Los mensajes euforizantes del Gobierno a cuenta de la supuesta recuperación tienen en mí el efecto justamente opuesto: me desmoralizan.
Me desmoraliza comprobar que a diario me toman por tonto de baba interpretando y retorciendo hasta lo inverosímil datos estadísticos que dicen claramente lo que parece que dicen: que esto no se arregla y que por la senda elegida no solo no se arreglará en un futuro previsible sino que se está haciendo todo lo posible para hacer irreversible esta caída al precipicio. Sí, me refiero especialmente a las perspectivas para la juventud de este país, que pasan por una mayor dificultad de acceso a la educación, por una incapacidad de proporcionar trabajo a los jóvenes una vez formados en su adecuado nivel de formación —y, en realidad, en cualquier nivel— y por la emigración como única salida posible, con lo que ello implica de renuncia de este país a su futuro.
Y lo que más me desmoraliza es comprobar lo poco que el Gobierno hace al respecto, salvo repetir la melodía del flautista de Hamelin en distintos instrumentos.— Luis José Herrero López. El País Cartas al director.
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