viernes, 16 de mayo de 2014

Entrevista al historiador Giaime Pala sobre la situación política italiana (I) “Monti fue el encargado de llevar a cabo el programa que el BCE presentó a Berlusconi en la carta de agosto de 2011”

Salvador López Arnal
El Viejo Topo

Giaime Pala es un historiador italiano afincado en Barcelona desde hace más de un década y es miembro de los consejos de redacción de las revistas mientras tanto y Segle XX. Revista catalana d’història. Su tesis doctoral, “Teoría, práctica militante y cultura política del PSUC (1968-1977)”, fue dirigida por el profesor y filósofo Francisco Fernández Buey.

-Me gustaría preguntarte sobre la siempre compleja situación política italiana. Antes de entrar en lo más reciente, para situarnos mejor, déjame ubicarme en la dimisión de Berlusconi. ¿Quién hizo dimitir a Berlusconi? ¿Fueron acaso los escándalos judiciales los que lo acorralaron?
-Vaya por delante que, de momento, nadie parece conocer toda la verdad acerca de lo ocurrió en 2011. Nos faltan demasiados datos para ello. De modo que yo tampoco tengo un cuadro orgánico de los acontecimientos que llevaron a la dimisión de Silvio Berlusconi en noviembre de 2011. Sólo los historiadores del futuro podrán reconstruir esta historia con la debida exhaustividad. Aún así, soy de la opinión de que, a la luz de lo que sabemos, un relato coherente de los hechos debería incluir algunos puntos de análisis.

-Adelante con ellos.
-El primero es el desgaste de Berlusconi y de su gobierno: a partir de mediados de 2010, la prensa empezó a publicar las primeras noticias sobre la vida sexual de Il Cavaliere y algunos casos de presunta corrupción económica que afectaron su imagen social; y a partir de 2011, la sintonía entre los ministros de su gobierno ya no era tan buena como antes. El ejemplo más evidente es el del otrora todopoderoso Ministro de Economía, Giulio Tremonti, quien empujaba para “mantener las cuentas en orden” ante un panorama económico potencialmente inestable. Eso significaba aumentar los impuestos y recortar el gasto público, algo a lo que Berlusconi no estaba dispuesto a acceder de ninguna manera. El resultado fue un conflicto entre los dos que se resolvió con la visible pérdida de influencia de Tremonti, un político harto apreciado en los ambientes internacionales.
Un segundo factor a tener en cuenta es la mala relación que Berlusconi mantenía con Nicolas Sarkozy y Angela Merkel. Esto es algo del que los periódicos hablaron bastante en aquellos meses y que era una suerte de secreto a voces. Berlusconi era un político ciertamente populista y pintoresco, pero demasiado imprevisible y, en parte, incontrolable para el eje “París-Berlín”. Cuando dimitió como presidente del gobierno italiano, ni Merkel ni Sarkozy ocultaron su satisfacción. Esta mala relación debió de empeorar si es cierta la noticia que dio el economista alemán Hans-Werner Sinn el año pasado de que, en otoño de 2011, Berlusconi empezó a negociar la salida de Italia del euro para hacer frente a la crisis.

-¡Lo ignoraba! ...

-Se ha hablado en algún momento de golpe de Estado refiriéndose a la situación política italiana. Incluso Chomsky, si no recuerdo mal, ha usado esta expresión. ¿Es exagerado hablar en estos términos? ¿De qué golpe de estado se está hablando exactamente?

-Digamos que fue una operación que no tuvo ninguna legitimidad democrática real y que amplios sectores de la izquierda no entendieron en su momento. Recordemos que el día de la dimisión de Berlusconi se formaron en la calle concentraciones de personas que descorcharon el champán y festejaron lo sucedido. Il Manifesto hasta llegó a decir que la izquierda tenía que “besar el sapo”. Evidentemente, no se enteraron de que Italia acababa de ser comisariada de facto por la UE y el BCE, y que estaba a punto de entrar en un túnel lleno de recortes sociales impuestos desde arriba. Y que, con Monti, se iniciaba una dinámica política en que la soberanía popular iba a contar muy poco a la hora de conformar el gobierno del país, como demuestra el hecho de que Matteo Renzi es el tercer presidente del gobierno (después de Monti y Enrico Letta) que no ha sido elegido por la ciudadanía. Si es cierto, como lo es, que Berlusconi fue un desastroso presidente del gobierno pero con legitimidad democrática, entonces podemos decir que hemos pasado de Guatemala a Guatepeor.

-¿Y por qué crees que la izquierda no se enteró de algo que, tal como tú lo cuentas ahora, parece bastante elemental?

-Insisto en que, cuando hablo de “izquierda”, me refiero a su mayor parte y a una tendencia general, porque hubo voces dentro de ella que, desde el primer momento, no aceptaron lo que estaba ocurriendo. Pues bien, me da que estos amplios sectores de la izquierda, tras tantos años de antiberlusconismo militante, cayeron en la trampa de aceptar el final de Il Cavaliere aunque fuera de forma no democrática. Y también que se creyeron que el país estaba realmente al borde de la bancarrota pese a la evidencia de que eso era imposible, en tanto que ello hubiera significado la salida obligada de Italia del euro y, por ende, la crisis general del sistema del euro. Igual que en agosto de 2012, Mario Draghi habría actuado con contundencia si hubiese advertido el peligro de ruptura del euro.
Fuente, El Viejo Topo.

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