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viernes, 7 de septiembre de 2018

La ‘maldad incondicional’ de las bombas nucleares: el recuerdo de los sobrevivientes

En Japón se conoce como hibakusha a quienes sobrevivieron los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki. Aún hay alrededor de 48 mil de ellos en la prefectura de Nagasaki y aproximadamente 83 mil en Hiroshima. Algunos eran niños muy pequeños cuando cayeron las bombas, y otros ya eran jóvenes adultos. Su edad promedio actual es de 80 años. Varios compartieron sus historias y pensamientos este mayo de 2016, antes de la visita del presidente estadounidense Barack Obama, la primera de un mandatario en funciones de ese país desde que Harry Truman ordenó lanzar las bombas en 1945.

Sunao Tsuboi, 93, Hiroshima




Tsuboi era un estudiante universitario de 20 años e iba camino de clases la mañana del 6 de agosto de 1945 cuando cayó la bomba. Sufrió quemaduras en todo el cuerpo, de pies a cabeza.

El dolor era tan fuerte que Tsuboi se sentía seguro de que iba a morir. Tomó una piedra pequeña y alcanzó a rascar el material de un puente cercano para inscribir: “Aquí es donde llegó el fin de Sunao Tsuboi”.

Un compañero lo rescató del puente y lo llevó a un hospital militar. Varios días después lo encontraron ahí su madre y tío, quienes lo llevaron a casa. Pasó un año antes de que pudiera volver a caminar.

Se enamoró de una joven cuyos padres no querían dejarla casarse con él por temor a que estuviera próximo a morir. La pareja, ante la desesperanza, tomó pastillas para dormir en un intento de ambos por estar juntos, aunque las dosis fueron bajas y no fallecieron. Tsuboi consiguió con el tiempo el permiso de sus suegros y siete años después la pareja se casó. Tuvieron tres hijos y siete nietos.

Tras retirarse como director de bachillerato, Tsuboi decidió dedicarse de lleno a la dirección de la rama de Hiroshima de la Confederación de Japón de Organizaciones de Afectados por las Bombas Atómicas y de Hidrógeno.

Tsuboi dijo que el que no haya habido mucho progreso hacia una visión libre de bombas nucleares se debe “a la estupidez de la humanidad”. Respecto a Obama, lo urgió a continuar su lucha por la paz fuera de la presidencia. “El mundo ahora es más complejo”, dijo. “Pero creo que en el fondo de su corazón realmente quiere que todos se lleven bien entre sí”.

Shigemitsu Tanaka, 77 años, Nagasaki


Tanaka tenía casi 5 años cuando cayó la bomba. Estaba jugando debajo de un árbol ese 9 de agosto de 1945 cuando escuchó un estruendo y quedó cegado por una luz blanca. Todas las ventanas de la casa de su familia estallaron.

Su madre fue a trabajar a una primaria local a la que fueron llevados sobrevivientes para recibir cuidado médico. Ahí Tanaka escuchó los gemidos y quedó rodeado por el olor a piel quemada.

Los padres de Tanaka sufrieron varias enfermedades a lo largo de su vida. Su padre falleció por un cáncer de hígado doce años después del bombardeo.

“Claro que hay un sentimiento de que queremos una disculpa”, dijo Tanaka, director del Consejo de Sobrevivientes de la Bomba Atómica. “Pero lo más importante es abolir las armas nucleares”.

Tanaka recalcó que espera que el mundo escuche a los sobrevivientes que aún quedan. “Si no lo hace ahora, en diez años ya no será posible”, dijo.

Miyako Jodai, 78, Nagasaki


Jodai vivía con su abuela y su tía en las laderas de Nagasaki. Solamente recuerda que tras la explosión de la bomba hubo una descarga eléctrica que la dejó inconsciente.

Su hogar fue destruido y no tenían cómo encontrar comida, por lo que la familia escapó hacia Fukuoka, a unos 160 kilómetros al noreste. Llegaron a la casa de una familiar lejana que le ofreció a Jodai la primera oportunidad de bañarse desde el bombardeo. “Fue tan amable”, dijo Jodai. “Me dijo: ‘Hiciste muy bien, al sobrevivir'”.

Ha contado su historia quizá miles de veces y siempre recalca que ella cree que Japón también tiene algo de culpa por los bombardeos. “Creo que hubo muchas oportunidades para prevenir la situación antes de que se soltara la bomba atómica”, dijo. “De haber detenido nuestra agresión quizá habríamos salvado a Japón de ser víctima de esta arma”.

Jodai dijo que espera que Obama y otros escuchen las historias de los hibakusha para “comprender la crueldad y miseria, y el impacto en los humanos de la bomba atómica”.

Yoshitoshi Fukahori, 89, Nagasaki


Fukahori tenía 16 años y trabajaba en una oficina de gobierno como parte de su servicio militar. Cuando cayó la bomba se intentó esconder debajo de un escritorio. “Hubo un ruido fuertísimo y una luz tan brillante, como un rayo”, dijo. “Se sintió como si la habitación se hubiera quedado sin aire”.

Intentó regresar a su casa la noche de 9 de agosto, pero el camino principal que pasaba por el centro del pueblo estaba en llamas. En una ruta alterna, a través de las montañas, se encontró a otras víctimas que buscaban escapar, con vestimentas rotas y cubiertas de ceniza negra. Una mujer lo agarró de la pierna y le rogó que le diera agua. Cuando Fukahori se agachó para ayudar a levantarse a la mujer, se desprendió la piel del brazo de esta.

Fukahori dijo que entiende por qué ningún presidente estadounidense, Obama incluido, ha ofrecido disculpas por lanzar las bombas.

“Lo comprendo, porque Estados Unidos también perdió a muchas personas en la Segunda Guerra Mundial. Todos somos víctimas de la guerra”, dijo.

Kana Miyoshi, 24, Hiroshima


Miyoshi es graduada de la Universidad de la Ciudad de Hiroshima. Es la nieta de Yoshie Miyoshi, sobreviviente que perdió a su padre y a sus hermanos en el bombardeo.

Cuando estaba creciendo Miyoshi nunca le preguntó a su abuela sobre su historia. Pero al empezar a estudiar en la universidad la invitaron a un taller para recopilar testimonios en las islas Marshall, donde hubo varias pruebas nucleares después de la Segunda Guerra Mundial. Comenzó entonces a grabar las historias de personas como su abuela en video.

Miyoshi dijo que cuando era niña en Hiroshima le enseñaron a pensar en las armas nucleares como “una maldad incondicional” e indicó que usualmente no se enseñan las agresiones que realizó Japón como combatiente en la guerra antes de 1945.

“No debemos hablar solo como víctimas, porque también fuimos agresores”, aseguró.

Este artículo fue publicado originalmente en mayo de 2016, antes de que el entonces presidente estadounidense Barack Obama visitara las zonas devastadas siete décadas antes.

https://www.nytimes.com/es/2018/08/06/hiroshima-nagasaki-sobrevivientes/?&moduleDetail=section-news-2&action=click&contentCollection=Reposado&region=Footer&module=MoreInSection&version=WhatsNext&contentID=WhatsNext&pgtype=article

miércoles, 8 de agosto de 2018

Hiroshima y Nagasaki, 73 años del genocidio de Estados Unidos

AVN


Cuatro meses después de finalizar la II Guerra Mundial, el 6 de agosto de 1945, una explosión instantánea dejó más de 100.000 fallecidos, a las que se sumaron luego otras 185.000 producto de la radiación provocada por las bombas atómicas que Estados Unidos arrojó en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.

La noche anterior a la explosión de la bomba en Hiroshima, la alarma por bombardeos aéreos había sonado en la ciudad, no obstante, al día siguiente se levantó la alerta y los habitantes de la ciudad — un poco más de 350.000 personas — fueron a sus trabajos y colegios.

Era las ocho de la mañana, cuando la bomba Little Boy, creada por el Gobierno de los Estados Unidos (EEUU), cayó en la nación asiática, destruyendo el 90% del país.

"Muy pronto comenzamos ver gente saliendo de Hiroshima, todos quemados y la piel cayéndose de la cara, de los brazos. No llevaban ropa, se les había quemado. No sabíamos si eran hombres o mujeres", explicó al medio alemán Deutsche Welle, Mitsuko Heidtke, sobreviviente de la bomba atómica.

Heidtke tenía solo 10 años cuando EEUU decidió atacar al país asiático, como una amenaza para lograr que Japón se rindiera. Su madre desapareció ese día, su padre murió días después de cáncer.

La bomba fue lanzada a unos 9.600 metros de altura, y estalló a 600 metros de altura de la ciudad 43 segundos después de haber sido lanzada. La mayoría de víctimas con síntomas severos de radiación murieron de tres a seis semanas después del bombardeo.

Bun Hashizume, otra de las sobrevivientes del fuerte y atroz ataque autorizado por el presidente estadounidense Harry Truman, explicó que — por motivo de que los jóvenes se encontraban en la guerra del Pacífico con el gobierno de la nación norteamericana — la nación ordenó a hombres y mujeres en edad para cursar la secundaria dejaran las aulas de clase para trabajar.

"Estaba de pie junto a una ventana en el 3º piso del Ministerio de Comunicación (donde trabajaba) cuando vi un poderoso destello. Pensé que el sol se caía en frente de mis ojos. En una fracción de segundo vi arcoiris de colores en todas partes. Ese fue el momento en el que explotó la bomba", manifestó en un testimonial animado, presentado por el medio británico BBC.

Su madre, hermana y tía sobrevivieron al ataque, no obstante, su hermano falleció durante la explosión, indicó.

Un humo blanco invadió la ciudad asiática, llevándose con él niños, animales, en resumen; todo ser vivo desapareció, así como varios edificios. 80.000 personas aproximadamente murieron ese día, sin contar las personas que fallecieron días después a causa de la radiación. 44 segundos le bastó a EEUU para acabar con un país y, 73 años después, los efectos de la radiación siguen.

Tres años después de la explosión, el número de casos de leucemia entre los hibakusha (como se le conoció a los sobrevivientes) ya era superior al de las poblaciones no expuestas y el aumento del riesgo relativo (comparado con grupos de control) tendría su pico a los siete años. Los que eran niños en 1945, presentaron los mayores índices de leucemia de todos los supervivientes.

73 años después, el gobierno de Estados Unidos no ha cambiado. A principios de año, el presidente estadounidense Donald Trump amenazó a Corea del Norte de hacer uso de toda su fuerza nuclear, sí era amenazada la seguridad del país; luego de que el líder de esta nación amenazara en igual de magnitud el uso de una posible arma nuclear.

"Todo EE.UU. está al alcance de nuestras armas nucleares y tengo un botón nuclear en mi escritorio. Es una realidad, no una amenaza", dijo este año el líder norcoreano Kim Jong-un.

Trump por su parte respondió: "Alguien de su régimen hambriento y empobrecido por favor infórmele que yo también tengo un botón nuclear, pero es mucho más grande y más poderoso que el suyo, ¡y mi botón funciona!", abriendo así una ventana que se pensaba cerrada hace 73 años.

El pasado 12 de junio, Kim Jong-un y Trump sostuvieron una cumbre histórica en Singapur, en donde la Paz y desnuclearización fueron los dos puntos principales del acuerdo firmado por ambos mandatarios.

Fuente:
http://www.avn.info.ve/contenido/hiroshima-y-nagasaki-73-a%C3%B1os-del-genocidio-estados-unidos

domingo, 24 de diciembre de 2017

Laureada con Nobel de la Paz insta prohibir armas nucleares.

Agencias

Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN por sus siglas en inglés),  Una destacada activista de la organización ganadora este año del Premio Nobel de la Paz, comparó el domingo el objetivo de su grupo con su lucha personal por sobrevivir al bombardeo atómico de Hiroshima.

Setsuko Thurlow, que tenía 13 años cuando una bomba nuclear devastó la ciudad japonesa en 1945, habló durante la presentación formal del premio Nobel de la Paz en Oslo, Noruega. El grupo es una fuerza impulsora de un tratado internacional para prohibir las armas nucleares.

Thurlow dijo que la explosión la dejó enterrada bajo los escombros de su escuela, pero que pudo ver algo de luz y salir arrastrándose hasta un sitio seguro.

“Ahora nuestra luz es el tratado de prohibición” de las armas nucleares, dijo. “Repito esas palabras que escuché y que me llamaron en aquellas ruinas de Hiroshima: ‘No te rindas. Sigue empujando. ¿Ves la luz? Arrástrate hacia ella’“.

El tratado ha sido firmado por 56 países -ninguno de ellos potencia nuclear- pero ratificado por solo tres. Para ser vinculante requiere la ratificación de 50 países.

La directora ejecutiva de la ICAN, Beatrice Fihn, quien aceptó el premio junto con Thurlow, dijo que aunque el tratado está lejos de ser ratificado “ahora, por fin, tenemos una norma inequívoca contra las armas nucleares”.

“Este es el camino a seguir. Solo hay una manera de prevenir el uso de armas nucleares: prohibirlas y eliminarlas”, agregó.

Los otros premios Nobel anunciados en octubre -ganadores de los premios de Literatura, Física, Química, Medicina y Economía- estaban por recibir sus premios el domingo más tarde en Estocolmo.

jueves, 14 de diciembre de 2017

_- Emotivo alegato antinuclear en la entrega del Nobel de la Paz en Oslo al ICAN. Estados Unidos, Reino Unido y Francia, potencias nucleares, no enviaron a sus embajadores a la ceremonia en señal de protesta.

_- Agencias


La Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN) hizo este domingo un emotivo alegato contra los arsenales atómicos al recibir el Nobel de la Paz y, con el drama de Hiroshima de fondo, urgió a las grandes potencias a unirse al tratado de prohibición consensuado en la ONU.

Esta organización que agrupa a 468 entidades y ONGs en 101 países estuvo representada por su directora ejecutiva, Beatrice Fihn, y la activista y superviviente de la bomba atómica lanzada en 1945 por Estados Unidos sobre Hiroshima (Japón) Setsuko Thurlow, que recogieron juntas el premio y pronunciaron un discurso a medias.

"Representamos la única elección racional, representamos a los que rehúsan aceptar las armas nucleares como un elemento del mundo, unir sus destinos a las líneas de un código de lanzamiento. La nuestra es la única realidad posible, la alternativa es impensable", dijo Fihn al recibir el premio en Oslo.

Fihn rechazó el efecto disuasorio de las potencias nucleares y sostuvo que su utilidad "real" es "provocar miedo y negar la libertad, atrayendo a más países a la carrera nuclear".

Frente a la "aceptación ciega" llamó a reclamar "la libertad de no vivir nuestras vidas como rehenes de una aniquilación inminente" y sostuvo que la ICAN es "la voz de la humanidad".

El alegato estuvo dirigido a que las potencias nucleares -entre ellas Estados Unidos, Reino Unido y Francia, que no enviaron a embajadores a la ceremonia en señal de protesta- acaben con la "amenaza" que suponen sus arsenales atómicos para la Humanidad y se unan al Tratado de Prohibición de Armas Nucleares, que 122 países aprobaron el pasado julio en la ONU.

"La historia de las armas nucleares tendrá un final, de nosotros depende cuál será. ¿Será su fin o el nuestro? Una de esas cosas pasará", afirmó Fihn, quien definió el tratado como "una luz en un tiempo oscuro".

Tras la parte más política y activista del discurso, fue el turno del dramático relato de Setsuko Thurlow, sobreviviente de la bomba atómica lanzada en 1945 por Estados Unidos a la japonesa Hiroshima, que definió las armas nucleares como "el mal máximo" y pidió poner fin de una "locura" intolerable.

"Quiero hacerles sentir la presencia de quienes murieron en Hiroshima y Nagasaki, quiero hacerles sentir una gran nube de un cuarto de millón de almas. Cada persona tenía un nombre, cada persona era amada por alguien. Asegurémonos de que sus muertes no fueron en vano", dijo Thurlow.

La japonesa de 85 años recordó el día del bombardeo, la sensación de "flotar" en el aire, el colapso de su escuela, los gritos de sus compañeros y su sobrino Eiji, de 4 años, convertido en "un trozo fundido de carne" que siguió pidiendo agua hasta morir.
"Mientras salía arrastrándome, las ruinas ardían. La mayoría de mis compañeros murieron quemados vivos. Vi a mi alrededor una devastación total, inimaginable", contó, en declaraciones citadas por la agencia de noticias EFE.

La imagen de ese día en su memoria fue contundente. Había "procesiones de figuras fantasmagóricas que se arrastraban. Gente herida grotescamente sangraba, quemada, ennegrecida, hinchada. Les faltaban partes del cuerpo, la carne y la piel colgaba de sus huesos, algunos tenían las órbitas de los ojos en las manos; otros, los estómagos abiertos y los intestinos colgando", recordó.

Y sostuvo que hay que desmontar el "mito" que las de Hiroshima y Nagasaki fueron "bombas buenas" que acabaron con una "guerra justa", sino que fueron parte de la "desastrosa" carrera armamentista nuclear.

Por su parte, la jurado del Nobel, Berit Reiss-Andersen, reconoció que el mensaje de ICAN es "que el mundo nunca será seguro mientras tengamos armas nucleares".

La firma del Tratado de Prohibición de Armas Nucleares fue el mayor logro de ICAN, que le permitió adjudicarse el galardón anunciado el 6 de octubre último.

El texto prohíbe la producción, posesión, utilización y el almacenamiento de armas nucleares, pese a la resistencia de las potencias nucleares y sus aliados.

"Este tratado tiene poderosos adversarios pero es más importante que nunca", dijo Reiss-Andersen y agregó que la ICAN "sirve a los intereses de la humanidad", informó la agencia de noticias DPA.

El premio, que se entrega en el aniversario de la muerte del creador de los galardones, Alfred Nobel, está dotado con nueve millones de coronas suecas, unos 1,05 millones de dólares.


Redemption Song
(Bob Marley, autor) Versión de John Legend

Old pirates, yes, they rob I
Sold I to the merchant ships
Minutes after they took I
From the bottomless pit
But my hand was made strong
By the hand of the Almighty
We forward in this generation
Triumphantly
Won't you help to sing
These songs of freedom?
'Cause all I ever have
Redemption songs
Redemption songs

Emancipate yourselves from mental slavery
None but ourselves can free our minds
Have no fear for atomic energy
'Cause none of them can stop the time
How long shall they kill our prophets
While we stand aside and look? Ooh
Some say it's just a part of it
We've got to fulfill the Book
Won't you help to sing
These songs of freedom?
'Cause all I ever have
Redemption songs
Redemption songs
Redemption songs

Emancipate yourselves from mental slavery
None but ourselves can free our minds
Wo! Have no fear for atomic energy
'Cause none of them-a can-a stop-a the time
How long shall they kill our prophets
While we stand aside and look?
Yes, some say it's just a part of it
We've got to fulfill the book
Won't you have to sing
These songs of freedom?
'Cause all I ever had
Redemption songs
All I ever had
Redemption songs
These songs of freedom
Songs of freedom

Viejos piratas, si, ellos me robaron
y me vendieron a barcos mercantes
minutos después me sacaron
del agujero mas cruel
Pero mis manos se hicieron fuertes
por la mano del todopoderoso
nos levantamos triunfalmente en esta generación
Todo lo que siempre he tenido son canciones de libertad
nos ayudas a cantar estas canciones de libertad?
Porque es todo lo que tengo, canciones redentoras.

Emanciparte de tu esclavitud mental
Nadie excepto nosotros mismos puede liberar nuestras mentes
No tengas miedo de la energía atómica
Porque ninguno de ellos puede detener el tiempo
Cuanto tiempo más mataran nuestros profetas
Mientras nos quedamos mirando a otro lado
Alguien dijo esto es solo una parte
debemos también nosotros escribir en el libro

Por que no ayudas a cantar, estas canciones de libertad
Porque es todo lo que tengo, canciones redentoras,
canciones redentoras, canciones redentoras.

Emanciparte de tu esclavitud mental
Nadie excepto nosotros mismos puede liberar nuestras mentes
No tengas miedo de la energía atómica
Porque ninguno de ellos puede detener el tiempo
Cuanto tiempo más matarán nuestros profetas
Mientras nos quedamos mirando a otro lado
Alguien dijo esto es solo una parte
debemos también nosotros escribir en el libro

Por que no ayudas a cantar, estas canciones de libertad
Porque es todo lo que tengo, canciones redentoras
Todo lo que tengo, canciones redentoras
Estas canciones de libertad, canciones de libertad

lunes, 11 de diciembre de 2017

_- "Las muertes de millones de personas podrían estar a tan sólo una pequeña rabieta de distancia", dice la líder de Ican, la organización ganadora del Nobel de la Paz 2017. Redacción BBC Mundo

_- El mundo enfrenta una "crisis nuclear" procedente de "un ego herido", destacó Beatrice Fihn, directora ejecutiva de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (Ican, por sus siglas en inglés), organización galardonada con el Nobel de la Paz.

Al aceptar el premio, el domingo en Oslo, Fihn dijo que "las muertes de millones podrían estar a sólo una pequeña rabieta de distancia". "Tenemos una opción: el fin de las armas nucleares o nuestro fin", advirtió.
La tensión entre Estados Unidos y Corea del Norte ha aumentado en los últimos meses por el programa armamentístico de la nación asiática. El conflicto abierto entre el presidente de EE.UU., Donald Trump, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, incluso derivó en ocasiones en ataques personales.

Durante la ceremonia del galardón en Oslo, Fihn consideró que, en estas circunstancias, "un momento de pánico" podría llevar a la "destrucción de ciudades y a las muertes de millones de civiles" a causa de las armas nucleares.
El riesgo de que ese tipo de armas sean usadas, indicó, era "más grande hoy en día que durante la Guerra Fría".

Una sobreviviente
Ican es una coalición de cientos de organizaciones no gubernamentales que han luchado para llegar a un tratado que prohíba las armas nucleares.
Fihn junto a Setsuko Thurlow
Antes de hacer la presentación del premio, la presidenta del comité del Nobel, Berit Reiss-Andersen, hizo una advertencia similar:
"Líderes irresponsables pueden llegar al poder en cualquier estado nuclear".
Reiss-Andersen elogió a Ican no sólo por haber logrado concienciar sobre los peligros de las armas nucleares, sino por intentar erradicarlas.

También reconoció las contribuciones de Setsuko Thurlow, una sobreviviente de la bomba atómica que fue lanzada en Hiroshima y que ahora, a sus 85 años, es una de las activistas de Ican.
Thurlow, quien fue rescatada de los escombros de un edificio que colapsó durante el ataque, dijo que la mayoría de sus compañeros de escuela, quienes estaban en el mismo salón, murieron quemados.

"Procesiones de figuras fantasmales pasaban arrastrando los pies", dijo Thurlow el domingo. "Personas grotescamente quemadas, desangrándose, ennegrecidas e hinchadas", recordó.

La retórica amenazante
En septiembre, en su discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas, Trump urgió a los líderes del mundo a hacer frente a las amenazas de Kim Jong-un y advirtió que, de lo contrario, está preparado para la "destrucción total" de Corea del Norte.

"Ninguna nación en la Tierra tiene el interés de ver que esta banda de criminales se arme con dispositivos nucleares y misiles. Estados Unidos tiene fuerza y paciencia, pero si se ve obligado a defenderse o a defender a sus aliados, no habrá otra opción que la total destrucción de Corea del Norte", afirmó.

Ese mismo mes, Corea del Norte anunció que había llevado a cabo una prueba de una bomba de hidrógeno que puede ser transportada en un misil balístico de largo alcance. El país asiático indicó que esta prueba, su sextoensayo nuclear, fue "un éxito perfecto" y ocurrió después de que sismólogos detectaron fuertes temblores en la región.

Una nueva fuerza
La ICAN fue creada en 2007 con el ánimo de impulsar a los países a firmar el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares propuesto ese mismo año en el seno de Naciones Unidas.

Actualmente tiene su sede en Ginebra, Suiza. Hasta el pasado mes de julio, 122 países alrededor del mundo han firmado el tratado. Sin embargo, 69 países se han abstenido de hacerlo, entre los que se encuentran las potencias mundiales como Rusia, Estados Unidos y China. "En el último año, la ICAN, han tomado una nueva fuerza, un nuevo vigor, en alcanzar la meta de tener un mundo sin armas nucleares", dijo el Comité del Nobel.

http://www.bbc.com/mundo/noticias-42299844

Organizaciones por la paz y contra las armas nucleares.
http://www.icanw.org/campaign/partner-organizations/


When you're weary, feeling small
When tears are in your eyes, I'll dry them all (all)
I'm on your side, oh, when times get rough
And friends just can't be found
Like a bridge over troubled water
I will lay me down
Like a bridge over troubled water
I will lay me down
When you're down and out
When you're on the street
When evening falls so hard
I will comfort you (ooo)
I'll take your part, oh, when darkness comes
And pain is all around
Like a bridge over troubled water
I will lay me down
Like a bridge over troubled water
I will lay me down
Sail on silver girl
Sail on Silver Girl,
Sail on by
Your time has come to shine
All your dreams are on their way
See how they shine
If you need a friend
I'm sailing right behind
Like a bridge over troubled water
I will ease your mind
Like a bridge over troubled water
I will ease your mind.
        Cuando estés abrumado
y te sientas pequeño
Cuando haya lágrimas en tus ojos,
yo las secaré todas
Estoy a tu lado.
Cuando las circunstancias sean adversas
Y simplemente no encuentres amigos
Como un puente sobre aguas turbulentas
Yo me desplegaré
como un puente sobre aguas turbulentas
Yo me desplegaré
Cuando te sientas deprimido y extraño
cuando te encuentres perdido
cuando la noche caiga sin piedad
Yo te consolaré
Yo estaré a tu lado
Cuando llegue la oscuridad
y te envuelvan las penas
como un puente sobre aguas turbulentas
Yo me desplegaré
como un puente sobre aguas turbulentas
Yo me desplegaré
Navega, chica plateada
Navega
Ha comenzado a brillar tu estrella
todos tus sueños se verán colmados
Mira cómo resplandecen
Si necesitas un amigo,
Yo navego tras de ti
Como un puente sobre aguas turbulentas
Aliviaré tu mente
Como un puente sobre aguas turbulentas
Aliviaré tu mente.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

_- Por la abolición de las armas nucleares



_- El Premio Nobel de la Paz, otorgado a la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), una coalición de cientos de ONG de decenas de países, pone de manifiesto la irresponsabilidad de los Estados al tratar de disuadir mediante el terror. Lejos de garantizar la paz, se extiende el riesgo de una catástrofe monstruosa, como lo ejemplifica la crisis coreana.

«El mundo es lo que es, es decir, poca cosa. Es lo que todos sabemos desde ayer». Así comienza el editorial del diario Combat (leer aquí el texto íntegro en francés), del 8 de agosto de 1945, escrito por su redactor jefe, Albert Camus. Dos días antes, el 6 de agosto, una bomba atómica lanzada desde un avión de la US Air Force había destruido la ciudad japonesa de Hiroshima y segado la vida de al menos 70.000 personas, antes de que una segunda, lanzada el 9 de agosto, en la ciudad de Nagasaki, provocase, según las cifras más optimistas, 40.000 muertes; el historiador norteamericano Howard Zinn cree que el número total de víctimas ascendió a 250.000.

En la soledad más absoluta, Camus fue uno de los pocos que no aplaudió a pesar de dirigir un diario salido de la Resistencia; quería desde luego la capitulación de Japón, aliado de la Alemania nazi, pero veía más allá del hecho inmediato y de la complacencia ciega por un progreso destructor que, en los medios de comunicación de la época, se imponía sobre cualquier otra consideración. «Nosotros lo resumiremos en una frase: la civilización mecánica acaba de alcanzar su último grado de salvajismo. Será preciso elegir, en un futuro más o menos próximo, entre el suicidio colectivo o la utilización inteligente de las conquistas científicas», escribirá.

En claro contraste, para ser conscientes de la audacia de Camus frente al espíritu de la época, baste con recordar la edición de Le Monde, de ese mismo 8 de agosto de 1945, fríamente aséptica en su primera, pero adornada con un antetítulo que resume la inconsciencia colectiva frente a las técnicas mortíferas: «Una revolución científica».

Nos separan 72 años de este editorial de Combat y, sin embargo, su conclusión parece una profecía más de actualidad que nunca: «Nosotros nos rehusamos a sacar de una noticia tan grave otra conclusión que no sea la decisión de abogar más enérgicamente aún a favor de una verdadera sociedad internacional, en la que las grandes potencias no tengan derechos superiores a los de las pequeñas y medianas naciones, en la que la guerra, azote hecho definitivo por el solo efecto de la inteligencia humana, no depende más de los apetitos o de las doctrinas de tal o cual Estado. Ante las perspectivas aterradoras que se abren a la humanidad, percibimos aún mejor que la paz es la única lucha que vale la pena entablar. No es ya un ruego, sino una orden que debe subir de los pueblos hacia los gobierno, la orden de elegir definitivamente entre el infierno y la razón».

Esta orden acaba de renovarla el Comité Nobel al distinguir, con el Premio de la Paz 2017, a la ICAN (International Campaign to Abolish Nuclear Weapons). «Vivimos en un mundo en el que el riesgo de que se empleen armas nucleares es más elevado de lo que lo ha sido en mucho tiempo», señaló la presidenta del comité noruego, Berit Reiss-Andersen. «Algunos países modernizan sus arsenales nucleares y el peligro de que más países se doten de armas nucleares es real, como ha demostrado Corea del Norte». Acto seguido, instó a las potencias nucleares a entablar «negociaciones serias» para acabar con sus arsenales.

Al destacar una campaña internacional que surge de la sociedad civil, el Nobel interpela a la ceguera colectiva de un mundo en el que la potencia establecida tiene como sinónimo la destrucción potencial. Esta ceguera también es el de cada uno de nosotros, incapaces de imaginar que lo peor pueda surgir de la modernidad científica más completa y, al mismo tiempo, la más perversa, la inteligencia humana que ha conseguido inventar el arma capaz de exterminar a nuestra propia especie mediante la destrucción de todos los seres vivos del planeta.

El mantenimiento de la bomba nuclear, su producción y su proliferación, pone de evidencia, hasta lo absurdo, el estado un mundo cuyo orden aparente no es sino un desorden persistente. Del mismo modo que son los cinco primeros compradores de armas del mundo –que alimentan con su comercio guerras que la ONU, en teoría, ha de hacer frente–, los cinco Estados miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que disponen de un derecho de veto, fueron las primeras naciones en dotarse de esta arma definitiva de destrucción masiva: Estados Unidos, Rusia (después de la URSS), Reino Unido, Francia y China.

Después se sumarían otras cuatro potencias nucleares: India, Pakistán, Israel, Corea del Norte, que se inscriben en zonas geopolíticas de conflictos de larga duración, donde su desarrollo es tan incierto como incontrolables pueden pasar a ser sus actores algún día. Y vendrán otros inevitablemente mañana en un mundo definitivamente transnacional, de conexión y de redes, como ha demostrado el papel activo de un científico pakistaní, Abdul Qadeer Khan, héroe nacional de su país donde es considerado el padre de la bomba atómica, en la proliferación internacional sobre todo hacia Corea del Norte.

Ayer consistía en un presunto argumento de equilibrio durante una guerra fría de dos ejes, americano y soviético –«La disuasión contiene la extrema violencia», resumía Raymon Aron–, las armas nucleares ahora se sueltan en un mundo multipolar, cuyos interventores tienen sus propias lógicas de supervivencia y protección, fuera del juego de las antiguas grandes potencias. Su posesión se ha convertido en el comodín de las dictaduras de naciones pobres, pequeñas o frágiles, frente a la arrogancia dominadora y predadora de las democracias de los países ricos.

Por peligrosa que sea para la paz del mundo, sobre todo frente a Estados Unidos país dirigido por el imprevisible Donald Trump, la actitud de la Corea del Norte de Kim Jong-un es racional, desde el punto de vista de su propio poder totalitario y de su propia supervivencia. Las caídas violentas de Sadam Hussein en Irak y después de Gadafi en Libia, provocadas por intervenciones militares extranjeras que han sumido a sus respectivos países en el caos, lo han convencido evidentemente, lo mismo que ellas convencerán mañana a otros tiranos opresores de sus pueblos, de que la posesión de armas nucleares es el único seguro de vida de su reino y de su persona.

De modo que la imprevisión y la irresponsabilidad están del lado de las viejas potencias que se apoyan en una estrategia de disuasión que ya no controlan en la medida en que su corolario, la no proliferación de armas nucleares, cada vez es más aleatorio. Por el contrario, el realismo y la lucidez están del lado de la ICAN, coalición formada por casi 500 ONG que actúan en más de cien países. Nacida en 2007, en diez años ha sabido llevar hasta la ONU un tratado de prohibición de las armas nucleares, aprobado en julio pasado por 122 países y sometido a ratificacióndesde el 20 de septiembre (el texto está disponible aquí y la presentación del ICAN aquí). Como las otras grandes potencias del Viejo Mundo, Francia se opone, por voz de sus gobernantes sin imaginación ni visión, definitivamente sordos a la llamada de Camus a elegir entre el infierno y la razón.

El Tratado de prohibición o la victoria de Günther Anders

Como sucede a menudo, las sociedades son más inteligentes que los Estados que fingen regentarlos. Lo mismo que con las minas antipersonas o las bombas de racimo –gracias a las campañas de opinión, hay convenciones internacionales que las prohíben desde 1997 y 2008–, la movilización ciudadana ha permitido paliar la incapacidad de las potencias a la hora de poner en marcha sus propios compromisos. El Tratado de No Proliferación Nuclear, de 1968, dice, en su artículo 6, que los Estados firmantes se comprometían «de buena fe a iniciar negociaciones sobre medidas eficaces relativas al cese de la carrera de armamentos nucleares en fecha cercana y al desarme nuclear y sobre un tratado de desarme general y completo bajo estricto y eficaz control internacional».

Ha ocurrido exactamente lo contrario. El número de potencias nucleares casi se ha duplicado, el privilegio del terror que se cernía sobre las primeras de entre ellas ha sido cuestionado cada vez más. Según un informe reciente del Senado francés, nueve Estados poseían, a principios de 2016, alrededor de 15.395 armas nucleares. La proliferación de estas armas de destrucción masiva es una realidad tangible, cinco naciones europeas, además de Francia, tienen, según la ICAN, bombas atómicas en el marco de los acuerdos de la OTAN. Y, siempre según la coalición internacional, los países que tienen armas nucleares gastan cada año al menos 105.000 millones de dólares para el mantenimiento y la modernización de sus arsenales, una suma increíble que podría ser destinada de forma útil al servicio del bien común de los respectivos pueblos, en sanidad, educación, equipamiento, etc. Y, por último, el audaz discurso de Barack Obama en 2009 en Praga instando a «un mundo sin armas nucleares» quedó en papel mojado.

Con este argumentario, tan concreto como pertinente, la ICAN consiguió imponer un tratado de prohibición de las armas nucleares, igual que existe con las armas biológicas y químicas. Dicho de otro modo, prohibir las armas de destrucción masiva cuyo uso amenaza el género humano y supone un crimen contra la humanidad. El artículo 1 de tratado dice que estará prohibido «en cualquier circunstancia desarrollar, probar, producir, fabricar, comprar, poseer o almacenar armas nucleares u otros dispositivos nucleares explosivos». Además, prohíbe también las políticas de disuasión y recuerda que es una pedagogía desastrosa del miedo: «Tal y como recoge la Carta de Naciones Unidas, los Estados deben abstenerse, en sus relaciones internacionales, de recurrir a la amenaza o al empleo de la fuerza», los firmantes del tratado deberán comprometerse a «no emplear nunca, ni amenazar con emplear, nunca, en ninguna circunstancia, armas nucleares».

Günther Anders ya no está en este mundo para ver el punto en que se encuentra el que fue su compromiso vital. Llamado en realidad Günther Stern (1902-1992), primer marido de otra gran figura de la intelectualidad del siglo pasado, Hannah Arendt, fue el primer filósofo de la era atómica y más esencialmente un pensador de la catástrofe. Conocido por el gran público, a comienzo de los 60, por su diálogo con Claude Eatherly, presentado como «el piloto de Hiroshima», es en realidad el hombre que transmitió a la tripulación del bombardeo la luz verde ("Go ahead") del presidente norteamericano y que vivió desde entonces lleno de remordimientos. Esta correspondencia, recientemente recuperada en la obra Hiroshima est partout, es una ilustración pedagógica –como lo será en 1988 su formidable Nous, fils Eichmann, interpelación del hijo arrepentido del artífice del exterminio de los judíos de Europa– de su reflexión decisiva sobre el significado de la bomba atómica, más allá mismo de su monstruosidad.

Para Anders, abruma un mundo prisionero de la técnica, de su eficacia a corta vista y de su irresponsabilidad más esencial, un mundo deshumanizado que ya no sabe imaginar, y sobre todo la posibilidad de la catástrofe, ni sentir, y especialmente el aumento de los peligros. Nuestra alienación, no dejó de repetir, es no llegar a pensar en la repetición, no conseguir entrever «que lo que se había producido una vez podía producirse una segunda vez e incluso con menos inhibición». Lo que llamaba «el síndrome Nagasaki», esta repetición a menudo eclipsada, «desenvuelta, irreflexiva, desmotivada», insistía, de la destrucción de Hiroshima. Basta con leer las reacciones oficiales francesas a la campaña de la ICAN –«El contexto internacional no permite ninguna debilidad», se deleitó el Ministerio de Asuntos Exteriores –para comprender cómo el pensamiento de Anders resuena aún como una saludable provocación.

En su obra principal, iniciada en los años 50, L’Obsolescence de l’homme, no duda en afirmar que «los señores de la bomba son nihilistas activos». Porque el que admite que el efecto de su acto pueda ser el aniquilamiento de la humanidad deberá ser considerado como culpable de nihilismo destructor a escala planetaria. «Cualquier hombre tiene los principios de la cosa que posee», enuncia Anders: por tanto, poseer la bomba atómica, es aceptar la posibilidad de la destrucción de la humanidad y de los seres vivos por parte de los hombres. En la era atómica, concluye, «existimos cual muertos vivientes. Y es verdaderamente la primera vez».

Mientras Donald Trump amenazaba, en la última asamblea general de Naciones Unidas, con «destruir totalmente» Corea del Norte, antes de evocar recientemente su enigmático «calma antes de la tempestad», seguido de un misterioso «una sola cosa funcionará». Francia socio de Estados Unidos y de Reino Unido, ha acabado con el tratado de prohibición de la bomba atómica al afirmar que «desprecia claramente las realidades del entorno de seguridad mundial». ¡Como si las armas nucleares nos fuesen de alguna ayuda frente a las inestabilidades del mundo que nutren injusticias económicas, negaciones democráticas, desordenes guerreros y cambios climáticos!

Como si, sobre todo Francia, no tuviese que meditar esta obstinación nuclear que, con la presidencia de François Mitterrand, promotor del mayor número de ensayos nucleares en el Pacífico, la cegó al nuevo mundo multipolar que venía. No es casualidad si Paul Quilès, ministro de Defensa socialista en 1985 fue testigo del desastre del caso Greenpeace, ese atentado ocurrido en Nueva Zelanda fruto de la arrogancia nuclear francesa, es hoy el político más comprometido con el desarme nuclear (ver aquí su blog). Como el piloto de Hiroshima, meditó la ceguera humana de una potencia basada en el dominio de los asesinatos masivos. Es hora de elegir entre el infierno y la razón.
Versión española : Mariola Moreno, infoLibre, socio editorial de Mediapart.
Edición Irene Casado Sánchez.
Edwy Plenel Periodista francés, antiguo militante de la LCR, director de la redacción de Le Monde de 1996 a 2004, fue despedido por divergencias en la dirección del periódico. Actualmente es director de Mediapart, el principal órgano informativo de la izquierda francesa en internet.

Fuente:
https://www.mediapart.fr/es/journal/international/171017/por-la-abolicion-de-las-armas-nucleares?onglet=full

Organizaciones por la paz y contra las armas nucleares:
http://www.icanw.org/campaign/partner-organizations/

jueves, 26 de octubre de 2017

_- Atomic bomb survivor to jointly accept Nobel Peace Prize on ICAN’s behalf.

_- INTERNATIONAL CAMPAIGN TO ABOLISH NUCLEAR WEAPONS (ICAN) ·
JUEVES, 26 DE OCTUBRE DE 2017

An 85-year-old survivor of the 1945 atomic bombing of Hiroshima will jointly accept this year’s Nobel Peace Prize on behalf of the International Campaign to Abolish Nuclear Weapons (ICAN).

Setsuko Thurlow, who was 13 years old when the United States attacked her city, will receive the award together with ICAN’s executive director, Beatrice Fihn, at the Nobel Peace Prize ceremony in Oslo on 10 December.

Thurlow has been a leading figure in ICAN since its launch in 2007. She played a pivotal role in the United Nations negotiations that led to the adoption of the landmark treaty outlawing nuclear weapons in July.

For more than seven decades, she has campaigned against the bomb. Her powerful speeches at diplomatic conferences and in classrooms have inspired countless individuals around the world to take action for disarmament.

Two other survivors of the atomic bombings, to be selected by the Japan Confederation of A- and H-Bomb Sufferers Organizations, will also attend the prize ceremony, as will survivors of nuclear testing.

Fihn, who is based in Geneva, has worked in the area of disarmament for the past decade, including with the Women’s International League for Peace and Freedom. She has a law degree from the University of London.

“In our advocacy, we have always emphasized the inhumanity of nuclear weapons. Devices that are incapable of distinguishing between a combatant and a child are simply unacceptable,” said Fihn.

“Survivors of the atomic bombings of Hiroshima and Nagasaki are living witnesses to the horror of nuclear war. They have played a central role in ICAN. World leaders must heed their call for a nuclear-weapon-free future.”

Thurlow and Fihn will jointly deliver the Nobel lecture and receive the medallion and diploma from the Norwegian Nobel committee. They will do so as representatives of ICAN, this year’s Nobel peace laureate.

ICAN was awarded the prize “for its work to draw attention to the catastrophic humanitarian consequences of any use of nuclear weapons and for its ground-breaking efforts to achieve a treaty-based prohibition of such weapons”.

ICAN is a diverse coalition of 468 non-governmental organizations in 101 countries promoting adherence to and implementation of the United Nations nuclear weapon ban treaty.

ICAN campaigners around the world will take part in celebrations on 10 December and renew their appeal for governments to sign and ratify this crucial new international accord without delay.

Thurlow said that she was overjoyed by the news that ICAN had won the Nobel Peace Prize, describing it as a wonderful and well-deserved honour. “I am so deeply humbled to have been invited to jointly accept the prize on behalf of the campaign,” she said.

“It has been such a privilege to work with so many passionate and inspirational ICAN campaigners around the world over the past decade. The Nobel Peace Prize is a powerful tool that we can now use to advance our cause.”

Organizaciones por la paz y contra las armas nucleares.
http://www.icanw.org/campaign/partner-organizations/

jueves, 7 de julio de 2016

Japón. Identifican al niño, Shoji Tanisaki, carbonizado que aparece en la icónica fotografía de Nagasaki


El rostro ovalado y la forma de los ojos del adolescente es "similar" en ambas imágenes, por lo que el experto concluyó que es, con un alta probabilidad, este niño japonés, que residía cerca de la zona cero el ataque y a quien sus hermanas menores reconocieron en la fotografía en 2015.

Agencias

Un experto forense japonés ha logrado identificar 71 años después al protagonista de "Cuerpo carbonizado de un niño cerca de la zona cero", una de las fotografías más icónicas del bombardeo atómico a Nagasaki al final de la II Guerra Mundial.

La comparación de los rasgos del niño que aparece en la imagen captada por el fotógrafo japonés Yosuke Yamahata con otra del pequeño cedida por su familia permitió a un científico de la Universidad japonesa de Kyushu desvelar que se trata de Shoji Tanisaki, de 13 años, según informaron ayer los medios japoneses.


La impactante imagen, que muestra en blanco y negro un cadáver sobre escombros prácticamente carbonizado, fue captada por Yamahata el 10 de agosto de 1945 en Nagasaki, apenas un día después de que Estados Unidos lanzase la bomba atómica sobre esta ciudad japonesa en la que fallecieron alrededor de 74.000 personas.

Pese a que la fotografía ha estado expuesta durante años en este Museo de la Bomba Atómica dedicado a la tragedia nuclear, no fue hasta el año pasado cuando las hermanas de Shoji Tanisaki se percataron de que la víctima retratada en la imagen se parecía a su hermano mayor, quien murió en el ataque.

El hijo del fotógrafo, Shogo Yamahata, explicó a Efe que regaló esta fotografía a las ancianas, quienes le contactaron el pasado otoño para indagar sobre la identidad del chico de la imagen intuyendo que era su hermano.

Posteriormente, la fotografía fue analizada en la Universidad nipona de Kyushu a petición de una asociación civil de víctimas y se confirmó que Shoji Tanisaki era el protagonista de la icónica imagen.

Miyoko Nishikawa, de 78 años y una de las hermanas de la víctima, se lamenta de no haber logrado identificar los restos de su hermano mayor antes del fallecimiento de sus padres, según Yamahata. "Mi hermana y yo reconocimos a Shoji en la imagen. Nos pusimos muy contentas al verle de nuevo. Lo único que conservamos de él es un paraguas y una botella de agua dañados por la radiación", contó emocionada la otra hermana de la víctima, Kei Yamaguchi, en una rueda de prensa emitida por la cadena pública NHK.

El responsable de la fotografía, Yosuke Yamahata, trabajaba como fotógrafo militar para el Gobierno nipón y fue el primero en retratar el estado en el que quedó la ciudad tras el bombardeo ejecutado por Estados Unidos el 9 de agosto de 1945, el segundo de la historia tras el que sufrió Hiroshima días antes.

Falleció en 1966, a los 48 años, a causa de un cáncer que desarrolló al haberse expuesto a la radiación de la ciudad japonesa.

Además de la imagen "Cuerpo carbonizado de un niño cerca de la zona cero", sus fotografías de otras víctimas, como una madre japonesa amamantando a su bebé, y las que reflejan la devastación que causó el ataque atómico se han convertido en un símbolo contra las armas nucleares.

lunes, 10 de agosto de 2015

Nagasaki, víctima olvidada del horror. El impacto de la bomba sobre Hiroshima ensombrece el recuerdo del segundo ataque.



Japón  aún estaba conmocionado Habían pasado tan solo tres días desde que la primera bomba atómica de la trágica historia de las guerras  estallase sobre la ciudad de HiroshimaPero a las 11.02 del 9 de agosto de 1945, en el extremo sur del país, en Nagasaki, el avión estadounidense B-29 Boxcar pilotado por el general Charles W. Sweeney lanzó la segunda bomba, de plutonio y con una carga incluso mayor que la anterior. Con la misma carga emocional que hace tres días, pero con un mensaje al Gobierno nipón mucho más directo contra el abandono del pacifismo en la Constitución, Japón conmemoró ayer el 70 aniversario de aquel trágico día, aún presente en la memoria de sus ciudadanos.

Hiroshima, la primera ciudad en recibir el ataque atómico, y la que padeció un mayor número de víctimas —140.000 en 1945— ha centrado las miradas. Nagasaki, que perdió 70.000 ciudadanos, ha pasado en general más desapercibida.

A su ceremonia en recuerdo de las víctimas y en exigencia de la paz mundial acudió, como el 6 de agosto a Hiroshima, el primer ministro japonés, Shinzo Abe. Frente a la mirada de las autoridades locales y algunos de los supervivientes de los bombardeos nucleares —los hibakusha— reiteró su llamamiento al fin absoluto de las armas nucleares, su mensaje habitual en estas conmemoraciones. Sí tuvo buen cuidado, a diferencia de hace tres días, en subrayar el respeto a los principios pacifistas, una mención habitual en otras ocasiones y que omitió hace tres días, algo que le valió numerosos reproches.

La opinión pública nipona se encuentra profundamente dividida ante la reinterpretación constitucional que promueve el Gobierno de Abe. Una serie de proyectos de ley, ya aprobados por la Cámara Baja y pendientes solo del visto bueno de la Cámara Alta, consagrarán una mayor participación de las fuerzas armadas japonesas en misiones en el exterior. Aunque el Ejecutivo insiste en que el papel de sus militares será muy limitado y siempre en ayuda de aliados en peligro, sus críticos le acusan de abandonar un pacifismo consagrado en la Carta Magna vigente desde la posguerra y que ha sido una de las señas de identidad del país desde entonces.

El alcalde de Nagasaki se hizo eco de ese sentir: “Mucha gente se pregunta si el principio pacifista de Japón, que nos impide involucrarnos en ninguna guerra, está siendo erosionado por esta iniciativa”, manifestó en la ceremonia Tomihisa Taue. “Nunca debemos abandonar este principio, sobre el que se ha construido la prosperidad del Japón actual. No podemos olvidar los recuerdos trágicos que nos dejó la guerra”, prosiguió.

La orografía como escudo
El impacto de Fat Man —como se llamó a esa segunda la bomba atómica— en Nagasaki segó la vida de más de 74.000 personas. El daño, a diferencia de lo que sucedió tres días antes en Hiroshima, fue mitigado sin embargo por la orografía de la ciudad, rodeada de valles y colinas. El pronóstico meteorológico también ayudó: la proximidad de nubes hizo que la bomba se arrojara contra un barrio periférico, en lugar del centro. Cuando la bomba cayó sobre la ciudad, Estados Unidos ya conocía el horror que había ocasionado en Hiroshima. Tras esos impactos, más la declaración de guerra rusa el 8 de agosto, la participación de Japón en la guerra tenía las horas contadas.

Seis días después de Nagasaki, el 15 de agosto, el emperador Hirohito, con cierta oposición en las Fuerzas Armadas, difundió un comunicado radiofónico en el que anunciaba la capitulación de su país  frente a Estados Unidos.

MÁS INFORMACIÓN


http://internacional.elpais.com/internacional/2015/08/10/actualidad/1439158023_587177.html

martes, 17 de marzo de 2015

La última voz del proyecto que desarrolló la bomba atómica Roy Glauber, Nobel de Física y único participante vivo en el Proyecto Manhattan en el laboratorio secreto de Los Álamos, cuenta su experiencia en un documental

Muchas personas ansían la fama, otras la alcanzan por partida doble. Éste es el caso del profesor Roy J. Glauber (New York 1925), que sigue activo en  su cátedra en el Departamento de Física de la Universidad de Harvard. El primer mérito de Glauber es que fue él quien consiguió comprender, en 1963, por qué la luz de un láser es tan especial, por qué se comporta de una forma tan diferente a la luz de una bombilla o a los rayos del sol. Glauber fue el primero en entender que los fotones obedecen las leyes de la mecánica cuántica y que, gracias a ello, pueden comportarse colectivamente de forma coherente. Aquella magnífica contribución,  la teoría cuántica de la coherencia óptica le valió a Glauber el premio Nobel de Física de 2005.

Pero el profesor Glauber merece ser célebre a día de hoy por otro hecho incontestable. Él es -ni más ni menos- el último científico vivo que participó en la construcción de la primera bomba atómica durante la Segunda Guerra Mundial. Las palabras de Glauber son la última voz que ostenta la autoridad moral de narrar de forma directa, sin reinterpretaciones históricas posteriores de terceros, la evolución del proyecto científico que cambió el mundo. Él es el último testigo no sólo del proceso entero, sino de la vida de todos sus protagonistas.

Nuestras charlas con Glauber se han traducido en  un documental que hemos titulado That's the story (Esa es la historia), porque así nos lo dijo él. Gracias a la colaboración del Archivo de Los Álamos, el documental cuenta con imágenes de la vida diaria en el laboratorio que fueron desclasificadas recientemente y que ven la luz por primera vez.

La historia de Glauber se remonta a 1943, cuando a la edad de 18 años fue captado para trabajar en un proyecto secreto en Los Álamos, cerca de Santa Fe, Nuevo México. Poco antes, en 1941, el presidente Roosevelt había aprobado un programa secreto de alta prioridad para crear una nueva arma, de potencia impredecible. Aquel esfuerzo recibió el nombre de  Manhattan Engineering District (abreviado a Proyecto Manhattan) y se nombró al general Leslie Groves como su director. Éste, a su vez, nombró a J. Robert Oppenheimer como director científico del proyecto. Ambos decidieron concentrar a los mejores científicos de aquel momento en el laboratorio de Los Álamos.

La idea directriz del Proyecto Manhattan consistía en aprovechar una reacción de fisión nuclear en cadena. Nadie sabía a ciencia cierta si los problemas técnicos harían viable la construcción de una bomba. Pero la posibilidad de que la fisión nuclear pudiera ser aprovechada por el bando alemán hacía perentorio el desarrollo de un programa de investigación fuertemente financiado. A día de hoy sabemos cómo evolucionó el proyecto. La primera explosión de una bomba atómica se realizó en julio de 1945 en el desierto de Alamogordo. Aquel ensayo recibió el mítico nombre de Trinity.  Veintiún días después, Estados Unidos lanzó dos bombas atómicas  que destruyeron Hiroshima y Nagasaki. La devastación de estas ciudades y la consiguiente masacre con cientos de miles de personas fallecidas aceleraron la rendición de Japón. Se inició, así, la guerra fría entre Estados Unidos y la URSS, cuyas consecuencias todavía vivimos 70 años después.

Glauber se unió al laboratorio de Los Álamos cuando todavía cursaba tercero de la licenciatura de Física (¡y, a la par, varios cursos de doctorado!). Él justifica su fichaje por el proyecto con la frase: “Había escasez de talento en los Estados Unidos”. Efectivamente, muchos estudiantes y profesores se habían unido a las fuerzas armadas y luchaban en los distintos frentes hasta el punto que Harvard superaba las 10.000 bajas entre los miembros de su comunidad. Por otra parte, otros muchos científicos se habían sumado a proyectos militares de diversa índole. No era fácil, pues, hallar jóvenes de manifiesto potencial intelectual. Glauber sí tenía el talento necesario.

De la noche a la mañana, el laboratorio de Los Álamos se convirtió en un experimento social en sí mismo. Oppenheimer trataba de reunir en un único lugar a la mayor cantidad de cerebros del planeta. Y así fue como, perdidos en el medio de la nada, fueron a trabajar físicos de la talla de Hans Bethe (Nobel en 1967), Richard Feynman (Nobel en 1965), Norman F. Ramsey (Nobel en 1989), Victor Weisskopf, Eduard Teller y un largo etcétera. También visitaron Los Álamos con frecuencia otros científicos no menos notables como Niels Bohr (Nobel en 1922), Enrico Fermi (Nobel en 1938) o Isodor Isaac Rabi (Nobel en 1944). Los Álamos fue, sin duda alguna, el mayor centro de inteligencia de la tierra...

Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2015/03/12/babelia/1426163621_568548.html

miércoles, 10 de agosto de 2011

Hiroshima y Nagasaki

En el día de ayer Japón conmemoró el aniversario del, desde un punto de vista cualitativo, mayor crimen de guerra de la historia, esto es, el bombardeo atómico de las dos ciudades japonesas Hiroshima y Nagasaki durante la II Guerra Mundial. La pretensión de los agresores fue la destrucción total, la destrucción de todo vestigio de vida humana, animal o vegetal, y también la destrucción de bienes e infraestructuras ciudadanas como si nunca el ser humano hubiera habitado allí. 

Los japoneses han digerido igual que cada año su dolor y el Gobierno japonés ha hecho un llamamiento sobre el peligro de la energía nuclear, como equiparando la crisis nuclear recientemente padecida con la incalificable agresión sufrida en aquellos días por las dos ciudades mártires... MANUEL LICERAS RUIZ, El País, 10/08/2011. Más aquí.

...El general Dwight D. Eisenhower describe cómo reaccionó cuando el secretario de Guerra Henry L. Stimson le dijo que se utilizaría la bomba atómica:

“Durante su enumeración de los hechos relevantes, fui consciente de un sentido de depresión y por lo tanto le expresé mis graves dudas, primero sobre la base de mi creencia de que Japón ya estaba derrotado y que el lanzamiento de la bomba era totalmente innecesario, y segundo porque pensaba que nuestro país debía evitar el choque a la opinión pública mundial por el uso de un arma cuyo empleo, pensaba, ya no era indispensable como una medida para salvar vidas estadounidenses”.

En otra declaración pública, el hombre que después llegó a ser presidente de EE.UU. fue directo: “No era necesario atacarlos con esa cosa horrible”.

El general Curtis LeMay, el duro “halcón” de la Fuerza Aérea del Ejército, también se desanimó. Poco después de los bombardeos declaró en público: “La guerra habría terminado en dos semanas… La bomba atómica no tuvo nada que ver en absoluto con el final de la guerra.”

El almirante de la Flota, Chester W. Nimitz, comandante de la Flota del Pacífico, hizo la siguiente declaración: “Los japoneses, en realidad, ya habían pedido la paz… La bomba atómica no jugó ninguna parte decisiva, desde un punto de vista puramente militar, en la derrota de Japón.”

Señalé anteriormente el informe que hizo el general Sir Hastings Ismay, jefe de Estado Mayor del ministro británico de Defensa, al primer ministro Churchill de que “si Rusia entrara a la guerra contra Japón, los japoneses probablemente desearían salirse bajo casi cualquier condición que no fuera el destronamiento del Emperador”. Al oír que el ensayo atómico fue exitoso, la reacción privada de Ismay fue de “repulsión”. 

Poco antes de su muerte, el general George C. Marshall defendió quedamente la decisión, pero en general consta que dijo repetidamente que no fue una decisión militar, sino más bien política. Aún más importante, mucho antes del uso de las bombas atómicas, documentos contemporáneos muestran que Marshall sentía que “esas armas podrían usarse primero contra objetivos militares propiamente tales como una gran instalación naval y si no se derivaba un resultado total como efecto, pensaba que deberíamos determinar una cantidad de grandes áreas manufactureras donde se pudiera advertir a la gente de que se fuera, diciendo a los japoneses que nos proponíamos destruir esos centros…”

Como sugiere el documento sobre los puntos de vista de Marshall, resulta que la cuestión de si el uso de la bomba atómica era justificado no tiene que ver con si eran posibles otras opciones y si se informó a los máximos dirigentes al respecto. También tiene que ver con que si había que usar las bombas contra un objetivo en su mayoría civil o contra un objetivo estrictamente militar, que, de hecho era la alternativa explícita ya que, aunque había tropas japonesas en las ciudades, ni Hiroshima ni Nagasaki se consideraban vitales desde el punto de vista militar de los planificadores estadounidenses. (Es uno de los motivos por los que ninguna de ellas había sido fuertemente bombardeada hasta ese momento de la guerra.) Además, la selección de objetivos apuntaba explícitamente a instalaciones no militares rodeadas por casas de trabajadores. Esto nos ofrece una perspectiva más profunda de dos dirigentes militares más, igualmente conservadores

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Hiroshima after the Atomic Bomb (3 of 5) by Harbert F Austin Jr in Japan

Muchos años después el presidente Richard Nixon recordó que:
“El [general Douglas] MacArthur me habló una vez de modo muy elocuente al respecto, caminando por su apartamento en el Waldorf. Pensaba que era una tragedia haber utilizado la bomba. MacArthur creía que se deberían aplicar las mismas restricciones a las armas atómicas que a las armas convencionales, que el objetivo militar debería representar siempre un daño limitado a no combatientes… MacArthur, vea, era soldado. Creía en el uso de la fuerza solo contra objetivos militares, y es por eso que todo el asunto nuclear lo disgustaba.”

Aunque se podría citar a muchos otros, aquí tenemos, finalmente, la declaración de otro conservador, un hombre que era amigo cercano del presidente Truman, su Jefe de Gabinete (así como el del presidente Roosevelt), y el almirante de cinco estrellas que presidió reuniones del Estado Mayor Combinado de EE.UU. y el Reino Unido durante la guerra –

William D. Leahy:

“El uso de esa arma bárbara en Hiroshima y Nagasaki no sirvió de ninguna ayuda material en nuestra guerra contra Japón. Los japoneses ya estaban derrotados y prestos a rendirse… Al ser los primeros en utilizarla… adoptamos un estándar ético común a los bárbaros de la era del oscurantismo. No me enseñaron a hacer la guerra de esa manera, y no se pueden ganar guerras destruyendo a mujeres y niños”.

Gar Alperovitz, profesor Lionel R. Bauman de economía política en la Universidad de Maryland y cofundador de Democracy Collaborative, es historiador y economista. Es autor, recientemente, de America Beyond Capitalism y (con Lew Daly) de Unjust Deserts. Su trabajo sobre la historia de la decisión de utilizar las armas atómicas contra Hiroshima y Nagasaki cubre más de cuatro décadas; su libro de 1995 The Decision to Use the Atomic Bomb sigue siendo uno de los relatos definitivos sobre las acciones y motivaciones de EE.UU. en el último y trágico capítulo de la Segunda Guerra Mundial.

Fuente: http://www.counterpunch.org/alperovitz08052011.html

lunes, 9 de agosto de 2010

Hoy, 9 de agosto, se cumplen 65 años de la bomba atomica lanzada sobre Nagasaki

El espíritu del rechazo a las pruebas nucleares es el espíritu de la ignorancia. Estoy encantado de violarlo. No creo que lo estemos violando lo suficiente. Edward Teller (1)

A 65 años de los únicos bombardeos nucleares de la historia Hiroshima y Nagasaki, omnipresentes 

Hasta el 6 de agosto de 1945, la amenaza nuclear era todavía una abstracción. Después de la devastación provocada en Hiroshima y Nagasaki por la explosión de una bomba de uranio y otra de plutonio respectivamente, esas dos ciudades japonesas pasaron a ser símbolos del horror, de las consecuencias de las verdaderas armas de destrucción masiva. Hoy un puñado de países controla 22.000 cabezas nucleares...

A las 02.15 horas del 6 de agosto de 1945, los 12 miembros de la tripulación del poderoso bombardero B-29 Enola Gay partían de la isla de Tiniaii, en el Pacífico, a 2.500 kilómetros al sureste de Tokio, en busca de su objetivo. Las opciones eran Nagasaki, Kotura o Hiroshima, y se decidiría en vuelo en función del análisis metereológico que hiciera el avión de reconocimiento que había partido tres cuartos de hora antes. Sólo el coronel Paul Tebbits, comandante del Enola Gay, conocía que transportaban una bomba atómica. Se sabían importantes, habían sido elegidos para una misión histórica, ordenada por el propio presidente Harry S.Truman. Este mandatario del Partido Demócrata había sustituido poco antes del ataque en el cargo al fallecido Benjamin Delano Roosevelt.

En su carácter de vicepresidente, había previsto con Roosevelt usar la bomba contra Berlín, pero el derrumbe del nazismo se produjo antes de que pudieran terminarla. Japón sería elegido como objetivo sustituto de Alemania. EEUU sabía que con ello no sólo obligaría a capitular al imperio nipón, sino que lanzaba una clara advertencia a la URSS , cuando ya se avecinaba el reparto de buena parte del mundo entre las dos potencias.

Roosevelt y Truman desoyeron la opinión de científicos como Albert Einstein de que no se utilizara ...la bomba nuclear...

Y llegó el Día H.
El Enola Gay -Tibbets, el comandante del B-29 grabó el nombre de su madre en el fuselaje— iniciaba su misión llevando en sus entrañas a Little Boy (muchacho), la bomba de 4.000 kilogramos con un núcleo de uranio enriquecido, de tres metros de longitud y 70 centímetros de diámetro...

En su diario (que en 1971 vendió orgulloso por 37.000 dólares), el copiloto, Robert Lewis, recordaba cuan escuetamente el comandante les anunció finalmente el objetivo en vuelo: “07.24 horas. Tibbets conecta el intercomunicador para hablar con la tripulación. Sólo dice dos palabras: Es Hiroshima; 08.14.
El coronel nos ordena que nos coloquemos las gafas especiales Polaroid contra el fogonazo; 08.15, las compuertas del compartimento de bombas del Enola Gay se abrieron y la primera bomba atómica se libera del anclaje».

Lewis prosiguió con sus anotaciones: «08.16. A los 43 segundos del lanzamiento y tras casi seis millas de caída, la bomba detonó sobre Hiroshima».

Según Truman, el objetivo fue una base militar japonesa. En realidad, la bomba, amarrada por tres paracaídas especiales, explosionó a 500 metros del suelo, en pleno centro de Hiroshima, una ciudad que tenía 250.000 habitantes.

“Un punto de luz purpúrea se expande hasta convertirse en una enorme y cegadora bola de fuego”, escribió Lewis. “La temperatura del núcleo es de 50 millones de grados. A bordo del avión, nadie dice nada. Casi podía saborear el fulgor de la explosión, tenía el sabor del plomo. La cabina de vuelo se iluminó con una extraña luz. Era como asomarse al infierno. A continuación llegó la onda de choque, una masa de aire tan comprimida que parecía sólido. Cuando la onda de choque alcanzó el avión, Tibbets y yo nos aferramos a los mandos. (…) El hongo alcanza una milla de altura y su base es un caldero burbujeante, un hervidero de llamas. La ciudad debe de estar debajo de eso”.

«Sólo fue otro trabajo más”, diría Lewis. “Hicimos de este mundo un lugar más seguro. Desde entonces nadie ha osado lanzar otra bomba atómica. Desearía ser recordado como el hombre que contribuyó a hacerlo posible”.

En Hiroshima las cosas se vivieron de una manera muy distinta. La onda expansiva, con sus 6.000 grados de temperatura, calcinó a más de 70.000 personas de forma inmediata. Los edificios y árboles quedaron carbonizados en 120 kilómetros a la redonda. La lluvia radiactiva despedida por el hongo atómico mató en las horas posteriores a varios miles de personas más, dejando también miles de heridos y mutilados. El uranio enriquecido acababa con los glóbulos blancos. Antes de que finalizara 1945 habían muerto ya 140.000 habitantes de Hiroshima. Con los años decenas de miles de más morirían de cáncer y miles de niños nacerían con graves deformaciones.

... el presidente Truman... tres días después ordenaba repetir la experiencia en Nagasaki. A las 11.02 horas, otro bombardero B-29, el Bockscar, arrojaba sobre esa ciudad una bomba con núcleo de plutonio. Cuarenta mil personas murieron de inmediato. Miles más morirían posteriormente. Miles de niños nacerían con malformaciones.

Los poco más de 200.000 supervientes de esos genocidios, los hibakusha, que sufrieron graves deformaciones, deterioro genético y cáncer, esperan todavía que EEUU se disculpe por ese genocidio. Nunca lo hizo.

Por primera vez, el pasado viernes 6, al celebrarse los actos por el 65º aniversario del ataque contra Hiroshima, asistió un representante norteamericano, el cónsul; y por primera vez también, asistió el secretario general de la ONU. (artículo de Roberto Montoya) Ver aquí sobre el mito de "la guerra buena" de Jacques Pauwels.