lunes, 3 de junio de 2013

_--La luz de Nelson Mandela

_--Después de 27 años en la cárcel y ser elegido en 1994 presidente electo de Sudáfrica, Nelson Mandela compartió con el mundo entero uno de sus poemas favoritos, escrito por Marianne Williamson:

“Nuestro temor más profundo no es que seamos inadecuados.
Nuestro temor más profundo es que somos excesivamente poderosos.
Es nuestra luz, y no nuestra oscuridad, la que nos atemoriza.
Nos preguntamos: ¿quién soy yo para ser brillante, magnífico, talentoso y fabuloso?
En realidad, ¿quién eres para no serlo?
Infravalorándote no ayudas al mundo.
No hay nada de instructivo en encogerse para que otras personas no se sientan inseguras cerca de ti.
Esta grandeza de espíritu no se encuentra solo en algunos de nosotros; está en todos.
Y al permitir que brille nuestra propia luz, de forma tácita estamos dando a los demás permiso para hacer lo mismo.

"Al liberarnos de nuestro propio miedo, automáticamente nuestra presencia libera a otros.
La conformidad es el proceso por medio del cual los miembros de un grupo social cambian sus pensamientos, decisiones y comportamientos para encajar con la opinión de la mayoría” (Solomon Asch)

 ...El primer paso para superar el complejo de Solomon consiste en comprender la futilidad de perturbarnos por lo que opine la gente de nosotros. Si lo pensamos detenidamente, tememos destacar por miedo a lo que ciertas personas –movidas por la desazón que les genera su complejo de inferioridad– puedan decir de nosotros para compensar sus carencias y sentirse mejor consigo mismas.

¿Y qué hay de la envidia? ¿Cómo se trasciende? Muy simple: dejando de demonizar el éxito ajeno para comenzar a admirar y aprender de las cualidades y las fortalezas que han permitido a otros alcanzar sus sueños. Si bien lo que codiciamos nos destruye, lo que admiramos nos construye. Esencialmente porque aquello que admiramos en los demás empezamos a cultivarlo en nuestro interior. Por ello, la envidia es un maestro que nos revela los dones y talentos innatos que todavía tenemos por desarrollar. En vez de luchar contra lo externo, utilicémosla para construirnos por dentro. Y en el momento en que superemos colectivamente el complejo de Solomon, posibilitaremos que cada uno aporte –de forma individual– lo mejor de sí mismo a la sociedad
Fuente: El País. El Síndrome de Solomon.

3 comentarios:

laura enlazadora dijo...

Siempre creí en lo lícito de lo que la mayoría llama "imitación" pero que para mi no es mas que ir atreviéndose a sacar de uno mismo y realizar por y para uno mismo aquello que sin duda tenía pero no había descubierto hasta verlo en el otro.
Siempre creí en el derecho, en lo lícito de "cambiar", de "imitar" a otro, que no es mas que aprender o adquirir novedades en mi vida, de ir diseñando el trazo de mi propio camino.
Así como lo que uno admira en el otro tiene que ver con lo que hay en uno mismo, lo que uno anhela del otro (llámese envidia)también de alguna forma está en el anhelante (llámese envidioso)...por eso..desde mi punto de vista...lo que no construye es envidiar y quedarse parado a saborear el regusto...desde mi punto de vista...envidiemos..que eso nos dará pista para saber y decidir por donde quiero seguir...

laura enlazadora dijo...

Cuan grandiosas me parecieron estas palabras de Marianne Williamson cuando hace unos meses, en la celebración del solsticio de verano,
alguien me las hizo llegar.
Cuán certeras me parecieron...y cuán valientes!!...
En verdad hace falta ser valiente para reconocerse valioso y atreverse a que se vea...
en verdad, en verdad os digo
que un día habrá
en que esto
todos lo sabrán
...aunque...mientras tanto
muchos habrá
que seguirán
subyugados
por lo que nos han enseñado
en la Iglesia y "el que dirán",
el "yo no soy nada"
el "polvo eres"
el "olvido de mi mismo"
...
pero
por poco tiempo será
porque pronto,
es mi deseo,
en cada uno
la propia luz brillará,
se permitirá aflorar...

Antonio Peña dijo...

Gracias, Laura, por tus comentarios. Me han gustado.