Mostrando entradas con la etiqueta privatización. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta privatización. Mostrar todas las entradas

lunes, 12 de agosto de 2013

Sanidad aumentó el presupuesto para los conciertos con clínicas privadas un 55%. Las cuentas se desviaron al alza 345 millones de euros durante el año 2012

El presupuesto del Servicio Madrileño de Salud (Sermas), el ente del que dependen todos los hospitales y centros de salud de la región, aumentó en 2012 la partida destinada a conciertos con clínicas privadas —“asistencia con medios ajenos”— en un 55%. Mientras el presupuesto inicial dedicado a atender los pagos por las operaciones y las estancias que se derivan a la privada fue de 627,7 millones de euros, diferentes modificaciones de crédito durante el año llevaron a un presupuesto final de 972,8 millones de euros. Es decir, que las cuentas del Sermas se desviaron al alza sobre lo previsto 345,2 millones, según recoge la memoria de 2012 del ente, aún no publicada pero repartida a los miembros del consejo de administración hace unas semanas.

Este incremento del 55% es, con diferencia, el mayor de los últimos años. La Consejería de Sanidad asegura que parte de ese aumento se explica por la entrada en funcionamiento del hospital Rey Juan Carlos de Móstoles, de gestión privada, inaugurado en marzo de 2012. El centro estaba presupuestado en la Consejería de Sanidad durante su construcción, pero al abrir se pasó al Sermas mediante una modificación presupuestaria, explicó un portavoz de Sanidad. El hospital de Móstoles aparecía en los presupuestos iniciales de la Consejería de Sanidad, con 71,4 millones, en programa 703 Infraestructuras y equipamientos sanitarios. La diferencia entre los 345,2 millones de incremento total y los 71,4 millones de este centro se explica, añade Sanidad, por el plan de pago a proveedores puesto en marcha el año pasado, que permitió abonar facturas pendientes de ejercicios anteriores.

Acceder al detalle de la ejecución presupuestaria del Sermas es tarea imposible. Las cuentas del ente no se fiscalizan en el parlamento regional, algo que ha motivado críticas y plantones de los diputados de la oposición durante años. Cuatro de cada diez euros del presupuesto regional eluden el control parlamentario, puesto que el Gobierno regional no entrega a la cámara la liquidación anual (solo se envía a la intervención general y a la Cámara de Cuentas, y no es de consulta pública). El consejero de Sanidad, Javier Fernández-Lasquetty, y también el presidente, Ignacio González, prometieron hace unos meses que a partir de ahora —previsiblemente con las cuentas de 2013— la Asamblea sí recibirá la liquidación del presupuesto del Sermas.

El pago de la abultada deuda que acumulaba la sanidad madrileña distorsionó las cuentas en 2012. El presupuesto inicial del Sermas era de 6.882,8 millones, a los que durante el año se añadieron 2.582,7 millones en modificaciones, es decir, un 37,5% de incremento. El pago de la deuda supuso 1.733 millones de euros.

“Parte de los problemas económicos que padece el Sistema Nacional de Salud se deben a la mala gestión realizada durante años. Una mala gestión amparada en la opacidad y en asignar, con crisis económica o sin ella, partidas de gasto significativamente inferiores a las reales”, afirma el portavoz de Sanidad de UPyD, Enrique Normand. "Es posible que el dato de los conciertos este afectado por el plan de pago a proveedores del 2012, pero como no conocemos qué gastos se han asignado a dicha partida en cada año, la impresión es que el gobierno de la Comunidad de Madrid tiende a ocultar el gasto destinado a estos conciertos y el año pasado afloró lo gastado en ejercicios anteriores", añade.
Fuente: El País.

viernes, 22 de febrero de 2013

El saqueo de hoy

Desde hace semanas el noventa por ciento de las noticias políticas que se publican tienen que ver con casos de corrupción. Hechos de ayer convenientemente ordenados y envasados para el consumo masivo. Puestos los altavoces y silenciadores, claro está, a conveniencia del consejo de administración. Y así, indignados con la perfidia de los políticos –ya se sabe que todos son iguales-, sesgados porque se nos invisibiliza al otro gran actor de la corrupción, el corrompedor y entretenidos con los saqueos de ayer, igual perdemos de vista los saqueos de hoy. Ese saqueo que ahora mismo está teniendo lugar, silencioso, constante, sostenido.

Las condiciones óptimas para que se dé un caso de desvío de dinero público es la acumulación de mucho capital en poco tiempo. Por eso no es de extrañar que los tres ejes de la corrupción en nuestro país hayan sido la especulación urbanística, grandes obras y eventos y la gestión de residuos. En todos estos casos se da la circunstancia de adjudicaciones millonarias para un tiempo muy corto de gestión. Ahora bien, si la posibilidad del pelotazo urbanístico se pinchó junto con la burbuja inmobiliaria, la posibilidad de engatusar a los ciudadanos con grandes eventos y obras faraónicas se hizo el harakiri con la austeridad letal y el mercado de las basuras no da abasto –no pretende ser una metáfora, esto- para tanto dinero ansioso por volver de sus paradisíacos lugares y ponerse al servicio del saqueo ¿qué posibilidad queda?

Efectivamente, ese inmenso, poco explotado y enormemente lucrativo negocio de la salud o de la enfermedad de las personas, según como se mire. Y mira por dónde: unos movimientos de capital, un rescate bancario, una amnistía fiscal y unos cuantos eufemismos después, ya tenemos listos para atacar a los depredadores que desde hace años planean su asalto a la sanidad pública. Uno de los mejores modelos del mundo, unas plantillas de profesionales magníficas, un sistema que da la seguridad a ricos y pobres de igualarlos en la salud y en la enfermedad, o al menos de garantizar la igualdad de tratamiento y de trato, en peligro de ser devorado.

No es casual que lo que antes eran constructoras y promotoras, ahora inviertan en empresas de seguros sanitarios o empresas de gestión sanitaria. No es casual que los recortes en la sanidad pública se produzcan con la misma intensidad con la que crecen las llamadas telefónicas a las casas de los ciudadanos ofreciendo seguros médicos privados, donde antes se ofrecían tarifas telefónicas. Ni es casual que algunos políticos que han gestionado la sanidad pública acaben en consejos de administración o vendiendo por precios astronómicos su participación accionarial a grandes empresas de la sanidad privada, que antes fueron adjudicatarias de suculentas privatizaciones, perdón, externalizaciones. ¿En qué estaría yo pensando?

Da igual que las cifras contradigan el discurso oficial de que la gestión privada es más eficiente. No importa que la sanidad del mundo más privatizada –la de Estados Unidos- sea a su vez la más cara, según datos de la OCDE. No importa que la falta de plantilla redunde en perjuicio del paciente, ni que el dinero que la empresa se lleva de beneficio se recorte del presupuesto de la sanidad pública. Y tampoco importa saber las verdaderas cifras, por eso se ocultan. Se ocultan las triquiñuelas de las empresas para cobrar de pacientes que no son de su área, se ocultan las cifras comparativas entre la sanidad de gestión pública y privada, se oculta el envío de pacientes graves a hospitales de gestión pública o índices de calidad asistencial objetivos. Se ocultan porque los políticos privatizadores ya saben el resultado de antemano. Y porque además, el resultado que les importa es el de cuentas y balances de la empresa que les va a agradecer sus servicios. Para las empresas es un negocio redondo con un pagador seguro.

Cuando no ganan lo que pensaban ganar, cierran plantas, se deshacen de personal, extorsionan a la administración, piden un rescate… ¿Quién va a dejar caer un hospital? Al menos por ahora. Fijan los precios, roban pacientes, se deshacen de los desahuciados, crónicos, difíciles, en realidad no son pacientes, ni siquiera clientes – al cliente se le quiere tener contento-, simplemente son una variable más para una buena cuenta de resultados, al mismo nivel que el precio de las gasas y los contrastes.

Nuestra comunidad autónoma fue pionera en los experimentos de la privatización de la sanidad pública. Empezó con la privatización de la gestión del hospital y el área de la Ribera hace más de diez años. Lamentablemente en aquel momento no hubo la masiva movilización del personal sanitario y de los ciudadanos que se ha dado en Madrid. Después vinieron otros hospitales, otras áreas, otros servicios, hasta el anuncio de la privatización de toda la gestión sanitaria que hizo el Vicepresidente Císcar el 27 de abril de 2012.

Ahora se han quitado definitivamente la careta nombrando Consejero de Sanidad a un hombre que viene directamente de dirigir la gestión de una empresa sanitaria privada. Poderoso símbolo de sus intenciones.

Y aunque hoy las tertulias hablen de la peineta de Bárcenas el saqueo continúa. La estrategia a corto y largo plazo es clara. Hoy privatizar, saquear y devaluar la calidad asistencial de la red sanitaria pública. Como consecuencia promocionar el aseguramiento privado de aquellos que todavía se lo puedan permitir. Finalmente, lanzar a los ciudadanos la siguiente idea: si tienes que pagarte un seguro privado ¿por qué tienes que pagar para sostener una sanidad pública de la que no eres usuario? Y entonces habremos llegado a esa sociedad que preconiza la FAES, dividida entre meritorios ganadores y perdedores indefectibles. ¿Es eso lo que queremos? ¿Nos defendemos?
Mònica Oltra. Diputada de Compromís

miércoles, 20 de febrero de 2013

¿Cómo se gesta y a quién beneficia la privatización de la sanidad?

Mucha gente piensa que la privatización de la sanidad es un fenómeno reciente producto de las políticas del PP. Este es un grave error, un mal diagnóstico, que impide un tratamiento adecuado de las causas, porque al igual en una enfermedad, si tratamos sólo los síntomas no estamos actuando eficazmente y el proceso se agrava.

Las privatizaciones de empresas y servicios públicos forman parte medular de la respuesta del gran capital a la gran crisis económica que vivimos ahora, que se inicia en la década de los setenta y que se conoce como políticas neoliberales. Se trata de una estrategia general dirigida a intentar reducir la caída de la tasa de ganancia. De ella forman parte la drástica reducción de la fiscalidad de las rentas del capital, la instauración de políticas de reducción del déficit –con la correspondiente disminución de presupuestos sociales-, la liquidación de derechos laborales y sociales y las privatizaciones. Son políticas de largo alcance, implementadas por gobiernos de todo color político, en un marco de lucha de clases marcado por la cooptación de las cúpulas sindicales y el correspondiente retroceso del poder de la clase trabajadora.

El primer asalto de las privatizaciones tiene lugar sobre las empresas públicas. El negocio privado está asegurado, no sólo porque se venden a precio de saldo y prácticamente en régimen de monopolio, sino porque en la medida en que producen bienes de primera necesidad (luz, combustibles, transportes, comunicaciones, agua, etc) la clientela está asegurada.

En el Estado español este proceso se inicia a mediados de los ochenta, por el PSOE, coincidiendo con la entrada en la CEE, y es continuado por los gobiernos del PP.

El segundo asalto son los servicios públicos, y sobre todo la sanidad, que consume un % considerable del PIB (el 7% en 2013). Ya con el gobierno de UCD tuvieron lugar reuniones en el Ministerio de Sanidad en las que participaron aseguradoras privadas, la industria farmacéutica, representantes de bancos y grandes empresas, junto a dirigentes de los grandes medios de comunicación. El objetivo era planificar, y financiar, campañas de desprestigio de la sanidad pública.

El argumentario es bien conocido: es burocrática, despilfarradora, poco ágil y su personal rinde poco porque tiene sus puestos asegurados, frente a la competitividad y la eficacia de la empresa privada. En el año 1991 se pretendió dar un salto cualitativo.

A semejanza de Gran Bretaña donde se publicó un informe, “Working for Patients”, que sirvió como hoja de ruta para la privatización y el desmantelamiento del mejor servicio sanitario de Europa Occidental, el Pleno del Congreso aprobó la elaboración de un Informe para la “Consolidación y Modernización del Sistema Nacional de Salud”.

El PSOE, gobernando con mayoría absoluta, encargó su elaboración a Fernando Abril Martorell, antiguo Procurador de las Cortes de Franco y vicepresidente del Banco Central Hispano.

El Informe era todo un programa de preparación de la sanidad para su privatización, incluyendo la introducción de copagos por el uso de servicios sanitarios y de los medicamentos para los pensionistas. La presentación pública del Informe fue abortada porque como Diputada, entonces, de IU, tuve acceso a sus conclusiones y pude hacerlas públicas, convenientemente explicadas, antes de que fueran presentadas oficialmente. Ante el enorme rechazo suscitado el Informe nunca fue votado en el Parlamento pero sus propuestas básicas fueron ejecutadas.

Se procedió a la privatización -“externalización”- de servicios hospitalarios tales como limpiezas, lavanderías, cocinas, ambulancias, etc, y se ampliaron progresivamente los conciertos con la sanidad privada de la cirugía de baja complejidad (la más rentable), radiodiagnóstico, etc.

Destaco por su trascendencia la privatización de los servicios de limpieza hospitalaria, que fueron a parar en gran parte a empresas constructoras tales como Ferrovial, FCC o Dragados y que tuvo como resultado un drástico recorte de plantillas y precariedad en el empleo.

Estos hechos son directamente responsables del espectacular aumento de las infecciones hospitalarias, con el correspondiente incremento de la mortalidad y del gasto hospitalario [1].

En el año 1997, gobernando el PP en minoría, se aprobó la Ley 15/97 de Nuevas Formas de Gestión que ampara la entrada masiva de la empresa privada en la gestión de todo tipo de centros sanitarios. Esta Ley fue votada por PP, PSOE, PNV, CiU y CC.

Al día siguiente de su votación, CC.OO. emitió un comunicado congratulándose del gran apoyo parlamentario recibido “por una Ley clave para la modernización del SNS” [2]. La empresa privada tenía abierto el camino y los diferentes gobiernos autonómicos (del PP, del PSOE, o del PSOE con IU y otros partidos de izquierda como el tripartito catalán o el pentapartito balear) lo ejecutaron. Era el negocio más seguro que podían soñar, máxime en tiempos de crisis: financiación y clientela públicas y beneficio privado.

Las empresas constructoras, tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, han entrado con fuerza en la gestión de los hospitales de gestión privada: Sacyr, Dragados, FCC, Acciona, .. una parte ellas implicadas en la trama Gürtel como BEGAR, Ploder, Hispanica, otras “donantes” del PP como OHL, o el Grupo Cantoblanco de Arturo Fernández.

Estas empresas aparecen formando parte de UTEs junto a Cajas de Ahorros “nacionalizadas” tras el correspondiente saqueo como la CAM o receptoras de ingentes fondos públicos como BANKIA, y al lado de aseguradoras privadas como Sanitas o Adeslas.

Mención especial merece la empresa CAPIO, propiedad de CVC Capital Partners. Este grupo, de capital riesgo y dedicado a la especulación, tiene una oficina central en Londres y su sede se encuentra en Luxemburgo.

Esta empresa tiene todos los visos de llegar a ser en el gran monopolio de la gestión privada de la sanidad pública, con sus negocios principales en Madrid (Hospitales Jimenez Díaz, Móstoles, Valdemoro y Collado Villalba [3], además de dos centros de especialidades) en Castilla la Mancha (hospitales de Villarrobledo, Tomelloso, Manzanares y Almansa) y en Cataluña, con importantes conciertos, y con el Hospital Universitari Sagrat Cor, integrado en la red de utilización pública.

La vinculación entre decisiones políticas e intereses empresariales es evidente. Ex Consejeros de Sanidad como Manuel Lamela, con intereses en Capio, o Güemes, que tuvo que dimitir como consejero de Unilabs, propiedad de Capio, empresa a la que él adjudicó la gestión de análisis clínicos de seis hospitales, lo ilustran.

Otro caso es el Antonio Burgueño, actual Director General de Hospitales de la Comunidad de Madrid, quien fue director médico de Adeslas, empresa integrada en Ribera Salud y principal impulsor del primer hospital de gestión privada, el de Alzira, y cuyo hijo, Antonio Burgueño Jerez, trabaja como jefe de la Unidad de Desarrollo de Negocio y Calidad en Ribera Salud, empresa adjudicataria del Hospital de Torrejón.

Pero el fichaje de “conseguidores” no sólo se circunscribe a las filas del PP. Nicolás Redondo Terreros es Consejero de FCC, empresa que gestiona le Hospital de Arganda, al que hay que añadir la larga lista de ex Ministros y ex Ministras de Sanidad de PSOE que son Consejeros de grandes multinacionales, incluidas las de la industria farmacéutica [4].

El robo de la sanidad por las empresas privadas, con la connivencia necesaria de los gobiernos, no es solamente un expolio de recursos públicos, es además un crimen. El negocio en la sanidad, imposible si se presta una atención universal y de calidad, se consigue atentando contra la vida y la seguridad de las y los pacientes, además de incrementando el coste.

La explicación de los mecanismos para conseguirlo sobrepasan los límites de este artículo.
Enumero algunos de ellos:
- Disminución de la cantidad de personal (en torno al 30%) y de la cualificación del mismo.
- Selección de pacientes, dejando los no rentables para la sanidad pública.
- Sobreindicación de intervenciones quirúrgicas rentables.
- Priorización de pacientes en función de los ingresos que su atención reporta a la empresa.
- Presión sobre las administraciones sanitarias, a través de la connivencia de políticos, para elevar las cuantías que les paga la sanidad pública.
- La ejecución de los mecanismos de ahorro (altas precoces, baja utilización de recursos caros de diagnóstico y tratamiento), vitales para conseguir el negocio, requieren de la “colaboración” sobre todo del personal médico, que es quien indica el gasto.
Para lograrlo son determinantes los contratos temporales, la inseguridad en el trabajo y que una parte importante del salario esté vinculada al cumplimiento de objetivos de disminución del gasto.

La realidad descarnada es que todo este engranaje tiene una cobertura legal incuestionable, refrendada por sentencias de los tribunales ante los que se ha denunciado: la Ley 15/97 de Nuevas Formas de Gestión.
Dejo para la reflexión de quienes lean estas líneas la valoración de lo que para sus propias vidas supone la privatización de la sanidad y la consecuente decisión acerca de la actuación necesaria para impedir que tamaña salvajada culmine. Es preciso, a mi juicio, que en este momento nos centremos, no tanto en manifestaciones masivas, como en la creación y extensión de colectivos locales, suficientemente coordinados, capaces de pasar a la ofensiva y bloquear la ejecución de los planes de privatización,

Es decir, que el poder popular se manifieste y actúe con tres grandes objetivos:
-Ni una privatización más
- Derogación de la Ley 15/97
- Devolución a manos públicas todo lo privatizado.

Notas:
[1] Entre los numerosos estudios realizados puede verse: Rampling, A., Wiseman, S., Davis, L., Hyett, P., Walbridge, A. N., Payne, G. C., & Cornaby, A. J. (2001). Evidence that hospital hygiene is important in the control of methicillin-resistant Staphylococcus aureus. Journal of Hospital Infection, 49: 109-116. 50.
[2] http://www.casmadrid.org/docStatic/APOYO_CCOO_RD_10_96.jpg
[3] Capio recibe por este hospital construido y cerrado, para ahorrar según la Consejería de Sanidad de Madrid, más de 900.000 euros mensuales. 
[4] http://www.casmadrid.org/index.php?idsecc=noticias&id=3758&titulo=NOTICIAS 

Ángeles Maestro. Médica y Técnica Superior de Salud Pública. Militante de Red Roja

Fuente: http://blogs.publico.es/dominiopublico/6576/como-se-gesta-y-a-quien-beneficia-la-privatizacion-de-la-sanidad/

miércoles, 17 de agosto de 2011

Privatizaciones. ¿La panacea?

Por favor, que alguien me diga uno solo de los beneficios obtenidos para el pueblo con las privatizaciones que se han realizado en este país. Ahora Repsol o Telefónica funcionan bien, ganan mucho dinero y están en muchos países. Pero ¿en qué nos beneficia?
La gasolina o el teléfono son más caros, el servicio es peor, seguimos pagando regulaciones de empleo millonarias y el paro se ha incrementado, dan empleo fuera del país por resultarles más barato, hemos dejado de recibir los beneficios para el fisco que no se compensan con sus impuestos y el Estado es mucho más pobre e insolvente. ¿Dónde está la ventaja?
El lógico fin de la empresa privada es ganar dinero, pero los productos estratégicos son necesidades sociales.
Los "mercados" exigen, aparte de suprimir derechos, más privatizaciones y Rajoy anuncia la de los ferrocarriles. ¿Es que nos va a salir más barato o tendremos mejor servicio? La clara respuesta es: no, como ya se ha demostrado en Estados Unidos y Reino Unido. Pero sí es posible que los compradores ganen mucho dinero, que las acciones de Renfe se coticen en Bolsa y, como es habitual, bajen un día y al siguiente suban, según interese. ¿Es eso lo que queremos? (RAFAEL MARTíNEZ MONSERRAT - El Pais 16/08/2011)

domingo, 12 de junio de 2011

Imaginemos una máquina que es capaz de fabricar 10 euros al día y que tiene una vida útil de 100 días. Lógicamente, si alguien pagara 1.001 euros por ella estaría perdiendo un euro. Y si alguien la comprara por 999 euros, estaría ganando un euro con la operación.

Bien, pues cualquier empresa es una máquina de fabricar euros. Los euros que fabrica son la pasta que deja dicha empresa en el cajón de sus dueños después de hacer frente a todos los pagos e inversiones necesarias (FCF, free cash flow, lo llaman los economistas). Y quien quiera saber cuánto vale esa empresa (los analistas financieros de los bancos de inversión) calcula cuáles van a ser esos FCF a lo largo de los años de vida útil de esa empresa y los suman descontados a una tasa de coste de capital hasta encontrar una cifra que pomposamente llaman NPV (Net Present Value). Lógicamente, los compradores sólo comprarán esa empresa si el precio es inferior a ese NPV. Es decir, si el vendedor es tonto.

Pasado el tiempo de la demagogia y la ocultación de proyectos típica de las campañas electorales, La Comunidad de Madrid retoma la idea de vender, en principio, el 49% de la empresa que gestiona el agua en la Comunidad: Canal de Isabel II.

Canal de Isabel II pertenece a los madrileños (repito la obviedad: pertenece a los madrileños) y ha obtenido unos beneficios después de impuestos de unos 80 millones de euros para los madrileños, lo que implicaría una valoración NPV de unos 1.600 millones de euros (me ahorro los detalles técnicos de cómo se halla que no quiero aburrir a nadie)

Si alguna multinacional o algún fondo de capital riesgo quiere comprar Canal de Isabel II, siempre intentaría pagar menos de 1.600 millones de euros, o conseguir generar con su gestión un NPV mayor de 1.600 millones de euros, ya que es el lucro lo que buscan las empresas privadas (repito la obviedad: ya que es el lucro lo que buscan las empresas privadas). Esto es, o nos roba a los madrileños (dueños actuales de la empresa), o nos ofrece un peor producto, o nos sube los precios del agua.

Una de las falacias neoliberales más asumidas es que la gestión privada lo hace mejor que la gestión pública porque el Estado es tonto. Y, claro, cuando los neoliberales llegan al poder, no tienen mucho problema en poner en práctica sus propias teorías: hagamos un Estado tonto, ahora que somos nosotros quienes tomamos las decisiones. Si yo quisiera demostrar que la enseñanza pública es peor que la enseñanza privada y fuera yo mismo quien tuviera el poder de decidir las inversiones en la enseñanza pública y la calidad de la misma, ¿no me resultaría muy fácil conseguirlo, simplemente dejando de invertir, dejando que se deteriore, y ahorrando así mucho dinero del contribuyente?

Pero, por definición, lo único que diferencia la cosa pública de la privada es la propiedad, y no la gestión. Quiero decir, cualquier modelo de gestión en una empresa de propiedad privada puede ser asumido por una empresa de propiedad pública. La única diferencia real entre una y otra, por definición, es si el beneficio final será para la comunidad o será para alguien privado.

Éste es el secreto de las privatizaciones. No hay más.

Quizás no hemos avanzado tanto desde aquellos días en que los conquistadores explotaban los recursos de los indios en nombre de Isabel. Desprecio vuestro dios y desprecio vuestra codicia.

jueves, 6 de mayo de 2010

Los parásitos en el cerebro de los laboristas. The Parasites in Labour’s Brain

Es hora de que dejemos de votar con temor y de recompensar al gobierno más derechista que el Reino Unido ha tenido desde 1945.

Por George Monbiot, publicado en The Guardian el 4 de mayo de 2010

Aferrarse a la niñera por temor a algo peor. Aunque se ha vuelto malhumorada y malvada, aunque ha usurpado a nuestros padres, ha robado nuestra herencia, ha tirado nuestros juguetes y vendido el cuarto de los niños, debemos escondernos detrás de sus faldas por temor a las bestias que merodean más allá. Esto, en esencia, es lo que Polly Toynbee, Jonathan Freedland, Seumas Milne y Nick Cohen nos están diciendo ahora que hagamos (1,2,3,4).

Al instruirnos, a lo largo de los años, a prestar atención a los temores, no a las esperanzas, tales voces han permitido que los laboristas abandonasen todo lo que una vez defendieron y nos entreguen, atados y listos para el horno, a las grandes empresas y al Daily Mail. Estaremos atrapados así para siempre, en el triángulo de las Bermudas de New Labor, a menos que votemos por lo que creemos en lugar de simplemente contra lo que no hacemos.

Este miedo paralizante ha permitido cuatro desarrollos trágicos. Ha permitido que se forme un consenso parlamentario que se apega al sentimiento público, alienando a los votantes. Ha creado espacio para ideas, como la creciente privatización de casi todo, que eran inaceptables para las generaciones anteriores. Ha permitido a los conservadores apelar a los votantes moderados: si hay tan poco que divida a los dos partidos, tal como lo imaginan los votantes, ¿pueden los tories realmente ser tan malos? Y ha permitido que un partido alguna vez progresista forme el gobierno más derechista que este país ha sufrido desde 1945.

Comencemos donde mis colegas afirman que el récord del partido es más fuerte: pobreza y desigualdad. Durante los primeros siete años del gobierno laborista hubo un progreso real en contra de la pobreza. Pero a partir de 2004 la tendencia entró en inversión. En los tres años hasta 2007/8, el número de personas en hogares que vivían con menos del 60% del ingreso medio aumentó en 1.3 millones: produciendo un resultado total mejor que en 1997 pero peor que en 1989 (5). Esto fue antes de la recesión, por lo que Dios sabe lo que mostrará la próxima serie de cifras.

El número de personas en extrema pobreza (que viven con menos del 40% del ingreso medio) nunca disminuyó sustancialmente: se mantuvo estable durante los primeros ocho años del gobierno laborista, luego aumentó. Ahora hay 700,000 personas más en estas condiciones que cuando el Laborismo asumió el cargo, y más que en cualquier tiempo desde que comenzaron los registros (6). Los ingresos reales medios del décimo más pobre disminuyeron en un 2% en los diez años hasta 2007/8 (7). Estas cifras, una vez más, son anteriores a la recesión.

Los ricos, por otro lado, pocas veces lo han hecho mejor. El cuarenta por ciento de los ingresos adicionales que disfrutan los hogares británicos durante los años laborales ha acumulado el 10% más rico (8). El uno por ciento más rico, según el nuevo libro de Danny Dorling, Injustice, ha capturado una mayor proporción del ingreso nacional que lo que han hecho desde principios de la década de 1930 (9). La desigualdad en el Reino Unido es ahora más alta que en cualquier otra época desde que comenzaron los registros coherentes, en 1979 (10). Siento que se necesita repetir las mediciones. Después de 13 años de gobierno laborista, el Reino Unido tiene niveles más altos de desigualdad que después de 18 años de gobierno tory.

¿Por qué ha sucedido esto? En parte porque los laboristas cambiaron los impuestos de los ricos a los pobres. Recortaron el impuesto de sociedades del 33% al 28% y el impuesto a las ganancias de capital del 40% al 18%. Introdujeron un plan de alivio para empresarios, gravando el primer millón de libras de ganancias de capital en solo 10% (11). Aumentó el umbral del impuesto a la herencia para las parejas de £ 300,000 a £ 600,000 (12).

Sí, el gobierno ha introducido y fortalecido el salario mínimo, y este es un progreso real. Pero también ha bloqueado los derechos laborales para los trabajadores temporales y de agencias y ha preservado la cláusula de exclusión en la directiva de tiempo de trabajo de la UE. El viejo partido de los trabajadores ha cambiado la lealtad a los patrones, entregando puestos claves a los ejecutivos corporativos y magnates de capital privado, incluso el nombramiento de Digby Jones, el ex jefe neandertal del CBI, un ministro de la Corona. Redujo las inspecciones en el lugar del trabajo (causando un aumento en el número de muertes en el trabajo) (13,14), eliminó el requisito de que las reuniones entre ministros y representantes corporativos deben registrarse (15) y detuvo el caso de corrupción contra BAe (16).

Después de haber prometido eliminarlo cuando estaba en la oposición, ha extendido la iniciativa de finanzas privadas a sectores que los conservadores no se atrevieron a tocar. Los laboristas dejaron edulcorantes en los contratos de PFI para que las corporaciones ganaran (17), manipularon las cifras para que pareciera que el esquema generaba una buena relación calidad-precio (18) y luego tuvieron que rescatar a los operadores privados cuando comenzaron a colapsar (19). El partido también incumplió sus promesas de renacionalizar los ferrocarriles y reconquistar las prisiones privadas: el Reino Unido ahora tiene una mayor proporción de prisioneros en cárceles corporativas que los EE. UU. (20).

Mientras que el laborismo ha liberado a multimillonarios, ha encerrado al resto de nosotros con 3.500 nuevos delitos penales (21), incluidas disposiciones que permiten a la policía declarar ilegal cualquier manifestación (22). Ha introducido órdenes de control que colocan al pueblo bajo arresto domiciliario permanente sin cargos ni juicio. Le ha permitido a los EE. UU. extraditar a nuestros ciudadanos sin elaborar evidencia de una ofensa. Se ha coludido en el secuestro y la tortura. Gran Bretaña ahora tiene más cámaras de CCTV que cualquier otra nación (23), y una base de datos de ADN cinco veces más grande que su competidor más cercano (24). El número de prisioneros en el Reino Unido ha aumentado en un 41% desde que los laboristas asumieron el cargo (25,26).

Este gobierno bloqueó un alto el fuego en el Líbano, despidió al embajador británico en Uzbekistán cuando se quejó de que el régimen estaba torturando a sus prisioneros (27 ), dio ayuda a un ejército colombiano que colabora con los escuadrones de la muerte fascistas (28), anunció una política de guerra nuclear preventiva (29) y decidió malgastar nuestro dinero en la sustitución de los Trident. Pero peor, mucho peor que todo esto, lanzó una guerra ilegal en la que murieron cientos de miles. Estos son los colegas del gobierno que The Guardian quieren salvar.

Hay un parásito llamado Toxoplasma gondii que coloniza los cerebros de las ratas, alterando su comportamiento para atraerlos al olor de sus depredadores. Las ratas así buscan a los gatos y estos se las comen, lo que permite que el parásito siga circulando. Esto es el Nuevo Laborismo. Ha colonizado un movimiento que luchaba por la justicia social, la distribución y la decencia, reprogramó su cerebro y se lo entregó a los gatos gordos que una vez fueron sus enemigos.

Entiendo los peligros de votar por los partidos más pequeños y permitir que el títere de guante derecho reemplace la marioneta del guante izquierdo. Sé que los tories son incluso peores que este gobierno. Pero al votar por los candidatos de la lista compilada por la campaña de la democracia Hang 'em (30), no todos demócratas liberales, pero todos ellos son reformistas con buenas posibilidades de obtener o mantener escaños, podemos romper este sistema podrido. sin dejar de ser fiel a nuestras creencias.

Cualquiera que sea el resultado de las elecciones, la verdadera lucha comienza después del 6 de mayo, cuando construimos un movimiento de democracia masiva que garantice que nunca más podamos ser colonizados por una clase política parásita de cualquier color. Comienza con un mitin en Parliament Square a las 2 p.m. el sábado (31). Durante y después de esta elección, debemos exigir algo mejor, en lugar de huir de algo peor.

http://www.monbiot.com/2010/05/03/the-parasites-in-labours-brain/