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miércoles, 19 de febrero de 2020

Bertrand Russell. El filósofo que dijo sí al amor libre y no a la guerra. El pensador británico siempre fue a contracorriente y sus ideas aperturistas fueron calificadas de lascivas y peligrosas. Se cumplen 50 años de su muerte

Bertrand Russell (1872-1970), figura central de la filosofía del siglo XX, no fue un hombre unidimensional. Tanto como el conocimiento, le preocupaban los asuntos políticos y sociales de su época. Los últimos años de su vida los dedicó a combatir las armas nucleares, impulsar el Tribunal contra los Crímenes de Guerra y a oponerse a la intervención de Estados Unidos en Vietnam. Su activismo antibelicista y feminista, de hecho, le causó muchos problemas: fue encarcelado dos veces (1918 y 1961); expulsado del Trinity College, en Cambridge; y le acusaron de lascivia e incluso de inducir al suicidio. No le importó: respondía solo ante su conciencia.

Fue un librepensador.
En 1920 viajó a Rusia y conoció a Lenin, que le decepcionó. A su vuelta no ahorró críticas al nuevo régimen, lo que no implicaba elogios a Occidente. Cuando le preguntaron qué tenía contra el “mundo libre” respondió de inmediato: “Que no es libre”. Y fue un pensador muy precoz. Siendo adolescente inició una investigación sobre tres cuestiones que le apremiaban: Dios, la inmortalidad y el libre albedrío. Concluyó que “no había razones para creer” en ninguna de ellas.

El amor libre y la lucha contra las estrecheces de la moralidad imperante marcaron su trayectoria. En 1957 el obispo de Rochester le escribió: “En su libro, Matrimonio y moral, no se pueden ocultar las pezuñas hendidas de la lascivia (…) a veces deben acosarlo recuerdos de asesinatos, suicidios e incalculable dolor causados por los experimentos de jóvenes unidos fuera del matrimonio”. No fue la única crítica. Pero mucho de lo que le atribuían no figuraba en el libro. Sí defendía la igualdad de derechos (políticos y sexuales) de hombres y mujeres, y calificaba de “superstición cristiana” la idea de que el sexo fuera impuro, herencia, decía, de Pablo de Tarso: “Si no tienen don de continencia, cásense. Pues más vale casarse que abrasarse”. Añadía que la ética cristiana degrada a la mujer, quien había empezado a ser libre al decaer la noción de pecado, ayudada por los anticonceptivos y su incorporación al trabajo, que le daba independencia. Proponía la educación sexual y profundizar en la igualdad: “Mantener lo antiguo exige que la educación de las jóvenes busque volverlas estúpidas, supersticiosas e ignorantes; requisito que cumplen las escuelas donde interviene la Iglesia”, porque “la ignorancia nunca puede fomentar la conducta recta ni el conocimiento estorbarla”. Además, sugería los “matrimonios a prueba” y defendía las relaciones extramatrimoniales si no suponían daño para nadie.
El 18 de febrero de 1961, Bertrand Russell (88 años) se manifiesta en Londres por la prohibición de las armas nucleares.

El 18 de febrero de 1961, Bertrand Russell (88 años) se manifiesta en Londres por la prohibición de las armas nucleares. JIMMY SIME CENTRAL PRESS

Matrimonio y moral se publicó en el año 1929 y fue un éxito. Pero le supuso mil problemas, sobre todo en Estados Unidos, adonde viajó en 1938 y donde tuvo que quedarse, forzado por la guerra. Iba a impartir un curso en la Universidad de Chicago y pensaba titularlo Las palabras y los hechos, conectando con la perspectiva del atomismo lógico, que sugería analizar los problemas filosóficos descomponiéndolos en sus elementos mínimos lingüísticos. El título pareció demasiado claro a la academia y fue rebautizado: Correlación entre hábitos motrices orales y somáticos. El rector de la Universidad, un neotomista, no lo apreciaba y no le renovó el contrato.

Tampoco fue bien acogido en la Universidad de California. Ya se veía sin ingresos (la guerra le impedía obtener dinero del Reino Unido) cuando le llegó una invitación de The City College of New York. Su llegada al centro provocó una masiva protesta de clérigos católicos. La madre de una alumna (no inscrita en las clases de Russell) se querelló alegando que su presencia era “peligrosa para la virtud de su hija”. Ante el tribunal, sus obras fueron descritas como “lascivas, libidinosas, lujuriosas, venéreas, eroticomaniacas, afrodisiacas, irreverentes, parciales, falsas y privadas de fibra moral”. Sin trabajo, se puso a escribir Historia de la Filosofía Occidental y sobrevivió gracias a un anticipo por la obra.

El laicismo le llegó casi por herencia. Cuando quedó huérfano, a los cuatro años, se vio que su padre, vizconde de Amberley, había dejado establecido que no lo educara la familia sino otras personas que eran ateas y podrían protegerlo de los “males de una formación religiosa”. Los abuelos amenazaron con un pleito que inclinó a los tutores a cederles la custodia. Siendo todavía un adolescente, decidió que el matrimonio era nefasto y lo racional, el amor libre. Corría el final del siglo XIX. Descubrió el sexo y la masturbación, una práctica que mantuvo hasta los 20, cuando se enamoró de Alys Pearsall Smith, que sería su primera esposa. Por aquellos años trabajaba ya en los tres volúmenes de Principia Mathematica, que se publicaría entre 1910 y 1913, escritos conjuntamente con Alfred North Whitehead. Con ellos alumbraron la filosofía analítica, una de las principales corrientes del siglo XX.

El matrimonio, decía, le aportó estabilidad. Más tarde recomendaría a sus alumnos (hombres y mujeres) la convivencia prematrimonial para escapar de los apremios sexuales de la edad. Con Pearshall cubría una de sus pasiones (“el ansia de amor”) y podía dedicarse a las otras dos: “La búsqueda del conocimiento y la piedad por el sufrimiento de la humanidad”.

Su actividad filosófica quedó a veces subordinada a la política. Aun así, su influencia aumentaba, a lo que contribuyó el Círculo de Viena, que impulsó el análisis lingüístico como método de abordar (y disolver) los problemas filosóficos. También uno de sus discípulos: Ludwig Wittgenstein, cuyo Tractatus prologaría, facilitando su publicación. Russell lo describe “apasionado, profundo, intenso, dominante”. Un día, Wittgenstein le preguntó: “¿Cree usted que soy un perfecto idiota?”. “¿Para qué quiere saberlo?”, replicó Russell. “Si lo soy me haré aeronauta, pero si no lo soy me convertiré en filósofo”, dijo el discípulo.

Pearsall lo acompañó en sus campañas por la igualdad de las mujeres, pero la relación entre ambos ya había decaído cuando él se convirtió en objetor frente a la participación inglesa en la Primera Guerra Mundial. Su actividad fue incesante: escribió cartas y manifiestos, intervino en mítines y sugirió que la función del ejército era más sofocar revueltas obreras que defender las fronteras de un hipotético enemigo. Por ello fue acosado por los belicistas y hasta por mujeres que criticaban su feminismo militante. El Departamento de Guerra lo consideró peligroso y le prohibió acercarse a la costa, para que no se comunicara con submarinos alemanes. Finalmente fue condenado a seis meses de prisión y expulsado del Trinity College, aunque sería readmitido en 1944. Años más tarde recordaría su estancia en prisión como placentera, dedicado a la lectura y la escritura, y visitado por la activista Dora Black, que sería su segunda esposa, y por su amante en aquellos años, Colette O’Neil.

Aunque Black era contraria al matrimonio, se casaron en 1921, poco antes del nacimiento de su primer hijo: John Conrad. El segundo nombre hacía honor a su amigo Joseph Conrad. Poco después nació una hija, Kate, y se planteó un problema: ninguna escuela era satisfactoria. El matrimonio decidió fundar una que fuera libre. Resultó un desastre: “Muchos de los principios que regían la escuela eran erróneos. Un grupo de niños no puede estar feliz sin una cierta medida de orden y rutina”, porque “dejarlos en libertad era establecer el reino del terror en el que los fuertes hacían sufrir a los débiles. Una escuela es como un mundo: solo el Gobierno puede evitar la brutalidad y la violencia”, escribió Russell en su Autobiografía.

En 1944 pudo dejar Estados Unidos y volver a Inglaterra, donde ya no era tan mal visto, y en 1950 recibió el Premio Nobel de ¡Literatura!, sin haber publicado obra alguna de ficción. Estimulado por el premio reelaboró algunos cuentos y los publicó en libro. Russell se opuso a la Primera Guerra Mundial, pero no a la Segunda. Creía que enfrentarse al nazismo era una obligación moral. Nazis y fascistas lo aborrecían por igual. En 1922, no había podido viajar a Italia para un congreso de filosofía. Mussolini anunció que a él no le pasaría nada, pero que cualquier italiano que le hablara acabaría muerto.

Terminada la segunda guerra, se movilizó contra las armas atómicas y a favor de un Gobierno mundial, convencido de que otra guerra no dejaría vencedores ni vencidos. En 1955 se publicó un manifiesto contra las armas nucleares encabezado por su firma y la de Albert Einstein. Creía que la mera exposición del peligro bastaría para abrir los ojos a la gente. No fue así, lo que le llevó a pensar que “había descubierto un hecho político”, que “posiblemente” la gente prefiere morir a ver vivos a sus enemigos. Una reflexión que lo incitó a combatir los nacionalismos y proponer que todas las armas quedaran bajo el control de un Gobierno mundial.

La crisis de los misiles en Cuba acentuó, si cabe, la conciencia de que había que moverse en todas direcciones. Escribió a los Gobiernos implicados y trató de provocar movilizaciones con escaso éxito. Paralelamente, intentó convencer a Israel de que revisara la situación de los palestinos. El resultado de toda esta actividad fue la creación de la Fundación Russell para la Paz, a la que se dedicó hasta el límite de sus fuerzas. También se opuso a la guerra del Vietnam y a cualquier violación de los derechos humanos, participando junto a Jean-Paul Sartre en el Tribunal contra los Crímenes de Guerra.

Una de las consecuencias de esta actividad fue su segundo ingreso en prisión (esta vez sólo una semana) acusado de desobediencia civil. Tenía 88 años. Le acompañó, tanto en la desobediencia como en la condena, su cuarta esposa, Edith Finch, con la que conviviría hasta su muerte. Poco antes escribió que estaba convencido de que, por desastroso que pareciera el presente, “la mejor parte de la historia humana no reside en el pasado, sino en el futuro”.

https://elpais.com/elpais/2020/01/31/ideas/1580485200_697662.html?por=mosaico

viernes, 22 de noviembre de 2019

_- LA FILOSOFÍA ANTE LA NECESIDAD DE ORIENTARSE EN EL MUNDO. Una aproximación desde Kant y Husserl

_- Lourdes Flamarique. Universidad de Navarra

Resumen: La filosofía presenta una inclinación a la armonización de perspectivas y enfoques que la distingue de las restantes formas de conocimiento. Por otro lado, la experiencia fragmentada en la diversidad de ciencias, la accidentalidad de las formas de vida y la inestabilidad de la cultura demandan una comprensión filosófica del mundo. En la actualidad se nota inseguridad sobre el papel y el destino del discurso filosófico. En el artículo se plantea la cuestión a partir de Kant y Husserl. Para Kant la tarea unificadora y orientadora de la filosofía se legitima como una necesidad moral. Husserl, en la misma línea, se propone refundar la filosofía como una ciencia de la totalidad del mundo.

Uno de los rasgos más acusados del pensamiento filosófico tras la modernidad es la inclinación a llevar hasta el extremo sus propias tesis; esta tendencia se observa también en la preferencia por las tensiones conceptuales, esto es, por la comprensión radicalizada de sus propios instrumentos teóricos. Este tipo de ejercicio conceptual tuvo un notable desarrollo en el siglo XVIII, tanto en el ámbito de la filosofía como de la ciencia. ¿Qué otra cosa son las antinomias de Hume y Kant, sino argumentos racionales mediante los que la razón pretende alcanzar un nuevo conocimiento, a la vez que marca sus límites en alguna dirección? Pese a que no coincidan en la solución de las antinomias ambos pensadores conceden a la razón al menos cierta competencia para superar sus conflictos. De los argumentos contrarios, e igualmente racionales, tanto se obtiene una visión conciliadora, un orden arquitectónico capaz de preservar las diferencias entre sus componentes, como se cae en el escepticismo.

Sin duda ha cambiado el pathos con el que el pensamiento actual reedita algunos de estos conflictos: ya sólo cabe confirmar la inutilidad de la razón ante buena parte de sus tareas. Y así, el escenario filosófico presenta en la actualidad profundas grietas, abismos casi infranqueables, capaces de desanimar a quien quiera provocar movimientos de tierras que abran nuevos caminos. De tender puentes ya apenas se habla, pues la experiencia moderna confirma que estos consolidan la separación en la misma medida en que pretender unir las orillas. Por eso, el filósofo es para algunos poco más que un animador cultural, un crítico cuyo discurso es conceptual, pero, al fin y al cabo, nada más que poesía, narrativa. El escepticismo al que lleva el pensamiento que se nutre tan sólo de oposiciones conceptuales, aporías o conflictos de argumentaciones termina por ser teatral, como sucedía en buena parte de las disputas entre los sofistas.

Si lo que la filosofía llevara entre manos fuera tan sólo procurar frutos de escuela, una interpretación eficaz de la realidad, la validación de teorías e instrumentos conceptuales; si fuera eso únicamente, su desolación sería tal vez menos notoria. A fin de cuentas las ciencias experimentales, y las históricas también, hace mucho que dejaron de formar u n orden orgánico y esto no ha impedido su desarrollo e innovación metódica. Para la filosofía, en cambio, lo que está en juego es su razón de ser; si dedica todas sus energías a dirimir cuestiones técnicas, a imitar los métodos de trabajo y los modos expositivos de otras disciplinas científicas, o a elaborar relatos para una mitología de la era científico-tecnológica, ha perdido el carácter universal que le ha permitido impulsar la tradición occidental. Ahora bien, si su tarea consiste no tanto en ofrecer diferentes visiones del mundo, como en que sus conocimientos incluyan siempre argumentos que son la verdad de cualquier teoría, la filosofía es entonces un modo insustituible de orientarse en el mundo.

Cuando la filosofía contemporánea acepta una realidad fragmentada, lo hace desde una experiencia fragmentada de la realidad. Aunque esto último sea en parte un juego de palabras, señala también una situación: al antagonismo decimonónico entre ciencia y filosofía, se ha añadido otras formas de enfrentamiento desde el mismo ámbito de la filosofía. Por ejemplo, la que separa una filosofía científica, o analítica, de otra que se alimenta únicamente de sus propios textos y se ha convertido en hermenéutica. Pero lo característico no son las nuevas formas de empirismo radical. Quizá la que con más fuerza parece conducir la filosofía a su extinción es aquél discurso que se consiste en una forma de pensamiento que procura la constante contradicción de sí mismo.

¿Está verdaderamente en crisis la filosofía?; o, como piensa Wittgenstein, ¿acudimos a la filosofía precisamente para intentar salir del atolladero? Bien puede valer para ambas preguntas la misma respuesta: sí. Discernir, krinein, parece la operación filosófica por excelencia, esto ha llevado al pensamiento filosófico a un autoexamen casi permanente (Jede Krisis ist eine Ausscheidung, decía Schelling). Algo parecido sucede también en la actualidad. También podemos decir que recurrimos a la filosofía para salir del atolladero, tanto del que organizan los distintos niveles de experiencia y conocimiento de lo real, como del atolladero de nuestras prácticas y normas, en definitiva de la inestabilidad de la cultura.

Admitir diversos enfoques para abordar los problemas y cuestiones que caracterizan eso que llamamos abstractamente realidad es propio de un pensar atento a la complejidad de cosas que forman nuestro mundo. También lo es diferenciar los métodos lógicos a los que se recurre para una mejor comprensión de cada cosa. Todo ello, no obstante, ni significa que la diversidad de caminos anula la posible verdad de cada uno de ellos, ni tampoco deja de lado por completo la pregunta por un principio unificador. La conciencia de esta cierta indefinición acompaña muchos de los principales textos de la tradición metafísica, hasta el punto de queda entretejido con el pensamiento sobre el ser el esclarecimiento de los conceptos y términos con los que nos referimos a las cosas. Si Aristóteles, por ejemplo, no oculta que el análisis de los usos del lenguaje permite extraer alguna conclusión sobre los principios del cambio (Physica, 189b32-190a5), es porque con ello no ha dejado de hacer metafísica (sea ésta lo que sea para Aristóteles).

La superioridad de la filosofía radicaba en ese hábil manejo de perspectivas y en la armonización de lo que se dice de diversas maneras. El interés unificador de la metafísica desde su etapa griega ha pervivido en el pensamiento bajo la forma de la ciencia moderna, volcada al conocimiento de la estructura legal de la naturaleza y convencida de que entre esas leyes no cabe contradicción; pero de modo singular ha reaparecido en la ambición de sistema de la razón que desconfía del saber metafísico y necesita orientarse. La suerte del empeño por alcanzar un sistema del saber y las ciencias quedó definitivamente echada con Hegel. Pero no la necesidad de orientarse en el pensa r o la filosofía como orientación sobre el mundo.

La creciente tendencia racionalista del pensamiento moderno termina por identificar verdad y sistema, con fatales consecuencias para la singularidad de la metafísica.

Su cometido parece desdoblarse hasta el punto de introducir en la designación una equivocidad desconocida. Si su ocupación principal es la de garantizar la unidad de principios, convirtiendo la ciencia de lo real en el conocimiento d e la naturaleza de la razón, la metafísica es una especie de trascendencia de las cosas reales y de la experiencia inmediata. Por otro lado, mantiene su significado como ontología, y se ocupa del ser en cuanto tal. Queda abonado el campo para la confusión entre lo que se dice del pensamiento y lo que se dice de las cosas. Una vez completado el ciclo de la reflexión, se aprecia claramente que el declive de la metafísica pasa por este estadio decisivo: su transformación como autoconocimiento de la razón. En esta transformación uno de los protagonistas destacados es Kant. La denuncia de la Crítica de la razón pura es tanto una vuelta a los principios naturales (una revolución strictu senso) como la disolución de la metafísica vigente.

También Kant piensa que la filosofía de su tiempo está en un atolladero. Repensar su tarea, definir su objeto y alcance son pasos necesarios para devolverle el prestigio perdido. Sin embargo, la tarea que asume Kant no trata únicamente de remover la imagen filosófica del mundo; aspira a poner los cimientos para el definitivo edificio del saber. Esta construcción es tanto más necesaria cuanto más ciertos estamos del carácter fragmentario y particular de la experiencia. Pero no se trata de arreglarse bien el mundo espacial y temporal; sino de traer a éste el reino de la metafísica, el más acá de los fenómenos, que coincide con la posición del hombre como sujeto racional. Al caos de sensaciones, a la carencia de unidad del material sensible, debe oponerse un orden, una estructura que no sólo transforme la experiencia en naturaleza, sino que ante todo otorgue sentido al ser y devenir. La idea de totalidad, el mundo como Inbegriff aller Möglichkeiten, Erfahrungen und Erkenntnisse, es una necesidad moral. Responde a un principio subjetivo: su uso no es teórico, sino práctico, con repercusiones en la acción de cada individuo 1. Kant sitúa esta tarea fuera del ámbito del conocimiento: los límites de éste son los fenómenos; se trata de una tarea inequívocamente de la filosofía. En la Crítica de la razón pura proclama con solemnidad que «la filosofía trascendental se distingue de entre todos los conocimientos especulativos por lo siguiente: ninguna pregunta referente a un objeto dado a la razón pura es insoluble para esta misma razón humana y ningún pretexto basado en una ignorancia inevitable o en una insondable profundidad del problema puede eximir de la obligación de responderla rigurosa y completamente. En efecto el mismo concepto que nos pone en disposición de hacer una pregunta debe capacitarnos también perfectamente para responderla, ya que el objeto (...) no se encuentra fuera del concepto» (A477 /B505).

La filosofía es capaz de todo esto por su inclinación a sistematizar conocimientos y ofrecer orientación en el mundo; una inclinación que se inserta en lo más profundo de su naturaleza arquitectónica. Kant devuelve, sin duda, la confianza a la filosofía, pero también la abruma con la responsabilidad de garantizar una unidad sólida y universal. La salida kantiana del atolladero compromete la autocomprensión de la filosofía posterior. Se comprende que los filósofos idealistas cayeran en la ensoñación del sistema; se entiende igualmente que después de ellos las ideas de totalidad y sistema fueran objeto de sospecha. No está tan claro, en cambio, es que la necesidad moral de articular la diversidad de nuestra experiencia sea una cuestión superada. Con palabras de Heidegger cabe decir que aquello que prometía liberarnos de la diversidad lógica y conceptual en el análisis de la realidad ha producido un estado de turbación fundamental (Kant und da s Problem der Metaphysik). Turbación sobre todo en la autocomprensión de la filosofía, inseguridad sobre el papel y el destino del discurso filosófico. Wittgenstein parece encontrarse cómodo en esa inseguridad; al final, todo problema filosófico tiene la forma: no sé salir del atolladero 2.

Salir del atolladero es precisamente lo que busca Husserl, del atolladero del psicologismo y la hegemonía de las ciencias de la naturaleza. Hasta entonces ningún otro filósofo se había atrevido a asumir la responsabilidad que Kant confiere a la filosofía, y pocos más lo hacen después de él. Husserl sabe lo olímpico de su empeño, por eso lo presenta como una refundación de la filosofía en pleno siglo XX; un tiempo en el que no se discuten ya muchos de los problemas filosóficos; la metafísica y su deseo de un saber incondicionado sobre el mundo, la libertad y Dios han perdido peso.

En el lugar de las disputas metafísicas, afirma Stegmaier, se ha instalado la lucha entre Weltanschauungen. El mundo es tan inabarcable que la orientación se ha disgregado en muchas que luchan entre sí. La crisis de orientación no puede dejar impávida a la filosofía: «la orientación en el mundo tendría que llegar a ser la primera necesidad de la filosofía 3».

Seguir aquí, http://institucional.us.es/revistas/themata/37/14Flamarique.pdf

viernes, 30 de noviembre de 2018

_- La parresía o el coraje de decir la verdad

_- Luis Roca Jusmet
Rebelión

Parresîa es un término griego que puede traducirse como hablar con sinceridad, como el decir verídico. Implica algo externo, que es la libertad de palabra, pero sobre todo algo interno, la veracidad de la actitud. La verdad del discurso debe ser necesariamente la verdad de la vida, implica una determinada relación con los otros y con un mismo. Define la subjetividad moral, que debe estar arraigada en estas prácticas. Vamos a ver ahora cual es la trayectoria que señala Foucault en su análisis histórico y crítico del término. La primera concepción es la directamente política, en el escenario del ágora o de la corte del rey, que sería la parresîa política.

Foucault la situará en el marco de la democracia ateniense y la relacionará con la isegoría, la libertad de palabra, y la isonomía, que es la igualdad delante de la ley. Todos tienen derecho a hablar, pero la democracia exige la parresîa el hablar claro y veraz en la asamblea y frente al poderoso.

La parresîa ética se empieza a utilizar, más tarde, como práctica específica de determinadas relaciones humanas, y aparece con el helenismo. Para los epicúreos, la amistad es muy valorada, pero hay también una relación entre el maestro y el discípulo y uno de sus aspectos es el arte de guiar espiritualmente a (en paralelo al arte de la medicina o al arte de la navegación).

Tanto la amistad como la maestría implican la parresìa el ser sincero con el otro, el decirle la verdad. En los estoicos se recalca más esta relación maestro-discípulo que no la amistad, a la que no dan tanta importancia como lo hacen los epicúreos. En el caso del estoicismo, la parresîa es sobre todo una forma de luchar contra nuestro principal enemigo interno, que es el amor propio o vanidad; es necesario luchar contra el autoengaño propio y del otro. Lo que presenta en definitiva para ellos la parresîa es un juego de verdad en el que uno tiene que ser suficientemente valiente para saber la verdad sobre sí mismo y sobre el mundo; es el coraje de decirse a los otros y de decirse a uno mismo la verdad.

Para los cínicos, finalmente, lo más importante es la necesidad de decir la verdad a todo el mundo a través de una interpelación crítica: es también la manera de poner en evidencia, ante una multitud, la arbitrariedad de las convenciones; lo hacen a través de la conducta escandalosa o de un diálogo provocativo que ataca la vanidad del interlocutor; es un tipo de ataque para liberar al interlocutor de su miedo, puesto que, como dice Diógenes, si alguien trae armas es que está asustado: el que no tiene miedo no necesita defenderse. Aparece con los cínicos una tercera forma de parresîa, que es la filosófica. No es la política, que es una intervención directa frente a los ciudadanos o frente a un poder y que implica un riesgo. Pero tampoco es la ética, que se da en el marco de la relación maestro-discípulo o entre amigos y que no supone ningún riesgo. Es una intervención pública pero no en un escenario directamente político. Es la de los cínicos, que quiere decir problematizar las costumbres, las creencias y plantear otro tipo de vida. Es un contrapoder que implica un riesgo, como el político. En realidad la parresîa filosófica tiene una doble dimensión, que es ética y política. Y esto nos hace volver a los orígenes de la filosofía, a Sócrates. Es el paradigma de la parresîa filosófica. Sócrates dice que no interviene directamente en la política para no jugarse la vida. Extraña paradoja porque le acabaron matando. Sócrates sabía que se jugaba la vida pero prefería hacerlo diciendo la verdad por las calles de Atenas, hablando con los ciudadanos y no en las asambleas. Porque sabía que en las asambleas no domina la parresîa sino la retórica. Habla no el que dice la verdad, sino el que habla mejor, el que manipula más, el que seduce La parresîa filosófica, como la política, entraña un riesgo, el riesgo de enfrentarse al poder. Es lo contrario de la retórica, donde se habla para seducir, para encantar, para adular y ser adulado.

Hay, dice Foucault, tres puntos importantes en el tema de la parresîa en relación con el cuidado de uno mismo. El primero es que lo que era inicialmente el deber de un maestro con respecto el discípulo se va transformando cada vez más en un deber de uno sobre sí mismo. El segundo es que el principio de esta práctica es el conocimiento de uno mismo para una autoconstrucción ética. El tercero es que lo que está en juego no es el descubrimiento de las propias profundidades psíquicas, de su secreto, sino la relación de uno mismo con una serie de principios interiorizados.

Con el cristianismo se pasará del maestro al director de conciencia. La parresía se pone entonces al servicio del poder pastoral. A partir de aquí ya no es la del maestro con respecto al alumno, que se irá emancipando hasta autorizarse a sí mismo. Será la del rebaño respecto al pasto, la del pecador que debe decir la verdad, el que debe hablar de su deseo. El director de conciencia lo escucha para aplicarle una sanción, para hacerle renunciar a sí mismo. La obediencia es fundamental, mientras no se contemplaba en absoluto en la parresia griega. En el psicoanálisis se mantendrá la cuestión de que es el analizado el que habla, aunque evidentemente para el psicoanálisis el que habla no es el sujeto consciente sino el sujeto del inconsciente. Pero por supuesto que se recupera el sentido originario de que la finalidad no es la renuncia a uno mismo sino la afirmación de uno mismo. Afirmación que para el psicoanálisis lacaniano será la del deseo inconsciente, la del ello frente a las ilusiones del yo, y para el psicoanálisis no lacaniano será la afirmación del yo.

La filosofía será para Foucault una parresía, en la medida en que asume una función crítica. En este sentido señala la continuidad que establece con ella Kant con su texto "¿Qué es la ilustración?" Se trata de pensar por uno mismo y de ser veraz, decir lo que se piensa. Hay por tanto un compromiso claro en Foucault. La filosofía no debe ser normativa, no debe decir lo que se tiene que hacer, ni a la asamblea ni al gobernante. Porque si no tuviera este compromiso político entonces sería pedagogía, que también pretende decir la verdad pero sin riesgo al hacerlo. Pero la función política del filósofo es siempre la de problematizar, la de una "exterioridad reacia" a participar directamente en el juego político. Lo cual no quiere decir que no se comprometa como ciudadano en diferentes acciones, como hizo el propio Foucault en este tiempo, pero no como filósofo. Aunque el abrir problemáticas conduce a la crítica y esta lleva a la acción.

La posición de Foucault frente a la democrática es, por tanto, la de problematizarla en el sentido de que ha de ser un escenario para la discusión veraz, no para la retórica aduladora y manipuladora. Es decir, la democracia no únicamente como procedimiento, también como contenido, que tiene que ver con la relación que hay entre los ciudadanos y la verdad.

En su último curso Foucault diferencia la veracidad de la parresîa con otras dos formas antiguas de veracidad, la de la profecía y de la sabiduría. El profeta habla a través de enigmas y transmite la verdad de un Otro, el parresista lo hace de manera clara y habla por sí mismo. El sabio tiene en común con el parresista el que habla claro y habla por sí mismo, pero habla poco. El silencio para ser una de las mejores maneras que tiene para transmitir algo. lo único que tiene el parresista es la palabra.

Lo que nos puede enseñar esta noción de Foucault es que la democracia no es solo un procedimiento formal, que implica una determina ética. Cultura que quiere decir tener un criterio, una ética de la verdad y la capacidad de responsabilizarse por lo que uno dice, con los riesgos que implica. Que no es solo el derecho a decidir sino a hacerlo con una información, con un criterio, con una capacidad de discrepar y con el valor de no seguir la corriente que marcan los demagogos.

sábado, 1 de septiembre de 2018

Filosofía de la Educación en Fidel Castro Ruz (II) La hegemonía ideológico-cultural

Felipe de J. Pérez Cruz
Rebelión

 La labor educacional de Fidel Castro Ruz ratifica que la educación como aparato de construcción de hegemonía en el seno de la sociedad civil, deviene en componente de la revolución de la ideología y la cultura. Expresa la capacidad de dirección moral y cultural de la clase o el grupo dirigente que trabaja - lucha - por construir el imprescindible consenso ideológico espiritual para el logro de sus fines.

Cuando se estudia la dinámica histórica de la Revolución Cubana, puede constatarse como Fidel concedió a la educación un protagonismo especial en la lucha política, en particular en la lucha ideológica: “las ideas libraron sus batallas junto a los acontecimientos, definirá en 1975, al inaugurar el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba1.

La tarea histórica
Fidel comprendió que la solución de la contradicción principal entre la nación y la dictadura pro imperialista de Batista, tras el triunfo del 1 de enero de 1959, planteaba nuevamente en el escenario cubano, la esencialidad de la solución del problema fundamental del país: el logro de su definitiva liberación nacional frente a los mecanismos de sujeción neocolonial y expoliación económica, impuestos por los Estados Unidos en más de medio siglo de relaciones de dependencia y dominación.

Para Fidel el reto cubano no solo comprendería la liberación propiamente dicha y su constante defensa, frente a un imperio obcecado y criminal, siempre beligerante, nunca resignado a la pérdida de sus privilegios expoliadores en la Mayor de las Antillas. Sino que su más trascendente escenario sería el de llevar adelante la construcción de un genuino proyecto de desarrollo humano, de despliegue de todas las potencialidades de los cubanos y cubanas, en la concreción de una nueva sociedad, con capacidad económica, política y cultural para auto sustentarse, resolver las crecientes necesidades espirituales y materiales de sus hijos, y aportar al contexto latinoamericano y universal los valores culturales, intelectuales y productivos de su pueblo. En esta dirección histórica la Revolución con el liderazgo de Fidel comienza a transitar desde sus primeros días de victoria, en tanto se trabajó por sentar las bases de una cultura democrática, popular y socialista.

El desarrollo del movimiento de masas que dio al traste con la dictadura pro imperialista, para dar paso a la solución de las tareas históricas de la liberación nacional y el tránsito socialista, tendría que llevar en su seno, necesariamente, como imprescindible elemento desenajenador, un movimiento educacional y una genuina Revolución en la Educación y la Cultura, con capacidad para rescatar y desarrollar la tradición ideológico cultural revolucionaria de la escuela cubana, y el pensamiento de las vanguardias políticas, científicas y artísticas. La importancia y la urgencia de desatar ese movimiento fueron asumidas por Fidel. No fue casual que e l primer gran movimiento masivo de naturaleza político ideológica, que lidera tras el triunfo revolucionario de enero de 1959, fuera precisamente un movimiento educacional 2 , cuya consigna central fue la sentencia martiana que define que “ ser cultos, era la única manera de ser libre 3 .

La casualidad tampoco explica por qué los dos primeros grandes temas que abre Fidel a debate nacional y coloca como objetivos prioritarios de la educación revolucionaria, desde el mismo enero de 1959, sean los de la lucha contra la discriminación racial y de género. Los ancestrales prejuicios contra los cubanos negros y mestizos, y la cultura sexista y machista heredada, fueron temas sometidos desde entonces a una severa y sistemática crítica. Para el líder revolucionario “el primer gran problema de la Revolución es cómo se combate y cómo se vence la influencia de las viejas ideas, de las viejas tradiciones, de los viejos prejuicios y como las ideas de la revolución van ganando terreno y convirtiéndose en cuestiones de conocimiento común y de clara comprensión para todo el pueblo"4.

Más que en discursos, hechos
Fidel ve la necesidad de estructura un sistema de influencias educativas que partan de la praxis de los niños y jóvenes en sus circunstancias, en el estudio y el trabajo, para llegar al reconocimiento y construcción de su propia historia, como resultante del conocimiento de las luchas pasadas, presentes y futuras. En tal criterio precisa que la educación de la nueva generación corresponde al más amplio espacio de sociedad y a su vez a los propios niños y jóvenes, a los que otorga responsabilidad social y le da misiones específicas, complejas e importantes en las que tiene que crecer como ser humano, estudiar, trabajar y crear.

Una constante en el hacer pedagógico de Fidel estuvo en reforzar la idea de la continuidad generacional en la obra revolucionaria, la sensibilización afectivo-cognitiva de los niños y jóvenes con su pasado, presente y futuro. En el Acto de inauguración del Palacio de los Pioneros, 6 de enero de 1962 precisaba: “¡Para que los niños sean felices se ha luchado, para que los niños sean felices han tenido que dar su vida muchos patriotas, desde Martí, Maceo y todos los que han muerto!”5. El 20 de julio de 1975, inaugura el Campamento de Pioneros “ José Martí ” de Tarará, en La Habana, y señala: “Y cuando decimos José Martí, a su nombre están unidos todos los que lucharon en las distintas épocas por la libertad, por el bienestar y la felicidad de nuestro pueblo”6.

El estudio de los hechos que jalonan la historia revolucionaria confirma que la práctica política entendida como práctica pedagógica, resulta decisiva en el hacer fidelista. Esa práctica para el cambio cualitativo en la conciencia de las masas, transita por una intensa relación en el que el educador por excelencia es el propio proceso revolucionario. Para Fidel “toda revolución es un extraordinario proceso de educación. Por eso, Revolución y educación son una misma cosa”, anunciaba Fidel al intervenir el 9 de abril de 1961 en el ciclo de conferencias de la Universidad Popular “Educación y Revolución” 7 .

El hecho de ser Fidel el líder del proceso revolucionario en su conjunto, favoreció la simultaneidad, interacción y multilateralidad del esfuerzo educacional con el conjunto de las acciones revolucionarias a escala social, con la planificación y desarrollo de los programas de transformaciones, y produjo resultados de impacto trascendental.

Preparar al hombre y la mujer para la vida
El combate por la hegemonía ideológico cultural parte del principio martiano de preparar al hombre desde, durante y para la vida, de hacerlo resumen del tiempo histórico que le ha correspondido vivir, de ser parte integrante, activa y transformadora de su sociedad. Con el propósito de alcanzar este propósito Fidel desarrolló una pedagogía problémica del estudio y el trabajo. En criterio de Fidel “el trabajo no debe ser una actividad profesional,...no debe ser una medio de vida, sino que el trabajo debe ser parte de la formación,..., de la educación del joven… ha de ser el trabajo el gran pedagogo de la juventud...”8.

La concepción de la combinación del estudio con el trabajo se abre a un amplio concepto de educación para la vida”. Continúa con un énfasis particular en la educación formal, en los hábitos de convivencia y cortesía. Junto a la importancia de desarrollar un espíritu de caballerosidad en el hombre, Fidel resaltaba la importancia de desarrollar un espíritu de urbanidad en todos los niños, varones y hembras, el saber comportarse correctamente en cada lugar. En Fidel lo justicia social y la dignificación humana poseía además una dimensión estética: “son realmente tan hermosos los hábitos de solidaridad y de respeto, que nuestra sociedad revolucionaria no debe jamás renunciar a ellos”9, afirmaba.

La visión de formación integral de las nuevas generaciones se continúa con la incorporación de la educación física, el deporte y la educación artística. Estas áreas de la educación se conciben como parte sustantiva del propósito de lograr una mujer y un hombre con una cultura general integral.

A iniciativa de Fidel Cuba a partir del curso 1964-1965 generalizó la educación física desde el primer grado de la enseñanza primaria10.Para dar respuesta al trabajo artístico- cultural masivo de la sociedad Fidel impulsó la formación de Instructores de Artes a partir de abril de 1961. Tras los deteriores de la base material de estudios en el período especial, desarrolló a partir del 2000 un nuevo programa de formación de instructores de arte. En la actual concepción se aspira que la escuela llegue a convertirse en la institución cultural más importante de la comunidad, que los resultados de su labor se reflejan en el seno de la familia y su trabajo se proyecte más allá de la institución cultural y se vincule con el resto de las instituciones culturales y sociales de la comunidad.11

El 15 de enero de 1959 Fidel expresó: " El futuro de nuestro país tendrá que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia, de hombres de pensamiento" 12 . Y tal afirmación se ha desarrollado como paradigma de la Revolución Cubana. La incorporación a los programas docentes de los conocimientos y tecnologías de avanzada, fue preocupación constante de Fidel 13 . Si hoy el país dispone de un pujante sistema de ciencia, tecnología e innovación, con capacidad de respuesta para hallar soluciones certeras a las disímiles problemáticas que plantea la producción y la ingeniería social socialista, ello se debe al aporte decisivo que ha tenido la estrategia educacional fidelista.

Fidel, como líder de la Revolución, fundador del Estado socialista y del nuevo Partido comunista de todos los revolucionarios cubanos, fue el educador por excelencia de la vanguardia y del pueblo. Las concepciones fidelistas hechas conciencia colectiva, devenidas en retos a la práctica y teoría pedagógica adelantaron los propios acontecimientos, sirvieron de modelo y acicate, de referencial de criticidad y pivote de desarrollo. Desde Fidel y con Fidel se pensó se hizo y se acertó en Revolución Educacional y teoría pedagógica, en Fidel se hallaban las inconformidades y los puntos de criticidad propositiva frente a los errores e insuficiencias de la obra revolucionaria. De ahí la certera concepción del profesor Rolando Buenavilla Recio sobre la condición de Fidel como educador social14.

En plena dialéctica histórico concreta, puede afirmarse que las concepciones revolucionarias fidelistas han trascendido a las masas a partir de su labor educativa15. En tal perspectiva Paulo Freire definió a Fidel –también a Ernesto Che Guevara y Amilcar Cabral- como pedagogo de la Revolución16.

Notas:

1 Fidel Castro Ruz: Informe del Comité Central al Primer Congreso del Partido, Editado por el Departamento de Orientación Revolucionaria, La Habana, 1975, p 34.

2 Ver del autor: Las coordenadas de la alfabetización, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2000, p 71.

3 José Martí Pérez; Obras Completas, Editora Nacional de Cuba, la Habana, 1965, tomo 8, p.290.

4 Fidel Castro Ruz: Discurso en la inauguración del seminternado de primaria “Juan Manuel Márquez, Ediciones COR, No. 5, La Habana, 1968.

5 Fidel Castro Ruz: Acto de inauguración del Palacio de los Pioneros, 6 de enero de 1962

6 Fidel Castro Ruz: Inauguración del Campamento de Pioneros “ José Martí ” de Tarará, en La Habana, 20 de julio de 1975

7 Fidel Castro: Obra revolucionaria, No 30, La Habana, 1961, p 22

8 Fidel Castro Ruz: Fidel habla a la juventud, Selección: 1960-1998. Casa Editora Abril- Editora Política. La Habana, 1998, p 12

9 Fidel Castro Ruz: Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto central conmemorativo del XV Aniversario de la Unión de Pioneros de Cuba y XIV Aniversario de la Unión de Jóvenes Comunistas, celebrado en el teatro "Lázaro Peña", el 3 de abril de 1976 10 Fidel Castro Ruz: Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto clausura del curso de Educación Física a los maestros de enseñanza primaria, en el Estadio Latinoamericano, La Habana, el 4 de septiembre de 1964 .

11 Ver: Paula M. Sánchez Ortega: La educación artística en Cuba; antecedentes y actualidad, Atenas, Matanzas, Vol. 4 Nro. 22 (2013) https://atenas.reduniv.edu.cu/index.php/atenas/article/view/51/75 12 Fidel Castro Ruz: Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, en el acto celebrado por la Sociedad Espeleológica de Cuba, en la Academia de Ciencias, el 15 de enero de 1960.

13 La Universidad Cubana cuenta con 80 centros dedicados a tiempo completo a la investigación, generación y transferencia de tecnología de punta. Vinculados a estas y otras instituciones de investigación está el 69 por ciento de las y los profesores universitarios. En general todos los docentes de la educación superior, tienen contemplado en su fondo de tiempo el trabajo de investigación científica. En total más de 250 mil docentes del Ministerio de Educación (MINED) y el Ministerio de Educación Superior (MES), están incorporados desde sus aulas a la actividad científica. El 42 por ciento de ellos la efectúa en forma extracurricular.

14 Rolando Buenavilla y otros: Concepción teórico metodológica para el estudio de Fidel Castro Ruz como educador social, Pedagogía 2017, Sello Editor Educación Cubana, La Habana, 2017.

15 Olga Fernández: “Integridad y dialéctica del pensamiento de Fidel”, en La mujer en la Revolución y la Revolución en la mujer. Coloquio sobre el pensamiento y al obra de Fidel Editorial de la Mujer, La Habana, 1996, p 27.

16 Paulo Freire, Esther Pérez y Fernando Martínez: Diálogos con Paulo Freire, Colección de Educación Popular, Editorial Caminos, La Habana 1997, p 20.

sábado, 28 de julio de 2018

Antivalores: la otra cara de la historia

Juan J. Paz-y-Miño Cepeda
Rebelión

En la conciencia filosófica del siglo XVIII e inicios del XIX quedó en claro que la labor empírica de los historiadores era insuficiente para comprender la evolución humana. La historiografía retrataba pasiones, un cúmulo de intereses contrapuestos, la ruina y la victoria en medio de ambiciones personales, la heroicidad y el altruismo junto a las guerras y las dominaciones. Pero debía existir algo más allá o por debajo de los hechos históricos que permita explicar su racionalidad en el largo tiempo.

Nació así la filosofía de la historia, un esfuerzo intelectual por tratar de descubrir el sentido y la finalidad de los acontecimientos históricos. Para los filósofos de la historia, no cabía admitir una naturaleza humana perversa y tampoco un destino que condenaba permanentemente la moralidad y la justicia. La historia debía entenderse como progreso y ascenso constante en la conquista de una sociedad superior y plenamente beneficiosa para el ser humano, que se moviliza por sobre las ruindades, los odios y las bajezas de todo orden.

Esa intención por clarificar el sentido y la racionalidad histórica, que estuvo presente en los ilustrados franceses, y que alcanzó singular expresión en el idealismo alemán, tuvo su remate intelectual en la obra de G. W. F. Hegel (1770-1831) y particularmente en su genial Lecciones sobre la Filosofía de la Historia Universal, conferencias universitarias impartidas en 1820, aunque publicadas en 1837.

Para Hegel, los simples acontecimientos no revelan la naturaleza ni el sentido de la historia. Solo el pensamiento puede dar cuenta de la racionalidad oculta en la superficialidad de los hechos. Toda la irracionalidad humana, los odios, las ambiciones, los sufrimientos, junto a los actos sublimes y a los hechos grandiosos, que deben ser recogidos fielmente y hasta en forma detallada, son manifestaciones del espíritu universal, que encuentra su particular expresión en el espíritu de un pueblo, que atraviesa distintas etapas. Ese camino, que en Hegel va desde Oriente hasta Occidente, descubre que la historia se encamina a la conquista de la libertad del espíritu. Esa es la racionalidad que preside la historia, le otorga sentido y le traza una finalidad.

Desde luego, en Hegel la conquista de la libertad del espíritu como eje de la historia resultó una interpretación inversa a la realidad. En todo caso, motiva a entender que en historia cuentan tanto los hechos “positivos” como los “negativos”: la guerra y la paz, los héroes y los villanos, la bondad y la maldad. Hoy sabemos bien que forman parte de las luchas por el poder, de las confrontaciones entre clases sociales, de los momentos de avance o retroceso en la sociedad, cuyo desenvolvimiento no es lineal, ni supone siempre el camino hacia el progreso y hacia la edificación de la mejor sociedad.

En la historia de América Latina cabe contraponer distintos momentos históricos: los procesos de independencia frente al coloniaje a inicios del siglo XIX, por ejemplo, fueron cruciales para movilizar a amplios sectores sociales y para sembrar altos valores, como la libertad, la soberanía de los pueblos, la independencia anticolonial, el autogobierno, los derechos humanos. En contraste, el dominio oligárquico, tan largamente extendido en la vida republicana de los países latinoamericanos, también cultivó una serie de mecanismos económicos convertidos en verdaderos antivalores humanos: el rentismo, la explotación latifundista a campesinos e indígenas sometidos a formas serviles, la esclavitud, la dominación elitista, la exclusión de la democracia.

4 Las revoluciones liberales, durante la segunda mitad del siglo XIX, despertaron nuevos valores: el laicismo, el respeto al pensamiento libre, la libertad de cultos, etc. La conciencia social que generó la Revolución Mexicana de 1910 inaugura una era de esperanzadores conceptos y valores sociales. Los gobiernos “populistas” de los años 30, movilizaron igualmente conciencia y valores renovados: antimperialismo, nacionalismo, función social de la propiedad, acción social del Estado, el desarrollo como proyecto modernizador.

El avance del capitalismo no solo ha provocado modernización y progreso, sino que igualmente ha introducido una serie de antivalores, derivados de la propia naturaleza del régimen capitalista: individualismo, egoísmo, afán de lucro sin fin, acumulación rentista o explotadora de la fuerza de trabajo.

En América Latina se vive hoy otro momento de contraposición en cuanto a valores humanos. El triunfo de las derechas políticas, el ascenso de los principios neoliberales, la implantación de economías empresariales y hasta la arremetida contra los gobiernos progresistas, han dejado atrás el sentido nacional, la reivindicación de la soberanía, la valoración de la dignidad de nuestros pueblos, el freno a la expansión imperialista, la sujeción de los intereses privados a los intereses nacionales, la afirmación de los derechos y garantías sociales y laborales frente a la avaricia del capital.

5 Han aparecido otras formas de movilizar la lucha política, cargada de antivalores que parecen ser normales para liquidar toda memoria del pasado inmediato o cualquier proceso reformista o izquierdista que atente contra las elites dominantes del presente, sin que se descarte el asesinato político. En América Latina la traición más descarada, el giro en las decisiones de Estado, la judicialización de la política, el lawfer, la corrupción mediática, la persecución institucional, la venganza y el revanchismo, el odio, la arbitrariedad, el perdón a los evasores de impuestos, el estrangulamiento a las capacidades estatales, la subordinación al imperialismo o la magnificación irracional del mercado y de la empresa privada, se justifican como expresión de un nuevo tiempo.

La reconstitución de viejos poderes, de la mano de gobernantes subordinados a las derechas económicas y políticas, ha implicado la pérdida de aquellos sentidos de la historia que debían apuntar a construir la dignidad de una nación, su soberanía, la justicia imparcial, la ética pública, la equidad social, la institucionalidad del Estado frente a las ambiciones gremialistas privadas, el latinoamericanismo como oposición al imperialismo, el buen vivir en contraste con la riqueza solo a favor de una elite. La historia se mueve, pero camina hacia atrás.

Blog del autor: Historia y Presente

lunes, 16 de julio de 2018

Presentación del libro Cincuenta (+ nueve) conversaciones filosóficas, (Málaga, Ediciones del Genal, 2018) Las entrevistas como procedimiento de estudio y aprendizaje filosófico

Las entrevistas como procedimiento de estudio y aprendizaje filosófico

Salvador López Arnal

Rebelión


Me han gustado desde siempre, desde que era muy joven. Sé que es asunto muy personal, muy de cada cual y que sobre gustos... las disputas razonables y las aproximaciones críticas ayudan a aclararlos, a pulirlos y a matizarlos más.

Una de las entrevistas que, según mi memoria que no siempre acuña bien sus monedas, más me impactó, la leí tres o cuatro años después de que se publicara sin comprender una buena parte de los argumentos esgrimidos, fue la que José María Mohedano hizo en 1969 a Manuel Sacristán para la revista antifranquista Cuadernos por el Diálogo sobre Checoslovaquia, la construcción del socialismo y la aniquilación manu militari de la esperanzadora (sin garantías absolutas, como todo lo esencial de nuestras vidas) Primavera de Praga. Unas tres décadas más tarde pude leer los papeles, cartas y documentos anexos, “la cocina” de la entrevista. Más motivos para deslumbrarme de nuevo. Veríamos cosas peores comentó el entrevistado en la conversación; las vimos, las hemos seguido viendo.

Luego vinieron otras entrevistas, muchas más. La mayoría de ellas las leí en El Viejo Topo, Materiales, Zona abierta, El País, Liberación, Transición, El cárabo, Teorema, Negaciones, Saida, mientras tanto y en otras revistas y periódicos de aquellos años que ahora llamamos de “transición política”. También en libros por supuesto. Aún recuerdo la emoción y el interés que sentí cuando leí por vez primera la entrevista de R. Landor (The World) a Karl Marx. Inmediatamente pensé en un ensayo que se titulara algo así como “Las grandes entrevistas de la historia”. Quería ser el editor por supuesto.

No creo exagerar ni faltar a la verdad si señalo que, dejando aparte algunas lecturas de clásicos del pensamiento (no muy abundantes en mi caso para mi vergüenza), tres o cuatro de los textos filosóficos (más que filosóficos) que más me han impactado, guiado y enseñado (incluidas las relecturas posteriores) son, hablando propiamente, entrevistas. Las conversaciones con Lukács de 1966 que publicó Alianza editorial pocos años después, el ¿Comunismo sin crecimiento? de Wolfgang Harich en traducción de Gustau Muñoz, y la entrevista que Gabriel Vargas Lozano y dos compañeros-filósofos más hicieron a Manuel Sacristán para la (tristemente desaparecida en papelhace pocos meses) revista mexicana Dialéctica, sin olvidar, justo es recordarlo, la que Jordi Guiu y Antoni Munné le hicieran también para El Viejo Topo en 1979 (pero publicada diez años después del fallecimiento del traductor de El capital y de una buena parte de la obra lógico-filosófica de Quine). En todos estos cuatro casos, el interés de la conversación, de las ideas, conceptos y argumentos expuestos, no sólo no decae sino que, en mi opinión, crece y se amplía con el tiempo.

El gusto por el género me empujó a probar fortuna. Y la verdad es que, sin exagerar pero sin falsa modestia (que no es entonces modestia), desde que empecé no he parado. No serán menos de 400 las entrevistas que he ido haciendo a lo largo de estas últimas dos décadas, incluyendo las que dieron pie a Acerca de Manuel Sacristán, un libro que coeditamos Pere de la Fuente y yo mismo (en Destino, Barcelona, 1996, descatalogado actualmente); las que fueron base de los documentales “Integral Sacristán” dirigidos por Xavier Juncosa (con la ayuda y participación esencial de Joan Benach), más los libros de conversaciones con, entre otros, Eduard Rodríguez Farré, Eugenio del Río, Manuel Cruz, Paco Báez, Miguel Candel y Rafa Burgos. La mayoría de estas entrevistas a las que hago referencia se han ido publicando, con muy pocas excepciones, en esos libros o en revistas como el El Viejo Topo, Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, sin permiso y en el diario electrónico www.rebelion.org (también anteriormente en www.lainsignia. org ).

Entre estas conversaciones, obligado es admitirlo, algunas son muy del momento, de la coyuntura como suele decirse, y los años transcurridos no les ayudan nada, nada de nada.El tiempo, como es sabido, es maestro y seleccionador de vida. Pero no rige siempre ese desinterés, creo afirmar con verdad, en todos los casos. En absoluto. Por eso he recogido en este libro una parte, las más directamente filosóficas en sentido amplio (incluyo lasde historia, economía, cienciaypolíticacon reflexiones complementarias), de las entrevistas que he realizado a lo largo de estos tres últimos años, no publicadas anteriormente (salvo dos o tres excepciones)en ningún libro.

Los temas son muchos: ciencia y utopía, filosofía de la ficción, los videoclips, el sentido de la vida, Baltasar Gracián, la edición inglesa de la obra de Manuel Sacristán, vida y muerte, el capitalismo, la tecnociencia, la fraternidad, las pseudociencias, la biopolítica, el hijo no recocido de Marx, la revolución de octubre, el movimiento obrero, la industria nuclear, Fukushima, El criticón… Asuntos y autores diversos, muy diversos. Como la filosofía, como el filosofar, como nuestras preocupaciones e inquietudes, como nuestro interés por centenares de pensadores y temáticas.

He incluido entrevistas de años anteriores en muy pocos casos. Como homenaje, como reconocimiento de su larga enseñanza, como prueba de admiración y/o de amistad. Es el caso de las entrevistas a Antoni Beltrán, Francisco Fernández Buey, Antoni Domènech (ninguno de los tres está ya lamentablemente entre nosotros), Eduard Rodríguez Farré y Mario Bunge.

Un procedimiento, este de las entrevistas, que, como señalaba, permite saborear los buenos argumentos filosóficos, los conceptos y categorías fructíferos, la claridad en la exposición, disolver dudas, gozar delos hallazgos teóricos y delas nuevas inquietudes y propuestas filosóficas, sopesar el peso de lo clásico y de los clásicos, sentir la amplitud del inabarcable escenario filosófico, la importancia del pensar y repensar permanente… y, por supuesto, la complejidad e interés cultural de casi todo. En esto último, la filosofía es como la vida, un proyecto en construcción que nosotros mismos vamos realizando en compañía y con apoyos. Intentar comprender más conlleva, en la mayoría de los casos, tomar consciencia (y conciencia) de lo mucho que nos queda por saber, con nuestro esfuerzo y la ayuda de los demás, y que vale la pena ampliar nuestros conocimientos y reflexionar sobre nuestras experiencias prácticas para vivir bien, para alcanzar un buen vivir, y para aportar nuestros insumisos y rebeldes granitos de arena a las sociedades y colectivos de los que formamos parte y que también nos han hecho.

Dejo constancia de mi agradecimiento a las autoras y autores entrevistados. Ellas y ellos son realmente los protagonistas del libro, de estas conversaciones. Como mi mérito es mucho menor -edición, preguntas, índice y ordenación, apenas nada más-, no creo pecar de ningún injustificado desvarío e imprudencia si señalo que una vez leído y releído, y hablando desde un punto de vista lógico-filosófico como tal vez dijera otro gran maestro, Willard Van Orman Quine, el conjunto resultante, presentado en dos volúmenes, es interesante, refrescante, nada sectario, estimulador y filosóficamente rico y diverso, muy diverso. Como debe ser. Recordemos el dicho clásico: nada humano nos debe ser ajeno, el aforismo elegido por Marx en sus respuesta a su hija Laura. Nudo también importante, el libro no cansa ni agota ni genera sueño o aburrimiento… en mi interesada opinión.

En mi concepción de la filosofía, en absoluto original, toda persona tiende al filosofar y necesita hacerlo. De ahí que este libro esté pensando para todos sin exclusiones y que esté al alcance de todos. No es un libro de expertos y para expertos. Nada de eso, muy lejos de eso. Aparta su cáliz de esas coordenadas de falsa demarcación desde la primera línea.

La extensión del libro (presentado en dos volúmenes recuerden) no es una dificultad objetiva según pienso. Puede leerse según el interés de cada cual. Una entrevista por día, una hora diaria de lectura aproximadamente, sin apenas cansancio, durante unos dos meses y el libro estará finalizado con, creo creer bien, ganancias intelectuales garantizadas. Si alguna entrevista aburre, puede dejarse a medias. Sin problema alguno. No estamos obligados a nada. Nos ubicamos en el ámbito del goce, no en el del sufrimiento, pena o castigo.

Los errores en la edición y composición del libro están en mi debe. En minoría de a uno, sin ninguna compañía.

Agradezco muy sinceramente a Paco Puche, a Jesús Otaola y a Nuria su apoyo y ayuda. Sin ellos, no hubiera sido posible.

Señalaba Manuel Sacristán, uno de los destacados más-que-filósofos del siglo XX, en una conferencia inédita sobre la ciudad y el urbanismo de 1959,que todo ser humano que piensa sus cosas hasta el final filosofa. Muy de acuerdo, como diría Juan de Mairena. Los hombres y mujeres de este libro filosofan en estas páginas, pensando sus cosas hasta el final. Van en serio, podrán comprobarlo. Como ustedes, como todos los ciudadanos comprometidos que aman el saber y la justicia.

Así, pues, ¡viva la filosofía... que esté viva!, ¡que dure muchos años más! Como dirían también los autores de Las ideas gnoseológicas de Heidegger y Poliética, los dos grandes pensadores que abren y cierran este volumen: ¡contra el remurimiento (y el aburrimiento y desinterés) y sus intelectuales o letratenienes afines!

ÍNDICE
Volumen I

PRESENTACIÓN. LAS ENTREVISTAS COMO MÉTODO DE ESTUDIO Y APRENDIZAJE FILOSÓFICO.

1. JORGE LUIS ACANDA: “ EL SUYO [FFB] FUE SIEMPRE UN MARXISMO LIBERTARIO, CENTRADO EN EL ESTUDIO DE LOS PROCESOS DE PRODUCCIÓN DE LA SUBJETIVIDAD HUMANA”-

2. MARK AGUIRRE: “LA HISTORIA NO HA BORRADO A LA ESPECIE, SE HA CONSTRUIDO SOBRE SUS HOMBROS”.

3. LUIS ALEGRE ZAHONERO: “LA POLÍTICA TIENE SIEMPRE UN ELEMENTO DE DISPUTA POR EL PODER. LO QUE PLANTEO EN EL LIBRO ES QUE ESA BATALLA SE DISPUTA EN GRAN MEDIDA EN ‘EL LUGAR DE LOS POETAS”

4. MARTÍN ALONSO: “UNA DE LAS CARACTERÍSTICAS DEL ÉXTASIS ES QUE HACE IMPREVISIBLES LAS CONDUCTAS PORQUE CORTOCIRCUITA LA RACIONALIDAD. LOS AFECTADOS NO SON DUEÑOS CABALES DE SUS VOLUNTADES”.

5. ALEJANDRO ANDREASSI: “ LA BIOPOLÍTICA CUMPLIÓ UNA FUNCIÓN EN LA LEGITIMACIÓN, CONFORMACIÓN Y CONSOLIDACIÓN EN ALEMANIA DE UN VERTIGINOSO PROCESO DE MODERNIZACIÓN CAPITALISTA”

6. ANTONIO J. ANTÓN FERNÁNDEZ: “ EL LEMA CLÁSICO -SOCIALISMO O BARBARIE- HA PERDIDO ACTUALIDAD. AHORA SE HA SIMPLIFICADO EL DILEMA: O VIDA O CAPITALISMO”.

7. ANTONIO BELTRÁN: “ SI EL TALENTO RESULTA INSULTANTE Y LA PRUDENCIA SE IDENTIFICA CON EL SILENCIO, LA RENUNCIA Y LA ENTREGA ABSOLUTA AL PODER, GALILEO, EN EFECTO, NO FUE PRUDENTE”.

8. MARIO BUNGE: “LAS PSEUDOCIENCIAS, COMO LOS ARTÍCULOS ADULTERADOS, CORROMPEN LA CULTURA, PONEN EN PELIGRO LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD Y HACEN PERDER TIEMPO A TODOS".

9. MANUEL CAÑADA PORRAS: “LA PALABRA DIGNIDAD HA CONDENSADO LA REBELDÍA Y LAS ESPERANZAS DE LOS MOVIMIENTOS POPULARES, DEL 15M A LAS MARCHAS DEL 22 DE MARZO”.

10. ALFREDO CARO MALDONADO: “ LA SITUACIÓN DE LA CIENCIA EN EL MUNDO ESTÁ LEJOS DE SER BUENA, NO DIGAMOS IDÍLICA. ¿POR QUÉ LA CIENCIA SE IBA A SALVAR DE LA CRISIS SISTÉMICA DE VALORES Y DE LA ECONÓMICA?”

11. SILVIA CASADO ARENAS Y CARLOS FERNÁNDEZ LIRIA: “TAN IMPORTANTE COMO HACER JUSTICIA A LOS DESAPARECIDOS DE LA GUERRA CIVIL ES VELAR PORQUE NUESTROS JÓVENES Y LOS JÓVENES VENIDEROS NO 'RECUERDEN' SU HISTORIA DE UNA FORMA INJUSTA”.

12. ADRIÀ CASINOS: “HAY QUE LEER A DARWIN, COMO A CUALQUIER OTRO AUTOR, EN SU CONTEXTO HISTÓRICO”.

13. JUAN DAL MASO:“LO QUE DISTINGUE EL MARXISMO DE GRAMSCI DE OTROS ENFOQUES MARXISTAS ES LA IMPORTANCIA QUE LE ASIGNA A LA CUESTIÓN FILOSÓFICA Y SUS IMPLICANCIAS POLÍTICAS”.

14. GUSTAVO DESSAL: “ NO HAY UNA DISTANCIA TAN GRANDE ENTRE EL PSICOANÁLISIS Y LA SOCIOLOGÍA DE BAUMAN QUE ADMITE LA IMPORTANCIA DEL INCONSCIENTE Y DE LA SUBJETIVIDAD”.

15 RAFAEL DÍAZ-SALAZAR: “APRENDER A SER, APRENDER A VIVIR JUNTOS, APRENDER A CONOCER Y APRENDER A HACER SON LOS CUATRO GRANDES OBJETIVOS DE LA EDUCACIÓN”.

16. ANTONI DOMÈNECH: “LAS DEMOCRACIAS ACTUALES SE ENFRENTAN A PODERES PRIVADOS NEOFEUDALES MÁS GRANDES Y PODEROSOS DE LO QUE SOÑARON LAS MÁS CODICIOSAS DINASTÍAS EMPRESARIALES DE LA GENERACIÓN DE NUESTROS ANCESTROS”

 17. ÀNGEL DUARTE: “ SI ME PREGUNTAS QUÉ ENTENDÍAN POR NACIÓN TE DIRÉ QUE HABLABAN DE ESPAÑA. EN FEDERAL, NO OBSTANTE, LA SOBERANÍA ARRANCABA DEL INDIVIDUO, SE MATERIALIZABA EN EL MUNICIPIO Y DE AHÍ PARA ARRIBA PASANDO POR LOS ESTADOS”.

 18. ANDREU ESPASA: “LA NOVEDAD DE MI LIBRO ES EL ÉNFASIS QUE SE DA A LA INFLUENCIA QUE TUVO AMÉRICA LATINA EN LA POLÍTICA DE LA ADMINISTRACIÓN ROOSEVELT HACIA LA ESPAÑA EN GUERRA”

 19. ANGELO FASCE: “LA UNIVERSIDAD HA DE SERVIR A LA ORGANIZACIÓN Y LA PROMOCIÓN DEL PENSAMIENTO CRÍTICO Y LA DIVULGACIÓN DE LA CIENCIA”.

 20. FRANCISCO FERNÁNDEZ BUEY: “NEGARSE A LA REVISIÓN DE SUS TESIS ES CONVERTIR A MARX EN UN ICONO”.

 21. CARLOS FERNÁNDEZ LIRIA: “ LA OBRA DE MARX NO DICE LA VERDAD POR SU RELEVANCIA POLÍTICA. ES RELEVANTE POLÍTICAMENTE EN LA MEDIDA EN QUE DICE LA VERDAD.

 22. CARLOS FERNÁNDEZ LIRIA, OLGA GARCÍA FERNÁNDEZ Y ENRIQUE GALINDO FERRÁNDEZ: “HEMOS PASADO DE CONSIDERAR LA EDUCACIÓN COMO UN DERECHO A CONSIDERARLA COMO UNA INVERSIÓN PARA UN NEGOCIO VITAL QUE VA A DURAR TODA LA VIDA”.

 23. MANUEL GARCÍA-CARPINTERO: “HAY VERDADES SOBRE NUESTRAS EMOCIONES Y LAS DE NUESTROS SEMEJANTES, SOBRE EL BIEN Y EL MAL, QUE SE APRENDEN MUCHO MEJOR MEDIANTE EL EJERCICIO DE LA IMAGINACIÓN QUE ES CONSTITUTIVO DE LA FICCIÓN, QUE LEYENDO ENSAYOS”.

 24. F RANCISCO JAVIER GÓMEZ GONZÁLEZ: “LOS PROBLEMAS HUMANOS NO ENTIENDEN DE DISCIPLINAS. EL OBJETIVO NO ES QUE TODOS SEPAMOS DE TODO, EL OBJETIVO ES QUE SEPAMOS INTEGRAR SABERES DIFERENTES”.

 25. ENTREVISTA A ENRIQUE GONZÁLEZ DE ANDRÉS: “PARA CALIBRAR LA VERDADERA FUERZA DE LA CLASE OBRERA, NO PARECE UN BUEN MÉTODO DISUADIRLA DE EJERCERLA EN LOS MOMENTOS EN QUE SE PUEDE INCLINAR LA BALANZA HACIA UN LADO O HACIA OTRO”.

 26. ALFONSO GONZÁLEZ QUESADA:“LAS VALLAS NO DEJAN DE SER DOCUMENTOS QUE TRADUCEN UNA MENTALIDAD Y UN MOMENTO HISTÓRICO CONCRETO. SEÑALAN TANTO LOGROS COMO INSUFICIENCIAS. LA REVOLUCIÓN CONSISTE TAMBIÉN EN ESO”.

27. NICOLÁS GONZÁLEZ VARELA: “EL COMPONENTE ESENCIAL DE LA NUEVA COMUNIDAD POPULAR-RACIAL DEL NAZISMO ES EL AUTÉNTICO DA-SEIN ALEMÁN EN CUANTO SUJETO COLECTIVO: EL PUEBLO, DAS VOLK”.

 28. GUSTAVO HERNÁNDEZ SÁNCHEZ: “REIVINDICAR EL PENSAMIENTO UTÓPICO ME PARECE MUY NECESARIO EN UN MUNDO EL QUE MUCHAS PERSONAS SE EMPEÑAN EN DECIRNOS QUE NO EXISTEN ALTERNATIVAS”.

29. JOSÉ HERRERA PLAZA: “LA PERSISTENCIA DEL PROBLEMA RADIOLÓGICO, TRAS MÁS DE 40 AÑOS DE MENTIRAS OFICIALES, MANTIENE VIVO EL RESCOLDO DE LA MEMORIA Y SU INDIGNACIÓN EN LAS DISTINTAS GENERACIONES DE VECINOS DE PALOMARES”

30. ENTREVISTA A JUAN ANTONIO HORMIGÓN: “ SACRISTÁN LIGABA SU PRODUCCIÓN TEÓRICA A LA ACCIÓN POLÍTICA, A LA MILITANCIA CLANDESTINA CON TODOS LOS RIESGOS QUE CONLLEVABA”. ÍNDICE ANALÍTICO Y NOMINAL ÍNDICE Volumen II

31.ALFREDO IGLESIAS DIÉGUEZ: “ASÍ ES COMO PROCEDE LA PRÁCTICA CIENTÍFICA EN ESTE PAÍS: ACEPTACIÓN DEL CRITERIO DE AUTORIDAD, AUSENCIA DE DEBATE CIENTÍFICO Y USO DE LA PRENSA PARA REBATIR LAS IDEAS”.

32. JON E. ILLESCAS: “ LAS ÉLITES SE TOMAN MUY EN SERIO ALGO APARENTEMENTE TAN DIVERTIDO Y BANAL COMO LA CULTURA POPULAR”

33. MIGUEL JORDÁ: “BALTASAR GRACIÁN FUE TORTURADO FÍSICA Y PSÍQUICAMENTE. SE LA JUGÓ Y LLEVÓ SU VIDA Y SUS CRÍTICAS MUY AL LÍMITE. ACABARON ENCERRÁNDOLE Y QUITÁNDOLE DE LA CIRCULACIÓN. ”

34. NÉSTOR KOHAN: “ EL MARXISMO ES UN UNIVERSO ABIERTO”

35. SANTIAGO LÓPEZ PETIT: “ UNO DE LOS OBJETIVOS PRINCIPALES DE ESTE LIBRO ES CONTRIBUIR A DESOCUPAR EL LUGAR DE VÍCTIMA EN EL QUE TODO ENFERMO, CASI VOLUNTARIAMENTE, SE INTRODUCE”.

36. FRANCISCO LÓPEZ SEGRERA: “ LA PROSPECTIVA, MEDIANTE LA EVALUACIÓN DE LAS ALTERNATIVAS HISTÓRICAS POSIBLES, NOS PERMITE CONSTRUIR UN FUTURO MEJOR”.

37. RENZO LORENTE: “ SI A ALGUIEN LE INTERESA LA FILOSOFÍA MARXISTA (EN UN SENTIDO AMPLIO), MERECE LA PENAR LEER ESTOS TEXTOS DE MANUEL SACRISTÁN”.

38. JOSEP MARTÍ VALLS: “ LA INCINERACIÓN DE RESIDUOS URBANOS ES DEFENDIDA POR LOS QUE TIENEN INTERESES EN ESTOS PROCESOS Y POR POLÍTICOS Y GESTORES QUE NO HAN QUERIDO GESTIONAR BIEN ESTOS RESIDUOS Y NO SABEN QUÉ HACER CON ELLOS”

39. JOSÉ LUIS MARTÍN RAMOS: “LA ALIANZA DE HECHO ENTRE LA CLASE OBRERA URBANA Y EL CAMPESINADO FUE EL OBJETIVO, Y EL RESULTADO, DE LA CORRIENTE BOLCHEVIQUE LIDERADA POR LENIN”.

40. ANDRÉS MARTÍNEZ LORCA: “ LA EDAD MEDIA SE HA PINTADO DE NEGRO POR DOS RAZONES: POR ETNOCENTRISMO Y POR SIMPLE IGNORANCIA”.

41. JOAQUÍN MIRAS ALBARRÁN: “LA FILOSOFÍA MARXISTA ES UN SABER QUE PARTE DE LA CONSCIENCIA DE QUE EL SER HUMANO ES UN SER QUE CREA EN COMUNIDAD UNA PRAXIS MEDIANTE LA QUE PRODUCE SU MUNDO DE VIDA, INCLUIDO EL SABER HACER QUE PONE EN OBRA LA ACTIVIDAD”.

42. ENTREVISTA A MIGUEL MUÑIZ GUTIÉRREZ: “DESDE EL MINUTO UNO, TRAS EL INICIO DE LA CATÁSTROFE DE FUKUSHIMA, LA INDUSTRIA NUCLEAR PUSO EN MARCHA UNA ESTRATEGIA DE ADAPTACIÓN QUE ESTÁ TENIENDO ÉXITO EN LOS LUGARES EN QUE SE DESARROLLA”.

43. PAULA OLMOS: “ LUIS VEGA APOYA GENEROSAMENTE A QUIENES TRABAJAN CON ÉL SIN SACAR PROVECHO PROPIO Y SIN IMPONER SUS LÍNEAS. COMO DIGO, UNA AUTÉNTICA RAREZA”.

44. GIAIME PALA: “LO INTERESANTE ES QUE INGRESARON EN EL PSUC SIENDO CONSCIENTES DEL PRECIO QUE PODÍAN PAGAR POR ELLO. NO ERAN UNOS AVENTUREROS, SABÍAN QUE SE LA JUGABAN”

45. JUAN SISINIO PÉREZ GARZÓN: “ QUE EL PASADO SEA REFERENTE PARA EL PRESENTE ES LÓGICO E INEVITABLE. EL HISTORIADOR DEBE DISCERNIR DÓNDE EMPIEZA EL FALSEAMIENTO Y LA SIMPLIFICACIÓN PARA CONSTRUIR UN DISCURSO QUE YA NO ES HISTÓRICO SINO DEMAGÓGICO”.

46. ARIEL PETRUCELLI: “EL SOCIALISMO COMO LA ORGANIZACIÓN DE LOS PRODUCTORES LIBREMENTE ASOCIADOS NUNCA VIO LA LUZ, SALVO A PEQUEÑA ESCALA O POR MOMENTOS FUGACES”

47. ANDRÉS PIQUERAS: “LOS AVANCES DE LA HUMANIDAD DE CARA A LA IGUALDAD Y EMANCIPACIÓN DE LAS GRANDES MAYORÍAS SE DIERON SIEMPRE A TRAVÉS DEL ACCIONAR DE IZQUIERDAS (A VECES CONTRA LA PROPIA INSTITUCIONALIZACIÓN DE OPCIONES Y AGENTES QUE FUERON PREVIAMENTE “IZQUIERDA”)

48. GONZALO PONTÓN: “HABÍA MUCHA LUZ EN LAS CASAS DE LOS “ILUSTRADOS”, PERO LAS CHOZAS Y LAS VIVIENDAS DE LOS POBRES SEGUIRÍAN A OSCURAS DURANTE MUCHOS AÑOS”.

49. PACO PUCHE SOBRE LA ENFERMEDAD, EL CUERPO, LA VIDA Y LA MUERTE: “LA MUERTE ES UN RETORNO A LA MADRE TIERRA PARA SEGUIR “VIVOS”. EL SENTIDO DE LA VIDA SERÍA EL SENTIRSE PROFUNDAMENTE IMBRICADO EN LA NATURALEZA, GOZÁNDOLA, IMITÁNDOLA Y SACRALIZÁNDOLA”

50. CÉSAR RENDUELES: “LA POTENCIA DEL MATERIALISMO RESIDE EN QUE ACEPTA EL RETO DE TRATAR DE ENTENDER EL EFECTO EN NUESTRAS VIDAS DE DINÁMICAS HISTÓRICAS TAN PROFUNDAS, ESTABLES Y PROLONGADAS QUE CASI PARECEN FENÓMENOS GEOLÓGICOS”

51. MIGUEL RIERA: “NOS GUSTARÍA APOYAR LA IDEA GRAMSCIANA DE CONSTRUCCIÓN DE UN BLOQUE HISTÓRICO CAPAZ DE IMPULSAR UNA TRANSFORMACIÓN REAL”

52. LUIS ROCA JUSMET: “LA FILOSOFÍA DEBERÍA SER UNA CAJA DE HERRAMIENTAS PARA LA TRANSFORMACIÓN, TANTO ÉTICA COMO POLÍTICA”.

53. MARTÍN RODRIGO Y ALHARILLA: “EL CAPITALISMO GLOBAL QUE SE CONSTRUYÓ A PARTIR DEL SIGLO XIX NO SE HUBIESE PRODUCIDO SIN LA EXISTENCIA DE TRABAJO ESCLAVO”.
54. RICARDO RODRÍGUEZ: “ ESTOY CONVENCIDO DE QUE EL SARCASMO Y LA CARICATURA CONSTITUYEN LOS DOS RECURSOS MÁS PODEROSOS DEL ARTE”.

55. EDUARD RODRÍGUEZ FARRE: “EL ACCIDENTE DE FUKUSHIMA ACABARÁ SIENDO EL MAYOR DESASTRE DE LA INDUSTRIA ATÓMICA”

56. JUAN CARLOS RUIZ FRANCO: “LA CLAVE SECRETA FUNDAMENTAL ES LA CARTA DE FREYBERGER; TODOS LOS DEMÁS DOCUMENTOS GIRAN EN TORNO A ELLA”

57. CLARA VALVERDE: “ LA ‘NECROPOLÍTICA’ ES LA POLÍTICA BASADA EN LA IDEA DE QUE PARA EL PODER UNAS VIDAS TIENEN VALOR Y OTRAS NO”.

58. LUIS VEGA REÑÓN: “LA BUENA ARGUMENTACIÓN NO ES POR LO REGULAR UN PRODUCTO INDIVIDUAL O MERAMENTE REFLEXIVO, SINO UN PROCESO INTERACTIVO”.

59. AUGUSTO ZAMORA: “LOS EUROPEOS DEBERÁN DECIDIR EN UN MOMENTO DADO ENTRE EL YUGO DE LA OTAN O SU SUPERVIVENCIA”.

A MANERA DE EPÍLOGO. UNA CARTA DE DESPEDIDA DE FRANCISCO FERNÁNDEZ BUEY SOBRE LO QUE MÁS IMPORTA.

Referencia del libro:

https://www.libreriaproteo.com/libro/ver/id/2163389/titulo/cincuenta-nueve-conversaciones-filosoficas-2-volumenes.html

sábado, 23 de junio de 2018

_- Jürgen Habermas: “¡Por Dios, nada de gobernantes filósofos!”

_- A punto de cumplir 89 años, el filósofo vivo más influyente del mundo está en plena forma. El viejo profesor alemán, discípulo de Adorno y superviviente de la Escuela de Fráncfort, mantiene un pulso de hierro en sus juicios sobre las cuestiones esenciales de ahora y de siempre, que sigue destilando en libros y artículos. Los nacionalismos, la inmigración, Internet, la construcción europea y la crisis de la filosofía son algunos de los temas tratados durante este encuentro en su casa de Starnberg.

EN TORNO AL LAGO de Starnberg, a unos 50 kilómetros de Múnich, se arraciman sucesivas hileras de chalets estilo alpino. La única excepción a la apabullante dosis de melancolía, madera oscura y flores en los balcones surge en forma de un bloque blanco y compacto de esquinas suaves, con ventanas grandes y cuadradas como única concesión a la sobriedad. Es el racionalismo hecho arquitectura en el país de Heidi. La Bauhaus y su modernidad rabiosa en medio de la Baviera eterna y conservadora. Una minúscula placa blanca sobre una puerta azul confirma que ahí vive Jürgen Habermas (Düsseldorf, 1929), sin duda el filósofo vivo más influyente del mundo por trayectoria, obra publicada y actividad frenética aun hoy, cuando falta mes y medio para que cumpla 89 años. Su esposa desde hace más de 60 años, la historiadora Ute Wesselhoeft, recibe en el pequeño vestíbulo y solo tarda unos segundos en girar la cabeza y exclamar: “¡Jürgen, los señores de España han llegado!”. Ambos habitan esta casa desde 1971, cuando Habermas pasó a dirigir el Instituto Max Planck de Ciencias Sociales.

El discípulo y asistente de Theodor Adorno, además de miembro insigne de la segunda generación de la Escuela de Fráncfort y antiguo catedrático de Filosofía en la Universidad ­Goethe de Fráncfort avanza desde su estudio, una coqueta leonera de papeles y libros en estado de caos cuyos ventanales dan a un bosque. Da la mano con fuerza. Es muy alto, camina muy recto y tiene una espectacular mata de pelo blanco como la nieve. Saluda afable e invita a sentarse en uno de los grandes sofás. La estancia está decorada en tonos blancos y arena y acoge una pequeña colección de arte moderno que incluye pinturas de Hans Hartung, Eduardo Chillida, Sean Scully y Günter Fruhtrunk, y esculturas de Oteiza y Miró (esta última simboliza el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales recibido en 2003). Se abre imponente al visitante la biblioteca de Habermas, que aloja viejos volúmenes de Goethe y de Hölderlin, de Schiller y de Von Kleist, y filas enteras de obras de Engels, Marx, Joyce, Broch, Walser, Hermann Hesse y Günter Grass, entre otra infinidad de escritores y pensadores.

El autor de obras imprescindibles del pensamiento, la sociología y la ciencia política del siglo XX como Historia y crítica de la opinión pública, Conocimiento e interés, El espacio público, Discurso filosófico de la modernidad o Teoría de la acción comunicativa intercambia con El País Semanal impresiones acerca de algunos de los temas que le han preocupado durante seis décadas y le siguen preocupando. Con una excepción: el entrevistado prefirió esquivar toda cuestión relacionada con el pasado nazi de su país y con su propia experiencia al respecto (fue miembro de las Juventudes Hitlerianas —como tantos compatriotas suyos, obligado—). Habermas está enfadado. “Sí…, sigo enfadado con algunas de las cosas que ocurren en el mundo. Eso no es malo, ¿no?”, bromea.

Jürgen Habermas: “¡Por Dios, nada de gobernantes filósofos!”

Profesor Habermas, se habla mucho de la decadencia de la figura del intelectual comprometido. ¿Considera justo ese juicio? ¿No es a menudo un mero tema de conversación entre los propios intelectuales?
Para la figura del intelectual, tal como la conocemos en el paradigma francés, desde Zola hasta Sartre y Bourdieu, fue determinante una esfera pública cuyas frágiles estructuras están experimentando ahora un proceso acelerado de deterioro. La pregunta nostálgica de por qué ya no hay intelectuales está mal planteada. No puede haberlos si ya no hay lectores a los que seguir llegando con sus argumentos.

¿Puede pensarse que Internet ha acabado por diluir esa esfera pública que quizá garantizaban los grandes medios tradicionales y que eso ha afectado a la repercusión de los filósofos y los pensadores?
Sí. Desde Heinrich Heine, la figura histórica del intelectual ha ganado altura de la mano de la esfera pública liberal en su configuración clásica. Sin embargo, esta vive de unos supuestos culturales y sociales inverosímiles, principalmente de la existencia de un periodismo despierto, con unos medios de referencia y una prensa de masas capaz de dirigir el interés de la gran mayoría de la ciudadanía hacia temas relevantes para la formación de opinión política. Y también de la existencia de una población lectora que se interesa por la política y tiene un buen nivel educativo, acostumbrada al conflictivo proceso de formación de opinión, que saca tiempo para leer prensa independiente de calidad. Hoy en día, esta infraestructura ya no está intacta. Si acaso, que yo sepa, se mantiene en países como España, Francia y Alemania. Pero también en ellos el efecto fragmentador de Internet ha desplazado el papel de los medios de comunicación tradicionales, en todo caso entre las nuevas generaciones. Antes de que entrasen en juego estas tendencias centrífugas y atomizadoras de los nuevos medios, la desintegración de la esfera ciudadana ya había empezado con la mercantilización de la atención pública. Estados Unidos y su dominio exclusivo de la televisión privada es un ejemplo espeluzante. Ahora, los nuevos medios de comunicación practican una modalidad mucho más insidiosa de mercantilización. En ella, el objetivo no es directamente la atención de los consumidores, sino la explotación económica del perfil privado de los usuarios. Se roban los datos de los clientes sin su conocimiento para poder manipularlos mejor, a veces incluso con fines políticos perversos, como acabamos de saber a través del escándalo de Facebook.

¿No cree que Internet, más allá de sus indiscutibles ventajas, ha forjado una especie de nuevo analfabetismo?
Usted se refiere a las controversias agresivas, las burbujas y los bulos de Donald Trump en sus tuits. De este individuo no se puede decir siquiera que esté por debajo del nivel de la cultura política de su país. Trump destruye ese nivel permanentemente. Desde la invención del libro impreso, que convirtió a todas las personas en lectores en potencia, tuvieron que pasar siglos hasta que toda la población aprendió a leer. Internet, que nos convierte a todos en autores en potencia, no tiene más que un par de décadas de edad. Es posible que con el tiempo aprendamos a manejar las redes sociales de manera civilizada. Internet ya ha abierto millones de nichos subculturales útiles en los que se intercambia información fiable y opiniones fundadas. Pensemos no solo en los blogs de científicos que intensifican su labor académica por este medio, sino también, por ejemplo, en los pacientes que sufren una enfermedad rara y se ponen en contacto con otra persona en su misma situación de continente a continente para ayudarse mutuamente con sus consejos y su experiencia. Se trata, sin duda, de grandes beneficios de la comunicación, que no sirven solo para aumentar la velocidad de las transacciones bursátiles y de los especuladores. Yo soy demasiado viejo para juzgar el impulso cultural que originarán los nuevos medios. Lo que me irrita es el hecho de que se trata de la primera revolución de los medios en la historia de la humanidad que sirve ante todo a fines económicos, y no culturales.

En el paisaje hipertecnologizado de hoy, donde triunfan los mal llamados saberes útiles, ¿qué vigencia y sobre todo qué futuro tiene la filosofía?
Mire, soy de la anticuada opinión de que la filosofía debería seguir intentando responder a las preguntas de Kant: ¿qué puedo saber?, ¿qué debo hacer?, ¿qué me es dado esperar? y ¿qué es el ser humano? Sin embargo, no estoy seguro de que la filosofía, tal como la conocemos, tenga futuro. Actualmente sigue, como todas las disciplinas, la corriente hacia una especialización cada vez mayor. Y eso es un callejón sin salida, porque la filosofía debería tratar de explicar la totalidad, contribuir a la explicación racional de nuestra manera de entendernos a nosotros mismos y al mundo.

¿Qué queda de su vieja filiación marxista? ¿Sigue siendo Jürgen Habermas un hombre de izquierdas?
Llevo 65 años trabajando y luchando en la universidad y en la esfera pública a favor de postulados de izquierdas. Si desde hace un cuarto de siglo abogo por la profundización política de la Unión Europea, lo hago con la idea de que solamente ese régimen continental podría domar un capitalismo que se ha vuelto salvaje. Jamás he dejado de criticar al capitalismo, pero tampoco de ser consciente de que no bastan los diagnósticos a vuelapluma. No soy de esos intelectuales que disparan sin apuntar.

Kant + Hegel + Ilustración + marxismo desencantado = Habermas. ¿Le sirve esta ecuación para despejar la “x” de su ideología y de su pensamiento?
Si hay que expresarlo en estilo telegráfico, estoy de acuerdo, aunque no sin una pizca de la dialéctica negativa de Adorno…

Usted acuñó en 1986 el concepto político del patriotismo constitucional, que hoy suena casi medicinal frente a otros supuestos patriotismos de himno y bandera. Es mucho más difícil ejercer el primero que los segundos, ¿no?
En 1984 pronuncié una conferencia en el Congreso español por invitación de su presidente, y al acabar fuimos a comer a un restaurante histórico. Estaba, si no me equivoco, entre el Parlamento y la Puerta del Sol, en la acera de la izquierda. Sea como sea, durante la animada tertulia con nuestros impresionantes anfitriones —muchos de ellos eran compañeros socialdemócratas que habían participado en la redacción de la nueva Constitución del país—, mi esposa y yo nos enteramos de que en ese local había tenido lugar la conspiración para preparar la proclamación de la Primera República española en 1873. Al saberlo, experimentamos una sensación totalmente diferente. El patriotismo constitucional necesita un relato apropiado para que tengamos siempre presente que la Constitución es el logro de una historia nacional.

Y en ese sentido, ¿se considera usted un patriota?
Me siento patriota de un país que, por fin, tras la Segunda Guerra Mundial, dio a luz una democracia estable, y a lo largo de las subsiguientes décadas de polarización política, una cultura política liberal. No acabo de decidirme a declararlo y, de hecho, es la primera vez que lo hago, pero en este sentido sí, soy un patriota alemán, además de un producto de la cultura alemana.

¿De qué cultura alemana? ¿Solo hay una o hay culturas alemanas?
Yo me siento orgulloso de esa cultura también cuando de la segunda o la tercera generación de inmigrantes turcos, iraníes, griegos, o de donde quiera que hayan llegado, aparecen de repente en la esfera pública los cineastas, los periodistas y las locutoras de televisión más fabulosos; los ejecutivos y los médicos más competentes, o los mejores literatos, políticos, músicos o profesores. Todo ello constituye una demostración palpable de la fuerza y la capacidad de regeneración de nuestra cultura. El rechazo agresivo de los populistas de derechas contra las personas sin las cuales esa demostración habría sido imposible es una majadería.

Creo que prepara un nuevo libro sobre la religión y su fuerza simbólica y semántica como remedio a ciertas lagunas de la modernidad. ¿Puede contarnos algo sobre ese proyecto?
Bueno, la verdad es que este libro no trata tanto de religión como de filosofía. Yo espero que la genealogía de un pensamiento posmetafísico desarrollado a partir de un discurso milenario sobre la fe y el conocimiento pueda contribuir a que una filosofía progresivamente degradada en ciencia no olvide su función esclarecedora.

Hablando de religiones y de guerra de religiones y culturas… Teniendo en cuenta el actual nivel de intransigencia y los fundamentalismos de todo corte, ¿cree que vamos a un choque de civilizaciones? ¿Quizá estamos ya inmersos en él?
En mi opinión, esta tesis es totalmente errónea. Las civilizaciones más antiguas e influyentes se caracterizaron por las metafísicas y las grandes religiones que estudió Max Weber. Todas ellas poseen un potencial universalista, y por eso se levantaron sobre la base de la apertura y la inclusión. Lo cierto es que el fundamentalismo religioso es un fenómeno totalmente moderno. Se remonta a los desarraigos sociales que surgieron y siguen surgiendo a consecuencia del colonialismo, la descolonización y la globalización capitalista.

Escribió en cierta ocasión que Europa debería fomentar el auge de un islam ilustrado y europeo. ¿Cree que lo está haciendo?
En la República Federal de Alemania nos esforzamos por incluir en nuestras universidades la teología islámica, de manera que podamos formar profesores de religión en nuestro propio país y no tengamos que seguir importándolos de Turquía o de otros lugares. Pero, en esencia, este proceso depende de que logremos integrar verdaderamente a las familias inmigrantes. No obstante, esto no alcanza ni mucho menos a las oleadas mundiales de emigración. La única manera de hacerles frente sería combatir sus causas económicas en los países de origen.

¿Cómo se hace eso?
No me pregunte cómo conseguirlo sin cambios en el sistema económico mundial del capitalismo. Es un problema de siglos. No soy un experto, pero lea el libro de Stephan Lessenich Die Externalisierungsgesellschaft [La sociedad de la externalización] y verá que el origen de las oleadas que ahora refluyen hacia Europa y el mundo occidental está en estos mismos.

“Europa es un gigante económico y un enano político”. Firmado, Jürgen Habermas.

Nada parece haber ido a mejor tras el Brexit, el auge de populismos y extremismos, los movimientos neonazis, los intentos nacionalistas de escisión en Escocia o Cataluña… La introducción del euro ha dividido la comunidad monetaria en norte y sur, en ganadores y perdedores. La causa es que las diferencias estructurales entre las regiones económicas nacionales no se pueden compensar si no se avanza hacia la unión política. Faltan válvulas, como por ejemplo la movilidad en un mercado laboral único o un sistema de seguridad social común, y faltan competencias europeas para una política fiscal común. A ello se añade el modelo político neoliberal incorporado a los tratados europeos, que refuerza aún más la dependencia de los Estados nacionales con relación a los mercados globalizados. El elevado desempleo juvenil en los países del sur es un escándalo que clama al cielo. La desigualdad ha aumentado en todos nuestros países y ha erosionado la cohesión de la ciudadanía. Entre los que consiguen adaptarse, se extiende el modelo económico liberal que orienta la acción en beneficio propio; entre los que se encuentran en situación precaria, cunden los miedos regresivos y las reacciones de ira irracionales y autodestructivas.

¿Sigue de cerca el problema catalán? ¿Cuál es su opinión y su diagnóstico? Pero realmente, ¿cuál es el motivo de que un pueblo culto y avanzado como Cataluña desee estar solo en Europa? No lo comprendo. Me da la sensación de que todo se reduce a cuestiones económicas… No sé lo que pasará. ¿Usted qué cree?
Creo que pensar en aislar políticamente a una población de en torno a dos millones de personas con aspiraciones independentistas no es realista. Y desde luego, no es sencillo… Está claro que eso es un problema, sí. Es demasiada gente.

Jürgen Habermas habla con mucha dificultad debido a un defecto de nacimiento en forma de fisura de paladar y labio leporino. Una pequeña tragedia personal para alguien cuya misión filosófica primordial ha sido poner en valor el lenguaje y la dimensión social y comunicativa del hombre como remedio de tantos males (todo ello recogido en su célebre Teoría de la acción comunicativa). El viejo profesor se muestra realista y resignado cuando, mirando por la ventana, susurra:
“Ya no me gustan los grandes auditorios ni los grandes salones. No me entero bien de las cosas. Hay una cacofonía que me desespera”.

Profesor, ¿considera los Estados-nación más necesarios que nunca o por el contrario cree de algún modo que están superados?
Hum, quizá no debería decir esto, pero considero que los Estados-nación fueron algo que casi nadie se creía pero que hubo que inventar en su tiempo por razones eminentemente pragmáticas.

Siempre culpamos a los políticos del fracaso en la construcción europea, pero ¿no tenemos los ciudadanos de a pie de la UE nuestra parte de culpa? ¿De verdad creemos los europeos en la europeidad?
Veamos, hasta ahora, los liderazgos políticos y los gobiernos han llevado adelante el proyecto de manera elitista, sin incluir a las poblaciones de los países en estas complejas cuestiones. Tengo la impresión de que ni siquiera han familiarizado a los partidos políticos ni a los diputados de los Parlamentos nacionales con la complicada materia de la política europea. Bajo el lema “mamá cuida de vuestro dinero”, Merkel y Schäuble han protegido durante la crisis, de manera verdaderamente ejemplar, sus medidas contra la esfera pública.

¿Conserva Alemania una vocación de liderazgo europeo? ¿Ha confundido Alemania a veces liderazgo con hegemonía? ¿Y Francia? ¿Qué papel debe desempeñar el país que lidera su adorado presidente Macron?
Seguramente el problema ha sido, más bien, que el Gobierno federal alemán ni siquiera ha tenido el talento ni la experiencia de una potencia hegemónica. De lo contrario habría sabido que no es posible mantener Europa unida sin tener en cuenta los intereses de los demás Estados. En las dos últimas décadas, la República Federal ha actuado cada vez más como una potencia nacionalista en el terreno económico. En lo que respecta a Macron, sigue intentando persuadir a Merkel de que tiene que pensar en su imagen con vistas a los libros de historia.

¿Qué papel cree que puede jugar España en la mejora de la construcción europea?
España simplemente tiene que respaldar a Macron.

En artículos recientes usted ha defendido con pasión la figura del presidente Macron, quien, por cierto, es filósofo como usted. ¿Qué es lo que más le atrae de él? ¿Cree que es bueno que un líder político sea un filósofo?
¡Por Dios, nada de gobernantes filósofos! No obstante, Macron me inspira respeto porque, en la escena política actual, es el único que se atreve a tener una perspectiva política; que, como persona intelectual y orador convincente, persigue las metas políticas acertadas para Europa; que, en las circunstancias casi desesperadas de la contienda electoral, demostró valor personal, y que, hasta ahora, desde su cargo de presidente, hace lo que dijo que iba a hacer. Y en una época de paralizante pérdida de identidad política, he aprendido a apreciar estas cualidades personales en contra de mis convicciones marxistas.

Sin embargo, es imposible por ahora saber cuál es su ideología… en el caso de que la tenga. Sí, tiene usted razón. Hasta la fecha sigo sin ver claramente qué convicciones subyacen tras la política europea del presidente francés. Me gustaría saber si al menos es un liberal de izquierdas convencido…, y eso es lo que espero.

Esta entrevista, que pudo realizarse gracias a los buenos oficios del profesor y escritor Daniel Innerarity, es un cruce de caminos entre respuestas ofrecidas por escrito e intercambios de impresiones durante aquella mañana en Starnberg. Cuando la conversación acabó, el único superviviente de la segunda Escuela de Fráncfort desapareció de repente tras la puerta de la cocina de su casa. Volvió dibujando en su cara una sonrisa cómplice, con una botella de Rioja en una mano y otra de Riesling en la otra. España y Alemania, juntas en casa de Habermas.­

El guardián de la conversación
Por Daniel Innerarity

Tres invitados sentados a comer en casa de los Habermas equivale a ir directos al grano, es decir, al pensamiento, sin la distracción de una comida que haya que valorar. Enseguida la conversación ocupaba toda la escena, y no el monólogo que podíamos haber esperado, pues Habermas escuchaba y preguntaba más de lo que intervenía. Y eso que seguramente era el único allí con verdadero derecho a la grandeza, pero que, tal vez por tenerla, era el más curioso de todos.

Se tenía la sensación de estar conversando con uno de los más grandes, tal vez con el último de esos intelectuales públicos que han gozado de una autoridad que en la era de las redes sociales y la inmediatez oportunista comenzamos a echar de menos. Me atrevo a decir que el legado de Habermas no será tanto su inmensa obra escrita como ese aprecio hacia lo público y lo común, que es más una virtud cívica, una actitud intelectual, que una teoría. Habermas es, antes que nada, un entusiasta de la conversación, alguien convencido de que cuanto vale la pena ha sido el resultado de una empresa común, de lo que hemos dicho y hecho entre todos. Su preocupación fundamental ha sido siempre cómo proteger y mejorar ese espacio de la intersubjetividad porque es ahí donde realizamos los verdaderos descubrimientos y, sobre todo, el lugar en el que se edifica la convivencia democrática.

Formado en la tradición de la gran filosofía clásica alemana, a la que quiso someter a la prueba del contraste con otras formulaciones más modernas, como las teorías analíticas del lenguaje o las formulaciones republicanas de la democracia, Habermas posee una amplia cultura que no es tanto agregación de informaciones, sino transversalidad que ha constituido como un diálogo interior.

En sus propuestas filosóficas están Kant, Marx y Adorno, pero no como piezas mudas de museo, sino como interlocutores a los que se puede poner a hablar con Austin, Derrida y Rawls. 

La totalidad no está construida en la mente de Habermas como un sistema, sino como una conversación de muchos interlocutores. Este gusto por las interpretaciones generales del mundo y la cultura es algo que parece extemporáneo en una época de fragmentación y especialismo. El primer obstáculo al que ha de hacer frente quien pretenda elaborar algo así como una teoría general de las cosas es el escepticismo de quienes lo creen imposible o al menos no tan rentable como saberlo todo de casi nada.

Habermas ha resistido siempre la posible acusación de que preocuparse por la totalidad era una empresa arrogante o ingenua. Gracias a esa temeridad le debemos algo que, más que una teoría, es un hilo conductor de su visión del mundo: situar al ser humano que dialoga en el centro de todas las soluciones.

Tal vez esa pasión por el argumento público es lo que explica el sentido de responsabilidad que ha presidido su vida como intelectual público. Su tarea como profesor e investigador es inseparable de su intervención continua en los grandes debates que han tenido lugar en los últimos decenios, ya fuera el uso público de la historia, los riesgos de la intervención genética o, más recientemente, el modo como Europa debía resolver sus crisis.

Si Voltaire resumía todos nuestros deberes en que hemos de cultivar nuestro propio jardín, Habermas parecía haber traducido esa metáfora en el cuidado de la conversación.

Nos daba así la lección a los comensales de que el dominio público no debe ser imaginado como un gigantesco y solemne debate entre los poderosos de este mundo, sino también como una charla de sobremesa en la que por cierto no siempre estábamos de acuerdo.

https://elpais.com/elpais/2018/04/25/eps/1524679056_056165.html