A la vez que se votaba Presidente en EE.UU., se votaban otras muchas propuestas, desde subidas de impuestos como la expuesta, a aprobación de matrimonios gays.
De todos los resultados electorales en los estados de todo el país, pocos pueden superar la sensación tan chocante de los votantes de California (1) con la aprobación de los aumentos temporales de impuestos para recaudar $ 6 mil millones al año a fin de mejorar el estado de las escuelas públicas y los agujeros del sistema universitario. Así es: en estos tiempos difíciles hubo votantes que acordaron someterse a esas subidas de impuestos a pesar del mantra simplista de los políticos conservadores de "no más impuestos".
La medida electoral, la llamada Proposición de ley 30, fue una apuesta audaz del gobernador Jerry Brown. A causa de ello fue ridiculizado a fondo por una oposición bien financiada, dirigida por grupos conservadores contra los impuestos, con donantes no revelados. Al vencer la votación se aumenta el impuesto estatal sobre las ventas en una cuarta parte del 1 por ciento durante cuatro años y esos impuestos aumentarán los ingresos durante siete años en lo que supondrá más de 250.000 dólares al año.
La crisis presupuestaria, que ya dura muchos años, en California ha dado como resultado el aumento de tamaño de las clases en las escuelas, la reducción en el tiempo de instrucción y los despidos de miles de maestros de todo el estado.
Mientras tanto, los estudiantes de las universidades públicas del estado y los Colleges se han enfrentado a aumentos de las matrículas, menos recursos de los campus y la disminución de nuevas plazas para la inscripción. Las autoridades dicen que la aprobación de la propuesta electoral significará que el sistema público de escuelas no tendrá que reducir la duración del año escolar y los Colleges no tendrán que aumentar los precios de las matrículas. También permitirá a los Colleges comunitarios -públicos- restaurar miles de clases y aumentar sus plazas en 20.000 estudiantes.
El caso de California, donde la revuelta contra el aumento de impuestos sobre la propiedad fiscal en 1978 dirigido por Howard Jarvis (la número 13), se convirtió en material del folklore político, un capítulo nuevo e impredecible puede haber sido abierto. Esta semana, los votantes también dieron a los demócratas, encabezados por el gobernador Brown, una mayoría de dos tercios en ambas cámaras del Parlamento del Estado. Esto significa que van a tener "súper mayoría" y con ella el control y la capacidad de recaudar impuestos y aprobar otras medidas sin necesidad de la colaboración en su aprobación por los republicanos.
El Sr. Brown, consciente de que el control absoluto de un solo partido puede dar lugar a problemas, de forma rápida prometió que no habría nuevos dispendios ni se "gastaría mucho". Mantener la promesa requerirá vigilancia de los votantes. Será interesante ver si con la aprobación por mayoría popular del aumento de los impuestos para la educación, California iniciará otro movimiento nacional.
Fuente, noticia en el NYT Californians "Say Yes to Taxes", 8 de noviembre de 2012.
(1)El estado de California, el más rico de los EE.UU., estaba en bancarrota debido a que sus ingresos eran menores que sus gastos, y ello les llevó a una situación de bloqueo. Al no tener mayoría cualificada ninguno de los dos partidos, necesario por ley para poder cambiar las normas sobre impuestos, no se podía avanzar, ya que los republicanos proponían recortes en gastos sociales y los demócratas subidas de impuestos y no llegaban a acuerdos. Por otra parte en 1978 se había votado una ley -la Jarvis- para bloquear toda posible subida de impuestos sobre propiedades -lo que evidentemente beneficiaba a los propietarios, a los más pudientes.
Con esta última votación se ha entrado en una nueva situación. La mayoría de ciudadanos está de acuerdo en pagar más impuestos, en contra de la tendencia general, hasta ahora dominante, para mejorar la educación pública. La situación es compleja, aquí no se refleja toda la realidad, por ejemplo, hace unos años el sistema de prisiones costaba la mitad que el sistema educativo, ahora es al contrario. California se gasta en prisiones y correccionales el doble que en educación. Ha aumentado por seis el número de encarcelados o vigilados y no dejan de aumentar, siendo su número de los mayores del mundo en proporción por habitantes. ¿Podría tener relación ambas cifras? A menos educación, más pobreza y delitos y más ciudadanos en prisiones, en un círculo infernal que va en aumento y, sobre todo, entre las minorías étnicas como los afroamericanos.
Foto del autor, playa de la Barrosa, Chiclana, Cádiz. agosto de 2012.
viernes, 9 de noviembre de 2012
jueves, 8 de noviembre de 2012
Un dictamen europeo considera abusiva la ley española de desahucios. Cree que no se protege al ciudadano ante la inclusión de cláusulas abusivas en las hipotecas
La norma europea exige "que el consumidor disponga de un recurso legal eficaz.
Consulta toda la información sobre los desahucios.
La abogada general del Tribunal de Justicia de la UE (TUE), Juliane Kokott, ha dictaminado este jueves que la ley española de desahucios vulnera la normativa comunitaria porque no garantiza una protección eficaz de los consumidores frente a posibles cláusulas contractuales abusivas en las hipotecas.
El dictamen de la abogada general responde a una cuestión presentada por el juzgado mercantil de Barcelona en julio de 2011, que debe dirimir una denuncia presentada por un ciudadano contra Catalunya Caixa, que forzó su expulsión de la vivienda que ocupaba en enero de 2011 por impago de la hipoteca. El ciudadano en cuestión solicita que se declare nula una de las cláusulas del préstamo hipotecario y que, en consecuencia, el procedimiento judicial de ejecución hipotecaria sea considerado también nulo.
Conflicto con la normativa europea
La ley española no permite paralizar el desahucio invocando una cláusula abusiva, sino que esta cuestión debe solucionarse en otro juicio una vez que ya se ha ejecutado la expulsión.En este contexto, algunos jueces bucean en la legislación para evitar desahucios mientras denuncian usura, abusos y un enriquecimiento injusto de los bancos.
En sus conclusiones presentadas este jueves, la abogada general recuerda en primer lugar que, al no existir en e derecho de la UE una armonización de las medidas de ejecución forzosa, corresponde a los Estados miembros establecer las modalidades procesales.
No obstante, el dictamen precisa que la regulación procesal nacional no puede conducir a que se obstaculice la invocación de los derechos garantizados al consumidor por la directiva europea contra las cláusulas contractuales abusivas. En este sentido, la abogada general estima que "la regulación procesal española es incompatible con la directiva, pues menoscaba la eficacia de la protección que ésta persigue".
"No constituye una protección efectiva contra las cláusulas abusivas del contrato el que el consumidor, a raíz de dichas cláusulas, deba soportar indefenso la ejecución de la hipoteca con la consiguiente subasta forzosa de su vivienda, la pérdida de la propiedad que la acompaña y el desalojo, y que sólo con posterioridad esté legitimado para ejercitar la acción de daños y perjuicios", resalta Kokott.
Al contrario, la norma europea exige "que el consumidor disponga de un recurso legal eficaz para demostrar el carácter abusivo de las cláusulas de su contrato de préstamo, merced al cual, si se da el caso, pueda detenerse la ejecución forzosa".
La abogada general insiste en que el juez debe tener la posibilidad de suspender la ejecución forzosa hasta que se haya comprobado el carácter abusivo de una cláusula contractual, de modo que se impida que el procedimiento ejecutivo cree en perjuicio del consumidor una situación que posteriormente sea de muy difícil o imposible reparación.
El dictamen de la abogada general no tiene carácter vinculante, pero el Tribunal sigue sus recomendaciones en el 80% de los casos. Los jueces empiezan ahora a deliberar y la sentencia se dictará en un momento posterior. Ver más en El País.
Foto del autor; floresta, alrededores de la Nava de Santiago. Badajoz.
Consulta toda la información sobre los desahucios.
La abogada general del Tribunal de Justicia de la UE (TUE), Juliane Kokott, ha dictaminado este jueves que la ley española de desahucios vulnera la normativa comunitaria porque no garantiza una protección eficaz de los consumidores frente a posibles cláusulas contractuales abusivas en las hipotecas.
El dictamen de la abogada general responde a una cuestión presentada por el juzgado mercantil de Barcelona en julio de 2011, que debe dirimir una denuncia presentada por un ciudadano contra Catalunya Caixa, que forzó su expulsión de la vivienda que ocupaba en enero de 2011 por impago de la hipoteca. El ciudadano en cuestión solicita que se declare nula una de las cláusulas del préstamo hipotecario y que, en consecuencia, el procedimiento judicial de ejecución hipotecaria sea considerado también nulo.
Conflicto con la normativa europea
La ley española no permite paralizar el desahucio invocando una cláusula abusiva, sino que esta cuestión debe solucionarse en otro juicio una vez que ya se ha ejecutado la expulsión.En este contexto, algunos jueces bucean en la legislación para evitar desahucios mientras denuncian usura, abusos y un enriquecimiento injusto de los bancos.
En sus conclusiones presentadas este jueves, la abogada general recuerda en primer lugar que, al no existir en e derecho de la UE una armonización de las medidas de ejecución forzosa, corresponde a los Estados miembros establecer las modalidades procesales.
No obstante, el dictamen precisa que la regulación procesal nacional no puede conducir a que se obstaculice la invocación de los derechos garantizados al consumidor por la directiva europea contra las cláusulas contractuales abusivas. En este sentido, la abogada general estima que "la regulación procesal española es incompatible con la directiva, pues menoscaba la eficacia de la protección que ésta persigue".
"No constituye una protección efectiva contra las cláusulas abusivas del contrato el que el consumidor, a raíz de dichas cláusulas, deba soportar indefenso la ejecución de la hipoteca con la consiguiente subasta forzosa de su vivienda, la pérdida de la propiedad que la acompaña y el desalojo, y que sólo con posterioridad esté legitimado para ejercitar la acción de daños y perjuicios", resalta Kokott.
Al contrario, la norma europea exige "que el consumidor disponga de un recurso legal eficaz para demostrar el carácter abusivo de las cláusulas de su contrato de préstamo, merced al cual, si se da el caso, pueda detenerse la ejecución forzosa".
La abogada general insiste en que el juez debe tener la posibilidad de suspender la ejecución forzosa hasta que se haya comprobado el carácter abusivo de una cláusula contractual, de modo que se impida que el procedimiento ejecutivo cree en perjuicio del consumidor una situación que posteriormente sea de muy difícil o imposible reparación.
El dictamen de la abogada general no tiene carácter vinculante, pero el Tribunal sigue sus recomendaciones en el 80% de los casos. Los jueces empiezan ahora a deliberar y la sentencia se dictará en un momento posterior. Ver más en El País.
Foto del autor; floresta, alrededores de la Nava de Santiago. Badajoz.
lunes, 5 de noviembre de 2012
EL DRAMA SOCIAL HIPOTECARIO. Los jueces sortean la dura ley del desahucio con veredictos vanguardistas. Magistrados denuncian usura, abuso y enriquecimiento injusto de los bancos
Una batalla sorda se libra en los juzgados. Sus resultados, en ocasiones, pasan desapercibidos, pero dejan huella. Magistrados que se enfrentan día a día al drama del desahucio bucean en la legislación y aplican fórmulas que evitan que el número de personas que quedan en la calle siga creciendo. Desde 2008 se han ejecutado 350.000 desahucios.
“Me pica la toga”, dice muy gráficamente la juez de Barcelona Gemma Vives. “Yo también soy persona. Hay que resolver conforme a justicia, con equidad y coherencia. No puedo saltarme la ley, pero tengo que matizarla”, reivindica. “Tenemos que buscar una salida, medidas cautelares para suspender las ejecuciones, pagos parciales, daciones en pago”, apunta el magistrado de Pamplona José Francisco Cobo. “Los ciudadanos están pagando un dineral para salvar los bancos, no parece justificado que les amparemos dándoles esa tutela que piden”, dice el juez Edmundo Rodríguez Achutegui. En las sentencias y autos, los jueces argumentan que se producen situaciones de “enriquecimiento injusto”, “abuso de derecho” y prácticas que no difieren mucho de la “usura”. Algunos fallos acusan a los bancos de ser los causantes de la crisis y describen la indefensión del desahuciado.
Navarra
Esta comunidad fue puntera en denunciar el sistema de desahucios. Todo empezó con esta pregunta: Tras ejecutar una hipoteca y adjudicársela al BBVA por el 50% de su valor de tasación, ¿se puede seguir reclamando la deuda a los afectados? La sección segunda de la Audiencia de Navarra, presidida por José Francisco Cobo, dictó un auto en 2010 donde respondió con un rotundo no, ratificó la decisión de una juez en la que se aplicaba la dación en pago y señaló a los bancos como responsables de la crisis y del drama de miles de familias. Este auto, “histórico” para las asociaciones de afectados, fue rectificado por el propio tribunal cuando el Constitucional validó el proceso de ejecución hipotecaria cuestionado por un juzgado de Sabadell.
Pero, en un auto del pasado 16 de julio, estos magistrados de Navarra vuelven a la carga. El juez Cobo explica su cambio de criterio y asegura que ante la imposibilidad de mantenerlo cómo se han buscado nuevas vías para evitar los abusos de los bancos: “Ahora ofrecemos una vía de solución en base al artículo 564 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, por la que el ejecutado puede hacer valer a través de un juicio ordinario determinadas causas de oposición”. Entre ellas cita el pago parcial de la cantidad por el enriquecimiento sin causa por el banco ejecutante, la dación en pago necesaria que regula el derecho foral de Navarra, la “increíble” bajada de precios de las viviendas, los excesos en la tasación y el precio por el que se adjudica en subasta. Francisco José Goyena, miembro de la misma sección que Cobo y ponente del “histórico” auto, lo hace en otra resolución reciente sobre una ejecución hipotecaria de Caja Navarra. Y habla de “la dramática situación que suponen los numerosísimos procedimientos consecuencia para una inmensa mayoría de ejecutados de una situación económica que no ha sido fruto de su voluntad, debiendo situarse su origen y responsabilidad en otras instancias”. Goyena recuerda las “feroces críticas” que recibió del ámbito financiero.
Girona
Una sentencia de la Audiencia de Girona, del 7 de abril de 2011, dejaba claro que el banco no debe adjudicarse un bien por un precio inferior al de su tasación, obtener un beneficio adicional revendiéndolo a un tercero y, además, seguir persiguiendo al deudor que no podía abonar las cuotas. “La actuación de banco incurre en abuso de derecho”, dice la sentencia, que firma el presidente de la Audiencia, Jaume Masfarré Coll, y es “contraria al principio de buena fe”. La sentencia dejaba sin efecto la ejecución hipotecaria de una vivienda que se tasó en 325.000 euros y que el Deutsche Bank se adjudicó por 162.500. “Se olvida a veces que en la interpretación y aplicación de las leyes los tribunales deben buscar aquella respuesta que, sin contravenirlas, sea más acorde con una decisión justa, que es lo que, en última instancia, la ciudadanía espera”, reza la sentencia.
Torrejón (Madrid)
Un auto del juzgado 3 de Torrejón de Ardoz (Madrid), del 10 de enero de 2012, habla del “enriquecimiento injusto” de Caja Madrid, hoy Bankia, por adjudicarse un inmueble a la mitad de su valor. El magistrado Carmelo Jiménez hablaba de “ejercicio abusivo y antisocial, hacía una descripción de la crisis y la comparaba con el crack de 1929. La aplicación de la regulación, explicaba, “conllevaría dejar exento de responsabilidad a uno de los partícipes, como entidad financiera, en la causación” de la crisis y le permitiría adquirir la vivienda “por un precio irrisorio”. El juez concluía que permitir que el banco reclamase además la deuda al desahuciado era amparar una operación “que no difiere mucho de la usura”.
Elche
Entre las resoluciones imaginativas cabe destacar el auto de la juez Encarnación Aganzo, del juzgado 5 de Elche (Alicante), en el que supeditaba la entrega del inmueble al Banco Popular a que dijera qué uso iba a darle: hasta que no fuera vendido a una tercera persona o arrendado a nuevos propietarios, instaba a que los desahuciados permanecieran en el inmueble pagando un alquiler.
Barcelona
¿Es el sistema de desahucios respetuoso con los consumidores? La pregunta la formuló en julio de 2011 el magistrado José María Fernández Seijo en un auto que plantea una cuestión prejudicial ante el Tribunal de Justicia de la UE. La cuestión se resolverá antes de navidades, según explica el juez, y puede ser determinante. De ser refrendada, podría declarar el sistema de desahucios español, uno de los más duros de Europa, “ilegal o contrario al derecho comunitario. El juez es taxativo: “Cuando haces la pregunta es porque piensas que el sistema es profundamente injusto”. Fuente: El Pais.
“Me pica la toga”, dice muy gráficamente la juez de Barcelona Gemma Vives. “Yo también soy persona. Hay que resolver conforme a justicia, con equidad y coherencia. No puedo saltarme la ley, pero tengo que matizarla”, reivindica. “Tenemos que buscar una salida, medidas cautelares para suspender las ejecuciones, pagos parciales, daciones en pago”, apunta el magistrado de Pamplona José Francisco Cobo. “Los ciudadanos están pagando un dineral para salvar los bancos, no parece justificado que les amparemos dándoles esa tutela que piden”, dice el juez Edmundo Rodríguez Achutegui. En las sentencias y autos, los jueces argumentan que se producen situaciones de “enriquecimiento injusto”, “abuso de derecho” y prácticas que no difieren mucho de la “usura”. Algunos fallos acusan a los bancos de ser los causantes de la crisis y describen la indefensión del desahuciado.
Navarra
Esta comunidad fue puntera en denunciar el sistema de desahucios. Todo empezó con esta pregunta: Tras ejecutar una hipoteca y adjudicársela al BBVA por el 50% de su valor de tasación, ¿se puede seguir reclamando la deuda a los afectados? La sección segunda de la Audiencia de Navarra, presidida por José Francisco Cobo, dictó un auto en 2010 donde respondió con un rotundo no, ratificó la decisión de una juez en la que se aplicaba la dación en pago y señaló a los bancos como responsables de la crisis y del drama de miles de familias. Este auto, “histórico” para las asociaciones de afectados, fue rectificado por el propio tribunal cuando el Constitucional validó el proceso de ejecución hipotecaria cuestionado por un juzgado de Sabadell.
Pero, en un auto del pasado 16 de julio, estos magistrados de Navarra vuelven a la carga. El juez Cobo explica su cambio de criterio y asegura que ante la imposibilidad de mantenerlo cómo se han buscado nuevas vías para evitar los abusos de los bancos: “Ahora ofrecemos una vía de solución en base al artículo 564 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, por la que el ejecutado puede hacer valer a través de un juicio ordinario determinadas causas de oposición”. Entre ellas cita el pago parcial de la cantidad por el enriquecimiento sin causa por el banco ejecutante, la dación en pago necesaria que regula el derecho foral de Navarra, la “increíble” bajada de precios de las viviendas, los excesos en la tasación y el precio por el que se adjudica en subasta. Francisco José Goyena, miembro de la misma sección que Cobo y ponente del “histórico” auto, lo hace en otra resolución reciente sobre una ejecución hipotecaria de Caja Navarra. Y habla de “la dramática situación que suponen los numerosísimos procedimientos consecuencia para una inmensa mayoría de ejecutados de una situación económica que no ha sido fruto de su voluntad, debiendo situarse su origen y responsabilidad en otras instancias”. Goyena recuerda las “feroces críticas” que recibió del ámbito financiero.
Girona
Una sentencia de la Audiencia de Girona, del 7 de abril de 2011, dejaba claro que el banco no debe adjudicarse un bien por un precio inferior al de su tasación, obtener un beneficio adicional revendiéndolo a un tercero y, además, seguir persiguiendo al deudor que no podía abonar las cuotas. “La actuación de banco incurre en abuso de derecho”, dice la sentencia, que firma el presidente de la Audiencia, Jaume Masfarré Coll, y es “contraria al principio de buena fe”. La sentencia dejaba sin efecto la ejecución hipotecaria de una vivienda que se tasó en 325.000 euros y que el Deutsche Bank se adjudicó por 162.500. “Se olvida a veces que en la interpretación y aplicación de las leyes los tribunales deben buscar aquella respuesta que, sin contravenirlas, sea más acorde con una decisión justa, que es lo que, en última instancia, la ciudadanía espera”, reza la sentencia.
Torrejón (Madrid)
Un auto del juzgado 3 de Torrejón de Ardoz (Madrid), del 10 de enero de 2012, habla del “enriquecimiento injusto” de Caja Madrid, hoy Bankia, por adjudicarse un inmueble a la mitad de su valor. El magistrado Carmelo Jiménez hablaba de “ejercicio abusivo y antisocial, hacía una descripción de la crisis y la comparaba con el crack de 1929. La aplicación de la regulación, explicaba, “conllevaría dejar exento de responsabilidad a uno de los partícipes, como entidad financiera, en la causación” de la crisis y le permitiría adquirir la vivienda “por un precio irrisorio”. El juez concluía que permitir que el banco reclamase además la deuda al desahuciado era amparar una operación “que no difiere mucho de la usura”.
Elche
Entre las resoluciones imaginativas cabe destacar el auto de la juez Encarnación Aganzo, del juzgado 5 de Elche (Alicante), en el que supeditaba la entrega del inmueble al Banco Popular a que dijera qué uso iba a darle: hasta que no fuera vendido a una tercera persona o arrendado a nuevos propietarios, instaba a que los desahuciados permanecieran en el inmueble pagando un alquiler.
Barcelona
¿Es el sistema de desahucios respetuoso con los consumidores? La pregunta la formuló en julio de 2011 el magistrado José María Fernández Seijo en un auto que plantea una cuestión prejudicial ante el Tribunal de Justicia de la UE. La cuestión se resolverá antes de navidades, según explica el juez, y puede ser determinante. De ser refrendada, podría declarar el sistema de desahucios español, uno de los más duros de Europa, “ilegal o contrario al derecho comunitario. El juez es taxativo: “Cuando haces la pregunta es porque piensas que el sistema es profundamente injusto”. Fuente: El Pais.
La fuga de cerebros, un gran problema para luchar contra la pobreza. Reunión de expertos para identificar la contribución de la ciencia al desarrollo
Cambiar el modelo de cooperación y transferir conocimiento y tecnología a los países más pobres es uno de los principales retos que llevará España al consejo de competitividad de la UE. Felipe Pétriz, secretario de Estado de Investigación, recordó "la necesidad de detener la fuga de cerebros desde los países en desarrollo hacia los más avanzados, de tener en cuenta a las mujeres, porque éstas suelen sufrir más las desigualdades y son una parte esencial de la solución, además de mejorar la eficiencia en el uso de los recursos", en la clausura de la conferencia Ciencia contra la Pobreza celebrada durante dos días en La Granja (Segovia), en la que han participado más de 300 expertos de cinco continentes,
El especialista en innovación tecnológica del Banco Mundial, el economista Yevgeny Kuznetsov, afirma, en relación a la circulación de talentos, que afecta a todos los países, pero sobre todo a los africanos. "Se debe dar un vuelco a esta situación y generar un cambio, como ha hecho la India. En este caso muchos investigadores que emigraron en los años sesenta y setenta, llegaron a altos puestos de multinacionales y convencieron a los directivos para instalar los centros de investigación en su país."
Según Kuznetsov, en España existe la fuga de cerebros, pero a su vez importa muy buenos investigadores latinoamericanos, sobre todo argentinos. No hay una solución, se pueden establecer medidas como es crear plataformas de excelencia para que vuelvan estos científicos o, por lo menos, establecer redes de investigadores que aporten esos conocimientos a sus países de origen. Es el caso de Chile, donde la administración está apoyando este tipo de iniciativa y ha creado Chile Global.
En la sesión de apertura del congreso tuvo lugar un distendido debate entre Felipe González, actual presidente del Comité del Grupo de Reflexión sobre el Futuro de la Unión Europea, Eduardo Punset, escritor y divulgador científico y Pedro Alonso, director del Centro de Investigación en Salud Internacional. Los tres estuvieron de acuerdo en que es obligatorio utilizar la ciencia en el camino para luchar contra la pobreza. También quedo patente el retraso que Europa lleva en investigación respecto a Estados Unidos y como durante los próximos 20 años este país seguirá siendo la primera potencia en ciencia.
González remarcó que la crisis es una oportunidad para cambiar y que en países como en China estos dos conceptos se escriben con el mismo ideograma.
Posteriormente, en rueda de prensa, la ministra de la cartera de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, advirtió que en la nueva Ley de la Ciencia, que próximamente entrará en trámite parlamentario para su aprobación, "se incorpora la cooperación al desarrollo en materia de I+D+i como uno de sus objetivos". Fuente, El País. Foto del autor, Marvao. Portugal.
El especialista en innovación tecnológica del Banco Mundial, el economista Yevgeny Kuznetsov, afirma, en relación a la circulación de talentos, que afecta a todos los países, pero sobre todo a los africanos. "Se debe dar un vuelco a esta situación y generar un cambio, como ha hecho la India. En este caso muchos investigadores que emigraron en los años sesenta y setenta, llegaron a altos puestos de multinacionales y convencieron a los directivos para instalar los centros de investigación en su país."
Según Kuznetsov, en España existe la fuga de cerebros, pero a su vez importa muy buenos investigadores latinoamericanos, sobre todo argentinos. No hay una solución, se pueden establecer medidas como es crear plataformas de excelencia para que vuelvan estos científicos o, por lo menos, establecer redes de investigadores que aporten esos conocimientos a sus países de origen. Es el caso de Chile, donde la administración está apoyando este tipo de iniciativa y ha creado Chile Global.
En la sesión de apertura del congreso tuvo lugar un distendido debate entre Felipe González, actual presidente del Comité del Grupo de Reflexión sobre el Futuro de la Unión Europea, Eduardo Punset, escritor y divulgador científico y Pedro Alonso, director del Centro de Investigación en Salud Internacional. Los tres estuvieron de acuerdo en que es obligatorio utilizar la ciencia en el camino para luchar contra la pobreza. También quedo patente el retraso que Europa lleva en investigación respecto a Estados Unidos y como durante los próximos 20 años este país seguirá siendo la primera potencia en ciencia.
González remarcó que la crisis es una oportunidad para cambiar y que en países como en China estos dos conceptos se escriben con el mismo ideograma.
Posteriormente, en rueda de prensa, la ministra de la cartera de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, advirtió que en la nueva Ley de la Ciencia, que próximamente entrará en trámite parlamentario para su aprobación, "se incorpora la cooperación al desarrollo en materia de I+D+i como uno de sus objetivos". Fuente, El País. Foto del autor, Marvao. Portugal.
domingo, 4 de noviembre de 2012
La pobreza se cuela en clase. Los recortes y la crisis dañan las posibilidades de los alumnos con menos recursos. Los centros privados ceden estudiantes a los concertados y estos, a los públicos
El paro en la ciudad de Madrid es una enfermedad social de temperamento injusto: no solo ahoga a unos barrios más que a otros, sino que crece con más fuerza precisamente en los que peor están. En resumen, la crisis no solo está empobreciendo la capital, sino que ha aumentado la desigualdad entre ricos y pobres, reduciendo además la escala intermedia de grises. La tarea de los gobernantes es evitarlo, pero los datos constatan su fracaso. En diciembre tomaron posesión Mariano Rajoy como presidente del Gobierno y Ana Botella como alcaldesa, ambos de Partido Popular. Medio año después, en mayo, el paro registrado en la capital había crecido un punto porcentual, del 13,1% al 14,14%; la diferencia entre los distritos con mayor o menor desempleo había aumentado 1,6 puntos porcentuales y, a nivel de barrio, en 2,5 puntos.
El Ayuntamiento repite que la tasa de desempleo de la capital (17,75%, según la Encuesta de Población Activa del primer trimestre) es inferior a la media regional (en 0,9 puntos) y nacional (en 6,7 puntos). Pero las medias son el instrumento perfecto para esconder la desigualdad. Así, mientras en algunos distritos, —como Chamberí, Retiro, Chamartín o Salamanca— la tasa es cinco o seis puntos inferior a la media regional y 11 o 12 menor que la nacional, en otros es superior. Es el caso de Puente de Vallecas, donde supera en 6,3 puntos la media regional, y medio punto la nacional. Pero también de Latina, Carabanchel, Usera, Moratalaz, Villaverde, Villa de Vallecas y Vicálvaro. Ocho de los 21 distritos de Madrid superan la media regional.
Por barrios, la desigualdad se acrecienta. En los más ricos —Vademarín, El Viso—, la media es inferior en 10 puntos a la regional y en 15 puntos a la nacional. En los más pobres, en cambio, las cifras son alarmantes: en Orcasur (Usera), la media es 9,6 puntos superior a la regional y 3,8 mayor que la nacional; en Entrevías (Puente de Vallecas), 10,3 y 4,5 puntos, respectivamente; en San Cristóbal (Villaverde), 12,2 y 6,4. En total, hay 44 barrios de 215 que superan la media regional, y ocho que rebasan la nacional.
Una de las consecuencias de la desigualdad se observa en las cifras de desahucios. De diciembre a mayo (ambos incluidos), se registraron 3.835 lanzamientos en la capital, según cifras judiciales, es decir, 1,18 por cada mil habitantes. El distrito más afectado fue Centro, con 607 en total y una tasa de 4,34 por cada mil habitantes. A partir de ahí, el mapa es muy similar al del desempleo: Villaverde (2,58), Puente de Vallecas (1,9), Carabanchel (1,8) y Usera (1,53) en un extremo; Hortaleza (0,26), Retiro (0,37), Fuencarral-El Pardo (0,48) y Salamanca (0,66) en el opuesto.
El líder municipal del Partido Socialista, Jaime Lissavetzky, denuncia que el Gobierno ha recortado este año un 15% los fondos para políticas activas de empleo, y la Comunidad otro 80%. El Ayuntamiento también ha reducido esa partida, pese a que Botella se comprometió a no hacerlo y el anterior alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, prometió que se crearían 150.000 empleos antes de 2015.
Muestra de estos recortes son los talleres de empleo municipales, que pasaron 23 a 17 este año, y de ellos, solo se están ejecutando la mitad. Además, se ha disparado un 19% el porcentaje de desempleados que provienen de la función pública, un 16% los del sector de la enseñanza y un 25% los de la sanidad y los servicios sociales.
Respecto a los desahucios, Lissavetzky apuesta por cerrar acuerdos con las entidades financieras para ofrecer como vivienda barata de alquiler aquellos pisos que son incapaces de poner en el mercado tras el estallido de la burbuja inmobiliaria. Y añade: si se niegan, las Administraciones deberían obligar a las entidades que han recibido dinero público.
Foto del autor: flores en Marvao. Portugal.
El Ayuntamiento repite que la tasa de desempleo de la capital (17,75%, según la Encuesta de Población Activa del primer trimestre) es inferior a la media regional (en 0,9 puntos) y nacional (en 6,7 puntos). Pero las medias son el instrumento perfecto para esconder la desigualdad. Así, mientras en algunos distritos, —como Chamberí, Retiro, Chamartín o Salamanca— la tasa es cinco o seis puntos inferior a la media regional y 11 o 12 menor que la nacional, en otros es superior. Es el caso de Puente de Vallecas, donde supera en 6,3 puntos la media regional, y medio punto la nacional. Pero también de Latina, Carabanchel, Usera, Moratalaz, Villaverde, Villa de Vallecas y Vicálvaro. Ocho de los 21 distritos de Madrid superan la media regional.
Por barrios, la desigualdad se acrecienta. En los más ricos —Vademarín, El Viso—, la media es inferior en 10 puntos a la regional y en 15 puntos a la nacional. En los más pobres, en cambio, las cifras son alarmantes: en Orcasur (Usera), la media es 9,6 puntos superior a la regional y 3,8 mayor que la nacional; en Entrevías (Puente de Vallecas), 10,3 y 4,5 puntos, respectivamente; en San Cristóbal (Villaverde), 12,2 y 6,4. En total, hay 44 barrios de 215 que superan la media regional, y ocho que rebasan la nacional.
Una de las consecuencias de la desigualdad se observa en las cifras de desahucios. De diciembre a mayo (ambos incluidos), se registraron 3.835 lanzamientos en la capital, según cifras judiciales, es decir, 1,18 por cada mil habitantes. El distrito más afectado fue Centro, con 607 en total y una tasa de 4,34 por cada mil habitantes. A partir de ahí, el mapa es muy similar al del desempleo: Villaverde (2,58), Puente de Vallecas (1,9), Carabanchel (1,8) y Usera (1,53) en un extremo; Hortaleza (0,26), Retiro (0,37), Fuencarral-El Pardo (0,48) y Salamanca (0,66) en el opuesto.
El líder municipal del Partido Socialista, Jaime Lissavetzky, denuncia que el Gobierno ha recortado este año un 15% los fondos para políticas activas de empleo, y la Comunidad otro 80%. El Ayuntamiento también ha reducido esa partida, pese a que Botella se comprometió a no hacerlo y el anterior alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, prometió que se crearían 150.000 empleos antes de 2015.
Muestra de estos recortes son los talleres de empleo municipales, que pasaron 23 a 17 este año, y de ellos, solo se están ejecutando la mitad. Además, se ha disparado un 19% el porcentaje de desempleados que provienen de la función pública, un 16% los del sector de la enseñanza y un 25% los de la sanidad y los servicios sociales.
Respecto a los desahucios, Lissavetzky apuesta por cerrar acuerdos con las entidades financieras para ofrecer como vivienda barata de alquiler aquellos pisos que son incapaces de poner en el mercado tras el estallido de la burbuja inmobiliaria. Y añade: si se niegan, las Administraciones deberían obligar a las entidades que han recibido dinero público.
Foto del autor: flores en Marvao. Portugal.
viernes, 2 de noviembre de 2012
Un tsunami de deudas ahoga a la economía mundial
La economía mundial navega en un mar de deudas. La suma de la deuda estatal, provincial, municipal, individual, hipotecaria, corporativa, financiera y bancaria sugiere que en cualquier momento la nave puede naufragar o estrellarse contra el témpano de lo impagable.
Un colosal estudio comparativo de la consultora Mc Kinsey Global Institute mostró que en 2009 la deuda total de Japón -la más grande del mundo desarrollado– era de un 471% de su PIB (es decir, de todo lo que produce su economía en un año). Le seguía Reino Unido con un 466%. Estados Unidos "apenas" tenía un 300%.
Muchos economistas opinan que esta gigantesca desproporción entre la riqueza anual que produce un país y lo que adeuda se explica por un mecanismo que en las últimas tres décadas ha cambiado la faz del capitalismo actual: la financialización.
"Es una manera de conceptualizar la creciente importancia de actores e instituciones financieros en la economía y de las finanzas como fuente de ganancias. Esto explica el crecimiento del crédito en la década de 2000 y las causas de la actual crisis", le explicó a BBC Mundo Adam Leaver, autor de tres libros sobre el tema e investigador y miembro de CRESC (Centro de Investigación del Cambio Socio-Cultural) de Manchester.
En el capitalismo tradicional, los bancos le prestaban a la industria que producía ganancias con el consumo de sus productos, dinero con el que pagaba su crédito, alegraba la vida de sus accionistas y reinvertía para ampliar el proceso productivo.
En el capitalismo de las últimas tres décadas se produce una explosión de lo que en inglés se denomina con la sigla FIRE (Financiamiento, seguro y sector inmobiliario) que ha crecido tanto en proporción al PIB como en detrimento de la economía productiva.
Hagan juego
Las grandes corporaciones tienen ramas financieras que con frecuencia generan más ganancias que lo que las empresas producen y venden. En Estados Unidos la General Motors pasó a ganar más con el otorgamiento de créditos para la adquisición de automóviles que con la misma venta de vehículos.
"Las empresas del sector real, productivo, empiezan a comportarse como empresas financieras. La misma General Motors estuvo en la venta de hipotecas de casas. Uno puede argumentar que prestar plata para que le compren autos entra en la lógica productiva. Pero invertir en el mercado hipotecario es otra cosa. Funciona como sustituto de una inversión productiva para obtener una ganancia a corto plazo. Es una clara señal de cómo la financiarización afecta la inversión y el cambio tecnológico", indicó a BBC Mundo el profesor de economía comparada de la Universidad de Cambridge Gabriel Palma.
A nivel individual, el símbolo más cotidiano de esta financiarización es la tarjeta de crédito, que antes de los '80 era tratada con reverencia de club exclusivo y hoy se ha convertido en un medio de pago de la vida diaria.
Pero la explosión del crédito va mucho más allá de la tarjeta. En el estallido financiero de 2008 la gota que desbordó el vaso de una economía endeudada hasta las cejas fue el préstamo hipotecario a hogares sin recursos: las llamadas hipotecas subprime o de alto riesgo.
Los estudios sobre el período del boom muestran que en Estados Unidos los hogares pasaron a gastar en el pago de intereses de tarjetas de crédito y préstamos casi el doble de lo que gastaban en comida y vestimenta.
En Reino Unido la deuda individual o familiar llegó a ser un 165% del ingreso disponible (ingreso que queda luego de pagados los impuestos).
Según Paolo Dos Santos, experto bancario de SOAS, la Escuela de Estudios Africanos y Asiáticos de la Universidad de Londres, este cambio vino de la mano de un repliegue del estado benefactor como garante de salud, educación, vivienda y jubilación que fue funcional para la expansión del sistema financiero.
"En los últimos 30 años, la política social en muchos países desarrollados se ha basado en la transferencia del riesgo y el costo de estos servicios sociales del estado al individuo. Este tiene que recurrir al sistema bancario para poder financiar la educación de su hijo o un seguro médico o su jubilación", señaló Dos Santos a la BBC.
¿Y en América Latina?
La financiarización es un proceso global, pero en América Latina aparece acentuada por la falta de regulación y competencia.
Si uno toma como ejemplo el reciente balance anual del banco español Santander se ve que Brasil y Chile arrojan ganancias infinitamente superiores a las de países desarrollados.
"Brasil, por ejemplo, tiene el 15% de los activos del Santander, es decir, sus préstamos para consumo, empresas, etc., pero representa el 30% de sus utilidades mundiales. En países como el Reino Unido es a la inversa. La falta de regulación y competencia les permite a los bancos obtener ganancias absurdamente altas", señaló Palma a BBC Mundo.
Dicho de otra manera, las ganancias no se deben a una meritoria competitividad comparativa de América Latina en términos de calidad, servicio y eficiencia sino a las fallas del sistema regulatorio en que operan.
El Partido de los Trabajadores de Lula ha sido elogiado por los grandes centros financieros mundiales por su política "realista", pero un informe reciente de la Federación de Comercio de San Pablo muestra que la tasa de interés promedio que pagan los brasileños es del 230% anual.
El cálculo es que el servicio de la deuda individual brasileña será de un 30% del ingreso disponible este año. En Estados Unidos se considera que cuando la deuda alcanza el 14% la situación es de alto riesgo.
Brasil y Chile no son excepciones. En Perú el crédito se cuadruplicó en esos cinco años. En México el nivel de morosidad en el pago de microfinanciamiento del consumo se sitúa entre el 20 y el 30%.
"El crédito lubrica la economía, pero un exceso de deuda en el ingreso de los hogares se traduce en un estancamiento del consumo. En América Latina el problema no es el monto de la deuda sino su servicio por las condiciones leoninas que tienen muchos créditos. Esta financiarización tiene un impacto en la inversión. Es más negocio ganar con un producto financiero que invertir en la economía real. Una parte importante de la élite industrial de Sao Paulo abandonó la producción por las finanzas", indicó a BBC Mundo Palma.
Un colosal estudio comparativo de la consultora Mc Kinsey Global Institute mostró que en 2009 la deuda total de Japón -la más grande del mundo desarrollado– era de un 471% de su PIB (es decir, de todo lo que produce su economía en un año). Le seguía Reino Unido con un 466%. Estados Unidos "apenas" tenía un 300%.
Muchos economistas opinan que esta gigantesca desproporción entre la riqueza anual que produce un país y lo que adeuda se explica por un mecanismo que en las últimas tres décadas ha cambiado la faz del capitalismo actual: la financialización.
"Es una manera de conceptualizar la creciente importancia de actores e instituciones financieros en la economía y de las finanzas como fuente de ganancias. Esto explica el crecimiento del crédito en la década de 2000 y las causas de la actual crisis", le explicó a BBC Mundo Adam Leaver, autor de tres libros sobre el tema e investigador y miembro de CRESC (Centro de Investigación del Cambio Socio-Cultural) de Manchester.
En el capitalismo tradicional, los bancos le prestaban a la industria que producía ganancias con el consumo de sus productos, dinero con el que pagaba su crédito, alegraba la vida de sus accionistas y reinvertía para ampliar el proceso productivo.
En el capitalismo de las últimas tres décadas se produce una explosión de lo que en inglés se denomina con la sigla FIRE (Financiamiento, seguro y sector inmobiliario) que ha crecido tanto en proporción al PIB como en detrimento de la economía productiva.
Hagan juego
Las grandes corporaciones tienen ramas financieras que con frecuencia generan más ganancias que lo que las empresas producen y venden. En Estados Unidos la General Motors pasó a ganar más con el otorgamiento de créditos para la adquisición de automóviles que con la misma venta de vehículos.
"Las empresas del sector real, productivo, empiezan a comportarse como empresas financieras. La misma General Motors estuvo en la venta de hipotecas de casas. Uno puede argumentar que prestar plata para que le compren autos entra en la lógica productiva. Pero invertir en el mercado hipotecario es otra cosa. Funciona como sustituto de una inversión productiva para obtener una ganancia a corto plazo. Es una clara señal de cómo la financiarización afecta la inversión y el cambio tecnológico", indicó a BBC Mundo el profesor de economía comparada de la Universidad de Cambridge Gabriel Palma.
A nivel individual, el símbolo más cotidiano de esta financiarización es la tarjeta de crédito, que antes de los '80 era tratada con reverencia de club exclusivo y hoy se ha convertido en un medio de pago de la vida diaria.
Pero la explosión del crédito va mucho más allá de la tarjeta. En el estallido financiero de 2008 la gota que desbordó el vaso de una economía endeudada hasta las cejas fue el préstamo hipotecario a hogares sin recursos: las llamadas hipotecas subprime o de alto riesgo.
Los estudios sobre el período del boom muestran que en Estados Unidos los hogares pasaron a gastar en el pago de intereses de tarjetas de crédito y préstamos casi el doble de lo que gastaban en comida y vestimenta.
En Reino Unido la deuda individual o familiar llegó a ser un 165% del ingreso disponible (ingreso que queda luego de pagados los impuestos).
Según Paolo Dos Santos, experto bancario de SOAS, la Escuela de Estudios Africanos y Asiáticos de la Universidad de Londres, este cambio vino de la mano de un repliegue del estado benefactor como garante de salud, educación, vivienda y jubilación que fue funcional para la expansión del sistema financiero.
"En los últimos 30 años, la política social en muchos países desarrollados se ha basado en la transferencia del riesgo y el costo de estos servicios sociales del estado al individuo. Este tiene que recurrir al sistema bancario para poder financiar la educación de su hijo o un seguro médico o su jubilación", señaló Dos Santos a la BBC.
¿Y en América Latina?
La financiarización es un proceso global, pero en América Latina aparece acentuada por la falta de regulación y competencia.
Si uno toma como ejemplo el reciente balance anual del banco español Santander se ve que Brasil y Chile arrojan ganancias infinitamente superiores a las de países desarrollados.
"Brasil, por ejemplo, tiene el 15% de los activos del Santander, es decir, sus préstamos para consumo, empresas, etc., pero representa el 30% de sus utilidades mundiales. En países como el Reino Unido es a la inversa. La falta de regulación y competencia les permite a los bancos obtener ganancias absurdamente altas", señaló Palma a BBC Mundo.
Dicho de otra manera, las ganancias no se deben a una meritoria competitividad comparativa de América Latina en términos de calidad, servicio y eficiencia sino a las fallas del sistema regulatorio en que operan.
El Partido de los Trabajadores de Lula ha sido elogiado por los grandes centros financieros mundiales por su política "realista", pero un informe reciente de la Federación de Comercio de San Pablo muestra que la tasa de interés promedio que pagan los brasileños es del 230% anual.
El cálculo es que el servicio de la deuda individual brasileña será de un 30% del ingreso disponible este año. En Estados Unidos se considera que cuando la deuda alcanza el 14% la situación es de alto riesgo.
Brasil y Chile no son excepciones. En Perú el crédito se cuadruplicó en esos cinco años. En México el nivel de morosidad en el pago de microfinanciamiento del consumo se sitúa entre el 20 y el 30%.
"El crédito lubrica la economía, pero un exceso de deuda en el ingreso de los hogares se traduce en un estancamiento del consumo. En América Latina el problema no es el monto de la deuda sino su servicio por las condiciones leoninas que tienen muchos créditos. Esta financiarización tiene un impacto en la inversión. Es más negocio ganar con un producto financiero que invertir en la economía real. Una parte importante de la élite industrial de Sao Paulo abandonó la producción por las finanzas", indicó a BBC Mundo Palma.
jueves, 1 de noviembre de 2012
Pescado para prevenir riesgo de derrame cerebral
El pescado graso, como sardinas o atún, es una fuente rica en ácidos grasos omega 3.
Consumir al menos dos porciones de pescado graso a la semana pueden reducir el riesgo de sufrir un evento cerebrovascular.
Sin embargo, el consumo de suplementos no muestra beneficios, dicen investigadores.
Los científicos llevaron a cabo una revisión de los estudios publicados sobre el vínculo entre el consumo de pescado, una fuente rica de ácidos grasos omega 3, y el riesgo de sufrir un evento cerebrovascular.
Las investigaciones pasadas ya han establecido que el consumo regular de estos alimentos está vinculado a un menor riesgo de enfermedad cardiovascular, incluida la enfermedad coronaria.
Por eso las recomendaciones de salud en muchos países establecen que una dieta sana debe incluir al menos dos porciones de pescado graso a la semana, como salmón, arenque, sardinas y atún.
Sin embargo, hasta ahora no se ha logrado establecer un vínculo claro entre el consumo de pescado graso y el riesgo de sufrir un evento cerebrovascular.
Aceite de pescado
La nueva investigación, publicada en British Medical Journal (Revista Médica Británica) revisó 38 estudios publicados llevados a cabo en 15 países que habían incluido a unas 800.000 personas.
Entre los participantes había individuos con enfermedades cardiovascular establecida, aquellos que sufrían o habían sufrido trastornos como hipertensión o infarto, y personas con bajo riesgo que nunca habían tenido estas enfermedades.
Los estudios incluían cuestionarios sobre los hábitos alimentarios, análisis de sangre para identificar niveles de ácidos grasos omega 3 y registros sobre el uso de suplementos de ácidos grasos.
El doctor Rajiv Chowdhury, de la Universidad de Cambridge, quien dirigió el estudio, explica que los resultados mostraron que los individuos que consumían de dos a cuatro porciones de pescado graso a la semana mostraron una reducción "moderada pero significativa" (de 6%) en el riesgo de sufrir un evento cerebrovascular, comparado con quienes sólo comían una porción o no comían el alimento.
Quienes consumían cinco o más porciones a la semana mostraron una reducción de 12% en el riesgo.
Sin embargo, afirman los investigadores, no se vio ninguna reducción significativa en el riesgo de evento cerebrovascular entre quienes consumían suplementos de omega 3.
Según el investigador, hay varias razones que podrían explicar los beneficios de comer pescado graso en la salud vascular.
"Por ejemplo, podría deberse a la interacción de una amplia variedad de nutrientes, como vitaminas y aminoácidos esenciales que comúnmente se encuentran en el pescado", dicen los autores.
"O también podría deberse a que consumir más pescado puede llevar a una reducción en el consumo de otros alimentos, como carne roja, que se sabe son perjudiciales para la salud vascular".
"O el alto consumo de pescado simplemente puede ser un indicador de una dieta general más sana o de un nivel socioeconómico más alto, los cuales están vinculados con una mejor salud vascular", agregan.
Cualquiera que sea la explicación, agregan, estos resultados "refuerzan el papel modesto pero potencialmente beneficioso del consumo de pescado en el combate de la enfermedad cerebrovascular".
Un sondeo llevado a cabo en el Reino Unido por la organización The Stroke Association, mostró que el público no reconoce los signos y síntomas de un evento cerebrovascular.
En particular, se preguntó a 2.000 personas con alto riesgo de un evento cerebrovascular si sabían cuáles eran los signos de un evento transitorio, el llamado Accidente Isquémico Transitorio o TIA, cuyos síntomas desaparecen por lo general antes de una hora.
Los resultados mostraron que casi 70% de los encuestados no sabrían reconocer los síntomas de un TIA, 26% pensaban que eran los mismos síntomas de un infarto, 68% nunca habían oído hablar de un TIA y 74% no tendrían urgencia de llamar a una ambulancia o ir al hospital si estuvieran experimentando los síntomas de un TIA.
Sólo en el Reino Unido unas 46.000 personas sufren uno de estos eventos cada año. Los síntomas incluyen adormecimiento facial, problemas de habla y sensación de hormigueo en un lado del cuerpo.
Los estudios muestran que una de cada diez personas que sufren TIA y no reciben tratamiento tendrán un evento cerebrovascular grave dentro de la semana siguiente. Fuente: BBC.
Consumir al menos dos porciones de pescado graso a la semana pueden reducir el riesgo de sufrir un evento cerebrovascular.
Sin embargo, el consumo de suplementos no muestra beneficios, dicen investigadores.
Los científicos llevaron a cabo una revisión de los estudios publicados sobre el vínculo entre el consumo de pescado, una fuente rica de ácidos grasos omega 3, y el riesgo de sufrir un evento cerebrovascular.
Las investigaciones pasadas ya han establecido que el consumo regular de estos alimentos está vinculado a un menor riesgo de enfermedad cardiovascular, incluida la enfermedad coronaria.
Por eso las recomendaciones de salud en muchos países establecen que una dieta sana debe incluir al menos dos porciones de pescado graso a la semana, como salmón, arenque, sardinas y atún.
Sin embargo, hasta ahora no se ha logrado establecer un vínculo claro entre el consumo de pescado graso y el riesgo de sufrir un evento cerebrovascular.
Aceite de pescado
La nueva investigación, publicada en British Medical Journal (Revista Médica Británica) revisó 38 estudios publicados llevados a cabo en 15 países que habían incluido a unas 800.000 personas.
Entre los participantes había individuos con enfermedades cardiovascular establecida, aquellos que sufrían o habían sufrido trastornos como hipertensión o infarto, y personas con bajo riesgo que nunca habían tenido estas enfermedades.
Los estudios incluían cuestionarios sobre los hábitos alimentarios, análisis de sangre para identificar niveles de ácidos grasos omega 3 y registros sobre el uso de suplementos de ácidos grasos.
El doctor Rajiv Chowdhury, de la Universidad de Cambridge, quien dirigió el estudio, explica que los resultados mostraron que los individuos que consumían de dos a cuatro porciones de pescado graso a la semana mostraron una reducción "moderada pero significativa" (de 6%) en el riesgo de sufrir un evento cerebrovascular, comparado con quienes sólo comían una porción o no comían el alimento.
Quienes consumían cinco o más porciones a la semana mostraron una reducción de 12% en el riesgo.
Sin embargo, afirman los investigadores, no se vio ninguna reducción significativa en el riesgo de evento cerebrovascular entre quienes consumían suplementos de omega 3.
Según el investigador, hay varias razones que podrían explicar los beneficios de comer pescado graso en la salud vascular.
"Por ejemplo, podría deberse a la interacción de una amplia variedad de nutrientes, como vitaminas y aminoácidos esenciales que comúnmente se encuentran en el pescado", dicen los autores.
"O también podría deberse a que consumir más pescado puede llevar a una reducción en el consumo de otros alimentos, como carne roja, que se sabe son perjudiciales para la salud vascular".
"O el alto consumo de pescado simplemente puede ser un indicador de una dieta general más sana o de un nivel socioeconómico más alto, los cuales están vinculados con una mejor salud vascular", agregan.
Cualquiera que sea la explicación, agregan, estos resultados "refuerzan el papel modesto pero potencialmente beneficioso del consumo de pescado en el combate de la enfermedad cerebrovascular".
Un sondeo llevado a cabo en el Reino Unido por la organización The Stroke Association, mostró que el público no reconoce los signos y síntomas de un evento cerebrovascular.
En particular, se preguntó a 2.000 personas con alto riesgo de un evento cerebrovascular si sabían cuáles eran los signos de un evento transitorio, el llamado Accidente Isquémico Transitorio o TIA, cuyos síntomas desaparecen por lo general antes de una hora.
Los resultados mostraron que casi 70% de los encuestados no sabrían reconocer los síntomas de un TIA, 26% pensaban que eran los mismos síntomas de un infarto, 68% nunca habían oído hablar de un TIA y 74% no tendrían urgencia de llamar a una ambulancia o ir al hospital si estuvieran experimentando los síntomas de un TIA.
Sólo en el Reino Unido unas 46.000 personas sufren uno de estos eventos cada año. Los síntomas incluyen adormecimiento facial, problemas de habla y sensación de hormigueo en un lado del cuerpo.
Los estudios muestran que una de cada diez personas que sufren TIA y no reciben tratamiento tendrán un evento cerebrovascular grave dentro de la semana siguiente. Fuente: BBC.
La estafa de la deuda pública
Según el pensamiento dominante en los establishments financieros, políticos y mediáticos que configuran la sabiduría convencional en el conocimiento económico, la deuda del Estado español (aproximad amente un 90% del PIB) se debe al excesivo gasto público realizado en el país durante los años de bonanza en los que se despilfarró el dinero público. Y para confirmar tal aseveración se citan casos como el del AVE, que en muchas partes de España apenas tiene pasajeros, o las carreteras que no llevan a ninguna parte y muchos otros ejemplos de derroche de dinero público que –según la sabiduría convencional- nos han llevado a la crisis actual. Un indicador de tal crisis es la elevada prima de riesgo que el Estado español tiene que pagar para poder conseguir dinero de la banca, pues ésta (conocida como los mercados financieros) está dejando de tener la confianza en la capacidad del Estado en poder pagar los intereses de su deuda pública. De ahí la necesidad de recortar gasto público a fin de disminuir el déficit y la deuda pública y recuperar así la famosa “confianza de los mercados”, la frase más utilizada en la narrativa oficial de los gobiernos español y catalán para justificar sus recortes presupuestarios.
La gran estafa
El crecimiento de la deuda pública, sin embargo, tiene muy poco que ver con la supuesta exuberancia del gasto público. En realidad, el gasto y empleo público español, incluyendo el catalán, son los más bajos de la UE-15. Sólo un adulto de ca da diez trabaja en el sector público en España (en Catalunya no se llega ni a este ratio). En Suecia, es uno de cada cuatro. La hipertrofia del sector público, que según el dogma neoliberal dominante está ahogando la economía española, es una de las falsedades más notorias que se transmite con mayor frecuencia en los mayores medios de información. Los datos, fácilmente accesibles, muestran precisamente lo contrario. El Estado en España (y en Catalunya) es uno de los más pobres de la Unión Europea de los Quince, UE-15. Ahora bien, los economistas de FEDEA, los gurús mediáticos –como Xavier Sala i Martín y otros- continuarán, contra toda la evidencia existente, subrayando que la raíz del problema que tiene España, incluyendo Catalunya, es su excesivo gasto público, que –según ellos- ha generado el gran crecimiento de su deuda pública.
La causa real del crecimiento de la deuda
La causa más importante (y más silenciada por los medios) de la elevada deuda pública en España ha sido el dominio de la banca –y muy en especial de la banca alemana- y de las fuerzas neoliberales que ésta promueve en el diseño del euro y su sistema de gobierno. Veamos los datos. Tales fuerzas establecieron un Banco Central que no era un Banco Central, sino que era un enorme lobby de la banca. Lo que hace un Banco Central en un país es imprimir dinero y con este dinero compra deuda pública a su Estado, de manera que si los intereses de sus bonos se disparan porque el Estado tiene dificultad para venderlos, el Banco Central entra y compra muchos bonos, con lo cual los intereses bajan. El Banco Central está ahí para defender a su Estado frente a la especulación de los mercados financieros. En contra de lo que se dice y de lo que se escribe, los intereses de la deuda los decide un Banco Central, no los mercados financieros.
Ahora bien, cuando se estableció el euro, el Estado español perdió tal capacidad de imprimir dinero y comprar deuda pública. Se delegó tal autoridad al Banco Central Europeo, que sigue imprimiendo dinero pero no para prestarlo al Estado español (la compra de deuda pública, en la práctica, es un préstamo al Estado), sino para prestarlo a la banca privada a unos intereses bajísimos (menos de un 1%). Y es esta banca privada la que compra deuda pública a unos intereses elevadísimos (un 6% o un 7% en el caso español o italiano). Es un negocio redondo para la banca. El chanchullo del año. La banca, incluyendo la banca alemana, se ha forrado de dinero durante todos estos años. Nunca les había ido tan bien. Chupaban la sangre (los altos intereses de la deuda pública) al Estado, y cuando éste parecía que iba a desmayarse o morir, entonces (y sólo entonces), el Banco Central Europeo le prestaba dinero al Estado, es decir, le compraba deuda pública para que continuara viviendo, a fin de que la banca privada, como sanguijuela, pudiera continuar chupándole la sangre (es decir, su dinero).
Este entramado, en el que el BCE da dinero a la banca privada a unos intereses bajísimos, se justifica con el argumento de que así se garantiza el crédito necesario para las familias y para las empresas medianas y pequeñas (que crean la mayoría de puestos de trabajo). Pero el crédito ni está ni se le espera. En realidad, a pesar de que el BCE ha dado desde diciembre de 2011 más de un billón de euros (sí, un billón de euros) a la banca privada (la mitad de este billón fue a la banca privada española e italiana), el crédito continúa escaso, pues la banca tenía otras inversiones (como comprar deuda pública) mucho más rentables que la de ofrecer crédito.
Cualquier persona normal y corriente se preguntará, ¿por qué el BCE no prestó este dinero a los Estados de la Eurozona en lugar de prestarlo a la banca para poder financiarse sin necesidad de pagar unos intereses tan elevados a la banca privada? Por extraño que parezca, nadie en la estructura de poder que gobierna la Eurozona se planteó, hasta hace muy poco, esta pregunta. Y ello, como resultado de estar imbuidos en el dogma neoliberal, que es la ideología promovida por el capital financiero, es decir, por la banca (además de las compañías de seguro, fondos de alto riesgo y un largo etcétera).
Si el BCE hubiera prestado el dinero al Estado español, en lugar de éste tener que pedirlo a la banca privada, el Estado hubiera ahorrado muchísimo dinero. El Estado, en lugar de pagar unos intereses al 6%, hubiera pagado al 1% (como pagan los bancos para obtener dinero del BCE), ahorrándose muchísimo, pero muchísimo dinero, sin que hubiera aparecido el problema de la deuda pública, y sin que se hubiera necesitado hacer ningún recorte de gasto público. Hoy, uno de cada cuatro euros que el Estado se gasta va para pagar su deuda pública, predominantemente a los bancos. Si hubiera recibido dinero directamente del BCE no habría habido ninguna necesidad de hacer recortes.
El economista Eduardo Garzón ha calculado (en su artículo “Situación de las arcas públicas si el estado español no pagara intereses de deuda pública”) lo que el Estado español tendría como deuda pública (desde 1989 a 2011) si hubiera tenido un Banco Central que le hubiera prestado dinero al 1% de interés, sin tener que recurrir a la banca privada pagando los elevadísimos intereses que ha pagado. Pues bien, la deuda pública sería hoy un 14% del PIB (sí, ha leído bien, un 14%) en lugar de un 90%. Este es el enorme coste al Estado español de haber tenido el sistema de gobernanza del euro tal como ahora existe, sistema de gobernanza que se diseñó para optimizar los intereses de la banca a costa de los intereses de la población y de su Estado. Hoy España, incluyendo Catalunya, no tendría los problemas que tiene si hubiera tenido un Banco Central propio digno de su nombre, o hubiera tenido un Banco Central Europeo que hubiera sido un Banco Central.
Las injusticias del sistema actual
El sistema de gobierno del euro es, además de sumamente ineficiente, profundamente injusto, pues está originando un proceso redistributivo enormemente regresivo en el que la gran mayoría de la población está pagando con impuestos el pago de los intereses de la deuda pública del Estado, y con ello está transfiriendo a los súper ricos (que compran los bonos a través de los bancos) dinero para pagarles lo que el Estado les debe al haber comprado deuda pública. Esta transferencia de dinero se realiza también a nivel de la Eurozona, de manera que los países que tienen que pagar intereses de la deuda más altos (los países del Sur) los pagan a los bancos del Norte (que han invertido cantidades muy significativas de su capital en comprar deuda pública de tales países que generan unos intereses exuberantes, alcanzando unos beneficios estratosféricos). Alemania tiene 200.000 millones de euros en tal tipo de inversiones en España. En realidad, los famosos 100.000 millones de euros que la Unión Europea puso al alcance de España para “salvar sus bancos” era, en realidad, dinero (aprobado por el Parlamento Alemán) para salvar a los bancos alemanes (tal como han reconocido varios economistas asesores del gobierno alemán) que estaban con el agua al cuello debido a la deuda pública y privada española, ya que tenían pánico a que no les pudieran pagar. Será el pueblo español el que pagará los 40.000 millones que el Estado ha pedido para pagar tal deuda, situación que es profundamente injusta. Si después de leer este artículo usted, lector, no está indignado, es señal de que, o bien es usted parte del problema o es que no me he explicado bien. En este caso, le aconsejo lea el libro de Juan Torres y yo, Los Amos del Mundo. Las armas del terrorismo financiero donde expandimos lo que brevemente presento en este artículo. Pero créame que hay causas para estar más que indignado. Hoy se está desmantelando el escasamente financiado Estado del bienestar en España, incluyendo en Catalunya, para que los bancos puedan comprar su deuda pública, la cual consiguieron diseñando un sistema en que sus beneficios, que afectan a un sector superminoritario (lo que los indignados estadounidenses Occupy Wall Street movement llaman el 1%) se realice a costa de la miseria de todos los demás. Así de claro. Léase el libro y lo verá.
Vicenç Navarro. Público.es
Fuente: http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2012/10/30/la-estafa-de-la-deuda-publica/
Foto del autor, alrededores de la Nava de Santiago. Badajoz.
La gran estafa
El crecimiento de la deuda pública, sin embargo, tiene muy poco que ver con la supuesta exuberancia del gasto público. En realidad, el gasto y empleo público español, incluyendo el catalán, son los más bajos de la UE-15. Sólo un adulto de ca da diez trabaja en el sector público en España (en Catalunya no se llega ni a este ratio). En Suecia, es uno de cada cuatro. La hipertrofia del sector público, que según el dogma neoliberal dominante está ahogando la economía española, es una de las falsedades más notorias que se transmite con mayor frecuencia en los mayores medios de información. Los datos, fácilmente accesibles, muestran precisamente lo contrario. El Estado en España (y en Catalunya) es uno de los más pobres de la Unión Europea de los Quince, UE-15. Ahora bien, los economistas de FEDEA, los gurús mediáticos –como Xavier Sala i Martín y otros- continuarán, contra toda la evidencia existente, subrayando que la raíz del problema que tiene España, incluyendo Catalunya, es su excesivo gasto público, que –según ellos- ha generado el gran crecimiento de su deuda pública.
La causa real del crecimiento de la deuda
La causa más importante (y más silenciada por los medios) de la elevada deuda pública en España ha sido el dominio de la banca –y muy en especial de la banca alemana- y de las fuerzas neoliberales que ésta promueve en el diseño del euro y su sistema de gobierno. Veamos los datos. Tales fuerzas establecieron un Banco Central que no era un Banco Central, sino que era un enorme lobby de la banca. Lo que hace un Banco Central en un país es imprimir dinero y con este dinero compra deuda pública a su Estado, de manera que si los intereses de sus bonos se disparan porque el Estado tiene dificultad para venderlos, el Banco Central entra y compra muchos bonos, con lo cual los intereses bajan. El Banco Central está ahí para defender a su Estado frente a la especulación de los mercados financieros. En contra de lo que se dice y de lo que se escribe, los intereses de la deuda los decide un Banco Central, no los mercados financieros.
Ahora bien, cuando se estableció el euro, el Estado español perdió tal capacidad de imprimir dinero y comprar deuda pública. Se delegó tal autoridad al Banco Central Europeo, que sigue imprimiendo dinero pero no para prestarlo al Estado español (la compra de deuda pública, en la práctica, es un préstamo al Estado), sino para prestarlo a la banca privada a unos intereses bajísimos (menos de un 1%). Y es esta banca privada la que compra deuda pública a unos intereses elevadísimos (un 6% o un 7% en el caso español o italiano). Es un negocio redondo para la banca. El chanchullo del año. La banca, incluyendo la banca alemana, se ha forrado de dinero durante todos estos años. Nunca les había ido tan bien. Chupaban la sangre (los altos intereses de la deuda pública) al Estado, y cuando éste parecía que iba a desmayarse o morir, entonces (y sólo entonces), el Banco Central Europeo le prestaba dinero al Estado, es decir, le compraba deuda pública para que continuara viviendo, a fin de que la banca privada, como sanguijuela, pudiera continuar chupándole la sangre (es decir, su dinero).
Este entramado, en el que el BCE da dinero a la banca privada a unos intereses bajísimos, se justifica con el argumento de que así se garantiza el crédito necesario para las familias y para las empresas medianas y pequeñas (que crean la mayoría de puestos de trabajo). Pero el crédito ni está ni se le espera. En realidad, a pesar de que el BCE ha dado desde diciembre de 2011 más de un billón de euros (sí, un billón de euros) a la banca privada (la mitad de este billón fue a la banca privada española e italiana), el crédito continúa escaso, pues la banca tenía otras inversiones (como comprar deuda pública) mucho más rentables que la de ofrecer crédito.
Cualquier persona normal y corriente se preguntará, ¿por qué el BCE no prestó este dinero a los Estados de la Eurozona en lugar de prestarlo a la banca para poder financiarse sin necesidad de pagar unos intereses tan elevados a la banca privada? Por extraño que parezca, nadie en la estructura de poder que gobierna la Eurozona se planteó, hasta hace muy poco, esta pregunta. Y ello, como resultado de estar imbuidos en el dogma neoliberal, que es la ideología promovida por el capital financiero, es decir, por la banca (además de las compañías de seguro, fondos de alto riesgo y un largo etcétera).
Si el BCE hubiera prestado el dinero al Estado español, en lugar de éste tener que pedirlo a la banca privada, el Estado hubiera ahorrado muchísimo dinero. El Estado, en lugar de pagar unos intereses al 6%, hubiera pagado al 1% (como pagan los bancos para obtener dinero del BCE), ahorrándose muchísimo, pero muchísimo dinero, sin que hubiera aparecido el problema de la deuda pública, y sin que se hubiera necesitado hacer ningún recorte de gasto público. Hoy, uno de cada cuatro euros que el Estado se gasta va para pagar su deuda pública, predominantemente a los bancos. Si hubiera recibido dinero directamente del BCE no habría habido ninguna necesidad de hacer recortes.
El economista Eduardo Garzón ha calculado (en su artículo “Situación de las arcas públicas si el estado español no pagara intereses de deuda pública”) lo que el Estado español tendría como deuda pública (desde 1989 a 2011) si hubiera tenido un Banco Central que le hubiera prestado dinero al 1% de interés, sin tener que recurrir a la banca privada pagando los elevadísimos intereses que ha pagado. Pues bien, la deuda pública sería hoy un 14% del PIB (sí, ha leído bien, un 14%) en lugar de un 90%. Este es el enorme coste al Estado español de haber tenido el sistema de gobernanza del euro tal como ahora existe, sistema de gobernanza que se diseñó para optimizar los intereses de la banca a costa de los intereses de la población y de su Estado. Hoy España, incluyendo Catalunya, no tendría los problemas que tiene si hubiera tenido un Banco Central propio digno de su nombre, o hubiera tenido un Banco Central Europeo que hubiera sido un Banco Central.
Las injusticias del sistema actual
El sistema de gobierno del euro es, además de sumamente ineficiente, profundamente injusto, pues está originando un proceso redistributivo enormemente regresivo en el que la gran mayoría de la población está pagando con impuestos el pago de los intereses de la deuda pública del Estado, y con ello está transfiriendo a los súper ricos (que compran los bonos a través de los bancos) dinero para pagarles lo que el Estado les debe al haber comprado deuda pública. Esta transferencia de dinero se realiza también a nivel de la Eurozona, de manera que los países que tienen que pagar intereses de la deuda más altos (los países del Sur) los pagan a los bancos del Norte (que han invertido cantidades muy significativas de su capital en comprar deuda pública de tales países que generan unos intereses exuberantes, alcanzando unos beneficios estratosféricos). Alemania tiene 200.000 millones de euros en tal tipo de inversiones en España. En realidad, los famosos 100.000 millones de euros que la Unión Europea puso al alcance de España para “salvar sus bancos” era, en realidad, dinero (aprobado por el Parlamento Alemán) para salvar a los bancos alemanes (tal como han reconocido varios economistas asesores del gobierno alemán) que estaban con el agua al cuello debido a la deuda pública y privada española, ya que tenían pánico a que no les pudieran pagar. Será el pueblo español el que pagará los 40.000 millones que el Estado ha pedido para pagar tal deuda, situación que es profundamente injusta. Si después de leer este artículo usted, lector, no está indignado, es señal de que, o bien es usted parte del problema o es que no me he explicado bien. En este caso, le aconsejo lea el libro de Juan Torres y yo, Los Amos del Mundo. Las armas del terrorismo financiero donde expandimos lo que brevemente presento en este artículo. Pero créame que hay causas para estar más que indignado. Hoy se está desmantelando el escasamente financiado Estado del bienestar en España, incluyendo en Catalunya, para que los bancos puedan comprar su deuda pública, la cual consiguieron diseñando un sistema en que sus beneficios, que afectan a un sector superminoritario (lo que los indignados estadounidenses Occupy Wall Street movement llaman el 1%) se realice a costa de la miseria de todos los demás. Así de claro. Léase el libro y lo verá.
Vicenç Navarro. Público.es
Fuente: http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2012/10/30/la-estafa-de-la-deuda-publica/
Foto del autor, alrededores de la Nava de Santiago. Badajoz.
miércoles, 31 de octubre de 2012
Lenguaje y poder. El agente doble de nuestro descontento
Belén Gopegui
Minerva
Belén Gopegui es una de las voces más sólidas e innovadoras de la narrativa española reciente. Desde su primera novela, La escala de los mapas (1993), su escritura se ha caracterizado por una negativa tajante a acomodarse en los territorios literarios más transitados. En ese sentido, ha indagado en las posibilidades de transformación política emancipadora como un terreno fructífero para la experimentación literaria. Su novela La conquista del aire fue llevada al cine con el título de Las razones de mis amigos, y la propia Gopegui ha sido guionista de las películas La suerte dormida, junto con Ángeles González-Sinde, y El principio de Arquímedes. Reproducimos a continuación la conferencia de Belén Gopegui en el Festival Eñe –donde intervino adoptando el papel ficticio de un escritor llamado Jaime Puertonuevo.
Texto leído por el presentador: Buenos días.
Me corresponde presentarles al escritor Jaime Puertonuevo. Discípulo de Clifford Geertz, convencido de que la cultura no es más que el conjunto de relatos que nos contamos sobre nosotros mismos, hoy le tenemos aquí en su doble condición de escritor y de profesor de estudios culturales. Desde hace dos años, Puertonuevo imparte un curso de doctorado en la Unknown University que ha alcanzado gran predicamento: «Saber sobre el no decir». «Todos», ha escrito Puertonuevo, «parecen saber acerca de lo que las personas dicen o cómo lo hacen, pero yo sé que nos están cercando. Los que callan. Y aunque me moleste reconocer que el genérico a veces es insuficiente, admitamos que dentro de ese ‘los’ habita un ‘las’ de dimensiones inquietantes». Creado en 2001 por Belén Gopegui, Jaime Puertonuevo es autor de un ensayo, algunas obras de netart y metaversos, dos piezas dramáticas y las novelas La escala de tu mapa, Tocar esa canción, La conquista del viento, Lo verdadero, El lado ardiente de tu cara, El hijo de Ana Karenina, Deseo de ser ella, todos ellos publicados en una misma editorial catalana, así como de su novela más reciente, Acceso indebido, con la que indebidamente entró en la red de la editorial internacional Mondadori. Los suplementos le adoran, es un habitual de las listas de libros más vendidos, ha obtenido numerosos premios comerciales, ha rebasado la cifra mágica de los cien mil seguidores en Twitter, por lo que bien puede calificarse su trayectoria, tal como figura en el programa, de éxito más que relativo. Les dejo ya con sus palabras.
Buenos días.
Gracias al Festival Eñe por acogerme, gracias al presentador por sus palabras. Ustedes se preguntarán por qué desde la situación privilegiada en que me encuentro he querido adentrarme en una materia con tan poco brillo: el no-decir. Verán, no siempre estuve en donde estoy ahora. Mis quince años fueron un calvario de granos y rencor social. La clase media me quedaba muy lejos, un cierto don para la palabra y el razonamiento lógico fue lo único que me permitió alejarme de mi entorno mediante becas y premios extraordinarios. De manera que aun siendo un varón, cuando a los dieciséis años leí Las amistades peligrosas, no pude por menos de agradecer a la marquesa de Merteuil que me ofreciera un programa de acción, y seguí sus consejos punto por punto, ¿los recuerdan?: «Mientras que se me creía aturdido o distraído, yo, escuchando, la verdad, muy poco los discursos que se me dirigían, ponía gran cuidado en oír los que se me querían ocultar. Obligado muchas veces a esconder los objetos de mi atención a los ojos de los que me rodeaban, probé a guiar los míos según mi voluntad. (...) Animado con este primer triunfo, procuré reglar del mismo modo los diferentes movimientos de mi semblante. Si tenía algún pesar, estudiaba la manera de darme un aire de serenidad y aun de alegría (...) No contento con no dejar adivinar mis ideas, me divertía en presentarme bajo diversas formas; seguro de mis ademanes, ponía cuidado en mis palabras. (...) Sólo yo sabía mi modo de pensar, y no manifestaba sino el que me era útil. (...) Profundizando en mi corazón, he estudiado el de los demás. He visto que no hay nadie que no tenga un secreto que no quiere que se sepa» [1].
Fui, pues, el agente doble de nuestro descontento o, cuando menos, del mío propio. Me encontré entre quienes, careciendo de poder, no aceptan la sumisión y, sabiendo que el desequilibrio de las fuerzas en contienda les hará perder la batalla en campo abierto, se emboscan o se infiltran y esperan pero, he aquí el dato fundamental, sin dar a entender que están esperando.
Ahora no diría que tengo poder sino una más que moderada capacidad de influencia en asuntos, debo admitir, triviales, pongamos qué escritor será traducido, gracias a mi recomendación, al alemán, o incluso al inglés, o a ese idioma soñado por los escritores, ¡el sueco!, y me basta con chasquear los dedos para ser invitado a la radio o la televisión. ¿Pero eso es poder? No, no me engaño, aunque soy un escritor de éxito más que relativo, un tropiezo, una enemistad, un cambio en el signo de los tiempos y seré víctima del escarnio o aún peor, caeré en el olvido: mis creaciones, tanto como los chismes que hago circular, seguirían colgados en la red pero nadie los repetiría. Porque mantener la ventaja es cansado y no he acumulado el capital suficiente que me permita sentarme a ver crecer las rentas. Venía desde muy abajo, llegué a lo alto en un momento en que la industria editorial entraba en crisis.
¿Cómo empezó mi interés por el no-decir? Recuerdo que hace años, con motivo de la publicación en Holanda de uno de mis libros, me presentaron a quien entonces llamaban la gran dama de las letras neerlandesas: Hella Hasse. Reconozco que apenas le presté atención. Sin embargo, años después, me enteré casualmente de que esa autora, hoy muerta, había escrito la correspondencia imposible entre la marquesa de Merteuil, tuerta, picada de viruela, refugiada en Holanda, y una erudita del presente. La novela no ha sido traducida a ninguna de las lenguas que domino, de manera que nunca llegué a saber qué se decían esas dos mujeres. Pero encuentro en Hasse mi propio interés hacia la segunda fase de la vida de la Marquesa, la que comienza fuera del libro después de que el autor, obligado por la moral de su tiempo, cargue las tintas en el desenlace y la convierta en ladrona, con parche en el ojo, picada de viruela.
Para las pocas personas que no tengan presente la novela de Laclos ni las versiones cinematográficas, me estoy refiriendo a un libro donde el combate de poder e ingenio entre dos seductores y manipuladores, la marquesa de Merteuil y el vizconde de Valmont, termina con la muerte física en un duelo del Vizconde finalmente arrepentido, y con la muerte social de la Marquesa: arruinada, despreciada por su entorno y despojada de su belleza por la viruela: «La enfermedad le ha sacado lo de dentro hacia fuera y ahora su alma está en su cara», dice en la novela alguien hablando de ella [2]. Amigo escritor, ¿realmente pudiste caer tan bajo? Siempre he pensado que en realidad no caíste, ese final tan redondo, tan moral, tan simétrico, tan por debajo de tu genio fue un exceso en el que no creías. Echaste a la Marquesa a las fieras para que dejaran de temerla y con ese gesto le diste la libertad, evitándole una derrota mayor: pues su huida con robo nos permite deducir que, a diferencia de Valmont, ella no lamenta, ni pide perdón ni se arrepiente.
A quien vaya a decirme que Laclos fue un jacobino, que fue comisario del poder ejecutivo en el estado mayor de su ciudad, que murió siendo general del ejército revolucionario, le responderé que lo sé. Y en la misma medida sé que con sus amistades peligrosas Laclos disparaba contra la aristocracia. La Marquesa no es su aliada. La Marquesa y el Vizconde son sus enemigos, y sin embargo, a veces el juego es más amplio. A veces un enemigo es un aliado porque la batalla es una guerra y el enemigo inmediato no importa tanto como el adversario último que habremos de vencer. Laclos salvó a la Marquesa aun condenándola, Laclos le dio las armas y el futuro.
Como la Marquesa, yo también manipulo, soy un simulador. No me encuentro entre esos escritores llamados de raza o que escriben con las tripas, expresiones ambas que se me antojan grotescas. Como la Marquesa yo seduzco a mi público, les doy ni siquiera lo que quieren oír sino lo que creen que quieren oír. No soy, desde luego, el único, pero al menos no me comporto como muchos otros colegas que se han protegido pactando, aceptando los encargos y prebendas de la clase privilegiada de donde provenían o a la que se esfuerzan por llegar a pertenecer. Yo he ido por libre, y no por creerme más de izquierdas que ellos, menos vendido. Lo he hecho por orgullo. Porque, como la Marquesa, a esos que pretenden controlarme les digo: «¿querer que yo me haya afanado tanto para no recoger el fruto? ¿que habiendo adquirido tanta superioridad con mi duro trabajo consienta en arrastrarme entre la imprudencia y la timidez? (...) No Vizconde, jamás». Como la Marquesa, yo también he contraído deudas económicas para mantener mi juego y no dispongo de una herencia que pueda subsanarlas. Dependo de mi éxito, no tengo plaza en la universidad sino un contrato de profesor asociado que pueden rescindir en cualquier momento. Es, por tanto, mi situación de más que relativa vulnerabilidad la que me lleva a interesarme por el silencio de los callados, pues soy muy consciente de que necesito un plan B.
Lo que primero llama mi atención no es lo que los callados no dicen, sino el revuelo, la inquietud que genera su no hablar. Sabrán ustedes que al año siguiente de publicar su novela, el creador de la Marquesa –¿o acaso fue la Marquesa quien te creó a ti, admirado Laclos?– realiza un gesto retórico perfecto. La Academia de su ciudad había propuesto un concurso de ensayos con la pregunta: «¿Cuáles serían los mejores medios de perfeccionar la educación de las mujeres?» Laclos responde en apenas tres páginas: no hay ningún medio puesto que «donde hay esclavitud no puede haber educación» [3]. Como bien advierte mi colega Julio Seoane, no es que el escritor diga no a la cuestión propuesta: «simplemente», y este es el gesto, «se niega a responderla» [4]. La reacción dominante a su ensayo no fue, sin embargo, comprender, casi diríamos, oír esa negativa, sino juzgar que el texto no había sido desarrollado hasta el final. No quisieron oír su admonición y, por supuesto, no aceptaron la imposibilidad de educar a los esclavos, a las mujeres. Pues admitir que el otro pueda no poder hablar, tanto como admitir que el otro pueda no poder ser educado, significa admitir que existe una amenaza de la que desconocemos su descripción y nombre.
Igual que la Marquesa, también yo leo a mis enemigos y, como Laclos, leo a los generales. Dice el general Evergisto de Vergara: «Sin una amenaza, es difícil diseñar una estrategia militar. La particular especie de cada amenaza define la naturaleza del conflicto que deberá estarse preparado para enfrentar» [5]. Así pues, mientras los instalados se pertrechan con escudos anti-algo, yo, que no tengo capital ni aliados fiables y que, por tanto, más que instalado me encuentro a la pata coja sobre un suelo inseguro y agitado, yo, que conozco mi debilidad, tengo buenos motivos para no confiarme ni mirar hacia otro lado cuando alguien calla e incluso cuando alguien no puede hablar.
Decidí que debía empezar por el principio. Para estudiar los relatos que nos contamos a nosotros mismos pregunté por el relato del silencio de quien no puede hablar. Desde diversos lugares me remitieron al mismo artículo de Gayatri Spivak, publicado por vez primera en 1988: «¿Puede hablar el subalterno?». Descubrí que, como en el caso de Laclos, lo interesante no era sólo la respuesta a la pregunta contenida en el artículo sino, en esta ocasión, el gesto retórico de hacerla y, una vez más, el revuelo, la inquietud generada por la osadía de sugerir un no.
Spivak ha reinterpretado en varias ocasiones el sentido de su texto, señalando que estaba dirigido en última instancia a plantear la cuestión de lo que más tarde ella ha llamado educación estética y que, aventurándonos un tanto, sería algo parecido a la formación del sujeto a través de sus deseos y no sólo de sus necesidades. En cualquier caso, en su texto Spivak aborda la ceremonia india en la cual las mujeres viudas debían arrojarse a la pira del esposo muerto. Habla de cómo los británicos quisieron acabar con esa ceremonia y lo hicieron legalmente pero no fueron capaces de hacerlo efectivamente. No lo fueron porque ni ellos ni tampoco los indios nativos que afirmaban que las mujeres querían morir, supieron, intentaron, quisieron dialogar con el sujeto subalterno. Y, por lo tanto, no supieron, intentaron, quisieron contribuir a la construcción de una imaginación entrenada en representarse el conocimiento de una vida donde inmolarse no es necesario.
Su texto tuvo multitud de respuestas. Ha habido excepciones, como el caso de un artículo que a su vez, en relación a las elecciones en Nicaragua de 1990, se atrevía a trasladar la duda al terreno colectivo preguntándose quién vota por el subalterno. Sin embargo, la gran mayoría fueron textos destinados a cuestionar tanto su afirmación: «el subalterno no puede hablar», como incluso la pertinencia de la pregunta.
Junto al ejemplo de las viudas, Spivak tomó para su artículo el de una joven india de dieciséis o diecisiete años, Bhubaneswari Bhaduri, que en 1926 se colgó del modesto apartamento de su padre en el norte de Calcuta. «Los motivos que la llevaron a eso fueron un misterio» –relata Spivak– «pues, como Bhubaneswari tenía la menstruación en aquellos momentos, estaba claro que no se trataba de un caso de embarazo ilícito. Nueve años después se descubrió que era miembro de uno de los muchos grupos relacionados con la lucha armada por la independencia de la India. De hecho se le había asignado un asesinato político. Incapaz de afrontarlo y consciente de la necesidad práctica de hacerlo se suicidó» [6]. Sin embargo, cuando décadas más tarde, Spivak preguntó a las descendientes de esa familia la causa de la muerte de Bhubaneswari, le dijeron: parece que fue un caso de amor ilícito. Fue ese fracaso de comunicación, según ha contado Spivak, la inutilidad del gesto deliberado de la joven aguardando unos días para darse la muerte, lo que la llevó a enunciar su negativa: el subalterno no puede hablar. Es obvio que la frase de Spivak no era un mandato, sino una descripción y al mismo tiempo un lamento.
Pero nadie quiere oírlo, incluso Spivak ha llegado a calificar su frase de inapropiada o poco recomendable.
Una de las vías para refutar a Spivak ha sido acudir al origen social de Bhubaneswari y de las viudas, afirmando que en ningún caso eran «verdaderos» subalternos. Bhubaneswari era una mujer de clase media con acceso, si bien clandestino, al movimiento burgués por la independencia, y la mayoría de las viudas que se ofrecían para la autoinmolación debían pertenecer a cierta casta. Además, colmando el vaso de la paradoja, se le dice a Spivak que al fin y al cabo ella sí ha sido capaz de leer a Bhubaneswari, luego Bhubaneswari, bien que tarde, ha hablado. Con dureza, Spivak replica: «El desciframiento de una incógnita, muchos años después, por parte de otro en una institución académica no debe ser demasiado rápidamente identificado con el hablar del subalterno» [7].
Quiero recoger de Spivak el valor de preguntarse y llegar a plantear que hay silencios irrecuperables en un mundo donde la mayoría pensante, ilustrada y alterna, quiere que los subalternos hablen, que las mujeres puedan ser educadas, que todo fluya. Una vez recogido, me voy a permitir no preocuparme demasiado sobre la condición pura de subalternidad y pensar solamente en quienes no pueden hablar porque ocupan la parte en desventaja, el lugar de aquel que no ha elegido las reglas del juego en una relación de poder. En mi pregunta conviven los subalternos con quienes ya han iniciado su «largo camino hacia la hegemonía» pero su palabra se demora cincuenta años en ser oída, o veinte, o cinco, o aún no ha sido escuchada: ¿Qué pasa con el silencio de esas vidas? ¿La parte en desventaja puede siempre hablar?
No, no siempre puede. Y a mí me interesa su silencio porque no soy tímido ni imprudente y no quiero dilapidarlo sino ponderar su utilidad. No poder hablar es, desde luego, distinto de no hablar. ¿Quién no ha hecho cosas a la chita callando? Dicen que Jane Austen «se alegraba de que chirriase un gozne antes que alguien entrara» [8] en la habitación donde escribía, porque así le daba tiempo a esconder el manuscrito de Orgullo y Prejuicio o a taparlo con papel secante. También Garfio se alegraba del sonido del tic-tac del reloj que se había tragado el cocodrilo y sabía que en el momento en que el reloj se parase, cuando ya no pudiera hablar, su perseguidor daría con él. Más miedo que el gozne que chirría da el silencio del perseguidor. Es una estratagema con ventajas evidentes. ¿Y en el caso del perseguido?
Conocerán ustedes la advertencia de Amelia Valcárcel: «No tener poder corrompe también, y a menudo más deprisa» [9]. Repliquemos, no obstante, que son dos clases distintas de corrupción. La segunda, la de quien no tiene poder, ha sido descrita así por Adrienne Rich: «La debilidad puede conducir a la lasitud, a la autonegación, a la culpa y la depresión», pero a continuación la poeta estadounidense añade: «también puede generar ansiedad patológica y astucia y un estado permanente de alerta y observación práctica del opresor» [10]. La Marquesa lo sabía. La necesidad unívoca de conocer al que nos domina es muy diferente de la conveniencia, biunívoca, de conocer al enemigo. Quien está en el poder a veces la olvida, entonces, ah error, cree que cuando callan «están como ausentes y nos oyen desde lejos y nuestra voz no las toca» [11]. Otras veces el poderoso no lo olvida y encarga estudios, si bien no es fácil que el conocimiento mercenario posea la astucia que genera la ansiedad patológica, y que, por ejemplo, a lo largo de la historia de la intimidad se ha traducido en el constante preguntar con aprensión, con rabia: «¿En qué piensas?».
«Este es el lenguaje del opresor / y sin embargo lo necesito para hablarte» [12], ha escrito también Adrienne Rich. Hablan, sí, parece que los callados hablan en el lenguaje del opresor pero no sabemos en qué lenguaje guardan silencio. Y yo, ¿por qué les digo todo esto? ¿Acaso temo la amenaza de los débiles? ¿Acaso soy o creo ser uno de ellos? ¿Cuál es mi posición?
En junio de 1938, Virginia Woolf escribe: «Como mujer, no tengo país; como mujer no quiero país; como mujer mi país es el mundo entero» [13]. En 1984, 46 años más tarde, Adrienne Rich ha seguido avanzando por ese camino hasta llegar a estas palabras: «Dejando a un lado las lealtades tribales, y aunque los Estados nacionales sean ahora simplemente pretextos utilizados por los conglomerados multinacionales para servir a sus intereses, necesito entender la manera en que un lugar en el mapa es también un lugar en la historia dentro del cual como mujer, como judía, como lesbiana, como feminista, he sido creada e intento crear» [14]. Woolf comienza más cerca de la Ilustración, de la confianza en un lugar común, una razón común si bien admitiendo que esa razón ha estado fracturada, que ha dejado fuera, cuando menos, a media humanidad. Pese a todo Woolf parece creer en la posibilidad de un lenguaje común, en el cual importarían más las palabras dichas que quién las dice. «El principio de la Ilustración», Hegel, «es la soberanía de la razón, la exclusión de toda autoridad» [15]. Rich cuestiona que la autoridad sea sólo la visible, y se acerca a Alicia y a Zanco Panco:
«–Cuando yo uso una palabra –insistió Zanco Panco con un tono de voz más bien desdeñoso– quiere decir lo que yo quiero que diga..., ni más ni menos.
–La cuestión –insistió Alicia– es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.
–La cuestión –zanjó Zanco Panco– es saber quién es el que manda..., eso es todo» [16].
¿Puede haber un lenguaje sin contexto? ¿Existe una esencia en el lenguaje que nos permita, tal como se suman números sin sumar cosas, sumar palabras sin decir de dónde vienen, sin saber de dónde vienen? ¿Es posible imaginar un colectivo de individuos sin contar la clase, raza, nación, cultura, tradición, la posición?
¿Si no fuera posible estaríamos condenados a movernos entre la fragmentación, esto es, la división, y un esencialismo de trazo grueso que anule las diferencias? ¿Pero acaso no pueden establecerse alianzas que contemplen las diferencias? ¿No es distinto lo distinto de lo contradictorio?
Digamos que es un peligro ignorar la posición y digamos entonces que para seguir hablando, para que ustedes me oigan, necesitan saber más de mí. Tal vez mi clase social, mi raza, mi género, mi país, etcétera, pero también, por ejemplo, por qué un escritor no canta. «El arte» –dijo Tolstoi– «es un medio de fraternidad entre las personas que las une en un mismo sentimiento y, por lo tanto, es indispensable para (...) su progreso en el camino de la dicha» [17]. Avanzar en ese camino no requiere una ópera ni una novela, ni siquiera una película. Bastaría con una canción.
Ahí lo tienen, la expresión de una vida razonable como si estuviera muy cerca, a la vuelta de la esquina. Pero yo no canto, dispongo sólo de un lenguaje sin música ni timbre para mis ficciones y tengo que citar a Rich una vez más: «El lenguaje es poder y (...) si la mayoría silenciosa encontrara la liberación del lenguaje, no se contentaría con perpetuar las condiciones que la han traicionado» [18].
He aquí un dilema contundente: perpetuar o no las condiciones que nos han traicionado. Oigamos, por ejemplo, la respuesta de Patti Smith a la pregunta por el género: «Yo no limito mis ideas sobre mí misma al género, siempre he peleado contra eso, en Horses se dice: sé ‘agénero’, porque yo no pienso en mí como una cantante femenina, o una artista femenina. Mucha gente considera que es un punto de vista fuerte, feminista, decir que eres fémina, y para mí eso te limita, tú no dices ‘pintor masculino’, no dices Picasso era un pintor blanco masculino, es Picasso, es un artista. Así que a mí realmente no me gusta confinarme en un género» [19]. Patti Smith, una de las personas que más se ha rebelado contra las imposiciones del género femenino, acepta sin embargo una categoría tradicionalmente masculina, y en cualquier caso «superior», artista, que le permite escabullirse. ¿Lo hace porque necesita escabullirse? No parece que lo necesite. Quizá sólo finge aceptar esa categoría. Quizá sus declaraciones son su manera de no responder. El género es una lata, una carga, ha declarado en otra ocasión.
Habrá quien piense que Patti Smith abandona, perpetúa condiciones injustas al no aceptar seguir luchando desde su posición de mujer que sabe que el género es una carga. Por no aceptar, ni siquiera acepta el abstracto país de las mujeres de Virginia Woolf, sino uno más reducido aunque igual de abstracto, el país de los artistas. Habrá, sí, quien hubiera entendido mejor una respuesta elusiva desde abajo, no soy una cantante femenina sino una criatura viva, que a veces canta. Y habrá quien, por el contrario, considere que ante una pregunta que no quiere ser respondida, que no merece serlo, el silencio puede aparecer bajo la forma de la simulación. El perseguido finge no huir, el perseguido finge no ser el blanco mientras espera y trama.
Una vez vi una película sobre Julio César muy poco fiel a los datos históricos conocidos, sin embargo no es Julio César quien me importa ahora ni los hechos comprobables sino la peripecia de un personaje secundario. Un preceptor que Julio César había encontrado en Asia para su hija. El preceptor era como de la familia, además de culto y sabio. Hasta que un día de desórdenes y enfrentamientos con los esclavos, le detienen y le llevan a prisión. La hija de César pide a su padre que le busque. Cuando al fin le encuentran, César y su hija hacen que el centurión que custodia a los esclavos abra la puerta de la celda donde se amontonan para liberar al preceptor y que regrese al hogar del amo. Aaah, pero el preceptor elige quedarse. Ellos, dice, mostrando con un gesto a los otros esclavos, son los míos, a ellos pertenezco.
Es este sentido de pertenencia lo que se le pide a alguien en la batalla y no que remontándose a una pertenencia distinta, abstracta, termine sin embargo abandonando a quienes quedan detrás de las rejas. Tal actitud sería la descrita por Rich al hablar de la mujer que cree haber triunfado en soledad: «El poder arrebatado a una gran mayoría de mujeres se ofrece a unas pocas para que parezca que cualquier mujer ‘verdaderamente cualificada’ es capaz de acceder al liderazgo, el reconocimiento y la recompensa; es decir, que prevalece de hecho la justicia basada en el mérito. Se incita a la mujer cuota» –o al esclavo cuota, valdría decir– «a que se perciba digna de ello y excepcionalmente dotada, diferente de la mayoría de las mujeres» [20]. No olvidemos, sin embargo, que tampoco los gestos son abstractos, ocurren en el tiempo y hay que decidirlo todo, no sólo con quién sino cuándo empieza la batalla frontal y cuándo hay que luchar sin dar a conocer nuestras lealtades, recopilando información, estando callado, y cuándo hay que decir a quién se pertenece.
Supongamos que ustedes me preguntan ahora a quién pertenezco. ¿Soy esclavo o dueño? Quizá recuerden, de la reciente precuela de El Planeta de los simios, El origen del Planeta de los simios, una escena parecida a la del preceptor de la hija de César. El protagonista, un simio muy inteligente, ha sido recluido con sus iguales. Sus dueños humanos acuden a rescatarle de la gran jaula. Como el preceptor de la hija de César, el simio duda, mira la cadena que sus amos, no obstante ser amabilísimos, traen para él, y rechaza la supuesta libertad. El simio se queda entre los suyos. Luego, a lo largo de la película, logrará junto a ellos una libertad real, sin amos, para toda su especie. En cuanto a mí: ¿soy simio o soy humano? Un esclavo, a diferencia de la lucha entre especies que narra El planeta de los simios, pertenece a la misma especie que su dueño. Los géneros, las razas, la explotación, se producen en el seno de la misma especie. Aun a riesgo de contrariar a una parte inteligente y admirable del discurso posmoderno, les diré que esas condiciones, sexo, raza, clase, género, nacionalidad, me interesan mucho menos en sí mismas que en cuanto signos de una posición. Son las posiciones de opresión o preeminencia, de dominio o explotación, las que quiero transformar.
Empezando por la mía. ¿Domino o soy dominado? Supongamos que contesto que tengo mis dudas, y mis deudas. Han oído que soy un escritor de éxito más que relativo pero, ¿qué es lo que no les han dicho? Mi exquisito presentador no les ha dicho hace cuánto tiempo ocurrió ese éxito. En cuanto a mí, les dije que tenía deudas, pero supongamos que callé que soy un hombre arruinado. Que he perdido mi capital como a tantos les está sucediendo en estos días. Y con mi capital, estoy perdiendo la propiedad de mi casa. Aunque parece que poseo medios de producción, un ordenador y un poco de electricidad y las palabras, no es exacto. Necesito poner mi imaginación al servicio de una editorial que se haga cargo de ella durante varios años. Y puede que ni así consiga un salario, ya les dije que la industria editorial está en crisis. Tal vez si cuelgo mis novelas en la red suene la flauta, pero no va a sonar. Los cien mil seguidores –por cierto, hace meses que van cuesta abajo y diría que en picado– no comprarán mi libro si sólo yo se lo sugiero. Con respecto a mis clases, supongamos que les digo que los recortes presupuestarios han repercutido en algunas materias, entre ellas la mía. En efecto, hace dos meses que dejé de ser un profesor.
Mi voz ha cambiado ahora, lo sé. Suena un poco más débil, se diría incluso que imploro comprensión, y sonaría mucho más débil aún si no hubiera utilizado el supongamos, si les hubiera ofrecido la certidumbre de mi ruina. Esto es lo que yo llamo la pistola invisible del lenguaje. La pistola la tomo de David Mamet, y lo invisible de Alicia. Mamet: «El drama no tiene por qué afectar necesariamente el comportamiento de las personas. Existe un artefacto fantástico y enormemente efectivo que transforma la actitud de las personas y hace que vean el mundo desde otra perspectiva. Se llama pistola» [21]. A nadie se le oculta la función del contexto en el habla; si digo ese sonido, ustedes saben que para comprender de qué sonido hablo deben conocer en qué lugar me encontraba cuando lo dije. Pero, y aquí viene Alicia, la comprensión de ustedes depende también de que ustedes sepan si mando. Si poseo algún tipo de poder que afecte o pueda afectar a su actitud y a la perspectiva con la que ven el mundo. Porque, si no lo poseo, podría por ejemplo ocurrir que su indiferencia hacia mis palabras fuera tan alta que jamás reparasen en que estoy hablando de sonido, que ni siquiera lo oyeran y que, caso de oírlo al azar, no tuvieran interés en precisar a qué sonido en concreto me refiero.
Supongamos que no sólo les confieso que estoy arruinado. Supongamos que les digo que yo, como César, tengo una hija. Tengo una hija y esperaba, lo admito, comprar su igualdad, equilibrar el desequilibrio que aún existe con dinero. «La igualdad formal ha traído la igualdad real, los tiempos han cambiado, hay mujeres que gozan de ventajas sin número y nos oprimen valiéndose de su doble situación de víctimas y no víctimas, bla, bla, bla». Yo he dicho todas esas frases. Vivo en el siglo XXI y cuando leo el tercer ensayo de Laclos, «De las mujeres y de su educación» –no aquel en donde negaba que pudiera darse educación en la esclavitud, sino el que escribió doce años después, siendo ya él padre de una adolescente y pensando, al parecer, en ella–, me aterra convenir con el propósito de palabras escritas hace dos siglos. Palabras dirigidas a que la joven que desee instruirse adquiera también, cito: «un espíritu lo suficientemente bueno como para no mostrar sus conocimientos más que a sus amigos más íntimos y de manera confidencial, por decirlo así». En mi propia actualización hoy significaría: disimula, juega, embóscate.
¿Cuál es mi posición ahora? ¿Puedo definirme dejando fuera a quien me continúa, a quien es mi reproducción? «El capitalismo –escribe Silvia Federici– ha creado formas de esclavitud más brutales e insidiosas, en la medida en que inserta en el cuerpo del proletariado divisiones profundas que sirven para intensificar y ocultar la explotación. Y debido, en gran parte, a estas divisiones impuestas –especialmente la división entre hombres y mujeres– la acumulación capitalista continúa devastando la vida en cada rincón del planeta» [22]. ¿Un padre libre que ve cómo a su hijo le hacen esclavo, defenderá el sistema que le da la libertad aun a costa de quitársela a su hijo? Hemos visto que muchas veces sí, pero no siempre. «Puedes ser lo que realmente quisieras ser, es una verdad a medias», otra vez Rich [23]. «Tenemos que ser muy claras respecto a la parte del camino que falta por recorrer, en vez de susurrar el temible mensaje subliminal: ‘no vayas demasiado lejos’. Es preciso explicar a la niña desde muy temprano las dificultades concretas que deben enfrentar las mujeres hasta imaginar "lo que quieren ser"».
De acuerdo, de acuerdo. Debí haber explicado eso a mi hija. No debí haberla abandonado en la oscuridad respecto a «las expectativas y los estereotipos, las promesas falsas y la falta de fe que la aguardan». Debí haberle hablado, incluso, de algún sujeto que al oír esta reflexión me espetará que hace decenas de años que existen los colegios mixtos, como si la educación se limitara a unos cursos reglados, como si acaso él mismo, subalterno y dominado, hubiera acertado a desarrollar unas facultades que no ha deliberado ni puede poner en práctica, como si temiera la potencia que contiene la no-educación precisamente en una sociedad que pretende estar educando sólo porque reparte conocimientos dóciles y envasados. Debí, pues, haberme ocupado de convertir el silencio de mi hija en bomba de relojería. Pero no lo hice y ahora me ocupo de hablar de los silencios.
También del mío. Tal vez si desde muy pronto me identifiqué con la Marquesa, tal vez si me interesan los idiomas de quien ha sido sojuzgado, es porque hay una clase de feminidad que quiero habitar. Quizá si al nacer no me hubieran puesto un nombre de hombre ni de mujer y me hubiesen dejado crecer indeterminado en relación al género, yo hubiera finalmente rechazado las características que a los hombres se nos suponen. ¿Pero habría elegido entonces aquellas que no quiero que le impongan a mi hija? No, habría arrojado lejos las expectativas, habría construido mi propia suma de características.
¿Qué le ha pasado a mi voz? ¿Qué le está pasando? ¿Pueden ustedes oír cómo se adelgaza? ¿Pueden imaginar hasta qué punto se adelgazaría, y de qué modo crecería en cambio mi silencio, si yo les dijera que no soy un profesor ni el padre de una hija sino una escritora ligeramente harta de la condescendencia? ¿O qué pasaría si les dijera que yo soy Andreas Pum? ¿Le conocen? Procede de la novela de Joseph Roth La rebelión, es un tullido de guerra que al principio acepta su situación, se siente orgulloso de haber dado su pierna por su patria, acepta el organillo con que le recompensan para que mendigue por la calle con licencia. Pero su destino se va truncando y un día, mientras se muere, no dice, ni siquiera puede llegar a decir, sino que sueña que dice estas palabras: «De mi devota humildad he despertado a la roja y rebelde obstinación» [24].
¿Cuál es, cuál puede ser el lugar para esa obstinación? Las calles se llenan de gente, no lo llaman obstinación, lo llaman indignación, tal vez se le parece. Yo sigo pensando en el saber sobre el no decir, nombrado por Josefina Ludmer en su artículo «Las tretas del débil»: «Decir que no se sabe, no saber decir, no decir que se sabe, saber sobre el no decir» [25]. Ludmer aplica esta serie a su análisis de la conocida «Respuesta de Sor Juana Inés de la Cruz a Sor Filotea», siendo sor Filotea en realidad el obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz. Ludmer resume así los recursos a que debe acudir quien se opone mediante la palabra y desde una posición de subordinación, que sería la mía si no fuera porque describirla significaría aceptar que hoy hay un lenguaje posible para la descripción. Y ya no lo acepto. «También Satán termina vencido, lo que no limita su carrera» [26], dijo Malraux hablando de la marquesa de Merteuil. No hay vencidos, no hay débiles, no hay voz sino una posición en movimiento. Andreas Pum con su pata de palo y la Marquesa picada de viruela somos yo. Estamos al otro lado, tenemos nuestro propio sonido que es muy distinto de la palabra pura y neutral inexistente.
Por eso, mientras se siguen escribiendo artículos, publicando libros, creando cátedras y disciplinas, mientras se ganan espacios y se recuperan vidas, mientras se entra en las pantallas y se derriban los estereotipos en los relatos, en los deseos, mientras no se entra y en las dificultades se ataca primero a los que nada tienen, a veces ni su cuerpo, mientras se traga saliva y llueven golpes, mientras se cae y se vuelve a empezar, mientras se habla, mientras se finge que se habla, lo que no se dice es un rumor creciente, y no hay partida, y no hay batalla sino una lucha desigual y un lenguaje entregado al mejor postor, alterno y dominante.
Por eso no hay reglas del juego, ni convención, ni acuerdo sino sólo sospecha. Por eso, «para que tú nos oigas como queremos que nos oigas» hemos parado el reloj y aceitado los goznes: no hay tic-tac del perseguido, no hay aviso, todo es arma.
Notas:
1. Pierre-Ambroise Choderlos de Laclos, Las amistades peligrosas, traducción de Gabriel Ferrater, Barcelona, Mondadori, 2008. Fragmentos de la carta LVXXXI con el género alterado, pp. 200-211.
2. Ibíd. p. 453.
3. Pierre-Ambroise Choderlos de Laclos, La educación de las mujeres y otros ensayos, Madrid, Siglo XXI, 2010, edición de Julio Seoane Pinilla, p. 38.
4. Ibíd. p. 16.
5. Evergisto de Vergara: «Sin riesgos, amenazas ni hipótesis», Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires, septiembre de 2011.
6. Gayatri Chakravorty Spivak, ¿Pueden hablar los subalternos?, traducción y edición crítica de Manuel Asensi Pérez, Barcelona, MACBA, 2009, p.120.
7. Ibíd. p. 123
8. Virginia Woolf, Un cuarto propio, traducción de Jorge Luis Borges, Barcelona, Júcar, 1991, p. 95.
9. Amelia Valcárcel, Sexo y filosofía. Sobre mujer y poder, Barcelona, Anthropos, 1991, p. 137.
10. Adrienne Rich, Nacemos de mujer, traducción de Ana Becciu, Madrid, Cátedra, 1996, p. 115.
11. Pablo Neruda, Veinte poemas de amor y una canción desesperada, Poema 15: «Me gustas cuando callas».
12. Adrienne Rich, Poemas (1963-2000), edición y traducción de María Soledad Sánchez Gómez, Madrid, Renacimiento, 2002, p. 67.
13. Virginia Woolf, Tres Guineas, traducción de Andrés Bosch, Barcelona, Lumen, 1999, p. 73.
14. Adrienne Rich, Sangre, pan y poesía, edición y traducción de María Soledad Sánchez Gómez, Barcelona, Icaria, 2001, p. 207.
15. Friedrich Hegel, Lecciones sobre la Filosofía de la Historia Universal, traducción de José Gaos, Madrid, Revista de Occidente, 1974, p. 604.
16. Lewis Carrol, Alicia en el País de las Maravillas, traducción de Jaime de Ojeda Eiseley, Madrid, Alianza, 1973, p. 116.
17. León Tolstoi, ¿Qué es el arte?, traducción de Malte Beguiristain, Barcelona, Península, 1992, p. 17.
18. Adrienne Rich, Sobre mentiras, secretos y silencios, traducción de María Soledad Sánchez Gómez, Madrid, Horas y Horas, 2011. Capítulo «Enseñar a estudiantes por libre».
19. «Patti Smith about the gender question», Cologne 2002:
http://www.youtube.com/watch?v=TSW4ONnQfJE
20. Adrienne Rich, Sangre, pan y poesía, edición y traducción de María Soledad Sánchez Gómez, Barcelona, Icaria, 2001, p. 27.
21. David Mamet, Los tres usos del cuchillo, traducción de María Fadella Martí, Barcelona, Alba, 2001, p 43.
22. Silvia Federici, Calibán y la bruja, traducción de Verónica Hendel y Leopoldo Sebastián Touza, Madrid, Traficantes de Sueños, 2010, p. 90.
23. Adrienne Rich, Nacemos de mujer, op. cit., p. 355
24. Joseph Roth, La rebelión, traducción de Feliú Formosa, Barcelona, El Acantilado, 2008, p. 147.
25. Josefina Ludmer, La sartén por el mango, Puerto Rico, El Huracán, 1985.
26. André Malraux, prólogo a Las amistades peligrosas, Barcelona, Tusquets, 1989, p.13.
Fuente: http://www.revistaminerva.com/articulo.php?id=533#artnotes
Minerva
Belén Gopegui es una de las voces más sólidas e innovadoras de la narrativa española reciente. Desde su primera novela, La escala de los mapas (1993), su escritura se ha caracterizado por una negativa tajante a acomodarse en los territorios literarios más transitados. En ese sentido, ha indagado en las posibilidades de transformación política emancipadora como un terreno fructífero para la experimentación literaria. Su novela La conquista del aire fue llevada al cine con el título de Las razones de mis amigos, y la propia Gopegui ha sido guionista de las películas La suerte dormida, junto con Ángeles González-Sinde, y El principio de Arquímedes. Reproducimos a continuación la conferencia de Belén Gopegui en el Festival Eñe –donde intervino adoptando el papel ficticio de un escritor llamado Jaime Puertonuevo.
Texto leído por el presentador: Buenos días.
Me corresponde presentarles al escritor Jaime Puertonuevo. Discípulo de Clifford Geertz, convencido de que la cultura no es más que el conjunto de relatos que nos contamos sobre nosotros mismos, hoy le tenemos aquí en su doble condición de escritor y de profesor de estudios culturales. Desde hace dos años, Puertonuevo imparte un curso de doctorado en la Unknown University que ha alcanzado gran predicamento: «Saber sobre el no decir». «Todos», ha escrito Puertonuevo, «parecen saber acerca de lo que las personas dicen o cómo lo hacen, pero yo sé que nos están cercando. Los que callan. Y aunque me moleste reconocer que el genérico a veces es insuficiente, admitamos que dentro de ese ‘los’ habita un ‘las’ de dimensiones inquietantes». Creado en 2001 por Belén Gopegui, Jaime Puertonuevo es autor de un ensayo, algunas obras de netart y metaversos, dos piezas dramáticas y las novelas La escala de tu mapa, Tocar esa canción, La conquista del viento, Lo verdadero, El lado ardiente de tu cara, El hijo de Ana Karenina, Deseo de ser ella, todos ellos publicados en una misma editorial catalana, así como de su novela más reciente, Acceso indebido, con la que indebidamente entró en la red de la editorial internacional Mondadori. Los suplementos le adoran, es un habitual de las listas de libros más vendidos, ha obtenido numerosos premios comerciales, ha rebasado la cifra mágica de los cien mil seguidores en Twitter, por lo que bien puede calificarse su trayectoria, tal como figura en el programa, de éxito más que relativo. Les dejo ya con sus palabras.
Buenos días.
Gracias al Festival Eñe por acogerme, gracias al presentador por sus palabras. Ustedes se preguntarán por qué desde la situación privilegiada en que me encuentro he querido adentrarme en una materia con tan poco brillo: el no-decir. Verán, no siempre estuve en donde estoy ahora. Mis quince años fueron un calvario de granos y rencor social. La clase media me quedaba muy lejos, un cierto don para la palabra y el razonamiento lógico fue lo único que me permitió alejarme de mi entorno mediante becas y premios extraordinarios. De manera que aun siendo un varón, cuando a los dieciséis años leí Las amistades peligrosas, no pude por menos de agradecer a la marquesa de Merteuil que me ofreciera un programa de acción, y seguí sus consejos punto por punto, ¿los recuerdan?: «Mientras que se me creía aturdido o distraído, yo, escuchando, la verdad, muy poco los discursos que se me dirigían, ponía gran cuidado en oír los que se me querían ocultar. Obligado muchas veces a esconder los objetos de mi atención a los ojos de los que me rodeaban, probé a guiar los míos según mi voluntad. (...) Animado con este primer triunfo, procuré reglar del mismo modo los diferentes movimientos de mi semblante. Si tenía algún pesar, estudiaba la manera de darme un aire de serenidad y aun de alegría (...) No contento con no dejar adivinar mis ideas, me divertía en presentarme bajo diversas formas; seguro de mis ademanes, ponía cuidado en mis palabras. (...) Sólo yo sabía mi modo de pensar, y no manifestaba sino el que me era útil. (...) Profundizando en mi corazón, he estudiado el de los demás. He visto que no hay nadie que no tenga un secreto que no quiere que se sepa» [1].
Fui, pues, el agente doble de nuestro descontento o, cuando menos, del mío propio. Me encontré entre quienes, careciendo de poder, no aceptan la sumisión y, sabiendo que el desequilibrio de las fuerzas en contienda les hará perder la batalla en campo abierto, se emboscan o se infiltran y esperan pero, he aquí el dato fundamental, sin dar a entender que están esperando.
Ahora no diría que tengo poder sino una más que moderada capacidad de influencia en asuntos, debo admitir, triviales, pongamos qué escritor será traducido, gracias a mi recomendación, al alemán, o incluso al inglés, o a ese idioma soñado por los escritores, ¡el sueco!, y me basta con chasquear los dedos para ser invitado a la radio o la televisión. ¿Pero eso es poder? No, no me engaño, aunque soy un escritor de éxito más que relativo, un tropiezo, una enemistad, un cambio en el signo de los tiempos y seré víctima del escarnio o aún peor, caeré en el olvido: mis creaciones, tanto como los chismes que hago circular, seguirían colgados en la red pero nadie los repetiría. Porque mantener la ventaja es cansado y no he acumulado el capital suficiente que me permita sentarme a ver crecer las rentas. Venía desde muy abajo, llegué a lo alto en un momento en que la industria editorial entraba en crisis.
¿Cómo empezó mi interés por el no-decir? Recuerdo que hace años, con motivo de la publicación en Holanda de uno de mis libros, me presentaron a quien entonces llamaban la gran dama de las letras neerlandesas: Hella Hasse. Reconozco que apenas le presté atención. Sin embargo, años después, me enteré casualmente de que esa autora, hoy muerta, había escrito la correspondencia imposible entre la marquesa de Merteuil, tuerta, picada de viruela, refugiada en Holanda, y una erudita del presente. La novela no ha sido traducida a ninguna de las lenguas que domino, de manera que nunca llegué a saber qué se decían esas dos mujeres. Pero encuentro en Hasse mi propio interés hacia la segunda fase de la vida de la Marquesa, la que comienza fuera del libro después de que el autor, obligado por la moral de su tiempo, cargue las tintas en el desenlace y la convierta en ladrona, con parche en el ojo, picada de viruela.
Para las pocas personas que no tengan presente la novela de Laclos ni las versiones cinematográficas, me estoy refiriendo a un libro donde el combate de poder e ingenio entre dos seductores y manipuladores, la marquesa de Merteuil y el vizconde de Valmont, termina con la muerte física en un duelo del Vizconde finalmente arrepentido, y con la muerte social de la Marquesa: arruinada, despreciada por su entorno y despojada de su belleza por la viruela: «La enfermedad le ha sacado lo de dentro hacia fuera y ahora su alma está en su cara», dice en la novela alguien hablando de ella [2]. Amigo escritor, ¿realmente pudiste caer tan bajo? Siempre he pensado que en realidad no caíste, ese final tan redondo, tan moral, tan simétrico, tan por debajo de tu genio fue un exceso en el que no creías. Echaste a la Marquesa a las fieras para que dejaran de temerla y con ese gesto le diste la libertad, evitándole una derrota mayor: pues su huida con robo nos permite deducir que, a diferencia de Valmont, ella no lamenta, ni pide perdón ni se arrepiente.
A quien vaya a decirme que Laclos fue un jacobino, que fue comisario del poder ejecutivo en el estado mayor de su ciudad, que murió siendo general del ejército revolucionario, le responderé que lo sé. Y en la misma medida sé que con sus amistades peligrosas Laclos disparaba contra la aristocracia. La Marquesa no es su aliada. La Marquesa y el Vizconde son sus enemigos, y sin embargo, a veces el juego es más amplio. A veces un enemigo es un aliado porque la batalla es una guerra y el enemigo inmediato no importa tanto como el adversario último que habremos de vencer. Laclos salvó a la Marquesa aun condenándola, Laclos le dio las armas y el futuro.
Como la Marquesa, yo también manipulo, soy un simulador. No me encuentro entre esos escritores llamados de raza o que escriben con las tripas, expresiones ambas que se me antojan grotescas. Como la Marquesa yo seduzco a mi público, les doy ni siquiera lo que quieren oír sino lo que creen que quieren oír. No soy, desde luego, el único, pero al menos no me comporto como muchos otros colegas que se han protegido pactando, aceptando los encargos y prebendas de la clase privilegiada de donde provenían o a la que se esfuerzan por llegar a pertenecer. Yo he ido por libre, y no por creerme más de izquierdas que ellos, menos vendido. Lo he hecho por orgullo. Porque, como la Marquesa, a esos que pretenden controlarme les digo: «¿querer que yo me haya afanado tanto para no recoger el fruto? ¿que habiendo adquirido tanta superioridad con mi duro trabajo consienta en arrastrarme entre la imprudencia y la timidez? (...) No Vizconde, jamás». Como la Marquesa, yo también he contraído deudas económicas para mantener mi juego y no dispongo de una herencia que pueda subsanarlas. Dependo de mi éxito, no tengo plaza en la universidad sino un contrato de profesor asociado que pueden rescindir en cualquier momento. Es, por tanto, mi situación de más que relativa vulnerabilidad la que me lleva a interesarme por el silencio de los callados, pues soy muy consciente de que necesito un plan B.
Lo que primero llama mi atención no es lo que los callados no dicen, sino el revuelo, la inquietud que genera su no hablar. Sabrán ustedes que al año siguiente de publicar su novela, el creador de la Marquesa –¿o acaso fue la Marquesa quien te creó a ti, admirado Laclos?– realiza un gesto retórico perfecto. La Academia de su ciudad había propuesto un concurso de ensayos con la pregunta: «¿Cuáles serían los mejores medios de perfeccionar la educación de las mujeres?» Laclos responde en apenas tres páginas: no hay ningún medio puesto que «donde hay esclavitud no puede haber educación» [3]. Como bien advierte mi colega Julio Seoane, no es que el escritor diga no a la cuestión propuesta: «simplemente», y este es el gesto, «se niega a responderla» [4]. La reacción dominante a su ensayo no fue, sin embargo, comprender, casi diríamos, oír esa negativa, sino juzgar que el texto no había sido desarrollado hasta el final. No quisieron oír su admonición y, por supuesto, no aceptaron la imposibilidad de educar a los esclavos, a las mujeres. Pues admitir que el otro pueda no poder hablar, tanto como admitir que el otro pueda no poder ser educado, significa admitir que existe una amenaza de la que desconocemos su descripción y nombre.
Igual que la Marquesa, también yo leo a mis enemigos y, como Laclos, leo a los generales. Dice el general Evergisto de Vergara: «Sin una amenaza, es difícil diseñar una estrategia militar. La particular especie de cada amenaza define la naturaleza del conflicto que deberá estarse preparado para enfrentar» [5]. Así pues, mientras los instalados se pertrechan con escudos anti-algo, yo, que no tengo capital ni aliados fiables y que, por tanto, más que instalado me encuentro a la pata coja sobre un suelo inseguro y agitado, yo, que conozco mi debilidad, tengo buenos motivos para no confiarme ni mirar hacia otro lado cuando alguien calla e incluso cuando alguien no puede hablar.
Decidí que debía empezar por el principio. Para estudiar los relatos que nos contamos a nosotros mismos pregunté por el relato del silencio de quien no puede hablar. Desde diversos lugares me remitieron al mismo artículo de Gayatri Spivak, publicado por vez primera en 1988: «¿Puede hablar el subalterno?». Descubrí que, como en el caso de Laclos, lo interesante no era sólo la respuesta a la pregunta contenida en el artículo sino, en esta ocasión, el gesto retórico de hacerla y, una vez más, el revuelo, la inquietud generada por la osadía de sugerir un no.
Spivak ha reinterpretado en varias ocasiones el sentido de su texto, señalando que estaba dirigido en última instancia a plantear la cuestión de lo que más tarde ella ha llamado educación estética y que, aventurándonos un tanto, sería algo parecido a la formación del sujeto a través de sus deseos y no sólo de sus necesidades. En cualquier caso, en su texto Spivak aborda la ceremonia india en la cual las mujeres viudas debían arrojarse a la pira del esposo muerto. Habla de cómo los británicos quisieron acabar con esa ceremonia y lo hicieron legalmente pero no fueron capaces de hacerlo efectivamente. No lo fueron porque ni ellos ni tampoco los indios nativos que afirmaban que las mujeres querían morir, supieron, intentaron, quisieron dialogar con el sujeto subalterno. Y, por lo tanto, no supieron, intentaron, quisieron contribuir a la construcción de una imaginación entrenada en representarse el conocimiento de una vida donde inmolarse no es necesario.
Su texto tuvo multitud de respuestas. Ha habido excepciones, como el caso de un artículo que a su vez, en relación a las elecciones en Nicaragua de 1990, se atrevía a trasladar la duda al terreno colectivo preguntándose quién vota por el subalterno. Sin embargo, la gran mayoría fueron textos destinados a cuestionar tanto su afirmación: «el subalterno no puede hablar», como incluso la pertinencia de la pregunta.
Junto al ejemplo de las viudas, Spivak tomó para su artículo el de una joven india de dieciséis o diecisiete años, Bhubaneswari Bhaduri, que en 1926 se colgó del modesto apartamento de su padre en el norte de Calcuta. «Los motivos que la llevaron a eso fueron un misterio» –relata Spivak– «pues, como Bhubaneswari tenía la menstruación en aquellos momentos, estaba claro que no se trataba de un caso de embarazo ilícito. Nueve años después se descubrió que era miembro de uno de los muchos grupos relacionados con la lucha armada por la independencia de la India. De hecho se le había asignado un asesinato político. Incapaz de afrontarlo y consciente de la necesidad práctica de hacerlo se suicidó» [6]. Sin embargo, cuando décadas más tarde, Spivak preguntó a las descendientes de esa familia la causa de la muerte de Bhubaneswari, le dijeron: parece que fue un caso de amor ilícito. Fue ese fracaso de comunicación, según ha contado Spivak, la inutilidad del gesto deliberado de la joven aguardando unos días para darse la muerte, lo que la llevó a enunciar su negativa: el subalterno no puede hablar. Es obvio que la frase de Spivak no era un mandato, sino una descripción y al mismo tiempo un lamento.
Pero nadie quiere oírlo, incluso Spivak ha llegado a calificar su frase de inapropiada o poco recomendable.
Una de las vías para refutar a Spivak ha sido acudir al origen social de Bhubaneswari y de las viudas, afirmando que en ningún caso eran «verdaderos» subalternos. Bhubaneswari era una mujer de clase media con acceso, si bien clandestino, al movimiento burgués por la independencia, y la mayoría de las viudas que se ofrecían para la autoinmolación debían pertenecer a cierta casta. Además, colmando el vaso de la paradoja, se le dice a Spivak que al fin y al cabo ella sí ha sido capaz de leer a Bhubaneswari, luego Bhubaneswari, bien que tarde, ha hablado. Con dureza, Spivak replica: «El desciframiento de una incógnita, muchos años después, por parte de otro en una institución académica no debe ser demasiado rápidamente identificado con el hablar del subalterno» [7].
Quiero recoger de Spivak el valor de preguntarse y llegar a plantear que hay silencios irrecuperables en un mundo donde la mayoría pensante, ilustrada y alterna, quiere que los subalternos hablen, que las mujeres puedan ser educadas, que todo fluya. Una vez recogido, me voy a permitir no preocuparme demasiado sobre la condición pura de subalternidad y pensar solamente en quienes no pueden hablar porque ocupan la parte en desventaja, el lugar de aquel que no ha elegido las reglas del juego en una relación de poder. En mi pregunta conviven los subalternos con quienes ya han iniciado su «largo camino hacia la hegemonía» pero su palabra se demora cincuenta años en ser oída, o veinte, o cinco, o aún no ha sido escuchada: ¿Qué pasa con el silencio de esas vidas? ¿La parte en desventaja puede siempre hablar?
No, no siempre puede. Y a mí me interesa su silencio porque no soy tímido ni imprudente y no quiero dilapidarlo sino ponderar su utilidad. No poder hablar es, desde luego, distinto de no hablar. ¿Quién no ha hecho cosas a la chita callando? Dicen que Jane Austen «se alegraba de que chirriase un gozne antes que alguien entrara» [8] en la habitación donde escribía, porque así le daba tiempo a esconder el manuscrito de Orgullo y Prejuicio o a taparlo con papel secante. También Garfio se alegraba del sonido del tic-tac del reloj que se había tragado el cocodrilo y sabía que en el momento en que el reloj se parase, cuando ya no pudiera hablar, su perseguidor daría con él. Más miedo que el gozne que chirría da el silencio del perseguidor. Es una estratagema con ventajas evidentes. ¿Y en el caso del perseguido?
Conocerán ustedes la advertencia de Amelia Valcárcel: «No tener poder corrompe también, y a menudo más deprisa» [9]. Repliquemos, no obstante, que son dos clases distintas de corrupción. La segunda, la de quien no tiene poder, ha sido descrita así por Adrienne Rich: «La debilidad puede conducir a la lasitud, a la autonegación, a la culpa y la depresión», pero a continuación la poeta estadounidense añade: «también puede generar ansiedad patológica y astucia y un estado permanente de alerta y observación práctica del opresor» [10]. La Marquesa lo sabía. La necesidad unívoca de conocer al que nos domina es muy diferente de la conveniencia, biunívoca, de conocer al enemigo. Quien está en el poder a veces la olvida, entonces, ah error, cree que cuando callan «están como ausentes y nos oyen desde lejos y nuestra voz no las toca» [11]. Otras veces el poderoso no lo olvida y encarga estudios, si bien no es fácil que el conocimiento mercenario posea la astucia que genera la ansiedad patológica, y que, por ejemplo, a lo largo de la historia de la intimidad se ha traducido en el constante preguntar con aprensión, con rabia: «¿En qué piensas?».
«Este es el lenguaje del opresor / y sin embargo lo necesito para hablarte» [12], ha escrito también Adrienne Rich. Hablan, sí, parece que los callados hablan en el lenguaje del opresor pero no sabemos en qué lenguaje guardan silencio. Y yo, ¿por qué les digo todo esto? ¿Acaso temo la amenaza de los débiles? ¿Acaso soy o creo ser uno de ellos? ¿Cuál es mi posición?
En junio de 1938, Virginia Woolf escribe: «Como mujer, no tengo país; como mujer no quiero país; como mujer mi país es el mundo entero» [13]. En 1984, 46 años más tarde, Adrienne Rich ha seguido avanzando por ese camino hasta llegar a estas palabras: «Dejando a un lado las lealtades tribales, y aunque los Estados nacionales sean ahora simplemente pretextos utilizados por los conglomerados multinacionales para servir a sus intereses, necesito entender la manera en que un lugar en el mapa es también un lugar en la historia dentro del cual como mujer, como judía, como lesbiana, como feminista, he sido creada e intento crear» [14]. Woolf comienza más cerca de la Ilustración, de la confianza en un lugar común, una razón común si bien admitiendo que esa razón ha estado fracturada, que ha dejado fuera, cuando menos, a media humanidad. Pese a todo Woolf parece creer en la posibilidad de un lenguaje común, en el cual importarían más las palabras dichas que quién las dice. «El principio de la Ilustración», Hegel, «es la soberanía de la razón, la exclusión de toda autoridad» [15]. Rich cuestiona que la autoridad sea sólo la visible, y se acerca a Alicia y a Zanco Panco:
«–Cuando yo uso una palabra –insistió Zanco Panco con un tono de voz más bien desdeñoso– quiere decir lo que yo quiero que diga..., ni más ni menos.
–La cuestión –insistió Alicia– es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.
–La cuestión –zanjó Zanco Panco– es saber quién es el que manda..., eso es todo» [16].
¿Puede haber un lenguaje sin contexto? ¿Existe una esencia en el lenguaje que nos permita, tal como se suman números sin sumar cosas, sumar palabras sin decir de dónde vienen, sin saber de dónde vienen? ¿Es posible imaginar un colectivo de individuos sin contar la clase, raza, nación, cultura, tradición, la posición?
¿Si no fuera posible estaríamos condenados a movernos entre la fragmentación, esto es, la división, y un esencialismo de trazo grueso que anule las diferencias? ¿Pero acaso no pueden establecerse alianzas que contemplen las diferencias? ¿No es distinto lo distinto de lo contradictorio?
Digamos que es un peligro ignorar la posición y digamos entonces que para seguir hablando, para que ustedes me oigan, necesitan saber más de mí. Tal vez mi clase social, mi raza, mi género, mi país, etcétera, pero también, por ejemplo, por qué un escritor no canta. «El arte» –dijo Tolstoi– «es un medio de fraternidad entre las personas que las une en un mismo sentimiento y, por lo tanto, es indispensable para (...) su progreso en el camino de la dicha» [17]. Avanzar en ese camino no requiere una ópera ni una novela, ni siquiera una película. Bastaría con una canción.
Ahí lo tienen, la expresión de una vida razonable como si estuviera muy cerca, a la vuelta de la esquina. Pero yo no canto, dispongo sólo de un lenguaje sin música ni timbre para mis ficciones y tengo que citar a Rich una vez más: «El lenguaje es poder y (...) si la mayoría silenciosa encontrara la liberación del lenguaje, no se contentaría con perpetuar las condiciones que la han traicionado» [18].
He aquí un dilema contundente: perpetuar o no las condiciones que nos han traicionado. Oigamos, por ejemplo, la respuesta de Patti Smith a la pregunta por el género: «Yo no limito mis ideas sobre mí misma al género, siempre he peleado contra eso, en Horses se dice: sé ‘agénero’, porque yo no pienso en mí como una cantante femenina, o una artista femenina. Mucha gente considera que es un punto de vista fuerte, feminista, decir que eres fémina, y para mí eso te limita, tú no dices ‘pintor masculino’, no dices Picasso era un pintor blanco masculino, es Picasso, es un artista. Así que a mí realmente no me gusta confinarme en un género» [19]. Patti Smith, una de las personas que más se ha rebelado contra las imposiciones del género femenino, acepta sin embargo una categoría tradicionalmente masculina, y en cualquier caso «superior», artista, que le permite escabullirse. ¿Lo hace porque necesita escabullirse? No parece que lo necesite. Quizá sólo finge aceptar esa categoría. Quizá sus declaraciones son su manera de no responder. El género es una lata, una carga, ha declarado en otra ocasión.
Habrá quien piense que Patti Smith abandona, perpetúa condiciones injustas al no aceptar seguir luchando desde su posición de mujer que sabe que el género es una carga. Por no aceptar, ni siquiera acepta el abstracto país de las mujeres de Virginia Woolf, sino uno más reducido aunque igual de abstracto, el país de los artistas. Habrá, sí, quien hubiera entendido mejor una respuesta elusiva desde abajo, no soy una cantante femenina sino una criatura viva, que a veces canta. Y habrá quien, por el contrario, considere que ante una pregunta que no quiere ser respondida, que no merece serlo, el silencio puede aparecer bajo la forma de la simulación. El perseguido finge no huir, el perseguido finge no ser el blanco mientras espera y trama.
Una vez vi una película sobre Julio César muy poco fiel a los datos históricos conocidos, sin embargo no es Julio César quien me importa ahora ni los hechos comprobables sino la peripecia de un personaje secundario. Un preceptor que Julio César había encontrado en Asia para su hija. El preceptor era como de la familia, además de culto y sabio. Hasta que un día de desórdenes y enfrentamientos con los esclavos, le detienen y le llevan a prisión. La hija de César pide a su padre que le busque. Cuando al fin le encuentran, César y su hija hacen que el centurión que custodia a los esclavos abra la puerta de la celda donde se amontonan para liberar al preceptor y que regrese al hogar del amo. Aaah, pero el preceptor elige quedarse. Ellos, dice, mostrando con un gesto a los otros esclavos, son los míos, a ellos pertenezco.
Es este sentido de pertenencia lo que se le pide a alguien en la batalla y no que remontándose a una pertenencia distinta, abstracta, termine sin embargo abandonando a quienes quedan detrás de las rejas. Tal actitud sería la descrita por Rich al hablar de la mujer que cree haber triunfado en soledad: «El poder arrebatado a una gran mayoría de mujeres se ofrece a unas pocas para que parezca que cualquier mujer ‘verdaderamente cualificada’ es capaz de acceder al liderazgo, el reconocimiento y la recompensa; es decir, que prevalece de hecho la justicia basada en el mérito. Se incita a la mujer cuota» –o al esclavo cuota, valdría decir– «a que se perciba digna de ello y excepcionalmente dotada, diferente de la mayoría de las mujeres» [20]. No olvidemos, sin embargo, que tampoco los gestos son abstractos, ocurren en el tiempo y hay que decidirlo todo, no sólo con quién sino cuándo empieza la batalla frontal y cuándo hay que luchar sin dar a conocer nuestras lealtades, recopilando información, estando callado, y cuándo hay que decir a quién se pertenece.
Supongamos que ustedes me preguntan ahora a quién pertenezco. ¿Soy esclavo o dueño? Quizá recuerden, de la reciente precuela de El Planeta de los simios, El origen del Planeta de los simios, una escena parecida a la del preceptor de la hija de César. El protagonista, un simio muy inteligente, ha sido recluido con sus iguales. Sus dueños humanos acuden a rescatarle de la gran jaula. Como el preceptor de la hija de César, el simio duda, mira la cadena que sus amos, no obstante ser amabilísimos, traen para él, y rechaza la supuesta libertad. El simio se queda entre los suyos. Luego, a lo largo de la película, logrará junto a ellos una libertad real, sin amos, para toda su especie. En cuanto a mí: ¿soy simio o soy humano? Un esclavo, a diferencia de la lucha entre especies que narra El planeta de los simios, pertenece a la misma especie que su dueño. Los géneros, las razas, la explotación, se producen en el seno de la misma especie. Aun a riesgo de contrariar a una parte inteligente y admirable del discurso posmoderno, les diré que esas condiciones, sexo, raza, clase, género, nacionalidad, me interesan mucho menos en sí mismas que en cuanto signos de una posición. Son las posiciones de opresión o preeminencia, de dominio o explotación, las que quiero transformar.
Empezando por la mía. ¿Domino o soy dominado? Supongamos que contesto que tengo mis dudas, y mis deudas. Han oído que soy un escritor de éxito más que relativo pero, ¿qué es lo que no les han dicho? Mi exquisito presentador no les ha dicho hace cuánto tiempo ocurrió ese éxito. En cuanto a mí, les dije que tenía deudas, pero supongamos que callé que soy un hombre arruinado. Que he perdido mi capital como a tantos les está sucediendo en estos días. Y con mi capital, estoy perdiendo la propiedad de mi casa. Aunque parece que poseo medios de producción, un ordenador y un poco de electricidad y las palabras, no es exacto. Necesito poner mi imaginación al servicio de una editorial que se haga cargo de ella durante varios años. Y puede que ni así consiga un salario, ya les dije que la industria editorial está en crisis. Tal vez si cuelgo mis novelas en la red suene la flauta, pero no va a sonar. Los cien mil seguidores –por cierto, hace meses que van cuesta abajo y diría que en picado– no comprarán mi libro si sólo yo se lo sugiero. Con respecto a mis clases, supongamos que les digo que los recortes presupuestarios han repercutido en algunas materias, entre ellas la mía. En efecto, hace dos meses que dejé de ser un profesor.
Mi voz ha cambiado ahora, lo sé. Suena un poco más débil, se diría incluso que imploro comprensión, y sonaría mucho más débil aún si no hubiera utilizado el supongamos, si les hubiera ofrecido la certidumbre de mi ruina. Esto es lo que yo llamo la pistola invisible del lenguaje. La pistola la tomo de David Mamet, y lo invisible de Alicia. Mamet: «El drama no tiene por qué afectar necesariamente el comportamiento de las personas. Existe un artefacto fantástico y enormemente efectivo que transforma la actitud de las personas y hace que vean el mundo desde otra perspectiva. Se llama pistola» [21]. A nadie se le oculta la función del contexto en el habla; si digo ese sonido, ustedes saben que para comprender de qué sonido hablo deben conocer en qué lugar me encontraba cuando lo dije. Pero, y aquí viene Alicia, la comprensión de ustedes depende también de que ustedes sepan si mando. Si poseo algún tipo de poder que afecte o pueda afectar a su actitud y a la perspectiva con la que ven el mundo. Porque, si no lo poseo, podría por ejemplo ocurrir que su indiferencia hacia mis palabras fuera tan alta que jamás reparasen en que estoy hablando de sonido, que ni siquiera lo oyeran y que, caso de oírlo al azar, no tuvieran interés en precisar a qué sonido en concreto me refiero.
Supongamos que no sólo les confieso que estoy arruinado. Supongamos que les digo que yo, como César, tengo una hija. Tengo una hija y esperaba, lo admito, comprar su igualdad, equilibrar el desequilibrio que aún existe con dinero. «La igualdad formal ha traído la igualdad real, los tiempos han cambiado, hay mujeres que gozan de ventajas sin número y nos oprimen valiéndose de su doble situación de víctimas y no víctimas, bla, bla, bla». Yo he dicho todas esas frases. Vivo en el siglo XXI y cuando leo el tercer ensayo de Laclos, «De las mujeres y de su educación» –no aquel en donde negaba que pudiera darse educación en la esclavitud, sino el que escribió doce años después, siendo ya él padre de una adolescente y pensando, al parecer, en ella–, me aterra convenir con el propósito de palabras escritas hace dos siglos. Palabras dirigidas a que la joven que desee instruirse adquiera también, cito: «un espíritu lo suficientemente bueno como para no mostrar sus conocimientos más que a sus amigos más íntimos y de manera confidencial, por decirlo así». En mi propia actualización hoy significaría: disimula, juega, embóscate.
¿Cuál es mi posición ahora? ¿Puedo definirme dejando fuera a quien me continúa, a quien es mi reproducción? «El capitalismo –escribe Silvia Federici– ha creado formas de esclavitud más brutales e insidiosas, en la medida en que inserta en el cuerpo del proletariado divisiones profundas que sirven para intensificar y ocultar la explotación. Y debido, en gran parte, a estas divisiones impuestas –especialmente la división entre hombres y mujeres– la acumulación capitalista continúa devastando la vida en cada rincón del planeta» [22]. ¿Un padre libre que ve cómo a su hijo le hacen esclavo, defenderá el sistema que le da la libertad aun a costa de quitársela a su hijo? Hemos visto que muchas veces sí, pero no siempre. «Puedes ser lo que realmente quisieras ser, es una verdad a medias», otra vez Rich [23]. «Tenemos que ser muy claras respecto a la parte del camino que falta por recorrer, en vez de susurrar el temible mensaje subliminal: ‘no vayas demasiado lejos’. Es preciso explicar a la niña desde muy temprano las dificultades concretas que deben enfrentar las mujeres hasta imaginar "lo que quieren ser"».
De acuerdo, de acuerdo. Debí haber explicado eso a mi hija. No debí haberla abandonado en la oscuridad respecto a «las expectativas y los estereotipos, las promesas falsas y la falta de fe que la aguardan». Debí haberle hablado, incluso, de algún sujeto que al oír esta reflexión me espetará que hace decenas de años que existen los colegios mixtos, como si la educación se limitara a unos cursos reglados, como si acaso él mismo, subalterno y dominado, hubiera acertado a desarrollar unas facultades que no ha deliberado ni puede poner en práctica, como si temiera la potencia que contiene la no-educación precisamente en una sociedad que pretende estar educando sólo porque reparte conocimientos dóciles y envasados. Debí, pues, haberme ocupado de convertir el silencio de mi hija en bomba de relojería. Pero no lo hice y ahora me ocupo de hablar de los silencios.
También del mío. Tal vez si desde muy pronto me identifiqué con la Marquesa, tal vez si me interesan los idiomas de quien ha sido sojuzgado, es porque hay una clase de feminidad que quiero habitar. Quizá si al nacer no me hubieran puesto un nombre de hombre ni de mujer y me hubiesen dejado crecer indeterminado en relación al género, yo hubiera finalmente rechazado las características que a los hombres se nos suponen. ¿Pero habría elegido entonces aquellas que no quiero que le impongan a mi hija? No, habría arrojado lejos las expectativas, habría construido mi propia suma de características.
¿Qué le ha pasado a mi voz? ¿Qué le está pasando? ¿Pueden ustedes oír cómo se adelgaza? ¿Pueden imaginar hasta qué punto se adelgazaría, y de qué modo crecería en cambio mi silencio, si yo les dijera que no soy un profesor ni el padre de una hija sino una escritora ligeramente harta de la condescendencia? ¿O qué pasaría si les dijera que yo soy Andreas Pum? ¿Le conocen? Procede de la novela de Joseph Roth La rebelión, es un tullido de guerra que al principio acepta su situación, se siente orgulloso de haber dado su pierna por su patria, acepta el organillo con que le recompensan para que mendigue por la calle con licencia. Pero su destino se va truncando y un día, mientras se muere, no dice, ni siquiera puede llegar a decir, sino que sueña que dice estas palabras: «De mi devota humildad he despertado a la roja y rebelde obstinación» [24].
¿Cuál es, cuál puede ser el lugar para esa obstinación? Las calles se llenan de gente, no lo llaman obstinación, lo llaman indignación, tal vez se le parece. Yo sigo pensando en el saber sobre el no decir, nombrado por Josefina Ludmer en su artículo «Las tretas del débil»: «Decir que no se sabe, no saber decir, no decir que se sabe, saber sobre el no decir» [25]. Ludmer aplica esta serie a su análisis de la conocida «Respuesta de Sor Juana Inés de la Cruz a Sor Filotea», siendo sor Filotea en realidad el obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz. Ludmer resume así los recursos a que debe acudir quien se opone mediante la palabra y desde una posición de subordinación, que sería la mía si no fuera porque describirla significaría aceptar que hoy hay un lenguaje posible para la descripción. Y ya no lo acepto. «También Satán termina vencido, lo que no limita su carrera» [26], dijo Malraux hablando de la marquesa de Merteuil. No hay vencidos, no hay débiles, no hay voz sino una posición en movimiento. Andreas Pum con su pata de palo y la Marquesa picada de viruela somos yo. Estamos al otro lado, tenemos nuestro propio sonido que es muy distinto de la palabra pura y neutral inexistente.
Por eso, mientras se siguen escribiendo artículos, publicando libros, creando cátedras y disciplinas, mientras se ganan espacios y se recuperan vidas, mientras se entra en las pantallas y se derriban los estereotipos en los relatos, en los deseos, mientras no se entra y en las dificultades se ataca primero a los que nada tienen, a veces ni su cuerpo, mientras se traga saliva y llueven golpes, mientras se cae y se vuelve a empezar, mientras se habla, mientras se finge que se habla, lo que no se dice es un rumor creciente, y no hay partida, y no hay batalla sino una lucha desigual y un lenguaje entregado al mejor postor, alterno y dominante.
Por eso no hay reglas del juego, ni convención, ni acuerdo sino sólo sospecha. Por eso, «para que tú nos oigas como queremos que nos oigas» hemos parado el reloj y aceitado los goznes: no hay tic-tac del perseguido, no hay aviso, todo es arma.
Notas:
1. Pierre-Ambroise Choderlos de Laclos, Las amistades peligrosas, traducción de Gabriel Ferrater, Barcelona, Mondadori, 2008. Fragmentos de la carta LVXXXI con el género alterado, pp. 200-211.
2. Ibíd. p. 453.
3. Pierre-Ambroise Choderlos de Laclos, La educación de las mujeres y otros ensayos, Madrid, Siglo XXI, 2010, edición de Julio Seoane Pinilla, p. 38.
4. Ibíd. p. 16.
5. Evergisto de Vergara: «Sin riesgos, amenazas ni hipótesis», Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires, septiembre de 2011.
6. Gayatri Chakravorty Spivak, ¿Pueden hablar los subalternos?, traducción y edición crítica de Manuel Asensi Pérez, Barcelona, MACBA, 2009, p.120.
7. Ibíd. p. 123
8. Virginia Woolf, Un cuarto propio, traducción de Jorge Luis Borges, Barcelona, Júcar, 1991, p. 95.
9. Amelia Valcárcel, Sexo y filosofía. Sobre mujer y poder, Barcelona, Anthropos, 1991, p. 137.
10. Adrienne Rich, Nacemos de mujer, traducción de Ana Becciu, Madrid, Cátedra, 1996, p. 115.
11. Pablo Neruda, Veinte poemas de amor y una canción desesperada, Poema 15: «Me gustas cuando callas».
12. Adrienne Rich, Poemas (1963-2000), edición y traducción de María Soledad Sánchez Gómez, Madrid, Renacimiento, 2002, p. 67.
13. Virginia Woolf, Tres Guineas, traducción de Andrés Bosch, Barcelona, Lumen, 1999, p. 73.
14. Adrienne Rich, Sangre, pan y poesía, edición y traducción de María Soledad Sánchez Gómez, Barcelona, Icaria, 2001, p. 207.
15. Friedrich Hegel, Lecciones sobre la Filosofía de la Historia Universal, traducción de José Gaos, Madrid, Revista de Occidente, 1974, p. 604.
16. Lewis Carrol, Alicia en el País de las Maravillas, traducción de Jaime de Ojeda Eiseley, Madrid, Alianza, 1973, p. 116.
17. León Tolstoi, ¿Qué es el arte?, traducción de Malte Beguiristain, Barcelona, Península, 1992, p. 17.
18. Adrienne Rich, Sobre mentiras, secretos y silencios, traducción de María Soledad Sánchez Gómez, Madrid, Horas y Horas, 2011. Capítulo «Enseñar a estudiantes por libre».
19. «Patti Smith about the gender question», Cologne 2002:
http://www.youtube.com/watch?v=TSW4ONnQfJE
20. Adrienne Rich, Sangre, pan y poesía, edición y traducción de María Soledad Sánchez Gómez, Barcelona, Icaria, 2001, p. 27.
21. David Mamet, Los tres usos del cuchillo, traducción de María Fadella Martí, Barcelona, Alba, 2001, p 43.
22. Silvia Federici, Calibán y la bruja, traducción de Verónica Hendel y Leopoldo Sebastián Touza, Madrid, Traficantes de Sueños, 2010, p. 90.
23. Adrienne Rich, Nacemos de mujer, op. cit., p. 355
24. Joseph Roth, La rebelión, traducción de Feliú Formosa, Barcelona, El Acantilado, 2008, p. 147.
25. Josefina Ludmer, La sartén por el mango, Puerto Rico, El Huracán, 1985.
26. André Malraux, prólogo a Las amistades peligrosas, Barcelona, Tusquets, 1989, p.13.
Fuente: http://www.revistaminerva.com/articulo.php?id=533#artnotes
Entrevista a Susan George, en El Levante. El Mercantil Valenciano
«Los españoles son ratas de laboratorio: a ver cuánto castigo toleran sin rebelarse»
La filósofa avisa que «lo importante no es el coche oficial de los políticos, sino que el Estado gobierne para el mercado»
Decir de Susan George que es una activista y pensadora es empequeñecer la figura de esta combativa estadounidense de 78 años afincada en Paris. Ejerce como presidenta de honor de ATTAC, la Asociación para la Tasación de las Transacciones Financieras y la Ayuda a la Ciudadanía. Y su ensayo El Informe Lugano, en el que imagina un terrorífico escenario ecológico, económico, laboral y social hacia el que abocaba el capitalismo del siglo XXI constituye una biblia para los movimientos sociales y el anticapitalismo.
Anteanoche, George inauguró en Valencia el IV Máster en Derechos Humanos, Democracia y Justicia Internacional de la UV. Aquí comienza con una alerta: «La democracia está en peligro» ante «el ataque de «la clase de Davos: una clase transnacional desvinculada de la suerte del resto de la sociedad y compuesta por las altas finanzas, las empresas transnacionales y algunos gobiernos que consideran que la democracia es demasiado lenta».
Usted denuncia el «austericidio » de Europa. Es que la actual política de austeridad, en particular en Grecia y España, es inaceptable. Es inaceptable que la mitad de jóvenes españoles no tenga trabajo.
¿Para quién se gobierna? Porque ésa es la gran cuestión en democracia. Las constituciones de Estados Unidos, Francia —y me imagino que también la de España— subrayan que el pueblo es soberano. Pero con este principio de austeridad aprobado por Europa, ¿se gobierna para la gente o para los mercados financieros?
Cree entonces que el pueblo ya no es soberano…
El pueblo está deviniendo cada vez menos soberano. Y con el Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza de la UE se está robando no sólo el poder a los ciudadanos, sino también a los representantes de los ciudadanos. Por tanto, ni tenemos democracia directa, ni democracia representativa. Pero apenas reaccionamos…
Está el frente de los indignados y algunos huelguistas. Pero la última huelga en España no ha tenido éxito. Y pienso que es porque la gente tiene miedo de perder su trabajo. Yo comprendo ese miedo, porque el miedo es la disciplina de una sociedad capitalista, que usa el miedo individual para disciplinar y calmar la población con el objetivo de que acepte lo que le digan. De hecho, creo que los griegos y los españoles son como ratas de laboratorio para ver qué nivel de castigo y sufrimiento puede ser aceptado por esta sociedad sin que la gente se rebele. Eso puede alentar al fascismo.
¿Considera que la extrema derecha saldrá reforzada?
Es el paradigma clásico que ya vimos en los años 20 y 30: el poder de la extrema derecha. Pienso que es normal. ¿Hacia dónde se volverán las personas sin formación? Mirarán al vecino, al inmigrante que tienen al lado… Desgraciadamente, es una reacción que ya hemos visto y para la que hemos de estar preparados.
Con la crisis, la población española ha redoblado sus críticas contra los sueldos y privilegios de los políticos. ¿Eso es desviar la atención de lo importante? ¡Pero si son los banqueros a los que deberían criticar! La actual crisis es la continuación de lo que ocurrió en 2007 y 2008 por culpa de los banqueros y, en España, de la burbuja inmobiliaria, que al final también era culpa de los bancos por dar préstamos imprudentes y alimentar esta burbuja. Sin embargo, cuando estalló la burbuja, fue el Estado el que asumió la deuda privada. La deuda pública de España era muy moderada cuando estalló la crisis. Sin déficit y con el 50% de deuda pública, cuando se permitía tener hasta el 60%. ¡Estabais perfectos, mejor que Alemania! Pero el Estado cargó con la deuda de los bancos. Y ha gastado muchísimo dinero para capitalizar y salvar los mismos bancos que habían causado el problema. Por eso la deuda pública aumentó muy rápidamente.
Es una respuesta muy larga a la pregunta, pero no es el coche oficial de los políticos lo importante, sino que el Estado gobierna para los mercados financieros y no para el pueblo. Se ha castigado a los inocentes y los culpables han sido recompensados.
¿Y, ante ello, qué pueden hacer los ciudadanos españoles?
Unirse. Unirse los estudiantes, los parados, los jubilados, los trabajadores, los sindicalistas, los agricultores… Todo el mundo ha de unirse contra esta realidad. Porque la clase de Davos, que es la que gobierna por ellos, está muy unida.
En Pakistán, una niña que quería estudiar ha sido víctima de un atentado que casi le arranca la vida. ¿El mundo está loco?
No, el mundo no está loco. El mundo musulmán de los talibanes es sexista, machista y tiene un miedo terrible a la mujer, a la sexualidad de la mujer y al poder de la mujer. Y cuando ellos tienen el poder, lo utilizan para oprimir a las mujeres. Puede llamársele locura, pero responde al interés de los hombres por coartar la sexualidad femenina.
Si Karl Marx resucitara y viera esta Europa, ¿qué pensaría?
Él pensaría que la guerra de clases está acabando y que los ricos la están ganando. De eso trata mi próximo libro, que publicará Planeta en España en febrero y que se titulará El Informe Lugano 2. Cómo ganar la guerra de clases. El subtítulo procede de una frase de Warren Buffet, la tercera fortuna del mundo, que escribió: «Hay una guerra de clases, pero es mi clase, la de los ricos, la que está haciendo la guerra, y la estamos ganando».
Es cierto. ¡Claro! Y por eso hay que unirse y no dejarse perder. Porque en juego está la democracia y todo lo que hemos hecho desde el siglo XVIII. Todo aquello que los europeos hemos hecho desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Todo lo que los españoles han hecho desde el final del franquismo. Paco Cerdà. Valencia.
La filósofa avisa que «lo importante no es el coche oficial de los políticos, sino que el Estado gobierne para el mercado»
Decir de Susan George que es una activista y pensadora es empequeñecer la figura de esta combativa estadounidense de 78 años afincada en Paris. Ejerce como presidenta de honor de ATTAC, la Asociación para la Tasación de las Transacciones Financieras y la Ayuda a la Ciudadanía. Y su ensayo El Informe Lugano, en el que imagina un terrorífico escenario ecológico, económico, laboral y social hacia el que abocaba el capitalismo del siglo XXI constituye una biblia para los movimientos sociales y el anticapitalismo.
Anteanoche, George inauguró en Valencia el IV Máster en Derechos Humanos, Democracia y Justicia Internacional de la UV. Aquí comienza con una alerta: «La democracia está en peligro» ante «el ataque de «la clase de Davos: una clase transnacional desvinculada de la suerte del resto de la sociedad y compuesta por las altas finanzas, las empresas transnacionales y algunos gobiernos que consideran que la democracia es demasiado lenta».
Usted denuncia el «austericidio » de Europa. Es que la actual política de austeridad, en particular en Grecia y España, es inaceptable. Es inaceptable que la mitad de jóvenes españoles no tenga trabajo.
¿Para quién se gobierna? Porque ésa es la gran cuestión en democracia. Las constituciones de Estados Unidos, Francia —y me imagino que también la de España— subrayan que el pueblo es soberano. Pero con este principio de austeridad aprobado por Europa, ¿se gobierna para la gente o para los mercados financieros?
Cree entonces que el pueblo ya no es soberano…
El pueblo está deviniendo cada vez menos soberano. Y con el Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza de la UE se está robando no sólo el poder a los ciudadanos, sino también a los representantes de los ciudadanos. Por tanto, ni tenemos democracia directa, ni democracia representativa. Pero apenas reaccionamos…
Está el frente de los indignados y algunos huelguistas. Pero la última huelga en España no ha tenido éxito. Y pienso que es porque la gente tiene miedo de perder su trabajo. Yo comprendo ese miedo, porque el miedo es la disciplina de una sociedad capitalista, que usa el miedo individual para disciplinar y calmar la población con el objetivo de que acepte lo que le digan. De hecho, creo que los griegos y los españoles son como ratas de laboratorio para ver qué nivel de castigo y sufrimiento puede ser aceptado por esta sociedad sin que la gente se rebele. Eso puede alentar al fascismo.
¿Considera que la extrema derecha saldrá reforzada?
Es el paradigma clásico que ya vimos en los años 20 y 30: el poder de la extrema derecha. Pienso que es normal. ¿Hacia dónde se volverán las personas sin formación? Mirarán al vecino, al inmigrante que tienen al lado… Desgraciadamente, es una reacción que ya hemos visto y para la que hemos de estar preparados.
Con la crisis, la población española ha redoblado sus críticas contra los sueldos y privilegios de los políticos. ¿Eso es desviar la atención de lo importante? ¡Pero si son los banqueros a los que deberían criticar! La actual crisis es la continuación de lo que ocurrió en 2007 y 2008 por culpa de los banqueros y, en España, de la burbuja inmobiliaria, que al final también era culpa de los bancos por dar préstamos imprudentes y alimentar esta burbuja. Sin embargo, cuando estalló la burbuja, fue el Estado el que asumió la deuda privada. La deuda pública de España era muy moderada cuando estalló la crisis. Sin déficit y con el 50% de deuda pública, cuando se permitía tener hasta el 60%. ¡Estabais perfectos, mejor que Alemania! Pero el Estado cargó con la deuda de los bancos. Y ha gastado muchísimo dinero para capitalizar y salvar los mismos bancos que habían causado el problema. Por eso la deuda pública aumentó muy rápidamente.
Es una respuesta muy larga a la pregunta, pero no es el coche oficial de los políticos lo importante, sino que el Estado gobierna para los mercados financieros y no para el pueblo. Se ha castigado a los inocentes y los culpables han sido recompensados.
¿Y, ante ello, qué pueden hacer los ciudadanos españoles?
Unirse. Unirse los estudiantes, los parados, los jubilados, los trabajadores, los sindicalistas, los agricultores… Todo el mundo ha de unirse contra esta realidad. Porque la clase de Davos, que es la que gobierna por ellos, está muy unida.
En Pakistán, una niña que quería estudiar ha sido víctima de un atentado que casi le arranca la vida. ¿El mundo está loco?
No, el mundo no está loco. El mundo musulmán de los talibanes es sexista, machista y tiene un miedo terrible a la mujer, a la sexualidad de la mujer y al poder de la mujer. Y cuando ellos tienen el poder, lo utilizan para oprimir a las mujeres. Puede llamársele locura, pero responde al interés de los hombres por coartar la sexualidad femenina.
Si Karl Marx resucitara y viera esta Europa, ¿qué pensaría?
Él pensaría que la guerra de clases está acabando y que los ricos la están ganando. De eso trata mi próximo libro, que publicará Planeta en España en febrero y que se titulará El Informe Lugano 2. Cómo ganar la guerra de clases. El subtítulo procede de una frase de Warren Buffet, la tercera fortuna del mundo, que escribió: «Hay una guerra de clases, pero es mi clase, la de los ricos, la que está haciendo la guerra, y la estamos ganando».
Es cierto. ¡Claro! Y por eso hay que unirse y no dejarse perder. Porque en juego está la democracia y todo lo que hemos hecho desde el siglo XVIII. Todo aquello que los europeos hemos hecho desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Todo lo que los españoles han hecho desde el final del franquismo. Paco Cerdà. Valencia.
martes, 30 de octubre de 2012
PAUL KRUGMAN PREMIO NOBEL DE ECONOMÍA “Antes del Nobel ya era arrogante”
Blog de Paul Krugman
Pregunta. ¿No es pesadísimo ser gurú?
Respuesta. Sí. Mi mujer y yo acabamos de pasar diez días en Inglaterra sin que nadie supiéra dónde estábamos, y para que a nadie se le ocurriera pedirme un comentario sobre nada.
P. ¿Es el enfant térrible de la economía?
R. Tengo 59 años. Estoy ya en una edad mediana, incluso madurita. O sea que espero que ya nadie piense que soy un enfant térrible.
P. Dedicó su último libro a los parados. ¿No le agradecerían más una pequeña aportación económica, un detallito?
R. Bueno, hago lo mío, pago mis impuestos, doy para obras de caridad, y la dedicatoria es para gente que yo conozco que no tiene trabajo.
P. ¿Se le ha subido el Nobel a la cabeza?
R. Antes del premio ya era arrogante. Espero no serlo aún más.
P. “Gente como yo, que tal vez no hayamos acertado siempre, hemos acumulado un espléndido historial durante los últimos cinco años”. Pues veo cero problemas de autoestima.
R. Pero yo estaba hablando de una escuela de pensamiento, no de mí. De todo un grupo, unos veinte, y lo que digo es que mi teoría es certera, el pensamiento es el correcto, no que yo sea el más listo de la clase.
P. La introducción de su libro dice: “Y ahora, ¿qué hacemos?” ¿Me aconseja leerlo o ir a una echadora de cartas para que me lo aclare?
R. Quiero pensar que yo sé más que ella, aunque depende de la señora a la que vaya.. Pero en el libro argumento mi tesis. Y quiero añadir que odio el argumento de autoridad, que la gente se crea superior por haber obtenido un premio.
P. Creo que destaca por su capacidad de predicción. No me voy de aquí sin que me dé una fecha para salir de esto.
R. En Europa, desde luego, la toma de decisiones es cuestión de meses, no más. Ahora, por dónde irán los tiros no se lo sé decir.
P. Pues creo que debería cambiar de bola de cristal.
R. Bien [ríe]. Si quiere una predicción detallada, entonces sí es mejor que vaya a la señora que le echa las cartas.
P. Fue consejero económico de Reagan. Algo le tocará de su culpa.
R. Sí, aquello fue bastante divertido. Yo, funcionario de alto nivel, con tarea más bien burocrática, era ya conocido como demócrata, y me encargaba de la asesoría económica internacional. Trabajaba conmigo Larry Summers, también demócrata identificado, que llevaba la economía nacional. Era gracioso. Demócratas ambos.
P. Pues yo creía que sus críticas al neoliberalismo eran para hacerse perdonar esa etapa.
R. Bueno, no he cambiado mucho desde entonces. Lo que sí demuestra esto es que el mundo económico en Estados Unidos es un pañuelo, porque Larry Summers y yo nos conocemos desde 1982 y tenemos desde siempre una rivalidad amistosa.
P. ¿Merkel es la bruja del cuento?
R. Yo creo que ella no importa para nada. Hace lo que haría cualquier canciller alemán. El problema no es Merkel, sino Alemania.
P. ¿Y tiene más peligro ella o el BCE?
R. Bueno, yo tengo más esperanzas en el Banco Central Europeo, en que llegue a ser más flexible y de más ayuda. Conozco a Draghi desde que era estudiante en el MIT.
P. Ha dicho que España necesita menos austeridad y más crecimiento. ¿Por qué no invita a un café a Rajoy y se lo cuenta?
R. Él no puede hacer mucho, Puede relajar un poco la política de recortes. Pero la respuesta la tiene Merkel.
P. ¿Defiende que la inflación es la última playa?
R. No es que sea la última playa. Europa necesita inflación. España, no. Lo que necesita es que la tenga Alemania.
P. ¿Tiene en su casa un altarcillo dedicado a Keynes?
R. La gente sigue diciendo esto de mí, pero no dedico culto a Keynes. Era una mente brillante que dijo cosas muy acertadas, y escribía muy bien. Pero también pienso que se equivocó en otras cosas.
... Leer más en El País. Ver su web aquí.
Pregunta. ¿No es pesadísimo ser gurú?
Respuesta. Sí. Mi mujer y yo acabamos de pasar diez días en Inglaterra sin que nadie supiéra dónde estábamos, y para que a nadie se le ocurriera pedirme un comentario sobre nada.
P. ¿Es el enfant térrible de la economía?
R. Tengo 59 años. Estoy ya en una edad mediana, incluso madurita. O sea que espero que ya nadie piense que soy un enfant térrible.
P. Dedicó su último libro a los parados. ¿No le agradecerían más una pequeña aportación económica, un detallito?
R. Bueno, hago lo mío, pago mis impuestos, doy para obras de caridad, y la dedicatoria es para gente que yo conozco que no tiene trabajo.
P. ¿Se le ha subido el Nobel a la cabeza?
R. Antes del premio ya era arrogante. Espero no serlo aún más.
P. “Gente como yo, que tal vez no hayamos acertado siempre, hemos acumulado un espléndido historial durante los últimos cinco años”. Pues veo cero problemas de autoestima.
R. Pero yo estaba hablando de una escuela de pensamiento, no de mí. De todo un grupo, unos veinte, y lo que digo es que mi teoría es certera, el pensamiento es el correcto, no que yo sea el más listo de la clase.
P. La introducción de su libro dice: “Y ahora, ¿qué hacemos?” ¿Me aconseja leerlo o ir a una echadora de cartas para que me lo aclare?
R. Quiero pensar que yo sé más que ella, aunque depende de la señora a la que vaya.. Pero en el libro argumento mi tesis. Y quiero añadir que odio el argumento de autoridad, que la gente se crea superior por haber obtenido un premio.
P. Creo que destaca por su capacidad de predicción. No me voy de aquí sin que me dé una fecha para salir de esto.
R. En Europa, desde luego, la toma de decisiones es cuestión de meses, no más. Ahora, por dónde irán los tiros no se lo sé decir.
P. Pues creo que debería cambiar de bola de cristal.
R. Bien [ríe]. Si quiere una predicción detallada, entonces sí es mejor que vaya a la señora que le echa las cartas.
P. Fue consejero económico de Reagan. Algo le tocará de su culpa.
R. Sí, aquello fue bastante divertido. Yo, funcionario de alto nivel, con tarea más bien burocrática, era ya conocido como demócrata, y me encargaba de la asesoría económica internacional. Trabajaba conmigo Larry Summers, también demócrata identificado, que llevaba la economía nacional. Era gracioso. Demócratas ambos.
P. Pues yo creía que sus críticas al neoliberalismo eran para hacerse perdonar esa etapa.
R. Bueno, no he cambiado mucho desde entonces. Lo que sí demuestra esto es que el mundo económico en Estados Unidos es un pañuelo, porque Larry Summers y yo nos conocemos desde 1982 y tenemos desde siempre una rivalidad amistosa.
P. ¿Merkel es la bruja del cuento?
R. Yo creo que ella no importa para nada. Hace lo que haría cualquier canciller alemán. El problema no es Merkel, sino Alemania.
P. ¿Y tiene más peligro ella o el BCE?
R. Bueno, yo tengo más esperanzas en el Banco Central Europeo, en que llegue a ser más flexible y de más ayuda. Conozco a Draghi desde que era estudiante en el MIT.
P. Ha dicho que España necesita menos austeridad y más crecimiento. ¿Por qué no invita a un café a Rajoy y se lo cuenta?
R. Él no puede hacer mucho, Puede relajar un poco la política de recortes. Pero la respuesta la tiene Merkel.
P. ¿Defiende que la inflación es la última playa?
R. No es que sea la última playa. Europa necesita inflación. España, no. Lo que necesita es que la tenga Alemania.
P. ¿Tiene en su casa un altarcillo dedicado a Keynes?
R. La gente sigue diciendo esto de mí, pero no dedico culto a Keynes. Era una mente brillante que dijo cosas muy acertadas, y escribía muy bien. Pero también pienso que se equivocó en otras cosas.
... Leer más en El País. Ver su web aquí.
lunes, 29 de octubre de 2012
Los infartos tienen horario. El ritmo circadiano influye en los trastornos cardiacos
El cambio de postura al levantarse y la secreción de algunas sustancias hacen que la hora más peligrosa sea por la mañana
Entre las 10.00 y las 11.00 o alrededor de las 19.00. Esas son las horas en las que se producen más infartos de miocardio, según un estudio que ha hecho un equipo dirigido por María Cristina Barneto Valero, del departamento de operaciones del Samur de Madrid.
En el trabajo, que publica Medicina Clínica, se observa que hay una relación entre las notificaciones de infarto recibida en el servicio de urgencias y los ritmos circadianos. En concreto, la curva muestra dos picos, una con su máximo entre las 10.00 y las 11.00, y otro, menos pronunciado, por la tarde (alrededor de las 19.00).
El patrón es tan estable que no se altera prácticamente con ningún factor de riesgo, ni los que los autores llaman modificables (la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, la dislipidemia y el tabaquismo) ni los que no lo son (edad, sexo). Las dos grandes excepciones son que “los casos con diabetes presentan el pico de menor amplitud más tardío y los casos de tabaquismo invierten el pico máximo de incidencia, siendo el pico vespertino de mayor amplitud que el matinal”.
El estudio ha recogido datos de 709 pacientes atendidos entre el 1 de enero de 2001 y el 31 de diciembre de 2009.
La constancia de los datos apunta a factores fisiológicos que también obedecen a ritmos circadianos como principal desencadenante de los procesos. Por ejemplo, los autores mencionan que por la mañana la sangre es más viscosa y aumentan “los valores plasmáticos de fibrinógeno e inhibidores del plasminógeno”, lo que provoca un estado de “hipercoagulabilidad”. También hay una mayor segregación de catecolaminas (unos neirotransmisores) y se produce el cambio postural de tumbado a de pie. Fuente: El País.
Foto del autor, atardecer de octubre en el arroyo, alrededores de La Nava de Santiago. Badajoz.
Entre las 10.00 y las 11.00 o alrededor de las 19.00. Esas son las horas en las que se producen más infartos de miocardio, según un estudio que ha hecho un equipo dirigido por María Cristina Barneto Valero, del departamento de operaciones del Samur de Madrid.
En el trabajo, que publica Medicina Clínica, se observa que hay una relación entre las notificaciones de infarto recibida en el servicio de urgencias y los ritmos circadianos. En concreto, la curva muestra dos picos, una con su máximo entre las 10.00 y las 11.00, y otro, menos pronunciado, por la tarde (alrededor de las 19.00).
El patrón es tan estable que no se altera prácticamente con ningún factor de riesgo, ni los que los autores llaman modificables (la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, la dislipidemia y el tabaquismo) ni los que no lo son (edad, sexo). Las dos grandes excepciones son que “los casos con diabetes presentan el pico de menor amplitud más tardío y los casos de tabaquismo invierten el pico máximo de incidencia, siendo el pico vespertino de mayor amplitud que el matinal”.
El estudio ha recogido datos de 709 pacientes atendidos entre el 1 de enero de 2001 y el 31 de diciembre de 2009.
La constancia de los datos apunta a factores fisiológicos que también obedecen a ritmos circadianos como principal desencadenante de los procesos. Por ejemplo, los autores mencionan que por la mañana la sangre es más viscosa y aumentan “los valores plasmáticos de fibrinógeno e inhibidores del plasminógeno”, lo que provoca un estado de “hipercoagulabilidad”. También hay una mayor segregación de catecolaminas (unos neirotransmisores) y se produce el cambio postural de tumbado a de pie. Fuente: El País.
Foto del autor, atardecer de octubre en el arroyo, alrededores de La Nava de Santiago. Badajoz.
Las patologías aumentan con el paro
Detrás de las cifras del paro hay personas. Vidas rotas de la noche a la mañana, sujetos que tratan de reponerse al aldabonazo que supone la pérdida repentina de un empleo que creían más o menos asegurado. Desempleo y precariedad van de la mano, pero quizás lo nuevo de la situación actual es que sin trabajo se quedan personas que creían que sus vidas laborales estaban más o menos bien orientadas. En paro aparecen nuevas problemáticas de salud, pero sobre todo se agravan las existentes.
Pedro llevaba 15 años trabajando como ingeniero para una empresa de capital público de la Generalitat valenciana. No era funcionario porque el régimen de contratación de esta empresa es laboral, pero daba por hecho que continuaría en un trabajo que le gustaba y en el que tenía gran experiencia: “Yo era el más antiguo del departamento. Quien explicaba a los nuevos lo que tenían que hacer. Me gustaba mi trabajo y la verdad es que no me imaginaba que iba a perderlo a mis 50 años”. La empresa hizo un ERE que afectó a la mayoría de los trabajadores y Pedro se vio en la calle. Para Pedro, que está empezando a experimentar los primeros síntomas del desempleo, lo peor es el desarraigo: “Yo vivo solo y mis compañeros de trabajo eran como mi segunda familia. Y, de repente, te tiran de ahí”. Pedro goza de buena salud, pero él mismo reconoce que durante todo ese estresante proceso incrementó la dosis diaria de tabaco: “Ahora estoy intentando fumar menos, pero sigo teniendo problemas para dormir”. Para sobrellevar la situación ha dejado de consumir: “Cuando estás en paro trabajas mucho más porque todo te lo has de hacer tú”. Más aquí.
Foto del autor, casa de campo de Máximo, cerca de La Nava de Santiago.
Pedro llevaba 15 años trabajando como ingeniero para una empresa de capital público de la Generalitat valenciana. No era funcionario porque el régimen de contratación de esta empresa es laboral, pero daba por hecho que continuaría en un trabajo que le gustaba y en el que tenía gran experiencia: “Yo era el más antiguo del departamento. Quien explicaba a los nuevos lo que tenían que hacer. Me gustaba mi trabajo y la verdad es que no me imaginaba que iba a perderlo a mis 50 años”. La empresa hizo un ERE que afectó a la mayoría de los trabajadores y Pedro se vio en la calle. Para Pedro, que está empezando a experimentar los primeros síntomas del desempleo, lo peor es el desarraigo: “Yo vivo solo y mis compañeros de trabajo eran como mi segunda familia. Y, de repente, te tiran de ahí”. Pedro goza de buena salud, pero él mismo reconoce que durante todo ese estresante proceso incrementó la dosis diaria de tabaco: “Ahora estoy intentando fumar menos, pero sigo teniendo problemas para dormir”. Para sobrellevar la situación ha dejado de consumir: “Cuando estás en paro trabajas mucho más porque todo te lo has de hacer tú”. Más aquí.
Foto del autor, casa de campo de Máximo, cerca de La Nava de Santiago.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)