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lunes, 16 de septiembre de 2019

Entrevista a Maristella Svampa: "“Los progresismos pactaron con el gran capital”

Mariano González y Azul Picón
Ideas de Izquierda

Recientemente galardonada con el Premio Nacional de Ensayo Sociológico por su libro Debates latinoamericanos, desarrollo, dependencia y populismo (Edhasa, 2016), la socióloga e intelectual anfibia, Maristella Svampa, conversó con Ideas de Izquierda sobre extractivismo, medioambiente, los límites de los denominados gobiernos progresistas en la región, su apoyo a la declaración de intelectuales en favor del FIT-Unidad.

-Hace varios años que venís investigando sobre extractivismo, medioambiente y las resistencias que se fueron articulando en relación a su avance. ¿Cómo operó en las experiencias progresistas esa tensión entre el avance del neoextractivismo y las resistencias? ¿Cuáles son las continuidades y rupturas que ves en Argentina tras el agotamiento del ciclo kirchnerista en relación a la matriz extractiva y a las narrativas desarrollistas?

Yo creo que el ciclo es necesario leerlo en clave latinoamericana, porque esto no se da solo en Argentina sino en toda América Latina y efectivamente, como todo ciclo, tiene diferentes fases y momentos. El primero fue un momento de “positividad”, en el cual los gobiernos progresistas minimizaron los conflictos socioambientales y estigmatizaron a los movimientos y organizaciones que cuestionaban el modelo extractivista. Fase de positividad porque fue un momento de rentabilidad extraordinaria: el boom de los commodities. Y, efectivamente, gran parte de esa tasa de ganancia fue utilizada para fomentar mayor cantidad de planes sociales, políticas públicas focalizadas y programas para una mayor inclusión a través del consumo. Hubo una reducción de la pobreza importante en América Latina, que no solo se vio en países con gobiernos progresistas sino con gobiernos conservadores y liberales. Hay una segunda etapa que se inicia hacia 2008, en la cual ya se visibilizan los conflictos socioambientales y se producen una serie de conflictos emblemáticos en América Latina, que hacen que los gobiernos progresistas sean interpelados y reaccionen de manera muy virulenta contra las resistencias socioambientales. Pasó en Brasil con Belo Monte, en Argentina con Famatina en 2012 y en Bolivia con el Tipnis en 2011. Las reacciones fueron las mismas: deslegitimar las luchas socioambientales, asociándolas con ONG extranjeras o intereses foráneos. Ese es el discurso de Álvaro García Linera en Bolivia. Es una época en la cual se multiplicaron los proyectos extractivos: mayor cantidad de mega represas, la expansión de la frontera extractiva. En el caso de Argentina es, sobre todo, el Programa Estratégico Agroalimentario, que implica la multiplicación del 60 % de la producción de granos. Esta segunda fase, que yo sitúo entre 2008 y 2013, es de mucha conflictividad. En 2013, con la caída del precio de los commodities, ya se advierte un impacto en las economías latinoamericanas, algo ligado también a que en América Latina, a partir del 2007, se da el ingreso de China. La demanda de materias primas por parte de China produce un efecto de reprimarización, inclusive en Brasil, que es un país diversificado económicamente, generando lo que se llama desindustrialización temprana. Y los gobiernos de los países latinoamericanos, en vez de repensar los modelos de desarrollo, continuaron obturando la discusión y multiplicando aún más los proyectos extractivos para obtener los mismos beneficios que durante el boom de los commodities. Este proceso va ligado también al giro conservador que ya en 2015 comenzamos a ver en la región. Y ahí lo que se detecta es una fase de exacerbación del neoextractivismo, que es visible en parte en la cantidad de asesinatos a activistas ambientales. América Latina es la región donde se asesinan más activistas de derechos humanos y ambientales en todo el mundo. Pero el incremento de muertes arranca en 2007 y se pronuncia aún más a partir del 2015. Otro elemento relacionado con el neoextractivismo es la emergencia de enclaves criminales ligados a la minería ilegal en Venezuela, Colombia y Perú. Y por otro lado, la expansión de las energías extremas: la expansión de la frontera petrolera a través de la explotación de hidrocarburos no convencionales (fracking). Se habla de energías extremas porque es necesario utilizar tecnologías muy lesivas para su extracción, muy costosas económicamente y con menor rendimiento energético, que aumenta la tasa de accidentes a nivel ambiental y a nivel laboral. Realmente es un régimen de gran peligrosidad en un contexto agravado de crisis ecológica. Entonces hay que leer la expansión del neoextractivismo en términos de fases. Si al principio el éxito de los progresismos venía asociado a la reducción de la pobreza, hacia el final del ciclo progresista, encontramos gobiernos más interpelados por las luchas socioambientales, que redujeron la pobreza pero no la desigualdad. Es decir, son gobiernos que al calor del Consenso de los Commodities, hicieron el pacto con el gran capital. Entonces no es lo mismo 2003/2005 que 2013/2015, donde estamos ya en el ocaso del ciclo progresista y podemos ver con claridad cuáles son los déficits y las grandes limitaciones que presentaron estos gobiernos. Si al inicio fueron considerados gobiernos de izquierda y levantaron fuertes expectativas políticas, al final del ciclo fueron caracterizados como modelos de dominación más tradicional, como populismos.

-Podríamos decir que con respecto a los pueblos originarios es donde se ven las mayores contradicciones, porque están los avances legales (incorporación a la constitución del ‘94, las leyes de emergencia territorial, la ley 26160 del 2006) que aparecen como progresivos, pero se contrapone con el avance sobre los territorios y las denuncias por usurpación, represión, criminalización...

Claro, entre las características del neoextractivismo, están la gran escala de los emprendimientos, el hecho de que son materias primas o commodities que están orientados a la exportación y que implican una ocupación intensiva del territorio, que ilustra otro de los grandes fenómenos que caracteriza a América Latina: no solo el hecho de que seguimos siendo los campeones de la desigualdad y el lugar del planeta donde se asesinan más activistas ambientales, sino también el lugar del planeta en donde hay mayor acaparamiento de tierras. La disputa por la tierra se perdió en favor de las grandes corporaciones transnacionales que avanzan sobre los territorios a través del modelo del agronegocio. Y ahí quienes han perdido más son campesinos e indígenas. En Argentina se añade que es un país que ha buscado negar sus raíces indígenas y sobre todo, como dice Diana Lenton, la fundación del Estado Nacional se basa en el genocidio originario. En otros países siempre ha habido una gran tensión sobre cuál es el lugar que ocupan los pueblos originarios, de eso no hay ninguna duda, el racismo o el racialismo recorre la historia latinoamericana. En argentina se añade el genocidio, lo cual no ha implicado un exterminio total de los indígenas. Los sobrevivientes fueron resubalternizados en el marco del modelo de acumulación capitalista, como trabajadores de la zafra, peones de campo. Otros, mujeres y niñas fueron entregados a miembros de la élite, como servidumbre. Ahora bien, a partir del año 1994 se incorporaron los derechos de los pueblos originarios a la constitución, la legislación internacional existente fue adoptada. En consecuencia, no es que no se reconozcan los derechos de los pueblos originarios, sino que éstos no se aplican. Todo lo contrario, ante la expansión de la frontera del capital, aquellos territorios en los que habitan los pueblos originarios han sido revalorizados y hoy son desplazados o hay un intento de desplazamiento en nombre del avance del capital. Y a esto se le suma una fuerte y creciente estigmatización y demonización en relación con los derechos que éstos reclaman. No se olviden que la figura penal que más se en Argentina se aplican a los pueblos originarios es la de “usurpación”, ante el reclamo por sus derechos territoriales.

Uno podría decir durante el ciclo kirchnerista había una tensión que reflejaba muy bien que el neoextractivismo fue un punto ciego para el gobierno. Pero el kirchnerismo tenía un discurso sobre los derechos humanos, iba y venía con respecto a los pueblos originarios. En la actualidad esto cambió porque el gobierno de Macri no tiene un lenguaje de derechos humanos que contraponer, por lo cual el proceso de criminalización es más abierto y brutal. Se fomenta claramente el avance del capital.

Recientemente se cumplieron 2 años de lo de Santiago Maldonado, que marcó una inflexión política. No olvidemos que fue un operativo de gran envergadura con gendarmería, que se militarizó el territorio. La desaparición de Santiago Maldonado cayó en la grieta, claramente, y cuando los peritos dijeron al encontrar el cadáver que éste se había ahogado, el gobierno se desresponsabilizó rápidamente. Como si la muerte por ahogamiento de Santiago Maldonado no hubiese sido responsabilidad de esa situación de represión. Esto muestra cuál es la visión que tiene el gobierno actual. No dudo de que en esos meses quiso ir mucho más lejos de lo que pudo ir... lo que sucedió entre la desaparición y ahogamiento de Santiago Maldonado y el asesinato de Rafael Nahuel, fue que el gobierno conformó con las provincias patagónicas un comando unificado en base a un discurso de guerra en el cual se constituye a los indígenas como el enemigo interno, se hablaba muy ligeramente de la existencia de un movimiento etnonacionalista al cual se le inventaban una serie de acciones... Así, el gobierno había avanzado como para consolidar un dispositivo de represión muy amplio. Sin embargo eso quedó en suspenso. Aun así, hubo avances claros, pues extraditaron a Facundo Jones Huala que ya había sido juzgado acá... extradición que fue una promesa de Macri a Bachelet.

De todas maneras lo que hay que decir es que no hay diferencias en términos de políticas de “desarrollo”, entre lo que propone Macri y lo que propone la fórmula Fernández-Fernández. Un claro ejemplo es el lugar que tiene Vaca Muerta. Este es un tema que alinea los planetas, en el sentido de que todos de los sectores de poder ven allí la salvación de la Argentina ante la fenomenal crisis económica y, sobre todo, la pesada deuda que nos ha dejado Macri. En eso claramente puede verse el imaginario eldoradista funcionando a pleno. Tanto progresistas como neoliberales... también la izquierda ha tenido grandes dificultades para incorporar una crítica al imaginario productivista del desarrollo, cuestionar estos modelos que son claramente insustentables. Pero el macrismo y la fórmula Fernández-Fernández lo han colocado en el centro. Vaca Muerta parece ser la solución a todos los problemas de los argentinos. Y cuando uno indaga el proyecto de Vaca Muerta, no solo es insustentable desde el punto de vista territorial, socioambiental, sino que además es de escasa viabilidad económica y financiera. No lo digo solamente yo, sino informes internacionales, como el del IEEFA (Instituto de Economistas de la Energía y el Análisis Financiero) Hay mucha información que se está ocultando. Porque es tal la ceguera ambiental con el fracking y la desesperación por explotar los hidrocarburos no convencionales aceleradamente, que se ignoran olímpicamente los elementos que dan cuenta del inminente fracaso. La extracción de gas no convencional no solo es muy cara sino que exige una gran infraestructura que vaca Muerta no tiene y que sí tienen otros países, con iguales recursos: Australia, Rusia, Estados Unidos. Con lo cual comparativamente en términos internacionales, para decirlo en los términos que el neoliberalismo utiliza, Argentina no es competitiva; y mucho más en un contexto de crisis económica y creciente endeudamiento externo. Resulta difícil garantizar el esquema leonino de subsidios estatales que le está brindando el Estado argentino a las corporaciones internacionales. Si a eso le añadimos el litigio ambiental y el litigio con los pueblos originarios, con los mapuches, Vaca Muerta es un paquete muy poco atractivo internacionalmente. Por último, tengamos en cuenta que vamos hacia un escenario de transición energética que implica priorizar las energías renovables. En 10 años si no se explota Vaca Muerta, habrá que dejar los no convencionales bajo tierra, por eso hay tanta desesperación en aquellos que promueven los hidrocarburos no convencionales. No les importan los costos ambientales, los costos laborales, lo que importa es explotarlo porque en 10 años, probablemente deje no solo de ser rentable, deje de ser necesario. Todo esto es un debate que no es se está dando. E insisto, no solo no se habla de los impactos ambientales, territoriales, de los desplazamientos de comunidades mapuches, sino de estas cuestiones que tienen que ver con la inviabilidad económica y financiera de Vaca Muerta.

-Cuando hablas del “ciclo progresista” regional, indicás que este se inicia con un fuerte protagonismo de los pueblos indígenas y se cierra, hacia 2015, con un fuerte protagonismo de las mujeres. ¿Cómo se da esta transición? ¿Cómo se articulan o insertan con las luchas de otros sectores como, ambientalistas, trabajadores y trabajadoras, movimiento estudiantil, movimientos sociales, sindicales, etc.?

Lo que uno observa al analizar el ciclo progresista, es que efectivamente al inicio del ciclo está muy asociado al protagonismo de los pueblos originarios, sobre todo en el mundo andino. Se expresó en la sanción de los derechos de la naturaleza en Ecuador, los derechos de la Pachamama en Bolivia, y la emergencia de una narrativa contrahegemónica muy asociada a los pueblos originarios que es la del Buen Vivir. Si hay una nueva gramática política que exporta América Latina a las luchas antisitémicas, tiene que ver con el Buen Vivir y los Derechos de la Naturaleza. Sabemos que al final del ciclo esta narrativa fue vaciada de su riqueza y potencialidad porque los gobiernos optaron por consolidar proyectos neoextractivos y subalternizar a los pueblos originarios. En esa línea yo creo que la capacidad de irradiación de esta narrativa indigenista fue muy grande en toda América Latina y en el mundo. Hoy aparece más debilitada. Lo que observamos hacia el final del ciclo es un gran protagonismo de las mujeres en dos líneas fundamentales: por un lado, ligado al cuestionamiento de la violencia de género, ante el aumento de los femicidios y, sobre todo, la emergencia de un discurso antipatriarcal muy radical en las luchas feministas. Argentina ha sido emblemática en ese sentido, pero podemos observarlo en otros países latinoamericanos también. El movimiento Ni Una Menos, que tiene una historia que lo remonta a los Encuentros de Mujeres y a las luchas a favor del Aborto Legal ha tenido una gran capacidad de irradiación en toda América Latina. A la par de estas luchas, y mucho más en relación con la problemática del neoextractivismo, están los feminismos populares. Hemos visto emerger un protagonismo femenino en los márgenes de la sociedad, ligado a las luchas contra el neoextractivismo: feminismos comunitarios de la mano de mujeres campesinas e indígenas, feminismos populares de carácter más multiétnico o multiclasista. Un feminismo más de los márgenes que introduce nuevos temas en las luchas feministas en donde la noción de cuerpo y territorio son fundamentales. Y lo interesante de esto, de estas luchas que inicialmente no se dicen feministas ni ecofeministas, es el ida y vuelta que hay entre lo público y lo privado. Lo público, el modo en cómo ponen el cuerpo las mujeres ante el avance del modelo extractivo; lo privado, cuando estas mismas mujeres vuelven a sus casas y experimentan la opresión de género. En ese ida y vuelta las mujeres no solo se constituyen como actores políticos ante el extractivismo sino también van construyendo un discurso feminista. Un feminismo popular que uno puede leer en perspectiva ecofeminista, donde la relación cuerpo-territorio-naturaleza es entendido como una suerte de totalidad. Una encuentra el mismo lenguaje en Perú, en Bolivia, en el norte de Argentina, en Colombia, de estas mujeres que comienzan a problematizar cuerpo-territorio-naturaleza y que postulan como los pueblos originarios a través del buen vivir, a través de la noción de cuidado y de territorio, de los nuevos modos de habitar y defender la vida, de la centralidad que toma la sostenibilidad de la vida. Lo que tiene valor es la producción y reproducción de la vida social y no el capital. La lucha entre el capital y la vida. Eso aparece como central, con lo cual son luchas potencialmente antisistémicas. Es muy interesante como proceso. El momento feminista que atraviesa la región, se da al final del ciclo progresista y al inicio de un giro conservador fenomenal y eso no es menor porque en América Latina está emergiendo una nueva derecha, que es la derecha radical autoritaria. Una derecha que claramente plantea volver a los binarismos tradicionales: en la relación de género, en su rechazo a la diversidad sexual, en su rechazo al discurso garantista y los derechos humanos. Es una derecha que se nutre de un discurso fuertemente antidemocrático o antiderechos, que es distinta a la derecha neoliberal. Pueden compartir en términos económicos el mismo proyecto, pero en términos culturales no. En términos culturales ha "comprendido" o cree (lo dicen así sus líderes) que el marxismo perdió la batalla política pero ganó la batalla cultural. Entonces, el objetivo es efectivamente golpear contra el llamado “marxismo cultural”. Y según estas derechas el marxismo cultural es expresado por el feminismo, por las comunidades de diversidad sexual, por el discurso garantista, etc. Es lo que se expresó ya en términos político-electorales con Bolsonaro y que desde lo social recorre otras sociedades latinoamericanas. Algo que en Argentina encontró una fuerte reactivación como respuesta reaccionaria a la marea feminista.

-Recientemente recibiste el Premio Nacional Ensayo Sociológico por tu Debates latinoamericanos. ¿Nos podrás contar un poco de qué trata el libro? Allí mencionás los límites de los gobiernos que denominás progresistas e incluso en algunos otros textos usás la categoría de “progresismo selectivo”. ¿Cuáles son esos límites y a qué te referís con esta idea de progresismo selectivo?

El libro Debates latinoamericanos aborda cuatro grandes ejes problemáticos, que no son los únicos en la historia de la región, pero que yo considero importantes en la época actual. Son ejes que muestran ese constante vaivén entre lo político, lo social y lo cultural y que, por sobre todas las cosas se actualizaron en el escenario político en los últimos 20 años: el lugar de los pueblos originarios, la disputa por los modelos de desarrollo, la recreación de la dependencia a partir de la emergencia de China como nuevo Hegemón y por último, el retorno de los populismos infinitos. Esto último merece aclaración, pues yo tengo una lectura de los populismos, que no es la que tiene la derecha mediática y política. Yo considero que los populismos son un fenómeno complejo, contradictorio, que tiene elementos positivos, elementos democráticos que implican la incorporación de grandes mayorías excluidas, un lenguaje de derechos, pero que por otro lado tiene elementos autoritarios, muy ligados a la concentración de poder en los líderes. Otra de sus ambivalencias es que la incorporación de masas excluidas tiene como contracara el pacto con el gran capital. Entonces la construcción de una gobernanza populista siempre se da por la vía de una negociación entre el lugar que ocupan los sectores subalternos y el lugar que ocupa el gran capital. Y en América Latina los progresismos fueron selectivos en esto porque efectivamente desarrollaron una retórica democrática en relación a los derechos de las grandes mayorías, pusieron el acento en una política social muy ligada a los planes sociales de inclusión de esas mayorías pero al mismo tiempo, insisto, hicieron el pacto con el gran capital extractivo y, en algunos países, como Brasil, también financiero. No ver esto, como muchos quisieron durante el progresismo, constituyó uno de los grandes problemas para construir una izquierda plural. Porque yo creo que los populismos progresistas tienen elementos de izquierda, pero que esos elementos fueron neutralizados en el marco de estas alianzas con el gran capital.

Durante el ciclo progresista se abrió una brecha en las izquierdas latinoamericanas: entre una izquierda populista cuya bandera es sobre todo el antiimperialismo, que apoyó de manera incondicional a los gobiernos progresistas, y una izquierda más plural, en donde estaba desde el trotskismo con su vocación obrerista, hasta los que nos consideramos como parte de una izquierda antisistémica, ecologista e indianista, que quedó fuera, sin posibilidad casi de diálogo. Esto se expresó en un gran desgarramiento y sobre todo en torno a los posicionamientos sobre Venezuela y posteriormente sobre Nicaragua. Pero la real divisoria de aguas fue Venezuela. No sé si recordarán que, en 2016, junto con otros intelectuales latinoamericanos hicimos una declaración criticando al régimen de Maduro. La reacción de la izquierda incondicional a los progresismos fue visceral, tremenda. A mí me significó la ruptura de puentes con una serie de organizaciones sociales con las cuales yo venía trabajando hace muchos años, desde mis tiempos piqueteros. Hoy me siento más cómoda dialogando con una izquierda trotskista más combativa y que está en la calle, que con una izquierda progresista que efectivamente tiene varios puntos ciegos en su visión sobre el poder, en su visión sobre la relación con los líderes, en su visión selectiva de los derechos humanos. Muchos todavía no tomaron conciencia de los costos e impactos que genera en las izquierdas la deriva autoritaria en Venezuela.

Con la izquierda trotskista también tengo una asignatura pendiente ligada al hecho de que yo creo que siguen siendo todavía muy obreristas y que no ha incorporado la problemática socioambiental. Creo que el gran desafío de las izquierdas es pluralizar las agendas. Así como se ha incorporado la agenda feminista, también la agenda socioambiental tiene que ser incorporada. Se trata de un eje transversal y debe ser comprendida desde una perspectiva más holística. Y lo que yo percibo es que todavía hay un sector de la izquierda que tiene una visión muy productivista. Si hay una posibilidad de renovación de las izquierdas pasa por la incorporación de esos dos ejes que son centrales a la hora de diseñar un nuevo horizonte civilizatorio. No basta con desarrollar un lenguaje obrerista ligado a la contradicción capital- trabajo cuando efectivamente estamos en el medio de una crisis ecológica de gran envergadura que tiene que ver con la lógica productivista del capital y la expansión de las fuerzas productivas. Si eso no es cuestionado no podremos elaborar un diagnóstico acerca de la crisis y por ende tampoco podremos elaborar una vía o un horizonte que marque la posibilidad de construir una nueva sociedad.

-Yendo al escenario más coyuntural, firmaste la declaración de intelectuales en apoyo al Frente de Izquierda-Unidad. ¿Por qué decidiste apoyar a una fuerza de izquierda anticapitalista?

Ya había firmado en 2015 por el FIT y voté al FIT. Creo que estamos viviendo un escenario de mucha polarización que simplifica el espacio político, binariza los posicionamientos y, sobre todo, en el mediano plazo despolitiza a la gente, porque no se ve posibilidad de construir otra alternativa. La izquierda es la única que rompe, que no se deja atrapar por ese binarismo. Por ejemplo: todos los sectores de centroizquierda con los cuales he tenido mucho diálogo han terminado por ser furgón de cola del kirchnerismo. Muchos de ellos abandonaron su agenda, hicieron borrón y cuenta nueva y olvidaron las críticas al kirchnerismo, por el temor a que el gobierno macrista se perpetúe. Por otro lado, también están aquellos sectores intelectuales que apoyan al macrismo. Ahí se ve cómo la lógica de la polarización terminó fagocitando a sectores que vienen del progresismo alfonsinista, llevándolos a confluir con la derecha neoliberal. Firmando una declaración que apoya a un gobierno de derecha que promueve una política de exclusión. A eso me refiero con la simplificación del espacio político. Me parece que la izquierda hizo un esfuerzo de unidad y que es la única propuesta con un programa anti sistema que además rompe con el binarismo. Esa es la propuesta que hay que alentar. No podemos dejarnos atrapar en estas lógicas binarias que lo único que hacen es diluir cualquier diferencia, simplificar la discusión e, insisto, generar un enorme daño. Es ese tipo de daño y tendencia a la despolitización el que abre la puerta a proyectos de extrema derecha como es el caso de Brasil con Bolsonaro. Hay que promover posiciones de izquierda que rompan con el binarismo y que pluralicen el discurso incluyendo las demandas socioambientales, las demandas feministas, las demandas de los trabajadores porque, efectivamente, hay tres grandes problemas en la sociedad contemporánea. El primero de ellos es la crisis socioecológica que estamos viviendo, la era del Antropoceno, que nos enfrenta a nuevos riesgos, que ponen en peligro la vida del planeta. En segundo lugar, la robotización y el avance de la sociedad digital que va a generar desempleo y reconversiones que es necesario afrontar en el marco de una transición justa. En tercer lugar, está el retorno de las derechas radicales, con contenidos fascistas que implican una fuerte regresión política. Muchos de estos escenarios están relacionados; no es casual que las derechas radicales autoritarias sean negacionistas respecto del cambio climático, ya que promueven la expansión de la frontera de commodities y la mercantilización general de la vida.

-Previo a las PASO salieron declaraciones de apoyo de intelectuales a las fórmulas del FIT-U, de Macri-Pichetto y de Fernández-Fernández. ¿Cuál te parece que es el rol de los intelectuales en esta coyuntura?

Los intelectuales argentinos somos seres gregarios. Necesitamos estar en grupo; básicamente somos seres gregarios que queremos discutir, debatir en la escena pública. Yo, sobre todo, tengo una visión más ligada al pensamiento crítico latinoamericano que es un pensamiento que se ha forjado en la frontera entre lo político y lo cultural y que acompaña procesos de lucha muy ligados a la contestación y el repudio a la dinámica de acumulación del capital. Yo he sostenido y defendido una visión de intelectual anfibio, que se mueve en diferentes escenas. La escena pública es una de ellas, pero no la única. Que ha habido una gran visibilidad de los intelectuales en la última década tiene que ver con el rol que tuvieron durante la época del kirchnerismo. No se olviden además que el kirchnerismo benefició mucho en ese sentido a la investigación científica y técnica. Eso es lo que le otorgó gran visibilidad. Igualmente si ustedes ven en los últimos cinco o seis años, al calor del agravamiento de la crisis económica, los intelectuales han tenido menos lugar en la escena pública. Son los economistas, como especialistas, los que han tenido más visibilidad mediática. Desde mi perspectiva, la de colocar temas pocos visibles en la agenda pública, es una de las grandes funciones de los intelectuales. Pero insisto, la escena pública es una más. Hay otras escenas, tal vez de más bajo perfil, que implican un activismo por parte de los intelectuales que son igual de importantes. Hoy se invisibiliza una tarea más silenciosa, de acompañamiento, de visibilización de luchas que se vienen dando desde hace mucho tiempo en América Latina. Pero insisto, creo que está sobredimensionado el impacto que pueda tener el apoyo de intelectuales a una fórmula política, es más de orden simbólico y generan fricciones y disputas al interior de un campo que tiene poco peso político en líneas generales.

-¿Cómo analizás el escenario político tras las elecciones primarias?

Pocas veces se vio una campaña electoral tan polarizada y a la vez, tan desigual. El oficialismo contaba con el apoyo de los grandes medios de comunicación, del FMI, de Donald Trump y de los mercados financieros. Tal es así que, desde fuera de esa densa red de apoyos incondicionales y cada vez más obscenos, desde esa maraña superestructural que parecía cubrir y sobredeterminar todo, apenas si podía verse el escenario social real y sus actores.

La respuesta de la sociedad fue en clave de polarización, pero de rechazo total al programa de Macri y por ello, en favor del kirchnerismo. Eso hizo saltar por los aires la situación de gran asimetría electoral que se vivía. Y lo tremendamente peligroso es que el oficialismo no pudo reconocerlo y entró en una crisis en la cual llevó al país a una situación abismal, dejando al desnudo su ceguera de clase. Así, las declaraciones del presidente en las primeras 48 horas no fueron desafortunadas; más bien revelaron su pensamiento al desnudo, esto es, el ethos dominante, el conjunto de ideas y valoraciones que nutre una determinada práctica política ligada a una clase social. Para Macri no se trata solo de afirmar que la política implementada es “la correcta”; más aún, “el único camino correcto”, y que lo opuesto o diferente es un completo “error”, sino de dejar en claro que el único ethos posible en política es aquel que se identifica con los mercados. Mientras una parte de la sociedad, a través del voto, afirmaba un ethos que busca colocar límites al mercado; defender la vida, la posibilidad de la producción y la reproducción social, el gobierno insistía en defender una y otra vez la validez –y supuesta universalidad– del ethos de la acumulación (financiera) del capital.

La corrida cambiaria que se desató el día lunes no fue solo castigo al voto “incorrecto” de la ciudadanía, fue una afirmación del fatalismo económico-financiero en coherencia/correspondencia con un determinado ethos. En esa línea, el costo fue enorme, y en una semana aprendimos más de lo que 50 lecciones sobre sociología de las élites pueden aportarnos. Creo que eso puede servir como aprendizaje para muchos votantes macristas decepcionados; que comprendieron el alcance de lo que significa votar a la élite dominante. Espero que esto pase a los libros de historia. El escenario político que se abre es el de un país en crisis hiperbólica, con un futuro gobierno peronista/kirchnerista de espíritu centrista y negociador, que buscará recomponer el diálogo con todos los sectores de poder. Muy probablemente la derecha radical autoritaria (Gómez Centurión) y la derecha ultra-neoliberal (Espert), mejoren su performance electoral en octubre, ante la debacle del macrismo. Me intriga adonde irán a parar los votos de Lavagna o si seguirán con él. Por último, la izquierda se consolidó como cuarta fuerza electoral, pero no creo que mejore electoralmente; quedó muy afectada por la polarización extrema, aunque aún tiene la posibilidad de ganar una diputación más. Y más que nunca ¡necesitamos izquierda de la buena en el Congreso Nacional!

viernes, 3 de mayo de 2019

_- El Plan condor. El funcionamiento del Plan Cóndor revelado por un documento de la CIA

_- Sergio Kiernan Página/12

La sede central era en Cóndor 1, Argentina. Los viáticos de los asesinos eran de 3500 dólares por día. El Comando Central se tomaba dos horas para el almuerzo y cerraba a las siete y media. Cada delegado proponía un blanco y se votaba mandar un grupo de tareas. En el peor momento de las dictaduras latinoamericanas, existía un pequeño espacio donde se votaba. Los delegados de Argentina, Uruguay, Chile, Paraguay y Bolivia a la sede central del Plan Cóndor debatían y elegían por mayoría simple a sus víctimas. Cada delegado presentaba una “propuesta operativa” y la discusión sobre oportunidad, costo político y material terminaba en una votación. Si había desacuerdo, se hacía un acta con copias para cada país participante. Si se aprobaba una “operación” se ponía en marcha una maquinaria burocrática que incluía pasajes y viáticos de hasta 3500 dólares por día para los grupos de tarea de hasta cinco agentes.

Los documentos secretos desclasificados por Estados Unidos y recibidos por el ministro de Justicia Germán Garavano este viernes incluyen un Reporte de Información de Inteligencia de la CIA fechado el 16 de agosto de 1977, que describe en detalle la parte burocrática del Plan Cóndor. El informe no está clasificado como secreto, pero arranca con la advertencia de que incluye “fuentes y métodos sensibles de inteligencia”, código para avisar que no puede ser difundido para no comprometer agentes, fuentes o maneras de robar papeles.

El documento avisa a la Central que los servicios de inteligencia de cinco países y “hasta cierta medida Brasil” firmaron en septiembre de 1976 un acuerdo de cooperación para “operaciones contra blancos subversivos”. La CIA hace una distinción hasta ahora inédita en la mecánica del Plan Cóndor al afirmar que “Cóndor” es el nombre del pacto de cooperación, que en la práctica se llama “Operación Teseo”.

Los agentes de la CIA en Argentina que redactaron el Reporte afirman haber visto una copia del acta original, que arranca con un párrafo titulado “Reglamento de Teseo, Centro de Operaciones”. El primer tema es definir la misión, lo que consiste en identificar blancos “de acuerdo con los pedidos presentados por los participantes, y asignar oportunidades y prioridades”. El Centro de Operaciones tiene que instruir a los “equipos de inteligencia y de operaciones”, los primeros encargados de ubicar e identificar a los blancos y los segundos de matarlos y escapar.

A la manera militar, el Centro tiene la responsabilidad de administrar los recursos humanos y materiales de cada operación, instruir a los servicios de cada país sobre qué colaboración tiene que prestar y recordarles que según lo pactado, los servicios extranjeros deben dar prioridad a los requerimientos de la Operación Teseo.

Organigrama
Operación Teseo tiene base en Buenos Aires, designado como Cóndor 1 en la jerga interna. El Centro de Operaciones es formado por representantes permanentes de los servicios de inteligencia de los países participantes. A las órdenes de este Centro se colocan equipos de inteligencia y de operaciones, “formados por personal de los países miembros”, y equipos de reserva por si las cosas se complican. Estos equipos tienen prohibido visitar el Centro de Operaciones a menos que reciban órdenes específicas de hacerlo.

Según el documento, “el número mínimo de agentes provisto por cada servicio participante será, en lo posible, de cuatro personas, con una mujer a ser incluida eventualmente. Cada país tendrá un equipo similar en reserva, listo a cubrir cualquier eventualidad”.

Los viáticos
El Centro de Operaciones en Argentina es el encargado de administrar los fondos de la Operación Teseo, y el encargado de recibir las liquidaciones de gastos de cada grupo de tareas. Cada país participante puso una cuota de diez mil dólares para arrancar la Operación y aceptó aportar una cifra similar al final de cada operativo, “en un plazo no mayor de quince días”.

Por fuera de estos gastos operativos, el Cóndor es como un club en el que cada país paga una cuota de doscientos dólares por mes “que vence el treinta de cada mes”. Esta modesta cifra es para “cubrir gastos de funcionamiento y mantenimiento del Centro de Operaciones”.

Pero tanta modestia económica se contradice con los gastos operativos previstos en el mismo reglamento. Los grupos de tareas en el extranjero reciben un viático estimado en 3500 dólares “por día y por persona, más una cifra fija de mil dólares para ropa”. Todos estos gastos deben ser presentados a la central por los jefes de grupo, para que sean aprobados por los miembros participantes. Si no hay objeción, cada representante permanente tiene el deber de comunicarse con su gobierno para cubrir los fondos del Centro de Operaciones.

Por cuerda separada, los agentes recibían equipamiento del Centro de Operaciones o, de no ser posible, de los servicios de inteligencia locales. Esto incluía armas, municiones, explosivos, documentos, ropa, equipos electrónicos y de comunicaciones, y “miscelánea”.

Organización
Los “equipos de trabajo”, como llaman los de la CIA a los grupos de tareas, “serán formados por miembros de uno o más servicios de acuerdo a su experiencia, calificaciones personales y características del blanco”. El Centro de Operaciones determina un blanco a eliminar y el momento de hacerlo. Tomada la decisión, los equipos de inteligencia tienen la tarea de “identificar al blanco, localizarlo, seguirlo, comunicarse con el Centro de Operaciones y retirarse”. Un miembro del equipo de inteligencia y sólo uno puede hacer contacto con el equipo de operaciones. Ese agente tiene que asegurarse de que la información llegue a los operativos y mostrarles el blanco, y luego retirarse de la escena.

El equipo de operaciones tiene que “ejecutar al blanco” cumpliendo tres pasos: “A, interceptar el blanco, B, cumplir la operación y, C, escapar”. Por razones de seguridad operativa, los miembros de cada equipo no pueden conocer a los del otro. Los únicos que hablan son los jefes de cada grupo de tareas.

Las embajadas
Operación Teseo cuenta con una red propia de comunicaciones llamada Condortel, para manejar todo tráfico entre el Centro de Operaciones y los servicios de los países participantes. De ser necesario, se hablará por teléfono, con la llamada a cargo de la central en Buenos Aires.

Pero si es necesario mandar documentos, papeles de cualquier tipo, se determina que se usará “la valija diplomática” de las respectivas embajadas, o enviados especiales que conozcan las medidas de seguridad necesarias.

Una democracia
El capítulo final del documento de la CIA indica que el Centro de Operaciones de Teseo se toma dos horas para el almuerzo, ya que opera de 9.30 a 12.30 y de 14.30 a 19.30. Sólo si hay una operación marcha se estiran los horarios nombrando un “oficial de turno noche”, rotando la nacionalidad entre los miembros permanentes. Burocráticamente, se establece que el alojamiento, comidas y transporte de este oficial serán pagos por el Centro de Operaciones.

Y aquí aparece una sorpresa, justo al final: el Cóndor funcionaba como una democracia interna donde se votaba entre iguales. Al elegir los blancos, explica el documento de la CIA, “cada representante presenta su selección de un blanco en la forma de una propuesta. La selección final de un blanco será por votación y se determinará por mayoría simple. En caso de desacuerdo, se hace un acta del debate que será firmada por los respectivos representantes y enviada a los servicios correspondientes para su información”.

La expansión
Mientras la CIA conseguía los documentos fundacionales y organizativos del Cóndor, la Oficina de Inteligencia e Investigaciones del Departamento de Estado circulaba sus análisis de la coordinación en el Cono Sur. En un informe fechado el seis de octubre de 1977, que ahora se difunde sin faltantes ni tachaduras, los diplomáticos especulan sobre la posible formación de un bloque sudamericano a partir de la coordinación de inteligencia. Acertadamente, descartan la posibilidad por las “enemistades preexistentes” y porque Brasil no muestra mayor entusiasmo por la idea y prefiere invertir en esfuerzos propios de propaganda internacional.

Pero en el texto aparece un tema nuevo, el de la idea de abrir oficinas operativas del Plan Cóndor en Estados Unidos y Europa Occidental. La misión de estas oficinas será la de “encarar el asesinato de supuestos opositores subversivos de los gobiernos participantes (en el Cóndor) que viven en Europa Occidental”. Según los diplomáticos, los tres países “más entusiasmados” con la idea son Chile, Uruguay y Argentina, por la actividad de sus respectivos exiliados. Brasil, dice el análisis, no está interesado y rechazó la idea. Según el Departamento de Estado, los brasileños no quieren pagar el costo político de que se conozca semejante operación ni tener socios como la notoria DINA chilena.

Los países interesados en operar en Europa lo hicieron a través de sus embajadas, creando estructuras de inteligencia notorias, como la argentina en París.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/187372-el-funcionamiento-del-plan-condor-revelado-por-un-documento-

sábado, 27 de octubre de 2018

De Ucrania a Plaza de Mayo. El árbol de Violeta. Victoria Ginzberg, Página/12.

El 22 de octubre se conmemora en Argentina el Día del Derecho a la Identidad, y las Abuelas de Plaza de Mayo cumplen 41 años.

Un collar en el cuello como despedida. Las palabras finales perdidas para siempre en el tiempo. La incertidumbre. Un olor. Una foto. La sangre, los ojos, la nariz. La historia. Una casa nueva. El miedo. El silencio. El amor. Nuevos olores, nuevas sonrisas, nuevos ojos, sangre nueva. ¿Qué es la identidad? Violeta tiene ocho años y tiene que armar el “árbol familiar” para la escuela.

La tarea nos obliga (me obliga) a pensar en los vínculos, tan rotos y vueltos a armar, tan fuertes y reforzados también, tan atravesados por el terrorismo de Estado. ¿Qué es la identidad? Violeta cuenta en clase que por el lado materno tiene tres abuelos: mis papás, que están desaparecidos, y su abuela, la bobe, que es mi tía sólo porque no quiso que la llamara mamá para preservar la presencia de mi madre, pero que es mi madre también. Cuenta que su bisabuelo y su bisabuela eran ucranianos aunque en sus documentos dicen polaco y polaca. Lo que figura en los papeles no es siempre la verdad o lo que sentimos o lo que somos. Muestra la libreta de casamiento de mis padres, que hemos aportado junto con el certificado de llegada de la bisabuela –la baba Rima– a América y un cartel con las fotos de los desaparecidos de la familia que pertenecía a la otra bisabuela, a Laura. En el librito rojo está inscripto mi nacimiento y también el de mi primo Hugo, que hubiera crecido como mi hermano si después de matar a sus padres cuando era un bebé y no tenía ni siquiera documento los militares no hubieran llegado para secuestrar a los míos. Por eso Hugo pasó su infancia en otro país llamando mamá a la abuela Laura y todavía está haciendo trámites para que en su documento figure su apellido paterno, y yo me quedé acá y tuve (tengo) otros hermanos que eran mis primos, Ariel y Leo. “Vas a marear a los chicos y a la maestra. No te preocupes que yo lo cuento hace más de cuarenta años y tampoco lo entienden mucho, lo tengo que repetir varias veces a las mismas personas”, le digo a mi hija. Violeta no se asusta y tampoco acepta las sugerencias para simplificar su exposición oral. Sale de la escuela feliz. “Me aplaudieron dos veces”, cuenta.

La identidad. Esos pedazos de historia. Nada de todo esto y todo a la vez. Sartre dijo que habremos de ser lo que hagamos con aquello que hicieron de nosotros. Vínculos que se construyen. O reconstruyen. O destruyen. Si no, pregúntenles a esas mujeres y esos hombres hijos de represores que formaron el colectivo de Historias Desobedientes. Personas que se afirman en la diferencia, en el repudio a lo que hicieron sus familiares.

Buceamos en fotos y documentos. Reconstruimos una historia hasta ahora borrosa sobre la llegada de la baba Rima a la Argentina. No vino escapando de la hambruna ni de la pobreza. Tenía veinte años, era militante comunista y la metieron presa en su pueblo. Su papá consiguió sacarla y la subió a un barco. Atravesó el océano para llegar a Tucumán, donde estaban dos de sus hermanos. Llegó en 1938, poco antes de que en Europa su familia fuera aniquilada por los nazis. Su padre la salvó sin saberlo de mucho más de lo que quería salvarla. Y ella lo habrá pensado tantas veces cuando no pudo, aquí, salvar a su hijo.

Fuente:
http://www.pagina12.com.ar/150498-el-arbol-de-violeta

martes, 9 de febrero de 2016

Ángel Cappa: “A la derecha no le quites ni un solo euro porque te cortan la cabeza”

Ángel Cappa, uno de los deportistas más significados políticamente y de discurso profundo. Convivió con Maradona, Valdano y Raúl

Un bigote ya bastante canoso anuncia el rostro de Ángel Cappa (Bahía Blanca, Argentina, 1946), uno de los deportistas más significados políticamente y de discurso profundo, rompedor en un universo opaco hoy en día. Exfutbolista y con una carrera de entrenador que le llevó de la Argentina y el Barça de Menotti y Maradona al Madrid de la natividad de Raúl de la mano de su inseparable Valdano. Llegamos a una cafetería con aires parisinos cerca del Santiago Bernabéu y a mano derecha se encuentra, de espaldas a la ventana y con la cabeza gacha, concentrado leyendo un libro que le tiene absorbido, Espectros del capitalismo, de Arundhati Roy. "Cuando estaba en el fútbol había días que no era capaz de pasar de una página", confiesa el argentino, también escritor. Cuando se marcha, una señora pregunta quién era y casi se queda chafada.
"Pensaba que era un actor, con ese acento...".
-¿Cómo fue su infancia? ¿Cómo y dónde creció?
Nací en un barrio de Bahía Blanca que se llama Villa Mitre. Mi infancia la recuerdo extraordinariamente divertida, maravillosamente entretenida. Me llenó de alegría, alrededor de una pelota. Jugábamos todo el tiempo, y en el colegio también. Nuestras madres nos almidonaban el guardapolvo [un delantal que les ponían para ir al colegio, blanco, mas o menos como los médicos] el lunes y en el primer recreo se terminaba el almidón. Me acuerdo que hicieron un equipo en el barrio de baby fútbol y todo el barrio estaba detrás de él. Íbamos a jugar y cuando volvíamos, hacíamos una fiesta en casa de algún vecino. Eso me hizo entender que el fútbol es alegría y es una fiesta.

-¿Qué tipo de barrio era?
Era popular. Era pobre, pero en esa época en Argentina era la época del peronismo. Más allá de los cuestionamientos que se le puedan hacer al peronismo, lo cierto es que se tenía para comer y la posibilidad de hacerse una casa. Entonces, era un barrio pobre pero no se pasaban necesidades como ahora.

-Como futbolista, comienza en el Villa Mitre.
La emoción más grande mi vida futbolística fue el día que debuté en la sexta división con Villa Mitre, porque en ese momento, como el fútbol es un deporte lo practica todo el mundo sobre todo en los barrios pobres, que te eligieran en Villa Mitre era una alegría y un prestigio enorme. Después he recibido muchas emociones, pero como la primera vez que me puse esa camiseta, ninguna. Yo tenía once años, jugamos en un pueblo de al lado. Tenía gripe y no le dije nada a nadie. Tengo aún la foto guardada de aquel día. Después, en primera división fue también un debut enorme, porque toda mi ambición era jugar en la primera de Villa Mitre. Todo lo demás fue agregado.

Después me llamó Olimpo, de lo cual me arrepiento. Me pagaban, al contrario que en Villa Mitre, y me dieron un departamento [casa]. Olimpo era el enemigo máximo. Villa Mitre era la representación de los barrios y Olimpo, de la gente del centro, de los poderosos. Eso es una traición que todavía no he podido superar [dice con media sonrisa]. Tengo una anécdota que es muy graciosa. Cuando yo aún vivía con mis padres, mi papá decidió pintar la casa. El pintor me conocía a mí, porque era del barrio y había seguido toda mi trayectoria. Era tartamudo y me llamaba negrito. Tomábamos mate y solíamos hablar de fútbol. Pero la semana que me enfrenté a Villa Mitre con Olimpo no hablamos nada. Cuando salimos a la cancha a jugar, escucho: “La-la pu-pu ta que te pa-pa rió” [risas]. Era este, y al otro día me vino a saludar a casa como si nada: “¿Qué haces negrito?”.

-Todavía vive en Argentina cuando el golpe de Videla.
Ahí yo ya estaba militando en un grupo que se llamaba Peronismo de base, que era una izquierda del peronismo. El golpe estaba, digamos, más o menos previsto, porque ya el Gobierno de María Estela Martínez de Perón era un gobierno absolutamente degradado, represor y entregado, más que a los militares, a las fuerzas civiles que querían imponer un sistema económico. Por eso llamaron a los militares. Lo que no estaba previsto era la ferocidad del golpe. Muchos compañeros míos fueron encarcelados y otros asesinados. Yo tuve suerte de poder salir de allí, junto con otro compañero.

-¿Qué supuso para usted el golpe?
El alejamiento involuntario de mis raíces, de mis afectos, que todavía no he podido superar. A pesar de que tengo hijos españoles y una abuela española. Me siento como en mi casa, pero aquello… Una cosa es que vos te vayas voluntariamente y otra cosa es que te tengas que ir de un día para el otro. Y eso es muy difícil de superar, por lo menos para mí. Eso… [hace una pausa de varios segundos] eso no se puede perdonar porque han hecho sufrir a muchísima gente. Han torturado, han asesinado.

Pero no eran cuatro militares locos; respondían a un proyecto económico: el neoliberalismo, que empezaba en esos años setenta, y que barrió con todo. Lo que dice Naomi Klein, la doctrina del shock para imponer todo por la fuerza. Yo le tengo más odio a todos los civiles que generaron el golpe que a los militares. Los militares son unos pobres mamarrachos que muchos de ellos, encima, se creyeron que eran patriotas. Era un proyecto económico como el de ahora de Macri, que tiene la complicidad de los principales medios de comunicación de todo el mundo.

-Aquella dictadura económica es un poco lo que está sucediendo ahora, pero con otro tipo de violencia. Sí, sí, por supuesto. Ha habido una década de gobiernos que se quisieron zafar del imperio norteamericano y de las garras de las grandes empresas, y ahora está retrocediendo. Macri es uno de los abanderados. Es curioso como los medios manejaban más o menos los mismos argumentos, lo cual indica que es una campaña, cuando criticaban a Cristina de Kirchner porque había gobernado con algunos decretos. Bueno, pues hizo trece en dos mandatos y este hombre en quince días ha hecho cincuenta y, sin embargo, no tiene ninguna crítica.

-¿Cómo le ha ido a Argentina en los últimos años con los Kirchner?
Bueno, ha habido cosas buenas y cosas malas. Las buenas fueron la distribución de la riqueza a favor de los altos precios de las materias de exportación. Lo malo es que no modificó la estructura de producción y por lo tanto el capitalismo se rehízo. Y cuando los precios bajaron, no había más que distribuir y el sistema seguía siendo el mismo. Pero, por ejemplo, la gente pobre tenía subsidio para la electricidad, en las casas pagaban una miseria. Ahora, Macri inmediatamente ha subido un 300% las tarifas. Entonces comienza lo que sucedió aquí [en España]: el capital recauda dinero del resto de la gente, empobreciéndola.

-¿No hubo corrupción con los Kirchner?
Seguramente ocurrió, pero España está incapacitada para hablar de corrupción, porque tú en tu casa abres un armario y se caen cuatro corruptos. Pero hay que aclarar una cosa: los políticos son corruptos, pero ¿quién los corrompe? No aparecen tanto los corruptores, que son los grandes empresarios. Es el sistema el que está corrompido.

-¿Cómo afectó el golpe de Videla al fútbol?
No tuvo ninguna repercusión especial, salvo algunos jugadores que conozco que fueron asesinados por haber militado, o encarcelados. Era el negocio el que estaba y está corrompiendo el fútbol, no la dictadura. La dictadura se aprovecha del deporte, pero también la democracia.

-¿Cómo es posible que habiendo una dictadura en Argentina la FIFA celebrara allí el Mundial de 1978?
La FIFA es una entidad mafiosa. Ha quedado en evidencia, no es una frase hecha. Por tanto, le tiene sin cuidado la dictadura. Sólo le interesa lo que le interesa al sistema: el dinero. El sistema cuestiona a Venezuela, pero no a Marruecos, a Colombia o Arabia Saudí. ¿Por qué? Porque lo único que le interesa es el dinero y Venezuela le está impidiendo sacar el dinero escandaloso que sacaban antes. Si mañana Maduro viene y abre la puerta del negocio, se terminó, inmediatamente todos somos amigos. Es verdad que Chávez y Maduro no son iguales, y las críticas son necesarias, pero quienes critican no lo hacen por eso. Como dijo una vez Anguita, no sé si hablando de Cuba o de Venezuela: “Primero quiero aclarar que estoy en la misma trinchera, y ahora voy a hacer las críticas”.

Un tiempo después del golpe de Videla se exilia en España. ¿Cómo era en los estertores del franquismo?
Yo llegué en un momento de una gran esperanza e ilusión. Por eso me duele tanto la traición escandalosa de Felipe González, de Alfonso Guerra y de toda esa gente a tanta gente honesta que había combatido para traer la democracia a España. Uno creía que estaba en el comienzo de la construcción de una nueva España y eso era alentador y contagioso. Para colmo, se veía a González y todo el PSOE cantando La Internacional con el puño en alto. Y todo eso era muy emocionante. Mi mujer y yo teníamos una amiga que combatió contra el franquismo, Isabel Ríos, que ya falleció. A su marido lo fusilaron y a ella, condenada a muerte también, finalmente la liberaron con la obligación de irse de España. En el ochenta y pico, ya con el PSOE instalado, me dijo algo sobre Felipe que no me animo a repetir. Con una pena muy grande, y yo no puedo olvidarme de eso. Entonces, a Felipe ya se le había puesto la cara de un señor con patillas blancas, y ya no era la chaqueta de pana sino el traje. Ya era otra cosa.

-¿Qué fue la Transición española? ¿Hubo vencedores y vencidos?
Creo que hay que respetarla. La gente hizo lo que pudo. El movimiento obrero y el de izquierdas tuvieron que entregar todas sus reivindicaciones, pero era un momento muy duro; hay que estar ahí. La derecha económica impuso su criterio: “Aquí estamos nosotros y seguimos ganando dinero, y ahora ustedes hagan lo que quieran. Reivindiquen cosas importantes pero complementarias”. Eso permitió al capitalismo rearmarse y acomodarse a una nueva época, pero me parece que no cabía otra posibilidad. Yo lo viví y fue un paso adelante necesario. Lo que sucede es que ahora, cuarenta años después, hay que dar otro paso adelante.

Esa democracia ya no es suficiente, la gente joven necesita una democracia real, participativa. Y la derecha y el capital se niegan a ello, naturalmente. Vos fijáte en esta crisis como las grandes empresas y los ricos aumentaron su riqueza. Lo que yo aprendí en todo este tiempo en Argentina y acá es que por un euro, no por miles, te cortan la mano y la cabeza ¡Por un euro! La derecha, salvo una reaccionaria, puede admitir los matrimonios homosexuales. Ahora, no les quites un euro porque te matan. Y te matan de verdad. No juegan con eso. Entonces, no admiten ahora un paso adelante. Fíjate que le están diciendo ahora radicales a los de Podemos. Y en el sentido más peyorativo, porque si uno defiende una posición la defiende absolutamente, igual que la derecha, no más o menos. Y no hay una sola propuesta de Podemos que exceda el capitalismo o la Constitución. ¿Dónde está la radicalidad en el sentido que ellos dicen? Está en que les dicen: “Ustedes también tienen que pagar impuestos”. El Ibex 35, las Sicav, por favor paguen impuestos.

Y Felipe González es el gran representante de las grandes empresas y del gran capital. Ya sin pudor. Ahora le da igual. Él y Vargas Llosa son los principales abanderados del neoliberalismo en Sudamérica. Y lo hacen descaradamente, ya les da igual. Y Guerra también. Acusaban a Podemos de alterar nuestro sistema occidental. ¡Es de risa! Es lo mismo de lo que les acusaban a ellos cuando empezaron. Es lamentable. A mí me indigna, pero mucho más me da lástima, de ver como la gente, a determinada edad, se abraza a la edad de la razón. Claro, si te va bien económicamente. Por suerte, a mí eso no me ha pasado todavía. Eso a mí me produce una repugnancia asquerosa. ¡Yo entiendo a Aznar! Fue siempre de derechas y nunca le importó nada un pepino que no fuera el dinero.

El capitalismo es un sistema agotado, como decía José Luis Sampedro. No es un sistema de la naturaleza, como nos quieren hacer creer. Es uno más, con la particularidad de que en su evolución genera desigualdad, pobreza y muerte. "Es un sistema que mata", como dijo hace poco el papa Francisco, y "al que hay que cambiar", como aconsejó. Seguro que enseguida te amenazan y te dicen: "Entonces ustedes quieren el comunismo soviético". Y no, no es así. Queremos un sistema verdaderamente democrático y justo, donde se pueda vivir en solidaridad y no en competencia, y en igualdad. Donde todos seamos respetados como seres humanos y tengamos los mismos derechos y las mismas obligaciones. No es tan difícil, ¿no?

-Entonces usted no le dice a sus hijos eso de “Hacedme caso a mí que ya soy mayor…”.
No, no. A mis hijos les digo: “El día que yo diga una estupidez de esas, enciérrenme en una habitación y tiren la llave. No me dejen salir más”.

-Ha comentado en varias ocasiones que ve necesario que el futbolista tenga una conciencia política.
El futbolista y todos, porque política es todo... Leer más aquí.
http://www.publico.es/deportes/angel-cappa-derecha-dinero-corrupcion.html

domingo, 23 de septiembre de 2012

La preocupacion de Stiglitz y la manipulacion de "Clarin" y "La Nacion". Informe sobre una información

Horacio Verbitsky.
Página 12

Un apasionante foro en la Universidad de Columbia sobre la concentración de los medios, el acceso a la información y la libertad de expresión, y su reflejo distorsionado en los mayores diarios argentinos, pese a la participación de sus directivos en el debate. Stiglitz defendió una regulación estatal fuerte de los medios televisivos, con los que se informa el ciudadano medio, para asegurar la diversidad, esencial para la democracia y el desarrollo.

Bajo el título “Stiglitz, preocupado por las estadísticas”, en Clarín, y “Stiglitz advirtió sobre los riesgos de no tener estadísticas adecuadas”, en La Nación, ambos diarios publicaron la semana pasada un diálogo con periodistas argentinos, sostenido en Nueva York tras las presentación del Premio Nobel de Economía en la conferencia sobre la libertad de prensa en la Facultad de Periodismo de la Universidad de Columbia. Stiglitz dijo a esos periodistas que “no se puede manejar la economía sin estadísticas correctas”. En cambio, los dos diarios ignoraron el panel que Stiglitz compartió con el funcionario del Banco Mundial Sergio Jellinek, durante el cual mantuvo un interesante diálogo con el secretario de redacción de Clarín y director periodístico de su Maestría de Periodismo, el filósofo Miguel Wiñazki. Clarín omitió toda mención a la conferencia de Stiglitz y La Nación apenas dijo que “defendió la competencia en el mercado de medios y el acceso a la información, dos elementos que son cruciales en una democracia”.

Su conferencia (que puede verse  en
 http://new.livestream.com/accounts/1079539/events/2051379/videos/17935127
fue de gran interés.

Clarín y La Nación limitaron sus crónicas a las exposiciones de intenso contenido político de sus propios directivos, Ricardo Kirschbaum y Héctor D’Amico, quienes no evidenciaron conocimiento sobre la ley audiovisual.

Consecuencias de la concentración
Según Stiglitz el rol de la prensa es llamar la atención sobre los abusos del mercado financiero contra los ciudadanos y acerca de la corrupción en el sector público, que es igual o peor en el sector privado. Dijo que el suministro de información era un bien público, que cuando estaba disponible beneficiaba a todos. Por eso en países como Noruega y Suecia se considera que por brindar un servicio público los medios deben tener apoyo estatal.

Por la misma razón, agregó, las consecuencias de la concentración son peores en la prensa que en otros sectores, ya que afecta “el mercado de las ideas, que es fundamental para la democracia”. Los criterios antimonopólicos deben ser más estrictos, igual que en el área financiera. Como la televisión es el principal modo de acceso a la información de los ciudadanos que no leen diarios, allí “la concentración puede ser más perniciosa que en otras áreas”. Mencionó el mal ejemplo de Italia, donde la concentración televisiva llegó a poner en duda su carácter democrático. “Para que la prensa cumpla con su rol, debe haber regulaciones competitivas muy fuertes”, dijo. Expuso que Estados Unidos era la más desigual de las sociedades desarrolladas.

Esa desigualdad económica es tan grande “que no es extraño que se traduzca también en desigualdad política, lo cual además se refuerza si los medios tienen un alto grado de concentración”. Sostuvo que en muchos países latinoamericanos son especialmente grandes el nivel de concentración de los medios y los nexos entre la desigualdad política y económica, “con lo cual la prensa es un modo de sostener la desigualdad. América latina es la región del mundo con mayor nivel de desigualdad y la concentración de la prensa juega un rol importante en esto”.

Tanto los gobiernos como las empresas intentan limitar el acceso a la información, que la prensa necesita para cumplir con su rol. Enumeró distintas formas de restricción: los gobiernos que “en todos los países” usan su control de la información para negociar la cobertura; las leyes antiterroristas, como ocurrió en Islandia con la crisis bancaria; las leyes de difamación, que pueden usarse para suprimir la libertad de expresión, y la autocensura, que es la más difícil de tratar.

Ejemplificó con la afirmación que luego se demostró falsa de que en Irak había armas de destrucción masiva, con lo cual se justificó la guerra. “Era difícil encontrar una cobertura justa en Estados Unidos. Había que leer la prensa extranjera, que no recibía las influencias oficiales que modelaron la cobertura de The New York Times”, dijo.

Diversidad y propiedad
Jellinek contó que hace un tiempo el dueño del principal diario de la República Dominicana, quien también posee estaciones de radio y de televisión, le dijo que no hacían falta otros medios ya que “nosotros tenemos programas muy diversos, para mujeres, para niños, de cocina”.

–¿La diversidad debe abarcar también la propiedad de los medios? –preguntó Jellinek.
–Sí. El riesgo con la prensa es que aunque trate de separar la página editorial de las noticiosas, es fácil que se superpongan. Para la democracia es fundamental la diversidad de perspectivas –respondió Stiglitz.

Desde el público, pidió la palabra Miguel Wiñazki:
–Dado su contacto con el gobierno argentino y con la presidente, ¿cuál es su opinión sobre el conflicto con la prensa argentina y sus efectos sobre la economía? –preguntó.

–No tengo una relación formal, pero viajo de tanto en tanto a la Argentina. Es siempre un país interesante, con una sociedad civil muy activa, gente que discute mucho y el gobierno que siempre impulsa nuevas iniciativas. No conozco los detalles del debate, pero por lo que leí, el tema es la concentración de la propiedad de los medios, según las líneas que describí en mi exposición –respondió sonriente.

También hizo una pregunta Carlos Winograd, quien ya había participado en el panel anterior, sobre la Argentina, junto con el director periodístico de Clarín, Ricardo Kirschbaum, y el secretario general de redacción de La Nación Héctor D’Amico, y con el directivo del CELS Damián Loreti. El moderador de ese panel, el periodista John Dinges, profesor de Columbia, presentó a Winograd como estudioso independiente de la Facultad de Economía de París y como ex secretario de defensa de la competencia. (Lo fue en el último gobierno radical, del presidente Fernando de la Rúa). Lo que no dijo, porque nadie se lo había informado, es que en 2009 Winograd fue contratado por Cablevisión, para argumentar que esa empresa del Grupo Clarín había sobrecumplido las metas de inversiones y obras que le fijó la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia como condición para autorizar que se fusionara con Multicanal, según informó La Nación el 14 de diciembre de 2009 (http://www.lanacion.com.ar/ 1211409-analizan-inversiones-de-cablevision). Ese dato esencial tampoco fue mencionado en las crónicas de la conferencia que publicaron los dos diarios representados. Clarín mencionó a Winograd como miembro del Paris School of Economics y La Nación como ex secretario de Defensa de la Competencia. Consultado para esta nota, Dinges dijo que le agregaron a Winograd al panel a último momento y sin informarle de su contrato con el grupo Clarín. Es decir, actuaron en Estados Unidos tal como lo hacen aquí.

Crear la competencia
El contenido de la intervención de Winograd antes de formular su pregunta a Stiglitz coincide con los argumentos del Grupo Clarín para oponerse a la regulación dispuesta en la ley audiovisual. En el panel anterior había dicho que el Grupo Clarín era el participante más pequeño en una competencia global de firmas multimedia, como Time Warner, Disney, Telefonica, News Corporation, O Globo y Televisa y que la regulación planteada por la ley argentina era anacrónica porque no contemplaba las innovaciones tecnológicas; irracional, ya que las licencias de cable no son necesarias porque no ocupan espectro; sobreabundante porque su regulación se superpone con la de la ley de defensa de la competencia, e inconsistente en el aspecto económico, al limitar la penetración al 35 por ciento en la audiencia, lo cual juzgó inspirado por el 30 por ciento de Estados Unidos. “No inventemos la rueda pero tampoco copiemos lo equivocado, aunque venga del Norte”, dijo.

A su juicio, la regulación tiene que ser consistente con el avance de la tecnología y proveer más bienes a menor costo al consumidor. En su pregunta a Stiglitz, Winograd volvió a mencionar las economías de escala, el tamaño de los países, la propiedad cruzada y el impacto positivo de la sinergia entre medios y expresó el temor de que las reglas generales no pudieran aplicarse a todos los casos. Para asegurar la competencia en el mercado de las ideas los medios más pequeños necesitarán apoyo público, pero los países menos desarrollados, con instituciones débiles tenderán a la captura política del apoyo público y en vez de promover la diversidad, puede ocurrir lo contrario, con más voces pero parecidas, dijo. Stiglitz le respondió que los beneficios de la diversidad superaban a sus costos y que esto se incentivaba en la televisión.

“Para el funcionamiento de la democracia la diversidad de perspectivas es esencial, no me preocupan pequeños aumentos de costos. La respuesta a su preocupación por la dificultad de manejar programas de apoyo en países subdesarrollados con instituciones débiles, es fortalecer las instituciones”.

Stiglitz también dijo que los mercados pueden no ser libres por otras restricciones que no sean estatales y que hace falta del gobierno para que los mercados sean realmente libres. “Hay países donde los mercados se llaman libres pero no actúan como tales, en distintas áreas, en especial en los medios.

Por eso opino que hace falta una fuerte intervención estatal, tanto regulatoria como en el otorgamiento de licencias, e incluso creando competencia en forma proactiva allí donde no existe”. Para Stiglitz, se justifican regulaciones como la de Estados Unidos.

“Prefiero que el gobierno tome una posición fuerte, aunque los medios se enojen. Lo mejor es que el propietario de un diario poderoso no pueda obtener una licencia de televisión, no por favoritismo ni discriminación, sino porque ésas son las reglas para asegurar la diversidad. Así ocurre en muchos países. Donde los gobiernos no tienen una posición fuerte, los medios pueden perder credibilidad por no cumplir su rol crítico para conseguir una licencia de televisión”.

El presente ausente
En su presentación de la mesa, Dinges lamentó los ataques oficiales a los medios y dijo que para defenderse practican un periodismo de trinchera, que no es lo mejor para la convivencia democrática. Aclaró que la situación actual era “incomparable con la padecida durante la dictadura militar, cuando el control de la prensa se hacía por la amenaza y la realidad de la cárcel y la muerte. Ahora hay un sistema constitucional”.

También explicó que organizaciones de defensa de la libertad de expresión han destacado como un paso positivo la despenalización de los delitos de calumnias e injurias, promulgada en 2009, dijo que el actual conflicto giraba en torno de la regulación de los medios audiovisuales y precisó que las críticas no se dirigen sólo a la cobertura de periodistas y a los contenidos, sino a los propietarios y accionistas de los medios privados.

Clarín y La Nación también fueron parcos con la intervención del único de los cuatro panelistas sin vínculos de ningún tipo con el Grupo Clarín, Damián Loreti, doctor en Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid y uno de los redactores de la ley audiovisual, como integrante de la Coalición por una Radiodifusión Democrática. Clarín sólo dijo que “salió en defensa de la ley de medios afirmando que el día de su aprobación había frente al Senado 40.000 personas que salieron a apoyarla diciendo que querían más libertad de expresión, más medios”. Pero le dedicó más espacio a la respuesta de Kirschbaum, quien descalificó la intención política del gobierno y también a las personas que apoyaron la ley, porque querían “punir a los medios que afectaba esa ley”.

La Nación apenas consignó que en una exposición de tono técnico, Loreti dijo que “Reporteros sin Fronteras respaldó la ley de medios; que fue aprobada con apoyos de varios partidos y no sólo el oficialismo, y que sigue principios recomendados por la Unesco”. Fue mucho más que eso. Obligado a dividir su tiempo en responder a los tres panelistas que defendieron la posición del Grupo Clarín, Loreti comenzó por precisar que no es correcto hablar de ley de medios, ya que no contempla a las publicaciones gráficas.

Kirschbaum exaltó en su intervención las manifestaciones opositoras en las calles, donde dijo que se defendió la libertad de expresión, y Wiñazki se quejó desde el público por la coacción que el gobierno ejercería sobre los periodistas.

Loreti les recordó que fue durante esas marchas opositoras que hubo periodistas golpeados y maltratados en las calles y que seis periodistas fueron denunciados ante la justicia penal por sus informaciones y opiniones, que el Grupo Clarín calificó como instigación a cometer delitos y coacción agravada. Reconoció que la ley audiovisual no prevé una perspectiva tecnológica de integración y convergencia pero recordó que el proyecto original lo contemplaba y fue suprimido por el amplio rechazo de fuerzas políticas y organizaciones sectoriales. Según Loreti la superposición de regulaciones es mayor en Estados Unidos.

Sobre el pluralismo y la diversidad dijo que no pueden medirse sólo en términos de competencia, tal como afirmó la Relatoría de Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su informe de 2004: el Estado tiene la obligación de garantizar por medio de la ley la pluralidad en la propiedad de los medios, por cuanto los monopolios y oligopolios “conspiran contra la democracia al restringir la pluralidad y diversidad que asegura el pleno ejercicio del derecho de la libertad de información de los Ciudadanos”. Para ello, dice la Relatoría, “el derecho de la competencia en muchas ocasiones puede resultar insuficiente, particularmente en cuanto a la asignación de frecuencias radioeléctricas. No se impide entonces la existencia de un marco regulatorio antimonopólico que incluya normas que garanticen la pluralidad atendiendo la especial naturaleza de la libertad de expresión”.

También la Unesco, en sus “Indicadores de pluralismo y diversidad”, de 2008 dice que la cuestión de los monopolios y los oligopolios que afectan la democracia no se reduce a la defensa de la competencia. Si la libertad de expresión se ve comprometida, dice el documento, “los Estados deben seguir cuatro reglas: rechazar pedidos de licencias de quienes ya tenían otras, rechazar pedidos de fusión de quienes tienen más de una licencia, adoptar reglas de desinversión (la palabra desinversión no está en la ley argentina, sino en los indicadores de Unesco), y sancionar en caso de incumplimiento”, recordó Loreti.

D’Amico hizo una comparación irónica entre Fútbol para Todos y el Superbowl del fútbol norteamericano, y dijo que “los medios tienen la obligación ética de ganar dinero. La única manera de ser independiente es ganar dinero”. En cambio Loreti destacó el proceso de desconcentración de contenidos de interés relevante que dispuso la ley argentina. “Para ver el partido estrella del domingo había que pagar tres veces: el abono de cable, el servicio del decodificador y el paquete premium. Yo pagaba televisión por cable y veía la tribuna con un señor que relataba”, concluyó.

Fuente original: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-219805-2013-05-12.html

Más:
Stiglitz, El precio de la desigualdad. El 1% de la población tienen lo que el 99% necesita. Taurus. 2012.