “Siempre que escribo intento pensar qué puedo contar a la gente que no sepa ya. Al documentarme vi que no había casi nada escrito de Pedestal del lado italiano. Me temo que los británicos somos muy proclives a caricaturizar a las tropas italianas. Es cierto que en tierra en el desierto no les fue muy bien, pero sus pilotos y sus marinos eran muy valientes. Fue uno de sus capitanes de submarino, Ferrini, con el Axum, el que protagonizó el más devastador ataque de un sumergible en la Segunda Guerra Mundial. Y las tripulaciones de las lanchas torpederas MS y MAS actuaron con increíbles valor y eficacia contra la flota. Es de justicia mostrarles el respeto debido. En el siglo XXI ya no vale escribir con clichés nacionalistas”.

Ha hablado de Monsarrat, ¿qué opina de otro autor de emocionantes novelas marinas de la Segunda Guerra Mundial como Alistair MacLean, el autor de HMS Ulises en el que resuenan los Oerlikon y pom-pomps? “Muchos de mi generación leímos sus novelas en la adolescencia, a mí me parecen buenísimas. Ahora se le considera pasado de moda, pero sus historias son maravillosas. Los que no lo han leído deberían hacerlo. Insufló nueva vida a esas batallas en el mar”. Hastings recalca que los convoyes en el Ártico y la guerra marítima en esas latitudes eran muy distintos a combatir en el Mediterráneo en una cosa esencial: si tu barco se hundía camino de Múrmansk morías en cuestión de minutos mientras que en el sur podías vivir horas en el agua. “El Mediterráneo era amable, el Ártico despiadado”, zanja.
Imagen del hundimiento del carguero 'Waimarama' durante la Operación Pedestal.

Imagen del hundimiento del carguero 'Waimarama' durante la Operación Pedestal. 

El padre de Max Hastings, Macdonald Hastings, célebre corresponsal de guerra, desembarcó en Normandía el Día D. ¿Qué opina el historiador del 80 aniversario, recién celebrado? “Estuve en Normandía hace un mes, me sorprendió y me conmovió lo encantadores que fueron los franceses, a los que se les acusa de maleducados. Es triste pensar que seguramente es la última vez que se conmemora la fecha con supervivientes. Mi padre creía que los estadounidenses habían ganado la guerra ellos solos mascando chicle. Hoy todos los historiadores están de acuerdo en que el teatro decisivo fue el del Este. Gran Bretaña tiene que enorgullecerse de haber resistido sola en 1940, pero honestamente, fueron los EE UU y el Ejército Rojo los que ganaron la guerra. A los rusos de hoy no se les cuenta que entraron en Berlín calzando botas enviadas por los EE UU, y en camiones estadounidenses, ellos no tenían nada, los alemanes habían arrasado con todo al invadirlos. Por otro lado, los rusos modernos tampoco saben que la URSS era aliada de Hitler hasta que éste la invadió. Y que el combustible soviético hacía volar a la Luftwaffe durante la Batalla de Inglaterra”.

Como suele suceder en cada encuentro con Hastings, este (el pasado lunes 10 de junio), también ha ido a coincidir casualmente con una fecha señalada de la Segunda Guerra Mundial: se cumplían 80 años de la matanza de Oradour-sur-Glane, cuando elementos de la 2 ª división Panzer de las SS Das Reich, camino del frente de Normandía, asesinaron a 642 hombres, mujeres y niños de la población francesa en represalia por las acciones de la Resistencia. “Así es, dediqué a la sangrienta marcha de esa división a través de Francia uno de mis primeros libros [Das Reich, Pan Books, 1983]”, señala Hastings. “Es una historia mucho más fea que la de Pedestal, operación en la que, pese a todo el horror consustancial a la guerra, no hubo actos inhumanos ni crímenes de guerra, y los combates se libraron con cierta decencia, tratando incluso, ambos bandos, de salvar las vidas de los enemigos que caían al mar. Lo de la Das Reich fue espantoso, mientras escribía el libro pude entrevistar todavía a supervivientes de la división y uno me dijo que no entendía por qué tanto revuelo y escándalo por lo de Oradour ‘cuando en Rusia hacíamos lo mismo todos los días’. Es un shock cuando entiendes que las tropas de las Waffen SS estaban entrenadas y condicionadas para creer que la fuerza despiadada es la mayor virtud, y que la compasión era vista como una debilidad sin lugar en su ideario. Todas las guerras son experiencias aterradoras, pero en la historia de Pedestal, aunque fuera una batalla feroz y sangrienta, nadie hizo nada vergonzante”.

El debate que trata de abrir la ultraderecha alemana sobre las Waffen SS es estéril, en el cuerpo la crueldad estaba institucionalizada” Hastings subraya que es estéril e interesado el debate que ha tratado de crear la ultraderecha alemana sobre si había en las Waffen SS hacia el final de la guerra combatientes normales, no fanatizados. “Es un intento evidente de blanquear el cuerpo para excusarlo. Es cierto que, aunque todo el que llevó armas al servicio de Hitler tenía motivo para avergonzarse, no podemos decir que todos fueran criminales, ni siquiera en las Waffen SS. En todas las guerras hay gente que se comporta de manera terrible, y otros que no tanto. Pero intentar aplicar eso a las Waffen SS es querer ignorar lo que eran. Prácticamente todas las unidades del cuerpo se involucraron en crímenes de guerra. En las Waffen SS la crueldad estaba institucionalizada. Cualquier intento de exonerarlas ni que sea parcialmente es una manipulación ideológica. Da miedo ver cómo se intenta defenderlas. Hay una fealdad esencial en la extrema derecha de hoy. Incluso Meloni, que puede parecer menos execrable, habla bien de Mussolini”.
El portaviones 'Eagle' hundiéndose tras ser alcanzado por torpedos durante la Operación Pedestal.

El portaviones 'Eagle' hundiéndose tras ser alcanzado por torpedos durante la Operación Pedestal. 

 Con respecto a la guerra de Ucrania, dice que él nunca pensó que Rusia pudiera colapsar como creyeron algunos optimistas. “Pero es muy importante apoyar a Ucrania porque si Putin se sale con la suya pagaremos un precio altísimo todos”. Considera que los países nórdicos “se han comportado bien, han sido muy valientes, pero el resto de Europa y EE UU sobre todo muy a menudo se han limitado a ofrecer grandes palabras”. Y añade: “Putin piensa que Occidente es decadente, y tiene algo de razón”. Hastings no cree en todo caso que Putin pueda extinguir Ucrania, “pero sí convertirla en un lugar terrible para vivir”.

Netanyahu es un hombre malvado e Israel se ha convertido en algo que no reconozco” Pasando al otro foco bélico, la guerra de Gaza, Hastings considera que es “una gran tragedia” y que israelíes y palestinos van a sufrir las consecuencias durante generaciones. El historiador conoce personalmente a Benjamín Netanyahu (y escribió una biografía de su hermano Yoni, el héroe de las fuerzas especiales abatido en Entebbe en 1976). “Nunca he tenido la menor duda de lo que es: un hombre muy, muy malo”. Recuerda haberle oído decir en una cena en 1978: “Tenemos que hacer que todos los palestinos salgan de Cisjordania en la próxima guerra”. Hastings publicó esas opiniones y “Netanyahu dijo: ‘Max Hastings es un mentiroso’. Netanyahu es un hombre de muchas maldades”. Militarmente, “la campaña no tiene sentido, están limitándose a castigar y creando una nueva generación de terroristas”. El historiador añade: “He visto como trata el Ejército a los palestinos y si yo fuera palestino los odiaría. Siempre he admirado a Israel y creído en el genio judío, he estado en sus guerras. Pero se han convertido en algo que no reconozco”.

¿Volverá a la Segunda Guerra Mundial? “Sí, de hecho, acabo de publicar un nuevo libro sobre la Operación Biting, el asalto paracaidista en febrero de 1942 para capturar componentes de la red de radar (nombre en código Würzburg) establecida por los nazis en la costa norte de Francia. Si se me permite decirlo, el libro ya está en la lista de más vendidos. Por edad, no creo que escriba ya grandes obras globales sobre la guerra, pero disfruto mucho contando estas historias de formato más reducido”.

Con Max Hastings nunca dejarías de seguir hablando de cosas interesantes, y en la conversación sale el aspecto aéreo de la guerra de Corea —sobre la que tiene un gran libro, The Korean War (Pan, 1988)—. “Cuando los estadounidenses se encontraron con los reactores Mig 15 soviéticos no podían creérselo, fue un shock tremendo, como lo fue el Sputnik luego, porque siempre subestimaban a los rusos…”.

martes, 10 de septiembre de 2019

El Mediterráneo, cementerio de pobres

Marcos Roitman Rosenmann
La Jornada

Mientras la culta Europa mira hacia otro lado, miles de subsaharianos mueren ahogados en las aguas de un mar cuya historia está cargada de acontecimientos. Tres civilizaciones, dirá Braudel, han confluido en su articulación política, dando vida a personajes, proyectos de dominación y desencuentros. Ha sido campo de guerra, de control imperial. Ha enfrentado a Occidente, Roma y Grecia; cristianos, ortodoxos, y musulmanes. Hoy es un cementerio de indigentes. La aporofobia: miedo, rechazo, aversión a los pobres se apodera de las clases dominantes de la Europa mediterránea. Miles de emigrantes viven una tragedia, huyen del hambre, la tortura, guerras civiles, canallas, operaciones humanitarias organizadas por la OTAN y los países civilizados, Libia sin ir más lejos. Ingenuos, piensan ser recibidos con los brazos abiertos, tal y como reza el nombre de uno de los barcos que los ha recogido en alta mar: Open Arms . Sin embargo, no son bienvenidos por los gobiernos y autoridades. Provienen de una patera, no de yates o cruceros que hacen la ruta turística por un Mediterráneo donde todo es maravilloso. De ser sus ocupantes los damnificados nadie recriminaría la acción de salvamento. Pero los sobrevivientes son pobres, sus historias irrelevantes. No pertenecen a la beatiful people , ni beben champagne , ni poseen generosas cuentas bancarias. Deberían haber muerto, no tienen derecho a una vida digna. Constituyen un problema. El mismo que enfrentó el Ocean Viking , barco fletado por Médicos sin Fronteras y SOS Mediterranée, con 356 personas rescatadas a bordo, que no tenía donde atracar. Sus ocupantes son apestados. Para justificar su rechazo se les estigmatiza, si se les acoge otros vendrán a continuación, produciéndose un efecto llamada. Hay que ser inflexibles. Su destino es ahogarse o la repatriación.

Esta Europa, cuna del renacimiento, orgullosa de practicar los derechos civiles y las libertades públicas, con un Parlamento y tribunales que velan por el mantenimiento y respeto de los derechos humanos, discrimina entre náufragos ricos e inmigrantes pobres. Sus fragatas vigilan para evitar la llegada de indeseables: dicen defender el derecho internacional y a occidente. No hay trabajo, primero los nuestros. Fomentan el miedo y el racismo. Los rescatados son pobres, constituyen un peligro. Se convierten en inmigrantes indocumentados, potenciales asesinos, ladrones, agentes del islam. Si por un casual, alcanzan las costas son confinados en centros de acogida, verdaderas cárceles. Se les insulta, desprecia y acusa de mentir. Vienen a perturbar la paz, pobres de solemnidad, negros y musulmanes.

El ex vicepresidente mundial de Coca Cola, anterior director en España, diputado y miembro de la ejecutiva de Ciudadanos, el más acaudalado de los 350 legisladores, Marcos de Quinto, se refirió a los rescatados por el Open Arms como bien comidos pasajeros . Vox pide la incautación del barco y acusa a la ONG Proactiva de favorecer la inmigración ilegal , uso fraudulento de las leyes del mar y complicidad con las mafias internacionales del tráfico de personas . El Partido Popular, acusa al gobierno de improvisación, favorecer el efecto llamada y alentar a las mafias. Más de lo mismo. En Italia, Matteo Salvini, en Francia Marie Le Pen, despliegan los mismos argumentos. Hay acuerdo, practican la aporofobia.

Han destruido países con guerras canallas, pero eluden responsabilidades. La crisis del barco Open Arms , como la crisis del Aquarius en 2018 y ahora el Ocean Viking , demuestra como las vidas humanas y el rescate en alta mar pasan a segundo plano. Todos se tiran la pelota. A Italia le vienen bien los exabruptos xenófobos y racistas de su ministro de Interior Matteo Salvini. El barco podía haber atracado, pero esperó 19 días. Se jugó con la desesperación de los sobrevivientes. Mientras, España desojaba la margarita. Todos criticando al gobierno y el gobierno criticando a Italia. Italia denunciando a la Unión Europea y la derecha sacando partido. Poco importa el sufrimiento de personas que han sido torturadas, violadas, con familias asesinadas y quemadas en su presencia. Sólo en 2017 se ahogaron 2 mil 835 personas cuando intentaban cruzar el mar desde Libia, según los datos de la Organización Internacional para las Migraciones.

Desde Libia o Sudán, la historia es recurrente. Así relata a Médicos Sin Fronteras un joven de 16 años su experiencia antes de ser rescatado: Salí de Sudán después que un grupo armado matara a mi padre (...) Tarde siete días en cruzar el Sahara (...) Traté de cruzar dos veces, pero fui capturado por la Guardia Costera de Libia (...) Estaba en Tayura cuando el Centro de detención fue bombardeado . Mucha gente murió. Logre escapar (...) puedes ver las cicatrices en los pies. Corrí descalzo por las llamas (...) quiero ir a Europa; donde se respeten los derechos humanos, donde me traten como un ser humano y donde pueda encontrar trabajo... Y Yuka Crickmar, técnica de asuntos humanitarios de MSF remata: Cada persona con la que he hablado ha sido encarcelada, ha sufrido extorsión, ha sido forzada a trabajar en condiciones de esclavitud o tortura. También he visto las cicatrices (...) cuando miro sus ojos queda claro por lo que han pasado estas personas. Me decían que estaban listas para morir en el mar, en lugar de pasar otro día más sufriendo en Libia .

Son pobres, existen para ser explotados y extraditados al infierno. No han ganado el primer millón de euros en YouTube, ni son influencers . ¿Para qué rescatarlos? Esta es la verdadera Europa humanitaria. No nos engañemos.

Fuente:
https://www.jornada.com.mx/2019/08/25/opinion/022a1mun

viernes, 11 de mayo de 2018

¿Por qué molestan los barcos que salvan vidas? Responsables de Proactiva Open Arms, acusados de favorecer la inmigración ilegal por negarse a entregar náufragos a Libia.

Ahora resulta que los salvavidas rojos de la organización Proactiva Open Arms, que ha rescatado a miles de náufragos en el Mediterráneo, han dejado de ser el símbolo de una misión humanitaria que no se resigna a que el Mare Nostrum sea una gran tumba de vidas e ilusiones, para convertirse en el arma del delito de una peligrosa organización criminal. O al menos eso parece. El lunes, el juez de instrucción de Catania (Sicilia) ha de decidir la suerte del barco de la ONG que se encuentra inmovilizado en el puerto de Pozzalo y si procesa a su capitán, Marc Reig, y a la responsable de la misión de salvamento, Anabel Montes, por favorecer la inmigración ilegal y el tráfico de personas. En este contencioso se dirime la presencia de las ONG en el rescate de inmigrantes. Los acuerdos con Libia han permitido un cambio de escenario: ya no se trata de rescatar para salvar, sino de rescatar para devolver. Y en esa nueva estrategia, las organizaciones humanitarias pueden ser un estorbo.

El incidente que ha dado lugar a la inmovilización del barco refleja bien el tipo de conflicto que se dirime. El 15 de marzo, el Open Arms recibió un aviso del Centro de Coordinación de Rescate Marítimo de Roma para que acudiera al rescate de una embarcación a la deriva situada a 73 millas de la costa de Libia, con la indicación de que la operación iba a ser coordinada por los guardacostas libios. Pero el barco de la ONG fue el primero en alcanzar a los náufragos y comenzó la tarea de rescate. Cuando había subido a bordo a 25 mujeres y 7 niños, llegó la patrullera libia y exigió la entrega de los inmigrantes. La ONG española se negó. Tres horas duró el forcejeo. Finalmente los libios se retiraron y entonces comenzó el segundo forcejeo: Italia no asignaba ningún puerto en el que atracar. Que fueran a Malta, o a España, les decían. Tras numerosas gestiones, les fue asignado el puerto de Pozzalo, al que llegaron con los 218 náufragos eritreos rescatados. Y allí sigue el Open Arms, con sus responsables pendientes de una posible imputación.

La entrega de los migrantes rescatados a Libia fuera de sus aguas jurisdiccionales y sin que esta sea reconocida como zona de rescate marítimo (RSS) puede considerarse una devolución en caliente que contraviene las normas de la UE. Las ONG que operan en las tareas de salvamento saben que entregar a los náufragos supone devolverlos a Libia, donde serán sometidos a condiciones inhumanas de explotación por parte de las mafias que campan a sus anchas. Libia es un Estado fallido que no puede considerarse en absoluto un país seguro. Los náufragos recogidos por el Open Arms eran eritreos, que tienen reconocido el derecho a asilo en la UE.

Los acuerdos con Libia y esta nueva forma de operar explica que el número de inmigrantes que llegaron a Italia por esta ruta cayó en marzo a 1.400, un 88% menos que en el mismo mes de 2017. En todo el primer trimestre, las llegadas han sido 6.600, casi un 75% menos que el año anterior. Y entre que llegan, los eritreos son el grupo más numeroso. El número de desaparecidos en el mar a lo largo de 2017 de los que se tiene noticia se eleva a 3.116. Nadie discute que se han de hacer esfuerzos por disminuir los flujos migratorios. La cuestión es a qué precio y con qué métodos. De los seis barcos de ONG que operaban en esta ruta ya solo quedan tres: el Open Arms, el Aquarius, de SOS Mediterranée, y el Seefuchs de Sea Eye. Y parece que ya no son tan bienvenidos.

Cinco mitos sobre la crisis de refugiados

El Aquarius saca a la luz la xenofobia europea y el tráfico de migrantes

Dos Italias frente al Mediterráneo

sábado, 28 de abril de 2018

Vanessa Redgrave se pone detrás de la cámara para salvar refugiados. La veterana actriz dirige ‘Sea Sorrow’, documental presentado en el Festival de Cannes sobre la crisis de los que huyen de la guerra.

A sus 80 años, tras cinco décadas de carrera y más de 130 películas sobre sus espaldas como actriz, Vanessa Redgrave ha decidido dar el salto a la dirección. No fue algo planeado, ni siquiera algo que fuera buscando. "Tenía que hacerlo. Y cuando tomas una decisión así no te planteas cómo, simplemente lo haces", explica la veterana intérprete en pleno Festival de Cannes, el marco en el que ha estrenado su ópera prima, el documental Sea Sorrow, (Mar de pena) un sentido retrato sobre la crisis de los refugiados en Europa desde una perspectiva actual e histórica.

Como a tanta gente, la imagen de Alan Kurdi, el niño sirio hallado muerto en una playa turca en septiembre de 2015, la conmocionó. Y, a diferencia de mucha gente, Vanessa Redgrave decidió actuar. Literalmente. Produjo un montaje teatral de La tempestad de Shakespeare con el que recaudó ocho mil euros para el British Refugee Council y después de filmar la obra decidió que podía ir un poco más lejos con un documental en el que mostrar no solo todo lo que había visto en sus visitas a campos, sino todo lo que ella misma había vivido.

“Cuando sabes lo bastante de historia, cuando algunos de tus familiares han muerto, cuando miembros de tu familia han estado muy enfermos y has intentado ayudar siempre a la gente, bien sea dando algo de dinero a Oxfam, Médicos sin fronteras… ves las cosas completamente diferentes y te conviertes en otra persona”, comenta. “Intento explicar esto, aunque no sé si debiera ser necesario para mostrar que ver las cosas de una manera distinta es lo que me llevó a dirigir Sea Sorrow, en vez de solo producirlo; porque pensé que tenía una narrativa personal que ofrecer”.

Su obra benéfica tras ver la foto de Kurdi no era ni mucho menos la primera vez que Vanessa Redgrave se volcaba en ayudar a refugiados y víctimas de conflictos. “Mis hijos son maravillosos porque entendieron siempre por qué he dedicado tanto tiempo a ayudar a otra gente”, dice.

Su propia experiencia, cree, como niña evacuada de Londres durante la II Guerra Mundial fue la que la ha llevado a comprometerse toda su vida con los demás. “No fue hasta mucho después que me di cuenta de que aquello fue un trauma para mí”, explica. Por eso dejó sus estudios de teatro para ayudar a los refugiados húngaros en los 50. Y se volcó con el pueblo palestino ayudando en campos de niños refugiados. “Hasta el punto de que me han llegado a acusar de odiar a los judíos, cuando es completamente falso”, aclara.

Sea Sorrow, dirigida mano a mano con su hijo Carlo Nero,  es el último ejemplo de su activismo político, aunque a la actriz no le gusta definirse como tal. “He sido políticamente comprometida, pero no ha sido algo prioritario en mi vida en los últimos 30 años. Siempre he pensado en mí como parte de un partido político, he ayudado en las elecciones y he prometido y prometo que apoyaré a mi candidata laborista, pero no es porque sea políticamente activa sino porque quiero dejar mi voto en contra de Theresa May”, dice tajante.

El Brexit y la política interior británica no forman parte de su documental porque cree que la crisis de los refugiados es un problema más global, “una cuestión de todos los gobiernos europeos”, una crisis humana ante la que piensa seguir actuando. “Quizá porque he perdido a personas muy cercanas [su hija, Natasha Richardson], me siento con derecho a ser dogmática. Es un viejo dicho: donde hay esperanza, hay vida. Y es verdad, creo que es totalmente absurdo perder la esperanza, pero también lo es basarlo todo en la esperanza. Tenemos que basarnos en hechos, en ayudar. Ayuda, no esperanza. Incluso si ayudas a una sola persona, ya cambias situaciones”, cuenta emocionada. “Mi yerno, Liam Neeson, estaba en La lista Schindler, y cada vez que pienso en esa película me impresiona todos los nombres que Schindler salvó, y aun así no pudo salvar suficientes. Salvar una única vida parece terriblemente pequeño cuando hay tantas, pero si puedo salvar una única vida, ya ha merecido la pena este documental”.

https://elpais.com/cultura/2017/05/19/actualidad/1495208849_335739.html

Vanessa Redgrave,  nueva imagen de Gucci
La tribu de los Redgrave

martes, 24 de enero de 2017

_-- Mediterráneo, canción



 _-Quizás porque mi niñez
sigue jugando en tu playa,
y escondido tras las cañas
duerme mi primer amor,
llevo tu luz y tu olor
por dondequiera que vaya,

Y amontonado en tu arena
guardo amor, juegos y penas

Yo, que en la piel tengo el sabor
amargo del llanto eterno
que han vertido en ti cien pueblos
de Algeciras a Estambul
para que pintes de azul
tus largas noches de invierno.
a fuerza de desventuras,
tu alma es profunda y oscura.

A tus atardeceres rojos
se acostumbraron mis ojos
como el recodo al camino.

Soy cantor, soy embustero,
me gusta el juego y el vino,
tengo alma de marinero.
qué le voy a hacer, si yo
nací en el Mediterráneo.
Nací en el Mediterráneo.


Y te acercas, y te vas
después de besar mi aldea.
jugando con la marea
te vas, pensando en volver.
eres como una mujer
perfumadita de brea

Que se añora y que se quiere
que se conoce y se teme.

Ay, si un día para mi mal
viene a buscarme la parca.
empujad al mar mi barca
con un levante otoñal
y dejad que el temporal
desguace sus alas blancas.

Y a mí enterradme sin duelo
entre la playa y el cielo...

En la ladera de un monte,
más alto que el horizonte.
quiero tener buena vista.

Mi cuerpo será camino,
le daré verde a los pinos
y amarillo a la genista.
Cerca del mar. porque yo
nací en el Mediterráneo.
Nací en el Mediterráneo.
Nací en el Mediterráneo.