Mostrando entradas con la etiqueta seudociencias. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta seudociencias. Mostrar todas las entradas

martes, 10 de febrero de 2015

"Saber vivir" resucita el debate de la pseudociencia en la televisión pública. La presencia de terapias alternativas y de reclamos poco rigurosos provoca una queja de 17 colectivos y medio millar de firmas contra "La Mañana de La 1" y RTVE.

"No estamos jugando a la salud. En Twitter, que escuchen bien lo que decimos y que no especulen tonterías, que aquí somos muy serios", decía recientemente en antena Mariló Montero, conductora de La mañana de La 1, en respuesta a las críticas que ha recibido su programa por proponer terapias sin respaldo científico en su espacio de salud. "En Saber Vivir no se inventa nada", añadía a la defensiva Montero, después de aludir a "los chavales de Twitter" (a partir del 1:10:00).

La presentadora se refería a una campaña organizada con la ayuda de las redes sociales para demandar a RTVE explicaciones sobre estos mensajes carentes de rigor científico que se incluyen en el espacio, que ven alrededor de 300.000 personas cada mañana. El detonante, un programa en el que Montero decía que "el aroma de limón puede prevenir el cáncer". Para muchos activistas contra la difusión de mensajes pseudocientíficos, fue la gota que colmó el vaso.

Más allá de los populares patinazos de la presentadora, como cuando aseguró que no se podía descartar que el alma se trasplante junto a los órganos, en el programa se recomienda el uso de remedios homeopáticos, una terapia alternativa que no ha probado mayor capacidad curativa que el simple efecto del placebo (como asegura el Ministerio de Sanidad). Y es habitual que se promocionen otros productos, técnicas y dietas con escaso respaldo científico, según denuncian los críticos del programa. Desde RTVE se asegura que el espacio no tiene ningún acuerdo con empresas del sector para promocionar productos de ningún tipo.

El lunes 26 de enero, el Defensor del Espectador de RTVE tenía en su bandeja de entrada una queja respaldada por más de medio millar de firmas y 17 colectivos de promoción de la ciencia que exigían una investigación sobre los mensajes de esta sección de salud que, a lo largo de 3.900 emisiones con consejos de salud valiosos, ha ido deslizando otros no tan rigurosos. "El lanzar afirmaciones no sustentadas en evidencias a un público que no tiene por qué estar formado en ciencia lleva a la confusión y al riesgo de equivocación. El hacerlo todos los días lleva a la confusión completa", aseguraba esta protesta que reclamaba una respuesta de la cadena sobre la línea general seguida por el programa.

El programa defiende que las críticas son minoritarias y que todos los reclamos se apoyan en la ciencia Desde la dirección del mismo responden que se trata de "una corriente minoritaria de usuarios interesados en descalificar" y que todos los mensajes que aparecen en esta sección se limitan "a contenidos difundidos en medios de referencia nacional e internacional, basados en estudios o investigaciones publicados en revistas científicas", algo que entraría en contradicción con la recomendación de homeopatía, por ejemplo. Sobre estos remedios, la dirección del programa asegura que se alude a ellos "de una forma excepcional y muy esporádica" y que "es un hecho incuestionable que los produtos homeopáticos están a disposición en las farmacias para su venta libre".

Sobre expresiones como que "el aroma del limón puede prevenir el cáncer", el programa explica que en este tipo de formato televisivo resulta natural el uso de un lenguaje que tienda a la divulgación y a la vulgarización: "Ese tono, informal o coloquial, puede conllevar el empleo de algún recurso sensacional para reclamar la atención sobre el objeto de la información", defienden. Hoy, Montero ha festejado la repercusión de sus palabras sobre el limón y el cáncer, resaltando que tienen respaldo en una investigación científica, aunque lo que muestra es una web de noticias.

Aunque el Defensor, Ángel Nodal, se comprometió de inmediato a responder a la queja colectiva, lo cierto es que en su último programa únicamente se respondió a una protesta de otro espectador a propósito de la homeopatía, despachado en un minuto asegurando que es un producto que "está en la calle". Por este motivo, el impulsor de la queja, Isidoro Martínez, considera que "es evidente que RTVE apoya la pseudociencia". "Si ante nuestras protestas nada se hace, es que están de acuerdo con esta línea que pone en riesgo la salud de los espectadores", asegura, haciendo referencia a otros casos previos ocurridos en el ente público como cuando se aseguraba que el wi-fi daña la salud en otro programa, El escarabajo verde.

Como protesta, el colectivo impulsado por Martínez ha lanzado una nueva petición de firmas en la red: "Las pseudociencias son un engaño (no son ni complementarias ni alternativas a la Medicina) y carecen de efectividad comprobada, y pueden hacer que alguien abandone por creer en ellas un tratamiento médico de verdad", denuncian.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2015/02/05/ciencia/1423136592_637562.html
Página sobre seudociencias aquí.

viernes, 2 de mayo de 2014

Mario Bunge: “Hoy día la ciencia asusta tanto a la izquierda como a la derecha”

Uno de los pensadores contemporáneos más destacados, reflexiona sobre la educación,la economía, la comunicación e Internet
El premio Príncipe de Asturias de Humanides opina que "la búsqueda de información hace que todo sea más rápido, pero obstaculiza la creatividad y la imaginación"

Mario Bunge (Buenos Aires, 1919), es “un filósofo de la ciencia curioso”. Estudiante primero de física y luego de filosofía, doctorado con una tesis sobre cinética del electrón relativista, fue profesor en Argentina, de donde emigró por motivos políticos en 1963. Tras pasar tres años dando clase en varios países, en 1965 llegó a Canadá. En la universidad McGill de Montreal enseñó y hoy sigue siendo profesor emérito. Bunge visita Madrid de paso para Génova porque, subraya, “de allí es mi señora”. En Génova pasará dos meses, corrigiendo la versión inglesa de sus memorias: “Voy viendo que hay pasajes muy locales que quiero cambiar. Espero publicarlas en septiembre”.

Serán las memorias de un lúcido testigo del siglo XX, un observador atento de la realidad analizada bajo el prisma materialista que le define, combatiendo las escuelas filosóficas “que no ayudan a buscar la verdad”, las doctrinas que anulan al ser humano y, de paso, las falsas ciencias, de la homeopatía al psicoanálisis, siempre con grandes dosis de razón y de humor. Premio Príncipe de Asturias de Humanidades y Comunicación en 1982, sus libros están publicados en España por Gedisa y por Laetoli.

Pregunta. ¿Puede haber filosofía fuera de la ciencia?
Respuesta. Puede. La mayor parte de los filósofos no saben nada de ciencia, pero están varios milenos atrasados y no pueden profundizar en cuestiones importantes, que han sido ya respondidas por la ciencia, como por ejemplo qué es la vida, la psique, la justicia…

P. Usted ha dicho que la ciencia y la técnica son los motores del desarrollo ¿Cómo está afectando la crisis a la producción de conocimiento?
R. De una doble manera. Primero se han reducido en casi todas partes los fondos para la investigación y, segundo, hay una crisis ideológica y hoy la ciencia asusta tanto a la izquierda como a la derecha. Antes los únicos enemigos de la ciencia estaban en la derecha; hoy hay muchos izquierdistas que confunden la ciencia con la técnica y creen que es ante todo una herramienta en manos de las grandes empresas.

P. ¿Aprenderemos algo de esta crisis?
R. Los golpes no enseñan nada, no creo que aprendamos de esta crisis, sobre todo si los gobiernos siguen pidiendo consejo a los economistas que contribuyeron a crearla, a los partidarios de políticas sin regulación.

P. Usted ha dicho que la técnica, a diferencia de la ciencia básica pero a semejanza de la ideología, no siempre es moralmente neutral ni por lo tanto socialmente imparcial. ¿Cuál es su juicio global sobre la actual expansión de las tecnologías de la información y sus aplicaciones?
R. Todo avance técnico tiene aspectos positivos y negativos, desde el teléfono celular al iPad, que han facilitado la adquisición de información pero están destruyendo la sociedad, que se está aislando cada vez más. Están teniendo un efecto desolador, por ejemplo se leen menos libros cada vez. Antes los estudiantes dedicaban 25 horas semanales a estudiar, pero ahora ya son 15 y dentro de unos años serán 10 o 5. Las bibliotecas están vacías.
Más en El País.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Magos contra la farsa

El Asombroso Randi fue uno de los grandes ilusionistas del siglo XX. Pero su gran hazaña consistió en desenmascarar los trucos de Uri Geller, destruyendo su aura sobrenatural
A los 84 años, lidera un movimiento de prestidigitadores contra mentalistas y curanderos

Esta escena transcurre hacia 1943, en una parroquia de Toronto (Canadá). El sacerdote pasa una cesta, y muchos feligreses depositan en ella sobres con sus nombres escritos en el exterior que contienen las súplicas que quieren dirigir a Dios. El cura extrae uno, lo sostiene en alto sin abrirlo, lee el nombre del remitente y exclama: “Esto es lo que Mary quiere saber. Y Dios me dice que su hermana, que está enferma de cáncer, se va a curar y que va a vivir mucho tiempo”. Después, el orador abre el sobre, lee su contenido y lo pasa abierto para que lo compruebe un público asombrado. De forma metódica, este religioso va averiguando el contenido de cada sobre antes de abrirlo. Nadie duda de su clarividencia. Salvo un chico de 15 años que ha cazado la trampa.

El muchacho es un aprendiz de mago llamado James Randi que años antes había contemplado algo mucho más exótico en un viejo teatro de variedades: el famoso mago Harry Blackstone había hecho levitar a una princesa sobre el escenario. Tras el espectáculo, el niño fue al encuentro de Blackstone en el camerino y el mago le enseñó unos cuantos trucos de manos. La experiencia le marcó. Y unos pocos años después tendría su primer encontronazo con el charlatán de la parroquia de Toronto.

“Randi se dio cuenta del truco”, explica el director de documentales Justin Weinstein desde su oficina en Nueva York. “Cuando el charlatán escoge el primer sobre, con el nombre de Mary, pregunta por un tal David entre el público, que en realidad es su compinche”. Por supuesto, el predicador sabe de antemano la pregunta de su colaborador. Aprovecha la ocasión para abrir el sobre de Mary haciendo creer que es el de David y memoriza su contenido. Coge otro sobre y dice: “Este lo ha escrito Mary”, cuando en realidad pertenece a la siguiente. Y sigue la cadena hasta desvelar los contenidos de todos los sobres.

El joven Randi subió al púlpito y mostró la técnica. “Los que estaban allí se negaron a escuchar. Estaban indignados”, detalla Weinstein. “Uno de ellos fue a buscar a un policía, el cual cogió al muchacho por las orejas y lo llevó a la comisaría. Fue el primer acto en el que Randi descubría a un embaucador, pero sin éxito”. El Asombroso Randi sería el nombre artístico que catapultaría al joven aprendiz hasta convertirse en el primer escapista tras Harry Houdini. En 1956 aguantó dentro de un ataúd metálico sellado y sumergido durante 104 minutos, nueve más que el récord de Houdini. En un programa presentado por el actor Peter Lawford, desafió a los espectadores al surgir del interior de una caja fuerte de un banco llevando en su cuerpo relojes, pulseras y pendientes de un grupo de asistentes. El público había visto previamente que la caja estaba vacía, antes de que se depositara en ella los objetos en otra caja más pequeña y bajo llave. En 1976, colgado de un cable, boca abajo sobre las cataratas del Niágara, se libró de su traje de fuerza y sus cadenas en poco más de dos minutos.

Todas sus hazañas como ilusionista, sin embargo, pasaron a un segundo plano. Randi ha cumplido 84 años, pero ese encuentro cuando era un muchacho con un charlatán de parroquia le condicionó de por vida, dice Weinstein, que está finalizando An honest liar (Un mentiroso honesto), un documental sobre este hombre de baja estatura y barba blanca que parece salido de un cuento medieval. “Randi es alguien con una misión”, según Weinstein. Un mago con fama mundial por haber expuesto de forma infatigable y a la luz pública muchos de los subterfugios que usan todo un ejército de videntes, psíquicos y curanderos milagrosos. La Fundación MacArthur distinguiría a Randi en 1986 con un premio de 272.000 dólares por su trabajo educativo y su energía a la hora de exponer los fraudes.

Su leyenda empezó con un cheque de 10.000 dólares que llevaba en el bolsillo de la camisa destinado a cualquiera que demostrase, en un entorno controlado y científico, que posee genuinos poderes paranormales. La Fundación Randi ofrece hoy un millón de dólares a cualquier psíquico que lo consiga. Randi suele bromear cuando se le pregunta si teme perder semejante fortuna. “Nunca mi dinero ha estado en lugar más seguro”.

A mediados de los setenta, mostró ante las cámaras cómo doblar las cucharas a la manera de Uri Geller, la superestrella psíquica del momento. También asesoró a su amigo el presentador Johnny Carson para que preparara unos experimentos antes de que Geller pasara por su show. El mentalista israelí fracasó ante millones de telespectadores, aduciendo que en el aire había malas vibraciones. Randi escribiría a principios de los ochenta un libro demoledor, La magia de Uri Geller, en el que exponía todos sus trucos. Aunque Geller le denunció tres veces, fracasó en su intento de arruinarle.

En 1986 se haría famoso al tender una trampa al telepredicador Peter Popoff. Los espectáculos de este charlatán resultaban extravagantes: adivinaba entre la gente congregada los nombres de los enfermos. Se acercaba a ellos, descubriendo peculiaridades sobre sus vidas y dolencias, hasta que los tocaba. Invocando el poder divino, Popoff los sanaba entre gritos de ¡aleluya! Ganaba más de cuatro millones de dólares al mes, hasta que Randi mostró el truco. El evangelista usaba un dispositivo inalámbrico en su oído; su mujer le transmitía los nombres, direcciones y enfermedades de las personas a las que iba a curar. Todo quedó grabado en una película. Popoff se declararía en bancarrota poco después. Sin embargo, el predicador ha vuelto y en su web comercializa botellitas de agua milagrosa. Y posee una fortuna de decenas de millones de dólares, de acuerdo con una noticia del canal estadounidense ABC.

Esta resurrección no le sorprende a Randi, un hombre afable, siempre dispuesto a hablar con cualquiera que apueste por el escepticismo. Para alguien desesperado, asegura, el charlatán que invoca a Dios ofrece una solución. Randi ha tachado a las autoridades estadounidenses de irresponsables por no haber hecho nada ante los hechos. Popoff no es el único que ha resucitado. En Estados Unidos y muchas otras partes del mundo –incluida España–, la legión de curanderos y seudomédicos no para de crecer. “Existe un peligro financiero”, asegura Randi, atendiendo la llamada de El País Semanal desde su oficina en Florida (Estados Unidos). “Algunas personas han enviado todo su dinero a estos predicadores que prometen sanar enfermedades de forma sobrenatural”. Las donaciones suelen llegar por correo, con la esperanza de que la curación tendrá lugar también a distancia. “Mucha gente es tan ingenua que se lo cree y envía todo su dinero”. Hay muchos historiales de familias completamente arruinadas, nos dice.

Junto a los sanadores espirituales, que curan milagrosamente el cáncer, surgen aquellos que hablan con los muertos, nos dice Randi; una moda transformada de las sesiones de espiritismo del siglo XIX. Todos desean lo mismo, vaciarle la cartera a los ingenuos. “A la gente poco educada se les quita su seguridad. Se les inculca una falsa filosofía para vivir. Si la aceptan, aceptarán cualquier cosa que se les diga”. Quienes envían dinero por correo esperando un milagro lo volverán a hacer con los colegas de los charlatanes, ya avisados sobre los nuevos yacimientos de crédulos. La estafa no se detiene en el estafado. Es como una epidemia, una mancha de tinta que se extiende.

Las víctimas de videntes, farsantes y mentalistas suelen tener una educación pobre, explica Randi. Siempre hay excepciones, como la escritora de novelas románticas Jude Deveraux, con más de 50 millones de ejemplares vendidos y 37 referencias en la listas de best sellers de The New York Times. En 2011, el detective Charles Stacks encontró a la escritora en la habitación de un hotel en un estado lamentable, sin dinero; “a días de suicidarme”, describiría Deveraux a la cadena ABC News. Había caído en las garras de Rose Marks, jerarca de un clan de videntes neoyorquinos.

Durante 17 años, la escritora le transfirió 20 millones de dólares. Marks aseguraba a sus clientes que el dinero era una fuente de corrupción diabólica. Convenció a Deveraux para que vendiera sus propiedades. Logró aislarla de su familia y amigos. Su hijo había muerto en un accidente de motocicleta en 2005, con ocho años, y la vidente aseguraba que el alma del pequeño se encontraba “entre la tierra y el cielo”. Los informes policiales sugieren que la novelista recibía amenazas para que el dinero siguiera fluyendo. Las víctimas del clan de Marks eran en su mayoría mujeres inteligentes y con recursos que habían tenido un suceso desgraciado en sus vidas. Ahora se enfrentan a un juicio por estafa.

“La industria de la seudociencia es tremendamente rentable, pero no podemos saber las cifras”, dice Randi. Los charlatanes que han fundado alguna secta acogiéndose a alguna creencia religiosa son los más opacos. “Ellos no informan sobre lo que ganan. En este país no pagan impuestos si escogen algún título religioso de algún credo, se les da el privilegio de no pagar”. En España, la opción de darse de alta como astrólogo o similar está tipificada en el registro de actividades económicas de Hacienda. Pese a ello, resulta imposible obtener una cifra global de ganancias.

Los videntes pueden registrarse y pagar impuestos. Si la astrología y la adivinación son legales, ¿hasta qué punto la ley protege a quien ha sido estafado? “Cuando el usuario de esos servicios posee un nivel de entendimiento medio-alto, se entiende que no puede haber engaño porque ha sido el propio engañado quien se ha dejado engañar”, dice Luis Javier Capote, profesor del departamento de disciplinas jurídicas de la Universidad de La Laguna (Tenerife). “Si la persona está afectada desde el punto de vista mental o tiene una cultura muy baja, sí hay casos de condenas”. La solución no pasa por la prohibición de este tipo de prácticas sin fundamento científico, comenta este experto por correo electrónico.

Desde hace décadas, James Randi intenta convencer a las grandes estrellas de la magia norteamericana para que se sumen a su causa. El gran Harry Houdini se convirtió progresivamente en un investigador de fenómenos paranormales, descubriendo las argucias de los espiritistas en la segunda década del siglo XX. “Admito que al principio me inspiré en lo que hizo”, dice Randi. “Houdini, como yo, no tuvo educación superior, ni fue a la universidad. En cierto modo era ingenuo. Pero nunca creyó a los farsantes, porque conocía sus trucos. Él me mostró el camino”.

La línea que separa al mago del psíquico a veces es muy estrecha. Geller no se dedica ya a doblar cucharas. Pero vive en una mansión a las afueras de Londres. Usa sus poderes para encontrar oro y petróleo. Y hace poco compró una pequeña isla en la costa escocesa, como él mismo afirma en su web, al intrigarle unas imágenes que mostraban un ovni sobre ella. Ha comentado en programas de televisión que el hecho de que los magos logren reproducir sus hazañas no significa que él no posea poderes sobrenaturales, como hacer germinar las semillas entre sus dedos o mover con la mente una brújula. “Geller empezó como un mago que realizaba números en salas de fiesta en Israel, y descubrió que ganaba mucho más cuando se presentaba como alguien dotado”, explica Ricardo Campo, colaborador del departamento de filosofía de la Universidad de La Laguna y autor del libro Ovnis, vaya timo (Laetoli).

Los magos coquetean con el misterio. La tentación para pasarse a ese otro lado es grande. El ilusionismo es el arte de engañar al cerebro haciéndonos creer lo imposible. Y los magos del gran espectáculo, como Criss Angel y David Copperfield, lo consiguen: levitan entre dos edificios, hacen desaparecer la estatua de la Libertad, atraviesan paredes y caminan sobre el agua. ¿Cómo reaccionan estas estrellas ante la petición de descubrir a los farsantes o magos reconvertidos en místicos con poderes mentales?

“La respuesta es mixta, mitad y mitad”, dice Randi, con cierta comprensión no exenta de crítica. En privado, y en los templos sagrados de la magia como El Castillo Mágico, un exclusivo club de magos en Hollywood, o el legendario Círculo Mágico de Londres, se observa su causa con simpatía. Pero la mayoría se sienten incómodos si tienen que dar un paso al frente. No desean convertirse en detectives de lo paranormal. Las estrellas como Angel o Copperfield no prestan mucha atención. “Piensan que no es de su incumbencia el interferir con la actuación de otros”, dice Randi. “Pero no se dan cuenta de que son criminales que se aprovechan de la gente para robarles y quitarles su seguridad por medios falsos”.

Pese a las reticencias, Randi ha cosechado la complicidad de algunas estrellas como la pareja formada por Penn y Teller –quizá el dúo de magos más famoso en la actualidad–. Penn es un tipo más bien grande, mientras que Teller es un hombre bajo que apenas habla. Forman una pareja inigualable, realizando trucos revolucionarios en los que se parte el torso de una mujer, las monedas en un recipiente con agua se transforman en peces de colores o aparecen 100.000 moscas volando en un plató. Y también se han dedicado a desentrañar los trucos de los psíquicos, denunciando a farsantes de todo tipo, desde los que dicen hablar con los muertos hasta los curanderos. “Randi fue el que nos hizo”, confiesa la pareja en la película de Justin Weinstein. “Nos miraba como si fuéramos especímenes”. Él fue quien les sugirió que debían formar equipo.

La respuesta de los magos españoles es parecida, mezcla de indiferencia e interés. Cada vez que Randi ha venido a España para impartir sus conferencias ha encontrado buena acogida. Entre los miembros de la organización Círculo Escéptico se encuentran ilusionistas como David Blanco, en cuyas actuaciones realiza efectos de mentalismo en los que adivina mensajes que el público escribe en trozos de papel… “Siempre advierto a la audiencia de que lo que van a ver no son fenómenos paranormales. No puedo mandarles a casa haciéndoles creer que tengo poderes”. Blanco admira la cruzada de Randi contra los farsantes. Incluso llamó a uno de sus números Las honestas mentiras de David Blanco. En ocasiones, la reacción del público le sugiere que la fuerza para creer en lo sobrenatural es irresistible en muchas personas, sobre todo por no ejercitar el pensamiento escéptico. Se corre el peligro de abandonarse delante de un televisor creyendo a pies juntillas todo lo que allí se dice. Incluso hay gente dentro de la magia que cree. “No estamos acostumbrados a pensar por nosotros mismos”, asegura este ilusionista.

¿Por qué es más fácil creer en lo mágico? Para D. J. Grothe, presidente de la Fundación Randi, las seudociencias tratan de calmar nuestras ansiedades simulando responder a las cuestiones que preocupan a todo el mundo, como la muerte, el dinero, las relaciones humanas y la salud. “La gente cree básicamente en los ovnis porque les hacen sentir que están menos solos en el universo, en los sanadores divinos porque les dan esperanza de curación, o en los psíquicos que hablan con los muertos porque echan profundamente de menos a sus seres queridos que han perdido”.

La ciencia, en cambio, ha logrado explicar las posesiones demoniacas como ataques epilépticos, las abducciones alienígenas como alteraciones del sueño, o la creencia en fantasmas como el deseo de vivir tras la muerte. Para el periodista Mauricio-José Schwarz, que lleva 30 años combatiendo la seudociencia, se trata de entrenar los mecanismos del pensamiento y la deducción. “Nadie compra un coche usado a ciegas. Necesitamos abrir el capó, probar el coche. Hemos de tratar las afirmaciones paranormales como coches usados”.

Aquellos que están convencidos de que hay personas con poderes tendrían que preguntarse por qué ninguno de ellos se ha presentado a las pruebas para ganar el millón de dólares ofertada por la Fundación Randi. “Cada semana nos topamos con algún candidato, pero no están suficientemente preparados para engañarnos. Rellenan el formulario para obtener el premio, pero luego no oímos nada de ellos. Tratan de ver si tenemos alguna flaqueza, pero no la tenemos”, asegura Randi. Alguno intenta llegar un paso más allá. Pero al final todos los psíquicos se esfuman y desaparecen… casi de manera sobrenatural.

Fuente: El País.

lunes, 14 de octubre de 2013

"Mi cura del cáncer fue un milagro muy currado". La médica de familia y superviviente de cáncer Odile Fernández explica cómo cambios sencillos en la alimentación y el estilo de vida pueden prevenir y alterar la evolución de la enfermedad

En los últimos tres años, la doctora andaluza Odile Fernández ha vivido el más difícil todavía. Superó un cáncer cuando los oncólogos estimaban que sólo tenía el 5 por ciento de posibilidades de curación y, contra todo pronóstico, quedó embarazada de un bebé, su segundo hijo, que ahora tiene dos meses.

Como tantos otros enfermos, ya embarcada en un tratamiento de quimioterapia Fernández preguntó a los oncólogos qué comer y qué medidas tomar para combatir por su cuenta la enfermedad. De su negativa a aceptar la respuesta del equipo que le atendía –"no hagas nada y come todo lo que te apetezca"–nace su libro 'Mis recetas anticáncer', que se publicó en junio y está en su quinta edición. “El problema es que los médicos no tienen formación sobre nutrición y todo les da miedo”, señala Fernández frente a un batido de mango, kiwi y manzana –su desayuno– en una cafetería de Madrid. “El cáncer es la enfermedad del miedo. Pero comer lechuga no va a tener una interacción con la quimio”.

Fernández, de 34 años, insiste en que el libro se titula así porque esas son las recetas que le funcionaron a ella. “No hay ninguna fórmula mágica. Pero el mensaje que quiero hacer llegar es que podemos hacer mucho contra el cáncer a través de la alimentación. No seas el sujeto pasivo. Infórmate, muévete, pregunta, toma las riendas de tu enfermedad junto a tu equipo médico”.

¿En qué medida cree que su curación se debe a los cambios en su alimentación y estilo de vida, versus tratamiento convencional?

No sabemos si fue la quimio o la alimentación. Lo que creo es que fue todo. Me habían dado un 95 por ciento de posibilidades de morir en cinco años. En principio, no se planteó como quimio curativa, sino paliativa, que podía alargar la vida unos meses o años. Pero yo no quería vivir unos pocos meses más, quería sanarme. Así que hice mi quimio junto con grandes cambios en la alimentación y en el tema emocional.

¿Cuáles fueron, en esencia, estos cambios?
Lo primero fue eliminar todo lo refinado y azucarado; los niveles altos de azúcar se relacionan con niveles más altos de cáncer. Después eliminé fritos, barbacoas, precocinados, la comida fácil de microondas. En aquel momento hacía muchas guardias y me alimentaba con mucha prisa, no había tiempo para cocinar. En lugar de eso, introduje verdura cruda y fruta y eliminé la leche y la carne.

¿Y en el estilo de vida?
Dejé de trabajar, se acabaron las guardias. Aprendí a mantener la mente en calma a través de la meditación. Era muy perfeccionista, muy dada a los demás, y aprendí a sosegarme, a pensar primero en mí y después en los otros. Empecé a hacer ejercicio. Perdí 25 kilos en la época de la quimio. Una de las cosas más importantes es tener el peso adecuado. Y aprender a decir que no, a relajarte.

¿Si tuviera que recomendar un único cambio en la dieta, cuál sería?
Huir de la comida envasada y comer alimentos frescos y de temporada. Mira cómo comían nuestras abuelas. Recuperemos la dieta mediterránea tradicional, la alimentación hecha en casa.

¿Por qué dice no a la leche?
En la facultad nos dicen que la leche es buena por el calcio, para la osteoporosis. Pero observemos las estadísticas: donde hay más osteoporosis es en los países donde más leche se consume. La leche no es tan buena. Nos enseñan ese dogma y no nos lo planteamos, pero es antinatural. Para digerirla necesitamos lactasa. La tenemos al 100 por cien cuando somos pequeños, pero a partir de los 6 o 7 años va descendiendo. Estamos concebidos para tomar leche sólo de pequeños, cuando la necesitamos.

¿Qué tiene de malo la carne?
Un alto consumo, sobre todo de carne roja y embutidos, aumenta la incidencia de cáncer, principalmente de colon. La carne no tiene fibra, viene cargada de nitratos, de pesticidas, de omega 6 por el tipo alimentación que llevan los animales. La carne blanca podríamos consumirla con moderación. Pero el problema es que somos hiper-carnívoros: hay gente que toma carne tres veces al día. En la dieta mediterránea original se hacía matanza en Navidad y se tiraba de ello todo el año.

¿Nos recomienda un plato anticancerígeno?
El gazpacho, que es de mi tierra. Lleva tomate, cebolla, ajo, aceite de oliva, pimiento y pepino, todos ellos alimentos anti-cáncer y crudos.

¿Cómo se alimenta ahora?
Procuro seguir la misma alimentación que hacía durante la quimio. Mucha gente descubre que la alimentación influye y víctima del miedo cambia, pero luego vuelve a las andadas. Sin embargo, el cambio hay que mantenerlo en el tiempo.

Hay quien ha seguido todo esto –una alimentación y un estilo de vida más saludable– y no le ha funcionado. ¿Cuál es el mensaje para estas personas?
No hay fórmula mágica, y por eso tenemos tanto miedo al cáncer. No hay ningún tratamiento que sea totalmente efectivo. El problema es que no hay una enfermedad, sino enfermos, y cada caso es diferente. Hay casos de cáncer muy extendido que se curan, y otros muy localizados que se extienden. Yo creo que el tratamiento emocional marca la diferencia. No es lo mismo enfrentar un cáncer desde la positividad y la alegría que desde el miedo y la soledad. Aquí se demuestra el poder de lo emocional, pero no sólo en el cáncer sino en todas las enfermedades. Por eso reivindico que seamos parte activa.

No recomienda usar la olla exprés, presente en todos los hogares. ¿Por qué?
Porque alcanza los 140 grados, y queremos conservar los fitoquímicos de los alimentos, que se pierden a partir de los 95 grados. Está bien para legumbre y cereal, pero si metes verdura le haces fosfatina.

Asumía que la barbacoa era una forma de cocinar saludable hasta que leí su libro.
Lo que es saludable es la plancha, siempre y cuando no quemes el alimento. Pero en la barbacoa, ese color negro son los benzopirenos, carcinógenos… Lo ideal es cocinar el vapor, sin grasa ni aceite.

Recomienda encarecidamente las setas…
En Japón, donde más se consumen, algunos oncólogos lo utilizan como suplemento alimentario. Permiten que la quimio se tolere mejor.

La colonia, mejor no olerla.
Para que perduren tanto, los perfumes tienen ftalatos (un grupo de compuestos químicos). Cuanto más permanezcan en nuestro cuerpo, peor para nuestra salud. "Sexy para ellas, veneno para el bebé", decía una campaña en EEUU para mamás embarazadas. Los perfumes van al torrente sanguíneo; se asocia con cáncer de mama. Lo ideal son aceites esenciales o algo que se está perdiendo: ser más sencillos y oler a personas, no enmascarar nuestro olor.

¿Y de dónde bebemos agua?
Este es un tema muy controvertido. El agua del grifo de Madrid, por ejemplo, contiene muchos tóxicos. Se podrían eliminar si en lugar de filtrar con sales de aluminio, como se hace ahora, se filtrase con filtros de carbono. El agua embotellada no es la solución: es un atentado ecológico.

¿Cuál fue la reacción de sus compañeros tras su curación?
Cuando se cumplieron los dos años libre de enfermedad, me dijeron que había sido un milagro. Pero les dije que no, que era un milagro que había hecho yo. Lo mío es un milagro muy currado. La reacción de mis compañeros de primaria fue buena. Recomiendan mucho el libro, no sólo para cáncer, también para diabetes, hipertensión, obesidad… Los especialistas son más reacios.

¿Qué planes tiene tras la baja por maternidad?
Tengo mi plaza en atención primaria. Me gustaría continuar en sanidad pero centrada en el paciente oncológico, aconsejando sobre alimentación y estilos de vida.

¿Cuál fue para usted la mayor sorpresa al investigar y, después, escribir este libro?
El poder de los alimentos, de la naturaleza. Cómo contienen fitoquímicos anti cáncer, y como algunos medicamentos incorporan fitoquímicos en quimio. La curcumina de la cúrcuma, por ejemplo, o la quimio que se extrae de un alga del mar. Si tiene poder a nivel de laboratorio ¿por qué no tomar nosotros más algas, más cúrcuma, etc? Me sentí engañada porque nadie me hablase de esto, sólo de quimio, de radioterapia.

Pero es lo que a menudo hacen los médicos: en cuanto entras a la consulta tienen lista la receta.
Hay pacientes que si no salen de la consulta con su pastilla creen que eres un mal médico. Pero cada vez más profesionales contamos al paciente lo que puede hacer para prevenir la enfermedad. Los médicos y sanitarios tenemos mucho poder en este sentido. Más medicina preventiva y menos pastillas.

@nataliamartin es periodista. Si quieres ponerte en contacto con ella escribe a natalia@vidasencilla.es
Fuente; El País.

Nota:
El que una alimentación adecuada a base de verduras, hortalizas, cereales, legumbres, frutos secos, frutas y aceite de oliva, junto a huevos, pescado y poca carne roja o ninguna -lo que conocemos por cocina mediterránea- así como nada de comidas enlatada o procesadas industrialmente, con mucha sal y aditivos químicos, tiene beneficios para la salud, parece indiscutible.

Otra cosa muy distinta es que con ello podamos curar, una vez contraído, un cáncer... Esa afirmación no se basa en evidencias científicas y puede ser un fraude médico. Los diarios están llenos de noticias de este tipo. La ciencia parece que, por distintas y variadas razones, no acaba de formar parte de la cultura cotidiana y la mayoría de la gente se guía por un tipo de pensamiento no formal, no científico, seudocientífico, Hay mucho fraude.

https://elpais.com/elpais/2017/08/30/ciencia/1504118737_744798.html?rel=lom

https://verdecoloresperanza.blogspot.com/2014/06/las-facturas-de-la-mentira.html

Libro recomendado: La pseudociencia. ¡Vaya timo! Mario Bunge.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Mario Bunge y el timo de las pseudociencias.

Mario Bunge, en su libro "Las pseudociencias ¡vaya timo!" (Ed. Laetoli, 2010), escribe:
-"...todos los estudiantes de económicas y empresariales deben estudiar microeconomía neoclásica. Sin embargo, es improbable que usen dicha teoría para abordar algún problema económico de la vida real.
La razón de tal inutilidad es que algunos de los postulados de esa teoría son abiertamente irreales, otros excesivamente difusos y difícilmente comprobables.
En efecto, la teoría supone que todos los actores del mercado son libres, mutuamente independientes, perfectamente bien informados, igualmente poderosos, inmunes a la política y completamente "racionales", es decir, capaces de elegir la opción que con mayor probabilidad maximizará la utilidad esperada.
Pero el mercado real está poblado de individuos y empresas que poseen una información imperfecta y, lejos de ser completamente libres, pertenecen a redes sociales o a monopolios." (pag. 59)
- "Los hombres prácticos, que se creen libres de toda influencia intelectual, son por lo general esclavos de algún economista difunto (cita de Keynes) y la alumna favorita de Keynes, Dame Joan Robinson, señaló que estas ideas, a su vez, responden a intereses creados.
La grave crisis económica que comenzó en septiembre de 2008 y tomó por sorpresa a todo el mundo... suscita la pregunta de si las ideas que guiaron a esos supuestos expertos son realmente científicas o, por el contrario, un revoltijo de semiciencia y pseudociencia." (pag. 210)
-"... la economía neoclásica se ha convertido en una pseudociencia más, pero se trata de una pseudociencia que se oculta detrás de una fachada matemática, lo cual intimida al analfabeto matemático." (pag. 124)
-"... muchos de los premios Nobel de economía (premios del Banco de Suecia) se otorgan a inventores de modelos matemáticos que no tienen ningún reflejo en la realidad económica, de entrada porque ignoran la producción y la política, o se otorgan a diseñadores de políticas económicas que perjudican a los pobres." (pag. 55)
-"... la mayoría de los libros de texto de economía son coherentes. Sin embargo, están tan alejados de la realidad económica que los hombres de negocios y los diseñadores de políticas sólo utilizan algunas porciones de ellos." (pag. 213)
-"... falacias de los economistas:
-todos los recursos naturales son inagotables.
-todos los humanos son egoístas.
-todos los humanos son racionales.
-todo acto y empresa económicos pueden predecirse por leyes históricas o matemáticas.
-la propiedad privada es ilimitada y sagrada mientras que la propiedad pública debe ser siempre limitada y escasa.
-los medios de producción (y los transportes y las finanzas) deben estar en manos privadas.
-la economía solamente puede existir en un sistema de mercado como el capitalismo, ese mercado es independiente de la política y de la cultura y se autorregula por sus propias leyes internas.
-todo mercado siempre tiende hacia un equilibrio de demanda y de oferta.
-el mejor sistema político es el que posee el mercado más libre y con lo mínimos impuestos,
-el mercado debe poder crecer sin límites.
-los economistas no tienen obligaciones morales,
-el Estado debe promover el comercio." (pag. 212)
-son falacias porque los hombres no son racionales sino impulsivos, las condiciones ambientales cambian y nadie sabe si podrá devolver el préstamo que ha pedido.

Los economistas funcionan calculando no por leyes matemáticas sino a ojo de buen cubero, en la realidad. No se obtiene el rendimiento máximo de una acción económica porque no se puede predecir qué va a pasar con esa acción económica. El Estado puede expropiar terreno privado y además la civilización, para Bunge, ha progresado gracias a los servicios públicos. La empresa privada significa a menudo empresas de armas, de tabaco, de drogas. Hay otros tipos de mercados como las familias, el trueque, las cooperativas.

El Estado debe proteger a las empresas contra su propia incompetencia, contra la competencia salvaje y contra las OPAS. La economía no puede existir independientemente de la cultura, especialmente de la tecnológica. Los mercados no se autorregulan porque siempre están sufriendo expansiones y depresiones.

La ley de la demanda es desvirtuada porque las grandes industrias de cada país están en manos de unos pocos monopolios. No se alcanza nunca un equilibrio económico espontáneo sino que hay constantemente subidas y bajadas, sobreabundancia y escasez. Las grandes empresas reciben muchos subsidios. (ver pág. 213 a 216)
-"En resumen, las ideas centrales de la microeconomía clásica son conceptualmente vagas e imposibles de poner a prueba, dos características de la pseudociencia." (pag. 214)
-"... los presupuestos y principios de la filosofía económica ortodoxa no están empíricamente confirmados ni moralmente justificados, además de lo cual esta filosofía es responsable, en gran medida, de la crisis económica de 2008." (pág. 217)

martes, 31 de mayo de 2011

“El postmodernismo, ¡vaya timo!”

Imaginemos a un joven filósofo sudamericano que viaja a París. Va creyendo que ésta sigue siendo la Ciudad Luz que fuera desde el Siglo de las Luces hasta la Segunda Guerra Mundial.
El joven se aloja en una modesta pensión en la Rive Gauche (5º piso sin ascensor). Visita la Sorbonne, las grandes librerías y los cafés famosos, esperando toparse con los dignos descendientes de Descartes y Pascal, Voltaire y Diderot, Holbach y Condorcet, Lavoisier y Buffon, Laplace y Lagrange, Bernard y Pasteur, Poincaré y Hadamard, Perrin y los Curie, o por lo menos los filósofos Bergson, Meyerson y Lalande, que escribían bien porque pensaban honesta y claramente.
Le extraña a nuestro joven los títulos de los cursos arancelados que se anuncian en las calles: Astrología psicoanalítica, Psicoanálisis astrológico, Símbolo y destino, Eidética y dietética, Homeopatía existencial, Existencialismo comunitario. Le disgusta recorrer esas calles que evocan tantos disparates.

Siente nostalgia de su ciudad natal, que no tiene el Louvre ni la torre Eiffel, pero donde no se huele la podredumbre intelectual. También le asombran al joven latinoamericano los títulos de los libros que mejor se venden: La nada de todo, Teoría egológica de la comunicación, Dialéctica de la ebriedad, Marx precursor de Heidegger, Ciencia femenina, Sintaxis del ser, Estructura estructurante, Falocracia matemática, El placer del suicidio, Semiótica del orgasmo, Orgasmo del signo.

El joven filósofo está aturdido. ¿Para esto vino de tan lejos y después de sufrir tantas privaciones para juntar el dinero necesario? No sabe si reír o llorar. Se pregunta qué pasó con Francia en los últimos decenios. ¿Cómo fue posible que la ocupación alemana atiborrase con irracionalismo alemán a tantos cerebros que se habían preciado de deslumbrar con luz cartesiana? ¿Qué se había hecho de la honestidad intelectual? ¿Por qué los parisinos se dejaron encandilar por las locuras y sinsentidos de Husserl, el abuelo del posmodernismo, y sus discípulos?

No sé si Gabriel Andrade, el autor de esta obra, tuvo esa experiencia desalentadora. Pero la tuvimos muchos que habíamos admirado y amado a la Ciudad Luz, donde ahora prosperan los falsificadores de moneda cultural. Lo peor es que esta moneda falsa circula ahora por todo el mundo. Estudiantes chinos, canadienses o argentinos que nunca oyeron hablar de Voltaire ni de Diderot ni de Holbach, ahora leen con unción de novicios los disparates de Foucault, Derrida, Deleuze y otros macaneadores orgullosos de haberse librado de “la tiranía de la coherencia y la verdad”.

Gabriel Andrade se ha propuesto la ingrata tarea de advertir a los incautos: “No os juntéis con los clochards disfrazados de intelectuales, esos alquimistas que transmutan mierda en palabra. Continuad disfrutando de la luz e intentando hacer algo honesto en lugar de embaucar a jóvenes que no han tenido la fortuna de recibir una formación rigurosa”.

He admirado la capacidad de Andrade para examinar con su lupa una montaña de basura. En particular, me ha alegrado que haya sabido distinguir el feminismo político, noble lucha contra la discriminación sexual, del feminismo académico, que no es sino fraude escandaloso y que, lejos de enriquecer el estudio de la condición de la mujer, ha desacreditado al movimiento feminista.

También he admirado el coraje de Andrade al admitir que no basta ser políticamente zurdo para estar al abrigo del vendaval posmoderno. Al contrario, la izquierda tiene su parte de responsabilidad en ese retroceso. En particular, quien (como yo en mis años mozos) haya admirado a Hegel sin advertir que inventó el truco de hacer pasar lo oscuro por profundo, ha sido sin quererlo un idiota útil a la idiotez posmoderna. ¿Por qué no bajó decenios antes el Arcángel Gabriel Andrade para anunciarnos la mala nueva, que el niño nació muerto?

En resumen, esta es una excelente exposición crítica de uno de los peores fraudes intelectuales de todos los siglos. Su autor expone con admirable claridad las oscuridades de escritores que no han descubierto sino esto: que cuando no se tiene nada nuevo ni interesante que decir, basta decirlo en forma enrevesada para ser tomado por genio por gente ingenua y de buena fe.
Sólo me queda una duda: de tanto leer tanta sandez y tanta simulación ¿no se le habrá aflojado algún tornillo a nuestro autor? Los lectores atentos dirán.

* Prólogo de Mario Bunge a la obra El postmodernismo ¡vaya timo!, de Gabriel Andrade, profesor en la Universidad del Zulia (Venezuela), que será publicada próximamente por la Editorial Laetoli en la colección "¡Vaya timo! aetoli.es . El último título publicado en esa colección es precisamente Las pseudociencias ¡vaya timo!, del propio Mario Bunge.

Presentación del ensayista venezolano Gabriel Andrade, Mario Bunge. www.elarcadigital.com.ar

Fuente: http://www.elarcadigital.com.ar/modules/revistadigital/articulo.php?id=1966

domingo, 5 de septiembre de 2010

Rebajas de otoño

Si los españoles quieren salir de la crisis, tienen que rebajar los salarios, dicen los economistas. Si los palestinos quieren la paz, tienen que renunciar a la justicia, dice un diplomático laborista israelí. Si los países emergentes quieren prosperar, tienen que olvidarse de los daños al planeta; es decir, que las conquistas sociales, la justicia o la salud del planeta son los verdaderos problemas.
No parece lógico porque si desmantelan la seguridad social, habría una crisis social de dimensiones imprevisibles. Y una paz sin justicia sería pan para hoy y hambre para mañana. Y si rematamos al planeta, vivir será sobrevivir.
Lo realmente llamativo en los tiempos que corren es el abismo entre lo que los hechos dan a entender y lo que les hacemos decir. Juan Goytisolo recordaba aquí recientemente la de sufrimientos que han sido necesarios para entender, por ejemplo, que matar a alguien por una idea, no es defender una doctrina, sino asesinar a un ser humano. Así de simple. El Nobel de Economía, Paul Krugman, daba un paso más en esta guerra hermenéutica cuando analizaba la ofensiva estadounidense contra la seguridad social. Él, que sabe de números, dice que los de los críticos "no cuadran y en realidad su hostilidad no tiene nada que ver con dólares y céntimos, sino más bien con ideología". Sus cuentas son una "contabilidad de mala fe", cercana a "un juego de trilero" o al "timo de la estampita". Si la falsificación de los datos es tan burda, ¿por qué darles tanta importancia? Pues porque muchas personas importantes se lo creen y han empezado a diseñar las políticas de futuro a partir del supuesto de la inviabilidad de la seguridad social.
Aquí hay dos guerras: la de los hechos y la de su interpretación. La decisiva es la segunda. Gracias a la interpretación de la esclavitud hemos podido tener esclavos hasta el siglo XIX. Hace un par de meses el aeropuerto de Lanzarote parecía un lugar de peregrinación para solidarizarse con la causa saharaui de Aminatu Haidar pero hace poco más de un siglo, los católicos parisinos iban después de misa en La Trinité a comprar bolsos de mano hechos con piel de jóvenes africanas. Habíamos decidido que solo valían para eso.
Pues bien, en pleno siglo XXI se hacen políticas en base a ideas que declaran al Estado de bienestar una rémora para la competitividad de la economía, a la justicia un obstáculo para la paz y a la ecología una manía de exaltados. Es verdad que siempre ha habido de esto. Hay que ver los argumentos que usaba Ginés Sepúlveda, contra Las Casas, para justificar la conquista de América: que si la evangelización, que si la superioridad cultural europea, que si la violencia de los nativos. Hoy dan risa, pero durante siglos los españoles nos los hemos creído.
El problema no es la presencia de argumentos abusivos en favor de los poderosos. Lo preocupante es la naturalidad con la que los asumimos. El brío con el que, desde la II Guerra Mundial, se defendió el Estado de bienestar por parte de la socialdemocracia y de la doctrina social de la Iglesia, suena hoy a exceso doctrinario. Es verdad que eran tiempos en los que existía el comunismo y se hablaba de marxismo, con lo que el Estado de bienestar bien podía entenderse como una zona de seguridad en zona capitalista. Lo cierto es que en países demoliberales era un concepto intocable.
Ahora dicen que es caro de mantener, aunque los que saben de cuentas explican que no es cuestión de números sino de ideas. Sabemos muy bien que el poder de las ideas poco tiene que ver con la verdad que contengan. Su poder depende de quienes las apadrinen. Para que una modesta idea se imponga no basta que tenga razón, tiene que cargarse de razones. "Cuántas lágrimas", decía Flaubert, "fueron necesarias para liberar Cartago". Por un momento pensamos que quizá esta vez sí sería posible repensar el sistema. Fue cuando al inicio de la gran crisis, Obama, el presidente, habló de egoísmo y Almunia, desde la Unión Europea, de avaricia, referidos uno y otro al capitalismo financiero. Apuntaban en la buena dirección pero fue un espejismo. El problema, por lo visto, son los sueldos y por ahí van las políticas de los políticos mientras los demás callamos.
Hay un episodio en Primo Levi que viene a cuento. Los nazis han capturado a un prisionero que quería escapar. Deciden colgarle en la plaza del campo ante todos los deportados. Cuando va a subir al patíbulo, arenga a los compañeros: "Ánimo, que yo soy el último". Pero los compañeros bajaron los ojos acobardados. El campo había acabado con su capacidad de resistencia. Claro, aquello era un campo y esto no o eso dicen. En el breve espacio de una generación la crítica ha perdido mansamente su capacidad de decir basta. Leer el artículo de Reyes Mate, en "El País" todo aquí.