lunes, 23 de julio de 2012

Un repaso a las oportunidades que hay fuera. El mercado laboral no levanta cabeza y emigrar es una salida cada vez más habitual (Y obligada)

Europa es el primer destino recomendado a los profesionales españoles. Le siguen América Latina y EE UU.
China ofrece oportunidades para los más arriesgados.
 Con una tasa de paro cercana al 25% y sin visos de mejorar, para muchos españoles nunca ha tenido más sentido que ahora la sentencia de Séneca “Mi patria es el mundo entero”.
Forzados ante la imposibilidad de encontrar empleo, en el primer semestre del año 40.625 ciudadanos emigraron a otros países, un 44,2% más que en 2011, en una diáspora que parece que no ha hecho más que comenzar. Y cuyo primer destino es Europa por su cercanía, por la libre circulación de personas y porque hay países que ofrecen gran número de salidas profesionales.
 Si está desempleado y pensando en hacer las maletas, tenga en cuenta que las necesidades del mercado laboral ya no son las que eran en los años cincuenta. Hoy se necesita personal cualificado y con idiomas, al menos con inglés.
Es el momento de los ingenieros, informáticos, profesionales de la salud y comerciales. Gran parte del mundo carece de ellos. Y muchos españoles van a coger este tren.
 “Calculamos que en los próximos cinco años unos 10.000 ingenieros superiores abandonarán España. Eso a pesar de que el paro en la profesión ronda solo el 8%. Se irán más ingenieros técnicos”, asegura el presidente del Instituto de la Ingeniería de España, Manuel Moreau.

 Antes de decidirse por un país u otro, lo primero que ha de hacer es estudiar su mercado de trabajo, el paro que tiene, las previsiones de contratación, los perfiles profesionales que reclama y adecuar su currículo a las necesidades de las empresas empleadoras.
Debe empezar a buscar trabajo desde España, aconseja María José Martín, directiva de Manpower. Y si no encuentra una compañía que quiera ficharle desde aquí, lo que facilita notablemente la emigración y mejora los salarios, láncese a la aventura, apoyado por información y una red de contactos creada previamente. Todo menos continuar en el paro, recomienda Diego Sánchez de León, socio de Accenture.
 ¿Países emergentes o los vecinos europeos? Aunque las economías más pujantes y con mayores necesidades de contratación son las de los países emergentes, los expertos consultados coinciden en apuntar a Europa como prioridad en la búsqueda. Alemania es el país que ofrece mayores salidas laborales por su tamaño y, además, está reclamando directamente personal español. Fundamentalmente ingenieros superiores y técnicos para la industria y tecnologías de la información, y médicos y enfermeros.
 Al menos otra decena de países que disfrutan de los menores índices de paro de Europa (Noruega, Austria, Holanda, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Reino Unido, Francia y Suiza) están viajando a España a reclutar a ingenieros y sanitarios o encaminando sus ofertas de trabajo hacia nuestro país, tal y como explica la delegada de la red Eures en España, María José Arias.
 La red europea de servicios públicos de empleo tiene disponibles en su web 1,2 millones de procesos de selección de personal actualmente, aunque solo una pequeña parte específicamente para españoles. “Es el portal más visitado de la Comisión Europea”, informa Arias. Si bien es cierto que las colocaciones que cierra directamente no son todo lo elevadas que pudieran.
 “La Unión Europea debe encontrar un sistema para que los parados españoles de la construcción se coloquen en otros países que carecen de mano de obra cualificada”, sostiene el consejero comercial de la Embajada de Austria en España, Michael Spalek.
“Con una tasa de paro del 4%, Austria precisa profesionales. No queremos atraer a miles y miles de españoles, sino a personal muy cualificado, ingenieros industriales e informáticos, sobre todo técnicos, y que hablen inglés muy bien”. La Embajada está organizando reuniones de empresas austriacas y candidatos españoles en Madrid. A los seleccionados se les pagará el viaje al país y, si son contratados, sueldos netos de unos 2.500 euros mensuales, indica Spalek. Austria precisa también profesionales de la construcción y el turismo. Hay salidas laborales y se puede ir a buscarlas a la aventura, agrega el consejero.
 Alemania exhibe más de 400.000 ofertas de empleo en la red Eures; Reino Unido, más de 300.000; Francia, cerca de 60.000, y Suecia, unos 40.000. Por ello son los lugares más apropiados para que un español emigre, junto a los otros tres países nórdicos, indica la representante del Servicio de Empleo Público Estatal (SEPE), María José Arias... (Para ampliar la tabla de El País, clik sobre ella)

 Profesiones con futuro global
 Es difícil que todo el mundo se ponga de acuerdo. Sin embargo, parece que las profesiones de difícil cobertura han conseguido unanimidad a escala global. Según revela un estudio de Manpower Group sobre la escasez de talento en 2012, los directores de recursos humanos de las empresas consultadas lo tienen claro: ingenieros, perfiles tecnológicos, comerciales, técnicos cualificados, oficios manuales, personal contable y financiero y de mantenimiento y limpieza son el personal más reclamado por las empresas en Europa, Oriente Próximo, África, América y Asia. Existen pocas diferencias entre lo que demandan las compañías en unos continentes y otros. América no carece de directivos, pero sí de secretarias y personal administrativo; Asia precisa investigadores y expertos en marketing, y sorprende que en gran parte del mundo (también cuando se desglosa por países) hay una importante necesidad de conductores o cocineros. Si está a tiempo de prepararse para estas profesiones, no lo dude, es imposible que se cubran todas las ofertas de trabajo existentes en un futuro próximo.

Leer más en (CARMEN SÁNCHEZ-SILVA 22 JUL 2012, El País.)
Más noticias relacionadas de El País, aquí.
Agencia laboral europea oficial de la UE.

Del dicho al hecho. Una cosa es predicar y otra muy distinta es dar trigo.

domingo, 22 de julio de 2012

Noventa páginas de un plumazo y sin negociación. Impedir el debate sobre un conjunto de medidas de extrema gravedad o vetar cualquier posible cambio, por pequeño sea, es un error político garrafal

El decreto-ley de medidas urgentes que el Congreso de los Diputados validó este jueves ocupa 90 páginas en el Boletín Oficial del Estado. Noventa páginas de decisiones dramáticas que no se han podido debatir ni comentar. La validación se hizo en bloque, en el pleno de la Cámara, por voluntad del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y de su partido.
... la realidad es que 90 páginas de recortes en aspectos fundamentales de la vida de los ciudadanos han sido aprobadas sin discusión, sin la más mínima posibilidad de negociación y sin que el presidente del Gobierno creyera necesario intervenir públicamente.
    Impedir el debate sobre un conjunto de medidas de extrema gravedad, cercenar cualquier posibilidad de mejorar esos textos, vetar cualquier posible cambio, por pequeño y seguramente aceptable que pueda ser, es un error político garrafal, de esos que suelen terminar pagando no solo los presidentes del Gobierno, sino hasta el último concejal de su partido. El error que está cometiendo Rajoy y su entorno más cercano es, para colmo, incomprensible políticamente porque el presidente dispone de mayoría absoluta y, en última instancia, puede hacer que el Congreso apruebe lo que considere más indicado.
Solo se puede explicar por una total y absoluta carencia de sentido democrático o por un bloqueo personal de Rajoy y de sus asesores, desbordados e incapaces de la mínima reacción. La atonía del presidente sería una situación extremadamente peligrosa para todo el país, en unas circunstancias en las que, casi por encima de cualquier otra cosa, hace falta un dirigente con ánimo, capaz de transmitir un puñado de ideas claras y con la suficiente fortaleza para defender sus criterios. Pero ¿cómo confiar en la capacidad de Mariano Rajoy para defender sus posiciones en Europa si se atrinchera en su despacho en el Congreso, solo sale a votar, y se niega a que la Cámara debata aspectos concretos de las 90 páginas de medidas restrictivas que ha puesto en marcha?
El presidente no intenta ni tan siquiera dar una explicación razonada a lo que ocurre. Ningún político experimentado de su partido puede creer que es posible gobernar una crisis tan prolongada como esta, impidiendo un debate parlamentario serio y legislando permanentemente por decreto ley. La crisis provoca un malestar que se va generalizando también en las propias bases políticas del PP y cada vez está más extendida la percepción de que es necesario corregir el rumbo, aunque solo sea en las maneras.
El hecho es que no parece existir en el Gobierno o el entorno del presidente nadie con autonomía y peso político suficiente como para sugerir a Rajoy ese cambio necesario.
El problema es que nadie parece estar en condiciones de calibrar la peligrosa decepción y furia que incuba una enorme cantidad de ciudadanos, a los que cada nueva intervención del ministro Hacienda, Cristóbal Montoro, sume en una mayor angustia. Y que la oposición tiene también muchas dificultades para canalizar ese malestar. La idea de un pacto que permita un consenso nacional, que empiezan a alentar algunas personalidades de distinta ideología, no halla su camino. ..
 Soledad Gallego-Díaz, en El País.

Consecuencias de la subida del IVA

jueves, 19 de julio de 2012

Hay otras soluciones

Cuando el presidente del Gobierno se marchó a Polonia para ver el partido de la selección española, al día siguiente de aprobarse el rescate de la banca, declaró muy ufano que ya se habían solucionado todos los problemas y por eso podía irse tranquilamente al fútbol. No hemos necesitado mucho tiempo para comprobar lo errado de su pronóstico.
 Ahora, tras los últimos recortes, el Gobierno se empeña en hacernos creer que sus decisiones son la única opción política posible.
 Modestamente, quiero aportarle dos ideas que suponen una alternativa. La primera, me la ha sugerido la afirmación del ministro de Hacienda de que es necesario subir el IVA porque hay quienes no lo pagan. Si el ministro sabe que hay quienes no pagan, y siguen sin pagar tras la reforma, ¿por qué no persigue a los defraudadores en lugar de aumentar el porcentaje de los que ya pagan?
 La segunda, me surge a partir de las declaraciones recientes del ministro de Economía. Pide a las grandes empresas que reduzcan el sueldo de sus directivos. Si entiende que los beneficios obtenidos por tales directivos son excesivos, ¿por qué no sube los tramos altos del IRPF y les deja que ganen lo que quieran?— Luis Rodríguez Lobato en el País, cartas al director


Fraude Electoral
 Soy socio de una cooperativa. Hace unos meses vino a mi empresa un comercial ofreciéndonos la materia prima que utilizamos a unos precios y con unas ventajas muy interesantes, he de decir que no estábamos muy contentos con el proveedor que teníamos. Firmamos un contrato con él por cuatro años como proveedor principal.
 Pasados unos meses de la firma del contrato, los productos que nos traía y los precios no coincidían con lo acordado, eran de peor calidad y más caros. Hablamos con él y nos explicó que a su empresa tampoco le gustaba incumplir el contrato, pero que a su vez, las circunstancias del mercado y su proveedor, que era de otro país, les estaban obligando a aceptar condiciones distintas a las pactadas. Por esa vez aceptamos.
 Unos meses después los productos y los precios volvían a empeorar, se seguía incumpliendo lo firmado en contrato y lo prometido después. Reunidos en asamblea, los socios de la cooperativa, decidimos denunciar el contrato por incumplimiento y buscar otro proveedor que no nos mintiera.
 Lo has entendido correctamente. Soy español, mi empresa es España y el comercial el PP.— Reyes Maestre Fraguas, en El País, cartas al director.

La doctrina Rajoy. (Ay qué pena, hacen lo que no les gusta)

La doctrina Rajoy para explicar y justificar la tercera oleada de austeridad es de una gran enjundia. Consta, como la Tierra, de cuatro elementos: carencia de criterio, manifestación de disgusto, reconocimiento de impotencia y fe utilitaria. Veamos con detalle el acierto de cada uno, según los explicitó su autor en la comparecencia parlamentaria.

Carencia de criterio: “No disponemos de más ley ni más criterio que el que la necesidad nos impone”, dijo. Es una manera automática de consagrar la abdicación de toda política, incluida la política económica. Esta debería consistir en desplegar criterios para adecuar o conducir las necesidades surgidas de la realidad a los objetivos programáticos propuestos. Hacer de la necesidad virtud es virtud insuficiente. Y reconocer que la realidad ha derrotado tu programa —como hizo el presidente por vez primera al declarar que “han cambiado las circunstancias y tengo que adaptarme a ellas”— es parca explicación: ¿en qué datos sustanciales desconocidos han cambiado tan radicalmente?, ¿acaso es que el programa era inadecuado, o fútil, o engañoso?, ¿se puede culpar del problema al mismo tiempo a la herencia y a la recesión más grave de cuantas hemos sufrido? La carencia de criterio es peligrosa en sí misma. Y más en tanto que pueda lindar con la ausencia de principios

Manifestación de disgusto. Ya se ha convertido en un clásico de este Ejecutivo la declaración de que le disgusta mucho lo que hace. ¡Al propio gobernante! “Yo soy el primero en estar haciendo lo que no le gusta”, rizó el rizo Rajoy, arriesgando la réplica de que mejor lo deje, o apuntando a una victimista inversión de quién es la víctima de los recortes: no ya los recortados, sino el recortante. E insiste, por activa y pasiva: “tanto si nos gusta como si no”, “no pregunto si me gusta”... El llanto por el disgusto íntimo del gobernante es irrelevante frente al nivel de desempleo y malestar social existente. Y la confesión de disgusto ante la imperiosidad de cumplir con el propio deber, huelga por completo

El reconocimiento de impotencia se plasma en variadas expresiones: “la necesidad nos impone”, “no nos queda más remedio que hacer”, “no podemos elegir”, “no tenemos esa libertad”... Vuelve a significar la negación de la política, que es alternativa, o al menos modos alternativos de conseguir un mismo fin. Y supone reconocer una situación de falta de capacidad de maniobra propia de un rescate total, muy lejos del ejercicio de “decisiones soberanas” como las que el presidente enarboló al inicio de la polémica con Bruselas sobre el déficit. Lo peor del asunto es que si es cierto que la soberanía nacional a la vieja usanza hace ya decenios que dejó de existir en Europa, al menos en lo económico —aunque algunos aún no se hayan enterado—, sigue existiendo siempre un margen practicable. Usar ese margen habría posibilitado, por ejemplo, evitar o modular la subida del IVA. ...

Y la apuesta por la utilidad de las medidas adoptadas (“¿Servirán de algo tanta estrechez y tantas apreturas?: La respuesta es un sí, con toda rotundidad”) se presenta como una fe ciega, en el sentido de que no se acompaña de argumentos económicos suficientes para ser sostenida. Por cuanto no se evalúa el impacto de las medidas, o se cuantifica con distintas cifras o de forma insuficiente, o clandestina. Por cuanto ninguno de los países que han aplicado programas del mismo formato han obtenido la reducción sustancial de su prima de riesgo. Por cuanto es dudoso que se logre aminorar de forma relevante el déficit, ya que la caída de ingresos provocada por la recesión podría superar fácilmente el recorte de gastos. A menos que empecemos a hablar también de crecimiento, de exportaciones, de relanzar la economía. Sin olvidar, por supuesto, la frugalidad.
Leer todo en, XAVIER VIDAL-FOLCH, El País, 19 JUL 2012

martes, 17 de julio de 2012

No es una decisión valiente

Resulta abyecta la imagen del grupo popular jaleando a su presidente cuando este anuncia una nueva vuelta de tuerca para seguir oprimiendo —y exprimiendo— a los mismos de siempre: las clases media y baja del país. La vicepresidenta justifica el aplauso: “fue por esa decisión valiente de asumir las dificultades y pedir un esfuerzo a los ciudadanos sin disimulos y sin demagogias”.

 ¿Atacar a los más débiles es ahora una muestra de valor? ¿No sería mucho más justo, valiente y, por supuesto, eficaz, actuar sobre ese 1% que defrauda casi el 75% del total? ¿El gravar las rentas de capital y las SICAV antes que las rentas del trabajo? ¿El potenciar la economía productiva y el frenar la economía especulativa que lo único que genera es el enriquecimiento injusto de unos pocos al precio de la miseria de muchos? ¿El actuar judicialmente y con prontitud contra los financieros trileros y obligarles a que nos devuelvan lo robado con intereses de mora? Por el contrario se recorta el subsidio de desempleo para "incentivar" a los parados a "la búsqueda activa de trabajo" -añade con desfachatez Rajoy. Un trabajo que —por cierto— ni está ni se lo espera.— Jaume Palau Banús. Tarragona.

 A las Sicavs, de los más ricos, que tributan el 1%, no se las toca; a la grandes empresas, que tributan el 5%, tampoco se las toca; a los defraudadores, que tienen enfadados a los propios inspectores de Hacienda, amnistía; a los políticos corruptos, que son legión, presunción de inocencia y a seguir cobrando. No se habla de cortar privilegios injustificables de políticos y banqueros fracasados, pero sí de recortes a los más débiles. ¿Cómo no se les cae la cara de vergüenza?— José Mª Acosta Vera. Madrid.

 El gobierno afirma que se ha visto obligado a tomar unas duras y discutidas medidas económicas para disminuir el déficit. Pero ha incluido también una reducción de las cotizaciones sociales que no sirve para reducir los gastos, ni tampoco para aumentar los ingresos del Estado sino que por el contrario los disminuye.
 Esta reducción de cotizaciones sociales supondrá para las empresas que tienen beneficios una mejora de su cuenta de resultados, para aquellas que vayan ajustadas puede que una ayuda para mantenerse a flote, y para las que estén en números rojos no parece que les pueda ser de mucha utilidad.
 La recaudación de estas cotizaciones se dedica fundamentalmente al pago de las pensiones de jubilación, y conforme la suma disponible vaya reduciéndose, será un argumento más para demostrar que el sistema es insostenible y que se hace imprescindible reducir las prestaciones.
 Hay quien considera estas cotizaciones como impuestos, sin embargo dado que sirven para generar el derecho a percibir en el futuro una pensión, pueden considerarse también como salario diferido y la medida tomada como otra reducción más de derechos.— José A. Ambrosio Díaz. Madrid. De cartas al director de El País. (Foto, Atardecer en Puente Real, Badajoz.)

Una sublevación militar con ayuda fascista

El 1 de julio de 1936, el Gobierno de Mussolini firmó cuatro contratos por los que se comprometía a suministrar aviones y armas a los insurgentes españoles. Faltaban diecisiete días para la rebelión 
 Se acerca lo que durante la dictadura fue la “Fiesta Nacional”. Es el momento de dar a conocer algunos pormenores que rodearon el “18 de Julio”. No gustarán a franquistas, neofranquistas, conservadores y neoconservadores. Menos aun a los “historiadores patrióticos”. Hay que reescribir un pelín la conspiración, los antecedentes del golpe y revalorizar, sobre todo, la conexión fascista.

 Hechos.
a) El 1º de julio de 1936 se firmaron en Roma cuatro contratos. Detallaban el material que los italianos se comprometieron a suministrar a los futuros insurgentes. El primero fue el más importante: recayó sobre 12 aviones Savoia-Marchetti 81, bombas, carburantes y productos varios de aviación. Ascendió a 16.246.750,55 liras. Los aviones constituían la parte del león (14.400.000 liras). El lote debía entregarse en el mes de julio.
 b) Los otros contratos abarcaron aviones, explosivos, municionamiento y diversos materiales, extremadamente detallados en larguísimos anexos. Debían entregarse antes de finales de agosto. Lo más significativo fueron los primeros: 24 Fiat CR 32, los famosos chirris; 3 hidroaviones de caza Macchi 41 y otros 3 SM 81.
 c) El importe de los cuatro contratos ascendió a 39,3 millones de liras. Los precios se especificaron pormenorizadamente. Aplicando los tipos de cambio utilizados en uno de los pagos parciales, ello equivalía a 615.987 libras esterlinas, de las cuales 362.915 correspondían a los 42 aviones. Expresado en pesetas de la época los compromisos representaban unos 22.5 millones. Hoy, aplicando la fórmula utilizada por el profesor José Ángel Sánchez Asiaín, los suministros contratados supondrían al menos 337 millones de euros.

 Implicaciones.
La determinación del material y de sus precios tuvo que llevar tiempo. Los contactos operativos que desembocaron en los contratos debieron establecerse tras las elecciones de febrero de 1936. No había motivo para hacerlo antes. Probablemente, y como es habitual, en las negociaciones habría un toma y daca. Tuvieron lugar en Roma. Los nombres de los negociadores son desconocidos, pero entre ellos hubo aviadores italianos y probablemente españoles.

Mussolini entendió su apoyo en una clave ofensiva contra la República que databa, según Heiberg, de 1931. Esto revela el carácter agresivo de su política exterior. Acababa de demostrarla con éxito en Abisinia. Una España amiga le permitiría, por su posición geoestratégica, aspirar a la hegemonía en el Mediterráneo occidental. El Duce, que ya se aproximaba velozmente a Hitler, se disponía a sentar las bases para agredir, en su momento, a las decadentes democracias. Las elucubraciones de historiadores como Renzo de Felice y sus numerosos seguidores, que la caracterizaron de “oportunista”, deben descartarse. Los contratos dan la razón, por el contrario, a las interpretaciones de Mauro Canali, Lucio Ceva, John Gooch, Morten Heiberg, MacGregor Knox, Robert Mallet o Brian Sullivan. (El lector no encontrará demasiadas referencias a estos autores entre nuestros historiadores “patrióticos”).

 Del lado español, es obvio que los conspiradores no retrocedían ante una guerra. La composición de los 42 aviones contratados, en general muy superiores a la aviación gubernamental, permitía combinar tres tipos de operaciones: de bombardeo, de transporte y de caza. También proteger ciertos territorios. Nos inclinamos a pensar que se trataba de las Baleares. Actividades, no es necesario subrayarlo, que eran estrictamente bélicas... Leer más, Ángel Viñas, en El País.

lunes, 16 de julio de 2012

Agravio

Parece mentira que un partido político tan sensible a los agravios hacia los símbolos de la Nación como la bandera o el himno, se permita el descaro de agraviarnos a todos con su frase: “¡Que se jodan!”

 Si ya de por sí nos rechinaban los dientes de rabia e indignación con los aplausos y sonrisas de los diputados Populares en el Congreso el día que comunicaron los más brutales recortes contra los que nada han tenido que ver en esta crisis económica, la frase atribuida y recogida en todos los medios de comunicación de Andrea Fabra es un agravio y un insulto a la inteligencia de todos los españoles.

 Bien está que hayan incumplido todas y cada una de sus promesas electorales, pero que encima se rían de nosotros excede toda nuestra capacidad de paciencia y resignación. A nadie con dos dedos de frente se le ocurre aplaudir y sonreír en un entierro, pero ellos se lo permiten en el doloroso entierro de nuestro Estado de bienestar.
Recordemos, por ejemplo las lágrimas de la ministra italiana cuando se recortaron las pensiones en Italia...
 Cuando un gobierno ha realizado lo contrario punto por punto de lo recogido en su programa electoral, pienso que no está ni ética ni moralmente legitimado para gobernar este país, y no es de extrañar que un partido que fue incapaz de efectuar una oposición responsable durante siete años usando esta crisis como arma electoral haya demostrado en seis meses que es incapaz de sacarnos de esta encrucijada.— El País, 15 de julio. Eduardo Gonzalo Ugarte. (foto: "Verano de cardos" tomada en la orilla izquierda del Guadiana, a su paso por Badajoz)

Gracias Funcionarios

Ante el ataque a los funcionarios, me pregunto qué pasaría si los titulares de prensa tuvieran un tenor parecido a éste:
 Un funcionario descubre el bosón de Higgs (Peter Ware Higgs es profesor de física con tenure, equivalente a funcionario)
 Un funcionario consigue incrementar la donación de órganos en España con cifras sin precedentes (Rafael Matesanz es funcionario)
 Un funcionario consigue que se detenga a Pinochet (Baltasar Garzón era funcionario)
 Un funcionario consigue reducir las muertes en carretera en más de un 50% (Pere Navarro es funcionario, y era además alto cargo como Director General de Tráfico)
 Un funcionario salva a una mujer de ser asesinada por su marido (pensad en guardias civiles, policías...)
 Un funcionario detiene a un peligroso terrorista.
 Y yo quizá diría: un funcionario ayuda a nacer a mi hijo. Una funcionaria me enseña a darle el pecho. Otra funcionaria me atiende los días posteriores y se asegura de que todo está bien.
Gracias funcionarios. El País, 15 de julio. Violeta Ruíz.

El por qué de los recortes

Una de las tesis que se promueven con mayor ahínco en los círculos neoliberales del país es que España entró y permanece en crisis por su excesivo gasto público y falta de disciplina fiscal. De esta tesis se concluye que hay que reducir el gasto público y recuperar la famosa disciplina fiscal, reduciendo el déficit público para alcanzar el nivel exigido por el Pacto de Estabilidad (el 3% del PIB).

Esta tesis es fácilmente demostrable que carece de credibilidad. El Estado español era, en realidad, el modelo de rectitud ortodoxa neoliberal. Tenía un superávit en las cuentas del Estado en los años 2005, 2006 y 2007, y su deuda pública era de las más bajas de la Eurozona. Durante el periodo 2004-2007, tal deuda pública bajó del 46% al 36%. España no podía ser más modélica desde el punto de vista neoliberal. Los responsables de la política económica y fiscal del Gobierno español recibieron el aplauso de las autoridades europeas que gestionan y dirigen la Eurozona (desde el Consejo Europeo y la Comisión Europea al Banco Central Europeo) y como no, del Fondo Monetario Internacional.
En realidad, la sensación de euforia era tal que el Gobierno socialista español, bajo la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero, decidió bajar los impuestos, identificando tal medida con ser de izquierdas. Su slogan más conocido en aquellos años fue que “bajar los impuestos es de izquierdas”. Esta bajada de impuestos aumentó el déficit estructural del Estado, es decir, el déficit público, que determinan los ingresos y gastos estructurales y no coyunturales. Este aumento del déficit estructural permaneció ocultado o ignorado por el aumento de los ingresos al Estado, resultado de la situación coyuntural provocada por la burbuja inmobiliaria. Ahora bien, cuando esta burbuja explotó, el déficit estructural apareció con toda claridad y contundencia. Los ingresos al Estado bajaron en picado, resultado, en gran parte, de que la estructura fiscal del Estado español depende excesivamente de las rentas del trabajo y muy poco de las rentas del capital. Cuando la actividad económica se colapsó y el desempleo se disparó, los ingresos al Estado bajaron y mucho. De ahí el déficit público del Estado. No tiene nada, nada que ver con el aumento del gasto público, el cual, medido en gasto público por habitante, ha ido bajando, no subiendo. Y los datos así lo muestran. Se están recortando y recortando, y en cambio el déficit público apenas baja y el crecimiento económico está decreciendo. ¿Qué evidencia esperan los círculos neoliberales para poder ver que están profundamente equivocados?
 Por otro lado, un punto clave poco estudiado y con escasa visibilidad mediática es ¿por qué la burbuja inmobiliaria explotó? La causa primordial es que la mayoría del dinero que estaba detrás de la burbuja inmobiliaria procedía de bancos alemanes, franceses, holandeses, belgas, entre otros. En realidad el enorme flujo de dinero (lo que se llama inversión financiera) a España explica que la balanza de pagos (la diferencia entre el capital que entra y el que sale del país) se disparara en aquellos años de burbuja inmobiliaria. El hecho de que la banca europea alimentara a la banca española se debía, como no podría ser de otro modo, a que eran inversiones financieras extraordinariamente beneficiosas. Su rentabilidad era enorme. Pero cuando esta banca europea contaminada por los productos tóxicos procedentes de la banca estadounidense se paralizó, el dinero dejó de venir a España y la burbuja inmobiliaria explotó, creando un agujero en el PIB español equivalente a un 10% de su tamaño. Y todo ello en cuestión de meses.

Ahora España tiene un problema enorme porque debe mucho dinero a los bancos europeos, que no puede pagar. Y los bancos europeos tienen un problema incluso mayor, porque han prestado tanto dinero a España y a los otros países intervenidos (Grecia, Portugal e Irlanda) que si éstos no lo pagan, tienen un problema gravísimo. En realidad, muchos de ellos se colapsarían. Los bancos alemanes habían prestado en 2009 la enorme cantidad de 704.000 millones de euros a los países PIGS (España, Grecia, Irlanda y Portugal), convertidos en GIPSI con la inclusión de Italia. Esta cantidad es muchas veces superior al capital en reserva de la banca alemana. Si estos países no pudieran pagar su deuda, la banca alemana colapsaría. El establishment financiero alemán y su Gobierno, presidido por la Sra. Merkel, es plenamente consciente de este hecho. Y de ahí su énfasis en que el objetivo prioritario de las políticas de austeridad que está imponiendo a aquellos países y de la supuesta “ayuda financiera” a sus bancos, sea el de que la banca alemana recupere el dinero prestado.

El objetivo de los recortes es salvar la banca alemana
Y así nacieron las políticas de recortes. Como bien escribía recientemente nada menos que el editor senior del Financial Times, el Sr. Martin Wolf (25.06.12) el objetivo de estos recortes en España tiene poco que ver con recuperar la economía española y sí con que se pague a los bancos europeos, incluyendo los alemanes, lo que se les debe. Así de claro.

Ahora bien, como las cosas no se pueden decir tan claro, el argumento que se utiliza por los economistas y políticos neoliberales, es que hay que reducir el déficit público para “inspirar confianza a los mercados financieros” de manera tal que éstos vuelvan a prestar dinero a España. Según tal argumento, la desconfianza de los mercados hacia España determina que la prima de riesgo española haya subido tanto, ignorando que el que marca los intereses de la deuda pública no son los mercados, sino el BCE, que es el lobby de la banca, y muy en especial de la banca alemana. El hecho de que el BCE no haya comprado deuda pública española durante más de tres meses es la mayor causa de que la prima de riesgo se haya disparado. Lo que le importa más a la banca alemana (y a su instrumento, el BCE) es que continúe la austeridad, que sigan y se profundicen los recortes por parte del Estado español a fin de que éste y la banca privada a la que el Estado español ha estado subvencionando y ayudando en cantidades exuberantes (más de un 10% del PIB) paguen ahora lo que deben a aquellos bancos europeos, incluyendo los bancos alemanes. Y los famosos 100.000 millones de euros que el Gobierno Rajoy ha solicitado de las autoridades que gobiernan la Eurozona irán destinados a continuar ayudando (todavía más) a los bancos, y todo ello financiado por el ciudadano normal y corriente que paga al Estado y sostiene la deuda pública. En realidad, incluso dirigentes del Gobierno alemán así lo han reconocido. Uno de los consejeros económicos del Gobierno alemán, Peter Böfinger, así lo ha dicho. “Las ayudas a la banca (de los países en dificultades) no tienen que ver con el intento de ayudar a tales países en sus problemas, sino ayudar a nuestros bancos que tienen gran cantidad de deuda de aquellos países” (Chatterjee, Pratap, Bailing Out Germany: The Story Behind The European Financial Crisis).
En realidad, si de verdad tanto el Gobierno Rajoy o el Consejo Europeo desearan ayudar a la economía española, no transferirían estos 100.000 millones a la banca (que no ha estado ofreciendo crédito ni a las familias ni a las medianas y pequeñas empresas), sino a organismos estatales como el Instituto de Crédito Oficial (ICO), con el mandato de ofrecer crédito accesible y razonable (no el que provee la banca hoy) a la ciudadanía y a medianas y pequeñas empresas españolas. Tales transferencias públicas podrían también estimular el establecimiento de bancas públicas (tanto centrales como autonómicas) o cooperativas de crédito que garantizaran la existencia de crédito, uno de los mayores problemas que existe hoy en la España endeudada.

Pero lo que las autoridades europeas desean más que nada es que la banca española y el Estado español paguen a los bancos alemanes, franceses, holandeses, belgas y otros lo que les deben, a fin de -según dicen ellos- recuperar la confianza de los mercados. Pero este argumento asume que existen mercados, lo cual es fácil de demostrar que no ocurre. En un mercado, la responsabilidad de un préstamo fallido es compartida. Es un fallo de la persona o institución que pidió el préstamo, pero lo es también de la persona o institución que ofreció el préstamo. Y esto no está ocurriendo. En esta situación se está penalizando al primero a fin de salvar los intereses del segundo. Esto es lo que está haciendo, entre otros, el Gobierno alemán, que acusa y critica al Estado español por haber permitido la formación de la burbuja inmobiliaria sin citar el papel clave que el Estado alemán y la banca alemana jugaron en el establecimiento y explosión de tal burbuja. No se puede hablar de prestatarios irresponsables sin hablar también de los prestamistas irresponsables. Y el Gobierno alemán está imponiendo las políticas de austeridad para asegurarse de que a la banca alemana irresponsable se le pague la deuda con intereses (que, por cierto, alcanzan niveles estos últimos que cubren varias veces el coste de la deuda en sí). Y así estamos. Vicenç Navarro.

Público.es Fuente: http://blogs.publico.es/dominiopublico/5499/el-por-que-de-los-recortes/

La primavera de los capitalistas

Nadie duda de que algo no anda bien en el capitalismo actual, pero las soluciones varían, desde las clásicas de la izquierda revolucionaria hasta las adscriptas al llamado "fundamentalismo del mercado" (que estiman que el problema es que no se ha llegado a la tierra prometida del libre mercado). 
 En el Reino Unido una novedosa respuesta para los crecientes problemas del capitalismo real es la de dar "todo el poder a los accionistas". Comparado con la "imaginación al poder" de París de mayo del '68 o la rebelión de los países árabes, la consigna suena entre esotérica y anodina, pero los periódicos británicos no dudan en calificarla de una revolución que está devolviendo el poder de las compañías a sus dueños reales. Desde principios de año, los accionistas han forzado la salida o el anulamiento de pagos extraordinarios a los directores de las compañías, cuyos salarios estratosféricos y bonificaciones extraordinarias hace rato escandalizan a una sociedad asfixiada por un duro programa de austeridad fiscal. Desde la aseguradora Aviva al gigante de la publicidad WPP, de la gasífera Centrica a la corporación mediática Trinity Mirror o el banco Citigroup, los directores ejecutivos han visto rechazados sus paquetes remunerativos o han perdido su puesto. "No es una cosa pasajera. Hay una revolución cultural en juego", se entusiasma el editor del periódico financiero City A.M. El mismo ministro de Industria, el liberal Vince Cable, lo alentó desde el gobierno como un signo saludable. "Se trata de una reacción a las cosas extremas que hemos vivido. Hemos visto ridículos incrementos salariales que no tienen ninguna relación con el desempeño de la compañía", dijo Cable.

  Marx visita Londres
El primer resultado de esta revolución es que se ha recortado el poder de las grandes figuras del mundo corporativo, los famosos CEO (chief executive officers, o directores ejecutivos). Este poder se basa en un pilar del capitalismo moderno.
 Hasta el siglo XIX, el dueño de la compañía era el director de la misma. El fundador de una firma invertía hasta la camiseta y podía perder la libertad en el camino. En efecto, si la compañía caía en bancarrota y no podían honrar sus deudas, los dueños podían terminar en la prisión de deudores. Dado el peligro, había que ser audaz o tener una insaciable sed de oro para invertir en un negocio. Todo esto cambió con la creación en el siglo XIX de la Sociedad de Responsabilidad Limitada. Con este tipo de sociedad los inversores solo se hacían responsables de lo que invertían.
 Adam Smith, padre de la economía moderna y del credo del mercado libre, se había opuesto fervientemente a este tipo de sociedad. "Si los directores no son los dueños de la compañía no van a velar con el mismo celo por un dinero que no es suyo", escribió Adam Smith en su texto clave, "La riqueza de las naciones". La historia no le hizo caso.
Entre 1844 y 1870 Europa y Estados Unidos adoptaron este nuevo tipo de sociedad que revolucionó la maquinaria capitalista. Librada de las cadenas del miedo, la inversión fue uno de los motores del gran salto que dio el capitalismo a partir de mediados de siglo XIX y de su gigantesca expansión en términos de inversión extranjera (ferrocarriles, etc.)
 Curiosamente Karl Marx, ese archienemigo del capitalismo, vio con claridad que este tipo de sociedad liberaría las fuerzas productivas, definiéndola como "el más alto nivel de desarrollo de la producción capitalista".

La cuestión de la "performance"
Una extraordinaria anormalidad de las compañías en la última década era que los ejecutivos siempre ganaban más. El desempeño de la compañía – sus ganancias, su cotización bursátil – tenía un impacto muy relativo en sus salarios: la única diferencia era que a veces los paquetes remunerativos subían más y otras un poco menos. El mantra justificatorio era que se necesitaba atraer talento a la dirección de la compañía "pagando su valor en el mercado". Esta anomalía llegó a su punto máximo cuando después del estallido financiero de 2008 los ejecutivos y corredores de bolsa de las entidades financieras cobraron enormes bonificaciones a pesar de que eran los responsables de la crisis no solo de sus compañías sino de la economía global.
 La revolución de los accionistas ha comenzado a rectificar esto. El 17 de abril los accionistas rechazaron los US$15 millones que el Citigroup planeaba pagar a su CEO Vikram Pandit: el valor bursátil de la compañía había caído en un 44%. A Johan du Toit, CEO de la minera General Rand Gold, lo forzaron a renunciar tres días más tarde. Lo mismo sucedió con la CEO del Trinity Mirror, Sly Bailey, a principios de mayo. Los casos se han sucedido a velocidad vertiginosa: el último es la virtual reestructuración de la aseguradora Aviva este julio.
 La premisa subyacente de los titulares periodísticos es que la "revolución de los accionistas" va a allanar el camino a una mayor racionalidad corporativa a la hora de reflejar el desempeño de una compañía y los intereses de la sociedad en su conjunto.

  Lo que no le dijeron sobre el capitalismo
La idea de que el interés de los accionistas es equivalente al de la compañía tuvo su origen en los '80 con el concepto de "maximización del valor de los accionistas". Este concepto, acuñado por el director de la General Electric Jack Welsh, definía la labor de los ejecutivos como la "maximización de la ganancia de los accionistas".
Ha-Joon Chang califica a esta hegemonía de los accionistas de cortoplacista. Esta maximización se conseguía mediante una contínua reducción de costos y una redistribución de ganancias como dividendos. La ganancia de los accionistas venía a ser el certificado de salud de una compañía.
 Un economista estadounidense, William Lazonick, analizó esta lógica en el caso de General Motors (GM), ese símbolo del capitalismo que debió ser rescatado por el estado en 2009.
 Según Lazonick si GM no hubiera gastado más de US$20.000 millones en conseguir esta maximización, la compañía no habría necesitado un rescate por US$35.000 millones.
 El autor de "23 cosas que no le dijeron del capitalismo", el economista surcoreano y profesor de Cambridge, Ha-Joon Chang, califica a esta hegemonía de los accionistas de cortoplacista. 
Según Ha-Joon Chang tiene un impacto negativo en la fuerza laboral –recorte de salarios y derechos laborales-, en las ganancias de los proveedores y en la sociedad en su conjunto. "En realidad no solo es ineficiente para la economía sino para la misma compañía. El único interés que cuenta es la maximización de ganancias a corto plazo de unos accionistas que pueden desvincularse de la compañía vendiendo sus acciones en cualquier momento.
Como el mismo Jack Welch confesó recientemente, es la idea más tonta del planeta", señala en el libro el economista surcoreano. Ver en BBC.

domingo, 15 de julio de 2012

El programa electoral de Hollande. ¿Son iguales todos los políticos?

El programa que ganó en Francia.
1. Subida de impuestos para los millonarios: el tipo máximo del IRPF será del 75% para las rentas por encima del millón de euros al año.
2. Rebajar la edad de jubilación desde los 62 a los 60 años (para los trabajadores con 41,5 años cotizados).
3. Subir el salario mínimo por encima de la inflación. Ahora es de 1.200 euros al mes.
4. Derogar la subida del IVA que preparaba Sarkozy.
5. Que las rentas del capital paguen lo mismo que las rentas del trabajo.
6. Legalizar el derecho al matrimonio y la adopción de los homosexuales.
7. Que las empresas que se lleven sus fábricas fuera de Francia tengan que devolver las ayudas públicas recibidas.
8. Pedir a la UE una reforma de los estatutos del BCE para que el crecimiento y el empleo sean también un mandato prioritario en la política monetaria y que el banco central pueda prestar directamente a los estados. Poner en marcha los eurobonos. Apoyar la creación de una tasa a las transacciones financieras.
9. Crear un banco público de inversión para el desarrollo de las pequeñas empresas.
10. Reducir la producción de electricidad a través de energía nuclear del 75% al 50% para el año 2025, cerrando las centrales más anticuadas, y potenciar las energías renovables.
11. Cambiar la ley Hadopi contra las descargas en Internet. Buscar un modelo que concilie los derechos de los creadores y el acceso a Internet fácil y seguro.
12. Reformar la Constitución para incluir en ella los principios de laicidad y la separación entre Iglesia y Estado.
13. Rebajar un 30% el sueldo al presidente de la República y a sus ministros.
14. Que los responsables de la televisión y la radio públicas dependan de una autoridad independiente del Gobierno.
15. Subir el sueldo a los médicos de la sanidad pública.
16. Construir 2,5 millones de viviendas de protección oficial para estudiantes y rentas bajas durante los próximos cinco años.
17. Rebajar los sueldos de los directivos de las empresas públicas.
18. Limitar la acumulación de cargos públicos.
19. Derecho a voto en las municipales para los extranjeros que vivan en Francia desde hace más de cinco años.
20. Contratar a 60.000 nuevos profesores.
21. Regular la eutanasia.
22. Subida del 15% en el impuesto a la banca.
23. Prohibir las stock-options, excepto para empresas recién nacidas.
24 Prohibir a los bancos tener sucursales en paraísos fiscales.
25. Obligar a que la banca de inversión (la especulativa) y la de ahorro (la de las libretas y créditos) estén separadas.
26. Multas para los partidos políticos que no respeten la paridad entre mujeres y hombres.
27. Los políticos condenados por corrupción quedarán inhabilitados por diez años.
28. Aumentar las ayudas para las familias con hijos en edad escolar.
29. Subir el impuesto de sucesión y el de patrimonio.
30. Retirada de las tropas en Afganistán.

Ahora faltan dos cosas importantes; en primer lugar, la firme voluntad de querer cumplir el programa y, en segundo lugar, que los los llamados poderes fácticos lo dejen llevar a cabo. Lo cual no es poco, pero la ilusión y la esperanza están plantadas. Ver más en  el programa electoral completo del nuevo presidente de la República Francesa.

Menos perdón y más consecuencias.

Un extravagante jefe de Gobierno anuncia, ocho meses después de elegido, que no puede hacer nada de lo que ofreció.

Los responsables de Novagalicia han pedido perdón por el engaño que llevaron a cabo sus predecesores vendiendo a infelices ahorradores un producto peligroso. También han pedido 6.000 millones de euros para tapar el agujero de la entidad. Mejor sería que la petición de perdón fuera acompañada del envío a la justicia de los documentos que permitan llevar a la cárcel a quienes ordenaron ese tipo de operaciones y del despido fulminante de los directivos que vendieron preferentes en las sucursales, por sinvergüenzas.

 Es fundamental recordar que en las sociedades democráticas no se trata de pedir perdón, sino de exigir responsabilidades. Esa falta de exigencia política, empresarial y/o penal sigue siendo uno de los mayores problemas de la democracia en España y el origen de la profunda desconfianza que sienten los ciudadanos. Perciben que las instituciones no funcionan como debieran (basta ver el espectáculo del Consejo General del Poder Judicial, cuyos miembros demuestran que nunca merecieron el trato que reciben, o la incapacidad del Congreso para responder a la necesaria pregunta ¿cómo hemos llegado hasta aquí?). Comprueban que el engaño en política y en la vida económica está alcanzando unas cotas grotescas y, abrumados por la catástrofe, pierden de vista lo esencial: no hay que cejar en la petición de responsabilidades. Justo es reconocer que la política siempre ha tenido una grieta en su credibilidad, pero en los últimos meses se ha convertido en un abismo. Mariano Rajoy acudió esta semana al Congreso para explicar que está haciendo todo lo contrario de lo que prometió porque las cosas no son como pensaba o como creía.

Prácticamente, pide perdón por haberse presentado a las elecciones sin estar al tanto de lo que ocurría, pese a ser el jefe de la oposición desde hacía ocho años, de ser el secretario general de un partido que gobernaba ya la mayoría de las comunidades autónomas, pese a tener una extensa experiencia de gobierno y pese a mantener múltiples contactos dentro de las Administraciones públicas. No puede prometer nada, sino constatar que todo está muy mal. Es el primer presidente de un Gobierno que acude al Parlamento, ocho meses después de ser elegido, para decir: “Les dije que iba a subir el paro. Les dije que todo iba a ir mal”. ¿Qué quieren que le haga?

 El 76% de los españoles no creen que las medidas anunciadas permitan salir de la crisis. Ese es, en realidad, el dato más relevante de lo sucedido esta semana. La gran mayoría de los españoles piensan que el sufrimiento que se avecina no tiene otro objetivo que la supervivencia del sistema financiero. No vislumbran que se reactive el crédito, ni el mercado de trabajo, ni que se pueda reconstruir el tejido de miles de empresas ya destruidas (más de 21.000 empresas de entre 3 y 50 trabajadores desaparecieron en los últimos tres años, y de ellas, 5.964 entre enero de 2011 y junio de 2012, según la Seguridad Social)....
 El descrédito de la política, la convicción de que los principales partidos son incapaces de ofrecer un plan que permita ver la salida de esta catástrofe, es colosal. El líder de la oposición, el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, no consigue salir del bucle que le atrapa, ...

Algunos, dentro de su propio partido, empiezan a pensar en una operación para que no acabe el mandato y que, llegado ese momento, la mayoría absoluta del PP en el Congreso elija otro presidente menos dañado para encabezar una nueva campaña.

Sería un final lógico para uno de los políticos que más han usado la inconsistencia como arma política. Quizá Rajoy sea en el fondo un hombre original que merezca una justa biografía, como aseguran quienes más le aprecian, pero de momento es un presidente del Gobierno extravagante. SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ, El País, 15 JUL 2012. (foto, protestas por la desaparición de la OEX)

sábado, 14 de julio de 2012

Centenario del pionero de la canción protesta, Woody Guthrie

Hace cien años nació Woody Guthrie, considerado el padre de la canción de protesta, un fenómeno cultural tan estadounidense como el jazz, el blues o el rock 'n' roll.
 A fines del Siglo XIX ya habían aparecido las llamadas canciones sindicalistas en el país, pero se considera que la moderna canción de protesta nació con Guthrie a fines de los treinta.
 Por esos años Guthrie se hizo cantautor, cuando la Gran Depresión golpeaba duramente a Estados Unidos tras el colapso del mercado de valores de Wall Street.
 Fueron tiempos duros: dentro del país había desempleo, pobreza y protestas populares. Afuera, las tensiones que finalmente llevarían a la Segunda Guerra Mundial.
 De ese caldo surgió la música de Guthrie y su legado trascendió tiempo y fronteras impactando artísticamente a cantantes como Bob Dylan, Bruce Springsteen o John Mellencamp, entre muchos otros.
 En América Latina influenció a artistas como los argentinos Mercedes Sosa y León Gieco, y el chileno Victor Jara, icono de la lucha contra el gobierno militar de Augusto Pinochet.
 De cuna revolucionaria
Guthrie nació en Okemah, Oklahoma, el 14 de julio de 1912, casualmente el día de la Toma de la Bastilla, al inicio de la Revolución Francesa, símbolo universal de la insurgencia del poder popular. Y tal parece que llevaba algo de ese sentimiento revolucionario en la sangre, de la misma manera que siempre llevó su credencial de "antifacista"- "máquina para "matar facistas" decía una etiqueta adhesiva en su guitarra.
Conexión mexicana
 Guthrie escribió la letra de la canción "Deportee (Plane Wreck At Los Gatos)", a raíz del accidente de un avión en 1948, que llevaba a 28 campesinos mexicanos que eran deportados.
 Una década más tarde, Martin Hoffmann le puso música y entre quienes la cantaron figura Pete Seeger, con una versión en un disco en vivo con León Gieco.
 Sus padres lo bautizaron como Woodrow Wilson Guthrie en honor al recién electo presidente demócrata, a quien muchos consideraban entonces un paladín de las causas populares. Su primer intento de dedicarse a la música fracasó, precisamente a causa de la Gran Depresión y del llamado Dust Bowl, un fenómeno atmosférico caracterizado por sequías y gigantescas tormentas de arena que arrasó con la agricultura del centro-oeste de EE.UU..
 Arruinado, Guthrie marchó a California, junto con otros granjeros y desempleados del Medio Oeste. Allí fue testigo de la tremenda pobreza de sus compatriotas, se identificó con ellos y empezó a escribir poemas y canciones en las que desahogaba su odio a la explotación.
 Era el año de 1937. Trabajaba para una emisora radial de un dirigente del ala izquierda del Partido Demócrata. Además escribía una columna de opinión para el periódico del Partido Comunista, al que sin embargo nunca se afilió.
 Dos años después se mudó a Nueva York, donde se integró en el ambiente político izquierdista e hizo sus primeras grabaciones importantes.
 Fue en 1940 cuando escribió su composición más famosa: "This Land Is Your Land", en la que denunciaba las desigualdades sociales.
 Por esa época conoció a Pete Seeger, con quien integró el grupo The Almanac Singers y quien alcanzaría más fama que Guthrie, debido en parte a su longevidad.
 Renacimiento folk
A fines de la década de los 40 el cantautor empezó a sufrir los estragos de una extraña enfermedad... Leer más en la BBC

jueves, 12 de julio de 2012

La irresponsabilidad del presidente. Rajoy dice que no tiene libertad para elegir. No es cierto. La tenía. Su colega Monti la ejerció

“Se trata de no llevar a los hombres por direcciones que los mutilen”. La frase es de Frantz Fanon y se refería a los años de la descolonización. Pero define perfectamente los límites de lo que es admisible en la acción de gobierno. Unas políticas que condenen a sectores de la ciudadanía a la exclusión, a la imposibilidad de vivir una vida digna, deberían ser consideradas ilegítimas. Y el Gobierno español, después de seis meses de arrastrar los pies, como dicen algunos, con las medidas anunciadas por el presidente Rajoy se está situando al borde de la ruptura del pacto social que está obligado a defender. La reducción del subsidio de paro, la limitación del acceso a la ayuda mínima de reinserción social, junto a los recortes de las prestaciones relacionadas con la dependencia y al copago de medicamentos, a la espera de lo que se puede implementar en materia de pensiones, agudiza la crisis social y aumenta el riesgo para millones de personas. Y corresponde a la oposición y a la opinión pública evitar que esta ruptura se produzca.



La historia se repite. Hace dos años, en mayo de 2010, Zapatero, bajo presión internacional, dio un giro total a su política, metió a España en el desasosiego y hundió su credibilidad de modo irreversible. El miércoles, 11 de julio de 2012 pasará a la historia como el día en que Mariano Rajoy dio un giro total a su política, se desdijo de sus promesas electorales y se amparó en las exigencias internacionales para eludir su responsabilidad. “Los españoles no podemos elegir si hacemos o no sacrificios. No tenemos esa libertad”, ha dicho el presidente. Unas frases así un gobernante solo debería pronunciarlas un minuto de antes de presentar su dimisión. Si no es capaz de hacerse responsable de las políticas que dicta, un jefe de gobierno no debe continuar.

Eludir las responsabilidades es un vicio crónico en la manera de hacer política de Rajoy
. Quiso vivir del descrédito de los socialistas, echándoles a ellos la responsabilidad de la crisis, pensando que de este modo podía evitar la toma de decisiones impopulares. Pero la realidad corre a velocidad de vértigo y el presidente, con sus ritmos lentos, perdió pie. Cundió la desmoralización en su entorno político y en un mundo económico que, aunque parezca imposible, se había creído que con el PP todo cambiaría. Caducadas las promesas de su programa electoral, sin un proyecto propio que desarrollar, Rajoy trató de ganar tiempo, con una estrategia de negación de lo evidente: hablaba de reformas, que, por otra parte, casi nunca llegaban, para evitar palabras como recortes o ajustes; trataba de convertir en ayuda crediticia un rescate bancario con todas las de la ley; y rechazaba cualquier idea de imposición de medidas de obligado cumplimiento desde instancias externas a la política española. Hasta ayer. Rajoy cayó del caballo, empujado desde Europa, y pronunció la frase terrible: “No tenemos esa libertad”. No es verdad. La tenía. Su colega Monti la ejerció. Y se anticipó con unas medidas, acertadas o no, pero escogidas por su Gobierno conforme a criterios debidamente explicados y sin ampararse en fatalismos o catastrofismos.

Con su permanente elusión de responsabilidades, Mariano Rajoy ha conseguido que la gente se preguntara si había alguien al mando. La duda era fundada. El propio presidente dice que no tiene libertad para decidir. Es grave: un líder se distingue porque es capaz de hacer plenamente suyas las decisiones que toma, sin buscar subterfugios. Es la base de la credibilidad. Por eso resulta obsceno que el presidente utilice al Rey haciéndole presidir un Consejo de Ministros previo al que decidirá parte de los nuevos recortes. Rajoy quiere implicar al Monarca en responsabilidades que solo son de su Gobierno, para hacer creer a los españoles que “es lo que hay que hacer” y que “no se puede hacer otra cosa”. Para convertir su repentino giro en objetivo nacional compartido y así neutralizar cualquier discrepancia. Y camuflar de este modo que es una estrategia que de momento provocará más recesión y más paro.

Hay millones de ciudadanos que discrepan de ella. El Gobierno del PP es el único responsable de las decisiones que tome. Y de ellas tendrá que responder ante la ciudadanía. La pretensión de crear un clima de movilización nacional alrededor de unas medidas que el propio presidente negaba hace unos días, es otra vuelta de tuerca más en el juego de las manipulaciones y de los engaños. Es la cortina del miedo, tras la que se parapeta el presidente.

Ver en El País.

Soy minero

Que en estos tiempos hipertecnologizados hayan tenido que ser los mineros los que enseñen el camino al resto de trabajadores, da que pensar. Que en la época de empresas flexibles, sociedad de la información, economía global, riqueza virtual y trabajadores desubicados y desideologizados, hayan tenido que ser los viejos mineros, con sus duras herramientas, sus manos callosas y su fuerte conciencia de colectivo, los que salgan a la luz y echen a andar para que los sigamos, debería hacernos pensar qué nos ha pasado a los trabajadores durante los últimos años, qué hemos hecho y dejado de hacer, qué nos han hecho y qué nos hemos dejado hacer.
 Habrá quien diga que el protagonismo minero de estos días es pura coherencia: si la crisis y las políticas anticrisis suponen para los trabajadores un salto atrás en el tiempo, un regreso a trompicones al siglo XIX, nadie mejor que los mineros al frente de la manifestación, ellos que con tanta rotundidad encarnan aquellos tiempos iniciales del movimiento obrero. Pero no estamos ante un asunto de coherencia histórica, sino mucho más.

Las emocionantes escenas vividas en cada pueblo por donde han pasado los mineros en su marcha hacia Madrid, la acogida, las palabras de ánimo, las ayudas recibidas, la solidaridad extendida por todo el país, en las calles y en las redes sociales, y finalmente el recibimiento en la capital y el acompañamiento en su protesta por tantos trabajadores, deberían ser un revulsivo, marcar un punto de inflexión en la construcción de resistencias colectivas. Los mineros han roto algo, han despertado algo que dormía en nosotros, nos han empujado.
 Sé que hay un componente no pequeño de simpatía que escapa a las razones de su protesta. Hay algo de justicia histórica, de memoria, de sentimentalidad obrera si quieren, en el cariño que los mineros reciben estos días, y digo cariño con intención, porque en ocasiones se trata de cariño más que de comprensión de sus reivindicaciones. La figura del minero, con su casco, su lámpara y su rostro ennegrecido está fuertemente arraigado en el imaginario de la clase trabajadora desde hace siglos, y por eso con los mineros no funciona el habitual discurso de los “privilegiados” con que algunos intentan anularlos desde la derecha mediática (por eso, y porque la minería representa desde siempre lo más duro y peligroso del mundo del trabajo, y su fatiga, lesiones, enfermedades y accidentes no casan bien con ningún privilegio).
Por todo ello, por su condición popular de héroes de la clase obrera (demostrada, por otra parte, en tantos episodios de lucha en efecto heroica a través de siglos), parece natural que los mineros encuentren todo ese calor a su paso por los pueblos. No creo que una marcha a pie de, pongamos, camareros, albañiles, periodistas o funcionarios, lograse tanto apoyo, tanto cariño, tantos recibimientos, homenajes y adhesiones, por justas que fuesen sus reivindicaciones.
 Pero más allá de ese componente emocional, importa el momento en que se ha producido esta salida de los pozos. En un momento de terror económico como este, cuando los trabajadores nos sentimos acorralados, desesperanzados, y nuestra resistencia se limita a adivinar por dónde vendrá el siguiente golpe, la aparición en escena de los mineros puede ser la lucecilla al final del túnel (el túnel en que andamos perdidos los trabajadores, no el tópico túnel de la salida de la crisis donde la única luz que se ve es la del tren que viene de frente), la señal que estábamos esperando. Los mineros nos están dando una lección que no deberíamos dejar pasar, y que va más allá de sus reivindicaciones por justas que puedan ser.
 Y lo son. Los mineros tienen razón en su lucha, y no voy ahora a extenderme en por qué tienen razón. La tienen por todos los motivos que ya habrán oído y leído estos días, pero incluso si no tuviesen esos motivos, seguirían teniendo la razón de su lado, por una elemental cuestión de justicia histórica. Se lo debemos, a ellos y a las generaciones de mineros que les anteceden, y eso basta para que estemos obligados a respetar su medio de vida y sus territorios, ofrecerles salidas dignas y no escatimarles un dinero que es calderilla comparado con los rescates financieros. Pero insisto: lo que hoy me interesa no es tanto su lucha particular (que apoyo), sino esa lección de dignidad, solidaridad y resistencia que nos dan al resto de trabajadores. Todos nos hemos sentido interpelados estos días por la lucha de los mineros, en dos direcciones: porque en su reivindicación de un futuro digno cabemos todos los que igualmente carecemos de ese futuro; y porque la contundencia de su lucha hace más evidente nuestra pobre reacción ante los ataques sufridos.
 En cuanto a lo primero, la reivindicación de los mineros es extensible a todos nosotros. En los mineros vemos nuestro pasado, nuestra conciencia de clase que en algún momento perdimos o nos arrebataron, las posibilidades de lucha colectiva que hoy no encontramos. Pero sobre todo, vemos en ellos nuestro futuro: en su grito para no ser abandonados, para no desaparecer, para no ver arrasados sus pueblos y comarcas por el paro y la inactividad, asoma un resquicio del futuro que nos espera a todos, convertidos todos en trabajadores abandonados a nuestra suerte, abocados a un largo tiempo de escasez, de miseria; a merced de un viento que no deja nada en pie; con millones de empleos en extinción, y toda España convertida en una gran comarca minera amenazada por la desolación y la falta de salidas.
 En cuanto a lo segundo, la dureza clásica con que resisten los mineros, la violencia con que responden a la violencia, hace que debamos buscar otra palabra para denominar lo que hacemos los demás, eso que a menudo llamamos de manera exagerada resistencia. Mientras nosotros ‘incendiamos’ las redes sociales, los mineros prenden fuego real a las barricadas en las autopistas. Mientras nosotros convocamos una huelga cada dos años, sin mucha convicción y sobre todo sin continuidad, los mineros eligen la huelga indefinida durante semanas, inflexible. Mientras nosotros escribimos posts y tuits de denuncia contra los recortes (yo el primero), ellos se encierran en los pozos, paralizan el tráfico, levantan en pie de guerra comarcas enteras, y finalmente echan a andar por la carretera. Mientras nosotros pintamos ingeniosas pancartas y componemos simpáticos pareados para gritar en manifestación, ellos se enfrentan a cuerpo con la Guardia Civil. Mientras nosotros retuiteamos y damos miles de “me gusta” para apoyar las reivindicaciones de los colectivos más castigados, ellos van pueblo por pueblo dando y recibiendo abrazos, compartiendo comidas y techo. Mientras esperamos al próximo aniversario para volver a tomar las plazas, ellos se plantan en la Puerta del Sol tras haber hecho suyas las plazas de todas aquellas localidades por las que pasaron.
 La lección está clara: ante el ataque total contra los trabajadores, estos no son tiempos de hashtag, sino de barricada. Frente a la solidaridad efímera de la red social y la indignación inofensiva, son tiempos de caminar juntos, de compartir encierro o marcha, de encontrarse en las calles, de abrazarse como ya no nos abrazábamos, como estos días se abrazaban los mineros con quienes los esperaban a la entrada de cada pueblo.
 Por todo ello, el gobierno no puede permitir que los mineros ganen este pulso: porque si triunfan, estarán dando un mal ejemplo para el resto de trabajadores, que podríamos tomar nota, aprender la lección, seguir su ejemplo para ser escuchados, para no ser pisoteados, para no seguir perdiendo: luchar, resistir, construir redes de solidaridad, ser firmes, llegar hasta las últimas consecuencias, tomar la calle, recuperarla. Por eso la durísima represión policial contra los mineros y su criminalización mediática.
 Por las mismas razones los trabajadores necesitamos que los mineros ganen este pulso: porque su victoria despeja el camino para nosotros, y en cambio su derrota nos haría más difícil levantar la resistencia. Por eso hoy todos somos mineros, y tenemos que estar con ellos. Por justicia, por historia, por memoria, porque lo merecen. Pero también por nosotros, porque si ellos temen por su futuro, el nuestro es más que negro, negro carbón. Isaac Rosa. eldiario.e

Ya somos griegos

Ahora que ya nos han intervenido en toda regla quizá comprendamos, como país, el estado y sentir de los griegos de los que hemos estado desmarcándonos de forma tan miserable. Somos víctimas del mismo fraude que ellos: los de abajo pagando por estafas internacionales realizadas por el sector financiero y consentidas por el poder político. Los ahorros y sacrificios son para pagar las deudas de ese sector, que es internacional. Y los imponen los mismos políticos que sancionaron el casino.
 Además, dentro de ese fraude social manifiestamente injusto, en Europa, especialmente en la Europa del Sur, somos víctimas de una política estúpida y miope con la que Berlín y Bruselas intentan resolver mediante devaluación interna el defecto de nacimiento del euro, una unión monetaria sin unión fiscal. El resultado es una asfixiante política de austeridad que agrava la situación. Grecia es eso. Y ahora nosotros somos Grecia.
 Es verdad que el gobierno griego mintió en sus cuentas y que el gobierno español dio alas al ladrillo para mantener su “España va bien”, “superamos a Italia” y “vamos a por tí, Francia”. Son diferentes modalidades de la misma mentira. Meros detalles. No hay país europeo que no haya mentido con su economía. La mentira de Alemania es particularmente desvergonzada y a diferencia de la española o la griega, aun está por desvelar. Se trata de que la Señora Merkel pregona para sus socios cosas que no practica en su país.
      Alemania hizo recortes sociales muy dolorosos en 2003, cuyo impacto en la productividad y el crecimiento fueron casi nulos. Donde sí tuvieron impacto, junto con las bajadas de impuestos a ricos y empresas, fue en la tasa de beneficio de la minoría más rica. El Estado Social alemán era, y es, una bestia mucho más rechoncha que su equivalente meridional. Había más grasa y el adelgazamiento fue menos intolerable. Los ajustes alemanes fueron dolorosos pero no tienen nada que ver, en sus plazos y en su profundidad, con lo que se ha hecho en Grecia y lo que se va a hacer ahora en España.  
    En 2005 la hoy canciller Merkel y entonces mera candidata de la CDU anunció en el congreso de su partido en Leipzig reformas radicales, pero cuando llegó al poder y firmó el acuerdo de coalición con los socialdemócratas, con quienes compartió su primer gobierno, decidió frenar las reformas para no sobrecargar a la gente de tal forma que los dolores de los recortes no se hicieran insoportables. De paso mandó a paseo el compromiso europeo de mantener el déficit por debajo del 3%, y, al revés, practicó una política económica expansiva.
       En 2009, Alemania entró en recesión, y ¿qué hizo la Señora Merkel, que ya no gobernaba con los socialdemócratas, sino con socios tan neoliberales como ella?: estimuló la economía invirtiendo dinero en el “kurzarbeit”, la jornada a tiempo parcial, subvencionó al fundamental sector del automóvil con el llamado “Abwrackprämie” , la rebaja por compra de coche nuevo a los propietarios de modelos viejos, y metió mucho dinero en infraestructuras y escuelas sin bajar en ningún momento los presupuestos de educación.
        La lista contiene todo lo contrario de lo que Merkel dice que hay que hacer en Europa: recortar, impedir mediante el corsé del Pacto Fiscal cualquier huida del compromiso de déficit, nada de programas de estímulo y castigar a la población mucho más allá de lo soportable – lo de Grecia, capítulo en el que ahora va a entrar España.
         Este cinismo no es particularmente malvado ni exclusivo de la canciller: es lo que se ha hecho siempre desde los países más poderosos de Occidente: recomendar e imponer políticas, a Rusia, a América Latina, al tercer Mundo en general, que ellos nunca practicaron en casa por la sencilla razón de que la austeridad unilateral nunca ha funcionado en ninguna parte y porque las enormes tasas de paro del 20%, que Grecia y España sufren, desestabilizan las sociedades y convierten a sus gobiernos en misión imposible. Con más de quince millones de parados –el equivalente a nuestro 20%- también Alemania sería un caos y probablemente un caos mucho peor que el griego por la ausencia o extrema debilidad en Alemania de mecanismos y redes de solidaridad familiar que en el mundo mediterráneo son importantes... Rafael Poch. La Vanguardia

Ayer con Zapatero y Hoy con Rajoy. El país con la doble vara de medir siempre.

El desigual tratamiento de la prensa ante los recortes de Zapatero y los de Rajoy.

miércoles, 11 de julio de 2012

Rajoy ha incumplido todas sus promesas económicas pese a que el esfuerzo en la reducción del déficit es menor a lo previsto

El mito de que bastaría que se fuese Zapatero y llegase al Gobierno el Partido Popular para que se recuperase la confianza no ha durado ni un suspiro. El hada de la confianza, usando la expresión de Krugman, no se ha aparecido en España. El Gobierno de Rajoy ha reincidido, para sorpresa general, en los errores de diagnóstico y gestión de la crisis de Zapatero y ha acabado adoptando las mismas medidas que tanto le criticó desde la oposición (como la subida del IVA y la rebaja de sueldos de los funcionarios). Su programa electoral y su discurso de investidura de hace seis meses eran, efectivamente de cuento de hadas. Tanto, que hoy ha tenido que enmendarlo en su totalidad, cuando la situación es mucho más grave.

No hay duda de que le herencia económica que dejó Zapatero es la peor que ha recibido un Gobierno en la historia reciente española, con una alta tasa de paro, un elevado déficit público, un fuerte endeudamiento externo y un sector financiero muy débil, por citar solo los problemas más graves y acuciantes. Pero Rajoy ha mezclado sin rigor herencias con falacias para justificar sus recortes y exculparse del incumplimiento sistemático del programa electoral y las promesas con que llegó al Gobierno.

Desde que Rajoy gobierna, todos los indicadores de confianza en España se han deteriorado gravemente. La prima de riesgo española no solo ha batido todos los récords, sino que era 200 puntos inferior a la italiana a comienzos de año y ahora es sustancialmente superior. Los seguros sobre impago de deuda del Tesoro se han disparado. La Bolsa española se ha convertido este año en la peor del mundo. La fuga de capitales (tras un aumento de los impuestos sobre las rentas del capital) no tiene precedentes. Los inversores, los mercados, han dado la espalda a España mientras los retrasados presupuestos se quedan viejos en una semana y el Gobierno provoca un incendio al tratar de hacer el papel de bombero del Banco de España. Rajoy dijo que no tenía intención de subir los impuestos y a la semana siguiente subió el IRPF y el IBI. Rajoy dijo que no abarataría el coste del despido y aprobó una reforma laboral que lo pone a precio de saldo, al facilitar el despido procedente con 20 días de indemnización por cada año trabajado con un máximo de 12 mensualidades. Rajoy dijo que no bajaría el sueldo de los funcionarios como Zapatero, pero primero aprobó un aumento de jornada que en la práctica suponía una rebaja del 6% por hora trabajada y ahora suprime la paga extra de navidad en lo que implica un recorte del 7% de la retribución en términos anuales y del 14% en lo que queda de año. Rajoy dijo que no subiría el IVA como Zapatero, y ha aplicado la mayor subida desde que existe el impuesto (de tres puntos en el tipo general, hasta el 21% y de dos en el reducido, hasta el 10%). Rajoy dijo que no recortaría las prestaciones por desempleo y hoy lo ha hecho. Rajoy dijo que no recortaría en Sanidad y Educación y ha promovido los mayores recortes en ese terreno desde que existe el Estado del Bienestar en España. Denigró la idea de una amnistía fiscal y no solo ha aprobado una, sino que cada vez da más facilidades a los defraudadores para beneficiarse de ella. Dijo que no habría copago, y ya está en vigor. En su discurso de investidura, Rajoy dijo que la restructuración financiera estaría culminada en el primer semestre de este año y al empezar el segundo, tras dos reformas fallidas en tiempo récord, el sector financiero está abierto en canal y España ha pedido el rescate a Europa para recapitalizar la banca.

Desde el principio, el Gobierno ha culpado de sus incumplimientos al Gobierno anterior. “Es mi deber liberar a España del peso de esa herencia”, ha dicho hoy Rajoy. Pero las cifras le desmienten. La desviación sobre el objetivo de 2011 de la Administración central fue mínima y debida en buena parte a que el nuevo Gobierno de Rajoy cargó hábilmente al ejercicio 2011 unos 600 millones en expropiaciones que van a pagar este año y otros 600 millones de la intervención de Unnim que se apuntaron como gasto de 2011 y como ingreso de 2012. La Seguridad Social cerró con un pequeño déficit, sobre todo por la caída de ingresos en el cuarto trimestre. Pero el grueso de la desviación de 2011 procede sobre todo de las comunidades autónomas, entre ellas las regidas por Esperanza Aguirre, Francisco Camps y otros gobernantes de su partido. “No entro en quién es el responsable o deja de serlo”, ha señalado Rajoy...

el recorte del déficit es menor que el planteado antes de las elecciones, pero buena parte de las medidas de Rajoy (IRPF, IVA, paga extra de funcionarios, amnistía fiscal…) van sobre todo destinadas a reducir el déficit de la Administración central. ¿Cuáles eran sus planes reales? La excusa de la herencia es una falacia. Quedan dos opciones: o Rajoy engañó a los votantes o no tenía ni idea de lo que le tocaba hacer. A estas alturas, uno no sabe cuál es peor de las dos.

El País.