Entérese, señor Feijóo. Me extraña que usted no lo sepa y que ninguno de sus asesores se lo haya advertido. No se puede derogar a Sánchez ni al sanchismo. Porque solo se derogan las leyes. Usted lo que pretende es acabar con Sánchez y con el sanchismo. Eso sí. Sea este lo que usted quiera decir que es. O mejor, lo que a la señora Ayuso le de más rabia soportar. Porque a ella le da mucha rabia todo lo que refiere al Presidente del Gobierno.
Les he oído decir tantas cosas de todo tipo sobre el sanchismo (todas malas, por no decir horribles) que me cuesta abarcarlo todo en un golpe de pensamiento. Sencillamente, es el mal en estado puro. Hasta ha dicho que “derogar el sanchismo” es acabar con un modo de gobernar basado en el orgullo para hacerlo desde la humildad. Y es que a humilde no le gana nadie, señor Feijóo. Derogar, si consulta el diccionario, verá que significa dejar sin efecto una norma jurídica o cambiar parte de ella. Eso es derogar.
Usted, si gana las elecciones, podrá proponer al parlamento que derogue todas las leyes que desee, probablemente todas las aprobadas en la legislatura sanchista. Desde la ley sobre eutanasia hasta la ley trans. Ustedes son muy dados a votar en contra de todas las leyes que conquistan derechos y a utilizarlas todas cuando les conviene. Y si no, dígame si los dirigentes y los votantes del PP no se divorcian, si no abortan, si no se casan o acuden a bodas homosexuales… Pero a todo han dicho que no. Y de casi todo han llevado recursos al tribunal constitucional. Han dicho no a la reforma laboral y ahora usted dice que está muy bien, porque tiene el refrendo de los agentes sociales. Pero ya lo tenía entonces cuando votaron en contra, ¿no? Podrá derogar las leyes si tiene los votos suficientes para hacerlo. Pero eso que llama sanchismo no se puede derogar. Porque no es una ley.
Lo que pretende usted es acabar con el sanchismo. Y con Sánchez. Eso sí. Pero, verá, señor Feijóo, eso solo lo pueden hacer los votantes y las votantes. Eso de “vamos a derogar el sanchismo” es una fanfarronada y una inexactitud monumental. Y podría suceder que quienes pueden acabar con el sanchismo no quieran hacerlo. A ver si se lleva una sorpresa. A ver si le pasa lo que le ha hecho usted pasar a la señora Guardiola. Usted piensa que el sanchismo es algo tan odioso, tan perverso, tan maligno, tan soberbio, tan mentiroso que cree que todos los españoles y españolas de bien van a pensar como usted. Pero puede ser que no. Y se puede quedar con las ganas.
A usted le ha hecho el programa el señor Sánchez. Porque lo que va a hacer es acabar con todo lo que él hizo. Como va a terminar con el sanchismo, ya tiene programa para rato. O por lo menos para los primeros días. Pero de proyecto propio, poco.
">Usted se olvida de algunas cuestiones esenciales del sanchismo, como que haya hecho frente a la pandemia y a la vacunación con un éxito indiscutible, de que los datos macroeconómicos sean buenos, de que haya subido el SMI, de que haya garantizado el poder adquisitivo de las pensiones, de que haya salvado muchos empleos con los ERTES, de que haya creado el Mínimo Vital, de que haya promulgado la ley de Muerte Digna, de que haya promulgado la ley trans, la ley de educación, la ley de vivienda y la ley del sí es sí… Anda, que no le ha sacado usted rédito a la ley del sí es sí. Como si a usted le hubieran dolido más los violadores excarcelados o los que han visto reducidas sus penas que a quienes promovieron y promulgaron la ley. Usted, que quiere eliminar el Ministerio de Igualdad, ha utilizado de manera tramposa un error para arremeter contra el Presiente del Gobierno y la Ministra de Igualdad. Estoy seguro de que le han dolido más las excarcelaciones y las reducciones de penas a quienes creen en la violencia de género que a quienes la niegan.
>No haga más trampas. A Sánchez le duelen las víctimas de ETA y del machismo igual, al menos, que a usted; ama a España igual, al menos, que usted; busca la prosperidad de los españoles igual de sinceramente, al menos, que usted; desea que España permanezca unida como nación al menos igual que usted y quiere permanecer en la Moncloa con un deseo similar al de usted por llegar a ella…
>Deje de una ves de recordar cuántos violadores vieron reducidas sus penas y dígale a su socio que reconozca que existe la violencia machista. No sea hipócrita, señor Feijóo. Rásguese las vestiduras por lo que es importante respecto a la superación de la violencia de género. Usted ha aceptado la expresión de violencia intrafamiliar porque tiene una visión muy cercana a la de su socio. Deje de manipular la realidad. Ni les ha importado la ley, ni les importa el Ministerio de Igualdad. Menudo chollo han encontrado en la ley del sí es sí. La han convertido en un cesto de piedras contra el gobierno, no contra los violadores. Se han rasgado las vestiduras de forma hipócrita para machacar al Ministerio de Igualdad y a la ministra que lo preside. Como si fueran más y mejores feministas que ella. Qué barbaridad. Existió un error fatal, Incluso un empecinamiento en el error. No les ha importado la ley del sí es sí. Les ha importado golpear con ella al gobierno. Es que da la impresión de que han hecho una ley para excarcelar y para reducir penas. No, señor Feijóo. No haga trampas. Si de verdad le importa la causa de la igualdad, no pacte con el señor Abascal y deje en paz a Irene Montero.
‘Cara a Cara. El Debate’
En el debate asedió a su contrincante con datos falsos. En eso consiste la técnica del galope de Gish o ametralladora de falacias. Sabrá usted, o su asesor para el debate que también lo es de la señora Ayuso, que se trata de abrumar al oponente con el mayor número de argumentos posible sin tener en cuenta la exactitud de los mismos. Se suceden las medias verdades, los datos falsos, las tergiversaciones y los argumentos engañosos. De esta manera resulta imposible al oponente dar respuesta a todas las cuestiones un solo turno de un debate formal. Resulta obvio que hacer un enunciado de este tipo requiere mucho menos tiempo que el necesario para desmontarlo con argumentos. El término fue acuñado por Eugenie Scott y recibe el nombre del creacionista Duane Gish, que utilizó frecuentemente la técnica contra los defensores de la evolución.
Le voy a dar un pequeño consejo lingüístico. No vuelva a decir que el Gobierno debe de hacer o el Gobierno debe de dejar de hacer… Porque cuando el contenido semántico de la frase es de obligación y no de duda, no hace falta ese de que usted repite una y otra vez. No se cómo no le corrigen sus asesores de la política o de la prensa. Porque el señor Jiménez Losantos se lo sabe, pero solo se lo corrige con desprecio a quienes considera enemigos despreciables…" />Pero hay una trampa del debate que quiero destacar. La insistencia en que el presidente firmase un acuerdo de que gobierne la lista más votada es una trampa de manual. Todas las encuestas le dan a usted ganador, y entonces propone que gobierne la lista más votada. Qué listo, señor Feijóo. Y así se quita el engorro de los pactos. Hizo bien el presidente en sugerirle que le explicase la propuesta al señor Vara. Porque, para que eso que tan vehementemente proponía como una solución democrática no sucediese en Extremadura le hizo tragar a la presidenta de la Comunidad sus palabras para desdecirse de aquellos principios que había proclamado enfáticamente el día anterior. El mismo día en que usted decía que la política consistía en respetar la palabra dada.
Lo que importa, señor Feijóo, es cuál es el proyecto, cuál es la filosofía, cuáles son las prioridades, cuánto le importan a usted los pobres y cuánto los ricos., cuánto los sindicatos y cuánto la patronal, cuánto la verdad y cuánto la mentira, cuánto los de arriba y cuánto los de abajo, cuánto lo público y cuánto lo privado, cuánto la libertad y cuánto la censura…
La ola reaccionaria que está recorriendo el mundo puede anegar a nuestro país. Será una desgracia: un retroceso de las libertades, una pérdida de derechos, una vuelta a la censura, un regreso a la exclusión del diferente, una criminalización de los inmigrantes, un aumento de las privatizaciones en detrimento de lo público, un camuflaje de la violencia de género… Eso es lo que nos espera si acaba usted, como desea, con el sanchismo, Menos mal que usted no puede hacerlo. Está en manos de los electores y de las electoras. Espero que sepan lo que hacen cuando vayan a las urnas.
No sé si le gusta leer. Espero y supongo que sí. Por si tiene un ratito después de las elecciones me gustaría aconsejarle (como a mis lectores y lectoras) la obra reciente de Enrique Javier Díaz, un buen colega y amigo leonés. Me refiero a la obra ‘Pedagogía antifascista. Construir una pedagogía inclusiva, democrática y del bien común frente al auge del fascismo y la xenofobia’. Porque muchos de los problemas que tenemos pueden encontrar solución en la escuela.
domingo, 16 de julio de 2023
PSICOLOGÍA. El método Stutz: un sencillo enfoque para combatir los pensamientos victimistas que nos frenan
Un documental de Netflix ha popularizado las teorías de un psiquiatra neoyorquino aquejado de párkinson sobre cómo utilizar la fuerza interior para afrontar dificultades
Metodo Stutz
RICARDO TOMÁS
FRANCESC MIRALLES
Hace una década se publicó en nuestro país El método, escrito por Phil Stutz en colaboración con Barry Michels. Sin embargo, este manual de psicología práctica pasó inadvertido hasta que el año pasado se estrenó en Netflix el documental Stutz, dirigido por el actor Jonah Hill, que a su vez se pone en el papel de entrevistador de su terapeuta: el mismo Stutz, un psiquiatra neoyorquino afincado en Los Ángeles, donde trata a numerosas estrellas de Hollywood. En el documental, el psiquiatra aparece como un hombre escuálido de mirada penetrante. Apreciamos un ligero temblor en su brazo debido al párkinson, enfermedad que padece desde hace largo tiempo. La conversación se desarrolla de manera informal y en algunas ocasiones Stutz se muestra disconforme con los terapeutas que hacen hablar a sus pacientes para devolverles silencio.
Jonah Hill asiente y agrega que eso es el mundo al revés, porque los amigos, que no tienen ni idea de nada, suelen darte consejos no solicitados, mientras que el terapeuta, al que pagas, calla. El protagonista del documental sonríe y reconoce que, cuando un paciente se muestra poco proactivo, no tiene inconveniente en decirle: “¡Haz lo que te digo, coño! Te aseguro que te sentirás mejor”.
Estos consejos o medidas prácticas son lo que Stutz denomina “las herramientas”. Por ejemplo, cuando pasamos por una fase de desánimo o incluso depresión, nuestra tendencia natural es a meternos en la cueva, lo cual es lo contrario de lo que necesitamos. Pero en una persona con crisis de ansiedad, el hecho de no salir a la calle hará que la fobia se refuerce, limitando cada vez más su autonomía.
Para salir del atolladero, Stutz recomienda usar la fuerza vital que todos poseemos y que su mano temblorosa dibuja como una pirámide de tres niveles: cuerpo, gente y tú mismo. Veamos de qué manera cada una de ellas puede alimentar nuestras ganas de vivir:
Cuerpo.
Metodo Stutz
RICARDO TOMÁS
FRANCESC MIRALLES
Jonah Hill asiente y agrega que eso es el mundo al revés, porque los amigos, que no tienen ni idea de nada, suelen darte consejos no solicitados, mientras que el terapeuta, al que pagas, calla. El protagonista del documental sonríe y reconoce que, cuando un paciente se muestra poco proactivo, no tiene inconveniente en decirle: “¡Haz lo que te digo, coño! Te aseguro que te sentirás mejor”.
Estos consejos o medidas prácticas son lo que Stutz denomina “las herramientas”. Por ejemplo, cuando pasamos por una fase de desánimo o incluso depresión, nuestra tendencia natural es a meternos en la cueva, lo cual es lo contrario de lo que necesitamos. Pero en una persona con crisis de ansiedad, el hecho de no salir a la calle hará que la fobia se refuerce, limitando cada vez más su autonomía.
Para salir del atolladero, Stutz recomienda usar la fuerza vital que todos poseemos y que su mano temblorosa dibuja como una pirámide de tres niveles: cuerpo, gente y tú mismo. Veamos de qué manera cada una de ellas puede alimentar nuestras ganas de vivir:
Cuerpo.
Está en la base de la pirámide. El primer paso para notar una mejora en nuestro estado de ánimo es vigilar tres aspectos que afectan al cuerpo: movimiento, alimentación y sueño. Un 85% de nuestro bienestar, según Stutz, depende de hacer ejercicio diario, nutrirnos de manera adecuada y dormir las horas necesarias. Cuando nos sintamos presa de las emociones negativas, hay que empezar por aquí, ya que está en nuestra mano mejorar la base de nuestro autocuidado.
Gente.
Gente.
Las personas ansiosas o deprimidas tienden a evitar el contacto social, cuando justamente es lo que más les conviene. Este célebre psiquiatra dice que las relaciones son como los agarraderos en una escalada, las necesitamos para no caer en el abismo de la soledad y los pensamientos repetitivos. En los momentos de gran desazón, recomienda quedar incluso con alguien que no nos parezca interesante. Y el motivo es que, en sus propias palabras, “esa persona representa a la humanidad entera”. Esta conexión también alimenta nuestra fuerza vital.
Tú mismo.
Tú mismo.
Cuando el cuerpo y los vínculos sociales están bien atendidos, en lo alto de la pirámide queda la relación contigo mismo. Muchas veces no logramos resolver nuestros problemas porque no nos conocemos lo suficiente. Para conectar con quien eres, la herramienta que recomienda este terapeuta es escribir. Aunque sea solo unas notas desordenadas en un papel o archivo de texto, a través de la escritura afloran temas y matices que nos darán pistas para resolver el desafío que estemos afrontando.
Además de cultivar esta pirámide básica del bienestar personal, Stutz nos advierte contra las dinámicas mentales que nos meten en el laberinto, como él representa a los pensamientos victimistas. El daño que nos puede producir un accidente u ofensa es directamente proporcional a la energía mental que le dediquemos. Si pasamos página, nuestra vida podrá seguir como si nada. En cambio, si le damos protagonismo y se convierte en un bucle victimista, nos perderemos en el laberinto. Y, en sus propias palabras, “cuando estás dentro del laberinto, la vida pasa de largo”.
Por eso, nuestra libertad mental y existencial depende de ocuparnos de cada cosa en su debido momento y luego soltar lastre para seguir viviendo.
Francesc Miralles es escritor y periodista experto en psicología.
La Parte X
— En una de las tarjetas que Stutz entrega a sus pacientes hay un dibujo de una persona rodeada de equis. Cada una representa una dificultad. El conjunto lo llama Parte X, que viene a ser el “villano” de nuestra película. Es posible librarse de un problema en concreto, pero no de la Parte X en general, ya que cuando resuelves un problema enseguida aparece otro.
— Para comprender la Parte X es necesario asumir que la vida tiene tres componentes que no podemos eludir: dolor, incertidumbre y trabajo constante.
Además de cultivar esta pirámide básica del bienestar personal, Stutz nos advierte contra las dinámicas mentales que nos meten en el laberinto, como él representa a los pensamientos victimistas. El daño que nos puede producir un accidente u ofensa es directamente proporcional a la energía mental que le dediquemos. Si pasamos página, nuestra vida podrá seguir como si nada. En cambio, si le damos protagonismo y se convierte en un bucle victimista, nos perderemos en el laberinto. Y, en sus propias palabras, “cuando estás dentro del laberinto, la vida pasa de largo”.
Por eso, nuestra libertad mental y existencial depende de ocuparnos de cada cosa en su debido momento y luego soltar lastre para seguir viviendo.
Francesc Miralles es escritor y periodista experto en psicología.
La Parte X
— En una de las tarjetas que Stutz entrega a sus pacientes hay un dibujo de una persona rodeada de equis. Cada una representa una dificultad. El conjunto lo llama Parte X, que viene a ser el “villano” de nuestra película. Es posible librarse de un problema en concreto, pero no de la Parte X en general, ya que cuando resuelves un problema enseguida aparece otro.
— Para comprender la Parte X es necesario asumir que la vida tiene tres componentes que no podemos eludir: dolor, incertidumbre y trabajo constante.
El dolor nos permite desarrollar actitudes como la resiliencia o la empatía.
La incertidumbre es el mar en el que tendremos que navegar a lo largo de la vida.
El trabajo constante es lo que hará que podamos crecer y avanzar.
sábado, 15 de julio de 2023
¿Por qué nos resistimos a aceptar el fracaso económico y a reconocer que llegó el momento de evitar más pérdidas?
Saliste para comprar leche en la tienda. A mitad de camino te acuerdas de que los domingos en la tarde está cerrada.
No se te ocurre que cerca haya otro lugar abierto. Pero ya pasaste 10 minutos caminando, así que, ¿por qué no terminar el recorrido?
A menos que realmente necesitaras estirar las piernas, es una manera de pensar un poco tonta. Sin embargo, es un patrón mental ilógico que se utiliza con frecuencia en la toma de decisiones. Y en muchas ocasiones, los riesgos que se corren son más altos.
Los economistas lo llaman "costo hundido". Pero el concepto se encuentra en cualquier ámbito.
Todos lo hacemos. ¿Alguna vez fuiste al cine y te quedaste hasta el final aunque a los 10 minutos te diste cuenta de que la película no te iba a gustar?
Es la misma lógica que al pensar: "¿cómo voy a deshacerme de mi carro viejo si he invertido tanto dinero en él? Lo que debería hacer es cambiarle la caja de velocidades".
La esperanza de recuperar las pérdidas lleva a invertir más dinero.
Instinto animal
La conexión que existe entre los ejemplos anteriores es el fenómeno de seguir invirtiendo recursos (tiempo o dinero) después de que las cosas han salido mal, esperando que mejoren pese a que no hay razones para pensar que eso pasará.
Muchas personas son reacias a disminuir sus pérdidas. Es mucho más probable que se resistan antes de que decidan aceptar el golpe y pasar página. Las motivaciones son el optimismo y la aversión al fracaso.
Incluso los animales tienen una actitud similar.
Un estudio reciente de la Universidad de Minnesota, en Estados Unidos, descubrió que los ratones y las ratas tenían las mismas probabilidades de actuar como los humanos cuando los experimentos en los que participaban estaban relacionados con retrasos y recompensas.
En cada caso, mientas más tiempo pasaban esperando conseguir su "premio" (comida), eran más reticentes a abandonar su búsqueda.
Según algunos investigadores, este patrón podría sugerir que hay una razón evolutiva que explica esta actuación irracional.
¿Vale la pena seguir invirtiendo recursos?
Riesgos elevados
En el ambiente laboral, las consecuencias de insistir en recuperar costos pueden ser catastróficas.
Para empresas pequeñas puede ser la postergación de despedir a un empleado a quien se ha entrenado durante meses pese a que, desde el principio, estaba claro que no tenía las habilidades para desempañar el rol.
Es el mismo espíritu que hace que la gente realice cuantiosas inversiones ilógicamente. Pensar solo en la posibilidad de ganancias futuras quiere decir que no evalúan los recursos que ya han invertido y que no pueden recuperar.
Es fácil entender por qué.
Después de que invertiste US$13 millones en un proyecto que no ha funcionado, se puede justificar invertir US$5 millones más si sólo consideras las ganancias que generarán US$5 millones, no las que se habrían obtenido con US$18 millones.
En realidad, tampoco quieres quedar mal aceptando que el proyecto fracasó.
En su libro Thinking, Fast and Slow, el premio Nobel Daniel Kahneman refiere que esta manera de lidiar con ciertas situaciones explica por qué las compañías recurren a nuevos gerentes y contratan a asesores en la etapa en la que el proyecto está a punto de colapsar.
No cree que esto ocurra porque consideren que son más competentes que quienes estaban a cargo en un principio, sino porque los nuevos no arrastran la carga de los anteriores ni la reticencia a evitar más pérdidas y seguir adelante.
Como un apostador en una partida de póker, la gente se queda atrapada pretendiendo que tiene una mano ganadora.
El operador financiero Nick Leeson, quien ocasionó la caída del Banco Barings en 1995, utilizó un razonamiento similar tratando de recuperarse de una serie de transacciones desastrosas.
Los proyectos públicos de infraestructura suelen exceder el presupuesto original.
Elemento político
La toma de decisiones impulsada por el análisis del "costo hundido" lleva a que, eventualmente, las compañías inviertan elevadas sumas de dinero y hagan transacciones con las acciones de una empresa. Como consecuencia, llega un punto en el que no pueden seguir operando.
Por el contrario, hay menos fiscalización en torno a decisiones políticas. Tampoco ayuda que exista la percepción de que cambiar el rumbo en un proyecto sea un signo de debilidad, lo que hace que los políticos insistan en seguir adelante con decisiones equivocadas.
Hay muchos ejemplos de estos casos. Por ejemplo, las obras de infraestructura pública suelen excederse en el presupuesto calculado originalmente.
Es lo que ha ocurrido en el Reino Unido con el proyecto "High Speed Rail 2" que, hasta el momento, ha costado US$65.000 millones más de lo previsto. Y se estima que siga aumentando.
Japón también suele invertir en infraestructuras caras. Es una de las razones por las cuales el país tiene el nivel más elevado de deuda nacional en el mundo.
Muchos de estos proyectos ofrecen muy pocos estímulos fiscales, además, hay muchos "puentes que no conducen a ninguna parte", en el sentido literal y metafórico.
La "guerra contra las drogas" en Estados Unidos aumentó el número de detenidos por narcotráfico, lo que dio origen a la mayor infraestructura de prisiones en el mundo.
Sin embargo, y aunque la evidencia apunta a que enfocarse en la distribución no ha ayudado a controlar el consumo de drogas, para los legisladores sería muy difícil desmantelar ese sistema.
El consumo de drogas no disminuyó en EE.UU. pese a que hay más traficantes en la cárcel.
Opciones
El "costo hundido" explica la mala inversión de millones y billones, pero también tiene un efecto en las finanzas personales. Hay quienes recurren a sus ahorros, por ejemplo, para reparar una propiedad que no adquiere valor.
El concepto tiene un gran impacto a nivel micro y macroeconómico, tanto para el individuo como para la toma de decisiones que afectan a muchos en distintas partes del mundo.
Estar consciente acerca de este razonamiento ilógico puede ayudarnos a evitar caer en la trampa, y también a lograr que líderes políticos y quienes toman decisiones económicas importantes, asuman su responsabilidad cuando lo hagan.
Entonces, ¿cómo controlar esta situación?
"Todos somos susceptibles a predisposiciones, pero podemos neutralizarlas hasta cierto punto si tomamos distancia y pensamos en las alternativas", afirma Jim Everett, psicólogo social de la Universidad de Leiden, en Holanda.
Cuando se analice si se debe insistir en alguna acción en particular, Everett recomienda preguntarse: "¿Qué ganaría o perdería si sigo adelante? ¿Qué ganaría o perdería si hago algo diferente?"
En caso de dudas, sugiere evaluar las decisiones que se tomaron para llegar a ese punto y considerar qué es verdad y qué no lo es.
"Si tengo las mismas opciones en el futuro, ¿tomaría la misma decisión? Y si la respuesta es no, ¿por qué?"
Es una idea simple, pero con ramificaciones generales.
Finalmente, se trata de una de las primeras lecciones en las apuestas. Un buen jugador de póker sabe cuándo retirarse del juego.
No se te ocurre que cerca haya otro lugar abierto. Pero ya pasaste 10 minutos caminando, así que, ¿por qué no terminar el recorrido?
A menos que realmente necesitaras estirar las piernas, es una manera de pensar un poco tonta. Sin embargo, es un patrón mental ilógico que se utiliza con frecuencia en la toma de decisiones. Y en muchas ocasiones, los riesgos que se corren son más altos.
Los economistas lo llaman "costo hundido". Pero el concepto se encuentra en cualquier ámbito.
Todos lo hacemos. ¿Alguna vez fuiste al cine y te quedaste hasta el final aunque a los 10 minutos te diste cuenta de que la película no te iba a gustar?
Es la misma lógica que al pensar: "¿cómo voy a deshacerme de mi carro viejo si he invertido tanto dinero en él? Lo que debería hacer es cambiarle la caja de velocidades".
La esperanza de recuperar las pérdidas lleva a invertir más dinero.
Instinto animal
La conexión que existe entre los ejemplos anteriores es el fenómeno de seguir invirtiendo recursos (tiempo o dinero) después de que las cosas han salido mal, esperando que mejoren pese a que no hay razones para pensar que eso pasará.
Muchas personas son reacias a disminuir sus pérdidas. Es mucho más probable que se resistan antes de que decidan aceptar el golpe y pasar página. Las motivaciones son el optimismo y la aversión al fracaso.
Incluso los animales tienen una actitud similar.
Un estudio reciente de la Universidad de Minnesota, en Estados Unidos, descubrió que los ratones y las ratas tenían las mismas probabilidades de actuar como los humanos cuando los experimentos en los que participaban estaban relacionados con retrasos y recompensas.
En cada caso, mientas más tiempo pasaban esperando conseguir su "premio" (comida), eran más reticentes a abandonar su búsqueda.
Según algunos investigadores, este patrón podría sugerir que hay una razón evolutiva que explica esta actuación irracional.
¿Vale la pena seguir invirtiendo recursos?
Riesgos elevados
En el ambiente laboral, las consecuencias de insistir en recuperar costos pueden ser catastróficas.
Para empresas pequeñas puede ser la postergación de despedir a un empleado a quien se ha entrenado durante meses pese a que, desde el principio, estaba claro que no tenía las habilidades para desempañar el rol.
Es el mismo espíritu que hace que la gente realice cuantiosas inversiones ilógicamente. Pensar solo en la posibilidad de ganancias futuras quiere decir que no evalúan los recursos que ya han invertido y que no pueden recuperar.
Es fácil entender por qué.
Después de que invertiste US$13 millones en un proyecto que no ha funcionado, se puede justificar invertir US$5 millones más si sólo consideras las ganancias que generarán US$5 millones, no las que se habrían obtenido con US$18 millones.
En realidad, tampoco quieres quedar mal aceptando que el proyecto fracasó.
En su libro Thinking, Fast and Slow, el premio Nobel Daniel Kahneman refiere que esta manera de lidiar con ciertas situaciones explica por qué las compañías recurren a nuevos gerentes y contratan a asesores en la etapa en la que el proyecto está a punto de colapsar.
No cree que esto ocurra porque consideren que son más competentes que quienes estaban a cargo en un principio, sino porque los nuevos no arrastran la carga de los anteriores ni la reticencia a evitar más pérdidas y seguir adelante.
Como un apostador en una partida de póker, la gente se queda atrapada pretendiendo que tiene una mano ganadora.
El operador financiero Nick Leeson, quien ocasionó la caída del Banco Barings en 1995, utilizó un razonamiento similar tratando de recuperarse de una serie de transacciones desastrosas.
Los proyectos públicos de infraestructura suelen exceder el presupuesto original.
Elemento político
La toma de decisiones impulsada por el análisis del "costo hundido" lleva a que, eventualmente, las compañías inviertan elevadas sumas de dinero y hagan transacciones con las acciones de una empresa. Como consecuencia, llega un punto en el que no pueden seguir operando.
Por el contrario, hay menos fiscalización en torno a decisiones políticas. Tampoco ayuda que exista la percepción de que cambiar el rumbo en un proyecto sea un signo de debilidad, lo que hace que los políticos insistan en seguir adelante con decisiones equivocadas.
Hay muchos ejemplos de estos casos. Por ejemplo, las obras de infraestructura pública suelen excederse en el presupuesto calculado originalmente.
Es lo que ha ocurrido en el Reino Unido con el proyecto "High Speed Rail 2" que, hasta el momento, ha costado US$65.000 millones más de lo previsto. Y se estima que siga aumentando.
Japón también suele invertir en infraestructuras caras. Es una de las razones por las cuales el país tiene el nivel más elevado de deuda nacional en el mundo.
Muchos de estos proyectos ofrecen muy pocos estímulos fiscales, además, hay muchos "puentes que no conducen a ninguna parte", en el sentido literal y metafórico.
La "guerra contra las drogas" en Estados Unidos aumentó el número de detenidos por narcotráfico, lo que dio origen a la mayor infraestructura de prisiones en el mundo.
Sin embargo, y aunque la evidencia apunta a que enfocarse en la distribución no ha ayudado a controlar el consumo de drogas, para los legisladores sería muy difícil desmantelar ese sistema.
El consumo de drogas no disminuyó en EE.UU. pese a que hay más traficantes en la cárcel.
Opciones
El "costo hundido" explica la mala inversión de millones y billones, pero también tiene un efecto en las finanzas personales. Hay quienes recurren a sus ahorros, por ejemplo, para reparar una propiedad que no adquiere valor.
El concepto tiene un gran impacto a nivel micro y macroeconómico, tanto para el individuo como para la toma de decisiones que afectan a muchos en distintas partes del mundo.
Estar consciente acerca de este razonamiento ilógico puede ayudarnos a evitar caer en la trampa, y también a lograr que líderes políticos y quienes toman decisiones económicas importantes, asuman su responsabilidad cuando lo hagan.
Entonces, ¿cómo controlar esta situación?
"Todos somos susceptibles a predisposiciones, pero podemos neutralizarlas hasta cierto punto si tomamos distancia y pensamos en las alternativas", afirma Jim Everett, psicólogo social de la Universidad de Leiden, en Holanda.
Cuando se analice si se debe insistir en alguna acción en particular, Everett recomienda preguntarse: "¿Qué ganaría o perdería si sigo adelante? ¿Qué ganaría o perdería si hago algo diferente?"
En caso de dudas, sugiere evaluar las decisiones que se tomaron para llegar a ese punto y considerar qué es verdad y qué no lo es.
"Si tengo las mismas opciones en el futuro, ¿tomaría la misma decisión? Y si la respuesta es no, ¿por qué?"
Es una idea simple, pero con ramificaciones generales.
Finalmente, se trata de una de las primeras lecciones en las apuestas. Un buen jugador de póker sabe cuándo retirarse del juego.
viernes, 14 de julio de 2023
La "falacia del costo hundido": el engaño mental que te puede dejar en la ruina (y cómo enfrentarlo)
La "falacia del costo hundido" hace una persona siga perdiendo dinero aunque no sea una decisión racional.
Hacer una inversión y perder todo el dinero invertido es algo que pasa mucho más a menudo de lo que parece.
Aunque habitualmente vemos historias de éxito, la evidencia muestra que más de la mitad de las empresas no sobrevive más allá de cinco años.
Pero además, hay otro tipo de inversiones que no tienen que ver con emprender un negocio, pero que de todos modos te pueden dejar en la ruina.
Puede ser invertir dinero en una carrera, en una casa y hasta en una relación que no va para ningún lado.
Según la periodista de la BBC Sandra Kanthal, quien ha investigado el tema, suele ser difícil admitir el fracaso y en consecuencia, salir del pozo financiero en el que hemos caído.
Se trata de una especie de trampa, que los economistas llaman "la falacia del costo hundido" o "la falacia de las pérdidas irrecuperables", que hace que una persona siga intentando recuperar lo perdido, aunque no sea racional.
¿Pero cómo salir de esa trampa mental?
Qué es la infidelidad financiera y cómo pone en peligro las relaciones modernas
Esta nota es una adaptación de un capítulo del programa de radio de la BBC The Why Factor.
"Me estaba ahogando en deudas"
"Una mañana me despertó una llamada de un agente del FBI, que me dijo que la agencia me había estado investigando durante un año por posible fraude bancario debido a actividades sospechosas", cuenta Spencer Christian, ex presentador de un programa televisivo estadounidense y autor del libro "Apuestas tu Vida".
Lo investigaban por sus frecuentes retiros y depósitos de grandes sumas de dinero.
La verdad detrás del asunto, es que Christian era un adicto al juego que estaba fuera de control.
Spencer Christian era adicto al juego y fue investigado por el FBI.
A pesar de que no había fraude ninguno, la llamada fue una alerta para que dejara de jugar.
Sin embargo, no podía controlarse.
"Seguí apostando porque quería revertir mis pérdidas", explica Christian.
Pero ese momento nunca llegó.
"Tengo 29 años y una deuda de casi US$80.000 en mi tarjeta de crédito"
"No quería que nadie supiera que me estaba ahogando en deudas", confiesa.
Las pérdidas escalaron a cerca de US$3,5 millones, hasta que su hija y su fe religiosa lo hicieron reaccionar.
Cómo funciona la "falacia del costo hundido"
Digamos que estás en un restaurante y pides un gran postre lleno de helados y chocolate.
Después de unas cucharadas, te das cuenta que no quieres comer más, que está satisfecho, y que si continúas, probablemente te dolerá el estómago.
Estudios muestran que la mayor parte de la gente opta por aferrarse a sus proyectos aunque pierdan dinero.
Si te lo comes, porque ya lo ordenaste y tendrás que pagarlo, entonces tomas decisiones económicas con un sesgo.
Y si eres capaz de no comerlo, significa que tienes la capacidad de asumir y desprenderte de ese "costo hundido".
Así lo explica Wandi Bruine de Bruin, profesora de la Escuela de Negocios de la Universidad de Leeds, en el Reino Unido.
Qué deudas debes pagar antes de que sea demasiado tarde y por qué
"La mayoría de las personas elige comerse el postre", destaca Bruine de Bruin.
"Esta conducta afecta la toma de decisiones cuando has invertido tiempo o dinero. Es un condicionamiento por costo", explica.
"Cometimos muchos errores"
Dean Yeong, un emprendedor malasio, pasó por esta experiencia.
"Pensamos que estábamos listos para instalar un pequeño café, pero al final del día, no funcionó muy bien".
"Cometimos muchos errores", cuenta.
"Siempre hay una voz en tu cabeza que te dice si te rindes ahora, tu esfuerzo habrá sido en vano".
"Sabía que estábamos perdiendo dinero cada día, pero no estaba seguro de cuánto. Como no podía contratar personal, me puse a trabajar en el café y me sentía atrapado física y mentalmente".
Estaban todas las señales sobre la mesa, pero le tomó cerca de dos años cerrar el negocio.
"Siempre hay una voz en tu cabeza que te dice si te rindes ahora, tu esfuerzo habrá sido en vano", explica.
La pregunta clave para frenar las pérdidas
"La clave está en discernir cuándo un compromiso puede terminar en algo bueno o cuando nos lleva a que las cosas vayan de mal en peor", dice la experta Wandi Bruine de Bruin .
Y en la medida que pasan los años, la experiencia es un factor que contribuye a tomar mejores decisiones y a enfrentar las pérdidas.
Hay una sabiduría que ayuda a distinguir entre lo perfecto y lo bueno, comenta la especialista.
Billetera vacía
Hay un sesgo psicológico que te hace perder aún más dinero. Pero existe una pregunta clave que puede ayudarte.
"La vida es muy corta para seguir invirtiendo en algo que no te hace feliz", insiste.
Ahora bien, más allá del momento de la vida en que te encuentres, sin duda nunca es fácil cortar las pérdidas.
Incluso cuando la lógica te grita que lo hagas.
Si alguna vez te quedaste viendo una película que no te gustaba, o seguiste usando unos zapatos demasiado pequeños porque los compraste en una rebaja, es porque caíste en la falacia del costo hundido.
Lo mismo ocurre al tratar de recuperar una inversión, cuando no hay forma de que el dinero regrese.
Si alguna vez te encuentras en esta situación, la mejor pregunta que te puedes hacer, según la investigadora, es: ¿cuánto más estoy dispuesto a perder?
https://www.bbc.com/mundo/noticias-48218777
Hacer una inversión y perder todo el dinero invertido es algo que pasa mucho más a menudo de lo que parece.
Aunque habitualmente vemos historias de éxito, la evidencia muestra que más de la mitad de las empresas no sobrevive más allá de cinco años.
Pero además, hay otro tipo de inversiones que no tienen que ver con emprender un negocio, pero que de todos modos te pueden dejar en la ruina.
Puede ser invertir dinero en una carrera, en una casa y hasta en una relación que no va para ningún lado.
Según la periodista de la BBC Sandra Kanthal, quien ha investigado el tema, suele ser difícil admitir el fracaso y en consecuencia, salir del pozo financiero en el que hemos caído.
Se trata de una especie de trampa, que los economistas llaman "la falacia del costo hundido" o "la falacia de las pérdidas irrecuperables", que hace que una persona siga intentando recuperar lo perdido, aunque no sea racional.
¿Pero cómo salir de esa trampa mental?
Qué es la infidelidad financiera y cómo pone en peligro las relaciones modernas
Esta nota es una adaptación de un capítulo del programa de radio de la BBC The Why Factor.
"Me estaba ahogando en deudas"
"Una mañana me despertó una llamada de un agente del FBI, que me dijo que la agencia me había estado investigando durante un año por posible fraude bancario debido a actividades sospechosas", cuenta Spencer Christian, ex presentador de un programa televisivo estadounidense y autor del libro "Apuestas tu Vida".
Lo investigaban por sus frecuentes retiros y depósitos de grandes sumas de dinero.
La verdad detrás del asunto, es que Christian era un adicto al juego que estaba fuera de control.
Spencer Christian era adicto al juego y fue investigado por el FBI.
A pesar de que no había fraude ninguno, la llamada fue una alerta para que dejara de jugar.
Sin embargo, no podía controlarse.
"Seguí apostando porque quería revertir mis pérdidas", explica Christian.
Pero ese momento nunca llegó.
"Tengo 29 años y una deuda de casi US$80.000 en mi tarjeta de crédito"
"No quería que nadie supiera que me estaba ahogando en deudas", confiesa.
Las pérdidas escalaron a cerca de US$3,5 millones, hasta que su hija y su fe religiosa lo hicieron reaccionar.
Cómo funciona la "falacia del costo hundido"
Digamos que estás en un restaurante y pides un gran postre lleno de helados y chocolate.
Después de unas cucharadas, te das cuenta que no quieres comer más, que está satisfecho, y que si continúas, probablemente te dolerá el estómago.
Estudios muestran que la mayor parte de la gente opta por aferrarse a sus proyectos aunque pierdan dinero.
Si te lo comes, porque ya lo ordenaste y tendrás que pagarlo, entonces tomas decisiones económicas con un sesgo.
Y si eres capaz de no comerlo, significa que tienes la capacidad de asumir y desprenderte de ese "costo hundido".
Así lo explica Wandi Bruine de Bruin, profesora de la Escuela de Negocios de la Universidad de Leeds, en el Reino Unido.
Qué deudas debes pagar antes de que sea demasiado tarde y por qué
"La mayoría de las personas elige comerse el postre", destaca Bruine de Bruin.
"Esta conducta afecta la toma de decisiones cuando has invertido tiempo o dinero. Es un condicionamiento por costo", explica.
"Cometimos muchos errores"
Dean Yeong, un emprendedor malasio, pasó por esta experiencia.
"Pensamos que estábamos listos para instalar un pequeño café, pero al final del día, no funcionó muy bien".
"Cometimos muchos errores", cuenta.
"Siempre hay una voz en tu cabeza que te dice si te rindes ahora, tu esfuerzo habrá sido en vano".
"Sabía que estábamos perdiendo dinero cada día, pero no estaba seguro de cuánto. Como no podía contratar personal, me puse a trabajar en el café y me sentía atrapado física y mentalmente".
Estaban todas las señales sobre la mesa, pero le tomó cerca de dos años cerrar el negocio.
"Siempre hay una voz en tu cabeza que te dice si te rindes ahora, tu esfuerzo habrá sido en vano", explica.
La pregunta clave para frenar las pérdidas
"La clave está en discernir cuándo un compromiso puede terminar en algo bueno o cuando nos lleva a que las cosas vayan de mal en peor", dice la experta Wandi Bruine de Bruin .
Y en la medida que pasan los años, la experiencia es un factor que contribuye a tomar mejores decisiones y a enfrentar las pérdidas.
Hay una sabiduría que ayuda a distinguir entre lo perfecto y lo bueno, comenta la especialista.
Billetera vacía
Hay un sesgo psicológico que te hace perder aún más dinero. Pero existe una pregunta clave que puede ayudarte.
"La vida es muy corta para seguir invirtiendo en algo que no te hace feliz", insiste.
Ahora bien, más allá del momento de la vida en que te encuentres, sin duda nunca es fácil cortar las pérdidas.
Incluso cuando la lógica te grita que lo hagas.
Si alguna vez te quedaste viendo una película que no te gustaba, o seguiste usando unos zapatos demasiado pequeños porque los compraste en una rebaja, es porque caíste en la falacia del costo hundido.
Lo mismo ocurre al tratar de recuperar una inversión, cuando no hay forma de que el dinero regrese.
Si alguna vez te encuentras en esta situación, la mejor pregunta que te puedes hacer, según la investigadora, es: ¿cuánto más estoy dispuesto a perder?
https://www.bbc.com/mundo/noticias-48218777
jueves, 13 de julio de 2023
_- Cómo estamos "programados" para persistir y por qué a veces es mucho más beneficioso rendirse
_- El 3 de junio de 1995, el estadounidense Jeffrey Z. Rubin, experto en resolución de conflictos, murió mientras intentaba escalar una montaña en Maine, Estados Unidos. Tenía 54 años.
La montaña, en Baxter State Park, en el norte del estado, forma parte de un circuito de 100 picos muy popular entre los montañeros, cuya meta es escalarlos todos.
Amante de este deporte y bastante experimentado, Rubin estuvo cerca de lograrlo: ya había escalado los otros 99 picos.
La última persona en verlo con vida fue un estudiante con el que estaba escalando.
Mientras subían, descendió una niebla muy espesa y la visibilidad se redujo prácticamente a cero. El alumno le dijo que era mejor no seguir pues era peligroso pero Rubin decidió continuar solo. Su cuerpo fue hallado dos días después.
La gran ironía es que esta historia ilustra una teoría que el propio Rubin fue pionero en desarrollar: la del entrapment o aprisionamiento, en traducción libre.
Según ella, somos propensos a quedar atrapados en situaciones o proyectos aun cuando haya claros indicios de que seguir insistiendo no nos beneficiará.
Y no se trata solamente de montañas cubiertas de niebla, sino también de trabajos o relaciones tóxicas, y hasta grandes guerras imposibles de ganar.
Contra el sentido común
En la década de 1970, Rubin realizó un experimento que sirvió como base para su teoría.
Invitó a los participantes a completar un crucigrama que tenía ocho respuestas, algunas muy difíciles.
Cada voluntario recibiría US$8, sin importar cuántas palabras acertaran, más US$2 por cada respuesta correcta.
El tiempo para entregar el crucigrama era limitado: después de cierto tiempo, empezaban a perder el dinero acumulado, y si se pasaban del límite final, lo perdían todo.
Para resolver las preguntas más difíciles, el investigador les ofreció a los participantes la opción de consultar un diccionario de crucigramas.
Pero sólo había uno, así que si querían usarlo, tendrían que esperar.
La pregunta era, ¿esperarían por el diccionario, aún a riesgo de perder hasta los US$8?
Pues resultó que sí.
Al parecer, una vez que nos involucramos en un proyecto, no nos damos por vencidos, incluso cuando está muy claro que seguir nos va a perjudicar.
Rubin, pionero en el estudio del fenómeno, fue víctima de él.
Ni siquiera saber que tendemos a actuar de esa manera nos ayuda a tomar mejores decisiones.
No ayudó a Rubin, por ejemplo.
"Si alguien podía entender este problema y nuestra fenomenal habilidad para ignorar las señales que recibimos de que no debemos continuar, era Jeffrey Rubin", señala la psicóloga Annie Duke en el programa The Spark de la BBC.
Como exjugadora de póker profesional, que acumuló ganancias de más de US$4 millones, Duke es una experta en decir "no va más".
En el póker, los profesionales son mucho más propensos a retirarse temprano que los aficionados. ¿Por qué?
Porque conocen las probabilidades y cuando se les reparte un 2 y un 7, estadísticamente la peor mano posible, no dejan que su juicio se nuble por la esperanza de un giro increíble en la carta final.
En su nuevo libro "Quit: The Power of Knowing When to Walk Away" ("Parar: el poder de saber cuándo desistir", en traducción libre), Duke argumenta que todos nos beneficiaríamos de aplicar un poco más de lógica a las decisiones que tomamos en nuestra vida cotidiana.
Eso incluye saber cuándo abandonar ya sea un trabajo insatisfactorio, una relación infeliz, un proyecto condenado al fracaso o una desventura de política exterior.
Causas perdidas
Pero, ¿por qué nos aferramos a causas obviamente perdidas?
Según las observaciones de los investigadores, nos quedamos atrapados en callejones sin salida cuando estamos involucrados emocionalmente en esas situaciones.
Si Rubin hubiera estado al pie de la montaña cuando descendió la niebla, quizás no habría iniciado el ascenso.
“Pero estaba en medio de la escalada y quería completar el circuito, así que siguió”.
Annie Duke explica las formas en que quedamos atrapados en malas situaciones o proyectos y presenta estrategias para superar el problema.
Tras identificar el fenómeno, los expertos se preguntaron qué procesos mentales estarían detrás de él. Y encontraron errores lógicos en la forma en 4la que pensamos que se interponen en nuestra toma de decisiones.
Las guerras son un ejemplo clásico de cómo este fenómeno cognitivo puede mantener como rehenes a algunas de las personas más poderosas del mundo.
“Creo que hay dos razones por las que es tan difícil salir de una guerra”, dice Duke.
La primera tiene que ver con una “trampa cognitiva” que los economistas llaman la “falacia del costo hundido”.
Ocurre cuando sentimos que ya hemos invertido tanto que no podemos dejar lo que empezamos, así sea obvio que continuar muy probablemente resultará en mayores pérdidas.
Esa trampa puede influir en nuestras decisiones mucho más allá del mundo de las finanzas.
Y muchos hemos caído, ya sea quedándonos en un restaurante a pesar de que ha pasado más de una hora y ni siquiera nos han tomado el pedido, o en un trabajo o relación sentimental que no prometen mejorar.
Pero en el caso de la guerra, “no solo estamos hablando de miles de millones de dólares gastados, sino también de vidas perdidas”.
Duke cita el testimonio del general estadounidense Tony Thomas, excomandante del Comando de Operaciones Especiales de Estados Unidos en Afganistán, a quien el padre de un soldado caído le dijo: “No dejes que mi hijo muera en vano. ¡Gana esta guerra!”.
“Esta es la versión más extrema del problema de los costos irrecuperables”, dice.
“Es desgarrador, la vida de una persona se perdió en la guerra. Pero la pregunta es, ¿vale la pena poner en riesgo más vidas?
“No estábamos programados para pensar de esa manera.
"Y desde el punto de vista político se complica aún más porque, aunque el político llegue a pensar, 'es trágico que se hayan perdido vidas, pero no voy a poner más vidas en riesgo en una guerra que sé que estamos perdiendo', será juzgado por el público”.
Para Duke, quien además es estratega de decisiones, ese miedo a la opinión pública es la otra razón por la que a los líderes les cuesta abandonar las batallas fallidas, como ocurrió con Vietnam.
O piensa en todo lo que se ha jugado Vladimir Putin con el actual conflicto en Ucrania.
Monos en pedestales
La montaña, en Baxter State Park, en el norte del estado, forma parte de un circuito de 100 picos muy popular entre los montañeros, cuya meta es escalarlos todos.
Amante de este deporte y bastante experimentado, Rubin estuvo cerca de lograrlo: ya había escalado los otros 99 picos.
La última persona en verlo con vida fue un estudiante con el que estaba escalando.
Mientras subían, descendió una niebla muy espesa y la visibilidad se redujo prácticamente a cero. El alumno le dijo que era mejor no seguir pues era peligroso pero Rubin decidió continuar solo. Su cuerpo fue hallado dos días después.
La gran ironía es que esta historia ilustra una teoría que el propio Rubin fue pionero en desarrollar: la del entrapment o aprisionamiento, en traducción libre.
Según ella, somos propensos a quedar atrapados en situaciones o proyectos aun cuando haya claros indicios de que seguir insistiendo no nos beneficiará.
Y no se trata solamente de montañas cubiertas de niebla, sino también de trabajos o relaciones tóxicas, y hasta grandes guerras imposibles de ganar.
Contra el sentido común
En la década de 1970, Rubin realizó un experimento que sirvió como base para su teoría.
Invitó a los participantes a completar un crucigrama que tenía ocho respuestas, algunas muy difíciles.
Cada voluntario recibiría US$8, sin importar cuántas palabras acertaran, más US$2 por cada respuesta correcta.
El tiempo para entregar el crucigrama era limitado: después de cierto tiempo, empezaban a perder el dinero acumulado, y si se pasaban del límite final, lo perdían todo.
Para resolver las preguntas más difíciles, el investigador les ofreció a los participantes la opción de consultar un diccionario de crucigramas.
Pero sólo había uno, así que si querían usarlo, tendrían que esperar.
La pregunta era, ¿esperarían por el diccionario, aún a riesgo de perder hasta los US$8?
Pues resultó que sí.
Al parecer, una vez que nos involucramos en un proyecto, no nos damos por vencidos, incluso cuando está muy claro que seguir nos va a perjudicar.
Rubin, pionero en el estudio del fenómeno, fue víctima de él.
Ni siquiera saber que tendemos a actuar de esa manera nos ayuda a tomar mejores decisiones.
No ayudó a Rubin, por ejemplo.
"Si alguien podía entender este problema y nuestra fenomenal habilidad para ignorar las señales que recibimos de que no debemos continuar, era Jeffrey Rubin", señala la psicóloga Annie Duke en el programa The Spark de la BBC.
Como exjugadora de póker profesional, que acumuló ganancias de más de US$4 millones, Duke es una experta en decir "no va más".
En el póker, los profesionales son mucho más propensos a retirarse temprano que los aficionados. ¿Por qué?
Porque conocen las probabilidades y cuando se les reparte un 2 y un 7, estadísticamente la peor mano posible, no dejan que su juicio se nuble por la esperanza de un giro increíble en la carta final.
En su nuevo libro "Quit: The Power of Knowing When to Walk Away" ("Parar: el poder de saber cuándo desistir", en traducción libre), Duke argumenta que todos nos beneficiaríamos de aplicar un poco más de lógica a las decisiones que tomamos en nuestra vida cotidiana.
Eso incluye saber cuándo abandonar ya sea un trabajo insatisfactorio, una relación infeliz, un proyecto condenado al fracaso o una desventura de política exterior.
Causas perdidas
Pero, ¿por qué nos aferramos a causas obviamente perdidas?
Según las observaciones de los investigadores, nos quedamos atrapados en callejones sin salida cuando estamos involucrados emocionalmente en esas situaciones.
Si Rubin hubiera estado al pie de la montaña cuando descendió la niebla, quizás no habría iniciado el ascenso.
“Pero estaba en medio de la escalada y quería completar el circuito, así que siguió”.
Annie Duke explica las formas en que quedamos atrapados en malas situaciones o proyectos y presenta estrategias para superar el problema.
Tras identificar el fenómeno, los expertos se preguntaron qué procesos mentales estarían detrás de él. Y encontraron errores lógicos en la forma en 4la que pensamos que se interponen en nuestra toma de decisiones.
Las guerras son un ejemplo clásico de cómo este fenómeno cognitivo puede mantener como rehenes a algunas de las personas más poderosas del mundo.
“Creo que hay dos razones por las que es tan difícil salir de una guerra”, dice Duke.
La primera tiene que ver con una “trampa cognitiva” que los economistas llaman la “falacia del costo hundido”.
Ocurre cuando sentimos que ya hemos invertido tanto que no podemos dejar lo que empezamos, así sea obvio que continuar muy probablemente resultará en mayores pérdidas.
Esa trampa puede influir en nuestras decisiones mucho más allá del mundo de las finanzas.
Y muchos hemos caído, ya sea quedándonos en un restaurante a pesar de que ha pasado más de una hora y ni siquiera nos han tomado el pedido, o en un trabajo o relación sentimental que no prometen mejorar.
Pero en el caso de la guerra, “no solo estamos hablando de miles de millones de dólares gastados, sino también de vidas perdidas”.
Duke cita el testimonio del general estadounidense Tony Thomas, excomandante del Comando de Operaciones Especiales de Estados Unidos en Afganistán, a quien el padre de un soldado caído le dijo: “No dejes que mi hijo muera en vano. ¡Gana esta guerra!”.
“Esta es la versión más extrema del problema de los costos irrecuperables”, dice.
“Es desgarrador, la vida de una persona se perdió en la guerra. Pero la pregunta es, ¿vale la pena poner en riesgo más vidas?
“No estábamos programados para pensar de esa manera.
"Y desde el punto de vista político se complica aún más porque, aunque el político llegue a pensar, 'es trágico que se hayan perdido vidas, pero no voy a poner más vidas en riesgo en una guerra que sé que estamos perdiendo', será juzgado por el público”.
Para Duke, quien además es estratega de decisiones, ese miedo a la opinión pública es la otra razón por la que a los líderes les cuesta abandonar las batallas fallidas, como ocurrió con Vietnam.
O piensa en todo lo que se ha jugado Vladimir Putin con el actual conflicto en Ucrania.
Monos en pedestales
¿Qué hacer primero?
La falacia del costo irrecuperable es apenas uno de los procesos mentales que conducen al bloqueo en la toma de decisiones, continúa Duke.
Según ella, estamos programados cognitivamente con múltiples sesgos que no nos dejan desistir, entre ellos...
El sesgo de status quo que "hace que prefiramos lo que ya estamos haciendo sobre otras opciones que podrían ser mejores para nosotros".
Para ilustrarlo, describe el siguiente escenario:
Has decidido que vas a entrenar monos para hacer malabarismos con antorchas encendidas sobre un pedestal. Si puedes hacerlo, ganarás mucho dinero.
Para alcanzar tu objetivo, debes entrenar al mono y construir el pedestal. ¿Qué haces primero?
“La respuesta es: no el pedestal”, dice la psicóloga.
“Sabes que eres capaz de construir el pedestal. Si lo construyes, tendrás la sensación de que estás avanzando con tu proyecto, pero es un falso avance, pues si no puedes entrenar al mono, no necesitarás el pedestal”.
“Esto nos enseña a abordar primero el problema más difícil porque si no podemos resolverlo, no tiene sentido trabajar en los demás”.
Vale rendirse
La falacia del costo irrecuperable es apenas uno de los procesos mentales que conducen al bloqueo en la toma de decisiones, continúa Duke.
Según ella, estamos programados cognitivamente con múltiples sesgos que no nos dejan desistir, entre ellos...
El sesgo de status quo que "hace que prefiramos lo que ya estamos haciendo sobre otras opciones que podrían ser mejores para nosotros".
El sesgo de omisión que nos lleva a “tratar la falta de acción de manera diferente a como tratamos una acción”.
El sesgo de aversión a las pérdidas, la propensión a verse más afectado por las pérdidas que por las ganancias.
Pero la clave es adoptar “mecanismos” de protección antes de sumergirse en proyectos o situaciones determinadas.
“La idea es asegurarnos de que sabremos si vale la pena continuar con algo lo antes posible”, propone.
“Cuanto más rápido decidas, menor será el costo de salir cuando ya estás profundamente involucrado en el problema”.
Pero la clave es adoptar “mecanismos” de protección antes de sumergirse en proyectos o situaciones determinadas.
“La idea es asegurarnos de que sabremos si vale la pena continuar con algo lo antes posible”, propone.
“Cuanto más rápido decidas, menor será el costo de salir cuando ya estás profundamente involucrado en el problema”.
Para ilustrarlo, describe el siguiente escenario:
Has decidido que vas a entrenar monos para hacer malabarismos con antorchas encendidas sobre un pedestal. Si puedes hacerlo, ganarás mucho dinero.
Para alcanzar tu objetivo, debes entrenar al mono y construir el pedestal. ¿Qué haces primero?
“La respuesta es: no el pedestal”, dice la psicóloga.
“Sabes que eres capaz de construir el pedestal. Si lo construyes, tendrás la sensación de que estás avanzando con tu proyecto, pero es un falso avance, pues si no puedes entrenar al mono, no necesitarás el pedestal”.
“Esto nos enseña a abordar primero el problema más difícil porque si no podemos resolverlo, no tiene sentido trabajar en los demás”.
Vale rendirse
En los días de verano en el Everest Camp 4, la hora establecida para que los escaladores regresen a la base es a las 13:00 horas. 'No importa en qué parte de la montaña estés, a la 1 p.m. tienes que dar la vuelta', dice Duke
El desafío de los monos y los pedestales -que la psicóloga llama el "modelo mental para la resolución de problemas"- es más fácilmente aplicable en la fase inicial de un proyecto, es decir, antes de llegar a "esa montaña helada, después del pico 99".
“En ese momento, incluso si la niebla ya se ha disipado, nuestra toma de decisiones será muy pobre”.
“Al igual que Jeffrey Rubin, vamos a terminar haciendo cosas que no deberíamos estar haciendo. Entonces, una gran parte de la solución para mejorar nuestra capacidad de abandonar lo iniciado es salirte de ese momento, salirte de ti mismo”, aconseja Duke.
Una buena manera de hacer esto es buscar un mentor, es decir, pedir el consejo de alguien que no esté involucrado en el problema y que pueda ayudarte a mirarlo desde la distancia.
Pero advierte que hay que hacer ese análisis desde una posición neutral.
“No estoy proponiendo que se valore más la deserción, sino que se considere en términos de equidad con la continuidad”.
Eso requiere un esfuerzo, pues nuestra tendencia es valorar la persistencia.
“Tiene que ver con nuestra noción de formación del carácter. Creemos que no debemos renunciar a nada porque muestra un defecto de carácter, que somos cobardes o perdedores”.
Para ella, se trata de recalibrar la balanza. Y de considerar ambas posibilidades por igual: “¿Cuál es el sentido de continuar? ¿Y qué sentido tiene rendirse?”, sugiere.
El desafío de los monos y los pedestales -que la psicóloga llama el "modelo mental para la resolución de problemas"- es más fácilmente aplicable en la fase inicial de un proyecto, es decir, antes de llegar a "esa montaña helada, después del pico 99".
“En ese momento, incluso si la niebla ya se ha disipado, nuestra toma de decisiones será muy pobre”.
“Al igual que Jeffrey Rubin, vamos a terminar haciendo cosas que no deberíamos estar haciendo. Entonces, una gran parte de la solución para mejorar nuestra capacidad de abandonar lo iniciado es salirte de ese momento, salirte de ti mismo”, aconseja Duke.
Una buena manera de hacer esto es buscar un mentor, es decir, pedir el consejo de alguien que no esté involucrado en el problema y que pueda ayudarte a mirarlo desde la distancia.
Pero advierte que hay que hacer ese análisis desde una posición neutral.
“No estoy proponiendo que se valore más la deserción, sino que se considere en términos de equidad con la continuidad”.
Eso requiere un esfuerzo, pues nuestra tendencia es valorar la persistencia.
“Tiene que ver con nuestra noción de formación del carácter. Creemos que no debemos renunciar a nada porque muestra un defecto de carácter, que somos cobardes o perdedores”.
Para ella, se trata de recalibrar la balanza. Y de considerar ambas posibilidades por igual: “¿Cuál es el sentido de continuar? ¿Y qué sentido tiene rendirse?”, sugiere.
Violencia estructural & Violencia de género. “Una falla del pensamiento feminista es creer que la violencia de género es un problema de hombres y mujeres”
Florencia Vizzi y Alejandra Ojeda Garnero
www.nuevatribuna.es
Entrevista a Rita Segato, doctora en Antropología e investigadora, probablemente, una de las pensadoras feministas más lúcidas de esta época. Y tal vez de todas las épocas.
Ha escrito innumerables trabajos a partir de su investigación con violadores en la penitenciaría de Brasilia, como perito antropológico y de género en el histórico juicio de Guatemala en el que se juzgó y condenó por primera vez a miembros del Ejército por los delitos de esclavitud sexual y doméstica contra mujeres mayas de la etnia q’eqchi, y fue convocada a Ciudad Juárez a exponer su interpretación en torno a los cientos de femicidios perpetrados en esa ciudad.
Su currículum es largo e impresionante. Más allá de todo prejuicio escandalizador, Segato ha propuesto una mirada profunda sobre la violencia letal sobre las mujeres, entendiendo a los femicidios como una problemática que trasciende a los géneros para convertirse en un síntoma, o mejor dicho, en una expresión de una sociedad que necesita de una “pedagogía de la crueldad” para destruir y anular la compasión, la empatía, los vínculos y el arraigo local y comunitario.
Es decir todos esos elementos que se convierten en obstáculo en un capitalismo “de rapiña”, que depende de esa pedagogía de la crueldad para aleccionar. Es, en ese sentido, que el ejercicio de la crueldad sobre el cuerpo de las mujeres, pero que también se extiende a crímenes homofóbicos o trans, todas esas violencias “no son otra cosa que el disciplinamiento que las fuerzas patriarcales imponen a todos los que habitamos ese margen de la política, de crímenes del patriarcado colonial moderno de alta intensidad, contra todo lo que lo desestabiliza” (*).
En esos cuerpos se escribe el mensaje aleccionador que ese capitalismo patriarcal de alta intensidad necesita imponer a toda la sociedad. No es tarea sencilla entrevistar a Rita, que es una especie de torbellino, capaz de enlazar con extrema claridad y sutileza los argumentos más complejos. Se toma su tiempo para responder, analiza cada pregunta, la desgrana, profundiza y vuelve a empezar con una vuelta de tuerca sobre cada concepto. Tiene su propio ritmo y seguirlo puede ser un desafío.
- En el marco del alarmante crecimiento de los casos de violencia de género, ¿podría profundizar en el concepto que desarrolló de que la violencia letal sobre la mujer es un síntoma de la sociedad?
- Desigualdad de género, control sobre el cuerpo de la mujer, desde mi perspectiva, hay otras feministas que no coinciden, acompañan la historia de la humanidad. Sólo que, contrariamente a lo que pensamos y a eso que yo llamo prejuicio positivo con relación a la modernidad, imaginamos que la humanidad camina en la dirección contraria. Pero los datos no confirman eso, al contrario, van en aumento. Entonces tenemos que entender cuáles son las circunstancias contextuales e históricas.
Una de las dificultades, de las fallas del pensamiento feminista es creer que el problema de la violencia de género es un problema de los hombres y las mujeres. Y en algunos casos, hasta de un hombre y una mujer. Y yo creo que es un síntoma de la historia, de las vicisitudes por la que pasa la sociedad. Y ahí pongo el tema de la precariedad de la vida. La vida se ha vuelto inmensamente precaria, y el hombre, que por su mandato de masculinidad, tiene la obligación de ser fuerte, de ser el potente, no puede más y tiene muchas dificultades para poder serlo. Y esas dificultades no tienen que ver como dicen por ahí, porque está afectado por el empoderamiento de las mujeres, que es un argumento que se viene utilizando mucho, que las mujeres se han empoderado y que los hombres se han debilitado por ello y por lo tanto reaccionan así…No. Lo que debilita a los hombres, lo que los precariza y los transforma en sujetos impotentes es la falta de empleo, la inseguridad en el empleo cuando lo tienen, la precariedad de todos los vínculos, el desarraigo de varias formas, el desarraigo de un medio comunitario, familiar, local… en fin, el mundo se mueve de una manera que no pueden controlar y los deja en una situación de precariedad, pero no como consecuencia del empoderamiento de las mujeres, sino como una consecuencia de la precarización de la vida, de la economía, de no poder educarse más, leer más, tener acceso a diversas formas de bienestar.
Y eso también va en dirección de otra cosa que vengo afirmando: que hay formas de agresión entre varones que son también violencia de género. Yo afirmo que los varones son las primeras víctimas del mandato de masculinidad. Con esto no estoy queriendo decir que son víctimas de las mujeres, y quiero dejarlo bien en claro porque se me ha entendido de una manera equivocada muchas veces.
Estoy diciendo que son víctimas de un mandato de masculinidad y una estructura jerárquica como es la estructura de la masculinidad. Son víctimas de otros hombres, no de las mujeres. Y esto también quiero dejarlo en claro, no es que el hombre se volvió impotente porque las mujeres se potencian, sino que se volvió impotente porque la vida se volvió precaria y los deja impotentes.
- Muchas mujeres reciben esta violencia como algo normal. ¿Por qué?
- Por eso, sobre todo en España, al principio, cuando en las primeras campañas por los derechos de la mujer empezaron a aparecer estas mujeres golpeadas en la televisión, fue muy fuerte y causó mucho impacto. Plantear que la violencia doméstica es un crimen creo que fue el mayor avance de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (Cedaw), es decir, que algo que es una costumbre puede ser un crimen. Es dificilísimo sobre todo en el campo del derecho dar ese paso, porque el derecho es como la santificación de todo lo que es la costumbre como ley. Pero la Cedaw dice: esta costumbre es un crimen, no puede ser transformada en ley. En ese caso de la violencia doméstica, de las violaciones domésticas se ha marchado en el camino de comprender que es un crimen. Ahora, lo que nos da a nosotros una pauta, una luz para entender mejor todo ese tema, es que cuando hay un óbito, cuando aparece un cuerpo, un asesinato de mujer nunca fue natural, ni antes ni ahora ni nunca.
Y ahí vemos que hay una dificultad del derecho y del Estado en ganar terreno en este campo. Porque, sin ninguna duda, están en aumentando cada vez los feminicidios, ese verdadero genocidio de mujeres que estamos viviendo, de varias formas. Y eso lo sabemos porque ya hay más de 10 años de estadísticas en la mayor parte de los países. Y además el avance en lo legal y lo forense respalda esta afirmación.
- Usted plantea que la violación es un acto disciplinador, un crimen de poder. ¿Qué se juega el agresor sexual en esos casos?
Bueno, ese concepto es de altísima complejidad. Le cuesta mucho a la sociedad comprender a qué apunto. Mucha gente de bien, muy moral, saltó contra esto e intenta rápidamente diferenciarse de ese sujeto que considera anómalo, criminal, inmoral, en fin todo lo malo que se deposita en ese sujeto, en ese chivo expiatorio que es el agresor… y los otros hombres se salvan y dicen yo no soy eso.
Yo eso lo pongo bajo un signo de interrogación. Yo creo que aquel último gesto que es un crimen, es producto de una cantidad de gestos menores que están en la vida cotidiana y que no son crímenes, pero son agresiones también. Y que hacen un caldo de cultivo para causar este último grado de agresión que sí está tipificado como crimen… pero que jamás se sucedería si la sociedad no fuera como es.
Se sucedería en un psicópata, pero la mayor cantidad de violaciones y de agresiones sexuales a mujeres no son hechas por psicópatas, sino por personas que están en una sociedad que practica la agresión de género de mil formas pero que no podrán nunca ser tipificadas como crímenes. Por eso mi argumento no es un argumento antipunitivista de la forma clásica, en el sentido de que no se debe punir o sentenciar.
Sí tiene que haber leyes y sentencias que sólo algunas veces llegan a materializarse. Pero en nuestros países sobre todo, en el mundo entero, pero especialmente en América Latina, de todos los ataques contra la vida, no solamente los de género sino de todos en general, los que llegan a una sentencia son una proporción mínima.
La eficacia material del derecho es ficcional, es un sistema de creencias, creemos que el derecho lleva a una condena. Pero claro que tiene que existir, el derecho, todo el sistema legal, el justo proceso y la punición. Lo que yo digo es que la punición, la sentencia no va a resolver el problema, porque el problema se resuelve allá abajo, donde está la gran cantidad de agresiones que no son crímenes, pero que van formando la normalidad de la agresión. Ninguno tomaría ese camino si no existiera ese caldo de cultivo.
- ¿Y por qué algunos hombres toman ese camino y otros no? Porque si es un problema social ¿no afectaría a todos por igual?
Y bueno, porque somos todos diferentes… yo no te puedo responder eso. Lo que sí te puedo asegurar es que los índices serían muchos menores si atacáramos la base, o sea, el hábito, las prácticas habituales. Tampoco hablo de una cultura de la violación, porque se habla mucho de eso, sobre todo en Brasil. Se habla mucho de una cultura violadora. Está bien, pero cuidado con la culturalización, porque el culturalismo, en el abordaje de estos temas, le da un marco de “normalidad”, de costumbre. Como se hace con el racismo por ejemplo… es una costumbre. Yo tengo mucho miedo a esas palabras que terminan normalizando estas cuestiones.
- En relación a este tema, sobre que la violación es un crimen de poder, disciplinador, eso ¿se juega de la misma manera en el caso de los abusos de menores? Ya que generalmente los niños son abusados en su mayoría en las relaciones intrafamiliares o por integrantes de sus círculos cercanos, ¿se puede hacer una misma lectura o es distinto el análisis?
Yo creo que es un análisis distinto, porque ahí si entra la libido de una forma en que yo no creo que entra en las violaciones de mujeres. Yo no he investigado mucho ese tema, lo que sí puedo decir al respecto es que el agresor, el violador, el asediador en la casa lo hace porque puede. Porque también existe una idea de la paternidad que proviene de una genealogía muy antigua, que es el pater familias, como es en el Derecho Romano, que no era como lo concebimos hoy, como un padre, una relación parental. Sino que el padre era el propietario de la mujer, de los hijos y de los esclavos, todos en el mismo nivel.
Entonces eso que ya no es más así, pero que en la genealogía de la familia, como la entendemos, persiste… la familia occidental, no la familia indígena. Pero sí la familia occidental, que tiene por debajo en sus orígenes la idea de la dueñidad del padre. Entonces, eso aun está muy patente. Tengo estudiantes que han trabajado este tema. Por ejemplo, el caso de un pastor evangélico que violaba a todas sus hijas, y lo que sale de ese estudio es que el hombre, en su interpretación, era dueño de esos cuerpos.
Eso es algo que no está más en la ley, pero sí en la costumbre. Y el violador también es alguien que tiene que mostrarse dueño, en control de los cuerpos. Entonces el violador doméstico es alguien que accede a esos cuerpos porque considera que le pertenecen. Y el violador de calle es alguien que tiene que demostrar a sus pares, a los otros, a sus compinches, que es capaz. Son variantes de lo mismo, que es la posesión masculina como dueña, como necesariamente potente, como dueño de la vida.
- En su experiencia, ¿el violador se puede recuperar de alguna forma, con la cárcel o con algún tratamiento?
- Nunca vi un trabajo de reflexión, no lo podemos saber porque el trabajo que debemos hacer en la sociedad que es primero entender y luego reflexionar nunca fue hecho. Sólo después de hacer el trabajo que está pendiente todavía de hacer en el sistema penitenciario, podemos llegar a ese punto. No hay elementos suficientes. No estoy hablando de psicópatas. Porque, a diferencia de lo que dicen los diarios, la mayor parte de las agresiones sexuales no son perpetradas por psicópatas. Los mayores perpetradores son sujetos ansiosos por demostrar que son hombres. Si no se comprende qué papel tiene la violación y la masacre de mujeres en el mundo actual, no vamos a encontrar soluciones.
Quedan pendientes tantos temas… hablar, por ejemplo, sobre el papel de los medios que, según sus propias palabras, colaboran con exhibir públicamente la agresión a las mujeres hasta el hartazgo, haciendo de la victimización de las mujeres un espectáculo de fin de tarde o después de misa, reproduciendo hasta el hartazgo los detalles más morbosos y funcionando así como el “brazo ideológico de la estrategia de la crueldad”…. Esos y tantos otros. Será en otra oportunidad. La estaremos esperando.
(Foto: Laura Rita Segato)
*Extracto del libro “La guerra contra las mujeres”, de Rita Segato.
Entrevista a Rita Segato, doctora en Antropología e investigadora, probablemente, una de las pensadoras feministas más lúcidas de esta época. Y tal vez de todas las épocas.
Ha escrito innumerables trabajos a partir de su investigación con violadores en la penitenciaría de Brasilia, como perito antropológico y de género en el histórico juicio de Guatemala en el que se juzgó y condenó por primera vez a miembros del Ejército por los delitos de esclavitud sexual y doméstica contra mujeres mayas de la etnia q’eqchi, y fue convocada a Ciudad Juárez a exponer su interpretación en torno a los cientos de femicidios perpetrados en esa ciudad.
Su currículum es largo e impresionante. Más allá de todo prejuicio escandalizador, Segato ha propuesto una mirada profunda sobre la violencia letal sobre las mujeres, entendiendo a los femicidios como una problemática que trasciende a los géneros para convertirse en un síntoma, o mejor dicho, en una expresión de una sociedad que necesita de una “pedagogía de la crueldad” para destruir y anular la compasión, la empatía, los vínculos y el arraigo local y comunitario.
Es decir todos esos elementos que se convierten en obstáculo en un capitalismo “de rapiña”, que depende de esa pedagogía de la crueldad para aleccionar. Es, en ese sentido, que el ejercicio de la crueldad sobre el cuerpo de las mujeres, pero que también se extiende a crímenes homofóbicos o trans, todas esas violencias “no son otra cosa que el disciplinamiento que las fuerzas patriarcales imponen a todos los que habitamos ese margen de la política, de crímenes del patriarcado colonial moderno de alta intensidad, contra todo lo que lo desestabiliza” (*).
En esos cuerpos se escribe el mensaje aleccionador que ese capitalismo patriarcal de alta intensidad necesita imponer a toda la sociedad. No es tarea sencilla entrevistar a Rita, que es una especie de torbellino, capaz de enlazar con extrema claridad y sutileza los argumentos más complejos. Se toma su tiempo para responder, analiza cada pregunta, la desgrana, profundiza y vuelve a empezar con una vuelta de tuerca sobre cada concepto. Tiene su propio ritmo y seguirlo puede ser un desafío.
- En el marco del alarmante crecimiento de los casos de violencia de género, ¿podría profundizar en el concepto que desarrolló de que la violencia letal sobre la mujer es un síntoma de la sociedad?
- Desigualdad de género, control sobre el cuerpo de la mujer, desde mi perspectiva, hay otras feministas que no coinciden, acompañan la historia de la humanidad. Sólo que, contrariamente a lo que pensamos y a eso que yo llamo prejuicio positivo con relación a la modernidad, imaginamos que la humanidad camina en la dirección contraria. Pero los datos no confirman eso, al contrario, van en aumento. Entonces tenemos que entender cuáles son las circunstancias contextuales e históricas.
Una de las dificultades, de las fallas del pensamiento feminista es creer que el problema de la violencia de género es un problema de los hombres y las mujeres. Y en algunos casos, hasta de un hombre y una mujer. Y yo creo que es un síntoma de la historia, de las vicisitudes por la que pasa la sociedad. Y ahí pongo el tema de la precariedad de la vida. La vida se ha vuelto inmensamente precaria, y el hombre, que por su mandato de masculinidad, tiene la obligación de ser fuerte, de ser el potente, no puede más y tiene muchas dificultades para poder serlo. Y esas dificultades no tienen que ver como dicen por ahí, porque está afectado por el empoderamiento de las mujeres, que es un argumento que se viene utilizando mucho, que las mujeres se han empoderado y que los hombres se han debilitado por ello y por lo tanto reaccionan así…No. Lo que debilita a los hombres, lo que los precariza y los transforma en sujetos impotentes es la falta de empleo, la inseguridad en el empleo cuando lo tienen, la precariedad de todos los vínculos, el desarraigo de varias formas, el desarraigo de un medio comunitario, familiar, local… en fin, el mundo se mueve de una manera que no pueden controlar y los deja en una situación de precariedad, pero no como consecuencia del empoderamiento de las mujeres, sino como una consecuencia de la precarización de la vida, de la economía, de no poder educarse más, leer más, tener acceso a diversas formas de bienestar.
Y eso también va en dirección de otra cosa que vengo afirmando: que hay formas de agresión entre varones que son también violencia de género. Yo afirmo que los varones son las primeras víctimas del mandato de masculinidad. Con esto no estoy queriendo decir que son víctimas de las mujeres, y quiero dejarlo bien en claro porque se me ha entendido de una manera equivocada muchas veces.
Estoy diciendo que son víctimas de un mandato de masculinidad y una estructura jerárquica como es la estructura de la masculinidad. Son víctimas de otros hombres, no de las mujeres. Y esto también quiero dejarlo en claro, no es que el hombre se volvió impotente porque las mujeres se potencian, sino que se volvió impotente porque la vida se volvió precaria y los deja impotentes.
- Muchas mujeres reciben esta violencia como algo normal. ¿Por qué?
- Por eso, sobre todo en España, al principio, cuando en las primeras campañas por los derechos de la mujer empezaron a aparecer estas mujeres golpeadas en la televisión, fue muy fuerte y causó mucho impacto. Plantear que la violencia doméstica es un crimen creo que fue el mayor avance de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (Cedaw), es decir, que algo que es una costumbre puede ser un crimen. Es dificilísimo sobre todo en el campo del derecho dar ese paso, porque el derecho es como la santificación de todo lo que es la costumbre como ley. Pero la Cedaw dice: esta costumbre es un crimen, no puede ser transformada en ley. En ese caso de la violencia doméstica, de las violaciones domésticas se ha marchado en el camino de comprender que es un crimen. Ahora, lo que nos da a nosotros una pauta, una luz para entender mejor todo ese tema, es que cuando hay un óbito, cuando aparece un cuerpo, un asesinato de mujer nunca fue natural, ni antes ni ahora ni nunca.
Y ahí vemos que hay una dificultad del derecho y del Estado en ganar terreno en este campo. Porque, sin ninguna duda, están en aumentando cada vez los feminicidios, ese verdadero genocidio de mujeres que estamos viviendo, de varias formas. Y eso lo sabemos porque ya hay más de 10 años de estadísticas en la mayor parte de los países. Y además el avance en lo legal y lo forense respalda esta afirmación.
- Usted plantea que la violación es un acto disciplinador, un crimen de poder. ¿Qué se juega el agresor sexual en esos casos?
Bueno, ese concepto es de altísima complejidad. Le cuesta mucho a la sociedad comprender a qué apunto. Mucha gente de bien, muy moral, saltó contra esto e intenta rápidamente diferenciarse de ese sujeto que considera anómalo, criminal, inmoral, en fin todo lo malo que se deposita en ese sujeto, en ese chivo expiatorio que es el agresor… y los otros hombres se salvan y dicen yo no soy eso.
Yo eso lo pongo bajo un signo de interrogación. Yo creo que aquel último gesto que es un crimen, es producto de una cantidad de gestos menores que están en la vida cotidiana y que no son crímenes, pero son agresiones también. Y que hacen un caldo de cultivo para causar este último grado de agresión que sí está tipificado como crimen… pero que jamás se sucedería si la sociedad no fuera como es.
Se sucedería en un psicópata, pero la mayor cantidad de violaciones y de agresiones sexuales a mujeres no son hechas por psicópatas, sino por personas que están en una sociedad que practica la agresión de género de mil formas pero que no podrán nunca ser tipificadas como crímenes. Por eso mi argumento no es un argumento antipunitivista de la forma clásica, en el sentido de que no se debe punir o sentenciar.
Sí tiene que haber leyes y sentencias que sólo algunas veces llegan a materializarse. Pero en nuestros países sobre todo, en el mundo entero, pero especialmente en América Latina, de todos los ataques contra la vida, no solamente los de género sino de todos en general, los que llegan a una sentencia son una proporción mínima.
La eficacia material del derecho es ficcional, es un sistema de creencias, creemos que el derecho lleva a una condena. Pero claro que tiene que existir, el derecho, todo el sistema legal, el justo proceso y la punición. Lo que yo digo es que la punición, la sentencia no va a resolver el problema, porque el problema se resuelve allá abajo, donde está la gran cantidad de agresiones que no son crímenes, pero que van formando la normalidad de la agresión. Ninguno tomaría ese camino si no existiera ese caldo de cultivo.
- ¿Y por qué algunos hombres toman ese camino y otros no? Porque si es un problema social ¿no afectaría a todos por igual?
Y bueno, porque somos todos diferentes… yo no te puedo responder eso. Lo que sí te puedo asegurar es que los índices serían muchos menores si atacáramos la base, o sea, el hábito, las prácticas habituales. Tampoco hablo de una cultura de la violación, porque se habla mucho de eso, sobre todo en Brasil. Se habla mucho de una cultura violadora. Está bien, pero cuidado con la culturalización, porque el culturalismo, en el abordaje de estos temas, le da un marco de “normalidad”, de costumbre. Como se hace con el racismo por ejemplo… es una costumbre. Yo tengo mucho miedo a esas palabras que terminan normalizando estas cuestiones.
- En relación a este tema, sobre que la violación es un crimen de poder, disciplinador, eso ¿se juega de la misma manera en el caso de los abusos de menores? Ya que generalmente los niños son abusados en su mayoría en las relaciones intrafamiliares o por integrantes de sus círculos cercanos, ¿se puede hacer una misma lectura o es distinto el análisis?
Yo creo que es un análisis distinto, porque ahí si entra la libido de una forma en que yo no creo que entra en las violaciones de mujeres. Yo no he investigado mucho ese tema, lo que sí puedo decir al respecto es que el agresor, el violador, el asediador en la casa lo hace porque puede. Porque también existe una idea de la paternidad que proviene de una genealogía muy antigua, que es el pater familias, como es en el Derecho Romano, que no era como lo concebimos hoy, como un padre, una relación parental. Sino que el padre era el propietario de la mujer, de los hijos y de los esclavos, todos en el mismo nivel.
Entonces eso que ya no es más así, pero que en la genealogía de la familia, como la entendemos, persiste… la familia occidental, no la familia indígena. Pero sí la familia occidental, que tiene por debajo en sus orígenes la idea de la dueñidad del padre. Entonces, eso aun está muy patente. Tengo estudiantes que han trabajado este tema. Por ejemplo, el caso de un pastor evangélico que violaba a todas sus hijas, y lo que sale de ese estudio es que el hombre, en su interpretación, era dueño de esos cuerpos.
Eso es algo que no está más en la ley, pero sí en la costumbre. Y el violador también es alguien que tiene que mostrarse dueño, en control de los cuerpos. Entonces el violador doméstico es alguien que accede a esos cuerpos porque considera que le pertenecen. Y el violador de calle es alguien que tiene que demostrar a sus pares, a los otros, a sus compinches, que es capaz. Son variantes de lo mismo, que es la posesión masculina como dueña, como necesariamente potente, como dueño de la vida.
- En su experiencia, ¿el violador se puede recuperar de alguna forma, con la cárcel o con algún tratamiento?
- Nunca vi un trabajo de reflexión, no lo podemos saber porque el trabajo que debemos hacer en la sociedad que es primero entender y luego reflexionar nunca fue hecho. Sólo después de hacer el trabajo que está pendiente todavía de hacer en el sistema penitenciario, podemos llegar a ese punto. No hay elementos suficientes. No estoy hablando de psicópatas. Porque, a diferencia de lo que dicen los diarios, la mayor parte de las agresiones sexuales no son perpetradas por psicópatas. Los mayores perpetradores son sujetos ansiosos por demostrar que son hombres. Si no se comprende qué papel tiene la violación y la masacre de mujeres en el mundo actual, no vamos a encontrar soluciones.
Quedan pendientes tantos temas… hablar, por ejemplo, sobre el papel de los medios que, según sus propias palabras, colaboran con exhibir públicamente la agresión a las mujeres hasta el hartazgo, haciendo de la victimización de las mujeres un espectáculo de fin de tarde o después de misa, reproduciendo hasta el hartazgo los detalles más morbosos y funcionando así como el “brazo ideológico de la estrategia de la crueldad”…. Esos y tantos otros. Será en otra oportunidad. La estaremos esperando.
(Foto: Laura Rita Segato)
*Extracto del libro “La guerra contra las mujeres”, de Rita Segato.
Fuente:
miércoles, 12 de julio de 2023
_- Enredos en la familia. La evolución humana ya no se explica como una simple cadena lineal de eslabones perdidos.
_- La ciencia nos revela un entramado más complejo de elementos, con una mayor diversidad entre especies
Hace ya siete años que celebramos el 150º aniversario de la publicación de El origen de las especies, el libro que fundó la biología moderna y la obra de Darwin más importante para los científicos profesionales. Pero aún nos quedan cinco años para celebrar el 150º aniversario de otro libro de Darwin que seguramente es mucho más importante para las ciencias sociales, las humanidades y la cultura en general, El origen del hombre. Porque fue aquí, 12 años después, donde Darwin desarrolló el corolario más escandaloso y rompedor de la teoría de la evolución: que nuestra especie no tiene nada de especial, nada que la distinga del gran esquema de las cosas biológicas, ni ninguna relación trascendente con la divinidad, sino que es una mera variación de nuestros primos los monos, nuestros primos segundos los mamíferos, y de todas las especies que pueblan este planeta viejo y solitario, nuestro barrio del cosmos.
Misterios y problemas
Curiosamente, y sin que lo supiera Darwin, la primera evidencia de una especie humana primitiva y extinta se había descubierto tres años antes de la publicación de El origen de las especies. El 9 de septiembre de 1856, una cuadrilla de obreros que excavaba cerca de Düsseldorf extrajo de una cueva 16 huesos fosilizados. Pensaron que eran de un oso, pero tuvieron el atino de llevárselos al maestro de un pueblo cercano por si fueran de alguna utilidad para la ciencia. Y vaya si lo fueron. El maestro, llamado Johann Carl Fuhlrott, percibió que los huesos “eran muy antiguos y pertenecían a un ser humano muy diferente del hombre contemporáneo”. Había descubierto al hombre de Neandertal.
El siglo XX contempló episodios gloriosos en la búsqueda del eslabón perdido, o los estadios intermedios en la evolución de nuestra especie a partir de sus ancestros simiescos. Y produjo una narración entrañable de elevación progresiva a los cielos de la consciencia, la inteligencia y la trascendencia moral que se nos suponen.
Pasando a limpio una crónica algo más farragosa, la sucesión de eslabones perdidos quedó más o menos así: hace seis millones de años éramos lo mismo que los chimpancés; hace cuatro millones, evolucionaron los australopitecos (como Lucy), ya bípedos pero todavía con un cerebro de medio litro; hace dos millones apareció el Homo erectus, que había duplicado su tamaño craneal hasta un litro, usaba herramientas y fue la primera especie humana en abandonar África; y nuestra especie, el Homo sapiens, se revelaba como una recién llegada a la gran historia del planeta, con poco más de 100.000 años, casi un litro y medio de cráneo y caracterizada desde sus inicios por herramientas avanzadas y una cultura no solo innovadora, sino también variable y creativa, cuya representación gráfica inmejorable son las pinturas rupestres de Altamira y Lascaux.
Casi un siglo y medio después de la publicación de 'El origen del hombre' las tesis de Darwin quedan superadas por la genómica y las excavaciones La ciencia no solo aspira a describir la realidad — esa es la parte aburrida—, sino también a entenderla. La esperanza de un investigador es que, a medida que se obtienen más datos y se afinan las teorías, empiece a vislumbrarse un modelo del mundo cada vez más simple y comprensible. Por desgracia, este no ha sido el caso de la investigación de la evolución humana en las últimas décadas, y las cosas no han hecho más que complicarse aún más en los últimos años. Las excavaciones paleontológicas —de Sudáfrica a Atapuerca— y los espectaculares avances de la genómica han enmarañado el cuadro de manera sustancial. Pero ese es el mensaje que nos transmite la realidad. La simplicidad y el entendimiento profundo tendrán que esperar.
Un ejemplo perfecto de complicación inesperada es el hobbit (Homo floresiensis), descubierto en 2004 en la isla de Flores, un reducto poco explorado del sur de Indonesia. Con un metro de estatura y la capacidad craneal de un australopiteco o un chimpancé, pero lo bastante inteligente como para manejar herramientas de piedra y, tal vez, haber llegado navegando a la isla, el hombre de Flores —que en realidad era una mujer— vivió hasta hace solo 18.000 años, y por tanto había coexistido con nuestra especie durante 20 milenios. El hobbit encajaba en nuestro modelo de la evolución humana tanto como un burro en un garaje. Y, de hecho, fue recibido con mucha resistencia por la comunidad paleontológica.
En el siglo XIX, cuando Fuhlrott descubrió al hombre de Neandertal, se encontró con una resistencia parecida. El gran Rudolf Virchow, padre de la teoría celular que constituyó la primera gran unificación de la biología (“Omnis cellula e cellula”, toda célula proviene de otra), se pegó el gran batacazo de su carrera al dictaminar que los restos estudiados por Fuhlrott pertenecían en realidad a un “idiota con artrosis”. Puesto que la evolución no se aceptaba en la época, el mero hecho de que hubiera existido una especie humana primitiva le parecía un disparate. Como les ha pasado a muchos sabios antes y después, Virchow se mostró refractario a las evidencias.
La historia se ha repetido con el hobbit, en una especie de homenaje paradójico al planchazo de Virchow. Un grupo de paleontólogos defendieron desde el principio que se trataba de una mujer con microcefalia. Las investigaciones recientes, sin embargo, confirman que el cráneo de Flores es una versión miniaturizada del típico del género Homo, al que pertenecemos los Homo erectus y nosotros. Los científicos no saben si el hobbit ya era pequeño cuando llegó a la isla o se miniaturizó después de llegar allí, como ciertamente le ocurrió a un elefante enano que también vivía ahí. Los últimos datos apuntan a lo segundo, aunque sin encontrar más cráneos la cuestión seguirá abierta.
Tras el “idiota con artrosis” de Virchow y la mujer microcefalica de Flores, viene al pelo una cita de Darwin: “La ignorancia suele engendrar más confianza que el conocimiento: son quienes conocen poco, no los que conocen mucho, quienes aseveran de forma tajante que ni tal ni cual problema serán jamás resueltos por la ciencia”. Darwin lo escribió en El origen del hombre, preparándose para la que sin duda se le vendría encima. Pero la cita es aplicable a las resistencias científicas que encontraron el neandertal y el hobbit.
Los europeos actuales llevan tramos de ADN neandertal y los asiáticos llevan tramos de ADN denisovano El neandertal y el hobbit comparten otra cualidad: no son ancestros nuestros, sino ramificaciones independientes de la nuestra. Son la primera indicación —y de ningún modo la última, como veremos— de que la evolución humana no tiene la forma de una cadena lineal, con un eslabón tras otro ascendiendo la escalera al cielo. Su forma es más bien la de un arbusto, con una variedad de ramas aquí y allá, con diversificaciones locales, salidas en falso, callejones sin salida y extinciones frecuentes. Tan frecuentes que, de hecho, ahora solo quedamos nosotros.
El truco para aceptar esta teoría sin escándalo es percibir que esa forma de arbusto no es ninguna peculiaridad de la evolución humana. Más bien es la forma general de los procesos evolutivos. Esta es una idea a la que dedicó media vida el evolucionista neoyorquino Stephen Jay Gould, muerto en 2002. Darwin insistió en el carácter gradual de la evolución inspirado por su mentor, Charles Lyell, cuya geología era estrictamente gradual para huir de los diluvios universales de la religión y el catastrofismo de la cultura popular. Pero la historia geológica del planeta solo es gradual en tiempos de bonanza, y aparece puntuada por cambios bruscos del entorno, movimientos tectónicos, orgías volcánicas, sequías desastrosas y hasta impactos de asteroides gigantescos. La vida intenta adaptarse como puede: por eso seguimos aquí tras 4.000 millones de años.
Un segundo aspecto esencial es que no toda la evolución humana ha ocurrido en África, contra lo que creíamos hace poco. El hombre de Atapuerca u Homo antecessor, descubierto en el inmenso yacimiento paleontológico burgalés, es seguramente un buen ejemplo. Arsuaga y sus colegas lo llamaron preneandertal porque tiene todos los signos de estar evolucionando hacia los rasgos típicos de los neandertales, y los preceden en el tiempo geológico por unos cientos de miles de años. Es probable por tanto que los neandertales evolucionaran en Europa, y no salieran ya formados de África.
De hecho, la genómica aporta evidencias incuestionables de ciertas formas de evolución fuera de África. La lectura del ADN antiguo ha avanzado hasta tal punto que ya es capaz de descubrir una nueva especie a partir de una falange de un dedo. Así se descubrió hace unos años a los denisovanos, una especie coetánea de los neandertales, pero distinta de ellos y que habitaba más bien en Asia que en Europa. Y, de hecho, los europeos actuales llevan tramos de ADN neandertal; y los asiáticos y habitantes de las islas del Pacífico llevan tramos de ADN denisovano.
Cuando nuestros ancestros sapiens salieron de África, hace algo más de 50.000 años, esas dos especies antiguas ya llevaban cientos de miles de años adaptándose a las circunstancias ambientales de Eurasia. Y los recién llegados se beneficiaron de esos genes adaptados por una conocida vía de evolución rápida. Se llama sexo.
En fin, una historia más complicada de lo esperado, pero también más interesante, ¿no es cierto?
Hace ya siete años que celebramos el 150º aniversario de la publicación de El origen de las especies, el libro que fundó la biología moderna y la obra de Darwin más importante para los científicos profesionales. Pero aún nos quedan cinco años para celebrar el 150º aniversario de otro libro de Darwin que seguramente es mucho más importante para las ciencias sociales, las humanidades y la cultura en general, El origen del hombre. Porque fue aquí, 12 años después, donde Darwin desarrolló el corolario más escandaloso y rompedor de la teoría de la evolución: que nuestra especie no tiene nada de especial, nada que la distinga del gran esquema de las cosas biológicas, ni ninguna relación trascendente con la divinidad, sino que es una mera variación de nuestros primos los monos, nuestros primos segundos los mamíferos, y de todas las especies que pueblan este planeta viejo y solitario, nuestro barrio del cosmos.
Misterios y problemas
Curiosamente, y sin que lo supiera Darwin, la primera evidencia de una especie humana primitiva y extinta se había descubierto tres años antes de la publicación de El origen de las especies. El 9 de septiembre de 1856, una cuadrilla de obreros que excavaba cerca de Düsseldorf extrajo de una cueva 16 huesos fosilizados. Pensaron que eran de un oso, pero tuvieron el atino de llevárselos al maestro de un pueblo cercano por si fueran de alguna utilidad para la ciencia. Y vaya si lo fueron. El maestro, llamado Johann Carl Fuhlrott, percibió que los huesos “eran muy antiguos y pertenecían a un ser humano muy diferente del hombre contemporáneo”. Había descubierto al hombre de Neandertal.
El siglo XX contempló episodios gloriosos en la búsqueda del eslabón perdido, o los estadios intermedios en la evolución de nuestra especie a partir de sus ancestros simiescos. Y produjo una narración entrañable de elevación progresiva a los cielos de la consciencia, la inteligencia y la trascendencia moral que se nos suponen.
Pasando a limpio una crónica algo más farragosa, la sucesión de eslabones perdidos quedó más o menos así: hace seis millones de años éramos lo mismo que los chimpancés; hace cuatro millones, evolucionaron los australopitecos (como Lucy), ya bípedos pero todavía con un cerebro de medio litro; hace dos millones apareció el Homo erectus, que había duplicado su tamaño craneal hasta un litro, usaba herramientas y fue la primera especie humana en abandonar África; y nuestra especie, el Homo sapiens, se revelaba como una recién llegada a la gran historia del planeta, con poco más de 100.000 años, casi un litro y medio de cráneo y caracterizada desde sus inicios por herramientas avanzadas y una cultura no solo innovadora, sino también variable y creativa, cuya representación gráfica inmejorable son las pinturas rupestres de Altamira y Lascaux.
Casi un siglo y medio después de la publicación de 'El origen del hombre' las tesis de Darwin quedan superadas por la genómica y las excavaciones La ciencia no solo aspira a describir la realidad — esa es la parte aburrida—, sino también a entenderla. La esperanza de un investigador es que, a medida que se obtienen más datos y se afinan las teorías, empiece a vislumbrarse un modelo del mundo cada vez más simple y comprensible. Por desgracia, este no ha sido el caso de la investigación de la evolución humana en las últimas décadas, y las cosas no han hecho más que complicarse aún más en los últimos años. Las excavaciones paleontológicas —de Sudáfrica a Atapuerca— y los espectaculares avances de la genómica han enmarañado el cuadro de manera sustancial. Pero ese es el mensaje que nos transmite la realidad. La simplicidad y el entendimiento profundo tendrán que esperar.
Un ejemplo perfecto de complicación inesperada es el hobbit (Homo floresiensis), descubierto en 2004 en la isla de Flores, un reducto poco explorado del sur de Indonesia. Con un metro de estatura y la capacidad craneal de un australopiteco o un chimpancé, pero lo bastante inteligente como para manejar herramientas de piedra y, tal vez, haber llegado navegando a la isla, el hombre de Flores —que en realidad era una mujer— vivió hasta hace solo 18.000 años, y por tanto había coexistido con nuestra especie durante 20 milenios. El hobbit encajaba en nuestro modelo de la evolución humana tanto como un burro en un garaje. Y, de hecho, fue recibido con mucha resistencia por la comunidad paleontológica.
En el siglo XIX, cuando Fuhlrott descubrió al hombre de Neandertal, se encontró con una resistencia parecida. El gran Rudolf Virchow, padre de la teoría celular que constituyó la primera gran unificación de la biología (“Omnis cellula e cellula”, toda célula proviene de otra), se pegó el gran batacazo de su carrera al dictaminar que los restos estudiados por Fuhlrott pertenecían en realidad a un “idiota con artrosis”. Puesto que la evolución no se aceptaba en la época, el mero hecho de que hubiera existido una especie humana primitiva le parecía un disparate. Como les ha pasado a muchos sabios antes y después, Virchow se mostró refractario a las evidencias.
La historia se ha repetido con el hobbit, en una especie de homenaje paradójico al planchazo de Virchow. Un grupo de paleontólogos defendieron desde el principio que se trataba de una mujer con microcefalia. Las investigaciones recientes, sin embargo, confirman que el cráneo de Flores es una versión miniaturizada del típico del género Homo, al que pertenecemos los Homo erectus y nosotros. Los científicos no saben si el hobbit ya era pequeño cuando llegó a la isla o se miniaturizó después de llegar allí, como ciertamente le ocurrió a un elefante enano que también vivía ahí. Los últimos datos apuntan a lo segundo, aunque sin encontrar más cráneos la cuestión seguirá abierta.
Tras el “idiota con artrosis” de Virchow y la mujer microcefalica de Flores, viene al pelo una cita de Darwin: “La ignorancia suele engendrar más confianza que el conocimiento: son quienes conocen poco, no los que conocen mucho, quienes aseveran de forma tajante que ni tal ni cual problema serán jamás resueltos por la ciencia”. Darwin lo escribió en El origen del hombre, preparándose para la que sin duda se le vendría encima. Pero la cita es aplicable a las resistencias científicas que encontraron el neandertal y el hobbit.
Los europeos actuales llevan tramos de ADN neandertal y los asiáticos llevan tramos de ADN denisovano El neandertal y el hobbit comparten otra cualidad: no son ancestros nuestros, sino ramificaciones independientes de la nuestra. Son la primera indicación —y de ningún modo la última, como veremos— de que la evolución humana no tiene la forma de una cadena lineal, con un eslabón tras otro ascendiendo la escalera al cielo. Su forma es más bien la de un arbusto, con una variedad de ramas aquí y allá, con diversificaciones locales, salidas en falso, callejones sin salida y extinciones frecuentes. Tan frecuentes que, de hecho, ahora solo quedamos nosotros.
El truco para aceptar esta teoría sin escándalo es percibir que esa forma de arbusto no es ninguna peculiaridad de la evolución humana. Más bien es la forma general de los procesos evolutivos. Esta es una idea a la que dedicó media vida el evolucionista neoyorquino Stephen Jay Gould, muerto en 2002. Darwin insistió en el carácter gradual de la evolución inspirado por su mentor, Charles Lyell, cuya geología era estrictamente gradual para huir de los diluvios universales de la religión y el catastrofismo de la cultura popular. Pero la historia geológica del planeta solo es gradual en tiempos de bonanza, y aparece puntuada por cambios bruscos del entorno, movimientos tectónicos, orgías volcánicas, sequías desastrosas y hasta impactos de asteroides gigantescos. La vida intenta adaptarse como puede: por eso seguimos aquí tras 4.000 millones de años.
Un segundo aspecto esencial es que no toda la evolución humana ha ocurrido en África, contra lo que creíamos hace poco. El hombre de Atapuerca u Homo antecessor, descubierto en el inmenso yacimiento paleontológico burgalés, es seguramente un buen ejemplo. Arsuaga y sus colegas lo llamaron preneandertal porque tiene todos los signos de estar evolucionando hacia los rasgos típicos de los neandertales, y los preceden en el tiempo geológico por unos cientos de miles de años. Es probable por tanto que los neandertales evolucionaran en Europa, y no salieran ya formados de África.
De hecho, la genómica aporta evidencias incuestionables de ciertas formas de evolución fuera de África. La lectura del ADN antiguo ha avanzado hasta tal punto que ya es capaz de descubrir una nueva especie a partir de una falange de un dedo. Así se descubrió hace unos años a los denisovanos, una especie coetánea de los neandertales, pero distinta de ellos y que habitaba más bien en Asia que en Europa. Y, de hecho, los europeos actuales llevan tramos de ADN neandertal; y los asiáticos y habitantes de las islas del Pacífico llevan tramos de ADN denisovano.
Cuando nuestros ancestros sapiens salieron de África, hace algo más de 50.000 años, esas dos especies antiguas ya llevaban cientos de miles de años adaptándose a las circunstancias ambientales de Eurasia. Y los recién llegados se beneficiaron de esos genes adaptados por una conocida vía de evolución rápida. Se llama sexo.
En fin, una historia más complicada de lo esperado, pero también más interesante, ¿no es cierto?
lunes, 10 de julio de 2023
El racismo sin caretas: las lecciones de ‘Matar a un ruiseñor’
"La obra maestra de Harper Lee describe lo que significa vivir en una sociedad basada en el racismo, comparecen añorar algunos partidos de ultraderecha
El asesinato de una mujer durante un atraco en la plaza madrileña de Tirso de Molina y la revuelta en las banlieue francesas, después del homicidio de un menor en un control policial, han desatado una ola de declaraciones racistas en los partidos de la ultraderecha, entre ellos el español Vox, y en la prensa que jalea a estas formaciones políticas, que ocupan cada vez mayores espacios de poder en Europa y Estados Unidos. Lo extraño no es que los ultras sean racistas, es una de las bases de su ideología; lo que parece chocante es la forma abierta e indisimulada con la que se muestran esos sentimientos.
Se ha convertido en moneda corriente la teoría del Gran reemplazo, un repugnante bulo que mezcla el antisemitismo con el racismo, porque acusa, entre otros al financiero George Soros, un judío, de promover la llegada masiva de inmigrantes musulmanes para sustituir a los blancos cristianos, que según esta visión racista del mundo son la esencia de Europa.
Todo tiene sus límites, claro: el ministro de Economía de Finlandia, el ultraderechista Vilhelm Junnila, tuvo que dimitir tras diez días en el cargo por sus declaraciones racistas. Junnila había elogiado al Ku Klux Klan en sus redes sociales y había hecho guiños al número 88, en referencia a Heil Hitler. Eso era de sobra conocido cuando fue nombrado para ocupar uno de los puestos más importantes en cualquier Gobierno. No es una sorpresa el arraigo de la ultraderecha en los países del norte de Europa —antes de la matanza de Utoya, el nazismo oculto había sido tratado por los grandes autores de novela negra nórdicos como Jo Nesbo, Stieg Larsson o Henning Mankell—. Lo aterrador es que no se trata de movimientos subterráneos, sino de cosas que se dicen a plena luz del día.
Numerosas sociedades han basado —y algunas basan— su estructura en el racismo. El color de piel, la pertenencia a una casta o a una religión puede marcar para siempre la vida de una persona. Muchos de los discursos ultras que se escuchan cada vez con mayor insistencia parecen añorar aquellos tiempos. Una de las grandes obras literarias del siglo XX, Matar a un ruiseñor, con la que Harper Lee ganó el Premio Pulitzer en 1961, describe la vida en un pueblo de Alabama en los tiempos de la segregación racial contra los negros.
Es una novela sobre prejuicios raciales y sobre un hombre honesto, Atticus Finch, que decide enfrentarse a ellos defendiendo a un negro injustamente acusado de violación. Su valentía casi le cuesta la vida a su hija. En la biografía de Harper Lee, Mockingbird, Charles J. Shields relata el tipo de imágenes que marcaron la infancia de la escritora. “En 1931, cuando tenía cinco años, un centenar de miembros del Ku Klux Klan se reunieron en el parking de la escuela de Monroeville para hacer una demostración de fuerza”. También cuenta la historia de una compañera de universidad que, por error, se sentó en la parte del autobús reservada a los negros. “Todo el mundo me miró como si me fuesen a matar”, relató la amiga de Harper Lee.
Los que defienden el regreso a una sociedad basada en las razas y no en la libertad y la igualdad deberían preguntarse si quieren vivir en un lugar como el que describe Matar a un ruiseñor. En una de las frases más famosas de la novela, Atticus Finch le explica a su hija que “uno no comprende realmente a una persona hasta que se mete en su piel y camina dentro de ella”.
Se ha convertido en moneda corriente la teoría del Gran reemplazo, un repugnante bulo que mezcla el antisemitismo con el racismo, porque acusa, entre otros al financiero George Soros, un judío, de promover la llegada masiva de inmigrantes musulmanes para sustituir a los blancos cristianos, que según esta visión racista del mundo son la esencia de Europa.
Todo tiene sus límites, claro: el ministro de Economía de Finlandia, el ultraderechista Vilhelm Junnila, tuvo que dimitir tras diez días en el cargo por sus declaraciones racistas. Junnila había elogiado al Ku Klux Klan en sus redes sociales y había hecho guiños al número 88, en referencia a Heil Hitler. Eso era de sobra conocido cuando fue nombrado para ocupar uno de los puestos más importantes en cualquier Gobierno. No es una sorpresa el arraigo de la ultraderecha en los países del norte de Europa —antes de la matanza de Utoya, el nazismo oculto había sido tratado por los grandes autores de novela negra nórdicos como Jo Nesbo, Stieg Larsson o Henning Mankell—. Lo aterrador es que no se trata de movimientos subterráneos, sino de cosas que se dicen a plena luz del día.
Numerosas sociedades han basado —y algunas basan— su estructura en el racismo. El color de piel, la pertenencia a una casta o a una religión puede marcar para siempre la vida de una persona. Muchos de los discursos ultras que se escuchan cada vez con mayor insistencia parecen añorar aquellos tiempos. Una de las grandes obras literarias del siglo XX, Matar a un ruiseñor, con la que Harper Lee ganó el Premio Pulitzer en 1961, describe la vida en un pueblo de Alabama en los tiempos de la segregación racial contra los negros.
Es una novela sobre prejuicios raciales y sobre un hombre honesto, Atticus Finch, que decide enfrentarse a ellos defendiendo a un negro injustamente acusado de violación. Su valentía casi le cuesta la vida a su hija. En la biografía de Harper Lee, Mockingbird, Charles J. Shields relata el tipo de imágenes que marcaron la infancia de la escritora. “En 1931, cuando tenía cinco años, un centenar de miembros del Ku Klux Klan se reunieron en el parking de la escuela de Monroeville para hacer una demostración de fuerza”. También cuenta la historia de una compañera de universidad que, por error, se sentó en la parte del autobús reservada a los negros. “Todo el mundo me miró como si me fuesen a matar”, relató la amiga de Harper Lee.
Los que defienden el regreso a una sociedad basada en las razas y no en la libertad y la igualdad deberían preguntarse si quieren vivir en un lugar como el que describe Matar a un ruiseñor. En una de las frases más famosas de la novela, Atticus Finch le explica a su hija que “uno no comprende realmente a una persona hasta que se mete en su piel y camina dentro de ella”.
domingo, 9 de julio de 2023
_- Qué es el mecanismo de Anticitera, el objeto más misterioso de la historia de la tecnología que busca Indiana Jones en su última película
_- Después de quince años, Harrison Ford regresa a las pantallas en el papel del intrépido arqueólogo Indiana Jones.
Junto a una nueva coprotagonista, que interpreta la británica Phoebe Waller-Bridge, Indy vuelve a ponerse el sombrero y toma el látigo que lo han acompañado desde que sus aventuras empezaran en 1981 con "Cazadores del Arca Perdida".
En esta ocasión el artefacto que busca arrebatarles a los nazis es el que le da el título al filme, el "Dial del Destino", al que los personajes de la película se refieren como el Dial de Arquímedes.
Está basado en un objeto real, un antiguo artefacto griego descubierto por arqueólogos en 1900: el mecanismo de Anticitera.
Es poco probable que este mecanismo -de casi 2.000 años de antigüedad- tuviera el poder de retrasar el tiempo, como lo tiene en la película.
Pero, ¿qué era en realidad el mecanismo de Anticitera? ¿para qué se diseñó? Y, ¿qué relación tiene con el famoso matemático griego que mencionan en la película?
Harrison Ford ha dicho que está será la última vez que interprete al famoso arqueólogo Indiana Jones.
El descubrimiento
De no haber sido por una tormenta en la rocosa isla griega de Anticitera hace poco más de un siglo, uno de los objetos más desconcertantes y complejos del mundo antiguo quizás no habría sido descubierto jamás.
Tras refugiarse en la isla, un equipo de buscadores de esponjas marinas decidieron ver si tenían suerte bajo esas aguas.
Se toparon en cambio con los restos de una galera romana que había naufragado en medio de otra tormenta hacía 2.000 años, cuando el Imperio romano empezó a conquistar las colonias griegas en el Mediterráneo.
Frágil, intrigante y repleto de sorpresas, el mecanismo se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional en Atenas.
En la arena del fondo del mar estaba el cúmulo más grande de tesoros griegos que se haya encontrado jamás.
Entre las hermosas estatuas de cobre y mármol estaba el objeto más intrigante de la historia de la tecnología.
Es de bronce corroído, no más grande que una laptop moderna, hecha hace 2.000 años en la antigua Grecia.
Se lo conoce como el mecanismo de Anticitera. Y resultó ser una máquina del futuro.
"Si no lo hubieran descubierto en 1900, nadie se habría imaginado, ni siquiera creído, que algo así existía... ¡es tan sofisticado!", le dijo hace un tiempo a la BBC el matemático Tony Freeth.
Al principio, el artefacto no les decía nada a los científicos, pero luego notaron que tenía marcas e inscripciones.
"¡Imagínate: alguien, en algún lugar de la antigua Grecia, hizo una computadora mecánica!", señaló por su parte el físico griego Yanis Bitzakis quien, como Freeth, es parte del equipo internacional de investigación del asombroso artefacto.
"Es un mecanismo de una genialidad realmente sorprendente", añadió Freeth.
No están exagerando.
Tuvieron que pasar unos 1.500 años antes de que algo que se aproximara al mecanismo de Anticitera volviera a aparecer, en la forma de los primeros relojes mecánicos astronómicos en Europa.
Sin embargo, éstas son las conclusiones; entender qué era el misterioso objeto tomó tiempo, conocimientos y esfuerzo.
Uno de los problemas era su anacronismo.
El primero en examinar en detalle los 82 fragmentos recuperados fue el físico inglés y padre de la cienciometría Derek J. de Solla Price.
Empezó en los años 50 y en 1971, junto con el físico nuclear griego Charalampos Karakalos, tomó imágenes con rayos X y rayos gamma de las piezas.
Descubrieron que había 27 ruedas de engranaje adentro, y que era tremendamente complejo.
La primera sorpresa: adentro encontraron 27 ruedas de engranaje.
Junto a una nueva coprotagonista, que interpreta la británica Phoebe Waller-Bridge, Indy vuelve a ponerse el sombrero y toma el látigo que lo han acompañado desde que sus aventuras empezaran en 1981 con "Cazadores del Arca Perdida".
En esta ocasión el artefacto que busca arrebatarles a los nazis es el que le da el título al filme, el "Dial del Destino", al que los personajes de la película se refieren como el Dial de Arquímedes.
Está basado en un objeto real, un antiguo artefacto griego descubierto por arqueólogos en 1900: el mecanismo de Anticitera.
Es poco probable que este mecanismo -de casi 2.000 años de antigüedad- tuviera el poder de retrasar el tiempo, como lo tiene en la película.
Pero, ¿qué era en realidad el mecanismo de Anticitera? ¿para qué se diseñó? Y, ¿qué relación tiene con el famoso matemático griego que mencionan en la película?
Harrison Ford ha dicho que está será la última vez que interprete al famoso arqueólogo Indiana Jones.
El descubrimiento
De no haber sido por una tormenta en la rocosa isla griega de Anticitera hace poco más de un siglo, uno de los objetos más desconcertantes y complejos del mundo antiguo quizás no habría sido descubierto jamás.
Tras refugiarse en la isla, un equipo de buscadores de esponjas marinas decidieron ver si tenían suerte bajo esas aguas.
Se toparon en cambio con los restos de una galera romana que había naufragado en medio de otra tormenta hacía 2.000 años, cuando el Imperio romano empezó a conquistar las colonias griegas en el Mediterráneo.
Frágil, intrigante y repleto de sorpresas, el mecanismo se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional en Atenas.
En la arena del fondo del mar estaba el cúmulo más grande de tesoros griegos que se haya encontrado jamás.
Entre las hermosas estatuas de cobre y mármol estaba el objeto más intrigante de la historia de la tecnología.
Es de bronce corroído, no más grande que una laptop moderna, hecha hace 2.000 años en la antigua Grecia.
Se lo conoce como el mecanismo de Anticitera. Y resultó ser una máquina del futuro.
"Si no lo hubieran descubierto en 1900, nadie se habría imaginado, ni siquiera creído, que algo así existía... ¡es tan sofisticado!", le dijo hace un tiempo a la BBC el matemático Tony Freeth.
Al principio, el artefacto no les decía nada a los científicos, pero luego notaron que tenía marcas e inscripciones.
"¡Imagínate: alguien, en algún lugar de la antigua Grecia, hizo una computadora mecánica!", señaló por su parte el físico griego Yanis Bitzakis quien, como Freeth, es parte del equipo internacional de investigación del asombroso artefacto.
"Es un mecanismo de una genialidad realmente sorprendente", añadió Freeth.
No están exagerando.
Tuvieron que pasar unos 1.500 años antes de que algo que se aproximara al mecanismo de Anticitera volviera a aparecer, en la forma de los primeros relojes mecánicos astronómicos en Europa.
Sin embargo, éstas son las conclusiones; entender qué era el misterioso objeto tomó tiempo, conocimientos y esfuerzo.
Uno de los problemas era su anacronismo.
El primero en examinar en detalle los 82 fragmentos recuperados fue el físico inglés y padre de la cienciometría Derek J. de Solla Price.
Empezó en los años 50 y en 1971, junto con el físico nuclear griego Charalampos Karakalos, tomó imágenes con rayos X y rayos gamma de las piezas.
Descubrieron que había 27 ruedas de engranaje adentro, y que era tremendamente complejo.
La primera sorpresa: adentro encontraron 27 ruedas de engranaje.
Números importantes
Los expertos habían logrado fechar con considerable precisión algunas de las otras piezas encontradas como de entre los años 70 a.C. y 50 a.C.
Pero un objeto tan extraordinario no podía datar de esa época. Quizás era mucho más moderno y sólo por casualidad había caído en el mismo sitio, pensaban varios.
Price adivinó que contar los dientes en cada rueda podía dar alguna pista sobre la función de la máquina.
Con imágenes bidimensionales, las ruedas se superponían, lo que dificultaba la tarea, pero logró establecer dos números: 127 y 235.
"Esos dos números eran muy importantes en la Grecia antigua", señala el astrónomo Mike Edmunds.
¿Sería posible que los estuvieran usando para seguir el movimiento de la Luna?
Los números que empezaron a surgir coincidían con los conocimientos de los griegos de la época. Lo incomprensible es que provinieran de ese objeto misterioso.
La idea era revolucionaria y tan avanzada que Price dudó de la autenticidad del objeto.
"Si los científicos griegos antiguos podían producir estos sistemas de engranaje hace dos milenios, toda la historia de la tecnología de Occidente tendría que reescribirse", resalta Freeth.
La Grecia de hace dos milenios es una de las culturas más creativas que hayan existido jamás, así que no estaba en tela de juicio cuán magnífico fue su desarrollo en todos los campos, incluso en astronomía, considerada entonces como una rama de las matemáticas.
Sabían cómo se movían los cuerpos celestiales en el espacio, podían calcular sus distancias y conocían la geometría de sus órbitas.
¿Habrían sido capaces de meter astronomía y matemáticas complejas en un artilugio y programarlo para que siguiera el movimiento de la Luna?
El número 235 que había encontrado Price era la clave del mecanismo para computar los ciclos de la Luna.
"Los griegos sabían que de una nueva Luna a la siguiente pasaban en promedio 29,5 días. Pero eso era problemático para su calendario de 12 meses en el año, porque 12 x 29,5 = 354 días, 11 días menos de lo necesario"", le explicó a la BBC Alexander Jones, historiador de astronomía antigua.
"El año natural, con las estaciones, y el año calendario perderían la sincronía".
Las cuentas no daban si sólo se tenía en cuenta un año solar, pero en un ciclo de 19 años...
Perfecta sintonía
No obstante, también sabían que 19 años solares son casi exactamente 235 meses lunares, un ciclo cuyo nombre es metónico.
"Eso significa que si tienes un ciclo de 19 años, a largo plazo tu calendario va a estar en perfecta sintonía con la estaciones".
Como confirmándolo, en uno de los fragmentos del mecanismo de Anticitera encontraron el ciclo metónico.
Gracias a los dientes de las ruedas de engranaje, el mecanismo empezó a revelar sus secretos.
Las fases de la Luna eran inmensamente útiles en esa época.
De acuerdo a ellas se determinaba cuándo sembrar, cuál era la estrategia en la batalla, qué día eran las fiestas religiosas, en qué momento pagar las deudas o si podían hacer viajes nocturnos.
El otro número, 127, le sirvió a Price para entender otra función relacionada con nuestro satélite natural: el aparato también mostraba las revoluciones de la Luna alrededor de la Tierra.
Tras 20 años de intensa investigación, Price concluyó que ya había resuelto el acertijo.
Sin embargo, quedaban piezas del rompecabezas por encajar.
Cada diente de cada rueda suponía otra incógnita. Pero al menos habían dado con la clave.
Imágenes tridimensionales
El siguiente paso requirió de tecnología hecha a la medida. Y un equipo internacional de expertos dedicado a investigar el mecanismo de Anticitera.
El equipo logró convencer a Roger Hadland, ingeniero de rayos X, de que diseñara y llevara al Museo Arqueológico Nacional en Atenas una máquina especial para hacer imágenes tridimensionales del mecanismo.
Y, valiéndose de otro aparato que realzó los escritos que cubren buena parte de los fragmentos, los investigadores encontraron una referencia a los engranajes y a otro número clave: 223.
Tres siglos antes de la edad de oro de Atenas, los antiguos astrónomos babilonios descubrieron que 223 lunas tras un eclipse (18 años y 11 días, conocido como un ciclo de saros), la Luna y la Tierra vuelven a la misma posición de manera que probablemente se producirá otro parecido.
"Cuando había un eclipse lunar, el rey babilonio dimitía y un sustituto asumía el mando, de manera que los malos augurios fueran para él. Luego lo mataban y el rey volvía a asumir su cargo", contó John Steele, experto en Babilonia del Museo Británico.
Y resulta que 223 era el número de otra de las ruedas del artilugio.
El mecanismo de Anticitera podía ver el futuro... podía predecir eclipses.
No sólo el día, sino la hora, la dirección en la que la sombra cruzaría y el color del que se iba a ver la Luna.
La información que los investigadores encontraron en el mecanismo de Anticitera sobre los eclipses es sorprendentemente detallada.
La importancia de la Luna
Como si eso no fuera suficientemente asombroso, descubrieron otra maravilla.
El ciclo de eclipses dependía del patrón del movimiento de la Luna y "nada sobre la Luna es sencillo", explicó Freeth.
"No sólo su órbita es elíptica -de manera que viaja más rápido cuando está más cerca de la Tierra-, sino que esa elipse también rota lentamente, en un período de 9 años".
¿Podía el mecanismo de Anticitera rastrear ese sendero fluctuante de la Luna?
Efectivamente, podía: dos ruedas de engranaje más pequeñas, una de ellas con una pinza para regular la velocidad de rotación, replicaban con precisión el tiempo que se demora la Luna en orbitar, mientras que otra, con 26 dientes y medio compensaba por el desplazamiento de la órbita.
Y, por si fuera poco, al examinar lo que queda de la parte frontal del aparato, el equipo de expertos concluyó que solía tener un planetario como lo entendían en ese momento: con la Tierra en el centro y cinco planetas girando a su alrededor.
"Era una idea extraordinaria: tomar teorías científicas de la época y mecanizarlas para ver que pasaría días, meses y muchas décadas después", subraya el matemático.
Llamaba la atención que los juegos que se celebraban en el istmo de Corinto cada dos años en honor a Poseidón aparecieran destacados.
Un acertijo envuelto en medio de un enigma "Esencialmente fue la primera vez que la raza humana creó una computadora", según Freeth.
"Es verdaderamente increíble que un científico de esa época descubriera cómo usar ruedas de engranaje de bronce para rastrear los complejos movimientos de la Luna y los planetas".
Pero... ¿quién fue?
Nuevamente, exploraron lo que nos quedó del fabuloso artilugio para buscar la respuesta.
Una pista estaba en otra de sus funciones.
El mecanismo de Anticitera predecía además la fecha exacta de los Juegos Panhelénicos: los Juegos de Olimpia, los Juegos Píticos, los Juegos Ístmicos, los Juegos Nemeos.
Lo curioso es que, aunque los Juegos de Olimpia eran los más prestigiosos, los Ístmicos, en Corinto, aparecen en letras mucho más grandes.
Además, los expertos ya habían notado que los nombres de los meses que aparecían en otra rueda eran corintios.
La evidencia apuntaba a que el diseñador era un corintio y que vivía en la colonia más rica gobernada por esa ciudad: Siracusa.
Y Siracusa era el hogar del más brillante de los matemáticos e ingenieros griegos: Arquímedes.
¿Arquímedes?
Quizás era obra del científico más importante de la Antigüedad clásica, el hombre que había determinado la distancia a la Luna, encontrado cómo calcular el volumen de una esfera y de ese número fundamental π; que había asegurado que con una palanca movería el mundo y tanto más.
"Sólo un matemático tan brillante como Arquímedes podría haber diseñado el mecanismo de Anticitera", opina Freeth.
Lo cierto es que Arquímedes estaba en Siracusa cuando los romanos llegaron a conquistarla y el general Marco Claudio Marcelo ordenó que no lo mataran, pero un soldado lo hizo.
Siracusa fue saqueada y sus tesoros enviados a Roma. El general Marcelo sólo se llevó dos piezas consigo, ambas -dijo- eran de Arquímedes.
El equipo de investigación piensa que eran versiones anteriores del mecanismo.
Un indicio se encuentra en una descripción que escribió el formidable orador Cicero de una de las máquinas de Arquímedes que vio en la casa del nieto del general Marcelo.
"Arquímedes encontró la manera de representar con precisión en un sólo aparato los variados y divergentes movimientos de los cinco planetas con sus distintas velocidades, de manera que el mismo eclipse ocurre tanto en el globo como en la realidad".
¿Qué pasó con la brillante tecnología griega que produjo la primera computadora?
Todos las piezas para introducir todos los conocimientos en una caja.
¿Por qué no se desarrolló? ¿Por qué se perdió?
Como tantas otras cosas, con la caída de los griegos y luego los romanos, los conocimientos "emigraron" hacia el oriente, donde los bizantinos los guardaron por un tiempo y luego pasaron a los eruditos árabes.
El segundo artilugio con engranajes de bronce más antiguo que se conoce es del siglo V y tiene inscripciones en árabe.
Y en el siglo XIII los moros llevaron esos conocimientos de vuelta a Europa.
Investigaciones previas establecieron que el mecanismo estaba metido en una caja de madera, que no sobrevivió el paso del tiempo.
Una caja que contenía todo el conocimiento del mundo, el tiempo, el espacio y el Universo.
"Es un poco intimidante darse cuenta de que justo antes de la caída de su gran civilización, los antiguos griegos habían llegado tan cerca a nuestra era, no sólo en su pensamiento sino también en su tecnología científica", dijo Derek J. de Solla Price.
Los expertos habían logrado fechar con considerable precisión algunas de las otras piezas encontradas como de entre los años 70 a.C. y 50 a.C.
Pero un objeto tan extraordinario no podía datar de esa época. Quizás era mucho más moderno y sólo por casualidad había caído en el mismo sitio, pensaban varios.
Price adivinó que contar los dientes en cada rueda podía dar alguna pista sobre la función de la máquina.
Con imágenes bidimensionales, las ruedas se superponían, lo que dificultaba la tarea, pero logró establecer dos números: 127 y 235.
"Esos dos números eran muy importantes en la Grecia antigua", señala el astrónomo Mike Edmunds.
¿Sería posible que los estuvieran usando para seguir el movimiento de la Luna?
Los números que empezaron a surgir coincidían con los conocimientos de los griegos de la época. Lo incomprensible es que provinieran de ese objeto misterioso.
La idea era revolucionaria y tan avanzada que Price dudó de la autenticidad del objeto.
"Si los científicos griegos antiguos podían producir estos sistemas de engranaje hace dos milenios, toda la historia de la tecnología de Occidente tendría que reescribirse", resalta Freeth.
La Grecia de hace dos milenios es una de las culturas más creativas que hayan existido jamás, así que no estaba en tela de juicio cuán magnífico fue su desarrollo en todos los campos, incluso en astronomía, considerada entonces como una rama de las matemáticas.
Sabían cómo se movían los cuerpos celestiales en el espacio, podían calcular sus distancias y conocían la geometría de sus órbitas.
¿Habrían sido capaces de meter astronomía y matemáticas complejas en un artilugio y programarlo para que siguiera el movimiento de la Luna?
El número 235 que había encontrado Price era la clave del mecanismo para computar los ciclos de la Luna.
"Los griegos sabían que de una nueva Luna a la siguiente pasaban en promedio 29,5 días. Pero eso era problemático para su calendario de 12 meses en el año, porque 12 x 29,5 = 354 días, 11 días menos de lo necesario"", le explicó a la BBC Alexander Jones, historiador de astronomía antigua.
"El año natural, con las estaciones, y el año calendario perderían la sincronía".
Las cuentas no daban si sólo se tenía en cuenta un año solar, pero en un ciclo de 19 años...
Perfecta sintonía
No obstante, también sabían que 19 años solares son casi exactamente 235 meses lunares, un ciclo cuyo nombre es metónico.
"Eso significa que si tienes un ciclo de 19 años, a largo plazo tu calendario va a estar en perfecta sintonía con la estaciones".
Como confirmándolo, en uno de los fragmentos del mecanismo de Anticitera encontraron el ciclo metónico.
Gracias a los dientes de las ruedas de engranaje, el mecanismo empezó a revelar sus secretos.
Las fases de la Luna eran inmensamente útiles en esa época.
De acuerdo a ellas se determinaba cuándo sembrar, cuál era la estrategia en la batalla, qué día eran las fiestas religiosas, en qué momento pagar las deudas o si podían hacer viajes nocturnos.
El otro número, 127, le sirvió a Price para entender otra función relacionada con nuestro satélite natural: el aparato también mostraba las revoluciones de la Luna alrededor de la Tierra.
Tras 20 años de intensa investigación, Price concluyó que ya había resuelto el acertijo.
Sin embargo, quedaban piezas del rompecabezas por encajar.
Cada diente de cada rueda suponía otra incógnita. Pero al menos habían dado con la clave.
Imágenes tridimensionales
El siguiente paso requirió de tecnología hecha a la medida. Y un equipo internacional de expertos dedicado a investigar el mecanismo de Anticitera.
El equipo logró convencer a Roger Hadland, ingeniero de rayos X, de que diseñara y llevara al Museo Arqueológico Nacional en Atenas una máquina especial para hacer imágenes tridimensionales del mecanismo.
Y, valiéndose de otro aparato que realzó los escritos que cubren buena parte de los fragmentos, los investigadores encontraron una referencia a los engranajes y a otro número clave: 223.
Tres siglos antes de la edad de oro de Atenas, los antiguos astrónomos babilonios descubrieron que 223 lunas tras un eclipse (18 años y 11 días, conocido como un ciclo de saros), la Luna y la Tierra vuelven a la misma posición de manera que probablemente se producirá otro parecido.
"Cuando había un eclipse lunar, el rey babilonio dimitía y un sustituto asumía el mando, de manera que los malos augurios fueran para él. Luego lo mataban y el rey volvía a asumir su cargo", contó John Steele, experto en Babilonia del Museo Británico.
Y resulta que 223 era el número de otra de las ruedas del artilugio.
El mecanismo de Anticitera podía ver el futuro... podía predecir eclipses.
No sólo el día, sino la hora, la dirección en la que la sombra cruzaría y el color del que se iba a ver la Luna.
La información que los investigadores encontraron en el mecanismo de Anticitera sobre los eclipses es sorprendentemente detallada.
La importancia de la Luna
Como si eso no fuera suficientemente asombroso, descubrieron otra maravilla.
El ciclo de eclipses dependía del patrón del movimiento de la Luna y "nada sobre la Luna es sencillo", explicó Freeth.
"No sólo su órbita es elíptica -de manera que viaja más rápido cuando está más cerca de la Tierra-, sino que esa elipse también rota lentamente, en un período de 9 años".
¿Podía el mecanismo de Anticitera rastrear ese sendero fluctuante de la Luna?
Efectivamente, podía: dos ruedas de engranaje más pequeñas, una de ellas con una pinza para regular la velocidad de rotación, replicaban con precisión el tiempo que se demora la Luna en orbitar, mientras que otra, con 26 dientes y medio compensaba por el desplazamiento de la órbita.
Y, por si fuera poco, al examinar lo que queda de la parte frontal del aparato, el equipo de expertos concluyó que solía tener un planetario como lo entendían en ese momento: con la Tierra en el centro y cinco planetas girando a su alrededor.
"Era una idea extraordinaria: tomar teorías científicas de la época y mecanizarlas para ver que pasaría días, meses y muchas décadas después", subraya el matemático.
Llamaba la atención que los juegos que se celebraban en el istmo de Corinto cada dos años en honor a Poseidón aparecieran destacados.
Un acertijo envuelto en medio de un enigma "Esencialmente fue la primera vez que la raza humana creó una computadora", según Freeth.
"Es verdaderamente increíble que un científico de esa época descubriera cómo usar ruedas de engranaje de bronce para rastrear los complejos movimientos de la Luna y los planetas".
Pero... ¿quién fue?
Nuevamente, exploraron lo que nos quedó del fabuloso artilugio para buscar la respuesta.
Una pista estaba en otra de sus funciones.
El mecanismo de Anticitera predecía además la fecha exacta de los Juegos Panhelénicos: los Juegos de Olimpia, los Juegos Píticos, los Juegos Ístmicos, los Juegos Nemeos.
Lo curioso es que, aunque los Juegos de Olimpia eran los más prestigiosos, los Ístmicos, en Corinto, aparecen en letras mucho más grandes.
Además, los expertos ya habían notado que los nombres de los meses que aparecían en otra rueda eran corintios.
La evidencia apuntaba a que el diseñador era un corintio y que vivía en la colonia más rica gobernada por esa ciudad: Siracusa.
Y Siracusa era el hogar del más brillante de los matemáticos e ingenieros griegos: Arquímedes.
¿Arquímedes?
Quizás era obra del científico más importante de la Antigüedad clásica, el hombre que había determinado la distancia a la Luna, encontrado cómo calcular el volumen de una esfera y de ese número fundamental π; que había asegurado que con una palanca movería el mundo y tanto más.
"Sólo un matemático tan brillante como Arquímedes podría haber diseñado el mecanismo de Anticitera", opina Freeth.
Lo cierto es que Arquímedes estaba en Siracusa cuando los romanos llegaron a conquistarla y el general Marco Claudio Marcelo ordenó que no lo mataran, pero un soldado lo hizo.
Siracusa fue saqueada y sus tesoros enviados a Roma. El general Marcelo sólo se llevó dos piezas consigo, ambas -dijo- eran de Arquímedes.
El equipo de investigación piensa que eran versiones anteriores del mecanismo.
Un indicio se encuentra en una descripción que escribió el formidable orador Cicero de una de las máquinas de Arquímedes que vio en la casa del nieto del general Marcelo.
"Arquímedes encontró la manera de representar con precisión en un sólo aparato los variados y divergentes movimientos de los cinco planetas con sus distintas velocidades, de manera que el mismo eclipse ocurre tanto en el globo como en la realidad".
¿Qué pasó con la brillante tecnología griega que produjo la primera computadora?
Todos las piezas para introducir todos los conocimientos en una caja.
¿Por qué no se desarrolló? ¿Por qué se perdió?
Como tantas otras cosas, con la caída de los griegos y luego los romanos, los conocimientos "emigraron" hacia el oriente, donde los bizantinos los guardaron por un tiempo y luego pasaron a los eruditos árabes.
El segundo artilugio con engranajes de bronce más antiguo que se conoce es del siglo V y tiene inscripciones en árabe.
Y en el siglo XIII los moros llevaron esos conocimientos de vuelta a Europa.
Investigaciones previas establecieron que el mecanismo estaba metido en una caja de madera, que no sobrevivió el paso del tiempo.
Una caja que contenía todo el conocimiento del mundo, el tiempo, el espacio y el Universo.
"Es un poco intimidante darse cuenta de que justo antes de la caída de su gran civilización, los antiguos griegos habían llegado tan cerca a nuestra era, no sólo en su pensamiento sino también en su tecnología científica", dijo Derek J. de Solla Price.
https://www.youtube.com/watch?v=ailRl_hUUEE
sábado, 8 de julio de 2023
Cómo funciona el cerebro de los genios
¿Qué hay detrás de las mentes que idearon la Teoría de la Relatividad Especial, escribieron Hamlet y compusieron La flauta mágica?
Nada indica que dentro de las cabezas de Albert Einstein, William Shakespeare o Wolfgang Amadeus Mozart haya habido más que lo que tenemos tú y yo: una masa de poco más de un kilo compuesta sobre todo de grasa, agua, proteínas, carbohidratos y sales.
Aún así, dichas mentes nos dejaron obras y contribuciones inigualables.
Saber qué sucede dentro de un genio ha fascinado a científicos y curiosos durante siglos y varías teorías sobre cómo funcionan sus cerebros se han esbozado sin llegar a conclusiones definitivas.
Parte del problema es que estas investigaciones se encuentran con un obstáculo de fondo. Y es que ya es algo tarde para estudiar las mentes de genios famosos fallecidos hace siglos como Isaac Newton o Ludwig van Beethoven.
Sin embargo, estudios en los últimos años han encontrado modus operandis comunes en las mentes de personas altamente creativas que nos podrían dar pistas acerca de, por ejemplo, lo que pasaba dentro del pequeño Amadeus cuando a los ocho años compuso su primera sinfonía.
Antes de intentar navegar por las mentes de los prodigios más famosos de la historia, acordemos primero qué es exactamente un genio.
"Una definición para un genio es que haga contribuciones originales y duraderas para la civilización humana, ya se trate de descubrimientos científicos o creatividad artística", le explica a BBC Mundo Dean Keith Simonton, profesor emérito de psicología de la Universidad de California en Davis.
"Otra definición especifica un alto coeficiente intelectual y otra se usa para designar a los niños prodigio", agrega Simonton.
En línea similar, Craig Wright, doctor de musicología y profesor de la Universidad de Yale, apunta que un genio es "aquel con la capacidad de pensar con perspicacia e implementar esos pensamientos en el mundo real, teniendo impacto en la dirección del pensamiento y la actividad humana".
"El genio humano es vinculable a la alta creatividad", le dice Wright a BBC Mundo. "Es lo que parecen ser Mozart, Shakespeare o Einstein; individuos con grandes capacidades creativas que cambian la dirección de la humanidad durante siglos".
Los problemas para estudiar sus cerebros
La curiosidad por comprender los cerebros de los genios alcanzó límites insospechados el 18 de abril de 1955.
Ese día murió Albert Einstein. Su cuerpo fue cremado, pero el cerebro no.
Thomas Harvey, el patólogo estadounidense que le realizó la autopsia, lo retiró y se lo llevó a casa. Quería analizarlo a fondo para descubrir la clave de la mente detrás de la Teoría de la Relatividad Especial.
Sus investigaciones nunca dieron con los frutos esperados, pero Harvey tomó fotos del cerebro, lo cortó en más de 200 tajadas y las envió a varios neuropatólogos estadounidenses de la época.
Y si bien los científicos encontraron algunas características "únicas", estas no han hecho más que conducir a conclusiones inconsistentes.
"Hay mucha especulación sobre lo que el cerebro de Einstein nos dice sobre los genios, pero es simplemente ridículo como ciencia. Los cerebros varían mucho de una persona a otra y la idea de que todos los cerebros lucen como los vemos en libros, menos los de los genios, es absurda", dice Simonton.
"Nadie tiene un cerebro 'típico' y para que los estudios sean válidos requerirían una larga muestra de cerebros de genios comparada a otra larga muestra de cerebros normales", defiende el académico.
"Incluso si pudiéramos discernir sus cerebros con una simple resonancia o conducir algunas pruebas de receptores de neurotransmisión, ¿por qué no usar esa capacidad para identificar a los genios antes? Porque no podemos".
Conexiones cerebrales
Dado que parece improbable que el cerebro de un genio luzca diferente al de una persona de inteligencia normal, los neurocientíficos se han centrado en investigar cómo se activan diferentes zonas cerebrales a la hora de generar ideas.
Cuando Craig Wright comenzó sus investigaciones, las nociones sobre cómo pensaban los genios eran muy distintas a las de ahora.
"Entonces nos basábamos en el nivel bilateral del cerebro, en cómo interactuaban el hemisferio izquierdo, más analítico, y el derecho, más artístico y visual. Pero esta línea de pensamiento no duró mucho", explica.
Wright vincula el genio humano a una alta capacidad creativa. Y para esta cualidad que aúna a algunos de los genios más revolucionarios de la historia hay estudios más concluyentes.
Roger Beaty, experto en neurociencia cognitiva en la Universidad de Harvard, ha liderado varias de estas investigaciones.
A través de resonancias magnéticas a personas altamente creativas en la población general, Beaty y su equipo encontraron redes neuronales específicas que se activan en la generación de ideas.
En concreto, el pensamiento creativo ocurre en el interior de tres redes.
"La primera sería la red neuronal por defecto, utilizada para crear ideas. La segunda seria la de control ejecutivo, encargada de evaluar las ideas generadas, si son buenas o no y si cumplen los requisitos de lo que uno intenta resolver. La tercera red se encarga de alternar entre las dos primeras", explica Beaty a BBC Mundo.
Conexiones neuronales de un cerebro creativo
Su equipo determinó que las personas muy creativas tenían mejor comunicación entre estas redes.
"Lo interesante es que muchas veces estas redes ni siquiera trabajan juntas en una persona típica. Las personas creativas son capaces de enlazar mejor estas redes, siendo más eficientes en la generación y evaluación de ideas", dice el investigador.
Pero incluso el uso de estas redes neuronales tienen limitaciones a la hora de diferenciar a los genios.
"Mentes ordinarias pueden entrar en este modo neuronal sin producir una sola idea. No es algo que tengan los genios a diferencia de las personas normales", dice Simonton.
"Parte del problema es que un genio, al final, tampoco puede separarse de tener suficiente experiencia en un campo específico. Einstein conocía de matemáticas y física, por ejemplo, y esos conocimientos se almacenan en regiones muy concretas del cerebro", añade el experto.
Nada indica que dentro de las cabezas de Albert Einstein, William Shakespeare o Wolfgang Amadeus Mozart haya habido más que lo que tenemos tú y yo: una masa de poco más de un kilo compuesta sobre todo de grasa, agua, proteínas, carbohidratos y sales.
Aún así, dichas mentes nos dejaron obras y contribuciones inigualables.
Saber qué sucede dentro de un genio ha fascinado a científicos y curiosos durante siglos y varías teorías sobre cómo funcionan sus cerebros se han esbozado sin llegar a conclusiones definitivas.
Parte del problema es que estas investigaciones se encuentran con un obstáculo de fondo. Y es que ya es algo tarde para estudiar las mentes de genios famosos fallecidos hace siglos como Isaac Newton o Ludwig van Beethoven.
Sin embargo, estudios en los últimos años han encontrado modus operandis comunes en las mentes de personas altamente creativas que nos podrían dar pistas acerca de, por ejemplo, lo que pasaba dentro del pequeño Amadeus cuando a los ocho años compuso su primera sinfonía.
Antes de intentar navegar por las mentes de los prodigios más famosos de la historia, acordemos primero qué es exactamente un genio.
"Una definición para un genio es que haga contribuciones originales y duraderas para la civilización humana, ya se trate de descubrimientos científicos o creatividad artística", le explica a BBC Mundo Dean Keith Simonton, profesor emérito de psicología de la Universidad de California en Davis.
"Otra definición especifica un alto coeficiente intelectual y otra se usa para designar a los niños prodigio", agrega Simonton.
En línea similar, Craig Wright, doctor de musicología y profesor de la Universidad de Yale, apunta que un genio es "aquel con la capacidad de pensar con perspicacia e implementar esos pensamientos en el mundo real, teniendo impacto en la dirección del pensamiento y la actividad humana".
"El genio humano es vinculable a la alta creatividad", le dice Wright a BBC Mundo. "Es lo que parecen ser Mozart, Shakespeare o Einstein; individuos con grandes capacidades creativas que cambian la dirección de la humanidad durante siglos".
Los problemas para estudiar sus cerebros
La curiosidad por comprender los cerebros de los genios alcanzó límites insospechados el 18 de abril de 1955.
Ese día murió Albert Einstein. Su cuerpo fue cremado, pero el cerebro no.
Thomas Harvey, el patólogo estadounidense que le realizó la autopsia, lo retiró y se lo llevó a casa. Quería analizarlo a fondo para descubrir la clave de la mente detrás de la Teoría de la Relatividad Especial.
Sus investigaciones nunca dieron con los frutos esperados, pero Harvey tomó fotos del cerebro, lo cortó en más de 200 tajadas y las envió a varios neuropatólogos estadounidenses de la época.
Y si bien los científicos encontraron algunas características "únicas", estas no han hecho más que conducir a conclusiones inconsistentes.
"Hay mucha especulación sobre lo que el cerebro de Einstein nos dice sobre los genios, pero es simplemente ridículo como ciencia. Los cerebros varían mucho de una persona a otra y la idea de que todos los cerebros lucen como los vemos en libros, menos los de los genios, es absurda", dice Simonton.
"Nadie tiene un cerebro 'típico' y para que los estudios sean válidos requerirían una larga muestra de cerebros de genios comparada a otra larga muestra de cerebros normales", defiende el académico.
"Incluso si pudiéramos discernir sus cerebros con una simple resonancia o conducir algunas pruebas de receptores de neurotransmisión, ¿por qué no usar esa capacidad para identificar a los genios antes? Porque no podemos".
Conexiones cerebrales
Dado que parece improbable que el cerebro de un genio luzca diferente al de una persona de inteligencia normal, los neurocientíficos se han centrado en investigar cómo se activan diferentes zonas cerebrales a la hora de generar ideas.
Cuando Craig Wright comenzó sus investigaciones, las nociones sobre cómo pensaban los genios eran muy distintas a las de ahora.
"Entonces nos basábamos en el nivel bilateral del cerebro, en cómo interactuaban el hemisferio izquierdo, más analítico, y el derecho, más artístico y visual. Pero esta línea de pensamiento no duró mucho", explica.
Wright vincula el genio humano a una alta capacidad creativa. Y para esta cualidad que aúna a algunos de los genios más revolucionarios de la historia hay estudios más concluyentes.
Roger Beaty, experto en neurociencia cognitiva en la Universidad de Harvard, ha liderado varias de estas investigaciones.
A través de resonancias magnéticas a personas altamente creativas en la población general, Beaty y su equipo encontraron redes neuronales específicas que se activan en la generación de ideas.
En concreto, el pensamiento creativo ocurre en el interior de tres redes.
"La primera sería la red neuronal por defecto, utilizada para crear ideas. La segunda seria la de control ejecutivo, encargada de evaluar las ideas generadas, si son buenas o no y si cumplen los requisitos de lo que uno intenta resolver. La tercera red se encarga de alternar entre las dos primeras", explica Beaty a BBC Mundo.
Conexiones neuronales de un cerebro creativo
Su equipo determinó que las personas muy creativas tenían mejor comunicación entre estas redes.
"Lo interesante es que muchas veces estas redes ni siquiera trabajan juntas en una persona típica. Las personas creativas son capaces de enlazar mejor estas redes, siendo más eficientes en la generación y evaluación de ideas", dice el investigador.
Pero incluso el uso de estas redes neuronales tienen limitaciones a la hora de diferenciar a los genios.
"Mentes ordinarias pueden entrar en este modo neuronal sin producir una sola idea. No es algo que tengan los genios a diferencia de las personas normales", dice Simonton.
"Parte del problema es que un genio, al final, tampoco puede separarse de tener suficiente experiencia en un campo específico. Einstein conocía de matemáticas y física, por ejemplo, y esos conocimientos se almacenan en regiones muy concretas del cerebro", añade el experto.
+*
¿Cuándo ocurre el momento 'eureka'?
Wright se sorprendió al conocer cómo a los genios que ha estudiado se le ocurrían las ideas más perspicaces.
Lejos de lo que pensaba, su "momento eureka" no ocurría cuando más concentrados estaban o más empeño ponían en hallar soluciones.
"Leyendo sobre genios a través de los siglos, comprendí que daban con sus mejores ideas cuando menos pensaban en la solución, cuando menos la esperaban; caminando por un parque, la costa o anotando lo que recordaban de sus sueños a la mañana siguiente", cuenta Wright.
El académico lamenta que, una vez más, tengamos información limitada sobre cómo pensaban otros grandes genios de la historia.
"Shakespeare y Mozart nunca nos lo dijeron, pero sí sabemos más sobre cómo Einstein veía el mundo. En su autobiografía hablaba de cómo pensaba, cómo jugaba con imágenes mentales una y otra vez hasta que daba con sus teorías", añade.
Confrontación entre genio y cociente intelectual
La lógica nos dice que un genio cuenta con un cociente intelectual superior al promedio.
Se estima que Mozart, por ejemplo, tenía un CI de entre 150 y 155 puntos. Un nivel que sin dudas le da la distinción de genio.
Pero no solo se trata de eso, al menos según la visión de Simonton.
"No todos los genios tienen CI excepcionales y no todas las personas con altos CI consiguen logros que les califican como genios", dice.
Simonton recuerda un estudio clásico de niños con alto CI a los que se les examinó a ver si una vez adultos conseguían un Nobel. Ninguno lo hizo.
"Sin embargo, dos niños que fueron rechazados por puntuar bajo para la muestra consiguieron el Nobel cuando crecieron", dice Simonton.
Estas contradicciones nos pueden llevar a pensar sobre si un genio nace o se hace.
Y en esto tampoco parece hacer respuestas totales.
"Pienso que la educación y la genética influyen en la inteligencia y creatividad de una persona. Hay evidencias de que se nace con ellas, pero que también se pueden entrenar", dice Beaty.
En este caso, mejor cuanto antes y con la mayor libertad posible.
"Lo más importante es mantener la motivación y evitar la desilusión. Trabajar en que los individuos expresen todas sus capacidades y no encasillarles de primeras en un campo específico", comenta Wright.
¿Cuándo ocurre el momento 'eureka'?
Wright se sorprendió al conocer cómo a los genios que ha estudiado se le ocurrían las ideas más perspicaces.
Lejos de lo que pensaba, su "momento eureka" no ocurría cuando más concentrados estaban o más empeño ponían en hallar soluciones.
"Leyendo sobre genios a través de los siglos, comprendí que daban con sus mejores ideas cuando menos pensaban en la solución, cuando menos la esperaban; caminando por un parque, la costa o anotando lo que recordaban de sus sueños a la mañana siguiente", cuenta Wright.
El académico lamenta que, una vez más, tengamos información limitada sobre cómo pensaban otros grandes genios de la historia.
"Shakespeare y Mozart nunca nos lo dijeron, pero sí sabemos más sobre cómo Einstein veía el mundo. En su autobiografía hablaba de cómo pensaba, cómo jugaba con imágenes mentales una y otra vez hasta que daba con sus teorías", añade.
Confrontación entre genio y cociente intelectual
La lógica nos dice que un genio cuenta con un cociente intelectual superior al promedio.
Se estima que Mozart, por ejemplo, tenía un CI de entre 150 y 155 puntos. Un nivel que sin dudas le da la distinción de genio.
Pero no solo se trata de eso, al menos según la visión de Simonton.
"No todos los genios tienen CI excepcionales y no todas las personas con altos CI consiguen logros que les califican como genios", dice.
Simonton recuerda un estudio clásico de niños con alto CI a los que se les examinó a ver si una vez adultos conseguían un Nobel. Ninguno lo hizo.
"Sin embargo, dos niños que fueron rechazados por puntuar bajo para la muestra consiguieron el Nobel cuando crecieron", dice Simonton.
Estas contradicciones nos pueden llevar a pensar sobre si un genio nace o se hace.
Y en esto tampoco parece hacer respuestas totales.
"Pienso que la educación y la genética influyen en la inteligencia y creatividad de una persona. Hay evidencias de que se nace con ellas, pero que también se pueden entrenar", dice Beaty.
En este caso, mejor cuanto antes y con la mayor libertad posible.
"Lo más importante es mantener la motivación y evitar la desilusión. Trabajar en que los individuos expresen todas sus capacidades y no encasillarles de primeras en un campo específico", comenta Wright.
viernes, 7 de julio de 2023
_- Occidente saca tarjeta roja a Jürgen Habermas
_-
Jürgen Habermas, el mayor filósofo vivo de Alemania y seguramente de Europa, es una de las nuevas víctimas de la guerra en Ucrania y también una muestra de los alcances del clima político intolerante y autoritario imperante en su país. En efecto, bastó que publicara un muy cauteloso artículo sugiriendo que el gobierno alemán debía promover la apertura de negociaciones con Moscú tendientes a poner punto final a los horrores de la guerra -repito: negociaciones, no una rendición incondicional de Ucrania- para que la rusofobia y el espíritu de la Guerra Fría cultivado con esmero por los corruptos generalotes de la OTAN, los opulentos burócratas de la Unión Europea y los grandes medios de comunicación y la dirigencia política alemana removieran por completo la voz del filósofo del “espacio público”, esa engañosa entidad que fuera objeto de largos años de reflexión habermasiana. *
Desde mediados de febrero nada se sabe de él, condenado al ostracismo por lo que aparentemente es un pecado imperdonable: su mesurada crítica al belicismo que se ha apoderado del gobierno alemán y que es alimentado sin cesar por Washington.
En su alegato en favor de la negociación en Ucrania (así se denomina su artículo) Habermas califica en duros términos a Vladimir Putin por su violación de la legalidad internacional. Su análisis de la guerra omite por completo el examen de la génesis del conflicto: la decisión de Estados Unidos y los gobiernos europeos que hoy conforman su indigno protectorado de desplazar las tropas y equipos de la OTAN hacia las fronteras de Rusia. Omite también en su nota discurrir sobre el legítimo derecho a la seguridad nacional que le cabe a este país, periódicamente invadido por sus voraces vecinos entre los cuales los propios alemanes. Lo mismo hace en relación a las consecuencias del golpe de estado abiertamente patrocinado por la Administración Obama en 2014 que terminó por instalar en el gobierno a una coalición virulentamente rusofóbica -que hoy reivindica y abraza abiertamente al nazismo- y que no dejó ni un solo día de atacar con artillería pesada a las regiones donde habita la minoría rusófona del sur de Ucrania.
Tampoco incluye Habermas en su alegato referencia alguna a los documentos oficiales del gobierno de Estados Unidos que, desde comienzos de 1992, recomiendan acosar a Rusia con todo tipo de sanciones para impedir a cualquier precio la concreción de un acuerdo Moscú-Berlín-París que habría cimentado la construcción de una Europa autónoma en materia económica y militar. Mucho menos se refiere al infame documento de la Corporación Rand, un discreto think tank del Pentágono, de febrero del 2019 en el cual se recomienda la instalación de armas letales en la frontera entre Ucrania y Rusia para provocar una respuesta militar de Moscú además de toda una parafernalia de sanciones destinadas a “sobre-extender y desequilibrar a Rusia”. En pocas palabras, Habermas no parece haber comprendido en su exhortación que lo que hay es una guerra que Estados Unidos y sus aliados europeos están librando contra Rusia, y que para comodidad y seguridad de Washington se libra bien lejos, en Ucrania.
Lo anterior no ha sido dicho para descalificar por completo la actitud de Habermas -mucho más digna que la de buena parte de la intelectualidad progresista o de izquierda europea, ganada por el “otanismo”- sino para subrayar que la involución autoritaria que hoy padece Alemania y buena parte de Europa hace que baste un muy cauteloso llamado a la cordura y la negociación (como también lo vienen haciendo personajes tan disímiles como Noam Chomsky y Henry Kissinger) para que, en el enrarecido clima ideológico prevaleciente, se condene al ilustre filósofo al ostracismo. La “caza de brujas” y la censura practicada sin anestesia contra quienes se oponen a la guerra y a la alocada escalada militar que promueve Washington crece día a día y cobra cada vez más víctimas. Recordemos esta enseñanza de la historia: en el marco de un capitalismo crecientemente fascistizado, toda disidencia se convierte en una imperdonable herejía.
* Este artículo fue publicado en Süddeutsche Zeitung, 15/2/2023. Pocos días después fue reproducido en castellano por la revista Nueva Sociedad, accesible en:
Desde mediados de febrero nada se sabe de él, condenado al ostracismo por lo que aparentemente es un pecado imperdonable: su mesurada crítica al belicismo que se ha apoderado del gobierno alemán y que es alimentado sin cesar por Washington.
En su alegato en favor de la negociación en Ucrania (así se denomina su artículo) Habermas califica en duros términos a Vladimir Putin por su violación de la legalidad internacional. Su análisis de la guerra omite por completo el examen de la génesis del conflicto: la decisión de Estados Unidos y los gobiernos europeos que hoy conforman su indigno protectorado de desplazar las tropas y equipos de la OTAN hacia las fronteras de Rusia. Omite también en su nota discurrir sobre el legítimo derecho a la seguridad nacional que le cabe a este país, periódicamente invadido por sus voraces vecinos entre los cuales los propios alemanes. Lo mismo hace en relación a las consecuencias del golpe de estado abiertamente patrocinado por la Administración Obama en 2014 que terminó por instalar en el gobierno a una coalición virulentamente rusofóbica -que hoy reivindica y abraza abiertamente al nazismo- y que no dejó ni un solo día de atacar con artillería pesada a las regiones donde habita la minoría rusófona del sur de Ucrania.
Tampoco incluye Habermas en su alegato referencia alguna a los documentos oficiales del gobierno de Estados Unidos que, desde comienzos de 1992, recomiendan acosar a Rusia con todo tipo de sanciones para impedir a cualquier precio la concreción de un acuerdo Moscú-Berlín-París que habría cimentado la construcción de una Europa autónoma en materia económica y militar. Mucho menos se refiere al infame documento de la Corporación Rand, un discreto think tank del Pentágono, de febrero del 2019 en el cual se recomienda la instalación de armas letales en la frontera entre Ucrania y Rusia para provocar una respuesta militar de Moscú además de toda una parafernalia de sanciones destinadas a “sobre-extender y desequilibrar a Rusia”. En pocas palabras, Habermas no parece haber comprendido en su exhortación que lo que hay es una guerra que Estados Unidos y sus aliados europeos están librando contra Rusia, y que para comodidad y seguridad de Washington se libra bien lejos, en Ucrania.
Lo anterior no ha sido dicho para descalificar por completo la actitud de Habermas -mucho más digna que la de buena parte de la intelectualidad progresista o de izquierda europea, ganada por el “otanismo”- sino para subrayar que la involución autoritaria que hoy padece Alemania y buena parte de Europa hace que baste un muy cauteloso llamado a la cordura y la negociación (como también lo vienen haciendo personajes tan disímiles como Noam Chomsky y Henry Kissinger) para que, en el enrarecido clima ideológico prevaleciente, se condene al ilustre filósofo al ostracismo. La “caza de brujas” y la censura practicada sin anestesia contra quienes se oponen a la guerra y a la alocada escalada militar que promueve Washington crece día a día y cobra cada vez más víctimas. Recordemos esta enseñanza de la historia: en el marco de un capitalismo crecientemente fascistizado, toda disidencia se convierte en una imperdonable herejía.
* Este artículo fue publicado en Süddeutsche Zeitung, 15/2/2023. Pocos días después fue reproducido en castellano por la revista Nueva Sociedad, accesible en:
jueves, 6 de julio de 2023
La ciencia necesita debates. El conocimiento avanza con la confrontación de ideas. Dejen de racanear
Darwin no escribió El origen de las especies (1859) mientras flotaba en el vacío cósmico. Dejando aparte que su propio abuelo, el médico y visionario Erasmus Darwin, había escrito el primer libro evolucionista 90 años antes, los naturalistas franceses habían calentado el tema mientras avanzaban las primeras décadas del siglo XIX. Y el punto crítico de esa larvada revolución intelectual fue un debate. Sí, una de esas cosas con las que tanto racanean los políticos bendecidos por las encuestas. La controversia cara a cara tuvo lugar en 1830 entre Étienne Geoffroy y Georges Cuvier, los dos biólogos franceses de referencia en la época, y encarnizados enemigos en materia científica y otras.
Geoffroy es el antihéroe de esta historia. Su inteligencia crítica se había centrado obsesivamente en la unidad que subyace a la embriagadora diversidad del mundo vivo. Un humano, una ballena y un murciélago no pueden ser más distintos desde fuera, pero basta hurgar un poco en su estructura para hallar la lógica profunda que comparten. Dentro de la aleta de una ballena están el húmero, el cúbito, el radio, las muñecas y los cinco dedos, solo que cambiados de forma y algo desaprovechados. Lo mismo cabe decir de las alas del murciélago. Hay una estructura fundamental, una unidad de plan, bajo las apariencias caprichosas. Esta era la mentalidad de Geoffroy, y es obvio que prefigura la idea de la evolución.
Pero el debate lo ganó Cuvier, que era un orador mucho más hábil. Eso convierte a Cuvier en el villano de la gran polémica decimonónica, porque el tipo ha quedado como un reaccionario que se oponía al flujo de la historia. Esta idea no es exacta. Cuvier prefería centrarse en la extraordinaria adaptación que muestran los seres vivos a su entorno y sus condiciones de vida: en el hecho de que las ballenas tuvieran aletas y los murciélagos tuvieran alas, fuera cual fuera la arquitectura fundamental de esos apéndices.
Faltaban dos siglos para las redes sociales, pero el debate fue tan sonado en París que llegó enseguida a oídos de Goethe. Y de Darwin, por supuesto, unos años después. En realidad, el gran naturalista británico resolvió la discrepancia mirando la cuestión desde un piso más arriba, como ha ocurrido a menudo en la historia de la ciencia. La unidad de plan de humanos, murciélagos y ballenas se explica por su origen común. Y las adaptaciones al entorno se explican por la selección natural. Esa es la teoría de Darwin. Una síntesis, como todos los avances científicos.
El último gran debate arrancó en 1998, cuando el neurocientífico Christof Koch se apostó una caja de vino con el filósofo David Chalmers a que no llevaría más de 25 años averiguar cómo el cerebro genera la consciencia. Eso es justo ahora, y el congreso anual de la Asociación para el Estudio Científico de la Consciencia (ASSC) declaró ganador al filósofo el pasado viernes en Nueva York. Chalmers dice que Koch se arriesgó mucho con la fecha, pero admite que el campo ha avanzado en estos 25 años, y ya no tiene duda de que acabará resolviendo ese enigma fundamental que nos ha confundido durante 100.000 años.
El conocimiento avanza con los debates. Dejen de racanear.
Geoffroy es el antihéroe de esta historia. Su inteligencia crítica se había centrado obsesivamente en la unidad que subyace a la embriagadora diversidad del mundo vivo. Un humano, una ballena y un murciélago no pueden ser más distintos desde fuera, pero basta hurgar un poco en su estructura para hallar la lógica profunda que comparten. Dentro de la aleta de una ballena están el húmero, el cúbito, el radio, las muñecas y los cinco dedos, solo que cambiados de forma y algo desaprovechados. Lo mismo cabe decir de las alas del murciélago. Hay una estructura fundamental, una unidad de plan, bajo las apariencias caprichosas. Esta era la mentalidad de Geoffroy, y es obvio que prefigura la idea de la evolución.
Pero el debate lo ganó Cuvier, que era un orador mucho más hábil. Eso convierte a Cuvier en el villano de la gran polémica decimonónica, porque el tipo ha quedado como un reaccionario que se oponía al flujo de la historia. Esta idea no es exacta. Cuvier prefería centrarse en la extraordinaria adaptación que muestran los seres vivos a su entorno y sus condiciones de vida: en el hecho de que las ballenas tuvieran aletas y los murciélagos tuvieran alas, fuera cual fuera la arquitectura fundamental de esos apéndices.
Faltaban dos siglos para las redes sociales, pero el debate fue tan sonado en París que llegó enseguida a oídos de Goethe. Y de Darwin, por supuesto, unos años después. En realidad, el gran naturalista británico resolvió la discrepancia mirando la cuestión desde un piso más arriba, como ha ocurrido a menudo en la historia de la ciencia. La unidad de plan de humanos, murciélagos y ballenas se explica por su origen común. Y las adaptaciones al entorno se explican por la selección natural. Esa es la teoría de Darwin. Una síntesis, como todos los avances científicos.
El último gran debate arrancó en 1998, cuando el neurocientífico Christof Koch se apostó una caja de vino con el filósofo David Chalmers a que no llevaría más de 25 años averiguar cómo el cerebro genera la consciencia. Eso es justo ahora, y el congreso anual de la Asociación para el Estudio Científico de la Consciencia (ASSC) declaró ganador al filósofo el pasado viernes en Nueva York. Chalmers dice que Koch se arriesgó mucho con la fecha, pero admite que el campo ha avanzado en estos 25 años, y ya no tiene duda de que acabará resolviendo ese enigma fundamental que nos ha confundido durante 100.000 años.
El conocimiento avanza con los debates. Dejen de racanear.
miércoles, 5 de julio de 2023
_- Verano Azul: un caso de corrupción de libro
_- Todas las candidaturas que concurren a estas elecciones deberían denunciar ante la Junta Electoral Central la apropiación por el PP de la marca, solicitando, como mínimo, el cese de manera inmediata de la utilización de la misma
La apropiación para uso privado por parte del PP de la marca 'verano azul' propiedad de la RTVE no es un caso carente de relevancia jurídica, sino todo lo contrario. Se trata de un caso que puede llegar a tener hasta relevancia penal, porque, aunque al portavoz del PP, Borja Semper, a pesar de ser licenciado en Derecho, no se le haya pasado por la cabeza que pueda ser así, el asunto encaja como un guante en lo que se considera corrupción desde que existe el Estado Constitucional.
Lo que diferencia al Estado Constitucional de todas las formas anteriores de organización del poder es la separación del poder político de la propiedad privada. Antes del Estado Constitucional el poder ha sido siempre un correlato de la propiedad privada, fundamentalmente de la propiedad de la tierra. A esto es a lo que pone fin el proceso constituyente del Estado. En el Estado el poder no es de nadie, por mucha que sea su propiedad, sino que es la representación abstracta del conjunto de la sociedad. De ahí la naturaleza “materialmente representativa” del Estado Constitucional. Y de ahí que el poder se constituya mediante el ejercicio del derecho de sufragio en condiciones de igualdad y que este sea el derecho constitutivo de la ciudadanía y, por tanto, de la igualdad. “Los españoles son iguales…”, dice el artículo 14 de la Constitución. No que los seres humanos somos iguales, sino los españoles en España, los franceses en Francia y así sucesivamente.
Al no ser de nadie, el poder tiene que ser de todos. Tiene que ser del cuerpo electoral constituido por todos los ciudadanos que no estén privados del ejercicio del derecho de sufragio mediante decisión judicial. La separación real y efectiva del poder político de la propiedad privada tardó mucho tiempo en hacerse efectiva, pero el avance del derecho de sufragio hasta convertirse en sufragio universal resultó imparable y en el día de hoy resulta indiscutible.
En la negación de esta separación del poder político de la propiedad privada es en lo que consiste la corrupción. En todo caso de corrupción hay siempre, de manera directa o indirecta, una subordinación por vías soterradas y espurias de lo público a lo privado. Es lo que ha ocurrido con la apropiación por parte del PP de Verano Azul, que es una propiedad pública, para su utilización en la campaña electoral del 23J.
Si Verano Azul fuera propiedad de alguna televisión privada, el PP no se habría atrevido a apropiársela. Habría tenido que negociar con el ente propietario de la marca las condiciones para poder hacer uso de la misma.
Al ser propiedad de RTVE -a estos efectos, del Estado-, el PP no puede hacer lo que ha hecho, pero tampoco podría negociar con el ente público las condiciones de uso de la marca en unas elecciones generales. RTVE podría negociar sin problema de ningún tipo con una Comunidad Autónoma o con un Ayuntamiento que quisiera hacer uso de la marca para una campaña de promoción turística, por ejemplo. Pero RTVE no puede negociar con el PP o con cualquier otro partido, y menos para que haga uso de una marca propiedad del Estado en unas elecciones generales. En un Estado Constitucional digno de tal nombre eso es sencillamente inimaginable.
Lo que ha hecho el PP al apropiarse de la marca para hacer un uso electoral de la misma en unas elecciones generales, que es el elemento rector de la sociedad democráticamente constituida, es una salvajada jurídica de tal magnitud que resulta difícil de entender que nadie en los servicios jurídicos del PP le haya dicho al señor Borja Semper que eso no se puede hacer, que es un acto constitutivo de delito, que atenta además contra el pilar sobre el que se asienta la democracia como forma política.
Todas las candidaturas que concurren a estas elecciones deberían denunciar dicha apropiación por el PP de la marca 'Verano Azul' ante la Junta Electoral Central, solicitando que ordenara, como mínimo, el cese de manera inmediata de la utilización de la misma.
Por su parte, el Ministerio Fiscal, debería poner en marcha acciones de tipo penal contra el PP por un acto de corrupción escandaloso. En un caso como este, sería importante que hubiera una sentencia que pusiera negro sobre blanco lo que no se puede hacer jamás en el proceso electoral del que depende la formación de la voluntad general, que es el canon por el que se tiene que juzgar a toda democracia digna de tal nombre.
La apropiación para uso privado por parte del PP de la marca 'verano azul' propiedad de la RTVE no es un caso carente de relevancia jurídica, sino todo lo contrario. Se trata de un caso que puede llegar a tener hasta relevancia penal, porque, aunque al portavoz del PP, Borja Semper, a pesar de ser licenciado en Derecho, no se le haya pasado por la cabeza que pueda ser así, el asunto encaja como un guante en lo que se considera corrupción desde que existe el Estado Constitucional.
Lo que diferencia al Estado Constitucional de todas las formas anteriores de organización del poder es la separación del poder político de la propiedad privada. Antes del Estado Constitucional el poder ha sido siempre un correlato de la propiedad privada, fundamentalmente de la propiedad de la tierra. A esto es a lo que pone fin el proceso constituyente del Estado. En el Estado el poder no es de nadie, por mucha que sea su propiedad, sino que es la representación abstracta del conjunto de la sociedad. De ahí la naturaleza “materialmente representativa” del Estado Constitucional. Y de ahí que el poder se constituya mediante el ejercicio del derecho de sufragio en condiciones de igualdad y que este sea el derecho constitutivo de la ciudadanía y, por tanto, de la igualdad. “Los españoles son iguales…”, dice el artículo 14 de la Constitución. No que los seres humanos somos iguales, sino los españoles en España, los franceses en Francia y así sucesivamente.
Al no ser de nadie, el poder tiene que ser de todos. Tiene que ser del cuerpo electoral constituido por todos los ciudadanos que no estén privados del ejercicio del derecho de sufragio mediante decisión judicial. La separación real y efectiva del poder político de la propiedad privada tardó mucho tiempo en hacerse efectiva, pero el avance del derecho de sufragio hasta convertirse en sufragio universal resultó imparable y en el día de hoy resulta indiscutible.
En la negación de esta separación del poder político de la propiedad privada es en lo que consiste la corrupción. En todo caso de corrupción hay siempre, de manera directa o indirecta, una subordinación por vías soterradas y espurias de lo público a lo privado. Es lo que ha ocurrido con la apropiación por parte del PP de Verano Azul, que es una propiedad pública, para su utilización en la campaña electoral del 23J.
Si Verano Azul fuera propiedad de alguna televisión privada, el PP no se habría atrevido a apropiársela. Habría tenido que negociar con el ente propietario de la marca las condiciones para poder hacer uso de la misma.
Al ser propiedad de RTVE -a estos efectos, del Estado-, el PP no puede hacer lo que ha hecho, pero tampoco podría negociar con el ente público las condiciones de uso de la marca en unas elecciones generales. RTVE podría negociar sin problema de ningún tipo con una Comunidad Autónoma o con un Ayuntamiento que quisiera hacer uso de la marca para una campaña de promoción turística, por ejemplo. Pero RTVE no puede negociar con el PP o con cualquier otro partido, y menos para que haga uso de una marca propiedad del Estado en unas elecciones generales. En un Estado Constitucional digno de tal nombre eso es sencillamente inimaginable.
Lo que ha hecho el PP al apropiarse de la marca para hacer un uso electoral de la misma en unas elecciones generales, que es el elemento rector de la sociedad democráticamente constituida, es una salvajada jurídica de tal magnitud que resulta difícil de entender que nadie en los servicios jurídicos del PP le haya dicho al señor Borja Semper que eso no se puede hacer, que es un acto constitutivo de delito, que atenta además contra el pilar sobre el que se asienta la democracia como forma política.
Todas las candidaturas que concurren a estas elecciones deberían denunciar dicha apropiación por el PP de la marca 'Verano Azul' ante la Junta Electoral Central, solicitando que ordenara, como mínimo, el cese de manera inmediata de la utilización de la misma.
Por su parte, el Ministerio Fiscal, debería poner en marcha acciones de tipo penal contra el PP por un acto de corrupción escandaloso. En un caso como este, sería importante que hubiera una sentencia que pusiera negro sobre blanco lo que no se puede hacer jamás en el proceso electoral del que depende la formación de la voluntad general, que es el canon por el que se tiene que juzgar a toda democracia digna de tal nombre.
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