domingo, 23 de julio de 2023

Felipe González y Alfonso Guerra se olvidan de Felipe González y Alfonso Guerra

La notable participación en la presente campaña electoral del expresidente socialista Rodríguez Zapatero, no solo defendiendo al actual secretario general del PSOE sino para reivindicar todo el legado político de su partido, contrasta con las críticas, unas veces veladas y otras expresas, que vienen haciendo quienes posiblemente han sido las dos figuras más relevantes del socialismo español contemporáneo, Felipe González y Alfonso Guerra.

Desde hace meses, estos últimos no han dejado de manifestar sus posiciones disconformes frente el gobierno de Pedro Sánchez, sumándose así a los constantes y despiadados ataques de la derecha. En algunos casos, incluso con descalificaciones personales o con juicios de intenciones de los que nadie puede defenderse. Así ocurrió con Alfonso Guerra, cuando sugirió que Sánchez adelantaba las elecciones por razones personales, para optar a la secretaría general de la OTAN, dejando caer, además, que esta organización tomado la «aberrante decisión» de retrasar la fecha del nuevo nombramiento para hacerlo posible; lo que, por cierto, más bien habría que entender como una muestra de gigantesca relevancia internacional del presidente español y no como una descalificación. O, en el caso de Felipe González, defendiendo que gobierne la lista más votada, un principio nada constitucional, antidemocrático, puesto que puede dar lugar a que una minoría gobierne a la gran mayoría de la población, nunca respetado por la derecha en España y que González no ha defendido cuando su partido ha sido el más votado.

Las críticas de Felipe González y Alfonso Guerra son legítimas y nadie los puede descalificar por el hecho de que las hagan. Lo que a mí me resulta extraño es que ambos se sumen al coro de quienes atacan sin piedad al presidente Pedro Sánchez y a su gobierno olvidando que lo que se dice contra este último es prácticamente lo mismo que la derecha decía en su día contra Felipe González y Alfonso Guerra con el fin de echarlos del gobierno de cualquiera forma que fuese.

A Felipe González también le dijeron que era un mentiroso, como ahora a Sánchez: «Lo que mejor sabe hacer González es engañar, engañar y engañar«, decía Aznar en mayo de 1993.

A Felipe González también le dijeron que era desleal con España por pactar con Marruecos, como a Sánchez.

A Felipe González también le acusaron de «vulnerar una y otra vez el pacto sellado durante la transición para no revolver en el pasado y de intentar apropiarse de la memoria histórica de los españoles» y dividirlos, como a Sánchez.

A Felipe González también le acusaron de atentar contra la independencia de los jueces para convertir el Consejo del Poder Judicial en «un órgano de depuración de la magistratura«, como a Sánchez.

A Felipe González también lo acusaban de «soltar terroristas» en lugar de combatirlos. O incluso de ser él mismo un terrorista.

A Felipe González también le decían que era «un prisionero de las luchas en el seno de su partido» y que hacía «dejación de sus funciones como presidente del Gobierno«.

A Felipe González lo hacía responsable el PP en 1993 «del clima de corrupción generalizada que hay en España«. Algo, al menos, de lo que no pueden acusar hoy a Pedro Sánchez.

A Felipe González lo acusaba el PP de «faltar a la verdad», «confundir a la opinión española», y «engañar a la gente a través de la televisión». Algo, esto último, de lo que tampoco se puede acusar a Sánchez pues ha puesto la televisión pública en manos de la derecha.

A Felipe González lo acusaba la derecha de enriquecer ilegalmente a su familia. Un tipo de ataque personal como los numerosos que ha recibido Pedro Sánchez.

A Felipe González lo acusaron los dirigentes del PP Javier Arenas y Ruiz Gallardón de manipular los resultados de las elecciones generales de junio de 1993, como están intentando hacer con Sánchez.

El propio Felipe González denunció que a partir de 1993 se desencadenó una «cacería política» contra miembros de su gobierno cuyo objetivo era acabar con él mismo.

Al Felipe González le dijo José María Aznar lo siguiente en el debate sobre el Estado de la Nación de marzo de 1993: «Usted señor González, no está a la altura de las necesidades de España, y usted no está en condiciones de seguir gobernando (…) no está en condiciones de abordar con rigor ni un solo problema. Usted no puede seguir en el gobierno. Usted que ha sido el causante del daño, no puede ser quien lo corrija, asuma la responsabilidad que le corresponde y váyase, y no alegue más excusas… Váyase, Señor González». Lo mismo que le llevan diciendo a Sánchez desde que es presidente.

A Felipe González lo acusaban en el diario ABC (por utilizar a un solo medio como ejemplo) de cosas como las siguientes: «cinismo al mentir», estar «aferrado desesperadamente al poder», ser «capaz de comprometer la misma unidad de España con tal de seguir aferrado al poder», «estar de rodillas ante Pujol», colocar «sus intereses personales por encima de los intereses de España», ser «tan cerril que no hará otra cosa que ahondar la descomposición de España», asistir «al incendio de España cultivando con esmero su jardín de bonsáis», haber caído en una «miseria política (que es) una ofensa permanente al pueblo español», o que «derrocha y despilfarra recursos públicos»…..

¿Hay acaso alguna diferencia entre lo que Felipe González y Alfonso Guerra oyeron de la derecha y de sus medios de comunicación cuando gobernaban y lo que se dice ahora de Pedro Sánchez y su gobierno? ¿No es lo mismo?

Si las críticas que ahora hace la derecha a Pedro Sánchez y a su gobierno fueran nuevas, podría entenderse que personalidades como Felipe González o Alfonso Guerra se unieran a ellas y los combatieran. Lo que me resulta inexplicable es que personas con tanta experiencia e inteligencia como ellos hayan perdido en semejante medida la memoria y no se den cuenta de que ahora simplemente se está reeditando exactamente lo mismo que ellos vivieron.

No hay nada nuevo. El periodista Luis María Ansón, uno de los instigadores de la campaña de infamias contra el gobierno socialista de entonces, tuvo al menos la honradez de confesar públicamente en 1998 lo que ocurrió: “Había que acabar con Felipe González, esta era la cuestión«.

Ahor se trata de exactamente de lo mismo y por la misma razón: la derecha española, la de los privilegios a gran escala urdidos durante siglos, se cree dueña de España y la única con derecho a decidir su destino. Y quiere acabar con Pedro Sánchez, con el Partido Socialista y con sus socios del gobierno, por las mismas sinrazones y con las mismas mentiras que utilizaron contra Felipe González y Alfonso Guerra.

Afortunadamente, no todos los socialistas tienen tan mala memoria como ellos. Cientos de viejas y viejos militantes han suscrito por toda España manifiestos para mostrar que defienden y se sienten representados por su actual secretario general y por el gobierno progresista que ha presidido.

Decía Shakespeare que la memoria es el centinela del cerebro. España se juega mucho el próximo domingo y necesitaremos por ello de toda nuestra inteligencia para decidir nuestro voto. No olvidemos, no perdamos la memoria.

HISTORIA. La conversación alucinante que hundiría a Robert Oppenheimer 10 años después.

Se publica al fin en español la impresionante biografía del físico y director del proyecto Manhattan que creó la bomba atómica para acabar años más tarde acusado de comunista.

Aquel coronel de Inteligencia y antiguo entrenador de fútbol americano se quedó atónito. Ante él se encontraba el director del proyecto científico más importante y secreto de la historia de la humanidad y ese hombre, con su característica seguridad en sí mismo, le estaba confesando abiertamente que unos amigos suyos que actuaban como intermediarios del cónsul soviético en San Francisco le habían pedido información acerca de las actividades que estaban desarrollando en Los Álamos. "Por supuesto es traición, aunque a mí me parecería bien la idea de que el comandante en jefe comunicara a los rusos que estamos trabajando en este asunto". Aquel hombre era el físico estadounidense Robert Oppenheimer y "este asunto" era la bomba atómica que su laboratorio buscaba a toda velocidad para hacerse con ella antes que los nazis y ganar la Segunda Guerra Mundial. Aquella conversación grabada en secreto fue otra bomba de efecto retardado que 10 años después, en la década de los cincuenta —en plena caza de brujas anticomunista—, hundiría a quien hasta ese momento era uno de los grandes héroes de EE.UU. El funesto interrogatorio al que el ladino e implacable cazador de comunistas coronel Pash sometió al director científico del proyecto Manhattan —el director militar era el general Leslie Groves— sirve de clave de bóveda a una impresionante biografía que se alzó con el Pulitzer, que al fin podremos leer traducida al español casi dos décadas después de su publicación en inglés y en la que se basa la nueva película de Christopher Nolan a estrenar este 2023: Prometeo americano: el triunfo y la tragedia de J. Robert Oppenheimer (Debate). Los autores, Kai Bird y el fallecido Martin J. Sherwin, dedicaron 30 años de investigación de archivos, entrevistas, análisis de cintas y hallazgos documentales a la biografía del hombre que, como el Prometeo de la tragedia griega, robó el fuego del sol a los dioses dando lugar al arma más mortífera nunca descubierta para después, sobrecogido por los efectos destructores de su propia invención, dedicar el resto de su vida a luchar contra la proliferación nuclear.

 
"Curiosamente, desde que se arrojaron las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, Oppenheimer albergaba la vaga sensación de que en su camino lo esperaba algo oscuro y ominoso. Unos años antes, a finales de la década de 1940, cuando se había convertido en una figura verdaderamente emblemática en la sociedad estadounidense, como el científico y el consejero político más respetado y admirado de su generación —había incluso aparecido en la portada de las revistas Time y Life—, leyó el relato La bestia en la jungla, de Henry James. Se quedó impresionado por esa narración obsesiva de egolatría atormentada en la que al protagonista lo persigue la premonición de que 'algo raro y extraordinario', posiblemente prodigioso y terrible, le sucedería 'tarde o temprano'. Fuera lo que fuera, estaba seguro de que lo 'arrollaría".

Una cena fatídica
Extremadamente inteligente e imaginativo, Oppenheimer también había sido un hombre muy de izquierdas a quien la derrota republicana en la Guerra civil española dejó una profunda huella y que, si bien no llegó a militar nunca en el Partido Comunista de EEUU, sí simpatizó con sus objetivos como la mayoría de sus amigos y compañeros de la Universidad de Berkeley así como su propia mujer Kitty. Y fue en ese contexto, pocas semanas antes de partir al desierto de Nuevo México para ponerse al frente del laboratorio que debía conseguir la fusión del átomo con fines militares antes que Alemania, cuando un incidente en principio insignificante en la cocina de la casa de Eagle Hill donde vivía el físico con su familia acabaría por trastocar toda su vida posterior. Hoy se conoce como el caso Chevalier.

Tráiler de 'Oppenheimer

 
 Corría el invierno de 1942-43. El profesor de literatura francesa de Berkeley Haakon Chevalier y su mujer, Barbara, eran amigos íntimos de los Oppenheimer y estos los invitaron a una cena de despedida en su domicilio. Al llegar los invitados, Haakon fue con Robert a la cocina a preparar unos martinis y fue allí donde le contó al físico que un conocido de ambos, un tal George Eltenton, le había encomendado que preguntara a su amigo Oppenheimer si podía pasarle información sobre su trabajo científico al cónsul soviético en San Francisco y ayudar así a la URSS —teórica aliada de EEUU— a ganar la guerra. 

La respuesta a la proposición de su amigo fue un no rotundo porque aquello era "traición" 

Oppenheimer era un rojo, pero también un patriota. Aunque coincidía con los círculos izquierdistas universitarios en que los soviéticos estaban luchando por la supervivencia "mientras que los reaccionarios de Washington saboteaban la ayuda que los rusos merecían recibir", su respuesta a la proposición de su amigo fue un no rotundo porque aquello era "traición". La charla terminó, los martinis quedaron listos y, aunque el físico dudó si contárselo a las autoridades, finalmente desistió para no poner en peligro a su amigo. Poco después, la familia Oppenheimer marchó a Los Álamos, en Nuevo México, para levantar en medio del desierto una ciudad de más de 5.000 habitantes entre militares, científicos y sus familias, con el fin de desarrollar la bomba atómica.

Triunfo y tragedia
Hay varias inverosimilitudes en esta historia increíble y real, del tipo que podrían agujerear una ficción. ¿Cómo es posible que un científico izquierdista que el FBI de John Edgar Hoover tenía fichado, y pinchado, desde hacía años fuera el elegido para aquel proyecto militar decisivo y ultrasecreto que, como hay sabemos a ciencia cierta, no iba dirigido contra una Alemania que se mostraba incapaz de hacerse con la bomba sino contra una Unión Soviética que ya se adivinaba como el nuevo enemigo una vez concluida la guerra? ¿Y cómo pudo ser además que es científico confesara durante el proyecto las peticiones de sus amigos para que le pasara información a los rusos y, en ese momento, no ocurriera nada? La respuesta de los autores de Prometeo americano es una combinación de azar y necesidad. No existía nadie en ese momento en el mundo con el talento que atesoraba Oppenheimer, nadie que pudiera llevar aquel empeño a buen puerto a tiempo. Y, cuando al final lo logró, el aura de héroe súbito que adquirió le protegió durante un tiempo.


placeholderAlbert Einstein y Robert Oppenheimer, en 1947.
Albert Einstein y Robert Oppenheimer, en 1947.

Pero, cuando en 1953, en plena histeria anticomunista desatada por el Comité de Actividades Antiestadounidenses promovido por el senador Joseph McCarthy, se desempolvó la cinta de aquel interrogatorio al que Pash sometió a Oppenheimer 10 años antes, la carrera al servicio del gobierno del físico se hundió. Le declararon "una amenaza para la seguridad nacional" y le acusaron de 34 cargos que iban desde lo absurdo ("consta que en 1940 usted figuraba como contribuyente de los Amigos del Pueblo Chino") a lo político ("desde el otoño de 1949 en adelante mostró una fuerte oposición al desarrollo de la bomba de hidrógeno"). El calvario que siguió duraría hasta que el presidente Kennedy rehabilitó a Oppenheimer en 1963. Años después de la muerte de Oppenheimer el 25 de febrero de 1967, su amigo el diplomático George Keenan recordaba: "En los días oscuros de principios de los años cincuenta, cuando los problemas se le agolpaban por todas partes y se vio en el centro de la controversia, presionado, le señalé el hecho de que sería bienvenido en un centenar de centros académicos de cualquier parte del mundo y le pregunté si no había pensado irse a vivir a otro lugar. Me respondió con lágrimas en los ojos: 'Joder, pero es que quiero a este país".


placeholder'Prometeo americano'. (Debate)

Una película "magnífica" sobre el trágico genio que ayudó a inventar la bomba atómica: la crítica de la BBC de "Oppenheimer"



Caryn James Role,BBC Culture

20 julio 2023

Ráfagas de fuego llenan la pantalla a lo largo de "Oppenheimer", por momentos pareciendo como si 1.000 volcanes estuvieran a punto de engullirnos.

Pero no son las únicas imágenes ardientes de la magnífica película de Christopher Nolan, que narra la historia del hombre que ayudó a crear la bomba atómica y luchó durante el resto de su vida con las mortales consecuencias de esta.

A veces, círculos recorren una oscuridad vacía o aparecen hilos de luz anaranjada que representan los miedos y la ciencia que ocupan la mente de Robert Oppenheimer.

Esas imágenes artísticas son esporádicas en una película que nunca pierde su sentido de la historia y el drama, pero revelan lo audazmente imaginativa y centrada que es.

"Oppenheimer" es la obra más madura de Nolan, que combina la acción explosiva y comercial de la trilogía de The Dark Knight con los fundamentos cerebrales que se remontan más de 20 años atrás a Memento, y se extienden por Inception y Tenet.

Cillian Murphy, con ojos azules como el hielo, domina la película, interpretando a Robert Oppenheimer con una moderación que se adapta perfectamente a este personaje carismático pero frío.

El "padre" de la bomba atómica
La historia nos lleva desde sus días de estudiante en Europa, a su época como profesor en California en la década de 1930, y luego al Proyecto Manhattan, el programa estadounidense altamente secreto desarrollado para construir armas nucleares en Los Álamos, Nuevo México, en el que su equipo se apresura a crear una bomba para poner fin a la Segunda Guerra Mundial.

Murphy nos mantiene con él incluso cuando el personaje parece un poco opaco.

Nolan basó su película en la magistral biografía “Prometeo Americano: el Triunfo y la Tragedia de J Robert Oppenheimer”, de Kai Bird y Martin J Sherwin, y captura exactamente lo que sugiere el título: un héroe trágico y profundamente estadounidense que ayudó a dar forma al mundo moderno y se convirtió en víctima de la política de Washington.

Considerado por muchos como un "genio" de la ciencia, Oppenheimer era también un gran apasionado de la artes y de las humanidades.

La película se enmarca como una batalla cara a cara entre Oppenheimer y su némesis, Lewis Strauss (interpretado por Robert Downey Jr), exjefe de la Comisión de Energía Atómica de EE.UU.

En todo momento, el guion de Nolan va y viene entre dos audiencias celebradas por el gobierno de EE.UU. en la década de 1950 que se desarrollan como dramas judiciales tensos, retrocediendo en largos tramos para contar la historia de la vida de Oppenheimer.

En los años 50, Oppenheimer es una figura nacional elogiada, pero un panel lo interroga para determinar si se debe revocar su acceso de seguridad, basándose en acusaciones falsas de que representa una amenaza comunista.

Gran parte de la película se desarrolla desde el punto de vista de Oppenheimer, en colores brillantes, estando diseñada y rodada con gran intensidad a pesar de su formato de pantalla ancha.

Secciones en blanco y negro, deliberadamente claustrofóbicas, muestran la perspectiva de Strauss, en su comparecencia ante un comité del Senado estadounidense que vota su nombramiento como Secretario de Comercio.

Estas partes recuerdan a Memento, en la que la historia no es lo que parece a primera vista. La cronología fracturada crea una sensación de fatalismo que persigue a las primeras escenas.

"Destructor de mundos"
La historia se construye gradualmente, pero apenas sientes la duración de la película, que dura poco más de tres horas.

En California, Oppenheimer comienza una aventura con Jean Tatlock (Florence Pugh), una comunista emocionalmente volátil e inestable.

En una escena, después de tener relaciones con Oppenheimer, encuentra una copia en sánscrito del Bhagavad Gita en su estante y le pide que la lea. Oppenheimer pronuncia la línea más asociada con él, que le vino a la cabeza mientras veía a Trinity, la primera prueba de la bomba nuclear en Los Álamos, como recordó en una entrevista televisiva años después: "Me he convertido en la muerte, el destructor de mundos".

Poner eso en una escena erótica es otra elección sorprendente. En una escena posterior que insinúa lo buena que podría ser una historia de amor de Nolan, ambos se sientan desnudos en sillones cada uno a un lado de la habitación, en una imagen elegante que sugiere tanto intimidad como distancia.

Florence Pugh interpreta a Jean Tatlock, una psiquiatra y médica estadounidense que se involucró sentimentalmente con Oppenheimer.*

Como el resto del gran elenco, Pugh es impresionante en un pequeño papel. Incluso Emily Blunt, que interpreta a Kitty, la esposa de Oppenheimer, pasa la mayor parte del tiempo en un segundo plano.

Al final de la película, en un par de escenas importantes, se muestra por qué Kitty era una fuerza por sí misma. Matt Damon es Leslie Groves, el general del ejército que dirige el Proyecto Manhattan.

Kenneth Branagh es el físico Niels Bohr, alguna vez el mentor y la conciencia de Oppenheimer. Pero Downey es el actor secundario crucial, y ofrece una interpretación inteligente y dinámica como el astuto, inseguro y poderoso Strauss.

★★★★★

La película no abunda ni intenta explicar especialmente los aspectos científicos de la bomba, incluso cuando los físicos investigadores se agrupan alrededor de Oppenheimer para debatirla.

En Los Álamos, la tensión aumenta a medida que la historia se dirige hacia la prueba inevitable en el gran desierto. Hay una tormenta la noche antes de Trinity.

Cuando ocurre la explosión, Oppenheimer está en una choza a cierta distancia, otros tirados en el suelo, protegiéndose los ojos, mientras el fuego parece rugir hacia la pantalla, todo seguido de un silencio repentino cuando la banda sonora se corta.

Esa escena impactante e inmersiva por sí sola justifica filmar en el formato Imax que tanto le gusta a Nolan (y se ve cada línea y poro en los rostros de los actores).

Otras películas de Christopher Nolan incluyen la trilogía de The Dark Knight, Inception y Dunkirk.

El físico Edward Teller (interpretado por Benny Safdie) acusa a Oppenheimer de ser más político que físico. Kitty le dice que juega a ser un mártir.

Nolan muestra a un hombre que ingenuamente creía que podía hablar honestamente, instando al presidente Truman a evitar una carrera armamentista nuclear.

También creía que era necesario lanzar la bomba sobre Hiroshima porque, como dice, "una vez utilizada, una guerra nuclear se vuelve impensable". Pero reflexiona sobre ello.

Justo después de Hiroshima vemos más imágenes de su mente, incluida la de un negativo de una joven con la piel desprendida.

Como sugiere esta inspirada película, la mayor tragedia de Oppenheimer fue no poder salvar al futuro de su propia invención.


* Estoy disgustada con todo... A los que me amaron y me ayudaron, todo amor y coraje. Quería vivir y dar y me quedé paralizada de alguna manera. Traté como el demonio de entender y no pude... Creo que habría sido una responsabilidad toda mi vida, al menos podría quitar la carga de un alma paralizada de un mundo en lucha.[29]

Su padre encontró su correspondencia y la revisó, quemando cartas y fotografías en la chimenea. A las 5:10 pm llamó a Halstead Funeral Home, quien contactó a la policía. La policía llegó a las 5:30 pm, acompañada por el médico forense adjunto. Al momento de su muerte estaba bajo vigilancia del FBI y su teléfono había sido intervenido, por lo que una de las primeras personas informadas fue el director del FBI, J. Edgar Hoover, a través de un enlace de teletipo[41]. La noticia de su muerte se informó en los periódicos del Área de la Bahía.[42]

Washburn cablegrafió a Charlotte Serber en Los Álamos.[42] Como bibliotecaria, tenía acceso al Área Técnica y se lo contó a su esposo, el físico Robert Serber, quien luego fue a informar a Oppenheimer. Cuando llegó a su oficina, descubrió que Oppenheimer ya lo sabía.[43] El jefe de seguridad de Los Álamos, el capitán Peer de Silva, había recibido la noticia a través de las escuchas telefónicas y la inteligencia del ejército, y se la había dado a conocer a Oppenheimer.[44] Tatlock había introducido a Oppenheimer en la poesía de John Donne, y se cree ampliamente que llamó a la primera prueba de un arma nuclear "Trinidad" en referencia a uno de los poemas de Donne, como un tributo a ella.[45][46] En 1962, Leslie Groves le escribió a Oppenheimer sobre el origen del nombre y obtuvo esta respuesta:

Lo sugerí... No está claro por qué elegí el nombre, pero sé qué pensamientos estaban en mi mente. Hay un poema de John Donne, escrito justo antes de su muerte, que conozco y amo. De él una cita:

Como occidente y oriente
En todos los mapas planos, y yo soy uno, son uno,
Así la muerte toca a la Resurrección.

En otro poema devocional más conocido, Donne abre:

Golpea mi corazón, Dios de tres personas.[47]

Una investigación formal en febrero de 1944 arrojó un veredicto de "Suicidio, motivo desconocido".[48] En su informe, el forense descubrió que Tatlock había comido una comida completa poco antes de su muerte. Había tomado algunos barbitúricos, pero no una dosis letal. Se encontraron rastros de hidrato de cloral, una droga normalmente asociada con un "Mickey Finn" cuando se combina con alcohol, pero no había alcohol en su sangre, a pesar del daño en su páncreas que indicaba que era una gran bebedora. Como psiquiatra que trabajaba en un hospital, tenía acceso a sedantes como el hidrato de cloral[49]. El forense descubrió que había muerto alrededor de las 4:30 p. m. del 4 de enero. La causa de la muerte se registró como "edema agudo de los pulmones con congestión pulmonar" [50]: ahogamiento en la bañera. Parece probable que se arrodilló sobre la bañera, tomó hidrato de cloral y hundió la cabeza en el agua...


KRISTINA FARKAS

"Openheimer" es una película impresionante que me ha dejado asombrada. Cillian Murphy encaja perfectamente en su papel y no podrían haber elegido a un actor mejor para interpretarlo. También es genial ver a Robert Downey en la película, lo que agrega otro talento notable al elenco.

La banda sonora de la película es simplemente perfecta, se ajusta maravillosamente al tema y a los momentos clave de la trama, lo que realza aún más la experiencia cinematográfica. Además, los personajes están muy bien desarrollados y personalizados, lo que agrega una capa adicional de profundidad a la historia. Hace tiempo que no disfrutaba tanto de una película como lo hice con "Openheimer", recordándome lo gratificante que fue ver "The Imitation Game". Cillian Murphy es uno de mis actores favoritos, y su actuación aquí es excepcional.

También me encantó la duración de la película, no hubo momentos aburridos y la trama se desarrolló de manera envolvente de principio a fin.

En resumen, "Openheimer" merece definitivamente un 10 plus. "Openheimer" ofrece una mirada impactante sobre el valor y la capacidad de los científicos para crear inventos que pueden cambiar el curso de la humanidad, como en el caso de la bomba nuclear. Esta película también presenta de manera cruda y grotesca cómo los altos cargos pueden utilizar a los científicos para sus propios fines y luego "redescubrir" sus nombres solo cuando les conviene.

Es un recordatorio poderoso para valorar a los científicos como personas, reconociendo tanto sus contribuciones positivas como negativas, pero siempre recordando la importancia de su trabajo en el desarrollo de la humanidad. La trama nos lleva a reflexionar sobre el poder de los descubrimientos científicos y la responsabilidad que conlleva su uso.

En definitiva, "Openheimer" es una película que no solo brilla por su impresionante elenco, banda sonora y personalización de personajes, sino que también nos incita a apreciar el trabajo de los científicos y considerar las consecuencias éticas y morales de sus creaciones. Una obra cinematográfica profunda y provocadora que te dejará pensando mucho después de verla.

sábado, 22 de julio de 2023

_- Mazzucato: “Es un problema que muchos Gobiernos se muevan hacia el populismo”

_- La profesora de la UCL defiende un papel central del Estado y alaba la actitud del Ejecutivo español por haber sabido innovar pese a la coyuntura hostil

Es una de las economistas más brillantes del panorama internacional, tiene una prolífica producción literaria y ha asesorado a instituciones y Gobiernos a lo largo y ancho del globo. Hasta el Papa recomendó leer uno de sus libros, El valor de las cosas (Taurus, 2019). Mariana Mazzucato (Roma, 55 años), profesora de Economía de la Innovación y Valor Público en el University College de Londres (UCL), defiende un Estado fuerte, ambicioso, que sea capaz de innovar y crear riqueza. En cambio, alerta sobre las políticas de austeridad —”no funcionan”— y la ultraderecha: “Es un problema que muchos Gobiernos se muevan hacia el populismo”, zanja durante una entrevista por Zoom.

Pregunta. ¿La pandemia y la crisis energética han reforzado el papel del Estado o se ha perdido una oportunidad?
Respuesta. En algunos países se ha perdido la oportunidad. En el Reino Unido, donde vivo, las ayudas a las empresas durante la covid no estaban condicionadas a que fueran buenas. En España, a las empresas que han recibido ayudas para mitigar el impacto de la inflación no se les permite despedir alegando un aumento del coste de la energía. Es parte integrante de la ayuda. Es como un dar y recibir, que yo llamo relación simbiótica, en oposición a la parasitaria. Así se van forjando buenas relaciones público-privadas.

P. Además de estas colaboraciones, ¿qué más hace falta para que el Estado no sea un simple regulador?
R. En mi reciente libro The Big Con (La gran estafa) digo que hay que invertir en la capacidad del Estado, forjar buenas alianzas público-privadas, fortalecer los sistemas de salud, darnos cuenta de que estamos todos juntos, por ejemplo en el cambio climático. El coste de la inacción es muy superior al de la acción. No sirve decir que todo apesta, que las empresas son malas, que el Gobierno es malo... Necesitamos entender dónde las políticas gubernamentales y comerciales inteligentes y el sector público-privado inteligente han fortalecido las economías. La tasa de inflación española ha bajado tanto en comparación con otros países en gran parte por el tope al precio del gas [para generación de electricidad, la llamada excepción ibérica], los límites a los aumentos de los alquileres de vivienda, la gratuidad del transporte público y, quizás lo más importante, la fiscalidad sobre los beneficios caídos del cielo. Ningún Ejecutivo es perfecto, pero me han impactado las políticas mesuradas de este: nada demasiado extremo, pero siempre pensando en qué se puede hacer para contener los costes para los ciudadanos, ayudar a las empresas, pero pidiéndoles algo a cambio, y fortalecer la capacidad del Gobierno.

P. Los Gobiernos suelen diseñar políticas de corto plazo, porque innovar puede llevar a cometer errores que luego suponen un castigo en las urnas.
R. Has metido el dedo en la llaga. Aceptamos la experimentación de las empresas. Admitimos que, por cada éxito, hay muchos fracasos. Pero en cuanto el sector público comete algún error está en la primera plana de los periódicos. No le permitimos experimentar. Por eso he estado proponiendo que se invierta en laboratorios gubernamentales. Chile tiene El laboratorio del Gobierno. Hacer las cosas bien no siempre es un proceso lineal. Es en parte por eso que los Ejecutivos subcontratan a empresas de consultoría, para que alguien más cometa el error. Pero la clave es aprender de los fracasos. No basta con fracasar. Y eso solo puedes hacerlo si inviertes en tus capacidades. Volviendo a España, creo que se han hecho muchas cosas bien. También cosas mal, como todo Gobierno.

P. ¿Es más importante redistribuir o crear valor?
R. Si solo se piensa en la redistribución no queda nada que crear. Hay que invertir lo suficiente en lo que crea valor, por ejemplo la I+D. El Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia de España está muy enfocado a la investigación y desarrollo. . Hay 50 millones para misiones de I+D en torno a la inteligencia artificial. Existe el programa RETECH IA, con 260 millones, y el PERTE de la nueva economía del lenguaje. Todo esto es crear valor.

P. Ha habido críticas a este Gobierno por dar ayudas generalizadas contra la inflación.
R. Los impuestos, por supuesto, tienen que ser progresivos. España tiene un gravamen solidario a la riqueza e impuestos sobre los beneficios caídos del cielo, que no perjudican a las pequeñas empresas. La pregunta es, ¿qué hacer con lo que se recaude? Ahí está la creación de riqueza. Se necesita de una tributación inteligente y progresiva que vaya a un fondo común para mejorar la vida de los ciudadanos, financiar el transporte público gratuito o reducir la factura energética. La creación de riqueza también es reinvertir ese dinero en políticas que aumentan la productividad.

P. ¿Estos impuestos deben mantenerse?
R. Depende. A escala mundial, las farmacéuticas siempre consiguen lo que yo definiría beneficios excesivos, porque cobran demasiado por los medicamentos aunque hayan recibido inversión pública. En ese caso, el cambio debe ser permanente. Es más bien asegurar que los precios son justos. Idealmente, se necesita un sistema en el que los beneficios de las empresas son los adecuados desde el principio. Eso requiere, como argumenté en mi libro El valor de las cosas, que los gobiernos comprendan mejor la diferencia entre ganancias y rentas. Es algo de lo que hablaron Adam Smith y David Ricardo. No es una noción marxista. Las empresas deben obtener beneficios. No se resuelve nada con la caridad. Pero necesitamos una teoría que nos diga si son demasiados.

Muchas energéticas empezaron a ganar demasiado no porque fueran innovadoras, sino por un shock en el sistema global, y debemos gravar estos beneficios excesivos. Si estos impuestos tienen que ser permanentes depende de la capacidad de un gobierno para distinguir qué ganancias provienen de las inversiones de una compañía, de su innovación, y cuáles de una guerra u otra crisis internacional. Además, en este momento tenemos un problema en el mundo: hay muchos Gobiernos que se están moviendo en una dirección populista. En Italia también podemos decir fascista.

P. En España es probable que la extrema derecha entre en el Gobierno con Vox.
R. Es un problema enorme. Por eso hay que saber qué ha hecho un país. Lo que ha hecho en España el actual Gobierno es muy positivo comparado con lo que veo en muchos países. En el Reino Unido, después del Brexit no hay una fórmula para que lo público y lo privado trabajen juntos en la transición energética, la brecha digital, la salud. En Italia, mi otro país [aclara que tiene nacionalidad estadounidense, británica e italiana], se ha dejado de invertir en la administración pública. Falta un pacto sólido entre sindicatos, gobierno y empresas. Muchos trabajadores se han sentido engañados y han votado a la derecha. En la izquierda se han pelado entre ellos durante años y esto ha provocado que no haya tenido una actitud progresista como en España.

En España, este Gobierno ha desarrollado unas políticas muy importantes sobre energía, objetivos de desarrollo sostenible, pactos con empresas, trabajo… Creo que esto es el futuro del capitalismo. El siglo XXI necesita este tipo de actitud. También habrá cometido errores. El problema es si la gente siente que no puede llegar a fin de mes y por ello vota a una derecha que solo ataca a los inmigrantes, la burocracia, la criminalidad... Además de una manera insensata. La criminalidad no se lucha solo con más policía, sino invirtiendo en sus causas, que a menudo son socio-económicas. Un gobierno debe invertir en las personas con buena educación, prestaciones, políticas de vivienda... Pero no se hace o, si se hace sin contarlo, sin tener un relato, también es un problema.

La narrativa de la derecha siempre va contra alguien: los inmigrantes, el Gobierno, Europa… Lo he visto en todos los países. El Ejecutivo de Sánchez no ha sido uno necio que solo ha pensado en la redistribución. Ha usado una estrategia sostenible, ayudando a las empresas, promocionando a aquellas que invierten verde y a la vez ha desencentivado el exceso de ganancias, lo que no significa desincentivar los beneficios. Creo realmente en esa estrategia: crear riqueza, invertir en tecnología, salud, capacidad de las ciudades y tener impuestos progresivos.

P. Los países europeos, entre ellos España, han disparado su deuda con la pandemia. Bruselas está pidiendo recortes. ¿Habrá una vuelta a la austeridad?
R. Los recortes, como se hicieron después de la crisis financiera, con la austeridad, no han funcionado. Lo que importa más en la ratio deuda PIB son las inversiones, tanto públicas como privadas, que se hacen en el denominador. Hay que cortar donde hay despilfarro, siempre y no solo ahora, pero también invertir en lo que crea valor: educación, I+D, programas de IA aplicada a la salud, agricultura, energía. Solo recortar, esperando que la deuda baje, no funciona. Si el PIB no crece, si la productividad no crece, volvemos otra vez al punto de partida.

Es muy importante que no haya otra ola de austeridad. La inversión pública en el corto plazo puede elevar la deuda, pero en el largo la baja, porque crea la riqueza con la cual financiarla. Los países que solo aplican la austeridad no crean riqueza y la deuda sigue creciendo. También porque emergen problemas de salud, de criminalidad… La falta de buenos sistemas de salud y de educación pueden suponer un coste mayor al Estado que invertir más desde el principio.

P. Hay que hacer predistribución.

R. Exactamente.

"¿POR QUÉ LA GENTE VOTA AL PP?" Por Carlos Fernández Liria

Desde las últimas elecciones y a la espera del resultado de las próximas el 23-J, no he cesado de hacerme una inquietante pregunta: ¿por qué será que la gente vota al PP? Me parece una pregunta tan enigmática y misteriosa que había pensado colocar este vídeo en la sección de psicoanálisis, pero es que todavía no hemos visto lo que entiende Freud por la “pulsión de muerte” · Voy a intentar explicarlo sin demasiadas resonancias técnicas.

Da la impresión de que el perfil antropológico del votante del PP hundiera sus atávicas raíces en ese grito con el que se saludó la restauración del absolutismo en 1823: “Vivan las cadenas”, “Vivan las caenas”.

Sin recurrir a la psicología profunda, resulta difícil comprender por qué los pensionistas, por ejemplo, votan de forma masiva contra un gobierno que les ha subido un 8 por ciento las pensiones o a favor de un gobierno que está desmantelando lo que queda de la sanidad pública; o por qué a tantos jóvenes les parece casi surrealista votar a Sumar en lugar de por ejemplo a Vox cuando Sumar les ha prometido una herencia universal de 20 mil euros al cumplir los 18 años, una propuesta modesta comparada con la que había propuesto por ejemplo el gran economista Tomás Piqueti, 150.000 euros por joven, pero menos es nada ¿no?,

Una propuesta por otra parte perfectamente viable como han demostrado grandes economistas españoles, como el propio Nacho Álvarez que la ha defendido y, por supuesto, Eduardo Garzón que ha publicado varios vídeos críticos con esta propuesta porque le parece insuficiente, pero, en cualquier caso, muy aclarativos y explicativos sobre por qué no es ningún disparate y por qué no hay que llevarse las manos a la cabeza con respecto a su posible viabilidad.

Pero todo ocurre como si existiera en las profundidades del alma de la población española un profundo nervio franquista transmitido de generación en generación que tuviera que ver con algo así como el resentimiento y la venganza contra todo aquello que se sospeche que no sería aprobado, que no sería bien visto por el Caudillo.

El Caudillo no habría visto con buenos ojos una sociedad llena de maricas, de trans, de lesbianas, de mujeres emancipadas; tampoco habría visto con buenos ojos eso de la herencia universal, eso de dar dinero a los jóvenes para que se emancipen de sus padres… Y, desde luego, habría mirado con mejores ojos a esos partidos que al fin y al cabo son su herencia en este país que defienden la privatización de la sanidad pública, que defienden que no hay que subir el salario mínimo, que no hay que conceder derechos laborales. Y es como si la opinión de Caudillo fuera la voz del superyó de la sociedad española.

El PP es un partido que no debería existir. El PP debería haber sido ilegalizado en el año 2003, mismo que fue ilegalizada Herri Batasuna, desde el mismo momento en que se supo que en Irak no solamente no había armas de destrucción masiva, si no que se supo que siempre se había sabido que no las había y que, por tanto José María Aznar, presidente del gobierno, había declarado, mintiendo, una ofensiva terrorista contra un país inocente, la mayor ofensiva terrorista del siglo XXI. Con esta mentira, como referencia y punto de partida, un pretexto con el que Aznar engañó a la opinión pública mundial, engañó también a la población española y engañó especialmente a sus votantes, murieron en Irak, entre 2003 y 2006, según distintas encuestas, citando por ejemplo la encuesta de opinión Lancet, 654.965 personas. Otras encuestas ascienden la cifra a mucho más, la Opinión de Encuesta Empresarial la asciende a 1.220.580 personas.

El PP no fue acusado en ese momento de incitación al terrorismo, a un terrorismo masivo, lo que demuestras que la Ley de Partidos era una Ley ad hoc, diseñada para ilegalizar a un partido político concreto, Herri Batasuna, lo que le convierte de alguna forma en una Ley que debería haber sido de inmediato anulada por el Tribunal Constitucional. De lo contrario, el PP debería haber sido de inmediato ilegalizado y sus dirigentes encausados por terrorismo por colaboración con la banda armada más potente del planeta que en esos momentos comenzaba una guerra ilegal con un pretexto falso, que no solamente era falso, sino que se habría demostrado, como bien se sabe, que siempre se supo que era falso, y además se ha demostrado, como bien se sabe, que siempre se supo que era falso y además en contra de la opinión pública internacional y sobre todo española que se había mostrado en contra de la guerra de Irak, en masivas e insistentes manifestaciones, día a día.

Sin embargo, el pasado mes de febrero, hace bien poco tiempo, el dirigente del PP José María Aznar declaró que no se arrepentía de su decisión y que no solamente no se arrepentía de ella si no que se sentía muy orgulloso: no hay pues arrepentimiento. Los votantes del PP, por otra parte, tampoco han sentido al respecto una gran inquietud… Me acuerdo que por esas fechas, el político francés Régis Debray escribió un artículo que publicó por cierto El País, en el que decía, un artículo firmado luego por varios intelectuales europeos, que se calculaba que a causa del bloqueo y luego de la guerra habían muerto ya en Irak 500.000 niños. Y Debray argumentaba diciendo que si se hubiera tratado de 500.000 perros, Europa entera se estaría rasgando las vestiduras por maltrato animal. Pero no, no eran perros, solo eran niños iraquíes.

Pero mira qué sorpresa, los votantes del PP en el último proceso electoral se rasgaron las vestiduras porque Bildu había incluido en sus listas electorales a antiguos criminales de ETA. Se obviaba el pequeño detalle de que esos criminales sí que habían sido juzgados, sí que habían cumplido condena y sí que habían pedido perdón. Se obviaba también el pequeño detalle de que ETA ya no existe.

La diferencia que hay entre el votante de Bildu y el votante del PP no solo está en la diferencia en el numero de víctimas, también está en que el votante del PP jamás ha sentido la menor inquietud, ni la menor muestra de arrepentimiento. Muy al contrario, ni siquiera el atentado de Atocha, el 11 M, con sus 191 muertos, despertó en el votante del PP la más mínima reflexión, muy al contrario, lo que se desató fue una ola de negacionismo masivo y delirante, de tal forma que aún hoy son muchos los votantes del PP que piensan que el atentado lo cometió ETA y quizá, quién sabe si con la complicidad de ciertos dirigentes del Partido Socialista. Todo ello pese a que la policía tenía ya el vídeo del portavoz de Al Qaeda, Abu Dujan el Afgani, que reivindicaba el atentado, leo textualmente, “como una respuesta a vuestra colaboración, con los criminales Bush y sus aliados, como respuesta a los crímenes que habéis causado en el mundo y en concreto en Irak y en Afganistán”.

Como recordareis, si queréis recordarlo, los dirigentes del PP hicieron todo lo posible por negar su responsabilidad en el atentado e iniciaron un proceso de manipulación generalizada de la opinión pública a través de los medios de comunicación y, en concreto de los telediarios. Jamás creo que haya habido en este país, quitando la época de Franco, un intento tan colosal de manipulación de la opinión pública. La responsabilidad que tuvo en esta campaña de intoxicación José María Aznar fue bien conocida desde el primer momento porque la denunciaron los directores de los periódicos, algunos directores que denunciaron cómo Aznar les había llamado personalmente para darles instrucciones de cuáles deberían de ser los titulares. Pero tampoco esto ha despertado ninguna inquietud en los votantes del PP que sigue mirando con admiración, incluso con orgullo y simpatía a su antiguo líder José María Aznar. Su mentalidad se armó más bien de un ciego negacionismo, apuntalado por una pandilla de mercenarios periodistas que consiguieron poner sobre la mesa la versión de que el atentado había sido perpetrado por ETA, poniéndose de acuerdo con Zapatero, quizás con Rubalcaba y también con Al Qaeda, todo para hundir al PP.

Así pues, hay carta blanca, todo está permitido. Díaz Ayuso ganó las elecciones en Madrid, por mayoría absoluta, con el lema de que había que votar, o que había que elegir entre ETA y la libertad, “ETA sigue existiendo y la financiamos entre todos con nuestros impuestos”.

A este respecto creo que hizo muy bien Pablo Iglesias saliendo al paso y recordando ciertas evidencias sangrantes: siguiendo con la lógica que identifica a Bildu con ETA, habría que comenzar por recordar que el fundador y presidente del Partido Popular, don Manuel Fraga Iribarne, fue ministro de la dictadura franquista y no es que se comportara precisamente como una hermanita de la caridad. Recordaré algunos célebres hitos de su actuación como ministro. En 1969 la policía detuvo al estudiante de 21 años Enrique Ruano. Lo torturaron tan salvajemente que parece que se les fue de las manos y entonces lo arrojaron desde un séptimo piso. Para intentar fingir que había sido un suicidio, llegaron a manipular la autopsia hasta quitarle un trozo de clavícula donde estaba incrustada una bala con la que le habían rematado. El ministro Fraga, el posterior presidente de honor del PP, fue el encargado de manipular a la opinión pública para que la hipótesis del suicidio saliera adelante. Fraga dio instrucciones para que se manipulara unos de los diarios de Enrique Ruano en los que tenía que aparecer con ciertas tendencias suicidas. Como la opinión pública no se tragó el cuento, hubo protestas masivas y encendidas y entonces, el futuro presidente de honor del Partido Popular llamó personalmente al padre de Enrique Ruano diciéndole que o paraban las protestas o la hermana de Enrique Ruano correría la misma suerte.

La intervención de don Manuel Fraga Iribarne, futuro presidente de honor del PP, también fue muy ilustrativa en el caso del fusilado Julián Grimau, uno de los fusilados más famosos del franquismo. Este dirigente comunista había sido detenido y también había sido torturado y, por cierto, también le habían tirado por la ventana intentando aparentar que había sido un suicidio, lo que pasa es que sobrevivió. Grimau era un famoso dirigente del Partido Comunista que había tenido una enorme relevancia durante la guerra civil y la campaña internacional que se desató para pedir el indulto fue impresionante, intervino incluso el Vaticano pidiendo a Franco que le perdonara. Fraga, como ministro declaró que ese “caballerete”, dijo, estaba en las dependencias policiales recibiendo un trato exquisito: le habían tirado por la ventana después de torturarle brutalmente. Poco después le fusilaron y este fusilamiento lleva el sello del Consejo de ministros en el cual estaba también Fraga Iribarne.

También en 1969, Fraga en tanto como ministro de Información y Turismo fue el encargado de sacar adelante la campaña de propaganda más colosal del franquismo, la campaña de los 25 años de paz.

En resumen, Fraga, que había comenzado como falangista, ostentó cargos franquistas ya desde 1951 ininterrumpidamente hasta la muerte de Franco. Y en 1971, todavía no disimulaba sus simpatías por el nazismo, llegó a firmar una carta de apoyo pidiendo la liberación de Rudolf Hess, el número dos de Hitler. Una vez muerto Franco, en 1975, fue nombrado ministro de Gobernación por el presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, ese sanguinario carnicero que antiguamente durante la guerra civil había perpetrado la famosa espantá de Málaga en la que había bombardeado a la población civil. Si, ese que salió por la televisión diciendo eso de “españoles, Franco ha muerto”. Fraga Iribarne, como ministro de Gobernación reprimió con toda dureza las manifestaciones del 1 de Mayo de 1976, las primeras sin Franco. Fue cuando pronunció su más famosa frase: “La calle es mía”, algo que por lo visto siguen pensando algunos de sus seguidores. Ordenó a la policía disparar contra la población civil en las manifestaciones de los sucesos de Vitoria en las que murieron cinco obreros, en Montejurra murieron dos.

Durante la transición, Fraga fundó Alianza Popular con otros siete ex ministros o altos cargos franquistas, es verdad que no quedó muy bien durante las elecciones, pero de alguna forma la refundación de Alianza Popular fue el actual Partido Popular.

Fraga nunca se arrepintió durante su papel protagonista durante el franquismo, nunca pidió perdón a las víctimas. Tampoco el PP ha condenado el franquismo, ha condenado la dictadura, ni ha hecho autocrítica alguna. Más bien, los dirigentes del PP se han mostrado sarcásticos, burlones con respecto a aquellos que todavía siguen buscando a sus desaparecidos, a los desaparecidos del franquismo como dijo Pablo Casado esos carcas que siempre andan por ahí removiendo los huesos del pasado.

Pero los votantes del PP siguen convencidos de que el peligro es que ETA sigue existiendo y ahora se llama Bildu. La posibilidad de gobernar con orgullosos franquistas de ultraderecha, en cambio, no les parece cosa grave. El renacimiento del franquismo del interior de la población española, no les parece cosa grave.

Pienso que para resolver el enigma de por qué la gente vota al PP habría que remitirse la tesis sobre la banalidad del mal que planteó Hannah Arendt a propósito de la Alemania nazi de 1933. Si, es un tema ya clásico desde el punto de vista filosófico. En un artículo ciertamente impresionante que escribió Arendt que se llama Responsabilidad moral durante una dictadura, se preguntaba con cierta angustia por qué tantos colegas, amigos suyos se habían sumado al carro del nazismo, por qué tantos grandes filósofos incluso tremendamente inteligentes habían abrazado una doctrina tosca, biologicista, ramplona y sin duda alguna criminal. Estaban deslumbrados por el éxito de los nazis, comienza diciendo Hannah Arendt. Se subieron al carro de los vencedores, de los que pensaban que iban a ganar y quizás por eso ganaron. Pero según Hanna Arendt fueron sobre todo la mediocridad, el negacionismo, los que provocaron lo que ella misma llamó el colapso moral de la Alemania de los años 30. Es como si todo el mundo hubiera sabido y no sabido al mismo tiempo lo que estaba ocurriendo a su alrededor, sabían que estaban dictando leyes absurdas y genocidas contra los judíos, sabían que estaban deteniendo a sus vecinos judíos, sabían que había trenes que se iban y no volvían y, sin embargo, todo el mundo hacía como que no lo sabía. Era puro y simple negacionismo, pero era también, nos dice Hanna Arendt, mediocridad, falta de reflexión, una negativa a pensar lo que estaba sucediendo. Como sabéis, su obra más famosa al respecto se llama “Eichmann en Jesrusalén, ensayo sobre la banalidad del mal”. Hanna Arendt asistió al juicio que se celebró en Jerusalén contra Eichmann, uno de los directores de la Solución final, uno de los directores de los campos de concentración o de exterminio. Y lo que más le sorprendió fue que Eichmann no era precisamente un genio del mal, una especie de sádico disfrazado de nazi. No, era una persona absolutamente mediocre, absolutamente banal, una persona que había estado exterminando judíos como podía haber estado perfectamente empaquetando tomates.

Fue una verdadera ola de mediocridad la que impidió a la población alemana sentirse responsable. Y cuando quisieron darse cuenta, habían sido exterminados seis millones de judíos delante de sus narices. Pero ni siquiera Eischmann, el director de este genocidio, se sentía responsable. Durante el juicio perdió los estribos tan solo una vez, una vez en que unos testigos le acusaron directamente de haberle visto estrangular a un niño judío con sus propias manos, entonces perdió la calma y empezó a gritar desesperado: “yo nunca he matado a nadie, yo nunca he matado a nadie”. Sin embargo, era él quien ordenaba poner en marcha las cámaras de gas, los hornos crematorios todos los días. Pero él no tenía conciencia de haber matado a nadie, siempre se consideró algo así como una pieza insignificante de una inmensa maquinaria, en la cual él se limitaba, dijo, a obedecer órdenes. Él se había limitado, dijo, a cumplir con su deber. Durante el juicio llega a decir incluso que lo que había hecho era obedecer al imperativo categórico, el que te dice que hagas lo que consideras que es tu deber, aunque como es sabido los nazis no dejaron un rastro legal de órdenes y decretos exigiendo el exterminio de los judíos. Así que más bien lo que había que hacer era cumplir con lo que intuías que era tu deber según tu propia conciencia moral, hasta el punto de que Eischmann llega a reformular el imperativo categórico de esta forma: obra siempre de tal manera que si el Führer te estuviera observando, aprobaría tus actos.

Si, en nuestra serie de psicoanálisis hemos dedicado un capítulo a las noticias para Kant alertando sobre el peligro de lo que puede pasar si se confunde la voz del deber con la voz del superyó, sobre todo cuando el superyó es la conciencia moral de Hitler en tu cabeza. Son las malas noticias freudianas: la voz de la conciencia no siempre es la voz de la razón, también es la voz de la razón de un superyó obsceno y tiránico que habla en tu interior.

Es algo que sin duda podemos experimentar por nosotros mismos, pero es algo que también se repite muy a menudo históricamente. No siempre somos conscientes de lo que estamos haciendo y de lo que estamos provocando cuando atendemos a las voces de nuestro ancestro interior.

Y sí, yo creo que en España, en este país que vivió 40 larguísimos años de dictadura, la voz del Caudillo, la voz de Franco sigue hablando silenciosa, reprimida, negada en el interior de la conciencia de los españoles, marcando los límites de lo que puede ser aprobado y de lo que no puede ser aprobado. Han pasado 50 años, pero haría falta un psicoanálisis colectivo muy profundo para librarnos de ello. Pensad en otro caso, uno de los maridos de Hanna Arendt precisamente Günther Anders, escribió un libro que se llama “Mas allá de los límites de la conciencia” que es una correspondencia con el piloto de Hiroshima, con el piloto que dejó caer la bomba sobre Hiroshima, apretó un botón y cinco minutos después habían muerto 200.000 personas abrasadas vivas. Günther Anders estableció una correspondencia con él porque le llamó la atención que hubiera sido encerrado en un manicomio después de haber intentado explicar a la población que lo que había hecho no tenía perdón y que no se podía vivir con esa carga sobre sus espaldas. La gran sorpresa de este piloto fue comprobar que nadie se sentía responsable a su alrededor, que nadie se sentía culpable. Y es más todo el mundo consideraba que él no había hecho nada malo, que él había hecho lo que tenía que hacer y que estuvo bien lo que hizo. El piloto acabó en un manicomio y Günther le intenta explicar en una correspondencia magnífica como él es la única persona cuerda en realidad y cómo el mundo entero es el que se ha convertido en un manicomio. Nadie se siente culpable ya por nada. El, en cambio, se había dedicado a hacer atracos a mano armada, primero para que le metieran en la cárcel y le castigaran por lo que había hecho, no por los atracos sino por la bomba de Hiroshima y segundo para recoger dinero y enviarlo a Japón, a las víctimas que él había provocado en Hiroshima. Así que consideraron que en efecto estaba como una regadera. También a él se le decía, pero tu no hiciste más que cumplir órdenes, tu no eras más que una pieza de una maquinaria, al fin y al cabo, también tu obedecías al imperativo categórico. Pues algún día todos tendremos que preguntarnos en que sentido todos somos piezas de una enorme maquinaria genocida, sobre todo teniendo un mediterráneo que hace tiempo se convirtió en una inmensa fosa común en la que todos los años mueren a millares intentado entrar en nuestra Europa fortaleza, sí estos emigrantes frente a los que el voto a Vox pretende tomar tantas precauciones.

El hecho es que, desde las elecciones pasadas, España se ha sumado a la ola reaccionaria que triunfa en Europa y no será con grandes aspavientos criminales por los que avanzaremos por esta senda que tenemos por delante.

La pulsión de muerte se abre camino entre nosotros de una forma mucho más banal, mucho más mediocre, mucho más estúpida, mucho más ciega. Nos volvemos demasiado estúpidos para dejar un espacio de juego posible a la reflexión. Cuando un partido político, como hizo Díaz Ayuso en las elecciones pasadas en Madrid, convierte una perfecta estupidez en un lema de su campaña política, estamos jugando con fuego: o ETA o yo, o ETA o la libertad, esa completa memez anega los cauces de la reflexión. Es como intentar convencer a un terraplanista de que no tiene razón. Pero la historia ya nos ha aleccionado bastante de lo que pasa en estos casos, las consecuencias de tanta estupidez no serán por eso más benignas: quizás lleguen a ser aterradoras.

Para ir haciéndonos a una idea de lo que se avecina basta con imaginar lo que podría haber ocurrido si la gestión de la pandemia y la gestión de la crisis económica hubiera sido gestionada por el PP y por Vox.

A mi no me cabe duda de que este gobierno en el que el PSOE ha tenido que gobernar con un contrapeso a la izquierda ha sido sin duda alguna el mejor gobierno de la historia de la democracia, quizás esto no sea decir mucho porque el listón no estaba demasiado alto, pero algo es algo, ¿qué habría ocurrido si no se hubieran nacionalizado con los Ertes los salarios de la población española, si no se hubieran potenciado las ayudas sociales. Habríamos seguido los pasos de Bolsonaro en Brasil cuya gestión de la pandemia fue prácticamente un genocidio. O como mínimo habríamos seguido los pasos de Díaz Ayuso en Madrid con su gestión de las residencias y sus recortes en la sanidad pública.

He escuchado a algunos ancianos pensionistas de esos a los que no van a votar jamás a ese partido que les ha subido un 8 por ciento las pensiones, que la culpa del deterioro de la sanidad pública la tiene el gobierno socialista y cuando se encuentran que tienen una lista de espera de un año para una mínima prueba médica, ni por un momento se les ocurre recordar que las competencias en sanidad están trasferidas a las Comunidades Autónomas y que por ejemplo en Madrid la presidenta es Díaz Ayuso, nuestra heroína del PP.

Lo que ahora se está denominando el “sanchismo” en todos los medios de comunicación, no ha sido más que un giro social impuesto al partido socialista desde la izquierda y es patente que el hundimiento de Podemos en las anteriores elecciones es una gran tentación para el partido socialista para dar un nuevo giro a la derecha.

Me parece obvio que este funesto regreso al bipartidismo solo podemos evitarlo desde la izquierda votando a Sumar. Yolanda Díaz, la artífice de la reforma laboral ya tiene suficiente experiencia en un gobierno de coalición con el Partido Socialista. Volver a repetir esta experiencia sería sin duda alguna lo mejor que le podría ocurrir a este país, pero sobre todo sería una magnífica forma de pararle los pies a los herederos del terrorismo de estado franquista.

Carlos Fernández Liria
Profesor de Filosofía en el UCM

Nota: Se trata de una opinión del autor publicada originariamente en YouTube, transcrita en DCLM por su interés.


 

La vida interior de un gato. Un manuscrito previamente desconocido explora la psique en última instancia desconocida del felino favorito de Provensens.

The cover illustration for “The Truth About Max,” in watercolor and ink, shows a lounging Max, with bright yellow eyes and an ear-to-ear grin, holding a branch from a rose bush between his paws. 

LA VERDAD SOBRE MAX, por Alice y Martin Provensen 
 Alice y Martin Provensen fueron los Ginger y Fred del libro ilustrado estadounidense: un equipo de ilustradores sumamente equilibrado y elegante que, en una colaboración que abarcó casi 40 años y más de 40 libros para niños (19 de los cuales también escribieron y editaron), engañó a los fanáticos con su ingenio inexpresivo, gran curiosidad y estilo modernista de mediados de siglo.

Ambos nacieron en Chicago y estudiaron en la Universidad de California. Y cuando se conocieron en Los Ángeles en 1943, ambos habían trabajado como oficiales en la floreciente industria de la animación y estaban listos para un cambio que prometía una mayor libertad creativa. Después de la guerra y de mudarse a Nueva York (momento en el que ya se habían casado), la pareja se dedicó a la ilustración de libros, se establecieron como los pilares de la lista de Libros Dorados, que tuvo un éxito fenomenal, y se ramificaron desde allí, abordando temas que iban desde la mitología griega hasta la Ballet clásico.

En 1951, compraron la destartalada propiedad del condado de Dutchess que se convirtió en Maple Hill Farm, un escondite de libro de cuentos y el escenario de varias colaboraciones para las cuales su corral sirvió como reparto central. Cuando no vagaban por el mundo por investigación o placer, los Provensen pasaban largas horas sentados en mesas de dibujo espalda con espalda en su granero convertido, desarrollando pacientemente el enfoque ideal para su proyecto del momento.

Martin preparó el almuerzo, Alice preparó la cena; Aparte de eso, la pareja rara vez reveló mucho sobre su división del trabajo. Ellos "realmente eran un artista", explicó Alice una vez.
"La verdad sobre Max", con un gato grande y llamativo como protagonista, es un libro ilustrado inédito que se descubrió en forma de maniquí, o versión preliminar, en 2019 entre algunos papeles retenidos por el agente de Alice, George Nicholson, quien murió en 2015. Martin Provensen había muerto en 1987; Alicia murió en 2018.

A lo largo de los años, la pareja había llegado a apreciar como individuos a muchos de los animales que vivían entre ellos y, en una serie de cómicos volúmenes estilo cuaderno de bocetos, habían demostrado ser astutos observadores naturalistas. En “Nuestros amigos animales” (1974), el primero de estos libros, le dieron al verdadero Max un lugar de honor al representarlo en la portada con ojos ardientes y brillantes y una sonrisa de oreja a oreja. El libro que dejaron atrás estaba claramente destinado a ser el giro estelar que sentían que el archi-bribón de su granja se había ganado.

El amor de los provenzales por los animales, como el de Beatrix Potter, era deliberadamente poco sentimental. En "La verdad sobre Max", la verdad que registran incluye las bromas de gato malo de Max y su habilidad para sobrevivir: su infalible instinto para saber con quién se puede jugar con dos o cuatro patas y con quién no se debe cruzar.

El Max que conocemos también es bastante cazador, con dormitorios que se asemejan a una sala de trofeos "llena de colas de ardilla". Esta revelación casual e impactante es suficiente para que los lectores jóvenes sientan que están siendo tratados como adultos, otro sello distintivo de Provensen.

Las ilustraciones varían en su grado de acabado, con una figura o rostro ocasional simplemente borrado y el fondo dejado como boceto para más adelante. La nota de un editor afirma que la cursiva arácnida y falsamente ingenua utilizada para el texto es una reelaboración de hábiles calígrafos de las letras manuscritas de los propios artistas.
With night falling and the barnyard far in the distance, Max sits out in a field, amid tall grasses, staring up at the moon.
 Imagen Con la caída de la noche y el corral a lo lejos, Max se sienta en un campo, en medio de hierbas altas, mirando la luna. Credit...Alice y Martin Provensen

Los fragmentos sin pulir cuentan una verdad propia, exponiendo rastros del desconocimiento incómodo, de prueba y error, en el que el trabajo creativo tan a menudo tiene sus comienzos.

Los provenzales eran exploradores incansables que desdeñaban lo obvio y se sentían mejor en terrenos desconocidos. Habiendo decidido hacer un libro sobre la historia de la aviación, por ejemplo, ¿quién además de ellos habría elegido destacar no a los hermanos Wright en negrita sino al comparativamente oscuro pero igualmente notable Louis Blériot? (La pareja ganó la Medalla Caldecott de 1984 por ese esfuerzo, titulado “El vuelo glorioso”).

Max era un alma gemela más. Su historia termina con otra nota decididamente adulta, esta inquietantemente hermosa.

Todas las noches, nos enteramos de que Max, habiéndose “cansado” del corral, “camina por el camino,/ hacia los campos./ No lo reconocerías./ Parece un tigre”.

Solo, ¿qué umbral ha cruzado? Quizás el misterioso que marca el límite de lo que cualquiera puede saber de cualquier otra persona. “Ahora”, escriben los provenzales, dejándonos imaginar el resto, “comienza la vida real” de Max.

Leonard S. Marcus es el autor, más recientemente, de "Pictured Worlds: Masterpieces of Children's Book Art by 101 Essential Illustrators From Around the World".

viernes, 21 de julio de 2023

Pactos PP y Vox: la lectura de Montesquieu

Con estos pactos la situación es peor en la mayor parte del país que la de 2014. El riesgo no es el de que no se corrijan situaciones escandalosas, como las que el caso de Antonia Correa ha hecho visible, sino el de que se acentúen todavía más las prácticas anticonstitucionales

La nueva presidenta de la Comunidad Autónoma de las Islas Baleares, en el discurso de presentación de su programa de Gobierno en la sesión de investidura, puso mucho énfasis en subrayar que no dará un paso atrás en lo que a violencia de género y protección a las mujeres se refiere. Con miembros de Vox en el Gobierno o sin miembros de Vox , pero con pactos firmados con dicho partido, todos los presidentes autonómicos del PP están diciendo lo mismo. Alguno, como el de la Comunidad Valenciana, que tiene más de un miembro de Vox en su Gobierno, uno de los cuales niega expresamente la existencia de la violencia de género, ha dicho que nadie tiene que preocuparse porque las políticas de igualdad dependerán directamente de la Presidencia.

El paso atrás ya se ha dado. En realidad, se vienen dando pasos atrás en las comunidades gobernadas por el PP en este terreno desde hace muchos años. Esta pasada semana se ha hecho pública una sentencia del Tribunal Constitucional (TC) mediante la cual otorga el amparo a Antonia Correa y condena a la Comunidad de Murcia a indemnizarla por haberla obligado a desplazarse a Madrid para poder interrumpir el embarazo. A raíz de la divulgación de esta sentencia, los medios de comunicación han informado sobre el caso de Antonia Correa en particular y sobre la práctica “anticonstitucional” de forzar a las mujeres a desplazarse de las provincias en las que viven, incluso de la entera comunidad autónoma, para poder ejercer un derecho que, de acuerdo con la última sentencia del TC sobre la ley de plazos, está vinculado directamente con el artículo 15 de la Constitución y, es, por tanto, un derecho fundamental y no un derecho de “configuración legal”. “Que la mujer que va a interrumpir el embarazo, que se encuentra en una situación de vulnerabilidad física y emocional, no salga de su entorno habitual y pueda contar con los apoyos de sus allegados para hacer frente a esta difícil situación del modo menos traumático posible”, acaba de decir el TC respecto de Antonia Correa, es un “derecho fundamental”. Obligarla a desplazarse para ejercer ese derecho es anticonstitucional.

El calvario de Antonia Correa empezó en 2014. Más de nueve años para ver reconocido su derecho. Y ahora tiene que iniciar un nuevo procedimiento para reclamar la indemnización a la Comunidad de Murcia, que ya veremos cuál es y si no acaba de nuevo en los tribunales. Al mismo tiempo que hemos conocido esa fecha de 2014 para el caso de Antonia Correa, nos hemos enterado también que en 2021 fueron al menos 4.154 mujeres, en 12 provincias, además de Ceuta y Melilla, las que se vieron obligadas a pasar por el mismo trance por el que pasó ella. La práctica anticonstitucional no ha sido, pues, una excepción, sino que puede elevarse a la categoría de un incumplimiento constitucional muy extendido. Para miles de mujeres en un número considerable de provincias el derecho fundamental a interrumpir el embarazo no se reconoce por las autoridades públicas obligadas no sólo a reconocerlo, sino, de acuerdo con la jurisprudencia del TC respecto a los derechos fundamentales, a actuar de la forma más favorable para el ejercicio del derecho.

Esta realidad española en lo que no solo al derecho a la interrupción del embarazo se refiere, sino también en lo que toca a la protección de la libertad sexual de las mujeres, a la transexualidad y, en general, al respeto a los derechos fundamentales de las personas integradas en el colectivo que cubren las siglas LGTBI. La realidad es tan lacerante, que resulta imprescindible que se pongan en práctica políticas públicas para cambiarla. En esto es en lo que se ha trabajado, con muchas dificultades por el primer Gobierno de coalición desde la entrada en vigor de la Constitución.

Todo lo contrario es lo que suponen los pactos entre el PP y Vox. Con estos pactos la situación es peor en la mayor parte del país que la de 2014. El riesgo no es el de que no se corrijan situaciones escandalosas, como las que el caso de Antonia Correa ha hecho visible, sino el de que se acentúen todavía más las prácticas anticonstitucionales.

En Del Espíritu de las Leyes, Montesquieu define la libertad como “la sensación que cada uno tiene de su propia seguridad”. No la seguridad, sino la “sensación” de la propia seguridad. Quien “no se siente seguro, no es libre”. La multiplicación de la pérdida de sensación de seguridad y el consiguiente incremento de falta de libertad es lo que suponen los pactos entre el PP y Vox. Nadie puede llamarse a engaño.


Detrás de 'Oppenheimer', una biografía premiada de 25 años de trabajo. Martin Sherwin cerró el trato y se sumergió en la investigación. Pero fue solo cuando Kai Bird se unió como colaborador surgió "American Prometheus".

Una foto de 1957 de Oppenheimer en el Instituto de Estudios Avanzados.Crédito...John Rooney/ AP vía NYT
Una foto de 1957 de Oppenheimer en el Instituto de Estudios Avanzados. Crédito... John Rooney/ AP vía NYT

Martin Sherwin no fue el clásico escritor bloqueado. Extrovertido, divertido y atlético, quienes  conocieron lo describen como lo opuesto a un neurótico.

Pero a fines de la década de 1990, tuvo que admitir que estaba estancado. Sherwin, profesor de historia y autor de un libro anterior, había accedido a escribir una biografía completa de J. Robert Oppenheimer dos décadas antes. Ahora se preguntaba si alguna vez lo terminaría. Había investigado mucho, una cantidad extraordinaria, en realidad, acumulando unas 50,000 páginas de entrevistas, transcripciones, cartas, diarios, documentos desclasificados y archivos del F.B.I. expedientes, almacenados en cajas aparentemente interminables en su sótano, ático y oficina. Pero apenas había escrito una palabra.

Sherwin originalmente había tratado de rechazar el proyecto, recordó su esposa, y le dijo a su editor, Angus Cameron, que no creía que tuviera la experiencia suficiente para abordar un tema tan trascendental como Oppenheimer, el llamado padre de la bomba atómica. . Pero Cameron, que había publicado el primer libro de Sherwin en Knopf y que, como Oppenheimer, había sido víctima del macartismo, insistió.

Entonces, el 13 de marzo de 1980, Sherwin firmó un contrato de $ 70,000 con Knopf para el proyecto. Pagó la mitad para empezar, esperaba terminarlo en cinco años.

Al final, el libro tardó 25 años en escribirse, y Sherwin no lo hizo solo.

Cuando se estrene la película de Christopher Nolan “Oppenheimer” el 21 de julio, será la primera vez que muchos jóvenes estadounidenses conozcan la historia de J. Robert Oppenheimer. Pero esa película se basa en la exhaustiva y emocionante biografía de 721 páginas ganadora del Premio Pulitzer llamada “American Prometheus: The Triumph and Tragedy of J. Robert Oppenheimer”, coescrita por Sherwin y Kai Bird.

Knopf publicó esta obra maestra en 2005. Pero fue solo gracias a una rara colaboración entre dos escritores incansables, y una profunda amistad, construida en torno a una dedicación compartida al arte de la biografía como el trabajo de toda una vida, que "American Prometheus" se hizo. .

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Una película en blanco y negro de "Oppenheimer" muestra al actor en el papel principal frente a un micrófono anticuado, dando su testimonio en una sala de audiencia llena de gente vestida formalmente.

Cillian Murphy, centro, como el personaje principal en "Oppenheimer", escrita y dirigida por Christopher Nolan. Credit...Melinda Sue Gordon/Universal Pictures, vía Associated Press

OPPENHEIMER habría sido un tema desalentador para cualquier biógrafo.

Un intelectual público con un don para lo dramático, dirigió el laboratorio de alto secreto en Los Álamos, Nuevo México, llevando la bomba atómica de la posibilidad teórica a la aterradora realidad en una línea de tiempo imposiblemente corta. Más tarde emergió como una especie de rey filósofo de la era nuclear de la posguerra, oponiéndose públicamente al desarrollo de la bomba de hidrógeno y convirtiéndose en un símbolo tanto del genio tecnológico de Estados Unidos como de su conciencia.

Esa postura convirtió a Oppenheimer en un objetivo en la era de McCarthy, incitando a sus enemigos a pintarlo como un simpatizante comunista. Fue despojado de su autorización de seguridad durante una audiencia de 1954 convocada por la Comisión de Energía Atómica. Vivió el resto de su vida disminuido y murió a los 62 años en 1967, en Princeton, Nueva Jersey.

Cuando Sherwin comenzó a entrevistar a personas que lo habían conocido allí, quedó desconcertado por la intensidad de sus sentimientos. Los físicos y las viudas de los físicos todavía estaban enojados por la negligencia casual que Oppenheimer había mostrado a su familia.

Sin embargo, después de que Sherwin se mudó con su propia familia a Boston para trabajar en la Universidad de Tufts, él y su esposa Susan conocieron a científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts, quienes admitieron con vergüenza que sus años trabajando con Oppenheimer en la bomba fueron algunos de los más felices de sus vidas.

Entre las decenas de personas que Sherwin también entrevistó estaban Haakon Chevalier, el otrora mejor amigo de Oppenheimer cuyos lazos comunistas formaron en parte la base de la inquisición en su contra, y Edward Teller, cuyo testimonio en la audiencia de 1954 ayudó a poner fin a su carrera.

El hijo de Oppenheimer, Peter, rechazó una entrevista formal, por lo que Sherwin llevó a su familia a Pecos Wilderness cerca de Santa Fe, ensilló un caballo y cabalgó hasta la cabaña rústica de los Oppenheimer, discutiendo la oportunidad de hablar con el hijo del científico mientras los dos hombres construían una cerca. . “Marty nunca pensó que fuera un gran entrevistador”, dijo Susan Sherwin, quien lo acompañó en muchos viajes de investigación y le sobrevive. Pero tenía un don para conectar con la gente.

La fecha límite de Sherwin vino y se fue. Su editor se retiró e hizo todo lo posible para evitar el nuevo. Siempre había otra persona para entrevistar u otro documento para leer.

El libro sin terminar se convirtió en una broma corriente en la casa de Sherwin.

“Tuvimos esta caricatura del New Yorker en nuestro refrigerador durante toda mi infancia”, recordó su hijo Alex. “Es un tipo en una máquina de escribir, y está rodeado de montones de papeles. Su esposa está a lo lejos, en el umbral de la puerta de su oficina. Y él dice: '¿Terminarlo? ¿Por qué querría terminarlo?’”

KAI BIRD, EX editor asociado de The Nation, necesitaba un trabajo. Era 1999, y aunque Bird había escrito un par de biografías modestamente exitosas, como historiador de 48 años sin un doctorado. estaba subcalificado para un puesto universitario titular y sobrecalificado para casi todo lo demás. Su esposa, Susan Goldmark, que ocupaba un lucrativo trabajo en el Banco Mundial, se estaba cansando de ser el principal sostén de la familia.

Bird estaba solicitando sin éxito trabajos en los periódicos cuando escuchó de un viejo amigo. Sherwin invitó a Bird a cenar y sugirió que unieran fuerzas en Oppenheimer.

Se conocían desde hacía años, y su amistad se consolidó a mediados de la década de 1990, cuando Bird incluyó los ensayos de Sherwin en un volumen sobre la controversia en torno a una exhibición planeada del Smithsonian del Enola Gay, el avión que lanzó la primera bomba atómica.

Pero había una complicación. “Mi primer libro comenzó como una colaboración con mi mejor amigo”, dijo el escritor Max Holland, Bird, “y ocho años después terminó en divorcio”. Las cosas se rompieron, en parte, por desacuerdos sobre cuánta investigación era suficiente.

El episodio había sido doloroso. Nunca más, le recordó su esposa.

“Le dije a Marty, ‘No, no puedo. Me gustas demasiado'”, dijo Bird.

Así comenzó una campaña de encanto de un año para convencer a Bird, pero especialmente a Goldmark, de que esta vez sería diferente. “Estaba observando con mucho cuidado, observándolos interactuar y terminar las oraciones del otro como lo hacen a veces las parejas”, recordó. "Ambos eran tan lindos".

Finalmente, con todos a bordo, Gail Ross, la agente de Bird, negoció un nuevo contrato con Knopf, que acordó pagar a la pareja $290,000 adicionales para terminar el libro.

Sherwin advirtió a Bird que había lagunas en su investigación. Pero pronto "un número incalculable de cajas" comenzaron a aparecer en la casa de Bird, según su esposa. Cuando Bird comenzó a revisar todo, reconoció cuán minuciosamente detallada y vertiginosamente amplia era la investigación de Sherwin. “No hubo lagunas”, recordó Bird.

Era hora de escribir. Bird empezó por el principio.

“Escribí un borrador de los primeros años de la infancia”, dijo, “y Marty lo tomó y lo reescribió”. Sherwin le devolvió la revisión a Bird, quien quedó impresionado. “Él sabía exactamente lo que faltaba en las anécdotas”, dijo Bird.

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Un retrato de los dos autores con un ejemplar de su libro y estanterías muy llenas detrás. Kai Bird, a la izquierda, lleva una chaqueta deportiva color hueso sobre un polo color bígaro, mientras que Martin Sherwin, con barba, lleva una camisa azul con botones.

Kai Bird, a la izquierda, y Martin J. Sherwin en 2006, mostrando una copia de su libro "American Prometheus", que lleva mucho tiempo en proceso. Credit...  Balce Ceneta/Associated Press

Su proceso tomó forma: Bird estudiaría detenidamente la investigación, la sintetizaría y produciría un borrador que enviaría a Sherwin, quien reconocería lo que faltaba, editaría y reescribiría, y le devolvería la copia a Bird. Pronto, Sherwin también estaba redactando. “Escribimos furiosamente durante cuatro años”, dijo Bird.

Sherwin siempre supo que la audiencia que despojó a Oppenheimer de su autorización sería el “epicentro” de la biografía, dijo Bird. Discutieron sobre lo que podría sugerir la evidencia, pero nunca sobre el estilo, el proceso o la forma del libro en sí. “Se convirtió”, dijo Susan Sherwin, “en algo casi mágico”.

Para el otoño de 2004, casi 25 años después de que Knopf se comprometiera con el proyecto, el manuscrito estaba casi listo. La editora de Bird y Sherwin, Ann Close, vetó "Oppie", el título provisional de la pareja. Siguió una pelea, hasta que algo le llegó a Goldmark a altas horas de la noche: “Prometeo… fuego… la bomba es este fuego. Y podrías poner 'estadounidense' allí'”.

Bird descartó "American Prometheus" por considerarlo demasiado oscuro, hasta que Sherwin llamó a la mañana siguiente para decirle que un amigo, el biógrafo Ronald Steel, había sugerido el mismo título durante la cena la noche anterior. “Estoy en un gran problema”, dijo Bird. Su esposa se sintió reivindicada.

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Una fotografía reciente de Kai Bird muestra al autor con cabello blanco y barba blanca.

Bird dijo que a su colaborador le habría gustado “Oppenheimer”. Credit... Michael Avedon/agosto

El 5 de abril de 2005, "American Prometheus: The Triumph and Tragedy of J. Robert Oppenheimer", de Kai Bird y Martin Sherwin, se publicó con gran éxito. El Boston Globe elogió que “se erige como un Everest entre las montañas de libros sobre el proyecto de la bomba y Oppenheimer, y es un logro que probablemente no será superado ni igualado”.

Entre sus numerosos elogios estaba el Premio Pulitzer de Biografía. Bird siempre pensó que el libro tenía una oportunidad externa de ganar el premio, pero Sherwin se había mostrado escéptico. “Él siempre pensó que yo era un optimista incorregible. Así que estaba genuinamente asombrado”, diría Bird más tarde. “Estaba, de hecho, dulcemente eufórico”.

Cuando los colaboradores se enteraron en septiembre de 2021 de que Christopher Nolan planeaba convertir "American Prometheus" en una película, Marty Sherwin se estaba muriendo de cáncer. La pareja había leído varios guiones sin hacer basados en su libro a lo largo de los años, por lo que Sherwin dudaba de sus posibilidades en Hollywood. Estaba demasiado enfermo para unirse, pero Bird y Goldmark conocieron a Nolan en un hotel boutique en Greenwich Village. Bird le informó a Sherwin en persona que, con Nolan como guionista y director, su trabajo estaba en buenas manos. “La historia de Oppenheimer es una de las más dramáticas y complejas con las que me he encontrado”, dijo Nolan recientemente. “No creo que jamás hubiera asumido esto sin el libro de Kai y Martin”. (La anticipación por la película ha puesto la biografía en la lista de libros de bolsillo de no ficción más vendidos del New York Times).

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Una película fija en color de "Oppenheimer" muestra al actor principal con traje, corbata y sombrero, con una pipa en la mano derecha. mano. Un paisaje del sudoeste y un cielo azul están detrás de él. Un fotograma de la película muestra a Murphy en Los Álamos, donde uno de los autores visitó el set. Credit...Universal Pictures El 6 de octubre de 2021, Bird recibió la noticia de que su amigo había muerto a la edad de 84 años. Sherwin "Habría estado profundamente complacido" por la precisión de la película, dijo Bird después de ver la película por primera vez. “Creo que habría apreciado el logro artístico que es”. Recordó el día que él y su esposa pasaron unas horas en el set de la película en Los Álamos. El equipo estaba filmando en la cabina original de Oppenheimer, ahora minuciosamente restaurada.

Bird vio a Cillian Murphy hacer toma tras toma como Oppenheimer, asombrado por el parecido del actor con el tema que había estudiado durante años. Finalmente, hubo una pausa en la filmación y Murphy se acercó para presentarse. Cuando el actor se acercó, vestido con el traje marrón holgado de la década de 1940 de Oppenheimer y una corbata ancha, Bird no pudo evitarlo. "Dr. Oppenheimer!” él gritó. “¡He estado esperando décadas para conocerte!” Bird dijo que Murphy solo se rió. “Todos hemos estado leyendo tu libro”, le dijo el actor. “Es una lectura obligatoria por aquí”. Se hizo una corrección el 11 de julio de 2023: una leyenda que acompañaba una foto de 1957 de J. Robert Oppenheimer tergiversó la conexión entre el Instituto de Estudios Avanzados y la Universidad de Princeton.

El Instituto está en Princeton, Nueva Jersey, pero no forma parte de la universidad allí.