_- “Es el amarillo de Cádiz con un grado más, el rosa de Sevilla tirando a carmín y el verde de Granada con una leve fosforescencia de pez. La Habana surge entre cañaverales y ruidos de maracas…”. En 1930 Federico García Lorca llegaba a la capital cubana procedente de Nueva York y quedaba deslumbrado por sus colores: “¿Pero qué es esto? ¿Otra vez España? ¿Otra vez la Andalucía mundial?”.
A lo largo de los siglos, muchos otros viajeros pasaron por la ciudad y dejaron testimonio del apabullante espectáculo de naranjas, grises, rosas, azules, bermellones, castaños, rojos pastel, amarillos, beis, blancos sucios, verdes, ocres, cada uno de ellos con sus infinitos matices estampados en fachadas, zócalos, destaques, cenefas que decoraron los interiores de los palacios y también en la carpintería de madera y en los vitrales de los medios puntos usados para tamizar el fuego del sol.
Federico García Lorca no iba desencaminado en su examen, aseguran los investigadores y expertos: en La Habana fueron empleados los mismos pigmentos que en España se utilizaban para pintar las casas y los edificios, desde donde vinieron.
Sin embargo, fue en el trópico, donde la luz todo lo condiciona y a la vez que agrede, resalta los colores, que estos adquirieron la personalidad y los tonos que subyugan y le dan a la ciudad carácter.
La poesía increible de este inventario había llegado a la literatura y también a algunos estudios sobre la arquitectura colonial, pero nunca hasta hoy se había plasmado en una paleta completa de colores, extraída de una minuciosa investigación sobre los inmuebles más representativos de La Habana Vieja.
El catálogo, obra de la Oficina del Historiador de la Ciudad, que dirige Eusebio Leal, y la empresa española Isaval, principal suministradora de pintura del centro histórico, acaba de presentarse como parte de los homenajes a La Habana por sus 500 años y su resultado impresiona: estamos ante los 164 colores más empleados durante cuatros siglos en los edificios y casas que abrazan las cinco grandes plazas de la ciudad intramuros —la de Armas, la Catedral, San Francisco, la plaza Vieja y la del Cristo—, una verdadera milla de oro en la que se encuentran las construcciones coloniales más emblemáticas de la villa que los españoles consideraron la Llave de las Indias.
Para llegar a esta paleta se realizó un cuidadoso estudio estratigráfico —que en ocasiones supuso raspar en cenefas y paredes más de 20 capas de pintura— que mostró una gama de colores de una riqueza sorprendente, que va desde el azul Habana al rosa colonial, pasando por el verde mar y el negro humo.
Esta escalera ingobernable fue puliendose estadísticamente hasta llegar a los 164 tonos más empleados en los diferentes siglos, cada uno identificado con una referencia, la dirección del inmueble donde se halló y si se encontró en fachadas, carpintería o zócalos. Como primera conclusión destaca el cuidado extremo que se tuvo desde el inicio con el empleo del blanco, para evitar el reflejo del ardiente sol cubano, de ahí la tendencia a los colores vivos.
En la carpintería del siglo XVIII se hicieron frecuentes los tonos verde mar, azul colonial y castaño oscuro, sobre todo en las rejas, mientras que en las puertas predominó el color rojo, bermellón y plomo. Para la herrería que fue sustituyendo a la madera en el XIX se destinó el color negro, añadiéndole verde para reducir el brillo.
En las fachadas de los edificios de finales del XVIII hasta nuestros días predominaron el ocre, rojo, azul y el verde, utilizándose además el beis, café, gris y amarillo, pero en menor proporción.
A finales del siglo XIX y principios del XX se hizo común el uso de colores crema y pastel, el blanco sucio, beis y ocre en general, sobre todo aquellas tonalidades que imitaban la piedra y los betunes que se le aplicaban. Todo un banquete para los sentidos que dejó loco a Federico cuando llegó del cemento de Nueva York.
https://elpais.com/elpais/2019/07/10/mas_se_perdio_en_la_habana/1562742877_183501.html
miércoles, 31 de julio de 2019
domingo, 28 de julio de 2019
Las Juventudes Hitlerianas en España. La presencia en España de las Juventudes Hitlerianas reforzó los lazos de Franco con el III Reich e impulsó la creación de una organización juvenil a imagen y semejanza de las Hitlerjugend que habría de perpetuar los ideales del Movimiento.
Por Manuel Moncada Lorén - National Geographic
Heinrich Himmler visita un campamento del Frente de Juventudes en Martorell (Barcelona) el 20 de octubre de 1940 antes de emprender el camino a la Abadía de Montserrat.
FOTO POR PÉREZ DE ROZAS
Esta historia forma parte de Al servicio de Hitler, una serie especial de documentales sobre el proceso que radicalizó a toda una generación y que revela el papel que desempeñaron las SS y las Juventudes Hitlerianas en el III Reich.
Las Hitlerjugend (Juventudes Hitlerianas) no solo desarrollaron sus actividades en Alemania, si no que contaban con representación internacional, sobre todo en los países del Eje, y como no, también en España.
San Sebastián
Los colegios alemanes en el extranjero, al igual que todas las actividades deportivas, campamentos y actividades al aire libre fueron controladas por las Hitlerjugend y su labor consistió en la formación, endurecimiento y adoctrinamiento de los jóvenes alemanes con el objetivo de asegurar una cantera de incondicionales al führer y al Reich.
Jóvenes alumnos de la Deutsche Schule entre los que se observan chicos con el uniforme de las Hitlerjugend ychicas del Bund Deutscher Mädel, la organización femenina de las Juventudes Hitlerianas. FOTO POR BUNDESARCHIV
Situado en el paseo de Oriamendi, San Sebastián, El Colegio Alemán (Deutsche Schule) desarrolló numerosas acciones propagandísticas a favor del III Reich antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Barcelona Por su parte, Los ciudadanos del Reich residentes en Barcelona estaban muy implicados en el calendario nazi, ya que cada año celebraban el cumpleaños del führer y el día de su ascenso al poder.
Lejos de meras coincidencias o de intercambios escolares, la presencia de jóvenes alemanes en ciudades como Barcelona era algo oficial y público en la España de posguerra. Uno de los espacios favoritos de los germanos para la celebración de actos en la ciudad condal fue el Teatro Tívoli, donde las autoridades nacionalsocialistas, encabezadas por el cónsul de Alemania, Rolf Jaeger, organizaron muchas de sus reuniones.
A continuación, figura el programa de uno de estos eventos, en el que las Juventudes Hitlerianas organizaban un acto de índole deportiva, área controlada desde hace tiempo por las Juventudes Hitlerianas.
Invitación a un concierto organizado por la delegación de las Juventudes Hitlerianas en Barcelona. FOTO POR HITLERYOUTH.NET
No solo el área deportiva interesaba a las Hitlerjugend, la música también es un buen elemento aglutinador en torno al líder. El 10 de noviembre de 1943, las Juventudes Hitlerianas celebraron un concierto en el Palau de la Música, desplegando para la ocasión una gran esvástica y bustos de Hitler y Franco dispuestos en lugares destacados.
Concierto del grupo artístico de las Juventudes Hitlerianas celebrado en el Palau de la Música catalán el 10 de noviembre de 1943. FOTO POR PÉREZ DE ROZAS
Frente de Juventudes En este contexto, la España de Franco creyó necesario poner en marcha un instrumento que dotara a la juventud de los valores que el dictador consideraba necesarios para el sostenimiento del Movimiento Nacional.
Al no tener experiencia previa en este campo, los dirigentes franquistas dirigieron su mirada hacia los modelos existentes en Italia y Alemania, los principales aliados del régimen a principios de la década de 1940.
En esos momentos, los sectores falangistas representados por la influyente figura del ministro de Asuntos Exteriores, Serrano Suñer, pugnaban por acaparar más poder político y para ello propusieron adoptar el modelo de las Hitlerjugend alemanas y de la Opera Nazionale Balilla italiana para la creación del Frente de Juventudes falangistas.
Heinrich Himmler visita un campamento del Frente de Juventudes en Martorell (Barcelona) el 20 de octubre de 1940 antes de emprender el camino a la Abadía de Montserrat. FOTO POR PÉREZ DE ROZAS
El Frente de Juventudes tomó buena nota de la visita de la delegación alemana a la ciudad condal, donde los dirigentes catalanes de la organización juvenil falangista pudieron observar directamente los medios que empleaba la política de juventud de la Alemania Nazi y las posibilidades que esta ofrecía en los campos tanto de la cultura popular como de la propaganda ideológica.
Así, se puede afirmar que las Juventudes Hitlerianas acapararon la mayor parte de la atención y el interés de los grupos falangistas españoles a la hora de formar su propia organización juvenil y dejaron una huella de indudable trascendencia entre los miembros y mandos del Frente de Juventudes, muchos de los cuales se alistaron en 1941 para servir en la División Azul, compuesta en gran parte por voluntarios falangistas.
Heinrich Himmler visita un campamento del Frente de Juventudes en Martorell (Barcelona) el 20 de octubre de 1940 antes de emprender el camino a la Abadía de Montserrat.
FOTO POR PÉREZ DE ROZAS
Esta historia forma parte de Al servicio de Hitler, una serie especial de documentales sobre el proceso que radicalizó a toda una generación y que revela el papel que desempeñaron las SS y las Juventudes Hitlerianas en el III Reich.
Las Hitlerjugend (Juventudes Hitlerianas) no solo desarrollaron sus actividades en Alemania, si no que contaban con representación internacional, sobre todo en los países del Eje, y como no, también en España.
San Sebastián
Los colegios alemanes en el extranjero, al igual que todas las actividades deportivas, campamentos y actividades al aire libre fueron controladas por las Hitlerjugend y su labor consistió en la formación, endurecimiento y adoctrinamiento de los jóvenes alemanes con el objetivo de asegurar una cantera de incondicionales al führer y al Reich.
Jóvenes alumnos de la Deutsche Schule entre los que se observan chicos con el uniforme de las Hitlerjugend ychicas del Bund Deutscher Mädel, la organización femenina de las Juventudes Hitlerianas. FOTO POR BUNDESARCHIV
Situado en el paseo de Oriamendi, San Sebastián, El Colegio Alemán (Deutsche Schule) desarrolló numerosas acciones propagandísticas a favor del III Reich antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Barcelona Por su parte, Los ciudadanos del Reich residentes en Barcelona estaban muy implicados en el calendario nazi, ya que cada año celebraban el cumpleaños del führer y el día de su ascenso al poder.
Lejos de meras coincidencias o de intercambios escolares, la presencia de jóvenes alemanes en ciudades como Barcelona era algo oficial y público en la España de posguerra. Uno de los espacios favoritos de los germanos para la celebración de actos en la ciudad condal fue el Teatro Tívoli, donde las autoridades nacionalsocialistas, encabezadas por el cónsul de Alemania, Rolf Jaeger, organizaron muchas de sus reuniones.
A continuación, figura el programa de uno de estos eventos, en el que las Juventudes Hitlerianas organizaban un acto de índole deportiva, área controlada desde hace tiempo por las Juventudes Hitlerianas.
Invitación a un concierto organizado por la delegación de las Juventudes Hitlerianas en Barcelona. FOTO POR HITLERYOUTH.NET
No solo el área deportiva interesaba a las Hitlerjugend, la música también es un buen elemento aglutinador en torno al líder. El 10 de noviembre de 1943, las Juventudes Hitlerianas celebraron un concierto en el Palau de la Música, desplegando para la ocasión una gran esvástica y bustos de Hitler y Franco dispuestos en lugares destacados.
Concierto del grupo artístico de las Juventudes Hitlerianas celebrado en el Palau de la Música catalán el 10 de noviembre de 1943. FOTO POR PÉREZ DE ROZAS
Frente de Juventudes En este contexto, la España de Franco creyó necesario poner en marcha un instrumento que dotara a la juventud de los valores que el dictador consideraba necesarios para el sostenimiento del Movimiento Nacional.
Al no tener experiencia previa en este campo, los dirigentes franquistas dirigieron su mirada hacia los modelos existentes en Italia y Alemania, los principales aliados del régimen a principios de la década de 1940.
En esos momentos, los sectores falangistas representados por la influyente figura del ministro de Asuntos Exteriores, Serrano Suñer, pugnaban por acaparar más poder político y para ello propusieron adoptar el modelo de las Hitlerjugend alemanas y de la Opera Nazionale Balilla italiana para la creación del Frente de Juventudes falangistas.
Heinrich Himmler visita un campamento del Frente de Juventudes en Martorell (Barcelona) el 20 de octubre de 1940 antes de emprender el camino a la Abadía de Montserrat. FOTO POR PÉREZ DE ROZAS
El Frente de Juventudes tomó buena nota de la visita de la delegación alemana a la ciudad condal, donde los dirigentes catalanes de la organización juvenil falangista pudieron observar directamente los medios que empleaba la política de juventud de la Alemania Nazi y las posibilidades que esta ofrecía en los campos tanto de la cultura popular como de la propaganda ideológica.
Así, se puede afirmar que las Juventudes Hitlerianas acapararon la mayor parte de la atención y el interés de los grupos falangistas españoles a la hora de formar su propia organización juvenil y dejaron una huella de indudable trascendencia entre los miembros y mandos del Frente de Juventudes, muchos de los cuales se alistaron en 1941 para servir en la División Azul, compuesta en gran parte por voluntarios falangistas.
sábado, 27 de julio de 2019
90 años de Lorca en Nueva York
Eduardo Robaina
La Marea
El 26 de junio de 1929 el joven granadino desembarcó en la ciudad de los rascacielos, donde vivió hasta principios de 1930. De esta experiencia nacería más tarde una de sus obras más aclamadas: 'Poeta en Nueva York'.
«New York me parece horrible pero por eso mismo voy allí. Creo que lo pasaré muy bien». Así hacía saber Federico García Lorca el 6 de junio de 1929 a su amigo Carlos Morla Lynch que se marchaba. Y continuaba: «¿Te sorprende? A mí también me sorprende. Yo estoy muerto de risa por esta decisión. Pero me conviene y es importante para mi vida». Decidió partir para romper con aquello que le hacía sentirse «deprimido y lleno de añoranzas», como confesaría al mismo amigo. Esos sentimientos venían dados por su relación con el joven escultor Emilio Aladrén, y sus padres, preocupados por el estado anímico de su hijo, aceptaron que pasara unos meses fuera, oportunidad que aprovecharía para aprender inglés.
De Granada partió a Madrid. Luego París y después Reino Unido. Tras un fugaz paso por Oxford, Lorca llegó a Southampton el 19 de junio, donde puso rumbo a Nueva York. Era su primer gran viaje al extranjero, pero no iba solo. Le acompañaba su buen amigo Fernando de los Ríos, profesor y político. Ambos se embarcaron en el transatlántico RMS Olympic, gemelo del Titanic. Hoy volar es un privilegio en lo económico, pero, sobre todo, un elemento democratizador. Unas pocas horas separan a las personas de conocer mundos totalmente opuestos. Ocho horas entre Madrid y Nueva York. El poeta granadino, que nunca llegó a viajar en avión, tal vez hubiese deseado entonces subir a uno. Él y de los Ríos tardaron seis días.
Aunque el desembarco estaba previsto para el día 25, la niebla retrasó el ansiado momento 24 horas más, tal y como recoge el pasaporte del propio poeta, publicado en el libro Federico García Lorca en Nueva York y La Habana: cartas y recuerdos (Galaxia Gutenmberg, 2013). Una travesía de «seis días de sanatorio», en los que Lorca se puso como le contaba a sus padres: «Como a mí me gusta estar, negro negrito de Angola».
Pasaporte del poeta. Archivo FGL. De C. Maurer y A. Anderson, FGL en Nueva York y La Habana, Galaxia Gutenberg, 2013.
Era miércoles, y en el puerto les esperaban, entre otros, Federico de Onís y Ángel del Río, máximos apoyos de Lorca en la gran urbe. El dramaturgo, ya de renombre tras haber cosechado el éxito en 1928 con Romancero gitano, pronto quedó fascinado con lo que veía, y así se lo transmitió, tan rápido como pudo, a su familia por carta.
–»París y Londres son dos pueblecitos si se comparan con esta Babilonia trepidante y enloquecedora»–, símil que extendió a su Granada: «En tres edificios de estos cabe Granada entera. Son casillas donde caben 30.000 personas».
Entonces, Nueva York ya era la ciudad de los rascacielos de infarto; la metrópolis de ritmo trepidante y gente extravagante . Es 2019, han pasado 90 años desde que Federico García Lorca fuese por primera (y última) vez, y las construcciones kilométricas no solo no cesan, sino que convierten a quienes pasan por allí en espectadores y espectadoras de una suerte de concurso por ver cuál alcanza antes las nubes.
Montaje. Lorca junto al Sundial en 1929, y una foto del lugar en la actualidad. EDUARDO ROBAINA / FUNDACIÓN FGL.
Federico –forma con la que acostumbraba firmar cuando escribía a su familia–, tuvo tres hogares durante su estancia en Estados Unidos. A principios de julio, previo pago de 50 dólares, se instalaba en la residencia Furnald Hall, en el campus de la Universidad de Columbia. Su cuarto, el 617, quedaba ubicado en la sexta planta, desde donde veía a los jóvenes jugar al rugby y disfrutaba de las vistas que ofrecía Manhattan. Aquel césped al que dirigía su mirada Lorca está repleto hoy de estudiantes que descansan tumbados mientras la verde hierba los abraza, aprovechan los rayos de sol para hacer deporte, o simplemente comen. Allí convergen miles de jóvenes, cuya mezcla de mundos, culturas y vivencias tanto maravillaba al poeta.
El inmenso espacio está presidido por unas grandes escalinatas que llevan hasta la imponente biblioteca universitaria. A su alrededor, las múltiples residencias y escuelas. En el centro, fácilmente visible, la base de lo que en el pasado fue un reloj solar con el que García Lorca se fotografió varias veces. Ahora, la asociación granadina Carpe Diem ha pedido al gobierno de la ciudad una estatua del poeta sobre ese lugar.
Allí también se encuentra la Escuela de Estudios Generales, entonces conocida como Escuela de Verano de Columbia, en la que Lorca, cumpliendo con uno de los motivos de su aventura, se apuntó a clases de inglés para extranjeros. Aquello no duró mucho y en octubre las abandonó, hecho que contribuyó a que sus capacidades lingüísticas con el idioma de Shakespeare no pasaran del mero chapurreo.
Mural de Lorca en pleno Manhattan, obra del grafitero granadino El Niño de las Pinturas. EDUARDO ROBAINA.
En septiembre, con el inicio del nuevo semestre, el dramaturgo se mudó a John Jay Hall, una residencia próxima a la anterior. Su nuevo cuarto se situaba en el piso 12, desde donde era capaz de ver «todos los edificios de la universidad, el río Hudson y un lejano panorama de rascacielos blancos y rosados». «A la derecha, tapando el horizonte, un gran puente en construcción, de fortaleza y agilidad increíbles». Este último, ya acabado, es el puente de George Washington, responsable en la actualidad de conectar las ciudades de Nueva York y Nueva Jersey.
Resguardo del pago de la segunda residencia donde estuvo Lorca. Cedida por C. Maurer
Hacia finales de enero de 1930 se mudó a su tercer y definitivo hogar antes de partir hacia Cuba. Ya no sería una residencia, sino una casa cercana al campus que compartió con su amigo José Antonio Rubio Sacristán. Aunque es incierto el número exacto de puerta, en el periódico de aquel entonces de la Universidad un anuncio con esa misma dirección ofrecía dos habitaciones en un «apartamento recién decorado». Era el 10E, pedían unos «50 o 60 dólares por mes» y hacía esquina con Broadway, nombre del conocido circuito de espectáculos teatrales con los que tanto fantaseó Federico.
Fueron continuas las referencias del joven poeta hacia lo mucho que le inspiraban los teatros en Nueva York: «Que aquí es muy bueno y muy nuevo y a mí me interesa en extremo», escribió a sus padres. Sin embargo, siempre se topaba con un mismo problema: el dinero. Aunque aseguraba que la vida de estudiante en la ciudad era barata, Lorca dejaba constancia en sus habituales intercambios postales con su familia que los 100 dólares mensuales que recibía de sus progenitores eran insuficientes, y más para alguien con tantas inquietudes artísticas como él. En la actualidad, los teatros se cuentan por decenas y su arquitectura es ya parte inseparable de la ciudad, hecho por el que seguramente Lorca, si viviera, quedaría arruinado y maravillado a partes iguales.
John Jay Hall, la primera residencia en la que vivió Lorca. EDUARDO ROBAINA.
Otro enclave icónico que no ha cambiado con el paso de los años, visita clásica de cualquier turista y donde impera «la ausencia total del espíritu», es Wall Street. El andaluz presenció en directo el jueves negro del conocido como crack del 29. Se refirió a esa experiencia como «espantosa», y permaneció más de siete horas «entre la muchedumbre» mientras los «hombres gritaban y discutían como fieras y las mujeres lloraban en todas partes». Esa vivencia quedó más tarde plasmada en Poeta en Nueva York con Danza de la muerte.
Sentimientos los que afloraron también en Harlem, «la ciudad negra más importante del mundo», llegó a decir. Allí frecuentaba Small’s Paradise, único club nocturno que menciona explícitamente el poeta. Ahora, el gran edificio de ladrillos donde antes resonaba jazz lo presiden unas grandes letras en lo alto de la fachada: Thurgood Marshall Academy. En la esquina, una cafetería 24 horas sirve desayunos a base de tortitas y no-café a cambio de unos precios que harían salir huyendo al propio Federico.
La relación de Lorca con la población negra no acaba ahí. Sus constantes referencias hacia ellos son visibles en poemas como Oda al Rey de Harlem, donde deseaba «subrayar el dolor que tienen los negros de ser negros en un mundo contrario, esclavos de todos los inventos del hombre blanco y de todas sus máquinas».
Nueve décadas más tarde, Harlem sigue igual que lo dejó. Los días laborales discurren con gente negra llenando sus calles, y los domingos se erigen como el día en el que habituales y curiosos venidos de fuera abarrotan las iglesias de la zona deseando escuchar la famosa misa Gospel. Sobre ella, Federico acabó diciendo: «¡Pero qué maravilla de cantos! Solo se podía comparar con ellos el cante jondo».
Durante siete meses intentó ser un neoyorquino más . Sobre si Federico García Lorca fue feliz, el hispanista Christopher Maurer cree que sí, sobre todo por tener «la sensación de estar escribiendo un libro que representaba algo nuevo en la poesía española». Federico acabó siendo Poeta en Nueva York, cuyos amargos textos contrastan con la ilusión y alegría de las cartas que enviaba a su familia. «Debió de darse cuenta de una gran verdad: gran ciudad, gran soledad. Venía de un país donde tenía mayor importancia la familia, los amigos, la sensación de comunidad. Por un lado, el estar lejos de todo eso le dio mayor libertad e independencia. Por otro lado, representaba un vacío», cuenta Maurer, experto en el poeta.
Montaje. Lorca paseando en 1929 junto a unas amistades por la Universidad de Columbia. EDUARDO ROBAINA / FUNDACIÓN FGL
«Te das cuenta de que gran parte de aquella Nueva York ha desaparecido», dice el hispanista al intentar trazar en la actualidad un mapa con los movimientos y sitios predilectos. Y añade: «Hoy en día, como lo era en 1929, es una ciudad de enormes desigualdades económicas, con una economía que parece robusta pero que es bien precaria». No obstante, con lo que no ha podido el paso del tiempo es con el recuerdo de la ciudad por el poeta. Varios murales que van desde Manhattan hasta el barrio de Bushwick, en Queens, homenajean a través de sus paredes al dramaturgo español. Inmortal también en Union City, en Nueva Jersey, que declaraba en 2018 el 5 de junio, fecha de su nacimiento, como Día de Lorca por «los importantes logros y contribuciones de Federico García Lorca, que han servido de inspiración para Union City y la comunidad literaria».
«¡Asesinado por el cielo!», gritaba Lorca en Vuelta de paseo, texto que abre el aclamado poemario. Este crimen fue simbólico, no así el que puso fin de manera prematura a su vida el 18 de agosto de 1936, cuando fue fusilado por los fascistas. Se marchó sin poder cumplir su deseo de regresar algún día a la ciudad que «anonada pero no asusta”.
Lo cierto es que Federico nunca se fue del todo.
Pinchando aquí te lleva a un mapa online con las direcciones exactas de todos los lugares claves de Lorca en Nueva York.
Eduardo Robaina, periodista que saca fotos. De Canarias. erobayna@lamarea.com
Fuente: https://www.lamarea.com/2019/06/05/90-anos-de-lorca-en-nueva-york/
El 26 de junio de 1929 el joven granadino desembarcó en la ciudad de los rascacielos, donde vivió hasta principios de 1930. De esta experiencia nacería más tarde una de sus obras más aclamadas: 'Poeta en Nueva York'.
«New York me parece horrible pero por eso mismo voy allí. Creo que lo pasaré muy bien». Así hacía saber Federico García Lorca el 6 de junio de 1929 a su amigo Carlos Morla Lynch que se marchaba. Y continuaba: «¿Te sorprende? A mí también me sorprende. Yo estoy muerto de risa por esta decisión. Pero me conviene y es importante para mi vida». Decidió partir para romper con aquello que le hacía sentirse «deprimido y lleno de añoranzas», como confesaría al mismo amigo. Esos sentimientos venían dados por su relación con el joven escultor Emilio Aladrén, y sus padres, preocupados por el estado anímico de su hijo, aceptaron que pasara unos meses fuera, oportunidad que aprovecharía para aprender inglés.
De Granada partió a Madrid. Luego París y después Reino Unido. Tras un fugaz paso por Oxford, Lorca llegó a Southampton el 19 de junio, donde puso rumbo a Nueva York. Era su primer gran viaje al extranjero, pero no iba solo. Le acompañaba su buen amigo Fernando de los Ríos, profesor y político. Ambos se embarcaron en el transatlántico RMS Olympic, gemelo del Titanic. Hoy volar es un privilegio en lo económico, pero, sobre todo, un elemento democratizador. Unas pocas horas separan a las personas de conocer mundos totalmente opuestos. Ocho horas entre Madrid y Nueva York. El poeta granadino, que nunca llegó a viajar en avión, tal vez hubiese deseado entonces subir a uno. Él y de los Ríos tardaron seis días.
Aunque el desembarco estaba previsto para el día 25, la niebla retrasó el ansiado momento 24 horas más, tal y como recoge el pasaporte del propio poeta, publicado en el libro Federico García Lorca en Nueva York y La Habana: cartas y recuerdos (Galaxia Gutenmberg, 2013). Una travesía de «seis días de sanatorio», en los que Lorca se puso como le contaba a sus padres: «Como a mí me gusta estar, negro negrito de Angola».
Pasaporte del poeta. Archivo FGL. De C. Maurer y A. Anderson, FGL en Nueva York y La Habana, Galaxia Gutenberg, 2013.
Era miércoles, y en el puerto les esperaban, entre otros, Federico de Onís y Ángel del Río, máximos apoyos de Lorca en la gran urbe. El dramaturgo, ya de renombre tras haber cosechado el éxito en 1928 con Romancero gitano, pronto quedó fascinado con lo que veía, y así se lo transmitió, tan rápido como pudo, a su familia por carta.
–»París y Londres son dos pueblecitos si se comparan con esta Babilonia trepidante y enloquecedora»–, símil que extendió a su Granada: «En tres edificios de estos cabe Granada entera. Son casillas donde caben 30.000 personas».
Entonces, Nueva York ya era la ciudad de los rascacielos de infarto; la metrópolis de ritmo trepidante y gente extravagante . Es 2019, han pasado 90 años desde que Federico García Lorca fuese por primera (y última) vez, y las construcciones kilométricas no solo no cesan, sino que convierten a quienes pasan por allí en espectadores y espectadoras de una suerte de concurso por ver cuál alcanza antes las nubes.
Montaje. Lorca junto al Sundial en 1929, y una foto del lugar en la actualidad. EDUARDO ROBAINA / FUNDACIÓN FGL.
Federico –forma con la que acostumbraba firmar cuando escribía a su familia–, tuvo tres hogares durante su estancia en Estados Unidos. A principios de julio, previo pago de 50 dólares, se instalaba en la residencia Furnald Hall, en el campus de la Universidad de Columbia. Su cuarto, el 617, quedaba ubicado en la sexta planta, desde donde veía a los jóvenes jugar al rugby y disfrutaba de las vistas que ofrecía Manhattan. Aquel césped al que dirigía su mirada Lorca está repleto hoy de estudiantes que descansan tumbados mientras la verde hierba los abraza, aprovechan los rayos de sol para hacer deporte, o simplemente comen. Allí convergen miles de jóvenes, cuya mezcla de mundos, culturas y vivencias tanto maravillaba al poeta.
El inmenso espacio está presidido por unas grandes escalinatas que llevan hasta la imponente biblioteca universitaria. A su alrededor, las múltiples residencias y escuelas. En el centro, fácilmente visible, la base de lo que en el pasado fue un reloj solar con el que García Lorca se fotografió varias veces. Ahora, la asociación granadina Carpe Diem ha pedido al gobierno de la ciudad una estatua del poeta sobre ese lugar.
Allí también se encuentra la Escuela de Estudios Generales, entonces conocida como Escuela de Verano de Columbia, en la que Lorca, cumpliendo con uno de los motivos de su aventura, se apuntó a clases de inglés para extranjeros. Aquello no duró mucho y en octubre las abandonó, hecho que contribuyó a que sus capacidades lingüísticas con el idioma de Shakespeare no pasaran del mero chapurreo.
Mural de Lorca en pleno Manhattan, obra del grafitero granadino El Niño de las Pinturas. EDUARDO ROBAINA.
En septiembre, con el inicio del nuevo semestre, el dramaturgo se mudó a John Jay Hall, una residencia próxima a la anterior. Su nuevo cuarto se situaba en el piso 12, desde donde era capaz de ver «todos los edificios de la universidad, el río Hudson y un lejano panorama de rascacielos blancos y rosados». «A la derecha, tapando el horizonte, un gran puente en construcción, de fortaleza y agilidad increíbles». Este último, ya acabado, es el puente de George Washington, responsable en la actualidad de conectar las ciudades de Nueva York y Nueva Jersey.
Resguardo del pago de la segunda residencia donde estuvo Lorca. Cedida por C. Maurer
Hacia finales de enero de 1930 se mudó a su tercer y definitivo hogar antes de partir hacia Cuba. Ya no sería una residencia, sino una casa cercana al campus que compartió con su amigo José Antonio Rubio Sacristán. Aunque es incierto el número exacto de puerta, en el periódico de aquel entonces de la Universidad un anuncio con esa misma dirección ofrecía dos habitaciones en un «apartamento recién decorado». Era el 10E, pedían unos «50 o 60 dólares por mes» y hacía esquina con Broadway, nombre del conocido circuito de espectáculos teatrales con los que tanto fantaseó Federico.
Fueron continuas las referencias del joven poeta hacia lo mucho que le inspiraban los teatros en Nueva York: «Que aquí es muy bueno y muy nuevo y a mí me interesa en extremo», escribió a sus padres. Sin embargo, siempre se topaba con un mismo problema: el dinero. Aunque aseguraba que la vida de estudiante en la ciudad era barata, Lorca dejaba constancia en sus habituales intercambios postales con su familia que los 100 dólares mensuales que recibía de sus progenitores eran insuficientes, y más para alguien con tantas inquietudes artísticas como él. En la actualidad, los teatros se cuentan por decenas y su arquitectura es ya parte inseparable de la ciudad, hecho por el que seguramente Lorca, si viviera, quedaría arruinado y maravillado a partes iguales.
John Jay Hall, la primera residencia en la que vivió Lorca. EDUARDO ROBAINA.
Otro enclave icónico que no ha cambiado con el paso de los años, visita clásica de cualquier turista y donde impera «la ausencia total del espíritu», es Wall Street. El andaluz presenció en directo el jueves negro del conocido como crack del 29. Se refirió a esa experiencia como «espantosa», y permaneció más de siete horas «entre la muchedumbre» mientras los «hombres gritaban y discutían como fieras y las mujeres lloraban en todas partes». Esa vivencia quedó más tarde plasmada en Poeta en Nueva York con Danza de la muerte.
Sentimientos los que afloraron también en Harlem, «la ciudad negra más importante del mundo», llegó a decir. Allí frecuentaba Small’s Paradise, único club nocturno que menciona explícitamente el poeta. Ahora, el gran edificio de ladrillos donde antes resonaba jazz lo presiden unas grandes letras en lo alto de la fachada: Thurgood Marshall Academy. En la esquina, una cafetería 24 horas sirve desayunos a base de tortitas y no-café a cambio de unos precios que harían salir huyendo al propio Federico.
La relación de Lorca con la población negra no acaba ahí. Sus constantes referencias hacia ellos son visibles en poemas como Oda al Rey de Harlem, donde deseaba «subrayar el dolor que tienen los negros de ser negros en un mundo contrario, esclavos de todos los inventos del hombre blanco y de todas sus máquinas».
Nueve décadas más tarde, Harlem sigue igual que lo dejó. Los días laborales discurren con gente negra llenando sus calles, y los domingos se erigen como el día en el que habituales y curiosos venidos de fuera abarrotan las iglesias de la zona deseando escuchar la famosa misa Gospel. Sobre ella, Federico acabó diciendo: «¡Pero qué maravilla de cantos! Solo se podía comparar con ellos el cante jondo».
Durante siete meses intentó ser un neoyorquino más . Sobre si Federico García Lorca fue feliz, el hispanista Christopher Maurer cree que sí, sobre todo por tener «la sensación de estar escribiendo un libro que representaba algo nuevo en la poesía española». Federico acabó siendo Poeta en Nueva York, cuyos amargos textos contrastan con la ilusión y alegría de las cartas que enviaba a su familia. «Debió de darse cuenta de una gran verdad: gran ciudad, gran soledad. Venía de un país donde tenía mayor importancia la familia, los amigos, la sensación de comunidad. Por un lado, el estar lejos de todo eso le dio mayor libertad e independencia. Por otro lado, representaba un vacío», cuenta Maurer, experto en el poeta.
Montaje. Lorca paseando en 1929 junto a unas amistades por la Universidad de Columbia. EDUARDO ROBAINA / FUNDACIÓN FGL
«Te das cuenta de que gran parte de aquella Nueva York ha desaparecido», dice el hispanista al intentar trazar en la actualidad un mapa con los movimientos y sitios predilectos. Y añade: «Hoy en día, como lo era en 1929, es una ciudad de enormes desigualdades económicas, con una economía que parece robusta pero que es bien precaria». No obstante, con lo que no ha podido el paso del tiempo es con el recuerdo de la ciudad por el poeta. Varios murales que van desde Manhattan hasta el barrio de Bushwick, en Queens, homenajean a través de sus paredes al dramaturgo español. Inmortal también en Union City, en Nueva Jersey, que declaraba en 2018 el 5 de junio, fecha de su nacimiento, como Día de Lorca por «los importantes logros y contribuciones de Federico García Lorca, que han servido de inspiración para Union City y la comunidad literaria».
«¡Asesinado por el cielo!», gritaba Lorca en Vuelta de paseo, texto que abre el aclamado poemario. Este crimen fue simbólico, no así el que puso fin de manera prematura a su vida el 18 de agosto de 1936, cuando fue fusilado por los fascistas. Se marchó sin poder cumplir su deseo de regresar algún día a la ciudad que «anonada pero no asusta”.
Lo cierto es que Federico nunca se fue del todo.
Pinchando aquí te lleva a un mapa online con las direcciones exactas de todos los lugares claves de Lorca en Nueva York.
Eduardo Robaina, periodista que saca fotos. De Canarias. erobayna@lamarea.com
Fuente: https://www.lamarea.com/2019/06/05/90-anos-de-lorca-en-nueva-york/
viernes, 26 de julio de 2019
A JFK no lo mató una “bala mágica”
Más de medio siglo después del asesinato de John F. Kennedy, siguen produciéndose películas y libros que cuestionan la versión oficial. Pero la ciencia desmiente esas teorías.
Uno de los episodios del siglo XX que más dudas suscitan es el asesinato del presidente de Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy, en 1963. Oficialmente el caso está resuelto. El presidente fue asesinado al ser alcanzado por dos disparos de fusil. El tirador fue Lee Harvey Oswald, que actuó en solitario y que no pudo ser juzgado al ser asesinado a su vez por Jack Ruby durante un traslado. Sin embargo, desde hace más de 50 años, diferentes fuentes siguen cuestionando esa versión.
A principios de los noventa, la película de Oliver Stone JFK avivó esta polémica al plantear la hipótesis que en su momento defendió el fiscal Garrison de que hubo una conspiración detrás del asesinato de Kennedy. La prueba en la que se basaba era que, según el informe oficial, la trayectoria de una de las balas era inexplicable, lo que hizo que fuera definida como “bala mágica”. En la película, el fiscal, interpretado por Kevin Costner, afirma: “El Gobierno dice que unos físicos han realizado complicados cálculos y han demostrado que una bala puede hacer esta trayectoria, pero la física teórica dice que un elefante es capaz de estar colgado por el rabo de una margarita y no caerse”. Quizás esta frase pretendía reafirmar ante el público lo absurdo de la versión oficial. Sin embargo, lo único absurdo es esta frase, que personalmente me sacó de la película. Si analizamos las pruebas del asesinato de Kennedy desde el punto de vista de la ciencia, no hay demasiado margen para la conspiración.
La bala no tiene nada de mágica. Oswald llegó al almacén de libros donde trabajaba con su fusil y con cuatro balas. Solo disparó tres. La primera falló. La segunda es la “bala mágica” que alcanzó al presidente en el cuello e hirió al gobernador, y la tercera es la que le impactó en el cráneo. La reconstrucción de la trayectoria de la segunda bala que se hace en la película de Oliver Stone o en cualquier documental que apoye una teoría de la conspiración nunca tiene en cuenta dos factores. Los asientos traseros, donde iban el presidente y su esposa, Jacqueline, estaban más elevados para que el público los viera mejor, y el coche estaba en movimiento. Teniendo esto en cuenta y la posición desde la que disparó Oswald, se aprecia cómo la trayectoria de la bala fue normal, incluyendo su desvío al impactar con el presidente, lo que explica la herida del gobernador.
A JFK no lo mató una “bala mágica” SEÑOR M
Nada nos hace pensar eso. La grabación de Abraham Zapruder —el hombre que filmó con su tomavistas lo ocurrido— y la física elemental lo descartan por completo. Hay quien defiende esa teoría alegando que el movimiento de la cabeza de Kennedy al recibir el impacto sugiere que el tirador se encontraba delante de él. Sin embargo, su cabeza se comporta como un péndulo balístico, y un principio físico llamado conservación del momento lineal explica perfectamente la trayectoria, y esta concuerda con que el disparo se realizó desde la ventana del depósito de libros, donde estaba Oswald. Pero hay otro factor que ningún defensor de la “bala mágica” tiene en cuenta. En la grabación de Zapruder se ve claramente que la bala impacta en Kennedy y en el gobernador Connally instantáneamente. Si hubo dos tiradores, tuvieron que disparar a la vez. ¿Pudieron hacerlo? Diversas fuentes afirman que el otro tirador estaba escondido en unos arbustos de la calle por donde pasaba la comitiva. La distancia entre Oswald y Kennedy en el primer impacto era de 53 metros y de 81 en el segunoo La velocidad del sonido es de 340 metros por segundo, y un rifle Carcano modelo 91/38, como el que utilizó Oswald, tiene una velocidad de salida de la bala de 700 metros por segundo. Eso implica que un segundo tirador escondido en los arbustos habría escuchado la detonación unas décimas de segundo después del impacto, por lo que, si hubiera disparado al oír el tiro de Oswald, las balas no hubieran llegado simultáneamente. Y, como en todas las teorías forzadas, se obvia lo que la niega. La distancia entre el famoso arbusto y el coche de Kennedy era de aproximadamente 10-12 metros. La bala se desplaza a una velocidad superior a la del sonido, por lo que produce una detonación de 175 decibelios. Si tenemos en cuenta que el ruido de una taladradora equivale a 120 decibelios, el estruendo por el disparo habría sido tan grande y a tan escasa distancia que hubiera provocado que toda la gente que estaba en la calle se girara, igual que pasa cuando alguien tira un petardo sin avisar. Esto no lo recoge la grabación ni lo señaló ningún testigo. Además, a tan escasa distancia, un disparo de fusil habría volatilizado la cabeza del presidente por completo. La magia no existe, y las “balas mágicas”, tampoco.
Si no fue Oswald, ¿quién?
Una forma de razonar es la reducción al absurdo. Consiste en examinar una hipótesis o un argumento, asumirlo como cierto y mediante razonamiento lógico llegar a una contradicción o absurdo, con lo que se demuestra que la afirmación es falsa. Si no fue Lee Harvey Oswald quien asesinó a JFK, ¿quién fue? Repasando todas las explicaciones alternativas a las conclusiones de la Comisión Warren, resulta que se han propuesto 42 grupos como responsables del asesinato, con 82 posibles sicarios y unas 214 personas implicadas. Y en 56 años nadie ha declarado nada ante un juez o ha vendido una exclusiva por la que le darían millones.
Uno de los episodios del siglo XX que más dudas suscitan es el asesinato del presidente de Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy, en 1963. Oficialmente el caso está resuelto. El presidente fue asesinado al ser alcanzado por dos disparos de fusil. El tirador fue Lee Harvey Oswald, que actuó en solitario y que no pudo ser juzgado al ser asesinado a su vez por Jack Ruby durante un traslado. Sin embargo, desde hace más de 50 años, diferentes fuentes siguen cuestionando esa versión.
A principios de los noventa, la película de Oliver Stone JFK avivó esta polémica al plantear la hipótesis que en su momento defendió el fiscal Garrison de que hubo una conspiración detrás del asesinato de Kennedy. La prueba en la que se basaba era que, según el informe oficial, la trayectoria de una de las balas era inexplicable, lo que hizo que fuera definida como “bala mágica”. En la película, el fiscal, interpretado por Kevin Costner, afirma: “El Gobierno dice que unos físicos han realizado complicados cálculos y han demostrado que una bala puede hacer esta trayectoria, pero la física teórica dice que un elefante es capaz de estar colgado por el rabo de una margarita y no caerse”. Quizás esta frase pretendía reafirmar ante el público lo absurdo de la versión oficial. Sin embargo, lo único absurdo es esta frase, que personalmente me sacó de la película. Si analizamos las pruebas del asesinato de Kennedy desde el punto de vista de la ciencia, no hay demasiado margen para la conspiración.
La bala no tiene nada de mágica. Oswald llegó al almacén de libros donde trabajaba con su fusil y con cuatro balas. Solo disparó tres. La primera falló. La segunda es la “bala mágica” que alcanzó al presidente en el cuello e hirió al gobernador, y la tercera es la que le impactó en el cráneo. La reconstrucción de la trayectoria de la segunda bala que se hace en la película de Oliver Stone o en cualquier documental que apoye una teoría de la conspiración nunca tiene en cuenta dos factores. Los asientos traseros, donde iban el presidente y su esposa, Jacqueline, estaban más elevados para que el público los viera mejor, y el coche estaba en movimiento. Teniendo esto en cuenta y la posición desde la que disparó Oswald, se aprecia cómo la trayectoria de la bala fue normal, incluyendo su desvío al impactar con el presidente, lo que explica la herida del gobernador.
A JFK no lo mató una “bala mágica” SEÑOR M
Nada nos hace pensar eso. La grabación de Abraham Zapruder —el hombre que filmó con su tomavistas lo ocurrido— y la física elemental lo descartan por completo. Hay quien defiende esa teoría alegando que el movimiento de la cabeza de Kennedy al recibir el impacto sugiere que el tirador se encontraba delante de él. Sin embargo, su cabeza se comporta como un péndulo balístico, y un principio físico llamado conservación del momento lineal explica perfectamente la trayectoria, y esta concuerda con que el disparo se realizó desde la ventana del depósito de libros, donde estaba Oswald. Pero hay otro factor que ningún defensor de la “bala mágica” tiene en cuenta. En la grabación de Zapruder se ve claramente que la bala impacta en Kennedy y en el gobernador Connally instantáneamente. Si hubo dos tiradores, tuvieron que disparar a la vez. ¿Pudieron hacerlo? Diversas fuentes afirman que el otro tirador estaba escondido en unos arbustos de la calle por donde pasaba la comitiva. La distancia entre Oswald y Kennedy en el primer impacto era de 53 metros y de 81 en el segunoo La velocidad del sonido es de 340 metros por segundo, y un rifle Carcano modelo 91/38, como el que utilizó Oswald, tiene una velocidad de salida de la bala de 700 metros por segundo. Eso implica que un segundo tirador escondido en los arbustos habría escuchado la detonación unas décimas de segundo después del impacto, por lo que, si hubiera disparado al oír el tiro de Oswald, las balas no hubieran llegado simultáneamente. Y, como en todas las teorías forzadas, se obvia lo que la niega. La distancia entre el famoso arbusto y el coche de Kennedy era de aproximadamente 10-12 metros. La bala se desplaza a una velocidad superior a la del sonido, por lo que produce una detonación de 175 decibelios. Si tenemos en cuenta que el ruido de una taladradora equivale a 120 decibelios, el estruendo por el disparo habría sido tan grande y a tan escasa distancia que hubiera provocado que toda la gente que estaba en la calle se girara, igual que pasa cuando alguien tira un petardo sin avisar. Esto no lo recoge la grabación ni lo señaló ningún testigo. Además, a tan escasa distancia, un disparo de fusil habría volatilizado la cabeza del presidente por completo. La magia no existe, y las “balas mágicas”, tampoco.
Si no fue Oswald, ¿quién?
Una forma de razonar es la reducción al absurdo. Consiste en examinar una hipótesis o un argumento, asumirlo como cierto y mediante razonamiento lógico llegar a una contradicción o absurdo, con lo que se demuestra que la afirmación es falsa. Si no fue Lee Harvey Oswald quien asesinó a JFK, ¿quién fue? Repasando todas las explicaciones alternativas a las conclusiones de la Comisión Warren, resulta que se han propuesto 42 grupos como responsables del asesinato, con 82 posibles sicarios y unas 214 personas implicadas. Y en 56 años nadie ha declarado nada ante un juez o ha vendido una exclusiva por la que le darían millones.
jueves, 25 de julio de 2019
Estamos en ello, Lucía.
"ME LLAMO LUCÍA y tengo 11 años”. Así empieza una carta formidable que acabo de recibir. Está escrita de maravilla, y no me cabe duda de que es de su puño y letra, porque conocí a Lucía Hernández unos días antes en la Feria del Libro de Madrid. Se acercó a mi caseta y me habló con tanta seriedad y enjundia de lo que estaba haciendo que le pedí que me escribiera y me lo contara más extensamente. Y eso ha hecho: “Formo parte de un proyecto de educación medioambiental que se llama Raíces y Brotes, creado por el Instituto Jane Goodall, con el fin de crear proyectos con los cuales ayudar a mejorar el medio ambiente y la vida de los animales y de las personas”. En diciembre, Lucía fue con sus padres a una charla de la primatóloga Jane Goodall y se quedó tan impresionada que “desde entonces movilicé a mi cole para colaborar con este proyecto, y gracias a la directora del cole y a Marisa, la coordinadora de Raíces y Brotes, estamos en ello”.
En concreto, su proyecto consiste en construir casas-nido con materiales reciclados para ayudar a los gorriones “porque nos hemos enterado de que están en peligro de extinción en las ciudades (por ejemplo, en Londres ya se han extinguido)”. Y, sabiamente, añade: “Puede parecer algo pequeño, pero, como dice la doctora Goodall, solo si entendemos nos puede importar, solo si nos importa podemos ayudar, solo si ayudamos ellos se salvarán”. A continuación, esta tremenda Lucía me manda los enlaces del Instituto Goodall y de Raíces y Brotes, por si escribo algo que “pueda inspirar a más gente joven a hacer algo bueno”. Toma ya niña de 11 años poniéndonos las pilas y sacándonos los colores a los adultos. Por cierto: el proyecto Raíces y Brotes ya cuenta con más de 700.000 participantes, la mayoría jóvenes, pertenecientes a un centenar de países.
Imposible no acordarse de Greta Thunberg, la activista sueca medioambiental de 16 años que en diciembre pasado nos echó un demoledor rapapolvo en un acto plenario de Naciones Unidas sobre la situación climática. “Ustedes no son lo suficientemente maduros para decir las cosas como son. Incluso esa carga nos la dejan a nosotros los niños”, empezó arreando. “No hemos venido aquí a rogar a los líderes mundiales que se preocupen (…). Nos hemos quedado sin excusas y nos estamos quedando sin tiempo. Hemos venido aquí para hacerles saber que el cambio está llegando, les guste o no”.
Yo tenía 13 años cuando, allá por la década de los sesenta, Bob Dylan cantaba Los tiempos están cambiando, y por aquel entonces también me sentí parte de una ola imparable. “Madres y padres, no critiquéis lo que no entendéis. Vuestros hijos e hijas están más allá de vuestro control. Vuestro antiguo camino está envejeciendo rápidamente. Por favor, salid del nuevo si no sois capaces de ayudar, porque los tiempos están cambiando”, decía Dylan, y creo que los niños furiosos del siglo XXI suscribirían sus palabras. Los años sesenta dejaron algunos logros (reconocimiento de la diferencia, avances en el feminismo, el ecologismo, la aceptación de la diversidad sexual…), pero creo que las novísimas generaciones están obligadas a hacer mucho más, porque es verdad que el tiempo se nos está acabando, como denunciaba Greta. La aceleración de la crisis climática nos lleva “al abismo”, alertó la ONU en 2009. ¿Y qué hemos hecho en estos 10 años? Votar a luminarias intelectuales como Trump, que niega que tal crisis exista.
En 2017, la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos anunció que nos encontrábamos en una era de “aniquilación biológica”, de hecho en medio de la “sexta extinción masiva” de animales, causada, en gran medida, por el ser humano (las cinco extinciones anteriores fueron originadas por fenómenos naturales). Las poblaciones de mamíferos, por ejemplo, han perdido el 70% de sus individuos en casi todo el mundo por la desaparición de sus hábitats. A la luz de esta inmensa catástrofe, ¡qué penoso parece nuestro paso por la Tierra! Salvo unas pocas personas admirables, como la gran Goodall, ¡qué mal hemos gestionado nuestro tiempo! Seremos enterrados bajo montañas de plástico por estos niños maravillosos y furibundos que, por fortuna y esperanza para todos, ya “están en ello”.
https://elpais.com/elpais/2019/07/01/eps/1561977794_931941.html
En concreto, su proyecto consiste en construir casas-nido con materiales reciclados para ayudar a los gorriones “porque nos hemos enterado de que están en peligro de extinción en las ciudades (por ejemplo, en Londres ya se han extinguido)”. Y, sabiamente, añade: “Puede parecer algo pequeño, pero, como dice la doctora Goodall, solo si entendemos nos puede importar, solo si nos importa podemos ayudar, solo si ayudamos ellos se salvarán”. A continuación, esta tremenda Lucía me manda los enlaces del Instituto Goodall y de Raíces y Brotes, por si escribo algo que “pueda inspirar a más gente joven a hacer algo bueno”. Toma ya niña de 11 años poniéndonos las pilas y sacándonos los colores a los adultos. Por cierto: el proyecto Raíces y Brotes ya cuenta con más de 700.000 participantes, la mayoría jóvenes, pertenecientes a un centenar de países.
Imposible no acordarse de Greta Thunberg, la activista sueca medioambiental de 16 años que en diciembre pasado nos echó un demoledor rapapolvo en un acto plenario de Naciones Unidas sobre la situación climática. “Ustedes no son lo suficientemente maduros para decir las cosas como son. Incluso esa carga nos la dejan a nosotros los niños”, empezó arreando. “No hemos venido aquí a rogar a los líderes mundiales que se preocupen (…). Nos hemos quedado sin excusas y nos estamos quedando sin tiempo. Hemos venido aquí para hacerles saber que el cambio está llegando, les guste o no”.
Yo tenía 13 años cuando, allá por la década de los sesenta, Bob Dylan cantaba Los tiempos están cambiando, y por aquel entonces también me sentí parte de una ola imparable. “Madres y padres, no critiquéis lo que no entendéis. Vuestros hijos e hijas están más allá de vuestro control. Vuestro antiguo camino está envejeciendo rápidamente. Por favor, salid del nuevo si no sois capaces de ayudar, porque los tiempos están cambiando”, decía Dylan, y creo que los niños furiosos del siglo XXI suscribirían sus palabras. Los años sesenta dejaron algunos logros (reconocimiento de la diferencia, avances en el feminismo, el ecologismo, la aceptación de la diversidad sexual…), pero creo que las novísimas generaciones están obligadas a hacer mucho más, porque es verdad que el tiempo se nos está acabando, como denunciaba Greta. La aceleración de la crisis climática nos lleva “al abismo”, alertó la ONU en 2009. ¿Y qué hemos hecho en estos 10 años? Votar a luminarias intelectuales como Trump, que niega que tal crisis exista.
En 2017, la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos anunció que nos encontrábamos en una era de “aniquilación biológica”, de hecho en medio de la “sexta extinción masiva” de animales, causada, en gran medida, por el ser humano (las cinco extinciones anteriores fueron originadas por fenómenos naturales). Las poblaciones de mamíferos, por ejemplo, han perdido el 70% de sus individuos en casi todo el mundo por la desaparición de sus hábitats. A la luz de esta inmensa catástrofe, ¡qué penoso parece nuestro paso por la Tierra! Salvo unas pocas personas admirables, como la gran Goodall, ¡qué mal hemos gestionado nuestro tiempo! Seremos enterrados bajo montañas de plástico por estos niños maravillosos y furibundos que, por fortuna y esperanza para todos, ya “están en ello”.
https://elpais.com/elpais/2019/07/01/eps/1561977794_931941.html
miércoles, 24 de julio de 2019
_- Bofetadas inútiles Rosa Montero
_- La ciencia demuestra la inutilidad y el daño de los azotes, y por fortuna es una realidad cada día más evidente para todos
HACE UN PAR de semanas, Francia aprobó la llamada “ley antibofetadas”, que prohíbe castigar físicamente a los niños tanto en la escuela como en sus casas. La noticia no me sorprendió; lo que sí me chocó fue la respuesta de los españoles a esta medida: los comentarios en las radios y en los digitales de los periódicos; el tono furibundo, la burla, la dignidad herida. Salvo unas pocas excepciones, a la mayoría parecía que les habían mentado a la madre con esta ley, así de personalmente se lo tomaban. Aunque, ahora que lo pienso, quizá fuera literal lo de la mención materna, porque muchos se referían a los guantazos que les habían atizado sus progenitores en la infancia y a lo bien que habían salido ellos. Unas palabras que, además de maravillarme por el altísimo grado de autoestima que esta gente parecía tener, no dejaban de conmoverme por la tenaz defensa de la honra paterna.
“¡Pero qué locura!”, “¡Sólo faltaba que se metieran a controlarnos también en nuestras casas!”, estas son las frases y el tono de muchas de las intervenciones. ¿Sólo faltaba que se metieran en las casas? No sé, a mí me parece que se meten poco, y no a controlar, sino a evitar los abusos. Tengo la sensación de que el sacrosanto respeto que se ha tenido tradicionalmente en España por la institución de la familia ha creado muchos infiernos silenciosos en la clausura de lo doméstico.
De esa intimidad sellada está emergiendo ahora, gracias a décadas de atención política y social, el maltrato contra las mujeres, pero el ejercido contra los niños y los ancianos sigue aún por debajo de la línea de visibilidad. En 2018, la Fundación ANAR presentó un estudio de la violencia contra los niños en España; tras analizar casi dos millones y medio de llamadas a sus teléfonos de ayuda, han descubierto que el maltrato infantil se ha cuadruplicado desde 2009, aumentando la frecuencia, la duración y la gravedad. Pues bien, en un 58% de los casos la culpable es la propia familia, y la mitad de las veces son los padres (más ellos que ellas). Según un informe de Unicef de 2014, el 80% de los niños del mundo entre 2 y 14 años padece “disciplina violenta”.
“Una bofetada normal de vez en cuando es mano de santo”, dicen. Ese es el problema: ¿quién define lo que es “normal” y lo que es “de vez en cuando”? ¿Cómo se puede dejar algo tan proclive a infinidad de abusos al criterio de cualquiera, en la indefensión de los niños y la opacidad de los hogares? Sí, mi madre, una mujer maravillosa, también me atizó algún bofetón. No fue grave y no la culpo; sé que lo hizo por mi bien. Pero ya hemos superado eso, por favor.
Numerosos estudios demuestran que pegar a los críos no sirve de nada; la última investigación (abril 2019), hecha por las Universidades de Míchigan y Texas con más de 160.000 niños, concluye que los azotes no sólo no funcionan, sino que además tienen efectos negativos: hay más probabilidades de que desafíen a los padres y de que tengan un mayor comportamiento antisocial, agresividad, problemas de salud mental y dificultades cognitivas.
La ciencia demuestra la inutilidad y el daño de los azotes, y por fortuna es una realidad cada día más evidente para todos. Francia ha sido el país número 56 en sacar una ley contra los castigos corporales; de hecho, y quizá para sorpresa de muchos de esos comentaristas indignados, España tiene una ley semejante desde 2007. Nuestra sociedad ha superado ya la penosa frase de “mi marido me pega lo normal”. Ahora a ver si superamos los bofetones.
Eso sí, prescindir de los castigos físicos no quiere decir dejar de educar a los niños, antes al contrario. Yo, que no tengo hijos, llevo teniendo perros 40 años. Permítanme la licencia de hablar de ellos. A mi primer perro, ignorante de mí, le pegué para intentar enseñarlo. Fue un desastre toda la vida. Ahora mis peludos, a los que jamás he tocado, están incomparablemente más civilizados que aquel primer animal. Pero, claro, he tenido que esforzarme mucho más en su instrucción.
Esa es la cuestión: educar es un trabajo constante y una inversión de tiempo importante.
De lo que se deduce que dar un bofetón es un fracaso personal de quien abofetea. Como yo fracasé con mi pobre primer perro.
https://elpais.com/elpais/2019/07/16/eps/1563276645_711464.html?rel=str_articulo#1563914720756
Más en este blog:
https://verdecoloresperanza.blogspot.com/2016/12/virtudes-del-malentendido.html#links
HACE UN PAR de semanas, Francia aprobó la llamada “ley antibofetadas”, que prohíbe castigar físicamente a los niños tanto en la escuela como en sus casas. La noticia no me sorprendió; lo que sí me chocó fue la respuesta de los españoles a esta medida: los comentarios en las radios y en los digitales de los periódicos; el tono furibundo, la burla, la dignidad herida. Salvo unas pocas excepciones, a la mayoría parecía que les habían mentado a la madre con esta ley, así de personalmente se lo tomaban. Aunque, ahora que lo pienso, quizá fuera literal lo de la mención materna, porque muchos se referían a los guantazos que les habían atizado sus progenitores en la infancia y a lo bien que habían salido ellos. Unas palabras que, además de maravillarme por el altísimo grado de autoestima que esta gente parecía tener, no dejaban de conmoverme por la tenaz defensa de la honra paterna.
“¡Pero qué locura!”, “¡Sólo faltaba que se metieran a controlarnos también en nuestras casas!”, estas son las frases y el tono de muchas de las intervenciones. ¿Sólo faltaba que se metieran en las casas? No sé, a mí me parece que se meten poco, y no a controlar, sino a evitar los abusos. Tengo la sensación de que el sacrosanto respeto que se ha tenido tradicionalmente en España por la institución de la familia ha creado muchos infiernos silenciosos en la clausura de lo doméstico.
De esa intimidad sellada está emergiendo ahora, gracias a décadas de atención política y social, el maltrato contra las mujeres, pero el ejercido contra los niños y los ancianos sigue aún por debajo de la línea de visibilidad. En 2018, la Fundación ANAR presentó un estudio de la violencia contra los niños en España; tras analizar casi dos millones y medio de llamadas a sus teléfonos de ayuda, han descubierto que el maltrato infantil se ha cuadruplicado desde 2009, aumentando la frecuencia, la duración y la gravedad. Pues bien, en un 58% de los casos la culpable es la propia familia, y la mitad de las veces son los padres (más ellos que ellas). Según un informe de Unicef de 2014, el 80% de los niños del mundo entre 2 y 14 años padece “disciplina violenta”.
“Una bofetada normal de vez en cuando es mano de santo”, dicen. Ese es el problema: ¿quién define lo que es “normal” y lo que es “de vez en cuando”? ¿Cómo se puede dejar algo tan proclive a infinidad de abusos al criterio de cualquiera, en la indefensión de los niños y la opacidad de los hogares? Sí, mi madre, una mujer maravillosa, también me atizó algún bofetón. No fue grave y no la culpo; sé que lo hizo por mi bien. Pero ya hemos superado eso, por favor.
Numerosos estudios demuestran que pegar a los críos no sirve de nada; la última investigación (abril 2019), hecha por las Universidades de Míchigan y Texas con más de 160.000 niños, concluye que los azotes no sólo no funcionan, sino que además tienen efectos negativos: hay más probabilidades de que desafíen a los padres y de que tengan un mayor comportamiento antisocial, agresividad, problemas de salud mental y dificultades cognitivas.
La ciencia demuestra la inutilidad y el daño de los azotes, y por fortuna es una realidad cada día más evidente para todos. Francia ha sido el país número 56 en sacar una ley contra los castigos corporales; de hecho, y quizá para sorpresa de muchos de esos comentaristas indignados, España tiene una ley semejante desde 2007. Nuestra sociedad ha superado ya la penosa frase de “mi marido me pega lo normal”. Ahora a ver si superamos los bofetones.
Eso sí, prescindir de los castigos físicos no quiere decir dejar de educar a los niños, antes al contrario. Yo, que no tengo hijos, llevo teniendo perros 40 años. Permítanme la licencia de hablar de ellos. A mi primer perro, ignorante de mí, le pegué para intentar enseñarlo. Fue un desastre toda la vida. Ahora mis peludos, a los que jamás he tocado, están incomparablemente más civilizados que aquel primer animal. Pero, claro, he tenido que esforzarme mucho más en su instrucción.
Esa es la cuestión: educar es un trabajo constante y una inversión de tiempo importante.
De lo que se deduce que dar un bofetón es un fracaso personal de quien abofetea. Como yo fracasé con mi pobre primer perro.
https://elpais.com/elpais/2019/07/16/eps/1563276645_711464.html?rel=str_articulo#1563914720756
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El día que Adolf Hitler rompió el Tratado de Versalles. Un 16 de marzo de 1935, Hitler anunciaba el incumplimiento del Tratado de Versalles al crear la Wehrmacht, las fuerzas armadas alemanas.
Berlín fue el ténebre escenario de uno de los momentos más decisivos en la historia del último siglo. Tal día como hoy, hace 84 años, Hitler anunciaba que se disponía a crear la Wehrmacht, las fuerzas armadas alemanas, incumpliendo por tanto el Tratado de Versalles.
Este acuerdo de paz, firmado en 1919 por más de cincuenta países, tenía como uno de sus grandes objetivos que las Potencias Centrales (el imperio alemán, el austrohúngaro, además del otomano y el Reino de Bulgaria) aceptasen toda responsabilidad por haber causado la guerra y quedasen, en consecuencia, desarmados.
Pero el Tratado fue socavado en poco tiempo y Hitler lo violó repetidamente a lo largo de los años 30. Por ello, Alemania tuvo que pagar la indemnización de los destrozos causados en 1983, aunque no fue hasta 2010 cuando liquidó los 125 millones de euros a los que ascendían los intereses.
Al abandonar el Tratado, Alemania dejaba de lado también la Sociedad de las Naciones, el instrumento predecesor de la actual Organización de las Naciones Unidas, impulsado por el presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, con el fin de que la guerra fuera absorbida por diplomacia. Aunque logró algunos éxitos, finalmente se mostró incapaz de mantener la paz tras la crisis de 1929.
La noche de los cuchillos largos
También llamada Operación Colibrí, la llamada noche de los cuchillos largos grabó en la historia una brutal serie de asesinatos políticos que llevó a cabo Hitler para quitarse de en medio a todos aquellos críticos con su régimen, y provocó el paso de la Reichswehr, las fuerzas armadas de la anterior República de Weimar, a la Wehrmacht, que operaron desde 1935 y hasta 1945.
El jefe de la organización paramilitar Sturmabteilung, Ernst Röhm, quería que esta fuera incluida en la Reichswehr. Por el contrario, el bando militar se negaba, y Hitler siguió su proceder por miedo a un golpe militar. Tras un intento de diálogo con Röhm, Hitler pasó a considerarle un peligro para la estabilidad de su poder.
Por ello, Hitler decidió llevar a cabo la masacre de la noche de los cuchillos largos, en la que murieron cientos o incluso miles de personas y arrestaron a otras mil, entre ellas a Röhm, que fue detenido por orden expresa de Hitler. Por su pasado juntos, Hitler le ofreció la posibilidad de suicidarse, a lo que Röhm respondió que si lo quería muerto, lo matara él mismo. Por ello, fue finalmente asesinado en su propia celda por dos agentes de las SD, el servicio de inteligencia de las SS. Tras ello, Hitler comenzó a criminalizar al mando de la Reichswehr de lo ocurrido, por lo que disolvió su estructura para crear la Wehrmacht.
Estas fuerzas armadas se componían entonces del ejército, Heer, la armada, Kriegsmarine y la fuerza aérea o Luftwaffe. Posteriormente, un nuevo brazo se uniría a los tres anteriores: la Waffen-SS, la armada de las SS (Schutzstaffel), la organización militar del Partido Nazi. A lo largo de los años 40, esta división se extendió desde los 3 regimientos con los que contaba hasta llegar a 38 divisiones.
Durante este período, la modernización de las armas les llevó hasta las más nuevas y salvajes tácticas de guerra, que incluyeron de forma generalizada el uso del arma blindada.
Atrás quedaba el tiempo de las trincheras y el juego de guerra anterior a aquellos años. En su lugar, apareció la Blitzkrieg o Guerra Relámpago, una estrategia novedosa que colgó numerosas victorias sobre los hombros de los generales desde 1939 hasta 1943.
Este tipo de ataque implicaba un bombardeo inicial, seguido de un movimiento estratégico rápido y por sorpresa, impidiendo así que el enemigo pudiera llevar a cabo una defensa coherente.
El reclutamiento masivo del Volksturm
Durante la guerra, más de 18 millones de hombres sirvieron en la Wehrmacht, según el libro de Rolf-Dieter Müller, Hitler's Wehrmacht. Al finalizar la guerra, las tropas habían perdido a más de 11 millones de hombres. Aunque algunos de los líderes de la Wehrmacht fueron juzgados por crímenes de guerra al finalizar ésta, muchas más personas que realizaron acciones ilegales nunca pagaron por ello.
Durante los últimos días de la Alemania nazi, en 1944, y para cubrir las bajas de la Wehmacht, se crearon las llamadas fuerzas de asalto de pueblo o Volksturm, para que todos los hombres de entre 16 y 60 años pasaron a formar filas en el plan de defensa contra el ejército rojo.
El líder nazi Martin Bormann reclutó, por orden directa de Hitler, a casi 6 millones de alemanes, donde entraron todo tipo de personas anteriormente consideradas no aptas para el servicio, como ancianos, inválidos o jóvenes.
Muchos de los reclutas del Volksturm habían sido veteranos en la Primera Guerra Mundial o bien habían hecho el servicio militar, pero no se manejaban con las armas modernas. A menudo eran esos veteranos incluso quienes daban la formación al resto, por lo que la falta de entrenamiento tuvo un resultado nefasto. En la Batalla de Berlín, este grupo armado sufrió muchísimas bajas, llegando incluso a atacarse entre sí debido a sus confusiones en combate.
El fin de la Wehrmacht en la Segunda Guerra Mundial Con el nuevo ejército, el armamento sufrió una notable modernización, empleando ametralladoras más ligeras, tanques muy rápidos y aviación moderna, así como una organización de los batallones en función de una cadena de mando para una mayor autonomía si los oficiales caían.
A eso se sumaron sus tácticas novedosas, veloces y masivas, junto a la rápida consecución de los objetivos y una logística muy eficaz, lo que hizo del ejército alemán el más potente del mundo. Pero fue esa superioridad la que hizo que superase su propio límite y tomase decisiones erróneas que la llevaron a la ruina.
Capaces de mantener frentes a lo largo de toda Europa, en Francia, en la Unión Soviética y en África, la Wehrmacht fue llevada hasta su límite hasta que lo encontró, por primera vez, en la derrota de la Batalla de Moscú, en 1941. En 1943, la batalla de Kursk se considera la última ofensiva estratégica y la última oportunidad de ganar la guerra contra la Unión Soviética.
En 1944, ya muy debilitada, no pudo contener el avance de las tropas contrarias tras la batalla de Normandía y tuvo que replegarse. Tras esta experiencia, la Wehrmacht realizó un último intento de ofensiva en la llamada batalla de las Ardenas, que terminó en la derrota definitiva de las fuerzas armadas debido a una pérdida ya irreparable de hombres y armamento.
https://www.nationalgeographic.es/historia/2019/03/el-dia-que-adolf-hitler-rompio-el-tratado-de-versalles
Este acuerdo de paz, firmado en 1919 por más de cincuenta países, tenía como uno de sus grandes objetivos que las Potencias Centrales (el imperio alemán, el austrohúngaro, además del otomano y el Reino de Bulgaria) aceptasen toda responsabilidad por haber causado la guerra y quedasen, en consecuencia, desarmados.
Pero el Tratado fue socavado en poco tiempo y Hitler lo violó repetidamente a lo largo de los años 30. Por ello, Alemania tuvo que pagar la indemnización de los destrozos causados en 1983, aunque no fue hasta 2010 cuando liquidó los 125 millones de euros a los que ascendían los intereses.
Al abandonar el Tratado, Alemania dejaba de lado también la Sociedad de las Naciones, el instrumento predecesor de la actual Organización de las Naciones Unidas, impulsado por el presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, con el fin de que la guerra fuera absorbida por diplomacia. Aunque logró algunos éxitos, finalmente se mostró incapaz de mantener la paz tras la crisis de 1929.
La noche de los cuchillos largos
También llamada Operación Colibrí, la llamada noche de los cuchillos largos grabó en la historia una brutal serie de asesinatos políticos que llevó a cabo Hitler para quitarse de en medio a todos aquellos críticos con su régimen, y provocó el paso de la Reichswehr, las fuerzas armadas de la anterior República de Weimar, a la Wehrmacht, que operaron desde 1935 y hasta 1945.
El jefe de la organización paramilitar Sturmabteilung, Ernst Röhm, quería que esta fuera incluida en la Reichswehr. Por el contrario, el bando militar se negaba, y Hitler siguió su proceder por miedo a un golpe militar. Tras un intento de diálogo con Röhm, Hitler pasó a considerarle un peligro para la estabilidad de su poder.
Por ello, Hitler decidió llevar a cabo la masacre de la noche de los cuchillos largos, en la que murieron cientos o incluso miles de personas y arrestaron a otras mil, entre ellas a Röhm, que fue detenido por orden expresa de Hitler. Por su pasado juntos, Hitler le ofreció la posibilidad de suicidarse, a lo que Röhm respondió que si lo quería muerto, lo matara él mismo. Por ello, fue finalmente asesinado en su propia celda por dos agentes de las SD, el servicio de inteligencia de las SS. Tras ello, Hitler comenzó a criminalizar al mando de la Reichswehr de lo ocurrido, por lo que disolvió su estructura para crear la Wehrmacht.
Estas fuerzas armadas se componían entonces del ejército, Heer, la armada, Kriegsmarine y la fuerza aérea o Luftwaffe. Posteriormente, un nuevo brazo se uniría a los tres anteriores: la Waffen-SS, la armada de las SS (Schutzstaffel), la organización militar del Partido Nazi. A lo largo de los años 40, esta división se extendió desde los 3 regimientos con los que contaba hasta llegar a 38 divisiones.
Durante este período, la modernización de las armas les llevó hasta las más nuevas y salvajes tácticas de guerra, que incluyeron de forma generalizada el uso del arma blindada.
Atrás quedaba el tiempo de las trincheras y el juego de guerra anterior a aquellos años. En su lugar, apareció la Blitzkrieg o Guerra Relámpago, una estrategia novedosa que colgó numerosas victorias sobre los hombros de los generales desde 1939 hasta 1943.
Este tipo de ataque implicaba un bombardeo inicial, seguido de un movimiento estratégico rápido y por sorpresa, impidiendo así que el enemigo pudiera llevar a cabo una defensa coherente.
El reclutamiento masivo del Volksturm
Durante la guerra, más de 18 millones de hombres sirvieron en la Wehrmacht, según el libro de Rolf-Dieter Müller, Hitler's Wehrmacht. Al finalizar la guerra, las tropas habían perdido a más de 11 millones de hombres. Aunque algunos de los líderes de la Wehrmacht fueron juzgados por crímenes de guerra al finalizar ésta, muchas más personas que realizaron acciones ilegales nunca pagaron por ello.
Durante los últimos días de la Alemania nazi, en 1944, y para cubrir las bajas de la Wehmacht, se crearon las llamadas fuerzas de asalto de pueblo o Volksturm, para que todos los hombres de entre 16 y 60 años pasaron a formar filas en el plan de defensa contra el ejército rojo.
El líder nazi Martin Bormann reclutó, por orden directa de Hitler, a casi 6 millones de alemanes, donde entraron todo tipo de personas anteriormente consideradas no aptas para el servicio, como ancianos, inválidos o jóvenes.
Muchos de los reclutas del Volksturm habían sido veteranos en la Primera Guerra Mundial o bien habían hecho el servicio militar, pero no se manejaban con las armas modernas. A menudo eran esos veteranos incluso quienes daban la formación al resto, por lo que la falta de entrenamiento tuvo un resultado nefasto. En la Batalla de Berlín, este grupo armado sufrió muchísimas bajas, llegando incluso a atacarse entre sí debido a sus confusiones en combate.
El fin de la Wehrmacht en la Segunda Guerra Mundial Con el nuevo ejército, el armamento sufrió una notable modernización, empleando ametralladoras más ligeras, tanques muy rápidos y aviación moderna, así como una organización de los batallones en función de una cadena de mando para una mayor autonomía si los oficiales caían.
A eso se sumaron sus tácticas novedosas, veloces y masivas, junto a la rápida consecución de los objetivos y una logística muy eficaz, lo que hizo del ejército alemán el más potente del mundo. Pero fue esa superioridad la que hizo que superase su propio límite y tomase decisiones erróneas que la llevaron a la ruina.
Capaces de mantener frentes a lo largo de toda Europa, en Francia, en la Unión Soviética y en África, la Wehrmacht fue llevada hasta su límite hasta que lo encontró, por primera vez, en la derrota de la Batalla de Moscú, en 1941. En 1943, la batalla de Kursk se considera la última ofensiva estratégica y la última oportunidad de ganar la guerra contra la Unión Soviética.
En 1944, ya muy debilitada, no pudo contener el avance de las tropas contrarias tras la batalla de Normandía y tuvo que replegarse. Tras esta experiencia, la Wehrmacht realizó un último intento de ofensiva en la llamada batalla de las Ardenas, que terminó en la derrota definitiva de las fuerzas armadas debido a una pérdida ya irreparable de hombres y armamento.
https://www.nationalgeographic.es/historia/2019/03/el-dia-que-adolf-hitler-rompio-el-tratado-de-versalles
domingo, 21 de julio de 2019
_- Vox se fundó con un millón de euros del exilio iraní. EL PAÍS accede a las donaciones secretas del Consejo Nacional de la Resistencia de Irán. El dinero acabó en una caja común del partido ultraderechista que sirvió para abonar salarios, fianzas y alquileres desde 2013.
_- El exilio iraní no financió solo la campaña electoral europea de Vox de 2014, sino que costeó también el día a día del partido ultra desde su creación hasta la llegada de esos comicios. Gastos como la fianza y el alquiler de la céntrica sede de la formación en la calle Diego de León de Madrid, los salarios de la plantilla, el sueldo del líder, Santiago Abascal —que en 2014 ocupaba el cargo de secretario general—, muebles y ordenadores corrieron a cargo del caudal económico extranjero. Vox ingresó las transferencias internacionales de los seguidores del Consejo Nacional de la Resistencia de Irán (CNRI) en una caja común que sufragó gastos corrientes desde el primer día, según la hoja de cálculo secreta de las donaciones a la que ha tenido acceso EL PAÍS.
FOTO: EFE
El CNRI —un grupo que tuvo un brazo armado que figuró hasta 2012 en la lista de organizaciones terroristas de EE UU— apoyó a Vox desde su génesis. El partido recibió la primera transferencia de los opositores iraníes (1.156,22 euros) el mismo día que se inscribió en el registro de partidos políticos del Ministerio del Interior: 17 de diciembre de 2013. “Los fondos de los exiliados iraníes no solo sirvieron para pagar la campaña europea de 2014, sino también para poner en marcha Vox”, admite el primer presidente y fundador de la formación, Alejo Vidal-Quadras.
Los simpatizantes de la organización iraní enviaron 971.890,56 euros a la cuenta de Vox entre diciembre de 2013 y abril de 2014. “Santiago Abascal estuvo al tanto de todo, le expliqué mi relación con el CNRI y le dije que nos financiarían. Le pareció bien. Estaba encantado. No puso ninguna pega”, relata Vidal-Quadras. Vox ha declinado responder a este periódico.
La fuerza ultra recibió la primera transferencia del grupo iraní el día que se inscribió en el registro de partidos
Durante casi cinco meses, seguidores del CNRI de una quincena de países —entre ellos Alemania, Italia, Suiza, EE UU y Canadá— regaron la cuenta del partido. La aportación mínima fue de 60 euros. La máxima, de 35.560,32 y llegó en febrero de 2014 de un potentado constructor iraní radicado en EE UU. El hijo de este donante contribuyó también a la causa con 21.522,35 euros, según los movimientos bancarios.
El millón de euros iraní aterrizó en la cuenta del partido a través de 35 recaudadores. Una figura que encarnaron opositores al régimen de Teherán diseminados por el mundo. Su misión: recoger fondos para Vox en sus países. Solo uno de estos cobradores ordenó seis transferencias a la cuenta de la fuerza ultra por valor de 14.800 euros entre enero y febrero de 2014.
Los recaudadores canalizaron centenares de donaciones de personas anónimas cuyas identidades no figuran ni en la cuenta bancaria abierta por Vox en una entidad catalana ni en la contabilidad interna del partido.
Un potentado constructor iraní residente en EE UU y su hijo donaron 57.000 euros a Vox
Vox recibió en sus cinco primeros meses de vida 141 transferencias de fondos procedentes de un millar de iraníes, según las mismas fuentes. Ninguna de estas aportaciones superó el límite de 100.000 euros anuales fijado por la Ley de Financiación de Partidos de 2012. A la cuenta específica abierta por Vox para recibir el dinero de los opositores solo llegaron dos donativos de personas ajenas al movimiento de resistencia iraní. Y sus aportaciones no rebasaron los 2.000 euros. El grifo financiero de los disidentes se cortó antes del inicio de la campaña europea de mayo de 2014.
El análisis del Excel confidencial de Vox confirma que la relación entre los ultras y el grupo opositor a Teherán se inició durante la gestación del partido. El fundador y primer presidente de la formación, Alejo Vidal-Quadras, pidió entonces auxilio económico a los responsables de la organización iraní tras anunciar sus planes de abandonar el PP y embarcarse en la nueva aventura política, según reconoce el que fuera también vicepresidente del Parlamento Europeo entre 2004 y 2014.
Vidal-Quadras confirma así que el CNRI organizó la colecta mundial para respaldar la creación de Vox. Y puntualiza: "Los donativos no vinieron de la organización, sino de simpatizantes del CNRI. De una comunidad en el exilio muy variopinta". La Ley de Financiación de Partidos Políticos prohíbe las donaciones de partidos u organizaciones extranjeras.
La organización iraní recurrió a 35 recaudadores de una quincena de países para recolectar fondos
La conexión entre este político y la entidad iraní se remonta a la etapa del dirigente conservador como eurodiputado (1999-2014). Tras aterrizar en Bruselas, Vidal-Quadras recibió a una delegación de los opositores al régimen islámico. E inició una relación que cristalizó después en la participación del parlamentario en más de 14 ediciones del encuentro anual que el CNRI celebra en París. Una cita que concentró el pasado año a 4.000 personas y por la que han desfilado los expresidentes del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, José María Aznar o la exvicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega.
Documento notarial para Abascal Vidal-Quadras abandonó Vox en 2015 tras no hacerse con el escaño en el Parlamento Europeo al obtener solo el 1,56 % de los votos (244.929). Antes de marcharse, entregó al partido un documento notarial con las transferencias del CNRI y los gastos de la formación, según fuentes conocedoras de la contabilidad de Vox. El grupo opositor cortó el caudal de fondos a la formación ultra después de que Vidal-Quadras dejara el partido.
El dinero iraní de Vox ha originado malestar en el seno de la formación. Este periódico desveló la pasada semana que el CNRI costeó con 800.000 euros el 80% de la campaña europea de 2014. Una convocatoria donde concurrieron Abascal y el actual vicesecretario de Relaciones Internacionales, Iván Espinosa de los Monteros.
Abascal aseguró tras conocer la noticia que los donativos fueron legales porque su partido entregó la lista al Tribunal de Cuentas. Una afirmación que el organismo fiscalizador niega.
Las nuevas revelaciones elevan los fondos extranjeros de Vox al millón de euros. Y confirman que el caudal iraní resultó clave para alumbrar la fundación del primer partido ultra que ha desembarcado con fuerza en el tablero político español.
investigacion@elpais
FOTO: EFE
El CNRI —un grupo que tuvo un brazo armado que figuró hasta 2012 en la lista de organizaciones terroristas de EE UU— apoyó a Vox desde su génesis. El partido recibió la primera transferencia de los opositores iraníes (1.156,22 euros) el mismo día que se inscribió en el registro de partidos políticos del Ministerio del Interior: 17 de diciembre de 2013. “Los fondos de los exiliados iraníes no solo sirvieron para pagar la campaña europea de 2014, sino también para poner en marcha Vox”, admite el primer presidente y fundador de la formación, Alejo Vidal-Quadras.
Los simpatizantes de la organización iraní enviaron 971.890,56 euros a la cuenta de Vox entre diciembre de 2013 y abril de 2014. “Santiago Abascal estuvo al tanto de todo, le expliqué mi relación con el CNRI y le dije que nos financiarían. Le pareció bien. Estaba encantado. No puso ninguna pega”, relata Vidal-Quadras. Vox ha declinado responder a este periódico.
La fuerza ultra recibió la primera transferencia del grupo iraní el día que se inscribió en el registro de partidos
Durante casi cinco meses, seguidores del CNRI de una quincena de países —entre ellos Alemania, Italia, Suiza, EE UU y Canadá— regaron la cuenta del partido. La aportación mínima fue de 60 euros. La máxima, de 35.560,32 y llegó en febrero de 2014 de un potentado constructor iraní radicado en EE UU. El hijo de este donante contribuyó también a la causa con 21.522,35 euros, según los movimientos bancarios.
El millón de euros iraní aterrizó en la cuenta del partido a través de 35 recaudadores. Una figura que encarnaron opositores al régimen de Teherán diseminados por el mundo. Su misión: recoger fondos para Vox en sus países. Solo uno de estos cobradores ordenó seis transferencias a la cuenta de la fuerza ultra por valor de 14.800 euros entre enero y febrero de 2014.
Los recaudadores canalizaron centenares de donaciones de personas anónimas cuyas identidades no figuran ni en la cuenta bancaria abierta por Vox en una entidad catalana ni en la contabilidad interna del partido.
Un potentado constructor iraní residente en EE UU y su hijo donaron 57.000 euros a Vox
Vox recibió en sus cinco primeros meses de vida 141 transferencias de fondos procedentes de un millar de iraníes, según las mismas fuentes. Ninguna de estas aportaciones superó el límite de 100.000 euros anuales fijado por la Ley de Financiación de Partidos de 2012. A la cuenta específica abierta por Vox para recibir el dinero de los opositores solo llegaron dos donativos de personas ajenas al movimiento de resistencia iraní. Y sus aportaciones no rebasaron los 2.000 euros. El grifo financiero de los disidentes se cortó antes del inicio de la campaña europea de mayo de 2014.
El análisis del Excel confidencial de Vox confirma que la relación entre los ultras y el grupo opositor a Teherán se inició durante la gestación del partido. El fundador y primer presidente de la formación, Alejo Vidal-Quadras, pidió entonces auxilio económico a los responsables de la organización iraní tras anunciar sus planes de abandonar el PP y embarcarse en la nueva aventura política, según reconoce el que fuera también vicepresidente del Parlamento Europeo entre 2004 y 2014.
Vidal-Quadras confirma así que el CNRI organizó la colecta mundial para respaldar la creación de Vox. Y puntualiza: "Los donativos no vinieron de la organización, sino de simpatizantes del CNRI. De una comunidad en el exilio muy variopinta". La Ley de Financiación de Partidos Políticos prohíbe las donaciones de partidos u organizaciones extranjeras.
La organización iraní recurrió a 35 recaudadores de una quincena de países para recolectar fondos
La conexión entre este político y la entidad iraní se remonta a la etapa del dirigente conservador como eurodiputado (1999-2014). Tras aterrizar en Bruselas, Vidal-Quadras recibió a una delegación de los opositores al régimen islámico. E inició una relación que cristalizó después en la participación del parlamentario en más de 14 ediciones del encuentro anual que el CNRI celebra en París. Una cita que concentró el pasado año a 4.000 personas y por la que han desfilado los expresidentes del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, José María Aznar o la exvicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega.
Documento notarial para Abascal Vidal-Quadras abandonó Vox en 2015 tras no hacerse con el escaño en el Parlamento Europeo al obtener solo el 1,56 % de los votos (244.929). Antes de marcharse, entregó al partido un documento notarial con las transferencias del CNRI y los gastos de la formación, según fuentes conocedoras de la contabilidad de Vox. El grupo opositor cortó el caudal de fondos a la formación ultra después de que Vidal-Quadras dejara el partido.
El dinero iraní de Vox ha originado malestar en el seno de la formación. Este periódico desveló la pasada semana que el CNRI costeó con 800.000 euros el 80% de la campaña europea de 2014. Una convocatoria donde concurrieron Abascal y el actual vicesecretario de Relaciones Internacionales, Iván Espinosa de los Monteros.
Abascal aseguró tras conocer la noticia que los donativos fueron legales porque su partido entregó la lista al Tribunal de Cuentas. Una afirmación que el organismo fiscalizador niega.
Las nuevas revelaciones elevan los fondos extranjeros de Vox al millón de euros. Y confirman que el caudal iraní resultó clave para alumbrar la fundación del primer partido ultra que ha desembarcado con fuerza en el tablero político español.
investigacion@elpais
sábado, 20 de julio de 2019
Tratado de Rapallo (1922)
Para otros usos de este término, véase Tratado de Rapallo.
El Tratado de Rapallo fue un tratado de amistad y cooperación
entre la RSFS de Rusia y Alemania, firmado en la localidad italiana de Rapallo respectivamente por Georgi Chicherin, ministro de Relaciones Exteriores de la Unión Soviética y Walther Rathenau, ministro alemán de Relaciones Exteriores, el 16 de abril de 1922.
Contexto histórico
Tras la consolidación de la República de Weimar era evidente que el gobierno alemán ansiaba establecer relaciones económicas con algún país de Europa también marginado por los vencedores de la Primera Guerra Mundial y la aún joven Rusia Soviética parecía la opción más viable, aun cuando los líderes políticos de la República de Weimar habían aplastado violentamente todo intento del Partido Comunista de Alemania para tomar el poder.
Al mismo tiempo, los dirigentes soviéticos estaban deseosos de establecer relaciones económicas y diplomáticas con otros países de Europa, pero la intervención franco-británica de la guerra civil rusa había generado mucha desconfianza mutua entre los vencedores de la Primera Guerra Mundial y el gobierno comunista.
Otras potencias económicas, Japón y los Estados Unidos, tampoco eran fácilmente aceptables para romper el aislamiento pues no solo también habían participado en la intervención extranjera en Rusia sino que Japón aún era un rival político y económico de la RSFS de Rusia en Siberia, mientras que EE. UU. estaba geográficamente muy distante de los principales centros de industria y población soviéticas. Ante ello, la derrotada Alemania era el candidato más idóneo para iniciar la ruptura del aislamiento soviético.
Firma del Tratado
Cuando las potencias vencedoras del Tratado de Versalles determinaron establecer el nuevo esquema económico y monetario de Europa tras la Gran Guerra, aprovecharon también para plantear sus relaciones internacionales con la Rusia bolchevique, ya consolidada tras su total victoria en la guerra civil rusa, y efectuar sus reclamos por las deudas del Imperio ruso no reconocidas por el nuevo régimen comunista, así como por los daños sufridos por empresas extranjeras durante las nacionalizaciones ejecutadas por el gobierno soviético.
Para esto se realizó la Conferencia de Génova del 10 de abril al 22 de mayo de 1922 en la ciudad italiana de Génova, donde los diplomáticos de la RSFS de Rusia y de Alemania realizaron algunos acercamientos en los meses previos para romper su mutuo aislamiento. Cuando se reunieron en Génova, los delegados soviéticos y alemanes que quedaban fuera de las negociaciones entre los vencedores de la Primera Guerra Mundial decidieron acudir al cercano balneario de Rapallo para terminar de acordar los puntos del tratado por el cual normalizaban sus relaciones.
Por el tratado, ambos países establecieron relaciones diplomáticas, renunciaron a toda reparación de guerra, renunciaron a las reclamaciones mutuas sobre derechos de sus ciudadanos domiciliados en sus respectivos países, y se comprometieron a desarrollar la cooperación económica bilateral, atendiendo a sus necesidades especiales. Alemania renunció también a reclamar los créditos concedidos en el pasado a Rusia, a cambio de obtener en la práctica el monopolio de la transferencia tecnológica para el aprovechamiento para la industria soviética. La gran importancia del Tratado de Rapallo fue que puso fin al aislamiento que soportaban ambos países después del Tratado de Versalles y constituyó un serio fracaso diplomático para Francia y Reino Unido, que deseaban mantener las relaciones con la Rusia soviética en el nivel más bajo posible, pero que en simultáneo ansiaban evitar que la República de Weimar realizara alianzas internacionales.
Una cláusula secreta permitió a Alemania entrenar a sus tropas en el territorio soviético y construir en Rusia las armas prohibidas por el Tratado de Versalles. De hecho, la Reichswehr alemana se hallaba limitada en la posesión de armas modernas como tanques y cañones de largo alcance, no podía poseer aviación de combate ni un número de efectivos mayor a los 100 000 hombres. No obstante, al quedar Rusia excluida de los acuerdos de Versalles, el Ejército Rojo se había desarrollado sin más limitaciones que las impuestas por su aislamiento tecnológico.
No obstante, el Tratado de Rapallo permitió al gobierno alemán enviar misiones militares de la Reichswehr a la URSS y aprovechar así las prácticas del Ejército Rojo con tanques y aviación, llegando al extremo que la Reichswehr inclusive poseía un aeródromo de entrenamiento propio en la localidad soviética de Lípetsk. Por su parte, el Ejército Rojo se beneficiaba de los conocimientos tecnológicos alemanes, tanto de los desarrollados por los propios veteranos de la Reichswehr como de los obtenidos por Alemania en sus contactos con el resto de Europa, manteniéndose actualizado en cuanto a avances bélicos.
Henry Kissinger(*), en su obra Diplomacia (1994), declara:
Después de la primera semana de conferencia, a Alemania y a la Unión Soviética les preocupaba que se les enfrentara entre sí. Cuando uno de los ayudantes de Chicherin telefoneó a la delegación alemana (...) los alemanes no lo pensaron dos veces. (...) Ambos ministros de Exteriores no tardaron en redactar un acuerdo en que Alemania y la Unión Soviética establecían plenas relaciones diplomáticas, renunciaban a sus reclamaciones mutuas y se otorgaban, a la recíproca, la condición de nación más favorecida. (...) Al cabo de un año, Alemania y la Unión Soviética estaban negociando en secreto acuerdos de cooperación militar y económica. (...) el acuerdo de Rapallo (...) simbolizó un interés común que siguió acercando a los gobernantes soviéticos y alemanes durante el resto del período de entreguerras. (...)
Lloyd George observaría, muchos años después: «Si Rapallo no hubiese existido, no habría habido Ruhr.» Pero también es cierto que si Gran Bretaña hubiese estado dispuesta a ofrecer garantías de seguridad a Francia, ésta no habría tomado una medida tan desesperada como ocupar la zona industrial de Alemania. Si Francia se hubiese mostrado más flexible en las cuestiones de las indemnizaciones y del desarme Gran Bretaña habría sido más accesible a la cuestión de la alianza... (...)
Desde luego, la pesadilla máxima de Stalin era una coalición de todos los países capitalistas que atacaran simultáneamente a la Unión Soviética. En 1927, Stalin describió la estrategia soviética de igual manera que lo había hecho Lenin un decenio antes: «[...] mucho [...] depende de si logramos diferir la guerra inevitable con el mundo capitalista [...] hasta el momento [...] en que los capitalistas empiecen a luchar entre sí [...]»
Para favorecer esta perspectiva, la Unión Soviética había firmado el acuerdo de Rapallo con Alemania en 1922 y el Tratado de Neutralidad de Berlín en 1926, que renovó en 1931, prometiendo explícitamente mantenerse al margen de una guerra capitalista.
Henry Kissinger, Diplomacia (1994). Pido disculpas por citar a este personaje, ya Manuel Vázquez Montalván, nos previno reiteradamente contra él.
1 Referencias
https://es.wikipedia.org/wiki/Tratado_de_Rapallo_(1922)
P. D.: Este tratado lo traigo a colación como ejemplo de colaboración entre dos países muy diferentes y distantes. Los hombres, y la izquierda, pueden plantearse colaborar con estados, sociedades, situaciones y personajes muy distintos a ellos, y siempre ha ocurrido pues es la esencia de la política.
Es curioso que este tratado se cita muy poco, prácticamente nada, y que su firma fuese un factor fundamental para justificar el atentado de la extrema derecha alemana en el que se asesinó al ministro y amigo de Einstein; Walther Rathenau, un hombre moderado, dialogante y eficiente, que, sin duda, habría hecho posible otra política en Alemania, muy distinta a la agresiva, dictatorial y bélica de Hitler y su partido. Con su asesinato, esa posibilidad no pudo realizarse.
El Tratado de Rapallo fue un tratado de amistad y cooperación
entre la RSFS de Rusia y Alemania, firmado en la localidad italiana de Rapallo respectivamente por Georgi Chicherin, ministro de Relaciones Exteriores de la Unión Soviética y Walther Rathenau, ministro alemán de Relaciones Exteriores, el 16 de abril de 1922.
Contexto histórico
Tras la consolidación de la República de Weimar era evidente que el gobierno alemán ansiaba establecer relaciones económicas con algún país de Europa también marginado por los vencedores de la Primera Guerra Mundial y la aún joven Rusia Soviética parecía la opción más viable, aun cuando los líderes políticos de la República de Weimar habían aplastado violentamente todo intento del Partido Comunista de Alemania para tomar el poder.
Al mismo tiempo, los dirigentes soviéticos estaban deseosos de establecer relaciones económicas y diplomáticas con otros países de Europa, pero la intervención franco-británica de la guerra civil rusa había generado mucha desconfianza mutua entre los vencedores de la Primera Guerra Mundial y el gobierno comunista.
Otras potencias económicas, Japón y los Estados Unidos, tampoco eran fácilmente aceptables para romper el aislamiento pues no solo también habían participado en la intervención extranjera en Rusia sino que Japón aún era un rival político y económico de la RSFS de Rusia en Siberia, mientras que EE. UU. estaba geográficamente muy distante de los principales centros de industria y población soviéticas. Ante ello, la derrotada Alemania era el candidato más idóneo para iniciar la ruptura del aislamiento soviético.
Firma del Tratado
Cuando las potencias vencedoras del Tratado de Versalles determinaron establecer el nuevo esquema económico y monetario de Europa tras la Gran Guerra, aprovecharon también para plantear sus relaciones internacionales con la Rusia bolchevique, ya consolidada tras su total victoria en la guerra civil rusa, y efectuar sus reclamos por las deudas del Imperio ruso no reconocidas por el nuevo régimen comunista, así como por los daños sufridos por empresas extranjeras durante las nacionalizaciones ejecutadas por el gobierno soviético.
Para esto se realizó la Conferencia de Génova del 10 de abril al 22 de mayo de 1922 en la ciudad italiana de Génova, donde los diplomáticos de la RSFS de Rusia y de Alemania realizaron algunos acercamientos en los meses previos para romper su mutuo aislamiento. Cuando se reunieron en Génova, los delegados soviéticos y alemanes que quedaban fuera de las negociaciones entre los vencedores de la Primera Guerra Mundial decidieron acudir al cercano balneario de Rapallo para terminar de acordar los puntos del tratado por el cual normalizaban sus relaciones.
Por el tratado, ambos países establecieron relaciones diplomáticas, renunciaron a toda reparación de guerra, renunciaron a las reclamaciones mutuas sobre derechos de sus ciudadanos domiciliados en sus respectivos países, y se comprometieron a desarrollar la cooperación económica bilateral, atendiendo a sus necesidades especiales. Alemania renunció también a reclamar los créditos concedidos en el pasado a Rusia, a cambio de obtener en la práctica el monopolio de la transferencia tecnológica para el aprovechamiento para la industria soviética. La gran importancia del Tratado de Rapallo fue que puso fin al aislamiento que soportaban ambos países después del Tratado de Versalles y constituyó un serio fracaso diplomático para Francia y Reino Unido, que deseaban mantener las relaciones con la Rusia soviética en el nivel más bajo posible, pero que en simultáneo ansiaban evitar que la República de Weimar realizara alianzas internacionales.
Una cláusula secreta permitió a Alemania entrenar a sus tropas en el territorio soviético y construir en Rusia las armas prohibidas por el Tratado de Versalles. De hecho, la Reichswehr alemana se hallaba limitada en la posesión de armas modernas como tanques y cañones de largo alcance, no podía poseer aviación de combate ni un número de efectivos mayor a los 100 000 hombres. No obstante, al quedar Rusia excluida de los acuerdos de Versalles, el Ejército Rojo se había desarrollado sin más limitaciones que las impuestas por su aislamiento tecnológico.
No obstante, el Tratado de Rapallo permitió al gobierno alemán enviar misiones militares de la Reichswehr a la URSS y aprovechar así las prácticas del Ejército Rojo con tanques y aviación, llegando al extremo que la Reichswehr inclusive poseía un aeródromo de entrenamiento propio en la localidad soviética de Lípetsk. Por su parte, el Ejército Rojo se beneficiaba de los conocimientos tecnológicos alemanes, tanto de los desarrollados por los propios veteranos de la Reichswehr como de los obtenidos por Alemania en sus contactos con el resto de Europa, manteniéndose actualizado en cuanto a avances bélicos.
Henry Kissinger(*), en su obra Diplomacia (1994), declara:
Después de la primera semana de conferencia, a Alemania y a la Unión Soviética les preocupaba que se les enfrentara entre sí. Cuando uno de los ayudantes de Chicherin telefoneó a la delegación alemana (...) los alemanes no lo pensaron dos veces. (...) Ambos ministros de Exteriores no tardaron en redactar un acuerdo en que Alemania y la Unión Soviética establecían plenas relaciones diplomáticas, renunciaban a sus reclamaciones mutuas y se otorgaban, a la recíproca, la condición de nación más favorecida. (...) Al cabo de un año, Alemania y la Unión Soviética estaban negociando en secreto acuerdos de cooperación militar y económica. (...) el acuerdo de Rapallo (...) simbolizó un interés común que siguió acercando a los gobernantes soviéticos y alemanes durante el resto del período de entreguerras. (...)
Lloyd George observaría, muchos años después: «Si Rapallo no hubiese existido, no habría habido Ruhr.» Pero también es cierto que si Gran Bretaña hubiese estado dispuesta a ofrecer garantías de seguridad a Francia, ésta no habría tomado una medida tan desesperada como ocupar la zona industrial de Alemania. Si Francia se hubiese mostrado más flexible en las cuestiones de las indemnizaciones y del desarme Gran Bretaña habría sido más accesible a la cuestión de la alianza... (...)
Desde luego, la pesadilla máxima de Stalin era una coalición de todos los países capitalistas que atacaran simultáneamente a la Unión Soviética. En 1927, Stalin describió la estrategia soviética de igual manera que lo había hecho Lenin un decenio antes: «[...] mucho [...] depende de si logramos diferir la guerra inevitable con el mundo capitalista [...] hasta el momento [...] en que los capitalistas empiecen a luchar entre sí [...]»
Para favorecer esta perspectiva, la Unión Soviética había firmado el acuerdo de Rapallo con Alemania en 1922 y el Tratado de Neutralidad de Berlín en 1926, que renovó en 1931, prometiendo explícitamente mantenerse al margen de una guerra capitalista.
Henry Kissinger, Diplomacia (1994). Pido disculpas por citar a este personaje, ya Manuel Vázquez Montalván, nos previno reiteradamente contra él.
1 Referencias
https://es.wikipedia.org/wiki/Tratado_de_Rapallo_(1922)
P. D.: Este tratado lo traigo a colación como ejemplo de colaboración entre dos países muy diferentes y distantes. Los hombres, y la izquierda, pueden plantearse colaborar con estados, sociedades, situaciones y personajes muy distintos a ellos, y siempre ha ocurrido pues es la esencia de la política.
Es curioso que este tratado se cita muy poco, prácticamente nada, y que su firma fuese un factor fundamental para justificar el atentado de la extrema derecha alemana en el que se asesinó al ministro y amigo de Einstein; Walther Rathenau, un hombre moderado, dialogante y eficiente, que, sin duda, habría hecho posible otra política en Alemania, muy distinta a la agresiva, dictatorial y bélica de Hitler y su partido. Con su asesinato, esa posibilidad no pudo realizarse.
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martes, 16 de julio de 2019
La izquierda absorbida
Rebelión
Una de las particularidades más eficaces del sistema es su capacidad de absorción a todo aquello que lo cuestiona. En lo político, en lo social, en lo cultural, muchas de las manifestaciones rebeldes terminan, tarde o temprano, integrando la plantilla del sistema de algún modo.
Es que el capitalismo más que un sistema económico es un modo de vida, como sabemos. Por lo tanto jugar con las mismas normas, los valores y los conceptos de vida que propone, es caer en la trampa.
El sistema nos dice que democracia es votar cada tanto y dejar que los representantes decidan por nosotros acerca de nuestra propia vida. Nosotros una vez que hayamos votado debemos ser obedientes y cumplir con nuestro deber de buenos ciudadanos. Es decir, irnos a casa y ser espectadores de nuestro propio destino, porque nunca más nos consultarán y mucho menos nos obedecerán. Aquello de que democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no es mas que un idealismo impropio de gente sensata, una utopía izquierdista que no nos lleva a ninguna parte. En realidad fue una frase de Abraham Lincoln que dijo en 1863, pero mejor olvidarla.
De modo que todo se reduce a la vía electoral. La derecha en su ambiente ideal, ya que para ellos el pueblo está para decir que si, para aplaudir y para pedir autógrafos. El bien llamado “trifachito” puede tener diferencias de matices pero en el fondo todos defienden los intereses de los que realmente mandan, que son, como también todos sabemos, los dueños del poder económico, que no entran en las batallas mundanas aunque mueven los hilos a voluntad.
¿Qué hace la izquierda a todo esto? Me refiero a los políticos de izquierda donde no incluyo, por supuesto, al PSOE que desde el felipismo ocupa un lugar preferencial en el sostenimiento del sistema. Ya da hasta un poco de grima llamarlo “socialista” y resulta irrespetuoso decirle “obrero” (irrespetuoso para los obreros, naturalmente). Con Partido Español estaría mucho mejor y adecuado a su papel de constructor de un capitalismo “bueno”, como si eso fuera posible.
Yo creo que un partido político de izquierda tiene dos deberes ineludibles:
1) Cuestionar el capitalismo causa última de todas las injusticias sociales.Y al mismo tiempo iniciar el camino para reemplazarlo por una sociedad más justa y auténticamente democrática.
2) Ir hacia una democracia participativa y directa, donde el pueblo tenga ocasión de intervenir permanentemente en las decisiones que atañen a su propia vida.
El capitalismo, decía José Luis Sampedro, es un sistema agotado. Cumplió su papel en la historia de la humanidad, como cualquier otro sistema, pero ya no tiene respuestas salvo para una minoría que se aprovecha inescrupulosamente del esfuerzo de la mayoría de la población. Es un sistema que mata, dice el papa Fracisco, y que somete y explota a la mayoría. Es un sistema criminal, afirma Frei Betto con toda la razón de la realidad.
Para José Saramago, el capitalismo es incompatible con la democracia. Y Vázquez Montalbán nos advierte que el capitalismo “no ha cedido ni un duro, ni una hora de descanso, ni un cuarto de hora para el bocadillo, sin presión, sin lucha, sin sangre, sin muerte”.
Bien, ni Podemos abocado de lleno a la pelea por un lugar de privilegio en un posible gobierno del PSOE y que ya ha abandonado totalmente su rebeldía inicial para acomodarse en los beneficios del electoralismo, ni Izquierda Unida prácticamente desaparecida de los lugares que solía frecuentar, pueden considerarse, estrictamente, partidos de izquierda si tenemos en cuenta que no cumplen con los deberes cuestionadores del sistema, ni se les ocurre proponer una democracia real y directa.
La democracia no es tal, también nos recordaba Sampedro, si en vez de residir en el pueblo es patrimonio de los banqueros.
Solo quedan los movimientos sociales que, lamentablemente, están solos en su lucha salvo que en alguna manifestación callejera encuentren a algún político que se arrime para la foto. También alguna lucha aislada de los trabajadores, que siguen sin tener noticias de los sindicatos en otros tiempos combativos.
En definitiva, el sistema ha absorbido como en otras tantas veces y no solo en España, a una izquierda que empezó revoltosa e irreverente, para terminar tan dócil y adaptada que es mas necesario que nunca revolucionarla para que vuelva al pueblo del que se despegó y reanudemos juntos la tarea de construir una sociedad mejor.
“Está todo muy bien tramado
para dominar,
para que no tengamos una democracia”
José Luis Sampedro
Una de las particularidades más eficaces del sistema es su capacidad de absorción a todo aquello que lo cuestiona. En lo político, en lo social, en lo cultural, muchas de las manifestaciones rebeldes terminan, tarde o temprano, integrando la plantilla del sistema de algún modo.
Es que el capitalismo más que un sistema económico es un modo de vida, como sabemos. Por lo tanto jugar con las mismas normas, los valores y los conceptos de vida que propone, es caer en la trampa.
El sistema nos dice que democracia es votar cada tanto y dejar que los representantes decidan por nosotros acerca de nuestra propia vida. Nosotros una vez que hayamos votado debemos ser obedientes y cumplir con nuestro deber de buenos ciudadanos. Es decir, irnos a casa y ser espectadores de nuestro propio destino, porque nunca más nos consultarán y mucho menos nos obedecerán. Aquello de que democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no es mas que un idealismo impropio de gente sensata, una utopía izquierdista que no nos lleva a ninguna parte. En realidad fue una frase de Abraham Lincoln que dijo en 1863, pero mejor olvidarla.
De modo que todo se reduce a la vía electoral. La derecha en su ambiente ideal, ya que para ellos el pueblo está para decir que si, para aplaudir y para pedir autógrafos. El bien llamado “trifachito” puede tener diferencias de matices pero en el fondo todos defienden los intereses de los que realmente mandan, que son, como también todos sabemos, los dueños del poder económico, que no entran en las batallas mundanas aunque mueven los hilos a voluntad.
¿Qué hace la izquierda a todo esto? Me refiero a los políticos de izquierda donde no incluyo, por supuesto, al PSOE que desde el felipismo ocupa un lugar preferencial en el sostenimiento del sistema. Ya da hasta un poco de grima llamarlo “socialista” y resulta irrespetuoso decirle “obrero” (irrespetuoso para los obreros, naturalmente). Con Partido Español estaría mucho mejor y adecuado a su papel de constructor de un capitalismo “bueno”, como si eso fuera posible.
Yo creo que un partido político de izquierda tiene dos deberes ineludibles:
1) Cuestionar el capitalismo causa última de todas las injusticias sociales.Y al mismo tiempo iniciar el camino para reemplazarlo por una sociedad más justa y auténticamente democrática.
2) Ir hacia una democracia participativa y directa, donde el pueblo tenga ocasión de intervenir permanentemente en las decisiones que atañen a su propia vida.
El capitalismo, decía José Luis Sampedro, es un sistema agotado. Cumplió su papel en la historia de la humanidad, como cualquier otro sistema, pero ya no tiene respuestas salvo para una minoría que se aprovecha inescrupulosamente del esfuerzo de la mayoría de la población. Es un sistema que mata, dice el papa Fracisco, y que somete y explota a la mayoría. Es un sistema criminal, afirma Frei Betto con toda la razón de la realidad.
Para José Saramago, el capitalismo es incompatible con la democracia. Y Vázquez Montalbán nos advierte que el capitalismo “no ha cedido ni un duro, ni una hora de descanso, ni un cuarto de hora para el bocadillo, sin presión, sin lucha, sin sangre, sin muerte”.
Bien, ni Podemos abocado de lleno a la pelea por un lugar de privilegio en un posible gobierno del PSOE y que ya ha abandonado totalmente su rebeldía inicial para acomodarse en los beneficios del electoralismo, ni Izquierda Unida prácticamente desaparecida de los lugares que solía frecuentar, pueden considerarse, estrictamente, partidos de izquierda si tenemos en cuenta que no cumplen con los deberes cuestionadores del sistema, ni se les ocurre proponer una democracia real y directa.
La democracia no es tal, también nos recordaba Sampedro, si en vez de residir en el pueblo es patrimonio de los banqueros.
Solo quedan los movimientos sociales que, lamentablemente, están solos en su lucha salvo que en alguna manifestación callejera encuentren a algún político que se arrime para la foto. También alguna lucha aislada de los trabajadores, que siguen sin tener noticias de los sindicatos en otros tiempos combativos.
En definitiva, el sistema ha absorbido como en otras tantas veces y no solo en España, a una izquierda que empezó revoltosa e irreverente, para terminar tan dócil y adaptada que es mas necesario que nunca revolucionarla para que vuelva al pueblo del que se despegó y reanudemos juntos la tarea de construir una sociedad mejor.
lunes, 15 de julio de 2019
_- El discreto entierro del INF. El acuerdo de desarme nuclear más crucial para Europa y los europeos se va al garete entre la abúlica indiferencia de nuestras sociedades.
_- Rafael Poch de Feliu
Ctxt
Entre diciembre de 1987 y julio de 1991, la URSS y Estados Unidos firmaron acuerdos de desarme sin precedentes que cambiaron radicalmente la situación internacional. En diciembre de 1987 Gorbachov y Reagan firmaron en Washington el acuerdo INF, sobre fuerzas nucleares intermedias, de alcance entre 500 y 5.500 kilómetros. Aquel acuerdo supuso la eliminación de los euromisiles: 826 de alcance medio y 926 de corto alcance por parte de la URSS, y 689 y 170, respectivamente, por parte de Estados Unidos.
Aunque sólo representaba el 5% de los arsenales nucleares conjuntos, el acuerdo libró a los europeos de una pesadilla y era un inicio para algo más. Atrás quedaba el impresionante “movimiento por la paz”, que, particularmente en Alemania, movilizó a la sociedades europeas con un vigor y una energía inusitados. Sobre aquella estela de sentido común, en julio de 1991 Bush y Gorbachov firmaron en Moscú el primer acuerdo START para una reducción del 40% de los respectivos arsenales estratégicos, es decir de largo alcance.
Además, en noviembre de 1990 se había firmado en París el acuerdo sobre reducción de fuerzas convencionales en Europa (CFE), y la URSS inició enseguida la retirada de tropas de Hungría, Checoslovaquia, República Democrática Alemana y Mongolia. La importancia de todo esto no precisa ser resaltada: se alteró el clima en una Europa dos veces asolada por la guerra mundial en el siglo XX y se desmilitarizaron y normalizaron las relaciones de Moscú con Estados Unidos y China.
Todo esto se va ahora al garete a iniciativa de Estados Unidos, de la mano de dementes criminales como John Bolton. El 1 de febrero Washington anunció su abandono del acuerdo INF. El pretexto es la acusación de que Rusia había vulnerado dicho tratado, argumento que nuestra prensa ha divulgado profusamente. La simple realidad es que Estados Unidos violó el INF desde el mismo momento en que, hace ya años, desplegó junto a las fronteras rusas el famoso “escudo antimisiles”. Tras reiteradas protestas de Moscú, siempre ignoradas, Rusia tomó medidas de respuesta que ahora son las mencionadas para justificar el abandono de Estados Unidos.
El procedimiento de denuncia del acuerdo tiene un calendario de seis meses que termina en tres semanas, el 1 de agosto. Para los europeos es muy mala noticia, porque volveremos a tener euromisiles nucleares. Los políticos europeos reaccionaron a este asunto enseguida.
En julio de 2018 la canciller Angela Merkel había declarado en una reunión de jefes de estado y de gobierno de la OTAN que el INF era un acuerdo “decisivo para la seguridad euroatlántica”. Siete meses después, en la Conferencia de Seguridad de Munich, la misma canciller calificaba el abandono del acuerdo como “inevitable”. El denostado Putin propuso, ya en febrero, dedicar los seis meses de plazo de salida del acuerdo para renegociar el asunto conjuntamente con Estados Unidos y China, y el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, anunció que haría todo lo posible por “salvar el INF”. En realidad nadie hizo nada.
Todo esto es dramático, pero aún lo es más si se atiende a lo que el comentarista alemán Leo Ensel, define como “un desastroso frente popular de la ignorancia, la indolencia y la conveniencia”. La pasividad social ante este peligroso desastre, al que probablemente seguirá la denuncia del acuerdo START cuando expire su vigencia en 2021, es inaudita. En los primeros años ochenta toda Alemania estaba revolucionada por los euromisiles. Hasta en Alemania del Este había un “movimiento por la paz” que protestaba contra el despliegue de los SS-20 soviéticos y no solo contra los Pershing americanos. La Iglesia Evangélica se volcaba, en las dos Alemanias, en la campaña por el desarme. Los verdes, que entonces eran un partido de izquierdas que acababa de llegar a las instituciones, sin nada que ver con el actual partido belicista actual de burgueses neoliberales, tenían una posición principal. En Inglaterra estaba en marcha la Campaña por el Desarme Nuclear (CDN), el movimiento entonces liderado por el historiador E.P. Thompson que había fundado en los cincuenta el magnífico Bertrand Russell… ¿Dónde están los equivalentes de hoy, esos intelectuales, esas iniciativas civiles? Quizá viendo series tontorronas en la televisión a la carta. ¿Y los jóvenes?, enfrascados en su teléfono móvil. Ni siquiera la estupenda iniciativa Fridays for Future ha sido capaz de relacionar este peligro nuclear concreto con la protesta contra el cambio climático. En tres semanas se da una tremenda involución y aquí nadie se entera.
P.S. Más sobre Assange: ¿Se acuerdan de la jueza Emma Arbuthnot? Fue la que declaró a Julian Assange extraditable a Estados Unidos tras una vista de 15 minutos en la que caracterizó al disidente occidental encarcelado número 1 como “un narcisista incapaz de ver nada más allá de su propio interés”. Pues bien, la prensa británica ha destapado un pequeño asunto que ilustra el ambiente que rodea a esta magistrada. Su marido, Lord Arbuthnot, es un reputado reaccionario que fue ministro de defensa, acérrimo atlantista, con excelentes conexiones en el Pentágono, que es quien manda en la persecución y calvario de Assange, y, por supuesto, antiguo presidente del “grupo de amistad Reino Unido-Israel” en el parlamento de su país. Lord Arbuthnot fue entusiasta corífeo de Tony Blair en la venta de las mentiras de la guerra de Irak y se le conocen sonadas tomas de posición contra Edward Snowden, el disidente occidental exiliado número 1 y el hombre que demostró la existencia de Big Brother y su encarnación en la NSA. Pues bien, este señor resulta ser socio de una empresa de “inteligencia económica” que tuvo como cliente a la empresa neoexplotadora americanoide Uber. Resulta que el alcalde de Londres, Sadiq Khan, logró echar a Uber de su ciudad, pero la empresa recurrió y ganó el pleito, por lo que su actividad vuelve a ser legal en Londres, gracias a un fallo… de la jueza Emma Arbuthnot. La independencia de esta jueza experta en diagnosticar “narcisistas” en quince minutos, ha quedado, así pues, en entredicho por la actividad de su marido a favor de Uber, pero ¿y sobre Assange? ¿Tienen algo que ver los contactos y servidumbres de su marido con su luz verde a la extradición? Después de todo, los ministros de defensa de Gran Bretaña son, por definición, aventajados vasallos del Pentágono. La pregunta es retórica y la realidad, como suele ocurrir, seguramente supera con creces todas nuestras ingenuas sospechas, aunque de eso nos enteremos treinta años después
(Publicado en Ctxt)
Fuente:
https://rafaelpoch.com/2019/07/10/el-discreto-entierro-del-inf/#more-311
Ctxt
Entre diciembre de 1987 y julio de 1991, la URSS y Estados Unidos firmaron acuerdos de desarme sin precedentes que cambiaron radicalmente la situación internacional. En diciembre de 1987 Gorbachov y Reagan firmaron en Washington el acuerdo INF, sobre fuerzas nucleares intermedias, de alcance entre 500 y 5.500 kilómetros. Aquel acuerdo supuso la eliminación de los euromisiles: 826 de alcance medio y 926 de corto alcance por parte de la URSS, y 689 y 170, respectivamente, por parte de Estados Unidos.
Aunque sólo representaba el 5% de los arsenales nucleares conjuntos, el acuerdo libró a los europeos de una pesadilla y era un inicio para algo más. Atrás quedaba el impresionante “movimiento por la paz”, que, particularmente en Alemania, movilizó a la sociedades europeas con un vigor y una energía inusitados. Sobre aquella estela de sentido común, en julio de 1991 Bush y Gorbachov firmaron en Moscú el primer acuerdo START para una reducción del 40% de los respectivos arsenales estratégicos, es decir de largo alcance.
Además, en noviembre de 1990 se había firmado en París el acuerdo sobre reducción de fuerzas convencionales en Europa (CFE), y la URSS inició enseguida la retirada de tropas de Hungría, Checoslovaquia, República Democrática Alemana y Mongolia. La importancia de todo esto no precisa ser resaltada: se alteró el clima en una Europa dos veces asolada por la guerra mundial en el siglo XX y se desmilitarizaron y normalizaron las relaciones de Moscú con Estados Unidos y China.
Todo esto se va ahora al garete a iniciativa de Estados Unidos, de la mano de dementes criminales como John Bolton. El 1 de febrero Washington anunció su abandono del acuerdo INF. El pretexto es la acusación de que Rusia había vulnerado dicho tratado, argumento que nuestra prensa ha divulgado profusamente. La simple realidad es que Estados Unidos violó el INF desde el mismo momento en que, hace ya años, desplegó junto a las fronteras rusas el famoso “escudo antimisiles”. Tras reiteradas protestas de Moscú, siempre ignoradas, Rusia tomó medidas de respuesta que ahora son las mencionadas para justificar el abandono de Estados Unidos.
El procedimiento de denuncia del acuerdo tiene un calendario de seis meses que termina en tres semanas, el 1 de agosto. Para los europeos es muy mala noticia, porque volveremos a tener euromisiles nucleares. Los políticos europeos reaccionaron a este asunto enseguida.
En julio de 2018 la canciller Angela Merkel había declarado en una reunión de jefes de estado y de gobierno de la OTAN que el INF era un acuerdo “decisivo para la seguridad euroatlántica”. Siete meses después, en la Conferencia de Seguridad de Munich, la misma canciller calificaba el abandono del acuerdo como “inevitable”. El denostado Putin propuso, ya en febrero, dedicar los seis meses de plazo de salida del acuerdo para renegociar el asunto conjuntamente con Estados Unidos y China, y el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, anunció que haría todo lo posible por “salvar el INF”. En realidad nadie hizo nada.
Todo esto es dramático, pero aún lo es más si se atiende a lo que el comentarista alemán Leo Ensel, define como “un desastroso frente popular de la ignorancia, la indolencia y la conveniencia”. La pasividad social ante este peligroso desastre, al que probablemente seguirá la denuncia del acuerdo START cuando expire su vigencia en 2021, es inaudita. En los primeros años ochenta toda Alemania estaba revolucionada por los euromisiles. Hasta en Alemania del Este había un “movimiento por la paz” que protestaba contra el despliegue de los SS-20 soviéticos y no solo contra los Pershing americanos. La Iglesia Evangélica se volcaba, en las dos Alemanias, en la campaña por el desarme. Los verdes, que entonces eran un partido de izquierdas que acababa de llegar a las instituciones, sin nada que ver con el actual partido belicista actual de burgueses neoliberales, tenían una posición principal. En Inglaterra estaba en marcha la Campaña por el Desarme Nuclear (CDN), el movimiento entonces liderado por el historiador E.P. Thompson que había fundado en los cincuenta el magnífico Bertrand Russell… ¿Dónde están los equivalentes de hoy, esos intelectuales, esas iniciativas civiles? Quizá viendo series tontorronas en la televisión a la carta. ¿Y los jóvenes?, enfrascados en su teléfono móvil. Ni siquiera la estupenda iniciativa Fridays for Future ha sido capaz de relacionar este peligro nuclear concreto con la protesta contra el cambio climático. En tres semanas se da una tremenda involución y aquí nadie se entera.
P.S. Más sobre Assange: ¿Se acuerdan de la jueza Emma Arbuthnot? Fue la que declaró a Julian Assange extraditable a Estados Unidos tras una vista de 15 minutos en la que caracterizó al disidente occidental encarcelado número 1 como “un narcisista incapaz de ver nada más allá de su propio interés”. Pues bien, la prensa británica ha destapado un pequeño asunto que ilustra el ambiente que rodea a esta magistrada. Su marido, Lord Arbuthnot, es un reputado reaccionario que fue ministro de defensa, acérrimo atlantista, con excelentes conexiones en el Pentágono, que es quien manda en la persecución y calvario de Assange, y, por supuesto, antiguo presidente del “grupo de amistad Reino Unido-Israel” en el parlamento de su país. Lord Arbuthnot fue entusiasta corífeo de Tony Blair en la venta de las mentiras de la guerra de Irak y se le conocen sonadas tomas de posición contra Edward Snowden, el disidente occidental exiliado número 1 y el hombre que demostró la existencia de Big Brother y su encarnación en la NSA. Pues bien, este señor resulta ser socio de una empresa de “inteligencia económica” que tuvo como cliente a la empresa neoexplotadora americanoide Uber. Resulta que el alcalde de Londres, Sadiq Khan, logró echar a Uber de su ciudad, pero la empresa recurrió y ganó el pleito, por lo que su actividad vuelve a ser legal en Londres, gracias a un fallo… de la jueza Emma Arbuthnot. La independencia de esta jueza experta en diagnosticar “narcisistas” en quince minutos, ha quedado, así pues, en entredicho por la actividad de su marido a favor de Uber, pero ¿y sobre Assange? ¿Tienen algo que ver los contactos y servidumbres de su marido con su luz verde a la extradición? Después de todo, los ministros de defensa de Gran Bretaña son, por definición, aventajados vasallos del Pentágono. La pregunta es retórica y la realidad, como suele ocurrir, seguramente supera con creces todas nuestras ingenuas sospechas, aunque de eso nos enteremos treinta años después
(Publicado en Ctxt)
Fuente:
https://rafaelpoch.com/2019/07/10/el-discreto-entierro-del-inf/#more-311
domingo, 14 de julio de 2019
Entrevista al historiador Francisco Espinosa Maestre. “Hacer de la represión franquista una guerra de cifras no tiene ningún sentido”
Enric Llopis
Rebelión
“Al contrario que en el caso de los republicanos, para los golpistas la represión constituyó la base de su acción desde el mismo 17 de julio; conscientes de que eran minoría decidieron imponerse por el terror mediante un calculado plan de exterminio efectuado pueblo a pueblo y ciudad a ciudad, que se extendió durante nueve años (1939-1945)”, escribió hace más de una década el historiador Francisco Espinosa Maestre (Villafranca de los Barros, Badajoz, 1954). Se define como un historiador crítico, que tiene entre sus referentes a Josep Fontana, E.P. Thompson y los franceses de la Escuela historiográfica de los Annales.
Francisco Espinosa es autor de La justicia de Queipo: violencia selectiva y terror fascista en la II División en 1936 (2000); La primavera del Frente Popular. Los campesinos de Badajoz y el origen de la guerra civil (2007) y Lucha de historias, lucha de memorias. España, 2002-2015 (2015), entre otros libros. En el informe sobre la represión franquista que redactó en 2008, el historiador distinguía tres etapas: la primera (17 de julio de 1936-febrero de 1937), caracterizada como de “represión salvaje” con los llamados “bandos de guerra”; la segunda fase, entre marzo de 1937 y los primeros meses de 1945, fue la de los “consejos de guerra sumarísimos de urgencia” (tal vez se pueda percibir una disminución en el ritmo de la represión a partir de 1943, matiza Espinosa Maestre); y, en tercer lugar, la “gran oleada represiva” de finales de los años 40 y los años 50, en la que fueron eliminados decenas de guerrilleros y sus bases de apoyo. La entrevista a Francisco Espinosa tiene lugar antes de que imparta una conferencia en el Centre Cultural La Nau de la Universitat de València.
-La conferencia en el Fórum de Debats de la Universitat de València aborda la represión como “gran secreto” del franquismo. ¿Por qué la consideras un “secreto” y una “cuestión pendiente”?
Porque todavía seguimos sin saber la dimensión real que tuvo. Hay una documentación oculta que a estas alturas no se ha permitido que veamos. Así, en los archivos militares hay miles de documentos que están cerrados a la investigación; la documentación eclesiástica es otro fondo al que tampoco hemos podido acceder, al igual que parte de la documentación judicial o de la guardia civil y la policía.
-¿Qué recomendarías, además de paciencia, a los jóvenes investigadores?
Espero que en algún momento, que no sé cuándo será, se tome la decisión de abrir esos archivos. Pero será otra generación la que los estudie, y no –por razones de edad- quienes empezamos a finales de los 70 y principios de los 80. A ellos les tocará afrontar ese reto, cuando se tenga acceso a los archivos y los documentos; los que hayan quedado después de la quema y la destrucción que hayan llevado a cabo, que es algo que también han hecho, y es posible que aún se destruyan más.
-Pero la investigación avanza. Un reciente libro del periodista Carlos Hernández de Miguel, Los campos de concentración de Franco. Sometimiento, torturas y muerte tras las alambradas (Ediciones B, 2019) documenta la existencia de 296 campos de concentración franquistas…
Parece ser que la primera investigación realizada, la del historiador Javier Rodrigo, fue incompleta. El libro que mencionas ha ampliado los campos en un tercio, ya que se conocía la existencia de aproximadamente 200 (En el artículo “Internamiento y trabajo forzoso: los campos de concentración de Franco”, publicado en 2006 en la revista Hispania Nova, Javier Rodrigo apunta que en España hubo “más de 180 campos -104 de ellos estables- donde a los prisioneros de guerra se les internaba, reeducaba, torturaba, aniquilaba ideológicamente y preparaba para formar parte de la enorme legión de esclavos que construyeron y reconstruyeron infraestructuras estatales, como parte del castigo que debían pagar a la ‘verdadera’ España”. Nota del entrevistador).
-En el libro Violencia roja y azul: España, 1936-1950 (Crítica, 2010), del que fuiste coordinador, cifras en al menos 130.199 las víctimas de la represión franquista, pero en alguna ocasión has alertado de la “obsesión por las cifras” (“el franquismo siempre tuvo claro que el debate sobre la represión nunca debía salir del ámbito numérico”, afirmas). ¿Por qué razón?
Entrar en una batalla de cifras son ganas de perder el tiempo, se entra en un marasmo. Creo que es una discusión que no tiene sentido alguno. Lo único que nos sirve en la investigación y la reflexión es trabajar con nombres y apellidos; es esto lo que soporta todo aquello que podamos afirmar. Por ejemplo, en la ciudad de Badajoz sí podemos decir que fueron 1.400 las víctimas, pero habría que añadir que se trata de una documentación incompleta, que procede en general de los registros civiles y en estos no estaba inscrita ni la mitad de las personas que tendrían que figurar; estamos, por tanto, a la espera de tener acceso a los archivos militares que nos permitan contar con más información.
-Entre 2005 y 2010, fuiste coordinador científico del proyecto Todos los Nombres, iniciativa que promueven la CGT de Andalucía y la asociación Nuestra Memoria (Actualmente hay registradas 98.760 personas, 826 microbiografías y 1.436 documentos).
Hicimos en este caso una base de datos, de los represaliados por el franquismo en Andalucía, Extremadura y el norte de África. Introduje las investigaciones que había realizado sobre Badajoz y Huelva, después fueron añadiéndose otras muchas de gente que había hecho investigaciones locales y provinciales.
-En 2003 publicaste La columna de la muerte. El avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz. Llevas años investigando y escribiendo sin ejercer como docente en la universidad y, por otra parte, al margen de las grandes tribunas mediáticas. ¿Con qué problemas te has encontrado?
Te ves obligado a llevar otra ruta. Y no sólo respecto a los contenidos. Hay temas sobre los que la universidad no ha querido investigar hasta muy tarde. Cuando terminé la carrera, quise hacer la tesina e investigar sobre el golpe militar y la represión en Sevilla. En la universidad me dijeron que no había perspectiva suficiente, que tenía que pasar todavía más tiempo. Era en torno al año 80. No había vías abiertas para hacer estudios de estas características y, por tanto, tenías que hacerlos fuera. Incluso si se hacían estos trabajos tardíamente –en los años 90- también había unos límites. El cambio empezó, parcialmente, en los años 90 del siglo pasado. Pero ocurrió que todo se mezcló después con la oleada “revisionista”, dentro de la universidad también ha habido investigadores que han seguido la ruta del “revisionismo”.
-En el artículo “La memoria de la represión y la lucha por su reconocimiento” (revista Hispania Nova, 2006), escribiste: “La primera gran división que se produce tras el golpe militar del 18 de julio es la que separa a la España donde triunfa la sublevación de la España donde fracasa. Dicho de otra forma: en media España no hubo guerra civil alguna sino sólo golpe militar y represión”. ¿Destacarías algún ejemplo de represión especialmente silenciado?
Yo creo que en todas las provincias, por ejemplo en las que yo he estudiado –Huelva, Badajoz o Sevilla-, hay episodios locales, provinciales y nacionales que llamarían la atención; pequeñas historias que pueden sacarse pueblo a pueblo, ciudad a ciudad, y que darían un buen campo para la difusión. Encontramos muchos casos en Huelva, en Cádiz también hay algunos ejemplos muy interesantes y en Sevilla ni te cuento…
-Por otra parte, ¿a qué obedece tu polémica con el catedrático de Historia Social y del Pensamiento Político, Santos Juliá, colaborador del diario El País desde 1980? ¿Y con otros escritores?
Lo que hubo, en el caso de Santos Juliá, creo que fue simplemente soberbia por su parte. Mi escrito fue una crítica ante la actitud despreciativa que tenía respecto a las investigaciones de la represión. Como él tenía púlpitos y su opinión se difundía ampliamente, creí conveniente responderle. Y marcarlo también a él como una persona contradictoria. Esto no le debió gustar nada, a pesar de que lo único que utilicé fueron datos objetivos. La respuesta fue la de una persona prepotente; no respondió a las cuestiones que se plantearon (las críticas de Francisco Espinosa Maestre están expuestas en el artículo “De saturaciones y olvidos. Reflexiones en torno a un pasado que no puede pasar”, publicado en 2007 en la revista Hispania Nova. Nota del entrevistador). En cuanto a los escritores Javier Cercas, Andrés Trapiello y Antonio Muñoz Molina, se trata simplemente de que uno está ya cansado de que, dada la trascendencia que tienen por lo mediáticos que son y el apoyo que reciben de grupos potentes como PRISA, vayan de historiadores. Y uno se harta. No se conforman con ser novelistas. En el caso de Cercas, la cuestión viene de una novela que hizo –El monarca de las sombras (2017)- y en la que quería “salvar” a su tío abuelo, que era un fascista cualquiera.
-Fuiste autor, en 2008, del “informe sobre la represión”, unido a la causa abierta por el juez Garzón sobre los crímenes del franquismo. Hay historiadores que, por el contrario, consideran que la llamada “memoria histórica” implica una politización de la historia y, además, enlodarla en polémicas poco rigurosas. ¿Estás de acuerdo?
Es la actitud que ha tenido la academia y la universidad ante el reto que les supuso el boom de la memoria. Algunos lo han dicho claramente: la memoria fue una losa que se les vino encima; de hecho, les obligaba a salirse de su “sitio”, de la fortaleza que son las universidades, para tener que entrar en el ámbito público. Y entrar, además, en un terreno que a la mayoría no les apetecía. El caso es que, para cualquiera que sepa un poco de Historia, la memoria es un recurso más de la Historia. Hay terrenos en los que la historia no entra –porque no existe documentación de todo- y sin embargo los testimonios orales resultan muy válidos e interesantes. Sin ellos, no tendríamos la información. Así ocurre en todo lo referente a prisiones, torturas o violaciones, hechos que sucedieron en aquella época de manera frecuente y no los encuentras reflejado en los documentos.
-¿Son compatibles el rigor científico y el compromiso del historiador a la hora de investigar?
Me parece simplemente que la historia debe ser rigurosa y objetiva, pero no imparcial. Todos tenemos ideología.
-Se habla de la excepcionalidad española en cuanto a la pervivencia de la dictadura y sus consecuencias; ¿se idealiza, en ese caso, la ruptura de Italia y Alemania –después de 1945- con el fascismo y el nazismo?
La singularidad de España viene ya marcada por el modelo de Transición, por una dictadura que duró 40 años y porque tenemos una derecha que no ha roto y continúa unida ideológicamente al franquismo; por otro lado, tenemos un centro izquierda, que sería el PSOE, que no va más allá de 1978. Ninguno de los dos partidos tiene interés en reivindicar la II República o los valores que quedan de lo que representó la República.
-Una de las polémicas (políticas) recientes es la decisión del gobierno del PSOE de exhumar, del Valle de los Caídos, los restos del dictador. ¿Eres partidario de esta medida? ¿Y respecto a las 34.000 personas allí enterradas?
Creo que los restos de Franco habría que sacarlos, no deberían estar en el Valle de los Caídos. Y en cuanto a los restos de todos los demás, sacarlos también del “mamotreto” aquel y darles una sepultura digna, como a cualquier otra persona. Respecto al Valle de los Caídos, es tal el dinero que cuesta mantenerlo anualmente –y con las temperaturas que hay en aquel roquedal- que lo más lógico me parece abandonarlo a su suerte. ¿Convertirlo en un lugar para la memoria de las víctimas? No le veo sentido alguno a esa propuesta, creo que no podrá ser nunca un “lugar de memoria” de nada. Aquello es, por lo visto, un caos total, los huesos están fuera y las cajas rotas, la gente que lo ha visto pinta un panorama terrible… Por tanto, los restos que se puedan sacar e identificar, que se identifiquen, y los que se puedan entregar a los familiares, que se proceda; y al resto, que se les pueda dar una sepultura digna en algún otro sitio.
-Algunos investigadores apuntan que 20.000 presos políticos participaron en las obras de construcción del Valle. ¿Cómo has observado el litigio respecto a la exhumación del dictador?
El hecho de que sea la familia de Franco la que esté provocando el retraso en la resolución, adoptada por el Congreso de los Diputados, de sacar a Franco del Valle de Cuelgamuros ya me parece una anomalía total. Que además el Tribunal Supremo suspenda la exhumación porque pudiera haber consecuencias para los recurrentes y para el interés público, creo que es una cosa rara e impropia de un país democrático.
-Por último, el auto del Tribunal Supremo que decidió la suspensión cautelar de la exhumación consideró a Franco jefe del Estado desde octubre de 1936, cuando esa fecha ejercía Manuel Azaña como presidente de la República. ¿Se trata de un error?
Me parece simplemente que los jueces que han escrito ese auto son de ideología franquista. Ellos y mucha gente más, que se sienten dentro de la onda franquista, consideran que Franco era el jefe de Estado el 1 de octubre de 1936.
Rebelión
“Al contrario que en el caso de los republicanos, para los golpistas la represión constituyó la base de su acción desde el mismo 17 de julio; conscientes de que eran minoría decidieron imponerse por el terror mediante un calculado plan de exterminio efectuado pueblo a pueblo y ciudad a ciudad, que se extendió durante nueve años (1939-1945)”, escribió hace más de una década el historiador Francisco Espinosa Maestre (Villafranca de los Barros, Badajoz, 1954). Se define como un historiador crítico, que tiene entre sus referentes a Josep Fontana, E.P. Thompson y los franceses de la Escuela historiográfica de los Annales.
Francisco Espinosa es autor de La justicia de Queipo: violencia selectiva y terror fascista en la II División en 1936 (2000); La primavera del Frente Popular. Los campesinos de Badajoz y el origen de la guerra civil (2007) y Lucha de historias, lucha de memorias. España, 2002-2015 (2015), entre otros libros. En el informe sobre la represión franquista que redactó en 2008, el historiador distinguía tres etapas: la primera (17 de julio de 1936-febrero de 1937), caracterizada como de “represión salvaje” con los llamados “bandos de guerra”; la segunda fase, entre marzo de 1937 y los primeros meses de 1945, fue la de los “consejos de guerra sumarísimos de urgencia” (tal vez se pueda percibir una disminución en el ritmo de la represión a partir de 1943, matiza Espinosa Maestre); y, en tercer lugar, la “gran oleada represiva” de finales de los años 40 y los años 50, en la que fueron eliminados decenas de guerrilleros y sus bases de apoyo. La entrevista a Francisco Espinosa tiene lugar antes de que imparta una conferencia en el Centre Cultural La Nau de la Universitat de València.
-La conferencia en el Fórum de Debats de la Universitat de València aborda la represión como “gran secreto” del franquismo. ¿Por qué la consideras un “secreto” y una “cuestión pendiente”?
Porque todavía seguimos sin saber la dimensión real que tuvo. Hay una documentación oculta que a estas alturas no se ha permitido que veamos. Así, en los archivos militares hay miles de documentos que están cerrados a la investigación; la documentación eclesiástica es otro fondo al que tampoco hemos podido acceder, al igual que parte de la documentación judicial o de la guardia civil y la policía.
-¿Qué recomendarías, además de paciencia, a los jóvenes investigadores?
Espero que en algún momento, que no sé cuándo será, se tome la decisión de abrir esos archivos. Pero será otra generación la que los estudie, y no –por razones de edad- quienes empezamos a finales de los 70 y principios de los 80. A ellos les tocará afrontar ese reto, cuando se tenga acceso a los archivos y los documentos; los que hayan quedado después de la quema y la destrucción que hayan llevado a cabo, que es algo que también han hecho, y es posible que aún se destruyan más.
-Pero la investigación avanza. Un reciente libro del periodista Carlos Hernández de Miguel, Los campos de concentración de Franco. Sometimiento, torturas y muerte tras las alambradas (Ediciones B, 2019) documenta la existencia de 296 campos de concentración franquistas…
Parece ser que la primera investigación realizada, la del historiador Javier Rodrigo, fue incompleta. El libro que mencionas ha ampliado los campos en un tercio, ya que se conocía la existencia de aproximadamente 200 (En el artículo “Internamiento y trabajo forzoso: los campos de concentración de Franco”, publicado en 2006 en la revista Hispania Nova, Javier Rodrigo apunta que en España hubo “más de 180 campos -104 de ellos estables- donde a los prisioneros de guerra se les internaba, reeducaba, torturaba, aniquilaba ideológicamente y preparaba para formar parte de la enorme legión de esclavos que construyeron y reconstruyeron infraestructuras estatales, como parte del castigo que debían pagar a la ‘verdadera’ España”. Nota del entrevistador).
-En el libro Violencia roja y azul: España, 1936-1950 (Crítica, 2010), del que fuiste coordinador, cifras en al menos 130.199 las víctimas de la represión franquista, pero en alguna ocasión has alertado de la “obsesión por las cifras” (“el franquismo siempre tuvo claro que el debate sobre la represión nunca debía salir del ámbito numérico”, afirmas). ¿Por qué razón?
Entrar en una batalla de cifras son ganas de perder el tiempo, se entra en un marasmo. Creo que es una discusión que no tiene sentido alguno. Lo único que nos sirve en la investigación y la reflexión es trabajar con nombres y apellidos; es esto lo que soporta todo aquello que podamos afirmar. Por ejemplo, en la ciudad de Badajoz sí podemos decir que fueron 1.400 las víctimas, pero habría que añadir que se trata de una documentación incompleta, que procede en general de los registros civiles y en estos no estaba inscrita ni la mitad de las personas que tendrían que figurar; estamos, por tanto, a la espera de tener acceso a los archivos militares que nos permitan contar con más información.
-Entre 2005 y 2010, fuiste coordinador científico del proyecto Todos los Nombres, iniciativa que promueven la CGT de Andalucía y la asociación Nuestra Memoria (Actualmente hay registradas 98.760 personas, 826 microbiografías y 1.436 documentos).
Hicimos en este caso una base de datos, de los represaliados por el franquismo en Andalucía, Extremadura y el norte de África. Introduje las investigaciones que había realizado sobre Badajoz y Huelva, después fueron añadiéndose otras muchas de gente que había hecho investigaciones locales y provinciales.
-En 2003 publicaste La columna de la muerte. El avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz. Llevas años investigando y escribiendo sin ejercer como docente en la universidad y, por otra parte, al margen de las grandes tribunas mediáticas. ¿Con qué problemas te has encontrado?
Te ves obligado a llevar otra ruta. Y no sólo respecto a los contenidos. Hay temas sobre los que la universidad no ha querido investigar hasta muy tarde. Cuando terminé la carrera, quise hacer la tesina e investigar sobre el golpe militar y la represión en Sevilla. En la universidad me dijeron que no había perspectiva suficiente, que tenía que pasar todavía más tiempo. Era en torno al año 80. No había vías abiertas para hacer estudios de estas características y, por tanto, tenías que hacerlos fuera. Incluso si se hacían estos trabajos tardíamente –en los años 90- también había unos límites. El cambio empezó, parcialmente, en los años 90 del siglo pasado. Pero ocurrió que todo se mezcló después con la oleada “revisionista”, dentro de la universidad también ha habido investigadores que han seguido la ruta del “revisionismo”.
-En el artículo “La memoria de la represión y la lucha por su reconocimiento” (revista Hispania Nova, 2006), escribiste: “La primera gran división que se produce tras el golpe militar del 18 de julio es la que separa a la España donde triunfa la sublevación de la España donde fracasa. Dicho de otra forma: en media España no hubo guerra civil alguna sino sólo golpe militar y represión”. ¿Destacarías algún ejemplo de represión especialmente silenciado?
Yo creo que en todas las provincias, por ejemplo en las que yo he estudiado –Huelva, Badajoz o Sevilla-, hay episodios locales, provinciales y nacionales que llamarían la atención; pequeñas historias que pueden sacarse pueblo a pueblo, ciudad a ciudad, y que darían un buen campo para la difusión. Encontramos muchos casos en Huelva, en Cádiz también hay algunos ejemplos muy interesantes y en Sevilla ni te cuento…
-Por otra parte, ¿a qué obedece tu polémica con el catedrático de Historia Social y del Pensamiento Político, Santos Juliá, colaborador del diario El País desde 1980? ¿Y con otros escritores?
Lo que hubo, en el caso de Santos Juliá, creo que fue simplemente soberbia por su parte. Mi escrito fue una crítica ante la actitud despreciativa que tenía respecto a las investigaciones de la represión. Como él tenía púlpitos y su opinión se difundía ampliamente, creí conveniente responderle. Y marcarlo también a él como una persona contradictoria. Esto no le debió gustar nada, a pesar de que lo único que utilicé fueron datos objetivos. La respuesta fue la de una persona prepotente; no respondió a las cuestiones que se plantearon (las críticas de Francisco Espinosa Maestre están expuestas en el artículo “De saturaciones y olvidos. Reflexiones en torno a un pasado que no puede pasar”, publicado en 2007 en la revista Hispania Nova. Nota del entrevistador). En cuanto a los escritores Javier Cercas, Andrés Trapiello y Antonio Muñoz Molina, se trata simplemente de que uno está ya cansado de que, dada la trascendencia que tienen por lo mediáticos que son y el apoyo que reciben de grupos potentes como PRISA, vayan de historiadores. Y uno se harta. No se conforman con ser novelistas. En el caso de Cercas, la cuestión viene de una novela que hizo –El monarca de las sombras (2017)- y en la que quería “salvar” a su tío abuelo, que era un fascista cualquiera.
-Fuiste autor, en 2008, del “informe sobre la represión”, unido a la causa abierta por el juez Garzón sobre los crímenes del franquismo. Hay historiadores que, por el contrario, consideran que la llamada “memoria histórica” implica una politización de la historia y, además, enlodarla en polémicas poco rigurosas. ¿Estás de acuerdo?
Es la actitud que ha tenido la academia y la universidad ante el reto que les supuso el boom de la memoria. Algunos lo han dicho claramente: la memoria fue una losa que se les vino encima; de hecho, les obligaba a salirse de su “sitio”, de la fortaleza que son las universidades, para tener que entrar en el ámbito público. Y entrar, además, en un terreno que a la mayoría no les apetecía. El caso es que, para cualquiera que sepa un poco de Historia, la memoria es un recurso más de la Historia. Hay terrenos en los que la historia no entra –porque no existe documentación de todo- y sin embargo los testimonios orales resultan muy válidos e interesantes. Sin ellos, no tendríamos la información. Así ocurre en todo lo referente a prisiones, torturas o violaciones, hechos que sucedieron en aquella época de manera frecuente y no los encuentras reflejado en los documentos.
-¿Son compatibles el rigor científico y el compromiso del historiador a la hora de investigar?
Me parece simplemente que la historia debe ser rigurosa y objetiva, pero no imparcial. Todos tenemos ideología.
-Se habla de la excepcionalidad española en cuanto a la pervivencia de la dictadura y sus consecuencias; ¿se idealiza, en ese caso, la ruptura de Italia y Alemania –después de 1945- con el fascismo y el nazismo?
La singularidad de España viene ya marcada por el modelo de Transición, por una dictadura que duró 40 años y porque tenemos una derecha que no ha roto y continúa unida ideológicamente al franquismo; por otro lado, tenemos un centro izquierda, que sería el PSOE, que no va más allá de 1978. Ninguno de los dos partidos tiene interés en reivindicar la II República o los valores que quedan de lo que representó la República.
-Una de las polémicas (políticas) recientes es la decisión del gobierno del PSOE de exhumar, del Valle de los Caídos, los restos del dictador. ¿Eres partidario de esta medida? ¿Y respecto a las 34.000 personas allí enterradas?
Creo que los restos de Franco habría que sacarlos, no deberían estar en el Valle de los Caídos. Y en cuanto a los restos de todos los demás, sacarlos también del “mamotreto” aquel y darles una sepultura digna, como a cualquier otra persona. Respecto al Valle de los Caídos, es tal el dinero que cuesta mantenerlo anualmente –y con las temperaturas que hay en aquel roquedal- que lo más lógico me parece abandonarlo a su suerte. ¿Convertirlo en un lugar para la memoria de las víctimas? No le veo sentido alguno a esa propuesta, creo que no podrá ser nunca un “lugar de memoria” de nada. Aquello es, por lo visto, un caos total, los huesos están fuera y las cajas rotas, la gente que lo ha visto pinta un panorama terrible… Por tanto, los restos que se puedan sacar e identificar, que se identifiquen, y los que se puedan entregar a los familiares, que se proceda; y al resto, que se les pueda dar una sepultura digna en algún otro sitio.
-Algunos investigadores apuntan que 20.000 presos políticos participaron en las obras de construcción del Valle. ¿Cómo has observado el litigio respecto a la exhumación del dictador?
El hecho de que sea la familia de Franco la que esté provocando el retraso en la resolución, adoptada por el Congreso de los Diputados, de sacar a Franco del Valle de Cuelgamuros ya me parece una anomalía total. Que además el Tribunal Supremo suspenda la exhumación porque pudiera haber consecuencias para los recurrentes y para el interés público, creo que es una cosa rara e impropia de un país democrático.
-Por último, el auto del Tribunal Supremo que decidió la suspensión cautelar de la exhumación consideró a Franco jefe del Estado desde octubre de 1936, cuando esa fecha ejercía Manuel Azaña como presidente de la República. ¿Se trata de un error?
Me parece simplemente que los jueces que han escrito ese auto son de ideología franquista. Ellos y mucha gente más, que se sienten dentro de la onda franquista, consideran que Franco era el jefe de Estado el 1 de octubre de 1936.
sábado, 13 de julio de 2019
La religión es el suspiro de los oprimidos
Vijay Prashad
06/07/2019
Sentado en una celda de una cárcel fascista en Italia, Antonio Gramsci se preguntaba sobre un problema que enfrentaban comunistas como él. En El manifiesto comunista (1848), Karl Marx y Friedrich Engels escribieron: “los trabajadores no tienen nada que perder salvo sus cadenas. Tienen un mundo que ganar”. Pero estas cadenas no eran meramente lazos materiales, las cadenas de la miseria que impedían que aquellos que no poseían propiedad, aparte de su propia habilidad para trabajar, fueran completamente libres. Esas cadenas avanzaban dentro de la mente, sofocando la habilidad de la mayoría de los seres humanos a tener un entendimiento claro de nuestro mundo. Sofocados, los trabajadores (quienes antes eran simpatizantes de movimientos socialistas y comunistas) se acercaron al fascismo. Llegaron a los partidos fascistas no por claridad, escribió Gramsci, sino por su conciencia contradictoria.
Por un lado, personas que pasan la mayor parte de su tiempo trabajando desarrollan una comprensión de la “transformación práctica del mundo”. Este marco está implícito en la actividad de los trabajadores, ya que el/la trabajador/a —dado el robo de su tiempo— a menudo se ve impedido/a de tener una “conciencia teórica clara de esta actividad práctica”. Por otro lado, el/la trabajador/a ha “heredado del pasado y ha absorbido acríticamente” una serie de ideas y prácticas que ayudan a moldear su acercamiento al mundo. Estas ideas y prácticas provienen de todo tipo de instituciones, como del aparato educacional del Estado, de instituciones religiosas y de las industrias culturales. Esas ideas heredadas no clarifican la experiencia práctica de los trabajadores, pero sin embargo ayudan a formar su visión de mundo. Es a esta dualidad a la que Gramsci llama “conciencia contradictoria”.
Si se acepta la perspectiva de Gramsci, entonces la lucha sobre la conciencia —la lucha ideológica— es una necesidad material. Para generaciones de trabajadores, los sindicatos, los partidos políticos de izquierda, y las formaciones culturales de izquierda proporcionaron las “escuelas” para elaborar y conectar la conciencia de los trabajadores y entregar una comprensión poderosa del mundo, la claridad para ver las cadenas que debían romperse. A lo largo de los últimos cuarenta años, por una serie de razones que identificamos en nuestro primer Documento de Trabajo, la afiliación sindical ha disminuido como también ha sucedido con los partidos políticos de izquierda. Las “escuelas” de los trabajadores ya no están disponibles. La conciencia contradictoria es más difícil de elaborar, por lo que ha habido un desplazamiento de los trabajadores hacia las organizaciones de jerarquías sociales (basadas en divisiones sociales de religión, raza, casta y otras manifestaciones similares).
Estamos en tiempos difíciles, con la balanza de la historia favoreciendo a la extrema derecha, incluyendo a fuerzas que han dividido nuestras sociedades según estas jerarquías sociales como casta, raza, nacionalidad y religión. La globalización ha fragmentado la vida social y creado una situación precaria en la que las personas ya no están seguras de cómo ganarse la vida y ya no pueden tener una vida social enriquecedora. La crisis terminal de la globalización llegó con la crisis financiera general de 2007-2008. El agente de la globalización —el neoliberalismo— se había apoderado de los partidos socialdemócratas a lo largo del mundo y los había comprometido. Ahora el campo se abrió a una alternativa al bando de la globalización. Por una serie de razones históricas, la izquierda entró a esta fase profundamente debilitada tras la crisis financiera global. La ultraderecha, por otro lado, tenía dos ventajas. Primero, no tuvo que crear a su electorado. Su base le ha sido entregada por las jerarquías y las divisiones de la historia. Solamente utilizó esas divisiones a su favor, siendo una de las líneas de división la pertenencia religiosa. Segundo, la ultraderecha no necesitó abordar los verdaderos problemas de la época, tales como el desempleo estructural y la catástrofe climática, sino que podía simplemente estigmatizar al Otro (migrantes, minorías religiosas) como un modo de consolidar su poder.
El Instituto Tricontinental de Investigación Social organizó un seminario de dos días en Túnez (Túnez) sobre religión y política para desarrollar una evaluación del rol de la religión en el crecimiento de la extrema derecha. Durante la primera sesión los investigadores de nuestros equipos en Delhi (Subin Dennis and Pindiga Ambedkar), Johannesburg (Nontobeko Hlela), y São Paulo (Marco Fernandes) hicieron sus presentaciones sobre el rol de la religión en cada uno de sus contextos sociales y políticos. Tanto el equipo de Brasil como el de India hablaron sobre el crecimiento abrumador del conservadurismo plebeyo a través del ascenso de Hindutva (en India) y del Pentecostalismo (en Brasil). Plantearon, como señaló el intelectual marxista Aijaz Ahmad, que estas fuerzas de derecha fueron fundadas “en un principio extrañamente gramsciano de que el poder político duradero solo puede surgir sobre la base de una transformación y consentimiento cultural previos, y que este amplio consentimiento cultural con la doctrina de la extrema derecha solo puede construirse a lo largo de un largo proceso histórico, desde abajo hacia arriba”. En Sudáfrica, la autoridad duradera del Congreso Nacional Africano, mayor aunque no exclusivamente enraizada en formas seculares de política, y el fracaso de las iglesias en hacer una entrada decisiva a la política le han dado un respiro de estas tendencias al país.
Durante las otras sesiones, intelectuales y académicos militantes de Turquía a Argelia, de Marruecos a Sudán, presentaron sus visiones sobre el rol de los Hermanos Musulmanes, cuyas políticas son similares a las de el RSS de la extrema derecha en India y el movimiento pentecostalista en Brasil. Las presentaciones mostraron cómo los Hermanos Musulmanes —como movimiento de masas— ha usado su control sobre la educación para moldear la conciencia contradictoria de la clase trabajadora.
En los escritos tempranos de Karl Marx está la idea de que la religión es aquello a lo que los trabajadores recurren para tener cierto consuelo de la crudeza del capitalismo. Como Marx escribió en 1844, “La miseria religiosa es a la vez la expresión de la miseria real y la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo descorazonado, y el alma de condiciones desalmadas. Es el opio del pueblo”. Es una afirmación poderosa, una que busca entender por qué el pueblo recurre a la religión. Hoy en día, sin embargo, esto no adecuado. Se necesita más. Necesitamos comprender cómo estas organizaciones se aprovechan de los problemas psicosociales que se han intensificado entre la clase trabajadora. Proveen servicios —aunque limitados— para sanar de los grandes estreses de nuestra época. Esa práctica terapéutica atrae a los trabajadores, necesitados de la comunidad y el bienestar social ofrecidos a través de estas organizaciones. Necesitamos una visión más robusta del rol de la religión en nuestro tiempo, que es lo que nuestra investigación espera producir.
¿Cuál es el antídoto para esas ideologías e instituciones de jerarquía social? Construir instituciones populares, incluyendo sindicatos y organizaciones comunitarias. Pero este es un desafío enorme en nuestra época, cuando las formaciones socialistas se están atrofiando rápidamente. Es por esto que nuestros investigadores de Delhi fueron a conversar con K. Hemalata, la presidenta de la Central de Sindicatos de la India (CITU). Esta entrevista constituye nuestro Dossier 18 de julio, La única respuesta es movilizar a los trabajadores. Recomendamos encarecidamente que lo lean, estudien y hagan circular. Hemalata llega a su puesto en el sindicato a partir de su liderazgo en la Federación de Trabajadores y Ayudantes Anganwadi (cuidado infantil) de toda la India. Termina la entrevista con la potente frase que es su título: la única respuesta es movilizar a los trabajadores. Esta afirmación calentaría el corazón de Godavari Parulekar, la líder comunista india que pasó su vida construyendo ciudadelas para la clase trabajadora en las fábricas y los campos.
Más del 90% de los trabajadores en India están en el sector informal, la mayoría sin posibilidad de sindicalización. CITU tiene seis millones de miembros, un número considerable pero aún insuficiente en un país con 1.300 millones de personas. Durante las últimas décadas CITU ha desarrollado una serie de estrategias para organizar a los trabajadores informales, ya sean trabajadores de cuidado infantil o trabajadores en pequeñas fábricas. Hemalata habla enérgicamente sobre la necesidad de que los sindicatos se ocupen de cuestiones de jerarquía social (patriarcado, casta y fundamentalismo) y organicen a los trabajadores donde viven, no solo donde trabajan. Habla sobre la necesidad de organizar no solo a los trabajadores, sino a las comunidades en las que viven. La claridad ideológica y la flexibilidad organizativa de CITU le han permitido construir una federación fuerte, que ha estado dirigiendo las grandes huelgas generales que han convulsionado la política india, algunas con más de 200 millones de trabajadores en huelga.
Las cosas siguen graves. Las lluvias han comenzado en India. Esto ha traído un respiro de las catastróficas olas de calor que han cobrado la vida de trabajadores de la construcción y la agricultura. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) acaba de publicar un informe sobre las dificultades de trabajar en un planeta cada vez más caliente. Pero las recomendaciones de la OIT son débiles: más mecanización y más desarrollo de habilidades. El antídoto real a largo plazo es una mejor política para detener la catástrofe climática que se haga cargo de la raíz del problema: un sistema económico brutal (el capitalismo) que busca reproducir capital a costa del planeta y sus habitantes. A corto plazo, el antídoto es prevenir el trato abusivo a los trabajadores mediante el fomento a los sindicatos y otras formas de organización de la clase trabajadora. En Kerala (India), el gobierno del Frente Democrático de Izquierda apresuradamente prohibió el trabajo desde las 11 a. m. hasta las 3 p. m., para darle un descanso del calor a los trabajadores (por favor vean mi informe). Se necesitan soluciones y estrategias más creativas para enfrentar un sistema que está arriesgando destruir el planeta y aquellos que trabajan y viven en él.
Vijay Prashad Historiador y periodista indio, autor de numerosas obras, entre ellas 'The Darker Nations: A People’s History of the Third World and The Poorer Nations: A Possible History of the Global South', ha sido profesor del Trinity College y actualmente es director del Instituto Tricontinental en Delhi.
Fuente:
https://www.thetricontinental.org/es/newsletterissue/boletin-27-2019-la-religion-es-el-suspiro-de-la-criatura-oprimida/
06/07/2019
Sentado en una celda de una cárcel fascista en Italia, Antonio Gramsci se preguntaba sobre un problema que enfrentaban comunistas como él. En El manifiesto comunista (1848), Karl Marx y Friedrich Engels escribieron: “los trabajadores no tienen nada que perder salvo sus cadenas. Tienen un mundo que ganar”. Pero estas cadenas no eran meramente lazos materiales, las cadenas de la miseria que impedían que aquellos que no poseían propiedad, aparte de su propia habilidad para trabajar, fueran completamente libres. Esas cadenas avanzaban dentro de la mente, sofocando la habilidad de la mayoría de los seres humanos a tener un entendimiento claro de nuestro mundo. Sofocados, los trabajadores (quienes antes eran simpatizantes de movimientos socialistas y comunistas) se acercaron al fascismo. Llegaron a los partidos fascistas no por claridad, escribió Gramsci, sino por su conciencia contradictoria.
Por un lado, personas que pasan la mayor parte de su tiempo trabajando desarrollan una comprensión de la “transformación práctica del mundo”. Este marco está implícito en la actividad de los trabajadores, ya que el/la trabajador/a —dado el robo de su tiempo— a menudo se ve impedido/a de tener una “conciencia teórica clara de esta actividad práctica”. Por otro lado, el/la trabajador/a ha “heredado del pasado y ha absorbido acríticamente” una serie de ideas y prácticas que ayudan a moldear su acercamiento al mundo. Estas ideas y prácticas provienen de todo tipo de instituciones, como del aparato educacional del Estado, de instituciones religiosas y de las industrias culturales. Esas ideas heredadas no clarifican la experiencia práctica de los trabajadores, pero sin embargo ayudan a formar su visión de mundo. Es a esta dualidad a la que Gramsci llama “conciencia contradictoria”.
Si se acepta la perspectiva de Gramsci, entonces la lucha sobre la conciencia —la lucha ideológica— es una necesidad material. Para generaciones de trabajadores, los sindicatos, los partidos políticos de izquierda, y las formaciones culturales de izquierda proporcionaron las “escuelas” para elaborar y conectar la conciencia de los trabajadores y entregar una comprensión poderosa del mundo, la claridad para ver las cadenas que debían romperse. A lo largo de los últimos cuarenta años, por una serie de razones que identificamos en nuestro primer Documento de Trabajo, la afiliación sindical ha disminuido como también ha sucedido con los partidos políticos de izquierda. Las “escuelas” de los trabajadores ya no están disponibles. La conciencia contradictoria es más difícil de elaborar, por lo que ha habido un desplazamiento de los trabajadores hacia las organizaciones de jerarquías sociales (basadas en divisiones sociales de religión, raza, casta y otras manifestaciones similares).
Estamos en tiempos difíciles, con la balanza de la historia favoreciendo a la extrema derecha, incluyendo a fuerzas que han dividido nuestras sociedades según estas jerarquías sociales como casta, raza, nacionalidad y religión. La globalización ha fragmentado la vida social y creado una situación precaria en la que las personas ya no están seguras de cómo ganarse la vida y ya no pueden tener una vida social enriquecedora. La crisis terminal de la globalización llegó con la crisis financiera general de 2007-2008. El agente de la globalización —el neoliberalismo— se había apoderado de los partidos socialdemócratas a lo largo del mundo y los había comprometido. Ahora el campo se abrió a una alternativa al bando de la globalización. Por una serie de razones históricas, la izquierda entró a esta fase profundamente debilitada tras la crisis financiera global. La ultraderecha, por otro lado, tenía dos ventajas. Primero, no tuvo que crear a su electorado. Su base le ha sido entregada por las jerarquías y las divisiones de la historia. Solamente utilizó esas divisiones a su favor, siendo una de las líneas de división la pertenencia religiosa. Segundo, la ultraderecha no necesitó abordar los verdaderos problemas de la época, tales como el desempleo estructural y la catástrofe climática, sino que podía simplemente estigmatizar al Otro (migrantes, minorías religiosas) como un modo de consolidar su poder.
El Instituto Tricontinental de Investigación Social organizó un seminario de dos días en Túnez (Túnez) sobre religión y política para desarrollar una evaluación del rol de la religión en el crecimiento de la extrema derecha. Durante la primera sesión los investigadores de nuestros equipos en Delhi (Subin Dennis and Pindiga Ambedkar), Johannesburg (Nontobeko Hlela), y São Paulo (Marco Fernandes) hicieron sus presentaciones sobre el rol de la religión en cada uno de sus contextos sociales y políticos. Tanto el equipo de Brasil como el de India hablaron sobre el crecimiento abrumador del conservadurismo plebeyo a través del ascenso de Hindutva (en India) y del Pentecostalismo (en Brasil). Plantearon, como señaló el intelectual marxista Aijaz Ahmad, que estas fuerzas de derecha fueron fundadas “en un principio extrañamente gramsciano de que el poder político duradero solo puede surgir sobre la base de una transformación y consentimiento cultural previos, y que este amplio consentimiento cultural con la doctrina de la extrema derecha solo puede construirse a lo largo de un largo proceso histórico, desde abajo hacia arriba”. En Sudáfrica, la autoridad duradera del Congreso Nacional Africano, mayor aunque no exclusivamente enraizada en formas seculares de política, y el fracaso de las iglesias en hacer una entrada decisiva a la política le han dado un respiro de estas tendencias al país.
Durante las otras sesiones, intelectuales y académicos militantes de Turquía a Argelia, de Marruecos a Sudán, presentaron sus visiones sobre el rol de los Hermanos Musulmanes, cuyas políticas son similares a las de el RSS de la extrema derecha en India y el movimiento pentecostalista en Brasil. Las presentaciones mostraron cómo los Hermanos Musulmanes —como movimiento de masas— ha usado su control sobre la educación para moldear la conciencia contradictoria de la clase trabajadora.
En los escritos tempranos de Karl Marx está la idea de que la religión es aquello a lo que los trabajadores recurren para tener cierto consuelo de la crudeza del capitalismo. Como Marx escribió en 1844, “La miseria religiosa es a la vez la expresión de la miseria real y la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo descorazonado, y el alma de condiciones desalmadas. Es el opio del pueblo”. Es una afirmación poderosa, una que busca entender por qué el pueblo recurre a la religión. Hoy en día, sin embargo, esto no adecuado. Se necesita más. Necesitamos comprender cómo estas organizaciones se aprovechan de los problemas psicosociales que se han intensificado entre la clase trabajadora. Proveen servicios —aunque limitados— para sanar de los grandes estreses de nuestra época. Esa práctica terapéutica atrae a los trabajadores, necesitados de la comunidad y el bienestar social ofrecidos a través de estas organizaciones. Necesitamos una visión más robusta del rol de la religión en nuestro tiempo, que es lo que nuestra investigación espera producir.
¿Cuál es el antídoto para esas ideologías e instituciones de jerarquía social? Construir instituciones populares, incluyendo sindicatos y organizaciones comunitarias. Pero este es un desafío enorme en nuestra época, cuando las formaciones socialistas se están atrofiando rápidamente. Es por esto que nuestros investigadores de Delhi fueron a conversar con K. Hemalata, la presidenta de la Central de Sindicatos de la India (CITU). Esta entrevista constituye nuestro Dossier 18 de julio, La única respuesta es movilizar a los trabajadores. Recomendamos encarecidamente que lo lean, estudien y hagan circular. Hemalata llega a su puesto en el sindicato a partir de su liderazgo en la Federación de Trabajadores y Ayudantes Anganwadi (cuidado infantil) de toda la India. Termina la entrevista con la potente frase que es su título: la única respuesta es movilizar a los trabajadores. Esta afirmación calentaría el corazón de Godavari Parulekar, la líder comunista india que pasó su vida construyendo ciudadelas para la clase trabajadora en las fábricas y los campos.
Más del 90% de los trabajadores en India están en el sector informal, la mayoría sin posibilidad de sindicalización. CITU tiene seis millones de miembros, un número considerable pero aún insuficiente en un país con 1.300 millones de personas. Durante las últimas décadas CITU ha desarrollado una serie de estrategias para organizar a los trabajadores informales, ya sean trabajadores de cuidado infantil o trabajadores en pequeñas fábricas. Hemalata habla enérgicamente sobre la necesidad de que los sindicatos se ocupen de cuestiones de jerarquía social (patriarcado, casta y fundamentalismo) y organicen a los trabajadores donde viven, no solo donde trabajan. Habla sobre la necesidad de organizar no solo a los trabajadores, sino a las comunidades en las que viven. La claridad ideológica y la flexibilidad organizativa de CITU le han permitido construir una federación fuerte, que ha estado dirigiendo las grandes huelgas generales que han convulsionado la política india, algunas con más de 200 millones de trabajadores en huelga.
Las cosas siguen graves. Las lluvias han comenzado en India. Esto ha traído un respiro de las catastróficas olas de calor que han cobrado la vida de trabajadores de la construcción y la agricultura. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) acaba de publicar un informe sobre las dificultades de trabajar en un planeta cada vez más caliente. Pero las recomendaciones de la OIT son débiles: más mecanización y más desarrollo de habilidades. El antídoto real a largo plazo es una mejor política para detener la catástrofe climática que se haga cargo de la raíz del problema: un sistema económico brutal (el capitalismo) que busca reproducir capital a costa del planeta y sus habitantes. A corto plazo, el antídoto es prevenir el trato abusivo a los trabajadores mediante el fomento a los sindicatos y otras formas de organización de la clase trabajadora. En Kerala (India), el gobierno del Frente Democrático de Izquierda apresuradamente prohibió el trabajo desde las 11 a. m. hasta las 3 p. m., para darle un descanso del calor a los trabajadores (por favor vean mi informe). Se necesitan soluciones y estrategias más creativas para enfrentar un sistema que está arriesgando destruir el planeta y aquellos que trabajan y viven en él.
Vijay Prashad Historiador y periodista indio, autor de numerosas obras, entre ellas 'The Darker Nations: A People’s History of the Third World and The Poorer Nations: A Possible History of the Global South', ha sido profesor del Trinity College y actualmente es director del Instituto Tricontinental en Delhi.
Fuente:
https://www.thetricontinental.org/es/newsletterissue/boletin-27-2019-la-religion-es-el-suspiro-de-la-criatura-oprimida/
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viernes, 12 de julio de 2019
_- Uno de marxistas. Hace pocos días se cumplieron 150 años de la aparición de la obra 'El Capital'
_- IBSEN MARTÍNEZ
20 SEP 2017 - 20:00 CEST
Hace pocos días se cumplieron 150 años de la aparición de El Capital, de Karl Marx, y eso me llevó a recordar lo presenciado por un admirado amigo, economista chileno de renombre mundial. Corrían los tiempos de Salvador Allende y la Unidad Popular, y mi amigo, veinteañero, acababa de afiliarse a la Juventud Comunista. Queriendo profundizar en la doctrina, se inscribió en un seminario académico sobre el tomo primero de El Capital. La profesora Marta Harnecker, autora de un desabrido manual de materialismo histórico y hoy valedora intelectual del “socialismo del siglo XXI”, conducía el seminario. Eran famosas sus hipnotizantes piernas, sus minifaldas de tweed.
Los chicos llevaban ya semanas desempacando dinamita teórica, cada uno de ellos provisto de un ejemplar de El Capital, en la traducción de Wenceslao Roces, que publicaba el Fondo de Cultura Económica, cuando se unió al seminario un inesperado oyente, a quien nadie conocía.
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Era algo mayor que el resto de los estudiantes, tenía una calva incipiente y portaba un inseparable y pesado maletín. Se sentó al fondo, lejos de los morbosos admiradores de las piernas de la Harnecker, apelotonados en las primeras filas. No hablaba, no tomaba notas. Así estuvo un par de semanas hasta que un día pidió la palabra y se dirigió al grupo. Solo entonces supieron que era argentino.
“Compañeros”, dijo, luego de presentarse, “los he estado observado todo este tiempo para cerciorarme de que son un grupo verdaderamente revolucionario, y debo decir que estoy gratamente impresionado. Es por eso que me extraña mucho que para estudiar a Marx estén usando una pésima traducción del alemán, hecha por un agente de la CIA que, además de desconocer la lengua alemana, deliberadamente desliza incongruencias en el texto para confundirlos”.
Todos en el salón se quedaron de una pieza. ¿Se trataría de un loco? Wenceslao Roces era un respetado intelectual comunista español en el exilio. ¿Roces, agente de la CIA? El argentino no perdió tiempo en aportar ejemplos de la culpable insuficiencia de Roces como traductor de Marx. Leyó en voz alta varias frases del original alemán, confrontándolas con la traducción de Roces.
Donde Marx había escrito, por ejemplo, "Die allgemeine Äquivalentform ist die Form des Werts überhaupt”, Roces tradujo: “La forma del equivalente general es una forma de valor en abstracto”. Tras leer esto, el argentino soltó, escandalizado: “¡Este infeliz ha traducido überhaupt como ‘abstracto’, cuando es claro que lo que Marx quiere decir es ‘en general’! ¡De lo general a lo abstracto hay mucho trecho! ¡Y, tratándose de Marx, no estamos hablando de un matiz!”.
Poco a poco, el grupo se fue persuadiendo de que la traducción de Roces era una estafa. “No hay práctica revolucionaria sin teoría revolucionaria”, sentenció el argentino, “y no puede haber teoría con una traducción que es una mierda. ¿Qué piensan hacer ustedes al respecto?”.
Uno de los chicos propuso algo heroico: aprender alemán.
“Loable, pero nada práctico”, repuso el argentino: la revolución estaba ocurriendo en las calles de Santiago y no era cosa de hacerla esperar estudiando alemán. Entonces, abrió su maletín, al tiempo que decía: “Queridos compañeros, les he traído la solución”.
Y mostró un ejemplar de El Capital, editado por Siglo XXI, casa de la que por entonces se decía, no sé con cuánto fundamento, que era manejada en las sombras por los trotskistas. Nuestro hombre aseveró que la traducción de Pedro Scaron era impecable.
Ahora que lo pienso, además de comisionista de alguna librería santiaguina, el argentino bien pudo ser trotsko, como Pocho Orozco.
Hizo su agosto y desapareció.
20 SEP 2017 - 20:00 CEST
Hace pocos días se cumplieron 150 años de la aparición de El Capital, de Karl Marx, y eso me llevó a recordar lo presenciado por un admirado amigo, economista chileno de renombre mundial. Corrían los tiempos de Salvador Allende y la Unidad Popular, y mi amigo, veinteañero, acababa de afiliarse a la Juventud Comunista. Queriendo profundizar en la doctrina, se inscribió en un seminario académico sobre el tomo primero de El Capital. La profesora Marta Harnecker, autora de un desabrido manual de materialismo histórico y hoy valedora intelectual del “socialismo del siglo XXI”, conducía el seminario. Eran famosas sus hipnotizantes piernas, sus minifaldas de tweed.
Los chicos llevaban ya semanas desempacando dinamita teórica, cada uno de ellos provisto de un ejemplar de El Capital, en la traducción de Wenceslao Roces, que publicaba el Fondo de Cultura Económica, cuando se unió al seminario un inesperado oyente, a quien nadie conocía.
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Era algo mayor que el resto de los estudiantes, tenía una calva incipiente y portaba un inseparable y pesado maletín. Se sentó al fondo, lejos de los morbosos admiradores de las piernas de la Harnecker, apelotonados en las primeras filas. No hablaba, no tomaba notas. Así estuvo un par de semanas hasta que un día pidió la palabra y se dirigió al grupo. Solo entonces supieron que era argentino.
“Compañeros”, dijo, luego de presentarse, “los he estado observado todo este tiempo para cerciorarme de que son un grupo verdaderamente revolucionario, y debo decir que estoy gratamente impresionado. Es por eso que me extraña mucho que para estudiar a Marx estén usando una pésima traducción del alemán, hecha por un agente de la CIA que, además de desconocer la lengua alemana, deliberadamente desliza incongruencias en el texto para confundirlos”.
Todos en el salón se quedaron de una pieza. ¿Se trataría de un loco? Wenceslao Roces era un respetado intelectual comunista español en el exilio. ¿Roces, agente de la CIA? El argentino no perdió tiempo en aportar ejemplos de la culpable insuficiencia de Roces como traductor de Marx. Leyó en voz alta varias frases del original alemán, confrontándolas con la traducción de Roces.
Donde Marx había escrito, por ejemplo, "Die allgemeine Äquivalentform ist die Form des Werts überhaupt”, Roces tradujo: “La forma del equivalente general es una forma de valor en abstracto”. Tras leer esto, el argentino soltó, escandalizado: “¡Este infeliz ha traducido überhaupt como ‘abstracto’, cuando es claro que lo que Marx quiere decir es ‘en general’! ¡De lo general a lo abstracto hay mucho trecho! ¡Y, tratándose de Marx, no estamos hablando de un matiz!”.
Poco a poco, el grupo se fue persuadiendo de que la traducción de Roces era una estafa. “No hay práctica revolucionaria sin teoría revolucionaria”, sentenció el argentino, “y no puede haber teoría con una traducción que es una mierda. ¿Qué piensan hacer ustedes al respecto?”.
Uno de los chicos propuso algo heroico: aprender alemán.
“Loable, pero nada práctico”, repuso el argentino: la revolución estaba ocurriendo en las calles de Santiago y no era cosa de hacerla esperar estudiando alemán. Entonces, abrió su maletín, al tiempo que decía: “Queridos compañeros, les he traído la solución”.
Y mostró un ejemplar de El Capital, editado por Siglo XXI, casa de la que por entonces se decía, no sé con cuánto fundamento, que era manejada en las sombras por los trotskistas. Nuestro hombre aseveró que la traducción de Pedro Scaron era impecable.
Ahora que lo pienso, además de comisionista de alguna librería santiaguina, el argentino bien pudo ser trotsko, como Pocho Orozco.
Hizo su agosto y desapareció.
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