Investigaciones realizadas en EE UU y en India indican que los apuros económicos limitan los “recursos cognitivos disponibles”.
Diferentes estudios parecen indicar que entre las personas con escasos recursos económicos es más habitual desenvolverse peor en la vida que entre aquellos que no tiene problemas de dinero. Posibles explicaciones las hay para todos los gustos: que una persona en dificultades financieras tiene menos margen de error y que las consecuencias de equivocarse pueden ahondar el problema, que los bajos niveles educativos pueden provocar malentendidos en documentos y contratos... Así presentan el espinoso problema de la correlación entre pobreza y recursos mentales unos investigadores del Reino Unido, Canadá y Estados Unidos que han intentado arrojar alguna luz al respecto. Y su conclusión es que la pobreza en sí misma, al margen de la alimentación, el estrés o la influencia del entorno sociocultural, consume recursos mentales del individuo y reduce sus capacidades cognitivas. Es decir, que al estar inmerso en la preocupación económica que afecta directamente a su vida, la persona tiene mermados sus capacidades mentales tal y como se miden en los test de inteligencia.
"La gente pobre, a menudo actúa, con menos capacidad, lo que puede perpetuar la pobreza", señalan Anandi Mani (Universidad de Warwick, Reino Unido) y sus colegas, en el artículo en la revista Science en que presentan sus experimentos y sus conclusiones. “El sistema cognitivo humano tiene capacidad limitada y las preocupaciones monetarias dejan menos recursos cognitivos disponibles para guiar acciones y decisiones”, señalan los investigadores. Igual que un controlador aéreo concentrado en una situación de potencial colisión en el aire es más fácil que descuide el seguimiento de otros aviones en vuelo, dicen, la persona pobre, cuando está pendiente de agobios de dinero, pierde capacidad para dedicar a otros problemas toda su consideración. “La situación de pobreza bloquea los recursos mentales”, resume Kathleen D. Vohs, profesora de la Universidad de Minnesota, en su comentario en Science acerca del asunto.
Mani y sus colaboradores diseñaron dos tipos de experimentos y los realizaron en EE UU (para comprobar su hipótesis de que los retos económicos de magnitud similar pueden tener impacto cognitivo muy diferente entre gente rica y gente pobre) y en una zona rural de India (para medir el efecto de los altibajos económicos que sufren las personas).
De antemano exponen su definición amplia de pobreza: la distancia entre las necesidades de un individuo y los recursos de que dispone para satisfacerlos. Como se trata de necesidades subjetivas, la definición sirve en un país desarrollado y en uno en desarrollo, al igual que en situaciones de deficiencia económica transitoria, como puede ser el desempleo. Y puntualizan que ellos se centran en el efecto inmediato de la pobreza en las capacidades cognitivas, quedando abiertas, por tanto, otras cuestiones de suma importancia: el desarrollo mental infantil deficiente asociado a la pobreza (que puede condicionar las capacidades mentales en el adulto) o si tiene efecto a largo plazo la merma de recursos cognitivos provocados por la incertidumbre económica.
El primer experimento se realizó con un centenar de voluntarios reclutados en un centro comercial de Nueva Jersey, de 35 años de edad media, 65 de los cuales eran mujeres, y con una distribución de nivel económico personal representativa de la población de EE UU, atendiendo a los ingresos y tamaño de la vivienda de cada uno. En las pruebas, se les presentaba un dilema: cómo afrontar una factura imprevista de reparación del coche. Mientras pensaban al respecto, se les hacían dos test de funciones cognitivas habituales en las pruebas de cociente de inteligencia, uno de fluidez mental y otro de control cognitivo. En diferentes fases se varió, por ejemplo, el precio de la hipotética factura, y la conclusión es que las personas adineradas sacaron mejor puntuación en los test de inteligencia que aquellos con escasos recursos.
Claro que es posible, por ejemplo, que los ricos tengan preocupaciones económicas a otro nivel pero que provoquen la misma sobrecarga mental que en los pobres la factura inesperada del coche. Para aclarar los resultados, Mani y sus colegas diseñaron el segundo experimento. Un total de 464 pequeños agricultores de caña de azúcar en el sur de India participaron en el estudio. Se les hicieron dos test, uno de fluidez mental y otro de control cognitivo (una versión numérica apropiada para personal de escasa alfabetización) antes y después de la cosecha anual, es decir, cuando su mayor preocupación es la perspectiva económica y cuando esta se ha despejado. Tras la cosecha, los resultados de estas dos pruebas de inteligencia fueron claramente superiores. Lo que mejor explica la caída del rendimiento cognitivo es el mecanismo de atención secuestrada por el problema económico.
No ignoran Mani y sus colaboradores las implicaciones sociopolíticas de su investigación. “Los datos que presentamos sugieren una perspectiva diferente sobre la pobreza: ser pobre significa no solo afrontar escasez de dinero, sino también escasez de recursos cognitivos”, escriben. “Los pobres, con esta perspectiva, son menos capaces no debido a rasgos heredados sino porque el mismo contexto de la pobreza impone una carga y obstruye las capacidades cognitivas”.
Como conclusión, sugieren los investigadores algunas medidas políticas que pueden aliviar el efecto que han estudiado. Lo primero sería evitar lo que ellos llaman los “impuestos cognitivos”, como rellenar cuestionarios largos y complejos, preparar entrevistas de trabajo o descifrar nuevas reglas laborales, en las que las personas con preocupaciones económicas pueden estar en desventaja frente a quienes no las padecen. O, al menos, prestar ayuda institucional a las primeras. Otra idea, más centrada en el caso de los cultivadores de caña de azúcar indios, pero no limitado a estos, sería sincronizar las actuaciones y programas —por ejemplo, de formación— con las fases cíclicas de las cosechas para desarrollarlas en los períodos en que esa población sea más receptiva mentalmente y esté mejor capacitada para aprovechar la información.
“Las estimaciones recientes muestran que aproximadamente un 20% de la población mundial vive en la pobreza”, recuerda Vohs. Para muchos economistas, añade, cuanta más gente haya, mejor, pues mayor cantidad de buenas ideas habrá para solucionar los grandes retos como curar el cáncer, encontrar formas de energía renovables o alcanzar la paz mundial. “Pero este argumento se basa en la idea de que todo el mundo tiene capacidad mental adecuada, una premisa ahora cuestionada por Mani y sus colegas para una quinta parte de la población mundial”, añade.
Inteligencia antes y después de la cosecha
Los campesinos de Tamil Nadu (sur de India) que se dedican al cultivo de la caña de azúcar reúnen, al parecer, características especialmente idóneas para los experimentos de Anandi Mani y sus colegas sobre pobreza y rendimiento mental. Tienen una cosecha anual, pero no todos al mismo tiempo porque la recolección está repartida a lo largo de cuatro o cinco meses para que la caña llegue escalonadamente a los molinos. Esto evita en los experimentos efectos que pudieran alterar los resultados, como la influencia de festividades locales o las condiciones meteorológicas, explican los investigadores en Science. Los campesinos afrontan mayor preocupación económica antes que después de la cosecha, pero no todos al tiempo.
En total participaron 464 cultivadores de caña de 54 pueblos en el estudio y la puntuación media obtenida en uno de los test fue 5.45 después de la cosecha frente a 4.35 antes. Cabría pensar que el esfuerzo físico de recoger la caña influye negativamente en el rendimiento mental, pero los investigadores puntualizan que, en muchos casos, los agricultores contratan a peones para el trabajo y, además, en la mayor parte de los casos tuvieron el cuidado de hacer los test después de la fase de recogida de la caña, pero antes de recibir el pago por la cosecha.
Otra posible interferencia sería que, al hacer las pruebas por segunda vez —después de la cosecha— los agricultores estuvieran más entrenados. Para descartar este efecto, Mani y sus colegas incorporaron a un centenar de personas a los test postcosecha que no los hicieron antes. Y el resultado general fue el mismo, luego no es achacable a la familiaridad adquirida con las pruebas.
Tal vez la mejor nutrición después de cobrar la caña tenga algo que ver. Tampoco. Un estudio previo realizado por este equipo, en 2009, mostró que los agricultores de caña no comían menos antes que después de la cosecha. Una vez eliminados los factores principales que podrían afectar el resultado, la respuesta de los investigadores es que la pobreza en sí misma resta capacidad mental.
Fuente: El País.
jueves, 29 de agosto de 2013
¿Noticia?
Este sábado, intercalada entre la noticia sobre el conflicto con Gibraltar, su periódico publica una foto titulada Paisaje con gobernantes. En ella se puede ver a Mariano Rajoy junto al presidente de la Xunta, la ministra de Fomento y, según aseguran, una veintena de cargos del PP gallego. Por lo visto, fue el presidente quien convocó a los periodistas para que lo vieran pasear, medio paso por delante del resto, que quien manda, manda, por una ruta fluvial a la hora de comer, que ya son horas de convocar a la gente. Ninguno hizo declaraciones.
Y digo yo: ¿no va siendo hora que los periodistas le echen un par y se nieguen a publicar esta ¿noticia? Plántense, pongan un recuadro en blanco e informen a los lectores que, como yo, compramos EL PAÍS todos los días que para no decir nada, mejor callados.— Hortensia Fernández Lorenzo. El País. Cartas al director.
Y digo yo: ¿no va siendo hora que los periodistas le echen un par y se nieguen a publicar esta ¿noticia? Plántense, pongan un recuadro en blanco e informen a los lectores que, como yo, compramos EL PAÍS todos los días que para no decir nada, mejor callados.— Hortensia Fernández Lorenzo. El País. Cartas al director.
miércoles, 28 de agosto de 2013
De profesión, genocidas. El documental ‘The act of killing’, de Joshua Oppenheimer, entrevista a los asesinos de 500.000 indonesios en la masacre de 1965
¿Puede una película cambiar un país?
El documental The act of killing está conmocionando Indonesia hasta el punto que su director, Joshua Oppenheimer (Texas, 1974), quiere creer en ello. Después de rodar su filme, que ofrece los testimonios de los verdugos que perpetraron la masacre de al menos medio millón de supuestos comunistas de 1965 a 1966, el cineasta confía en que la tremenda reacción que está teniendo la película tendrá su efecto. Para evitar que el gobierno prohibiera su obra, Oppenheimer reunió a los principales medios de comunicación indonesios en la Comisión Nacional de Derechos Humanos para una proyección de la película. La reacción fue unánime. “Me dijeron que esto era un antes y después para Indonesia. Que ya no podía ignorarse el genocidio tras un filme así”.
La revista de referencia en la nación, Tempo, dedicó un especial de 75 páginas a la película y a los testimonios de los asesinos contratados por el gobierno para las matanzas. Agotó tres ediciones. Y en este 2013, The act of killing ha encontrado finalmente hueco en las salas. “De 60 sesiones en 13 ciudades en diciembre pasamos a 500 en 95 ciudades. Y la película se convertirá en gratuita para todos los indonesios a partir del 30 de septiembre, fecha del inicio de la masacre”. En España, donde recibió el primer premio del jurado y el reconocimiento del público en Documenta Madrid 2013, se estrena el próximo viernes.
Pero antes de alcanzar esta catarsis, Oppenheimer vivió voluntariamente en un infierno al obligarse a retratar de cerca a los gánsteres que se ensuciaron las manos en las purgas de comunistas. “Podía ser tan directo como para decir: ‘Has formado parte de uno de los mayores genocidios en la humanidad, ¿qué te hace sentir?’. Y no se trataba de darles la cuerda suficiente para que se colgaran sino de entender quiénes son, el papel que juegan en la sociedad y cómo esta reacciona a ese papel”. Los asesinos se encuentran tan desinhibidos que describen sin problemas el método exacto para perpetrar la masacre. En una secuencia de la versión extendida del filme, con una hora de metraje más, uno de ellos dice que su mayor disfrute eran las violaciones.
En cambio, su lado más humano emerge constantemente, como cuando Anwar Congo, gángster ya anciano, rompe a llorar al ver una escena en la que él interpreta el papel de la víctima que va a ser liquidada por comunista: “Lo entiendo, Joshua, lo entiendo. Entiendo el dolor de las víctimas”. Y el director, que le filma en el salón de su casa, contesta: “No, no lo entiendes. Tú sabías que esto era una actuación y ellos sabían que iban a morir”.
De los asesinos que Oppenheimer entrevistó, Anwar fue el elegido para cargar sobre sus hombros el peso de la película. “Su dolor estaba más cerca de la superficie”, revela el documentalista. “Para mí fue tan duro como para el público ver la película. No sé filmar una historia sobre una persona sin intimar con ella. Un ser humano es algo tan complejo que solo puede entenderse si llegas a conocerle muy bien. Me obligué a verle como un hombre. Y lo hice por una razón: es un ser humano. Todos lo son. El hecho de que no se demonice a nadie, que se les muestre con el mismo amor por su humanidad ha causado que los medios y la discusión social en Indonesia no se centre en señalar a los culpables, sino en reconocer el pasado y mirar juntos hacia el futuro”.
Allí también apunta la mirada del cineasta, que ya se encuentra preparando su próxima película, también en Indonesia y también relacionada con el drama que se relata en El acto de matar. “Estoy montando otra película sobre un grupo de supervivientes que descubrieron quién mató a su hijo a través de mi investigación con los ejecutores. Y es algo muy doloroso, porque reúno a las víctimas y al verdugo para que se vean cara a cara”. A pesar de las pesadillas que le han durado años por The Act of Killing, Oppenheimer no se ha cansado de hacer cine. Tal vez sea por lo que piensa sobre el séptimo arte: “Creo que el cine ha sido parte de nuestra alienación. Pero creo que también lo puede ser de nuestro despertar”.
Leer más aquí en la BBC.
El documental The act of killing está conmocionando Indonesia hasta el punto que su director, Joshua Oppenheimer (Texas, 1974), quiere creer en ello. Después de rodar su filme, que ofrece los testimonios de los verdugos que perpetraron la masacre de al menos medio millón de supuestos comunistas de 1965 a 1966, el cineasta confía en que la tremenda reacción que está teniendo la película tendrá su efecto. Para evitar que el gobierno prohibiera su obra, Oppenheimer reunió a los principales medios de comunicación indonesios en la Comisión Nacional de Derechos Humanos para una proyección de la película. La reacción fue unánime. “Me dijeron que esto era un antes y después para Indonesia. Que ya no podía ignorarse el genocidio tras un filme así”.
La revista de referencia en la nación, Tempo, dedicó un especial de 75 páginas a la película y a los testimonios de los asesinos contratados por el gobierno para las matanzas. Agotó tres ediciones. Y en este 2013, The act of killing ha encontrado finalmente hueco en las salas. “De 60 sesiones en 13 ciudades en diciembre pasamos a 500 en 95 ciudades. Y la película se convertirá en gratuita para todos los indonesios a partir del 30 de septiembre, fecha del inicio de la masacre”. En España, donde recibió el primer premio del jurado y el reconocimiento del público en Documenta Madrid 2013, se estrena el próximo viernes.
Pero antes de alcanzar esta catarsis, Oppenheimer vivió voluntariamente en un infierno al obligarse a retratar de cerca a los gánsteres que se ensuciaron las manos en las purgas de comunistas. “Podía ser tan directo como para decir: ‘Has formado parte de uno de los mayores genocidios en la humanidad, ¿qué te hace sentir?’. Y no se trataba de darles la cuerda suficiente para que se colgaran sino de entender quiénes son, el papel que juegan en la sociedad y cómo esta reacciona a ese papel”. Los asesinos se encuentran tan desinhibidos que describen sin problemas el método exacto para perpetrar la masacre. En una secuencia de la versión extendida del filme, con una hora de metraje más, uno de ellos dice que su mayor disfrute eran las violaciones.
En cambio, su lado más humano emerge constantemente, como cuando Anwar Congo, gángster ya anciano, rompe a llorar al ver una escena en la que él interpreta el papel de la víctima que va a ser liquidada por comunista: “Lo entiendo, Joshua, lo entiendo. Entiendo el dolor de las víctimas”. Y el director, que le filma en el salón de su casa, contesta: “No, no lo entiendes. Tú sabías que esto era una actuación y ellos sabían que iban a morir”.
De los asesinos que Oppenheimer entrevistó, Anwar fue el elegido para cargar sobre sus hombros el peso de la película. “Su dolor estaba más cerca de la superficie”, revela el documentalista. “Para mí fue tan duro como para el público ver la película. No sé filmar una historia sobre una persona sin intimar con ella. Un ser humano es algo tan complejo que solo puede entenderse si llegas a conocerle muy bien. Me obligué a verle como un hombre. Y lo hice por una razón: es un ser humano. Todos lo son. El hecho de que no se demonice a nadie, que se les muestre con el mismo amor por su humanidad ha causado que los medios y la discusión social en Indonesia no se centre en señalar a los culpables, sino en reconocer el pasado y mirar juntos hacia el futuro”.
Allí también apunta la mirada del cineasta, que ya se encuentra preparando su próxima película, también en Indonesia y también relacionada con el drama que se relata en El acto de matar. “Estoy montando otra película sobre un grupo de supervivientes que descubrieron quién mató a su hijo a través de mi investigación con los ejecutores. Y es algo muy doloroso, porque reúno a las víctimas y al verdugo para que se vean cara a cara”. A pesar de las pesadillas que le han durado años por The Act of Killing, Oppenheimer no se ha cansado de hacer cine. Tal vez sea por lo que piensa sobre el séptimo arte: “Creo que el cine ha sido parte de nuestra alienación. Pero creo que también lo puede ser de nuestro despertar”.
Leer más aquí en la BBC.
martes, 27 de agosto de 2013
Ángeles Maestro responde ante la ola de criminalización de la que es objeto
Ángeles Maestro
Ante la nueva oleada de criminalización hacia mi persona desencadenada desde medios digitales vinculados a la extrema derecha y de la que se están haciendo eco periódicos como La Razón o televisiones como Tele Madrid o la Sexta TV en sus informativos, declaro lo siguiente:
Con el objetivo de descalificar la lucha contra la privatización de la sanidad en la que estoy implicada, junto a centenares de miles de personas, no se utiliza, como sería lógico, la demostración de la falsedad de las graves acusaciones que realizo en los artículos que escribo o que publican los documentos de CAS Madrid o Matusalén. Eso es imposible, puesto que lo que se dice en ellos es todo rigurosamente cierto.
Ante la absoluta carencia de argumentos, lo que se está haciendo es repetir una campaña que lideró Intereconomía hace tres años y que llevaba por título “Ángeles Maestro, la proabertzale, que lucha contra Esperanza Aguirre”. No ha variado nada. Se sacan mis mismas imágenes de 2009 en una campaña electoral europea y defendiendo una candidatura perfectamente legal como dictaminó el Tribunal Constitucional -la de Iniciativa Internacionalista- para lanzar acusaciones de “terroristas” y de tener intereses políticos ocultos a quienes luchamos por impedir la privatización y el desmantelamiento de la sanidad pública.
El desencadenante que se utiliza ahora es la concentración de trabajadoras y trabajadores del Hospital en el que fue ingresada la Delegada del Gobierno. En ella se denunciaba la incongruencia de un gobierno que intenta a diario vender las excelencias de la sanidad privada, mientras sus representantes –cuando tienen algo grave– utilizan la sanidad pública.
Ni yo personalmente, ni Cas Madrid, ni la organización de la que formo parte –Red Roja- fuimos convocantes o asistimos a la concentración que realizaron las y los trabajadores de La Paz, pero es perfectamente comprensible la indignación de un personal sanitario que ve como se desprecian sus reivindicaciones y se arrasan empleos y recursos públicos por los que tanta gente hemos peleado.
La lucha que llevamos a cabo tiene por objetivo una sanidad pública, de calidad, que atienda y cubra todas las necesidades, tanto de personas como Cristina Cifuentes, como de todas las personas migrantes con o sin papeles.
La burda campaña lazada contra mi y que alerta contra la “radicalización” de la lucha por la sanidad pública, sólo refleja la desesperación de unos políticos que ya no pueden seguir engañando, ni a sus propios seguidores, que como la inmensa mayoría de la ciudadanía, ven conculcados sus derechos básicos.
Ante la nueva oleada de criminalización hacia mi persona desencadenada desde medios digitales vinculados a la extrema derecha y de la que se están haciendo eco periódicos como La Razón o televisiones como Tele Madrid o la Sexta TV en sus informativos, declaro lo siguiente:
Con el objetivo de descalificar la lucha contra la privatización de la sanidad en la que estoy implicada, junto a centenares de miles de personas, no se utiliza, como sería lógico, la demostración de la falsedad de las graves acusaciones que realizo en los artículos que escribo o que publican los documentos de CAS Madrid o Matusalén. Eso es imposible, puesto que lo que se dice en ellos es todo rigurosamente cierto.
Ante la absoluta carencia de argumentos, lo que se está haciendo es repetir una campaña que lideró Intereconomía hace tres años y que llevaba por título “Ángeles Maestro, la proabertzale, que lucha contra Esperanza Aguirre”. No ha variado nada. Se sacan mis mismas imágenes de 2009 en una campaña electoral europea y defendiendo una candidatura perfectamente legal como dictaminó el Tribunal Constitucional -la de Iniciativa Internacionalista- para lanzar acusaciones de “terroristas” y de tener intereses políticos ocultos a quienes luchamos por impedir la privatización y el desmantelamiento de la sanidad pública.
El desencadenante que se utiliza ahora es la concentración de trabajadoras y trabajadores del Hospital en el que fue ingresada la Delegada del Gobierno. En ella se denunciaba la incongruencia de un gobierno que intenta a diario vender las excelencias de la sanidad privada, mientras sus representantes –cuando tienen algo grave– utilizan la sanidad pública.
Ni yo personalmente, ni Cas Madrid, ni la organización de la que formo parte –Red Roja- fuimos convocantes o asistimos a la concentración que realizaron las y los trabajadores de La Paz, pero es perfectamente comprensible la indignación de un personal sanitario que ve como se desprecian sus reivindicaciones y se arrasan empleos y recursos públicos por los que tanta gente hemos peleado.
La lucha que llevamos a cabo tiene por objetivo una sanidad pública, de calidad, que atienda y cubra todas las necesidades, tanto de personas como Cristina Cifuentes, como de todas las personas migrantes con o sin papeles.
La burda campaña lazada contra mi y que alerta contra la “radicalización” de la lucha por la sanidad pública, sólo refleja la desesperación de unos políticos que ya no pueden seguir engañando, ni a sus propios seguidores, que como la inmensa mayoría de la ciudadanía, ven conculcados sus derechos básicos.
lunes, 26 de agosto de 2013
Birgitta Jónsdóttir: “El capitalismo no se puede cambiar, se tiene que destruir”. La diputada islandesa pretende convertir su país en un refugio seguro para informadores
Birgitta Jónsdóttir (Reikiavik, 1967) es una luchadora optimista. Una mujer convencida de que el siglo XXI será el de la gente corriente. El siglo en el que la ciudadanía despertará para cambiar las reglas del juego. Desde hace años centra su lucha en garantizar el acceso de los ciudadanos a la información, a los hechos, para que puedan tomar decisiones. Diputada islandesa, excolaboradora de Wikileaks y poetisa, ha hecho de la libertad de información y expresión su bandera, y preside el International Modern Media Institute, una iniciativa que pretende convertir Islandia en un refugio seguro para informadores y filtradores.
“Tenemos que colaborar para ir contra la corriente”, dice en conversación telefónica desde la capital islandesa. “Hay mucha gente que no quiere ser parte de este monstruo que hemos creado en el nombre del capitalismo”.
Jónsdóttir habla con un tono de voz muy tranquilo y se ríe a menudo de sus propias ocurrencias. Sus respuestas denotan que, en cierto modo, pertenece a la escuela de los que piensan que el método es el camino. “Yo no tengo todas las soluciones, gracias a Dios, pero creo que si recabamos las ideas que se están poniendo a funcionar en muchos sitios del mundo, podemos crear muchos modelos distintos para sociedades distintas”.
Fue a finales de 2009 cuando esta mujer de 46 años decidió lanzarse al ruedo político. La indignación de los ciudadanos islandeses estaba en lo más alto tras el colapso financiero. No dudó en involucrarse en la creación de El Movimiento, un partido nacido al calor de las protestas ciudadanas. En apenas ocho semanas consiguieron un 7% de los votos.
Pero fue un partido para un momento concreto, integrado por gentes de muy distintas procedencias.
A finales de 2012 puso en marcha el Partido Pirata islandés, con el que consiguió tres escaños en las elecciones de abril. Libertad de información y de expresión, democracia directa, privacidad y reformas de las leyes de patentes y derechos de autor son algunas de las batallas de su nueva formación.
Pregunta. ¿Qué es lo que los líderes del mundo aún no han entendido?
Respuesta. No han entendido que estamos en el siglo XXI y que nuestro modo de comunicarnos y de compartir información lo ha transformado todo radicalmente. No entienden que se está produciendo una revolución de la información que va muy rápido. Pero sí que han entendido cómo abusar de esas nuevas formas de comunicación que utilizamos, invadiendo nuestra privacidad, socavando los cimientos de nuestras democracias. Vivimos en un mundo en que el periodista ya no puede proteger a sus fuentes, donde los médicos no pueden garantizar la privacidad de sus pacientes… Los líderes mundiales no entienden el daño que están causando. Tampoco comprenden el significado de las palabras sostenibilidad o transparencia.
Jónsdóttir está experimentando con fórmulas de democracia directa desde las filas del Partido Pirata. Los ciudadanos ya pueden enviar a su formación propuestas para que sean trasladadas al Parlamento a través del programa Better Iceland. Las cinco más votadas serán presentadas. El programa está en pañales, pero en octubre comenzará a funcionar. “Lo que queremos conseguir es esa idea de la democracia líquida. Todos estamos viendo, en todo el mundo, que nuestros sistemas no funcionan porque fueron creados hace mucho tiempo, en sociedades muy distintas a la nuestra”. Dice que la democracia representativa está agotada, que los representantes del ciudadano no tienen que ser políticos profesionales. “¿Cómo hacemos para conseguir que la gente en general pueda participar en la cocreación de las sociedades en que vivimos? Tenemos que ir hacia estructuras más pequeñas y al mismo tiempo necesitamos poder transferir nuestro voto a personas en las que confiemos”.
P. Además de mejorar los mecanismos de democracia directa, ¿qué más habría que hacer?
R. Lo fundamental es empezar, ya mismo, a pensar qué futuro queremos tener como humanidad. Todo el mundo entiende qué es lo que va mal, pero muy poca gente tiene soluciones. Tenemos que reunir a todos los visionarios, a la gente que está buscando salidas. Yo no quiero que el futuro sea crear una colonia en Marte, y sé que todavía tenemos tiempo para darle la vuelta a todo. Nuestras sociedades están completamente rotas.
P. Pero, ¿qué medidas concretas habría que adoptar? ¿Qué habría que hacer hoy, por ejemplo, con respecto a la economía?
R. Tenemos que rehacer el sistema. Yo lo que estoy haciendo, y por eso intenté entrar en el Parlamento por un corto periodo de tiempo, es tratar de comprender cómo funcionan las cosas para evitar cometer los mismos errores que los demás y poder así encontrar maneras de desmantelarlas. Lo que considero más urgente es encontrar el modo de salir de este increíble y loco consumismo y hallar vías sostenibles para nuestras comunidades. En temas económicos, me pregunto: ¿por qué no hay más sitios que funcionan como Mondragón —empresa basada en la cultura cooperativista en la que el capital es un instrumento subordinado al trabajo—? Necesitamos visionarios, contadores de historias, académicos, ciberpunkis, hackers… Y tenemos que involucrar a los más jóvenes.
P. ¿Qué lecciones se pueden extraer de toda la crisis que se ha vivido en su país?
R. Aquí empezamos muy bien, tras la crisis pusimos ideas en común para ver qué podíamos hacer para evitar que se produjera otra. Ustedes tuvieron una muy buena experiencia en España, cuando tuvieron su movimiento de mayo y consiguieron que gente de grupos muy distintos trabajaran juntos. Pero el error que cometieron fue el de no plantar nuevas semillas en el Parlamento y en los lugares donde se toman las decisiones; porque no se pueden cambiar las cosas solo desde fuera; es necesaria la presión desde dentro. Hay que tener a activistas normales en los centros de poder que estén dispuestos a entrar durante un corto periodo de tiempo para usarlos como una plataforma en la que recabar información y crear un puente con la gente, por ejemplo. Pero en Islandia no fuimos lo suficientemente rápidos, de modo que la Constitución que queríamos reescribir parece que no será reescrita. El Gobierno que tomó el poder fue muy lento y quiso hacer demasiadas cosas a la vez, en vez de centrarse en cómo cambiar la infraestructura, que es una prioridad.
P. Y con el nuevo Gobierno de David Gunnlaugsson esto no va a ocurrir.
R. Tenemos un Gobierno tremendo. La ventana de oportunidad para el cambio, durante una crisis, es pequeña y se abre y se cierra muy rápido. Aquellos que en el mundo queremos un cambio tenemos que estar preparados para la siguiente crisis, tener los textos legales, conocer las infraestructuras y saber utilizar estas crisis, porque tendremos más. Las crisis son geniales, son lo mejor que puede ocurrir: son la única fuerza que mueve a la gente a unirse y pedir cambios. Es el único momento en que la gente no teme el cambio, porque siente que ya hay uno en marcha y lo abraza. Puede ser un cambio a peor, con el que la gente esté dispuesta a sacrificar sus derechos; o puede ser a mejor, para reclamar más derechos.
P. ¿Hay que cambiar el capitalismo, por ejemplo? ¿Es el capitalismo el problema?
R. El capitalismo no se puede cambiar, se tiene que destruir, destrozar. Pero no quiero ningún ismo, no hay un solo sistema que sea la solución. Lo único que sí que hay que hacer es ser más sostenibles en nuestras comunidades. Tenemos que ser conscientes del coste que supone lo que consumimos; del problema de las pensiones: con tanta gente joven desempleada, ¿quién va a pagar las pensiones en los próximos 20 años? Es obvio que nuestros sistemas no funcionan, así que tal vez tengamos que volver atrás y ver qué es lo que funcionaba antes…
P. Cuando dice volver atrás, ¿a qué se refiere?
R. No soy tan vieja, aunque soy un poco vieja, pero crecí en una familia en la que mi bisabuela vivía con nosotros, nunca tuve que ir a la guardería; y no soy una inadaptada social por ello. No sé qué ha pasado con toda la sabiduría que tenían mis ancestros. La gente ya no sabe hacer salsas; las compra empaquetadas. Tal vez tengamos que volver atrás y recuperar conocimientos que se perdieron. Igual no debemos mandar a los mayores a residencias, porque es horripilante lo que pasa allí, están siendo privatizadas, no les cuidan bien… Tenemos que volver a los valores de sociedades más pequeñas, y cuidar los unos de los otros, porque el sistema no se va a ocupar de nosotros.
Cuatro ideas
¿Una voz alternativa que debería ser escuchada? Vandana Shiva, de India.“Aúna dos mundos muy interesantes. “Es científica; y una persona realmente compasiva”.
¿Una idea o medida concreta para un mundo mejor? “Tenemos que comprender adónde queremos ir y cómo llegar a ello. Quiero que todo el mundo piense en esto y que lo comparta”.
¿Un libro? This machine kills secrets (Esta máquina mata secretos), de Andy Greenberg. “Es sobre criptografía. Greenberg fue de los primeros en recalcar la importancia de nuestra privacidad en la Red”.
¿Una cita? “Es mejor ser odiado por ser quien eres que ser amado por ser quien no eres”.
Otros artículos:
“Tenemos que colaborar para ir contra la corriente”, dice en conversación telefónica desde la capital islandesa. “Hay mucha gente que no quiere ser parte de este monstruo que hemos creado en el nombre del capitalismo”.
Jónsdóttir habla con un tono de voz muy tranquilo y se ríe a menudo de sus propias ocurrencias. Sus respuestas denotan que, en cierto modo, pertenece a la escuela de los que piensan que el método es el camino. “Yo no tengo todas las soluciones, gracias a Dios, pero creo que si recabamos las ideas que se están poniendo a funcionar en muchos sitios del mundo, podemos crear muchos modelos distintos para sociedades distintas”.
Fue a finales de 2009 cuando esta mujer de 46 años decidió lanzarse al ruedo político. La indignación de los ciudadanos islandeses estaba en lo más alto tras el colapso financiero. No dudó en involucrarse en la creación de El Movimiento, un partido nacido al calor de las protestas ciudadanas. En apenas ocho semanas consiguieron un 7% de los votos.
Pero fue un partido para un momento concreto, integrado por gentes de muy distintas procedencias.
A finales de 2012 puso en marcha el Partido Pirata islandés, con el que consiguió tres escaños en las elecciones de abril. Libertad de información y de expresión, democracia directa, privacidad y reformas de las leyes de patentes y derechos de autor son algunas de las batallas de su nueva formación.
Pregunta. ¿Qué es lo que los líderes del mundo aún no han entendido?
Respuesta. No han entendido que estamos en el siglo XXI y que nuestro modo de comunicarnos y de compartir información lo ha transformado todo radicalmente. No entienden que se está produciendo una revolución de la información que va muy rápido. Pero sí que han entendido cómo abusar de esas nuevas formas de comunicación que utilizamos, invadiendo nuestra privacidad, socavando los cimientos de nuestras democracias. Vivimos en un mundo en que el periodista ya no puede proteger a sus fuentes, donde los médicos no pueden garantizar la privacidad de sus pacientes… Los líderes mundiales no entienden el daño que están causando. Tampoco comprenden el significado de las palabras sostenibilidad o transparencia.
Jónsdóttir está experimentando con fórmulas de democracia directa desde las filas del Partido Pirata. Los ciudadanos ya pueden enviar a su formación propuestas para que sean trasladadas al Parlamento a través del programa Better Iceland. Las cinco más votadas serán presentadas. El programa está en pañales, pero en octubre comenzará a funcionar. “Lo que queremos conseguir es esa idea de la democracia líquida. Todos estamos viendo, en todo el mundo, que nuestros sistemas no funcionan porque fueron creados hace mucho tiempo, en sociedades muy distintas a la nuestra”. Dice que la democracia representativa está agotada, que los representantes del ciudadano no tienen que ser políticos profesionales. “¿Cómo hacemos para conseguir que la gente en general pueda participar en la cocreación de las sociedades en que vivimos? Tenemos que ir hacia estructuras más pequeñas y al mismo tiempo necesitamos poder transferir nuestro voto a personas en las que confiemos”.
P. Además de mejorar los mecanismos de democracia directa, ¿qué más habría que hacer?
R. Lo fundamental es empezar, ya mismo, a pensar qué futuro queremos tener como humanidad. Todo el mundo entiende qué es lo que va mal, pero muy poca gente tiene soluciones. Tenemos que reunir a todos los visionarios, a la gente que está buscando salidas. Yo no quiero que el futuro sea crear una colonia en Marte, y sé que todavía tenemos tiempo para darle la vuelta a todo. Nuestras sociedades están completamente rotas.
P. Pero, ¿qué medidas concretas habría que adoptar? ¿Qué habría que hacer hoy, por ejemplo, con respecto a la economía?
R. Tenemos que rehacer el sistema. Yo lo que estoy haciendo, y por eso intenté entrar en el Parlamento por un corto periodo de tiempo, es tratar de comprender cómo funcionan las cosas para evitar cometer los mismos errores que los demás y poder así encontrar maneras de desmantelarlas. Lo que considero más urgente es encontrar el modo de salir de este increíble y loco consumismo y hallar vías sostenibles para nuestras comunidades. En temas económicos, me pregunto: ¿por qué no hay más sitios que funcionan como Mondragón —empresa basada en la cultura cooperativista en la que el capital es un instrumento subordinado al trabajo—? Necesitamos visionarios, contadores de historias, académicos, ciberpunkis, hackers… Y tenemos que involucrar a los más jóvenes.
P. ¿Qué lecciones se pueden extraer de toda la crisis que se ha vivido en su país?
R. Aquí empezamos muy bien, tras la crisis pusimos ideas en común para ver qué podíamos hacer para evitar que se produjera otra. Ustedes tuvieron una muy buena experiencia en España, cuando tuvieron su movimiento de mayo y consiguieron que gente de grupos muy distintos trabajaran juntos. Pero el error que cometieron fue el de no plantar nuevas semillas en el Parlamento y en los lugares donde se toman las decisiones; porque no se pueden cambiar las cosas solo desde fuera; es necesaria la presión desde dentro. Hay que tener a activistas normales en los centros de poder que estén dispuestos a entrar durante un corto periodo de tiempo para usarlos como una plataforma en la que recabar información y crear un puente con la gente, por ejemplo. Pero en Islandia no fuimos lo suficientemente rápidos, de modo que la Constitución que queríamos reescribir parece que no será reescrita. El Gobierno que tomó el poder fue muy lento y quiso hacer demasiadas cosas a la vez, en vez de centrarse en cómo cambiar la infraestructura, que es una prioridad.
P. Y con el nuevo Gobierno de David Gunnlaugsson esto no va a ocurrir.
R. Tenemos un Gobierno tremendo. La ventana de oportunidad para el cambio, durante una crisis, es pequeña y se abre y se cierra muy rápido. Aquellos que en el mundo queremos un cambio tenemos que estar preparados para la siguiente crisis, tener los textos legales, conocer las infraestructuras y saber utilizar estas crisis, porque tendremos más. Las crisis son geniales, son lo mejor que puede ocurrir: son la única fuerza que mueve a la gente a unirse y pedir cambios. Es el único momento en que la gente no teme el cambio, porque siente que ya hay uno en marcha y lo abraza. Puede ser un cambio a peor, con el que la gente esté dispuesta a sacrificar sus derechos; o puede ser a mejor, para reclamar más derechos.
P. ¿Hay que cambiar el capitalismo, por ejemplo? ¿Es el capitalismo el problema?
R. El capitalismo no se puede cambiar, se tiene que destruir, destrozar. Pero no quiero ningún ismo, no hay un solo sistema que sea la solución. Lo único que sí que hay que hacer es ser más sostenibles en nuestras comunidades. Tenemos que ser conscientes del coste que supone lo que consumimos; del problema de las pensiones: con tanta gente joven desempleada, ¿quién va a pagar las pensiones en los próximos 20 años? Es obvio que nuestros sistemas no funcionan, así que tal vez tengamos que volver atrás y ver qué es lo que funcionaba antes…
P. Cuando dice volver atrás, ¿a qué se refiere?
R. No soy tan vieja, aunque soy un poco vieja, pero crecí en una familia en la que mi bisabuela vivía con nosotros, nunca tuve que ir a la guardería; y no soy una inadaptada social por ello. No sé qué ha pasado con toda la sabiduría que tenían mis ancestros. La gente ya no sabe hacer salsas; las compra empaquetadas. Tal vez tengamos que volver atrás y recuperar conocimientos que se perdieron. Igual no debemos mandar a los mayores a residencias, porque es horripilante lo que pasa allí, están siendo privatizadas, no les cuidan bien… Tenemos que volver a los valores de sociedades más pequeñas, y cuidar los unos de los otros, porque el sistema no se va a ocupar de nosotros.
Cuatro ideas
¿Una voz alternativa que debería ser escuchada? Vandana Shiva, de India.“Aúna dos mundos muy interesantes. “Es científica; y una persona realmente compasiva”.
¿Una idea o medida concreta para un mundo mejor? “Tenemos que comprender adónde queremos ir y cómo llegar a ello. Quiero que todo el mundo piense en esto y que lo comparta”.
¿Un libro? This machine kills secrets (Esta máquina mata secretos), de Andy Greenberg. “Es sobre criptografía. Greenberg fue de los primeros en recalcar la importancia de nuestra privacidad en la Red”.
¿Una cita? “Es mejor ser odiado por ser quien eres que ser amado por ser quien no eres”.
Otros artículos:
_--FRANCISCO RUIZ MUÑOZ / RECTOR » “Nadie debe dejar las aulas por motivos económicos”
_-·El rector de la Universidad de Huelva ha ideado un plan para ayudar a estudiantes sin recursos
_--Francisco Ruiz Muñoz (Rociana del Condado, 1948), catedrático de Paleontología, es desde el pasado 6 de junio el nuevo rector de la Universidad de Huelva. Ruiz Muñoz se incorpora a su nueva tarea tras un año académico difícil por la subida de la matrícula y el endurecimiento de los requisitos para obtener becas planteados por el ministro José Ignacio Wert. Preocupado por esta situación, Ruiz Muñoz subrayó en su discurso de investidura que hay líneas rojas que no deben cruzarse para que “ningún estudiante abandone las aulas por motivos económicos”. Por ello, ha ideado un plan para ayudar a los estudiantes en apuros económicos: Programa Matrícula, que se financiará con recursos públicos y privados.
Pregunta. Usted afirmó en su discurso de investidura que existen líneas rojas que no deben cruzarse para que ningún estudiante abandone las aulas por motivos económicos.
Respuesta. Queremos abanderar un plan, que hemos denominado Programa Matrícula, para ayudar a aquellos estudiantes que tengan dificultades para sufragar el pago de las tasas a través de una serie de aportaciones tanto públicas como privadas. A partir de septiembre nos pondremos en contacto con distintas empresas e instituciones para ver cuáles pueden ser sus aportaciones e, igualmente, con la ciudad de Huelva para que se implique en esta propuesta. Nadie debe dejar las aulas por motivos económicos. Es un programa que va a desarrollarse durante todo el año. Se designará un comité evaluador que procederá a la adjudicación de una serie de becas matrícula.
P. ¿Sigue en pie el compromiso de que usted abonaría de su propio bolsillo la primera matrícula?
R. Por supuesto, reitero mi compromiso. También me consta que miembros de mi equipo se van a adherir al plan.
P. Ha señalado usted la transparencia, la sostenibilidad y la participación como ejes de su gestión.
R. Sí, transparencia en el sentido de que vamos a potenciar dentro de la página web de la Universidad un portal de la transparencia que, al hilo de la futura Ley de Transparencia promovida desde los Gobiernos central y autonómico, se detallen las principales actuaciones de la Universidad de Huelva. Actuaciones emprendidas por el equipo de dirección o bien por el consejo de gobierno para que sean conocidas por la sociedad. En definitiva, se trata de poner a disposición de los ciudadanos toda la información básica de la Universidad en un portal único con un acceso fácil y en el que puedan conocerse cuáles son las principales actuaciones de la Universidad en los diferentes ámbitos como doctorado, extensión universitaria, investigación, docencia o transferencia.
P. ¿Conocen la cifra de alumnos que han tenido que abandonar la Universidad por el encarecimiento de las tasas?
R. Desconozco la cifra concreta porque la Universidad de Huelva decidió prorrogar el plazo para el pago de la matrícula hasta el 30 de septiembre y aún estamos analizando los datos. Las estimaciones generales que se hacen en las Universidades públicas indican que generalmente hay entre un 3% y un 5% de los alumnos matriculados que van a tener algún tipo de problema para el pago de la matrícula. Por lo tanto, esas son estimaciones que tenemos a grosso modo pero hasta el 30 de septiembre no tendremos unos datos más fiables.
P. ¿Qué opina de la subida de las matrículas y del endurecimiento de los requisitos para conseguir las becas impulsadas por el ministro de Educación?
R. Mi opinión se alinea con la expresada por la Conferencia de Rectores de las Universidades Públicas (Crue). Pensamos que la nota y los requisitos necesarios para acceder a una beca son muy exigentes y que los requisitos anteriores eran suficientes. Pasa igual con el porcentaje de créditos exigibles para la renovación de las becas. Creemos que se necesitaría un diálogo más profundo sobre estos porcentajes y sobre estos parámetros con el ministerio y confiamos que a lo largo de este curso algunas de las reclamaciones que ha trazado la Crue se tengan en consideración.
P. Al presidente de la Junta le reclamó una financiación adecuada para funcionar con normalidad. También saludó el plan de proveedores.
R. No perdemos de vista nuestro objetivo principal: ofrecer la mejor formación posible al alumnado de la Universidad. Para garantizar ese objetivo se requiere de una financiación suficiente. Las Universidades públicas andaluzas han firmado un pacto de sostenibilidad con la Junta para el pago de las deudas que la Administración tiene con las Universidades. La onubense se ha incorporado al plan de proveedores y desde aquí formulo un llamamiento a los proveedores de la Universidad de Huelva para que se acojan al plan antes del 6 de septiembre. En ese plan, la Universidad de Huelva ha incluido a 550 empresas por un montante de 11 millones de euros. Esto supone un alivio para la situación económica, pero aún así pensamos que deben existir una serie de medidas ensartadas dentro del pacto por la sostenibilidad de manera que se aumente la financiación para las Universidades públicas andaluzas.
P. ¿A cuánto asciende la deuda de la Universidad?
R. La Universidad de Huelva en los últimos ocho años acometió el pago de un préstamo superior a los 65 millones de euros. Actualmente, una gran parte de ese préstamo ya se ha saldado y ahora lo que precisamos es un trasvase de fondos de la Junta de Andalucía de la deuda que tiene con nosotros y que supera los 30 millones de euros.
P. Muchos investigadores han tenido que marcharse por no poder desarrollar sus conocimientos en su ámbito académico, ¿cómo evitar la fuga de cerebros?
R. La Universidad de Huelva ha hecho para el próximo curso prórrogas de numerosos contratos, como becas docentes. Y, dentro del propio plan de investigación vamos a incluir una serie de ayudas para becas predoctorales, posdoctorales y para centros y grupos de investigación de forma que evitemos que los investigadores se marchen y consigamos que esa capacidad de investigación se quede dentro de la Universidad.
Una apuesta por los másteres
El rector de la Universidad de Huelva, Francisco Ruiz Muñoz, aboga por la especialización: "Necesitamos crear un espacio propio en Huelva en los másteres". En el ámbito de las infraestructuras, su objetivo es culminar la Escuela Superior de Ingeniería; pero el rector tampoco quiere renunciar a proyectos tan importantes para la Universidad como la Facultad de Medicina. "Es cierto que la crisis económica ha obligado a replantear algunos proyectos, pero se ha hecho un trabajo intenso con el Hospital Juan Ramón Jiménez y disponemos de los terrenos cedidos por el Ayuntamiento de Huelva". E igualmente seguirá trabajando para obtener ayudas necesarias para el proyecto del Acelerador de Partículas que ubicará a la Universidad en la vanguardia de la investigación contra el cáncer. Fuente: El País, Andalucía Semanal.
_--Francisco Ruiz Muñoz (Rociana del Condado, 1948), catedrático de Paleontología, es desde el pasado 6 de junio el nuevo rector de la Universidad de Huelva. Ruiz Muñoz se incorpora a su nueva tarea tras un año académico difícil por la subida de la matrícula y el endurecimiento de los requisitos para obtener becas planteados por el ministro José Ignacio Wert. Preocupado por esta situación, Ruiz Muñoz subrayó en su discurso de investidura que hay líneas rojas que no deben cruzarse para que “ningún estudiante abandone las aulas por motivos económicos”. Por ello, ha ideado un plan para ayudar a los estudiantes en apuros económicos: Programa Matrícula, que se financiará con recursos públicos y privados.
Pregunta. Usted afirmó en su discurso de investidura que existen líneas rojas que no deben cruzarse para que ningún estudiante abandone las aulas por motivos económicos.
Respuesta. Queremos abanderar un plan, que hemos denominado Programa Matrícula, para ayudar a aquellos estudiantes que tengan dificultades para sufragar el pago de las tasas a través de una serie de aportaciones tanto públicas como privadas. A partir de septiembre nos pondremos en contacto con distintas empresas e instituciones para ver cuáles pueden ser sus aportaciones e, igualmente, con la ciudad de Huelva para que se implique en esta propuesta. Nadie debe dejar las aulas por motivos económicos. Es un programa que va a desarrollarse durante todo el año. Se designará un comité evaluador que procederá a la adjudicación de una serie de becas matrícula.
P. ¿Sigue en pie el compromiso de que usted abonaría de su propio bolsillo la primera matrícula?
R. Por supuesto, reitero mi compromiso. También me consta que miembros de mi equipo se van a adherir al plan.
P. Ha señalado usted la transparencia, la sostenibilidad y la participación como ejes de su gestión.
R. Sí, transparencia en el sentido de que vamos a potenciar dentro de la página web de la Universidad un portal de la transparencia que, al hilo de la futura Ley de Transparencia promovida desde los Gobiernos central y autonómico, se detallen las principales actuaciones de la Universidad de Huelva. Actuaciones emprendidas por el equipo de dirección o bien por el consejo de gobierno para que sean conocidas por la sociedad. En definitiva, se trata de poner a disposición de los ciudadanos toda la información básica de la Universidad en un portal único con un acceso fácil y en el que puedan conocerse cuáles son las principales actuaciones de la Universidad en los diferentes ámbitos como doctorado, extensión universitaria, investigación, docencia o transferencia.
P. ¿Conocen la cifra de alumnos que han tenido que abandonar la Universidad por el encarecimiento de las tasas?
R. Desconozco la cifra concreta porque la Universidad de Huelva decidió prorrogar el plazo para el pago de la matrícula hasta el 30 de septiembre y aún estamos analizando los datos. Las estimaciones generales que se hacen en las Universidades públicas indican que generalmente hay entre un 3% y un 5% de los alumnos matriculados que van a tener algún tipo de problema para el pago de la matrícula. Por lo tanto, esas son estimaciones que tenemos a grosso modo pero hasta el 30 de septiembre no tendremos unos datos más fiables.
P. ¿Qué opina de la subida de las matrículas y del endurecimiento de los requisitos para conseguir las becas impulsadas por el ministro de Educación?
R. Mi opinión se alinea con la expresada por la Conferencia de Rectores de las Universidades Públicas (Crue). Pensamos que la nota y los requisitos necesarios para acceder a una beca son muy exigentes y que los requisitos anteriores eran suficientes. Pasa igual con el porcentaje de créditos exigibles para la renovación de las becas. Creemos que se necesitaría un diálogo más profundo sobre estos porcentajes y sobre estos parámetros con el ministerio y confiamos que a lo largo de este curso algunas de las reclamaciones que ha trazado la Crue se tengan en consideración.
P. Al presidente de la Junta le reclamó una financiación adecuada para funcionar con normalidad. También saludó el plan de proveedores.
R. No perdemos de vista nuestro objetivo principal: ofrecer la mejor formación posible al alumnado de la Universidad. Para garantizar ese objetivo se requiere de una financiación suficiente. Las Universidades públicas andaluzas han firmado un pacto de sostenibilidad con la Junta para el pago de las deudas que la Administración tiene con las Universidades. La onubense se ha incorporado al plan de proveedores y desde aquí formulo un llamamiento a los proveedores de la Universidad de Huelva para que se acojan al plan antes del 6 de septiembre. En ese plan, la Universidad de Huelva ha incluido a 550 empresas por un montante de 11 millones de euros. Esto supone un alivio para la situación económica, pero aún así pensamos que deben existir una serie de medidas ensartadas dentro del pacto por la sostenibilidad de manera que se aumente la financiación para las Universidades públicas andaluzas.
P. ¿A cuánto asciende la deuda de la Universidad?
R. La Universidad de Huelva en los últimos ocho años acometió el pago de un préstamo superior a los 65 millones de euros. Actualmente, una gran parte de ese préstamo ya se ha saldado y ahora lo que precisamos es un trasvase de fondos de la Junta de Andalucía de la deuda que tiene con nosotros y que supera los 30 millones de euros.
P. Muchos investigadores han tenido que marcharse por no poder desarrollar sus conocimientos en su ámbito académico, ¿cómo evitar la fuga de cerebros?
R. La Universidad de Huelva ha hecho para el próximo curso prórrogas de numerosos contratos, como becas docentes. Y, dentro del propio plan de investigación vamos a incluir una serie de ayudas para becas predoctorales, posdoctorales y para centros y grupos de investigación de forma que evitemos que los investigadores se marchen y consigamos que esa capacidad de investigación se quede dentro de la Universidad.
Una apuesta por los másteres
El rector de la Universidad de Huelva, Francisco Ruiz Muñoz, aboga por la especialización: "Necesitamos crear un espacio propio en Huelva en los másteres". En el ámbito de las infraestructuras, su objetivo es culminar la Escuela Superior de Ingeniería; pero el rector tampoco quiere renunciar a proyectos tan importantes para la Universidad como la Facultad de Medicina. "Es cierto que la crisis económica ha obligado a replantear algunos proyectos, pero se ha hecho un trabajo intenso con el Hospital Juan Ramón Jiménez y disponemos de los terrenos cedidos por el Ayuntamiento de Huelva". E igualmente seguirá trabajando para obtener ayudas necesarias para el proyecto del Acelerador de Partículas que ubicará a la Universidad en la vanguardia de la investigación contra el cáncer. Fuente: El País, Andalucía Semanal.
domingo, 25 de agosto de 2013
Iñaki Ábalos, Un arquitecto de mundo
Tras las huellas de Josep Lluís Sert y Rafael Moneo, Iñaki Ábalos estrena la dirección de la escuela de arquitectura de Harvard, una posición desde la que influirá en los edificios del futuro
El flamante nuevo director de la Graduate School of Design (GSD), el departamento de arquitectura de la Universidad de Harvard, Iñaki Ábalos, nació en San Sebastián en 1956 y estudió en Madrid. Ahora vive entre esta ciudad y Cambridge, en Massachusetts, pero tiene casa en Canarias y construye en China. Tal vez por eso se considera más un arquitecto de un tiempo que de un lugar. “Hay que luchar contra la boina: el asentamiento en un lugar no te da certidumbre. La formación de un arquitecto es infinitamente más interesante si es capaz de tener el mundo en la cabeza”, opina. Cree que sus edificios, como la estación del AVE en Logroño o la remodelación de la Fundación Tàpies que concluyó en Barcelona, son un cruce de espacio y tiempo: “Una perspectiva de 100 años iguala muchas cosas. Nos da lo mismo que el Círculo de Bellas Artes de Madrid esté hecho en la misma época que el pabellón Mies van der Rohe de Barcelona. Nos gustan los dos muchísimo”.
Así, para el autor de edificios en Las Palmas y Vitoria y de ensayos, como La buena vida, donde revisa las casas de Andy Warhol o Pablo Picasso, dirigir la influyente escuela estadounidense supone decidir, en cierta medida, cómo será la arquitectura del futuro. Y aunque considera que “España domina la cultura arquitectónica mundial”, parece que el presente de alguien como él, que comenzó a construir en un pueblo de 13.000 habitantes como Coria (Cáceres), es ya planetario. Con su socia, la polaca Renata Sentkiewicz, acaba de ganar el concurso para levantar un Museo de Arte Contemporáneo en Zhuhai (al sur de China, junto a Macao), y no lejos de allí, en Guangzhou, diseña una isla universitaria, un campus dedicado a la investigación. Así, con la cabeza y la atención a ambos lados del globo, Ábalos sabe contener su inquietud. Disfruta la tranquilidad de unas vacaciones en la isla de La Palma, donde tiene una casa, pero confiesa que adora y añora el ruido. Con las ventanas abiertas en su piso de la calle del Barquillo de Madrid explica que en Boston echa en falta el barullo, pero que irse a América ya no supone convertirse en indiano. Él no deja de viajar por el mundo. Y regresa a Madrid una vez al mes.
Ábalos tiene claro lo que grandes de la arquitectura española, Josep Lluís Sert y Rafael Moneo, aportaron al cargo que estrena. “Sert no podía entender el salto que existe en América entre la arquitectura y la ciudad – allí ideada por urbanistas que son expertos en geografía o economía, pero ajenos al diseño–. Por eso legó un departamento de urbanismo asociado a la arquitectura que a partir de Harvard se expandió por otras universidades”, cuenta. Luego explica por qué Moneo fue otro director clave en Harvard: “Cuando el posmodernismo comenzó a interesarse por la arquitectura histórica, él tenía un pasado: se había formado en la historia de la arquitectura y de hecho vive la arquitectura como un presente continuo”. Así, opina que aportó naturalidad y cercanía entre la historia y las nuevas disciplinas. Además, dice Ábalos, todo lo que hace lo hace con dedicación intensiva: “Dejó huella y disciplinó mucho la escuela”.
El departamento de arquitectura que ahora dirige Ábalos siempre ha querido tener vinculación con Europa –desde que comenzó con el alemán Walter Gropius– y con la práctica. No es una escuela teórica, como Princeton, por ejemplo. Pero su nuevo director está convencido de que Europa sigue siendo la cantera de la arquitectura del mundo. Asegura que a principios del siglo pasado, América era la producción, y Europa, el valor añadido, pero que hoy América da el valor añadido y lo que se construye en Europa se convierte en referente.
P. ¿Qué aportará usted a Harvard?
R. Ninguna revolución. Pero sí aquello por lo que me han llamado: combino la práctica y la investigación, y tengo experiencia: sé quién es quién.
P. ¿Eso es fundamental para enseñar arquitectura?
R. Lo es para gestionar un departamento. Creo que lo que les interesa de mi trayectoria es lo que he llamado termodinámica: integrar conocimientos científicos en la arquitectura de una forma imaginativa, no meramente técnica, sino cultural. Hace 15 años que defiende esa combinación de cultura y ciencia. “No quiero sonar pedante, pero el filósofo Bruno Latour dice que ‘todos tenemos que ponernos la bata blanca’. Los laboratorios han dejado de estar apartados de la vida. Los conocimientos de hoy hacen que la forma en la que entendíamos la arquitectura hace tres lustros haya quedado obsoleta. Necesitamos poder integrar imaginación y ciencia”.
La pregunta entonces es qué pasará con los otros pilares de la arquitectura: la tradición o el lugar. “No hay arquitectura vernácula en el mundo que no sea una lección maestra de adaptación climática. La termodinámica siempre ha estado ahí. Defiendo arquitecturas pasivas capaces de no consumir energía finita para ofrecer confort. Defiendo afinar la intuición de la tradición con nuevos instrumentos”, explica.
P. ¿Cómo hacer que la termodinámica no se convierta en una nueva etiqueta de moda, como sucedió con “lo ecológico”, transformado en adjetivo antes que en hecho?
R. Produciendo obras de arquitectura memorables, sólidas y adaptadas a las necesidades reales de la sociedad.
P. ¿Un ejemplo concreto?
R. Me lo pones difícil.
P. Lo digo porque usted y su anterior socio Juan Herreros firmaron unas torres, llamadas bioclimáticas, en Vitoria que necesitaban aire acondicionado para evitar el calor.
R. Tuvieron la más alta calificación energética. Son una arquitectura bastante pasiva basada en los datos climáticos de Vitoria.
P. Las fachadas son de vidrio.
R. Vitoria puede tener más vidrio que casi ninguna otra ciudad en España. Y además las viviendas ventilan: todas tienen dos o tres fachadas. Si en un momento dado hay tres días de sol excesivo, puedes tener calor, pero es lo más bioclimático que puedes hacer.
Siendo un emigrante de lujo, Ábalos vive mal que los españoles tengan que emigrar. ”No creo que las crisis sean una gran oportunidad. Son una gran desgracia. En el caso de la arquitectura española, que vivía un momento dorado, una desgracia mayor”. Pero considera que una vez que los arquitectos españoles han asumido que su crisis será más larga que la crisis económica española, han reaccionado bien. Sus despachos pequeños y más artesanales que los del mundo anglosajón les han permitido adaptarse: “No creo que haya un estudio en Europa de primera línea en el que al menos el 20% de sus colaboradores no sean españoles”, explica. Y sostiene que el mundo académico más prestigioso también se ha aprovechado de la formación politécnica que se ha dado en España. Alejandro Zaera tiene su mismo cargo en Princeton e Iñaki Alday en la Universidad de Virginia… “Lo llaman la Armada Española. Creo que España domina en este momento la cultura arquitectónica mundial”.
Ante el mínimo escepticismo de su interlocutora, Ábalos se explica: “Somos muchos los que estamos formando a la élite. Y vienen más. Estar en las posiciones clave de las universidades más importantes es decidir cuáles son las líneas que va a seguir la arquitectura en el mundo. Mucha gente no es consciente de hasta qué punto diez escuelas de arquitectura del mundo dirigen la cultura arquitectónica. Desde dentro te das cuenta de cómo los programas de estudio del resto del mundo se van adaptando”.
Iñaki Ábalos habla de una cultura arquitectónica mundial no dogmática. “Las líneas más interesantes son las que abren nuevas vías y permiten pensar que la diferencia puede ser un valor. No estamos ante ningún catecismo. Reina la apertura mental y hay que estar atento a cómo las diferencias pueden contribuir al debate”, razona. Al tiempo que critica el anteproyecto para la Ley de Servicios Profesionales, que prepara el Ministerio de Economía, en el que se relativiza la importancia de la cultura arquitectónica cediendo la construcción a otros profesionales. “Me siento humillado. Me parece absolutamente incomprensible que se esté intentando arramblar con la profesión, posiblemente con la de cocinero, más prestigiosa que ha dado este país con una ley tan ciega al valor que aporta la arquitectura”. Habla de valor económico: “¿Por qué la gente va a Barcelona, París o Nueva York?”, pregunta.
Y asume que el hecho de que los arquitectos molesten a los políticos –Esperanza Aguirre dijo hace un año que “a los arquitectos habría que matarlos”– se debe a que el arte nunca es cómodo. Y menos para los políticos. “En general, no les hacemos un servicio a ellos. Tratamos de hacerlo a la sociedad, y eso muchas veces pasa por no hacérselo al político”.
P. ¿Usted cree que la sociedad piensa que trabajan para ella? Han recibido más críticas por su endogamia y prepotencia que ningún otro colectivo…
R. La crítica que recibe la arquitectura, merecida en gran parte, se focaliza en la gestión de la arquitectura que se ha hecho en España en las últimas dos décadas. De los nombres que son criticados es dificilísimo encontrar uno español.
P. ¿Calatrava? Que esté ejerciendo desde España. Todos sabemos dónde está el despilfarro.
P. En España ha habido mucho. Al margen de los grandes nombres.
R. Bueno… si alguien hace un aeropuerto sin tener ni un solo avión, no es un problema del arquitecto que ha diseñado el edificio de la terminal. La arquitectura española se caracteriza por una cierta contención formal y por una buena gestión de las limitaciones económicas, como mínimo por eso. Mientras los arquitectos españoles trabajaban con presupuestos bajos, que otros países admiran, aquí había otros tirando el dinero por un agujero negro.
Aunque no se vaya a hacer las Américas como un indiano, Ábalos está acostumbrado a las mudanzas. Creció en San Sebastián y estudió Arquitectura en Madrid. “Éramos cinco hermanos, yo el pequeño, estudiando la carrera en Madrid. Tampoco teníamos tantos recursos, de modo que nos trasladamos toda la familia”. Cuenta que tiene un hermano arquitecto diez años mayor que él, “el que me influyó”. Y que, como le gustaba dibujar, para convencerle le pasó la obra completa de Le Corbusier: “Un marciano haciendo platillos volantes fantásticos”. Por entonces dudó entre estudiar Literatura, Filosofía o Arquitectura, y ahí le convenció su padre. Le dijo que los literatos tenían una profesión para ganarse la vida, como Juan Benet, que le gustaba y era ingeniero.
Recién salido de la escuela, se encontró con la profunda crisis que asolaba la construcción. Corría el año 1979 y un delineante de su hermano, Jesús Estévez, “que ha fallecido hace poco y era de Coria, llamó diciendo que en su pueblo tenía clientes”. Los emigrantes estaban regresando, muchos desde Suiza. Tenían dinero, querían construirse casas, y Ábalos se fue para allá.
Se quedó tres años siguiendo el consejo de Frank Lloyd Wright: “Haz tus primeras casas lejos de donde vives”. “No había vivido nunca en un pueblo y la dehesa extremeña me entusiasmó. En un bar conocí a un señor en zapatillas que hablaba muy bien. Le pregunté a qué se dedicaba y me dijo que era Rafael Sánchez Ferlosio, el autor de El Jarama y Alfanhuí –los libros que entonces todo el mundo leía–. Me invitó a su palacio, que estaba en ruinas, junto a la catedral. Allí iba también el notario, que era muy culto. De repente estaba rodeado de gente mucho más interesante que en la capital…”.
Ábalos se fue de Coria porque “la etapa se agotó”. Y aunque hace cinco años concluyó una relación profesional con Juan Herreros que se prolongó más de dos décadas, no cree haber agotado más etapas que la mayoría de la gente. “Los arquitectos jóvenes son inseguros, necesitan trabajar en equipo. Recomendaría a todo el mundo poner a prueba sus ideas asociándose. Juan y yo aprendimos mucho el uno del otro y somos amigos. Pero según creces te haces más independiente. Llegó un momento en que tuvimos que decidir si queríamos tener una aventura distinta”. Y la iniciaron en 2008.
Arriesgar, en realidad, es una constante en la vida de Ábalos, que, con tres matrimonios y tres hijos, ha sido más estable profesional que personalmente. “Hoy ninguna profesión ejercida con intensidad es muy compatible con la vida familiar. Y aunque no estoy de acuerdo con eso, es difícil cambiarlo. Lo único que puedes contraponer es la máxima intensidad en los pocos momentos que tienes. Es mucho peor en otras sociedades, como la asiática. He tenido mejores y peores momentos con mis hijos, pero según crecen van aproximándose a mí. Todos tenemos nuestro papel. Hay quien está muy cerca y precisamente por estar tan cerca, los niños se intentan alejar…”. Todas las parejas de Ábalos han sido arquitectas. Sin embargo, ahora su pareja profesional, Renata Sentkiewicz es, por primera vez, su pareja personal. “Quizá en mi acercamiento a mis anteriores parejas tenía otros vínculos, pero me acerqué a Renata trabajando; su capacidad como técnica y diseñadora es impresionante”, señala Ábalos, que se considera arquitecto por encima de profesor.
P. ¿Y qué le hace pensar que sabe formar arquitectos?
R. Que aprendo enseñando.
Explica que un buen profesor “debe saber adaptarse, luego hay muchas formas de ser bueno”. Cuenta que su generación tuvo la fortuna de tener maestros que enseñaban a ser, a comportarse, a entender el mundo. “Con [Alejandro de la] Sota casi aprendías de sus chistes. Pero la obra también habla. Mi pasión por los rascacielos y por la arquitectura americana viene de [Francisco Javier Sáenz de] Oiza. De las veces que visité el BBVA en construcción”, cuenta. Y lamenta que la visita de obra se esté perdiendo. “La internacionalización de la profesión te obliga a pensar estrategias que garanticen la calidad a distancia”. El control de calidad se hace entonces por partes, con prefabricados. “Nos guste o no, el muro cortina es la lengua franca de la arquitectura, lo que permite garantizar el mismo resultado en todo el mundo. Por eso se hacen las grandes oficinas con este material, porque el vidrio también ha aumentado sus prestaciones, aunque todavía le quede camino por recorrer”.
Los grandes estudios son pocos y se reparten el mundo porque, supuestamente, ofrecen servicios completos. “Pero son poquísimas las obras de esos grupos que perdurarán. Construyen con eficacia, pero no son memorables, no tienen valor cultural”, añade. En medio de ese panorama, el nuevo director de la Escuela de Arquitectura de Harvard cree que esa tendencia se va a revertir. “Los clientes cada vez son más conscientes de que las grandes corporaciones resuelven los problemas, pero no aportan valor. Y, a su vez, es muy difícil que un arquitecto demuestre su valor haciendo bares. Por eso creo que el futuro pasa por la escala intermedia: la colaboración entre los pequeños arquitectos creativos y las grandes oficinas puede permitirles a los dos sobrevivir”.
Fuente: El País Semanal.
El flamante nuevo director de la Graduate School of Design (GSD), el departamento de arquitectura de la Universidad de Harvard, Iñaki Ábalos, nació en San Sebastián en 1956 y estudió en Madrid. Ahora vive entre esta ciudad y Cambridge, en Massachusetts, pero tiene casa en Canarias y construye en China. Tal vez por eso se considera más un arquitecto de un tiempo que de un lugar. “Hay que luchar contra la boina: el asentamiento en un lugar no te da certidumbre. La formación de un arquitecto es infinitamente más interesante si es capaz de tener el mundo en la cabeza”, opina. Cree que sus edificios, como la estación del AVE en Logroño o la remodelación de la Fundación Tàpies que concluyó en Barcelona, son un cruce de espacio y tiempo: “Una perspectiva de 100 años iguala muchas cosas. Nos da lo mismo que el Círculo de Bellas Artes de Madrid esté hecho en la misma época que el pabellón Mies van der Rohe de Barcelona. Nos gustan los dos muchísimo”.
Así, para el autor de edificios en Las Palmas y Vitoria y de ensayos, como La buena vida, donde revisa las casas de Andy Warhol o Pablo Picasso, dirigir la influyente escuela estadounidense supone decidir, en cierta medida, cómo será la arquitectura del futuro. Y aunque considera que “España domina la cultura arquitectónica mundial”, parece que el presente de alguien como él, que comenzó a construir en un pueblo de 13.000 habitantes como Coria (Cáceres), es ya planetario. Con su socia, la polaca Renata Sentkiewicz, acaba de ganar el concurso para levantar un Museo de Arte Contemporáneo en Zhuhai (al sur de China, junto a Macao), y no lejos de allí, en Guangzhou, diseña una isla universitaria, un campus dedicado a la investigación. Así, con la cabeza y la atención a ambos lados del globo, Ábalos sabe contener su inquietud. Disfruta la tranquilidad de unas vacaciones en la isla de La Palma, donde tiene una casa, pero confiesa que adora y añora el ruido. Con las ventanas abiertas en su piso de la calle del Barquillo de Madrid explica que en Boston echa en falta el barullo, pero que irse a América ya no supone convertirse en indiano. Él no deja de viajar por el mundo. Y regresa a Madrid una vez al mes.
Ábalos tiene claro lo que grandes de la arquitectura española, Josep Lluís Sert y Rafael Moneo, aportaron al cargo que estrena. “Sert no podía entender el salto que existe en América entre la arquitectura y la ciudad – allí ideada por urbanistas que son expertos en geografía o economía, pero ajenos al diseño–. Por eso legó un departamento de urbanismo asociado a la arquitectura que a partir de Harvard se expandió por otras universidades”, cuenta. Luego explica por qué Moneo fue otro director clave en Harvard: “Cuando el posmodernismo comenzó a interesarse por la arquitectura histórica, él tenía un pasado: se había formado en la historia de la arquitectura y de hecho vive la arquitectura como un presente continuo”. Así, opina que aportó naturalidad y cercanía entre la historia y las nuevas disciplinas. Además, dice Ábalos, todo lo que hace lo hace con dedicación intensiva: “Dejó huella y disciplinó mucho la escuela”.
El departamento de arquitectura que ahora dirige Ábalos siempre ha querido tener vinculación con Europa –desde que comenzó con el alemán Walter Gropius– y con la práctica. No es una escuela teórica, como Princeton, por ejemplo. Pero su nuevo director está convencido de que Europa sigue siendo la cantera de la arquitectura del mundo. Asegura que a principios del siglo pasado, América era la producción, y Europa, el valor añadido, pero que hoy América da el valor añadido y lo que se construye en Europa se convierte en referente.
P. ¿Qué aportará usted a Harvard?
R. Ninguna revolución. Pero sí aquello por lo que me han llamado: combino la práctica y la investigación, y tengo experiencia: sé quién es quién.
P. ¿Eso es fundamental para enseñar arquitectura?
R. Lo es para gestionar un departamento. Creo que lo que les interesa de mi trayectoria es lo que he llamado termodinámica: integrar conocimientos científicos en la arquitectura de una forma imaginativa, no meramente técnica, sino cultural. Hace 15 años que defiende esa combinación de cultura y ciencia. “No quiero sonar pedante, pero el filósofo Bruno Latour dice que ‘todos tenemos que ponernos la bata blanca’. Los laboratorios han dejado de estar apartados de la vida. Los conocimientos de hoy hacen que la forma en la que entendíamos la arquitectura hace tres lustros haya quedado obsoleta. Necesitamos poder integrar imaginación y ciencia”.
La pregunta entonces es qué pasará con los otros pilares de la arquitectura: la tradición o el lugar. “No hay arquitectura vernácula en el mundo que no sea una lección maestra de adaptación climática. La termodinámica siempre ha estado ahí. Defiendo arquitecturas pasivas capaces de no consumir energía finita para ofrecer confort. Defiendo afinar la intuición de la tradición con nuevos instrumentos”, explica.
P. ¿Cómo hacer que la termodinámica no se convierta en una nueva etiqueta de moda, como sucedió con “lo ecológico”, transformado en adjetivo antes que en hecho?
R. Produciendo obras de arquitectura memorables, sólidas y adaptadas a las necesidades reales de la sociedad.
P. ¿Un ejemplo concreto?
R. Me lo pones difícil.
P. Lo digo porque usted y su anterior socio Juan Herreros firmaron unas torres, llamadas bioclimáticas, en Vitoria que necesitaban aire acondicionado para evitar el calor.
R. Tuvieron la más alta calificación energética. Son una arquitectura bastante pasiva basada en los datos climáticos de Vitoria.
P. Las fachadas son de vidrio.
R. Vitoria puede tener más vidrio que casi ninguna otra ciudad en España. Y además las viviendas ventilan: todas tienen dos o tres fachadas. Si en un momento dado hay tres días de sol excesivo, puedes tener calor, pero es lo más bioclimático que puedes hacer.
Siendo un emigrante de lujo, Ábalos vive mal que los españoles tengan que emigrar. ”No creo que las crisis sean una gran oportunidad. Son una gran desgracia. En el caso de la arquitectura española, que vivía un momento dorado, una desgracia mayor”. Pero considera que una vez que los arquitectos españoles han asumido que su crisis será más larga que la crisis económica española, han reaccionado bien. Sus despachos pequeños y más artesanales que los del mundo anglosajón les han permitido adaptarse: “No creo que haya un estudio en Europa de primera línea en el que al menos el 20% de sus colaboradores no sean españoles”, explica. Y sostiene que el mundo académico más prestigioso también se ha aprovechado de la formación politécnica que se ha dado en España. Alejandro Zaera tiene su mismo cargo en Princeton e Iñaki Alday en la Universidad de Virginia… “Lo llaman la Armada Española. Creo que España domina en este momento la cultura arquitectónica mundial”.
Ante el mínimo escepticismo de su interlocutora, Ábalos se explica: “Somos muchos los que estamos formando a la élite. Y vienen más. Estar en las posiciones clave de las universidades más importantes es decidir cuáles son las líneas que va a seguir la arquitectura en el mundo. Mucha gente no es consciente de hasta qué punto diez escuelas de arquitectura del mundo dirigen la cultura arquitectónica. Desde dentro te das cuenta de cómo los programas de estudio del resto del mundo se van adaptando”.
Iñaki Ábalos habla de una cultura arquitectónica mundial no dogmática. “Las líneas más interesantes son las que abren nuevas vías y permiten pensar que la diferencia puede ser un valor. No estamos ante ningún catecismo. Reina la apertura mental y hay que estar atento a cómo las diferencias pueden contribuir al debate”, razona. Al tiempo que critica el anteproyecto para la Ley de Servicios Profesionales, que prepara el Ministerio de Economía, en el que se relativiza la importancia de la cultura arquitectónica cediendo la construcción a otros profesionales. “Me siento humillado. Me parece absolutamente incomprensible que se esté intentando arramblar con la profesión, posiblemente con la de cocinero, más prestigiosa que ha dado este país con una ley tan ciega al valor que aporta la arquitectura”. Habla de valor económico: “¿Por qué la gente va a Barcelona, París o Nueva York?”, pregunta.
Y asume que el hecho de que los arquitectos molesten a los políticos –Esperanza Aguirre dijo hace un año que “a los arquitectos habría que matarlos”– se debe a que el arte nunca es cómodo. Y menos para los políticos. “En general, no les hacemos un servicio a ellos. Tratamos de hacerlo a la sociedad, y eso muchas veces pasa por no hacérselo al político”.
P. ¿Usted cree que la sociedad piensa que trabajan para ella? Han recibido más críticas por su endogamia y prepotencia que ningún otro colectivo…
R. La crítica que recibe la arquitectura, merecida en gran parte, se focaliza en la gestión de la arquitectura que se ha hecho en España en las últimas dos décadas. De los nombres que son criticados es dificilísimo encontrar uno español.
P. ¿Calatrava? Que esté ejerciendo desde España. Todos sabemos dónde está el despilfarro.
P. En España ha habido mucho. Al margen de los grandes nombres.
R. Bueno… si alguien hace un aeropuerto sin tener ni un solo avión, no es un problema del arquitecto que ha diseñado el edificio de la terminal. La arquitectura española se caracteriza por una cierta contención formal y por una buena gestión de las limitaciones económicas, como mínimo por eso. Mientras los arquitectos españoles trabajaban con presupuestos bajos, que otros países admiran, aquí había otros tirando el dinero por un agujero negro.
Aunque no se vaya a hacer las Américas como un indiano, Ábalos está acostumbrado a las mudanzas. Creció en San Sebastián y estudió Arquitectura en Madrid. “Éramos cinco hermanos, yo el pequeño, estudiando la carrera en Madrid. Tampoco teníamos tantos recursos, de modo que nos trasladamos toda la familia”. Cuenta que tiene un hermano arquitecto diez años mayor que él, “el que me influyó”. Y que, como le gustaba dibujar, para convencerle le pasó la obra completa de Le Corbusier: “Un marciano haciendo platillos volantes fantásticos”. Por entonces dudó entre estudiar Literatura, Filosofía o Arquitectura, y ahí le convenció su padre. Le dijo que los literatos tenían una profesión para ganarse la vida, como Juan Benet, que le gustaba y era ingeniero.
Recién salido de la escuela, se encontró con la profunda crisis que asolaba la construcción. Corría el año 1979 y un delineante de su hermano, Jesús Estévez, “que ha fallecido hace poco y era de Coria, llamó diciendo que en su pueblo tenía clientes”. Los emigrantes estaban regresando, muchos desde Suiza. Tenían dinero, querían construirse casas, y Ábalos se fue para allá.
Se quedó tres años siguiendo el consejo de Frank Lloyd Wright: “Haz tus primeras casas lejos de donde vives”. “No había vivido nunca en un pueblo y la dehesa extremeña me entusiasmó. En un bar conocí a un señor en zapatillas que hablaba muy bien. Le pregunté a qué se dedicaba y me dijo que era Rafael Sánchez Ferlosio, el autor de El Jarama y Alfanhuí –los libros que entonces todo el mundo leía–. Me invitó a su palacio, que estaba en ruinas, junto a la catedral. Allí iba también el notario, que era muy culto. De repente estaba rodeado de gente mucho más interesante que en la capital…”.
Ábalos se fue de Coria porque “la etapa se agotó”. Y aunque hace cinco años concluyó una relación profesional con Juan Herreros que se prolongó más de dos décadas, no cree haber agotado más etapas que la mayoría de la gente. “Los arquitectos jóvenes son inseguros, necesitan trabajar en equipo. Recomendaría a todo el mundo poner a prueba sus ideas asociándose. Juan y yo aprendimos mucho el uno del otro y somos amigos. Pero según creces te haces más independiente. Llegó un momento en que tuvimos que decidir si queríamos tener una aventura distinta”. Y la iniciaron en 2008.
Arriesgar, en realidad, es una constante en la vida de Ábalos, que, con tres matrimonios y tres hijos, ha sido más estable profesional que personalmente. “Hoy ninguna profesión ejercida con intensidad es muy compatible con la vida familiar. Y aunque no estoy de acuerdo con eso, es difícil cambiarlo. Lo único que puedes contraponer es la máxima intensidad en los pocos momentos que tienes. Es mucho peor en otras sociedades, como la asiática. He tenido mejores y peores momentos con mis hijos, pero según crecen van aproximándose a mí. Todos tenemos nuestro papel. Hay quien está muy cerca y precisamente por estar tan cerca, los niños se intentan alejar…”. Todas las parejas de Ábalos han sido arquitectas. Sin embargo, ahora su pareja profesional, Renata Sentkiewicz es, por primera vez, su pareja personal. “Quizá en mi acercamiento a mis anteriores parejas tenía otros vínculos, pero me acerqué a Renata trabajando; su capacidad como técnica y diseñadora es impresionante”, señala Ábalos, que se considera arquitecto por encima de profesor.
P. ¿Y qué le hace pensar que sabe formar arquitectos?
R. Que aprendo enseñando.
Explica que un buen profesor “debe saber adaptarse, luego hay muchas formas de ser bueno”. Cuenta que su generación tuvo la fortuna de tener maestros que enseñaban a ser, a comportarse, a entender el mundo. “Con [Alejandro de la] Sota casi aprendías de sus chistes. Pero la obra también habla. Mi pasión por los rascacielos y por la arquitectura americana viene de [Francisco Javier Sáenz de] Oiza. De las veces que visité el BBVA en construcción”, cuenta. Y lamenta que la visita de obra se esté perdiendo. “La internacionalización de la profesión te obliga a pensar estrategias que garanticen la calidad a distancia”. El control de calidad se hace entonces por partes, con prefabricados. “Nos guste o no, el muro cortina es la lengua franca de la arquitectura, lo que permite garantizar el mismo resultado en todo el mundo. Por eso se hacen las grandes oficinas con este material, porque el vidrio también ha aumentado sus prestaciones, aunque todavía le quede camino por recorrer”.
Los grandes estudios son pocos y se reparten el mundo porque, supuestamente, ofrecen servicios completos. “Pero son poquísimas las obras de esos grupos que perdurarán. Construyen con eficacia, pero no son memorables, no tienen valor cultural”, añade. En medio de ese panorama, el nuevo director de la Escuela de Arquitectura de Harvard cree que esa tendencia se va a revertir. “Los clientes cada vez son más conscientes de que las grandes corporaciones resuelven los problemas, pero no aportan valor. Y, a su vez, es muy difícil que un arquitecto demuestre su valor haciendo bares. Por eso creo que el futuro pasa por la escala intermedia: la colaboración entre los pequeños arquitectos creativos y las grandes oficinas puede permitirles a los dos sobrevivir”.
Fuente: El País Semanal.
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sábado, 24 de agosto de 2013
Las tres formas de morir de viejo. Enfermedades cardiovasculares, neurológicas y tumores son manifestaciones del mismo proceso
La prevención y los factores de riesgo son comunes a todas
Se juntan un cardiólogo, dos neurólogos, una oncóloga y un experto en envejecimiento y ocurre que se ponen de acuerdo. No es un chiste. En ciencia a veces se dan estos milagros, como se puso de manifiesto ayer en una sesión sobre envejecimiento en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC). La mezcla de especialistas no era casual. A partir de los 75 años, cánceres, enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas representan el 61% de las causas de fallecimiento de los españoles, según reflejan los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). La idea que subyace es que el envejecimiento es, en sí mismo, una enfermedad, y que las otras son manifestaciones de una base común. Algo que geriatras y profanos sospechábamos hace tiempo.
Dirigió la sesión Valentín Fuster, director del CNIC; los neurólogos eran Samuel Gandy, descubridor del primer tratamiento contra el alzhéimer, y Vladímir Hachinski, presidente de la Federación Mundial de Neurología; la oncóloga, María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), y el experto en envejecimiento, otro miembro del CNIO, Vicente Andrés, quien ha estudiado la progeria, la enfermedad de envejecimiento prematuro.
Fuster, anfitrión del encuentro ante la Reina y el patronato de la Fundación Pro CNIC, en el que participa el grupo PRISA, editor de EL PAÍS, situó el debate entre dos parámetros: cuánto podemos llegar a vivir los humanos (y, sobre todo, cómo) y cuáles son las bases moleculares y genéticas del proceso del envejecimiento y de las enfermedades que lo culminan. “En una década, la supervivencia media de los estadounidenses se ha alargado seis años”, dijo Fuster. “En 2030 la edad media a la muerte será de 90 años, con una franja que va de los 76 a los 106”, señaló. El aumento de la supervivencia es una constante en los países ricos (y también en los demás, gracias al mayor control de las enfermedades transmisibles, las infecciosas). En España, por ejemplo, se ha pasado de una esperanza de vida al nacer de 80,9 años en el año 2006 a 82,1 en 2011, también según el INE.
El límite de supervivencia humana no está claro. Y si hay algo que odien los científicos es que les pidan que especulen. Así que poner un tope a este proceso es complicado. “Lo único que sabemos es que una mujer ha vivido hasta los 127 años y un hombre hasta los 116”, dijo Hachinski. Y eso demuestra que ese límite es posible y que puede aumentar. El reto es que sea en condiciones aceptables. Y que, además, se puede conseguir un envejecimiento saludable. Fuster puso el ejemplo de un paciente de 106 años que llegó a su consulta para pedirle que le ayudara a programar “sus actividades futuras”.
Porque no se trata de añadir años sin más a la vida (o a la agonía si las cosas vienen mal dadas). Si hay algo en lo que la mayoría de la humanidad está de acuerdo es en que quiere vivir lo más posible, pero con ciertas garantías de calidad. Y ahí es clave la capacidad intelectual. “Tenemos técnicas para hacer que el corazón dure. ¿Y el cerebro?”, preguntó Fuster. Hachinski fue tajante: “Va a ser mejor”. Aunque esto no será gratis. Para ello “hay que ejercitarlo”. “La mejor manera de conservar un órgano es usarlo, y si además lo protegemos…”.
Hay que reconocer que al llegar al asunto de la prevención —de todo, del envejecimiento en general y de cada enfermedad en particular— el debate amenaza siempre con desinflarse. A estas alturas, que alguien insista en que los factores de prevención cardiovascular son hacer ejercicio, dejar de fumar e ingerir menos calorías casi crea rechazo a base de repetirlo —como señaló Samuel Gandy—. Pero esta casi obviedad adquirió en la sesión un giro atractivo: no se trata solo de factores de prevención para las enfermedades cardiovasculares. Que preguntados Blasco y Gandy coincidan en su impacto en sus respectivos campos es una muestra de que, en el fondo, “las claves del envejecimiento y las enfermedades asociadas son muy pocas, y comunes”, como dice Hachinski.
La confirmación por parte de Blasco es contundente. De los reunidos, ella trabaja quizá con lo más recóndito: los telómeros que se encierran en el núcleo de las células, unidos inexorablemente al ADN. “Se trata de estructuras que protegen los extremos de los cromosomas”, explica la directora del CNIO. “En cada división celular se pierde una parte. Por eso podríamos decir que midiendo su longitud en los embriones se podría predecir lo que va a vivir una persona”, aclara. Y lo importante para el asunto del envejecimiento y su prevención es que “incluso hay marcadores moleculares que permiten reflejar a ese nivel los cambios de hábitos. Definitivamente, el estilo de vida se refleja en los telómeros”, indica. La investigadora es capaz incluso de cifrar el impacto de los factores de vida en lo que sucede con los telómeros. “El 20% es genético” —y, por tanto, ahí hay, de momento, poco que podamos hacer, podría haber añadido—. “Pero el otro 80% es ambiental”.
El propio trabajo de Blasco es una prueba de esta relación entre distintas enfermedades o procesos cuando llega el envejecimiento —“cuando las funciones celulares se deterioran”, como ella misma define—. La investigadora empezó estudiando los telómeros como parte del cáncer (a más largos en una célula oncológica, más fácil que prolifere, porque están más protegidas), pero sus últimos artículos ya hablan directamente de su incidencia en la supervivencia del individuo e incluso acaba de publicar un trabajo —en ratones, eso sí— en los que a base de protegerlos y alargarlos se han conseguido roedores más longevos.
La red de relaciones envejecimiento-enfermedades que los expertos empiezan a vislumbrar se va tupiendo con otros hallazgos. “Aparte de factores como el colesterol o el metabolismo, hemos descubierto que comparten un riesgo genético”, dice Samuel Gandy. Él empezó trabajando en alzhéimer, pero al estudiar sus factores genéticos se encontró con uno, el Apoe4, “que también está presente en las enfermedades coronarias”.
Vicente Andrés, director del laboratorio de Fisiopatología Molecular del CNIO, también tiene su granito que aportar. Al estudiar “la devastadora progeria, que acelera los procesos propios del envejecimiento en niños a partir de un año y medio de edad y hace que mueran de viejos a los 13”, halló una mutación en una proteína, la progerina. Y esta está presente también en los casos de envejecimiento de adultos, porque si algo define el proceso de ir adquiriendo edad es que, desde un punto de vista fisiológico, se pierde la capacidad para reparar ciertas células o mutaciones. “Lo que sabemos es que hay una serie de procesos comunes que son la esencia del envejecimiento, y que nos llevan por igual al cáncer, las enfermedades cardiovasculares o el alzhéimer”, afirma Andrés.
Pero unos científicos no lo serían si no quisieran ir más allá. Según vayan conociéndose más marcadores (predictores) biológicos, la idea será extender las pruebas para medirlos antes de que el envejecimiento comience. Al margen de convencionalismos, de una manera puramente biológica puede decirse que este empieza “cuando acaba el desarrollo”, dice Hachinski. Esto pondría la fecha del comienzo del declive alrededor de unos amenazadores 20 o 30 años, que es cuando el último de los órganos humanos acaba de formarse. Y este honor corresponde al cerebro. Este hallazgo, por cierto, tiene gran parte de su fundamento en un español, Santiago Ramón y Cajal, que descubrió que, en contra de los que se creía hasta entonces, el enjambre neuronal que lo forma no acaba de establecerse hasta pasada la adolescencia.
Visto con un punto de vista actual esto es lógico: ahora sabemos que el aprendizaje depende de las sinapsis (conexiones neuronales), y las necesidades sociales y biológicas han hecho que ese proceso se prolongue (por eso mismo cuesta tanto aprender idiomas de mayor, por ejemplo). De hecho, como recalcó Blasco, la renovación celular —no solo la de las neuronas— es continua. Cada 10 años los seres humanos somos seres completamente nuevos: todas nuestras células han sido sustituidas. Y ahí entran en acción las últimas estrellas de la biología: las células madre. Por eso, Blasco apunta otra posible definición de envejecimiento: el momento en que las mutaciones de las células madre las hace incapaces de cumplir su tarea regeneradora.
Hachinski cree que lo lógico es plantear que después del pleno desarrollo hasta el comienzo del envejecimiento hay un proceso de mantenimiento. Es el momento de hacer pruebas de detección precoz (de alzhéimer, de deterioro cognitivo, de longitud de telómeros, de hipertensión, colesterol, diabetes) algo clave para procurar el objetivo que se busca: que la fragilidad —la verdadera definición del envejecimiento, como acaba de afirmar la Sociedad Española de Geriatría—, llegue lo más tarde posible, dijo Fuster. La idea es que ante el final inevitable, el proceso de deterioro previo se retrase al máximo y que, además, dure lo mínimo. O lo que es lo mismo: dedicar el menor tiempo posible a morirse o estar mal. “El problema que veo son las pruebas de detección precoz, sobre todo por su coste”, añadió Fuster.
Gandy, quien arrima el ascua a su sardina, apunta a que en un futuro no muy lejano se podrían hacer pruebas de cribado para detectar el riesgo de alzhéimer. “Pero habrá que empezar por ensayos pequeños, o perderemos la credibilidad”, afirma. “Y tener cuidado con no confundirnos. Nos puede parecer que, por ejemplo, los problemas de sueño son causa del alzhéimer o el párkinson, cuando a lo mejor son su efecto”, dice. “Tenemos que desarrollar lo antes posible herramientas para identificar de manera temprana los condicionantes biológicos que van a llevar a la aparición de estas enfermedades”, añade Andrés.
Tanta prueba solo tendría sentido si sirve para que cambiemos nuestros hábitos, añade Fuster. Esto lleva de nuevo a la famosa trilogía de la prevención: alimentación saludable, no fumar y hacer ejercicio. “Lo importante es que, sea a los 70 o a los 80, nunca es tarde para cambiar”, resume el cardiólogo.
La jornada, por cierto, se llamaba Controversias sobre el envejecimiento. Fue un diagnóstico equivocado: lo único que no hubo fueron controversias.
Fuente: El País.
Se juntan un cardiólogo, dos neurólogos, una oncóloga y un experto en envejecimiento y ocurre que se ponen de acuerdo. No es un chiste. En ciencia a veces se dan estos milagros, como se puso de manifiesto ayer en una sesión sobre envejecimiento en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC). La mezcla de especialistas no era casual. A partir de los 75 años, cánceres, enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas representan el 61% de las causas de fallecimiento de los españoles, según reflejan los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). La idea que subyace es que el envejecimiento es, en sí mismo, una enfermedad, y que las otras son manifestaciones de una base común. Algo que geriatras y profanos sospechábamos hace tiempo.
Dirigió la sesión Valentín Fuster, director del CNIC; los neurólogos eran Samuel Gandy, descubridor del primer tratamiento contra el alzhéimer, y Vladímir Hachinski, presidente de la Federación Mundial de Neurología; la oncóloga, María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), y el experto en envejecimiento, otro miembro del CNIO, Vicente Andrés, quien ha estudiado la progeria, la enfermedad de envejecimiento prematuro.
Fuster, anfitrión del encuentro ante la Reina y el patronato de la Fundación Pro CNIC, en el que participa el grupo PRISA, editor de EL PAÍS, situó el debate entre dos parámetros: cuánto podemos llegar a vivir los humanos (y, sobre todo, cómo) y cuáles son las bases moleculares y genéticas del proceso del envejecimiento y de las enfermedades que lo culminan. “En una década, la supervivencia media de los estadounidenses se ha alargado seis años”, dijo Fuster. “En 2030 la edad media a la muerte será de 90 años, con una franja que va de los 76 a los 106”, señaló. El aumento de la supervivencia es una constante en los países ricos (y también en los demás, gracias al mayor control de las enfermedades transmisibles, las infecciosas). En España, por ejemplo, se ha pasado de una esperanza de vida al nacer de 80,9 años en el año 2006 a 82,1 en 2011, también según el INE.
El límite de supervivencia humana no está claro. Y si hay algo que odien los científicos es que les pidan que especulen. Así que poner un tope a este proceso es complicado. “Lo único que sabemos es que una mujer ha vivido hasta los 127 años y un hombre hasta los 116”, dijo Hachinski. Y eso demuestra que ese límite es posible y que puede aumentar. El reto es que sea en condiciones aceptables. Y que, además, se puede conseguir un envejecimiento saludable. Fuster puso el ejemplo de un paciente de 106 años que llegó a su consulta para pedirle que le ayudara a programar “sus actividades futuras”.
Porque no se trata de añadir años sin más a la vida (o a la agonía si las cosas vienen mal dadas). Si hay algo en lo que la mayoría de la humanidad está de acuerdo es en que quiere vivir lo más posible, pero con ciertas garantías de calidad. Y ahí es clave la capacidad intelectual. “Tenemos técnicas para hacer que el corazón dure. ¿Y el cerebro?”, preguntó Fuster. Hachinski fue tajante: “Va a ser mejor”. Aunque esto no será gratis. Para ello “hay que ejercitarlo”. “La mejor manera de conservar un órgano es usarlo, y si además lo protegemos…”.
Hay que reconocer que al llegar al asunto de la prevención —de todo, del envejecimiento en general y de cada enfermedad en particular— el debate amenaza siempre con desinflarse. A estas alturas, que alguien insista en que los factores de prevención cardiovascular son hacer ejercicio, dejar de fumar e ingerir menos calorías casi crea rechazo a base de repetirlo —como señaló Samuel Gandy—. Pero esta casi obviedad adquirió en la sesión un giro atractivo: no se trata solo de factores de prevención para las enfermedades cardiovasculares. Que preguntados Blasco y Gandy coincidan en su impacto en sus respectivos campos es una muestra de que, en el fondo, “las claves del envejecimiento y las enfermedades asociadas son muy pocas, y comunes”, como dice Hachinski.
La confirmación por parte de Blasco es contundente. De los reunidos, ella trabaja quizá con lo más recóndito: los telómeros que se encierran en el núcleo de las células, unidos inexorablemente al ADN. “Se trata de estructuras que protegen los extremos de los cromosomas”, explica la directora del CNIO. “En cada división celular se pierde una parte. Por eso podríamos decir que midiendo su longitud en los embriones se podría predecir lo que va a vivir una persona”, aclara. Y lo importante para el asunto del envejecimiento y su prevención es que “incluso hay marcadores moleculares que permiten reflejar a ese nivel los cambios de hábitos. Definitivamente, el estilo de vida se refleja en los telómeros”, indica. La investigadora es capaz incluso de cifrar el impacto de los factores de vida en lo que sucede con los telómeros. “El 20% es genético” —y, por tanto, ahí hay, de momento, poco que podamos hacer, podría haber añadido—. “Pero el otro 80% es ambiental”.
El propio trabajo de Blasco es una prueba de esta relación entre distintas enfermedades o procesos cuando llega el envejecimiento —“cuando las funciones celulares se deterioran”, como ella misma define—. La investigadora empezó estudiando los telómeros como parte del cáncer (a más largos en una célula oncológica, más fácil que prolifere, porque están más protegidas), pero sus últimos artículos ya hablan directamente de su incidencia en la supervivencia del individuo e incluso acaba de publicar un trabajo —en ratones, eso sí— en los que a base de protegerlos y alargarlos se han conseguido roedores más longevos.
La red de relaciones envejecimiento-enfermedades que los expertos empiezan a vislumbrar se va tupiendo con otros hallazgos. “Aparte de factores como el colesterol o el metabolismo, hemos descubierto que comparten un riesgo genético”, dice Samuel Gandy. Él empezó trabajando en alzhéimer, pero al estudiar sus factores genéticos se encontró con uno, el Apoe4, “que también está presente en las enfermedades coronarias”.
Vicente Andrés, director del laboratorio de Fisiopatología Molecular del CNIO, también tiene su granito que aportar. Al estudiar “la devastadora progeria, que acelera los procesos propios del envejecimiento en niños a partir de un año y medio de edad y hace que mueran de viejos a los 13”, halló una mutación en una proteína, la progerina. Y esta está presente también en los casos de envejecimiento de adultos, porque si algo define el proceso de ir adquiriendo edad es que, desde un punto de vista fisiológico, se pierde la capacidad para reparar ciertas células o mutaciones. “Lo que sabemos es que hay una serie de procesos comunes que son la esencia del envejecimiento, y que nos llevan por igual al cáncer, las enfermedades cardiovasculares o el alzhéimer”, afirma Andrés.
Pero unos científicos no lo serían si no quisieran ir más allá. Según vayan conociéndose más marcadores (predictores) biológicos, la idea será extender las pruebas para medirlos antes de que el envejecimiento comience. Al margen de convencionalismos, de una manera puramente biológica puede decirse que este empieza “cuando acaba el desarrollo”, dice Hachinski. Esto pondría la fecha del comienzo del declive alrededor de unos amenazadores 20 o 30 años, que es cuando el último de los órganos humanos acaba de formarse. Y este honor corresponde al cerebro. Este hallazgo, por cierto, tiene gran parte de su fundamento en un español, Santiago Ramón y Cajal, que descubrió que, en contra de los que se creía hasta entonces, el enjambre neuronal que lo forma no acaba de establecerse hasta pasada la adolescencia.
Visto con un punto de vista actual esto es lógico: ahora sabemos que el aprendizaje depende de las sinapsis (conexiones neuronales), y las necesidades sociales y biológicas han hecho que ese proceso se prolongue (por eso mismo cuesta tanto aprender idiomas de mayor, por ejemplo). De hecho, como recalcó Blasco, la renovación celular —no solo la de las neuronas— es continua. Cada 10 años los seres humanos somos seres completamente nuevos: todas nuestras células han sido sustituidas. Y ahí entran en acción las últimas estrellas de la biología: las células madre. Por eso, Blasco apunta otra posible definición de envejecimiento: el momento en que las mutaciones de las células madre las hace incapaces de cumplir su tarea regeneradora.
Hachinski cree que lo lógico es plantear que después del pleno desarrollo hasta el comienzo del envejecimiento hay un proceso de mantenimiento. Es el momento de hacer pruebas de detección precoz (de alzhéimer, de deterioro cognitivo, de longitud de telómeros, de hipertensión, colesterol, diabetes) algo clave para procurar el objetivo que se busca: que la fragilidad —la verdadera definición del envejecimiento, como acaba de afirmar la Sociedad Española de Geriatría—, llegue lo más tarde posible, dijo Fuster. La idea es que ante el final inevitable, el proceso de deterioro previo se retrase al máximo y que, además, dure lo mínimo. O lo que es lo mismo: dedicar el menor tiempo posible a morirse o estar mal. “El problema que veo son las pruebas de detección precoz, sobre todo por su coste”, añadió Fuster.
Gandy, quien arrima el ascua a su sardina, apunta a que en un futuro no muy lejano se podrían hacer pruebas de cribado para detectar el riesgo de alzhéimer. “Pero habrá que empezar por ensayos pequeños, o perderemos la credibilidad”, afirma. “Y tener cuidado con no confundirnos. Nos puede parecer que, por ejemplo, los problemas de sueño son causa del alzhéimer o el párkinson, cuando a lo mejor son su efecto”, dice. “Tenemos que desarrollar lo antes posible herramientas para identificar de manera temprana los condicionantes biológicos que van a llevar a la aparición de estas enfermedades”, añade Andrés.
Tanta prueba solo tendría sentido si sirve para que cambiemos nuestros hábitos, añade Fuster. Esto lleva de nuevo a la famosa trilogía de la prevención: alimentación saludable, no fumar y hacer ejercicio. “Lo importante es que, sea a los 70 o a los 80, nunca es tarde para cambiar”, resume el cardiólogo.
La jornada, por cierto, se llamaba Controversias sobre el envejecimiento. Fue un diagnóstico equivocado: lo único que no hubo fueron controversias.
Fuente: El País.
viernes, 23 de agosto de 2013
Despedida de una científica que está haciendo las maletas
Tras cinco años en España, con un contrato Ramón y Cajal, el desplome de la I+D impone de nuevo la emigración a Estados Unidos
AMAYA MORO-MARTÍN 19 AGO 2013
Estimado Sr. Presidente,
Aprovechando el periodo estival, y para minimizar los costes de mi próximo traslado trasatlántico, estoy haciendo limpieza de mi oficina en el CSIC y me gustaría devolverle algunos documentos que ya no voy a necesitar.
Adjunto le devuelvo el certificado oficial de haber superado positivamente la evaluación del Programa I3, el Programa de Incentivación de la Incorporación e Intensificación de la Actividad Investigadora. Agradezco el detalle del Ministerio de Economía y Competitividad pero, en el contexto actual de la investigación en España, no entiendo los conceptos “incentivación”, “incorporación” e “intensificación” (tampoco el de “actividad investigadora”, más allá de la basal). Gracias de todos modos por comunicarme que soy “apta” para investigar; del feedback de la comunidad científica uno no se puede fiar.
Así mismo le devuelvo la homologación española del título de doctor que obtuve en EEUU y la docena de documentos necesarios para su trámite. Todos los documentos vienen con la apostilla de la Haya y las consiguientes firmas del Gobernador del Estado, traducciones oficiales y copias compulsadas con las firmas del Cónsul español en Nueva York. Se incluyen las descripciones detalladas de todas las asignaturas cursadas, que resultaron de mucho interés tanto para el Gobernador como para el Cónsul. Afortunadamente España lidera la cruzada de las homologaciones. Fuera de nuestras fronteras cualquier título original vale, un verdadero escándalo.
El documento que guardo con más cariño, y que también le devuelvo en este envío, es el BOE que describe mi contrato bajo el programa Ramón y Cajal. Subrayado en amarillo encontrará el párrafo donde se detalla el compromiso explícito de, superadas las evaluaciones pertinentes, convocar una plaza con el perfil del investigador contratado. Fue ese párrafo el que me hizo poner fin a más de una década en EEUU. También le devuelvo otro BOE, el de la Ley de la Ciencia, que reafirma ese compromiso de estabilización laboral, introducido precisamente por su grupo parlamentario en el Senado. Le envío esos documentos en una bolsa hermética, son puro papel mojado.
Por el mismo conducto le envío las 700 páginas de certificados y documentos que tenía preparados para el día en que se convocara una plaza con mi perfil, algo que nunca ocurrió. Es la documentación requerida para acreditar la veracidad de mi currículum. Recopilar esa documentación fue una labor de investigación tremendamente gratificante. Sepa usted que en los muchos trabajos que he solicitado fuera de España la documentación requerida es algo más escueta, aproximadamente de 10 páginas: un plan de trabajo y un breve currículum, que no hay que justificar porque la comunidad científica opera con un código de honor. Si quiere un día se lo explico. Sepa usted también que nunca he podido presentarme a una oposición en una universidad española por no tener la acreditación de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación, acreditación que, por otro lado, sólo se consigue si uno tiene una vinculación previa con una universidad española. Es curioso que ni la Universidad de Princeton ni la Universidad de California en Berkeley, donde hice hace unos años sendas entrevistas de trabajo para plazas de profesor, echaran en falta dicha certificación de aptitud. Quizá la permeabilidad tenga algo que ver con la excelencia, ahora que estamos tan preocupados por los rankings internacionales.
También le devuelvo la carta que la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología tuvo el detalle de enviarme hace unas semanas a mi antigua dirección en la Universidad de Princeton. El objetivo de dicha misiva es realzar la “marca España” con un programa denominado “Ciencia Española en el Exterior”. Sepa usted que me trasladé a España hace cinco años y cuando emigre próximamente la ciencia que haga ya no será española, ni será gracias a España; seguiré haciendo ciencia a pesar de España. No se molesten en enviarme esa misma misiva a mi nuevo centro de trabajo en NASA. Ese esfuerzo ímprobo que han realizado ustedes para localizar a investigadores españoles en el extranjero, que ha llegado incluso a recopilar los viejos correos electrónicos de los que habíamos regresado hacía años, podrían canalizarlo en contactar con los investigadores que todavía están en España y cuya permanencia en el país pende de un hilo. Quizá sea interesante evaluar el alcance del problema, analizar las causas y diseñar una estrategia para buscar soluciones. ¿Cómo, que no sabe a qué problema me refiero? Al de la fuga de cerebros, esa realidad sangrante que su equipo describe como un “topicazo”. Les sugiero un nuevo eufemismo para su colección: inquietud laboral.
Ya se que tiene usted copia porque la dejamos en el Registro de Entrada, pero permítame enviarle de nuevo el CD con las 50.000 firmas de la primera Carta Abierta por la Ciencia y otro con las 80.000 firmas de la segunda. Y una sugerencia: en la verja del Ministerio de Economía y Competitividad, cuyas puertas cerraron a cal y canto el pasado 14 de junio ante la llegada de la mayor manifestación de investigadores en la historia de España, tenga usted disponible, por favor, un rollo de celo. Lo digo para que podamos pegar en la verja la siguiente carta abierta por la ciencia, como pasó con nuestra última carta. O ponga usted un corcho. Entiendo que ambas cosas, el celo y el corcho, excedan el presupuesto de la I+D(*) en España; nos apañamos con uno u otro.
También le devuelvo todas las afirmaciones que su equipo ha hecho de cómo España sigue apostando por la I+D(*). Deduzco que esa apuesta fue hecha en Eurovegas y perdimos. Le devuelvo esas afirmaciones con el mismo afecto con que las recibimos. En realidad usted personalmente no miente, porque no ha dicho nada, absolutamente nada al respecto. Pero aquí le envío los contactos de los 156 periodistas nacionales e internacionales con los que hasta ahora he tenido el placer de hablar sobre su política científica, por si algún día se decide a decirles algo sobre este asunto. Somos todo oídos.
En este abultado envío también le adjunto mi certificado de empadronamiento y dudo si devolverle o no el pasaporte de mi hija de nueve meses; tiene doble nacionalidad pero nuestro futuro en España es tan incierto que me pregunto si volverá a necesitar el pasaporte español. Ahí le van. Se los envío con un nudo en la garganta, el nudo doble de los que se enfrentan a la emigración por segunda vez.
Por último, y a cambio de todos estos documentos que le devuelvo, le pido tan sólo una cosa: devuélvame usted mi dignidad como investigadora, y en el mismo envío, si no le es mucha molestia, devuélvasela a toda la comunidad de investigadores en España, y no se olvide de los de humanidades.
Mariano, durante su legislatura la investigación en este país se está hundiendo irremediablemente hacia el abismo de la fosa de las Marianas. Y si bien es cierto que nuestros colegas científicos han descubierto que hay vida allá abajo, sepa usted que es bacteriana.
Un cordial saludo,
Una investigadora.
(*) P.S. I+D significaba Investigación y Desarrollo.
Amaya Moro-Martín es investigadora Ramón y Cajal del CSIC y promotora de la Plataforma Investigación Digna
Fuente: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/08/19/actualidad/1376935600_483731.html
AMAYA MORO-MARTÍN 19 AGO 2013
Estimado Sr. Presidente,
Aprovechando el periodo estival, y para minimizar los costes de mi próximo traslado trasatlántico, estoy haciendo limpieza de mi oficina en el CSIC y me gustaría devolverle algunos documentos que ya no voy a necesitar.
Adjunto le devuelvo el certificado oficial de haber superado positivamente la evaluación del Programa I3, el Programa de Incentivación de la Incorporación e Intensificación de la Actividad Investigadora. Agradezco el detalle del Ministerio de Economía y Competitividad pero, en el contexto actual de la investigación en España, no entiendo los conceptos “incentivación”, “incorporación” e “intensificación” (tampoco el de “actividad investigadora”, más allá de la basal). Gracias de todos modos por comunicarme que soy “apta” para investigar; del feedback de la comunidad científica uno no se puede fiar.
Así mismo le devuelvo la homologación española del título de doctor que obtuve en EEUU y la docena de documentos necesarios para su trámite. Todos los documentos vienen con la apostilla de la Haya y las consiguientes firmas del Gobernador del Estado, traducciones oficiales y copias compulsadas con las firmas del Cónsul español en Nueva York. Se incluyen las descripciones detalladas de todas las asignaturas cursadas, que resultaron de mucho interés tanto para el Gobernador como para el Cónsul. Afortunadamente España lidera la cruzada de las homologaciones. Fuera de nuestras fronteras cualquier título original vale, un verdadero escándalo.
El documento que guardo con más cariño, y que también le devuelvo en este envío, es el BOE que describe mi contrato bajo el programa Ramón y Cajal. Subrayado en amarillo encontrará el párrafo donde se detalla el compromiso explícito de, superadas las evaluaciones pertinentes, convocar una plaza con el perfil del investigador contratado. Fue ese párrafo el que me hizo poner fin a más de una década en EEUU. También le devuelvo otro BOE, el de la Ley de la Ciencia, que reafirma ese compromiso de estabilización laboral, introducido precisamente por su grupo parlamentario en el Senado. Le envío esos documentos en una bolsa hermética, son puro papel mojado.
Por el mismo conducto le envío las 700 páginas de certificados y documentos que tenía preparados para el día en que se convocara una plaza con mi perfil, algo que nunca ocurrió. Es la documentación requerida para acreditar la veracidad de mi currículum. Recopilar esa documentación fue una labor de investigación tremendamente gratificante. Sepa usted que en los muchos trabajos que he solicitado fuera de España la documentación requerida es algo más escueta, aproximadamente de 10 páginas: un plan de trabajo y un breve currículum, que no hay que justificar porque la comunidad científica opera con un código de honor. Si quiere un día se lo explico. Sepa usted también que nunca he podido presentarme a una oposición en una universidad española por no tener la acreditación de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación, acreditación que, por otro lado, sólo se consigue si uno tiene una vinculación previa con una universidad española. Es curioso que ni la Universidad de Princeton ni la Universidad de California en Berkeley, donde hice hace unos años sendas entrevistas de trabajo para plazas de profesor, echaran en falta dicha certificación de aptitud. Quizá la permeabilidad tenga algo que ver con la excelencia, ahora que estamos tan preocupados por los rankings internacionales.
También le devuelvo la carta que la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología tuvo el detalle de enviarme hace unas semanas a mi antigua dirección en la Universidad de Princeton. El objetivo de dicha misiva es realzar la “marca España” con un programa denominado “Ciencia Española en el Exterior”. Sepa usted que me trasladé a España hace cinco años y cuando emigre próximamente la ciencia que haga ya no será española, ni será gracias a España; seguiré haciendo ciencia a pesar de España. No se molesten en enviarme esa misma misiva a mi nuevo centro de trabajo en NASA. Ese esfuerzo ímprobo que han realizado ustedes para localizar a investigadores españoles en el extranjero, que ha llegado incluso a recopilar los viejos correos electrónicos de los que habíamos regresado hacía años, podrían canalizarlo en contactar con los investigadores que todavía están en España y cuya permanencia en el país pende de un hilo. Quizá sea interesante evaluar el alcance del problema, analizar las causas y diseñar una estrategia para buscar soluciones. ¿Cómo, que no sabe a qué problema me refiero? Al de la fuga de cerebros, esa realidad sangrante que su equipo describe como un “topicazo”. Les sugiero un nuevo eufemismo para su colección: inquietud laboral.
Ya se que tiene usted copia porque la dejamos en el Registro de Entrada, pero permítame enviarle de nuevo el CD con las 50.000 firmas de la primera Carta Abierta por la Ciencia y otro con las 80.000 firmas de la segunda. Y una sugerencia: en la verja del Ministerio de Economía y Competitividad, cuyas puertas cerraron a cal y canto el pasado 14 de junio ante la llegada de la mayor manifestación de investigadores en la historia de España, tenga usted disponible, por favor, un rollo de celo. Lo digo para que podamos pegar en la verja la siguiente carta abierta por la ciencia, como pasó con nuestra última carta. O ponga usted un corcho. Entiendo que ambas cosas, el celo y el corcho, excedan el presupuesto de la I+D(*) en España; nos apañamos con uno u otro.
También le devuelvo todas las afirmaciones que su equipo ha hecho de cómo España sigue apostando por la I+D(*). Deduzco que esa apuesta fue hecha en Eurovegas y perdimos. Le devuelvo esas afirmaciones con el mismo afecto con que las recibimos. En realidad usted personalmente no miente, porque no ha dicho nada, absolutamente nada al respecto. Pero aquí le envío los contactos de los 156 periodistas nacionales e internacionales con los que hasta ahora he tenido el placer de hablar sobre su política científica, por si algún día se decide a decirles algo sobre este asunto. Somos todo oídos.
En este abultado envío también le adjunto mi certificado de empadronamiento y dudo si devolverle o no el pasaporte de mi hija de nueve meses; tiene doble nacionalidad pero nuestro futuro en España es tan incierto que me pregunto si volverá a necesitar el pasaporte español. Ahí le van. Se los envío con un nudo en la garganta, el nudo doble de los que se enfrentan a la emigración por segunda vez.
Por último, y a cambio de todos estos documentos que le devuelvo, le pido tan sólo una cosa: devuélvame usted mi dignidad como investigadora, y en el mismo envío, si no le es mucha molestia, devuélvasela a toda la comunidad de investigadores en España, y no se olvide de los de humanidades.
Mariano, durante su legislatura la investigación en este país se está hundiendo irremediablemente hacia el abismo de la fosa de las Marianas. Y si bien es cierto que nuestros colegas científicos han descubierto que hay vida allá abajo, sepa usted que es bacteriana.
Un cordial saludo,
Una investigadora.
(*) P.S. I+D significaba Investigación y Desarrollo.
Amaya Moro-Martín es investigadora Ramón y Cajal del CSIC y promotora de la Plataforma Investigación Digna
Fuente: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/08/19/actualidad/1376935600_483731.html
miércoles, 21 de agosto de 2013
Merkel desata la polémica al visitar Dachau en plena campaña electoral. La canciller ha sido el primer jefe de Gobierno alemán en visitar el campo de concentración.
Primero el campo de concentración y, un cuarto de hora más tarde, un mitin electoral en una carpa cervecera. Angela Merkel ha sido la primera canciller federal de Alemania en visitar el campo de concentración nazi de Dachau, junto a la localidad del mismo nombre situada unos 20 kilómetros al noroeste de Múnich. Otra novedad de la cita ha sido su coincidencia con el último mes de campaña para las generales del 22 de septiembre, en las que Merkel se presenta a la reelección con la Unión Demócrata Cristiana (CDU). Tras recordar a las víctimas y reunirse con supervivientes en el campo, la canciller ha hablado del Holocausto también en el acto festivo posterior. “No puede haber un contraste mayor”, ha asegurado. Ha recordado que “el campo de concentración también estaba entonces a cuatro pasos de Dachau; el que quería, podía ver y oír” lo que pasaba con sus presos: “por eso es importante que no vuelva a suceder, que no volvamos a mirar a otro lado”.
El padrino político y antecesor democristiano de Merkel en la Cancillería, Helmut Kohl, participó en actos festivos parecidos en Dachau en 1990, pero no visitó el recinto conmemorativo. Muchos políticos conservadores de la Unión Social Cristiana (CSU), partido hermano de la CSU en el land de Baviera, tuvieron durante décadas una relación tensa con el antiguo campo de concentración, donde murieron más de 40.000 personas entre judíos, presos políticos y otros represaliados del régimen nazi. Fue el primer campo de concentración que levantaron y se convirtió en uno de los más célebres tras la liberación de 1945. Hasta aproximadamente el cambio de siglo, los líderes locales de la CSU se distanciaron del museo, financiado con fondos del land a partir de 1965. Un político socialcristiano de Dachau llegó a proponer en los cincuenta la voladura de lo que quedaba de los edificios originales.
Tras recordar a las víctimas y reunirse con supervivientes , la canciller habló del Holocausto en un acto festivo posterior... Las críticas a la canciller por su visita a Dachau vienen ahora del centroizquierda. Renate Künast, líder de Los Verdes, critica lo que considera “una combinación inadmisible” de actos electorales y homenaje a las víctimas del Holocausto. Según ha reprochado Künast a Merkel en unas declaraciones al diario Leipziger Volkszeitung, “el que se toma en serio la memoria de semejante escenario del horror no hace una visita así en periodo electoral”. El historiador Wolfgang Benz, especialista en la época nazi, lamenta que la visita “se produzca tan tarde”. Para Benz, la ceremonia ha dado “la impresión de ser algo de paso”.
La presidenta de la Comunidad de Culto Israelita en Múnich y expresidenta del Consejo Central de los Judíos en Alemania, Charlotte Knobloch, defiende en cambió la decisión. Considera Knobloch “encomiable que la canciller aproveche una estancia en la región” para ver el complejo conmemorativo.
La visita de Merkel ha tenido lugar a las siete menos cuarto de la tarde, entre sendos actos electorales en las localidades de Erlangen y Dachau.
Dachau es el único campo de concentración que funcionó durante los 12 años de dictadura de Hitler. Sirvió de modelo para el sistema de exterminio organizado en la Alemania nazi. Se cree que su primer comandante, el general de la SS Theodor Eicke, tuvo la idea de decorar el portón de entrada con la inscripción infame “El trabajo os hará libres”. Merkel ha dicho que el acto ha respondido a una invitación de Max Mannheimer, judío superviviente de Theresienstadt, Auschwitz y Dachau. El pintor y escritor de 93 años ha considerado “un honor” que la canciller aceptara la cita. La ha recibido junto al presidente del Comité Internacional de Dachau, Pieter Dietz de Loos. Merkel ha depositado una corona de flores ante el monumento conmemorativo. La directora del centro, Gabriele Hammermann, y el propio Mannheimer la han guiado por varias salas de Dachau. Merkel ha hablado de su “sentimiento de vergüenza y conmoción”. “No se trata” ha admitido, “de una cita fácil”.
La visita a Dachau se encuadra en una tradición de los líderes democristianos alemanes, desde el primer canciller Konrad Adenauer hasta el presidente Richard von Weizsäcker, de protagonizar gestos de cercanía hacia Israel y los judíos en Alemania. Pero el rechazo que la visita puede provocar en los sectores más derechistas de la CSU y la CDU permite dudar de su valor como maniobra electoralista.
Fuente: http://internacional.elpais.com/internacional/2013/08/20/actualidad/1376994487_181874.html?rel=rosEP
NOTA.
Hace unos años, 10, visité Munich y en su oficina de turismo me informaron de la posibilidad de, entre otras muchas, visitar el campo de concentración de Dachau, a unos 22 km de la ciudad. Para llegar debía tomar un tren y luego un autobús que desde la estación nos llevaba a las puertas del campo. Así lo hice y su visita fue una lección viva de memoria histórica y a la vez una reflexión sobre la humanidad y la capacidad de algunos seres humanos para infringir sufrimiento, como en tantas ocasiones nos cuenta la historia, a otros seres humanos utilizando el poder, la fuerza y la manipulación de las conciencias para imponer a los demás sus ideas. Fue una mañana, que no olvidaré, de toma de conciencia pero a la vez de tristeza por el sufrimiento y la falta de libertades allí impuestos. El lugar desprendía un aire lúgubre, penoso, plomizo, de impotencia ante las injusticias impuestas por el poder y los gobiernos, muy desagradable y de una profunda tristeza.
Hitler (1) fue investido Canciller el 30 de enero de 1933 e inmediatamente creó el primer campo de concentración para personas de izquierda y progresistas, Dachau, que abrió el 22 de marzo de 1933 con alemanes de izquierda, menos de 2 meses después de que lo nombrase canciller Hindenburg, aún sin que obtuviese la mayoría absoluta.
(1) Hay que tomar distancia frente a las afirmaciones reiteradas desde la II G. M., sobre el apoyo del "pueblo alemán" a los nazis. Antes de que Hitler fuera nombrado canciller, el porcentaje más alto de votos que obtuvieron fue el 37%, aunque fueron muchos votos, estuvo muy lejos de una mayoría absoluta en elecciones libres. Un 63% de los que votaron no les dio el apoyo, y además, en las elecciones de noviembre de 1932, comenzaron a perder votos y todo parecía indicar que habían tocado techo. El nombramiento de Hitler no fue, por consiguiente, una consecuencia directa del apoyo de una mayoría del pueblo alemán, sino el resultado del pacto entre el movimiento de masas nazi y los grupos políticos conservadores, con los militares y los intereses de la aristocracia, industriales, banqueros, y los terratenientes a la cabeza, que querían la destrucción de la República de Weimar. Todos ellos maquinaron con Hindenburg, al que enviaron una carta pidiéndole su nombramiento, para quitarle el poder al Parlamento y transformar la democracia en una dictadura. El 30 de enero de 1933, Hitler fue investido canciller del Reich, porque Hindenburg así lo permitió; jefe de un Gobierno dominado por los conservadores y los nacionalistas, donde sólo entraron dos ministros nazis, aunque en puestos clave para controlar el orden público: Wilhelm Frick, ministro del interior y Hermann Göring ministro sin cartera se encargó de crear la policía política del régimen nazi, la Gestapo.
Parecía un gabinete presidencial más, como el de Brüning, Franz von Papen o Schleicher. Pero no era así. El hombre que estaba ahora en el poder tenía un partido de masas completamente subordinado a él y una violenta organización paramilitar que sumaba cientos de miles de hombres armados. Nunca había ocultado su objetivo de destruir la democracia y de perseguir a sus oponentes políticos. Cuando el anciano Hindenburg murió el 2 de agosto de 1934, a punto de cumplir 87 años, Hitler se convirtió en el führer absoluto combinando los poderes de canciller y presidente del Reich, ya no hubo más elecciones libres. La semilla iba a dar sus frutos: guerra, destrucción y exterminio racial. Lo dijo Hitler apenas tres años después de que Hindenburg le diera el poder: "Voy siguiendo, con la seguridad de un sonámbulo, el camino que trazó para mí la providencia". Ver más aquí.
El padrino político y antecesor democristiano de Merkel en la Cancillería, Helmut Kohl, participó en actos festivos parecidos en Dachau en 1990, pero no visitó el recinto conmemorativo. Muchos políticos conservadores de la Unión Social Cristiana (CSU), partido hermano de la CSU en el land de Baviera, tuvieron durante décadas una relación tensa con el antiguo campo de concentración, donde murieron más de 40.000 personas entre judíos, presos políticos y otros represaliados del régimen nazi. Fue el primer campo de concentración que levantaron y se convirtió en uno de los más célebres tras la liberación de 1945. Hasta aproximadamente el cambio de siglo, los líderes locales de la CSU se distanciaron del museo, financiado con fondos del land a partir de 1965. Un político socialcristiano de Dachau llegó a proponer en los cincuenta la voladura de lo que quedaba de los edificios originales.
Tras recordar a las víctimas y reunirse con supervivientes , la canciller habló del Holocausto en un acto festivo posterior... Las críticas a la canciller por su visita a Dachau vienen ahora del centroizquierda. Renate Künast, líder de Los Verdes, critica lo que considera “una combinación inadmisible” de actos electorales y homenaje a las víctimas del Holocausto. Según ha reprochado Künast a Merkel en unas declaraciones al diario Leipziger Volkszeitung, “el que se toma en serio la memoria de semejante escenario del horror no hace una visita así en periodo electoral”. El historiador Wolfgang Benz, especialista en la época nazi, lamenta que la visita “se produzca tan tarde”. Para Benz, la ceremonia ha dado “la impresión de ser algo de paso”.
La presidenta de la Comunidad de Culto Israelita en Múnich y expresidenta del Consejo Central de los Judíos en Alemania, Charlotte Knobloch, defiende en cambió la decisión. Considera Knobloch “encomiable que la canciller aproveche una estancia en la región” para ver el complejo conmemorativo.
La visita de Merkel ha tenido lugar a las siete menos cuarto de la tarde, entre sendos actos electorales en las localidades de Erlangen y Dachau.
Dachau es el único campo de concentración que funcionó durante los 12 años de dictadura de Hitler. Sirvió de modelo para el sistema de exterminio organizado en la Alemania nazi. Se cree que su primer comandante, el general de la SS Theodor Eicke, tuvo la idea de decorar el portón de entrada con la inscripción infame “El trabajo os hará libres”. Merkel ha dicho que el acto ha respondido a una invitación de Max Mannheimer, judío superviviente de Theresienstadt, Auschwitz y Dachau. El pintor y escritor de 93 años ha considerado “un honor” que la canciller aceptara la cita. La ha recibido junto al presidente del Comité Internacional de Dachau, Pieter Dietz de Loos. Merkel ha depositado una corona de flores ante el monumento conmemorativo. La directora del centro, Gabriele Hammermann, y el propio Mannheimer la han guiado por varias salas de Dachau. Merkel ha hablado de su “sentimiento de vergüenza y conmoción”. “No se trata” ha admitido, “de una cita fácil”.
La visita a Dachau se encuadra en una tradición de los líderes democristianos alemanes, desde el primer canciller Konrad Adenauer hasta el presidente Richard von Weizsäcker, de protagonizar gestos de cercanía hacia Israel y los judíos en Alemania. Pero el rechazo que la visita puede provocar en los sectores más derechistas de la CSU y la CDU permite dudar de su valor como maniobra electoralista.
Fuente: http://internacional.elpais.com/internacional/2013/08/20/actualidad/1376994487_181874.html?rel=rosEP
NOTA.
Hace unos años, 10, visité Munich y en su oficina de turismo me informaron de la posibilidad de, entre otras muchas, visitar el campo de concentración de Dachau, a unos 22 km de la ciudad. Para llegar debía tomar un tren y luego un autobús que desde la estación nos llevaba a las puertas del campo. Así lo hice y su visita fue una lección viva de memoria histórica y a la vez una reflexión sobre la humanidad y la capacidad de algunos seres humanos para infringir sufrimiento, como en tantas ocasiones nos cuenta la historia, a otros seres humanos utilizando el poder, la fuerza y la manipulación de las conciencias para imponer a los demás sus ideas. Fue una mañana, que no olvidaré, de toma de conciencia pero a la vez de tristeza por el sufrimiento y la falta de libertades allí impuestos. El lugar desprendía un aire lúgubre, penoso, plomizo, de impotencia ante las injusticias impuestas por el poder y los gobiernos, muy desagradable y de una profunda tristeza.
Hitler (1) fue investido Canciller el 30 de enero de 1933 e inmediatamente creó el primer campo de concentración para personas de izquierda y progresistas, Dachau, que abrió el 22 de marzo de 1933 con alemanes de izquierda, menos de 2 meses después de que lo nombrase canciller Hindenburg, aún sin que obtuviese la mayoría absoluta.
(1) Hay que tomar distancia frente a las afirmaciones reiteradas desde la II G. M., sobre el apoyo del "pueblo alemán" a los nazis. Antes de que Hitler fuera nombrado canciller, el porcentaje más alto de votos que obtuvieron fue el 37%, aunque fueron muchos votos, estuvo muy lejos de una mayoría absoluta en elecciones libres. Un 63% de los que votaron no les dio el apoyo, y además, en las elecciones de noviembre de 1932, comenzaron a perder votos y todo parecía indicar que habían tocado techo. El nombramiento de Hitler no fue, por consiguiente, una consecuencia directa del apoyo de una mayoría del pueblo alemán, sino el resultado del pacto entre el movimiento de masas nazi y los grupos políticos conservadores, con los militares y los intereses de la aristocracia, industriales, banqueros, y los terratenientes a la cabeza, que querían la destrucción de la República de Weimar. Todos ellos maquinaron con Hindenburg, al que enviaron una carta pidiéndole su nombramiento, para quitarle el poder al Parlamento y transformar la democracia en una dictadura. El 30 de enero de 1933, Hitler fue investido canciller del Reich, porque Hindenburg así lo permitió; jefe de un Gobierno dominado por los conservadores y los nacionalistas, donde sólo entraron dos ministros nazis, aunque en puestos clave para controlar el orden público: Wilhelm Frick, ministro del interior y Hermann Göring ministro sin cartera se encargó de crear la policía política del régimen nazi, la Gestapo.
Parecía un gabinete presidencial más, como el de Brüning, Franz von Papen o Schleicher. Pero no era así. El hombre que estaba ahora en el poder tenía un partido de masas completamente subordinado a él y una violenta organización paramilitar que sumaba cientos de miles de hombres armados. Nunca había ocultado su objetivo de destruir la democracia y de perseguir a sus oponentes políticos. Cuando el anciano Hindenburg murió el 2 de agosto de 1934, a punto de cumplir 87 años, Hitler se convirtió en el führer absoluto combinando los poderes de canciller y presidente del Reich, ya no hubo más elecciones libres. La semilla iba a dar sus frutos: guerra, destrucción y exterminio racial. Lo dijo Hitler apenas tres años después de que Hindenburg le diera el poder: "Voy siguiendo, con la seguridad de un sonámbulo, el camino que trazó para mí la providencia". Ver más aquí.
Penelope Casas, divulgadora de la cocina española. La estadounidense de origen griego escribió varios libros sobre gastronomía mediterránea
Si la cocina española es reconocida en Estados Unidos, parte del mérito es de Penelope Casas. La escritora neoyorquina contribuyó en gran medida a divulgar los platos típicos de la gastronomía mediterránea con sus libros, que tuvieron un gran éxito de crítica y ventas en EE UU. Casas falleció el pasado 11 de agosto en Nueva York, víctima de una leucemia.
Nacida como Penelope Fexas en 1943, era hija de inmigrantes griegos en Nueva York. Sus estudios de Filología y Literatura Española en la universidad de Vassar le inculcaron un gran interés por las tradiciones y las costumbres españolas. En 1962 viajó a Madrid para realizar un curso en la Universidad Complutense y allí conoció al que sería su marido, el español Luis Casas, un joven estudiante de Medicina. Penelope regresó a España al año siguiente y se casó con Luis en 1964.
La joven pareja pasó sus primeros años juntos en España, una época en la que la estadounidense se enamoró de la gastronomía española, ya que su suegra era una cocinera vasca. La joven también se encandiló de los bares y tascas donde se servían las tapas que acompañaban a las bebidas.
En 1968 el matrimonio se trasladó a Estados Unidos para que Luis comenzase su especialización en cirugía. Penelope daba clases de español en colegios e institutos y tenía una curiosa afición: escribir cartas al director en The New York Times. “Escribía muy bien y por eso le publicaban los textos frecuentemente”, recuerda su marido. Una de esas cartas fue la que cambió la vida de Penelope. Sucedió a finales de los setenta, cuando se dirigió a Craig Clairborne, el famoso crítico gastronómico del periódico, para corregirle un dato. El periodista había escrito un artículo sobre cocina española y cometió el error de llamar “anguilas” a las angulas y además contaba mal la receta. La carta, muy educada y correcta, fue respondida por el crítico, pero este se negó a reconocer el fallo. Penelope, muy pacientemente, intercambió correspondencia con el periodista y le invitó a casa para que probase las verdaderas angulas cocinadas como en España. Clairborne se presentó con un fotógrafo y pocos días después publicó un extenso y entusiasta artículo que hablaba de la tortilla española, las perdices y, por supuesto, de las angulas, los manjares que había probado en el hogar de los Casas.
La cosa no acabó ahí, de hecho, solo fue el comienzo. Clairborne puso en contacto a Penelope con una editora amiga y esta le propuso escribir un libro sobre cocina española. The foods and wines of Spain (Las comidas y los vinos de España). Fue todo un éxito del que se han publicado 12 ediciones. Continuó escribiendo y en 1985 salió a la luz Tapas: The little dishes of Spain (Tapas: Pequeños platos de España), un libro que desató la pasión por las tapas en Estados Unidos. Posteriormente escribió, Paella!: Spectacular Rice Dishes From Spain, La Cocina de Mama: The Great Home Cooking of Spain, Delicioso! The Regional Cooking of Spain, One Pot Spanish: More Than 80 Easy, Authentic Recipes y Discovering Spain: An Uncommon Guide.
“Tuvo mucha suerte”, cuenta Luis Casas, “normalmente quien escribe un libro tiene que buscarse editores, aquí fue al revés”. Penelope Casas se dedicó en exclusiva a escribir y publicó su primer libro en 1982, Penelope Casas escribió siete libros en total, además de varios artículos en medios como The New York Times. Tras su primer obra, obtuvo el Premio Nacional de Gastronomía por parte del Gobierno español y también recibió la Medalla al Mérito Turístico.
Nacida como Penelope Fexas en 1943, era hija de inmigrantes griegos en Nueva York. Sus estudios de Filología y Literatura Española en la universidad de Vassar le inculcaron un gran interés por las tradiciones y las costumbres españolas. En 1962 viajó a Madrid para realizar un curso en la Universidad Complutense y allí conoció al que sería su marido, el español Luis Casas, un joven estudiante de Medicina. Penelope regresó a España al año siguiente y se casó con Luis en 1964.
La joven pareja pasó sus primeros años juntos en España, una época en la que la estadounidense se enamoró de la gastronomía española, ya que su suegra era una cocinera vasca. La joven también se encandiló de los bares y tascas donde se servían las tapas que acompañaban a las bebidas.
En 1968 el matrimonio se trasladó a Estados Unidos para que Luis comenzase su especialización en cirugía. Penelope daba clases de español en colegios e institutos y tenía una curiosa afición: escribir cartas al director en The New York Times. “Escribía muy bien y por eso le publicaban los textos frecuentemente”, recuerda su marido. Una de esas cartas fue la que cambió la vida de Penelope. Sucedió a finales de los setenta, cuando se dirigió a Craig Clairborne, el famoso crítico gastronómico del periódico, para corregirle un dato. El periodista había escrito un artículo sobre cocina española y cometió el error de llamar “anguilas” a las angulas y además contaba mal la receta. La carta, muy educada y correcta, fue respondida por el crítico, pero este se negó a reconocer el fallo. Penelope, muy pacientemente, intercambió correspondencia con el periodista y le invitó a casa para que probase las verdaderas angulas cocinadas como en España. Clairborne se presentó con un fotógrafo y pocos días después publicó un extenso y entusiasta artículo que hablaba de la tortilla española, las perdices y, por supuesto, de las angulas, los manjares que había probado en el hogar de los Casas.
La cosa no acabó ahí, de hecho, solo fue el comienzo. Clairborne puso en contacto a Penelope con una editora amiga y esta le propuso escribir un libro sobre cocina española. The foods and wines of Spain (Las comidas y los vinos de España). Fue todo un éxito del que se han publicado 12 ediciones. Continuó escribiendo y en 1985 salió a la luz Tapas: The little dishes of Spain (Tapas: Pequeños platos de España), un libro que desató la pasión por las tapas en Estados Unidos. Posteriormente escribió, Paella!: Spectacular Rice Dishes From Spain, La Cocina de Mama: The Great Home Cooking of Spain, Delicioso! The Regional Cooking of Spain, One Pot Spanish: More Than 80 Easy, Authentic Recipes y Discovering Spain: An Uncommon Guide.
“Tuvo mucha suerte”, cuenta Luis Casas, “normalmente quien escribe un libro tiene que buscarse editores, aquí fue al revés”. Penelope Casas se dedicó en exclusiva a escribir y publicó su primer libro en 1982, Penelope Casas escribió siete libros en total, además de varios artículos en medios como The New York Times. Tras su primer obra, obtuvo el Premio Nacional de Gastronomía por parte del Gobierno español y también recibió la Medalla al Mérito Turístico.
martes, 20 de agosto de 2013
Eduardo Mendoza: guía por los libros que hay que leer. Los libros y las bicicletas son para el verano
Un selección de las obras que ama el autor hace convivir a los alumnos de la UIMP con escritores, sus vidas y su época
FLOR GRAGERA DE LEÓN Santander 15 AGO 2013
Las diversas propuestas de crear un canon en literatura han estado acompañadas de polémica. Las teorías literarias que cobraron fuerza a partir de los años sesenta en las universidades, sobre todo norteamericanas y británicas, miraban en otra dirección: realizaban una lectura política, social y multicultural de los libros y de la historia de la literatura, y apuntaron a obras que habían sido olvidadas por no venir de la mano (y de la mente) del hombre blanco occidental. ¿Quién establece un canon y qué nos dice esto sobre el poder y la autoridad? El feminismo, el marxismo, el postcolonialismo o los estudios culturales han buscado otro acervo literario. Pero la cuestión de ¿qué leer? ha seguido presente. Ahí está el ejemplo muy sonado de El canon occidental del profesor de la Universidad de Yale Harold Bloom (publicado en 1994), o la propuesta más reciente por parte de 57 expertos de 14 países que se reunieron para discutir las cien obras de ficción y otras cien de no ficción las cien obras de ficción y otras cien de no ficción que deben llenar las bibliotecas de las casas.
Por favor, no paren de leer…
“Siempre me ha hecho muchísima gracia Pío Baroja que decía que era feo, bajito y encima tenía ese nombre… ¿Cómo iba a ligar?. Para mí fue como el primo con moto. Quería escribir como él”. “Dostoyevski era epiléptico, jugador y debía ser un poco borrachín… Colocó ‘Crimen y castigo’ por fascículos cuando a Tolstoi le llegó una crisis para continuar con ‘Guerra y paz’. ¡Así de patateros era el olimpo de los genios entonces!”. “Werther deriva de ‘wert’ que significa ‘valor’… Bueno, pasemos a otra cosa…”. “Acabé locamente enamorado de Lord Byron como le pasó a todas las mujeres y a algunos hombres de su época”. “Goethe fue mucho más listo que Werther y a los 85 años se casó con una chica de 25. Vamos, no da ninguna pena…”.
Eduardo Mendoza lo ha tenido claro para impartir su curso en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo Los libros que hay que leer, que ha transcurrido en el paraninfo en vez de en una de las aulas del palacio por el gran número de alumnos inscritos. No es ese hombre blanco occidental. “Debería haber matizado y que el título hubiera sido ‘algunos libros que hay que leer”. Ha llegado hasta aquí, afirmó en rueda de prensa, después de preguntarse a sí mismo para qué sirve la literatura: “Hay que ser muy modestos a la hora de responder, porque la mayoría de las respuestas que se dan son falsas, así que responderé las preguntas a medias…”. Esta semana ha recorrido de una manera muy poco canónica, entre hilarante y seria, ‘algunos’ de los libros y los autores que ama.
Pero escuchar a Mendoza hablar de literatura es mucho más: nada de sesudas cuestiones teóricas. El autor de La verdad sobre el caso Savolta, que marcó un antes y un después en la Transición, está en lo alto del escenario ante una mesa, cual dj afamado de la literatura, valga la comparación. Y habla de la vida de los autores así como de la época en la que escribieron como si fuera una secuencia de cine ante nuestros ojos. Bueno, más que eso: Miguel de Cervantes, Primo Levi, Jane Austen o Calderón de la Barca están allí de alguna forma en carne y hueso, con sus luces y con sus sombras.
En su clase titulada La realidad en su peor aspecto: Honoré de Balzac (Pierrette), Fiódor Dostoyevski (Recuerdos de la casa de los muertos), Pío Baroja (La busca) y Primo Levi (Si esto es un hombre), Mendoza quiso ser puntual: “Nos han dicho que salgamos del paraninfo a las seis en punto. No sé, quizá venga el ángel exterminador…”. El escritor arrancó con fuerza con una denuncia de cómo se enseña la literatura y el retrato que de ella se hace como “buena, una aspirina que mejora la humanidad. ¡Eso es falso!”. Esta crítica venía a cuento de cuatro obras literarias que han retratado las miserias, la bajeza y la sinrazón del género humano, y que admira por su ausencia de melodrama. En ellas se plasma, según Mendoza, una realidad poliédrica, en la que “no se culpa a la sociedad, que es lo de siempre”. Pashley Cycles - GUV'NOR from Artwoo on Vimeo.
Más bicicletas en Adeline.
Las víctimas pueden ser también malvadas, egoístas y mezquinas. Y visitar un escenario de horror como Auschwitz deja solo “el deseo de beber vodkas en Cracovia” por la mediocridad burocrática en la que actuaron los nazis. La ausencia de matices es un motivo por el que aborrece Los miserables de Víctor Hugo. “Me llevaron arrastrado a ver la película que es horrorosa y la música, muy mala. Salí del cine y me fui a tomar una cerveza a un bar. Fue un momento muy feliz. Después, volví a leer la novela y se me cayó el alma a los pies… ¡Es un plomo!”.
“Ha habido grandes criminales aficionados a los libros y a veces el refinamiento conduce a la crueldad… Los escritores no están siempre con los desvalidos o los buenos. Los libros no mejoran, cuentan”. Y también fomentan, continúa, prejuicios en todas las épocas. Otro ejemplo: “Hasta hace cuatro días, las mujeres en literatura eran representadas como tontilocas, volubles o brujas”.
De la realidad más oscura, Mendoza pasó en otra de sus clases a la luminosidad que ve en El Quijote, una novela que lo atrapó para siempre cuando cursaba PREU “porque hay siempre muy buen rollo. Solo Nabokov, que es un imbécil, dice que es un libro cruel ”. La enseñanza de la literatura retorna como un tema que pincela con energía las charlas del autor. “Siempre se ha interpretado ‘El Quijote’ como un libro infantil que se le da a los niños; es como entregarles una pistola cargada. Después no van a querer leer…”. Las lecturas teóricas de una de las obras cumbre de la literatura universal producen su rechazo: “A veces cae en manos de los hispanistas extranjeros y dicen unos disparates… Que si don Quijote era judío converso, que si era gay…”.
El canon que Eduardo Mendoza ha tratado, lecturas como Werther de Goethe que “ayudan a las cuestiones prácticas de la vida, como buscar pareja”, (en este caso se refleja lo que no hay que hacer), ha sido incompleto como la enseñanza que él afirma que ofrecen los libros y esta crónica. La Biblia, Sófocles, Borges, Shakespeare, Kafka, Voltaire, Melville, Chandler, Achebe, García Márquez… “Nada revolucionario”, matizó desde su perspectiva humilde. Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2013/08/15/actualidad/1376578481_181798.html
FLOR GRAGERA DE LEÓN Santander 15 AGO 2013
Las diversas propuestas de crear un canon en literatura han estado acompañadas de polémica. Las teorías literarias que cobraron fuerza a partir de los años sesenta en las universidades, sobre todo norteamericanas y británicas, miraban en otra dirección: realizaban una lectura política, social y multicultural de los libros y de la historia de la literatura, y apuntaron a obras que habían sido olvidadas por no venir de la mano (y de la mente) del hombre blanco occidental. ¿Quién establece un canon y qué nos dice esto sobre el poder y la autoridad? El feminismo, el marxismo, el postcolonialismo o los estudios culturales han buscado otro acervo literario. Pero la cuestión de ¿qué leer? ha seguido presente. Ahí está el ejemplo muy sonado de El canon occidental del profesor de la Universidad de Yale Harold Bloom (publicado en 1994), o la propuesta más reciente por parte de 57 expertos de 14 países que se reunieron para discutir las cien obras de ficción y otras cien de no ficción las cien obras de ficción y otras cien de no ficción que deben llenar las bibliotecas de las casas.
Por favor, no paren de leer…
“Siempre me ha hecho muchísima gracia Pío Baroja que decía que era feo, bajito y encima tenía ese nombre… ¿Cómo iba a ligar?. Para mí fue como el primo con moto. Quería escribir como él”. “Dostoyevski era epiléptico, jugador y debía ser un poco borrachín… Colocó ‘Crimen y castigo’ por fascículos cuando a Tolstoi le llegó una crisis para continuar con ‘Guerra y paz’. ¡Así de patateros era el olimpo de los genios entonces!”. “Werther deriva de ‘wert’ que significa ‘valor’… Bueno, pasemos a otra cosa…”. “Acabé locamente enamorado de Lord Byron como le pasó a todas las mujeres y a algunos hombres de su época”. “Goethe fue mucho más listo que Werther y a los 85 años se casó con una chica de 25. Vamos, no da ninguna pena…”.
Eduardo Mendoza lo ha tenido claro para impartir su curso en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo Los libros que hay que leer, que ha transcurrido en el paraninfo en vez de en una de las aulas del palacio por el gran número de alumnos inscritos. No es ese hombre blanco occidental. “Debería haber matizado y que el título hubiera sido ‘algunos libros que hay que leer”. Ha llegado hasta aquí, afirmó en rueda de prensa, después de preguntarse a sí mismo para qué sirve la literatura: “Hay que ser muy modestos a la hora de responder, porque la mayoría de las respuestas que se dan son falsas, así que responderé las preguntas a medias…”. Esta semana ha recorrido de una manera muy poco canónica, entre hilarante y seria, ‘algunos’ de los libros y los autores que ama.
Pero escuchar a Mendoza hablar de literatura es mucho más: nada de sesudas cuestiones teóricas. El autor de La verdad sobre el caso Savolta, que marcó un antes y un después en la Transición, está en lo alto del escenario ante una mesa, cual dj afamado de la literatura, valga la comparación. Y habla de la vida de los autores así como de la época en la que escribieron como si fuera una secuencia de cine ante nuestros ojos. Bueno, más que eso: Miguel de Cervantes, Primo Levi, Jane Austen o Calderón de la Barca están allí de alguna forma en carne y hueso, con sus luces y con sus sombras.
En su clase titulada La realidad en su peor aspecto: Honoré de Balzac (Pierrette), Fiódor Dostoyevski (Recuerdos de la casa de los muertos), Pío Baroja (La busca) y Primo Levi (Si esto es un hombre), Mendoza quiso ser puntual: “Nos han dicho que salgamos del paraninfo a las seis en punto. No sé, quizá venga el ángel exterminador…”. El escritor arrancó con fuerza con una denuncia de cómo se enseña la literatura y el retrato que de ella se hace como “buena, una aspirina que mejora la humanidad. ¡Eso es falso!”. Esta crítica venía a cuento de cuatro obras literarias que han retratado las miserias, la bajeza y la sinrazón del género humano, y que admira por su ausencia de melodrama. En ellas se plasma, según Mendoza, una realidad poliédrica, en la que “no se culpa a la sociedad, que es lo de siempre”. Pashley Cycles - GUV'NOR from Artwoo on Vimeo.
Más bicicletas en Adeline.
Las víctimas pueden ser también malvadas, egoístas y mezquinas. Y visitar un escenario de horror como Auschwitz deja solo “el deseo de beber vodkas en Cracovia” por la mediocridad burocrática en la que actuaron los nazis. La ausencia de matices es un motivo por el que aborrece Los miserables de Víctor Hugo. “Me llevaron arrastrado a ver la película que es horrorosa y la música, muy mala. Salí del cine y me fui a tomar una cerveza a un bar. Fue un momento muy feliz. Después, volví a leer la novela y se me cayó el alma a los pies… ¡Es un plomo!”.
“Ha habido grandes criminales aficionados a los libros y a veces el refinamiento conduce a la crueldad… Los escritores no están siempre con los desvalidos o los buenos. Los libros no mejoran, cuentan”. Y también fomentan, continúa, prejuicios en todas las épocas. Otro ejemplo: “Hasta hace cuatro días, las mujeres en literatura eran representadas como tontilocas, volubles o brujas”.
De la realidad más oscura, Mendoza pasó en otra de sus clases a la luminosidad que ve en El Quijote, una novela que lo atrapó para siempre cuando cursaba PREU “porque hay siempre muy buen rollo. Solo Nabokov, que es un imbécil, dice que es un libro cruel ”. La enseñanza de la literatura retorna como un tema que pincela con energía las charlas del autor. “Siempre se ha interpretado ‘El Quijote’ como un libro infantil que se le da a los niños; es como entregarles una pistola cargada. Después no van a querer leer…”. Las lecturas teóricas de una de las obras cumbre de la literatura universal producen su rechazo: “A veces cae en manos de los hispanistas extranjeros y dicen unos disparates… Que si don Quijote era judío converso, que si era gay…”.
El canon que Eduardo Mendoza ha tratado, lecturas como Werther de Goethe que “ayudan a las cuestiones prácticas de la vida, como buscar pareja”, (en este caso se refleja lo que no hay que hacer), ha sido incompleto como la enseñanza que él afirma que ofrecen los libros y esta crónica. La Biblia, Sófocles, Borges, Shakespeare, Kafka, Voltaire, Melville, Chandler, Achebe, García Márquez… “Nada revolucionario”, matizó desde su perspectiva humilde. Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2013/08/15/actualidad/1376578481_181798.html
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