_- Traducción del griego realizada por Christoforos Giakoumelos.
La tercera (y última) parte de la entrevista aborda los pilares ideológocos básicos de la FSM así como la retirada de Mavrikos a posiciones de retaguardia en el movimiento obrero.
IV. Roma, punto final
12- -Ha terminado el 18º Congreso de la FSM y dejas la responsabilidad de la Secretaría General. Los problemas de las trabajadoras y trabajadores, ¿siguen siendo los mismos o han cambiado?
Las mismas causas que han dictado las posiciones de la FSM a lo largo de estos años para elevar el nivel de vida de la clase obrera siguen aquí presentes. La explotación del hombre por el hombre está aquí; el núcleo de la explotación capitalista, es decir, la extracción de plusvalía de la clase obrera está aquí; el sudor robado de nuestros hermanos de clase sigue terminando en los bolsillos de la burguesía; las guerras e intervenciones imperialistas siguen aquí. En resumen, las raíces de todos los problemas básicos para los trabajadores/as del orbe siguen intactas.
Incluso podría decir que en gran medida los términos en que la clase obrera mundial vende su fuerza de trabajo han empeorado no solo en los llamados países «en desarrollo» sino también en los grandes centros capitalistas donde la clase obrera tradicionalmente ha disfrutado de un estándar de vida relativamente mejor. Esto sucedía ya sea como resultado de luchas de clase serias y masivas, de una reivindicación continua, o como resultado de «concesiones» de la burguesía de estos países a sus trabajadores/as frente al sistema socialista para blindar su propio poder. A partir de 1991 se observa un «deshilamiento» sistemático -como les dije antes- de grandes logros de la clase obrera, que se produjo por el declive de la corriente clasista del movimiento sindical, el retroceso de las luchas, el dominio del reformismo y las ilusiones en gran parte de la clase obrera.
Con Evo Morales Ayma en Cochabamba, Bolivia, 2014
Por lo tanto, los problemas a los que se enfrenta la clase obrera en esta fase de decadencia final del sistema capitalista son aún más complejos, y aunque el núcleo de dichos problemas permanece invariable, su forma puede cambiar. Creo que un ejemplo típico de esto es la discusión sobre la llamada cuarta revolución industrial, que de hecho es un punto central de análisis en muchas discusiones sobre el futuro del trabajo y más allá. Se habla de automatización, desuso de fuerzas productivas, sustitución total del factor humano por las máquinas, etc.
Es sabido que las fuerzas productivas y el potencial productivo que de ellas se deriva son el resultado de un proceso interminable en el que tanto los medios de producción como el trabajo humano evolucionan progresivamente, en función de la explotación y perfeccionamiento de los conocimientos existentes de la humanidad, el saber hacer, la ciencia y la tecnología. Incluso bajo el capitalismo las fuerzas productivas no dejan de evolucionar. Y el conocimiento y el saber hacer humanos, así como los medios de producción más avanzados e innovadores (por ejemplo, la inteligencia artificial, de la que tanto se habla) son todos un proceso social en constante evolución. Las «nuevas» reflexiones sobre la relación de la clase obrera y la tecnología deberían iluminar la esencia del problema que es la contradicción entre el carácter social del conocimiento, los medios y técnicas de producción por un lado, y la propiedad individual de los medios de producción por el otro.
En otras palabras, el tema era y sigue siendo que los productos resultantes de este proceso que mencionamos están en manos de una pequeña minoría de la sociedad. Y al mismo tiempo que hay posibilidades para que la clase obrera trabaje menos, se informe y participe más en la vida política y social –para vivir mejor, para decirlo simplemente– ve que sus condiciones de vida se deterioran. Por lo tanto, cuando se habla de «nuevos problemas» de la clase obrera, quizás se olvida que problemas similares preocuparon al movimiento obrero también en otros períodos históricos. Seguro que recuerda a los luditas, ese movimiento en Inglaterra durante la revolución industrial en 1810-1812, que rompían máquinas y las tiraban a la calle porque creían que los culpables de su pobreza eran ellas y no sus patronos. Entonces, es una gran apuesta para la clase obrera moderna no caer en los errores del pasado, no sucumbir a un neo-ludismo.
El mismo análisis puede arrojar luz sobre otros nuevos fenómenos que agravan la difícil situación de la clase obrera en la actualidad, como el teletrabajo que se ha generalizado en el período de la pandemia. Y aquí queda claro que las nuevas tecnologías fueron nuevamente explotadas para exprimir todavía más a la clase obrera, para una mayor extracción de plusvalía. Por otro lado, no hay que subestimar los hechos; los sindicatos clasistas tenemos el deber de analizar la realidad con nuestras herramientas revolucionarias, para responder científicamente con base en los principios de nuestra cosmovisión a los nuevos fenómenos que la vida nunca dejará de dar a luz; siempre teniendo claro que sólo la abolición de la propiedad capitalista, la «expropiación de los expropiadores» acabará de una vez por todas con la barbarie capitalista que es la causa fundamental de estos problemas.
13– La FSM se autodenomina antiimperialista. ¿Cómo influye el imperialismo en el mundo laboral?
El antiimperialismo, la postura antiimperialista del movimiento clasista es parte de su ADN. No es solo una suposición teórica, no se trata de “una buena voluntad evangélica”. Se deriva de una visión y un análisis particulares del mundo y, al mismo tiempo, compromete a las fuerzas de clase con una actitud y acción particulares sobre una serie de cuestiones. Se puede decir que la lucha antiimperialista es un criterio para separar las fuerzas clasistas consecuentes de las reformistas. La posición de clase consecuente reconoce que la guerra imperialista es la continuación de la política imperialista por la vía militar, es decir, es la otra cara de la política del capital que golpea los logros de los trabajadores/as. De hecho, creo que la experiencia de la Primera y la Segunda Guerra Mundial es rica y útil. La propia FSM, como dijimos antes, nació como fruto de la acción antiimperialista de los trabajadores/as luego de la Gran Victoria Antifascista de los Pueblos en 1945.
En efecto, hoy, cuando la agresión imperialista y las rivalidades entre poderosos bloques imperialistas por el control y explotación de mercados, recursos naturales y rutas energéticas son aún mayores, la brutalidad imperialista genera más efectos negativos para los trabajadores/as: más políticas antiobreras y antipopulares, hambre, crisis alimentaria, pobreza, moderno tráfico de esclavos. ¿No obligan todos estos factores a al menos 71 millones de personas en todo el mundo -según los datos de la ONU- a abandonar sus hogares? Entre ellos hay unos 26 millones de refugiados y cada minuto se estima que 20 personas dejan todo atrás para escapar de la guerra, la persecución, el terror.
Consideremos específicamente qué sufrimientos han causado las rivalidades imperialistas a los pueblos de varios países: las sanciones impuestas por un campo imperialista contra el otro, ¿Qué consecuencias han tenido para los pueblos de Rusia, Venezuela, Irán, Bielorrusia, la República Popular Democrática de Corea, etc.? Especialmente cada guerra abierta, cada intervención abierta provocada por los intereses imperialistas, ¿Qué situaciones generó para los pueblos y trabajadores/as de estos países? En Libia, que quedó arrasada tras la intervención de la OTAN de 2011, en Yemen con la guerra sucia que se prolonga desde hace más de 7 años, en Afganistán, Irak, Siria, Yugoslavia… Gran parte de su población, civiles, perecieron en el conflicto mientras que millones se vieron obligados a abandonar su tierra natal.
En Madrid, en el Monumento de las Brigadas Internacionales, 2018
Los imperialistas redibujan las fronteras con la sangre de los pueblos para sus propios intereses geopolíticos; aplastan países en los que encontrarán un lucrativo terreno de explotación para sus monopolios cuando llegue la hora de la “reconstrucción”; al mismo tiempo generan a enteros “ejércitos de desesperados” que se crean a partir de refugiados e inmigrantes que servirán de reservas baratas para la producción capitalista. ¿Cuántas veces no hemos visto al capitalismo desde sus primeros pasos, cuando quiere aumentar la producción, explotar a los desarraigados como mano de obra barata en condiciones miserables y peligrosas de trabajo con salarios de hambre?
Pero el futuro que los imperialistas preparan para los pueblos parece todo menos halagüeño: La “Estrategia OTAN 2030”, la “Política Exterior y de Seguridad Común de la UE”, la “Brújula Estratégica para la Seguridad y la Defensa” y la “Global Gateway de la UE”, los planes de guerra y el enfoque del interés imperialista hacia la vasta región del Indo-Pacífico, el papel de QUAD (EE.UU.-Japón-Australia-India) y AUKUS (Australia, Reino Unido, EE.UU.), son planes que deberían preocupar a los trabajadores/as de todo el mundo. Al mismo tiempo, los «puntos calientes» se están multiplicando en una serie de países, mientras que la carrera armamentista ha batido todos los récords, ¡con 2,1 billones de dólares gastados para 2021!
Precisamente por eso, ante una realidad tan compleja, la lectura correcta del imperialismo es de enorme importancia para el quehacer y el accionar del propio movimiento sindical de clase. Porque realmente, si no se entienden las raíces económicas de este fenómeno, si no se tiene en cuenta su importancia política y social, no se puede dar un solo paso en el campo de la definición de las tareas prácticas del movimiento sindical. El análisis que limita el imperialismo, por ejemplo, a la política exterior agresiva de EE.UU. o de los poderosos estados de la UE y excluye a otros estados capitalistas, elimina el criterio básico, es decir, el dominio de los monopolios, la base económica del imperialismo. Este análisis se aferra a las relaciones desiguales formadas por el desarrollo desigual del sistema, justifica no solo a la burguesía de los estados que no están en la cúspide de la pirámide imperialista, sino también el papel de los estados burgueses que expresan sus intereses, convirtiendo así al movimiento obrero en una cola de la burguesía de cada país y conduciéndolo por caminos muy peligrosos. Estas posiciones forman la base del llamado «mundo multipolar», que se basa en la lógica de los monopolios y estados capitalistas «malos» y «buenos»; su criterio es la actitud de estos hacia los EE.UU. De este modo, dichas posiciones dejan de lado la esencia de los antagonismos imperialistas y llevan a movimientos obreros enteros a ponerse del lado de uno u otro centro imperialista. En definitiva, creo que esta línea es un callejón sin salida, causa un gran daño al movimiento obrero y es necesario intensificar aún más la lucha contra estas posiciones, combatir las ilusiones que ellas generan y darse cuenta de la importancia decisiva de los monopolios que constituyen la célula de la base económica del imperialismo, de la relación economía-política.
14– También es anticapitalista. En tu opinión, ¿el capitalismo está en decadencia o vive sus mejores momentos?
Tanto a nivel teórico como práctico, esta pregunta está indisolublemente ligada a la anterior. Es la propia teoría leninista del imperialismo la que prueba científicamente que el imperialismo, como fase superior del capitalismo, es la era de la decadencia final de un sistema que ya no tiene nada que ofrecer a la humanidad. En el capitalismo monopolista se agudizan todas las contradicciones que han caracterizado a la sociedad capitalista desde su nacimiento. El monopolio capitalista, aunque engendra «inevitablemente una tendencia al estancamiento y la decadencia», conduce al mismo tiempo a la más amplia socialización de la producción y es la mejor «preparación material», el último paso antes del derrocamiento revolucionario del capitalismo. En otras palabras, el dominio de las grandes empresas por acciones en la economía capitalista funciona como precursor de la nueva sociedad, como evidencia de la maduración de las condiciones materiales para la superación del capitalismo.
Todo lo que nos rodea atestigua que el capitalismo es incapaz de superar sus contradicciones. Todavía podemos decir que aún no ha superado las consecuencias de su crisis de los años 70 y aunque se encuentra en una prolongada decadencia, se niega a morir. Ciertamente los derrocamientos contrarrevolucionarios de los años 90 le dieron una extensión, un aliento de vida, con nuevos campos de ganancias, nuevos mercados «vírgenes» que habían permanecido fuera de la esfera económica capitalista durante más de medio siglo. La crisis global y sincronizada de 2008 sacudió al capitalismo y, con ocasión de la pandemia, la economía capitalista mundial ya está entrando en un nuevo ciclo de crisis, más profundo y más agudo, como lo admiten los propios análisis burgueses.
Por eso el capitalismo muestra cada día más su rostro reaccionario y envejecido así como su incapacidad para resolver cuestiones básicas de la supervivencia del pueblo. Mire el período de la pandemia, cuando cayó la «hoja de parra» de los poderosos estados capitalistas y se demostró que el rey está desnudo; cuando vimos colapsar los sistemas de salud de EE. UU., Italia, etc., pacientes muriendo en los pasillos de los hospitales, estados «aliados» robándose ventiladores y equipos médicos entre sí… Pero también por otro lado, ¿Qué mostró a continuación el curso de las vacunaciones? Cuando por ejemplo los estados africanos no tenían vacunas y sufrían una tasa de cobertura vacunal casi nula, ¿no se habla otra vez del fracaso del capitalismo? Sabe, esto me recuerda la gran frase de Fidel Castro: «Hablan del fracaso del socialismo, pero ¿Dónde está el éxito del capitalismo en África, Asia, América Latina?»
Véase incluso el ejemplo más reciente con la preocupación hipócrita de los burgueses sobre la crisis alimentaria mundial que «descubrieron» después de la guerra OTAN-Rusia en el territorio de Ucrania. Es un hecho que Ucrania y Rusia son grandes exportadores de cereales y fertilizantes (juntos representan alrededor del 30 % de las exportaciones mundiales de trigo y el 20 % de las exportaciones de maíz, mientras que Rusia representa el 14 % de las exportaciones mundiales de fertilizantes) y, por supuesto, las operaciones de guerra en suelo ucraniano, el bloqueo de los puertos ucranianos del Mar Negro, las sanciones euroatlánticas coordinadas contra Rusia y las contramedidas rusas tienen múltiples consecuencias en el crítico sector alimentario. Pero, paralelamente, se registra un aumento continuo en el número de personas hambrientas en todos los informes internacionales. En concreto, se afirma que «el número (de personas hambrientas) ha aumentado un 80 % desde 2016, cuando alrededor de 108 millones de personas en 48 países padecían inseguridad alimentaria aguda y necesitaban ayuda urgente», mientras que «el número (de hambrientos) casi se duplicó entre 2016 y 2021 tras pasar de 94 millones a 180 millones». Así que imaginen lo absurdo de un sistema que margina tan descaradamente las necesidades de las personas: al mismo tiempo que los magnates adinerados van al espacio en sus naves espaciales privadas, al mismo tiempo que las capacidades productivas han alcanzado niveles sin precedentes, la humanidad todavía está discutiendo si hay gente que tiene hambre. El capitalismo está respirando sus últimos alientos y esto me recuerda mucho a una frase del filósofo romano Cicerón cuando decía que “cuanto más cerca está la caída de un imperio, más absurdas son sus leyes”. En nuestro caso, cuanto mayor es el absurdo del sistema…
15– ¿Cómo se lucha desde el movimiento obrero de clase frente al fascismo?
Es un hecho que en las últimas décadas volvió a surgir la necesidad de una lucha antifascista de los sindicatos. El auge de la xenofobia, el racismo, el neonazismo, nutridos y crecidos por el dinero de la UE y los EE. UU. en el terreno fértil de la crisis, la indigencia, el empobrecimiento masivo y la desmasificación de los sindicatos, volvieron a poner en agenda el tema de la lucha antifascista a través de las filas sindicales.
La historia del movimiento de la clase obrera muestra que en períodos históricos en los que el capitalismo se siente amenazado, la burguesía tiene la capacidad de ser flexible en sus tácticas, de hacer aparecer a nuevos representantes políticos que los vende como algo “fresco”; asimismo, empuja al escenario político burgués fuerzas políticas que antes vegetaban en las tinieblas. El carácter del fascismo como fuerza política burguesa está claramente demostrado por la propia experiencia histórica, que no debe olvidarse. Después de asumir el poder gubernamental en Italia y Alemania, con el generoso apoyo del capital monopolista, el fascismo procedió a un apoyo multifacético de los intereses de los capitalistas, aplastando al movimiento obrero e intentando un derrocamiento armado contrarrevolucionario de la vanguardia del movimiento obrero mundial, del poder soviético.
Por otra parte, el movimiento, tanto en mi país como en el suyo, sabe muy bien por su experiencia histórica que la existencia del fascismo cumple otra función, menos evidente pero muy importante para el sistema: los partidos socialdemócratas se aprovechan del miedo a «ultraderechistas» para asegurar el apoyo a su propia política de gestión del sistema, presentándose así como el llamado «mal menor» para las capas populares. Después de todo, hemos visto este escenario decenas de veces en muchos países.
En el tercer Congreso de PAME, 2007
No obstante, en cuanto al fondo del asunto, todas las fuerzas fascistas son parte del sistema y en todas partes promueven activa y decisivamente los ejes principales de la estrategia burguesa para el desarrollo capitalista. Más generalmente, apoyan la dictadura del capital. Promueven la cooperación de clases en nombre del interés nacional único, oscurecen la contradicción capital-trabajo y pretenden aplastar el movimiento obrero al presentar las luchas y reivindicaciones laborales como responsables del alto desempleo. A lo largo de los años de la crisis, la fraudulenta retórica «anti-plutocrática» y «patriótica» de estas organizaciones pretende desorientar y atrapar el descontento popular, dejando en paz al verdadero enemigo, la burguesía, y proyectando como culpables a los inmigrantes, a ciertos especuladores y banqueros, etc.
Por eso la lucha del movimiento obrero contra las formaciones fascistas es una condición imprescindible para el contraataque obrero del que hablamos. Con esta perspectiva, el movimiento sindical de clase debe darse cuenta de que el fascismo es sinónimo de capitalismo, «carne de su carne» y su reserva de oro. Entonces, la auténtica lucha antifascista es también una lucha anticapitalista. Brecht lo había dicho característicamente en su texto: “Las cinco dificultades para decir la verdad”:
“Por lo tanto, ¿Cómo puede un opositor al fascismo decir la verdad sobre el fascismo cuando no quiere decir nada en contra del capitalismo que lo engendra? ¿Cómo puede esta verdad ser de importancia práctica?
Aquellos que están en contra del fascismo, sin estar en contra del capitalismo, que se lamentan de la barbarie originada por la barbarie, se parecen a aquellas personas, que quieren comer su ración de ternera, pero sin que haya que degollar la ternera. Quieren comer la ternera pero no ver la sangre. Se contentarán con que el carnicero se lave las manos antes de servirles la carne. No están en contra de las relaciones de propiedad que producen la barbarie, sólo en contra de la barbarie. Levantan su voz contra la barbarie, y lo hacen en países donde la propiedad es la misma, pero donde los carniceros todavía se lavan las manos antes de servirle la carne.”
Por lo tanto, cualquier enfoque que separe al fascismo del sistema que lo engendra está condenado al fracaso y a la bancarrota. Así, la lucha sindical que pone en su punto de mira el fascismo como teoría y como práctica al servicio del capital puede salir victoriosa.
Al mismo tiempo, pido disculpas por el largo paréntesis que voy a hacer, pero quiero resaltar un punto útil sobre algo que le quita impulso a la lucha sindical antifascista: la tolerancia hacia la socialdemocracia que históricamente ha alimentado o colaboró con el fascismo en muchas ocasiones. El fascismo no sólo comparte orígenes históricos, en gran medida, con la socialdemocracia, en el sentido de que muchos de sus principales líderes en el período de entreguerras procedían de la socialdemocracia (Mussolini – ex editor del periódico «Avanti», órgano central de los socialistas italianos, Piłsudski – ex líder del Partido Socialista Polaco, Mosley – ex ministro del segundo gobierno laborista de MacDonald); además, la ideología del fascismo deriva principalmente de la línea elaborada por la socialdemocracia. La ideología de la socialdemocracia fue realmente el caldo de cultivo del fascismo en el período de entreguerras. La socialdemocracia salió de la guerra con dos características claras: Primero, el alineamiento de cada partido con su propio Estado «nacional» -es decir, imperialista- y el rechazo a todo internacionalismo, excepto al más formal. En segundo lugar, la colaboración de clases en forma de alianza con el gobierno y de consenso sindical para ayudar a construir la prosperidad capitalista como condición necesaria para la prosperidad de la clase obrera. Se verá que estos principios básicos ya se aproximan a los principios básicos del «Nacionalsocialismo».
Después de la Primera Guerra Mundial, la socialdemocracia asumió dos tareas: Primero, derrotar la revolución de la clase obrera; segundo, ayudar a reconstruir la estructura dañada del capitalismo. La primera tarea llevó a la dirección socialdemócrata a una estrecha alianza con los círculos reaccionarios, militaristas y de la Guardia Blanca y la “entrenó” para asumir la responsabilidad gubernamental de exterminar a los trabajadores militantes. La segunda tarea de la reconstrucción capitalista, una vez cerrado el período de guerra civil directa, requería una colaboración cada vez más estrecha de la socialdemocracia y los sindicatos con el capitalismo monopolista.
Al mismo tiempo, la socialdemocracia históricamente ayudó tanto al fascismo en muchos casos a subir al poder, como a los elementos reaccionarios a aplastar la acción del movimiento obrero clasista. Consideremos el papel traidor de los líderes socialdemócratas alemanes en la revolución alemana de noviembre de 1918, cuando en connivencia con los grupos armados reaccionarios masacraron a los líderes del proletariado alemán Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo y aplastaron la revolución. Por tanto, el frente contra la socialdemocracia debe ocupar un papel preponderante en nuestra acción antifascista. La conclusión de Stalin de que “no se puede acabar con el capitalismo sin acabar con la ideología socialdemócrata en el movimiento obrero” no es una casualidad.
16– En los últimos años también ha renacido la lucha de la mujer por la igualdad de género y contra el sistema patriarcal. ¿La FSM ha estado a la altura de las circunstancias?
En los últimos años, y con motivo de la campaña de la OIT por la ratificación del Convenio 190 sobre la violencia y el acoso en el trabajo, se ha encendido una intensa conversación en torno a la “igualdad de género” y “el sistema patriarcal”. Entonces, algunas personas automáticamente se preguntaron ¿Qué papel tienen que jugar los sindicatos en esto? ¿Cuál podría ser su contribución a tal lucha?
Antes que nada, déjeme decirle que para la FSM no se abrió ningún nuevo debate; la lucha de la mujer trabajadora no “renació”, simplemente porque para nosotros la lucha por la igualdad de las mujeres, por la igualdad real entre los dos sexos, nunca murió. Para nosotros en la FSM, en el movimiento sindical de clase, el papel de la mujer trabajadora es fundamental. El papel de la mujer obrera en el proceso de trabajo, en los sindicatos, en la lucha política, puede dar fuerza adicional a las luchas populares del presente y el futuro. El movimiento sindical de clase siempre ha sostenido una posición firme y ha luchado constantemente por la igualdad de derechos de las trabajadoras, por la igualdad en el trabajo y todos los aspectos de la vida; luchó para acabar con la esclavitud y el tráfico de mujeres, por el derecho de las mujeres a votar, por su derecho a participar en los sindicatos, en los partidos políticos, por su presencia en cargos de gobiernos y estados así como por la participación de la mujer en las actividades sociales y culturales. Muchos de estos derechos se han hecho realidad en los países socialistas donde la mujer trabajadora tenía el estatus que le corresponde. Estos logros de las mujeres en la entonces Unión Soviética y el resto de los estados socialistas generaron la fuerza social y la presión para avanzar en ciertas conquistas también en los estados capitalistas. En estos últimos, por ejemplo, se retrasó significativamente la concesión del sufragio universal a las mujeres adultas, no porque fuera un elemento incompatible con el funcionamiento capitalista, sino porque la supervivencia del capitalismo se basa también en la movilización-integración de fuerzas reaccionarias precapitalistas, por ejemplo de los mecanismos de manipulación de las fuerzas populares que poseen las confesiones religiosas y sus estructuras eclesiásticas.
Desafortunadamente, después de los derrocamientos contrarrevolucionarios en el período 1989-1991 y el cambio de la correlación internacional de fuerzas, muchos de los derechos y logros de mujeres y hombres les fueron arrebatados. Hoy en todos los países capitalistas, la mujer trabajadora es objeto de implacable explotación. Ella trabaja mayormente a tiempo parcial, en trabajos temporales y desprotegidos. Está siendo remunerada menos que los hombres y accede a pensiones menores. La mujer trabajadora es la primera en convertirse en desempleada. En muchos países, la violencia contra la mujer está en aumento, la prostitución y las redes de tráfico se están extendiendo, la migración económica está separando a muchas madres de sus hijos y esposos. Las mujeres trabajadoras tienen hoy un derecho cada vez más limitado de acceso a la educación, la actividad cultural y el tiempo libre.
Así que hoy, atravesando la tercera década del siglo XXI, en muchos países estamos llegando al punto de ver una degradación social increíble de las mujeres, su dependencia de los hombres, percepciones y prácticas oscurantistas, violencia multifacética contra las mujeres proveniente de miembros masculinos de la familia, etc. La reacción al fenómeno anterior por parte de corrientes y movimientos feministas teóricos, principalmente desde países europeos y de EE. UU., a menudo se acompaña de una explicación equivocada del fenómeno: se interpreta como resultado de la globalización, es decir, la importación del capital y -por tanto- la expansión de las relaciones capitalistas que tienen un efecto de disolución sobre la comunidad agrícola (como principal unidad productiva del trabajo femenino); además, según estos planteamientos, dicho efecto se acompaña de la expansión de la violencia contra la mujer y el fortalecimiento del poder masculino; un régimen que caracterizan como “patriarcado”. Esta visión idealiza la situación anterior, aunque destaca correctamente la violencia capitalista, que por supuesto no solo se practica sobre las mujeres, sino también sobre los hombres. Y así, sobre esta base, exagera el papel del movimiento feminista e incluso lo desvincula del enfoque de clase, del movimiento obrero como portador de la lucha contra el capitalismo.
Al mismo tiempo, esta visión tiene como objetivo desorientar a la clase obrera, dividirla, incitar a las trabajadoras a luchar contra los trabajadores y viceversa. Además, oscurece el hecho de que no todas las mujeres tienen los mismos problemas, ocultando a menudo la raíz de clase del problema. Cuando hablamos de la «cuestión de género» nos referimos a la explotación adicional que las mujeres sufren en la sociedad como consecuencia de su género (es decir, estamos hablando de una combinación de discriminación social y de género). Estas discriminaciones tienen repercusiones mentales, culturales y morales, dado que las mujeres están impedidas de desarrollar sus habilidades plenamente y en total igualdad. Sin embargo, el núcleo del problema es que estos efectos negativos conciernen ante todo a las mujeres de la clase obrera, del campesinado pobre, de los estratos de cuentapropistas pobres. Por otro lado, las mujeres de la burguesía encuentran los medios y las posibilidades para resolver sus problemas.
Entonces la solución y la salida está en las luchas comunes de mujeres y hombres contra el sistema social que engendra la explotación del hombre por el hombre. Después de todo, el movimiento sindical clasista tiene la tarea de luchar por los pequeños y grandes problemas hasta la liberación final de nuestra clase. Esta fue también la brújula que siguió la FSM, con especial consideración y atención por la inclusión orgánica de la mujer en las luchas del movimiento sindical de clase, no como elemento decorativo, sino como parte integrante y condición del triunfo final del clase obrera.
Como FSM luchamos contra percepciones anacrónicas, peleamos por la creación de comités de mujeres en los sindicatos de base, organizamos congresos mundiales de mujeres trabajadoras, luchamos por la representación de nuestras hermanas de clase en los órganos directivos de los sindicatos, abrimos un frente contra los conceptos burgueses y reformistas sobre el papel del movimiento de mujeres, establecimos un Comité Mundial de mujeres trabajadoras. Siempre teniendo en cuenta que en las pancartas y las banderas de la FSM estaban escritas las reivindicaciones más progresistas, las posiciones más avanzadas para la emancipación sustancial de la mujer; en las «Cartas de Derechos Sindicales» de la FSM se han plasmado los anhelos, esperanzas y reivindicaciones de las mujeres de nuestra clase.
17– Patronal nacional e internacional, gobiernos burgueses, sindicatos amarillos y colaboracionistas… ¿no son muchos enemigos a los que enfrentar?
Le daré la vuelta a la pregunta y me preguntaré: ¿No hay demasiados enemigos que tienen que enfrentar la burguesía y sus mecanismos imperialistas? Considere los 250 millones de trabajadores que salieron en huelga a las calles de India en 2020 y paralizaron a ese enorme país, con los sindicatos, miembros y cuadros de la FSM en la primera línea de sus organizadores. Piense nuevamente en los 110 millones de miembros de la FSM en todo el mundo que viven, trabajan y luchan por el futuro de nuestra clase. Piense en las grandes luchas huelguísticas en Francia, Grecia, España, Turquía y tantos otros países. Si usted estuviera en la posición de los burgueses, ¿no tendría miedo de que su reino esté amenazado por la clase que ya abolió la explotación una vez históricamente?
En Ciudad de México, México, marcha del Frente Auténtico del Campo (FAC), 2017
Entonces la verdad es que los burgueses tienen miedo y por eso están tomando sus medidas. Por eso gastan millones en mecanismos represivos, en nuevas tecnologías de represión, en ONGs que corrompen conciencias. Por eso están promoviendo todo tipo de «Fundaciones Friedrich Ebert» que actuarán como “bomberos” para la “extinción” de las luchas clasistas. Por eso reescriben y falsifican la historia, por eso dividen a la clase obrera en las formas que hemos comentado, por eso apoyan a los sindicatos amarillos, por eso invierten en la propaganda de «nueva generación» con las redes sociales y “fake news”, es decir, la intervención híbrida de los nuevos mecanismos de represión ideológica. En otras palabras, el “fantasma” de la clase obrera vuelve a recorrer el mundo entero y hace que los burgueses pierdan el sueño y vean aún hoy en sus pesadillas las luchas obreras. La esperanza para la clase obrera mundial radica en las luchas que se dan y se desarrollan en todos los rincones del planeta sin cesar.
Por eso, como movimiento sindical de clase, somos optimistas sobre el futuro. Efectivamente, los enemigos que nos combaten son muchos y aparentemente son poderosos, armados hasta los dientes, con innumerables medios y mecanismos. Pero el futuro nos pertenece, el futuro pertenece a la clase que viene a abolir de una vez por todas la explotación. Y en esto nos ayuda nuestra brújula estable, sabiendo a dónde queremos ir. Porque queremos llevar lo verdaderamente nuevo que está naciendo hoy a cada huelga pequeña o grande, a cada manifestación pequeña o grande. Queremos una sociedad donde la prosperidad, la creatividad, la productividad y la solidaridad tomen el lugar de la podredumbre de las ganancias, las guerras imperialistas y la explotación del hombre por el hombre. Queremos la sociedad donde el pueblo trabajador tenga el poder, una sociedad donde la palabra «explotación» desaparezca de los diccionarios. Y sabemos que saldremos victoriosos.
V. La FSM del siglo XXI
18– -¿Cuál es tu valoración del 18º Congreso de Roma?
La FSM ha celebrado a lo largo de su historia los Congresos Sindicales Mundiales más grandiosos.
He participado en los Congresos 13, 14, 15, 16, 17 y 18. Todos los congresos han sido congresos de posiciones de búsqueda ideológica y social. A diferencia de los congresos de la CIOSL-CSI que son congresos de pelea por las poltronas, regateo, expectativas financieras, cúpulas y reparto de poder, en nuestros congresos las confrontaciones fueron y serán siempre sobre las cuestiones teóricas de cada época y cómo nuestras opciones teóricas e ideológicas serán aplicadas a nivel práctico.
Así que el 18o Congreso estuvo dominado, con base en la teoría marxista, por el análisis del mundo contemporáneo y las tareas prácticas que de él se derivan, con el objetivo de defender a los trabajadores y fortalecer la percepción de clase en las bases sindicales.
18º Congreso de la FSM en Roma, mayo de 2022
Entonces, el principal logro del 18º Congreso es que discutimos, decidimos y votamos el importante texto “Prioridades 2022-2027”, bajo el título «Declaración de Roma». Este documento es un logro.
El otro aspecto importante de este Congreso es que, si bien fue un congreso ordinario, en realidad tuvo las características de un congreso extraordinario. Las restricciones a los vuelos internacionales, los estrictos protocolos sanitarios de todos los países y los millones de la gente sencilla que perdieron la vida en la pandemia del coronavirus, nos obligaron a limitar los delegados a 450; algunos de ellos hablaron virtualmente y muchos participaron en las votaciones por internet.
Así que entre tales y tantas limitaciones logramos celebrar un congreso militante, democrático y unitario.
El tercer elemento del 18º Congreso es que, por primera vez en muchas décadas, hemos tenido un cambio suave de liderazgo. La elección del nuevo Secretario General se llevó a cabo por votación secreta reuniendo al 92% de los votantes. Es deber de todos nosotros apoyar la línea militante y al nuevo liderazgo.
Personalmente, siento la necesidad de hacer un llamado a todos los cuadros de la FSM en todos los niveles para que apoyen los principios de la línea clasista y ayuden al nuevo Secretario General. Y en esta ocasión quiero explicar que por supuesto asumo la responsabilidad, ya que fue mi idea y decisión proponer al camarada Pambis Kyritsis como candidato a este cargo en particular. Algunos de mis queridos camaradas han formulado críticas y han dicho que el nuevo Secretario General es de un país pequeño y de un sindicato pequeño. Les he explicado y testifico ahora y públicamente que durante los últimos siete años he discutido y propuesto a personas específicamente de grandes sindicatos en Asia, África y Europa. Por sus propias razones, estos sindicatos respondieron negativamente.
Sin embargo, además de la elección de un nuevo secretario general, también tuvimos la elección de muchos nuevos cuadros, la mayoría de los cuales también son jóvenes en edad. Y además contamos nuevamente con la presencia de una mujer en el Secretariado.
Todo lo mencionado anteriormente, todo junto de forma acumulativa, demuestra que en circunstancias extraordinarias, con trabajo colectivo, laboriosidad y perseverancia, logramos las metas del 18o Congreso. El mérito de este éxito es también para los miembros, amigos y líderes de la USB Italia, quienes fueron excelentes anfitriones.
19– -¿Cuáles son los mayores retos para la nueva dirección de la FSM?
Los retos y las nuevas necesidades nunca se detienen. La guía son los documentos votados en Roma y al mismo tiempo todo lo nuevo que traen los acontecimientos y la vida.
Una constante para los sindicatos militantes son siempre las reivindicaciones y los derechos salariales, de seguridad social, pensión y trabajo de los empleados. Las guerras imperialistas y las rivalidades intra-imperialistas también son cuestiones clave; ciertamente, también lo son los problemas de la vida, el medio ambiente, la civilización y la cultura. Personalmente creo que el problema que se agravará para las próximas generaciones de trabajadores es la restricción drástica de las libertades democráticas y sindicales. Que suene fuerte la campana de alerta, que se lance una convocatoria de reagrupamiento, una invitación general a luchar por la defensa y ampliación de las libertades democráticas, el respeto a la vida privada, la personalidad y las características específicas de cada uno.
Confío en los afiliados/as y amigos/as de la FSM que pueden estar a la altura de estos retos porque hay una sensibilidad desarrollada y un interés genuino por todos los problemas contemporáneos; al mismo tiempo tenemos muy buenas elaboraciones, por ejemplo sobre el agua y los mantos acuíferos, sobre el entorno de trabajo y las necesidades modernas, en la cuestión alimentaria, las cuestiones culturales como la necesidad de devolver los bienes culturales robados a sus países de origen, como también la cuestión cultural de proteger las lenguas originarias y los dialectos particulares. Para cualquier nuevo liderazgo al hacerse cargo de una organización sindical de masas tan grande, hay tres posibilidades principales:
Primero, desarrollar y fortalecer aún más las características cualitativas y cuantitativas de la organización. Segundo, entrar en un período de estancamiento y tercero, retroceder y recular.
La FSM cuenta con militantes dignos en todos los niveles y todos trabajaremos juntos para fortalecer la FSM; por un refuerzo y fortalecimiento numérico y cuantitativo, pero a la vez cualitativo. En los últimos 20 años, además de la mejora cuantitativa, que también es necesaria, se ganaron batallas cualitativas esenciales, como este gran reagrupamiento basado en los principios de la lucha de clases, el rechazo a las teorías de la colaboración de clases, como la postura audaz y valiente dentro de las organizaciones internacionales, como la conquista de un mejor nivel de funcionamiento democrático, como el desenmascaramiento ideológico abierto del papel de la CIOSL-CSI, la CES y sus grupos burocráticos directivos, como nuestros análisis y posiciones sobre las llamadas ONG, la aristocracia obrera, los problemas sociales de corrupción dentro de los sindicatos y mucho más.
En mi opinión esta cualidad trajo masificación, orgullo y satisfacción a nuestros afiliados y cuadros. Por último, permítanme señalar un riesgo existente. Debido a que la pobreza, el desempleo, el trabajo no declarado, etc. están creciendo y entrando -con razón- en el frente de la acción diaria, se necesita vigilancia para que los sindicatos no se queden atrapados simplemente en lo cotidiano. Nuestra pelea y la lucha de clases deben tener siempre en primer plano la lucha por la emancipación de los trabajadores/as, por su liberación de la esclavitud capitalista. Muchas veces el estrés diario magnifica y absolutiza el presente y oculta por completo de los ojos de los trabajadores/as el necesario futuro. En este caso los sindicatos se convierten en cogestores del sistema y entonces los riesgos para los intereses de los trabajadores/as y para la misión de los sindicatos crecen, se engrosan.
20– -¿Cuál será el papel de Mavrikos de ahora en adelante?
Había anunciado públicamente que no volvería a ser candidato a secretario general. Expliqué esto desde el podio del 17o Congreso en Durban, Sudáfrica, frente a todos los delegados/as del Congreso. Pido la comprensión de todos aquellos compañeros/as y camaradas que recogieron firmas y lanzaron campañas para que me quede. Quienes me conocen personalmente sabían que el anuncio que había hecho en Durban era producto de realismo, reflexión y conciencia.
En mis más de 50 años de participación en las luchas sociales, he argumentado que los líderes deben irse a tiempo, destacar a nuevos líderes y no dejar que el tiempo y la edad los derroten. Siempre he apoyado esto con palabras y ahora es el momento de apoyarlo con el ejemplo personal. En mi discurso final en el 18º Congreso, expliqué este tema con más detalle.
Me había preparado psicológica, emocional y políticamente para este cambio en mi vida. Estaba listo. No me sorprendió, aunque el cambio en la forma de “operación” diaria es grande. Los hábitos de medio siglo no se revierten fácilmente.
Por supuesto, no “me iré a casa”, no voy a “irme de juerga”. Conscientemente tomo mi lugar en la “retaguardia” como un simple soldado, pero teniendo el arma al alcance de la mano. Ya he estado en conversaciones con militantes de la FSM de todos los continentes durante los últimos años y nos gustaría ayudar a los militantes más jóvenes con seminarios teóricos, ideológicos, sindicales y de formación sindical; no hacernos los profesores sino ayudar auxiliarmente como lo hace la “logística” en el ejército.
21– ¿De Roma a Esciros?
Esciros es el lugar donde nací. Donde se formó mi carácter. Allí están mis recuerdos de infancia y juventud. Allí está la tumba de todos mis antepasados, mis padres y mi esposa. Nunca olvidé a Esciros y mis raíces. Estoy apegado a su gente, a sus vidas y luchas, a sus tradiciones culturales, usos y costumbres. Traté de nunca estar ausente de los eventos y necesidades de la isla y siempre estaba en Esciros en la primera oportunidad. Sucedió que estaba viajando desde Nueva Delhi, India a Atenas y al aterrizar el avión en Atenas directamente desde el aeropuerto partí hacia la isla. E incluso hablé, di un discurso a una reunión de isleños por teléfono, mientras estaba en Sudáfrica.
Esciros, 2017
Esciros me ha devuelto mil veces el amor que tengo por ella y su gente. Me conmovió mucho cuando en uno de mis discursos como diputado del parlamento griego hablé sobre las reivindicaciones de los criadores de Esciros y los cientos de residentes que se habían reunido para ver mi discurso por televisión levantaron a mi madre en sus brazos, la abrazaban y la besaban. Tales expresiones de agradecimiento no fueron pocas.
Una de las razones por las que pronuncié mis dos últimos discursos en el Congreso de Roma en griego, fue también porque mis compatriotas de la isla me lo habían pedido y algunos amigos allí vieron virtualmente mi último discurso de despedida. De vuelta de Roma pasé dos días en la isla y en una semana me iré a quedar dos meses. Me siento extraño por quedarme allí durante 60 días. Mis visitas eran siempre de 5, 10 o 20 días como máximo. La última vez que pasé dos meses en la isla fue en 1971, ¡es decir, hace 50 años!
Mis amigos, familiares y antiguos compañeros de escuela se están preparando para organizar lo que dicen que es el balance final; me dicen que tengo que dar un informe ante ellos de lo que he hecho todos estos años. Y sé que todos son amables conmigo pero estrictos. Todos nos conocimos “en las buenas y en las malas”, como solemos decir en Grecia. Nadie puede engañar a nadie.
Mi juez más estricto en los 8 años que fui diputado fue mi madre. Dos o tres veces por semana me llamaba para quejarse de las pensiones agrícolas, de los aumentos de precios, del costo de los insumos agrícolas, de la necesidad de que el Ministerio de Salud enviara un segundo médico rural a la isla, etc. Lamentablemente, ahora que mi hijo está en Esciros como médico rural, ella ha fallecido.
El 1 de mayo de 1999 murió mi padre a la edad de 88 años. Antes de morir me pidió que no vendiera las 30 cabras que tenía. Mis hermanos y yo hemos respetado su deseo. Así que ahora tengo que cuidar también de las cabras de alguna manera. Mis familiares tienen razón en quejarse. Llevan tantos años cuidándolas, ¡ahora me tocará a mí! Incluso como ayudante…
Así que hasta el 4 de septiembre estaré en Esciros; estaré en contacto con otros compañeros para preparar algunos seminarios sindicales internacionales para la formación sindical de forma gratuita; seguiré practicando el tiro deportivo en las montañas de Esciros y en otoño quizás vuelva a solicitar una visa a los Estados Unidos. Tengo un hermano inmigrante en EEUU, no lo he visto desde hace muchos años y como nos vamos haciendo mayores me gustaría verlo.
En conclusión, estoy feliz y soy afortunado de tener la oportunidad de estar en mi tierra más a menudo. Me siento afortunado de estar vivo aunque sea por casualidad, ya que nunca podría haber regresado a mi tierra si, por ejemplo, en 2012, los pasajeros del avión que, tras una explosión, tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia en Teherán no hubiéramos tenido tanta suerte; o en 2003, cuando el ejército israelí me arrestó junto con otros 8 queridos camaradas y nos mantuvo parados en un arroyo con las manos en alto toda la noche, apuntándonos con láseres a la cabeza; o incluso en 2007, si no hubiéramos evitado por casualidad la explosión de una bomba paramilitar en Bogotá, Colombia, porque llegamos unos minutos tarde a un lugar de reunión con líderes del movimiento clasista colombiano, las cosas hubieran sido diferentes. Entonces por todas estas razones me siento afortunado, sobre todo porque de nuestro lado, en las luchas, algunos dieron hasta la vida; de su muerte aprendimos que el revolucionario debe estar dispuesto a sacrificar su vida en el próximo minuto por la lucha y al mismo tiempo planificar y planear las luchas del futuro como si aún le quedaran dos vidas más por vivir.
Leer la primera parte de la entrevista a George Mavrikos:
Leer la segunda parte de la entrevista a George Mavrikos:
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