Se trataba de dibujar el silencio. Y plasmó un pájaro. “Cuando voy al bosque, todo es silencio: solo está su canto y nada más”, explicó. El silencio, por exclusión. Podría haberlo planteado un filósofo, pero fue un alumno del profesor de Filosofía y Ciencias Sociales Jordi Nomen, un niño, porque estos tienen curiosidad y admiración, las mismas cualidades de todo gran pensador: ambos miran igual el mundo. Por ello cree Nomen (Barcelona, 1965), cual particular Prometeo, que hay que dar el fuego de la filosofía cuanto antes a los infantes, para que así “aprendan a pensar por ellos mismos, para convertirlos en ciudadanos críticos, creativos, para que lleven una vida menos impulsiva y más autónoma”, sostiene. Y tiene un método, a partir de una supuesta sacrílega trinidad antipedagógica, cuentos-juego-arte, que desarrolla en el libro El niño filósofo (Arpa).
La premisa de Nomen es que tenemos una inteligencia filosófica. “Huyo de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, que dice que te dediques a lo que sirves; yo creo que la inteligencia se puede trabajar, estimular, es una capacidad que puede ser entrenada”, afirma. Con eso, y pertrechado con las ideas del filósofo y educador norteamericano Matthew Lipman (creador del programa Filosofía para niños a partir de novelas filosóficas, que les permiten abordar temas de la vida cotidiana), el autor ha escogido a 12 filósofos que ha asociado a 12 preguntas frecuentes que se plantean los niños sobre la vida. Así, Platón responde a si debemos actuar con la cabeza o el corazón; Séneca, a si hay que tener miedo a la muerte; Montaigne, a si es importante tener buenos amigos o Arendt a qué es la maldad, por ejemplo.
A una breve introducción del personaje y su pensamiento le sigue un relato y una propuesta de juego (un baile de minué para testar a Spinoza sobre cómo se puede conseguir la alegría; escoger una pareja independientemente de que en la frente tenga pegado un atributo moral sin que él lo sepa para decidir, vía Kant, qué debemos hacer en cada momento; continuar un dibujo iniciado por otro, pero del que apenas divisamos un centímetro, para responder a Nietzsche si es necesario ser creativo para vivir…). Cierra cada capítulo una oferta plástica y el análisis de una obra artística (unas creativas imágenes de Chema Madoz para el Rousseau que inquiere para qué sirve la educación; unas fotografías de una familia norteamericana y otra del Chad con sus cestas de comida semanal para ilustrar al Erich Fromm de si es más importante tener o ser…).
Las reflexiones están enfocadas para niños de entre 9 y 12 años, y siempre bajo el formato de diálogos socráticos en clase. “No son debates, donde hay una posición A contra B, sino diálogos, que implica no posiciones fijas sino dar razones y argumentar”, insiste Nomen, que justifica que las historias sean de naturaleza muy distinta (fábulas tradicionales, un Chéjov, un Jorge Bucay…) y no de los filósofos en cuestión: “Se trata de que sus ideas se puedan utilizar más allá de sus libros; además, sus textos no siempre son de la comprensión de los niños; por eso utilizo lo que tienen más cerca, lo que hacen todo el día: el cuento, el juego, el arte; lo importante es que lleven a aprender a pensar”.
También es consciente el autor, en un descanso entre dos clases en el colegio Sadako de Barcelona donde imparte (“es una escuela inclusiva: aquí el niño es el centro de la educación”), de que son tiempos que “caminan hacia una menor curiosidad intelectual” y de que, si se les enseña a pensar, los niños son más conscientes, pero, en consecuencia, menos felices, algo que parece sacrílego. “La felicidad está sobrevalorada y mal explicada: la felicidad entendida como plenitud total, completa y continuada, es una engañifa, no existe, y darse cuenta de eso es ser lúcido; hay que revindicar la alegría, que es concreta y de hoy”. Además, hay que luchar contra el concepto de inutilidad práctica de la Filosofía en una sociedad cada vez más mercantilista. “No hay que practicarla tanto por utilitaria por razón laboral como porque sin ella es difícil lograr un poco de plenitud; o, al menos, para ser conscientes de que la plenitud tiende a desestabilizarse fácilmente, que no es permanente”.
Los griegos llamaban idiotés a aquellos faltos de juicio crítico y que no participaban en política. “La filosofía ha de ser un tábano, ha de obligar a los otros a dar explicaciones, ha de interrogar a nuestra sociedad, como hace hoy el coreano Byung-Chul Han”, dice Nomen. El pensar, sostiene, ayuda a frenar la aceleración loca de la vida digital y “a crear una ciudadanía crítica que evitará que la democracia caiga pervertida por intereses económicos, como vemos”. Tiene claro el también profesor de Ciudadanía de la Universidad Autónoma de Barcelona quién no quiere ese ciudadano crítico: “Ese poder que se plantea no dar explicaciones de nada, por ejemplo; toda la sociedad debería estar interesada en crear niños así si no queremos que la democracia se pierda”.
“Una vida vivida sin reflexión no vale la pena”, defendía Sócrates, como recuerda Nomen, quien atribuye a todo pensador crítico una postura humilde, pero de carácter, alguien que es sincero y “abocado a la acción: ser ciudadano es eso, participar en la vida de la ciudad porque no todo acaba en el voto, como nos quieren hacer creer… Pero si no se trabaja en la familia y en la escuela, no salen ciudadanos críticos. Hay que educar en la razonabilidad, el sentimiento, que no en el impulso, y en la acción”. Y ahí asoma Pitágoras: “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”. Pero para todo eso no queda, alerta Nomen, demasiado tiempo más: “Es el momento para que no se pierda del todo; si no se hace ahora, se acabará el espíritu crítico”.
"A LOS PROFES NO SE NOS ENSEÑA A ESCUCHAR"
Admite Jordi Nomen que su método —que ya compendió en formato de libro en catalán el año pasado, que lleva tres décadas practicando y que fomenta en el marco de GrupIREF, grupo de investigación y enseñanza de la Filosofía para niños— demanda un profesorado distinto y un cambio de programa educativo notable. “A los profesores no se nos enseña a preguntar, a escuchar ni a responder, ni tan siquiera a ser dúctiles a cambiar de opinión… Y todo eso es lo que conforma el diálogo socrático”. A ello y a la habilidad de pensamiento (“nunca pensamos cómo estamos pensado”), añade la necesidad de saber crear una comunidad, una atmósfera (“requerimos confianza en el grupo porque los niños se mojan, se desnudan”) y llegar a la mayoría de las decisiones por consenso (“es prioritario en democracia y cuando se logra en clase es mágico: se produce un silencio porque se dan cuenta de que lo han logrado cuando parecía imposible; genera bienestar”).
Como “pensar es más lento que aprender de memoria y reflexionar, que es volver a mirar, o estimular requiere tiempo”, admite Nomen que cuesta que esa metodología se vaya implantando, a pesar de que cree que empieza a notarse ya más en Primaria (“los profesores son más flexibles, de siempre”) que en la Secundaria (“implica cambiar el currículo y la metodología, temarios, objetivos… Ningún profesor de filosofía discute qué dicen los filósofos: se intenta que los alumnos los entiendan más o menos y se les examina de ello”).
https://elpais.com/cultura/2018/03/23/actualidad/1521830362_563550.html
Por qué los niños deberían aprender filosofía
domingo, 25 de marzo de 2018
Haga de su hijo un gran filósofo. Jordi Nomen plantea aprovechar aquello que los niños tienen en común con los pensadores, capacidad de asombro y admiración, para fomentar su espíritu crítico
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sábado, 24 de marzo de 2018
San Woody Allen
Hay quienes tachan de caza de brujas las acusaciones contra el director por abusos sexuales, pero el caso dista de estar claro: encierra datos inquietantes.
LLEVO SEMANAS asistiendo con asombro creciente a la beatificación de Woody Allen. Lo veo levitar ante mis ojos rumbo al cielo aupado por diversos columnistas y comentaristas. Salvo alguna excepción, en la mayoría de estos alegatos se dan dos curiosas circunstancias: por un lado, una enérgica, escandalizada denuncia de la caza de brujas del movimiento MeToo, que según ellos llega a ser tan dogmático que está torturando al pobre Allen sin ninguna prueba; y por el otro, una sesgada ignorancia sobre las circunstancias de este caso. Lo cual me preocupa, porque veo a colegas admirados e incluso queridos llegar en este tema a un nivel de simplificación que no suelen manifestar en otros asuntos.
De entrada, sorprende que todos estén tan convencidos de la inocencia de Woody Allen, porque el tema es un maldito y envenenado pantano: yo, desde luego, no estoy segura de nada. Algunos afirman que Allen fue declarado no culpable, lo cual es un error: no hubo ninguna declaración porque no hubo juicio. El examen médico de la niña Dylan, que tenía siete años, resultó negativo (claro que unos tocamientos, esa fue la acusación, no dejan huella); además, un informe del hospital Yale-New Haven, encargado por el fiscal del Estado Frank Maco, concluye que el vídeo en el que la niña habla de los abusos está editado y manipulado, y que o bien Dylan se inventaba todo, o bien se lo había sugerido la madre. Debo recordar que el proceso tuvo lugar en medio de la trifulca de la separación de Allen y Farrow a consecuencia de la relación de él con una hija adoptiva de Mia. Total, que el juez Elliot Wilk no encontró pruebas concluyentes y cerró el caso.
Hasta aquí todo parece muy sencillo. Pero empecemos con el lío. Resulta que el informe Yale-New Haven está firmado por dos asistentes sociales y por un pediatra que era el jefe del equipo, pero que jamás vio a Dylan. Todas las notas de la investigación fueron destruidas antes de presentar el informe, algo muy anómalo; los asistentes sociales se negaron a declarar ante el juez y el único testimonio fue el del pediatra. Por todas estas razones, el estudio no fue considerado fiable ni por el fiscal que lo había encargado ni por el juez, que dijo: “Es un informe sanitized [desinfectado, retocado] y por lo tanto menos creíble”. En cuanto al fiscal Maco, declaró que no había continuado con el caso por la fragilidad de la niña víctima, aunque había causa probable para presentar cargos contra Allen (el cineasta le puso una denuncia disciplinar por estas palabras y perdió). Además, y aunque no hubo nunca un juicio por los supuestos tocamientos, sí lo hubo por la custodia de los hijos de Allen; y Elliot Wilk, el mismo juez que archivó los abusos, dijo en esa sentencia cosas como: “No hay evidencia creíble que soporte la alegación del señor Allen de que la señora Farrow manipuló a Dylan” o “Probablemente nunca sabremos lo que sucedió aquel 4 de agosto de 1999 (…) [pero] la conducta del señor Allen hacia Dylan fue gravemente inapropiada y… deben tomarse medidas para proteger a la niña” (el texto íntegro de la sentencia está en Internet). Farrow obtuvo la custodia y el juez denegó las visitas de Woody a Dylan. Allen presentó dos apelaciones contra la sentencia, que también perdió, y tuvo que pagarle a Mia un millón de dólares por los gastos legales.
Aún queda muchísima basura por contar, pero no me cabe en este artículo. Más indicios que acusan tanto a Woody como a Mia, intentos cruzados de desacreditar a los partidarios de ambas facciones… La miseria habitual entre dos personas chifladas que se odian. En fin, yo no escribo este texto para demostrar que Allen es culpable (en la duda, yo me inclino más hacia su culpabilidad, pero esto es irrelevante), sino para probar que el caso dista mucho de estar claro y que quienes le acusan no son unos dogmáticos y delirantes cazadores de brujas, sino que se basan en inquietantes datos. Aunque lo peor es intuir, a la luz de este escándalo, la facilidad con la que la inercia social nos hace apoyar automáticamente al personaje de poder y no prestar la suficiente atención a las denuncias de los niños por abuso o incesto.
https://elpais.com/elpais/2018/03/12/eps/1520852702_012867.html
LLEVO SEMANAS asistiendo con asombro creciente a la beatificación de Woody Allen. Lo veo levitar ante mis ojos rumbo al cielo aupado por diversos columnistas y comentaristas. Salvo alguna excepción, en la mayoría de estos alegatos se dan dos curiosas circunstancias: por un lado, una enérgica, escandalizada denuncia de la caza de brujas del movimiento MeToo, que según ellos llega a ser tan dogmático que está torturando al pobre Allen sin ninguna prueba; y por el otro, una sesgada ignorancia sobre las circunstancias de este caso. Lo cual me preocupa, porque veo a colegas admirados e incluso queridos llegar en este tema a un nivel de simplificación que no suelen manifestar en otros asuntos.
De entrada, sorprende que todos estén tan convencidos de la inocencia de Woody Allen, porque el tema es un maldito y envenenado pantano: yo, desde luego, no estoy segura de nada. Algunos afirman que Allen fue declarado no culpable, lo cual es un error: no hubo ninguna declaración porque no hubo juicio. El examen médico de la niña Dylan, que tenía siete años, resultó negativo (claro que unos tocamientos, esa fue la acusación, no dejan huella); además, un informe del hospital Yale-New Haven, encargado por el fiscal del Estado Frank Maco, concluye que el vídeo en el que la niña habla de los abusos está editado y manipulado, y que o bien Dylan se inventaba todo, o bien se lo había sugerido la madre. Debo recordar que el proceso tuvo lugar en medio de la trifulca de la separación de Allen y Farrow a consecuencia de la relación de él con una hija adoptiva de Mia. Total, que el juez Elliot Wilk no encontró pruebas concluyentes y cerró el caso.
Hasta aquí todo parece muy sencillo. Pero empecemos con el lío. Resulta que el informe Yale-New Haven está firmado por dos asistentes sociales y por un pediatra que era el jefe del equipo, pero que jamás vio a Dylan. Todas las notas de la investigación fueron destruidas antes de presentar el informe, algo muy anómalo; los asistentes sociales se negaron a declarar ante el juez y el único testimonio fue el del pediatra. Por todas estas razones, el estudio no fue considerado fiable ni por el fiscal que lo había encargado ni por el juez, que dijo: “Es un informe sanitized [desinfectado, retocado] y por lo tanto menos creíble”. En cuanto al fiscal Maco, declaró que no había continuado con el caso por la fragilidad de la niña víctima, aunque había causa probable para presentar cargos contra Allen (el cineasta le puso una denuncia disciplinar por estas palabras y perdió). Además, y aunque no hubo nunca un juicio por los supuestos tocamientos, sí lo hubo por la custodia de los hijos de Allen; y Elliot Wilk, el mismo juez que archivó los abusos, dijo en esa sentencia cosas como: “No hay evidencia creíble que soporte la alegación del señor Allen de que la señora Farrow manipuló a Dylan” o “Probablemente nunca sabremos lo que sucedió aquel 4 de agosto de 1999 (…) [pero] la conducta del señor Allen hacia Dylan fue gravemente inapropiada y… deben tomarse medidas para proteger a la niña” (el texto íntegro de la sentencia está en Internet). Farrow obtuvo la custodia y el juez denegó las visitas de Woody a Dylan. Allen presentó dos apelaciones contra la sentencia, que también perdió, y tuvo que pagarle a Mia un millón de dólares por los gastos legales.
Aún queda muchísima basura por contar, pero no me cabe en este artículo. Más indicios que acusan tanto a Woody como a Mia, intentos cruzados de desacreditar a los partidarios de ambas facciones… La miseria habitual entre dos personas chifladas que se odian. En fin, yo no escribo este texto para demostrar que Allen es culpable (en la duda, yo me inclino más hacia su culpabilidad, pero esto es irrelevante), sino para probar que el caso dista mucho de estar claro y que quienes le acusan no son unos dogmáticos y delirantes cazadores de brujas, sino que se basan en inquietantes datos. Aunque lo peor es intuir, a la luz de este escándalo, la facilidad con la que la inercia social nos hace apoyar automáticamente al personaje de poder y no prestar la suficiente atención a las denuncias de los niños por abuso o incesto.
https://elpais.com/elpais/2018/03/12/eps/1520852702_012867.html
viernes, 23 de marzo de 2018
15 años de la guerra de Irak: ¿quiénes justificaron y quiénes se opusieron al inicio de la invasión que dividió al mundo?
http://www.bbc.com/mundo/media-43476921
Fue uno de los episodios de mayor división en el panorama internacional de la historia reciente.
El 20 de marzo de 2003, una coalición liderada por Estados Unidos junto a países aliados como Reino Unido y España, dio inicio a la invasión de Irak.
La principal justificación para esta operación fue la afirmación de que Saddam Hussein poseía y desarrollaba armas de destrucción masiva.
El líder iraquí fue derrocado. Sin embargo, nunca se encontraron armas.
El conflicto que Estados Unidos aseguró que no se prolongaría más de unos meses no finalizó hasta más de siete años después.
Los principales líderes mundiales evidenciaron sus posturas enfrentadas sobre esta guerra, pero ¿recuerdas lo que dijeron en aquel momento?
BBC Mundo recuerda las declaraciones clave a 15 años del inicio de la guerra de Irak.
http://www.bbc.com/mundo/media-43476921#
Fue uno de los episodios de mayor división en el panorama internacional de la historia reciente.
El 20 de marzo de 2003, una coalición liderada por Estados Unidos junto a países aliados como Reino Unido y España, dio inicio a la invasión de Irak.
La principal justificación para esta operación fue la afirmación de que Saddam Hussein poseía y desarrollaba armas de destrucción masiva.
El líder iraquí fue derrocado. Sin embargo, nunca se encontraron armas.
El conflicto que Estados Unidos aseguró que no se prolongaría más de unos meses no finalizó hasta más de siete años después.
Los principales líderes mundiales evidenciaron sus posturas enfrentadas sobre esta guerra, pero ¿recuerdas lo que dijeron en aquel momento?
BBC Mundo recuerda las declaraciones clave a 15 años del inicio de la guerra de Irak.
http://www.bbc.com/mundo/media-43476921#
jueves, 22 de marzo de 2018
Hitler nunca pudo ganar la guerra. James Holland, autor de ‘El auge de Alemania’, sostiene que las carencias del ejército alemán jamás le hubieran permitido vencer en la Segunda Guerra Mundial.
Ante la primera pregunta, lanzada de sopetón con ánimo combativo y que conjura en este mediodía gris la mole del legendario y temido carro de combate alemán, James Holland sonríe y se arrellana en su asiento; está en su terreno, su campo de batalla: el nivel operacional.
Holland (Salisbury, Gran Bretaña, 1970) es un popularísimo especialista en la Segunda Guerra Mundial, autor de numerosos libros sobre la contienda —entre ellos el fascinante Heroes (Harper, 2006), una apasionante galería de combatientes en todos los frentes y armas—, y del que Ático de los Libros va a publicar ahora El auge de Alemania, el primer volumen de una trilogía que revisa, desde nuevas, "refrescantes" perspectivas, lo que sabemos o creemos saber de esa guerra. El estudioso afirma (y argumenta) que la Alemania de Hitler no podía de ninguna manera haber ganado la Segunda Guerra Mundial, que su ejército era un gigante con los pies de barro, y ni siquiera tan gigante, y que la Blitzkrieg fue un espejismo. Lo hace investigando pormenorizadamente, con el punto de vista de la historia económica y social y no solo la militar, los recursos y el armamento de ambos bandos, desde la producción de aviones hasta los detalles más ínfimos de las ametralladoras -como la aclamada MG 34 alemana, muy buena, sí, pero cuyo cañón había que ir cambiando porque se recalentaba-, incluyendo el análisis de los uniformes: los de los alemanes eran, desde luego, más chulos, pero se malgastó en ellos recursos que el país simplemente no tenía. El auge de Alemania no olvida sin embargo la dimensión humana del conflicto y sus páginas están llenas de testimonios de primera mano tanto de combatientes como de civiles, desde un comandante de submarino o un Fallschirmjäger (paracaidista) alemanes a un empresario del acero estadounidense, pasando por un zapador australiano, un granjero británico o una actriz francesa.
Volvamos al Tigre.
"Si lo pones en un campo de fútbol con un Sherman aliado al otro lado, el Tigre va a ganar, evidentemente. Pero hay un gran pero: era un tanque increíblemente complejo. Su sistema de transmisión, la suspensión y la tracción eran muy complicados. Y solo se fabricaron 1.347 unidades (a los que habría que sumar los 492 del modelo perfeccionado Tigre II o Königstiger, Rey Tigre). Del Sherman los aliados fabricaron 4.900 unidades y otros 17.000 chasis que sirvieron para diferentes propósitos militares. Además construyeron talleres móviles y todo lo necesario para repararlos sobre el terreno. El Shermann disponía asimismo de un sistema de reequilibrado que le permitía efectuar disparos certeros sobre cualquier terreno, una tecnología de la que los alemanes carecían. Tendemos a juzgar los tanques por el tamaño de su cañón y el grosor de su blindaje, pasando por alto aspectos más sutiles pero muy relevantes. Si la prioridad para los alemanes era el cañón grande y el blindaje grueso, británicos y estadounidenses prefirieron la fiabilidad y la facilidad de mantenimiento. Si tienes que cambiar la suspensión de un Sherman el acceso es fácil, mientras que si va mal en un Tigre tienes que apartar enteras las orugas y las ruedas. Era todo muy sofisticado. Pero ¿qué pasa además cuando en un carro así metes a un recluta novato de 18 años? Es como darle un Ferrari a alguien que se acaba de sacar el carnet de conducir: a la primera se te carga la caja de cambios. Y la de un Tigre era algo complicadísimo de arreglar".
Holland señala que durante la Operación Goodwood en Normandía en julio de 1944 los aliados perdieron 400 tanques a manos especialmente de los Tigre, sí, pero habían desembarcado ya 3.500 y a los tres días, 300 de los 400 averiados ya estaban reparados y otra vez en acción. "Eso muestra la diferencia entre aliados y alemanes en la forma de entender la guerra. El mantenimiento de los alemanes era muy pobre. Más del 50 % de sus pérdidas de tanques en la Segunda Guerra Mundial se debió a fallos mecánicos. Añade que un Shermann gastaba dos galones de gasolina por milla. Mientras que el Tigre consumía cuatro galones por milla. “¿Y cuál era el recurso del que menos disponían los alemanes?: gasolina. ¿Qué sentido tiene construir tanques de 56 toneladas entonces?".
El debate sobre el Tigre ejemplifica la forma de proceder de Holland.
"Lo que trato de hacer es ver el nivel operacional, introducir ese punto de vista en la narrativa de la Segunda Guerra Mundial, en la que han predominado las perspectivas de la estrategia (los objetivos) y la táctica (el combate y la forma de llevarlo a cabo). De alguna manera lo operacional, las tuercas, los tornillos, la munición, el equipo, los recursos, es lo que relaciona ambas. Ha sido dejado de lado y no puedes leer una campaña como la de Normandía, por ejemplo, solo contando las decisiones de los generales o las experiencias de los soldados pero con poca o ninguna explicación de cómo se desarrollaban operacionalmente las batalla. Es como tratar de comparar el Tigre y el Sherman solo en el campo de fútbol. Siempre nos centramos en la batalla en lugar de en cómo funcionaban las armas”.
Y los uniformes.
"Por eso también les presto mucha atención. Dan mucha información sobre la actitud de un país en guerra. La guerrera alemana llegaba hasta el muslo, mientras que la chaqueta de combate británica solo hasta la cintura. Los alemanes gastaban 30 centímetros más de lana que no servía para nada, excepto para aparentar. Es la diferencia entre un Estado militarista, Alemania, y un Estado en guerra, Gran Bretaña. Para los alemanes el parecer, el look, lo era todo. Las botas altas de cuero son un engorro en combate y se desgastan, pero son aparentes, sin duda. Los británicos tenían una visión práctica. Los alemanes preferían pavonearse, eso es muy nazi".
Holland afirma en El auge de Alemania que el ejército alemán no era la reoca (y no solo en el paso) que creíamos. Dice que estaba mal preparado para una guerra sin cuartel, poco equipado, escasísimamente mecanizado (dependía aún de los caballos y los pies de los soldados), poco entrenado, que era inferior incluso al británico. Por no hablar de la carencia de recursos naturales de Alemania. Pero empezaron ganando, y mucho. ¿Fue suerte? "No enteramente. Aunque fueron apuestas muy arriesgadas de Hitler. Pero esas victorias no fueron suficientes. Polonia era débil. La caída de Francia se debió en un 50 % a la brillantez militar alemana y en otro 50 % a la incompetencia francesa". Parece ese un punto de vista muy británico. "Los británicos admiramos mucho a los alemanes", ironiza Holland, "y también a los franceses, casi tanto".
En todo caso, "el Estado nazi, su constructo, era muy frágil, y su ejército, a pesar de las apariencias, también. Nada, excepto una victoria total, le servía a Alemania. Ir a la guerra en 1939 fue un riesgo excesivo. Cuando miramos los éxitos de la Blitzkrieg adoptamos un punto de vista muy terrestre. Pero desde el principio, la lucha en el mar y la lucha en el aire no les fueron favorables. La Armada alemana ya fue destrozada por la Royal Navy desde la campaña de Noruega y la Luftwaffe en la Batalla de Inglaterra. Tampoco los submarinos fueron todo lo exitosos que se hacía creer. Probablemente la Batalla del Atlántico es la más importante de la guerra".
EN LA BAÑERA DE GOEBBELS
Le digo a Holland que mientras leía El auge de Alemania le vi por televisión. Salía en un reportaje de Megaestructuras nazis, de National Geographic. "Estamos por la cuarta temporada, rodar esos documentales te permite acceder a sitios fabulosos". Como el tren privado de Goebbels. "Se conservan varios vagones, todavía con águilas y esvásticas, entre ellos el del baño. La bañera es lujosa pero muy pequeña e imaginar allí sentado desnudo al ministro de Propaganda fue realmente horrible". El estudioso en cambio tiene una debilidad (relativa) por Goering. “Era brillante y maquiavélico. No se le puede negar que sabía disfrutar de la vida, a diferencia de los otros jerarcas que compartían en general la aburrida austeridad de Hitler. Si eres un nazi, se diría, selo a lo grande”. En el curso de los documentales Holland ha podido también disparar un 88 alemán y ver sus devastadores efectos.
A diferencia de los historiadores militares de la generación anterior a la suya como Antony Beevor o Max Hastings, a los que conoce personalmente y admira (aunque reprocha no tener suficiente punto de vista operacional), Holland no ha sido soldado. "No, pero he estado con una unidad de infantería en Afganistán y he pasado mucho tiempo con gente que ha visto acción, es muy útil para un historiador. Y he disparado muchas armas, he estado en tanques y Spitfires. Aunque nunca me han disparado, sé lo que ocurre en un combate".
Holland, que además de ensayos escribe novelas (como el thriller bélico a lo Alistar MacLean Misión Odín, ambientado en la invasión de Noruega y publicado por Militaria-Planeta), es el hermano dos años menor del célebre autor Tom Holland (Rubicón, Fuego Persa, Dinastía). ¿Se han repartido la historia los dos hermanos? James Holland ríe: "No, ha ido así, él ama los clásicos y está a otro nivel, es un erudito y un intelectual”.
James Holland se posicionó contra la independencia de Escocia. “Siempre he considerado una locura que Escocia, que no es rica, quiera marcharse. Lo de Cataluña me parece diferente. Creo que los catalanes tienen más problemas reales a resolver con Madrid y heridas históricas más recientes. Dudo de todas formas que les fuera mejor fuera de España".
"LOS TANQUISTAS NO HABLABAN COMO EN 'FURY'"
Una última pregunta, inevitable, sobre el Tigre: ¿qué le pareció la película Fury, Corazones de acero? "En general no me gustó, pero la escena del combate entre los Shermann y el Tigre es muy buena. El problema con el filme es que la terminología que usan los tanquistas estadounidenses no se corresponde con la auténtica de la época, está diseñada para los jugadores de Call of Duty. Los soldados de los carros de 1945 no hablaban así. Y la película se abona también al falso mito de que el armamento aliado era peor que el de los alemanes, cuando hay la famosa anécdota del oficial de la división de élite Panze-Lehr capturado que al ver lo que tenían sus enemigos casi se echa a llorar y dijo que si hubiera sabido de lo que disponían no hubiera ido a la guerra. En Fury también es absurda la manera en que entra en combate al final el batallón de las SS contra el tanque de Brad Pitt".
https://elpais.com/cultura/2018/02/28/actualidad/1519832097_149422.html
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miércoles, 21 de marzo de 2018
Autocensura. El único efecto transcendental de la censura de cualquier tipo sucede en el ánimo, en el espíritu creativo de cualquier artista
La calidad de las intenciones que pongan en marcha el proceso es irrelevante. El infierno está empedrado con las mejores. Un buen día se invocan los sentimientos más elevados, la sensibilidad más progresista, el bien general, para prohibir un acto, para retirar de la circulación un libro, para prohibir la exhibición de una película, para descolgar un cuadro, para cerrar una exposición. La justificación de tales decisiones suele ser grosera, tosca, pero incluso cuando es sublime, los bellos conceptos que la integran resultan irrelevantes, y el respaldo de la opinión pública, por muy democrático que parezca, no tiene ningún valor.
El único efecto transcendental de la censura de cualquier tipo sucede en el ánimo, en el espíritu creativo, o como lo quieran llamar, de cualquier artista, escritor, cineasta, que después de asistir a la condena de un creador, se sienta a una mesa ante un papel en blanco y un instrumento para escribir, o para dibujar. En ese momento, se preguntará si tiene vocación de héroe y muy probablemente se responderá que no. Pensará en su familia, en su pareja, en sus hijos, en las facturas de la luz, del gas, de la calefacción, en la letra de la hipoteca que tiene que pagar todos los meses, y comprenderá que tiene mucho que perder, ni más ni menos que cualquier persona sobre la que se proyecta la amenaza de la pérdida de sus ingresos. Y entonces decidirá que no pasa nada si sustituye un nombre propio por dos iniciales, que si pone a Buda en lugar de a Cristo el efecto será el mismo, que puede quitar del guion la escena del policía que mata al manifestante. Y publicará su libro, pintará su cuadro, rodará su película. Ese es el único efecto relevante de la censura. Porque así se destruye la cultura de un país.
https://elpais.com/elpais/2018/02/23/opinion/1519390790_437721.html
martes, 20 de marzo de 2018
_- Los efectos impactantes en caso de que las armas nucleares vuelvan a utilizarse en la guerra.
_- El Dr. Philip Webber, SGR, describe los efectos impactantes en caso de que las armas nucleares vuelvan a utilizarse en la guerra.
Artículo del sitio web de Huffington Post en el Reino Unido; reeditado: 31 de enero de 2018
Después del final de la Guerra Fría hace unos 30 años, el debate público y la comprensión de la enorme escala del impacto de la guerra nuclear se redujeron a niveles muy bajos. Esto ha cambiado con las recientes pruebas de armas nucleares y el lanzamiento de misiles por parte de Corea del Norte. En este artículo, explico por qué la amenaza de una guerra nuclear puede ser ahora más importante que nunca y por qué todos deberíamos estar al tanto de los últimos estudios científicos sobre los impactos de las armas nucleares.
Dos escenarios de guerra nuclear
Hay aproximadamente 14,900 armas nucleares listas para disparar o en arsenales. 13.800 son desplegados por los Estados Unidos y Rusia, mientras que los 1.100 restantes son desplegados por China, el Reino Unido, Francia, India, Pakistán e Israel. Corea del Norte puede tener un puñado de armas. Con base en una serie de planes de guerra nuclear publicados o filtrados y declaraciones de los líderes políticos, hay dos tipos clave de guerra nuclear a considerar.
El primero es una guerra nuclear global que involucra a los EE. UU. Y Rusia. En este escenario, se dispararían al menos 1800 ojivas grandes, o más de 3000, en los sitios de lanzamiento de armas nucleares, centros de comando, puertos, industria importante, centrales eléctricas y los principales centros de población. Este es un gran número de ojivas nucleares y la mayoría de las ciudades, en particular las capitales estatales o regionales, serían alcanzadas por varias armas nucleares.
El otro escenario principal es un "conflicto regional", por ejemplo, entre India y Pakistán. En este caso, se usarían al menos 100 armas nucleares más pequeñas de las reservas de alrededor de 200 armas que atacan principalmente las grandes ciudades densamente pobladas como Delhi y Karachi. Un escenario de Corea del Norte - EE. UU. Podría ser similar, pero con menos ojivas de mayor tamaño utilizadas.
Todos entienden que cualquier conflicto de este tipo causaría niveles sin precedentes de muertes y sufrimiento, pero lo que no se entiende bien es cuán vulnerable es la sociedad moderna. Además de esto, los estudios científicos más actualizados predicen impactos climáticos globales serios y duraderos que conducen a la pérdida generalizada de cosechas y la hambruna.
El mayor riesgo de guerra nuclear
Desde la Guerra Fría, tanto los Estados Unidos como Rusia han mantenido 1800 ojivas listas para su lanzamiento en cuestión de minutos tan pronto como se detecte un potencial ataque nuclear. Este disparador de cabello nuclear está destinado a prevenir un primer ataque nuclear al garantizar que las armas se lanzarán antes de que sean destruidas. Pero esta política ha traído al mundo muy cerca de una guerra nuclear varias veces en los últimos años cuando se creía que las fallas de los equipos y las señales inocentes eran ataques nucleares en curso y los lanzamientos solo se cancelaron en el último minuto. Ahora, los comandantes nucleares advierten que este riesgo es aún mayor debido a los continuos ciberataques. Muchos argumentan que las armas no deberían mantenerse listas para disparar a corto plazo, ya que siempre sería posible una respuesta nuclear.
La vulnerabilidad de la sociedad al ataque nuclear
El uso de una ojiva nuclear causa una serie de impactos severos: radiación nuclear intensa y un destello cegador de luz mucho más brillante que el sol; una feroz bola de fuego que dura varios segundos; una intensa onda expansiva; minutos u horas después, deposición a gran escala de partículas radiactivas como lluvia radiactiva.
Los sobrevivientes de las bombas arrojadas sobre Japón al final de la Segunda Guerra Mundial hablan de un brillante día iluminado por el sol sumido en la oscuridad a medida que caía lluvia aceitosa y negra. Figuras muertas, negro carbonizado aún en pie. Sobrevivientes quemados y con heridas terminales, con la piel colgando; ojos y otros órganos internos colgando de sus cuerpos. Coches y vehículos lanzados como juguetes, estructuras fuertes reducidas a pilas de escombros. Enormes incendios.
El uso de un arma nuclear hoy sería mucho peor por dos razones: un arma nuclear moderna típica es ahora de 8 a 80 veces más grande; la sociedad moderna depende mucho más de tecnologías de información vulnerables y rutas de suministro de larga distancia para alimentos y combustible.
La sociedad moderna depende en gran medida de la electricidad para alimentar las bombas de calefacción central, para proporcionar agua, información a través de la televisión, Internet y teléfonos móviles. Ataque nuclear significará que no habrá suministro de agua, ni calefacción ni iluminación, ni información, ni señal de teléfono móvil.
Solo existen algunos días de suministro de alimentos en los depósitos regionales de distribución. La red de suministro fracasaría por múltiples motivos: bloqueo de carreteras, interrupción de las comunicaciones, colapso del sistema bancario, destrucción de puertos.
Las organizaciones internacionales de ayuda y los organismos de salud están de acuerdo en que las decenas de miles de víctimas de una sola bomba nuclear superarían todos los intentos de ayudar a los heridos. Como resultado, no habría esperanza de tratamiento para lesiones graves, incluidas quemaduras, huesos rotos, cortes profundos de desechos voladores.
Para agregar a los impactos múltiples, la mayoría de los lugares en Europa occidental están rodeados por objetivos nucleares como estaciones de energía o ciudades, por lo que sea cual sea el clima o la condición del viento, es probable que haya lluvia radioactiva. Puede recibir una dosis letal dentro de unas horas, pero es posible que no experimente ningún síntoma hasta días posiblemente hasta una semana después. La enfermedad por radiación causa vómitos, diarrea y hemorragia interna. Los niños y los ancianos son más vulnerables y tienen más probabilidades de sufrir o morir.
Con los intensos niveles de daños, enormes incendios se extenderían por todas las ciudades principales y otros objetivos, quemándolos en grandes incendios que durarían de días a semanas. Ahora comprendemos que estos enormes incendios causarían impactos climáticos duraderos a nivel mundial.
Un invierno nuclear
Intensos incendios en toda la ciudad alumbran extensas nubes de humo a gran altitud similares a una gran erupción volcánica. Estas nubes bloquean la luz solar y causan enfriamiento. Los últimos modelos climáticos predicen que el uso de unas pocas decenas a un centenar de armas nucleares más pequeñas en el escenario regional India-Pakistán causaría heladas severas, estaciones de crecimiento reducidas, sequía y hambruna que durarían hasta diez años en todo el hemisferio norte. Un escenario de ojiva ruso-estadounidense de 1.800 causaría un período frío duradero con un enfriamiento global promedio máximo de 4 ° C, mientras que una guerra nuclear a gran escala con más de 3.000 cabezas nucleares provocaría un enfriamiento promedio de 8 ° C. Esto es mayor que el enfriamiento promedio de 5 ° C experimentado durante la última edad de hielo, por lo que este sería un invierno nuclear severo que duraría una década.
Mientras que un enfriamiento promedio de solo unos pocos grados puede no parecer muy serio, el impacto crucial son períodos mucho más largos de heladas en invierno y una sequía severa. Habría estaciones de crecimiento dramáticamente reducidas o incluso la imposibilidad de cultivar cualquier cultivo según lo planeado. La agricultura también depende del suministro de combustible para la siembra y cosecha mecanizadas.
Siendo realistas, después de una guerra nuclear a gran escala, uno debe imaginar pequeños grupos de personas embrutecidas y brutalizadas, arrojadas violentamente a la era preindustrial. Suponiendo que algunas personas más alejadas de las bombas pudieran sobrevivir inicialmente a esta catástrofe global, cualquier "recuperación" seguramente se mediría en cientos de años. Debe considerarse una acusación impactante de nuestra civilización moderna de que las existencias actuales de armas nucleares son suficientes para causar una catástrofe global.
La única conclusión que se puede extraer de estos hallazgos es que cualquier uso de armas nucleares sería un desastre mundial y causaría un sufrimiento inaceptable. Las armas nucleares no nos mantienen a salvo sino bajo la constante amenaza de un desastre. Ahora sabemos que hemos evitado esto solo por pura suerte en varios cierres nucleares. En 2017, este entendimiento llevó a 122 países de las Naciones Unidas a apoyar un tratado para prohibir las armas nucleares de la misma manera que las armas químicas y biológicas y para presionar a los estados con armas nucleares para que negocien grandes reducciones de armas. Necesitamos deshacernos de las armas nucleares antes de que se deshagan de nosotros.
El Dr. Philip Webber es presidente de SGR y es autor de numerosos artículos e informes / libros sobre cuestiones relacionadas con las armas nucleares.
Este artículo se publicó por primera vez en el sitio web de Huffington Post en el Reino Unido, como parte de una serie, HuffPost-Apocalypse.
Ver también...
Armas nucleares: una guía para principiantes sobre las amenazas (serie de artículos de SGR)
Armas nucleares del Reino Unido:¿una catástrofe en ciernes? (Informe SGR)
La amenaza de las armas nucleares (proyecto SGR)
http://www.sgr.org.uk/resources/what-earth-could-look-after-nuclear-attack
En la actualidad, los físicos que participaron en la construcción del arma más tremenda y peligrosa de todos los tiempos, se ven abrumados por un similar sentimiento de responsabilidad, por no hablar de culpa. (...)
Nosotros ayudamos a construir la nueva arma para impedir que los enemigos de la humanidad lo hicieran antes, puesto que dada la mentalidad de los nazis habrían consumado la destrucción y la esclavitud del resto del mundo. (...)
Hay que desear que el espíritu que impulsó a Alfred Nobel cuando creó su gran institución, el espíritu de solidaridad y confianza, de generosidad y fraternidad entre los hombres, prevalezca en la mente de quienes dependen las decisiones que determinarán nuestro destino. De otra manera la civilización quedaría condenada.
Einstein: Hay que ganar la paz (1945).55
https://thebulletin.org/
Artículo del sitio web de Huffington Post en el Reino Unido; reeditado: 31 de enero de 2018
Después del final de la Guerra Fría hace unos 30 años, el debate público y la comprensión de la enorme escala del impacto de la guerra nuclear se redujeron a niveles muy bajos. Esto ha cambiado con las recientes pruebas de armas nucleares y el lanzamiento de misiles por parte de Corea del Norte. En este artículo, explico por qué la amenaza de una guerra nuclear puede ser ahora más importante que nunca y por qué todos deberíamos estar al tanto de los últimos estudios científicos sobre los impactos de las armas nucleares.
Dos escenarios de guerra nuclear
Hay aproximadamente 14,900 armas nucleares listas para disparar o en arsenales. 13.800 son desplegados por los Estados Unidos y Rusia, mientras que los 1.100 restantes son desplegados por China, el Reino Unido, Francia, India, Pakistán e Israel. Corea del Norte puede tener un puñado de armas. Con base en una serie de planes de guerra nuclear publicados o filtrados y declaraciones de los líderes políticos, hay dos tipos clave de guerra nuclear a considerar.
El primero es una guerra nuclear global que involucra a los EE. UU. Y Rusia. En este escenario, se dispararían al menos 1800 ojivas grandes, o más de 3000, en los sitios de lanzamiento de armas nucleares, centros de comando, puertos, industria importante, centrales eléctricas y los principales centros de población. Este es un gran número de ojivas nucleares y la mayoría de las ciudades, en particular las capitales estatales o regionales, serían alcanzadas por varias armas nucleares.
El otro escenario principal es un "conflicto regional", por ejemplo, entre India y Pakistán. En este caso, se usarían al menos 100 armas nucleares más pequeñas de las reservas de alrededor de 200 armas que atacan principalmente las grandes ciudades densamente pobladas como Delhi y Karachi. Un escenario de Corea del Norte - EE. UU. Podría ser similar, pero con menos ojivas de mayor tamaño utilizadas.
Todos entienden que cualquier conflicto de este tipo causaría niveles sin precedentes de muertes y sufrimiento, pero lo que no se entiende bien es cuán vulnerable es la sociedad moderna. Además de esto, los estudios científicos más actualizados predicen impactos climáticos globales serios y duraderos que conducen a la pérdida generalizada de cosechas y la hambruna.
El mayor riesgo de guerra nuclear
Desde la Guerra Fría, tanto los Estados Unidos como Rusia han mantenido 1800 ojivas listas para su lanzamiento en cuestión de minutos tan pronto como se detecte un potencial ataque nuclear. Este disparador de cabello nuclear está destinado a prevenir un primer ataque nuclear al garantizar que las armas se lanzarán antes de que sean destruidas. Pero esta política ha traído al mundo muy cerca de una guerra nuclear varias veces en los últimos años cuando se creía que las fallas de los equipos y las señales inocentes eran ataques nucleares en curso y los lanzamientos solo se cancelaron en el último minuto. Ahora, los comandantes nucleares advierten que este riesgo es aún mayor debido a los continuos ciberataques. Muchos argumentan que las armas no deberían mantenerse listas para disparar a corto plazo, ya que siempre sería posible una respuesta nuclear.
La vulnerabilidad de la sociedad al ataque nuclear
El uso de una ojiva nuclear causa una serie de impactos severos: radiación nuclear intensa y un destello cegador de luz mucho más brillante que el sol; una feroz bola de fuego que dura varios segundos; una intensa onda expansiva; minutos u horas después, deposición a gran escala de partículas radiactivas como lluvia radiactiva.
Los sobrevivientes de las bombas arrojadas sobre Japón al final de la Segunda Guerra Mundial hablan de un brillante día iluminado por el sol sumido en la oscuridad a medida que caía lluvia aceitosa y negra. Figuras muertas, negro carbonizado aún en pie. Sobrevivientes quemados y con heridas terminales, con la piel colgando; ojos y otros órganos internos colgando de sus cuerpos. Coches y vehículos lanzados como juguetes, estructuras fuertes reducidas a pilas de escombros. Enormes incendios.
El uso de un arma nuclear hoy sería mucho peor por dos razones: un arma nuclear moderna típica es ahora de 8 a 80 veces más grande; la sociedad moderna depende mucho más de tecnologías de información vulnerables y rutas de suministro de larga distancia para alimentos y combustible.
La sociedad moderna depende en gran medida de la electricidad para alimentar las bombas de calefacción central, para proporcionar agua, información a través de la televisión, Internet y teléfonos móviles. Ataque nuclear significará que no habrá suministro de agua, ni calefacción ni iluminación, ni información, ni señal de teléfono móvil.
Solo existen algunos días de suministro de alimentos en los depósitos regionales de distribución. La red de suministro fracasaría por múltiples motivos: bloqueo de carreteras, interrupción de las comunicaciones, colapso del sistema bancario, destrucción de puertos.
Las organizaciones internacionales de ayuda y los organismos de salud están de acuerdo en que las decenas de miles de víctimas de una sola bomba nuclear superarían todos los intentos de ayudar a los heridos. Como resultado, no habría esperanza de tratamiento para lesiones graves, incluidas quemaduras, huesos rotos, cortes profundos de desechos voladores.
Para agregar a los impactos múltiples, la mayoría de los lugares en Europa occidental están rodeados por objetivos nucleares como estaciones de energía o ciudades, por lo que sea cual sea el clima o la condición del viento, es probable que haya lluvia radioactiva. Puede recibir una dosis letal dentro de unas horas, pero es posible que no experimente ningún síntoma hasta días posiblemente hasta una semana después. La enfermedad por radiación causa vómitos, diarrea y hemorragia interna. Los niños y los ancianos son más vulnerables y tienen más probabilidades de sufrir o morir.
Con los intensos niveles de daños, enormes incendios se extenderían por todas las ciudades principales y otros objetivos, quemándolos en grandes incendios que durarían de días a semanas. Ahora comprendemos que estos enormes incendios causarían impactos climáticos duraderos a nivel mundial.
Un invierno nuclear
Intensos incendios en toda la ciudad alumbran extensas nubes de humo a gran altitud similares a una gran erupción volcánica. Estas nubes bloquean la luz solar y causan enfriamiento. Los últimos modelos climáticos predicen que el uso de unas pocas decenas a un centenar de armas nucleares más pequeñas en el escenario regional India-Pakistán causaría heladas severas, estaciones de crecimiento reducidas, sequía y hambruna que durarían hasta diez años en todo el hemisferio norte. Un escenario de ojiva ruso-estadounidense de 1.800 causaría un período frío duradero con un enfriamiento global promedio máximo de 4 ° C, mientras que una guerra nuclear a gran escala con más de 3.000 cabezas nucleares provocaría un enfriamiento promedio de 8 ° C. Esto es mayor que el enfriamiento promedio de 5 ° C experimentado durante la última edad de hielo, por lo que este sería un invierno nuclear severo que duraría una década.
Mientras que un enfriamiento promedio de solo unos pocos grados puede no parecer muy serio, el impacto crucial son períodos mucho más largos de heladas en invierno y una sequía severa. Habría estaciones de crecimiento dramáticamente reducidas o incluso la imposibilidad de cultivar cualquier cultivo según lo planeado. La agricultura también depende del suministro de combustible para la siembra y cosecha mecanizadas.
Siendo realistas, después de una guerra nuclear a gran escala, uno debe imaginar pequeños grupos de personas embrutecidas y brutalizadas, arrojadas violentamente a la era preindustrial. Suponiendo que algunas personas más alejadas de las bombas pudieran sobrevivir inicialmente a esta catástrofe global, cualquier "recuperación" seguramente se mediría en cientos de años. Debe considerarse una acusación impactante de nuestra civilización moderna de que las existencias actuales de armas nucleares son suficientes para causar una catástrofe global.
La única conclusión que se puede extraer de estos hallazgos es que cualquier uso de armas nucleares sería un desastre mundial y causaría un sufrimiento inaceptable. Las armas nucleares no nos mantienen a salvo sino bajo la constante amenaza de un desastre. Ahora sabemos que hemos evitado esto solo por pura suerte en varios cierres nucleares. En 2017, este entendimiento llevó a 122 países de las Naciones Unidas a apoyar un tratado para prohibir las armas nucleares de la misma manera que las armas químicas y biológicas y para presionar a los estados con armas nucleares para que negocien grandes reducciones de armas. Necesitamos deshacernos de las armas nucleares antes de que se deshagan de nosotros.
El Dr. Philip Webber es presidente de SGR y es autor de numerosos artículos e informes / libros sobre cuestiones relacionadas con las armas nucleares.
Este artículo se publicó por primera vez en el sitio web de Huffington Post en el Reino Unido, como parte de una serie, HuffPost-Apocalypse.
Ver también...
Armas nucleares: una guía para principiantes sobre las amenazas (serie de artículos de SGR)
Armas nucleares del Reino Unido:¿una catástrofe en ciernes? (Informe SGR)
La amenaza de las armas nucleares (proyecto SGR)
http://www.sgr.org.uk/resources/what-earth-could-look-after-nuclear-attack
En la actualidad, los físicos que participaron en la construcción del arma más tremenda y peligrosa de todos los tiempos, se ven abrumados por un similar sentimiento de responsabilidad, por no hablar de culpa. (...)
Nosotros ayudamos a construir la nueva arma para impedir que los enemigos de la humanidad lo hicieran antes, puesto que dada la mentalidad de los nazis habrían consumado la destrucción y la esclavitud del resto del mundo. (...)
Hay que desear que el espíritu que impulsó a Alfred Nobel cuando creó su gran institución, el espíritu de solidaridad y confianza, de generosidad y fraternidad entre los hombres, prevalezca en la mente de quienes dependen las decisiones que determinarán nuestro destino. De otra manera la civilización quedaría condenada.
Einstein: Hay que ganar la paz (1945).55
https://thebulletin.org/
lunes, 19 de marzo de 2018
_- Croquetas
_- CROQUETAS DE JAMÓN IBÉRICO.
RECETA DE CARME RUSCALLEDA.
Croquetas de esta manera pero el resultado me ha encantado.
160 gr de jamón ibérico cortado a trocitos pequeños
2 cucharadas de aceite de oliva virgen + un poco de mantequilla
1 cebolla muy picada
500 ml de leche
3 yemas de huevo
80 gr de harina de trigo
50 gr de maizena
sal y pimienta
nuez moscada
PREPARACIÓN
3 claras
harina, huevo batido y pan rallado
aceite para freír.
En una sartén grande ponemos un poco de aceite de oliva y sofreímos la cebolla picada. A fuego lento y hasta que coja color.
Agregamos el jamón y damos unas vueltas.
En un bol, aparte, mezclamos la leche, la harina, la maizena y las yemas. Batimos con las varillas. Agregamos sal, pimienta y un poco de nuez moscada.
Incorporamos esta mezcla a la sartén, sin dejar de remover y hasta la masa se despegue de las paredes.
Dejamos enfriar la masa.
Las claras son para rebozar las croquetas pero yo las rebozo primero con harina, huevo batido y por último pan rallado.
Freír las croquetas con aceite de oliva bien caliente y dejar doraditas.
De momento son las mejores croquetas que he preparado, son muy cremosas y quizás porque llevan más cantidad de jamón son muy gustosas.
CROQUETAS del ECHAURREN
Esta es la receta de unas de las mejores croquetas de España, las de Marisa Sánchez. Hoy su hijo Francis continúa haciéndolas como ella le enseñó.
RECETA
aceite de oliva para freír
2 huevos cocidos
160 g de mantequilla
sal
Jamón ibérico picado
210 g de harina
2 huevos batidos
55 g de jamón
2 litros de leche
Pan rallado
55 g de pechuga de pollo
PREPARACIÓN
1. Poner en una cazuela la mantequilla para que se derrita a fuego lento. Añadir el jamón picado muy fino y a continuación la pechuga de pollo. Rehogar.
2. Añadir la harina poco a poco e irla trabajando con la varilla de mano hasta que no tenga sabor a crudo.
3. Ir incorporando la leche en pequeñas cantidades. Cuanto más se trabaje la bechamel más fina y homogénea quedará, para hacer unas buena croquetas no hay que ser perezoso y mover bien el brazo.
4. Procurar que la bechamel quede suave y ligera pero no clara, eso depende de la cantidad de leche que se añada.
5. Probar y rectificar el punto de sal. Agregar los huevos cocidos picados y aplastados.
6. Dar un par de vueltas más a la bechamel y pasarla a una fuente untada con mantequilla.
7. Cuando la masa de bechamel esté fría, ir modelando las croquetas según el tamaño que se quiera.
8. Rebozar primero con pan rallado, luego con huevo bien batido y otra vez pasar por pan rallado.
9. Freír en abundante aceite de oliva virgen extra caliente. Escurrir sobre papel absorbente.
PRESENTACIÓN
Disponer las croquetas sobre una fuente y servir calientes.
Croquetas de Chicote
https://www.youtube.com/watch?v=sfl8WZIAQb0
RECETA DE CARME RUSCALLEDA.
Croquetas de esta manera pero el resultado me ha encantado.
160 gr de jamón ibérico cortado a trocitos pequeños
2 cucharadas de aceite de oliva virgen + un poco de mantequilla
1 cebolla muy picada
500 ml de leche
3 yemas de huevo
80 gr de harina de trigo
50 gr de maizena
sal y pimienta
nuez moscada
PREPARACIÓN
3 claras
harina, huevo batido y pan rallado
aceite para freír.
En una sartén grande ponemos un poco de aceite de oliva y sofreímos la cebolla picada. A fuego lento y hasta que coja color.
Agregamos el jamón y damos unas vueltas.
En un bol, aparte, mezclamos la leche, la harina, la maizena y las yemas. Batimos con las varillas. Agregamos sal, pimienta y un poco de nuez moscada.
Incorporamos esta mezcla a la sartén, sin dejar de remover y hasta la masa se despegue de las paredes.
Dejamos enfriar la masa.
Las claras son para rebozar las croquetas pero yo las rebozo primero con harina, huevo batido y por último pan rallado.
Freír las croquetas con aceite de oliva bien caliente y dejar doraditas.
De momento son las mejores croquetas que he preparado, son muy cremosas y quizás porque llevan más cantidad de jamón son muy gustosas.
CROQUETAS del ECHAURREN
Esta es la receta de unas de las mejores croquetas de España, las de Marisa Sánchez. Hoy su hijo Francis continúa haciéndolas como ella le enseñó.
RECETA
aceite de oliva para freír
2 huevos cocidos
160 g de mantequilla
sal
Jamón ibérico picado
210 g de harina
2 huevos batidos
55 g de jamón
2 litros de leche
Pan rallado
55 g de pechuga de pollo
PREPARACIÓN
1. Poner en una cazuela la mantequilla para que se derrita a fuego lento. Añadir el jamón picado muy fino y a continuación la pechuga de pollo. Rehogar.
2. Añadir la harina poco a poco e irla trabajando con la varilla de mano hasta que no tenga sabor a crudo.
3. Ir incorporando la leche en pequeñas cantidades. Cuanto más se trabaje la bechamel más fina y homogénea quedará, para hacer unas buena croquetas no hay que ser perezoso y mover bien el brazo.
4. Procurar que la bechamel quede suave y ligera pero no clara, eso depende de la cantidad de leche que se añada.
5. Probar y rectificar el punto de sal. Agregar los huevos cocidos picados y aplastados.
6. Dar un par de vueltas más a la bechamel y pasarla a una fuente untada con mantequilla.
7. Cuando la masa de bechamel esté fría, ir modelando las croquetas según el tamaño que se quiera.
8. Rebozar primero con pan rallado, luego con huevo bien batido y otra vez pasar por pan rallado.
9. Freír en abundante aceite de oliva virgen extra caliente. Escurrir sobre papel absorbente.
PRESENTACIÓN
Disponer las croquetas sobre una fuente y servir calientes.
Croquetas de Chicote
https://www.youtube.com/watch?v=sfl8WZIAQb0
domingo, 18 de marzo de 2018
El tío olvidado de Steve Jobs sin el que el iPhone no sería un teléfono tan inteligente Tim Harford y Ben Crighton BBC, Serie:
El 9 de enero de 2007, el empresario más célebre del planeta anunció la llegada de algo nuevo, un producto que se convertiría en el más rentable de la historia.
Era, por supuesto, el iPhone.
Además de sus tremendos réditos -hay sólo dos o tres otras compañías en el mundo que ganen tanto como Apple con sólo el iPhone-, está el hecho de que creó una nueva categoría de productos: el teléfono inteligente.
El iPhone y sus imitadores representan un producto que no existía hace una década y que ahora es un objeto deseado por gran parte de la humanidad.
Pero esos son sólo unos de los hechos obvios sobre el iPhone. Cuando uno explora un poco más, la historia es sorprendente. Le damos crédito a Steve Jobs y otros personajes sobresalientes en Apple -como su viejo socio Steve Wozniak, su sucesor Tim Cook y su diseñador visionario Johnny Ive- pero algunos de los actores más importantes de la obra han sido olvidados.
Pregúntate: ¿qué hace que un iPhone sea un iPhone?
La economista Mariana Mazzucato hizo una lista de las 12 tecnologías clave para que un teléfono inteligente funcione.
¿Curios@? Aquí está la lista completa. (Pero te la puedes saltar)
Microprocesores diminutos
Chips de memoria RAM
Almacenamiento en disco duro
Pantallas de cristal líquido (LCD, por sus siglas en inglés)
Baterías de ion de litio
Algoritmos de transformada rápida de Fourier (FFT)
Internet, pues un teléfono inteligente no lo es sin internet
HTTP y HTML, los lenguajes y protocolos que hicieron que internet fuera fácil de usar tornándola en la World Wide Web (WWW) o red informática mundial.
Las redes celulares, porque si no, tu teléfono inteligente no sólo no es inteligente sino que ni siquiera es teléfono.
El sistema de posicionamiento global o GPS
Las pantallas táctiles
El asistente de inteligencia artificial manejado por voz (SIRI)
Todas esas tecnologías son componentes importantes del iPhone o cualquier teléfono inteligente, y algunas son indispensables.
Pero tras reunir esta lista y revisar su historia, Mazzucato encontró algo inesperado.
El personaje fundamental en el desarrollo del iPhone no era Steve Jobs.
Era el Tío Sam.
Los casos famosos
Todas y cada una de las 12 tecnologías que identificó la economista fueron respaldadas de manera significativas por un gobierno, a menudo el estadounidense.
Algunos de esos casos son famosos.
Mucha gente sabe, por ejemplo, que la WWW existe gracias al trabajo de Tim Berners-Lee, quien trabajaba como ingeniero de software en el CERN, el centro de investigación de partículas físicas ubicado en Ginebra y financiado por gobiernos europeos.
Internet mismo empezó como ARPANET, una red de computadoras sin precedente fundada por el Departamento de Defensa de Estados Unidos a principios de los años 60.
La tecnología GPS, por supuesto, era tecnología militar pura y dura, desarrollada durante la Guerra Fría y sólo disponible para el uso civil desde los años 80.
Pero otros ejemplos son menos famosos, aunque igual de importantes.
Traductor de mundos
La transformada rápida de Fourier es una familia de algoritmos que hicieron posible pasar de un mundo en el que el teléfono, la televisión y el gramófono funcionaban con señales análogas, a un mundo en el que todo es digitalizado y por ende puede ser procesado por computadoras como el iPhone.
El más común de esos algoritmos partió de una intuición del gran matemático estadounidense John Tukey.
¿En qué estaba trabajando Tukey cuando se le ocurrió? Adivinaste: en una aplicación militar.
Específicamente, era parte del comité de asesoría científica del presidente John F. Kennedy en 1963 y estaba tratando de crear algo para detectar cuándo la Unión Soviética probaba armas nucleares.
En la punta de los dedos
Los teléfonos inteligentes no lo serían sin sus pantallas táctiles y su inventor fue un ingeniero llamado E.A. Johnson, que hizo su investigación inicial cuando era empleado de Royal Radar Establishment, una agencia del gobierno británico.
Su trabajo fue desarrollado más en el CERN.
Al final, la tecnología multitáctil fue comercializada por los investigadores de la Universidad de Delaware en EE.UU. Wayne Westerman y John Elias, que terminaron vendiéndole su compañía a Apple.
No obstante, incluso en esta última etapa del juego, los gobiernos jugaron su importante rol: Westerman pudo hacer su trabajo gracias a una beca de la Fundación Nacional de Ciencia de EE.UU. y la CIA.
La chica con la voz de silicio
En el año 2000, siete años antes del primer iPhone, DARPA -la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa de EE.UU.- le comisionó al Instituto de Investigación de Stanford el desarrollo de un tipo de proto Siri, una asistente virtual que pudiera ayudar al personal militar a hacer sus trabajos.
Una docena de universidades trabajaron furiosamente en todas las diferentes tecnologías necesarias para crear ese asistente con voz.
Siete años más tarde, el resultado fue comercializado como una start-up llamada Siri Incorporated.
Fue sólo en 2010 que Apple la compró por una suma no revelada.
Dinero del gobierno... que es tuyo
Respecto a los discos duros, baterías de ion de litio, pantallas de cristal líquido y semiconductores hay historias similares.
En cada uno de los casos hubo brillantez científica y mucha capacidad empresarial del sector privado.
Pero también un montón de fajos de billetes de la cartera pública, por lo general las agencias del gobierno de EE.UU., más precisamente, de algún brazo del Ejército de Estados Unidos.
El mismo Silicon Valley tiene una gran deuda con Fairchild Semiconductor, la firma que desarrolló los primeros circuitos integrados comercialmente prácticos.
Y Fairchild Semiconductor en sus años mozos dependía del ejército.
Sin el dinero de los contribuyentes, los teléfonos no serían tan inteligentes.
Para tenerlo en cuenta
Por supuesto que el ejército de EE.UU. no hizo el iPhone ni el CERN creó Facebook o Google.
Esas tecnologías de las que tanta gente depende hoy en día fueron afinadas y comercializadas por el sector privado.
Pero fueron los gobiernos los que no sólo aportaron los fondos sino también asumieron los riesgos para que todo eso fuera posible.
Y eso es algo que no debemos olvidar cuando ponderamos retos tecnológicos futuros en campos como la energía y la tecnología.
Lo que no le quita lo genial Steve Jobs fue un genio, sin duda.
Uno de sus proyectos paralelos notables fue el estudio de animación Pixar, que cambió el mundo del cine con su película animada digitalmente "Toy Story".
Seguro habría creado otras cosas maravillosas pero los teléfono probablemente aún no serían inteligentes.
Incluso sin la pantalla táctil, internet o la transformada rápida de Fourier, Steve Jobs probablemente habría creado algo maravilloso.
Pero quizás no habría sido un aparato que sacudió el mundo de la forma que lo hizo el iPhone.
http://www.bbc.com/mundo/noticias-38250970
Era, por supuesto, el iPhone.
Además de sus tremendos réditos -hay sólo dos o tres otras compañías en el mundo que ganen tanto como Apple con sólo el iPhone-, está el hecho de que creó una nueva categoría de productos: el teléfono inteligente.
El iPhone y sus imitadores representan un producto que no existía hace una década y que ahora es un objeto deseado por gran parte de la humanidad.
Pero esos son sólo unos de los hechos obvios sobre el iPhone. Cuando uno explora un poco más, la historia es sorprendente. Le damos crédito a Steve Jobs y otros personajes sobresalientes en Apple -como su viejo socio Steve Wozniak, su sucesor Tim Cook y su diseñador visionario Johnny Ive- pero algunos de los actores más importantes de la obra han sido olvidados.
Pregúntate: ¿qué hace que un iPhone sea un iPhone?
La economista Mariana Mazzucato hizo una lista de las 12 tecnologías clave para que un teléfono inteligente funcione.
¿Curios@? Aquí está la lista completa. (Pero te la puedes saltar)
Microprocesores diminutos
Chips de memoria RAM
Almacenamiento en disco duro
Pantallas de cristal líquido (LCD, por sus siglas en inglés)
Baterías de ion de litio
Algoritmos de transformada rápida de Fourier (FFT)
Internet, pues un teléfono inteligente no lo es sin internet
HTTP y HTML, los lenguajes y protocolos que hicieron que internet fuera fácil de usar tornándola en la World Wide Web (WWW) o red informática mundial.
Las redes celulares, porque si no, tu teléfono inteligente no sólo no es inteligente sino que ni siquiera es teléfono.
El sistema de posicionamiento global o GPS
Las pantallas táctiles
El asistente de inteligencia artificial manejado por voz (SIRI)
Todas esas tecnologías son componentes importantes del iPhone o cualquier teléfono inteligente, y algunas son indispensables.
Pero tras reunir esta lista y revisar su historia, Mazzucato encontró algo inesperado.
El personaje fundamental en el desarrollo del iPhone no era Steve Jobs.
Era el Tío Sam.
Los casos famosos
Todas y cada una de las 12 tecnologías que identificó la economista fueron respaldadas de manera significativas por un gobierno, a menudo el estadounidense.
Algunos de esos casos son famosos.
Mucha gente sabe, por ejemplo, que la WWW existe gracias al trabajo de Tim Berners-Lee, quien trabajaba como ingeniero de software en el CERN, el centro de investigación de partículas físicas ubicado en Ginebra y financiado por gobiernos europeos.
Internet mismo empezó como ARPANET, una red de computadoras sin precedente fundada por el Departamento de Defensa de Estados Unidos a principios de los años 60.
La tecnología GPS, por supuesto, era tecnología militar pura y dura, desarrollada durante la Guerra Fría y sólo disponible para el uso civil desde los años 80.
Pero otros ejemplos son menos famosos, aunque igual de importantes.
Traductor de mundos
La transformada rápida de Fourier es una familia de algoritmos que hicieron posible pasar de un mundo en el que el teléfono, la televisión y el gramófono funcionaban con señales análogas, a un mundo en el que todo es digitalizado y por ende puede ser procesado por computadoras como el iPhone.
El más común de esos algoritmos partió de una intuición del gran matemático estadounidense John Tukey.
¿En qué estaba trabajando Tukey cuando se le ocurrió? Adivinaste: en una aplicación militar.
Específicamente, era parte del comité de asesoría científica del presidente John F. Kennedy en 1963 y estaba tratando de crear algo para detectar cuándo la Unión Soviética probaba armas nucleares.
En la punta de los dedos
Los teléfonos inteligentes no lo serían sin sus pantallas táctiles y su inventor fue un ingeniero llamado E.A. Johnson, que hizo su investigación inicial cuando era empleado de Royal Radar Establishment, una agencia del gobierno británico.
Su trabajo fue desarrollado más en el CERN.
Al final, la tecnología multitáctil fue comercializada por los investigadores de la Universidad de Delaware en EE.UU. Wayne Westerman y John Elias, que terminaron vendiéndole su compañía a Apple.
No obstante, incluso en esta última etapa del juego, los gobiernos jugaron su importante rol: Westerman pudo hacer su trabajo gracias a una beca de la Fundación Nacional de Ciencia de EE.UU. y la CIA.
La chica con la voz de silicio
En el año 2000, siete años antes del primer iPhone, DARPA -la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa de EE.UU.- le comisionó al Instituto de Investigación de Stanford el desarrollo de un tipo de proto Siri, una asistente virtual que pudiera ayudar al personal militar a hacer sus trabajos.
Una docena de universidades trabajaron furiosamente en todas las diferentes tecnologías necesarias para crear ese asistente con voz.
Siete años más tarde, el resultado fue comercializado como una start-up llamada Siri Incorporated.
Fue sólo en 2010 que Apple la compró por una suma no revelada.
Dinero del gobierno... que es tuyo
Respecto a los discos duros, baterías de ion de litio, pantallas de cristal líquido y semiconductores hay historias similares.
En cada uno de los casos hubo brillantez científica y mucha capacidad empresarial del sector privado.
Pero también un montón de fajos de billetes de la cartera pública, por lo general las agencias del gobierno de EE.UU., más precisamente, de algún brazo del Ejército de Estados Unidos.
El mismo Silicon Valley tiene una gran deuda con Fairchild Semiconductor, la firma que desarrolló los primeros circuitos integrados comercialmente prácticos.
Y Fairchild Semiconductor en sus años mozos dependía del ejército.
Sin el dinero de los contribuyentes, los teléfonos no serían tan inteligentes.
Para tenerlo en cuenta
Por supuesto que el ejército de EE.UU. no hizo el iPhone ni el CERN creó Facebook o Google.
Esas tecnologías de las que tanta gente depende hoy en día fueron afinadas y comercializadas por el sector privado.
Pero fueron los gobiernos los que no sólo aportaron los fondos sino también asumieron los riesgos para que todo eso fuera posible.
Y eso es algo que no debemos olvidar cuando ponderamos retos tecnológicos futuros en campos como la energía y la tecnología.
Lo que no le quita lo genial Steve Jobs fue un genio, sin duda.
Uno de sus proyectos paralelos notables fue el estudio de animación Pixar, que cambió el mundo del cine con su película animada digitalmente "Toy Story".
Seguro habría creado otras cosas maravillosas pero los teléfono probablemente aún no serían inteligentes.
Incluso sin la pantalla táctil, internet o la transformada rápida de Fourier, Steve Jobs probablemente habría creado algo maravilloso.
Pero quizás no habría sido un aparato que sacudió el mundo de la forma que lo hizo el iPhone.
http://www.bbc.com/mundo/noticias-38250970
sábado, 17 de marzo de 2018
El Guernica Andaluz
El Guernica Andaluz
Rafael Calero
Rebelión
Al activista social y poeta malagueño Paco Doblas lo conocí en Moguer, Huelva, la tierra del genial Juan Ramón Jiménez, en el caluroso verano del año 2016. En aquellos días se celebraba la XVIII Edición de los Encuentros Poéticos Voces del Extremo, que el poeta Antonio Orihuela dirige y coordina cada año en su pueblo natal, auspiciados por la fundación Zenobia y Juan Ramón Jiménez. Durante aquellos días tuve ocasión de charlar alguna que otra vez con Paco y sobre todo, tuve ocasión de escucharlo declamar sus versos, con esa forma tan personal, tan llena de música, tan hermosa, que el poeta malagueño tiene de decirlos. Algunos meses más tarde, a comienzos de octubre de ese mismo año, nos volvimos a juntar una mañana de sábado. Esta vez el lugar era La casa invisible, ese espacio libertario y mágico que está en el corazón mismo de la ciudad de Málaga, a tan solo unos metros del Museo Pablo Picasso de la capital andaluza. Esta vez nos encontrábamos en torno al lema “Poesía y Activismo Social” en unas jornadas que el actor y poeta Alejandro Ruíz Morillas se sacó de su chistera de mago de la palabra poética y donde gente de distinto pelaje (poetas, activistas, trabajadores de la hostelería, de la enseñanza, etc.) nos juntamos a teorizar sobre la relación entre el binomio poesía/activismo social.
Visto con la distancia que da el tiempo, creo que era inevitable que el camino de Paco y el mío se cruzaran en algún momento y en algún lugar. Y es que dedicándonos los dos a esto de la poesía, y además haciéndolo desde los mismos planteamientos ideológicos y estéticos era harto difícil que nuestros destinos no se cruzaran.
Y es que, tanto Paco Doblas como yo, nos movemos por los mismos parámetros estéticos e ideológicos. De esta manera, tanto su poesía como la mía, se pueden encontrar en las mismas antologías, por ej, poemas de ambos se pueden leer en “Disidentes”, la magnífica antología poética de poesía crítica que realizó Alberto García Teresa hace un par de años y los dos hemos tratado, de una manera preferente, el tema de la recuperación de lo que se ha dado en llamar Memoria Histórica en nuestras obras. Yo lo hice con mi libro El llanto, la sangre, el fuego (Relatos y Poemas de la Memoria) y él con su libro El Guernica Andaluz,un libro extraordinario que estos días vuelve a ser reeditado con el añadido de 4 extensos poemas.
El Guernica Andaluz es el trabajo conjunto de tres creadores: Paco doblas, poeta; Leonor Jiménez, directora de La historia del silencio documental que acompaña al libro; y Antonio Zamorano, que se ha encargado de ilustrar los poemas de Doblas. Así pues, El Guernica andaluz es el homenaje de estos tres creadores malagueños a toda aquella gente que en el invierno de 1937 vivió uno de los peores momentos, por cruel, por sanguinario, por inhumano, de toda la contienda civil, cuando miles de mujeres y hombres, niños y niñas, ancianos y ancianas, se vieron obligados a desplazarse, principalmente a pie, desde la ciudad de Málaga, que había sucumbido al ataque y al cerco fascista, hasta la de Almería que aún se mantenía en manos del legítimo gobierno republicano. Como digo, miles de personas se vieron obligados a iniciar un éxodo, a pie, sin comida y sin ropa, sin calzado preparado para tan largo camino, en fin, en las peores condiciones que imaginarse puedan, y encima siendo bombardeados y cañoneados desde el aire y desde el mar por la aviación italiana y por los buques de guerra franquista. Un holocausto en toda regla que, a día de hoy, tenemos la obligación moral de recordarlo para que nunca jamás se vuelva a repetir algo tan criminal como lo que ocurrió en aquellos días aciagos.
Y eso es lo que han hecho tanto Paco Doblas con sus poemas y sus versos, como Leonor Jiménez con su documental y Antonio Zamorano con sus ilustraciones: denunciar que en aquella guerra (y en todas las guerras que han sido, son y serán) la población civil se llevó la peor parte. Y un claro ejemplo de esto es lo que ocurrió en la carretera Málaga-Almería.
Conviene recordar todos estos acontecimientos hoy, en este mismo momento, cuando miles de personas huyen de sus países en guerra, y esperan en las fronteras de esta Unión Europea de los mercaderes y los insolidarios, porque, como digo, sus países son víctimas de guerras que, en la mayoría de las ocasiones, han sido promovidas, auspiciadas y financiadas con el dinero de los contribuyentes europeos o estadounidenses.
Voy a terminar esta breve introducción tomando prestadas unas palabras que el poeta y profesor Miguel Ávila Cabezas escribió a propósito de mi libro El llanto, la sangre, el fuego, y que vienen como anillo al dedo aplicadas a El Guernica andaluz ya que esta gran obra de Paco Doblas “nos restituye limpiamente la voz de la memoria que tanto se ha intentado, y aún hoy, en aras de una torticera conciliación histórica, se intenta cercenar, acallar, hacer abortar para que la verdad, la pura verdad de aquella masacre y represión planificadas nunca salga a la luz desde el fondo letal de las incontables cunetas y fosas comunes, de tantas cárceles, campos de concentración y calabozos que jalonan el dominio del horror y el oprobio.”
Tengo que acabar dando las gracias a Paco, a Leonor, a Antonio, y a todo las mujeres y hombres que han contribuido a poner en pie este proyecto, porque está muy claro que mientras haya personas que sigan luchando porque la capa pesada y negra del olvido no se lo trague todo, aún hay esperanza.
Rafael Calero
Rebelión
Al activista social y poeta malagueño Paco Doblas lo conocí en Moguer, Huelva, la tierra del genial Juan Ramón Jiménez, en el caluroso verano del año 2016. En aquellos días se celebraba la XVIII Edición de los Encuentros Poéticos Voces del Extremo, que el poeta Antonio Orihuela dirige y coordina cada año en su pueblo natal, auspiciados por la fundación Zenobia y Juan Ramón Jiménez. Durante aquellos días tuve ocasión de charlar alguna que otra vez con Paco y sobre todo, tuve ocasión de escucharlo declamar sus versos, con esa forma tan personal, tan llena de música, tan hermosa, que el poeta malagueño tiene de decirlos. Algunos meses más tarde, a comienzos de octubre de ese mismo año, nos volvimos a juntar una mañana de sábado. Esta vez el lugar era La casa invisible, ese espacio libertario y mágico que está en el corazón mismo de la ciudad de Málaga, a tan solo unos metros del Museo Pablo Picasso de la capital andaluza. Esta vez nos encontrábamos en torno al lema “Poesía y Activismo Social” en unas jornadas que el actor y poeta Alejandro Ruíz Morillas se sacó de su chistera de mago de la palabra poética y donde gente de distinto pelaje (poetas, activistas, trabajadores de la hostelería, de la enseñanza, etc.) nos juntamos a teorizar sobre la relación entre el binomio poesía/activismo social.
Visto con la distancia que da el tiempo, creo que era inevitable que el camino de Paco y el mío se cruzaran en algún momento y en algún lugar. Y es que dedicándonos los dos a esto de la poesía, y además haciéndolo desde los mismos planteamientos ideológicos y estéticos era harto difícil que nuestros destinos no se cruzaran.
Y es que, tanto Paco Doblas como yo, nos movemos por los mismos parámetros estéticos e ideológicos. De esta manera, tanto su poesía como la mía, se pueden encontrar en las mismas antologías, por ej, poemas de ambos se pueden leer en “Disidentes”, la magnífica antología poética de poesía crítica que realizó Alberto García Teresa hace un par de años y los dos hemos tratado, de una manera preferente, el tema de la recuperación de lo que se ha dado en llamar Memoria Histórica en nuestras obras. Yo lo hice con mi libro El llanto, la sangre, el fuego (Relatos y Poemas de la Memoria) y él con su libro El Guernica Andaluz,un libro extraordinario que estos días vuelve a ser reeditado con el añadido de 4 extensos poemas.
El Guernica Andaluz es el trabajo conjunto de tres creadores: Paco doblas, poeta; Leonor Jiménez, directora de La historia del silencio documental que acompaña al libro; y Antonio Zamorano, que se ha encargado de ilustrar los poemas de Doblas. Así pues, El Guernica andaluz es el homenaje de estos tres creadores malagueños a toda aquella gente que en el invierno de 1937 vivió uno de los peores momentos, por cruel, por sanguinario, por inhumano, de toda la contienda civil, cuando miles de mujeres y hombres, niños y niñas, ancianos y ancianas, se vieron obligados a desplazarse, principalmente a pie, desde la ciudad de Málaga, que había sucumbido al ataque y al cerco fascista, hasta la de Almería que aún se mantenía en manos del legítimo gobierno republicano. Como digo, miles de personas se vieron obligados a iniciar un éxodo, a pie, sin comida y sin ropa, sin calzado preparado para tan largo camino, en fin, en las peores condiciones que imaginarse puedan, y encima siendo bombardeados y cañoneados desde el aire y desde el mar por la aviación italiana y por los buques de guerra franquista. Un holocausto en toda regla que, a día de hoy, tenemos la obligación moral de recordarlo para que nunca jamás se vuelva a repetir algo tan criminal como lo que ocurrió en aquellos días aciagos.
Y eso es lo que han hecho tanto Paco Doblas con sus poemas y sus versos, como Leonor Jiménez con su documental y Antonio Zamorano con sus ilustraciones: denunciar que en aquella guerra (y en todas las guerras que han sido, son y serán) la población civil se llevó la peor parte. Y un claro ejemplo de esto es lo que ocurrió en la carretera Málaga-Almería.
Conviene recordar todos estos acontecimientos hoy, en este mismo momento, cuando miles de personas huyen de sus países en guerra, y esperan en las fronteras de esta Unión Europea de los mercaderes y los insolidarios, porque, como digo, sus países son víctimas de guerras que, en la mayoría de las ocasiones, han sido promovidas, auspiciadas y financiadas con el dinero de los contribuyentes europeos o estadounidenses.
Voy a terminar esta breve introducción tomando prestadas unas palabras que el poeta y profesor Miguel Ávila Cabezas escribió a propósito de mi libro El llanto, la sangre, el fuego, y que vienen como anillo al dedo aplicadas a El Guernica andaluz ya que esta gran obra de Paco Doblas “nos restituye limpiamente la voz de la memoria que tanto se ha intentado, y aún hoy, en aras de una torticera conciliación histórica, se intenta cercenar, acallar, hacer abortar para que la verdad, la pura verdad de aquella masacre y represión planificadas nunca salga a la luz desde el fondo letal de las incontables cunetas y fosas comunes, de tantas cárceles, campos de concentración y calabozos que jalonan el dominio del horror y el oprobio.”
Tengo que acabar dando las gracias a Paco, a Leonor, a Antonio, y a todo las mujeres y hombres que han contribuido a poner en pie este proyecto, porque está muy claro que mientras haya personas que sigan luchando porque la capa pesada y negra del olvido no se lo trague todo, aún hay esperanza.
viernes, 16 de marzo de 2018
Gobierno y PSOE se culpan de dinamitar el pacto educativo.
Méndez de Vigo solo ve interés por evitar que el acuerdo llegue con el PP y los socialistas un engaño para prolongar la vida de la Lomce
Gobierno y PSOE utilizaron el pleno del Congreso para culparse mutuamente de ser los únicos responsables de haber dinamitado la posibilidad de que se lograse un pacto de Estado por la educación. El debate, a raíz de una interpelación de los socialistas, se produjo el día después de que se supiese que solo PP y Ciudadanos seguirán en la subcomisión parlamentaria en busca de un acuerdo tras el abandono de Unidos Podemos, ERC, PNV y PDeCAT a raíz de la marcha, hace una semana, del PSOE.
El ministro de Educación, tras subrayar más de media docena de veces que el PSOE es incapaz de explicar por qué la semana pasada dio «la espantada», considera que el ultimátum de la exigencia de una inversión educativa mínima del 5% del PIB es una mera excusa. Solo ve oportunismo político en el principal partido de la oposición, que rompió la posibilidad del pacto en la misma semana que Pedro Sánchez reclamó elecciones anticipadas.
«Usted no tiene el más mínimo interés en el pacto, ni en el 5% (del PIB) ni el 6%», le espetó Íñigo Méndez de Vigo a la portavoz socialista de educación, Mari Luz Martínez Seijo. «¡Dígalo! Yo no quiero que el Gobierno del PP obtenga un pacto de Estado por la educación», le reclamó desde la tribuna. Reiteró que el Ejecutivo está dispuesto a garantizar la financiación necesaria para implantar las medidas del pacto, pero al final, cuando se conozca cuáles son y cuánto cuestan, y le pidió que «reflexione», para no defraudar a la comunidad educativa, y que «sigamos trabajando juntos».
La portavoz socialista insistió en que la falta de compromiso del Gobierno sobre el 5% del PIB solo demuestra que «no tienen ninguna voluntad de superar la Lomce» y que solo han utilizado durante más de un año la subcomisión del pacto para prolongar la vida de la ley que aprobaron contra toda la comunidad educativa y la oposición. Calificó la propuesta popular de aumentar la inversión en 5.000 millones hasta 2025 de «ridícula», porque no llega ni a un tercio de lo necesario para revertir los recortes de la crisis e implantar las medidas para modernizar el sistema educativo, y aseguró que «no vamos a ser cómplices de un acuerdo insuficiente en financiación», porque estarían «condenando el futuro de la educación». En definitiva, no volverán a la negociación salvo que les prometan el suelo de gasto del 5%.
Con ambas partes pertrechadas tras sus acusaciones mutuas, Méndez de Vigo ironizó que la situación del PSOE le recuerda a una letra de Los Secretos, «estoy metido en un lío y no se cómo voy a salir», y Martínez Seijo le contestó con una cita de Mafalda: «De tanto ahorrar en educación nos vamos a convertir en millonarios en ignorancia».
http://www.hoy.es/sociedad/educacion/gobierno-psoe-culpan-20180315224430-ntrc.html
Gobierno y PSOE utilizaron el pleno del Congreso para culparse mutuamente de ser los únicos responsables de haber dinamitado la posibilidad de que se lograse un pacto de Estado por la educación. El debate, a raíz de una interpelación de los socialistas, se produjo el día después de que se supiese que solo PP y Ciudadanos seguirán en la subcomisión parlamentaria en busca de un acuerdo tras el abandono de Unidos Podemos, ERC, PNV y PDeCAT a raíz de la marcha, hace una semana, del PSOE.
El ministro de Educación, tras subrayar más de media docena de veces que el PSOE es incapaz de explicar por qué la semana pasada dio «la espantada», considera que el ultimátum de la exigencia de una inversión educativa mínima del 5% del PIB es una mera excusa. Solo ve oportunismo político en el principal partido de la oposición, que rompió la posibilidad del pacto en la misma semana que Pedro Sánchez reclamó elecciones anticipadas.
«Usted no tiene el más mínimo interés en el pacto, ni en el 5% (del PIB) ni el 6%», le espetó Íñigo Méndez de Vigo a la portavoz socialista de educación, Mari Luz Martínez Seijo. «¡Dígalo! Yo no quiero que el Gobierno del PP obtenga un pacto de Estado por la educación», le reclamó desde la tribuna. Reiteró que el Ejecutivo está dispuesto a garantizar la financiación necesaria para implantar las medidas del pacto, pero al final, cuando se conozca cuáles son y cuánto cuestan, y le pidió que «reflexione», para no defraudar a la comunidad educativa, y que «sigamos trabajando juntos».
La portavoz socialista insistió en que la falta de compromiso del Gobierno sobre el 5% del PIB solo demuestra que «no tienen ninguna voluntad de superar la Lomce» y que solo han utilizado durante más de un año la subcomisión del pacto para prolongar la vida de la ley que aprobaron contra toda la comunidad educativa y la oposición. Calificó la propuesta popular de aumentar la inversión en 5.000 millones hasta 2025 de «ridícula», porque no llega ni a un tercio de lo necesario para revertir los recortes de la crisis e implantar las medidas para modernizar el sistema educativo, y aseguró que «no vamos a ser cómplices de un acuerdo insuficiente en financiación», porque estarían «condenando el futuro de la educación». En definitiva, no volverán a la negociación salvo que les prometan el suelo de gasto del 5%.
Con ambas partes pertrechadas tras sus acusaciones mutuas, Méndez de Vigo ironizó que la situación del PSOE le recuerda a una letra de Los Secretos, «estoy metido en un lío y no se cómo voy a salir», y Martínez Seijo le contestó con una cita de Mafalda: «De tanto ahorrar en educación nos vamos a convertir en millonarios en ignorancia».
http://www.hoy.es/sociedad/educacion/gobierno-psoe-culpan-20180315224430-ntrc.html
jueves, 15 de marzo de 2018
_- El Sistema Nacional de Salud español: ¿Cómo se originó? ¿Qué logró? ¿A dónde debería ir?
_- Para la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública, por su ingente, generosa y dedicada labor durante décadas en defender y promover una sanidad pública universal, de calidad, eficaz, eficiente, equitativa y humana.
Muchas gracias por la invitación. Me han pedido que haga una presentación general sobre las ambiciosas preguntas formuladas en esta interesante Jornada. Aunque es imposible hablar de todo, quiero plantear algunas ideas que nos permitan reflexionar sobre los cambios y perspectivas de las políticas de salud y equidad en el Estado español. Trataré varios aspectos que me parecen de especial interés: los principales rasgos asociados a la configuración y evolución de la mercantilización del Sistema de Salud español, las principales contradicciones del Sistema, y algunos de los desafíos que me parece más importante encarar.
Evolución y rasgos históricos
Aunque siempre es arriesgado plantear las fases de un determinado momento histórico, y puede haber distintas propuestas cronológicas,[1] desde el punto de vista de su mercantilización me parece que no me aparto demasiado a la realidad si analizamos la evolución del Sistema de Salud en cuatro grandes etapas. Un primer período de reordenación y reforma inicial del sistema que abarca prácticamente desde la aprobación de la Constitución en 1978 hasta la Ley General de Sanidad en 1986. Una segunda etapa que incluye una serie de avances reformistas con fuertes tendencias privatizadoras que abarca la década que va desde 1986 hasta 1996 cuando el Partido Popular (PP) de Aznar gana las elecciones. Un tercer período que profundiza el avance neoliberal mercantilizador que iría desde 1996 hasta 2012 con la aprobación de un regresivo Real Decreto que transforma la sanidad. Y finalmente, la etapa que va desde 2012 hasta finales de 2017, con un fuerte desarrollo mercantilizador pero también con una notable reacción social y popular contra los recortes y el avance conservador.
Reordenación y reforma (1978-1986)
Por lo que hace a esta primera etapa, vale la pena recordar que el franquismo nos dejó una sanidad fragmentada y centralizada, con grandes desigualdades sociales y de salud, una atención sanitaria deficiente, sobre todo la hospitalaria, con un sistema de gestión ineficiente y antidemocrático, y un sistema de salud pública enormemente limitado en cuanto al control, la planificación, la vigilancia y evaluación epidemiológica, la salud laboral y ambiental o el control alimentario, por sólo citar algunos apartados importantes. Baste recordar por ejemplo el lamentable episodio del fraude alimentario causado por el llamado síndrome del aceite tóxico o enfermedad de la colza a partir de mayo de 1981. Además del desastre de salud pública que causó más de 1.000 muertes y más de 20.000 afectados,[2] el episodio daría para realizar una serie de televisión o una película de Almodóvar con un gran número de situaciones trágico-cómicas.[3]
Durante esa primera etapa que coincide con los gobiernos postfranquistas de Adolfo Suárez entre 1977 y 1982, y la primera legislatura del PSOE tras su aplastante victoria a finales de octubre de 1982, se crea el Ministerio de Sanidad al que se asignaran las competencias de Salud Pública en la forma de una Dirección General, se desmonta la estructura del Instituto Nacional de Previsión (INP), que incluye el Seguro Obligatorio de Enfermedad (SOE) de 1944. En 1978, el INP se desdobló en entidades gestoras, correspondiendo al INSALUD la gestión de la asistencia sanitaria (el antiguo SOE), que dependía del Ministerio de Sanidad, y se empiezan transferir competencias a las Comunidades Autónomas. Primero será Cataluña en 1981, y luego Andalucía en 1984, el País Vasco y la Comunidad Valenciana en 1988, Galicia y Navarra en 1991 y Canarias en 1994. Las comunidades adquirirán cada vez mayor peso económico y político, donde una parte muy importante de su presupuesto global será dedicado a la sanidad. Sin embargo, durante esos años de inicio de la transición política se hizo muy poco para solventar la crisis sanitaria existente ya que persistieron los problemas de salud existentes durante el franquismo: la fuerte inercia del sistema con múltiples deficiencias e ineficiencias en los servicios sanitarios, la ideología biomédica hegemónica y la medicalización de la salud existentes, la creciente parasitación del sector público por el sector privado, y la existencia de desigualdades.
Para entender un poco mejor el contexto que se vive en ese momento histórico, centremos la atención en Cataluña, lugar donde existía un fuerte movimiento social y sanitario, reivindicativo y crítico, que analizó y reclamó en diversos informes y libros un cambio radical del sistema sanitario. En un estudio de 1977 sobre el Servicio Nacional de Salud se señala lo siguiente:
“La transformación del actual caos sanitario en un Servicio Nacional de la Salud implica una transformación radical. Supondría una organización sanitaria normalizada (tanto en el sentido de incluir todos los aspectos sanitarios como en el hecho de hacer desaparecer las duplicidades de servicios), con una base territorial (regionalización sanitaria), donde se ponga el acento en la prevención y en la medicina de primer nivel (el hospital pasaría a ser una parte reducida, pero altamente especializada y cualificada, dentro del conjunto sanitario), con una financiación a través de los presupuestos públicos, una vez hecha la reforma fiscal y con una gestión democrática y muy descentralizada”.[4]
Y para completar un poco más ese análisis podemos también observar el diagnóstico que hacía otro estudio[5] promovido por Jordi Gol, un “médico de personas” muy singular,[6] preocupado por la Atención Primaria y la medicina integral y humana:
La falta de una política sanitaria coherente con una planificación, información y evaluación deficientes, así como la dependencia del centralismo y el autoritarismo del gobierno estatal; La hegemonía de la medicina curativa, el olvido de la promoción de la salud, la medicina preventiva y la reinserción social; El exagerado consumismo médico-farmacéutico fomentado por el complejo médico-hospitalario, la ideología individualista y médica de la enfermedad, y la falta de educación sanitaria; La desigualdad entre clases sociales era el factor generador de más desigualdades en la salud y como las mujeres estaban peor atendidas, sobre todo por las insuficiencias de una asistencia primaria y medicina preventiva desprestigiadas e insuficientemente financiadas; El avance del sector privado en detrimento del sector público.
A grandes rasgos, ese es el “diagnóstico” general cuando en octubre de 1982 el PSOE gana las elecciones de forma aplastante con diez millones de votos (48% del total) mientras que la muy conservadora Alianza Popular queda muy lejos con solamente cinco millones (26%). La victoria del PSOE generó una enorme expectativa social basada además en una enorme legitimidad política (una mayoría absoluta de 202 diputados con una participación electoral del 80%). En ese momento se intensifica la necesidad de realizar una reforma sanitaria y se discute profusamente sobre conceptos como “participación”, “promoción de la salud” o el “derecho a la salud”, que están en la cabeza de la mayor parte de quienes quieren mejorar la sanidad y la equidad en salud. En cambio, vale la pena notar que cuando progresivamente se imponga la hegemonía cultural neoliberal, el discurso irá cambiando y las palabras objeto de debate pasarán a ser “gestión”, “eficiencia”, “copagos” y otros conceptos relacionados.
Para ilustrar el momento histórico que en esos momentos se vive y darnos una idea de las luchas políticas que tienen lugar podemos fijarnos en un par de editoriales de El País que, dicho sea de paso, era un periódico bastante más “progresista” de lo que es en la actualidad cuando se ha convertido en adalid de buena parte de las ideas neoliberales. Por ejemplo, una editorial de 1984 señalaba los conflictos, discusiones y luchas ideológicas que en ese momento tenían lugar en el debate de la reforma de la sanidad:
“Los conflictos entre los cargos políticos del ministerio, los roces con el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (administrador de los fondos del Instituto Nacional de la Salud), las tensas relaciones con los sindicatos y con la profesión médica (ante una reforma mil veces anunciada y cuyo comienzo nadie atisba) y los contratos multimillonarios con la industria farmacéutica ocupan mientras tanto la atención de los ciudadanos”.[7]
Dos años más tarde, el 25 de abril de 1986, sólo dos meses antes de las nuevas elecciones generales de junio, se aprobó la Ley general de Sanidad (LGS 14/1986) que crearía el “Sistema Nacional de Salud”. Aunque en años posteriores la LGS ha sido habitualmente valorada de forma muy positiva sus avances por casi todo el mundo, en ese momento la situación no se ve necesariamente de ese modo y, de hecho, se realizan fuertes críticas a las insuficiencias de la Ley. En una editorial de El País de ese año se leen cosas como éstas:
“La Ley general de Sanidad (…) significa la pérdida de una oportunidad histórica para realizar una profunda reforma sanitaria en un país en el que todavía algunos hospitales públicos pueden ser calificados como fábricas de dolor. Varias parecen ser las claves que laten tras este fracaso: por un lado, la falta de interés del propio Gobierno en materia sanitaria, que ha hecho que ésta no figure entre las prioridades políticas y, por tanto, presupuestarias de esta legislatura; por otro, la falta de decisión del Ministerio de Sanidad y Consumo para enfrentarse con los poderes fácticos del corporativismo sanitario y, muy especialmente, con la Organización Médica Colegial, lo que le ha hecho realizar continuas concesiones que han desvirtuado muchos de los aspectos positivos del proyecto inicial”.[8]
Vale la pena recordar que, al igual como ocurrió en otros ejemplos históricos similares, el Colegio de Médicos (la Organización Médica Colegial) dirigido por el Dr. Ramiro Rivera se opuso frontalmente durante esos años a la Ley General de Sanidad, y que la lucha social y política para influir en el resultado final de la LGS que daría paso al Sistema Nacional de Salud fue realmente notable. No obstante, cuando años más tarde se valora lo ocurrido, algunos intentan promover la visión de que derechos sociales tan importantes como la sanidad universal fueron otorgados de forma sencilla, rápida o incluso cómoda. La realidad histórica suele ser muy distinta. Un conocido ejemplo histórico fue el establecimiento del National Health Service (NHS) en Inglaterra tras la Segunda guerra mundial, donde también se produjo una oposición frontal por parte de los médicos.[9]
La Ley General de Sanidad se articuló bajo tres principios básicos: reorganizar la Atención Primaria, fomentar la participación comunitaria, y realizar políticas intersectoriales. Entre los resultados positivos más destacados de la LGS podemos citar los siguientes puntos: la casi universalización de la cobertura sanitaria, la creación de la especialidad de Medicina familiar y comunitaria, una mayor unificación administrativa de la red asistencial, y la mejora en la calidad de la atención. Sin embargo, los problemas de la sanidad continuaron, hubo resistencias de todo tipo, persistieron las insuficiencias y la visión tecnocrática y biomédica de la sanidad sin que se cumplieran muchos de los objetivos, valores, y principios presentes en el espíritu y las reivindicaciones sociales por lograr un sistema más humano, social e igualitario.
Avances reformistas y tendencias privatizadoras (1986-1996).
La Ley General de sanidad en España fue la última de las leyes de sanidad reformistas asociadas al Estado de bienestar aprobadas en Europa, en un momento en que ya desde los años 70 con el golpe de Estado en Chile y los gobiernos de Thatcher y Reagan emergían en el mundo el neoliberalismo[10] y la ola de privatizaciones de los sistemas sanitarios públicos. En efecto, sobre todo a partir de los años 80, junto a fenómenos como el aumento de inversión turística o inmobiliaria en las ciudades, y la llamada “financiarización” de la economía, el gran poder económico verá la salud como un lugar crucial donde invertir y hacer negocios. Ese es un punto clave porque de hecho casi cualquier cosa puede hoy día convertirse en una enfermedad o en un problema de salud. Así pues, en esos años el sector sanitario público se situó por tanto bajo el punto de mira de gobiernos conservadores, instituciones internacionales y grandes empresas (farmacéuticas, seguros, tecnológicas y hospitalarias), aumentando progresivamente la presión para mercantilizar la sanidad. Un ejemplo de ello fueron los informes del Banco Mundial, en que de forma algo disimulada se empiezan a plantear rasgos que poco a poco van a convertirse en características clave del neoliberalismo.[11]
Uno de los lugares del Estado español donde antes se produjo un desarrollo precoz en los procesos de mercantilización de la sanidad fue en Cataluña. Desde hace muchas décadas en Cataluña había existido una concepción privada de la sanidad donde las fundaciones privadas, eclesiásticas y el mundo empresarial tuvieron mucho espacio. Ya en los años 80 junto a las transferencias en sanidad emergieron los procesos privatizadores y mercantilizadores.[12] Esos procesos fueron combinando varias estrategias. Por un lado, el “síndrome del goteo” donde se trata de ir haciendo una pequeña reforma por aquí y una pequeña reforma por allá, y poco a poco, como quien no quiere la cosa, se van generando y ampliando cambios de mucho calado. Y por otro lado, al mismo tiempo, se va a ir produciendo también lo que la periodista canadiense Naomi Klein ha llamado el “síndrome del shock”, es decir, episodios abruptos de cambio donde la gente se queda paralizada, sin respuestas, y sin saber muy bien cómo reaccionar.[13]
Un proceso similar ocurrió por ejemplo en Cataluña en 1990 con la aprobación de la Ley de Ordenación Sanitaria de Cataluña (LOSC). La LOSC puso en marcha y legitimó las llamadas teorías de mercado de la "Nueva Gestión Pública" (NGP) que proponían la separación entre compra y provisión de servicios, fomentando la creación de un extenso sector público empresarial. Durante esos años, Cataluña tenía una situación diferente a la del resto de España: en 1986 la relación entre provisión privada/pública era de 70/30 en Cataluña, mientras que en el resto del país era la inversa. La LOSC definió un modelo sanitario mixto, que integraba en una sola red de utilización pública todos los recursos sanitarios, sean o no de titularidad pública, y que recoge una tradición de entidades (mutuas, fundaciones, consorcios, centros de iglesia) históricamente dedicadas a la salud. Y también la LOSC que creó la Red de Hospitales de Utilización Pública (XHUP), para favorecer este proceso de provisión privada con financiación pública.[14]
En el conjunto del estado español, apenas unos años después de la aprobación de la LGS, en 1991 se produce el primer intento estructurado para avanzar en la privatización y mercantilización de la salud a través del conocido “Informe Abril” (Informe y Recomendaciones de la Comisión de Análisis y Evaluación del Sistema Nacional de Salud) generado por la comisión de su mismo nombre, que contó con 9 miembros titulares y un total de 140 expertos, y que fue presidida por Abril Martorell, uno de los hombres de confianza de Adolfo Suárez en la Unión de Centro Democrático. El núcleo del informe planteó la puesta en marcha de nuevas ideas sobre la gestión pública y los copagos, donde se abogaba por avanzar en los puntos siguientes:
Mejorar su eficiencia mediante la separación de garantía del derecho (financiación pública) y provisión de servicios
Introducir supuestos de mercado en la gestión de un servicio público
Establecer un catálogo básico de prestaciones.
Instaurar conceptos como la “prestación adicional” y “complementaria” cofinanciados por el usuario.
Generar un mercado interno en la provisión de servicios sanitarios extendiendo la cultura del contrato-programa.
Si bien en ese momento las resoluciones de la Comisión no prosperaron, se trató del primer intento formal de extender ideas de tipo mercantil en la sanidad que progresivamente, con la ayuda de los medios, la ideología y la propaganda, se irían extendiendo como si de una infección se tratase. Tras el fracaso inicial de la Comisión, Abril Martorell nos dejó algunas perlas de su ideología neoliberal que vale la pena recordar. En una entrevista y ante la pregunta “¿por qué es tan perversa la gratuidad?”,[15] Martorell decía:
“Porque deforma las conductas y los comportamientos del hombre. Porque en el fondo de la naturaleza humana, aquello que no cuesta no se valora lo suficiente, porque se propende a exigir más de lo gratuito, porque cuando uno no paga jamás puede escoger y escoger forma parte de la satisfacción subjetiva.”
Y cuando le señalaban:
“Imagínese que una persona ha tenido un accidente de coche y tiene por delante una larga estancia en el hospital”.
Abril Martorell respondía:
“Me va a perdonar, pero esa persona tiene su seguro de automóvil. Lo primero que tiene que hacer un hospital es curar, pero lo segundo es cobrar”.
Así pues, conviene recordar esas ideas y propuestas para entender un poco mejor el lugar de dónde venimos, y los procesos y luchas que ocurrieron. Y es que a pesar del fracaso inicial de la Comisión, a partir de entonces las fuerzas interesadas en la reforma de la sanidad irían produciendo un goteo permanente de acciones en la dirección apuntada por el Informe.[16] Por ejemplo, en 1992 se constituye la empresa pública Hospital Costa del Sol en Andalucía, donde el sistema incorpora principios de gestión privada a centros que son de titularidad pública, con personalidad jurídica diferenciada. Las empresas se constituyen mediante leyes autonómicas y tienen el control del Parlamento regional. La constitución por la Xunta de Galicia de la Fundación del Hospital de Verín en 1995, es el primer caso de la puesta en marcha de un modelo de gestión privado aprovechando la ley de fundaciones de 1994. En 1996 se pone en funcionamiento otro experimento privatizador, en este caso en atención primaria: son las entidades de base asociativa (EBA), especie de sociedad limitada/cooperativa de médicos que gestionan un centro de salud), primero en Vic y luego en Cataluña durante los Gobiernos de CiU.
Durante esos años, los argumentos ideológicos neoliberales repetidos hasta la saciedad por los mass media han sido permanentes: el sector público es “insostenible” y “burocrático”, el sistema privado es “más eficiente” que el público, la salud pertenece al ámbito personal, los usuarios son responsables de “abusar de la sanidad”.[17] Recordemos que los medios de comunicación de masas, que mejor habría que llamar en demasiadas ocasiones de “desinformación” y “adoctrinamiento”, pertenecen básicamente a los mismos entramados financieros y económicos que están a favor de las políticas neoliberales.
Ascenso neoliberal (1996-2012).
A partir de 1996 se acelera el ascenso neoliberal. El PSOE había entrado progresivamente en decadencia desde hacía años y, aunque ganó las elecciones de 1993, lo hizo por poco. Tres años más tarde, en marzo del 1996, el PP también ganará, aunque también por poca diferencia: 9,7 millones el PP por 9,4 el PSOE. Tras la victoria de Aznar, el goteo neoliberal en la sanidad por lo que hace a la legislación, la gestión y otros ámbitos relacionados se irá acentuando. Veamos de forma muy resumida unos pocos ejemplos que lo ilustran:
El RD 10/1996 sobre habilitación de nuevas formas de gestión del Sistema Nacional de Salud da cobertura legal a los experimentos privatizadores. la Ley 15/97 permite la entrada de entidades privadas en la gestión de los centros sanitarios públicos. La construcción y gestión del hospital de La Ribera en Alzira (1999), abre el camino a la mercantilización de la sanidad y el fomento a “modelos de negocio” privados.
En Madrid, se produce la cesión del hospital de Valdemoro a la empresa de capital sueco Capio (2005).
El caso del “experimento” sanitario privatizador de Alzira en la Comunidad Valenciana bajo la presidencia de Eduardo Zaplana es uno de los más conocidos.[18] Así, se estableció un consorcio en que estaba el grupo Rivera para la gestión, Adesla como aseguradora, Lubasa desde el punto de vista inmobiliario, y Dragados en el tema de la construcción. Todo el “paquete” fue montado para crear una empresa privada que diera cobertura a la atención sanitaria de un área. El caso de Alzira hace referencia a un punto crucial: la cooptación del poder público por el poder privado. Como apuntó en una de sus viñetas el dibujante El Roto: “¡Pero qué aficionados son a gobernar lo público los que todo lo quieren privatizar!”
Como sea que la sanidad es un negocio muy importante que aún puede generar beneficios muchos más amplios, y que hay múltiples estrategias neoliberales para su legitimación,[19] las administraciones públicas de carácter neoliberal, junto a las presiones e influencia del complejo biomédico-farmacéutico y las aseguradoras sanitarias, han ido proponiendo y realizando muy diversas acciones:
Leyes y reformas legales (un claro ejemplo han sido la ley 15/97 el RD 16/2012)
Los desgravamientos fiscales (colectivos e individuales)
La gestión privada y “nuevas formas de gestión” de servicios públicos
El aumento de coaseguramientos privados
La generación de externalizaciones y subcontrataciones
La creación de partenariados público privado (consorcios de empresas y servicios)
Y la realización de inversiones masivas en la industria biomédica, farmacéutica, genética, tecnológica, sistemas información para consumo. Desarrollo mercantilizador y reacción social (2012-2017).
El último período histórico analizado tiene que ver con el progresivo desarrollo mercantilizador de la sanidad y la consiguiente reacción social ante esas políticas. Y es que tras el goteo constante de casi dos décadas llega la ducha de agua fría. El gobierno del PSOE de Zapatero dejó el gobierno en diciembre de 2011, y el gobierno del PP con Rajoy llegará al poder con diez millones de votos (44%) ganando prácticamente en todo el territorio con las únicas excepciones del País Vasco y Cataluña, y la provincia de Sevilla. El PSOE con siete millones de votos (38%) quedará a gran distancia.
El gran poder acumulado por el PP le permitió poner en marcha el Real Decreto-Ley (RDL 16/2012), una auténtica contrarreforma sanitaria que comporta pasar de un sistema nacional de salud a un sistema tripartito basado en los seguros sanitarios para los ricos, la seguridad social para los trabajadores y la beneficencia para el resto de personas.[20] ¿Qué características clave comporta la aprobación de ese RD? Los aspectos más relevantes se pueden quizás resumir en cuatro puntos:
Pasar de un sistema financiado con impuestos directos a uno basado en la cotización social, financiación de un modelo de seguros con el pago del afiliado (asegurado) o el protegido (beneficiario) por la Seguridad Social y copagos.
Se renuncia a la atención sanitaria universal excluyendo a los sectores más débiles de la sociedad española: inmigrantes sin papeles y discapacitados con una discapacidad menor del 65%, entre otros colectivos.
Se niega la sanidad a inmigrantes o personas enfermas socialmente excluidas, el “nuevo” sistema puede acarrear problemas con la saturación de urgencias y la probable aparición de epidemias.
Se crean varios niveles de servicios, lo que apunta a una reducción de las prestaciones básicas y la generación de un sistema de beneficencia que puede “arrastrar” a la clase media hacia los seguros privados.
En ocasiones, el modelo se planteó en forma muy descarada como ocurrió en el caso catalán. Boi Ruiz, quien fue Conseller de Salut de la Generalitat de Catalunya durante la presidencia de Artur Mas entre 2010 y 2016, ha dejado para la posteridad algunas perlas realmente impagables que son bien conocidas en Cataluña, pero quizás no tanto en el resto del estado español:
“No hay un derecho a la salud, porque ésta depende del código genético que tenga la persona, de sus antecedentes familiares y de sus hábitos...”
“La salud es un bien privado que depende de uno mismo, y no del Estado…”
“Recomiendo hacerse de una mutua sanitaria. Una mutua privada es una solución para el sistema de salud pública… es un derecho que la gente debe poder elegir y que hay que reconocer fiscalmente.”[21]
En efecto, esa visión neoliberal ha tenido éxito. A veces los datos hablan por sí mismos. Entre 2010 y el 2013 los seguros médicos ganaron más de cien mil abonados con un importante ingreso por primas de casi un 11%. Desde 2008, el negocio de seguros médicos privados ha generado 131.000 nuevos contratos aumentando sus ingresos en 227 millones de euros. Sin embargo, la realidad es con frecuencia poco visible y muchos deben ser los esfuerzos por desvelarla.
Para entender algo mejor la opacidad de muchos procesos mercantilizadores quizás nos puede ayudar utilizar una imagen. En 1976 se realizó la película “Todos los hombres del presidente”, donde dos periodistas del Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein, destaparon el caso Watergate que llevó a la destitución del presidente Richard Nixon. En la película, el periodista que representa Woodward (Robert Redford), está en el sótano de un aparcamiento hablando con su confidente que es un agente del FBI (William Mark Felt, también conocido como deep throat),[22] a quien está intentado sacar la información para desvelar los responsables del caso. En un momento dado, ante la insistencia de las preguntas del periodista, el confidente le espeta “Follow the money, just follow the money” (sigue al dinero, tan solo sigue la pista del dinero). Para entender adecuadamente el conjunto de procesos mercantilizadores de la sanidad de esos años, eso es lo que deberíamos hacer: seguir el dinero, seguir todas las pistas que llevan a entender cómo, dónde y de qué manera se gasta el dinero público, nuestro dinero, el dinero de toda la población. Y por tanto, entender de ese modo cómo se ha avanzado en ese proceso de mercantilización, con qué mecanismos, y qué responsables hay detrás. Son procesos complejos y opacos, que casi siempre llegamos a conocer –al menos en parte- gracias al trabajo de periodistas de investigación valientes como Albano Dante y Marta Sibina de “caféambllet”, que han ayudado a entender muchas de las prácticas y acciones corruptas de la sanidad catalana, en un rompecabezas difícil de conocer e integrar.[23]
Es claro que si uno quiere hacer negocio con el sistema privado ¿qué tiene que hacer? Tiene que parasitar al sistema público, tiene que hacer que el sistema público parezca ineficiente, que no funciona, que hay largas listas de espera, que hay colas, que la calidad es baja, y así un largo etcétera. El neoliberalismo aprendió mucho de la importancia fundamental relacionada con la modificación de las leyes, y donde el papel de los gestores en puestos clave es muy importante: colocar a las personas clave en los lugares clave, bajo un modelo ideológico de gestión empresarial. Es de ese modo como se logra abrir espacios de mercantilización que son los que permiten finalmente hacer negocios y ganar dinero. Y por supuesto, todo ello tiene también que ver con lo que se puede llamar la “promiscuidad” entre el poder económico y el poder político. Es decir, el papel de las puertas giratorias entre políticos y grandes empresas, o entre los grandes consorcios empresariales, tecnológicos y sanitarios a nivel global que mueven sus hilos para hacer negocios. Seguro que les suenan nombres como el grupo Capio, Tecnon, Quiron, entre otros muchos, pero también juegan un papel crucial grupos menos conocidos que conforman las grandes consultoras tan directamente relacionadas con los gobiernos, las llamadas Big Four: Deloitte, KPMG, Ernest & Young, y quizás la más conocida de todas PwC, la empresa de donde proviene por cierto Luis de Guindos, ministro de economía español desde 2011.
Principales contradicciones del sistema
Tras el sucinto resumen histórico expuesto sobre la evolución y procesos mercantilizadores que han tenido lugar en el Sistema de Salud español, debería quedar claro sin embargo que no todo es blanco o negro, que hay muchos grises, y que hay situaciones muy diversas con avances positivos y negativos que comentaré de forma muy esquemática en forma de contradicciones. Por un lado, presentaré aquellos apartados del sistema de salud que han ido mejorando gracias al esfuerzo de personas y colectivos muy diversos: partidos, profesionales, sindicatos, grupos sociales, etc. De otro lado, mostraré otros apartados que no han mejorado o que han empeorado (o que presentan un elevado riesgo de hacerlo). Por un tema de espacio, me limitaré tan solo a enunciar las contradicciones que me parecen más relevantes, aunque me extenderé un poco más en el importante y con frecuencia olvidado asunto de la medicalización de la salud y la generación de daño (iatrogenia).
En primer lugar, la (casi) universalidad y calidad de los servicios vs. los recortes y la subfinanciación crónica del sistema. Vale la pena recordar que en las últimas décadas se han recortado muchos millones de euros y muchos miles de trabajadores y en ese sentido el sistema de salud se ha descapitalizado. Por ejemplo, un estudio ha mostrado como en el año 2015 el gasto sanitario per cápita de España fue de 2.374€ en comparación con 2.800 de la UE.[24] El gasto sanitario español respecto al PIB fue de 9,2 por 9,9 de la UE. En cuanto al porcentaje del gasto sanitario público, éste fue de 71% en España por 79% en la UE. Siempre estamos por debajo. Más allá de cómo nos gastemos el dinero, lo que parece claro es que estamos en una situación de infrafinanciación o de subfinanciación crónica.
La segunda contradicción, es la búsqueda de eficiencia y equidad de la gestión de centros sanitarios versus los procesos de privatización y mercantilización que perjudican la eficiencia y equidad global del sistema.
La tercera, el desarrollo de un sistema de sanidad pública centrado en el diagnóstico y tratamiento versus un modelo de salud pública que sea integrado e integral, o tanto como sea posible, en los planos humano, biopsicosocial y clínico.
La cuarta, el elevado nivel de la atención y calidad hospitalaria que ha crecido y mejorado sustancialmente en muchos sentidos, algo que aparece profusamente en los medios de comunicación, versus el escaso gasto que se dedica a la atención primaria, comunitaria, sociosanitaria y a la salud mental. Es realmente vergonzoso el bajo gasto que tiene lugar en esos apartados del sistema de salud.
La quinta es el alto nivel de calidad y buena formación de la mayoría de profesionales sanitarios, que ha ido aumentando a lo largo de las décadas versus su creciente precarización laboral y migración (el llamado brain drain), donde muchos profesionales marchan a otros países porque no tienen espacio, porque no pueden trabajar, y porque están hartos de trabajar en situaciones de precariedad. Por ejemplo, varios estudios en Barcelona han mostrado la elevada precariedad de los profesionales médicos[25] y de enfermería.[26]
En sexto lugar, la mejora del conocimiento técnico y especializados de los profesionales de la salud vs. la común ausencia de una mirada más humanística e integral de la salud.
En séptimo lugar, el aumento del acceso a medicamentos y tecnología sanitaria vs. un tipo de sanidad muy medicalizada y menudo generadora de iatrogenia. Me voy a detener un poco en este punto porque me parece un tema importante pero que no es comúnmente destacado. Y es que en España, a la vez que hay enfermos que no tienen acceso (o un acceso adecuado) a los medicamentos, un tema grave que hay que denunciar y cambiar, también ocurre el extremo opuesto. Está claro que es bueno y necesario hablar de salud y no sólo de enfermedad, pero hay que ir con cuidado. Y es que cada vez más el objetivo de las grandes empresas farmacéuticas no son solo los enfermos, sino todas las personas. Prácticamente cualquier asunto es potencialmente un tema de “salud”, algo que se relaciona con el consumo y la expansión de numerosos productos y tecnologías. Hace ya casi un cuarto de siglo, una interesante editorial de una revista médica se preguntaba: “¿Qué es una persona sana?” Ante el crecimiento de intervenciones médicas de todo tipo de las últimas décadas, su respuesta era que: “una persona sana es un paciente que aún no ha sido diagnosticado.”[27] La tecnología digital en el campo de la salud ha seguido aumentando con rapidez, y todo hace prever que, para bien o para mal, en muy pocos años vamos a encontrarnos con una masiva revolución digital en el campo médico. Los aspectos positivos son indudables, pero en relación con los malos usos de la medicina hay estudios que muestran resultados muy preocupantes. Por ejemplo, en Estados Unidos, un interesante artículo del 2000 estimaba que la iatrogenia, el daño a la salud producido por la mala o excesiva medicación o tecnología, generaba anualmente entre 230 y 284.000 muertes, y que eso representaba la tercera causa de muerte del país.[28] Un análisis mucho más reciente de 2016 ha estimado que la cifra de muertes por efectos adversos alcanzaba las 400.000 muertes anuales.[29] Sería muy interesante tener estudios detallados del impacto de esa iatrogenia en España y otros países. Por todo ello, no es de extrañar que médicos como Juan Gervas entre otros muchos hagan referencia a la llamada “prevención cuaternaria”.[30] Estamos por tanto ante un tema de gran importancia: evitar el abuso en las intervenciones médicas, controlar la llamada tecnofilia: la creencia de que la tecnología puede arreglarlo prácticamente todo, que va a resolver todos los problemas del mundo: la pobreza, el hambre, la enfermedad, e incluso la muerte. Esa es la reivindicación de un progreso científico-técnico ilimitado, posthumano, como el propuesto por autores relacionados con la Singularity University como Raymond Kurzweil, José Luis Cordeiro u otros eufóricos vendedores mesiánicos de tecnodistopías.[31]
Octavo, el elevado interés y valoración teórica –subrayo lo de teórica- de la promoción de la salud, la prevención y la salud pública versus la ausencia de inversiones y políticas en salud pública, en la salud laboral, la salud ambiental y salud mental, entre otros. Y es que no cuesta nada poner en los documentos, informes o incluso leyes que la promoción de la salud es muy importante, que la participación o la salud pública son cruciales. Sí, está muy bien hablar de la importancia de la prevención, la salud pública, la salud laboral, la salud ambiental, la salud mental… pero al mirar los presupuestos podemos observar la escasa prioridad que todo ello recibe en la actualidad.
Noveno, la visibilización y referencia genérica a los determinantes sociales de la salud y la equidad en documentos y presentaciones públicas versus la falta de acción política sobre estos factores, así como la ausencia de evaluaciones de las políticas. En la última década cada vez se habla más y más de los Determinantes Sociales de la Salud y la equidad, una tendencia verdaderamente muy positiva. Ahora bien, ¿qué se hace en la práctica en relación a los Determinantes Sociales? Nada o muy poco. Además, más allá de la distancia existente entre teoría y práctica, entre el decir y el hacer, hoy existe una batalla sobre el significado y sentido de la expresión “Determinantes Sociales de la Salud”.[32]
En décimo lugar, la ampliación y mejora de los sistemas de información clínicos y sanitarios versus la posibilidad de venta mercantil de datos ciudadanos (big data). También aquí estamos ante un tema de gran interés, que merece mucha atención. No cabe duda de que el uso de información es de gran importancia para los investigadores, pero no cabe ser ingenuos, el uso de una enorme cantidad de datos puede ser también potencialmente muy dañino en términos de control social y en manos de grandes empresas cuyo objetivo básico bajo el capitalismo es fomentar el consumo y los beneficios, con todo el impacto iatrogénico que ello puede comportar.
Undécimo, el notable crecimiento de inversiones y actividades de investigación biomédica versus la falta de inversiones en investigación de los “Determinantes sociales de la salud y la equidad”, la "Salud en todas las políticas" y la evaluación de las políticas sociosanitarias. También en estos casos, existe básicamente una proclama retórica. Queda muy bien hablar de la importancia de la investigación en “salud en todas las políticas”, pero ¿qué se hace? Nada o muy poco. Nuevamente estamos ante una etiqueta que casi nunca se traduce en políticas reales.
Y finalmente, la última contradicción, es la frecuente mención de que hay que crear una sanidad transparente y democrática versus la opacidad, clasismo, sexismo y la poca participación popular realmente existentes.
Algunos desafíos
Ante esa evolución histórica y las contradicciones existentes, ¿hacia dónde deberíamos caminar? ¿A qué retos fundamentales deberíamos hacer frente para lograr el mejor Sistema de Salud posible para toda la ciudadanía? Aún a riesgo de simplificar en demasía, me parece que los desafíos más importantes que tenemos por delante son cinco. Me limitaré a mencionarlos sin entrar en plantear un programa técnico y político que merecería un desarrollo mucho mayor, tal y como hemos comentado en otros lugares:[33]
Financiar mejor, desprivatizar y desmercantilizar el sistema de salud
Priorizar la atención primaria y comunitaria, así como la salud pública y las acciones sobre los determinantes sociales de la salud Desprecarizar, desmedicalizar, reeducar (a los profesionales y a la población) sobre la salud, la medicina y la salud pública
Desarrollar nuevos sistemas de información, vigilancia y evaluación de la “salud en todas las políticas” y con más investigación social y comunitaria
Extender la democracia, la participación popular y la soberanía popular en el campo de la salud
Cada una de los conceptos propuestos representa un gran desafío. Son palabras que comportan retos enormes que requieren mucha reflexión, hacer propuestas, plantear actividades y por supuesto disponer de la capacidad política para poder plantear y realizar políticas a la vez ambiciosas, integrales y justas.
Entre las muchas palabras que podríamos seleccionar me quedo con la palabra “democracia” porque es una de esas palabras fetiche que todo el mundo usa y que sirve para legitimar prácticamente cualquier cosa.[34] Y es que el asunto de las palabras es un tema realmente fundamental. A veces, pocas veces, desde los lugares de poder se habla claro. No ocurre con frecuencia, pero a veces los poderosos se sienten tan impunes que se permiten el lujo de hablar con claridad. Por ejemplo, sobre la palabra “democracia”, un ex columnista del Consejo Editorial de The Wall Street Journal señalaba en una entrevista:
“Creo que el capitalismo es mucho más importante que la democracia. Ni siquiera soy un gran creyente en la democracia… Yo estoy a favor de que la gente pueda votar y cosas así, pero hay muchos países que tienen el derecho al voto que siguen siendo pobres. La democracia no siempre lleva a una buena economía, o siquiera a un buen sistema político. Con el capitalismo, eres libre de hacer lo que quieras, de hacer cualquier cosa que quieras con tu persona.”[35]
Y al pensar en las complejas interrelaciones existentes entre el capitalismo, la salud y la democracia,[36] creo que vale la pena recordar las palabras del viejo Rudolf Virchow, uno de los más conocidos padres de la salud pública, quien enunció aquella conocida frase que reza “la medicina es una ciencia social y la política no es más que medicina a gran escala”. Pero Virchow señaló también una frase seguramente mucho menos conocida que también me gusta recordar y con la que quiero acabar:
“La mejora de la medicina alargará la vida humana, pero la mejora en las condiciones sociales permitirá conseguir ese logro más rápidamente y con mayor éxito... La receta se puede resumir de este modo: democracia plena y sin restricciones.”[37]
Muchas gracias por la atención.
(Texto revisado y adaptado de la intervención “Las políticas de salud y las desigualdades: evolución histórica, contradicciones y retos: ¿qué lecciones podemos aprender?” en la Jornada de Salud de Podemos “¿Qué sistema de salud para qué futuro? Pensando las políticas sanitarias de los próximos 20 años” el 2 de diciembre de 2017 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. El video completo con todas las intervenciones de Joan Benach, Carme Borrell, Juan Antonio Gil, Ildefonso Hernández, Mónica García, Lucía Artazcoz, Javier Padilla y José J O’Shanahan puede verse en: https://www.youtube.com/watch?v=_wEKr8zS7KM)
Referencias:
Ver el original
Joan Benach Catedrático de Sociología en el Departamento de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Pompeu Fabra. Director del Grupo de Investigación en Desigualdades en Salud (GREDS-EMCONET) y Subdirector del JHU-UPF Public Policy Center, Universidad Pompeu Fabra a Barcelona.
Fuente: www.sinpermiso.info,
Stephen William Hawkins fue un físico teórico, astrofísico, cosmólogo y divulgador científico británico que sufrió una grave enfermedad degenerativa nerviosa, siempre reconoció que sin la ayuda del Servicio de Salud Británico, que se implantó después de la II G. M., (1948) por el gobierno laborista, no podría haber vivido. Falleció el pasado 14 de marzo, a los 74 años. Encarna uno de tantos ejemplos del bien real que puede realizar la sanidad pública de calidad hoy en día.
Muchas gracias por la invitación. Me han pedido que haga una presentación general sobre las ambiciosas preguntas formuladas en esta interesante Jornada. Aunque es imposible hablar de todo, quiero plantear algunas ideas que nos permitan reflexionar sobre los cambios y perspectivas de las políticas de salud y equidad en el Estado español. Trataré varios aspectos que me parecen de especial interés: los principales rasgos asociados a la configuración y evolución de la mercantilización del Sistema de Salud español, las principales contradicciones del Sistema, y algunos de los desafíos que me parece más importante encarar.
Evolución y rasgos históricos
Aunque siempre es arriesgado plantear las fases de un determinado momento histórico, y puede haber distintas propuestas cronológicas,[1] desde el punto de vista de su mercantilización me parece que no me aparto demasiado a la realidad si analizamos la evolución del Sistema de Salud en cuatro grandes etapas. Un primer período de reordenación y reforma inicial del sistema que abarca prácticamente desde la aprobación de la Constitución en 1978 hasta la Ley General de Sanidad en 1986. Una segunda etapa que incluye una serie de avances reformistas con fuertes tendencias privatizadoras que abarca la década que va desde 1986 hasta 1996 cuando el Partido Popular (PP) de Aznar gana las elecciones. Un tercer período que profundiza el avance neoliberal mercantilizador que iría desde 1996 hasta 2012 con la aprobación de un regresivo Real Decreto que transforma la sanidad. Y finalmente, la etapa que va desde 2012 hasta finales de 2017, con un fuerte desarrollo mercantilizador pero también con una notable reacción social y popular contra los recortes y el avance conservador.
Reordenación y reforma (1978-1986)
Por lo que hace a esta primera etapa, vale la pena recordar que el franquismo nos dejó una sanidad fragmentada y centralizada, con grandes desigualdades sociales y de salud, una atención sanitaria deficiente, sobre todo la hospitalaria, con un sistema de gestión ineficiente y antidemocrático, y un sistema de salud pública enormemente limitado en cuanto al control, la planificación, la vigilancia y evaluación epidemiológica, la salud laboral y ambiental o el control alimentario, por sólo citar algunos apartados importantes. Baste recordar por ejemplo el lamentable episodio del fraude alimentario causado por el llamado síndrome del aceite tóxico o enfermedad de la colza a partir de mayo de 1981. Además del desastre de salud pública que causó más de 1.000 muertes y más de 20.000 afectados,[2] el episodio daría para realizar una serie de televisión o una película de Almodóvar con un gran número de situaciones trágico-cómicas.[3]
Durante esa primera etapa que coincide con los gobiernos postfranquistas de Adolfo Suárez entre 1977 y 1982, y la primera legislatura del PSOE tras su aplastante victoria a finales de octubre de 1982, se crea el Ministerio de Sanidad al que se asignaran las competencias de Salud Pública en la forma de una Dirección General, se desmonta la estructura del Instituto Nacional de Previsión (INP), que incluye el Seguro Obligatorio de Enfermedad (SOE) de 1944. En 1978, el INP se desdobló en entidades gestoras, correspondiendo al INSALUD la gestión de la asistencia sanitaria (el antiguo SOE), que dependía del Ministerio de Sanidad, y se empiezan transferir competencias a las Comunidades Autónomas. Primero será Cataluña en 1981, y luego Andalucía en 1984, el País Vasco y la Comunidad Valenciana en 1988, Galicia y Navarra en 1991 y Canarias en 1994. Las comunidades adquirirán cada vez mayor peso económico y político, donde una parte muy importante de su presupuesto global será dedicado a la sanidad. Sin embargo, durante esos años de inicio de la transición política se hizo muy poco para solventar la crisis sanitaria existente ya que persistieron los problemas de salud existentes durante el franquismo: la fuerte inercia del sistema con múltiples deficiencias e ineficiencias en los servicios sanitarios, la ideología biomédica hegemónica y la medicalización de la salud existentes, la creciente parasitación del sector público por el sector privado, y la existencia de desigualdades.
Para entender un poco mejor el contexto que se vive en ese momento histórico, centremos la atención en Cataluña, lugar donde existía un fuerte movimiento social y sanitario, reivindicativo y crítico, que analizó y reclamó en diversos informes y libros un cambio radical del sistema sanitario. En un estudio de 1977 sobre el Servicio Nacional de Salud se señala lo siguiente:
“La transformación del actual caos sanitario en un Servicio Nacional de la Salud implica una transformación radical. Supondría una organización sanitaria normalizada (tanto en el sentido de incluir todos los aspectos sanitarios como en el hecho de hacer desaparecer las duplicidades de servicios), con una base territorial (regionalización sanitaria), donde se ponga el acento en la prevención y en la medicina de primer nivel (el hospital pasaría a ser una parte reducida, pero altamente especializada y cualificada, dentro del conjunto sanitario), con una financiación a través de los presupuestos públicos, una vez hecha la reforma fiscal y con una gestión democrática y muy descentralizada”.[4]
Y para completar un poco más ese análisis podemos también observar el diagnóstico que hacía otro estudio[5] promovido por Jordi Gol, un “médico de personas” muy singular,[6] preocupado por la Atención Primaria y la medicina integral y humana:
La falta de una política sanitaria coherente con una planificación, información y evaluación deficientes, así como la dependencia del centralismo y el autoritarismo del gobierno estatal; La hegemonía de la medicina curativa, el olvido de la promoción de la salud, la medicina preventiva y la reinserción social; El exagerado consumismo médico-farmacéutico fomentado por el complejo médico-hospitalario, la ideología individualista y médica de la enfermedad, y la falta de educación sanitaria; La desigualdad entre clases sociales era el factor generador de más desigualdades en la salud y como las mujeres estaban peor atendidas, sobre todo por las insuficiencias de una asistencia primaria y medicina preventiva desprestigiadas e insuficientemente financiadas; El avance del sector privado en detrimento del sector público.
A grandes rasgos, ese es el “diagnóstico” general cuando en octubre de 1982 el PSOE gana las elecciones de forma aplastante con diez millones de votos (48% del total) mientras que la muy conservadora Alianza Popular queda muy lejos con solamente cinco millones (26%). La victoria del PSOE generó una enorme expectativa social basada además en una enorme legitimidad política (una mayoría absoluta de 202 diputados con una participación electoral del 80%). En ese momento se intensifica la necesidad de realizar una reforma sanitaria y se discute profusamente sobre conceptos como “participación”, “promoción de la salud” o el “derecho a la salud”, que están en la cabeza de la mayor parte de quienes quieren mejorar la sanidad y la equidad en salud. En cambio, vale la pena notar que cuando progresivamente se imponga la hegemonía cultural neoliberal, el discurso irá cambiando y las palabras objeto de debate pasarán a ser “gestión”, “eficiencia”, “copagos” y otros conceptos relacionados.
Para ilustrar el momento histórico que en esos momentos se vive y darnos una idea de las luchas políticas que tienen lugar podemos fijarnos en un par de editoriales de El País que, dicho sea de paso, era un periódico bastante más “progresista” de lo que es en la actualidad cuando se ha convertido en adalid de buena parte de las ideas neoliberales. Por ejemplo, una editorial de 1984 señalaba los conflictos, discusiones y luchas ideológicas que en ese momento tenían lugar en el debate de la reforma de la sanidad:
“Los conflictos entre los cargos políticos del ministerio, los roces con el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (administrador de los fondos del Instituto Nacional de la Salud), las tensas relaciones con los sindicatos y con la profesión médica (ante una reforma mil veces anunciada y cuyo comienzo nadie atisba) y los contratos multimillonarios con la industria farmacéutica ocupan mientras tanto la atención de los ciudadanos”.[7]
Dos años más tarde, el 25 de abril de 1986, sólo dos meses antes de las nuevas elecciones generales de junio, se aprobó la Ley general de Sanidad (LGS 14/1986) que crearía el “Sistema Nacional de Salud”. Aunque en años posteriores la LGS ha sido habitualmente valorada de forma muy positiva sus avances por casi todo el mundo, en ese momento la situación no se ve necesariamente de ese modo y, de hecho, se realizan fuertes críticas a las insuficiencias de la Ley. En una editorial de El País de ese año se leen cosas como éstas:
“La Ley general de Sanidad (…) significa la pérdida de una oportunidad histórica para realizar una profunda reforma sanitaria en un país en el que todavía algunos hospitales públicos pueden ser calificados como fábricas de dolor. Varias parecen ser las claves que laten tras este fracaso: por un lado, la falta de interés del propio Gobierno en materia sanitaria, que ha hecho que ésta no figure entre las prioridades políticas y, por tanto, presupuestarias de esta legislatura; por otro, la falta de decisión del Ministerio de Sanidad y Consumo para enfrentarse con los poderes fácticos del corporativismo sanitario y, muy especialmente, con la Organización Médica Colegial, lo que le ha hecho realizar continuas concesiones que han desvirtuado muchos de los aspectos positivos del proyecto inicial”.[8]
Vale la pena recordar que, al igual como ocurrió en otros ejemplos históricos similares, el Colegio de Médicos (la Organización Médica Colegial) dirigido por el Dr. Ramiro Rivera se opuso frontalmente durante esos años a la Ley General de Sanidad, y que la lucha social y política para influir en el resultado final de la LGS que daría paso al Sistema Nacional de Salud fue realmente notable. No obstante, cuando años más tarde se valora lo ocurrido, algunos intentan promover la visión de que derechos sociales tan importantes como la sanidad universal fueron otorgados de forma sencilla, rápida o incluso cómoda. La realidad histórica suele ser muy distinta. Un conocido ejemplo histórico fue el establecimiento del National Health Service (NHS) en Inglaterra tras la Segunda guerra mundial, donde también se produjo una oposición frontal por parte de los médicos.[9]
La Ley General de Sanidad se articuló bajo tres principios básicos: reorganizar la Atención Primaria, fomentar la participación comunitaria, y realizar políticas intersectoriales. Entre los resultados positivos más destacados de la LGS podemos citar los siguientes puntos: la casi universalización de la cobertura sanitaria, la creación de la especialidad de Medicina familiar y comunitaria, una mayor unificación administrativa de la red asistencial, y la mejora en la calidad de la atención. Sin embargo, los problemas de la sanidad continuaron, hubo resistencias de todo tipo, persistieron las insuficiencias y la visión tecnocrática y biomédica de la sanidad sin que se cumplieran muchos de los objetivos, valores, y principios presentes en el espíritu y las reivindicaciones sociales por lograr un sistema más humano, social e igualitario.
Avances reformistas y tendencias privatizadoras (1986-1996).
La Ley General de sanidad en España fue la última de las leyes de sanidad reformistas asociadas al Estado de bienestar aprobadas en Europa, en un momento en que ya desde los años 70 con el golpe de Estado en Chile y los gobiernos de Thatcher y Reagan emergían en el mundo el neoliberalismo[10] y la ola de privatizaciones de los sistemas sanitarios públicos. En efecto, sobre todo a partir de los años 80, junto a fenómenos como el aumento de inversión turística o inmobiliaria en las ciudades, y la llamada “financiarización” de la economía, el gran poder económico verá la salud como un lugar crucial donde invertir y hacer negocios. Ese es un punto clave porque de hecho casi cualquier cosa puede hoy día convertirse en una enfermedad o en un problema de salud. Así pues, en esos años el sector sanitario público se situó por tanto bajo el punto de mira de gobiernos conservadores, instituciones internacionales y grandes empresas (farmacéuticas, seguros, tecnológicas y hospitalarias), aumentando progresivamente la presión para mercantilizar la sanidad. Un ejemplo de ello fueron los informes del Banco Mundial, en que de forma algo disimulada se empiezan a plantear rasgos que poco a poco van a convertirse en características clave del neoliberalismo.[11]
Uno de los lugares del Estado español donde antes se produjo un desarrollo precoz en los procesos de mercantilización de la sanidad fue en Cataluña. Desde hace muchas décadas en Cataluña había existido una concepción privada de la sanidad donde las fundaciones privadas, eclesiásticas y el mundo empresarial tuvieron mucho espacio. Ya en los años 80 junto a las transferencias en sanidad emergieron los procesos privatizadores y mercantilizadores.[12] Esos procesos fueron combinando varias estrategias. Por un lado, el “síndrome del goteo” donde se trata de ir haciendo una pequeña reforma por aquí y una pequeña reforma por allá, y poco a poco, como quien no quiere la cosa, se van generando y ampliando cambios de mucho calado. Y por otro lado, al mismo tiempo, se va a ir produciendo también lo que la periodista canadiense Naomi Klein ha llamado el “síndrome del shock”, es decir, episodios abruptos de cambio donde la gente se queda paralizada, sin respuestas, y sin saber muy bien cómo reaccionar.[13]
Un proceso similar ocurrió por ejemplo en Cataluña en 1990 con la aprobación de la Ley de Ordenación Sanitaria de Cataluña (LOSC). La LOSC puso en marcha y legitimó las llamadas teorías de mercado de la "Nueva Gestión Pública" (NGP) que proponían la separación entre compra y provisión de servicios, fomentando la creación de un extenso sector público empresarial. Durante esos años, Cataluña tenía una situación diferente a la del resto de España: en 1986 la relación entre provisión privada/pública era de 70/30 en Cataluña, mientras que en el resto del país era la inversa. La LOSC definió un modelo sanitario mixto, que integraba en una sola red de utilización pública todos los recursos sanitarios, sean o no de titularidad pública, y que recoge una tradición de entidades (mutuas, fundaciones, consorcios, centros de iglesia) históricamente dedicadas a la salud. Y también la LOSC que creó la Red de Hospitales de Utilización Pública (XHUP), para favorecer este proceso de provisión privada con financiación pública.[14]
En el conjunto del estado español, apenas unos años después de la aprobación de la LGS, en 1991 se produce el primer intento estructurado para avanzar en la privatización y mercantilización de la salud a través del conocido “Informe Abril” (Informe y Recomendaciones de la Comisión de Análisis y Evaluación del Sistema Nacional de Salud) generado por la comisión de su mismo nombre, que contó con 9 miembros titulares y un total de 140 expertos, y que fue presidida por Abril Martorell, uno de los hombres de confianza de Adolfo Suárez en la Unión de Centro Democrático. El núcleo del informe planteó la puesta en marcha de nuevas ideas sobre la gestión pública y los copagos, donde se abogaba por avanzar en los puntos siguientes:
Mejorar su eficiencia mediante la separación de garantía del derecho (financiación pública) y provisión de servicios
Introducir supuestos de mercado en la gestión de un servicio público
Establecer un catálogo básico de prestaciones.
Instaurar conceptos como la “prestación adicional” y “complementaria” cofinanciados por el usuario.
Generar un mercado interno en la provisión de servicios sanitarios extendiendo la cultura del contrato-programa.
Si bien en ese momento las resoluciones de la Comisión no prosperaron, se trató del primer intento formal de extender ideas de tipo mercantil en la sanidad que progresivamente, con la ayuda de los medios, la ideología y la propaganda, se irían extendiendo como si de una infección se tratase. Tras el fracaso inicial de la Comisión, Abril Martorell nos dejó algunas perlas de su ideología neoliberal que vale la pena recordar. En una entrevista y ante la pregunta “¿por qué es tan perversa la gratuidad?”,[15] Martorell decía:
“Porque deforma las conductas y los comportamientos del hombre. Porque en el fondo de la naturaleza humana, aquello que no cuesta no se valora lo suficiente, porque se propende a exigir más de lo gratuito, porque cuando uno no paga jamás puede escoger y escoger forma parte de la satisfacción subjetiva.”
Y cuando le señalaban:
“Imagínese que una persona ha tenido un accidente de coche y tiene por delante una larga estancia en el hospital”.
Abril Martorell respondía:
“Me va a perdonar, pero esa persona tiene su seguro de automóvil. Lo primero que tiene que hacer un hospital es curar, pero lo segundo es cobrar”.
Así pues, conviene recordar esas ideas y propuestas para entender un poco mejor el lugar de dónde venimos, y los procesos y luchas que ocurrieron. Y es que a pesar del fracaso inicial de la Comisión, a partir de entonces las fuerzas interesadas en la reforma de la sanidad irían produciendo un goteo permanente de acciones en la dirección apuntada por el Informe.[16] Por ejemplo, en 1992 se constituye la empresa pública Hospital Costa del Sol en Andalucía, donde el sistema incorpora principios de gestión privada a centros que son de titularidad pública, con personalidad jurídica diferenciada. Las empresas se constituyen mediante leyes autonómicas y tienen el control del Parlamento regional. La constitución por la Xunta de Galicia de la Fundación del Hospital de Verín en 1995, es el primer caso de la puesta en marcha de un modelo de gestión privado aprovechando la ley de fundaciones de 1994. En 1996 se pone en funcionamiento otro experimento privatizador, en este caso en atención primaria: son las entidades de base asociativa (EBA), especie de sociedad limitada/cooperativa de médicos que gestionan un centro de salud), primero en Vic y luego en Cataluña durante los Gobiernos de CiU.
Durante esos años, los argumentos ideológicos neoliberales repetidos hasta la saciedad por los mass media han sido permanentes: el sector público es “insostenible” y “burocrático”, el sistema privado es “más eficiente” que el público, la salud pertenece al ámbito personal, los usuarios son responsables de “abusar de la sanidad”.[17] Recordemos que los medios de comunicación de masas, que mejor habría que llamar en demasiadas ocasiones de “desinformación” y “adoctrinamiento”, pertenecen básicamente a los mismos entramados financieros y económicos que están a favor de las políticas neoliberales.
Ascenso neoliberal (1996-2012).
A partir de 1996 se acelera el ascenso neoliberal. El PSOE había entrado progresivamente en decadencia desde hacía años y, aunque ganó las elecciones de 1993, lo hizo por poco. Tres años más tarde, en marzo del 1996, el PP también ganará, aunque también por poca diferencia: 9,7 millones el PP por 9,4 el PSOE. Tras la victoria de Aznar, el goteo neoliberal en la sanidad por lo que hace a la legislación, la gestión y otros ámbitos relacionados se irá acentuando. Veamos de forma muy resumida unos pocos ejemplos que lo ilustran:
El RD 10/1996 sobre habilitación de nuevas formas de gestión del Sistema Nacional de Salud da cobertura legal a los experimentos privatizadores. la Ley 15/97 permite la entrada de entidades privadas en la gestión de los centros sanitarios públicos. La construcción y gestión del hospital de La Ribera en Alzira (1999), abre el camino a la mercantilización de la sanidad y el fomento a “modelos de negocio” privados.
En Madrid, se produce la cesión del hospital de Valdemoro a la empresa de capital sueco Capio (2005).
El caso del “experimento” sanitario privatizador de Alzira en la Comunidad Valenciana bajo la presidencia de Eduardo Zaplana es uno de los más conocidos.[18] Así, se estableció un consorcio en que estaba el grupo Rivera para la gestión, Adesla como aseguradora, Lubasa desde el punto de vista inmobiliario, y Dragados en el tema de la construcción. Todo el “paquete” fue montado para crear una empresa privada que diera cobertura a la atención sanitaria de un área. El caso de Alzira hace referencia a un punto crucial: la cooptación del poder público por el poder privado. Como apuntó en una de sus viñetas el dibujante El Roto: “¡Pero qué aficionados son a gobernar lo público los que todo lo quieren privatizar!”
Como sea que la sanidad es un negocio muy importante que aún puede generar beneficios muchos más amplios, y que hay múltiples estrategias neoliberales para su legitimación,[19] las administraciones públicas de carácter neoliberal, junto a las presiones e influencia del complejo biomédico-farmacéutico y las aseguradoras sanitarias, han ido proponiendo y realizando muy diversas acciones:
Leyes y reformas legales (un claro ejemplo han sido la ley 15/97 el RD 16/2012)
Los desgravamientos fiscales (colectivos e individuales)
La gestión privada y “nuevas formas de gestión” de servicios públicos
El aumento de coaseguramientos privados
La generación de externalizaciones y subcontrataciones
La creación de partenariados público privado (consorcios de empresas y servicios)
Y la realización de inversiones masivas en la industria biomédica, farmacéutica, genética, tecnológica, sistemas información para consumo. Desarrollo mercantilizador y reacción social (2012-2017).
El último período histórico analizado tiene que ver con el progresivo desarrollo mercantilizador de la sanidad y la consiguiente reacción social ante esas políticas. Y es que tras el goteo constante de casi dos décadas llega la ducha de agua fría. El gobierno del PSOE de Zapatero dejó el gobierno en diciembre de 2011, y el gobierno del PP con Rajoy llegará al poder con diez millones de votos (44%) ganando prácticamente en todo el territorio con las únicas excepciones del País Vasco y Cataluña, y la provincia de Sevilla. El PSOE con siete millones de votos (38%) quedará a gran distancia.
El gran poder acumulado por el PP le permitió poner en marcha el Real Decreto-Ley (RDL 16/2012), una auténtica contrarreforma sanitaria que comporta pasar de un sistema nacional de salud a un sistema tripartito basado en los seguros sanitarios para los ricos, la seguridad social para los trabajadores y la beneficencia para el resto de personas.[20] ¿Qué características clave comporta la aprobación de ese RD? Los aspectos más relevantes se pueden quizás resumir en cuatro puntos:
Pasar de un sistema financiado con impuestos directos a uno basado en la cotización social, financiación de un modelo de seguros con el pago del afiliado (asegurado) o el protegido (beneficiario) por la Seguridad Social y copagos.
Se renuncia a la atención sanitaria universal excluyendo a los sectores más débiles de la sociedad española: inmigrantes sin papeles y discapacitados con una discapacidad menor del 65%, entre otros colectivos.
Se niega la sanidad a inmigrantes o personas enfermas socialmente excluidas, el “nuevo” sistema puede acarrear problemas con la saturación de urgencias y la probable aparición de epidemias.
Se crean varios niveles de servicios, lo que apunta a una reducción de las prestaciones básicas y la generación de un sistema de beneficencia que puede “arrastrar” a la clase media hacia los seguros privados.
En ocasiones, el modelo se planteó en forma muy descarada como ocurrió en el caso catalán. Boi Ruiz, quien fue Conseller de Salut de la Generalitat de Catalunya durante la presidencia de Artur Mas entre 2010 y 2016, ha dejado para la posteridad algunas perlas realmente impagables que son bien conocidas en Cataluña, pero quizás no tanto en el resto del estado español:
“No hay un derecho a la salud, porque ésta depende del código genético que tenga la persona, de sus antecedentes familiares y de sus hábitos...”
“La salud es un bien privado que depende de uno mismo, y no del Estado…”
“Recomiendo hacerse de una mutua sanitaria. Una mutua privada es una solución para el sistema de salud pública… es un derecho que la gente debe poder elegir y que hay que reconocer fiscalmente.”[21]
En efecto, esa visión neoliberal ha tenido éxito. A veces los datos hablan por sí mismos. Entre 2010 y el 2013 los seguros médicos ganaron más de cien mil abonados con un importante ingreso por primas de casi un 11%. Desde 2008, el negocio de seguros médicos privados ha generado 131.000 nuevos contratos aumentando sus ingresos en 227 millones de euros. Sin embargo, la realidad es con frecuencia poco visible y muchos deben ser los esfuerzos por desvelarla.
Para entender algo mejor la opacidad de muchos procesos mercantilizadores quizás nos puede ayudar utilizar una imagen. En 1976 se realizó la película “Todos los hombres del presidente”, donde dos periodistas del Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein, destaparon el caso Watergate que llevó a la destitución del presidente Richard Nixon. En la película, el periodista que representa Woodward (Robert Redford), está en el sótano de un aparcamiento hablando con su confidente que es un agente del FBI (William Mark Felt, también conocido como deep throat),[22] a quien está intentado sacar la información para desvelar los responsables del caso. En un momento dado, ante la insistencia de las preguntas del periodista, el confidente le espeta “Follow the money, just follow the money” (sigue al dinero, tan solo sigue la pista del dinero). Para entender adecuadamente el conjunto de procesos mercantilizadores de la sanidad de esos años, eso es lo que deberíamos hacer: seguir el dinero, seguir todas las pistas que llevan a entender cómo, dónde y de qué manera se gasta el dinero público, nuestro dinero, el dinero de toda la población. Y por tanto, entender de ese modo cómo se ha avanzado en ese proceso de mercantilización, con qué mecanismos, y qué responsables hay detrás. Son procesos complejos y opacos, que casi siempre llegamos a conocer –al menos en parte- gracias al trabajo de periodistas de investigación valientes como Albano Dante y Marta Sibina de “caféambllet”, que han ayudado a entender muchas de las prácticas y acciones corruptas de la sanidad catalana, en un rompecabezas difícil de conocer e integrar.[23]
Es claro que si uno quiere hacer negocio con el sistema privado ¿qué tiene que hacer? Tiene que parasitar al sistema público, tiene que hacer que el sistema público parezca ineficiente, que no funciona, que hay largas listas de espera, que hay colas, que la calidad es baja, y así un largo etcétera. El neoliberalismo aprendió mucho de la importancia fundamental relacionada con la modificación de las leyes, y donde el papel de los gestores en puestos clave es muy importante: colocar a las personas clave en los lugares clave, bajo un modelo ideológico de gestión empresarial. Es de ese modo como se logra abrir espacios de mercantilización que son los que permiten finalmente hacer negocios y ganar dinero. Y por supuesto, todo ello tiene también que ver con lo que se puede llamar la “promiscuidad” entre el poder económico y el poder político. Es decir, el papel de las puertas giratorias entre políticos y grandes empresas, o entre los grandes consorcios empresariales, tecnológicos y sanitarios a nivel global que mueven sus hilos para hacer negocios. Seguro que les suenan nombres como el grupo Capio, Tecnon, Quiron, entre otros muchos, pero también juegan un papel crucial grupos menos conocidos que conforman las grandes consultoras tan directamente relacionadas con los gobiernos, las llamadas Big Four: Deloitte, KPMG, Ernest & Young, y quizás la más conocida de todas PwC, la empresa de donde proviene por cierto Luis de Guindos, ministro de economía español desde 2011.
Principales contradicciones del sistema
Tras el sucinto resumen histórico expuesto sobre la evolución y procesos mercantilizadores que han tenido lugar en el Sistema de Salud español, debería quedar claro sin embargo que no todo es blanco o negro, que hay muchos grises, y que hay situaciones muy diversas con avances positivos y negativos que comentaré de forma muy esquemática en forma de contradicciones. Por un lado, presentaré aquellos apartados del sistema de salud que han ido mejorando gracias al esfuerzo de personas y colectivos muy diversos: partidos, profesionales, sindicatos, grupos sociales, etc. De otro lado, mostraré otros apartados que no han mejorado o que han empeorado (o que presentan un elevado riesgo de hacerlo). Por un tema de espacio, me limitaré tan solo a enunciar las contradicciones que me parecen más relevantes, aunque me extenderé un poco más en el importante y con frecuencia olvidado asunto de la medicalización de la salud y la generación de daño (iatrogenia).
En primer lugar, la (casi) universalidad y calidad de los servicios vs. los recortes y la subfinanciación crónica del sistema. Vale la pena recordar que en las últimas décadas se han recortado muchos millones de euros y muchos miles de trabajadores y en ese sentido el sistema de salud se ha descapitalizado. Por ejemplo, un estudio ha mostrado como en el año 2015 el gasto sanitario per cápita de España fue de 2.374€ en comparación con 2.800 de la UE.[24] El gasto sanitario español respecto al PIB fue de 9,2 por 9,9 de la UE. En cuanto al porcentaje del gasto sanitario público, éste fue de 71% en España por 79% en la UE. Siempre estamos por debajo. Más allá de cómo nos gastemos el dinero, lo que parece claro es que estamos en una situación de infrafinanciación o de subfinanciación crónica.
La segunda contradicción, es la búsqueda de eficiencia y equidad de la gestión de centros sanitarios versus los procesos de privatización y mercantilización que perjudican la eficiencia y equidad global del sistema.
La tercera, el desarrollo de un sistema de sanidad pública centrado en el diagnóstico y tratamiento versus un modelo de salud pública que sea integrado e integral, o tanto como sea posible, en los planos humano, biopsicosocial y clínico.
La cuarta, el elevado nivel de la atención y calidad hospitalaria que ha crecido y mejorado sustancialmente en muchos sentidos, algo que aparece profusamente en los medios de comunicación, versus el escaso gasto que se dedica a la atención primaria, comunitaria, sociosanitaria y a la salud mental. Es realmente vergonzoso el bajo gasto que tiene lugar en esos apartados del sistema de salud.
La quinta es el alto nivel de calidad y buena formación de la mayoría de profesionales sanitarios, que ha ido aumentando a lo largo de las décadas versus su creciente precarización laboral y migración (el llamado brain drain), donde muchos profesionales marchan a otros países porque no tienen espacio, porque no pueden trabajar, y porque están hartos de trabajar en situaciones de precariedad. Por ejemplo, varios estudios en Barcelona han mostrado la elevada precariedad de los profesionales médicos[25] y de enfermería.[26]
En sexto lugar, la mejora del conocimiento técnico y especializados de los profesionales de la salud vs. la común ausencia de una mirada más humanística e integral de la salud.
En séptimo lugar, el aumento del acceso a medicamentos y tecnología sanitaria vs. un tipo de sanidad muy medicalizada y menudo generadora de iatrogenia. Me voy a detener un poco en este punto porque me parece un tema importante pero que no es comúnmente destacado. Y es que en España, a la vez que hay enfermos que no tienen acceso (o un acceso adecuado) a los medicamentos, un tema grave que hay que denunciar y cambiar, también ocurre el extremo opuesto. Está claro que es bueno y necesario hablar de salud y no sólo de enfermedad, pero hay que ir con cuidado. Y es que cada vez más el objetivo de las grandes empresas farmacéuticas no son solo los enfermos, sino todas las personas. Prácticamente cualquier asunto es potencialmente un tema de “salud”, algo que se relaciona con el consumo y la expansión de numerosos productos y tecnologías. Hace ya casi un cuarto de siglo, una interesante editorial de una revista médica se preguntaba: “¿Qué es una persona sana?” Ante el crecimiento de intervenciones médicas de todo tipo de las últimas décadas, su respuesta era que: “una persona sana es un paciente que aún no ha sido diagnosticado.”[27] La tecnología digital en el campo de la salud ha seguido aumentando con rapidez, y todo hace prever que, para bien o para mal, en muy pocos años vamos a encontrarnos con una masiva revolución digital en el campo médico. Los aspectos positivos son indudables, pero en relación con los malos usos de la medicina hay estudios que muestran resultados muy preocupantes. Por ejemplo, en Estados Unidos, un interesante artículo del 2000 estimaba que la iatrogenia, el daño a la salud producido por la mala o excesiva medicación o tecnología, generaba anualmente entre 230 y 284.000 muertes, y que eso representaba la tercera causa de muerte del país.[28] Un análisis mucho más reciente de 2016 ha estimado que la cifra de muertes por efectos adversos alcanzaba las 400.000 muertes anuales.[29] Sería muy interesante tener estudios detallados del impacto de esa iatrogenia en España y otros países. Por todo ello, no es de extrañar que médicos como Juan Gervas entre otros muchos hagan referencia a la llamada “prevención cuaternaria”.[30] Estamos por tanto ante un tema de gran importancia: evitar el abuso en las intervenciones médicas, controlar la llamada tecnofilia: la creencia de que la tecnología puede arreglarlo prácticamente todo, que va a resolver todos los problemas del mundo: la pobreza, el hambre, la enfermedad, e incluso la muerte. Esa es la reivindicación de un progreso científico-técnico ilimitado, posthumano, como el propuesto por autores relacionados con la Singularity University como Raymond Kurzweil, José Luis Cordeiro u otros eufóricos vendedores mesiánicos de tecnodistopías.[31]
Octavo, el elevado interés y valoración teórica –subrayo lo de teórica- de la promoción de la salud, la prevención y la salud pública versus la ausencia de inversiones y políticas en salud pública, en la salud laboral, la salud ambiental y salud mental, entre otros. Y es que no cuesta nada poner en los documentos, informes o incluso leyes que la promoción de la salud es muy importante, que la participación o la salud pública son cruciales. Sí, está muy bien hablar de la importancia de la prevención, la salud pública, la salud laboral, la salud ambiental, la salud mental… pero al mirar los presupuestos podemos observar la escasa prioridad que todo ello recibe en la actualidad.
Noveno, la visibilización y referencia genérica a los determinantes sociales de la salud y la equidad en documentos y presentaciones públicas versus la falta de acción política sobre estos factores, así como la ausencia de evaluaciones de las políticas. En la última década cada vez se habla más y más de los Determinantes Sociales de la Salud y la equidad, una tendencia verdaderamente muy positiva. Ahora bien, ¿qué se hace en la práctica en relación a los Determinantes Sociales? Nada o muy poco. Además, más allá de la distancia existente entre teoría y práctica, entre el decir y el hacer, hoy existe una batalla sobre el significado y sentido de la expresión “Determinantes Sociales de la Salud”.[32]
En décimo lugar, la ampliación y mejora de los sistemas de información clínicos y sanitarios versus la posibilidad de venta mercantil de datos ciudadanos (big data). También aquí estamos ante un tema de gran interés, que merece mucha atención. No cabe duda de que el uso de información es de gran importancia para los investigadores, pero no cabe ser ingenuos, el uso de una enorme cantidad de datos puede ser también potencialmente muy dañino en términos de control social y en manos de grandes empresas cuyo objetivo básico bajo el capitalismo es fomentar el consumo y los beneficios, con todo el impacto iatrogénico que ello puede comportar.
Undécimo, el notable crecimiento de inversiones y actividades de investigación biomédica versus la falta de inversiones en investigación de los “Determinantes sociales de la salud y la equidad”, la "Salud en todas las políticas" y la evaluación de las políticas sociosanitarias. También en estos casos, existe básicamente una proclama retórica. Queda muy bien hablar de la importancia de la investigación en “salud en todas las políticas”, pero ¿qué se hace? Nada o muy poco. Nuevamente estamos ante una etiqueta que casi nunca se traduce en políticas reales.
Y finalmente, la última contradicción, es la frecuente mención de que hay que crear una sanidad transparente y democrática versus la opacidad, clasismo, sexismo y la poca participación popular realmente existentes.
Algunos desafíos
Ante esa evolución histórica y las contradicciones existentes, ¿hacia dónde deberíamos caminar? ¿A qué retos fundamentales deberíamos hacer frente para lograr el mejor Sistema de Salud posible para toda la ciudadanía? Aún a riesgo de simplificar en demasía, me parece que los desafíos más importantes que tenemos por delante son cinco. Me limitaré a mencionarlos sin entrar en plantear un programa técnico y político que merecería un desarrollo mucho mayor, tal y como hemos comentado en otros lugares:[33]
Financiar mejor, desprivatizar y desmercantilizar el sistema de salud
Priorizar la atención primaria y comunitaria, así como la salud pública y las acciones sobre los determinantes sociales de la salud Desprecarizar, desmedicalizar, reeducar (a los profesionales y a la población) sobre la salud, la medicina y la salud pública
Desarrollar nuevos sistemas de información, vigilancia y evaluación de la “salud en todas las políticas” y con más investigación social y comunitaria
Extender la democracia, la participación popular y la soberanía popular en el campo de la salud
Cada una de los conceptos propuestos representa un gran desafío. Son palabras que comportan retos enormes que requieren mucha reflexión, hacer propuestas, plantear actividades y por supuesto disponer de la capacidad política para poder plantear y realizar políticas a la vez ambiciosas, integrales y justas.
Entre las muchas palabras que podríamos seleccionar me quedo con la palabra “democracia” porque es una de esas palabras fetiche que todo el mundo usa y que sirve para legitimar prácticamente cualquier cosa.[34] Y es que el asunto de las palabras es un tema realmente fundamental. A veces, pocas veces, desde los lugares de poder se habla claro. No ocurre con frecuencia, pero a veces los poderosos se sienten tan impunes que se permiten el lujo de hablar con claridad. Por ejemplo, sobre la palabra “democracia”, un ex columnista del Consejo Editorial de The Wall Street Journal señalaba en una entrevista:
“Creo que el capitalismo es mucho más importante que la democracia. Ni siquiera soy un gran creyente en la democracia… Yo estoy a favor de que la gente pueda votar y cosas así, pero hay muchos países que tienen el derecho al voto que siguen siendo pobres. La democracia no siempre lleva a una buena economía, o siquiera a un buen sistema político. Con el capitalismo, eres libre de hacer lo que quieras, de hacer cualquier cosa que quieras con tu persona.”[35]
Y al pensar en las complejas interrelaciones existentes entre el capitalismo, la salud y la democracia,[36] creo que vale la pena recordar las palabras del viejo Rudolf Virchow, uno de los más conocidos padres de la salud pública, quien enunció aquella conocida frase que reza “la medicina es una ciencia social y la política no es más que medicina a gran escala”. Pero Virchow señaló también una frase seguramente mucho menos conocida que también me gusta recordar y con la que quiero acabar:
“La mejora de la medicina alargará la vida humana, pero la mejora en las condiciones sociales permitirá conseguir ese logro más rápidamente y con mayor éxito... La receta se puede resumir de este modo: democracia plena y sin restricciones.”[37]
Muchas gracias por la atención.
(Texto revisado y adaptado de la intervención “Las políticas de salud y las desigualdades: evolución histórica, contradicciones y retos: ¿qué lecciones podemos aprender?” en la Jornada de Salud de Podemos “¿Qué sistema de salud para qué futuro? Pensando las políticas sanitarias de los próximos 20 años” el 2 de diciembre de 2017 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. El video completo con todas las intervenciones de Joan Benach, Carme Borrell, Juan Antonio Gil, Ildefonso Hernández, Mónica García, Lucía Artazcoz, Javier Padilla y José J O’Shanahan puede verse en: https://www.youtube.com/watch?v=_wEKr8zS7KM)
Referencias:
Ver el original
Joan Benach Catedrático de Sociología en el Departamento de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Pompeu Fabra. Director del Grupo de Investigación en Desigualdades en Salud (GREDS-EMCONET) y Subdirector del JHU-UPF Public Policy Center, Universidad Pompeu Fabra a Barcelona.
Fuente: www.sinpermiso.info,
Stephen William Hawkins fue un físico teórico, astrofísico, cosmólogo y divulgador científico británico que sufrió una grave enfermedad degenerativa nerviosa, siempre reconoció que sin la ayuda del Servicio de Salud Británico, que se implantó después de la II G. M., (1948) por el gobierno laborista, no podría haber vivido. Falleció el pasado 14 de marzo, a los 74 años. Encarna uno de tantos ejemplos del bien real que puede realizar la sanidad pública de calidad hoy en día.
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