sábado, 5 de septiembre de 2015

Hacia un programa común: ¿Decrecimiento o resiliencia?

Si algo han mostrado las elecciones autonómicas y municipales del pasado 24 de mayo es que las candidaturas unitarias populares han tenido más éxito que las de los partidos en solitario en las principales capitales, aunque no en el conjunto de las circunscripciones. Sería imperdonable que los partidos de la izquierda radical de ámbito estatal (Equo, IU y Podemos) no alcanzaran acuerdos sobre un programa común por dificultades organizativas o mero cálculo electoral que no vamos a valorar aquí. Con ser muy positivos los resultados de estas elecciones al desalojar al PP de algunas Comunidades y Ayuntamientos importantes, son insuficientes para realizar el cambio que se requiere. Como escribe Rosa (1), claro que sí se puede, pero no solos. En la medida en que las fuerzas de la izquierda radical se consoliden y se avance en el desarrollo de un programa común, los pactos futuros con otras fuerzas (PSOE, principalmente) podrán inclinar la balanza en favor de una economía más social frente a otra más neoliberal. Ante la época que nos va a tocar vivir, valores como los de la solidaridad, cooperación y colaboración serán imprescindibles para la defensa de una vida digna. Valores que han de ser transmitidos en las escuelas e institutos y que serían mucho más creíbles si, desde ahora mismo, empezaran a ser percibidos por la ciudadanía.

Pero, si bien los obstáculos para llegar a un programa común en el terreno social y económico parecen superables, las dificultades para alcanzar un programa que a la vez afronte las consecuencias de la crisis ecológica se nos antojan insalvables. La percepción de la situación económica y social es compartida básicamente por los tres partidos a los que hemos hecho referencia, pero la de emergencia ecológica, derivada de la crisis energética y del cambio climático, está lejos de ser valorada por igual por estos partidos. Salvo Equo y muchos ciudadanos no necesariamente adscritos a partido alguno, el resto de la izquierda parece subestimar la irreversibilidad de problema ambiental y sus consecuencias, quizá debido a una concepción de la cuestión ambiental permanentemente postergable o, sencillamente, al efecto Casandra, según el cual la gente hace oídos sordos ante las malas noticias. Y, sin embargo, ignoremos o no la crisis ambiental, ya empezamos a entrar en la era de sus consecuencias: con el petróleo cada vez más escaso y caro no podremos salir de la crisis económica (2) y con el cambio climático acelerando la desertización de nuestro país, más pronto que tarde, se desencadenarán graves problemas en el suministro de agua y de alimentos. El caso de la crisis actual del agua de California -el estado más rico de EE.UU- es paradigmático (3), así que “cuando las barbas de tu vecino veas pelar…”Para muestra el conflicto por el agua desencadenado este verano entre las Comunidades de Castilla La Mancha y de Valencia. Evitar en la medida de lo posible estas consecuencias disminuyendo la vulnerabilidad de la ciudadanía para así garantizar el futuro de nuestro país, debe ser la tarea prioritaria de una política de izquierdas. Sirvan estas líneas para contribuir a este gran objetivo.

Decrecimiento o resiliencia

Sabemos que el crecimiento se detendrá porque las leyes que gobiernan la economía en última instancia no son financieras sino físicas. Respecto a la salida de la crisis, Crespo (4) sostiene que nos hallamos en un terreno desconocido ya que ninguna de las dos estrategias diseñadas para regresar a la senda del crecimiento, la americana, expansiva para estimular el consumo y la europea, basada en una política de austeridad, han tenido éxito para lograr superar la misma. ¿No será que el sistema capitalista está entrando en una fase de contradicciones que hacen inviable el crecimiento; un crecimiento que, además, se está convirtiendo en indeseable para la sociedad?

Así parece defenderlo Hinton en un artículo clarividente (5) al indicar que el capital ya no extrae suficientes beneficios del trabajo y ahora trata de hacerlo de los bienes y servicios públicos de los Estados hasta el punto de llevar a la destrucción de los mismos, como en el caso de Grecia, provocando, al mismo tiempo, una desigualdad cada vez más obscena y un paro creciente que entran en contradicción con la necesidad del sistema de un perpetuo crecimiento. Como señala Luengo: “la relación existente entre el avance del PIB y la tasa de desempleo es débil o inexistente” (6) debido seguramente, entre otras razones, a que el aumento de productividad a causa de la mecanización del sistema productivo se ha traducido en más beneficios para los empresarios en lugar de beneficiar a los trabajadores, bien económicamente, bien mediante la reducción de la jornada laboral.

La otra contradicción del sistema capitalista parte del supuesto inverosímil de que el crecimiento económico es ilimitado y que la tecnología solucionará las limitaciones de los recursos y de los sumideros, supuesto que nos está llevando a la colisión con los límites planetarios e introduciéndonos en la era del decrecimiento físico impuesto por la naturaleza. El resultado de esta colisión en el terreno económico es una espiral de destrucción de la oferta (de los recursos menguantes) seguida de una destrucción de la demanda (cuando la crisis arrecia) (7).

Frente a la política de “más de lo mismo” que apuesta por el crecimiento y las soluciones tecnológicas milagrosas, un análisis racional de las políticas posibles y de sus riesgos nos decantaría por un cambio en la orientación política encaminado hacia el decrecimiento y la sostenibilidad. Si tuviera razón la política del crecimiento y se lograran poner a punto las tecnologías necesarias para evitar la crisis energética en ciernes y lo peor del cambio climático, lo único que perderíamos, de escoger la prudente política decrecentista, serían oportunidades económicas. Pero de tener razón la opción decrecentista y no dispusiéramos de tales tecnologías, la obsesiva política del crecimiento nos llevaría a un callejón sin salida.

La élite neoliberal y sus acólitos han elegido ya. A pesar de los abundantes datos de las investigaciones y avisos de la comunidad científica, continúan impertérritos escuchando las señales y oráculos de su único dios, el dios mercado, a la espera de un milagro tecnológico. Curiosa forma de entender la ciencia y la tecnología; confían en ellas para aumentar la producción y combatir los riesgos inducidos por los seres humanos, pero no para anticiparse a los mismos y modificar su causa, que no es otra que un sistema económico fagocitador de la vida que nos sostiene. Aunque la escasez de petróleo y su repercusión en el crecimiento ya empiezan a dar señales perturbadoras en los mercados, el sistema necesita “buenas noticias” para embarcar a los Estados y ciudadanía en la trampa de la deuda. Antes de reconocer que está herido de muerte, la élite sembrará los medios de explicaciones tranquilizadoras. Y es que tras la jerga mercadotécnica se esconden los intereses y privilegios de las grandes compañías y poderes financieros (8) por lo que, antes de renunciar a ellos, la élite neoliberal está dispuesta a tensar la cuerda hasta llevarse por delante el clima del planeta y con él a la humanidad.

Dado el dominio que ejerce a escala mundial la ideología neoliberal y su inacción ante los problemas ambientales globales más urgentes, no parece que se pueda evitar ya la colisión con algunos de los límites planetarios (9). Nuestra civilización se verá abocada a un colapso, a una pérdida de complejidad socioeconómica y ecológica. A tenor de los indicios (pico del crudo y otros picos a la vista, manifestaciones del cambio climático, crisis económica persistente, aumento de las tensiones geopolíticas, entre otros), creemos que tal colapso está a la vuelta de la esquina, si no se ha desatado ya. Así parecen haberlo entendido los redactores y firmantes del Manifiesto Última Llamada (10) lanzado en el verano de 2014 a la sociedad.

Descartada la solución del sentido común a escala global -y, al parecer, también a escala europea- no queda otra opción que tratar de mitigar las consecuencias del colapso en nuestro país, ahora que puede abrirse una ventana de oportunidad para un gobierno o una oposición decisiva de la izquierda radical y, posiblemente, del PSOE.

Con motivo de la firma del citado Manifiesto en el que se reclama el cambio del actual modelo económico y social que haga frente a la crisis ecológica por parte de dirigentes de los partidos de la izquierda radical, entre ellos Pablo Iglesias, y de la elaboración de un documento base del programa económico de Podemos, titulado “Un proyecto económico para la gente” encargado a Viçent Navarro y a Juan Torres (11), se ha suscitado un debate en el que han participado algunos firmantes del Manifiesto, como Prieto, Turiel, Torres, Gadrey. En esencia, el debate se centra en la contradicción que supone firmar un manifiesto de corte decrecentista para luego abrazar fórmulas socialdemócratas keinesianas de estímulo al crecimiento, como las que proponen estos economistas en el documento citado.

Sin duda alguna, la política más razonable consistiría en implementar un decrecimiento organizado y controlado. Sin embargo, hoy por hoy, sería contraproducente poner en marcha una política decrecentista sin realizar previamente un amplio debate transversal en nuestra sociedad, como el que intenta promover el citado Manifiesto. Son demasiados años de dependencia del consumo como para que el mensaje de que cada vez va a haber menos recursos y que hay que cambiar nuestro modo de vida por otro más austero y menos consumista sea aceptado por la sociedad. Sencillamente no lo entendería la ciudadanía y provocaría su distanciamiento del propio concepto de decrecimiento y de los partidos que lo propusieran. Monedero lo sabe y de ahí que despachara la alternativa del decrecimiento con la expresión: “Hablando de decrecimiento no se ganan elecciones“(12).

Más allá de establecer y agrandar las diferencias entre partidarios del decrecimiento y del crecimiento, es necesario y urgente llegar a puntos de encuentro entre ambas posiciones si se pretenden paliar los efectos del colapso, encauzándolo de una manera más o menos ordenada y reducir así el sufrimiento de la población española actual y de las próximas generaciones.

Afortunadamente, todavía es posible la convergencia entre ambas posiciones. Debemos abandonar las políticas de crecimiento y aprovechar la ventana de oportunidad para una supervivencia digna. De acuerdo con Heinberg (13), comenzar a tomar medidas de resiliencia, es decir, medidas que aumenten nuestra capacidad para superar la adversidad, es quizá la mejor manera de adaptar las sociedades al colapso. En torno a un programa basado en la idea de resiliencia pueden alcanzarse acuerdos programáticos muy positivos con el fin de dotar a nuestro país de mayor capacidad para afrontar y sobreponerse ante las presentes y futuras crisis que se avecinan. El diagnóstico de los puntos más vulnerables (14) de la economía y sociedad españolas, así como de los sistemas naturales amenazados, resulta imprescindible y previo a proponer medidas de resiliencia tanto de índole ecológica, como económica y social.

A grandes rasgos, el colapso supondrá la transformación radical del sistema financiero, problemas en el transporte (aviación, buques, camiones), problemas en la agricultura industrial (riego, maquinaria, abonos), muy posiblemente la disolución paulatina del comercio global y la consiguiente relocalización de las economías y un aumento de los riesgos naturales que cada vez tendrán mayor incidencia social y económica (15).

Los partidos de izquierda han recogido en sus programas de las pasadas elecciones del 24 de Mayo, medidas tanto sociales, como económicas y ambientales para mitigar los efectos de la crisis económica, intentar revertir los daños de las políticas del gobierno del PP y así disminuir la vulnerabilidad de la ciudadanía. Muchas de estas medidas coinciden con las que se pueden proponer adoptando el punto de vista de la resiliencia, por lo que nos limitaremos a indicar algunas que nos parecen especialmente relevantes y que, en esencia, se engloban en los siguientes principios:

1. Mayor intervención del Estado: frente a la tendencia actual a la privatización, más nacionalización, frente a la desregulación, mayor control estatal, frente a la mercantilización, imposición de límites y más derechos ciudadanos y obligaciones del Estado.

2. Las sociedades humanas son ecodependientes. Los ecosistemas poseen límites. Aplicación de principios de sostenibilidad para compatibilizar las actividades humanas con la protección de los recursos renovables y los ecosistemas. Desmaterialización en la medida de lo posible de la economía.

3. El ser humano vive en sociedad, es interdependiente. Promoción de la vida en comunidad y de la solidaridad y la cooperación frente al individualismo instalado en la sociedad. Profundización de la democracia. La economía social al servicio de la población.

Vulnerabilidad y resiliencia social

Entre los puntos más vulnerables de la sociedad española destacamos los siguientes: una gran desinformación de la población acerca de los problemas ambientales globales (el cambio climático se ve como un problema episódico y lineal que se manifestará gradualmente, mientras que el pico del petróleo es desconocido por la gran mayoría de la población), así como un desconocimiento bastante generalizado de la responsabilidad de las políticas del crecimiento en la generación de los mismos, el desempleo insoportable que afecta principalmente a los jóvenes, la desigualdad creciente entre ricos y pobres y la exclusión social.

El crecimiento económico es un aspecto del capitalismo extraordinariamente arraigado en la población por haber sido imbuido en nuestros cerebros por los políticos, economistas y medios de comunicación como un bien “per se”. Además de haberse asentado ya como una cuestión de fe, la fórmula del crecimiento parece de sentido común para crear empleo y salir de la crisis y, por ello, se encuentra aún más enraizada. Decía Margaret Tatcher, “la economía es el método, el objetivo es cambiar el alma” (16). El neoliberalismo no solo es una ideología, es también, y sobre todo, una práctica generalizada de la que hemos interiorizado sus reglas de juego. De una u otra manera, nos han cambiado el alma a través de la presión que se ejerce sobre la inmensa mayoría de la población en situaciones de competencia cotidiana y de inversión de los pequeños ahorros. Esta presión se ejerce a través de la imposición de una serie de convenciones, prácticas y normas, en definitiva, reglas del juego establecidas política, institucional y jurídicamente (17).

¿Cuál ha sido el antídoto hasta ahora para hacer frente a la crisis económica que, por definición, es una situación de la economía con un débil o negativo crecimiento? Lógicamente, el de activar el crecimiento. Eso es lo que espera la gran mayoría de ciudadanos, que se pongan en marcha políticas de crecimiento para generar trabajo, activar el consumo y salir de la situación actual.

Cualquier convocatoria electoral que se produzca ocultando a la población los límites del crecimiento, rebajaría su calidad democrática. Si bien es cierto que la ciudadanía intuye, de alguna manera, que esta crisis es diferente y que los hijos van a vivir peor que sus padres, la apertura de un debate, tanto en las Cámaras de nuestros representantes como en la sociedad, permitiría tomar conciencia de la situación tan delicada y llena de riesgos que atravesamos y lograría que estos problemas, junto a los sociales, ocuparan la centralidad de la política, aumentando así la resiliencia social. Es de esperar entonces que la sociedad acabara siendo más proclive a admitir la adopción de medidas de mayor alcance, a medio y largo plazo.

Junto a esta iniciativa, un gobierno con sensibilidad ecológica y social debe potenciar los movimientos decrecentistas y de ciudades y pueblos en transición (18), generando así dinámicas favorables al lema decrecentista de” vivir mejor con menos” en detrimento del modo de vida BAU (Bussines As Usual), o sea, el negocio como actividad normal.

España es uno de los países con mayor paro, desigualdad económica y exclusión social de la Unión Europea. Sin la defensa del Estado de bienestar y sin la adopción de medidas sociales como la distribución más equitativa de la riqueza, la generación y el reparto de trabajo reduciendo el periodo de trabajo semanal y la adopción de medidas que eviten la exclusión social, no se podrían entender políticas ecológicas que son absolutamente necesarias para conservar los recursos naturales para la presente y futuras generaciones.

A juzgar por los programas electorales actuales, pensamos que sería relativamente sencillo llegar a acuerdos en el terreno social entre estos partidos. Quizá el punto donde se manifiestan las diferencias más notorias sea el de optar por la inicial propuesta de Renta Básica de Podemos, o por el Trabajo Garantizado, propuesta de IU, aunque no parece que llegar a un acuerdo sea insalvable pues el propio Eduardo Garzón (19), padre de la propuesta del Trabajo Garantizado, ya ha formulado una solución mixta.

No obstante, para llevar a cabo estas iniciativas sociales habrá que tener presente la advertencia de Trainer (20); en una época de decrecimiento impuesto por la naturaleza no se podrán realizar políticas de igualdad de corte socialdemócrata basadas solamente en el reparto de la menguante riqueza. Además de la solidaridad, la austeridad, entendida dentro de una justicia social, tendrá que ser otro de los pilares para poder desarrollarlas.

Vulnerabilidad y resiliencia ecológica

La vulnerabilidad ecológica de nuestro país es elevada. Los recursos renovables que han constituido y constituirán la principal riqueza de este país: como suelo, aguas superficiales y subterráneas, fuentes de energía dependientes del sol, pesca, bosques, humedales y demás ecosistemas y paisajes se encuentran cada día más amenazados por distintos problemas: desertización, erosión, salinización, fragmentación del territorio, sobrexplotación, etc.

Si necesarias son las medidas de resiliencia social para cohesionar el país, las medidas ecológicas son imprescindibles para la conservación de los recursos naturales renovables, fundamento de una economía sostenible a largo plazo.

Como medida administrativa más importante para frenar el deterioro ecológico (21) y proporcionar resiliencia se encuentra la Ordenación del territorio.

La Ordenación del territorio se fundamenta, desde el punto de vista de la sostenibilidad, en un principio de integración de actividades, según el cual la huella humana no debe exceder la biocapacidad del territorio. Aunque la palabra austeridad está hoy en día muy vituperada (austericidio, austerocracia, austeritarismo) debido a las políticas aplicadas por los gobiernos neoliberales, lo cierto es que, desde el punto de vista ecológico, no solamente los españoles, sino la gran mayoría de los ciudadanos de los países desarrollados han vivido por encima de sus posibilidades, apropiándose “de facto” de un territorio mayor a costa de otras naciones.

La salida civilizada a la situación actual consiste en construir una economía que no rebase la biocapacidad de cada territorio, con un comercio local y regional estrictamente necesario y que sea socialmente justa. De figurar algún tipo de déficit en las constituciones de los países, debería ser el déficit ecológico cero. Ateniéndonos a él, a los españoles nos tocaría vivir a un nivel de vida menor de la mitad del que disponemos actualmente, pues nuestra huella ecológica supera unas dos veces y media la biocapacidad del territorio nacional. Sabemos que, con un nivel de renta más austero pero bien repartido, se pueden mantener todavía unos buenos servicios públicos indispensables para que la ciudadanía pueda tener una vida tan digna o más que en la actualidad. Así lo indican los índices de felicidad/PIB y problemas sociales/desigualdad (22). En el primero se comprueba que, a partir de un nivel de riqueza, la felicidad no aumenta significativamente, mientras que en el segundo aparece una clara correlación entre el aumento de los problemas sociales y la desigualdad.

Aunque limitar el déficit ecológico a cero no es posible todavía, sin embargo, es necesario avanzar en esa línea tanto para hacer frente a las consecuencias del cambio climático, pico del petróleo y pérdida de biodiversidad, como para aumentar nuestra autonomía y resiliencia en caso probable del colapso de la red de comercio mundial.

En este sentido, con la Ordenación del territorio se propone cubrir los siguientes objetivos:

- Uso y protección de nuestros recursos naturales (suelos, aguas, bosques, pesca y biodiversidad…) atendiendo a los principios de sostenibilidad para recursos de Daly

- Evitar impactos (contaminación, incendios, introducción de especies foráneas, etc.) utilizando los principios de sostenibilidad de Daly para los desechos, además de los de eficiencia y precaución.

- Prevención de riesgos naturales e inducidos (erosión, salinización, incendios, sequías, temporales) aplicando el principio de precaución.

- Regulación de las actividades humanas (agrícola, industrial, construcción de infraestructuras, asentamientos humanos, turismo) a través de la promulgación de leyes: Ley del suelo, Ley de aguas, Ley de costas, etc.

Otra estrategia relevante es la de avanzar en la soberanía alimentaria ya que el colapso, como hemos dicho, puede llegar a suponer la disolución del comercio global y la relocalización de las economías. España importa aproximadamente un 40% de los alimentos que consume (23). Se trata de hacer compatible una producción agrícola nacional suficiente para alimentar a la población con la conservación de los suelos y recursos hídricos, frenando así la desertización y la salinización. Dicho de otra manera, se trata de sustituir paulatinamente el modelo de agricultura industrial imperante por el de la agricultura ecológica, aumentando la diversificación de cultivos (un estudio de Gómez Cantero (24) del IPCC para Grupo Los Verdes del Parlamento Europeo revela que en el plazo de 35 años habrá un incremento de la aridez que, junto a la erosión y las plagas, puede acabar con las grandes extensiones de monocultivos como las viñas, naranjos y olivos), utilizando abonos orgánicos, desechando malas prácticas agrícolas (como el cultivo en pendiente arando a favor de la misma y el riego sin control), etc.

Aunque parezca un tanto paranoica esta preocupación por la soberanía alimentaria y pudiera levantar sospechas de proteccionismo en la UE, se pueden dar algunos pasos obviando este problema como, por ejemplo, el fomento de la repoblación de pueblos, la formación en agricultura ecológica, la creación de un banco de semillas tradicionales, el fomento de pequeñas explotaciones agrícolas y ganaderas en detrimento de las grandes explotaciones, la prohibición de cultivos transgénicos, la promoción de una campaña para la paulatina modificación de la dieta de los españoles hacia una dieta más vegetariana,…

Quizá algunas de las medidas que se vayan a tomar en este terreno se encuentren entre las más controvertidas entre partidarios del crecimiento y de la resiliencia. Por ejemplo, ¿Cómo llevar a cabo la protección de nuestros recursos naturales al tiempo que los utilizamos? ¿Hasta qué punto y cómo pueden aplicarse las reglas de Daly en una economía capitalista? ¿Puede la agricultura ecológica alimentar a todo el país o ha de convivir con la industria agrícola y ganadera actuales? Este tipo de cuestiones son las que hay que debatir y ponderar con el fin de priorizar unas medidas sobre otras y de establecer plazos para llevarlas a cabo.

Vulnerabilidad y resiliencia económica y política

La vulnerabilidad de la economía española es crítica. La elevada deuda pública y privada, la dependencia financiera del Estado de la banca privada y del BCE, la fuerte dependencia de los combustibles fósiles y de la industria manufacturera a causa del declive industrial de nuestro país, la escasa diversidad del modelo productivo, su reducido I+D con una financiación que no está enfocada hacia el cambio del modelo productivo (25), la pérdida de derechos de los trabajadores y una fiscalidad retrógrada que grava las rentas del trabajo y las de los pequeños y medianos empresarios muy por encima de las del gran capital, hacen que la economía española sea muy sensible a futuras eventualidades, como, por ejemplo, crisis financieras, fluctuaciones de los precios del petróleo, consecuencias del cambio climático en la agricultura, etc.

El principal objetivo entonces no será el crecimiento económico (aumento de productividad, aumento del valor añadido), ni tampoco el decrecimiento, sino dotar a nuestro país de un sistema económico con mayor resiliencia y encaminado a lograr la sostenibilidad ecológica. Podría pensarse que la mejor manera de aumentar la resiliencia es potenciar el crecimiento y así obtener ventajas comparativas respecto a otros países pero, como se ha comentado anteriormente, el capitalismo es un sistema que nos lleva a la destrucción y en este contexto no hay ventajas comparativas que valgan.

Creemos que un aspecto esencial para el futuro de nuestro país es el cambio del modelo productivo actual. Dada su fuerte dependencia del exterior, su escasa diversificación y su insostenibilidad ambiental, el modelo actual es muy vulnerable a un contexto de decrecimiento de energía y materiales, de agravamiento del cambio climático o de una crisis financiera.

Queda fuera de nuestra capacidad y de los objetivos de este artículo la elaboración de una propuesta de un modelo productivo, por lo que solo nos limitaremos a enunciar unos criterios e indicar algunas medidas a modo de ejemplos.

Creemos que el nuevo modelo productivo ha de basarse en los siguientes criterios:

- El sistema productivo está enclavado en el territorio por lo que ha de ajustarse a la legislación derivada de la nueva Ordenación del Territorio.

- En un contexto de decrecimiento energético y material, el sistema productivo ha de iniciar el camino hacia una relativa desmaterialización de la economía, mediante el ahorro, la eficiencia, el reciclado y el desarrollo de economías con bajos insumos de materiales y energías, como la economía de cuidados.

- Ha de ser más sostenible con predominio de un uso de energías y materiales renovables, adoptando medidas como, por ejemplo, la reforestación de zonas próximas a pueblos y ciudades para el aprovechamiento comunitario dentro de unos años de biomasa para cocina y calefacción elevando así la Tasa de Retorno Energético de esta fuente de energía y preservando la diversidad biológica.

- Ha de ser más adaptable aumentando la diversificación y la localización de la producción, fomentado la empresa cooperativa y la reestructuración de los sectores estratégicos actuales: agroalimentario, transporte y automoción, turismo y construcción.

- Promover el desarrollo de una tecnología apropiada a la escala de nuestro sistema productivo y que sea coherente con sus objetivos mediante un Plan I+S+i (denominación más apropiada que la de I+D+i en una economía encaminada a la Sostenibilidad)

- El trabajo no es una mercancía, por lo que han de garantizarse los derechos de los trabajadores; en primer lugar, el derecho al trabajo.

- El Estado se reserva el derecho de planificar democráticamente la economía y la producción y nacionalizar total o parcialmente los distintos sectores productivos para garantizar los objetivos del modelo productivo. Por ejemplo, habría que crear una banca pública no solo para facilitar el crédito a familias y empresas sino para financiar las nacionalizaciones y un Plan I+S+i, así como aminorar las consecuencias de un posible colapso del sistema financiero internacional. Nacionalizar Red Eléctrica Española con la perspectiva a medio plazo de hacer lo propio con las empresas eléctricas. Recuperar la gestión pública del agua.

No obstante, el principal problema de la sociedad y economía españolas es político y viene determinado por la existencia de una oligarquía que domina las finanzas, es dueña de los grandes medios de comunicación privados y que, aliada del poder político, acaba imponiendo la política económica. El crecimiento económico español, que con la crisis nos ha llevado al endeudamiento actual del Estado y a un alto grado de corrupción, es resultado de esta alianza. El movimiento 15M ya denunció este pacto. Con el gobierno del PP se puso de manifiesto la falta de escrúpulos para mentir con tal de conseguir el poder y desmontar el estado de bienestar con la anuencia de la UE, mientras los numerosos escándalos de corrupción distanciaban cada vez más a los ciudadanos de la clase política.

La emergencia de Podemos, como partido que ha sabido recoger las demandas del 15M, ya ha empezado a airear las estructuras de los partidos y a modificar el discurso de sus dirigentes. Pero sería muy importante para empoderar a la ciudadanía, revitalizar la política, mejorar la democracia representativa con sistemas de control eficaces y promover la democracia participativa. Sin duda alguna, estas medidas aumentarían la confianza de la gente en el sistema político y la resiliencia, en general.

Pero todos los logros carecerán de sentido si no se detienen la implantación del TTIP y del TiSA (Acrónimos en inglés del Tratado de Libre Comercio e Inversión y de Asociación Trasatlántica de Comercio e Inversión, respectivamente).

Si ya es fuerte la dependencia del Estado de las reglas del juego de corte neoliberal surgidas de Maastricht, con la firma de estos tratados la dependencia y vulnerabilidad de los Estados, de los trabajadores y de la ciudadanía sería extrema e irreversible por mucho tiempo debido a las cláusulas de indefensión de los mismos frente a las compañías privadas. El TTIP es un tratado entre EEUU y la UE. Con este tratado, la población europea se encontraría indemne ante las empresas de transgénicos, de la ganadería hormonada y de los agroquímicos (26) y los agricultores quedarían a merced de las compañías multinacionales. Con el TTIP, España perdería no solo la seguridad alimentaria sino la posibilidad de alcanzar la soberanía alimentaria. En la negociación del TiSA, participan, además de la UE y EEUU, 21 países más. El secretismo más absoluto preside la negociación de este tratado cuyos términos no se podrán dar a conocer hasta 5 años después de su implantación. Con este Tratado unas cuantas compañías privadas van a monopolizar el sector servicios de los países firmantes.

Sería de desear que la población española apoyara a la izquierda en las próximas elecciones generales. Pero de no ganar, hay tres compromisos que el conjunto de la izquierda radical debería asumir en la próxima legislatura:

- Informar y promover un debate sobre la emergencia de la situación que vivimos a causa del pico del petróleo y del cambio climático.

- Promover sendos debates sobre el contenido y consecuencias del TTIP y del TiSA para España, en general, y la clase trabajadora, en particular.

- Formar una comisión de científicos y técnicos que elabore un Plan de Ordenación del territorio que garantice el uso sostenible de nuestros recursos renovables.

Es la hora de las grandes decisiones y para eso se requieren grandes estadistas. Las autoridades de un pequeño Estado, el archipiélago de Kiribati, pretenden comprar 20 kilómetros cuadrados de tierra en las islas Fiji para poder alojar a 103.000 compatriotas ante la irreversible subida del nivel del mar y la salinización de sus acuíferos. Sin duda se trata de una medida radical (27). ¿Por qué no se percibe en España una situación de emergencia como la que se nos viene encima y comienzan a tomarse medidas para mitigar el sufrimiento de la población actual y asegurar el futuro de las próximas generaciones?
Máximo Luffiego García y Julio Soto López


Referencias
(1) Rosa, I (2015). Sí se puede, pero solos no podemos. http://www.eldiario.es/
(2) Turiel, A (2010). Digámoslo alto y claro: esta crisis económica no acabará nunca.http://crashoil.blogspot.com.
(3) Deroeux, I (2015). California se seca y las autoridades imponen severas restricciones al consumo de agua.http://www.infolibre.es/
(4) Crespo, J.I (2015). En los límites de lo desconocido. http://www.elmundo.es/opinion/
(5) Hinton, J (2015). Esta búsqueda incesante del crecimiento es lo que está llevando a Grecia a la autodestrucción. http://www.15-15-15.org/
(6) Luengo, F (2015). Crecimiento y desempleo. Más falacias. http://blogs.publico.es/
(7) Turiel, A (2014). La espiral. http://crashoil.blogspot.com.
(8) Harich, J. Citado por Mediavilla, M (2015). Matar para sobrevivir. https://contadashabas.
(9) Foley J. Límites de un planeta sano. Investigación y Ciencia, Junio 2010.Nº 405
(10) VV. AA. (2014). Manifiesto última llamada https://
(11) Navarro, V y Torres, J (2014). Un proyecto económico para la gente. Podemos.
(12) Monedero, J.C. Citado por Noguero, E (2014). Podemos y el techo de cristal. The oil crash.http://crashoil.blogspot.com.
(13) Heinberg, R (2015). Después del Pico. http://laencrucijadasistemica.
(14) Carpintero, O y Bellver, J (2013). ¿Es posible la sostenibilidad ambiental en la economía española? La situación del mundo en 2013. Worldwatch Institute.
(15) Fenández Durán, R y González Reyes, L (2014). En la espiral de la energía. Libros en Acción, Baladre y Autores (Eds.)
(16) Laval, Ch y Dardot, P. Entrevista realizada por Fernández-Savater, A, Malo, M y Ávila, D (2014). El neoliberalismo es una forma de vida, no solo una ideología o política económica. http://www.eldiario.es/
(17) Laval, Ch y Dardot, P. (Op. Citada)
(19) Garzón, E. (2014). La renta básica estaría muy bien, pero la garantía de empleo estaría mejor. Blog Saque de esquina. http://eduardogarzon.net/la-
(20) Trainer, T (2011). ¿Entienden bien sus defensores las implicaciones políticas radicales de una economía de crecimiento cero? http://www.sinpermiso.info/
(21) Carpintero, O y Bellver, J (2013). Op. Citada.
(22) Jackson, T (2009). Prosperidad sin crecimiento. Eds. Icaria, Intermón Oxfam. Barcelona, 2011.
(23) Agencia Estatal de Administración Tributaria (2012). Información estadística sobre el comercio exterior. Ed. Ministerio de Hacienda.
(24) Gómez Cantero, J. (2014). Cambio climático en Europa: Percepción e impactos 1950-2050. Eds. Los Verdes-ALE / EQUO
(25) Torres, J (2010). Cambio de modelo productivo ¿de qué estamos hablando? Temas para el Debate, nº 194
(26) Vivas, E (2014). TTIP ¡Sacad las manos de la comida! http://blogs.publico.es/
(27) La Voz del Interior (2012). Kiribati, el país que se mudaría a Fiji para evitar desaparecer. http://noticias-ambientales-

viernes, 4 de septiembre de 2015

España y Grecia, líderes económicos europeos en construcción



Eslovenia, España y Grecia lideraron en 2014, por este orden, el crecimiento económico de Europa en el sector de la construcción, al alcanzar tasas de variación positivas respecto al ejercicio 2013 del 19,5%, 17,5% y 15,5%, respectivamente, según datos de la oficina estadística Eurostat.

El porcentaje de variación conjunto de la economía de la Eurozona en dicho sector se situó en un exiguo 1,6%, y otros estados miembros europeos, como Francia o Italia, terminaron el ejercicio con cifras de variación negativas del -3,1% o -7%, respectivamente.

Se trata del primer año en el caso de Grecia, y del segundo en el de España, en que ambos países experimentan incrementos estadísticos del índice de producción en construcción, tras los consabidos periodos negativos consignados entre 2007 y 2012 y entre 2009 y 2013 de las economías española y helena, respectivamente.


Nunca se había alcanzado, no obstante, un crecimiento tan pronunciado en España del índice de producción en construcción, ni siquiera durante la época de la expansión inmobiliaria, cuando el máximo alcanzado por este indicador anotó una variación positiva del 10,9% en el año 2005, tal y como se puede observar en el segundo de los gráficos.

Llama la atención, también, la distinta evolución de la construcción en la economía europea si se atiende a los patrones de comportamiento económico en cada uno de los estados miembros de la Zona euro. Así, sorprende que en el año 2011, Estonia o Alemania experimentaran alzas en los índices del sector del 27,3% y 7,8%, respectivamente, al mismo tiempo que Grecia, Eslovenia o España -los tres países que encabezaron el ranking de crecimiento en 2014- anotaran en aquel idéntico ejercicio contracciones del 41,3%, 24,8% y 19,7%, cada uno de ellos.

Fuente: http://www.elcaptor.com/2015/08/espana-grecia-crecimiento-economico-europa-construccion.html

La sociedad española se moviliza para acoger a refugiados de guerra Autonómías, ciudades y organizaciones no gubernamentales responden ante la crisis migratoria

Ciudades y comunidades autónomas españolas han dado un paso al frente ante la falta de una respuesta contundente por parte del Ejecutivo a la mayor crisis de refugiados que vive Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Mientras en otros países europeos los Gobiernos y la ciudadanía llevan meses volcados con los refugiados, la respuesta española ha sido hasta ahora mínima. Por un lado, el Ejecutivo se había negado a asumir la cuota de acogida de refugiados que le exigía Bruselas. Por otro, las carencias del sistema de acogida español, afectado por los recortes, no han sido solventadas con la necesaria rapidez. Gobiernos regionales y municipales ofrecen ahora plazas para los refugiados y exigen al Ejecutivo un plan.

Las imágenes de cientos de refugiados agolpados en Budapest o en barcas neumáticas tratando de alcanzar la costa griega han agitado las conciencias españolas en los últimos días. La foto de Aylan, un sirio de tres años ahogado cuando venía a Europa, ha transformado la preocupación en indignación de una sociedad en la que, a diferencia también de Alemania, no se han registrado ataques xenófobos. La última encuesta del CIS sobre el asunto refleja que el 77,8% de los españoles apoya la acogida de refugiados.

En lo que va de año, España ha recibido 6.202 solicitudes de asilo, según el Ministerio de Interior. Se trata de una cifra superior a la de todo 2014 y más del doble que en 2012. Son números insignificantes comparados con los de Alemania, que prevé recibir 800.000 solicitudes este año. Aun así, han desbordado un sistema más preparado para la acogida de inmigrantes que de refugiados.

La propuesta de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau (Barcelona en Comú), de crear una red de ciudades que acoja a aquellos que huyen de Siria e Irak ha sido bien recibida por las grandes ciudades españolas. Madrid, Oviedo, A Coruña, Málaga o Alicante, entre otras ciudades, han confirmado su participación. Las autonomías buscan ahora también la manera de colaborar. El Ayuntamiento de Madrid ha aprobado una partida de 10 millones de euros para un plan de apoyo integral de acogida a refugiados. El plan busca ofrecer protección "integral", "soluciones habitacionales" y apoyo escolar, psicológico y burocrático a los refugiados en la capital.

La vicepresidenta valenciana, Mònica Oltra, de Compromís, que gobierna en coalición con los socialistas, señaló este miércoles a EL PAÍS que Valencia ofrecerá, de acuerdo con el Ayuntamiento, instalaciones públicas como centros de acogida para refugiados. "Es un drama al que hay que dar respuestas con recursos. Disponemos de 110 mediadores sociales que pueden ayudar a facilitar el asilo a las personas que huyen, más del 40% niños", ha destacado Oltra, que califica de "vergüenza" lo que está ocurriendo. El Gobierno valenciano ha propuesto, junto a Cruz Roja y la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), hablar con las entidades bancarias para que consideren la posibilidad de ceder pisos vacíos.

Cama para seis meses
La Generalitat de Cataluña está dispuesta a acoger los refugiados que les correspondan, pero pide al Gobierno que asuma la cifra que le pide la Comisión Europea lo antes posible. Aseguran que disponen de 28 camas, en las que los refugiados podrían permanecer seis meses. La Comunidad de Madrid, presidida por Cristina Cifuentes (PP), ha dejado claro que se sumará a la acogida, pero sostienen que es el Gobierno y la UE quienes tienen que tomar las decisiones, no las ciudades o las Comunidades Autónomas.

El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo (PP), ha anunciado que su Comunidad se ofrece a acoger a 300 refugiados sirios y que prestará también colaboración a las familias que quieran acoger a migrantes. "Estamos en disposición de acoger hasta 300 refugiados sirios sin inconvenientes", asegura Nuñez Feijóo. Navarra podría acoger a otras 300 personas.

El Gobierno andaluz ha afirmado que "está a disposición del Gobierno". No obstante, ha calificado al Ejecutivo de Rajoy de "cicatero" y le insta a "tomar las riendas" para establecer un programa de respuesta. También el Gobierno vasco ha pedido al central que convoque "sin demora" a todas las comunidades autónomas y a los implicados en la atención a refugiados para fijar una "posición común" ante la reunión de emergencia que celebrará el 14 de septiembre la UE. País Vasco registró en 2014 un total de 99 solicitudes de asilo, de las que solo 10 se resolvieron favorablemente, según datos de CEAR-Euskadi.

El Gobierno de Aragón pide a Rajoy que acepte el cupo de refugiados que propone Europa, y asegura que es necesario elaborar un plan que contemple su integración en el territorio; es decir, no solo techo y comida, sino también escolarización de los menores.

En las épocas de bonanza económica, los seis meses de acogida inicial bastaban para que muchos refugiados que hablaban el idioma encontraran trabajo en sectores como la construcción y lograran ser autónomos. Hoy, un refugiado sirio que no hable español difícilmente encontrará trabajo en España.

Con información de María Josep Serra, Mikel Ormazabal, Sonia Vizoso, Silvia Rodríguez, Lucía Bohórquez, Concha Montserrat, Camilo S. Baquero, Raúl Limón, Virginia Martínez y Sergio Lillo.
http://politica.elpais.com/politica/2015/09/03/actualidad/1441275885_042662.html

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jueves, 3 de septiembre de 2015

La ciencia descubre que trabajar mucho es malo para la salud y que trabajar mucho puede matarnos de golpe.

Más de 55 horas semanales en el puesto laboral pueden dañar las arterias y aumentar el riesgo de ictus en un 33%.
El peligro de sufrir un ataque al corazón es un 13% mayor.

Trabajar en exceso resulta agotador. Y a lo bestia puede provocarnos un ictus o un ataque al corazón. Ambas son las sorprendentes conclusiones de un estudio de casi 10 años publicado en la revista  The Lancet. Sorprendentes por la obviedad de sus resultados. ¿Cuántos recursos humanos y financieros se han movilizado para tamaña hazaña científica?

El estudio de marras viene a decirnos que las personas que trabajan más de 55 horas a la semana en Europa, EE.UU. y Australia adquieren mayores riesgos mortales que las que no superan las 35 o 40 horas, la frontera legal más o menos establecida en los países de referencia. Por tanto, las sociedades capitalistas aún tienen un margen de hasta 20 horas para apretar las tuercas de la productividad y de la explotación laboral. Esa es una de las razones ideológicas e intereses ocultos del estudio que ahora se hace público de una forma aséptica y casi neutral por la mayoría de los medios de comunicación que repiten la noticia en estas fechas de sopor veraniego como relleno de sus portadas.

Dos preguntas inmediatas. ¿Por qué no se ha llevado a cabo el seguimiento y análisis exhaustivo en África, Asia y los países árabes? Es evidente: a las multinacionales y a Occidente no les interesa sacar a la luz las condiciones esclavistas de los trabajadores y trabajadoras de la periferia del mundo globalizado y tampoco la imagen sucia de niños y niñas en el duro tajo del día a día para subsistir en la miseria absoluta. ¿Por qué no se ofrecen datos por sectores de actividad, grupos de responsabilidad, edad y sexo? No se quiere entrar al detalle para no ver la realidad real, aquella que se encuentra dividida en clases sociales enfrentadas, inmigrantes, mujeres, jóvenes y otros grupos marginados de especial riesgo y acuciante necesidad por trabajar de lo que sea y por cualquier salario.

La redactora del artículo que glosamos, quizá también ella becaria o digna representante de la precariedad laboral, se deje llevar por los lugares comunes para no incurrir en lecturas políticamente incorrectas. Para enganchar al lector de una manera expresiva asocia trabajo a oficina y ordenador, dejando fuera, tal vez inconscientemente, a los empleos manuales y el trabajo doméstico. Ella también es prisionera del orden establecido y de los clichés ideológicos habituales del neoliberalismo. Probablemente no quiere meter la pata por el peligro de que su contrato en prácticas o basura deje de ser renovado ante su inminente conclusión. En la misma situación están millones de trabajadores en el mundo rico.

La espesura ideológica del capitalismo no deja entrever a la redactora la dimensión del bosque ni la textura de los árboles que lo conforman. Así, se permite escribir sin indagar en otras fuentes críticas con el sistema (sindicatos, por ejemplo) que “Aunque todavía no están muy claros los mecanismos que están detrás de esta asociación, los investigadores sugieren que el exceso de horas en el trabajo se vincula con conductas que aumentan el riesgo cardiovascular, como la inactividad física, un mayor consumo de alcohol y una respuesta constante y repetitiva al estrés.” En el texto hay contradicciones flagrantes de peso: una persona trabajadora sobreexplotada difícilmente tendrá tiempo para practicar deporte pues su ocio es escaso: reponerse del esfuerzo sostenido para ganarse la vida, tomarse una caña rápida con los amigos y salvar como pueda la fatiga física y existencial (ella lo llama estrés porque ostenta mayor pedigrí psicológico) es todo lo que puede permitirse en sus mínimos ratos de descanso para evadirse de la realidad objetiva. Y dormir y comer, claro está.

Otro párrafo memorable del artículo nos informa que en los países de la OCDE el 12 por ciento de los hombres (sic) trabajan más de 50 horas a la semana. ¿Y las mujeres cuánto trabajan? ¿Qué hombres dedican tanto tiempo a lo laboral: empresarios, banqueros, altos dignatarios o inmigrantes y personas de la escala más baja y precaria? El machismo se escapa por estas líneas tan impropias de un artículo bien documentado y no sesgado por las fuentes viciadas en origen. Hay que pedir un mayor rigor y compromiso con la objetividad a los profesionales de la comunicación.

El reportaje se redondea con las consultas a los expertos de rigor. Las perlas recogidas son más que elocuentes. El doctor sueco Janlert, de la universidad Umea, dice textualmente: “El tiempo que se pasa trabajando al día es una decisión humana. Esencialmente, si trabajar mucho genera un daño en la salud, debería ser posible cambiarlo…”. Cortamos aquí. ¿Decisión humana libre sin responsables? ¿Es el trabajador en solitario el que opta por jornadas extenuantes que dañan su salud? Janlert no quiere ver desde su ceguera doctrinal la estructura capitalista que condiciona todo el entramado laboral de explotación laboral, resguardándose en la decisión humana para no desvelar las causas objetivas de fondo y eludir de este modo tan elegantemente académico el tener que señalar con el dedo acusador a los autores de tamaños desafueros. La ciencia encerrada en su presunta objetividad al servicio del mercado: el punto de vista de Janlert es insustancial, pero muy dañino; no da más de sí, se agota en su misma evanescencia.

Galve, de la Sociedad Española de Cardiología, también aporta al texto su sabiduría profesional de experto incuestionable en la materia.

Refiriéndose al análisis de The Lancet, que le parece genial, matiza que “Si algo tiene de problemático, es que los estudios observacionales a veces no explican las causas.” En casos como el que nos ocupa, las causas son lo de menos porque la causa primera y casi única es la estructura, el sistema, el régimen de explotación capitalista. Por tanto, su pero o reticencia es menor, meramente de aliño, no atreviéndose a más para no salirse de los márgenes de la amabilidad científica y del buen rollo neoliberal.

Agrega Galve desde su altar metafísico que “Las personas que pasan muchas horas en el trabajo, suelen ser muy cumplidoras, con un compromiso laboral muy fuerte y, por este motivo, tienden a minimizar sus síntomas porque no pueden permitirse dejar su puesto para ir al médico.” La obviedad elevada a recurso de experto asimilado por el sistema. No son cumplidoras por que sí y renuentes a quejarse: sucede que la necesidad imperiosa individual y de sus familias les obliga a callarse, trabajar sin rechistar y a no ir al médico para no ser mirados como absentistas laborales. La terminología que usa Galve es típica de adictos a las tesis neutrales de aquellos que toman parte por el statu quo con apariencia de estar más allá del conflicto social y político cotidiano. Esto es, para no utilizar subterfugios y eufemismos: seguidor de las ideas patronales más rancias y extremas. Da la sensación de no mojarse por nadie pero su mente rezuma humedad ideológica de derechas de una manera más que palpable.

Galve remata su ideario trasnochado de este modo tan sutil: “Es un buen motivo de reflexión (el estudio) para hacer un llamamiento al reparto laboral... (y para que) se fomenten trabajos a tiempo parcial.” Que es lo que se está haciendo ya: trabajos por semanas, minijobs, tareas por horas y días sueltos sin derecho alguno… Súbitamente, el experto se muestra transparente. Y el lector poco avispado no atisba en esa opinión el sesgo ideológico y político del autor. Todo muy limpio, blanco, objetivo y científico.

Y estas son, repetimos, las conclusiones que se quieren trasladar a través de un artículo en apariencia inocuo, muy alejado de las controversias políticas y sociales: aún existe margen suficiente para una mayor explotación laboral en Occidente (por tanto, sufrido trabajador no te quejes tanto y baja tus afanes reivindicativos) y lo que debemos llevar a cabo es una reforma (otra más) del mercado laboral buscando una mayor flexibilidad y movilidad geográfica de la mano de obra, esto es, repartir el trabajo con menos salario manteniendo, e incluso aumentando, los beneficios empresariales. Ese es el doble mensaje que intenta colarse entre bastidores como científico por las élites dominantes. Hay otro subyacente que se escapa a la redactora del panfleto derechista: trabajando nadie se hace millonario.

¿Dónde quedó el eslogan publicitario compartido por las derechas y las izquierdas posibles a finales del siglo XX de una sociedad anunciada por el horizonte inmediato del ocio, el conocimiento y el pleno empleo? Por favor, no piense demasiado, si usted pertenece a la clase trabajadora, trabaje y nada más.
Armando B. Ginés
 The Lancet

El millonario arte de especular. Aumentan los coleccionistas que compran y venden a velocidad de vértigo.

Nunca se habían revendido tantas obras ni tan rápido. Ni siquiera a principios del siglo XX, con coleccionistas legendarios como Frick o Rockefeller, el arte se había rodeado de tal volumen de dinero. Solo el año pasado manejó 51.000 millones de dólares (unos 59.000 millones de euros). Una cantidad que atrae a una legión de especuladores. Hay coleccionistas —pensemos en Stefan Simchowitz con las obras de Amalia Ulman y de Ibrahim Mahama— que piden a un artista que trocee un lienzo porque así tendrá mejor salida en el mercado o que revenden una pieza a los pocos meses de adquirirla. Esta clase de transacciones relámpago las sufren sobre todo artistas jóvenes, la mayoría treintañeros, que con estas artimañas ven su carrera en peligro. “Antes hacían falta décadas para que un artista llegara a las subastas, ahora solo semanas”, apunta Francisco Cantos, coleccionista y secretario de la Fundación Arco. Es el reflejo de “un sector, el del arte contemporáneo, que ha crecido mucho fuera de España en la pasada década en todos los perfiles,  no solo el especulativo, matiza Juan Várez, consejero delegado de la casa de subastas Christie’s.

En este paisaje cambiante también surgen jóvenes emprendedores tecnológicos, como Carlos Rivera, capaces de diseñar un algoritmo (ArtRank) que clasifica a los creadores jóvenes en tres categorías: “comprar, vender y liquidar”. Al igual que si fueran productos derivados en el mercado de futuros. En Estados Unidos han acuñado el término flippers (en argot era una forma despectiva en los años veinte del siglo pasado de referirse a las mujeres promiscuas) para definir a estos inesperados miembros del ecosistema del arte. ¿Pero son tan dañinos?

Carlos Rivera, desde luego, los defiende. “La idea de que nuevos coleccionistas entren en el mercado parece peyorativa para el dinero de los viejos coleccionistas que quieren que esta fiesta sea para ellos solos”, relata el emprendedor. “Creo que los flippers son coleccionistas amateurs y no debería pasar desapercibido que el origen de la palabra amateur es ‘amare. O sea, ‘amor”.

Sin embargo esa interpretación tan lírica está lejos del pensamiento de algunos galeristas que se protegen de estos flippers elaborando listas negras de quienes revenden (rápidamente o sin consultarles) obras de sus artistas. La desconfianza crece en el mundo del arte. “En el caso de algunos creadores que trabajan con determinados marchantes lo difícil no es tener el dinero para comprar la obra, sino que te la quieran vender”, describe el coleccionista Juan Bonet. En el fondo es un espacio incómodo. “He sobrevivido en este juego [del mercado], pero le dedico poco tiempo a lo que está detrás de mi estudio. Me siento un mal estratega social y mercantil y, además, hay algo visceral en mí que me impide interesarme por los números”, sostiene el pintor Juan Uslé.

Porque si uno pretende especular en el arte contemporáneo hay algunas estrategias sencillas. Por ejemplo comprar artistas jóvenes, con poca producción, que acaben de entrar en una gran galería (Marian Goodman, Gagosian, David Zwirner) y que cuenten con respaldo crítico. Es lo que pasó en su día con Mark Bradford, Danh Vō, Cecily Brown o Elizabeth Peyton. Desde luego, las galerías son las primeras que conocen esta dinámica y tratan de bloquearla escogiendo con lupa a quien venden la obra. “Hay determinados artistas que tienen una enorme demanda. Incluso lista de espera”, observa Isabel Mignoni, de la galería Elvira González. “Por supuesto los museos y grandes colecciones suelen tener prioridad pero también coleccionistas privados que a la hora de comprar muestran la intención de crear una colección con carácter propio. No me refiero a especuladores, sino a quienes persiguen que sus colecciones tengan un discurso”. En esta misma reflexión caminan las palabras de Pedro Maisterra, codirector de la sala Maisterravalbuena. “Intentamos que las piezas de nuestros artistas vayan a colecciones comprometidas que no tienen por qué ser de alto presupuesto”. Y remata: “Normalmente no resulta complicado distinguir entre un coleccionista y un especulador que compra para revender en un corto plazo con el objetivo de sacar más dinero por la obra”, argumenta.

Pues sí y no. Discernir las intenciones de los coleccionistas no siempre resulta tan diáfano. En un caso rocambolesco (incluso ha llegado a las páginas The New York Times), el coleccionista holandés Bert Kreuk ha demandado al artista Danh Vō por —según la querella— no entregarle una pieza (valorada en 350.000 dólares) a la que se había comprometido. En primera instancia el juez ha fallado a favor de Kreuk. El artista le ha respondido por escrito proponiéndole una obra basada en una frase procedente de la película El exorcista, un filme que utiliza a menudo en su trabajo: “Shove it up your ass, you fagot”. Algo así como: “Que te den por el c… maricón”. Esta es la presión que ejercen algunos coleccionistas para obtener obra de ciertos creadores. Es verdad que “por primera vez en la historia una herramienta como Internet (en particular Instagram) permite a los pequeños coleccionistas tener una información de similar calidad que los coleccionistas y galeristas consagrados”, comenta Carlos Rivera, pero no es la panacea.

Cuando los galeristas representan a artistas con mucha demanda y con una lista de espera de incluso años saben que tienen la sartén por el mango. Entonces, si el coleccionista quiere comprar tendrá, a buen seguro, que negociar. Y aquí vale todo. Desde adquirir más obras de ese mismo artista, comprometerse a donar —al menos—alguna de ellas a un museo, o bien comprar piezas de otros artistas del programa del marchante. “Coleccionistas que forman parte de los consejos de los museos pueden decirle al galerista: ‘Quiero este artista, quiero una buena obra y si me las das a buen precio compraré otra por esa misma cantidad y la donaré a la institución que representó. No es una manera nada tonta de coleccionar”, admite un coleccionista neoyorkino en la web especializada ArtnetNews.

Al final va a tener razón Damien Hirst cuando dice que “El arte trata de la vida, el mercado del arte, de dinero”. El cual, por cierto, es muy relativo. En 1914 Nicolás II, zar de Rusia, compró en una transacción privada la Madonna Benois, de Leonardo da Vinci, por 1,5 millones de dólares. Una suma increíble para la época y para un país que estaba a las puertas de la Gran Guerra. Hoy esa cantidad, ajustada a la inflación, equivaldría a 30,5 millones. Lo que cuesta un cuadro de Francis Bacon de calidad media. ¿Fue entonces un disparate pagar esa cifra por una obra maestra que en la actualidad se conserva en el Hermitage y que cualquiera puede disfrutar? El adverbio mucho en el teatro del arte resulta subjetivo.

Es más, el multimillonario japonés Ryoei Saito pagó 82,5 millones de dólares en 1990 por El retrato del Dr. Gachet de Van Gogh. En dinero actual hablaríamos de 149,3 millones de dólares, unos 30 millones menos de los que se pagaron por Las mujeres de Alger (Version O) de Picasso. La obra más cara adjudicada nunca en subasta. ¿Otra vez mucho? “Desde luego son cantidades que tienen poca relación con el mundo real, pero el mercado del arte, si hablamos de las grandes piezas maestras, solo es posible compararlo consigo mismo. Una obra cuesta tanto como lo que alguien esté dispuesto a pagar por ella. Otra cosa es el valor. Porque hay que diferenciar entre valor y precio”, reflexiona el coleccionista Marcos Martín Blanco.

Sea como fuere, el arte de especular se sostiene sobre tres infinitivos. Comprar barato, vender caro; ganar mucho dinero. Un lema que el grafitero inglés Banksy bien podría pintar en la fachada de cualquier edificio de Wall Street.

Fuente: http://economia.elpais.com/economia/2015/08/28/actualidad/1440774384_007060.htmlhttp://elpais.com/tag/obras_arte/a/

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Estados Unidos es el obstáculo. Joseph E. Stiglitz. Apple, Google y General Electric han demostrado que a la hora de encontar maneras de evadir impuestos son aún más geniales que cuando desarrollan productos innovadores


Recientemente  se ha celebrado la Tercera Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo en la capital de Etiopía, Addis Abeba. La reunión se llevó a cabo en un momento en que los países en desarrollo y los mercados emergentes han demostrado su capacidad de absorber grandes cantidades de dinero de manera productiva. De hecho, las tareas que estos países están emprendiendo —como inversiones en infraestructura (carreteras, electricidad, puertos, y mucho más), la construcción de ciudades que un día van a llegar a ser el hogar de miles de millones de personas y el cambio hacia una economía verde— son realmente enormes.

Al mismo tiempo, no falta dinero a la espera de que se le dé un uso productivo. Hace apenas unos años, Ben Bernanke, el entonces presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, habló de un exceso de ahorro mundial. Y, no obstante, los proyectos de inversión con alta rentabilidad social no salían adelante por falta de fondos. Eso sigue siendo cierto hoy en día. El problema, tanto entonces como ahora, fue y es que los mercados financieros globales, en vez de cumplir con su objetivo de realizar una intermediación eficiente entre el ahorro y las oportunidades de inversión, asignan mal el capital y crean riesgo.

Hay otra ironía más. La mayoría de los proyectos de inversión que necesita el mundo emergente son a largo plazo, al igual que lo son gran parte de los ahorros disponibles —es decir, los billones de dólares y euros que se encuentran en cuentas de jubilación, fondos de pensiones y fondos soberanos— Pero nuestros mercados financieros, cada vez más miopes, se interponen. 

Muchas cosas han cambiado en los 13 años transcurridos desde la Primera Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo Internacional que se celebró en Monterrey (México) en 2002. En aquel entonces, el G-7 dominaba la formulación de políticas económicas a nivel mundial; hoy en día, China es la economía más grande del mundo (en términos de paridad del poder adquisitivo), con una tasa de ahorro que supera en alrededor de un 50% al nivel de EE UU. En el año 2002, se pensaba que las instituciones financieras occidentales eran magos de la gestión del riesgo y la asignación de capital; hoy en día, vemos que son brujos en manipular los mercados y otras prácticas engañosas.

Atrás han quedado los llamamientos que instaron a los países desarrollados a cumplir con su compromiso de dar al menos un 0,7% de su producto nacional bruto (PNB) en ayuda al desarrollo. Unos cuantos países del norte de Europa –Dinamarca, Luxemburgo, Noruega, Suecia y, sorprendente, el Reino Unido —en medio de su austeridad autoinfligida— cumplieron sus promesas en 2014. Sin embargo, Estados Unidos (con un 0,19% de su PNB ese mismo año) se queda muy, muy lejos.

Hoy en día, los países en desarrollo y los mercados emergentes dicen a EE UU y a los otros países: si no van a cumplir sus promesas, al menos no estorben y permítannos construir una arquitectura internacional para una economía mundial que también sirva a los pobres. No es sorprendente que las potencias hegemónicas existentes, con EE UU a la cabeza, estén haciendo todo lo posible por frustrar tales esfuerzos. Cuando China propuso la creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras para ayudar a redirigir algunos de los excesos de ahorro mundial hacia lugares donde la financiación es muy necesaria, Washington trató de torpedear el esfuerzo. Cuando finalmente el proyecto salió adelante, el Gobierno del presidente Barack Obama sufrió una dolorosa (y muy vergonzosa) derrota.

EE UU también está bloqueando el camino hacia un derecho internacional para la deuda y las finanzas. Para que funcionen bien los mercados de bonos, por poner un ejemplo, se debe encontrar una forma ordenada para resolver los casos de insolvencia soberana. Sin embargo, hoy en día, no existe tal manera. Ucrania, Grecia y Argentina son ejemplos del fracaso de los acuerdos internacionales existentes. La gran mayoría de países ha pedido la creación de un marco para la reestructuración de la deuda soberana. EE UU sigue constituyéndose como el principal obstáculo.

También es importante la inversión privada. Pero las nuevas disposiciones incluidas en los acuerdos comerciales que el gobierno de Obama está negociando en ambos océanos implican que cualquier inversión extranjera directa viene acompañada por una marcada reducción en la capacidad de los Gobiernos para regular el medio ambiente, la salud, las condiciones de trabajo e incluso la economía.

La posición de Estados Unidos en relación con el tema más debatido en la conferencia de Addis Abeba fue particularmente decepcionante. A medida que los países en desarrollo y los mercados emergentes abren sus puertas a las multinacionales, se hace cada vez más importante que puedan imponer impuestos a estos gigantes, gravando las ganancias generadas mediante la actividad empresarial que se produce dentro de sus fronteras. Apple, Google y General Electric han demostrado que a la hora de encontrar maneras de evadir impuestos son aún más geniales que cuando desarrollan productos innovadores.

Todos los países —tanto los desarrollados como los en desarrollo— han estado perdiendo miles de millones de dólares en ingresos fiscales. El año pasado, el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, en sus siglas en inglés) dio a conocer información sobre las decisiones fiscales de Luxemburgo que expusieron la magnitud y la diversidad de las formas de evasión fiscal. Aunque un país rico como EE.UU. pudiese soportar el comportamiento descrito en el denominado caso Luxleaks, un país pobre no puede hacerlo.

He sido miembro de una comisión internacional, la Comisión Independiente para la Reforma de la Fiscalidad Internacional de Sociedades, cuya labor es examinar maneras de reformar el sistema tributario actual. En un informe que presentamos a la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, acordamos por unanimidad que el sistema actual está roto, y que no basta con un par de arreglos aquí y allá. Hemos propuesto una alternativa —similar a la manera en la que las empresas son gravadas en EE UU— asignando la recaudación que corresponde a cada Estado sobre la base de la actividad económica que ocurre dentro de las fronteras estatales.

EE UU y otros países desarrollados han presionado a favor de una serie de cambios mucho menores recomendados por la OCDE, que es el club de los países desarrollados. En otras palabras, los países de los que provienen los políticamente poderosos evasores de impuestos son los países que, se supone, tienen que diseñar un sistema para reducir la evasión fiscal. Nuestra Comisión explica por qué las reformas de la OCDE han sido, en el mejor de los casos, pequeños ajustes a un sistema fundamentalmente defectuoso. Son, simplemente, inadecuadas.

Los países en desarrollo y los mercados emergentes, encabezados por India, han argumentado que el foro adecuado para debatir estos temas es un grupo ya establecido en Naciones Unidas, el Comité de Expertos sobre Cooperación Internacional en Asuntos Fiscales, del que es necesario mejorar su situación jurídica e incrementar su financiación. EE UU se ha opuesto de manera tenaz: quería mantener las cosas como en el pasado, de forma que la gobernanza mundial sea llevada a cabo por y para los países desarrollados.

Las nuevas realidades geopolíticas exigen nuevas formas de gobernanza mundial, en las que la voz de los países emergentes y en desarrollo resuene más alto y con mayor peso. EE UU impuso su parecer en Addis Abeba; sin embargo, también mostró que se encuentra en el lado equivocado, una postura que será juzgada por la historia.

Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía, es profesor universitario en la Universidad de Columbia. Su libro más reciente es La Gran Brecha: las sociedades desiguales y qué podemos hacer al respecto.

Fuente: http://economia.elpais.com/economia/2015/08/27/actualidad/1440698084_045516.html

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Alvaro Bilbao, Las nuevas tecnología y la educación de nuestros hijos.

Compartimos la ponencia de Álvaro Bilbao en nuestro encuentro de Barcelona. El neuropsicólogo explora mitos y realidades sobre el efecto de las nuevas tecnologías en el cerebro de nuestros hijos, un tema de enorme importancia para los padres y madres de hoy en día, y nos ofrece pautas para cuidar su cerebro. No os perdáis esta interesantísima reflexión.

Álvaro Bilbao es neuropsicólogo y psicoterapeuta. Formado en el cuidado del cerebro y colaborador de la Organización Mundial de la Salud. Trabaja en el Centro Estatal de Referencia de Atención al Daño Cerebral y da clases en Universidades sobre rehabilitación de la memoria. Pero como él mismo afirmó en el encuentro en Barcelona, “seguramente la parte más importante de mi currículum es que soy padre de tres hijos”. Para este experto, “educar es ayudar a nuestros hijos a crear conexiones valiosas en su cerebro”. Por eso, en su web ofrece cursos para padres y además está a punto de lanzar un libro “que habla precisamente de esto: de la gran oportunidad que es para los padres tener conocimientos de cómo funciona el cerebro. Insiste en que “casi todos queremos para nuestros hijos que se sientan seguros, que tengan confianza y que se sientan felices. Ayudarles a conectar la parte emocional del cerebro con la parte racional es posiblemente una de las mejores estrategias para lograrlo”.

Álvaro nos trajo una serie de mitos y realidades sobre las nuevas tecnologías. Entre los mitos, la idea de que los niños deben familiarizarse pronto con la tecnología, porque son nativos digitales. Álvaro desmonta este mito afirmando que “cuando habéis regalado una tablet a vuestra madre, se ha hecho enseguida con el aparato. La tecnología de hoy es tan intuitiva que no hace falta entrenamiento”. El segundo mito es que la tecnología ayuda a desarrollar el cerebro. Aunque el debate está abierto, hay estudios que demuestran lo contrario. Además Álvaro derriba esta idea con una pequeña encuesta entre los asistentes. “Llevamos usando los smartphones la mayoría de nosotros desde el año 2010. ¿Quiénes de vosotros notáis que en los últimos cinco años sois un poco más inteligentes?”. El auditorio estalla en risas y nadie levanta la mano. “Ahora quiero que levantéis la mano Álvaro Bilbao peque 2aquellos de vosotros que desde que tenéis un smartphone os notáis un poquito menos pacientes, os cuesta estar en una cena con vuestra pareja sin consultar el móvil, os cuesta estar en la parada del autobús sin sacar el móvil para consultar algo porque os cuesta más trabajo esperar”. En este momento, se levantan muchas manos. “Lo que sabemos de las tecnologías es que nos están volviendo un poquito más impacientes. Eso os ocurre a vosotros, que tenéis el cerebro bien desarrollado, así que os pido que os imaginéis el efecto que puede tener en vuestros hijos”, concluye. “La tecnología, un iPad como los que podéis tener en casa, es doscientas mil veces menos complejo que una persona. Cuando queremos estimular la inteligencia de una persona, estimular su memoria, lo mejor que podemos hacer es ponerlo frente a otro ser humano”, asevera el experto. Álvaro Bilbao lo tiene claro: “Lo que sabemos hoy es que los niños que pasan más tiempo delante de las tecnologías tienen mayor probabilidad de desarrollar trastorno de déficit de atención, problemas de comportamiento, depresión infantil y obesidad (no solo porque no se muevan sino porque además son menos capaces de resistirse a estímulos tan interesantes como la bollería industrial, las bebidas azucaradas, etc.” Álvaro asegura que los efectos de la tecnología se están viendo en un dato muy preocupante: “Sabemos que como mucho el 4% de los niños tiene TDAH. Sin embargo, la cantidad de niños que toman medicación por déficit de atención a lo largo de su vida escolar alcanza el 9%. En los 20 últimos años la cantidad de niños que toman medicación neuropsiquiátrica por TDAH o depresión infantil se ha multiplicado en EEUU, y esa tendencia se está extendiendo aquí en España, por 7. Eso nos debería hacer pensar mucho como sociedad acerca de lo que estamos haciendo con nuestros hijos”. Álvaro Bilbao desmonta además la idea de que las tecnologías ayudan a desarrollar más reflejos o una atención más rápida. Y su argumento es el siguiente: “El cerebro humano no necesita entrenamiento para esto porque está diseñado para captar estos estímulos. Por eso nos gustan, porque son fáciles. No contribuyen a nuestro desarrollo cerebral sino que relajan una parte del cerebro que se tiene que esforzar”.

Frente a estos mitos, Álvaro habla de lo que realmente necesita el cerebro de nuestros hijos: necesita aprender a focalizar su energía y centrar su atención. “Muchas veces cuando queremos que nuestro hijo cene les ponemos un móvil delante que lo que hace es desactivar esta conexión” con la circunvolución frontal, la encargada de fijar la atención, “en vez de enseñar al niño a focalizar su atención, le enseña que tiene que estar atento a distintas cosas a la vez”. Mientras grandes ejecutivos pagan mucho dinero para aprender a tener una atenciçon más plena (el famoso “mindfulness”), “nosotros nos empeñamos en que nuestros hijos tengan una atención más corta, más limitada y más disgregada”.

Además, Álvaro nos deja una frase preciosa: “El cerebro de nuestros hijos necesita que les enseñemos a saborear la vida, no a consumirla”. El núcleo estriado es la parte del cerebro que se fija en lo que nos gusta, lo que nos atrae, en función de dos criterios: la rapidez de la satisfacción y la intensidad de la satisfacción. “El niño que tiene esta parte del cerebro copada con cosas emocionantes, rápidas, etc., no puede prestar atención a otras cosas. Si enseñamos a nuestro hijos a estar con los videojuegos, el móvil, la tele, las redes sociales, la profesora y la pizarra le parecerán menos importantes, los libros le parecerán someramente aburridos, perderá la capacidad de disfrutar de la lectura y pasar un buen rato con un amigo en un parque le parecerá mucho más aburrido que ir a casa y conectarse en el ordenador a hablar con sus amigos porque el núcleo estriado se ha llenado de cosas más intensas”. Por eso, Álvaro nos invita a “educar el paladar emocional de nuestros hijos”.

La tercera necesidad del cerebro de nuestros hijos es el autocontrol: “El lóbulo frontal es la parte más importante del cerebro de los seres humanos. Nos permite tener autocontrol, paciencia, tolerar la frustración, ajustarse a las normas sociales”. Álvaro Bilbao relaciona el autocontrol con la prevención del TDAH, una mejor tolerancia a la frustración y con el éito académico y social. “Es importante que enseñemos a nuestros hijos a tener autocontrol, a no dejarse llevar por la tecnología”, nos dice Álvaro Bilbao.

Álvaro Bilbao reconoce que su postura puede ser muy contraria a la tecnología, pero recuerda que Bill Gates o Steve Jobs limitaron mucho el acceso de sus hijos a los aparatos y sistemas que ellos mismos crearon. “La clave del éxito es dejar de pensar en la manera en la que nos han querido vender que lo emocionante y lo positivo es que estemos conectados a todas las personas porque cuando uno está conectado a todo el mundo no puede estar realmente conectado a las personas que más quiere”. “El mejor consejo que os puedo dar es que estéis muy conectados con vuestros hijos, que les ayudéis a controlarse frente a la tecnología”, concluyó su ponencia Álvaro.

El público tenía muchas preguntas sobre tecnología y trastorno de déficit de atención. En concreto, preguntaron al neuropsicólogo cómo limitaba el acceso de sus hijos a la tecnología, a lo que él contestó: “Con una palabra mágica: “no””. Y además, invitó a los asistentes a “plantarse” como padres y madres ante las escuelas que ahora apuestan por apoyarse en exceso en los nuevos dispositivos y tecnologías para enseñar. Por último, dejó claro que ante un problema de déficit de atención real o aprendido por elementos como las nuevas tecnologías, “el cerebro siempre se puede transformar. Es muy importante enseñar autocontrol, a no cambiar de tema de conversación, a mantener la atención y ahí los padres somos fundamentales”.

http://www.gestionandohijos.com/ponencia-de-alvaro-bilbao-el-cerebro-de-nuestros-hijos-necesita-que-les-ensenemos-a-saborear-la-vida-no-a-consumirla/

Por qué las mentes más brillantes necesitan soledad. Conectar con uno mismo es fuente de beneficios. Darwin rechazaba todas las invitaciones a fiestas. Y del aislamiento nació el primer ordenador Apple

Según el profesor Robert Lang de la Universidad de Nevada (Las Vegas), experto en dinámicas sociales, muchos de nosotros acabaremos viviendo solos en algún momento de nuestra vida, ya que cada día nos casamos más tarde, las tasas de divorcio aumentan y las personas viven más. La prosperidad también fomenta este estilo de vida, elegido en la mayoría de los casos voluntariamente por el lujo que representa. La periodista Maruja Torres en su autobiografía Mujer en guerra (editada por Planeta) ya se vanagloriaba del placer que le producía meterse en la cama y dormir sola, con las extremidades extendidas en forma de aspa. A esto se le añade la comodidad de disponer del sofá, poder cambiar de canal sin tener que negociar, improvisar planes sin avisar ni dar explicaciones, pasearse por la casa de cualquier guisa, comer a cualquier hora…

Por si fuera poco, el sociólogo Eric Klinenberg, de la Universidad de Nueva York, autor del estudio GOING SOLO: The Extraordinary Rise and Surprising Appeal of Living Alone, está convencido de que vivir solo significa, además, disfrutar de relaciones de más calidad, ya que la mayoría de singles tiene claro que la soledad es mucho mejor que el hecho de sentirse mal acompañado. Incluso hay estudios que aseguran que la soledad facilita el desarrollo de la empatía. Otra socióloga, Erin Cornwell, de la Universidad Cornell en Ithaca (Nueva York), ha determinado tras distintos análisis que es más probable que la gente mayor de 35 años que vive sola pase una velada entre amigos que no aquellos que viven en pareja. Esto también ocurre con las personas mayores que, aun viviendo solas, poseen una red social de amistades tan amplia o más que las personas de su misma edad que viven acompañadas. Es la conclusión a la que llegó el estudio llevado a cabo por el sociólogo Benjamin Cornwell y que publicó en American Sociological Review.

La base de la creatividad y de la innovación
Las personas somos seres sociales, pero tras pasarnos el día rodeados de gente, de reunión en reunión, atentos a las redes sociales y al móvil, hiperactivos e hiperconectados, la soledad ofrece un espacio de reposo sanador. Una de las conclusiones más sorprendentes es que la soledad resulta básica para la creatividad, la innovación y el buen liderazgo. Un estudio realizado en 1994 por Mihaly Csikszentmihalyi (el gran psicólogo de la felicidad) comprobó que los adolescentes que no soportan la soledad son incapaces de desarrollar el talento creativo.

Susan Cain, autora del libro Quiet: The Power of Introverts in a World That Can’t Stop Talking, cuya conferencia en Ted Talks es una de las favoritas de Bill Gates, defiende a ultranza la riqueza creativa que surge de la soledad y reivindica, por el bien de todos, la práctica de la introversión. “Siempre me habían dicho que debía mostrarme más abierta, aunque yo sentía que ser introvertida no era algo malo. Así que durante años fui a bares abarrotados, muchos introvertidos lo hacen, lo que representa una pérdida de creatividad y de liderazgo que nuestra sociedad no se puede permitir. Tenemos la creencia de que toda creatividad y productividad proviene de un lugar extrañamente sociable. Sin embargo, la soledad es el ingrediente crucial de la creatividad. Darwin daba largas caminatas por el bosque y rechazaba enfáticamente invitaciones a fiestas. Steve Wozniak inventó la primera computadora Apple encerrado en su cubículo de Hewlett Packard, donde trabajaba entonces. La soledad importa. Para algunas personas, incluso, es el aire que respiran”.

Cain recuerda que cuando estamos rodeados de gente nos limitamos a seguir las creencias de los demás para no romper con la dinámica de grupo. La soledad, en cambio, significa abrirse al pensamiento propio y original. Denuncia que las sociedades occidentales han privilegiado más a la persona activa que a la contemplativa. Y nos ruega: “Detengan la locura del trabajo constante en equipo. Vayan al desierto para tener sus propias revelaciones”.

La conquista de la libertad
“Solo cuando estoy sola me siento completamente libre. Me reencuentro conmigo misma y eso me resulta agradable y reparador. Es cierto que, por inercia, cuanto menos solo estás, más te cuesta estarlo. No obstante, en una sociedad que te obliga a estar enormemente pendiente del afuera, los espacios de soledad representan la única posibilidad de contactar otra vez con uno mismo. Es un movimiento de contracción necesario para recuperar el equilibrio”, asegura la psicóloga Mireia Darder, autora del libro Nacidas para el placer (Ed. Rigden).

También el gran filósofo del momento, Byung-Chul Han, autor de La sociedad del cansancio (Ed. Herder), abandera la necesidad de recuperar nuestra capacidad contemplativa para compensar nuestra hiperactividad destructora. Según este autor, solo tolerando el aburrimiento y el vacío seremos capaces de desarrollar algo nuevo y de desintoxicarnos de un mundo lleno de estímulos y de sobrecarga informativa. Byung-Chul Han tiene muy presente las palabras de Catón: “Nos olvidamos de que nunca está nadie más activo que cuando no hace nada, nunca está menos solo que cuando está consigo mismo”.

Conciencia de sí y auditoría interior
“Para mí la soledad representa la ocasión de revisar nuestra gestión, de proyectar el futuro y evaluar la calidad de los vínculos que hemos construido. Es un espacio para llevar a cabo una auditoría existencial e indagar qué es esencial para nosotros más allá de las exigencias del entorno social”, asegura el filósofo Francesc Torralba, autor de El arte de estar solo (Ed. Milenio) y director de la cátedra Ethos de la Universidad Ramon Llull. En soledad dejamos ese espacio en blanco para escuchar sin interferencias lo que sentimos y necesitamos. “La soledad nos da miedo porque con ella caen todas las máscaras. Estamos viviendo siempre de cara a la galería en busca de reconocimiento, pero raramente nos tomamos tiempo para mirar hacia dentro”, dice Torralba.

Efectivamente, la soledad despierta temor porque suele asociarse al vacío y la tristeza, sobre todo cuando ha sido postergada largo tiempo por una actividad frenética y anestesiante. Para Mireia Darder conviene enfrentarse a ese momento teniendo en cuenta que la tristeza es resultado simplemente del hecho de aflojarse después de tanta tensión y de haber hecho un enorme esfuerzo por aparentar fortaleza y aguantar la presión ante los que nos rodean. “No se puede olvidar que para ser realmente autónomo has de aprender a transitar la soledad. El amor no es lo contrario de la soledad sino la soledad compartida”, señala Darder.

En nuestra sociedad, la inactividad —que surge a menudo de la soledad— se teme y despierta la culpa. Nos han preparado para la acción y para realizar muchas cosas al mismo tiempo, pero es cuando estamos solos cuando podemos reflexionar sobre lo que hacemos y cómo lo hacemos. El escritor Irvin Yalom, catedrático de Psiquiatría en la Universidad de Stanford, confesaba que desde que tenía conciencia se había sentido “asustado por los espacios vacíos” de su yo interior. “Y mi soledad no tiene nada que ver con la presencia o ausencia de otras personas. De hecho detesto a los que me privan de la soledad y, además, no me hacen compañía”. Algo que, según Francesc Torralba, es muy frecuente: “Aunque estemos rodeados de gente y de formas de comunicación existe un alto grado de aislamiento. No hay peor sensación de soledad que aquella que se experimenta al estar en pareja o con gente”.

Las 5 claves para disfrutar de la soledad

1. Usted es su mejor compañía. La premisa básica es cambiar la creencia de que uno, acompañado, está mejor.
2. Una oportunidad para conocerse mejor y descubrir nuestro rico mundo interior.
3. En lugar de torturarse, hay que aprovechar la soledad para leer, pintar o hacer deporte.
4. Escribir un diario. Ayudará a expresar sentimientos y a contemplarse uno mismo con más conocimiento y cariño.
5. Como indica el psicólogo Javier Urra, con la soledad recuperamos “el gusto por el silencio y por el dominio del tiempo”. 


martes, 1 de septiembre de 2015

Cómo nace la unión de científicos comprometidos con la sociedad y la naturaleza. Otra ciencia es posible (y necesaria)

"No es perfecta. Puede utilizarse mal. Es sólo una herramienta. Pero sin duda es la mejor herramienta que tenemos, se autocorrige, progresa y se puede aplicar a todo. Tiene dos reglas. Primero: no hay verdades sagradas; toda presunción debe ser examinada críticamente; los argumentos de autoridad no tienen valor. Segundo: lo que sea inconsistente con los hechos debe ser desechado o revisado. Debemos comprender el cosmos como es, y no confundir lo que es con lo que quisiéramos que fuera. Lo obvio es a veces falso, lo inesperado es a veces cierto".

Carl Sagan en Cosmos (1980), a propósito de la ciencia.


Un escrito de Andrés Carrasco es el origen de esta red latinoamericana que cuestiona el rol de la ciencia al servicio de las corporaciones con la complicidad del Estado

El conocimiento científico y tecnológico, en particular aquel desarrollado sin el debido control social, ha contribuido a crear problemas ambientales y de salud, con alcances muchas veces catastróficos e irreversibles”. El cuestionamiento proviene desde adentro mismo del sistema científico y es parte del documento fundacional de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza de América Latina (Uccsnal), espacio nacido en Rosario y conformado por académicos de una decena de países. Cuestionan las políticas científicas que, desde el Estado, están al servicio del sector privado, hacen hincapié en los académicos que legitiman el extractivismo (agronegocios, minería, petróleo) y proponen una ciencia que tome como centro al pueblo: “El quehacer científico debe desarrollarse de una manera éticamente responsable y con un claro compromiso con la sociedad y la naturaleza, privilegiando los principios de sustentabilidad, equidad, democracia participativa, justicia socio- ambiental y diversidad cultural”.

Ciencia digna
La Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) estableció el 16 de junio de 2014 como el “día de la ciencia digna”, en homenaje al jefe del Laboratorio de Embriología Molecular de la UBA, Andrés Carrasco, quién confirmó los efectos nocivos del herbicida glifosato. Carrasco, que falleció en mayo de 2014, había sido presidente del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) y era un duro cuestionador de las políticas científicas que (desde el Estado) están al servicio del sector privado.

Enfrentó una campaña de desprestigió de sectores mediáticos ligados al agronegocios y también de sectores de la academia, incluso del ministro de Ciencia, Lino Barañao (un férreo impulsor de las empresas transgénicas).

Carrasco tejió lazos con organizaciones sociales, poblaciones fumigadas e investigadores críticos al modelo hegemónico de ciencia. Trabajaba en un escrito que sería el puntapié de un colectivo de académicos de América. No llegó a terminar el documento, pero el 16 de junio de 2014 se lanzó (en base a su escrito) la “Declaración Latinoamericana por una Ciencia Digna”.

“Existe una ciencia cada vez más dependiente de los poderes hegemónicos, violando el derecho a una ciencia autónoma para beneficio directo de la sociedad (…) Los cultivos transgénicos son vehículos diseñados no para alimentar al mundo, sino para la apropiación sistemática e instrumental de la naturaleza; y sin duda un instrumento estratégico de control territorial, político y cultural, de una nueva etapa neocolonial”, señala el escrito de Carrasco.

En otro apartado afirmaba que la manipulación genética es solo una tecnología y “no tiene una base científica sólida por lo que constituye un peligro para el equilibrio natural y la diversidad biológica”. Alertaba sobre la existencia de “grandes negocios y un enorme relato legitimador que los científicos honestos no podrán evitar interpelar”.

“La ciencia, su sentido del para qué, para quién y hacia dónde, están en crisis y nosotros en la patria grande no podemos fingir demencia si queremos sobrevivir soberanamente. Los pueblos latinoamericanos tienen el derecho irrenunciable a desarrollar una ciencia transparente, autónoma y que sirva a sus intereses”, proponía el escrito de Carrasco, que soñaba con un colectivo de científicos cercanos al pueblo y alejados de los dictados de las empresas.

A los pocos días de circular el escrito, ya había más de 50 reconocidos y respetados académicos de Argentina, México, Ecuador, Costa Rica y Brasil que adherían a la declaración.

Un año después
Junio de 2015. Rosario fue otra vez el epicentro. La Facultad de Ciencias Médicas de la UNR. Toda una semana de actividades, en el marco del III Congreso Internacional de Salud Socioambiental, se realizó el I Encuentro de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, con participantes de una decena de países de la región. Más de 70 expositores y debates. El hincapié estuvo puesto en las actividades extractivas, las políticas de Estado, las organizaciones territoriales y, claro, el rol de la ciencia y las universidades públicas.

Una de las ponencias estuvo a cargo de Alicia Massarini, doctora en ciencias biológicas e investigadora del Conicet. Explicó que una concepción clásica y hegemónica de la ciencia es la que se presenta como neutral, objetiva y universal. Tuvo su punto de partida en 1945, luego de la Segunda Guerra Mundial, y vincula la ciencia al progreso y a la generación de riqueza. “Es un modelo lineal, muy parecido a la vigente en la Argentina actual”, afirmó.

Sostuvo que esa concepción de ciencia comenzó a ser cuestionada en la década del 60, donde diversos investigadores cuestionaron que se dé un cheque en blanco al hacer científico. Esa mirada crítica tuvo su correlato local en el Pensamiento Lationamericano en Ciencia y Tecnología (PLACT), que rechazaba la neutralidad del pensamiento científico y buscaba una estrecha relación con el pueblo. De Argentina sobresalían Jorge Sabato y Oscar Varsavsky. Dos preguntas podrían resumir esos cuestionamientos y, al mismo tiempo, la búsqueda de alternativas: ¿ciencia para qué y para quién?

Dictaduras militares mediante (y neoliberalismo después), esa línea de pensamiento crítico se debilitó, pero advirtió que en la última década resurgió.

La crítica (o autocrítica) a la ciencia actual apunta a la creciente tendencia a la privatización y mercantilización del conocimiento, e incluye el sistema de evaluación, que hace fundamental hincapié en la escritura “paper” (artículos) en revistas especializadas en ciencias. A más publicaciones, y según en qué revistas, mayor puntaje para ascender en la carrera. Massarini, en línea con muchos otros científicos, cuestionó la centralidad que se le da a las publicaciones. “Hay que preguntarse cuál ha sido el destino de esos artículos. La gran mayoría no ha dejado huella de interés. Y los dos tercios de ellos jamás ha sido citado por otros investigadores”, cuestionó.

Y resumió los dos modelos de ciencia: con el sector privado como eje (“empresacéntrico”) o con la sociedad como sujeto de referencia (“pueblocéntrico”). Afirmó que el actual modelo lineal de ciencia muestra que el saber está en crisis. Y propuso otro modelo, una ciencia vinculada al contexto social, cultural y a los territorios.

Documento
Más de treinta investigadores debatieron durante todo un día el documento constitutivo de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza de América Latina (Uccsnal). Durante casi cinco meses habían circulado distintas versiones vía correos electrónicos, pero en Rosario se hiló aún más fino. Se consensuaron seis carillas, con un comienzo que es una declaración de principios: “En homenaje póstumo al doctor Andrés Carrasco (1946-2014). Presidente Honorario Permanente”.

Los primeros párrafos son una crítica al extractivismo y a sus justificadores: “La generación y uso del conocimiento científico tecnológico están cada vez más comprometidos con dar respuesta a las demandas de las corporaciones que impulsan el modelo que nos ha llevado a esta crisis y cada vez menos al servicio de los pueblos”.

Denuncia la “creciente tendencia a la privatización del conocimiento” y al mismo tiempo revaloriza el saber de las comunidades locales, los pueblos indígenas, los campesinos y los habitantes de las periferias de las ciudades quienes “con sus luchas, sus saberes ancestrales, sus ejemplos convivenciales y su concepción del buen vivir y su organización, siembran semillas emancipadoras para reconstruir los paradigmas necesarios para enfrentar estas crisis”.

Entre los objetivos de la Unión de Científicos figuran el propiciar una reflexión crítica sobre la ciencia y la tecnología, promover la discusión sobre la responsabilidad de los estudiantes, científicos y académicos, y generar conocimientos orientado a acompañar y fortalecer los procesos sociales y las luchas en defensa de las comunidades y la naturaleza.

“Resulta imperativo aplicar los principios de precaución y de prevención”, resalta el documento de los científicos. Lo que implica que, ante la falta de certeza sobre el impacto de una tecnología o técnica (los transgénicos o la fractura hidráulica para extraer petróleo) se deben tomar medidas de protección para el ambiente y la salud humana. Y remarcan que es imprescindible que todo proceso de generación y aplicación de tecnologías en la sociedad “sea convalidado por la licencia social y ambiental correspondiente, fruto de legítimos procesos participativos”.

Y, ya casi al final del documento, vuelve a una pregunta tan necesaria como ausente en el modelo académico hegemónico: para qué y para quién es la ciencia y la tecnología.

Entre los firmantes están Alejandro Calderón y Margarita Tadeo Robledo (México), Jaime García (Costa Rica); Miriam Mora y Arturo Quizhpe (Ecuador), Eduardo Espinoza (El Salvador), Rubens Nodaris (Brasil), Esperanza Holguin (Colombia), Pablo Galeano (Uruguay), y Damián Verzeñassi, Alicia Massarini y Damián Marino (Argentina), entre otros.

También forma parte del colectivo Elizabeth Bravo, ecuatoriana y doctora en ecología de microorganismos. Bravo denunció en su ponencia la existencia de una “ciencia mercenaria” (dio como ejemplo la contaminación de Chevron en Ecuador y cómo un grupo de científicos acudieron al auxilio de la petrolera y no de las comunidades afectadas), pero revalorizó lo sucedido en Rosario: “La Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza es un hecho de gran trascendencia para los países de América. Nace ante la necesidad de contar con una mirada crítica al modelo tecno-científico que se está imponiendo en la región. Esta necesidad fue ya ubicada por nuestro querido amigo Andrés Carrasco, quien nos dejó como tarea pendiente crear esta organización. A un año de su partida, la pudimos concretar y ya está dando sus primeros pasos por América Latina”.

Publicado originalmente en el periódico Mu de julio de 2015.
Artículo relacionado: La ciencia por el ambiente. Página 12.
Fuente: http://www.darioaranda.com.ar/2015/07/otra-ciencia-es-posible/