La Corte Suprema de Justicia de El Salvador, reunida en pleno, decidió el jueves negarse a capturar a otros cinco exmilitares salvadoreños requeridos en España por el asesinato de seis sacerdotes jesuitas ocurrido durante la guerra civil (entre ellos el de Ignacio Ellacuría y otros cuatro religiosos españoles), alegando que la orden de detención registrada en Interpol se refiere únicamente a una solicitud de "localización" y no de detención.
Las órdenes internaciones de arresto fueron cursadas por el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco, que ha procesado a 20 exmilitares, entre generales, coroneles y soldados, que habrían planificado y asesinado a los seis sacerdotes jesuitas y dos asistentes el 16 de noviembre del año 1989.
El máximo tribunal de justicia de El Salvador sostiene, al igual que en agosto, cuando denegó el arresto de otros nueve exmilitares requeridos por el mismo caso, que la orden de Interpol solo contempla la localización de los acusados y no su detención con fines de extradición. "Lo que teníamos era extractos de notificaciones de difusión roja decretadas contra estas personas por Interpol, pero no trae las solicitudes de detención con fines de extradición", dijo el magistrado de la Corte Ulises del Dios Guzmán.
Los cinco reclamados en esta última oportunidad son los coroneles en retiro Guillermo Benavides Moreno, Joaquín Arnoldo Cerna Flores, Héctor Ulises Cuenca Ocampo, Carlos Mauricio Guzmán y Óscar Alberto León, todos acusados de asesinato, terrorismo y crímenes de lesa humanidad. El 25 de agosto pasado, la misma corte en pleno decidió no ordenar la captura de un grupo de nueve militares que estaban encabezados por el exministro y el exviceministro de la Defensa Nacional, generales en retiro, Humberto Larios y Orlando Zepeda, así como el exjefe de la Fuerza Aérea, general Juan Rafael Bustillo, entre otros.
El Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana (Idhuca), que pertenece al centro educativo donde fueron masacrados Ellacuría y sus compañeros, asegura a través de su director, Benjamín Cuéllar, que en El Salvador prevalece la impunidad y el Estado salvadoreño no tiene ninguna voluntad de hacer justicia.
Los jesuitas fueron asesinados el 16 de noviembre de 1989 por un comando especial de contrainsurgencia Atlacatl, entrenado en bases estadounidenses para el combate de la guerrilla izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). El Gobierno de entonces, encabezado por Alfredo Cristiani, acusó a Ellacuría y sus compañeros de ser miembros del movimiento insurgente.
El País, JUAN JOSÉ DALTON - San Salvador - 08/10/2011
sábado, 8 de octubre de 2011
Exposiciones: La utopía soviética coloreada
Para subrayar debidamente la importancia de esta convocatoria se podría alegar que se trata de la primera gran muestra individual -consta de unas 250 obras- de este artista soviético, uno de los más importantes de este inmenso país durante el siglo XX y, desde luego, el más representativo de lo que ha dado en llamarse "realismo socialista", una tendencia que no sólo se convirtió en la oficial y hegemónica en la URSS o en los países comunistas, sino que también tuvo una presencia beligerante y prestigiosa en las democracias occidentales hasta fechas relativamente recientes. Por otra parte, fuera de España, tampoco hasta ahora apenas si se ha exhibido la obra de Deineka, y, cuando se ha hecho, sin la ambición y la inteligencia con que se ha planteado el proyecto de la Fundación Juan March, lo que incluye una exhaustiva documentación de todo tipo en el voluminoso y suntuoso catálogo, y una selectiva contextualización histórico-artística de la obra del pintor ruso, que puede cotejarse con ejemplos bien seleccionados de la vanguardia soviética del siglo XX.
Siendo todo ello excelente, no podemos quedarnos ahí, porque, a través de ello, seguir el hilo conductor de Deineka nos enfrenta a una parte esencial del arte del siglo XX. Por de pronto, Deineka se inscribe en un amplio movimiento artístico internacional, que floreció en las décadas de entreguerras, que ha recibido muy diversas denominaciones, las de "realismo", "retorno al orden", "neoclasicismo", etcétera, una corriente, en cualquier caso, que gravitó de una forma decisiva en otros movimientos vanguardistas contemporáneos, como el surrealismo. Por si fuera poco, el mítico prestigio de la Revolución de Octubre, saludada internacionalmente como el primer paso de la transformación decisiva del viejo orden y la creación de un nuevo modelo de humanidad, hizo observar con ansiosa admiración cualquier aspecto de lo que se produjo en la URSS a partir de 1917, entre lo que también estuvo el arte.
Tras la implacable represión estalinista de las veleidades culturales de los intelectuales, se conservó en Occidente un culto hacia los exaltados y visionarios proyectos de la vanguardia rusa aplastada, que fue reivindicada y difundida con amplitud a lo largo del siglo XX, y, en particular, en su segunda mitad. Pero, junto a este ardor generalizado por recuperar la memoria de estas "sendas perdidas" de la vanguardia rusa, se aplicó otro semejante en ignorar y despreciar cualquier manifestación artística que hubiera podido sobrevivir en la URSS, fuera más o menos "oficial". Tal fue el caso de Aleksandr Deineka (1899-1969), cuya originalidad y talento indudables han sido sistemáticamente negados, algo que, además de injusto, nos ha hecho analizar la realidad artística contemporánea con la visión crítica de un tuerto, útil sólo para disparar, algo así como si nos hubiésemos permitido ignorar la existencia de, entre otros, Hopper, Balthus, Morandi, Spencer, Gutiérrez Solana, Beckman, Schad, por citar sólo algunos contemporáneos suyos. Pienso que, algún día, cuando se entremezclen las obras de estos artistas, no sólo apreciaremos su interesante mutua conjugación, sino el papel y el valor de Deineka, que vivió todos y cada uno de los momentos, esperanzados y siniestros, de la asombrosa utopía comunista.
Hijo de un ferroviario de Kursk y formado artísticamente en Jarkov, la Revolución emplazó a Deineka en el centro de los debates artísticos posrevolucionarios, conociendo en directo las ideas de los constructivistas, productivistas y otros ismos de la vanguardia rusa de entonces, muy legítimamente obsesionada con buscar una nueva definición y función para la actividad artística convencional. Ya en la segunda mitad de la década de 1920, Deineka se decantó por el "oficio" tradicional, aunque no para ejercerlo de forma académica. Lo hizo simplemente al asociarse con el grupo OST, siglas de la Sociedad de Pintores de Caballete, membrete muy expresivo, sobre todo, si se considera que los constructivistas habían demonizado este inocuo soporte, como lo atestigua el título del libro de uno de ellos, Nikolai Tarabukin, Del cuadro de caballete al automóvil Ford.
No creo, en ningún caso, que a las autoridades soviéticas le inquietasen estas conjeturas, porque su recelo estaba dirigido en general contra cualquier tipo de arte fuera de control político, como se demostró después con la caída en desgracia por igual de los pintores y de los ingenieros. En cualquier caso, la capacidad de supervivencia casi única de Deineka no se debió -o sólo en parte- a su fanatismo ideológico, ni a su particular servilismo, ni a ninguna otra clase de artimaña especial, sino a su talento para realizar un arte figurativo fuera del odioso molde formalmente ultraconservador de lo que acabó siendo el realismo socialista, algo que logró sembrando la duda entre los comisarios políticos de turno sobre si el estilo de lo que él realizaba era, en el fondo, el único genuinamente soviético.
Leer más en El País. FRANCISCO CALVO SERRALLER 08/10/2011
Aleksandr Deineka (1899-1969). Una vanguardia para el proletariado. Fundación Juan March. Castelló, 77. Madrid. Del 7 de octubre al 15 de enero de 2012. (En la cuenca del Don, 1947. Trabajadoras textiles, 1927, Defensa de Petrogrado, 1928)
Ver también, en las mismas fecha la expo de La Casa Encendida.
Siendo todo ello excelente, no podemos quedarnos ahí, porque, a través de ello, seguir el hilo conductor de Deineka nos enfrenta a una parte esencial del arte del siglo XX. Por de pronto, Deineka se inscribe en un amplio movimiento artístico internacional, que floreció en las décadas de entreguerras, que ha recibido muy diversas denominaciones, las de "realismo", "retorno al orden", "neoclasicismo", etcétera, una corriente, en cualquier caso, que gravitó de una forma decisiva en otros movimientos vanguardistas contemporáneos, como el surrealismo. Por si fuera poco, el mítico prestigio de la Revolución de Octubre, saludada internacionalmente como el primer paso de la transformación decisiva del viejo orden y la creación de un nuevo modelo de humanidad, hizo observar con ansiosa admiración cualquier aspecto de lo que se produjo en la URSS a partir de 1917, entre lo que también estuvo el arte.
Tras la implacable represión estalinista de las veleidades culturales de los intelectuales, se conservó en Occidente un culto hacia los exaltados y visionarios proyectos de la vanguardia rusa aplastada, que fue reivindicada y difundida con amplitud a lo largo del siglo XX, y, en particular, en su segunda mitad. Pero, junto a este ardor generalizado por recuperar la memoria de estas "sendas perdidas" de la vanguardia rusa, se aplicó otro semejante en ignorar y despreciar cualquier manifestación artística que hubiera podido sobrevivir en la URSS, fuera más o menos "oficial". Tal fue el caso de Aleksandr Deineka (1899-1969), cuya originalidad y talento indudables han sido sistemáticamente negados, algo que, además de injusto, nos ha hecho analizar la realidad artística contemporánea con la visión crítica de un tuerto, útil sólo para disparar, algo así como si nos hubiésemos permitido ignorar la existencia de, entre otros, Hopper, Balthus, Morandi, Spencer, Gutiérrez Solana, Beckman, Schad, por citar sólo algunos contemporáneos suyos. Pienso que, algún día, cuando se entremezclen las obras de estos artistas, no sólo apreciaremos su interesante mutua conjugación, sino el papel y el valor de Deineka, que vivió todos y cada uno de los momentos, esperanzados y siniestros, de la asombrosa utopía comunista.
Hijo de un ferroviario de Kursk y formado artísticamente en Jarkov, la Revolución emplazó a Deineka en el centro de los debates artísticos posrevolucionarios, conociendo en directo las ideas de los constructivistas, productivistas y otros ismos de la vanguardia rusa de entonces, muy legítimamente obsesionada con buscar una nueva definición y función para la actividad artística convencional. Ya en la segunda mitad de la década de 1920, Deineka se decantó por el "oficio" tradicional, aunque no para ejercerlo de forma académica. Lo hizo simplemente al asociarse con el grupo OST, siglas de la Sociedad de Pintores de Caballete, membrete muy expresivo, sobre todo, si se considera que los constructivistas habían demonizado este inocuo soporte, como lo atestigua el título del libro de uno de ellos, Nikolai Tarabukin, Del cuadro de caballete al automóvil Ford.
No creo, en ningún caso, que a las autoridades soviéticas le inquietasen estas conjeturas, porque su recelo estaba dirigido en general contra cualquier tipo de arte fuera de control político, como se demostró después con la caída en desgracia por igual de los pintores y de los ingenieros. En cualquier caso, la capacidad de supervivencia casi única de Deineka no se debió -o sólo en parte- a su fanatismo ideológico, ni a su particular servilismo, ni a ninguna otra clase de artimaña especial, sino a su talento para realizar un arte figurativo fuera del odioso molde formalmente ultraconservador de lo que acabó siendo el realismo socialista, algo que logró sembrando la duda entre los comisarios políticos de turno sobre si el estilo de lo que él realizaba era, en el fondo, el único genuinamente soviético.
Leer más en El País. FRANCISCO CALVO SERRALLER 08/10/2011
Aleksandr Deineka (1899-1969). Una vanguardia para el proletariado. Fundación Juan March. Castelló, 77. Madrid. Del 7 de octubre al 15 de enero de 2012. (En la cuenca del Don, 1947. Trabajadoras textiles, 1927, Defensa de Petrogrado, 1928)
Ver también, en las mismas fecha la expo de La Casa Encendida.
jueves, 6 de octubre de 2011
Stiglitz en Zucotti Park
El domingo, el profesor Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, estuvo en Zuccotti Park para hablar con los manifestantes, junto a otro economista, Jeff Madrick. Como los manifestantes tienen prohibido usar megáfonos, la multitud repitió los discursos de a una oración por vez para que las palabras llegaran a los que estaban más lejos. Stiglitz comenzó su discurso con una ocurrencia: “Me doy cuenta de que la pedagogía de tener que repetir lo que digo es muy valiosa, pero hace que el proceso sea mucho más largo”. Dicho como un verdadero economista.
“Hay un sistema en el que socializamos las pérdidas y privatizamos las ganancias”, continuó. “Eso no es capitalismo, no es economía de mercado, es una economía distorsionada que si la continuamos no vamos a crecer, no vamos a crear una sociedad más justa. Continuó el Nobel: “Antes de hablar de economía, quiero decir algo sobre la democracia. En julio estuve en España, hablando con los ‘indignados’. Ahí podía usar un megáfono, no tenía que pasar por esta cámara de ecos. ¡Es indignante que no puedan usar un megáfono! Tenemos demasiadas reglas que detienen la democracia y no suficientes reglas para que Wall Street se comporte bien. Ustedes deberían tener el derecho de manifestar sus opiniones sin ser arrestados y o que les lancen gas pimienta”.
En España dijo: “Tienen razón en estar indignados. El hecho es que el sistema no está funcionando bien. No está bien que tanta gente esté sin trabajo cuando tenemos tantas necesidades que llenar. No está bien echar a la gente de sus hogares cuando hay tantos sin techo. Nuestros mercados financieros tienen que jugar un rol importante. Se supone que deben ubicar el capital y manejar el riesgo, pero han mal ubicado al capital y crearon riesgo. Estamos pagando el costo de sus errores”.
Stiglitz siguió con su argumentación. “Una de las cosas que hicieron los bancos fue explotar a los estadounidenses más pobres a través de préstamos. Nosotros lo sabíamos. Hubo gente que trató de pararlo, pero Wall Street usó su poder político para detener a los que querían detenerlos. El FBI les dijo a los poderes que había una epidemia de fraude en el mercado hipotecario en 2004. Washington y la Reserva Federal tenía el poder para hacer algo. No lo hicieron”, y agregó el economista: “Después de que estalló la burbuja, el equilibrio de los derechos se distorsionó. Entonces ayudamos a los bancos en la creencia de que habría una vuelta a los préstamos. ¡Todo lo que hubo fue una restauración de bonos! Si no restauramos las finanzas a la función que debe tener, no tendremos una recuperación fuerte. Las prácticas poco éticas fueron una importante contribución a la crisis y el futuro difícil que enfrentamos.”
Página 12
“Hay un sistema en el que socializamos las pérdidas y privatizamos las ganancias”, continuó. “Eso no es capitalismo, no es economía de mercado, es una economía distorsionada que si la continuamos no vamos a crecer, no vamos a crear una sociedad más justa. Continuó el Nobel: “Antes de hablar de economía, quiero decir algo sobre la democracia. En julio estuve en España, hablando con los ‘indignados’. Ahí podía usar un megáfono, no tenía que pasar por esta cámara de ecos. ¡Es indignante que no puedan usar un megáfono! Tenemos demasiadas reglas que detienen la democracia y no suficientes reglas para que Wall Street se comporte bien. Ustedes deberían tener el derecho de manifestar sus opiniones sin ser arrestados y o que les lancen gas pimienta”.
En España dijo: “Tienen razón en estar indignados. El hecho es que el sistema no está funcionando bien. No está bien que tanta gente esté sin trabajo cuando tenemos tantas necesidades que llenar. No está bien echar a la gente de sus hogares cuando hay tantos sin techo. Nuestros mercados financieros tienen que jugar un rol importante. Se supone que deben ubicar el capital y manejar el riesgo, pero han mal ubicado al capital y crearon riesgo. Estamos pagando el costo de sus errores”.
Stiglitz siguió con su argumentación. “Una de las cosas que hicieron los bancos fue explotar a los estadounidenses más pobres a través de préstamos. Nosotros lo sabíamos. Hubo gente que trató de pararlo, pero Wall Street usó su poder político para detener a los que querían detenerlos. El FBI les dijo a los poderes que había una epidemia de fraude en el mercado hipotecario en 2004. Washington y la Reserva Federal tenía el poder para hacer algo. No lo hicieron”, y agregó el economista: “Después de que estalló la burbuja, el equilibrio de los derechos se distorsionó. Entonces ayudamos a los bancos en la creencia de que habría una vuelta a los préstamos. ¡Todo lo que hubo fue una restauración de bonos! Si no restauramos las finanzas a la función que debe tener, no tendremos una recuperación fuerte. Las prácticas poco éticas fueron una importante contribución a la crisis y el futuro difícil que enfrentamos.”
Página 12
miércoles, 5 de octubre de 2011
Si no se cambia, hay que salir del euro
1. Europa en el abismo.
Las autoridades europeas, la Comisión y el Banco Central Europeo, están llevando a Europa al borde del abismo. Se habla todos los días de la situación extrema de Grecia, pero no es solo ese país el que está siendo literalmente saqueado y arruinado por las desastrosas medidas que se están aplicando para salvar los intereses de los grandes grupos financieros y empresariales europeos. Son muchos más.
Las políticas “de austeridad” son meros recortes en el gasto social y en los salarios directos e indirectos y diferidos (sanidad, educación, pensiones…) orientados a limitar el disfrute de derechos sociales conquistados hace décadas con gran esfuerzo por las clases trabajadoras en beneficio de los grandes capitales. Y día a día estamos viendo que de esa manera no solo no se sale de la crisis sino que, por el contrario, están provocando una nueva recesión que incluso denuncian organismos internacionales neoliberales como el FMI o Estados Unidos porque no les conviene que Europa llegue a una situación de impago generalizado como la que se nos viene encima.
Las autoridades europeas están siendo incapaces de asegurar la financiación a las empresas a pesar de haberles dado cientos de miles de millones a los bancos, de modo que miles de ellas siguen cerrando y generando más desempleo y una situación de deterioro productivo que pronto puede llegar a ser irreversible.
Sin reformas que garanticen una nueva forma de actuar del sistema financiero y sin impulso público que sostenga a la actividad empresarial y al consumo hasta que se recuperen por sí solos, las autoridades europeas están generando un problema fatal de demanda.
Y cayendo día a día la actividad y por tanto los ingresos, la deuda sigue aumentando sin cesar mientras que la complicidad del Banco Central Europeo con los bancos privados deja a los gobiernos en manos de “los mercados”, encareciendo la ya de por sí dificultosa y escasa financiación y provocando una gigantesca amenaza que ya es prácticamente una realidad: Europa no puede pagar la deuda que acumulan sus gobiernos y empresas y familias. Es materialmente imposible que puede hacerse y mucho menos con la pérdida de ingresos que se produce en los países más endeudados como consecuencia de las políticas que se están imponiendo.
Y para colmo, no solo no se resuelven los gravísimos problemas económicos que se extienden como una mancha de aceite por toda Europa, sino que las instituciones resultan impotentes, incapaces de coordinarse con efectividad, de transmitir liderazgo y confianza a ciudadanos y empresarios y de tomar decisiones con rapidez y eficacia. La inicial crisis financiera se ha convertido finalmente en una auténtica crisis política que paraliza a Europa que pone en peligro su estabilidad social y que puede llevarnos a un conflicto de grandes proporciones.
2. No hay solución en el marco político en el que quieren moverse los dirigentes europeos.
El empecinamiento en mantener las políticas de recorte de gasto social y los privilegios a la banca impide que los problemas económicos de las economías europeas se puedan resolver, ni siquiera con los sacrificios cada vez mayores que se les están imponiendo a la población.
Que nadie se engañe. Es materialmente imposible salir del agujero en el que nos encontramos con las políticas que se están aplicando. Estrujar hasta la extenuación a los países y a los pueblos, como en Grecia, Irlanda, Portugal, Rumanía u otros muchos de la Unión solo están produciendo una destrucción fatal y quizá permanente de sus aparatos productivos y una quiebra social sin precedentes en nuestro continente. Abortando sus mecanismos de generación de ingresos es una estupidez pensar que los países endeudados puedan pagar la deuda y salir adelante.
Hablemos claro. No se trata solo de errores doctrinales. La insistencia de los grandes grupos financieros en imponer a Grecia y otros países medidas cada día más restrictivas y antisociales son ya conductas sencillamente criminales que hay que repudiar por inútiles y por salvajes. No hay derecho al ensañamiento vil de los poderes financieros. No tienen derecho a destrozar las economías y a arruinar a los pueblos de la manera en que lo están haciendo y las autoridades Europas deben dejar ya de actuar como sus siervos para imponerlas sin piedad.
Estas medidas no pueden resolver los problemas que hay sobre la mesa sencillamente porque estos derivan de fallos estructurales en la construcción de la unión monetaria, o mejor dicho de fallos “estratégicamente” estructurales porque responden a un diseño deseadamente imperfecto desde el punto del equilibrio y la justicia global pero que garantizan unas condiciones inmejorables para el capital europeo. Me refiero, por ejemplo, a la falta de mecanismos de coordinación de las políticas económicas, a la ausencia de una hacienda europea y de un presupuesto suficiente, a la renuncia de disponer de un auténtico banco central que financie a los estados cuando estos lo necesiten para no hacerlos esclavos de la banca privada, a la falta de supervisión financiera centralizada que hubiera impedido los desmanes de las entidades financieras, o de instituciones que garanticen la gobernanza democrática y el control efectivo de los poderes informales que se superponen sobre las instituciones representativas. Y eso por no hablar de la falta de pluralismo y del fundamentalismo que guía las políticas que se vienen llevando a cabo a pesar de que la realidad muestra día a día que no son las adecuadas para mejorar el rendimiento económico y mucho menos para aumentar la equidad y los equilibrios territoriales y personales en los distintos países y en el conjunto de la Unión.
3. El mal diseño del euro produce más inconvenientes que ventajas.
Los daños que está produciendo en los últimos años el defectuoso diseño de la unión monetaria, o mejor dicho, su diseño orientado simplemente a proporcionar un área de óptima rentabilización a los capitales, están empezando a ser ya insoportables.
Es verdad que la pertenencia al euro ha conllevado muchos beneficios. Ha proporcionado sinergias, ahorro de muchos costes, intercambios muy fructíferos, empuje acelerado y modernidad a estados más atrasados, referencias inexcusables para mejorar estándares de vida, de emprendimiento e innovación, e ingresos para poder abordar en muy poco tiempo transformaciones que hubiera costado decenios llevar a cabo sin el euro. Y es cierto también que ha proporcionado un encuadre más seguro a las economías más atrasadas que se han podido aprovechar de la seguridad que da “viajar” de la mano de economías tan potentes como la alemana o incluso la francesa en el seno de una zona que estaba llamada a ser uno de los grandes ejes del desarrollo y la prosperidad mundial.
Pero la realidad es que esas ventajas palidecen si se tienen en cuenta otros problemas derivados, como acabo de señalar, de haber puesto la unión monetaria al servicio de los grandes capitales y de su renuncia a avanzar hacia la conformación de un espacio auténticamente integrado y equilibrado.
Los países de la periferia hemos perdido nuestros mejores activos y el control de nuestras principales empresas y redes, que hemos tenido que vender a los capitales europeos más potentes, y así, nuestras economías son ahora mucho menos competitivas y está mucho más concentradas en torno a grupos de poder y decisión cuyos intereses nada tienen que ver con el desarrollo de nuestras capacidades productivas o con el aumento de nuestros ingresos.
Nuestras grandes empresas se han beneficiado de formar parte del espacio común que les ha dado alas para saltar al global pero eso ha supuesto pérdida de empleos, extraversión de ingresos y renuncia a nuestra capacidad de decisión sobre intereses nacionales estratégicos.
Hemos recibido muchos ingresos de Europa pero no han servido para reducir significativamente nuestros deficits sociales ni para reducir nuestras desigualdades. Todo lo contrario. Hemos perdido capacidad de maniobra y ahora hemos de nadar con las manos y pies atados justamente cuando las aguas se ponen más bravas y difíciles.
Es verdad que todo ello ha sido también por culpa nuestra. No podemos responsabilizar de todo a Europa. Pero no lo es menos que en el marco en el que actualmente se mueven las políticas europeas resulta muy difícil hacer otra cosa. El discurso oficial precisamente se basa en difundir la idea de que “lo impone Europa” y que es “imposible” llevar a cabo otras políticas que nos sean las que dictan sus autoridades.
Por eso hay que acabar con aseveraciones que solo son verdades a medias. Se podría haber avanzado por otros caminos sin necesidad de haber roto con Europa: incrementando la justicia fiscal, modificando nuestras prioridades y especialidades productivas, aumentando la inversión en el gasto público y social necesario para impulsar la actividad productiva y la vida empresarial creadora de empleo y, sobre todo, se podría haber actuado con mayor independencia respecto a los centros de poder de Europa levantando nuestra voz en lugar de limitarnos a ser siervos obedientes de los grupos de poder económico y financiero que dominan las instituciones europeos.
Dicho de otro modo: los dos partidos que se han alternado en el gobierno en estos últimos años podrían haber sido más fieles a los intereses nacionales y haberlos defendido en Europa en lugar de ceder España al capital extranjero, como han hecho de la manera más explícita mediante privatizaciones y aplicación de normas en su beneficio. Y el resto de las fuerzas sociales deberíamos haber estado más acertados a la hora de impulsar la lucha contra todas las injusticias y daños que ha provocado nuestra inadecuada entrada en el euro y los efectos que hemos venido padeciendo por culpa de ello.
4, Ha llegado el momento de hacerse oír.
La situación europea que está creando la crisis política que se añade a la financiera y económica es de emergencia.
A punto de entrar en otra recesión, con una deuda gigantesca que es imposible pagar, como he señalado, y sin capacidad efectiva de decisión política por parte de las autoridades europeas (como demuestran las idas y venidas, las contradicciones y retrasos continuos en la toma de decisiones y en su aplicación) solo queda como alternativa a corto plazo para evitar el derrumbe definitivo de Europa tomar medidas urgentes como las siguientes:
a) Que el Banco Central Europeo se haga cargo de la financiación de la deuda de los estados. Que se organice una quita o reestructuración generalizada de toda ella y que se planee un plan de pagos a medio y largo plazo que no lleve consigo la ruina de Europa sino que garantice la generación de ingresos en todos los países. Dicho con palabras que todo el mundo entiende: tal y como salvaron antes a los bancos, tienen que salvar ahora a los pueblos, a las pequeñas y medianas empresas y a los autónomos que crean empleo y a las economías en general.
b) Debe crearse una institución pública financiera en Europa que inmediatamente garantice recursos a empresas y consumidores.
c) Ha de ponerse en marcha un plan urgente de reactivación de la actividad basado en el impulso de nuevas líneas productivas. Una especie de “Plan Marshall” europeo que posiblemente debería contar con el apoyo internacional en el marco de acuerdos globales sobre nuevos estilos de gobernanza, política y justicia global.
d) Igualmente, es imperioso llevar a cabo un plan urgente de fortalecimiento democrático de las instituciones europeas y de coordinación de las políticas que permitan aplicar todo lo anterior, sobre todo, limitando el poder financiero y la influencia decisiva que viene teniendo las operaciones especulativas.
Soy consciente de la dificultad de poner en marcha planes como estos. Mejor dicho, estoy completamente seguro de que no se van a llevar a cabo mientras predominen los intereses que hoy día gobiernan Europa y mientras que los poderes que la dominan no tengan enfrente, en la calle y en las instituciones, contrapesos contundentes y de suficiente envergadura.
Por eso creo que a estas alturas ya no basta con reclamar estas medidas y ni siquiera con esperar o confiar en que la sensatez o el duro enfrentamiento con la realidad obligue a modifique su actuación a las autoridades europeas. No creo mucho en los milagros.
Hay que forzar la situación y al mismo tiempo hay que evitar que el tsunami que están provocando las desastrosas políticas de los poderes europeos nos arrastren. Por eso creo que la mejor alternativa para la economía española es salir del euro. Se que se trata de una posibilidad ni siquiera contemplada en los tratados pero que, en ese caso, se puede adoptar sencillamente como una alternativa de facto. No es ninguna opción irreal ni nos llevaría al desastre. De hecho, si no cambia la orientación de las políticas actuales (y no cambiarán sin medidas de presión como la amenaza de que países como España digan ¡Basta ya!) terminaremos todos fuera del euro. Pero saliendo deprisa y corriendo, con el rabo entre las piernas y huyendo de la quema.
Juan Torres López (www.juantorreslopez.com). Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla. Juan Torres López
Las autoridades europeas, la Comisión y el Banco Central Europeo, están llevando a Europa al borde del abismo. Se habla todos los días de la situación extrema de Grecia, pero no es solo ese país el que está siendo literalmente saqueado y arruinado por las desastrosas medidas que se están aplicando para salvar los intereses de los grandes grupos financieros y empresariales europeos. Son muchos más.
Las políticas “de austeridad” son meros recortes en el gasto social y en los salarios directos e indirectos y diferidos (sanidad, educación, pensiones…) orientados a limitar el disfrute de derechos sociales conquistados hace décadas con gran esfuerzo por las clases trabajadoras en beneficio de los grandes capitales. Y día a día estamos viendo que de esa manera no solo no se sale de la crisis sino que, por el contrario, están provocando una nueva recesión que incluso denuncian organismos internacionales neoliberales como el FMI o Estados Unidos porque no les conviene que Europa llegue a una situación de impago generalizado como la que se nos viene encima.
Las autoridades europeas están siendo incapaces de asegurar la financiación a las empresas a pesar de haberles dado cientos de miles de millones a los bancos, de modo que miles de ellas siguen cerrando y generando más desempleo y una situación de deterioro productivo que pronto puede llegar a ser irreversible.
Sin reformas que garanticen una nueva forma de actuar del sistema financiero y sin impulso público que sostenga a la actividad empresarial y al consumo hasta que se recuperen por sí solos, las autoridades europeas están generando un problema fatal de demanda.
Y cayendo día a día la actividad y por tanto los ingresos, la deuda sigue aumentando sin cesar mientras que la complicidad del Banco Central Europeo con los bancos privados deja a los gobiernos en manos de “los mercados”, encareciendo la ya de por sí dificultosa y escasa financiación y provocando una gigantesca amenaza que ya es prácticamente una realidad: Europa no puede pagar la deuda que acumulan sus gobiernos y empresas y familias. Es materialmente imposible que puede hacerse y mucho menos con la pérdida de ingresos que se produce en los países más endeudados como consecuencia de las políticas que se están imponiendo.
Y para colmo, no solo no se resuelven los gravísimos problemas económicos que se extienden como una mancha de aceite por toda Europa, sino que las instituciones resultan impotentes, incapaces de coordinarse con efectividad, de transmitir liderazgo y confianza a ciudadanos y empresarios y de tomar decisiones con rapidez y eficacia. La inicial crisis financiera se ha convertido finalmente en una auténtica crisis política que paraliza a Europa que pone en peligro su estabilidad social y que puede llevarnos a un conflicto de grandes proporciones.
2. No hay solución en el marco político en el que quieren moverse los dirigentes europeos.
El empecinamiento en mantener las políticas de recorte de gasto social y los privilegios a la banca impide que los problemas económicos de las economías europeas se puedan resolver, ni siquiera con los sacrificios cada vez mayores que se les están imponiendo a la población.
Que nadie se engañe. Es materialmente imposible salir del agujero en el que nos encontramos con las políticas que se están aplicando. Estrujar hasta la extenuación a los países y a los pueblos, como en Grecia, Irlanda, Portugal, Rumanía u otros muchos de la Unión solo están produciendo una destrucción fatal y quizá permanente de sus aparatos productivos y una quiebra social sin precedentes en nuestro continente. Abortando sus mecanismos de generación de ingresos es una estupidez pensar que los países endeudados puedan pagar la deuda y salir adelante.
Hablemos claro. No se trata solo de errores doctrinales. La insistencia de los grandes grupos financieros en imponer a Grecia y otros países medidas cada día más restrictivas y antisociales son ya conductas sencillamente criminales que hay que repudiar por inútiles y por salvajes. No hay derecho al ensañamiento vil de los poderes financieros. No tienen derecho a destrozar las economías y a arruinar a los pueblos de la manera en que lo están haciendo y las autoridades Europas deben dejar ya de actuar como sus siervos para imponerlas sin piedad.
Estas medidas no pueden resolver los problemas que hay sobre la mesa sencillamente porque estos derivan de fallos estructurales en la construcción de la unión monetaria, o mejor dicho de fallos “estratégicamente” estructurales porque responden a un diseño deseadamente imperfecto desde el punto del equilibrio y la justicia global pero que garantizan unas condiciones inmejorables para el capital europeo. Me refiero, por ejemplo, a la falta de mecanismos de coordinación de las políticas económicas, a la ausencia de una hacienda europea y de un presupuesto suficiente, a la renuncia de disponer de un auténtico banco central que financie a los estados cuando estos lo necesiten para no hacerlos esclavos de la banca privada, a la falta de supervisión financiera centralizada que hubiera impedido los desmanes de las entidades financieras, o de instituciones que garanticen la gobernanza democrática y el control efectivo de los poderes informales que se superponen sobre las instituciones representativas. Y eso por no hablar de la falta de pluralismo y del fundamentalismo que guía las políticas que se vienen llevando a cabo a pesar de que la realidad muestra día a día que no son las adecuadas para mejorar el rendimiento económico y mucho menos para aumentar la equidad y los equilibrios territoriales y personales en los distintos países y en el conjunto de la Unión.
3. El mal diseño del euro produce más inconvenientes que ventajas.
Los daños que está produciendo en los últimos años el defectuoso diseño de la unión monetaria, o mejor dicho, su diseño orientado simplemente a proporcionar un área de óptima rentabilización a los capitales, están empezando a ser ya insoportables.
Es verdad que la pertenencia al euro ha conllevado muchos beneficios. Ha proporcionado sinergias, ahorro de muchos costes, intercambios muy fructíferos, empuje acelerado y modernidad a estados más atrasados, referencias inexcusables para mejorar estándares de vida, de emprendimiento e innovación, e ingresos para poder abordar en muy poco tiempo transformaciones que hubiera costado decenios llevar a cabo sin el euro. Y es cierto también que ha proporcionado un encuadre más seguro a las economías más atrasadas que se han podido aprovechar de la seguridad que da “viajar” de la mano de economías tan potentes como la alemana o incluso la francesa en el seno de una zona que estaba llamada a ser uno de los grandes ejes del desarrollo y la prosperidad mundial.
Pero la realidad es que esas ventajas palidecen si se tienen en cuenta otros problemas derivados, como acabo de señalar, de haber puesto la unión monetaria al servicio de los grandes capitales y de su renuncia a avanzar hacia la conformación de un espacio auténticamente integrado y equilibrado.
Los países de la periferia hemos perdido nuestros mejores activos y el control de nuestras principales empresas y redes, que hemos tenido que vender a los capitales europeos más potentes, y así, nuestras economías son ahora mucho menos competitivas y está mucho más concentradas en torno a grupos de poder y decisión cuyos intereses nada tienen que ver con el desarrollo de nuestras capacidades productivas o con el aumento de nuestros ingresos.
Nuestras grandes empresas se han beneficiado de formar parte del espacio común que les ha dado alas para saltar al global pero eso ha supuesto pérdida de empleos, extraversión de ingresos y renuncia a nuestra capacidad de decisión sobre intereses nacionales estratégicos.
Hemos recibido muchos ingresos de Europa pero no han servido para reducir significativamente nuestros deficits sociales ni para reducir nuestras desigualdades. Todo lo contrario. Hemos perdido capacidad de maniobra y ahora hemos de nadar con las manos y pies atados justamente cuando las aguas se ponen más bravas y difíciles.
Es verdad que todo ello ha sido también por culpa nuestra. No podemos responsabilizar de todo a Europa. Pero no lo es menos que en el marco en el que actualmente se mueven las políticas europeas resulta muy difícil hacer otra cosa. El discurso oficial precisamente se basa en difundir la idea de que “lo impone Europa” y que es “imposible” llevar a cabo otras políticas que nos sean las que dictan sus autoridades.
Por eso hay que acabar con aseveraciones que solo son verdades a medias. Se podría haber avanzado por otros caminos sin necesidad de haber roto con Europa: incrementando la justicia fiscal, modificando nuestras prioridades y especialidades productivas, aumentando la inversión en el gasto público y social necesario para impulsar la actividad productiva y la vida empresarial creadora de empleo y, sobre todo, se podría haber actuado con mayor independencia respecto a los centros de poder de Europa levantando nuestra voz en lugar de limitarnos a ser siervos obedientes de los grupos de poder económico y financiero que dominan las instituciones europeos.
Dicho de otro modo: los dos partidos que se han alternado en el gobierno en estos últimos años podrían haber sido más fieles a los intereses nacionales y haberlos defendido en Europa en lugar de ceder España al capital extranjero, como han hecho de la manera más explícita mediante privatizaciones y aplicación de normas en su beneficio. Y el resto de las fuerzas sociales deberíamos haber estado más acertados a la hora de impulsar la lucha contra todas las injusticias y daños que ha provocado nuestra inadecuada entrada en el euro y los efectos que hemos venido padeciendo por culpa de ello.
4, Ha llegado el momento de hacerse oír.
La situación europea que está creando la crisis política que se añade a la financiera y económica es de emergencia.
A punto de entrar en otra recesión, con una deuda gigantesca que es imposible pagar, como he señalado, y sin capacidad efectiva de decisión política por parte de las autoridades europeas (como demuestran las idas y venidas, las contradicciones y retrasos continuos en la toma de decisiones y en su aplicación) solo queda como alternativa a corto plazo para evitar el derrumbe definitivo de Europa tomar medidas urgentes como las siguientes:
a) Que el Banco Central Europeo se haga cargo de la financiación de la deuda de los estados. Que se organice una quita o reestructuración generalizada de toda ella y que se planee un plan de pagos a medio y largo plazo que no lleve consigo la ruina de Europa sino que garantice la generación de ingresos en todos los países. Dicho con palabras que todo el mundo entiende: tal y como salvaron antes a los bancos, tienen que salvar ahora a los pueblos, a las pequeñas y medianas empresas y a los autónomos que crean empleo y a las economías en general.
b) Debe crearse una institución pública financiera en Europa que inmediatamente garantice recursos a empresas y consumidores.
c) Ha de ponerse en marcha un plan urgente de reactivación de la actividad basado en el impulso de nuevas líneas productivas. Una especie de “Plan Marshall” europeo que posiblemente debería contar con el apoyo internacional en el marco de acuerdos globales sobre nuevos estilos de gobernanza, política y justicia global.
d) Igualmente, es imperioso llevar a cabo un plan urgente de fortalecimiento democrático de las instituciones europeas y de coordinación de las políticas que permitan aplicar todo lo anterior, sobre todo, limitando el poder financiero y la influencia decisiva que viene teniendo las operaciones especulativas.
Soy consciente de la dificultad de poner en marcha planes como estos. Mejor dicho, estoy completamente seguro de que no se van a llevar a cabo mientras predominen los intereses que hoy día gobiernan Europa y mientras que los poderes que la dominan no tengan enfrente, en la calle y en las instituciones, contrapesos contundentes y de suficiente envergadura.
Por eso creo que a estas alturas ya no basta con reclamar estas medidas y ni siquiera con esperar o confiar en que la sensatez o el duro enfrentamiento con la realidad obligue a modifique su actuación a las autoridades europeas. No creo mucho en los milagros.
Hay que forzar la situación y al mismo tiempo hay que evitar que el tsunami que están provocando las desastrosas políticas de los poderes europeos nos arrastren. Por eso creo que la mejor alternativa para la economía española es salir del euro. Se que se trata de una posibilidad ni siquiera contemplada en los tratados pero que, en ese caso, se puede adoptar sencillamente como una alternativa de facto. No es ninguna opción irreal ni nos llevaría al desastre. De hecho, si no cambia la orientación de las políticas actuales (y no cambiarán sin medidas de presión como la amenaza de que países como España digan ¡Basta ya!) terminaremos todos fuera del euro. Pero saliendo deprisa y corriendo, con el rabo entre las piernas y huyendo de la quema.
Juan Torres López (www.juantorreslopez.com). Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla. Juan Torres López
martes, 4 de octubre de 2011
Lo bueno de no tener gobierno antes que tener un mal gobierno.
El milagro belga: mientras el PIB de la zona euro crecerá este año un rácano 1,6% de media y para España se espera menos del 1%, la economía de Bélgica aumentará un 2,4%. ¿Su secreto? Que están sin gobierno desde hace casi un año y medio. Gracias a esta afortunada circunstancia, los belgas se han librado de las tóxicas consecuencias de esos tijeretazos del gasto público que receta Alemania: una poda tan salvaje que está matando la recuperación de la UE. La administración belga, que lleva más de 500 días con un gabinete en funciones, no puede moverse de las líneas económicas trazadas en el presupuesto que se diseñó en 2009. El resultado no ha sido esa plaga bíblica que profetizan aquellos que presentan como indiscutibles los recortes de gasto. Al contrario: Bélgica no sólo crece, sino que su déficit público se ha reducido, gracias a la recuperación de su economía.
La anarquía belga tiene más ventajas: que el Banco Central Europeo (BCE) no tiene a quién enviar una de esas cartas que han recibido Zapatero o Berlusconi. Ayer Il Corriere de la Sera desveló el contenido de la misiva italiana. La carta confirma lo que ya sospechábamos: que la reforma constitucional exprés no fue una idea genial de Zapatero y Rajoy, sino un disco dedicado que pidió Jean Claude Trichet, el presidente del BCE, a cambio de comprar deuda española. La reforma de la Constitución no se hizo para “dar confianza a los mercados”, como nos habían contado. La reforma fue la condición que puso Trichet, por orden de Alemania, para salvarnos de unos mercados a los que les importa muy poco lo que diga nuestra carta magna.
Miro a Bélgica con algo de envidia. Ironías de esta crisis: cuando no tienes Gobierno, es más difícil que te roben la soberanía.
lunes, 3 de octubre de 2011
ENTREVISTA: MARÍA DEL MAR BONET - Cantante
Pregunta. Cuarenta y cinco años cantando. Y ahora, un disco más. ¿No le vale ya?
Respuesta. Pues la verdad es que no tengo este sentimiento. La vida artística no es un trabajo que te canse. Lo que me cansa más es lo que la envuelve: los viajes, las entrevistas.
P. Dice que canta sin red. ¿Nunca se ha caído del trapecio?
R. Muchísimas veces [ríe], y me he hecho daño en las cuerdas vocales, me he quedado en blanco o me han dejado sin sonido.
...
P. ¿Se puede seguir hablando, a estas alturas del partido, de nova cançò?
R. Bueno, las cosas van pasando, y tienen otros nombres. La cançò es el hecho de que hay determinado tipo de cantantes que cantan en nuestra lengua.
P. ¿Seguimos estando para cantautores?
R. Es que todos lo son. Un grupo que se llame Antonia Font, o los Manel. Un grupo de rock también, porque se ha inventado lo que está cantando.
P. Ahora está participando en un documental sobre la muerte de Enrique Ruano. ¿Contra la policía franquista se componía mejor?
R. Creo que el tiempo ha cambiado muchísimo todo. Son muchos años cantando y he tenido etapas. Ahora escribo cosas de tipo muy personal e interiorizado.
P. Dicen que Nacho Duato le inoculó el virus de la danza. ¿Pero usted tiene cuerpo de jota?
R. Pues a ratos. Puede ser. El cuerpo de jota va com va. Pero más que Nacho Duato el que me llevó a la jota fue Javier Mas. Tocamos jotas, y potentes. Nacho ha bailado otras cosas mías.
...
P. Cuando dice que se avecina el fin del mundo, ¿se refiere al 20-N?
R. Yo el 20-N no lo calificaría de fin del mundo, pero sí viene una etapa muy difícil, una vuelta atrás muy considerable.
P. Cuentan que tiene dotes de bruja. Dígame defectos suyos.
R. No he sido nunca dotada para estos menesteres, aunque todos tenemos mucha intuición. Yo soy pesada, tozuda... A veces soy realmente desagradable.
P. Como para ser vecina suya.
R. Bueno, no llega la sangre al río. Es que soy demasiado perfeccionista. Pero en la vida personal no soy así. Por eso me van las cosas tan bien.
P. Menos mal.
R. Aunque creo que no tengo mucha vida personal. Mi vida personal está un poco aparcada.
P. ¿Y eso no es terrible?
R. Bueno, no, porque pasas épocas diferentes.
P. Ha dicho del 15-M que es "irremediable". ¿Qué le indigna?
R. Volver atrás. Que todo lo logrado en libertades, en cultura, se ponga en entredicho. Veo en el cambio que se nos viene un elemento muy sórdido.
P. ¿El nacionalismo le sienta bien a la canción?
R. Ni bien ni mal. El nacionalismo es una forma de ver la vida que en este país está muy arraigada. En Madrid hay un nacionalismo enorme. Veo un centralismo atroz del Estado español, por el que todos tenemos que hablar la misma lengua, y no veo en las televisiones las otras lenguas del Estado.
P. ¿Interpretar La balanguera, himno oficial de Mallorca, le hace sentirse como Plácido Domingo con el del Real Madrid?
R. No, no [ríe]. La ha cantado mucha gente antes que yo. La grabé por primera vez en Francia, el día en que Tejero entró en el Parlamento. El arreglador me dijo: "Oye, hay como una especie de toreros con ametralladoras. Está pasando algo en tu país". Vi las noticias y realmente canté esta canción de otra forma.
...
P. ¿Se siente hija o deudora de la sobrasada?
R. Siempre deudora [risas].
P. ¿Su cuenta de Suiza se ha visto afectada por la crisis?
R. Mi cuenta se ha visto afectada desde siempre. Y no tengo ninguna cuenta en Suiza. Vivo de mi música y estoy muy contenta.
Perfil
Tiene 64 años, y acaba de presentar, con el pianista Manel Camp, un nuevo disco, que combina sus aires de siempre con toques de jazz. Cuenta que la ensaimada tiene música, "cuando entra y sale del horno", y habla con entusiasmo de su faceta de pintora, "vicio oculto" para el que siempre lleva acuarelas en la maleta. Dice que le encanta bailar, mata por un trozo de chocolate y se confiesa devota de la cocina mediterránea.
Leer todo en El País.
Respuesta. Pues la verdad es que no tengo este sentimiento. La vida artística no es un trabajo que te canse. Lo que me cansa más es lo que la envuelve: los viajes, las entrevistas.
P. Dice que canta sin red. ¿Nunca se ha caído del trapecio?
R. Muchísimas veces [ríe], y me he hecho daño en las cuerdas vocales, me he quedado en blanco o me han dejado sin sonido.
...
P. ¿Se puede seguir hablando, a estas alturas del partido, de nova cançò?
R. Bueno, las cosas van pasando, y tienen otros nombres. La cançò es el hecho de que hay determinado tipo de cantantes que cantan en nuestra lengua.
P. ¿Seguimos estando para cantautores?
R. Es que todos lo son. Un grupo que se llame Antonia Font, o los Manel. Un grupo de rock también, porque se ha inventado lo que está cantando.
P. Ahora está participando en un documental sobre la muerte de Enrique Ruano. ¿Contra la policía franquista se componía mejor?
R. Creo que el tiempo ha cambiado muchísimo todo. Son muchos años cantando y he tenido etapas. Ahora escribo cosas de tipo muy personal e interiorizado.
P. Dicen que Nacho Duato le inoculó el virus de la danza. ¿Pero usted tiene cuerpo de jota?
R. Pues a ratos. Puede ser. El cuerpo de jota va com va. Pero más que Nacho Duato el que me llevó a la jota fue Javier Mas. Tocamos jotas, y potentes. Nacho ha bailado otras cosas mías.
...
P. Cuando dice que se avecina el fin del mundo, ¿se refiere al 20-N?
R. Yo el 20-N no lo calificaría de fin del mundo, pero sí viene una etapa muy difícil, una vuelta atrás muy considerable.
P. Cuentan que tiene dotes de bruja. Dígame defectos suyos.
R. No he sido nunca dotada para estos menesteres, aunque todos tenemos mucha intuición. Yo soy pesada, tozuda... A veces soy realmente desagradable.
P. Como para ser vecina suya.
R. Bueno, no llega la sangre al río. Es que soy demasiado perfeccionista. Pero en la vida personal no soy así. Por eso me van las cosas tan bien.
P. Menos mal.
R. Aunque creo que no tengo mucha vida personal. Mi vida personal está un poco aparcada.
P. ¿Y eso no es terrible?
R. Bueno, no, porque pasas épocas diferentes.
P. Ha dicho del 15-M que es "irremediable". ¿Qué le indigna?
R. Volver atrás. Que todo lo logrado en libertades, en cultura, se ponga en entredicho. Veo en el cambio que se nos viene un elemento muy sórdido.
P. ¿El nacionalismo le sienta bien a la canción?
R. Ni bien ni mal. El nacionalismo es una forma de ver la vida que en este país está muy arraigada. En Madrid hay un nacionalismo enorme. Veo un centralismo atroz del Estado español, por el que todos tenemos que hablar la misma lengua, y no veo en las televisiones las otras lenguas del Estado.
P. ¿Interpretar La balanguera, himno oficial de Mallorca, le hace sentirse como Plácido Domingo con el del Real Madrid?
R. No, no [ríe]. La ha cantado mucha gente antes que yo. La grabé por primera vez en Francia, el día en que Tejero entró en el Parlamento. El arreglador me dijo: "Oye, hay como una especie de toreros con ametralladoras. Está pasando algo en tu país". Vi las noticias y realmente canté esta canción de otra forma.
...
P. ¿Se siente hija o deudora de la sobrasada?
R. Siempre deudora [risas].
P. ¿Su cuenta de Suiza se ha visto afectada por la crisis?
R. Mi cuenta se ha visto afectada desde siempre. Y no tengo ninguna cuenta en Suiza. Vivo de mi música y estoy muy contenta.
Perfil
Tiene 64 años, y acaba de presentar, con el pianista Manel Camp, un nuevo disco, que combina sus aires de siempre con toques de jazz. Cuenta que la ensaimada tiene música, "cuando entra y sale del horno", y habla con entusiasmo de su faceta de pintora, "vicio oculto" para el que siempre lleva acuarelas en la maleta. Dice que le encanta bailar, mata por un trozo de chocolate y se confiesa devota de la cocina mediterránea.
Leer todo en El País.
domingo, 2 de octubre de 2011
Cuando la palabra poética nos abandonó
Una reciente cala veraniega en antologías y obras de autores hispanos del periodo que abarca de la entronización de la dinastía borbónica hasta la muerte de Fernando VII me confirmó sin lugar a dudas que la decadencia política y económica de España se acompañó asimismo de un estiaje creativo que, exceptuando el milagro de Goya, apenas permite vislumbrar algunas brasas en tan extenso y ceniciento erial. En vano buscaremos una huella de la genial invención cervantina ni de la palabra poética de san Juan de la Cruz, Quevedo o Góngora. Ni siquiera del mal conocido Gracián. Diríase que tan glorioso pasado hubiera sido borrado de golpe y cedido el paso a una lobreguez que no obstante los bien intencionados esfuerzos de algunos esclarecidos (empleo el término correcto acuñado por Eduardo Subirats respecto a los ilustrados) nadie alcanzó a alumbrar. El desprecio injusto a la corriente innovadora, de modernidad atemporal, de la propia tradición; la imitación desastrosa del acartonado neoclasicismo francés; la presencia castradora del Santo Oficio (no olvidemos las vicisitudes del proceso y retracción forzada de Olavide) explican en parte, pero tan solo en parte, tan sobrecogedor salto atrás.
Si las fábulas de Iriarte y su rival Samaniego pueden ser recorridas con agrado aunque digan muy poco al lector de hoy y el humor de bajo vuelo de fray Gerundio de Campazas soporta tan solo una primera (y única) lectura, la novela Eusebio de Pedro Montengón, afrancesado e imbuido de la filosofía de las Luces, cuya crítica aguda de la ignorancia en la que se hallaba sumida España, como señalaba recientemente Rogelio Blanco en La República de las Letras, es de un enorme interés, no alcanza con todo a renovar el género como lo hizo Diderot: su aportación es más didáctica que literaria. Incluso un autor tan notable como José María Cadalso -cuyas incentivas Cartas Marruecas reescribí a mi manera hace unas décadas y reflejan por desdicha algunos aspectos de la indignada y fallera España de 2011-, fracasó en el ámbito novelesco: sus Noches lúgubres no aguantan un mero repaso por mucha que sea la buena voluntad del lector. Dicha incapacidad para un género que, gracias a la semilla cervantina, floreció en las dos orillas del canal de la Mancha, afecta incluso a nuestros mejores creadores de la primera mitad del siglo XIX: Blanco White y Larra. Luisa de Bustamante, la huérfana española en Inglaterra del primero y El doncel de don Enrique el Doliente del segundo no redundan en la gloria de dos autores de su valía: su lectura es inocua y nos decepciona. Las barras de plata de mi tatarabuela María Mendoza, inspirada como Larra por el medievalismo de Walter Scott, no desmerece en exceso de ellas.
Si de la novela pasamos a la poesía -dejo por ahora el teatro de Leandro Fernández de Moratín y la figura del novelable y novelado Abate Marchena-, la situación no es más lucida. La imitación antes señalada de los neoclásicos franceses y su retórica huera alterna con el entusiasmo ingenuo por la ciencia y los valores del progreso. Intentar recorrer las odas de Meléndez Valdés es degustar una especie de jarabe de melaza que indigesta el estómago más resistente. Mi admirado Menéndez Pelayo, a quien tantos descubrimientos debo en el fecundo campo de la heterodoxia hispana, escribía de ella con su habitual gracejo: "¿Qué decir de un poeta que se imagina convertido en palomo, y a su amada en paloma, cubriendo a la par los albos huevos?".
Si la palabra poética tiene algún sentido, no la hallaremos jamás en la infinidad de versos grises embebidos de un vago humanismo o, peor aún, escritos a la gloria de monarcas idiotas o favoritos de la especie de Manuel Godoy. Cienfuegos, Quintana, Reinoso, Alberto Lista, entonaban odas a la imprenta, a la vacuna, a la beneficencia, etcétera, con resultados idénticos a quienes un siglo y medio después exaltarían las estadísticas de producción (trucadas) de la URSS y las virtudes del homo sovieticus. Una garrulería insoportable a cualquier oído fino arrambló con todo asomo de sensibilidad literaria. Las durísimas palabras de Sarmiento durante su estancia en la Península reflejan con crudeza el agotamiento creativo de la época. La literatura española se había convertido en un secarral.
Las razones de semejante vacío después de varios siglos de una dinámica excepcional en el ámbito artístico y literario europeo son múltiples y las mejores respuestas contemporáneas a los hechos las hallamos, como siempre, en Blanco White. Hundido nuestro poder militar y económico, independizada la España ultramarina, marginadas las tentativas emancipadoras en el campo del pensamiento y la ciencia -esas Pequeñas Atlántidas que, con Jovellanos a la cabeza, intentó rescatar hace medio siglo Alberto Gil Novales-, el retorno al absolutismo inquisitorial hundió en el pesimismo a las mentes más lúcidas refugiadas en Europa o América. Recordemos las palabras de Fernando VII en octubre de 1824, después de la intervención militar de la muy poco Santa Alianza que liquidó las esperanzas suscitadas por el Trienio liberal:
"Con el fin de que desaparezca del suelo español hasta la más remota idea de que la soberanía resida en otro que en mi real persona; con el justo fin de que mis pueblos conozcan que jamás entraré en la más pequeña alteración de las leyes fundamentales de esta monarquía, dispongo que ...", etcétera.
¿Qué efecto podía surtir dicho mensaje sino el embrutecimiento de unos y una fervorosa rebeldía política y patriótica, pero sin dimensión estética, de cuantos se oponían a semejantes despropósitos?
La palabra poética nos abandonó. La persistente inclinación nacional por los malos, pero ardorosos poetas, tardó en enmendarse y se convirtió, como dijo un crítico en un acceso de lucidez, "en una nueva forma de calamidad pública". Es ya hora de que revisemos nuestros esquemas heredados de generación en generación, y dejemos de llamar poesía a lo que no lo es.
JUAN GOYTISOLO.
El País, 02/10/2011
El menú de los restaurantes
¿Cómo diseñar bien el menú de un restaurante? Un libro recorre curiosas cartas históricas de EE UU y preguntamos a grafistas por las últimas tendencias.
Cuando los miembros del Cercle de L'Union de San Francisco (EE UU) se sentaron a cenar el 23 de diciembre de 1912 pusieron sus ojos en una carta que hoy consideraríamos, como poco, extraña. El club gastronómico celebraba una velada de "pollo a la cazuela estilo Enrique IV", rey francés del siglo XVI que se propuso que sus súbditos pudieran tomar este plato cada domingo. Sin embargo, el menú no estaba ilustrado con estampas históricas o avícolas, sino con un dibujo de tres pequeños faunos vestidos de cocineros arrastrando hacia los fogones -gracias a una cuerda- a una mujer desnuda y atada. La carta, cuyo sentido sigue siendo un enigma un siglo después -¿querían excitar sexualmente a los comensales o promover el canibalismo de género?-, es una de las joyas recuperadas por la editorial Taschen en el libro Menu design in America. El tomo es un fascinante recorrido visual por la historia de los menús en Estados Unidos desde su aparición a finales del XIX hasta la decadencia en los ochenta, con especial incidencia en su edad dorada, acaecida en la primera mitad del siglo XX.
Además de cartas algo estrambóticas como la de los faunos o la del French Casino de Chicago en 1935 -en la que vemos a una señorita de cuyos pechos mana champán-, el libro recoge elegantes ejercicios de diseño gráfico y auténticas maravillas anónimas de la ilustración. Distinguidos o populares; americanos, chinos o hawaianos; políticamente incorrectos o directamente racistas, los menús trataban -y tratan aún- de reflejar el espíritu de los locales, invitando a los clientes a zambullirse en sus delicias.
"Hay momentos de esplendor en el diseño de cartas y van en paralelo a los avances en la cocina", explica el editor del libro, el coleccionista Jim Heimann. "A mí me encantan las del cambio de siglo y las de los años treinta. Estas últimas aúnan un gran refinamiento con un tono guasón y exploran a fondo las posibilidades de la ilustración. Según te vas adentrando en los sesenta y los setenta, la fotografía empieza a dominar el ambiente y las cartas se vuelven menos satisfactorias visualmente".
Aunque las fotos pueden ser consideradas una vulgaridad en las cartas actuales -al menos en España, están casi reducidas al ámbito de las cadenas de restauración y los menús más viejunos-, es cierto que la exquisitez visual de los menús del libro no se suele encontrar en los restaurantes actuales.
"Por lo general, el arte de las cartas ha ido empobreciéndose. La mayoría de los restaurantes quieren cambiar el menú con frecuencia, así que se lo imprimen ellos desde su ordenador", afirma Heimann. "El uso de la ilustración ya no es lo habitual. Las cartas grandes tampoco están de moda: antes el tamaño importaba a la hora de indicar el prestigio de un restaurante, con lo que se volvieron gigantes, pero eso ya no significa nada".
Hay diseñadores que celebran la desaparición de los menús-sábana que tanto furor causaron en el pasado. Aprovechan y también piden la extinción de rancios clásicos como las carpetitas marrones o azules de polipiel. "No me gusta tener que apartar cosas de la mesa para poder leer los platos tranquilamente", se queja Sergio Ibáñez, del estudio de diseño gráfico Setanta. "El menú no debe pesar tres toneladas, ha de minimizar el contenido al máximo y evitar fundas semipromocionales. Y a poder ser, no usar papeles vegetales o nacarados. ¡Superemos ya esta etapa, por favor! A veces es mejor una hoja plastificada que un álbum de comunión. Tampoco me gustan los que usan papeles en plan artesano, japoneses o con elementos florales incrustados. Prefiero un papel liso, blanco. Como un mantel".
En efecto, una carta cursi o excesivamente larga puede estomagar al comensal con un mínimo gusto. Pero ¿qué condiciones debe reunir entonces una buena? "Tiene que transmitir los valores culinarios del restaurante, permitir la legibilidad y respetar la jerarquía", asegura Pablo Juncadella, del estudio de diseño Mucho.
Como responsable de su identidad visual, Mucho está detrás de las cartas de la cadena de japoneses Sushiitto, las focaccerías Buenas Migas o los restaurantes Petit Comité y Blau en Barcelona. "Son perfiles muy distintos, pero la característica principal es la periodicidad del cambio de menú, lo que determina el diseño enormemente. Otra cuestión es el desgaste: una carta pasa por muchas manos antes de ser repuesta y si está en mal estado da muy mal efecto, por lo que la durabilidad del papel es básica".
Para Juncadella, un ejemplo a seguir en este territorio son los restaurantes del Grupo Tragaluz, que dispone de 18 locales de cuidada estética distribuidos entre Barcelona y Madrid. La empresa encargó a Mario Eskenazi, premio Nacional de Diseño, la factura de la carta del Mordisco o del Bar Tomate, mientras que el joven equipo del estudio Run Design ha ideado las del Luzi Bombón o la del Komomoto, inspirada en el juego oriental tangram. La del restaurante insignia del grupo, el Tragaluz, es obra de Mariscal.
"Aparte del producto y la cocina, que son la base, cuidamos mucho detalles como las cartas, porque la suma de todo hace que el conjunto sea atractivo", afirma Tomás Tarruella, socio fundador del grupo junto a su madre, Rosa María Esteva. "Cuidamos su diseño desde dos puntos de vista: por un lado, cómo y en qué orden se organiza el texto, y por otro buscamos un grafismo en consonancia".
Como escribió el crítico del New York Times Frank Bruni, los menús son una especie de cheerleaders (animadoras) gastronómicas. O, dicho de otra forma, una poderosa herramienta de marketing cuya distribución, colores y posicionamiento de los precios puede promover la compra de determinados platos. "Nosotros no las utilizamos como herramienta para vender más, sino para hacerlo mejor", defiende Tarruella. "El cliente tiene que encontrar lo que quiere, y hay que ayudarle a que acierte en su elección porque si lo hace, querrá volver".
En los menús no solo cuenta el diseño: la elección de las palabras es igual de relevante. Los nombres de los platos y sus explicaciones deben despertar el apetito del lector-cliente. El libro Menu design in America cita una frase de la periodista gastronómica Sara Dickerman que resume el concepto: "El lenguaje de las cartas, con sus guiones, sus comillas y sus explosiones de palabras extranjeras, sirve menos para describir la comida que para administrar tus expectativas. No solo tienta; justifica el desembolso económico que supone cenar fuera".
Leer más aquí en El País Semanal.
Cuando los miembros del Cercle de L'Union de San Francisco (EE UU) se sentaron a cenar el 23 de diciembre de 1912 pusieron sus ojos en una carta que hoy consideraríamos, como poco, extraña. El club gastronómico celebraba una velada de "pollo a la cazuela estilo Enrique IV", rey francés del siglo XVI que se propuso que sus súbditos pudieran tomar este plato cada domingo. Sin embargo, el menú no estaba ilustrado con estampas históricas o avícolas, sino con un dibujo de tres pequeños faunos vestidos de cocineros arrastrando hacia los fogones -gracias a una cuerda- a una mujer desnuda y atada. La carta, cuyo sentido sigue siendo un enigma un siglo después -¿querían excitar sexualmente a los comensales o promover el canibalismo de género?-, es una de las joyas recuperadas por la editorial Taschen en el libro Menu design in America. El tomo es un fascinante recorrido visual por la historia de los menús en Estados Unidos desde su aparición a finales del XIX hasta la decadencia en los ochenta, con especial incidencia en su edad dorada, acaecida en la primera mitad del siglo XX.
Además de cartas algo estrambóticas como la de los faunos o la del French Casino de Chicago en 1935 -en la que vemos a una señorita de cuyos pechos mana champán-, el libro recoge elegantes ejercicios de diseño gráfico y auténticas maravillas anónimas de la ilustración. Distinguidos o populares; americanos, chinos o hawaianos; políticamente incorrectos o directamente racistas, los menús trataban -y tratan aún- de reflejar el espíritu de los locales, invitando a los clientes a zambullirse en sus delicias.
"Hay momentos de esplendor en el diseño de cartas y van en paralelo a los avances en la cocina", explica el editor del libro, el coleccionista Jim Heimann. "A mí me encantan las del cambio de siglo y las de los años treinta. Estas últimas aúnan un gran refinamiento con un tono guasón y exploran a fondo las posibilidades de la ilustración. Según te vas adentrando en los sesenta y los setenta, la fotografía empieza a dominar el ambiente y las cartas se vuelven menos satisfactorias visualmente".
Aunque las fotos pueden ser consideradas una vulgaridad en las cartas actuales -al menos en España, están casi reducidas al ámbito de las cadenas de restauración y los menús más viejunos-, es cierto que la exquisitez visual de los menús del libro no se suele encontrar en los restaurantes actuales.
"Por lo general, el arte de las cartas ha ido empobreciéndose. La mayoría de los restaurantes quieren cambiar el menú con frecuencia, así que se lo imprimen ellos desde su ordenador", afirma Heimann. "El uso de la ilustración ya no es lo habitual. Las cartas grandes tampoco están de moda: antes el tamaño importaba a la hora de indicar el prestigio de un restaurante, con lo que se volvieron gigantes, pero eso ya no significa nada".
Hay diseñadores que celebran la desaparición de los menús-sábana que tanto furor causaron en el pasado. Aprovechan y también piden la extinción de rancios clásicos como las carpetitas marrones o azules de polipiel. "No me gusta tener que apartar cosas de la mesa para poder leer los platos tranquilamente", se queja Sergio Ibáñez, del estudio de diseño gráfico Setanta. "El menú no debe pesar tres toneladas, ha de minimizar el contenido al máximo y evitar fundas semipromocionales. Y a poder ser, no usar papeles vegetales o nacarados. ¡Superemos ya esta etapa, por favor! A veces es mejor una hoja plastificada que un álbum de comunión. Tampoco me gustan los que usan papeles en plan artesano, japoneses o con elementos florales incrustados. Prefiero un papel liso, blanco. Como un mantel".
En efecto, una carta cursi o excesivamente larga puede estomagar al comensal con un mínimo gusto. Pero ¿qué condiciones debe reunir entonces una buena? "Tiene que transmitir los valores culinarios del restaurante, permitir la legibilidad y respetar la jerarquía", asegura Pablo Juncadella, del estudio de diseño Mucho.
Como responsable de su identidad visual, Mucho está detrás de las cartas de la cadena de japoneses Sushiitto, las focaccerías Buenas Migas o los restaurantes Petit Comité y Blau en Barcelona. "Son perfiles muy distintos, pero la característica principal es la periodicidad del cambio de menú, lo que determina el diseño enormemente. Otra cuestión es el desgaste: una carta pasa por muchas manos antes de ser repuesta y si está en mal estado da muy mal efecto, por lo que la durabilidad del papel es básica".
Para Juncadella, un ejemplo a seguir en este territorio son los restaurantes del Grupo Tragaluz, que dispone de 18 locales de cuidada estética distribuidos entre Barcelona y Madrid. La empresa encargó a Mario Eskenazi, premio Nacional de Diseño, la factura de la carta del Mordisco o del Bar Tomate, mientras que el joven equipo del estudio Run Design ha ideado las del Luzi Bombón o la del Komomoto, inspirada en el juego oriental tangram. La del restaurante insignia del grupo, el Tragaluz, es obra de Mariscal.
"Aparte del producto y la cocina, que son la base, cuidamos mucho detalles como las cartas, porque la suma de todo hace que el conjunto sea atractivo", afirma Tomás Tarruella, socio fundador del grupo junto a su madre, Rosa María Esteva. "Cuidamos su diseño desde dos puntos de vista: por un lado, cómo y en qué orden se organiza el texto, y por otro buscamos un grafismo en consonancia".
Como escribió el crítico del New York Times Frank Bruni, los menús son una especie de cheerleaders (animadoras) gastronómicas. O, dicho de otra forma, una poderosa herramienta de marketing cuya distribución, colores y posicionamiento de los precios puede promover la compra de determinados platos. "Nosotros no las utilizamos como herramienta para vender más, sino para hacerlo mejor", defiende Tarruella. "El cliente tiene que encontrar lo que quiere, y hay que ayudarle a que acierte en su elección porque si lo hace, querrá volver".
En los menús no solo cuenta el diseño: la elección de las palabras es igual de relevante. Los nombres de los platos y sus explicaciones deben despertar el apetito del lector-cliente. El libro Menu design in America cita una frase de la periodista gastronómica Sara Dickerman que resume el concepto: "El lenguaje de las cartas, con sus guiones, sus comillas y sus explosiones de palabras extranjeras, sirve menos para describir la comida que para administrar tus expectativas. No solo tienta; justifica el desembolso económico que supone cenar fuera".
Leer más aquí en El País Semanal.
Cómo saquearon la CAM y, hasta ahora, sin consecuencias para los autores. Las deudas las paga el Estado con el dinero de todos.
Las indemnizaciones millonarias a exdirectivos de la Caja de Ahorros del Mediterráneo y la pensión atribuida a su ex directora general rematan el escándalo de la gestión de esta entidad.
La historia de un fiasco, afianzado en el boom inmobiliario, consentido, e incluso alentado, por el Gobierno de la Comunidad Valenciana de Francisco Camps, que utilizó la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) para financiar sus megaproyectos: Ciudad de las Artes, en Valencia; la Ciudad de la Luz, en Alicante, y Terra Mítica, entre otros. Y rematado con la ambición desmesurada de un grupo sin escrúpulos que se lucró en plena ruina de la caja. Así se entiende la deriva de la CAM, el centenario buque insignia de las finanzas de la provincia de Alicante, comandado durante los últimos años por Modesto Crespo, en la presidencia, y Roberto López Abad, como director general, hasta que el pasado 22 de julio fue intervenida por el Banco de España.
En la antesala de la intervención, López Abad y otros cuatro altos ejecutivos se aseguraron un dorado retiro con elevadas prejubilaciones (12,8 millones de euros en total). La sucesora de López Abad, la empleada María Dolores Amorós, no quiso ser menos y se puso un sueldo de 600.000 euros al año y una pensión vitalicia de 370.000. Todo ello sin contar con el visto bueno de los órganos de la entidad, pero con el beneplácito del entonces presidente de la caja, Modesto Crespo, más ocupado en atender las urgencias de su mentor, Francisco Camps, que de los requerimientos del Banco de España para poner orden en las cuentas. El resto de miembros del consejo, conscientes de su papel de comparsas, se mantuvo pasivo y tragando la información que recibían. La CAM pagaba 1.000 euros por cada asistencia al consejo.
Cuando presidía la CAM, Modesto Crespo estaba más atento a urgencias de Francisco Camps que al Banco de España. Leer todo el artículo en El País.
La historia de un fiasco, afianzado en el boom inmobiliario, consentido, e incluso alentado, por el Gobierno de la Comunidad Valenciana de Francisco Camps, que utilizó la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) para financiar sus megaproyectos: Ciudad de las Artes, en Valencia; la Ciudad de la Luz, en Alicante, y Terra Mítica, entre otros. Y rematado con la ambición desmesurada de un grupo sin escrúpulos que se lucró en plena ruina de la caja. Así se entiende la deriva de la CAM, el centenario buque insignia de las finanzas de la provincia de Alicante, comandado durante los últimos años por Modesto Crespo, en la presidencia, y Roberto López Abad, como director general, hasta que el pasado 22 de julio fue intervenida por el Banco de España.
En la antesala de la intervención, López Abad y otros cuatro altos ejecutivos se aseguraron un dorado retiro con elevadas prejubilaciones (12,8 millones de euros en total). La sucesora de López Abad, la empleada María Dolores Amorós, no quiso ser menos y se puso un sueldo de 600.000 euros al año y una pensión vitalicia de 370.000. Todo ello sin contar con el visto bueno de los órganos de la entidad, pero con el beneplácito del entonces presidente de la caja, Modesto Crespo, más ocupado en atender las urgencias de su mentor, Francisco Camps, que de los requerimientos del Banco de España para poner orden en las cuentas. El resto de miembros del consejo, conscientes de su papel de comparsas, se mantuvo pasivo y tragando la información que recibían. La CAM pagaba 1.000 euros por cada asistencia al consejo.
Cuando presidía la CAM, Modesto Crespo estaba más atento a urgencias de Francisco Camps que al Banco de España. Leer todo el artículo en El País.
Tables baratas que tienen opciones iguales a otras más caras
El 35% de los propietarios de una tableta se van con ella al water. Al margen de que sea otra mala noticia para los periódicos de papel, la pregunta es: ¿Vale la pena gastarse 800 euros en eso o sirve la de 146? Por ejemplo Kindle Fire, la que acaba de anunciarAmazon.
Conocidas las características técnicas de la tableta de Amazon, la comparativa con el iPad, líder absoluto del mercado, no se aguanta. Sin embargo, pocos analistas dudan de su éxito. La clave es el precio: sus 199 dólares (146 euros), menos de la mitad que el iPad más barato, a costa de no tener cámara ni GPS ni otras ventajas. Jeff Bezos, jefe de Amazon, apuesta por lo que ya le funcionó en el lector electrónico Kindle: aparatos que hagan pocas cosas, pero bien y fácilmente.
Kindle Fire es fea. Sí, lo mismo se dijo, con justicia, de su lector electrónico; pero no impidió que la gente se lo llevara en el bolso (el lector ha triunfado principalmente entre las mujeres, la tableta entre los hombres).
Kindle Fire no vale para todo. Sí, lo mismo se dijo, con justicia, de su lector electrónico. Y la gente se lo compró.
El lector electrónico satisface al lector empedernido. Si alguien desea además ver las fotos de su familia, que no se compre el lector electrónico de Amazon. La tableta Fire mantiene la filosofía: un aparato para leer libros, oír música y ver películas. Todo descargado del ecosistema Amazon. A falta de concreciones, se ignora si esta tableta permitirá, por ejemplo, descargarse películas de Netflix, comprar discos en iTunes o escuchar música de Spotify.
La explosión de las tabletas, principalmente del iPad, ha generado muchos estudios y encuestas sobre el uso del aparato. Uno de los últimos es de Citigroup, realizado entre consumidores de China, Estados Unidos y el Reino Unido. El 62% confiesa que se comprará la tableta como juguete; sólo el 12% lo reemplazará a un ordenador. El 68% lo empleará para navegar y el 58% para consultar el correo. Otro estudio anterior, deStaples Advantage, entre empleados de empresas, señalaba que lo usa en el baño (35%), restaurantes (30%) y en la cama (78%). Como en el caso anterior, la principal función es la consulta del correo (75%), algo que se puede hacer perfectamente con el smartphone,sobretodo cuando en la mayoría de los casos se trata de tirar mensajes a la papelera. Si hay que escribir textos largos y algo cuidados, la tableta gana por ventaja, pero eso lo hace igual la de 150 que la de 800 euros.
El precio imbatible de la Kindle Fire (199 dólares) lo es comparado con Apple, Motorola, Samsung, HP o Dell, pero no con las marcas blancas. En la misma tienda de Amazon es posible encontrar tabletas más baratas que la suya y con características similares. Lo novedoso es el respaldo de una marca de prestigio como Amazon, garantía de calidad de servicio.
En la actualidad Amazon.com vende tabletas como Viewbook a 169 dólares (124 euros),Coby Kyros (159 dólares, 117 euros), Velocity (169 dólares, 124 euros) o Eken (88 dólares, 64 euros).
Todas ellas tienen en común pantallas de 7 pulgadas, 8 gigas de almacenamiento y el sistema operativo Android, aunque no el más avanzado (el de Kindle Fire, tampoco); no incluyen su navegador Chrome (Fire, tampoco) ni su tienda de aplicaciones (Fire tampoco), por lo que pueden ahorrar costes en licencias. No todos son marcas asiáticas, también se encuentra la tableta de la francesa Archos que por 180 dólares ofrece una pantalla de 10 pulgadas de alta definición, GPS y webcam. Ver todo el artículo en El País.
sábado, 1 de octubre de 2011
¿Es el modelo alemán el futuro a seguir en la Eurozona?
Alemania era, hasta hace unas semanas, el modelo exitoso a seguir. Se decía que, resultado de las reformas que había realizado el canciller Schröder del gobierno socialdemócrata (cuando gobernó en coalición con el Partido Verde) y, más tarde, la canciller conservadora del Partido Cristiano Demócrata, Angela Merkel (cuando gobernó en coalición con el Partido Socialdemócrata y, más tarde, con el Partido Liberal), Alemania estaba creciendo a un nivel (mas del 3% por año), que causaba la envidia del resto de países de la eurozona. De ahí el mensaje que se ha estado promocionando por las autoridades alemanas y por dirigentes de la Unión Europea (UE) de que se debían realizar, en todos los países de la Eurozona (incluyendo España), reformas semejantes a las que realizadas en Alemania a fin de alcanzar su nivel de competitividad, orientando la recuperación económica hacia el incremento de las exportaciones. Alemania se convirtió así en el modelo a seguir, un modelo que ha centrado su economía en el estímulo proveído por las exportaciones. Para alcanzar su nivel de competitividad, había que reducir los salarios y la protección social, incluyendo los beneficios laborales y sociales, tal como había hecho Alemania.
Éste ha sido también el mensaje promovido por el gobierno Zapatero y su equipo económico. El país tiene que pasar momentos difíciles para poder hacer las reformas que nos sacarán de la crisis. Este mensaje se ha convertido en el dogma que se ha estado reproduciendo también en los medios. Los pocos economistas que subrayábamos que este modelo alemán, ni era exitoso, ni era viable para todos los países, fuimos ignorados y marginados. Pues bien, lamento informarles que los datos, como ya preveíamos, ya están ahí para todo el que quiera verlos. La tasa de crecimiento de la economía alemana ha caído en picado y, según las cifras del último trimestre (Q22011), las tasas de crecimiento económico han bajado y la economía alemana está estancada y, en contra de las predicciones del gobierno alemán, les aseguro que permanecerá estancada por bastante tiempo.
LA DEBILIDAD DEL MODELO BASADO EN LAS EXPORTACIONES
El modelo exportador alemán es exitoso cuando hay países que importen lo que Alemania exporta. Pues bien, la gran mayoría de países a los que Alemania exporta, que son los países de la Eurozona, no están en condiciones de importar los productos alemanes. En realidad, nada menos que las dos terceras partes de todas las exportaciones alemanas van a los países de la Eurozona. Pero como estos países están en recesión, las importaciones de productos alemanes por parte de estos países han caído en picado, y con ello las exportaciones alemanas a estos países cayeron también en picado. Y, como consecuencia, tanto la economía alemana como la europea están estancadas. Todos los sacrificios (austeridad incluida) realizados por los gobiernos Schröder y Merkel fueron en balde. Sirvieron muy poco para aumentar la demanda de las clases populares alemanas. En realidad, la aplicación del modelo alemán a nivel de la UE es un desastre (no hay otra manera de definirlo), pues las políticas de austeridad que pregonan dificultan todavía más el crecimiento de la actividad económica. En realidad, lo que se necesita hacer es precisamente lo opuesto a lo que están haciendo, es decir, aumentar la demanda doméstica, y con ello estimular la actividad económica y el crecimiento económico, lo cual quiere decir que todas las políticas de austeridad que se están imponiendo a la población no son sólo erróneas, sino incluso contraproducentes.
La evidencia de ello es abrumadora. Incluso el Gabinete de Estudios del Fondo Monetario Internacional ha concluido que –como promedio en los países de la OCDE- cada reducción (equivalente a un 1% del PIB) del déficit público conlleva un crecimiento del desempleo de 0.3 puntos. En España este impacto es mucho mayor. Este aumento del desempleo contribuye al descenso de la demanda y con ello al descenso del crecimiento económico. Es este estancamiento económico –y no el tamaño del déficit y de la deuda pública- lo que está alarmando a los mercados. Lo que estamos viendo es la fortaleza de un (relato) dogma, el dogma neoliberal, totalmente impermeable a los hechos que está llevando a la economía europea a unos niveles de inactividad económica que puede conducirla a una Gran Depresión.
¿QUÉ DEBERÍA HABERSE HECHO?
Lo dijo muy bien Oskar Lafontaine cuando era Ministro de Economía de la coalición socialdemócrata-Partido Verde. Criticó duramente al gobierno Schröder y a sus políticas, que predijo conducirían al estancamiento de la economía alemana y de la economía europea. La Coalición Socialdemócrata-Partido Verde estableció con sus reformas (acentuadas más tarde por el gobierno Merkel) las bases que han llevado a la situación actual. Aquella coalición desreguló la banca, diluyendo la relación entre la banca y la economía productiva. Los bancos locales (equivalente a las cajas de ahorros de España) habían sido siempre un pilar del modelo industrial alemán, estableciéndose una relación capital financiero-capital industrial que estaba en el centro del sistema productivo. Era lo que se llamaba Deutschland, A.G.
El gobierno de coalición, liderado por Schröder, liberalizó el sistema financiero que tuvo como consecuencia el debilitamiento de esta relación de la banca con el mundo empresarial local, acentuándose así la mercantilización de la banca privada local. El gobierno Zapatero ha ido incluso más lejos. Ha privatizado las cajas de ahorros rompiendo esta relación entre el capital financiero y el empresarial que está dificultando enormemente la disponibilidad del crédito a las medianas y pequeñas empresas y a los ciudadanos.
LA REDUCCIÓN DE LOS DERECHOS LABORALES DE LA COALICIÓN PARTIDO SOCIALDEMÓCRATA-PARTIDO VERDE
Otra reforma de la coalición socialdemócrata-Partido Verde fue el debilitamiento del sistema de cogestión, mediante el cual los trabajadores de una empresa participaban en la (administración) gobernanza de la empresa. Una consecuencia de ello fue el debilitamiento de los sindicatos, con reducción del seguro de desempleo y una rebaja salarial que causó una reducción de las rentas del trabajo como porcentaje de la renta nacional. Puesto que la productividad continuó creciendo, ello se tradujo en un incremento muy notable de las rentas del capital a costa de la reducción de las rentas del trabajo.
Esta polarización de las rentas a favor del capital causó un estancamiento de la demanda interna por un lado y un gran crecimiento de capital financiero, por el otro. La enorme acumulación de euros que tuvo Alemania, resultado de la mala distribución de las rentas a favor del capital financiero, determinó así un estancamiento de la economía alemana y de la economía europea, causando un creciente endeudamiento de los países periféricos conocidos como PIGS, financiado en gran parte con el exceso de euros que tenía Alemania. La banca alemana se convirtió en la mayor propietaria de bonos públicos y privados de los países periféricos, incluida España.
Este modelo alemán estaba creando las bases para la crisis europea. De ahí que, como ya previó y propuso Oskar Lafontaine, lo que se tenía que haber hecho era estimular la demanda doméstica alemana, mediante la mejor distribución del crecimiento de la productividad, incrementando los salarios y expandiendo el gasto público social. Este crecimiento de la demanda alemana hubiera estimulado la economía alemana y, por lo tanto, la economía europea. Oskar Lafontaine propuso que los salarios aumentaran a nivel europeo, junto con una mayor intervención del Estado en la regulación del crédito, acentuando la necesidad de garantizarlo. Lafontaine dimitió como Ministro de Economía y también del gobierno, y contribuyó a crear un nuevo partido, Die Linke (La Izquierda). Mientras, el Partido Socialdemócrata perdió la mitad de militantes y sufrió el mayor bajón electoral de su historia. Y hoy Alemania está estancada. Todo el sacrificio que se impuso a las clases populares no sirvió para nada. La responsabilidad histórica de los dirigentes de aquel partido es enorme. Pero, por desgracia, los dirigentes de la Socialdemocracia española aprendieron la lección equivocada. Lo que tenían que haber aprendido es que desde la perspectiva de las clases populares (que tradicionalmente fueron sus bases electorales) todos estos enormes sacrificios que se están imponiendo a la población (y que serán incluso más acentuados con un gobierno PP) no han servido ni servirán para nada si su objetivo es salir de la crisis. Repito, para nada. Antes al contrario, han empeorado la situación. Vicenç Navarro. Sistema Digital
Éste ha sido también el mensaje promovido por el gobierno Zapatero y su equipo económico. El país tiene que pasar momentos difíciles para poder hacer las reformas que nos sacarán de la crisis. Este mensaje se ha convertido en el dogma que se ha estado reproduciendo también en los medios. Los pocos economistas que subrayábamos que este modelo alemán, ni era exitoso, ni era viable para todos los países, fuimos ignorados y marginados. Pues bien, lamento informarles que los datos, como ya preveíamos, ya están ahí para todo el que quiera verlos. La tasa de crecimiento de la economía alemana ha caído en picado y, según las cifras del último trimestre (Q22011), las tasas de crecimiento económico han bajado y la economía alemana está estancada y, en contra de las predicciones del gobierno alemán, les aseguro que permanecerá estancada por bastante tiempo.
LA DEBILIDAD DEL MODELO BASADO EN LAS EXPORTACIONES
El modelo exportador alemán es exitoso cuando hay países que importen lo que Alemania exporta. Pues bien, la gran mayoría de países a los que Alemania exporta, que son los países de la Eurozona, no están en condiciones de importar los productos alemanes. En realidad, nada menos que las dos terceras partes de todas las exportaciones alemanas van a los países de la Eurozona. Pero como estos países están en recesión, las importaciones de productos alemanes por parte de estos países han caído en picado, y con ello las exportaciones alemanas a estos países cayeron también en picado. Y, como consecuencia, tanto la economía alemana como la europea están estancadas. Todos los sacrificios (austeridad incluida) realizados por los gobiernos Schröder y Merkel fueron en balde. Sirvieron muy poco para aumentar la demanda de las clases populares alemanas. En realidad, la aplicación del modelo alemán a nivel de la UE es un desastre (no hay otra manera de definirlo), pues las políticas de austeridad que pregonan dificultan todavía más el crecimiento de la actividad económica. En realidad, lo que se necesita hacer es precisamente lo opuesto a lo que están haciendo, es decir, aumentar la demanda doméstica, y con ello estimular la actividad económica y el crecimiento económico, lo cual quiere decir que todas las políticas de austeridad que se están imponiendo a la población no son sólo erróneas, sino incluso contraproducentes.
La evidencia de ello es abrumadora. Incluso el Gabinete de Estudios del Fondo Monetario Internacional ha concluido que –como promedio en los países de la OCDE- cada reducción (equivalente a un 1% del PIB) del déficit público conlleva un crecimiento del desempleo de 0.3 puntos. En España este impacto es mucho mayor. Este aumento del desempleo contribuye al descenso de la demanda y con ello al descenso del crecimiento económico. Es este estancamiento económico –y no el tamaño del déficit y de la deuda pública- lo que está alarmando a los mercados. Lo que estamos viendo es la fortaleza de un (relato) dogma, el dogma neoliberal, totalmente impermeable a los hechos que está llevando a la economía europea a unos niveles de inactividad económica que puede conducirla a una Gran Depresión.
¿QUÉ DEBERÍA HABERSE HECHO?
Lo dijo muy bien Oskar Lafontaine cuando era Ministro de Economía de la coalición socialdemócrata-Partido Verde. Criticó duramente al gobierno Schröder y a sus políticas, que predijo conducirían al estancamiento de la economía alemana y de la economía europea. La Coalición Socialdemócrata-Partido Verde estableció con sus reformas (acentuadas más tarde por el gobierno Merkel) las bases que han llevado a la situación actual. Aquella coalición desreguló la banca, diluyendo la relación entre la banca y la economía productiva. Los bancos locales (equivalente a las cajas de ahorros de España) habían sido siempre un pilar del modelo industrial alemán, estableciéndose una relación capital financiero-capital industrial que estaba en el centro del sistema productivo. Era lo que se llamaba Deutschland, A.G.
El gobierno de coalición, liderado por Schröder, liberalizó el sistema financiero que tuvo como consecuencia el debilitamiento de esta relación de la banca con el mundo empresarial local, acentuándose así la mercantilización de la banca privada local. El gobierno Zapatero ha ido incluso más lejos. Ha privatizado las cajas de ahorros rompiendo esta relación entre el capital financiero y el empresarial que está dificultando enormemente la disponibilidad del crédito a las medianas y pequeñas empresas y a los ciudadanos.
LA REDUCCIÓN DE LOS DERECHOS LABORALES DE LA COALICIÓN PARTIDO SOCIALDEMÓCRATA-PARTIDO VERDE
Otra reforma de la coalición socialdemócrata-Partido Verde fue el debilitamiento del sistema de cogestión, mediante el cual los trabajadores de una empresa participaban en la (administración) gobernanza de la empresa. Una consecuencia de ello fue el debilitamiento de los sindicatos, con reducción del seguro de desempleo y una rebaja salarial que causó una reducción de las rentas del trabajo como porcentaje de la renta nacional. Puesto que la productividad continuó creciendo, ello se tradujo en un incremento muy notable de las rentas del capital a costa de la reducción de las rentas del trabajo.
Esta polarización de las rentas a favor del capital causó un estancamiento de la demanda interna por un lado y un gran crecimiento de capital financiero, por el otro. La enorme acumulación de euros que tuvo Alemania, resultado de la mala distribución de las rentas a favor del capital financiero, determinó así un estancamiento de la economía alemana y de la economía europea, causando un creciente endeudamiento de los países periféricos conocidos como PIGS, financiado en gran parte con el exceso de euros que tenía Alemania. La banca alemana se convirtió en la mayor propietaria de bonos públicos y privados de los países periféricos, incluida España.
Este modelo alemán estaba creando las bases para la crisis europea. De ahí que, como ya previó y propuso Oskar Lafontaine, lo que se tenía que haber hecho era estimular la demanda doméstica alemana, mediante la mejor distribución del crecimiento de la productividad, incrementando los salarios y expandiendo el gasto público social. Este crecimiento de la demanda alemana hubiera estimulado la economía alemana y, por lo tanto, la economía europea. Oskar Lafontaine propuso que los salarios aumentaran a nivel europeo, junto con una mayor intervención del Estado en la regulación del crédito, acentuando la necesidad de garantizarlo. Lafontaine dimitió como Ministro de Economía y también del gobierno, y contribuyó a crear un nuevo partido, Die Linke (La Izquierda). Mientras, el Partido Socialdemócrata perdió la mitad de militantes y sufrió el mayor bajón electoral de su historia. Y hoy Alemania está estancada. Todo el sacrificio que se impuso a las clases populares no sirvió para nada. La responsabilidad histórica de los dirigentes de aquel partido es enorme. Pero, por desgracia, los dirigentes de la Socialdemocracia española aprendieron la lección equivocada. Lo que tenían que haber aprendido es que desde la perspectiva de las clases populares (que tradicionalmente fueron sus bases electorales) todos estos enormes sacrificios que se están imponiendo a la población (y que serán incluso más acentuados con un gobierno PP) no han servido ni servirán para nada si su objetivo es salir de la crisis. Repito, para nada. Antes al contrario, han empeorado la situación. Vicenç Navarro. Sistema Digital
Desigualdades como causa de la crisis
Desde hace años, algunos pocos hemos estado señalando que una de las causas más importantes de la Gran Recesión actual es el enorme crecimiento de las desigualdades sociales, con una gran concentración de las rentas en los sectores más adinerados de la población (cuyas rentas proceden primordialmente de las rentas del capital) a costa de las rentas de la mayoría de la ciudadanía (cuyas rentas proceden primordialmente del trabajo). Ello ha determinado un descenso muy notable de la capacidad adquisitiva de la mayoría de la población, forzándola a endeudarse. Ni que decir tiene que el sector que se ha beneficiado más de esta necesidad de endeudarse ha sido el capital financiero y muy en especial la banca. Éste es el origen del enorme endeudamiento de las familias.
Por otra parte, el descenso de la capacidad adquisitiva de la población ha determinado un problema de escasa demanda de bienes y consumos, responsable de la ralentización de la actividad económica. La gente no compra como compraba antes y, además, está profundamente endeudada. Ello conlleva una baja rentabilidad de lo que se llama capital productivo. Y el capital deja de invertirse en la economía productiva para pasar a invertir en actividades especulativas, siendo la penúltima la burbuja inmobiliaria, y ahora la burbuja de la deuda pública.
De este análisis se deriva la necesidad de revertir este crecimiento de las desigualdades, siguiendo políticas casi opuestas a las que se están desarrollando por la mayoría de gobiernos de la Unión Europea, tales como reformas fiscales progresivas, aumento de los salarios y del gasto público social (que tiene un efecto redistributivo), y reducción del sector financiero, gravando las actividades especulativas, cuando no eliminándolas, tal como se hizo, por cierto, para salir de la Gran Depresión a principios del siglo XX. El hecho de que no se esté desarrollando ninguna de estas políticas muestra el grado de dominio que las tesis neoliberales continúan teniendo en los establishments políticos de los países desarrollados. Y a los autores que continuamos subrayando que la raíz del problema es el crecimiento de las desigualdades se nos margina, cuando no se nos ignora.
Pero mira por donde, se ha publicado un informe por el Gabinete de estudios de nada menos que uno de los Vaticanos del pensamiento neoliberal, el Fondo Monetario Internacional, que nos viene a dar la razón. El informe, titulado Inequality, Leverage and Crises, escrito por Michael Kumhof y Romain Rancière, no es un documento oficial del FMI (como el informe rápida y claramente puntualiza), y es más que probable que nunca se convierta en política oficial del FMI. En realidad, a pesar de la enorme importancia del estudio, sus contenidos apenas se han distribuido. Por cierto, sorprende agradablemente el rigor del estudio que contrasta con la chapuza del último informe del FMI sobre España (Spain. July 2011, IMF County Report. No. 11/215). Este último informe, incluso por los bajos estándares del staff del FMI, es un insulto al intelecto. Repiten machaconamente las mismas recetas neoliberales, sin haberse tomado la molestia de mirar los datos. Por ejemplo, recomiendan la disminución del gasto público que cubre los salarios de los empleados públicos, indicando que España se gasta demasiado en empleo público, cuando los datos muestran precisamente lo contrario. España es uno de los países con menor porcentaje de la población adulta trabajando en los servicios públicos (véase “El empleo público en España no es excesivo. Los errores del informe sobre el coste de la Administración, de la EAE Business School”, de Vicenç Navarro, Marta Tur, Miquel Campa y Carlos Carrasco, en www.vnavarro.org)
Pero el Centro de Estudios del FMI tiene un mayor nivel intelectual, y el informe sobre las desigualdades es excelente. Es un placer ver documentos cuyas propuestas están avaladas, no por dogma, sino por datos creíbles tal como hace este estudio. Aunque se centra en EEUU, el informe podría haber incluido también a los países de la Unión Europea (incluyendo España). En parte, su focalización en EEUU se debe a la centralidad de la economía estadounidense a nivel mundial pero también a la disponibilidad de datos, un elemento de gran importancia, pues en España, por ejemplo, es dificilísimo encontrar datos creíbles sobre la distribución de la renta.
El informe muestra la evolución de las rentas desde 1970 a 2005 en EEUU, señalando el enorme crecimiento de las rentas de la decila superior y el descenso de todas las demás. Muestra también como esta concentración de las rentas ha causado un gran crecimiento del endeudamiento de la mayoría de la población, la cual, al sufrir una disminución de su renta, tuvo que endeudarse para mantener el nivel de vida al cual estaba acostumbrada, y con ello mantener también la demanda doméstica. Los autores muestran que a mayor crecimiento de la concentración de las rentas en la decila superior, mayor endeudamiento del resto de la población, y mayor tamaño del sector financiero en EEUU, una relación de una enorme importancia. El artículo también señala como este endeudamiento, clave para continuar el nivel de demanda, fue facilitado por la bajada de intereses. Y de ahí, la génesis de la burbuja inmobiliaria tal como documentan los autores. Éstos muestran también que el incremento de la financialización (es decir, del sector financiero en la economía) significó una caída de las inversiones en sus sectores productivos.
En realidad, si hubiera datos creíbles podríamos ver que la situación es casi idéntica en España. Es un indicador del enorme poder de las clases más adineradas que esta realidad es ignorada en los mayores fórums mediáticos y políticos del país. Vicenç Navarro.
Por otra parte, el descenso de la capacidad adquisitiva de la población ha determinado un problema de escasa demanda de bienes y consumos, responsable de la ralentización de la actividad económica. La gente no compra como compraba antes y, además, está profundamente endeudada. Ello conlleva una baja rentabilidad de lo que se llama capital productivo. Y el capital deja de invertirse en la economía productiva para pasar a invertir en actividades especulativas, siendo la penúltima la burbuja inmobiliaria, y ahora la burbuja de la deuda pública.
De este análisis se deriva la necesidad de revertir este crecimiento de las desigualdades, siguiendo políticas casi opuestas a las que se están desarrollando por la mayoría de gobiernos de la Unión Europea, tales como reformas fiscales progresivas, aumento de los salarios y del gasto público social (que tiene un efecto redistributivo), y reducción del sector financiero, gravando las actividades especulativas, cuando no eliminándolas, tal como se hizo, por cierto, para salir de la Gran Depresión a principios del siglo XX. El hecho de que no se esté desarrollando ninguna de estas políticas muestra el grado de dominio que las tesis neoliberales continúan teniendo en los establishments políticos de los países desarrollados. Y a los autores que continuamos subrayando que la raíz del problema es el crecimiento de las desigualdades se nos margina, cuando no se nos ignora.
Pero mira por donde, se ha publicado un informe por el Gabinete de estudios de nada menos que uno de los Vaticanos del pensamiento neoliberal, el Fondo Monetario Internacional, que nos viene a dar la razón. El informe, titulado Inequality, Leverage and Crises, escrito por Michael Kumhof y Romain Rancière, no es un documento oficial del FMI (como el informe rápida y claramente puntualiza), y es más que probable que nunca se convierta en política oficial del FMI. En realidad, a pesar de la enorme importancia del estudio, sus contenidos apenas se han distribuido. Por cierto, sorprende agradablemente el rigor del estudio que contrasta con la chapuza del último informe del FMI sobre España (Spain. July 2011, IMF County Report. No. 11/215). Este último informe, incluso por los bajos estándares del staff del FMI, es un insulto al intelecto. Repiten machaconamente las mismas recetas neoliberales, sin haberse tomado la molestia de mirar los datos. Por ejemplo, recomiendan la disminución del gasto público que cubre los salarios de los empleados públicos, indicando que España se gasta demasiado en empleo público, cuando los datos muestran precisamente lo contrario. España es uno de los países con menor porcentaje de la población adulta trabajando en los servicios públicos (véase “El empleo público en España no es excesivo. Los errores del informe sobre el coste de la Administración, de la EAE Business School”, de Vicenç Navarro, Marta Tur, Miquel Campa y Carlos Carrasco, en www.vnavarro.org)
Pero el Centro de Estudios del FMI tiene un mayor nivel intelectual, y el informe sobre las desigualdades es excelente. Es un placer ver documentos cuyas propuestas están avaladas, no por dogma, sino por datos creíbles tal como hace este estudio. Aunque se centra en EEUU, el informe podría haber incluido también a los países de la Unión Europea (incluyendo España). En parte, su focalización en EEUU se debe a la centralidad de la economía estadounidense a nivel mundial pero también a la disponibilidad de datos, un elemento de gran importancia, pues en España, por ejemplo, es dificilísimo encontrar datos creíbles sobre la distribución de la renta.
El informe muestra la evolución de las rentas desde 1970 a 2005 en EEUU, señalando el enorme crecimiento de las rentas de la decila superior y el descenso de todas las demás. Muestra también como esta concentración de las rentas ha causado un gran crecimiento del endeudamiento de la mayoría de la población, la cual, al sufrir una disminución de su renta, tuvo que endeudarse para mantener el nivel de vida al cual estaba acostumbrada, y con ello mantener también la demanda doméstica. Los autores muestran que a mayor crecimiento de la concentración de las rentas en la decila superior, mayor endeudamiento del resto de la población, y mayor tamaño del sector financiero en EEUU, una relación de una enorme importancia. El artículo también señala como este endeudamiento, clave para continuar el nivel de demanda, fue facilitado por la bajada de intereses. Y de ahí, la génesis de la burbuja inmobiliaria tal como documentan los autores. Éstos muestran también que el incremento de la financialización (es decir, del sector financiero en la economía) significó una caída de las inversiones en sus sectores productivos.
En realidad, si hubiera datos creíbles podríamos ver que la situación es casi idéntica en España. Es un indicador del enorme poder de las clases más adineradas que esta realidad es ignorada en los mayores fórums mediáticos y políticos del país. Vicenç Navarro.
viernes, 30 de septiembre de 2011
Política de recortes. No es lo único que se puede hacer y desde luego, no es "lo que hay que hacer". Sí hay alternativas a los recortes
Se están haciendo en España recortes muy sustanciales del gasto público social que financia las transferencias públicas (tales como las pensiones y las ayudas a las familias) y los servicios públicos (tales como la sanidad, la educación, los servicios de ayuda a las personas con dependencia, las escuelas de infancia, los servicios sociales, entre otros) que representan la mayor reducción del Estado del bienestar español que éste haya sufrido en los 33 años de democracia. Estos recortes los está realizando el Gobierno central, así como gran número de gobiernos autonómicos, habiendo sido particularmente acentuados en Catalunya.
Tres observaciones tienen que hacerse a raíz de estos hechos. Una es que ninguno de estos recortes estaba anunciado en los programas electorales de los partidos gobernantes que los están haciendo. En realidad, todos ellos subrayaron en sus campañas electorales que no realizarían recortes en las transferencias y servicios que están siendo recortados. La segunda observación es que estos recortes se presentan, tanto por el establishment político como por el mediático, como inevitables y necesarios, y responden –según tales establishments– a la presión externa de los mercados financieros, los cuales señalan la necesidad de realizar tales recortes. Este argumento de inevitabilidad y necesidad ha calado en la opinión popular como consecuencia de una promoción masiva por parte de los medios de información de mayor difusión (tanto públicos como privados) del país, que han estado respaldando tales recortes. Uno de los rotativos de mayor difusión presentó anteayer unas encuestas mostrando que, puestos a escoger, había más españoles que, para reducir el déficit, preferían los recortes a la subida de impuestos. Parecería, pues, que los recortes que se están llevando a cabo tienen el apoyo popular que los legitimiza.
Este argumento de inevitabilidad, sin embargo, es profundamente erróneo. Y la percepción de apoyo popular está también equivocada. Miremos primero el argumento de que los recortes tan intensos del gasto público social se deben a la presión de los mercados. La lectura de los informes de las agencias de valoración de bonos y de los mayores centros financieros muestra una variabilidad de opiniones. Así, en ocasiones expresan inquietud sobre el tamaño del déficit y de la deuda pública, pero en otras ocasiones, como ahora, muestran gran preocupación por la falta de crecimiento económico. En cuanto a la reducción del déficit, tales instituciones financieras no indican cómo debería realizarse. Una manera es mediante los recortes de gasto público social, pero no es ni la única ni la mejor manera de conseguirlo. Una alternativa es aumentando los impuestos. Así, en lugar de congelar las pensiones (con lo que se intentan ahorrar 1.200 millones de euros), se podrían haber conseguido 2.100 millones de euros manteniendo el Impuesto del Patrimonio, o 2.552 millones si se hubieran anulado las rebajas de los impuestos de sucesiones, o 2.500 millones si se hubiera revertido la bajada de impuestos de las personas que ingresan más de 120.000 euros al año, recortes de los impuestos apoyados –todos ellos– por los partidos que ahora hacen estos recortes de gastos.
O en lugar de los enormes recortes en sanidad que intentan conseguir un ahorro de 6.000 millones, podrían haber anulado la bajada del Impuesto de Sociedades de las grandes empresas que facturan más de 150 millones de euros al año (y que representan sólo el 0,12% de todas las empresas), recogiendo 5.300 millones de euros. O en lugar de recortar los servicios públicos como sanidad, educación y servicios sociales (logrando un total de 25.000 millones de euros), podrían haber corregido el fraude fiscal de las grandes fortunas, de la banca y de las grandes empresas (que representa el 71% de todo el fraude fiscal), recogiendo mucho más, es decir, 44.000 millones.
O, en lugar de reducir los servicios de ayuda a las personas con dependencia (intentando ahorrar 600 millones de euros), podrían haber reducido el subsidio del Estado a la Iglesia católica para impartir docencia de la religión católica en las escuelas públicas, o eliminar la producción de nuevo equipamiento militar, como los helicópteros Tigre y otros armamentos.
El hecho de que se escogiera hacer los recortes citados sin ni siquiera considerar estas alternativas no tiene nada que ver (insisto, nada que ver) con las presiones de los mercados financieros. La reducción del déficit público podría haberse logrado revirtiendo las enormes rebajas de impuestos que han beneficiado primordialmente a las rentas superiores (una persona que ingrese más de 300.000 euros al año ha visto reducir sus impuestos durante el periodo en que España estuvo gobernada por Aznar y por Zapatero un 37%, mientras que la gran mayoría de la población apenas notó esta bajada).
El supuesto apoyo popular a tales recortes no puede derivarse de la pregunta sesgada y tendenciosa de preguntarle a la población si para reducir el déficit prefieren los recortes en el Estado del bienestar o el aumento de los impuestos. La palabra “impuestos”, sin aclarar de quién, genera siempre una respuesta predecible de rechazo. Pero si, en lugar de utilizar el término genérico “impuestos”, se utilizara el aumento de impuestos citados en este artículo, que se centra primordialmente en las rentas superiores (revirtiendo las enormes reducciones que les beneficiaron) y que no afecta a la gran mayoría de la ciudadanía, la respuesta sería opuesta a la que aquella pregunta tendenciosa indica. Que estas alternativas no tengan la centralidad política o la exposición mediática que tienen los recortes se debe a que las rentas superiores, la banca y la gran patronal, tienen mucho más poder sobre el Estado español que las clases populares, que son las que están más afectadas por los recortes. Vicenç Navarro. Público.
Tres observaciones tienen que hacerse a raíz de estos hechos. Una es que ninguno de estos recortes estaba anunciado en los programas electorales de los partidos gobernantes que los están haciendo. En realidad, todos ellos subrayaron en sus campañas electorales que no realizarían recortes en las transferencias y servicios que están siendo recortados. La segunda observación es que estos recortes se presentan, tanto por el establishment político como por el mediático, como inevitables y necesarios, y responden –según tales establishments– a la presión externa de los mercados financieros, los cuales señalan la necesidad de realizar tales recortes. Este argumento de inevitabilidad y necesidad ha calado en la opinión popular como consecuencia de una promoción masiva por parte de los medios de información de mayor difusión (tanto públicos como privados) del país, que han estado respaldando tales recortes. Uno de los rotativos de mayor difusión presentó anteayer unas encuestas mostrando que, puestos a escoger, había más españoles que, para reducir el déficit, preferían los recortes a la subida de impuestos. Parecería, pues, que los recortes que se están llevando a cabo tienen el apoyo popular que los legitimiza.
Este argumento de inevitabilidad, sin embargo, es profundamente erróneo. Y la percepción de apoyo popular está también equivocada. Miremos primero el argumento de que los recortes tan intensos del gasto público social se deben a la presión de los mercados. La lectura de los informes de las agencias de valoración de bonos y de los mayores centros financieros muestra una variabilidad de opiniones. Así, en ocasiones expresan inquietud sobre el tamaño del déficit y de la deuda pública, pero en otras ocasiones, como ahora, muestran gran preocupación por la falta de crecimiento económico. En cuanto a la reducción del déficit, tales instituciones financieras no indican cómo debería realizarse. Una manera es mediante los recortes de gasto público social, pero no es ni la única ni la mejor manera de conseguirlo. Una alternativa es aumentando los impuestos. Así, en lugar de congelar las pensiones (con lo que se intentan ahorrar 1.200 millones de euros), se podrían haber conseguido 2.100 millones de euros manteniendo el Impuesto del Patrimonio, o 2.552 millones si se hubieran anulado las rebajas de los impuestos de sucesiones, o 2.500 millones si se hubiera revertido la bajada de impuestos de las personas que ingresan más de 120.000 euros al año, recortes de los impuestos apoyados –todos ellos– por los partidos que ahora hacen estos recortes de gastos.
O en lugar de los enormes recortes en sanidad que intentan conseguir un ahorro de 6.000 millones, podrían haber anulado la bajada del Impuesto de Sociedades de las grandes empresas que facturan más de 150 millones de euros al año (y que representan sólo el 0,12% de todas las empresas), recogiendo 5.300 millones de euros. O en lugar de recortar los servicios públicos como sanidad, educación y servicios sociales (logrando un total de 25.000 millones de euros), podrían haber corregido el fraude fiscal de las grandes fortunas, de la banca y de las grandes empresas (que representa el 71% de todo el fraude fiscal), recogiendo mucho más, es decir, 44.000 millones.
O, en lugar de reducir los servicios de ayuda a las personas con dependencia (intentando ahorrar 600 millones de euros), podrían haber reducido el subsidio del Estado a la Iglesia católica para impartir docencia de la religión católica en las escuelas públicas, o eliminar la producción de nuevo equipamiento militar, como los helicópteros Tigre y otros armamentos.
El hecho de que se escogiera hacer los recortes citados sin ni siquiera considerar estas alternativas no tiene nada que ver (insisto, nada que ver) con las presiones de los mercados financieros. La reducción del déficit público podría haberse logrado revirtiendo las enormes rebajas de impuestos que han beneficiado primordialmente a las rentas superiores (una persona que ingrese más de 300.000 euros al año ha visto reducir sus impuestos durante el periodo en que España estuvo gobernada por Aznar y por Zapatero un 37%, mientras que la gran mayoría de la población apenas notó esta bajada).
El supuesto apoyo popular a tales recortes no puede derivarse de la pregunta sesgada y tendenciosa de preguntarle a la población si para reducir el déficit prefieren los recortes en el Estado del bienestar o el aumento de los impuestos. La palabra “impuestos”, sin aclarar de quién, genera siempre una respuesta predecible de rechazo. Pero si, en lugar de utilizar el término genérico “impuestos”, se utilizara el aumento de impuestos citados en este artículo, que se centra primordialmente en las rentas superiores (revirtiendo las enormes reducciones que les beneficiaron) y que no afecta a la gran mayoría de la ciudadanía, la respuesta sería opuesta a la que aquella pregunta tendenciosa indica. Que estas alternativas no tengan la centralidad política o la exposición mediática que tienen los recortes se debe a que las rentas superiores, la banca y la gran patronal, tienen mucho más poder sobre el Estado español que las clases populares, que son las que están más afectadas por los recortes. Vicenç Navarro. Público.
jueves, 29 de septiembre de 2011
El mal no existe en abstracto. No hay mal si no existe la persona que se dedica a hacerlo.
Convertido en un superventas en Alemania, ha tardado ocho años en completar Yo confieso, su novela más ambiciosa que recorre la historia de Occidente. El autor catalán aspira, ahora, a conquistar al público hispanohablante
Jaume Cabré (Barcelona, 1947. www.jaumecabre.cat) es un escritor de éxito. Escribe en catalán y vende cientos de miles de libros en Alemania. En España, aparte de en Cataluña, no es muy conocido. Probablemente lo será ahora, porque de su última novela, Yo confieso, Destino lanza una primera edición de 25.000 ejemplares. Filólogo, profesor de instituto, ha trabajado la pluma en todas sus variantes: desde literatura juvenil a guiones de interminables series televisivas hasta una importante obra literaria de gran envergadura. Vive en Matadepera, a media hora de Barcelona, en un lugar idílico y apacible, frente a un tupido bosque de encinas y pinos. No hay nadie en la calle y todo está en silencio. Su casa respira una armonía discreta. El salón, con su piano y un armario en el que reposan un violín y una viola, revela su condición de melómano.
Yo confieso es una obra extremadamente ambiciosa, un tratado sobre el mal de casi mil páginas que a lomos un personaje, más o menos de su edad, nacido en el Ensanche barcelonés, atraviesa cinco siglos de historia europea.
PREGUNTA. Dicen que es la novela total, la obra magna que toda literatura necesita, La montaña mágica de la literatura catalana.
RESPUESTA. No sé..., no quisiera negarlo, pero es muy fuerte. Lo que sé es que no la hubiera podido escribir sin haber hecho las anteriores. Me ha llevado casi ocho años hacerla y tendría que remitirme a Las voces del Pamano, que me costó siete, y al libro de relatos Viaje de invierno, que hice entremedias... cada uno no se explica sin el anterior.
P. Su prosa, en mi opinión, tiene una cierta música faulkneriana, un eco del primer boom latinoamericano. Pero hay quien le considera un escritor realista.
R. Huy, no lo sé ni quiero saberlo. Prefiero no rodearme de apriorismos que son interesantes para el teórico. No me gusta autoanalizarme. Para mí, la literatura es un taburete de tres patas: el que escribe, el lector y el crítico o estudioso, que sería un lector con retorno. Estoy de acuerdo en que, estructuralmente, podría parecerse al primer Vargas Llosa. En la época del boom me empapé de boom, pero el boom también es Carpentier y Borges y Lezama y Fuentes y Rulfo y muchos otros. Son lecturas que son vitaminas que luego, evidentemente, salen, pero no puedo racionalizarlo. Por ejemplo, el caso de Thomas Mann, que para mí es una referencia obligadísima, no lo imitaría como escritor, pero me gusta mucho leerle. Y tengo otros referentes, como por ejemplo Puig i Ferrater en Els camins de França; y desde el punto de vista estilístico, no de composición, Josep Pla... Leer todo en El País. Babelia, 17-09-11
Jaume Cabré (Barcelona, 1947. www.jaumecabre.cat) es un escritor de éxito. Escribe en catalán y vende cientos de miles de libros en Alemania. En España, aparte de en Cataluña, no es muy conocido. Probablemente lo será ahora, porque de su última novela, Yo confieso, Destino lanza una primera edición de 25.000 ejemplares. Filólogo, profesor de instituto, ha trabajado la pluma en todas sus variantes: desde literatura juvenil a guiones de interminables series televisivas hasta una importante obra literaria de gran envergadura. Vive en Matadepera, a media hora de Barcelona, en un lugar idílico y apacible, frente a un tupido bosque de encinas y pinos. No hay nadie en la calle y todo está en silencio. Su casa respira una armonía discreta. El salón, con su piano y un armario en el que reposan un violín y una viola, revela su condición de melómano.
Yo confieso es una obra extremadamente ambiciosa, un tratado sobre el mal de casi mil páginas que a lomos un personaje, más o menos de su edad, nacido en el Ensanche barcelonés, atraviesa cinco siglos de historia europea.
PREGUNTA. Dicen que es la novela total, la obra magna que toda literatura necesita, La montaña mágica de la literatura catalana.
RESPUESTA. No sé..., no quisiera negarlo, pero es muy fuerte. Lo que sé es que no la hubiera podido escribir sin haber hecho las anteriores. Me ha llevado casi ocho años hacerla y tendría que remitirme a Las voces del Pamano, que me costó siete, y al libro de relatos Viaje de invierno, que hice entremedias... cada uno no se explica sin el anterior.
P. Su prosa, en mi opinión, tiene una cierta música faulkneriana, un eco del primer boom latinoamericano. Pero hay quien le considera un escritor realista.
R. Huy, no lo sé ni quiero saberlo. Prefiero no rodearme de apriorismos que son interesantes para el teórico. No me gusta autoanalizarme. Para mí, la literatura es un taburete de tres patas: el que escribe, el lector y el crítico o estudioso, que sería un lector con retorno. Estoy de acuerdo en que, estructuralmente, podría parecerse al primer Vargas Llosa. En la época del boom me empapé de boom, pero el boom también es Carpentier y Borges y Lezama y Fuentes y Rulfo y muchos otros. Son lecturas que son vitaminas que luego, evidentemente, salen, pero no puedo racionalizarlo. Por ejemplo, el caso de Thomas Mann, que para mí es una referencia obligadísima, no lo imitaría como escritor, pero me gusta mucho leerle. Y tengo otros referentes, como por ejemplo Puig i Ferrater en Els camins de França; y desde el punto de vista estilístico, no de composición, Josep Pla... Leer todo en El País. Babelia, 17-09-11
La peli de ayer en el cine-club: Mademoiselle Chambon
Esta temporada llevamos tres preciosas películas en los martes del cine Club. La que más me ha gustado, hasta ahora, ha sido esta francesa que une con rara perfección la imagen con los sentimientos, el amor pasión y un sólido guión cargado de contenido humano, emotivo y familiar con la maravillosa y sencilla música del violín de una maestra de escuela muy especial.
Película: Mademoiselle Chambon. Dirección: Stéphane Brizé. País: Francia. Año: 2009. Duración: 101 min. Género: Drama, romance. Interpretación: Vincent Lindon (Jean), Sandrine Kiberlain (Verónique Chambon), Aure Atika (Anne-Marie), Jean-Marc Thibault (padre de Jean), Arthur Le Houérou (Jérémy), Bruno Lochet. Guion: Stéphane Brizé y Florence Vignon; basado en la novela de Eric Holder. Producción: Milena Poylo y Gilles Sacuto. Música: Ange Ghinozzi. Fotografía: Antoine Héberlé. Montaje: Anne Klotz. Diseño de producción: Valérie Saradjian. Vestuario: Ann Dunsford. Distribuidoras: Karma Films y Absolut Media Films. Estreno en Francia: 14 Octubre 2009. Estreno en España: 25 Marzo 2011. Apta para todos los públicos.
Un edificio debe levantarse sobre cimientos consistentes y con la idea de que sea para siempre. Esa es la explicación que Jean da a unos niños del colegio de su hijo, cuando va a hablarles de su trabajo como albañil, invitado por la maestra que da nombre a la película. Pero a veces, una grieta en la pared o una ventana con la madera podrida hacen necesarias obras de reparación para que la vivienda pueda acoger la felicidad de sus moradores. Con enorme sutilidad y sin pretenciosidad alguna, durante la escena del colegio —uno de los momentos más frescos y jugosos de la cinta— Stéphane Brizé traza en “Mademoiselle Chambon” (ver tráiler) una parábola de la vida afectiva de hombres y mujeres, susceptible de levantarse o venirse abajo a partir de pequeños detalles y de lazos que se tienden.
Jean es un hombre felizmente casado y con un hijo adorable, de escasa cultura académica pero incuestionable sensibilidad, buen trabajador y cariñoso y abnegado con su anciano padre. Todo parece ir sobre ruedas, pero un día se siente atraído por la maestra y su cabeza vuela lejos de su esposa Anne-Marie, desatando su ira contra ella o llegando a las manos en el trabajo, lo que no era normal en su conducta habitual. Son días de tensión e inquietud interior, de lucha por ser fiel a su mujer y no dar rienda suelta a ese nuevo amor, de duda por el camino que debe seguir, si la fidelidad y el deber de esposo y padre o el de seguir la pasión del flechazo de un nuevo amor que le trastorna su vida encarrilada en la vida familiar y su trabajo. Un proceso sutil y progresivo, descrito rozando la perfección de forma íntima, contenida y suavemente progresiva, y a pesar de esa sutileza, de una enorme fuerza y gran delicadeza, semejante y paralelo al que experimenta Verónique Chambon, la nueva maestra de su hijo, una mujer discreta, exquisita y solitaria. Cada uno percibe, aún dentro de esas formas delicadas, el terremoto afectivo que el otro ha supuesto, y entre ellos brota una comunicación intensa mostrada por silencios y miradas que reflejan una poderosa necesidad y una intensa lucha interior contra la fuerza instintiva de su amor pasión. La música juega un papel fundamental en toda la película para darle fuerza a las escenas claves y al climax.
La banda sonora se basa en "Salut d'amour" de Edward Elgar o "Valse triste", de Vecsey.
La canción última, Septembre (quel joli temps) cuando al final pasan los créditos. La canta Barbara."Quand j'etais plus jeune je n'aimais pas cette dame je trouver ses chansons trop triste, et puis avec le temps où les annees sont parties j'ai pris gout de barbara et j'ai trouver ses chansons magnifiques, c'est pour dire qu'avec l'age ont comprend mieux les choses de la vie, merci chere madame".
Película: Mademoiselle Chambon. Dirección: Stéphane Brizé. País: Francia. Año: 2009. Duración: 101 min. Género: Drama, romance. Interpretación: Vincent Lindon (Jean), Sandrine Kiberlain (Verónique Chambon), Aure Atika (Anne-Marie), Jean-Marc Thibault (padre de Jean), Arthur Le Houérou (Jérémy), Bruno Lochet. Guion: Stéphane Brizé y Florence Vignon; basado en la novela de Eric Holder. Producción: Milena Poylo y Gilles Sacuto. Música: Ange Ghinozzi. Fotografía: Antoine Héberlé. Montaje: Anne Klotz. Diseño de producción: Valérie Saradjian. Vestuario: Ann Dunsford. Distribuidoras: Karma Films y Absolut Media Films. Estreno en Francia: 14 Octubre 2009. Estreno en España: 25 Marzo 2011. Apta para todos los públicos.
Un edificio debe levantarse sobre cimientos consistentes y con la idea de que sea para siempre. Esa es la explicación que Jean da a unos niños del colegio de su hijo, cuando va a hablarles de su trabajo como albañil, invitado por la maestra que da nombre a la película. Pero a veces, una grieta en la pared o una ventana con la madera podrida hacen necesarias obras de reparación para que la vivienda pueda acoger la felicidad de sus moradores. Con enorme sutilidad y sin pretenciosidad alguna, durante la escena del colegio —uno de los momentos más frescos y jugosos de la cinta— Stéphane Brizé traza en “Mademoiselle Chambon” (ver tráiler) una parábola de la vida afectiva de hombres y mujeres, susceptible de levantarse o venirse abajo a partir de pequeños detalles y de lazos que se tienden.
Jean es un hombre felizmente casado y con un hijo adorable, de escasa cultura académica pero incuestionable sensibilidad, buen trabajador y cariñoso y abnegado con su anciano padre. Todo parece ir sobre ruedas, pero un día se siente atraído por la maestra y su cabeza vuela lejos de su esposa Anne-Marie, desatando su ira contra ella o llegando a las manos en el trabajo, lo que no era normal en su conducta habitual. Son días de tensión e inquietud interior, de lucha por ser fiel a su mujer y no dar rienda suelta a ese nuevo amor, de duda por el camino que debe seguir, si la fidelidad y el deber de esposo y padre o el de seguir la pasión del flechazo de un nuevo amor que le trastorna su vida encarrilada en la vida familiar y su trabajo. Un proceso sutil y progresivo, descrito rozando la perfección de forma íntima, contenida y suavemente progresiva, y a pesar de esa sutileza, de una enorme fuerza y gran delicadeza, semejante y paralelo al que experimenta Verónique Chambon, la nueva maestra de su hijo, una mujer discreta, exquisita y solitaria. Cada uno percibe, aún dentro de esas formas delicadas, el terremoto afectivo que el otro ha supuesto, y entre ellos brota una comunicación intensa mostrada por silencios y miradas que reflejan una poderosa necesidad y una intensa lucha interior contra la fuerza instintiva de su amor pasión. La música juega un papel fundamental en toda la película para darle fuerza a las escenas claves y al climax.
La banda sonora se basa en "Salut d'amour" de Edward Elgar o "Valse triste", de Vecsey.
La canción última, Septembre (quel joli temps) cuando al final pasan los créditos. La canta Barbara."Quand j'etais plus jeune je n'aimais pas cette dame je trouver ses chansons trop triste, et puis avec le temps où les annees sont parties j'ai pris gout de barbara et j'ai trouver ses chansons magnifiques, c'est pour dire qu'avec l'age ont comprend mieux les choses de la vie, merci chere madame".
miércoles, 28 de septiembre de 2011
Mario Bunge y el timo de las pseudociencias.
Mario Bunge, en su libro "Las pseudociencias ¡vaya timo!" (Ed. Laetoli, 2010), escribe:
-"...todos los estudiantes de económicas y empresariales deben estudiar microeconomía neoclásica. Sin embargo, es improbable que usen dicha teoría para abordar algún problema económico de la vida real.
La razón de tal inutilidad es que algunos de los postulados de esa teoría son abiertamente irreales, otros excesivamente difusos y difícilmente comprobables.
En efecto, la teoría supone que todos los actores del mercado son libres, mutuamente independientes, perfectamente bien informados, igualmente poderosos, inmunes a la política y completamente "racionales", es decir, capaces de elegir la opción que con mayor probabilidad maximizará la utilidad esperada.
Pero el mercado real está poblado de individuos y empresas que poseen una información imperfecta y, lejos de ser completamente libres, pertenecen a redes sociales o a monopolios." (pag. 59)
- "Los hombres prácticos, que se creen libres de toda influencia intelectual, son por lo general esclavos de algún economista difunto (cita de Keynes) y la alumna favorita de Keynes, Dame Joan Robinson, señaló que estas ideas, a su vez, responden a intereses creados.
La grave crisis económica que comenzó en septiembre de 2008 y tomó por sorpresa a todo el mundo... suscita la pregunta de si las ideas que guiaron a esos supuestos expertos son realmente científicas o, por el contrario, un revoltijo de semiciencia y pseudociencia." (pag. 210)
-"... la economía neoclásica se ha convertido en una pseudociencia más, pero se trata de una pseudociencia que se oculta detrás de una fachada matemática, lo cual intimida al analfabeto matemático." (pag. 124)
-"... muchos de los premios Nobel de economía (premios del Banco de Suecia) se otorgan a inventores de modelos matemáticos que no tienen ningún reflejo en la realidad económica, de entrada porque ignoran la producción y la política, o se otorgan a diseñadores de políticas económicas que perjudican a los pobres." (pag. 55)
-"... la mayoría de los libros de texto de economía son coherentes. Sin embargo, están tan alejados de la realidad económica que los hombres de negocios y los diseñadores de políticas sólo utilizan algunas porciones de ellos." (pag. 213)
-"... falacias de los economistas:
-todos los recursos naturales son inagotables.
-todos los humanos son egoístas.
-todos los humanos son racionales.
-todo acto y empresa económicos pueden predecirse por leyes históricas o matemáticas.
-la propiedad privada es ilimitada y sagrada mientras que la propiedad pública debe ser siempre limitada y escasa.
-los medios de producción (y los transportes y las finanzas) deben estar en manos privadas.
-la economía solamente puede existir en un sistema de mercado como el capitalismo, ese mercado es independiente de la política y de la cultura y se autorregula por sus propias leyes internas.
-todo mercado siempre tiende hacia un equilibrio de demanda y de oferta.
-el mejor sistema político es el que posee el mercado más libre y con lo mínimos impuestos,
-el mercado debe poder crecer sin límites.
-los economistas no tienen obligaciones morales,
-el Estado debe promover el comercio." (pag. 212)
-son falacias porque los hombres no son racionales sino impulsivos, las condiciones ambientales cambian y nadie sabe si podrá devolver el préstamo que ha pedido.
Los economistas funcionan calculando no por leyes matemáticas sino a ojo de buen cubero, en la realidad. No se obtiene el rendimiento máximo de una acción económica porque no se puede predecir qué va a pasar con esa acción económica. El Estado puede expropiar terreno privado y además la civilización, para Bunge, ha progresado gracias a los servicios públicos. La empresa privada significa a menudo empresas de armas, de tabaco, de drogas. Hay otros tipos de mercados como las familias, el trueque, las cooperativas.
El Estado debe proteger a las empresas contra su propia incompetencia, contra la competencia salvaje y contra las OPAS. La economía no puede existir independientemente de la cultura, especialmente de la tecnológica. Los mercados no se autorregulan porque siempre están sufriendo expansiones y depresiones.
La ley de la demanda es desvirtuada porque las grandes industrias de cada país están en manos de unos pocos monopolios. No se alcanza nunca un equilibrio económico espontáneo sino que hay constantemente subidas y bajadas, sobreabundancia y escasez. Las grandes empresas reciben muchos subsidios. (ver pág. 213 a 216)
-"En resumen, las ideas centrales de la microeconomía clásica son conceptualmente vagas e imposibles de poner a prueba, dos características de la pseudociencia." (pag. 214)
-"... los presupuestos y principios de la filosofía económica ortodoxa no están empíricamente confirmados ni moralmente justificados, además de lo cual esta filosofía es responsable, en gran medida, de la crisis económica de 2008." (pág. 217)
-"...todos los estudiantes de económicas y empresariales deben estudiar microeconomía neoclásica. Sin embargo, es improbable que usen dicha teoría para abordar algún problema económico de la vida real.
La razón de tal inutilidad es que algunos de los postulados de esa teoría son abiertamente irreales, otros excesivamente difusos y difícilmente comprobables.
En efecto, la teoría supone que todos los actores del mercado son libres, mutuamente independientes, perfectamente bien informados, igualmente poderosos, inmunes a la política y completamente "racionales", es decir, capaces de elegir la opción que con mayor probabilidad maximizará la utilidad esperada.
Pero el mercado real está poblado de individuos y empresas que poseen una información imperfecta y, lejos de ser completamente libres, pertenecen a redes sociales o a monopolios." (pag. 59)
- "Los hombres prácticos, que se creen libres de toda influencia intelectual, son por lo general esclavos de algún economista difunto (cita de Keynes) y la alumna favorita de Keynes, Dame Joan Robinson, señaló que estas ideas, a su vez, responden a intereses creados.
La grave crisis económica que comenzó en septiembre de 2008 y tomó por sorpresa a todo el mundo... suscita la pregunta de si las ideas que guiaron a esos supuestos expertos son realmente científicas o, por el contrario, un revoltijo de semiciencia y pseudociencia." (pag. 210)
-"... la economía neoclásica se ha convertido en una pseudociencia más, pero se trata de una pseudociencia que se oculta detrás de una fachada matemática, lo cual intimida al analfabeto matemático." (pag. 124)
-"... muchos de los premios Nobel de economía (premios del Banco de Suecia) se otorgan a inventores de modelos matemáticos que no tienen ningún reflejo en la realidad económica, de entrada porque ignoran la producción y la política, o se otorgan a diseñadores de políticas económicas que perjudican a los pobres." (pag. 55)
-"... la mayoría de los libros de texto de economía son coherentes. Sin embargo, están tan alejados de la realidad económica que los hombres de negocios y los diseñadores de políticas sólo utilizan algunas porciones de ellos." (pag. 213)
-"... falacias de los economistas:
-todos los recursos naturales son inagotables.
-todos los humanos son egoístas.
-todos los humanos son racionales.
-todo acto y empresa económicos pueden predecirse por leyes históricas o matemáticas.
-la propiedad privada es ilimitada y sagrada mientras que la propiedad pública debe ser siempre limitada y escasa.
-los medios de producción (y los transportes y las finanzas) deben estar en manos privadas.
-la economía solamente puede existir en un sistema de mercado como el capitalismo, ese mercado es independiente de la política y de la cultura y se autorregula por sus propias leyes internas.
-todo mercado siempre tiende hacia un equilibrio de demanda y de oferta.
-el mejor sistema político es el que posee el mercado más libre y con lo mínimos impuestos,
-el mercado debe poder crecer sin límites.
-los economistas no tienen obligaciones morales,
-el Estado debe promover el comercio." (pag. 212)
-son falacias porque los hombres no son racionales sino impulsivos, las condiciones ambientales cambian y nadie sabe si podrá devolver el préstamo que ha pedido.
Los economistas funcionan calculando no por leyes matemáticas sino a ojo de buen cubero, en la realidad. No se obtiene el rendimiento máximo de una acción económica porque no se puede predecir qué va a pasar con esa acción económica. El Estado puede expropiar terreno privado y además la civilización, para Bunge, ha progresado gracias a los servicios públicos. La empresa privada significa a menudo empresas de armas, de tabaco, de drogas. Hay otros tipos de mercados como las familias, el trueque, las cooperativas.
El Estado debe proteger a las empresas contra su propia incompetencia, contra la competencia salvaje y contra las OPAS. La economía no puede existir independientemente de la cultura, especialmente de la tecnológica. Los mercados no se autorregulan porque siempre están sufriendo expansiones y depresiones.
La ley de la demanda es desvirtuada porque las grandes industrias de cada país están en manos de unos pocos monopolios. No se alcanza nunca un equilibrio económico espontáneo sino que hay constantemente subidas y bajadas, sobreabundancia y escasez. Las grandes empresas reciben muchos subsidios. (ver pág. 213 a 216)
-"En resumen, las ideas centrales de la microeconomía clásica son conceptualmente vagas e imposibles de poner a prueba, dos características de la pseudociencia." (pag. 214)
-"... los presupuestos y principios de la filosofía económica ortodoxa no están empíricamente confirmados ni moralmente justificados, además de lo cual esta filosofía es responsable, en gran medida, de la crisis económica de 2008." (pág. 217)
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