domingo, 28 de julio de 2024

_- Dónde comer en Mallorca, según el cocinero Andreu Genestra

_- Propone tomar el aperitivo en un puesto de un mercado, disfrutar con una copa de la mejor puesta de sol de la isla, cenar en un tranquilo restaurante de Palma, recorrer un huerto de higueras y comprar miel de algarrobo.

Empezó su andadura en la cocina fregando ollas en un hotel de sol y playa cuando solo tenía 15 años. Andreu Genestra (Inca, Mallorca, 40 años) ha pasado por las cocinas de Mugaritz y de elBulli. Ha cocinado en Londres, Estocolmo, Brasil, Moscú, París, Miami y en Kuwait para la Familia Real. En 2011 abrió su propio restaurante en Predi Son Jaumell Hotel Rural de Capdepera, donde consiguió la primera estrella Michelin. En 2020, le otorgaron la estrella verde por su compromiso con la sostenibilidad. Allí mantiene ahora el bistró Senzill. El año pasado trasladó el restaurante de alta cocina, que lleva su nombre, al hotel Zoëtry Mallorca, en la finca Sa Torre, en Llucmajor. En Palma dirige Aromata, con el mismo concepto mediterráneo con el que se distingue toda su cocina, donde combina los productos locales con diferentes técnicas culinarias. 
© OpenStreetMap contributors
1
Horno Sant Francesc (Inca)
2
La Barra de Miceli (Inca)
3
Casa Maruka (Palma)
4
Fornet de la Soca (Palma)
5
Mirador de Sa Foradada
6
Marc Fosh (Palma)
7
Son Mut Nou (Llucmajor)
Mapa de Mallorca
Mapa de MallorcaJAVIER BELLOSO
Dónde desayunar
1. Propone comenzar el día en el Horno de Sant Francesc, “donde siempre he desayunado desde pequeño sus ensaimadas, cocas y su pan moreno para tomar con aceite”, explica el cocinero, que aprovecha para reivindicar la coca de trampó, que es la de verano, a base de cebolla, tomate y pimiento verde mallorquín, a la que también se le puede añadir alguna oliva”. Dirección: Sant Francesc, 126, Inca, Mallorca. Teléfono: 971 50 49 93.

Un sitio para tomar el aperitivo
2. Dice que es poco conocido, y lo hacen muy bien. Está en Inca, en el mercado de abastos, y se llama La Barra de Miceli, donde la cocinera Marga Coll ha montado una barra de bar, “donde hacen unas banderillas fantásticas, que es la gilda que tenemos en Mallorca, además de una ensaladilla memorable, o muy buenas croquetas”. Se nutre de los puestos del mercado. “El mejor sitio para tomar un aperitivo muy de la tierra”. Dirección: Carrer de la Pau, 29, Inca, Mallorca. Teléfono: 676 940 559.

Dónde comer
3. “Hay que conocer una casa de comidas que se llama Casa Maruka, en el centro de Palma. Un sitio de solera, donde Alberto Serrano, su cocinero, hace platos de cuchara, arroces, escabeches, además de tocar el producto de casquería”, asegura Genestra, que define el lugar como mágico y un punto de encuentro de muchos cocineros. “Un sitio acertado para visitar y disfrutar”. Dirección: Reina María Cristina, 7, Palma, Mallorca. Teléfono: 971 20 02 72.

Un café o dulce a media tarde
4. No concibe la merienda sin un bocadillo autóctono, como el llonguet. Uno de los mejores, afirma, lo sirven en Fornet de la Soca, desde los clásicos de sobrasada, al de camallot (un embutido típico de Baleares), o el de cochinillo desmigado. Dirección: Plaça de Weyler, 9, Palma, Mallorca. Teléfono: 673 49 94 46

Dónde tomar una copa
5. Hay un lugar mágico en la sierra de Tramontana, que desea destacar: Sa Foradada, una pequeña península, donde hay un chiringuito, Miradors de Na Foradada, desde donde se disfruta de la mejor puesta de sol de toda la isla. Para acompañarla, propone una copa, con unas croquetas, jamón, una ensaladilla, o una hamburguesa de cerdo negro. Dirección: Carretera de Valldemossa, Km 65,5, Deià, Mallorca. Teléfono: 971 63 60 84.

Dónde cenar
6. Un sitio icónico, donde asegura que creció y al que le encanta regresar, es el restaurante Marc Fosh, en el centro de Palma. “Es fresco, mediterráneo, donde el cocinero hace unos platos muy acertados. Es un lugar tranquilo, un oasis en el centro de la ciudad, que nadie debe dejar de visitar”. Dirección: Missió, 7, Palma, Mallorca. Teléfono: 971 72 01 14.

Una tienda o algo que haya que comprar en el mercado
7. Recomienda ir a la Marina de Llucmajor (Mallorca), donde se encuentra el huerto de Son Mut Nou, una reserva ecológica de higueras, con 2.834 árboles de 1.308 variedades diferentes. “Esa fruta tan sufrida, que ha quitado tanta hambre, y con la que el apotecario Montserrat Pons ha creado una experiencia única, además de hacer vinos, aceites, vinagres y conservas de higo”. Dirección: Camí des Palmer, Mallorca. Teléfono: 646 63 32 59.

Un ‘souvenir’ gastronómico
8. Enumera varios, “porque esta isla es muy rica en productos gastronómicos”, afirma el cocinero mallorquín. Desde el aceite de oliva, a un buen vino, a las olivas trancadas, “un producto icónico nuestro”, la sal d’Es Trenc, o la miel, en especial la de algarrobo, “algo único”.

sábado, 27 de julio de 2024

Fanny Angelina Hesse, la mujer que revolucionó el mundo de la microbiología con un ingrediente de cocina

Fanny Angelina Hesse
  • Author


El agar (llamado a veces agar-agar) es un ingrediente común en la comida asiática.

Mezclado con agua caliente, es ideal para espesar sopas, darle estructura a los postres y, sobre todo, evitar que pierdan su forma cuando suben las temperaturas.

Sin embargo, lejos del mundo culinario, esta sustancia que se obtiene de las algas marinas tiene un rol fundamental en la ciencia: es el medio estándar en el que se cultivan hongos y bacterias en el laboratorio.

Como tiene una estructura semisólida, las bacterias pueden crecer por encima de forma controlada.

Así, en una placa de petri con agar (el recipiente de vidrio usado para estudiar microorganismos en el laboratorio), se pueden desarrollar distintas colonias bacterianas: pequeños grupos individuales de bacterias contenidos en un mismo espacio.

A simple vista, puede parecer un tecnicismo, pero, según le explica a BBC Mundo la doctora Vanesa Ayala-Nunez, investigadora de los Laboratorios Federales Suizos de Ciencia y Tecnología de Materiales (Empa), “esto es una maravilla, porque al controlar su crecimiento, las puedes aislar

Y este es un paso crítico tanto para estudiar y entender cómo funciona una infección, así como para llegar a un diagnóstico: identificar qué bacteria es la que está causando la enfermedad es el primer paso en la búsqueda de un tratamiento. 
 Postre


Postre

FUENTE DE LA MAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,
Postre elaborado con flores y agar-agar. 

¿Cómo saltó este ingrediente básico de la cocina asiática a los laboratorios hace cerca de 140 años?

Fue gracias a Fanny Angelina Hesse, una mujer de la que pocos –incluidos muchos microbiólogos- han oído hablar.

Trabajo en equipo

Nacida en 1850 en Nueva York de padres inmigrantes, Lina, como la llamaba su familia, se casó con Walther Hesse, un médico alemán a quien conoció en Nueva York, que investigaba una desconocida enfermedad pulmonar que afligía a los trabajadores de las minas de uranio y que luego se descubrió era cáncer.

La pareja se trasladó eventualmente a Berlín, donde Hesse comenzó a trabajar en el laboratorio de Robert Koch (conocido más adelante como el padre de la microbiología y ganador del Nobel de Fisiología y Medicina en 1905 por identificar el bacilo que producía la tuberculosis).

Aunque Walther era el “científico oficial” en la familia, Lina y su marido trabajaban, codo a codo en el laboratorio.

“Además de sus deberes en el hogar y en la educación de sus tres hijos, ella estaba muy familiarizada con el trabajo científico de Walther y lo ayudaba como si fuera una asistente técnica actual”, escribió el nieto de la pareja, Wolfgang Hesse, en una breve biografía en 1992.

Dibujo de Fanny Angelina Hesse 

Ilustración de Lina Hesse de los experimentos con bacterias. Lina no era científica en estricto rigor, pero “tenía una mente científica”, le explica a BBC Mundo Corrado Nai, doctor en microbiología con años de experiencia en el uso de agar.

“No podía serlo por la época y por su rol (era un ama de casa alemana), pero eran un equipo de trabajo”.

“Trabajaban juntos y el marido publicaba con su nombre, porque esa era la norma. Pero ella tenía un papel crucial en los resultados de su marido. Lina preservaba sus registros y hacía ilustraciones científicas”, dice Nai, quien actualmente participa en la elaboración de una novela gráfica sobre la vida de Lina Hesse.

“Estas ilustraciones muestran cómo crece un organismo, cómo se ve, qué forma tiene. Y esto es parte del proceso de identificación de un microorganismo”, agrega Ayala-Nunez.

Y fue trabajando juntos en el laboratorio de Koch, un día de verano 1881, después de muchos experimentos fallidos, cuando surgió la idea de probar el agar como medio de cultivo.

De la cocina al laboratorio

Para investigar la contaminación microbiana en el aire, Walther utilizaba gelatina, uno de los medios de cultivo comunes en esa época, además de la clara de huevo, el suero, la carne, rodajas de papa y otros alimentos.

Pero una y otra vez, las bacterias degradaban la gelatina y el calor acababa derritiendo sus experimentos.

Mantenerlos en frío no era una solución: dado que el objetivo era estudiar bacterias que podrían producir una enfermedad en el cuerpo, era menester reproducir en el laboratorio la temperatura fisiológica del cuerpo humano.

El agar se mantiene intacto pese al calor.
Y a Lina, entonces, se le ocurrió probar el agar, un ingrediente típico de la cocina tradicional de Java (excolonia neerlandesa, actualmente Indonesia) que acostumbraba usar desde hace años en la elaboración de postres y otros platos con vegetales.

Conocía en parte los secretos del agar y la cocina indonesia porque era mitad neerlandesa y porque tenía amigos en la familia que habían inmigrado a EE.UU. desde la excolonia. Sabía que, gracias al agar, los postres mantenían su estructura intacta más allá del calor que hiciera.

No se sabe con exactitud si fue Walther quien le preguntó a Lina cómo hacía para que sus postres se mantuvieran firmes en altas temperaturas o si fue Lina quien le sugirió reemplazar la gelatina con el agar.

Pero, definitivamente, “ella era la que sabía sobre el agar, ella fue la responsable de esta idea”, señala Nai.

Walther y Fanny Angelina Hesse, propiedad familiar

FUENTE DE LA IMAGEN,PATRIMONIO DEL DR. WOLFGANG HESSE, PROPIEDAD FAMILIAR

Pie de foto,

La pareja trabajaba codo a codo en el laboratorio.

Carta a Koch

La pareja puso a prueba el agar, descubrió sus ventajas y le comunicó la noticia inmediatamente a Koch, que en ese momento estaba centrado en su investigación sobre la tuberculosis, la principal causa de muerte en los países industrializados en el siglo XIX y principios del XX.

Koch demostró en 1882 que la tuberculosis era provocada por una bacteria, lo cual abrió el camino a su diagnóstico y tratamiento.

Y aunque ese mismo año mencionó en una conferencia el papel que jugó el agar en el descubrimiento del Mycobacterium tuberculosis, no incluyó ni el nombre de Lina ni el del Walther Hesse.

“Esta fue la primera vez que el agar-agar apareció en la literatura científica”, comenta Nai.

Investigadora mirando una placa de petri en el laboratorio

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,
Hoy día, el agar es una sustancia básica en los laboratorios de microbiología.

Pero el microbiólogo no cree que obviar a los Hesse haya sido una suerte de “mal comportamiento científico”, sino que se debe en parte a que Koch no había reconocido aún lo importante que era este medio de cultivo.

“En el mismo texto dice que, en su opinión, el agar no funciona tan bien como el suero de la sangre”, señala Nai.

Fue un proceso gradual hasta que se reconoció el valor del agar en el laboratorio.

Además, Walther no publicó ningún estudio sobre el agar, y ni él ni Lina intentaron patentar su descubrimiento.

"Los Hesse nunca recibieron ninguna recompensa económica por su 'invención', ni siquiera se plantearon explotar el asunto comercialmente. No hubiera sido apropiado", escribe Wolfgang en la biografía de sus abuelos.

“Ellos no buscaron que se reconociera. Simplemente lo tomaron como una forma de solucionar una situación técnica que era muy importante”, sostiene Ayala-Nunez.

“Y es que a veces, en el laboratorio, cuando es algo es técnico se minimiza mucho, pero la verdad es que sin esa parte, no existe la ciencia”, enfatiza la investigadora.

Hoy día, el agar –un producto además barato y sencillo de preparar– es un elemento básico en todos los laboratorios de microbiología.

E incluso, como lo demuestra la competencia anual de la Sociedad Estadounidense de Microbiología, hay quienes hacen arte con él. 

viernes, 26 de julio de 2024

Industria y gasto militar en la economía de nuestros días. Juan Torres López.

«La guerra es un escándalo. Es el único negocio en el que las ganancias se cuentan en dólares y las pérdidas en vidas. Se lleva a cabo en beneficio de unos pocos, a expensas de muchos» (General Smedley Butler, 1935).

Hace unos días, un lector de la web me pedía que escribiese algo sobre el papel que los gastos militares desempeñan en la vida económica. Pensaba abordar el tema, pero un artículo reciente de Thomas Palley creo que lo hace con mucho más conocimiento y brillantez, así que me voy a limitar a resumir las principales ideas que desarrolla (el artículo en inglés aquí).

Palley parte de considerar al complejo militar-industrial como un sector empresarial más y cuya actividad se puede considerar como un prototipo imitado ampliamente por otros. Sostiene que conocerlo «es fundamental para comprender el capitalismo estadounidense contemporáneo, la política internacional estadounidense y la deriva hacia la Segunda Guerra Fría.»

Comienza Palley su artículo recordando las palabras del presidente Eisenhower en su último discurso de 1961: «Su influencia total –económica, política e incluso espiritual– se siente en cada ciudad, cada cámara estatal, cada oficina del gobierno federal».

A pesar de que su magnitud e influencia no ha dejado de aumentar desde entonces, dice Palley que ninguno de los muchos libros de texto de macro y microeconomía de nivel intermedio y posgrado de su biblioteca hacen mención a este sector.

La magnitud del sector es impresionante. En Estados Unidos (caso que analiza Palley) el gasto en defensa en 2023 (1 billón de dólares) fue mayor que el gasto federal en todas las demás áreas (800.000 millones). En la figura siguiente se compara el gasto de Estados Unidos en 2022 con el de los otros 10 países que más gastaron en defensa en aquel año.

A continuación, Palley resumen los principales enfoques desde los que la economía convencional suele analizar el gasto en defensa:

a) Como un problema de elección en situación de escasez que responde al conocido dilema que planteó Hitler: fabricar armas o producir mantequilla. Es decir, hay que renunciar a una de esas opciones para disponer de la otra, y la producción de armas dependería de los recursos de un país, de las preferencias, y también del gasto militar de otros países.

Muestra Palley que este planteamiento basado en las decisiones racionales de cada país y en la competencia y no cooperación lleva a una carrera armamentística que tiene un resultado subóptimo, es decir, por debajo del correspondiente a la máxima eficiencia. Mientras que el control del gasto basado en decisiones coordinadas puede mejorar la situación de los países y evitar que todos empeoren.

El efecto es paradójico, el aumento del gasto por un país lleva a que los demás tengan que aumentarlo, pero así disminuye constantemente su poder y seguridad.

b) El enfoque macroeconómico del gasto militar del gobierno lo reconoce como un factor que aumenta la demanda y la producción como cualquier otro. Sin embargo, aunque el militar y el no militar producen el mismo estímulo a la producción, en ausencia de necesidad militar, el gasto civil aumenta el bienestar público, mientras que el gasto militar no lo hace y, por el contrario, aumenta la probabilidad de conflictos.

c) Desde otro punto de vista, la economía convencional considera al gasto militar como fuente de innovación y desarrollo técnico. Palley muestra, sin embargo, que este tipo de gasto es también ineficiente como motor de la política científica e industrial. Basar la innovación en el desarrollo de armamentos, lógicamente da lugar a que sus resultados deriven en aplicaciones y usos igualmente militarizados, al menos, durante mucho tiempo. El gasto militar, dice Palley, produce militarismo.

d) Los gastos en defensa son un bien público y debe producirlos el gobierno (Un bien público es aquel cuyo consumo por parte de un sujeto no permite excluir el de otro, de modo que no puede rentabilizarse a través de intercambio de mercado, puesto que nadie pagaría un precio por él, sabiendo que no se le puede excluir del consumo si no paga). Y, además, porque se supone que el Estado es quien debe poseer el monopolio de la violencia. Esto hace que al gasto militar le afecte el mismo tipo de «patologías político-económicas» que pueden afectar a la actividad gubernamental (burocracia, errores de decisión, corrupción…)

e) El sector militar funciona como un monopolio bilateral. El gobierno es el único cliente y los vendedores suelen serlo también porque la producción está muy especializada y concentrada. Por tanto, los precios no serán los eficientes de competencia, sino resultado de las estrategias y la negociación. Economistas de la llamada Escuela de Chicago, la fuente del neoliberalismo académico contemporáneo, demostraron que esta relación lleva a la llamada «captura del gobierno» por parte de las empresas privadas, lo que da lugar a soluciones no óptimas sino ineficientes y contraproducentes. Los vendedores de armamento pueden llegar a tener el control efectivo (legal o ilegalmente) sobre el comprador (el ministerio de Defensa) y sobre los políticos que toman las decisiones sobre el presupuesto. Dice Palley: a los almirantes y generales les gustan las grandes fuerzas armadas, lo que les puede llevar a confabularse con los proveedores militares privados para obtener mayores presupuestos, tergiversando lo que se necesita ante los políticos y el público.

f) El sector militar industrial también puede considerarse como un sistema de planificación. Dice Palley que hacer la guerra requiere planificación en forma de acumulación de recursos militares efectivos, porque los sistemas utilizados por el ejército son complejos y costosos, y requieren un capital significativo.

Sin embargo, Palley sostiene que se trata de un sistema de planificación desarticulado, que ha descarrilado al no haberse tenido en cuenta las advertencias de Eisenhower y no implementar los controles sociopolíticos necesarios.

Después de hacer estas consideraciones a partir del análisis económico convencional, Palley se centra en considerar que el gasto militar es el resultado siempre de una decisión política y analiza que, sin embargo, la posición de los actores involucrados (burócratas del gobierno, militares, vendedores y público o votantes) no están en situación de simetría. Palley sostiene, por tanto, que, para entender el funcionamiento del sector, hace falta un enfoque de economía política.

El objetivo final del sector militar industrial es aumentar la demanda de servicios de guerra y la forma de conseguirlo es la política de captura del gobierno y las alianzas con los decisores políticos, a través de pagos opacos, puertas giratorias, empleando a generadores de opinión, utilizando los medios de comunicación, financiando estudios favorables y equipos de pensamiento, promoviendo la cultura del militarismo, y, en suma, estableciendo como dominantes las narrativas sobre seguridad nacional y geopolítica que llevan a demandar cada vez más gasto militar (guerra contra el terrorismo, choque de civilizaciones…).

Más adelante, Palley analiza una cuestión interesante: se puede conseguir que aumente la demanda de gasto militar si se reduce su coste.

Señala que uno de los medios para conseguirlo es cambiar el tipo de guerra y, en concreto, hacerla «por poderes» o fuera del propio territorio. Es decir, que un país (básicamente Estados Unidos) logre que otros hagan la guerra por él; se apropia de las ganancias económicas que genera sin sufrir los costes. Es lo que típicamente está ocurriendo ahora en Ucrania y antes en otros muchos lugares. O, por otro lado, promoviendo el uso de armas de forma permanente, pero con menor intensidad, para que, en lugar de detener los conflictos, se hagan duraderos y numerosos, aunque con consecuencias a veces imprevistas o no deseadas. Y otro ejemplo algo más singular para lograr que se tenga una percepción de un coste más bajo de la guerra es, simplemente, ocultándolo: Estados Unidos prohibió en 1991 que los medios de comunicación informen de la llegada de soldados muertos en el campo de batalla.

La última parte del artículo de Palley se dedica a presentar al sector militar industrial como una variedad de capitalismo, entendido como una forma de organización institucional de tres lados (el ejército y su burocracia, la industria militar y el sector público) que amenaza la democracia. En él se incluyen, además, diversos complejos: el estrictamente militar, el industrial, el financiero, el de las grandes petroleras y el tecnológico. y a los que, en mi opinión, se podría añadir el mediático. Es, por tanto, un complejo de complejos, o complejo de diversas industrias de creación política. Esto último quiere decir que la política no está ajena a la economía del sector militar industrial, sino que está dentro de él y que sus decisiones económicas están informadas políticamente.

Y señala Palley que una característica esencial de este sector es que resulta inconsistente con la teoría económica dominante y, en particular, con la idea de mercados competitivos que proporcionan soluciones de máxima eficiencia.

Además, este sector no es uno más, sino que ha llegado a dominar al conjunto de la economía por su impacto, porque afecta decisivamente al patrón y a la tasa de crecimiento, a la dirección del desarrollo tecnológico, porque afecta y desplaza a las actividades del sector civil sobre las que actúa el gasto del gobierno, distorsionando, por tanto, la acción de este último y, finalmente, porque incita al militarismo y a la guerra. En algunos casos, cuando implica la producción y uso de armas nucleares, amenaza la existencia de la propia humanidad.

Utiliza Palley una analogía con los ordenadores para explicar el lugar que ocupa el sector militar industrial en el capitalismo contemporáneo. En su opinión, constituye el hardware, mientras que las diferentes modalidades ideológicas desde las que se utiliza serían el software.

Palley señala que no hay que vincularlo sólo con el «neoliberalismo idealizado» que rechaza el gobierno y recela del aumento del gasto público que requiere el sector, sino con el «neoliberalismo del mundo real». Este, dice, es un programa político corporativo que «tiene como objetivo debilitar a los trabajadores, aumentar el poder de las empresas y aumentar la participación en las ganancias a expensas de los salarios» y esto es algo que busca y alimenta el sector militar industrial. Y el auge del militarismo global ha sido también coherente con el aumento del comercio, de la inversión extranjera real, los intercambios transfronterizos, las inversiones de cartera financiera y préstamos financieros, la deslocalización y subcontratación extranjera de producción y el establecimiento de largas cadenas de suministro internacionales.

Finalmente, Palley advierte de la influencia que la creciente militarización de las economías tiene sobre la aparición de lo que llama el «protofascismo» de nuestros días. Tanto por el incremento de los valores autoritarios, de vigilancia y control que lleva consigo, como por la creación de grupos sociales desposeídos por las políticas neoliberales que impulsa.

Thomas Palley resumiendo: «El complejo militar industrial tiene un impacto enorme en la economía y la política. Tuerce la composición de actividad hacia el gasto militar; distorsiona el carácter del progreso técnico, tiene un corrosivo efecto social a través de su captura de la política y el gobierno; distorsiona la comprensión de la sociedad sobre geopolítica y seguridad nacional como parte de la creciente demanda de servicios de guerra; promueve militarismo y aumenta la probabilidad de guerras; y promueve la deriva protofascista.

Fuente: 

jueves, 25 de julio de 2024

_- La época en que el amor era considerado sinónimo de enfermedad (y lo que recomendaban para curarse)

Encuentro en el Golden Gate, de Jean Hey, finales del siglo XV

_- Encuentro en el Golden Gate, de Jean Hey, finales del siglo XV.

En la Edad Media el amor se podía definir de diversas formas. Desde la perspectiva religiosa, el término era sinónimo de voluntas, caridad, entrega al prójimo. Este tipo de amor se defendía en los textos bíblicos y en la literatura de carácter moralizante.

Pero el amor también se podía definir como pasión o “eros”, resultado de la idealización de la persona amada.

Un manual sobre el amor en el siglo XII
La asociación del amor como pasión la encontramos ya en De amore, escrito por Andreas Capellanus, en el siglo XII. Es un tratado científico y práctico que describe las normas que hay que seguir en las relaciones amorosas.

En él se define el amor como una pasión innata, que procede de la contemplación de la belleza y de un pensamiento desmesurado de la forma de la persona amada.

Capellanus clasifica el amor en diferentes tipos: el amor verdadero, entre personas de igual rango social; el amor vulgar, que sería el carnal; el amor imposible y el amor deshonesto. El autor condena este último tipo de amor, contrario a los preceptos morales.

El libro influyó en toda la literatura medieval, en la medicina y en la sociedad. Y también se estableció la idea de que el amor era una enfermedad, basada en la teoría de los cuatro humores corporales. La salud se mantenía cuando estos humores (sangre, flema, bilis negra y bilis amarilla) estaban equilibrados.

La visión de los médicos
El médico Constantino el Africano, en su traducción de un tratado sobre la melancolía, estableció una conexión directa entre el exceso de bilis negra y el mal de amor.

Dibujo de Heinrich Ullrich

Dibujo de Heinrich  Ullrich

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,
El amor de mujeres podía ocasionar la muerte del enfermo, según Bernardo De Gordonio.

La causa de la enfermedad era el exceso de bilis negra, que explicaba la asociación de “amor” con “amaro” (amargo). Según él, esta enfermedad afectaba al cerebro y podía causar pensamientos y preocupaciones intensas en el amante.

En la misma línea, la tesis de Boissier de Sauvages relacionaba la enfermedad del amor con la melancolía.

De acuerdo con el Lilium Medicinae de Bernardo De Gordonio, la causa de la enfermedad era el “amor de mujeres” y podía ocasionar la muerte del enfermo. Se entendía que el hombre se obsesionaba con las imágenes de la amada y las archivaba en su cerebro.

En esta circunstancia aumentaba la temperatura corporal, el movimiento sanguíneo y el deseo sexual. Gordonio explicaba en su manual los síntomas, entre los que destacan el color amarillento de la piel, el insomnio, la falta de apetito, la tristeza constante por la ausencia de la amada, etc.

Este estado se consideró como una enfermedad llamada amor hereos o aegritudo amoris.

Pintura de Robinet Testard, siglo XV

Pintura de Robinet Testard, siglo XV

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,
La tesis de Boissier de Sauvages relacionaba la enfermedad del amor con la melancolía.

Arnau de Vilanova, médico medieval, atribuía este trastorno a un juicio erróneo de la “memoria cogitativa”, situada en el cerebro. El resultado era la elevación de la temperatura, provocada por la anticipación del placer sexual a nivel cerebral.

Según el Dragmaticon philosophiae de Guillem de Conches, y después también según Gordonio, el cerebro se dividía en tres compartimentos.

En el primero, situado en la parte superior de la frente, se ubicaba la virtud sensitiva. En el segundo, detrás de la frente, residía la conciencia sensitiva, donde el enfermo juzgaba las imágenes como positivas o negativas. En el tercer compartimento, situado bajo la parte inferior del cuello, se encontraba la memoria sensitiva, a modo de archivo de informatización de imágenes.

El hombre, candidato a idealizar la imagen de la amada, veía alterada la función imaginativa.

La enfermedad del amor en la literatura
El amor como enfermedad es una constante en los textos literarios de la época. Lucrecio, en el De Rerum Natura, dedica el libro IV al tema del amor, y lo considera una enfermedad muy peligrosa para el equilibrio mental del ser humano.

Garcilaso de la Vega describe la enfermedad del amor como una condición que puede llevar a la locura y a la muerte. En su soneto XIV explica cómo su pasión amorosa le ha arrastrado a la desesperación, donde no puede encontrar descanso ni paz.

La enfermedad se constata en personajes conocidos de la literatura. El Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita evidencia la lucha entre el espíritu cristiano del amor de Dios y el “amor loco” que consume al amante.

En El Corbacho del Arcipreste de Talavera se describe el “loco amor” como la causa directa de la enajenación mental e incluso de la muerte.

Garcilaso de la Vega 

Garcilaso de la Vega

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,
Garcilaso de la Vega describe la enfermedad del amor como una condición que puede llevar a la locura y a la muerte.

En la Cárcel de Amor de Diego de San Pedro el protagonista, Leriano, es un ejemplo de la “enfermedad del amor”. Sufre una profunda pasión amorosa por Laureola y por ello pierde el apetito y el sueño, hasta llegar al borde de la muerte.

En La Celestina, Calisto, enfermo de amor, manifiesta un deseo sexual desmedido que lo lleva a la locura amorosa. Hasta el Don Quijote de Miguel de Cervantes busca como fin último que su amada Dulcinea conozca el alcance de su pasión.

También el protagonista Tirant, en el Tirant lo Blanch de Joanot Martorell, padecía el “mal de amar”. Mientras sufría por Carmesina, presentaba falta de apetito, insomnio, llanto y suspiros. Igualmente, en el Espill de Jaume Roig, el sabio Salomón diagnosticaba en sueños al protagonista el amor hereos a causa de una desmedida pasión amorosa.

¿Tenía cura la enfermedad del amor?
La curación de la enfermedad incluía una doble recomendación: dieta y disciplina moral. La dieta preceptiva consistía en evitar beber vino, carne roja, leche, huevos, legumbres y alimentos de color rojo.

La razón de prohibir estos alimentos era que incitaban el movimiento de la sangre y el deseo sexual. El enfermo de amor debía comer carne blanca, pescado, y beber agua o vinagre. También era necesario sudar y tomar un baño antes de comer.

Carne cocida

Carne cocida

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,
Para curarse del amor se recomendaba dieta -que incluía evitar las carnes rojas- y disciplina moral. 

Además de la dieta, se recomendaba dominar los impulsos carnales para someter la voluntad: meter una plancha de hierro frío sobre los riñones –órgano en el que se consideraba que residía el deseo–, dormir en una almohada con ortigas, bañarse en agua fría, etc.

Con todo este programa de tratamiento del amor como enfermedad se concluía que la causa principal de todos los males era dejarse llevar por los instintos carnales.

Una vida virtuosa, alejada de la pasión desmedida, permitía conseguir la armonía entre cuerpo y alma.

Después de todo, el amor hereos podía ocasionar la muerte física y, aún peor, la condena del alma.

*Anna Peirats, IVEMIR-UCV, Universidad Católica de Valencia, España

miércoles, 24 de julio de 2024

_- Perdonar no siempre es bueno.

An illustration of a hand holding an olive branch. Green leaves are floating off the branch and turning into little birds.
_- Ben Wiseman. Terapeutas, escritores y académicos cuestionan la idea convencional sobre perdonar y alivian la presión para hacerlo. 

Uno de los recuerdos más entrañables de la infancia de Amanda Gregory es un juego al que jugaba con sus dos hermanos. Lo llamaban “la caza de la cucaracha

Consistía en ir corriendo a la cocina por la noche, encender las luces e intentar aplastar las cucarachas con los pies descalzos antes de que los bichos pudieran dispersarse.

Ni su madre ni su padre se molestaban en limpiar, recordó, y dejaban la casa sucia: los suelos estaban llenos de mugre y las alfombras apestaban a orina de gato. Y rara vez hablaban con sus hijos.

Un día ella se lesionó la rodilla y sus padres parecían más molestos que preocupados, contó. Con el tiempo, aprendió a vivir con el dolor. Décadas más tarde, Gregory descubrió que tenía astillas de hueso flotando en la articulación, un problema que requería cirugía.

Cuando era pequeña, nada de esto le parecía raro. Fue mucho más tarde, después de convertirse en terapeuta de trauma en Chicago, cuando Gregory se dio cuenta de hasta qué punto la había afectado la negligencia física y emocional de sus padres. En el curso de su propia terapia, empezó a preguntarse: “¿Necesito perdonar para avanzar más en mi recuperación?”.

Gregory es una de los muchos terapeutas, escritores y académicos que cuestionan la idea convencional de que siempre es mejor perdonar. En el proceso, estos expertos están redefiniendo el perdón, al tiempo que borran la presión para hacerlo.

¿Qué es el perdón?

Normalmente, el perdón se ha entendido como “sustituir la mala voluntad hacia el ofensor por buena voluntad”, afirmó Tyler J. Vander Weele, director del Programa de florecimiento humano del Instituto de Ciencias Sociales Cuantitativas de Harvard.

Algunos académicos, como Robert Enright, han ido un paso más allá, al afirmar que el perdón es la elección de dar bondad a quien no ha sido bueno contigo. Y aunque pueda ser inmerecido, escribió en una ocasión, el perdón puede fomentar “cualidades de compasión, generosidad e incluso amor” hacia quien te ha hecho daño.

“Imagínate decirle eso a un sobreviviente de un trauma”, dijo Gregory. “Es difícil de vender”.

Otros, como Frederic Luskin, investigador y director del Proyecto del perdón de la Universidad de Stanford, ven el perdón como un camino hacia la renuncia a la venganza, el odio o el agravio sin necesidad de sentimientos positivos: los neutros están bien. El objetivo final, dijo, es “estar en paz con tu vida”.

Pero, ¿es cierto, como dijo una vez el premio Nobel de la Paz, el sudafricano Desmond Tutu, que “sin perdón, sin reconciliación, no hay futuro”? ¿Es necesario perdonar para evitar el rencor y el resentimiento?

¿Estás floreciendo? Haz el test
 
¿Qué se consigue con el perdón? Se ha escrito mucho sobre por qué el perdón es beneficioso. En muchas religiones, se considera una virtud. Algunos estudios sugieren que el perdón tiene impactos positivos para la salud mental, ayudando a mejorar la depresión y la ansiedad. Otros estudios han descubierto que el perdón puede reducir el estrés mejorar la salud física favorecer un sueño reparador.
“Perdonar es casi siempre útil, pero eso es diferente a que sea necesario”, dijo VanderWeele.

Es un tema que Gregory aborda en su libro, que saldrá a la venta el año que viene: You Don’t Need to Forgive: Trauma Recovery on Your Own Terms (No necesitas perdonar: la recuperación del trauma en tus propios términos).

En él, define el perdón como un proceso emocional y no como un punto final. A través de este proceso, las personas pueden experimentar menos emociones o pensamientos negativos hacia quien les hizo daño.

Pero se apresura a subrayar que no es lo mismo que la reconciliación. Y no se requiere tener ningún sentimiento positivo hacia quien te hizo daño.

“Se puede perdonar a alguien y no tener nada que ver con esa persona”, afirmó.

Repensar lo que significa perdonar

Ya en 2002, Sharon Lamb, profesora de psicología de la Universidad de Massachusetts, campus Boston, cuestionaba la idea de que el perdón es terapéutico a largo plazo y se preguntó si en algunos casos podría ser incluso perjudicial.

“Quiero que la gente sienta y explore sus sentimientos”, afirmó. “Lleva tiempo trabajar en eso”.

Rosenna Bakari, una coach de empoderamiento que sufrió abusos sexuales en la infancia, dijo que para ella buscar el perdón no era la forma de curarse. En su lugar, añadió, fue más útil permitirse a sí misma sentir rabia y no perdonar después de permanecer callada sobre el abuso durante 40 años.

“Si te preguntas si perdonas o no, aléjate de la pregunta y pregúntate: ‘¿En qué tengo que trabajar para liberarme?’”, dijo Bakari, quien tiene un doctorado en Psicología educativa.

Gregory dijo que algunos de sus clientes nunca buscan el perdón y “progresan mucho en la recuperación”. Otros le dicen que han perdonado y que se sienten muy bien.

“No creo que tenga que ser un objetivo”, dijo.

¿Cómo saber que ha llegado el momento de perdonar?

Susan Shapiro, autora y profesora de escritura en Nueva York, dice que después de romper con su terapeuta y mentor de toda la vida, le rondaba una pregunta: ¿Cómo puede la gente seguir adelante sin obtener la disculpa y el cierre que ansía?

Para su libro de 2021, The Forgiveness Tour (La gira del perdón), entrevistó a líderes religiosos y médicos, y preguntó a otras 12 personas cómo habían conseguido seguir adelante después de haber sido agraviadas. (Entre los ejemplos figuraba una mujer cuyo pastor la presionó para que perdonara a su padre después de que este la violó cuando ella tenía 13 años).

“Hay una especie de industria del perdón general que te dice que tienes que perdonar a todo el mundo”, dijo Shapiro, en referencia a los numerosos libros de autoayuda y las TED que ensalzan el perdón. “Y, curiosamente, descubrí que a veces perdonar puede ser muy autodestructivo y peligroso”.

En el caso de Shapiro, sin embargo, decidió reconciliarse con su antiguo mentor cuando él finalmente expresó remordimiento por el conflicto que los alejó. “Fue muy liberador”, dijo.

Luskin explicó que el perdón, sea como sea que se logre, no sucede de inmediato. La gente necesita tiempo para llorar y “estar en el fango de la infelicidad y el sufrimiento”, añadió.

Después de luchar con la cuestión durante años, Gregory aún no ha perdonado a su padre. Considera a su madre un producto de su propia educación difícil y, aunque no están unidas, las dos siguen asistiendo juntas a terapia familiar.

A veces, dijo, hay que hacer un gran trabajo emocional antes de plantearse el perdón. “El tema del perdón es que es complicado”, dijo Gregory.

Christina Caron es reportera del Times y cubre salud mental. Más de Christina Caron