martes, 23 de mayo de 2023

Ya está bien de juego sucio.

La integración de la izquierda abertzale en el sistema político español se está haciendo de una manera que no tiene parangón en ningún otro país europeo. Ni siquiera en Irlanda.

Me imagino que muchos de los lectores de elDiario.es saben que Arnaldo Otegi fue condenado por la Audiencia Nacional a seis años, que la sentencia fue confirmada por el Tribunal Supremo y que el Tribunal Constitucional no le otorgó el amparo en el recurso que interpuso contra las sentencias dictadas por dichos tribunales.

Arnaldo Otegi ingresó en prisión y permaneció en ella seis años. Había interpuesto un recurso ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) por falta de imparcialidad de la presidenta de la Sala de la Audiencia Nacional que lo condenó, recurso que acabó siendo estimado positivamente por el TEDH, anulando, en consecuencia, las sentencias dictadas contra él. Pero dicho recurso europeo llegó cuando Otegi ya había cumplido por completo la pena impuesta. Estuvo seis años en la cárcel sin que su presunción de inocencia hubiera sido destruida de manera constitucionalmente correcta.

En este momento la Sala de lo Penal está intentado poner en marcha una estratagema no para revisar la sentencia dictada con vulneración de un derecho fundamental tan esencial como es el derecho a un juez imparcial, que es lo que se impone tras la sentencia del TEDH, sino para repetir el juicio en la Audiencia Nacional con un tribunal distinto. Todavía está por ver si esa estratagema progresa o si, por el contrario, es frenada por la reacción frente a la misma por parte de la defensa de Otegi.

El interrogante se impone: ¿Es no sólo jurídicamente, sino también éticamente aceptable que la presidenta de la Sala de la Audiencia Nacional y los demás magistrados de dicha Sala, así como los magistrados de la Sala del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional, hayan continuado ejerciendo la función jurisdiccional sin haber recibido el más mínimo reproche por una conducta injustificable, mientras que se pone en cuestión la idoneidad de Otegi para poder ser candidato en unas elecciones por haber sido miembro de ETA? ¿Han pedido perdón no ya a Otegi, sino al conjunto de la sociedad española por su conducta anticonstitucional y por el desprestigio que ha supuesto dicha conducta para el Estado de Derecho español?

E insisto, están intentando poner en marcha un nuevo proceso de manera anticonstitucional para condenar a Otegi tras haber pasado en prisión los seis años a los que fue condenado. Dejo que cada lector califique esa conducta de la manera que le parezca apropiado.

A los miembros del nacionalismo abertzale se les ha aplicado la ley penal, incluso más allá de lo que la Constitución permite. Y sin embargo, desde que se constituyó Bildu, no ha habido ni una sola conducta antijurídica posterior de los miembros de la dirección de dicho partido que haya podido ser perseguida ante los tribunales de justicia. ¿Qué ocurriría con la dirección del PP si se le aplicara la vara de medir que se le ha aplicado y se pretende seguir aplicando a los miembros de la dirección y a la militancia de Bildu?

La integración de la izquierda abertzale en el sistema político español se está haciendo de una manera que no tiene parangón en ningún otro país europeo. Ni siquiera en Irlanda. El dolor generado por el terrorismo de ETA ha sido inmenso. Pero quienes lo generaron han pagado por ello y siguen pagando. Y para poder integrarse en el sistema político y participar en los procesos electorales han tenido que cumplir previamente las penas a las que fueron condenados y haber pasado el tiempo de inhabilitación que dichas penas conllevaban. No ha habido ninguno que no haya pagado la deuda contraída con la sociedad española en su totalidad. Ninguno. ¿Se puede decir lo mismo de quienes practicaron terrorismo desde el Estado? Y también generaron mucho dolor.

Ya está bien de juego sucio.

Pienso, luego estoy soltera

Las relaciones entre hombres y mujeres están cargadas de trampas. La cultura nos ha obligado a desempeñar papeles que casi siempre han sido discriminatorios para la mujer. Así, el soltero ha sido el símbolo de la astucia inteligente. (¿Por qué Dios es soltero?, se pregunta Barreca en un libro al que luego haré referencia). Todos hemos oído hablar de los solteros de oro. Y todos conocemos el refrán “solterón y cuarentón, qué suerte tienes, cabrón”. Sin embargo, de la solterona (he aquí otro agravio manifestado en el lenguaje) se hacen bromas sarcásticas. “Esa se queda para vestir santos”. O, como se decía de la novicia que iba a profesar: “Se casa con Dios porque no hay Dios que se case con ella”.

Las bromas nos desvelan el machismo subyacente en la cultura. Cómo pesan los prejuicios: si el varón ha tenido muchas relaciones antes de casarse es considerado un don juan, si las ha tenido ella, es una casquivana. Si él tiene una infidelidad ya casado es que ha echado una cana al aire, si la infiel es ella es una ramera. Y ya se observa aquí una visión de las relaciones contempladas desde el patriarcado.

Se cuenta que en tiempos en que las solteras vivían con sonrojo el hecho de que ningún varón hubiera puesto sus ojos en ellas, una novia llegó al altar con todo el boato de la ceremonia nupcial. El sacerdote le preguntó al contrayente si quería a su novia. Contestó con entusiasmo y convencimiento que sí. Luego le preguntó a ella y, para, asombro de todos, respondió que no. Se volvió a los asistentes y explicó el por qué de esa negativa contundente: “Todos habéis sido testigos. Que nadie diga luego que no me he casado porque nadie me ha pretendido”. Es la historia inversa a aquel anuncio por palabras de una novia despechada: “Cambio traje de novia sin estrenar por pistola en buen uso”.

Hay en el imaginario conservador un patrón único y cerrado, como si solo hubiera relaciones heterosexuales. Y no es así. Hay múltiples formas de relaciones, de parejas y de familias.

Hace años leí un libro de Regina Barreca al que he hecho referencia más arriba. Se titula “Maridos perfectos…y otros cuentos”. En él analiza las relaciones entre hombres y mujeres. Unas relaciones que frecuentemente están presididas por estereotipos, dominio, celos, engaños, intereses, control, posesión… Unas relaciones que demasiadas veces están alejadas de la igualdad, el respeto, lo lógica y la justicia… El problema es que se atribuye muchas veces a la naturaleza lo que es fruto exclusivo de la cultura. La raíz de muchas desigualdades procede de la confusión de lo que es sexo (características biológicas) con lo que es género (características culturales). Qué interesante libro “No está en los genes”, de Lewontin, Rose y Kamin. Las mujeres no son de un planeta distinto, son, eso sí, de los barrios más pobres de nuestro planeta.

En una viñeta de Forges se ve a una mujer abrumada por las tareas domésticas que se dirige a su niña diciendo: “Hija, no te cases nunca con un marido”. Y es que a la mujer le ha correspondido realizar muchas tareas ingratas en ese reparto poco equitativo que ha venido marcado por los estereotipos sociales, por los intereses sexistas y por los privilegios del patriarcado.

La diferencia de edad, las tareas domésticas, los estereotipos sobre la sexualidad, el cuidado de los hijos, la conciliación laboral… condicionan las relaciones. Hay quien piensa que existe una media naranja que hay que buscar desesperadamente para estar entero o entera, hay quien no sabe que el príncipe azul destiñe, hay quien piensa que solo mejorará su autoestima si tiene muchos pretendientes, hay quien cree que todas las soluciones están en otra persona, incluso las minúsculas. Shely Winters cuenta que en cierta ocasión se alojó en una habitación de un hotel de Filadelfia “tan fría, que estuve a punto de casarme”.

La mujer ha de ser elegida (en realidad, la mujer elige al hombre que la elige a ella), no debe tomar la iniciativa en las relaciones, renuncia al trabajo para atender al hogar y a los hijos, atiende la casa además de acudir al trabajo, se deja guiar por el amor romántico que favorece la violencia de género, se angustia por el envejecimiento, debe mostrarse siempre atractiva, acepta la masculinidad hegemónica, se dedica al cuidado de sus mayores, practica la “ley del agrado “, de la que habla Amelia Valcárcel.

Las relaciones interpersonales son muy complejas. El matrimonio consiste en hacer de dos personalidades una sola. El problema es que no se dice la de quién. Esa relación complicada conduce a comentarios como el de una mujer que, al ser preguntada si su marido era religioso contentó: “Sí, sí, muchísimo. Se cree que es Dios”.

Muchas parejas se rompen (el divorcio es una de las mejores formas de reciclar a los maridos) porque la vida en pareja es difícil (jamás me siento más casado que los domingos, decía un marido hastiado de la convivencia), pero, sobre todo, porque afortunadamente la mujer tiene hoy posibilidades de defenderse por sí misma, de tener independencia económica, de romper las etiquetas que la sociedad había fabricado para ella. La directora francesa J. Bellon filmó hace años una película titulada “La mujer de Juan”. Es la historia de una mujer casada que cuando deja de serlo, ya no es lo único que era: la mujer de Juan., El trabajo era el de Juan, los amigos eran los de Juan, las vacaciones eran las de Juan, los viajes eran los de Juan… Ahora, como no está Juan, ya no es nada.

El humor sarcástico se ceba en las relaciones con la pareja. Existe una forma de tratar las relaciones que se basa en el desprecio y en la descalificación. Basta repasar el catálogo de chistes para detectar el más burdo sexismo. Decía Hanry Youngman: “¿Sabes lo que significa llegar a casa por la noche y encontrar una mujer que te da un poco de amor, un poco de afecto y un poco de ternura? Significa que te has equivocado de casa”. Por cierto, todos esos chistes pueden cambiar de protagonista sin que se modifique el significado.

Voy a hacer referencia a un hermoso e importante libro sobre estas cuestiones. Me refiero a la obra “Amarte. Pensar el amor en el siglo XXI”, escrito por mis queridas Chis Oliveira y Amada Traba.

“El amor está considerado como esencial en las mujeres precisamente porque pueden ser madres, como si fueran seres amorosos por naturaleza. Amor y sexualidad están ligados, tanto en la dimensión erótica como en la procreadora materna, porque la sexualidad es una vía para el amor y el cuidado es una ética ligada a su carácter femenino esencial como madres. Así la maternidad se constituye como una consecuencia del cautiverio, se vive como un mandato”.

Y poco más adelante: “Para la antropología feminista actual, en el modelo amoroso construido por el patriarcado las mujeres necesitan amar y ser amadas para dar sentido a sus vidas, para sentirse completas”.

La pareja es uno de los frentes en los que la justicia tiene cuestiones pendientes de gran importancia. Esta es una gran revolución ética pendiente. Está en todos los rincones del planeta y llega a los rincones más recónditos de cada corazón. En muchos hogares existen malos tratos, abusos sexuales, tiranía del afecto, trampas sórdidas, chantajes afectivos, hijos indeseados o hijos deseados por motivos espurios, hijos como campo de batalla…

La iglesia católica sigue diciendo que la grandeza de la mujeres es la maternidad cuando no dice algo parecido del hombre, sigue situando en la ámbito familiar su principal aportación a la sociedad, sigue exigiendo a la mujer unas virtudes que en el hombre apenas si tienen importancia, sigue condenando el aborto, sigue defendiendo una sola forma de matrimonio y el amor para toda la vida, sigue uniendo sexualidad y maternidad, sigue condenando la homosexualidad como enfermedad y pecado… Y ahí siguen los señores obispos, gobernando la vida amorosa y sexual de las mujeres. Hace unos años escribí en esta sección un artículo dirigido a la jerarquía eclesiástica. Se titulaba así: “Salgan de la cama de la gente”.

Los dos últimos capítulos de “Amarte” están dedicados a un tema crucial. Me refiero a la educación. El penúltimo se titula “Educamos para mal amar” y el último “Claves para bien amar”. No puedo elegir un mejor punto final que esta frase de Chis y Amada:

“Educar en el amor hoy pasa por hacer una reflexión crítica constante con el fin de comprender las relaciones amorosas y sus implicaciones para que se impregnen de dignidad y de justicia”.

lunes, 22 de mayo de 2023

HISTORIA. Decenas de cadáveres de niños delatan la crueldad de la explotación infantil durante la Revolución Industrial.

El estudio de huesos y dientes del siglo XIX hallados en Inglaterra muestra que los menores sufrieron castigos físicos, retraso en el desarrollo y malnutrición.

La historia la contó como nadie Charles Dickens en obras como Oliver Twist o Grandes Esperanzas: un niño huérfano que crece en un entorno tan hostil como el de los inicios de la Revolución Industrial en la Inglaterra del siglo XIX, espoleado por el hambre y la miseria. Ahora, un grupo de científicos ha analizado los restos de decenas de niños usando modernas técnicas forenses, confirmando la historia contada por el escritor. La mayoría de ellos crecieron y murieron desnutridos. El desarrollo de los que tenían 12 años se correspondía con el de chicos de ocho. Hay varios con lesiones óseas compatibles con los castigos físicos. La realidad era aún más dura que la narrada por el maestro del realismo social. Mientras sus personajes crecen, se hacen mayores y tienen un final relativamente feliz, muchos de este estudio publicado en la revista científica PLoS ONE no llegaron a superar la adolescencia.

Hace unos años, la construcción de un museo local junto a la iglesia de Fewston (en la comarca de Washburn, en el centro de Inglaterra) obligó a desenterrar buena parte del antiguo cementerio. Para ello contrataron a una empresa especializada en excavaciones arqueológicas. No tenían ni idea de lo que se iban a encontrar. “Mi empresa, York Osteoarchaeology, se encargó del análisis osteológico de los esqueletos, determinando la edad, el sexo y las patologías de las personas enterradas en Fewston”, cuenta la arqueóloga de la Universidad de York y coautora del estudio, Malin Holst. “Fue durante este análisis esquelético inicial cuando se hizo evidente que había muchos adolescentes, que no suelen ser muy comunes en los cementerios”, añade. En las necrópolis actuales, la mayoría de los enterramientos son de personas mayores. En el pasado, antes de los avances de la medicina moderna y la protección social, el patrón era diferente: junto a los mayores, también había muchas tumbas de recién nacidos y niños de corta edad que alguna enfermedad se llevó por delante. Pero en Fewston, 54 de los 154 cuerpos recuperados de la primera mitad del siglo XIX eran de chicos y chicas de entre siete y 20 años. Un patrón tan anómalo obligaba a profundizar en esta historia.

El sufrimiento encoge el cerebro de los niños para siempre
El estudio osteológico permitió a los científicos determinar cuánto sufrieron estos niños. La mayoría tenían una edad (determinada por la dentadura) que no se correspondía con la estimada según la longitud y estado de desarrollo de sus huesos (que se usa hoy, por ejemplo, para ponerle edad a los inmigrantes). Por ejemplo, el individuo identificado como SK 331, tendría entre 12 y 14 años según sus dientes, pero los huesos se corresponde con los de un pequeño de no más de ocho años. La niña SK 262 murió entre los 16 y 18 años, pero sus huesos, sin la característica que indica el fin del crecimiento óseo (fusión epifisaria), se corresponden con los de una pequeña de 10 años si su desarrollo hubiera sido normal. La desnutrición la confirmaron con el escaso crecimiento (hipoplasia) que encontraron en sus dientes. Esta patología del esmalte, caracterizada por un desarrollo incompleto del mismo, generalmente se produce en la niñez provocada por una escasa alimentación y acumulación de enfermedades. Este tipo de estrés a edades tempranas también afecta al desarrollo del cerebro, como han demostrado estudios con niños de los orfanatos de la Rumania del dictador Ceaucescu.

“Algunos de los niños sufrían de raquitismo y escorbuto. Podemos diagnosticar estas condiciones porque dejan huellas en los huesos”, dice la bioarqueóloga de la Universidad de Durham y primera autora del estudio, Rebecca Gowland. Una de estas huellas es la falta de vitaminas, tan esenciales en esta fase del desarrollo infantil. “Para la deficiencia de vitamina D, se trata de cierta inclinación de los huesos largos y otros cambios. Para la de vitamina C, generalmente se manifiesta en forma de lesiones porosas en ciertas partes del esqueleto”, añade.

Alimentación pobre
Para confirmar la desnutrición, los investigadores volvieron a los isótopos, pero esta vez los de carbono y nitrógeno. Las diferencias de proporción del isótopo nitrógeno-15 y del carbono-13 permiten saber el peso relativo de las proteínas de origen animal y vegetal en la dieta. Los bajos niveles de esta ratio que encontraron en casi todos los jóvenes contrastan con los mayores niveles observados en los enterrados identificados como locales. Esto indicaría que murieron después de muchos años de una alimentación pobre o nula en carnes o alimentos derivados de animales, como los lácteos.

El análisis osteológico de los niños mostró, como escriben los autores, que "sus sufrimientos y privaciones estaban escritos en sus esqueletos". Los arqueólogos de York llevaron los restos al laboratorio de bioarqueología de sus colegas de la Universidad de Durham. Entre ambos, usaron sofisticadas técnicas forenses para analizar todos los cuerpos. Muchos de los mayores enterrados y un niño de corta edad estaban identificados gracias a sus lápidas o las placas que se colocaban en los ataúdes. Pero los jóvenes estaban en tumbas sin nombre. Pudieron determinar su edad al morir gracias al desarrollo de su dentadura, pero otra cosa era saber quienes eran y de dónde venían. Una de las pocas herramientas para conocer el origen de una persona de origen desconocido es extraer las proteínas presentes en el esmalte dental y analizar la ratio de distintos elementos químicos presentes. Dos de los más fructíferos son los isótopos (variaciones de un mismo elemento según el número de neutrones) de estroncio y oxígeno.

“A medida que desarrollamos nuestros dientes, las proporciones químicas de estroncio y oxígeno dentro de ellos reflejan la geología local y el agua que bebemos”, dice Gowland. “Supimos que los esqueletos no eran locales porque los valores de isótopos de estroncio y oxígeno eran muy diferentes de los observados en los dientes de individuos que se sabía que eran oriundos de la región. En cambio, para muchos de los niños eran coincidentes con el área de Londres y alrededores”, añade.

Huérfanos trasladados
Durante los inicios de la Revolución Industrial, finales del XVIII y primera parte del XIX, hubo una gran migración desde el campo a las ciudades industriales como Leeds o Manchester. Pero también se produjo en sentido contrario, desde los barrios más pobres de Londres o Liverpool, en especial de niños, a las zonas rurales donde se asentaban muchas factorías, sobre todo industria textil. En los alrededores de Fewston, había cinco, con la más grande, West House Mill, dedicada al hilado de lino y algodón.

En los archivos del pueblo se han encontrado varios indenture, unos contratos entre los patrones de West House y niños huérfanos (o abandonados por sus padres) procedentes de hospicios de Londres. Estos documentos obligaban a los pequeños a trabajar a cambio de cama, comida y educación hasta los 21 años o, en el caso de las niñas, hasta que se casaran. Estos asilos eran lo que en el mundo anglosajón llamaban workhouse. No se trataba de orfanatos al estilo hispánico, que daban cobijo. En realidad lo hacían a cambio de trabajar. Oliver Twist empieza su historia en uno de estos workhouse.

La imagen que pinta esta investigación coincide con las memorias del reverendo Robert Collyer, hijo de huérfanos que también fueron aprendices, que trabajó entre los 8 y los 14 años en West House: “Llamaban a las 6 de la mañana y salíamos a las 8 de la noche con una hora para comer y descansar. Y si teníamos la oportunidad de sentarnos unos momentos en los que el supervisor no estaba delante para castigar nuestros pequeños hombros con su correa de cuero [...] y el resultado de todo esto fue que los niños más débiles quedaron tan lisiados que el recuerdo de sus extremidades retorcidas todavía arroja una luz bastante siniestra para mí sobre las Sagradas Escrituras”, recuerda en un fragmento recuperado por los autores de esta investigación.

“Los restos de Fewston han sido los únicos excavados en un cementerio rural en el norte de Inglaterra y, por lo tanto, son inusuales”, responde Gowland al preguntarle si la historia de estos niños es anecdótica o representativa de los inicios de la Revolución Industrial. “Pero hay muchos cementerios rurales como el Fewston. Sin embargo, rara vez se excavan porque esto solo ocurre si se va a urbanizar”, añade. Dos datos pueden enmarcar el alcance del drama: estadísticas oficiales mencionadas en el estudio cifran en 195.000 los niños de 5 a 14 años que pasaron por alguno de los hospicios parroquiales en 1803. Y en 1845, en el sector del algodón, el 45% de los trabajadores tenían menos de 18 años. En cuanto a los pequeños de Fewston, una vez que los huesos de los niños contaron a los científicos lo que habían sufrido, los volvieron a enterrar debidamente, y su historia se conserva en el Washburn Heritage Centre.

_- Juan Torres: “La independencia de los bancos centrales se ha demostrado inútil y es antidemocrática”

_- “Es un mito que el capitalismo actual sea una economía de libre mercado con competencia. Las grandes empresas capturan a los gobiernos y a los reguladores para que las protejan”, señala el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, que ha publicado un nuevo libro: 'Más difícil todavía' Análisis — Los bancos centrales solo saben provocar recesiones.

“Quienes toman las grandes decisiones económicas se están equivocando una vez más a la hora de prevenir los problemas, de reconocer su naturaleza y, como consecuencia de ello, cuando toman decisiones para tratar de resolverlos”. Juan Torres (Granada, 1954), catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Sevilla, vuelve a poner el dedo en la llaga sobre las decisiones cortoplacistas de la economía más ortodoxa. En su nuevo libro 'Más difícil todavía' (Editorial Deusto), Torres explica que los orígenes de la inflación que golpea a la economía tiene más que ver con problemas mucho más profundos -el cambio climático, el desorbitado papel de las finanzas, una globalización que ya no aporta soluciones, el enorme tamaño de la deuda y la desigualdad- que no se arreglan con decisiones a corto plazo como la subida de los tipos de interés por parte de los bancos centrales.

Usted explica que en su libro que la inflación no es el principal problema económico, sino que hay un conjunto mayor de amenazas mucho más graves. Sin embargo, la respuesta generalizada es volver a recetas del pasado para intentar solucionar los problemas mediante una política económica restrictiva. ¿Tiene sentido este incremento tan rápido de los tipos de interés como han hecho los bancos centrales?¿A qué responde?

Responde a una visión ideológica de los bancos centrales, que la experiencia y los datos han demostrado que es errónea: no soluciona los problemas de inflación cuando ésta se produce por circunstancias estructurales y de oferta. Responde a la idea que tienen los bancos centrales de que la inflación es un fenómeno exclusivamente monetario y que lo que hay que hacer es reducir la demanda y el poder de compra. La experiencia también nos ha demostrado que la respuesta de subir los tipos de interés no ha sido buena porque la inflación subyacente no ha disminuido y han provocado un problema financiero grandísimo.

Entonces nos deberíamos plantear la autonomía de los bancos centrales o, dicho de otra manera, habría que replantear su objetivo de guardianes de la inflación.

Que haya dos autoridades, como son el Gobierno y el Banco Central, actuando con problemas que son concomitantes es un absurdo que atenta contra el sentido común. Primero, como hemos visto en los meses anteriores, el BCE ha estado tratando de restringir el gasto mientras que los gobiernos lo han ido aumentando. No hay nadie en su sano juicio que pueda entenderlo. En segundo lugar, la independencia de los bancos centrales se ha demostrado inútil para combatir los problemas para los que fueron creados. Por ejemplo, estamos viviendo la etapa más grande de la historia de inestabilidad financiera. Tampoco la independencia de los bancos centrales ha permitido que anticipen correctamente la inflación y que le den una respuesta adecuada.

Además, por definición, la independencia de los bancos centrales equivale a constituir un poder no democrático que socava la base del Estado democrático moderno. La independencia de los bancos centrales se ha demostrado inútil y es antidemocrática.

Hasta el Banco de España ha avisado de que los márgenes de las empresas están funcionando como un estímulo evidente de la inflación, es decir, ya no es cuestión de salarios. ¿Existe alguna fórmula para frenar los beneficios tan exagerados de las empresas?

Debería haber mecanismos en situaciones normales, pero ahora en tiempos complejos es más difícil. Debería haber información más transparente, más fidedigna, sobre cómo se forman los precios en los mercados. Además, debería haber autoridades que verdaderamente combatieran las restricciones de la competencia que imponen las grandes empresas con su poder de mercado. Por otro lado, se deberían desarrollar políticas fiscales que supusieran un desincentivo a la obtención de márgenes muy altos. También una negociación colectiva que permitiera un reparto más equitativo del incremento de productividad. Si todos estos elementos funcionasen sí que se puede evitar que las grandes empresas con poder de mercado contribuyan como lo están haciendo a generar inflación.

También es necesaria una nueva regulación en algunos mercados específicos, como en en el caso de la electricidad. Durante muchos meses hemos estado sufriendo una presión originaria de los precios que luego se ha ido transmitiendo al resto de sectores. Y esto responde a una regulación diseñada para mantener los privilegios del oligopolio de las eléctricas.

Cuando la inflación se concentra en productos como los alimentos, ¿se debería tener mecanismos que reordenaran los precios, aunque sea de forma temporal?

Hacer negocio con el derecho humano básico de la alimentación es una inmoralidad, aunque sea legítimo y esté justificado. Es bueno que haya iniciativa privada, como es natural, en el suministro de bienes básicos y de alimentación, pero de ahí a permitir que haya un poder de mercado excesivo que impone restricciones artificiales y subidas de precios innecesarias hay un abismo. Los poderes públicos tienen el imperativo moral de garantizar el derecho humano básico a la alimentación y a la satisfacción de las necesidades primarias. Y también que la estabilidad económica no se ponga en peligro por una presión del oligopolio en esos mercados. La intervención pública en esos casos no es que esté justificada, es que es un imperativo moral. Además, desde el punto de vista económico es una cuestión esencial puesto que se trata de subidas de precios que tienen un efecto de arrastre extraordinariamente grave para el conjunto de la economía.

Usted propone la necesidad de alcanzar pactos de rentas y de reparto de las ganancias y la productividad, pero en nuestro país, por poner un ejemplo, la CEOE ha tardado meses en sentarse en la mesa de la negociación colectiva. Lo que usted en su libro comenta como “resistencia feroz”.

Desgraciadamente, el sector empresarial en España, tan importante en la economía, es un sector empresarial acostumbrado a dar pelotazos, a vivir de las rentas y de la influencia política. La patronal CEOE está contaminada, tiene unas propuestas ideológicas primitivas y equivocadas, que le hacen muchísimo daño a la inmensa mayoría de las empresas. La CEOE no representan los intereses del conjunto de las empresas españolas, sino los intereses de empresas muy grandes que tienen poder de mercado y que viven de aprovecharse de otras empresas. Si la CEOE fuera verdaderamente la defensora de los intereses del conjunto de las empresas no permitiría que las grandes compañías del Ibex se salten la ley y tengan una deuda tan grande con sus proveedores; o estaría reclamando límites a los privilegios de la banca que impone una serie de costes innecesarios a la mayoría de las empresas. Uno de los problemas de España es que la patronal es primitiva, reaccionaria ideológicamente y esclava de las grandes empresas, que son un freno para la innovación y la productividad.

Uno de los problemas de España es que la patronal es primitiva, reaccionaria ideológicamente y esclava de las grandes empresas, que son un freno para la innovación y la productividad

Cada crisis el sistema aporta como solución la desaparición de ciertas empresas de manera que el mercado queda cada vez en menos manos (ocurrió con las cajas en la anterior crisis financiera), al final se impone la destrucción creativa como el costo normal de hacer negocios aunque provoque un sufrimiento.

Lo más contrario al capitalismo de nuestros días es la competencia en su sentido estricto y auténtico. Las grandes empresas lo que buscan es acabar con la competencia y lograr posiciones de dominio de mercado, conseguir establecer oligopolios ejerciendo su influencia política, mediática y cultural. Es un mito que el capitalismo actual sea una economía de libre mercado con competencia. Las grandes empresas capturan a los gobiernos y a los reguladores para que las protejan. Las grandes empresas no saben vivir sin la protección del Estado, sin el privilegio político, lo acabamos de ver ahora en esta crisis bancaria. Frente a esta situación la única manera de responder es que la ciudadanía se dé cuenta y que el conjunto del empresariado, que se juega su patrimonio día a día y que no disfruta de esos privilegios, reaccione.

Usted avisa de un riesgo real de colapso económico por el cambio climático, las finanzas especulativas, una deuda en crecimiento acelerado y la desigualdad, que al entrar en conjunción pueden provocar un desastre. ¿Hay solución? ¿los objetivos 2030 van en la adecuada dirección?

Multitud de organismos internacionales independientes, muchos de ellos conservadores, están diciendo lo que hay que hacer frente a estos problemas estructurales desde hace muchos años. Lo que pasa es que no hay voluntad política y predomina el interés privado. Frente al cambio climático, el fondo BlackRock cambió su estrategia de inversión para hacer políticas favorables a la lucha contra el cambio climático. Un año después, cuando aparece la posibilidad de ganar más dinero se olvidan de esos objetivos. Prima la maximización del beneficio.

Los problemas grandísimos que tenemos hoy día en nuestro planeta -el cambio climático, el desorbitado papel de las finanzas, una globalización que ya no aporta soluciones, el enorme tamaño de la deuda y la desigualdad- son el resultado de desnaturalizar la propia economía capitalista y darle una prioridad absolutamente injustificada a la búsqueda del beneficio por encima de cualquier otro objetivo.

Hace falta equilibrio y ver que es necesario avanzar para conseguir otros fines. No hay voluntad política ni capacidad suficiente para enfrentarse al poder que han acumulado las grandes organizaciones empresariales. Ya lo vimos en la última crisis bancaria, que fue el resultado de que los grandes bancos del mundo lograron que los gobiernos establecieran una regulación que provocó la crisis. Ganan más dinero así, pero recurrentemente provocan problemas. No hay dificultad en saber lo que hay que hacer, el problema es tener el poder suficiente para llevar a cabo las medidas.

No hay voluntad política ni capacidad suficiente para enfrentarse al poder que han acumulado las grandes organizaciones empresariales

Llevamos con tensiones recurrentes desde la crisis del petróleo de 1973 y parece que no hemos aprendido nada.

De la crisis del 73 nació un cambio de civilización, fue el germen de la revolución conservadora. Se aprendió, claro que se hizo, pero fueron los grandes capitales los que pusieron en marcha una estrategia que mantienen hoy para priorizar los beneficios. Pero han volcado tanto la carga hacia un lado que la economía que así no puede funcionar. Lo lamentable es que solamente las grandes empresas aprendieron lo que tenían que hacer para ganar más dinero, pero parece que no se ha aprendido demasiado en otro ámbito para tratar de imponer otras lógicas.

Con la invasión de Ucrania por parte de Rusia parece que vamos a un nuevo mundo de bloques. No parece que haya un proyecto que tenga visos de convertirse en hegemónico. ¿Cree que vamos camino de acabar con la globalización? Que se va a cumplir la premisa de la fragmentación económica y comercial del mundo en bloques?
En el plano geoestratégico se va a ir a una dinámica más multipolar. En el plano económico, el poder de Estados Unidos empieza a tener contrapesos. No creo que se vaya a producir una globalización completa, pero lo que sí está ocurriendo es que las propias empresas globalizadas han comprobado que la lógica dominante en estos años les puede proporcionar un enorme beneficio, pero a costa de tener que soportar una incertidumbre, enormes riesgos y una casi nula resiliencia ante shocks y los impactos imprevistos. Hay miles de empresas que se están replanteando la lógica de la globalización, y están definiendo una política de localización y de estrategias comerciales, quizá menos rentables, pero más seguras y más sostenibles a la larga.

Por eso creo que España puede tener una posición bastante favorable. Espero que nuestro gobierno sea capaz de hacer las cosas bien y aprovechar esta coyuntura, porque puede ser muy favorable para una economía como la nuestra.

¿En qué sentido puede ser más favorable para España?
Se está produciendo una relocalización de mucho capital, que está tratando de encontrar nuevas ubicaciones. España tiene recursos que en estos momentos son estratégicamente muy importantes y una posición internacional que puede ser muy valiosa: vamos a sufrir menos deterioro de la economía productiva que Alemania. Tenemos una buena expectativa por delante de la que podemos obtener ventaja en los próximos años. Otra cosa es que la confrontación política permanente y absolutamente carente de sentido ponga en peligro esta posición.

domingo, 21 de mayo de 2023

Qué caracteriza a los padres tóxicos (y cómo lidiar con ellos)

Hace unos años, la psicóloga argentina Camila Saraco se dio cuenta de que muchos de los pacientes que la venían a ver tenían algo en común: habían tenido "crianzas tóxicas".

Tener un padre tóxico, aclara la profesional, no significa haber padecido exclusivamente un padre abusivo.

"Hay muchas otras formas en la que los padres lastiman, a veces de forma inconsciente", dice.

Decidió entonces armar un taller: "Padres tóxicos", para ayudar a entender qué comportamientos paternos son poco sanos, cuáles son las consecuencias para los hijos y qué pueden hacer quienes tienen este tipo de progenitores.

Saraco remarca que un mal progenitor no es necesariamente una mala persona.

"Hay un montón de madres o padres que son extremadamente buenos y que, desde el cariño, sin quererlo, también son tóxicos", afirma.

En esto coincide el psicólogo mexicano Joseluis Canales, autor de varios libros, entre ellos "Padres tóxicos: legado disfuncional de una infancia", publicado en 2014.

Canales señala que a veces un progenitor es tan bueno que no tiene autoridad, algo que también es dañino para los hijos.

No obstante, dice que "es importante entender que todos los padres se equivocan, y eso no los vuelve tóxicos".

Dar amor y formar
¿Qué hace entonces que una crianza sea poco sana?

El autor resalta que los padres tienen dos funciones principales: "Dar amor a sus hijos y formarlos para la vida".

Algunos progenitores generan daño porque no logran hacer lo primero. Otros porque fallan en lo segundo.

Curiosamente, parece haber una brecha generacional entre estos dos grupos.

Los padres de los llamados Baby Boomers y de la Generación X solían tener más problemas a la hora de brindar cariño y contención emocional a sus hijos.

Saraco cuenta que varios de sus pacientes, mayores de 40 años, tienen problemas de baja autoestima y una sensación de insuficiencia que les genera conflictos de pareja, algo que ella traza a una crianza deficitaria desde lo afectivo.

En cambio, en las últimas décadas, el daño muchas veces lo causan padres amorosos que no saben poner límites y sobreprotegen a sus hijos, criando a "niños tiranos" que no saben manejar sus emociones y sufren porque se frustran ante el menor escollo.

Cómo son los padres tóxicos
Es importante aclarar que tanto hombres como mujeres pueden ser progenitores tóxicos. Y que, cuando son dos los que crían, el daño lo generan ambos.

"Si uno de los miembros de la pareja es tóxica el otro es un abusador pasivo", sostiene Canales.

Aquí te contamos algunas de las características de los padres tóxicos.

La violencia emocional puede ser tan difícil de sanar como la física, dicen los expertos.

Abusivos
Sin dudas que los padres que abusan sexualmente o son violentos con sus hijos son los que lastiman más profundamente.

Pero no hace falta que un padre abuse físicamente de un hijo para generarle un daño muy difícil de sanar, advierten los expertos.

Las agresiones verbales y emocionales también son muy nocivas, señalan.

Estas van desde descalificar a un hijo ("no te va a salir", "deja, mejor lo hago yo") hasta "insultarlo con palabras que hieren su integridad, como llamarlo 'idiota', decirle que nadie lo va a querer o que se arrepiente de haberlo tenido".

"El riesgo es que todo esto se convierte en su voz interna", advierte Canales.

Por su parte, Saraco remarca que, a veces, "es más fácil sanar una infancia con golpes que una con abuso psicológico".

"Hay padres que se ponen violentos cuando toman. En esos casos la víctima puede llegar a entender que su progenitor le pega cuando se descontrola y que el problema lo tiene él. En cambio, si crece escuchando humillación lo asimila como algo propio", explica.

Manipuladores
Otro rasgo de un progenitor tóxico es la manipulación, que Canales llama "abuso emocional".

"El eje de esta forma de abuso tiene que ver con la culpa. El adulto se hace la víctima frente al niño para chantajearlo y conseguir lo que quiere", describe.

Saraco observa que esta característica se ve más en madres tóxicas.

Algunas madres tóxicas manipulan a sus hijos para mantenerlos cerca.
"Ocurre en especial con hijas que viven con su mamá. La madre no quiere que formen pareja para que no se vaya de casa, entonces empieza con comentarios y observaciones negativas sobre la pareja, o intromisiones que buscan que se separe".
"Esto hace que la hija viva la relación con culpa".

Controladores
Esta es una característica que comparten los padres tóxicos de distintas generaciones. Pero mientras que antes los padres limitaban a sus hijos para lograr su sumisión, hoy lo hacen con la intención de protegerlos.

"Antes los padres tóxicos solían imponerse, con una puesta de límites muy agresiva, en vez de acompañar la autonomía de sus hijos", dice Saraco.

Ejemplos típicos son padres que empujaron a sus hijos a que estudien ciertas carreras o sigan ciertas tradiciones familiares.

"El efecto en el hijo es que no logran tomar decisiones. Se ve mucho en chicos que empezaron carreras, porque les generaba mucha angustia desobedecer a sus padres, y después de unos años la dejaron", cuenta la psicóloga.

Hoy la toxicidad pasa por sobreproteger a los hijos, queriendo evitarle cualquier sufrimiento o frustración.

"Sobreproteger es también un abuso, porque el niño sobreprotegido aprende que no puede enfrentar la vida por él mismo", explica Canales.

"Parte del aprendizaje de todos es a través del error. Y el error genera frustración. Hay que enseñar a tolerar la frustración, si no el hijo queda incapacitado para desarrollarse en la vida cotidiana", dice.

Negligentes
Otra característica de los padres tóxicos modernos es que "son muy permisivos y tienen miedo a ponerle límites a sus hijos", lo que los hace padres negligentes, según Canales, ya que "descuidan las necesidades físicas, emocionales, sociales y académicas de los hijos".

Mientras que el padre negligente de antaño era el ausente, o el que no prestaba atención a su hijo, hoy es el que "lo deja comer lo que quiere, faltar al colegio, no hacer la tarea y faltar el respeto a los demás", ejemplifica.

Los padres tóxicos de hoy están criando a una generación de "niños tiranos".

"Al ser negligentes les dan a los hijos un poder que un niño no puede manejar sanamente. Los hijos se vuelven los adultos en el sistema familiar", advierte.

En este tipo de crianza sufren todos, agrega el psicólogo.

"El niño crece sin poder encajar en una escuela, en una universidad, en un mundo laboral, en una sociedad en la cual no se permite hacer lo que él quiera", señala.

Los padres se sienten "presos" por los berrinches del hijo. E incluso la sociedad padece, ya que se está "criando a una generación de tiranos, que no respetan a la autoridad, no tienen capacidad de frustrarse y, al ser niños muy ensimismados, tienen muy poca empatía y capacidad de ceder ante la problemática de los demás y ver el bien común".

Cómo lidiar con los padres tóxicos
Si creciste con padres que eran permisivos y sobreprotectores, lo que tienes que hacer es "tomar la decisión de salir de esa sobreprotección", señala Saraco. No obstante, aclara que eso es algo que recién puede hacerse cuando uno es adulto.

"No se le puede pedir a un niño que salga del vínculo tóxico protector", advierte.

En cambio, tiene varios consejos prácticos para quienes tienen padres abusivos, controladores y manipuladores.

"Primero, es importante que pierdas la ilusión de que vas a poder cambiarlos". 
La psicóloga argentina Camila Saraco tiene consejos para los hijos de padres tóxicos.

"Tampoco trates de razonar con ellos, o comprender cómo ellos piensan, porque tienen otra manera de ver las cosas, y hay que evitar entrar en discusiones que no nos llevan a ningún lado", dice.

"Debes tratar de correrte de ese lugar de tratar de complacerlos y agradarles todo el tiempo, que es lo que ellos pretenden o hacen sentir al hijo".

"Y es clave que aprendas a poner límites emocionales y, si se requiere, incluso físicos", afirma.

Sin embargo, el trabajo principal es con uno mismo, afirman ambos expertos.

"Hay que tratar de fortalecer nuestra autoestima y seguridad para no ceder ante las manipulaciones, y no titubear en esos momentos cuando las frases de esos padres pueden llegar a intimidarnos o desestabilizarnos", dice Saraco.

Por su parte, Canales afirma que "lo más importantes es desaprender lo que te enseñaron que es el amor y reaprender lo que es el verdadero amor, para establecer relaciones sanas".

Recordando a Arthur J. Deikman Misticismo y psicoterapia

Dentro de poco se cumplirán diez años del fallecimiento del psiquiatra norteamericano Arthur J. Deikman, que fue mucho tiempo profesor en la Universidad de California en San Francisco y destacó por sus investigaciones sobre los estados místicos con una perspectiva que trataba de interpretarlos a la luz de la psicología occidental.

Son notables además sus estudios sobre los mecanismos mentales actuantes en los cultos y sectas que proliferaban en la sociedad norteamericana en las décadas finales del siglo XX.

En la producción de Deikman sobresale un libro de 1982 que fue editado en español por el Fondo de Cultura Económica en 1986 con el título de El yo observador. Misticismo y psicoterapia. Este trabajo aporta un enfoque pionero, al transmitir las experiencias y argumentos de quien era simultáneamente un investigador y psicoterapeuta reputado y un erudito conocedor y practicante asiduo de diversas tradiciones místicas.

Nacido en Nueva York en 1929, Deikman estudió matemáticas y física antes de decidirse por la medicina, y toda su vida manifestó también devoción por la poesía y la música. Aunque terminó siendo un profesional de la psiquiatría, sus afanes vitales reflejaron siempre una pasión humanista de amplio espectro e interés por las explicaciones profundas que a través de la ciencia y el arte es posible encontrar para el enigma de la existencia. Todas estas inquietudes afloran en su libro de 1982 sobre el yo observador, cuyos aspectos esenciales me gustaría sintetizar aquí.

La experiencia mística
La primera parte de la obra está dedicada a ofrecer una definición del misticismo que echa por tierra algunos prejuicios dominantes en Occidente. Se trata, para empezar, de una experiencia interior y netamente diferenciable de la religiosa, pues esta última atiende a elementos externos, como dioses o rituales. El objetivo que se plantea el misticismo es en principio el mismo de la psicoterapia, es decir, la eliminación del sufrimiento, pero persigue además una explicación del sentido de la existencia que no hallamos en aquélla lo que le aporta una visión más amplia.

Repasar la historia de las corrientes místicas sirve para poner de manifiesto la unidad esencial de sus planteamientos, métodos y resultados, aunque éstos se hayan desarrollado con matices y nombres diversos. Esto es para Deikman evidencia de un conocimiento sólido detrás de todas estas escuelas, identificable como un hilo continuo a través de las Upanishads hindúes, los sutras budistas, y los escritos de algunos filósofos griegos y los místicos sufíes y cristianos. Todos ellos abren la vía a una experiencia posible en la que la mente pensante se libera de una falsa visión de sí misma y el sufrimiento inherente a ella. La idea medular resulta ser una transformación de la conciencia humana a través de la cual ésta descubra un sentido profundo en su propia existencia, que siente fundida con el principio rector de todo.

La posibilidad de este conocimiento se basa en la intuición, lo que obliga a repasar el significado de este concepto. Más allá de la experiencia sensorial y el razonamiento consciente, la intuición es más bien una reminiscencia. En este sentido, las conclusiones de Platón, Spinoza, Kant o Bergson son asombrosamente parecidas a los mitos del pueblo hopi de Norteamérica, en cuanto todos ellos aluden a un saber que no es sensible ni argumentativo, sino que “se impone” con la contundencia de un lúcido recuerdo. Desacreditado después en la filosofía positivista y la psicoterapia, este concepto tiene vigor sin embargo entre los científicos, que explican a través de él muchas veces el origen de sus descubrimientos. Especialmente la física moderna ha erigido un modelo del cosmos que enfatiza una misteriosa unidad en él, al tiempo que desvela la naturaleza ilusoria de lo que comúnmente llamamos “realidad”, todo lo cual abre puertas para que la intuición ofrezca visiones novedosas.

La base teórica: el yo observador
El misticismo tiene una relación crucial con el problema del yo. El pensamiento occidental está dominado por el “yo objeto” que ejercita sus actividades mentales (pensantes, emotivas y funcionales) en cada individuo. Frente a éste, en Oriente se desarrolló el concepto del “yo observador”, un “centro transparente” que se percata de las tareas del “yo objeto” y al que es imposible dotar de un contenido. Es simplemente un ojo que mira.

Es cierto que la función observadora resulta importante en el psicoanálisis o algunas técnicas de la terapia Gestalt, pero Deikman pone de manifiesto la confusión que arrastra generalizadamente la psicología occidental respecto al asunto del yo observador. Esto tiene trascendencia, porque uno de los síntomas en muchos trastornos neuróticos y psicóticos es la disminución de la función observadora, con lo que el aumento de ésta tiene un extraordinario valor terapéutico. Sólo en la década de 1980, después de la publicación del libro de Deikman, comenzó el desarrollo de la Acceptance and Commitment Therapy, una vía de tratamiento psicológico que hace un uso del yo observador más fiel a la concepción budista.

El tipo de conocimiento que produce el yo observador no es sensible ni argumentativo, y si las turbulencias del cuerpo y la mente se reducen al máximo, su conciencia se percibe intuitivamente conectada con un principio cósmico al que cada tradición reconoce con un nombre distinto. Hay que decir además que frente al conjunto de esquemas artificiosos y valores aprendidos que dominan el yo objeto, el yo observador aporta una visión de nuestra unidad con todos los seres sintientes.

La estrategia: la meditación
Establecido el significado del yo observador y lo provechoso que puede resultar, la buena noticia es que existe una técnica secular que ha revelado una gran eficacia para ejercitarlo, que no es otra que la meditación. Desde la década de 1960 la difusión de ésta en Occidente es muy amplia y en la actualidad los estudios clínicos muestran efectos fisiológicos y psicológicos que la han convertido en un instrumento terapéutico valioso.

Pueden distinguirse dos tipos de meditación: concentración e introspección. En la primera se fija la atención en algún objeto, conjunto de palabras o sensación, mientras que en la segunda se prescinde de esto y simplemente se permanece atento, aunque indiferente, a los pensamientos o sensaciones que aparezcan espontáneamente. La experiencia de los practicantes de estas técnicas es que progresivamente desarrollan una conciencia sutil en la que todos los contenidos de la mente se perciben como fugaces y ajenos a su propia esencia.

Las diversas tradiciones tienen textos que explican con lujo de detalles el método a seguir en los ejercicios de meditación y aquí otra vez se aprecia tras la multiplicidad de nombres una unidad de perspectiva, objetivo y resultado. Las primeras estaciones del viaje somos nosotros mismos tras años de educación alienante, culto ególatra y perversión consumista, y apresados en un yo objeto con el que nos identificamos pero del que en realidad somos tristes esclavos. La estación final que nos promete el viaje es una conciencia que constata la liquidez de lo que antes era sólido y es capaz de sonreír en cualquier circunstancia, porque capta la esencia profunda en que se sustenta. Si valoramos más que nada la acción para transformar el mundo, este viaje constituye la higiene necesaria para percibir con claridad en nuestra existencia los objetivos realmente merecedores de atención.

Psicoterapia o misticismo
Deikman explora en esta obra la compleja conexión entre dos corrientes con tradiciones e intereses diversos, pero también afinidades. La psicoterapia puede beneficiarse de técnicas como la meditación para lograr la eliminación de síntomas neuróticos o psicóticos y restituir al paciente a su vida normal. Esto es importante sin duda, pero no debe hacernos olvidar que la meditación surgió hace muchos siglos con el propósito de servir como herramienta práctica de desarrollo mental dentro de escuelas de pensamiento místico y que más allá de usos concretos, éstas muestran un potencial extraordinario para reorientar todo el sentido de nuestra existencia.

La perspectiva global que se consigue a través del libro pone de manifiesto cómo las filosofías místicas que encontramos en diversas culturas coinciden en un sustrato común, y que éste es útil para depurar la conciencia e incrementar su empatía, forjando en realidad un ser humano nuevo, liberado de los aspectos más negativos y generadores de sufrimiento. Esta constatación invita a pensar seriamente cuál puede ser la aportación de estos procesos en unas circunstancias históricas concretas y cómo pueden incardinarse con otros intentos legítimos de combatir los males de la sociedad.

En este mundo regido por un sistema económico desquiciado que ha impuesto universalmente su ideología de barbarie, resulta imprescindible el análisis de las formas y mecanismos de la explotación de unos seres humanos por otros, así como el diseño de estrategias para que ésta sea abolida. Sin embargo, considerando que el capitalismo funciona gracias a los procesos mentales que ha creado en nosotros, es razonable pensar que las técnicas para lograr una visión correcta que Deikman describe en El yo observador pueden ser un complemento crucial de las acciones y movilizaciones necesarias para la transformación del mundo.

El Buda decía con razón que el gran problema es el sufrimiento, y habida cuenta de esto, no deberíamos desdeñar ninguna de las vías posibles para combatirlo. Si fuéramos capaces de integrar todas las estrategias contra él, alcanzaríamos tal vez la meta que Deikman señala en los acordes finales del libro: “La cosecha de nuestros esfuerzos será una comprensión más profunda de la vida humana y la capacidad de llevar más adelante su evolución”.

Blog del autor: http://www.jesusaller.com/. En él puede descargarse ya su último poemario: Los libros muertos.

sábado, 20 de mayo de 2023

_- El gobernador del Banco de España engaña a los españoles cuando habla de pensiones

_- El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, dijo en enero de 2022 que la inflación en España se situaría a finales de ese año “por debajo del 2%”.

En realidad, en diciembre de ese año fue del 5,7%. El gobernador, o bien no tenía la más remota idea de lo que estaba pasando en la economía española o, si lo sabía y dijo otra cosa, engañó a los españoles.

Ambas posibilidades son vergonzosas. ¿Cuánto duraría en una empresa normal y corriente un directivo que se hubiera equivocado de esa forma a la hora de estimar la evolución de la variable más decisiva, la única de la que tuviera que estar pendiente y de la que dependiera el futuro inmediato del negocio?

En el caso del gobernador, su tarea fundamental es prevenir la inflación y frenarla, y a la vista está su desconocimiento, su despiste atroz, la fenomenal equivocación cometida.

¿Por qué nadie le pide cuentas? ¿Por qué no se le cesa? ¿Se dejaría que siguiera como capitán de un barco quien fuera tan incapaz de percatarse del peligro, quien tuviese una idea tan equivocada del rumbo y las condiciones en que se lleva a cabo la navegación?

Lo sorprendente ni siquiera es eso. Lo verdaderamente increíble es que Hernández de Cos siga haciendo creer a los españoles que conoce el futuro, lo que va a pasar, cuando se equivoca tan manifiestamente a la hora de percatarse de lo qué tiene delante.

Ahora, el gobernador carga contra el gobierno diciendo que la reforma propuesta en nuestro sistema de pensiones es insostenible, es decir, que no se podrá financiar en los próximos treinta o cuarenta años.

¿Se dan cuenta de la desfachatez que hay que tener para que una persona que se equivoca garrafalmente sobre la evolución en los próximos meses de la materia que es de su estricta competencia, en lo que se supone que es lo que tiene que saber, diga a las demás que sabe lo que va a suceder en las próximas décadas con asuntos que no le competen? ¿Cómo es posible que un conductor que no ve lo que tiene a un palmo de sus narices y choque constantemente con su vehículo le diga a los demás por dónde y cómo tienen que circular?

El gobernador del Banco de España no sólo se ha mostrado como manifiestamente incompetente a la hora de contemplar y resolver el problema cuya solución se le encomienda, las subidas de precios. Además, vuelve a engañar a los españoles haciéndoles creer que sabe que las pensiones públicas no se van a poder financiar en las próximas décadas.

Ni el Banco de España, ni los economistas que lo han intentado para justificar sus amenazas de insostenibilidad, han acertado nunca, es decir, ni una sola vez, en sus previsiones sobre la evolución a corto, medio o largo plazo de la población, la productividad, el empleo, el crecimiento del PIB o la distribución de la renta que son las variables de las que depende el equilibrio financiero de un sistema público de pensiones como el nuestro. Siempre que hablan lo hacen pontificando como si fuesen sabios dueños de la verdad, pero lo cierto es que todas las veces que han asegurado saber lo que iba a ocurrir en el futuro con las pensiones en España se han equivocado, exactamente lo mismo que pasó al gobernador el año pasado con la inflación.

Hernández de Cos es uno más de los economistas que, como bien ha dicho el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, llevan veinte años equivocándose en sus predicciones sobre las pensiones. No han acertado ni en uno solo de los escenarios que han diseñado en los distintos modelos que han elaborado siempre con un mismo fin: convencer a la gente de que las pensiones públicas son insostenibles y que, por tanto, hay que fomentar el ahorro privado en la banca. Justamente, quien ha financiado la elaboración de esos modelos y estudios.

El gobernador del Banco de España está engañando una vez más a los españoles haciéndoles creer que él, su institución o los economistas que vienen diciendo lo mismo, pueden saber qué ocurrirá con nuestras pensiones en las próximas décadas. Es un hecho que engaña por dos razones evidentes. La primera es que, como he dicho, para saberlo tendría que conocerse qué va a ocurrir con unas variables cuya evolución es materialmente imposible de predecir. No se ha podido conocer cuando se analiza sin prejuicios y mucho menos cuando se ha hecho partiendo de hipótesis sesgadas porque se tienen intereses inconfesables, como ocurre con los informes pagados por los bancos. Es un hecho que se puede comprobar fácilmente leyéndolos, en este último caso, o comprobando las enormes diferencias y errores de estimación que hay en las proyecciones de largo plazo realizadas incluso por los centros de investigación u oficinas estadísticas nacionales o internacionales más reconocidos.

La segunda razón que muestra que el gobernador del Banco de España engaña a los españoles es que la sostenibilidad de las pensiones públicas no depende solamente del equilibrio financiero entre el gasto y los ingresos por cotizaciones sociales. Depende también de decisiones políticas, concretamente, de que se quieran financiar con impuestos adicionales a las cotizaciones sociales, o no. Algo que igualmente es completamente impredecible.

Si hubiera una auténtica democracia en España se le exigiría responsabilidad al gobernador y las fuerzas política no comprometidas con los intereses de la banca privada, a cuyo beneficio se pronuncia Hernández de Cos, deberían pedir su cese inmediato.

«Elites en contra del establishment» y las paradojas del discurso neofacista

Hitler no se parecía mucho a los alemanes de los años 30, pero fue el perfecto instrumento de catarsis que canalizó no sólo las frustraciones del pueblo alemán por la humillación del Tratado de Versalles, sino también por los problemas económicos y la galopante inflación generada por las condiciones draconianas impuestas por las potencias vencedoras de la Primera Guerra―no por obra y gracia del gobierno anterior. Razón por lo cual, no solo no llegó al poder por un golpe de Estado ni por una revolución, sino por el sistema institucional de entonces. Poco después, por la misma frustración popular, logró hipnotizar a millones con su histrionismo y un odio fácil a los chivos expiatorios, inoculado desde los nuevos medios de comunicación.

Al menos en estos momentos, la política representativa no representa a los ciudadanos sino a sus miedos y a sus deseos más irracionales, barnizados, como siempre, por una capa de brutal sensatez e incuestionable obviedad. Esta ola Neofascista, además, es la expresión visceral de las frustraciones sociales, exactamente cómo lo fue hace cien años. El histrionismo físico y verbal, la narrativa visceral de los Javier Milei son la catarsis de la frustración popular; de la cual el actual gobierno de Argentina es más un receptáculo que el primer responsable.

Porque la ideología importada de las colonias siempre fue manufacturada en las metrópolis imperiales para mantenerlas distraídas, divididas y funcionales, el discurso central de Milei de “destruir el establishment” es la copia del discurso y hasta el despeinado con los que ganaron Boris Johnson en Inglaterra, Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil y Giorgia Meloni en Italia, entre tantos otros: todos prometieron y prometen que van a “luchar contra el establishment”.

Que el establishment, que el orden heredado es el problema, es algo en lo que todos podemos estar de acuerdo. Los desacuerdos son las orientaciones y cómo se manipula y se secuestran las aspiraciones populares.

Creo que los votantes deben hacerse una pregunta muy simple: ¿A quiénes creen ustedes que votarían los miembros del establishment? ¿A qué opción política creen ustedes que los grandes bancos, las grandes corporaciones privadas, nacionales y transnacionales, apoyan de formas directas e indirectas? ¿A qué opción política creen que apoya la oligarquía nacional e internacional, esos viejos linajes de familias patricias? O, por lo menos, ¿a qué candidato creen los ciudadanos que toda esa micro élite del verdadero poder internacional quisiera ver en el provisorio y casi irrelevante poder político de cada país?

Claro, para no hablar de las transnacionales se habla de otros trans. El objetivo es distraer una discusión macropolítica a la micropolítica de una pseudo guerra cultural. La respuesta está desnuda a la luz del día, pero la han convertido en una estatua a la que pocos prestan atención. Para enmascarar una realidad incontestable, se crean brujas, comunistas y conspiraciones marcianas. Sin embargo, aun aceptando la fantasía de un poder comunista o marciano dominando la mente de las personas, ¿alguien podría ser tan necio y negar que el poder real se concentra en las finanzas y en la acumulación de capitales que nunca descansan de crear fortalezas mediáticas, ideológicas y culturales como antes los señores feudales levantaban castillos con el sudor de sus vasallos para luego enviarlos a sus guerras, a las que iban a morir en nombre de Dios?

Fracasado por unanimidad, contrafactual por tradición, el neoliberalismo fue reemplazado por el neofascismo. Pongamos, por ejemplo, Argentina: Los Macri fueron reemplazados por los Milei. Aunque en teoría el liberalismo se opone al fascismo, esto nunca importó a quienes administraban el poder de las naciones. Los liberales ingleses podían, de vez en cuando, criticar la brutalidad del Imperio Británico, pero en sus teorías y ecuaciones abstractas, las colonias no existían. El problema era que los esclavos y los salvajes no entendían eso de la libertad anglosajona.

Esa tradición continuó hasta hoy, razón por lo cual los liberales y neoliberales se ponen furiosos cuando alguien menciona la existencia del imperialismo, de los poderes hegemónicos que deben ser considerados en cualquier explicación social, económica y cultural del mundo.

El liberalismo nunca, jamás fue practicado por los imperios, por las potencias hegemónicas capitalistas. Siempre fue una ideología de exportación y una práctica frecuente de las colonias. Ejemplos en la historia no sólo sobran sino que son consistentes y, sobre esto, ya nos detuvimos por años en libros y artículos.

El casamiento del liberalismo y, sobre todo del neoliberalismo con los fascismo de turno fue y es otra tradición. Bastaría con recordar desde el industrial Henry Ford hasta el mogul de los medios de prensa y de la industria cultural William Hearst, pasando por un enorme número de CEOs y millonarios, todos patriotas capitalistas y nazis sin disimulos, hasta que se inventó el discurso de “la lucha contra el comunismo”. En Asia, África y América latina abundaron los golpes de Estados promovidos y financiados por las potencias económicas y sus títeres liberales, campeones de un “libre mercado” que nunca (nunca) existió.

Los neoliberales apoyaron las brutales dictaduras militares y fascistas en abrumadora mayoría hasta encontrarnos hoy con la misma tradición: ¿o alguien podría decir que los poderosos empresarios, las corruptas y dictatoriales corporaciones traman en la oscuridad para que lleguen al poder político opciones independentistas de izquierda? ¿Sí? You’ve got to be kidding me.

Hoy todas las organizaciones y alianzas de extrema derecha, aparte de ser herederos directos de las dictaduras militares del siglo XX, se definen como liberales y campeones del “libre mercado”. ¿Casualidad? No. ¿Contradicción? Teóricamente, sí. En la práctica, nunca lo fue. Desde el nacimiento del liberalismo, pasando por la esclavitud hasta el actual imperio de las corporaciones financieras, “libertad” y “libre mercado” significan “nuestra libertad de disponer de la libertad ajena”. De ahí esos gritos histéricos de “¡viva la libertad, carajo!”

También los esclavistas del siglo XIX gritaban en los congresos y en los periódicos que la esclavitud era la única forma de expandir el orden, el imperio de la ley y la libertad. Su orden, su imperio, su ley y su libertad. Esa es la libertad liberal. Cuando los de abajo reclaman sus derechos, son vistos como los inquisidores veían a las brujas y herejes: como peligrosos instrumentos del demonio. Así, hasta los niños aprendieron a temer a las brujas, no a quienes las quemaban vivas. Del terrorismo de la Inquisición, de los imperios, de los mercaderes de la muerte, nada.

Como dicen que dijo Mark Twain, “la historia no se repite, pero rima”. Hoy el neofascismo rima con el fascismo, como las prohibiciones de libros y la censura a los profesores en el Estados Unidos de Ron De Santis rima con la inquisición que obligó a Galileo Galilei a desdecirse de su idea de que la Tierra gira alrededor del Sol, ya que el dogma, la tradición y las buenas costumbres de la gente de bien decían lo contrario.

viernes, 19 de mayo de 2023

CUADERNO DEL JARDINERO. Mar Alonso, bióloga: “Si el problema de nuestras plantas son los insectos, serán de gran ayuda el ajo, la cebolla, guindillas o vinagre”.

La también especialista en el control fitosanitario en las plantas lo conoce todo sobre los bichos y las enfermedades que pueden dañarlas. Además, aporta consejos útiles para no tener que gastar mucho en el cuidado de nuestros vegetales

Mar Alonso es bióloga y especialista en el control fitosanitario en las plantas, lo que significa que sabe de todos aquellos bichillos y enfermedades que pueden dañar a las especies que se cuidan en las casas. Desempeña con pasión su trabajo en J.M. Escolar, en Fuenlabrada, un vivero productor de plantas hortícolas que comercializa también todo tipo de productos de jardinería. Entre sustratos, abonos, semillas y plantas de interior, Alonso recorre con su habitual amabilidad y profesionalidad los aspectos que hay que tener en cuenta en el mantenimiento de nuestros vegetales.

PREGUNTA. De bichos que traen de cabeza a los jardineros sabe un rato.
RESPUESTA. Tengo que decir que, a pesar de los años de experiencia en el asesoramiento de plagas y enfermedades, cada día sigues aprendiendo algo nuevo. Y aún me causa mucha ternura la típica pareja de ancianos que confiesa tener un “gran problema” y con manos temblorosas te enseña el paquetito de papel de aluminio donde primorosamente te trae unas hojitas amarillas de un naranjo o las de un cerezo que ha sido presa del pulgón.

Clivia, la planta prima de los ajos que florece tanto en el salón como en la terraza (si le das vacaciones) P. ¿Qué es lo que más suele preocupar a los aficionados y profesionales en el cultivo de las plantas? ¿Hay diferencia entre unos y otros a la hora de percibir los problemas fitosanitarios?
R. En general, en los profesionales —tanto agricultores como jardineros— prima la motivación económica al ser las plantas su fuente de ingresos. Intentan adelantarse a los problemas, aprender de sus errores y hacer su negocio rentable. Sin embargo, los aficionados se implican de una manera más emocional, quieren a sus plantas e intentan darles los mejores cuidados. Algunas de esas plantas son herencia de seres queridos, por lo que poseen un gran valor sentimental.

P. ¿Las plagas y enfermedades en las plantas dependen de cómo venga el año climatológico?
R. Sin duda. Primaveras lluviosas nos traerán problemas con los hongos y una gran cantidad de pulgón sobre la vegetación exuberante, para dar paso al ataque de orugas, al estabilizarse las temperaturas y alargarse los días. En los veranos secos y cálidos se producirán explosiones demográficas, al depositarse mayor número de huevos y acortarse los ciclos. La araña roja, la mosca blanca y los trips —pequeños insectos neópteros de color negro o marrón— camparán a sus anchas, poniendo a prueba nuestra paciencia.

P. ¿Qué es lo que beneficia al pulgón, por ejemplo, que es una de las plagas más habituales en jardinería?
R. El pulgón deforma las hojas de las plantas, llenándolas de una melaza pegajosa que atrae a las hormigas y a los hongos. Además, puede inyectar virus y toxinas que complican aún más la situación. Para evitarlo, deberemos limitar el uso de abonos minerales ricos en nitrógeno, ya que producen exceso de crecimiento en la planta. Es ahí donde el pulgón se alimenta con facilidad; por eso, es más adecuado el abonado a base de materia orgánica. Por otra parte, potenciaremos la presencia de sus depredadores naturales mediante la instalación de hoteles de fauna útil, como son las flores y plantas aromáticas, y, si es necesario, aplicaremos un tratamiento con productos respetuosos con las abejas y demás insectos, como son el jabón potásico, el aceite de neem —un aceite vegetal extraído de las frutas y semillas del árbol de nim—, o un purín—fertilizante natural— de ortigas.

P. ¿Qué enfermedades se encuentran con más frecuencia en un jardín?
R. Básicamente, dependerá de las plantas que conformen ese jardín. De ahí la importancia de una cuidadosa selección a la hora de planificarlo, evitando especies a priori conflictivas en cuanto a plagas y enfermedades o que requieran un alto consumo de agua, dada la situación actual.

P. ¿Se está notando el cambio climático en la aparición o recesión de plagas y de enfermedades?
R. El aumento de la temperatura favorece el establecimiento de especies tropicales en zonas en las que antes no podían vivir, con la consecuente pérdida de biodiversidad y alteración de los hábitats. La dispersión e intensidad con que afectarán las plagas, a consecuencia del cambio climático, es un problema de primera magnitud que pone en riesgo la producción de alimentos a nivel global. Por ello, debemos actuar antes de que sea demasiado tarde. Como dijo Martin Luther King, ministro y activista bautista estadounidense: “Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, todavía hoy, plantaría un árbol”.

P. Es sorprendente cómo a lo largo de los años aparecen nuevos problemas en las plantas que antes no estaban presentes.
R. En muchos casos, el tratamiento indiscriminado con insecticidas de síntesis química ha causado la aparición de resistencias, que producen la ineficacia de los tratamientos de control. Por otro lado, la introducción de nuevas plagas es un fenómeno que se ha visto favorecido por el comercio internacional y el calentamiento global, con graves consecuencias económicas y medioambientales y de difícil solución. Así, desde mediados del siglo pasado, luchamos contra plagas de distinta procedencia, como la filoxera —parásito de la vid—, el piojo rojo en los cítricos, la cochinilla del laurel o el picudo rojo de las palmeras, entre otras muchas.

P. ¿Qué botiquín básico se debería tener en las casas para cuidar a las plantas?
R. En España tenemos grandes empresas biotecnológicas, como Seipasa e Idai Nature, con una amplia variedad de productos de residuo cero para su cuidado. Para los más manitas, y sin salir de la cocina de nuestras casas, disponemos de remedios para muchos de los problemas habituales del huerto y jardín. Así, para luchar contra los hongos podríamos realizar preparaciones con manzanilla, leche entera, bicarbonato de sodio o cola de caballo. Si nuestro problema son los insectos, serán de gran ayuda el ajo, cebolla, guindillas, vinagre, perejil, cáscaras de cítricos o diluciones de jabón. Incluso las cáscaras de huevo y la cerveza nos ayudarán contra caracoles y babosas. No hay que gastar mucho para cuidar de nuestras plantas.

P. ¿Qué lugar ocupa la lucha integrada y el control biológico en los jardines actuales?
R. En líneas generales, consiste en la utilización de organismos vivos o de sus productos para luchar contra plagas y enfermedades. Así, podemos controlar plagas fomentando o introduciendo sus depredadores, como también microorganismos patógenos para la plaga. La utilización de machos estériles también ha resultado beneficiosa, lo mismo que las trampas con feromonas. No se pretende tanto la eliminación total de las plagas, sino mantenerlas dentro de unos niveles de tolerancia con la mínima intervención. Y todo ello, con la premisa de la protección del medioambiente y la biodiversidad.

Un jardín libre de biocidas se convierte en un lugar más seguro para la fauna y para las personas que lo disfrutan. EDUARDO BARBA

P. ¿En qué se convierte un jardín en el que haya una menor presencia de productos químicos?
R. En un sitio donde disfrutar de la naturaleza con nuestra familia y mascotas, libre de tóxicos, donde poder recolectar frutos, hierbas y flores con seguridad para nuestro consumo, con un suelo fértil y lleno de vida, un ejército de aves insectívoras y fauna auxiliar que mantienen a raya a las plagas. En definitiva, un ecosistema en armonía donde cada organismo tiene su importancia y su lugar.

P. Luego está el controvertido tema de los herbicidas…
R. Desde los años setenta, en los que se introdujo el empleo del herbicida glifosato, se han vertido miles de toneladas, contaminando tierras y aguas de todo el mundo. Está reconocida su relación con el cáncer, retrasos en el desarrollo, enfermedades intestinales y daño hepático y renal, además de afectar negativamente al sistema reproductor, neurológico y hormonal. Parece que el 15 de diciembre de 2023 pasará por fin a estar prohibido su uso, lo que abre un esperanzador horizonte de transición agroecológica en la gestión de las malezas. A partir de aquí, esperamos que se apliquen técnicas alternativas respetuosas con el medioambiente, como los métodos mecánicos, manuales y térmicos, los herbicidas ecológicos y la creación de cubiertas vegetales que evitan la erosión del suelo y aumentan la biodiversidad.

P. En su día a día, ¿de qué le ha servido tener una visión tan amplia del sector de los fitosanitarios?
R. Creo que las prácticas agrícolas de los últimos 50 años han creado daños medioambientales, en muchos casos irreversibles. Con los conocimientos adquiridos ahora toca cambiar, por el bien de todos.

https://elpais.com/estilo-de-vida/2023-05-07/mar-alonso-biologa-si-el-problema-de-nuestras-plantas-son-los-insectos-seran-de-gran-ayuda-el-ajo-la-cebolla-guindillas-o-vinagre.html

Obituario. La muerte del legendario Gianni Minà, defensor de las más bellas utopías

El mundo del periodismo está de luto por la muerte de Gianni Minà, histórico periodista italiano, quien fue además un reconocido escritor y presentador de televisión. Falleció a pocas semanas de cumplir 85 años, tras una breve enfermedad cardíaca. Unos recuerdan sus notas sobre Fidel y el Che, otros las referentes a su amigo Diego Maradona.

Gianni inició su carrera periodística en 1959 en el periódico deportivo Tuttosport, donde además fue director entre 1996 y 1998. En 1960 Minà debutó en la Rai como reportero deportivo para los Juegos Olímpicos de Roma. Cinco años después fue su bautismo en el reconocido programa deportivo Sprint, dirigido por Maurizio Barendson. Sus reportajes comenzaron a ser muy reconocidos, lo mismo que sus documentales y largometrajes que marcaron una época en la TV italiana de aquellos tiempos.

Nacido en Turín el 17 de mayo de 1938, Minà comenzó su carrera como periodista deportivo en 1959 en Tuttosport, de la que luego fue director de 1996 a 1998. En 1960 debutó en la RAI colaborando en la creación de reportajes deportivos sobre la Juegos Olímpicos de Roma.

Tras incorporarse a la revista deportiva Sprint desde 1965 trabajó en documentales e investigaciones para numerosos programas, entre ellos Tv7, AZ, un fatto come e perché, Dribbling, Odeon. All eso es espectáculo y Gulliver. Con Renzo Arbore y Maurizio Barendson dio vida a L’altra Domenica.

En 1981 ganó el Premio San Vicente como mejor periodista televisivo del año. Después de colaborar con Giovanni Minoli en Mixer, debutó como presentador de Blitz, un programa de RAI 2 del que también era autor, que recibió a invitados como Eduardo De Filippo, Federico Fellini, Jane Fonda, Enzo Ferrari, Gabriel García Márquez y Muhammad Ali.

Minà ha recorrido unos sesenta años de actividad periodística al más alto nivel. Entrevistó a protagonistas del deporte, el entretenimiento y la cultura, la política. Con algunos de ellos había formado amistades de toda su carrera. Fue un testigo del siglo XX. “No soy un sabelotodo”, quien no rehuía hablar del papel del periodismo, un tema también presente en su último libro titulado Así va el mundo. Conversatorios sobre periodismo, poder y libertad.

Es una obra que cruza personajes y hechos que han marcado una época. De Barack Obama a Hugo Chávez pasando por el Papa Francisco. Y cuando se le preguntó si cree que el periodista puede ser imparcial, responde, molesto: “Nadie puede ser verdaderamente imparcial. Ser sincero ya es mucho”.

Minà, miembro del Partido Comunista de Italia y de la Red de Intelectuales en Defensa de la Humanidad, defensor de las más bellas utopías, dio cobertura a ocho Copas del Mundo de fútbol y siete Juegos Olímpicos, así como a decenas de combates mundiales de boxeo, incluidos los históricos de la época de Muhammad Ali.

Entre sus entrevistas más memorables figuran la que le hizo a Fidel Castro en 1987. También al Dalai Lama, Jane Fonda, Franco Battiato, Massimo Troisi y Pino Daniele.

Autor de más de 60 documentales, con varios premios, en 1987 se hizo famoso mundialmente por una memorable entrevista al líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, de 16 horas, de la cual nació un documental de reconocido valor histórico, Fidel cuenta al Che, y en el que se inspiró un libro publicado en varios idiomas en todo el mundo.

Sus más reconocidos documentales fueron Fidel cuenta al Che (1987), El Che 40 años después (1992) y La última entrevista de Fidel (2015).

Al presentar Fidel cuenta al Che, el periodista italiano recordó el privilegio de entrevistar en varias ocasiones a Fidel, incluyendo esa famosa entrevista de 1987. “Cuba es un ejemplo para el mundo, para mí representa la realización de la utopía, aun bajo un bloqueo que ha durado más de 50 años”, declaró a los asistentes ese día.

La conversación de Minà con Castro forma parte de un ciclo de entrevistas a la que pertenecen también Fidel y la religión, del brasileño Frei Betto; Nada podrá detener la marcha de la historia, de los estadounidenses Jeffrey Elliot y Mervin Dymally, y Cien horas con Fidel, del hispanofrancés Ignacio Ramonet. Un encuentro con Fidel, el volumen donde Minà habló con Fidel sobre múltiples temas, fue reimpreso varias veces.

En su amplia obra como escritor, periodista y documentalista sobresalen el ensayo Continente desaparecido, realizado con entrevistas a Gabriel García Márquez, Jorge Amado, Eduardo Galeano, Rigoberta Menchú, Mons. Samuel Ruiz, Frei Betto y Pombo y Urbano; libros como Fidel; Un encuentro con Fidel; El papa y Fidel; Un mundo mejor es posible; El continente desaparecido ha reaparecido y Políticamente incorrecto, un periodista fuera del coro.

Con Diego Armando Maradona y Pelé tuvo una relación muy fuerte. Una de sus imágenes que ha recorrido el mundo fue cuando lo retrataron sonriendo en una cena en Roma con Muhammad Ali, Sergio Leone, Robert De Niro y Gabriel García Márquez. Entre sus documentales más reconocidos se encuentran el realizado a la figura del Che Guevara, Rigoberta Menchú, el subcomandante Marcos y el mismo Diego Maradona.

Incluso viajó a la Argentina para presenciar su casamiento con Claudia Villafañe y lo acompañó mientras el astro argentino realizaba su rehabilitación en Cuba. En la entrevista, Maradona repasó su carrera, incluso un tema sensible como fue su problema con las drogas y sus debilidades.

En el artículo que estuvo guardado durante más de dos años, Diego aseguró que nunca pensó en matarse por su adicción. “En muchos momentos de mi vida sentí dolor por mi madre, por mi esposa Claudia y mis hijas. A veces, un diario decía ‘Maradona se quiere matar’. Eso no es verdad. Pienso que quien quiere matarse es un cobarde que no quiere enfrentar la vida. Y yo acepté enfrentar la vida”.

Diego confesó que comenzó con las drogas en Barcelona a los 22 años. “¿Por qué lo hiciste, Diego?”, preguntó Minà. Tras una larga pausa, Maradona contestó: “Es una enfermedad que me ha hecho perder mucho tiempo. Al comienzo era una cosa que me hacía fuerte, que me levantaba de la silla. Cuando dejó de ser una diversión y se transformó en una pesadilla, entonces hice sufrir mucho a las personas que me aman”.

Además, el documental Maradona: jamás seré un hombre común (2001) y otros dedicados a figuras como Michel Platini, Ronaldo, Edwin Moses, Pietro Mennea y Cassius Clay-Muhammad Ali. También, entre otros líderes sociales y políticos, dedicó un documental a Rigoberta Menchú.

*Periodista chilena residente en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)

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jueves, 18 de mayo de 2023

Entrevista a Yayo Herrero «El ecologismo puede trabajar perfectamente con el sindicalismo»

Hablar con Yayo Herrero, una de las intelectuales más respetadas mundialmente en materia de ecofeminismo y ecosocialismo, es difícil. Y lo es no debido a que no sea buena conversadora; al contrario, más bien ocurre que todo el mundo quiere dialogar con ella, y encontrar hueco para sentarnos tranquilamente, debatir y acompañarnos se torna una odisea, especialmente ahora que anda presentando su nuevo libro, Toma de tierra (Caniche, 2023).

Sin embargo, donde hay voluntad el tiempo aparece y, después de múltiples viajes, me recibe alegre, dispuesta a aclarar ideas sobre un problema tan grave como la crisis climática, para la que su obra teórica, activista, y su trabajo de campo guardan múltiples soluciones. Yayo Herrero no necesita presentaciones, pero diremos que es ingeniera, antropóloga, educadora social, ha realizado estudios de postgrado en medio ambiente, educación y globalización, y de sus manos han salido más de dos docenas de libros –entre individuales y colectivos–, múltiples artículos y una labor envidiable en lugares como Ecologistas en Acción o la fundación FUHEM. Como su trabajo es inabarcable en una entrevista, aquí nos centramos en Toma de tierra.

Tengo que decir que me ha gustado mucho el libro, Yayo. Me parece una buena síntesis de tu pensamiento, casi una guía. ¿Por qué este proyecto ahora? ¿De dónde surge?

Antes de este libro, de cosas actuales tenía Ausencias y Extravíos (CTXT, 2021) y luego uno que acabo de terminar, Educar para la sostenibilidad de la vida (Octaedro, 2022), pero tenía pendiente tratar de condensar ideas, y este proyecto me ayudó un montón. El libro surge de una propuesta de Caniche, la editorial, que viene de la mano de Brenda Chávez, una persona a la que admiro y tengo muchísimo cariño. Ella me llamó para sugerirme la posibilidad de un libro de ecofeminismo, pero yo les dije que no me podía poner a hacer un libro entero ahora, y entonces me plantearon que propusiera artículos publicados en lugares de poca difusión, porque ya sabes que muchas veces las revistas académicas, aunque sean de “alto impacto», realmente llegan a muy poquita gente. Lo que hice fue recoger un montón de textos, y Brenda actuó como editora. Es decir, lo que ha hecho es leerlos, hacerme propuestas de quitar cosas… como una tarea de limpieza, y dejar un compendio de aterrizajes de miradas ecofeministas con la intención de que, sobre todo, tengan interés. Yo me lo planteaba no solamente para las personas que manejan estos temas de manera más intelectual o académica, sino para los propios activismos. Y ahora ha sido el momento en el que ha surgido.

Me fascinó el concepto “desnivel prometeico”, que tomas de Günther Anders. Cito la definición: “La distancia que existe entre las acciones de las personas y sus consecuencias monstruosas en un marco absolutamente tecnologizado y presidido por una economía que piensa sólo en términos contables”. Por ejemplo: el piloto que arrojó la primera bomba atómica no se sentía responsable del daño causado. En este sentido, me planteo la disociación que existe entre la gran preocupación social que las encuestas aseguran que hay sobre el cambio climático, y la poca acción al respecto. ¿No vivimos en una suerte de “desnivel prometeico” todo el rato?

Ese es un concepto de su obra La obsolescencia del odio (Pre-Textos, 2019) y a mí me parece tremendamente importante, porque podríamos decir que la historia del desarrollo, del progreso en Occidente, ha sido la historia del alejamiento del lugar donde se actúa y los lugares donde se sufren los efectos; o una distancia enorme entre esa trivialidad de los actos y sus consecuencias monstruosas, y lo que tú estás señalando, en cierto modo, son también consecuencias de esos desniveles prometeicos.

Creo que la tecnología –entre otras cosas– ha hecho que seamos capaces con esos actos triviales de actuar muy lejos, y tener una conducta moral se basa en la capacidad de anticipar las consecuencias de tus actos. Cuando esas consecuencias son muy lejanas y no las vemos, digamos que la posibilidad de tener conductas morales se dificulta tremendamente. Yo no soy capaz de anticipar qué riesgo puede comportar un determinado acto que cometo, y eso obliga a repensar la moral en tiempos en los que aceptar una compra por Internet, o hacer clic y lanzar una cadena de mensajes electrónicos (que parece que son inmateriales), pues esconden sus efectos…

Ahí hay un problema grande. Tiene también relación con lo que Marx llamaba “el fetichismo de la mercancía”, es decir, la desconexión entre aquello que compramos y las relaciones sociales y naturales que lleva dentro lo que compramos. Lo que ocurre es que, en lugar de relacionarnos entre personas para gestionar las cosas, nos relacionamos directamente con las cosas, sólo a través del dinero, y eso elimina todo el marco de relaciones. Yo creo que, efectivamente, ahí hay una parte importante de las dificultades que tenemos para actuar, ¿no? La dificultad de anticipar esas consecuencias.

Vivimos en un delirio de inmortalidad, dices en tu libro, y esto está relacionado con la crisis climática. Me pregunto si podemos recuperar algún tipo de espiritualidad (religiosa o no) que nos conecte con la mortalidad, con la naturaleza a la que ahora consideramos una exterioridad, con los demás seres vivos… Creo que hay una especie de pecado original en la cultura occidental. Podríamos hablar del momento en que comienza a nacer un pensamiento dual que separa la naturaleza de la cultura, y entendiendo también como naturaleza los cuerpos vulnerables, necesitados, mortales, en los que transcurre la vida humana. A partir de esa ruptura surge un delirio, una fantasía de individualidad y una especie de lo que he llamado (y no sólo yo) “lógica antropológica extraterrestre”, como si los seres humanos flotáramos por fuera y por encima de la naturaleza y nos relacionáramos con ella desde la exterioridad, desde la superioridad y la instrumentalidad.

Yo soy una persona poco religiosa, no soy creyente, pero tengo claro que una parte importante de las transformaciones que necesitamos pasa por adquirir otro sentido vital diferente. Yo lo llamo “la sensación de pertenencia a la trama de la vida”, que es una forma de convertirnos en seres transcendentes, sólo que ya no es una transcendencia individual… saltando por encima de nuestra mortalidad, o intentando saltar por encima de los límites físicos de la Tierra, o por encima de las relaciones de interdependencia que tenemos con otros seres humanos, sino que transcendemos en el momento en el que sabemos que, al morir nuestro cuerpo, nuestras partículas van a terminar siendo árbol, planta, pluma, tierra, o acabarán en el fondo del mar. No sé si a eso le llamaría espiritualidad, pero, desde luego, para mí esa conciencia de pertenencia a la trama de la vida otorga sentido vital y, al menos a mí, me permite mirar la muerte de forma distinta. Es una creencia a la vez material y no material, intangible. Me parece que adquirir esa identidad terrícola es un paso necesario para poder reinsertar nuestra especie dentro de la trama de la vida. La tienen otras culturas, la ha tenido la nuestra antes de esa brutal separación, y creo que es imprescindible.

Varias veces hablas de la necesidad de “seguridad”, pero dices que este concepto se ha asociado a “la defensa nacional, el blindaje de fronteras o la criminalización de quienes son diferentes”. ¿Qué es la seguridad desde el punto de vista ecofeminista? ¿Por qué es necesaria en una época en que proliferan los discursos belicistas?

Yo creo que una vida segura es aquella que se puede vivir sin tener miedo a saber si se va a poder comer, si se va a poder mantener la vivienda, sin tener miedo a la soledad no deseada, o al sufrimiento de las personas que quieres, ¿no? Sin tener miedo a respirar para no enfermar, a comer alimentos que te pueden envenenar. Por tanto, yo llamaría seguridad al proceso que permite garantizar condiciones básicas de la existencia para todas las personas desde la conciencia de que vivimos en un entorno translimitado y en pleno cambio climático. Es decir, que vivimos en un momento de inevitable contracción material, en medio de un cambio climático –como señala el último informe del IPCC– cada vez más desbocado, y en ese marco hemos de conseguir que todas las vidas puedan aspirar a ser vidas buenas.

Para mí la seguridad es eso. ¿Qué es lo que sucede? Pues que, en este momento, la seguridad es básicamente el blindaje de las élites. Un blindaje que es político, económico, y también militar. Y se llama seguridad a procesos que tienen que ver con pagar e invertir cantidades ingentes de dinero para estar armados hasta los dientes y defendernos de amenazas reales o supuestas. Por eso a mí me horroriza que, cuando vemos lo que está pasando en las fronteras, lo que se haga para justificar esa atrocidad, ese asesinato, sea apelar a la seguridad.

En lugar de tratar a las personas más desposeídas, precarizadas y expulsadas, a las personas que son literalmente saqueadas, ellas y sus territorios, desde una perspectiva ética y política, lo que se hace es convertirles en una amenaza y entonces hacer un abordaje de la emigración o de la pobreza como si fuera un problema securitario. Creo que ese enfoque de la seguridad es un enfoque terrible y que lo que hace es naturalizar todo un marco de privilegios. Utilizando la palabra privilegio en su sentido semántico del diccionario: un privilegio es lo que alguien tiene porque otros no lo tienen. El privilegio es lo que tú tienes precisamente porque has arrebatado la posibilidad de que otros lo tengan.

Planteas reformular el derecho, desde los Derechos Humanos al derecho internacional (ampliar el asilo) o incluso la Constitución. Sobre esta última, argumentas una noción del territorio como tejido vivo (no un decorado), en conexión con otros, y hecho de relaciones sociales y vínculos. Me ha llamado la atención porque este debate no está (creo) sobre ninguna mesa, o al menos es minoritario.

Nosotras en Ecologistas en Acción hicimos el ejercicio de leer decenas de constituciones de países para ver cómo abordaban cuestiones básicas, como los más estrictos derechos humanos, los derechos de la naturaleza, los derechos colectivos… ver qué tipo de tratamiento les daban. Y nos encontramos con que variaba. Había constituciones que despuntaban por la incorporación de las condiciones de ser seres ecodependientes e interdependientes, pero la mayor parte no eran conscientes de esto. ¿Por qué nos parecía importante mirar esto? Porque, al fin y al cabo, el derecho se ha convertido en aquello que permite regular y organizar la vida. Las constituciones son documentos que tienen los países para organizar la vida en común. Es verdad que luego muchos de esos textos constitucionales quedan en papel mojado. Por ejemplo: la Constitución española recoge como principio orientador el derecho a la vivienda mientras que aterriza de una forma muy concreta el derecho a la propiedad. Ambos son derechos constitucionales, pero tienen una calidad o una prioridad radicalmente diferente.

Desde mi punto de vista, el derecho, como la educación o la forma de entender la sanidad, es el resultado de correlaciones de fuerzas. Yo no conozco ningún país que, en su función de control y de coerción, haya regalado derechos que protegieran la vida de las personas. Nunca. Cualquier derecho ha sido siempre el resultado de un proceso de lucha y de organización sociales que a veces han conseguido ganar… Por eso tenemos sanidad pública, educación, que no son perfectas, pero no hay que olvidar que han sido victorias del esfuerzo colectivo. Sucede que, cuando esa correlación de fuerzas no opera, el derecho, lejos de ser un instrumento que protege la vulnerabilidad, se transforma en todo lo contrario, en instrumento para la coerción, como es el caso de la Ley Mordaza, o en instrumento que sirve para blindar el saqueo, como es el caso de toda la arquitectura de la impunidad, que es económica y jurídica, y que blinda los privilegios de las multinacionales, por ejemplo, en los tratados de libre comercio. Es por eso que me parece muy importante que la organización social y aquellas personas que están gobernando las instituciones y que tienen una vocación de servicio público hagan hincapié en el tema del derecho.

El movimiento ecologista ha tratado de transformarlo todo, pero a la vez ha puesto mucho énfasis y se ha peleado por modificar pequeños artículos en leyes, que se han modificado por introducir otras nuevas, porque el derecho, al final, incluso cuando no es respetado, sigue otorgando la posibilidad de que haya gente que se organice alrededor de la reivindicación de algo que es legítimo. Igual que, cuando el derecho se transforma en injusto, es lo que te coloca en la disposición de desobedecer algo que, siendo legal, desde el punto de vista de la justicia, de la ecodependencia y la interdependencia, no es legítimo.

En relación con la anterior pregunta: ¿deberíamos resignificar o reapropiarnos de los conceptos de patria y familia? Teniendo en cuenta esas relaciones de eco e interdependencia. Hay sectores que abogan por no regalárselos a la derecha.

Yo nunca he necesitado para nada la noción de patria. Tengo un tremendo amor por el territorio en el que vivo y por la gente que lo habita, que son mis vecinos y vecinas, tanto cuando vivía en Madrid como ahora que vivo en Cantabria. En general, tengo un tremendo amor por esa gran Tierra y esa trama de la vida que nos acoge, pero no he necesitado nunca vincularme a un concepto de patria que recoja una delimitación perfecta de un territorio y que sirva para marcar quienes están dentro y quienes están fuera. Yo sé que hay gente que está tratando de resignificarlo porque creen que es un concepto que no se le debe dejar solamente a aquellas personas que tienen visiones autoritarias o excluyentes, pero yo no lo sé resignificar y las resignificaciones que he escuchado me han resultado huecas y no creo que hayan llegado a calar prácticamente en casi nadie.

Y la idea de familia… más que retocar o reivindicar la familia, creo que es importante atender a los análisis feministas que se han hecho. La familia ha constituido la gran corporación del patriarcado, y la familia, de la que resaltamos nociones de amor, altruismo o generosidad, muchas veces cumple una función de socialización básica, pero no sobre relaciones de altruismo, sino de miedo, de imposición, especialmente sobre las mujeres, pero también sobre esos sujetos que no correspondían a las sexualidades normativas, o al rol que la familia asignaba. Creo que hay muchísimas personas que están tratando la resignificación de esa idea de familia, en maternidades diferentes, basadas en relaciones de una naturaleza distinta.

En mi experiencia, la familia es un entorno en el que he obtenido mucha seguridad de la buena, pero conozco muchas familias y espacios donde también el sentimiento de culpabilidad por no hacer lo que se espera es brutal, y se transforman en lugares tremendamente duros y hostiles para mucha gente. Por tanto, creo que todas esas relaciones de filiación tienen que ser muy revisadas y, de hecho, el feminismo lo hace de una forma intensa. No nos olvidemos de que incluso el neoliberalismo, que supuestamente destaca la individualidad por encima de todo, lo hace en la forma de estar el individuo en el espacio público, pero no reivindica esa individualidad con respecto a los espacios de reproducción social, y apela constantemente a los valores de la familia precisamente para eximirse de las obligaciones y la responsabilidad que las comunidades y las sociedades tienen contraídas con cada uno de los sujetos que forman parte de ellas.

Hablas del trabajo como “potencia del ser”. No pides su abolición, como Giuseppe Rensi; o te centras en el daño emocional que causa, como Simone Weil. Sí que denuncias una suerte de “vivisección” del trabajo, alienante y separado del resto de la vida social. Éste es un debate importante, porque además sabemos que muchos trabajos van a desaparecer por motivos climáticos; un caso: ya no se puede pescar tanto. ¿Qué trabajos se deberían desempeñar según un criterio estricto de sostenibilidad? Y, siguiendo el razonamiento de tu libro, ¿qué conflictos puede haber con el sindicalismo? Por ejemplo, cuando ciertos trabajadores denuncian despidos de empleos insostenibles.

Cuando yo hablo del trabajo y digo que es la potencia del ser, cosa que, por cierto, retomo de una gran amiga, Laura Mora, profesora de Derecho Laboral en la Universidad de Castilla-La Mancha, no me estoy refiriendo al empleo, al trabajo alienado y asalariado, sino a la enorme cantidad de tareas que hay que hacer para que la vida se sostenga. La vida humana… hay que trabajar para sostenerla, tienes que interactuar con los bienes fondo de la naturaleza para producir todo aquello que hace falta. Los bienes de la naturaleza no son asimilables y aprovechables de forma directa por los seres humanos. No comemos ciclo del agua, ni nos movemos con el petróleo metido debajo de la tierra o movemos un coche poniéndolo al sol, sino que hay que hacer muchas cosas para que esos bienes fondo de la naturaleza se traduzcan en servicios, en bienes, en productos que sirvan para satisfacer la vida humana. Además, hace falta una enorme cantidad de tareas y de tiempo y dedicación para que una criatura recién nacida sobreviva sus primeros años de vida, para que la gente mayor que no puede vivir sola sobreviva, a eso me refiero: no se puede no trabajar. Si no se sostiene, la vida no es posible.

Por lo tanto los trabajos que precisamos son los que hemos denominado “socialmente necesarios”; es decir, trabajos que sirven para sostener las vidas: producción de alimentos que no envenenen ni a la tierra ni a los cuerpos; cierta producción de bienes en la industria, de forma que el cierre de ciclos y esa economía espiral de la que habla Alicia Valero sea posible; o trabajos relacionados con el cuidado; o con una movilidad y un transporte que tiene que ser mucho menor, a ser posible no mecanizado y, cuando sea mecanizado, electrificado, público y colectivo. Esto es, hablamos fundamentalmente de trabajos que sirven para producir cosas que satisfacen necesidades, y con criterios del menor consumo de materiales posible, y de la mayor justicia y escalabilidad a todas las personas. Parte de esos trabajos se hace en el mercado y otra parte se hace en los hogares. Y ese trabajo que se hace en los hogares no es denominado trabajo, por eso yo reivindico que eso se llame trabajo, que el trabajo no es sólo el empleo.

Hay empleos, por el contrario, que no solamente no son socialmente necesarios, sino que son socialmente indeseables, porque destruyen la naturaleza; o consumen bienes finitos que precisamos para lograr transiciones que sean justas y alcancen a los 8.000 millones de personas que somos en este planeta; o son trabajos que explotan; o que crecen a partir del deterioro, o sea, que son trabajos de resolver los propios desastres que organiza el modelo.

Ahí creo que el ecologismo puede trabajar perfectamente con el sindicalismo; ya lo está haciendo, de hecho. Hay algunos sindicatos, como CGT, o la mayoría sindical vasca, que desde hace tiempo vienen dialogando con el ecologismo. Y ahí hay una cosa clave, que es lo que tú decías: hay sectores que se van a contraer, y tienen el riesgo de desaparecer, no porque se hayan puesto en marcha políticas ecologistas, sino porque la propia bulimia y extralimitación del sistema hacen imposible que se sostengan a la escala que hemos tenido. Hablamos del turismo de masas, de la automoción, de una parte importante de la industria… Como ecologista que además ha sido sindicalista creo que la mayor responsabilidad que tenemos en estos momentos es anticipar esas situaciones precisamente para proteger a todas las personas que trabajan en esos sectores. Y partiendo de un criterio básico: que no es lo mismo proteger sectores, que proteger personas. El objetivo es proteger personas.