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domingo, 12 de agosto de 2018

_- Ocho hábitos para tener un año saludable. Por TARA HAELL

_- La mayoría de los propósitos de Año Nuevo incluyen mejorar tu salud o ser más feliz. Una clave para lograr esos propósitos es elegir metas realistas, realizables y medibles. Pero más allá de eso, ¿qué es lo que hay que hacer de manera distinta? Después de todo, la idea de “vivir de manera más saludable” parece abrumadora.

No necesitas hacer las dietas de moda, tomar suplementos o incorporar sofisticadas rutinas de ejercicio ni invertir demasiado tiempo y dinero para mejorar tu salud. En lugar de eso, concéntrate en ocho conductas específicas que muy probablemente ya hayas escuchado pero que quizá has subestimado. Un año nuevo, y un nuevo comienzo, siempre son el momento perfecto para empezar.

“Ponerte metas relacionadas con conductas es mucho más sabio y útil que ‘quiero más o menos de eso’”, comentó Yoni Freedhoff, director médico del Instituto Médico Bariátrico y profesor adjunto de medicina familiar en la Universidad de Ottawa en Ontario.

Eso significa construir hábitos en lugar de preocuparte por la fuerza de voluntad, explicó R. Todd Hurst, director general de Salud Cardiovascular en el Instituto de Cardiología de Phoenix del Centro Médico de la Universidad de Banner en Arizona.

EXPLORA NYTIMES.COM/ES

“Cuando lo vuelves un hábito, dejas de pensar en ello”, afirmó Hurst. “Es como el interés compuesto; la magia del tiempo juega a tu favor”.

1. Haz un poco de actividad física a diario
Los expertos con los que conversamos no están de acuerdo con cuál va primero, pero todos coinciden en que la actividad física y el sueño son fundamentales para estar saludables.

“La actividad física tiene una capacidad casi mágica para mejorar la calidad de vida”, dijo Freedhoff; reduce el riesgo de padecer casi cualquier enfermedad física o mental. “Si tuvieras que elegir entre hacer dieta o ejercitarte, yo pondría ejercitarse en primer lugar”.

No es necesario que sea una rutina sofisticada o larga o aburrida. Con diez minutos seguidos de jugar con tus hijos, bailar o incluso subir escaleras, ya marcas la diferencia.

“Lo que socava el esfuerzo de las personas es que se comprometen a hacer más de lo que pueden, se dan cuenta de que es imposible mantener ese ritmo y renuncian”, dijo Freedhoff. “La mejor actividad es aquella que disfrutas más y que puedes imaginarte haciendo de forma continua”.

M. James Lenhard, director médico del Centro para la Diabetes y Enfermedades Metabólicas del Sistema de Atención Médica Christiana en Wilmington, Delaware, concuerda con que el que sea divertido es crucial.

“A algunas personas les gusta cortar leña, a otras caminar, a unas más pelar verduras”, dijo Lenhard. “No me importa lo que hagas, encuentra algo que te guste mucho para que puedas apegarte a ello”.

Y no te desalientes si algunas veces no cumples con la actividad.

“Tendrás semanas buenas y malas”, añadió Freedhoff. “Haz tanto como disfrutes. Hacer un poco es bueno, más es mejor y todo cuenta”.

2. Duerme lo suficiente
Es imposible exagerar la importancia que tiene el sueño para la salud. Influye en tu sistema inmunitario, en las hormonas, el apetito, el peso, el pensamiento, la energía, la concentración, el temperamento, el estado de ánimo… e incluso en la esperanza de vida. Por fortuna, siempre hay maneras de obtener un buen descanso por las noches.

Considera los efectos de un sueño deficiente en la salud mental: “Las personas que padecen sueño irregular o presentan síntomas de insomnio son más proclives a desarrollar depresión clínica”, señaló Britney Blair, psicóloga clínica con licencia y catedrática en la Universidad de Stanford. Si estás lidiando con la depresión y un sueño irregular, es mucho más probable que presentes pensamientos suicidas. De hecho, señaló que muchos estudios han demostrado cómo el atender los problemas de sueño que tienen personas con depresión mejora los síntomas depresivos también.

Las necesidades específicas de sueño varían en cada persona –“es tan único como las huellas digitales”, dijo Blair–, pero es de entre siete y nueve horas para la mayoría. La calidad también es importante. Si te sientes cansado o tienes un sueño irregular, averigua si padeces un trastorno y atiéndelo.

La apnea del sueño es una enfermedad que en muchos casos no se diagnostica y aumenta el riesgo de padecer obesidad, diabetes y muerte prematura. Responde el cuestionario STOP-BANG para determinar si tienes los síntomas. Para quienes padecen insomnio, el primer paso para el tratamiento es la terapia cognitiva conductual, ya que solo seguir buenos “hábitos de sueño” puede empeorar el insomnio en algunas personas, según Blair. Así que encuentra a un especialista.

3. No fumes
Esta es muy obvia y no solo porque fumar puede causar cáncer de pulmón, enfisema y enfermedades crónicas de obstrucción pulmonar.

“Fumar se asocia con complicaciones de casi todos los tipos de diabetes”, dijo Lenhard, y es la principal causa de enfermedades cardiacas. “Es casi seguro que los fumadores con diabetes padezcan enfermedades cardiovasculares. No se trata de si las desarrollarán o no; solo queda ver cuándo”.

La mayoría de los fumadores no necesita que se le recuerde estos datos.

“Cerca del 80 por ciento de los fumadores quieren dejarlo y prácticamente la mitad lo ha intentado en el último año, pero con poco éxito”, afirmó Hurst. “Si las personas utilizan parches de nicotina o medicamento junto con un plan conductual, aumentan sus posibilidades de dejar de fumar unas cinco o seis veces. Hay opciones de tratamiento más eficaces cuando recurres a todas las herramientas”.

¿Y los cigarrillos electrónicos o vaporizadores? Aún no contamos con evidencia de su toxicidad ni de su capacidad de ayudar a las personas a dejar de fumar.

“El conjunto de evidencias demuestra que son menos tóxicos que los cigarrillos, aunque el umbral está puesto demasiado bajo”, dijo Hurst. “Pero los efectos a largo plazo son menos conocidos”. La información acerca de si realmente ayudan a las personas a dejar de fumar es contradictoria. La evidencia anecdótica demuestra que en definitiva ayudan a las personas, pero no está claro a quiénes, por qué, cómo lo hacen o qué tan a menudo.

4. Fomenta tus relaciones
Los humanos son criaturas sociales, de modo que el apego hacia otras personas es “crucial para determinar quiénes somos como seres humanos”, dijo Blair. “Tenemos lazos muy fuertes que nos unen unos a otros”.

La forma en la que nutres esas relaciones interpersonales depende de ti. ¿Acaso significa que debas añadir a tu agenda un almuerzo semanal con un amigo? ¿Unirte a un club local o a un equipo deportivo? ¿Quizá planear una cita mensual con tu pareja? ¿Tomar los alimentos sentados a la mesa y sin celular a la mano con la familia más a menudo? ¿Pasar los sábados en familia sin distracciones?

Es tu decisión, pero no subestimes la importancia de dichas actividades para tener bienestar y buena salud. La necesidad del apego surge en la infancia y jamás desaparece.

“El apego cambia de los padres o cuidadores a nuestro cónyuge, nuestros hijos o amigos”, dijo Blair. “Fomentar el amor, el apego y las relaciones cercanas es lo más importante que puedes hacer para lograr la felicidad”.

5. Come más frutas y verduras
Las verduras ofrecen más beneficios que las frutas en cuanto a vitaminas y minerales con menos calorías, pero las frutas son un buen punto de inicio si nunca ingieres grandes cantidades de estos alimentos. La mejor forma de consumir más frutas y verduras es cocinar tus alimentos en casa sin recurrir a alimentos procesados. Hacerlo reduce la ingesta de sodio, azúcares y calorías, comentó Freedhoff. “Si te concentras en cocinar más con ingredientes frescos y crudos, eso aumentará tu consumo de frutas y verduras”, dijo.

Comienza por cocinar una comida más de las que te preparas a la semana en estos momentos. Si por cuestiones de tiempo, economía o alguna otra razón se te complica, agrega una verdura extra a tu cena diariamente o remplaza un refrigerio por una manzana o una naranja. De acuerdo con Freedhoff, en ocasiones las verduras congeladas ahorran tiempo y tienen los mismos beneficios que las frescas; de igual manera, no hay problema con las frutas enlatadas siempre que no estén envasadas con almíbar.

No ingieras las frutas en bebidas, ni dependas de los frutos secos. “Ningún concentrado de fructosa será benéfico”, dijo. “Ambos contienen muchas calorías y se acumulan rápidamente”.

Freedhoff agregó que cocinar en casa también ofrece beneficios más allá de una alimentación más saludable. Te ahorra dinero, te da una habilidad que puedes heredar a hijos o nietos y fomenta que haya comidas en compañía.

6. Vacúnate
Hace cien años, las diez causas principales de muerte en Estados Unidos eran casi todas las enfermedades infecciosas que hoy en día previenen las vacunas.

Una de las razones por las que el cáncer, las deficiencias cardiacas y otras enfermedades crónicas encabezan la lista en la actualidad es que las personas viven lo suficiente para desarrollarlas. Antes de las vacunas, miles de niños no lograban llegar a la adultez. Incluso hoy en día, hay miles de adultos que fallecen a causa de una gripe.

De este modo, el consejo es muy directo: las vacunas salvan vidas, así que mantente informado y sigue las recomendaciones de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.

7. Toma algo de sol, pero no demasiado
No todos tienen la posibilidad de hacerlo durante todo el año, en especial en las latitudes del norte, pero aprovecha la oportunidad cuando se presente. La luz mejora tu sueño y estado de ánimo; estar expuesto al sol aumenta la probabilidad de practicar actividad física y la luz solar es la única forma natural de obtener vitamina D.

“La luz del día es absolutamente esencial para tener un sueño saludable”, dijo Blair. “Nuestro sistema del sueño evolucionó cuando dormíamos en el exterior”, de manera que el no obtener suficiente luz durante el día puede afectar el sueño. De nuevo, un sueño saludable contribuye a la salud mental.

No es coincidencia que aquellas personas en latitudes más altas presenten niveles menores de vitamina D, aunque qué tanta es necesaria, cómo podemos medir sus niveles y cómo afecta en la salud son preguntas para las que aún no hay respuesta. Sin embargo, es una vitamina esencial.

“Prácticamente no hay ninguna enfermedad que no se haya asociado con una deficiencia de vitamina D”, señaló Lenhard, “pero no se trata de una asociación de causa y efecto”. No sabemos la cantidad de vitamina D que influye en el desarrollo o la prevención de determinados problemas de salud, pero sabemos que mucha gente no recibe la cantidad suficiente, en especial si padecen de sobrepeso o diabetes, agregó Lenhard. Si tienes niveles bajos, aumentarlos con una mayor exposición a la luz solar o con la ingesta de suplementos tendrá pocos inconvenientes, siempre y cuando no te excedas.

Por supuesto, demasiado sol tampoco es bueno. Los rayos UV son la causa principal del cáncer de piel, así que protégete con un bloqueador solar, gorros y ropa adecuada.

8. Come y bebe menos azúcar
“La información acerca de cómo el consumo de azúcar afecta al cuerpo e influye en el desarrollo de la diabetes aún no está clara, pero implica una gran cantidad de calorías”, dijo Lenhard. Se desconoce si la causa es el azúcar o el alto contenido calórico, pero ambos niveles descienden cuando reduces el consumo adicional de azúcar. ¿Por dónde empezar? Las bebidas. Cambia la soda o las bebidas azucaradas por agua.

Mantenerse hidratado aumenta la energía y evita los dolores de cabeza y otros síntomas de deshidratación. Pero no exageres: no existe evidencia que sustente la premisa de “los ocho vasos de agua” diarios, según Freedhoff. “La idea de que hay una cantidad mágica que mejorará tu salud es un mito”, añadió. Pero sí existe evidencia que sustenta la elección del agua por encima de gaseosas, el alcohol y otras bebidas altas en calorías.

“Si bebes cuando estás sediento, y de preferencia bebes agua, estás en lo correcto”, dijo Freedhoff. “Se trata de limitar con conciencia las bebidas que te gustan. ¿Cuánto es lo menos que me dejará satisfecho?”.

9. Reducir la ingesta de alcohol no solo reduce las calorías, sino también los riesgos asociados con el abuso de alcohol.
Cualquier persona de cualquier edad, talla o género puede comenzar a trabajar estas conductas básicas. Concentrarse en ir añadiendo uno o dos hábitos a la rutina elimina la intimidación de lo que, de otra manera, serían propósitos inalcanzables. Si dejas de hacerlo un día, comienza desde cero al día siguiente. Todos fallamos algunas veces. Lo importante es no dar marcha atrás.

Tara Haelle (@tarahaelle) es periodista independiente de ciencias y salud, así como coautora de un libro sobre crianza, además de escribir libros de ciencia para niños y adolescentes.

jueves, 22 de junio de 2017

Ofensiva contra la ciencia

Desde el tribunal eclesiástico que juzgó a Galileo para hacerle desistir de sus conclusiones experimentales, la ciencia lleva más de cuatro siglos dándose de bofetadas con los señores del lado oscuro. Visto desde hoy, cuesta imaginar por qué las teorías de Copérnico, Kepler y el propio Galileo no fueron aceptadas de inmediato por su inmenso poder explicativo. Como decía el astrofísico Carl Sagan: “Me pregunto cómo es que apenas ninguna religión ha mirado a la ciencia y ha concluido: ‘¡Esto es mejor que lo nuestro! ¡El universo es mucho mayor de lo que dijeron nuestros profetas, más sutil y elegante!”.

Sagan, un inteligente físico y genial divulgador, dedicó media actividad profesional a la búsqueda de vida inteligente en la galaxia y la otra mitad a mejorar la inteligencia de los terrícolas. Luchar contra la irracionalidad es una función importante de la divulgación científica. Otro campeón de esa contienda ha sido Richard Dawkins, centrado sobre todo en desarmar a los creacionistas, con libros enteros dedicados a derribar la idea de Dios y campañas de autobuses ateos que ríete tú de los buses de la trama y de la vulva. De entre todas las irracionalidades habidas y por haber, la religión ha sido tradicionalmente el enemigo número uno del avance científico.

Por ejemplo, Dawkins desarrolló en los años ochenta un argumento chispeante contra el “diseñador inteligente” de los nuevos creacionistas, que deducen la existencia de Dios a partir de la complejidad de sus criaturas. Pero un diseñador inteligente, aduce Dawkins, debe ser aún más complejo que las criaturas a las que pretende dar explicación, luego no les da ninguna. Es un razonamiento brillante, a la altura de su autor.

El problema con todo esto, naturalmente, es que un individuo irracional no atiende a razones. Las personas religiosas se basan en la fe, no en el argumento. Y este mismo es el problema con las otras religiones, las creencias modernas que han sustituido la catequesis por una serie de credos laicos, como la fe en la madre naturaleza, el repudio a la tecnología opresora y los hechos alternativos que emanan de la Casa Blanca como versículos del Evangelio. Los meros argumentos racionales no van a parar esto. No lo han hecho nunca, y no lo van a hacer ahora.

“Os metéis con la homeopatía cuando no le ha hecho nada a nadie”, decía un whatsapp que circulaba el otro día. No sé quién es su autor, pero tiene una exquisita mala uva. La homeopatía, en efecto, no le ha hecho nada a nadie, ni podría hacérselo. Un producto homeopático, según los textos fundacionales de esta sandez, no es más que agua pura y cristalina, con algo de cloro si sale del grifo. Esta religión moderna consiste en diluir una sustancia dañina en tantos órdenes de magnitud que al final no puede quedar una sola molécula de ella. Es increíble que una idea tan estúpida se haya generalizado de tal forma. Pero así es (véase artícu­lo adjunto).

La homeopatía no es más que una estafa. Una cuestión más grave, por supuesto, es que el chamán convenza al paciente de que tiene que dejar su tratamiento médico para abrazar el elixir fraudulento. Ahí muere gente, y los tribunales pueden actuar. Pero, cuando no se llega a esos extremos, o no muy frecuentemente, los productos homeopáticos seguirán gozando de una estantería vistosa en la farmacia. Es avalar una estafa, pero los políticos parecen estar acostumbrados a esa práctica, a juzgar por sus (nulas) iniciativas para erradicarla. Fácil: la mayoría de los españoles creen en la homeopatía, y no están los tiempos para perder votos.

El rechazo a las vacunas es a la vez más complicado y más grave. Hace décadas que los abogados de colmillo más aguzado aguardan apostados a la salida de los hospitales norteamericanos a que salgan los familiares de los pacientes que han muerto. Una vacuna puede proteger al 80% o al 90% de quienes la reciben, y eso deja un margen jugoso del 10% o el 20% al que los letrados pueden agarrarse para plantear una demanda. Contra el médico, contra el hospital o contra la empresa farmacéutica que ha descubierto la vacuna.

Si nada de eso funciona, el abogado siempre puede aducir cualquier falacia que circule por la Red o sus alcantarillas, como por ejemplo que la vacuna que le han puesto a tu hijo causa autismo. Es mentira, y de la peor clase —ignorante e interesada—, pero ha causado unos daños profundos al sistema global de salud. En los años 2000, estas prácticas de leguleyos llegaron a vaciar a Estados Unidos de las firmas farmacéuticas que, como Pasteur o Glaxo, habían apostado por las vacunas. Esto fue un desastre que todavía no hemos superado del todo.

La esperanza media de vida de los países occidentales se duplicó en el siglo XX (de los 45 a los 90, redondeando un poco) debido a las tres patas esenciales de la lucha contra la infección: el alcantarillado, los antibióticos y las vacunas (hoy habría que añadir los condones, seguramente). Las zonas deprimidas de África y Asia siguen necesitando esos avances, contra las enfermedades antiguas y contra las que puedan surgir, y sin la investigación privada no parece posible.

Además, los gestores de la salud pública coinciden en que sin medicina preventiva no hay futuro. La esperanza media de vida occidental sigue aumentando a un ritmo lento pero constante de un par de años por década, pero la razón principal es la mejora en el tratamiento del infarto (que sigue siendo el gran matarife en el mundo desarrollado, por encima de todos los cánceres juntos). Esos sistemas son caros e imperfectos, pues rara vez devuelven al paciente su calidad de vida anterior. El sistema sanitario actual, sea público o privado, no es sostenible. Hay que apostar a fondo por la medicina preventiva.

Y las vacunas son medicina preventiva por definición. Se las pinchas a la población de riesgo y evitas que desarrollen unas enfermedades que, de haberse producido, habrían supuesto un tormento para el paciente y una sangría para los presupuestos sanitarios. Las artimañas jurídicas de los tiburones significarán a la larga un horrible aumento del gasto público y un estorbo para el avance de la investigación biomédica. Es obvio que los políticos pueden hacer mucho para animar a la Big Pharma a investigar en vacunas. También lo es que no está en su agenda de prioridades.

Lo que hasta ahora está salvando a estos abogados, y a los padres que se niegan a vacunar a sus hijos, de un buen embrollo civil o incluso penal es un efecto estadístico bien conocido de los epidemiólogos. Frenar la propagación de un virus no requiere vacunar a toda la población. Basta con vacunar a tres de cada cuatro. Lo que haga el cuarto individuo da igual a efectos epidemiológicos. Así que los hijos de los antivacunas están protegidos contra las principales enfermedades infecciosas gracias a los demás padres, los que sí vacunan a sus hijos. Puede parecer una paradoja, pero no son más que matemáticas.

El rechazo a los alimentos transgénicos (*) —otra de las religiones de nuestro tiempo— plantea cuestiones aún más complejas e interesantes que el creacionismo, los pseudofármacos y las vacunas. Es curioso que una humilde semilla sea más importante que Dios padre, pero así son las cosas.

La mayor parte de la gente cree que hay una polémica científica sobre la seguridad para la salud de los transgénicos. No la hay. Todos los científicos y biotecnólogos de plantas coinciden en que los transgénicos son seguros para la salud, y también para el medio ambiente. Si llevan décadas investigando en ellos es porque, además de haber descartado esos riesgos, están convencidos de que los transgénicos son el mejor modo de incrementar el contenido de vitamina A del arroz — la base de la alimentación de media Asia, pobre en ese compuesto esencial—, crear variedades de las principales plantas de cultivo tropicales que sean resistentes a la sequía, y que por tanto gasten menos agua, ralentizar la oxidación que arruina la fruta, para una gestión más eficaz y sostenible de muchas plagas, sobre todo las enfermedades virales que arruinan las cosechas de varios países africanos, en fin.

En el caso del rechazo irracional a los transgénicos, los grandes responsables han sido los grupos ecologistas, con especial mención a Greenpeace, que lleva décadas poniéndolos entre sus tres o cuatro líneas estratégicas, a la altura de los residuos nucleares o el cambio climático. “Los ecologistas se oponen a los transgénicos porque tienen la panza llena”, me dijo en una entrevista el padre de la revolución verde, Norman Borlaug.

Tenía razón. Greenpeace ha conseguido intoxicar (ideológicamente) a la población occidental, y que Europa tenga una legislación absurda y retrógrada sobre los transgénicos. En el fondo eso da igual. Los países que verdaderamente los necesitan, como China y varios de África tropical, llevan años investigando en sus propios transgénicos. El largo brazo de Greenpeace no llega allí. Malo para la contaminación, bueno para la ciencia.

El negacionismo climático no es muy distinto de las religiones anteriores. Todas consisten en cegarse a la evidencia, inventar una realidad paralela e infectar a la mayor parte posible de la población con ella. Todas acabarán fracasando —la realidad es tozuda—, pero nadie sabe cuándo. Nuestro cerebro no está hecho para el pensamiento científico: pensar así nos cuesta Dios y ayuda, y poca gente está dispuesta a esa tortura. Habrá que inventar algo.

http://elpais.com/elpais/2017/06/16/ciencia/1497616571_649155.html

(*) La cuestión de los transgénicos no es tan sencilla como aquí se introduce y da por sentado. Son el resultado de una manipulación genética, cuyo uso no está suficientemente estudiado y cuyas consecuencias desconocemos a medio y largo plazo. Se saben varias cosas que no son neutrales: Son propiedad privada y patentadas de multinacionales cuyo único objetivo no es el bien común y su difusión gratuita "para todos", sino el enriquecimiento y el adueñarse del mercado para especular, dominarlo y seguir aumentando las ganancias. Lo trabajan como monopolio, lo cual dista de ser ciencia, es simple economía especulativa. La sola presencia de las semillas en los campos contamina a otras semillas genéticamente durante la polinización, con lo cual su extensión no es fácil de controlar y las consecuencias de ello son en su mayor parte desconocidas.

La impresión, en este caso, es que junto a otros temas claros, se mete de soslayo esta cuestión de los transgénicos, como si fuese solamente una cuestión puramente científica, cuando es un tema controvertido y con claros objetivos económicos y político de dominio del mercado agrícola y alimentario.

El precio de la incultura científica

Michael Bublé

When marimba rhythms start to play
Dance with me, make me sway
Like a lazy ocean hugs the shore
Hold me close, sway me more
Like a flower bending in the breeze
Bend with me, sway with ease
When we dance you have a way with me
Stay with me, sway with me
Other dancers may be on the floor
Dear, but my eyes will see only you
Only you have that magic technique
When we sway I go weak
I can hear the sounds of violins
Long before it begins
Make me thrill as only you know how
Sway me smooth, sway me now
Other dancers may be on the floor
Dear, but my eyes will see only you
Only you have that magic technique
When we sway I go weak
I can hear the sounds of violins
Long before it begins
Make me thrill as only you know how
Sway me smooth, sway me now

miércoles, 7 de diciembre de 2016

CONFIDENCIAS. CIENCIA SIN FICCIÓN. Cómo vencimos a la viruela.

El debate sobre vacunar o no a los niños es un lujo sin sentido. Esta práctica es de los pocos avances científicos que han probado su eficacia con seguridad, y el caso de la viruela, descubierta por Edward Jenner, lo demuestra.

QUE A ESTAS alturas del siglo XXI todavía tengamos a gente que se permita el lujo de dudar de la eficacia y seguridad de las vacunas y que defienda no ponérselas a sus hijos es una especie de broma pesada. De pocos avances científicos estamos tan seguros de su efectividad como de las vacunas. Si hoy ya no vemos niños con muletas o encadenados a un pulmón mecánico por culpa de la polio, o a otros muertos por sarampión o varicela, es gracias a las políticas de vacunación de las últimas décadas. De hecho, una enfermedad terrible, la viruela, fue absolutamente erradicada de la faz de la tierra durante el siglo XX gracias a ellas. Aunque no fue un proceso fácil.
Mulet (9) – Como vencimos a la viruela-2
La viruela era una enfermedad muy democrática. Afectaba por igual a pobres y a ricos y en todas las partes del mundo. Entre los siglos XVI y XVII fue responsable de la muerte de seis reyes, incluyendo el efímero Luis I de España, Pedro II de Rusia y Luis XV de Francia. Si buscamos en una enciclopedia, veremos que el inventor de la vacuna fue Edward Jenner, que se dio cuenta de que la gente que estaba en contacto con vacas no contraía la enfermedad. Pero, como suele pasar, su trabajo tenía antecedentes: se tiene constancia de observaciones parecidas siglos antes. La belleza de las mujeres que cuidaban vacas era loada en numerosos poemas. En los siglos XIV y XV, la higiene o el cuidado facial no eran valores que cotizaran al alza, menos aún en ambientes rurales. Posiblemente, si estas mujeres llamaron la atención de los poetas fue porque en su cara no existían marcas de viruela, comunes a la mayoría de la población. Por ejemplo, el rector de Vallfogona, poeta catalán del siglo XVII, en un poema titulado A una mossa gravada de verola hace una descripción cruel y descarnada de las señales que dejaba la enfermedad en la cara de una joven.

El primer tratamiento contra la viruela fue la variolización, de origen oriental e importado a Europa por lady Mary Wortley Montagu. Consistía en inocular a individuos sanos pústulas o polvo de las costras de personas infectadas para que desarrollasen estados más suaves de la enfermedad. Esta práctica se extendió por toda Europa, incluyendo España, y en concreto por la provincia de Guadalajara. En 1768, en el pueblo de Majaelrayo se consiguió frenar una epidemia gracias a esta técnica. Pero en la localidad vecina de Campillo de Ranas la población se diezmó por la oposición del párroco a la variolización, ya que veía en esta práctica una mano demoniaca. Realmente se trataba de una técnica de riesgo, ya que consistía en transmitir el propio germen de la enfermedad. Lo que hizo Jenner fue inocu­lar a personas sanas la viruela de las vacas, que era una patología parecida pero benigna y que inmunizaba contra la enfermedad. La primera vacuna la obtuvo de la vaca Blossom (cuya piel todavía se conserva) y la infundió en James Phipps, un niño de ocho años, hijo de su jardinero. El experimento fue un éxito y pronto nobles inglesas como Lady Duce o la condesa de Berkeley ordenaron hacer lo mismo con sus hijos, lo que creó un efecto imitativo. En 1805, Napoleón mandó vacunar a sus tropas, y en España Carlos IV organizó la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, en la que los médicos Francisco Javier Balmis y José Salvany la propagaron por las colonias españolas. Como en aquella época no había neveras, el sistema utilizado para transportarla fueron niños vacunados, de quienes se extraía el suero que se inoculaba a otros niños. Los primeros 22 menores de este viaje filantrópico fueron huérfanos de la inclusa de A Coruña.


Sí a las vacunas

— El virus de la viruela fue oficialmente erradicado en el año 1977. La última víctima fue Janet Parker, quien falleció un año después de que se controlara esta lacra.

— Trabajaba en la Universidad de Birmingham, un piso por encima del laboratorio de Henry Bedson, que hacía investigación civil con el virus.

— Un escape por el sistema de ventilación provocó el contagio. Bedson se suicidó días después del fallecimiento de Janet. Un caso que puede servir de ejemplo a los que se oponen o claman por la libertad de vacunación en un país, España, donde ahora mismo es obligatorio vacunar a tu perro, pero no a tu hijo.

http://elpaissemanal.elpais.com/confidencias/vencimos-la-viruela/?rel=cx_articulo#cxrecs_s

CLIP PASTEL DE PERA CON LAVANDA from Surtsey Films on Vimeo.

viernes, 27 de noviembre de 2015

NEUMONÍA. Un niño muere cada 35 segundos en el mundo a causa de esta enfermedad. Médicos Sin Fronteras señala a Pfizer y GSK por el elevado coste de la vacuna contra la neumonía.

A pesar de que existe una vacuna eficaz contra la neumonía, ésta sólo llega al 25% de los niños que en el mundo la necesitan. Cerca de un millón de niños mueren anualmente por esta enfermedad (uno cada 35 segundos), mientras las dos únicas empresas que producen la vacuna contra la neumonía –Pfizer y GlaxoSmithKline (GSK)- “mantienen un precio desproporcionado”, ha informado la delegada de Médicos Sin Fronteras en la Comunidad Valenciana (MSF), Mila Font en rueda de prensa celebrada hoy en el Colegio Mayor Rector Pesset Alexandre de la Universitat de València.

Hasta el momento las dos compañías se han negado a una bajada de precios, subraya MSF. De hecho, la organización humanitaria tuvo que abonar más del doble del precio más bajo, es decir, el precio financiado mediante subvenciones del GAVI (alianza global para la vacunación) para los países con menos recursos, en la campaña de vacunación para niños refugiados en Sudán del Sur de 2013. Mientras, las compañías Pfizer y GSK han ingresado unos 26.000 millones de euros en cinco años por las ventas de la vacuna neumocócica (llamada así por el nombre del germen de la neumonía).

El pasado 12 de noviembre Médicos Sin Fronteras inició una campaña de recogida de firmas con el fin de que las dos multinacionales redujeran a de 18 a 4,35 euros el precio por niño de las tres dosis contra la neumonía (la enfermedad más mortífera actualmente entre los menores), en todos los países del Sur y para las ONG. La intención de la organización humanitaria es entregar a los presidentes de las dos compañías medio millón de firmas (hasta el momento se han recogido 36.000). Además, MSF instó a los ciudadanos de todo el mundo a enviar mensajes por twitter a las dos compañías con el mismo fin, y el 12 de noviembre –Día Mundial de la Neumonía- activistas de la ONG trataron de entregar al presidente de Pfizer, Ian Read, 17 millones de dólares falsos, cantidad que la empresa gana diariamente con la comercialización de la vacuna. A estas acciones se agrega la resolución aprobada por Naciones Unidas el 27 de mayo que pide vacunas más accesibles y una transparencia mayor en la fijación de precios.

El director de la Campaña de Acceso a Medicamentos de MSF, Manica Balasegram, ha subrayado recientemente que la vacuna contra la neumonía es la más vendida en el mundo. “Sólo el año pasado Pfizer obtuvo más de 4.400 millones de dólares en ventas por este producto; ponen un precio tan elevado a la vacuna contra la neumonía que muchos gobiernos y ONG no pueden adquirirla”, concluye. El importante margen de beneficios es una de las razones que han llevado a las organizaciones humanitarias a pedir a las multinacionales la reducción de precios. Tanto Pfizer como GlaxoSmithKline (GSK) han ofrecido, en donaciones puntuales, la vacuna de manera gratuita, “pero ello no representa una solución a largo plazo”, apunta Mila Font, ni para los países que requieren las vacunas ni para la población refugiada de países como Jordania, Líbano o Turquía.

Médicos Sin Fronteras ya inició en 2006 una campaña de protesta contra otra multinacional, la suiza Novartis, que presentó una querella en los tribunales de India contra la Ley de Patentes de este país, principalmente contra el apartado que establecía una salvaguarda para impedir que fueran objeto de patente los nuevos usos y presentaciones de medicamentos ya existentes. La querella de Novartis, denunció MSF, podría tener un “devastador impacto para el acceso a medicamentos asequibles y de calidad por parte de millones de pacientes en los países en desarrollo”. Por esta razón, la ONG instó a Novartis a abandonar la batalla judicial. “Médicos Sin Fronteras no recibe financiación del sector farmacéutico”, ha recordado Mila Font.

La ONG ha presentado hoy en Valencia la campaña “Pon una vacuna” con el fin de informar de que más de 1,5 millones de niños mueren al año por enfermedades prevenibles con una vacuna, como las diarreas, el sarampión o el tétanos. Sin embargo, alerta la organización humanitaria, el precio de la vacunación “integral” a un menor se ha multiplicado por 68 (de 0,57 euros a 39,25) entre 2001 y 2014. Y se da la situación “irracional” de que vacunas como la de la neumonía resulte más cara en países como Túnez que en otros del Norte, como Francia. Dentro de esta disparidad de precios, MSF constata que el coste de las vacunas para Sudáfrica triplica el de Brasil. “Una de las razones por las que la vacunación se ha encarecido tanto es la falta de información disponible sobre los precios, lo que obliga a muchos países del Sur y ONG a negociar con las farmacéuticas desde una posición muy débil”, explica Mila Font. Además de solicitar apoyo económico para los programas y recordar las dificultades que sobre el terreno afrontan las organizaciones humanitarias, MSF recuerda en la iniciativa “Pon una vacuna” que en 2014 la ONG vacunó a 1,5 millones contra el sarampión y a 75.000 contra la meningitis.

“¿Por qué existiendo una medida tan sencilla como la inmunización mueren diariamente cuatro mil niños por diferentes enfermedades?”, se ha preguntado Mila Font. Por ejemplo, la campaña contra el sarampión implicó que gracias a las vacunas se redujera el impacto de esta enfermedad un 75% entre 2000 y 2013, lo que supuso evitar la muerte de 15,6 millones de personas. A pesar de que la mortalidad por el sarampión se ha reducido significativamente y la inmunización se ha mantenido en torno al 85% en los últimos cuatro años, sólo la mitad de los niños del mundo recibe la segunda dosis necesaria para la vacunación completa. En países como la República Democrática del Congo, sólo el 77% de los niños menores de un año han recibido la vacuna contra el sarampión (en este país, donde ha habido más de 200.000 casos de sarampión desde 2010, sólo hay 11 facultativos por cada 100.000 personas).

Pese a que la cobertura global de inmunización (respecto al conjunto de enfermedades) alcanzó el 84% en 2013, el número de muertes infantiles continúa siendo muy elevado. A la carestía de medicamentos y vacunas (con precios que se fijan de modo poco transparente) se añaden las dificultades sobre el terreno. La ingeniera y colaboradora de MSF durante 2015 en Sudán del Sur y Sierra Leona, Mónica Teruel, afirma que se aprecia de manera muy notable la falta de adecuación de las vacunas a los medios de que disponen los países del Sur. Una de las dificultades más graves es garantizar que durante el transporte y el almacenamiento las vacunas se mantengan a una temperatura entre 2 y 8 C, es decir, que se conserven en frío. “Donde hay problemas con la energía eléctrica, hay que hacer uso de camiones con hielo para refrigerar”. Por otro lado, hay lugares de acceso muy complicado para suministrar las dosis, a los que hay que llegar en moto, barca o burros.

Mónica Teruel lamenta que la mayor parte de las vacunas sean inyectables y en consecuencia “haga falta contratar a médicos de los que seguramente no se dispone” (un país como Níger cuenta con un profesional sanitario por cada 10.000 personas). “Las vacunas orales, como la de la polio, permitirían llegar a más niños a través de parches o sistemas sin agujas”. En muchos casos el suministro de la vacuna implica también que el receptor tenga que desplazarse a centros sanitarios, que pueden ubicarse a muchas horas de camino o en zonas de riesgo. La responsabilidad del traslado recaería principalmente en madres que trabajan en el campo con varios hijos a su cargo. A ello se agrega que para cumplir con el calendario básico de vacunación recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y quedar así el niño inmunizado, debe acudir al centro sanitario cinco veces antes de cumplir un año. La dificultad se eleva, explica la voluntaria, con la población desplazada por razones de violencia, y en todos los casos “hay muchos problemas para que tengan eco las campañas informativas”.

La ingeniera recuerda que las vacunas llegan a los países dependientes en viales (frasco pequeño con medicamentos inyectables) de 10 y 20 dosis, que no se abren si no se garantiza que al menos se va a administrar una decena, pues de lo contrario se desaprovecharía el resto y se trata de medicamentos caros. Muchos Ministerios de Salud de países del Sur sólo reciben vacunas para suministrar a los niños hasta los 12 meses de edad. Otros problemas señalados por MSF tienen un carácter estructural, y están relacionados con la agenda de prioridades. Por ejemplo, el hecho de que las investigaciones y el desarrollo de vacunas se centren en cepas de enfermedades que se dan en los países del Norte.
Enric Llopis

miércoles, 8 de julio de 2015

Los antivacunas y el pasado fascista de España. Los contrarios a la vacunación suelen hacer paralelismos entre la idea de la obligatoriedad y el legado autoritario español


La semana pasada, un niño de seis años de Olot, un pueblo de Cataluña, ingresó en el hospital diagnosticado con difteria. Se trataba del primer caso de esta enfermedad que se registraba en España en 28 años. El niño, que actualmente se encuentra en estado crítico pero estable (siento mucho comunicar que las últimas noticias, leídas en la prensa sobre el niño, es que había fallecido) en un hospital de Barcelona, no había sido vacunado por las dudas sobre la seguridad de las vacunas que tenían sus padres, que ahora dicen sentirse engañados por los grupos antivacunas que en un principio azuzaron sus miedos.

La difteria, ya insólita en Europa, es una enfermedad seria, posiblemente fatal, que puede provocar insuficiencia cardíaca, neumonía y parálisis de los músculos usados para tragar. Hasta la década de 1920 era una de las causas principales de mortalidad infantil, a veces denominada “ángel estrangulador”, pues la seudomembrana que la bacteria puede crear en las vías respiratorias suele provocar la muerte por asfixia. En España estuvo muy extendida durante la primera mitad del siglo XX, en particular tras la devastación física y económica provocada por la Guerra Civil. Solo en el año 1940 se registraron más de 27.000 casos de difteria.

La mejora de la sanidad infantil era una prioridad oficial del nuevo régimen de Franco, y los casos se redujeron significativamente en la época de la posguerra. Sin embargo, el sistema público de salud español, empobrecido y fragmentado, no logró conseguir el rápido progreso hacia la erradicación que sí lograron sus vecinos de Europa occidental (a pesar de la aún más devastadora y terrible II GM), y a finales de la década de 1960 aún se registraban casi 250 casos nuevos al año. Por fin, en 1966 se implementó un exhaustivo programa de vacunación y, hasta la semana pasada, el último caso de difteria se había registrado en 1987.

"En 1940 se registraron más de 27.000 casos de difteria en España"

Como la difteria llevaba tres décadas erradicada en España, las reservas de la antitoxina necesaria para tratar la enfermedad ya no están disponibles en el país. Dicha antitoxina, incluida en el catálogo de “medicamentos esenciales” de la Organización Mundial de la Salud, está cada vez menos disponible por lo insólito de la enfermedad y porque, al ser un producto derivado de la sangre, su producción está muy regulada. En todo Estados Unidos, por ejemplo, no hay productos de antitoxina con licencia, y en el caso de la difteria, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades recurre, para su programa de investigación de nuevos medicamentos, a un producto brasileño sin licencia. En Europa algunos expertos en sanidad pública han solicitado la creación de una reserva central de la Unión Europea a la que todos los países puedan acceder en caso de emergencia.

En esta ocasión, las autoridades sanitarias españolas se han visto obligadas a buscar suministros en el extranjero, y ha tenido que ser el embajador ruso en Madrid quien los traiga personalmente desde Moscú. Las dificultades para localizar y suministrar las antitoxinas fundamentales ponen de manifiesto la velocidad a la que pueden desmoronarse las estructuras internacionales (1) una vez que una enfermedad se erradica en un país concreto y desaparece del radar de las autoridades. El recurso a los canales diplomáticos y el suministro ad hoc de medicamentos recuerda a una situación caótica, que es más habitual vincular a épocas de guerra y emergencia internacional.

Durante la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, la pequeña colonia española de África occidental, en la actual Guinea Ecuatorial, se enfrentó a un peligroso brote de fiebre amarilla. Ante el desmoronamiento de su economía y la interrupción de los suministros internacionales durante la guerra, el Gobierno español tuvo problemas para garantizar la medicación básica y distribuir las vacunas pertinentes, tanto en España como en sus colonias de ultramar. Finalmente la ayuda llegó desde el consulado británico local, que accedió a viajar hasta Lagos y llevar vacunas transportándolas en termos. Mientras que este tipo de soluciones ad hoc podrían resultar necesarias durante una época de conflicto internacional, hoy en día, con un sistema internacional aparentemente más ordenado, parecen estar del todo fuera de lugar.

Un potente movimiento antivacunas canalizó la desconfianza hacia el Estado durante el periodo de la "perestroika" en la URSS

No es casualidad que las antitoxinas estuviesen disponibles en Rusia. Los casos de difteria habían empezado a caer en la Unión Soviética tras la introducción de la inmunización infantil universal en 1958. Hacia mediados de la década de 1970 se habían desplomado a mínimos históricos, aproximadamente al mismo nivel que el de Estados Unidos. Sin embargo, los cambios en los calendarios de inmunización contribuyeron al aumento de la difteria en la década de 1980, debido, entre otras cosas, al bajo nivel de apoyo público fomentado por un potente movimiento antivacunas que canalizó la desconfianza hacia el Estado durante el periodo de la perestroika.

Con el desmoronamiento de la Unión Soviética y buena parte de sus servicios públicos de salud, sobre todo en los estados recién independizados, en 1993 estalló una grave epidemia. La escasez de vacunas, las penurias económicas y los movimientos migratorios en masa contribuyeron al brote y a los problemas que tuvieron las autoridades para controlarlo. Finalmente, la difteria en Rusia y en los antiguos estados soviéticos se controló gracias a la cooperación internacional entre gobiernos, ONG y organismos de la ONU. Desde entonces, las antiguas repúblicas soviéticas y Rusia han sido la única zona de Europa donde la difteria sigue siendo un problema de salud pública. Aunque ya no tiene proporciones epidémicas, la presencia persistente de la enfermedad ha motivado que las autoridades rusas conserven reservas de la antitoxina de la difteria.

El regreso de enfermedades olvidadas arroja luz sobre las relaciones problemáticas entre los ciudadanos y el Estado. Los recientes movimientos antivacunas en Estados Unidos revelan el conflicto de ideas entre la salud individual y la pública, mientras que el legado autoritario español ha teñido el debate sobre la vacunación en el país. Esta semana, Luis Garicano, portavoz económico de Ciudadanos, el nuevo partido de centro, afirmó que habría que apartar de los colegios a los niños no vacunados, además de multar a sus padres y despojarlos de sus ayudas. Sus comentarios han sido tachados de “neofascistas”, y los defensores antivacunas suelen hacer paralelismos entre la idea de la obligatoriedad y el pasado fascista del país. Para ellos, el derecho a rechazar las vacunas es una libertad que debería protegerse en la era de la democracia.

El regreso de enfermedades olvidadas arroja luz sobre las relaciones problemáticas entre los ciudadanos y el Estado" El regreso de la difteria a España es un reflejo del auge del sarampión, la tuberculosis y otras enfermedades infecciosas en Europa y Estados Unidos. Cuando las enfermedades desaparecen debido a la amplia cobertura de la vacunación, las infraestructuras sanitarias públicas nacionales e internacionales necesarias para tratarlas también suelen esfumarse. La desconfianza en dichas estructuras y prácticas de la sanidad pública es lo que estimula a muchos movimientos antivacunas, señalados como la causa principal del aumento de los casos de sarampión, tos ferina y, en esta ocasión, difteria.

En ese sentido, aunque el caso del pequeño que sigue hospitalizado en Barcelona es, en parte, la historia de la decisión de sus padres de no vacunarlo, también forma parte de una historia más larga sobre las intervenciones de la sanidad pública en España y sus consecuencias, sobre las relaciones problemáticas entre los Estados europeos y sus ciudadanos y, en fin, sobre el acceso global a los medicamentos y la coordinación de la salud pública.

David Bryan es doctorando en el Departamento de Historia, Estudios Clásicos y Arqueología de Birkbeck, Universidad de Londres, y participa en el proyecto de investigación Internacionalistas Reacios, financiado por la Fundación Wellcome Trust. Su investigación estudia la participación de los expertos en sanidad españoles en redes internacionales durante la era de Franco. Sus intereses investigadores incluyen la historia de la España moderna, la sanidad pública y la relación entre políticas internacionales y sanidad internacional en el siglo XX.

Dora Vargha es investigadora en el Departamento de Historia, Estudios Clásicos y Arqueología de Birkbeck, en la Universidad de Londres, y participa en el proyecto de investigación Internacionalistas Reacios, financiado por la Fundación Wellcome Trust. Su trabajo se centra en las intersecciones de la historia de la ciencia, la medicina y la tecnología, el género y la discapacidad, y estudia la zona de Europa del Este para abordar cuestiones de sanidad pública internacional. Actualmente está trabajando sobre el desarrollo y las pruebas de la vacuna de la polio durante la Guerra Fría.
http://elpais.com/elpais/2015/06/12/ciencia/1434106606_164164.html?rel=ult

(1) Hay mucha tela que cortar,... En primer lugar las antitoxinas desaparecen porque no son negocios para las empresas privadas que las fabrican. Si la salud la dejamos a la iniciativa privada, ahí tenéis como ejemplo a África, donde el Estado prácticamente no existe. ¿Por qué no aprovechan las empresas privadas ese inmenso campo para darnos ejemplos prácticos de su eficacia? Sencillamente porque no es negocio; hay millones de enfermos potenciales, nadie le impediría trabajar, pero falta lo principal, el dinero. La empresa privada se mueve por el dinero, por la ganancia, sea en sanidad, en educación, en servicios sociales, etc. Sin dinero no hay empresa privada, su objetivo es el negocio, la ganancia, no curar o educar, aunque existan personas altruistas que lo hacen gratis de forma ejemplar pero ello ayuda, no soluciona el problema de raíz.

En segundo lugar, hay todo un movimiento social a favor de las seudociencias y, a veces, incluso mintiendo conscientemente como el caso del investigador americano que pidió perdón sobre sus falsas afirmaciones culpando a las vacunas del aumento y origen del autismo. Y que se sepa sin consecuencias,... Cuanto daño ha provocado estas actuaciones,... en tve se le ha dado a los antivacunas el mismo tiempo y oportunidad para exponer sus ideas que a los defensores de la vacunación, que desde  Edward Jenner en 1796, han demostrado su eficacia. Después han pedido perdón,... la ignorancia y la seudociencia debe tener un límite. Los charlatanes de Feria no pueden igualarse en un medio como la tve, a un investigador científico con resultados demostrados como es el caso de las vacuna. ¿Quiénes son los responsable de estos comportamiento y por qué no responden ante la justicia? ¿por qué pervive el oscurantismo? Los responsables de esta muerte evitable están dispuestos a aceptar sus responsabilidades? O aquí nunca pasa nada,...

Libro recomendado.
Las pseudociencias ¡vaya timo! Mario Bunge