1. Las mentiras de Botín.
2. Frustrante Izquierda Unida
Una rectificación y corrección importante a la noticia anterior aquí.
viernes, 3 de febrero de 2012
miércoles, 1 de febrero de 2012
Un testigo evoca la manipulación con la que el gobierno alemán fabricó el consenso belicista para intervenir en Kosovo. La amargura del policía alemán Hensch
Henning Hensch, un policía alemán retirado con carnet del SPD, se declara aun dolido por lo que vivió en 1999, pero, ¿a quien le interesa hoy la guerra de Kosovo, si ya nos hemos olvidado de la de Libia y preparamos la de Irán? Este jubilado de la localidad de Lütjenburg, en el extremo norte de Alemania, continúa dándole vueltas.
En 1998 fue uno de los seleccionados por el ministerio de exteriores para engrosar los equipos de observadores de la OSCE en Kosovo. En esa calidad actuó como perito en Rachak y Rugovo, dos localidades albanesas en las que su gobierno, socialdemócrata, engañó a la opinión pública escenificando dos masacres que no lo fueron. La primera guerra con participación de Alemania desde Hitler, comenzó con esas mentiras.
"Este era un país opuesto a la guerra y consiguieron que, por primera vez en más de cincuenta años, se metiera en una", explica por teléfono Hensch, que confiesa que, "antes de esa experiencias nunca imaginé que en mi país pudiera pasar algo así, es decir que el gobierno y la prensa mintieran al unísono y engañaran a la población".
Todavía hoy, trece años después, se confiesa "amargado" por ello. El día 15 Hensch explicó su historia en un documental de la televisión NRD. En 1999 habría sido una bomba, pero ¿hoy?
La masacre que no fue
Rachak y Rugovo son dos pueblos del noroeste de Kosovo, al sur de la capital de distrito de Pec. Con la frontera albanesa muy cerca, en 1998 la región era zona de acción de la guerrilla albanesa UCK, sostenida y financiada por la OTAN, la CIA y el servicio secreto británico.
Aquel año la UCK cometió tantos desmanes con civiles serbios, gitanos y albaneses "colaboracionistas" que su jefe local, Ramush Haradinaj, luego primer ministro de Kosovo, hasta llegó a ser juzgado en La Haya por crímenes de guerra por un tribunal que era comparsa de la OTAN.
Haradinaj fue absuelto, entre otras cosas porque diez de los nueve testigos que debían declarar contra él fueron eliminados antes de que pudieran hacerlo, unos en "accidentes de tráfico", otros en "peleas de bar", otros en atentados. Así hasta nueve.
En cualquier caso, a principios de 1999 el ejército yugoslavo respondió con gran fuerza a aquella ofensiva de la UCK teledirigida por la OTAN, con una contraofensiva.
Cerca de Rachak y de Rugova varias decenas de guerrilleros albaneses cayeron en emboscadas ante el ejército. Hensch estuvo allí. Vio a los guerrilleros muertos con sus armas, carnets y emblemas de la UCK cosidos en sus guerreras. En Rugovo, los yugoslavos juntaron los cadáveres en el pueblo y los observadores de la OSCE hicieron fotos.
"Esas fotos, convenientemente filtradas de todo rastro de armas y emblemas de la UCK, hicieron pasar lo que fue un enfrentamiento militar con grupos armados, por pruebas de una masacre de civiles", dice Hensch. "Ambos bandos cometían exactamente los mismos crímenes, pero había que poner toda la responsabilidad sólo sobre uno de ellos", dice el policía jubilado.
El 27 de abril el entonces ministro socialdemócrata de defensa alemán, Rudolf Scharping, presentó en rueda de prensa aquellas fotos en las que se veía los cadáveres de los guerrilleros amontonados en el papel de civiles inocentes masacrados.
Al día siguiente, el diario Bild publicaba una de ellas en portada con el titular: "Por esto hacemos la guerra".
Cambiar un consenso pacifista
La generación de Hensch estaba cansada de guerras. Hasta los años ochenta en la sociedad había un enorme consenso pacifista, algo que atravesaba incluso a los partidos de la derecha y por supuesto al SPD, el partido de Hensch.
"Teníamos una guerra terrible a nuestras espaldas y decíamos "nunca más", así fuimos socializados", recuerda Albrecht Müller, antiguo funcionario de la administración de Willy Brandt, que desempolva el programa de su partido de diciembre de 1989:
"Nuestra meta es disolver los bloques militares mediante un orden de paz europeo". El hundimiento del bloque del Este reduce el sentido de las alianzas militares e incrementa el de las alianzas políticas (...) se abre la perspectiva para un fin del estacionamiento de las fuerzas armadas americanas y soviéticas fuera de su territorio en Europa".
"El Bundeswehr tiene que limitarse exclusivamente a la defensa del país". Desde la guerra contra Yugoslavia ese estado de ánimo se ha cambiado por un nuevo catálogo: El uso del ejercito es posible sin haber agotado los escenarios de negociación, la OTAN puede ser utilizada fuera de su área, el Bundeswehr ya no limita su función a la defensa del país, sino que puede usarse en Kosovo o en el Hindukush, y el ejercito puede utilizarse para proteger las rutas comerciales, el abastecimiento de materias primas, explica.
Para cambiar ese consenso nacional la OTAN, el gobierno de socialdemócratas y verdes (1998-2005) y los medios de comunicación, se tuvieron que emplear a fondo.
El "Media Operation Center" de la OTAN dirigido por el infame Jamie Shea, fue una fábrica de mentiras, que los periodistas retransmitían. Shea, un hombre deshonesto, decía que el truco era, "mantener a los periodistas lo más ocupados posible, alimentándoles constantemente con briefings, de tal manera que no tengan tiempo para buscar información por si mismos".
Años después Shea dijo que, "si hubiéramos perdido la opinión pública alemana, la habríamos perdido en toda Europa".
Fabricar la versión del conflicto
El relato del conjunto de la guerra en los Balcanes se basó en una fenomenal sarta de mentiras, amnesias y omisiones. Primero los croatas, luego los bosnios y finalmente el UCK, utilizaron los servicios de la misma empresa de relaciones públicas norteamericana, Ruder Finn, que entre los años sesenta y los noventa había sido contratada por Philip Morris para enturbiar la evidencia de los nocivos efectos del tabaquismo. La opinión pública europea fue intoxicada.
Como hoy se conoce perfectamente, antes de la intervención de la OTAN no había en el conflicto de Kosovo la "catástrofe humanitaria" que las potencias se inventaron para intervenir, sino una violencia que en 1998 partió de la UCK y a la que el ejército yugoslavo respondió con la misma violencia, explicaron miembros del equipo de la OSCE como el general alemán retirado Heinz Loquai y la diplomática estadounidense Norma Brown en el documental de la cadena de televisión alemana "Es began mit einer Lüge" (comenzó con una mentira).
Los medios alemanes ignoraron tres datos fundamentales: la tradicional hostilidad de su país hacia Yugoslavia, que medios como el Frankfurter Allgemeine Zeitung, Der Spiegel y Die Welt consideraban una "creación artificial".
El hecho de tanto croatas como bosnios musulmanes, liderados en los noventa por dirigentes de la misma calaña que Milosevic, habían sido aliados de la Alemania nazi en la segunda guerra mundial y partícipes, junto con los alemanes, del genocidio de un millón de serbios desencadenado entonces por los nazis.
Y en tercer lugar, la naturaleza ilegal de las acciones militares de la OTAN desde el punto de vista de la ley internacional. El ministro de exteriores verde Josef Fischer comparó a "los serbios" con los nazis y al conflicto de Kosovo con Auschwitz, comparaciones que el General Loquai califica de monstruosas, "espacialmente en boca de un alemán". Algunas de las mentiras concretas y puntuales fueron las siguientes:
Mecanismo con futuro
El ministro de defensa Rudolf Scharping dijo antes de la intervención que los serbios habían matado a 100.000 albaneses en Kosovo. La realidad es que se contabilizaron entre cinco mil y siete mil, entre muertos y desaparecidos, todos los bandos juntos e incluidas las víctimas de bombas de la OTAN.
-Scharping suscribió la leyenda del "plan herradura" de Milosevic: rodear a la población albanesa y deportarla antes del inicio de los bombardeos. Mencionó la "expulsión de millones" y "400.000 refugiados" albaneses antes del inicio de la operación de la OTAN.
La realidad fue que para verano de 1999, a las pocas semanas de la ocupación de Kosovo por la OTAN, 230.000 serbios, montenegrinos, gitanos y albaneses "colaboracionistas" fueron expulsados de Kosovo mientras en la región había 46.000 soldados de la OTAN, es decir uno por cada cuatro expulsados.
-Pueblos que habían sido destruidos después de iniciada la guerra por la OTAN se presentaron como destruidos antes, como incentivo para iniciarla.
-Se ocultó que la miseria de los refugiados albaneses y su estampida también era consecuencia de los ataques de la OTAN.
-Scharping informó del inexistente "campo de concentración" de Milosevic en el estadio de Pristina con "varios miles de internados". Diez años después, el ministro dijo que sólo eran "sospechas".
-Se informó falsamente de "cinco dirigentes albaneses" ejecutados y de "veinte profesores" albaneses fusilados antes sus alumnos.
Todo ello se hizo para justificar más de 6000 ataques de la OTAN sin mandato de la ONU cuyo sentido era demostrar que la OTAN tenía razón de ser y aprovechar las violencias –agravadas por la intervención de las potencias – para disolver Yugoslavia, un estado anómalo en el nuevo orden europeo posterior al fin de la guerra fría. Ningún político y medio de comunicación se ha disculpado y la misma constelación actúa, y está preparada para actuar, en los conflictos del presente y el futuro. Rafael Poch (en la foto). La Vanguardia.
Fuente: http://www.lavanguardia.com/internacional/20120131/54247835488/la-amargura-del-policia-aleman-hensch.html
En 1998 fue uno de los seleccionados por el ministerio de exteriores para engrosar los equipos de observadores de la OSCE en Kosovo. En esa calidad actuó como perito en Rachak y Rugovo, dos localidades albanesas en las que su gobierno, socialdemócrata, engañó a la opinión pública escenificando dos masacres que no lo fueron. La primera guerra con participación de Alemania desde Hitler, comenzó con esas mentiras.
"Este era un país opuesto a la guerra y consiguieron que, por primera vez en más de cincuenta años, se metiera en una", explica por teléfono Hensch, que confiesa que, "antes de esa experiencias nunca imaginé que en mi país pudiera pasar algo así, es decir que el gobierno y la prensa mintieran al unísono y engañaran a la población".
Todavía hoy, trece años después, se confiesa "amargado" por ello. El día 15 Hensch explicó su historia en un documental de la televisión NRD. En 1999 habría sido una bomba, pero ¿hoy?
La masacre que no fue
Rachak y Rugovo son dos pueblos del noroeste de Kosovo, al sur de la capital de distrito de Pec. Con la frontera albanesa muy cerca, en 1998 la región era zona de acción de la guerrilla albanesa UCK, sostenida y financiada por la OTAN, la CIA y el servicio secreto británico.
Aquel año la UCK cometió tantos desmanes con civiles serbios, gitanos y albaneses "colaboracionistas" que su jefe local, Ramush Haradinaj, luego primer ministro de Kosovo, hasta llegó a ser juzgado en La Haya por crímenes de guerra por un tribunal que era comparsa de la OTAN.
Haradinaj fue absuelto, entre otras cosas porque diez de los nueve testigos que debían declarar contra él fueron eliminados antes de que pudieran hacerlo, unos en "accidentes de tráfico", otros en "peleas de bar", otros en atentados. Así hasta nueve.
En cualquier caso, a principios de 1999 el ejército yugoslavo respondió con gran fuerza a aquella ofensiva de la UCK teledirigida por la OTAN, con una contraofensiva.
Cerca de Rachak y de Rugova varias decenas de guerrilleros albaneses cayeron en emboscadas ante el ejército. Hensch estuvo allí. Vio a los guerrilleros muertos con sus armas, carnets y emblemas de la UCK cosidos en sus guerreras. En Rugovo, los yugoslavos juntaron los cadáveres en el pueblo y los observadores de la OSCE hicieron fotos.
"Esas fotos, convenientemente filtradas de todo rastro de armas y emblemas de la UCK, hicieron pasar lo que fue un enfrentamiento militar con grupos armados, por pruebas de una masacre de civiles", dice Hensch. "Ambos bandos cometían exactamente los mismos crímenes, pero había que poner toda la responsabilidad sólo sobre uno de ellos", dice el policía jubilado.
El 27 de abril el entonces ministro socialdemócrata de defensa alemán, Rudolf Scharping, presentó en rueda de prensa aquellas fotos en las que se veía los cadáveres de los guerrilleros amontonados en el papel de civiles inocentes masacrados.
Al día siguiente, el diario Bild publicaba una de ellas en portada con el titular: "Por esto hacemos la guerra".
Cambiar un consenso pacifista
La generación de Hensch estaba cansada de guerras. Hasta los años ochenta en la sociedad había un enorme consenso pacifista, algo que atravesaba incluso a los partidos de la derecha y por supuesto al SPD, el partido de Hensch.
"Teníamos una guerra terrible a nuestras espaldas y decíamos "nunca más", así fuimos socializados", recuerda Albrecht Müller, antiguo funcionario de la administración de Willy Brandt, que desempolva el programa de su partido de diciembre de 1989:
"Nuestra meta es disolver los bloques militares mediante un orden de paz europeo". El hundimiento del bloque del Este reduce el sentido de las alianzas militares e incrementa el de las alianzas políticas (...) se abre la perspectiva para un fin del estacionamiento de las fuerzas armadas americanas y soviéticas fuera de su territorio en Europa".
"El Bundeswehr tiene que limitarse exclusivamente a la defensa del país". Desde la guerra contra Yugoslavia ese estado de ánimo se ha cambiado por un nuevo catálogo: El uso del ejercito es posible sin haber agotado los escenarios de negociación, la OTAN puede ser utilizada fuera de su área, el Bundeswehr ya no limita su función a la defensa del país, sino que puede usarse en Kosovo o en el Hindukush, y el ejercito puede utilizarse para proteger las rutas comerciales, el abastecimiento de materias primas, explica.
Para cambiar ese consenso nacional la OTAN, el gobierno de socialdemócratas y verdes (1998-2005) y los medios de comunicación, se tuvieron que emplear a fondo.
El "Media Operation Center" de la OTAN dirigido por el infame Jamie Shea, fue una fábrica de mentiras, que los periodistas retransmitían. Shea, un hombre deshonesto, decía que el truco era, "mantener a los periodistas lo más ocupados posible, alimentándoles constantemente con briefings, de tal manera que no tengan tiempo para buscar información por si mismos".
Años después Shea dijo que, "si hubiéramos perdido la opinión pública alemana, la habríamos perdido en toda Europa".
Fabricar la versión del conflicto
El relato del conjunto de la guerra en los Balcanes se basó en una fenomenal sarta de mentiras, amnesias y omisiones. Primero los croatas, luego los bosnios y finalmente el UCK, utilizaron los servicios de la misma empresa de relaciones públicas norteamericana, Ruder Finn, que entre los años sesenta y los noventa había sido contratada por Philip Morris para enturbiar la evidencia de los nocivos efectos del tabaquismo. La opinión pública europea fue intoxicada.
Como hoy se conoce perfectamente, antes de la intervención de la OTAN no había en el conflicto de Kosovo la "catástrofe humanitaria" que las potencias se inventaron para intervenir, sino una violencia que en 1998 partió de la UCK y a la que el ejército yugoslavo respondió con la misma violencia, explicaron miembros del equipo de la OSCE como el general alemán retirado Heinz Loquai y la diplomática estadounidense Norma Brown en el documental de la cadena de televisión alemana "Es began mit einer Lüge" (comenzó con una mentira).
Los medios alemanes ignoraron tres datos fundamentales: la tradicional hostilidad de su país hacia Yugoslavia, que medios como el Frankfurter Allgemeine Zeitung, Der Spiegel y Die Welt consideraban una "creación artificial".
El hecho de tanto croatas como bosnios musulmanes, liderados en los noventa por dirigentes de la misma calaña que Milosevic, habían sido aliados de la Alemania nazi en la segunda guerra mundial y partícipes, junto con los alemanes, del genocidio de un millón de serbios desencadenado entonces por los nazis.
Y en tercer lugar, la naturaleza ilegal de las acciones militares de la OTAN desde el punto de vista de la ley internacional. El ministro de exteriores verde Josef Fischer comparó a "los serbios" con los nazis y al conflicto de Kosovo con Auschwitz, comparaciones que el General Loquai califica de monstruosas, "espacialmente en boca de un alemán". Algunas de las mentiras concretas y puntuales fueron las siguientes:
Mecanismo con futuro
El ministro de defensa Rudolf Scharping dijo antes de la intervención que los serbios habían matado a 100.000 albaneses en Kosovo. La realidad es que se contabilizaron entre cinco mil y siete mil, entre muertos y desaparecidos, todos los bandos juntos e incluidas las víctimas de bombas de la OTAN.
-Scharping suscribió la leyenda del "plan herradura" de Milosevic: rodear a la población albanesa y deportarla antes del inicio de los bombardeos. Mencionó la "expulsión de millones" y "400.000 refugiados" albaneses antes del inicio de la operación de la OTAN.
La realidad fue que para verano de 1999, a las pocas semanas de la ocupación de Kosovo por la OTAN, 230.000 serbios, montenegrinos, gitanos y albaneses "colaboracionistas" fueron expulsados de Kosovo mientras en la región había 46.000 soldados de la OTAN, es decir uno por cada cuatro expulsados.
-Pueblos que habían sido destruidos después de iniciada la guerra por la OTAN se presentaron como destruidos antes, como incentivo para iniciarla.
-Se ocultó que la miseria de los refugiados albaneses y su estampida también era consecuencia de los ataques de la OTAN.
-Scharping informó del inexistente "campo de concentración" de Milosevic en el estadio de Pristina con "varios miles de internados". Diez años después, el ministro dijo que sólo eran "sospechas".
-Se informó falsamente de "cinco dirigentes albaneses" ejecutados y de "veinte profesores" albaneses fusilados antes sus alumnos.
Todo ello se hizo para justificar más de 6000 ataques de la OTAN sin mandato de la ONU cuyo sentido era demostrar que la OTAN tenía razón de ser y aprovechar las violencias –agravadas por la intervención de las potencias – para disolver Yugoslavia, un estado anómalo en el nuevo orden europeo posterior al fin de la guerra fría. Ningún político y medio de comunicación se ha disculpado y la misma constelación actúa, y está preparada para actuar, en los conflictos del presente y el futuro. Rafael Poch (en la foto). La Vanguardia.
Fuente: http://www.lavanguardia.com/internacional/20120131/54247835488/la-amargura-del-policia-aleman-hensch.html
martes, 31 de enero de 2012
El desastre de la austeridad. Paul Krugman
La semana pasada, el Instituto Nacional de Investigación Económica y Social, una fundación británica, publicó un gráfico alarmante que comparaba la depresión actual con recesiones y recuperaciones anteriores. Resulta que según un indicador importante -los cambios en el Producto Interior Bruto (PIB) desde que empezó la recesión- a Reino Unido le está yendo peor esta vez de lo que le fue durante la Gran Depresión. Tras cuatro años de depresión, el PIB británico había vuelto a alcanzar su máximo anterior; cuatro años después de que empezara la Gran Recesión, Reino Unido no está ni mucho menos cerca de recuperar el terreno perdido.
Reino Unido tampoco es la única. A Italia también le está yendo peor que durante la década de 1930, y con España dirigiéndose claramente hacia una doble recesión, tenemos a tres de las cinco grandes economías europeas como miembros del club de los "peores que". Sí, existen algunas salvedades y complicaciones, pero esto constituye, no obstante, un asombroso fracaso de la política.
Y es un fracaso, concretamente, de la doctrina de austeridad que ha predominado en el debate político de las élites tanto en Europa como, en gran medida, en Estados Unidos durante los dos últimos años.
Y bien, en cuanto a esas salvedades: por una parte, el paro en Reino Unido era mucho más elevado en la década de 1930 de lo que lo es ahora, porque la economía británica estaba deprimida -principalmente por culpa de un regreso desacertado al patrón oro- incluso antes de que estallara la depresión. Y por otra parte, Reino Unido sufrió una depresión muy llevadera en comparación con la de Estados Unidos. Seguir leyendo en El País.
Reino Unido tampoco es la única. A Italia también le está yendo peor que durante la década de 1930, y con España dirigiéndose claramente hacia una doble recesión, tenemos a tres de las cinco grandes economías europeas como miembros del club de los "peores que". Sí, existen algunas salvedades y complicaciones, pero esto constituye, no obstante, un asombroso fracaso de la política.
Y es un fracaso, concretamente, de la doctrina de austeridad que ha predominado en el debate político de las élites tanto en Europa como, en gran medida, en Estados Unidos durante los dos últimos años.
Y bien, en cuanto a esas salvedades: por una parte, el paro en Reino Unido era mucho más elevado en la década de 1930 de lo que lo es ahora, porque la economía británica estaba deprimida -principalmente por culpa de un regreso desacertado al patrón oro- incluso antes de que estallara la depresión. Y por otra parte, Reino Unido sufrió una depresión muy llevadera en comparación con la de Estados Unidos. Seguir leyendo en El País.
lunes, 30 de enero de 2012
La privatización de la enseñanza. Margaret Thatcher revivida
La paulatina privatización de los servicios públicos por la vía de incrementar su costo es uno de tantos agravantes en contra de la sociedad en su conjunto, pero básicamente de aquellos que se encuentran en los escalones más bajos de ingreso y, por supuesto, de los desempleados. El comentario viene al caso por dos hechos aparentemente disímbolos: el marco de la campaña por la candidatura republicana y el estreno de la película La dama de hierro, en la que Meryl Streep realiza una espléndida personificación de Margaret Thatcher. Es una lástima que la película haya desperdiciado la oportunidad para dar cuenta de algunas de las razones de fondo del cómo la señora Thatcher sentó las bases para que el Estado abdicara en su obligación de promover el estado de bienestar. Ella en Inglaterra y Reagan en Estados Unidos fueron artífices en la creación de una generación de políticos, economistas y sociólogos cuya misión fundamental ha sido eliminar la asistencia pública a la sociedad. Su expresión no hay tal cosa como la sociedad, podría ser uno de los enunciados de campaña de cualquiera de los precandidatos a la Presidencia por el Partido Republicano. Es más, ella misma se mostraría sorprendida por la desnaturalización conceptual de la sociedad en el discurso de esta generación de políticos conservadores.
Habría que escudriñar cuidadosamente las intervenciones de los precandidatos republicanos durante los 18 debates que han celebrado para encontrar alguna referencia a la cuestión social o la asistencia pública. En un país donde es cada vez más palpable el crecimiento de la desigualdad, sería lógico que quienes pretenden llegar a la Presidencia debieran expresar alguna idea de cómo atenuarla. Contrario a ello se habla de encarecer aún más los servicios que el Estado presta, reducir el déficit parece ser la única meta. No parece importar que se incrementa el nivel de desigualdad por la vía de suprimir servicios públicos o encarecerlos.
Entre los servicios a los que cada vez menos personas tienen acceso es la educación pública. El país que se preciaba de tener uno de los mejores sistemas de educación, de investigación e infraestructura en el mundo ha experimentado una estrepitosa caída en el gasto en esos rubros, de 12 por ciento del producto interno en 1970 a menos de 3 por ciento en 2011, de acuerdo con un artículo reciente de Robert Reich, ex secretario del Trabajo y actualmente profesor de la Univesidad de Berkely, en California. Una de las consecuencias directas de tal restricción es que en un estado como California las matrículas de las universidades públicas han sufrido un incremento de 30 por ciento en tan sólo tres años, cuestión que no es muy diferente en la mayoría de los estados de Estados Unidos. El resultado es que cada vez menos jóvenes tienen acceso a la educación superior y a un mejor empleo y nivel salarial. No obstante lo pernicioso de las evidencias, todavía hay quienes insisten en tomar a Reagan y Thatcher como los modelos a seguir. Arturo Balderas. La Jornada. http://www.jornada.unam.mx/2012/01/30/opinion/018a1pol
Habría que escudriñar cuidadosamente las intervenciones de los precandidatos republicanos durante los 18 debates que han celebrado para encontrar alguna referencia a la cuestión social o la asistencia pública. En un país donde es cada vez más palpable el crecimiento de la desigualdad, sería lógico que quienes pretenden llegar a la Presidencia debieran expresar alguna idea de cómo atenuarla. Contrario a ello se habla de encarecer aún más los servicios que el Estado presta, reducir el déficit parece ser la única meta. No parece importar que se incrementa el nivel de desigualdad por la vía de suprimir servicios públicos o encarecerlos.
Entre los servicios a los que cada vez menos personas tienen acceso es la educación pública. El país que se preciaba de tener uno de los mejores sistemas de educación, de investigación e infraestructura en el mundo ha experimentado una estrepitosa caída en el gasto en esos rubros, de 12 por ciento del producto interno en 1970 a menos de 3 por ciento en 2011, de acuerdo con un artículo reciente de Robert Reich, ex secretario del Trabajo y actualmente profesor de la Univesidad de Berkely, en California. Una de las consecuencias directas de tal restricción es que en un estado como California las matrículas de las universidades públicas han sufrido un incremento de 30 por ciento en tan sólo tres años, cuestión que no es muy diferente en la mayoría de los estados de Estados Unidos. El resultado es que cada vez menos jóvenes tienen acceso a la educación superior y a un mejor empleo y nivel salarial. No obstante lo pernicioso de las evidencias, todavía hay quienes insisten en tomar a Reagan y Thatcher como los modelos a seguir. Arturo Balderas. La Jornada. http://www.jornada.unam.mx/2012/01/30/opinion/018a1pol
domingo, 29 de enero de 2012
Qué sabe Google sobre mí y cómo puedo hacer que se le olvide
El martes 24 de enero Google anunció un controvertido cambio en su política de privacidad, por el que la gran mayoría de sus servicios pasan a estar integrados en una misma normativa. Con motivo del Día de la Protección de Datos en Europa, nos preguntamos hasta dónde llega el conocimiento que Google tiene de nosotros, qué recuerda y cómo podemos hacer que deje de hacerlo. Para ello nos ponemos en la piel de un usuario medio de los servicios de la compañía.
Andrés es un usuario medio de los servicios de Google. Bueno, tal vez está algo sobreexpuesto en relación con la mayoría de nosotros, pero seguro que nos identificamos con una buena parte de las cosas que Andrés hace cada día.
Nuestro conejillo de indias tiene un ordenador portátil (que utiliza a modo de sobremesa), una 'tablet' y un 'smartphone', ambos de última generación y con Android como sistema operativo. Su navegador favorito es Chrome.
Como casi todos nosotros, hace años que Andrés abrió una cuenta de Google. Al principio sólo pensaba utilizar el correo electrónico de GMail (le parecía más serio que tener una dirección en Hotmail), pero con el tiempo descubrió otras muchas aplicaciones. Y ahora se pregunta hasta qué punto Google está enterado de todo lo que hace.
Por la publicidad que le muestran los bloques de AdWords en numerosas páginas web, ya se ha dado cuenta de que no es precisamente poco. Se mete en las 'Preferencias de Anuncios' de su cuenta de Google, pincha en "eliminar y editar" y descubre las categorías en las que se encuentra etiquetado: aficiones, edad, género...
Esta información se encuentra almacenada en su propio ordenador (en una 'cookie') y a ella acceden los anuncios contextuales repartidos por media 'world wide web'.
De acuerdo con esto, Google piensa que es un varón de unos 25 años al que le gusta la tecnología, el cine y los deportes. No va mal encaminado. Pero así, a simple vista, no da la impresión de que la información en manos de la compañía sea tanta y de carácter tan reservado como dicen. Sospecha en voz alta: "Seguro que esto no es ni la mitad de lo que Google sabe sobre mí".
Poco después se entera de que es posible llegar fácilmente al fondo del asunto, con sólo seguir un puñado de enlaces. Y entonces toma una decisión: va a hacer caso a los consejos de la Agencia de Protección de Datos y a tomarse en serio su privacidad de ahora en adelante.
En su 'Dashboard', Andrés comprueba la cantidad de sitios a los que, a lo largo del tiempo, ha dado permiso para acceder a su cuenta de Google: Facebook, LinkedIn, About.me... Lo que no sabía es que existe la opción de revocar esos permisos, por si se arrepiente de haberlos otorgado, e incluso la posibilidad de crear una contraseña específica para el acceso desde cada uno de ellos. Es lo que se llama la "verificación en dos pasos".
Cuando se puso de moda, Andrés se abrió un perfil en la red social Google+ , donde publica sus fotos, vídeos, enlaces... Ahora es consciente de que ha puesto parte de su día a día (sus fotos, sus vídeos, sus círculos de amistades...) en manos de Google, y de que el grueso de ello está accesible para cualquiera con una conexión a internet.
Afortunadamente, existe otra función de Google que es desconocida para muchos (Andrés era uno de ellos hasta hace poco), y que permite modular la información sobre uno mismo que los demás pueden ver en internet. Gracias a "Me on the Web", nuestro amigo ha creado una alerta que le avisa cada vez que su información personal se hace pública en la Red. Después puede pinchar aquí y pedirle al buscador que haga desaparecer sus huellas.
Desde que sabe hacer todo esto, Andrés cuida mucho más su identidad digital. Puede controlar al detalle, a través de su 'Profile' lo que la gente puede saber de él a través de Google. Pero todavía le preocupa lo que la propia Google puede estar averiguando sin que se dé cuenta.
Lo siguiente que revisa es su perfil y sus bitácoras en Blogger. Allí creó dos blogs: 'El rincón de Andrés', donde cuenta sus pequeñas aventuras cotidianas, y un segundo blog sobre cine y series de televisión. Con esto empiezan a perfilarse sus gustos y, además, se suma una gran cantidad de detalles sobre su vida a todos esos que antes había aprendido a controlar.
Pero abrir un blog personal es lo que tiene, y no le puede echar la culpa a Google de lo que él decida publicar. La política de privacidad es clara y, desde luego, parece claro que sus datos personales no se filtran a no ser que él mismo se vaya de la lengua en lo que escribe.
Además, Andrés utiliza Calendars para acordarse de las fechas importantes, de los eventos a los que piensa acudir y de las citas con sus amigos y familiares. En las bases de datos de Google, piensa Andrés, ya no solo está lo que ha hecho cada día, sino también lo que tiene pensado hacer en los días futuros. "Incluso mi lista de cosas pendientes en Tasks ".
A través de las huellas que va dejando en Google News (y de las búsquedas que, todavía, de vez en cuando realiza) también saben en Mountain View lo que Andrés lee. Por los 'feeds' que almacena en Google Reader conocen a la perfección los temas que le interesan y dónde se conecta para acceder a información sobre ellos. Y gracias a Youtube pueden descubrir también el tipo de vídeos que le emocionan, le hacen reír o le sirven para estar al día.
Por si fuera poco, en Google Docs están algunos de sus documentos más reveladores. Su currículum (donde aparecen completos sus datos de contacto), sus trabajos de cuando iba a la universidad, las tablas estadísticas de su pequeña 'start-up' innovadora, las diapositivas con la idea revolucionaria que piensa presentar en la reunión con un inversor potente.
Todo esto es privado. Sólo él (y las personas con que elija compartirlo) tienen acceso. Pero se encuentra almacenado en los servidores de Google y el buscador se reserva el derecho a facilitar el acceso a estos datos a terceros en ciertos supuestos, tal como se especifica en el apartado "Qué datos personales compartimos" de su nueva Política de Privacidad.
Nada más leerlo, sorprendido por la cantidad de cosas que no sabía sobre la forma en que se utilizan sus datos, se conecta a GTalk para contárselo a su mejor amigo. El contenido de su chat quedará almacenado en los servidores de Google, a no ser que especifique lo contrario y marque la conversación como privada.
Y todo esto sin que Andrés hubiera pensado todavía en su teléfono móvil...
Como Andrés utiliza las aplicaciones de GMail, Blogger, Reader y Google+ la empresa ya hacía tiempo que tenía su número de teléfono, asociado a muchos de estos servicios cuando se usa el servicio SMS. No obstante, el hecho de tener un móvil con Android ha desnudado otros aspectos de su personalidad que él creía ocultos a los ojos del gigante.
Para empezar, Andrés se encuentra constantemente localizado . Google revisa su ubicación, gracias a la conexión móvil, para ofrecerle búsquedas y otras funciones adaptadas al lugar en que se encuentra, así como para guiarle a través de Maps y Navigation , que le dicen como llegar a donde, de antemano, él ha confesado que tiene pensado ir.
Además, casi por inercia y, desde luego, por comodidad, sincronizó todos sus contactos (los del móvil, los de gmail, los de facebook, los de tuenti...) con su cuenta de Google, para acceder a ellos desde cualquier terminal.
Ahora los datos personales, números de teléfono, emails, direcciones físicas y un largo etcétera de datos de sus amigos y conocidos están también en los servidores de Google. Por culpa de Andrés y sin que ellos lo sepan.
"Madre mía como se enteren...", piensa. Y accede al gestor de contactos para eliminar algunos, los más comprometidos.
David G. Ortiz. La Información.
Fuente: http://noticias.lainformacion.com/arte-cultura-y-espectaculos/internet/que-sabe-google-sobre-mi-y-como-puedo-hacer-que-se-le-olvide_QZrwGe6bTCAw2DnhFpnFg7/
Andrés es un usuario medio de los servicios de Google. Bueno, tal vez está algo sobreexpuesto en relación con la mayoría de nosotros, pero seguro que nos identificamos con una buena parte de las cosas que Andrés hace cada día.
Nuestro conejillo de indias tiene un ordenador portátil (que utiliza a modo de sobremesa), una 'tablet' y un 'smartphone', ambos de última generación y con Android como sistema operativo. Su navegador favorito es Chrome.
Como casi todos nosotros, hace años que Andrés abrió una cuenta de Google. Al principio sólo pensaba utilizar el correo electrónico de GMail (le parecía más serio que tener una dirección en Hotmail), pero con el tiempo descubrió otras muchas aplicaciones. Y ahora se pregunta hasta qué punto Google está enterado de todo lo que hace.
Por la publicidad que le muestran los bloques de AdWords en numerosas páginas web, ya se ha dado cuenta de que no es precisamente poco. Se mete en las 'Preferencias de Anuncios' de su cuenta de Google, pincha en "eliminar y editar" y descubre las categorías en las que se encuentra etiquetado: aficiones, edad, género...
Esta información se encuentra almacenada en su propio ordenador (en una 'cookie') y a ella acceden los anuncios contextuales repartidos por media 'world wide web'.
De acuerdo con esto, Google piensa que es un varón de unos 25 años al que le gusta la tecnología, el cine y los deportes. No va mal encaminado. Pero así, a simple vista, no da la impresión de que la información en manos de la compañía sea tanta y de carácter tan reservado como dicen. Sospecha en voz alta: "Seguro que esto no es ni la mitad de lo que Google sabe sobre mí".
Poco después se entera de que es posible llegar fácilmente al fondo del asunto, con sólo seguir un puñado de enlaces. Y entonces toma una decisión: va a hacer caso a los consejos de la Agencia de Protección de Datos y a tomarse en serio su privacidad de ahora en adelante.
En su 'Dashboard', Andrés comprueba la cantidad de sitios a los que, a lo largo del tiempo, ha dado permiso para acceder a su cuenta de Google: Facebook, LinkedIn, About.me... Lo que no sabía es que existe la opción de revocar esos permisos, por si se arrepiente de haberlos otorgado, e incluso la posibilidad de crear una contraseña específica para el acceso desde cada uno de ellos. Es lo que se llama la "verificación en dos pasos".
Cuando se puso de moda, Andrés se abrió un perfil en la red social Google+ , donde publica sus fotos, vídeos, enlaces... Ahora es consciente de que ha puesto parte de su día a día (sus fotos, sus vídeos, sus círculos de amistades...) en manos de Google, y de que el grueso de ello está accesible para cualquiera con una conexión a internet.
Afortunadamente, existe otra función de Google que es desconocida para muchos (Andrés era uno de ellos hasta hace poco), y que permite modular la información sobre uno mismo que los demás pueden ver en internet. Gracias a "Me on the Web", nuestro amigo ha creado una alerta que le avisa cada vez que su información personal se hace pública en la Red. Después puede pinchar aquí y pedirle al buscador que haga desaparecer sus huellas.
Desde que sabe hacer todo esto, Andrés cuida mucho más su identidad digital. Puede controlar al detalle, a través de su 'Profile' lo que la gente puede saber de él a través de Google. Pero todavía le preocupa lo que la propia Google puede estar averiguando sin que se dé cuenta.
Lo siguiente que revisa es su perfil y sus bitácoras en Blogger. Allí creó dos blogs: 'El rincón de Andrés', donde cuenta sus pequeñas aventuras cotidianas, y un segundo blog sobre cine y series de televisión. Con esto empiezan a perfilarse sus gustos y, además, se suma una gran cantidad de detalles sobre su vida a todos esos que antes había aprendido a controlar.
Pero abrir un blog personal es lo que tiene, y no le puede echar la culpa a Google de lo que él decida publicar. La política de privacidad es clara y, desde luego, parece claro que sus datos personales no se filtran a no ser que él mismo se vaya de la lengua en lo que escribe.
Además, Andrés utiliza Calendars para acordarse de las fechas importantes, de los eventos a los que piensa acudir y de las citas con sus amigos y familiares. En las bases de datos de Google, piensa Andrés, ya no solo está lo que ha hecho cada día, sino también lo que tiene pensado hacer en los días futuros. "Incluso mi lista de cosas pendientes en Tasks ".
A través de las huellas que va dejando en Google News (y de las búsquedas que, todavía, de vez en cuando realiza) también saben en Mountain View lo que Andrés lee. Por los 'feeds' que almacena en Google Reader conocen a la perfección los temas que le interesan y dónde se conecta para acceder a información sobre ellos. Y gracias a Youtube pueden descubrir también el tipo de vídeos que le emocionan, le hacen reír o le sirven para estar al día.
Por si fuera poco, en Google Docs están algunos de sus documentos más reveladores. Su currículum (donde aparecen completos sus datos de contacto), sus trabajos de cuando iba a la universidad, las tablas estadísticas de su pequeña 'start-up' innovadora, las diapositivas con la idea revolucionaria que piensa presentar en la reunión con un inversor potente.
Todo esto es privado. Sólo él (y las personas con que elija compartirlo) tienen acceso. Pero se encuentra almacenado en los servidores de Google y el buscador se reserva el derecho a facilitar el acceso a estos datos a terceros en ciertos supuestos, tal como se especifica en el apartado "Qué datos personales compartimos" de su nueva Política de Privacidad.
Nada más leerlo, sorprendido por la cantidad de cosas que no sabía sobre la forma en que se utilizan sus datos, se conecta a GTalk para contárselo a su mejor amigo. El contenido de su chat quedará almacenado en los servidores de Google, a no ser que especifique lo contrario y marque la conversación como privada.
Y todo esto sin que Andrés hubiera pensado todavía en su teléfono móvil...
Como Andrés utiliza las aplicaciones de GMail, Blogger, Reader y Google+ la empresa ya hacía tiempo que tenía su número de teléfono, asociado a muchos de estos servicios cuando se usa el servicio SMS. No obstante, el hecho de tener un móvil con Android ha desnudado otros aspectos de su personalidad que él creía ocultos a los ojos del gigante.
Para empezar, Andrés se encuentra constantemente localizado . Google revisa su ubicación, gracias a la conexión móvil, para ofrecerle búsquedas y otras funciones adaptadas al lugar en que se encuentra, así como para guiarle a través de Maps y Navigation , que le dicen como llegar a donde, de antemano, él ha confesado que tiene pensado ir.
Además, casi por inercia y, desde luego, por comodidad, sincronizó todos sus contactos (los del móvil, los de gmail, los de facebook, los de tuenti...) con su cuenta de Google, para acceder a ellos desde cualquier terminal.
Ahora los datos personales, números de teléfono, emails, direcciones físicas y un largo etcétera de datos de sus amigos y conocidos están también en los servidores de Google. Por culpa de Andrés y sin que ellos lo sepan.
"Madre mía como se enteren...", piensa. Y accede al gestor de contactos para eliminar algunos, los más comprometidos.
David G. Ortiz. La Información.
Fuente: http://noticias.lainformacion.com/arte-cultura-y-espectaculos/internet/que-sabe-google-sobre-mi-y-como-puedo-hacer-que-se-le-olvide_QZrwGe6bTCAw2DnhFpnFg7/
sábado, 28 de enero de 2012
viernes, 27 de enero de 2012
Recordando a Howard Zinn. El historiador y activista dedicó su vida a las “innumerables pequeñas acciones de personas desconocidas”
Nota del editor: Hoy, 27 de enero, es el segundo aniversario de la muerte de Howard Zinn. Activo participante en el movimiento en favor de los derechos civiles, fue despedido en 1963 de su puesto como profesor titular en el Spelman College de Atlanta después de ponerse de lado de los estudiantes negros en su lucha en contra de la segregación. En 1967 escribió el primer y más influyente de los libros que pedía acabar con la guerra de Vietnam. Veterano de las fuerzas aéreas estadounidenses, editó The Pentagon Papers, filtrado desde dentro de esta organización por Daniel Ellsberg y más tarde fue considerado por el FBI un “riego extremo para la seguridad”.
Su éxito de ventas, La otra historia de Estados Unidos*, generó un nuevo campo de estudio histórico: las historias de las personas. Este enfoque contrarrestaba el examen triunfalista tradicional de la “historia escrita por los vencedores” y se concentraba en cambio en las personas pobres y aparentemente sin poder, aquellas que resistieron a la hegemonía imperialista, cultural y corporativa. Zinn fue un activista social, escritor e historiador laureado con varios premios, por consiguiente, ¿quién mejor para compartir su recuerdo que su buen amigo e intelectual de enorme talla como él, Noam Chomsky?
Cambridge, Mass – No me resulta fácil escribir sobre Howard Zinn, el gran activista e historiador estadounidense. Fue un amigo muy cercano durante 45 años. Nuestras familias también fueron muy cercanas. Su mujer Roz, que había muerto de cáncer no mucho antes, fue una persona maravillosa y una gran amiga. También resulta sombrío darse cuenta de que toda una generación parece estar desapareciendo, incluyendo varios viejos amigos: Edward Said, Eqbal Ahmed y otros, que fueron no solo perspicaces y productivos estudiosos sino también militantes entregados y valientes, siempre dispuestos cuando se les necesitaba, lo que era constante. Una combinación que es esencial si se espera una supervivencia decente.
Las notables vida y obra de Howard se resumen mejor en sus propias palabras. Explicaba que su preocupación fundamental era “las innumerables pequeñas acciones de personas desconocidas” que están en el origen de “aquellos grandes momentos” que entran en el registro histórico, un registro que será profundamente engañoso y carecerá gravemente de poder si se le separa de estas raíces mientras pasa por los filtros de la doctrina y el dogma. Su vida siempre estuvo estrechamente entrelazada con sus escritos y con innumerables charlas y entrevistas. Estaba entregado desinteresadamente a otorgar poder a las personas desconocidas que provocaron grandes momentos. Esto era cierto cuando era un trabajador industrial y activista obrero, y desde los días, hace 50 años, en que era profesor del Spelman College en Atlanta, Georgia, un facultad negra que en gran parte estaba abierto a la pequeña elite blanca.
Cuando enseñaba en Spelman, Howard apoyó a los alumnos y alumnas que estaba a la vanguardia del movimiento en favor de los derechos civiles en sus primeros y más peligrosos días, muchos de los cuales llegaron a ser muy conocidos años después (Alice Walker, Julian Bond y otros) y que le querían y veneraban, como le ocurría a cualquier persona que le conociera bien. Y, como siempre, no se limitó a apoyarlos, lo cual ya era bastante raro, sino que también participó directamente con ellos y ellas en las campañas más arriesgadas, que no eran fáciles de emprender en aquella época, antes de que hubiera ningún movimiento popular organizado y ante la hostilidad del gobierno durante varios años. Finalmente, se inflamó el apoyo popular, en gran parte gracias a las valientes acciones de los jóvenes que hacían sentadas ante los mostradores de lugares donde se servían comidas, conducían autobuses de la libertad, organizaban manifestaciones, se enfrentaban al amargo racismo y a la brutalidad, y a veces a la muerte**.
Para principios de la década de 1960 estaba tomando forma un movimiento popular de masas, con Martin Luther King en un papel de dirigente, y el gobierno tuvo que responder. Como recompensa a su valor y honestidad, Howard fue expulsado inmediatamente del college en el que enseñaba. Unos pocos años más tarde escribió de forma regular en el Comité de Coordinación de los Estudiantes No Violentos SNCC (por sus siglas en inglés), la principal organización de aquellas “personas desconocidas” cuyas “innumerables pequeñas acciones” desempeñaron un papel tan importante en la creación de la corriente de opinión que permitió a Martin Luther King ganar una influencia significativa (como estoy seguro que él habría sido el primero en decir) y llevar al país a cumplir las enmiendas constitucionales de un siglo antes que teóricamente concedían derechos civiles elementales a los antiguos esclavos; al menos hacerlo parcialmente, pues no hay ni que insistir en que queda mucho camino por hacer.
Una influencia civilizadora
En el ámbito personal, llegué a conocer bien a Howard cuando fuimos juntos a una manifestación en favor de los derechos civiles en Jackson Mississippi (creo que) en 1964, que incluso en una fecha tan tardía fue una escena de un violento antagonismo público, de brutalidad policial e indiferencia, o incluso cooperación, con las fuerzas de seguridad por parte de las autoridades federales, a veces de un modo un tanto chocante.
Después de ser expulsado del college de Atlanta en el que enseñaba, Howard vino a Boston y pasó el resto de su carrera académica en la universidad de Boston, donde fue, estoy seguro, el miembro del campus universitario más admirado y querido, y el blanco de un amargo antagonismo y de una crueldad mezquina por parte de la administración. Sin embargo, en los últimos años, después de su jubilación, obtuvo el honor y el respeto públicos, que siempre habían sido abrumadores entre los alumnos, el personal de la universidad, gran parte de la facultad y la comunidad en general. Mientras estuvo ahí, Howard escribió los libros que le dieron una bien merecida fama. Su libro Logic of Withdrawal, de 1967, fue el primero que expresó clara y firmemente lo que muchos apenas empezaban a contemplar: que Estados Unidos no tenía derecho siquiera a pedir un acuerdo negociado en Vietnam, lo que dejaría a Watshington con el poder y un control sustancial del país que había invadido y que para entonces ya había destruido en gran parte.
En vez de ello Estados Unidos tenía que hacer lo que todo agresor debería hacer, retirarse y permitir que en cierto modo la población reconstruyera como pudiera a partir de las ruina y si fuera posible llegar a un mínimo de honestidad, pagar unas reparaciones masivas por los crímenes que habían cometido los ejércitos invasores, unos vastos crímenes en este caso. El libro tuvo una enorme influencia entre el público aunque a día de hoy los círculos cultivados apenas pueden comprender siquiera su mensaje, lo que indica el trabajo tan necesario que tenemos ante nosotros.
Es muy significativo que entre el público general de la época del final de la guerra, un 70% considerara la guerra “fundamentalmente equivocada e inmoral”, no un “error”, lo cual es una cifra notable considerando el hecho de que apenas se podía expresar una insinuación de este pensamiento en la opinión dominante. Los escritos de Howard (y, como siempre, su destacada presencia en protestas y en la resistencia directa) fueron un factor fundamental en la educación de gran parte del país.
En aquellos mismos años Howard también se convirtió en uno de los más destacados partidarios del movimiento de resistencia que se estaba desarrollando. Fue uno de los primeros signatarios del Llamamiento a Resistir a la Autoridad Ilegítima (Call to Resist Illegitimate Authority) y estuvo tan cercano de las actividades de [la organización] Resistir que fue prácticamente uno de los organizadores. También participó enseguida en las acciones de asilo que tuvieron un notable impacto para impulsar la protesta en contra de la guerra. Howard siempre estaba ahí donde se le necesitara (charlas, participación en desobediencia civil, apoyo a personas resistentes, dar testimonio en juicios).
“La historia desde abajo”
Aún más influyente a largo plazo que los escritos y acciones de Howard en contra de la guerra fue su imperecedera obra de arte, La otra historia de Estados Unidos, un libro que literalmente cambió la conciencia de una generación. En ella desarrolló con cuidado, lucidez y de forma exhaustiva su mensaje fundamental acerca del papel crucial de personas que siguen siendo desconocidas en llevar adelante la interminable lucha por la paz y la justicia, y acerca de las víctimas del sistema de poder que crea su propia versión de la historia y trata de imponerla. Posteriormente, sus “Voces” de la Historia del Pueblo, ahora una aclamada producción teatral y de televisión, ha llevado a muchas personas la palabras reales de aquellas personas olvidadas o ignoradas que desempeñaron un papel tan valioso en crear un mundo mejor.
El logro único de Howard en sacar las acciones y voces de personas desconocidas de las profundidades a las que habían sido confinadas mayoritariamente ha generado una enorme investigación histórica que sigue un camino similar, centrada en periodos críticos de la historia de Estados Unidos y que se vuelve también a otros países, lo que es muy bienvenido. No es algo completamente novedoso (anteriormente hubo investigaciones eruditas sobre temas particulares) pero no son en absoluto comparables a la amplia e incisiva evocación que hace Howard de la “historia desde abajo”, que compensa las omisiones críticas en cómo se ha interpretado y transmitido la historia de Estados Unidos.
El entregado activismo de Howard siguió, literalmente sin descanso, hasta el mismo final, incluso en sus últimos años, cuando padecía graves dolencias y una pérdida personal (aunque a duras penas se supiera cuando uno se encontraba con él o lo veía hablar incansable ante audiencias cautivadas por todo el país). Ahí donde había una lucha por la paz y la justicia, Howard estaba ahí, en primera línea, inagotable en su entusiasmo e inspirador en su integridad, compromiso, elocuencia y decencia pura. Resulta difícil calcular cuántas vidas de personas jóvenes y en qué grado se vieron afectadas por sus logros, tanto en su trabajo como en su vida.
Hay lugares en los que la vida y obra de Howard tuvieron una resonancia especial. Uno de ellos, que debería ser mucho más conocido, es Turquía. No conozco otro país en el que destacados escritores, artistas, periodistas, académicos y otros intelectuales hayan reunido un récord tan impresionante de valor e integridad en condenar crímenes de Estado e ir más allá para emprender la desobediencia civil para acabar con la opresión y la violencia, haciendo frente a una fuerte represión y a veces padeciéndola, para volver enseguida a la tarea.
Es un récord honroso, único que yo sepa, un récord del que el país debería estar orgulloso. Y uno que debería ser un modelo para otros, del mismo modo que la vida y obra de Howard Zinn son un modelo inolvidable, que con toda seguridad deja una huella permanente en la forma de entender la historia y en cómo se debería vivir una vida decente y honorable.
* A People's History of the United States, traducción al castellano de Toni Strubel, La otra historia de Estados Unidos, Hondarribia, Hiru, 2005, edición revisada y corregida por el autor.
** Howard Zinn habla de estos años y estas luchas en su libro Nadie es neutral en un tren en marcha, Hondarribia, Hiru, 2001
Noam Chomsky es profesor emérito del Departamento de Lingüística y Filosofía del MIT. Es autor de varios libros políticos de gran éxito, incluyendo 9-11: Was There an Alternative? (Seven Stories Press), una versión actualizada de este clásico, que se acaba de publicar esta semana con un nuevo ensayo (del que este artículo es una adaptación) en conmemoración del décimo aniversario de los atentados del 11 de septiembre.
Noam Chomsky. Una versión de este artículo se publicó originariamente en TomDispatch.com.
Su éxito de ventas, La otra historia de Estados Unidos*, generó un nuevo campo de estudio histórico: las historias de las personas. Este enfoque contrarrestaba el examen triunfalista tradicional de la “historia escrita por los vencedores” y se concentraba en cambio en las personas pobres y aparentemente sin poder, aquellas que resistieron a la hegemonía imperialista, cultural y corporativa. Zinn fue un activista social, escritor e historiador laureado con varios premios, por consiguiente, ¿quién mejor para compartir su recuerdo que su buen amigo e intelectual de enorme talla como él, Noam Chomsky?
Cambridge, Mass – No me resulta fácil escribir sobre Howard Zinn, el gran activista e historiador estadounidense. Fue un amigo muy cercano durante 45 años. Nuestras familias también fueron muy cercanas. Su mujer Roz, que había muerto de cáncer no mucho antes, fue una persona maravillosa y una gran amiga. También resulta sombrío darse cuenta de que toda una generación parece estar desapareciendo, incluyendo varios viejos amigos: Edward Said, Eqbal Ahmed y otros, que fueron no solo perspicaces y productivos estudiosos sino también militantes entregados y valientes, siempre dispuestos cuando se les necesitaba, lo que era constante. Una combinación que es esencial si se espera una supervivencia decente.
Las notables vida y obra de Howard se resumen mejor en sus propias palabras. Explicaba que su preocupación fundamental era “las innumerables pequeñas acciones de personas desconocidas” que están en el origen de “aquellos grandes momentos” que entran en el registro histórico, un registro que será profundamente engañoso y carecerá gravemente de poder si se le separa de estas raíces mientras pasa por los filtros de la doctrina y el dogma. Su vida siempre estuvo estrechamente entrelazada con sus escritos y con innumerables charlas y entrevistas. Estaba entregado desinteresadamente a otorgar poder a las personas desconocidas que provocaron grandes momentos. Esto era cierto cuando era un trabajador industrial y activista obrero, y desde los días, hace 50 años, en que era profesor del Spelman College en Atlanta, Georgia, un facultad negra que en gran parte estaba abierto a la pequeña elite blanca.
Cuando enseñaba en Spelman, Howard apoyó a los alumnos y alumnas que estaba a la vanguardia del movimiento en favor de los derechos civiles en sus primeros y más peligrosos días, muchos de los cuales llegaron a ser muy conocidos años después (Alice Walker, Julian Bond y otros) y que le querían y veneraban, como le ocurría a cualquier persona que le conociera bien. Y, como siempre, no se limitó a apoyarlos, lo cual ya era bastante raro, sino que también participó directamente con ellos y ellas en las campañas más arriesgadas, que no eran fáciles de emprender en aquella época, antes de que hubiera ningún movimiento popular organizado y ante la hostilidad del gobierno durante varios años. Finalmente, se inflamó el apoyo popular, en gran parte gracias a las valientes acciones de los jóvenes que hacían sentadas ante los mostradores de lugares donde se servían comidas, conducían autobuses de la libertad, organizaban manifestaciones, se enfrentaban al amargo racismo y a la brutalidad, y a veces a la muerte**.
Para principios de la década de 1960 estaba tomando forma un movimiento popular de masas, con Martin Luther King en un papel de dirigente, y el gobierno tuvo que responder. Como recompensa a su valor y honestidad, Howard fue expulsado inmediatamente del college en el que enseñaba. Unos pocos años más tarde escribió de forma regular en el Comité de Coordinación de los Estudiantes No Violentos SNCC (por sus siglas en inglés), la principal organización de aquellas “personas desconocidas” cuyas “innumerables pequeñas acciones” desempeñaron un papel tan importante en la creación de la corriente de opinión que permitió a Martin Luther King ganar una influencia significativa (como estoy seguro que él habría sido el primero en decir) y llevar al país a cumplir las enmiendas constitucionales de un siglo antes que teóricamente concedían derechos civiles elementales a los antiguos esclavos; al menos hacerlo parcialmente, pues no hay ni que insistir en que queda mucho camino por hacer.
Una influencia civilizadora
En el ámbito personal, llegué a conocer bien a Howard cuando fuimos juntos a una manifestación en favor de los derechos civiles en Jackson Mississippi (creo que) en 1964, que incluso en una fecha tan tardía fue una escena de un violento antagonismo público, de brutalidad policial e indiferencia, o incluso cooperación, con las fuerzas de seguridad por parte de las autoridades federales, a veces de un modo un tanto chocante.
Después de ser expulsado del college de Atlanta en el que enseñaba, Howard vino a Boston y pasó el resto de su carrera académica en la universidad de Boston, donde fue, estoy seguro, el miembro del campus universitario más admirado y querido, y el blanco de un amargo antagonismo y de una crueldad mezquina por parte de la administración. Sin embargo, en los últimos años, después de su jubilación, obtuvo el honor y el respeto públicos, que siempre habían sido abrumadores entre los alumnos, el personal de la universidad, gran parte de la facultad y la comunidad en general. Mientras estuvo ahí, Howard escribió los libros que le dieron una bien merecida fama. Su libro Logic of Withdrawal, de 1967, fue el primero que expresó clara y firmemente lo que muchos apenas empezaban a contemplar: que Estados Unidos no tenía derecho siquiera a pedir un acuerdo negociado en Vietnam, lo que dejaría a Watshington con el poder y un control sustancial del país que había invadido y que para entonces ya había destruido en gran parte.
En vez de ello Estados Unidos tenía que hacer lo que todo agresor debería hacer, retirarse y permitir que en cierto modo la población reconstruyera como pudiera a partir de las ruina y si fuera posible llegar a un mínimo de honestidad, pagar unas reparaciones masivas por los crímenes que habían cometido los ejércitos invasores, unos vastos crímenes en este caso. El libro tuvo una enorme influencia entre el público aunque a día de hoy los círculos cultivados apenas pueden comprender siquiera su mensaje, lo que indica el trabajo tan necesario que tenemos ante nosotros.
Es muy significativo que entre el público general de la época del final de la guerra, un 70% considerara la guerra “fundamentalmente equivocada e inmoral”, no un “error”, lo cual es una cifra notable considerando el hecho de que apenas se podía expresar una insinuación de este pensamiento en la opinión dominante. Los escritos de Howard (y, como siempre, su destacada presencia en protestas y en la resistencia directa) fueron un factor fundamental en la educación de gran parte del país.
En aquellos mismos años Howard también se convirtió en uno de los más destacados partidarios del movimiento de resistencia que se estaba desarrollando. Fue uno de los primeros signatarios del Llamamiento a Resistir a la Autoridad Ilegítima (Call to Resist Illegitimate Authority) y estuvo tan cercano de las actividades de [la organización] Resistir que fue prácticamente uno de los organizadores. También participó enseguida en las acciones de asilo que tuvieron un notable impacto para impulsar la protesta en contra de la guerra. Howard siempre estaba ahí donde se le necesitara (charlas, participación en desobediencia civil, apoyo a personas resistentes, dar testimonio en juicios).
“La historia desde abajo”
Aún más influyente a largo plazo que los escritos y acciones de Howard en contra de la guerra fue su imperecedera obra de arte, La otra historia de Estados Unidos, un libro que literalmente cambió la conciencia de una generación. En ella desarrolló con cuidado, lucidez y de forma exhaustiva su mensaje fundamental acerca del papel crucial de personas que siguen siendo desconocidas en llevar adelante la interminable lucha por la paz y la justicia, y acerca de las víctimas del sistema de poder que crea su propia versión de la historia y trata de imponerla. Posteriormente, sus “Voces” de la Historia del Pueblo, ahora una aclamada producción teatral y de televisión, ha llevado a muchas personas la palabras reales de aquellas personas olvidadas o ignoradas que desempeñaron un papel tan valioso en crear un mundo mejor.
El logro único de Howard en sacar las acciones y voces de personas desconocidas de las profundidades a las que habían sido confinadas mayoritariamente ha generado una enorme investigación histórica que sigue un camino similar, centrada en periodos críticos de la historia de Estados Unidos y que se vuelve también a otros países, lo que es muy bienvenido. No es algo completamente novedoso (anteriormente hubo investigaciones eruditas sobre temas particulares) pero no son en absoluto comparables a la amplia e incisiva evocación que hace Howard de la “historia desde abajo”, que compensa las omisiones críticas en cómo se ha interpretado y transmitido la historia de Estados Unidos.
El entregado activismo de Howard siguió, literalmente sin descanso, hasta el mismo final, incluso en sus últimos años, cuando padecía graves dolencias y una pérdida personal (aunque a duras penas se supiera cuando uno se encontraba con él o lo veía hablar incansable ante audiencias cautivadas por todo el país). Ahí donde había una lucha por la paz y la justicia, Howard estaba ahí, en primera línea, inagotable en su entusiasmo e inspirador en su integridad, compromiso, elocuencia y decencia pura. Resulta difícil calcular cuántas vidas de personas jóvenes y en qué grado se vieron afectadas por sus logros, tanto en su trabajo como en su vida.
Hay lugares en los que la vida y obra de Howard tuvieron una resonancia especial. Uno de ellos, que debería ser mucho más conocido, es Turquía. No conozco otro país en el que destacados escritores, artistas, periodistas, académicos y otros intelectuales hayan reunido un récord tan impresionante de valor e integridad en condenar crímenes de Estado e ir más allá para emprender la desobediencia civil para acabar con la opresión y la violencia, haciendo frente a una fuerte represión y a veces padeciéndola, para volver enseguida a la tarea.
Es un récord honroso, único que yo sepa, un récord del que el país debería estar orgulloso. Y uno que debería ser un modelo para otros, del mismo modo que la vida y obra de Howard Zinn son un modelo inolvidable, que con toda seguridad deja una huella permanente en la forma de entender la historia y en cómo se debería vivir una vida decente y honorable.
* A People's History of the United States, traducción al castellano de Toni Strubel, La otra historia de Estados Unidos, Hondarribia, Hiru, 2005, edición revisada y corregida por el autor.
** Howard Zinn habla de estos años y estas luchas en su libro Nadie es neutral en un tren en marcha, Hondarribia, Hiru, 2001
Noam Chomsky es profesor emérito del Departamento de Lingüística y Filosofía del MIT. Es autor de varios libros políticos de gran éxito, incluyendo 9-11: Was There an Alternative? (Seven Stories Press), una versión actualizada de este clásico, que se acaba de publicar esta semana con un nuevo ensayo (del que este artículo es una adaptación) en conmemoración del décimo aniversario de los atentados del 11 de septiembre.
Noam Chomsky. Una versión de este artículo se publicó originariamente en TomDispatch.com.
El dilema de Heinz
Kohlberg presentaba dilemas morales para estudiar e investigar el estadio evolutivo de las personas, de acuerdo con su teoría de que tanto las ideas como los comportamientos morales evolucionan en el hombre siguiendo unos estadios. Estos estadios van desde el "egoismo" y el "ojo por ojo", hasta una moral de valor universal en la que se respetan los derechos de los demás y la igualdad ante la ley de todos los humanos. Una ley construida y fundamentada sobre la justicia fraternal, lejos de la venganza. En las respuestas obtenidas y en su argumentación se manifiesta, según Kohlberg, claramente el estadio de desarrollo moral de las personas preguntadas. Uno de los ejemplos más conocidos es el «dilema de Heinz».
Es este:
«Una mujer se está muriendo de un extraño cáncer. Hay un fármaco que, al parecer de los médicos, puede salvarla, una forma de radio que un farmacéutico de la ciudad ha descubierto recientemente. Pero el farmacéutico cobra cuatrocientas cincuenta mil pesetas por una pequeña dosis, un precio muchas veces superior al coste del fármaco. El marido de la enferma, Heinz, pide dinero a amigos y familiares, pero no consigue sino la mitad del precio de la medicina. Heinz suplica al farmacéutico que le venda a precio más bajo o que le deje pagar más adelante. El farmacéutico se niega recordando que con mucho esfuerzo ha descubierto el fármaco y ahora quiere sacar beneficio. Finalmente, Heinz, en un ataque de desesperación, entra a la fuerza en la farmacia y roba la medicina que su señora necesitaba».
Heinz ha robado la medicina. Pero, ¿debía o no robarla? Se te ofrecen diferentes respuestas a este dilema. Señala a qué estadio de desarrollo moral corresponde cada una de ellas. (Para contestar al cuestionario automatizado y saber más sobre los estadios de desarrollo moral visita la página aquí)
Respuestas:
a) No, porque la ley es para todo el mundo; las leyes nos dicen qué está bien y qué no, la ley puede dar más importancia a la propiedad que a la vida.
b) No, porque se convertirá en un ladrón y, si le detienen, irá a prisión.
c) No, porque sus amigos no esperan de él un comportamiento de esta naturaleza.
d) No, porque los quebraderos de cabeza que tendrá no le convienen de ninguna manera.
e) No, porque hay unos acuerdos sociales y aunque ella tenga derecho a la vida, el farmacéutico tiene derecho a la libertad.
f) Sí, porque todo ser racional acepta que hay derechos que están por encima de todo: el derecho a la vida es más valioso que el derecho a la propiedad.
Ver la página original aquí. Y responde al cuestionario para conocer, de forma inmediata, tu estadio de evolución moral, según Kohlberg.
Es este:
«Una mujer se está muriendo de un extraño cáncer. Hay un fármaco que, al parecer de los médicos, puede salvarla, una forma de radio que un farmacéutico de la ciudad ha descubierto recientemente. Pero el farmacéutico cobra cuatrocientas cincuenta mil pesetas por una pequeña dosis, un precio muchas veces superior al coste del fármaco. El marido de la enferma, Heinz, pide dinero a amigos y familiares, pero no consigue sino la mitad del precio de la medicina. Heinz suplica al farmacéutico que le venda a precio más bajo o que le deje pagar más adelante. El farmacéutico se niega recordando que con mucho esfuerzo ha descubierto el fármaco y ahora quiere sacar beneficio. Finalmente, Heinz, en un ataque de desesperación, entra a la fuerza en la farmacia y roba la medicina que su señora necesitaba».
Heinz ha robado la medicina. Pero, ¿debía o no robarla? Se te ofrecen diferentes respuestas a este dilema. Señala a qué estadio de desarrollo moral corresponde cada una de ellas. (Para contestar al cuestionario automatizado y saber más sobre los estadios de desarrollo moral visita la página aquí)
Respuestas:
a) No, porque la ley es para todo el mundo; las leyes nos dicen qué está bien y qué no, la ley puede dar más importancia a la propiedad que a la vida.
b) No, porque se convertirá en un ladrón y, si le detienen, irá a prisión.
c) No, porque sus amigos no esperan de él un comportamiento de esta naturaleza.
d) No, porque los quebraderos de cabeza que tendrá no le convienen de ninguna manera.
e) No, porque hay unos acuerdos sociales y aunque ella tenga derecho a la vida, el farmacéutico tiene derecho a la libertad.
f) Sí, porque todo ser racional acepta que hay derechos que están por encima de todo: el derecho a la vida es más valioso que el derecho a la propiedad.
Ver la página original aquí. Y responde al cuestionario para conocer, de forma inmediata, tu estadio de evolución moral, según Kohlberg.
jueves, 26 de enero de 2012
La segunda última oportunidad para juzgar a los cómplices del Holocausto
La principal organización que busca nazis cree que sólo le quedan cinco años antes de que prácticamente todos hayan desaparecido.
“Creo que dentro de cinco años ya no se podrá juzgar a nadie”. Con el realismo que da saber que el tiempo es inexorable, Efraim Zuroff director del Centro Simon Wiesenthal en Jerusalén apunta la fecha en que podrá darse por concluido el que tal vez sea el mayor esfuerzo realizado nunca, por amplitud y duración, para tratar de llevara ante la justicia a quienes cometieron un crimen concreto contra la humanidad. Los hombres y mujeres que, amparados y espoleados por el régimen nazi, participaron en el asesinato de seis millones de judíos. Un crimen que marcó el siglo XX y que hoy se conmemora en todo el mundo en el Día de la Memoria del Holocausto.
Al final ha sido el tiempo el mejor aliado de miles de cómplices del Holocausto y la lucha por localizar a los culpables se ha convertido en una carrera contra el reloj. Hace poco más de un mes, el Centro Simon Wiesenthal lanzó la Operación Última Oportunidad II, una especie de tiempo de descuento en búsqueda de la justicia. El último minuto —la Operación Última Oportunidad— comenzó en 2002. “Recibimos más de 4.000 llamadas fiables”, explica Zuroff, quien subraya que “no valía con llamar y decir ‘tengo un vecino de unos 90 años con acento alemán que podría haber estado implicado”. Las informaciones eran filtradas y contrastadas. “Cada llamada tenía que pasar un triple filtro: la información debía ser fiable, el sospechoso tenía que estar en condiciones físicas y mentales de ser sometido a juicio y además no debía haber sido procesado antes por los mismos hechos”, explica.
Los resultados fueron sorprendentes. En nueve años, fueron localizados casi 600 sospechosos firmes, de los cuales, tras reunir pruebas, un centenar fue acusado ante las autoridades de los países en los que residían. “La verdad es que tuvimos mucha colaboración de las autoridades locales por ejemplo en Italia, Alemania, Francia o EE UU”.
Pero desde el fin de la II Guerra Mundial uno de los mayores problemas para jueces y fiscales ha sido probar que los acusados por el Holocausto estaban directamente implicados en los crímenes. Hay multitud de ejemplos, como el de Erich Lachman, un albañil reconvertido en guardián del campo de concentración de Sobibor (en Polonia) acusado de colaborar en la muerte de 150.000 judíos, pero absuelto por falta de pruebas. “Eso cambió completamente con el caso Demjanjuk”, indica Zuroff. En mayo de 2011, Ivan Demjanjuk, quien entre marzo y septiembre de 1943 ejerció como guardián voluntario del campo de Sobibor fue condenado en Múnich a cinco años de cárcel, pese a no haberse probado su relación directa con un crimen concreto. Para el tribunal bastó la pertenencia a los grupos de guardianes de un lugar donde la muerte era algo rutinario. Allí murieron exterminados 250.000 judíos. “Esta sentencia cambia todo”, recalca Zuroff en cuya opinión todavía quedan docenas de casos que pueden ser llevados ante los tribunales, especialmente de Alemania. El caso Demjanjuk ha supuesto esa prórroga añadida en la búsqueda de culpables a la que Simon Wiesenthal, superviviente de Mauthausen, dedicó su vida.
¿Y después de esos cinco años? “Ya nos estamos dedicando a otras actividades sobre todo combatir el antisemitismo desde la educación”, afirma Zuroff, que añade. “Diría que estamos pasando de las aulas del juzgado a las aulas de la escuela”.
“Creo que dentro de cinco años ya no se podrá juzgar a nadie”. Con el realismo que da saber que el tiempo es inexorable, Efraim Zuroff director del Centro Simon Wiesenthal en Jerusalén apunta la fecha en que podrá darse por concluido el que tal vez sea el mayor esfuerzo realizado nunca, por amplitud y duración, para tratar de llevara ante la justicia a quienes cometieron un crimen concreto contra la humanidad. Los hombres y mujeres que, amparados y espoleados por el régimen nazi, participaron en el asesinato de seis millones de judíos. Un crimen que marcó el siglo XX y que hoy se conmemora en todo el mundo en el Día de la Memoria del Holocausto.
Al final ha sido el tiempo el mejor aliado de miles de cómplices del Holocausto y la lucha por localizar a los culpables se ha convertido en una carrera contra el reloj. Hace poco más de un mes, el Centro Simon Wiesenthal lanzó la Operación Última Oportunidad II, una especie de tiempo de descuento en búsqueda de la justicia. El último minuto —la Operación Última Oportunidad— comenzó en 2002. “Recibimos más de 4.000 llamadas fiables”, explica Zuroff, quien subraya que “no valía con llamar y decir ‘tengo un vecino de unos 90 años con acento alemán que podría haber estado implicado”. Las informaciones eran filtradas y contrastadas. “Cada llamada tenía que pasar un triple filtro: la información debía ser fiable, el sospechoso tenía que estar en condiciones físicas y mentales de ser sometido a juicio y además no debía haber sido procesado antes por los mismos hechos”, explica.
Los resultados fueron sorprendentes. En nueve años, fueron localizados casi 600 sospechosos firmes, de los cuales, tras reunir pruebas, un centenar fue acusado ante las autoridades de los países en los que residían. “La verdad es que tuvimos mucha colaboración de las autoridades locales por ejemplo en Italia, Alemania, Francia o EE UU”.
Pero desde el fin de la II Guerra Mundial uno de los mayores problemas para jueces y fiscales ha sido probar que los acusados por el Holocausto estaban directamente implicados en los crímenes. Hay multitud de ejemplos, como el de Erich Lachman, un albañil reconvertido en guardián del campo de concentración de Sobibor (en Polonia) acusado de colaborar en la muerte de 150.000 judíos, pero absuelto por falta de pruebas. “Eso cambió completamente con el caso Demjanjuk”, indica Zuroff. En mayo de 2011, Ivan Demjanjuk, quien entre marzo y septiembre de 1943 ejerció como guardián voluntario del campo de Sobibor fue condenado en Múnich a cinco años de cárcel, pese a no haberse probado su relación directa con un crimen concreto. Para el tribunal bastó la pertenencia a los grupos de guardianes de un lugar donde la muerte era algo rutinario. Allí murieron exterminados 250.000 judíos. “Esta sentencia cambia todo”, recalca Zuroff en cuya opinión todavía quedan docenas de casos que pueden ser llevados ante los tribunales, especialmente de Alemania. El caso Demjanjuk ha supuesto esa prórroga añadida en la búsqueda de culpables a la que Simon Wiesenthal, superviviente de Mauthausen, dedicó su vida.
¿Y después de esos cinco años? “Ya nos estamos dedicando a otras actividades sobre todo combatir el antisemitismo desde la educación”, afirma Zuroff, que añade. “Diría que estamos pasando de las aulas del juzgado a las aulas de la escuela”.
_--Aguas de Abril flores en mayo
_-- https://youtu.be/hJAJ2gpsje0
No sé de qué compás te deslizaste,
ni en qué estación de metro te perdí.
No vi llegar al lobo y me avisaste,
las tiendas "se han cerrao pa'mi"
Aguas Abril, flores en Mayo
beso una estatua de sal
Se fue mi tren, también el barco,
solo en mi puerto de mar...
Me visto de terraza sin licencia,
me lo hago de vuelo sin motor
De aquí pallá como el inspector Gadget
persigo algún indicio de tu amor
Aguas Abril, flores en Mayo,
camino solo por Madrid,
se acerca Junio y cumplo años
soy un extraño para ti
Estoy como Neptuno cuando hiela,
mi horóscopo me dice "precaución"
Que tú eres Cáncer y hoy es luna llena
y aún tengo que hacer otra canción
Aguas Abril, flores en Mayo,
aunque sonría no soy feliz
Junio me quema y llueve en Julio
quizás me vaya a San Fermín
No sé de qué compás te deslizaste,
ni en qué estación de metro te perdí.
Tampoco oí "Pastor, que viene el lobo",
las tiendas se han cerrado para mí
Aguas Abril, flores en mayo
beso una estatua de sal,
se fue mi tren, también el barco
solo en mi puerto de mar...
Luis Pastor.
No sé de qué compás te deslizaste,
ni en qué estación de metro te perdí.
No vi llegar al lobo y me avisaste,
las tiendas "se han cerrao pa'mi"
Aguas Abril, flores en Mayo
beso una estatua de sal
Se fue mi tren, también el barco,
solo en mi puerto de mar...
Me visto de terraza sin licencia,
me lo hago de vuelo sin motor
De aquí pallá como el inspector Gadget
persigo algún indicio de tu amor
Aguas Abril, flores en Mayo,
camino solo por Madrid,
se acerca Junio y cumplo años
soy un extraño para ti
Estoy como Neptuno cuando hiela,
mi horóscopo me dice "precaución"
Que tú eres Cáncer y hoy es luna llena
y aún tengo que hacer otra canción
Aguas Abril, flores en Mayo,
aunque sonría no soy feliz
Junio me quema y llueve en Julio
quizás me vaya a San Fermín
No sé de qué compás te deslizaste,
ni en qué estación de metro te perdí.
Tampoco oí "Pastor, que viene el lobo",
las tiendas se han cerrado para mí
Aguas Abril, flores en mayo
beso una estatua de sal,
se fue mi tren, también el barco
solo en mi puerto de mar...
Luis Pastor.
miércoles, 25 de enero de 2012
Algo que cualquiera puede ver
El juicio que se desarrolla en la Sala II del Tribunal Supremo contra el juez Baltasar Garzón por un posible delito cometido durante su instrucción del caso Gürtel es una buena ocasión para repasar cuál es el marco general de los casos de prevaricación judicial en España.
Los juicios por prevaricación judicial son extraordinariamente infrecuentes: se puede calcular que en los últimos ocho años se han reconocido, como máximo, 20 resoluciones judiciales "prevaricadoras", incluidas las de algunos jueces de paz, algo así como una por cada siete millones de resoluciones. Por eso, asombra que a un solo juez se le hayan abierto tres juicios por tres posibles delitos de prevaricación, muy diferentes entre sí, y en muy pocos meses.
En el caso que se enjuició esta semana, determinados aspectos de la instrucción del caso Gürtel, la Sala II del Tribunal Supremo no debía decidir si las actuaciones de Garzón fueron correctas o no (ya fueron consideradas erróneas y revocadas por otras instancias), sino si las adoptó sabiendo que eran injustas o por una ignorancia increíble. Se trataba de decidir si Garzón cometió en este caso un delito de los llamados de "infracción del deber", es decir, un delito que lesiona la confianza de la ciudadanía en el ejercicio de la función judicial. Según jurisprudencia del propio Tribunal Supremo (sentencias de 1996 y 1998), para decidir si existió prevaricación es necesario que la ilegalidad sea tan evidente que revele "por sí" la injusticia, el abuso, con el plus de la antijuricidad, por supuesto. Es decir, que exista una "absoluta notoriedad de la injusticia", "que se vea clara y patente, que no permita duda alguna al respecto". Más aún, dice la sentencia de 1996, que "sea tan patente y grosera que pueda ser observada por cualquiera".
A la vista de la situación actual, no parece que la ciudadanía sienta lesionada su confianza en la justicia por culpa de la actuación errónea del juez Garzón. Tampoco que la injusticia eventualmente cometida por el juez sea tan grosera que sea observada por todo el mundo, desde el mismo momento en que los fiscales no la apreciaron y que existe polémica al respecto dentro del propio estamento judicial.
Las encuestas demuestran que existe efectivamente una gran desconfianza en la Administración de Justicia, pero que está motivada por otras razones. Por ejemplo, por el hecho de que un juez condenado por cohecho pueda volver a ejercer, porque, según el Tribunal Supremo, tener antecedentes penales impide el acceso a la carrera judicial, pero no la permanencia en ella. Tampoco ayudan jueces que mantienen en la cárcel a personas que ya deberían estar en libertad, que insultan a ciudadanos de distinta sexualidad o creencias o que tardan meses en escribir sus sentencias. Probablemente muchas de esas casi cinco mil causas presentadas en estos años contra jueces corresponden a casos en los que mantuvieron actitudes injustificadas o dictaron resoluciones erróneas.
¿Quién no se acuerda del escándalo que provocó en 2004 la Sala de lo Civil del propio Tribunal Supremo al condenar a 11 magistrados del Tribunal Constitucional a pagar, cada uno, 500 euros en concepto de responsabilidad civil por la no admisión "arbitraria" de un recurso de un abogado? En aquella ocasión, el Tribunal Constitucional reprochó al Supremo actuar con desconocimiento del ordenamiento jurídico: era inexcusable saber que las resoluciones del Constitucional en casos de recurso de amparo no pueden ser enjuiciadas por ningún otro órgano judicial. Todo el mundo sabía que detrás de la alocada decisión de Tribunal Supremo latía una cuestión fundamental: un serio debate sobre ámbitos de competencia. Pero una cosa es diferir sobre esos aspectos (o sobre el modelo ideal de juez) y otra transformar esa irritación en nada menos que una condena del Tribunal Constitucional (o de un juez que no es ni corrupto, ni incompetente).
SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ El País, 22/01/2012
Según las estadísticas del Consejo General del Poder Judicial, entre 1995 y 2009 se presentaron en España 4.962 causas contra jueces, magistrados y fiscales (obviamente, no todas por prevaricación, dado que los fiscales no pueden cometer ese delito y que existen otras posibles acusaciones, como malversación o apropiación de fondos).
En cualquier caso, de esas casi cinco mil causas, el 97,88% no fueron admitidas o fueron archivadas antes de llegar a juicio oral por los órganos competentes, es decir, los Tribunales Superiores de Justicia. Y del resto, solo un 1,55%, terminó en una sentencia condenatoria.
Los juicios por prevaricación judicial son extraordinariamente infrecuentes: se puede calcular que en los últimos ocho años se han reconocido, como máximo, 20 resoluciones judiciales "prevaricadoras", incluidas las de algunos jueces de paz, algo así como una por cada siete millones de resoluciones. Por eso, asombra que a un solo juez se le hayan abierto tres juicios por tres posibles delitos de prevaricación, muy diferentes entre sí, y en muy pocos meses.
En el caso que se enjuició esta semana, determinados aspectos de la instrucción del caso Gürtel, la Sala II del Tribunal Supremo no debía decidir si las actuaciones de Garzón fueron correctas o no (ya fueron consideradas erróneas y revocadas por otras instancias), sino si las adoptó sabiendo que eran injustas o por una ignorancia increíble. Se trataba de decidir si Garzón cometió en este caso un delito de los llamados de "infracción del deber", es decir, un delito que lesiona la confianza de la ciudadanía en el ejercicio de la función judicial. Según jurisprudencia del propio Tribunal Supremo (sentencias de 1996 y 1998), para decidir si existió prevaricación es necesario que la ilegalidad sea tan evidente que revele "por sí" la injusticia, el abuso, con el plus de la antijuricidad, por supuesto. Es decir, que exista una "absoluta notoriedad de la injusticia", "que se vea clara y patente, que no permita duda alguna al respecto". Más aún, dice la sentencia de 1996, que "sea tan patente y grosera que pueda ser observada por cualquiera".
A la vista de la situación actual, no parece que la ciudadanía sienta lesionada su confianza en la justicia por culpa de la actuación errónea del juez Garzón. Tampoco que la injusticia eventualmente cometida por el juez sea tan grosera que sea observada por todo el mundo, desde el mismo momento en que los fiscales no la apreciaron y que existe polémica al respecto dentro del propio estamento judicial.
Las encuestas demuestran que existe efectivamente una gran desconfianza en la Administración de Justicia, pero que está motivada por otras razones. Por ejemplo, por el hecho de que un juez condenado por cohecho pueda volver a ejercer, porque, según el Tribunal Supremo, tener antecedentes penales impide el acceso a la carrera judicial, pero no la permanencia en ella. Tampoco ayudan jueces que mantienen en la cárcel a personas que ya deberían estar en libertad, que insultan a ciudadanos de distinta sexualidad o creencias o que tardan meses en escribir sus sentencias. Probablemente muchas de esas casi cinco mil causas presentadas en estos años contra jueces corresponden a casos en los que mantuvieron actitudes injustificadas o dictaron resoluciones erróneas.
¿Quién no se acuerda del escándalo que provocó en 2004 la Sala de lo Civil del propio Tribunal Supremo al condenar a 11 magistrados del Tribunal Constitucional a pagar, cada uno, 500 euros en concepto de responsabilidad civil por la no admisión "arbitraria" de un recurso de un abogado? En aquella ocasión, el Tribunal Constitucional reprochó al Supremo actuar con desconocimiento del ordenamiento jurídico: era inexcusable saber que las resoluciones del Constitucional en casos de recurso de amparo no pueden ser enjuiciadas por ningún otro órgano judicial. Todo el mundo sabía que detrás de la alocada decisión de Tribunal Supremo latía una cuestión fundamental: un serio debate sobre ámbitos de competencia. Pero una cosa es diferir sobre esos aspectos (o sobre el modelo ideal de juez) y otra transformar esa irritación en nada menos que una condena del Tribunal Constitucional (o de un juez que no es ni corrupto, ni incompetente).
SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ El País, 22/01/2012
"Todos prometen y nadie cumple. Vote por nadie". El capitalismo en Davos
A pesar de los mayas, no parece que el mundo vaya a acabarse en 2012. Y a pesar de la crisis, tampoco el capitalismo tiene visos de correr esa misma suerte: "El capitalismo tiene los siglos contados", decía al principio de esta larguísima Gran Recesión un político italiano, Gianni Ruffulo, a propósito de la mala salud de hierro, del extraordinario instinto de supervivencia del sistema. Davos (Suiza) es un buen lugar para tomarle el pulso al sistema; y al antisistema. La reunión del Foro Económico Mundial, con los primeros espadas de la política, las finanzas y las grandes multinacionales en liza, empieza hoy con un lema grandilocuente, La gran transformación. Y con el habitual juego de contrastes: mientras los superricos juegan al polo sobre la nieve, un puñado de jóvenes ha construido iglús en los aledaños del archivigilado palacio de congresos, en la versión alpina del Ocupa Wall Street o del 15-M. "Davos apesta"; "Destruye el Foro", dicen pintadas,... Leer aquí http://www.elpais.com/articulo/economia/capitalismo/tiene/siglos/contados/elpepieco/20120125elpepieco_9/Tes
Entrevista a Eric Hobsbawm; “Marx fue un profeta sin armas”
Con la crisis global, el pensamiento De Eric Hobsbawm ha vuelto a estar en boga. Aquí, habla sobre el interés de los financieros por las ideas de Marx, opina sobre el comunismo en China y afirma que en América Latina se siente “como En casa” porque todavía se habla el lenguaje del socialismo. Su libro “Cómo cambiar El mundo” será publicado próximamente.
Traduccion: Cristina Sardoy.
Hampstead Heath, en la zona arbolada del norte de Londres, se enorgullece del papel destacado que tuvo en la historia del marxismo. Es aquí donde los domingos Karl Marx llevaba a su familia hasta Parliament Hill, recitando en el camino a Shakespeare y a Schiller, para pasar una tarde de picnic y poesía. Los días de semana, se reunía con su amigo Friedrich Engels, que vivía cerca, para hacer una caminata a paso ligero por el monte, donde los “viejos londinenses”, como se los conocía, reflexionaban sobre la Comuna de París, la Segunda Internacional y la naturaleza del capitalismo.
Hoy, sobre una calle lateral que sale del monte, la ambición marxista sigue viva en la casa de Eric Hobsbawm. Nacido en 1917 (en Alejandría, bajo el protectorado británico de Egipto) a más de 20 años de la muerte de Marx y Engels, no conoció personalmente a ninguno de esos dos filósofos, por supuesto. Pero al hablar con Eric en la espaciosa sala de estar, llena de fotos familiares, honores académicos y toda una vida de objetos culturales, se percibe una sensación casi tangible de conexión con estos hombres y su memoria.
La última vez que entrevisté a Eric, en 2002, su brillante autobiografía Años interesantes –la crónica de un joven en la Alemania de Weimar, el amor de toda su vida por el jazz y la forma en que realizó la transformación del estudio de la historia en Gran Bretaña– acababa de salir y había recibido críticas elogiosas. También coincidió con otro ataque cíclico de los medios a la pertenencia de Eric al Partido Comunista, tras la publicación del libro de Martin Amis contra Stalin, Koba el temible. En ese entonces, el “profesor marxista” explicó que no buscaba, tal como escribió, “acuerdo, aprobación o simpatía” sino más bien, comprensión histórica para una vida en el siglo XX moldeada por la lucha contra el fascismo.
La crisis neoliberal
Las cosas cambiaron desde entonces. La crisis global del capitalismo, que causa estragos en la economía mundial desde 2007, transformó los términos del debate.
De pronto, resurgió la crítica que hace Marx acerca de la inestabilidad del capitalismo. “Ha vuelto”, proclamó el London Times en el otoño de 2008 cuando las bolsas se desplomaban, los bancos eran nacionalizados en forma sumaria y Sarkozy, el presidente de Francia, era fotografiado hojeando Das Kapital (cuyas ventas aumentaron al punto de llegar a las listas alemanas de libros más vendidos). Hasta el papa Benedicto XVI se vio obligado a elogiar la “gran habilidad analítica” de Marx. Karl Marx, el gran ogro del siglo XX, había sido resucitado en las universidades, los encuentros de debate y las oficinas editoriales.
Parecería ser, pues, el momento ideal para que Eric Hobsbawm reúna sus ensayos más celebrados sobre Marx en un solo volumen, junto con material nuevo sobre el marxismo a la luz del colapso económico. Para Hobsbawm, el deber continuo de abordar a Marx y sus múltiples legados –entre otras cosas, en este libro, algunos nuevos capítulos excelentes sobre el significado de Gramsci– sigue siendo fuerte.
El propio Eric, empero, cambió. Sufrió una fea caída en Navidad y ya no puede eludir las limitaciones físicas de sus 93 años. El humor y la hospitalidad tanto suyos como de su esposa, Marlene, así como su intelecto, su agudeza política y su amplitud de visión, continúan no obstante maravillosamente intactos. Con un Financial Times sobre la mesa de café, Eric pasó sin contratiempos de los sondeos sobre Lula, el presidente saliente de Brasil, a las dificultades ideológicas que afronta el Partido Comunista en Bengala Occidental o las convulsiones en Indonesia que siguieron a la caída económica global de 1857.
La sensibilidad global y la ausencia total de provincianismo, siempre tan sólidas en su obra, siguen configurando su política y su historia.
Y después de una hora hablando sobre Marx, el materialismo y la lucha continua por la dignidad humana frente a los chubascos del libre mercado, uno se va de la terraza de Hobsbawm en Hampstead –cerca de los senderos por los que solían caminar Karl y Friedrich– con el sentimiento de haber pasado por un seminario vertiginoso con una de las grandes mentes del siglo XX. Una mente resuelta, además, a mantener una mirada crítica sobre el XXI.
¿En el núcleo de este libro hay una idea de reivindicación? ¿De que aun cuando las ideas propuestas en su momento por Karl Marx no sean ya relevantes, él hacía las preguntas correctas sobre la naturaleza del capitalismo y que el capitalismo que surgió en los últimos 20 años se parecía mucho a lo que Marx pensaba allá por el año 1840?
Sí, sin duda. El redescubrimiento de Marx en esta época de crisis capitalista se debe a que en 1848 predijo más que ningún otro el mundo moderno. Es, creo, lo que ha atraído hacia su obra la atención de una serie de nuevos observadores, paradójicamente, en primer lugar gente de negocios y comentaristas de negocios más que de la izquierda. Recuerdo haberlo observado justamente en la época del 150° aniversario de la publicación de El manifiesto comunista, cuando en la izquierda no se estaban haciendo muchos planes para celebrar. Descubrí para mi gran asombro que los editores de la revista que daban en el avión de United Airlines decían que querían publicar algo sobre El Manifiesto.
Al poco tiempo, estuve almorzando con el financiero George Soros que me preguntó: “¿Qué piensa usted de Marx?” Aunque no coincidíamos en muchas cosas, me dijo: “Ese tipo definitivamente algo tenía”...
¿Y ese discurso de “un fin de la expansión y contracción” y salir del ciclo económico?
Exactamente. Lo que pasó a partir de los años 1970, primero en las universidades, en Chicago y el resto, y finalmente, desde 1980 con Thatcher y Reagan fue, supongo, una deformación patológica del principio de libre mercado que propicia el capitalismo: la economía de mercado pura y el rechazo del Estado y de la acción pública que no creo que ninguna economía del siglo XIX haya puesto en práctica realmente, ni siquiera los Estados Unidos. Y estaba en conflicto, entre otras cosas, con la forma en que el capitalismo había funcionado en su época más exitosa, entre 1945 y comienzos de los 70...
Y usted considera que el renovado interés por Marx también se debió al fin de los Estados marxistas/leninistas. ¿La sombra leninista desapareció y usted pudo volver a la naturaleza original de la escritura de Marx?
Con la caída de la Unión Soviética, los capitalistas dejaron de tener miedo y en ese sentido tanto ellos como nosotros pudimos analizar el problema de una manera mucho más equilibrada, menos distorsionada por la pasión que antes. No obstante, yo creo que fue más la inestabilidad de esta economía neoliberal globalizada la que empezó a ser muy notable al final del siglo. ...
Cómo cambiar el mundo es un relato de lo que hizo fundamentalmente el marxismo en el siglo XX, en parte a través de los partidos socialdemócratas que no derivaron directamente de Marx y de otros partidos –los partidos laboristas, los partidos de los trabajadores, etc.– que subsisten como gobierno y como partidos potenciales en el gobierno en todas partes.
Y segundo, a través de la Revolución rusa y todas sus consecuencias. El precedente de Karl Marx, un profeta sin armas, inspirador de grandes cambios, es innegable. De manera muy deliberada, no digo que haya perspectivas equivalentes en este momento. Lo que digo ahora es que los problemas básicos del siglo XXI requerirían soluciones que ni el mercado puro, ni la democracia progresista pura pueden resolver adecuadamente.
Y en ese sentido, habría que pensar una combinación diferente, una mezcla diferente de público y privado, de acción y control del Estado y libertad. Cómo se llamará eso, no lo sé. Pero podría perfectamente no ser capitalismo, ciertamente no en el sentido en el que lo hemos conocido en este país y en los Estados Unidos. Tritram Hunt Clarín.
Leer toda la entrevista aquí.
Fuente: http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/historia/Marx-Eric_Howsbaum_0_434356568.html
Traduccion: Cristina Sardoy.
Hampstead Heath, en la zona arbolada del norte de Londres, se enorgullece del papel destacado que tuvo en la historia del marxismo. Es aquí donde los domingos Karl Marx llevaba a su familia hasta Parliament Hill, recitando en el camino a Shakespeare y a Schiller, para pasar una tarde de picnic y poesía. Los días de semana, se reunía con su amigo Friedrich Engels, que vivía cerca, para hacer una caminata a paso ligero por el monte, donde los “viejos londinenses”, como se los conocía, reflexionaban sobre la Comuna de París, la Segunda Internacional y la naturaleza del capitalismo.
Hoy, sobre una calle lateral que sale del monte, la ambición marxista sigue viva en la casa de Eric Hobsbawm. Nacido en 1917 (en Alejandría, bajo el protectorado británico de Egipto) a más de 20 años de la muerte de Marx y Engels, no conoció personalmente a ninguno de esos dos filósofos, por supuesto. Pero al hablar con Eric en la espaciosa sala de estar, llena de fotos familiares, honores académicos y toda una vida de objetos culturales, se percibe una sensación casi tangible de conexión con estos hombres y su memoria.
La última vez que entrevisté a Eric, en 2002, su brillante autobiografía Años interesantes –la crónica de un joven en la Alemania de Weimar, el amor de toda su vida por el jazz y la forma en que realizó la transformación del estudio de la historia en Gran Bretaña– acababa de salir y había recibido críticas elogiosas. También coincidió con otro ataque cíclico de los medios a la pertenencia de Eric al Partido Comunista, tras la publicación del libro de Martin Amis contra Stalin, Koba el temible. En ese entonces, el “profesor marxista” explicó que no buscaba, tal como escribió, “acuerdo, aprobación o simpatía” sino más bien, comprensión histórica para una vida en el siglo XX moldeada por la lucha contra el fascismo.
La crisis neoliberal
Las cosas cambiaron desde entonces. La crisis global del capitalismo, que causa estragos en la economía mundial desde 2007, transformó los términos del debate.
De pronto, resurgió la crítica que hace Marx acerca de la inestabilidad del capitalismo. “Ha vuelto”, proclamó el London Times en el otoño de 2008 cuando las bolsas se desplomaban, los bancos eran nacionalizados en forma sumaria y Sarkozy, el presidente de Francia, era fotografiado hojeando Das Kapital (cuyas ventas aumentaron al punto de llegar a las listas alemanas de libros más vendidos). Hasta el papa Benedicto XVI se vio obligado a elogiar la “gran habilidad analítica” de Marx. Karl Marx, el gran ogro del siglo XX, había sido resucitado en las universidades, los encuentros de debate y las oficinas editoriales.
Parecería ser, pues, el momento ideal para que Eric Hobsbawm reúna sus ensayos más celebrados sobre Marx en un solo volumen, junto con material nuevo sobre el marxismo a la luz del colapso económico. Para Hobsbawm, el deber continuo de abordar a Marx y sus múltiples legados –entre otras cosas, en este libro, algunos nuevos capítulos excelentes sobre el significado de Gramsci– sigue siendo fuerte.
El propio Eric, empero, cambió. Sufrió una fea caída en Navidad y ya no puede eludir las limitaciones físicas de sus 93 años. El humor y la hospitalidad tanto suyos como de su esposa, Marlene, así como su intelecto, su agudeza política y su amplitud de visión, continúan no obstante maravillosamente intactos. Con un Financial Times sobre la mesa de café, Eric pasó sin contratiempos de los sondeos sobre Lula, el presidente saliente de Brasil, a las dificultades ideológicas que afronta el Partido Comunista en Bengala Occidental o las convulsiones en Indonesia que siguieron a la caída económica global de 1857.
La sensibilidad global y la ausencia total de provincianismo, siempre tan sólidas en su obra, siguen configurando su política y su historia.
Y después de una hora hablando sobre Marx, el materialismo y la lucha continua por la dignidad humana frente a los chubascos del libre mercado, uno se va de la terraza de Hobsbawm en Hampstead –cerca de los senderos por los que solían caminar Karl y Friedrich– con el sentimiento de haber pasado por un seminario vertiginoso con una de las grandes mentes del siglo XX. Una mente resuelta, además, a mantener una mirada crítica sobre el XXI.
¿En el núcleo de este libro hay una idea de reivindicación? ¿De que aun cuando las ideas propuestas en su momento por Karl Marx no sean ya relevantes, él hacía las preguntas correctas sobre la naturaleza del capitalismo y que el capitalismo que surgió en los últimos 20 años se parecía mucho a lo que Marx pensaba allá por el año 1840?
Sí, sin duda. El redescubrimiento de Marx en esta época de crisis capitalista se debe a que en 1848 predijo más que ningún otro el mundo moderno. Es, creo, lo que ha atraído hacia su obra la atención de una serie de nuevos observadores, paradójicamente, en primer lugar gente de negocios y comentaristas de negocios más que de la izquierda. Recuerdo haberlo observado justamente en la época del 150° aniversario de la publicación de El manifiesto comunista, cuando en la izquierda no se estaban haciendo muchos planes para celebrar. Descubrí para mi gran asombro que los editores de la revista que daban en el avión de United Airlines decían que querían publicar algo sobre El Manifiesto.
Al poco tiempo, estuve almorzando con el financiero George Soros que me preguntó: “¿Qué piensa usted de Marx?” Aunque no coincidíamos en muchas cosas, me dijo: “Ese tipo definitivamente algo tenía”...
¿Y ese discurso de “un fin de la expansión y contracción” y salir del ciclo económico?
Exactamente. Lo que pasó a partir de los años 1970, primero en las universidades, en Chicago y el resto, y finalmente, desde 1980 con Thatcher y Reagan fue, supongo, una deformación patológica del principio de libre mercado que propicia el capitalismo: la economía de mercado pura y el rechazo del Estado y de la acción pública que no creo que ninguna economía del siglo XIX haya puesto en práctica realmente, ni siquiera los Estados Unidos. Y estaba en conflicto, entre otras cosas, con la forma en que el capitalismo había funcionado en su época más exitosa, entre 1945 y comienzos de los 70...
Y usted considera que el renovado interés por Marx también se debió al fin de los Estados marxistas/leninistas. ¿La sombra leninista desapareció y usted pudo volver a la naturaleza original de la escritura de Marx?
Con la caída de la Unión Soviética, los capitalistas dejaron de tener miedo y en ese sentido tanto ellos como nosotros pudimos analizar el problema de una manera mucho más equilibrada, menos distorsionada por la pasión que antes. No obstante, yo creo que fue más la inestabilidad de esta economía neoliberal globalizada la que empezó a ser muy notable al final del siglo. ...
Cómo cambiar el mundo es un relato de lo que hizo fundamentalmente el marxismo en el siglo XX, en parte a través de los partidos socialdemócratas que no derivaron directamente de Marx y de otros partidos –los partidos laboristas, los partidos de los trabajadores, etc.– que subsisten como gobierno y como partidos potenciales en el gobierno en todas partes.
Y segundo, a través de la Revolución rusa y todas sus consecuencias. El precedente de Karl Marx, un profeta sin armas, inspirador de grandes cambios, es innegable. De manera muy deliberada, no digo que haya perspectivas equivalentes en este momento. Lo que digo ahora es que los problemas básicos del siglo XXI requerirían soluciones que ni el mercado puro, ni la democracia progresista pura pueden resolver adecuadamente.
Y en ese sentido, habría que pensar una combinación diferente, una mezcla diferente de público y privado, de acción y control del Estado y libertad. Cómo se llamará eso, no lo sé. Pero podría perfectamente no ser capitalismo, ciertamente no en el sentido en el que lo hemos conocido en este país y en los Estados Unidos. Tritram Hunt Clarín.
Leer toda la entrevista aquí.
Fuente: http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/historia/Marx-Eric_Howsbaum_0_434356568.html
martes, 24 de enero de 2012
¡Boicot a HuffPost, Facebook y Twitter también! Andy Robinson
Hubo algún momento en la euforia del obamismo y la revolución digital en el que los new media de redes sociales güais, blogueros con causa y zapatillas New Balance y periodistas ciudadanos, parecían ofrecer una alternativa a los escleróticos viejos medios de comunicación del consenso fabricado y del poder corporativo.
Huffington Post, por ejemplo. Cuando Arianna Huffington se presentó a las primarias demócratas del 2004 como la cara griego californiana de la izquierda anti Bush, exigiendo la salida de Iraq en su gracioso blog de blogs de diseño casero, a muchos nos entraban ganas de sumarnos a su causa y escribir gratuitamente para HuffPost. Periodistas comprometidos con el progreso y los nuevos medios. ¡Mas vale ser esclavo por la causa que un hack profesional vendido a un grupo multinacional de comunicaciones!
Luego, llegaron las redes sociales, Facebook o Twitter, los nuevos medios del pueblo global y del YOU como lo definía Time magazine en el 2006. Nuevos vehículos de protesta y revolución, según David Kirkpatrick, periodista del Daily Beast y el autor del Facebook effect. “Facebook convierte a cada ciudadano en un medio de comunicación y un posible activista”, me dijo el año pasado en la cumbre de Davos del Foro Económico Mundial (WEF), el club de la elite empresarial globalizada.
Ahora que toca otra vez ir a Davos y escuchar a los pioneros de los nuevos medios y sus financieros desde Palo Alto y Wall Street, eché un vistazo a la página web del WEF, y lo primero que apareció era este post de Huff Post. No es ninguna novedad comprobar en Davos el cínico greenwashing de las multinacionales, desde BP a Iberdrola, paladines de un planeta limpio siempre que no perjudique su cotizacion brusatil. Hasta he visto en Davos al presidente de Coca Cola, principal embotellador de agua, hacer un llamamiento conmovedor a conservar los recursos acuíferos bebiendo agua del grifo. No hay límites a la hipocresía de Davos. Pero ver a nuestro querido HuffPost, nuestro compañero de viaje en las campañas contra el lobby petrolero de Bush y el Pentagono, verlo allí prostituido en el WEF de Davos me pareció un punto de inflexión en esta nueva historia de asimilación de la crítica. El blog de blogs del nuevo movimento ya es complice de la manipulación empresarial de los seudo filántropos (Bono, Bill Gates), emprendedores sociales (Paulo Coelho) y las relaciones públicas de sonrisa corporativa de las multinacionales de Davos.
Pero claro, HuffPost ahora es un solo ejemplo – aunque quizas el más descarado- de los intentos de las grandes corporaciones y medios de comunicación por secuestrar a los movimientos de protesta, arrancar su corazón caliente, extraer el valor bursátil de su compromiso. Arianna ya desató la ira de muchos de sus blogueros voluntarios de izquierdas en febrero del año pasado cuando vendió el Huffington Post a AOL por 315 millones de dólares. Ahora la empresa va globalizándose, firmando acuerdos empresariales con el grupo español re-made en USA, Prisa, L’Espresso italiano, y Le Monde. ¿Por qué tanto interés en un medio creado por pobres blogueros con causa? Pues precisamente porque los viejos grupos de comunicación, todos en apuros financieros, necesitan, más que nunca, ser percibidos como parte de un “nuevo mundo “que nace en la red y en las calles y plazas desde Egipto a Nueva York. Esos son los consumidores de información del futuro. Los magnates de los viejos medios no quieren que ningún Bob Dylan de la era digital les diga a la cara: “Something is happening but you don’t know what it is, do you, Mr Jones?” O Mr Cebrian. Asi que hay que comprarlos. De lo que no se dan cuenta los grupos de comunicación corporativos es que en cuanto tocan este “something happening”, deja de serlo. Cuando el jefe es AOL ya no hay voluntad de cambiar el mundo sino de buscar publicidad gratuita para tu propio proyecto empresarial (de algo hay que vivir en el mundo de blogueros esclavos). El colmo de la degeneración de HuffPost es la decisión de nombrar a Anne Sinclair como directora de la edición francesa. La mujer cuya ambición insaciable le hace compartir una cama hasta con DSK, tal y como explica Miguel Mora en El País.
Pero no es solo Huffington Post. Ya hice, en algun post anterior, un llamamiento patético a boicotear Facebook, después de la decisión de Goldman Sachs a entrar en su capital. Confirmó mis dudas al respecto la noticia de que Coca Cola tiene más seguidores que nadie en Facebook y que basa sus estrategias de marketing en redes sociales en Lady Gaga, amiga del filosofo marxista Slavoj Zizec.
Quizás Twitter sea un vehículo menos contaminado para periodistas críticos en busca de nuevos medios. Pero el príncipe saudita Al Walid Bin Talal (accionista de Citigroup y propietario del edificio mas alto de Riad) acaba de hacerse con una participación en Twitter por valor de 300 millones de dólares. La entrada de los reaccionarios jeques feudales de la Casa Saud en el capital de Twitter es el perfecto desenlace para la historia de las redes sociales en las movilizaciones de la Primavera Arabe. Kirkpatrick dijo con gran acierto en Davos que “la comunicación viral que vale para el ámbito político y las revoluciones en Tunez y Egipto, vale también para el ámbito comercial, de marketing; por eso, empresas como Coca Cola y Starbucks tienen ya sus páginas, con millones de seguidores, en Facebook”. Pero invitaría a todo informador adicto a estos dos nuevos medios de comunicación y las orgias de autopromoción que fomentan a preguntarse tras escribir su enésimo twit de la mañana, si quiere trabajar gratis para el banco “calamar chupasangre” (Matt Taibi dixit) o para el príncipe de una dinastía fundamentalista, que se mantiene en el poder gracias al terror, misógina.
Ahora, quizás el ejemplo mas chocante de cómo el gran capital está tratando de asimilar y secuestrar a un embrionario movimiento de resistencia es la multinacional Time Warner y su medio CNN. Tras responder inicialmente con escepticismo y chistes cínicos a las primeras manifestaciones en Wall Street en el otoño del 2011, ahora los periodistas de CNN y Time se presentan como si fueran los reporteros activistas del movimiento Occupy! con un blog dedicado y un número de la revista Time que elogia al manifestante, la “persona del año” con dibujo en portada de un street fighting man. Time Home Entertainment (sic) ha editado un libro What is occupy? (la acampada convertida en entretenimiento madriguero). Lo puedes bajar en tu Ipad.
Andy Robinson, nacido en las afueras de Liverpool (1960), ha vivido en Londres, Sabadell, Barcelona, Nueva York y Madrid. Es licenciado por la London School of Economics en Ciencias Económicas y Sociología y en Periodismo por El País UAM. Ha sido corresponsal de La Vanguardia en Nueva York. Ha trabajado en España para Cinco Días, Business Week, The Guardian, The New Statesman, Ajo Blanco. Ahora escribe para La Vanguardia y The Nation ( Nueva York). En este blog -una especie de "Up in the air" periodístico- sigue a los flujos globales de capitales que desestabilizan el mundo desde Reikiavik a Los Angeles, La Paz a Dubai y descubre que -como dice el geógrafo marxista David Harvey- "el capitalismo jamás resuelve sus problemas; se limita a desplazarlos a otros lugares". La Vanguardia. Fuente original: http://blogs.lavanguardia.com/diario-itinerante/?p=753
Huffington Post, por ejemplo. Cuando Arianna Huffington se presentó a las primarias demócratas del 2004 como la cara griego californiana de la izquierda anti Bush, exigiendo la salida de Iraq en su gracioso blog de blogs de diseño casero, a muchos nos entraban ganas de sumarnos a su causa y escribir gratuitamente para HuffPost. Periodistas comprometidos con el progreso y los nuevos medios. ¡Mas vale ser esclavo por la causa que un hack profesional vendido a un grupo multinacional de comunicaciones!
Luego, llegaron las redes sociales, Facebook o Twitter, los nuevos medios del pueblo global y del YOU como lo definía Time magazine en el 2006. Nuevos vehículos de protesta y revolución, según David Kirkpatrick, periodista del Daily Beast y el autor del Facebook effect. “Facebook convierte a cada ciudadano en un medio de comunicación y un posible activista”, me dijo el año pasado en la cumbre de Davos del Foro Económico Mundial (WEF), el club de la elite empresarial globalizada.
Ahora que toca otra vez ir a Davos y escuchar a los pioneros de los nuevos medios y sus financieros desde Palo Alto y Wall Street, eché un vistazo a la página web del WEF, y lo primero que apareció era este post de Huff Post. No es ninguna novedad comprobar en Davos el cínico greenwashing de las multinacionales, desde BP a Iberdrola, paladines de un planeta limpio siempre que no perjudique su cotizacion brusatil. Hasta he visto en Davos al presidente de Coca Cola, principal embotellador de agua, hacer un llamamiento conmovedor a conservar los recursos acuíferos bebiendo agua del grifo. No hay límites a la hipocresía de Davos. Pero ver a nuestro querido HuffPost, nuestro compañero de viaje en las campañas contra el lobby petrolero de Bush y el Pentagono, verlo allí prostituido en el WEF de Davos me pareció un punto de inflexión en esta nueva historia de asimilación de la crítica. El blog de blogs del nuevo movimento ya es complice de la manipulación empresarial de los seudo filántropos (Bono, Bill Gates), emprendedores sociales (Paulo Coelho) y las relaciones públicas de sonrisa corporativa de las multinacionales de Davos.
Pero claro, HuffPost ahora es un solo ejemplo – aunque quizas el más descarado- de los intentos de las grandes corporaciones y medios de comunicación por secuestrar a los movimientos de protesta, arrancar su corazón caliente, extraer el valor bursátil de su compromiso. Arianna ya desató la ira de muchos de sus blogueros voluntarios de izquierdas en febrero del año pasado cuando vendió el Huffington Post a AOL por 315 millones de dólares. Ahora la empresa va globalizándose, firmando acuerdos empresariales con el grupo español re-made en USA, Prisa, L’Espresso italiano, y Le Monde. ¿Por qué tanto interés en un medio creado por pobres blogueros con causa? Pues precisamente porque los viejos grupos de comunicación, todos en apuros financieros, necesitan, más que nunca, ser percibidos como parte de un “nuevo mundo “que nace en la red y en las calles y plazas desde Egipto a Nueva York. Esos son los consumidores de información del futuro. Los magnates de los viejos medios no quieren que ningún Bob Dylan de la era digital les diga a la cara: “Something is happening but you don’t know what it is, do you, Mr Jones?” O Mr Cebrian. Asi que hay que comprarlos. De lo que no se dan cuenta los grupos de comunicación corporativos es que en cuanto tocan este “something happening”, deja de serlo. Cuando el jefe es AOL ya no hay voluntad de cambiar el mundo sino de buscar publicidad gratuita para tu propio proyecto empresarial (de algo hay que vivir en el mundo de blogueros esclavos). El colmo de la degeneración de HuffPost es la decisión de nombrar a Anne Sinclair como directora de la edición francesa. La mujer cuya ambición insaciable le hace compartir una cama hasta con DSK, tal y como explica Miguel Mora en El País.
Pero no es solo Huffington Post. Ya hice, en algun post anterior, un llamamiento patético a boicotear Facebook, después de la decisión de Goldman Sachs a entrar en su capital. Confirmó mis dudas al respecto la noticia de que Coca Cola tiene más seguidores que nadie en Facebook y que basa sus estrategias de marketing en redes sociales en Lady Gaga, amiga del filosofo marxista Slavoj Zizec.
Quizás Twitter sea un vehículo menos contaminado para periodistas críticos en busca de nuevos medios. Pero el príncipe saudita Al Walid Bin Talal (accionista de Citigroup y propietario del edificio mas alto de Riad) acaba de hacerse con una participación en Twitter por valor de 300 millones de dólares. La entrada de los reaccionarios jeques feudales de la Casa Saud en el capital de Twitter es el perfecto desenlace para la historia de las redes sociales en las movilizaciones de la Primavera Arabe. Kirkpatrick dijo con gran acierto en Davos que “la comunicación viral que vale para el ámbito político y las revoluciones en Tunez y Egipto, vale también para el ámbito comercial, de marketing; por eso, empresas como Coca Cola y Starbucks tienen ya sus páginas, con millones de seguidores, en Facebook”. Pero invitaría a todo informador adicto a estos dos nuevos medios de comunicación y las orgias de autopromoción que fomentan a preguntarse tras escribir su enésimo twit de la mañana, si quiere trabajar gratis para el banco “calamar chupasangre” (Matt Taibi dixit) o para el príncipe de una dinastía fundamentalista, que se mantiene en el poder gracias al terror, misógina.
Ahora, quizás el ejemplo mas chocante de cómo el gran capital está tratando de asimilar y secuestrar a un embrionario movimiento de resistencia es la multinacional Time Warner y su medio CNN. Tras responder inicialmente con escepticismo y chistes cínicos a las primeras manifestaciones en Wall Street en el otoño del 2011, ahora los periodistas de CNN y Time se presentan como si fueran los reporteros activistas del movimiento Occupy! con un blog dedicado y un número de la revista Time que elogia al manifestante, la “persona del año” con dibujo en portada de un street fighting man. Time Home Entertainment (sic) ha editado un libro What is occupy? (la acampada convertida en entretenimiento madriguero). Lo puedes bajar en tu Ipad.
Andy Robinson, nacido en las afueras de Liverpool (1960), ha vivido en Londres, Sabadell, Barcelona, Nueva York y Madrid. Es licenciado por la London School of Economics en Ciencias Económicas y Sociología y en Periodismo por El País UAM. Ha sido corresponsal de La Vanguardia en Nueva York. Ha trabajado en España para Cinco Días, Business Week, The Guardian, The New Statesman, Ajo Blanco. Ahora escribe para La Vanguardia y The Nation ( Nueva York). En este blog -una especie de "Up in the air" periodístico- sigue a los flujos globales de capitales que desestabilizan el mundo desde Reikiavik a Los Angeles, La Paz a Dubai y descubre que -como dice el geógrafo marxista David Harvey- "el capitalismo jamás resuelve sus problemas; se limita a desplazarlos a otros lugares". La Vanguardia. Fuente original: http://blogs.lavanguardia.com/diario-itinerante/?p=753
35 aniversario de la matanza de los Abogados de Atocha
El 24 de enero de 1977 hace ya 35 años, un grupo de pistoleros de extrema derecha irrumpieron en el despacho de abogados laboralistas de CCOO y del PCE situado en el número 55 de la calle Atocha y ametrallaron a las nueve personas presentes.
Fallecieron los abogados, Javier Sauquillo, Javier Benavides, Enrique Valdelvira, Serafín Holgado y el sindicalista Ángel Rodríguez Leal. Resultaron gravemente heridos Alejandro Ruiz Huertas, Mª Dolores González, Luís Ramos y Miguel Sarabia. A lo largo de estos años desde CCOO se ha impulsado, entre otras muchas cuestiones, actos y propuestas para dar a conocer lo que ha supuesto la lucha de estos compañeros por la libertad y por la democracia.
Fruto de estas propuestas, es el hecho de que cerca de 30 pueblos de nuestra comunidad incluido Madrid capital, tienen un reconocimiento, -un parque, una calle, una plaza, un monumento, un centro de formación, etc.- dedicado a estas víctimas del terrorismo. Por ello, cada año que pasa los que militamos en CCOO nos sentimos más orgullosos de haberlos tenido como compañeros.
Actos conmemorativos del 35 Aniversario, el martes 24 de enero:
- A partir de las 8,45 horas, visita a los cementerios de Carabanchel y San Isidro
- 10,00 horas Ofrenda de coronas en el portal de Atocha 55 y minuto de silencio en la Plaza de Antón Martín, al lado de el monumento de "El Abrazo" de Juan Genovés
- 11,00 horas, en el Auditorio “Marcelino Camacho”, Lope de Vega 40. Entrega de los premios Abogados de Atocha por parte del patronato de la Fundación Abogados de Atocha. En esta su octava edición se propone premiar a José Luis Sampedro (Escritor, humanista y economista) y a la Fiscalía General de Guatemala.
Fallecieron los abogados, Javier Sauquillo, Javier Benavides, Enrique Valdelvira, Serafín Holgado y el sindicalista Ángel Rodríguez Leal. Resultaron gravemente heridos Alejandro Ruiz Huertas, Mª Dolores González, Luís Ramos y Miguel Sarabia. A lo largo de estos años desde CCOO se ha impulsado, entre otras muchas cuestiones, actos y propuestas para dar a conocer lo que ha supuesto la lucha de estos compañeros por la libertad y por la democracia.
Fruto de estas propuestas, es el hecho de que cerca de 30 pueblos de nuestra comunidad incluido Madrid capital, tienen un reconocimiento, -un parque, una calle, una plaza, un monumento, un centro de formación, etc.- dedicado a estas víctimas del terrorismo. Por ello, cada año que pasa los que militamos en CCOO nos sentimos más orgullosos de haberlos tenido como compañeros.
Actos conmemorativos del 35 Aniversario, el martes 24 de enero:
- A partir de las 8,45 horas, visita a los cementerios de Carabanchel y San Isidro
- 10,00 horas Ofrenda de coronas en el portal de Atocha 55 y minuto de silencio en la Plaza de Antón Martín, al lado de el monumento de "El Abrazo" de Juan Genovés
- 11,00 horas, en el Auditorio “Marcelino Camacho”, Lope de Vega 40. Entrega de los premios Abogados de Atocha por parte del patronato de la Fundación Abogados de Atocha. En esta su octava edición se propone premiar a José Luis Sampedro (Escritor, humanista y economista) y a la Fiscalía General de Guatemala.
La doctrina del Shock. Naomi Klein.
Basado en el libro de Naomi Klein: "La doctrina del Shock", narra la forma en la que los llamados "Chicago boys" de Milton Friedman, utilizaron el descubrimiento de los electroshock de la psicología para borrar los recuerdos y regresar al sujeto a un estado infantil, y poder reescribir su historia, lo trasladan al contexto socio económico de los países en vías de desarrollo, para propinar shocks económicos (alza de impuestos, eliminación de subsidios y políticas sociales, aumento de precios, etc.) y así, permitir mejor saquear los recursos naturales y enriquecer a las trasnacionales.
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